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With you…
Queremos alzar nuestras voces hasta ti, Señor.
Te pedimos el Espíritu de la verdad.
Para amar la verdad y para buscarla, para decirnos la verdad,
para ser sinceros, para vivirla y para proclamarla.
Queremos ser la voz de toda la verdad,
también de la que no aparece en los periódicos.
Queremos hablar la verdad que quema y que duele,
la verdad que salva y da esperanza.
Haznos hombres de corazón limpio,
lejos de la excusa, de la hipocresía y de la trampa.
Te pedimos el coraje y la fortaleza para no transigir con la mentira
y creer, como Jesús, en la verdad que nos libera.
Necesitamos buscar la verdad en el silencio,
en la contemplación profunda de los acontecimientos,
en la calle y en el evangelio.
Nos comprometemos a decir nuestra verdad.
Te pedimos que la verdad nos reconcilie,
que cure todas nuestras divisiones,
que la verdad nos ayude a ser pobres, a pedirnos perdón,
a reconocernos como somos
con nuestro pecado y nuestras esperanzas.
Que pongamos la verdad sobre la mesa y que en ella seamos
hermanos.
Ser sinceros significa amar la verdad. Durante este curso queremos aprender a vivir
con confianza y esta semana vamos a rezar juntos para que nuestra confianza crezca, para
que sea más. Uno de los valores que debemos cultivar para conseguirlo es la sinceridad.
La sinceridad es la virtud que nos lleva a decir siempre la verdad y a mostrarnos al exterior
tal y como somos interiormente, manifestando la verdad en palabras y conformando éstas con el
pensamiento y las obras. La sinceridad es una virtud relacionada íntimamente con la verdad.
Colegio Joaquín Alonso. Equipo de Pastoral.
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Había una vez, en el País de las Piedras, una pequeña piedra que estaba empeñada
en ser una piedra preciosa para ser importante y admirada por todas las demás. Por eso
tenía en su casa una impresionante colec-ción de disfraces. Los tenía de Esmeralda, de Rubí,
de Zafiro, de Diamante, de Plata, de Oro. Eran reproducciones casi exactas. Cuando se los
ponía, parecían realmente auténticos.
Y a esto había que añadir lo bien que interpretaba la pequeña piedra su papel. Si
iba disfrazada de Esmeralda, hablaba como las Esmeraldas, caminaba como las Esmeraldas,
se comportaba como las Esmeraldas. No había detalle que se le escapara y que la pudiera
delatar.
Pero tenía que tener cuidado en una cosa; no podía darle directamente la luz del
sol, porque entonces descubrirían que no era transparente co-mo las auténticas Esmeraldas.
Lo mismo le ocurría con los disfraces de Rubí, de Zafiro y de Diamante. Así que sólo se los
ponía cuando era de noche o al atardecer. Por el día se disfrazaba de Oro o de Plata. Aunque
con estos disfraces tenía el peligro contrario; si dejaba de darles la luz del sol, dejaban de
parecer Oro o Plata auténticos. Sin embargo la pequeña piedra lo tenía todo muy bien
controlado.
Y así fue pasando su vida. Nadie se dio cuenta del engaño. Los que la conocían
como Esmeralda le tenían una gran admiración y aprecio. Y lo mismo ocurría con los que
la conocían como Diamante, como Oro, como Zafiro, como Rubí o como Plata.
Pero un día, estando la piedra tomando el sol disfrazada de Oro, un hombre que
pasaba por allí quedó deslumbrado con su brillo y la cogió. Al ver que era oro, dio un salto
de alegría y fue corriendo a ver a un joyero para que le dijera cuál era su valor. Pero cuando
el joyero la examinó, vio que era una simple piedra cubierta con una funda dorada.
Entonces el hombre, desilusionado, la cogió y la tiró por la ventana.
Al caer al suelo, la piedra se rompió en mil pedazos, y sorprendentemente, dejó al
descubierto que su interior había estado ocupado por un Diamante de gran calidad y de
valor incalculable. Un Diamante que nunca había podido salir a la luz, porque la pequeña
piedra se empeñó toda su vida en imitar a otros para ser valiosa e importante.
Ayúdame, Señor, a buscar mi rostro, a descubrirme por dentro,
a aceptarme como en realidad soy.
Ayúdame, a aguantar mis miedos, mis inseguridades,
a superar mis fracasos y salir de mis derrotas.
Ayúdame a seguir adelante y no volver atrás,
a superar mis desánimos y mis desilusiones.
Ayúdame a saber comenzar cada día: ¡ siempre !
La Sinceridad, como los demás valores, no es algo que debemos esperar de los demás, es
un valor que debemos vivir para tener amigos, para ser dignos de confianza...
La Sinceridad es un valor que caracteriza a las personas por la actitud coherente que mantienen
en todo momento, basada en la veracidad de sus palabras y acciones.
Colegio Joaquín Alonso. Equipo de Pastoral.
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Para ser sinceros debemos procurar decir siempre la verdad, esto que parece tan sencillo, a
veces es lo que más cuesta trabajo. No todo está en la palabra, también se puede ver la Sinceridad
en nuestras actitudes, cuando aparentamos lo que no somos estamos faltando también a la verdad.
El mostrar con sencillez cómo somos se logra con el conocimiento y la aceptación de
nuestras cualidades y limitaciones.
En ocasiones faltamos a la Sinceridad por descuido, tal vez y con buena intención,
opinamos sobre una persona o un acontecimiento sin conocer los hechos. Ser sincero, exige
responsabilidad en lo que decimos, evitando dar rienda suelta a la imaginación o haciendo
suposiciones.
Para ser sincero también se requiere "tacto", esto no significa encubrir la verdad o ser vagos
al decir las cosas. Cuando debemos decirle a una persona algo que particularmente puede
incomodarla (pensemos en cosas como: su modo de vestir, mejorar su lenguaje, el trato con los
demás o la manera de hacer y terminar mejor su trabajo), primeramente debemos ser conscientes
que el propósito es "ayudar" o lo que es lo mismo, no hacerlo por disgusto, enojo o porque "nos cae
mal"; enseguida encontrar el momento y lugar oportunos, esto último garantiza que la persona nos
escuchará y descubrirá nuestra buena intención de ayudarle a mejorar.
La persona sincera dice la verdad siempre, en todo momento, aunque le cueste, sin temor
al qué dirán. Vernos sorprendidos en la mentira es más vergonzoso. Al ser sinceros aseguramos la
amistad, somos honestos con los demás y con nosotros mismos, convirtiéndonos en personas dignas
de confianza por la veracidad que hay en nuestra conducta y nuestras palabras. A medida que pasa
el tiempo, esta norma se debe convertir en una forma de vida, una manera de ser confiables en todo
lugar y circunstancia.
El mejor ejemplo de sinceridad lo podemos ver en el Evangelio en las palabras de Jesús:
"Yo soy el camino, la verdad y la vida”(Jn 14,6)
“Si permanecéis en mi palabra seréis en verdad discípulos míos y conoceréis la verdad, y la
verdad os hará libres” (Jn 8, 31-32)
“Maestro, le dicen, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a
la verdad; sin que te importe nadie, porque no te fijas en las apariencias” (Mt 22, 15 ss)
“Que tu palabra sea sí, cuando es sí; y no, cuando es no” (Mt 5, 37)
Colegio Joaquín Alonso. Equipo de Pastoral.
… our confidence
LAS SEMILLAS DEL REY
En un pueblo lejano, el rey convocó a todos los jóvenes a una audiencia privada
con él, en dónde les daría un importante mensaje.
Muchos jóvenes asistieron y el rey les dijo: "Os voy a dar una semilla diferente a
cada uno de vosotros, al cabo de 6 meses deberán traerme en una maceta la planta que haya
crecido, y el que tenga la planta más bella ganará la mano de mi hija, y por ende el reino".
Así se hizo, pero un joven plantó su semilla y ésta no germinaba; mientras tanto,
todos los demás jóvenes del reino no paraban de hablar y mostrar las hermosas plantas y
flores que habían sembrado en sus macetas. Llegaron los seis meses y todos los jóvenes
desfilaban hacia el castillo con hermosísimas y exóticas plantas. El joven estaba demasiado
triste pues su semilla nunca germinó, ni siquiera quería ir al palacio, pero razonó que debía
ir, pues era un participante y debía estar allí.
Con la cabeza baja y muy avergonzado, se
condujo hacia el palacio, con su maceta vacía. Todos
los jóvenes hablaban de sus plantas, y al ver a nuestro
amigo soltaron en risa y burla; en ese momento el
alboroto fue interrumpido por el ingreso del rey,
todos hicieron su respectiva reverencia mientras el
rey se paseaba entre todas las macetas admirando las
plantas.
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Finalizada la inspección hizo llamar a su hija, y llamó de entre todos al joven que
llevó su maceta vacía; atónitos, todos esperaban la explicación de aquella acción.
El rey dijo entonces: "Este es el nuevo heredero del trono y se casará con mi hija,
pues a todos se les dio una semilla infértil, y todos trataron de engañarme plantando otras
plantas; pero este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo
sincero, real y valiente, cualidades que un futuro rey debe tener y que mi hija merece".
¡Buenos días!
La vida es el mejor regalo que tenemos, y merece la pena aprovecharla. A veces
solemos decir: “me gustaría tener 18 años para poder hacer esto o lo otro”; “me gustaría ser
mayor para poder hacer lo que me dé la gana”;... queremos ser lo que no somos ahora, pero
eso no es posible. Nosotros tenemos que ser lo que somos ahora, no lo que vamos a ser
dentro de no sé cuántos años. Tenemos que aprovechar nuestra vida. Tenemos que ser
personas de 8, 10, 12 o 15 años, aceptarnos como somos para ir cambiando poco a poco,
hasta alcanzar la madurez.
Al hablar de la vida, no podemos olvidarnos de la muerte. Para nosotros la muerte
es algo que está muy lejos; la mayoría de nosotros ni nos imaginamos que sea algo que tiene
que ver con nosotros. Pero está más cerca de lo que nosotros nos creemos. Es una parte de
nuestra vida, y la tenemos que tener en cuenta. Este próximo fin de semana celebramos la
fiesta de nuestros santos y difuntos. Ellos han vivido antes que nosotros; pero nosotros, los
cristianos, creemos que no se han marchado para siempre, sino que están con nosotros, en
la casa de Dios Padre, en la vida prometida por Jesús, y por eso les llamamos santos.
Creemos también que nuestra relación no se ha roto, que al rezar
nos
unimos todos de nuevo. Creemos que son un ejemplo para todos
nosotros, que iluminan nuestra vida, y por eso les llamamos
santos.
Los cristianos desde tiempo inmemorial recuerdan el
día 1 de noviembre a todas las personas que durante su vida
han sido un ejemplo, un testimonio para los demás.
Personas que incluso han llegado a perder su vida
por ser fieles a su fe. A estos se les llama mártires.
Personas, algunas de las cuales han sido tan
profundamente humanas y generosas que son para todos
un modelo de vida. A estos se les llama santos cuyos nombres
recordamos cada día del año.
Y también personas que sin hacer nada extraordinario, sin embargo, han
pasado por la vida haciendo el bien, como lo hizo también Jesús. Estos son Todos los
Santos.
Colegio Joaquín Alonso. Equipo de Pastoral.
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Por eso siguiendo la tradición, el primer día de noviembre la humanidad entera se
alegra y celebra una fiesta porque ha habido tantas y tantas personas que han hecho realidad
los sueños de Dios de un mundo más justo, más fraterno y más humano. Y al mismo tiempo
pide en oración que siga habiendo entre nosotros gente de esta categoría.
San Ignacio pensaba que era muy fácil ser santo. De hecho no hace falta tener
muchos títulos o mucho dinero para hacer bien a los demás. Incluso decía que la santidad
consistía en…. estar siempre alegres. ¿Te animas a ser santo?
:
is greater.
Aquí nos acordamos cuando Jesús, que tenía doce
años, fue a Jerusalén con la Virgen y con San José. Al volver,
después de un rato que iban caminando, la Virgen y San
José se dieron cuenta de que Jesús no estaba con ellos, y se
volvieron, muy preocupados, a Jerusalén a buscarlo. Al final,
lo encontraron en el Templo, en donde Jesús estaba rodeado
de doctores, contestando las preguntas y enseñándoles la
Palabra de Dios.
María y José perdieron a Jesús y su corazón se llenó
de un gran dolor. Lo mismo tenemos que sentir nosotros al
apartarnos de Jesús a causa del pecado.
Pidamos a la Virgen María y a San José, en este misterio, que nos ayuden a buscar
continuamente a Jesús, mediante la oración, el estudio de la Biblia y la práctica de los
sacramentos.
Colegio Joaquín Alonso. Equipo de Pastoral.
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