LA BESTIA DE GÉVAUDAN MENTALIDADES Y CONTEXTO- FJSR

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LA BESTIA DE GÉVAUDAN
IMAGINARIO Y TERROR EN LA FRANCIA DEL SIGLO XVIII
MENTALIDADES Y CONTEXTOS
250 ANIVERSARIO
(1767-2017)
Por
Fernando Jorge Soto Roland*
La Bestia
Grabado del siglo XVIII
INTRODUCCIÓN
Hace 250 años, el 19 de junio de 1767, un simple campesino de la antigua provincia de
Gévaudan ―hoy departamento de Lozére, Francia― terminaba, de un solo tiro, con uno de los
episodios más sangrientos (en tiempo de paz) que se hubiera vivido en la región.
Según consignan las fuentes contemporáneas a los hechos, con su experiencia y extraordinaria
puntería, Jean Chastel ―vecino del pequeño poblado de Besseyre-Saint-Mary― ponía fin a las
criminales andanzas de una criatura asesina, conocida desde entonces bajo el nombre de la Bestia
de Gévaudan.
Después de tres angustiosos años ―los que fueron de junio de 1764 a junio de 1767― y un
número no del todo determinado ―pero alto― de víctimas, el animal, que asolara casi diariamente
el sudeste de la Francia de Luis XV, yacía muerto y la vida rural recuperaba su cansina y primitiva
normalidad.
*
Profesor en Historia por la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP),
Argentina
2
Mucho se ha escrito sobre el tema, incluso desde el siglo XVIII. Informes, reportes al rey,
artículos periodísticos, poemas y cuentos, circularon oportunamente alimentando la fascinación y el
miedo. Pero tuvimos que esperar a fines del siglo XIX para que un sacerdote francés, el abate
Pourcher (1831-1915), se tomara el trabajo de recopilar todos ―o la mayor parte― de los
documentos disponibles por entonces (1889) y se pusiera a escribir y publicar por su cuenta un libro
al que tituló La Bete du Gévaudan. Veritable Fléau de Dieu (La Bestia de Gévaudan. Plaga
verdadera de Dios).
Desde entonces, las obras que tienen a la Bestia como protagonista no han parado de salir al
mercado editorial francés. Varias decenas de trabajos de diferente calibre académico inundan los
anaqueles de las librerías especializadas y los sitios de Internet; sin contar los cientos de artículos
publicados en la Web y en revistas de historia, criptozoología y “misterios”. Sólo en lengua
española Google registra 27.500 sitios; 582.000 resultados en francés y 84.700 en inglés. En la
mayoría de ellos se repite, una y otra vez, la cronología de los sucesos, sus protagonistas, hipótesis
y pareceres de una inmensa legión de curiosos y estudiosos, a los que hoy yo me sumo.
Lamentablemente ―a no ser en algún que otro capítulo de libros no referidos específicamente
al tema― no hay a la fecha (marzo 2017) ninguna obra traducida al castellano y ése es el principal
inconveniente con el que me topé a la hora de interiorizarme en la problemática de Gévaudan. Así
pues, aprovechando el esfuerzo previo de muchos antecesores, y haciendo uso de diccionarios y
traductores online para leer en un idioma que no manejo (el francés), arriesgo este primer artículo
con la esperanza de poder contribuir mínimamente a una temática que vengo estudiando desde hace
por lo menos cinco años.
No pretenderé ser original. Es en extremo difícil serlo con la Bestia. Los hechos son conocidos
de sobra y para ellos remitiré al lector a aquellas páginas que he considerado mejor documentadas
en lengua española, guiándolo también, en la medida de lo posible, por el ingente universo de
hipótesis que se han esgrimido a la hora de resolver el misterio, para después ―sí― centrarme en
mis opiniones particulares.
Periodistas, escritores de ficción, criptozoólogos (buscadores de monstruos), antropólogos,
ensayistas e historiadores, biólogos, naturalistas y especialistas en lobos, zoólogos y veterinarios,
conforman el ejército de interesados en la Bestia; y no me extrañaría que, dada la actual coyuntura
―el doscientos cincuenta aniversario― no se sumen otros (como yo).
La lectura de estos trabajos ―repito: de muy diferente calidad― suele traer no pocos
inconvenientes, en especial la inevitable conclusión de que es muy poco lo que sabemos a ciencia
cierta sobre el entramado más profundo de la historia y su victimario (la Bestia propiamente dicha);
que, como Jack el Destripador, jamás terminemos por identificar cabalmente.
3
Como en tantos otros temas, de los que carecemos de las fuentes y datos que quisiéramos,
cuanto más se lee, más confusa se vuelven las cosas y menos claras quedan las respuestas a las
principales preguntas; en especial la referente a qué fue la Bestia de Gévaudan, a qué animal
deberíamos atribuirle los crímenes y porqué despertó el interés que despertó durante tanto tiempo
un acontecimiento de provincia.
Me adelanto a decir que la historia tiene todos los ingredientes necesarios para que ese interés
se haya mantenido: violencia, morbo, misterio, política, conspiraciones (supuestas o reales), sangre,
miedo, desesperación, sensación de inseguridad y un monstruo, al parecer invencible, que después
de dos siglos y medio sigue sin ser identificado.
No seré yo quien resuelva el enigma. Lejos está de mí la pretensión en la que muchos libros
cayeron, anunciando el fin del problema (por ejemplo: René de Chantal, La Fin d’una énigme. La
Béte du Gévaudan, 1983). Este artículo intenta ser sólo el humilde aporte de alguien que, desde
hace años, se ha enfocado en el estudio de temáticas semejantes, utilizando las herramientas que
brinda la historia de las mentalidades, el estudio del rumor y el rol jugado por el imaginario a lo
largo de la historia.
Ojalá que el trabajo que el lector tiene ante su ojos le resulte interesante y lo motive a seguir
indagando. En lo personal, el esfuerzo ha valido la pena. Pocas veces la pasé tan bien tratando de
poner en claro las diferentes voces que nos llegan del pasado. Las mismas que, al analizarlas, nos
permiten conocer ―más y mejor― nuestros propios miedos y los dificilísimos días que nos tocan
vivir.
Si el pasado es ―como dijo Philippe Ariés (1914-1984)― un viaje hacia lo Otro para, al final
de cuentas, poder afirmarnos mejor dentro de nuestros propios límites, espero que este artículo
contribuya, en parte, a dicho cometido.
Siempre me ocurre lo mismo: cada nuevo tema en el que me sumerjo me absorbe por
completo. Termino queriéndolo. Lo hago propio. Tal vez sea por eso que, aún sin conocer
personalmente la región de Gévaudan, en muchas de las noches en vela que pasé investigándola, al
cerrar los ojos, cansado, creí escuchar a lo lejos ―muy lejos― el aullido de la Bestia.
Buenos Aires, Argentina
Abril 2017
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PARTE 1
BREVE APROXIMACIÓN ACONTECIMIENTAL
A LOS CRÍMENES DE GÉVAUDAN
La Bestia de Gévaudan según una ilustración de 1930
La enumeración cronológica y detallada de todos los crímenes registrados entre el 30 de junio de 1764 y el 17 de
junio de 1767 ―período en el que oficialmente la Bestia estuvo activa en la antigua provincia de Gévaudan― me
llevaría mucho tiempo y un espacio innecesario. La mayor parte de los artículos que han tratado el tema suelen
empantanarse pura y exclusivamente en ellos; por lo tanto, me limitaré a dar un brevísimo resumen, remitiendo al lector
más curioso a las páginas en los que mejor se los ha detallado.1
Como es de esperar, los hechos que jalonan esta historia se inician con un asesinato: el de una
pequeña niña de 14 años, en junio de 1764. A partir de ese momento la feroz Bestia no dejó de
matar, acumulando entre julio y setiembre un ingente número de niños y mujeres, todos destrozados
por las fauces de un animal que, en principio, nadie sabía identificar.
El terror se apoderó de toda la provincia y el intendente se vio en la obligación de ordenarle al
capitán Duhamel y sus soldados (Dragones) a que interviniera y diera muerte a la criatura.
1
Véase: La bestia de Gévaudan, Historia. Disponible en Web: http://www.betedugevaudan.com/es/index_es.html. Del
mismo modo Wikipedia resume una buena parte de los libros publicados sobre el tema: disponible en Web:
https://es.wikipedia.org/wiki/Bestia_de_G%C3%A9vaudan. Por su parte el historiador Georges Lenatré en La Bestia,
enumera los acontecimientos en base al primer libro escrito sobre el tema. Disponible en Web:
http://www.jornada.unam.mx/1996/06/23/sem-bestia.html. Sobre la Bestia y la licantropía ver: Fondebrider, Jorge, “La
bestia de Gévaudan” en Licantropía. Historia del hombre lobo en Occidente, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires,
2004, pp.82-89.
5
A mediados de setiembre se organizaron las primeras batidas, pero no tuvieron éxito, muy a
pesar del accionar de los miliares y de la recompensa de 2000 libras ofrecida por el gobierno
regional. Ante los sucesivos fracasos, a fines del mes de diciembre, la iglesia ―encarnada en la
figura del obispo de Mende― instó a toda la población a rezar y hacer penitencia. En plena era de
la razón, el accionar de la Bestia fue interpretado como un azote de Dios. Pero el Todopoderoso
pareció no escuchar las plegarias y durante los dos primeros meses de 1765 los crímenes
continuaron, sin que Duhamel pudiera hacer algo al respecto. El animal parecía burlarse de todos.
La gente empezó a dejar de ir al campo. La actividad económica se retajo y, por encima de
todo eso, se iniciaron las duras críticas hacia el proceder violento y arbitrario de los soldados. La
crisis se agigantaba. Entonces, procedente de Normandía, un experimentado cazador de lobos,
Martín Denneval, ofreció sus servicios. El rey Luis XV aceptó y el recién contratado arribó a
Gévaudan a principios de marzo, rodeado de perros de caza y unos pocos asistentes.
Demás está decir que los ataques no cesaban y decenas de cadáveres pasaron a engrosar las
estadísticas (controvertidas por cierto); no sin dejar en el camino algún que otro hecho heroico,
como el protagonizado por un valiente niño (Jacques-André Portafaix) o una madre (Jeanne
Jouve), quienes enfrentaron a la Bestia cara a cara para salvar sus pellejos y el de sus seres
queridos.
La primera ilustración de la Bestia de Gévaudan gaceta
publicada en abril de 1765 en Lyon.
En su epígrafe de lee:
“Representación de una terrible bestia feroz que entristeció a Gévaudan en 1764 y 1765 "
La llegada de Denneval generó conflictos con Duhamel, quien en abril de 1765 recibió la
orden de retirarse de la región y volver su cuartel. Pero el normando no actuó con celeridad. Se
tomó su tiempo estudiado el terreno y recién a fines de abril organizó la primer batida que, como
era de esperar, fracasó.
6
Ya por entonces la Bestia era noticia dentro y fuera de Francia. Varios periódicos franceses
(locales y nacionales) la convirtieron en el “villano estrella” y las críticas a Denneval aumentaron.
La gente perdía la paciencia.
En mayo volvió a fallar y para el mes de junio, el mismísimo rey de Francia decidió tomar el
toro por los cuernos y enviar a Gévaudan al Arcabucero Real, Francoise Antoine, para que
finiquitara definitivamente el asunto.
Pocos días más tarde, Denneval fue despedido, dejando la zona en julio.
El señor Antoine, ejerciendo el inmenso poder que el monarca le delegara y sobrevalorando su
experiencia, sentenció que la Bestia era un gran lobo, contrariando la opinión de los testigos que lo
habían visto.
En agosto de 1765 organizó una famosa batida, en la que participaron miles de campesinos y
nobles locales, pero de todos ellos sólo una alcanzó la fama, venciendo el olvido de los documentos.
Se llamaba Marie-Jeanne Valet y se volvió popular por clavarle a la Bestia una larga lanza en el
pecho al momento en que ésta estaba a punto de atacarla. No la mató. El animal resistió el embate,
como parecía resistir también la docena de balas que, según los testigos, impactaban en su cuerpo.
Así todo, Marie-Jeanne quedó en la historia simbolizando la valentía y el arrojo, tan necesarios en
aquellos días; siendo conocida desde entonces con el apodo de La Dama de Gévaudan.
La Dama de Gévaudan
Estatua en honor a la valentía de Marie-Jeanne Valet, Auvers, Francia
Realizada por el escultor Philippe Kaeppelin en 1995
Ese mismo mes de agosto, un relevante personaje dentro de los sucesos relatados, hizo su
aparición en una de las cacerías que el señor Antoine organizara en el Bosque de Montchavet. Su
nombre era Jean Chastel.
7
Chastel era un campesino bastante mal visto, sospechoso de herejía y con dos hijos ya grandes,
Antoine y Pierre. De acuerdo con algunos autores, el Arcabucero Real sospechaba de él;
especialmente después de un incidente en el Chastel y sus hijos terminaron presos y, durante los 4
días que duró el encierro, la Bestia dejó de matar. La hipótesis de que el monstruo era un animal
domesticado y entrenado para asesinar empezó a tomar forma.
En setiembre de 1765 el “demonio” reapareció. El señor Antoine desplegó sus efectivos con
celeridad y, en las cercanías de la abadía de Chazes, mató a un inmenso lobo de casi 60 kilos.2 Llevó
el cadáver al poblado de Saugues, hizo que Marie-Jeanne lo identificara junto con otros testigos y
declaró a los cuatro vientos oficialmente muerta a la Bestia; la cual fue disecada y enviada a
Versalles.
El Señor Antoine, Arcabucero Real, mata a la supuesta Bestia en los bosques de Chazes
Grabado del siglo XVIII
Llegó a la corte el 1 de octubre de 1765, ante el beneplácito del rey y el del propio Antoine,
que recibió en compensación una pequeña fortuna y no pocos honores. El asunto de Gévaudan
quedaba cerrado.
Pero el terror no tardó en volver.
2
Véase: Sanguineti, Horacio, El lobo y el hombre. Conflictos y armonías. Disponible en Web:
http://www.ancmyp.org.ar/user/files/Sanguinetti_2006.pdf
8
El Lobo de Chazes en la corte del Luis XV, 1 de octubre de 1765
Grabado del siglo XVIII
Tres meses después, el 1 de enero de 1766, la Bestia atacó de nuevo.
El Estado Absolutista hizo caso omiso al pedido de ayuda. El rey no iba a permitir que sus
enemigos se burlaran de él (como lo habían hecho Inglaterra y Prusia). Un simple lobo no
desestabilizaría al gobierno, ni su imagen de poderoso protector de Francia. Así todo, los muertos
siguieron acumulándose en Gévaudan; pero esta vez la censura impidió que se divulgaran en la
prensa. Para la corona, la Bestia estaba muerta y no había discusión.
Grabados del siglo XVIII en los que se observa la ferocidad de la Bestia
Durante los meses de enero y febrero de 1767 (invierno) los ataques se volvieron más
frecuentes y violentos. Las comunidades campesinas se paralizaron. Niños y mujeres, decapitados,
desmembrados, devorados, aparecían en los campos casi a diario. Entonces, tras medio año de
imparables ataques, el 19 de junio de ese año, en una batida organizada por el Marqués de
Gévaudan en el Bosque de la Tenazeire, Jean Chastel, haciendo uso de tres balas de plata
bendecidas en una procesión, mató a la Bestia de un certero tiro en un sitio llamado Le Sogne du
Auvers.
9
Jean Chastel
Estela conmemorativa en Besseyre-Saint-Marie, Francia
“Vencedor de la Bestia de Gévaudan el 19 de junio de 1767”
La pesadilla había terminado. Los crímenes cesaron y el cuerpo del “monstruo” ―examinado,
medido y embalsamado― fue exhibido durante 12 días en el castillo de Besque, a donde concurrió
toda la feligresía a observarlo. Sólo después, el cuerpo ―muy mal embalsamado y en avanzado
estado de putrefacción― llegó a París.
Luis XV se negó a verlo y descartó cualquier recompensa. Por su parte, Georges Louis
Leclerc, conde de Buffon, el famoso naturalista y miembro de la Academia de Ciencias de Francia,
lo inspeccionó brevemente. Dicen que dictaminó que era un lobo, pero no dejó ningún informe
escrito que lo certifique. Asqueado por el estado en que estaba el cuerpo, mandó a que lo enterraran
en los jardines del palacio (otra versión citada en la bibliografía sostiene que el esqueleto se
conservó por años en el Museo Real, hasta que se perdió definitivamente en un incendio).
En septiembre de 1767, los vecinos y autoridades de Gévaudan, mucho más agradecidos que la
corona, recompensaron con dinero a Jean Chastel.
La historia terminaba, pero lo que empezó en ese mismo instante fue el nutrido universo de
interpretaciones que llega a nuestros días.
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PARTE 2
LA CONSTRUCCIÓN DE UNA BESTIA
La Bestia según una fantasiosa representación actual
Los sangrientos sucesos ocurridos en Gévaudan entre 1764 y 1767 están encuadrados en un
contexto de cambios muy profundos en la manera de ver el mundo. La Europa del siglo XVIII
transitaba la Ilustración y el racionalismo luchaba por imponerse tras siglos de influencia
eclesiástica y escolástica católica. Por este motivo, la aparición de la Bestia y las interpretaciones
que empezaron a circular sobre ella, resultaron un fuerte embate a lógica cartesiana que la corte y la
burguesía francesa empezaban a utilizar para comprender la realidad. Lo que en un principió parecía
ser un simple lobo, derivó ―en el imaginario de los vecinos y autoridades de la iglesia― en una
criatura demoníaca capaz de matar a un número altísimo de seres humanos, sin que nadie pudiera
hacer nada.
La provincia de Gévaudan, al sudeste de Francia, era por entonces una región aislada, boscosa
y pantanosa, que seguía arrastrando creencias y tradiciones de siglos anteriores. 3 Muchas
supersticiones medievales se mantenían incólumes en el ámbito rural y no es de extrañar que las
explicaciones en las que intervenían factores sobrenaturales fueran aceptadas y creídas por casi
todos. El pensamiento mágico y un imaginario en el que todas las posibilidades estaban abiertas a
invadir la vida cotidiana ―aún las más inverosímiles para la razón en ciernes― generaban las
condiciones ideales para que un animal satánico fuera el responsable de las muertes denunciadas.
Los viejos demonios del hombre, esos que habían surgido en las antiguas cuevas del paleolítico,
sobrevivían con fuerza inusitada, recreando un complejo panorama cultural ―enredado e
interesante― en el que el imperio de la lógica no desplazaba del todo a la magia ni a la brujería.
3
Según algunos atlas, a provincia (hoy Lozére) continúa siendo la menos poblada del país.
11
No deberíamos sorprendernos demasiado. El más acabado irracionalismo convive aún hoy día
con el pensamiento académico-técnico más serio, entreverándose y desdibujando lo que por un
tiempo fue la nítida frontera que separaba la realidad de la ficción. Siempre ha sido así. Lo que
sucede es que hay momentos en que lo sobrenatural tiene más prensa, consiguiendo de esa forma
instalarse en el imaginario colectivo con la misma fuerza con que se instala la existencia de un árbol
o un cerro.
Lejos estamos, pues, de un siglo XVIII cerrado a la superstición y la Bestia de Gévaudan no
resulta ser un caso aislado. Apenas cuarenta años antes, una supuesta epidemia vampírica desatada
en Europa Oriental, había irrumpido en los ámbitos más cultos de Francia.
El año 1725 es clave en la historia documentada de la creencia en vampiros. En esa fecha, dos
casos oficialmente consignados en archivos, terminaron impactando en la opinión pública dando
origen a un debate en el que neófitos y académicos se trenzaron hasta el día de hoy.4
Desde entonces, y por influencia de los medios de información, las creencias, rituales y
tradiciones del Este fueron puestas en consideración del gran público y así, dos realidades
cosmovisionales diferentes (la oriental y la occidental) entraron en contacto difundiendo una
temática que, al menos en Europa del Oeste, había sido exclusiva de un reducido número de
escritores, viajeros y diplomáticos.
Cuarenta años antes de que la Bestia apareciera, la “epidemia vampírica”
asoló el imaginario de la racional Europa Occidental
Fue por intermedio de los periódicos que se conocieron términos exóticos e historias
inverosímiles que sacudieron la imaginación y el miedo en igual medida. La sombra de los
4
Véase del autor: Los sobrenaturales depredadores de la razón. A propósito de la epidemia vampírica en el siglo XVIII
y el imaginario del vampiro en Europa Oriental y Occidental. Disponible en Web: http://letrasuruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/los_sobrenaturales_depredadores_de_la_razon.html
12
“revenidos” (revenans) se espesó.5 Sus contornos se delinearon y una palabra nueva, “Vampiro”,
terminó imponiéndose en casi todas las lenguas europeas. Término que alcanzó su momento de
mayor éxito con la novela que Bram Stoker publicara a fines del siglo XIX (1897). Pero mucho
antes de que Drácula se levantara de su tumba, hubo otros chupa-sangres, no tan famosos, que
hicieron lo mismo.6
El hecho de que varios testigos afirmaran haber visto a la Bestia “chupar” la sangre de sus
víctimas, debería ponernos en alerta y considerar la posibilidad de que, entre ambos fenómenos,
haya algún tipo de conexión. ¿Estaremos ante un pánico parecido, con efectos sociales semejantes?
Es muy probable.
Por otra parte, el contexto general que vivía la región de Gévaudan hacia 1764 puede resultar
muy ilustrativo a la hora de explicar el brote de histeria colectiva y horror que pareciera asomarse
detrás de la Bestia.
La bestia con su aspecto más monstruoso
La miseria, el hambre y la violencia constituyen indicadores ideales para la emergencia de un
monstruo; y Francia, que acababa de perder en 1763 la llamada Guerra de los 7 años, no estaba
pasando por un buen momento económico, ni político. Había perdido sus colonias en Norteamérica
5
La palabra “revenido” no figura en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE). Ello tal vez se deba a que los
españoles no tuvieron la necesidad de usarla o que hayan aludido de otra forma al fenómeno sobrenatural que la misma
expresa. Lo cierto es que en el país más dominado por la Iglesia Católica, la ausencia de “revinientes” es un dato
interesante a tener en cuenta. España, baluarte inconmovible de la más ortodoxa palabra divina, tuvo una clerecía que se
sentía más segura, poco amenazada y firme, ante los embates viejos (del paganismo residual rural) y nuevos (del
luteranismo naciente a mediados del siglo XVI). Todas la referencias a “revinientes” provienen del centro y Este de
Europa, zona asechada por los turcos desde el siglo XV; y de Inglaterra y Francia, países donde la Reforma Protestante
dividió a la feligresía provocando sangrientas guerras, persecuciones religiosas y ajusticiamientos a lo largo de la Edad
Moderna. Todo parecería indicar que los revinientes son el producto de esas tensiones, y del deseo por mantener la
influencia espiritual sobre las masas, imponiendo rituales y creencias en aquellas zonas en que la Iglesia sentía que su
imperio se veía amenazado por otra fe. Un capítulo más en la historia del cristianismo y de su vocación por reducir todo
a la unidad, evitando desvíos heterodoxos o interpretaciones consideradas heréticas o blasfemas.
6
Véase del autor: Los que regresa, revinientes, vampiros y la evolución del miedo. Disponible en Web:
http://www.monografias.com/trabajos102/que-regresan-revinientes-vampiros-y-evolucion-del-miedo/que-regresanrevinientes-vampiros-y-evolucion-del-miedo.shtml
13
y las arcas públicas estaban vacías. Además, los enfrentamientos confecciónales entre católicos y
protestantes aún estaban frescos. Por esas razones, con el amor propio por el piso, la monarquía
cuestionada y una iglesia católica tambaleante frente al embate de la ilustración, la aislada y mísera
provincia de Gévaudan estaba lista para recibir a su demonio.
La Bestia. Así es desde el principio nombrada en los documentos. ¿Por qué no el “Lobo de
Gévaudan”, si todo indica que ese animal fue el responsable de las muertes? [ Más adelante analizaremos
este debate].
El término “bestia” remite a un aspecto claramente sobrenatural y no es de extrañar que haya
sido Gabriel-Florent de Choiseul Baupré, obispo de Mende, quien lo utilizara por primera vez en su
sermón del 31 diciembre de 1764:
“¿Hasta cuándo, Señor, vuestra cólera, como si ésta tuviese que ser eterna? Con casi todos los pueblos de
Europa, hemos sentido las calamidades de una larga guerra que ha despoblado las provincias y arruinado los Estados.
Apenas comenzábamos a disfrutar los gozos de la paz, cuando ésta se ha visto perturbada por nuevas desgracias: la
mortalidad de los animales, la alteración de las estaciones, el granizo y las tormentas han llevado la desolación y la
esterilidad a nuestros campos.
Pero pasadas esas primeras desdichas, he aquí una tercera, más terrible que aquellas que la precedieron. Este
flagelo extraordinario, que nos es particular y que lleva consigo el carácter flagrante de la ira de Dios contra esta
región, es demasiado.
Una bestia feroz, desconocida entre nosotros, se hace presente súbitamente como un milagro, sin que sepamos de
dónde pudo llegar.
Donde se muestra, deja rastros sangrientos de su crueldad. Pero, ¿para qué describiros las funestas cualidades
de ese monstruo, sobre las cuales vuestras propias desgracias os han ilustrado de sobra? ¡Ojalá pudiéramos
mitigarlas, secar vuestras lágrimas y ofreceros el consuelo que necesitáis!
La justicia de Dios, dice San Agustín, no puede permitir que la inocencia sea infeliz: la pena que Él inflige
supone también la falta que la ha provocado. De ese principio, os resultará fácil concluir que vuestras desgracias sólo
pueden provenir de vuestros pecados.
No dudéis que se debe a que habéis ofendido a Dios que ahora veis cumplirse en vosotros textualmente las
amenazas que Dios puso antaño en boca de Moisés contra los prevaricadores de la Ley: "armaré contra vosotros –les
dijo– los dientes de bestias feroces.
Si no ejecutáis todos mis mandamientos, pronto os castigaré con la indigencia. Haré que el cielo sea para
vosotros como hierro y que la tierra sea como bronce, todas vuestras obras serán inútiles. La tierra ya no producirá
más granos, ni los árboles frutos.
Enviaré contra vosotros bestias salvajes que os consumirán, a vosotros y a vuestros rebaños, que os reducirán a
unos pocos, y que de vuestros caminos harán desiertos por el miedo que sentiréis de tales bestias, miedo que os
impedirá salir para ocuparos de vuestros asuntos.
14
Se han hartado y saciado y me han olvidado; y yo seré para ellos como una leona, los esperaré como un
leopardo en el camino de Asiria, vendré a ellos como una osa a la que le han arrebatado sus oseznos. Les abriré las
entrañas y su hígado quedará al descubierto, los devoraré como un león y la bestia feroz los desgarrará.
Las divinas escrituras nos proveen de ejemplos frecuentes de castigos similares a los que soportamos”. 7
“Bestia” es una palabra con claras connotaciones bíblicas, relacionada con el Apocalipsis y con
el Diablo. Sinónimo clásico de “castigo” y “fin de los tiempos” dentro del lenguaje eclesiástico.
Casi un anuncio del fin del mundo.8
Y Francia, como hemos visto, estaba en los umbrales del “fin de un mundo”: el del Antiguo
Régimen.9
Los momentos críticos, como hemos dicho, suelen sacar a los monstruos de sus cuevas
―tanto de las mentales como de las reales― y el lobo fue en Europa, de todos ellos, el más
recurrente en asomar la cabeza.
Tal como indica Michel Pastoureau10, en las enciclopedias y bestiarios latinos el lobo era la
representación más acabada del que amenaza y devora. Una fiera terrible que sólo a fines de la
Edad Media y sobre todo en la Edad Moderna empezó generar miedo en la gente. El autor señala
claramente que durante los siglos XII y XIII, en las zonas rurales, no se le temía y que fueron las
crisis climáticas, agrícolas y sociales modernas las responsables de semejante terror. No es casual
que la historia de la Bestia de Gévaudan se sitúe cronológicamente en el siglo XVIII y después de
los duros acontecimientos señalados más arriba.
El lobo, animal satánico en el imaginario popular en épocas de crisis
El lobo siempre fue el compañero del hambre y de la guerra 11; enemigo de los rebaños y del
hombre, máxime en la región que nos ocupa, cuya actividad económica principal era, justamente,
7
Citado en Fondebrider, Jorge, “La bestia a Gévaudan” en Licantropía, historias de hombres lobo en occidente, Adriana
Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2004, Pág. 82
8
Una versión novelada que juega con esta idea es la escrita por Patrick Bard, El Perro de Dios, Grijalbo, España, 2010.
9
Recordar que en 1789 estallaría la Revolución Francesa.
10
Pastoureau, Michel, El Oso. Historia de un rey destronado, Paidos, Barcelona, 2008.
11
Véase: Sanguineti, Horacio, El lobo y el hombre. Conflictos y armonías. Disponible en Web:
http://www.ancmyp.org.ar/user/files/Sanguinetti_2006.pdf
15
la ganadería ovina. Misterioso y signo de penurias ―explica el historiador Jean Delumeau 12―, el
miedo al lobo fue enorme en Francia después de las guerras de religión, cuyo saldo de tierras
abandonadas, devastación, carestía, revueltas frumentarias y violencia por parte de los ejércitos (aún
de los propios), crearon las condiciones ideales para que se produjeran invasiones de lobos en las
regiones más aisladas y boscosas. Por otra parte, desde hacía siglos era considerado un animal
infernal que, según se creía, atacaba preferentemente a niños y mujeres (otro aspecto concordante
con la historia de la Bestia); y, aunque en Gévaudan la criatura no tuvo a la noche como cómplice
(la mayoría de los ataques se produjeron, según dicen, a la luz del día), las armas místicas que se
emplearon a partir de 1764 (invocar a santos, bendecir las balas y rezar con el objeto de
ahuyentarla) son idénticas a las utilizadas desde fines del medioevo.
Creencias de muy larga duración irrumpían ―irónicamente― en la Era de la Razón y una
trama arcaica, presente ya en los evangelios y viejos cuentos infantiles, se hacía presente en tiempos
de Voltaire.13
Escriben al respecto Román Gubern y Joan Prat:
“(…) Hay un rasgo que distingue y caracteriza al lobo: su hipocresía y falsía. Bajo la apariencia bondadosa y
campechana, el lobo disimula una personalidad malvada y depravada. Una metáfora muy antigua que sigue presente
en los filmes y leyendas de hombres lobos”.14
La mala fama del lobo
Si bien en Gévaudan no se registraron ataques en los que la Bestia se haya hecho pasar por un
animalito dócil antes de devorar a su víctima, registros anteriores ―y posteriores― a 1764 señalan
casos, ocurridos en el centro de Francia, en el que otra bestia sí lo hizo.
12
Véase, Delumeau, Jean, El Miedo en Occidente, Editorial Taurus, Madrid, 1989, pp. 35-36, 38, 42, 62, 83,95,
100.104.
13
Más allá de los informes, actas y documentos que se conservan en Gévaudan, el primer libro sobre el tema ―el que se
escribió en 1889― tuvo como autor a un sacerdote (que seguía atribuyéndole a la Bestia el carácter de “castigo divino”,
repitiendo lo que el obispo de Mende dijera en su famoso sermón de 1764).
14
Gubern, Román y Prat, Joan, Las raíces del Miedo, Cuadernos ínfimos 86, Barcelona, 1979, Pág. 86.
16
Corría el año 1693 cuando un lobo (o conjunto de lobos), conocido por entonces como la
“Bestia de Benais”, inició un sangriento raid devorando primero (el 19 de febrero) a un niño de 9
años y cinco días más tarde a una niña de siete.
“En marzo de 1694, otro lobo mató dos adultos en Benais; en abril los muertos fueron tres, cuatro en mayo y
ocho en agosto, incluida una madre y su hijo.
Monsieur de Miromesnil, que estaba a cargo de la provincia de Touraine, organizó una serie de batidas y, según
su informe de junio de 1694, “en menos de seis meses, los lobos han matado en la zona de Benais y sus alrededores a
más de 70 personas y han herido a un número similar”.
En junio, dos pastoras fueron halladas degollados, un padre murió en Ingrandes defendiendo a su hija; en julio
se produjeron otras tres muertes en Benais, y lo mismo les sucedió a una niña pequeña y dos mujeres adultas en
Bourgueil. No todas estabas muertes muestran los rasgos de un ataque de lobos. Hasta el invierno de 1693-1694 los
ataques cesaron, pero la población de la zona estaba aterrorizada. Se mataron dos lobos durante las batidas
organizadas por de Miromesnil, pero la muerte de un joven de 18 años el diciembre de 1693 y la de otros dos jóvenes
de Saint-Michel-sur-Loire en enero de 1694, demostraron que el caso no había terminado, aunque hubo una pausa en
las muertes hasta agosto de ese mismo año.
Años después, el 9 de junio de 1751, un joven pastor fue atacado y devorado en Nouzilly al norte de Tours. No se
vio al animal, pero en la zona se habían visto lobos, que fueron culpados del hecho. El cadáver presentaba terribles
mutilaciones, según el testimonio del párroco local, Danican, que se ocupó del funeral. En el poblado vecino de
Varennes hablaban de animales que parecían lobos pero con mandíbulas de mayor tamaño. "Al ver a una personas
eran amistosas como un perro, pero entonces saltaba a por sus gargantas". Estos sucesos se repitieron en 1808 e
incluso en 1914. Se culpó a los lobos de estas muertes, aunque el comportamiento del animal culpable de esas muertes
no se ajusta al comportamiento habitual de los lobos.
Otros relatos hablan de una bestia feroz y desconocida, tremendamente osada y feroz, que atacó en la zona del
bosque de Benais, no muy lejos del pueblo. Comenzó sus ataques en 1693 y sus ataques se extendieron por espacio de
un año y medio. Durante este tiempo mató a unas 300 víctimas. Los ataques cesaron en agosto de 1694. Nadie pudo
matar a la bestia de Benais.
Otra fuente dice que los registros de las parroquias locales no hablan de 300 muertes, sino de 72 durante el
mismo periodo (Marie-Rose Souty habla de 95 muertos). Los testigos hablaban de diversas bestias, no de una,
parecidas a lobos, pero que no lo eran. De nuevo se habla de "lobos con mandíbulas de mayor tamaño", que "se
dejaban acariciar para atacar de repente". Alguna gente decía que eran “loups cerviers”, pero el resto no estaba tan
seguro de ello. Un “loup cervier” es un lince. Pero este animal no tiene un comportamiento que se asemeje al de estas
bestias”.15
Por lo visto, a pesar de que la de Gévaudan sea considerada “la bestia de las bestias”, no fue la
única. Sin duda, resultó ser la más famosa, o por lo menos, la que mayor cantidad de escritos
15
Véase: recopilación hecha por Steiner, Kurt, Las otras bestias francesas. Disponible en Web:
https://forum.paradoxplaza.com/forum/index.php?threads/las-otras-bestias-francesas.979683/
17
generó16; pero el animal cazado por Jean Chastel no es tan extraordinario como parecía a primera
vista. Otras bestias, a las que se les atribuyeron tantas o más víctimas, asolaron el territorio francés
durante los siglos XVII, XVIII, XIX, e incluso el siglo XX.17
Y esto sí que resulta sintomático.
¿Fue, acaso, la Bestia de Gévaudan una exagerada explosión del imaginario colectivo?
Pero, en ese caso, ¿qué decir de los muertos confirmados en cédulas, certificados de defunción
y actas parroquiales? ¿Qué decir de los testigos que afirmaron ver al monstruo con sus propios ojos,
o aquellos que lograron sobrevivir a sus ataques, o los que inspeccionaron los cadáveres?
¿Dramatizaron la situación, volviéndola más traumática de lo que en verdad fue? ¿Qué rol
cumplió el rumor en todos los acontecimientos?
Convengamos que han pasado muchos años (250) y que lo más probable es que carezcamos de
la documentación necesaria para reconstruir con lujo de detalle todos los pormenores del caso. Las
controversias en torno a la cantidad de víctimas son un reflejo de las contradicciones que todavía
discuten historiadores y periodistas. Y ni qué hablar con relación al tipo de animal que la Bestia era
en realidad.
La cantidad de muertos producto del ataque de la Bestia todavía se mantiene en debate
En cuanto al número de muertos, la Bestia ha dividido a los estudiosos en dos grupos, a los que
llamaré minimalista y maximalistas. En ambos casos, las cantidades varían en función de la época
en que escribieron sus trabajos y el tipo de fuentes consultadas. Además, se sospecha que no todas
las víctimas fueron registradas, especialmente después de que el rey diera por oficialmente muerta a
la Bestia (1765).
16
La politización de los crímenes de Gévaudan y la intromisión directa del rey Luis XV en el asunto es uno de las
causas por las cuales la Bestia en cuestión haya sido (y siga siendo) la más famosa y reconocida.
17
Al respecto, cabe mencionar, además de la señalada Bestia de Benais, las siguientes: la Bestia de Evreux (16321633), la Bestia de Auxerre (1731) la Bestia de Sarlat (1766), la Bestia de Brives (1783), la Bestia Feroz de Orleans
(1814) y la Bestia de Cevennes o Bestia de Vivarais (activa entre 1809 y 1817). Más recientemente, la Bestia de los
Vosgos (1977). Al respecto véase el texto de Robert Dumont citado en sitio Web:
http://www.betedugevaudan.com/es/avis_cazottes_es.html
18
Los minimalistas, más conservadores en lo cuantitativo y apoyándose en lo que dicen ser
fuentes oficiales, calculan poco más de 90 personas muertas, sobre un total aproximado de 203
ataques consumados, según la documentación recabada.18
A medio camino están los que hablan de 112 víctimas mortales, 53 heridos y 75 ilesos.19
Finalmente, los maximalistas, entre los cuales se encuentra el periodista Jean-Claude Bourret,
quien defiende el abultado número de 500 muertos.20
¿A qué se deben tales divergencias? ¿Son acaso cifras simbólicas con las que se pretende
enfatizar hechos en verdad atroces, sin importar el número exacto? ¿O fueron las cataratas de
rumores, que seguramente circularon por todo el Gévaudan, las responsables de tales desacuerdos?
Por otra parte, ¿podemos considerar ciento por ciento fidedignos los testimonios de los testigos? ¿O
hubo de parte de los medios ―El Correo de Avignon y la Gaceta de Francia― exageración y
alteración de los datos (como ocurrió con el caso de los vampiros 40 años antes)?
Convengamos que, si las prácticas del periodismo amarillista estaban presentes en el siglo
XVIII (y todo indica que así era), los periódicos pueden haber sido los principales divulgadores de
amplificaciones y errores numéricos. Como sigue ocurriendo hoy en día ―aunque potenciados por
Internet― los medios de comunicación tradicionales son los responsables de difundir miedo por
doquier a través inexactitudes y noticias infladas (cuando no, inventadas), especialmente ante
primicias con ribetes misteriosos.
Pero no tergiversemos los hechos. Los asesinatos ocurrieron. De ello no hay duda. Y
despertaron un miedo generalizado. De eso tampoco hay dudas. Pero, ¿debemos atribuirle todas las
victimas a la Bestia? ¿No estaban las sensibilidades locales demasiado alteradas ―por los motivos
antes expuestos― como para exagerar y ver a la criatura en más muertes de las que en verdad fue
responsable? ¿No habrán sido los identikit, que Duhamel y otros cazadores sembraron por toda la
región, los subsidiarios de la exageración y colaboradores en la construcción de una bola de nieve
en constante crecimiento que, en determinado momento, se volvió imparable?
18
Véase: Estadística y debate en Web:
http://web.archive.org/web/20150214043301/http://labetedugevaudan.com/pages/stats.html y Fabre, Francois, La béte
du Gévaudan, Edition completa por Jean Richard, Edition De Borée, 2006, Annexes: personnes tuées par la Béte.
19
Véase en la página La bestia del Gévaudan. Historia 1764-1767. Los ataques. Disponible en Web:
http://www.betedugevaudan.com/es/index_es.html
20
En un artículo publicado en octubre de 2016, J-C. Bourret dijo: "Cuando consultamos todos los archivos que han
sobrevivido, vemos que la bestia come al menos una vez, si no dos veces al día, (…). Pero todos los archivos desde
1764 a 1767 han fracasado en el siglo XXI. Por tanto, podemos considerar que algunos restos de las víctimas
desaparecieron por falta de escritos sobre ellos. Por otra parte, cuando el rey de Francia reconoce oficialmente que
Francois Antoine mató a la bestia en septiembre de 1765, los sacerdotes y obispos de ese momento ya no pudieron
registrar que la bestia seguía matando. Cuando ataca de nuevo, en realidad nadie lo consigna. Consideré que la Bestia
se comía a uno cada tres días. Por cálculo, obtenemos casi 500 muertos, lo que es obvio para mí". Disponible en Web:
http://www.lamontagne.fr/puy-en-velay/faits-divers/societe/2016/12/10/la-bete-du-gevaudan-reconstituee-par-unpassionne_12203076.html
19
En lo personal, sospecho que algo de eso hubo (con la de Gévaudan y las otras bestias
nombradas).
Aunque no al punto de considerarla una leyenda al ciento por ciento.
Rumores e historias infladas seguramente contribuyeron
en la construcción literaria de la Bestia
El otro aspecto que viene siendo discutido desde hace decenas de años es el referido a la
identidad exacta de la Bestia.
¿De qué animal estamos hablando?
No voy a detenerme demasiado en esta problemática. La mayor parte de los libros y artículos
que la tratan suelen centrarse exclusivamente en ella. Sólo diré que hubo un intento relativamente
reciente por rehabilitar el buen nombre del lobo, quitándole de encima la mala fama que acarreaba
desde fines del medioevo y endilgándoles los crímenes a otros animales (incluido el hombre). El
listado es nutrido y muchos zoólogos (amén de periodistas y algún que otro historiador) vieron la
oportunidad para explayarse y demostrar sus conocimientos.21
Los posibles culpables son: el consabido lobo, una manada de ellos (aunque los testigos hablan
de uno solo); un perro (mastín) como los que se usaban en la guerra; un híbrido perro/lobo (de los
que se han probado más de un caso); una hiena; un leopardo; un oso; un hurón; un león (de los
muchos que la nobleza traía de África para engalanar sus zoológico privados); un glotón (quedaban
algunos en Suiza); un sádico asesino serial (hubieron víctimas que mostraron claros signos de
abuso sexual y violación); un grupo de fanáticos dispuestos a amedrentar a la gente con el objetivo
de regresarlos a los atrios de la iglesia, adiestrando a un animal, cebado con carne humana y,
finalmente, una bestia desconocida o ya extinta actualmente. Incluso, al decir de los buhoneros y
21
El hecho de que atacara de niños y mujeres sugiere (según algunos zoólogos) la posibilidad de que hayan sido un trío
o dúo de lobos muy viejos y experimentados, que no podían derribar piezas naturales y eran concientes de lo fácil que
era matar humanos y extraer de ellos alimento rico en proteínas (hígado, corazón y partes internas).
20
campesinos de la época, se esgrimió la posibilidad de que se estuviera frente a la presencia de un
hombre-lobo.22
Hay para todos los gustos, pero las opiniones más centradas coinciden en atribuirle los honores
a un híbrido producto de la unión de un perro con una loba.23 Así lo sindica un informe de autopsia
realizado al animal que cazara Chastel y que, por más que no estuviera firmado 24, es la única prueba
segura de la que agarrarnos ya que “la placa dentaria descripta coincide ciento por ciento con la de
un lobo; y aunque sus proporciones y colores difieren en algo de la de ese animal, pueden
asimilarse perfectamente al tipo de híbrido arriba nombrado”.25
Pero a pesar de estas pocas certezas, un grupo de escritores muy sui generis, aprovechándose
los baches que hay en el conocimiento y explotando la veta enigmática que el tema indudablemente
posee, insisten en seguir hablando de animales extraños, de los cuales no hay una sola prueba
fidedigna, pero que en el mercado del misterio venden muy bien. Me refiero a los criptozoólogos.
Los consabidos “cazadores de Monstruos”.26
La Bestia de Gévaudan
según la mirada de la criptozoología
La criptozoología es por esencia romántica. Allí donde haya bosques y selvas inaccesibles,
montañas inexpugnables, islas misteriosas, regiones aisladas y mares o lagos insondables, ella
22
Fondebrid, Jorge, op.cit. Pág. 84.
Sobre esta hibridación véase: https://es.wikipedia.org/wiki/Perro_lobo#Agresi.C3.B3n
24
Véase el informe hallado en el Archivo Nacional de Francia en 1958 escrito por el notario real Marin el 20 de junio de
1767 (un día después de la muerte de la Bestia). Disponible en Web:
http://web.archive.org/web/20090317032150/http://shoes.club.fr/rapport_marin.htm
25
Véase: Álvarez Alonso, Oscar, La bestia de Gévaudan. Disponible en Web: http://www.studiahumanitatis.es/la-bestiade-gevaudan/. Asimismo:
26
Para una aproximación al tema de la criptozoología véase del autor los siguientes ensayos: El universo onírico de la
criptozoología. Disponible en Web: https://es.wikipedia.org/wiki/Perro_lobo#Agresi.C3.B3n . Criptozoología. En
busca de los animales que nunca existieron. Disponible en Web: https://www.academia.edu/28583620/CRIPTOZOOLOG
%C3%8DA._BUSCANDO_ANIMALES_QUE_NUNCA_EXISTIERON . Las ensoñaciones de la Criptozoología. Disponible
en Web: https://www.academia.edu/28821437/LAS_ENSO%C3%91ACIONES_DE_LA_CRIPTOZOOLOG
23
%C3%8DA._EL_CASO_DEL_HOMBRE_DE_HIELO_DE_MINNESOTA_Y_LA_B
%C3%9ASQUEDA_DE_JORDI_MAGRANER .
21
―como la Bestia― hinca el diente; alimentándose de leyendas locales, historias fantásticas y
rumores, tan propias de esas geografías. Es una pretenciosa disciplina que, nutrida por el misterio,
arriesga hipótesis inverosímiles en función de considerar como verdaderas los más variados mitos,
antiguos y modernos. Y en ellos se apoya a la hora de especular libremente respecto de la existencia
de monstruos vivientes (críptidos, según su tan particular vocabulario).
Y así, captada por el interés de este gremio, la Bestia de Gévaudan pasó a ser parte de una ya
famosa galería de seres enigmáticos, compartiendo la cartelera con Pie Grande, el yeti, el monstruo
del lago Ness o el Mokele Mbembe; dando prueba, una vez más, de la tremenda fuerza que el
imaginario tiene aún hoy en día.
Claro que entre los cripzoólogos tampoco hay consenso sobre el tipo de animal que aterrorizó
a Gévaudan hace 250 años.
Los menos conservadores ―abiertos a hipótesis por demás fantásticas― consideran lisa y
llanamente que la Bestia fue un claro ejemplo de licantropía, es decir, un hombre-lobo (Loupgarou). Un ser humano con la capacidad de transformarse en bestia (zoantropía) o individuo capaz
de controlarlas a voluntad (los “loberos”).27
El Hombre-lobo, otra posible forma ―fantasiosa― de explicar qué fue la Bestia de Gévaudan
Grabado del XVI (izquierda)- Grabado alemán del siglo XVII (centro)
Grabado de la Bestia de Gévaudan (bípeda) del siglo XVIII (derecha)
Pero las posibles explicaciones no se acaban con el famoso personaje de los Estudios
Universal. Están los que lo asocian con los fantasmagóricos perros negros de la tradición británica
(canes demoníacos y velludos, que aparecen y desaparecen sin motivo aparente alguno por los
campos, sembrando terror) o los ABC (Alien Big Cat) o “gatos quiméricos”, identificados como
pumas, leones o poco frecuentes híbridos como el “ligrón” (león + tigresa) o el “tigrón” (tigre +
leona), caracterizados por temer malformaciones, temperamento inestables, mayor tamaño y
musculatura.28
27
Véase: Pedrosa, José Manuel, Ana María La Lobera, capitana de lobos, ante la inquisición (1648): mito, folclore,
historia. Disponible en Web: http://www.academia.edu/6247889/Ana_Mar
%C3%ADa_la_Lobera_capitana_de_lobos_ante_la_Inquisici%C3%B3n_1648_mito_folclore_historia
28
Véase: González, José y Heylen, David, Criptozoología. El enigma de los animales imposibles, Editorial Edaf S.A.,
España, 2002.// Shuker, Karl, Atlas de lo inexplicado. Un guía ilustrada sobre los misterios naturales y sobrenaturales
22
Pero los criptozoólogos más clásicos ―partidarios de la existencia de Mundos biológicos
Perdidos no catalogados por la ciencia― nos hablan de lobos prehistóricos, marsupiales gigantes o
un depredador híper-carnívoro perteneciente al género hemycion, un oso-perro de proporciones
similares a la de un tigre, con una dentadura parecida a la de los canes, pero que vivó en el Mioceno
(hace entre 20 y 5 millones de años). Este último es el candidato que propone Pascal Cazottes (muy
afecto a buscar ovnis, sirenas y misterios) en un libro dedicado a la Bestia de Gévaudan.29
Hemycion
Otro candidato (muy poco probable) de ser la Bestia
Una época violenta, con soldados saqueadores, familias violentas, violencia infantil, y mujeres
maltratadas, no podía sino estar condimentada con animales también violentos y sanguinarios. Pero
lo más interesante ―y contradictorio al mismo tiempo― es que todo esto se daba
contemporáneamente con un viraje hacia el racionalismo y una noción más moderna de infancia.
Una infancia más autónoma, necesitada de protección y dulzura. Los niños, desde el siglo XVIII,
recién empezaban a ser vistos como seres inocentes al cuidado de adultos y que, al ser atacados por
la Bestia, despertaron en los documentos oficiales y privados (de la burguesía) un rechazo que, en
otra época, seguramente no hubieran generado; encontrando en esta nueva sensibilidad un dato más
que explicaría la difusión de la historia de Gévaudan y no tanto la de las otras bestias anteriores.30
del mundo, Editorial Diana, México, 1998.// Keel, John A., “Demonios perrunos y gatos fantasmas” en Guía completa
de los seres misteriosos, Grupo Editorial Diana, México, 1997.// Cohen, Daniel, La enciclopedia de los monstruos,
Editorial Diana S.A., México, 1989.
29
Cazottes, Pascal, Le Béte du Gévaudan. Enfin démasquée?, Ed. Les 3 Spirales, France, 2004.// Para unos pocos datos
del libro en francés véase en Web: http://www.betedugevaudan.com/es/pascal_cazottes_es.html
30
Véase: Ariés, Philippe, El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen, Editorial Taurus, Madrid, 1987.
23
Los niños: según la tradición, principales víctimas de la Bestia
(Izquierda) Jugando a los Dados. Autor: Murillo (1617-1682)
(Derecha) La Bestia atacada por Jacques Portafaix (grabado del siglo XVIII)
Finalmente, y no menos importante, es la situación geográfica y el ambiente ecológico de la
región de Gévaudan hacia 1764-1767.
Ya hemos dicho que era una provincia aislada, poco habitada, pantanosa y con enormes
superficies cubiertas de bosques y anfractuosidades. Un ambiente ideal y propicio para que los
monstruos del imaginario31 pulularan en ellos, máxime sabiendo que el lobo ―lejos de estar
extinguido, como ya había ocurrido en Inglaterra― seguía habitándolos (y así lo hizo hasta bien
entrado el siglo XX).32
Antigua provincia de Gévaudan en la actualidad
Parque Nacional Cevennes
Como espacio económico, de refugio o de prueba, el bosque aparece como el lugar ideal para
la alteridad y lo fantástico.33 A él se han trasladado miedos y anhelos, monstruos, pesadillas y
31
Véase: Boia, Lucian, Entre el ángel y la bestia, Editorial Andrés Bello, 1995.
Oficialmente el último lobo vagó por Francia en 1916, pero desde entonces se creó gradualmente una conciencia
ecologista que maduró con fuerza en la última década del siglo XX. Como consecuencia de ella surgieron varios grupos
protectores del lobo por toda Europa. Se prohibió la caza en aquellos lugares donde aún existían y así, lentamente, en
muchas regiones el lobo empezó a recolonizar sus antiguos dominios. En Francia su número ha aumentado y sigue
haciéndolo (aunque no todos están de acuerdo y el miedo haya resurgido en ciertos parajes). Un caso sorprendente es
Chernobyl (Rusia). Actualmente la mayor densidad de lobos se registra en la zona de los Cárpatos rumanos (unos 3000
individuos).
33
Véase: Le Goff, Jacques, Lo maravilloso y lo sobrenatural en el Occidente Medieval, Editorial Gedisa, Barcelona,
1994.
32
24
aspiraciones de riqueza fácil o vuelta a la naturaleza. Por momentos cobraba vida propia,
premiando o castigando a sus invasores por intermedio de seres y/o personajes que la secularización
racionalista del siglo XVIII convirtió en supersticiones sin fundamento; pero que ese mismo
Iluminismo no desechó del todo. Sus límites señalan el fin de un mundo y el inicio de otro, en el
que la vacilación intelectual y los sentidos le conferían al hombre un lugar subalterno; un rol en el
que la vieja premisa bíblica de ser “Rey de la Creación” se desvanecía, retrotrayéndolo a una
situación en la que descubría su situación de inferioridad ante una Naturaleza que lo dominaba y
convertía en el más débil de sus vasallos. El bosque sitió los espacios civilizados y recreó
conflictos, transformando los miedos subjetivos de las comunidades en acciones concretas de
crueldad ofensiva contra aquellos que vivían, trabajaban o simplemente disfrutaban de la densa y
solitaria conglomeración arbórea.
Y mucho más si ese habitante era una Bestia.
25
PARTE 3
EL LOBO Y EL GATO
LAS PERSISTENTES CARAS DEL MIEDO
Doscientos veinticuatro años después de que la Bestia de Gévaudan iniciara su impactante raid
criminal por la campiña francesa, en la provincia de Buenos Aires ―Argentina― otra criatura
inauguraba su propia temporada de terror.
Corría el año 1984 y Argentina, en pleno proceso de transición democrática tras sufrir la peor
de las dictaduras del siglo XX ―1976-1983― soportaba una de sus tantas crisis económicas, en un
clima enrarecido donde se mezclaban esperanzas y desesperanzas por partes iguales. Era una época
difícil. No sólo en lo financiero (deuda externa) sino también en lo institucional (gobierno débil) y
lo social (fuertes resabios de autoritarismo antidemocrático). El país se abría a una etapa por
completo nueva y, en esa coyuntura ―emergiendo desde lo más profundo de la larga duración
histórica― un ser agresivo, misterioso, extraño y al principio indefinido, hizo acto de presencia en
la prensa, alimentando una profunda sensación de inseguridad y terror. Los medios lo llamaron el
Hombre-Gato y su breve historia ―como la de la Bestia― mantuvo en vilo a un gran número de
vecinos, generando comportamientos paranoicos y una difundida histeria colectiva durante casi dos
años. Curiosamente, muy parecidos a los registrados entre 1764-1767 en Francia.
En octubre de 2014, rememorando uno de los más famosos miedos mediáticos que circularon
en mi país, me aboqué durante unos meses a investigar esa bizarra, simpática e interesante leyenda
urbana. Como resultado de aquella labor escribí un apretado artículo sobre el tema ―Garras,
ataques y maullidos. La leyenda del Hombre-Gato en el imaginario argentino como construcción
social en contextos de crisis y transición 34― que hoy, después de tantos años, lo rescato del arcón
de los recuerdos por encontrar en él un nutrido y sorprendente número de semejanzas con los
sucesos acaecidos en Gévaudan.
Claro que soy conciente de que, más allá de los puntos en común, las diferencias entre ambos
incidentes son enormes. Dos siglos separan a un evento de otro y, por lo tanto, estamos hablando de
sociedades disímiles y épocas por completo distintas. Aún así, parecería que ciertos
comportamientos se repiten a pesar del lapso trascurrido y que las permanencias resultan tan
visibles como los cambios. Es lo que suele ocurrir cuando lo que se intenta es una aproximación a la
historia del miedo y a los efectos que éste produce en las sociedades.
34
Véase artículo. Disponible en Web: http://www.monografias.com/trabajos102/garras-ataques-y-maullidos-leyendadel-hombre-gato-argentina/garras-ataques-y-maullidos-leyenda-del-hombre-gato-argentina.shtml
26
Por tal motivo, partiendo de la idea de que la larga duración conecta épocas en principio
incomparables, me animaré a señalar ―y espero no caer en el anacronismo― los aspectos comunes
arriba sugeridos.
El Hombre-Gato – Dibujos alegóricos
Leyenda urbana bonaerense de la década de 1980
El primer aspecto a destacar es el del rol que los medios de comunicación tuvieron en el
proceso de construcción de ambos personajes; porque, más allá de la realidad concreta que pudieron
tener (especialmente la Bestia francesa), no hay duda de que los periódicos tomaron el tema como
propio, inflándolo de manera exagerada y contribuyendo con sus titulares a instalarlo no sólo en
área de acción de las criaturas, sino más allá de los límites regionales en los que actuaban.
Desde Gévaudan (Francia) y la localidad de Brandsen (Argentina) ―epicentros en donde se
desató el fenómeno― partieron las ondas expansivas y las réplicas no tardaron en registrase en
varias zonas vecinas (incluso, según el rumor, todas al mismo tiempo).
El Correo de Avignon y en especial la Gaceta de Francia (órgano oficial de la corona gala) no
escatimaron espacio a la hora de escribir sobre la Bestia, dedicándole igual o mayor cantidad de
párrafos que los dedicados al mismísimo rey Luis XV. Ese mismo interés, no carente de
sensacionalismo, es el que volvemos a encontrar en diarios como La Prensa y Crónica (en Buenos
Aires) a la hora de difundir las tropelías del Hombre-Gato.
El listado de ataques y de víctimas eran conocidas a una velocidad sorprendente. Aún en el
siglo XVIII que, como señala Michel Pastoureau35 en poco más de 24 horas y gracias a un bien
aceitado sistema de postas, las noticias podían llegar a sitios tan distantes como Inglaterra y Prusia;
35
Véase: Altares, Guillermo, Últimas noticias sobre la bestia de Gévaudan. Disponible en Web:
http://elpaissemanal.elpais.com/confidencias/ultimas-noticias-la-bestia-gevaudan/
27
máxime cuando el tema tenía un innegable tufillo sobrenatural. “La cobertura mediática del delito
es proporcional a su rareza y no a su frecuencia”.36
Como ya hemos dicho antes, tampoco podemos negar la tremenda influencia que los identikit
tuvieron en los imaginarios locales. Cada vez que el capitán Duhamel y su Dragones (soldados)
clavaban en los muros de los pueblos la imagen de la Bestia, el boca en boca disparaba y
alimentaba el rumor (del mismo modo que los dibujos de los diarios argentinos), sobreviniendo la
exageración y los consabidos “agregados” de la gente, que no dudaron en atribuirle a las criaturas
características salidas de su imaginación (retroalimentada por los propios dibujos que veían).
El poder las imágenes
Como ocurriera durante la gran caza de brujas del siglo XVII ―desactivada en Francia en la
centuria siguiente― las imágenes con las que se ilustraron primero los libros de demonología y más
tarde los panfletos relacionados con la Bestia, contribuyeron a sembrar y expandir los estereotipos
del monstruo por todos lados.37 Y así, arrastrando cierto magnetismo mágico por el cual el solo
hecho de exhibirlos les dieran una realidad concreta ―facilitando su identificación y posterior
(deseada) captura― los grabados de la criatura de Gévaudan (y los del Hombre-Gato en la prensa)
catalizaron la difusión de historias y rumores.38
36
Kessler, Gabriel, El sentimiento de inseguridad, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2009.
Lo mismo ha ocurrido en el mundillo de los platos voladores y los extraterrestres. Muy bien documentados trabajos
explican cómo las imágenes de los cómics y novelas de ciencia ficción contribuyeron en la construcción de los hoy
famosos aliens. Al respecto véase: Capanna, Pablo, Historia de los extraterrestres. Los mitos, las fábulas, los miedos,
los disparates y los intentos científicos por encontrarlos, Estación Ciencia, colección dirigida por Leonardo Moledo,
Buenos Aires, 2006.
38
En el caso del Hombre-Gato, amén de las dibujos publicados (muchos no exentos de ironía) cabe mencionar también
las siempre difusas fotos tomadas por “testigos” de sus ataques. Véase imágenes por la Web.
37
28
El siguiente aspecto que quisiera destacar respecto del paralelismo entre la Bestia francesa y el
Hombre-Gato argentino, son los adjetivos que se usaron al momento de divulgar las noticias o
describir exageradamente a ambas criaturas.
En todos los casos ―tanto en los documentos y actas del siglo XVII, en los libros que se
escribieron desde 1889, como en los artículos de prensa de 1984-1985― los monstruos vienen
acompañados de una serie de rasgos literarios propios del género de terror. Un género (el gótico)
que ―como bien señala R. R. Bowker en el libro Horror literature: A core Collection and referente
guide (Nueva York, 1981)― empieza entre 1762 y 1765 con El Castillo de Otranto de Horace
Walpole (pero que adquiriría forma definitiva a fines del siglo XVIII y el primer cuarto del siglo
XIX).
Así, puestos en contexto, los adjetivos aludidos ayudaron a recrear un clima gramatical en el
que los sobrenatural, y muy especialmente la existencia de fuerzas misteriosas y desconocidas, se
terminaron afirmando (gráficamente) en el mundo real; y palabras que en circunstancias distintas
habrían significado muy poco, se cargaron de un sentido numinoso y terrorífico. Los sueños de la
razón empezaban a engendrar monstruos (Goya), y tanto los medios como la literatura (con su
renovado vocabulario) se convirtieron en los canales perfectos por los que ―dichos monstruos― se
instalaron en el imaginario colectivo, volviéndose “visibles”.
Feroces, satánicos, violentos, terroríficos, sedientos (de sangre), extraños, fuertes en extremo,
enormes, sumamente ágiles, inquietantes, resistentes (a todo, incluso a las balas) y, por sobre todas
las cosas, híbridos. Son los adjetivos que ambas criaturas comparten, muy a pesar de los 224 años
que las separan.
Sorprendernos de que esto sea así es darle al antropocentrismo racionalista de la Ilustración un
poder e influencia que, evidentemente, nunca tuvo de manera global. Los monstruos siguieron
violando las leyes de la naturaleza porque no todos las conocían (los campesinos) o aceptaban (los
intelectuales católicos), tal como la ciencia académica pretendía (y sigue pretendiendo).
De todas formas, el Iluminismo fue el que puso a disposición de todos (en mayor o menor
medida) la manera de concebir una naturaleza reglada; condición necesaria para generar el
sentimiento de terror que la “Bestias” empezaron a despertar. De ahí que sus ataques también se
vieran envueltos en un manto de misterio.
Aunque con resultados muy distintos, las dos historias que analizamos se iniciaron con el
ataque a una niña; sacudiendo las sensibilidades que, respecto de la infancia, se estaban instalando
en Francia y que ―tras 200 años― ya estaban plenamente naturalizadas en la Argentina del último
cuarto del siglo XX.
29
Fue impactante. Los monstruos se ensañaban con los más débiles: menores de edad y de sexo
femenino. No podía imaginarse un escenario peor. Y si bien en ese primer ataque lo que se
evidencia y sobresalen son las diferencias (en Gévaudan el suceso terminó en una muerte
certificada, en tanto que el Hombre-Gato se limitó ―se dijo― a herir o asustar), los resultados
fueron muy parecidos: pusieron en alerta a toda la población, desencadenaron una verdadera histeria
colectiva y el terror, producto de la noticia, se tradujo en desconfianza y paranoia (al punto de creer
―en el caso argentino― que las algunas de las intimidaciones habían terminado en muerte, cuando
jamás pudo probarse ninguna).
Una cosa es lo que es y otra lo que la gente cree y hace con lo que cree. Y acá sí aparecen de
nuevo las similitudes. Porque, más allá de la cobardía de tener a los más indefensos como víctimas,
la Bestia y el Gato “demostraron” una diabólica astucia; atacando por sorpresa y evidenciando un
comportamiento “inteligente” que los fue humanizando con el paso del tiempo, al punto de terminar
convirtiéndose en seres híbridos. Mitad hombre, mitad bestia.
La hibridez siempre produjo horror y asco. Un rechazo que viene de mezclar cosas diferentes,
contrariando todas las leyes de la biología. En Gévaudan, el disparador de esas ideas fue un crimen
real y macabro. En Brandsen (Argentina), fueron sólo dichos y rumores, pero experimentados como
si fuera violaciones y ataques objetivos. Cuando en el imaginario el hombre y el animal se hacen
uno, nos encontramos en los umbrales del terror más puro. La estructura del monstruo híbrido se
explica sólo (en la tradición) cuando los demonios o alguna maldición entran en juego; y por ende
lo sobrenatural termina impregnando todas las interpretaciones.
Los seres híbridos, el terror y la violencia conforman un combo de muy
larga duración en el imaginario colectivo en todo el mundo
Al leer las crónicas del siglo XVIII emerge otra faceta de la Bestia de Gévaudan que
encontramos también en el Hombre-Gato de 1984: la maravillosa capacidad de la ubicuidad. En
ambos casos, según los testimonios, las criaturas podían atacar en dos lugares distintos al mismo
tiempo. Empezaban a estar por todas partes.
30
¿Eran muchas las Bestias? ¿Estábamos ante un ejército de Hombres-Gato? ¿O tenían el poder
mágico de la bilocación?
Ante los hechos consumados y sin poder resolver el misterio, lo cuantitativo le dio a las
historias un giro sorprendente que las condujo al universo de las teorías conspirativas.
Las teorías conspirativas y los rumores
Relatos claves a la hora de explicar y difundir lo inexplicable
“Aparece en muchas partes al mismo tiempo –señalaba una de las tantas vecinas anónimas en
el diario El Popular de Buenos Aires. Y racionalizaba a continuación: ―Fantasma o diablo no es,
por lo que debe de haber conseguido ayudantes (…)”.39 Y un mes más tarde, el mismo diario
publicaba: ―“Parece que el Hombre-Gato no sería uno solo sino unos 20 hombres rubios y
grandotes que por las noche se visten de negro y atacan con sus garras de metal a la gente.
Integrarían una secta de origen brasileño”.40
¿De qué tipo de secta se trataba?
Los testimonios recogidos por los periódicos de la época no lo especifican de manera directa.
Se limitaban a sugerir que se estaba ante una secta claramente de origen religioso y no político.
Claro que, hablar de ello en los medios, era una manifiesta alusión al umbandismo u otras prácticas
de origen afroamericano (macumba, kimbamda). En pocas palabras: a los prejuicios nacionalistas
extremos se les agregaban otros de neto corte racista y cultural. Aunque sorprende que no se haya
hablado de Hombres-Gato- Negros (hubiera sido el colmo), la indumentaria oscura, que tenían de
pies a cabeza, podría ser una sublimación elegante del prejuicio.
Dudo mucho que los vecinos denunciantes ―o los periodistas que exageraban la nota en los
diarios― conocieran la historia de la Bestia de Gévaudan. Aún así las similitudes son
sorprendentes, más allá de los detalles menores.
Veamos cuáles son.
39
40
Diario Popular del 6 de agosto de 1984.
Diario Popular del 27 de setiembre de 1984, 237 minutos.
31
En la copiosa bibliografía que hay publicada sobre la Bestia las especulaciones están a la orden
del día. Las hay para todos los gustos y, la mayoría de las veces, sin que existan pruebas concretas
para ninguna de ellas. En el ámbito de las conspiraciones es lo suele ocurrir. Cualquier cosa, por
rocambolesca que resulte, puede ser posible. El que cree en complots secretos no necesita
comprobaciones de nada.
Una de las explicaciones conspiranoicas que más difusión tuvo en los últimos años es la que
popularizó el film Pacto con Lobos (2001)41, en el cual se plantea la hipótesis de que la Bestia de
Gévaudan era un león (importado de África por la aristocracia francesa, adepta a levantar
zoológicos privados), entrenado especialmente para matar y convenientemente acorazado con púas
y garras de metálicas. Lo que se perseguía con los crímenes era implementar un maquiavélico plan,
orquestado por católicos fanáticos, con el fin de impedir que la feligresía se alejara de la iglesia;
combatiendo así el racionalismo y la influencia de los filósofos ilustrados, firmemente asentados en
la corte. Convengamos que, aunque verosímil, no deja de ser una interesante conjetura, sin prueba
alguna y que, sin duda, está basada en el sermón del Obispo de Mende (1764) y en el libro
publicado en 1889, que aseguraba que el monstruo era un castigo divino.
Escena del film Pacto con Lobos (2001)
La Bestia entrenada
Partiendo de una hipótesis del mismo tipo, otro escritor ―Roger Oulion 42― propuso como
explicación el intento colectivo de la nobleza francesa, asociada con Jean Chastel, de desestabilizar
el poder de Luis XV (poniéndolo en ridículo dentro y fuera del país). Un monarca incapaz de evitar
el ataque de un mero “animal” no merecía detentar el mando absoluto del reino
Pero este tipo de acciones colectivas no se detuvieron en las dos explicaciones precedentes.
Como en la leyenda del Hombre-Gato sudamericano, la xenofobia y el odio al enemigo político
41
Film Pacto con Lobos (2001), Francia, dirigida por Christophe Gans. Disponible en Web:
http://www.sipeliculas.com/el-pacto-de-los-lobos
42
Oulion, Roger, La Béte du Gévaudan: Nouvelle révélations sur un crime organicé au XVIII siécle en Gévaudan.
32
externo, dio pie a que muchos creyeran ver en la Bestia la acción de los ingleses; quienes,
“plantándola” en territorio galo, habrían esperado desencadenar el caos y la revuelta social.43
Nobleza levantisca, católicos sectarios acorralados por la razón u operación secreta del
enemigo británico, son las tres explicaciones más corrientes cuando los responsables de los
crímenes aparentemente se multiplican.44 Pero si nadie tiene en Gévaudan la última palabra, menos
aún la encontraremos en la historia, por completo inventada, del Hombre-Gato.
De asesino solitario a secta u organización secreta. Acordemos, pues, que los monstruos (reales
o imaginarios) desatan las más complejas interpretaciones, sin importar la época; repitiéndose de
modo semejante a lo largo del tiempo.
Batidas de caza
Reacciones colectivas comunes en tiempos de crisis y miedo
Otro aspecto que se nos presenta análogo entre Gévaudan y la provincia de Buenos Aires
―casi como si fuera una reacción espasmódica en tiempo de miedo― son las batidas que se
constituyeron para cazar a las “bestias”.
Según consignan los documentos de la época, en Gévaudan se organizaron las batidas más
grandes jamás registradas en la historia contemporánea. Tanto en los días del capitán Duhamel,
como con Denneval y el señor Antoine, la movilización de gente fue sorprendente. Se hablan de
batidas que superaron las 10.000 personas (entre soldados, nobles, cazadores y campesinos). Incluso
una ―la mayor de todas― de casi 40.000 participantes. Desconozco a ciencia cierta si los números
indicados se condicen con la realidad, aunque confieso que por momentos me parecen por demás
inflados. De todos modos, sin importar en demasía el número exacto, los documentos reflejan una
preocupación real y creciente en la zona.
43
Sanguinetti, op.cit. Pág. 36.
En 2009, el escritor André Aubazac propuso, como responsable de los crímenes, a una horda de soldados caníbales,
apoyados por Chastel.
44
33
Con el Hombre-Gato advertimos un fenómeno social parecido, aunque nunca de las
proporciones que dicen haberse alcanzado en la Francia del siglo XVIII. 45 También aquí los vecinos
salieron a la calle ―cuentan los diarios― armados de palos y armas de fuego; recibiendo el apoyo
de una preocupada fuerza policial (ya que no faltaron los dudosos titulares que hablaron de gente
herida por error).
La influenciabilidad, la pérdida del espíritu crítico y su “contagio”, son las tres notas
características que advertimos en los brotes de terror que expresan las batidas. No olvidemos, pues,
que el miedo es una experiencia que se construye en sociedad y se comparte culturalmente.
El miedo colectivo estimula el instinto de manada
y tiende a producir ferocidad contra aquellos
que no son considerados su miembros
Uno de los primeros aspectos que distinguimos detrás de las batidas es el temor a perder la
cohesión grupal. En otra palabras, el miedo a la disgregación. Una preocupación latente ante el
avance inexorable del individualismo; que se anunciaba imparable en el siglo XVIII y por completo
dominante a mediados de la década de 1980 (un anuncio profético del neoliberalismo por venir).
Además, el hecho de ambos monstruos pasaran de uno a ser muchos podría ser visto como una
expresión de adhesión al trabajo en equipo y a la cooperación (por más maligna que sea la
empresa). Del mismo modo, las batidas de vecinos armados en pos de un objetivo común (terminar
con las bestias), simbolizarían la unión mancomunada de la población tras una meta compartida por
todos. Ante el peligro, el grupo amenazado se cohesiona. Se une. Se recompone como comunidad y
el vecino, antes anónimo, se transforma en un compañero conocido con el que se persigue lo
mismo.
Tanto la misteriosa Bestia de Gévaudan como nuestro felino vernáculo, rompieron con la
previsión y las reglas. Son incoherentes en más de un sentido. Aúllan, maúllan, trepan, saltan,
45
Titular: “Otra vez el Hombre-Gato. Patrullas de civiles armadas recorren barrios de Burzaco tratando de capturar vivo
o muerto al extraño personaje”, Diario Popular del 10 de enero de 1985.
34
rasguñan, matan ―en principio― sin sentido alguno. Sus acciones son imprevisibles (incluso
ridículas en el caso del Hombre Gato) y generadoras de un terror verdadero y profundo. Como todo
monstruo, se desvían de las pautas convencionales y se convierten en un riesgo para todos (real en
caso francés, imaginario en el argentino). Por eso deben ser combatidos. La defensa de los valores
claros queda así en manos de los algunos vecinos y las autoridades.
Si el miedo es, como dice Zygmunt Bauman, “el nombre que le damos a nuestra
incertidumbre”46, la multiforme figura del Hombre-Gato y la Bestia de Gévaudan ―con sus
erráticos vagabundeos y sus nunca reconocibles móviles― se suman a los grandes cambios que se
iniciaban tanto en 1767 como en 1984; en los que las certezas respecto del futuro aún estaban en
pañales.
Más allá de los crímenes reales que se cometieron, el caso de Gévaudan revela ―de igual
manera que el otro, aunque sin muertes confirmadas― el triunfo de los temores subjetivos sobre los
objetivos y cuantificables; y con ellos, los reclamos y fantasías de la gente. Es interesante observar
cómo personajes del tipo que analizamos encausan la desconfianza y el temor a las instituciones;
como también a la supuesta incapacidad de la justicia.
Los testigos temen, se quejan y fantasean. En el discurso, las “bestias” se humanizan y adoptan
comportamientos que los separan mucho del lobo o un simple gato. Y es ahí cuando los testimonios
― en apariencia verdaderos― se enturbian y la historia se vuelve más confusa.
La Bestia “humanizada” por los testigos
El episodio del monstruo espiando por una ventana: un clásico en el imaginario
Por ejemplo, en Gévaudan algunos campesinos juraron haber visto a la Bestia caminar en dos
patas, reírse, articular algunas palabras y, tras cometer un crimen por la mañana, asomarse por la
ventana de la casa de la víctima esa misma noche.
46
Bauman, Zygmunt, Miedo Líquido, La sociedad contemporánea y sus temores, Paidos, Bs As, 2007, Pág. 10.
35
Interesantemente, el episodio de la ventana se repite en la historia del Hombre-Gato (y otras,
como la del payaso asustador).47 Incluso en la intimidad del hogar, en el refugio de la privacidad, la
amenaza permanece latente y en ninguna parte se está totalmente a salvo.
47
Véase del autor, La leyenda del Payaso asustador. Disponible en Web: http://letrasuruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/la_leyenda_del_payaso_asustador.htm
36
PALABRAS FINALES
Algo atacó a la gente de Gévaudan hace dos siglos y medio y la mejor hipótesis que tenemos
―cortando por lo sano y respetando los consejos de la Navaja de Ockham48― es la que sostiene
que fue un perro-lobo asalvajado o, a lo sumo, un par de lobos viejos y desdentados, cazando en
grupo y reconociendo en los humanos más débiles (niños y mujeres) a sus presas más fáciles.
Claro que la segunda opción contradice el decir de los testigos, que siempre aseguraron ver a
un solo individuo como agresor. Pero, lo que tenemos que tener en cuenta es que fueron muchos de
esas mismos informantes los que agregaron comentarios fantasiosos que exceden el margen de las
posibilidades racionales; y eso, no los convierte en un 100% confiables. Y no porque mintieran
adrede (no todos, al menos), sino que, imbuidos en un contexto de inseguridad, cambios violentos,
hambre, frío y miedo, exageraron la nota, dejándose influir por el rumor y los comentarios; amén de
arrastrar (especialmente los campesinos) un pesado lastre cultural de pensamiento mágico en el que
la creencias y viejas tradiciones moldearon la forma de transmitir la historia, agregándole una cuota
dramatizada de fantasías (posteriormente aderezadas con las exageraciones e interpretaciones
aportadas por los autores de los siglo XIX y XX).
Nada de lo antedicho significa negar a las víctimas que sí existieron y fueron muchas (aunque
no tantas como sugieren algunos).
Que un lobo haya desencadenado semejante ola de terror (y rumor) es de por sí interesante, ya
que nos permite observar cómo ciertos comportamientos y actitudes se perpetúan a través del
tiempo, más allá de los contextos históricos y las manipulaciones que esos contextos practican sobre
los hechos. Por eso, la supuesta aparición de un Hombre-Gato en la marginal Argentina postdictadura (1984-1985) revelaría las permanencias de una mentalidad capaz de ser colectivamente
manipulada por las circunstancias, tomando por ciertos sucesos extraordinarios y fabulosos
testimonios, repetidos una y otra por la tradición oral y escrita.
Hemos tenido nuestras “Bestias” recientemente; pudiendo analizarlas sin tanto apasionamiento
religioso y considerar el modo en que se transmiten los mitos y leyendas. De ahí las semejanzas
halladas entre la dieciochesca bestia francesa y el emergente hombre-gato de la provincia de Buenos
Aires.
En resumen, las percepciones adulteradas por el contexto, los agregados imaginarios tomados
como verdaderos y la imposible tarea de separar realidad y ficción en relatos que sí tuvieron un
48
El principio lógico de Ockham sostiene: Si para explicar un fenómeno determinado tenemos dos o más hipótesis, lo
más razonable es aceptar la más simple, es decir, la que presenta menos supuestos no probados.
37
plafón de objetividad (Gévaudan) nos conectan a la Bestia con una cosmovisión en la que la
imaginación ―alimentada por la inseguridad― conservó comportamientos y sensibilidades más
allá de la época en cuestión.
La fascinación que despierta la Bestia nos conecta con un siglo XVIII que pretendía ser
racional, pero que no lo conseguía por completo. Y, asimismo, ante un presente menos razonado de
lo que pensamos. Más cargado de fantasías de lo que se sugiere.
Como dijimos al principio, el aullido de la Bestia todavía se escucha. Se nos presenta
distorsionado por las circunstancias actuales, pero sigue ahí; anunciándonos la delgada capa de
racionalismo que seguimos teniendo después de 250 años.
FJSR