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CULTURALES
OCTUBRE 2016 > viernes 28
Sin miedo a la palabra melodrama
Darcy Borrero Batista
EL DEBUT
Como la brasilera Carmen Miranda, pequeña y nerviosa, dotada de
un gran sentido del ritmo… con sus
instrumentos típicos, salió al mundo
la (radio) novela cubana. La llevaba
de la mano un Romeo, o mejor
dicho, un Shakespeare del melodrama que defendía a toda costa El derecho de nacer… y de llorar.
Aquel Shakespeare se llamaba
Félix B. Caignet; y su oficio, claramente, era escribir. No para teatro,
pero sí para la cadena de radio nacional CMQ, entonces bajo el patronazo
Goar Mestre. Quizá por eso, cuando
Caignet hizo entrega de su obra al
patrón —y este último estampó un
OK sobre las cuartillas— no sospechaba que se convertiría ella en carta
de presentación, rostro de la radionovela cubana ante el orbe.
Diría que en realidad tuvimos un
rostro hermoso, semejante al de
Julieta, si se mira desde la óptica de su
suerte; parecido al de Carmen Miranda, si se toma la perspectiva de su
historia. O viceversa, quién sabe. Lo
cierto es que, como la última, esta
emergió de una cultura popular, salió
de casa para darle la vuelta al mundo
y llevó consigo un folclore auténtico.
A partir de ella se visibilizaron ciertas
potencialidades de lo autóctono de
Latinoamérica, otros modos de
expresión del arte, otros artistas. Pero
no todo podía ser rosa en esta historia
de novela.
LOS PRIMEROS PASOS, TRASPASOS
Y TRASPIÉS
Con lucidez lo expresó Alejo
Carpentier: «las primeras orquestas, los primeros artistas, que se
echan a viajar con sus ritmos a
cuestas tratan de serles fieles, de
conservarles su fisonomía más genuina. En sus manos la samba es
samba y el son es son. Pero transcurren algunos años»… y pasan algunas cosas: ese arte inicial aceptado
en todas partes, se convierte en un
negocio de gran rendimiento, a
partir de su edición y reedición; los
editores poderosos comienzan a
dirigirse al autor de Mamá Inés, de
Mamá Eu Queiro, de El derecho de
nacer para beneficio de sus industrias.
Luego, como los autores originales no bastan para satisfacer una
general y creciente demanda —¡qué
visionario Carpentier!— los negociantes del arte solicitan los servicios
de otros artistas, a veces muy distanciados culturalmente de los primeros, que interpretan las obras «ajenas» con mayor o menor fortuna. El
resultado último es la simplificación
de lo original, tal como ocurrió con la
(radio) novela cubana tras haber
recorrido, más allá de fronteras mediáticas, Puerto Rico, Ecuador, Perú, Venezuela, México, y especialmente Brasil, donde, digámoslo como dato curioso, «el dolor de Mamá
Dolores» , protagonista de El derecho
de nacersuperó los ratings de audiencia de la Isla y logró coronar no solo la
trama, sino también el género. Por si
no bastara, la obra —quizá una de las
A casi 70 años del estreno de El derecho de nacer, que daba la receta al mundo
de las telenovelas, al parecer Cuba se ha quedado sin ingredientes.
FOTO: TOMADA DE CUBARTE.CULT.CU
pioneras en cuanto a narrativas
transmedia— fue adaptada para
cine… e incluso para la recién nacida
televisión.
Y seamos sinceros, ¿después de
tanto rodar, acaso es posible creer
que el rostro de la (radio) novela cubana regresara intacto a su tierra? En
cada reedición, cómo dudarlo, la heredera del folletín ha ido perdiendo
esencias. Sencillamente porque la
mayoría no entiende de qué se trata
esta novela y, al decir del periodista
mexicano Vicente Leñero, la realizan
«sin respeto alguno para el género
melodrama, sin el más mínimo aprecio por la sublime cursilería: producen un bodrio a la carrera, a como
salga —la gente de todos modos
llora— y convierten a Félix B. Caignet
en un Félix cualquiera».
Bien salpicado de ironía, el texto
de Leñero, y aun así apunta detalles
que me parecen cruciales para la reflexión: primero, el melodrama constituye un género que, como cualquier otro, merece respeto. En segundo lugar, es un género que maneja códigos propios y claramente
definidos. Y, en tercer lugar, ese género tan cubano y radiofónico como Caignet, puso una corona en la
cabeza de nuestra radio, antesala
del futuro género que acogería la
pequeña y nueva pantalla: la telenovela. (Recuérdense Tierra Brava
y Sol de Batey, entre otras).
Por esa razón, cuando escucho
debates sobre la telenovela cubana
contemporánea (Tierras de Fuego,
Latidos compartidos, La otra esquina, La Sal del Paraíso) no puedo evitar estas fugas al espacio-tiempo pretérito. El reconocido guionista y director de dramatizados Freddy Domínguez (La cara oculta de la Luna), me
ayuda en ello al decir que «la realidad
se debe recrear a través de la ficción,
sin tenerlemiedoalapalabramelodrama. No se puede trabajar pegados
solamente a la realidad porque una
telenovela sin melodrama no es telenovela. No podemos perder la perspectiva: debe haber una historia de
amor», termina por acentuar Domínguez en el último encuentro Comunicar TV. Entonces me pregunto, si
entre tantas cosas, no será también
amor lo que les falta a algunas telenovelas de producción nacional. Y ya se
ha repetido hasta la saciedad: «vivir
sin amor es como estar muerto».
Creo que en esa frase manida —un
sinsentido para varios— se halla si no
la esencia, una raíz considerable del
problema. La telenovela cubana, sin
Romeo y sin Shakespeare, vive un
estado agónico. Con esto no pretendo abrir el hueco, enterrarla y luego
echarle flores y lágrimas encima. Para
nada,nosoydevotadelareligiónlacrimógena, detesto los personajes de goma, sobre todo si les cae dinero del
cielo… Solo reconozco que no a todo
el mundo le queda el mismo traje; los
públicos, cada vez más segmentados,
responden a dinámicas distintas. Hay
quienes disfrutan con escenas sangrientasdetelenovelasacercadecapos;
otros se ven seducidos por súper heroínas «reivindicadas» en roles protagónicos; unos cuantos prefieren el despliegue de dragones, brujas y gigantes, de
un mundo fantástico que paradójicamente les dice mucho más sobre lo
humano que un suspiro de Mariposa
en Cuando el amor no alcanza.
ANTICLÍMAX
No niego, sin embargo, la evolución del melodrama —hoy día emparentado con la historia de vida (¿O
qué había sino una fuerte historia de
vida en Doble Juego, de la que nadie
olvida el «se me quema mi familia»?).
Pese a la rica tradición del género en
Cuba —donde emergió la receta—,
no pretendo que nos anclemos a
códigos de los tiempos de Mamá
Dolores. Saber conjugar los textos y
los contextos resulta determinante
para hacer materiales que lleguen y,
sobre todo, que lleguen bien; aun
cuando en el momento actual, la telenovela cubana no logre una cosa ni la
otra (ni siquiera está saliendo al aire).
Como parte de la televisión cubana, que es pública, subvencionada, y
asume un alto compromiso social,
este espacio adquiere una responsabilidad con los públicos y los valores
por los que la ciudadanía lucha desde
hace años, si bien puede mostrarse
esa responsabilidad a través de la
crítica (del ejercicio del criterio) en
su sentido más constructivo. Solo
que, a veces, el exceso de crítica denota escasez de recursos expresivos.
De ahí derivan trabajos carentes de
una calidad aceptable, y los artífices
se excusan detrás del proceso productivo, de las luces, las cámaras, e
incluso la acción. Pero el artista,
quién si no, constituye un ser creativo por antonomasia. Las estatuas
vivientes que reposan al sol en La
Habana Vieja utilizan materiales sorprendentes para vestirse y maquillarse, así como los estudiantes del ISDI
hacen lámparas u otros objetos útiles
con telas, jabas, cualquier cosa.
Por supuesto, no se trata de minimizar los problemas reales que
padece la televisión cubana en general, ni la influencia de los contenidos
del paquete… La televisión es una
industria y requiere de dinero, lo cual
dificulta, por ejemplo, la realización
de telenovelas de época, o sobre personalidades históricas, si bien no fueron infructuosos los esfuerzos consumados en Las huérfanas de la
Obrapía o Al compás del Son hace
varios años. Se reconoce igualmente
la voluntad de los artistas por abordar
escenarios tanto urbanos como rurales, incluso cuando el vestuario para
trabajar en las Tierras de Fuego se
haya calificado de inverosímil y la pareja de guajiros de Latidos compartidos sirviera, entre otras cosas, para
añadirle un toque de comedia shakesperiana, donde los bufones cumplían un rol determinante. Esta última, estos últimos latidos, a pesar de
ese detalle, el público los recibió como una gota de agua en medio de
tanta sequedad. Por otro lado, también sé de las tentadoras ofertas que
reciben muchos de nuestros artistas,
y algunas lecciones he recibido sobre
las funciones de los medios, de la televisión particularmente, e imagino ya
es criterio compartido por especialistas que debe existir una relación
complementaria, equilibrada entre
lo educativo-cognitivo y el entretenimiento.
No obstante, cuando se habla de
ficción hay que cuidar ciertos elementos: no es lo mismo informar u opinar
que recrear, aun cuando el acto de
recreación lleve implícitos los de informar y opinar, además de generar estados de opinión. En ese sentido no solo
me refiero a los medios y productos
comunicativos nacionales, sino también a los extranjeros, que hoy toman
parte relevante en el consumo cultural
cubano. Si los nuestros reproducen
valores,tradiciones,modosyfilosofías
de vida, los foráneos obviamente lo
hacen; es decir, insertan su ideología
entre nosotros.
TELÓN SIN APLAUSOS
Con todo lo selvático que orbita y
gravita sobre la televisión, en especial
sobre la telenovela cubana, ella reclama a gritos Romeos y Shakespeares.
Pregunta,desdeellecho,sidespuésde
darle la receta al mundo, nos habremos quedado sin ingredientes. Como
se aferra a El derecho de nacer, pero
jamás al de morir, pide entre sus últimas voluntades reparar, sí, en la creatividad de los artistas; pero también
en el apoyo institucional y estatal.
Para que viajen y vuelvan, pero no
huyan los artistas y públicos cubanos hacia Brasil o hacia algún país
«más distante y exótico»…sin miedo a la palabra melodrama.
7
estrenos del
ICAIC
De jueves a domingo, a las 6:00 p.m., el cine
Chaplin, el Riviera y la sala 1 del multicine
Infanta, exhibirán el filme Eddie el águila
(Dexter Fletcher, 2016). Inspirada en hechos
reales, cuenta la historia de Michael «Eddie»
Edwards, un peculiar y valiente saltador de
esquí británico que nunca dejó de creer en sí
mismo, incluso cuando una nación entera le
excluía. Con la ayuda de un entrenador rebelde
y carismático, Eddie consigue ganarse el corazón de todos los fans del deporte de todo el
mundo consiguiendo competir en los Juegos
Olímpicos de Invierno de Calgary 1988. Este
filme también podrá ser visto en el Centro
Cultural Enguayabera de Alamar, de miércoles
a viernes a las 7:00 p.m., y el sábado y el
domingo, a las 11:00 a.m., 2:00 p.m., 4:30 p.m.
y 7:00 p.m.
El cartero de las noches blancas (Andrei
Konchalovsky, 2014) será la propuesta de la
sala 2 del multicine Infanta, de jueves a domingo, a las 6:00 p.m. Los habitantes del lago
Kenozero viven del mismo modo que vivieron
sus antepasados. En esa pequeña comunidad
solo se comunican con el exterior gracias a la
lancha del cartero, pero cuando alguien roba el
motor de la embarcación y, además, la mujer
que ama se escapa a la ciudad, el cartero
emprenderá un viaje de autodescubrimiento
que le ayudará a comprender que no hay nada
mejor que el hogar. La sala 4 del propio centro
presentará Abuela (Paul Weitz, 2015), también
de jueves a domingo, a las 6:00 p.m. Sage es
una joven que llega a casa de su abuela, Elle,
en busca de dinero. Elle no está pasando un
buen momento.
En el mismo horario de sus restantes salas, la
3 del multicine Infanta acoge la programación
de la Cinemateca de Cuba, y para esta semana, continúa exhibiendo el ciclo George
Sydney: el nombre del musical. Pal Joey (sus
dos cariños), Escuela de sirenas, Leven anclas,
Las chicas Harvey, Magnolia, Bésame, Catalina
y Melodía inmortal serán algunas de las películas que el público podrá disfrutar.
El cine La Rampa presenta, el sábado y domingo (6:00 p.m.), Victor Frankenstein (Paul
McGuigan, 2015) y El espíritu de la pasión (Kim
Ki-duk, 2004).
Como parte de la programación 3D, la sala del
C.C.C. Fresa y Chocolate presenta funciones
sábados y domingos. Para esta ocasión, exhibirá Harry Potter y las reliquias de la muerte (II)
(David Yates, 2011) y Epic: el mundo secreto
(Chris Wedge, 2013). Por su parte, la sala
Charlot del Chaplin, tiene como propuestas Los
vengadores (Joss Whedon, 2012) y La bella y
la bestia (Gary Trousdale, Kirk Wise, 1991). La
sala Patria presentará Pesadilla antes de
Navidad (Henry Selick, 1993) y Stalingrado
(Fedor Bondarchuk, 2013). Enredados (Nathan
Greno, Byron Howard, 2011) y El séptimo hijo
(Sergey Bodrov, 2014) serán las propuesta de
la sala 1 de Tulipán y Bellavista en Nuevo
Vedado.
Los horarios de estas salas son: sala Charlot de
jueves a domingo a las 8:00 p.m., y sábado y
domingo a las 10:30 a.m. y 12:00 m.; sala Patria de viernes a domingo a las 10:00 a.m. y
2:00 p.m. para todas las edades, y a las 4:00 p.m.
para adultos; y sala 1 de Tulipán y Bellavista de viernes a domingo a las 10:00 a.m.
y 2:00 p.m.
Los más pequeños podrán disfrutar de Trenk
el pequeño caballero (Anthony Power, 2015)
en el multicine Infanta (sábado y domingo,
2:00 p.m.); de Ratchet y Clanck. La película
(Jericca Cleland, Kevin Munroe, 2016) en el
cine Riviera (domingo, 2:00 p.m.), y Norm y los
invencibles (Trevor Wall, 2016) en el cine La
Rampa (sábado, 2:00 p.m.).