Opinión - Juventud Rebelde

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OPINIÓN
MARTES
por LISANDRA GÓMEZ GUERRA
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ADELA y Cristina ya no son las mismas
vecinas de antaño. Desde hace un tiempo, apenas se dirigen la palabra y cuando lo hacen, terminan «lanzándose»
vocablos poco atractivos.
La declaración de guerra ocurrió cuando dos nuevos habitantes plantaron bandera en la placa de la vivienda de Adela.
Cristina, alarmada y molesta, se apegó a la ley e intentó hacerle ver a su par
colindante que estaba cometiendo una
violación, de acuerdo con el Decreto
272 del Consejo de Ministros, de
2001, sobre contravenciones en materia de ordenamiento territorial y de urbanismo.
Pero como dice una vieja canción, «el
cuartico está igualito», y los pestilentes
moradores de Adela siguen ahí. Tanto
Cristina como una buena parte de los
vecinos de la barriada espirituana sufren
el mal olor, los chillidos a deshora y el
temor gravitante de los múltiples daños
que puede acarrear el hecho de convivir,
a solo unos metros de sus domicilios,
con los cerdos que Adela se empeña en
tener en casa.
En Sancti Spíritus, como en el resto
de las ciudades cubanas, la crianza de
animales en entornos urbanos es un
fenómeno que no se puede pasar por
alto. Y aunque se sabe que ello significa
una violación de lo establecido, hay tantas Adela como comentarios en torno a
30 DE AGOSTO DE 2016
Convivencia inadmisible
la prohibición de la tenencia de cerdos en
los espacios concebidos preferentemente
para la coexistencia de personas.
La medida, por supuesto, no llegó para
borrar la fiel tradición de esa carne en la
mesa cubana; ni para eliminar una de las
formas de subsistencia económica legendaria de cientos de familias, ya que la
mayoría de los cubanos la persigue en los
mercados, aunque su precio suele resultar
una pedrada para los bolsillos. Nació como
necesidad para proteger a los seres humanos y sus entornos.
De acuerdo con estadísticas de la Comisión gubernamental que en el municipio
espirituano es responsable de enfrentar las
indisciplinas que afectan la situación higiénico-sanitaria desde el año 2014, fecha
reconocida como inicio de la campaña para
encarar la crianza de cerdos en las zonas
urbanas, hasta la actualidad se han detectado más de 5 000 animales dentro del
perímetro de la ciudad del Yayabo.
Aunque si se compara con la etapa anterior al inicio de las acciones que contrarrestan la ilegal actividad el número de animales es mucho menor, aún resulta frecuente su presencia en hogares citadinos,
sobre todo en los consejos populares, más
alejados del centro histórico.
Esa realidad quizá se deba a los bajos
costos de las multas que se aplican, de
acuerdo con el artículo 18 del referido
Decreto 272, el cual estipula el pago entre
ACUSE
DE RECIBO
JESÚS ARENCIBIA LORENZO
[email protected]
A estas alturas, Hilda Trujillo Baltar debe estarse cuestionando qué distancia real existe entre La Habana y la Isla de
la Juventud. Y seguramente imaginará que es una muy
grande, a juzgar por cómo se ha demorado un paquete postal entre los dos territorios.
Resulta que el 20 de abril pasado la capitalina (Marqués
González No. 108 altos, Centro Habana) envió hacia la otrora Isla de Pinos un paquetico que contenía medicinas,
específicamente pastillas y ungüento para los fuertes dolores. Y hasta la fecha de escribirnos, a principios de agosto,
el bulto no había arribado a manos del enfermo.
Dicho paquete, narra la remitente, fue enviado desde el
correo que está frente a la Terminal de Ómnibus (Habana 6,
código 10600). En ese momento me atendió una señora
muy amable llamada María Ester. El despacho tiene el
número cp001820015cu. (…) En reiteradas ocasiones
me he comunicado con la misma persona, he recibido un
trato muy atento, diciéndome que eso (el bulto) está en el
Centro de Clasificación, que ya se le va de las manos a
ella».
«¿Cuánto más tendrá que esperar el enfermo para recibir su medicamento, que tanta falta le hace?», se pregunta
razonablemente Hilda.
PESO DEL POLLO: ¿LA BALANZA O LA ETIQUETA?
La habanera Beatriz Milán Cabrera (San José No. 954,
apto. 20B, entre Hospital y Aramburu) tiene una duda que
cien y 300 pesos. En lo que va de año en
la añeja villa espirituana más de 600 personas han sido multadas. Sin embargo, se
sabe que no todas han desechado el hábito de la crianza.
Además de los «absurdos caprichos»
que llevan a estas personas a incumplir
con lo establecido, bajo la excusa de que
no agreden a nadie y que con esos animales garantizan la comida de final de
mes o el pago de alguna necesidad material, la complejidad del fenómeno transita
por el inefectivo y poco sistemático enfrentamiento de quienes integran la Comisión
gubernamental, que actúan según las
denuncias y teniendo en cuenta las experiencias de los operarios en las diferentes
áreas de salud.
Como debilidad de los equipos, no siempre, tras hacer la primera alerta a los criadores, regresan en el plazo estipulado de
72 horas para verificar si no existen y, de
mantenerse, imponer la multa y ser testigos
de que son erradicados. Esa mala práctica,
junto a la complicidad de los vecinos, contribuye a la proliferación del animal en
zonas sin condiciones.
Durante la primera etapa de la campaña,
en la ciudad espirituana se obtuvieron mejores resultados, ya que se recorrieron minuciosamente todas las zonas que por su
infraestructura facilitaban la cría porcina, al
encontrarse más alejadas del centro de la
urbe.
En 1982, con el Decreto número
110, recogido en la Gaceta Oficial de la
República de Cuba, se estipuló que se
deben tener animales a un kilómetro de
áreas urbanas y suburbanas. Mas no
fue hasta la llegada del período especial que se violó a todas luces con lo
establecido.
Lamentablemente, aún hay personas
con poca percepción de riesgo. Enfermedades gastrointestinales, propagación de
moscas, roedores y, por ende, patologías
letales, así como daños en las redes
sanitarias al verter las heces del animal,
figuran entre las nefastas consecuencias
de la tenencia de cerdos en zonas no
diseñadas para ellos.
El tema exige un trabajo más sostenido, tanto de la Comisión que nació para
enfrentar la crianza del animal en las urbes, como de todas las personas involucradas. Y tienen que sumarse también
las organizaciones y entidades de la comunidad. Se trata de una cruzada compartida, que nos corresponde a todos.
El hecho que tengamos que pagar en
muchos lugares una libra de carne de
cerdo a precios casi galácticos para la
economía doméstica, no justifica que
sacrifiquemos las condiciones higiénicas del lugar donde vivimos, el buen
estado del ornato público y la salud ciudadana. Resulta una convivencia inadmisible.
Medicinas se demoran más de tres meses
puede ser también la de otros clientes. Ella ha escuchado
en espacios informativos que la pesa que se encuentra en
las tiendas TRD es para que el cliente compruebe su peso,
sin embargo, «en la tienda Otero, ubicada en Hospital, entre
San Miguel y Neptuno, lo pesan para venderlo y cobran por
ese peso. En tres ocasiones he comprado, por encima de
lo que dice la etiqueta de venta. En este caso (la etiqueta)
pertenece al centro de elaboración Tarará. El dependiente
me informó que el camión lo deja por peso y no se aceptan
mermas», narra la capitalina.
Pero este proceder entra en contradicción con lo que ella
ha escuchado en medios de prensa de que «si el peso está
por debajo, se paga por ese precio, si no, se paga por lo
que dice la etiqueta del centro de elaboración. Me pregunto si las pesas del centro de elaboración están descalibradas o la de la tienda». ¿Qué pueden esclarecer al respecto
las instituciones pertinentes?
JAQUE MATE A LA EFICIENCIA
El historiador y crítico Carlos R. Escala Fernández (Sol
165 e/ Maceo y Masó, Manzanillo, Granma) lleva un tiempo tremendo en una partida ajedrecística contra el burocratismo que pudo haberse resuelto con una movida.
Sucede que Carlos está autorizado a cobrar una remuneración perteneciente a Rafael M. Espinosa Escala, en virtud de ser coautor este último del libro Acercamiento al
ajedrez en Manzanillo (1852-2014).
DIRECTORA: Yailin Orta Rivera
SUBDIRECTORES EDITORIALES: Herminio Camacho Eiranova,
DIARIO DE LA JUVENTUD CUBANA
Fundado por Fidel el 21 de octubre de 1965
juventud rebelde
Ricardo Ronquillo Bello y Yoerky Sánchez Cuellar
SUBDIRECTOR DE DESARROLLO: Yurisander Guevara
Zaila
SUBDIRECTOR ADMINISTRATIVO:
Enrique Saínz Alonso
REDACCIÓN: Territorial y General Suárez,
Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba.
APARTADO: 6344
«Espinosa Escala partió a cumplir misión en Venezuela
el 26 de junio del presente año y se suponía, o así le informaron después de las muchas gestiones que él mismo
hizo desde abril en la Dirección Municipal del Inder, que el
pago de 971 pesos y fracción se realizaría al día siguiente,
para lo que me dejó el modelo de autorización de cobro
debidamente firmado», evoca Carlos, quien añade que por
una razón u otra, el trámite se ha vuelto inextricable.
«Una y otra vez a lo largo de las semanas transcurridas he recibido respuesta negativa por parte de los funcionarios encargados de procesar y realizar el pago. La
dilación parece deberse a documentos que han sido
rechazados en más de una ocasión por el Banco (Bandec, supongo). Pero me veo obligado a cuestionar la eficiencia de ambas partes y la actuación de los que con
buenas intenciones me han venido respondiendo desde
entonces: “Todavía no”… “Venga mañana”… “Hoy mandamos los documentos”… “Ya solo falta X...”, y hasta
han llegado a esgrimir los recientes días feriados como
impedimento para que la documentación estuviera en
regla y el Banco hubiera proporcionado el correspondiente talonario de cheques.
«Habría que preguntarse: ¿así es como debe estimularse la producción científica en Cuba en cualquiera de sus
materias? ¿Es esto lo que merecen nuestros atletas y
docentes por su trabajo y contribución a la sociedad?», se
duele el remitente.
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