D. ABUNDIO, SACERDOTE - Hermandades del Trabajo

Editado por Hermandades del Trabajo
Nº 707 n NÚMERO EXTRAORDINARIO XXV ANIVERSARIO FALLECIMIENTO DE D. ABUNDIO
ASÍ SE RESUME
LA VIDA DE UN
HOMBRE
EXCEPCIONAL
AL SERVICIO DE
LA IGLESIA
ESPAÑOLA, CUYA
MEMORIA
HONRAMOS EN
ESTE NÚMERO
EXTRAORDINARIO DE MAS
D. Abundio, sacerdote.
Todo lo demás es adjetivo.
Es cierto que su sacerdocio estuvo volcado hacia
el mundo del trabajo, por
medio de su gran instrumento creado para este
fin, las Hermandades del
Trabajo. Se ha dicho que
no se concibe la vida de
D. Abundio, sin su gran
obra, y es verdad. Pero incluso este hito que le vincula a los miles de hombres y mujeres que le conocieron y que reconocen
que fue providencial en
sus vidas, es una consecuencia de su gran vocación sacerdotal.
D. ABUNDIO, SACERDOTE
HERMANDADES EN INTERNET
El Siervo de Dios podía
haber sido un buen rector
del Seminario de Madridfue profesor de Latín y Literatura -; un gran director de una “casa espiritual”, impartiendo los
ejercicios de San Ignacio
como él mismo pretendía,
(Sigue en pág. 4)
www.hermandadestrabajo.es
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mas SEPTIEMBRE 2015
XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
25 años
Por Miguel Parmantie
Celebramos en este número de MAS los 25 años que D.Abundio retornó a la casa del padre. En memoria suya repetimos
este entrañable texto, “Se agota una vida,” último capítulo de
la biografía Abundio García Román de Alberto Linés, querido
amigo de D. Abundio y nuestro. Alberto fue fundador y autor
durante años de este LEGADO DE D.ABUNDIO.
Multitudinario funeral de D. Abundio
“En los dos o tres últimos días del Encuentro Hispanoamericano
del 6 al 22 de octubre de 1989 don Abundio sintió que las fuerzas le
faltaban. Se agotaba. Hasta entonces se había mantenido con un aparente vigor, sobre todo en sus intervenciones orales. Para la hoja
“Ventanal” se le pidió un autógrafo, un mensaje de despedida. Estaba
en la planta baja, junto a las escaleras; serían las nueve de la noche.
‘Ven conmigo arriba, voy a cenar y allí lo escribo.’ Le costó mucho subir las escaleras. Decía: ‘Las piernas no me sostienen’. En el pequeño
cuartito que hay detrás de la barra del bar tomó una frugalísima cena y empezó con un pulso muy deteriorado a escribir. Volvió a empezar de nuevo y con mejor letra, casi la de siempre escribió ‘A todos los
asistentes a nuestro Encuentro Hispanoamericano, mi felicitación y mi
esperanza’. Fue posiblemente su último mensaje escrito.
Asistió a los actos finales, se le notaba agotado. Transcurrió como
una semana en la que aparentemente hacía una vida relativamente
normal. Estaba animoso.
Por aquellos días falleció un hermano de Monseñor Algora. Al domingo siguiente se celebró una Eucaristía en la parroquia de la Ventilla. Hacía bastante fresco, la iglesia estaba llena y allí estuvo don
Abundio. Hizo un enorme esfuerzo por celebrar y la homilía le costó
mucho, se le veía agotado, los asistentes al acto se percataban de su
estado y pasaron mal rato.
Se recluyó en su casa. Se encontraba mal aunque tranquilo; le costaba hablar, pero atendía a todos los que le visitaban…La homilía del
9 de noviembre fue la última de su vida y, cómo no, en una fiesta de
la Virgen. Escribió Carmina Quiñones: ‘Al día siguiente preparamos la
Misa y tuvo gran dificultad para leer. En la primera oración yo le leía
las palabras y las repetía con dificultad. En el canon se atascó y le tuve que leer para que repitiera. La consagración fue bien, ayudándole
a sujetar el cáliz y el copón. La oración final le dijimos que la inventara y así lo hizo. Pensaba mejor que leía y se expresaba’.
Antonio Martín, que le acompañó muchos días, relata así: ‘Tengo la
impresión de que sufrió mucho… Era delicado para todo, para guardar
secreto, para todo tipo de aspecto de la convivencia. Me recordaba la
cita evangélica de ‘si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino de
los Cielos’. Al final de la vida nos mostramos como lo que somos, y don
Abundio se hizo un niño en el sentido evangélico de la palabra, purificado de todo…’
‘Cuando recibió la Unción de los Enfermos estaba muy mal. Llamamos a los sacerdotes y estuvieron todos…Después les dio las gracias y
comentó que ‘todo muy bonito, pero tengo el alma fea…’ Tenía dificultad
para enlazar las palabras y repetía. Empezó a decir ‘debilidad, debilidad,
débil…’ Yo le dije, pensando que aludía a nuestra debilidad humana,
‘Padre, Dios nos quiere débiles’. Repuso con mucha energía, ¡Qué tontería! ¡Dios nos quiere de todas formas!.. Se le dijo que iría a verle
don Agustín García Gasco. Dijo: traedme los pantalones y los zapatos. Le dije: ¿Por qué, Padre? Contestó: Porque soy yo quien tiene que ir al Obispo y no el Obispo a mí.’”
Su muerte fue tranquila y serena. Carmina Quiñones relató así
sus últimas horas: ‘...Estaba sentado; yo estaba a su derecha y le
agarré la mano derecha. Dijo estas palabras: ‘¡Presencia, presencia en el mundo entero!’. Fueron sus últimas palabras. Respiraba
fuertemente, levantó los ojos al cielo y me di cuenta que había
muerto. Instintivamente, con la mano le cerré los ojos… Los últimos momentos de plena lucidez y tranquilidad fueron cuando
al regreso de la Novena de las Estrellas conversó con algunos que
acudían a verle y referirle el comienzo de dicha Novena. La noche anterior a su muerte, como si se presintiera le acompañaron
varios antiguos militantes. A las muy pocas horas de fallecer Felipe Martín había obtenido el permiso para que los restos de don
Abundio fueran enterrados en la capilla de Hermandades en la
calle de Juan de Austria, lo que casi fue su domicilio habitual pasaba a ser su lugar de descanso.’
Don José María Javierre publicaba en el diario ‘YA’ una preciosa reseña de la muerte de don Abundio que la titulaba así: ‘¿Qué hacéis mirando al cielo?, moveos,’ en el que entre otras cosas decía: ‘…Fue
hermoso, porque verán, mientras el albañil colocaba la losa, luego de
rezar y cantar, ¿saben qué hicimos?, pues le dimos a don Abundio un
aplauso, eso es, un aplauso. ¿Han visto ustedes aplaudir cuando dejamos un muerto en la sepultura? El aplauso fue para darle las gracias
a don Abundio por los sudores suyos por la clase trabajadora, y al buen
Dios también el aplauso por habernos mandado un tipo como don
Abundio… Allí, en un rincón de su capilla rezaba él temprano para comenzar el día con buen pie, pero vean qué cosas, este hombre rezador
luego se ponía a empujar a los suyos y quería verles trabajar activamente llevando adelante la obra en que andaban metidos, las Hermandades del Trabajo.
Al Obispo, Monseñor Algora, a quien veíamos emocionado exactamente igual que un hijo si muere su padre, el Obispo recordó al final de
las ceremonias una palabra divertida de don Abundio cuando comentaba la Ascensión del Señor: Los ángeles dijeron a los apóstoles, pasmados de cara a las nubes, que todo estaba cumplido y ellos a trabajar. Por
lo visto don Abundio después de la oración, solía decir a los cuadros de
Hermandades: ¿Qué hacéis mirando al cielo?, moveos…’
Los comentarios sobre su figura de las personas que más le trataron
serían muy difíciles de sintetizar. Oímos palabras de ‘Irrepetible. Un padre cuando faltó mi padre. Entrañable con la familia’. ‘No sé decir nada,
sólo pensar’. ‘Padre, maestro, sabía llevarte, algo excepcional’. Otra más
explícita: ‘Era sobre todo un hombre de oración. Toda su vida proyectada a Dios. Tenía además una personalidad humana sumamente
atrayente. Era audaz y prudente, austero, humilde, paciente, discreto… Nos transmitió su inquietud apostólica, su amor a la Iglesia y a
la Jerarquía, su amor a María y su actitud de servicio a los trabajadores’.
Y así otros muchos comentarios. Pero todos coincidían en que había
sido una vida por el mundo del trabajo.”
SEPTIEMBRE 2015
mas
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XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
“Por ser obra de Iglesia, somos evangelizadores”
En este número especial como homenaje a
Don Abundio, en el XXV aniversario de su fallecimiento, los presidentes nacionales queremos
desearos un comienzo de curso con los ánimos
renovados, después del verano en el que deseamos hayáis podido descansar, a pesar de los calores que hemos soportado.
Con el siguiente documento de don Abundio,
de plena actualidad para nosotros, siendo él entonces Delegado Nacional, queremos transmitiros los mismos deseos que él transmitió en el
mensaje al Consejo de HHT Sevilla en el 1971, por
considerarlo de interés para todos los centros.
Sirva esta Carta-mensaje del fundador de Hermandades, para desearos a todos un buen comienzo de curso.
Los presidentes Nacionales.
Carta-mensaje a la Asamblea del Consejo de
Sevilla, 4 de abril 1971
“-- Los seglares debéis enarbolar gallardamente la bandera de las reivindicaciones.
-- Nuestros militantes han de tener hambre
y sed de justicia social.
-- No os pido solamente que seáis inquietos
en lo social; más aún, seriamente comprometidos”:
“…Sé que abrigais inquietudes renovadoras.
Os felicito. Llevo ya algún tiempo pidiendo a todos los Consejos que inicien una campaña de renovación, tanto en los social como en lo apostólico, incluidas las estructuras orgánicas.
…Esperamos, sin embargo de todas las Hermandades que, a través de sus asambleas diocesanas, vayan aportando iniciativas y experiencias que nos servirán de mucho para una renovación a nivel nacional.
Tampoco puede ser tan caprichosa y anárquica esta renovación que niegue la historia y desmienta los principios básicos que nos definen.
Carácter jerárquico
A este respecto, os recuerdo unas ideas que
desarrollé como apertura del Consejo Nacional
celebrado el 24 de mayo del año pasado.
‘El que seamos obra apostólica’ --dije entonces –
‘aprobada y organizada, es decir, obra de Iglesia,
condiciona considerablemente nuestra estructura,
bien distinta de una asociación puramente civil. El
ser obra de Iglesia lleva consigo el carácter jerárquico y evangelizador. Nuestro grado jerárquico, aunque no implica mandato, exige una dependencia, información y consulta institucionalizadas. Sin embargo, por ser jerárquicos, nos dispensamos de ciertas notas imprescindibles en toda asociación civil.
· No somos estrictamente representativos.
· No somos inexorablemente demócratas,
aunque a ciertos niveles podamos admitirlo.
· No somos rabiosamente temporalistas.
· Tampoco somos seculares asépticos.
· No exigimos opiniones políticas o sindicales
concretas. Entre nosotros cada cual se busca las
de su agrado.
Pero, por ser obra de Iglesia, somos evangelizadores. Y, esto sí, que condiciona y define a nuestros
militantes, que en consecuencia, han de ser:
· Hombres y mujeres de vida interior.
· Con hambre y sed de justicia social.
· Juramentados en la fidelidad al Movimiento de
las Hermandades del Trabajo.
Desarrollando estos principios podemos sacar
algunas conclusiones orientadoras para esta labor de renovación en lo que todos hemos de sentirnos comprometidos. Pueden ser éstas:
1. Mayor exigencia en nuestra renovación
personal. Contraponer valientemente el clima
de benevolencia y apertura a la hora de alistar
socios y conceder beneficios con la línea de selección para elegir dirigentes. Proclamar muy
alto que el dirigente deberá buscar más deberes
que derechos. Los cargos entre nosotros suponen más cargas que recompensas. Las Hermandades del Trabajo han sido pensadas en beneficio y provecho de los más humildes afiliados.
2. Poner más garbo y entonación al tener que
defender nuestro primordial fin constitucional: el
encuentro con Cristo del mundo del trabajo. Hoy
nos van ganando los temporalismos asépticos.
Prevalece lo horizontal con merma del proselitismo apostólico. Nosotros, al mismo tiempo que el
pan, queremos también abrirles los deseos de
Dios. Me gusta que cantéis muy convencidos
aquel salmo que dice: ‘Si el Señor no construye la
casa, en vano trabajan los albañiles”.
3. Que el título de hermano cada vez nos comprometa más. Da vergüenza pensar que otros
con el simple título de ‘compañero’ o ‘camarada’, sean capaces de hacer más por los demás
que el que se siente hermano de todos en Jesucristo. Llora Dios en las vidas de muchos hermanos nuestros que padecen necesidad y sufren injusticias. Capacitémonos con la doctrina y enfervoricémonos con el amor para ennoblecer la
lucha por los derechos de los más débiles. Que
puedan confiar siempre en nosotros. No os pido
solamente que seáis inquietos en lo social, más
aún, seriamente comprometidos. Los cristianos
seglares debéis enarbolar gallardamente la bandera de las reivindicaciones.
4. Elevemos a la categoría de la propia responsabilidad nuestro compromiso temporal. Dice así el artículo quinto de nuestro Decálogo:
‘Cultivará dentro de sí el militante de las Herman-
dades del Trabajo un sincero sentido de libertad
unido a la máxima responsabilidad personal en las
cuestiones temporales, donde la jerarquía por naturaleza no tiene competencia’. El cristiano seglar
tiene suficiente dignidad como para actuar sin
comprometer a la Iglesia. Se ha de rechazar la
tentación de convertir las Hermandades del Trabajo en comisiones sindicales o en grupos políticos. Las asociaciones apostólicas proporcionarán
mística y alientos, pero nunca deben servir de
sucedáneos. Hay frenos y cauces ya muy definidos y obligados a esta noble lucha social. Hasta
ellos debéis llegar.
5. Comprometámonos a la corresponsabilidad dividiendo tareas y repartiendo funciones.
Así haremos verdad una mayor participación de
todos los afiliados. Nuestras entidades de base
que son las Hermandades según profesión o
empresa, cumplen la misión de repartir la responsabilidad. Reduciendo entidades y cargos
disminuiríais también las posibilidades. Los filones se descubren abriendo canteras y los talentos ofreciendo oportunidades. Con una atención
y cultivo constante por parte de los responsables se irán formando estos cuadros de comprometidos.
6. Se repite mucho hoy día que el pluralismo
el fruto de una madurez humana. Acaso sea la
Iglesia, como sociedad más perfecta, la que más
propugna este espíritu de convivencia. Dentro
de ella caben todos sus hijos, bien distintos por
cierto. Y se complace como madre en cobijarlos
a todos. De aquí lo difícil y peligroso que resultará siempre querer polarizar todas las fuerzas de
una asociación apostólica en un mismo frente
opcional. La verdad siendo una se muestra polifacética. Respetemos, en consecuencia, las distintas opciones temporales y daremos pruebas
de una madurez humana.
7. Termino ya pidiéndoos fe, mucha fe en la
obra de Hermandades. Os lo pido como se enuncia en el punto noveno de nuestros Decálogo del
militante: “Compartirá la fe inquebrantable en la
obra de Hermandades con las ansias de renovación”. Como veis esa fe debe hacerse compatible
con la renovación. Más diría yo, la renovación es
fruto y consecuencia de esa fe. Aprendamos de
la Iglesia su capacidad de adaptación. Escrutemos los signos de los tiempos para poder descubrir en ellos la presencia de Dios.
8. A vosotros todos, los militantes de las Hermandades del Trabajo sevillanas, os brindo esta
consigna: “Sed exigentes en vuestra formación,
generosos en la entrega y muy esperanzados en
vuestros deseos”.
Gracias por haberme atendido y un abrazo
para todos.”
Abundio García Román
Delegado eclesiástico nacional
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mas SEPTIEMBRE 2015
XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
Editorial
D. Abundio, sacerdote
(Viene de pág. 1)
ntes de que Dios le “llamara” por lo apostólico-social; o incluso
haber desarrollado una exitosa carrera eclesiástica, no olvidemos que fue el primer Asesor eclesiástico nombrado, cargo por
el que no tuvo ninguna estima especial. Por tanto, podemos incluso concebir la vida de D. Abundio sin las Hermandades del Trabajo.
Lo que no podemos es imaginar la vida del Siervo de Dios sin su vocación al sacerdocio y su acendrada espiritualidad.
A
Él tenía a la obediencia como una de las virtudes más difíciles de un
espíritu religioso, algo que hoy choca mucho. Pues bien, fruto de esta
obediencia fueron las Hermandades del Trabajo, cuyas vicisitudes se
han publicado repetidamente en el MAS y que, de nuevo, ofrecemos a
nuestros lectores. En este número, hay párrafos magníficos de las personas que más le conocieron y que explican tanto lo relativo a su persona como lo referente a las Hermandades.
El Fundador se inspiró en las ACLI italianas y en los gremios medievales para crear, junto con cientos de militantes y decenas de sacerdotes, una organización novedosa en España, estructurada por profesiones y empresas, que otorgaba un papel clave a los seglares, anticipándose así al Vaticano II. Consideró el papel de la mujer en la asociación
muy por delante de la legislación y costumbres de la época. Son innumerables los textos, discursos y homilías en los que habla de los derechos y de la responsabilidad de los laicos en su papel para recristianizar el mundo del trabajo, primero en España y después en Hispanoamérica.
En algunas ocasiones, D. Abundio solía decir que él era el pasado pero nunca el futuro de las Hermandades. En algún momento nos tendremos que replantear la situación y los servicios que la institución debe
desempeñar en el mundo de hoy, con todas nuestras carencias y dificultades, porque no cabe duda que si bien hoy no podemos desarrollar
las grandes obras sociales de los años cincuenta y sesenta, no es menos cierto que la crisis económico-financiera brinda una oportunidad
a todos las personas colaboradoras en Hermandades, de adaptar la
asociación a los tiempos presentes. En definitiva, de ser el futuro de las
Hermandades. No importa tanto, el que seamos menos o tengamos
menos potencia económica, esto es circunstancial y contingente. Lo
importante es saber comprender los problemas del mundo del trabajo,
hoy, y saber encontrar los servicios que podemos prestarles. Hay que
saber encontrar este equilibrio entre lo apostólico y lo social, legado
imperecedero del Siervo de Dios que supo lograr una síntesis (los dos
brazos de la cruz) entre la oración y la acción, lo espiritual y lo social.
mas
Editado por las Hermandades del Trabajo
Director: Carlos Salcedo Peñalver
Consejo de Redacción: María Luisa San Juan, María José Plaza, Miguel
Ángel Calvo, Fernando García Adrianzén, Maruja Jiménez,
Antonio Molina Schmid, Miguel Parmentie, Juan Rico.
Redacción y Administración: C/ JUAN DE AUSTRIA, 6, BAJO B. 28010 MADRID.
TELÉFONO. 91 445 03 93. Depósito Legal M- 13.409-58.Imprime: ROTOMADRID.
Los trabajos firmados que se publiquen en MAS no reflejan necesariamente
la opinión del CONSEJO NACIONAL DE LAS HERMANDADES DEL TRABAJO,
sino, exclusivamente, las de los respectivos autores.
En su recuerdo
por Pedro Martín
El pasado mes de Noviembre se
cumplieron 25 años del fallecimiento de D. Abundio. (Nov. 1989).
Buen momento para recordar su figura y a lo que nos obliga ese recuerdo.
Mi visión sólo será una pequeña
parte de su rica personalidad, que
se completará con lo que aporten
otras plumas.
Como suele ocurrir casi siempre,
uno no se da cuenta cabal de la
categoría de la persona que tiene
a su lado, hasta que alguien lo
descubre o insinúa, y para entonces ya suele ser tarde. El aprecio y
valoración de esa persona en su
justa medida, vendrá después con
el recuerdo de lo vivido con ella,
pues suele ser el tiempo el que da
la perspectiva exacta.
Su trato afable y cordial inspiraba confianza al que le conocía por
primera vez y era garantía de convivencia fácil con todos, aunque
tuviera que ponerse a veces en su
sitio. Estar a su lado, como que le
ayudaba a uno a ser mejor y más
generoso, y esto sin darte cuenta
de ello e incluso sin que él hiciera
nada especial por conseguirlo.
Tenía muy claro cual debía ser
la actuación del seglar en el mundo en general y en el mundo del
trabajo en particular, a la vez que
conocía muy bien el alma del trabajador y su capacidad de entrega
y generosidad cuando se le presentaban metas nobles que merecieran la pena.
Contribuyó, desde su parcela
con los trabajadores, a impulsar
generaciones de seglares dados al
apostolado desde las más diversas
asociaciones, como la cosa más
normal del mundo. Claro que eran
otros tiempos, distintos a los de
hoy, aunque no exentos de dificultades, pero había que estar allí y
hacer lo que se hizo.
D. Abundio fue un hombre de
su tiempo, que trató de mejorar el
mundo cuanto pudo, y pudo mucho por cierto. Lo hizo básicamente desde Hermandades del Trabajo
con sus muchas obras y servicios
en beneficio de los trabajadores,
contribuyendo a mejorar sus con-
diciones de vida y a conseguir una
mayor relación con Dios, su Creador, y con sus hermanos trabajadores viviendo la fraternidad.
Consiguió rodearse de los mejores, ganarse su confianza y hacer
equipo. Virtudes éstas que traen
consigo el éxito, ya sea en las empresas económicas y sociales, o en
las apostólicas. Era proverbial la
confianza que depositaba en sus
militantes y dirigentes. Se fiaba
más de ellos que ellos mismos.
Podríamos decir, aunque parezca
exagerado que, D. Abundio forjó
una generación de “santos seglares” de los llamados de baja intensidad, pero imprescindibles en la Iglesia y en el mundo. De esos que consiguen hacer del mundo un lugar
más habitable, por su actitud de servicio a los demás y que D. Abundio
marcó a fuego en sus almas.
También fue un referente para
los sacerdotes de su generación
que le conocieron. La forma de vivir su vocación sacerdotal como
servicio eminente a la comunidad,
le llevó a redactar el “decálogo del
sacerdote de las Hermandades del
Trabajo” que, junto con su comentario y presentación, es una página brillante de finura espiritual y
dotes de gobierno.
De su sentir con la Iglesia, habría para escribir largo y tendido.
La primera enseñanza que sobre
ella repetía era: Madre y Maestra.
A partir de ahí cualquier cosa podía venir bien. En boca de D.
Abundio, la palabra Iglesia, resonaba como una palabra amable, y
a sentirla como algo propio.
A mí, aparte de haber gozado
de su amistad que siempre agradezco al Señor, entre otras muchas
cosas me llamaba la atención su
forma de vida austera y sencilla,
propia de quien está por encima
de cualquier contingencia, y que
le daba como un halo de distinción y elegancia espiritual.
Son solo algunas resonancias
que en mí suscitan su recuerdo.
Otros habrán puesto su atención
en otros aspectos de su rica personalidad y entre todos habremos
pintado un cuadro más completo.
SEPTIEMBRE 2015
mas
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XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
Sobre la causa de canonización de D. Abundio
Por Mª Ángeles de Santiago, Postuladora
Que llegue a ser verdad y pronto
la profecía de que los trabajadores
te traeremos un día a hombros,
para que comience en el mundo
tu Reino de justicia, de amor y de paz.
(Abundio García Román)
El proceso de canonización de Don Abundio,
se inició teniendo como promotor de la causa al
Movimiento de las Hermandades del Trabajo. En
este año, en el que celebramos el 25 aniversario
de su partida a la Casa del Padre, el proceso ha
recibido un nuevo impulso al incorporarse como
Parte Actora, la Fundación Abundio García Román y, lo que es especialmente significativo, la
Diócesis de Madrid. Vaya desde estas líneas
nuestro agradecimiento al Arzobispo, Don Carlos
Osoro, quien en estos momentos, a tal efecto,
realiza las gestiones oportunas ante la Congregación de las Causas de los Santos en Roma.
En la actualidad se han dado ya, y se están
dando, los siguientes pasos:
y testimonios sobre el Siervo de Dios, iniciativa
que mereció la aprobación expresa del Relator.
El Summarium Testium (resumen de los testigos), o extracción de las virtudes heroicas recogidas en las declaraciones testificales, fue elaborado en su día por la postulación y aprobado, sin
reparo alguno, por el Relator de la Causa, con
quien, para continuar el trabajo de la Positio, insistiendo en el carisma sacerdotal, propio del
Siervo de Dios, convinimos con aquél la intervención de algún sacerdote buen conocedor de la
obra de Don Abundio.
Por su parte, Don Joaquín Martín Abad, es el
encargado de redactar la Biographia ex documentis (Biografía a partir de los documentos), persona especialmente idónea para ello por haber sido en su día el instructor de la causa en su fase
diocesana.
En consecuencia, del estudio y redacción de la
Informatio (Información de las virtudes heroicas)
se ha hecho cargo Don Juan Carlos Carvajal, Consiliario de las Hermandades del Trabajo de Madrid, que ya había publicado y recopilado textos,
estudios sobre la figura de Don Abundio y su obra,
Aprovechando la quietud del mes de agosto,
ambos colaboradores han dado un serio impulso
a su trabajo en estrecho contacto con la postulación.
De la vigencia, espontaneidad y extensión de
la fama de santidad de Don Abundio dan buena
cuenta los favores recibidos por intercesión de
dicho Siervo de Dios, que continuamente se comunican a la causa.
D. Abundio, a los jóvenes
Homilía de Abundio García Román dirigida a
los jóvenes (años 40), en el Domingo IV Pentecostés (Tal como se denominaban los domingos del tiempo ordinario antes del Concilio). Manuscrito del Siervo de Dios (Archivos
de la Fundación).
La homilía parte del relato evangélico de la
pesca milagrosa y la invitación a invitación a
Pedro: Duc in altum (cf. Lc, 5, 1-11). El Siervo
de Dios considera estas palabras como la invitación que Cristo hace a todo cristiano de
avanzar en la santidad. Santidad que no es
más que Cristo en nosotros. Cristo como
nuestro ideal de vida.
Hoy, último domingo del mes de junio, mes
por excelencia del corazón de Jesús, es decir mes
de la Persona de Jesús, porque el corazón no es
más que el símbolo de la persona, quisiera yo hablaros de la influencia de esta persona, de la influencia de Jesús en nuestra vida espiritual. El
Evangelio de hoy, claro está, no empece sino
que ayuda a este mismo tema. Jesús adoctrinando al pueblo en la playa de Cafarnaún, desde una
barca como púlpito y luego en invitación animosa y valiente que le dice a Pedro "Duc in altum".
Entra mar adentro y ya en alta mar, la pesca milagrosa fruto de la obediencia. Tal cantidad de
peces recogieron que las redes se rompían, y tuvieron que venir a ayudarles otros pescadores.
Pedro estupefacto, se tira de rodillas en la barca, delante de Jesús diciendo "Apártate de mí,
que soy un pobre pecador. Y Jesús que le promete, hacerle pescador de hombres.
Duc in altum; Arriba, a la Perfección, a la San-
tidad, ¿y quién nos lleva? Jesús.
Suele acobardar el sólo pensamiento de la
Santidad. La Santidad comprende muchas virtudes. Hay que ser humilde, hay que ser puro, hay
que ser mortificado, hay que ser obediente. Y así
cincuenta y seis virtudes. Son muchas virtudes y
el hombre muy poca cosa para practicarlas. Y
luego las devociones, las prácticas de piedad.
¿Pero ha de ser la vida espiritual una obra de
marquetería de innumerables piezas?
No la vida espiritual no es más que Cristo en
nosotros, y Cristo que nos invita a seguirle, diciéndonos lo que San Wenceslao decía a su paje
que se quejaba de no poderle seguir por la nieve:
Pon tus pies en las huellas de los míos. No, ahora no hay ya cincuenta cosas que hacer, ni cinco,
ni siquiera dos, no hay más que una: llegarse a
Jesús.
La piedad es unidad. "Ama dice San Agustín y
haz lo que quieras. Vivimos en la edad de los
comprimidos y de las esencias. La ciencia moderna ha encontrado (la) manera de encerrar en el
pequeño volumen de un comprimido las más altas energías medicinales y nutritivas. Hecatombes de rosas vienen a encerrarse en un diminuto
frasco, donde se contiene la esencia del Perfume.
La devoción a Cristo es ese comprimido y esa
esencia. Jesús lo resume todo.
¿Qué es la virtud? La imitación de Cristo.
¿Qué es el Evangelio? La vida, las palabras de
Cristo.
¿Qué es la devoción al Corazón de Jesús? El
amor de Cristo
¿Qué es el ministerio sacerdotal? Una delegación ejercida en nombre de Cristo.
¿Qué es la Santa Misa? El sacrificio de Cristo.
¿Qué es la Comunión? El Cuerpo de Cristo.
¿Qué es el Sagrario? Cristo entre nosotros.
¿Qué es el Cielo? Cristo poseído y gozado.
San Pablo repite ciento sesenta y cuatro veces
el nombre de Cristo y San Juan 24. Cristo, pues,
ejerce en la vida espiritual el oficio de unificación. Pero además también el de atracción.
Un método de ascetismo consiste en recomendarnos las virtudes como nociones abstractas. La
humildad, la pureza, la mortificación, la obediencia. Así, estas abstracciones hacen poca mella en
el corazón. Otro método, consiste en no hablar
de la humildad, de la pureza, de la mortificación,
de la obediencia sino en mostramos a Jesús humilde, a Jesús puro, etc. La virtud no es ya alguna cosa sino alguno, y todos sabemos la superioridad de alguno sobre alguna cosa.
En adelante los dos a solas, Jesús uno, tu y yo;
mano a mano, corazón a corazón La piedad consiste en estas relaciones delicadas de persona a
persona. Terminaremos por prendamos del Hombre-Dios, de los encantos de Cristo.
Luego, Cristo como Ideal. El ideal representa
nuestras más elevadas aspiraciones. Y la virtud
consiste en imprimirle en nuestras almas. El libro más hermoso escrito por mano del hombre
tiene el significativo título de Imitación de Cristo.
Como si dijéramos, imitar a Jesucristo, en eso está todo. Y no desconfiar nunca. La Santidad tiene
estas dos facetas, o no pecar nunca o levantarse
siempre después de haber pecado."
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mas SEPTIEMBRE 2015
XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
DE LA INQUIETUD A LA PAZ: EL PASO
DEL DESIERTO Y LA PARADOJA DE LA FE
Por José Sánchez Jiménez
Mediados los años ochenta, en la
Escuela Social Juan XXIII que las
Hermandades del Trabajo habían
formado, y en la que, entre otras tareas, dedicaban las tardes de los
martes a la formación de afiliados y
simpatizantes, tuve la suerte de dirigir un curso de “Historia Social
Contemporánea”, centrado, en esta
ocasión, en celebrar, desde la Historia y desde el recuerdo, los cincuenta años del inicio de la guerra civil
española. A partir de un amplio esquema buscaba analizar, en primera instancia y para mejor comprensión de proceso, la II República Española y dar paso así a una mejor
explicación de la tragedia del ’36.
Asistía don Abundio como un
alumno más; tomaba muchas notas; en alguna ocasión, pocas, preguntaba, o hacía un breve y siempre
enjundioso comentario; y, casi siempre, a la hora del coloquio que seguía a la exposición primera, siempre hacía patente su devoción - sí ,
su devoción, consecuente con su fe
- por la Doctrina Social Católica y la
Doctrina Política Pontificia, que todavía entonces se distinguían, separaban y complementaban, en
consonancia con aquel sublime esfuerzo y propósito de León XIII, a fines del siglo XIX, empeñado en el
mejor acuerdo, diálogo y colaboración entre Estados y sociedades liberales y la Iglesia católica.
dos a una apuesta socialdemócrata,
se olvidaron las tristezas y se impusieron formas de hacer y de vivir
que abocaron a una sociedad desigual, dividida y sumida en permanente “estado de riesgo”. Muy pronto, en coincidencia temporal con la
caída del socialismo real y con las
meteóricas actitudes globalizadoras, merma progresivamente el reconocido derecho al trabajo, suplido
por contratos temporales y por
otras “ocurrencias” de mal presagio; se recortan o suprimen derechos laborales y sociales con gran
esfuerzo conquistados; se reducen
drásticamente las clases medias; y
la seguridad, en muchos sectores y
ambientes, quedó reducida a mínimos.
Aquel “presente” –el de los años
ochenta-, en plena “luna de miel”
con una vida en democracia no bien
digerida por muchos, condicionaba
de hecho cualquier intento de comprender y explicar el “pasado”, aparentemente muy lejano, el de guerra y posguerra, pero vivo en la memoria, y muy activo aún en la conducta de muchos de los asistentes
usuales, siempre por encima de la
treintena, a estos encuentros de los
martes.
Del desconcierto a la inquietud
Precisamente entonces, en este
curso 1985-86, y en un intento de
conjugar “presente” y “pasado” y
de rememorar cuanto las encíclicas
pontificias referían sobre la realidad
económica y social, por una parte, y
a la mejor visión y orientación a favor del compromiso político del
cristiano que se abría camino con
unos sindicatos y en unos partidos
políticos recientes en la nueva democracia, se comentaba, de entrada
y habitualmente, la situación económica y sociopolítica española coetánea, y se cargaban tintas en
aquella sangrante reconversión industrial que el primer gobierno socialista realizaba, de momento con
muy escaso, es un decir, éxito.
A la hora de exponer en estos encuentros la reacción de los católicos
españoles y la división entre los
mismos - acreditada desde hacía
cien años, y, sobre todo, el desconcierto provocado con la caída de la
dictadura de Primo de Rivera en
1930, y la instauración, un año más
tarde, del régimen republicano -, la
“división de opiniones” entre los
participantes del curso resultó asegurada y, no siempre, bien comprendida; pero la reacción fue mayor, visiblemente manifiesta, cuando se trató de buscar y lograr cierto
“equilibrio”, de forma estrictamente teórica, en la interpretación de la
guerra y en las reacciones que la
mezcla de recuerdos, rumores, experiencias familiares, etc., suscitaba
o reverdecía.
Las consecuencias, en estos primeros ochenta, fueron terribles;
aunque relativamente pronto, con
un gobierno y partido reconverti-
Casi sin querer, afloraban allí
posturas enfrentadas; había prisa
en buscar y ratificar “culpables”, y
hasta parecían aflorar heridas no
suficientemente restañadas. Habían
pasado ya diez años desde la muerte de Franco; pero el conflicto abierto, aún mayor tras el fracaso del
‘23F, hábilmente superado pese a
los flecos que mantuvo, no había
adormecido, ni mucho menos, conciencias, conductas y modos de revivir lo que pudo en algún momento parecer
olvidado.
Cuando
se pretendió explicar
la sorpresa
generada
por la instauración
de la República, sus
vaivenes a
lo largo del
quinquenio, el fraccionamiento, ahora
mayor
y
manifiesto, Angel Herrera Oria
en las filas
de los católicos, por nostalgia ante la monarquía perdida, o por el recelo que generó, de inmediato, el triunfo republicano, con la quema de conventos
e iglesias, las reticencias frente a la
Reforma Agraria, o la aconfesionalidad que la nueva Constitución instauraba, los asesinatos en masa que
se sucedieron desde la primavera del
’36, las responsabilidades de las llamadas “derechas” tanto en el conflicto armado como en sus largas y
sangrantes consecuencias, etc., algunos llegaron, y en más de una ocasión, a abandonar la sala de reuniones con gestos no siempre amigables.
Y ahí estuvo nuevamente don
Abundio, que había padecido como
nadie aquel sangriento proceso en
propia carne, sugiriendo, y aconsejando, “saber escuchar”, poniendo
una palabra siempre generosa y de
paz; al tiempo que me animaba y
sugería, de forma privada, seguir
adelante; que expusiera los “hechos”, y que impulsara el diálogo.
Era necesario volver sobre todo esto con una mezcla, consciente, de
“inquietud” (hablaba él de examen
de conciencia), y con una más que
evidente dosis de “paz”. Hablar, y
vivir, con “paz”; y pensar siempre,
y sentir, que antes lo “pudimos”, y
ahora lo “podemos”, hacer mejor.
Fue su lema, su señal, su propósito
de cordura y de vida.
De aquí, el título de este recuerdo. ¿Por qué sucedió todo aquello
que acabó dividiendo el pasado siglo en
dos mitades
tan críticas?
¿Cómo aplicaron la “lección” de esta
horripilante
experiencia
los que “ganaron” frente a
los que “perdieron”? ¿Se
aprendió su
significado, tal
como pretendiera, entre
otros, el cardenal I. Gomá,
en su célebre
pastoral Lecciones de la guerra, deberes de la paz;
desautorizada por el nuevo Régimen, pese al esencial apoyo que el
mismo cardenal había dado a su
instauración?
¿Fracaso del “catolicismo social”?
Se hallaba entonces relativamente reciente la publicación de un sugerente libro de D. Benavides, El fracaso social del catolicismo español.
Arboleya Martínez 1870-1951; y pudimos comentar en más de una ocasión, aparte de sus logros, las reticencias, dificultades e incluso prohibiciones que a lo largo de los treinta primeros años del siglo experimentaron estos “apóstoles sociales”
de gran generosidad y relativa eficacia en el desarrollo de sus proyectos, Volvía y reiteraba entonces D.
Abundio – y esta consideración fue
frecuente - al recuerdo de un librito,
que había leído en los años treinta,
y que le había generado una inquietud profunda: El Sermón perdido, Los
católicos de “acción” bajo la dictadura
española, escrito precisamente por
el canónigo de la catedral de Oviedo, Maximiliano Arboleya Martínez,
Sigue en pág.7
SEPTIEMBRE 2015
mas
7
XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
Viene de pág. 6
una de las figuras más destacadas
del catolicismo social en España, y
uno de los más significativos defensores del sindicalismo católico “puro”, que le atrajo la furia y el desprestigio de los sectores católicos
integristas dominantes.
En 1930, y ya desde el título de
su obra, aludía el canónigo Arboleya al profundo desasosiego que le
seguía produciendo la miopía,
cuando no la ceguera, de los católicos, distantes o ajenos a las enseñanzas de la tradición cristiana, pese al intento de renovarlas, ponerlas al día, desde el pontificado de
León XIII, a partir de la Rerum Novarum, y con una acción social raquítica o ralentizada por la excesiva
“prudencia” de la carne frente, o ante, las “imprudencias” del espíritu,
a que con tanta frecuencia aludía
Mons. Herrera Oria, otra de las personas por las que sentía especial
predilección. Sintonizaba D. Abundio a la perfección con ambos, con
el canónigo Arboleya y con el obispo de Málaga; y comentaba la necesidad de ponerse, mejor, estar siempre, en actitud de misión.
Tras la guerra - y esta inquietud
viene a explicarlo -, en medio de la
represión, de la reconstrucción de
lo destruido, del hambre, del racionamiento, del miedo, de la forzada
emigración interior y del exilio, y
como vía de colaboración a una “recristianización” de la sociedad, conforme al decir y sentir de la jerarquía eclesiástica, comenzó D. Abundio a arribar, a experimentar y vivir
de forma directa e inmediata, en su
querido Vallecas, junto a la miseria
y el miedo referidos, el sentido antirreligioso de la clases trabajadoras,
su más que dura animosidad hacia
la Iglesia, así como su desconocimiento de la figura de Cristo, trabajador, hermano de los pobres de la
tierra, de los marginados. Fue su
más evidente constatación de que
el Sermón perdido tenía sus razones,
su peso, su urgencia en un cambio
de óptica que hiciera ahora viable
poner remedios ante tanto “tiempo
perdido” y fomentar la prisa en recuperarlo.
La “travesía del desierto”
Porque, con la victoria de 1939,
continuaba aquella “travesía del
desierto” –era expresión suya- en la
que comenzaron a acendrarse su
sensibilidad y experiencia sociales,
su virtud, su sentido de la obediencia, su capacidad de organización y
de servicio y su vivencia paradójica
de la fe.
Pese a todo, y con ello no se olvidan las muchas oportunidades desperdiciadas y los excesivos desafueros provocados, en D. Abundio
prendió y afloró la “lección”. Tal como conocemos todos, al hilo del renacer de las ricas aventuras apostólico-sociales en las que también jugaron con mayor fuerza los nacientes movimientos especializados de
la Acción Católica, Hermandades se
gesta, nace y crece en este clima de
inquietud. Se cruzan aquí, y de forma persistente la mirada al cielo y
la atracción por la tierra y sus
hombres; tal como – y también era
expresión suya - los dos brazos de la
cruz testimonian: la oración y el
compromiso; con los ojos en Dios, y
la apuesta por los hombres. Con demasiada frecuencia se olvidó el “horizontal”; porque el “vertical”, sin el
otro, podría llegar a ser alienante.
Por eso, y sin dejar de mirar al cielo,
se puso a “hacer”.
La posguerra, es más que sabido,
en general, despertó y aligeró inquietudes; y el propósito de conseguir, por fin, un “Estado católico”
estuvo en los orígenes de aquel entramado sociopolítico en que jerarquía eclesiástica y aparato estatal
actuaban y, a veces, sobre todo al
principio, llegaban a confundirse.
No obstante, entre las primeras y
más significativas reticencias en esta
relación a la vez fluida y reservada,
sobresale -hay que reiterarlo-, en
nombre de la lglesia, la postura del
cardenal Gomá frente a la aventura
“filonazi” de Serrano Suñer, en nombre de un Estado agradecido a los
países del Eje, a la que sigue la primera reducción falangista en el aparato político; pero, con el nuevo arzobispo de Toledo, Pla i Deniel, ya en
escena, y en el declive de la Guerra
Mundial, el “sector” católico toma
oficialmente cuerpo en la cúspide
del Estado con la significativa presencia de los “propagandistas” y de
su acervo de experiencias y compromisos desde que el P. Ángel Ayala y
D. Ángel Herrera fundaran la ACNdeP en los primeros años del siglo. Se
agiliza entonces, o se define y perfecciona todavía más, la política de
“apoyos”; que sustantivamente era
“oficial” desde que el Jefe del Estado
proclamara, tras la constitución del
Nuevo Estado, que la política social
de su régimen había de partir y apoyarse en las enseñanzas de la Doctrina Social Católica y de Doctrina Política Pontificia. Ahora se estructura y
encauza esta política de “apoyos” co-
mo “normal”: y facilita una jugosa
relación de obras conjuntas que fueron solemnemente proclamadas por
el ya cardenal Pla i Deniel en un jugoso artículo de la revista Ecclesia al
inicio de los años cincuenta. Se canta y recapitula aquí y ahora la magnífica alianza y la provechosa obra
de la “restauración” católica.
Su “desierto” fue superable desde la fe; y su inquietud derivó con
los años en la paz que él mismo
irradiaba y que se traducía en más y
mejor armonía; con el propósito y el
norte, inamovibles, de caminar hacia una Iglesia sencilla, desprendida, bien intencionada, social hasta
lo inverosímil.
Creía D. Abundio, desde su proD. Abundio no se hallaba, entretanto, en estos (altos) menesteres. funda fe -y este impulso puede y
Vivía y extendía su inquietud. Ex- debe sobrevivir- en la Doctrina Social de la
pandía y amIglesia; en
pliaba su hasu fuerza
cer; y trataba
vindicativa
de buscar fory en su pomas de hacerder de conlo crecer en revicción; y la
alidad. Repeconsideratía, al recorba, en el endármelo pertorno de los
sonalmente, el
textos pongran apoyo
tificios, no
que le proporcomo una
cionaban tan“moral soto el Patriarca,
cial” al uso,
Mons. Eijo Gapor
otra
ray, como su
parte tan esobispo auxicasa aún, siliar,
Mons.
no
como
García Lahi“punto de
guera; las difipartida” hacultades que
Maximiliano Arboleya Martínez
cia la infinidesde primera
hora generaba su “quehacer” entre ta generosidad entre los hombres
prohombres del régimen, disconfor- –“amaos como yo os he amado -,
mes con esta inquietud tanto espi- pese a la fuerza combativa del egoritual como social que arreciaba en ísmo, del desinterés, del olvido e inlos primeros militantes; y acentua- cluso del refugio en una oración
ba la generosidad fuerte y constan- desvinculada de los demás.
te de los que se asomaban así, como
El trabajo, la dignidad de las
“discípulos de la Verdad”, a profesar
y expandir “el sentido humano de personas, la familia, la educación,
Cristo”; un Dios encarnado, que se la generosidad, el progreso… La
veía, se palpaba y se escuchaba y carta Populorum progressio vino a
comunicaba, como a cualquier otro ser nuevo acicate ante el trasvase
hombre, en cuantos sufrían las pe- generoso de las Hermandades hanas, carencias e injusticias que ali- cia América; y, cuando, casi en vísperas de su muerte, entre nosotros
mentaban la vida de los pobres.
aventuraban nuevos tiempos, en
La “incógnita de Dios” y la
un mundo autosuficiente y confelicidad de la fe
vencido de poder resolver por sí
mismo sus problemas, su equiliY fue así, a partir de la propia, y brio, su moral e incluso su humasocialmente vivida, inquietud, como nismo, el “vacío” que habían de
fue surgiendo y asentándose la paz; provocar, tras la caída del socialisque supo él, y quiso, difundir como mo real, tanto las repercusiones no
“paradoja divina”: la “incógnita” de queridas de las nuevas tecnologías
Dios, cuyos planes, a ojos vista, sue- como las contradicciones de la glolen ser desconcertantes: de la inme- balización que nos envuelve, oblidiatez de la muerte a que se vio abo- ga a mirar desde el “presente” este
cado en plena guerra, a la inquietud fecundo “pasado” a favor de un
social, siempre en connivencia per- “mañana” mejor.
fecta con su obispo. Era algo más que
“obediencia debida”; era la “seguriAprendió a superar las barreras de
dad” de estar en el camino obligado, la lógica y supo arribar a la felicidad
a pesar de las inseguridades en que de la fe. Aquí, sin lugar a dudas, residebió verse inmerso. “Prefiero – repe- de su fuerza, su actualidad, su capatía- equivocarme con mi obispo, a cidad de hacer futuro; naturalmente,
acertar sin él”.
si se desea y quiere de verdad.
8
mas SEPTIEMBRE 2015
XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
ESPIRITUALIDAD DE LAS HERMANDADES DEL TRABAJO
Por Juan Carlos Carvajal
Todo Movimiento eclesial se sustenta sobre un Carisma. Ese Carisma es el que le identifica al interior de la comunión eclesial y
sostiene su misión a lo largo del tiempo. El carisma, en cuanto
don del Espíritu Santo, es “una gracia sobrenatural” indisponible
para el hombre; no obstante, los agraciados por ese don deben
desarrollar unas disposiciones para hacerse receptivos suyos.
En concreto, Hermandades del Trabajo es depositaria del carisma de don
Abundio a favor de la evangelización de los trabajadores y sus mundos; pero para que ese carisma siga vivo es preciso que sus miembros, en especial
los militantes, se hagan receptores del mismo desarrollando una espiritualidad cristiana caracterizada por unas notas particulares. Estas notas las
podemos reunir entorno a cinco dimensiones que, podríamos decir, definen la identidad y espiritualidad propia de nuestro movimiento.
- Espiritualidad EUCARÍSTICA. El amor de Dios, nuestro Padre, se ha desentrañado en la entrega pascual de su Hijo Jesús. Esa entrega de amor se
actualiza cada vez que la Iglesia celebra la Eucaristía. Los miembros de las
Hermandades reconocemos la Eucaristía como el centro de nuestra vida
cristiana. Cada vez que la celebramos, especialmente en el Cenáculo de
nuestro Centro, no solo nos hacemos receptores del amor de Cristo, sino
que nos comprometemos a ser instrumento suyo allí donde nos encontremos, en especial entre nuestros hermanos trabajadores. Consideramos que
la celebración eucarística es la condición de posibilidad de que podamos vivir una vida eucarística, es decir, una vida de entrega al servicio del Reino
de Dios.
Texto de D. Abundio: Ya Jesús se va acercando a este pan. Jesús de pie tomó
el pan, lo bendijo y se le acerco a su pecho y a sus labios y lo rompió. La fracción del pan es también muy simbólica y muy trascendental. Dios te tomó, te
bendijo y te partió, es decir, ungió tu vida con el dolor, este es el rompimiento. La fracción del pan es muy simbólica y trascendental. “Vas a ser mío pero
antes voy a romperte para que participes de mi Cruz y de mi sacrificio”. Dios
se rompió en su acción mesiánica y Dios a aquellos a quienes quiere unir a su
acción, les rompe.
- Espiritualidad MARIANA-ECLESIAL: La Virgen María escucha, acoge, obedece y engendra la Palabra de Dios: Jesús. La Virgen es la imagen y modelo de la Iglesia. Todos los cristianos tienen a María como madre y referencia de su vida creyente. Los miembros de la Hermandades del Trabajo tenemos una especial devoción a la Santísima Virgen y, por lo mismo, vivimos con una especial intensidad nuestra pertenencia eclesial: nos reconocen hijos de la Iglesia y miembros activos de su misión evangelizadora. Para que esto sea real, queremos tener las mismas actitudes de María respecto a la Palabra y estar disponibles a la voluntad de Dios para servir su proyecto salvador allí donde nos encontremos.
Texto de D. Abundio: ¡Qué os sintáis Iglesia! Miembros de una Iglesia total
y que de miembro a miembro haya una corriente de simpatía y de amor, porque de otra manera se destruye la Iglesia. El alma de la Iglesia es el Espíritu
Santo, Espíritu de amor del Padre y del Hijo. La Santísima Trinidad vive en la
Iglesia y su aliento vital es el que la sostiene y eso es Iglesia, la actuación del
Espíritu Santo en nosotros […] Jesús se marcha y nos envía su Espíritu. Pero
allí en Pentecostés estaba también su Madre que vivió muchos años después
que Jesús se marchó, porque hacia falta que una Madre acunara a aquella
criatura recién nacida que era la Iglesia. También que en toda tu vida espiritual esté María presente. En tus fracasos, en tus pecados, en tus alegrías y crisis, mira la Estrella, llama a María, que ella sea la orientación y guía de toda
tu vida.
- Espiritualidad ENCARNADA: Al igual que el Hijo de Dios, por obediencia al
Padre y por amor a los hombres, asumió en su Encarnación al ser humano
en su totalidad; los miembros de las Hermandades tratamos de asumir las
condiciones propias de nuestra vida, especialmente las que se refieren al
trabajo. En nuestros ambientes buscamos vivir comprometidos con el Reino de Dios, tratando, con otros, de transformar nuestro mundo desde dentro. En este compromiso encarnatorio buscamos tener una especial cercanía
con los más pobres y desfavorecidos. Consideramos la formación como un
factor determinante para que esta encarnación sea eficaz; y la Doctrina Social de la Iglesia como una orientación fundamental de nuestro actuar.
Texto de D. Abundio: El objetivo especial de la espiritualidad seglar es la consagración del mundo. El mundo ha de ser redimido por la acción personal del
hombre. Esto exige un contacto directo y personal con él, un vivir inmenso en
el mundo […] La espiritualidad seglar, sin perder su mordiente de renuncia,
debe compaginarse siempre con el amplio marco de la convivencia humana y
debe suspirar por un noble y ambicioso ideal de superación e influencia social.
En resumen, el seglar debe exaltar, estimar y cultivar los valores, dotes y virtudes humanas para la conquista de puestos de responsabilidad.
- Espiritualidad ORANTE: La vida del cristiano es una vida filial y, por tanto, una vida vivida en la presencia de Dios, su Padre. Los miembros de las
Hermandades del trabajo, unidos a nuestro hermano Jesús, nos reconocemos con él y en él hijos de Dios y queremos vivir nuestra vida en un
constante diálogo amoroso con quien sabemos que conduce y provee la
historia. No hay acontecimiento en el que Dios no esté, no hay ningún
encuentro en el que Él no provea para llevar su Reino adelante. Cada uno
de esos acontecimientos y encuentros personales son la ocasión para que
los militantes de las Hermandades elevemos nuestros ojos al cielo con la
confianza de quienes todo lo esperamos de Él. En nuestra oración, hacemos presente las circunstancias y el destino de nuestros hermanos trabajadores.
Texto de D. Abundio: Hagamos de la oración algo muy sencillo, muy espontáneo, nada artificial. Hay que buscar la sencillez, hay que buscar la piedad
y la piedad no es más que unas relaciones entre padre e hijo. Hay que sentir
a Dios como Padre y sentirnos nosotros como hijos, y vamos como hijos a consultar dudas, problemas, pedir remedios, ayuda, lo que sea […] la oración es
la respiración del alma. Ahora bien, hemos de advertir que la oración, más
que una de piedad, es una disposición interior. La oración, fundamentalmente, consiste en ponernos en contacto con Dios de donde surgirán afectos de
alabanza, petición, acción de gracia, etc. Para orar, pues, no hacen falta fórmulas. El trabajo, las preocupaciones, la agitación de la vida, todo puede facilitar la elevación del corazón de Dios.
- Espiritualidad FRATERNA: Por su entrega pascual, Cristo ha sembrado el
germen de la fraternidad. Los cristianos, hermanos suyos, hacen de su vida un servicio de la fraternidad allí donde se encuentren. Los miembros de
las Hermandades del Trabajo, hacemos de la fraternidad nuestro mayor
distintivo. Esta es la razón por la que deseamos acoger y tratar como hermanos a todos aquellos que el Padre nos pone en nuestro camino. El anhelo de fraternidad nos impulsa a implicarnos con nuestros compañeros de
trabajo, a compartir su dolor y sus alegrías, para que juntos hacer posible
el reinado de la justicia social y que Jesús pueda convocar en torno suyo a
los hermanos que el Padre le ha dado.
Texto de D. Abundio: Estáis haciendo Hermandad. Por Dios, que nunca perdáis la autenticidad a que obliga esta nuestra vocación apostólica. “Hacer
Hermandad” quiere decir practicar en grado heroico la virtud de la caridad
fraterna. La caridad es paciente. Hay que aguantar mucho si queréis cumplir
con el precepto de la caridad, hay que sufrir y aguantar mucho porque la caridad es paciente […] La caridad es benigna. La benignidad es una tiernísima solicitud para buscar siempre el bien de los demás. La caridad no es ambiciosa, nunca es ambiciosa, nunca busca nada para sí, nunca busca su bien
y su provecho, busca el último lugar.
SEPTIEMBRE 2015
mas
9
XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
Jesús es la clave
Por Juan Rico
Cuando un ser humano asume la tarea de
transmitir consistentemente a sus hermanos el mensaje de Jesús y respaldar ese
mensaje con la calidad y autenticidad de
una vida acorde con él, se le puede llamar
maestro y testigo.
El beato Monseñor Oscar Romero, dijo en su
homilía del 10 de julio de 1997: “En el corazón
de cada hombre hay como una pequeña celda
íntima, donde Dios baja a platicar a solas con
el hombre. Si cada hombre… entráramos en
esta pequeña celda…y escucháramos la voz
del Señor… cuánto podríamos hacer cada uno
por mejorar el ambiente, la sociedad, la familia
en que vivimos”.
Los que han conocido y tratado a D. Abundio
han quedado ensimismados por una vida sencilla, una personalidad recia que les encandilaba. Un hombre entregado en cuerpo y alma al
trabajador sin escatimar su tiempo. Sin buscar
su propio interés sino cumplir el proyecto que
latía en su corazón con el empuje del espíritu
del Señor. Había que llevarlo a cabo y se entregó en cuerpo y alma.
Pero ¿dónde está la clave por la que podamos descubrir tanta entrega por los demás?
Los que le conocieron, dicen que la sencillez de
su persona se correspondía con la sobriedad
que caracterizaba su manera de ser. Austero en
el más amplio sentido de la palabra. Madrugaba mucho, y tras la oración… el desayuno. No
sabemos cómo era y cuánto duraba esa oración. Lo cierto es que no dejaba pasar ocasión
para hablar de la oración. Consciente de la responsabilidad de evangelizar a los trabajadores
tenía que ayudarles a encontrar a Jesús. D.
Abundio leía las obras de Santa Teresa. Admiraba su auténtico espíritu de oración: “No es
otra cosa la oración mental, a mi parecer, sino
tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”. Y
se sabe que el libro lo usó y consultó muchas
veces. De ello dan testimonio las anotaciones,
con bolígrafo, regalo de la Priora y Madres Carmelitas el día de su primera Misa.
Un hombre que hace alusiones al tema de la
oración en todas sus formas, pero en especial
la de tipo personal, hace pensar lo mucho que
la practicó. Hay que pensar que el principal
punto de la oración era llegar al encuentro con
Jesús. El sacerdocio le debió llevar a plantearse cómo y qué debía hacer para una fidelidad
productiva. ¿Cuál fue el proyecto vital de Jesús,
(el reino de Dios)? ¿En función de qué y quienes vivió (el Padre y los pobres)? Y la respuesta, a esos interrogantes, no fue otra que su
propia vida entregada a los demás. Había elegido el seguimiento de Jesús.
Y sabía que lo fundamental era la experien-
cia personal del seguidor. Aquel que había bebido de la fuente de la vida debía comunicarlo.
Del encuentro con Jesús le quedó la respuesta
de Pedro: “Señor, tu sabes que te quiero” (J. 21,
15-18) Y la tomaría como lema para siempre en
su vida.La experiencia del amor divino le invita
a ofrecer gratis aquello que gratis había recibido. De la abundancia del corazón habla la lengua. Y la experiencia personal será la mejor
pastoral, la mejor nueva evangelización. No le
había dejado indiferente habiendo liberado un
caudal sin fondo de energía y un desvivirse a
favor de la vida de los pobres.
Así, pues, no es de extrañar que lo que a él le
había llenado, tuviera alguna tendencia a comunicarlo. Varias personas que aceptaron su
dirección espiritual, y otras a través de tandas
de ejercicios espirituales de las muchas que dirigió, siguieron los consejos evangélicos y perseveraron tras su profesión religiosa.
Hay que destacar que era una persona de
muy profunda vida interior, muy avezado en
las profundidades de la oración y propaga su
experiencia de Dios. “El fruto del silencio es oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la
fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El
fruto del servicio es la paz.” (Madre Teresa de
Calcuta). Del silencio nace todo lo demás.
Don Abundio luchó y logró alcanzar un perfecto equilibrio entre oración y acción. Logró
una perfecta síntesis entre estas dos formas de
entender la vida. Supo ser el cristiano de una
pieza que lo mismo dialoga con Dios que con el
mundo. Y así quiso que fueran los militantes de
Hermandades del Trabajo, un movimiento apostólico y social. Los militantes han de aplicarse a
lo apostólico y social por igual. Los centenares
de miles de afiliados era deseable que asumieran este postulado fundamental: apostólico y social, mitad y mitad. Por ello se crearon dentro
de Hermandades varios niveles de entrega a la
Obra. Si participa en alguna actividad específica
accede a los Grupos de Acción. Los dirigentes de
Hermandades debían aceptar algunos compromisos en materia de vida de oración, reuniones
semanales y otros compromisos
tes entregados.
Se centró en ello
y que en cada
Hermandad hubiera un grupo
de hombres y
mujeres, verdaderamente entregados y dispuestos a la evangelización del mundo del trabajo.
Confió en ellos
como motor de
la Hermandad.
La actividad del
fundador admiraba a todos. Y
siempre la misma pregunta
¿cómo puede hacer tanto?
Don Abundio
no se cansaba de
predicar, no solo
con la palabra sino también con
el ejemplo. La sencillez y transparencia, tan
marcada en el carácter de don Abundio se percibía en Hermandades. Aborrecía la soberbia, la
ambición, la prepotencia y admiraba la humildad.
“Remedios contra este amor propio: Buscar a
Dios en todo, con sinceridad, con franqueza, y si
Dios es glorificado aunque tú fracases, bendito sea
Dios. Bendito sea Dios aunque yo fracase y me humille, eso es actuar con pureza de intención, eso es
buscar a Dios y condenar el amor propio…”
Vemos, pues, cómo el fundador, poco a poco,
va impregnando del perfume del evangelio a
aquellos hombres deseosos de comprometerse
en el proyecto. Presentaba el trabajo como medio de santificación personal. Dios le había colocado en ese escenario para ser la “levadura y
luz del mundo”. Formaba a las personas en
criterios cristianos y urgía la oración personal.
Es decir, bajar a la profundidad de su intimidad más íntima, para reunirse con Dios. y que
le iluminara la voluntad para decidir. Después,
actuar bajo su responsabilidad.
“La oración es cuestión de amistad….Lo original del cristiano está en la relación personal que
el hombre entabla con Dios; es decir, en la aceptación y compromiso con la persona de Cristo-Jesús.
Por eso la oración no es verdaderamente cristiana
sino cuando se sale de ella decidido a vivir sinceramente como hijo de Dios, con Cristo-Jesús…Sigue siendo cierto que la esencia de la oración cristiana consiste en el encuentro personal con Cristo
Jesús, pero no tanto con el Cristo histórico y personal que hoy vive en el cielo, sino con el Cristo total o místico que vive en el creyente. Una vez más
hemos de pensar que la oración se explica a partir
de la fe y que la fe no solo es referencia vertical
hacia Dios, sino compromiso con la vida en nuestras relaciones humanas… La relación personal
con Cristo no es solamente diálogo, es también
unificación de sentimientos, de proyectos y de vida; en una palabra es compromiso y acción”
(Mensaje 77, Una vida por el mundo del Trabajo
– A. Linés, pp, 258-59)
Pensaba don Abundio que lo más urgente
era contar con cuadros de dirigentes o militan-
Obviamente la clave de su entrega a los demás está en Jesús. Sin Él nada se puede hacer.
10
mas SEPTIEMBRE 2015
XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
Entrevista a D. Abundio García Román
con trozos de vida sencilla... mente
A continuación reproducimos la
transcripción de un coloquio-entrevista realizada al Siervo de Dios
Abundio García Román el día en
que se celebró el 40 Aniversario de
la fundación de las Hermandades del
Trabajo. Esta entrevista se conserva
en los archivos de la Fundación en
soporte fílmico. La transcripción
conserva el estilo verbal; solo se
han eliminado repeticiones y se ha
puesto en orden algunas expresiones. Con esta publicación ponemos
al alcance del gran público un documento que, sin ser inédito, era difícil acceder.
Cipriano López: Hoy, 31 de Octubre de 1987,
las Hermandades del Trabajo van a celebrar el 40
Aniversario de su fundación. Minutos antes de
esta celebración, tenemos la oportunidad de entrevistar a D. Abundio García Román, fundador
del Movimiento en España y en América. Nos encontramos en su despacho, en torno a su mesa
camilla, cuatro militantes: Pilar Jáuregui, Carmina Quiñones, mi esposa, Cristina y un servidor,
Cipriano López Lizarbe. Yo quisiera que esta entrevista fuera algo familiar; que los que aquí estamos, vayamos haciendo y desgranando algunas preguntas a D. Abundio, en este su cuartel
general de trabajo.
D. Abundio: Para mí, los 40 años de Hermandades sois vosotros, los militantes. Militantes de
hoy, unos; militantes de ayer, otros; militantes de
antes de ayer, otros. Aquí, son todos los que están, aunque no estén todos los que son.
Carmina Quiñones: Padre, a mí se me ocurre
preguntarle: ante esta escasez de militantes
¿qué método de los ya utilizados o si se le ocurre
alguno nuevo, podríamos emplear para que se
unieran a nosotros gente joven, nuevos militantes con savia nueva?
D. Abundio: Esto hay que hacerlo partiendo
de ellos. Que los mismos jóvenes, formados en el
espíritu de las Hermandades en núcleos reducidos, sean los que después infundan, ellos mismos, ese espíritu, a su modo y estilo, a sus compañeros. La persona mayor no es tan propicia para convencer a un joven. Es mejor que sean ellos
mismos, los que se comprometan con sus compañeros, los que les adoctrinen, también, los que
les acompañen en la tarea apostólica.
Claro está que se ha de partir de un grupo inicial, que ha de ser de personas más convencidas,
con más experiencia, incluso guiado por personas mayores; pero esto en núcleos más reducidos. Pero después, la labor general ha de ser de
ellos mismos.
Siempre se dijo que los trabajadores tienen
que ser evangelizados por los trabajadores, los
intelectuales por intelectuales, los jóvenes por
los jóvenes… Creo que este principio sigue siendo exacto hoy día. De momento, acaso, nos falta
ese núcleo inicial de la juventud que después extienda su influencia en los numerosísimos jóvenes adscritos a Hermandades. Repito, es necesario fomentar ese número de comprometidos
Cipriano: Bueno, yo siempre he mantenido la
tesis de que las Hermandades del Trabajo las hicieron los jóvenes; porque hace 40 años, cuando
comenzaron la Hermandades del trabajo, las mujeres y los hombres de entonces eran verdaderamente jóvenes. ¿Piensa usted que los jóvenes de
esta generación pueden asumir la responsabilidad de una Obra Apostólica para Trabajadores?
D. Abundio: Pues para eso hay que formarles,
para que sean capaces de responder a la necesidad de extender el mensaje de Cristo entre los jóvenes…
Es verdad que la Obra comenzó entre jóvenes.
Los primeros ejercicios que yo di a los dirigentes,
fueron siempre ejercicios para hombres solteros.
Ahí están las fotos que lo acreditan. Eran todos
jóvenes, hoy están casados todos. Lo mismo pasó con las chicas, la mayoría eran jóvenes. Después, sí, ellos mismos fueron a actuar sobre
otros, un poco más distantes de la Obra y de su
espíritu. Los primeros responsables fueron gentes convencidas, con una vida espiritual interior
muy exigente. Después, ellos son los que han divulgado y han conquistado los ambientes más
alejados
Pilar Jáuregui: Padre usted
sabe que los jóvenes de ahora
están muy preocupados por su
porvenir. Hoy es
muy difícil situarse. Tienen
que trabajar, tienen que estudiar
muchísimo. Quizá este sea hoy
el principal obstáculo. Porque
cuando nos ven,
cuando nos hablan, cuando nos
preguntan, sienten entusiasmo
por conocer nuestras vidas, y que nosotros les digamos como hicimos, lo que hicimos y como nos
comprometimos. Entonces, esa preocupación
por el apostolado la llevan dentro. Lo que pasa,
quizá, es que no pueden comprometerse. ¿No será que los tiempos son muy difíciles?
D. Abundio: Hay que aprender un poco de Jesucristo, que es un Maestro en todo. El escogió
entre aquella muchedumbre enorme de gente
que le seguía, solamente a doce. Después esos
doce se fueron por el mundo entero a divulgar
la doctrina. Los comienzos han de siempre así,
en pequeños grupos de comprometidos, para
poder exigirles más y comprometerles mejor.
Después, ellos harán lo que hicieron los apóstoles, irán por ahí asumiendo el trabajo, predicando y convenciendo, no tanto nosotros desde
aquí.
Carmina: Padre, y en cuanto a la organización.
Usted, ¿considera válida la de los comienzos:
hermandades de profesión y empresa; que puedan agruparse los trabajadores en su centro de
trabajo, formando una hermandad de empresa o
de profesión, según el volumen de trabajadores
de ese centro de trabajo?
D. Abundio: Yo siempre he defendido que ese
es nuestro carisma, porque hay otras organizaciones que no lo hacen de esta manera, reúnen a
grupos de trabajadores, en general. Y hacen su
labor, claro está. Nosotros nunca lo hicimos así.
Lo hicimos siempre por parcelas de empresa y
parcelas de profesión. Siempre se ha visto que los
trabajadores han buscado esa cualificación profesional. Ellos quieren sentirse lo que son, y se
unen más fácilmente a sus mismos compañeros
de trabajo. Por eso, al inicio, fue tan fácil y que en
poco tiempo creciera tanto el número de hermandades, porque se comenzó en el surco mismo de las empresas.
(Sigue en pág. 11)
SEPTIEMBRE 2015
mas
11
XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
(Viene de pág. 10)
Carmina: Don Abundio, a mí lo que más me
gustaría es ver muchísima más gente joven en
Hermandades, porque una de las cosas que más
me preocupa es América, es decir, nuestras Hermandades en América. Me imagino que allí faltará mucha gente preparada, gente que vaya desde aquí a ayudar a germinar todo lo que en aquellas tierras se ha iniciado; pero ¡falta tanto…!
D. Abundio: Se ha comenzado con una misión,
una tarea, que en tiempos no supimos realizar,
que es la de las casas de Hermandades por barrios. Entonces comenzamos, pero no acertamos…, por lo que fuera. Yo hoy lanzo el reto a
nuestro Centro de Hermandades. Ya lo he lanzado varias veces a los jóvenes y también a los mayores: que cuiden mucho esas casas, y de ahí, en
conexión con la central de Hermandades en Juan
de Austria. En las barriadas si hay más gente joven. Madrid, está envejecido en el centro, pero
está rejuvenecido en las periferias. Por eso hay
que ir allí a buscarles.
Yo creo que sí, que de esa manera nos podremos acercar a los jóvenes… Es más hasta tengo
el sueño de que el año 92, quito centenario del
descubrimiento de América, también nosotros
podamos presentar nuestro continente, continente de gente joven de Hermandades, unidos,
es verdad, unidos. El continente no disgrega, sino que une. A diferencia de los archipiélagos que
disgregan. No es igual.
Ya digo, este es el reto que yo he lanzado a
nuestro Movimiento y que de momento creo que
es acertado para trabajar. Dios quiera que el año
del Descubrimiento descubramos esa nueva faceta nuestra, de ver qué es la conquista del descubrimiento de la juventud obrera y trabajadora.
Pilar: También es verdad que, por ejemplo, los
sábados, cuando nosotros volvemos de El Espinar, sobre las seis de la tarde, esta casa está llena de gente, hay muchos jóvenes. Unos están en
la Central, trabajando o divirtiéndose; los otros,
con los monitores, se están preparando para las
colonias infantiles; y otros están en la Coordinadora de Juventud. Y todos están aquí trabajando.
La casa vacía de mayores y los jóvenes están solos. Está toda la Casa llena de jóvenes. Lo que pasa es que les falta el compromiso. El querer comprometerse.
D. Abundio: Falta el núcleo de contagio de jóvenes. Y en los últimos años, por desgracia, no
han tenido consiliario. Porque, aunque el consiliario no es el principal factor, ni mucho menos,
es imprescindible…
Aunque el Concilio nos dice que los movimientos católicos son de seglares y tienen que ser “secularizados”, a los curas nos admiten como compañeros de viaje. Y, en efecto, sin ese cura de
compañero de viaje no se puede caminar en el
plano apostólico… Les ha faltado eso… Tenemos en perspectiva el nombramiento de un consiliario para la juventud de Hermandades. Creo
que vamos a comenzar esta nueva era de conquista de la juventud
Cipriano: Se ha tocado un
tema que creo que es muy importante. Es el tema del compromiso. Hoy nadie se quiere
afiliar a nada. No se afilian
políticamente, tampoco se
afilian sindicalmente…, hay
pocos grupos de empresa, poca comunicación en la empresa. La sociedad se va haciendo
más independiente. Ya ni se
saluda uno con las personas
de su propia casa al subir en
el ascensor…
D. Abundio, ¿cree usted
que con esta sociedad se puede hacer un apostolado con los moldes y el espíritu con que se realizaba en los años anteriores o,
por el contrario, hay que cambiar ese molde de
apostolado?
D. Abundio: Yo no me atrevería a repetir lo
que hice hace 40 años, yendo a las empresas y
reuniendo allí a los trabajadores. Primero porque
no me admitirían… Por tanto, ese molde ha cambiado por necesidad. Pero hay otros moldes claro
está, y esos moldes hay que desarrollarlos.
Es verdad que el mundo de la increencia ha
aumentado mucho y sobre todo en España. De
una sociedad católica, cristiana, se ha pasado a
una sociedad donde abundan los ateos y los agnósticos, la gente indiferente… Por eso hoy lo
que se pretende es crear pequeños grupos, comunidades de base que sean como fragmento y
levadura. No se puede hablar de multitudes. No
es el momento. Hay que hablar de pequeñas comunidades de base que se hagan y, después, que
fermente el todo.
Aquí hay que pensar, como ha dicho Pilar, que
hay muchos jóvenes. Aquí, a lo largo del día, pisan la casa de Hermandades, acaso, unos mil jóvenes. Entre deportes, clases de formación profesional, cultura y arte, muchos, muchos; pero
comprometidos hay menos. Falta el núcleo inicial de ese compromiso, faltan los apóstoles de la
juventud que han de ser ellos mismos.
Cipriano: Visto el panorama, ¿quiere darnos
una consigna para esos jóvenes que hoy no están
en las Hermandades, esos que ni siquiera las conocen, esos que todavía no han tenido la fortuna
de pasar una vez por Juan de Austria?
D. Abundio: A esos hay que buscarles donde
están, hay que ir por ellos y atraerles. Por la simpatía, por el cariño, con otro recursos y alicientes, pero atraerles. Hay que atraerles y una vez
aquí dentro, en Casa, ya es mucho más fácil la
conversión y el convencimiento. Hay que salir a
la calle y pisarla para traer a esa juventud que está hoy en día tan alejada de la idea religiosa.
Cipriano: ¿Considera que la idea religiosa está alejada en general de la sociedad española en
estos momentos?
D. Abundio: Se ha perdido, aunque no todo.
Como sabemos, España tiene raíces católicas seculares, pero en fin, hoy día ha aumentado la increencia en España. Son datos científicos, completamente avalados. Por eso hace falta hacer
mayores esfuerzos para que esos que se han ido
y los otros que nunca fueron vayan viniendo.
Contamos con la Gracia de Dios y la inspiración
del Divino Espíritu. Al fin y al cabo es Él el que,
como alma de la Iglesia, busca siempre el crecimiento de su obra. La Iglesia no es obra de hombres, es obra de Dios. Cristo vino a fundar su
Iglesia. Cristo está comprometido con su Esposa
que es la Iglesia. Hay que ser optimistas, pero bajo el prisma siempre del criterio sobrenatural.
Carmina: Padre, yo me pregunto si es que no
sabemos hacer atractivo la figura de Jesucristo
en el mundo de hoy. Para nosotros tuvo un impacto tremendo esa figura: Camino, Verdad y Vida. La fuimos asimilando y la fuimos haciendo
nuestra, y nos fuimos admirando y enamorando
de todo lo que supone el mensaje de Jesucristo y
su misma persona. Sin embargo, nosotros, hoy,
por nuestra forma de comportarnos, de actuar
en la sociedad, en la familia… ¿es qué no lo sabemos dejar traslucir?, ¿no sabemos presentarles la figura de Jesucristo?
D. Abundio: Siempre se ha dicho que los dos
medios apostólicos son la palabra y el testimonio. La palabra hay que encontrarla donde está,
que es en el Evangelio. El que medite el Evangelio, termina enamorándose de Jesús. Y después
rubricar todo eso con nuestro testimonio; que la
gente al vernos se sienta atraídos por esa Verdad
que profesamos. Pero nunca debemos olvidarnos
de que la fuente está en el Evangelio. Hay que estudiar esa figura, hay que meditar esas verdades
y hay que enamorarse de Jesús para después ir
por ahí predicando como locos su mensaje. Los
santos fueron siempre un poco locos, locos de su
Evangelio. Si queréis un poco estrafalarios, pero
siempre obsesionados con la predicación de la figura de Cristo.
Cipriano: Bueno, verdaderamente, esta charla, que podríamos decir charla de café, aunque
sin tazas sobre la mesa, ha durado muchas más
horas. Aquí solo hemos hecho un pequeño montaje de unas cuantas ideas sobre la situación actual, la sociedad, las Hermandades y el futuro
también de las Hermandades del Trabajo hacia
América.
12
mas SEPTIEMBRE 2015
XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
Testimonios
D. Abundio García Román fue un hombre carismatico, que dejó impronta en muchísimas de las personas que trató durante su vida. La humildad, el cariño, la sabiduría y esa manera tan característica de llevar a Jesús a la primera línea, se ganaba la admiración y la lealtad de los que le conocían. Sacerdote en primer lugar, comprometido
con el mundo del trabajo, íntegro y ejemplo de ese compromiso, se apoyaba y recomendaba la formación y la actualización para cada uno. Aquí puedes leer algunos testimonios, ejemplos de esa huella que dejaba impresa, para siempre, en las personas con quienes trataba.
Tuvo siempre muy claros los fines de lo que acabó concretándose desde
1946 en las Hermandades del Trabajo: La evangelización del mundo del
trabajo por su conocimiento de Cristo y su seguimiento. La concienciación
de la comunidad cristiana sobre la dimensión social del evangelio. Y la
transformación de la sociedad eliminando las desigualdades injustas por
la acción del mundo del trabajo.
¿Cuál fue el perfil humano que don Abundio dio al militante-levadura de las Hermandades? Voy a correr el riesgo
de describirlo: Hombre de acción, y en parecida medida de
espiritualidad cristiana. En constante formación y actualización. Profesional modelo e íntegro. Comprometido cristiana y socialmente por la Iglesia y por los trabajadores.
Por los avatares que le condujeron a la fundación de las Hermandades
del Trabajo, supo don Abundio que su misión consistía en acompañar a los
trabajadores, que se sentían desorientados y abandonados a merced de
ideologías y praxis antihumanas. Así es que cuando el Movimiento por él
fundado apuntó hacia América no se lo pensó dos veces y puso manos a
la obra para que el carisma de las Hermandades tuviera
“Don Abundio es- presencia física y expresión teológica en aquellas latitudes.
Su deseo era proponer y facilitar, a los trabajadores de los
timuló el ejercicio
diferentes países de América, el encuentro liberador y salvador con Cristo trabajador –verdadero Dios y verdadero
de las aptitudes y
hombre pobre–, artífice de la vida buena y de la convivenvocaciones perso- cia fraterna. Le guiaba la convicción de que el anuncio que
Hermandades hacía de la entrega y la expiación del trabanales: cada cual a
jador de Nazaret, podía prender entre los trabajadores de
la actividad que
aquellas tierras hermanas.
Desde sus comienzos, en Hermandades recayó en los seglares la responsabilidad de gobierno, gestión e iniciativa, mejor le va.”
con su consiguiente libertad. El sacerdote tuvo, y tiene, coEste relato intrahistórico del proceso fundador de las
mo misión la de animador y guía espiritual. Don Abundio
Hermandades en América alentado por don Abundio, pone
estimuló el ejercicio de las aptitudes y vocaciones personales: cada cual a
de manifiesto los esfuerzos humanos –los económicos se dan por supuesla actividad que mejor le va. En esta línea son numerosos los casos de
to– que supusieron la creación de los Centros de las Hermandades en los
quienes fueron «rebajados» de actividades para seguir estudios adecuados
diferente países. Ciertamente, no fue fácil proclamar y proponer un sentia su caso, incluso con apoyo económico de Hermandades; a veces en cendo trascendente en unos mundos tan diversos, aunque todos fueran de
tros universitarios.
trabajadores, pero el deseo de llevar el Reino de Dios y de acercar a Cristo
(Alfredo Marugán)
a esos hermanos era tan grande que todo esfuerzo se daba por bien empleado con tal de que se alentara la justicia social, prendiera la fraternidad
En el II encuentro Hispano Americano celebrado en Madrid del 06 al 22
cristiana y se abriera el horizonte a la esperanza en la Vida que Dios quiede Octubre de 1989, Don Abundio se sentaba adelante en las primeras
re dar a sus hijos.
butacas del lado izquierdo del Auditórium y yo me sentaba en las butacas
de la tercera fila del lado derecho. El día 16 de Octubre por la noche en mi
Sin duda, aquí compromiso evangelizador y vida interior van de la
habitación me quede viendo una película hasta muy tarde y dormí poco,
mano. Sobre este aspecto don Abundio insistía mucho. El sabía, por proal día siguiente ingrese al auditórium y me ubique un poco atrás por tepia experiencia, que la misión sólo es vivida como tal cuando se recibe
mor a quedarme dormido. A los pocos minutos ingresó Don Abundio y me
una y otra vez de Dios en una conciencia abierta por una vida espiritual
vio y se acercó a saludarme. Yo le dí el encuentro y se sentó a mi lado y
intensa. Y a su vez, la misión depura al ser humano y su espiritualidad
entablamos una conversación muy amena. Y cuando se iba a dar inicio a
porque le hace trascenderse y le da una conciencia amorosa y digna, calas conferencias se dieron cuenta que Don Abundio no estaba presente y
paz de percibir con más nitidez la realidad. No les cabe a los militantes
se preocuparon mucho y comenzaron a buscarlo, hasta que lo ubicaron
de Hermandades mayor sentido de la vida porque les proyecta a un fudesde el estrado y vinieron a llevarlo. Le dijeron “lo hemos estado buscanturo mejor.
do, Ud. tiene que estar sentado adelante”. Él respondió “yo estoy bastan(Antonio Martín)
te cómodo acá en compañía de Óscar”, “pero Ud. tiene que estar adelante, en su lugar de siempre, Ud. es el anfitrión”, le replicaron y él respondió
“bueno vamos, pero tiene que haber un lugar para Óscar porque va conDesde mi perspectiva actual, veo a D. Abundio como un generador de
migo”. “Sí hay lugar para él, no se preocupe”, le respondieron. Y yo me
ideas, ayudado por personas emprendedoras que no se quedaron inmóvisenté a su lado. Me quedé muy sorprendido y emocionado de que en tan
les ante la perspectiva del fracaso, sino que, con mayor o menor acierto,
poco tiempo de conocerme me tomara un gran aprecio y mucho cariño. Esemprendieron las acciones que llevaron la alegría a cientos de personas en
te acontecimiento creó una gran alboroto, pero al localizarlo todo se tranaquellos años.
quilizó. Yo le tengo una gran admiración y respeto, lo tengo muy presente en las celebraciones de nuestros Cenáculos.
Una de esas ideas, tras hacer viviendas, la cooperativa, la central del
(Óscar A. Carrillo Benites)
ahorro popular, las piscinas, fue la de crear unas residencias para que los
hombres y mujeres trabajadoras pudieran descansar quince días. Fruto de
Por otro lado, junto y a la vez que este Abundio incansable y activo, por
ello surgieron las residencias de El Espinar, de Cambrils, de Málaga, de Chidecirlo de alguna manera, hay otra faceta suya todavía más acusada: Una
piona, de Benicassim o de Palma de Mallorca. Pero la tarea quedaba inconvida consagrada, dada con total prioridad a la oración, a su vida interior.
clusa, porque había cientos de niños y niñas, que por los trabajos de sus
Un entusiasmado de su sacerdocio, convencido de que lo más importante
padres no podían veranear y había que hacer algo. Con un grupo de chaque puede hacer un creyente es su oración, poniendo especial énfasis en
vales que no llegaban al centenar y con unos seminaristas, se los llevaron
el posesivo ‘su’. Un hombre que cada día profundizaba más en su fe en la
a El Espinar en 1965. La experiencia fue tan buena, que repitieron al año
esperanza y en la caridad, y que se sabía profundamente amado por Dios.
siguiente en Chipiona.
(Alberto Linés)
(Fernando J. Cortiguera)
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mas
13
XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
SOBRE EL NUEVO PAPEL INTERNACIONAL DEL SINDICALISMO
Por Antonio Molina Schmid
Pienso que los sindicatos deben dar respuestas nuevas, mucho más internacionales. Estoy
convencido de que las movilizaciones sociales
deben plantearse mucho más el contexto de la
Unión Europea, que es donde ahora se marcan
las pautas del Derecho Laboral. Frente a esto,
me parece que el sindicalismo español y, en general, el que se sigue practicando en los Estados
miembros de la UE sigue siendo muy "provinciano" y centrado en cosas tan concretísimas como
el cobro de la paga extra completa de los funcionarios. Importante, pero muy lejos de influir para que el modelo de relaciones laborales europeo, en vez de favorecer a los ricos y poderosos,
responda a las exigencias de la Doctrina Social
de la Iglesia…
Para Jürgen Habermas, la institucionalización
jurídica de la negociación colectiva laboral, como diálogo social entre sindicatos y patronales,
constituyó la base de la política reformista que
posibilitó la pacificación socioestatal del conflicto de clases1. Se trata de una afirmación del conocido filósofo y sociólogo, que me parece muy
impactante por lo que implica. Esta frase aparece citada en un libro sobre ética social titulado
“Das Kapital”, que fue publicado, en el año 2008,
por el Cardenal Reinhard Marx, Arzobispo de
Munich y actual Presidente de la Conferencia
Episcopal Alemana. Además, Marx es uno de los
ocho cardenales elegidos por el Papa Francisco
para conformar el Consejo de Cardenales, que
busca ayudarle en el gobierno de la Iglesia y reformar la Curia Romana. (El Cardenal Marx, jugando con la coincidencia de apellidos con Carlos Marx, el padre del Marxismo, tituló su libro
igual que la más conocida obra de éste, para llevar a cabo un análisis crítico del Marxismo, a la
luz de la Doctrina Social de la Iglesia. Entre otras
cosas, el Cardenal Marx, a pesar de las similitudes que también constata, expone las diferencias irreconciliables entre Marxismo y Cristianismo.)
Según yo entiendo la frase de Habermas, significa que, sin movimiento sindical, Europa no
habría podido desarrollar el modelo de Economía Social de Mercado, que tanto bienestar social ha llegado a producir. A través del movimiento sindical que, según el citado libro del
Cardenal Marx, pudo desarrollarse con tanta
fuerza gracias a la Doctrina Social de la Iglesia, se
dignificó el trabajo y nació la “burguesía del trabajo”. De este modo, se
superó el modelo del otro
Marx, Carlos Marx, que se
basaba en un conflicto
irreconciliable entre capital y trabajo, entre burguesía y proletariado.
Pero ahora nos encontramos en una grave crisis del modelo de Economía Social de Mercado. El
escandaloso desempleo y
la creciente diferencia entre ricos y pobres, generadores de insatisfacción
política y de violentas corrientes antisistema, nos
dicen que las cosas no
pueden seguir así. Siguiendo la línea de pensamiento que se recoge en
el citado libro del Cardenal Marx, podemos constatar que nos encontraCardenal Reinhard Marx, Arzobispo de Munich
mos en una nueva fase de
los Estados individuales, como España, que es el
la Historia, distinta de aquella previa a la consprincipal trabajo que siguen desarrollando los
trucción del modelo de Economía Social de Mersindicatos europeos, sin dejar de tener su imcado. Por llamarla de alguna forma y citando en
portancia, no tiene capacidad de generación de
todo esto muy libremente al Cardenal Marx, pocambio. Y es que la competencia internacional,
dríamos denominarla “Globalización Desregulaque es la que ha creado la globalización del cada”, régimen bajo cuyos males estamos sufrienpital, que no del trabajo, que suele ser local, es
do la actual crisis económica.
también la que ha producido, por un lado, un
empeoramiento sustancial del bienestar de la
Y es que, volviendo al Carlos Marx del Marclase asalariada en el mundo occidental y, por
xismo, cuyo análisis de la realidad, según el Carotro lado, también un incremento de la diferendenal Marx, fue, en gran medida, visionario, el
cia entre ricos y pobres, en los países desarrollarégimen capitalista posee un carácter internados, pero también en los países en vías de decional y la red del mercado mundial terminaría
sarrollo.
devorando a todos los pueblos. En este sentido,
Carlos Marx pensaba que la burguesía arrastraPor todo lo dicho, es por lo que pienso que, en
ría a todas las naciones, a la fuerza, a su “civilimi modesta opinión, para ser fieles al legado de
zación”, hasta a las naciones más bárbaras, graD. Abundio, debemos reflexionar seriamente socias al rápido perfeccionamiento de los medios
bre el papel del sindicalismo. Apoyar, en la mede producción y los infinitamente mejorados
dida de nuestras posibilidades, la movilización
medios de comunicación…
social internacional, con fuerza y energía, pero
sin renunciar al mensaje del Evangelio. En caso
Consecuentemente, pienso que, en interés de
contrario, si todo sigue igual y continúa el crecila paz en la tierra y de la Justicia Social, el sindimiento de la injusticia social, tendremos que tecalismo tiene ahora un nuevo desafío, como es
mer que se termine buscando la solución a trala domesticación de la globalización económica.
vés de la violencia. Y la violencia siempre es un
Por tanto, entiendo que no es suficiente insistir
gran fracaso, ya que siempre genera maldad y
en planteamientos antiguos, sin buscar soluciosufrimiento.
nes internacionales, sobre todo, en el seno de la
Unión Europea. Me parece que el sindicalismo
1
“Die rechtliche Institutionalisierung der Tarifautosólo local o nacional ha dejado de tener sentido.
nomie ist zur Grundlage einer reformistischen Politik
La colectivización, como elemento clave del diágeworden, die eine sozialstaatliche Pazifisierung des
logo social y de la negociación colectiva laboral,
Klassenkonfliktes herbeigeführt hat.“ (Habermas
debe plantearse en un plano internacional. Me
1981, Bd. 2, 510)
parece que la mera reivindicación “local” ante
Foto Wolfgang Roucka - Erzbischöfliches Ordinariat München
Partimos de la base de que D. Abundio le
daba una gran importancia al sindicalismo y de que las Hermandades deben ser
fieles a su legado. Pero puede que ya no
sea suficiente con un sindicalismo tal y
como existía en el pasado. Puede que, en
el nuevo contexto de la Unión Europea y
de la Globalización, el sindicalismo deba
cambiar.
14
mas SEPTIEMBRE 2015
XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
Don Abundio en la memoria
Por Carmen Arroyo Molina
Entrevista realizada a Fray Carlos Romero,
consiliario de Hermandades de Córdoba,
con motivo de la publicación de un número extraordinario del periódico M.A.S. dedicado a don Abundio, en septiembre de
2015, al conmemorarse el XXV aniversario
de su muerte.
Don ABUNDIO fue ‘’un santo para el mundo del
trabajo’’. “Como sacerdote, es ejemplar su preocupación por la evangelización de los hombres y
mujeres del amplio mundo laboral. Vivió obsesionado por la promoción humana y la formación
cristiana de los trabajadores. Con su austeridad y
total entrega a los demás, fue un hombre de oración, con plena confianza en la providencia. Desde su humildad y autoridad moral, fue para quienes lo conocimos un Evangelio vivo’’.
Así se expresa respecto al sacerdote, Abundio
García Román, el fraile dominico, Carlos Romero,
en la entrevista que concede al periódico MAS para dar testimonio del conocimiento personal, la
admiración y la gratitud por la vida y apostolado
del fundador de Hermandades del Trabajo con
motivo del XXV aniversario de su fallecimiento.
El padre Carlos Romero, consiliario de Hermandades de Córdoba desde su fundación, en
1956, es una de las personas vivas que puede
aportar una experiencia más directa sobre la vida
y obra de don Abundio García Román. El dominico fue un colaborador muy cercano y su primer
sucesor como consiliario nacional. Este cargo lo
ocupó durante 10 años, entre 1978 y 1988, coincidiendo con la última década de vida de don
Abundio. Antes, con motivo de la fundación de
Hermandades en Córdoba y de su posterior expansión en toda Andalucía, fray Carlos recibió su
reconocimiento en una dedicatoria que plasmó
en las siguientes palabras:
‘’A nuestro simpático Consiliario y Delegado Diocesano del Consejo de las Hermandades, para que
siempre nos quiera y nos propague por tierras andaluzas’’.
Asimismo, la confianza que don Abundio delegó en él dejando en sus manos la dirección espiritual de la organización nacional quedó reflejada en otras frases especialmente significativas
que aparecen en la dedicatoria del libro ‘’Hermandades del Trabajo, camino y testimonio’’:
Un hombre santo. Por motivos de fe y por fidelidad a un compromiso vital. Lo contrario a materialismo interesado. Era sencillo, humilde y una
persona muy identificada con los pobres. Caritativo en los aspectos personales, pero justo en
sentido solidario. Entendía la fe como acción
constante y eficacia en la obra. Tenía un elevado
afán por la Justicia, entendida como lucha por lograr una vida mejor para la gente. Y esa batalla
tenía, y tiene, un especial significado porque la
libró en una época en la que los obreros no tenían qué comer y contra un sistema laboral que no
permitía una existencia digna. Su intensa y polifacética actividad pastoral siempre estuvo ligada
a su profunda vocación social, que culminó con la
fundación de su obra, Hermandades del Trabajo,
a la que dedicó más de 40 años de su vida.
- ¿A qué se refiere cuando habla usted de intensa y polifacética actividad pastoral, ligada a su
vocación social?
Cuando terminó la guerra, después de haber
salvado la vida de manera “providencial”, aún como joven sacerdote, don Abundio volvió a su intensa actividad pastoral: reanudó las clases en el
Seminario, la atención a varias comunidades religiosas y los ejercicios espirituales. También pasó
muchas horas en el confesionario y dedicó mucho tiempo a la dirección espiritual de muchas
personas, especialmente jóvenes.
Los primeros años de la década de los cuarenta se decanta su verdadera vocación social: se inicia la Confederación de Trabajadores Cristianos
(CCTC), que no llega a prosperar por la oposición
de la Organización sindical del régimen político
dominante. En 1944, fue nombrado Consiliario
para la Acción Católica del Trabajo y asesor provincial eclesiástico de los sindicatos, desde la que
promovió la “Voz de Cristo en la Empresa”.
Y, aunque la animadversión que esto le granjeó por parte de las jerarquías sindicales le supuso un verdadero vía-crucis, es un enorme gozo espiritual releer los esquemas de sus charlas y homilías, simples frases, generalmente, escritas en
papeles sueltos y a lápiz. Sus intervenciones ministeriales tuvieron gran prestigio por aquella
época.
El santo José María Escrivá también le requirió
para impartir clases de latín y como confesor y
director de retiros de jóvenes que se preparaban
para el servicio sacerdotal en la Obra.
‘’A mi buen amigo, fray Carlos Romero, que nos
vio nacer y por tantos caminos anduvimos juntos’’.
- ¿Hermandades fue la gran obra de don Abundio?
‘’Sirvan estas líneas como obsequio de agradecimiento por toda tu labor entusiasta a favor de las
hermandades. Siempre fuiste para nosotros esperanza de expansión y garantía de identidad’’.
La década de los cuarenta culminó con la fundación de su gran obra: Hermandades del Trabajo, a las que dedicó más de cuarenta años de su
vida. Sin duda, son su gran aportación a la Iglesia
y al mundo del trabajo, donde dejó los mejores
testimonios de su coraje emprendedor, de su ca-
- ¿Quién fue para usted el padre Abundio?
tegoría humana, de su incuestionable vocación
sacerdotal y múltiples evidencias de su santidad,
que espero sea pronto reconocida oficialmente.
El decreto fundacional de las Hermandades se
firmó el 16 de julio de 1947, como “instrumento
primero de apostolado en el mundo del trabajo”.
A ello se llegaba después de un sinfín de tentativas, reuniones, encuentros y desencuentros de
los distintos grupos y cristianos, inquietos por el
alejamiento de las grandes masas de trabajadores de Cristo y de la Iglesia.
El tesón y clarividencia del ya maduro sacerdote Abundio García, fue encontrando poco a poco
respaldo en la jerarquía eclesiástica. El obispo auxiliar, don Casimiro Morcillo, veía la urgencia de
“algo nuevo” y el consiliario nacional de la Acción
Católica, Monseñor Vizcarra, instaba a crear “algo distinto”, porque el movimiento masivo que se
proyectaba no encajaba jurídicamente en ninguna de las organizaciones religiosas existentes.
A don Abundio, que por entonces conseguía el
título oficial de Graduado Social, y había demostrado ya sus capacidades organizativas, le encargaron “el molde”. Y desde los primeros pasos fue
el “hombre de las Hermandades”.
Con todo, durante toda su vida se resistió a
aceptar el título de “fundador”. Usaba subterfugios, intentando ampliar la idea fundacional a un
grupo de colaboradores seglares, e insistiendo en
reducir su papel a mero ejecutor de las sugerencias jerárquicas, que él mismo reconocería después que no pasaron de “facilidades verbales”, dadas las contrariedades que fue encontrando desde el primer día en todos los sentidos.
Podríamos decir que siempre se encontró
aceptado en su persona y en su idea, pero no respaldado y apoyado. Pese a su constante actitud
de sumisión y respeto a la jerarquía, que a veces
le resultó excesivamente dura, repetía habitualmente:
“Prefiero equivocarme con mi obispo que
acertar solo” o “No se debe hacer nada sin el
Obispo”.
- Sin embargo, siempre defendió, frente a la jerarquía eclesial, la independencia y libertad de
las Hermandades....
D. Abundio demostró siempre una clarísima
actitud de pertenencia, en la libertad, dentro de
la Iglesia. En su trascendental alocución de apertura de las primeras jornadas nacionales de estudio, celebradas en septiembre de 1965, así lo dejó patente: “pese a que por derecho no somos jerárquicos ...” “El Movimiento de las Hermandades del Trabajo, según su propia estructura, no es
jerárquico, en el sentido estricto o directo, y esta
condición peculiar favorece grandemente su mayor y mejor libertad de acción y desenvolvimien-
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XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
to en las tareas de orden temporal. Aceptamos la
responsabilidad que esta mayor libertad nos impone”.
- Hermandades está hecha a su imagen y semejanza ¿Tiene su impronta?
Durante más de 40 años de dedicación, prácticamente en exclusiva, a su obra, la impronta de
su forma de ser, su estilo de vida personal, su claridad de ideas e inquietud social, el amor por encima de todo a la Iglesia, a su sacerdocio y al
mundo obrero se han ido reflejando de manera
evidente en la ideología, la estructura orgánica,
el fondo y las formas de evangelizar, aceptando,
por supuesto, todas las evoluciones que han ido
imponiendo los tiempos.
‘’UNOS POR OTROS Y DIOS POR TODOS’’
- Hermandades ¿rompía moldes en el seno de la
Iglesia católica?
Evidentemente, y el tiempo ha venido a demostrar que lo eran y lo tienen que seguir siendo, porque rompieron unos moldes jurídicos, que
luego se han considerado inadecuados, por muchos otros movimientos eclesiales, pero, sobre todo, porque su proyección apostólica quería ir a
toda la masa trabajadora, no a unas minorías de
élite; no pretendía ser obrerista, sino abarcar a
todos los trabajadores del amplio mundo laboral:
rompía con la separación por sexos y edades: no
se sectorizaba por ramas; y, sobre todo, porque
ampliaba su misma finalidad, saliéndose del clásico objetivo espiritual, religioso o cultual, propio
de las asociaciones existentes, para entrar de lleno en lo social como parte del mismo fin y elemento esencial de su afán evangelizador. Tanto
es así que la ubicación de sus distintas Hermandades no se radicó en las estructuras parroquiales, sino en las empresas o sectores profesionales,
como base de su afiliación y actividad apostólicosocial.
Quiero pensar que nuestro fundador intuyó,
ya en 1947, lo que años después se ha definido
como la “misión total” de la Iglesia. En cualquier
caso, fue un anticipo a la doctrina de la “Populorum Progressio” y al “aggiornamento” del Vaticano II. Una “obra” que surge del carisma personal
de un sacerdote excepcional, rodeado de hombres y mujeres del mundo obrero. No inventada
desde las altas instancias jerárquicas.
Dejó siempre claro que no pretendía hacer un
sindicato, ni una sociedad mercantil, ni una mutua de beneficencia. Por ello, situó en el frontis de
todas sus obras y publicaciones el lema de los antiguos gremios medievales: “Unos por otros y Dios
por todos.”.
- ¿Cuál era el objetivo, la misión?
El objetivo, la idea casi obsesiva del fundador,
estuvo siempre meridianamente clara: “buscar el
encuentro de los trabajadores con Cristo”. Por encargo reiterado de don Abundio, las Hermandades, desde sus comienzos, han entendido su “misión”, su “mandato”, como la “liberación total del
trabajador mediante su conversión a Dios y al compromiso de fe en Cristo”.
Pretendía que las masas trabajadoras salieran
de la degradación moral, desterrando la entonces
llamada “apostasía”. Y, además, la superación
progresiva de toda lacra humana y de toda opresión e injusticia, a través del desarrollo integral
de la persona. La recuperación de la propia dignidad era el objetivo final, que capacitará a cada
persona para luchar por la continua reforma de
todas las estructuras de pecado.
‘’Mirada, oración y acción’’
Este es mi programa: que mires lo que pasa en el
mundo y te conmueva. Que te duela el mundo... Después, pedid mucho al Señor por lo que pasa en el
mundo. Y, finalmente, ayudad cuanto podáis. Poned
vuestras manos a disposición de alguna obra.
Que siempre os encontréis comprometidos con el
mundo. No basta la oración. Hay que pasar a la acción. Son tres pasos a dar. Mirada, oración y acción.
Octubre, 1989.Encuentro Hispano-Americano
- ¿Cuál era su método de trabajo?
Para abrir una casa de Hermandades sólo necesitaba o exigía “un local, un sagrario y un grupo
apostólico”. El grupo apostólico fue su verdadera
niña mimada, lo que más cuidó, cultivó y trató
siempre de promocionar, como motor de perseverancia de los militantes, verdadera fuerza de
choque de toda la acción, el sostén de la estructura orgánica.
“Una hermandad será lo que sea su grupo apostólico”, como eficiente núcleo incrustado en cada
empresa y en cada tipo de profesión.
Además, reclamaba “indispensablemente” de
cada militante un compromiso temporal que justificara su pertenencia al grupo apostólico. En este sentido, son muy elocuentes sus palabras en
las primeras jornadas nacionales de estudio, celebradas en 1965:
“Porque tan sólo los que se comprometen podrán
conseguir que el orden económico y político, la convivencia entre los hombres, la cultura, la ciencia, el
deporte, etc., sean instrumentos de elevación espiritual y puedan servir al hombre para alcanzar el fin
sobrenatural, que es la meta que trata de conseguir
la evangelización”.
“Hagámonos más sociales, para poder lograr
también ser más apostólicos”.
“Lleguemos a la puerta de la acción sindical, donde ya, como Hermandades no debemos penetrar. Pero no haremos poco llevando de la mano a nuestros
afiliados hasta el mismo umbral del sindicato, para
dar la batalla, con formación y estilo propio y poderla ganar”.
Posteriormente, en 1988, en un encuentro de
consiliarios en El Espinar, lo diría aún más claro:
“Yo pediría a todo militante que volcase la
presencia que le pide la jerarquía en los ámbitos siguientes: la empresa en que trabaja, la
Hermandad donde milita, la barriada donde vive, el sindicato donde debe encuadrarse y la sociedad política donde se mueve”.
- Y, por último, como resultado de esa acción
¿cuáles fueron sus obras sociales concretas?
Siempre prefiero hablar de lo que somos que
de lo que hacemos.
Desde los comienzos, defendió que no podía
haber una Hermandad o centro de Hermandades
sin alguna obra social.
“Lo que piden hoy la necesidad de la Iglesia, el
ambiente social y el pueblo son obras, obras tangibles, obras visibles. La gente está aburrida de lo abstracto y platónico. Quieren realidades concretas. Si
no hay hechos concretos, iniciativas útiles, obras conocidas, servicios estimados…, esa institución o
centro está en vísperas de morir”.
Editorial del MAS, enero 1963.
Entregó siempre la responsabilidad de las
grandes obras y servicios sociales que ofreció
Hermandades a los seglares, en quienes confiaba
plenamente. Respetó sus iniciativas y resoluciones, aún en los casos en que, posiblemente, él hubiera hecho las cosas de otra manera.
En una actitud poco frecuente en los fundadores de organizaciones de la Iglesia, en vida y en
pleno uso de todas sus facultades renunció a la
consiliaría diocesana del centro de Madrid y poco
después a la nacional, cediendo la designación de
su sucesor a la libre elección de los miembros del
Consejo Nacional, sin ingerencia alguna por su
parte. En ambos casos fue tremendamente respetuoso con las personas designadas y sus decisiones, limitándose, en su humildad, a proponer que
le aceptaran como simple capellán. Así fue cerca
de una década.
- ¿Qué representó don Abundio para las Hermandades de Córdoba?
Don Abundio dio un apoyo incondicional a las
Hermandades de Córdoba. Venía mucho, sobre
todo en los momentos difíciles. Sin embargo, no
estuvo en los momentos más brillantes, por
ejemplo en la inauguración de las instalaciones
deportivas del Fontanar. Pero si presidió la eucaristía en el entierro de Carmelita Romero, la presidenta inolvidable. Su humildad le impedía estar
presente en los momentos en los que consideraba que su persona restaba protagonismo a otras
que, en su opinión, merecían más el reconocimiento a una obra concreta.
Precisamente, fue al terminar el entierro de
Carmelita Romero cuando me insistió en que
aceptara la Consiliaría Nacional, que se elegía por
votación, pero de entre una terna de candidatos.
Finalmente, resulté votado por unanimidad.
D. Abundio García Román murió en Madrid el día
30 de noviembre de 1989. Sus últimas palabras fueron: ‘’Presencia, presencia en todo el mundo’’.
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XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
“Teníamos que ir a América”
Por María José Plaza
América nos llamó y América nos ha encontrado.
Sonaba allí un vacío donde
encajó nuestro molde. Teníamos
que ir
D. Abundio García Román
Este artículo quiere reflejar,
de manera no exhaustiva, tanto los periplos de nuestro fundador en tierras americanas
como en las inquietudes que
le motivaron para emprender
este lance. Para ello, hemos tenido presente la información
enviadas por los distintos centros de América sobre sus inicios y los capítulos dedicados
a Hermandades del Trabajo en América de los libros Camino y Testimonio (1987) y Abundio García
Román, Una vida para el mundo del trabajo (1997),
ambas obras editadas por Hermandades del Trabajo y lideradas por nuestro querido y recordado
Alberto Linés (+), militante ejemplar, conocedor
y protagonista del nacimiento y desarrollo de las
Hermandades del Trabajo en América. Es innegable que no podemos resistirnos a animaros a
leer la bibliografía consultada. Es maravilloso
acercarnos a la historia de nuestro Movimiento,
así como tener noticia de las personas que han
hecho posible que las Hermandades del Trabajo
sea un movimiento internacional. Muchas de
ellas continúan fieles al carisma y constituyen
una gran riqueza.
Con el sincero y santo deseo de ganar para
Cristo el mundo del trabajo, D. Abundio siguió
una llamada de Dios, respondiendo a la inquietud del magisterio papal. Igualmente, los militantes que partieron de España, como los que se
unieron en América (muchos de ellos siguen entre nosotros, son historia viva), dieron un ejemplo de abnegación y alegría. Su compromiso con
la obra, sin duda, ha dado frutos y los sigue dando. Su recompensa será grande en el Reino de los
Cielos. Desde aquí un sincero GRACIAS.
La riqueza de la vida y el legado de don Abundio es tan grande (y admirable), la historia de
Hermandades tan llena de ítems que debemos
ceñirnos al periodo comprendido entre 1961 y
1965; tiempo donde comienza la “aventura americana”. En julio de 1961, toman un avión camino a América cuatro valientes: D. Abundio García
Román, D. Julián Serrano, José María Vitoriano y
Cipriano López Lizarbe. Dos sacerdotes y dos militantes. Durante tres meses visitaron distintas
ciudades donde mantuvieron interesantes y
fructíferas entrevistas con los obispos titulares y
diferentes líderes sociales cristianos de estos países: Brasil (como anécdota allí se entrevistaron
con D. Hélder Câmara), Paraguay, Uruguay, Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica y de Estados Unidos,
peridad, sin exceptuar bien alguno y a lo largo de las diferentes épocas.
De igual forma, recordando
los inicios del pensamiento
social cristiano, proclama una
verdad que Don Abundio
siempre tuvo presente:
León XIII no vaciló en proclamar y defender abiertamente
los sagrados derechos de los trabajadores.
Washington y New York, allí, contactaron fundamentalmente con personas de procedencia
puertorriqueña.
A la vuelta, el propio D. Abundio, en el periódico MAS daba cuenta de las motivaciones del
viaje:
Creemos haber llegado en la hora oportuna.
Nunca más tarde. Toda la conciencia social hispanoamericana estaba vibrante ante la amenaza comunista implacable y organizada. Se alzó también
la voz del papa con la encíclica “Mater et Magistra”, que sonó a clarín de guerra en el campo social
de la Iglesia.
Efectivamente, en esta época, se palpaban las consecuencias de más de una década de
la Guerra Fría en el orden mundial, América del
Sur y Centroamérica no eran una excepción; no
existiría una amenaza explícita de guerra o invasión, pero el imperialismo soviético y norteamericano pugnaban, con mayor o menor sutileza
por ganar terreno e influencia mundial a la par
que el desarrollo económico y el bienestar comenzaba a tomar cuerpo tras dos guerras mundiales.
Don Abundio sabe que es voluntad de Dios
que los trabajadores y el mundo del trabajo sean
iluminados por la Doctrina Social de la Iglesia.
No es en absoluto ingenuo con la ambición de
las ideologías de corte marxista para adjudicarse la “liberación de la clase obrera”. La Encíclica
Mater et Magistra sobre el reciente desarrollo de la
cuestión social a la luz de la Doctrina Cristiana
(1961) le reafirma y le anima. En este texto, San
Juan XXIII afirmaba:
La santa Iglesia, aunque tiene como misión principal santificar las almas y hacerlas partícipes de
los bienes sobrenaturales, se preocupa, sin embargo, de las necesidades que la vida diaria plantea a
los hombres, no sólo de las que afectan a su decoroso sustento, sino de las relativas a su interés y pros-
En el citado artículo también da cuenta de la intensidad de todo lo vivido en
aquellos meses. Queda patente que fueron a conocer la realidad, a aprender y a proponer. Este
viaje se vivió como una gran oportunidad, de
ahí, el entusiasmo y el esfuerzo por hablar con
muchos, llegando a todas las realidades de la acción social eclesial a las que humanamente se
pudo llegar. D. Abundio continuó con su estilo
de trabajo siempre leal a la Jerarquía, la prioridad era hablar con los obispos locales. Al mismo
tiempo, fue una ocasión única para conocer in situ la riqueza de la acción social de la Iglesia Latinoamericana liderada por obispos, sacerdotes
o católicos comprometidos:
Hay también obras que abren la confianza en
nuestro favor. La Federación de Cooperativas de
Crédito, hoy de vida pujante en Perú. (...) También
admiramos en Buenos Aires la Casa de la Empleada
(...). Los mismos Círculos Obreros del Brasil demuestran que la Iglesia hizo maravillas a través de ellos
(...) También en la esfera sindical nos dice mucho la
SETRAC de Bogotá, que tiene en sus manos la mayor
central sindicalista y la Liga de Trabajadores Ejercitantes de Costa Rica (...). Hubo tiempo para tomaron conciencia de las diferencias de cada país, de
sus puntos fuertes y de los ámbitos que había
que reforzar así como del mayor o menor eco y
presencia que la Iglesia tenía:
Por último, D. Abundio, hombre organizado y
altamente emprendedor, comparte con los lectores del MAS, cuáles son los planes de futuro:
El plan lo tenemos ya trazado. A nuestro viaje de
información y propaganda de las Hermandades del
Trabajo por toda América, va a seguir ahora un
cursillo de tres meses (marzo, abril y mayo) para dirigentes hispanoamericanos que nos enviarán los
obispos de aquellas diócesis. Formados aquí junto
al origen, y apercibidos de los problemas de allá por
profesores especializados de aquellos mismos países, serán estos cursillistas los más idóneos y eficaces fundadores de las Hermandades del Trabajo en
su propia tierra. Luego se ofrecerá, generosa, nues(Sigue en pág. 17)
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XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
DON ABUNDIO: SACERDOTE, PROFUNDAMENTE
HUMANO Y ENTREGADO A LA VIDA DIVINA
Por Josefina Yepes
Con toda mi alma quiero dar testimonio de mi encuentro con
una persona totalmente importante para mi vida.
Inicié mi trabajo como docente y deseé estudios de ciencias religiosas
para obtener mi título de licenciatura en educación y ciencias religiosas.
Apenas estaba iniciándome en el campo laboral, cuando providencialmente en mi Arquidiócesis de Medellín - Colombia se estaba conmemorando el
año de la "Gran misión" para todas las personas: laicos bautizados, comprometidos otros, estudiantes de diferentes carreras científicas y de servicio a la comunidad, de todas las universidades, seminaristas, religiosos y
religiosas y sacerdotes, comprendiendo en esta cantidad de personas a todos los trabajadores de las múltiples empresas de mi ciudad, llamada la
ciudad industrial de Colombia.
Todo esto ocurrió entre los años 1961 y 1962. Años sobre todo el 1961,
Reunión en el Centro de Hermandades de Medellín (Colombia)
para que providencialmente eligiera Don Abundio para visitar los obispos
de las diócesis de América latina, acompañado de un selecto grupo de lai- tía, no sólo con palabras, sino a través de todas sus actitudes durante el
cos hombres y mujeres que le acompañaron en esta especialísima tarea. Yo, día a día. Fue -me atrevo a decir- hombre semejante a San Pablo, pleno de
sólo iniciaba mi labor, por lo tanto carente absolutamente de recursos pa- felicidad en Dios y de sufrimientos porque también tuvo sus detractores,
ra poder atender la invitación que hiciera este gran hombre, a los obispos, quienes no apoyaban sus excelsas virtudes y menos su sentido apostólico
de enviar un grupo de laicos que desearan conocer el Movimiento Herman- dentro de la Iglesia a la cual amó tiernamente y sin concebir su razón de
dades del Trabajo, durante tres meses en la ciudad de Madrid (España). Le- ser, existir y trabajar fuera de ella y de los representantes de Cristo.
jos de mi pensamiento y gran deseo de aceptar dicha invitación. Dios proYo, Josefina Yepes Echeverri, nacida en un hogar totalmente sencillo y
vidente, bendice a algunos laicos de esta ciudad, entre ellos estaba inesperadamente yo, que con ayudas, pude hacer el viaje. Sólo debíamos pagar el pobre, tuve la dicha de pertenecer al grupo de fundadores del Movimiento
transporte aéreo porque Hermandades se encargaba de toda la formación en Medellín y con toda dignidad reconozco que me hice apóstol de Cristo
en este querido Movimiento que me promovió en todas las instancias de la
y manutención durante los meses de marzo, abril y mayo del año 1962.
vida personal y lograr pertenecer al Movimiento hasta cuando ya mis fuerAhí tuve la experiencia de conocer a quien fuera el promotor de mi vo- zas y capacidades no me alcanzaban para un compromiso tan integral, cocación como laica comprometida con el mundo del trabajo. fue esta perso- mo tuve la gracia de ejercer. Acepto que no soy santa... pero que aprendí a
na, Don Abundio García Román, gran hombre como sacerdote, íntegro y to- serlo mediante las enseñanzas y el carisma que me comunicó Don Abuntalmente entregado al mundo del trabajo en España, formando dirigentes dio.
a quienes con dote especial, recibida del espíritu santo supo llenar a sus seMe quedo corta en palabras para comunicar su gran sensibilidad, apreguidores o mejor a sus dirigentes del amor a su vida sacerdotal y por lo
tanto eucarística, de amor profundo hacia la Reina celestial Nuestra Seño- cio, apertura y comprensión con todos los que tuvimos la dicha de comparra de las Gracias, de amor y apoyo providente hacia los trabajadores, sobre tir con él. Fue realmente Cristo entre todos los que conformamos el Movitodo a quienes más lo necesitaban, porque su gran preocupación fue ganar miento. Y tuvimos la dicha de estar a su lado. Todo esto lo comunico con
hombres y mujeres para Cristo, mediante una gran vivencia del Evangelio mucho amor y a este testimonio, quiero unir al equipo que conmigo fundamos el Movimiento en Medellín.
en sus centros de trabajo y en sus familias.
Sacerdote, profundamente humano y entregado a la vida divina. A su lado esto era lo que se respiraba, por ningún motivo, quienes participamos
de este y otro encuentro realizado en nuestra ciudad en el año 1964, nos
perdíamos sus reflexiones o mejor sus meditaciones de cada mañana: eran
luz, fortaleza, amor y profunda vivencia del Evangelio, lo que nos transmi(Viene de pág. 16)
tra colaboración como auxiliar de la obra hispanoamericana de las Hermandades del Trabajo.
Tras los contactos establecidos, el Consejo Nacional de las Hermandades, se creó el Secretariado de Ultramar (antecesor del actual Servicio de
Cooperación Internacional-SERCOIN) para coordinar todas las actividades con América. Tal y como estaba programado, se impartió un curso para dirigentes hispanoamericanos, que no estuvo
exento de dificultades. Comenzó en marzo de
1962 y acudieron setenta y siete personas de catorce nacionalidades. La formación concebía tres
Un profundo agradecimiento a todos los dirigentes y afiliados que me
acompañaron durante el tiempo de permanencia en el Movimiento y pido muchas bendiciones al Señor y a Don Abundio para que continúe bendiciendo a los afiliados y dirigentes que continúen adelante con el Movimiento.
grandes bloques: Bloque teórico: Contenidos sobre la Doctrina Social de la Iglesia y presentación
del Ideario de las Hermandades. Bloque de experiencias prácticas con seminarios y trabajos de
equipo y, por último, visitas a organizaciones
apostólicas y actividades similares.
nuevos caminos, confiamos llenarlos de nuestra ilusión y esfuerzo.
Hubo más viajes, visitas, encuentros internacionales. Este es un relato de la semilla que plantó, abonó y regó nuestro fundador. A día de hoy,
somos una gran familia que se une al deseo de
Don Abundio:
Cronología de constitución de los Centros de
las Hermandades del Trabajo en América, por
orden alfabético de países y ciudades. Colombia.- Barranquilla (1966). Bogotá (1963). Chocontá. Medellín (1962). Costa Rica.- San José de Costa Rica (1963). Chile.- Concepción (1994). Ecuador.- Quito (1967). Perú.- Callao (1997). Chimbote
(1990). Lima (1966). San Ignacio y San Juan de Lurigancho.
Con la ayuda de Dios que nos ha abierto estos
(De D. Abundio en América)
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XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
VIVENCIA DE D. ABUNDIO Y SUS HERMANDADES
Por Francisco Alonso Soto
mi opinión, porque fue el sacerdote que estuvo
más cerca de D.
Abundio, en todos los temas,
(confío en no recibir enmiendas ni
de más abajo de
Despeñaperros,
ni de más arriba,
por respeto a la
persona.) A falta
de José Ramón, y
con su vivencia
presente, se me
ha ocurrido la
osadía de intenD. Abundio García Román y D. José Ramón Echave
tarlo, pensando
Recordar a D. Abundio me parecía un título
en lo que él diría de su querido y admirado D.
poco expresivo. Además, lo que yo quería deAbundio. Como si fuera otro encargo de los suyos,
cir es que D. Abundio vive, sigue presente, es- a los que uno respondía con gusto y orgullo: otro
tá “en la habitación de al lado”… Las persotrabajo. Otra “vivencia”.
que aún no había nacido, andando los años, se encuentra con que había conocido a algunos de los
pioneros del “Mayflower” de las Hermandades
del Trabajo. No cito otros/otras, pero apunto que
la gestación fue un proceso colectivo, aunque la
fundación corresponde, en exclusiva, a D. Abundio.
Evidentemente se trata de un ejercicio de
“ciencia ficción”, pero esperemos que ayude el
aforismo: “audaces fortuna juvat” (versión de “La
Eneida” de Virgilio). Si no acertamos, aceptaremos, en este caso, todas las enmiendas, rectificaciones y correcciones, como hicimos cuando las
“Cartas a Sabela”, hace casi 25 años (1992).
4) PERSECUCION POR LA JUSTICIA. D. Abundio
sufrió persecución por razón de su fe y de ser sacerdote, en los años de la República, y llegó a estar condenado a muerte, en la guerra civil, pero
salvó la vida de milagro. Luego padeció la incomprensión del franquismo y los Sindicatos Verticales que veían en él la competencia de un posible
“sindicato cristiano”. Dentro de la Iglesia, fue criticado por los jóvenes que pedían una acción social más avanzada y progresista y por los más
conservadores que no veían la necesidad de un
apostolado obrero o social, pues el Estado social
era suficiente. Pero D. Abundio fue siempre apoyado por la jerarquía.
nas no mueren en la medida que dejan huella. D Abundio tendría que ser una vivencia o
una referencia vital para los suyos, sus seguidores o los de sus Hermandades del Trabajo.
Es lo mismo que hay que hacer con el Señor,
su Señor, nuestro Señor. No “imitación de
Cristo” que es imposible; ni un mimetismo
que incluso podría ser idolatría. Se trata de
tenerles a ambos como vivencia o referencia
de vida cristiana, en nuestro quehacer diario.
Eso es vivir con el Espíritu. Por ello, estoy por
la “vivencia” de sus mensajes, más que por
la memoria o la nostalgia de su figura.
Mi gran amigo Pepe Sánchez me dijo una vez:
“El cardenal Herrera Oria será recordado por lo
que a él no le gustaría ser recordado. Digo yo:
Dios quiera que D. Abundio no sea recordado por
lo que no le gustaría.”. Admiro a Pepe Sánchez
por sus escritos sobre dos personalidades que venero y de las que soy deudor: D. Ángel Herrera
(me descubrió la Doctrina Social de la Iglesia, la
de verdad) y D. Abundio García Román (me enseñó el compromiso con el mundo del trabajo). Pepe Sánchez ha escrito con el rigor de historiador
social y de la Iglesia, y desde una perspectiva cristiana o sea social, que son una misma cosa. Lógico, pues, que haya sido invitado a escribir en el
homenaje a D. Abundio. Un honor para mí ser su
vecino de página.
Para escribir por lo que a D. Abundio le gustaría ser recordado nadie mejor que José Ramón
Echave, Consiliario Nacional de Hermandades por
más de 20 años, hombre de confianza de D. Abundio, “un servidor incondicional” (escribió el Obispo Algora) “un hombre bueno, un sacerdote social” (tituló el que suscribe) y “Su entrega en cuerpo y alma a la Obra fundada por D. Abundio…”
(decía la nota de José Lorenzo, inolvidable Director de MAS). Estos son algunos de sus méritos por
los que digo lo que antecede, pero sobre todo, en
Estas podrían ser las aportaciones por las que
D. Abundio desearía ser recordado:
1) CONVERSIÓN A LO SOCIAL. El joven sacerdote Abundio García Román quedó sorprendido,
en Vallecas, en Entrevías, por el sentido antirreligioso de la clase obrera hacia la Iglesia y el desconocimiento de la figura de Cristo, trabajador y
hermano de los pobres de la tierra, de los marginados. Ese fue su “camino de Damasco” donde comienza su aproximación a la clase trabajadora y
nace su idea de evangelizar. Para Tomás Malagón
(teólogo de HOAC) fue la guerra civil. El seminarista descubrió hombres de buena voluntad, con
ideales, en el otro bando. Lo asume y hace la síntesis…
2) GESTACION Y FUNDACIÓN DE HERMANDADES. D Abundio fue el Fundador de las Hermandades del Trabajo, desde luego, pero a partir de la
Acción Católica, del pionero apostolado obrero femenino, de los Centros Obreros, de la acción sindical en empresas, y de unos jóvenes de Acción
Católica reunidos con él, en la casa de ejercicios
de Carabanchel, que piensan crear una Confederación de Trabajadores Cristianos. Allí estaban mi
maestro Manuel Lizcano quién me presentaría,
años más tarde, a Alfredo Marugán caballero y escudero de D. Abundio; Ceferino Maestú (fundador
del sindicalismo independiente, años después);
Alonso García brillante catedrático de Derecho del
Trabajo (mi especialidad). Lo describe muy bien
Alberto Linés, otro de los grandes de HHT. Uno,
3) HERMANDADES DEL TRABAJO, OBRA DE LA
IGLESIA. Porque empezó en la Acción Católica,
porque D. Abundio recibió el encargo del patriarca Eijo Garay de acercarse al mundo obrero, y porque él así lo quiso. Me habló el Padre Evaristo Felíu, predicador, también, en Carabanchel, de la
reunión a tres: Escrivá, Abundio y él y de cómo
ellos dos prefirieron adscribir sus obras a la Iglesia diocesana. Una Iglesia que es comunidad de
los que siguen la causa de Cristo y atestiguan la
esperanza para todos los hombres; Iglesia transitoria, en acto de servicio, consciente de su culpa… (Hans Küng: “Ser cristiano”). Iglesia a la que
fue siempre fiel D. Abundio y que siempre le apoyó y le fue fiel.
5) COMPROMISO TEMPORAL: SINDICAL, SOCIAL y POLITICO. D. Abundio, como Herrera Oria,
tenían clara la misión social de la Iglesia. Decía
Herrera, ya en 1948, cuando no imaginaba llegar
a Cardenal: ¿Misión de la Iglesia? 1ª formar la
conciencia pública sobre los deberes sociales. 2ª
formar hombres (y mujeres, añado) capacitados
para acometer las reformas, como dicen los Papas, en “orden a la restauración social”. 3ª Los
tiempos piden hombres de acción para aplicar los
principios. En Hermandades, el Ideario y la Doctrina Social de la Iglesia.
6) ASOCIACION DE LAICOS, MUJERES Y HOMBRES, TRABAJADORES. D. Abundio quería trabajadores comprometidos con el mundo del trabajo,
desde las perspectivas sindical, social, y política,
para ejercer la solidaridad con la clase obrera y
mejorar sus condiciones de trabajo y de vida, y
ofrecerles el testimonio de vivencia del evangelio
y de esperanza de liberación, en el Reino de Justicia y Paz, (no hay paz sin Justicia, dice el Papa
Francisco). Mujeres y hombres, en igualdad, van a
co-dirigir Hermandades. D. Abundio quiso que los
sacerdotes fueran consiliarios, asesores, no gober(Sigue en pág. 19)
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XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
(Viene de pág. 18)
nantes. Veinte años antes del Concilio Vaticano II
apostó por el “pueblo de Dios”, primero, y por la
igualdad de la mujer en la Iglesia. El lo tenía claro.
7) FORMACION RELIGIOSA Y SOCIAL, superior
a la de los fieles cristianos.
D. Abundio quiere que militantes, sobre todo, y
afiliados a Hermandades tengan una formación
de un nivel superior a la media de los cristianos y
tanto en el plano religioso, para dar un testimonio documentado, como en el social y, sindical,
para mostrar una conciencia de clase trabajadora
que conoce su historia, su realidad como movimiento social, sus instrumentos, y las estrategias
sindicales a desarrollar. No quiere la “fe del carbonero”; y desea que estudien la “lucha obrera”,
aquella asignatura que los buenos padres Salesianos no pudieron enseñarle al hijo de Jacinto Martín y que le explica su padre (HOAC. Euramérica).
D. Abundio lo intenta con una serie de cursos de
formación, con los periódicos MAS y A HOMBROS,
con la Escuela JUAN XXIII, (Para “Mater et Magistra” y “Pacem in terris”, claro…), pero con mayor
y mejor voluntad que éxito, en ambos campos. Será recordado por lo que él quiso y organizó.
8) ORACION-ACCION. D. Abundio también lo tenía claro clarísimo y algunos lo repetimos de palabra y por escrito, incluso en cabecera de su texto: “¿Qué hacéis mirando al cielo? Moveos” (Pepe
Sánchez). D. Abundio insistía en el suelo, más que
en el cielo o sea: oración-acción: dar de comer, de
beber, convenio colectivo, huelga, fondo de resistencia, colaboración con Caritas, ayuda a dependientes, curso para ayuda a …D Abundio estaba
cerca de “creer es comprometerse” (González
Ruiz); de “creer es crear lo que no vemos” (Unamuno, el de la “religión del trabajo” para construir el Reino); de profesar la religión verdadera
“ético-profética” y denunciar “la aberración de la
religiosidad ontológico-cultualista” (Diez Alegría).
El problema está en el equilibrio entre las opciones: una espiritualidad profundamente religiosa
y comprometida, y una religiosidad abstracta, ingenua, pietista y moralista que ha sido más fácilmente aceptada por los católicos. Es la tensión
entre una utopía cristiana (formación, oración,
acción) y la realidad mundana que lleva al fácil
compromiso…
9) EL MILAGRO DE LAS OBRAS SOCIALES. D.
Abundio hace dos milagros: el poner en marcha
una serie increíble de obras sociales, tan necesarias, entonces: viviendas para trabajadores, residencias de vacaciones, escuelas profesionales,
instalaciones deportivas para los jóvenes, cooperativa de consumidores, actividades culturales…y al tiempo, mejorar la calidad de vida de los
trabajadores y sus familias. Un milagro económico para un milagro social. El primer problema es
que las obras sociales, en ocasiones, hacen que el
trabajador, con su bienestar, olvide la solidaridad
obrera con los que no se han beneficiado de esas
obras sociales. Igual que los trabajadores con trabajo y los propios sindicatos, a veces, no tienen
en cuenta a los parados, accidentados jubilados…El segundo problema, que al no ser hoy tan
necesarias las obras sociales y haber sido imposible mantener algunas obras y servicios se pierde un aliciente para la afiliación y el compromiso.
El Evangelio del tercer domingo de Cuaresma
cuenta algo parecido y la reacción de Jesús, que
no se suele explicar, porque es difícil y “terrible”:
“Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de
Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo
los signos que hacía, (milagros) pero Jesús no se
confiaba con ellos, porque los conocía a todos y
no necesitaba el testimonio de nadie sobre un
hombre, porque El sabía lo que hay dentro de cada hombre.” Esto le pasaba a Jesús, que venían
por los milagros, y a D. Abundio, que venían por
las obras sociales. Creyeron en D. Abundio, sí, pero lo que hay dentro de cada hombre...
10) ENCUENTROS HISPANOAMERICANOS DE
HERMANDADES. Casi seguro que a D. Abundio le
gustaría ser recordado como Fundador de las Hermandades del Trabajo en 7 paises de Hispanoamérica (vocación iberoamericana de todo español, de todo creyente con espíritu de misión, y
que, a lo mejor, reforzó su amigo Manuel Lizcano)
y promotor del desarrollo de estas Hermandades,
y en especial de los encuentros fraternales que se
celebraron. Eran las Cumbres Iberoamericanas de
Hermandades a las que asistían representantes
de: Méjico, Costa Rica, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Chile y España con todos sus centros.
Cumbres de movimientos eclesiales de 8 paises
que intercambiaban experiencias y reflexiones sobre vivencias cristianas y trabajadoras. Manifestación de la catolicidad de Hermandades.
(Kat-hólico, universal en sentido cualitativo,
que viene de “holon” (González Faus)
Para terminar el recuento, no quisiera dejar de
citar que D. Abundio, venció la tentación de fundar un Sindicato Cristiano, cuando ya había libertad sindical y la Iglesia alemana viene a sugerirle
y ofrecerle ayuda económica, incluso, para hacerlo. (Igual que la Fundación Ebert, de la socialdemocracia alemana, hizo con UGT). Pero D. Abundio acepta que el Concilio Vaticano II acabó con
la “confesionalidad” y que cada cristiano se debería apuntar a los sindicatos existentes y llevar allí
su testimonio y opinión. Como la Confederación
Francesa de Trabajadores Cristianos que se convirtió en Confederación Francesa Democrática del
Trabajo, para ser más cristiana. No muchos conocen el hecho, pero la sociedad, los trabajadores y
sindicatos, y la propia Iglesia tendrían que estar
reconocidos a la clarividencia de D. Abundio para
no fundar.
Hasta aquí la relación de las grandes aportaciones por las que creemos que D. Abundio le gustaría ser recordado, que nos han venido por la vivencia que de él tenemos y que supongo compartiremos muchos. Creo que José Ramón habría matizado o enmendado algunos puntos, habría suprimido “aristas”, porque era muy conciliador, y
tal vez habría añadido, con su saber, algo que se
me haya podido pasar. Le dije a la Presidenta Nacional de Hermandades, en el acto del día 12 de
abril, en la iglesia de San Ignacio: creo que José
Ramón se tomó muy en serio a D. Abundio y lo siguió con toda fidelidad y rigor extremo, sobre todo en lo social.
Un acto emotivo dejar las cenizas de José Ramón en el columbario de la iglesia vasca:
1) una celebración inspirada de D. Pedro Olalde
(“Fe y Justicia”) que hizo presente a José Ramón
Echave desde el principio hasta el final. (D. Pedro es un eminente escritor: “Palabra interpelante”. (3 tomos/según ciclos);“Retorno a la casa del Padre”)
2) una ceremonia solemne, con la participación
brillante del orfeón de Euskal Etxea.
3) una participación muy notable de la comunidad de Hermandades, en especial el grupo de
matrimonios que él llevaba. Así se subrayaba la
importancia de la persona, que deja huella y vivencia en la comunidad, y reposará en la iglesia
de su tierra vasca.
Quizás faltó que un militante aportara la vivencia viva de nuestro D. Abundio.
Eché de menos a la persona que quiso y no pudo venir, y que en el tanatorio de Fuenterrabía,
me dijo palabras inolvidables: “Cuánto le hicimos
sufrir”...
Igual que la persona que luchó, con éxito, por
enterrar a D. Abundio en la capilla, y luchó, sin
éxito, por llevar las cenizas de José Ramón a dónde quizás “deberían” estar.
No llegué a ver dolor de corazón o una cierta
tristeza, porque “los suyos no le recibieron”, aunque le acompañaron y agradecieran el “querer”,
no deber, y voluntad de acertar con las cenizas.
(“Inteligencia sentiente”, sentir e inteligir, que, dice Zubiri, incluye la “dýnamis” (potencia o facultad). Prólogo de Fuenterrabía, en 1980.
Pero volvamos a D. Abundio para terminar con:
LA SANTIDAD DE D. ABUNDIO.
Todos los militantes y afiliados de Hermandades, todos los que le conocimos o las gentes de
buena voluntad que le trataron, no tenemos duda
de que era un SANTO, porque era bueno y ejemplar. Solo por la mitad de las aportaciones que hemos reseñado ya era más que suficiente para reconocer su santidad, sus servicios al “pueblo de
Dios” y a la Iglesia. Esto es lo más importante. Lo
otro es un reconocimiento oficial que requiere pasar muchos obstáculos burocráticos y, creo, que
tener medios económicos suficientes. Y que se dé
el momento propicio…
El Papa Juan XXIII acaba de ser canonizado y
parece que un poco a remolque de un “tirón”. Pero ni el gran Papa social, León XIII, ni el Papa social y “político”, Pío XI, ni el que hizo tanto por la
paz y la Sociedad de Naciones, en la 1ª guerra
mundial, Benedicto XV, ni son santos, “ni se les
espera”. El Cardenal Herrera y D. Abundio, están
en lista de espera y a la espera. Y, además, estamos en un momento en el que hay un aluvión de
santos, por ciertas y diversas circunstancias…
Se me ocurre recordar el caso reciente del sin
duda santo, Pedro Fabro o mejor Pierre Favre,
francés de Saboya que fue el “maestro de novi(Sigue en pág. 20)
20
mas SEPTIEMBRE 2015
XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
HOY COMO AYER
Por María Luisa San Juan Serrano
El pasado mes de noviembre, se conmemoraba el XXV aniversario del fallecimiento de D. Abundio, fundador de las Hermandades del Trabajo. Desde entonces se
han venido sucediendo diversos actos
conmemorativos en todos los centros de
España. Cada uno a su nivel ha celebrado
y revivido la fundación y expansión de
Hermandades por nuestro país. Siempre es
bueno poner la mirada en los orígenes, esto ayuda a retomar la esencia de nuestro
compromiso con el mundo del trabajo y a
no perder de vista la propia referencia e
identidad, esto es, nuestro propio carisma.
Alberto Linés en su libro, “Abundio García Román, una vida para el mundo del trabajo”, nos hace un recorrido por España en la expansión nacional de las HHT. Después D. Abundio viajaría a
varios países de América para fundarlas también
allí.
En expresión del Obispo Monseñor Eijo y Garay, en plena república los trabajadores no estaban dispuestos a escuchar a un obispo, ni a sacerdote o religioso alguno. “A los únicos que podían escuchar era a sus propios compañeros de
trabajo”. Fue entonces cuando pensó en una asociación apostólica-social de trabajadores para
trabajadores, de apóstoles en su propio ambiente, siendo D. Abundio el elegido para crear esta
Obra.
Se crea el Secretariado Social Diocesano, como
órgano de coordinación de la estructura y D.
Abundio desempeñó un papel importante, siendo designado Delegado Diocesano del Secretariado, donde el presidente fue José Ramón Otero.
Unos meses después se crearían las Hermandades del Trabajo.
Las Hermandades del Trabajo nacieron como
instrumento primero de apostolado en el mundo
del trabajo. Podían pertenecer a una hermandad
todos los trabajadores de una misma actividad,
cualquiera que fuera su sexo o categoría en la
empresa, en cuanto a la edad, tenían que haber
cumplido los 16 años. A D. Abundio le interesaban todos los trabajadores, por eso quiso estar lo
mismo con los mineros de Asturias como con los
trabajadores de los Astilleros de Cádiz, sin olvi-
(Viene de pág. 19)
cios” de Ignacio y de Javier, cofundador de la
Compañía de Jesús y el importante teólogo de los
primeros jesuitas. Lo hizo beato Pío IX en 1872 y
el Papa Francisco que lógicamente, como jesuita,
conoce bien el caso, le ha hecho justicia. No le ha
hecho santo por “decreto ley”, pero casi. Ha ordenado: “extender su culto a toda la Iglesia”, lo que
•“No podemos tolerar la explotación de
los trabajadores por parte de las empresas, con salarios insuficientes y mínima
participación en beneficios, causado todo ello o no por la autofinanciación”
(Ideario, nº 25)
dar otras profesiones y oficios, de ahí que se crearan centros de HHT en distintos puntos y diócesis de España.
Las HHT aportaban, como sabemos, muchas
cosas nuevas. Entre ellas, que tenían que ser
mixtas: hombres y mujeres en las mismas estructuras de las Hermandades. Decía D. Abundio: “Si
en el trabajo están juntos hombres y mujeres, también deben estarlo en las tareas de apostolado”, esto a pesar de la mentalidad de la época. También
la igualdad entre hombres y mujeres y que los
cargos dentro del Movimiento fueran mixtos.
Los fines de la Obra se sintetizaban así: en el
orden religioso, el encuentro de los trabajadores
con Cristo, por la profesión valiente de su fe y
por la elevación moral de sus costumbres. En el
orden profesional y social, la elevación del trabajador, su formación profesional, y la asistencia y
ayuda efectiva al ámbito familiar.
Nuestro objetivo es la evangelización mediante el testimonio profético
y la promoción integral de las personas y familias a través de la capacitación cultural y profesional y la creación de obras y servicios sociales. La
concreción última del Ideario depende
del análisis de la realidad social que
vive cada Centro de Hermandades y
de los recursos humanos y materiales
de que se disponga en cada momento,
lo importante es no perder el sentido
de fraternidad y solidaridad que desde los primeros tiempos impulsó D. Abundio a
los militantes y afiliados a las Hermandades, sin
duda, con diferentes estilos de los de otros grupos. Cada Centro debe ser creativo en impulsar
aquellas acciones que den respuesta a las necesidades del mundo del trabajo, sobre todo al más
desfavorecido.
La D.S.I. en Laborem exercens nos pone de
manifiesto que “el trabajo constituye una dimensión fundamental en la existencia del hombre en
la tierra”. Y que a pesar de los avances tecnológicos, el sujeto propio del trabajo sigue siendo el
hombre.
Termino esta reflexión con la Exhortación
Evangelii Gaudium, del Papa Francisco, que nos
invita a llevar los valores cristianos al mundo social, político y económico. Sobre la crisis del compromiso comunitario nos dice: “Sí al desafío de
una espiritualidad misionera”; “No al pesimismo
estéril”.
Como reflexionamos en el Ideario de las
HHT, nuestra forma de ser Iglesia es la de una comunidad de trabajadores cristianos comprometidos en la evangelización de nuestros hermanos
trabajadores, de los que están cerca y de los que
están lejos, de los que profesan nuestra propia fe
y de los alejados:
Salir a las periferias: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las
costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual
más que para la autopreservación”
•“Propugnamos una justa participación en la riqueza que producimos y afirmamos que defraudarnos en nuestros derechos sagrados es un delito
contra la dignidad de la persona” (Ideario, nº 20)
D. Abundio salio también a las periferias de
aquel momento de la historia, nosotros debemos
identificar las periferias hoy y no quedarnos en
lo autorreferencial.
equivale a la canonización, con fecha 17.12.de
2013. Favre era ya beato y D. Abundio, todavía no.
y para los pobres”, como él quería; o una Iglesia
en la que la mujer tenga el papel que le corresponde, como él ha afirmado, o que haga santas a las
“hermandades”, de las que hablaba tanto al principio de su pontificado, como modelo de fraternidad cristiana, en la persona de D. Abundio GARCIA
ROMAN fundador de las HERMANDADES DEL TRABAJO DE ESPAÑA Y DE HISPANOAMERICA.
Y hablando del Papa Francisco o de Francisco,
PAter et PAstor, quiera Dios, también, que se le recuerde por lo que le gustaría y no sólo por haber
lavado los pies a los pobres, sino por haber lavado
los pies a la Iglesia hasta hacer una “Iglesia pobre
SEPTIEMBRE 2015
mas
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XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
LA ANTROPOLOGÍA DE
SANTA TERESA DE JESÚS
Por Luis Miguel Rodríguez Hevia
En este año en el que se cumple el quinto
centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús parece adecuado dedicar unas
líneas a su obra literaria. Nos centraremos aquí en un tema filosófico de máximo interés: la antropología o idea del
hombre que tenía la Santa, sirviéndonos
para ello de un estudio de la profesora de
teología en la Pontificia Universidad Católica de Chile, doña Agustina Serrano
Pérez, titulado Una propuesta de antropología teológica en el Castillo Interior de
Santa Teresa, que publicó en 2011 la Diputación Provincial de Ávila.
lidad de retomar el camino propuesto.
Finalmente, Dios concede al
hombre su plenificación como ser
humano haciendo posible la unión
con Él. Esta unión puede darse incluso en esta vida como un cierto
anticipo de lo definitivo, mediante
el proceso de unión mística en la
morada más recóndita del alma,
donde se experimentaría la visión
intelectual de Dios que sugiere el
«ya sí pero todavía no». Es destacable la importancia que da Santa Teresa al cuerpo como objeto de esta
plenificación; y más en el contexto
religioso de su tiempo de minusvaloración del cuerpo. El cuerpo también es salvable, lo atestigua así la
Encarnación de Cristo. En esta visión religiosa, como dijimos anteriormente, existe latente una antropología concreta, algunas de cuyas
notas podemos destacar:
Las Moradas o Castillo Interior fue la
última gran obra de Santa Teresa, para
muchos su obra cumbre. En ella, se describe simbólicamente al hombre como
dotado de un castillo interior (el alma)
compuesto por diversas moradas, en la
más íntima de las cuales, la séptima, habita el mismo Dios. El objeto de la obra
es indicar la vía que conduce al hombre a
En primer lugar, se trata de una
través de esas moradas hasta alcanzar la
antropología enormemente optiúltima, donde puede operarse la unión
Santa Teresa de Jesús. Pintura al óleo de Alonso del Arco, siglo XVII.
mista que valora sobremanera al
mística con el Creador. La obra no es, coser humano: el hombre es una criamo vemos, específicamente antropológien relación con el hombre. Como punto de partura amada por Dios y destinada a la salvación;
ca, sino religiosa, ya que se tematiza la relación
tida diremos que la visión de Dios que tiene
tan digno, que incluso merece ser morada de
del hombre con Dios. Pero, según afirma la proSanta Teresa es más bien la de un Dios bondaDios. Es capaz de conocer el designio de su Salfesora Serrano, en ella podemos hallar una andoso, antes que justiciero.
vador, relacionarse con Él y llegar a la unión intropología latente. En efecto, cada modo de vitelectual en este mundo.
vir la religión inspira o deduce una determinaPues bien, en primer lugar, Dios crea al
da visión del hombre. En el estudio citado se
hombre por amor. Dios, de forma libre y gratuiPropiedad esencial del hombre es su liberexpone la antropología implícita en la religiosita, crea a un ser finito, y le dota de libertad —a
tad, que lo asemeja a su Creador. El hombre dedad de Santa Teresa, mostrada por ella misma
su imagen—, mediante la cual puede acceder a
cide libremente si se hace partícipe en su proen su Castillo Interior.
lo infinito, tanto en su ser como en su conocipia salvación y en el proyecto de Dios para el
miento. Dios crea a una criatura que es capaz,
mundo. Debe optar —está obligado a ello—
En primer lugar, expliquemos lo que entennada menos, que de relacionarse con Él, y en la
por seguir o no seguir la propuesta que Dios le
demos por “antropología teológica”, mencionaque, dice Santa Teresa, se goza y habita en su
hace.
da en el título del estudio. Con esta expresión
interior más íntimo.
se pretende indicar que el hombre es visto o
La clave del hombre es el amor. Por amor
comprendido, no desde sí mismo, sino desde
Tras crear al hombre, Dios le propone la sal- existe y es llevado a su perfección, y por amor
Dios. El autoconocimiento del hombre, que tanvación. Podríamos decir que lo destina a ello.
es compelido a relacionarse amorosamente con
to recomienda la Santa (lo que se ha llamado el
Una salvación, para Santa Teresa, cuyo sentido
los demás. El amor de Dios desborda al indivisocratismo teresiano), sólo puede realizarse a
es, más que liberación del pecado, capacitación duo y fundamenta el amor entre los hombres.
través del conocimiento de Dios o, al menos, de para alcanzar la perfección propia, la plenificaEn este sentido, la antropología teresiana es
la acción de Dios sobre el hombre: «Jamás nos
ción humana, tomando como modelo el verdaunitaria e integradora, de Dios con la humaniacabamos de conocer si no procuramos conocer dero hombre: Jesucristo. En todo este proceso,
dad y de la humanidad consigo misma.
a Dios». Según ello, nos haremos una cabal idea
están presentes, tanto la posibilidad ofrecida
El paradigma del hombre es Jesucristo, que
del ser del hombre si tomamos en consideragratuitamente por Dios, como la libertad del
lleva ejemplarmente a término el destino plenición lo que Dios hace en relación con su criatuhombre, que debe elegir y decidirse a colaboficador que Dios le tiene reservado y lo muestra
ra. Es de destacar lo diferente de este camino
rar en esta salvación. La llamada a la salvación
a toda la humanidad.
del que parte del hombre mismo, su naturaleza, es universal, alcanza a todos, pero cada uno
sus actos, rasgos, etc., como hacen en general
debe aceptarla. Bien es verdad, que, según SanLa antropología teresiana, en suma, inspiratodas las antropologías mundanas. La ventaja
ta Teresa, aunque el hombre peque, es decir, re- da sin duda en la propia experiencia mística de
del punto de vista teresiano es la iluminación
chace la propuesta divina de plenitud, no por
la Santa, muestra a un hombre creado según un
que proporciona la fe.
eso deja Dios de habitar en su interior, ofretelos, una meta, cual es la perfección final en
ciendo permanentemente el perdón y la posibi- Dios alcanzable a través de la historia.
Así pues, nos preguntaremos qué hace Dios
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mas SEPTIEMBRE 2015
XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
D. Abundio en la II Asamblea Latinoamericana
de las Hermandades del Trabajo
MENSAJE DEL FUNDADOR (Perú, Lima 1972)
Mis queridos asambleístas:
- Integración de Cielo y Tierra,
Habéis venido a Lima a celebrar la
Segunda Asamblea Latinoamericana de
las Hermandades del Trabajo. Habéis
venido de Costa Rica, de Colombia, del
Ecuador y de la propia España. Bienvenidos seáis todos. Los de San José de
Costa Rica, los de Barranquilla, los de
Medellín, los de Bogotá, los de Quito y
los de Madrid que habéis tenido que
saltar el Atlántico para encontrarnos y
convivir unos días con nosotros.
- Integración de Jerarquía y
Pueblo de Dios,
- Integración de individuos y
comunidad.
Sin que por estas crisis
tengamos que condenar a la
Iglesia. Son crisis que sufre el
mundo y que a la Iglesia le
vienen de fuera. Crisis que
obligan a un reajuste de valores y a una coordinación de
fuerzas.
Bienvenidos seáis todos a esta hermosa ciudad de Lima que os acoge con
entrañas de cordialidad y regocijo de
hermanos.
Nuestra alegría ahora aparte de la
que supone la convivencia, es también la de poder comprobar la consolidación y expansión del
Movimiento de las Hermandades del Trabajo entre nosotros.
Obra esta la de las Hermandades del Trabajo
que forjamos, seria tanto por su Ideario, como
por su espiritualidad y temple apostólico. Serio y
comprometido el Ideario al señalar objetivos y al
abrir caminos. Se examinan en él, las necesidades más urgentes del mundo del trabajo y se
apuntan categórica y comprometidamente los
remedios más perentorios.
Serias son también las Hermandades del Trabajo por su espiritualidad. Sabemos que Dios anda muy en medio de sus militantes y dirigentes
que le buscan y le escuchan en la oración, se le
acercan en la vida sacramental y sufren sus mismas ansias de liberación en favor de los pobres.
Estos pasos no son de frivolidad, sino de honradez de vida, de testimonio ejemplar y de compromiso arriesgado en el mundo ambiente del
trabajo.
Serias y exigentes son también por el temple
apostólico que piden y forjan en sus militantes.
Hombres de libertad interior que luego se lanzan a una vida de amor y de lucha por sus hermanos trabajadores. Temple apostólico que tiene su fundamento en la caridad de Dios y su expresión más generosa en la promoción integral
de sus hermanos. Temple apostólico que los sitúa en la vanguardia de los más comprometidos
porque el apóstol cuando vive su fe, no tiene
que envidiar estímulos y recompensas mejores.
Dará mucho más de si invocando estos condicionamientos espirituales que cuando se apoye
en razones concretas y humanas. El hombre
que vive gallardamente su fe, ya esta tocando la
línea del heroísmo.
Pero además miramos con gran confianza la
Obra de Hermandades, cuando contemplamos
sus objetivos liberadores y sus proyectos culturales. La verdad os hará libres y esa es la libertad
que engendra santos. Luego por el camino uniréis la firmeza y el arrojo a la humildad y al cariño. Y haréis florecer entre militantes y afiliados
sobre todo, ese aire de familia que hace tan gozosa la Hermandad. Descubriréis así un estilo nuevo para vuestra reivindicación social, desterrando el odio y la desesperación, la intriga y la zancadilla. Pasó ya de moda la herencia marxista.
Con demagogias hoy no se hace más que el ridículo. Tiene mucha mas fuerza la verdad seca y
austera cuando reclama justicia y consideración
para los hijos de Dios.
Pero además de todo, la Iglesia os necesita a
vosotros, Hermandades del Trabajo; necesita
vuestros cuadros de dirigentes y militantes; necesita vuestras listas de afiliados pan contar con
ellos en la implantación de la paz y la libertad de
Cristo en el mundo del trabajo; necesita vuestro
espíritu de generosidad y entrega, de equilibrio y
de ardor para ganarse el mundo de los pobres y
humildes.
Hoy más que nunca, cuando la Iglesia sufre las
mayores crisis de integración, que ha conocido
su historia, debe salir el laico de su pasividad y
lanzarse a la lucha por el triunfo del Reino de
Cristo.
El Vaticano II ha preparado este ambiente de
disponibilidad de los seglares, haciéndoles conocer su participación en la misma misión de Cristo.
Tres grandes crisis de integración son las que
hoy sufre la Iglesia, por cuya solución deben trabajar los seglares:
La Encarnación del Hijo de
Dios nos habló de esa unión
de Cielo y Tierra. Nuestro Emmanuel consiguió la
síntesis más tierna y redentora. Que se hizo así
con mucho amor y mucho arrojo. Dios se bajó
tanto que se confundió con nosotros y nos levantó tanto que nos confundimos con Dios. Todas
las fuerzas externas se equilibran en el centro. La
solución está en sentirse hombre y Dios al mismo tiempo, hoy sobre todo en que tan dados somos a los radicalismos fáciles. La acción liberadora de Cristo terminó en la Ascensión. Los hijos
de Dios han de sentirse llamados al Cielo.
Otra crisis de la Iglesia es la integración de Jerarquía y Pueblo de Dios. Hoy sufrimos un antagonismo feroz y criminal entre estos dos elementos o sectores de la Iglesia, que alguien está muy
empeñado en enfrentar y que por naturaleza se
reclaman íntimamente. Sintámonos la Jerarquía
parte de ese gran Pueblo de Dios, pero acepte
también y de modo agradecido este mismo pueblo nuestro Magisterio, gobierno y función santificadora. “Quien a vosotros oye, a Mi me oye, quien
a vosotros desprecia a Mi me desprecia”, dijo el Señor. Verted vosotros trabajadores militantes de
las Hermandades en el ánimo de vuestros compañeros, sentimientos de confianza y fidelidad a
la Iglesia, representada de modo auténtico y capital en su Jerarquía. Los enemigos de la Iglesia
atacarán siempre a su cabeza, vosotros sus amigos debéis defenderla con sumisión y afecto.
Finalmente, se considera otra crisis en la integración del individuo y la comunidad. Esto viene
a condenar el egoísmo individualista y a fomentar el espíritu comunitario. De la unión nace la
fuerza. Vuestros Grupos Apostólicos deben ser el
argumento que demuestre esta verdad. La comunidad de fines y de medios y hasta de estilo, os
dará un aire de familia que alegrará vuestra acción apostólica. El equipo enriquece la personali
(Sigue pág. 23)
SEPTIEMBRE 2015
mas
23
XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio
(Viene pág. 22)
dad y santifica a sus miembros porque alcanza la
caridad, el Magisterio de toda actividad. Vuestra
misma contextura orgánica es un fruto de cierta
integración del individuo en la comunidad. La división de Hermandades por profesión o empresa
facilitará el espíritu de integración en la comunidad natural del mismo trabajo.
Dentro de este contexto integrador cobra el
laico un papel de máxima responsabilidad. El seglar, antes pasivo de ordinario, ha encontrado en
el Vaticano II su más elocuente apología. “Los fieles—se dice en la Constitución sobre 6 Iglesia, n.
37—incorporados a Cristo por el Bautismo, integrados en el Pueblo de Dios y hechos partícipes a su modo de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de
todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos corresponde”. En consecuencia, no son ámbitos distintos, los correspondientes a la Jerarquía y a los
laicos, sino modos de actuar distintos, porque
Pueblo de Dios somos todos.
Esto mismo grava con indeclinable responsabilidad la formación de los laicos. Deben ser formados para ser reyes, profetas y sacerdotes.
Como partícipes de la función real deben los
laicos conducir y regir al Pueblo de Dios hacia la
santidad que es la salvación, salvación temporal y trascendente a un tiempo, que obligará a
solucionar los problemas temporales que afligen al hombre, obligando al militante a actuar
con solidaridad, respeto, amor y espíritu de promoción.
“Donde quiera que haya hombres—dice el Decreto sobre el apostolado de los seglares, n.
28— carentes de alimento, vestidos, vivienda, medicina, trabajo, instrucción, medios necesarios para llevar una vida verdaderamente humana, o afligidos por la desgracia o por la falta de salud, sufrimiento en el destierro o la cárcel, allí debe buscarlos y encontrarlos la caridad cristiana, consolarlos con diligente cuidado y ayudarlos con la
prestación de auxilios. Esta obligación se impone
ante todo a los hombres y a los pueblos que viven
en la prosperidad”.
Por su función profética debe el seglar profundizar en la Palabra de Dios y proyectarla sobre
los acontecimientos de la vida. Proyección de la
luz de la verdad divina sobre los acontecimientos
de la vida cotidiana para hacer resaltar las injusticias y exigir la solución de las mismas.
Los seglares participan también del sacerdocio de Cristo que les obliga a la santificación personal, a divulgar el mensaje divino a todos los
hombres a través de su vocación apostólica, aunque ésta labor no les dé derecho a recoger los
frutos que solo Dios distribuirá según su beneplácito, y como sacerdote a ofrecer a Dios también toda su vida con éxitos y fracasos, tribulaciones y alegrías, todo ello por ser nuestro es
digno de un ofertorio divino. Como el sacerdote
debe ser el “hombre de Dios” por antonomasia,
también el laico debe sentir esta exigencia, buscando a Dios del que siempre debe sentirse hijo,
obligado a unas relaciones piadosas que le constituirán en hombre de vida interior con proyección hacia el mundo exterior en el que debe instaurar el Reino de Dios.
Esta proyección hacia el mundo exterior que
debe orientarse a la instauración cristiana del orden temporal os obliga a los seglares, militantes
sobre todo de los Movimientos Apostólicos y
aquí concretamente de las Hermandades del Trabajo; os obliga a vosotros de modo especial a
promover y facilitar ese movimiento de liberación con el que hemos de redimir espiritual y materialmente a todos los pobres y oprimidos.
Os felicito por haber escogido él tema de la liberación del hombre latinoamericano para vuestra II Asamblea Americana.
hombres, la libertad de los hijos de Dios, que
efectivamente no estará perfecta hasta la consumación definitiva, tiene que reflejarse en las relaciones familiares, sociales, laborales y políticas,
es decir, en todos los sectores de la vida.
5. Es verdad que esta libertad adquirida por Cristo no puede ser identificable con las libertades
sociales o políticas, es por el contrario una libertad radical que llega a la médula interior del ser.
El gran mérito de esta libertad es el sentirse libre,
no el que me hagan libre, vivir sin estar determinado por nada ni por nadie.
6. Esta libertad que Cristo nos ha traído puede ser radicalmente renovadora y salvífica. Lo
que verdaderamente salva al hombre y le pone en la posibilidad de existir libremente no
son los recursos de su propia naturaleza, sino
el descubrimiento del amor y de la inmortalidad como dimensiones últimas y valores supremos de
de Cristo
su existencia.
El Congreso Eucarístico de Bogotá tuvo una
hermosísima proyección apostólica en Medellín cuando la “La liberación
Conferencia Episcopal Latinoamericana concretó en la libe- nos crea la posibilidad de
ración del hombre todos sus vivir una vida fraterna, en 7. La libertad de la redención
fervores eucarísticos. Sé que
es distinta de las libertades
ya venís trabajando un año el amor, la paz y la espesociales y políticas pero insesobre el tema de la liberación ranza.”
parable de ellas. Los hombres
con reuniones de estudio enal reconocer este patrimonio
cuentros y estadísticas. Todo
por la fe, nos situamos en la
ello no puede menos de haceros llegar a concluposibilidad de desarrollar una existencia que
siones concretas e inmediatas en las que cifréis
lleve a la práctica esta liberación radical en los
vuestros propósitos apostólicos. Aceptad, mis
diversos órdenes de nuestra vida. La redenqueridos asambleístas, algunos principios oriención da la posibilidad y la obligación de ser litadores de vuestras resoluciones prácticas en orbres en todos los órdenes de la vida.
den a esta liberación integral del hombre latinoamericano, que todos deseamos.
8. La opresión social, económica o política que
hay en nuestro mundo está impuesta por
Acaso hoy más que nunca sentimos los cristiahombres oprimidos, no liberados interiormennos la necesidad de mostrar la fecundidad de la
te, que no han descubierto el valor supremo
fe cristiana para los objetivos y tareas seculares
de una vida sencilla y fraterna y tienen necedel hombre. En una palabra queremos demostrar
sidad de someter por la fuerza a los demás en
que la fe vale para algo. El Vaticano II sobre todo
provecho propio. Prosperidad económica, poen la Constitución sobre la Iglesia en el mundo desder, honor, comodidad, estos son los ídolos. El
cubre y defiende esta preocupación.
que se deja dominar por ellos no es libre ni
permite serlo a los demás.
A ella la fe da sus respuestas categóricas.
9. Es utópico soñar con una sociedad humana
1. La primera es que la palabra “libertad” o “liverdaderamente fraterna. Como es utópico
beración” en el lenguaje bíblico es casi un sipensar que vivimos en una sociedad cristiana.
nónimo de salvación y constituye el objetivo
Por eso los cristianos con la conciencia de que
central de la redención de Jesucristo.
estamos en una sociedad de hombres oprimidos y opresores, hemos de procurar ser hom2. Además Cristo nos ha liberado porque nos
bres libres, con una libertad interior que se exha hecho capaces de vivir una vida rehecha
prese en la libre y sincera aceptación de nuespor el amor y la esperanza, libres ya del temor
tras obligaciones sociales y civiles, en el respea la muerte que nos ataba a las cosas de este
to a la libertad de los demás y en la lucha conmundo, nos enfrentaba a unos contra otros y
tra la opresión y las causas de la opresión que
nos oponía a la voluntad creadora y glorificanson siempre hijas de la falta de verdadera lite de Dios.
bertad.
3. Cristo ha cambiado la manera objetiva de
ser hombre. Su liberación es una liberación
real no solamente “religiosa” en un sentido
restringido, entendida sólo como sobrenatural. La liberación de Cristo nos crea la posibilidad de vivir una vida fraterna, en el amor, la
paz y la esperanza.
4. Esta libertad adquirida por Cristo, para los
10. La verdad nos hace libres, la santidad es la
que nos hace gozar de esa verdadera libertad
Toda escalada por conseguir la propia santidad y por hacerla posible a todos, será siempre la mejor campaña en favor de la libertad.
Para terminar os deseo que mi bendición os alcance la gracia de Dios que haga fecundos vuestros trabajos.
24
mas SEPTIEMBRE 2015
Centros de Hermandades del Trabajo. ESPAÑA: Almadén, Almería, Ávila, Badajoz, Córdoba, Guadalajara, Jaén,
Jerez de la Frontera, Logroño, Madrid, Puertollano, Sanlúcar de Barrameda, Segovia, Sevilla, Valencia, Zaragoza, así como las Hermandades en toda España de las Federaciones de la Seguridad Social y Ferroviarias. AMÉRICA: Chile (Concepción), Colombia (Barranquilla, Bogotá y Medellín), Costa Rica (San José), Ecuador (Quito), Perú (Callao, Chimbote,
Lima, Ramón Castilla y San Ignacio).
PEDRO BARRADO / DIRECTOR DE LA ESCUELA SAN JUAN XXIII DE LAS HERMANDADES DEL TRABAJO
Estar en Hermandades
o recuerdo exactamente cuándo empecé
yo a colaborar en Hermandades, en lo
que hoy es la Escuela Juan XXIII –que durante mucho tiempo fue simplemente los
«Martes de Formación»–, pero debió de ser entre mediados y finales de los años ochenta del
siglo pasado (¡cómo suena!). Alguna vez me
han comentado que en ocasiones Don Abundio
asistió a alguna de mis clases, sentado en la
parte de atrás del aula y escuchando con atención. Yo lamento no atesorar ese precioso recuerdo, porque no siempre tiene uno la oportunidad de estar ante un auténtico santo, y menos aún de tener la oportunidad de ser escuchado por él.
N
Sí recuerdo con más claridad, en cambio, una
llamada telefónica de Fidel Herráez, responsable de la escuela en aquel entonces, que se encontraba en su despacho de la Delegación de
Enseñanza de la diócesis madrileña con Vicente
Vindel, que era el consiliario de Hermandades
del centro de Madrid. A Fidel le habían nombrado vicario general de la diócesis –eso fue en
1995– y, según me dijo aquella mañana, ambos
habían pensado que yo podría ser su sucesor
–aunque yo diría mejor «sucedáneo»– como director de la Escuela, dado que, a partir de ese
momento, Fidel ya no podría ocuparse de ella
como merecía. Y así fue cómo me convertí en el
director de la Escuela Juan XXIII, un cargo que
no solo no resulta oneroso, ya que cuento con
la inestimable ayuda de los profesores que integran su claustro, con la de las personas que
conforman el Departamento de Acción Apostólico-Social y, especialmente, con la del consiliario, sino que es un verdadero honor y privilegio.
Compartir la tarde de los martes con las personas que acuden a la Escuela siempre ha sido
una auténtica delicia. La relación ya se ha hecho tan cercana que es como estar con tu pro-
pia familia. Así, todos nos condolemos
cuando las noticias que vienen no son buenas y nos alegramos juntos cuando la ocasión lo merece. En ambos casos lo que sale
del corazón es una oración que sube a la
presencia de Dios como las volutas del incienso.
De cara a eso que ahora está tan de moda como es la autoestima, las clases resultan una verdadera inyección de ese remedio
indispensable para la vida humana. Pero lo
que habitualmente se suele desconocer es
que, para el profesor, la clase –con la intervención de la gente, sus preguntas y opiniones– es la ocasión privilegiada para el
aprendizaje y la profundización. Es lo que
viene a reflejar la conocida cita de Cicerón:
D. Abundio fue alumno y profesor durante casi toda su vida
«Si quieres aprender, enseña».
bién es necesario tener convicciones claras y
La intuición de Don Abundio a propósito de
saber mostrarlas al que pida razón de ellas cola necesidad de formación de los miembros de
mo razonables y profundamente humanizadoHermandades –para lo cual se crearon aquellos
ras.
iniciales «martes de formación»– sigue siendo
vigente y de enorme actualidad. Hoy todos esEs probable que aquellos tiempos de los
tamos preocupados por el futuro del cristianisgrandes números ya hayan pasado definitivamo o de la Iglesia (al menos en Occidente, y
mente para nuestra Iglesia española, y por tanquizá especialmente en nuestro país), por la
to también para Hermandades.
transmisión de la fe, que parece haber sufrido
una trágica ruptura en el seno familiar. Nadie
Pero, ¿quién o qué nos impide seguir soñansabe cómo será la presencia cristiana dentro de
do con pequeños grupos de hermanos –fraterunos pocos años, no ya en el mundo del trabajo nidades o hermandades–, alegres porque han
–que tanto ha cambiado también–, sino en la
recibido la magnífica noticia –la mejor que capropia sociedad en la que vivimos. Pero lo que
bía esperar– de que Dios es amigo de los homsí debemos tener claro es que esa presencia ha
bres, especialmente de los que peor lo pasan,
de estar mediada por cristianos no solo comcomo quedó demostrado en la vida de Jesús? La
prometidos, sino también formados. En alguna
alegría del Evangelio –como dice el papa Franocasión he hablado de cristianos «ilustrados»,
cisco– ha de ser capaz de sobreponerse a la mees decir, cristianos que conozcan su fe, requisilancolía por tiempos pasados, que no necesariato esencial para poder vivirla. De hecho, en el
mente fueron mejores, sino que simplemente
mundo que nos ha tocado vivir parece que no
los vivimos con menos años y más energías. Esbasta con ser buena persona, aunque eso sea
toy convencido de que Don Abundio estaría de
muy importante, incluso lo fundamental; tamacuerdo conmigo.
FUNDACIÓN ABUNDIO GARCÍA ROMÁN
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