La chica de servicio 2.5 - Quédate

Índice
Portada
Cita
Capítulo1
Capítulo2
Capítulo3
Capítulo4
Capítulo5
Capítulo6
Capítulo7
Biografía
Créditos
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Aveceslossueñossonpremonitorios,
seconviertenenrealidad…
MattCampbell
1
Bajodelcocheenelquehoy,ycomovienesiendohabitualdesdehacedías,
soy el copiloto. Casi no me sostengo en pie, mis músculos han perdido
fuerza,elagotamientosehavueltomigranamigo.
Miro a mi derecha, la entrada de mi casa, nuestra casa. El refugio de
Giseleymío.Unintensonudosemeformaenlagarganta.Esmuydifícil
asimilarquecruzarélaspuertasyellanoestará…
Sientounamanoenmihombro,dándomeelempujónquenecesito.Es
Scott Stone, el hermano de mi mujer, que conoce lo dura que está siendo
estanuevaetapa,puesdesdequeellasefue,lasemanaanterior,esmigran
apoyo.
YaestamosenlaprovinciadeMálaga.Volvemosdelpsicoterapeuta,al
quehemosidoparaasegurarnosdequeeltratamientoseaelcorrecto,tras
haberlo retomado en Madrid y ahora seguir haciéndolo, frente a esta
enfermedad que está a punto de acabar con lo que más quiero en la vida:
GiseleStone.
—Tranquilo, todo va a salir bien —me dice mi cuñado, colocándose
delantedemí—.Anochesuvozeramásalegre,¿notelopareció?
—Legustaqueyoestéaquí…—reconozcocompungido—.Sabeque
nopodíaseguirenMadrid,tampocoencasademispadresyelRefugioes
lomásnuestroquetenemos.
Entoncesmevengoabajo.
—¿Quévoyahacersinella,Scott?
—Vaavolverpronto—merecuerda,tantristecomoyo—.Aprovechad
este tiempo, recomponeos. —Me da el llavero, que cojo con manos
temblorosas—.¿Necesitasalgo…?
Juego con las llaves, con la mirada perdida en ninguna parte, sin el
valorsuficienteparadarelpasoyentrarencasa.Hoylanochedebodases
el recuerdo que más me duele, aquella noche nos amamos locamente y
ahoraelvacíofrenteaesasimágenesesdemoledor.
—Déjameunosminutosasolas,porfavor—lepido,caminando.
—Estaréaquí.
Abro la puerta exterior y cruzo la zona del jardín. El suelo está
húmedo,hallovidobastanteestosdías,recordándomelofríaytristequees
estaépocadelaño.Elinvierno,enplenomesdeenero.Noquieronimirara
míalrededor,nopuedosoportartantosrecuerdoscompartidos.
—Joder,joder.—Mesobresaltéantesusquejidos.Almirarla,viquese
estabariendo;teníaelcabelloalborotado,apenasseleveíalacara.Deun
manotazoseloapartó.Susojosgrisescasicerrados.Hermosayatrevida—.
¿¡Teríes!?¡Hemosperdidoelvuelo!
Lamiréceñudo,soñoliento.
—¡Eslauna,Matt,launa!—Putamierda.Medejécaerdenuevohacia
atrás—.¡Levántate!
Desnuda,conaspectosalvaje;miperdición.Meimaginédeslizándome
entresusmuslos...
—Anda,acurrúcateaquíconmigo—lepedí,alzandolamano—.Más
tardecogeremosotro.
—¿Otro? ¡Yo me quiero ir ya! —Me incorporé para verla mejor, con
susbrazosenjarras—.Tantojugaranoche...ymiraahora.
Soltéunacarcajada.
—Venconmigo—lepedídenuevo—.Unpocomás.
Con osadía, se recogió el cabello en un moño alto y corrió hacia mí,
haciéndonos caer bruscamente hacia atrás. Su emoción por viajar era
evidente.Laharíadisfrutarcomonunca.
—¿Cómohasamanecido,esposo?
Peronodisfrutócomomelopropuse,lajodítambiénennuestraluna
demiel.
Hoy tengo miedo, miedo de no saber recuperarla, de que no vuelva
nunca.Apesardelasllamadasdiariasdesdesumarcha,suvozsuenamuy
apagada.
Sé que no es feliz estando lejos de mí, pero tampoco conmigo. Las
constantes y absurdas peleas, mi negativa a tratarme, mintiéndole… y mi
comportamientoenloquecidolahanagotado.
Noséquererlacomomerece.
Temoquepierdalasfuerzas,lailusiónylasganasdeluchar.
Inspiroalllegaracasa,sonlascincodelatarde,peronosésidonde
ellaestáesdedía…odenoche…Nohaqueridodecirmesuparadero,sabe
que la buscaré, pese a haberle prometido lo contrario. No soy tan fuerte
comopiensa.
Justoantesdeabrir,suenamiteléfono.Nervioso,rebuscoenelbolsillo
delpantalónoscuroquellevopuesto.Ungruñidoescapadelomásprofundo
demiser.Migargantaseabredenuevo.Laenergíayelairequenecesito
melleganinmediatamente.
Esella,Gisele.
—¿Cariño?—preguntoconagonía.
—Hola,Matt.
—Hola,preciosa.
—¿Quétal…?
La noto cansada, habla en un tono poco audible. Me siento en la
entrada, en los escalones. No puedo más, desconocer tantos detalles de su
vidaesunsinvivir.Medueledemasiadoestadistancia.
—¿Cómoestás,nena?—susurro.
—¿Y tú? —La oigo suspirar—. Recuerda que si tú estás bien, yo
tambiénloestaré.HehabladoconCarlos…Megustaesedoctor.
—Esamable,sí—digosinganas,deloquemenosmeapetecehablar
esdeél—.Estoyenlapuertadecasa,mefaltavalor,Gisele.
Hayunprecariosilencio,crudo.
—Te quiero mucho, mi vida. Estoy muy orgullosa de ti —musita—.
¿Entramosjuntos?
Unadesusocurrencias.Sonrío,negandoconlacabeza.
—Solonopuedo.
—Noloestás…Estoycontigo,venga,ábremelapuerta.
Con más ánimo, me levanto y me encamino hacia la puerta. La llave
entra a la primera y no dudo en cruzar la sala, su voz es el empujón que
necesito.Ahí,fotosdeGiselerodeanlaestancia.
Tambiénnuestras,dándoleluzaesterincóntanespecial.Haymuchas
imágenes,sobretodolasdenuestralunademiel.
Unaquemehacesonreíresenlaqueellaestáconsubrazoalrededor
demicuello,sentadaenmisrodillasyhaciendoburla.Micaravaríaentrela
diversiónylasorpresa.Juguetón.
—Matt—mellamapreocupada—.Dimealgo,cuéntamecosas.
Carraspeo.
—Estoyhaciendotodoslostrámitesnecesariosycuandoregreses…
—Nos quedaremos en Málaga —acaba enseguida, consciente de que
mealterosinohabladeunaprontavuelta—.¿Hascomido?
—Algo… En casa de mis padres. Tengo algún que otro mareo,
náuseas…Estoesmuydifícil,cariño.
Otrolargosuspiro,estácontenida,cambiada.
—Carlosmehacontadoque,aunquelaspastillassonimprescindibles
para el estado de ánimo, la depresión y los episodios… tienen sus
reacciones.—Caminoporlasala,rozandosuimagenconlosnudillos—.Sé
quealprincipiocuesta,meacuerdodecuandoempezastelaotravez…—
murmuraincómoda—,peroahoracuentasconelapoyodetodos.
Yelquemásnecesitoestálejosynisiquieraséporcuántotiempo.
—Te extraño, nena, a veces siento que me voy a volver loco si no te
acaricio, si no vuelves pronto. Me haces falta —confieso, mal—. ¿Podré
enmendaralgunaveztantoserrores?
—Loestáshaciendoya…
—Nosévivirsinti,Gisele.
Me gustaría decirle que no volveré a dejar el tratamiento, que no
volveremosapelearnosportonteríasyquenocontrolarécadapasoquedé.
Peroséqueesprontoyquepensaráqueseráotrapromesarota.
Hedeserprudente.
—¿¡Nena!?
—Dime…
—¿Notieneslamismanecesidaddeabrazarme?
—Matt —implora con voz quebrada, finalmente rompe a llorar.
Domino el maldito impulso de dar un puñetazo en la mesa, pues odio
lastimarla—.Dimequeestoyhaciendobien,porfavor.Dimequesinome
hubieraidotúnohabríasdecididodarelpaso…Dimealgoparanopensar
queestoysiendoegoísta.
Cierrolosojos,nopuedoevitarderramarunasagriaslágrimas.
—Nena… Siento defraudarte, pero tienes razón. Chis, no llores, chis
—trato de calmarla y cierro los puños. Quisiera tanto abrazarla, besarle la
frente y decirle que todo va a salir bien…—. Si no hubiéramos llegado a
esta situación, no habría conocido el dolor, la angustia que ahora me
atraviesay,seguramente,nohubiesevaloradoloquepuedoperder.
—¿Perder?
Sí. —Hago una pausa. No quiero presionarla, pero tampoco sé cómo
llevar esto a cabo—. Tengo miedo de perderlo todo. A ti, que eres mi
mundo.
—Noloharás,Matt.—Mepellizcolanariz—.Túereselmío.
Besolaalianzaquenosunióysusurro:
—Estoyenfermo,loheasumido.
—Teamoigual.—Sedesgarraconelllanto.
—Yomás,nena,duele.Noloolvides.
—Losé…Descansa,¿vale?—gimotea,tratandodehacerselafuerte.
Noquieroquecortelallamada,luegonadatendrásentido—.Tellamoesta
noche.
—Aquí.¿Yallíquéserá,día,tarde,madrugada…?
Se calla, negándose a decirme su paradero. Algo que no termino de
entender.Esmimujer,¿porquénopuedosaberquéesdeella?Sihacefrío
o calor, si llueve o va a la playa… igual con mis llamadas la estoy
molestandoenmitaddelanocheynotengoformadesaberlo.
—Está bien —cedo, roto. Hoy haría cualquier cosa que me pidiera y
aceptarécadaunadesuscondiciones—.Teespero.
Cuelgasinquemedespida.
Memolesto,aunasíhagoloposibleporentenderla,porponermeensu
piel.Intuyoqueesporquenoquierequelasigaoyendotanderrotada,pero
suvozesmiúnicoconsuelo.
Suspromesassonmisesperanzas.
Dejo el teléfono en el sofá y, con los dientes apretados, busco la
manera de relajarme para no caer en el error de terminar destrozando los
muebles, que cuando ella vuelva quiero que siga viendo intactos. Sin mi
puñomarcadoenellos,comotantasotrasveces.
—¡Scott! —Un segundo después, aparece éste, pálido—. ¿Y si no
encuentramotivosparavolver?¿¡Cómoharéparasoportarlo!?
—No pienses más, Matt. Joder… necesitáis esta separación para
recapacitaryquecuandovolváisnocaigáisenlomismo.
—Estámalysola.
—Porcabezona.Hellamadoamispadresy…
—Nomehablesdeellos.
Noquierooírunamíserapalabradelapersonaquehaayudadoaque
llegáramosaesto.Supadrehahecholoquehapodidoporalejarlademíy
ahoraquelohaconseguidonoquieroniverlo.
NohayenmíningúnsentimientopositivohaciaMichaelStone,esun
malditocerdo.¡Unegoísta!
—TuhermanaRoxannevieneparaacá.
—Excúsame con ella, por favor. —Me toco la cabeza, me duele. No
me encuentro bien, ¡estoy harto!—. Voy a echarme un rato… Si Gisele
llama,nodudesenavisarme.
—Tranquilo.
—¿¡Quieres dejar de decirme «tranquilo»!? Me haces sentir como el
enfermo que quiero olvidar que soy. —Scott asiente, aguantando otro
chaparrón—.Nopuedoestartranquilosinsaberacuántoskilómetrosestá,si
estácompletamentesola…Siotrolamira.¿Cómosehace,Scott?
—Confiandoensupalabra,igualqueGiseleestáconfiandoenlatuya.
—¡Quéfácilsevecuandonoesaunomismoaquienlepasa!
—Tratodeayudarte.Estoyaquíparaloquenecesites.
Avergonzado,ledoylaespaldayavanzoescalerasarriba.Segúnllego,
más desesperación al contemplar la habitación en la que tantas noches
hemosdormido.
Medoyuncabezazocontralapared,quemeproducevértigos.Quiero
estamparme hasta caer inconsciente al ver nuestra cama tan vacía, sin las
sábanas tiradas por el suelo, sin el desorden que formábamos al hacer el
amor.
—Vuelvepronto—susurrodesesperado.
Toco el cobertor buscando su aroma, anhelando destrozado su
recuerdo.Lacamaestáfría,nohayrastrodesusonrisa,laseñaldequeme
falta a mi lado. Tengo un mal presentimiento, uno que no me abandona
desdequelavipartirlejosdeaquí.
2
Me remuevo inquieto en la cama, me quiero despertar sin conseguirlo. Sé
queesunsueñoelquemetieneatrapadocomoaunrecluso.Éstaeslaúnica
salidaparamí,laquesuelobuscarparaencontrarmeconella,paratenerla
cerca. Fantaseando, recordando, pero hoy es diferente. Lo presiento por la
escenaquesevaformando.
VeoaGiseleymeveoyoennuestracasadeMadrid.Sucabellosuelto,
iluminado por los mechones rubios. Al darse la vuelta, quedamos cara a
cara.
¡No! Sus ojos están tristes, su mirada gris apenas brilla. Lucho, me
debatoparanoentrarenlapesadilla.
Depronto,mesumerjoenella,ahogándome.
—Necesito hacerte el amor como mereces, no brusco —le susurré—.
Nohoyquetedespides.Siempredebícuidarteyadorarteasí.
TanteébajosumontedeVenus,estabamojadasinuntoqueprevio.
—Gisele.Teamo,eresmivida.
Calló, percibí que apenas respiraba. La cubrí con mi cuerpo,
estremeciéndomeconelcontactotanardientedelsuyo.Seabrazóamipiele
inspiré antes de abrirme paso dentro de ella, que me recibía con la misma
pasióndesiempre,laquenosdesbordaba.
—Tanmía.
Enredólasmanosenmipelo,callada.
—Recuerdatuspalabras.Notardesenvolver...
Necesitaba perderme en ella hasta saciarme, aunque realmente nunca
sucediera: «Satisfecho siempre, saciado nunca», le repetía cada vez que
podía,ynomentía.
—Háblame,dimealgo,Gisele.—Lacubrídebesos,sinolvidarmede
ningunapartedesutersayníveapiel—.Yateextraño.
—Matt,no.Déjalo...sabesquevoyavolver.
—Nolosé,hoyyahoranolosé.
La arropé con leves caricias, me dejé el alma en mimar su cuerpo.
Delineandomarcasinvisiblesparaquenoseolvidarademí.Giseletembló,
deseándomeconlapasióninsaciableeirrefrenabledeaquelprimerdíaque
nostocamos,cuandoellaeralachicadeservicio.
—Promételo,nena.
—Confíaenmí.
—Nopuedo—susurré—,tengomiedo.
—Bésame...
Le rocé el cuello, la clavícula, el lóbulo de la oreja. Me detuve en el
contornodesuslabios,hastaquelaagoníamevencióyprofundicéenellos.
Lapenetrédespacio,moviendolapelvisdeunamaneratanlentaqueincluso
dolía.Giseleseuníaamígimiendo,mirándome.
—Teamo,Gisele.Teamodemasiado.
Sentíqueperdíaelcontrolcuandoellasalióabuscarme,levantandolas
caderas.Meatrapó,estabamuyhúmeda,caliente.
—Déjameamí,Matt.
Sindejardebesarla,lecedímisitioysepusoencimademí.Sucuerpo
y el mío se rozaban, nuestras pieles se buscaban. Mi mujer se movió de
manera seductora, como es ella, descarada. Y con la palma de su mano
empezóadibujarmecaminosporlapiel.
—Ereshermoso.
Mepuseasualtura,rodeandosucintura.Amándoladesesperadamente,
necesitándola hasta querer morir en ella. Justo allí, en medio de nuestra
intimidad,dentrodelaburbujaenlaqueestábamos.
—Cariño,recuerdaquelassensacionesquetúmecausasningunaotra
lasprovocadonunca—clamé,gruñendo—.Nadie…hastaquetúllegastea
mividayteconvertisteenella.
—Medueleirme...
—Nolohagas—musitésinpresión—.Nena...Quédate.
—Teamo,Matt,yesduroamarte.Estancomplicado…quenecesito
huir.Pensar…
Arrastró las manos por mis músculos… Tenía marcas, en mí había
señalesquedemostrabanmispérdidasdecontrol,elmotivodesuinminente
huida. Cerró los ojos y yo hice lo mismo, quise dejarme llevar,
fundiéndome,presadeeseamortaninseguroquesetransformabaenmiedo
ydolor.
—Lléname —suplicó, volviendo a mirarme y a buscar mi boca. Caí
contralaalmohadaymeaferréasunuca—.Matt,porfavor...
Eltrotardesuspechosmevolvióloco,semovíananuestrocompás.El
momentonopodíasermásapasionadoeintenso.Duro.
—Senostanperfectosyredondos,tanhechosparamí.
—MásMatt…Más...Más...—Salí,entré.Grité,casisupliquécuando
irrumpíporúltimavezensuser—.Dios...Matt...
La llené de mi esencia mientras nos sacudíamos con incesantes
espasmos.Entonces,algoqueyotemíasucedió:susmanosmetocaron,su
lengua me recorrió sin reparos y sus ojos no me abandonaron. Supe que
memorizabacontristezalaunión,mipiel.Amí.
—Nena,medestrozas.
Gisele calló y yo aullé, entendí que con cada roce su alma sangraba
comolamía,enmediodeesesilenciosoadiós.Laimpotenciameconsumió
ysusurré:
—Tedespides.
—¡No!—gritoymeincorporo.
Estoy sudando, tengo la frente, el cuello y el torso empapados por
gruesas gotas de sudor. Miro al frente, topándome con la cruel realidad.
Scott y Roxanne me observan angustiados desde la otra punta de la
habitación.
—Asínolaayudas—meregañamihermana—.Ellasehaidoparaque
estésbien,nosigassiendotannegativo,¿quieres?
Nolescuentodequéhatratadoesaespeciedepremonición.
—Venga,levántatequesonlasdiezdelanoche.—Ymássuave,añade
—:Tienesquetomarelmedicamento…
—Nopodríaolvidarlo—replico.
Me levanto y me meto en el baño, cerrando de un portazo. Trato de
mirar hacia el futuro, de hacer frente a los problemas. A mí mismo. A los
fantasmasdelpasado.
Dos días después, creo que estoy consiguiendo mi objetivo.
Adaptarme, enfrentándome a esta difícil situación. Sin negar lo evidente:
queellasehaido,peroestamosenplenoprocesoderecuperación.
Bajo a desayunar, con un pantalón largo y sin camisa, ya que está
encendidalacalefacción.Scottmeguiñaunojoamododesaludo.Mesitúo
enfrentedeél.Séquetampocoloestápasandobien,duermepocoalestar
pendientedemíytenerlejosasuhermana,«supequeña»,comoéllallama.
—Tuhermanahapreparadoeldesayunoysehamarchado—comenta
yasiento.Roxanneyélsonungranequipo—.¿Quétalhasdormido?
—Bien.—Omitoeldetalledelapesadilla—.Sitienescosasquehacer,
sal.Mimadrevienehaciaaquí.
Mesirvozumodenaranjareciénexprimidoytratodereforzarmecon
unabuenatostada,cubiertademantequillaymermelada.
—Giselehallamado—suelta.Furioso,leechounamiradacargadade
reproche—.Nohemosqueridodespertarte.
Doyunsutilgolpeenlamesa.
—Estoy harto, estoy cansado de tener normas e imposiciones para
hablarconmimujer.Absurdoshorariosquevanaacabarconmigo.¿¡Nadie
entiendequeestoespeor!?
—Queríavercómoestabasantesdequehablarasconella.Giseleestá
hoymuyoptimistaypretendoqueestéisenlamismalínea.
—Pues me lo dices y finjo —le espeto, tirando la tostada contra el
plato—.Voyallamarla.
Mebeboelzumodeuntrago,melimpioconlaservilletaymelevanto
de la mesa. Decido subir y cubrirme el torso con un grueso jersey y, de
regreso,medirijoaljardín.
Vuelvoaestarnerviosoalllamarla.Noséquéesperar,cadaconexión
esunanuevaangustia,yenlallamadadepositoesperanzassobresuvuelta.
Confiadodequenosetuerzanmáslascosasniseenfríenporsuparte.
Dospitidos,tres…¿¡Porquénomelocoge!?
Caminodeunladoaotro,dandopatadasalaire.Estoymuyagobiado,
me altero si no está tan pendiente de mis llamadas como yo de las suyas.
Casinovivoesperándola.
Despuésdetresminutosdereloj,medevuelvelallamada.
—¿Matt?
—Sí.—Simulotranquilidad,agonizandopordentro.
—Perdona,estabaenladucha.
Laimaginoenvueltaenelalbornoz,conelpeloempapado.
Suspiroruidosamente.
—¿Cómoestás?—pregunta.
Esciertoqueparecemásanimada.
—Muchomejor—miento—.¿Ytú?
—Compartircontigolasterapiasmehacebien.—Oigoruidodebolsas
—.Ayerestabasguapísimoconcorbata.
Merío.
—Ytúconesevestidoverde.
—¿Quieressaberquéestoyhaciendo?—lanzajuguetona.
Mipulsoseacelerafrenteasualegría.
—Porfavor.
—Tras el baño, estoy echada en la cama, con un libro a mi lado,
escuchandomúsicaycomiendopatatasfritas,pero…—Seríeacarcajadas.
Yo me siento al borde de la mesa, cautivado por su tono de voz. Risueño,
coqueto—.Desnuda,sinnadaderopa.
—Gisele…—laregaño.
—¿Hmm?
Resoplo.
—Nomedigasestascosas,meenloqueces,losabes.
—Ajá…
—Eres perversa —me burlo. Con la mano en el bolsillo, me pongo a
caminarporeljardín—.Cuéntamemás.
—¿Tedascuenta?Nodiscutimos…
Me tenso, no me gusta nada el comentario. ¿Trata de decirme que
estandolejossomosmásestables?Nomeresultaagradablequepienseasí.
Discutir con ella, con intensidad, me encanta, porque las reconciliaciones
sonigualdeapasionadas.
—Matt—susurraconincomodidad—,¿teapetecejugar?
Alzounaceja,curioso.
—¿Aqué,cariño?
—Alasadivinanzas.Yotecuento…túmecuentas…
—Eresmilocura.—Empiezaalloveryentroencasa.NoveoaScott
cerca—.Pideylotendrás.Nomecansarédedecírtelo.
—Hablemos de mi etapa como chica de servicio. Yo pregunto y si
respondesbien,podrásordenar…Sitúnoaciertas,tequitasunaprenda.
—Hecho —digo entusiasmado subiendo a la habitación, el único
rincónqueahorameconsuela—.Gisele…teamomuchísimo.
—Campbell…Yyoati.Ahoramásqueantes.
—Merelajas—musito—.Graciasporhacerlomásfácil.
Laoigotragaryenseguidaentroensujuego.Loquemenosquieroes
crisparestemomento.Durantemásdedoshorashacemoseltonto.Reímos,
recordamos. Me pregunta, respondo y viceversa. Terminamos desnudos,
calientesysinculminarconun«finalfeliz».
Prefiero esperar a tenerla en mi cama, aunque me esté muriendo de
ganasdepedirlebarbaridadesatravésdelteléfono.
Lacharlasealargaapesardelosvariosminutoscallados,jadeantespor
lacontenciónalaquenoshemossometido.Hastanoscontamosquéhemos
comido.
Todoporestarjuntosdealgunamanera.
Alterminardehablarconella,sigosonriendo…Elcaminoesmenos
doloroso,ahorasevislumbramásllevadero.
Séquepodremos.
Oigo el sonido del ¿despertador? Trato de apagarlo de un manotazo,
peroinsiste.Caigoenlacuentadequemeestánllamandoy,casicayéndome
delacama,respondoconunasonrisa.
—Hola —canturrea Gisele—. Me he adelantado, ¿eh? Scott dice que
dormías.
—Buenosdías,cariño.
—¡Enpie!,nosvamosacorrer.
—¿A correr? —pregunto, comprobando el tiempo. La lluvia ha dado
pasoalviento,conalgunostenuesrayosdesolentrelasnubes.
—Sí,Carlosdicequeesbuenoquetesigasmanteniendoenforma.Te
acompaño,¿teparece?
—Meencantaría,dameunosminutos.Nocuelgues.
—No,paraalgotenemostarifaplana.
No dejo de reírme mientras busco entre mis prendas un chándal gris
queséqueaGiseleleencanta.Mepeinofrentealespejodelbaño,hoymi
cabelloestábastanterebeldeytengoquemojármelo.Mecepillolosdientes
yvuelvoaldormitorio.
Mecalzolasdeportivasy,conelteléfonoenlamano,ledigoaScott
porseñasquevoyasalir.Asientesonriendo,trabajandodesdeelordenador
portátilenlasala.
Yaenlacocina,mebebounvasodelecheymetomolasdospastillas
quemecorresponden…Hedejadodeverlascomosifueranmisenemigas.
Cojo una mochila y echo dentro lo justo para cubrir mis necesidades al
hacerdeporte.
Melacuelgoalaespalda.
—Nena,yaestoyenlacalle.—Cojolasllavesycierro—.Porcierto,
no me has dicho cómo has amanecido hoy. Has irrumpido con mucha
energía.
—Nada como un buen café y una llamada a mi señor Campbell —se
regodea. Empiezo a correr, me cuesta, hace días que no practico ningún
deporte—.¿Cómovamos?¡Un,dos,undos!
—Noteoigocorrer.—Entroensujuego.
—¿No?
Enseguida se oye cómo trota, el sonido de sus pisadas en un mismo
lugar.Nosécómolohace,peroconsiguequeolvidelasituaciónenlaque
estamos.Mehagoalaideadequeestáviajandoporcuestionesdetrabajo.
—¡Cuántagenteenlacalle!—gritaacelerada.Malditasea,meencanta
estaGisele—.¿Ponemosmúsica?
—Aver…
Teníaelalmadeshechapordentro
Porunamorquemedejóseco.
Tardéencurarlaheridaquemehizobajomipecho.
Estabaindefenso,perollegastetúlanzándomeunbeso.
Agitastelossentidosdemicuerpo.
Fundistetuslabiosconlapuntadetodosmisdedos
Tómamedelospiesalacabeza.
Porquequieroserlalavaquederramatuvolcándemiel.
Bésame,tápamelaboca,contubocaporquequieroarder.
—Ohhhh,ohhhh,ohhh—tarareaaplenopulmón.
—Hoy estás muy feliz —comento asfixiado, confuso, dándome más
caña—.¿Puedosaberporqué?
—Porque he soñado contigo, porque poco a poco veo que vamos
encontrandoloqueperdimos…Porquetequiero,Matt.
Un soplo de vida me levanta otro poquito hoy. Sigo sonriendo,
embobado por la gran mujer que tengo conmigo. Hay grandes avances en
nuestrarelaciónenescasosdías.
—Yonohedejadodesoñarcontigodesdequetefuiste—confieso.
—Losé…—Seapaga,aunqueporpocotiempoyañade—:Hmm,¿no
seránsueñosguarros?
—Aveces…
—Esto se pone caliente —dice y dejo de oír cómo corre—. ¡A beber
aguaparaenfriarnos!
«Yalonecesito.»
Tengo el pene exaltado, durísimo, al recordar sus curvas femeninas.
Encendido, hago una parada y me agacho, con las manos en las rodillas,
recuperandoelaire,yaqueheperdidolapráctica.
—Gisele,nomesueltes.
—Jamás.
«Ahoralosé.»
Durantelassiguientestressemanas,enesosebasamivida.Conella.
De su mano. En ir a terapias en las que Gisele está presente a través de
videoconferencias.Cadadíamesientoconmásánimo,meadaptoalácido
valproico,alaquetiapina:sonalgunasdelaspastillasquetomo.
Otra vez duermo y me alimento mejor, mi cuerpo no reacciona con
tantorechazoylosefectossecundarioshandisminuido,casidesaparecido.
Pero, sobre todo, mi humor mejora, porque el tiempo se acorta y la
vuelta de Gisele se acerca. Hablamos a diario, le permito que controle el
tratamiento, que se involucre. Las conversaciones son menos serias, suele
haberrisas,algunaqueotrabromasubidadetono.
Aunquesigohechopedazospornotenerlaaquí.
Por otro lado, las pesadillas se han vuelto parte de mi vida, con una
palabraqueserepiteencadaunadeellas:«Quédate».Giselenuncameoye
yterminamarchándoseparanovolver.
A pesar de ese miedo, mi confianza en mi mujer se ha reforzado, ya
queestácumpliendosupalabradenoabandonarme,inclusoconladistancia
quenossepara.
Noescomomimadrebiológica,jamásloharía.
—¿Adóndevas,cielo?—mepreguntaKaren,mimadreadoptiva.
Hoytodamifamiliaestáencasa.
—Aterapia,Giseleyameesperaporlavideoconferencia.
—Ayerhabléconella,mándalebesos.
Seaproximaymeponebienelcuellodelacamisa,lacorbata.
—Estásmuyguapo,hijo.
—Yaquedapoco.—Leguiñounojo,animado—.¿Vamos,Scott?
—Sí,tuhermanadicequetambiénviene.
Miro a ambos, en este mes han hecho muy buenas migas. Jamás lo
hubiese creído: ella, la chica pija; él, el tío más campechano de la tierra.
Totalmenteincompatibles.
Noa,lamejoramigadeGisele,sonríeamihermanomayor,sumarido,
antelacomplicidaddeRoxanneyScott.
MisojosnaveganporelvientredeNoa,quevacreciendo.Medacierta
pena. No veo el momento de ser padre, de que Gisele me regale algo tan
grandeymaravillosoquenosunadeporvida.
—Comoqueráis—digofinalmente.
Poco tiempo después estamos con Carlos, les pido que me esperen
fuera.Cuandolapuertadelaconsultaseabre,élmepidequemesiente.
—Quémecuentas—empieza,conlalibretaasuladoparaanotar.
—Estoymuchomejor,lascosassonmásllevaderas.
—Hoyteenfrentasaunaterapiacomplicada.
Cruzolosdedosdebajodemimentónyasiento.
—AGiseletambiénlanotomásentera—medice,preocupándome.Se
colocarecto,alertadopormicomportamiento—.¿Quépiensas?
—¿Aquécreesquesedebe?—Meseñalaconelbolígrafo—.Aveces
los celos vienen para atormentarme. La imagino cerca de otro, sin poder
hacernada.—Tragosaliva.
—Matt…
—Estoy muerto de celos —lo interrumpo—, aunque ella no lo sabe,
porsupuesto.—Yañado—:Noquieropensarcosasmalas,malditasea,pero
esimposible.
—Loestáshaciendomuybien—meelogia.
Mástranquilo,sevuelveasuizquierdayenciendeelordenador.Tras
varios segundos de espera, la primera visión en la pantalla es Gisele
sonriéndome. El corazón se me acelera, me inflama el alma y, sin
importarmelapresenciadelmédico,mepongoderodillas.
Leacariciolacaraenlapantalla.
—¿Cómo estás? —pregunto. Va de marrón, ropa fina y larga, sé que
conlaintencióndedespistarme—.Estáspreciosa,nena.
—Te extraño, me encanta tu corbata —ronronea y mueve el dedo
índice. Me acerco—. Tengo algo que contarte —baja el tono—. Es muy
importante.
MiroaCarlosporencimadelhombro,estamosjustoantesdeempezar
unanuevasesiónenlaqueabordaremoseltemademispadresbiológicos,el
reencuentro que tuvimos hace poco más de un mes, y adivino que Gisele
intentacalmarme.
—Osdejounosminutos—diceCarlos,riendo.
—¿Quépasa?—leinsistoaGisele,cautivadoalverla.
—Mañana,túyyosolosharemosestoencasa,¿teapetece?
Supícarasonrisaysuvozcoquetamearrancanunacarcajada.
—Seráunplacer,señoraCampbell.
3
—¿¡Queréis iros!? —Echo a Roxanne, a Scott y también a Noa y a Eric.
Mis padres sonríen, empujándolos como yo—. Gisele me espera, joder.
¡Fuera!
—Venga,daremosunavueltaycenamoscontigo—dicemipadre.
Scottsepartederisayseburla:
—Asaberquéharánparaquenosestéechando.
Terminoriéndomeconellosy,comounquinceañeroensuprimeracita,
subo corriendo la escalera. Es la primera vez que Gisele y yo estaremos
solos,sinnadie.Merecuerdaacuandotuvimosnuestroencuentrosexualvía
ordenador,siendoyoaúnsujefeyellamiempleada.
Estanochehedormidomuybiengraciasasupropuestadeayer.Mehe
afeitadoymehearregladocomoaGiselelegusta,serésuseñorCampbell.
Mesientoennuestracamaparaquenoolvideloqueleaguardaasu
vuelta:nosaldrádeella.Nohastaquesientaqueyanopodemosmás.Que
hemosrecuperadolosdíasperdidos.
Cuandoapareceenlapantalla,resplandecemisonrisa.
Nohaynadiemásperfectaqueellayselohagosaber.
—Eresmilocura,misensualdiosa,esposa.
Curvaloslabiosy,apasionada,sealejayentraenladucha.¿Quéhace
ahí? Sufro una convulsión. Está completamente desnuda. Reaparece mi
Gisele,viva,alegre,lamujerdelaquemeenamoré.
Me pongo cardíaco, mañana hará un mes que no nos tocamos y es
imposiblenosentirmehambriento.Meajustoelmiembro.
—Supongoquemeextrañas.—Searrodilla.Mierecciónaumenta.Me
quedoimpactadoconsusorpresa—.Quierocomplacerteenloquemepidas,
nosaciarte,losé.
Sólopuedogruñir,sonreír,amarla.Estoytancalientequecreoquevoy
aestallar.Estiroelbrazo,fantaseandoconquelaestoyacariciando.
—Te necesito tanto… —susurro—. Te amo más que nunca. Porque,
aunque duele, estás cada día. No me abandonas… Es complicado hacerte
pasarportodoesto,peroséquenosestáconsolidando.
Desde ese momento se mueve con posturas eróticas, tocándose,
pidiendoquemetoque.Volvemosacaerenestejuego,morbosoydiferente,
calentándonos frente a una pantalla. Nos entregamos en medio de
confesionesyunadeGiselemeimpacienta.
—Quiero verte gozar, pronto estaré en casa y quiero que recuerdes
cómonoshemosamadoigualmente,sinimportarnada.
La complicidad entre nosotros aumenta, la pasión nos desborda. La
intensidadnossigueconsumiendo,enfrentándonosaestalejanía.
Mesonríe,estápreciosa,alegre.
Lanecesito,mevaaexplotarelpechodelomuchoquelaamo.
Al acabar, estamos eufóricos, satisfechos, no saciados. Nos hemos
corridojuntos,desesperados.Unavezmás,laintensidadsemanifiestaentre
nosotrosconlapasión.
—Matt… salgo en el primer vuelo disponible de mañana, no puedo
más —dice de pronto, ilusionada—. Te quiero abrazar y que me mimes,
quieroquetusbrazosmerodeencadanoche.Teañoromucho…
Mimundovuelveacobrarsentido,lavistasemenubla.
Aguanto el tipo, pues no quiero romperme. Lo haré cuando la tenga
entremisbrazos,sinpermitirlequevuelvaaescapar.
Giseleseríeacarcajadas,contagiándomesufelicidad.Memuevohacia
unladoparacogerelpantalóneintentardejaraunladolaconmoción.Al
incorporarme, algo cambia. Hay un momento en que esa sonrisa se
desvanece,preocupándome,ymusita:
—Mañanatellamo…Tequiero.
La conexión se corta tras yo bromear. Me quedo extrañado por su
aceleradadespedida,perodecidonodarlemásimportanciadelaquetiene.
Mañanaestaráaquíytengomuchotrabajopordelante.
Inspiro,temblando.
«Nopuedocreerlo.»
Entroenladuchayvuelvoarecordarloincreíblequehasidoloque
hemos vivido hace unos segundos. Sin querer, estoy tocándome solo,
pensando en ella. Regalándole cada sucio pensamiento, cada desgarrador
suspiro.
Esextrañoentrenosotrosnotocarnosendíasylasituaciónhadurado
semanas. Después de lo que ha sucedido, si hubieran pasado más días sin
quevolviera,estaríarecorriendoelmundohastaencontrarlayestrecharla.
—Dios…—gimoymevacío,conlacabezaechadahaciaatrás.
Me convulsiono durante unos minutos, casi gritando, sin contenerme.
Esaellaaquientengoenmimentemientrasculminoelmomento.
Me quedo pensativo, en estado de shock. Cuando salgo, soy otro
hombre,queirradiafelicidadporcadaporodesupiel.
Le mando un mensaje a Scott pidiéndole que venga lo antes posible.
Norecibocontestación.Hoypreparolaspastillasquehedetomarconotra
clasedepensamientos,máspositivosaún.
Nosénipordóndeempezar.Cojoelteléfonoparaencargarflores,pero
unnúmerodesconocidosereflejaenlapantalla.
—¿Sí?—pregunto,buscandolasllavesdelcochequenosregalarony
queGiselequerráveralllegar.Estásinestrenar,paraella.
—SoyAmanda…
«¡Putamierda!»
—Niseteocurrajoderme—laamenazo,sincontrolarmisemociones.
Nohaytreguaestavez—.Mividaestácambiando,tedeseétodolomejor,
perotequierolejosdemí.
—¿Cómoestás?
—¿Me estás oyendo? Amanda, estoy recuperando a mi mujer. No
quieroserbrusco,perodéjaloestar.
—Algúndíapodríasnecesitarmeyparatiestarésiempre.
Se me cae un cajón lleno de objetos por los nervios. Me maldigo,
valorando si cortar la llamada sin más explicaciones. Sin embargo, en el
fondonosoytanfrío.Séqueellahasufridomucho.
—Enesecaso,tellamaré—lehagocreer—.Adiós.
Cuelgo el teléfono y recojo las cosas del suelo. Al levantarme, me
encuentroconlosgolpesquehayenlapared.Míos,mecuestaverloscada
vezqueabrolosojosaldespertar.
Tendríaqueavergonzarmeporhaberpermitidoquemipuñosesoltara
durante las noches… pero lo hago en pleno sueño, inconsciente, atontado
por las pastillas. También agobiado por las pesadillas y, sobre todo, al
tantearlacamaysentirlavacía.
SinelcalordeGiselefundidoenelmío.
«Nosoyelresponsable»,medigo,recordandolaspalabrasdeCarlos.
Además,yahaceunosdíasquenolohevueltoahacer.
—¿Quépasa?—diceScott.Mesobresaltoconsuirrupción.Elrestode
mifamilialoacompaña.Sonunapiña—.Perobueno…esacaraesladeun
hombrefeliz.
«Serácapullo.»
—Vuelvemañana—anunciosobrexcitado.Eufórico—.Quieroatodo
el mundo trabajando, flores, el perro. Necesito prepararle una inolvidable
veladadeSanValentín,¿mehabéisoído?
—¡Québuenanoticia!—gritaRoxanne,mirandodereojoaScott.
Noaseñalaconlamiradalapared.
—No he querido preocuparla —le explico—. En cuanto llegue, le
contaréenquécondicioneshasucedido,quenolehefallado.
—¿Nos ponemos manos a la obra? —Karen cambia de tema—. Esto
hayquecelebrarlo.¡Quetodoquedeperfecto!
—Quiero rosas rojas, la casa preparada como la noche de bodas.
Cubrid el jardín, allí quiero que esté cada detalle, la cama. Encargad una
cenaparaqueestélistasobrelasnueve.—Ylespido,omásbienexijo—:
Séquetenéismuchasganasdeverla,peroosagradeceríaquemañananos
dejéissolos.
—Claro—contestanalunísono.
Tengotantasideas.Velas,yaquedeprontosemeocurrequenopueden
faltar.Seráeldíamásespecialquevivamosjuntos,porqueyanohabrámás
separaciones.
Empezaremosdecero.
—Iré un momento a la empresa de paso que voy a comprar algunas
cosas personalmente, estaré de vuelta enseguida —les aviso, sonriente.
Todavía sigo impactado por la noticia—. He de decirle a Denis que estaré
más tiempo ausente aún, ya que quiero regalarle a Gisele un viaje y
perdernosunpoco.
Roxannecarraspeaydejacaer:
—Detodasformas,todavíanoeraprudentevolveraltrabajo.Recuerda
elconsejodeCarlos.
—Sé lo que tengo que hacer. Ahora que mi mujer vuelve, no voy a
destruirladenuevo—advierto,cansadodelaputaenfermedad.
MientrascaminoconDenis,minecesidaddefundirlatarjetadecrédito
me alarma. Son signos de debilidad que denotan un nuevo episodio de
bipolaridad.
Peronoseloexplicohastaqueencuentroloquebusco.
—¿Tendríados?—lepidoaladependienta.
—Claroquesí,¿selaspongo?
—Sí,deseprisa,porfavor.
Son dos velas anaranjadas con forma de corazón, en un recipiente de
cristaltransparente.Quieroqueseaunsímbolonuestro,quelasdosllamas
esténencendidascomoloseguimosestandonosotros.
Las manos empiezan a escocerme, la ansiedad de querer malgastar
dineromeasusta.Eselsíntomadeunanuevacrisisy,aterrorizadoantela
posibilidaddecagarladeestamanera,selocuentoaDenis.
Salimos de inmediato y nos detenemos en una cafetería próxima, en
plenocentrodeMarbella.
—Nosabescuántomealegrodequevuelva—comentaélypidedos
Coca-Colas. No debo beber alcohol—. Yo en la oficina lo tengo todo
controlado.
—Losé.—Miroelteléfono,queacabodeencender.Haytresllamadas
perdidas.Mierda—.Denis,Amandamehallamado.
—Matt…
—Mañana,encuantoGiselellegueselocontaré,noquierosecretos.—
Sonrío melancólico—. Hoy estaba preciosa, era ella, Denis. Sonriente,
tierna.¿Cómopodríanovalorarlaahora?
—Quizáprontotehagapadre.
—Laconvenceré—bromeo.
—Aporello.
Brindamosconlosvasos.Noquepoenmídealegría.Estoyexaltado,
peronocomomesucedíaantes,sincontrol,ahoraenelbuensentido.
—Sabes que me muero por ella, con ese error caí en las redes de
Amanda. Ella quería ser madre y yo ya no sabía cómo suplicarle a Gisele
paraconvencerladequetuviéramosunhijo…
«Pornohablardelastrampasquelepuse»,mecallo.
—Tenéistiempo.
—Ahoranossobra.—Mepellizcolanariz—.DileaDiegoqueGisele
regresa, por si quiere ofrecerle algún reportaje… —Denis abre los ojos
comoplatos—.Sóloquierohacerlafeliz,apoyarlaensucarrera.
—Tucambioimpresiona.
Si supiera lo duro que está siendo, lo que estoy sufriendo para
estabilizarme, para controlar los cambios de humor. Las pastillas no son
mágicasyparaquefuncionenserequiereunprocesodeaprendizajeenlas
terapias,poresonodejodeacudiraCarlosdosvecesporsemana.
Másadelanteserácadasemanaocadaquincedías,peroahoramismo
estoymuyvulnerableynodebobajarlaguardia.Cualquiersucesoqueme
impactepodríaderrotarme.
—Mequedamuchoaún—murmuro—,estoyretomando,peroconlas
cosasclaras.
—Mealegro.
—Bueno,mevoy,quehedeprepararleaGiseleunabienvenidacomo
semerece.Nosearrepentirádehabervuelto.
Losdosnosreímos.
—Teacompañoatucasa—dice,mientraspagalacuenta.Alejándome
delatentación.Seloagradezcoensilencio—.Habráquecolaborarconla
sorpresaalaseñora.
Yaencasa,seguimosfestejandolanovedaddeldíasiguiente.Cuento
lasputashoras,quepasanlentamente.Estoymuycansado,semecierranlos
ojos,ycuandoKarenlonota,mepidequelosdejeseguiraellos.
Meniego,porqueestanespecialparamívolveraverlaquenoquiero
que nada salga mal. Estoy dispuesto a involucrarme hasta en el último
detallequemañana,aestashoras,estaremosdisfrutandolosdossolos.
—Nopuedocreerlo—repitounayotravez,radiante.
Cuando por fin puedo irme a la cama, no tardo en dormirme. La
pesadillaserepite,hoyespeor.Misúplicasevuelveagónicaconlapalabra:
«Quédate».
—Basta—imploro,moviéndomeenlacama—.¡Basta!
—¿¡Qué pasa…!? —Hoy es Roxanne la que se encarga de ahuyentar
losmiedosquemepresionancadanoche—.Duerme,Matt.
«Esloquequiero.»
Con el amanecer, dejo atrás el maldito espejismo que se empeña en
acosarme. Soñoliento, cojo el móvil, que está sonando. La cama está muy
desordenada,parecequehayamosdormidocuatroocincopersonasenella.
Sonrío,seránlasganasdedarleduroamidescaradaesposa.
—Matt... ayer me precipité. Necesito un poco más de tiempo. Me
sientobienaquí,megustaesto.
4
Doy vueltas por la habitación con las manos en la cabeza, a punto de
destrozar cada rincón del Refugio. Mi mente me dice que adelante, mi
corazóngritaprudencia.Hiperventilo,sinaire.
No sé qué está pasando, la estoy perdiendo. Tras la angustiosa
conversación, le he colgado sin entender su actitud, sus palabras. Ha dado
marchaatrás,seniegaavolverhoy,comohabíaprometido.
—¡No tiene las cosas claras! —le grito a su hermano, que está
descompuesto—.¿Acasoestájugandoconmigo?¡Ayermeprometevolver,
letratodedarelcieloy,sinmás…!
—Tienequehaberunmotivo—insisteél.
—No me la creo, me habla de espacio, de inmadurez. ¡Que se ha
sentido utilizada! ¿¡A qué coño viene esto!? —Me tapo la cara sin saber
cómoactuar.Estoyrotopordentro—.Noestápreparada…¿Quémásquiere
demí,Scott?¿¡Qué!?Siseloestoydandotodo.
—Volverá,telohadicho.
—Pero ¿¡cuándo!? —Levanto la mirada, presionándome los ojos—.
Mepidequeluche,¿¡enquésentido!?Másnopuedohacer,¡estoysiguiendo
suspautas!
—Voyallamarla.
Enfadado, me arranca el teléfono. Serio y pálido, se queda callado
esperandounarespuestaquenollega.
No pierdo la esperanza, Gisele me ha pedido tiempo, ha insistido en
quevaavolver,perocasicortandolacomunicaciónquehastaahorahemos
tenido.
Estoesunpaloenorme,decepcionante.
Jamás hubiese esperado una conversación tan tensa, tan llena de
reproches justo hoy. Ha destrozado mis ilusiones, las que ella misma creó
duranteelencuentrosexual.¡Noquierocreerlo!
—Noresponde—maldiceScottenvozbaja.
—¿Quéestápasando?—Lapreguntaesmásparamímismoquepara
él—. Alguien le está comiendo la cabeza, Scott, ¡son excusas porque ha
dejadodequererme!
—Escúchate, Matt. —Me aprieto la sien, intento recapacitar—. ¿La
creescapazdejugardeestaformacontigo?Mipequeñadaríasuvidaporti.
Tranquilízate,vamosaaveriguarporquéposponelavuelta.
El aire me abandona, me estoy asfixiando y Scott, que se da cuenta,
correamilado.Abrelaventanaymeayudaarecuperarmedeesteprincipio
deataquedeansiedad.
SientoquesiGiselemedejavoyaperderlacabeza,nodudoqueme
volveré loco. Sin ella no soy nada ni nadie. Es la única persona que ha
sabido quererme tal como era, con mis virtudes, mis defectos y mis
problemas.
Melevantócuandoestabahundidoenlamiseria.Hesidoposesivo,a
vecesdestructivo,peroporlosmiedosquemeaplastabanaquefueracomo
todas.¿Cómohepensadotanmaldemimujer?«Sehaagobiado»medigo.
Tienequehaberunasolución.
«Recapacita.»
Hellegadoaunaconclusiónrápida,confusa.Voyadarletiempo,todo
elquequiera,peroquemelopida.Quemehable.Quemedérazonesyme
calme.
—Scott —susurro, estático, mirando al vacío—. ¿Y si le ha pasado
algo?¿¡Ysilaestánobligandoadejarme!?
Mesirveunvasodeagua,alterado.
—Matt…—intentaadvertirme.
—¡No!¿Laoísteayer?¡PorDios,Scott,erafeliz!
—Ya…peronoteengañes,hasidoclara.—Bajalavoz.
Mebeboelaguaquemedaymequemalagargantaporlosecaquela
tengo. Me atraganto, ni siquiera el líquido me entra. No entiendo por qué
Giseleestáactuandodeestaforma,nohadejadodeanimarme,debuscarun
entretenimientodiario.
—¿Quéhago?—digo,soltandoelvasoydandopequeñosgolpescon
mipuñoizquierdoenlapalmaderecha—.¿¡Quéhago!?
—Tranquilo,Matt,ellaestábien…Essudecisión.
—¡Nolaacepto!
—Habla con ella. —La decepción también se hace presente en sus
facciones—.Nopuedeser,¿deacuerdo?
—¡Losé…!
Tristeylloroso,vuelvoallamarla.
5
—Nomedaunarepuesta—lecuentoaScott—.Hacontestadolallamada
sin hablar. Estaré aquí, estaré aquí… —consigo decir, angustiado—. La
esperaré,tienequevolver.
—Matt,labuscaremos,sihayquellegaraeseextremo.
—Lloraba, Scott, ¡lloraba destrozada! —Lo miro, tan dolido como la
heoídoaella—.Sisesienteasí,¿porquénoregresa?
—Yotampocoloentiendo.
¿Ysi…?Dejovagarlavistaporlacasa,respirandoaduraspenas.
—¿¡DóndeestáÁlvaro!?—grito,descomponiéndomeamedidaquemi
cabeza se monta películas—. Habla con tus padres, Scott, ¡dime que no
estáncerca!
Scottnoescapazdepronunciarpalabra.Comolosmejoresamigosque
somos,nosmiramosalosojos.Enlossuyosexistenlasmismasdudasque
enlosmíos.Haypánico,incertidumbre.
—Dimelaverdad,Scott.—Rompoallorarcomounniñopequeño—.
Medestrozalavidasinovuelve.
—Vamos a esperar. Iré a Lugo, hablaré con mis padres. Olvida lo de
Álvaro,yanoexistenadaentreellos.
—Nopuedo,nopuedo,¡nopuedo!—repitosincesar.Losescalofríos
measaltan.Medejocaerenelsuelo,resbalandolaespaldaporlapared—.
Localízala,noquieropresionarla…Meestoymuriendo.
—Llama a tu familia —murmura, arrodillándose a mis pies—.
Explícales.Saldrémañanaporlamañana.Vamosadejarlaquepiensebien
lascosasduranteeldíadehoy.
—¿Quéhapasado?—Nodejodepreguntarme—.Ayerellareía,ayer
compartimosmomentosinolvidables.¿¡Quéleestánhaciendo!?
Notounaopresiónenelpecho,unsabortanamargoenelpaladarque
me cuesta tragar. Veo un poco borroso, la imagen de Scott se difumina al
enfocarlo.Trasunosangustiosossegundos,recuperolavisión.
—Matt,medueledecirteesto,perometemoquenohaynadiequele
estéinfluyendo.Hadichoquenoestabapreparada.
—¿¡Entonces!?
—Esalgosuyo…Estoytanconfusocomotú.
—Déjamesolo,porfavor.Noquieroveranadie.
Meincorporo,tambaleándome.Micuerpoespuroplomo,mimenteun
laberintoenelquenohallounasalida.Meniegoacreerquenohayasido
sincera,quemehayaestadoengañando.
Susojos,queconozcotanbien,desprendíanfelicidad.Esciertoquese
le empañaron al terminar la conexión. Mientras subo al dormitorio,
rememorolosucedido,necesitandolocalizareldetonantedesudecisión.No
encuentronada,nosésiesquenolohayoqueyosigoestandociego…
Melanzoenlacamayahídesgarrolaropaquellevopuesta.Metomo
unapastillaparadormir,deseandodespertaryquetodoquedeenunamala
pesadilla.
Me despierto alterado y recorro con la mirada la habitación. Estoy a
oscuras,laslucesestánapagadasyfuerayaesdenoche.Melevantodela
cama y salgo como una bala hacia abajo, adormilado como estoy, me
tropiezoenelpenúltimoescalón,peroconsigoestabilizarme.
Voyenbóxers,fuerallueve,peronisiquierameimporta.
Mispadres,queestánsolosycuchicheando,semequedanmirando.Se
los ve apenados, no saben qué decirme. Sé que no hay consuelo para este
dolorquemeestádesgarrandoelcorazón.
—¿Nohallamado?—preguntoconvozpastosa.
—No…—contestamipadre—,tampocorespondealasllamadas.
—¿Tieneshambre,cielo?—preguntamimadre.
Ledigoqueno.
Sientounpesarenelalmaymeescuecenlosojos,quetengohinchados
detantocomomehedesahogadojustoantesdedormir.Hoylapesadillame
ha dado una tregua y temo que el motivo sea que se ha convertido en
realidad.
—Estaréfuera—lescomunico—.Nomemolestéis,porfavor.
—Hijo…
—¡Ahorano,papá!—lointerrumpoysalgoaljardín.
Hoyestácubierto,comoennuestraprimeranochejuntos,trasdarnosel
sí.Lamesapreparada,sólofaltalacena,quenuncaseservirá.Lospétalos
dibujanuncaminoy,sobreelcristal,lasdosvelasqueayercompré.
Apagolaluz,dejandounambienteíntimo.
Sinhacermealaideadequeestoestésucediendo,enciendolamúsica
y prendo las velas. Como lo hubiese hecho de estar Gisele aquí. Hay una
fotodelosdos,besándonos.Elreflejodeloquequieroquesigamossiendo.
Fueeldíadesuveinticincocumpleaños,quecelebramosaquímismo
portodoloalto,solos,antesdequesedesataralalocuraenmí.
Sueltoungruñidoalcielo,desgarrado.
—Vuelve… —suplico, acariciando en la imagen su pelo, su cara—.
¿Dóndeestás?Porfavor,cariño,vuelveacasa.
Oigosuvoz,aunquenoestá,
sigotratandodeaceptarquemefaltaelruido.
Suspasosporlacasasiempreruido.
Surisarecorriendolospasillos.
Lavidasemeantojaeterna,
nomesientocapazdeserfelizsiellanoestá.
Simefaltaelruido.
Sifaltaruido.
Dondequieraqueestés.
Cierro los ojos, apretando los párpados. Trato de buscarla, de oír su
voz.PeroyanoquedanadadelaGiseleStonequeamo,sucobardíaseha
negadoadarmemásexplicaciones.
Almirarhacialamesa,empiezanatemblarmelosdedos.
Una de las llamas de las velas, la que está próxima a la imagen de
Gisele, se apaga. La que en teoría es mía, se aviva aún con más impulso.
Llenodemalasvibraciones,vuelvoaencenderla…
Unarepentinaráfagadeairesecuelaenesteespaciocerrado…Lavela
noescapazderesistirdossegundos,cuandolaoscuridadseciernesobreel
apagadocorazón.Noquieropensar,¡meniegoacreerquelallamadelamor
deGiselepormísehayaextinguido!
—Ayermequería—susurro—.¡Melojuró!
Conmanosflácidas,cojoelteléfonodecasa,queestásobrelamesa,y
marco… Lo tiene encendido, pero los intentos que hago son fallidos. No
obtengonadaporsuparte.Niunapalabradealiento,dearrepentimientoo
deesperanza.
—¡Hijo!—Oigoamimadrejustoantesdeestamparunvasocontrala
radio—.Matt,porfavor.
—¡Dilequevuelva!
—LlamaaCarlos—lepidemipadreamimadre—.Rápido.
Levantolasmanosycaigoderodillassobreelcésped.
—¡No voy a dejar el tratamiento…! No recaeré esta vez —me
convenzo—.PorqueGiselevaavolverynovoyadefraudarla—balbuceo
entrelágrimas—.Nomeharíaesto,¡meama!
—Lo sabemos —murmura mi padre, tratando de levantarme. He
perdidolafuerza—.EsperemosnoticiasdeScott.
—Decía que había perdido la calma —recuerdo en voz alta,
atormentado, meciéndome hacia delante y hacia atrás—. Que se la he
robado.¿Porquéahora?¿¡Porqué!?
—Confíaensupalabra…
Transcurreunasemanamás.Mehanaumentadoladosisparaconciliar
el sueño, ya no duermo si no es con pastillas. Estoy como drogado, no sé
quéestásucediendomásalládemihabitación.
Acepto el tratamiento para que los días sigan pasando y acabe este
dolorque,concadasegundo,abreunabrechamásprofundaenmipecho,un
dolorqueyanoaguanto.
Esdemasiado,meestápartiendoendos.
—¿Scott? —pregunto entre sueños. Creo ver su silueta, hace una
semana que se fue a Lugo buscando noticias—. ¿Y Gisele? Dime que la
traesdevuelta,hedejadodecreerentodo…Lanecesito,porfavor.
Seaclaralavozymurmura:
—No consigo localizar a mis padres, me consta que Gisele les ha
pedidoayuda,peropidentiempo.Ellaestámuytocadasentimentalmente.
ElperrodeGiseleladra…Loarropoconlasábanaysusurro:
—Pero¿porqué?—Meincorporo,sientomareos.Asulado,Roxanne
llora,acariciándomeelpie—.¿Quéhehechoestavez?
—Nolosé—admite.
—Dilequesimeheequivocadoenalgo,quemeperdone.—Oigootro
llanto, que se suma a mi voz ronca. Mi madre y Noa lloran juntas en la
puerta—.Nomeengañéis,porfavor.
—No sabemos nada —consigue decir Noa—. De un día a otro he
perdidoamiamigayatiteveotanmal…Yanosabemosquéhacer.
—Llamad a Carlos. —La ansiedad regresa, es eterna. Se ha instalado
conmigo—.Notengofuerzasynecesitolevantarme…Buscarla.
MihermanoEricapoyalasmanosenloshombrosdesumujer.
—Quelevuelvanaregularlaspastillas—diceconunaamargamueca
—.Nopuedeseguirasí.Debelevantarse.Estonoessano.Quelabusquey
elladélacara.
Scottbajalamirada,aunqueessuhermanadelaquehablan,élopina
igual…Yyovuelvoacaerenunprofundosueñoenelqueunanocheoun
díamás,lepidoquesequede.
6
Heperdidolanocióndeltiempo.
Aestasalturastodosestánesperandoqueabandoneeltratamiento,que
pierdalarazón.Yescierto,avecesflaqueo.
Pero me mantengo constante en ese pensamiento. No caer es mi
objetivo, me estoy volviendo más flexible que nunca en cuanto a Gisele,
permitiéndole que haga lo que quiera, comiéndome mis celos… ya que
continúasindarseñalesdevida.
Ya son demasiados días. Miro el colgante del medio corazón que me
regaló en las Navidades y estoy a punto de arrancármelo de un tirón. Me
hagomuchaspreguntasquesiguensintenerrespuestas.
Mesientomuysolo,inclusorodeadodegente.
Miimagenenelespejoesladeunhombrequehaperdidolailusión,
sinvidaenlosojos.Yanodistingoelverdequeantesbrillaba,porqueella
no está. Sigo persiguiendo la idea de que vuelva, para poder seguir y
mantenermedepie.Estoyhechounaauténticamierda.
Abroelarmario,llenoconlaropadeambos.Lanostalgiamevisitacon
frecuencia, hoy tampoco desiste de estar aquí. Mi mundo se está
derrumbando,noconsigoremontar.
—Matt.—Sinhablar,miroamihermana—.¿Quévasahacer?Hoyte
vemosmásconscienteynospreocupa.
—Mevoy,Roxanne.
—¿Qué?—Correamiladoyvelasmaletas.
—Voyabuscarla,nomeresignoaperderla.Esundolortangrandeel
que tengo por su ausencia, que son como puñales por todo el cuerpo y no
aguantomás.
—Yanoséquépensar…
—Nohablesmaldeella—leordenoymiroalfrente.Rozounodesus
jerséis. Su camisón de dormir. Hundo la nariz en la tela, reconociendo su
aroma. Gruño, contenido—. Siempre he sabido que no era suficiente para
Gisele.
—Nodigaseso.
Hundolosdedosenotradesusropas,laaplasto.Merefugioenloque
mequedademimujer.Estasituaciónescomoestarenmediodeundesierto
sinagua.Semevalavida.
—¿Puedopasar?—EsScott.Asiento,sinpermitirquelossentimientos
afloren—.Déjameasolascontuhermano,porfavor.
RoxannecruzalahabitaciónyScottsesientaenlacama,mepideque
tomeasientoasulado.ConelcamisóndeGiseleenlamano,meacomodoa
su izquierda. También está agotado, tiene muy marcadas las ojeras, que
antesnoexistíanensurostro.
—¿Adóndevamos?—pregunta.
—¿Vamos?
—Voy contigo. —Me muerdo el labio y aprieto la mandíbula—. Te
estáshaciendodemasiadodaño.
Noséquédecir.Ysí,meestoydestruyendo.
—Gracias,Scott.
—Noseasidiota.—Meempuja,quitándolehierroalasunto.Noquiere
emocionarse y saca su coraza. Yo la mía, parpadeando repetidas veces—.
Hagamos una cosa, insistamos hoy y si mañana no nos ha contestado,
iremosaLugo,aMadrid…Dondequieras.
Gimo,asintiendo.Otroplazo.
—Dame el teléfono. —Scott lo saca del bolsillo y lo deposita en la
palmademimano,queestámoradadeapretarlatela.
—Tedejosolo.
Espero que salga y, decaído, dominando las emociones, lo vuelvo a
intentar.Elfríocontestadoresquienhoymeresponde.Yanosénicuántos
mensajes le he mandando, mucho menos las llamadas que le he hecho, y
optoporestavía.
Jugarlasúltimascartasantesdebuscarla.
—Cariño… —susurro tembloroso—, supongo que no estás leyendo
mismensajes,delocontrarioestaríasaquí.Estoymuymal,teechotantode
menosqueprefieromoriraseguirasí.Nena—imploroconvozquebrada.
Barajolaposibilidaddequemeescucheytomeelprimervuelo.Que
meabraceyolvidemosesto.Séqueesdifícil…peroalmenospodríaacabar
conestamalditacongoja.
—No sé qué está pasando —retomo, cada vez con menos voz—.
Vuelve,prometonohacerpreguntas,perovenacasa…Yanoséquéhacer.
Nosabesloduroqueesdespertaryquetúnoestés,quenomerespondas…
Cariño,porfavor,nopuedomás.
Misheridasempiezanasangrarpordentro.
—Te amaré siempre, Gisele, sé que estás con tus padres, no te lo
reprocho,sólodimequéhehechomal.Estoyperdido,mivida.Sinecesitas
mástiempo,sólopídemelo,telodaré,peronomeprivesdeti.¿Quieresque
vayaabuscarte?
»Sinecesitasvermepararecordarloquetehagosentir,háblameeiré
dondemepidas.Mividaestávacía,nohaynadaquememantengaenpie.
Quiéremecomoantes,porfavor.Nomedejesasí.
Metirodelcabello,observándomeamímismoenelespejo.Soycasi
otro,nomereconozco.Heperdidopeso,demacrado.Metiemblantantolas
manosqueelteléfononosefijaenmioído.
—Estoyrozandolalocura—continúo,abriéndolemialma—.Lacasa
estáintacta,todoestápreparadoparacuandovengas.Tomy…Tomy...—No
soy capaz de seguir—. Llámame, por favor. Acaba con esta eterna agonía
queyanoessoportable.
Me rindo y lanzo el teléfono contra el espejo, el cristal salta por los
aires.Simecortonolosiento,noduelenlasheridasquenoseancausadas
porGiseleCampbellStone.
—¡¡¡Vuelve!!!
—Matt,Matt—mesusurraban.Metapélosoídos—.Mírame.
—¿Nena?
MeincorporéylosojosdeGiseleseclavaronenlosmíos.Miprimer
impulsofuearrastrarlaconmigoalacama,peroellanegabaconlacabeza.
¿Reía?
—Hola,mivida.
—Nena,porDios,abrázame.
Meabalancéylatiréalsuelo,sujetándolelasmanosporencimadela
cabeza.Intentébesarla,peroGiselegirólacara.Micuerposebloqueó.Esta
vezfueellaquientomólainiciativa,mebesó.Subocaseamoldóalamía.
Grité,gruñí,reconociendosusabor.
—MiMatt—susurraba—,miMatt.
—Nomedejes,tequierodemasiado.
—DéjamesertuGisele...
Incrédulo,meretiré,dejándolaenlibertad.Unasonrisapícaraapareció
ensuslabios.Entrecerrélosojos,sopesandosucomportamiento.¿Noestaba
emocionadacomoyo?
Eradeseoloquepercibíaensumirada,noamor.
—Quiero sorprenderte una vez más —enumeró con el dedo—. Ven
aquí,Campbell.
—¿Quémeestáshaciendo?
—Volver…
—Tenecesito.—Abriólosbrazosy,sinpensarnada,corríhaciaellos.
Laaplastécontramicuerpo,lebeséelcabello.Llorécontralosmechones
desupelo—.Estásaquí.
—Tómame,Matt…demuéstramelocontrariodeloque…
Mebesóloslabios,memordióyluegomesoltó.Abrióelcajónycogió
el consolador que compramos y que estaba ahí. Sonrió y, contoneándose,
empezóadesnudarse.
Mirespiraciónaumentóderitmo,metensédepiesacabeza.
No se detuvo, se quedó completamente desnuda. Debajo no llevaba
ropa interior. Se tocó el pezón y se pasó el vibrador por allí. Sentí que
temblaba,lavisióneraimpactante.
Siemprehabíasidounadescarada,perohoymesorprendía.
—Mírame—pidióysemetióelconsolador,apoyandounpiesobrela
cama. Gimió, levantando una mano para que no me acercara—. Espera…
aúnno…
Medicuentadequeyanolaconocía.Noparecíafeliz,nodisfrutaba
conloqueestabahaciendo.
—Gisele,basta.
—Quierocomplacerte…satisfacerte.
Abrió la boca haciendo un puchero, cerró los ojos y siguió con las
penetraciones,forzándose.¿Quélesucedía?¿Porquéseobligabaasentir?
Creí que en cualquier momento se echaría a llorar. Había amargura y no
placerensusemblante.
Nodabacréditoasuformadeactuar,¿porquénomedejabatocarla?
¿Quépretendía?Estallando,fuiylequitéelputocacharro.
Tragó,mirándomealosojos.Algoserompió.
—¿Qué está pasando contigo? —le reproché duramente—. Deja de
jugar,meestáslastimandoalsentirtetanlejos.
—Matt.—Sesentósobrelacama,llevándoselasmanosalacabezay
negandosincesar—.Ya…Yanosientolomismo…
—¡No!¿Quiéneres?
—Tehedejadodequerer.—Lloraba—.Losiento,¡losiento!
—Mentira,¡mentira!
Se enfrentó a mi ira, con las lágrimas cayendo sin compasión por su
belloypálidorostro.Meabracéasuspiernas,apoyandolacabezaenellas.
Llorando.
—Lejos lo he entendido… —Me acariciaba el pelo llena de agonía.
Deseaba quererme, yo lo sentía, y le dolía no poder hacerlo—. Quería
intentarlo,sorprenderte…Comportarmecomoantes,satisfacerte…Peroya
nopuedo…
—Gisele —imploré, levantando una mano. Negaba cerrando los ojos,
de los que caían las dolorosas lágrimas—. Nena, por favor, no vuelvas a
irte…Quédate.
7
Abro los ojos, arropado por unos cálidos brazos que me mecen como
cuando era un niño. Tengo el rostro empapado, las lágrimas corren
angustiosamentepormicaramojandoelpechodelamujerquemediceque
metranquilice.
Ynoesella,¡séquenoesella!
—Matt,porfavor—mepide.EsKaren,mimadre—.Meduelemucho
verteasí,tetienesquecuidar.
—¡Laodio!
—Nodigasesascosas.
A veces los sueños son premonitorios, se convierten en realidad…
Aunque no sean positivos. Es lo único que puedo pensar, me está
sucediendo.
—Memuestraensueñosloquenohaceconlasllamadas,alasqueno
responde.Hadesaparecido,¿notedascuenta?¡Nohayotraexplicación!Me
complacióporpena…¡Intentóvenirynolosentía!
—Cielo…—Meacariciaelpelo.
—¡Sehadadocuentaestandolejos!—gritocontrasupecho.
Me siento como si lo hubiera perdido todo. Un día se entregó,
diciéndome cuánto me quería y al siguiente vinieron los reproches con
aquellallamada,cuandohabíaprometidovolver.
Aunquemeduele,hedeasumirqueGiseleya…¡No!
Me levanto e intento arremeter contra todo lo que hay sobre el
escritorio,peroScottymipadre,queestánahí,mesujetanpordetrás.Soy
unabestia,luchando,peleandopordestrozarlacasa.
—¡Nomequiere!¡Mehaolvidado!—Mecrujeelcuerpoyclamo—:
¡No me ama! ¡Fingía por mí, para no hacerme daño! ¡Lo intentaba! Lo
intentóenaquelencuentro…
—Matt,ya—meregañamipadre.
—Porfavor,porfavor,quealguienmedespierte.Quemeladevuelvan.
Si ha cometido un error… ¡la perdonaré! —lloro entre lamentos. Se me
desangraelalma,mortificadoporloscelos—.¡Porfavor!
Mi hermana Roxanne entra descompuesta. Al verme gruñe herida,
sacandosuinstintodeprotecciónhaciamí.
Sinpensarlo,señalaaScottylegrita:
—¡Nopiensotolerárselomás!
Laveoconelteléfonoenlamano.Depronto,lahabitaciónsequeda
congeladaalaesperadelarespuestadeGisele.Noséporqué,creoqueha
llegadoeldíaenqueelladélacara.Haceunmesymedioquesefue,más
dedossemanasdesdequesehaesfumado.
—Gis,¿quédemoniosestápasando…?
No oigo qué más dice, porque sale escopetada de la habitación y yo
sólo quiero escuchar a Gisele. Mi madre, delante de mí y agarrándome la
caraconlasmanos,meacaricia.Estamalditarealidadnotienefinal.
—Dejaquehablen…Daleunapequeñatregua.
—¡Yanoesuna,sonmuchas!Suausenciaesdemasiadodura.¿¡Noos
daiscuentadequevivosumidoensueñosypesadillasportenerla!?¿Quese
me está acabando la vida por su partida y ella no me ayuda, me está
derrotandomás?
—Hijo…—intentadecirmipadre.
—Noquieroolvidarla.¡Meniegoaolvidaramimujer!
Abroelcajóndondeestánlosreportajesquehahechohastaahora.La
posesión se manifiesta y araño su imagen, en la que está sonriendo y
cautivandoalacámara.Destrozocadahoja…AmiGisele.
«¿Dóndeestás,cariño?»
LogritosdeRoxanneseelevan,alterada.
Me inquieto, mi familia se agarrota como yo. Aun así, me siguen
pidiendoprudencia.Deprontosehaceelsilencio.
Mihermanayanogritanihabla.
Cinco minutos después, aparece en la puerta con los hombros
hundidos.Niego,melevantocaminandohaciaatrás,resquebrajándomepor
dentro. Me da miedo que hable, que pronuncie la maldita palabra que no
quierooír.
Sinacercase…sollozayconfiesaloqueGiselelehadicho:
—Matt…novaavolver...
Si quieres saber más y descubrir cada emocionante detalle de la historia
entreMattyGisele,descúbreloenLachicadeservicio,I.Tiéntame.YenLa
chicadeservicio,II.Poséeme.LasnovelaspublicadasporEsencia,enlas
queconocerásyvivirásdesdedentroelintensoamorqueconsumeaestos
apasionadosprotagonistas.
Enenerollega…latercerayúltimapartedelatrilogía.
Lachicadeservicio,III.Yríndete.
Biografía
Patricia Geller nació en un municipio de Cádiz, donde reside actualmente.
Estácasadayesmadrededoshijos.Desdesiemprehasidounaapasionada
de la lectura, hasta que decidió iniciarse de forma no profesional en el
mundodelasletrasconalgúnrelato.LatrilogíaLachicadeservicioessu
primeranovela,yyatieneenmarchanuevosproyectoseditoriales.
Encontrarásmásinformacióndelaautoraysuobraen:
www.facebook.com/patricia.gr.980
librolachicadelservicio.blogspot.com.es
Quédate
PatriciaGeller
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informático,nisutransmisiónencualquierformaoporcualquiermedio,seaésteelectrónico,
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©PatriciaGeller,2014
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Lospersonajes,eventosysucesospresentadosenestaobrasonficticios.Cualquiersemejanzacon
personasvivasodesaparecidasespuracoincidencia.
Primeraedición:diciembrede2014
ISBN:978-84-08-13548-7
Conversiónalibroelectrónico:VíctorIgual,S.L.
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