R uben L. F. H abito El zen y los Ejercicios Espirituales Dos caminos hacia el despertar y la transformación Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com / 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Título original: Zen and the Spiritual Exercices. Paths of Awakening and Transformation Traducción: Federico de Carlos Otto © 2013 by Ruben L. F. Habito © 2013 by Orbis Books P.O. Box 302, Maryknoll, New York 10545-0302 www.orbisbooks.com © Ediciones Mensajero, 2015 Grupo de Comunicación Loyola Sancho de Azpeitia 2, bajo 48014 Bilbao – España Tfno.: +34 94 447 0358 / Fax: +34 94 447 2630 [email protected] / www.mensajero.com Diseño de cubierta: Magui Casanova Impreso en España. Printed in Spain ISBN: 978-84-271-3684-7 Depósito Legal: BI-245-2015 Fotocomposición: Rico Adrados, S.L. (Burgos) www.ricoadrados.com Impresión y encuadernación: Grafo, S.A. – Basauri (Vizcaya) www.grafo.es Índice Prólogo ...................................................................... ix Introducción Dos caminos hacia el despertar y la transformación . xvii Primera parte Preparando el Camino 1. Traducir a Ignacio, presentar el zen ....................... 3 2. Orientaciones preliminares para entrar en el Camino . 24 3. ¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí? El Principio y Fundamento del camino espiritual .................. 33 Segunda parte Purificación 4. La condición humana: la necesidad de curación .... 53 5. Hacia la recuperación: darle la vuelta a mi vida .... 68 Tercera parte Iluminación 6. Déjame conocer el Camino: contemplando a Jesús . ÍNDICE 83 vii 7. La calidad de la libertad: fundamentar nuestras decisiones ...................................................... 109 8. Discernir mi camino: ¿qué debo hacer? ............... 123 9. Ponerse en la mente de Jesús: subvertir la sabiduría convencional ............................................ 135 Cuarta parte Unión 10. Muriendo, destruyes nuestra muerte .................... 173 11. ¡Levántate, despierta! Volver a Galilea ............... 190 12. Gozar del amor divino: los ojos y las manos de Kuan-Yin ....................................................... 200 Conclusión Despierto y transformado en Amor. Ser contemplativo en la acción ....................................... 213 Índice onomástico y analítico .................................... 219 Índice general ............................................................ 227 viii EL ZEN Y LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES Prólogo ¿Quién soy yo? ¿Cuál es la clave de todo? ¿De qué se trata? ¿Qué sentido y qué objetivo tiene mi vida? ¿Cómo puedo encontrar una auténtica paz interior? Sabiendo que algún día moriré, ¿cómo puedo llevar una vida plena y afrontar mi muerte con serenidad? Cuando surgen preguntas de este tipo y nos acucian con cierta urgencia en cualquier punto de nuestro recorrido vital, empezamos a sentirnos incómodos. Podemos intentar esconderlas bajo la alfombra, pero inevitablemente vuelven a surgir para desasosegarnos. La palabra española inquietud describe perfectamente ese sentimiento que nos atrapa. Cuando prestamos atención a esas preguntas que se nos presentan, asistimos probablemente a lo que puede ser un importante punto de inflexión en nuestra vida. Iñigo López de Loyola, un soldado treintañero de la armada del duque y virrey de Navarra, tuvo que plantearse este tipo de preguntas mientras yacía en una cama de hospital recuperándose de las heridas sufridas en el asedio de Pamplona (España) en 1521. Mirando hacia atrás en su vida, se percató de que la había centrado únicamente en incrementar su prestigio personal y progresar en el rango social más elitista, así como en cortejar a las damas nobles de la corte y buscar el honor y la gloria militares por encima de todo lo demás. Estos deseos le produjeron una sensación de vacío y malestar. Íñigo estaba enfrentándose al más importante punto de inflexión de su vida. Para él, esas preguntas venían enmarcadas en el contexto de su fe cristiana (católico-romana) y de su visión del mundo. ¿Cuál es la voluntad de Dios para mí en esta vida? ¿Cómo puedo discernir esa voluntad divina para vivir de acuerdo con ella? PRÓLOGO ix Inspirado por sus lecturas de libros devocionales y de vidas de santos, emprendió una rigurosa práctica ascética y meditativa buscando respuestas a sus preguntas. Ese proceso interior fue transformándolo gradualmente, pasando, de ser el hombre arrogante, mundano y egocéntrico que era antes de ser herido, a convertirse en una persona con una profunda paz interior y una visión espiritual, dispuesto, ahora sí, a entregar su vida por completo a Dios al servicio del mundo. Así, con objeto de equiparse mejor para servir al prójimo, entró en la Universidad de París para seguir estudios académicos, tomando el nombre de Ignacio. Estando allí, inspiró la formación de un grupo de estudiantes que se iban reuniendo en torno a él, buscando una guía para la práctica espiritual. A través de ese vínculo para compartir su camino espiritual, se formó el meollo de lo que acabaría convirtiéndose en la Compañía de Jesús, conocida también como «los jesuitas». Reflejando la propia experiencia de su recorrido espiritual y anotando reflexiones e intuiciones para guiar a otros en este camino, Ignacio compiló sus notas y redactó un pequeño volumen que terminó siendo conocido como los Ejercicios Espirituales. Toda la vida y la visión espiritual de cualquier jesuita proceden de estos Ejercicios ignacianos. Un importante aspecto del trabajo de los jesuitas desde el tiempo de su fundación hasta nuestros días consiste en ofrecer a los demás una guía para abordar los Ejercicios y ayudar a los individuos a resolver preguntas básicas de su propia existencia como seres humanos, profundizando en su vida espiritual, para poder dedicarse más plenamente a la mayor gloria de Dios en el servicio a los demás. Desde la época de Ignacio, los Ejercicios Espirituales han sido ampliamente recibidos y practicados como un camino eficaz de transformación espiritual, no solo para quienes componen la Orden jesuítica, sino también para miembros de otras comunidades religiosas, así como para los laicos. Cuando entré en la Compañía de Jesús en Filipinas, en 1964, gocé del privilegio de recibir orientación sobre los Ejercicios Espirituales de Ignacio de manos de maestros esx EL ZEN Y LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES pirituales jesuitas1, empezando por un retiro de treinta días unos cuantos meses después de entrar en el noviciado («escuela de principiantes») y continuando desde entonces con un retiro anual de ocho días. En 1970 fui enviado a Japón para ayudar a los jesuitas de ese país en su trabajo. Allí, durante mi segundo año de aprendizaje del idioma en una escuela de Kamakura, en otoño de 1971, mi director espiritual, el padre Thomas Hand, sj, me animó a practicar zen y a convertirme también en discípulo de Yamada Kōun Rōshi, cuyo centro, conocido como San-un Zendō (el salón de zen de las tres nubes) estaba convenientemente emplazado en la misma ciudad. Desde entonces, mi propio viaje espiritual se ha nutrido de esas dos tradiciones: el zen y los Ejercicios Espirituales, entrelazados ambos en un largo y tortuoso camino que me ha llevado adonde hoy me encuentro. A finales de la década de 1980, codirigí como sacerdote jesuita un retiro ignaciano de treinta días para un grupo de seminaristas católicos que estaban preparándose para su ordenación sacerdotal. Con la aquiescencia tanto de los seminaristas participantes como de sus superiores, el retiro incorporaba también el zen, cuya práctica de bastantes años en Japón por mi parte era conocida por ellos. Los participantes se «sentaban» juntos (sobre sus piernas flexionadas al modo zen) en una amplia sala, entre ocho y diez horas cada día, y tenían encuentros de orientación personal conmigo o con mi codirectora, la hermana Rosario Battung. Este retiro proporcionó un escenario para la interconexión de dos poderosos caminos de transformación espiritual que han tenido una notable influencia en la historia de la espiritualidad: los Ejercicios Espirituales de san Ignacio y el budismo zen. La hermana Rosario Battung es miembro de la congregación de las Religiosas del Buen Pastor y sigue con su trabajo en las comunidades de base en Filipinas. Es también profesora de zen en el Centro de Espiritualidad Oriental en Marikina, Metro Manila, y ha practicado zen durante muchos años bajo la dirección del maestro zen Yamada Kōun de Kamakura, Japón, a la sazón director del Sambō Kyōdan. PRÓLOGO xi Esta escuela zen incorpora los elementos Sōtō y Rinzai en su práctica y en su programa de formación2. En 1989 salí de la Compañía de Jesús. Ahora estoy casado con Maria Reis Habito y tenemos dos hijos: Florian y Benjamin. Actualmente, soy miembro del profesorado de la Perkins School of Theology y en la Southern Methodist University. También colaboro como preceptor en el centro comunitario zen «Maria Kannon», en Dallas, Texas. Con el transcurso de los años, he podido dedicar más tiempo a la reflexión y a una valoración más profunda de la fuerza y el dinamismo de esas dos tradiciones espirituales que me hacen ser quien soy hoy día y que me permiten continuar abriendo nuevos horizontes en mi vida. Este libro presenta una parte de lo aprendido a lo largo del camino recorriendo esos dos senderos de transformación espiritual. Yo solo puedo contemplar maravillado y expresar mi profunda gratitud por el modo en que ambos han seguido –cada uno a su modo– alimentándome y apoyándome a lo largo de los años. En más de dos décadas sentándome con la comunidad zen «Maria Kannon», de Dallas, así como también dirigiendo retiros zen en el centro para la Acción y la Contemplación en Nuevo México, en el Bangor Zendo de Maine y en el Osage Forest Peace, en Sand Springs, Oklahoma; en mi propio país, Filipinas, en Nueva York y en muchos otros lugares, he tenido el privilegio de conocer a cientos de individuos en el contexto de un encuentro zen de uno en uno, llamado dokusan (ir solo), escuchando sus relatos sobre la situación de su mente y ofreciendo pistas para profundizar en su práctica espiritual. Todos estos fervientes practicantes son mis maestros, y me inclino ante todos ellos en señal de mi más profunda gratitud. Ellos llegaron al zen para profundizar en sus propios recorridos espirituales, al no encontrar lo que buscaban en las ofertas tradicionales de sus iglesias o sinagogas. Algunos continúan acudiendo a las celebraciones y participando en sus comunidades locales; otros han dejado de hacerlo por completo. Mantengo por todos ellos, con sus muy diversas historias y estados mentales, una gran estima, y los llevo en mi xii EL ZEN Y LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES corazón al escribir los capítulos de este libro. Y hago todo esto movido por la corazonada de que la experiencia espiritual y el proceso transformador por el que atravesó en su vida Ignacio de Loyola puedan servirles de ayuda en su propio recorrido. Después de releer y repensar el texto de los Ejercicios Espirituales3 que escribió Ignacio como un libro-guía para otros seguidores, vuelve a mí una y otra vez, en cada página, la idea de que Ignacio se formó e informó estando plenamente integrado en la sociedad y la cultura de su tiempo: la Europa del siglo XVI. En sus primeros años como hombre de mundo, con sus ambiciones, sus vanaglorias y sus actitudes egocéntricas, también era una persona impregnada de la cultura europea y católica de su tiempo. El lenguaje y el formato de los Ejercicios Espirituales proceden de esa visión del mundo y de ese sistema de creencias. ¿Puede un libro-guía para el camino espiritual que se remonta al final de la Edad Media y llega hasta el mundo de la primera Europa moderna del catolicismo pre-Vaticano II, ofrecer algo relevante y significativo a un mundo posmoderno, globalizado, poscristiano, multicultural y multirreligioso como es la sociedad del siglo XXI? La forma en que los Ejercicios Espirituales han sido presentados y ofrecidos como guía ha evolucionado a lo largo de esos cuatro siglos y medio transcurridos desde Ignacio. Desde el pasado siglo –sobre todo después del Vaticano II4–, no solo los jesuitas, sino también miembros de otras órdenes religiosas masculinas y femeninas, al igual que muchos cristianos laicos, se han convertido en cualificados y eficaces directores de Ejercicios Espirituales. Muchos han encontrado en los Ejercicios ignacianos un camino efectivo y enriquecedor de práctica espiritual profundamente arraigada en la fe cristiana, pero adaptada y representada de acuerdo con las perspectivas teológicas más recientes5. Al revisar hace poco la transcripción de las cintas de las charlas que dimos durante un retiro ignaciano-zen de treinta días a seminaristas a finales de la década de 1980, me sacudió una pregunta: ¿Pueden estos Ejercicios, que se ofrecen como PRÓLOGO xiii una transformación vital –es decir, para poder pasar, de un modo de ser centrado en el propio yo, a otro modo centrado totalmente en el servicio a los demás–, resultar relevantes para quienes no necesariamente aceptan la visión cristiana del mundo y sus creencias esenciales que sirven de cimientos y se dan por supuesto, además, en esos Ejercicios? Al hacer esta pregunta, me vienen a la memoria muchos individuos a los que conocí en las consultas cara a cara. Algunos no profesaban ninguna religión concreta ni estaban vinculados a ningún sistema de creencias; sin embargo, estaban profundamente comprometidos en la práctica del zen como camino de transformación. Había otros que, sin estar plenamente convencidos, se mostraban abiertos a aprender y recibir los tesoros que encierran la herencia cristiana o la budista. Todos ellos estaban preparados y deseando comprometerse seriamente con una práctica espiritual que les ayudara a resolver las grandes preguntas. Así pues, ofrezco este libro a cualquier buscador serio interesado en ampliar sus horizontes en el camino espiritual. Obviamente, este libro es también para aquellos cristianos para quienes las orientaciones ignacianas pueden suponer una experiencia y un modo de vida que encierra todo cuanto subyace en lo más profundo de su propia fe. Muchos libros describen los tesoros que se pueden descubrir con la práctica de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio. En este volumen examino los principales movimientos de estos Ejercicios a la luz del zen, cruzando los tradicionales límites religiosos en el intento de abrir esos tesoros al mundo entero. Al mismo tiempo, invito a los que ya están familiarizados con el mundo zen a considerar lo que tienen que ofrecer los Ejercicios ignacianos al arrojar luz sobre la práctica zen como camino de transformación. Notas 1 Aquí expreso mi más profunda gratitud a mis directores espirituales jesuitas por todos los años de mi vida en la Compañía de Jesús, así xiv EL ZEN Y LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES como a muchos compañeros de las provincias de Filipinas y de Japón y, de igual modo, a muchos compañeros ex jesuitas que han viajado conmigo. 2 Este Sanbō Kyōdan se ha convertido en una escuela o familia de escuelas zen que ha dejado y continúa dejando su huella en ambos hemisferios, con comunidades de práctica zen situadas en distintas partes del mundo. La corriente más amplia de este concreto desarrollo zen es con frecuencia conocida como escuela Harada-Yasutani. 3 Uso los términos «Ejercicios Espirituales» y «los Ejercicios» para referirme al camino de práctica inspirado por san Ignacio en sus distintas fases y contornos. Consulté la edición del P. Elder MuLLan, sj, The Spiritual Exercises of St. Ignatius of Loyola, Translated from the Autograph, P. J. Kenedy & Sons, New York 1914. Y también hago referencia a la traducción de Anthony MottoLa, Image Books, New York 1964, para las citas; y a Michael ivens, sj, Understanding the Spiritual Exercises: Textbook and Handbook Commentary for Retreat Directors, Cromwell Press, Wiltshire, UK 1998. (Para la presente edición española se emplea la edición de los Ejercicios preparada por Santiago aRzubiaLde, sj, Sal Terrae, Santander 2010). 4 El Concilio Vaticano II, una reunión de los obispos católicos de todo el mundo convocado por el papa Juan XXIII para reexaminar la doctrina y la práctica de la Iglesia Católica, tuvo lugar entre 1962 y 1965 e hizo públicos decretos autoritativos y declaraciones que cambiaron el curso de dicha Iglesia Católica, especialmente en lo relativo a sus relaciones con una sociedad ampliamente globalizada. 5 Un buen número de trabajos notables que persiguen la adaptación de los Ejercicios Espirituales a los diferentes climas filosóficos, teológicos y culturales, desde los tiempos de Ignacio, son hoy fácilmente accesibles en Internet. Recomiendo uno a aquellos buscadores de una visión más amplia de la tradición espiritual de Ignacio, ya que ha sido reinterpretada más allá del contexto de su época: David LonsdaLe, Eyes to See, Ears to Hear: An Introduction to Ignatian Spirituality, Orbis Books, Maryknoll NY 2000 [trad. esp.: Ojos para ver, oídos para oír. Introducción a la espiritualidad ignaciana, Sal Terrae, Santander 1992]. Una guía muy legible de la espiritualidad ignaciana, que incluye una descripción de los Ejercicios Espirituales que cualquier lector contemporáneo apreciará, es la de James MaRtin, sj, The Jesuit Guide to (Almost) Everything, Harper One, New York 2010 [trad. esp.: Más en las obras que en las palabras. Una guía ignaciana para (casi) todo, Sal Terrae, Santander 2011]. PRÓLOGO xv
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