El zen y los Ejercicios Espirituales

R uben L. F. H abito
El zen
y los
Ejercicios Espirituales
Dos caminos hacia el despertar
y la transformación
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Título original:
Zen and the Spiritual Exercices.
Paths of Awakening and Transformation
Traducción:
Federico de Carlos Otto
© 2013 by Ruben L. F. Habito
© 2013 by Orbis Books
P.O. Box 302, Maryknoll, New York 10545-0302
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ISBN: 978-84-271-3684-7
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Fotocomposición:
Rico Adrados, S.L. (Burgos)
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Impresión y encuadernación:
Grafo, S.A. – Basauri (Vizcaya)
www.grafo.es
Índice
Prólogo ......................................................................
ix
Introducción
Dos caminos hacia el despertar y la transformación . xvii
Primera parte
Preparando el Camino
1. Traducir a Ignacio, presentar el zen .......................
3
2. Orientaciones preliminares para entrar en el Camino .
24
3. ¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí? El Principio y
Fundamento del camino espiritual ..................
33
Segunda parte
Purificación
4. La condición humana: la necesidad de curación ....
53
5. Hacia la recuperación: darle la vuelta a mi vida ....
68
Tercera parte
Iluminación
6. Déjame conocer el Camino: contemplando a Jesús .
ÍNDICE
83
vii
7. La calidad de la libertad: fundamentar nuestras
decisiones ...................................................... 109
8. Discernir mi camino: ¿qué debo hacer? ............... 123
9. Ponerse en la mente de Jesús: subvertir la sabiduría convencional ............................................ 135
Cuarta parte
Unión
10. Muriendo, destruyes nuestra muerte .................... 173
11. ¡Levántate, despierta! Volver a Galilea ............... 190
12. Gozar del amor divino: los ojos y las manos de
Kuan-Yin ....................................................... 200
Conclusión
Despierto y transformado en Amor. Ser contemplativo en la acción ....................................... 213
Índice onomástico y analítico .................................... 219
Índice general ............................................................ 227
viii
EL ZEN Y LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES
Prólogo
¿Quién soy yo? ¿Cuál es la clave de todo? ¿De qué se trata?
¿Qué sentido y qué objetivo tiene mi vida? ¿Cómo puedo
encontrar una auténtica paz interior? Sabiendo que algún
día moriré, ¿cómo puedo llevar una vida plena y afrontar mi
muerte con serenidad? Cuando surgen preguntas de este tipo y
nos acucian con cierta urgencia en cualquier punto de nuestro
recorrido vital, empezamos a sentirnos incómodos. Podemos
intentar esconderlas bajo la alfombra, pero inevitablemente
vuelven a surgir para desasosegarnos. La palabra española
inquietud describe perfectamente ese sentimiento que nos
atrapa. Cuando prestamos atención a esas preguntas que se
nos presentan, asistimos probablemente a lo que puede ser un
importante punto de inflexión en nuestra vida.
Iñigo López de Loyola, un soldado treintañero de la armada
del duque y virrey de Navarra, tuvo que plantearse este tipo de
preguntas mientras yacía en una cama de hospital recuperándose de las heridas sufridas en el asedio de Pamplona (España) en
1521. Mirando hacia atrás en su vida, se percató de que la había
centrado únicamente en incrementar su prestigio personal y
progresar en el rango social más elitista, así como en cortejar a
las damas nobles de la corte y buscar el honor y la gloria militares por encima de todo lo demás. Estos deseos le produjeron
una sensación de vacío y malestar. Íñigo estaba enfrentándose
al más importante punto de inflexión de su vida. Para él, esas
preguntas venían enmarcadas en el contexto de su fe cristiana
(católico-romana) y de su visión del mundo. ¿Cuál es la voluntad de Dios para mí en esta vida? ¿Cómo puedo discernir esa
voluntad divina para vivir de acuerdo con ella?
PRÓLOGO
ix
Inspirado por sus lecturas de libros devocionales y de
vidas de santos, emprendió una rigurosa práctica ascética
y meditativa buscando respuestas a sus preguntas. Ese proceso interior fue transformándolo gradualmente, pasando,
de ser el hombre arrogante, mundano y egocéntrico que era
antes de ser herido, a convertirse en una persona con una
profunda paz interior y una visión espiritual, dispuesto, ahora sí, a entregar su vida por completo a Dios al servicio del
mundo. Así, con objeto de equiparse mejor para servir al
prójimo, entró en la Universidad de París para seguir estudios académicos, tomando el nombre de Ignacio. Estando
allí, inspiró la formación de un grupo de estudiantes que
se iban reuniendo en torno a él, buscando una guía para la
práctica espiritual. A través de ese vínculo para compartir
su camino espiritual, se formó el meollo de lo que acabaría
convirtiéndose en la Compañía de Jesús, conocida también
como «los jesuitas».
Reflejando la propia experiencia de su recorrido espiritual
y anotando reflexiones e intuiciones para guiar a otros en este camino, Ignacio compiló sus notas y redactó un pequeño
volumen que terminó siendo conocido como los Ejercicios
Espirituales. Toda la vida y la visión espiritual de cualquier
jesuita proceden de estos Ejercicios ignacianos. Un importante aspecto del trabajo de los jesuitas desde el tiempo de su
fundación hasta nuestros días consiste en ofrecer a los demás
una guía para abordar los Ejercicios y ayudar a los individuos
a resolver preguntas básicas de su propia existencia como seres humanos, profundizando en su vida espiritual, para poder
dedicarse más plenamente a la mayor gloria de Dios en el servicio a los demás. Desde la época de Ignacio, los Ejercicios
Espirituales han sido ampliamente recibidos y practicados
como un camino eficaz de transformación espiritual, no solo
para quienes componen la Orden jesuítica, sino también para
miembros de otras comunidades religiosas, así como para los
laicos.
Cuando entré en la Compañía de Jesús en Filipinas, en
1964, gocé del privilegio de recibir orientación sobre los
Ejercicios Espirituales de Ignacio de manos de maestros esx
EL ZEN Y LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES
pirituales jesuitas1, empezando por un retiro de treinta días
unos cuantos meses después de entrar en el noviciado («escuela de principiantes») y continuando desde entonces con
un retiro anual de ocho días.
En 1970 fui enviado a Japón para ayudar a los jesuitas de ese país en su trabajo. Allí, durante mi segundo año
de aprendizaje del idioma en una escuela de Kamakura,
en otoño de 1971, mi director espiritual, el padre Thomas
Hand, sj, me animó a practicar zen y a convertirme también
en discípulo de Yamada Kōun Rōshi, cuyo centro, conocido como San-un Zendō (el salón de zen de las tres nubes)
estaba convenientemente emplazado en la misma ciudad.
Desde entonces, mi propio viaje espiritual se ha nutrido de
esas dos tradiciones: el zen y los Ejercicios Espirituales,
entrelazados ambos en un largo y tortuoso camino que me
ha llevado adonde hoy me encuentro.
A finales de la década de 1980, codirigí como sacerdote jesuita un retiro ignaciano de treinta días para un grupo
de seminaristas católicos que estaban preparándose para su
ordenación sacerdotal. Con la aquiescencia tanto de los seminaristas participantes como de sus superiores, el retiro
incorporaba también el zen, cuya práctica de bastantes años
en Japón por mi parte era conocida por ellos. Los participantes se «sentaban» juntos (sobre sus piernas flexionadas al
modo zen) en una amplia sala, entre ocho y diez horas cada
día, y tenían encuentros de orientación personal conmigo o
con mi codirectora, la hermana Rosario Battung. Este retiro
proporcionó un escenario para la interconexión de dos poderosos caminos de transformación espiritual que han tenido
una notable influencia en la historia de la espiritualidad: los
Ejercicios Espirituales de san Ignacio y el budismo zen.
La hermana Rosario Battung es miembro de la congregación de las Religiosas del Buen Pastor y sigue con su
trabajo en las comunidades de base en Filipinas. Es también
profesora de zen en el Centro de Espiritualidad Oriental en
Marikina, Metro Manila, y ha practicado zen durante muchos años bajo la dirección del maestro zen Yamada Kōun
de Kamakura, Japón, a la sazón director del Sambō Kyōdan.
PRÓLOGO
xi
Esta escuela zen incorpora los elementos Sōtō y Rinzai en
su práctica y en su programa de formación2.
En 1989 salí de la Compañía de Jesús. Ahora estoy casado con Maria Reis Habito y tenemos dos hijos: Florian y
Benjamin. Actualmente, soy miembro del profesorado de
la Perkins School of Theology y en la Southern Methodist
University. También colaboro como preceptor en el centro
comunitario zen «Maria Kannon», en Dallas, Texas. Con
el transcurso de los años, he podido dedicar más tiempo a
la reflexión y a una valoración más profunda de la fuerza
y el dinamismo de esas dos tradiciones espirituales que me
hacen ser quien soy hoy día y que me permiten continuar
abriendo nuevos horizontes en mi vida. Este libro presenta
una parte de lo aprendido a lo largo del camino recorriendo
esos dos senderos de transformación espiritual. Yo solo puedo contemplar maravillado y expresar mi profunda gratitud
por el modo en que ambos han seguido –cada uno a su modo–
alimentándome y apoyándome a lo largo de los años.
En más de dos décadas sentándome con la comunidad
zen «Maria Kannon», de Dallas, así como también dirigiendo retiros zen en el centro para la Acción y la Contemplación en Nuevo México, en el Bangor Zendo de Maine y en
el Osage Forest Peace, en Sand Springs, Oklahoma; en mi
propio país, Filipinas, en Nueva York y en muchos otros
lugares, he tenido el privilegio de conocer a cientos de individuos en el contexto de un encuentro zen de uno en uno,
llamado dokusan (ir solo), escuchando sus relatos sobre la
situación de su mente y ofreciendo pistas para profundizar
en su práctica espiritual. Todos estos fervientes practicantes
son mis maestros, y me inclino ante todos ellos en señal de
mi más profunda gratitud. Ellos llegaron al zen para profundizar en sus propios recorridos espirituales, al no encontrar
lo que buscaban en las ofertas tradicionales de sus iglesias o
sinagogas. Algunos continúan acudiendo a las celebraciones
y participando en sus comunidades locales; otros han dejado
de hacerlo por completo.
Mantengo por todos ellos, con sus muy diversas historias y estados mentales, una gran estima, y los llevo en mi
xii
EL ZEN Y LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES
corazón al escribir los capítulos de este libro. Y hago todo
esto movido por la corazonada de que la experiencia espiritual y el proceso transformador por el que atravesó en
su vida Ignacio de Loyola puedan servirles de ayuda en su
propio recorrido.
Después de releer y repensar el texto de los Ejercicios
Espirituales3 que escribió Ignacio como un libro-guía para
otros seguidores, vuelve a mí una y otra vez, en cada página,
la idea de que Ignacio se formó e informó estando plenamente integrado en la sociedad y la cultura de su tiempo: la
Europa del siglo XVI. En sus primeros años como hombre
de mundo, con sus ambiciones, sus vanaglorias y sus actitudes egocéntricas, también era una persona impregnada
de la cultura europea y católica de su tiempo. El lenguaje
y el formato de los Ejercicios Espirituales proceden de esa
visión del mundo y de ese sistema de creencias.
¿Puede un libro-guía para el camino espiritual que se
remonta al final de la Edad Media y llega hasta el mundo de
la primera Europa moderna del catolicismo pre-Vaticano II,
ofrecer algo relevante y significativo a un mundo posmoderno, globalizado, poscristiano, multicultural y multirreligioso
como es la sociedad del siglo XXI?
La forma en que los Ejercicios Espirituales han sido presentados y ofrecidos como guía ha evolucionado a lo largo
de esos cuatro siglos y medio transcurridos desde Ignacio.
Desde el pasado siglo –sobre todo después del Vaticano II4–,
no solo los jesuitas, sino también miembros de otras órdenes
religiosas masculinas y femeninas, al igual que muchos cristianos laicos, se han convertido en cualificados y eficaces
directores de Ejercicios Espirituales. Muchos han encontrado en los Ejercicios ignacianos un camino efectivo y enriquecedor de práctica espiritual profundamente arraigada en
la fe cristiana, pero adaptada y representada de acuerdo con
las perspectivas teológicas más recientes5.
Al revisar hace poco la transcripción de las cintas de las
charlas que dimos durante un retiro ignaciano-zen de treinta
días a seminaristas a finales de la década de 1980, me sacudió
una pregunta: ¿Pueden estos Ejercicios, que se ofrecen como
PRÓLOGO
xiii
una transformación vital –es decir, para poder pasar, de un
modo de ser centrado en el propio yo, a otro modo centrado
totalmente en el servicio a los demás–, resultar relevantes para quienes no necesariamente aceptan la visión cristiana del
mundo y sus creencias esenciales que sirven de cimientos y
se dan por supuesto, además, en esos Ejercicios?
Al hacer esta pregunta, me vienen a la memoria muchos
individuos a los que conocí en las consultas cara a cara.
Algunos no profesaban ninguna religión concreta ni estaban
vinculados a ningún sistema de creencias; sin embargo, estaban profundamente comprometidos en la práctica del zen
como camino de transformación. Había otros que, sin estar
plenamente convencidos, se mostraban abiertos a aprender
y recibir los tesoros que encierran la herencia cristiana o la
budista. Todos ellos estaban preparados y deseando comprometerse seriamente con una práctica espiritual que les
ayudara a resolver las grandes preguntas. Así pues, ofrezco
este libro a cualquier buscador serio interesado en ampliar
sus horizontes en el camino espiritual.
Obviamente, este libro es también para aquellos cristianos para quienes las orientaciones ignacianas pueden suponer
una experiencia y un modo de vida que encierra todo cuanto
subyace en lo más profundo de su propia fe. Muchos libros
describen los tesoros que se pueden descubrir con la práctica
de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio. En este volumen
examino los principales movimientos de estos Ejercicios a la
luz del zen, cruzando los tradicionales límites religiosos en
el intento de abrir esos tesoros al mundo entero. Al mismo
tiempo, invito a los que ya están familiarizados con el mundo
zen a considerar lo que tienen que ofrecer los Ejercicios ignacianos al arrojar luz sobre la práctica zen como camino de
transformación.
Notas
1
Aquí expreso mi más profunda gratitud a mis directores espirituales
jesuitas por todos los años de mi vida en la Compañía de Jesús, así
xiv
EL ZEN Y LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES
como a muchos compañeros de las provincias de Filipinas y de Japón
y, de igual modo, a muchos compañeros ex jesuitas que han viajado
conmigo.
2
Este Sanbō Kyōdan se ha convertido en una escuela o familia
de escuelas zen que ha dejado y continúa dejando su huella en ambos
hemisferios, con comunidades de práctica zen situadas en distintas
partes del mundo. La corriente más amplia de este concreto desarrollo
zen es con frecuencia conocida como escuela Harada-Yasutani.
3
Uso los términos «Ejercicios Espirituales» y «los Ejercicios»
para referirme al camino de práctica inspirado por san Ignacio en sus
distintas fases y contornos. Consulté la edición del P. Elder MuLLan, sj,
The Spiritual Exercises of St. Ignatius of Loyola, Translated from the
Autograph, P. J. Kenedy & Sons, New York 1914. Y también hago
referencia a la traducción de Anthony MottoLa, Image Books, New
York 1964, para las citas; y a Michael ivens, sj, Understanding the
Spiritual Exercises: Textbook and Handbook Commentary for Retreat
Directors, Cromwell Press, Wiltshire, UK 1998. (Para la presente
edición española se emplea la edición de los Ejercicios preparada por
Santiago aRzubiaLde, sj, Sal Terrae, Santander 2010).
4
El Concilio Vaticano II, una reunión de los obispos católicos de
todo el mundo convocado por el papa Juan XXIII para reexaminar la
doctrina y la práctica de la Iglesia Católica, tuvo lugar entre 1962 y 1965
e hizo públicos decretos autoritativos y declaraciones que cambiaron
el curso de dicha Iglesia Católica, especialmente en lo relativo a sus
relaciones con una sociedad ampliamente globalizada.
5
Un buen número de trabajos notables que persiguen la adaptación
de los Ejercicios Espirituales a los diferentes climas filosóficos, teológicos y culturales, desde los tiempos de Ignacio, son hoy fácilmente
accesibles en Internet. Recomiendo uno a aquellos buscadores de una
visión más amplia de la tradición espiritual de Ignacio, ya que ha sido reinterpretada más allá del contexto de su época: David LonsdaLe,
Eyes to See, Ears to Hear: An Introduction to Ignatian Spirituality,
Orbis Books, Maryknoll NY 2000 [trad. esp.: Ojos para ver, oídos para
oír. Introducción a la espiritualidad ignaciana, Sal Terrae, Santander
1992]. Una guía muy legible de la espiritualidad ignaciana, que incluye
una descripción de los Ejercicios Espirituales que cualquier lector contemporáneo apreciará, es la de James MaRtin, sj, The Jesuit Guide to
(Almost) Everything, Harper One, New York 2010 [trad. esp.: Más en
las obras que en las palabras. Una guía ignaciana para (casi) todo, Sal
Terrae, Santander 2011].
PRÓLOGO
xv