Economía y Sociedad AÑO XIV/ No. 25 /Enero-Junio de 2010 De la Independencia a los tiempos modernos: visiones sobre la economía, la sociedad y el territorio de México Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo Facultad de Economía «Vasco de Quiroga» Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo Dra. Silvia Figueroa Zamudio Rectora Dr. Raúl Cárdenas Guerrero Secretario General Dr. Benjamín Revuelta Vaquero Secretario Académico M. E. y A. S. Amalia Ávila Silva Secretaria Administrativa Mtro. José Napoleón Guzmán Ávila Coordinador de Investigación Científica Dr. Medardo Serna González Coordinador General de Estudios de Posgrado Economía y Sociedad es una revista semestral, abierta al debate, que impulsa el análisis y la discusión permanente de la realidad económica-social con artículos arbitrados, publicada por la Facultad de Economía de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). El contenido de los artículos es responsabilidad única de los autores. Correspondencia, publicidad y canje: Edificio «T», Ciudad Universitaria, Morelia, Mich., México. Tel y Fax: (443) 316 71 52 y 326 16 17. Correo electrónico: [email protected] C.P. Horacio Guillermo Díaz Mora Tesorero General Lic. María del Rosario Ortiz Marín Secretaria de Difusión Cultural y Extensión Universitaria F a c u lt a d d e E c o n o m í a Lic. Heliodoro Gil Corona Director M.A. Arturo Álvarez Toledo Subdirector M.C. Rodrigo Gómez Monge Secretario Académico M.C. Oscar Olivera Reyes Secretario Administrativo directorio Directora de la Revista María de la Luz Martín Carbajal Jefe de edición René Colín Martínez Comité Editorial Externo Jaime Ros, University of Notre Dame Theotonio Dos Santos, Universidad Federal Fluminense Jorge Katz, Universidad de Chile Fausto Hernández Trillo, Centro de Investigación y Docencia Económicas, A.C., CIDE Anthony P. Thirlwall, University of Kent, Inglaterra Arnold Zellner, University of Chicago Rajah Rasiah, University of Malaya, Malasia Jorge Mattar, CEPAL, México Alicia Girón González, IIE-UNAM Miguel Hernández Madrid, COLMICH Javier Jasso Villazul, FCA-UNAM Jorge Carrillo, COLEF Jordi Molas Gallart, Universidad Politécnica de Valencia Paulo N. Figueiredo, Escuela Brasileña de Administración Pública y Empresas Carlos Montalvo, TNO, Netherlands Organisations for Applied Scientific Research Roberto Sbragia, Universidad de São Paulo Francisco Venegas Martínez, Instituto Politécnico Nacional Eliseo Díaz González, El Colegio de la Frontera Norte Graciela Cruz Jiménez, Universidad Autónoma del Estado de México José Zorrilla González, El Colegio de Tamaulipas Fernando Antonio Noriega Ureña, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco Andrés Solari Vicente, consultor independiente Comité Editorial Interno Salvador Padilla Hernández Arcelia Gonzáles Butrón Dante Ariel Ayala Ortiz Eduardo Nava Hernández Jorge Martínez Aparicio Juan José Jardón Urrieta Pablo Chauca Malásquez Luis Guillermo Villaseñor Báez Erika Jenny González Mejía María de Lourdes Cárcamo Solís Gabriel Tapia Tovar René Colín Martínez Rodrigo Gómez Monge Revista indexada en: RedALyC: www.redalyc.org Publicaciones en red: http://www.economia.umich.mx ISSN 1870-414X Diseño gráfico: Víctor Rodríguez Méndez CONT E NIDO Presentación Abstracts 7 11 Chiapas. La Independencia y la Revolución que llegaron tarde Daniel Villafuerte Solís y María del Carmen García Aguilar 15 El mercado interno colonial novohispano, siglos XVIII-XIX. Evidencias y resultados Jorge Silva Riquer 33 La evolución histórica e importancia económica del sector textil y del vestido en México María del Pilar Ester Arroyo López y María de Lourdes Cárcamo Solís 51 Microfundamentos para la economía de la mujer Fernando Antonio Noriega Ureña 69 Efecto del ciclo económico en la incidencia de la informalidad: evidencia para México, 1987-1999 José G. Aguilar Barceló, Carlos M. Hernández Campos y Martín A. Ramírez Urquidy 91 La economía mexicana en el estancamiento. Los resultados de las reformas estructurales aplicadas en el periodo 1981-2007 María Arcelia González Butrón y Rodrigo Gómez Monge 111 Competitividad de las agroindustrias del limón pertenecientes al clúster del limón mexicano en Colima, México Pablo Adrián Magaña Sánchez, Luz Evelia Padilla Bernal y José G. Vargas Hernández 139 El fenómeno metropolitano en México Alfonso Iracheta Cenecorta 153 Convocatoria 180 P R E S E NTACI Ó N E sta es la vigésima quinta edición de Economía y Sociedad y con ella ratificamos el esfuerzo editorial de la Facultad de Economía por difundir la literatura económica y social que se piensa y escribe en México y en otros países de América Latina. En esta edición presentamos varios artículos para traer a nuestra memoria la evolución económica y social de México a partir del proceso de Independencia. Pero no sólo eso, este proceso también se rememora partiendo de los hechos actuales, es una interesante... Espiral … de ida y vuelta que nos conduce por los métodos de la historia. En el primer artículo: Chiapas. La Independencia y la Revolución que llegaron tarde, Daniel Villafuerte y María del Carmen García, analizan la singularidad de la posición de Chiapas en la historia de México. No sólo por su pasado colonial vinculado a la Capitanía General de Guatemala y su anexión a México después de la Independencia sino por su notable ausencia en el movimiento de 1910-1920. La carga del tiempo histórico se manifiesta hoy, a pesar de la Independencia, la Revolución y el levantamiento zapatista, en una profunda vulnerabilidad que se expresa en una sociedad rural en crisis, con alarmantes niveles de pobreza y un éxodo creciente a los Estados Unidos. No existe, pues, ningún fenómeno aparte de los observados – como aseguró Niels Böhr,1 por eso hay que considerar las diversas clases de conocimiento así como las diversas clases de verdad … en una especie de noúmeno kantiano. La intuición intelectual, con sus métodos, se expresa claramente en dos escritos que aquí presentamos: El mercado interno colonial novohispano, siglos XVIII-XIX. Evidencias y resultados y La evolución histórica e importancia económica del sector textil y del vestido en México. En el primero, Jorge Silva hace una reflexión sobre los aportes y carencias que hoy existen para los estudios del mercado interno 1 Premio Nobel de física en 1922. 7n Eco n o mí a y so ci e d a d e n e r o- jun io 25 colonial. Es necesario –dice el autor- centrar la discusión en los términos teórico-metodológicos indispensables para tener una idea más acabada sobre la literatura que busca dar una explicación de la economía novohispana a fines del siglo XVIII y principios del XIX. Propone entonces recuperar las diversas interpretaciones teóricas presentadas por especialistas para centrar los asuntos sustanciales del mercado interno colonial y realizar una discusión en torno a sus aportes y conclusiones. En el segundo artículo, María del Pilar Arroyo y María de Lourdes Cárcamo muestran la importancia económica y social del sector textil en México. A través del análisis de la evolución histórica de ese sector señalan que su avance ha estado asociado a las políticas gubernamentales de apoyo a la inversión extranjera, los esfuerzos para promover la industrialización del país, los acuerdos de libre comercio y la situación económica del país. Concluyen que si bien estos factores favorecieron en ciertos períodos el desarrollo del sector no ha habido esfuerzos concretos para mejorar las capacidades productivas de las empresas ni para la integración de la cadena textil-vestido. Estos diversos enfoques y clases de conocimiento y verdad nos hace… Mudar de hito … y hablar de otros medios para explicar los fenómenos. En efecto, Fernando Noriega en Microfundamentos para la economía de la mujer, explora la forma en que la teoría tradicional ha desestimado las diferencias de género en la conducta económica de los agentes individuales, suponiendo que éstas no modificarían el axioma de conducta racional. El autor plantea una hipótesis basada en una condición irreducible de género que permite la formalización diferenciada de los consumidores. Los resultados revelan una economía de mercado diferente a la que explica que los agentes son individuos sin distinción de esa clase. Y no sólo son las preferencias, la tecnología y las dotaciones iniciales las que n8 Eco n o mí a y so ci e d a d e n e r o- jun io 25 determinan los precios tal como supone la teoría económica tradicional, también lo son la composición de género y la distribución a través de instituciones diferentes al mercado, como las sociales. De no ser así, una remuneración igual para el trabajo reproduce las desigualdades de género. Por otra parte, en Efecto del ciclo económico en la incidencia de la informalidad: evidencia para México, 1987-1999, José Aguilar, Carlos Hernández y Martín Ramírez calculan, con base en datos de la Encuesta Nacional de Empleo Urbano, las probabilidades de transición entre distintos estados laborales en México para el periodo 1987-1999 a través de cadenas de Markov y encuentran que los niveles de informalidad están vinculados al ciclo económico. También en La economía mexicana en el estancamiento. Los resultados de las reformas estructurales aplicadas en el periodo 1981 – 2007, María Arcelia González y Rodrigo Gómez examinan los cambios producidos en la economía mexicana al plantear, primero, las características y consecuencias de la reorientación económica debidas a la aplicación de políticas de ajuste estructural para, después, realizar un breve análisis de la crisis y aplicación de dichas políticas ya que, subrayan los autores, éstas son indispensables para entender el proceso de consolidación del modelo de crecimiento y desarrollo dominante en México con sus consecuentes y negativos impactos sociales. Luego Pablo Magaña, Luz Evelia Padilla y José Vargas estudian la Competitividad de las agroindustrias del limón pertenecientes al clúster del limón mexicano en Colima, México. A partir del modelo del International Institute for Management Development, IMD, diseñan un instrumento de evaluación para determinar el nivel de competitividad de las empresas agroindustriales del limón ubicadas en Colima, principalmente Mipymes. Finalmente, Alfonso Iracheta Cenecorta examina En el fenómeno metropolitano en México, la tarea de la planeación estratégica común que podrían seguir los territorios metropolitanos en cuanto a la prestación de determinados servicios públicos, la realización de obras y proyectos en conjunto o la coordinación 9n Eco n o mí a y so ci e d a d e n e r o- jun io 25 administrativa entre ellos y con el gobierno federal. Este tema es estratégico ya que abordarlo amplia las posibilidades reales de alcanzar acciones coordinadas y concertadas entre los tres ámbitos de gobierno. El texto alude a estos temas desde una perspectiva crítico-propositiva. Con estos trabajos alcanzamos sólo a una parte de la espiral. Hemos de seguir, como en ediciones pasadas de Economía y Sociedad, compartiendo con nuestros lectores los innumerables y a veces imperceptibles caminos para colorear nuestra comprensión de los hechos. Estamos seguros de que así cumpliremos con la tarea de difundir la cultura y el conocimiento económico y social de nuestro país y del mundo. María de la Luz Martín Carbajal n 10 a b st r acts Chiapas. The independence and the revolution that came late The domestic market colonial New Spain, XVIII-XIX centuries. Evidence and results Daniel Villafuerte Solís María del Carmen García Aguilar Jorge Silva Riquer Summary Summary This paper maintains the unique nature of the state of Chiapas in Mexico’s history. Its particular place in the country’s political history, its colonial past linked to the Capitanía General de Guatemala (General Captaincy of Guatemala) and its annexation to Mexico after Independence, as well as its notable absence in the revolutionary movement of 1910 – 1920, contributed to a unique style of social interactions and economic development that condemned a large amount of society, especially peasants and indigenous peoples to live socially excluded, in poverty and exploited, which were made evident with the armed uprising of the Zapatista Army for National Liberation in January of 1994. The weight of history and time is manifested today despite the movements of Independence, Revolution and the Zapatista uprising, in a profound vulnerability that is expressed through a rural society in crisis, with alarming poverty rates and an increasing exodus to the United States. The interest of this work is to think from the studios of domestic colonial on inputs and shortcomings that we have so far, in that sense then it is necessary to focus the discussion on the terms methodological theorist indispensable to have a more finished idea about these works that have tried to give an explanation of the novohispana economy in the late 18th century and early 19th. So we must regain the various theoretical interpretations presented by specialists that allow us to focus substantial colonial domestic affairs and perform a discussion on their contributions and especially conclusions. To start then locate the contributions made by. Keywords: Economic history, comparative economic history, domestic market, world market Keywords: Chiapas, rural crisis, poverty, migration. 11 n a b st r acts The historical development and economic importance of textile and clothing sector in Mexico Microfoundations for the economy of women Fernando Antonio Noriega Ureña María del Pilar Ester Arroyo López María de Lourdes Cárcamo Solís Summary The objective of this article is to show the economic and social relevance of the textile and apparel sector to the Mexican capitalism. The contribution of the sector is demonstrated through an historical analysis of economic indicators like physical investment, employment generation, exportation volumes and contribution to industrialization. The analysis showed the evolution of the sector has been linked to governmental policies, foreign investment, strategies to promote industrialization and Mexican general economy. The study concludes that even though the previous elements have contributed to the development of the textile and apparel sector in certain periods, they have not improved the productive capabilities of the firms in the sector or supported the integration of the textile-apparel chain. The recovery of the sector calls for the advancement to a full-package and flexible production, improvements in the security of transportation and the elimination of the illegal commerce of foreign clothes. Keywords: Textile and apparel, historic evolution, investment, employment, exports. n 12 Summary Traditional theory has misestimated the differences of gender in the economic behavior of individual agents under the assumption that these would not modify the axiom of rational behavior. Nevertheless, here at is proposed a hypothesis based on an irreducible condition of gender, which allows the differentiated formalization of consumers. The results reveal a market economy quite different from that usually explained when agents are individuals without distinctions of that class: In the first place, prices are not only determined by preferences, technology and initial endowments, but also by gender composition; secondly, the distribution through institutions far different from markets, like social ones, become necessary in order to compensate the gender disadvantages, and in third, the result of equal remuneration for equal work, instead of solving, reproduces them. Thus, one concludes that as much the theory of prices as their implications of economic policy, change considerably under this new analytical framework. Keywords: Gender, women economy, employment, wages. a b st r acts Effect of economic cycles in the incidence of informality: Evidence for Mexico, 1987 - 1999 The stagnation of the Mexican economy. The results of the structural reforms implemented in the period 1981-2007 José G. Aguilar Barceló Carlos M. Hernández Campos Martín A. Ramírez Urquidy María Arcelia González Butrón Rodrigo Gómez Monge Summary Summary Using data from the National Urban Employment Survey we estimate Markov chains an approximation to the transition probabilities between different labor statuses, during 1987-1999 in Mexico. It is found that the informal sector behavior is linked to the economic cycle. Unregulated outsourcing has become a growing employment alternative being used as an anti crisis solution. In addition, much of the informal microenterprise activities can be considered as disguised unemployment following a dualistic vision; however a small subset has an inverse behavior, developing microenterprise activities in a procyclical way related to a legalistic vision. Perhaps this group has potential for work in accordance with the law. In the last three decades there have been significant changes in the mexican economy. This article discusses the main characteristics and consequences of a deep economic reorientation, with policies of structural adjustment in the 1980s, and a first inquiry of its main justifications is carried out from the perspective of the model itself framed in a market economy, advancing some critical reflections. It also puts forth a superficial analysis of the crisis as well as neoliberal economic policies, since they are considered essential to understand the consolidation process of current growth and development models in Mexico, with their consequent negative social impacts. Keywords: Informal economy, unemployment rates, economic cycle, transition probability, Markov chains Keywords: Mexican economy, policies of structural adjustment, market economy, neo-liberalism. 13 n a b st r acts Competitiveness of agro lemon belonging to the cluster of Mexican lemon in Colima, Mexico The metropolitan phenomenon in Mexico Alfonso Iracheta Cenecorta Pablo Adrián Magaña Sánchez Luz Evelia Padilla Bernal José G. Vargas Hernández Summary The present work refers to study the level of competitiveness of the Agribusiness lemon belonging to the cluster of Mexican lemon in Colima, Mexico on the model of the IMD (International Institute for Management Development) and support theory. The study design and used a measuring instrument according to the above model adapted to the context variables in our study, it should be mentioned that the IMD model was used to measure the competitiveness of countries and for this research is generating a new tool considering the environment of research are agribusiness enterprises in Colima Mexican lemon. This research focused on agro MSMEs type of lemon. Then through statistical analysis determined the level of competitiveness of these and what are the variables or criteria that significantly influence competitiveness. Keywords: Competitiveness, Agribusiness lemon, MSMEs Summary More than half of urban population in Mexico lives in metropolitan areas where two or more municipalities or federal states are primarily responsible for their government and administration. That’s why they should reach common planning agreements in order to offer public services, develop public works and projects and coordinate themselves and with Federal Government. What is specifically metropolitan? How can be defined and distinguished from state and municipal responsibilities and services? This issue is central because it is at the core of the possibilities governments have to carry on coordinated actions. Issues, phenomena and sectors to be considered of metropolitan interest above municipal or state levels are at first glance the following: a). Territorial Planning of the Economy; b). Urban-Metropolitan Development; c). Roads and Public Transport; d). Ecology and the Environment; e). Water Supply and Sewage; f). Waste; g). Security; h). Risks and Civil Protection. Financing and fiscal policy are also relevant complex and slightly studied issues in Mexican metropolis even though they are strategic to reach an integrated development. Such issues have been analyzed from a critical and propositive perspective. Keywords: Metropolis, Metropolitan Coordination / Issues of Metropolitan Interest. n 14 Eco n o mí a y so ci e d a d e n e r o- jun io 25 Chiapas La independencia y la Revolución que llegaron tarde Dr. Daniel Villafuerte Solís * [email protected] Dra. María del Carmen García Aguilar ** [email protected] Resumen Este artículo sostiene la singularidad del estado de Chiapas en la historia de México. Su particular posición en la historia política, su pasado colonial vinculado a la Capitanía General de Guatemala y su anexión a México después de la Independencia, así como su notable ausencia en el movimiento de 1910-1920, marcó un particular estilo de relaciones sociales y desarrollo económico que condenó a buena parte de la sociedad, sobre todo a los campesinos e indígenas, a vivir en condiciones de exclusión social, pobreza y explotación, mismas que se hicieron evidentes con el levantamiento armado de Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en enero de 1994. La carga del tiempo histórico se manifiesta hoy, a pesar de la Independencia, la Revolución y el levantamiento zapatista, en una profunda vulnerabilidad que se expresa en una sociedad rural en crisis, con alarmantes niveles de pobreza y un éxodo creciente a los Estados Unidos. Palabras clave: Chiapas, crisis rural, Ejército Zapatista de Liberación Nacional, pobreza, migración. Clasificación JEL: Z130. Fecha de recepción: 13 de abril de 2010 Fecha de aceptación: 1 de mayo de 2010 * Los autores agradecen los comentarios y sugerencias de dos dictaminadores anónimos. Cualquier error u omisión remanente es responsabilidad exclusiva de los mismos. Profesor-investigador, Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica, de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. * Profesora–Investigadora, CIESMECA –UNICACH. Integrante del Cuerpo Académico Política, Diferencia y Fronteras. 15 n Daniel Villafuerte Solís María del Carmen García Aguilar Introducción A propósito del bicentenario de la Independencia y del centenario de la Revolución Mexicana que con tanto despliegue publicitario se anuncia por parte del gobierno federal, al que se ha sumado el monopolio más importante de la televisión mexicana, Televisa, surgen las siguientes interrogantes: ¿Qué tenemos que celebrar? ¿Somos un país con autodeterminación o, por el contrario, hemos pasado a depender de los Estados Unidos, no sólo económicamente sino también políticamente? ¿Las decisiones sobre temas fundamentales como los energéticos, la seguridad y los megaproyectos de integración se toman en la Casa Blanca o en los Pinos? ¿Somos hoy un país democrático y una sociedad fuerte, o por el contrario, somos una sociedad de contrastes, empobrecida, con grandes carencias y desigualdades, en medio de la cual unas pocas familias se han enriquecido? Los nubarrones de la crisis económica, del empleo y la inseguridad parecen ensombrecer las luces de los festejos oficiales que desde finales de 2009 han comenzado. En este marco, este artículo plantea las particularidades que hoy tiene el estado de Chiapas, que se incorporó a México 14 años después de la Independencia, situación que marcó los rumbos de este territorio sureño olvidado de la federación, que hoy es visto con nuevos ojos, no tanto para transformarlo y “emparejarlo” con el desarrollo del resto de los estados del país, sino fundamentalmente porque constituye un espacio geopolítico de gran interés para el gobierno de los Estados Unidos, como contenedor de los males que amenazan la seguridad nacional de este país: narcotráfico, migraciones, crimen organizado. El discurso de los gobiernos locales ha pregonado que Chiapas es el estado más mexicano, que por voluntad propia se incorporó a la República mexicana. Sin embargo, vale decir que la incorporación de Chiapas al resto del país es una historia que se forjó desde arriba, donde los actores regionales y locales no tuvieron mayor protagonismo que aceptar las negociaciones entre las cúpulas del poder económico y político. Cada año, el 14 de septiembre, el gobierno de la entidad conmemora la federación de Chiapas a México, antes se decía “anexión”, un término que revela con mayor realismo la situación de Chiapas en el concierto nacional. En el 2009 se celebró el 185 aniversario, como en todas las ocasiones, y esta no fue la excepción, el discurso oficial se refirió a los rezagos estructurales de la entidad y los retos que habrá que enfrentar. Por otra parte, hay consenso entre los historiadores en el sentido de que la Revolución Mexicana no llegó a Chiapas (véase Benjamin, 1990; García de León, 1994; Gutiérrez, 2004, García, 2005). Por el contrario, lo que se produjo fue una contrarrevolución que dejó intacta las estructuras económicas y sociales. Este acontecimiento marcó en definitiva el devenir histórico de la entidad, como un estado de fuertes contrastes que se expresan en todos los ámbitos de la vida material y n 16 Chiapas. La Independencia y la Revolución que llegaron tarde cultural. En el presente, Chiapas se está emparejando con el resto del país en sus aspectos más negativos: presencia del crimen organizado, trata de personas, narcotráfico, migración internacional, etc. La pobreza que ha sido una constante en la estructura de la sociedad se mantiene sin cambios. A pesar de toda la retórica oficial, los niveles de marginación y el grado de desarrollo humano, que es la nueva forma de medición del subdesarrollo, se mantienen en los niveles más bajos del país. En los municipios donde la mayoría de la población es campesina o indígena la pobreza aparece con renovada presencia. Hace casi una década sostuvimos la tesis según la cual Chiapas estaba condenado al subdesarrollo, que parecía ser víctima de una especie de maldición bíblica pues desde su anexión a México, en 1824, no había podido alcanzar los niveles básicos de ingreso, alimentación, educación y salud (Villafuerte, 2001). Esta afirmación sigue siendo válida a pesar de todos los acontecimientos ocurridos desde entonces: casi dos sexenios de gobiernos perredistas, notable incremento de la inversión pública y el levantamiento armando del Ejército Zapatista de Liberación no han sido suficientes para cambiar los rumbos de la historia que comenzó en 1824 y que se terminó de perfilar con la contrarrevolución “mapachista” de 1914. Esta es la idea central que sostenemos en este artículo a partir de la situación social, económica y política de los años recientes. La ilusión del 94. La segunda revolución que no prosperó El 1 de enero de 1994, justo el día en que entró el vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ocurre el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). La reacción del gobierno federal fue el envío de tropas a Chiapas para sofocar la rebelión, se llegó a manejar la cifra de 70 mil efectivos del Ejército Mexicano. La sociedad civil se movilizó para detener el enfrentamiento y a los 12 días de conflicto armado el gobierno federal declara de manera unilateral alto al fuego. Luego vinieron los diálogos de la Catedral y más tarde las negociaciones en las llamadas mesas de San Andrés, pero los acuerdos no llegaron a concretarse en las leyes mexicanas (Villafuerte y Montero, 2006). Desde entonces no hay comunicación oficial entre la guerrilla y el gobierno federal. Después de un largo silencio, en 2005 el EZLN declara la alerta roja, pronuncia la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y anuncia que a partir de enero de 2006 iniciaría una movilización por todo el país bajo el lema de “La Otra Campaña”. Hasta hoy no se ha realizado una evaluación de los resultados de las movilizaciones del EZLN por todo el territorio nacional, sin embargo, lo que resulta revelador es que en 2009 y 2010 las conmemoraciones del alzamiento zapatista no tuvieron la fuerza mediática que presentaron en el pasado. Desde la fracasada Ley Cocopa el EZLN concentró sus esfuerzos en 17 n Daniel Villafuerte Solís María del Carmen García Aguilar la construcción de la “autonomía”, un proyecto que se venía perfilando desde los comienzos del levantamiento armado. A dieciséis años de distancia es válido preguntarse si la autonomía va y si es un modelo viable no sólo para los indígenas zapatista de Chiapas sino también para otras regiones de México. Esta es una pregunta compleja que requiere tener una serie de elementos empíricos, además de conocer a fondo el proyecto que está detrás del impulso de los procesos autonómicos. Ruiz y Burguete se preguntaban en el 2003: ¿Son viables los regímenes de autonomía en las regiones indígenas? La respuesta fue: “hasta hace solamente diez años la posibilidad de la autonomía indígena gozaba de poca simpatía y, más bien, en su momento fue ampliamente incomprendida y hasta condenada” (2003:64) ¿Es pertinente formularse la misma pregunta en el 2010, en el marco de la conmemoración del centenario de Revolución Mexicana? En lo últimos años la idea de autonomía se ha popularizado, incluso en otros países de América Latina. Es el caso de sectores de clase media y empresarial de Bolivia que han declarado la autonomía de la región de Santa Cruz, como respuesta al proyecto impulsado por el presidente Evo Morales que goza de amplio respaldo en los sectores indígenas y campesinos de ese país andino. En el caso de México, la idea de autonomía, en sus diversas versiones, que va desde la coexistencia con estructuras y programas gubernamentales, hasta planteamientos más radicales como es el caso del zapatismo, donde hay un esfuerzo genuino por cambiar las relaciones sociales al interior de las comunidades y su vínculo con el exterior, el proceso puede ser más o menos complejo, dependiendo del grado y de sus fines últimos. El proyecto zapatista es el más complejo, es una visión de largo aliento que tiene detrás un proyecto político anticapitalista y anti neoliberal. Aquí reside la principal dificultad de su construcción, no sólo por tener un contexto nacional e internacional desfavorable sino también por enfrentar la oposición de grupos indígenas que no simpatizan con la causa zapatista y con sus estrategias. Se sabe poco del funcionamiento real de los municipios autónomos, la literatura sobre la autonomía zapatista no aporta elementos de juicio sobre sus tensiones y avances, se limita en muchos de los casos a tomar posición a favor o en contra. Sin embargo, se puede decir que es un modelo de organización social y política que corresponde a una lógica comunitarista, que en el ámbito económico parece tener poca consistencia y esto es precisamente el Talón de Aquiles del proyecto pues uno de los ejes fundamentales para hacer viable todo proceso autonómico es la base material que permita autocentrar la reproducción económica y social. ¿Qué han ganado las comunidades a partir del levantamiento zapatista? ¿Cómo podemos medir el grado de autonomía? ¿Cuáles son sus indicadores de bienestar? ¿La construcción de la autonomía está libre de tensiones y conflictos? ¿La autonomía ha logrado más n 18 Chiapas. La Independencia y la Revolución que llegaron tarde adherentes? ¿El modelo se ha logrado replicar en otras regiones de Chiapas y fuera del estado? Estas son algunas interrogantes que suscitan hablar de autonomía zapatista, que entendemos como un proceso complejo y de largo aliento. Los zapatistas han concentrado sus esfuerzos en la construcción de la autonomía, dirigido fundamentalmente en los ámbitos de la educación y la salud. Se trata de una educción alternativa a los programas oficiales, que incorpora la cultura local y las dimensiones política, ideológica y económica, con respeto a la diversidad de lenguas (Antón, 2008). Este proceso no ha estado exento de dificultades, tanto en el terreno de los recursos humanos y financieros como de un entorno tenso no sólo por la presencia de las fuerzas armadas, sino también por el trabajo de las instituciones gubernamentales y las propias organizaciones sociales que cohabitan en los territorios de influencia zapatista y disputan los recursos, principalmente la tierra y el agua. La tierra es un recurso crítico para la sobrevivencia: en los primeros años del movimiento zapatista fueron invadidas muchas propiedades particulares, que fueron repartidas y trabajadas en colectivo. Sin embargo, en los últimos años, frente a la falta de definición jurídica por parte de los gobiernos federal y estatal, las tierras en manos de las bases de apoyo zapatista han comenzado a ser disputadas por grupos de campesinos de distinta filiación política, más cercana a posiciones oficiales. El enemigo interno más visible de los zapatistas son las organizaciones que no simpatizan con el proyecto zapatista y que cuentan también con sus bases de apoyo. Una de estas es la Organización para la Defensa de los Derechos Indígenas y Campesinos (OPDDIC), creada en 1998 y que el 8 de marzo de 2008 el gobierno de Chiapas detuvo a 26 de sus miembros. Otra agrupación es la Organización Regional de Cafeticultores de Ocosingo (ORCAO).1 En el ámbito local el EZLN trabaja en el proyecto de autonomía, y en el nacional e internacional concentra sus esfuerzos en la acumulación de esfuerzas de izquierda, cuyo referente actual es la 1 Algunos ejemplo recientes de las tensiones entre zapatistas y las organizaciones citadas son las siguientes: el 5 de enero de 2009 bases de apoyo del EZLN se enfrentaron con militantes de la ORCAO con saldo de 5 heridos, los hechos ocurrieron en el ejido Abasolo donde los zapatistas pidieron que les fuera restituido un predio de 500 hectáreas que les pertenece (La Jornada, 6 de enero de 2009); el 9 de enero se reporta el enfrentamiento entre zapatistas y campesinos de la organización COCICEL por la disputa de un predio llamado “Agua Azul, localizado en la cañada de Taniperlas, el saldo fue de al menos 15 heridos (Notimex, 9 de enero de 2009); el 2 de febrero la ORCAO denuncia que bases de apoyo zapatista incendiaron cinco viviendas en las inmediaciones del nuevo centro de población Jetjá, en el municipio de Ocosingo (Cuarto Poder, 2 de febrero de 2009). Elio Henríquez y Ángeles Mariscal del diario La Jornada (8 de febrero de 2010) reportan que el día 7 de febrero de 2010 “al menos cuatro indígenas resultaron heridos de bala y ocho más con armas punzo cortantes (uno de ellos de gravedad) durante la riña entre bases del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) e integrantes de la Organización para la Defensa de los Derechos Indígenas y Campesinos (Opddic) por la posesión del predio Bolón Ajaw”. 19 n Daniel Villafuerte Solís María del Carmen García Aguilar Sexta Declaración de la Selva Lacandona y La Otra Campaña. La autonomía se construye en medio de muchas carencias materiales y de un contexto económico y sociopolítico definido por las relaciones de mercado y del dinero. Al cumplirse casi cuatro años de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona (13 de julio de 2005) –la otra campaña cumplió tres años en 2009–, se reconocen avances pero también las carencias: “Se ha mejorado la salud y la educción aunque todavía falta un buen tanto para ser lo que deber de ser, igual con la vivienda y la alimentación, y en algunas zonas ha mejorado mucho el problema de la tierra porque se repartieron las tierras recuperadas a los finqueros, pero hay zonas que siguen sufriendo por falta de tierras para cultivar”. Esto evidencia que los problemas estructurales no son fáciles de resolver, la ausencia de una base material sólida constituye un grave obstáculo para construcción de la autonomía. A quince años del levantamiento armado, el comandante David señaló: “Nuestras autoridades han tratado de resolver los problemas de nuestros pueblos y algunas de las múltiples necesidades de nuestras comunidades, pero la gran parte de nuestras necesidades siguen sin soluciones. El hambre, la miseria y las enfermedades van aumentando día con día” (La Jornada, 2 de enero de 2009). La crisis que dejó al descubierto la pobreza y la desigualdad A partir de la década de los noventa la crisis rural en el sur de México, y de manera particular en Chiapas, alcanzó niveles de profundidad que prácticamente desestructuró las instituciones básicas como la familia y la comunidad. Es una crisis de la producción rural, del sistema agrario y de las organizaciones campesinas, una crisis profunda que trastoca los valores fundamentales de cohesión social, de la solidaridad y de las relaciones presenciales. Esta crisis que se venía gestando años atrás adquiere dimensiones profundas con la puesta en marcha de un paquete de medidas económicas de corte neoliberal –en las que se incluye la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)– que generan impactos irreversibles en el campo y en las economías campesinas, presionando a las organizaciones a la búsqueda de alternativas centradas en sus propios esfuerzos y recursos. El movimiento social, en particular el levantamiento zapatista, no logró que las políticas neoliberales al menos fueran revisadas a fin de atender los problemas más urgentes de las familias campesinas, por el contrario tales políticas se han venido profundizando con un enorme costo social. Un estado como Chiapas, cuya población es mayoritariamente rural, resulta altamente vulnerable frente a la apertura comercial y la desregulación económica toda vez que se produce un cambio en la política económica y social, que reduce los subsidios, los créditos, los apoyos en la comercialización y la asistencia técnica. En una palabra, los productores, sobre todo los del sector social, quedan n 20 Chiapas. La Independencia y la Revolución que llegaron tarde desprotegidos frente al mercado que se rige por las reglas impuestas por los monopolios. La crisis rural alcanzó un punto de inflexión en enero de 1994 al conjuntarse tres fenómenos: 1) el levantamiento armado del EZLN; 2) la entrada en vigor del TLCAN, que presupuso una serie de reformas legales, entre las más importantes la reforma al artículo 27 Constitucional en materia agraria; y 3) la caída de los precios de los principales productos destinados a los mercados nacional e internacional: café, plátano, cacao, entre otros. La crisis de precios de los productos agrícolas, los conflictos agrarios propiciados por el levantamiento zapatista y la crisis financiera de finales de 1994 propiciaron una caída brutal del valor real del PIB del sector primario (-5.4 por ciento en 1994, -3 por ciento en 1995 y -1.3 por ciento en 1996, con relación a 1993). A partir de 1997 se inicia una lenta recuperación, pero sin alcanzar los niveles de crecimiento registrados en la década de los ochenta. De hecho, en los últimos años hemos visto crecer el campo a un ritmo mucho menor. Más allá de la caída del PIB sectorial, la naturaleza de la crisis rural es estructural y tiene que ver con la obsolescencia del modelo productivo basado en cultivos básicos, plantaciones comerciales y la práctica de una ganadería bovina extensiva que genera muy pocos empleos. El modelo de ganadería extensiva empresarial se trasladó al sector campesino, a través de la explotación directa por la vía de la reconversión productiva de áreas de maíz a pastizales y mediante la renta de las tierras ejidales a pequeños propietarios. El comportamiento de la crisis tiene diversos caminos, uno de ellos se manifiesta en el éxodo de indígenas y campesinos hacia las ciudades de Chiapas, a las entidades de la frontera norte y a Estados Unidos. Otro tiene que ver con la caída de los rendimientos de los principales cultivos, sobre todo de granos básicos, que siguen teniendo la mayor importancia para los campesinos por la ocupación de tierras, el empleo de mano de obra y la alimentación. En el contexto de la crisis, la estructura agraria sufre un cambio importante frente a la fuerza del movimiento campesino, que en el contexto del levantamiento del EZLN realiza una serie de invasiones a propiedades privadas. El resultado fue el reparto de tierras a una gran cantidad de campesinos por vía de las compras de tierras a propietarios, que en su mayoría habían sido invadidos. Para decirlo en otras palabras, se produce en Chiapas un fenómeno de recampesinización. Sin embargo, el problema de la crisis agraria y agropecuaria no se resuelve con la transferencia de tierras. Sencillamente porque el nuevo contexto de apertura comercial y de políticas hacia el campo tienen profundas implicaciones en la producción y en la vida de los productores. Y sin embargo, la tierra sigue siendo tema central en Chiapas. En el problema de la tierra hay por lo menos tres fenómenos que se articulan: 1) la existencia de organizaciones campesinas que 21 n Daniel Villafuerte Solís María del Carmen García Aguilar siguen reivindicando el derecho a la tierra, 2) la necesidad real de tener un pedazo de tierra frente al crecimiento de la población rural y la falta de empleo, y 3) la conflictividad agraria no es el resultado de la indefinición jurídica que se expresa en la ausencia de títulos de propiedad y en la precisión de límites entre municipios y ejidales, sino de la ausencia de un modelo económico que resuelva el problema del empleo y de las aspiraciones de la gente del campo. Hasta el 2006 casi el 62 por ciento de las tierras en Chiapas estaban en manos de los campesinos, mientras que la propiedad privada equivale a 2 millones 44 mil hectáreas. Sin embargo, la conflictividad agraria sigue presente. A pesar de que la migración de chiapanecos a Estados Unidos, a los estados de la frontera norte y al Caribe mexicano, se convirtió en un factor decisivo de distención en el campo chiapaneco, la demanda agraria y los conflictos por la disputa de tierra ocupadas durante los años del movimiento zapatista, continúan: el subsecretario de Asuntos Agrarios de la Secretaría del Campo del gobierno de Chiapas, declaró que 894 grupos de campesinos han solicitado a la Secretaría de la Reforma Agraria la entrega de 193 mil 63 hectáreas. El funcionario aseguró que la conflictividad agraria alcanza las 181 mil 511 hectáreas (Expreso Chiapas, 16 de abril de 2008). Esta es una cantidad equiparable a la superficie comprada por la autoridad agraria federal para solucionar el problema de las invasiones que ocurrieron al calor del levantamiento zapatista. La Secretaría de la Reforma Agraria constituyó el programa denominado Conflictos Sociales en el Medio Rural (Cosomer) y en este marco se formó en Chiapas un grupo especial para atender todo tipo de denuncias. Sin embargo, el delegado de esa dependencia en Chiapas aclara que la “Reforma agraria ya no adquiere predios, propiedades, lo que hacemos nosotros es dar una contraprestación a aquellas personas que ya sea quieran desocupar una superficie o bien aquellos propietarios que quieran dejar una superficie, es una contraprestación” (Cuarto Poder, 6 de enero, 2009). Actualmente, hay por lo menos tres conflictos agrarios que sobresalen en el Chiapas rural de fines de la primera década del siglo XXI: el conflicto entre Chalchihuitán y Chenalhó, cuyo enfrentamiento ha costado ya un muerto; en este conflicto, considerado como foco rojo por la Secretaría de la Reforma Agraria, involucra a 800 hectáreas y una población de 3,568 personas. Asimismo, aparecen los conflictos en el municipio de Venustiano Carranza que implica la disputa por 1,187 hectáreas y el de Nicolás Ruíz que involucra a tres municipios y 785 hectáreas. Finalmente, destaca el asunto de la Comunidad Lacandona, un problema complejo, que aunque aparece como una disputa agraria en realidad está revestido de un componente geopolítico relevante, en el que hay diversos actores entre los que destacan bases de apoyo del EZLN. De acuerdo con la Secretaría de la Reforma Agraria, este conflicto tiene poco más de 33 años, la superficie disputada es n 22 Chiapas. La Independencia y la Revolución que llegaron tarde de 118,387 hectáreas y el número de sujetos es de 3,584. Pese a las declaraciones triunfalistas de la administración del gobernador Pablo Salazar (2000-2006), el conflicto todavía está lejos de resolverse, a mediados de 2008 la Reforma Agraria reportó un avance de poco más del 50 por ciento (Véase Ascencio, 2008). A estos casos habrá que agregar los invasiones en la zona de influencia zapatista, las disputas de tierras entre bases zapatistas y grupos antagónicos en puntos de gran valor escénico como es el caso de Agua Azul. La reforma agraria prácticamente termina en el año 2000 con la “ejidalización” de las tierras entregadas a los campesinos vía compra a propietarios privados que fueron invadidos en los años 1994-1996. Aun así, la cuestión agraria en Chiapas, a cien años de la Revolución Mexicana, sigue siendo un tema sensible debido al desfase histórico y a la falta de opciones de empleo en otros sectores de la economía. Con la entrada en vigor del TLCAN, la crisis del campo se profundizó. La reducción de los apoyos gubernamentales al campo, así como la reestructuración de las instituciones dedicadas al fomento de la producción agropecuaria, devino en una crisis del campo y de los campesinos. En muchos casos, vender la parcela o rentarla ha significado la posibilidad de tener un ingreso para emigrar a los Estados Unidos. La tierra dejó de ser un factor de arraigo para los campesinos y se convirtió, en algunas regiones, en una mercancía que puede ser vendida. Para el caso de Chiapas, si bien la tierra no se ha privatizado2 ha dejado de ser la principal fuente de recursos, hoy es complementaria a los ingresos generados por la migración a Estados Unidos, el trabajo asalariado y la economía informal en los centros urbanos. La apertura del mercado, y en particular las importaciones de granos básicos, ha hecho cambiar la geografía de la producción. Las áreas antes fuertemente productoras se han convertido en tierras para el ganado bovino y en zonas de expulsión de migrantes. Aunado a la apertura, el deterioro de las tierras de cultivo, la falta de apoyos gubernamentales a la producción hacen que los campesinos jóvenes centren sus expectativas en la migración hacia Estados Unidos. El campo no es una alternativa para el campesino frente a un entorno macroeconómico de apertura comercial y de reducción sustancial de los programas de apoyo al campo. Hoy las remesas de la migración están ocupando el lugar que tenía la parcela en la reproducción de la familia. La pérdida de capital humano para el país, el desarraigo, el alto nivel de riesgo que significa cruzar la frontera y buscar empleo en Estados Unidos, son algunos costos asociados a la migración, que por cierto no entran en la elaboración de las Cuentas Nacionales. Los defensores del TLCAN, los que sostienen que no es posible y necesaria la renegociación del capítulo agropecuario, argumentan El Programa de Certificación de Derechos Ejidales (PROCEDE), cuyo objetivo, en última instancia, era convertir la tierra ejidal en una mercancía, ha marchado con un gran rezago con respecto a otras entidades del país. 2 23 n Daniel Villafuerte Solís María del Carmen García Aguilar que México ha ganado con la apertura comercial. El fundamento es que el país mantiene un superávit comercial con Estados Unidos y es beneficiario de mayor inversión extranjera directa. Sin embargo, es necesario preguntarse quiénes se han beneficiado con la apertura de los mercados: en 2004 las exportaciones totales sumaron 187,998.6 millones de dólares, de los cuales 46.25 por ciento correspondió a la industria maquiladora y 11.3 por ciento a las exportaciones de petróleo crudo; en otras palabras, casi 58 por ciento del valor de las exportaciones dependen de las maquiladoras y del petróleo. En el 2006, las cifras del Banco de México reportan 249,997.2 millones de dólares por concepto de exportaciones totales, donde la industria maquiladora contribuyó con el 44.7 por ciento y el petróleo con 13.9 por ciento, es decir, en este año nos acercamos al 59 por ciento del valor de las exportaciones concentrados en dos sectores. Por otra parte, el TLCAN ha generado una creciente dependencia alimentaria que vulnera la soberanía del país y genera la ruina de los productores con menos tierras y escasez de recursos financieros: el déficit en la balanza comercial agroalimentaria creció en 263 por ciento, al pasar de 1,161 millones de dólares en el año 2000 a 4,222 millones de dólares en 2007 (Siap-Sagarpa, 2009). En medio de un proceso de crisis energética, los granos básicos se han convertido en una fuente generadora de combustibles. Sin embargo, esto no hace más que agravar la crisis rural, pues se traduce en un incremento en el nivel de precios. La dependencia, como ya se vio en el 2007, generó un fuerte problema al incrementarse los precios del maíz ante el uso de este grano para producir biocombustibles en Estados Unidos.3 Con el TLCAN se ha duplicado la importación de cereales. El incremento de los precios del maíz ha hecho que el valor de las importaciones de este grano se haya incrementado en más de tres veces, entre 1994 y 2006. En el periodo 2004-2008 observaremos que el costo de las importaciones de este cereal se multiplicó por cuatro ya que en el último año se rebasó los 2 mil millones de dólares. En 2008 se importó poco más de 9 millones de toneladas de maíz, con valor de 2,391.4 millones de dólares, una cantidad superior en más de 6 veces a lo importado en 1994. Desde 2003 se viene presentando en el país un déficit de aproximadamente 7 millones de toneladas para satisfacer la demanda industrial y pecuaria. La producción nacional es de aproximadamente 22 millones de toneladas, de las cuales 15 millones se producen en terrenos de temporal y sólo para la elaboración de las tortillas se consumen alrededor de 11 millones, lo cual supondría autosuficiencia. Sin embargo, la demanda de la industria pecuaria (cerdos, ganado vacuno y aves) ha aumentado el consumo de maíz blanco producido en México porque el precio del maíz importado (amarillo) sufrió un incremento de aproximadamente 40% en 2005. A esto hay que agregar que en el mismo año se consumieron 39 millones de toneladas de maíz de los 300 millones que produce Estados Unidos, para la producción de energéticos y se espera que para el 2012 se transformen 70 millones de toneladas de maíz, para producir 28 millones de litros de bioetanol (Villafuerte, 2007). 3 n 24 Chiapas. La Independencia y la Revolución que llegaron tarde Política agrícola y des-movilización campesina El movimiento zapatista no provocó cambios en la política agraria y agrícola. Las reformas al artículo 27 Constitucional en materia agraria no sufrieron la más mínima modificación. Las invasiones de más de 200 mil hectáreas que se produjeron en los años 1994-1996 fueron resueltas mediante la compra de tierras a los propietarios privados, que a través de la constitución de fideicomisos fueron adquiridas y entregadas en copropiedad a los campesinos, con la intermediación de sus respectivas organizaciones (Villafuerte, et al, 2002). Más allá de la entrega de parcelas, la política agrícola no se modificó. Por el contrario, se siguió alentando una estructura productiva basada en tres cultivos: maíz, frijol y café. Los dos primeros orientados al mercado nacional y al autoconsumo, y el tercero al mercado nacional y la exportación. Estos tres cultivos ocupan más del 80 por ciento de la superficie agrícola y generan el mayor número de empleos. Así mismo, a pesar de la debacle de los precios internacionales del café, que ocurrió a mediados de 1989, con impactos dramáticos en la economía de los productores y sus familias –considerado en algunos países productores como un asunto de seguridad nacional por cuanto podría traducirse en fuertes presiones sociales que desbordarían a las instituciones–, se registra una tendencia al crecimiento de la superficie cultivada del orden del 16 por ciento entre los años 1994-2007. Esta situación estaría revelando que los productores no pudieron encontrar opciones productivas para reconvertir las áreas cafetaleras hacia otros cultivos de mayor rentabilidad y también muestra la incapacidad de los gobiernos estatal y federal para cambiar la política económica con miras a inducir un cambio en el patrón productivo. Además, la crisis del café constituyó uno de los factores de mayor peso en el desarrollo y consolidación de los flujos migratorios de chiapanecos y veracruzanos a Estados Unidos. Hoy Chiapas y Veracruz son los estados del sur más dinámicos en cuanto a flujos migratorios hacia Estados Unidos. Caso contrario ha ocurrido con la producción de granos básicos (maíz y frijol). La superficie cosechada de maíz cayó en 5.7 por ciento en el periodo 1994-2007, pero en los últimos años los datos son aún más inquietantes entre 2004 y 2007 la frontera maicera se contrajo en 23.2 por ciento, es decir se dejó de cultivar poco más de 200 mil hectáreas. La Sagarpa confirma la baja tendencial en la superficie sembrada de maíz en 2008 con implicaciones significativas en el volumen de la producción. La superficie cosechada para ese año fue de 598,270 hectáreas y la producción 1, 176,569 toneladas. Esto significa una reducción del orden del 30.6 por ciento en la superficie con relación al año 2004 y una diminución de la producción del 13 por ciento. Sin duda alguna, uno de los cambios más importantes en la agricultura chiapaneca ha sido la geografía de la producción de 25 n Daniel Villafuerte Solís María del Carmen García Aguilar maíz, que en los últimos 25 años ha cambiado sustancialmente. La apertura comercial y las políticas agrícolas han inducido cambios en el comportamiento de la producción, de manera que los antiguos municipios productores, donde los campesinos medios constituían el sector más dinámico, como son Ángel Albino Corzo, Cintalapa, Jiquipilas, Tapachula, Villa Corzo y Villa Flores, han dado paso a nuevos municipios constituidos por campesinos de subsistencia y de autoconsumo. En 1981, estos seis municipios aportaban 40.2 por ciento de la producción de maíz en Chiapas y en 2006, a 25 años de distancia, sólo contribuyeron con 17.6 por ciento de la producción estatal. El maíz deja de ser rentable y las tierras son abandonadas por los campesinos que emprenden el viaje a Estados Unidos en busca de trabajo. En seis años, la superficie maicera se redujo en 54 por ciento, mientras que el ganado bovino aumentó en casi 20 por ciento. Las estadísticas oficiales indican que Chiapas aportó en el 2006 alrededor del 7.23 por ciento a la producción nacional de maíz, con casi 1.6 millones de toneladas. Estas cifras colocan a la entidad en el cuarto lugar en el conjunto de las entidades federativas. Sin embargo, ha quedado muy rezagado con respecto a estados como Sinaloa, Jalisco, El Estado de México, incluso Guerrero, situación que contrasta con años anteriores al TLCAN. Chiapas y Veracruz, los estados con mayor flujo migratorio a Estados Unidos, presentan una dramática disminución en la producción de maíz. En lo que respecta a la superficie cosechada de frijol se observa una tendencia creciente entre 1994 y 2004; sin embargo, a partir del último año se registra una caída del orden del 9.6 por ciento, que bien podría interpretarse como parte de la tendencia al abandono de producción de alimentos básicos frente a la falta de apoyos gubernamentales en un entorno de apertura comercial. Por otra parte, en el campo se están dando cambios significativos en el ámbito de la organización de la producción. El mercado y las políticas de corte neoliberal han permitido un giro en la concepción de las organizaciones que ahora están preocupadas en la producción y en la búsqueda de estrategias para aumentar sus ingresos, abandonando los ámbitos de la organización social, política y cultural (es el caso de los productores de café, de los floricultores y quienes están impulsando proyectos de ecoturismo en la zona de la Selva). Se camina hacia un aprendizaje de corte empresarial, sobre todo en proyectos turísticos o eco-turísticos y de producción de café, donde el gobierno otorga apoyos en infraestructura, subsidios y otros apoyos, pero también donde se registra participación de empresas transnacionales como Starbucks en la comercialización del café, aprovechando la organización de los productores como ocurre en ciertas zonas de la Sierra. n 26 Chiapas. La Independencia y la Revolución que llegaron tarde Migración y pobreza como expresión de la crisis La migración de la población joven dentro y fuera del país, así como la profundización de la pobreza son expresiones inequívocas de la crisis que afecta al campo. No hay datos precisos pero existen evidencias empíricas sobre el incremento de los flujos migratorios, que puede verse reflejado en el incremento de las remesas familiares. Encontramos, por ejemplo, un dato muy interesante generado por el Censo Agropecuario 2007 y IX Censo Ejidal publicado en 2008, que revela que la mayoría de los jóvenes en 500 ejidos y comunidades de Chiapas (poco más del 20 por ciento del total) se han marchado: en 141 han emigrado hacia áreas urbanas del país y en 282 hacia Estados Unidos, el resto (77) hacia áreas rurales del país. La cifra puede aumentar con la reciente crisis económica. La migración de jóvenes es aún más grave en los estados de Guerrero y Oaxaca: en el primero alcanza casi 49 por ciento de las localidades y en el segundo es de poco más de 43 por ciento (cuadro 1). Cuadro 1 Ejidos y comunidades totales y sin permanencia de la mayoría de los jóvenes según lugar de destino EstadoTotal ejidosNúmero de ejidosDentroA EE.UU.A otro país y comunidades y comunidades sin del país permanencia de la mayoría de los jóvenes Nacional Chiapas Guerrero Oaxaca 28,541 2,495 1,087 1,474 12,997 500 531 637 4,175 218 63 213 8,805 282 457 423 17 ----1 1 Fuente: INEGI Censo Agropecuario 2007, IX Censo Ejidal, 2008. La migración en Chiapas es un fenómeno que también abarca zonas zapatistas. Con o sin permiso del EZLN los jóvenes abandonan sus comunidades en busca de ingresos. Se sabe que la organización no concede permisos para irse a Estados Unidos. Rigo, un indígena tzeltal base zapatista, refiere que los gobiernos autónomos solo dan un máximo de quince días al militante zapatista para que salga a trabajar a otro estado del país. De preferencia no debe salir: hay que construir un mundo diferente desde la propia tierra o el lugar donde se vive (Sánchez, 2007). Sin embargo, la pobreza constituye el principal incentivo para que la población salga de sus comunidades. Una de las razones que motivaron el levantamiento zapatista fue la situación de pobreza. La realidad actual no ha cambiado sustancialmente, Chiapas mantiene el mismo lugar en Desarrollo Humano en el conjunto de las entidades del país, es decir, el último. Como se puede 27 n Daniel Villafuerte Solís María del Carmen García Aguilar observar en el cuadro 2, Chiapas es, junto con Guerrero y Oaxaca el que tiene mayor población en los tres ámbitos de la pobreza: alimentaria, de capacidades y de patrimonio. Esta situación se profundiza en las áreas rurales e indígenas. Cuadro 2 Estimación de la población en pobreza nacional y estados seleccionados, 2005 (Cifras absolutas) Entidad federativa Población Total (miles de personas) Población en miles de personas Pobreza de capacidades Pobreza de patrimonio Nacional Chiapas Guerrero Oaxaca 103,263 4,293 3,115 3,507 18,954 2,018 1,309 1,338 25,670 2,399 1,563 1,645 48,896 3,248 2,187 2,385 Fuente: Estimaciones del CONEVAL, con base al Conteo de Población y Vivienda, 2005. A 16 años del levantamiento armado los niveles de pobreza y marginación de la población chiapaneca y en particular indígena siguen siendo muy altos. En la lista de los 20 municipios más pobres y marginados de México 11 (55 por ciento) se encuentran en Chiapas, todos con población mayoritariamente indígena: Santiago el Pinar, San Juan Cancuc, Chanal, Chalchihuitán, Oxchuc, Tenejapa, Huixtán, Aldama, Pantelhó, Tumbalá y Larraínzar. La pobreza alimentaria de estos municipios afecta la mayoría de la población, que va en un rango de entre 84 y 78 por ciento (véase CONEVAL, cuadro 3), que en números absolutos equivale 176,600 personas. Cuadro 3 Estimación de la población en pobreza nacional y estados seleccionados, 2005 (Cifras relativas) Entidad Población total Porciento de la población total Pobreza Pobreza de alimentaria capacidades Pobreza de patrimonio Nacional Chiapas Guerrero Oaxaca 18.35 47.00 42.02 38.15 47.35 75.65 70.20 68.00 100.00 100.00 100.00 100.00 24.85 55.88 50.17 46.90 Fuente: Estimaciones del CONEVAL, con base al Conteo de Población y Vivienda, 2005. n 28 Chiapas. La Independencia y la Revolución que llegaron tarde Por otra parte, encontramos una correlación positiva entre crisis agrícola –en particular de la agricultura campesina de subsistencia–, la pobreza y el incremento de las remesas. Además, hay otro elemento que puede verse como el reflejo de la precariedad de las condiciones materiales y la pobreza, que es justamente la existencia, en estos estados del sur de México, de importantes movimientos sociales: Guerrero es origen de la guerrilla en los años setenta, que luego se transformó en lo que hoy se conoce como Ejército Popular Revolucionario (EPR) y que estuvo presente en el levantamiento zapatista; en Oaxaca tiene su asiento el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), que agrupa a más de 30 organizaciones; y en Chiapas el conocido Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) surgido el 1 de enero de 1994. La migración y las remesas actúan una válvula de escape y han sido un factor de desmovilización social. Podemos ver una correspondencia entre el crecimiento de las remesas y el relajamiento del movimiento social y campesino, salvo en el caso de Oaxaca protagonizado por los maestros en la APPO. Por lo demás, en Chiapas durante los últimos ocho años no se han dado conflictos de carácter regional o estatal, aunque encontramos algunos en ámbitos muy localizados. Cuadro 4 Remesas familiares en Chiapas, Guerrero y Oaxaca, 2004-2008 Estado Chiapas Guerrero Oaxaca Total Nacional % respecto al total nacional 2004 500.3 826.3 804.0 2,130.6 16,612.9 12.82 2005 655.3 957.4 1,002.2 2,614.9 20,034.8 13.05 2006 807.6 1,157.4 1,198.1 3,163.1 23,053.75 13.72 2007 906.6 1,418.6 1,420.7 3,745.9 26,075.9 14.36 2008 800.1 1,401.9 1,456.9 3,658.9 25,144.5 14.55 Fuente: Banco de México. Sector externo Es interesante observar la relación entre la producción de granos básicos y las remesas. Entre 2004 y 2008, contrariamente a lo que ocurre con la producción de maíz, se registra una tendencia al incremento de las remesas. En el caso de Chiapas hay un salto espectacular en el monto de los envíos, como se puede apreciar en el cuadro 4, al registrar un aumento de poco más del 80 por ciento entre 2004 y 2007. Asimismo, los estados de Guerrero y Oaxaca, que junto con Chiapas conforman el triángulo de la pobreza extrema en México, experimentan un incremento superior al 70 por ciento. Sin embargo, a partir de 2007, en un contexto de recesión económica en Estados Unidos, comienza una tendencia a la baja en los migradólares, de manera que entre 2007 y 2008 se produce una dis29 n Daniel Villafuerte Solís María del Carmen García Aguilar minución en el rito de crecimiento en el ámbito nacional y en varios estados ocurre una caída importante: en el país la caída es 3.68 por ciento, en Chiapas es de 11.74 por ciento, en Guerrero representa una disminución de 1.17 por ciento y Oaxaca registra un incremento de 2.54 por ciento, sin embargo muy por abajo del aumento del 18.57 que registró entre 2006 y 2007. Esta tendencia se mantuvo en 2009 y en lo que va de de 2010, situación que puede generar presiones muy fuertes a los estados pues no cuentan con la capacidad para ofrecer alternativas de empleo en un contexto de crisis agrícola y recesión económica como es el caso de Chiapas. Reflexión final El campo chiapaneco entró en una crisis profunda que se manifiesta en la pobreza de la población, en la baja de la producción y productividad de los cultivos más importantes, así como en el incremento de los flujos migratorios que se manifiestan en el monto de las remesas. En una década (1990-2000) el Producto Interno Bruto per cápita del campo aumentó en sólo 7 dólares. Al acelerado deterioro de los recursos naturales, se añade el problema de la fragmentación de las parcelas y la tendencia a disminuir la productividad. La falta de créditos, la reducción de los subsidios y la escasa inversión pública en infraestructura son factores que se añaden a la ya deteriorada situación de los principales indicadores de desarrollo. Las organizaciones campesinas de corte agrarista se encuentran en una de las peores etapas frente al agotamiento del reparto agrario y de la vía de las invasiones para conseguir tierras para sus bases. Otras organizaciones que reivindican el ámbito productivo encuentran serias dificultades para obtener recursos frente a la reducción de recursos fiscales, limitándose a conseguir pequeños apoyos en materia de insumos. Las experiencias generadas en los últimos años en torno a procesos de autogestión de proyectos productivos y venta directa a nichos de mercado de productos orgánicos representan un pequeñísimo avance frente al enorme problema socio-productivo. Por todo lo anterior es pertinente preguntar: ¿Hay futuro para el campo y los campesinos chiapanecos? Si nos atenemos a las tendencias de los últimos años, podemos afirmar que para la gran mayoría de la población que vive del campo el futuro es sombrío. No existen evidencias que la política económica pueda cambiar en el corto y mediano plazos. A 16 años de la rebelión zapatista, la situación económica, social y política de México no ha cambiado. El zapatismo contribuyó a la crisis del partido de Estado y a la alternancia política. Sin embargo, la derrota del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en las elecciones del 2000 no provocó ningún cambio en el país, no profundizó la democracia, no se modificó el modelo económico y tampoco cambiaron las políticas sociales. Por el contrario, se generaron vacíos de poder, n 30 Chiapas. La Independencia y la Revolución que llegaron tarde el Partido Acción Nacional (PAN) no supo o no pudo aprovechar el capital político que le significó el triunfo. El Instituto Federal Electoral (IFE), que se había convertido en el garante de la democracia en México, en las elecciones federales del 2006 perdió legitimidad frente a los dudosos resultados en la elección presidencial. Por todo lo expuesto, volvemos a formular la pregunta inicial ¿Qué tenemos que celebrar a 100 años de la Revolución Mexicana? Bibliografía Antón, Eva, (2008), “Sí, pero no”. 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Debemos recuperar las diversas interpretaciones teóricas presentadas por especialistas, que nos permitan centrar asuntos sustanciales del mercado interno colonial y así realizar una discusión en torno a sus aportes y sobre todo conclusiones. Al final tendremos una explicación más completa de ese proceso que nos permita enfrentar la discusión y debates en condiciones Fecha de recepción: 13 de abril de 2010 Fecha de aceptación 28 de abril de 2010 ∗ El autor agradece los comentarios y sugerencias de dos dictaminadores anónimos. Cualquier error u omisión remanente es responsabilidad exclusiva del mismo. Profesor – Investigador, Facultad de Historia, UMSNH Este trabajo ha contado con el apoyo del CONACYT del proyecto “La reforma fiscal al ayuntamiento en Nueva España siglos XVIII-XIX”, no. 79526, 2007-1; así como de la Coordinación de la Investigación Científica, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, proyecto no. 22.8 – 2008 y 2009. Así como de PROMEP “Apoyo para incorporación de PTC – 197” 2008-2009 y del Cuerpo Académico “Historia de América – 47, Consolidado”. Agradezco las sugerencias y comentarios al lector anónimo de mi trabajo, reitero que los errores son míos. 33 n jorge silva riquer científicas claras y precisas, con los elementos necesarios para que ese avance sea propositivo. Palabras clave: Historia económica, Historia económica comparativa, Mercado interno, Mercado mundial, Circulación mercantil. Clasificación JEL: N00; N01. Introducción La historia económica ha tenido avances y retrocesos en las últimas décadas, de eso nos han hablado ya varios trabajos que han intentado poner en dimensión la situación en la que se encuentra, por lo cual no es indispensable entrar en una nueva valoración que no aportaría nada y sí generaría una discusión que desde el objetivo de este trabajo no resolvería nada, al contrario empantanará la discusión, por lo que remito a los lectores interesados a revisar dichos resúmenes.1 El interés de este trabajo radica en realizar una reflexión desde los estudios del mercado interno colonial sobre los aportes y carencias que tenemos hasta ahora. En ese sentido entonces es necesario centrar la discusión en los términos teórico-metodológicos indispensables para poder tener una idea más acabada sobre esos trabajos que han intentado dar una explicación de la economía novohispana a fines del siglo XVIII y principios del XIX. Es necesario señalar que están sustentados en dicha discusión, que es clara y evidente, donde los aportes y polémicas han permitido analizar la problemática en esa complejidad para poder dialogar sobre el asunto del mercado desde una perspectiva científica y no meramente empírica y/o dogmática. Aunque para ser estrictos, a esos autores no podemos reducirlos en un mismo rasero, sino que es necesario rescatar ideas, planteamientos y propuestas que si bien no ubican completamente el problema, sí aportan elementos para la cuestión que nos ocupa. No podemos reducir las interpretaciones a cuestiones banales e insustanciales, pero sí ubicarlas en sus propias limitaciones. 1 Véase a Cerutti, 1995:81-98; Crespo, 1992; Florescano, 1991 y 1992:7-27; Haber, 1997:1-33; Marichal, 1992a:79-86; Miño, 1992:221-260. Yuste, 1995:185-196; Ibarra, 2003:613-647, entre otros. n 34 el mercado interno colonial novohispano, siglos XVIII-XIX. evidencias y resultados Por lo que se recuperaran las propuestas realizadas en su momento por los especialistas que marcaron los estudios, en torno a evidencias empíricas y un manejo claro y preciso de los conceptos, para después empezar a ubicar los aportes realizados por los análisis que partieron de ese proceso y sus conclusiones. Al final tendremos una explicación más completa de ese proceso que nos permita enfrentar la discusión y debates en condiciones científicas claras y precisas, con los elementos necesarios para que ese avance sea propositivo. Las propuestas teóricas Sin que parezca regresar en la discusión, es necesario partir de las propuestas realizadas en torno al crecimiento económico de mediados del siglo pasado, cuando se intentó dar una explicación al atraso económico registrado en los países del llamado “tercer mundo”, ante las evidencias del crecimiento sin parangón que varios países latinoamericanos registraron como significativas y sostenidas, lo que permitió suponer el despegue de dichas economías con respecto de las restantes, todo ello sustentado en políticas económicas de fomento y desarrollo local; sí, ese del que ahora se habla tanto y se señala como parte sustancial de los programas estatales de superación de la pobreza.2 La discusión empezó cuando se intentó explicar el subdesarrollo en torno a la propuesta de la llamada “teoría de la dependencia” que inauguró André Gunder Frank, hace ya varias décadas y la respuesta recibida en dos niveles, una teórica y la otra sustentada en la historia como elemento sustancial de la discusión. No era para menos; en ambos casos el discurso y la argumentación estaban apoyados en casos de estudio necesarios para comprobar las evidencias y discursos (Assadourian, 1984 y 1979: 223-292; y Palerm, 1979: 93-127).3 Lo que permitió iniciar un análisis respaldado en una aplicación teórica y empírica sustancial para el conocimiento histórico de América Latina, ello aunado a una incorporación de nuevos problemas y herramientas de estudio que permitieron abrir nuevas perspectivas para entender la economía en los periodos colonial e independiente, y entrar de lleno en la discusión sobre el crecimiento y el desarrollo económico como parte de la necesidad del esclarecimiento de las realidades americanas, en principio. La propuesta se centró en dos vertientes, una, la indispensable explicación de la desigualdad, a partir de la dominación española; la segunda referida a las relaciones asimétricas establecidas a partir de la producción y beneficio de ciertas mercancías de amplia demanda en el mercado mundial (Assadourian, 1979: 223-292 y Palerm, 1979: 93-127).4 2 Véase los estudios de superación de la pobreza en América Latina, Barkin, 1972; Palerm, 1980 y 1993; entre otros. 3 Véase el estudio de Gunder Frank, 1970 y para el caso de México, 1985. 4 Una versión encontrada en Romano, 2004:273-342. 35 n jorge silva riquer Las propuestas surgieron entonces con base en el concepto de mercado que permite entender los diferentes niveles de crecimiento y desarrollo económico, para lo que se debió introducir otros conceptos sustanciales, unos ya abordados, como el trabajo y sus diversas relaciones, las formas de explotación, la división del trabajo y producción; otros que se empezaron a trabajar, como fue la manufactura, la circulación y comercio interno; fueron algunas de las variables que se empezaron a trabajar, desde la perspectiva de la formación de centros urbanos y rurales todo ello a partir de las demandas que generaron. La discusión tomó en cuenta otro aspecto sustancial referido al espacio y las relaciones que se asumieron con los habitantes, lo que permitió empezar a definirlo ya no a partir de una simple explicación geográfica, sino ahora complejizada por los elementos económicos. Otro análisis importante fue el referido a la minería, que en América fue sustancial, debido a que el beneficio de metales como el oro y la plata cubrió la demanda de moneda, como signo y como medio de intercambio, en los diversos circuitos mercantiles desde el siglo XVI hasta entrado el XIX (Assadourian, 1979, pp. 223-292).5 Sin entrar en esa discusión, pero sí partiendo de esos principios, se han realizado varios trabajos sobre mercados regionales coloniales en Nueva España; la característica es que han aceptado la discusión y han incorporado nuevos elementos empíricos para su estudio, desde las series cuantitativas de los registros notariales, hasta los alcabalatorios, lo que ha dado nuevas formas de acercamiento al tema con un mayor sustento empírico, al menos. Además, han incorporado planteamientos teóricos sobre el concepto de mercado y sus diversas variables, mismos que han permitido un avance sustancial sobre el conocimiento del mercado interno colonial novohispano. Aquí es necesario señalar un asunto que modificó su conocimiento: la incorporación de nuevos datos seriales, basados en distintas fuentes documentales, abrió posibilidades de estudio de realidades antes sólo imaginadas y poco conocidas, lo que nos permitió analizar no sólo la variedad de productos que circularon por los distintos espacios coloniales, sino la vinculación entre la producción y circulación que se vio reflejada en esos intercambios, a través de las relaciones entre oferta-demanda, precio-consumo, integración regional, intensidades, entre otros elementos de análisis. Se avanzó mucho, pero aún falta resolver y entender otros asuntos; pero antes veamos el aporte que se ha logrado, y sobre todo la perspectiva que tenemos hoy del mercado interno novohispano (Vilar, 1980: 17-105.).6 La discusión se enriqueció desde la incorporación de conceptos 5 Véase a Hardoy, et. Al., 1975; Solano, 1983 y 1993; Miño, 2001. Para la minería y sus efectos; la posición contraria en Romano, 1998:115-149. 6 La discusión se centró en dos corrientes de interpretación, una basada en el proceso evolutivo histórico que siguió la interpretación neoinstitucional, la otra en la interpretación dialéctica de la historia. n 36 el mercado interno colonial novohispano, siglos XVIII-XIX. evidencias y resultados económicos y la dialéctica utilizada para ello, lo que nos remite sin dudarlo a los sugerentes y acuciosos trabajos realizados por C. Sempat Assadourian sobre la formación del mercado interno, pero sobre todo a los elementos que lo integran y sus complejidades. De ahí tenemos que recordar la discusión sustancial de la integración del mismo, para lo cual ese autor planteó a partir de los factores de la economía que la integración del espacio, su base, o motor de arrastre fue la relación del trabajo indio y la minería. Ambos, en una correspondencia compleja, permitieron generar demandas agregadas que a su vez provocaron la creación y consolidación de otros espacios integrados de diversas maneras a los primeros para tejer una amplia red de intercambios mercantiles, basados en la economía monetaria precapitalista, que por un lado obligó a los indios a asumirla, de manera coercitiva, pero efectiva, y por otro, a relacionarse con el mundo occidental, con base en el valor de cambio como una forma moderna de intercambio (Assadourian, 1979: 223-292; 1983: 255-306). Lo anterior nos permitió poner en discusión visiones sobre la economía que habían permeado la interpretación del mercado, desde la perspectiva “dependentista” hasta el “marxismo dogmático”; así, dejamos de hacer los estudios a partir de visiones también empíricas que definieron varias interpretaciones como parte de la historia económica moderna. Con ciertos límites debido a las fuentes documentales, se amplió el horizonte de análisis y sobre todo se hizo más complejo. Un asunto sustancial se definió en torno al trabajo de los indios y la participación de éstos en la economía colonial, el cómo hacer que este amplio sector se integrara a ella. Sin duda una de las medidas más significativas estuvo determinada por la obligación de pagar la gabela tributaria en dinero, medida que se determinó tempranamente en la organización económica colonial americana. Posteriormente la obligación se amplió y modificó en el transcurso de la construcción económica, a través del trabajo y las demandas agregadas a las que tuvieron que insertarse. La discusión sobre la economía natural y monetaria quedó explicada a través de dichas medidas coercitivas, pero no sólo eso, sino que también se dio por la participación activa de ellos en la economía colonial, como formas de apropiación y participación de las nuevas formas productivas y de circulación. Ejemplos hay muchos, el caso de Oaxaca, de Michoacán, del centro de México, de Puebla, del Norte, para lo cual remito a los interesados a revisar los resultados de tales formas de participación indígena.7 Las evidencias han demostrado la existencia de centros de población que generaron demandas agregadas para integrar el territorio con diversas intensidades, ¿mercados regionales?, ¿mercados agregados?8, 7 Véase a Assadourian, 1989a: 419-453 y 1989b: 623-662. Gibson, 1981: 342-376; Romero 1990: 77-124; Silva, 2003: 71-96; Grosso y Garavaglia, 1996: 116-160. 8 La “nueva propuesta de mercados agregados” es un versión sobre la agrupación de 37 n jorge silva riquer que de acuerdo a las condiciones impuestas existentes tuvieron que resolver a partir de la generación de una demanda motora, el trabajo como parte sustancial de todas las demás actividades productivas y de circulación. Sí, de las dos partes del mercado, por lo cual la relación establecida con ambos espacios económicos determinó la aparición de dichas demandas y circuitos de abasto y circulación, aun a pesar de las condiciones orográficas propias de Nueva España, mismas que no se adscribieron a las jurisdicciones propias de la organización estatal colonial, sino que fueron más allá de ellas. La evidencia nos señala entonces la existencia de un mercado interno colonial, donde los factores que lo definen empezaron a tener su dinámica de producción, circulación y consumo (Assadourian, 1983: 255-306). La anterior propuesta repensó y criticó la visión que se tenía de los polos de desarrollo y sus mecanismos de integración hacia dentro de forma débil, y hacia afuera de manera intensa, marcada por la demanda amplia de un producto en el mercado mundial. La interpretación del complejo mina-hacienda-rancho quedó atrás; se demostró que la complejidad de la demanda permitió la integración de varios sectores productivos y de trabajo, que dieron como resultado niveles de integración dentro del espacio colonial. Sin importar las distancias e inconvenientes del territorio, la oferta y demanda posibilitaron una circulación de mercancías más allá de los límites jurisdiccionales. Pero la discusión se empantanó cuando se mantuvo dentro de las propuestas de la presencia de la economía natural y monetaria; los aportes señalados permitieron abrir el supuesto debate e incorporar elementos sustanciales del análisis del mercado, como la presencia de los indios y las relaciones de trabajo que se les impusieron, sobre todo la relación laboral y la presencia del salario y sus formas; las unidades productivas, como la hacienda y la manufactura, mismas que crearon una nueva oferta y demanda que buscó espacios de comercialización internos y externos propios (Assadourian, 1979: 223-292; 1989a: 419-453 y 1983: 255-306; Romano, 2004: 159-241).9 El asunto quedó explicado a partir del análisis de la incorporación de los indios en el trabajo y el intercambio; en la economía mercantil, por coerción y/o por voluntad económica. En ambos casos produjo que se ampliara el mercado, en todas sus variables, donde el trabajo y la producción india tuvieron una participación significativa, tanto en volumen, como en calidad, lo que posibilitó la formación y consolidación de la economía colonial desde fines del siglo XVI en América. Para el caso concreto de Nueva España, dio las condiciones necesarias para cubrir la solicitud de trabajo y demás mercancías. Esa relación se espacios controlados desde la institución, en este caso de los comerciantes a partir de la relación de productos de amplia demanda en el mercado mundial, sin plantear las relaciones sociales de producción, entre otros factores; véase Challú, 2007. 9 El texto que marcó la propuesta de polos fue de West, Robert C. The Mining Community in Northern New Spain: The Parral Mining District, Berkeley, University Of California Press, 1966. n 38 el mercado interno colonial novohispano, siglos XVIII-XIX. evidencias y resultados estableció por medio de la demanda agregada y por los mecanismos de recaudación impositiva, los que permitieron darle la funcionalidad al mercado interno colonial. Esto necesariamente implicó la incorporación de la vida indígena al mercado, o sea, la subsunción de la economía natural, por la consolidación de una mercantil, basada en las nuevas relaciones sociales de producción y división del trabajo. Sin embargo, la discusión se mantiene a partir de las formas que asume el pago del salario en esas relaciones de producción, se señala la incapacidad de la economía del pago en moneda y por lo tanto sus formas no mercantiles, pero además se habla de un sector de la producción que no pasa por el mercado, sobre todo indígena, que sirve para la vida cotidiana al interior de los pueblos. El asunto es más complejo que el sólo hacer referencia a la parte de la producción que no pasa por el mercado y las relaciones salariales (Assadourian, 1979: 223-292; 1989a: 419-453; 1989b: 623-662 y 1983: 255-306; Romano, 1998: 115-149; Romano, 2004: 159-241 y 273-342). La discusión debe centrar asuntos que son importantes de considerar como son: la presencia de nuevas relaciones sociales de producción, una nueva división del trabajo, la relación trabajo-salarial, la presencia de una economía basada en la moneda legal dura, la presencia de una consolidación de la propiedad privada, la formación de mercados regionales y del mercado interno colonial, entre otros factores, sus integraciones y variaciones en torno a entender las relaciones sociales de producción. El asunto es interesante, pero sería un error discutir sobre las evidencias empíricas y teóricas de los autores referidos, nada más. Es indispensable presentar nuevas evidencias que nos permitan explicar mejor las condiciones de dicho mercado y sus variantes, para entender mejor el proceso y que los argumentos aporten nuevas evidencias para hacer más compleja la discusión, pero sobre todo, con mayores elementos, por lo que pasemos a revisar los resultados sobre esta problemática. Las evidencias del mercado interno colonial Un estudio que nos ha permitido conocer las tendencias de la actividad comercial novohispana entre 1778-1809, léase mercados regionales, ha sido el realizado por Juan Carlos Garavaglia y Juan Carlo Grosso. Los resultados proporcionados sobre la participación porcentual de los valores comerciales intercambiados en las diferentes regiones novohispanas, nos evidenciaron la existencia de la relación entre producción novohispana e intercambio significativo, casi en todos los casos más que el de importación, lo que nos permite acercarnos al comportamiento comercial en términos generales en cada uno de dichos espacios. La fuente es importante porque está referida a la circulación mercantil, lo que nos acerca a lo que ellos han denominado actividad productiva. La validez de los registros ha quedado demostrada, por 39 n jorge silva riquer lo que no aportaremos nada más a la discusión. Un primer acercamiento realizado por ellos proporcionó resultados interesantes sobre el comportamiento mercantil en cada una de las administraciones de alcabalas; sin embargo, al tratar nuevamente las series encontramos que presentan algunos desajustes que es preciso enmendar. Al hacer un análisis de las series para el estudio de Michoacán, hemos constatado diferencias en los valores para cada una de las mismas administraciones ya indicadas, sin alterar los espacios vemos un resultado más complejo y diferente al que nos habían presentado. Las deducciones de tal análisis arrojaron lo siguiente: Cuadro 1 Valores comerciales por zonas, Nueva España 1778-1809 ZonasAdministracionesGaravaglia y Grosso Silva Norte Centro Occidente Oriente Sur 18% 33% 21% 22% 6% Sonora, Durango, San Luis Potosí y Zacatecas México y Guanajuato Guadalajara y Michoacán Puebla y Veracruz Oaxaca y Yucatán 24% 24% 23% 22% 7% Fuente: Garavaglia y Grosso, 1987: 10, 16 y nota 5. Nota: Como los autores lo señalan oportunamente, para el caso de la administración de alcabalas de México se exceptúa la ciudad de México, y en el caso de Veracruz no se incluye los valores del puerto, los que dependieron de la aduana de la capital. Silva, 2008: pp. 71-77. A partir de lo anterior, podemos señalar que estamos ante unas macrorregiones alcabalatorias con una actividad mercantil distinta de acuerdo a las condiciones propias de cada espacio, pero con una actividad de intercambio de importancia, lo que nos permite considerar que, aún y a pesar de las asimetrías, el valor comercial fue importante; y también nos lleva a intuir que la variedad e intensidad, como factor a considerar en cada estudio, fue amplia y diversa Las relaciones comerciales fueron semejantes en los diversos espacios, incluso en aquellas donde la población indígena fue abundante. Pero antes de seguir es necesario señalar algunas consideraciones. Estos registros fiscales no consideraban el intercambio llevado a cabo por los indios, asunto importante que nos explica en parte las diferencias. Por otro lado, hubo mercados regionales que recibieron trato especial, por su lejanía y condiciones espaciales, como el norte de Nueva España. Todo ellos nos presenta un intercambio asimétrico, más que ordenado y coordinado, una realidad más accesible en torno a las condiciones propias de cada uno de ellos (Garavaglia y Grosso, 1987: 9-52; Silva 2003: 71-96).10 10 La discusión sobre la diversidad de series de datos y su formación se ha realizado en Silva, 2008: 71-91. n 40 el mercado interno colonial novohispano, siglos XVIII-XIX. evidencias y resultados Como era de esperarse, la zona del centro representó el mayor valor porcentual. Sin los registros propios de la Ciudad de México, los valores señalan la importancia de esos centros urbanos y rurales integrados en el centro. Le siguen dos espacios, el Oriente y el Occidente, que tuvieron un movimiento mercantil importante dentro del concierto colonial. Ahí ubicamos a centros urbanos de importancia como las ciudades de Puebla, Guadalajara, Veracruz y Valladolid, sin obviar sus espacios comerciales y de consumo. En estos espacios se concentraron más de tres cuartas partes de la actividad comercial novohispana, algo que no hay que olvidar. El norte representó un dinamismo comercial cada vez más intenso y amplio, basado en los intercambios que se daban al interior y al exterior. Como espacio de frontera lograba ser un factor importante de comercialización con espacios fuera del control colonial. La zona del sureste merece una explicación ya que los registros indican una actividad menor, por dos causas importantes. La primera, ya mencionada, la exención impositiva a los indios y la incapacidad de la administración fiscal de controlar todo el espacio para cobrar los impuestos. Estamos evidentemente ante un subregistro y no ante la falta de integración comercial de esa zona, asunto común en este tipo de fuente documental, pero también es parte de las asimetrías propias del mercado interno colonial (Garavaglia y Grosso, 1987: 9-52; Silva, 1993: 7-18; Silva, 2008: 71-91). Para tener una mejor idea de la importancia comercial veamos ahora los valores por cada una de las administraciones, lo que nos da una visión más acertada de la integración regional de cada espacio comercial, los mercados regionales. Los valores confirman lo que se explica anteriormente, pero pone en contexto y dimensión a cada una de ellas. Lo que podemos observar es una participación porcentual más equilibrada, más representativa de cada una de ellas de acuerdo las redes de intercambio y demandas que establecieron. Sin embargo, las asimetrías están presentes, sobre todo entre el norte y sureste novohispano; mientras que el centro mantuvo una actividad similar entre los distintos mercados regionales, claro sin incluir los valores comerciados de las Ciudades de México y Veracruz, que ahondarían las diferencias ya señaladas, principalmente por su condición de centros de introducción y acopio de mercancías de importación y exportación, lo que distorsionaría la actividad mercantil interna. Pero veamos los resultados en el siguiente cuadro (Garavaglia y Grosso, 1987: 9-52; Silva, 1993: 7-18; Silva, 2008: 71-91). 41 n jorge silva riquer Cuadro 2 Valores comerciales por administraciones alcabalatorias, 1778-1809 AdministraciónValor porcentual México 22.4% Puebla 14.8% Guadalajara 13.8% Guanajuato 10.7% Michoacán 7.2% Veracruz 6.9% Zacatecas 6.9% Oaxaca 6% Resto (Durango, San Luis Potosí, Sonora y Yucatán) 11.3% Fuente: Silva, 2008, pp. 71-77. Estamos ante tres grupos de administraciones comerciales que participan con distintas intensidades. El primero marcó sin duda el comportamiento general del intercambio mercantil, por sus propias condiciones de consumo, pero también por sus relaciones de intercambio y procesamiento para otros productos; en éste destacan centros urbanos de importancia, centros mineros, centros regionales que permitieron la circulación y cubrir las demandas de cada espacio. En el segundo grupo se localizan los centros comerciales regionales, con vínculos con el comercio exterior pero con una mayor integración al interior novohispano. Fueron centros mercantiles que establecieron flujos de intercambio con distintos centros consumidores en diferentes regiones novohispanas. Por último, el grupo con una menor participación en los valores comerciales, aunque no podemos decir que con el menor flujo mercantil; recordemos que la alcabala sólo registró un espectro del movimiento comercial de la región, y en estos casos las tres administraciones mantuvieron situaciones fiscales de excepción.11 Ahora hagamos una revisión general sobre la composición mercantil de los valores señalados anteriormente para que el planteamiento adquiera una mayor evidencia de lo señalado en torno a la presencia del mercado interno colonial. Para lo que los valores comerciales por cada uno de los rubros nos permitirán explicar la composición mercantil al ubicar los porcentajes de acuerdo al origen de los mismos, lo que nos permitirá señalar la vinculación interna asimétrica, dada al interior y al exterior de Nueva España. Veamos el siguiente cuadro: 11 n 42 Estas diferencias ya habían sido señaladas por Moreno, 1974: 95-130. el mercado interno colonial novohispano, siglos XVIII-XIX. evidencias y resultados Cuadro 3 Composición mercantil en Nueva España, 1796 AdministraciónCastilla %China %Tierra %Viento %Igualas % Guadalajara Puebla México Guanajuato San Luis Potosí Veracruz Valladolid Durango Zacatecas Oaxaca Sonora Yucatán Totales 32.32 29.72 15.09 26.28 22.99 16.58 21.86 44.51 27.87 35.73 s/d 34.08 26.74 1.93 0.47 1.35 2.06 2.15 0.16 0.58 1.56 8.67 0.39 s/d 0.00 1.95 24.63 17.27 29.54 30.88 22.83 67.46 14.35 34.41 25.71 49.77 s/d 59.76 30.22 28.55 41.56 31.69 32.72 48.04 15.00 37.25 13.97 29.33 10.11 s/d 3.66 30.59 12.55 10.94 21.75 8.03 3.74 0.80 25.93 5.52 8.39 3.97 s/d 2.46 10.40 Fuente: Garavaglia y Grosso, 1987: 49 (Cuadro 7). Los resultados ponen en evidencia que de acuerdo a los orígenes registrados por este impuesto la composición mercantil tenía tres orígenes: la importación que venía de España y las colonias del Oriente y Sudamérica, la que representó poco más de una cuarta parte del total del ejemplo asumido; mientras que la que provino del rubro denominado Tierra y que para efectos concretos era el que se elaboraba al interior del mercado interno colonial, comprendió casi una tercera parte. La otra la compuso lo que se elaboraba al interior del espacio productivo de la ciudad, o sea del entorno, siendo otra tercera parte. Más de la mitad del valor comercial intercambiado en el mercado interno colonial provenía de él, lo que nos permite señalar que el abasto corría por cuenta de los diversos centros de producción, agrícola, ganadera, de manufactura y demás, que ofertaban y cubrían la demanda de cada uno de esos mercados regionales. Estamos ante la evidencia de una integración dinámica del mercado interno. Por otro lado, los valores de las mercaderías de importación eran significativos, pero con esta evidencia se demuestra que no todo lo que se importaba tenía un valor importante, sino que también se introdujeron productos con un menor valor pero en mayores cantidades, lo que se señaló desde hace tiempo en torno a las importaciones, pero poco se ha valorado. La reflexión sobre el valor y la cantidad nos permite entender, o mejor dicho, explicar la composición del mercado interno. No podemos decir que todos los productos que se intercambiaban en dichos espacios tenían un valor mayor y que por tanto la cantidad a intercambiar era menor, ya que el valor de las mercancías estaba en relación directa con 43 n jorge silva riquer la composición y su elaboración; por lo tanto, esas mercaderías debieron cubrir un espectro amplio de valor y cantidad que permitieran su circulación para cubrir las demandas sin que las distancias y orografía impidiera su circulación, las evidencias están publicadas. Lo anterior es necesario correlacionarlo con los datos de población con que se cuenta para los diversos espacios del mercado interno. Los estudios arrojan resultados interesantes, por ejemplo la concordancia de las variables de población y actividad comercial. La tendencia es de un movimiento ascendente constante, a partir de los datos con que se cuenta, podemos identificar ese comportamiento a través de las tasas de crecimiento promedio anual, las que se ubicaron entre 1.2% y 1.5% para la población y de 1.2% a 1.7% para los valores comerciados. Podemos decir que estamos ante un crecimiento económico nominal en el mercado interno colonial de Nueva España en el siglo XVIII.12 Esto confirma la tendencia ya señalada desde Humboldt, pero ahora se ubica un arco temporal más amplio y bajo otras condiciones. Para un acercamiento al movimiento de la población veamos los datos que nos proporcionó el mismo Humboldt para dos momentos de Nueva España: Cuadro 4 Población por intendencia, Nueva España, 1793-1803 Intendencia México Puebla Guadalajara Oaxaca Guanajuato Yucatán Valladolid San Luis Potosí Durango Veracruz Zacatecas Sonora Total4’078,419 1793 1803 1’162,856 566,443 485,000 411,366 397,924 358,261 289,314 242,280 122,866 120,000 118,027 93,396 5’775,200 1’511,800 813,300 630,500 534,800 517,300 465,800 376,400 334,900 159,700 156,000 153,300 121,400 Fuente: Algunos datos de la población existente entre 1793 y 1803 nos los proporciona Humboldt, 1978: varias páginas. Sin olvidar los imponderables de las cifras que nos proporciona el autor referido, tenemos un crecimiento constante de la población, en algunos lugares más constante que en otros, lo que nos permite entender el incremento de la demanda de productos para el consumo inmediato y para la transformación en otros artículos, pero sin olvidar las relaciones mercantiles y las funciones de centros de redistribución 12 n 44 Se proporcionan los datos mínimos y máximos; Garner, 1993. el mercado interno colonial novohispano, siglos XVIII-XIX. evidencias y resultados de las mismas a otros centros de consumo, por lo que reducir la explicación a un incremento de población igual a una mayor demanda de productos para el consumo humano sería una miopía imperdonable. El mercado interno asumió entonces una circulación amplia de productos a espacios antes no contemplados, a nuevas rutas de abasto y comercialización, a una mayor competencia mercantil, donde los productores que mantuvieran su calidad y precio estarían más presentes en el mercado. Pero cómo explicar esto, lo haremos a través del estudio de caso que hemos realizado sobre Michoacán y el centro comercial más importante, la ciudad de Valladolid entre 1778 y 1809.13 La importancia del mercado de Valladolid, radicaba en que era el centro económico y político más importante de la Intendencia y que concentraba la mayor parte de la introducción de los artículos de importación, además de las mercancías de producción regional, donde la demanda de consumo era más elevada debido a la mayor cantidad de población existente en la ciudad; y al parecer, los niveles de consumo de los habitantes vallisoletanos debieron ser más altos que en los otros mercados. Pero además, la ciudad cumplió el papel de centro redistribuidor de mercancías al interior del mercado regional; es así que vemos mercancías reexpedidas desde Valladolid circular y abastecer a diferentes mercados regionales tanto michoacanos como novohispanos, sin embargo, es necesario no perder de vista los datos ya señalados que lo ubican en dicho mercado interno (Silva, 2008: 149-217). Por otro lado, el análisis de los registros detallados por cada rubro del cobro de los valores mercantiles, nos señala varias cosas; por ejemplo, la importancia que tuvo la importación, sobre todo de Castilla, Europa en general, sobre las mercaderías asiáticas y peruanas; y en este caso debemos preguntarnos de qué tipo de mercaderías estamos hablando, ya que no todos los artículos de importación debieron ser suntuarios; había una gran variedad de textiles, de herramientas, materias primas para las diferentes actividades productivas y una amplia variedad de bebidas y enseres domésticos. Por su parte, las mercancías novohispanas eran muy diversas, se registraban por ejemplo: las agrícolas, las pecuarias, los textiles, los utensilios domésticos, las herramientas, ropa y accesorios para el vestido y todo lo que permitía un abasto completo a cada uno de los diferentes centros de consumo michoacanos (Silva, 2008: 154-171). Antes de expresar cualquier interpretación sobre el análisis anterior es necesario incorporar otros elementos que incidieron de manera determinante en la introducción mercantil de importación y necesariamente en los niveles de consumo de la población. Me refiero a los conflictos bélicos sostenidos por España entre 1778 y 1783 contra Inglaterra, de 1792 a 1794 contra la Convención francesa, de 1796 a 1802 contra Inglaterra, llamada también la Primera Guerra Naval, 13 Para aportar nuevas evidencias en el estudio y análisis del mercado interno colonial se utilizaron los resultados de Silva, 2008. 45 n jorge silva riquer y de 1804 a 1808, la Segunda Guerra Naval, y las consecuencias del libre comercio y del llamado comercio neutral, factores todos ellos que tuvieron un papel de trascendencia en el intercambio de productos de importación, mismos que como se ha visto tuvieron una participación importante en la composición del abasto a estas ciudades.14 Teniendo en cuenta la situación de bloqueo en que se vio envuelta Nueva España y a partir del hecho que esto afectó decididamente la composición mercantil en Michoacán, se realizaron algunos cálculos, con base en esa periodización, se puede comprobar que dicho lapso se demuestra la existencia de un comportamiento de estancamiento en los valores comerciales de importación, ya demostrado. El análisis realizado para los años de 1793 y 1805, abarca la guerra española contra la Convención francesa, la Primera Guerra Naval y buena parte de la Segunda. La vinculación del mercado interno colonial, y michoacano en particular, con el mercado internacional era muy estrecha. Por otro lado se puede constatar la existencia de una producción regional, novohispana, que cubrió las necesidades de la población en períodos de crisis bélica: incremento de los productos regionales debido al posible desabasto generado por los bloqueos navales y al aumento de la actividad mercantil interprovincial e intercolonial. Pero también hubo un incremento de las actividades manufactureras que se vieron impulsadas por la situación bélica, sin olvidar la parte del contrabando, impulsada por los intercambios ingleses desde el Caribe. Estas observaciones nos permiten sugerir dos asuntos importantes a considerar. Uno, el que los artículos novohispanos tenían la calidad suficiente para el consumo, y lo más importante, para plantear un crecimiento económico en los primeros años del siglo XIX, situación que se puede apreciar al cambiar la composición de la introducción mercantil de varias ciudades, villas y pueblos, debido a la modificación de los ingresos registrados, por ejemplo en los años de 1785, 1793 y de 1805. O bien, a suponer una nueva composición mercantil del mercado regional para estos primeros años del siglo XIX, que pudo provocar un cambio en los flujos mercantiles a partir de un reacomodo en los diferentes niveles de consumo en dichos espacios (Silva, 2008: 91-147). El otro está referido a la capacidad productiva de cada uno de los mercados, que ante la demanda agregada lograron incrementar sus artículos para cubrir el consumo generado por el incremento de la población y los mecanismos de comercialización. Si recordamos que uno de los elementos que se consideran en la discusión sobre fines del periodo colonial es precisamente el incremento en la producción, por lo menos en los agrícolas, los cuales no cayeron salvo en las crisis ya señaladas, tenemos probablemente una expansión de la producción a fines del periodo colonial, la cual aprovechó bien la guerra y cubrió la demanda de la población en esos años (Silva, 2008: 91-147). 14 Marichal, 1992b: 153-186; Fisher, 1985: 60-87; Ortiz, 1978: 44, capítulos VII y VIII y Tandrón, 1976: capítulos II y III. n 46 el mercado interno colonial novohispano, siglos XVIII-XIX. evidencias y resultados Conclusión Lo anterior nos indica que el crecimiento estuvo determinado por factores externos e internos, en el que los productos de Nueva España crecieron en detrimento de las importaciones de Europa. Ante la caída de las importaciones se generó un crecimiento en los valores novohispanos intercambiados. La guerra determinó una parte de la proporción y crecimiento de las mercaderías de importación, mismas que entraron en su mayoría por el puerto de Veracruz. Pero esta explicación sólo es una parte del complejo de relaciones que se establecieron, que los estudios han confirmado. Otra es la integración (que no agregación) de los mercados regionales a partir de la producción, intercambio y comercialización entre cada uno de ellos a partir de la demanda y de las prácticas mercantiles establecidas conforme se consolidaba el mercado interno colonial en dos niveles: uno horizontal que permitió cubrir y satisfacer la oferta y demanda de los diversos centros consumidores, la integración del mercado interno; y otro de manera vertical, que se estableció a través de la demanda de productos de alto valor y mayor demanda en el mercado mundial, sin importar el lugar de producción, donde el valor de los productos determinó su participación y la integración al mercado mundial. Es importante indicar dos observaciones más: una, que el periodo analizado ha sido señalado como un lapso de estancamiento económico, principalmente basado en los registros fiscales, y en realidad, como hemos visto hasta aquí, fue de crecimiento constante, para el caso de Michoacán; y que los demás estudios nos indican ese comportamiento en el territorio novohispano. Y dos, que los artículos de origen americano empezaron a cubrir un espacio comercial que había sido abandonado debido a la situación bélica, o bien, por la propia demanda generada, ya fuera por la calidad, por el precio en que se ofrecieron, por el incremento de la población y de la producción o por el establecimiento de nuevas formas de intercambio que abarataron costos. Todo ello se dio a fines del siglo XVIII y principios del XIX tanto en las zonas urbanas, como rurales, y que necesariamente provocó una mayor necesidad de bienes y servicios (Klein, 1986: 561-609; TePaske, 1991:123-140).15 Los anteriores resultados se complementan con los obtenidos para otros mercados regionales, como el caso de Puebla, la región de Tepeaca y el caso de Guadalajara; y aunque en menor medida, los de Veracruz y Aguascalientes, Cuautla–Amilpas, Guanajuato, entre otros.16 Las condiciones que permitieron el establecimiento del mercado interno colonial definieron las formas propias de participaPara los planteamientos sobre la crisis económica basada en los registros fiscales; para el mercado encerrado véase Van Young, 1989: 55-118. 16 Véase a Grosso y Garavaglia, 1996: 116-160; Ibarra, 2000; Souto 2003: 19-64 y Rojas, 2003: 65-87; Sánchez, 2001; Alvarado, 1995: 69-138. 15 47 n jorge silva riquer ción de sus integrantes, asunto sobre el cual habrá que reflexionar en nuevos trabajos. 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El análisis muestra que el avance del sector ha estado asociado a las políticas gubernamentales de apoyo a la inversión extranjera, los esfuerzos para promover la industrialización del país, los acuerdos de libre comercio y la situación económica del país. Se concluye que si bien estos factores favorecieron Fecha de recepción: 13 de abril de 2010 Fecha de aceptación: 1 de mayo de 2010 * Las autoras agradecen los comentarios y sugerencias de dos dictaminadores anónimos. Cualquier error u omisión remanente es responsabilidad exclusiva de las mismos. ** Departamento de Ciencias Administrativas, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. *** Facultad de Economía “Vasco de Quiroga”, UMSNH. 51 n María del Pilar Ester Arroyo López María de Lourdes Cárcamo Solís en ciertos períodos el desarrollo del sector no ha habido esfuerzos concretos para mejorar las capacidades productivas de las empresas ni para la integración de la cadena textil-vestido. La revitalización del sector depende de la posibilidad de moverse hacia una producción flexible de paquete completo, aumentar la seguridad y a decrecer el comercio ilegal de prendas de vestir. Palabras claves: Sector textil, evolución histórica, inversión, empleo, exportaciones. Clasificación JEL: E20; N60. Introducción El fundamento más significativo del proceso de génesis del capitalismo puede ser observado en el desarrollo de la industria textil, debido a que fue una de las primeras actividades económicas que se desarrollaron, propiciando así los primeros indicios de acumulación capitalista que marcaron el despegue de la industria en México. De acuerdo con Argüello (1989: 227), al mediar el siglo XIX se establecieron las primeras fábricas que definieron el despegue de la industria aunque con una marcada estructura artesanal: “La Constancia” de Antuñano que invirtió $300,000 pesos; “La Hércules” de Don Cayetano Rubio (1792-1876) con valor de $800,000 pesos; o “La Magdalena” de Francisco Antonio Garay (1823-1896), ubicada en el Distrito Federal con una inversión total de un millón de pesos. La industria textil ha tenido un papel central en las actividades de la sociedad organizada, además de figurar entre las industrias más antiguas, tuvo un papel protagónico en la Revolución Industrial y ha sido una de las actividades industriales críticas para la economía de países en vías de desarrollo. La industria textil está íntimamente vinculada con el sector de la confección de prendas de vestir; del total de telas que se producen a nivel mundial la mitad se destina a la industria de la confección y el resto a usos múltiples ya que los textiles se utilizan en la fabricación de productos varios que van desde productos industriales hasta productos para el hogar (Alvarado y Vieyra, 2002). El objetivo de este trabajo es describir la evolución del sector textil y del vestido desde una perspectiva económica y social. Esto es mostrar cómo el sector ha contribuido a lo largo de su historia a la industrialización y economía del país – ya sea en términos de la formación de clusters regionales, atracción de capital extranjero, contribución al PIB y a las exportaciones- así como en el aspecto social en términos n 52 La evolución histórica e importancia económica del sector textil y del vestido en México de su contribución a la oferta de empleos y remuneraciones para los empleados del sector. 1. Los comienzos de la industria textil y del vestido en México 1.1. Desarrollo industrial en el período de 1830-1850 La industria textil empezó a tener reconocimiento en México a partir de 1830. Para el año de 1837 se crearon 4 fábricas modernas de hilados en Puebla con 8 000 husos, y en 1844 existían ya 47 fábricas en todo el país con 113, 813 husos. Durante mucho tiempo se tejía mediante antiguas prácticas artesanales, lo cual explica la baja productividad que caracterizaba a la industria textil mexicana, además de que existían en 1842, 2932 husos parados por falta de algodón y 5 fábricas habían cerrado en Puebla. El algodón era comprado de Veracruz y Tepic, costaba respectivamente 15 y 22 pesos el quintal. En el centro de producción algodonera ubicado en Puebla, se pagaba de 38 a 48 pesos el quintal de algodón. Mientras que el costo del quintal de algodón importado de los Estados Unidos de América (EUA) era de solo 12 pesos (Argüello, 1989: 228). En 1845 se fabricaban un total de 1,641,182 telas de manta comercializadas a 5 pesos reales cada una, obteniendo un ingreso bruto de 4, 606, 625 pesos. El costo por salarios por unidad era de 2.20 pesos y otros gastos e impuestos adicionales sumaban 1.35 pesos. El total de pagos salariales era de sólo 1,520, 600 pesos y 865, 595 por otros gastos. El costo de algodón por quintal era de 35 pesos, destinándose 31, 237 pesos para la compra de algodón. Sumando todo, resultaba un costo total de 2,417,432 pesos y una ganancia bruta de más del 50%, lo cual hacía de la industria textil un negocio redondo. Sin embargo, era una industria que no contaba con la capacidad instalada para satisfacer la demanda potencial, existía una voraz competencia de los productores en Inglaterra, ya que los ingleses producían la mejor tela de manta que era vendida en el mercado del Distrito Federal en 8 pesos en tanto México producía la pieza de manta de la mejor calidad a 8.50 pesos (Argüello, 1989: 228). La mayoría de la maquinaria textil era importada de los Estados Unidos, Inglaterra y Francia. El transporte era caro y azaroso, el salario de los técnicos prohibitivo, las refacciones eran caras y difíciles de comprar. Los trabajadores no estaban capacitados y frecuentemente eran diezmados por la leva militar de la época, razón por la cual se insistía tanto en la modernización de la industria. La mayoría de las empresas movían su maquinaria con energía hidráulica, relativamente barata, pero supeditada a los ciclos de lluvias que eran muy irregulares, afectando el ritmo y la productividad de la industria textil. El suministro del algodón era insuficiente, únicamente se producía la quinta parte de la demanda de esta materia prima afectando el ritmo de producción industrial. El proceso de despepite del algodón 53 n María del Pilar Ester Arroyo López María de Lourdes Cárcamo Solís era rudimentario y no había control de la calidad, además el mercado del algodón estaba dominado por empresarios usureros, que tenían controlado el mercado del algodón producido e importado con la finalidad de enriquecerse a partir de la especulación de los precios de esta materia prima. 1.2. Aporte socioeconómico del sector durante el período de 18301850 Por lo general, los trabajadores de la industria eran escasos, poco comprometidos y con nula capacitación; su capacitación mejoró a medida que se fueron incorporando a la disciplina y hábitos del trabajo industrial. Laboraban 6 días a la semana cumpliendo jornadas que empezaban desde las cinco de la mañana hasta las nueve de la noche, el salario general era de 2 a 3 pesos reales diarios y hasta de 3 pesos reales para los trabajadores calificados (Argüello, 1989). El pago de salarios en Puebla era normalmente la mitad de lo que percibían otros trabajadores en otras regiones del país. La cuarta parte de los trabajadores estaba comprendida por niños, otra cuarta parte eran mujeres y el resto eran hombres adultos. La mayoría de los trabajadores combinaban las actividades agrícolas con el trabajo textil que era estacional. Las condiciones laborales estaban definidas por la insalubridad y la extrema explotación laboral. El personal administrativo, técnico y de dirección era proveniente del extranjero y generalmente estaban bien retribuidos económicamente. El gobierno gravaba con altos impuestos la actividad textil: 1.5% sobre activos fijos (edificios y maquinaria), más 1.5 pesos por cada huso en funcionamiento y el impuesto por importación de maquinaria y materia prima. En términos generales, los impuestos eran muy elevados en casi todas las regiones, pero sobre todo, para las importaciones de maquinaria y materia prima textiles. A pesar de todos estos inconvenientes –mano de obra poco calificada, altos impuestos, abasto insuficiente de materia prima- el auge de la industria fue innegable, como lo demuestra el hecho de que en 1850, de la inversión total de 100 millones de pesos en la industria, un 10% correspondía a la industria textil. 2. La consolidación de la industria textil en México 2.1. Desarrollo industrial en el período de 1850-1870 Durante el período que comprende de 1850 a 1870 la expansión de la industria en México no fue tan notable pero contribuyó a acentuar la división social del trabajo y favoreció el incremento de pequeñas y medianas empresas. Durante este período se desarrollaron otras actividades de manufacturas referentes al azúcar, bebidas alcohólicas (pulque y aguardiente), papel, hilados de lana, ixtle, henequén y seda, así como la apertura de las imprentas, fabricación de muebles y carruajes, herrerías, curtidurías, platerías, fábricas de zapatos, vidrio, n 54 La evolución histórica e importancia económica del sector textil y del vestido en México aceites y jabones, entre otras industrias. Más de la tercera parte de estas empresas se encontraban establecidas en el valle de México, significando una integración de las fuentes de materias primas con el mercado de consumo más sobresaliente en la zona. Durante este período, se consolidó la economía mercantil, además de que también significó la expansión del capitalismo mexicano como un sistema productivo dominante impulsado básicamente por la burguesía nacional y extranjera. Sin embargo, este desarrollo capitalista no era acompañado por un fuerte sistema monetario, todo lo contrario, predominaba en México un antiguo sistema monetario sustentado en la emisión de moneda metálica, cuya característica fundamental estaba dada por su escasez, explicada por la exportación de plata, lo que vino a dificultar la libre realización del valor y la acumulación capitalista a nivel de la economía mexicana. Los intentos por fundar bancos que propiciaran mayor circulación monetaria fueron fallidos, tanto la primera iniciativa promovida por Iturbide en 1821 como la de 1853 promovida por Santa Anna. Finalmente en 1864, el intento tuvo buenos resultados cuando se fundó el Banco de Londres y México, que impulso significativamente el capitalismo en México. El desarrollo del capitalismo promovió la modernización de los talleres textiles. Sin embargo el empuje al sector textil y de la confección no se debió al interés por aprovechar las buenas fuentes de materia prima nacionales, sino al desarrollo de economías de escala en la producción textil y a la protección que otorgó el gobierno al sector al imponer elevados aranceles a la importación de telas y prendas de vestir provenientes del extranjero. El gobierno extendió esta protección durante varios decenios, lo cual compensaba las numerosas deficiencias que padecía la industria textil en México. En los veinte años del período de 1850-1870, la inversión textil creció hasta llegar a ser de entre veinte a veinticinco millones de pesos, constituyendo el 25% de la inversión total en industria. 2.2 Aporte socioeconómico del sector durante el período de 18501870 Al final del período (reporte del año 1873) se tenía una inversión de 150 mil husos, movidos por 11,790 trabajadores, de los cuales 2011 eran mujeres y 2,474 niños, además trabajaban unos 32 mil tejedores, dando como total una ocupación laboral de 43 mil empleos provenientes de la industria textil (Argüello, 1989). Si bien la inversión industrial y el desarrollo técnico crecieron más rápido que la población total en este año, todas las fábricas, incluso las más modernas, parecían haciendas de trabajadores y peones acasillados. Las jornadas laborales eran largas, entre catorce a dieciséis horas, con solo quince minutos para ingerir una dieta pobre. La retribución económica era tan baja que los dos a tres pesos diarios que percibían los trabajadores se quedaban en la tienda de raya que vendía bienes de consumo a precios estratosféricos. 55 n María del Pilar Ester Arroyo López María de Lourdes Cárcamo Solís Por si fuera poco, los obreros vivían dentro del perímetro de la empresa, en casillas paupérrimas y frecuentemente dominadas por la ley del patrón (sistema de castigos y cárcel) y tolerada por la religión. 3. El sector textil y del vestido durante el Porfiriato y la etapa de la Revolución 3.1. Desarrollo industrial en el período de 1870-1920 El desarrollo industrial durante el período específico del Porfiriato (gobierno que comenzaría en 1876 y terminaría en 1911, excepto durante el cuatrienio 1880-1884) se caracterizó por una política de privilegios que consistía en la autorización de salarios extremadamente bajos, la incorporación de la tecnología a la producción manufacturera, la protección comercial con aranceles de 50 a 200% del valor de importación y la prohibición total de importar productos similares a los fabricados internamente. Los impuestos eran demasiado elevados para los artesanos, pero las grandes empresas textileras estaban exentas de cubrirlos. Como resultado se generó una estructura de precios y una relación costo beneficio bastante favorable para las manufactureras, que percibían un alto nivel de ganancias, lo cual contribuyó a la atracción de capitales extranjeros invertidos en la esfera de la circulación (mercantil y especulativa) (Sierra, 2003). El gobierno promovió un vertiginoso aumento de la inversión ferroviaria, esta inversión, más las obras de electrificación que incluyeron la instalación de plantas hidroeléctricas y termoeléctricas para el consumo privado de las fábricas textiles y el aumento del poder adquisitivo de las exportaciones contribuyeron significativamente a la inversión de más fábricas textiles, cuya localización dependió de los mercados. A principios del siglo XIX, Puebla y Monterrey gozaban de una fuerte concentración industrial donde se invertía en nuevas y dinámicas fábricas desarrolladas en medio del proteccionismo que sostuvo el gobierno con el propósito de desarrollar la industria mexicana. A pesar de la quiebra del Banco de Avío, se seguían adquiriendo más husos y telares, cuya inversión correspondía al 23.4% del total de la inversión manufacturera en México. El impulso a la producción industrial en México y en específico el crecimiento del sector textil y del vestido se debe en buena parte a la inversión extranjera. El despegue industrial en México se inició en 1867. Si bien al principio este fue lento, durante el período del Porfiriato – en específico de 1878 a 1911- la producción industrial se duplicó, registrando un crecimiento promedio anual del 3.6%, destacándose la producción de bienes de consumo como los textiles, peletería y calzado, alimentos, bebidas, aceites y jabones. Además de la inversión extranjera, otros factores como el crecimiento del mercado interno, el crecimiento poblacional, la ampliación de las comunicaciones y el contacto frecuente con el exterior contribuyeron a la industrialización n 56 La evolución histórica e importancia económica del sector textil y del vestido en México de México. Para 1911, del total de 3,401 millones de pesos de inversión, 131 millones eran canalizados a la industria manufacturera. De esta última cifra 72 millones eran inversión proveniente de Francia y destinada a la industria textil, la industria del alcohol y la producción de tabaco. Las inversiones de otros países se destinaron a otros sectores, los alemanes tenían enfocada su inversión a la producción de cerveza, químicos y papel, en tanto los estadounidenses invertían en las tenerías, azúcar y molinos de harina. 3.2. Aporte socioeconómico del sector durante el período de 18701920 El crecimiento de la industria se tradujo en un mayor número y tamaño de las fábricas textiles las cuales requirieron de un mayor número de operarios con mejores calificadores. Mientras a finales de 1877 funcionaban 92 fábricas -cada una de ellas utilizaba en promedio 2,753 husos, 98 telares y 128 trabajadores- para 1895, había 110 fábricas produciendo textiles utilizando 3,741 husos cada una, 112 telares y 207 trabajadores. Ya para 1910 se registraban hasta 123 fábricas textiles con una media de 5,714 husos, 203 telares y 206 obreros. Por tanto a comienzos del siglo XX no sólo había un tercio más de fábricas, sino que su tamaño se había duplicado en los últimos treinta años y el número de sus trabajadores crecido en 60% durante el período de 1877 a 1910. La productividad física se aumentó a razón del 2.5% anual (sin considerar los cambios en la mejoría de los tejidos finos), la producción por telar en funcionamiento creció a un ritmo del 11% en tanto que la productividad laboral se incrementó del orden de 2.7% anual durante el período comprendido entre 1895 y 1905 (Haber, 1990). Así, el período de 1867 y 1910 estuvo caracterizado por un crecimiento económico centrado en el impulso a las exportaciones de las empresas establecidas en México. Este proceso se basó en la acumulación de capital de inversión dentro del país el cual según se indicó era en gran medida de procedencia extranjera. Este capital se sumó al nacional, aportando patentes y técnicas de producción, además del financiamiento. Sin embargo el crecimiento de la producción se vio afectado por la falta de crecimiento del mercado interno. El impulso del capitalismo fue desde arriba, apoyando sobre todo al sector exportador y a la inversión extranjera para que fueran los pilares del desarrollo económico en México quedando el desarrollo social supeditado al modelo capitalista. Como consecuencia de la protección al sector exportador, aumentaron las importaciones de bienes de capital así como la inversión en el sistema de transporte y los servicios urbanos (Guillén, 1984). Los beneficios del transporte se tradujeron en menores costos indirectos para el sector textil y del vestido, un ejemplo concreto: el costo de transporte por una tonelada de textiles de algodón desde México hasta Querétaro (aproximadamente 230 kms.) era de 61 dólares en 1877 pero decreció a solo 3 dólares en 1910. 57 n María del Pilar Ester Arroyo López María de Lourdes Cárcamo Solís 4. La re-expansión de la industria textil y del vestido 4.1. Desarrollo industrial en el período de 1920-1950 El total de la producción industrial representaba cerca del 12% del producto interno bruto en los albores de la Revolución Mexicana. Sin embargo, con el movimiento revolucionario en 1910 disminuyeron las comunicaciones y se interrumpió el servicio eléctrico afectando toda la estructura industrial. En el caso específico del sector textil, la producción de algodón disminuyó en 1916 en 15 mil toneladas, lo que afectó fuertemente la producción de textiles y frenó el desarrollo de la industria de la confección. Restablecida la paz, el gobierno se dio a la tarea de incrementar la demanda de productos industriales así como la inversión en obras públicas. La industria textil se expandió gracias al aumento de la demanda interna, multiplicándose las fábricas que utilizaban técnicas de producción avanzadas (De la Torre Villar, 2002). Las empresas que comprendían la industria textil se ubicaron en nuevas zonas: México, Puebla, Tlaxcala, Veracruz, Hidalgo, Guadalajara (Jalisco), Orizaba (Veracruz), Monterrey, Coahuila y San Luís Potosí. La re-expansión de la industria incrementó notablemente la compra de una variedad importante de materias primas, maquinaria, herramientas y materiales para la construcción provenientes del extranjero. Mientras en 1877 el 25% correspondió a la compra de materiales de importación, para 1925 esta importación ascendió a un 60% y en 1940 a un 75%. Las materias primas extranjeras más consumidas por la industria textil fueron colorantes, una gran diversidad de sustancias químicas industriales y fibras artificiales. Cabe indicar que la industria textil a principios del siglo XX importaba algodón de los Estados Unidos a consecuencia del decrecimiento de la producción debido a la Revolución, hasta que la producción de algodón se activó en Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Jalisco y Nayarit, extendiéndose más tarde a Sonora, Sinaloa, Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila. Como resultado de esta expansión, se estuvo en posibilidades incluso de exportar algodón ya que la producción llegó a ser de 44 mil toneladas en 1925 y en promedio de 70 mil entre 1935 y 1940 (Argüello, 1989). El cultivo se extendió al norte del país y a la región del Pacífico norte las cuales contaban con salarios altos y acceso de ferrocarril, lo que aseguraba el éxito de la producción algodonera. Esto favoreció el desarrollo regional, como ocurrió en la zona de la Laguna en Coahuila que se destacó por el cultivo de algodón y la producción de lana. Los empresarios establecidos en la región Lagunera eran de origen inglés, francés y español, producían algodón en grandes extensiones de tierras y estaban financiados en su mayoría por bancos extranjeros. Posteriormente esta actividad productiva en la región Lagunera daría lugar a la formación de un cluster textil y del n 58 La evolución histórica e importancia económica del sector textil y del vestido en México vestido de alto dinamismo. 4.2. Aporte socioeconómico del sector textil y del vestido en el período de 1920-1950 La formación de nuevas empresas del sector textil y del vestido en otros estados del país, contribuyó a la aparición de un proletariado industrial compuesto por peones indiferenciados y obreros calificados (Navarro, 2002). Sin embargo, la crisis del capitalismo ocurrida en 1929-1930 generó muchos trastornos económicos para México en particular en lo referente a la producción de materias primas. Entre 1927 y 1932, el área cultivada de algodón varió notablemente (en 1926 se cultivaron cerca de 132,906 hectáreas pero en 1932 únicamente se cultivaron 43,231 hectáreas), lo que provocó el desempleo de 13,026 trabajadores. Además del desempleo, las condiciones laborales eran muy adversas, ya que los empresarios pagaban míseros salarios a los trabajadores, quienes trabajaban largas jornadas en el campo y las fábricas. En respuesta estas malas condiciones laborales, los trabajadores en la región Lagunera formaron un comité regional de defensa del proletariado para defender sus derechos como trabajadores y exigir el establecimiento de un contrato colectivo de trabajo. En 1935 se organizaron 104 huelgas, lo cual mostraba que los trabajadores de esta región luchaban tenazmente por sus derechos, provocando una importante parálisis en la producción y la inversión. Como resultado de la crisis capitalista y los movimientos laborales, la inversión extranjera decayó de 3,500 millones de pesos en 1926 a solo 2,600 millones en 1939. También las exportaciones bajaron, así como el nivel de reservas internacionales, el cual se ubicó en tan solo 20 millones de dólares. La crisis puso fin al funcionamiento del modelo primario exportador y dio lugar a la creación de nuevos vínculos con la economía mundial. El comienzo de esta nueva etapa de la economía comenzó con una menor capacidad de cubrir la importación de bienes de capital, la contracción del sector exportador y su baja rentabilidad, la disminución de las inversiones extranjeras y empréstitos externos. Este contexto de crisis transformó la estructura productiva de la economía nacional en una economía semiindustrializada al impulsar el Modelo Sustitutivo de Importaciones, tal situación habría de terminar con el comportamiento favorable en la industria textil. El desarrollo de este modelo en México no fue resultado de una deliberada política de industrialización interna, sino una respuesta a la crisis del capitalismo mundial en la década de los treinta. México al igual que otras naciones latinoamericanas comenzó por la vía más fácil: la producción de bienes finales de consumo no durable, debido a que su técnica era relativamente más fácil y la industria no requería de mucha composición de capital. Esta fase que abarca de la crisis de los años treinta hasta la Segunda Guerra Mundial fue sustentada en la sustitución de bienes de consumo, apoyada por una política ultra pro59 n María del Pilar Ester Arroyo López María de Lourdes Cárcamo Solís teccionista y de baja composición tecnológica. En 1950, la producción industrial significaba poco más de la mitad del producto interno bruto (PIB) del sector industrial. El Modelo Sustitutivo de Importaciones logró avances solo en la industria de tipo tradicional, en especial la de los alimentos, bebidas, tabaco y textiles. Después de 1950, la industria del papel, caucho, química, máquinas, equipo de transporte, minerales no mecánicos y siderurgia fueron los sectores que mayor participación tuvieron en la generación del PIB, rezagándose la industria de los alimentos, bebidas, tabaco, textiles, zapatos y ropa. Esta transformación industrial se basó en una mayor composición de capital fijo, condición necesaria para abatir los costos de producción unitarios. 5. El sector textil y del vestido ante la liberalización comercial 5.1. Desarrollo industrial en el período de 1950-1990 Desde el punto de vista económico, puede argumentarse que la historia moderna de México comienza a principios de la década de los cuarenta, en la que el gobierno se encarga principalmente de impulsar la economía capitalista, construyendo innumerables obras de inversión, además de incrementar el control sobre sectores básicos como fue la nacionalización del petróleo realizada por el Presidente Lázaro Cárdenas en 1938. Durante los años sesenta y setenta, la economía industrial también fue impulsada por una fuerte inversión pública aplicada a la electricidad, la construcción de caminos y puentes, obras de infraestructura e irrigación, además de la aplicación de incentivos fiscales a la iniciativa privada, sobre todo a la industria manufacturera que era a todas luces la industria con mayor participación en la generación del PIB a nivel nacional y de mayor composición de capital fijo. La industria textil aprovechó las ventajas que el gobierno desarrolló en cuanto a inversión pública para disminuir costos de producción directos e indirectos. El crecimiento promedio anual de la industria textil y del vestido fue del 4.8% durante 1970 a 1976, mientras que en el período 1976-1981 el crecimiento promedio fue del 6.3%. De hecho el sector textil y del vestido fue uno de los sectores más dinámicos de la industria manufacturera, participando con el 11.7% del PIB manufacturero en 1970 y el 10.1% en 1981. El número de empresas establecidas en el ramo textil y del vestido, era de 2,210 empresas en 1970 y de 2,495 unidades empresariales en 1981. En cuanto a la capacidad instalada de husos, se tuvo un crecimiento promedio anual del 2.8% durante el período de 1970 a 1981, mientras que la estadística en relación a los telares utilizados en la industria textil era de 1.4% en el mismo período de estudio. 5.2. Aporte socioeconómico del sector durante el período 1950-1990 El principal beneficio social durante este período se reflejó en la ocupación laboral, la tasa de empleo promedio fue del 1.1% durante n 60 La evolución histórica e importancia económica del sector textil y del vestido en México 1970-1976 y en el periodo de 1976-1981 se incrementó a un ritmo promedio anual del 2.9%. El sector continuó empleando operarios poco calificados lo que resultó en salarios poco competitivos respecto a otros sectores industriales más altas tasas de rotación (Cárcamo, 1991). 5.3. Rol del sector textil y del vestido en el comercio internacional de 1950-1990 La contribución del sector textil y del vestido al comercio exterior amerita tratarse por separado a partir de los 70’s debido al nivel de importancia que ha llegado a alcanzar. Durante 1970 a 1978, las exportaciones de textiles se incrementaron a un ritmo promedio anual del 20.5%, sin embargo de 1978 a 1980 esta industria mostró un fuerte descenso promedio del 32.2% (Cárcamo, 1991). Esta disminución en las exportaciones de textiles y de prendas de vestir se debieron las siguientes razones: los incentivos industriales se dirigieron principalmente hacia la industria petrolera y el crecimiento de la espiral inflacionaria provocó la baja en la competitividad de la industria textil y del vestido. Durante largos años, el comercio internacional del sector textil y del vestido estuvo controlado bajo regímenes especiales (Acuerdo del Algodón de 1961-1973 y Acuerdo Multifibras de 1974-1994) que permitieron a EUA y países de la Unión Europea negociar o imponer cuotas contra las importaciones textiles y las prendas de vestir provenientes de países en desarrollo. De acuerdo con García-Castro (2004) tres hechos fundamentales determinaron el despegue exportador de la industria textil y de la confección en México: 1) la crisis de la deuda externa en los 80’s que marcó el fin de la etapa de industrialización basada en el modelo de Sustitución de Importaciones, 2) la entrada en vigor de la Organización Mundial de Comercio en 1994 y el Acuerdo de los Textiles y el Vestido en 1995 que integró los textiles y prendas de vestir a las reglas comunes del Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT) eliminando restricciones cuantitativas y disminuyendo prácticas dumping (Simón-Domínguez, 2004) y 3) la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994 vino a complementar las regulaciones sobre el comercio de textiles y prendas de vestir, estableciendo una reducción progresiva de aranceles para productos manufacturados con fibras estadounidenses, canadienses o mexicanas (Simón-Domínguez, 2004). Estos hechos favorecieron a las exportaciones mexicanas -principalmente de prendas de vestir ya que los textiles no son competitivosincrementando significativamente durante los 80’s y 90’s la creación de empresas dedicadas al ensamble de prendas de vestir (maquiladoras) usando insumos de EUA y aumentando la cantidad de divisas provenientes de la actividad del sector. Las devaluaciones del peso en 1993 y 1994 y la Iniciativa del Caribe que daba acceso preferencial a los productos fabricados en países latinoamericanos, contribuyeron a que México fuera una región aún más atractiva para el abasto 61 n María del Pilar Ester Arroyo López María de Lourdes Cárcamo Solís internacional de prendas de vestir. Las maquiladoras se propusieron como una iniciativa para la creación de empleos y el incremento a la exportación. La ubicación de estas maquiladoras cerca de la frontera norte redujo los costos de logística, facilitando el acceso al mercado estadounidense. 6. El sector textil y del vestido en la era moderna 6.1. Desarrollo industrial del sector a partir de 1995 Como consecuencia de los acuerdos de libre comercio y el apoyo para la ubicación de maquiladoras en la zona fronteriza del país, el número de maquiladoras creció de 256 en 1990 a 1,119 para el año 2000. Tan solo de 1994-1998, 463 nuevas empresas de textiles y de confección extranjeras surgieron en México, 71.9% de las cuales eran de origen estadounidense. La entrada de empresas líderes en manufactura (ej. Cone Mills Corporation), dueñas de marca (ej. Liz Clairbone) y tiendas departamentales (ej. JCPenny’s) con órdenes de gran volumen y mayores demandas en cuanto a calidad contribuyó a la mejora de los procesos productivos, a la fabricación de productos que cumplieran los estándares de calidad internacionales y finalmente a la evolución hacia una producción de “paquete completo”1 (Bair y Gereffi, 2002). Este esquema favorece la integración de las actividades productivas que implica la fabricación de una prenda completa, estimula la formación de vínculos entre los varios integrantes de la cadena y da oportunidad a que productores nacionales provean materiales adicionales (avíos). La liberalización del comercio internacional del sector textil y del vestido contribuyó al desarrollo regional como lo demuestra la expansión de la región Lagunera en los 90’ cuyo dinamismo se sustentó en la producción de “paquete completo”. Aquellas empresas locales con experiencia, capital y capacidades para coordinarse con productores textiles y fabricantes de insumos complementarios establecieron relaciones exitosas con firmas estadounidenses. Entre estas asociaciones figura la iniciativa conjunta Original Mexican Jeans Company (OMJC) establecida por Aalfs Manufacturing y la fábrica mexicana de la familia Martín; Parras-Cone, compañía textil líder resultado de la asociación entre una compañía de Carolina del Norte, EUA y la más grande y antigua compañía textil mexicana (Gereffi et al. 2002). Estas asociaciones contribuyeron al desarrollo económico de la región Lagunera, a la actividad exportadora y emprendedora, y a al mejoramiento de las competencias de la fuerza laboral y en consecuencia de sus ingresos. Así Torreón, en el centro de la región Lagunera llegó La producción de paquete completo se refiere a la posibilidad de fabricar la prenda o línea de productos completa que solicita un comprador. Esto significa que el productor es capaz de integrar o realizar todas las actividades productivas de la cadena textil-vestido: desde la adquisición o producción de fibras, la fabricación y acabado de hilados, tejidos y textiles, el corte y confección de prendas, sus acabados y la logística asociada al movimiento de productos en proceso y terminados. 1 n 62 La evolución histórica e importancia económica del sector textil y del vestido en México a identificarse como la “Nueva Capital Mundial de los Blue Jeans”. Aparte de la significativa exportación de mezclilla y jeans fabricados en la región Lagunera, otras exportaciones mexicanas que mostraron alto dinamismo fueron las confecciones de punto y tejido plano. Sin embargo, las mejoras en calidad, productividad y el avance hacia la producción de paquete completo no se extendieron a todas las empresas del sector. Las pequeñas y medianas empresas, más las maquiladoras que conforman la mayoría del sector y fabrican productos tipo commodity, no integraron cadenas productivas completas y siguieron operando con baja tecnología, mano de obra poco calificada y mínimas habilidades de diseño y administración. Uno de los problemas críticos identificados por autores como García-Castro (2004) para la evolución hacia la producción de paquete completo y la integración de la cadena textil-vestido es la situación financiera y limitada capacidad de las empresas textiles mexicanas (la planta promedio en México cuenta con 7,000 husos, apenas la mitad del promedio europeo y la quinta parte del estadounidense) lo que lleva a la dependencia de textiles importados. El otro problema crítico es la falta de capacidad para la comercialización y distribución de las prendas de vestir, ya que estas actividades han estado dominadas por las empresas extranjeras que subcontratan la producción en México. Así dos de las actividades más intensas en capital -la producción de textiles y la comercializaciónestán fuera del dominio de la mayoría de las empresas del sector, esto es las pequeñas o medianas, impidiendo la integración de la cadena textil y del vestido (Maldonado-Pérez, 2005). 6.2. Aporte socioeconómico del sector textil y del vestido de 1995 a la fecha La actividad exportadora del sector textil favoreció la creación de empleos. En 1990 se reportaban 42,231 trabajadores laborando en el sector, cifra que se incrementó en diez años hasta 265,935. Sin embargo, esta aportación al empleo se revertió ante la tendencia globalizadora que favorece el desplazamiento de las actividades de producción del sector hacia países capaces de ofrecer bajos costos de mano de obra. Considerando que los costos de mano de obra en México son superiores a los de otros países como por ejemplo China, India, Honduras y Brasil (Maldonado-Pérez, 2005); la producción de textiles mexicanos es insuficiente y solo contadas empresas nacionales pueden ofrecer producción de paquete completo, es claro por qué las empresas transnacionales han favorecido otras regiones como centros de producción en detrimento de los índices de empleo para el sector. Según reporta García-Castro (2004) tan solo en el 2003 respecto al 2000, se habían perdido 49,389 empleos en el sector textil y 185 mil en el de la confección, esta tendencia negativa no se ha revertido según demuestra la información del cuadro B. 63 n María del Pilar Ester Arroyo López María de Lourdes Cárcamo Solís 6.3. Contribución del sector textil y del vestido al comercio internacional de 1995 a la fecha En 1998 México exportó 6,812 millones de dólares en prendas de vestir hacia Estados Unidos y para finales del 2000 el valor de la exportación mexicana alcanzó los 8,700 millones colocando al país en el primer lugar de exportaciones de prendas de vestir hacia EUA. El período de 1990-2002 fue el del liderazgo exportador para el sector textil y del vestido que logró una participación en las importaciones de EUA del 11.58% gracias a dos factores: 1) la reducción progresiva de las tasas arancelarias (en 1998 la tasa era de 0.6% la cual se redujo hasta 0.28% en 2002) y 2) los bajos costos salariales, estos costos representaron el 22% de los costos de toda la cadena productiva en México mientras que en EUA correspondieron al 33% (Simón-Domínguez, 2004). Sin embargo, la falta de desarrollo tecnológico y de coordinación del sector provocó que al inicio del nuevo siglo la industria mexicana perdiera competitividad frente a países del este de Europa y de Asia, principalmente China. Durante el período de 2001 a 2007, la tasa de exportación de prendas de vestir mexicanas decreció aproximadamente un 11% por año (cuadro A) en tanto que la tasa de exportaciones de prendas fabricadas en China seguía aumentando (Ramírez, 2010). La desaceleración económica en Estados Unidos registrada a mediados de 2000 exacerbó la situación resultando en una notable baja de las exportaciones del sector porque el 75% de las exportaciones de la industria textil en el 2002 se destinaron a este país y hasta un 95% de las exportaciones de prendas de vestir fueron a EUA (Simón-Domínguez, 2004). El bajo costo de la mano de obra ya no es una ventaja competitiva para el país ya que los costos son mayores que en China, India, Honduras y Brasil (Maldonado-Pérez, 2005). Sin embargo aún se mantiene la ventaja de los costos de logística - un embarque de textiles de China a Estados Unidos cuesta el doble que el envío de México a EUA- ventaja que podría perderse ante la creciente inseguridad en el país que aumenta el costo de transporte debido al robo de embarques y el pago de seguros. La industria textil y de la confección inicia la primera década del siglo XXI con un panorama desalentador como lo muestran los índices de producción y ventas internas del cuadro C. Después de un diagnóstico de la situación actual del sector, la Secretaría de Economía propuso un programa para la competitividad de la cadena fibras-textilvestido que incluye entre sus puntos principales el facilitar la obtención de créditos para las empresas del sector, la reducción o subsidios de tarifas eléctricas, el aumento en la seguridad, el combate al comercio informal y la importación de prendas de baja calidad así como el apoyo para la integración de la cadena textil y del vestido. El análisis sobre la competitividad actual de las empresas del sector identifica la necesidad de avanzar hacia la producción de paquete completo, alcanzar n 64 La evolución histórica e importancia económica del sector textil y del vestido en México flexibilidad.2 En la producción para responder a la demanda actual de bajos volúmenes para una alta variedad de productos así como el desarrollo de capacidades para el diseño y la comercialización directa de las prendas de vestir en el mercado nacional. Conclusión Después de documentar la evolución histórica del sector textil y de la confección, se concluye que el desempeño de este sector está íntimamente relacionado con la historia económica del país en el sentido de que los esfuerzos para la recuperación económica, industrialización y apertura de fronteras para el comercio internacional han determinado los avances de esta industria. A lo largo del período de análisis comprendido de 1846 a la fecha, se aprecia que la industria textil y de la confección ha hecho aportaciones significativas a la industrialización del país, la generación de empleos y las exportaciones, figurando entre las industrias que más aportan al PIB en manufactura. La inversión extranjera y más recientemente los acuerdos de libre comercio y en particular el TLCAN han sido determinantes para impulsar la industria. En sus orígenes, las fábricas textiles estuvieron en manos de ingleses y franceses que eligieron establecer instalaciones en México debido a la alta rentabilidad de su inversión. Muchos años después, la iniciativa de las maquiladoras para ensamblar prendas de vestir con textiles estadounidenses respondió a la misma motivación, aprovechar los bajos costos salariales y de transporte hacia EUA. La participación de empresas extranjeras fue esencial para el crecimiento del sector, la introducción de tecnologías y la capacitación de los gusto empleados. Sin embargo, ni estas empresas ni el gobierno procuraron la integración de la cadena productiva (o de abasto) textil-vestido; en tanto la evolución hacia la producción de paquete completo solo se dio a través de alianzas selectivas con empresas mexicanas líderes, dejando a las pequeñas y medianas empresas que constituyen la mayoría del sector en el rezago. Bibliografía Argüello, G., (1989), “El primer medio siglo de vida independiente (1824-1867)”, en Semo, E., (coordinador) (1989), México, un pueblo en la historia. Campesinos y hacendados, generales y letrados, Tomo 2, 1770-1875), México, Alianza Editorial, (312 pp.). Alvarado, C. y A. 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Recuperado por última vez 18/03/10. n 66 La evolución histórica e importancia económica del sector textil y del vestido en México Sierra, C., (2003), Historia de México a la luz de los especialistas, México, Editorial Esfinge, 370 pp. ANEXO Series históricas de indicadores económicos de la industria textil y del vestido Cuadro A Volumen de exportaciones de la industria textil y del vestido, en México (2003-2008) Año 2003 2004 2005 2006 2007 2008 Valor de la exportación de prendas de vestir (miles de pesos)a 77 533 151 82 892 026 78 022 949 67 581 465 43 577 886 52 980 939 Valor de la exportación de fibras textiles (miles de pesos)a 7 428 899 7 516 098 8 354 542 5 733 602 7 960 200 1 028 342 148 Porcentaje de participación en las importaciones de EUA de productos textiles y de vestir mexicanos (miles de millones de dólares)b 10.8 % 9.8 % 8.7 % 7.4 % 6.7 % 6% a. Elaboración propia a partir de los datos de INEGI. Anuario Estadístico de Comercio Exterior de los Estados Unidos Mexicanos (varios años). b. Datos extraídos de Hernández, R. A., Romero, I. y Cordero, M. (2006) “¿Se erosiona la competitividad de los países del DRCAFTA con el fin del acuerdo de textiles y vestuario?”. CEPAL: México. Cuadro B Contribución del sector textil y del vestido al empleo en México (2003-2007) Año Puestos de trabajo remunerados en la industria textil y del vestido 2003 2004 2005 2006 2007 754 467 741 926 723 218 691 093 655 201 Personal ocupado de la industria maquiladora de exportación textil y del vestido 261 275 245 423 234 938 No disponible No disponible Fuente: Elaboración propia en base a los datos del INEGI, 2009. La industria textil y del vestido en México 2009. Series estadísticas sectoriales, No. 22. 67 n María del Pilar Ester Arroyo López María de Lourdes Cárcamo Solís Cuadro C Producción en la industria textil y del vestido en México (2003- 2007) Año Producción bruta en Índice nacional valores básicos total de la producción (millones de pesos a en la industria textil precios constantes) y del vestidoa 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 244 915 247 978 240 175 240 829 233 764 No disponible No disponible 100.0 105.1 110.0 116.2 101.2 97.9 87.0 Valor de las ventas de la industria textil y del vestido (miles de pesos) 59 506 397 64 847 507 65 088 007 67 493 628 67 680 548 67 315 981 No disponible Elaboración propia a partir de: INEGI (2009). La industria textil y del vestido en México 2009. Series estadísticas sectoriales, No. 22. 2. BANXICO: http://www. banxico.org.mx/AplBusquedasBM2/busqwww2.jsp. (consultada en mayo del 2010). a. Los índices de producción del cuadro son el promedio de los índices mensuales para los sectores textiles y de prendas de vestir. n 68 Eco n o mí a y so ci e d a d e n e r o- jun io 25 Microfundamentos para la economía de la mujer Fernando Antonio Noriega Ureña* [email protected] Resumen La teoría tradicional ha desestimado las diferencias de género en la conducta económica de los agentes individuales, suponiendo que éstas no modificarían el axioma de conducta racional. Sin embargo, aquí se plantea una hipótesis basada en una condición irreducible de género que permite la formalización diferenciada de los consumidores. Los resultados revelan una economía de mercado muy diferente a la que se explica cuando los agentes son individuos sin distinción de esa clase: En primer lugar, no sólo las preferencias, la tecnología y las dotaciones iniciales determinan los precios, sino también la composición de género; en segundo, la distribución a través de instituciones diferentes al mercado, Fecha de recepción: 13 de abril de 2010 Fecha de aceptación: 24 de mayo de 2010 * El autor agradece los comentarios y sugerencias de dos dictaminadores anónimos. Cualquier error u omisión remanente es responsabilidad exclusiva de los mismos. Profesor–Investigador Titular C de Tiempo Completo, Departamento de Economía, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma Metropolita - Unidad Azcapotzalco. 69 n Fernando Antonio Noriega Ureña como las sociales, se hace necesaria para compensar las desventajas de género, y en tercero, el resultado de igual remuneración para trabajo igual, lejos de resolverlas, las reproduce. Así, se concluye que tanto la teoría de los precios como sus implicaciones de política económica cambian considerablemente bajo este nuevo escenario analítico. Palabras clave: Género, Economía de la mujer, Empleo, Salarios Clasificación JEL: J16; E20; E24. 1. Introducción El debate actual en torno a la economía de género ha abierto espacios importantes y profusamente atendidos en el terreno de la economía aplicada, y ha centrado su atención en los fenómenos inherentes a la economía de la mujer, particularmente en lo referido a las asimetrías distributivas, discriminación, violencia, marginación y pobreza. Tanto la medición como la tipología de cuestiones tales como la discriminación en el trabajo, la injusticia salarial, la sobreexplotación y la pobreza de género, son tratadas desde diferentes enfoques teóricos pero generalmente fuera del dominio analítico de la teoría de los precios y, por tanto, lejos de la base de sustentación de la política económica. Ante ese hecho, la política social, entendida como un sistema institucional público de atención a fenómenos considerados no económicos pero sí relacionados con el bienestar de las comunidades humanas, ha extendido considerablemente su dominio sobre los problemas de género y pobreza, con el consecuente descargo de responsabilidades de la política económica al respecto. Sin embargo, y paradójicamente, el ejercicio de la política social en las actuales economías de mercado, en aras del fortalecimiento del laissez faire, ha contribuido a alejarlas de las posibilidades de transitar hacia modalidades de economía social, debido fundamentalmente a que se considera que las asociaciones entre individuos, lejos de favorecer la eficiencia en la toma de decisiones, crean distorsiones y obstáculos al buen funcionamiento de los mercados. Así entonces, el encuentro analítico entre la economía de género y la economía social es ajeno a la naturaleza de la política social, no así a la de la política económica. De hecho, la evidencia que se recoge de las crisis de pagos, es que cuando el sector privado equivoca sus expectativas y por ende sus decisiones, sólo quedan los fundamentos n 70 Microfundamentos para la economía de la mujer de las políticas fiscal y monetaria para detener la descapitalización de las empresas y el deterioro del bienestar material de los hogares. En ello la política social sólo desempeña el papel de mecanismo parcial y transitorio de compensación de daños. Lo demás, es decir, las soluciones de fondo, dependen de la teoría que los responsables de la política económica utilizan para determinar sus criterios de acción, y si al interior de ella no existen fundamentos para la orientación de género de la política económica, tal estará inevitablemente ausente, con los costos que su ausencia signifique para el género menos favorecido. La discusión actual en torno a la necesidad y posibilidades institucionales de orientar las políticas fiscal y monetaria con perspectivas de género, se sostiene más en intuiciones y conjeturas derivadas de hechos específicos que en explicaciones generales y formalmente sustentadas. Salvo un esfuerzo pionero para abrir la discusión sobre las bases axiomáticas de la economía de la mujer, realizado por Marianne A. Ferber y Julie A. Nelson,1 la literatura actual no ofrece una discusión metodológica profunda ni elementos formales para la construcción teórica distintiva de la conducta económica de hombres y mujeres. Parece no haberse considerado importante en la economía formal el estudiar la distinción, probablemente en la idea de que el consumidor representativo es suficiente para cubrir las exigencias metodológicas de la explicación de las economías de mercado. Las distinciones de género no han sido incorporadas como un asunto importante para la demostración de que una economía plenamente descentralizada no deriva en el caos sino en el equilibrio y que tal es óptimo de Pareto, ni para la microfundamentación de la política económica; tampoco han sido incorporadas por enfoques alternativos, como el inherente a la economía social, para criticar estos resultados de la teoría tradicional y buscar fundamentos axiomáticos diferentes y más sólidos.2 1 Ferber, M. A. y J. A. Nelson (1993), es una compilación de artículos que bajo el título Beyond Economic Man. Feminist Theory and Economics, plantea una discusión en torno a la necesidad de “desmasculinizar” el análisis económico. 2 Entre los once autores que contribuyen al debate en el libro antes citado, destaca la presencia de Robert Solow, Premio Nobel de Economía 1987, quien en sus planteamientos fundamentales desestima la necesidad de incorporar a los fundamentos de la teoría alguna consideración sobre distinciones de género. Sus numerosas y destacadas contribuciones a la teoría tradicional, al igual que sus críticas y desacuerdos más recientes con ella (véase particularmente Solow & Hahn (1995)), les otorgan relieve a sus opiniones sobre la necesidad de distinguir géneros en el análisis económico. Plantea su posición en los siguientes términos (Solow, R. (1993: 155-156)): It seems obvious that economics is at least a little different from biology and chemistry, partly because there is no poking or prodding, just passive observing, and partly because the economist, in thinking about the economy, is inevitably thinking about herself or himself. Introspection plays no part in the framing of hypotheses about chemistry or molecular biology, but I do not see how it can be wholly avoided in framing hypotheses about economic behavior. It would be crazy not to ask: what would I do in those circumstances? Even in the economic context, however, I am skeptical about imputing specifically masculine or feminine characteristics. Y más adelante señala lo siguiente sobre el contenido de los artículos que conforman 71 n Fernando Antonio Noriega Ureña Ferber y Nelson plantean el problema en los siguientes términos: Women have been largely absent not only as economic researchers but also as the subject of economic study. […] The first edition of Paul Samuelson’s Economics (1948) had only two references to “females” and none to “women”, both included in a segment on “minorities”. Even today, women and families remain strangely absent from many “general” discussions of economic matters. […] One must ask whether the “individual” and “we” do not display a distinctively masculine tendency toward identification from work rather than relationship, and whether the notion of “individual consumers in nuclear families” is not fundamentally confused. Such a blind spot when it comes to women’s traditional identification through family relations, and disregard of the possibility that the same may be true of men, implies “invisibility” of women and families in the analysis of “human” behavior. Similarly, little attention is given to the economic value of household work, traditionally done mostly by women. Again taking an example from a textbook, the complete discussion of this issue consists of three sentences: “Many people, particularly leaders of the women’s movement, argue that household work should be given a value and included in GNP. This is worth thinking about. Would it be a reasonable thing to do? If so, how would one go about valuing household production?” (Reynolds 1988). Marilyn Waring (1988) and Nancy Folbre (1991) have discussed additional incidents of such neglect and the consequences they have for social statistics and policy. Standard discussion of human capital formation (e.g., Ehrenberg and Smith 1991) start with a discussion processes undertaken at home as well as the care from birth (or even from before birth, as in maternal health and nutrition) devoted to creating and developing a child’s capacities”. En un intento de contribuir a la comprensión de algunas de las cuestiones de género que han sido por completo dejadas de lado por la teoría convencional, en este trabajo mostraremos, a partir de la formalización de las especificidades paramétricas que pueden considerarse básicas y exclusivas de la conducta maximizadora de la mujer, que los resultados micro y macroeconómicos tradicionales varían considerablemente. Las desventajas de género que se ponen en evidencia, aparecen como una característica natural de la estructura de una economía competitiva, al igual que los problemas de asimetría en la distribución del ingreso. la compilación: It bothers me that the papers in this volume say almost nothing about the nuts and volts of economic analysis: demand and supply elasticities, the cyclical behavior of real and nominal wages, you name it. The ideological content of economics attracts attention, but were it not for the nuts and bolts, the market for economics would clear at a very low level. When it comes to the nuts and bolts, however, economics is more like chemistry. In those areas, the effects of feminizing the discipline would be seen mainly in atmosphere rather than in substance. (But not always –women might have a genuinely different perspective on wage determination in the business cycle, for instance.) n 72 Microfundamentos para la economía de la mujer Pese a que las condiciones iniciales del sistema parecerían situar a todos los agentes en un plano de equidad, hay características intrínsecas de las mujeres que las ponen en una desventaja que los precios por sí solos no son capaces de resolver. Se hace necesaria la creación de instituciones que hagan posible la compensación de las asimetrías y la reivindicación de género. Se abre un campo importante para el desarrollo de la economía social. El escenario analítico es de competencia perfecta, plena descentralización y propiedad privada. Existe un único producto, no durable y por tanto no acumulable, y el trabajo es el único factor de producción. Se distinguen un consumidor y una consumidora, cada uno de ellos representativo de todos los agentes de su respectivo género. Ambos comparten de manera equitativa los derechos de propiedad sobre el aparato productivo, que para el análisis queda representado por una firma representativa, también de conducta maximizadora, que se supone idéntica a las muy numerosas de su misma naturaleza existentes en el sistema. El marco analítico corresponde a un sistema competitivo conformado por consumidores y productores de conducta maximizadora, en el que las empresas maximizan la tasa interna de retorno, que formalmente equivale a la tasa de ganancia, según se define en Marx y Smith, y a la eficacia marginal de la inversión, en la Teoría General de Keynes. Esta hipótesis hace diferencia con la maximización de la masa o volumen de beneficios, que tradicionalmente se sostiene en la teoría neoclásica.3 El apartado 2 del documento se refiere a las condiciones iniciales, hipótesis y resultados de equilibrio individual de los consumidores; en él se efectúa un análisis comparativo de los resultados microeconómicos de los dos géneros considerados. El apartado 3 concierne a los resultados de equilibrio macroeconómico; en él se investigan las implicaciones de la distinción de género en los niveles de producción y empleo, y en la distribución del ingreso; se analizan por tanto las implicaciones básicas de políticas fiscal y monetaria. Finalmente, en las conclusiones se hace una síntesis de los resultados alcanzados y de sus implicaciones en términos de una agenda de investigación sobre el tema. 3 En completo apego a las exigencias metodológicas y técnicas de la teoría neoclásica, se hará evidente que de dicha maximización deriva la demostración de que el sector laboral no es un mercado ni funciona como tal, y el salario, lejos de ser un precio más, es una variable distributiva que se determina exógenamente. En otros modelos en los que se emplea la misma hipótesis, destaca la demostración de que el desempleo involuntario es plenamente compatible con el equilibrio general de competencia perfecta. Con base en un teorema –el teorema de superioridad- se demuestra que la hipótesis neoclásica con las que se explica la conducta racional de los productores es incorrecta, debido a que explica el funcionamiento de una economía técnica y socialmente ineficiente. Se hace evidente que si los productores maximizan la tasa de ganancia o tasa interna de retorno, en lugar de la masa de beneficios, como lo plantea la tradición neoclásica, el resultado que se alcanza para cada empresa y para el agregado de productores y consumidores, es superior en el sentido de Pareto, y la economía refuerza su carácter competitivo en la medida en que el número de unidades productivas es mayor. Véase Noriega (2001 y 2006). 73 n Fernando Antonio Noriega Ureña 2. Conducta maximizadora La diferencia que será el fundamento de la distinción entre mujeres y el resto de la especie para efectos de esta investigación, corresponde a su papel en la reproducción de la vida humana y en las responsabilidades directas que ella implica y que supondremos intransferibles. La mujer es la que biológicamente asume el papel y en la que recae la responsabilidad exclusiva de la gestación y el alumbramiento, sea o no con su consentimiento, y sea o no por su propia decisión, y toda la especie le debe a ello su origen. Los efectos de esta investigación dejan fuera de su alcance el análisis del proceso de decisión de la mujer respecto a su maternidad. Sólo interesa considerar la maternidad como un hecho consumado a partir del cual aparece una diferencia irrenunciable entre la mujermadre y el resto de la especie, diferencia de la que se desprende una conducta económica muy distinta de ella respecto a la del hombre y de la mujer que no es madre. Así entonces, en nuestra hipotética economía competitiva, completamente descentralizada y propia de una sociedad en la que sólo los adultos toman decisiones, se considerará que hay dos géneros: el de las mujeres-madres, y el de los demás, conformado por hombres y por mujeres no madres. Esta distinción, pese a que seguramente resultará insatisfactoria para muchos especialistas, es necesaria por el momento. Será, sin embargo, reconsiderada más adelante. En el entendido de que la mujer-madre se enfrenta a una economía competitiva, plenamente descentralizada y conformada de agentes de conducta egoísta y atomizada, sólo ella, en función de sus preferencias y ex-ante, determina su carga de responsabilidad sobre el resultado de la reproducción. En el sistema, por su propio carácter competitivo, no hay contratos de corresponsabilidad sobre los hijos; es decir que no existen ni el matrimonio ni la asociación de pareja,4 porque el sistema mismo, en su naturaleza de libre mercado e individualismo metodológico, hace vigente la plena descentralización y excluye toda posibilidad de asociación entre individuos.5 4 Gary Becker (1981), explica el emparejamiento selectivo de cónyuges en los mercados matrimoniales, como resultado de agentes, hombres y mujeres, que difieren entre sí a cusa de sus dotaciones, pero no de su naturaleza. Considera, como causas de las diferencias, desde el capital humano acumulado por cada individuo, hasta la especialización en el trabajo al interior de los hogares; pero excluye cualquier característica distintiva de género. En el capítulo 2 del libro aquí citado “La división del trabajo en los hogares y las familias”, Becker (1981: 32), dice: Uno de los supuestos más importantes de este apartado es que en principio todas las personas son idénticas; las diferencias de eficiencia no vienen determinadas por diferencias biológicas, ni por otro tipo de diferencia intrínseca a la persona. Las diferencias de capacidad son el resultado de diferentes experiencias y de otras inversiones en capital humano. 5 Si bien el hacer vigentes aquí las condiciones iniciales de la teoría tradicional en escenarios competitivos implica la exclusión de los fenómenos de asociación entre n 74 Microfundamentos para la economía de la mujer Supóngase que toda mujer en el sistema, antes del periodo de análisis, ha tenido la libre opción de elegir ser o no madre, y ha tomado su decisión. Las que decidieron no serlo (por un proceso que desconocemos y que no es interés de esta investigación analizar), no se sujetan a ninguna condición paramétrica diferente a las de los hombres en su papel de agentes maximizadores; es decir que toman decisiones de sí y para sí mismas, sin implicación alguna para nadie más. En cambio, las que decidieron ser madres asumen la responsabilidad sobre las variables en las que sus decisiones determinan las condiciones materiales de las hijas o hijos a los que han dado vida y mantienen irrenunciablemente bajo su custodia. Supondremos que estos últimos –las hijas e hijos– son considerados dependientes absolutos del cálculo económico de las mujeres mientras son incapaces de tomar decisiones por sí mismos; es decir, mientras alcanzan la adultez. Es necesario subrayar una vez más que las hipótesis que se proponen enseguida no pretenden explicar la elección de la mujer en términos de ser o no ser madre, sino la conducta económica de las que han decidido ya ser madres, y que bajo esa condición deben realizar sus ejercicios de elección racional, dados los precios relativos. El análisis se realizará sobre la base de agentes representativos. 2.1 Hipótesis 1: Conducta económica de la mujer-madre La mujer-madre toma sus decisiones según el siguiente cálculo, en el que el subíndice m se refiere a las variables que ella puede determinar en función de la información que le transmiten los precios La función de utilidad Um (.), que se supone no separable, estrictamente cóncava y diferenciable, depende, en primer lugar, de la demanda neta de producto para su consumo, misma que resulta de la demanda bruta o total qdm, menos la parte de producto que destinará al consumo de sus hijos: ∑ Өi, siendo i ≥ ∑ Өi ≥ 0; 1 ≥ Өi ≥ 0, e i=0, 1, 2, 3,… h-1, h. i i (Estos parámetros son parte de las preferencias de la mujer-madre y sólo se modifican en el largo plazo): Máx. U m qdm − q ∑ i , − Tom i 1+ ∑ i i definida para todo qdm − q ∑ i > 0 y i 1+ ∑ i i (1) − Tom > 0 , géneros, se logra un beneficio metodológico importante para el estudio de los mismos: la posibilidad de analizar, con base en esta referencia extrema, los términos del intercambio entre géneros para la conformación de contratos de corresponsabilidad, matrimonios o asociaciones en pareja. Así, al término de nuestra investigación podremos responder por lo menos a la siguiente pregunta sobre este particular: ¿Existe una tasa de descuento de género que ponga en desventaja a alguno de ellos ante la posibilidad de definir acuerdos de asociación en pareja y corresponsabilidades, cuando tal cosa es posible? 75 n Fernando Antonio Noriega Ureña S.a Πm + wTom = pqdm (2) La cantidad se refiere al volumen de producto que biológicamente necesita cada hijo para garantizar plenamente su vida;6 por tanto, la madre habrá decidido subjetivamente si garantiza total o parcialmente la vida de cada uno de ellos al determinar la magnitud de cada Өi según sus preferencias afectivas. Se admite así la posibilidad de la madre desnaturalizada, es decir, la de aquella que abandona a los límites de la muerte a alguno de sus hijos (Өi = 0 para algún i), como también la de aquella que otorga trato diferenciado a cada uno de ellos, con un valor positivo pero diferente de Өi para cada i. El subíndice i se refiere al número de hijos que tiene la mujer, y el parámetro Өi es precisamente el índice subjetivo que muestra el grado de protección o garantía de la vida que la mujer-madre le ofrece a su i-ésimo hijo a través del consumo. En segundo lugar, esta función depende del tiempo disponible para el ocio, definido en el miembro derecho de la función por el segundo argumento entre paréntesis. En él, τ corresponde al tiempo máximo biológicamente disponible para trabajar que tiene la mujer, al igual que cualquier otro agente (es decir, las mujeres no madres y los hombres). Se trata de una dotación inicial natural que se supone igual para todos los adultos. Ese tiempo, sin embargo, se reduce para la mujer-madre en función de su tiempo oferta de trabajo (Tom), y del que decide dedicar a todos y cada uno de sus hijos según la siguiente regla: ∑i αi ≥ 0, con αi tal que 1 ≥ αi ≥ 0, existiendo la posibilidad de que no le dedique nada de tiempo a alguno (αi = 0 para algún i). Es decir que existe la opción del descuido total, que se traduce en que le niegue por completo atención en términos de su tiempo a alguno de sus hijos, aun cuando le asegure el consumo. Los hijos dependen forzosamente de la mujer, pese a que ésta tiene la posibilidad de otorgarles atención y consumo según su exclusivo arbitrio. Los parámetros αi, al igual que los Өi, son parte del arreglo paramétrico de las preferencias de la mujer-madre. Su restricción presupuestal está definida, por el lado de los ingresos, como la suma de los ingresos no salariales (Πm), que provienen de sus derechos de propiedad sobre el aparato productivo (ganancias de las empresas), 7 y salariales (wTom), que resultan de las remuneraciones al trabajo. El lado de los gastos está conformado por el valor de la demanda bruta de producto (pqdm). El precio monetario del producto es p, y el salario monetario es w. Para simplificar, supóngase que la función de utilidad es homogénea de algún grado positivo en sus argumentos, y sea el parámetro 6 Supóngase la existencia de un criterio biológicamente determinado y socialmente aceptado, del consumo mínimo de subsistencia para cada niño. 7 Al tratarse de un sistema de propiedad privada, los únicos propietarios de todo cuanto existe en la economía son los consumidores. n 76 Microfundamentos para la economía de la mujer , ∈ ℜ + , un resultado de las preferencias y propio de dicha función. Entonces, las condiciones de primer orden estarán dadas por la restricción presupuestal (2), y por la relación marginal de sustitución entre consumo neto y ocio, expresada así: qdm − q ∑ i w i = − Tom p 1+ ∑ i (3) i Por tanto, la función de demanda bruta para consumo (4), y la de oferta de trabajo (5), corresponderán, respectivamente, a las expresiones siguientes: −1 −1 w m = + + + + ( 1 ) ( 1 ) q q ∑i i dm p 1+ p i ∑ i pq ∑ i − m p −1 i + (1 + ) −1 T om = (1 + ) w 1+ ∑ i i p (4) (5) La función de demanda bruta para consumo está conformada, en el miembro derecho, por un primer término, independiente de precio y salario –un componente autónomo– que depende de una fracción de las necesidades de consumo de los hijos reconocidas por la mujermadre. El término siguiente, dados el precio del producto y el salario, dependerá del valor real de su tiempo efectivo de oferta de trabajo y de sus ingresos no salariales reales. Así, se tiene que a mayor número de hijos, mayor será el consumo autónomo en el cálculo de la mujer-madre, y menor el valor real de su tiempo máximo efectivamente disponible para trabajar. La ecuación (4) muestra que cuanto más elevado es el número de hijos, mayores las exigencias de consumo de estos a través de la demanda de producto de la mujer, y menores las posibilidades de ella de financiarlo con sus ingresos salariales, a causa de la reducción en su tiempo máximo efectivamente disponible para trabajar. Por su parte, la función oferta de trabajo muestra, en el primer término de su lado derecho, el tiempo máximo biológicamente disponible para trabajar, y en el segundo término, una diferencia que muestra que si los ingresos no salariales son inferiores al valor del consumo autónomo, la oferta de trabajo de la mujer-madre al aparato 77 n Fernando Antonio Noriega Ureña productivo excederá su tiempo máximo efectivamente disponible para trabajar. Esto quiere decir que se verá obligada a trabajar, al salario vigente en la economía, por encima del tiempo que le queda disponible para reponer sus propias capacidades de trabajo, en aras de que sus ingresos totales le hagan posible financiar su consumo y el de sus dependientes. Dicho en otras palabras, trabajará a costa de la reducción de sus propias capacidades vitales, con tal de financiar el consumo de sus hijos y el suyo. Obsérvese que se trata de funciones de elasticidades variables y multiplicadores constantes respecto a w y a p. 2.2 Digresión sobre la exclusividad de responsabilidades Es de esperarse a estas alturas que haya quien argumente que en muchos casos, en la economía real, es el hombre el que asume la responsabilidad de los hijos en los términos descritos aquí por las ecuaciones, y estará en lo cierto, si los casos a los que alude son de solidaridad o sustitución funcional entre géneros. Aún así, téngase en cuenta que el sentido de estas hipótesis es explicar un fenómeno que está en lo fundamental en los dominios sociales de la mujer-madre, sobre todo cuando el análisis se sujeta a condiciones de individualismo metodológico. Sin embargo, es necesario plantear la siguiente pregunta: ¿Es realista afirmar que la esperanza matemática que los demás agentes le asignan al cálculo económico de una mujer antes de ser madre, en la economía cotidiana y en ausencia de perturbaciones aleatorias, es estrictamente igual al cálculo de la mujer-madre? Si no en tales términos, entonces digámoslo así: ¿Se puede decir que los demás agentes ven en cada mujer, antes de ser madre, la expectativa altamente probable de que se convierta en mujer-madre? Si la respuesta es afirmativa, entonces nos encontramos en un escenario en el que sólo excepcionalmente se valoraría a una mujer bajo los mismos parámetros que a un hombre. Por lo general, suponiendo diferencias nulas en los ingresos no salariales, las mujeres, en su perspectiva de ser madres o ya en la condición de tales, negociarán en condiciones de inferioridad cualesquiera formas de corresponsabilidad con los hombres. Estarán sujetas a una tasa de descuento de género más alta que la de estos. Tal situación se verá compensada sólo si los ingresos no salariales –y, por tanto, los derechos de propiedad– les son más favorables a las mujeres que a los hombres con los que negocien contratos de corresponsabilidad, de matrimonio o, simplemente dicho, de asociación en pareja. Sin embargo, existe la posibilidad de que las preferencias de algunos hombres y los parámetros de algunas mujeres den como resultado que la responsabilidad total de los hijos pase a manos de los primeros. En tal caso, el cálculo económico de esos hombres n 78 Microfundamentos para la economía de la mujer será prácticamente igual al descrito en el apartado previo para las mujeres-madres. Por tanto, si la transferencia de las responsabilidades de los hijos o la corresponsabilidad es resultado de un intercambio entre equivalentes, por lo general las mujeres incurrirán en un costo de oportunidad más elevado que el de los hombres. Esta idea se reforzará con el razonamiento siguiente. 2.3 Hipótesis 2: Conducta económica del hombre y de la mujer sin hijos Obsérvese que si los parámetros Өi y αi son cero para todo i, el cálculo económico que resulta es el que la teoría le ha atribuido sistemáticamente al consumidor representativo. Lo que esto significa es que el consumidor hombre cuyas variables se distinguen por el subíndice h), y la mujer que ha decidido no tener hijos, comparten un cálculo idéntico entre sí en una economía descentralizada como la que aquí se analiza. La maximización está dada entonces por las siguientes ecuaciones: Max Uh [qdh, (τ - Toh)] (6) Definida para todo qdh >0 y (τ - Toh) >0, Πh + wToh = pqdh S.a (7) Las condiciones de primer orden resultan en la restricción presupuestal (7), y en la relación marginal de sustitución entre consumo y ocio, según la siguiente expresión: qdh − Toh w p = (8) De esta manera se obtienen las funciones de demanda de producto (9), y oferta de trabajo (10), respectivamente, en las siguientes expresiones: w + h qdh = (1 + ) −1 p (9) 79 n Fernando Antonio Noriega Ureña h p Toh = (1 + ) −1 − (1 + ) −1 w p (10) Las diferencias entre estas funciones y las ecuaciones (4) y (5), son cruciales: En primer lugar, muestran que el consumidor hombre, lo mismo que la mujer sin hijos, toma todas sus decisiones a partir de la información de mercado, que es la contenida en el único precio relativo del sistema: el salario real; en contraste, la mujer-madre toma sus decisiones de mercado una vez que ha resuelto el problema distributivo básico: la alimentación y atención de sus hijos. Este último es un problema distributivo porque implica la asignación de bienes y tiempo por parte de la mujer-madre a sus dependientes (hijos), con los cuales no establece una relación de quid pro quo ni se vincula a ellos a través de los precios. Se trata de la aplicación de una regla de asignación que la mujer establece para sí misma a partir de sus preferencias. Lo señalado implica que, en conjunto, las mujeres con hijos en una sociedad de mercado resuelven sistemáticamente un fenómeno distributivo que no depende de la presencia de institución alguna ni de la existencia de rigideces en el sistema de precios. A diferencia de lo que sucedería, por ejemplo, con el consumo autónomo en una función consumo keynesiana para economía intervenida, en la que la intervención fiscal a través del gasto es el mecanismo institucional que sirve para financiarlo, en el caso de la mujer con hijos, son sus decisiones las que dan origen a un consumo autónomo cuyo financiamiento debe proveerlo ella misma. No hay institución alguna en nuestra hipotética economía descentralizada, que exista para ese efecto. En segundo lugar, bajo el supuesto ya hecho –que pese a ser restrictivo nos pone en condiciones de una mejor comparación– de que los ingresos no salariales de todos los agentes del sistema son iguales, y de que el tiempo máximo biológicamente disponible para trabajar es también igual para todos –lo que de ninguna manera resulta irreal por ser miembros de una misma especie– el consumo efectivo de los hombres y de las mujeres no madres resulta ser mayor que el de las mujeres-madres, tanto debido a que las posibilidades de financiamiento de los primeros a los precios vigentes son mayores, como a la parte del consumo que las mujeres-madres deben destinar a sus hijos por propia responsabilidad. Esto se constata en la siguiente expresión, que proviene de la comparación de (4) y (9): w w (11) > p p 1+ ∑ i i n 80 Microfundamentos para la economía de la mujer La desigualdad (11) indica que el tiempo máximo efectivamente disponible para trabajar de la mujer-madre, le reportará siempre un ingreso inferior al de los hombres y mujeres sin hijos. Es decir que el ingreso real per cápita de la mujer-madre será siempre menor. Sin embargo, su situación se hace mucho más desventajosa en términos de la oferta de trabajo. Al encontrarnos en un escenario de economía competitiva en el que se supone que todo lo que se ofrece al mercado al precio y salario vigentes se vende, y todo lo que se desea comprar existe y está a disposición de uno, todos los agentes realizarán la oferta de trabajo que planeen a los precios vigentes. Comparando las funciones (5) y (10) entre sí, se obtiene lo siguiente: Mientras los ingresos no salariales en (10), si son positivos reducen efectivamente la oferta de trabajo de los hombres y las mujeres sin hijos, en (5) el consumo autónomo que debe garantizar la mujer-madre contrarresta el efecto de reducción de dichos ingresos, y si su magnitud en valor es mayor que la de estos últimos, puede incluso incrementar la oferta de trabajo por encima del máximo efectivamente ofrecido por ella. Esto significa que la mujer con hijos, mientras más pequeños sean sus ingresos no salariales, más compelida estará a trabajar por encima de sus capacidades efectivas con tal de financiar su consumo y el de sus dependientes. Las desventajas de la mujer-madre en una economía competitiva son evidentes: Por el lado del consumo per cápita, ésta se situará sistemáticamente por debajo de los hombres y de las mujeres sin hijos, y por el lado de la oferta de trabajo, aunque su participación sea inferior a la de los hombres y mujeres sin hijos, su esfuerzo de trabajo superará sus capacidades reales, sus ingresos no salariales serán más bajos y su bienestar en términos de utilidad será siempre inferior a los precios vigentes. 3. Equilibrio macroeconómico e implicaciones de política Las fuerzas de mercado que determinan el equilibrio de la economía en su conjunto, dependen de que se resuelva previamente la magnitud del salario nominal. Se trata de una economía monetaria en la que la cantidad de dinero es constante y suministrada al sistema por una única vez antes de que los procesos de producción e intercambio se pongan en marcha. El precio monetario del producto se determina a través de la ecuación cuantitativa: Mo = pqo En el entendido de que el salario se paga post-factum, el dinero es introducido al sistema mediante un crédito gratuito y no reembolsable otorgado por única vez a cada consumidor según el volumen en valor de sus derechos de propiedad y de sus ingresos salariales. Esto 81 n Fernando Antonio Noriega Ureña significa que los hombres y las mujeres no madres reciben un crédito sistemáticamente superior al de las mujeres-madres. Es decir que la sola condición de género que se ha establecido, implica la distribución asimétrica del ingreso monetario. Los ingresos monetarios se gastan en su totalidad en la compra del producto que generan las empresas, y tras sus ventas éstas pagan los salarios. Conocido ya el cálculo de los consumidores, el productor representativo se explica como un agente maximizador de su tasa interna de retorno o tasa de beneficio, según las siguientes ecuaciones: pq wTd Máx. (1 + ) = o (12) S.a qo = f (Td - T*), " (Td - T*) > 0, f ′>0, f′′<0 (13) En ellas π es la tasa de ganancia, qo la cantidad de producto ofrecido, Td la demanda de trabajo y T* la parte del trabajo demandado por la firma, que ésta ocupa en la organización de sus procesos de contratación y producción. Se trata de una variable que está en función del tamaño del mercado, puesto que las firmas, al tratarse de un sistema de información perfecta, se disponen a cada momento a adecuar el tamaño de su organización al número de contratos de trabajo y de venta de producto que les asegure satisfacer la demanda por su producto. Las condiciones de primer orden de la maximización de la firma, suponiendo que la función de producción es homogénea de grado λ, | > λ > 0 son, la propia función de producción, y: T = 1 Td − T * d (14) Así, las funciones que determinan los niveles de producción y empleo, respectivamente, son: qo = f [ λ (1-λ)-1 T * ] (15) Td = (1 - λ)-1 T* (16) Como se constata, la firma representativa no determina su nivel de demanda de trabajo a partir del salario real, como lo sostiene la teoría tradicional, sino en función del tamaño del mercado de producto o demanda efectiva. De ello se obtiene el resultado básico de la TIMT: la inexistencia de un mercado de trabajo; el sector laboral no es un mercado ni se puede explicar como tal. El resultado inevitablemente asociado a éste, es que el salario no es un precio sino una variable distributiva, y como tal se determina de manera exógena al sistema de precios; es una institución propia de toda economía de mercado, n 82 Microfundamentos para la economía de la mujer y se determina por negociación, pudiendo ésta ser tan atomizada y descentralizada como corresponda a una economía competitiva. Puesto que ahora nos encontramos en un escenario en el que todos los ingresos y todos los gastos habrán de determinarse simultáneamente, las restricciones presupuestales de los consumidores deberán satisfacer la ley de Walras. Para ello, las ecuaciones (2) y (7) deberán sujetarse a las siguientes definiciones: Πh + wToh = (1 + π) wToh y Πm + wTom = (1 + π) wTom En ellas se indica que los ingresos no salariales son resultado de la distribución de las ganancias entre los trabajadores empleados en las firmas. Es decir que es el propio mercado el que asigna los derechos de propiedad. La diferencia entre este escenario y aquel que nos permitió la comparación en la sección previa, consiste en que en el anterior supusimos, para hacer posible el análisis, que los derechos de propiedad se habían distribuido previamente entre los consumidores. Ahora, en cambio, todo está sujeto al quehacer de los mercados; así, los consumidores reciben sus ingresos salariales y no salariales una vez que se encuentran empleados en el aparato productivo. No tienen derechos asignados previamente por el régimen de propiedad vigente ni por mecanismos externos al mercado. La consecuencia de esto es que las funciones de demanda de producto y oferta de trabajo de los consumidores, según su género, tienen las formas siguientes: w −1 q = q + + + ( 1 ) ( 1 ) ∑i i dm p 1+ ∑ i i w qdh = (1 + ) −1 (1 + ) p q∑ i i Tom = (1 + ) −1 + w 1+ ∑ i (1 + ) i p −1 T oh = (1 + ) (17) (18) (19) (20) Obsérvese que mientras la oferta de trabajo de los hombres y las mujeres sin hijos es fija (20), la de las mujeres con hijos muestra una relación inversa con el salario real. Esto se explica, en primer lugar, porque su oferta de trabajo, cualquiera sea el nivel de salario real, excede su tiempo efectivamente disponible para trabajar, debido a las exigencias que le impone el consumo de sus hijos. A cualquier nivel 83 n Fernando Antonio Noriega Ureña salarial, la mujer-madre está obligada, por su condición de género, a trabajar por encima de su necesidad biológica de restauración de capacidades. Por el lado de la demanda de producto, la cantidad que puede efectivamente financiar la mujer con hijos equivale a restar el primer término del miembro derecho de la ecuación (17), del miembro izquierdo de la misma ecuación. Eso, evidentemente muestra un consumo inferior al de los demás consumidores. Se tiene entonces a una mujer impelida a destinar más tiempo que los demás al trabajo tanto doméstico (en el cuidado de los hijos), como externo a su hogar, para garantizar el consumo de sus hijos, y a consumir ella menos que cualquier otro consumidor del sistema. Lo que esto implica es que la mujer con hijos es necesariamente pobre respecto a la norma imperante en el sistema, dada por cualesquiera otros consumidores en una economía competitiva. 3.1 Sector laboral: Equilibrio de pleno empleo El pleno empleo en este sector estará dado por: Td - (Toh + Tom) = 0 (21) Esta función de demanda excedente, en su forma reducida, da origen a la siguiente expresión: 1 ~ T * w = j 1 + ; ; q∑ i; 1 + p i ∑i i (22) Lo que exhibe (22) es una situación de pleno empleo que se resuelve una vez conocido el salario real. Según sus argumentos, el nivel de empleo, dado el salario, depende de las obligaciones que derivan de la estructura de género en el sistema. Es decir que el nivel de esfuerzo social para organizar la producción en un sistema con un número elevado de dependientes, será más elevado que en otro compuesto básicamente por adultos y con poca presencia de mujeres con hijos. 3.2 Equilibrio en el mercado de producto La ecuación propia de este mercado, cuya condición de equilibrio perpetuo se debe a la conducta maximizadora de los productores, es: (qdm + qdh) - qo = 0 (23) Al reemplazar en ella las funciones (15), (17) y (18), se arriba al siguiente resultado: n 84 Microfundamentos para la economía de la mujer (1 + ) −1 [f ( w 1 −1 −1 + (1 + ) −1 q ∑ (1 − ) T * + ( 1 − ) T * = (1 + ) 1 + i 1+ ∑ i p i −1 ] ) i (24) Esta ecuación tendrá una solución exactamente igual a (22). Sin embargo, lo que esto significa es que tendremos una ecuación con dos incógnitas, es decir, con un grado de libertad. El grado de libertad es atribuible al salario, en reconocimiento de su carácter de variable distributiva. Sea ψ , ψ (0,1), un parámetro de distribución resultante del proceso de negociación, de manera que se satisfaga el que el salario sea mayor que cero pero estrictamente inferior al producto medio; es decir: f ( (1 − ) ) −1T * w > >0 (1 − ) −1T * p de manera que: ( ) p f (1 − ) T * w = 1 −1 (1 − ) T * (25) La expresión (25) corresponde al salario real vigente en el sistema. Reemplazado el mismo en (22), resulta que el nivel de empleo depende de la estructura de género, de las preferencias, de la tecnología y de la distribución; es decir: 1 ~ T * = j 1 + ; ; q ; ; ∑i i 1 + ∑i i (26) Cualquiera sea el salario real vigente, la situación de las mujeres con hijos será necesariamente inferior a la del resto de los agentes en términos de consumo per cápita. La equidad en la distribución de los derechos de propiedad sobre las empresas y la percepción de un salario igual al de los demás agentes en el sistema, no sólo no resolverá la situación de desventaja de las mujeres con hijos, sino que determinará la asimetría en la distribución del ingreso. 3.3 Breve reflexión sobre criterios de política económica Según los resultados obtenidos en el modelo, la inequidad de género que resulta de las condiciones naturales de las mujeres-madres no se resuelve a través del libre ajuste de precios ni por medio de mecanismos competitivos. Su condición las sitúa en un estado de desventaja estructural a partir de la que deben tomar sus decisiones cuantitativas. 85 n Fernando Antonio Noriega Ureña Pese a que se les atribuyeron derechos de propiedad iguales a los de las mujeres sin hijos y de los hombres, por muy elevado que sea el salario real y aun en condiciones de pleno empleo, las desventajas de género, acompañadas del fenómeno distributivo endógeno que resuelven las mujeres-madres respecto a sus hijos, las sitúan en la posición de agentes que determinan la condición de pobreza en el sistema. Las mujeresmadres, en un sistema sin mecanismos de corresponsabilidad ni contratos de matrimonio, resultan con un consumo per-cápita inferior al de los demás adultos, con una participación per-cápita más baja que la de todos los demás agentes del sistema en el ingreso monetario, y con un sacrificio mayor de bienestar en el ejercicio de su oferta de trabajo. Si desplazamos las conclusiones hacia un escenario en el que haya lugar a los contratos de corresponsabilidad y matrimonio, las mujeres-madres los negociarán de todas maneras en condiciones de desventaja frente a los demás adultos, lo que de todas formas redundará en un resultado desfavorable para ellas. Si a eso se le sumaran condiciones no competitivas, presencia del sector público y la mayor cercanía posible a cualquier economía de mercado vigente en la actualidad, el resultado no sólo no sería diferente, sino se agravaría por un componente generalmente presente en el ejercicio institucional de la economía: los criterios generales de política económica, y en particular el criterio de que reivindicar al género significa igual remuneración para igual trabajo. En realidad, del análisis se desprende que igual salario para igual trabajo y equidistribución de los derechos de propiedad entre mujeresmadres y los demás, son criterios no sólo insuficientes sino inválidos para alcanzar la reivindicación económica de las mujeres-madres. Su reivindicación debería comenzar, en primer lugar, por el reconocimiento de que la reproducción de la especie es una responsabilidad de toda la sociedad en su conjunto, y en segundo, por la creación de instituciones públicas y sociales que garanticen el que la decisión de las mujeres de ser madres no las situará en el terreno de las desventajas, sino que serán de tal manera compensadas a través de dichas instituciones, que recibirán un salario remunerador de sus planes de consumo y de los de sus dependientes, hasta el punto de asegurar que sus niveles de bienestar material equivalgan al de cualquier miembro de la sociedad que no tenga hijos. El papel fundamental de las instituciones públicas y sociales en la reproducción, deberá acompañarse de un sistema de asignación de los derechos de propiedad que siga el criterio de la equidad de la mujer y sus dependientes respecto a todos los demás; algo extremadamente difícil de pensar en las economías capitalistas actuales. Sin ello, cualquier intento reivindicativo será de efectos transitorios. Si bien los contratos de corresponsabilidad y matrimonio suelen ofrecerles a las mujeres algún tipo de compensación a su condición de madres, lo indicado en un escenario de equidad de género sería n 86 Microfundamentos para la economía de la mujer que estos no estén precedidos por la vulnerabilidad o desventaja que significa el ser potencial o efectivamente madres, sino que el Estado y las instituciones sociales asuma la responsabilidad primaria de los hijos, y la reasigne a quienes deseen o deban compartirla. La reproducción de la especie no puede ser más la responsabilidad natural de un solo género, y sólo compartida o delegada gracias a la buena voluntad o solidaridad individual de los demás. Debe ser una responsabilidad social traducida en instituciones, al amparo del Estado. Mientras esto no se plantee en esos términos, las desventajas de género subsistirán. En lo que corresponde a la política fiscal, su orientación de género debería considerar, en primer lugar, la transferencia de la responsabilidad de la reproducción biológica de la especie a toda la sociedad a través del Estado. En segundo lugar, las políticas de gasto público deberían orientarse al fortalecimiento del sistema tutelar de menores, a la creación de un sistema suficiente de guarderías de responsabilidad pública; al fortalecimiento del sistema educativo, del sistema alimentario y de salud de niños y mujeres-madres, por encima del de cualesquiera otros sectores de la economía. En este sentido, las instituciones sociales serían las naturalmente facultadas para proponer objetivos, criterios y medidas de políticas de ingreso y gasto con orientación de género, y las naturalmente facultadas para hacer seguimiento y evaluación de sus impactos. Por el lado de la política monetaria, según se infiere de los resultados obtenidos en el modelo, las mujeres-madres, aún con activos de igual valor que los de los demás agentes del sistema, serán menos sujetos de crédito o bien sujetos de alto riesgo, lo que les significará tasas de interés más elevadas, plazos más cortos y colaterales más elevados, cuando no la negación de los créditos que soliciten. En ese sentido, orientar con perspectiva de género la política monetaria deberá significar que las mujeres-madres, por sí mismas, sean habilitadas como sujetos de crédito, y que la oferta de instrumentos crediticios orientados a atender a las mujeres-madres, independientemente de sus contratos de corresponsabilidad o matrimonio, les abran el acceso a tasas de interés preferenciales y a periodos de gracia. Sin embargo, estas reflexiones son derivadas de un escenario analítico en el que si bien hay elementos para expandir el alcance de las implicaciones de política económica, tales son todavía seminales y deben ser más profusa y profundamente investigadas. 4. Conclusiones El análisis ofrece elementos suficientes para arribar a tres conclusiones importantes: primera, que prescindir de la distinción de género en la formulación de las hipótesis básicas de la economía, es un error metodológico más que una simplificación, debido a que cuando 87 n Fernando Antonio Noriega Ureña se introduce la distinción, los resultados fundamentales cambian considerablemente. Segunda, que la mujer-madre, en una economía competitiva, participa del sistema de mercados con inevitable desventaja, salvo si se escinde por completo de su responsabilidad de madre. Tercera, que la mujer con hijos es la fuente primera de la pobreza en el sistema, misma que se transfiere inevitablemente a las condiciones de bienestar material de los hijos. La distribución del ingreso es asimétrica entre géneros, en un escenario cuya simplificación, sin embargo, deja ocultos agravantes que podrían agudizar el sentido de estos resultados, como por ejemplo la concentración de los derechos de propiedad en manos de los hombres; una característica dominante en la mayor parte de las sociedades del planeta. Una conclusión fuerte del análisis es que el estudiar el funcionamiento de economías competitivas sin distinción de género, les confiere a los mercados un estatuto de suficiencia en la asignación de recursos y oportunidades que bajo la perspectiva de género desaparece. Las instituciones aparecen como el único mecanismo de posible compensación de las asimetrías de género que se provocan en el sistema, y tras ello parece posible mostrar que habría equilibrios competitivos socialmente superiores en economías intervenidas u organizadas bajo criterios de reivindicación de género. Las instituciones que harían posible esto, deberían estar orientadas por dos criterios: el primero, la responsabilidad social de la reproducción de la especie; y el segundo, la reversión de la asimetría salarial en sentido contrario al que actualmente prevalece. De hecho, se ha demostrado la incorrección de la idea, tan generalizada hoy en día, de que el exigir igual salario para igual trabajo es suficiente para la reivindicación laboral de género. Por demás se ha mostrado que no es así. En realidad, ese criterio, planteado como parte esencial de las actuales banderas reivindicativas de género, sólo promete perpetuar las asimetrías. Este es el primer resultado de una agenda de investigación que debe continuar con el estudio de los problemas de desempleo y pobreza a partir de la distinción de género, y forma parte de un programa más amplio que subyace a la teoría de la inexistencia del mercado de trabajo como fundamento analítico de la economía social. La economía de género no desempeñará ningún papel relevante en la formación de los economistas, mientras los resultados de la investigación no ofrezcan criterios precisos de políticas fiscal y monetaria para lograr la equidad de oportunidades de todos los géneros frente al mercado.8 8 El trabajo de Cirila Quintero y Javier Dragustinovis (2006), ofrece testimonios documentados de las asimetrías de género en la industria maquiladora situada en el norte de México. Experiencias de esa naturaleza subrayan la necesidad de fortalecer las bases analíticas de la política económica con orientación de género. n 88 Microfundamentos para la economía de la mujer Bibliografía Becker, G. S., (1981), Tratado sobre la familia, Alianza Editorial, Madrid, 1987, pp. 9-366. _____________, (1975), El capital humano. Un análisis teórico y empírico referido fundamentalmente a la educación, Alianza Editorial, Madrid, 1983, pp. 27-58. 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Los diferentes mundos de la mujer en la maquila. Fundación Friederich Ebert en México, editores, pp. 31-188. Marx, C., (1867), El capital. Crítica de la Economía Política, Tomo I, FCE, México, 1975, pp. XIII-658 Nelson, J., (1993), “The Study of Choice or the Study of Provisioning. Gender and the Definition of Economics”, Beyond Economic Man, Edited by Marianne A. Ferber and Julie A. Nelson, The University of Chicago Press, Chicago and London, pp. 23-36 Noriega, F., (2001), Macroeconomía para el Desarrollo. Teoría de la Inexistencia del Mercado de Trabajo, McGraw-Hill Interamericana, México, D.F., pp. 87-270 ____________, (2006), “Free Trade and Poverty”, Global Divergente in Trade Money and Policy, edited by Volbert Alexander (University of Gissen, Germany) and Hans-Helmut Kotz (Deutsche Bundesbank, Frankfurt, Germany). Edward Elgar, Cheltenham, UK and Northhampton, MA, USA. Pp. 20-41 Reynolds, Ll., (1988), Economics: A General Introduction. Homewood, III.: Irwin. 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Se encuentra que los niveles de informalidad están vinculados Fecha de recepción: 30 de abril de 2010 Fecha de aceptación: 16 de mayo de 2010 * Los autores agradecen los comentarios y sugerencias de dos dictaminadores anónimos. Cualquier error u omisión remanente es responsabilidad exclusiva de los mismos. ** Profesor e Investigador de la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Baja California. Los autores agradecen los comentarios y sugerencias de dos dictaminadores anónimos. Cualquier error u omisión remanente es responsabilidad exclusiva de los mismos. *** Licenciado en Economía por la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Baja California; este trabajo tiene como origen su tesis de grado. **** Profesor e Investigador de la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Baja California. 91 n José G. Aguilar Barceló Carlos M. Hernández Campos Martín A. Ramírez Urquidy al ciclo económico. La subcontratación informal se ha convertido en una alternativa creciente de empleo siendo utilizada como refugio anticrisis. Además, mucha de la microempresarialidad informal podría ser considerada desempleo disfrazado siguiendo una visión dualista; no obstante un pequeño subconjunto de aquellos, tiene un comportamiento inverso, desarrollando empresarialidad de forma voluntaria y afín con la visión legalista. Es posible que este grupo sea el que tenga mayor potencialidad de formalización. Palabras clave: Informalidad, tasa de desempleo, ciclo económico, probabilidad de transición, cadenas de Markov. Código JEL: J42, J60, O17, P25. 1. Introducción Durante las últimas décadas el concepto de economía informal ha sido utilizado para referirse a un amplio espectro de actividades que escapan a la fiscalización y regulación gubernamental. En función de los fenómenos subyacentes que implican estas actividades han sido las aristas y el énfasis dado a las mismas, por lo que sin duda, es posible analizar la importancia del sector informal desde ópticas disímiles. Para las empresas, esta conducta representa la ausencia de crédito institucional y de mercados globales; para los empleados se traduce en ausencia de seguridad social y estabilidad laboral, mientras que para los consumidores en falta de garantía en el abastecimiento y calidad de los productos. La economía informal también impacta al gobierno que ve limitados sus ingresos y con ello su capacidad de gasto e inversión, y, colateralmente, su credibilidad. Finalmente, este conjunto de la economía se caracteriza por una elevada concentración de empleados en microempresas, en su mayoría, de subsistencia, lo que conlleva un lastre para la expansión de la productividad y en consecuencia, del crecimiento económico (Perry, Maloney, Arias, Fajnzylber, Mason y Saavedra-Chanduvi, 2007: 22). En México la economía informal se ha convertido en fuente de empleo urbano para el 44% de la población ocupada urbana. Algunos autores (Negrete et al., 2004; Martínez, 2005) han señalado que es la insuficiencia de empleos formales lo que orilla de forma involuntaria a optar temporalmente por la informalidad como empleo de sobrevivencia mientras se logra obtener un empleo formal. Por otra parte, autores n 92 Efecto del ciclo económico en la incidencia de la informalidad: evidencia para México, 1987-1999 como Perry et al. (2007) y Bosch y Maloney (2006) han encontrado que en México y otros países latinoamericanos un parte substancial de los empleos informales son resultado de un análisis costo-beneficio en el que los individuos han elegido voluntariamente la informalidad buscando emprender un negocio propio o familiar, consiguiendo así, independencia, flexibilidad y evasión de una, muchas veces equivocadamente percibida, regulación. De lo anterior, resulta interesante conocer la conformación del sector informal urbano en México, y aún más relevante, contrastar empíricamente las citadas visiones, analizando la evolución de los flujos agregados de movilidad laboral entendidos como proxy de las probabilidades de transición a lo largo del ciclo económico de los distintos estados laborales (Hernanz y Llorente, 2005: 8). Asumiendo que la tasa de desempleo es también una proxy del ciclo económico (Bosch y Maloney, 2008: 3) y un indicador de la facilidad relativa con la que se obtiene un empleo formal, si la visión de involuntariedad fuera correcta se esperaría encontrar que en periodos de expansión, la creación de empleos formales aumente la probabilidad de transición al sector formal por parte de los informales y disminuya aquella de los desempleados e inactivos hacia el sector informal, mientras lo opuesto se anticiparía para periodos de crisis económicas. El trabajo persigue tres objetivos. Primero, determinar la composición relativa del mercado laboral mexicano; segundo, revisar la relación entre diversas tasas de informalidad y el ciclo económico; y tercero, calcular probabilidades de transición intertrimestral entre diversos estados laborales para contrastar empíricamente las visiones voluntarias e involuntarias de la informalidad, analizando la evolución de estas probabilidades a lo largo del ciclo económico. La organización del trabajo es la siguiente: en la sección 2 se revisa la literatura reciente sobre informalidad, examinando de forma concisa las distintas visiones con las que se ha abordado este fenómeno; la sección 3 plantea el tipo de datos utilizados y su agrupamiento, mientras que la sección 4 describe la metodología; el análisis e interpretación de los resultados obtenidos se muestran en la sección 5; por último, la sección 6 esboza las principales conclusiones y líneas de investigación futura. 2. Revisión de literatura La informalidad ha sido analizada a través de varios enfoques teóricos; este trabajo se centra en aquellos dos más radicales. El primero corresponde a una visión de “exclusión”, con raíces en la corriente dualista de Harris y Todaro, (1970) quienes sostiene que los empleados informales prefieren los salarios y beneficios sociales que brindan los empleos formales pero son excluidos de estos por las rigideces institucionales o el dualismo económico presente en su entorno económico. Para estos 93 n José G. Aguilar Barceló Carlos M. Hernández Campos Martín A. Ramírez Urquidy autores, el sector informal urbano se convierte en subempleo, que permite sobrevivir temporalmente mientras se encuentra un empleo formal, pero que es entendido como inferior por el trabajador y en ese sentido puede ser considerado como desempleo disfrazado. Posteriormente, Castells y Portes (1989: 23) incluyen en esta visión a los trabajadores1 asalariados, subcontratados por las grandes empresas, que buscaban ajustarse a la creciente competencia global pero lo hacían evadiendo regulaciones que implicaban el dejar sin protección social a sus trabajadores.2 Trasladando esta visión al contexto mexicano, Martínez (2005: 54) sostiene que la presencia de un déficit de la oferta laboral, ha terminado por crear un rezago que ha ejercido una presión sobre el mercado de trabajo, agravando el desempleo y fomentando la informalidad. De acuerdo con Ruiz-Durán (2005: 13), causa de lo anterior es la propia estructura del sector formal, que se basa en micronegocios intensivos en trabajo, de incipiente productividad y precarios salarios. En contraste, existe un segundo enfoque con fundamento en la escuela legalista, que sostiene una visión de “salida”, la cual enfatiza el carácter voluntario del trabajo informal. Esencialmente, microempresarios y empleados hacen un análisis costo-beneficio dadas sus habilidades, preferencias, necesidades y barreras regulatorias y deciden si optan o no, voluntariamente, por un emprendimiento o empleo informal, respectivamente (Perry, et al., 2007: 23; Maloney, 1999: 276). Bajo este enfoque ciertos puestos formales podrían no ser de interés para algunos informales evidentes o potenciales, debido a las discrepancias entre sus características y aquellas de los puestos de trabajo, lo que en ocasiones da lugar al desempleo friccional. Al respecto, De Soto, Ghersi y Ghibellini (1986: 15), Friedman, Johnson, Kaufmann y Zoido-Lobatón, (2000) y Schneider (2005), entre otros, han señalado que elevados costos de formalización y restricciones regulatorias para formalizarse en América Latina, inducen a los emprendedores a la informalidad. De este modo, las actividades informales se han convertido en una respuesta espontánea y creativa de la población mayoritariamente en pobreza urbana para integrarse al mercado capitalista. Perry et al. (2007: 67), concluyen que en países como Costa Rica, México, Brasil, o Argentina, la mayor parte de los autoempleados informales lo hacen de manera voluntaria buscando independencia, mayor ingreso y flexibilidad laboral. Aunque la informalidad se esboza como un problema estructural, ambos puntos de vista sobre su origen, resultan sensibles a la coyuntura que plantea el ciclo económico por cuanto implican cambios en 1 En la presente investigación se utiliza el término “trabajador” como sinónimo de “empleado”. 2 Este enfoque se relaciona con la corriente estructuralista que subraya la subordinación del sector informal al formal con la resultante explotación salarial de los empleados informales por medio de la subcontratación. n 94 Efecto del ciclo económico en la incidencia de la informalidad: evidencia para México, 1987-1999 el estado laboral de los individuos, los cuales están ligados al ingreso, las oportunidades y la información. Autores como Bosch y Maloney (2006:11; 2008: 3) han argumentado sobre la relación de los flujos laborales agregados y el ciclo económico para conocer cómo aquellos dependen de éste. Para ello han utilizado la tasa de desempleo abierto como proxy del ciclo económico debido a la alta correlación negativa entre ambas, observada en diversos análisis empíricos. 3. Datos La información se ha obtenido de los microdatos trimestrales de la Encuesta Nacional de Empleo Urbano (ENEU) del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) para el período 1987-1999. El tamaño medio de muestra fue de 133,000 viviendas, a través del estudio de los individuos que las habitan. La ENEU fue diseñada sobre la basa de un esquema continuo y rotativo donde 20% de la muestra se renovaba cada periodo para evitar el incremento dramático en la tasa de no respuesta a causa de la repetición sistemática de visitas. Lo anterior da la oportunidad de rastrear como máximo al 80% de los elementos de la muestra entre trimestres consecutivos. Para la realización del complejo trabajo de rastreo, no proporcionado por el INEGI, se ha aplicado una fórmula de localización y coincidencia de criterios múltiples en Excel 2007. No obstante, se debe tener en cuenta que en cada vivienda, los hogares o sus miembros en ocasiones mudaban. Debido a lo anterior, la tasa de rastreo exitoso medio durante el periodo fue de62.5%, mientras que 17.3% fue considerado como “no respuesta”3, al margen del 20% correspondiente al panel nuevo. El interés por utilizar la ENEU radica en poder considerar los efectos de la expansión de 1991-1994 y la recesión de 1994-1995 en la movilidad laboral de México. Otros autores como Maloney (1999: 278) y Bosch y Maloney (2006: 5, 2008: 6), han ya trabajado la ENEU con objetivos similares; no obstante, este trabajo se distingue de aquellos, en que: presenta una novedosa agrupación de la informalidad, realiza un rastreo agregado, incluye las ampliaciones de la muestra a lo largo del periodo, emplea probabilidades de corto plazo, utiliza la validez del coeficiente de correlación para las conclusiones y además, incluye un análisis particularizado de la fuerza laboral mexicana, entre otras diferencias. 3.1. Categorías ocupacionales de los sectores formal e informal La población es clasificada bajo dos categorías económicas ocupacio- 3 La “no respuesta” no está relacionada con el proceso de rastreo de los datos sino con el de aplicación de la encuesta. 95 n José G. Aguilar Barceló Carlos M. Hernández Campos Martín A. Ramírez Urquidy nales: población económicamente activa4 (PEA) y población económicamente inactiva (PEI). A su vez, la PEA se divide en sector formal (F) y sector informal. El primero se compone de todos los patrones y autoempleados5 cuyas empresas tienen registro ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), así como de los trabajadores que cotizan en la seguridad social6. Por su parte, el sector informal ha sido subdividido en: subsector informal tipo 1 (I1), el cual incluye a los trabajadores asalariados que trabajan en una empresa o negocio registrado ante la SHCP, pero que no cuentan con seguridad social, los cuales se agrupan bajo el término “subcontratados”; y subsector informal tipo 2 (I2), que agrupa la economía microempresarial informal, es decir, los patrones y autoempleados con pequeños negocios o empresas, de acumulación o de subsistencia, no registrados ante la SHCP, así como sus trabajadores.7 Así, en cierta forma el subsector I1 está constituido por los trabajadores desprotegidos bajo un esquema de irregularidad el cual podría definirse como “informalidad parcial”, mientras que el subsector I2 lo está tanto por trabajadores como por patrones desempeñándose bajo un esquema de “informalidad plena”. 4. Metodología Las cadenas de Markov proporcionan una alternativa para medir los cambios e intercambios entre los estados de un sistema. Así, la dinámica del mercado laboral puede ser modelada como un proceso de Markov (Bosch y Maloney, 2006, 2008; Rodríguez-Oraggia, 2007). Cuando éste proceso es discreto y no homogéneo, se puede entender que X asume uno de los K estados laborales posibles y cambia o permanece en el mismo a través de decisiones ejercidas en intervalos de tiempo fijos8. El cambio de estado es una transición individual que dependerá en última instancia de la última decisión ejercida por el conjunto de individuos. La probabilidad de transición de t a t + 1 de la persona x del estado laboral i al j está dada por: 4 Incluyendo la población desocupada abierta. Patrón es la persona que trabaja en su propia empresa o profesión, y paga remuneración a una o más personas. Autoempleado o trabajador por cuenta propia es la persona que trabaja sola en su negocio, oficio o profesión, pudiendo ocupar ayudantes sin pago y trabajando con independencia de un patrón (INEGI, 2001). 6 Ello implica su existencia en la contabilidad formal de la empresa, el pago de impuestos y emplearse de acuerdo con lo previsto en la Ley Federal del Trabajo. 7 Notar que los patrones y trabajadores por cuenta propia con registro ante la SHCP pero que no otorgan seguridad social son incluidos en el sector formal, ajustando así la informalidad tipo 1 al agregado de los más afectados por no contar con este derecho: los trabajadores. 8 El tiempo entre momentos consecutivos es de un trimestre. 5 n 96 Efecto del ciclo económico en la incidencia de la informalidad: evidencia para México, 1987-1999 Pij = P (Xt+1 = j| X t =i) (1) Con paneles de datos concatenados en tiempo discreto es posible estimar Pij, agrupando las transiciones de todos los individuos y calculando la proporción nij, de aquellos que iniciaron en el estado i en t y terminaron en el estado j en t+1 respecto al total n1, de personas que iniciaron en el estado i en t. Esto se expresa como: nij (2) pij ≈ n i El estimador en (2) es de máxima verosimilitud, consistente, pero sesgado en muestras pequeñas. Esto implica que con muestras grandes, como la utilizada, el estimador es una aproximación razonable a su parámetro poblacional. Procediendo a ordenar las probabilidades de transición, pij, en una matriz de probabilidades de transición de tamaño KxK, se obtiene: p1,1 p1,2 p1, k p p2,2 p2, k p = 2,1 pk ,1 p k ,2 p k , k Como consecuencia de un proceso Markov no homogéneo en tiempo discreto, existirá una matriz de transición P para cada uno de los N períodos de observación.9 La matriz P muestra la probabilidad de permanecer en el estado laboral i de t a t +1 o de moverse a otro de los K - 1 estados laborales restantes. Asimismo, cumple 0 ≤ pij ≤ 1 y ∑Kj=1 pij=1 para 1= 1,2,... K, implicando que la suma de sus filas debe ser igual a uno. Por otro lado, el coeficiente de correlación de Pearson es una medida del grado asociación lineal entre dos variables, que juega un papel importante en el presente trabajo y que está dado por ∑ (X N i −X )(Y − Y ) i rX .Y = i =1 ∑ (X N i =1 i −X ) ∑ (Y − Y ) 2 N i =1 (3) 2 i donde, Xi es la observación i de la variable x, y x es su media; Yi es 9 Otros estudios (Bosch y Maloney, 2006) asumen un proceso Markov homogéneo en tiempo continuo, lo cual implica la existencia de probabilidades de transición de largo plazo. 97 n José G. Aguilar Barceló Carlos M. Hernández Campos Martín A. Ramírez Urquidy la observación i de la variable Y, y Y es su media; finalmente, N es el número de observaciones de la muestra. Una correlación lineal perfecta positiva está dada por rXY = 1, mientras que una negativa por rXY = -1; rXY = 0 se refiere a la ausencia de relación lineal. El coeficiente de determinación de la muestra se obtiene por r2XY; éste representa la proporción de variación que comparten X y Y. Las variables X y Y, omitidas de las expresiones a partir de este punto, estarán constituidas por un flujo de movilidad laboral en específico de t a t+1 y la tasa de desempleo en t. A lo largo del trabajo, una relación acíclica es definida como aquella que cumple -0.2 ≤r ≤0.2; valores de r mayores de 0.2 se considerarán evidencia de la existencia de una relación contracíclica, mientras que la habrá para una procíclica cuando ocurra que r <-0.2. Asimismo, si |r| está entre .21-.49, .5-.69 ó .7-1, la relación se define como moderada, media ó alta, respectivamente. El planteamiento de las pruebas de hipótesis que fueron realizadas ha incluido dos casos de acuerdo con el signo de r para cuyo planteamiento es de ayuda la incorporación del parámetro población de esta correlación, r. La inferencia estadística asume que r sigue aproximadamente una distribución t-student con n-2 grados de libertad. Caso 1; si r>0, entonces se prueba, H0: ρ≤0, no existe correlación lineal positiva entre las variables en la población, frente a H1: ρ>0, existe correlación lineal positiva entre las variables en la población. Caso 2; si r<0, entonces se prueba, H0: ρ≥0, no existe correlación lineal negativa entre las variables en la población, frente a H1: ρ<0, existe correlación lineal negativa entre las variables en la población. 5. Análisis de resultados Del análisis estadístico de la información se extrae que, durante el período 1987-1999, en promedio, el 51.3% de la población mexicana era PEA. El 56% de los ocupados, que son el 96.4% de la PEA, laboraba en el sector formal, mientras que el 44% restante lo hacía en el sector informal: 21.2% en el subsector informal tipo 1, y 22.7% en el subsector informal tipo 2. Específicamente, el sector formal se conformaba, en promedio, en 80.8% de “trabajadores asalariados” y en 11.7% de “autoempleados”, con una minoría de “patrones” que ocupaba el 7.5%. Por su parte, el subsector informal tipo 1 se integraba preponderantemente de “trabajadores asalariados” (84.3%) y de “trabajadores sin pago” (15.2%). A su vez, el subsector informal tipo 2, algo más repartido, se compuso principalmente de “autoempleados” (48.5%), “trabajadores asalariados” (39.4%), “trabajadores sin pago” (7%) y “patrones” (5.1%). 5.1. Indicadores de la evolución de la informalidad n 98 Efecto del ciclo económico en la incidencia de la informalidad: evidencia para México, 1987-1999 Los indicadores del crecimiento de la informalidad construidos en el trabajo son la tasa de informalidad tipo 1: TI1=I1/PEA; la tasa de informalidad tipo 2: TI2=I2/PEA, y la tasa de informalidad agregada: TAI=(I1I2)/PEA. Para su análisis, dichos indicadores se vinculan a su vez con la tasa de desempleo trimestral (TD) publicada por el INEGI, considerada una variable proxy y altamente contracíclica de las fases del ciclo económico, así como de coyuntura del mercado laboral (Bosch y Maloney, 2008: 13). El gráfico 1 muestra que durante el periodo considerado, la tasa de desempleo trimestral fluctuó entre 2.2% y 7.7%, registrando un promedio de 3.7% y mostrando una relativa estabilidad -a excepción del período de la crisis financiera mexicana-. La tasa agregada de informalidad mostró fluctuaciones de entre 39.1% y 47.1%, con una media de 43.9%, y un comportamiento contracíclico. Cabe mencionar que se registra una notable correlación lineal entre ambas variables (rTDTAI=0.739)10. Lo anterior, de entrada, representa un indicio a favor de la corriente dualista en el sentido de que la informalidad ha funcionado como refugio ante la falta de empleos formales. Gráfico 1 Evolución de las tasas de informalidad a lo largo del ciclo económico, 1987-1999 49 8 47 7 8 7 27 6 43 4 41 3 39 2 25 5 23 4 21 3 19 2 Sector informal tipo I (a) Tasa agregada de informalidad rTD.TAI = 0.739, rTDTAI = 0.546, n = 52. 99:3 99:1 98:3 98:1 97:3 97:1 96:3 96:1 95:3 95;1 94:3 94:1 93:3 93:1 92:3 92:1 91:3 91:1 90:3 90:1 89:3 89:1 88:3 88:1 87:3 87:1 99:3 99:1 98:3 98:1 97:3 97:1 96:3 96:1 95:3 95;1 94:3 94:1 93:3 93:1 92:3 92:1 91:3 91:1 90:3 0 90:1 15 89:3 0 89:1 1 35 88:3 17 88:1 1 87:3 37 Tasa de desempleo 5 Tasa de desempleo 45 Tasa de informalidad 6 87:1 Tasa agregada de informalidad 29 Sector informal tipo II (b) Tasa de informalidad tipo I y tipo 2* * rTD.TI2 = 0.460, rTDT12 = 0.211, n = 52. Fuente: Estimaciones propias con datos de ENEU. Notas: líneas, eje izquierdo; barras, eje derecho. Se omiten estadísticas de relaciones acíclicas. A menos que se manifieste otra cosa, los resultados plasmados en la sección 5 son significativos al 1%. 10 99 n José G. Aguilar Barceló Carlos M. Hernández Campos Martín A. Ramírez Urquidy Sin embargo, si se desagrega la tasa de informalidad, el comportamiento cíclico se hace menos notorio. La tasa de informalidad tipo 1 registra una baja variabilidad y no mantiene un comportamiento consistente con la tasa de desempleo. En contraste, la tasa de informalidad tipo 2 exhibe un marcado comportamiento contracíclico; en particular, esto se observa en el coeficiente de correlación positivo con la tasa de desempleo (rTD.TI2 = 0.460). Con ello, en términos agregados la microempresarialidad informal parece estar sujeta a las exigencias del ciclo económico11; sin embargo, un análisis más profundo permite ver que, concretamente los patrones informales, sí muestran un comportamiento procíclico (rTD.TI2 = 0.401) y, en ese sentido, dado que han decidido establecer un negocio informal en los momentos en que la demanda de trabajo formal ha sido más alta, puede entenderse como un comportamiento voluntario. Ahora bien, ¿es posible vincular la evolución de la tasa de desempleo con los flujos de trabajadores “desde” y “hacia” la informalidad? 5.2. Evolución de la tasa de desempleo y las probabilidades de transición Respecto a los resultados medios de las probabilidades de transición intertrimestral sobresalen los siguientes puntos relacionados con el corto plazo. Resulta más probable que los inactivos y trabajadores formales, estados laborales que se podrían entender como de naturaleza “voluntaria”, permanezcan de un trimestre a otro (pN|N = 0.873 y pF|F = 0.816, respectivamente)12 en contraste con la permanencia intertrimestral de los desempleados (pD|D = 0.179), que a su vez, se podría considerar como un estado laboral de naturaleza “no voluntaria”. Por otra parte, el conjunto de los subcontratados y la economía microempresarial informal, en promedio registraron una probabilidad de permanencia muy similar que indica que la mayor parte de los informales permanece más de un trimestre en la actividad, y cuyo valor (pI1|I1 = 0.566 y pI2|I2 = 0.580, respectivamente) es más cercano a aquel de los estados de naturaleza “voluntaria” que a los de naturaleza “involuntaria”. Entre aquellos trabajadores formales que se movían a otra categoría, era más probable que lo hicieran hacia la informalidad como agregado (pI1|F = 0.112), más comúnmente como subcontratados (pI1|F = 0.082). Lo anterior va en apoyo de la visión dualista dado que, a los 11 En este trabajo se entiende como microemprendimiento la capacidad de iniciar, crear y formar un proyecto mercantil de pequeña escala a través de la identificación de ideas y oportunidades de negocios. 12 La notación utilizada en esta sección es la siguiente, N: inactivo; F: formal; D: desempleado; I: informal; I1: informal tipo 1; I2: informal tipo 2. La barra vertical debe leerse como “dado que en el periodo anterior estaba en”. n 100 Efecto del ciclo económico en la incidencia de la informalidad: evidencia para México, 1987-1999 separados del sector formal resultó preferible emplearse en el sector informal que pasar al desempleo. No obstante, dado que un trabajador de la informalidad tipo 1 se trasladaba a otra categoría, fue más probable que lo hiciera hacia la formalidad (pI1|I2 = 0.169) por medio de la regularización de su condición laboral. Cuando un trabajador informal tipo 2 se movilizaba, en promedio, era más probable que lo hiciera hacia la inactividad (pN|I2 = 0.197) o como subcontratado (pI1|I2= 0.139), incluso antes de contemplar la formalidad (pF|I2 = 0.067). En el caso de un desempleado, dado que se trasladaba hacia otra categoría, existía una mayor -y alta- probabilidad de que ello ocurriera hacia la inactividad (pI2|D = 0.371) o a algún tipo de informalidad (pI|D = 0.27), consistente con los argumentos de la existencia de una elevada dificultad de encontrar empleos. Finalmente, dado que un individuo inactivo se trasladaba hacia otra categoría, era más probable que se moviera hacia la informalidad (pI|N = 0.085) repartiéndose las probabilidades de forma muy equitativa entre sus dos tipos. A continuación se analiza la evolución de las probabilidades de transición y su relación con la tasa de desempleo representada gráficamente por Ut. Se cuantifica la correlación lineal entre ambas variables y se efectúa inferencia estadística. La sección se organiza en cinco grupos según el estado laboral de partida. En cada caso, se presentan las probabilidades de permanecer o trasladarse a cualquiera de los estatus laborales, comentando los principales hallazgos. 5.2.1. Sector formal (gráfico 2) Como era de esperar, la probabilidad de transición hacia el desempleo siguió casi el mismo comportamiento contracíclico que la tasa de desempleo (rp.TD = 0.542). La probabilidad de transición hacia la informalidad tipo 1 por dos trimestres consecutivos también siguió el comportamiento contracíclico de la economía (rp.TD = 0.402). Sobresale el hecho de que la probabilidad de transición hacia la informalidad tipo 1 por un trimestre no mostró sincronización con la tasa de desempleo, sino una tendencia a la baja. Por lo anterior, la crisis económica de 1994 se puede vincular con una propensión a pasar a ser empleado informal del tipo “subcontratado” pero no inmediata sino con un 101 n José G. Aguilar Barceló Carlos M. Hernández Campos Martín A. Ramírez Urquidy Gráfico 2 Probabilidades de transición intertrimestral desde la formalidad 0.050 8 35 0.035 8 7 33 0.033 7 0.040 31 0.031 0.020 3 2 0.010 29 0.029 5 0.027 0.025 4 0.023 3 Ut 4 p(Dt+1|Ft) 6 5 0.030 Ut p(I2t+1|Ft) 6 0.021 2 0.019 1 1 0.017 99:3 99:1 98:3 98:1 97:3 97:1 96:3 96:1 95:3 95:1 94:3 94:1 93:3 93:1 92:3 92:1 91:3 91:1 90:3 90:1 89:3 89:1 88:3 88:1 87:3 99:3 99:1 98:3 98:1 97:3 97:1 96:3 96:1 95:3 94:1 95:1 93:3 94:3 93:1 92:3 92:1 91:3 91:1 90:3 89:1 90:1 88:3 89:3 88:1 87:3 87:1 (a) rp.TD = -0.567, r2p.TD = 0.321, n = 51. 0 0.015 87:1 0 0.000 (b) rp.TD = -0.542, r2p.TD = 0.294, n = 51. Fuente: Estimaciones propias con datos de la ENEU. Se presenta únicamente una selección de las pruebas significativas estadísticamente al 1%. Podría no contener todos los resultados descritos en la sección. Blanco: Recuperación; gris débil: Expansión; gris fuerte: Recesión. Línea continua: probabilidad; Línea de discontinua: Tasa de desempleo. desfase de alrededor de tres meses. La probabilidad de transición hacia la informalidad tipo 2 mostró una relación negativa con la tasa de desempleo tanto para un trimestre (rp.TD = 0.567), como para dos trimestres aunque en menor grado (rp.TD = 0.342). De esta forma, los periodos de recesión económica no están propiciando un paso significativo hacia la economía microempresarial informal o formada de nexos solidarios entre individuos informales, incluso, durante los periodos de expansión podría esperarse un flujo mayor de los mismos. El resultado, es al menos curioso, dado que la tasa de informalidad tipo 2 sí resulta contracíclica por sí misma, y estaría indicando que los formales que incursionan en microemprendimientos lo hacen mayoritariamente de forma voluntaria y, además, estos son pocos comparados con los flujos agregados hacia la informalidad tipo 2. 5.2.2. Subsector informal tipo 1 (gráfico 3) La probabilidad de movilidad hacia la formalidad registró una relación procíclica media, al estar sincronizada de forma inversa con la tasa de desempleo (rp.TD = 0.663). Así, las expansiones favorecer el paso a la formalidad13 y las recesiones lo inhiben. 13 Al tratarse de individuos, la mayor parte de esta formalización (en promedio, 16.5% de los informales tipo 1) se relaciona con la contratación e inclusión en la seguridad social de empleados y no necesariamente a la formalización de empresas. No obstante, tampoco se puede descartar que ocurra esto último. n 102 Efecto del ciclo económico en la incidencia de la informalidad: evidencia para México, 1987-1999 Gráfico 3 Probabilidades de transición intertrimestral desde la informalidad tipo 1 8 0.024 4 1 0.1 9 0.09 7 0.022 2 8 0.08 6 0.0 0.0 3 0.03 2 0.02 5 0.018 4 0.016 3 0.014 Ut 0.0 Ut p(Ft+1|I1t) 7 0.07 p(Dt+1|I1t) 0.02 2 2 0.012 1 0.01 0 (a) rp.TD = -0.662, r2p.TD = 0.387, n = 51. 99:3 99:1 98:3 98:1 97:3 97:1 96:3 96:1 95:3 95:1 94:3 94:1 93:3 93:1 92:3 92:1 91:3 91:1 90:3 90:1 89:3 89:1 88:3 88:1 87:3 99:3 99:1 97:3 98:3 98:1 97:1 96:3 96:1 95:3 95:1 93:3 94:3 94:1 92:3 92:1 93:1 91:3 91:1 90:3 90:1 89:3 89:1 88:3 88:1 87:3 87:1 0 87:1 0.01 1 (b) rp.TD = -0.739, r2p.TD = 0.546, n = 51. Fuente: Estimaciones propias con datos de la ENEU. Se presenta únicamente una selección de las pruebas significativas estadísticamente al 1%. Podría no contener todos los resultados descritos en la sección. Blanco: Recuperación; gris débil: Expansión; gris fuerte: Recesión. Línea continua: probabilidad; Línea de discontinua: Tasa de desempleo. La probabilidad de movilidad hacia el desempleo siguió de forma altamente similar, el comportamiento contracíclico de la tasa de desempleo (rp.TD = 0.739); por lo que los empleados informales que trabajan para empresas formales se ven afectados de forma inmediata de las recesiones económicas al pasar al desempleo. 5.2.3. Subsector informal tipo 2 (gráfico 4) La probabilidad de transición hacia la formalidad tuvo una relación inversa media (rp.TD = 0.649) con la tasa de desempleo mientras que la probabilidad de transición hacia la informalidad tipo 1 mostró una relación inversa moderada (rp.TD = 0.481). De lo anterior, y tomando en cuenta el nivel de las probabilidades, se tiene que, partiendo de actividades de informalidad plena, es más probable reubicarse en una condición de informalidad parcial (14%) que en una de formalidad (7%), mostrando está última una relación más consistente con el ciclo económico. De esta forma, la subcontratación se interpone en 103 n José G. Aguilar Barceló Carlos M. Hernández Campos Martín A. Ramírez Urquidy Gráfico 4 Probabilidades de transición intertrimestral desde la informalidad tipo 2 1 0.1 8 9 0.09 7 8 6 0.16 7 5 0.15 8 0.08 6 0.05 4 0.04 3 0.03 2 0.02 5 4 0.13 3 0.12 2 0.11 1 1 0 99:3 99:1 98:3 98:1 97:3 97:1 96:3 96:1 95:3 95:1 94:3 94:1 93:3 93:1 92:3 92:1 91:3 91:1 90:3 90:1 89:3 89:1 88:3 Ut 0 99:3 99:1 98:3 98:1 97:3 97:1 96:3 96:1 95:3 95:1 94:3 94:1 99:3 99:1 98:3 98:1 97:3 97:1 96:3 96:1 95:3 95:1 94:3 94:1 93:3 93:1 92:3 92:1 91:3 91:1 90:3 90:1 89:3 89:1 88:3 88:1 87:3 1 0.15 93:3 0 0 2 93:1 1 0.005 3 0.2 92:3 2 0.01 92:1 0.015 4 0.25 91:3 3 91:1 0.02 5 90:3 4 6 0.3 90:1 0.025 Ut 5 0.03 89:3 35 0.035 7 5 0.35 89:1 6 88:3 04 0.04 8 4 0.4 88:1 7 87:3 8 87:1 05 0.05 45 0.045 87:1 88:1 87:1 (b) rp.TD = -0.481, r2p.TD = 0.231, n = 51. p(I2t+1∩I2t+2∩I2t+3|I2) (a) rp.TD = -0.649, r2p.TD = 0.421, n = 51. (c) rp.TD = -0.662, r2p.TD = 0.387, n = 51. 0 0.1 99:3 99:1 98:3 98:1 97:3 97:1 96:3 96:1 95:3 95:1 94:3 94:1 93:3 93:1 92:3 92:1 91:3 91:1 90:3 90:1 89:3 89:1 88:3 88:1 87:3 87:1 0 87:3 0.01 p(Dt+1|I2t) 4 0.14 Ut 5 0.06 Ut p(Ft+1|I2t) 7 0.07 p(I1t+1|I2t) 6 (d) rp.TD = -0.494, r2p.TD = 0.244, n = 49. Fuente: Estimaciones propias con datos de la ENEU. Se presenta únicamente una selección de las pruebas significativas estadísticamente al 1%. Podría no contener todos los resultados descritos en la sección. Blanco: Recuperación; gris débil: Expansión; gris fuerte: Recesión. Línea continua: probabilidad; Línea de discontinua: Tasa de desempleo. el camino hacia la formalización. Notar que la probabilidad de transición hacia el desempleo mostró bajos niveles pero una elevada correlación positiva con el ciclo económico (rp.TD = 0.807), denotando su uso fragilidad como resguardo económico para un sector de la población14. Sin embargo, parece existir un subconjunto de al menos el 30% de los informales tipo 2 que permanece estable en el desempeño de sus funciones por al menos un año y no resultan significativamente sensibles al estado 14 En cualquier caso, no se debe perder la perspectiva de que cada categoría ocupacional engloba actividades con muy distintos niveles de rentabilidad y volumen de negocios. n 104 Efecto del ciclo económico en la incidencia de la informalidad: evidencia para México, 1987-1999 de la economía. 5.2.4. Desempleo (gráfico 5) La probabilidad de permanencia en el desempleo tuvo un comportamiento contracíclico de alta semejanza con el de la tasa de desempleo (rp.TD = 0.775), lo cual se anticipaba. Por otro lado, la elevada probabilidad de transición hacia la formalidad (20% en promedio) tuvo una relación inversa elevada (rp.TD = 0.779) con la tasa de desempleo, existiendo entre ambas una marcada sincronización. De esta forma, el comportamiento de la economía puede fomentar (en expansión) o inhibir (en contracción) el flujo laboral hacia el sector formal y, se presume, la formalización de emprendimientos (aun más que cuando se parte de informalidad tipo 1 o tipo 2, al menos en porcentaje). Gráfico 5 Probabilidades de transición intertrimestral desde desempleo 99:3 99:1 98:3 98:1 97:3 97:1 96:3 96:1 95:3 95:1 94:3 94:1 93:3 93:1 92:3 87:1 (a) rp.TD = -0.662, r2p.TD = 0.387, n = 51. 92:1 0 99:3 99:1 98:3 98:1 97:3 97:1 96:3 96:1 95:3 95:1 94:3 94:1 93:3 93:1 92:3 92:1 91:3 91:1 90:3 90:1 89:3 89:1 88:3 88:1 87:3 87:1 1 0.02 91:3 0 0 2 0.03 91:1 1 90:3 0.05 3 0.04 90:1 2 89:3 0.1 4 0.05 89:1 3 5 0.06 88:3 4 6 7 0.07 88:1 5 7 8 0.08 87:3 2 0.2 Ut p(Ft+1|Dt) 6 p(I1t+1∩|I1t+2|Dt) 5 0.25 0.15 8 9 0.09 7 Ut 8 3 0.3 (b) rp.TD = -0.739, r2p.TD = 0.546, n = 51. 8 0.3 3 8 0.06 6 7 7 0.05 5 0.25 5 Ut 0 99:3 99:1 98:3 98:1 97:3 97:1 96:3 96:1 95:3 95:1 94:3 94:1 93:3 93:1 92:3 92:1 91:3 91:1 90:3 90:1 99:3 99:1 98:3 98:1 97:3 97:1 96:3 96:1 95:3 95:1 94:3 94:1 93:3 93:1 92:3 92:1 91:3 91:1 90:3 90:1 89:3 89:1 88:3 88:1 87:3 87:1 (c) rp.TD = -0.755, r2p.TD = 0.570, n = 51. 1 0 89:3 0 0.05 2 0.01 89:1 1 3 0.02 88:3 2 0.1 4 88:1 3 5 0.03 87:3 0.15 4 0.04 87:1 4 p(I2t+1|Dt) 6 5 0.2 Ut p(Dt+1|Dt) 6 (d) rp.TD = -0.631, r2p.TD = 0.398, n = 50. Fuente: Estimaciones propias con datos de la ENEU. Se presenta únicamente una selección de las pruebas significativas estadísticamente al 1%. Podría no contener todos los resultados descritos en la sección. Blanco: Recuperación; gris débil: Expansión; gris fuerte: Recesión. Línea continua: probabilidad; Línea de discontinua: Tasa de desempleo. 105 n José G. Aguilar Barceló Carlos M. Hernández Campos Martín A. Ramírez Urquidy La probabilidad de transición hacia la informalidad tipo 2 mostró una correlación positiva media (rp.TD = 0.631) con la tasa de desempleo, lo que significa que una parte (alrededor del 4%) de la población desempleada utiliza como refugio la informalidad tipo 2, lo cual puede también deducirse para la informalidad tipo 1 (alrededor de 6.5%) pero a partir de dos periodos. La probabilidad de transición inmediata hacia la informalidad tipo 1 registró una marcada tendencia positiva y nula sincronización con el comportamiento cíclico de la tasa de desempleo. No obstante, la probabilidad hacia la informalidad tipo 1 durante dos y tres trimestres consecutivos mantuvo una relación directa con la tasa de desempleo, indicando una sincronización no inmediata. De lo anterior, ante la insuficiencia de empleo formal (correlacionado negativamente con D) después de un periodo de búsqueda, la mejor (la más práctica o la única) opción resulta el emplearse bajo condiciones irregulares en empresas formales. Finalmente, se puede decir que de cada tres personas que dejan el desempleo para trabajar, al menos una lo hará en una actividad informal. 5.2.5. Inactividad (gráfico 6) La probabilidad de transición hacia la formalidad mantuvo una correlación inversa moderadamente elevada (rp.TD = 0.697) con la tasa de desempleo, por lo que la población inactiva puede pretender cambiar hacia la formalidad de acuerdo con el ciclo económico en una magnitud similar a lo que ocurre con los desempleados. Evidentemente, la probabilidad de transición hacia el desempleo tuvo una elevada sincronización (rp.TD = 0.804) con la tasa de desempleo. Ya en el apartado anterior se había advertido una correlación Gráfico 6 Probabilidades de transición intertrimestral desde la inactividad 45 0.045 04 0.04 8 0.055 055 8 7 0.05 .05 7 0.045 045 6 6 (a) rp.TD = -0.697, r2p.TD = 0.486, n = 51. 2 0.02 1 0.015 0 99:3 99:1 98:3 98:1 97:3 97:1 96:3 96:1 95:3 95:1 94:3 94:1 93:3 93:1 92:3 92:1 91:3 91:1 90:3 90:1 0.01 89:3 99:3 99:1 98:3 98:1 97:3 97:1 96:3 96:1 95:3 95:1 94:3 94:1 93:3 93:1 92:3 92:1 91:3 91:1 90:3 90:1 89:3 89:1 0 88:3 0.01 88:1 1 87:3 0.015 (b) rp.TD = -0.430, r2p.TD = 0.185, n = 51. Fuente: Estimaciones propias con datos de la ENEU. Se presenta únicamente una selección de las pruebas significativas estadísticamente al 1%. Podría no contener todos los resultados descritos en la sección. Blanco: Recuperación; gris débil: Expansión; gris fuerte: Recesión. Línea continua: probabilidad; Línea de discontinua: Tasa de desempleo. n 106 Ut 3 89:1 2 88:3 0.02 4 0.03 0.025 88:1 3 5 0.035 87:3 0.025 Ut 4 0 04 87:1 0.03 p(I2t+1|PEI) 5 87:1 p(Ft+1|PEIt) 35 0.035 Efecto del ciclo económico en la incidencia de la informalidad: evidencia para México, 1987-1999 significativa en términos de la probabilidad inversa. La probabilidad de transición hacia la informalidad tipo 1 y tipo 2 mostraron una marcada tendencia positiva y nula asociación con la tasa de desempleo. Asimismo dichas probabilidades en los casos de dos y tres trimestres consecutivos mostraron una relación positiva moderada -y creciente en el tiempo- con la tasa de desempleo. 6. Conclusiones Con datos de la Encuesta Nacional de Empleo Urbano del INEGI, en este trabajo se calculan aproximaciones a las probabilidades trimestrales de transición agregadas entre los principales estados laborales en México durante el periodo 1987-1999, a través de la construcción de matrices de transición de Markov. Las probabilidades de permanecer en la informalidad parecen altas como para poder considerarlo estatus de transición rápida, comparado por ejemplo, con aquellas del desempleo que se entiende como una condición “no deseable”. Aunado a lo anterior, las probabilidades de ubicarse en la formalidad a partir de la informalidad son menores que cuando el origen es el desempleo. No obstante, un mayor nivel de desagregación en el análisis y su comparativa con el comportamiento del ciclo económico confirma que los niveles de informalidad, en general, están vinculados al ciclo económico, explicando en buena parte su componente coyuntural, lo cual permite distinguir mejor entre comportamientos particulares. Por un lado, resulta clara la involuntariedad de los subcontratados, los cuales mantienen un comportamiento contracíclico afín con las visiones dualista y estructuralista; ésta se ha convertido en una alternativa de empleo creciente y no se puede descartar que las empresas se separen de trabajadores informales durante las recesiones y que las pérdidas de empleo formal durante las mismas sean sólo una fracción de las pérdidas reales. Cuando el origen es particularmente la informalidad microempresarial, la probabilidad de permanecer en este subsector es considerable e independiente del ciclo económico después de un periodo de maduración del desempeño en él; esto habla del grado de robustez que ha alcanzado este subsector. Asimismo, la formalidad es alrededor de tres veces más probable de concretarse si el origen se relaciona con los subcontratados y no con la microempresarialidad informal. El caso de la informalidad microempresarial, se identifican dos grupos diferenciados. El mayor de ellos, quizá de entre 70 y 80%, sería de naturaleza involuntaria predicho por la corriente dualista; éstos han entrado a la informalidad por la falta de empleos formales o de competencias para los mismos y mantiene un comportamiento contracíclico utilizando la informalidad como refugio; no obstante, a muchos de ellos les cuesta salir de la informalidad por haber encontrado actividades 107 n José G. Aguilar Barceló Carlos M. Hernández Campos Martín A. Ramírez Urquidy rentables, aunque la mayoría preferiría ser subcontratados o formal (pero no necesariamente formalizar su negocio). Por otra parte, hay un grupo más pequeño, de entre 10 y 15%, posiblemente relacionado con patrones y algunos autoempleados informales, que voluntariamente han optado por microempresarialidad informal y que correspondería a la contraparte legalista del sector.15 Se debe tomar en consideración que el análisis llevado a cabo es agregado, es decir, plantea un sector informal como estado laboral unificado, sin embargo, en la práctica su composición es muy heterogénea. Un análisis desagregado de sus componentes podría traer luz, por ejemplo, sobre los grados de emprendeduría y de identificación de potencial de formalización; asimismo, el controlar por variables sociodemográficas como sexo, educación o ingreso, podría representar mejor el comportamiento laboral de la sociedad mexicana. Las crisis económicas sin duda resultan ser una barrera franca a la formalización, de ahí la importancia de la correcta identificación del sector de los microempresarios informales “voluntarios” pues se trata del grupo que de forma más directa podría responder ante mecanismos de apoyo y asistencia que conviertan en oportunidad una situación adversa. Bibliografía Bosch, M. y W. Maloney, (2006), Gross Worker Flows in the Presence of Informal Labor Markets. The Mexican Experience 1987-2002. IZA Discussion Paper No. 2864. Bosch, M., y W. Maloney, (2008), Cyclical Movements in Unemployment and Informality in Developing Countries. Institute for the Study of Labor, Discussion paper, IZA DP No. 3514. Castells, M. y A. Portes, (1989), World Underneath: the Origins, Dynamics, and Effects of the informal Economy. En Portes, A., Castells, M. y Benton, L.A. (eds.), The Informal Economy: Studies in Advanced and Less Developed Countries, pp. 11-35. Baltimore: Johns Hopkins University Press. 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Ingeniera Química, Maestra en Economía por la UNAM y Doctora en Estudios Latinoamericanos por la misma institución. Integra el Sistema Nacional de Investigadores y participa en redes académicas nacionales e internacionales. ** Profesor Investigador de la Facultad de Economía “Vasco de Quiroga”, estudió la Maestría en Administración y la especialidad en Finanzas en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Actualmente cursa el Doctorado en Economía Aplicada en la Universidad de Santiago de Compostela. 111 n María Arcelia González Butrón Rodrigo Gómez Monge el propio modelo enmarcado en una economía de mercado, avanzando en algunas reflexiones críticas. También se realiza un somero análisis de la crisis y de la aplicación de políticas económicas de corte neoliberal pues éstas se consideran indispensables para entender el proceso de consolidación del modelo de crecimiento y desarrollo actualmente dominante en México con sus consecuentes y negativos impactos sociales. Palabras clave: Economía mexicana, políticas de ajuste estructural, economía de mercado, neoliberalismo. Calificación JEL: B22, E00, N16, N36. I. Transformaciones económicas, políticas neoliberales y ajuste estructural en América Latina A fines de los setenta y más definidamente en los ochenta, las economías de América Latina y el Caribe transitaban por profundos procesos de reorientación y transformación económica que han cambiado radicalmente el panorama económico social para los noventa.1 Estas transformaciones responden, según diversos estudios, a la crisis del modelo de acumulación capitalista de la posguerra cuyos signos de agotamiento ya eran evidentes en nuestro continente en los años sesenta.2 1 La primera versión de este apartado se expuso en: Gonzáles B., María Arcelia. Transformaciones Económico Estructurales, Pobreza y Desarrollo Social en México. Editoriales DEI de San José, Costa Rica y CEMIF “Vasco de Quiroga”, A.C., México, 1999. 2 Esta etapa ha sido muy estudiada, algunos textos explicativos de la crisis por agotamiento del patrón de acumulación son: Carrere, Bernard, Paul Sweezy, et. al. 1974: Crisis estructural del capitalismo. Crisis energética - Crisis política. Edit. La Oveja Negra, Medellín, Colombia, 1974. Semo, Enrique. La crisis actual del capitalismo. Eds. de Cultura Popular, México, 1975. Mandel, Ernest. La Crisis 1974-1980. Eds. Serie Popular Era, México, 1977. Aguilar, Alonso. La crisis del capitalismo. Edit. Nuestro Tiempo, México, 1979. Vicens, Lucas. Crisis Económica. Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, República Dominicana, 1982. Castro, Fidel. La crisis económica y social del mundo. Sus repercusiones en los países subdesarrollados, sus perspectivas sombrías y la necesidad de luchar si queremos sobrevivir. 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Las políticas de ajuste estructural y sus correspondientes programas conducen a cambios estructurales de largo plazo más que a “ajustes” coyunturales o de corto plazo. Vale aquí distinguir las políticas de ajuste de las políticas de estabilización: estas últimas fueron justamente de corto plazo y tenían como objetivos una serie de correctivos para superar los altos niveles de inflación y los déficit en balanza de pagos y fiscal, eran parte de las políticas de ajuste estructural propiamente cuyos ejes de acción prioritarios en la primera mitad de los ochenta fueron las políticas monetaria y fiscal; sin embargo, éstas tienen que ver más con objetivos estratégicos de largo plazo, con la transformación del modelo económico mismo, en un contexto de mayor integración de nuestras economías a la economía mundial. Con la “crisis de la deuda”, a partir de 1982, organismos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial empezaron a plantear abiertamente la necesidad de un ajuste estructural, del “cambio de estructuras”3. Hasta ese momento nuevos créditos permitían pagar el servicio de la deuda pero un cambio en la política monetaria y crediticia estadounidense a finales de los setenta condujo a frenar el refinanciamiento del servicio y su pago se tornó prácticamente inviable para nuestras ya desequilibradas economías. Esto y todas las presiones derivadas de las sucesivas renegociaciones, fueron fundamentales para la imposición de políticas de ajuste estructural a pesar de la oposición de diversos sectores sociales y hasta de algunos gobiernos. Ciertamente, se estaba empezando a operar un gran cambio de estructuras. Como plantea F. Hinkelammert, se trataba de un cambio que postergaba las tareas del desarrollo del continente en función de una radicalización del capitalismo, para sustituir al capitalismo intervencionista y organizado de los 50 y 60, por un capitalismo desnudo y antisocial. La política de capitalismo extremo -política de mercado total- surgida en la década de los 70, sirvió a partir de 1982 para estructurar las economías de América Latina en función de la transferencia de un excedente maximizado hacia los países del centro, quienes son los dueños de la deuda externa de América Latina. La tesis del ajuste estructural se reformuló a perspectivas del desarrollo latinoamericano. Eds. Universidad Autónoma de Guerrero, Guerrero, México, 1981. Pipitone, Ugo. El capitalismo que cambia. Eds. Era, México, 1986. Valenzuela Feijóo, José C. ¿Qué es un patrón de acumulación? Eds. Facultad de Economía, Serie Economía de los noventa, UNAM, México, 1990. Lundahl, Mats y Wim Pelupessy (edits.). Crisis económica en Centroamérica y el Caribe. Eds. DEI, San José, Costa Rica, 1989. 3 Hasta ese tiempo sólo los movimientos sociales y los sectores progresistas latinoamericanos hablaban de un cambio de estructuras; ciertamente la propuesta de estos organismos financieros internacionales tenía una orientación radicalmente distinta, como se verá más adelante. 113 n María Arcelia González Butrón Rodrigo Gómez Monge partir de 1982 en el sentido de un capitalismo extremo orientado a crear las condiciones estructurales para transferir desde América Latina hacia los países desarrollados del centro, un excedente lo mayor posible. Ajuste estructural significa ahora: transformación de América Latina en función de un capitalismo extremo capaz de transferir a los países del centro un máximo de excedentes. La denominación de “ajuste estructural” se refiere a esta política, que pone la transformación del capitalismo hacia el mercado total al servicio de la transferencia de un excedente máximo hacia los centros del mundo capitalista. (Hinkelammert 1990: 32) Esta perspectiva del denominado capitalismo extremo estuvo ya claramente presente en los setenta y, más particularmente, la crisis de los setenta parecía convencer a muchos gobiernos de la urgencia del cambio estructural propuesto por los organismos financieros internacionales. Sin embargo, algunas medidas más drásticas de política económica para avanzar en estos cambios fueron moderadas y hasta postergadas debido a la llamada “crisis del petróleo” surgida en 1973, que en realidad fue una etapa en la que se produjo una gran liquidez en el sistema financiero con la consecuente disponibilidad de capitales para créditos. Diversos estudios en países latinoamericanos documentan esta etapa en la que incluso nuestros países fueron inducidos a contratar más deuda con grandes facilidades. Una expresión de esto es el hecho de que la deuda en América Latina se multiplicó seis veces en la década y en cerca del 60% entre 1980-1982, pasando de $ 28,861 mdd en 1970, a $ 182,940 mdd en 1980 y, a $288,238 mdd en 1982.4 Cuando las condiciones financieras internacionales cambian y se restringen los créditos de largo y corto plazo, nuestros países pierden capacidad de pago y se produce como en 1982, la crisis de la deuda. La oportunidad para el desarrollo rápido de los “ajustes estructurales” no se hizo esperar en toda la región, lo cual fue justificado políticamente dados los fuertes desequilibrios manifiestos en nuestras economías, expresados especialmente en intensos procesos inflacionarios, fuertes déficit gubernamentales y recesión económica. Durante la década de los ochenta se desencadenaron los conocidos Planes y Programas de Estabilización, como el Plan Austral en Argentina, el Plan Cruzado en Brasil, los “fujishocks” en Perú, los Planes de Estabilización y Reordenamiento Económico en México, entre otros. Cada nuevo período gubernamental en cada país servía para modificar estos planes y programas, mas no para cuestionarlos y menos aún para evidenciar los objetivos estratégicos subyacentes a los mismos. Lo que estaba ocurriendo en realidad eran transformaciones profundas en el modelo económico vigente. La sustitución de importaciones, 4 CEPAL. “América Latina y El Caribe: balance de pagos 1950 - 1984”, Cuadernos Estadísticos de la CEPAL, No. 10, Santiago de Chile, 1986 n 114 La economía mexicana en el estancamiento. Los resultados de las reformas estructurales aplicadas en el periodo 1981-2007 el fortalecimiento del mercado interno y, por tanto, los intentos de desarrollo nacional estaban siendo completamente abandonados para dar paso a economías más orientadas al fomento de las exportaciones, al fortalecimiento de mercados externos y al desarrollo de los centros de poder económico internacional. La política del desarrollo es ahora sustituida por la política de la extracción del máximo de excedentes, pase lo que pase con el desarrollo de América Latina. Esta política recibe el nombre de ajuste estructural. Ya no se habla más de desarrollo, sino de los mercados. Tampoco se habla más de dependencia, porque la dependencia ha aumentado de tal manera que ya se puede impedir hablar de ella. De lo que sí se habla, es de la necesidad de pagar aportes de capital... (Hinkelammert 1990: 34) Se trata de lograr, a través de ajustes estructurales, economías más integradas a la lógica predominante del mercado mundial, economías que puedan transferir el máximo de excedentes posibles, y, en este objetivo, No interesa cualquier tipo de excedente productivo en América Latina, sino solamente aquellos excedentes que derivan en divisas transferibles. Por lo tanto, todos aquellos excedentes producidos que no sean transferibles, pueden ser destruidos. Esto explica que solamente los excedentes que aparecen en la balanza comercial de los países latinoamericanos tengan significado para este modelo. Es necesario maximizar el saldo positivo de la balanza comercial, para maximizar la transferencia de excedentes hacia los países del centro. Por lo tanto el ajuste estructural hace girar toda la política económica alrededor del saldo de la balanza comercial. Lo que aumenta el saldo es bueno; lo que lo disminuye, es malo. Ese es el principio de inteligibilidad del ajuste estructural. Lo que hace falta es aumentar las exportaciones y disminuir las importaciones, sujetando toda actividad económica a este principio simple. Se concentra así toda inversión en actividades de exportación y se eliminan, en lo posible, las inversiones para el mercado interno. Al eliminar estas inversiones, por supuesto, se destruyen también los excedentes producidos en los mercados internos; el excedente externo destruye los excedentes internos. Pero ahora ya sólo se habla de los excedentes externos. Aparece así un automatismo creciente de la miseria (Hinkellammert 1990: 35).5 Esta orientación clara hacia el mercado exterior y al abandono de los objetivos de desarrollo interno nacionales tiene límites, pues no se pueden transferir todos los ingresos en razón de las exportaciones; los ingresos se requieren para cubrir las importaciones necesarias para seguir produciendo internamente para transferir y, también, para sostener el conjunto de requerimientos que implica el nuevo modelo 5 Subrayado nuestro. 115 n María Arcelia González Butrón Rodrigo Gómez Monge capitalista. De aquí la importancia que reviste el nuevo papel del Estado en nuestras economías. Se observa su cambio de rol en el nuevo modelo económico, un Estado aún más funcional a los requerimientos de la acumulación en el que se pueden destacar las siguientes características: · Un Estado menos empresario directo pero sí promotor y hasta subsidiario de empresas exportadoras; con un menor aparato gubernamental y operando con sistemas más eficientes en la lógica de disminución del gasto público, especialmente en la esfera social. · Un Estado más cuidadoso en el control social lo cual es indispensable para la consolidación del nuevo modelo. Por eso ingresamos en la región a las llamadas “nuevas democracias”, en las que aparentemente desapareció la lógica de seguridad nacional, lo cual contrasta ciertamente con el crecimiento de los presupuestos para las fuerzas armadas en la mayoría de países latinoamericanos, una de cuyas evidencias es que los aparatos represivos a la movilización social se mantienen como en la década de los setenta sólo que ahora éstos revisten formas más sofisticadas entre las que se advierte, por una parte, un discurso más negociador y concertador hasta donde sea posible y, por la otra, distintas manifestaciones en el continente de las llamadas “guerras de baja intensidad” que con la acción de los medios de comunicación bajo el control de las fuerzas dominantes, muchas veces no se reconocen, salvo por quienes las sufren directamente. Dados los crecientes niveles de la pobreza, el desempleo y la inseguridad social, se considera que el Estado va a mantener todas aquellas funciones que tengan que ver con el “factor humano” o “capital humano”, según denominación de organismos financieros internacionales como el Banco Mundial, cuyo comportamiento es fundamental para la consolidación del modelo vigente. De allí que sea tan importante la educación especializada así como también lo es mejorar las fuerzas del orden. II. Algunos fundamentos del nuevo modelo capitalista Aunque prevalece un importante debate sobre las características del modelo económico dominante6 se coincide respecto a sus fundamentos últimos que se sustentan en el liberalismo económico. Para José Valenzuela Feijóo el reordenamiento económico estructural es coherente con un proyecto político específico que es recubierto ideológicamente por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Desde un ángulo teórico muy general, esta ideología se asienta en principios walrasianos, 6 En América Latina ha recibido principalmente las denominaciones de monetarista, fondomonetarista y neoliberal. n 116 La economía mexicana en el estancamiento. Los resultados de las reformas estructurales aplicadas en el periodo 1981-2007 tales como: a) la economía capitalista tiende espontáneamente a una situación de equilibrio estable; b) tal equilibrio se corresponde con una plena utilización de los recursos productivos; c) la asignación de los recursos es óptima y, por tanto, da lugar a la maximización del dividendo social (Valenzuela Feijóo J., 1991: 16). Según el mismo autor, la coherencia interna de este esquema ha sido fuertemente criticada por Sraffa, Garegnani y otros, además de que la evidencia empírica contrasta con tales principios, sin embargo se ha insistido en ellos y se vienen imponiendo ya no por consideraciones científicas sino por afanes político-doctrinarios. Sobre la base de los principios de la teoría neoclásica, teóricos como Karl Popper y Friedrich Hayek profundizaron marcos sustentadores, fundamentaron y justificaron una perspectiva epistemológica, e inclusive, según R. Gómez “elevaron el modus operandi de la economía neoclásica, y le dieron el status de método universal para las ciencias sociales” (Gómez, Ricardo J. (1995: 159). De allí que se intente actualmente generalizar el método de la teoría económica “neoliberal” -pragmática y con el horizonte de totalización del Mercado- a las otras ciencias sociales. Se pretende reivindicar el darwinismo social que justifica la exclusión económica de muchos seres humanos en una lógica de Mercado apoyada en una “racionalidad científica” supuestamente neutra y objetiva. Popper y Hayek sustentan de este modo la preferencia por una determinada teoría económica ligada a un programa político: el del liberalismo neoclásico, el cual sería retomado con algunas modificaciones por la escuela de Chicago, especialmente planteado por Milton Friedman y exportado como “objetivamente científico” a todos aquéllos que pretendan acceder al paraíso consumista del llamado primer mundo (Gómez, Ricardo J., 1995: 160). Con este último economista la propuesta liberal neoclásica no avanza sustancialmente en el plano teórico pero sí en su formalización: con el uso de la econometría trata de acumular la mayor evidencia empírica que demuestre la verificación de algunas de sus hipótesis básicas como son la posibilidad de maximización de ganancias y la existencia de condiciones de equilibrio sin intervención estatal. De modo general, los supuestos más importantes de la concepción neoliberal de la economía que Popper, Hayek y Friedman comparten son los siguientes:7 · Toda realidad, y en particular la realidad social, es un conjunto que resulta del agregado de elementos interrelacionados por situaciones 7 Para un mayor desarrollo de estos supuestos se pueden consultar los capítulos VII y VIII de la obre citada de Ricardo J. Gómez y el capítulo II del texto de Franz Hinkelammert, Crítica a la razón utópica”. Eds. DEI, San José, Costa Rica, 1984. En este último, también se hace referencia a la síntesis de estos principios expuestos por Hayek en su conferencia con motivo de la recepción del Premio Nobel de Economía cuyo título fue “La pretensión del conocimiento”. 117 n María Arcelia González Butrón Rodrigo Gómez Monge que operan exclusivamente entre dichos elementos individuales. · La sociedad es sólo el nombre del conjunto de los individuos que la componen, ligados entre sí especialmente por un sistema de tradiciones homogéneas. · El ser humano es básicamente un ser egoísta, consumidor y propietario de sus bienes. · El ser humano es un ser de tradiciones, la primera, la que resulta de su naturaleza básicamente egoísta; la segunda, la de la ciencia. · Los seres humanos son naturalmente desiguales. La única igualdad válida es la igualdad política ante el mercado y la ley. · La libertad es abstracta, individual y negativa. · El mercado es el único ordenador racional y la planificación es irracional. · La democracia es el sistema político recomendable en tanto no interfiera con el funcionamiento del libre mercado. · La sociedad capitalista neoliberal es insuperable. Este conjunto de supuestos tienen consecuencias y efectos prácticos muy trascendentes para entender la situación actual, son aceptados -explícita o implícitamente- por los principales centros del capitalismo contemporáneo y pretenden imponerse a todos los rincones del planeta. Se traducen por ejemplo en la propuesta de liberalización económica, según la cual, la asignación económica de los recursos debe ser resultante de la operación espontánea de las fuerzas del mercado. En la tradición clásica esto se entiende en el sentido de aceptar la ley del valor como mecanismo central de regulación económica. En el plano más abstracto, a este principio se opone el de la planificación (Valenzuela F., J., 1991: 17-18). Contradictoriamente, en la práctica no se acepta la intervención estatal pero sí la intervención y planificación oligopólica, favoreciendo el mecanismo de competencia. También se observa en la actualidad cómo el liberalismo económico se combina con formas políticas muy poco liberales y sí intervencionistas, condicionadoras y coactivas. Por otro lado, el proyecto o “paquete neoliberal” impulsado por el FMI en México y América Latina, está fuertemente asociado al plano de recuperación hegemónica y de reestructuración global impulsado por los sectores dominantes de Estados Unidos, especialmente a partir del gobierno de Reagan (Valenzuela F., J., 1991: 23), lo que está de fondo en juego es la defensa feroz de la lógica esencial del capitalismo que es la lógica de valorización del capital cuyo grado de valorización se mide por la tasa de ganancia, de allí que las fluctuaciones de ésta regulen las fluctuaciones de la acumulación y del nivel de la actividad económica. En una crisis, cuando se habla de recuperación se está haciendo referencia justamente a la recuperación de la caída de la tasa de ganancia. Este es un aspecto muy importante para entender el papel de la fuerza de trabajo y de los salarios en esta lectura. Se sabe que la vía n 118 La economía mexicana en el estancamiento. Los resultados de las reformas estructurales aplicadas en el periodo 1981-2007 por excelencia para reconstituir la tasa de ganancia es aumentar la tasa de plusvalía a través de la reducción de los salarios reales. Valenzuela plantea que después de los cuarenta se impulsó otro método conceptualizado por Keynes en el cual se utilizó la inflación para reducir salarios reales suavizando el ciclo por la vía del gasto público. El problema que esto genera es el indicado por Kalecki: a largo plazo, el mayor poder de regateo salarial puede llevar a entorpecer e incluso anular el mecanismo keynesiano. Así, cuando llega un momento en la posguerra en la que el salario real comienza a crecer igual o más rápido que la productividad, efectivamente la tasa de plusvalía se congela o cae, pero al aumentar el costo unitario de la fuerza de trabajo, unido al impacto de las estructuras oligopólicas, las presiones inflacionarias tienden a ser mayores con lo cual el mecanismo keynesiano se torna disfuncional y obliga al reordenamiento estructural. Es en este marco donde resurgen y se consolidan, como paradigma dominante, los enfoques del monetarismo, en los cuales se recurre a los mecanismos de reducción de los salarios reales y a la desocupación. Prácticamente, la propuesta de liberación económica encubre otra: restaurar a plenitud las funciones clásicas del ejército industrial de reserva (Valenzuela F., 1991: 29-31). Si bien esto requiere mayor análisis en cada realidad económica, un hecho mundial hoy incuestionable es el enorme incremento de la desocupación acentuada desde la década del ochenta, tanto en los países industrializados como en los países latinoamericanos. También es clara la tendencia al congelamiento y disminución del precio de la fuerza de trabajo, a pesar de la política de liberación general de precios.8 Complementando, algo igualmente trascendente para entender el momento actual es que, Usualmente, la reducción salarial funciona como parte integrante del ajuste cíclico normal y, ulteriormente, en la fase del auge cíclico, se mueve en un sentido que le permite recuperar sus valores de tendencia. En el caso que nos preocupa -el de un cambio estructural que apunta a un nuevo estilo de funcionamiento- no se podría hablar de una pura oscilación cíclica. El ajuste, en este caso, busca redefinir los patrones de tendencia de la distribución del ingreso. Es decir, se trata de redefinir el valor de la fuerza de trabajo (esto es, aumentar la tasa de plusvalía) y el mecanismo fundamental que inicialmente se aplica es el de una drástica reducción de los salarios reales. Esto, a su vez, se logra por la vía de la coacción extraeconómica (bayonetas) y la más propiamente económica (desocupación estructural). Una vez finiquitadas estas tareas estructurales, 8 Esto explica el porqué de las transformaciones de las políticas laborales: la contención al máximo del precio de la fuerza de trabajo más que ninguno de los otros precios, la flexibilización laboral y otros mecanismos económicos y extraeconómicos que responden a los objetivos centrales del nuevo modelo neoliberal. 119 n María Arcelia González Butrón Rodrigo Gómez Monge los salarios pueden volver a asumir su comportamiento cíclico y tendencia más usual. Claro está, lo hacen desde un piso considerablemente más bajo. Dicho de otro modo, la distribución del ingreso más regresiva constituye un componente estructural del nuevo patrón. En principio, la distribución más regresiva viene a ser equivalente a un aumento de la tasa de plusvalía. Y si la masa de trabajo vivo productivo no desciende, la mayor tasa también debería conducir a una mayor masa de plusvalía. A primera vista, por lo tanto, parecería que el potencial de acumulación del sistema se elevaría. Dicho de otro modo: la purga distributiva funcionaría como palanca del crecimiento. Tal es la apuesta neoclásica usual (Valenzuela F., J., 1991: 46). Así pues, en esta lógica se explica el porqué de la reducción de los salarios reales y también, consecuentemente, bajo el modelo neoliberal se explican fenómenos como el desempleo, el subempleo, la distribución cada vez más regresiva del ingreso y, en última instancia, los procesos de exclusión económica. No son pues problemas circunstanciales o coyunturales como lo plantean casi todos los gobiernos de la región, se trata de componentes y comportamientos del nuevo modelo, del nuevo patrón de acumulación. III. Las políticas neoliberales en América Latina En los puntos anteriores se han presentado algunas de las bases económicas y el nuevo papel del Estado y los agentes sociales más importantes que sustentan el modelo económico vigente actualmente en América Latina. Resta sólo de modo general, comentar cuáles han sido las principales políticas aplicadas bajo este marco en esta parte del continente americano. J. Williamson (1990: 12,15, 17, 20, 23, 25, 27, 29, 32)9 realizó una interesante sistematización de las principales medidas de ajuste estructural en América Latina en los ochenta, según las áreas más significativas de la reforma. Estas áreas fueron: disciplina fiscal; gasto público; reforma fiscal; liberalización financiera; control del tipo de cambio; liberalización comercial; inversión extranjera directa; privatización y desregulación.10 En general, las medidas neoliberales responden a la lógica del modelo analizado en el apartado anterior que es la maximización del excedente transferido; son de ajuste estructural y tienen las siguientes 9 Este trabajo se realizó a partir de un encuentro promovido por el Institute for International Economics de Washington, con economistas de Bolivia, Chile, Perú, Argentina, Brasil, México, Colombia, Venezuela y cinco países de El Caribe. 10 Una versión más amplia de lo ocurrido en cada uno de los países en estas áreas de reforma se puede encontrar en: Correa, Eugenia. Los mercados financieros y la crisis en América Latina. Eds. Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM, México, 1992, pp. 133-141. n 120 La economía mexicana en el estancamiento. Los resultados de las reformas estructurales aplicadas en el periodo 1981-2007 características generales:11 1. Orientación preferencial de toda política económica al aumento de las exportaciones. 2. Fomento a la participación del capital extranjero en todas las actividades económicas favorables al modelo. 3. Concentración de las funciones económicas del Estado en la realización del ajuste estructural para asegurar así la transferencia a los países del centro de un máximo de excedentes. 4. Sustitución de las subvenciones con objetivos sociales por subvenciones al sistema financiero. 5. Política de limitación o destrucción del desarrollo nacional por la liberalización de todos los mercados externos. Esto explica los procesos de des-industrialización acelerada o de “reconversión industrial” de algunas economías latinoamericanas. 6. Privatización del máximo de las funciones económicas y sociales del Estado, especialmente las funciones en la educación, en el campo de la salud y la seguridad social, entre otros. Esto lleva a un claro debilitamiento de las funciones sociales del Estado. 7. Aumento y sofisticación de las funciones represivas del Estado o de organismos particulares para-estatales. De allí que se observe un tipo de Estado policial-militar aunque sea encabezado por un gobierno civil elegido dentro de la democracia formal. A niveles más específicos, a pesar de la diversidad de matices en las políticas neoliberales aplicadas desde los ochenta, éstas se dieron principalmente en las áreas: industrial y agrícola; de inversión extranjera; comercio exterior; gasto e ingreso públicos; laboral y financiera. Según E. Correa (1992: 129-130) sus características más relevantes son: 1. Políticas industriales y agrícolas que, más que fijarse objetivos de integración productiva y de soberanía alimentaria, buscan alentar las inversiones en función de los niveles de productividad, rentabilidad y competitividad externa. 2. Políticas hacia la inversión extranjera que, más que buscar la complementariedad, alientan la acelerada remoción de disposiciones reguladoras y el cambio en las estructuras jurídicas y financieras que promueven su desarrollo (incluso acuerdos de libre comercio, formas de asociación con capitales nativos, canje de deuda por inversión, etc.). Atraer dicha inversión se fue convirtiendo en un fin en sí mismo; más que lo que éstas puedan ofrecer en materia de integración productiva, predomina su posible aporte inmediato de divisas. 11 Se retoma en gran parte la caracterización de F. Hinkelammert (1990: 34). 121 n María Arcelia González Butrón Rodrigo Gómez Monge 3. Políticas de comercio exterior que pretenden incrementar rápidamente las exportaciones, por una parte. Por otra, se tiende a la reducción e incluso eliminación de la protección efectiva de diversas ramas económicas. 4. Políticas de gasto e ingreso públicos que buscan reducir el déficit presupuestal y suprimir su financiamiento externo. El objetivo de alcanzar el equilibrio en las finanzas públicas se convierte en prioritario aun antes que atender los rezagos acumulados durante años de descenso económico, pero sin afectar los niveles de rentabilidad financiera y la promoción a ciertos capitales (altas tasas pasivas de la deuda pública interna, tasas activas subsidiadas a algunas actividades, rescate financiero de empresas y bancos, asunción de pasivos en moneda extranjera, etc.), al tiempo que se avanza en la reducción de subsidios al consumo y del gasto social de los estados. 5. Políticas laborales tendientes a permitir y promover reacomodos en las estructuras ocupacionales y salariales con rápidos descensos en el poder adquisitivo de éstos, lo que se acompaña de acciones que entrañan el debilitamiento de las organizaciones laborales ahí donde éstas habían logrado mayor poder de convocatoria, organización y defensa. 6. Políticas financieras tendientes a alcanzar un mayor grado de la apertura de los mercados financieros locales, mantener altos niveles de rentabilidad financiera al tiempo que se busca garantizar el máximo de disponibilidad de divisas. Se pretende alcanzar una estructura “de mercado en el sector”, con lo que se liberan las tasas de interés y por momentos el mercado cambiario. En ocasiones podemos encontrar intentos de efectuar una administración centralizada de divisas, aunque explícitamente se declara que no hay control cambiario. Algunos de los resultados generales de la aplicación de estas políticas en la región se exponen en el apartado siguiente, tomando en consideración los resultados obtenidos en México. IV. La crisis en México y las políticas de ajuste económico: un contexto desde las principales variables de la economía Desde los años ochenta se caracteriza a México como de una economía en crisis y, más recientemente, en proceso de recuperación. Sobre la primera caracterización no hay mayores discrepancias, salvo en las razones que agudizaron esta crisis, según el contexto internacional prevaleciente; pero sobre la segunda hay un importante debate con profundas discrepancias. A continuación se hará un estudio de las principales variables macroeconómicas y su comportamiento a lo largo del periodo 1980 n 122 La economía mexicana en el estancamiento. Los resultados de las reformas estructurales aplicadas en el periodo 1981-2007 a 2007, realizando un análisis por decenios. IV.1. Comportamiento de la población Con relación al comportamiento de la población durante los periodos estudiados es de destacar la disminución en las tasas de crecimiento, pasando de 1.77% durante el periodo comprendido de 1981 a 1990, a 0.99% durante los años de 2001 a 2007. También es importante precisar el incremento promedio en la población en 1.64% durante el lapso de 1981 a 2007. Tabla 1 Población Tasa de crecimiento anual promedio Periodo 1981-1990 1991-2000 2001-2007 Promedio Total 1.77% 1.60% 0.99% 1.64% Fuente: Elaboración propia con base en la información del sitio de internet: http://www. inegi.org.mx, diversas fechas de consulta. IV.2. Evolución del producto interno bruto por sector de origen Respecto a la evolución promedio del producto interno bruto por sector de origen (crecimiento económico), se estancó en 2.65 % como promedio durante el periodo de 1981 al 2007. Podemos analizar este comportamiento por décadas y su comportamiento ha sido bastante paupérrimo: 1.93% en los años comprendidos de 1981 a 1990, 3.52% en el periodo de 1991 a 2000 y 2.44% en el lapso de 2001 a 2007. Porcentaje Gráfico 1 Producto interno bruto por sector de origen 9,00% 8,00% 7,00% 6,00% 5,00% 4,00% 3,00% 2,00% 1,00% 0,00% -1,00% 1981-1990 1991-2000 2001-2007 Promedio Fuente: Elaboración propia con base en la información de la tabla 2. 123 n María Arcelia González Butrón Rodrigo Gómez Monge Más aún, si realizamos el análisis por sector de origen, excepto por los sectores 1 (agropecuario, silvicultura y pesca), 7 (transporte, almacenaje y comunicaciones) y 8 (servicios financieros, seguros, actividades inmobiliarias y de alquiler), las restantes divisiones han presentado menores tasas de crecimiento en los años que van de 2001 a 2007, que en el periodo comprendido de 1990 a 2000. Tabla 2 Producto interno bruto por sector de origen Tabla de crecimiento anual promedio Impuestos a los Valor agregado 1 Agropecuario, productos netos bruto en valores silvicultura y de subsidios pesca básicos 2 Minería 3 Industria manufacturera 1.43% 2.56% 2.22% 1.34% 2.10% 4.53% 2.44% 2.20% 1.94% 0.76% 2.65% 1.60% 2.23% 2.69% Periodo Total 1981-1990 1991-2000 2001-2007 Promedio 1.93% 1.93% 1.93% 3.52% 3.53% 3.52% 2.44% 2.47% 2.65% 2.66% Fuente: Elaboración propia con base en la información del sitio de internet: http://www.inegi.org.mx, diversas fechas de consulta. Tabla 2 (continuación) Producto interno bruto por sector de origen Tabla de crecimiento anual promedio 4 Construcción 5 Electricidad, gas y agua 6 Comercio, restaurantes y hoteles 7 Transporte, almacenaje y comunicaciones 8 Servicios financieros, seguros, actividades inmobiliarias y de alquiler -0.07% 5.62% 1.05% 1.74% 4.20% 2.11% 4.47% 3.20% 4.34% 3.92% 5.80% 3.79% 2.05% 4.96% 2.64% 2.68% 2.12% 6.38% 4.69% 1.11% 7.99% 1.84% 4.38% 2.39% 4.45% 4.17% 1.83% 5.56% 9 Servicios comunales, sociales y personales Cargo por los servicios bancarios imputados Fuente: Elaboración propia con base en la información del sitio de internet: http://www.inegi.org.mx, diversas fechas de consulta. IV.3. Evolución del producto interno bruto per cápita por sector de origen En términos per cápita, durante el periodo 1981 a 2007, el crecimiento real fue de 0.93%. Sin embargo si analizamos la variable por decenios, tenemos que el periodo comprendido de 1981 a 1990 registra un descenso promedio anual de -0.04%. Durante el lapso de 1991 a 2000 se incrementó, a una tasa anual promedio de 1.67%, para moderar su crecimiento a 1.27% durante 2001 a 2007. Lo anterior se puede visualizar en el gráfico 2. n 124 La economía mexicana en el estancamiento. Los resultados de las reformas estructurales aplicadas en el periodo 1981-2007 Gráfico 2 Tasas de crecimiento anual promedio del producto interno bruto per cápita por sector de origen 8,00% Porcentaje 6,00% 4,00% 1981-1990 2,00% 1991-2000 0,00% 2001-2007 -2,00% Promedio -4,00% Fuente: Elaboración propia con base en la información de la tabla 3. Si realizamos un estudio del promedio de crecimiento en todo el periodo (1981 a 2007) por sectores de origen, resulta preocupante la variación del total de apenas un 0.93% a tasa promedio anual, sin embargo es de destacar el comportamiento del sector agropecuario, silvicultura y pesca que presenta una disminución anual promedio de -0.11% durante todo el periodo, siendo los únicos motores de crecimiento de la economía los sectores referidos con las divisiones 5 (electricidades, gas y agua), 7 (transporte, almacenaje y comunicaciones) y 8 (servicios financieros, seguros, actividades inmobiliarias y de alquiler). Esto se puede observar en la tabla 3 que se muestra a continuación. Tabla 3 Producto interno bruto por sector de origen Tabla de crecimiento anual promedio Impuestos a los Valor agregado 1 Agropecuario, productos netos bruto en valores silvicultura y de subsidios básicos pesca 2 Minería 3 Industria manufacturera Periodo Total 1981-1990 1991-2000 2001-2007 Promedio -0.04% -0.04% -0.04% -0.53% 0.58% 0.24% 1.67% 1.67% 1.66% -0.48% 0.27% 2.66% 1.27% 1.29% 1.27% 1.03% 0.78% -0.40% 0.93% 0.94% 0.93% -0.11% 0.51% 0.97% Fuente: Elaboración propia con base en la información del sitio de internet: http://www.inegi.org.mx, diversas fechas de consulta. 125 n María Arcelia González Butrón Rodrigo Gómez Monge Tabla 3 (continuación) Producto interno bruto por sector de origen Tabla de crecimiento anual promedio 8 Servicios financieros, seguros, actividades inmobiliarias y de alquiler 9 Servicios comunales, sociales y personales Cargo por los servicios bancarios imputados 5 Electricidad, gas y agua 6 Comercio, restaurantes y hoteles 7 Transporte, almacenaje y comunicaciones -2.00% 3.58% -0.90% -0.22% 2.18% 0.14% 2.45% 1.36% 2.46% 2.06% 3.91% 1.92% 0.21% 3.06% 1.47% 1.50% 0.95% 5.17% 3.49% -0.05% 6.75% 0.14% 2.63% 0.67% 2.70% 2.42% 0.12% 3.79% 4 Construcción Fuente: Elaboración propia con base en la información del sitio de internet: http://www.inegi.org.mx, diversas fechas de consulta. IV.4. Evolución del producto interno bruto por objeto de gasto Ahora bien, si analizamos el comportamiento del producto interno bruto desde la óptica de objeto de gasto, llegamos a conclusiones más críticas que desde la visión por sector de origen. Las tendencias se pueden percibir en el gráfico 3. Gráfico 3 Producto interno bruto por objeto de gasto 10,00% Porcentaje 8,00% 6,00% 1981-1990 4,00% 1991-2000 2,00% 2001-2007 0,00% -2,00% Total Consumo privado Consumo de gobierno Formación bruta de capital fijo Exportación de bienes y servicios Fuente: Elaboración propia con base en la información de la tabla 4. Tomando en consideración el gráfico anterior y la tabla 4, podemos inferir lo siguiente: 1. El consumo privado ha presentado tasas anuales sostenidas, pero pequeñas, de incremento, pasando de 1.92% de 1981 a 1990, a 2.55% en el lapso de 2001 a 2007. 2. Un problema estructural y que apoya el cambio de políticas implementadas por el gobierno es la continua disminución en sus tasas de decrecimiento en el consumo del mismo. Lo anterior se pone de manifiesto al pasar de 2.63% de 1981 a 1990, hasta -0.19% en el periodo de 2001 a 2007. n 126 La economía mexicana en el estancamiento. Los resultados de las reformas estructurales aplicadas en el periodo 1981-2007 3. En lo referente a la inversión fija bruta, su comportamiento ha sido errático al pasar de tasas negativas en el periodo de 1981 a 1990 (-0.19%) a un incremento importante de 3.42% en el lapso de 1991 a 2000 y un descenso en esa tasa promedio, a valores de 2.68% durante 2001 a 2007. 4. El gran intento por fortalecer la economía, vía la exportación de mercancías, se encuentra en agotamiento. Lo anterior se puede observar al pasar las tasas promedio de 7.81% y 8.97% durante los periodos de 1981 a 1990 y 1990 a 2000, respectivamente; a sólo 4.11% en el último lapso estudiado (2001 a 2007). Tabla 4 Producto interno bruto por sector de gasto Tabla de crecimiento anual promedio Periodo Total Consumo privado Consumo de gobierno Formación bruta de capital fijo 1981-1990 1991-2000 2001-2007 1.93% 1.92% 2.63% -0.19% 7.81% 3.52% 2.10% 0.55% 3.42% 8.97% 2.44% 2.55% -0.19% 2.68% 4.11% Promedio 2.65% 2.15% 1.13% 1.89% 5.61% Exportación de bienes y servicios Fuente: Elaboración propia con base en la información del sitio de internet: http://www.inegi.org.mx, diversas fechas de consulta. IV.5. Evolución del producto interno bruto per cápita por objeto de gasto Lo analizado en el apartado anterior se ve potenciado si se realiza un estudio desde la óptica per cápita. De esta manera, el comportamiento en el consumo privado pasa de valores negativos (-0.05%) durante el periodo 1981 a 1990, hasta valores ínfimos de 1.37% durante 2001 a 2007. Tabla 5 Producto interno bruto por cápita por objeto del gasto Tabla de crecimiento anual promedio Periodo 1981-1990 1991-2000 2001-2007 Promedio Total Consumo privado Consumo de gobierno Formación bruta de capital fijo Exportación de bienes y servicios -0.04% -0.05% 0.64% -2.12% 5.73% 1.67% 0.26% -1.27% 1.58% 7.02% 1.27% 1.37% -1.34% 1.50% 2.92% 0.93% 0.43% -0.58% 0.19% 5.48% Fuente: Elaboración propia con base en la información del sitio de internet: http://www.inegi.org.mx, diversas fechas de consulta. Por otra parte, el retiro del gobierno, en su componente de consumo, comenzó a presentar tasas negativas desde el periodo 1991 a 2000 con valores de -1.27% y -1.34% en el último tramo del análisis. 127 n María Arcelia González Butrón Rodrigo Gómez Monge Gráfico 4 Producto interno bruto per cápita por objeto de gasto 8,00% 6,00% Porcentaje 4,00% 1981-1990 1991-2000 2,00% 2001-2007 0,00% -2,00% Total Consumo privado Consumo de gobierno Formación bruta de capital fijo Exportación de bienes y servicios -4,00% Fuente: Elaboración propia con base en la información de la tabla 5. Finalmente, es evidente la caída en las tasas de crecimiento de las exportaciones de bienes y servicios a 2.92% per cápita durante 2001 a 2007, desde tasas de 7.02% durante el periodo anterior (1991 a 2000) estudiado. IV.6. Evolución del producto interno bruto per cápita por objeto de gasto, con respecto al total Ahora, si analizamos la contribución porcentual de cada uno de los elementos del gasto del producto interno a su total, podemos concluir lo siguiente: 1. El consumo privado ha descendido en los periodos estudiados, de 57.77% a 51.48%, en los lapsos de 1981 a 1990 hasta 2001 a 2007 respectivamente. 2. También es de destacar la disminución dramática que ha presentado la contribución al total, por parte del consumo de gobierno, al pasar de 10.20% en el periodo de 1981 a 1990 a 6.54% en el lapso de 2001 a 2007. Tabla 6 Producto interno bruto por objeto del gasto Tabla de crecimiento anual promedio Periodo 1981-1990 1990-2000 2001-2007 Promedio Consumo privado Consumo de gobierno Formación bruta de capital fijo Exportación de bienes y servicios 57.77% 10.20% 16.93% 14.87% 55.22% 8.57% 15.05% 19.48% 51.48% 6.54% 14.50% 26.39% 55.19% 8.65% 15.60% 19.56% Fuente: Elaboración propia con base en la información del sitio de internet: http://www.inegi.org.mx, diversas fechas de consulta. n 128 La economía mexicana en el estancamiento. Los resultados de las reformas estructurales aplicadas en el periodo 1981-2007 3. En lo referente a la formación bruta de capital fijo, su comportamiento ha sido también en sentido descendente, sin embargo ha sido bastante moderado, al pasar de 16.93% en 1981 a 1990, a 14.50% en el último periodo. 4. Finalmente, la estructura productiva de la economía mexicana ha sufrido un giro hacia el sector externo, al pasar de una contribución de 14.87% en el periodo de 1981 a 1990, a valores de 26.39% en el lapso de 2001 a 2007. Lo preocupante de este dato es lo mencionado en el análisis de las tasas de crecimiento de esta división del producto interno por objeto del gasto, ya que estas tasas se han moderado, al pasar de 8.97% a 4.11%, lo que nos indica una grave dependencia que de acuerdo con la tendencia se profundizará en los próximos años. Gráfico 5 Producto interno bruto per cápita por objeto de gasto con respecto al total 70,00% Porcentaje 60,00% Consumo privado 50,00% Consumo de gobierno 40,00% 30,00% Formación bruta de capital fijo 20,00% 10,00% Exportación de bienes y servicios 0,00% 1981-1990 1990-2000 2001-2007 Fuente: Elaboración propia con base en la información de la tabla 6. IV.7 Evolución de la cuenta corriente, de la cuenta de capital e inversión extranjera en cartera de la balanza de pagos El déficit en cuenta corriente es una característica de México durante los periodos analizados. Tabla 7 Cuentas corriente, de capital e inversión extranjera en cartera (saldos acumulados) Millones de dólares de 1993 Periodo 1981-1990 1991-2000 2001-2007 $ $ $ Cuenta corriente -32,877.57 $ -145,671.10 $ -48,140.76 $ Saldo acumulado $ -226,689.43 $ Cuenta de capital 70,778.34 179,861.15 90,061.76 Inversion extranejera en cartera $ 3,860.96 $ 86,958.51 $ 23,844.21 340,701.25 $ 114,663.68 Fuente: Elaboración propia con base en la información del sitio de internet: http://www.inegi.org.mx, diversas fechas de consulta. 129 n María Arcelia González Butrón Rodrigo Gómez Monge Hablamos que el saldo acumulado durante 1981 a 2007 es de $ 226,689.43 mdd, teniendo un saldo en la cuenta de capital por $ 340,701.25 mdd, sin embargo la atracción de inversión extranjera en cartera es por el orden de $ 114,663.68 mdd, lo que implica que 33.66% de la atracción de capitales extranjeros es debido a inversión altamente especulativa y volátil, lo anterior ha implicado la generación de crisis especulativas de impacto funesto para México (década de los ochenta y la crisis de 1994-1995). Si tratamos de estudiar el comportamiento de la cuenta corriente, de capital e inversión extranjera en cartera, tomando el promedio anual para cada uno de los periodos, llegamos a las siguientes conclusiones: Tabla 8 Cuentas corriente, de capital e inversión extranjera en cartera (promedio anual) Millones de dólares de 1993 Periodo 1981-1990 1991-2000 2001-2007 Promedio $ $ $ $ Cuenta corriente -3,287.76 -14,567.11 -6,877.25 -8,725.62 Cuenta de capital $ $ $ $ 7,077.83 17,986.11 12,865.97 12,854.36 Inversion extranejera en cartera $ 386.10 $ 8,695.85 $ 3,406.32 $ 4,098.66 Fuente: Elaboración propia con base en la información del sitio de internet: http://www.inegi.org.mx, diversas fechas de consulta. 1. El saldo promedio deficitario en cuenta corriente en la totalidad de años estudiados es de $ 8,725.62 mdd. 2. En lo que respecta a la atracción de capitales (como inversión directa, en cartera y préstamos) es por un monto de $ 12,854.36 mdd. 3. Finalmente, la atracción específicamente de inversión extranjera en cartera es por $ 4,098.66 mdd. Lo anterior significa que, si deducimos de la cuenta de capital el saldo de la inversión extranjera en cartera, su valor es por $ 8,755.70 mdd, lo que implica que prácticamente es el monto que ayuda a liquidar la cuenta corriente. Lo anterior, desde la lógica de acumulación de reservas internacionales que sigue el Banco de México actualmente, es sumamente peligroso ya que se depende en demasía de los montos de inversión extranjera en cartera que se reciban. IV.8 Evolución de la inflación La inflación en México ha sido objeto de drásticas políticas de estabilización económica, especialmente de tipo monetario y fiscal. A partir de lo anterior, también podemos describir el comportamiento que ha presentado esta variable durante los periodos en que se dividió el estudio: n 130 La economía mexicana en el estancamiento. Los resultados de las reformas estructurales aplicadas en el periodo 1981-2007 Gráfico 6 Cuentas corriente, de capital e inversión extranjera en cartera $20.000,00 $15.000,00 $10.000,00 Cuenta corriente $5.000,00 Cuenta de capital $$-5.000,00 1981-1990 1991-2000 2001-2007 $-10.000,00 Inversion extranejera en cartera $-15.000,00 $-20.000,00 Fuente: Elaboración propia con base en la información de la tabla 8. 1. La tendencia a la disminución de la inflación es clara, al pasar de niveles de 69.74% anual en el lapso comprendido de 1981 a 1990 a valores de 4.35% en los años de 2001 a 2007. 2. El promedio en la totalidad del periodo analizado es de 33.53% anual. 3. El problema radica en la inflación acumulada desde 1981 a 2007 que asciende a la impresionante cantidad de 102,234.15%, que contrasta enormemente con la inflación acumulada en Estados Unidos, para ese mismo periodo: 441.34% (4.71% como promedio anual). Tabla 9 Inflación Tasa de crecimiento anual Periodo 1981-1990 1991-2000 2001-2007 Promedio Acumulada Total 69.74% 18.11% 4.35% 33.53% 102234.15% Fuente: Elaboración propia con base en la información de los sitios de internet: http://www. banxico.org.mx y http://www.inegi.org.mx. Diversas fechas de consulta. 131 n María Arcelia González Butrón Rodrigo Gómez Monge Gráfico 8 Inflación 80,00% 70,00% Porcentaje 60,00% 50,00% 40,00% Inflación 30,00% 20,00% 10,00% 0,00% 1981-1990 1991-2000 2001-2007 Fuente: Elaboración propia con base en la información de la tabla 9. IV.9 Evolución del tipo de cambio Por lo que respecta a la evolución del tipo de cambio y su impacto en la depreciación de la moneda, tenemos tres momentos de análisis: 1. El primero, comprendido de 1980 a 1990, en donde las depreciaciones promedio del peso fueron de 91.67% promedio anual. Lo anterior ocasionó, entre muchos otros factores que hemos descrito anteriormente, una inestabilidad que produjo que este periodo fuera caracterizado como la década perdida en América Latina y, especialmente, en México. Tabla 10 Tipo de cambio y de / apreciación de la moneda Tasa de crecimiento anual promedio Periodo 1981-1990 1991-2000 2001-2007 Promedio Acumulado Porcentaje de de/a preciación de la moneda i 91.67% 14.07% 2.03% 39.69% 43517.20% i Un signo positivo indica depreciación de la moneda; un signo negativo muestra apreciación de la moneda. Fuente: Elaboración propia con base en la información de los sitios de internet: http://www. banxico.org.mx y http://www.inegi.org.mx. Diversas fechas de consulta. 2. En el siguiente lapso, de 1991 a 2000, los porcentajes se moderaron, sin embargo, durante la crisis de 1994-1995 se llegaron a observar valores de 48.39% a finales de 1994 y, de 55.47% durante 1995. n 132 La economía mexicana en el estancamiento. Los resultados de las reformas estructurales aplicadas en el periodo 1981-2007 3. Finalmente, durante los años de 2001 a 2007 se han tenido políticas restrictivas en la economía que han ocasionado una moderación en la depreciación del peso de 2.03% promedio anual, sin embargo el crecimiento en las tasas de crecimiento del producto interno bruto (como lo vimos en apartados anteriores) también se han reducido de forma importante, es decir, la economía se encuentra en una situación de depresión inducida por las políticas fiscales y monetarias implementadas. También es importante mencionar que el promedio de depreciación en el lapso comprendido de 1981 a 2007 es de 39.69%, teniendo una depreciación acumulada de 43,517.20% desde 1981 hasta el año 2007. Gráfico 7 Depreciación del peso con respecto al dólar 100,00% 90,00% 80,00% 70,00% 60,00% 50,00% Porcentaje de de/a preciación de la moneda i 40,00% 30,00% 20,00% 10,00% 0,00% 1981-1990 1991-2000 2001-2007 Fuente: Elaboración propia con base en la información de la tabla 9. Conclusiones Las transformaciones económicas, políticas neoliberales y ajuste estructural llevadas a cabo en América Latina son expresadas, en términos generales, como un capitalismo en una modalidad abierta y no intervencionista. Las políticas de ajuste estructural y sus correspondientes programas conducen a cambios estructurales de largo plazo más que a “ajustes” coyunturales o de corto plazo. Apoyando el cambio de modelo, se observa un nuevo rol del Estado hacia uno más funcional a los requerimientos de la acumulación en el que se pueden destacar como se vio anteriormente, las siguientes características: 1) Un Estado menos empresario directo pero sí promotor y hasta subsidiario de empresas exportadoras; con un menor aparato gubernamental y operando con sistemas más eficientes en la lógica de disminución del gasto público, especialmente en la esfera 133 n María Arcelia González Butrón Rodrigo Gómez Monge social y; b) Un Estado más cuidadoso en el control social lo cual es indispensable para la consolidación del nuevo modelo. Las principales políticas económicas que se aplicaron durante el periodo neoliberal y ajuste estructural se pueden caracterizar en las siguientes: 1. 2. 3. 4. 5. 6. Políticas industriales y agrícolas. Políticas hacia la inversión extranjera. Políticas de comercio exterior. Políticas de gasto e ingreso públicos. Políticas laborales. Políticas financieras. Los resultados de la aplicación del nuevo modelo en México y de sus consecuentes políticas, a través de las variables que analizamos, nos permiten llegar a las siguientes conclusiones: • • n 134 Por el lado del producto interno bruto es de destacar los siguientes comportamientos: (1) El estancamiento que se ha presentado en los periodos analizados, teniendo un promedio de 2.65%, (2) El producto interno bruto por sector de origen se encuentra fundamentado en los sectores financieros, 4.45% de incremento en el sector 7 (transporte, almacenaje y comunicaciones) y 4.17% la división 8 (servicios financieros, seguros, actividades inmobiliarias y de alquiler), (3) En contraposición las ramas productivas se encuentran en un estancamiento preocupante: 1.60% la división 1 (agropecuario, silvicultura y pesa), 1.83% la 9 (servicios personales, comunales y personales) y 1.84% el sector 4 (construcción), (4) La óptica per cápita de los datos del producto interno bruto nos dan cuenta del fracaso de las políticas implementadas: un incremento promedio del producto por habitante de tan solo 0.93% en el periodo estudiado, y potenciándose las relaciones anteriormente identificadas: la economía encuentra su ínfimo incremento en los sectores financieros, dejando de lado los productivos. Ahora bien, el análisis realizado al producto interno bruto por objeto del gasto nos muestra particularidades más preocupantes: (1) Una disminución alarmante en las tasas de crecimiento del consumo de gobierno, (2) Un motor de crecimiento de la economía basado en las exportaciones agotado, ya que las tasas de crecimiento de las mismas se encuentran en franco decrecimiento (sólo un 4.11% en el periodo de 2000 a 2007, contra 8.97% en el lapso de 1991 a 2000), (3) Al igual que en el caso del análisis por sector de origen, cuando se estudia desde la óptica per cápita se potencian las relaciones descritas La economía mexicana en el estancamiento. Los resultados de las reformas estructurales aplicadas en el periodo 1981-2007 • • • • anteriormente, destacando que la tasa de crecimiento en las exportaciones disminuye con mayor dramatismo en el periodo 2001 a 2007, hasta 2.92%, desde 7.02% en el lapso anterior, por lo que se ratifica el agotamiento del modelo impuesto. Según el estudio del producto interno por objeto del gasto, desde la óptica de la contribución al total, se ratifica la política empleada: el cambio del motor de crecimiento de la economía a las exportaciones (pasó de una contribución de 17.84% en 1981 a 26.39% actualmente), a costa del sacrificio del consumo privado y de gobierno (pasaron de 57.77% a 51.48% y 10.20% a 6.54%, respectivamente). Sin embargo, como se mencionó anteriormente, las tasas de crecimiento de las exportaciones se encuentran disminuyendo, por lo que el modelo está en plena decadencia. Por lo que respecta a las cuentas constituyentes de la balanza de pagos, concluimos la dependencia existente de los montos de inversión extranjera en cartera, ya que el saldo de la cuenta de capital, deduciendo el saldo de este tipo de inversión, sólo ayuda para cubrir ajustadamente el déficit crónico en la cuenta corriente de México. El comportamiento de la inflación ha sido correcto, sin embargo el costo de esto ha sido el estancamiento de la economía (como lo percibimos con las variables anteriores), aunque es digno de destacar la inflación acumulada en el periodo analizado: 102,234.15%. Al igual que en la variable anterior, los porcentajes de depreciación de la moneda han sido manejables en las últimas fechas (aun así no podemos perder de vista el valor acumulado: 43,517.20%), el costo que se ha tenido por este manejo ha sido el reducido ritmo de crecimiento de la economía mexicana. Finalmente, ante este balance, consideramos que existen retos impostergables en la economía mexicana. El modelo económico adoptado e implementado desde los ochenta no ha producido los resultados esperados y difundidos a toda la población y, lo que es peor, están entrando en agotamiento los motores de crecimiento en los que se basa. Ahora es importante y urgente definir, ¿hacia dónde nos dirigimos?, ¿cuál es el giro que tendrá que dar la economía y en qué sentido?, es cuestión de tomar conciencia como sociedad y actuar en consecuencia hacia otra economía posible. Bibliografía Aguilera Verduzco, Manuel (1992). Una lectura Keynesiana del liberalismo de los ochenta, la teoría general, nueva y vieja ortodoxia. Eds. Facultad de Economía-UNAM, México. 135 n María Arcelia González Butrón Rodrigo Gómez Monge Banco Interamericano de Desarrollo. (1995). “Progreso Económico y Social en América Latina”. Informe 1995. Washington, D.C., octubre de 1995. Banco Mundial. (1989). “Mexico: Trade Policy Loans I and II”. Project Completion Report, noviembre 1989, Washington. Barkin, David. (1991). Un desarrollo distorsionado: la integración de México a la economía mundial. Eds. Siglo XXI, UAM-XOCHIMILCO, primera edición, México. Boltvinik, Julio (1995) “La evolución de la pobreza en México entre 1984 y 1992, según CEPAL-INEGI.”. 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Cualquier error u omisión remanente es responsabilidad exclusiva de los mismos. ** Profesor investigador de la Facultad de Contabilidad y Administración de la Universidad de Colima. *** Profesora investigadora de la Unidad Académica de Contaduría y Administración Universidad Autónoma Zacatecas. **** Profesor investigador del Departamento de Mercadotecnia y Negocios Internacionales. Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas, Universidad de Guadalajara. 139 n Pablo Adrián Magaña Sánchez Luz Evelia Padilla Bernal José G. Vargas Hernández anteriormente mencionado adaptando las variables para el contexto de nuestro estudio, es necesario mencionar que el modelo del IMD se utilizó para medir la competitividad de los países y para esta investigación se está generando un instrumento nuevo considerando el entorno de la investigación que son las empresas agroindustriales del limón mexicano en Colima. Esta investigación se orientó a Mipymes de tipo agroindustrial del limón. Posteriormente a través de análisis estadístico se determinó el nivel de competitividad de las mismas y qué variables o criterios son los que influyen significativamente en la competitividad. Palabras clave: Competitividad, Agroindustrias de limón, Mipymes. Clasificación JEL: Q10, Q11, Q12 Introducción Antecedentes del Problema La cadena de valor del limón a nivel nacional juega un papel importante en la economía mexicana ya que el Estado de Colima es el principal productor nacional de este cítrico, en donde el valor de la producción rebasa los 1,700 millones de pesos y se generan empleos para 20 mil familias. El sector primario que incluye actividades agropecuarias, además de la silvicultura y pesca, emplea 1.2% de la población activa, pero aportó el 8.45% del Producto Interno Bruto en el año 2004 (INEGI, 2005). Colima ocupa el primer lugar en la producción de limón mexicano con cerca del 30% del total nacional (SAGARPA, 2005) Además tiene un índice de rendimiento que es 39% superior al promedio nacional, y alcanza las 17.849 toneladas por hectárea, mientras que la media nacional es de 12.869 toneladas por hectárea. Los principales municipios productores del estado de Colima son: Tecomán, que concentra el 63.6%, Armería el 22.7% y Manzanillo, con 5.6%Los cultivos frutales han ocupado alrededor del 72% de la superficie cultivada en el estado, que equivale a 115 mil ha. De esta superficie, el 65% corresponde a áreas con riego y 35% tierras de temporal. Al finalizar el año 2004 se sembraron 29,692 hectáreas de limón obteniendo una producción de 568,917 toneladas del producto, con un rendimiento de toneladas por hectáreas de 19.161 con valor en pesos de $ 842, 405,552.80 A Febrero del 2006 a nivel nacional se sembraron 144,362 hectáreas de limón mexicano cosechándose solo 98,967 hectáreas con una producción de 161, 073 toneladas del n 140 Competitividad de las agroindustrias del limón pertenecientes al clúster del limón mexicano en Colima, México producto y a febrero del 2007 a nivel nacional se sembraron 150,726 hectáreas y se cosecharon 86,491 hectáreas con una producción de 180,981 toneladas del producto1. Considerando solo el estado de Colima la situación que prevaleció al 28 de febrero del 2007 fue la siguiente: Se sembraron 30,748 hectáreas cosechándose solo 27,629 hectáreas. Se estimó obtener durante el año 2007 557,300 toneladas de limón, obteniéndose hasta el 28 de Febrero de 2007 33,752 toneladas del mismo es decir solo el 6.05% se ha obtenido de producción (SAGARPA, 2007).2 Cabe mencionar que el periodo de mayor producción y cosecha es en el período comprendido de los meses de Abril a Octubre de cada año período en el cual también debido a la gran oferta existente por la gran magnitud de la producción el precio tiende a ser muy bajo, caso contrario al período comprendido de los meses de Noviembre a Marzo donde ocurre que la producción es menor y la demanda aumenta ocasionando un aumento en el precio. La industria limonera colimense se compone de 3,600 productores, 30 empacadoras de limón y 18 empresas dedicadas a la industrialización. Actualmente la industria limonera en el estado destina el 30% del total de la producción a la elaboración de productos de alto valor agregado. Definición del problema Según el autor Chapela (1997) las dificultades del sector agrícola se pueden resumir a tres grupos de problemas: de competitividad, de integración interna del sector y de defectos de la política macroeconómica. Además la producción agrícola mexicana se enfrenta a otra serie de factores complejos que también han influido en su desarrollo tales como la tenencia de las tierras agrícolas por parte de comunidades que se integran en ejidos, los derechos de explotación agrícola, las políticas públicas, las sucesivas reformas a la legislación que rige la actividad agrícola y la estructura propia que regula el funcionamiento de los ejidos. Estos factores a su vez han intervenido para la creación y desarrollo de las empresas agrícolas ejidales. Parte de lo que comenta este autor se tiene una situación similar en el caso de las empresas del sector limonero, es decir desde los productores, empacadoras y agroindustrias por lo que considero necesario realizar un análisis más minucioso y completo de esta situación. Es necesario resaltar que en la cadena de valor se definen cuáles son los principales eslabones que participan en la formación de valor del limón mexicano en Colima. Los actores de cada eslabón de la cadena se encuentran conformados en primer lugar con los llamados de producción primaria, entre los que se pueden mencionar los viveros, huertas, intermediarios y empacadoras. En el eslabón secundario llamado también como de procesamiento 1 Servicios de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) con información de las delegaciones de la SAGARPA en los estados de la república mexicana. 2 SAGARPA. (2005). Subsecretaría de Agricultura C.G.D y S.IA.P, México 141 n Pablo Adrián Magaña Sánchez Luz Evelia Padilla Bernal José G. Vargas Hernández agroindustrial aparecen los principales productos derivados del limón que se obtienen por la industria local. Y por último el eslabón de la parte de comercialización y distribución donde se definen claramente los que intervienen para la fruta fresca .En entrevista3 sostenida con personal del Consejo Estatal de Productores Limón de Colima (COEPLIM) y análisis que éstos han hecho de la cadena de valor del limón ellos comentan que puede existir una problemática principalmente derivada por la falta de organización entre todos los elementos que conforman la cadena de valor del limón mexicano en Colima en líneas anteriores mencionada. Al referirme a los productores de limón que forman parte del primer eslabón de la cadena puedo mencionar que se tiene una, falta de cultura o visión empresarial a su vez por lo anterior los productores no venden directamente el limón sino que lo comercializan a los “brokers” o también llamados “coyotes” o intermediarios, aunado a que no cuentan con la suficiente capacidad económica para acceder directamente a los mercados y todo esto repercute directamente en la competitividad del clúster del limón. Por lo que concierne a las empresas empacadoras de limón considero que aun les falta estar organizados de mejor manera para el cumplimiento de todos sus objetivos .En relación a las empresas agroindustriales considero que algunas de éstas no están cumpliendo con todos sus objetivos derivados de la situación económica actual, o que no están implementando estrategias adecuadas en materia de competitividad, es decir todo el clúster del limón no es competitivo, es aquí donde radica el problema real de esta investigación, por lo que consideré estudiar en primer lugar los niveles de competitividad de estas empresas ya que son las que se encuentran en mejor situación de ser analizadas porque tienen una estructura organizacional bien definida y no así los productores y empacadores de limón que como lo he mencionado en líneas anteriores les falta visión empresarial. Es necesario entonces proponer y llevar a cabo algo concreto, algo que apoye o coadyuve a resolver esta problemática. Para lo cual se plantea estudiar el nivel de competitividad de las Agroindustrias del Limón pertenecientes al clúster del limón mexicano en Colima, México, y a su vez determinar las variables más fuertes y débiles en materia de competitividad. Objetivos Objetivo general: Estudio del nivel de competitividad de las Agroindustrias del Limón pertenecientes al clúster del limón mexicano en Colima, México. Objetivos específicos: • Conocer los niveles de competitividad que tienen actualmente las empresas antes mencionadas. 3 Entrevista con M.C. Miguel Ángel Manzanilla Ramírez, directivo del COEPLIM el día 30 de enero del 2006. n 142 Competitividad de las agroindustrias del limón pertenecientes al clúster del limón mexicano en Colima, México • • Descubrir las variables más fuertes y débiles que impactan a la competitividad de las empresas agroindustriales de limón. Analizar los principales desafíos competitivos que tienen que afrontar las mismas, con el fin de mejorar su competitividad. Preguntas de investigación ¿Cuáles son los niveles de competitividad que tienen actualmente las empresas agroindustriales del limón? ¿Cuáles son las variables más fuertes y débiles que impactan a la competitividad de dichas empresas? ¿Cuáles son los principales desafíos que tienen que afrontar las Agroindustrias del clúster del limón mexicano en Colima? Metodología Se diseñó una investigación consistente en un estudio del nivel de competitividad de las Agroindustrias del Limón pertenecientes al clúster del limón mexicano en Colima, México en base al modelo del IMD (International Institute for Management Development) como teoría de soporte. Después se hizo un estudio desarrollado a través de la aplicación de un cuestionario en las empresas del caso de investigación. En este estudio se diseño y utilizó un instrumento de medición de acuerdo al modelo anteriormente mencionado adaptando las variables para el contexto de nuestro estudio, es necesario mencionar que el modelo del IMD se utilizó para medir la competitividad de los países y para esta investigación se está generando un instrumento nuevo considerando el entorno de la investigación que son las empresas agroindustriales del limón mexicano en Colima. El cuestionario que se aplicó fue para las empresas agroindustriales del clúster del limón mexicano en Colima, empresas con diferentes tamaños, con el fin de obtener resultados generalizables en este ambiente. La información de cuáles son las empresas agroindustriales de Limón mexicano en Colima se obtuvo a través de la Secretaría de Fomento Económico del gobierno del estado de Colima la cual nos proporcionó un listado de las empresas que se encuentran registradas ante esa dependencia. En esta investigación se orientó a micros, pequeñas y medianas empresas de tipo agroindustrial del limón. Puedo mencionar que el universo total de las empresas agroindustriales del limón son dieciocho y que aplicando el método de muestreo en base al software SurveyIM con un nivel de confianza del 95% y un margen de error del 5% el resultado dio que las empresas a aplicar el cuestionario eran diecisiete. Por lo que se decidió aplicar el cuestionario a las dieciocho empresas considerando que la diferencia entre el universo total y la muestra era solo de una empresa, de donde al final solo se aplicó el cuestionario a nueve empresas ya que tres 143 n Pablo Adrián Magaña Sánchez Luz Evelia Padilla Bernal José G. Vargas Hernández empresas decidieron no contestar el cuestionario y las restantes seis empresas ya habían cerrado operaciones. El instrumento de medición diseñado para efectos de esta investigación fue la elaboración de un cuestionario tomando como base los cuatro factores de competitividad del IMD y los veinte subfactores de dicho modelo. Es necesario mencionar que el IMD considera para evaluar la competitividad de los países 331 criterios o variables, de donde puedo mencionar que para efectos de esta investigación se diseño un nuevo instrumento de obtención de información con 103 criterios o variables, esto se hizo en base a la experiencia profesional del suscrito y tomando en consideración las empresas y el entorno de dicha investigación. La investigación consistió en un estudio de campo, en el cual se aplicó un cuestionario como instrumento de medición de las variables del caso de estudio. El objetivo de la aplicación del instrumento de medición en el estudio de campo es, que en él se registran mediciones de las variables que componen el caso de estudio propuesto, en empresas agroindustriales del limón mexicano en Colima a las que se les aplicó el cuestionario. Posteriormente a través de análisis estadísticos se determinó el nivel de competitividad de las agroindustrias del limón y qué variables o criterios que son los que influyen significativamente en la competitividad. Antes de proceder a realizar el trabajo de campo se llevó a cabo una prueba piloto del cuestionario con la finalidad de que nos permitiera detectar posibles errores en la formulación de la las preguntas, así como considerar las opiniones de los encuestados sobre la formulación de las mismas. Para ellos se procedió a entrevistar algunos empresarios, los cuales fueron seleccionados atendiendo un criterio de manera subjetiva ya que se acudió a empresarios relacionados directa o indirectamente con las agroindustrias del limón. Se contactó a cada empresa agroindustrial del caso de investigación, los cuestionarios se dejaban en la empresa para que fueran contestados, explicándoles el objetivo de la presente investigación junto con el Modelo de Competitividad del IMD (International Institute for Management Development) adaptado al estudio en cuestión y se regresaba en una o dos semanas por los cuestionarios ya contestados. En algunas otras ocasiones nos contestaron el cuestionario al instante, ya que disponían de tiempo para esta actividad, y como lo mencioné también en líneas anteriores, hubo algunas empresas que se negaron a contestar dichos cuestionarios argumentando falta de tiempo o interés en contestar dicho cuestionario. En todo momento se ofreció que se tendría disponibilidad para atender cualquier duda que surgiera, y se pusieron a ésta disposición los siguientes medios: teléfono, fax y correo electrónico. Es conveniente aclarar que durante el tiempo que permanecieron los cuestionarios en poder de los empresarios, los que sí tuvieron el tiempo y la actitud de contestar no se recibieron mensajes para aclarar dudas por ninguno de los medios. La aplicación de los cuestionarios fue llevada a cabo por el suscrito con la finalidad de (1) garantizar que el n 144 Competitividad de las agroindustrias del limón pertenecientes al clúster del limón mexicano en Colima, México cuestionario fuera llenado por la persona adecuada, (2) cuidar por la calidad de las respuestas ya que al ser el suscrito el único encuestador cualquier duda sobre las preguntas podía ser resuelta inmediatamente y (3) recabar información adicional que pudiera ser de interés para los resultados de la investigación. Es necesario mencionar que por considerar que solo el dueño o gerente de la empresa podía contestar el cuestionario hubo algunas ocasiones que dicho cuestionario no era llenado al momento de la visita ya que tenía otras actividades programadas el mismo por lo que lo tuve que dejar y pasar posteriormente por el mismo ya contestado. La duración promedio de las encuestas fue entre una hora y hora y media, esto dependía de las opiniones o comentarios que hacia la persona encuestada. En total se elaboraron 18 cuestionarios para igual número de empresas relacionadas con el caso de estudio en cuestión. De los 18 cuestionarios elaborados a las empresas como mencioné solo 9 de estas contestaron dicho cuestionario, de donde las restantes 9 empresas 6 de ellas ya habían cambiado de giro y dueño (por ejemplo se dedicaban a la agroindustria del melón, coco y mango) o habían cerrado sus operaciones y las 3 restantes decidieron no contestar el cuestionario. Las herramientas estadísticas que se utilizaron fueron las siguientes: 1. Estandarización de las variables. Esta técnica se utilizó para comparar criterios diferentes de las 103 variables de la investigación. 2. El promedio simple, media o media aritmética, es una medida de tendencia central, Webster, A (2000). Esta técnica se utilizó para la integración de las 103 variables en un solo índice. Ambas herramientas estadísticas nos permitieron determinar el ranking de competitividad así como las variables más fuertes (55) y débiles (47) que impactan en la competitividad de las agroindustrias del limón de donde los valores arriba del 50% consideramos que son aquellos que tienen una competitividad aceptable y del 50% hacia abajo representan áreas de oportunidad para las empresas. Resultados Niveles de Competitividad de las Agroindustrias del Limón Mexicano en Colima, México. Se ha calculado el índice de competitividad de las nueve empresas agroindustriales del limón mexicano en Colima que participaron en esta investigación según los factores de competitividad que utilizó el IMD adaptada a esta investigación. A continuación se presentan los resultados del ranking de competitividad de las mencionadas empresas una vez hecho el análisis estadístico en el programa SPSS versión 17: De acuerdo a los factores de competitividad que son desempeño 145 n Pablo Adrián Magaña Sánchez Luz Evelia Padilla Bernal José G. Vargas Hernández económico, eficiencia gubernamental, eficiencia en los negocios e infraestructura se determinó el ranking de competitividad de las empresas agroindustriales del limón mexicano en Colima, siendo estos los siguientes: Ranking de Competitividad de las Agroindustrias del Limón mexicano en Colima Para efectos de este trabajo y respetando la confidencialidad de las empresas haré mención de las empresas sólo a través de sus iniciales del nombre de las mismas. EmpresaÍndice de CompetitividadRanking SICR 0.6125 1 DHT 0.5960 2 PC 0.5766 3 FRS 0.5346 4 DAN 0.5022 5 PT 0.4808 6 FC 0.4600 7 CJ 0.3795 8 CT 0.3438 9 Fuente: Elaboración propia aplicando SPSS versión 17 (2009) Ranking de las empresas agroindustriales del limón mexicano en Colima considerando cada uno de los factores de competitividad. EmpresaDesempeño económico SICR DHT FC PT FRS CJ PC DAN CT 1 2 3 4 4 5 6 7 8 Eficiencia gubernamental Eficiencia enInfraestructura los negocios 2 1 3 5 8 7 4 6 9 Fuente: Elaboración propia aplicando SPSS versión 17 (2009) n 146 8 4 6 5 3 7 1 2 9 1 4 7 6 2 9 5 3 8 Competitividad de las agroindustrias del limón pertenecientes al clúster del limón mexicano en Colima, México Desafíos para mejorar la competitividad en las Agroindustrias del Limón Principales desafíos o áreas a mejorar en la gestión de las Agroindustrias del Limón para desarrollar su competitividad: 1. Desarrollar centros de agronegocios donde se regule a las empresas agroindustriales, así como se den pláticas, cursos y otros para la innovación tecnológica y determinar precios de venta promedios, así como más acercamiento del gobierno a fin de que los apoyos lleguen a todos. 2. Centro de gestoría y de logística en comercio exterior. 3. Aplicación de nuevas tecnologías para el desarrollo de la industria. 4. Trámites gubernamentales menos engorrosos. 5. Estabilidad en el precio del limón industrial. 6. La inflación. 7. Lograr créditos bancarios que faciliten el desarrollo o fortaleza de la industria citrícola por inversión y operación favoreciendo al agricultor. 8. Establecer área de investigación y desarrollo tecnológico para proceso y nuevos productos. 9. Eliminar impacto ambiental de desechos en la industria citrícola (tratamiento o aprovechamiento de jugo de limón el residuo (como desecho de planta) para eliminar impacto ambiental que son esparcidos en al área agrícola, desgastando flora-subsuelo-mantos freáticos, contaminación por olores, creación de moscos no benéficos, etc. 10. Reemplazar equipo obsoleto por equipo de tecnología de punta en sus diferentes líneas de producción de aceite destilado, centrifugado, y jugo concentrado de limón. 11. Lograr eficientar costos de producción, mejora de producto terminado y seguridad personal. 12. Investigación de todos los niveles para realizar productos terminados utilizando el aceite de limón. 13. Diseño de equipos par eficientar energías. 14. Tener líderes emprendedores con una visión de la economía globalizada y una percepción realista de la responsabilidad social y el entorno cultural y ambiental que trabajen con honestidad. 15. El desarrollo de la agroindustria del limón debe darse con “medios propios” pero en un ámbito legal que lo fomente y del cual actualmente se carece. 147 n Pablo Adrián Magaña Sánchez Luz Evelia Padilla Bernal José G. Vargas Hernández Conclusiones Los objetivos que se plantearon al inicio de esta investigación se lograron fundamentando el estudio en los factores y subfactores de la competitividad del IMD y generando un instrumento de investigación para lograr tales objetivos. Con el análisis de la información se responden a las preguntas planteadas en la investigación: ¿Cuáles son los niveles de competitividad que tienen actualmente las empresas agroindustriales del limón? La conclusión aquí es que los niveles de competitividad de las nueve agroindustrias del limón mexicano se pudieron obtener aplicando el instrumento de investigación previamente elaborado y haciendo un análisis estadístico a través del SPSS, de donde puedo hacer una clasificación de los resultados obtenidos siendo esta la siguiente :Existen tres empresas con resultados muy satisfactorios en relación a la competitividad, ya que están entre el 57 % y 61% de competitividad, de las tres empresas mencionadas una es microempresa, otra es pequeña empresa y otra es mediana empresa. Existen dos empresas que tienen un nivel o índice de competitividad aceptable entre el 50% y 53% de competitividad, es decir están sobre el nivel mínimo necesario para poder ser competitivas ya que están del 50% hacia arriba. De estas dos empresas señaladas una es micro empresa y la otra es mediana empresa. También existen dos empresas que su nivel de competitividad no llega al mínimo necesario es decir ni al 50%, pero casi lo logran y se encuentran entre el 46% y 48%, una de estas empresas es micro empresa y la otra es pequeña empresa. En el fondo de la tabla o del ranking de competitividad de las empresas agroindustriales del limón mexicano en Colima se encuentran dos empresas que tienen su índice de competitividad demasiado bajo al oscilar su índice entre el 34% y 37% de competitividad, que se puede originar por diversos factores, una de estas empresas es micro empresa y la otra es mediana empresa. La segunda pregunta de investigación consistió en: ¿Cuáles son las variables más fuertes y débiles que impactan a la competitividad de dichas empresas? Y la conclusión que puedo obtener de esta pregunta es la siguiente: El número de variables más fuertes o que pueden impactar de mejor manera en la competitividad de las empresas agroindustriales son cincuenta y cinco, de donde puedo concluir que el factor de eficiencia en los negocios junto con los subfactores productividad y eficiencia, mercado laboral finanzas, gestión y actitudes y valores representan el 43% de aquellas variables o criterios fuertes en materia de competitividad de las agroindustrias del limón mexicano en Colima, al hacer referencia a este factor de eficiencia en los negocios y sus respectivos subfactores puedo hacer una interpretación de estos subfactores de donde se puede comentar que las normas internacionales y la utilización de estrategias globales (suministros, deslocalización, externalización) favorecen la eficiencia y la productividad respectivamente en las empresas motivo de estudio. n 148 Competitividad de las agroindustrias del limón pertenecientes al clúster del limón mexicano en Colima, México Además todo lo relativo al personal en las agroindustrias del limón como lo son las remuneraciones equitativas y justas, las relaciones laborales que normalmente tienden a la colaboración, la motivación alta del personal, la prioridad en capacitaciones del personal, así como la importancia de atraer y retener talentos, representan las acciones o criterios que hacen fuertes competitivamente hablando a las empresas. Por lo que se refiere a las variables más débiles en relación a la competitividad, o que representan áreas de oportunidad en las agroindustrias del limón mexicano en Colima, son cuarenta y siete de dónde puedo concluir que el factor de eficiencia gubernamental junto con los subfactores finanzas públicas, política fiscal, marco institucional y legislación empresarial representan el 36% de aquellas variables o criterios débiles en materia de competitividad de las agroindustrias del limón mexicano en Colima. Al hacer referencia a este factor de eficiencia gubernamental y sus respectivos subfactores puedo hacer una interpretación de estos subfactores de donde se puede comentar que los presupuestos públicos se manejan de manera no adecuada que afecta a las empresas motivo de esta investigación, así como la deuda pública dificulta el desarrollo empresarial, como el sistema fiscal en la gestión de las empresas motivo de estudio impiden el desarrollo y la inversión empresarial. Además todo lo relativo a las acciones políticas que emprende el gobierno no son consistentes en apoyo a las mismas agroindustrias, el marco jurídico y reglamentario desalienta la competitividad y la inversión extranjera y la mencionada legislación no es eficiente en la prevención de la competencia, las decisiones del gobierno no se aplican de forma efectiva, existe burocracia que dificulta la actividad de las empresas, todo lo anterior representan las acciones o criterios que hacen débiles competitivamente hablando a las empresas. Es necesario mencionar que con los resultados de esta investigación se generan nuevos conocimientos en el área de la Administración al tener los resultados de los índices de competitividad de las empresas agroindustriales del limón mexicano en el estado de Colima e identificar las variables o criterios más fuertes y débiles que impactan en la competitividad de las mismas ya que a la fecha no existe un estudio como el que estoy presentando, y los resultados permitirán entre otras cosas lo siguiente: 1. Ser útiles para la tomas de decisiones de los empresarios de las mismas agroindustrias del limón en el estado de Colima. 2. Representan una herramienta de información para el gobierno estatal y puede ser utilizado para el plan estatal de desarrollo, ya que a la fecha, se acaba de dar el cambio de gobierno estatal y puede servir como apoyo para el desarrollo de estrategias empleadas por el gobierno estatal en beneficio de este tipo de empresas. 3. Permitirán generan nuevas líneas de investigación con este 149 n Pablo Adrián Magaña Sánchez Luz Evelia Padilla Bernal José G. Vargas Hernández mismo tipo de empresas agroindustriales pero en otros estados del país y en otras partes del mundo, así como con otros productos existentes en el estado y en el país. Bibliografía Argyris, C y D.A. Schön, (1978), Organizational Learning: a Theory of Action Perspective, Reading, MA: Addison-Wesley. Arrow K., (1962), “The Economic Implications of Learning by doing”, Review of Economic Studies, vol.29, pp. 155-173. Arundel, A. Gert van de Paal y L. Soete, (1995), Innovation Strategies of Europe´s Largest Industrial Firms (PACE Report), Maastricht, MERIT, University of Limburg. ASERCA, (2002), Estudio de Competitividad del Limón Mexicano. Bell, M., (1984), “Learning and the Acumulation of Industrial Technological Capacity in Developing Countries”, in the King and M. Fransman (eds), Technological Capacity in the Third World; London, Macmillan. 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McGraw-Hill. n 152 Eco n o mí a y so ci e d a d e n e r o- jun io 25 El fenómeno metropolitano en México Alfonso Iracheta Cenecorta * [email protected], [email protected] Resumen En México más de la mitad de la población radica en territorios metropolitanos donde al menos dos o más municipios –o entidades federativas- son responsables primarios de su gobierno y administración. Por ello deben ponerse de acuerdo para establecer una planeación estratégica común, para la prestación de determinados servicios públicos, la realización de obras y proyectos en conjunto o la coordinación administrativa entre ellos y con el gobierno federal. ¿Qué es lo específicamente metropolitano? ¿Cómo distinguirlo de las atribuciones y servicios estatales y municipales? El tema es estratégico ya que de esta definición dependen en buena medida las posibilidades reales de alcanzar acciones coordinadas y concertadas entre los tres ámbitos de gobierno. Los temas, fenómenos y sectores que se consideran de interés metropolitano por encima de las entidades y municipios, son en principio los siguientes: a). Ordenación Fecha de recepción: 13 de abril de 2010 Fecha de aceptación: 22 de mayo de 2010 * El autor agradece los comentarios y sugerencias de dos dictaminadores anónimos. Cualquier error u omisión remanente es responsabilidad exclusiva de los mismos. Doctor en Estudios Regionales. Coordinador del Programa Interdisciplinario de Estudios Urbanos y Ambientales (PROURBA) de El Colegio Mexiquense, Coordinador Nacional de la Red Mexicana de Ciudades hacia la Sustentabilidad, Miembro del Consejo Asesor de la Red de Investigación Mundial en Asentamientos Humanos (HS-NET) del Programa de Asentamientos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas e Investigador Nacional Nivel II. El autor agradece los comentarios y sugerencias de dos dictaminadores anónimos. Cualquier error u omisión remanente es responsabilidad exclusiva de los mismos. 153 n Alfonso Iracheta Cenecorta de la economía en el territorio; b). Desarrollo urbano-metropolitano; c). Vialidad y Transporte público; d). Ecología y Medio Ambiente; e). Agua Potable y Saneamiento; f ). Residuos sólidos; g). Seguridad pública; h). Riesgos, contingencias y protección civil. Otro tema relevante es el financiamiento y la fiscalidad metropolitana; son fenómenos complejos y poco estudiados en México, de los que dependen las posibilidades reales de un desarrollo integrado. El texto alude a estos temas desde una perspectiva crítico-propositiva. Palabras clave: Metrópoli, Coordinación Metropolitana, Temas de Interés Metropolitano Clasificación JEL: R1, R5. Introducción No obstante que México transita a una urbanización creciente y acelerada y que las metrópolis asientan a más de la mitad de la población urbana, carecemos como nación de una estrategia para desarrollar y ordenar estas aglomeraciones y de políticas públicas para que las jurisdicciones político-administrativas, sean municipios o entidades federativas, se coordinen entre sí para atender las necesidades de estas grandes ciudades. No se ha discutido siquiera, qué temas o problemas deben ser de interés metropolitano y cuáles municipales o estatales; en consecuencia, el fenómeno metropolitano, siendo estratégico para el desarrollo del país, exige de atención seria y rigurosa del Estado en primer lugar y de los actores sociales en general. 1. La magnitud del fenómeno • • 1 En México más de la mitad de la población radica en territorios metropolitanos donde confluyen al menos dos o más municipios –o entidades federativas- que deben ponerse de acuerdo para establecer una planeación estratégica común, para la prestación de determinados servicios públicos, la realización de obras y proyectos en conjunto o la coordinación administrativa entre ellos y con el gobierno federal. El Programa Nacional de Desarrollo Urbano y Ordenación del Territorio (2000-2006), señala que el Sistema Urbano Nacional (SUN) comprende 10 Zonas Metropolitanas1 y la Megalópolis Transfronterizas: Tijuana, Nuevo Laredo, Ciudad Juárez y Matamoros. Interestatales: Monterrey-Saltillo-Ramos Arizpe-Arteaga, Tampico-Madero-Altamira, Torreón-Gómez Palacios-Lerdo y Puerto Vallarta. Estatales: Guadalajara y León. n 154 El fenómeno metropolitano en México • • • • del Valle de México, así como 28 aglomeraciones urbanas, 75 ciudades con más de 50 mil habitantes y 244 ciudades de 15 mil a 49 mil 999 habitantes. Las proyecciones de población 2000-2030 del Consejo Nacional de Población (CONAPO, 2003), arrojan que en México existen 42 zonas metropolitanas y 60 conurbaciones; de éstas, 17 cuentan con una población entre 500 mil y un millón de habitantes y únicamente 7 concentran más de 1 millón. Esto es, que las 102 ciudades de mayor tamaño en el país, con un total de poco más de 52 millones de habitantes (50.3 por ciento de la población total), presentan procesos diferenciados de conurbación física y fenómenos de metropolización que deben ser atendidos de manera especial por los tres órdenes de gobierno. La más reciente delimitación (SEDESOL, CONAPO, INEGI, 2004), identifica 55 zonas metropolitanas integradas por poco más de 300 municipios, una población total (2005) de 51.8 millones de habitantes (54.1% del total nacional) y una tasa de crecimiento medio anual de 1.9% en el periodo 1990-2005, es decir, 0.4 puntos porcentuales mayor a la tasa de crecimiento nacional. Por otro lado, 9 zonas metropolitanas tienen una población mayor a 1 millón de habitantes, 17 se ubican en el rango de 500 mil a 999 mil 999 habitantes y 29 zonas metropolitanas tienen más de 100 mil pero menos de 499 mil 999 habitantes (ver cuadros 1, 2, 3 y mapa 1). Las diversas cifras oficiales sobre el número de ciudades mexicanas ubicadas en el rango de metrópolis, muestra la necesidad de conceptuar con mayor profundidad este fenómeno socio-espacial, reconocer su variedad y especificidad, definir los indicadores para delimitar metrópolis y sobre todo, establecer las condiciones para su gobierno y administración delimitando con claridad las materias y atribuciones que corresponden a las metrópolis. Las zonas metropolitanas mexicanas tienen ventajas que confirman su fuerza para atraer a la población, las actividades sociales y las inversiones económicas: i. Concentran ventajas de localización (economías) para los actores económicos y sociales por encima de la mayoría de las ciudades de sus respectivas regiones, lo que las convierte en polos de atracción. ii. Ofrecen mejores condiciones de vida por la variedad de empleo y oferta de todo tipo de servicios. iii. Pueden ser más eficientes en la provisión de servicios y equipamientos sociales y de apoyo a la producción. iv. Por otra parte, tienen una problemática que se deriva esencialmente de cuatro aspectos: 155 n Alfonso Iracheta Cenecorta • • • • Tienen un patrón de crecimiento socio urbano dinámico y tendiente al desorden y la insustentabilidad, especialmente en sus periferias. Presentan enormes rezagos en la dotación de servicios e infraestructura urbana básica, especialmente para los más pobres. Carecen de recursos financieros para afrontar las demandas sociales, derivado de la baja institucionalidad y eficacia financiera y fiscal de sus gobiernos. Carecen de un adecuado marco legal e institucional de coordinación intergubernamental. Cuadro 1 México: Población total y tasa de crecimiento por rango de población de las zonas metropolitanas, 1990-2005 Rango Zonas Población - habitantes Tcma - porcentaje (habitantes) metr. 1990 1995 2000 2005 90-95 95-00 00-05 90-05 Total nacional : 81,249,645 91,158,290 97,483,412 103,263,388 2.06 1.58 1.02 Total zonas metropolitanas: 55 41,168,713 47,503,876 51,502,972 55,895,090 2.56 1.91 1.45 1 000 000 o más 9 27,092,926 30,958,271 33,501,764 36,053,359 2.39 1.86 1.30 500 000 a 999 999 17 8,389,328 10,036,887 11,084,217 12,396,245 3.22 2.35 1.99 100 000 a 499 999 29 5,686,459 6,508,718 6,916,991 7,445,486 2.42 1.43 1.31 Resto del país - 40,080,932 43,654,414 45,980,440 47,368,298 1.52 1.22 0.53 1.55 1.98 1.85 2.53 1.74 1.08 Fuente: CONAPO-INEGI-SEDESOL, 2004: Delimitación de las zonas metropolitanas de México. México, DF. INEGI, 2006: II Conteo de Población y Vivienda 2005, resultados definitivos. Cuadro 2 México: Distribución porcentual de la población de las zonas metropolitanas por rango de población, 1990-2005 Rango (habitantes) Zonas metropolitanas Total nacional : Total zonas metropolitanas: 1 000 000 o más 500 000 a 999 999 100 000 a 499 999 Resto del país 55 9 17 29 - 1990 100.0 50.7 33.3 10.3 7.0 49.3 Población - porcentaje 1995 2000 100.0 52.1 34.0 11.0 7.1 47.9 100.0 52.8 34.4 11.4 7.1 47.2 2005 100.0 54.1 34.9 12.0 7.2 45.9 Fuente: Elaboración propia con base en: CONAPO-INEGI-SEDESOL, 2004: Delimitación de las zonas metropolitanas de México, México, D.F. INEGI, 2006: II Conteo de Población y Vivienda 2005, resultados definitivos. n 156 El fenómeno metropolitano en México Cuadro 3 México: Zonas metropolitanas consideradas por INEGI, CONAPO y SEDESOL y población total, 2005-2025 Ámbito / Zona metropolitana Institución INEGICONAPO SEDESOL Población en zonas metropolitanas Población nacional 3 ZM de Monclova-Frontera * * * 5 ZM de Saltillo * * * 6 ZM de La Laguna * * * 7 ZM de Colima-Villa de Álvarez * * * 12 ZM del Valle de México * * * 17 ZM de Pachuca * * * 20 ZM de Guadalajara * * * 23 ZM de Toluca * * * 24 ZM de Zamora-Jacona * * * 27 ZM de Cuautla * * * 28 ZM de Cuernavaca * * * 30 ZM de Monterrey * * * 31 ZM de Oaxaca * * * 32 ZM de Puebla-Tlaxcala * * * 34 ZM de Querétaro * * * 37 ZM de S.L.P. - Soledad * * * de Graciano Sánchez 40 ZM de Tampico * * * 47 ZM de Coatzacoalcos * * * 48 ZM de Minatitlán * * * 49 ZM de Córdoba * * * 50 ZM de Xalapa * * * 51 ZM de Orizaba * * * 52 ZM de Poza Rica * * * 53 ZM de Veracruz * * * 54 ZM de Mérida * * * 55 ZM de Zacatecas-Guadalupe * * * 4 ZM de Piedras Negras * * 15 ZM de San Francisco del Rincón * * 18 ZM de Tulancingo * * 21 ZM de Ocotlán * * 39 ZM de Villahermosa * * 1 ZM de Aguascalientes * * 2 ZM de Tijuana * * 13 ZM de Moroleón-Uriangato * * Proyección de la población total a mitad de año1 (miles de habitantes) 2005 2015 2025 56,654 63,085 68,592 106,452 304 722 1,104 234 19,864 418 4,026 1,614 231 397 827 3,657 505 2,063 917 911 116,345 322 834 1,193 269 21,533 477 4,388 1,826 241 439 931 4,192 552 2,273 1,110 982 124,330 333 933 1,261 302 22,796 531 4,687 1,998 247 471 1,021 4,666 600 2,455 1,292 1,049 827 326 337 291 555 398 461 651 893 247 175 165 209 136 669 795 1,525 110 914 333 336 299 594 425 459 626 1,040 258 209 189 226 148 765 927 1,956 119 986 337 332 305 624 448 453 607 1,184 268 240 212 241 156 851 1,045 2,367 126 Nota: 1/ CONAPO, 2002 * Zona metropolitana considerada por cada institución para definir la nueva clasificación. Fuente: Elaboración propia con base en: CONAPO, INEGI, SEDESOL, 2004: Delimitación de las zonas metropolitanas de México, México, DF. y CONAPO, 2002: Proyecciones de población por municipios y por localidad 2000-2030. 157 n Alfonso Iracheta Cenecorta Mapa 1: Zonas metropolitanas de México, 2004* Fuente: CONAPO, INEGI, SEDESOL, 2004: Delimitación de las zonas metropolitanas de México, México, D.F. 2. Atribuciones y materias de interés metropolitano 2.1. Introducción ¿Qué es lo específicamente metropolitano? ¿Cómo distinguirlo de las atribuciones y servicios estatales y municipales? El tema es estratégico ya que de esta definición dependen en buena medida las posibilidades reales de planificar y alcanzar acciones coordinadas y concertadas entre los tres ámbitos de gobierno. Existen dos caminos para iniciar un proceso político-técnico que permita dilucidar qué le toca a quién dentro de una metrópoli: La primera corresponde a una revisión de las atribuciones de las entidades federativas que afectan directamente el gobierno y administración de una metrópoli, para determinar la conveniencia de mantenerlas o trasladarlas al ámbito metropolitano. Igualmente, determinar cuáles atribuciones de los municipios establecidas en el artículo 115 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos debieran ser metropolitanas y a partir de esta definición, valorar, por una parte la eficiencia institucional de los gobiernos locales para ejercerlas y, por la otra, valorar su eficiencia social, económica, política, espacial n 158 El fenómeno metropolitano en México y ambiental en el cada una de las metrópolis del país, para reasignar, en su caso, aquellas que debieran corresponder a un ámbito intermunicipal –más de dos municipios en una metrópoli- y/o metropolitano –todos los municipios de la metrópoli. La segunda, partiría de la realidad metropolitana de México y establecería las funciones, atribuciones y materias que debieran corresponder al ámbito metropolitano. En ambas perspectivas se parte de un reconocimiento tácito: El gobierno y la administración metropolitana requiere de una Visión Nacional que establezca las “reglas del juego” y las condiciones de coordinación interestatal, siendo ambas responsabilidad del gobierno federal. En segundo lugar, es necesario un mecanismo que facilite y oriente la coordinación intermunicipal, el cual es facultad de los gobiernos estatales. Es decir, existen materias y acciones –de planeación y oferta de servicios para el desarrollo y funcionamiento cotidiano- que corresponden al ámbito local o municipal, por lo que su prestación coordinada con otros municipios debe ser promovida y legislada para que opere en la realidad y no quede sujeta a la voluntad de los gobernantes en turno. Sin embargo, el gobierno y administración de las metrópolis como unidades socio-espaciales con vida propia, reconocimiento comunitario y problemática específica, rebasa la acción individual de los tres ámbitos de gobierno y obliga a garantizar la coordinación interestatal e intermunicipal con leyes y estructuras de gobierno que la obliguen y que se diseñen a partir de la totalidad metropolitana y no de la apreciación e interpretación de las partes que la conforman (estados y municipios). Las atribuciones de los gobiernos municipales, establecidas en el artículo 115 de la Constitución nacional se enfocan principalmente a la planificación del desarrollo local, la prestación de servicios públicos para el funcionamiento de las ciudades y, conjuntamente con el artículo 122 de la propia constitución, ofrecen un margen razonable para que puedan establecerse formalmente las instancias gubernamentales para coordinar la acción de gobierno en el ámbito metropolitano. Señalan inclusive la obligación de estas instancias de regular, conjunta y coordinadamente, el desarrollo de las conurbaciones, estableciendo también la posibilidad de crear comisiones metropolitanas de atención sectorial. En la definición de las materias de interés o atribución metropolitana, más importante que la materia misma, es, por una parte, la necesidad de garantizar la coordinación en su aplicación por parte de los actores que la tienen bajo su responsabilidad, independientemente que sean federales, estatales y/o municipales y, por la otra, la conveniencia de ejercer las atribuciones desde entes públicos con cobertura en todo el territorio metropolitano y no solo en estados o municipios. 159 n Alfonso Iracheta Cenecorta La legislación nacional hace referencia solamente a la coordinación entre autoridades de los ámbitos de gobierno establecidos; la deja a la libre decisión de cada esfera de gobierno y no asume al ámbito metropolitano como un territorio intermedio al municipal y estatal al que debieran definirse materias específicas sujetas a atribuciones y obligaciones. Como consecuencia, no existen referentes sobre materias que deban ser etiquetadas como metropolitanas desde la legislación y la planeación nacional, en el sentido, que debieran tener un enfoque y cobertura metropolitana y por lo tanto requieren ser atendidas de manera exclusiva por actores creados para actuar en toda la metrópoli. Desde otra perspectiva, tampoco existen estudios suficientes sobre las materias que debieran ser atendidas o ejercidas por las autoridades –federales, estatales y/o municipales- de manera coordinada dentro de una metrópoli. La realidad entonces, es que es necesario iniciar la discusión a partir de las múltiples evidencias que existen sobre el ejercicio de materias y atribuciones, que siendo estatales o municipales, se han iniciado procesos de actuación coordinada, como es el caso de las que atienden las comisiones, consejos y otras instancias metropolitanas en diversas metrópolis de México. Estas experiencias, como se argumenta reiteradamente en este texto, han sido rebasadas por la realidad de las propias metrópolis; su aplicación ha estado fundada en actitudes “voluntaristas” derivadas de la laxitud de la legislación y el mínimo interés gubernamental por el fenómeno metropolitano. Por estas razones, las materias que has sido sujetas a coordinación metropolitana requieren ser revisadas de manera exhaustiva, para confirmar o no su carácter metropolitano y sobre todo para detallar qué de cada una, debe ser atribución metropolitana y que no. Con base en esta conceptualización y asumida la conveniencia de una coordinación obligatoria entre los tres ámbitos de gobierno responsables de cada metrópoli y la creación de estructuras para operar y administrar sus materias y servicios, la pregunta es ¿qué materias y qué servicios? El listado siguiente, se considera de interés y atribución metropolitana y es apenas preliminar, ya que otras materias o parte de ellas, pudieran ser también de atribución metropolitana; y es solo un esbozo y primera aproximación al análisis que se requiere para elevar a rango legal su ejercicio coordinado entre esferas de gobierno o decidida su responsabilidad directa para ser ejercida por actores metropolitanos. 2.2. Las atribuciones de interés metropolitano Los temas, fenómenos y sectores que se consideran de interés metropolitano por encima de las entidades y municipios, son aquellos que tienen las siguientes características: n 160 El fenómeno metropolitano en México Por su estructura unitaria requieren de decisiones, manejo u operación integrada a nivel de toda la metrópoli y no parcializada por los gobiernos (federal, estatal o municipal). Su localización y/o magnitud, es de escala metropolitana/regional o afecta al todo metropolitano, por lo que las decisiones y operación en torno a estas materias debe ser metropolitana. Su operación y/o manejo en una metrópoli, requiere de acciones de continuidad, complementariedad y o coordinación entre los gobiernos de varias demarcaciones, por ser servicios, acciones o procesos de decisión encadenados –hacia delante, hacia atrás o simultáneamente-. Su operación y/o manejo dentro de una metrópoli rebasa a los gobiernos de las demarcaciones que los tienen como atribución o responsabilidad. Su manejo a escala metropolitana es más eficiente y eficaz de acuerdo a los estándares reconocidos. a) Ordenación de la economía en el territorio Uno de los factores típicamente territoriales, es decir, que dependen fuertemente de su arreglo en el territorio es la actividad económica. Las economías y externalidades de las actividades productivas están muy asociadas a su localización. Por ello, ordenar el territorio para preservar y desarrollar la producción en las metrópolis y sus regiones es condición central de la competitividad de cada sector y de la metrópoli como un todo. Igualmente, promover, incentivar y coordinar los esfuerzos productivos –inversiones y generación de empleo- es una actividad que requiere de acuerdos entre quienes administran territorios a fin de definir áreas de mercado y sus relaciones con el resto de las funciones urbanas. Desde una perspectiva eminentemente territorial, cualquier analista de este fenómeno, reconoce que hace falta un diálogo permanente entre los responsables gubernamentales de aplicar las políticas urbanas y quienes aplican las políticas para regiones y sectores productivos, que permita alcanzar acuerdos integrados. Las evidencias de falta de información, lenguaje común y conocimiento de los programas que impactan directamente el territorio en los tres niveles de gobierno y en la sociedad son claras. Este fenómeno es más evidente en las metrópolis. Es necesario desarrollar los conceptos de ordenamiento territorial generales para todas las meso-regiones y los propios para las regiones metropolitanas, evaluar los impactos que tendrá en la legislación nacional y estatal y proponer las estrategias, proyectos e instrumentos –jurídicos, administrativos, de organización institucional, de planeación- que permitirán su ejecución. El ordenamiento del territorio es una función inherente al Estado que consiste en organizar el crecimiento económico como alternativa al 161 n Alfonso Iracheta Cenecorta comportamiento del mercado en general y del laboral en particular que exige el traslado de la población a las áreas que concentran la creación de empleo que son las ciudades y en mayor medida las metrópolis. Si bien al inicio de la década de 1980, perdió legitimidad el ordenamiento territorial ante las políticas llamadas neoliberales, hoy toma fuerza nuevamente en las naciones que lo utilizaron después de la segunda guerra mundial como paradigma del desarrollo opuesto al laissez faire. Como lo menciona Lipietz (2003: 14), un buen ejemplo es Francia con su Ley de Orientación para el Reordenamiento Duradero del Territorio. Este concepto de “durabilidad”, traducido por la ONU como sustentabilidad, se orienta a ofrecer una alternativa de desarrollo, sin comprometer los recursos naturales y el ambiente. Esto implica que cada “pedazo de territorio” (región, entidad federativa, metrópoli), deberá ser acondicionado o ajustado –desde la política y la planeación- para que atienda los grandes propósitos de igualdad y sustentabilidad y responda a una gran incógnita: ¿Debiera permitirse que el mercado distribuya a la población (y al empleo) de acuerdo a fuerzas que actúan bajo lógicas de inversión o por el contrario, a través del ordenamiento territorial deberán crearse las condiciones de distribución de la inversión, el empleo y la población para buscar equilibro: social, espacial y ambiental?. En pocas palabras: ¿un buen reordenamiento territorial es condición para crear los empleos que requiere cada región y metrópoli? La respuesta debiera ser que sí, simplemente porque la redistribución de oportunidades y empleo –a través de la política de inversión pública y fiscal cuando menos- entre los ciudadanos de las diversas regiones y especialmente entre las metrópolis es una razón absolutamente legítima. Con base en Putman (1999), el desplazamiento de personas en busca de oportunidades de empleo fuera de sus ciudades y regiones (las menos dinámicas) tiende a perder el “capital social”, es decir, todo aquello que le genera ventajas para su desarrollo “por ser de un sitio y vivir en el” (relaciones personales, herencias, solidaridades, reconocimiento social, etc.). Estos costos abonan a la conveniencia de recuperar el desarrollo local o endógeno. De acuerdo con el mismo estudio de Lipietz, donde se ha permitido un desarrollo endógeno el resultado ha sido más competitivo que el neo-fordista (basado en la deslocalización de mano de obra como las maquilas de la frontera norte mexicana). Un desarrollo local basado en la calificación, reciprocidad y movilización de su sociedad, permite crear más empleos y mayor riqueza para la población local. De ahí que las nuevas tendencias son a buscar un desarrollo regional y metropolitano en lugar del desplazamiento –migración- de mano de obra, dando preferencia a la capitalización de los lazos sociales locales por medio de la capacitación, la contratación local y n 162 El fenómeno metropolitano en México el fortalecimiento de las capacidades económicas de la propia región, incentivando su desarrollo, en lugar de buscar las zonas de bajo salario, alta flexibilidad laboral y escasa calificación. Ejemplo de esfuerzos de desarrollo regional han sido los distritos industriales; sin embargo, “en la década de los noventa se hizo evidente que el modelo de los distritos industriales no se había generalizado, aún a pesar de los buenos ejemplos tanto del Valle del Silicón, como de maquinaria pesada en Emilia Romana o incluso el distrito de la confección de Gamarra en Lima... El modelo de la gran empresa multinacional...seguirá vigente e incluso seguirá siendo dominante” (Lipietz, 2003: 13). El riesgo entonces es la tendencia a fomentar la flexibilidad, con la cual la migración hacia las ciudades y regiones de crecimiento acumulativo será mayor -como la frontera norte-, empujando a mayores movimientos migratorios y perdiéndose la oportunidad de fomentar el crecimiento de cada región y metrópoli por la vía de la capacitación -alta especialización- que tiene como base mayores inversiones regionales en educación, con lo que tiende a reducirse la competencia entre metrópolis por la flexibilización, que finalmente, no es otra cosa que la reducción de salarios, lo que provoca el estancamiento de la demanda colectiva. ¿Qué tipo de reordenamiento territorial regional-metropolitano se requiere bajo la premisa del desarrollo endógeno? Es necesario recuperar el modelo de base económica de exportación que desarrolló North desde la primera mitad de los años 1950 en el que aparecen dos subconjuntos: La base económica de exportación, en la que los empleos se orientan a generar recursos que irán fuera de la región (su pago proviene de fuera de la región). La base económica interna, en la que las actividades económicas sirven a la propia región (su pago proviene de recursos internos). La primera permite financiar las importaciones y permite crear una demanda local con sus consecuencias de mayor empleo e ingreso (efecto de redistribución keynesiano). Los factores que determinarán el nivel de riqueza y su distribución local son: La calidad de la base exportadora. La esencia del modelo es lograr relaciones de asociación entre las fuerzas vivas: el capital y el trabajo en busca de construir un mercado social. Su evolución se da a lo largo de dos o tres generaciones consolidando un proyecto asociativo territorial entre las jurisdicciones que componen las metrópolis y las regiones y socio-económico entre sindicatos, organizaciones empresariales y sistema de educación e investigación científica. El papel del Estado, desde la perspectiva regional-metropolitana es facilitar estas asociaciones en lugar de fomentar el desplazamiento de la población en busca de empleo a otras regiones. La propensión de la población y empresas locales a surtirse localmente prefiriendo al proveedor local, lo que depende de la capacidad 163 n Alfonso Iracheta Cenecorta de la oferta y de la demanda y la de construir una cultura de consumo regional-metropolitana a partir de estructuras industriales, comerciales y de servicios de alta calidad y competitividad2. El desarrollo de los servicios de la región metropolitana para la propia comunidad, que depende del desarrollo de la economía social y solidaria, el asociacionismo entre pequeñas empresas locales, el apoyo de la administración estatal y municipal y el sector social (hoy por ti, mañana por mí). Una evidencia del éxito de esta política es que como asevera Lipietz (2003: 17), las regiones ricas de la tercera Italia...tienen la red más densa de “cooperativas sociales” pertenecientes al tercer sector. El Estado mexicano requiere estructurar un sistema de metrópolis de equilibrio y de ciudades pequeñas y medianas para enfrentar la amenaza de los grandes desequilibrios entre las regiones, a partir de dinámicas económicas endógenas. A través de la inversión y el gasto federal y la política fiscal redistributiva a nivel social y regional se requiere buscar la mayor generación de empleo local (en los sectores primario, secundario y terciario) incluyendo el llamado sector cuaternario –empleo consagrado al cuidado del cuerpo y el espíritu de otros: salud, educación, cultura- que prospera en las grandes aglomeraciones urbanas. Las reglas del juego y la regulación para que estas políticas ocurran, provendrá mayormente del nivel federal (legislación social, fiscal, territorial); igualmente, se deben promover infraestructuras detonadoras como aeropuertos internacionales o grandes universidades que solo es posible decidir a nivel metropolitano. La clave es buscar, a partir de un debate nacional, que la población y las actividades económicas –los empleos- NO se localicen en donde la dinámica espontánea los atrae, sino en las metrópolis y ciudades donde las condiciones de desarrollo, equilibrio, sustentabilidad, eficiencia de la infraestructura lo requieran. Esto implica plantear una visión de desarrollo regional-metropolitano y ordenación del territorio con base en las fortalezas locales. Corresponde al ámbito metropolitano desarrollar las estrategias de ordenación y fomento económico del territorio para el conjunto de jurisdicciones que la conforman, de acuerdo con las “vocaciones” de cada una para impulsar la base económica del conjunto. Es un acuerdo estratégico entre el sector social, público y privado, coordinado por el gobierno metropolitano para la promoción y fomento de la actividad industrial, comercial y de servicios que promueva la productividad, las exportaciones, la modernización tecnológica, la ampliación de la base empresarial y la capacitación de la fuerza laboral. Las experiencias de promoción económica realizadas por cada Corresponde al denominado Coeficiente Keynesiano Multiplicador del Ingreso en la región, distribuido localmente por la base exportadora. 2 n 164 El fenómeno metropolitano en México gobierno –estatal y municipal- especialmente en regiones altamente urbanizadas y metropolitanas, sin una estrategia de ordenamiento territorial, han llevado a baja eficiencia, pérdida de empleo y competencia en la que tienden a ganar los grandes consorcios y tienden a perder los territorios. b) Desarrollo urbano-metropolitano Existe un sistema de planeación regulado a nivel federal en el artículo 26 constitucional y particularmente, desde la perspectiva territorial, en el artículo 115 de la constitución y en la Ley General de Asentamientos Humanos. Cada entidad federativa cuenta con legislación sobre planeación y sobre desarrollo urbano que teóricamente debiera conducir a una estrategia compartida para ordenar y desarrollar las ciudades y metrópolis. La realidad es que la planeación urbana no solo adolece de diversas debilidades en su estructura, normatividad y aplicación, sino que ni siquiera está coordinada con las otras esferas de planeación: la del desarrollo y la ambiental, con lo cual, las dependencias de los tres ámbitos de gobierno responsables de cada uno de estos sistemas, los operan de manera desarticulada al interior de las entidades federativas y los municipios y entre los sectores que conforman las estructuras de gobierno. Si en los tres ámbitos de gobierno no existe coordinación de estos sistemas de planeación, es claro que la situación se agudiza en los territorios metropolitanos y sus regiones, en los que no existe siquiera una base jurídica e institucional para ejercer planes programas y/o proyectos que los contemplen como totalidades. Si planificar una metrópoli implica acuerdos socio-políticos entre los actores sociales y el gobierno, que permitan atender los fenómenos y problemas de la conurbación, desde una perspectiva de unidad socio-espacial que garantice que cada elemento se vincula con el resto y cada decisión de política pública –y privada- responde a un “proyecto de metrópoli acordado para el largo plazo”, la clave es crear las condiciones que obliguen a las entidades y municipios a construir dicho proyecto. El plan o programa de desarrollo integral de la metrópoli (y su región), es entonces una función y atribución metropolitana, en la que participan las partes aportando su visión de desarrollo que es articulada desde la metrópoli en una sola visión compartida y coordinada. Los planes de desarrollo de las entidades y los municipios debieran ajustarse a los ya acordados para la metrópoli y su región; el camino inverso resulta prácticamente imposible de ejecutar, ya que los planes de cada entidad y cada municipio elaborados por y para la demarcación correspondiente, difícilmente conformarán una totalidad cuando se agreguen para conformar el proyecto metropolitano. Así, el desarrollo urbano-metropolitano, debe contar con una 165 n Alfonso Iracheta Cenecorta estrategia de planificación fundamentada en las leyes generales y particulares de cada ámbito de gobierno, para definir de manera integrada el esquema espacial y temporal para el aprovechamiento y control del suelo urbano, los recursos naturales, el ambiente y las infraestructuras, a partir de orientaciones claras de política económica, social e institucional, para la ejecución de acciones programáticas para el acondicionamiento material y elevación de la calidad de vida de la población que está asentada en el territorio metropolitano. Con base en estos acuerdos y estrategias, cada demarcación debe estructurar sus propios planes y programas, lo que hace más factible contar con una estructura de planeación del desarrollo urbano-metropolitano armónica y coordinada. c) Vialidad y Transporte Uno de las materias reconocidas como claramente metropolitana es, por una parte, la estructura vial –carreteras urbanas, calles, ferrocarriles urbanos- y, por la otra, los transportes públicos –automotor, eléctrico, híbrido- por una razón principal: estructuran el espacio metropolitano. La estructura vial depende de las funciones urbanas en cuanto a su intensidad y flujos, al grado de convertirse positivamente en facilitadora del crecimiento y la eficiencia urbana o negativamente en su obstáculo. La definición de vías es la más importante en el ordenamiento y crecimiento de las ciudades. No puede ser definida “conforme las presiones de crecimiento lo exijan”, sino planificada con visiones de largo plazo. Igualmente, no es posible aceptar que cada jurisdicción de una metrópoli, defina sus vialidades sin considerar las conexiones y continuidad con las existentes y proyectadas por las otras demarcaciones. La elaboración del plan o programa integral metropolitano de vialidad es una responsabilidad que claramente debe corresponder a un órgano metropolitano que considere y tome en cuenta las necesidades de las partes, pero que centralice la definición y diseño de los trazos, los corredores y determine la prioridad de los cruceros y en general de las obras, de manera que respondan a las necesidades establecidas en el plan metropolitano de desarrollo urbano. Solo así es posible integrar un sistema articulado de vialidades que atiendan las necesidades de las áreas de origen y destino dentro de la metrópoli y que comunique adecuadamente las distintas áreas y funciones, especialmente donde confluyen masas de pobladores o las que concentran funciones de servicio público (terminales, aeropuertos, centros de abasto, estadios, universidades, hospitales, etcétera). Cada metrópoli requiere definir qué jerarquía vial debe corresponder a decisiones metropolitanas y cuáles a los gobiernos locales, aunque es claro que los ejes viales, carreteras urbanas –libramientos, viaductos, periféricos, vías primarias y secundarias- corresponden al n 166 El fenómeno metropolitano en México nivel metropolitano y las calles locales a la autoridad municipal. Los transportes públicos tienen una jerarquía metropolitana similar a las infraestructuras por donde circulan. Donde ingresa transporte público, se impulsa la ocupación del suelo con usos urbanos. Coordinar, orientar y controlar los sistemas de transporte, permite tener más certeza en el sentido que la metrópoli crecerá con más orden y que los flujos serán más eficientes. El diseño de rutas y modos de transporte –microbús, autobús, metrobús, metro, tren ligero, trolebús- es una materia metropolitana, en la que deben concurrir las jurisdicciones que la integran, reconociendo que las rutas estructuradoras y de trayecto que ligan las grandes áreas de la metrópoli no pueden ser definidas ni operadas por organizaciones locales o estatales. Lo mismo ocurre con los puntos de transferencia y terminales de todo tipo de transportes, desde autobuses hasta aeropuertos, cuya localización y magnitud debe ser una decisión metropolitana. Existen sistemas de transporte que atienden rutas locales y de trayecto corto, al interior de áreas de la metrópoli, que pueden ser sujetos de control local, siempre y cuando sean resultado de una planeación general metropolitana de transportes de personas. Existen equipamientos de transportes de bienes que requieren de una planeación y control metropolitano como las estaciones, centros de transferencia, encierros e inclusive operaciones como la definición de rutas de proveeduría, horarios de carga y descarga. Las metrópolis tienden a ser generalmente centros de distribución y lugares de origen y destino de actividades y personas; son centros de empleo y de difusión del conocimiento y el avance social, económico y cultural. Impactan regiones por la influencia que tienen sobre estas al ser centros de recepción de productos y servicios y proveedores de toda naturaleza. Las vialidades y los transportes, provocan efectos estructuradores entre los territorios, al grado de promover la creación de empleo e inversión en algunos en detrimento de otros; la planeación, promoción y decisión sobre estrategias y obras de comunicaciones y transportes, debe ser entonces conducida por entes que tengan la visión del todo regional-metropolitano y su actuación debe adecuarse a estrategias y políticas mesoregionales y nacionales. d) Ecología y Medio Ambiente Así como se reconoce a la metrópoli como unidad socio-espacial, es también una unidad socio-ambiental. La cuenca atmosférica o hidrológica donde se ubica una zona metropolitana, no pierde su carácter geográfico-ambiental, aunque si corre mucho más riesgo de transformación y deterioro por los usos urbanos. Planificar integralmente la metrópoli a partir de su localización regional en un espacio geográfico-ambiental es fundamental, para 167 n Alfonso Iracheta Cenecorta intentar mantener los equilibrios y reducir los riesgos de la huella ecológica provocada por las acciones humanas. La revisión de los documentos de planeación de las metrópolis mexicanas deja claro que ninguna es sustentable y que todas enfrentan serios problemas ambientales, especialmente relacionados con el manejo del agua, el deterioro de la flora (bosque) y el control de los residuos sólidos. Igualmente, carecen de acuerdos entre las jurisdicciones donde se localizan para atender de manera integral estos problemas. Por ello, la mayor parte de ellas, rebasa la capacidad de carga de los ecosistemas donde se localizan, provocando la desaparición de especies, la contaminación de los recursos naturales –agua, suelo y aire- y la ruptura del equilibrio ambiental, por lo que el tema ambiental y su atención es estratégico para la naturaleza y para la sociedad. Los fenómenos ambientales y los relacionados a la explotación de los recursos naturales en las regiones predominantemente urbanizadas, solo pueden ser manejados bajo principios sistémicos que reconozcan el carácter geográfico-ambiental de la región metropolitana, para acceder a un entendimiento de las cadenas y relaciones que existen entre las condiciones naturales –clima, flora, fauna, geomorfología, hidrología- y las estrategias sociales para aprovecharlas de manera sustentable. Por ello, la definición de medidas de mitigamiento sobre el deterioro ambiental, el desarrollo de estrategias para la restauración y protección ambiental y el logro de acuerdos sociales y públicos para la preservación del medio ambiente, a partir de la regulación y el control de los factores que provocan la contaminación, solo puede hacerse desde perspectivas regional-metropolitanas y no por demarcaciones estatales o municipales. En este sentido, destaca que las políticas de usos del suelo, especialmente los orientados a la preservación del ambiente y los recursos naturales, deben definirse a partir de las necesidades que la propia metrópoli –y su región- presenta como unidad. Esto tiene consecuencias directas en las demarcaciones municipales que integran la metrópolis, porque mientras algún municipio puede ser sujeto de acciones de promoción de ciertos usos, otros por el contrario, por sus características ambientales requieren controlarlos, lo que crea diferencias entre las autoridades locales, especialmente cuando no existen, por un lado, los acuerdos que definen qué uso en dónde y, por el otro, las políticas compensatorias para las jurisdicciones que pudieran “perder” frente a las que ganan. e) Agua Potable y Saneamiento Planificar, diseñar, establecer, operar y administrar un sistema integral de manejo hidráulico, que incluya programas de abastecimiento de agua potable, saneamiento de aguas servidas y tratamiento y reuso del n 168 El fenómeno metropolitano en México agua pluvial y residual, es una materia metropolitana con referentes regionales hacia las cuencas hidrológicas que abastecen al conglomerado urbano. Al igual que los transportes, la escala y área de atención son fundamentales para definir la demarcación responsable de las políticas hidráulicas y, al igual que la atención al ambiente, la política hidráulica depende de las condiciones que presente la región geográfica y ambiental donde se localiza la metrópoli. Constituir organismos y/o empresas metropolitanas para la distribución del agua potable, para la conducción de las aguas residuales y para el tratamiento y reuso del agua, tiene la ventaja de una operación homogénea que facilita la operación, el mantenimiento, la definición de tarifas y el cobro de los servicios, cuestión no resuelta por la gran diversidad de estrategias y políticas que tiene cada gobierno estatal y municipal en México. Esto no implica quitar a los municipios –y estados- esta facultad, sino organizarlos en una unidad metropolitana de la que todos se pueden beneficiar. Por otro lado, los sistemas de distribución local de agua y saneamiento, así como su operación y mantenimiento dentro de una metrópoli, pueden seguir siendo materia municipal, siempre y cuando: El ayuntamiento reconozca que atiende el último eslabón de una cadena de distribución que se asienta en una política metropolitana y es coordinada desde este nivel. Los ayuntamientos reciban el líquido del organismo estatal de agua que a su vez lo recibe de la Comisión Nacional del Agua, lo que implica que las políticas de tarifas, especificaciones técnicas, mantenimiento, deben ser determinadas a nivel metropolitano y ejecutadas a nivel local. Los servicios sean de calidad y cuenten con cobertura suficiente y políticas de administración similares entre los ayuntamientos de la metrópoli. La acción coordinada entre los tres ámbitos de gobierno fundada en acuerdos que son obligatorios por ley y que implican consecuencias claras y rigurosas por incumplimiento, es el camino para atender las necesidades hidráulicas de las metrópolis, en una época en que este recurso es reconocido claramente como NO RENOVABLE. f) Residuos sólidos Especialmente delicado para la salud de la población y del ambiente, es el manejo y administración de los residuos sólidos que genera una metrópoli. Si bien la recolección local –domiciliaria- puede ser materia municipal, no lo es la concentración, transferencia, disposición y tratamiento de todo tipo de residuos, sean domiciliarios, industriales o peligrosos, porque requieren, por una parte, de escalas y políticas de manejo y, por otra, de localizaciones y tecnologías, que deben decidirse de manera centralizada en un órgano responsable para toda 169 n Alfonso Iracheta Cenecorta la metrópoli. Puede existir entonces un convenio intermunicipal para la conformación de un sistema integral de limpia –operado por una organización o empresa metropolitana-, responsable en primer lugar, de la recolección de las basuras y la limpieza de los espacios públicos –vialidades, parques, plazas- y, en segundo lugar, de la operación, manejo y disposición final de los residuos en cuanto el confinamiento y procesamiento. Puede hacerse mediante la suma de recursos humanos y materiales de los ayuntamientos y el establecimiento de normas técnicas y administrativas. Un tema central relativo a la operación metropolitana de un sistema integrado de manejo de basuras, son las políticas compensatorias que deben establecerse para las demarcaciones que aportan más a la solución del problema que el resto. Es el caso de la decisión de localización de los sitios para la disposición final de los residuos que recae en un municipio; el problema es que las soluciones modernas, por su magnitud, inversión, escala y tecnología, no están al alcance de la mayor parte de los municipios de una metrópoli, por lo que se requiere de coordinación y cooperación para hacerlos factibles y del desarrollo de proyectos transparentes y con tecnologías “limpias”, para hacerlos aceptables por la comunidad, reduciendo la reticencia social cuando tienen que localizarse en alguno de los municipios de la metrópoli. Desde la escala metropolitana es posible establecer normas básicas para la recolección y tratamiento de los desechos sólidos urbanos, igualmente, es más eficiente establecer las medidas y procedimientos administrativos de sanciones para disminuir la contaminación generada por fuentes emisoras y para reducir los índices de generación de desechos sólidos industriales. g) Seguridad pública Las relaciones sociales definen la problemática de la seguridad pública. Estas relaciones tienen tres categorías: Estructurales, que corresponden a pautas permanentes de relación entre individuos, como es el caso del trabajo o la educación; en esta categoría predomina la relación productiva. Eventuales, que corresponden a todo tipo de contactos y relaciones superficiales como pueden ser en el comercio, en los viajes intraurbanos; en esta categoría predominan las relaciones territoriales. Personales, que se refieren a las relaciones que tienden a formar redes, como es el caso de las familias, los clubes; en esta categoría predominan las relaciones personales. El conjunto de relaciones conforman el todo social; la forma como interactúan estas categorías impacta la estructura territorial urbana y la propia estructura social. Un ejemplo de esto, es la expansión desordenada de las aglomeraciones urbanas en las que las categorías n 170 El fenómeno metropolitano en México estructural y personal, se ven impactadas por la territorial, cuando las distancias y el tiempo, especialmente de traslado, se multiplican poniendo en riesgo las relaciones estructurales y personales. Uno de sus impactos más importantes, es el cambio en la percepción de los ciudadanos sobre su seguridad en cada una de estas categorías. Conforme se transforma la sociedad y la ciudad pierde la escala social (la pequeña escala), los individuos reducen su interacción frecuente con otras personas y se incrementa la relación eventual con otros. El resultado es un menor conocimiento “del otro”, una relación personal disminuida y por ello, mayor “heterogeneidad afectiva”; es decir, desinterés por los demás, lo que reduce la seguridad y amplía el espacio para el delito. La seguridad pública en la metrópoli tiene diversos componentes asociados a la localización y movilidad de los ciudadanos: Por una parte, la seguridad de las personas y sus posesiones en su entorno inmediato, es una función claramente local –municipal- en la medida que la cercanía ciudadana hacia los responsables de su seguridad incrementa la confianza y permite mayor eficiencia en los servicios. Por otra parte, la seguridad en los trayectos de personas y flujos de bienes y servicios, así como los espacios públicos, requieren igualmente de la movilidad de los cuerpos de seguridad, sin que las fronteras político-administrativas los inhiban. Finalmente, los fenómenos derivados de la globalización del delito –crimen organizado- se caracterizan por no tener fronteras de ningún tipo, exigiendo de acciones de investigación y persecución que ocurren en todo el territorio metropolitano (y más allá). Por ello, la consecuencia del comportamiento del delito y la necesidad de seguridad de la población y las organizaciones, se asocia a la movilidad y al desarrollo de recursos tecnológicos que rompen con barreras político-administrativas. La creación de cuerpos de seguridad metropolitanos o de coordinación obligatoria y rigurosa de los cuerpos locales (estatales y municipales) es una necesidad que debe ser valorada en cada metrópoli. Se requiere un acuerdo público y social para la integración de Sistemas de Seguridad Pública Metropolitana mediante la coordinación de operaciones, transmisiones, comunicaciones, recursos y dispositivos, entre cuerpos policiales, capacitación de elementos, mandos medios y superiores y de la instalación de una red ciudadana de vigilancia y alerta. La legislación penal del fuero federal y estatal, es una barrera para la efectiva aplicación de estrategias metropolitanas de seguridad, porque no define los fueros a partir de la realidad de los fenómenos de inseguridad en el espacio, sino por tipología y gravedad. La revisión de esta legislación y su adaptación a la realidad socio-espacial de 171 n Alfonso Iracheta Cenecorta los grandes conglomerados metropolitanos es fundamental para el combate al crimen y la inseguridad. La procuración de justicia por su parte, no pareciera requerir de cambios relevantes en cuanto a su operación a partir de la realidad metropolitana, más allá de la que significara una reestructuración de los delitos por fuero y la garantía de estrategias, códigos y recursos homogéneos para ser aplicados en cada una de las partes del todo metropolitano. Aparentemente tampoco es necesario un cambio en la organización y administración de los sistemas de reclusión y rehabilitación social, más allá de la homogenización requerida para la procuración de justicia, ya que operan de acuerdo con la “demanda” territorial. En consecuencia, más que considerar a la seguridad pública y la procuración de justicia como materias exclusivamente metropolitana, se requiere de acuerdos que hagan obligatoria la coordinación entre las dependencias de los diferentes ámbitos de gobierno y definir mandos unificados que permitan actuar a las organizaciones con libertad y reglas claras y transparentes en el territorio metropolitano. Más específicamente, es necesario valorar la conveniencia de crear sistemas metropolitanos de seguridad pública, conformados por subsistemas de prevención, disuasión, vialidad, justicia cívica y de sanciones. Igualmente, es conveniente conformar distritos metropolitanos de actuación para los sistemas de seguridad pública. Promover la constitución de cuerpos de policía metropolitana, con el conjunto de las demarcaciones conurbadas, coordinados por una comandancia única metropolitana. Igualmente, es conveniente crear jefaturas de operación de vialidad y tránsito metropolitanas, dependientes de una comandancia única, a propuesta de los gobiernos involucrados; su objetivo sería vigilar permanentemente el mantenimiento y seguridad del sistema de vialidades de la metrópoli. Por su carácter integral, la participación social y la capacitación requieren de visiones igualmente metropolitanas; de ahí que resulta conveniente conformar consejos consultivos de seguridad pública en las metrópolis e institutos superiores de policía y seguridad pública metropolitana. h) Riesgos, contingencias y protección civil Existen dos tipos de riesgo y contingencias que requieren de estrategias de manejo distintas en la metrópoli: Por una parte, aquellos que se asocian con el comportamiento “natural” y que tienden a afectar a toda la metrópoli y su región, como los relacionados con el clima y las alteraciones de la naturaleza –ciclones, terremotos, otros-. Por la otra, los que son producto de fenómenos inducidos por la acción humana en la metrópoli o su entorno –incendios forestales, inundaciones, otros- y que tienen localizaciones en áreas de la metrópoli. n 172 El fenómeno metropolitano en México Definir, a partir de los riesgos que enfrenta la población, las áreas más vulnerables y planificar estrategias de prevención y atención, es una materia metropolitana, porque el riesgo físico y la contingencia están asociados a localizaciones ubicuas que son más dependientes de condiciones geográfico-ambientales que de demarcaciones políticoadministrativas. De ahí que el diseño y operación de sistemas integrales de prevención, auxilio y apoyo a la población, para prevenir y mitigar los impactos de desastres producto de fenómenos naturales y de la actividad humana, es una materia metropolitana, en la que se pueden sumar los recursos de las demarcaciones –especialmente municipales- que conforman la metrópoli, por medio de convenios intermunicipales y normas técnicas y de administración de los recursos para ofrecer servicios donde se requieran independientemente de donde ocurren y quien los atiende. Los servicios de bomberos y de protección civil estarían en esta lógica, ya que no es suficiente que exista solo coordinación voluntaria y que los cuerpos de un municipio apoyen a otros, sino que se requiere establecer previamente una política de integración de los servicios y contar con los recursos para ofrecerlos en tiempo y forma. Todo ello, implica la creación de organizaciones metropolitanas con mandos y estrategias centralizadas. Específicamente es necesario crear o consolidar cartas de riesgos a nivel regional-metropolitano, identificando la tipología de amenazas y riesgos a los asentamientos humanos por distintos fenómenos y condiciones de vulnerabilidad. Diseñar escenarios de desastres, con el propósito de establecer las medidas preventivas y correctivas para su atención desde una visión de toda la metrópoli y, establecer sistemas de monitoreo permanentes sobre los factores que son más propicios de provocar riesgos. i) Otras materias Existen muchas otras materias que pueden ser sujetas de coordinación metropolitana en mayor o menor medida. Bajo una perspectiva de desarrollo metropolitano, prácticamente todas las acciones públicas debieran ser sujetas de coordinación entre las demarcaciones gubernamentales que conforman la metrópoli. Sin embargo, existen diferencias en cada caso, que definen los niveles, coberturas y obligatoriedad de coordinación entre las entidades federativas y/o los municipios que integran cada metrópoli. En general, los servicios sociales que son responsabilidad del gobierno –educación, salud, cultura, recreación, abasto, entre otrostienen una característica típicamente territorial, que es la cobertura por áreas de atención, que es normada por los sistemas de planeación urbana. Estos sistemas, definen la localización de cada equipamiento 173 n Alfonso Iracheta Cenecorta de acuerdo con las características socio-espaciales, como la densidad poblacional, la accesibilidad de la población al servicio y las socio-demográficas –edad, sexo, ingreso, etcétera-. De ahí que el emplazamiento, tamaño y especificaciones de cada equipamiento y los servicios que ofrece, requieren de acuerdos entre los gobiernos de las demarcaciones que los albergan. En consecuencia, es necesario establecer acuerdos y convenios interinstitucionales que determinen, desde la localización hasta la operación, de cada equipamiento de acuerdo a las NECESIDADES de cada parte de la metrópoli por encima de las estrategias de cada jurisdicción. Como materia de atención metropolitana, se destacan los equipamientos de alta cobertura (urbana, regional), dejando bajo la responsabilidad municipal, los de cobertura local (localidad, barrio o colonia). Estos servicios, en cuanto a su localización, magnitud y cobertura, deben ser coordinados por el gobierno –por medio del sistema de planeación metropolitano- concertando las acciones para crear los equipamientos con otros actores sociales, a fin de que sus emplazamientos atiendan las necesidades de las comunidades, evitando hiperconcentración o ausencias dentro del tejido metropolitano. En el caso de la educación, es claro que los equipamientos del nivel básico pueden ser definidos y operados a partir de las necesidades municipales (aunque corresponda a los gobiernos estatales y al federal tomar las decisiones de política educativa e incluso de localización); las diferencias aparecen en la escala media-superior, superior y tecnológica, ya que son servicios cuya escala tiende a rebasar a los municipios y su cobertura corresponde a grandes zonas de la metrópoli o a esta como unidad. En estos casos, la planificación, localización y desarrollo de los equipamientos debe ser materia metropolitana (aunque, al igual que en el nivel básico, la política educativa se ejerce sectorialmente desde los gobiernos estatales y el federal). Los servicios de salud, deben diseñarse y operarse con criterios similares, ya que si bien los relativos a consulta y atención primaria a la salud son locales, los relativos a urgencias y especialidades, tienen coberturas que rebasan a los municipios y escalas metropolitanas y/o regionales. La recreación y el deporte, están asociados a las condiciones socio-demográficas de la metrópoli y por ello, los de cobertura amplia, como parques metropolitanos, zonas y ciudades deportivas deben ser planificados desde ópticas metropolitanas, a diferencia de los parques de barrio y las áreas deportivas locales que pueden ser materia municipal. Estos servicios deben ser gestionados y operados por sistemas integrados que, mediante factores de optimización y cobertura de los servicios, se decida su localización y magnitud por el conjunto de las instancias de gobierno que conforman la metrópoli, incluyendo n 174 El fenómeno metropolitano en México la construcción y ampliación del equipamiento instalado, que debe responder a las condiciones específicas sociales y demográficas de cada parte de la metrópoli. La cultura y los servicios que ofrece el gobierno, deben organizarse a partir de convenios interinstitucionales que orienten la acción pública y social, con el propósito de garantizar presencia de estos servicios a lo largo y ancho de la metrópoli, contribuir a exaltar el arraigo y tradición de cada municipio que compone el todo metropolitano y su región, mantener y conservar el patrimonio cultural y promover las expresiones de identidad histórica y la riqueza creadora de los artistas locales. 2.3. Los recursos financieros y el problema fiscal en las metrópolis a) Financiamiento metropolitano El financiamiento de una metrópoli es probablemente uno de los temas más complejos y menos estudiados en México, del que dependen las posibilidades reales de su desarrollo integrado3. Como establecen Morales y García (2004: 204) la estructura y funcionamiento del tema financiero y fiscal en la realidad urbana mexicana... ”no ha permitido que las metrópolis cuenten con recursos organizados de manera tal que se adapten a las nuevas situaciones que enfrentan. Para entender la incongruencia que hay entre la organización financiera y fiscal y las metrópolis hay que caracterizarla a partir de dos dimensiones. La primera tiene que ver con las jurisdicciones formales que participan en la vida de una metrópoli, que a su vez reflejan una rigidez financiera y fiscal y que producen una inequidad horizontal; y una segunda dimensión, tiene que ver con la inequidad vertical, es decir, sobre la correspondencia entre las atribuciones y necesidades de gasto de cada nivel de gobierno que incide en la metrópoli y los recursos, naturaleza y suficiencia de los mismos para atenderlas”. Mientras que la primera proviene de la multiplicidad de jurisdicciones que integran una metrópoli, así como de su creciente especialización, polarización y disparidad fiscal, la segunda, es el producto de las formas y estrategias que coordinan las inversiones y la concentración de servicios en unas demarcaciones de la metrópoli provocando una diferenciación profunda con otras (Morales y García, 2004: 208). Las primeras tienden a concentrar capital y empleo y las segundas población desempleada de bajo ingreso. Adicionalmente, esta inequidad vertical proviene de la distribución obsoleta de responsabilidades y recursos, concentrando presupuestos en el gobierno federal y muy pocos recursos en los municipales. Se agudiza por la baja capacidad Una perspectiva sociopolítica sobre la necesidad de definir y acordar estrategias para financiar el desarrollo de las metrópolis respondiendo la pregunta ¿quién paga qué en la provisión de servicios metropolitanos?, se encuentra en: Iracheta, Alfonso, 2004. 3 175 n Alfonso Iracheta Cenecorta municipal para cobrar el impuesto predial que debiera ser la fuente más importante de la inversión pública local. Ante estas limitaciones, surge la pregunta de si el financiamiento de obras y servicios de interés de la metrópoli debe ser atribución metropolitana o si debiera buscarse resolver las inequidades comentadas. Se debe partir de la base que un servicio o inversión de interés metropolitano, requiere igualmente contar con recursos metropolitanos para su creación y operación; es decir, no resulta conveniente que un ámbito de gobierno –con excepción del federal- financie servicios que son utilizados o benefician a otras demarcaciones de la metrópoli, porque en una estructura federalista, se establecen cargas y beneficios desproporcionados, provocando diferencias políticas; es decir, se tendería a agudizar las disparidades horizontales referidas. El caso de diversos servicios que son financiados por el gobierno del Distrito Federal o por el gobierno del Estado de México, en la ZMVM y cuyos beneficios alcanzan también a la población de la otra entidad, es paradigmático de esta situación. Igualmente ocurre con municipios centrales metropolitanos cuyos servicios e infraestructura es aprovechada por población de municipios periféricos. Los caminos para financiar obras, acciones o servicios de interés o impacto metropolitano son diversos y requieren ser analizados de manera específica para cada caso, por lo que los aquí comentados solo son indicativos. El primero corresponde a los fondos metropolitanos para financiar infraestructura y equipamiento de nivel metropolitano o para la atención de servicios que claramente benefician a más de una jurisdicción o al todo metropolitano –distribución de agua en bloque, sistemas de transporte de trayecto, disposición de residuos sólidos, por destacar algunos ejemplos-. Son instrumentos que deben ser creados por ley para garantizar su permanencia y flujo de recursos; pueden ser fondeados a partir de las aportaciones de los gobiernos que conforman la metrópoli, cuya proporción puede ser de acuerdo con los beneficios que reciben, y por políticas y acuerdos intergubernamentales que compensen dentro de la metrópoli a los que menos tienen, tanto a nivel espacial –municipios “ricos” que aportan más de lo que les corresponde para apoyar a los ”pobres”- como a nivel sectorial. Otro tipo de fondos metropolitanos particularmente importantes, son los orientados a compensar a las demarcaciones que aportan más de lo que reciben en determinados servicios. Su fuente de recursos debe ser el cobro por la prestación del propio servicio de manera que sean autofinanciables. Los fondos metropolitanos pueden servir también para el manejo de transferencias intrametropolitanas entre las jurisdicciones que la componen. Igualmente, es posible financiar servicios y obras metropolitanas n 176 El fenómeno metropolitano en México por medio del pago que hacen las demarcaciones a las empresas o entes metropolitanos que los ofrecen. Adicionalmente, se requieren otros instrumentos que permitan compensar o pagar servicios que siendo ofrecidos por alguna demarcación sus beneficios alcanzan a otras. Uno consiste en el pago por parte de una(s) demarcación(es) a otra(s) que, por tener mayor capacidad o convenir así al todo metropolitano asume(n) la responsabilidad de ofrecerlo o coordinarlo. Uno más corresponde a la aplicación de contribuciones a población flotante que recibe servicios o utiliza infraestructura y equipamientos en una jurisdicción aunque radica en otra, por lo que no se les pueden cobrar por la vía de impuestos a la vivienda (Morales y García, 2004: 215). b) Fiscalidad metropolitana Desde la perspectiva fiscal, destacan dos grandes vertientes: la primera corresponde a la necesidad de revisar el pacto fiscal entre las entidades federativas y el gobierno federal a fin de que las participaciones y transferencias hacia las entidades federativas y los municipios tengan también un enfoque metropolitano. Si se asocia el fenómeno de creciente concentración del PIB en las grandes ciudades y se resuelve el fenómeno de domicilio para efectos fiscales, resulta necesario establecer una estrategia que permita dedicar recursos públicos para aquellas funciones y obras que por ser claramente metropolitanas, no son asumidas por los gobiernos de las demarcaciones que las conforman. La segunda corresponde al aprovechamiento de los impuestos inmobiliarios que por ser de base territorial, es relativamente más fácil identificar a los causantes, calcular las bases gravables y reducir la evasión. La realidad es que las ciudades mexicanas presentan los cobros más bajos de estos impuestos a nivel internacional, por lo que se requiere establecer estrategias de gestión para que la sociedad reduzca su animadversión al cumplimiento de estas obligaciones. Los presupuestos de inversión pública participativos, son instrumentos que permiten elevar la captura de estos impuestos, al destinar una parte proporcional del incremento recaudado por encima del realmente pagado en el ejercicio anterior, a obras y acciones que son decididas de manera participativa por la comunidad. Su esencia radica en que cada área de la metrópoli paga muy por debajo de lo que le corresponde y en general las autoridades municipales no están dispuestas a pagar el precio político de exigir el pago que corresponde por ley. Al garantizar que una parte de cada peso adicional recaudado sea etiquetado directamente a las acciones que decidió la comunidad, la tendencia a elevar la recaudación es real. Los impuestos metropolitanos pueden tomar dos formas cuando menos: La primera puede ser un impuesto predial homologado entre todas 177 n Alfonso Iracheta Cenecorta las demarcaciones e inclusive recaudado y distribuido centralmente por un actor metropolitano ad hoc. La segunda, consiste en la creación de un impuesto territorial metropolitano, orientado exclusivamente a financiar obras y acciones metropolitanas. Cualquier acción fiscal para elevar la recaudación de las jurisdicciones que conforman una metrópoli, debe partir por incentivar o establecer por ley los mecanismos para que se compartan bases fiscales y se homologuen y homogenicen tarifas y bases gravables. Un acuerdo metropolitano básico debe eliminar la “competencia” entre demarcaciones con relación a sus estructuras fiscales, así como las disparidades en tarifas de servicios4. Conclusión El avance del fenómeno metropolitano muestra que llegó para quedarse; muchas más metrópolis surgirán en el país, a grado tal que más de 7 de cada 10 habitantes mexicanos radicarán en grandes aglomeraciones en las próximas décadas y serán estas las fuentes de empelo más importantes de la economía. Es fundamental que el Estado mexicano, asuma de manera urgente la discusión de este fenómeno y se decida, caso por caso, qué debe ser atendido desde un enfoque metropolitano y qué desde enfoques municipales y estatales. Debiera estar claro que existe una serie de funciones, problemas, fenómenos y sectores que exigen un tratamiento metropolitano; es decir, integrado territorialmente. Es igualmente claro que no es posible depender solo de la ‘buena voluntad política’ de autoridades para coordinarse entre sí y atenderlos. Por ello, se debe iniciar un proceso para hacer exigible la coordinación metropolitana entre municipios e incluso entre entidades federativas. Esto no se logrará, si no existen previamente acuerdos sobre qué materias y qué tanto de cada una son asuntos metropolitanos y cuáles corresponden a las esferas estatal y municipal. En síntesis, es muy importante que México asuma como un asunto de seguridad nacional a las metrópolis, y que su planificación y la coordinación obligatoria entre autoridades de sus jurisdicciones, sean políticas públicas asumidas y cotidianas en todas las entidades de la Federación. 4 n 178 Para profundizar en este tema se sugiere el ensayo de Morales y García, 2004. El fenómeno metropolitano en México Bibliografía CONAPO, INEGI, SEDESOL, (2004), Delimitación de las zonas metropolitanas de México, México, DF. CONAPO, (2002), Proyecciones de población por municipios y por localidad 2000-2030, México, DF. INEGI, (2006), II Conteo de Población y Vivienda 2005, resultados definitivos, Aguascalientes, Ags. Iracheta, A., (2004), “Quién paga qué en la Zona Metropolitana del Valle de México: la difícil relación entre el Distrito Federal y el Estado de México”, en González, Ligia (comp.). Desafío Metropolitano. UNAM, Asamblea Legislativa del Distrito Federal, Coordinación de Humanidades de la UNAM, PUEC- UNAM. Lipietz, A., (2003), “Reordenamiento del territorio y desarrollo endógeno”, en Territorio y Economía, número 1, primavera 2003, Méx. D.F. Morales, C. y S. García, (2004), “Elementos para una discusión en torno a la coordinación financiera y fiscal metropolitana”, en González, Ligia (comp.). Desafío Metropolitano. UNAM, Asamblea Legislativa del Distrito Federal, Coordinación de Humanidades de la UNAM, PUECUNAM Putman, R. D., (1999), “Le dèclin du capital social aux Etats-Unis”, Lien Social et Politique-RIAC, número 41, primavera 1999. 179 n Eco n o mí a y so ci e d a d e n e r o- jun io 25 Economía y Sociedad La revista Economía y Sociedad es una publicación de alta calidad académica, indexada y arbitrada, publicada por la Facultad de Economía “Vasco de Quiroga” de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, con periodicidad semestral, está realizando las actividades pertinentes para publicar el número 26 (julio – diciembre de 2010), por ello tiene el agrado de presentar la siguiente: CONVOCATORIA Para la publicación de artículos por parte de profesores, investigadores y especialistas cuyos trabajos impulsen el estudio de la realidad económica contemporánea desde distintos enfoques y que desarrollen trabajos tendentes a estimular la interdisciplinariedad en la ciencia económica y social. Los artículos presentados serán objeto de revisión y dictamen por parte de un Comité Editorial integrado por miembros internos y externos apoyado por especialistas ad hoc a los trabajos que se reciban. En el caso particular de los materiales enviados por profesores e investigadores de la Facultad de Economía, de la UMSNH, serán revisados por los miembros externos de dicho Comité y los lectores correspondientes. En esta edición especial de la revista Economía y Sociedad se propone la publicación de artículos y/o ensayos que den lugar a un ejemplar enfocado al tema: 100 Años de la Revolución Mexicana: Evolución Social y Trayectoria Económica Con esta edición se pretende enriquecer y propiciar, desde una perspectiva amplia, colaboraciones de calidad y excelencia académica. Asimismo, se recibirán reseñas sobre publicaciones recientes que se refieran al tema antes mencionado. n 180 Eco n o mí a y so ci e d a d e n e r o- jun io 25 Puntos a considerar: La fecha límite para hacer llegar sus artículos y/o ensayos será el 30 de septiembre 2010 y se dirigirán al Comité Editorial de la revista con atención al M.C. René Colín Martínez o Dra. María de la Luz Martín Carbajal, a la dirección de correo electrónico: [email protected]; Teléfono (443) 16-71-52 y 26-16-17. Las características sobre la estructura, formato y extensión de los artículos y/o ensayos se indican en el instructivo anexo. El dictamen final de los trabajos estará a cargo de los miembros del Comité Editorial Interno y Externo y serán devueltos a los autores, en caso de que así sea requerido, para su revisión y corrección. Los nombres de los lectores que emitan un dictamen se mantendrán en el anonimato. Si un artículo es devuelto el autor dispondrá de diez días ordinarios, contados a partir de la fecha en que se le regrese su trabajo, para hacer llegar una nueva versión que recupere las sugerencias y observaciones y deberá hacerla llegar en CD o, dado el caso, enviarla al correo arriba mencionados. AT E N TAM E N T E Dra. María de la Luz Martín Carbajal Directora de la Revista Morelia, Mich., a 30 de mayo de 2010 181 n n 182 Economía y Sociedad Revista semestral de la Facultad de Economía Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo Edificio T, planta baja, Ciudad Universitaria Código Postal 58030, Apartado Postal 2-55 Morelia, Mich., México Suscripción a partir del número México $80.00 Estados Unidos$22.00 U.S. Dlls. Otros países $28.00 U.S. Dlls. Adjunto cheque o giro postal a nombre de la Facultad de Economía de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo por la cantidad de __________________________________________________ ______________________________________________________________________ Nombre / Name _____________________________________________________ ____________ Teléfono / Phone _______________________ Correo electrónico ___________________________________________________ Institución o compañía ______________________________________________ R.F.C. _________________________________ Dirección / Address ________________________________________________________________ Ciudad / City ______________________________ Estado/State ______________________________ País/ Country ___________ __________________ C.P./Zip Code ___________ Enviar a: Domicilio anterior Otro domicilio La recoge personalmente Para suscripción en Morelia, comunicarse con el M.C. Óscar Olivera Reyes Tel. y fax (01 443) 16 71 52 y 326 16 17 [email protected] 183 n Economía y Sociedad 25 se terminó de imprimir en julio de 2010 en Impresora Gospa S.A. de C.V. Jesús Romero Flores 1063 Col. Oviedo Mota Tels. 299-35-11, 299-35-56, 299-36-31 Morelia, Mich., con un tiraje de 500 ejemplares.
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