Página 3 - Vanguardia

Sábado, 2 de enero de 2016
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El magnetismo de imponer la última palabra sobre la vida de los demás, resulta uno
de esos deliciosos bocadillos de morbo a
los que muy pocos suelen resistirse. Sobran
en este mundo los «gurús» de la familia, el
éxito y el destino, dispuestos siempre a esclarecer dudas desde una perspectiva muy
particular, y resueltos a demostrar que las
equivocaciones han de dosificarse, so pena
de diluirnos en el fracaso y la depresión.
A los 26 años, María Clara Labrador ya
estaba hastiada de tanta intromisión. En algún momento perdió el timón sobre sus decisiones, quizá, para no herir la sensibilidad
de la madre, los buenos amigos y todo el que
se presentase bajo el antifaz del buen samaritano. Sin embargo, el desborde llegó justo
el día de su cumpleaños, cuando respondió
en inglés a una llamada en su teléfono móvil
y corrió a su cuarto en busca de privacidad.
«Estuve conversando casi 20 minutos, y
al regresar a la sala lo que encontré fue un
tribunal de la Santa Inquisición. Pasaron unos
minutos hasta que, por fin, rompieron a blasfemar, y mi hermana solo podía decirme que
cómo tuve el valor de engañarlos y negarles
que tenía un novio extranjero. Y no, aún no
estaba con Stephen, solo éramos amigos: el
noviazgo comenzó meses después, y luego
vino a Cuba para proponerme matrimonio.
«Yo creo que nadie confió en mi relación
hasta que no me vieron con el traje blanco,
pues las personas nos dejamos agriar fácilmente por los prejuicios. El asumir riesgos
es inherente a la naturaleza humana, y esforzarnos por defender lo que queremos y nos
hace felices constituye la primera prueba de
que estamos madurando».
No todas las historias siguen los mismos
rumbos. Marlon Risco León hoy se declara
inmune a ese tipo de traspiés, aunque parafrasea a Buena Fe, «porque en materia de
amor, nunca debemos decir nunca».
«Intenté mantener una relación a distancia, ya que mi anterior novia fue a estudiar
Lengua Alemana en La Habana, y a pesar de
que ni siquiera llevábamos seis meses juntos, coincidimos en que valía la pena apostar
por lo nuestro. El error fue mío, que no reconocí a tiempo mi incapacidad para tolerar que
no tuviera control alguno sobre ella.
«Comencé a viajar en botella o lo que fuera,
y con ello descuidé mi trabajo; le exigía que
viniera los fines de semana alternos, aun cuando sabía que tenía exámenes y que no la dejaría estudiar, o me volvía loco al imaginarla en
medio de la vida universitaria, llena de festivales, conciertos y fiestas. Mi mamá me
dijo un día: ‘‘Para, que no te soportas
ni a ti mismo, así que no la obligues a
vivir para complacerte’’.
«La tensión y el agotamiento
acumulados nos alejaron definitivamente, y esos son los golpes que te
enseñan. Hoy reconozco que no podría estar con alguien a quien no pueda ver o besar todos los días. Las
parejas necesitan mantener el roce,
ya que es la única forma de crear
vínculos reales. Algunos lo verán
como una visión retrógrada, pero no
hay chat ni llamada Imo que te dé
la medida de la realidad o que suplante el valor de una conversación
cara a cara».
Criterios que aplauden o apedrean; gente dispuesta a devorar kilómetros o reacia a compartir la almohada solo de vez en vez. El enamoramiento y la confianza penden de finas hebras, y si la intimidad se
resiente sobre la misma cama,
imaginen los efectos de la distancia y la carga de obsesiones que supone.
Sin embargo, la última palabra la trazará
el futuro. Quedan abiertas estas líneas a las
experiencias de la ciencia, de mujeres y de
hombres, y si aún persistiera el escepticismo, recuerden una verdad elemental: fuera
del agua, todos los peces nadan bien.
DE PENÉLOPES Y ROMEOS
La literatura y el cine no han logrado prescindir de los amores épicos y los besos imposibles. Guerras, matrimonios por conveniencia y disputas patriarcales constituyen la clásica tríada del disgusto; no obstante, algunos todavía se persignan frente al «disparate» de querer por raticos, y no le encuentran
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Por Liena María Nieves Portal
Foto: Tomada de Internet
DE CERCA…
¿PARA
QUERERTE
MEJOR?
ni pizca de franqueza a un romance cuya única satisfacción reside en la mente.
Desde Remedios, y con 69 años sobre este
mundo, Marta Sánchez nos envía su criterio.
«Según mi perspectiva, puedes mantener una relación a distancia siempre y cuando sea para experimentar algo novedoso; pero
la posibilidad de que fructifique en un futuro,
no me parece factible en absoluto. Las relaciones están basadas en la cercanía, porque
las personas tenemos la necesidad de que
se nos apoye con un abrazo, un gesto bonito
o un beso. En la convivencia diaria tienes el
termómetro de cualquier pareja, tanto para
medir el amor como la química, el sexo y el
funcionamiento de la familia. Si existe algo
diferente quisiera saberlo, ya que, a pesar de
mi edad, aún me gusta aprender, y sobre todo,
de la juventud».
El sexólogo y psicólogo español José
Bustamante Bellmunt, secretario general de
la Asociación Española de Especialistas en
Sexología y autor del libro ¿En qué piensan
los hombres?, plantea que la mayor ventaja
de las relaciones a distancia radica en su
valor para prolongar la fase de enamoramiento, y estimular el interés y la nostalgia por la
pareja, además de que ayudan a valorar mucho más al otro.
«Hacen que cuando se den los encuentros, estos gocen de un mayor tiempo de cali-
dad. (...) Las parejas tienden a exprimir al máximo esos días llenándolos de buenos momentos, de relaciones sexuales apasionadas y de
‘te quieros’ y ‘te echaré de menos’. Damos lo
mejor de nosotros».
O sea, queda como responsabilidad privada elegir según nuestra conveniencia, aunque en caso de involucrarnos en una historia
con medio mundo por cruzar, Bustamante
Bellmunt propone que «debemos saber que
perdemos el cariño constante, el abrazo, la
rutina, la cotidianeidad o el mantener una relación también con los amigos».
La revista Journal of Communication publicó a mediados del 2013 un estudio conjunto de la investigadora Crystal Jiang, de la
Universidad de Hong Kong, en China, y el
profesor Jeffrey Hancock, de la Universidad
Cornell, en los Estados Unidos. Tras varios
meses de investigación en ambos países, los
autores arribaron a la conclusión de que las
relaciones a distancia pueden ser, incluso,
más exitosas que las convencionales.
Al basarse en parámetros tales como el
tipo de noviazgo, el nivel de confianza y las
formas más usuales que empleaban para
comunicarse, Jiang y Hancock lograron establecer que, en comparación con quienes convivían diariamente, el grado de intimidad de
los que se mantenían separados resultaba
bastante superior.
«Te esfuerzas más por conocer a tu pareja e idealizas sus conductas al no tenerla cerca, dos tendencias que se manifiestan cuando se comunican en medios basados en
mensajes de texto o correos electrónicos, ya
que intentas superar las barreras de estos
medios».
Deivis Santos Moya, de 37 años, no es de
los que miran con buenos ojos la tendencia
del ciberamor.
«¿Qué te dice una foto sobre el carácter
de alguien? ¿Cómo sabes si te gustará hacer
el amor con una mujer a la que ni siquiera
has tocado? Las relaciones son una ruleta
rusa, y es verdad que, tras 20 años juntos,
muchos matrimonios han sufrido desilusiones y engaños de todo tipo; sin embargo, inclino la balanza por la comunicación directa. No me parece
normal perderme el día a día
de la persona que quieres, ni
estar ausente lo mismo en los
buenos momentos que en los
malos».
Aimée Pérez Rojas nos ofrece su visión desde una posición
más práctica que tradicionalista.
«Mi esposo es dependiente en Cayo Santa María, y entre
el turno de trabajo y las seis
horas que viaja todos los días,
apenas nos quedan unas nueve horas para vernos, incluido
el horario de sueño. Yo soy peluquera, también tengo un negocio que atender, o sea, no me
puedo quedar en la casa hasta que se despierte. Esto es
muy parecido a una relación
a distancia, ya que ambos
le tenemos que robar
Martirena
tiempo al descanso y a
nuestras obligaciones si queremos pasar un
rato juntos. Sin embargo, no me quejo: esperarlo me motiva mucho y hace que cada segundo valga el doble. Eso sí, las cosas solo
funcionan si le ponemos esfuerzo y ganas, lo
cual es válido para cualquier pareja».
La madrileña Beatriz de Vicente, una de
las principales especialistas de la página
digital Psicólogo Online, maneja un concepto
diferente, pero muy conclusivo, sobre dicha
problemática.
«En cualquier relación, el pensamiento
previo que se tenga acerca de la pareja, la
manera de encajar altibajos o golpes emocionales, y la manera de afrontarlos y superarlos, hace que al final una relación tenga
éxito o no. (...)
«El pensamiento que se debe adoptar
como forma de rutina diaria es que se está
trabajando por uno mismo y por la pareja,
teniendo en cuenta que en algún momento
la distancia se va a acortar, y que alguno de
los dos tendrá que ceder para comenzar
una relación de convivencia y cercanía,
orientada hacia el futuro en común, ya que
las relaciones a distancia no pueden ser infinitas».
La búsqueda del amor y el compromiso
constituye una de las más hermosas misiones del ser humano, pero los caminos que
elegimos no son siempre los sencillos. En
demasiadas ocasiones, la distancia nace bajo
el mismo techo y enfría el corazón; en otras,
sentimos que nos llevan de la mano, así nos
separe un continente.
Me uno al gran Neruda y a la inmortalidad
de sus versos: ¿Sufre más aquél que espera
que aquél que nunca esperó a nadie?
La felicidad que logremos construir será
el único medidor justo para responderle al
poeta.
¡SORPRESA, SORPRESA!
Un hombre enamorado nos hizo llegar
estos versos como regalo de fin de año para
su esposa, de la que apenas lo separan
«unos pocos miles de kilómetros».
Para su Sol, como la llama, escribió:
El trato
Hagamos un trato, mi amor, amémonos
incansablemente,
el que pierda, ¡deberá volver a conquistar!
el que gane, amar hasta el final.
Para que veas mi caballerosidad, renuncio a mi parte,
pero me quedo con la tuya:
renuncio para volverte a conquistar,
y me quedo con la tuya
para amarte hasta el final.
R.R.L.
SEXEANDO DE FEBRERO
El mes del amor nos obliga a subir
la parada de la polémica y el interés juvenil, así que dedicaremos el segundo
Sexeando del año a un tema que, reiteradamente, nos solicitan nuestros lectores.
¿Podrán funcionar las relaciones
entre parejas con marcadas diferencias de edad?
Nuestra dirección electrónica:
[email protected]
Estamos seguros de que sus criterios aportarán muchísimo a nuestro
trabajo, así que desde ya los esperamos para compartir y dialogar.
Hasta entonces, salud, suerte ¡y
mucho amor!