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Revista de comunión sacerdotal, caridad pastoral y formación permanente
El autor aborda, a la luz del Evangelio,
serios cuestionamientos, y descubre
a nuestra mirada el hermoso regalo de
la vida celibataria de los elegidos del Maestro,
que con su ejemplo nos enseñó que
ser célibe es una libre elección.
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LADA: 01 · 800 087 · 2722
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editorial
P. Rafael Jácome, L.C.
Director del Centro Sacerdotal Logos
Jamás olvidar el primer amor
En nuestra cultura actual que alguien ha definido como “líquida”, es relativamente fácil olvidar lo esencial de la vida. Así vemos qué fácil es olvidar los
valores que conforman a una sociedad, a una familia, a una persona: honestidad, responsabilidad, fraternidad, fidelidad, congruencia, espiritualidad…
En una homilía reciente, el papa Francisco nos recordaba los cuatro puntos esenciales en nuestra vida. La meditación del Papa surge a partir del pasaje
del encuentro de Jesús y Pedro a la rivera del lago de Tiberíades (Jn 21, 15-19).
¿Me amas más que estos?, es la pregunta candente que Pedro recibe en
los albores de la resurrección. Jesús le pide a Pedro madurar en el amor. Ir a la
raíz de esa primera experiencia por la cual dejó todo. A esta pregunta, ¿cómo
respondo? Al igual que al apóstol, Jesús me pide ir a lo esencial en la vida. No
quedarme en los fracasos y caídas, sino renovar y profundizar el primer amor.
De ti recuerdo tu cariño juvenil, el amor de tu noviazgo; aquel seguimiento de ti
por el desierto, por la tierra no sembrada. (Jer 2, 2) “¿Estoy enamorado como el
primer día? ¿O el trabajo y las preocupaciones me llevan a contemplar otras
realidades y olvidar un poco el amor?”.
Tres veces el Maestro pregunta a Pedro sobre la profundidad del amor en
su vida. Pedro llora y comprende que le falta mucho para llegar al amor que
Jesús le pide. Al contemplar su debilidad y miseria humana, Pedro confiesa su
renovado amor: “Tú sabes que te quiero”.
De esta confirmación vienen tres coordenadas concretas para su vida:
pastorea mis ovejas, déjate guiar por el misterio y sígueme. El Papa nos recuerda que hemos sido llamados a ser pastores de almas y no simplemente
para ser empleados de una ONG llamada Iglesia.
Dejarse guiar por el misterio significa que la Providencia nos lleve a
donde menos pensamos y el final del camino no puede ser otro que la configuración con Cristo.
Por último el “sígueme”, es la certeza de que vamos por el camino correcto. Ante las circunstancias cambiantes, las
dudas, problemas y demás empeños ministeriales, no perder de vista qué da sentido a
la vida sacerdotal: seguir las huellas de Cristo con fidelidad.
septiembre-octubre 2014
1
contenido
comunión sacerdotal
† Mons. Pedro Pablo Elizondo Cárdenas
comunión sacerdotal
17 SOCIEDAD
3 FORTALEZA
El desafío de las sectas,
¿signo de los tiempos?
† Mons. Pedro Pablo Elizondo Cárdenas
8 EXHORTACIÓN
Los primeros años
del sacerdocio
Pbro. José Alfredo Picón Rodríguez
formación permanente
23 LLAMADO
La dimensión eclesiológica
del sacerdocio
caridad pastoral
27 ESTADÍSTICA
14 COMPROMISO
“Y se hizo pobre…” 2 Co 8, 9
Mons. Juan José Hinojosa
Las vocaciones sacerdotales
en el mundo: de 1978 a 2012
Jorge Enrique Mújica
30 libros
redacción
Director P. Rafael Jácome, L.C.
Editora Responsable Flor de María Romero Sánchez
Coordinación Gráfica Elisa López Castañeda
Colaboradores Alberto García, P. Fernando Pascual, L.C.,
P. Juan Pablo Ledesma, L.C., Antonio Gaspari,
Jorge Enrique Mújica, L.C., P. Antonio Rivero, L.C., P.
José María Antón, L.C., P. Gonzalo Miranda, L.C., P. José
Antonio Caballero, L.C., P. Álvaro Correa, L.C.
Banco de imágenes Thinkstockphotos
El desafío de las sectas,
¿signo de los tiempos?
P. Michael Ryan L.C.
† Mons. Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Prelado de Cancún-Chetumal
El matrimonio
como institución natural
Distribución en México, Grupo El Arca; Brasil, P. Salvador
Maciel, L.C.; Colombia y Venezuela, P. Roberto Naranjo, L.C.
Oficinas en Colombia Calle 81 Sur # 65-1 Santa María
de Piamonte, La Estrella, Antioquia - Tel. (94)2790202
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Lorenzo Tlaltenango, C.P. 11210, México, D.F.,
Tel./Fax: (55) 4746-4000 *150
Sacerdos, revista de comunión sacerdotal, caridad pastoral y formación permanente, Año XXII No. 113, septiembre-octubre 2014,
es una publicación bimestral editada por Editorial El Arca, S.A. de C.V. Prado Norte núm. 565, col. Lomas de Chapultepec, C.P. 11000 México, D.F.,
Tel./Fax: (55) 4746-4000 *150 - [email protected]. Editora responsable: Flor de María Romero. Número de Certificado de Reserva otorgado
por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2012-070513023700-102. Número de Certificado de Licitud de Título: (en trámite). Número de Certificado
de Licitud de Contenido: (en trámite). Se terminó de imprimir en el mes de julio de 2014 en los talleres de Heredia & Hernández, S.A. de C.V.
Norte 85 núm. 449, col. Electricistas, México, D.F., C.P. 02060, Tel.: 2474-5951
FORTALEZA
Dos o tres veces a la semana, y a veces desde muy temprano están tocando a la puerta de los hogares y de las oficinas, en los barrios populares y en colonias residenciales.
Lo más impresionante es que estos grupos de personas, de
hermanos separados o sectarios no se cansan de pasar y
volver a llamar en los mismos hogares y en las mismas oficinas. En ocasiones con la excusa de vender brownies y galletas, que cuando la gente ingenua les abre la puerta luego
sacan sus biblias y comienzan a argumentar y a denigrar
a la Iglesia católica y a los católicos porque según ellos, no
conocen la Biblia y no conocen el nombre de Dios.
En la esquina de mi cuadra convirtieron una gran
bodega de muebles en un auditorio-templo equipado con
butacas, aire acondicionado y decoración atractiva. A todos los que acuden les dan un dardo para que lo ensarten
en el papelito que está pegado en el pizarrón y que describe su problema y así se resuelva. Y si no se resuelve
los invitan a orar, a cantar, a soplar y sacudir la cabeza
para que se le salga el “problema”. Otras veces los he visto
contorsionarse en el piso en una cancha de basquetbol
haciendo ruidos muy raros y hasta espeluznantes. También podemos encontrar gente muy seria estudiando la
Biblia y dando un sermón un poco más sereno. Asistimos
pues, a una emergencia de muy variadas ofertas religiosas
que tratan de responder, a su manera, la sed de Dios que
manifiestan nuestros pueblos. Muchas de ellas se caracterizan por una feroz agresividad proselitista.
Observantes del fenómeno dicen que estamos en
una etapa en que la gente ya no se deja sorprender, ni
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3
Por todas
partes surgen
también signos
de la acción
poderosa del
Espíritu Santo.
En parroquias,
en grupos y
movimientos de
apostolado se
va despertando
un celo
apostólico
intenso.
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comunión sacerdotal
les hace caso porque han visto la división y tensión que
se crea en el seno de las familias cuando cada miembro
sigue una secta o religión diferente. En algunos hogares
no se puede hablar de religión para no causar más tensión
y problemas familiares. Lo peor de todo es la decepción
religiosa que sufren algunos de los que se han cambiado
de religión porque les han hablado más de su primera religión y luego ven lo mismo o cosas peores en la nueva y
ya no quieren saber nada de religiones. Después de haber
pasado por varias religiones terminan declarándose sin
religión pero no ateos. Sin religión no quiere decir que no
crean en nada sino que, decepcionados de los grupos religiosos del “mercado oficial”, se hacen su propia creencia
a su manera muy personal e individual.
Ante este fenómeno ¿qué debemos pensar? ¿Se trata
de un simple negocio? ¿Se trata de una búsqueda genuina y sincera de algo que no encontraron en la religión
católica? ¿Se trata de un fenómeno social de nuestra cultura moderna e individualista, consumista y exaltadora
de la libertad individual y de lo sentimental? Si nos ponemos a buscar las causas tenemos que reconocer que
muchas veces no son motivos teológicos sino pastorales,
no es falta de fe, sino insatisfacción con la fe tradicional,
que no tiene motivos racionales sino más bien sentimentales. Como nos dice el Documento de Aparecida: “Según nuestra experiencia pastoral, muchas veces, la gente
sincera que sale de nuestra Iglesia no lo hace por lo que
los grupos ‘no católicos’ creen, sino, fundamentalmente
por lo que ellos viven; no por razones doctrinales, sino vivenciales; no por motivos estrictamente dogmáticos, sino
pastorales; no por problemas teológicos, sino metodológicos de nuestra Iglesia. Esperan encontrar respuestas a sus
inquietudes. Buscan, no sin serios peligros, responder a
algunas aspiraciones que quizá no han encontrado, como
debería ser, en la Iglesia”. (DA 225) Algunos de los que
se han cambiado de la religión católica a otras religiones
saben que lo correcto y lo verdadero es lo que predica
la fe católica. Y sin embargo no tienen inconveniente en
participar en sus servicios. Lo que más pesa en ellos es lo
que sienten. Les gusta sentir otras experiencias religiosas, más emotivas y comunitarias con cantos y oraciones
que les hacen sentir “bonito”. En muchas ocasiones ese
cambio se da simplemente por la ausencia del sacerdote, por el vacío pastoral, por el abandono espiritual en
que se encuentran. Como dice el papa Francisco en la
Evangelii Guadium: “La fe católica en muchos pueblos se
enfrenta hoy con el desafío de la proliferación de nuevos
movimientos religiosos, algunos tendiendo al fundamentalismo y otros que parecen proponer una espiritualidad
sin Dios. Esto es, por una parte, el resultado de una reacción humana frente a la sociedad materialista, consumista
e individualista y, por otra parte, un aprovechamiento de
las carencias de la población que vive en las periferias y
zonas empobrecidas, que sobrevive en medio de grandes
dolores humanos y busca soluciones inmediatas para sus
necesidades. Estos movimientos religiosos que se caracterizan por su sutil penetración, vienen a llenar, dentro del
individualismo imperante, un vacío dejado por el racionalismo secularista. Además es necesario que reconozcamos
que, si parte de nuestro pueblo bautizado no experimenta
su pertenencia a la Iglesia, se debe también a la existencia
de unas estructuras y a un clima poco acogedores en algunas de nuestras parroquias y comunidades o a una actitud
burocrática para dar respuesta a los problemas, simples o
complejos, de la vida de nuestros pueblos. En muchas partes hay un predominio de lo administrativo sobre lo pastoral, así como una sacramentalización sin otras formas de
evangelización” (EG 63).
Hay quien piensa que este fenómeno es algo que
Dios está provocando. O que si no lo está provocando, de
alguna manera lo permite para hablarnos, para decirnos
algo. Para que cambiemos algo en nuestra Iglesia católica. Algo no está bien. Algo tiene que cambiar. Tal vez
podemos concluir diciendo que este fenómeno es un signo de los tiempos que trae un significado y una llamada
muy específica a la Iglesia de hoy. La proliferación de las
sectas es una voz de alarma y una llamada apremiante. Es
una luz roja que ha provocado una emergencia pastoral
que nos interpela poderosa y urgentemente. Hay quien
lo quiere ver y hay quien no lo quiere ver. Hay quien lo ve
en forma alarmista y hay quien lo mal interpreta como
simple fenómeno de estrategia política de los poderosos
Estos
movimientos
religiosos que
se caracterizan
por su sutil
penetración,
vienen a llenar,
dentro del
individualismo
imperante,
un vacío
dejado por el
racionalismo
secularista.
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El papa
Francisco
nos propone
un nuevo
paradigma de
Iglesia. Una
Iglesia en clave
misionera, fiel al
modelo de su
Maestro.
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comunión sacerdotal
del mundo. El hecho es que en Brasil el porcentaje de
católicos dio un tremendo bajón en los últimos años. En
Guatemala y América central también, los porcentajes
son muy impresionantes. Y en el sur y sureste de México
las cifras anuales sucesivas son muy elocuentes y significativas en los últimos años. Si la tendencia sigue ¿qué va
a pasar? ¿Dónde vamos a parar? ¿En qué porcentaje de
católicos nos vamos a quedar en diez o quince años más?
Por todas partes surgen también signos de la acción
poderosa del Espíritu Santo. En parroquias, en grupos y
movimientos de apostolado se va despertando un celo
apostólico y un compromiso misionero intenso y esperanzador. Espíritu Santo, alma y protagonista de la
misión se hace sentir como en Pentecostés inspirando
e impulsando la misión a una multitud incontable de
laicos que quieren llevar la palabra de Dios a las periferias existenciales. Con la llegada del papa Francisco,
una nueva luz, un nuevo soplo y una nueva esperanza
nos ha llegado. Para responder a este serio y grave desafío el papa Francisco nos propone un nuevo paradigma
de Iglesia. Una Iglesia en clave misionera, fiel al modelo de su Maestro. Una Iglesia que salga a la calle y lleve
la palabra de Dios a los alejados y a las periferias más
remotas y abandonadas. Una Iglesia más comprensiva,
misericordiosa y acogedora. Una Iglesia que, siguiendo
el dinamismo de la encarnación, recoge y asume la revolución de la ternura. Una Iglesia que convoca, forma
y motiva a los laicos a la misión y a la participación en
las estructuras y en los consejos pastorales y de asuntos
económicos de las parroquias. Una Iglesia que convoca
y envía a los laicos a participar, no sólo en las tareas
intraeclesiales, sino sobre todo en su campo específico y
propio extraeclesial, en las realidades temporales en las
que ellos se mueven como son: la familia, la escuela, la
empresa, cultura, medios de comunicación y la política.
Del Pentecostés de Aparecida surgió la propuesta
de reforzar cuatro ejes:
La experiencia religiosa: ofrecer un encuentro
personal con Jesucristo, un anuncio kerigmático y testimonio personal de los evangelizadores que lleve a un
cambio de vida integral.
La vivencia comunitaria más intensa: pequeñas comunidades cristianas donde los fieles sean acogidos personal y fraternalmente y se sientan valorados, visibles,
incluidos. Que se sientan miembros con fuerte sentido
de pertenencia y corresponsables en la vida y crecimiento de la comunidad.
Formación bíblico-doctrinal: profundizar el conocimiento de la Palabra de Dios y los contenidos de la fe
para crecer espiritual, personal y comunitariamente.
Compromiso misionero de toda la comunidad: ella
sale al encuentro de los alejados, para llevarles la palabra de Dios, para interesarse por su situación a fin de
reencantarlos con la Iglesia e invitarlos a volver a ella
(Cfr. DA 226), sin olvidar que la Iglesia crece, no por
proselitismo, sino por “atracción”: como Cristo atrae
todos a sí, con la fuerza del amor. La Iglesia atrae cuando vive en comunión, pues los discípulos de Jesús serán
reconocidos si se aman los unos a los otros como él nos
amó” (DA 159).
En los pueblos latinoamericanos el encuentro de
sus culturas originarias con la fe cristiana produjo una
síntesis maravillosa llamada “religiosidad popular”.
Ahí está el alma de esos pueblos. Hemos de aprovechar también el gran tesoro de la religiosidad popular,
promoviéndola, encauzándola, evangelizándola. Finalmente, para responder al reto de las sectas, necesitamos
intensificar la identidad católica cultivando en los fieles
los tres amores blancos: amor a la Eucaristía, amor a
la Virgen María y amor al santo Padre. Que la Virgen
santísima de Guadalupe, estrella de la evangelización,
que ha estado siempre tan presente con su poderosa
intercesión y su ternura de madre en nuestros pueblos
de América, nos cuide, nos proteja, nos cobije como a
san Juan Diego; nos tenga en el pliegue de su manto,
bajo su maternal protección. Que santa María de Guadalupe con sus manos orantes y benditas interceda por
nosotros y nos alcance la gracia para afrontar este gran
desafío y aprovechar este signo de los tiempos para fortalecer y crecer en la fe, y madurar nuestro compromiso
misionero como discípulos de su Hijo Jesucristo nuestro Señor.
Que se sientan
miembros
con fuerte
sentido de
pertenencia y
corresponsables
en la vida y
crecimiento de
la comunidad.
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comunión sacerdotal
Pbro. José Alfredo Picón Rodríguez
Diócesis de Celaya
Los primeros años del sacerdocio
EXHORTACIÓN
8
En su Introducción al Cristianismo, Joseph Ratzinger, utiliza la palabra italiana aggiornamento para indicar la necesidad que tiene el teólogo de poner al día su mensaje.
Y en este caso concreto tenemos que hablar del sacerdote
joven que tiene el deber y obligación de poner al día su
mensaje evangélico si quiere ser escuchado por el hombre de este tiempo. Es probable que el joven sacerdote, que durante los
primeros años posteriores a su ordenación tenga la sensación de que su situación está bastante bien reflejada en el
conocido relato parabólico de Kierkegaard sobre el payaso y la aldea en llamas. En él se cuenta que en Dinamarca
un circo fue presa de las llamas. Entonces, el director del
circo mandó a un payaso, que ya estaba listo para actuar,
a la aldea vecina, para pedir auxilio, ya que había peligro
de que las llamas llegasen hasta la aldea, arrasando a su
paso los campos secos y toda la cosecha. El payaso corrió
a la aldea y pidió a los vecinos que fueran lo más pronto
posible hacia el circo que se estaba quemando para ayudar a apagar el fuego. Pero los vecinos pensaron que se
trataba de un magnífico truco para que asistiesen los más
posibles a la función; aplaudían y hasta lloraban de risa.
Pero al payaso le daban más ganas de llorar que de reír;
en vano trató de persuadirlos y de explicarles que no se
trataba de un truco ni de una broma, que la cosa iba muy
en serio y que el circo se estaba quemando de verdad.
Cuanto más suplicaba, más se reía la gente, pues los aldeanos creían que estaba haciendo su papel de maravilla,
hasta que por fin las llamas llegaron a la aldea. Y claro,
la ayuda llegó demasiado tarde, y tanto el circo como la
aldea fueron pasto de las llamas. Con este relato parabólico podemos ilustrar a la
perfección que la vida del joven presbítero necesita de un
verdadero aggiornamento de actitudes para no ser sorprendido por este cambio de época, tan complejo y difícil, y así llevar a cabo la Nueva Evangelización que se le
ha encomendado.
Los primeros años en el ejercicio del ministerio de
los sacerdotes jóvenes debe ser una gran oportunidad
para desarrollar con ellos una pastoral de acompañamiento personal y de realizar una programación sistemática, para que tengan la posibilidad de encontrar las
condiciones de vida que les permitan realizar en obras los
ideales que se forjaron durante el período de su formación que inició en el Seminario. Los primeros años que se dan en el ejercicio del ministerio sacerdotal deben estar impregnados de una auténtica caridad pastoral, ya que constituyen una necesaria
verificación de la formación inicial después del delicado
Los primeros
años que se
dan en el
ejercicio del
ministerio
sacerdotal
deben estar
impregnados de
una auténtica
caridad pastoral.
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Es necesario
persuadir a
los jóvenes
presbíteros,
de la urgencia
y necesidad
de acudir a
las jornadas
de estudio
teológicas
pastorales.
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comunión sacerdotal
primer impacto con la realidad; estos primeros pasos son
los más decisivos para el futuro pastoral de nuestros jóvenes.
Como un bebé, al salir del vientre materno al mundo exterior, necesita de extremos cuidados por parte de
un experto y sabio doctor, de la misma forma, estos primeros años requieren pues, un acompañamiento personalizado con su obispo y con un sabio director espiritual;
serán acompañados por un apasionado señor cura que
los oriente en sus grandes interrogantes. Se les concederá
y enseñará a saber utilizar el tiempo para un verdadero
descanso, la meditación a la Palabra divina y retiro mensual.
Además de lo que se ha dicho, es necesario que se
organice juntamente con la dimensión de la Formación
Permanente de su diócesis, en los primeros años de ministerio, encuentros anuales de formación en los que se
trabaje y se tenga profundo conocimiento de los temas
teológicos de actualidad, jurídicos, espirituales y culturales. En otras palabras, es necesario persuadir a los jóvenes presbíteros, de la urgencia y necesidad de acudir a
las jornadas de estudio teológicas pastorales, que gracias
al Buen Dios, cada vez se consolidan con más fuerza en
nuestras diócesis. En estas semanas es necesario que los
sacerdotes que empiezan su entrega pastoral tengan la
cultura de la prevención; es verdad que por su juventud
son los más sanos espiritual y físicamente en el presbiterio diocesano, pero más temprano que tarde llegará el
momento que las enfermedades psicosomáticas les harán
disminuir en su labor como pastores.
Es una gran noticia y riqueza que en nuestras diócesis haya reuniones por generaciones; especialmente es
alentador que los presbíteros jóvenes tienen reuniones
por iniciativa propia, además de las establecidas por el
equipo de Formación Permanente. Sería útil también que
a los jóvenes sacerdotes se les facilitara la posibilidad de
una convivencia familiar con los sacerdotes más maduros,
de modo que sea posible el intercambio de experiencias,
el conocimiento recíproco y también la delicada práctica evangélica de la corrección fraterna. Sin faltar, por
supuesto, la oportunidad de encontrar entre los padres
mayores, un buen director espiritual y un experimentado
y sabio confesor. Es bueno también el encuentro de los
sacerdotes jóvenes y los sacerdotes con más experiencia,
ya que les pueden acompañar en su proceso de formación
sistemática y personalizada.
La experiencia en el caminar de nuestras diócesis nos ha enseñado que una sabia y santa experiencia
es organizar durante el año, encuentros bajo la guía del
obispo, para sacerdotes jóvenes. Esta novedosa y grata
experiencia se ha tenido con sacerdotes que cuentan con
diez años en el ministerio. Con el acompañamiento paternal y amistoso de su obispo logran una formación sistemática y
muy personalizada, marcándolos
de manera sustancial y profunda
durante toda su vida. En estos encuentros, es el
momento de hablar de la alegría
de anunciar a Jesús, aquella alegría que llena el corazón joven de
los nuevos discípulos y la vida de
aquellos que son al mismo tiempo sus misioneros, aquellos que
son la sangre nueva de la Iglesia
misionera. Que nuestros señores
obispos sean los pedagogos amorosos que enseñen a nuestros
jóvenes sacerdotes, que quien se
deja salvar por Jesús, es librado del pecado, de la tristeza,
del vacío interior, del aislamiento. Que en estos encuentros aprendan que con Jesucristo siempre nace la alegría
propia de un sacerdote joven, indicándoles el camino
para una nueva evangelización.
En estos encuentros paternos y fraternos será el
momento de hablar de los peligros que acechan a todos
los sacerdotes, y en concreto a nuestros jóvenes presbíteros. Se estudiará la necesidad de un dinamismo misionero que lleve sal y luz a nuestro mundo. En nuestra
actualidad descubrimos que nuestros sacerdotes cuidan
con gran celo su tiempo y espacio personal, buscan
preservar sus espacios de autonomía, como si la tarea
En estos
encuentros, es
el
momento
de hablar de
la alegría
de
anunciar a
Jesús.
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11
Deben ser
conscientes que
si se comete
un crimen
contra personas
inocentes,
deben
responder
primeramente
ante Dios
todopoderoso,
y también ante
los tribunales
debidamente
constituidos.
12
comunión sacerdotal
evangelizadora fuera un peligro para sus economías,
como si fuera un veneno peligroso y no una alegre respuesta al amor de Dios que nos convoca a la misión y nos
vuelve plenos y fecundos.
En estos encuentros debemos acompañar a nuestras
fuerzas nuevas a reflexionar sobre las actividades pastorales: el mal no se encuentra en el exceso de actividades,
sino las actividades mal vividas, ya que sin una espiritualidad que impregne la acción y la haga fecunda, el espíritu de Dios que fecunda toda nuestra labor pastoral,
queda infecundo. Enseñarles a no cansarse inútilmente, a
no envejecerse inútilmente; ya que a veces encontramos
a nuestros jóvenes sacerdotes con un cansancio infeliz,
pesado, insatisfecho. Esta acedía pastoral debe ser combatida con una pastoral en donde los pastores jóvenes
encuentren ayuda para programar su formación integral
en las dimensiones humana, espiritual, intelectual, pastoral, sistemática y personalizada. Teniendo en cuenta las
palabras sabias de san Carlos Borromeo: “si te dedicas a
la salvación de almas, la primera que tienes que salvar es
la tuya”.
Desde la formación inicial que se recibe en nuestros
seminarios, los jóvenes seminaristas y más aún en los
primeros años después de haber recibido el sacramento
del Orden, nuestros jóvenes sacerdotes, deben ser exhortados a vivir una vida célibe, una virginidad por el reino
de los cielos. Que, juntamente con ellos, entendamos que
el fundamento de la formación sacerdotal se encuentra
en la dimensión humana, sin la cual se carecería de su
fundamento indispensable; en otras palabras, lo primero
indispensable que se necesita para que alguien sea ordenado sacerdote es que sea una persona con cualidades
profundamente humanas.
Es importante que en estas reuniones de formación
sistemática y personalizada, a nuestros jóvenes sacerdotes se les hable claramente de los crímenes que han cometido algunos sacerdotes contra menores inocentes,
para que en cada momento sean prudentes y vigilantes
de su formación, que quede claro que cada sacerdote es el
principal responsable de sus actos; en definitiva, que cada
quien es el arquitecto de su propio destino.
Deben ser conscientes que si se comete un crimen
contra personas inocentes, deben responder primeramente ante Dios todopoderoso, y también ante los tribunales debidamente constituidos. Que una vez que se
ha incurrido en una falta grave, se pierde la estima de
los fieles y se arroja vergüenza y deshonor sobre los hermanos sacerdotes. Tener bien claro que una vez que se
ha recibido el sacramento del Orden viola la santidad del
sacramento, en el que Cristo mismo se hace presente en
nosotros y en nuestras acciones. Además del inmenso
daño causado a las víctimas, se hace un daño enorme a
la Iglesia y a la percepción pública del
sacerdocio. Deben ser exhortados a examinar
sus conciencias, a asumir sus responsabilidades de los pecados que hayan
cometido. Si alguno de nuestros jóvenes presbíteros ha caído ya en alguna
falta grave, se le debe acompañar para
alcanzar un arrepentimiento sincero, el
cual abre la puerta del perdón de Dios
y a la gracia de la verdadera enmienda,
exhortándolos a expiar personalmente sus acciones ofreciendo oraciones y
penitencia por aquellos a quienes han
ofendido. El sacrificio redentor de Cristo tiene el poder de perdonar incluso
el más grave de los pecados y de sacar el
bien incluso del más terrible de los males. Al mismo
tiempo, la justicia de Dios nos pide dar cuenta de nuestras acciones sin ocultar nada. Admitir abiertamente las
culpas, someterse a las exigencias de la justicia, pero que
nunca se desespera jamás de la misericordia divina.
Conviene, en definitiva, que el clero joven crezca en
un ambiente espiritual de auténtica fraternidad y delicadeza, que se manifiesta en la atención personal, también
en lo que respecta a la salud física y a los diversos aspectos materiales de la vida.
Que la Purísima Concepción, aquella que está llena
de juventud y de limpia hermosura, conserve a nuestros
jóvenes sacerdotes en la fidelidad y la misericordia. “Si te dedicas
a la salvación
de almas, la
primera que
tienes que
salvar es
la tuya”.
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13
caridad pastoral
Mons. Juan José Hinojosa
Vicario adscrito del Santuario de Nuestra Señora de Fátima, San Pedro Garza García N.L.
“Y se hizo pobre…” 2 Co 8, 9
COMPROMISO
14
Es una constante en la Iglesia, desde las primeras comunidades que fundaron los mismos apóstoles, la palabra
de nuestro Señor ha iluminado el caminar del pueblo de
Dios. Vemos en los Evangelios, las cartas de san Pablo y
san Pedro, la Carta a los Hebreos, y otros libros sagrados,
que los doce elegidos desde el principio sabían, no sólo
creían, que Jesucristo estaba latente en la predicación de
sus enviados: “quien a ustedes escucha, a mí me escucha;
y quien me escucha, escucha al Padre que me envió” (Mt.
10, 40) (Lc. 10, 16).
Escuchando a los pastores en comunión con el sucesor de san Pedro, escuchamos al mismo Cristo; y Él nos
dice en el Magisterio continuo de la Iglesia cómo hemos
de servir los sacerdotes –más de 400,000– al pueblo de
Dios y a la humanidad. Todo sacerdote es un regalo para
el mundo; basta pensar que cada sacerdote no se pertenece, es ajeno; es propiedad de quien lo llamó para actuar
en su nombre. Los documentos de la Iglesia, especialmente desde el Concilio Vaticano II, el papa Francisco
ha emitido una doctrina clara sobre el papel del presbítero y así dice en P. O. #17: “Sepan los sacerdotes que aun
viviendo en el mundo, no son del mundo… y así llegarán a aquella libertad por la que, libres de todo cuidado
desordenado, se tornen dóciles para oír la voz de Dios
en la vida cotidiana. De esta libertad y docilidad nace la
discreción espiritual, por lo que se halla la recta actitud
ante el mundo y los bienes terrenos” Se trata pues de discernir a la luz de la fe en todo lo que les ocurriera a fin
de orientarse en el uso de los bienes que responden a la
voluntad de Dios y rechazar cuanto dañe a su misión. Los
bienes los destinarán los presbíteros según lo dispongan
las leyes eclesiásticas. En cuanto a los bienes adquiridos
con ocasión del beneficio de algún oficio los emplearán
los presbíteros, al igual que los obispos, en su sustento y
cumplimiento de los deberes del propio estado; y lo que
sobre, tengan a bien emplearlos en favor de la Iglesia o en
obras de caridad.
Así como no se entendería y sería absurdo un sacerdote sin fe; así un sacerdote rico sería una contradicción.
Hace poco tiempo aquí vivió un sacerdote que trabajaba
en el Seminario Mayor. Había sido por años
maestro, párroco y misionero en Perú; un
hombre verdaderamente de Dios. Celebró
hace poco su 50 aniversario de Ordenación
y puede decirse que sus últimos años –con
enfermedades graves– los vivió heroicamente. Al final de su vida repartió todo lo
que tenía entre los alumnos que desfilaban
por el cuarto del padre y cada uno fue tomando algún libro, un cuadro, algún aparato electrónico, y recuerdos que había
guardado en más de medio siglo. Murió
absolutamente sin nada; todo lo dejó conscientemente ofreciéndolo a Dios.
Desprenderse de los bienes materiales
tiene su costo, pero después de la vida tenemos que dejar lo que tuvimos que administrar; es más
costoso dejar afectos familiares o de los amigos y no necesariamente porque sean malos; pero para alguien que
sigue a Jesucristo obediente, virgen y pobre, hay que ser
dócil con el Espíritu Santo y poner nuestra voluntad en
sus manos; que Él disponga y haga lo que más convenga;
eso es lo que cuesta muchísimo más.
Sólo con un corazón de pobre podemos comprender la pobreza real. Cuando nuestro Señor subió aquella
colina junto con sus discípulos y numeroso gentío, dice
san Mateo que se sentó, para enseñarnos no tuvo prisa
y aquella doctrina que predicó en esa ocasión, la vivió
siempre; comenzó con una alusión a la pobreza de espíritu, que traducido a nuestra realidad sería la absoluta
Desprenderse
de los bienes
materiales
tiene
su costo, pero
después de la
vida tenemos
que dejar lo que
tuvimos que
administrar.
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15
caridad pastoral
necesidad de Dios; es aquello que el Señor, en san Juan
15, 5 nos dirá a manera de testamento: “Sin mí nada pueden hacer”. Pobreza de espíritu abarca el desprendimiento efectivo y la disponibilidad de los bienes materiales a
favor de los pobres. El papa Francisco ha buscado la austeridad y el uso moderado de los bienes desde que fue
sacerdote, luego obispo, y arzobispo. Sus sacerdotes en
Buenos Aires tenían su número telefónico y podían hablarle a cualquier hora. Si se enteraba de que alguno tenía
un problema o enfermedad, se movía para resolver del
mejor modo posible la situación. Cuando fue ordenado
cardenal en 2001, supo de algunos argentinos que deseaban ir a Roma para
acompañarlo y les pidió a todos que
no lo hicieran, que dieran a los pobres
lo que iban a gastar en el viaje. Siendo
cardenal, ocupó dos cuartos sencillos
donde él mismo preparaba su cena. Ya
como Pontífice ha preferido lavar los
pies, ocupando su puesto como siervo,
de los siervos de Dios y ha invitado a
la Iglesia y a los pastores a la sencillez
de vida. Seguramente el Santo Padre ha
meditado mucho el sermón de la montaña y percibe que Jesucristo no únicamente alaba la pobreza de espíritu, sino que la canoniza
al decir que “de ellos es el reino de los cielos”.
Cuenta el P. Raniero Cantalamessa que, después de
ver la pobreza extrema de niños desnutridos y enfermos;
llenos de llagas y moscas, sintió un escalofrío. Tiempo
después recibió una carta de una persona desconocida de
aquel país del tercer mundo, y que el sueño que tuvo quien
le escribió, coincidía con lo que él había visto. Aquella
persona anónima se animó a pedir donativos a conocidos
y desconocidos para reunir cierta cantidad mensual para
un orfanato en Uganda. No todos los sacerdotes tenemos
las mismas experiencias, pero sí oportunidades de acercarnos a los pobres, hacer colectas, interesar a muchos
laicos y podemos hacer mucho bien porque las fuentes
de la caridad nunca se agotan; Jesús el Buen Pastor sabe
pagar muy bien.
16
caridad pastoral
P. Michael Ryan L.C.
Ateneo Pontificio Regina Apostolorum
El matrimonio
como institución natural
SOCIEDAD
La familia ha sido, más que otras instituciones, golpeada
por las profundas y rápidas transformaciones de la sociedad y de la cultura1. Para algunos, estas transformaciones
señalan su ocaso o al menos, de un cierto tipo de familia2;
para otros son sólo señales de una transición, siendo la
familia una realidad muy resistente3. En medio de esta
discusión ¿qué significa decir todavía que el matrimonio
es una “institución natural”? Abordaremos este tema en
dos momentos y con el método que usaban los Escolásticos en el Medioevo.
En primer lugar, parece que no es una institución
natural. Conviene conocer con objetividad los argumentos que se esgriman hoy contra nuestra tesis.
Objeción 1. La historia de la humanidad demuestra
que ha habido una gran variedad de formas de matrimonio: monogámico, poligámico, homosexual. Luego hay
regímenes también muy diversos por lo que se refiere a la
definición, a la consumación, al régimen de propiedad, a
la presencia o menos de un consentimiento (de la mujer).
Además el sentido, las estructuras y las funciones empíricas de la familia varían según el tipo de sociedad: sociedad primitiva, sociedad tradicional, sociedad burguesa.
Si fuera una institución natural, no existiría esta diversidad pues lo natural se da siempre en la misma forma.
1Cfr. Familiaris consortio, n. 1.
2 Cfr. D. Dagenais, La fin de la famille moderne. La signfication des trasformationes
contemporaines de la famille, Rennes 2000.
3 Cfr. M. Vidal, Para orientar la familia posmoderna, EVD, Navarra 2001.
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17
Todo esto
parece
afirmar que el
matrimonio
depende de las
leyes de cada
época o de
cada régimen.
Objeción 2. En todas partes el matrimonio existe en
el momento en que la ley positiva (ley o costumbre) le da
reconocimiento. Estas leyes han cambiado a lo largo de
la historia: hubo épocas en que se prohibía un matrimonio entre primos de 8º grado, o entre razas diversas. La
misma Iglesia reconoce un matrimonio sólo si se realizó
según las normas del derecho canónico. Todo esto parece
afirmar que el matrimonio depende de las leyes de cada
época o de cada régimen.
Objeción 3. Afirmar un carácter natural del matrimonio limitaría la libertad de los individuos. Se entra al
matrimonio libremente y no hay que limitar esta libertad. Especialmente sensible a esta dimensión de libertad
son los movimientos feministas y gay, pues la defensa
de un carácter natural significaría crear una especie de
“destino-cárcel” biológico.Estos grupos buscan abrirse a
nuevas formas relacionales, espontáneas y más “ligeras”,
independientes de la contingencia del género.
Objeción 4. No es lícito imponer una concepción religiosa del matrimonio que no todos comparten. Históricamente ha habido siempre una relación estrecha entre el
matrimonio y la religión y ésta, en muchas ocasiones, ha dado
(impuesto) al matrimonio una forma rígida y arbitraria.
Objeción 5. El matrimonio, con las características
de totalidad, fidelidad, indisolubilidad y fecundidad ha
podido cumplir una cierta función en la historia, pero ya
quedó superado4.
Ad 6: Es imposible definir en forma absoluta los
términos “matrimonio” y “naturaleza”. Basándose en este
tipo de razonamiento se aplica la palabra “matrimonio” a
otros tipos de unión. Esta corriente es fruto de filosofías
contemporáneas, especialmente el estructuralismo y el
destructuralismo. Según el estructuralismo todo objeto
de estudio tiene una estructura, constituye un conjunto
4 En un plan filosófico, Hegel (Filosofia del dercho), alaba mucho lo que el matrimonio y la familia ha aportado al desarrollo del espíritu absoluto (haciéndonos salir
de nuestro individualismo) pero esta institución tiene sus límites y no alcanza la
universalidad necesaria. En una palabra, la familia ya cumplió su tarea, sirvió para
ganar tiempo en espera de una mayor maduración de la especie. También: A.
Giddens, (2003). Un mundo desbocado: los efectos de la globalización en nuestros días. Taurus, 2003. En esta obra Giddens dice que la familia, como el Estado y
la Religión, ya no es capaz de ofrecernos seguridad y estabilidad.
18
caridad pastoral
orgánico y global, cuyo elementos no tienen un valor funcional autónomo sino que lo recibe en su relación con los
demás elementos del conjunto. El matrimonio, por tanto,
no tiene una esencia que se puede definir. El destructuralismo por su lado niega la posibilidad de un sistema que
unifica e identifica todo, un sistema metafísico-natural.
Según esta corriente, en vez de reducir todo a unidad, hay
que exaltar la diferencia y el querer interpretar la realidad
siempre en un esquema binario, basado en el principio
de no contradicción: verdad-falso, derecha-izquierda,
arriba-abajo, oriente-occidente, vivo-muerto, hombremujer. La realidad, según esta corriente, tiene muchas
cosas intermedias y el “zombie” es un ejemplo: ni vivo
ni muerto. Como conclusión, las palabras no significan
lo mismo a lo largo del tiempo, de una persona a otra, en
todas las circunstancias. En realidad, “jugamos” con las
palabras. Por tanto no se puede definir en forma absoluta
lo que es el matrimonio5.
Sed contra. En el sistema medieval, después de los
argumentos contrarios, se coloca un sed contra. Normalmente esta pieza se tomaba de la Escritura, de los Padres
de la Iglesia o de una autoridad académica. En nuestro
caso, quisiera citar el Compendio de la Doctrina social
de la Iglesia:
“La institución matrimonial […]no es una creación
debida a convenciones humanas o imposiciones legislativas, sino que debe su estabilidad al ordenamiento divino
[…]El matrimonio tiene características propias, originarias y permanentes.
Respondeo. Afirmamos que se puede constatar que el
matrimonio es una institución natural por tres razones: razón antropológica, razón histórica y razón psico-pedagógica.
Es importante aclarar que, cuando hablamos de institución “natural”, no queremos dar a esta expresión un
significado meramente material y biológico, ya que en la
configuración del matrimonio interviene la libertad del
hombre. En otras palabras, suponemos que la inteligencia
Afirmamos
que se puede
constatar que el
matrimonio es
una institución
natural por tres
razones: razón
antropológica,
razón histórica
y razón psicopedagógica.
5 Un seguidor de esta corriente dice: “No pueden imaginar cómo descansé cuando
leí por primera vez un libro en forma deconstructiva. Solo debía concentrarme en
lo que podrían significar las palabras y no en lo que significaban para los demás.
¡Me sentí liberado!
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Las formas
diversas y
los cambios
históricos son
secundarios en
el sentido de
que éstos no
pueden anular
el carácter
permanente y
multifuncional
de la familia.
es capaz de captar en la realidad los significados originarios, aquello que lleva al hombre a perfeccionarse. Decir
que el matrimonio es una institución natural es decir que
encontramos en él una norma de la persona, una norma
personalista6. Es importante decir también que el carácter natural del matrimonio es una realidad percibida espontáneamente; entra en aquella categoría de verdades
que no se puede “demostrar”, sino solo “mostrar”7. Esto
es lo que hace más difícil llegar a convencer a uno que
no lo “ve”8.
Pasamos ahora a los argumentos. Serán solo pinceladas pues cada uno podría tener un desarrollo muy
amplio.
Antropológicamente el argumento se funda en la
complementariedad del hombre y de la mujer para vivir en forma integral la sexualidad humana, en su doble
vertiente de unidad y fecundidad. Esto corresponde a la
dignidad de los dos cónyuges.
Históricamente, el argumento se funda en cuanto la
unión del hombre y la mujer constituye una de las instituciones más duraderas, honrada y protegida por cada
cultura y fe religiosa.
Psico-pedagogicamente, el argumento se funda en la
montaña de literatura científica que demuestra cada día
que el compromiso de un esposo y una esposa de amar el
uno al otro promueve el bienestar de los hijos y la estabilidad de la sociedad.
Ad 1: Las formas diversas y los cambios históricos
son secundarios en el sentido de que éstos no pueden
anular el carácter permanente y multifuncional de la
familia: funciones reproductivas, afectivas, protectoras,
religiosas, recreativas, además de las funciones consolidadas de cooperación económica y de socialización. La
6Cfr. http://www.bioeticaweb.com/una-encasclica-profactica-la-humanae-vitae-reflexiones-doctrinales-y-pastorales/
7 Frente al peligro de plantear el tema solo a nivel biológico o estadístico algunos
autores prefieren no preguntar si el matrimonio es una “institución natural” sino
si es “una institución conforme a la dignidad de la persona humana”: cfr.: J.M.
Burgos Velasco, “¿Es la familia una institución natural?”, Cuadernos de Bioética,
16 (2005) n. 3, pp. 359-374; disponible también en http://www.redalyc.org/
pdf/875/87512622004.pdf
8 Cfr. G.K. Chesterton, Ortodoxia. En este libro trata magistralmente la contradicción
interna de quien no ve lo que es “obvio”.
20
caridad pastoral
familia es el único lugar donde estas funciones se dan
todas juntas. El error del relativismo antropológico es
quedarse solo en la constatación empírica. Sin embargo
cuando reflexionamos sobre las prácticas de una sociedad y sobre todo cuando se desarrolla una cultura jurídica al respecto, enseguida se ve que la razón del hombre
va más allá de las prácticas actuales y hay una tendencia a
buscar siempre algo mejor. Muchas veces los hombres se
han levantado contraciertas estructuras establecidas en
nombre de una verdad más profunda: la dignidad y los
derechos de la persona: “Ninguna antropológica filosófica puede eludir el problema de los condicionamientos
culturales de las categorías que utiliza; igual que ninguna investigación etnológica puede prescindir del problema de la pre-comprensión antropológica de sus propias
coordinadas. En consecuencia, el juicio en torno a las
culturas no es otra cosa que un juicio relativo al hombre
y a las modalidades concretas en las que se manifiesta lo
que de él es específico”9.
Ad 2: Ni el Estado ni la Iglesia “inventan” el matrimonio. Lo “encuentra”. El mero derecho positivo no explica el fenómeno del matrimonio, que es una realidad
pre-derecho sin usar de la filosofía y de la metafísica. Por
tanto, el Estado debe respetar esta institución, que existe
anterior a la formación política. No se entiende cómo algunos jueces pueden poner en jaque esta institución fundamental inventando en forma bastante arbitraria nuevas
definiciones de matrimonio, incluso contra la voluntad
popular expresamente manifestada10.
Ad 3: No se niega el rol de la libertad de los cónyuges. Hay una institución, pero es la voluntad que la asume
libremente y le da forma. No se trata de una fuerza ciega
de una naturaleza entendida solo en su dimensión cosmológica, física o biológica.
No se entiende
cómo algunos
jueces pueden
poner en jaque
esta institución
fundamental
inventando en
forma bastante
arbitraria nuevas
definiciones de
matrimonio.
9 F. D’Agostino, Elementos para una filosofía de la familia, Rialp, Madrid 1991, p
142.
10 Es de lo que se queja el Presidente George Bush en su apoyo a la iniciativa de enmienda constitucional en defensa del matrimonio. Dice Bush: si queremos evitar
que el significado del matrimonio cambie para siempre, nuestra nación tiene que
proponer una enmienda constitucional para proteger el matrimonio en América.
Una acción decisiva y democrática es necesaria porque el tentativo de redefinir el
matrimonio en un estado podría tener consecuencias serias en todo el país”. http://
www.cnn.com/2004/ALLPOLITICS/02/24/elec04.prez.bush.marriage/
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21
formación permanente
Ad 4: La religión y, en concreto, el Cristianismo, no inventa el matrimonio sino lo
encuentra para, después, enriquecerlo con
los datos de la revelación. La dimensión religiosa no anula la dimensión humana.
Ad 5: El tentativo de redefinir el matrimonio, extenderlo a otro tipo de parejas y a
otro tipo de ejercer la sexualidad demuestra
su debilidad a la luz de los argumentos ya
aducidos.
Ad 6: Aquí, a la luz de los conceptos
ya explicados, podemos decir que la familia
tiene su verdad. Pero esta verdad no se agota en ninguna forma histórica y siempre se
expresará en términos metafóricos y análogos. Su verdad profunda supera todas las
formas, de las que, sin embargo, tiene necesidad para encarnarse. Este principio permite el diálogo con todas las
culturas, también la actual que podemos definir con Bauman como cultura o sociedad “líquida”. Se tratará siempre de superar la inevitable rigidez que cada momento
histórico asume para seguir buscando aproximarnos al
valor absoluto que cada momento contingente custodia.
Concluyamos de nuevo con una cita de D’Agostino: Si el
objetivo de la etnografía de la familia es el de catalogar de
la forma científicamente más correcta, las epifanías culturales de la “familiaridad”, la tarea de la filosofía de la familia es de reflexionar sobre el hecho de que el principio
de la familia resulta constitutivamente irreducible a cualquiera de sus epifanías culturales; y que, en consecuencia,
pide a todas las culturas que lo defiendan y promuevan
no por medio de un conservadurismo ciego y obtuso de
formas cerradas, sino a través de continuos y siempre renovados esfuerzos de actualización histórica”11.
Terminamos con una advertencia de Chesterton:
“Nadie ha dicho lo que podría ser una alternativa para la
familia. La única alternativa obvia es el Estado. El castigo
terrible de la liberación sexual no es la anarquía sino la
burocracia”.
11 F. D’Agostino, op.cit. p. 148.
22
caridad pastoral
† Mons. Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
La dimensión eclesiológica
del sacerdocio
LLAMADO
Dios es comunidad, es familia, es Trinidad (cf DP 582). La
individualidad de cada persona divina se constituye por su
relación con las otras divinas personas. Por ello, todos nosotros, que somos imágenes de Dios, somos personas en
la medida en que sabemos relacionarnos en amor con las
demás personas. Nada hay más contrario al plan de Dios
que el individualismo, el aislamiento y la división. Dios no
quiere salvarnos ni santificarnos aisladamente, sino en familia, como en un solo pueblo, con nuestras legítimas diferencias, como las tres divinas personas son diferentes entre
sí, pero el amor les hace ser un solo Dios (cf LG 9).
Por eso, Jesucristo establece su Iglesia como una comunidad, una familia (cf Mt 16,18). Al frente de su Iglesia
quiso poner a Pedro y a los apóstoles, para que fueran los
continuadores de lo que Él había hecho; es decir, constructores de comunidad, servidores de una familia. Sus sucesores, el Papa y los obispos, con sus colaboradores inmediatos,
sacerdotes y diáconos, tienen la misma encomienda (cf LG
18-20). Es la tarea de toda la comunidad eclesial.
Los sacerdotes son sacramentos de Cristo, en la Iglesia y para la Iglesia, para hacer de la humanidad una sola
familia. Eso es el reino de Dios. A esto están llamados
como colaboradores de los obispos (cf LG 28; PO 2). Por
tanto, nuestro sacerdocio nos exige amar siempre a la
Iglesia de Jesucristo, tal como existe hoy, con la jerarquía
que Él estableció, para servir a la construcción de una
sola familia en todo el mundo.
Jesucristo es cabeza y esposo de la Iglesia. Por eso,
la amó y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla,
purificarla y hacerla resplandeciente (cf Ef 5, 23-27).
23
Con los
diferentes
grupos,
movimientos y
asociaciones,
hemos de
procurar
que, entre
todos, sean
familia, sean
comunidad:
unidad en la
diversidad.
24
formación permanente
Los sacerdotes no podemos actuar en forma distinta. Somos también como la cabeza y el esposo de la Iglesia. No contraemos matrimonio con una mujer, sino que
nos desposamos con toda la Iglesia, con la comunidad de
los bautizados. Por tanto, hemos de amar a nuestra Iglesia como a una verdadera esposa: entregarnos por ella,
luchar por purificarla y rejuvenecerla. Con los diferentes
grupos, movimientos y asociaciones, hemos de procurar
que, entre todos, sean familia, sean comunidad: unidad
en la diversidad.
¡Cuánta pena me dan algunos sacerdotes que parecen
estar especializados en criticar a la Iglesia, su madre, su esposa! Se parecen a esos maridos que, después de un tiempo
de casados, ya no tienen corazón para descubrir las cualidades de su mujer, y se dedican sólo a resaltar sus defectos,
ante propios y extraños. ¡Qué poca fidelidad matrimonial!
Ciertamente nuestra Iglesia tiene muchas limitaciones. Ha cometido, y comete hoy, errores de todo orden. Y
mientras más profundiza uno en su conocimiento, más
fallas descubre. Pero... es mi esposa, es mi madre, es mi
Iglesia. Yo la escogí. Yo decidí amarla. Quiero seguirla
amando hasta siempre.
Me duelen sus pecados; sufro por sus debilidades;
me preocupan sus deficiencias; me avergüenzan sus incoherencias; me taladran algunos de sus procedimientos
tan contrarios al Evangelio. Pero… es mi esposa, es mi
madre, es mi Iglesia, y la amo. La amo no por sus infidelidades, que son las mías, sino porque en ella está Cristo:
pobre, como en el pesebre de Belén; desfigurado, como
en el camino al Calvario; frío, como cuando estaba cubierto por la loza del sepulcro... Pero es Cristo, al fin y
al cabo, presente tanto en la jerarquía como en los fieles.
Con ellos, Él se identifica y en ellos se hace presente.
En vez de gastar mis energías en criticar a mi esposa
y mi madre, la Iglesia, prefiero entregarme a su purificación. En vez de sentirme como alguien que la juzga desde
fuera y desde lejos, deseo seguir siendo parte de ella, verla
como mi propio cuerpo, purificarme a mí mismo y hacer
cuanto pueda para embellecerla y hacerla más digna.
No puedo cerrar los ojos a la realidad humana de la
Iglesia; al contrario, mientras más me adentro en su vida,
más descubro sus limitaciones. Pero... así la aceptó Jesús;
así la amó Jesús; así la quiero amar yo también.
Cuánto me duele escuchar a algunos sacerdotes
proferir, en toda circunstancia y ante cualquier público,
sólo críticas, lamentos y malas interpretaciones contra los
obispos, contra la institución eclesiástica y hasta contra el
Papa. ¡Ni el Papa se les escapa!
Pregunto: ¿Aman de verdad a la Iglesia? Si tanto la
critican, ¿por qué permanecen en ella? ¿Son realmente
católicos? Si casi nada les parece bien, ¿por qué no hacen
su Iglesia aparte? ¿No se explicará su actitud por ciertos
traumas que vienen arrastrando desde su infancia, sobre
todo contra cualquier figura paterna? Habrían de analizar cómo fue la relación con su padre.
Ser ministro de la Iglesia significa que no soy yo quien
va a inventar la Iglesia, ni que la voy a hacer como yo pienso
y quiero, porque no soy fundador de la Iglesia de Cristo,
sino su servidor. Por tanto, mi responsabilidad fundamental es luchar por que sea como Cristo quiso que fuera. Los
que hacen mejorar y cambiar a la Iglesia son los santos.
En el Credo decimos: “Creo en la Iglesia, que es una,
santa, católica y apostólica”. Esto significa: creo que la
Iglesia católica ha conservado, a pesar de sus limitaciones, la voluntad fundacional de Cristo. Creo que, en su
desarrollo como institución, ha actuado el Espíritu Santo, de acuerdo a las necesidades de cada época y lugar.
Creo que la Iglesia Católica, tal como es en la actualidad,
no ha traicionado el plan original de su fundador. No
la considero sólo como una institución de poder o una
organización social, fruto de la evolución histórica. Por
encima de todo su aparato institucional, creo que está
presente el Señor Jesús. A pesar, repito, de que algunos,
o muchos de nosotros, no seamos tan fieles y coherentes.
A pesar de que algunos busquemos en ella una forma de
tener poder, o de pretender otros intereses propios del
mundo de pecado (cf LG 8). Creo en el misterio de la
Iglesia, porque en su humanidad pecadora actúa el Espíritu. Creo que en esta nuestra Iglesia Jesús sigue vivo y
resucitado entre nosotros. Esto es fe.
Soy ministro de una Iglesia, al frente de la cual Jesucristo puso al Papa y a los obispos, pues ellos son los
¿Aman de
verdad a la
Iglesia? Si tanto
la critican,
¿por qué
permanecen
en ella? ¿Son
realmente
católicos?
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25
formación permanente
sucesores de los apóstoles. Ni el Papa ni los obispos son
dueños de la Iglesia, sino servidores del reino de Dios,
junto con todo el pueblo fiel. Los presbíteros son colaboradores de los obispos. Por tanto, un sacerdote no puede
ser ministro de la Iglesia según su exclusivo parecer; llevar
su pastoral como a él le parece mejor; inventar y cambiar
según su gusto, sino trabajar siempre en comunión con
el Papa y su obispo, y entre todos, luchar por ser fieles al
Evangelio. Pastores y fieles laicos, en comunión interna,
debemos ayudar a descubrir lo que es más acorde con la
voluntad de Jesús; pero fue a Pedro y a los apóstoles a quienes Jesús confió la dirección fundamental de su Iglesia.
Esto exige plena comunión con el Papa y los obispos, en especial con el de la Iglesia particular. Comunión
que empieza por conocer y analizar el pensamiento, las
orientaciones y decisiones del propio obispo, no en plan
de pasividad y adulación, sino para colaborar juntos en el
empeño de hacer una Iglesia, una diócesis, una parroquia
más fiel a su vocación y misión, más centrada en Jesucristo y más entregada a los pobres.
¿Cómo puede ser un buen ministro de la Iglesia
quien no ha estudiado y asimilado con amor los documentos del Concilio Vaticano II? ¿Si desconoce la encíclicas y documentos del Papa y de sus organismos en
la Curia Romana? ¿Si celebra una liturgia con rúbricas
muy personales, como si fuera dueño, que inventa y
establece, y no como un servidor humilde y fiel? ¿Si
desprecia el Derecho Canónico, e impone como cacique
sus propias normas? ¿De qué Iglesia será ministro quien
no toma en cuenta los documentos de Río de Janeiro,
Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida? ¿Si menosprecia la voz de sus obispos? ¿Si no toma en cuenta
el plan diocesano de pastoral? En vez de construir Iglesia, un sacerdote puede generar una secta dentro de la
misma diócesis.
Somos ministros de esta Iglesia fundada por Cristo,
no cabezas o fundadores de otra diferente. En el orgullo y
en el asilamiento pastoral, se pierde la comunión eclesial.
Que María, la madre de la Iglesia, nos acompañe,
para que el Espíritu Santo nos haga servidores fieles de la
Iglesia de Jesucristo (cf Hch 1,14).
26
formación permanente
Jorge Enrique Mújica
Las vocaciones sacerdotales
en el mundo: de 1978 a 2012
ESTADÍSTICA
Vittorio Formenti y Enrico Nenna, de la Oficina Central
de Estadísticas de la Santa Sede, han analizado en un artículo publicado en la edición italiana de L´Osservatore
Romano los datos relacionados al número de las vocaciones sacerdotales, concretamente de aquellos que se
preparan para ser sacerdotes tanto en seminarios diocesanos como en los centros de formación de congregaciones, monasterios y órdenes religiosas (cf. «Il seme che
continua a germogliare»). El periodo de tiempo estudiado es de 1978 a 2012.
En general, el estudio evidencia un crecimiento general continuo en el periodo de tiempo estudiado con un
incremento neto de 57,381 vocaciones, equivalente a un
91,6%. Sin embargo, el análisis pone en evidencia que ese
crecimiento es relativo en cuanto que no es lo mismo en
términos de áreas geográficas.
Asia es el continente donde las vocaciones se han
multiplicado hasta llegar a las 24,139 unidades; le sigue
África, con 22,092 unidades; a continuación viene América, con 13,830 y después Oceanía, con 294 unidades
más. Europa, sin embargo, experimenta un decrecimiento: si bien de 1978 a 1992 hubo un crecimiento discreto
hasta llegar a un momento de estabilidad en 1998, en los
34 años estudiados se llega a un saldo negativo de 2,974
seminaristas menos.
Si se traducen esos números en porcentajes tenemos que de 1978 a 2012 África ha crecido en un 392%,
Asia en un 213%, América en un 63% y Oceanía en
un 38%. Europa estaría en un decrecimiento del 13%.
27
Siendo América un continente especial, se observa un
crecimiento porcentual de 131% en América del sur,
132% en las Antillas y 164% en Centroamérica. América
del Norte tiene un decrecimiento del 36%, superior por
tanto al de Europa.
Por países
Los países africanos donde la primavera vocacional
es una realidad son Angola (+2117%), Madagascar
(+942%), Camerún (+751%) y Nigeria (+572%). En Asia
los países con el mayor incremento vocacional son Corea
(+189,6%), Indonesia (+291%), India (+228%) y Filipinas
(+116%). En América los países con saldo positivo son
México, Costa Rica, Brasil, Colombia, Ecuador y Venezuela, con alzas y bajas que están estabilizadas para 2012.
Una lista de los países con el mayor número de vocaciones en 2012 quedaría como sigue:
Para 2012, los
únicos países
europeos que
presentan
un resultado
positivo son
Hungría, Francia
e Italia mientras
que otras
naciones van en
declive.
28
formación permanente
1. India: 15,329
2. Brasil: 8,779
3. Filipinas: 8,097
4. México: 6,671
5. Nigeria: 6,352
6. Italia: 5,866
7. Estados Unidos: 5,738
8. Polonia: 4,097
La situación numérica actual
Los datos numéricos del estudio revelan que hasta diciembre de 2012 América es el continente con el mayor número
de vocaciones en términos absolutos con 35,841 unidades.
Le siguen Asia con 35,476 seminaristas; África con 27,728;
Europa con 19,928; y finalmente Oceanía con 1,078 seminaristas. En total, hasta diciembre de 2012, la Iglesia contaba con 120,051 seminaristas en todo el mundo.
Para 2012, los únicos países europeos que presentan
un resultado positivo son Hungría, Francia e Italia mientras que otras naciones van en declive: Alemania -1,574;
Polonia -1,230; Irlanda -922; España -863; Gran Bretaña
-334; Austria -215; Portugal -49.
Datos que se deben
interpretar en un contexto
Formenti y Nenna colocan todos esos datos en un contexto que les da sentido y explica mejor: por cada 100 mil
católicos hay las siguientes cantidades de seminaristas en
cada continente: 26 en Asia, 14 en África, 11 en Oceanía, 7 en Europa y 6 en América (si se subdivide América
tenemos entonces 7 seminaristas por cada 100 mil habitantes para América del Norte, 6 para América central, 5
para las Antillas y 6 para América del sur).
Por países, los que presentan una mejor esperanza
de atención espiritual-sacramental en términos proporcionales son (por cada 100 mil católicos): India: 77,57;
Indonesia: 52,24; Corea del Sur: 31,5; Nigeria: 24,91; Kenya: 12,88; Italia y Polonia: 11,06; Filipinas: 10,09; Uganda:
9,58; Tanzania: 9,24; y Colombia: 9,17.
Los futuros sacerdotes y el reemplazo
de generaciones
Finalmente, los autores del estudio calculan la porcentual
mínima que garantiza el reemplazo de sacerdotes fijándola en torno al 12,5% (en el año 2012 la media mundial
fue de 28,98 seminaristas por cada 100 sacerdotes).
Con esa porcentual de reemplazo, Europa se coloca
debajo de la media con apenas el 10,69% mientras que
América del Norte está justo en la línea con 12,61%. África supera el reemplazo con 69% y Asía también con un
61%. Finalmente, América Central y del Sur se colocan
en 40% mientras que Oceanía en torno al 23%.
Por países, los que están en un riesgo de falta de
reemplazo sacerdotal son Canadá (6%), Austria (6,7%),
Bélgica (4,3%), República Checa (8.0%), Francia (7,1%),
Alemania (7,5%), Eslovenia (8.7%) y España (8,1%).
Los autores del estudio lo han realizado con una
idea en la mente: el potencial de la renovación de la
actividad pastoral está en función de una serie de factores, uno de los cuales es el numérico. Todos estos datos, por lo demás, ofrecen un cuadro comprensivo para
quienes suelen acentuar el tema del invierno vocacional que, si bien es una realidad posible, aún no es tal en
todos los lugares.
Los autores
del estudio lo
han realizado
con una idea
en la mente:
el potencial de
la renovación
de la actividad
pastoral está
en función de
una serie de
factores.
septiembre-octubre 2014
29
libros
Francisco Martínez Fresneda,
El Credo apostólico. Por Cristo, con Cristo y en Cristo,
San Pablo, Madrid 2012, 392 pp.
El autor, profesor de cristología, nos ofrece una exposición
completa, sencilla y clara del Credo, pero desde una perspectiva cristológica, desde la historia y las enseñanzas de y sobre
Jesucristo. Estructurado en doce artículos, la lógica interna del
Credo es la profesión de fe en la Trinidad, siguiendo el mandato de Jesús de bautizar a todas las gentes en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Cada artículo, analizado
en su correspondiente contexto según la Sagrada Escritura y la
teología, es contemplado después en su actualidad para la vida
cristiana concreta.
José Morales, John Henry Newman.
Diccionario de textos escogidos,
Rialp, Madrid 2013, 176 pp.
Este diccionario de textos del beato Newman (1801-1890), aunque
breve, recorre casi todos sus escritos y recoge las grandes líneas de
su pensamiento: teológico, ascético-espiritual e histórico. Se trata de
una recopilación de citas del gran pensador y converso inglés, ordenadas por temas, muy valiosa en sí y porque es única en su género.
Cuando ha sido posible, se hace referencia a las traducciones en castellano. Cuando éstas no existen (por ejemplo, sus cartas y algunos
de sus sermones), se mencionan las obras en su título original.
José Antonio Molina - Miguel del Nogal,
Aprender psicología desde el cine,
Desclée de Brouwer, Bilbao 2013, 224 pp.
Dos psicólogos amantes del cine explican algunas de las patologías
psicológicas más importantes a partir de conocidas películas. Exponen, además, cómo se puede usar el cine como recurso terapéutico.
Esta metodología permite abordar los diversos temas (la psicosis y
la esquizofrenia, la depresión, la ansiedad y las obsesiones, las adicciones y, finalmente, las disfunciones sexuales) de forma rigurosa,
pero entretenida y con un lenguaje sencillo. El enfoque es muy
práctico: las diferentes patologías se enlazan con referencias a una
película y a sus diferentes personajes, con sus comportamientos,
reacciones y emociones.
30
libros
Juan Pablo II,
Signo de contradicción,
Ediciones Cristiandad, Madrid 2013, 260 pp.
En la cuaresma de 1976, el cardenal Karol Wojtyla, arzobispo de
Cracovia, predicó los ejercicios espirituales al papa Pablo VI y la
curia romana. Entonces, el que dos años más tardes sería Juan Pablo
II, era prácticamente desconocido.
Es de alabar la iniciativa de publicar de nuevo el texto de esas
predicaciones que, después de casi cuarenta años, no han perdido
actualidad, pues giran en torno al misterio de Cristo, revelador de
Dios, redentor del hombre, centro del cosmos y de la historia. En
esas páginas se puede encontrar el núcleo de lo que sería después su
magisterio papal.
Daniel Ortega Gazo,
El Jesús de las parábolas,
San Pablo, Madrid 2011, 288 pp.
Desde los inicios de la Iglesia, su tarea y su máxima urgencia han
sido y siguen siendo anunciar a Jesucristo. Este es el propósito del
presente libro: presentar a Cristo como Verdad que creer y vivir,
Verdad reflejada en las Parábolas de la Misericordia del Padre (la
oveja perdida, el buen samaritano, el hijo pródigo, el fariseo y el
publicano, etc.) y las del reino de Dios (el sembrador, el tesoro escondido y la perla escondida, el gran banquete, los viñadores y la
paga, la semilla que crece sola, la cizaña, etc.). La obra, de carácter
divulgativo, aunque profunda, puede ser muy útil para la oración y
para la predicación.
Antonio Fuentes Mendiola,
El placer de ser libre. Temple y dominio,
Rialp, Madrid 2013, 248 pp.
La virtud de la templanza no es una virtud negativa, sino liberadora de cuanto nos ata de forma sensible. La templanza es
la virtud del dominio y señorío de nosotros mismos respecto
a lo agradable. Es la virtud que nos permite ser verdaderamente libres, de disfrutar de cuanto Dios ha creado de forma
verdaderamente plena, sin temores, ni complejos, ni excesos;
sin crearnos necesidades; sin desarrollar apegos. Es la virtud
que nos permite ser realmente felices, que es, precisamente, lo
que Dios quiere para nosotros. El autor lo explica muy bien, de
forma sencilla y amena, con numerosos ejemplos y anécdotas.
septiembre-octubre 2014
31
Francesco Salvarini,
Edith Stein,
Palabra, Madrid 2012, 384 pp.
Judía alemana (nació en 1891), destacada filósofa discípula de Husserl, convertida al catolicismo en 1922 con la lectura de Santa Teresa
de Jesús, carmelita descalza desde 1934 con el nombre de Teresa
Benedicta de la Cruz, mártir en el campo de concentración de Auschwitz en 1942. Juan Pablo II la beatificó en 1987, la canonizó en
1998 y, un año después, la proclamó copatrona de Europa. El autor ha logrado escribir casi una autobiografía, dadas las continuas
y oportunas referencias a los escritos de la santa. Se trata, sin duda,
de una de las mejores biografías: muy completa y rigurosa, pero sin
perder su carácter divulgativo.
José-Román Flecha,
La sexualidad. 25 preguntas,
CCS, Madrid 2013, 132 pp.
¿Cuál fue el aporte de Sigmund Freud a la nueva comprensión de
la sexualidad? ¿Cuál es el mensaje específico del cristianismo sobre la ética sexual? ¿Cómo evaluar a la luz de la fe el autoerotismo
y la homosexualidad? Partiendo de diversas preguntas el autor
ofrece una exposición sencilla y bastante completa sobre la moral
sexual católica. Aunque sigue y cita abundantemente el Magisterio de la Iglesia, al hablar de la anticoncepción hay una cierta
ambigüedad, cuando se afirma que no todo «”comportamiento”
objetivamente malo implica siempre una “conducta” inmoral» –lo
cual no es cierto–, apelando a la conciencia de los cónyuges (pp.
114-115). Quizás el autor quiso distinguir entre acciones objetivamente inmorales y culpabilidad subjetiva. Por lo demás, puede
ser una guía muy útil.
C
M
Y
CM
MY
CY
CMY
K
Francisco Javier Castro Miramontes,
Pensamientos para el Camino,
PPC, Boadilla del Monte (Madrid) 2013, 192 pp.
Para quienes han recorrido el Camino de Santiago –al menos una
parte– este libro evocará gratos recuerdos. Quienes no han realizado esa experiencia podrán hacerse una idea mediante las hermosas
fotos. Para unos y otros puede ser un medio útil para la reflexión, la
oración y el conocimiento de uno mismo. La obra es una recopilación de bellas fotografías del Camino de Santiago, acompañadas de
pensamientos sugestivos.
32
libros
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Suscripciones
Suscripciones
a Sacerdos
a Sacerdos
: :
D.F.D.F.
y zona
y zona
metropolitana:
metropolitana:
01 01
(55)(55)
2623
2623
1219
1219
Int.Int.
de de
la República:
la República:
01 01
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2722
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