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L’OSSERVATORE ROMANO
EDICIÓN SEMANAL
EN LENGUA ESPAÑOLA
Unicuique suum
Año XLVI, número 41 (2.385)
Non praevalebunt
Ciudad del Vaticano
10 de octubre de 2014
Con claridad y humildad
Al abrir la asamblea extraordinaria el Papa recuerda cómo se ejerce la sinodalidad
«Hablar claro». Al introducir los trabajos del Sínodo
de los obispos sobre el tema «Los desafíos pastorales
de la familia en el contexto de la evangelización», el
Pontífice indicó explícitamente esta actitud como
«condición general de base» para el desarrollo de la
asamblea que estará reunida hasta el 19 de octubre.
En la primera congregación general invitó a los
padres a «decir todo lo que se siente con parresía».
Después de su discurso siguieron las relaciones del
secretario general —en páginas 9 a 11 de esta
edición—, que recorrió el camino de preparación del
Sínodo sobre la familia a partir de la conclusión de
la asamblea general ordinaria de 2012 dedicada a la
nueva evangelización, y del relator general —en
páginas 14 a 18— quien ofreció una panorámica de la
realidad actual de la Iglesia.
El sábado 5 en la vigilia de oración organizada por
la CEI, en la plaza de San Pedro, el Papa había
invitado a los padres sinodales a escuchar «los
latidos de este tiempo» y a mantener la mirada fija
en Cristo, para dar vida a un «encuentro sincero,
abierto y fraternal» sobre la familia. La mañana
siguiente celebró la misa de apertura del Sínodo
donde recordó que las asambleas sinodales «sirven
para guardar y custodiar mejor la viña del Señor,
para cooperar en su sueño, su proyecto de amor por
su pueblo».
VIGILIA
Y HOMILÍA EN PÁGINAS
12
Y
El buen vino
de la familia
Fruto de los años conciliares, el
actual Sínodo de los obispos se
debe a la valentía clarividente de
Pablo VI que lo instituyó hace medio siglo, poco antes de la conclusión del Vaticano II. Desde entonces las asambleas sinodales se han
multiplicado y han contribuido,
de hecho, a la maduración de esa
colegialidad episcopal diseñada
por el Concilio. En la tradición
cristiana el camino sinodal y la colegialidad son, sin embargo, antiquísimas, jamás han sido abandonadas, no obstante acontecimientos alternos, y han marcado profundamente la historia de la Iglesia.
13
En el Ángelus el aliento a quienes trabajan por derribar las barreras arquitectónicas
Un Biblia en cada familia
«Una Biblia en cada familia»: así el
Papa Francisco resumió el espíritu de
iniciativa promovida por la la familia
paulina, que en el Ángelus del
domingo 5 de octubre distribuyó entre
los fieles quince mil copias del texto
sagrado.
Queridos hermanos
buenos días.
y
hermanas:
Esta mañana, con la celebración
eucarística en la basílica de San Pedro, hemos inaugurado la Asamblea
general extraordinaria del Sínodo de
los obispos. Los padres sinodales,
provenientes de todas las partes del
mundo, vivirán conmigo dos semanas intensas de escucha y discusión,
fecundadas por la oración, sobre el
tema «Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización».
Hoy la palabra de Dios presenta
la imagen de la viña como símbolo
del pueblo que el Señor eligió. Como una viña, el pueblo requiere mucho cuidado, requiere un amor paciente y fiel. Así se comporta Dios
con nosotros, y así estamos llamados
a comportarnos nosotros, los pastores. También cuidar a la familia es
un modo de trabajar en la viña del
Señor, para que produzca los frutos
del reino de Dios (cf. Mt 21, 33-43).
Sin embargo, para que la familia
pueda caminar bien, con confianza y
esperanza, es necesario que se alimente de la palabra de Dios. Por
eso es una feliz coincidencia que
precisamente hoy nuestros hermanos
paulinos hayan querido hacer una
gran distribución de la Biblia aquí,
en la plaza, y en muchos otros lugares. Demos gracias a nuestros hermanos paulinos. Lo hacen con ocasión del centenario de su fundación
por parte del beato Santiago Alberione, gran apóstol de la comunicación. Entonces, hoy, mientras se
inaugura el Sínodo sobre la familia,
con la ayuda de los paulinos podemos decir: una Biblia en cada familia. «Pero padre, ya tenemos dos,
tres…». ¿Dónde la tenías escondida?... La Biblia no es para ponerla
en un anaquel, sino para tenerla al
alcance de la mano, para leerla a
SIGUE EN LA PÁGINA 12
El secretario de Estado a los nuncios de Oriente Medio
No debemos ser neutrales o indiferentes
El Papa Francisco está decidido
a continuar por este camino, avanzando más rápidamente. Así, muy
significativo ha sido su saludo personal a cada participante de la
asamblea sinodal extraordinaria
sobre la familia antes de iniciar los
trabajos. Y aún más significativas
han sido sus palabras de bienvenida, con las que ha insistido precisamente sobre el «espíritu de colegialidad y sinodalidad», añadiendo que son «por el bien de la
Iglesia y de las familias».
Por eso el Pontífice ha hablado
del método de elección de quien
tendrá mayormente el cargo del
trabajo sinodal y ha destacado que
para la designación de los presidentes delegados, de nombramiento papal, decidió atenerse a las indicaciones del Consejo postsinondal, elegido por los participantes
en la última asamblea. «Vosotros
lleváis la voz de las Iglesias particulares» ha dicho, y «la lleváis en
sinodalidad». Pero hablando con
clara franqueza y escuchando con
humildad.
SIGUE EN LA PÁGINA 12
Del 6 al 8 de octubre
Síntesis de las
congregaciones generales
PÁGINAS 3
A
5
Entre ecología e informática
Cómo influyó Teilhard en
el Vaticano II
Niños refugiados en un campamento al norte de Aleppo (Reuters)
HOMILÍA
DEL CARDENAL
PAROLIN
EN PÁGINA
6
MAURIZIO GRONCHI
EN PÁGINA
23
L’OSSERVATORE ROMANO
página 2
viernes 10 de octubre de 2014, número 41
La invitación del Papa Francisco a los padres sinodales en la apertura de los trabajos sinodales
Hablad claro y escuchad con humildad
«Se necesita decir todo lo que se siente
con parresía»: El Papa Francisco, al
dirigirse a los obispos reunidos en el
aula nueva del Sínodo el lunes 6 de
octubre por la mañana, utilizó el
término griego que indica la extrema
franqueza. Una invitación directa que
trazó el estilo que tendrá que
caracterizar el trabajo de los padres
sinodales: «hablar claro» y «escuchar
con humildad».
Eminencias, beatitudes, excelencias,
hermanos y hermanas:
Os doy mi cordial bienvenida a
este encuentro y os doy las gracias
de corazón por vuestra atenta y estimada presencia y asistencia.
En nombre vuestro, quisiera expresar mi vivo y sincero agradecimiento a todas las personas que han
trabajado con entrega, con paciencia
y pericia, durante largos meses, leyendo, examinando, y elaborando
los temas, los textos y los trabajos
de esta Asamblea general extraordinaria.
Permitidme dirigir un especial y
cordial agradecimiento al cardenal
Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo, a monseñor Fabio
Fabene, subsecretario, y junto con
ellos a todos los relatores, escritores,
consultores, traductores y a todo el
personal de la secretaría del Sínodo
de los obispos. Han trabajado incansablemente, y siguen trabajando, por
el buen resultado del presente Sínodo: ¡muchas gracias de verdad y que
el Señor os recompense!
Doy igualmente las gracias al
Consejo postsinodal, al relator y al
secretario especial; a las Conferencias episcopales que han trabajado
bastante verdaderamente y, con
ellos, agradezco a los tres presidentes delegados.
Os agradezco también a vosotros,
queridos cardenales, patriarcas, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y laicas vuestra presencia
y vuestra participación que enrique-
ce los trabajos y el espíritu de colegialidad y sinodalidad por el bien de
la Iglesia y de las familias. He querido que este espíritu de sinodalidad
estuviera también en la elección del
relator, del secretario especial y de
los presidentes delegados. Los pri-
A Francia en 2015
El Papa Francisco irá a Francia en el
2015. Lo dio a conocer el martes 7
de octubre, por la mañana, el director de la Oficina de prensa de la
Santa Sede, el padre Federico Lombardi, en el contexto de la presentación del programa de la visita del
Pontífice al Parlamento europeo y al
Consejo de Europa, el próximo 25
de novembre. El obispo de Roma
llegará a Estrasburgo hacia las 10.00
de la mañana y tras pronunciar sus
dos discursos en las sedes de las dos
instituciones europeas, dejará la capital alsaciana poco antes de las
14.00
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TIPO GRAFIA VATICANA EDITRICE «L’OSSERVATORE ROMANO»
meros dos fueron elegidos
directamente por el Consejo
postsinodal, también éste
elegido por los participantes
del último Sínodo. En cambio, dado que los presidentes
delegados deben ser elegidos
por el Papa, pedí al mismo
Consejo postsinodal que propusiera los nombres, y nombré a los que el Consejo me
propuso.
Vosotros lleváis la voz de
las Iglesias particulares, reunidas a nivel de Iglesias locales mediante las Conferencias
episcopales. La Iglesia universal y las Iglesias particulares son de institución divina;
las Iglesias locales así entendidas son de institución humana. Esta voz la lleváis en
sinodalidad. Es una gran responsabilidad: llevar las realidades y las problemáticas de
las Iglesias, para ayudarlas a
caminar en esa senda que es el
Evangelio de la familia.
Una condición general de base es
esta: hablar claro. Que nadie diga:
«Esto no se puede decir; pensará de
mí así o así...». Se necesita decir to-
do lo que se siente con parresía.
Después del último Consistorio (febrero de 2014), en el que se habló de
la familia, un cardenal me escribió
deciendo: lástima que algunos cardenales no tuvieron la valentía de decir
algunas cosas por respeto al Papa,
considerando quizás que el Papa
pensara algo diverso. Esto no está
bien, esto no es sinodalidad, porque
es necesario decir todo lo que en el
Señor se siente el deber de decir: sin
respeto humano, sin timidez. Y, al
mismo tiempo, se debe escuchar con
humildad y acoger con corazón
abierto lo que dicen los hermanos.
Con estas dos actitudes se ejerce la
sinodalidad.
Por eso os pido, por favor, estas
actitudes de hermanos en el Señor:
hablar con parresía y escuchar con
humildad.
Y hacedlo con mucha tranquilidad y paz, porque el Sínodo se realiza siempre cum Petro et sub Petro, y
la presencia del Papa es garantía para todos y custodia de la fe.
Queridos hermanos, colaboremos
todos para que se afirme con claridad la dinámica de la sinodalidad.
Gracias.
Anunciado para el 20 de octubre en la tercera congregación general del sínodo
Un consistorio sobre Oriente Medio
Un consistorio dedicado a Oriente
Medio, al día siguiente de la clausura del Sínodo. Tendrá lugar el lunes 20 de octubre, sobre la base de
las consideraciones surgidas del encuentro con los nuncios apostólicos
de la región. Fue anunciado el martes 7 por la mañana, por iniciativa
del Papa Francisco, al inicio de los
trabajos de la tercera congregación
general en el aula nueva del Sínodo
de los obispos.
Un consistorio en el que el Pontífice invitó a todos los purpurados
que estarán en Roma junto a los
seis patriarcas de Oriente Medio y
al patriarca latino de Jerusalén, y
que tendrá como momento central
la intervención del cardenal secretario de Estado, Parolin.
Por lo tanto, las cuestiones de la
violencia y de la guerra entraron
también en las discusiones de la
asamblea: el drama de tantas familias cristianas en el vórtice de los
conflictos en Nigeria, Irak y Siria
fue denunciado en diversas intervenciones por los padres sinodales.
Y en las intervenciones libres del 6
por la tarde, se propuso enviar un
mensaje de solidaridad por las familias que están sufriendo en
Oriente Medio. Idea que fue vota-
GIOVANNI MARIA VIAN
director
Carlo Di Cicco
subdirector
Marta Lago
redactor jefe de la edición
don Sergio Pellini S.D.B.
director general
da y acogida por la asamblea. El
martes el Sínodo volvió a reflexionar sobre la realidad de las parejas
en dificultad, especialmente sobre
la atención pastoral de los divorciados vueltos a casar, recordando que
la Iglesia debe presentar no un juicio sino una verdad.
Significativa es la presencia de
las parejas de esposos en los trabajos sinodales que, al inicio de cada
congregación, introducen el tema
del día hablando de las realidades
de donde provienen y del papel
que desempeñan en el seno de las
comunidades.
La cita en Roma y en el mundo
La vigilia de oración en la basílica de Santa María la Mayor, el sábado
29 de noviembre, por la tarde, y la misa en San Pedro el 30, por la mañana, abrirán el año de la vida consagrada. Numerosos son los acontecimientos y las celebraciones en programa, que en 2016 concluirá con una
doble cita en la basilíca vaticana: el 30 de enero, está prevista la vigilia
de acción de gracias y el 2 de febrero sucesivo la celebración de la Jornada mundial de la vida consagrada. En medio, una larga serie de encuentros internacionales en Roma y en diversos países. Comenzando el
8 de diciembre próximo cuando dará inicio una cadena mundial de oración en los monasterios. Después tendrá lugar un coloquio ecuménico
de religiosas y religiosos (22-25 de enero de 2015), un seminario para formadoras y formadores (8-11 abril) y un laboratorio para las jóvenes y los
jóvenes consagrados (23-25 de septiembre). Posteriormente, el 26 de septiembre, se celebrará la memoria de los santos y mártires de la vida consagrada, con sedes en diversas partes del mundo. Al mismo tiempo se
organizarán laboratorios de investigación, muestras artísticas y testimonios. Significativas también las jornadas conclusivas de enero de 2016
durante los eventos dedicados a las diversas realidades de consagración,
incluidos los institutos seculares, las nuevas formas y el ordo virginum.
Redacción
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número 41, viernes 10 de octubre de 2014
L’OSSERVATORE ROMANO
página 3
Las intervenciones de la segunda congregación general
Cercanos a las familias perseguidas
Con la segunda congregación general del lunes 6 de octubre, por la
tarde, dio inicio la discusión. Los temas previstos, de acuerdo con el orden del Instrumentum Laboris, fueron: «El designio de Dios acerca del
matrimonio y la familia» (Parte I,
cap 1) y «Conocimiento y Recepción
de la Sagrada Escritura y los documentos
de
la
Iglesia
sobre
matrimonio y familia» (Parte I, cap.
2).
Dieciocho fueron las intervenciones programadas, entre las cuales se
encuentran las de los cardenales
Wuerl, Sodano, Sgreccia, Kasper,
Tagle, Schönborn, Ouellet, y Ravasi
y de los arzobispos Paglia y Fernández. Diecinueve las intervenciones libres —pidieron intervenir, entre
otros, los cardenales Vingt-Trois, Filoni, Turkson, Sherer y de Aviz, los
patriarcas Sako, Laham y Younan, y
los arzobispos Forte y Schevchuk—
además del testimonio de los cónyuges Romano y Mavis Pirola.
Partiendo de la premisa de que la familia es el núcleo de la sociedad humana, la cuna del amor gratuito y
de que hablar de la familia y el matrimonio implica una educación a la
fidelidad se reiteró que la familia debe ser protegida porque es el futuro
de la humanidad.
En diversas intervenciones se
abordó la necesidad de adaptar el
lenguaje de la Iglesia para que la
doctrina acerca de la familia, la vida
y la sexualidad se entienda correctamente. Hay que entablar un diálogo
con el mundo, siguiendo el ejemplo
del Concilio Vaticano II, es decir,
con una apertura crítica pero sincera. Porque si la Iglesia no escucha al
mundo, el mundo no escuchará a la
Iglesia. Y el diálogo puede basarse
en cuestiones importantes, como la
igual dignidad de hombres y mujeres y el rechazo de la violencia.
El Evangelio no se explica, se demuestra —se afirmó en el aula— y
hay que involucrar, sobre todo, a los
fieles laicos en el anuncio de la Buena Nueva, destacando su carisma
misionero. La evangelización no debe ser una teoría despersonalizada,
al contrario, tiene que llevar a que
las mismas familias den, concretamente, testimonio de la belleza y de
la verdad evangélicas. El reto, se
dijo, es pasar de una situación defensiva a una propositiva y activa,
relanzando el patrimonio de la fe
con un lenguaje nuevo, con esperanza, ardor y entusiasmo, dando testimonios convincentes, creando un
puente entre el lenguaje de la Iglesia
y el de la sociedad.
En este sentido, se puso de relieve
la preferencia por una catequesis
«bíblica» en lugar de «teológica-especulativa», porque —a pesar de las
apariencias— el egoísmo no satisface
a las personas que buscan, en cambio, ideales. Y esto se debe también
a que el ser humano aspira a la felicidad y el cristiano sabe que la felicidad es Cristo, pero ya no encuentra el lenguaje adecuado para decírselo al mundo. La Iglesia, sin embargo, debe ser «magnética», trabajar por «atracción», con una actitud
de amistad hacia el mundo.
Por cuanto se refiere a las parejas
en dificultad, se insistió en la necesidad de
que la Iglesia esté cerca de ellas con comprensión, perdón y
misericordia. La misericordia —se dijo— es
la primera prerrogativa de Dios, pero hay
que considerarla en el
contexto de la justicia,
solamente así se respetará en su plenitud el
designio divino.
El matrimonio es y
sigue siendo un sacramento indisoluble; sin
embargo, ya que la
verdad es Cristo, una
Persona, y no un conjunto de reglas, es importante mantener los principios, no
obstante cambien las formas concretas de su actuación. En resumen, como decía Benedicto XVI: novedad en
la continuidad: el Sínodo no cuestiona la doctrina, pero reflexiona sobre la pastoral, es decir, sobre el discernimiento espiritual para la aplicación de la misma y enfrentar los retos de la familia contemporánea. En
este sentido, la misericordia no elimina los mandamientos sino que es
su clave hermenéutica.
Por otra parte, se observó que incluso las situaciones imperfectas deben tratarse con respeto, por ejemplo, las uniones de hecho en que se
convive con lealtad y amor, presentan elementos de santificación y de
verdad. Lo esencial es, por lo tanto,
En la tercera congregación general del sínodo
El matrimonio como vocación auténtica
Durante la tercera congregación general del martes 7 de octubre, por
la mañana, continuó la discusión.
Los temas previstos, de acuerdo
con el orden del Instrumentum Laboris, fueron: «Evangelio de la familia y ley natural» (Parte I, cap. 3)
y «La familia y la vocación de la
persona en Cristo» (Parte I, cap
4.).
Treinta fueron las intervenciones.
Tomaron la palabra, entre otros, los
cardenales Versaldi, Piacenza, Filoni,
Grocholewski,
Vingt-Trois,
Thottunkal, Ezzati Andrello, Amato, Sarah, Ouédraogo y Bozanić; el
patriarca Tarmouni; el arzobispo secretario especial Forte; el prepósito
general de los jesuitas y el ministro
general de la Orden de los Frailes
menores capuchinos.
En la apertura de la Congregación se anunció que el Consistorio
ordinario, convocado por el Santo
Padre para el lunes, 20 de octubre,
estará dedicado a la situación en
Oriente Medio, a la luz de los resultados de la reunión de algunos
representantes pontificios y de los
superiores de los dicasterios competentes celebrada en el Vaticano del
2 al 4 de octubre. El tema del Consistorio será presentado por el cardenal Pietro Parolin, secretario de
Estado. En el encuentro también
participarán seis patriarcas orientales y el patriarca latino de Jerusalén, S.B. Fouad Twal.
El debate general siguió con los
argumentos previstos. Se afirmó
que era necesaria una mayor preparación para el matrimonio, para que
éste no fuera sólo válido, sino también fructífero. La propuesta fue la
de no preocuparse solamente por
los remedios para el fracaso de la
unión conyugal, sino también por
las condiciones que la hacen válida
y fructífera. Lo que hay que transmitir es una visión del matrimonio
no sólo como punto de llegada, sino también como un camino hacia
una meta más alta, un camino de
crecimiento personal y de pareja,
una fuerza y fuente de energía. La
elección del matrimonio es una vocación auténtica y como tal requiere
fidelidad y coherencia para ser realmente un lugar de crecimiento y de
salvaguardia de lo humano.
Para ello, hay que acompañar
constantemente a los cónyuges en
su itinerario de vida, a través de
una pastoral familiar intensa y vigorosa. El camino de preparación para el sacramento del matrimonio
debe ser, por lo tanto, largo, personalizado y también severo, sin miedo a que eventualmente disminuya
el número de bodas celebradas en
la Iglesia. De lo contrario, se corre
SIGUE EN LA PÁGINA 4
considerar ante todo los elementos
positivos, para que el Sínodo infunda valor y esperanza también a las
formas imperfectas de familia, que
pueden ser valoradas según el principio de gradualidad. Hay que amar
realmente a las familias necesitadas.
En el contexto de una sociedad en
la que prevalece una especie de
«ego-latría», que conduce a la «desfamiliarización», se detecta una pérdida del sentido de la alianza entre
el hombre (y la mujer) y Dios. El
anuncio de la belleza de la familia,
por lo tanto, no debería ser un esteticismo, la presentación de un mero
ideal para imitar; al contrario, debería explicar la importancia del compromiso definitivo fundado en la
alianza de los cónyuges con Dios.
Otro punto esencial fue el rechazo
del clericalismo: A veces parece que
la Iglesia se preocupe más del poder
que del servicio y por eso no inspira
los corazones de los seres humanos.
Es necesario, entonces, volver a imitar a Cristo, volver a encontrar la
humildad: la reforma de la Iglesia
debe comenzar por la reforma del
clero, porque si los fieles ven que
sus pastores imitan a Cristo, volverán a acercarse a la Iglesia, que pasará solamente de evangelizar a ser
«evangelizadora».
También se abordó la cuestión del
valor esencial de la sexualidad dentro del matrimonio, Efectivamente,
se habla tanto, críticamente, de la
sexualidad fuera del matrimonio que
la sexualidad conyugal parece casi la
concesión a una imperfección. El Sínodo mencionó —brevemente— la
necesidad de mejorar la formación
de los sacerdotes, de políticas en favor de la familia y del relanzamiento
de la transmisión de la fe en la familia.
Durante la hora de la discusión libre, —18,00 a 19,00— también hubo
dos propuestas: que el Sínodo enviase un mensaje de aliento y estima a
las familias en Irak, amenazadas de
exterminio por el fanatismo islámico
y obligadas a huir para no renunciar
a su fe. La propuesta fue sometida a
votación y aprobada por mayoría.
La segunda propuesta se refería a
la necesidad de incluir en la reflexión al clero casado de las Iglesias
Orientales, que a menudo vive también «crisis familiares», que pueden
desembocar en la solicitud de divorcio.
L’OSSERVATORE ROMANO
página 4
viernes 10 de octubre de 2014, número 41
En la cuarta congregación general
En busca del lenguaje adecuado
En la cuarta congregación general
del martes 7 de octubre, por la tarde, continuó el debate siguiendo el
orden del Instrumentum Laboris. El
tema fue: «La pastoral de la familia:
las diversas propuestas actuales»
(Parte II, cap. I).
Se tuvieron 17 intervenciones programadas —entre ellas las de los cardenales Stella, Robles Ortega, Bertello y Tempesta, y de los arzobispos
Ouédrago y Fisichella—, además de
los testimonios de los cónyuges estadounidenses Jeffrey y Alice Heinzen
y veinte intervenciones libres: entre
estas últimas, las de los cardenales
Müller, Coccopalmerio, Caffarra,
Martínez Sistach y Bagnasco.
En primer lugar, se señaló el vínculo entre crisis de la fe y crisis de la
familia afirmando que la primera genera la segunda. Y esto porque la fe
se percibe generalmente como un
conjunto de aportaciones doctrinales
cuando en cambio es, ante todo, un
acto libre por el que nos confiamos
a Dios. De ahí, entre otras cosas, la
propuesta de pensar en un «Vademecum», dedicado a la catequesis
sobre la familia, para que ésta refuerce su misión evangelizadora.
Además, se habló de la debilidad de
la fe de muchos de los bautizados,
causa de que muchos cónyuges lleguen al matrimonio sin ser plenamente conscientes de lo que éste lleva aparejado.
En segundo lugar, se trató de uno
de los grandes retos a los que se enfrenta hoy la familia, es decir la
«dictadura del pensamiento único»
que pretende introducir en la sociedad una serie de valores que distorsionan el concepto de matrimonio
como unión entre hombre y mujer.
La crisis de valores, el secularismo
ateo, el hedonismo, la ambición de
poder destruyen la familia, la desnaturalizan, debilitan a las personas y,
en consecuencia, hacen también más
frágil a la sociedad. Por eso es importante lograr que los fieles recuperen la conciencia de su pertenencia a
la Iglesia, porque la Iglesia crece
por atracción y son las familias de la
Iglesia las que atraen a otras familias.
Por su parte, la Iglesia, experta en
humanidad, debe enfatizar la belleza
y la necesidad que cada uno tiene de
la familia, porque es irremplazable.
Hace falta despertar en el ser humano el sentido de pertenencia al núcleo familiar. No sólo: La familia, en
cuanto reflejo del amor de Dios
—que no es nunca un amor aislado—
se abre a los lazos y a las relaciones
con los demás, convirtiéndose en el
fundamento de la sociedad.
Se recordó también la importancia
de la relación entre sacerdotes y familias. Los primeros acompañan a
las familias en todas las etapas más
importantes de la vida, compartiendo sus alegrías y dificultades; las familias, a su vez, ayudan a los sacerdotes a vivir el celibato como afectividad plena, equilibrada, y no como
una renuncia. Pero además, la familia fue definida como «cuna de las
vocaciones», porque es en el seno de
las paredes domésticas, en la oración
vivida en común, donde surge frecuentemente la llamada al sacerdocio.
Asimismo se subrayó el vínculo
entre el bautismo y el matrimonio.
Sin una iniciación cristiana seria y
profunda el significado del sacramento conyugal se ve disminuido.
De ahí, la observación de que el matrimonio cristiano no puede ser sólo
una tradición cultural o una exigencia social. Debe entenderse como
una decisión vocacional, emprendida
con una preparación adecuada que no
se puede improvisar durante pocos
encuentros, sino que exige tiempo.
Después la reflexión se extendió a
la repercusión del trabajo en la diná-
mica familiar. Se trata —se dijo— de
dos dimensiones que hay que conciliar, debido también a los horarios
de trabajo cada vez más flexibles, a
los nuevos modelos contractuales, a
las distancias geográficas entre el hogar y el lugar de trabajo. Además
hay que tener en cuenta que con la
tecnología el trabajo entra en casa
haciendo más difícil el diálogo familiar.
Numerosas intervenciones, en particular las relativas a África, llamaron la atención sobre los muchos desafíos que enfrentan las familias en
este continente: la poligamia, el levirato, las sectas, la guerra, la pobreza,
el drama doloroso de la emigración,
la presión internacional para el control de nacimientos. Problemas todos que socavan la estabilidad de la
familia, poniéndola en crisis. Hay
que enfrentar estos retos con una
evangelización profunda, capaz de
promover los valores de la paz, la
justicia y el amor, unida a una adecuada promoción del papel de la
mujer en la sociedad, a la esmerada
educación de los niños y a la protección de los derechos de todas las
víctimas de la violencia.
En la hora dedicada a las intervenciones libres —entre las 18.00 y
las 19.00 horas— se retomó el argumento de la exigencia de un nuevo
lenguaje en el anuncio del Evangelio, refiriéndose esta vez en especial
a las nuevas tecnologías de los medios de comunicación. Por cuanto
respecta a la indisolubilidad del matrimonio, se señaló que en nuestros
días parece como si la ley se contrapusiera al bien de la persona. En
realidad, la verdad del vínculo
conyugal y su estabilidad están grabadas en la persona, por lo tanto,
no se trata de contraponer ley y persona, sino de verificar cómo contribuir a no traicionar la propia verdad.
Se propuso, además, que se hablase de las familias que no han tenido
el don de los hijos a pesar de quererlos, así como de las que viven en
las regiones afectadas por el virus
del ébola.
Por último, se llamó la atención
sobre la imagen de la Iglesia como
luz, manifestando el deseo de que
no fuese sólo la luz de un faro, que
permanece fijo e ilumina a distancia,
sino antorcha, es decir «luz amable»
que acompaña a los seres humanos
en su camino, paso tras paso.
El Consejo pontificio para la familia regaló a los miembros del Sínodo una copia del voluminoso Enchiridion sobre la familia.
Tercera congregación general del sínodo
VIENE DE LA PÁGINA 3
el riesgo de obstruir los tribunales
de justicia con los procesos matrimoniales.
Otro punto destacado en el aula
fue la influencia de los medios de
comunicación, a veces intrusivos,
cuando presentan ideologías contrarias a la doctrina de la Iglesia sobre
el matrimonio y la familia. En esta
perspectiva, se reiteró que además
de proteger a los católicos, también
hay que prepararlos mejor. La Iglesia debe ofrecer su enseñanza de
forma más incisiva, presentando la
doctrina no como una lista de prohibiciones, sino haciéndose más cercana a los fieles, como hacía Jesús.
De esta manera, actuando con empatía y ternura, será posible reducir
la brecha entre la doctrina y la
práctica, entre las enseñanzas de la
Iglesia y la vida familiar. Porque lo
que necesitamos no es una elección
entre la doctrina y la misericordia,
sino la puesta en marcha de una
pastoral iluminada, para animar sobre todo a las familias en dificultades, que a menudo tienen la sensación de que no pertenecen a la
Iglesia.
Se reanudó el debate sobre el tema de las parejas con problemas,
los divorciados vueltos a casar. A
ellos, se dijo, la Iglesia no debe
presentar un juicio, sino una verdad, con una mirada comprensiva,
porque la gente sigue la verdad y
sigue a la Iglesia si ésta dice la verdad. La «medicina» de la misericordia da acogida, atención y apoyo. Sobre todo, porque —se destacó— las familias que sufren no buscan soluciones pastorales rápidas,
no quieren ser una mera cifra estadística, sino que sienten la necesidad de ser aconsejadas y de sentirse
aceptadas y amadas. Se debe dar
más espacio a la lógica sacramental
que a la jurídica.
En cuanto al acercamiento a la
Eucaristía de los divorciados vueltos a casar, se reiteró que ese sacramento no es el sacramento de los
perfectos, sino de aquellos que están en camino.
Al igual que el lunes por la tarde
la discusión se centró en la necesidad de renovar el lenguaje de la
proclamación del Evangelio y de la
transmisión de la doctrina. La Iglesia debe abrirse más al diálogo y
escuchar con más frecuencia (y no
sólo en casos excepcionales) las experiencias de las parejas casadas,
porque sus luchas y sus fracasos no
pueden ser ignorados; al contrario,
pueden ser el fundamento de una
teología real, verdadera. Y siempre
a propósito del lenguaje, hubo alguna que otra perplejidad acerca de
la sugerencia —incluida en el Instrumentum Laboris— de profundizar en
el concepto, de inspiración bíblica,
de «orden de la creación» como
posibilidad de releer de una manera
más significativa la «ley natural».
No es suficiente cambiar el vocabulario, se ha dicho, si luego no se
consigue crear un puente de diálogo efectivo con los fieles. En este
sentido, se afirmó que la vasta y difusamente sentida necesidad de
cambio debe entenderse como conversión pastoral para que el anuncio del Evangelio sea más eficaz.
A continuación se presentaron
tres dimensiones específicas de la
familia: la vocación a la vida; la misionera, entendida como testimonio
de Cristo a través de la unidad familiar; y la aceptación del otro, ya
que la familia es la primera escuela
de alteridad, el lugar donde se pueden aprender la paciencia y la lentitud, en contraste con el ajetreo y el
bullicio del mundo moderno. También se puso de relieve otra dimensión ulterior del núcleo familiar: la
santidad, porque la familia educa a
la santidad, es un icono de la Trinidad, Iglesia doméstica al servicio de
la evangelización, futuro de la humanidad.
Otros puntos mencionados durante la tercera congregación general fueron la importancia de la catequesis para las familias, especialmente para los niños, y la oración
entre las paredes domésticas que da
lugar a una auténtica generación de
la fe, transmitiéndola de padres a
hijos. Por último, se destacó la necesidad de una formación más profunda de los sacerdotes y catequistas.
L’OSSERVATORE ROMANO
número 41, viernes 10 de octubre de 2014
página 5
En la quinta congregación general presentado a los padres sinodales el trabajo en los diversos ámbitos internacionales
La voz de la Santa Sede en defensa de la familia
En la quinta congregación general
del miércoles 8 de octubre, por la
mañana, el debate ha proseguido
con los temas previstos por el Instrumentum laboris: «Los desafíos pastorales de la familia (parte II, cap. 2).
La crisis de fe y la vida familiar / Situaciones críticas internas a la familia. Las presiones externas a la familia / Algunas situaciones particulares». En esta congregación se tuvieron otras treinta intervenciones. Tomaron la palabra, entre otros, los
cardenales Parolin, Ryłko, Monsengwo Pasinya, Ton Hong, Sandri,
Rodríguez Maradiaga, Tauran y
Gracias, los patriarcas Raï y Twal y
el arzobispo Zimowki. En los trabajos no estaba presente el Papa, ocupado en la audiencia general.
El debate se centró en la Iglesia
en el Oriente Medio y África del
Norte. Ambas zonas viven en contextos políticos, económicos y religiosos difíciles que tienen graves repercusiones en las familias. Allí donde las leyes impiden, de hecho, la
reunificación familiar y la pobreza
conduce a la migración, donde hay
fundamentalismo religioso y los cristianos no tienen los mismos derechos que los ciudadanos musulmanes, se plantean a menudo proble-
mas difíciles para las familias que
surgen de los matrimonios mixtos.
Efectivamente en estos contextos
están presentes y aumentan los casos
de matrimonios interreligiosos, los
llamados «matrimonios mixtos». Se
afirmó que el desafío de la Iglesia es
entender qué catequesis ofrecer a los
niños nacidos de esas uniones y cómo responder a la incógnita de los
católicos que, unidos en un matrimonio mixto, quieren seguir practicando su fe. Estas parejas, según se
dijo, no pueden dejarse de lado y la
Iglesia debe seguir ocupándose de
ellas. Un reto posterior es el de los
cristianos que se convierten al Islam
para casarse. También, en este caso,
es necesaria una adecuada reflexión.
La cuestión no es sólo interreligiosa, sino a veces también ecuménica.
Por ejemplo, hay casos en que si un
católico que ha contraído matrimonio canónico no logra obtener la declaración de nulidad, se pasa a otra
confesión cristiana, volviendo a casarse en una iglesia que lo permita.
En cualquier caso, y sin perjuicio del
patrimonio común de la fe, se destacó la necesidad de tomar el camino
de la misericordia para las situaciones difíciles. En cuanto a la cuestión
de los divorciados vueltos a casar, se
evidenció que el Sínodo
deberá ocuparse ciertamente de ella en su camino, con la prudencia que
requieren las grandes causas, pero también conjugando la objetividad de la
verdad con la misericordia
por la persona y su sufrimiento. Hay que recordar
que muchos fieles se encuentran en una situación
de la que no son culpables. Se reiteró el compromiso de la Santa Sede
que no deja de hacer oír
su voz en defensa de la
familia en todos los niveles —internacional, nacional y regional— con el objetivo de resaltar su dignidad y de llamar la atención sobre sus derechos y
deberes, señalando siempre, como afirmaba Benedicto XVI, que sus «no»
«Sagrada
son, en realidad, los «sí»
a la vida. Por esta razón,
se enfatizó en que la Iglesia debe
combatir el silencio de las familias
en la educación y en la religión porque no hay lugar para la vacilación.
Hace falta un compromiso más fuer-
La sexta congregación general dedicada a las situaciones pastorales difíciles
El arte de acompañar
Durante la sexta congregación general del miércoles 8
de octubre, por la tarde, continuó el debate de acuerdo
con el tema previsto en el índice del Instrumentum laboris: «Las situaciones pastorales difíciles (Parte II, cap.
3). Situaciones familiares / Acerca de las uniones entre
personas del mismo sexo». Veinte fueron las intervenciones programadas, entre ellas las de los cardenales
Erdő, Scola, Danneels, Martínez Sistach, Alencherry,
Bagnasco y Burke, además del testimonio de los cónyuges sudafricanos Stephen y Sandra Conway.
En primer lugar, se afirmó que la Iglesia no es una
aduana, sino una casa paterna y por lo tanto debe
acompañar pacientemente a todas las personas, incluso
a aquellos que se encuentran en situaciones pastorales
difíciles. La verdadera Iglesia católica cuenta con familias sanas y con familias en crisis, de ahí que en el esfuerzo de santificación diaria no deba mostrarse indiferente ante la debilidad porque la paciencia implica la
ayuda activa a los más débiles. En cuanto al proceso de
declaración de nulidad del matrimonio, se registra en
general la necesidad de agilizar los procedimientos (y
de la incorporación de laicos más competentes en los
tribunales eclesiásticos), pero también se señala el peligro de la superficialidad y la necesidad de salvaguardar
siempre el respeto a la verdad y los derechos de las
partes. También porque —como se ha dicho— el proceso no es contrario a la caridad pastoral y la pastoral judicial debe evitar ideas que culpabilizan, favoreciendo
en cambio, una discusión tranquila de los casos. A propósito de nulidad matrimonial se habló de recurrir a la
vía administrativa, que no sustituye a la judicial, sino
más bien la complementa. Se propuso que el obispo
decida cuáles solicitudes de verificación de nulidad
pueden tratarse por ese camino administrativo.
Se hizo un fuerte hincapié en la actitud respetuosa
con los divorciados vueltos a casar, porque a menudo
experimentan también situaciones de malestar o de injusticia social, sufren en silencio y en muchos casos
buscan a través de un camino gradual, llegar a participar más plenamente en la vida eclesial. La pastoral por
lo tanto, no debe ser represiva, sino llena de misericordia. Con respecto a la poligamia, se señaló, por una
parte, que se trata de una realidad que disminuye gradualmente porque está favorecida por el contexto rural,
mientras hoy avanza la urbanización. Por otra, se hizo
notar que dado que hay polígamos convertidos al cato-
licismo que desean recibir los sacramentos de la iniciación cristiana, surge la pregunta de si hay medidas pastorales específicas para salir al encuentro de estas situaciones con el discernimiento oportuno.
También se volvió a hablar de mejorar la preparación
para el matrimonio, especialmente entre los jóvenes a
los que hay que presentar la belleza de la unión sacramental, junto con una educación afectiva adecuada,
que no sea sólo una exhortación moralista, lo cual termina generando una especie de analfabetismo religioso
y humano. Y el camino matrimonial requiere el crecimiento real de la persona. Durante la hora de discusión
libre —entre las 18.00 y las 19.00 horas— las intervenciones se centraron en las experiencias y modelos concretos de pastoral para los divorciados vueltos a casar que
se sirva de los grupos de escucha. Es importante —se
afirmó— evitar cuidadosamente dar un juicio moral, hablar de «estado permanente de pecado» y tratar, en
cambio, de que se comprenda que la no admisión al sacramento de la Eucaristía no elimina por completo la
posibilidad de la gracia en Cristo y que se debe más
bien a la situación objetiva de la permanencia de un
precedente vínculo sacramental indisoluble. Con esta
perspectiva, se reafirmó en numerosas ocasiones la importancia de la comunión espiritual. En cualquier caso,
se observó que también estas propuestas tienen límites
y que, ciertamente, no hay soluciones «fáciles» para esta problemática.
Por lo que se refiere a la pastoral de las personas homosexuales se insitió también en la importancia de la
escucha y en la de los grupos de escucha. Otras intervenciones abordaron la cuestión de los católicos que
cambian de confesión cristiana, y viceversa, y de las
consecuencias difíciles que se derivan de este hecho para los matrimonios interconfesionales y para la evaluación de su validez a la luz de las posibilidades de divorcio previstas por las Iglesias ortodoxas.
Recordando el Sínodo Ordinario celebrado en 1980
y dedicado al tema «La familia cristiana», se evidenció
la notable evolución que se ha producido desde esa fecha en la cultura jurídica internacional, la necesidad de
que la Iglesia sea consciente de este dato y de que las
instituciones culturales —como las universidades católicas— se confronten con esta situación para seguir desempeñando un papel en el debate actual.
Bartolomé Esteban Pérez Murillo,
familia con el pequeño san Juan» (1655-1660)
te en el testimonio del Evangelio y
siempre es necesaria la creatividad
en la pastoral.
También se habló de la contribución insustituible de los fieles laicos
en el anuncio del Evangelio de la familia. Especialmente los jóvenes, los
movimientos eclesiales y las nuevas
comunidades desempeñan un servicio de importancia vital, llevando a
cabo una misión profética y a contracorriente en la época actual. Escuchar a los laicos y creer más en ellos
es esencial, porque es en ellos y con
ellos, donde la Iglesia puede encontrar respuestas a los problemas de
las familias.
Otro tema afrontado fue la precariedad laboral y el desempleo. La
angustia por la falta de un trabajo
seguro crea dificultad en las familias,
así como la pobreza económica, que
a menudo hace que sea imposible tener un hogar. No sólo: la falta de dinero a veces hace que se le «divinice» y que las familias se sacrifiquen
en aras del beneficio. Es necesario,
en cambio, insistir en que el dinero
debe servir y no gobernar.
Se reflexionó de nuevo sobre la
necesidad de una mayor preparación
para el matrimonio, prestando también una atención específica a la
educación afectiva y sexual, para fomentar una verdadera mística familiar de la sexualidad. Y se recordó la
gran contribución de los abuelos en
la transmisión de la fe en la familia.
Siempre, en referencia a las personas
mayores, se insitió en la importancia
de que el núcleo familiar acoja, con
solidaridad, cuidado y ternura, a las
personas de la tercera edad. La misma importancia debe darse a los enfermos, para acabar con esa «cultura
del descarte», de la que a menudo
nos habla el Papa Francisco.
El cardenal secretario general,
anunció a los seis miembros de la
comisión para el mensaje final del
Sínodo, presidido por el cardenal
Ravasi, con el arzobispo Fernández
como vicepresidente: obtenida la
aprobación de los presentes delegados, fueron nombrados el patriarca
Raï, el cardenal Gracias, los arzobispos Hart y Durocher y los obispos
Arborelius y Madega Lebouakeman.
L’OSSERVATORE ROMANO
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viernes 10 de octubre de 2014, número 41
El secretario de Estado a los nuncios de Oriente Medio
No hay que permanecer neutrales o indiferentes
PIETRO PAROLIN
Nuestra reunión es fruto de la paz
traída al mundo por Cristo, que se
convierte en don para todos nosotros, en Eucaristía, viniendo a alimentarnos todos los días con la novedad de su vida divina; y está iluminada por la noble y santa figura
de san Francisco, que testimonia el
camino de la caridad, de la humildad y de la pobreza como sendas
privilegiadas para llegar a ser verdaderamente criaturas nuevas, capaces
de comprender y cumplir la voluntad del Padre y llegar a la salvación.
El santo de Asís nos enseña la razón, la valentía y la paciencia del
diálogo, incluso con los más lejanos,
para que, conquistados por la pureza de nuestras intenciones, puedan
arrepentirse y desistir de sus proyectos de violencia y abuso.
Hoy celebramos esta santa Eucaristía con conmoción por todo lo
que está sucediendo en algunos países de Oriente Medio.
vuestra presencia dais a la paz y a la
comprensión entre los pueblos. A
través de vosotros se escucha la voz
del Santo Padre, a través de vosotros
se aclara la acción de la Sede apostólica en favor del derecho a la vida
y en favor de la libertad religiosa,
fundamentos de los derechos humanos. A través de vuestra acción prudente se sensibiliza a los Gobiernos
y a las organizaciones internacionales sobre su deber de garantizar, del
modo establecido por el derecho internacional, la paz y la seguridad, a
fin de evitar que los agresores ocasionen daño.
Todos estamos llamados a realizar
con empeño esta tarea por la paz en
el mundo, por la continuidad y el
desarrollo de la presencia de las comunidades cristianas en Oriente
Medio y por el bien común de la
humanidad.
En el himno de júbilo, tomado
del pasaje de Mateo que hemos proclamado, Jesús da gracias y alaba al
Padre por haber revelado los misterios divinos a los pequeños, a los
sencillos y puros de corazón (cf.
Mateo 11, 25), a los que no se cierran
al amor de Dios pensando que no lo
necesitan y pueden prescindir de él.
Y este misterio revelado es Jesucristo, en quien se manifiesta el verdadero rostro del Padre y cuyo yugo es
en verdad suave y su peso ligero,
mientras que los otros yugos son de
tal pesadez e inhumanidad que deforman y desfiguran el rostro del ser
humano.
Que san Francisco, profundamente unido a Cristo, nuestra paz, y por
eso profeta de la paz y del diálogo,
interceda por nosotros, nos ayude a
ser testigos creíbles de Cristo resucitado y pida al Señor que convierta
el corazón de los violentos y los
pliegue a su yugo suave.
tivo de felicidad. Por tanto, una ale- prueba y para detener a los violengría que no desaparece ni siquiera tos. La Providencia también quiere
en la tribulación y en el peligro, servirse de nosotros, de nuestra lipuesto que se funda en Dios. Una bertad y de nuestra laboriosidad y
alegría como la que experimentó san creatividad, de nuestras iniciativas y
Francisco, hasta tal punto unido a de nuestro compromiso diario.
Los cristianos perseguidos y todos
Cristo crucificado, que recibió los estigmas en su misma carne. Es la ale- los que sufren injustamente han de
gría de todo fiel poder reconocer a la Iglesia como la
cristiano que sabe institución que los defiende, que reque la Providencia za y actúa por ellos, que no teme
guía a la historia y afirmar la verdad, convirtiéndose en
Misa en la capilla Paulina
que las fuerzas del palabra de quien no tiene voz, en
Publicamos la homilía que pronunció el
mal no prevalece- baluarte y apoyo de quien está abansecretario de Estado durante la misa celebrada
donado, refugiado y discriminado.
rán.
en la Capilla Paulina, el sábado 4 de octubre,
En efecto, todo depende de Dios
Esta certeza que
con los nuncios de los países mediorientales.
nos alegra, lejos de y de su gracia, pero es preciso actuar
dejarnos inactivos o como si todo dependiera de nosotransformarnos
en tros, de nuestra oración y nuestra soespectadores indife- lidaridad.
Os agradezco, queridos nuncios
Nos
sentimos
profundamente rentes, nos impulsa individualmente
preocupados al ver la creciente ame- y como comunidad cristiana, como que trabajáis en Oriente Medio, que
naza a la paz y turbados por las Iglesia, a rezar con constancia y con- hayáis aceptado esta invitación a escondiciones de las comunidades cris- fianza y a tomar todas las iniciativas tar presentes durante estos días en el
tianas que viven en los territorios en- concretas que sirvan para sensibilizar Vaticano para profundizar cum et sub
tre Siria e Irak, controlados por una a los Gobiernos y a la opinión pú- Petro la situación en los países adonorganización que desprecia el dere- blica. Hay que tratar de hacer todo de fuisteis enviados a representar a
cho y adopta métodos terroristas pa- lo posible para aliviar las condicio- la Santa Sede. Os agradezco la conra intentar expandir su poder.
nes de nuestros hermanos en la tribución que con vuestro trabajo y
Por eso dichas comunidades, que
desde los tiempos apostólicos viven
en esa tierra, tienen que afrontar situaciones de grave peligro y abierta
Concluido el encuentro de los representantes pontificios
persecución, y con frecuencia se ven
obligadas a abandonar todo y a escapar de sus hogares y de su país.
Es triste constatar cuán persistentes y activas son las fuerzas del mal
y cómo en algunas mentes corruptas
ha ganado terreno la convicción de
El sábado 4 de octubre concluyó el encuentro de los inicio de los trabajos. La presencia de los nuncios de
que la violencia y el terror son métorepresentantes pontificios en los países mediorientales las regiones permitió conocer de primera mano la sidos que se pueden usar para imporeunidos en el Vaticano, por deseo del Papa, para refle- tuación de los cristianos en los diversos países, así coner a los demás la propia voluntad
mo el contexto en el que viven. Los superiores de los
xionar sobre la dramática situación en la región.
de poder, disimulada incluso con la
Los participantes a la reunión manifestaron su grati- diversos dicasterios contribuyeron dando una visión de
pretensión de consolidar una detertud al Pontífice por esta iniciativa y por su presencia al conjunto. Expresando su cercanía a los patriarcas, a los
minada concepción religiosa.
pastores y a los cristianos de Oriente Medio y otros
Se trata claramente de una pervercomponentes religiosos y étnicos que sufren a causa de
sión del auténtico sentido religioso,
la violencia que arrecia en toda la región, sobre todo
que tiene efectos dramáticos y al que
en Irak y en Siria, los participantes aseguraron su oraes necesario responder. La Iglesia no
ción y la de toda la Iglesia. Y al mismo tiempo reafirpuede permanecer en silencio ante
maron la necesidad de hacer todo lo posible por ayulas persecuciones que sufren sus
dar a estas personas y salir en ayuda de sus necesidahijos, y la comunidad internacional
des, como ha recordado muchas veces el Papa.
no puede permanecer neutral entre
La situación de violencia a la que se corre el riesgo
los agredidos y el agresor.
de acostumbrarse, dándola casi por descontada como
«Protégeme, Dios mío, que me retema de crónica cotidiana, debe cesar. Los participanfugio en ti» (Salmo 15). Así reza el
tes consideraron la urgencia de poner fin a las guerras
salmista. Él, a quien no faltan difien acto que han provocado ya numerosísimas víctimas,
cultades y adversarios violentos, se
y denunciaron las violaciones de las partes con respecdirige confiado al Señor. Los impíos
to a las normas más elementales del derecho humanitay sus maquinaciones no lo descorazonan, porque sabe que su vida está
rio internacional, con una referencia particular a los suen las manos de Dios. Sabe que su
frimientos de los niños y mujeres. Lamentablemente
auténtica fuerza y seguridad es el
continúa sin escrúpulos el tráfico de armas y más grave
Señor, que le da paz y alegría y está
Un
militar
turco
con
un
pequeño
refugiado
sirio
(LaPresse/Ap)
SIGUE EN LA PÁGINA 7
preparando para él un futuro defini-
Para detener las violaciones
de los derechos humanos
L’OSSERVATORE ROMANO
número 41, viernes 10 de octubre de 2014
En el discurso al patriarca Mar Dinkha
IV
página 7
la preocupación por las guerras y la violencia en Oriente Medio
Sufrimiento compartido
Somos conscientes de que lo que nos une es mucho más de lo que nos divide
No existen «razones religiosas, políticas
o económicas que puedan justificar lo
que le está sucediendo a centenares de
miles de hombres, mujeres y niños
inocentes» en Oriente Medio. Lo
afirmó el Papa Francisco en el discurso
que dirigió al catholicós Mar Dinkha
IV, patriarca de la Iglesia asiria de
Oriente, recibido en audiencia el jueves
2 de octubre por la mañana.
Santidad,
Cristo:
amados
hermanos
en
Es para mí un momento de gracia
y de verdadera alegría poderos acoger aquí, ante la tumba del apóstol
Pedro. Con afecto doy la bienvenida
a Vuestra Santidad y también le
agradezco las amables palabras que
me ha dirigido en nombre de los
distinguidos miembros de su delegación. A través de vosotros, saludo en
el Señor a los obispos, al clero y a
los fieles de la Iglesia asiria de
Oriente. Con las palabras del apóstol Pablo, rezo para que «la paz de
Dios, que supera todo conocimiento,
custodie vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús»
(Flp 4, 7).
Nuestro encuentro está marcado
por el sufrimiento que compartimos
por las guerras que se están librando
en diversas regiones de Oriente Medio y, en particular, por la violencia
que se está cometiendo contra los
cristianos y los miembros de otras
minorías religiosas, especialmente en
Irak y en Siria. ¡Cuántos hermanos y
hermanas nuestros están sufriendo
persecución diaria! Cuando pensamos en su sufrimiento, vamos espontáneamente más allá de las distinciones de rito o de confesión: en
ellos está el cuerpo de Cristo que,
aún hoy, es herido, golpeado, humillado. No existen razones religiosas,
políticas o económicas que puedan
justificar lo que le está sucediendo a
centenares de miles de hombres, mujeres y niños inocentes. Nos sentimos profundamente unidos en la
oración de intercesión y en la acción
de caridad por estos miembros del
cuerpo de Cristo que están sufriendo.
Santidad: Vuestra visita es un ulterior paso por el camino de una
creciente cercanía y comunión espiritual entre nosotros, después de las
amargas incomprensiones de los siglos pasados. Hace ya veinte años,
la Declaración cristológica común
firmada por usted y por mi predecesor, el Papa san Juan Pablo II, constituyó una piedra miliar de nuestro
camino hacia la comunión plena.
Con ella reconocimos que confesamos la única fe de los Apóstoles, la
fe en la divinidad y en la humanidad de nuestro Señor Jesucristo,
unidas en una única persona, sin
confusión ni cambio, sin división ni
separación.
Para
usar las palabras
de ese documento
histórico, «confesamos juntos la
misma fe en el
Hijo de Dios que
se hizo hombre
por nosotros para
que nosotros, por
medio de su gracia, llegáramos a
ser hijos de Dios».
Deseo asegurarle
mi
compromiso
personal en seguir
caminando a lo
largo de esta senda, profundizando
ulteriormente las
relaciones de amistad y de comunión
que existen entre
la Iglesia de Roma
y la Iglesia asiria
de Oriente.
Acompaño con
la oración el trabajo de la Comisión
mixta para el diálogo teológico entre
la Iglesia católica y la Iglesia asiria
de Oriente para que, gracias a él,
llegue pronto el día bendito en que
podamos celebrar en el mismo altar
el sacrificio de alabanza, por el que
seremos uno en Cristo. En espera de
ese día, sentimos que caminamos
El encuentro de los representantes pontificios
VIENE DE LA PÁGINA 6
todavía, las personas mismas son objeto de comercio.
Tras examinar la dramática situación humanitaria, de
las que sufren las consecuencias, entre otros, los numerosos desplazados y refugiados en otros países, destacaron la imperiosa necesidad de que se garantice a todos
la asistencia humanitaria sin discriminación.
Despierta gran preocupación la conducta de algunos
grupos extremistas, en especial del así llamado «Estado
Islámico», cuyas violencias y abusos no pueden dejarnos indiferentes. No se puede callar, ni la comunidad
internacional puede permanecer inerte, ante la masacre
de personas solamente por causa de su pertenencia religiosa y étnica, ante la decapitación y crucifixión de
seres humanos en las plazas públicas, el éxodo de miles de personas, la destrucción de los lugares de culto.
Los participantes reafirmaron que es lícito detener al
agresor injusto, siempre en el respeto del derecho internacional. Sin embargo, no se puede solamente confiar
la solución del problema a la repuesta militar, sino que
tiene que afrontarse más profundamente partiendo de
las causas que están al origen y que son aprovechadas
por la idelogía fundamentalista. Un papel importante
deberían desempeñar los líderes religiosos, cristianos y
musulmanes, colaborando para favorecer el diálogo y
la educación en la comprensión recíproca, y denunciar
claramente la instrumentalización de la religión para
justificar la violencia.
Ante el drama de tantas personas que han sido obligadas a dejar sus casas de manera brutal, los participantes ratificaron la necesidad de que se reconozca el
derecho de los cristianos y de los demás grupos étnicos
y religiosos a permanecer en sus tierras de origen y, en
el caso de que hayan sido obligados a emigrar, el derecho de regresar en condiciones adecuadas de seguridad, teniendo la posibilidad de vivir y trabajar en libertad y con perspectivas para el futuro. Esto requiere
en las circunstancias actuales el compromiso tanto de
los Gobiernos interesados como de la comunidad inter-
juntos en presencia del Señor, así
como hizo nuestro padre Abraham
en su peregrinación de fe hacia la
Tierra prometida, conscientes de
que, aunque la meta parece lejana y
solo podemos gustarla en la esperanza, es don prometido por el Señor y, por tanto, no dejará de manifestarse. Lo que ya nos une es mucho más que lo que nos separa, por
este motivo nos sentimos impulsados
por el Espíritu a intercambiar desde
ahora los tesoros espirituales de
nuestras tradiciones eclesiales, para
vivir como verdaderos hermanos,
compartiendo los dones que el Señor no cesa de otorgar a nuestras
Iglesias como signo de su bondad y
misericordia.
Santidad: Le agradezco su visita e
invoco sobre usted, sobre el clero y
sobre los fieles encomendados a su
cuidado pastoral, por intercesión de
la Santísima Madre de Dios, la
abundancia de las bendiciones divinas.
Los tuits en
@Pontifex_es
3 O CT [09.15 AM] La Iglesia y la sociedad necesita familias felices.
#prayforsynod
nacional. Están en juego los principios fundamentales
como el valor de la vida, la dignidad humana, la libertad religiosa, y la convivencia pacífica y armoniosa entre las personas y entre los pueblos.
No nos podemos resignar a pensar en Oriente Medio sin cristianos, que desde dos mil años, testimonian
allí el nombre de Jesús. Ellos quieren seguir contribuyendo al bien de la sociedad, incorporados como ciudadanos a pleno título en la vida social, cultural y religiosa de las naciones a las que pertenecen. En ellas desempeñan un papel fundamental como artífices de paz,
de reconciliación y de desarrollo. También fue confirmada la importancia de la acción de los fieles laicos en
la vida social y política y, por tanto, la necesidad de
una formación adecuada también por lo que respecta a
la doctrina social de la Iglesia.
4 O CT [10.04 AM] Como Jesús le
dijo a Marta en el Evangelio, sólo
una cosa es necesaria: orar. #praywithus
5 O CT [10.00 AM] Al comenzar el Sínodo sobre la Familia, pidamos al
Señor que nos muestre el camino.
#prayforsynod
6 O CT [12.40 PM] Ven, Espíritu Santo, derrama sobre nosotros tus dones
durante este Sínodo. #prayforsynod
7 O CT [13.00 PM] Pidamos al Señor
la gracia de no hablar mal de nadie,
de no criticar, de no chismorrear, de
querer a todos
L’OSSERVATORE ROMANO
página 8
viernes 10 de octubre de 2014, número 41
El Papa al Consejo de las Conferencias episcopales del continente
Cómo hablar de Dios a Europa
La invitación a «ser una “voz
profética” dentro de la sociedad, sobre
todo allí donde el proceso de
secularización en curso en el continente
tiende a hacer cada vez más marginal
hablar de Dios», la dirigió el Papa
Francisco a los participantes en la
plenaria del Consejo de Conferencias
episcopales de Europa (CCEE),
recibidos en audiencia en la sala del
Consistorio el viernes 3 de octubre por
la mañana. A continuación, el texto
del discurso del Pontífice.
Queridos hermanos obispos:
Os saludo con afecto a todos, con
ocasión de la asamblea plenaria del
Consejo de Conferencias episcopales
de Europa y agradezco al cardenal
Péter Erdő las palabras con las que
ha introducido este encuentro.
Como pastores cercanos a vuestro
pueblo y atentos a las exigencias de
la gente, conocéis bien la complejidad de los escenarios y la importancia de los desafíos que también debe
afrontar la misión de la Iglesia en
Europa. Como escribí en la exhortación apostólica Evangelii gaudium,
estamos llamados a ser una Iglesia
«en salida», en movimiento desde el
centro hacia la periferia, para salir al
encuentro de todos, sin miedo, sin
desconfianza y con valentía apostólica (cf. n. 20) ¡Cuántos hermanos y
hermanas, cuántas situaciones, cuántos contextos, incluso los más difíciles, tienen necesidad de la luz del
Evangelio!
Quiero agradeceros, queridos hermanos, el compromiso con el que
habéis acogido este texto. Sé que es-
te documento es cada vez más objeto de amplia reflexión pastoral y estímulo para caminos de fe y evangelización de tantas parroquias, comunidades y grupos. También este es
un signo de comunión y unidad de
la Iglesia.
El tema de vuestra plenaria, «Familia y futuro de Europa», constituye una ocasión importante para reflexionar juntos sobre cómo valorizar a la familia en cuanto recurso
inestimable para la renovación pastoral. Me parece importante que
pastores y familias trabajen juntos,
con espíritu de humildad y diálogo
sincero, para que las comunidades
parroquiales lleguen a ser «familia
de familias». En este ámbito, dentro
de vuestras respectivas Iglesias locales han florecido interesantes experiencias que merecen la atención necesaria y acrecentar una proficua colaboración. Novios que viven seriamente la preparación para el matri-
monio; parejas de esposos que acogen a hijos de otros de modo transitorio o en adopción; grupos de familias que en la parroquia o en los
movimientos se ayudan en el camino
de la vida y de la fe. No faltan diferentes experiencias de pastoral de la
familia y de compromiso político y
social en apoyo de las familias, ya
sea de las que viven una vida matrimonial ordinaria, ya sea de las que
viven afectadas por problemas o
rupturas. Es importante captar estas
experiencias significativas presentes
en los diversos ámbitos de la vida de
los hombres y las mujeres de nuestro
tiempo, acerca de los cuales hay que
realizar un discernimiento oportuno
para después «ponerlos en la red»,
implicando así a otras comunidades
diocesanas.
La colaboración entre pastores y
familias también se extiende al campo de la educación. Por sí misma la
familia que ya cumple bien su mi-
sión con sus miembros es una escuela de humanidad, de fraternidad, de
amor, de comunión, que prepara a
ciudadanos maduros y responsables.
Una colaboración abierta entre realidad eclesial y familia favorecerá la
maduración de un espíritu de justicia, de solidaridad, de paz y también
de valentía en las propias convicciones. Se trata de apoyar a los padres
en su responsabilidad de educar a
los hijos, salvaguardando su derecho
imprescindible de dar a sus hijos la
educación que consideren más idónea. En efecto, los padres siguen
siendo los primeros y principales
educadores de sus hijos, por tanto,
tienen el derecho de educarlos en
conformidad con sus convicciones
morales y religiosas. Al respecto, se
podrán delinear comunes y coordinadas directrices pastorales que habrá que poner en práctica para promover y apoyar positivamente a las
escuelas católicas.
Queridos hermanos: Os aliento a
proseguir vuestro compromiso de favorecer la comunión entre las distintas Iglesias de Europa, facilitando
una adecuada colaboración con vistas a una evangelización fructuosa.
También os invito a ser una «voz
profética» dentro de la sociedad, sobre todo allí donde el proceso de secularización en curso en el continente tiende a hacer cada vez más marginal hablar de Dios. Que en esta
tarea os sostenga la intercesión celestial de la Virgen María y de las santas y santos patronos de Europa. Os
pido, por favor, que recéis por mí, y
os bendigo de corazón.
Discurso a la plenaria Justicia y paz
Para tutelar el derecho al trabajo
La necesidad de tutelar los derechos
del trabajo y de promover reformas
orientadas a redistribuir riqueza y
soberanía fue indicada por el Papa a
los participantes en la asamblea
plenaria del Consejo pontificio Justicia
y paz, a quienes recibió en audiencia el
jueves 2 de octubre, por la mañana, en
la sala Clementina.
Señores cardenales,
queridos hermanos obispos y sacerdotes, hermanos y hermanas:
Os saludo a todos con afecto y
doy las gracias al cardenal Peter
Turkson por las palabras con las que
ha introducido este encuentro. Vuestra plenaria coincide con el quinto
aniversario de la promulgación de la
encíclica Caritas in veritate. Un documento fundamental para la evangelización del ámbito social, que
ofrece valiosas indicaciones para la
presencia de los católicos en la sociedad, en las instituciones, en la
economía, en la finanza y en la política. La Caritas in veritate atrajo la
atención sobre los beneficios pero
también sobre los peligros de la globalización, cuando ella no se orienta
al bien de los pueblos. Si la globalización acrecentó notablemente la riqueza global del conjunto y de mu-
chos Estados concretos, ella también
aumentó las diferencias entre los diversos grupos sociales, creando desigualdades y nuevas pobrezas en los
mismos países considerados más ricos.
Uno de los aspectos del actual sistema económico es la explotación
del desequilibrio internacional en los
costes del trabajo, que afecta a miles
de personas que viven con menos de
dos dólares al día. Un tal desequilibrio no sólo no respeta la dignidad
de quienes mantienen la mano de
obra a bajo precio, sino que destruye
fuentes de trabajo en esas regiones
donde es mayormente tutelado. Aquí
se presenta el problema de crear mecanismos de tutela de los derechos
del trabajo, además del ambiente, en
presencia de una creciente ideología
de consumo, que no muestra responsabilidad en relación con las ciudades y la creación.
El crecimiento de las desigualdades y las pobrezas ponen en riesgo
la democracia inclusiva y participativa, la cual presupone siempre una
economía y un mercado que no excluyen y que son justos. Se trata, entonces, de vencer las causas estructurales de las desigualdades y de la
pobreza. En la exhortación apostóli-
ca Evangelii gaudium he querido señalar tres instrumentos fundamentales para la inclusión social de los
más necesitados, como la educación,
el acceso a la asistencia sanitaria y el
trabajo para todos (cf. n. 192).
En otras palabras, el Estado de
derecho social no va rechazado y en
particular el derecho fundamental al
trabajo. Esto no puede considerarse
una variable que depende de los
mercados financieros y monetarios.
Esto es un bien fundamental con
respecto a la dignidad (cf. Ibid.), a
la formación de una familia, a la realización del bien común y de la paz.
La instrucción y el trabajo, el acceso
al welfare para todos (cf. Ibid, 205),
son elementos clave ya sea para el
desarrollo y la justa distribución de
los bienes, ya sea para alcanzar la
justicia social, ya sea para pertenecer
a la sociedad (cf. Ibid, 53) y participar libre y responsablemente en la
vida política, entendida como gestión de la res publica. Visiones que
buscan aumentar la rentabilidad, a
costa de la restricción del mercado
del trabajo que crea nuevos excluidos, no son conformes a una economía al servicio del hombre y del
bien común, a una democracia inclusiva y participativa.
Otro problema surge de los desequilibrios permanentes entre sectores
económicos, entre remuneraciones,
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número 41, viernes 10 de octubre de 2014
L’OSSERVATORE ROMANO
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Durante la primera congregación general la relación del secretario general
Colegialidad en camino
La primera congregación general se llevó a cabo el lunes 6 de octubre, por la
mañana. Después del canto de la hora
tercia, el saludo del cardenal André
Vingt-Trois, presidente delegado de turno, y las palabras de introducción del
Papa, tomó la palabra el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del
Sínodo. A continuación el texto de su
relación.
Beatísimo Padre,
eminentísimos y excelentísimos
padres sinodales,
queridos hermanos y hermanas:
Con gran honor y emoción me dirijo a la asamblea general del Sínodo de obispos, la III Extraordinaria,
por primera vez en calidad de secretario general, después de mi nombramiento el 21 de septiembre de
2013, y deseo agradecer a Vuestra
Santidad que al comienzo de su
Pontificado haya convocado esta
Asamblea, suprema expresión de la
colegialidad episcopal, sobre el tema: «Los desafíos pastorales sobre la
familia en el contexto de la evangelización».
En la primera Homilía en la Capilla Sixtina (14 de marzo de 2013),
Vuestra Santidad, al trazar la línea
del Pontificado, citó tres verbos: caminar, edificar y profesar, situando
en el primer puesto «caminar». Y
caminar juntos es precisamente
«syn-odós», «Synodus». Es la Iglesia, comunidad de los creyentes en
Cristo, caminando hacia la casa del
Padre, misionera en las calles del
mundo, la que anuncia y profesa la
fe en Cristo Jesús, desde su papel de
organismo institucional y a través de
los distintos carismas y ministerios
que especifican en comunión el método, el estilo de vida y el testimonio del Evangelio.
Querría, Santidad, expresar mi
gratitud, además, por la buena noticia —que los padres Sinodales y la
Iglesia entera han acogido y recibido
con alegría— de la beatificación de
Pablo VI, que se celebrará el próximo domingo 19 de octubre al final
de esta Asamblea General Extraordinaria. El acontecimiento se inscribe
en el contexto significativo de esta
Asamblea, que cuenta con la presencia de miembros sinodales provenientes de todo el mundo, encuadrado en el gran marco de comunión
que en estos días se manifiesta en
numerosas iniciativas de oración por
el buen resultado del Sínodo.
Pablo VI, declarado beato en el
contexto sinodal, marca un momento relevante de colegialidad y sinodalidad, por lo actual de su figura, a
distancia de 50 años, como el Papa
que guió y clausuró el Concilio Ecuménico Vaticano II y el Papa que,
aplicando el Concilio, instituyó el
Sínodo de los obispos y acompañó
sus primeros pasos. El próximo año
2015, reunidos nuevamente en Sínodo, tendremos la satisfacción de celebrar los dos aniversarios.
Deseo dirigirme a los 253 participantes de esta Asamblea Sinodal,
presidida por el Sumo Pontífice, el
Papa Francisco, Cabeza del Colegio
Episcopal y Pastor de la Iglesia Uni-
versal, para darles una cordial y sentida bienvenida.
Saludo a los padres sinodales provenientes de los cinco continentes,
que son los jefes de los 13 Sínodos
de obispos de las Iglesias Orientales
Católicas sui iuris, los presidentes de
las 114 Conferencias episcopales y los
3 Representantes de la Unión de superiores generales. También saludo
fraternalmente a los 26 jefes de los
dicasterios de la curia romana, los 15
miembros del XIII Consejo ordinario
y los 26 miembros de nombramiento
pontificio.
Dirijo un saludo especial a los 8
Delegados fraternos, representantes
de Iglesias y comunidades eclesiales,
que comparten con los católicos el
compromiso de trabajar por una acción eficaz en favor de la familia.
Asimismo saludo cordialmente a los
16 expertos y los 38 oyentes (Auditores), hombres y mujeres, elegidos entre muchos especialistas y personas
comprometidas en la pastoral familiar, conscientes de que sus competencias y testimonios personales y
los de sus respectivas comunidades
enriquecerán los trabajos sinodales.
Extiendo mi cordial saludo a los
encargados de Prensa, a los asistentes, a los traductores, al personal
técnico y, en especial, al Excmo.
subsecretario, recientemente elevado
al episcopado y a los colaboradores
de la Secretaría General del Sínodo
de los obispos, agradecido por su
generosa y valiosa contribución en la
preparación de la Asamblea sinodal.
La Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los obispos, por
su misma naturaleza, como consta
en las normas estatutarias del Organismo (Ordo Synodi Episcoporum), se
configura como una Asamblea con
finalidades específicas tanto en la
materia como en su rápida definición por el bien de la Iglesia universal. También se diferencia de la Ordinaria y de la Especial por la cualidad, por el número institucional de
los miembros y por su duración.
Para una nueva dinámica del Sínodo y por la urgencia que se atribuye al tema anunciado, «Los desafíos pastorales de la familia en el
contexto de la evangelización», el 8
de octubre de 2013 el Santo Padre
eligió este tipo de Asamblea, cuando
convocó la Asamblea General Extraordinaria del Sínodo del 5-19 de
octubre de 2014, que ahora estamos
celebrando.
Es una fecha importante porque
la Secretaría General del Sínodo de
obispos, junto con su Consejo ordinario, aceptó el deseo del Santo Padre de dividir el recorrido sinodal en
varios tiempos —que se describirán
más adelante—, es decir, en dos etapas, o más bien tres, si se incluye el
Consistorio de cardenales del 20-21
del pasado febrero. El criterio que
ha guiado este nuevo camino sinodal es el de seguir la normativa vigente, marchar hacia adelante y dar
los pasos necesarios para alcanzar
los objetivos de la eficacia y la tempestividad.
Ahora me referiré a las distintas
actividades del Sínodo de los obispos durante el lapso de tiempo
transcurrido desde la XIII Asamblea
General Ordinaria celebrada en 2012, a la
Preparación de la
Asamblea
General
Extraordinaria y a las
prospectivas y novedades de este Sínodo,
con una conclusión.
Actividades entre
la XIII Asamblea
General Ordinaria
de 2012 y la III
Asamblea General
Extraordinaria
La Asamblea General Ordinaria finalizó
el 28 de octubre de
2012 con las «propositiones» que fueron entregadas al Santo Padre, entonces el Papa
Benedicto XIV, siguiendo la práctica
habitual. Al final de
esa Asamblea sinodal
se constituyó el XIII
Consejo ordinario de la Secretaría
General, compuesto por 15 miembros (12 elegidos por la Asamblea y
3 por nombramiento pontificio), el
cual celebró siete reuniones.
La primera reunión se celebró justo al final de la Asamblea General
Ordinaria, el 28 de octubre de 2012,
durante la cual se dio a conocer el
trabajo que había que hacer y se indicaron los pasos que había que dar.
La segunda reunión, llevada a cabo el 26 de noviembre de 2012, tenía
dos finalidades: por una parte, el
examen del material obtenido en la
XIII Asamblea General Ordinaria
con vistas a la redacción de un borrador para un posible documento
post-sinodal; por otra, la puesta en
marcha de la consulta sobre el tema
de la XIV Asamblea General Ordinaria prevista para el año 2015, aniversario de los 50 años de la clausura
del Concilio Ecuménico Vaticano II.
Durante la tercera reunión, que
tuvo lugar del 23 al 24 de enero de
2013, el Consejo ordinario siguió
preparando el borrador final del documento post-sinodal y el análisis de
las propuestas para el tema de la siguiente Asamblea General Ordinaria. La reunión se cerró con la formulación de una terna de argumentos, entre los cuales aparecían en primer lugar la temática cristológica y
la antropológica con especial referencia a la Const. conciliar Gaudium
et spes, 22.
Por aquel entonces se produjo la
renuncia del Papa Benedicto XVI, el
11 de febrero de 2013 y la elección
del sucesor, el Papa Francisco, el 13
de marzo de 2013. Tras su elección,
el nuevo Pontífice, con ocasión de la
cuarta reunión del XIII Consejo ordinario, que tuvo lugar durante los
días 13 y 14 de junio, recibió en Audiencia al entonces Secretario General, Su Excelencia Nikola Eterović y
a los miembros del Consejo ordinario. En dicha reunión se entregó al
Santo Padre Francisco un texto que
recogía los frutos de la XIII Asamblea General Ordinaria sobre la
evangelización, así como los resultados de la consulta para el tema de la
siguiente Asamblea General Ordinaria. Posteriormente, el Santo Padre,
en la Audiencia al Secretario General del 4 de julio de 2013, trazó las
líneas generales de un tema relativo
a la vocación de la persona y de la
familia humana.
Ahora hablaré de la preparación,
remota e inmediata, de la III Asamblea General Extraordinaria que ayer
se inauguró solemnemente con la celebración eucarística presidida por el
Santo Padre y concelebrada por todos los padres sinodales así como
por los presbíteros participantes en
los trabajos sinodales.
Preparación de la III Asamblea
General Extraordinaria
Después de la cuarta reunión del
Consejo ordinario, el 23 de agosto
de 2013, el Papa Francisco recibió en
Audiencia al Secretario General, el
Excelentísimo Nikola Eterović, y en
dicha ocasión decidió convocar la III
Asamblea General Extraordinaria,
eligiendo el tema de los desafíos
pastorales en la familia.
A continuación, el Papa Francisco,
al confiarme, el 21 de septiembre de
2013, el encargo de guiar la Secretaría General del Sínodo de obispos, y
al invitarme al mismo tiempo a dar
un nuevo impulso y a potenciar la
estructura sinodal, expresó su voluntad de convocar lo antes posible la
III Asamblea General Extraordinaria
del Sínodo con el tema que había
anunciado, pero que aún no había
proclamado oficialmente.
Mientras tanto el XIII Consejo ordinario, presidido por el Santo Padre, se reunía los días 7 y 8 de octubre 2013: la quinta reunión.
En esa reunión comenzó enseguida el proceso de preparación, con la
redacción del primer borrador del
Documento Preparatorio de la
Asamblea General Extraordinaria. El
texto, sometido al examen de los
miembros del Consejo, incluía un
Cuestionario que debía llegar a toSIGUE EN LA PÁGINA 10
L’OSSERVATORE ROMANO
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viernes 10 de octubre de 2014, número 41
Relación del secretario general
VIENE DE LA PÁGINA 9
dos los organismos implicados y,
más extensamente, a toda la Iglesia
para poner en marcha una consulta
sobre los desafíos pastorales relativos
a la familia. El documento fue aprobado más tarde con enmiendas, que
se añadieron debidamente antes del
envío a sus destinatarios y de su publicación.
Precisamente al final de los trabajos de esta reunión, el Santo Padre
convocó, el 8 de octubre de 2013, la
III Asamblea General Extraordinaria,
fijando definitivamente el tema con
la siguiente formulación: «Los desafíos pastorales de la familia en el
contexto de la evangelización». En
esa misma reunión el Santo Padre
confió oficialmente los preparativos
de la Asamblea General Ordinaria al
XIII Consejo ordinario, elegido durante la XIII Asamblea General Ordinaria de 2012.
Seguidamente, el día 14 de octubre de 2013 el Santo Padre Francisco
nombró el Relator General, el Emmo. Card. Péter Erdő, y el Secretario Especial, el Excmo. Bruno Forte,
miembros del XIII Consejo ordinario,
los cuales, en estrecha colaboración
con la Secretaría General del Sínodo
de los obispos, se dispusieron a realizar lo mejor posible sus respectivas
funciones.
El Documento Preparatorio (Lineamenta) fue presentado en Conferencia de Prensa el 5 de noviembre de
2013 en seis idiomas (alemán, español, francés, inglés, italiano y portugués). Con este acto público se ofrecía una amplia consulta a toda la
Iglesia, que ha visto trabajar a las
comunidades locales en la reflexión
y la oración sobre el tema de la
Asamblea sinodal. El Cuestionario
ha suscitado un gran interés entre
los pastores y los fieles. Lo demuestra el alto porcentaje de las respuestas recibidas: el 83,11% del total de
los interesados (88,59 % de las Conferencias episcopales; 65,38 % de los
dicasterios de la curia romana; 76,92
% de los Sínodos de las Iglesias
Orientales). A estas respuestas se
añaden las numerosas observaciones
de individuos y grupos, tanto dentro
como fuera de la Iglesia.
Las aportaciones, que se han dado
como respuestas al «Cuestionario»
del Documento Preparatorio, han sido
objeto de un esmerado examen y estudio por parte de la Secretaría General y del Consejo ordinario, que
dedicó a esta tarea su sexta reunión,
llevada a cabo del 24 al 25 de febrero de 2014, presidida por el Santo
Padre, durante la cual se presentó el
primer borrador del Instrumentum
Laboris, fruto del trabajo de un equipo de 9 personas expertas que estudiaron y resumieron las respuestas al
Cuestionario.
Entre la sexta y la séptima reunión del Consejo ordinario tuvo lugar el nombramiento de los presidentes Delegados, los Eminentísimos
cardenales André Vingt-Trois, Arzobispo de París, Luis Antonio G. Tagle, Arzobispo de Manila y Raymundo Damasceno Assis, Arzobispo
de Aparecida (15 de marzo de 2014).
Además, en ese mismo período, el
Santo Padre elevó a la dignidad
episcopal al subsecretario, el Excmo.
las Iglesias Católicas Orientales sui
iuris, los presidentes de las 114 Conferencias episcopales y los jefes de 25
dicasterios de la curia romana. A estos se añaden, por disposición del
Santo Padre, en calidad de miembros ex officio, los Prelados que forman parte del XIII Consejo ordinario, a los cuales se ha confiado la tarea de preparar la Asamblea Extraordinaria. Como miembros ex electione,
participan 3 Religiosos elegidos por
la Unión de superiores generales.
Por último, también toman parte en
la Asamblea sinodal 26 Miembros ex
nominatione pontificia, provenientes
de distintas partes del mundo: 14
cardenales, 5 Arzobispos, 3 obispos y
4 Presbíteros.
En el conjunto de los
191 padres sinodales se
cuentan 61 cardenales, 1
Patriarca cardenal, 7 Patriarcas, 1 Arzobispo
Mayor, 66 Arzobispos (de los cuales
2 son Metropolitanos, 3 titulares y 2
eméritos), 47 obispos (de los cuales
1 es titular, 2 son
Vicarios
Apostólicos, 1 Exarca Apostólico y 1 emérito), 1
Obispo Auxiliar, 1 sacerdote Prelado y 6
Religiosos.
Además, según el
Art. 7 del Ordo Synodi, han sido invitados a esta Asamblea sinodal otros
participantes en calidad de expertos o
colaboradores
del
Secretario Especial (16), oyentes o Auditores
(38) y Delegados Fraternos
Maximino Cerezo Barredo, «Familia Santa»
(8), provenientes de distintas
yo de 2014. Traducido en los mismos culturas y naciones. Hay que subraseis idiomas del Documento Prepa- yar que, entre los oyentes, al tratarse
ratorio, se hizo público en la Confe- de un sínodo dedicado a la familia,
rencia de Prensa del 26 de junio de se ha querido dar especial importan2014 y se difundió ampliamente en cia a la participación de parejas casadas, padres y jefes de familia, cuyo
la página Web de la Santa Sede.
Por lo que se refiere a la composi- número es de 12. También entre los
ción de esta Asamblea sinodal, hay 16 expertos se ha incluido a una paque recordar que según el Ordo Sy- reja casada. Agradecemos la presennodi Episcoporum (Art. 5 § 2) en la cia de los Delegados Fraternos, en
Asamblea General Extraordinaria to- representación de otras Iglesias y coman parte, en calidad de miembros munidades eclesiales. Ellos sin duda
ex officio, los jefes de las Iglesias comparten con la Iglesia católica el
Orientales Católicas sui iuris, los interés por la evangelización y el
presidentes de las Conferencias epis- cuidado pastoral de las familias en el
copales (nacionales o de varias na- mundo actual.
Paralelamente a las actividades de
ciones) y tres Religiosos elegidos
por la Unión de superiores genera- normal administración en preparales. Además, según las mismas nor- ción de la III Asamblea General Exmas sinodales (Art. 5 § 4) es prerro- traordinaria, la Secretaría General ha
gativa del Santo Padre nombrar de llevado a cabo otras actividades relacionadas con el argumento sinodal,
propia voluntad otros miembros.
Por tanto, en esta Asamblea Extraor- con el fin de analizar algunos temas
dinaria participan 191 padres sinoda- específicos que están estrechamente
les según las tres siguientes catego- vinculados a la temática general.
rías: 162 ex officio, 3 ex electione y 26 Con este propósito, se han organizaex nominatione pontificia. La Asam- do varias reuniones, llamadas «Interblea sinodal compuesta de esta for- dicasteriales», que han incluido a rema acoge a padres sinodales venidos presentantes de algunos dicasterios
de los cinco continentes: 42 de Áfri- de la curia romana así como a persoca, 38 de América, 29 de Asia, 78 nalidades del mundo académico de
Europa y 4 de Oceanía.
las Universidades pontificias romaLos miembros ex officio son los je- nas. En estos encuentros se ha realifes de los 13 Sínodos de obispos de zado una importante tarea de estuMons. Fabio Fabene, el 8 de abril
de 2014, asignándole la Diócesis titular de Acquapendente. En dicha
ocasión el Santo Padre escribió una
carta al Secretario General en la que
manifestaba su voluntad de promover la colegialidad y desarrollar aún
más la sinodalidad en la Iglesia.
El abundante material recogido y
ordenado por la Secretaría General
en respuesta al Cuestionario del Documento Preparatorio se sintetizó en
la redacción del Instrumentum laboris
o Documento de trabajo, cuyo texto
fue discutido y aprobado durante la
séptima reunión del Consejo ordinario, celebrada los días 13 y 14 de ma-
dio y profundización que ha sido de
gran utilidad para elaborar la síntesis de las respuestas, para redactar el
texto del Instrumentum laboris y para
preparar a la Secretaría General a
afrontar los trabajos sinodales.
Por último, la Secretaría General
ha puesto en marcha para esta
Asamblea Extraordinaria algunas
iniciativas de oración acerca de la familia. Concretamente, la Solemnidad
de la Sagrada Familia, el domingo
29 de diciembre de 2013, fue celebrada contemporáneamente con especial énfasis en tres importantes lugares de culto: la Basílica de la Anunciación en Nazaret en Tierra Santa,
la Basílica de la Santa Casa de Loreto en Italia, y el Santuario de la Sagrada Familia en Barcelona. Además, el Santo Padre durante el Angelus de ese domingo apoyó la iniciativa invitando a toda la Iglesia a
la oración por el buen éxito de la
Asamblea sinodal. En esa ocasión se
difundió en varias versiones lingüísticas la oración para el Sínodo sobre
la familia, escrita ex profeso por el
Santo Padre.
También el domingo 28 de septiembre fue una jornada especial de
oración por el Sínodo, que la Secretaría General promovió invitando a
todas las Conferencias episcopales y
otros Organismos eclesiales interesados a unirse en oración por las familias y los trabajos sinodales. Con ese
fin, se ha propuesto y difundido un
esquema de oración de los fieles para utilizar en las celebraciones de la
Misa dominical. Desde hoy, mientras estamos aquí reunidos para llevar adelante nuestro trabajo, en la
Basílica de Santa María la Mayor de
Roma los fieles rezarán por el Sínodo en la Capilla de la Salus Populi
Romani, con la colaboración de la
diócesis de Roma. Allí, estarán expuestas las reliquias de Santa Teresita del Niño Jesús y sus beatos padres, Zélie y Louis Martin, así como
las reliquias de los beatos cónyuges
Luigi e Maria Beltrame Quatrocchi.
Perspectivas y novedades
La amplia descripción de las actividades de la Secretaría General, especialmente en preparación de la
Asamblea Extraordinaria que se abre
hoy, permite identificar las novedades y perspectivas en las cuales puede crecer el Sínodo de los obispos,
como ya preveía Pablo VI en la introducción del Motu Proprio Apostolica Sollicitudo.
Es evidente que la primera novedad concierne al camino sinodal que
ha querido el Santo Padre. Un camino que se desarrollará entre dos sínodos: la actual Asamblea Extraordinaria y la Ordinaria del próximo
año. Un tiempo fuerte y oportuno,
un Kairos para toda la Iglesia: pastores y fieles, en el cual dejarse guiar
por el Espíritu Santo para realizar la
sinodalidad a la que nos ha llamado
en diversas ocasiones el Santo Padre
como elemento relevante del Pontificado y de la vida de la Iglesia. Juntos, cada uno con su improrrogable
responsabilidad, somos llamados a
reflexionar y profundizar, a la luz
del Evangelio y de la fe de la Iglesia
sobre el tema de la familia. En el camino preparatorio y en el hecho de
número 41, viernes 10 de octubre de 2014
estar aquí reunidos con el Obispo de
Roma vemos realizada la enseñanza
del Papa Francisco que no se cansa
nunca de recordarnos que «debemos
caminar juntos: la gente, los obispos
y el Papa. La sinodalidad hay que
vivirla a varios niveles (cf. Entrevista
a La Civiltà Cattolica de septiembre
de 2013 (n. 164 -19/09/2013- 465-466)
y refiriéndose a la misión del Sucesor de Pedro de confirmar en la fe,
el Santo Padre añadía: «Confirmar
en la unidad: el Sínodo de los obispos, en armonía con el primado.
Hemos de ir por este camino de la
sinodalidad, crecer en armonía con
el servicio del primado.… Esto debe
impulsar a superar siempre cualquier
conflicto que hiere el cuerpo de la
Iglesia. Unidos en las diferencias: no
hay otra vía católica para unirnos.
Este es el espíritu católico, el espíritu cristiano: unirse en las diferencias.
Este es el camino de Jesús...» (Homilía en la solemnidad de san Pedro
y san Pablo, 29 de junio de 2013).
En este espíritu sinodal de comunión fraterna se desarrolló la fase
preparatoria de esta Asamblea sinodal, en la cual se escuchó al Pueblo
de Dios en su variedad de obispos,
presbíteros, diáconos y fieles laicos.
Mediante el Cuestionario adjunto al
Documento Preparatorio se expresaron
además de las Conferencias episcopales y quienes tenían derecho a hacerlo, sacerdotes y numerosos fieles
laicos o asociaciones de laicos, que
con sus observaciones manifestaron
su pensamiento acerca de las cuestiones más vivas de la familia en
nuestro tiempo. Con el Cuestionario
salió a la luz una realidad difusa en
las diócesis y las parroquias de asociaciones y grupos formados por
hombres y mujeres que trabajan para
sostener a la familia en las diversas
situaciones de cada continente. Las
numerosas respuestas recibidas fueron alentadas, por una parte, por el
tema del Sínodo que toca la vida
pastoral de las comunidades y la solicitud que los obispos tienen desde
hace tiempo por la familia. Por otra
parte, ha contribuido el espíritu de
libertad y de sinceridad deseados
desde el principio. Esta amplia libertad de expresión debe caracterizar
también esta asamblea sinodal, ya
que expresar las propias convicciones siempre es positivo, si se hace
con el debido respeto, caridad y sentido constructivo. Todos somos
conscientes de que en la libertad crece la comunión fraterna, se enriquece el debate y se identifican las opciones pastorales más adecuadas para la familia de hoy. En efecto, es
importante expresarse sin miedo y
sin sospechas. Sentirse libres de ex-
L’OSSERVATORE ROMANO
presar lo que se cree o aquello de lo
que se duda muestra la cualidad del
hombre que lo distingue de las otras
criaturas y lo hace responsable ante
Dios y ante los hombres. La discusión, pues, en el Sínodo será abierta,
habrá confrontación y los participantes en sus diversas funciones están
llamados a hacer predominar, no su
propio interés o punto de vista, sino
a buscar la verdad, que no es un
concepto abstracto, fruto de especulación filosófica o teológica, sino la
persona de Cristo, Hombre-Dios,
hombre histórico e Hijo del Padre:
«Yo soy el camino, la verdad y la vida». Hay que partir de ahí. El primer evangelizador fue Jesús, que salió a las calles y se dio a conocer
con la palabra y con los signos y, finalmente, con su testimonio de vida.
Entre los materiales que se han
entregado a los padres sinodales y a
todos los participantes se encuentran
en particular el Vademecum, instrumento indispensable para seguir los
trabajos de la Asamblea. Querría señalar algunos elementos nuevos que
conciernen a la organización de los
trabajos y, por tanto, relativos a la
metodología interna de esta Asamblea. Su naturaleza de Extraordinaria ya conlleva una reducción en los
tiempos y en el número de participantes, lo cual implica una mayor
atención en la distribución de las intervenciones y en la logística.
En el calendario, que se encuentra
al final del Vademecum, podréis notar
que durante el debate en el Aula,
que tendrá lugar durante la primera
semana, a partir de la 2ª Congregación general, se seguirá un orden temático en correspondencia con las
partes y los capítulos del Instrumentum laboris. Así, el lunes por la tarde
los temas serán dos: el designio de
Dios acerca del matrimonio y la familia (I parte, cap. 1), y el conocimiento de la S. Escritura y del Magisterio sobre matrimonio y familia
(I parte, cap, 2). Para la 3ª Congregación general están previstos otros
dos temas: el Evangelio de la familia
y la ley natural (I parte, cap. 3), la
familia y la vocación de la persona
en Cristo (I parte, cap. 4). La tarde
de ese mismo día, se dedicará a la
pastoral de la familia y las diversas
propuestas actuales (II parte, cap.
1). El miércoles por la mañana, durante la 5ª Congregación general, seguirá el debate con los desafíos pastorales de la familia (II parte, cap.
2). En cambio, por la tarde la atención se dirigirá a las situaciones pastorales difíciles (II parte, cap. 3). La
7ª Congregación general tendrá por
tema los desafíos pastorales acerca
de la apertura a la vida (III parte,
cap. 1), mientras que la 8ª Congregación general abordará el tema de
la Iglesia y la familia frente al desafío educativo (III parte, cap. 2).
Cada una de estas sesiones temáticas se abrirá con una breve introducción del Presidente Delegado de turno, a la cual seguirá un testimonio
de parte de los Auditores elegidos
para la ocasión, y privilegiando la
participación de las parejas de esposos. De este modo, ellos podrán iluminar con experiencias de vida personales la temática, ofreciendo una
perspectiva laical que ciertamente
contribuirá a enriquecer el debate sinodal.
En las reuniones de los Círculos
menores, que tendrán lugar durante
la segunda semana de los trabajos sinodales, también se procederá a la
discusión de la Relatio post-disceptationem siguiendo el mismo orden temático.
Otra novedad de la metodología
sinodal consiste en la Relatio Synodi,
es decir, el Documento que contiene
la síntesis de los trabajos sinodales y
que, tras las oportunas enmiendas
de los Círculos menores se presentará en el Aula en su redacción definitiva para la aprobación de la Asamblea. Esto significa que no habrá
Propositiones, como en los otros tipos
de Asambleas sinodales.
Esta Relatio Synodi, una vez aprobada por la Asamblea, se entregará
al Santo Padre para que disponga
de ella a su discreción y decisión.
Asimismo, será el punto de partida
para la preparación de la segunda
etapa del proceso sinodal, es decir,
la XIV Asamblea General Ordinaria
que se celebrará en el mes de octubre de 2015. En otras palabras, dicha
Relatio se convertirá —con las debidas adaptaciones— en el Documento
Preparatorio para la Asamblea sinodal sucesiva. Tal documento se enviará después a quienes sea de deber, los cuales después de haberlo
discutido y profundizado, lo enviarán de nuevo a la Secretaría General
para la elaboración del Instrumentum
laboris de la XIV Asamblea General
O rdinaria.
También hay novedades por lo
que se refiere a la difusión de las noticias relativas a la Asamblea Extraordinaria. De este servicio se ocupará la Oficina de Prensa de acuerdo con la Comisión para la información. En lugar del Boletín del Sínodo de los obispos, se difundirá el
habitual Boletín de la Oficina de
Prensa donde se encontrará la información general, que después se ampliará en los Briefings diarios dirigidos por el Director de la Oficina de
Prensa con la colaboración de los
página 11
encargados de Prensa y la participación de padres sinodales. Además, se
contará con el servicio de los Twitter
a fin de transmitir sintéticamente y
en tiempo real las noticias más importantes acerca del desarrollo de los
trabajos sinodales.
La Relatio ante disceptationem presenta también algunos elementos de
novedad, en el sentido de que esta
vez se ha compuesto con la aportación de las intervenciones de los padres sinodales recibidas por la Secretaría General antes del comienzo del
Sínodo. La Secretaría General pidió
a los padres sinodales que enviaran
anticipadamente su intervención, señalando en la medida de lo posible
el tema principal para asegurar un
orden mayor en el Aula, respetando
el orden temático. El objetivo ciertamente no era controlar el contenido
de las intervenciones, sino responder
mejor al sentido sinodal y colegial
de los padres, que son portadores de
las experiencias y de las exigencias
de las Iglesias particulares y de otros
organismos. De este modo, dicha
Relatio se convierte en un elemento
básico seguro sobre el cual trabajar
durante las intervenciones en el Aula
de la primera semana de trabajos. La
Relatio post disceptationem, que concluirá la primera semana de los trabajos se entregará a los padres sinodales, que la examinarán en los «circuli minores», la estudiarán y aportarán su contribución, siguiendo las
normas descritas en el Vademecum,
para la elaboración y redacción de la
Relatio Synodi o documento final,
que será un texto sinóptico integral,
compuesto de partes, capítulos y números.
Conclusión
La Iglesia es esencialmente comunión y lo es, como bien afirmó Pablo VI en la Homilía de apertura de
la I Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los obispos del 11 de noviembre de 1969, «en su doble referencia de comunión en Cristo con
Dios y de comunión en Cristo con
quienes creen en Él y virtualmente
con toda la humanidad». ¿Qué es la
colegialidad sino una comunión, una
solidaridad, una fraternidad, una caridad? ¿Qué es la sinodalidad sino
la dinámica original de la vida y del
camino de la Iglesia como comunidad, pueblo de Dios, que camina
junto en «un ejercicio articulado de
los diversos carismas y ministerios
para el anuncio, el testimonio y la
promoción de la venida del Reino
entre los hombres»? (P. Coda, Rinnovamento a cinquant’anni dal Vaticano II, El Regno, Actualidad, 12/2014,
p. 429).
Deseo que esta Asamblea sinodal
sea el lugar privilegiado de dicha colegialidad sinodal, que anuncia el
Evangelio caminando, y que esté impregnada de una nueva apertura al
Espíritu, de un método y un estilo
de vida y de testimonio, que garantice la unidad en la diversidad, la
apostolicidad en la catolicidad.
Que el Espíritu Santo ilumine a
los participantes de esta Asamblea y
la protección de la Virgen y de los
Santos y beatos intercesores velen
por los buenos resultados de este Sínodo.
L’OSSERVATORE ROMANO
número 41, viernes 10 de octubre de 2014
páginas 12/13
Celebración eucarística inaugural con los padres sinodales en la basílica vaticana
El sueño de Dios
La invitación a escuchar «los latidos de
este tiempo» y a mantener la mirada fija
en Cristo, para dar vida a un «encuentro
sincero, abierto y fraternal» sobre la
familia, dirigió el Papa Francisco a los
padres sinodales durante la vigilia de
oración promovida por la Conferencia
episcopal italiana en la plaza de San
Pedro el sábado 4 de octubre, por la
tarde, en la vigilia de apertura de la
asamblea general extraordinaria.
Queridas familias, ¡buenas noches!
Cae ya la noche en nuestra asamblea.
Es la hora en la que se regresa a casa
de buen grado para encontrarse en la
misma mesa, en el espesor de los afectos, del bien realizado y recibido, de
los encuentros que enardecen el corazón y lo hacen crecer, buen vino que
anticipa en los días del hombre la fiesta
sin ocaso.
Es también la hora más fuerte para
quien se encuentra cara a cara con su
propia soledad, en el crepúsculo amargo de sueños y proyectos destrozados:
cuántas personas arrastran sus días en
el callejón ciego de la resignación, del
abandono, si no del rencor; en cuántas
casas ha faltado el vino de la alegría y,
por lo tanto, el sabor —la sabiduría
misma— de la vida... De unos y de
El buen vino
de la familia
VIENE DE LA PÁGINA 1
A esta inequívoca invitación Francisco ha añadido inmediatamente
una certeza igualmente transparente
y firme: «y hacedlo con mucha tranquilidad y paz, porque el Sínodo se
lleva a cabo sempre cum Petro et sub
Petro, y la presencia del Papa es garantía para todos y custodia de la
fe». En este marco —repitió después— es necesario que todos colaboren «para que se afirme con claridad la dinámica de la sinodalidad»,
iluminados por el Espíritu que da el
«Señor Jesús, hijo de la Sagrada Familia de Nazaret».
De la familia había hablado Francisco en la homilía de la misa de
apertura del Sínodo y, con palabras
que entraron en el corazón de muchas personas durante la vigilia de
oración por los trabajos de la asamblea. Palabras que surgieron de la
meditación de la Escritura, sobre la
imagen de la viña como símbolo del
pueblo de Dios, en la profecía del
profeta Isaías y en las parábolas de
Jesús, y en la del vino, fruto de la
vid y signo de la fiesta que no tendrá fin.
Así, con palabras sencillas el Papa
ha sabido explicar la necesidad profunda del «buen vino» de la familia,
que vive en el corazón de las mujeres y hombres de hoy. Y por lo tanto
también el interés que suscita en
muchos ambientes este largo camino
sinodal, anunciado por el concistorio
de febrero pasado y que se extenderá hasta la asamblea ordinaria del
próximo año. En efecto, mientras
más profundas son las raíces familiares —ha dicho Francisco— «es más
posible salir e ir lejos en la vida, sin
extraviarse».
«Las Asambleas sinodales no sirven para
discutir ideas brillantes y originales, o
para ver quién es más inteligente», al
contrario «sirven para cultivar y guardar
mejor la viña del Señor, para cooperar en
su sueño, su proyecto de amor por su
pueblo». Lo destacó el Papa Francisco
durante la misa celebrada el domingo 5
de octubre, por la mañana, en la basília
vaticana, por la apertura del Sínodo.
Vigilia de oración en la plaza de San Pedro
Si falta el vino de la alegría
otros nos hacemos voz esta noche con
nuestra oración, una oración para todos.
Es significativo cómo —incluso en la
cultura individualista que desnaturaliza
y hace efímeros los vínculos— en cada
nacido de mujer permanece vivo una
necesidad esencial de estabilidad, de
una puerta abierta, de alguien con
quien entretejer y compartir la historia
de la vida, una historia a la cual pertenecer. La comunión de vida asumida
por los esposos, su apertura al don de
la vida, la custodia recíproca, el encuentro y la memoria de las generaciones, el acompañamiento educativo, la
transmisión de la fe cristiana a los
hijos...: con todo esto la familia continúa siendo escuela inigualable de humanidad, contribución indispensable a
una sociedad justa y solidaria (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 66-68). Y
mientras más profundas son sus raíces,
es más posible salir e ir lejos en la vida,
sin extraviarse ni sentirse extranjeros en
cualquier territorio. Este horizonte nos
ayuda a percibir la importancia de la
Asamblea sinodal que se abre mañana.
Ya el convenire in unum en torno al
obispo de Roma es un acontecimiento
de gracia, en el que la colegialidad
episcopal se manifiesta en un camino
de discernimiento espiritual y pastoral.
Para volver a buscar lo que hoy el Señor pide a su Iglesia, debemos escuchar los latidos de este tiempo y percibir el «olor» de los hombres de hoy,
hasta quedar impregnados de sus alegrías y esperanzas, de sus tristezas y
angustias (cf. Gaudium et spes, 1). En
ese momento sabremos proponer con
credibilidad la buena nueva sobre la familia.
Conocemos, en efecto, cómo en el
Evangelio existen una fuerza y una ternura capaces de vencer lo que crea infelicidad y violencia. ¡Sí, en el Evangelio está la salvación que colma las necesidades más profundas del hombre! De
esta salvación —obra de la misericordia
de Dios y de su gracia— como Iglesia
somos signo e instrumento, sacramento
vivo y eficaz (cf. Exhort. ap. Evangelii
gaudium, 112). Si no fuera así, nuestro
edificio quedaría sólo como un castillo
de naipes y los pastores se reducirían a
clérigos de estado, en cuyos labios el
pueblo buscaría en vano la frescura y el
«olor a Evangelio» (Ibid., 39).
Surgen así, en este marco, los contenidos de nuestra oración. Pidamos ante
todo al Espíritu Santo, para los padres
sinodales, el don de la escucha: escucha
de Dios, hasta escuchar con Él el clamor del pueblo; escucha del pueblo,
hasta respirar en él la voluntad a la que
Dios nos llama. Junto con la escucha,
invoquemos la disponibilidad a un en-
cuentro sincero, abierto y fraternal, que
nos lleve a hacernos cargo con responsabilidad de los interrogantes que trae
consigo este cambio de época. Dejemos
que se derramen en nuestro corazón,
sin perder jamás la paz, sino con la
confianza serena de que a su tiempo el
Señor conducirá de nuevo a la unidad.
La historia de la Iglesia —lo sabemos—
sus aflicciones y dificultades, tanto internas como externas» (Conc. Ecum.
Vat. II, Const. dogm. sobre la Iglesia
Lumen gentium, 8).
Que el viento de Pentecostés pueda
soplar sobre los trabajos sinodales, sobre la Iglesia, sobre la humanidad entera. Que desate los nudos que impiden
Hoy, el profeta Isaías y el Evangelio
usan la imagen de la viña del Señor. La
viña del Señor es su «sueño», el proyecto que él cultiva con todo su amor,
como un campesino cuida su viña. La
vid es una planta que requiere muchos
cuidados.
El «sueño» de Dios es su pueblo: Él
lo ha plantado y lo cultiva con amor
paciente y fiel, para que se convierta en
un pueblo santo, un pueblo que dé
muchos frutos buenos de justicia.
Sin embargo, tanto en la antigua
profecía como en la parábola de Jesús,
el sueño de Dios queda frustrado.
Isaías dice que la viña, tan amada y
cuidada, en vez de uva «dio agrazones» (5, 2.4); Dios «esperaba derecho,
y ahí tenéis: sangre derramada; espera-
ba justicia, y ahí tenéis: lamentos» (v.
7). En el Evangelio, en cambio, son los
labradores quienes desbaratan el plan
del Señor: no hacen su trabajo, sino
que piensan en sus propios intereses.
Con su parábola, Jesús se dirige a
los jefes de los sacerdotes y a los ancianos del pueblo, es decir, a los «sabios»,
a la clase dirigente. A ellos ha encomendado Dios de manera especial su
«sueño», es decir, a su pueblo, para
que lo cultiven, lo cuiden y lo protejan
de los animales salvajes. El cometido
de los jefes del pueblo es éste: cultivar
la viña con libertad, creatividad y laboriosidad.
Pero Jesús dice que aquellos labradores se apoderaron de la viña; por su codicia y soberbia, quieren disponer de
ella como quieran, quitando así a Dios
la posibilidad de realizar su sueño sobre el pueblo que se ha elegido.
La tentación de la codicia siempre
está presente. También la encontramos
en la gran profecía de Ezequiel sobre
los pastores (cf. cap. 34), comentada
por san Agustín en su célebre discurso
que acabamos de leer en la Liturgia de
las Horas. La codicia del dinero y del
poder. Y para satisfacer esta codicia,
los malos pastores cargan sobre los
hombros de las personas fardos insoportables, que ellos mismos ni siquiera
tocan con un dedo (cf. Mt 23, 4).
También nosotros estamos llamados
en el Sínodo de los Obispos a trabajar
por la viña del Señor. Las Asambleas
sinodales no sirven para discutir ideas
brillantes y originales, o para ver quién
Ante las reliquias de cónyuges modelos
¿no nos relata acaso tantas situaciones
análogas, que nuestros padres supieron
superar con obstinada paciencia y creatividad?
El secreto está en una mirada: y es el
tercer don que imploramos con nuestra
oración. Porque, si de verdad queremos
verificar nuestro paso en el terreno de
los desafíos contemporáneos, la condición decisiva es mantener fija la mirada
en Jesucristo, detenerse en la contemplación y en la adoración de su rostro.
Si asumimos su modo de pensar, de vivir y de relacionarse, no tendremos dificultades en traducir el trabajo sinodal
en indicaciones e itinerarios para la
pastoral de la persona y de la familia.
En efecto, cada vez que volvemos a la
fuente de la experiencia cristiana se
abren caminos nuevos y posibilidades
inesperadas. Es lo que deja intuir la indicación evangélica: «Haced lo que Él
os diga» (Jn 2, 5). Son palabras que
contienen el testamento espiritual de
María, «amiga siempre atenta para que
no falte el vino en nuestras vidas» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 286). ¡Hagámoslas nuestras!
A tal punto las tres cosas: nuestra escucha y nuestro encuentro sobre la familia, amada con la mirada de Cristo, llegarán a ser una ocasión providencial
con la cual renovar —con el ejemplo de
san Francisco— la Iglesia y la sociedad.
Con la alegría del Evangelio volveremos a encontrar el paso de una Iglesia
reconciliada y misericordiosa, pobre y
amiga de los pobres; una Iglesia capaz
de «triunfar con paciencia y caridad de
a las personas encontrarse, sane las heridas que sangran, mucho, reavive la esperanza; ¡hay mucha gente sin esperanza! Que nos conceda esa caridad creativa que permite amar como Jesús amó.
Y nuestro anuncio volverá a encontrar
la vitalidad y el dinamismo de los primeros misioneros del Evangelio.
En la basílica vaticana el Pontífice presidió la Eucaristía, concelebrada por los 191 entre cardenales, patriarcas, arzobispos mayores, prelados y sacerdotes
miembros de la asamblea dedicada a la familia. Durante la procesión inicial, tras haber recorrido la nave central, el obispo de Roma se detuvo en oración
ante el pilar de san Andrés, delante de la estatua de
san Pedro, donde fueron colocadas las reliquias de
santa Teresa del Niño Jesús, las de sus padres, los
beatos Marie-Azélie Guérin y Louis Martin, y las
de los esposos romanos, también ellos beatos, Maria Corsini y Luigi Beltrame Quattrocchi. Acompañado por el canto de las Laudes regiae el Papa Francisco llegó al altar de la Confesión donde, tras la liturgia de la palabra, pronunció su homilía que duró poco menos de siete minutos.
es más inteligente... Sirven para cultivar
y guardar mejor la viña del Señor, para
cooperar en su sueño, su proyecto de
amor por su pueblo. En este caso, el
Señor nos pide que cuidemos de la familia, que desde los orígenes es parte
integral de su designio de amor por la
humanidad.
Somos todos pecadores y también
nosotros podemos tener la tentación de
«apoderarnos» de la viña, a causa de la
codicia que nunca falta en nosotros, seres humanos. El sueño de Dios siempre
se enfrenta con la hipocresía de algunos servidores suyos. Podemos «frustrar» el sueño de Dios si no nos dejamos guiar por el Espíritu Santo. El Espíritu nos da la sabiduría que va más
allá de la ciencia, para trabajar generosamente con verdadera libertad y humilde creatividad.
Hermanos sinodales, para cultivar y
guardar bien la viña, es preciso que
nuestro corazón y nuestra mente estén
custodiados en Jesucristo por la «paz
de Dios, que supera todo juicio» (Flp
4, 7). De este modo, nuestros pensamientos y nuestros proyectos serán conformes al sueño de Dios: formar un
pueblo santo que le pertenezca y que
produzca los frutos del Reino de Dios
(cf. Mt 21, 43).
En el Ángelus el recuerdo de la nueva beata suor Demjanovich y el aliento a quienes trabajan por derribar las barreras arquitectónicas
Un Biblia en cada familia
VIENE DE LA PÁGINA 1
menudo, todos los días, tanto individual como comunitariamente, marido y
mujer, padres e hijos, quizás en la noche, especialmente el domingo. Así, la
familia crece, camina con la luz y la
fuerza de la Palabra de Dios.
Esta es la Biblia que os darán los
hermanos Paulinos: una para cada familia. Pero estad atentos para no haceros los listos: cogedla con una mano,
no con dos, con una mano para llevarla
a casa. Invito a todos a apoyar con la
oración los trabajos del Sínodo, invocando la intercesión de la Virgen María. En este momento, nos unimos espiritualmente a cuantos, en el santuario
de Pompeya, elevan la tradicional «súplica» a la Virgen del Rosario. Que obtenga la paz para las familias y para todo el mundo.
Al término de la oración mariana el
Pontífice recordó a sor María Teresa
Demjanovich, beatificada el sábado 4, de
los Estados Unidos, y alentó a quienes
trabajan por derribar las barreras
arquitectónicas.
Queridos hermanos y hermanas:
Ayer en Estados Unidos fue proclamada beata sor María Teresa Demjanovich, de las Hermanas de la Caridad de
Santa Isabel. Demos gracias a Dios por
esta fiel discípula de Cristo, que llevó
una intensa vida espiritual. Hoy en Italia se celebra la Jornada para el abatimiento de las barreras arquitectónicas.
Aliento a cuantos se empeñan en garantizar iguales oportunidades de vida
para todos, independientemente de la
condición física de cada persona. D eseo que las instituciones y los ciudadanos estén cada vez más atentos a este
importante objetivo social.
Y ahora os saludo cordialmente a todos vosotros, fieles romanos y peregrinos provenientes de Italia y de varios
países. En particular, saludo a los estudiantes que han venido de Australia y a
los del San Buenaventura Gymnasium
Dilligen (Alemania), a los jóvenes de
Jordania, a la asociación San Juan de
Mata y a los fieles de la parroquia de
San Pablo en Bérgamo.
Saludo a los peregrinos que han venido en bicicleta para recordar a santa
Juana Beretta Molla, santa madre de familia, testigo del evangelio de la vida, y
los animo a proseguir su iniciativa de
solidaridad en favor de las personas más
frágiles.
Por favor, no os olvidéis: rezad por
el Sínodo, pedid a la Virgen que proteja a esta asamblea sinodal. Os deseo a
todos un feliz domingo. Rezad por mí.
Buen almuerzo y hasta la vista.
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L’OSSERVATORE ROMANO
viernes 10 de octubre de 2014, número 41
Pelegrí Clavé i Roqué,
«El buen samaritano» (1838)
Publicamos el texto de la relación del
cardenal Péter Erdő, relator general,
durante la primera congregación general del lunes 6 de octubre por la mañana.
Beatísimo Padre,
Eminentísimos y Excelentísimos
Padres sinodales,
queridos hermanos y hermanas:
Jesucristo es nuestro primer Maestro y nuestro único Señor. Sólo en
Él se encuentran «palabras de vida
eterna» (cf. Jn 6, 68). Esto también
vale respecto a la vocación humana
y a la familia. El mensaje de Cristo
no es cómodo, sino exigente: requiere la conversión de nuestros corazones. Y, sin embargo, es una verdad
que nos libera. El objetivo fundamental de la propuesta cristiana
acerca de la familia debe ser «la alegría del Evangelio» que «llena el corazón y la vida entera de los que se
encuentran con Jesús» y «se dejan
salvar por Él» experimentando la liberación «del pecado, de la tristeza,
del vacío interior, del aislamiento»
—como enseña el Papa Francisco en
la Evangelii gaudium (n. 1)—. Por esto es oportuno recordar la importancia de los temas de la esperanza (cf.
Gaudium et spes n. 1) y de la misericordia, en los que tanto hace hincapié el Papa Francisco (cf., por ejemplo, Evangelii gaudium, 119 y 198).
El anuncio, por tanto, se articula
como propuesta, diálogo y camino
juntos. Como dice el Papa Pablo VI
en su magistral exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (n. 3) «necesitamos absolutamente ponernos en
contacto con el patrimonio de fe que
la Iglesia tiene el deber de preservar
en toda su pureza, y a la vez el deber de presentarlo a los hombres de
nuestro tiempo, con los medios a
nuestro alcance, de una manera
comprensible y persuasiva».
La base, el contenido del anuncio
es la fe de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia, resumida en diversos documentos, de modo especial en la Gaudium et spes, en la Familiaris consortio de san Juan Pablo
II, a quien el Papa Francisco definió
«el Papa de la familia», en el Catecismo de la Iglesia Católica y en numerosos otros textos del Magisterio.
La familia de hoy no sólo es objeto
de evangelización, sino también sujeto primario en el anuncio de la
buena nueva de Cristo al mundo.
Por eso, es necesaria la incesante
comprensión y puesta en práctica
del Evangelio de la familia que el
Espíritu sugiere a la Iglesia. Incluso
las problemáticas familiares más graves hay que considerarlas como un
«signo de los tiempos», a discernir a
la luz del Evangelio: que hay que
leer con los ojos y el corazón de
Cristo, y con su mirada en casa de
Simón el fariseo (cf. Lc 7, 36-50).
El Evangelio de la familia
en el contexto
de la evangelización
Método de discernimiento
sobre la familia
La búsqueda de las respuestas
pastorales tiene lugar en el contexto
Relación antes del debate
Con el espíritu
del samaritano
cultural de nuestros días. Muchos de
nuestros contemporáneos encuentran
dificultades a la hora de razonar lógicamente, de leer textos largos. Vivimos en una cultura de lo audiovisual, de los sentimientos, de las experiencias emocionales, de los símbolos. Los lugares de peregrinación,
en numerosos países, incluso en los
más secularizados, reciben cada vez
más visitantes. Decenas de miles de
cónyuges van, por ejemplo, al santuario mariano de Šaštin, en Eslovaquia, para pedir la ayuda de la Virgen en sus problemas matrimoniales.
Muchos conciben su vida no ya como un proyecto, sino como una serie
de momentos en los cuales el valor
supremo es sentirse bien, estar bien.
En esta visión cualquier compromiso
estable parece temible, el futuro aparece como una amenaza, porque
puede suceder que en el futuro nos
sintamos peor. Asimismo, las relaciones sociales pueden parecer limitaciones y obstáculos. Respetar, «querer el bien» de otra persona, puede
implicar renuncias. Por tanto, el aislamiento con frecuencia está vinculado con este culto del bienestar momentáneo. Dicha cultura general se
refleja en el gran número de respuestas al Cuestionario preparatorio de
esta Asamblea sinodal, que presentan un hecho casi global, es decir, la
disminución de los matrimonios civiles, la tendencia cada vez más típica
de vivir juntos sin ningún matrimonio, ni religioso ni civil. La huída de
las instituciones se presenta como
signo de individualización, así como
síntoma de crisis de una sociedad
harta de formalismos, obligaciones y
burocracia. La huída de las instituciones, por tanto, se presenta como
signo de pobreza, de debilidad del
individuo frente a la difusa «complicación» de las estructuras. Éste es el
contexto en el que debemos anunciar el Evangelio de la familia.
Aun así, la cultura de la palabra
no ha desaparecido. La transmisión
del Evangelio acontece teniendo presente la riqueza de las enseñanzas de
la Iglesia. Necesitamos la fuerza del
Espíritu Santo para encontrar los caminos de la verdad en la caridad, las
respuestas que expresen la justicia y
al mismo tiempo la misericordia,
porque son inseparables. Hesed y
tzedaka, misericordia y justicia en el
Antiguo Testamento son propiedad
de Dios, coinciden en Él. En nuestros trabajos confiamos en su ayuda.
Es preciso subrayar que el Evangelio de la familia es ante todo la
buena nueva de una gracia donada
por el Espíritu en el sacramento del
matrimonio: es una posibilidad nueva que se ofrece a la fragilidad del
hombre, que hay que acoger y celebrar con alegría y gratitud, a nivel
tanto personal como comunitario.
Ciertamente no hay que olvidar las
obligaciones que derivan del matrimonio, pero hay que verlas como
exigencias del don, que el mismo
don hace posibles. Al respecto, vale
también la amonestación del Papa
Francisco: «Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra
conciencia, es que tantos hermanos
nuestros vivan sin la fuerza, la luz y
el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que
los contenga, sin un horizonte de
sentido y de vida» (Evangelii gaudium, n. 49).
La clara y plena verdad del Evangelio da la luz, el sentido y la esperanza que tanto necesita el hombre
de hoy. La Iglesia debe proponer esta «verdad medicinal» de forma que
se reconozca efectivamente como
«remedio», incluso para las numerosas situaciones familiares problemáticas, a menudo muy sufridas. En
otras palabras, sin disminuir la verdad, hay que proponerla poniéndose
en el lugar de aquellos a quienes
más «les cuesta» reconocerla como
tal y vivirla.
Método
de trabajo sinodal
En el momento actual de la cultura, en el que somos propensos a olvidar las verdades esenciales, el marco global, y corremos la tentación de
perdernos en los detalles, resulta especialmente útil ofrecer a los pastores de las comunidades locales líneas
directrices claras para ayudar a cuantos viven en situaciones difíciles. De
hecho, no es realista esperar que encuentren por sí solos las soluciones
adecuadas, conformes a la verdad
del Evangelio y cercanas a las situaciones particulares. En esta perspectiva, la colegialidad episcopal, que
tiene en el Sínodo una expresión
privilegiada, está llamada a caracterizar sus propuestas, armonizando el
respeto y la promoción de las experiencias específicas de cada Conferencia episcopal, con la búsqueda de
líneas pastorales compartidas. Esto
debe valer también a nivel de Iglesias locales, evitando las improvisaciones de una «pastoral casera», que
acaba por hacer más difícil que se
acepte del Evangelio de la familia.
Asimismo, cabe recordar que la
Asamblea sinodal extraordinaria de
2014 es la prima etapa de un camino
eclesial que desembocará en la
Asamblea ordinaria de 2015. En consecuencia, el lenguaje y las indicaciones deben promover la profundización teológica más noble, para escuchar con la máxima atención el
mensaje del Señor, alentando al mismo tiempo la participación y la escucha de toda la comunidad de fieles. Por tanto, es importante la oración, para que nuestro trabajo dé los
mejores frutos, los que Dios quiere.
El Evangelio de la familia
y la pastoral familiar
El desafío educativo de la familia:
escuela de humanidad, socialidad,
eclesialidad y santidad
La solicitud de pastores y fieles
respecto de las generaciones jóvenes
se expresa, de modo particular, en el
empeño formativo con quienes emprenden con valentía y esperanza el
camino que lleva al matrimonio. Por
tanto, es tarea propia de la pastoral
familiar sostener el desafío educativo, en sus diversas fases: mediante la
formación general de los jóvenes a la
afectividad, en la preparación próxima a las nupcias, con el acompañamiento en la vida matrimonial y especialmente mediante el sostén en
las situaciones más difíciles, de modo que la familia constituya una auténtica escuela de humanidad, socialidad, eclesialidad y santidad. La familia es escuela de humanidad, porque es escuela de amor en la vida y
en el crecimiento de la persona (cf.
Gaudium et spes 52: familia «escuela
de humanidad»), gracias a la relación que el matrimonio requiere y
establece entre los cónyuges y entre
padres e hijos (cf. Gaudium et spes
49 y Familiaris consortio 11). La familia es escuela de socialidad porque hace crecer a la persona en el desarrollo de sus capacidades de socialización y en la construcción de la sociedad (cf. Familiaris consortio 15 y 37).
Análogamente, la familia es seno de
vida eclesial, que educa a vivir en la
comunión de la Iglesia y a ser protagonistas activos de ésta (cf. Familiaris consortio 48 y 50). La familia es,
por último, también escuela de santificación, en la que se ejerce y se alimenta el camino de santidad de los
cónyuges y de los hijos (cf. Gaudium
et spes 48 y Familiaris consortio 56 y
59). Por estas razones la Iglesia
anuncia el valor y la belleza de la familia. Con esto presta un servicio
decisivo a un mundo que pide, casi
implora, ser iluminado con la luz de
la esperanza.
El variado perfil de la realidad familiar, que emerge del Instrumentum
número 41, viernes 10 de octubre de 2014
Laboris, muestra que en la variedad
de los contextos socio-culturales
existe un consenso —mayor de cuanto parece a primera vista— sobre el
hecho de que matrimonio y familia
son bienes originarios de la cultura
de la humanidad, un patrimonio que
es preciso custodiar, promover y,
cuando sea necesario, defender. Hoy
la mayor parte de los seres humanos
también busca la felicidad de su vida en un vínculo duradero entre un
hombre y una mujer, junto con los
hijos engendrados en su unión. La
familia ciertamente hoy encuentra
muchas dificultades; pero no es un
modelo anticuado, es más, entre los
jóvenes en general se constata un
nuevo deseo de familia. Lo demuestra, entre otras cosas, el testimonio
de los numerosos matrimonios y familias cristianas que viven felizmente. No hay que perder de vista estas
experiencias positivas, pese a las difundidas situaciones precarias e irregulares.
Entre los cristianos católicos la
sustancia de la enseñanza del Nuevo
Testamento y del Catecismo de la
Iglesia Católica sobre el matrimonio
parece ser bastante conocida. Sin
embargo, los aspectos específicos de
la doctrina y del Magisterio de la
Iglesia acerca del matrimonio y la
familia no siempre son suficientemente conocidos entre los fieles.
Además de la cuestión del conocimiento, se toma nota de que tal doctrina con frecuencia no se sigue en
la práctica. Esto no significa que la
gran mayoría de fieles y teólogos
pongan en tela de juicio esta doctrina en línea de principio. En la forma como se presenta en el Concilio
Vaticano II (cf. Gaudium et spes 4752), resumida en el Instrumentum Laboris, la doctrina encuentra un amplio consenso entre los católicos
practicantes. Esto vale, en particular,
por lo que se refiere a la indisolubilidad del matrimonio y su sacramentalidad entre los bautizados. No se
cuestiona la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio en cuanto
tal, es más, queda incontestada y en
gran parte es observada en la praxis
pastoral de la Iglesia con las personas que han fracasado en su matrimonio y que buscan un nuevo inicio. Por tanto, en este Sínodo no se
discute sobre las cuestiones doctrinales, sino sobre las cuestiones prácticas —inseparables, por otro lado, de
las verdades de la fe—, de naturaleza
exquisitamente pastoral.
Por último, del Instrumentum Laboris emergen dos aspectos claros
respecto a la homosexualidad. Ante
todo, un amplio consenso respecto
al hecho que las personas de tendencia homosexual no deben ser discriminadas, como recalca también el
Catecismo de la Iglesia Católica (n.
2357-2359). En segundo lugar, emerge con igual claridad que de parte
de la mayoría de los bautizados —y
de la totalidad de las Conferencias
episcopales— no se espera una equiparación de estas relaciones con el
matrimonio entre hombre y mujer.
Tampoco las formas ideológicas de
las teorías de gender cosechan consenso entre la gran mayoría de los
católicos.
Muchos quieren, en cambio, superar los tradicionales roles sociales,
condicionados culturalmente, y la
discriminación de las mujeres, que
sigue presente, sin negar con esto la
diferencia natural y criatural entre
L’OSSERVATORE ROMANO
los sexos y su reciprocidad y complementariedad.
No hay, pues, ningún motivo dentro de la Iglesia para un estado de
ánimo de catastrofismo o de abdicación. Existe un patrimonio de fe claro y ampliamente compartido, del
cual la asamblea sinodal puede partir, del que se debería hacer más universalmente conscientes a los fieles
mediante una catequesis más profunda sobre el matrimonio y la familia.
Basándose en esta fundamental convicción es posible una reflexión común sobre las tareas misioneras de
las familias cristianas y sobre las
cuestiones de la respuesta pastoral
adecuada a las situaciones difíciles.
Sería deseable que el Sínodo, partiendo de la base de fe común, mirara más allá del círculo de los católicos practicantes y, considerando la
situación compleja de la sociedad,
tratase de las objetivas dificultades
sociales y culturales que hoy pesan
sobre la vida matrimonial y familiar.
No se trata sólo de problemas de
ética individual, sino de estructuras
de pecado hostiles a la familia, en
un mundo de desigualdad y de injusticia social, de consumismo por
des están presentes en muchas parroquias del mundo y son un signo
muy alentador de nuestros tiempos.
En ese sentido, es preciso acompañar a los novios prometidos hacia
una clara conciencia de lo que es el
matrimonio en el designio del Creador, alianza que entre los bautizados
tiene siempre la dignidad sacramental (CIC, can. 1055 §§ 1-2). Los elementos sustanciales y las propiedades esenciales (unicidad, fidelidad,
fecundidad) de este designio, si son
no simplemente desatendidos o, más
aún, excluidos con un acto positivo
de voluntad, invalidan el matrimonio. Por otra parte, la fe personal facilita la acogida de la gracia sacramental, que corrobora el matrimonio
cristiano, buscando de modo responsable sus bienes esenciales. A pesar
de las palabras tan claras de la liturgia que pronuncian los esposos, no
pocos, en efecto, se acercan al sacramento sin la conciencia clara de que
se asumen ante el Señor el compromiso de acoger y dar la vida al
cónyuge, sin condiciones y para
siempre. Es más, bajo el influjo de
la cultura dominante, no pocos se
reservan el llamado «derecho» de no
una parte y de pobreza por otra. El
rápido cambio cultural en todos los
ámbitos arrastra a las familias, que
son la célula fundamental de la sociedad, en un proceso de alteración
que cuestiona la cultura familiar tradicional y a menudo la destruye. Por
otra parte, la familia es casi la última
realidad humana acogedora en un
mundo determinado casi exclusivamente por las finanzas y la tecnología. Una nueva cultura de la familia
puede ser el punto de partida para
una renovada civilización humana.
observar la fidelidad conyugal, de
divorciarse y volverse a casar si el
matrimonio no funciona, o de no
abrirse a la vida. La asunción serena
y valiente de esta responsabilidad,
en cambio, es signo de la elección
personal de fe sin la cual el sacramento, aunque sea válido, no resulta
eficaz. El matrimonio, en efecto,
además de ser una relación personalísima y un vínculo espiritual, es necesariamente una institución de la
sociedad. Esto significa que la condición matrimonial de la persona ante Dios, realidad que no es perceptible con los sentidos humanos, debe
ser acogida del modo más verdadero
posible también por la comunidad.
Por eso, son indispensables algunas
presunciones acerca del estado matrimonial de la persona. De la misma naturaleza de las presunciones se
desprende, sin embargo, la posibilidad de la divergencia entre la condición presunta y la real, sacramental,
de la persona. En efecto, aunque el
amor en sí mismo no sea una realidad sujeta al juicio y a la verificación de terceros, lo es, sin duda, el
instituto del matrimonio y de la familia, dada su relevancia social y
eclesial.
A lo largo de los siglos, la Iglesia
ha querido salvaguardar la verdad
de lo humano incluso con normas
jurídicas, a fin de garantizar que el
compromiso de la libertad, asumido
Firmeza y claridad
en los itinerarios formativos
Abordando ahora más de cerca la
pastoral dirigida a las familias en
vías de constitución, es preciso constatar la incertidumbre que acompaña
a muchos jóvenes, que aspiran con
esperanza a un amor estable y duradero. Al dirigirse a la Iglesia, piden
—no siempre de modo explícito—
que se les motive a vencer sus legítimos miedos y ser acogidos en una
comunidad, que les testimonie la belleza y la concreción de la vida matrimonial con todas sus dificultades
reales, especialmente relacionales y
económicas. El deseo de familia que
llevan en el corazón necesita de una
confirmación y del sostén de catequesis firmes, que les inviten asimismo a entrar en la comunidad de las
familias creyentes. Dichas comunida-
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con conciencia en el acto del consenso, no se equiparase a cualquier
otro compromiso. El esfuerzo pastoral de la Iglesia a la hora de acompañar a los novios al matrimonio deberá ser siempre mayor para mostrar
el valor y el atractivo de un vínculo
perenne.
La familia como protagonista
de la evangelización
Además de la vocación especial y
primaria de la familia a la educación
humana y cristiana de los hijos, existe una misión de los miembros de la
familia de transmitir la fe y dar testimonio de ella ante los demás. La familia es también el núcleo de la comunidad parroquial. En muchos
países del mundo existen comunidades vivas en las parroquias, compuestas por cónyuges o por familias
enteras, que se encuentran regularmente, rezan juntos, estudian y profundizan en el Catecismo, leen la Biblia, hablan de problemas de la vida
cotidiana, de las dificultades y bellezas de la vida común de pareja, de
cuestiones de educación. En otras
palabras, se esfuerzan por conjugar
la fe con la vida. Se ayudan mutuamente en caso de enfermedad, desempleo u otros problemas. Muchos
de ellos participan en el trabajo de
la Cáritas. No pocos ayudan en la
preparación de los esposos al matrimonio, estableciendo con ellos relaciones de amistad que perduran después de la celebración de las nupcias. Hay grupos de jóvenes madres
católicas con niños pequeños que
también acogen a madres sin una
pertenencia religiosa o no creyentes,
realizando así una nueva forma de
misión. De las familias provienen diversas nuevas comunidades que ayudan a las parejas en crisis o asisten a
las mujeres con dificultades existenciales o psicológicas. Parece importante promover y difundir estas iniciativas por toda la Iglesia.
La acción pastoral
en situaciones de crisis
El Instrumentum Laboris constata:
«la pérdida de valores e incluso la
disgregación de la familia, se pueden
transformar en ocasión de fortalecimiento del vínculo conyugal. Para
superar la crisis puede ser una ayuda
el sostén de otras familias dispuestas
a acompañar el difícil camino de la
pareja en crisis. En particular, se
subraya la necesidad de que la parroquia muestre su cercanía como
una familia de familias» (n. 63).
Dificultades internas de la familia
y presiones externas
La dificultad generalizada a la hora de establecer una comunicación
serena en el seno del núcleo familiar
se debe a múltiples factores como:
las preocupaciones de tipo laboral y
económico; visiones distintas en la
educación de los hijos, provenientes
de diferentes modelos educativos de
los padres; los reducidos tiempos
para el diálogo y el descanso. A esto
se añaden factores disgregadores como la separación y el divorcio, con
las consecuencias de realidades familiares ampliadas o, viceversa, monoparentales, en las cuales la referencia
de los padres se confunde o se reduce, hasta quedar anulada. Por último, no hay que subestimar la imSIGUE EN LA PÁGINA 16
L’OSSERVATORE ROMANO
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viernes 10 de octubre de 2014, número 41
Discurso del relator en la primera congregación general
VIENE DE LA PÁGINA 15
portancia de la generalizada mentalidad egoísta que se cierra a la vida,
con el preocupante crecimiento de la
práctica abortiva. El mismo egoísmo
puede llevar a la falsa visión de considerar los hijos como objetos de
propiedad de los padres, que se pueden fabricar según sus deseos.
Especialmente en contextos donde
la pobreza está ampliamente difundida, son particularmente las mujeres y los niños quienes sufren violencia y abusos; sin embargo, incluso
en los contextos más desarrollados
no faltan factores disgregadores, debidos a varias formas de dependencia, como el alcohol, las drogas, el
juego de azar, la pornografía u otras
formas de dependencia sexual, y las
redes sociales (social network). Ante
estos desafíos, la Iglesia siente la urgencia de evangelizar a la familia
mediante el anuncio de la sobriedad
y la esencialidad, promoviendo el
valor de las relaciones personales, la
sensibilidad para con los más pobres, la capacidad de un uso responsable de los medios de comunicación
y de las nuevas tecnologías, respetando la dignidad de las personas,
especialmente las más débiles e indefensas, que pagan el precio más alto
de la soledad y de la marginación.
Entre las presiones externas, la
creciente precariedad laboral representa una pesadilla para muchas familias; con frecuencia el fenómeno
migratorio introduce en la familia
desequilibrios consistentes, como los
que experimentan quienes dejan su
tierra —a menudo a causa de la guerra y la pobreza— o quienes les reciben en su propio país. El apoyo
concreto de parte de la Iglesia a estas familias no puede prescindir de
un compromiso eficaz de los Estados
y las entidades públicas responsables
de la tutela y de la promoción del
bien común, mediante políticas adecuadas.
Las situaciones pastorales
difíciles
La Iglesia como «casa paterna»
(Evangelii gaudium 47)
Como afirma el Papa Francisco:
«La familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las comunidades y vínculos sociales [...] la
fragilidad de los vínculos se vuelve
especialmente grave porque se trata
de la célula básica de la sociedad»
(Evangelii gaudium, 66).
Al respecto, el Instrumentum Laboris releva: «De las respuestas emerge
la común consideración que, en el
ámbito de lo que se pueden definir
situaciones matrimoniales difíciles,
se celan historias de gran sufrimiento, así como testimonios de amor
sincero. «La Iglesia está llamada a
ser siempre la casa abierta del Padre»» (Evangelii gaudium 47). Una
verdadera urgencia pastoral es permitir a estas personas sanar sus heridas, curarse y volver a caminar junto
a toda la comunidad eclesial.
Para afrontar correctamente tales
situaciones, en primer lugar, la Iglesia afirma el valor irrenunciable de
la verdad de la indisolubilidad del
matrimonio, fundada en el proyecto
original del Creador (Gén 1, 27; 2,
24; cf. Mt 19, 4-9). En cambio, res-
pecto a la dignidad sacramental que
reviste el matrimonio entre los bautizados, afirma que se basa en la profunda conexión entre el vínculo
nupcial y el vínculo indisoluble de
Cristo con la Iglesia (Ef 5, 22-33).
En segundo lugar, es necesaria una
acción de pastoral familiar renovada
y adecuada. Ésta debe sostener a los
cónyuges en su compromiso de fidelidad recíproca y de dedicación a los
hijos. Además, es necesario reflexionar sobre el mejor modo de acompañar a las personas que se encuentran
en dichas situaciones, de modo que
no se sientan excluidas de la vida de
la Iglesia. Por último, es preciso individuar formas y lenguajes adecuados para anunciar que todos son y
siguen siendo hijos, amados por
Dios Padre y por la Iglesia madre.
Verdad y misericordia
En las últimas décadas el tema de
la misericordia está cada vez más en
primer plano como un punto de vista importante en el anuncio del
Evangelio. El culmen de la misericordia de Dios, que ya se presenta
ampliamente en el Antiguo Testamento (cf. Éx 34, 6; 2 Sam 24, 14;
Sal 111, 4, etc.), se revela sobre todo
en los gestos y en la predicación de
Jesús. En la parábola del Padre misericordioso (cf. Lc 15, 11-32), además
de en todo el Nuevo Testamento, la
misericordia constituye una verdad
central: Dios es rico de misericordia
(cf. Ef 2,4). Según Tomás de Aquino, ésta es la propiedad más importante de Dios (cf. Summa theol. II/II
q. 30 a. 4; Evangelii gaudium, 37); expresa la absoluta soberanía de Dios
e indica la creadora fidelidad a sí
mismo de Dios que es amor (cf. 1
Jn 4, 8.16). Para recibir esta misericordia, el hijo pródigo vuelve al Padre, pide perdón, comienza una vida
nueva. La manifestación más decisiva de la divina misericordia con la
humanidad es la Encarnación y la
Obra salvífica de Cristo. Según el
Evangelio de San Marcos, Cristo
mismo comienza el anuncio de la
Buena Nueva con la llamada a la
conversión: «Convertíos y creed en
el Evangelio» (Mc 1, 15). Dios en
efecto no se cansa nunca de perdonar al pecador que se convierte, y no
se cansa de darle siempre una nueva
posibilidad. Esta misericordia no
significa justificación del pecado, sino justificación del pecador, pero en
la medida en que se convierte y se
propone no volver a pecar.
La misericordia significa dar más
de lo que es debido, regalar, ayudar.
Sólo la misericordia de Dios puede
realizar el verdadero perdón de los
pecados. En la absolución sacramental Dios nos perdona mediante el
ministerio de la Iglesia. A nosotros
nos queda la tarea de dar testimonio
de la misericordia de Dios y de ejercer los actos clásicos, conocidos ya
en el Antiguo Testamento, de la misericordia espiritual y corporal. El
lugar privilegiado para vivir estos actos de misericordia es precisamente
la familia.
El significado de la misericordia
para la Iglesia de hoy lo resaltó San
Juan XXIII en la apertura del Concilio Vaticano II. Declaró que la Iglesia en cada tiempo debe oponerse al
error; hoy sin embargo, debe recurrir
a la medicina de la misericordia más
que a las armas del rigor. De este
modo el Papa confirió la tonalidad
fundamental al Concilio. San Juan
Pablo II retomó esta instancia en su
segunda encíclica Dives in misericordia (1980) y dedicó a la Divina Misericordia el segundo domingo del
tiempo pascual. El Papa Benedicto
XVI profundizó el tema en la encíclica Deus caritas est (2005). Desde el
comienzo de su pontificado, el Papa
Francisco ha repetido: «Dios nunca
se cansa de perdonar. Nunca. [...]
Nosotros, a veces, nos cansamos de
pedir perdón» (Ángelus del 17 de
marzo de 2013). También en el caso
de la familia, del matrimonio y del
significado de su indisolubilidad, valen las palabras del Papa Francisco:
«La salvación que Dios nos ofrece es
obra de su misericordia. No hay acciones humanas, por más buenas
que sean, que nos hagan merecer un
don tan grande. Dios, por pura gracia, nos atrae para unirnos a sí. Él
envía su Espíritu a nuestros corazones para hacernos sus hijos, para
transformarnos y para volvernos capaces de responder con nuestra vida
a ese amor. La Iglesia es enviada por
ca que, en el caso de un matrimonio
sacramental (consumado), después
de un divorcio, mientras el primer
cónyuge siga con vida, no es posible
un segundo matrimonio reconocido
por la Iglesia.
Las convivencias
y los matrimonios civiles
Como se observa en las respuestas
al Cuestionario y se ha resumido en
el Instrumentum Laboris, las situaciones difíciles o irregulares son diversas y no se puede establecer de forma rígida un mismo recorrido para
todas (cf. n. 52), es preciso discernir
caso por caso. En ese sentido, una
dimensión nueva de la pastoral familiar hodierna, consiste en saber considerar adecuadamente la realidad de
los matrimonios civiles y, con las debidas diferencias, también de las
convivencias. En efecto, cuando la
unión llega a una notable estabilidad a través de un vínculo público y
está caracterizada por afecto profundo, responsabilidad respecto a la
prole, capacidad de resistir en las
pruebas, se puede ver como un germen que hay que acompañar en su
desarrollo hacia el sacramento del
matrimonio. Muy a menudo, en
cambio, la convivencia no se establece con vistas a un posible matrimonio futuro, sino sin ninguna intención de establecer una relación institucional.
La Iglesia no puede no reconocer
incluso en situaciones a primera vista alejadas de criterios que respondan al Evangelio, una oportunidad
para acompañar a las personas, a fin
de que lleguen a una decisión consciente, verdadera y justa acerca de su
relación. No existe ninguna situación humana que no pueda ser una
ocasión para la Iglesia de encontrar
lenguajes adecuados para hacer comprender el valor de la unión matrimonial y de la vida familiar a la luz
del Evangelio. El desafío que afrontamos hoy, consiste en lograr mostrar lo mejor, que a menudo no se
capta o se es incapaz de captar.
El cuidado pastoral
de los divorciados vueltos a casar
Imagen de la Sagrada familia donada
por la Conferencia episcopal del Congo
Jesucristo como sacramento de la
salvación ofrecida por Dios» (Evangelii gaudium 112). Ella es «el lugar
de la misericordia gratuita, donde
todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a
vivir según la vida buena del Evangelio» (ibid 114).
La misericordia, como tema central de la revelación de Dios, en definitiva es importante para la hermenéutica de la acción eclesial (cf.
Evangelii gaudium 193 ss.); naturalmente, no elimina la verdad y no la
relativiza, sino que lleva a interpretarla correctamente en el marco de la
jerarquía de las verdades (cf. Unitatis
redintegratio 11; Evangelii gaudium 3637). No elimina tampoco la exigencia de justicia.
La misericordia, por tanto, tampoco anula los compromisos que nacen
de las exigencias del vínculo matrimonial. Estos siguen subsistiendo incluso cuando el amor humano se ha
debilitado o ha cesado. Esto signifi-
Ante todo, el problema de los divorciados vueltos a casar civilmente
es sólo uno entre el gran número de
desafíos pastorales apremiantes hoy
(cf. al respecto Familiaris consortio
84). Es más, cabe observar que en
algunos países no se da este problema, puesto que no existe matrimonio civil, mientras que en otros países el porcentaje de los divorciados
vueltos a casar tiende a disminuir
con motivo de la falta de voluntad
de contraer un nuevo matrimonio
—ni siquiera civil— después del fracaso del primero. De las respuestas al
Cuestionario resulta que este problema tiene acentos diversos en las varias regiones del mundo (cf. Instrumentum Laboris nn. 98-100).
A la luz de lo que ya se ha dicho,
no se trata de poner en tela de juicio
la palabra de Cristo (cf. Mt 19,3-12)
y la verdad de la indisolubilidad del
matrimonio (cf. Denzinger - Hünermann 1327; 1797; 1807; Gaudium et
spes 49), ni tampoco considerar que
ya no estén en vigor. Crearía, además, confusión el hecho de concentrarse sólo en la cuestión de la recepción de los sacramentos. La res-
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puesta, por tanto, hay que buscarla
en el contexto de una pastoral juvenil más amplia y de preparación al
matrimonio. Asimismo, es necesario
un acompañamiento pastoral intensivo del matrimonio y de la familia,
en particular en las situaciones de
crisis.
Por lo que concierne a los divorciados que se han vuelto a casar civilmente, no pocos sostienen que
hay que tener en cuenta la diferencia
entre quien culpablemente ha roto
un matrimonio y quien ha sido
abandonado. La pastoral de la Iglesia debería hacerse cargo de estas
personas de modo particular.
Los divorciados vueltos a casar civilmente pertenecen a la Iglesia. Necesitan ser acompañados por sus
pastores y tienen derecho a ello (cf.
Sacramentum caritatis n. 28). Se les
invita a escuchar la palabra de Dios,
a participar en la liturgia de la Iglesia, en la oración y a realizar obras
buenas de caridad. La pastoral de la
Iglesia debe cuidarles de una forma
del todo particular, teniendo presente la situación de cada uno. De aquí
la necesidad de tener al menos en
cada Iglesia particular un sacerdote,
debidamente preparado, que pueda
previa y gratuitamente aconsejar a
las partes sobre la validez de su matrimonio. En efecto, muchos esposos
no son conscientes de los criterios de
validez del matrimonio y menos aún
de la posibilidad de la invalidez.
Después del divorcio, hay que llevar
a cabo esta verificación, en un contexto de diálogo pastoral sobre las
causas del fracaso del matrimonio
anterior, individuando posibles causas de nulidad. Al mismo tiempo,
evitando la apariencia de un simple
cumplimiento burocrático o de intereses económicos. Si se realiza todo
esto con seriedad y buscando la verdad, la declaración de nulidad producirá una liberación de las conciencias de las partes.
La praxis canónica de las causas
matrimoniales y la vía extra-judicial
Teniendo presente todo lo que se
menciona en el Instrumentum Laboris, a propósito de la amplia solicitud de simplificación de las causas
matrimoniales (cf. nn. 98-102), desde
el punto de vista pastoral, y teniendo en cuenta la difusión de la mentalidad partidaria del divorcio, en
cuanto a la válida celebración del sacramento, no parece imprudente, como acabamos de apuntar, considerar
que no pocos matrimonios celebrados en la Iglesia pueden resultar no
válidos. Para verificar la posible nulidad del vínculo de manera eficaz y
ágil no son pocos quienes creen que
hay que reconsiderar, en primer lugar, la obligatoriedad de la doble
sentencia conforme a la declaración
de nulidad del vínculo matrimonial,
procediendo con el segundo grado
sólo si hay apelación de una parte o
de ambas partes, o bien de parte del
defensor del vínculo, en un tiempo
definido. Una posible solución de
este tipo, en cualquier caso, debería
evitar el mecanicismo y la impresión
de la concesión de un divorcio. Sin
embargo, en ciertos casos podrían
ser necesarias otras garantías, por
ejemplo, la obligación del defensor
del vínculo de apelar, con el fin de
evitar soluciones injustas y escandalosas.
En segundo lugar, en cuanto a la
ya mencionada amplia difusión de la
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crecimiento. Y sobre este aspecto
también se requiere una reflexión
que toca las dinámicas culturales y
sociales, especialmente la relación
entre las diversas generaciones.
La familia
en el contexto relacional
mentalidad partidaria del divorcio
en muchas sociedades y vista la praxis de los tribunales civiles que pronuncian las sentencias de divorcio,
sucede con frecuencia que las partes
que celebran un matrimonio canónico, se reserven el derecho a divorciarse y contraer otro matrimonio
cuando se presentan dificultades en
la convivencia. Esta simulación, aun
sin la plena conciencia de este aspecto ontológico y canónico, invalida el matrimonio. Para probar dicha
exclusión de la indisolubilidad basta
la confesión de la parte simuladora
confirmada por las circunstancias y
otros elementos (cf. Cic cann. 1536 §
2, 1679). Si es así ya en el proceso
judicial, es pensable, para algunos,
la producción de la misma prueba
en el marco de un proceso administrativo. Además, según cualificadas
propuestas, haría falta valorar la relevancia de la intención de la fe de
los novios prometidos en orden a la
validez del matrimonio sacramento,
según el principio general que para
la validez de un sacramento es necesario que haya la intención de hacer
lo que hace la Iglesia (cf. Benedicto
XVI, Discurso al Tribunal de la Rota
Romana, 26 de enero de 2013, n. 4).
Esta vía extra-judicial podría prever
—según ellos— un itinerario de conocimiento, discernimiento y profundización que, en el caso de presencia
de las condiciones de invalidez, podría culminar en la declaración de
nulidad de parte del obispo diocesano, el cual propondría a su vez un
camino de toma de conciencia y
conversión a la persona interesada,
con vistas a un posible matrimonio
futuro, para no repetir la misma simulación.
En tercer lugar, hay que tener presente que para resolver ciertos casos
existe la posibilidad de aplicar el
«privilegio paulino» (cf. Cic, cann.
1143-1147) o recurrir al «privilegio petrino» (en los casos de matrimonios
contraídos con disparidad de culto).
Por último, también hay que tener
presente la posibilidad de la disolución, «por gracia», del matrimonio
rato y no consumado.
La praxis
de las Iglesias ortodoxas
El Instrumentum Laboris señala
que algunas respuestas sugieren examinar más en profundidad la praxis
de algunas de las Iglesias ortodoxas,
que prevé la posibilidad de segundas
nupcias y terceras connotadas por
un carácter penitencial (cf. n. 95).
Dicho estudio es necesario para evitar interpretaciones y conclusiones
que no estén suficientemente fundadas. Este tema subraya la importancia del estudio de la historia de la
disciplina de la Iglesia en Oriente y
en Occidente. Al respecto se podría
reflexionar sobre la posible contribución del conocimiento de la tradición disciplinar, litúrgica y doctrinal
de las Iglesias orientales.
La familia y el Evangelio
de la vida
Anunciar el Evangelio
de la vida
Dada la diversidad cultural y de
tradiciones dentro de las diversas
realidades que componen la Iglesia
Católica, resulta de gran ayuda en la
obra de evangelización, de inculturación del Evangelio, la aportación de
las Conferencias episcopales. Análogamente a cuanto se realiza en la comunión episcopal, es necesario que
esta sinergia en el anuncio se realice
sub Petro et cum Petro.
La apertura a la vida no se añade,
por una imposición externa o por
una elección opinable y facultativa,
al amor conyugal, sino que es parte
esencial de éste, exigencia intrínseca,
porque este amor tiende a la comunión y la comunión engendra vida.
En el mundo occidental no es raro
encontrar parejas que elijan deliberadamente no tener hijos, situación
paradójicamente similar a la de
quien hace de todo por tenerlos. En
ambos casos la posibilidad de engendrar un hijo se ve aplastada por
la propia capacidad de autodeterminación, reducida a la dimensión de
un proyecto cuyo centro es uno mismo: los propios deseos, las propias
expectativas, la realización de los
propios proyectos que no tienen presente al otro.
El amor esponsal, y más en general la relación, nunca debe construirse como un círculo cerrado. En la
acogida de los hijos se condensa la
acogida del otro, de los demás, con
la que se aprende a descubrir y a
construir nuestra humanidad. Acoger a un hijo no es solamente traerlo
al mundo, sino engendrarlo en su alteridad, darle la vida.
La acogida de la vida no se puede
pensar como limitada únicamente a
la concepción y al nacimiento. Se
completa en la educación de los
hijos, en el sostén que se ofrece a su
Sin embargo, también es verdad
que la acogida de la vida, el asumirse responsabilidades en orden a la
generación de la vida y al cuidado
que ésta requiere, sólo es posible si
la familia no se concibe como un
fragmento aislado, sino que se percibe insertada en una trama de relaciones. Se educa a acoger verdaderamente al hijo si uno está dentro de
una realidad de relaciones parentales, amistosas, institucionales, tanto
civiles como eclesiales. Es cada vez
más importante no dejar a la familia
o a las familias solas, sino acompañar y sostener su camino. Cuando
esto no sucede, las tensiones y las
inevitables fatigas de la comunicación implicada en la vida de la familia, en la relación entre cónyuges o
en la relación entre padres e hijos,
adquieren a veces tonos dramáticos,
hasta explotar en gestos de locura
destructiva. Detrás de las tragedias
familiares con mucha frecuencia hay
una desesperada soledad, un grito
de sufrimiento que nadie ha sabido
escuchar.
Para poder acoger verdaderamente
la vida en la familia y cuidarla siempre, desde la concepción hasta la
muerte natural, es necesario recuperar el sentido de una solidaridad difusa y concreta. Recuperar la responsabilidad formativa de la comunidad, en particular de la comunidad eclesial. Activar a nivel institucional las condiciones que hagan posible este cuidado, ayudando a comprender que el nacimiento de un niño, así como la asistencia a un anciano, son un bien social que hay
que tutelar y favorecer. Se necesitan
comunidades eclesiales que organicen los tiempos y los espacios de la
pastoral a medida de la familia.
Además, es necesario superar la tendencia a la privatización de los afectos. El mundo occidental corre el
riesgo de hacer de la familia una
realidad confiada exclusivamente a
las elecciones del individuo, totalmente desvinculada de un marco
normativo e institucional. Tal privatización hace más frágiles los vínculos familiares, los vacía progresivamente del sentido que les es propio.
La relación que da vida a una familia, las relaciones que se establecen en su seno, son punto de enlace
entre la dimensión privada y la social. En las sociedades tradicionales
la dimensión social del matrimonio y
de la familia se explica en un control
comunitario tan fuerte que a veces
resulta sofocante. Es preciso encontrar el punto de equilibrio justo entre estas diferentes dimensiones, ambas esenciales tanto para la vida de
la familia como para la realidad de
la persona, que siempre es a la vez
persona individual y persona social.
En la vida de la familia se experimenta que en las elecciones más íntimas del sujeto está presente una dimensión de transcendencia. A través
de los cónyuges, de su apertura concreta a la generación de la vida, se
hace experiencia de un misterio que
nos trasciende. El amor que une a
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L’OSSERVATORE ROMANO
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Con el espíritu del samaritano
VIENE DE LA PÁGINA 17
los dos cónyuges y que se convierte
en principio de nueva vida, es el
amor de Dios.
La responsabilidad de la Iglesia
y la educación
Corresponde a la Iglesia anunciar
y testimoniar la altísima dignidad
de la persona humana. La Iglesia
no se limita a decir a los fieles y a
los hombres de buena voluntad lo
que deben hacer, sino que es solidaria con ellos. Comparte sus esperanzas, sus deseos y sus dificultades.
Esto es un signo fuerte de credibilidad ante los ojos del mundo.
En ese sentido, es preciso cuidar
de modo particular la educación de
la afectividad y de la sexualidad. En
efecto, ante todo hay que saberla
apreciar y anunciar su valor. Es preciso recalcar en ese sentido la importancia de los caminos formativos. El testimonio de parte de los
adultos añade credibilidad a los
ideales que deben presentarse con
claridad. Sin duda, a las generaciones jóvenes les ayuda mucho el testimonio de un amor fiel y profundo
hecho de ternura, de respeto, de
acogida recíproca, de perdón, capaz
de crecer en el tiempo sin consumirse en la inmediatez. Al mismo
tiempo, sin embargo, es preciso evitar banalidades, la superficialidad y
formas de «tolerancia» que escondan una indiferencia sustancial y
una incapacidad de atención.
Resulta, además, necesario continuar en la propuesta de la visión
personalista del amor conyugal delineada por el Vaticano II (cf. Gaudium et spes, n. 49), teniendo en
cuenta también los grandes desafíos
que constituyen los modos de presentar el amor y la familia en muchos medios de comunicación. Este
tema también requiere más estudio.
perspectiva que Pablo VI indicaba
en la audiencia del 31 de julio de
1968: «… no es sólo la declaración
de una ley moral negativa, es decir,
la exclusión de toda acción que se
proponga hacer imposible la procreación (n. 14), sino que sobre todo es la presentación positiva de la
moralidad conyugal según su misión de amor y fecundidad «a la luz
de una visión integral del hombre y
de su vocación, no sólo natural y
terrena sino también sobrenatural y
eterna» (n. 7). Es la aclaración de
un capítulo fundamental de la vida
personal, conyugal, familiar y social
del hombre, pero no es la exposición completa de todo lo relativo al
ser humano en el campo del matrimonio, de la familia, de la honestidad de las costumbres, un campo
inmenso en el cual el Magisterio de
la Iglesia podrá y deberá quizá volver con un designio más amplio, orgánico y sintético».
Asimismo, hay que especificar
que la norma moral recordada se
pone en práctica a la luz de la «ley
de la gradualidad», según las indicaciones ya formuladas en el n. 34
de Familiaris consortio: recordando
que el hombre en cuanto ser histórico «…conoce, ama y cumple el
bien moral según etapas de crecimiento».
viernes 10 de octubre de 2014, número 41
Misa del Santo Padre
en Santa Marta
Frederic J. Shields, «El ángel custodio» (1878)
Conclusión
Si observamos los orígenes del
cristianismo, vemos que logró ser
aceptado y acogido —a pesar de todo rechazo y diversidad cultural—
por la profundidad y fuerza intrínseca de su mensaje. En efecto, logró
iluminar la dignidad de la persona
a la luz de la Revelación, también
por lo que se refiere a la afectividad, la sexualidad y la familia.
El desafío que el Sínodo debe
aceptar es precisamente lograr proponer de nuevo al mundo de hoy,
en ciertos aspectos tan similar al de
Temas relativos
los primeros tiempos de la Iglesia,
a la Humanae vitae
el atractivo del mensaje cristiano
Desde esta perspectiva es posible respecto al matrimonio y la familia,
volver a proponer de forma positiva subrayando la alegría que dan, pero
el mensaje de la Humanae vitae a al mismo tiempo dar respuestas vertravés de una hermenéutica históri- daderas e impregnadas de caridad
ca adecuada, que sepa captar los (cf. Ef 4, 15) a los numerosos profactores históricos y las preocupa- blemas que especialmente hoy tociones que han sostenido la redac- can la existencia de la familia. Poción de Pablo VI. En otras palabras, niendo de relieve que la auténtica
hay que releer la Encíclica en la libertad moral no consiste en hacer
lo que se siente, no vive
sólo de emociones, sino
que se realiza solamente
adquiriendo el verdadero
bien.
En concreto se nos pide ante todo ponernos al
lado de nuestros hermanas y hermanos con el
espíritu del buen Samaritano (cf. Lc 10, 25-37): estar atentos a su vida, en
particular estar cerca de
aquellos a los que la vida
ha «herido» y esperan
una palabra de esperanza, que nosotros sabemos
que sólo Cristo puede
darnos (cf. Jn 6, 68).
El mundo necesita a
Cristo. El mundo también nos necesita a nosotros, porque perteneceTrento Longaretti, «Familia del músico»
mos a Cristo.
Todos tenemos
un ángel
Todos tenemos un ángel siempre al
lado, que jamás nos deja solos, y
nos ayuda a no errar el camino. Y
si somos como niños lograremos
evitar la tentación de bastarnos a
nosotros mismos, que desemboca en
la soberbia y también en el carrerismo exacerbado. Es precisamente el
papel decisivo de los ángeles custodios en la vida de los cristianos lo
que el Papa Francisco recordó, el
día de la fiesta litúrgica, durante la
misa celebrada el jueves 2 de octubre en Santa Marta.
Son dos las imágenes —el ángel y
el niño— que, evidenció inmediatamente el Papa, «la Iglesia nos hace
ver en la liturgia de hoy». El libro
del Éxodo (23, 20-23a), especialmente, nos propone «la imagen del
ángel», que «el Señor da a su pueblo para ayudarlo en su camino».
Se lee en efecto: «Voy a enviarte un
ángel por delante, para que te cuide
en el camino y te lleve al lugar que
he preparado». Por lo tanto, comentó, «la vida es un camino, nuestra vida es un camino que termina
en ese lugar que el Señor nos ha
preparado».
Pero, observó, «nadie camina solo: ¡nadie!». Porque «nadie puede
caminar por sí solo». Y «si uno de
nosotros creyese que puede caminar
solo, se equivocaría mucho» y «caería en ese error, tan feo, que es la
soberbia: creer ser grande». Terminando por tener esa actitud de «suficiencia» que le lleva a decirse así
mismo: «Yo puedo, yo lo hago» solo.
Sin embargo, el Señor da una
clara indicación a su pueblo: «Ve,
harás lo que yo te diga. Seguirás tu
vida, pero te daré una ayuda que te
recordará continuamente lo que debes hacer». Y así «dice a su pueblo
cómo debe ser la actitud con el ángel». La primera recomendación es:
«Respeta su presencia». Y luego:
«Escucha su voz y no te rebeles».
Por ello, además de «respetar» se
debe también saber «escuchar» y
«no rebelarse».
En el fondo, explicó el Papa, «es
esa actitud dócil, pero no precisamente, de la obediencia hacia al padre, que es justo la obediencia del
hijo». Se trata en esencia de «esa
obediencia de la sabiduría, esa obediencia de escuchar los consejos y
elegir lo mejor según los consejos».
Y se necesita, añadió, «tener el corazón abierto para pedir y escuchar
consejos».
El pasaje del Evangelio de san
Mateo (18, 1-5.10) propone en cambio la segunda imagen, la del niño.
«Los discípulos —dijo el obispo de
Roma comentando el pasaje— discutían sobre quién era el más grande entre ellos. Había una disputa
interna: el carrerismo. Estos que son
los primeros obispos tenían esta
tentación del carrerismo» y decían
entre ellos: «¡Yo quiero llegar a ser
más grade que tú!». Al respecto el
Papa señaló: «No es un buen ejemplo que los primeros obispos hayan
hecho esto, pero es la realidad».
Por su parte «Jesús les enseña la
verdadera actitud»: llama a un niño, lo pone en medio de ellos —refiere san Mateo— y haciendo así indica explícitamente «la docilidad, la
necesidad de consejo, la necesidad
de ayuda, porque el niño es precisamente el símbolo de quien necesita
ayuda, de docilidad para ir adelante».
«Este es el camino», afirmó el
Pontífice, y no el de determinar
«quién es el más grande». En realidad, confirmó repitiendo las palabras de Jesús, «será el más grande»
aquel que llegue a ser como un niño. Y aquí el Señor «hace ese vínculo misterioso que no se puede explicar, pero es verdad». Dice en
efecto: «Cuidado con despreciar a
uno de estos niños pequeños, porque os digo que sus ángeles están
viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial».
En concreto, sugirió el Pontífice,
«es como si dijera: si vosotros tenéis
esa actitud de docilidad, esa actitud
de estar y escuchar los consejos, de
corazón abierto, de no querer ser el
más grande, esa actitud de no querer caminar solo el camino de la vida, estaréis más cerca a la actitud
de un niño y más cercano a la contemplación del Padre».
«Todos nosotros según la tradición de la Iglesia —explicó de nuevo el Papa— tenemos un ángel con
nosotros, que nos protege, nos hace
oír las cosas». Por lo demás, dijo,
«cuántas veces hemos escuchado:
“Pero, esto... debería hacer así... esto no está bien... ¡ten cuidado!”».
Es precisamente «la voz de este
compañero nuestro de viaje». Y podemos estar «seguros que él nos llevará al final de nuestra vida con sus
consejos». Por eso se necesita «escuchar su voz, no rebelarnos». Sin
embargo, «la rebelión, las ganas de
ser independiente, es algo que todos tenemos: es la misma soberbia,
la que tuvo nuestro padre Adán en
el paraíso terrestre». De aquí la invitación del Papa a cada uno: «¡No
número 41, viernes 10 de octubre de 2014
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Misa en Santa Marta
te rebeles, sigue sus consejos!».
En realidad, confirmó el Pontífice,
«nadie camina solo y nadie de nosotros puede pensar que está solo: está
siempre este compañero». Cierto, sucede que «cuando no queremos escuchar su consejo, escuchar su voz,
le decimos: “¡Bah desaparece!”». Pero «poner de patitas en la calle al
compañero de camino es peligroso,
porque ningún hombre, ninguna
mujer puede aconsejarse a sí mismo:
yo puedo aconsejar a otro, pero no
aconsejarme a mí mismo». En efecto, recordó el Papa, «Está el Espíritu
Santo que me aconseja, está el ángel
que me aconseja» y por eso lo «necesitamos».
El Papa invitó a no considerar
«esta doctrina de los ángeles algo
fantasiosa». Se trata, por el contrario, de una «realidad». Es «lo que
Jesús, lo que Dios dijo: Voy enviarte
un ángel por delante, para que te
cuide, para que te acompañe en el
camino, para que no te equivoques».
Al concluir el Papa Francisco propuso una serie de preguntas para
que cada uno pueda hacer un examen de conciencia consigo mismo:
«¿Cómo es mi relación con mi ángel
custodio? ¿Lo escucho? ¿Le doy los
buenos días en la mañana? ¿Le digo
que me proteja durante el sueño?
¿Hablo con él? ¿le pido consejo?
¿Está a mi lado?». A estas preguntas, dijo, «podemos responder hoy»:
cada uno de nosotros puede hacerlo
para comprobar «cómo es la relación
con este ángel que el Señor ha enviado para protegerme y acompañarme en el camino, y que ve siempre
el rostro del Padre que está en el cielo».
Salvados a
nuestro modo
El hombre vive «dentro de sí el drama de no aceptar la salvación de
Dios», porque querría «salvarse a su
modo». Y Jesús llega incluso a llorar por esta «resistencia» del hombre, volviendo a proponer siempre
su misericordia y su perdón. En suma, no podemos decir precisamente
«Sálvanos, Señor, pero a nuestro
modo», afirmó el Papa Francisco en
la misa celebrada el viernes 3 de octubre en la capilla de la Casa Santa
Marta.
En el pasaje del Evangelio propuesto por la liturgia, Lucas (10, 1316) presenta a Jesús que «parece algo enojado». Y «habla a esta gente
para hacerla razonar», diciendo: «Si
en las ciudades paganas se hubieran
hecho los milagros que se hicieron
entre vosotros, se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en
la ceniza. Y vosotros, no». Así, Jesús
hace «precisamente un resumen de
toda la historia de la salvación: es el
drama de no querer ser salvados; es
el drama de no aceptar la salvación
de Dios». Es como si dijéramos:
«Sálvanos, Señor, pero a nuestro
modo».
Jesús mismo recuerda muchas veces «cómo este pueblo rechazó a los
profetas y apedreó a quienes le enviaron, porque eran incómodos». El
pensamiento es siempre el mismo:
«Queremos la salvación, pero como
nosotros la queremos. No como la
quiere el Señor».
El Pontífice precisó que estamos
ante el «drama de la resistencia a ser
salvados». Se trata de «una herencia
que todos hemos recibido», porque
«también en nuestro corazón está esta semilla de resistencia a ser salvados como el Señor quiere salvarnos».
El contexto del pasaje evangélico
de Lucas presenta a Jesús que «habla con sus discípulos que acaban de
volver de una misión». Y también a
ellos les dice: «Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; quien a vo-
dudas». Lo refiere Juan en el sexto
capítulo de su Evangelio, expresando la opinión de cuantos hablan de
Jesús: «Este hombre es algo extraño,
¿cómo puede darnos de comer su
cuerpo? Sí, quizá sea algo extraño».
Probablemente alguien decía estas
cosas, afirmó Francisco, e incluso
«sus discípulos comenzaron a echarse atrás». Así, «Jesús mira a los Doce» y les dice: «Si también vosotros
queréis marcharos…».
El Pontífice dijo que sin duda alguna «esta palabra es dura: la palabra de la cruz es siempre dura». Pero también es «la única puerta de
sotros rechaza, a mí me rechaza; y
quien me rechaza a mí, rechaza al
que me ha enviado. Lo mismo hicieron vuestros padres con los profetas». De nuevo es el pensamiento de
querer «salvarnos» a nuestro modo.
Ciertamente, «el Señor nos salva en
nuestra libertad», precisó el Papa,
pero añadió que «no queremos salvarnos en la libertad, sino en nuestra
autonomía: nosotros establecemos
las reglas».
El obispo de Roma observó que
precisamente «este es el drama de la
historia de la salvación, desde el primer momento». Es, ante todo, «un
drama del pueblo», porque «el pueblo, por ejemplo, se rebela muchas
veces en el desierto». Comoquiera
que sea, añadió, «con las pruebas el
pueblo madura: es más maduro». Y
así «reconoce en Jesús a un gran
profeta y también dice: Dios ha visitado a su pueblo».
Al contrario, prosiguió, «es precisamente la clase dirigente la que cierra las puertas al modo como Jesús
quiere salvarnos». En este sentido,
«se comprenden los diálogos fuertes
de Jesús con la clase dirigente de su
tiempo: discuten con él, lo ponen a
prueba, tratan de hacerlo caer en un
trampa», porque en ellos hay precisamente «una resistencia a ser salvados».
Ante esta actitud, Jesús les dice:
«No os entiendo. Sois como esos niños: os hemos tocado la flauta y no
habéis bailado, os hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado.
¿Qué queréis?». La respuesta sigue
siendo: «Queremos la salvación a
nuestro modo». Por tanto, vuelve
«siempre esta cerrazón» ante el modo de obrar de Dios.
Pero «cuando el Señor va adelante —recordó el Papa—, también en el
grupo cercano a ellos comienzan las
salvación». Y «el pueblo creyente la
acepta: buscaba a Jesús para curarse» y «para escuchar su palabra».
En efecto, decía: «Este habla con
autoridad. No como nuestra clase,
los fariseos, los doctores de la Ley,
los saduceos, que hablan con un lenguaje que nadie entendía». Para estos, la salvación estaba en el cumplimiento de los numerosísimos preceptos «que su fiebre intelectual y teológica había creado». Pero «el pobre
pueblo no encontraba una salida de
salvación». La encuentra, en cambio,
en Jesús.
Sin embargo, al final, afirmó el
Papa, «hicieron lo mismo que sus
padres: decidieron matar a Jesús».
El Señor critica este modo de comportarse: «Vuestros padres mataron a
los profetas, pero vosotros, para limpiaros la conciencia, les construís un
hermoso monumento». Por eso «toman la decisión de matar a Jesús, es
decir, de quitárselo de encima», porque, dicen, «este hombre nos traerá
problemas: esta salvación no la queremos. Queremos una salvación bien
disciplinada, segura. Esta no la queremos». En consecuencia, «también
deciden matar a Lázaro, porque es
testigo de lo que lleva Jesús: la vida», en cuanto «resucitó de entre los
muertos».
«Con esta decisión, la clase dirigente cancela la omnipotencia de
Dios», comentó el obispo de Roma,
recordando que «hoy, en la oración,
al comienzo de la misa, hemos alabado muy bien la omnipotencia de
Dios: “Señor, que revelas tu omnipotencia, principalmente en la misericordia y en el perdón”». El «drama de la resistencia a la salvación»
lleva a no creer «en la misericordia y
en el perdón», sino en los sacrificios.
E impulsa a querer «todo bien ordenado, todo claro».
El Papa Francisco recordó que es
«un drama» que «también cada uno
de nosotros tiene dentro». Por eso
sugirió algunas preguntas con vistas
a un examen de conciencia: «¿Cómo
quiero yo ser salvado? ¿A mi modo?
¿Al modo de una espiritualidad que
es buena, que me hace bien, pero
que está fija, tiene todo claro y no
hay riesgo? ¿O al modo divino, es
decir, siguiendo el camino de Jesús,
que siempre nos sorprende, que
siempre nos abre las puertas al misterio de la omnipotencia de Dios,
que es la misericordia y el perdón?».
Jesús, afirmó el Pontífice, «cuando ve este drama de la
resistencia,
incluso
cuando ve la nuestra,
llora». «Lloró ante la
tumba de Lázaro, lloró contemplando a Jerusalén», y dijo: «Tú
que matas a los profetas y apedreas a quienes te han sido enviados, ¿cuántas veces intenté reunir a tus hijos
como la gallina reúne
a sus polluelos bajo
las alas?». Y también
llora «ante este drama
de no aceptar su salvación, como la quiere
el Padre».
Por tanto, el Papa
Francisco
propuso
«pensar que este drama está en nuestro corazón», insistiendo en que cada uno
de nosotros se pregunte a sí mismo:
«¿Cómo pienso que es el camino de
mi salvación? ¿El de Jesús u otro?
¿Soy libre de aceptar la salvación o
confundo libertad con autonomía, y
quiero mi salvación, la que yo creo
que es justa? ¿Creo que Jesús es el
maestro que enseña la salvación, o
voy por doquier siguiendo a gurús
que me enseñan otra? ¿Un camino
más seguro, o me refugio bajo el techo de las reglas y de los tantos preceptos dados por los hombres? ¿Y
así me siento seguro, y con esta seguridad —es algo duro decir esto—
compro mi salvación, que Jesús da
gratuitamente, con la gratuidad de
D ios?».
Todas estas preguntas, que «nos
hace bien formularnos hoy», culminan en la última pregunta del Papa:
«¿Resisto a la salvación de Jesús?».
Si se pierde
la memoria
¿Qué significa rezar? «Es hacer memoria de nuestra historia ante Dios.
Porque nuestra historia» es «la historia de su amor por nosotros». En
la misa celebrada el martes 7 de octubre por la mañana, en Santa Marta, el Papa Francisco eligió como hilo conductor de su homilía precisamente el de «hacer memoria».
Introduciendo la reflexión, explicó ante todo que la Biblia recuerda
muchas veces «que el Señor eligió a
su pueblo y lo acompañó a lo largo
del camino en el desierto durante toda la vida». En la práctica, «estuvo
cerca de él», habiéndolo elegido y
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L’OSSERVATORE ROMANO
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viernes 10 de octubre de 2014, número 41
Misa del Pontífice
en Santa Marta
de su historia» diciendo: «Él me
eligió, me llamó, me salvó. Fue mi
habiéndole prometido «llevarlo a compañero de camino». A tal punto
una tierra de alegría, de felicidad»; que también la gente que conocía
caminó con este pueblo y selló con su vida repetía las mismas palabras:
él una alianza.
«Aquel que una vez nos perseguía,
Además, todo lo que «hizo con ahora va anunciando la fe que en
su pueblo —añadió el Pontífice ac- otro tiempo quería destruir». Por
tualizando el discurso—, lo ha he- tanto, «hacer memoria de la propia
cho y lo hace con cada uno de no- vida es dar gloria a Dios». Y tamsotros». En efecto, prosiguió, «no- bién «hacer memoria de nuestros
sotros hemos sido elegidos». Y es pecados, de los que el Señor nos ha
tan evidente que se trata de «una salvado, es dar gloria a Dios». Por
gracia», que bastaría preguntarse: lo demás, Pablo también «dice que
«¿Por qué yo soy cristiano y no lo sólo se enorgullece de dos cosas: de
es ese, lejano, que jamás ha oído
sus pecados y de la gracia de Dios
hablar de Jesús?». Es «una gracia
Crucificado, de su gracia». En resude amor», remarcó el Papa, recormen, el Apóstol «hacía memoria de
dando que el Señor «camina con
nosotros por el camino de la vida», sus pecados», enorgulleciéndose de
está a nuestro «lado», habiéndonos haber sido pecador, precisamente
«prometido la alegría» y «habiendo porque Cristo crucificado lo había
establecido con nosotros una alian- salvado. El Papa afirmó que «esta
era la memoria de Pablo». Y «esta
za».
De ahí la invitación a «hacer me- es la memoria que el mismo Jesús
moria de esta realidad» en la ora- nos invita a hacer».
Basta pensar en lo que el Señor
ción diaria. Una memoria que no
debe ser abstracta, sino hecha «en le dice a Marta: «Andas inquieta y
su concreción», como hace san Pa- preocupada con muchas cosas; sólo
blo en la primera lectura de la litur- una es necesaria», mientras que
gia (Gálatas 1, 13-24), cuando dice: «María eligió la parte mejor».
«Hermanos: habéis oído hablar de ¿Cuál? «Escuchar al Señor y hacer
mi pasada conducta en el judaísmo: memoria». Por eso «no se puede recon qué saña perseguía a la Iglesia zar cada día como si no tuviéramos
de Dios y la asolaba».
historia. Cada uno de nosotros tiene
la suya. Y con esta
historia en el corazón
vamos a rezar». En este caso, el modelo es
María, aunque nos parecemos más a Marta,
puesto que, como ella,
«muchas veces nos
distraen los trabajos,
la jornada, hacer las
cosas que debemos
hacer», y terminamos
por olvidar nuestra
historia.
El Papa Francisco
recordó que la historia
de «nuestra relación
Diego Velázquez, «Cristo en casa de María y Marta» (1620)
con Dios no comienza
el día del bautismo:
A propósito de esto, el Papa ob- allí se sella». En realidad, empieza
servó que el Apóstol no «comienza «cuando Dios, desde la eternidad,
su presentación» diciendo: «Soy nos mira y nos elige». En síntesis,
bueno, soy hijo de este, tengo cierta es una historia que «inicia en el conobleza…». Al contrario, se presen- razón de Dios». Así pues, rezar sigta como es: «Fui un perseguidor, nifica «hacer memoria de la elecfui malo». Y de este modo «Pablo ción que Dios hizo de nosotros; hahace memoria de su camino, y así cer memoria de nuestro camino de
empieza a hacer memoria del prin- alianza». Significa preguntarse si
cipio», como testimonian sus pala- «se ha respetado esta alianza» o no.
bras: «Dios me eligió desde el seno Y, dado que fundamentalmente «sode mi madre y me llamó por su gra- mos pecadores», rezar quiere decir
cia…». El obispo de Roma aclaró sobre todo «hacer memoria de la
que lo mismo vale para nosotros promesa que Dios» nos hace y que
que «somos cristianos», para «cada «jamás defrauda», la promesa «que
uno de nosotros, porque Él nos ha es nuestra esperanza».
elegido, y la elección es suya. No es
En conclusión, el Papa Francisco
nuestra. Es por gracia, es un rega- destacó que «esta es la verdadera
lo».
oración», sugiriendo que «humildePara el Papa Francisco la invita- mente» podríamos «comenzar nuesción a «hacer memoria» nace de la tra oración con el hermoso salmo
constatación de que esta actitud es 138», que se ha proclamado durante
una «costumbre no muy común en- la liturgia de la Palabra: «Señor: Tú
tre nosotros. Olvidamos las cosas, me sondeas y me conoces. Me covivimos el momento, y después ol- noces cuando me siento o me levanvidamos la historia».
to, de lejos penetras mis pensamienAl contrario, destacó, «cada uno tos, distingues mi camino y mi desde nosotros tiene una historia: una canso, todas mis sendas te son fahistoria de gracia, una historia de miliares. Tú has creado mis entrapecado, una historia de camino». ñas, me has tejido en el seno materPor eso «hace bien rezar con nues- no. Te doy gracias porque me has
tra historia». Precisamente como plasmado portentosamente». Por«hace Pablo, que cuenta una parte que —comentó— «esto es rezar».
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COMUNICACIONES
Audiencias pontificias
EL SANTO PADRE
HA RECIBID O EN AUDIENCIA:
Jueves 2 de octubre
—A Su Santidad Mar Dinkha IV,
catholicós Patriarca de la Iglesia asiria de Oriente, con el séquito.
—Al cardenal Juan Luis Cipriani
Thorne, arzobispo de Lima (Perú).
—Al cardenal Mauro Piacenza,
penitenciario apostólico.
—A monseñor Pedro Ricardo Barreto Jimeno, S.J., ARZOBISPO DE
HUANCAYO (PERÚ).
—A monseñor Hugo Nicolás Barbaro, obispo de San Roque de Presidencia Roque Sáenz Peña (Argentina).
—A monseñor Fernando Martín
Croxatto, obispo titular de Fissiana,
auxiliar de Comodoro Rivadavia
(Argentina).
A los obispos de la Conferencia
episcopal del Chad, en visita «ad limina Apostolorum»:
—Monseñor Rosario Pio Ramolo
obispo de Goré.
O.F.M.CAP.,
Lutos en el episcopado
—Monseñor SERVÍLIO CONTI,
I.M.C., obispo titular de Tuburbo
maggiore y prelado emérito de
Roraima (Brasil), falleció el 1 de
septiembre. Había nacido en
Vertova, diócesis de Bérgamo, el
19 de octubre de 1916. Era sacerdote desde el 8 de abril de 1944.
Pablo VI le nombró prelado de
Roraima el 1 de enero de 1965 y
posteriormente obispo titular de
Tuburbo maggiore el 8 de febrero de 1968; recibió la ordenación
episcopal el 5 de mayo sucesivo.
El mismo Papa aceptó su renuncia al gobierno pastoral de dicha
prelatura el 3 de mayo de 1975.
—Monseñor JOSÉ LUIS SERNA
ALZATE, I.M.C., obispo emérito
de Líbano-Honda (Colombia).
Falleció el 28 de septiembre. Había nacido en Aranzazú, archidiócesis de Manizales, el 17 de
febrero de 1936. Era sacerdote
desde el 23 de diciembre de 1961.
Juan Pablo II lo nombró obispo
titular de Cartenna y vicario
apostólico de Florencia (Colombia) el 15 de noviembre de 1978;
recibió la ordenación episcopal el
7 de diciembre del mismo año.
El Santo Padre elevó dicho vicariato apostólico al rango de diócesis y nombró a mons. Serna
Alzate primer obispo residencial
el 9 de diciembre de 1985. El Papa erigió la diócesis de LíbanoHonda y lo trasladó como obispo de esta nueva circunscripción
el 8 de julio de 1989; y aceptó su
renuncia al gobierno pastoral de
la diócesis de Líbano-Honda el
12 de julio de 2002.
—Monseñor Miguel Angel Sebastián Martínez, obispo de Lai administrador apostólico sede vacante
«et ad nutum Sanctae Sedis» de
D oba.
—Monseñor Joachim Kouraleyo
Tarounga, obispo de Moundou.
—Monseñor Jean-Claude Bouchard, O.M.I., obispo de Pala.
—Monseñor Goetbe Edmond Djitangar, obispo de Sarh.
—Monseñor Henri Coudray, S.J.
obispo titular de Silli, vicario apostólico de Mongo.
—Sacerdote Alphonse Karamba,
Administrador diocesano de N'Djaména.
Viernes, día 3
—Al presidente de la República
democrática socialista de Sri Lanka,
Mahinda Rajapaksa, con el séquito.
—Al cardenal Jaime Lucas Ortega
y Alamino, arzobispo de San Cristóbal de La Habana (Cuba).
Sábado, día 4
—Al cardenal Marc Ouellet, P.S.S.,
prefecto de la Congregación para
los obispos.
—A monseñor Joseph Edward
Kurtz, arzobispo de Louisville (Estados Unidos), presidente de la
Conferencia de los obispos católicos
de Estados Unidos; con el cardenal
Daniel N. DiNardo, arzobispo de
Galveston-Houston, vicepresidente;
monseñor Ronny E. Jenkins, secretario general; y monseñor Brian
Bransfield, secretario general adjunto.
—A monseñor Wojciech Załuski,
arzobispo titular de Diocleziana,
nuncio apostólico en Burundi.
—A monseñor Paolo Rudelli, enviado especial, observador permanente de la Santa Sede ante el Consejo de Europa en Estrasburgo.
Representaciones
pontificias
El Papa ha nombrado enviado especial, observador permanente de la
Santa Sede ante el Consejo de Europa en Estrasburgo a monseñor
PAOLO RUDELLI, consejero de nunciatura.
Paolo Rudelli nació en Gazzaniga (Italia) el 16 de julio de 1970.
Recibió la ordenación sacerdotal el
10 de junio de 1995. Es doctor en
teología moral. Entró en el servicio
diplomático de la Santa Sede el 1
de julio de 2001. Ha prestado servicio en las representaciones pontificias en Ecuador y en Polonia y en
la sección para los Asuntos generales de la Secretaría de Estado.
L’OSSERVATORE ROMANO
número 41, viernes 10 de octubre de 2014
página 21
A la Congregación para el clero el Pontífice recuerda la importancia del discernimiento vocacional
Diamante en bruto
Las vocaciones tienen que ser
custodiadas y cultivadas «para que
den frutos maduros». En efecto «ellas
son un “diamante en bruto”, que hay
que trabajar con cuidado, respeto de la
conciencia de las personas y paciencia,
para que brillen en medio del pueblo
de Dios». Lo dijo el Papa al recibir el
viernes 3 de octubre por la mañana, en
la sala Clementina, a la plenaria de
la Congregación para el clero.
Señores cardenales,
queridos hermanos obispos y sacerdotes, hermanos y hermanas:
Dirijo a cada uno un cordial saludo y un sincero agradecimiento por
vuestra colaboración en la solicitud
de la Santa Sede por los ministros
ordenados y su acción pastoral.
Agradezco al cardenal Beniamino
Stella las palabras con las que introdujo este encuentro. Lo que quisiera
deciros hoy gira en torno a tres temas, que corresponden a los fines y
a las actividades de este dicasterio:
vocación, formación, evangelización.
Retomando la imagen del Evangelio de san Mateo, me agrada comparar la vocación del ministerio ordenado con el «tesoro escondido en un
campo» (13, 44). Es verdaderamente
un tesoro que Dios pone desde
siempre en el corazón de algunos
hombres, que Él eligió y llamó a seguirlo en este estado de vida especial. Este tesoro, que pide ser descubierto y llevado a la luz, no está hecho para «enriquecer» sólo a alguno. Quien está llamado al ministerio
no es «dueño» de su vocación, sino
administrador de un don que Dios
le ha confiado para el bien de todo
el pueblo, es más, de todos los hombres, incluso los que se han alejado
de la práctica religiosa o no profesan
la fe en Cristo. Al mismo tiempo,
toda la comunidad cristiana es custodio del tesoro de estas vocaciones,
destinadas a su servicio, y debe percibir cada vez más la tarea de promoverlas, acogerlas y acompañarlas
con afecto.
Dios no cesa de llamar algunos a
seguirlo y servirlo en el ministerio
ordenado. Pero también nosotros,
debemos hacer nuestra parte, mediante la formación, que es la respuesta del hombre, de la Iglesia al
don de Dios, ese don que Dios le
hace a través de las vocaciones. Se
trata de custodiar y cultivar las vocaciones, para que den frutos maduros.
Ellas son un «diamante en bruto»,
que hay que trabajar con cuidado,
respeto de las personas y paciencia,
para que brillen en medio del pueblo de Dios. La formación, por tanto, no es un acción unilateral, con el
que alguien transmite nociones, teológicas o espirituales. Jesús no dijo a
quienes llamaba: «ven, te explico»,
«sígueme, te enseño»: ¡no!; la formación que Cristo ofrece a sus discípulos se realiza, por el contrario, a
través de un «ven y sígueme», «haz
como yo hago», y este es el método
que también hoy la Iglesia quiere
adoptar para sus ministros. La formación de la que hablamos es una
experiencia discipular, que acerca a
Cristo y permite configurarse cada
vez más con Él.
Precisamente por eso, ella no puede ser una tarea que se termina, porque los sacerdotes jamás dejan de
ser discípulos de Jesús, de seguirlo.
A veces avanzamos rápidamente,
otras veces nuestro paso es incierto,
nos detenemos y podemos también
caer, pero siempre permaneciendo en
el camino. Por lo tanto, la formación
en cuanto discipulado acompaña toda la vida del ministro ordenado y
concierne totalmente a su persona,
intelectual, humana y espiritualmente. La formación inicial y la permanente se distinguen porque requieren modalidades y tiempos diversos,
pero son las dos mitad de una realidad sola, la vida del discípulo clérigo, enamorado de su Señor y constantemente en su seguimiento.
Un parecido itinerario de descubrimiento y valoración de la vocación tiene un fin preciso: la evangelización. Toda vocación es para la misión y la misión de los ministros or-
Cómo habla Jorge Mario Bergoglio
Vayan a hacer alpinismo
JORGE MILIA
El Papa Francisco aconsejó con ironía a los «trepas»
que en vez de entrar a la Iglesia vayan a «hacer alpinismo», porque «es más sano». Los invitados a la ya
tradicional Misa en Santa Marta lo escuchaban con
atención —aunque el despertador hubiera sonado muy
temprano esa mañana— e imagino que más de uno debe haber buscado con la mirada algún argentino que le
explicara, al terminar la ceremonia, el significado de
esa palabra tan rara, «trepas».
Apenas habían transcurrido un par de horas de ese
primer lunes de mayo —en cuyo Evangelio del día Jesús reprocha a la gente que lo sigue solamente porque
ha saciado su hambre con la multiplicación de los panes y los peces— cuando en mi casilla de correo electrónico empezaron a llover mensajes. El «experto en
bergoglismos» tenía la obligación moral de explicar
qué había querido decir el Papa con aquella expresión
que sonaba tan divertida aunque sin duda tenía un significado menos simpático.
«Trepas», en plural, es la forma abreviada de trepadores. La palabra proviene del lunfardo, esa jerga de
Buenos Aires que nace a fines del siglo XIX con la fuerte influencia de los inmigrantes europeos que llegaron
a los puertos de las dos metrópolis del Río de la Plata,
Buenos Aires y Montevideo. A diferencia de sus países
de origen, las sociedades que se formaron en estas inmensas ciudades de América del Sur eran muy abiertas
y permeables a las diversidades. Pero existían códigos
de comportamiento que se debían respetar y el que no
lo hacía era objeto de la desaprobación pública. Si el
hijo del zapatero o del albañil llegaba a ser médico o
abogado, este ascenso social se consideraba el fruto
merecido del esfuerzo y del trabajo. Lo que de ninguna manera se aceptaba era la actitud de los que «subían» a costa de los demás, ocupándose solamente de
sus propios intereses o de los igualmente mezquinos
intereses de su clan. Personas que por lo general quemaban etapas aprovechando influencias para obtener
ventajas sin acreditar méritos personales o apropiándose de los méritos ajenos. Estos eran los «trepadores».
En los años ‘60 Vance Packard publicó «Los trepadores de la pirámide» (The pyramid climbers) resultado
de una amplia investigación sobre los problemas, los
obstáculos, los fraudes, las falsificaciones intelectuales
y la inmoralidad de los que pretendían escalar las pirámides empresariales en el mundo de las corporaciones
a cualquier precio. En fin, los trepadores.
En el español clásico existe otra palabra que prácticamente es un sinónimo de trepador: arribista. El arribista no duda en mostar solamente aquellos aspectos
de su persona que son funcionales a sus objetivos. Pobre de títulos y virtudes, sabe manipular la vanidad, el
desconcierto y la ignorancia de los demás. El arribista
sube, sube cada vez más arriba. Tanto si se trata de
una multinacional, de una asociación del pueblo, de
un club deportivo o de la Iglesia Católica, a la que tal
vez proclama que pertenece. «En el uso del dinero, por
ejemplo, tratando de aprovecharse económicamente de
la parroquia, de la diócesis, de la comunidad cristiana,
del hospital, del colegio», explicó el Papa.
¡Qué bien que hacen sus palabras! Reconfortan a los
que han sido víctima del desprecio y la violencia de los
«trepas».
«¡En la Iglesia también hay trepadores!», siguió diciendo. Y no es ninguna novedad, ya lo sabíamos, pero
es una alegría escuchar que lo diga él mismo. Porque
él también ha conocido muchos cuando era obispo y
arzobispo de Buenos Aires. Los ha fustigado desde el
púlpito de la catedral metropolitana, los ha confesado
aceptando su arrepentimiento y alentándolos para que
cambien de actitud. ¡Los peores «trepas» son los que
usan a la Iglesia en provecho propio! Y aquí introduce
el Papa su toque personal: «Si eso es lo que te gusta,
mejor vete a hacer alpinismo. ¡Es más sano! Pero no
vengas a la Iglesia para trepar».
denados es la evangelización, en todas sus formas. Ella parte en primer
lugar del «ser», para luego traducirse en un «hacer». Los sacerdotes están unidos en una fraternidad sacramental, por lo tanto, la primera forma de evangelización es el testimonio de fraternidad y de comunión
entre ellos y con el obispo. De una
semejante comunión puede surgir un
fuerte impulso misionero, que libra a
los ministros ordenados de la cómoda tentación de estar más preocupados del consentimiento del otro y
del propio bienestar en lugar de estar animados por la caridad pastoral,
por el anuncio del Evangelio, hasta
las más remotas periferias.
En esta misión evangelizadora, los
presbíteros están llamados a acrecentar la conciencia de ser pastores, enviados para estar en medio de su rebaño, para hacer presente al Señor a
través de la Eucaristía y para dispensar su misericordia. Se trata de «ser»
sacerdotes, no limitándose a «hacer»
los sacerdotes, libres de toda mundanidad espiritual, conscientes de
que es su vida la que evangeliza aún
antes que sus obras. Qué hermoso es
ver sacerdotes alegres con su vocación, con una serenidad de fondo,
que los sostiene incluso en los momentos de fatiga y dolor. Y esto no
sucede nunca sin la oración, la del
corazón, ese diálogo con el Señor...
que es el corazón, por decir así, de
la vida sacerdotal. Tenemos necesidad de sacerdotes, faltan vocaciones.
El Señor llama, pero no es suficiente. Y nosotros obispos tenemos la
tentación de escoger sin discernimiento a los jóvenes que se presentan. ¡Esto es un mal para la Iglesia!
Por favor, se necesita estudiar bien
el itinerario de una vocación. Examinar bien si él es del Señor, si ese
hombre está sano, si ese hombre es
equilibrado, si ese hombre es capaz
de dar vida, de evangelizar, si ese
hombre es capaz de formar una familia y renunciar a ello para seguir a
Jesús. Hoy hemos tenido muchos
problemas, y en muchas diócesis,
por este error de algunos obispos de
escoger a los que llegan a veces expulsados de los seminarios o de las
casas religiosas porque tienen necesidad de sacerdotes. ¡Por favor! tenemos que pensar en el bien del pueblo de Dios.
Queridos hermanos y hermanas,
los temas que estáis tratando en estos días de Asamblea son de gran
importancia. Una vocación cuidada
mediante una formación permanente, en la comunión, se convierte en
un fuerte instrumento de evangelización, al servicio del pueblo de Dios.
Que el Señor os ilumine en vuestras
reflexiones, os acompañe también mi
bendición. Y por favor, os pido que
recéis por mí y por mi servicio a la
Iglesia. Gracias.
L’OSSERVATORE ROMANO
página 22
viernes 10 de octubre de 2014, número 41
El Pontífice alienta a los obispos de Chad desarrollar el diálogo interreligioso contra cualquier forma de violencia
Catequesis de calidad
La Iglesia debe estar plenamente insertada en el entramado social, pero el
compromiso en las obras sociales no agota la acción evangelizadora: es oportuno
formar sólidamente a los fieles desde el punto de vista doctrinal y espiritual. Lo
recordó el Papa Francisco a los obispos de Chad recibidos el jueves 2 de octubre,
con ocasión de su visita «ad limina». En su discurso, el Pontífice invitó a los
prelados a tender a una «catequesis de calidad» y también a acrecentar el
diálogo con las otras religiones para desalentar el desarrollo de la violencia, de la
que son víctimas los cristianos en algunos países cercanos. A continuación, la
traducción del discurso en francés entregado por el Papa.
Queridos hermanos obispos:
Es una gran alegría acogeros en el
Vaticano con ocasión de vuestra visita ad limina. Agradezco cordialmente a monseñor Jean Claude Bouchard, presidente de vuestra Conferencia episcopal, las palabras que me
ha dirigido. Esta peregrinación regular de los obispos de todo el mundo
a las tumbas de los apóstoles Pedro
y Pablo es una ocasión particularmente significativa para vivir la colegialidad. No solo muestra y fortalece
los vínculos de comunión con el Sucesor de Pedro, sino que también recuerda la solicitud fraterna que cada
obispo debe tener por las demás
Iglesias particulares, sobre todo por
las que se encuentran en el mismo
país. Expreso mis mejores deseos de
que volváis a vuestras diócesis fortalecidos en la convicción de que no
estáis solos en vuestra difícil y exigente misión, sino que junto a vosotros tenéis a hermanos y hermanas
que comparten la misma preocupación de anunciar el Evangelio y servir a la Iglesia en Chad, y también
la certeza de que el Papa, con toda
la Iglesia universal, os recuerda en
su oración y os anima en vuestro ministerio.
Ante todo, quiero agradeceros la
obra de evangelización que estáis
realizando. Vuestras comunidades
están creciendo no sólo en el plano
numérico, sino también en la calidad
y en el vigor de su compromiso. En
verdad, me alegro por el trabajo realizado en los ámbitos de la educación, la salud y el desarrollo. Por lo
demás, las autoridades civiles están
muy agradecidas con la Iglesia católica por su aportación al conjunto de
la sociedad chadiana. Os animo a
perseverar en este camino, puesto
que hay un vínculo íntimo entre
evangelización y promoción humana, vínculo que debe expresarse y
desarrollarse en toda la acción evangelizadora (cf. Evangelii gaudium,
178). El servicio a los pobres y a los
más débiles es dar verdadero testimonio de Cristo, que se hizo pobre
para acercarse a nosotros y salvarnos. Las congregaciones religiosas,
así como los laicos que trabajan con
ellas, tienen un papel considerable
en este ámbito, por lo cual les estamos muy agradecidos.
Es verdad, sin embargo, que este
compromiso en las obras sociales no
podrá agotar por sí solo toda la acción evangelizadora; una profundización y una raigambre de la fe en
el corazón de los fieles —que se traduzcan en un auténtico camino espiritual y sacramental— son indispensables para que ella sea capaz de resistir a las pruebas, hoy numerosas, y
para que el comportamiento de los
fieles se adapte cada vez más a las
exigencias del Evangelio, permitiéndoles progresar en una santidad auténtica. Esto es particularmente cier-
to en un país donde el peso de algunas tradiciones culturales es muy
fuerte, donde propuestas religiosas
más fáciles en el plano moral aparecen por doquier, y donde la secularización comienza a hacerse sentir.
Es oportuno, pues, que los fieles
se formen sólidamente desde el punto de vista doctrinal y espiritual. Y
el primer ámbito de esta formación
es, indudablemente, la catequesis.
Os invito, con renovado espíritu misionero, a actualizar los métodos catequísticos utilizados en vuestras
diócesis. Por un lado, lo que es bueno en vuestras tradiciones culturales
se debe tener en consideración y valorar —puesto que Cristo no vino para destruir las culturas sino para perfeccionarlas (cf. Audiencia general, 20
de agosto de 2014)—; por otro, lo
que no es cristiano se debe denunciar lo más claramente posible. Al
mismo tiempo, es indispensable velar por la exactitud y la exhaustividad del contenido doctrinal de estos
itinerarios. Dicho contenido se expresa con claridad en el Catecismo de
la Iglesia católica, al que deben referirse todos los itinerarios de formación.
La preocupación por una catequesis de calidad plantea necesariamente la cuestión de la formación de los
catequistas. Son muy numerosos en
vuestras diócesis y su papel es insustituible en el anuncio de la fe. Os
pido que les transmitáis mi más profundo aliento. El catequista debe
formarse oportunamente no solo
desde el punto de vista intelectual
—algo absolutamente indispensable—, sino también humano y espiri-
tual para que, como verdadero testigo de Cristo, su enseñanza dé realmente fruto. ¿Acaso cada diócesis
debería dotarse de un centro de formación destinado a los catequistas,
que podría ser útil, más en general,
para la formación permanente de los
laicos? De hecho, el trabajo de evangelización entre los fieles ha de ser
retomado y profundizado continuamente.
Esto también vale para las familias, que son «la célula vital de la sociedad y de la Iglesia» (Africae munus, 42) y que hoy se encuentran
muy debilitadas. Os recomiendo
—pero sé que ya lo hacéis— prestarles
una atención particular; necesitan
vuestra orientación, vuestra enseñanza, vuestra protección. Y, en el seno
de la familia, es importante que el
papel y la dignidad de la mujer se
valoricen, para dar un testimonio
elocuente del Evangelio. Es oportuno, pues, que en este ámbito «los
comportamientos dentro de la Iglesia sean un modelo para el conjunto
de la sociedad» (Africae munus, 56).
En fin, la fecundidad y la solidez de
la evangelización dependen naturalmente de la calidad del clero. Dirijo
a todos los sacerdotes mi más afectuoso saludo. Es verdad, su tarea es
difícil, realizada a veces en condiciones de indigencia y de soledad. Para
apoyarlos en su misión, y para que
su ministerio entre los fieles sea fecundo, es menester cuidar de modo
particular su formación en los semi-
A la plenaria Iustitia et Pax
VIENE DE LA PÁGINA 8
entre bancos comerciales y bancos
de especulación, entre instituciones y problemas globales: se necesita mantener viva la preocupación por los pobres y la justicia
social (cf. Evangelii gaudium, 201).
Ella exige, por una parte, profundas reformas que prevean la redistribución de la riqueza producida
y la universalización de mercados
libres al servicio de las familias,
por otra, la redistribución de la
soberanía, tanto en el ámbito nacional como en el supranacional.
La Caritas in veritate nos ha
impulsado también a mirar la actual cuestión social como cuestión
ambiental. En particular, enfatizó
el vínculo entre ecología ambiental y ecología humana, entre la
primera y la ética de la vida.
El principio de la Caritas in veritate es de extrema actualidad.
Un amor colmado de verdad es,
en efecto, la base sobre la cual
construir la paz que hoy es especialmente deseada y necesaria para el bien de todos. Permite superar fanatismos peligrosos, conflictos por la posesión de los recursos, migraciones de dimensiones
bíblicas, las llagas persistentes del
hambre y la pobreza, la trata de
personas, injusticias y desigualdades sociales y económicas, desequilibrios en acceder a los bienes
colectivos.
Queridos hermanos y hermanas, la Iglesia está siempre en camino, en búsqueda de nuevos caminos para el anuncio del Evangelio también en el campo del
ámbito social. Agradezco vuestro
compromiso en este ámbito y, al
encomendaros a la maternal intercesión de la Bienaventurada Virgen María, os pido que recéis por
mí y os bendigo de corazón.
narios. Sé qué inversión —en dinero
y en personas— representa para una
diócesis. Pero os recomiendo vivamente actuar de manera concreta para designar y formar a profesores estables y competentes. No dudéis en
comprometeros personalmente, visitando vosotros mismos los seminarios, mostrándoos cercanos a los
profesores y a los seminaristas, para
conocer mejor las riquezas y las lagunas de la formación, para consolidar unas y remediar otras.
En cuanto a la formación permanente del clero, a nivel diocesano,
para que todos puedan participar en
ella, es necesario ciertamente retomar y recordar las exigencias de la
vida sacerdotal en cada uno de sus
aspectos —espiritual, intelectual, moral, pastoral, litúrgico…—, así como
suscitar una fraternidad sacerdotal
sincera y entusiasta.
Queridos hermanos obispos: la
Iglesia en Chad, a pesar de su vitalidad y su desarrollo, es muy minoritaria en medio de un pueblo de mayoría musulmana y que en parte aún
está apegado a sus cultos tradicionales. Os animo a esforzaros para que
la Iglesia, que es respetada y escuchada, conserve todo el lugar que le
corresponde en la sociedad chadiana, de la que ha llegado a ser un
elemento estructurante, incluso allí
donde es minoritaria. En semejante
contexto, no puedo dejar de alentaros a desarrollar el diálogo interreligioso, iniciado tan felizmente por el
fallecido arzobispo de Yamena,
monseñor Mathias N’Gartéri Mayadi, que se dedicó mucho a promover
la coexistencia entre las diversas comunidades religiosas. Pienso que
hay que proseguir con semejantes
iniciativas para desalentar el desarrollo de la violencia, de la que son víctimas los cristianos en algunos países
cercanos al vuestro. Además, es muy
importante mantener las buenas relaciones establecidas con las autoridades civiles, que permitieron recientemente la firma de un Acuerdo-marco
entre la Santa Sede y la República
de Chad, el cual, una vez ratificado,
ayudará mucho a la misión de la
Iglesia. ¡Ojalá que pongáis en marcha plenamente dicho Acuerdo para
mayor difusión del Evangelio!
Con esta esperanza, encomendándoos a todos vosotros, así como a
los sacerdotes, las personas consagradas, los catequistas y todos los
fieles laicos de vuestras diócesis a la
protección de la Virgen María, Madre de la Iglesia, y a la intercesión
de san Juan Pablo II, os imparto de
todo corazón la bendición apostólica.
número 41, viernes 10 de octubre de 2014
L’OSSERVATORE ROMANO
página 23
Entre ecología e informática
Cómo influyó Teilhard en el Vaticano
MAURIZIO GRONCHI
II
que (Vida) y conciencia (Pensamiento), y utilizando resultados desconocidos en la época de Teilhard, debidos a Wolfram, Chaitin y Tononi, el
autor pone en evidencia la posibilidad de interpretar el orden último
del universo, algunos fenómenos de
la biosfera y el concepto mismo de
conciencia en clave computacional, o
sea, como fenómenos emergentes
vinculados a procesos de elaboración
de la información.
El ecólogo pisano Fabio Caporali,
tratando «La ecología profética de
Teilhard de Chardin», sostiene la
existencia, por lo menos, de dos elementos de analogía entre la ciencia
de la ecología y el pensamiento teil-
Sólo puede sorprendernos gratamente la atención dedicada al grande y
controvertido estudioso de la materia en busca del espíritu que fue el
jesuita francés Pierre Teilhard de
Chardin (1881-1955). Como muestran
los ensayos aparecidos en la revista
«Studium» (número 3, mayo-junio
de 2014) y en el número del 5-6 de
julio del periódico «La Croix», la figura de Teilhard asume, cada vez
más, los contornos nítidos de aquel
rar un pionero en la fundación del la fecundidad de un pensamiento
singular buscador de Dios en el uninuevo campo de investigación de la que no sólo sigue siendo actual sino
verso en movimiento que, desde la
ecoética.
también profético, y un referente pamitad del siglo pasado hasta el preEl último ensayo, de Paolo Trian- ra diferentes disciplinas y, en espesente, ha merecido severas críticas y
ni, teólogo pisano, también afronta cial, para la informática y la ecoloaplausos entusiásticos.
un tema fascinante y actual, por lo gía.
Los cincuenta años
demás poco tratado en los estudios
En fin, por lo que respecta a la
del Concilio Vaticano II
La evolución espiritual exige un paso
teilhardianos: «Teilhard de Chardin, teología de las religiones, es necesafueron la ocasión para
a través de la realidad cósmica,
profeta y precursor del diálogo interreli- rio reconocer al gran jesuita francés
un redescubrimiento del
gioso y de la teología de las religiones». haber permanecido dentro de los lívalor del pensamiento
por lo cual la distancia del mundo
La idea que guía al estudioso es la mites de la doctrina con mayor pruteilhardiano, que estise realiza en el paso a través del mundo
contribución indirecta que Teilhard dencia aún que la de otros teólogos
mula a considerar el
habría dado al Vaticano II, en parti- de su época y sucesivos, que han inevolucionismo no sólo
cular a los documentos Nostra aetate fluido más directamente en el Concicomo teoría científica
compatible con la fe cristiana, sino hardiano. El primero se refiere al en- y Dignitatis humanae, también gra- lio y en la teología siguiente.
Por último, mencionamos el retambién como modelo interpretativo foque metodológico de la transdisci- cias a su experiencia oriental, como
de carácter antropológico y ecológi- plinariedad como base epistemológi- su estancia en China y cierta afini- ciente estudio de Henri Madelin
co. La creación y la familia humana, ca para la concepción y la comunica- dad con algunas perspectivas místi- —del Service jésuite européen— publipor obra de Dios, están en camino ción de una visión unitaria del uni- cas indianas. El artículo introduce a cado en «La Croix». Aun admitienhacia su cumplimiento último, en- verso. El segundo concierne a la la teología espiritual de Teilhard co- do que el pensamiento de Teilhard
cuentro con el Cristo venturo, y el participación en el paradigma sisté- mo reflejo de su evolucionismo teo- no está exento de lagunas y dificulhombre representa el ápice conscien- mico y en sus cuatro propiedades: lógico; en efecto, la evolución espiri- tades (en vez de «ambigüedades pete y responsable de su desarrollo en jerarquía, emergencia, comunicación tual exige un paso a través de la rea- ligrosas y graves errores», como reel tiempo de la historia. A esta reno- y control. La conclusión del autor es lidad cósmica, por lo
vada sensibilidad teológica por la que a Teilhard se le puede conside- cual el desapego del
salvaguardia de la creación muchas
mundo se realiza en el
La figura del jesuita francés asume
personas dirigen hoy su atención,
paso a través del muncada vez más hoy los contornos nítidos
comenzando por el Papa Francisco,
do.
quien acoge y da impulso a este teEn definitiva, es poside aquel singular buscador de Dios
ma, ya tratado por el Papa Benedicble reconocer a Teilhard
en el universo en movimiento.
to XVI.
de Chardin el mérito de
La revista «Studium» dedicó una
haber sido un precursor
Por eso ha merecido severas críticas
sección monográfica a Teilhard de
del diálogo interreligioy aplausos entusiásticos
Chardin, hoy y mañana, con cuatro
so, pero también un
ensayos significativos, que abarcan
teólogo de las religiolas ciencias biológicas, la teología, la
nes, colocado predomiinformática, la ecoética y la teología
nantemente en la perspectiva de la zaba el Monitum del Santo Oficio
de las religiones. El coordinador de
teoría del cumplimiento, según la del 30 de junio de 1962), el jesuita
la sección, Ludovico Galleni, zoólocual todas las religiones convergerán —citando, entre otros, «L’O sservatogo pisano, presenta en su introducen el Cristo Universal: «La única re Romano» del 29 de diciembre de
ción el cuadro de los estudios teilposibilidad de convergencia del 2013— reconoce la influencia explícihardianos dentro del panorama cienmundo, la única forma imaginable ta ejercida por Teilhard en el Vaticatífico actual, y después profundiza,
para una religión del futuro» («Lo no II, en particular en el texto de
en el tercer ensayo de la sección, la
que yo creo»).
Gaudium et spes n. 5, como pequeño
El apreciable intento de los distin- concentrado de gran desarrollo que
perspectiva que más le interesa y
tos ensayistas en la sección mono- se encuentra en la obra de Teilhard
más ha investigado: «El moverse hagráfica dedicada a Teilhard muestra de Chardin.
cia, de Teilhard de Chardin: aspectos
científicos, filosóficos y teológicos».
El resultado final del concepto de
«moverse hacia» de la materia hacia
la complejidad, y de la vida hacia la
El Papa en apoyo a la campaña de Caritas internationalis
complejidad y la cerebralización es
la aparición de la conciencia y la libertad humana, por la cual el ser
pensante es capaz de responder a la
propuesta de alianza divina. En defi«“Tuve hambre y me disteis de comer”. Las palabras dicembre de 2013 con el fin de vencer definitivamente
nitiva, el «moverse hacia» de la evode nuestro Señor nos exhortan hoy, diciéndonos que el hambre en el mundo para el año 2025.
lución refleja el proyecto de Dios sono miremos hacia otro lado, que no seamos indiferenEn el centro del proyecto está la semana de acción,
bre el hombre y culmina en el punto
tes cuando veamos a nuestro prójimo hambriento». Lo en programa del 12 al 19 de octubre, que implicará a
Omega, que es la segunda venida de
afirmó el Papa en un videomensaje para ayudar a la las organizaciones pertenecientes a Cáritas y a las paCristo.
campaña mundial «Una sola familia humana. Alimen- rroquias. Previstas también numerosas actividades en
El análisis de Tommaso Bolognesi
tos para todos» promovida por Caritas internationalis.
más de 50 países del mundo que incluyen actividades
(investigador del CNR de Pisa), esta«Aliento a los fieles —continúa el Pontífice— a parti- de apoyo a los agricultores pobres y de compartir exblece, en cambio, una interesante recipar en la campaña de Cáritas “Alimentos para todos” periencias de familias para asegurar el alimento diario.
lación entre Teilhard y la informátiy a alzar la voz en favor de las personas que sufren La campaña busca hacer presión a los Gobiernos para
ca: «Teilhard de Chardin y Wolfram:
hambre, especialmente durante la “semana de acción” que garanticen los derechos de los agricultores, en parmodelos de universo computacional y
que se lleva a cabo en el mes de octubre». El Santo ticular los derechos de las mujeres, que se reconozcan
emergencia del folleto interno de las coPadre hizo referencia a la iniciativa que por primera por ley, y que se ponga fin a la especulación alimentasas». Siguiendo la tripartición teilvez integra a 160 Cáritas nacionales, comprometidas en ria y se garanticen redes de seguridad adecuadas para
hardiana de materia (Previda), psiuna campaña lanzada por el Pontífice mismo el 10 de combatir la mala nutrición infantil.
No a la indiferencia ante el hambre
L’OSSERVATORE ROMANO
página 24
viernes 10 de octubre de 2014, número 41
En la catequesis del 8 de octubre el Papa habla del camino hacia la unidad de los cristianos
No nos resignemos a las divisiones
Continuando la catequesis sobre la naturaleza y la belleza de la Iglesia el
Pontífice, en la audiencia general en la plaza de San Pedro, recordó las
divisiones presentes entre quienes comparten la fe en Cristo. «Muchos se han
resignado a esta división, que en el curso de la historia ha sido a menudo causa
de conflictos y sufrimientos»; pero, preguntó el Papa, «¿Estamos también nosotros
resignados, si no hasta indiferentes? O bien ¿creemos firmemente que se puede y se
debe caminar en la dirección de la reconciliación y de la plena comunión?».
Queridos hermanos
¡buenos días!
y
hermanas,
En las últimas catequesis, buscamos destacar la naturaleza y la belleza de la Iglesia, y nos preguntamos
qué implica para cada uno de nosotros formar parte de este pueblo,
pueblo de Dios que es la Iglesia. No
debemos, sin embargo, olvidar que
son muchos los hermanos que comparten con nosotros la fe en Cristo,
pero que pertenecen a otras confesiones o a tradiciones diferentes de
la nuestra. Muchos se han resignado
a esta división —también dentro de
nuestra Iglesia católica se han resignado—, que en el curso de la historia
ha sido a menudo causa de conflictos y sufrimientos, también de guerras y ¡esto es una vergüenza! También hoy, las relaciones no están
siempre marcadas por el respeto y la
cordialidad... Pero me pregunto: nosotros, ¿cómo nos situamos ante todo esto? ¿Estamos también nosotros
resignados, si no hasta indiferentes a
esta división? O bien ¿creemos firmemente que se puede y se debe caminar en la dirección de la reconciliación y de la plena comunión? La
plena comunión, es decir, poder particiapar todos juntos en el cuerpo y
la sangre de Cristo.
Las divisiones entre los cristianos,
mientras hieren a la Iglesia, hieren a
Cristo, y nosotros divididos provocamos una herida a Cristo: la Iglesia,
en efecto, es el cuerpo del cual Cristo es la cabeza. Sabemos bien cuánto interesó a Jesús que sus discípulos
permanecieran unidos en su amor.
Basta pensar en sus palabras referidas en el capítulo diecisiete del
Evangelio de san Juan, la oración
dirigida al Padre en la inminencia de
su pasión: «Padre Santo guárdalos
en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como noso-
tros» (Jn 17, 11). Esta unidad era ya
amenzada cuando Jesús estaba aún
entre los suyos: en el Evangelio, en
efecto, se recuerda que los apóstoles
discutían entre ellos sobre quién era
el más grande, el más importante
(cf. Lc 9, 46). El Señor, sin embargo,
insistió mucho en la unidad en el
nombre del Padre, haciéndonos entender que nuestro anuncio y nuestro testimonio serán tanto más creíbles cuanto más nosotros primero
seamos capaces de vivir en comunión y amarnos. Es lo que después
sus apóstoles, con la gracia del Espíritu Santo, comprendieron profundamente y tomaron en serio, de modo
que san Pablo llegará a implorar a la
comunidad de Corinto con estas palabras: «Os ruego, hermanos, en
nombre de nuestro Señor Jesucristo,
que digáis todos lo mismo y que no
haya divisiones entre vosotros. Estad
bien unidos con un mismo pensar y
un mismo sentir» (1 Cor 1, 10).
Durante su camino en la historia,
la Iglesia es tentada por el maligno,
que busca dividirla, y lamentablemente ha estado marcada por separaciones graves y dolorosas. Son divisiones que a veces se han prolongado a lo largo del tiempo, hasta
hoy, por lo que resulta ya difícil reconstruir todas sus motivaciones y
sobre todo encontrar las posibles soluciones. Las razones que llevaron a
las fracturas y a las separaciones
pueden ser las más diversas: desde
las divergencias sobre principios
dogmáticos y morales y sobre concepciones teológicas y pastorales diferentes, los motivos políticos y de
conveniencia, hasta las discusiones
debidas a antipatías y ambiciones
personales... Lo cierto es que, de un
modo u otro, detrás de estas laceraciones está siempre la soberbia y el
egoísmo, que son causa de todo de-
La invitación a orar por el Sínodo
Al término de la audiencia, al saludar a los peregrinos de lengua francesa, el
Papa volvió a renovar su invitación a rezar por el Sínodo de los obispos.
Os invito a encomendar en vuestra oración los trabajos del Sínodo sobre
la familia que dio inicio el domingo pasado. Es un momento importante
en la vida de la Iglesia, así como la ayuda a nuestras familias a menudo
heridas y provadas de muchas maneras.
sacuerdo y que nos hacen intolerantes, incapaces de escuchar y aceptar
a quien tiene una visión o una postura diversa de la nuestra.
Ahora, ante todo esto, ¿hay algo
que cada uno de nosotros, como
miembros de la santa madre Iglesia,
podemos y debemos hacer? Desde
luego no debe faltar la oración, en
continuidad y en comunión con la
de Jesús, la oración por la unidad de
los cristianos. Y junto con la oración, el Señor nos pide una apertura
renovada: nos pide que no nos cerremos al diálogo y al encuentro, sino
que acojamos todo lo que de válido
y positivo se nos ofrece también de
quien piensa diverso de nosotros o
mantiene posturas diferentes. Nos
pide que no fijemos la mirada sobre
lo que nos divide, sino más bien sobre lo que nos une, buscando conocer mejor y amar a Jesús, y compartir la riqueza de su amor. Y esto implica concretamente la adhesión a la
verdad, junto con la capacidad de
perdonar, de sentirse parte de la
misma familia, de considerarse un
don el uno para el otro y hacer jun-
El logo del año de la vida consagrada
El logo para el año de la vida consagrada —obra de la
pintora Carmela Boccasile, que comparte su trabajo artístico con su esposo Lillo Dellino y su hijo Dario— expresa en símbolos los valores fundamentales de la consagración religiosa. En ella se reconoce la «obra incesante del Espíritu Santo, que a lo largo de los siglos
difunde las riquezas de la práctica de los consejos
evangélicos a través de múltiples carismas, y
que también por esta vía hace presente de
modo perenne en la Iglesia y en el mundo, en el tiempo y en el espacio, el misterio de Cristo» (Vita consecrata, 5).
En el signo gráfico que delinea la paloma se intuye en árabe «paz»: un llamado a la vocación de la vida consagrada a ser ejemplo de reconciliación universal en Cristo.
Las aguas, formadas por teselas de mosaico, indican
la complejidad y la armonía de los elementos humanos
y cósmicos que el Espíritu hace «brotar» según los
misteriosos designios de Dios (cf. Romanos 8, 26-27)
para que converjan en el encuentro acogedor y fecundo
que lleva a una nueva creación. La paloma vuela sobre
las aguas del diluvio entre las olas de la historia (cf.
Génesis 8, 8-14). Los consagrados y consagradas en el
signo del Evangelio, peregrinos desde siempre, viven
entre los pueblos su diversidad carismática y diaconal
como «buenos administradores de la multiforme gracia
de Dios» (1 Pedro 4, 10); marcados por la Cruz de
Cristo hasta el martirio, viven la historia con la sabiduría del Evangelio, Iglesia que abraza y sana todo lo humano en Cristo.
tos muchas cosas buenas, y obras de
caridad.
Es un dolor pero hay divisiones,
existen cristianos divididos, estamos
divididos entre nosotros. Pero todos
tenemos algo en común: todos creemos en Jesucristo, el Señor. Todos
creemos en el Padre, en el Hijo y en
el Espíritu Santo, y todos caminamos juntos, estamos en camino.
¡Ayudémonos unos a otros! Pero tú
la piensas así, tú la piensas así... En
todas las comunidades hay buenos
teólogos, que ellos discutan, que
ellos busquen la verdad teológica
porque es un deber, pero nosotros
caminemos juntos, orando unos por
otros y haciendo obras de caridad. Y
así hagamos la comunión en camino.
Esto se llama ecumenismo espiritual:
caminar el camino de la vida todos
juntos en nuestra fe, en Jesucristo el
Señor. Se dice que no se puede hablar de cosas personales, pero no resisto la tentación. Estamos hablando
de comunión... comunión entre nosotros. Y hoy estoy muy agradecido
al Señor porque hoy son 70 años
desde que hice la Primera Comunión. Pero hacer la primera comunión todos debemos saber que significa entrar en comunión con los demás, en comunión con los hermanos
de nuestra Iglesia, pero también en
comunión con todos los que pertenecen a comunidades diversas pero
creen en Jesús. Agradezcamos al Señor por nuestro Bautismo, agradezcamos al Señor por nuestra comunión, y para que esta comunión termine siendo de todos, juntos.
Queridos amigos, sigamos adelante entonces hacia la plena unidad.
La historia nos ha separado, pero estamos en camino hacia la reconciliación y la comunión. ¡Y esto es verdad! ¡Y esto tenemos que defenderlo! Todos estamos en camino hacia
la comunión. Y cuando la meta nos
parezca demasiado distante, casi
inalcanzable, y nos veamos sorprendidos por el desaliento, que nos anime la idea de que Dios no puede
hacer oídos sordos a la voz de su
propio Hijo Jesús y no atender su
oración y la nuestra, para que todos
los cristianos sean verdaderamente
una sola cosa.