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Dominicos | Orden de Predicadores
Homilías
Ciclo
B
III Domingo de Pascua
19/04/2015
Vosotros sois testigos de esto
Introducción La experiencia pascual renueva la vida de lo primeros discípulos. El descubrimiento de un Jesús vivo y resucitado entre
ellos se constituye en el centro en torno al cual se construye la comunidad. Es sólo en un contexto de Pan y Palabra compartidas en el
que se hace creíble la resurrección del Señor.
Jesús sigue ofreciéndonos hoy su mensaje de vida y salvación. La coherencia de nuestra vida, el imperativo del mandamiento del amor
y nuestro compromiso en la lucha contra el pecado del mundo son condiciones necesarias para reconocer a ese Cristo, vencedor de la
muerte, que camina a nuestro lado.
Hoy se hace necesaria una labor de reinvención de nuestras comunidades cristianas para hacerlas capaces de ese éxodo exterior
imprescindible para mostrar al mundo la realidad, vigente y operante, de la resurrección.
Fray Juan Antonio Terrón Blanco
Casa de Stmo. Cristo de la Victoria (Vigo)
Lecturas
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 3, 12-15. 17-19
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
–Israelitas, ¿de qué os admiráis?, ¿por qué nos miráis como si hubiésemos hecho andar a éste por nuestro propio poder o virtud? El
Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis ante
Pilato, cuando había decidido soltarlo.
Rechazasteis al santo, al justo y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los
muertos y nosotros somos testigos.
Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia y vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta manera lo que
había dicho por los profetas: que su Mesías tenía que padecer.
Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.
Sal. 4,2. 4. 7. 9 R: Haz brillar sobre nosotros el resplandor de tu rostro.
Escúchame cuando te invoco,
Dios, defensor mío,
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mi y escucha mi oración.
Sabedlo: El Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros ?
En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Lectura de la primera carta del Apóstol San Juan 2, 1-5a
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo.
Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. En esto sabemos
que le conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco» y no guarda sus mandamientos, es un
mentiroso y la verdad no está en él.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 24, 35-48
En aquel tiempo contaban los discípulos lo que les había acontecido en el camino y cómo reconocieron a Jesús en el partir el pan.
Mientras hablaban, se presentó Jesús en medio de sus discípulos y les dijo:
–Paz a vosotros.
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo:
–¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos
cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
–¿Tenéis ahí algo que comer?
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo:
–Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mi,
tenía que cumplirse.
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió:
–Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el
perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.
Comentario bíblico
Primera lectura: Hechos 3,13-15. 17-19
Marco: Esta lectura forma un conjunto con el milagro realizado por Pedro y Juan en favor de un paralítico. Este acontecimiento
asombra a la gente y da ocasión a Pedro para proclamar el segundo discurso kerigmático o discurso testimonial acerca de la
Resurrección de Jesús. Lo que proclamamos ahora forma parte de este discurso.
Reflexiones:
1ª) ¡Los Apóstoles sólo son instrumentos en manos de Dios!
Israelitas, ¿de qué os admiráis?, ¿por qué nos miráis como si hubiésemos hecho andar a éste por nuestro propio poder o virtud?
Para la adecuada compresión de este discurso kerigmático de Pedro es necesario recordar algunos rasgos de la antropología hebrea
en la que están pensados y redactados los textos bíblicos. Para un hebreo, alguien que ha muerto no puede realizar ya su actividad
propia. Pedro y Juan se encuentran con un paralítico mendigando. Los dos apóstoles ofrecen al paralítico lo que tienen: "en el nombre
de Jesucristo Nazareno, echa a andar". Y se realiza el milagro. Este acontecimiento se convierte en un signo altamente indicativo de
algo más importante, a saber, de que Jesús está vivo porque en su nombre se ha realizado la maravilla. Y si está vivo ha resucitado,
porque murió realmente en la cruz. Esta es la conclusión que deduce un contemporáneo de Jesús. Jesús sigue ahora y para siempre
ejerciendo su actividad salvadora porque está resucitado. En estos momentos es necesario que los creyentes vivamos esta profunda
convicción en medio de nuestro mundo.
2ª) ¡Siempre es tiempo de volver atrás en el camino equivocado!
Rechazasteis al santo, al justo... matasteis el autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y nosotros somos testigos... Sé
que lo hicisteis por ignorancia y vuestras autoridades lo mismo... arrepentíos y convertíos. El Nuevo Testamento nos ha dejado un
testimonio suficientemente preciso y determinado sobre el destino del pueblo de Dios aunque no exento de dificultades (Rm 9-11). Dios
es fiel a sí mismo y no puede negarse a sí mismo ni anular las promesas. Las puertas de la salvación siguen abiertas para su pueblo
elegido aunque históricamente fueron los ejecutores de la muerte del Mesías. El recurso de Pedro a la ignorancia es un excelente
testimonio apostólico de este plan. Tienen una salida: reconocer que se equivocaron. Siempre es posible el encuentro con el Dios fiel y
misericordioso. Fue una palabra alentadora y lo es ahora también. Dios es fiel a sus palabra y a su proyecto, aunque respeta siempre
la decisión libre del hombre.
Segunda lectura: 1 Juan 2,1-5a
Marco: Este fragmento está enmarcado en un contexto inmediato que tiene como tema general que es necesario caminar en la luz.
Dios es luz (1,5-2,6). Y tiene como finalidad en la pluma del autor salir al paso de aquellos que en su tiempo enseñaban que una vez
aceptado el bautismo los creyentes se convertían en impecables. Es un error, afirma el autor de la carta. Pero aunque esto fuera lo
normal, la historia enseña otra realidad. En ese caso no hay que perder la confianza porque tenemos un Mediador-Intercesor junto al
Padre siempre.
Reflexiones:
1ª) ¡Jesús es nuestro Mediador-Intercesor ante el Padre!
Os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno llegara a pecar, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo el Justo.
Ciertamente la fuerza regeneradora del Bautismo (incorporación real aunque sacramental a Jesús vencedor del pecado y de la muerte)
puede asegurar al hombre la permanencia en la vida nueva. Por eso el autor utiliza una forma literaria que equivaldría a decir: es difícil
que un verdadero miembro de Jesús peque, pero se diera esta circunstancia no debe perder la esperanza porque Jesús está junto al
Padre intercediendo y abogando por él. Y lo puede hacer porque es Justo, porque agradó siempre a Dios y realizó lo que le agradaba.
Es un punto de referencia válido para todos los tiempos y todas las personas. Sale al encuentro de dos realidades: se puede vencer la
tentación siempre porque Jesús y el Espíritu salen al encuentro del hombre para que pueda vencer pero en caso contrario Dios no
abandona al hombre a una irremediable desesperación. Le promete su cercanía y su reconciliación; la vuelta a la casa paterna
(parábola del hijo pródigo).
2ª) ¡Jesús ofrece la salvación a todo el mundo!
Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. Una vez más sale
a nuestro encuentro la afirmación de que la oferta de salvación por parte de Dios en favor de los hombres es firme y universal.
Jesucristo en la Cruz es la oferta de salvación para todo el mundo. Porque en la Cruz ha roto todos los muros de separación superando
la comprensión del judaísmo contemporáneo que distinguía entre el pueblo de Israel y los "gentiles". El autor de esta carta ofrece la
misma enseñanza que el autor de la carta a los Efesios en un texto admirable: porque cristo es nuestra paz. Él ha hecho de los dos
pueblos uno solo, destruyendo el muro de enemistad que los separaba...Él ha reconciliado a los dos pueblos con Dios uniéndolos en un
solo cuerpo por medio de la Cruz y destruyendo la enemistad (Efesios 2,11-22).
Tercera lectura: Lucas 24,35-48
Marco: es la última aparición de Jesús Resucitado a los Apóstoles que se encuentran reunidos en Jerusalén. La escena se produce
Marco: es la última aparición de Jesús Resucitado a los Apóstoles que se encuentran reunidos en Jerusalén. La escena se produce
después del encuentro de Jesús con los dos discípulos camino de Emaús. la escena se desarrolla alrededor de dos pensamientos
fundamentales: el reconocimiento de Jesús como resucitado y el envío a su tarea evangelizadora por el mundo.
Reflexiones:
1ª) ¡La paz es el saludo del Resucitado!
Se presentó Jesús en medio de sus discípulos y les dijo: Paz a vosotros. Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. El
tema de la paz está presente de una manera insistente en la vida humana de Jesús: aparece en su nacimiento (canto de los ángeles en
su aparición a los pastores); la predicó insistentemente convirtiéndola en una bienaventuranza: dichosos los que promueven la paz; uno
de los frutos más importante de la Cruz es la paz: haciendo la paz por la sangre de su Cruz; y es el saludo repetido en sus apariciones a
los apóstoles después de la Resurrección. Dios es un Dios de paz y no de aflicción (Isaías). la paz que es la síntesis de todos lo bienes
que pueden hacer al hombre feliz en su globalidad. Es la síntesis de todos los bienes salvíficos. Jesús la hizo posible por la sangre de
su Cruz. Y ahora la entrega como distintivo y tarea de sus apóstoles en la misión que van a realizar.
2ª) ¡Encuentro con el Jesús real pero en un estado totalmente nuevo y para siempre!
¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona... Dicho esto, les
mostró las manos y los pies. El relato de Lucas trata de presentar, de la forma más plástica posible, el acontecimiento de la
Resurrección utilizando las expresiones hebreas para definir la realidad humana concreta del hombre. La Resurrección de Jesús
desbordó ciertamente todas las fronteras de tiempo y espacio y todas las previsiones de los anuncios antiguos. Pero ocurrió realmente.
Para expresar esta realidad de la Resurrección (que es un misterio desbordante) Lucas utiliza y recurre a estas expresiones que
describen la realidad humana concreta.
Los creyentes se encuentran ante un misterio admirable, la maravilla de las maravillas de Dios, que da sentido nuevo a toda la historia
humana. Todo el hombre es invitado a participar, en Cristo y por medio de Él, en la nueva oferta de la vida por medio de la
Resurrección. Todos los hombres y todo el hombre es invitado a la nueva vida que no terminará jamás. Es la respuesta a la inquietante
pregunta de todos los hombres: ¿después de la muerte queda alguna esperanza? Y Dios responde que sí ofreciendo a la humanidad la
realidad plena de Jesús Resucitado.
3ª) ¡Dios lo tenía todo previsto en su plan de salvación contando con la historia humana!
Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la Ley y en los profetas y salmos acerca de mí, tenía que
cumplirse. Jesús Resucitado es el cumplimiento acabado de todas las esperanzas anunciadas, aunque superándolas ampliamente.
Tanto la Cruz como la Resurrección forman parte de un proyecto que Dios ha preparado y ha cumplido cuidadosamente. Esta es la
afirmación más creíble de su fidelidad. Y es la oferta más consoladora para la humanidad que necesita urgentemente esta esperanza.
El evangelista, recogiendo unas palabras que atribuye al Resucitado mismo, entiende que en toda la Escritura entendida globalmente
(esto significa Ley, Profetas y Salmos, forma de expresar el canon completo de las Escrituras del Antiguo Testamento) aparece esta
oferta de Dios en forma de anuncio. Es todo el conjunto del plan de Dios el que tiene su realización. Hoy, acaso más que nunca, es
necesario que el testimonio vivo de los creyentes por medio de sus vidas y de su palabra, anunciemos al mundo esta realidad de la
Resurrección como expresión de la fidelidad de un Dios que ama a la humanidad y la quiere en la vida. Porque nuestro Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo es un Dios de vivos no de muertos.
4ª) ¡La misión universal tarea encomendada a los Apóstoles por el Resucitado!
Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el
perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Una lectura atenta de los evangelios nos cerciora de una
realidad muy importante: parece que Jesús durante su vida de ministerio se centró en su pueblo (con algunas excepciones). Mateo en
el capítulo 10 nos recuerda estas palabras de Jesús: No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos más
bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mt 10,6). Realizado el Acontecimiento Pascual, tanto Mateo como Lucas nos recuerdan
el proyecto de la misión universal. Cristo Resucitado y Glorioso envía a sus Apóstoles a anunciar el Evangelio a todas las gentes
comenzando por Jerusalén: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id pues y haced discípulos a todas las gentes...(Mt
28,18-19). Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, y hasta
los confines de la tierra (Hch 1,8). Y el texto del fragmento del evangelio de Lucas que estamos comentando. Jesús, en la Cruz, ha
derribado todos los muros de separación entre los hombres y entre los pueblos (Ef 2,13ss). La universalidad de la misión arranca del
Resucitado y es acompañada por el Resucitado. La esperanza de una vida imperecedera conquistada y ofrecida por Jesús Resucitado
es para todos los hombres. Con esta seguridad y urgencia estamos invitados a ser testigos convincentes en medio de nuestro mundo
hoy y siempre.
Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)
Este comentario está incluido en el libro: La Palabra fuente de vida. Ciclo A. Editorial San Esteban, Salamanca 2004.
1ª Lectura: Hechos (3,13-19): Anunciar que el crucificado vive, ¡sin miedo!
I.1. La primera lectura de hoy es el segundo discurso de Pedro en los Hechos de los Apóstoles, el segundo discurso kerigmático,
después del de Pentecostés, porque «proclama» con claridad la fuerza del mensaje pascual: la muerte y resurrección de Jesús. La
ocasión es la curación extraordinaria de un cojo, alguien que está impedido de andar, como si el evangelista Lucas, que tanto interés
ha puesto en el camino, en el seguimiento, quisiera decirnos que la resurrección de Jesús hace posible que todas las imposibilidades
(físicas, psíquicas y morales), no fueran impedimento alguno para seguir el camino nuevo que se estrena especialmente por la
resurrección de Jesús.
I.2. Pedro, pues, el primero de los apóstoles, es el encargado de este tipo de discursos oficiales en Jerusalén para ir dejando
constancia que ahora yo no tendrán miedo para seguir a Jesús, el crucificado, ni ante las autoridades judías, ni ante las autoridades
romanas. Al contrario, deben anunciarlo ante el pueblo, para poner de manifiesto que ellos están por este crucificado que es capaz de
dar un sentido nuevo a su existencia. Es un discurso en el que se pone de manifiesto que el Dios de los «padres», el Dios de la Alianza,
el Dios de Israel, es el que hace eso, no otro dios cualquiera. Que si quieren ser fieles a las promesas de Dios, el único camino es el de
Jesús muerto y resucitado.
2ª Lectura: 1Juan (2,1-5): La muerte redentora frente al mundo
II.1. La segunda lectura, al igual que el domingo pasado, insiste en los mandamientos de Jesús para vencer al pecado. La comunidad
joánica se enfrenta con el “pecado del mundo”, le abruma, y el autor pone ante sus ojos la muerte redentora de Jesús como posibilidad
excepcional de la victoria sobre el mismo.
II.2. Es verdad que no debemos entender la expiación de Jesús en un sentido jurídico, como una necesidad metafísica para que Dios se
sienta satisfecho, ya que Dios no necesita la muerte de su Hijo. Pero su muerte es un sacrificio por nosotros, porque en ella está la
fuerza que vence al mundo y el pecado del mundo, el pecado en el que se estructura la historia de la humanidad y que los cristianos
deben vencer desde la fuerza de la muerte redentora de Jesús.
Evangelio: Lucas (24,35-48): Una nueva experiencia con el Resucitado
III.1. La lectura del texto lucano quiere enlazar, a su manera, con el del domingo pasado (el evangelio de Tomás), ya que todo el
capítulo lucano es una pedagogía de las experiencias decisivas de la presencia del Viviente, Jesús el crucificado, en la comunidad. El
que se mencione en esta escena el reconocimiento que hicieron los discípulos de Emaús al partir el pan, viene a ser una introducción
sugerente para dar a entender que el resucitado se «presenta» en momentos determinados entre los suyos con una fuerza irresistible.
El relato de hoy es difícil, porque en él se trabaja con elementos dialécticos: Jesús no es un fantasma, enseña sus heridas, come con
ellos... pero no se puede tocar como una imagen; pasa a través de las puertas cerradas. Hay una apologética de la resurrección de
Jesús: el resucitado es la misma persona, pero no tiene la misma “corporeidad”. La resurrección no es una “idea” o un invento de los
suyos.
III.2. Esta forma semiótica, simbólica, de presentar las cosas, pretende afirmar una realidad profunda: el Señor está vivo; las
experiencias que tiene con los discípulos (aunque exageradas por la polémica apologética de que los cristianos habían inventado todo
esto) les fascina, pero no para concebirlas en términos de fantasía sobre la resurrección, sino para convencerles que ahora les toca a
ellos proseguir su causa, anunciar la salvación y el perdón de los pecados. Creer en la resurrección de Jesús sin estas consecuencias
sería como creer en cosas de espíritus. Pero no se trata de eso, sino de creer en la realidad profunda de que el crucificado está vivo, y
ahora les envía a salvar a todos los hombres.
III.3. No podemos olvidar que las apariciones pertenecen al mundo de lo divino, no al de las realidades terrestres. Por lo mismo, la
presentación de un relato tan “empirista” como este de Lucas requiere una verdadera interpretación. Lo divino, es verdad, puede
acomodarse a las exigencias de la “corporeidad” histórica, y así lo experimentan los discípulos. Pero eso no significa que, de nuevo, el
resucitado da un salto a esta vida o a esta historia. Si fuera así no podíamos estar hablando de “resurrección”, porque eso sería como
traspasar los límites de la “carne y de la sangre”, que no pueden heredar el reino de Dios (cf 1Cor 15,50). Los hombres podemos
aplicarle a lo divino nuestras preconcepciones antropológicas. Está claro que tuvieron experiencias reales, pero el resucitado no ha
vuelto a la corporeidad de esta vida para ser visto por los suyos. El texto tiene mucho cuidado de decir que Jesús es el mismo, pero su
vida tiene otra corporeidad; no la de un fantasma, sino la de quien está por encima de la “carne y la sangre”.
III.4. Hoy está planteado en el evangelio la realidad y el sentido de las apariciones del resucitado y debemos ser valientes para “predicar
y proclamar” que las apariciones de Jesús a los suyos no pueden ser entendidas como una vuelta a esta vida para que los suyos lo
reconocieran. Se hizo presente de otra manera y ellos lo experimentaron tal como eran ellos y tal como sentían. Esto es lo que pasa en
estas experiencias extraordinarias en las que Dios interviene. Jesús no podía comer, porque un resucitado, si pudiera comer, no habría
resucitado verdaderamente. Las comidas de las que se quiere hablar en nuestro texto hacen referencia a las comidas eucarísticas en
las que recordando lo que Jesús había hecho con ellos, ahora notan su presencia nueva. En definitiva: la “corporeidad” de las
apariciones de Jesús a sus discípulos no es material o física, sino que reclama una realidad nueva como expresión de la persona que
tiene una vida nueva y que se relaciona, también, de forma nueva con los suyos. Esta capacidad nueva de relación de Jesús con los
suyos y de éstos con el resucitado es lo que merece la pena por encima de cualquier otra cosa.
Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura
Este comentario está incluido en el libro: Sedientos de su Palabra. Comentarios bíblicos a las lecturas de la liturgia dominical. Ciclos A, B y C.
Editorial San Esteban, Salamanca 2009.
Pautas
Los cristianos proclamamos que la resurrección del Señor Jesús es la experiencia fundante de nuestra fe.
Las escenas evangélicas de este tiempo de Pascua y el acercamiento a la vida de las primeras comunidades a través de la lectura de
los Hechos de los Apóstoles, dejan clara la magnitud de esta experiencia en aquellos primeros discípulos: unos individuos y unas
comunidades que enfrentan el fracaso aparente del proyecto que ha venido dando sentido a sus vidas y que a la luz de la vivencia
pascual son capaces de engendrar una nueva dinámica marcada por la alegría del encuentro y por el coraje del anuncio.
La frecuencia con que los relatos de las apariciones muestran las dificultades de los discípulos para acoger y reconocer entre ellos a
Jesús resucitado nos hablan, sin duda, de la historicidad de esta situación. Será sólo después de un camino de incertidumbre y duda
que aquellas comunidades descubren junto a ellos a un Cristo vivo y presente, operante en la historia. Es ahí cuando aparece la
certeza de la resurrección.
En la catequesis de Lucas, la presencia resucitada de Jesús se muestra como centro y fundamento de la comunidad. Este es el espacio
privilegiado para realizar ese descubrimiento y es a la comunidad a la que Jesús desea y transmite la paz en su sentido más hondo: la
confianza, la serenidad, la vida plena...
La insistencia en los elementos materiales del encuentro (mostrar manos y pies, comer junto a ellos...) nos indican la voluntad del
evangelista de afirmar la total identidad entre el crucificado y el resucitado. No se trata de una experiencia ilusoria o delirante. Aquel
Jesús, aunque distinto y en cierto modo irreconocible, es el mismo con el que recorrieron los caminos de Palestina proclamando un
tiempo nuevo, anunciando la salvación a su pueblo.
Es ahora, a la luz de la presencia resucitada de Jesús, que la comunidad es capaz de acceder al sentido profundo de la Escritura.
Ahora se da cumplimiento a las promesas, porque todo lo dicho ha llegado a su culminación.
Sin embargo, estamos lejos de describir una situación que tuviera una voluntad autocomplaciente. El ensimismamiento de la comunidad
que sucede a la experiencia del fracaso de la cruz, se convierte - a la luz de la resurrección- en un impulso hacia afuera, orientado a la
misión.
En un tiempo que seguramente es también para nosotros de inquietud y cierta desesperanza, los cristianos estamos hoy llamados a
hacer un camino semejante al de los primeros discípulos. En gran medida la intemperie exterior ha ido alimentando nuestros miedos,
encerrándonos en entornos cálidos, que nos invitan a vivir en la seguridad de los nuestros.
La resurrección del Señor nos urge antes que nada a la tarea de construcción de la comunidad, pues es sólo en ese contexto en el que
Jesús se nos revela.
- Comunidades que recuperen el sentido originario del Pan y la Palabra. Pan que se comparte en la mesa del mundo, llamado a
ser espacio de fraternidad. Palabra que nos recuerde la pasión de nuestro Dios por todo lo humano.
- Comunidades capaces de transparentar la presencia viva de Jesús por los caminos de nuestra historia, a través de su
compromiso eficaz con la vida en dignidad de los seres humanos.
- Comunidades reconocibles -como apunta la carta de Juan- en la medida de su empeño por arrancar el pecado del mundo. Un
pecado que descubrimos hoy institucionalizado y que muestra el rostro de una sociedad de mercado deshumanizada, de la
exclusión intolerable de millones de hermanos y hermanas.
- Comunidades apasionadas por llevar una Palabra de esperanza en otra realidad posible a los crucificados de la historia y
valientes en la denuncia de todo aquello que contradice el plan de felicidad y plenitud que Dios tiene para todos sus hijos e hijas.
Fray Juan Antonio Terrón Blanco
Casa de Stmo. Cristo de la Victoria (Vigo)
Infantil
III Domingo de Pascua - 19 de abril de 2015
Aparición a los Apóstoles
Lucas 24, 35-48
Evangelio
En aquel tiempo contaban los discípulos lo que les había acontecido en el camino y cómo reconocieron a Jesús en el partir el pan.
Mientras hablaban, se presentó Jesús en medio de sus discípulos y les dijo: - Paz a vosotros. Llenos de miedo por la sorpresa, creían
ver un fantasma. El les dijo: - ¿Por qué os alarmáis?, ¿ por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo
en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo. Dicho esto, les mostró las
manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: - ¿Tenéis ahí algo que comer? Ellos le
ofrecieron un trozo de pez asado. El lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: - Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros:
que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí, tenía que cumplirse. Entonces les abrió el
entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: - Así estaba escrito: El Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al
tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Explicación
De nuevo se apareció Jesús a sus amigos, después de resucitar y les saludo con las mismas palabras: ¡La paz sea con vosotros! Ellos
seguían medio desconcertados. Jesús continuó diciendo: ¡No tengáis miedo. Soy yo. Si tenéis algo para comer vamos a compartirlo! Y
comió con ellos un trozo de pescado a la brasa. Poco a poco iban aceptando que Jesús había resucitado y empezaban a quitarse
miedos y tristezas.
Evangelio dialogado
Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.
Aparición a los Apóstoles - Lucas 24, 35-48
NARRADOR: En aquel tiempo contaban los discípulos lo que les había acontecido en el camino a Emaús.
DISCÍPULO1: ¿Pero cómo no le conocisteis? ¡Vaya par de despistados!
EMAÚS: Eso pensamos nosotros después y ... ¡qué rabia! Hasta que no partió el pan, lo bendijo y nos lo dio, ¡estuvimos ciegos!
DISCÍPULO2: ¡Como si hubiese muchas personas igual al Maestro!
EMAÚS : El caso es que cuando nos dimos cuenta de quién era, corrimos, corrimos para venir a avisaros.
DISCÍPULO1: Pues os podíais haber ahorrado la carrera porque... ¡Nosotros ya sabemos que ha resucitado!
EMAÚS: ¿Sííí...? ¿De verdad?
DISCÍPULO2: ¡Claro que sí! Lo hemos visto dos veces.
NARRADOR: Mientras hablaban, se presentó Jesús en medio de sus discípulos y les dijo:
JESÚS: ¡Paz a vosotros!
DISCÍPULO1: Ma..., ma..., Maestro ¿eres tú otra vez? ¿No serás un fantasma?
JESÚS: ¿Por qué os asustáis? ¿Por qué dudáis que sea yo de nuevo?
DISCÍPULO2: Es que... llegas y te vas tan rápido, ¡que pareces un fantasma!
JESÚS: Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Tocadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne, ni huesos como yo
tengo. Vale, para que veáis que no soy un fantasma, dadme algo de comer.
NARRADOR: Y le ofrecieron un trozo de pez. Él lo tomó y comió delante de ellos.
DISCÍPULO1: ¿Te quedarás hoy un poco más?
JESÚS: Sólo un poco.
DISCÍPULO2: Maestro, ahora has resucitado y estamos contentos, pero ¿era necesario que padecieses tanto?
JESÚS: ¡Claro que sí! Os lo decía cuando estaba con vosotros.
DISCÍPULO1: ¿qué todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de ti, tenía que cumplirse?
JESÚS: Eso es.
DISCÍPULO2: ¡Claro! estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará al tercer día...
JESÚS: Y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
NARRADOR: Y dicho esto, Jesús, una vez más, desapareció de su vista.
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