#1 Gastrointestinal Tract (Misoprostol), Cuando Dejar De Tomar

Jorge Mamani
SÁBADO 1 de noviembre de 2014 / Año 2 / N° 85
El presidente Evo Morales
celebra con el pueblo los logros
y avances reflejados en un
contundente triunfo electoral.
ELECCIONES ANTIIMPERIALISTAS
EN AMÉRICA LATINA
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1 de noviembre
de 2014
Redacción
internacional
INTRODUCCIÓN
Las elecciones en Bolivia y Brasil aún no cierran este año electoral
en América Latina y el
Caribe, todavía falta la segunda vuelta el 30 de noviembre en Uruguay
y las parlamentarias en Dominica
para el 14 de diciembre, que definirán al nuevo Primer Ministro. Con
anterioridad, en El Salvador el FMLN
gana por segunda vez las elecciones
imprimiendo una marcada historia
revolucionaria.
Por su parte, en Panamá y Costa
Rica fueron derrotados sendos gobiernos neoliberales que se encontraban
entre los más cercanos aliados de Estados Unidos.
En cambio, Colombia fue el único
país que mantuvo un gobierno de derecha y neoliberal, pero la importancia de
la reelección del presidente Santos viene dada por la derrota del sector de ultra derecha que encabeza Álvaro Uribe.
Al menos eso permitirá la continuidad
de los diálogos de paz, a la que aspira
la mayoría del pueblo colombiano y el
conjunto de la opinión pública de América Latina y el mundo.
En este contexto, la reclamación
y exigencia de los pueblos va mucho
más allá del simple restablecimiento
de la democracia como vía de instaurar un modelo de redistribución más
equitativo del ingreso a fin de darle
visibilidad a los excluidos y marginados de los últimos cinco siglos.
Asimismo, hay que resaltar que este
proceso ha significado una contundente
derrota de los medios de comunicación,
en particular de las grandes cadenas de
televisión que se han transformado en
verdaderos actores políticos al servicio
de los intereses de la oligarquía proimperialistas de nuestros países.
Las actuales burguesías han decidido lavar su narrativa dejando de insistir en eso de la inversión extranjera, la
seguridad jurídica, los tratados de libre
comercio, los programas de austeridad.
No se atreven en público ni siquiera a
cuestionar el rol del Estado en algunas
áreas económicas ni a interpelar las políticas públicas redistributivas llevadas
a cabo en muchos países.
No saben cómo ganar las elecciones fundamentalmente porque cometen un grandísimo error: creen
que hablan a otro pueblo, a un pueblo irreal de anteriores épocas, sin
tener en cuenta las profundas transformaciones sociales y económicas
establecidas en tiempo record.
Sin embargo, dejan que sean los
grandes grupos mediáticos los responsables y portavoces del “todo está
mal”, aunque corriendo el riesgo de
que éstos no sintonicen con el nuevo
sentido común de época.
Hasta el momento, los conservadores siguen perdiendo a pesar de los
intentos de Capriles en Venezuela, de
Rodas en Ecuador, de Doria Medina en
Bolivia, de Marina Silva o Aécio Neves
en Brasil, y Lacalle en Uruguay.
Las últimas victorias para derrocar a
un gobierno progresista sólo las consiguieron con golpes antidemocráticos,
tanto en Honduras como en Paraguay.
Aún lo siguen procurando con golpes
de eso que llaman mercado; en Venezuela, con un dólar ilegal que amenaza
constantemente, y con prácticas usureras del rentismo importador que someten al pueblo a una inflación inducida;
en Argentina con fondos buitres, y con
devaluaciones forzosas por prácticas especulativas cambiarias o soyeras. Pero
están condenados a buscar la fórmula
para ganar en las urnas.
Por ahora, el bloque de países progresistas sigue sin perder elecciones
presidenciales. El chavismo con Nicolás Maduro en Venezuela, Cristina Kirchner en Argentina, Rafael Correa en
Ecuador, Sánchez Cerén en El Salvador,
Daniel Ortega en Nicaragua, y recientemente Evo Morales en Bolivia. La última revalidación la obtiene Dilma Rousseff en Brasil, y previsiblemente Tabaré
Vázquez en Uruguay.
El trabajo para elaborar este suplemento se basó en trabajos, artículos de
análisis y entrevistas de Sergio Rodríguez Gelfenstein, Alfredo Serrano Mancilla, Emir Sader, Atilio A. Borón, Katu
Arkonada y Jean Zieglerv.
AFP
Elecciones antiimpe
en América Latina
La campaña electoral en Bolivia fue una fiesta alegre y azul (color de la bandera del M
BOLIVIA
AFP
Para definir la actual coyuntura que vive el país recorrimos a Arkonada, que, desde un punto de vista gramsciano, señala que el debate político “se sitúa en torno a
la construcción de hegemonía y la consolidación de un
sentido común de época en Bolivia a partir del nuevo
bloque histórico cristalizado en el movimiento indígena
originario campesino”.
Arkonada sostiene que el reciente triunfo electoral
muestra que luego de más de ocho años de gobierno
el hecho de superar el porcentaje con el que se ganó
en 2005 y acercarse al que permitió la victoria en 2009
(64%) implica no sólo que el temible desgaste del poder no ha afectado al primer mandatario, lo cual constituye un mérito notable para él por lograr mantener
sólido su liderazgo.
En Bolivia se manifiestan de prístina manera expresiones
que dan cuenta no sólo de una metamorfosis política de
la sociedad. Más que eso, los resultados electorales son
Tabaré Vázquez y Raúl Sendic, junto con miembros del Frente Amplio, celebran la victoria de la primera vuelta electoral.
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de una profunda mutación civilizatoria que reólo las enseñanzas de la práctica de la política
a occidental, sino que por sobre todo enuncia
biduría ancestral de los pueblos originarios.
vianos han entendido que el MAS es sólo un
to para “jugar” en la política de la democracia
tiva. Su verdadera fuerza radica en la organiortaleza ideológica del movimiento social —
o jamás se ha desprendido—, que ha ganado
mo real en la toma de decisiones, como lo
a paridad en materia de género y el alto núarlamentarios indígenas en la nueva Asamblea
Plurinacional, por citar sólo algunos ejemplos.
e, “hay un profundo sentimiento no sólo en
o en América Latina y el Caribe, un movimienación de nuestros pueblos (...) Este triunfo es
de los anticolonialistas y antiimperialistas”, tal
arcó el propio Evo Morales.
Si hay unanimidad respecto de la solidez del proceso boliviano, esta unanimidad es en lo referente a
aplaudir el triunfo de Dilma Rousseff y del PT en la
segunda vuelta, pero varias partes mantienen al respecto un apoyo crítico.
De todos modos, se puede señalar que ni la genuina performance de Marina Silva en primera vuelta
ni todo el poderoso establishment que defendió a
Neves en la segunda han podido con el proceso de
cambio en Brasil, iniciado con la victoria de Lula allá
por el año 2002. Son 14 años y es la cuarta victoria consecutiva del Partido de los Trabajadores, sin
que la oposición pueda arrebatársela. Ya no sirve
la explicación maniquea de que “todo se debe a la
bonanza económica mundial” o al “viento de cola”;
son tiempos de recesión económica mundial y el
apoyo popular al proceso sigue siendo mayoritario.
En Brasil no es que todo sea color de rosa, pero las
luces predominan sobre alguna sombra; se ha reducido mucho la pobreza en estos años, y también
la desigualdad, y se han mejorado las condiciones
económicas y sociales de vida de la mayoría social.
Esto no se consigue por arte de magia, sino que ha
habido una voluntad política de cambiar el modelo
económico democratizándolo y reinsertándolo en
el mundo. Eso es lo que podría explicar por qué los
40 millones de brasileños sacados de la pobreza por
las medidas tomadas por los gobierno del PT se conviertan en votos electorales.
En cambio, para Borón fue “difícil y angustiosa la
victoria de Dilma en el balotaje del domingo 26 de
noviembre, la más estrecha jamás habida en la historia brasileña (…) En el balotaje de 2006 Lula derrotó
al candidato del PSDB Geraldo Alckmin por más
de veinte puntos: 61 a 39 por ciento. En 2010 Dilma
doblegó en la segunda vuelta a José Serra por unos
doce puntos: 56 versus el 44 por ciento. Este domingo derrotó a Aécio por apenas tres puntos: 51,6 a
48,4 por ciento”.
Borón añade: “Y si el PT hizo suya —en sus grandes
líneas, aunque no en su totalidad— la agenda neoliberal de la derecha brasileña nadie puede sorprenderse que en una coyuntura tan complicada como
la actual un significativo sector de la ciudadanía
hubiera manifestado su predisposición a votar por
Aécio. Es cierto que hubo algunas heterodoxias en
la aplicación de aquella receta, la más importante de
las cuales fue la creación del programa Bolsa Fami-
Telesur
MAS).
BRASIL
La alegría de Dilma Rousseff y de Lula Da Silva y sus partidarios fue tan grande como el triunfo de la segunda vuelta electoral.
lia. Pero en lo tocante a las orientaciones económicas fundamentales la continuidad de la tiranía del
capital financiero y su reverso, la fenomenal deuda
pública del gobierno federal, unida al raquitismo de
la inversión social (¡aproximadamente una décima
parte de lo que paga por concepto de intereses de la
deuda pública a los banqueros!), la deliberada despolitización y desmovilización popular que marcaron la gestión del PT desde sus inicios más el retraso
en el combate a la desigualdad y en atender a problemas como el transporte público —entre tantos
otros—, que afecta el bienestar de las clases y capas
populares (en especial a sus grupos más vulnerables
como los afrobrasileños, los marginales de la ciudad
y el campo, la juventud), terminaron por empujar al
PT al borde de una catastrófica derrota.
Borón termina su análisis apuntando que “para no
sucumbir ante estos grandes factores de poder se
requiere en primer lugar la urgente reconstrucción
del movimiento popular desmovilizado, desorganizado y desmoralizado por el PT, algo que no podrá
hacerlo sin una reorientación del rumbo gubernamental que redefina el modelo económico, recorte
los irritantes privilegios del capital y haga que las
clases y capas populares sientan que el Gobierno
quiere ir más allá de un programa asistencialista y
se propone modificar de raíz la injusta estructura
económica y social del Brasil. En segundo término,
luchar para llevar a cabo una auténtica reforma política que empodere de verdad a las masas populares
y abra el camino largamente demorado de una profunda democratización”.
Con todo lo anterior las oligarquías brasileñas aunque formalmente aceptaron la derrota electoral,
pero cierta parte aún no la acepta.
El gobernante Partido de los Trabajadores (PT) de
Brasil denunció recientemente “que sectores de la
oposición, renuentes a reconocer los resultados de
las recientes elecciones presidenciales, incitan a un
golpe militar como el ocurrido en 1964”.
“Tras la reelección de la presidenta Dilma Rousseff
en la segunda vuelta de los comicios, la página del
Ejército en la red social de Facebook recibió centenares de mensaje con pedidos de intervención militar.
Al parecer se trata de electores que respaldaron al
otrora candidato de la Social Democracia Brasileña
(PSDB), Aécio Neves, y que enfrentan dificultades
para reconocer su derrota en las urnas”, señala el PT.
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AFP
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Raúl Castro, Evo Morales, Rafael Correa, Nicolás Maduro, Salvador Sánchez Cerén y la premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú con banderas de Bolivia y la wiphala.
URUGUAY
hijo de un Presidente de los noventa
neoliberales, Lacalle Pou (del Partido
Nacional), pudieron contra la propuesta de continuidad del cambio que venía liderando ‘Pepe’ Mujica.
Los últimos datos respecto a esta primera vuelta dan al Frente Amplio mayoría
en diputados como en el senado. Habrá
que ahondar más en el análisis con los
resultados de la segunda vuelta.
AFP
A este escenario hay que sumarle Uruguay porque —según datos oficiales— el progresista Frente Amplio es
la fuerza más votada en primera vuelta
(46,48%), siendo el máximo favorito
para ganar en segunda vuelta contra la
propuesta neoliberal liderada por Lacalle Pou, el 30 de noviembre. En ese país,
ni el hijo de un presidente en dictadura,
Bordaberry (del Partido Colorado), ni el
Las oligarquías proimperialistas recurrieron a la violencia en Venezuela, Ecuador y donde pudieron, pero los pueblos siguen avanzando.
AFP
CONCLUSIÓN
Daniel Ortega celebra con su pueblo un aniversario más de la Revolución Sandinista.
Bolivia y Brasil permiten mirar la cara y el sello de
gobiernos que han escogido tácticas distintas.
Mientras Evo y el MAS optan por una persistencia y profundización de la democracia popular
participativa, además de alianzas económicas
hegemonizadas por el Estado y del cual los sectores más humildes de la población se han sentido
beneficiados, en Brasil, la merma electoral señala
una relación con el abandono del PT de su histórica relación privilegiada con las clases populares.
Por un lado, habla de la institucionalización de la
política sin entender que la inclusión social por sí
misma no basta para avanzar en el camino de la
transformación y el cambio. El PT deberá ‘refrescar’ su quehacer político a fin de que sus fallas no
generen el caldo de cultivo en el que la derecha,
bajo el paraguas invaluable de los medios de comunicación, siga restando espacio al movimiento
popular, de acuerdo con Borón.
Arkonada considera que “la integración latinoamericana es una necesidad para subsistir y al
mismo tiempo para solidificar los cambios que se
están dando gracias a varios gobiernos progresistas de la región. En el ámbito político sostiene
que hace falta mayor interrelación de los sectores
de izquierda y los movimientos populares a nivel
continental en un momento clave para América
Latina, que se debate entre la emancipación definitiva y la restauración capitalista-hegemónica”.
En ciertos aspectos coincide Alfredo Serrano
Mancilla al apuntar: “Estamos en un momento de
disputa, de gran tensión, en el que el imperio del
capital representado en Estados Unidos y su principal aliada la Unión Europea buscan por todos los
medios sabotear el proceso integracionista que
tratan de consolidar los países de América Latina”.
“Más allá de las conquistas de la década ganada
por los gobiernos progresistas de Latinoamérica, toca ahora hacer propia la década venidera,
escribirla con nombres propios, con lenguaje
propio, con retos propios, con placeres propios,
dibujar la escena y elegir la arena de disputa.
Adelantarse a los peligros y evitar enconarse en
neocapitalismos amables”.