Año I, núm. 11, 1 de julio de 1942

ADELANTE
DIRECCION
Y
ADMINISTRACION:
BALDERA?. 37
D irector:
M A N U E L
A dm inistrador:
V íctor
A L B A R
SALAZAR
FRANQUEO CONCERTADO
REGISTRADO COMO ARTICULO DE 2*> CLASE EN L A ADMINISTRACION DE CORREOS Y TELEGRAFOS DE MEXICO, EL DIA 10 DE JUNIC DE 1942.
Año I. - Núm. 11
M é x ico ,
Precio: 15 ctvs.
D. F., 1 de Julio de 1942
'En el a lm a de todos los h o m b re s se
esconde la s u b lim e c h is p a que en el
preciso momento h ará de ellos héroes.''
(León Tolstoi.-EI sitio de Sebastopol).
ALTIBAJOS
DE L A
HUELGA
GUERRA
L o s f a c t o r e s del t r i u n f o
■ Vuelven los días malos — y previstos— de la guerra. Con ellos,
el desencanto de quienes, encandilados por los prim eros y nada de­
cisivos triunfos logrados por las armas, de la Democracia, daban la
contienda por casi terminada y urdían planes gozosos — nos referim os
ahora a los españoles— de regreso inmediato a Europa. A tales con­
tratiempos conduce tener un optimismo demasiado fácil. Digam os
— y no por prim era vez— que no es ese nuestro caso. N i hemos ali­
m entado con infundada imaginación el optimismo propio, ni hemos
dejado de procurar, con palabras prudentes, frenar el ajeno. D e igual
modo, pero a la inversa, cuando el curso adverso de los acontecimien­
tos pope flojedad y desmayo en los ánimos, nos creemos en rrance
obligado de reavivar la firmeza transitoriamente debilitada. A h ora
estamos en uno de esos períodos de desaliento, tan injustificado co­
mo el optimismo que lo precedió. El descalabro lam entable de Tobruk, que pone de relieve, una vez más, la incompetencia que sigue
dirigiendo aún, por parte de las democracias — y excepción hecha de
Rusi§— la marcha de la guerra; el ímpetu alcanzado por la ofensiva
alemana sobre la Crimea, en donde los defensores de Sebastopol
— valgan de homenaje a su heroísmo estas palabras— están haciendo
actuales las páginas m agníficas con que León Tolstoi inmortalizó el
otro sitio de Sebastopol, el de 1855; las señales inequívocas de que el
tigre japonés está eligiendo ya nueva presa a la cual asestar de im ­
proviso su zarpazo; todo eso prohibe, naturalmente, aparentar unas
alegrías que habrían de cargarse a la cuenta de la inconsciencia, pero
tampoco autoriza aflicciones de ninguna clase. N o hay motivo nin­
guno para sentir disminuida la fe. L a victoria sigue estando lejana,
pero segura.
M ás lejana y menos segura cuanto más persista la obstinación
en el error. Instintivamente, el espectador adivina que la política in­
sensata seguida por las grandes naciones — Inglaterra a la cabeza—
hasta poner a la Democracia en situación de agonía, no ha sido su­
perada del lodo. Son muchas aun las cosas que esperan corrección,
demasiados los intereses que se resisten al sacrificio, exactamente
como si los términos en que está planteado el duelo de la guerra
permitiera regateos sórdidos y actitudes ambiguas. L a m oral de una
gran p arle del pueblo norteamericano no acaba de hacerse a la idea
de que han empezado días de rigurosa renunciación. P areja m en­
talidad acusan no pocos sectores de las clases aristócratas de In g la ­
terra, apegadas a tradiciones tan venerables como se quiera, pero en
ruina, mientras, en contraste, las masas obreras agrupadas en el la ­
borismo británico ofrecen el ejem plo adm irable de un esfuerzo tenaz
y creciente gracias al cual la producción inglesa, situada b a jo el sig­
no de la guerra, ha logrado ya índices insospechados. En ese esfuerzo,
ahora imitado y aumentado en los Estados Unidos está, por supues­
to. la mejor reserva de confianza en el triunfo. L a m ejor, no la úni­
ca. Se equivocará quien piense que la guerra se gana solamente con
una transformación industrial que aplique a las necesidades de la
campaña todas las energías económicas del país. Es menester, ade­
más, la voluntad de ganar, la resuelta decisión de ser los vencedores.
En suma: se hace indispensable el espíritu de combate. Com pren­
demos lo doloroso que resulta despedirse bruscam ente de los há­
bitos de paz para inyectarse una psicología de violencia. M as no por
ello deja de ser más necesario. E l enemigo será vencido por la m a­
yor resistencia vital de que disponen las democracias, pero entre
tanto habrá que com batirlo con armas iguales a las suyas y con un
ardor de pelea equivalente al suyo o superior. Como están peleando
los soldados rusos, poseídos de una fiebre ante la cual se quiebra la
de los alemanes. Es la guerra.... Y la paz — sobre todo si ha de ser
definitiva— de mañana, bien vale la pena del sacrificio, sin trabas,
del presente.
L a política grem ia l inglesa g
el triu n fo de la causa aliada
Las organizaciones obreras británicas datos “independientes” apoyados, ex­
vienen demostrando un profundo inte­ traoficialmente, por un sector de deter­
rés en los problemas industriales y po­ minado partido.
líticos emergentes de la situación béli­
La existencia de esta paradoja po­
ca, y han demostrado en todo momen­ lítica ha sido recalcada por las elec­
to una gran amplitud de miras en ciones parciales realizadas recien­
la consideración de aquéllos.
temente, y es posible que sus re­
En realidad, la politica de los diri­ sultados, que han tenido amplia
gentes gremiales puede resumirse en repercusión en el extranjero, hayan
cuatro palabras: “Debemos ganar la sido mal interpretados por personas
guerra” . Con estas palabras se pone deficientemente informadas sobre el
fin a todas las controversias, y el labo­ sistema actualmente en vigor. En rea­
rismo tiene la satisfacción de saber que lidad, es un error creer que existe una
la misma comprensión de las necesi­ corriente de oposición reprimida por la
dades del momento es dable encontrar­ tregua política, y que ésta no ha bas­
la en todos los círculos británicos.
tado para reprimir ciertas rebeldías.
Uno de los problemas políticos origi­ Por el contrario, sólo en un caso ha
nados por la guerra es el de las elec­ existido un verdadero candidato “opo­
ciones parciales para llenar las vacan­ sitor” , pues en todos los demás la lucha
tes que se van produciendo en el Par­ contra los candidatos “oficiales” ha pro­
lamento, habiéndose resuelto a princi­ venido de políticos que han proclamado
pios .de la guerra declarar una “tregua su intención de apoyar al gobierno,
electoral” ; es decir, al producirse la haciendo todo lo posible por aumentar
vacante, el partido al cual pertene- el ritmo de su actividad en el sentido
necia anteriormente la banca designa de adoptar una política bélica más
un candidato y éste es elegido sin opo­ vigorosa.
sición de los partidos contrarios.
Por otra parte, no es cierto que los
Este acuerdo entre los grandes par­ partidos unidos en apoyo del gobierno
tidos no ha podido impedir, por supues­ hayan caído en una modorra política.
to, que se presenten a disputar las La verdad es que nunca como ahora
bancas candidatos “independientes” en se han precisado con claridad y elo­
oposición a los nombrados por el par­ cuencia las convicciones de cada indi­
tido triunfante en la elección anterior. viduo o cada agrupación, para compro­
Algunas de las elecciones realizadas en bar lo cual basta leer los discursos pro­
estas condiciones han creado situacio­ nunciados en los últimos días por mi­
nes embarazosas, sobre todo en lo re- nistros de Estado y miembros del Par­
ferente ^al Partido Laborista, pero es lamento.
necesario reconocer que los líderes po­
Tal vez la más reciente y a la vez
líticos se han atenido no sólo a la letra, la más importante de las deliberaciones
smo también al espíritu del “acuerdo en que se ha visto reflejada esta revi;de caballeros” ; es decir, que todos los gorización de la política británica ha
PFtidos han apoyado al candidato “ofi­ sido el discurso divulgado por radio­
cial , por más que en condiciones nor­ telefonía por el nuevo ministro de Pro­
males algunos de ellos se habrían ducción, Mr. Oliver Lyttleton. Este
opuesto decididamente a su elección. Es causó profunda impresión entro los di­
j Ii°^ar ciue esta política ha sido rigentes gremiales por su franca admi­
adoptada hasta en el caso de candi­ sión de que, mediante una organizaEn segunda página, correspondencia cruzada entre el Comité
Nacional de la Union G eneral de Trabajadores y el cam arada
Indalecio Prieto.
★
EN L A
EDIFICACION
ción adecuada, era posible impedir que nos, a lo que ha observado entre sus
retornaran los días de la desocupación colegas más jóvenes), existe una fuerte
en masa, y que ésta era una de las corriente de opinión que podría resu­
primeras tareas que debía realizar el mirse así: Los industriales reconocen
mundo civilizado una vez que ¡os ca­ cada vez más plenamente la inevitañones cesasen de tronar. “Debemos bilidad de los cambios que habrán de
tomar medidas” , dijo el ministro “para sobrevenir, y los aceptan sin amargura.
Era el Marqués de Vadillo hombre dos. No fué pequeña tampoco la sor­
que jamás nos volvamos a ver aboca­ En segundo lugar, existe entre ellos
dos a los horrores de la desocupación un sentimiento patriótico cada vez ma­ fino y culto, catedrático de Derecho presa del Marqués de Vadillo, aunque
en masa, y corresponde al Estado to­ yor, resultado de un respeto conscien­ Romano en la Universidad Central y este sólo los veía de frente; el asom­
mar la iniciativa y asumir la responsa­ te de los ideales británicos y de los persona de gran ingenio para contar bro de la primera autoridad surgía al
bilidad de la solución de este problea. progresos realizados en el pasado con cuentos, según el decir de sus íntimos, tener que modificar fundamentalmen­
La tarea que deberá afrontar el go­ la ayuda y cooperación de todas las quienes también le calificaban de ‘to­ te el concepto que tenía de sus visi­
bierno después de la guerra, sólo podrá clases sociales. Tercero: Los industria­ do un padrazo” . La cara de este señor tantes. Había oído decir que los re­
ser llevada a feliz término si todo les empiezan a preguntarse qué es lo era muy significativa por su peculiar presentantes que dirigían a los tra­
el pueblo demuestra la misma solida­ que han hecho para merecer los privi­ expresión, un tanto melancólica, de bajadores asociados eran unos vivido­
ridad y energía con que ha encarado legios de que han gozado en el pa­ ojos tristes, nariz grande, corva y col­ res que se comían las cuotas, unos vagos
los problemas de la guerra propiamente sado y qué es lo que hacen gante y, sobre todo, tenía unos pelos sin oficio ni beneficio, y ahora se en­
actualmente en concepto de retribu­ ralos y grises que se acumulaban en la contraba ante 4 obreros “ auténticos” .
dicha.”
No cabe duda de que todos los gran ción. La carrera industrial —dice Mr. sotabarba, dándole en conjunto un as­ Apreciando nuestros camaradas la con­
des partidos están de acuerdo con las Courtauld— debe convertirse en algo pecto de chivo expiatorio. A algún fusión de la autoridad, se disculparon
palabras de Mr. Lyttleton, y en las es­ más que en un medio de enriqueci­ chusco de las tertulias políticas se le por tener que presentarse en tal gui­
feras sindicales se señala con profunda miento personal. Cuarto: El autor se­ ocurrió decir que el Marqués parecía sa, pero que estando en sus tajos res­
satisfacción el hecho de que personas ñala la existencia, en grado cada vez una cabra triste, y por este remoque­ pectivos fueron avisados pon toda ur­
relacionadas con el alto comercio —co­ mayor, de un sentimiento de camara­ te, aunque pronunciado con benevo­ gencia y no querían demorar los de­
mo lo estuviera el propio ministro an­ dería, leal y sincera, entre los hombres lencia, era conocido por mucha gente seos del gobernador, tanto más que
tes de hacerse cargo de su cartera— de negocios y sus empleados y obreros. el que ocupaba el puesto de primera terminada la entrevista con éste ha­
No menos significativas son las de­ autoridad civil de Madrid cuando ocu­ bían de volver a sus puestos de tra­
reconozcan la necesidad de c:ue el
Estado tome intervención activa y di­ claraciones de Mr. Courtauld en el sen­ rrió el episodio de que vamos a ocu­ bajo.
El Marqués, reaccionando en su pen­
recta en los problemas relativos a los tido de que el control oficial no ha de parnos.
Pequeña parte de los obreros de la samiento, hizo entonces elevado elo­
recursos y servicios nacionales y al ser una medida pasajera, sino perma­
mejoramiento de las condiciones de v i­ nente, agregando que también debe Edificación se hallaban en conflicto a gio de la “honorable blusa” y de la
da de las masas obreras. Sobre todas es­ el Estado establecer las condiciones, causa de una maniobra que, de salir- dignidad de tal prenda. Y sin rqás
tas actividades, como bien dijo el mi­ de acuerdo con un plan racional, para les bien a los patronos, traería perjui­ preámbulo se entró en el fondo del
nistro, la nación misma cobrará un el desarrollo industrial. Por último ca­ cios importantes a los miles de traba­ asunto.
be señalar que la corriente colabora­ jadores de la construcción. La Socie­
El Gobierno quería, exigía si fuera
dividendo.
Pero no sólo los ministros se expre­ cionista entre los patrones encuentra dad de Albañiles “El Trabajo” , de tan preciso, que con toda premura se ter­
gloriosa historia en las luchas sindica­ minase el conflicto que desde hacía
san en esta forma. Actualmente ha un clima similar entre los obreros.
Cuando todos los partidos y todas les, llevaba con tacto exquisito este muchos días existía en buen número
despertado gran interés un artículo pu­
blicado en el “Economic Review’ . bajo las clases sociales piensan en forma movimiento, evitando hacer el juego de obras; por lo tanto, los obreros ha­
la firma de míster Samuel Courtauld, igual o notablemente parecida, no pa­ a las provocaciones de los contratistas brían de acudir, sin excusa alguna, a
sus puestos de trabajo, ya que, ade­
presidente de Courtaulds Ltd., uno de rece inevitable la vuelta a las luchas de obras.
Pero la huelga, aunque reducida, más el gobierno estaba preparando
los establecimientos textiles más gran­ partidarias en la forma que se reali­
des del mundo. En este artículo el zaban anteriormente. La tregua actual duraba varias semanas y no era ese el festejos de importancia en honor de
autor expone sus opiniones personales podrá tener aplicación en la post-guerra plan de maniobra que convenía a la cla­ la familia real y no podía tolerar pre­
sobre la reconstrucción de post guerra y ser confirmada por un acuerdo de se patronal en tales circunstancias, ya texto ni motivo de perturbación.
La Comisión manifestó que si la lu­
que los obreros parecían no conceder
en el campo de las actividades indus­ carácter general.
importancia a aquella lucha. El Gobier cha existía era contra la voluntad de
triales. Entre los hombres de negocios,
HERBERT TRACEY
no, por su parte, estaba preparando los trabajadores y, por tanto, eran és­
dice Mr. Courtald (y su impresión no
unas fiestas regias a las que quería tos los primeros en desear lo que las
Londres, junio 1942.
se limita exclusivamente, ni mucho me­
dar el máximo esplendor. Y fuese por autoridad decían. Informó ampliamen­
este motivo de tipo gubernativo o por­ te del conflicto, evidenciando la des­
que los referidos contratistas intriga­ vergonzada maniobra patronal y la
P ed ir que entre las dos organizaciones sindicales, U . G . T. y C. N . T.. ban en las esferas oficiales, el caso es razón que asistía a los huelguistas.
La entrevista adquirió tonos vivos,
que un día, a eso de las once de la
existan las m ejores relaciones de cordialidad y respeto mutuo, es sen­ mañana, se recibió en el Centro Obre­ pues a las órdenes y mandatos del go­
sato, obligado y necesario. P ed ir la fusión de las dos en una sola, ro de Relatores un aviso del goberna­ bernador contestábase con igual vehedor civil para que con toda urgencia nencia. En algunos momentos las vomientras conserven características tan distintas, sólo puede hacerlo se presentaran a hablar con él los re­ ;es y réplicas se oían desde fuera del
ir.spacho. Parecía como si aquel representantes de los huelguistas
quien haya perdido la cabeza o no la haya tenido jamás.
Inmediatamente se desplazaron emi­ aresentante de la autoridad tuviera
sarios a las obras donde trabajaban una orden terminante que cumplir sin
dichos compañeros para informarles más apelación.
Entonces, nuestros camaradas, y en
que habían de reunirse en seguida en
las inmediaciones del palacio de la nombre de ellos Largo Caballero, ma­
calle Mayor. Poco más de las doce cua­ nifestaron en tono decisivo al Martro obreros —Rubios, Orosas Nicolás aués que los huelguistas no serían ni
González y Largo Caballero— inten­ atropellados ni humillados, como se
tando subir las amplias escaleras del pretendía, y que junto a ellos y en su
viejo caserón, eran detenidos por la defensa estarían no sólo todos los
guardia de la portería, que estimaba abreros de la construcción sino tam­
aquello como un asalto; pero al exami­ bién los de las demás profesiones Y si
nar el llamamiento del gobernador, los el Gobierno no quería tener una pe­
guardias modificaron su primer im­ queña lucha de albañiles durante los
pulso y les permitieron marchar es­ festejos, contemplaría el e.soectáculo
caleras arriba, no sin contrariedad a’ de una huelga general con todas sus
ver el indumento con que aquellos su­ consecuencias.
Al llegar a este punto la primera
jetos se presentaban en un edificio ofi­
\utoridad civil —que por lo demás no
cial y ante autoridad tan destacada.
En reunión celebrada el 26 de junio pasado, la Comisión E je ­
Porque nuestros cuatro camaradas ?ra de temperamento impulsivo ni
vestían sus ropas de trabajo, ya que a atrabiliario— dió por terminada la
cutiva del Partido Socialista acordó hacer pública la siguiente
toda prisa habían sido obligados a acu­ reunión. Los comisionados dieron me­
declaración:
dir a tal cita. Según 'iban subiendo por dia vuelta y salieron del despacho ofi­
L a Comisión Ejecutiva del Partido Socialista se ha sentido
las escaleras y se internaban por sa­ cial. Entonces el gobernador tuvo tiemlones alfombrados, donde dejaban se­ oo de observar por detrá.s los panta­
viva y justificadam ente contrariada por la publicación del docu­
ñales evidentes de yeso y cal, se iba lones de Largo Caballero, y su ilusión
mente que, con el título " A todos los afiliados de la U . G . T. de
manifestando el asombro de funcio­ pareció tener un efecto inmediato.
España”, y autorizado con las firm as de los compañeros Belarm ino
Indudablemente el Marqués de Va­
narios y visitantes, pues todos estima­
ban que no era aquel el traje apropia­ dillo, aun si ser pusilánime al que­
Tomás y R afael M ira, presidente y secretario, respectivamente,
do para visitar a la primera autoridad dar solo se veía acobardado y venci­
del Comité Nacional de la U n ión G eneral, se inserta en el n ú ­
de la provincia. Pero la sorpresa lle­ do, después de esta entrevista, porque
mero 10, aparecido el 12 de junio de 1942, del Boletín que edita
gaba _al estupor al pasar aquel grupo >as crudas verdades que había oído y
en M éxico el mencionado organism o sindical.
etxraño, pues contemplándolo por la observado eran réplica contundente y
espalda se observaba algo verdadera- Ticaz a las mentiras que le habían
Estima la Comisión Ejecutiva que el documento de referencia
fnente insólito. Uno de los cuatro pre­ informado. Esto y sobre todo la ame­
es injusto en su tono y en su contenido, puesto que, sobre mostrar
sentaba en la parte trasera y más am­ naza de huelga general hicieron tal
plia de sus pantalones unas manchas efecto, que nada hubiera tenido de ex­
una acritud im propia, falsea evidentemente los términos del
que, aparte de provocar la risa, invi­ traordinario que lo que en los panta­
discurso pronunciado p o r el cam arada Indalecio Prieto el lo. de
taban instintivamente a hacer una lones de Caballero era simple ficción
m ayo pasado, extrem o que puede com probarse fácilm ente con­
contracción nasal en sentido de aspi­ externa y bien simulada, en los de la
trastando los textos correspondientes. Se le imputan al compa­
ración profunda para convencerse de “Cabra Triste” fuese realidad interna
si olía o no a ámbar.
y disimulada.
ñero Prieto afirm aciones que no hizo, y de ellas se sacan deduc­
Perico el CIEGO
¿Qué era ello? Largo Caballero es­
ciones no sólo equivocadas, sino ofensivas. P o r esa razón, la C o ­
taba trabajando en unas habitaciones
misión Ejecutiva, velando por el prestigio de uno de sus compo­
en que sobre el blanco del estuco se
nentes, se cree en el deber de protestar por la publicación del do­
dibujaban unas líneas o grecas de co­
lor amarillo. Y cada vez que se man­
cumento citado y expresar al compañero Indalecio Prieto su sim­
chaba con esta pintura los dedos te­
patía y solidaridad ante la injusticia de que es objeto, lam entando
nía la mala —la pésima si queréis—
De acuerdo con la recomendación
que la ofuscación pasajera de otros compañeros, a quienes nos atan
costumbre de limpiarse frotando en (¡ue oportunamente les hizo la C o­
él dc.rso del pantalón. Y así resaltaban
vínculos fraternales, haya dado lu gar a la redacción de esta nota.
sobre su blanquísimo traje de trabajo misión Ejecutiva, todas las Agrupa­
aquellas manchas que presentaban a ciones del Partido Socialista Obrero
primera vista aspecto en verdad sos­ Español, constituidas en diversos
pechoso.
valses de América, celebraron la
Pasado recado de que estaban espe­
rando los representantes obreros, el Fiesta de lo. de mayo, bien con actos
gobernador los hizo ingresar en su públicos, reuniones privadas o sim­
despacho, ante la extrañeza de no po ­ plemente comidas fraterrudes. según
cos de los que esperaban ser recibilas posibilidades y el ambiente con­
currentes en cada caso.
Nos complace mucho insertar a continuación la carta que el Presi­
El retraso con (¡ue han ido llegando
dente de la República Mexicana ha dirigido a nuestros compañeros Alejan­
a nuestro poder las reseñas informa­
dro Otero y Manuel Albar, presidente y secretario, respectivamente, de
tivas, que disminuye mucho su inte­
rés de actualidad, retraso debido a
los C. E. de nuestro Partido.
la dificidtad de comunicaciones crea­
El d o m i n g o, día 12 del
da por la guerra, nos determinan a
Palacio Nacional, a 4 de junio de 1942.
corriente, a las diez de la mañana,
no publicarlas, limitando el acuse
Sres. Alejandro Otero y Manuel Albar.
en su domicilio social, Balderas
de recibo a esta nota breve en la que,
número 37, ( Centro Español), se
más que nada, nos importa consig­
Balderas, 37.
celebrará asamblea general ordi­ nar la unanimidad con que fué aten­
Ciudad.
naria, con arreglo al Orden del Día
dida la indicación de la Comisión
(¡ue oportunamente recibirán los
Ejecutiva y el fervor con (pie la Fies­
Estimados señores y amigos: M e es satisfactorio referirme al atento es­
afiliados.
ta del Trabajo fué celebrada
crito que se sirvieron dirigirme el 22 de mayo último, para expresarles que
L A J U N T A D IR E C T IV A
Conste para satisfacción de todas
estimo, en nombre del Gobierno de la República, el voto de respaldo
las Agrupaciones del Partido.
que formulan hacia la actitud asumida por el propio Gobierno ante la
agresión de que se ha hecho objeto al país.
L o s pa n ta lon es sospechosos
Una nota de la Comisión Ejecutiva del Partido
L a U n ión G en era l de T r a ­
b a j a d o r e s y el d i s c u r s o
de I n d a l e c i o P r i e t o
El P r i me r o de
Mayo en América
Una carta del
General
Manuel
Camacho
Avila
Círculo Cultural
P ablo Ig le sia s
Reciban ustedes un saludo afectuoso de sti atento y seguro servidor,
En iercera página, texto íntegro del discurso pronunciado en el
Centro Español, el 20 de junio, por M A N U E L A L B A R ,
M A N U E L A V IL A C A M A C H O
CONSIDERACIONES ACERCA DE UN DISCURSO
Correspondencia cruzada entre el Comité Nacional de la U. G. T. y
nuestro camarada Indalecio Prieto
E l tono que, con error e injusticia evidentes, cam ­
pea en las réplicas —privadas unas, publicas otras
que el C o m ité N a cion a l de la U n ión General de T ra ­
bajadores se ha creíd o en e l caso de oponer al discurso
qu e en lo. de Metyo pronu nció en el C en tro Español
nuestro com pañero In d a lecio P rieto, nos m ueve a dar­
le a esta discrepancia plena publicidad. Para ello, na­
da m e jo r qu e la inserción íntegra de las cartas cru ­
zadas entré los discrepantes i/ e l orador, intercalando
entre ellas, a fin d e q u e la inform ación sea com pleta,
e l docum ento o ficia l publicado en el núm ero 10 del
B ole tín de la U n ió n G eneral de Trabajadores, corres­
pondiente al 12 de junio pasado. De. este m od o cree­
m os con trib u ir a que nuestros lectores puedan form ar
ju icio seguro.
vivido casi entera. Si comienzan por declarar que la co­
y el mundo entero se abrió en los primeros días de No­
nozco perfectamente, no veo la necesidad de recordármela.
viembre de 1936, la contestaron los Sindicatos en forma
que sólo ese acto los glorifica. En lo mucho que se ha Pero ello es detalle de poca monta.
A l entrar, por fin, en el fondo del asunto y referirse
escrito sobre aquellas-épicas jornadas, aún no se han
a hechos pie notorio abuso sindical ocurridos durante la
analizado justamente los factores que decidieron el triun­
guerra y qué yo narré, ustedes se apresuran a condenarlos,
fo para las armas republicanas. Para nosotros no queda
lamentando que “el Ministro de Defensa no cumpliera
la menor duda que esto pudo ocurrir por la preparación
de las masas encuadradas en la Unión General de Tra­ con su deber.” La corrección de algunos de tales hechos
bajadores. ¿Quiénes fueron los primeros en lanzarse a no correspondía al Ministro de Defensa, y en cuanto a aquel
o aquellos que cayeran dentro de mi jurisdicción habré de
la calle para aplastar el movimiento subversivo? Nadie
decir a ustedes que no existe incumplimiento del deber
como nosotros conoce que las Federaciones y Sindicatos
cuando media la impotencia para hacerlo efectivo. Rendí
quedaron abandonados para empuñar el fusil, así como
tal culto al deber durante toda mi vida que es muy difícil
que muchos de estos Organismos dejaron de funcionar
que nadie, ni siquiera ustedes desde lo alto de su represen­
por haber perdido a sus dirigentes o por encontrarse
tación, pueda aleccionarme.
éstos en los frentes de lucha.
Para evidenciar el comportamiento de las masas sindi­
¿Que ha habido dirigentes que no estuvieron a la
cales de España, evocan ustedes el nombre de Madrid
altura de las circunstancias? Puede que sí; pero eso
CARTA DEL COMITE NACIONAL DE LA U. G. T. A
y recuerdan cómo se comportaron aquéllas defendiendo
no justifica la aseveración que hace en su discurso de
la capital. Parece .como si yo hubiera dicho algo en su
INDALECIO PRIETO
que la guerra fué perdida por la actuación de las orga­
contra. No lo dije. Mis palabras al respecto fueron éstas:
nizaciones sindicales, que no otra cosa ha querido decir
“Los sindicatos, que aportaron masas enormes de heroicas
al hablar de que nuestra retaguardia estaba podrida, ya
México, D. F., 16 de mayo de 1942.
cambatientes, estorbaron, a través de sus elementos direc­
que a todo lo largo de su peroración sólo a las sindicales
Sr. D. Indalecio Prieto.
tivos, la acción del Gobierno.” Son, pues, imposibles los
ha
aludido.
Y
aunque
esto
fuese
una
verdad
—cosa
que
nos­
Ciudad.
equívocos, ni trabucando dos aspectos cuya separación
otros negamos— , creen que es inoportuno decirse en es­
marqué yo clarísimamente.
tos
momentos
y
después
de
haber
estado
sosteniendo
has­
Estimado compañero: Este Comité Nacional ha estu­
Y ahora vamos a lo más importante de la carta, a
ta ahora —usted mismo lo ha dicho en todas las for­
diado detenidamente, después de haberle oído, su discur­
lo
que
más me interesa rectificar. Escriben ustedes: “ ¿Qué
mas—
que
nuestra
derrota
se
debió
a
la
falta
de
solida­
so de PRIMERO DE M AYO en el Centro Español. De
ha habido dirigentes que no estuvieron a la altura de
ridad de las Democracias, ciegas ante la ayuda que los
él hemos recogido la parte que como dirigentes de la
las circunstancias? Puede que sí, pero eso no justifica la
Central Sindical más poderosa de España nos correspon-. nacifascistas prestaban al franquismo. Suponemos la
aseveración que hace en su discurso de que la guerra
día contestar, lo que hacemos, después de acuerdo uná­ sensación que esta afirmación suya habrá causado en el
fué perdida por la actuación de las organizaciones sindi­
nime, en dos formas: pública y privadamente. En la pri­ mundo y el alivio que habrán experimentado las fuerzas
cales...” Yo no hice tari estúpida aseveración. Es falso,
mera nos aténemos a mostrar nuestra disconformidad sin coaligadas que nos derrotaron. Por muchas que sean
absolutamente falso, totalmente falso. Y niego a ustedes
entrar de lleno en la enojosa cuestión por usted plantea­ las amarguras sufridas, por muy grande que sea la dis­
derecho de que, no pudiendo encontrarla en pasaje al­
da. En la segunda, que es esta carta, trataremos de re­ tancia que le separe de los procedimientos que la orga­ el
guno de mi discurso, la deduzcan afirmando “ que no otra
nización sindical empleara en España, no puede anatema­
futar sus puntos de vista en el orden sindical y fijaremos
quise decir al hablar de que nuestra retaguardia estaba
tizarla con un baldón tan infamante, porque ello signi­
el criterio que nosotros sustentamos respecto al mismo.
podrida, ya que a todo lo largo de su peroración sólo a
fica más que una injusticia, una animosidad inadmisible
A l obrar así, mantenemos incólume la línea de conducta
los sindicatos ha aludido.” Lo que yo quise decir quedó
en un hombre que, aunque indirectamente, la ha venido
que desde el primer momento nos hemos trazado de no
dicho sin eufemismo y es ilícito atribuirme intenciones que
representando durante muchos años.
polemizar públicamente en un país extranjero sobre pro­
no tuve y de las cuales no hay atisbos por ninguna parte.
Siguiendo el orden de su discurso, nos encontramos con
blemas que sólo al pueblo español compete dilucidar.
lo que. usted denomina “el egoísmo sindical” para llegar Ni la retaguardia la formaban únicamente los Sindicatos,
Comenzaremos por decir que no encontramos justi­
ni es cierto que yo aludiera de modo exclusivo a éstos.
a la conclusión de que, por encima de los sindicatos,
ficación alguna para que en su discurso “Confesiones y
¿Cómo puede estamparse semejante inexactitud? De mi
debe hallarse siempre el Estado, “ cuando éste sea fiel ex­
rectificaciones” introdujera la parte que se refiere a la
discurso
son las frases siguientes: “Por ser político conoz­
presión
de
la
voluntad
nacional”
„cuando
es
elegido
por
organización sindical de nuestro país, cuando su propósi­
co
mejor
los defectos de la política, y por ser parlamentario,
una
mayoría,
llámese
ésta
como
se
llame.
Pues
bien,
to era exclusivamente el de hablar de una etapa anor­
debiendo mi fama al Parlamento, conozco aún mejor los
según su criterio, en una nación en que gobierne -un Es­
mal, como la que se relaciona con el período de nues­
defectos del Parlamento. Sería, pues, injusto si limitara
tado reaccionario, elevado al poder por una mayoría de
tra guerra y cuando sólo se proponía exponer la parte
mis críticas a los abusos desbordantes del sindicalismo y
votos, la misión de los trabajadores no es otra que la
negativa de su labor.
de cruzarse de brazos y dejar hacer para no “estorbar no parara atención en los abusos de la política.” Y a con­
Usted conoce perfectamente, por su larga historia
la acción del Estado” . Esto sólo se puede admitir cuan­ tinuación hablé de la acción política con tanta o mayor
dentro del movimiento obrero de nuestro país, que la
extensión que de la acción sindical. Cuando se comenta
do los trabajadores se encuentren “en la cumbre” , de
Unión General de Trabajadores desde su fundación (Agos­ ningún modo cuando estén “en el llano” . El sostener
un texto escrito que se dice haber “estudiado detenida­
to de 1888, en Barcelona) ha procurado inculcar en las
este criterio, es tanto como dar razón a los que pro­ mente después de haberlo oído,” no resultan admisibles
masas a ella afiliadas el sentido de la responsabilidad,
afirmaciones como las que, sin base, hacen ustedes en di­
pugnan por los Sindicatos verticales, de lo que son bue­
rechazando aquellos métodos que sólo servían para man­ na prueba los existentes en Alemania, Italia y España.
cha parte de la carta y que deben ser desmentidas por
tener en una inactividad casi continua a los trabaja­ Añadamos que esto pugna con los Estatutos de la U. G.
mí de modo enérgico y categórico. Lo que ustedes me
dores, con el consiguiente perjuicio para sus intereses
atribuyen, más que una injusticia, es una idiotez. Y yo,
T. y no olvidemos que la Federación Sindical Internacio­
y los generales de la nación española. Ya en los Esta­
acertado o erróneo en mis juicios, no me rebajo hasta
nal se opuso siempre al ingreso de los Sindicatos So­
tutos aprobados en su primer Congreso, dice: “Art. 2o.:
viéticos en dicha Central por entender que su supedita­ el punto de consentir que se me haga pasar por idiota.
La U. G. T. de España se propone realizar su objeto
El comentario de ustedes acerca de mi concepción so­
ción al Estado no les permitía la libertad de acción para
apelando a la huelga bien organizada, y recabando de
su lucha.
bre las relaciones entre los Sindicatos y el Estado resulta
los poderes públicos cuantas leyes favorecen a los intereexcesivamente mañoso. Tenía que ser así para llegar a
Nosotros seguimos entendiendo que el Estado es un
sés del trabajo.” Y en consecutivos Congresos ratifica
poder contra el cual hay que luchar por todos los me­ la absurda conclusión de que frente a un Estado reaccio­
esta posición como puede verse: “Art. 19. Recomiéndase
nario “la misión de los trabajadores no es otra que la
dios y en todos los momentos hasta conseguir que éste
a las Secciones que cuando reclamen mejoras a los pa­
de cruzarse de brazos y dejar hacer para no estorbar
no sea un obstáculo para la emancipación total de la
tronos lo hagan en forma que facilite su aceptación y
la acción del Estado.” Conviene, para fijar bien el alcance
clase trabajadora, pues sólo entonces será cuando en­
evite el desequilibrio que pudiera producirse entre las came fielmente nuestra voluntad. Desechamos, por tan­
de mi aserción y el valor del comentario que suscita, re­
industrias de diversas poblaciones.” (Estatutos. Madrid,
to, la idea de situar a los Sindicatos bajo el dominio del producir textualmente mis palabras. Helas aquí: “Es pre­
28 Noviembre de 1918). Es decir, que la U. G. T. se
Estado y circunscribirlos a la labor que apunta en su ciso que analicemos, aunque sea someramente, lo que yo
opuso siempre a _la declaración de huelgas irreflexivas,
llamaré el egoísmo sindical, el egoísmo gremial, para lle­
discurso, porque eso sería tanto como renunciar a la lu­
por lo que sus dirigentes fueron acusados, por otro sec­ cha de clases de la cual la U. G. T. levantó ^bandera hace
gar a la conclusión de que, por encima de los sindicatos
tor obrero, de haber enervado el espíritu de lucha de
muchos años y en cuya defensa han caído los mejores
debe hallarse siempre el Estado, cuando el Estado sea fiel
los elementos que la componían.
ugetistas.
expresión de la voluntad nacional y que nadie, parapetado
Naturalmente, que la Unión General de Trabajado­
Para terminar, sólo nos basta decir que no creemos
en las filas sindicales, tiene derecho a estorbar la acción
res aspiraba a intervenir en la vida política del país, co­ que la Unión General de Trabajadores tenga que rectifi­ del Estado. Conviene una aclaración. Distingamos entre
mo lo declara en el artículo 2o. ya expuesto: “recabar
acción politica y acción sindical. Yo no niego a las legiones
car nada fundamental en cuanto a su conducta anterior,
de los Poderes públicos pumitas leyes favorezcan los in­
de obreros agrupados en los sindicatos el derecho de
tuesto que siempre cumplió con su deber — ¡ojalá que
tereses del trabajo” , pero circunscribiendo su acción po­
adueñarme del Estado por la vía legal — o por la vía revoos Partidos políticos hubieran, hecho lo mismo!—
En
lítica a lo qUe tenía relación con las leyes sociales. Las
lucionaria— . Lo que niego a los Sindicatos es el derecho
lo futuro, a ella compete señálar su camino. Tenemos
conveniencias de los trabajadores y las circunstancias
a mediatizar al Estado estorbando su acción. O en la
la seguridad de que en cuanto le sea posible procederá
políticas excepcionales en que España siempre se ha en­ a hacer una revisión del pasado, pero no para rectificar
cumbre del Estado ellos, gobernando desde allí, o en el
contrado, han hecho que interviniera en otras cuestiones
llano, dejando gobernar.” Son palabras, a mi juicio, bastan­
en el sentido señalado por usted en su discurso, sino para
que no eran exclusivamente de legislación social, como
apretar más sus filas y hacer una defensa más cerrada te diáfanas. Si acaso sólo pueden ofrecer, como punto
son: en las reclamaciones hechas contra la ley del te­ de los intereses de la clase trabajadora.
dudoso, el relativo a apreciar cuándo el Estado es fiel
rrorismo, la ley de huelgas, contra la represión del anar­
expresión de la voluntad nacional. Del comentario de us­
Cordialmente suyo y de la causa obrera,
quismo, revisión del proceso de Montjuich, estado de
Por el Comité Nacional de la U. G. T., El Presiden­ tedes parece deducirse —si no fuese así quedo presto a
guerra, suspensiones de garantías constitucionales, huel­
la rectificación— que esa circunstancia sólo se da cuando
te, B. TOMAS. El Secretario, R. MIRA.
ga general de 1917, golpe de Estado de Septiembre de
el Estado se halle totalmente en manos de los trabajadores
1923, movimiento revolucionario de 1930, huelga gene­
y en tal caso se descartan las situaciones en qüe los obre­
RESPUESTA
DE
INDALECIO
PRIETO
AL
COMITE
NA­
ral de 1934 y por último, en 18 de Julio de 1936. En toda
ros organizados participan en el Poder, sin ser dueños
CIONAL DE LA UNION GENERAL DE TRABAJADORES
esta larga etapa de su lucha — 50 años— , no ha tenido la
absolutos de él. ¿Estiman ustedes también legítimo en
U. G. T. ni un solo acto reprochable, ni como organiza­
dichas circunstancias que los Sindicatos estorben la acción
,
DE ESPAÑA
ción nacional ni en sus compromisos internacionales. Es­
del Estado? Situaciones de esa índole las hubo en España,
México, D. F., 27 de mayo de 1942.
to le valió la admiración de los obreros de todos los países
con Gobiernos en los que figuraban las personalidades
CIUDAD:
y el respetó del capitalismo español que, en ningún mo­
mas representativas de la U. G. T. y pueden volver a
Estimados compañeros: La carta de ese Comité, fe­ producirse. Ahí está el toque. A l historiar la actuación de
mento, encontró el medio de poder romper, ni aun si­
chada el 16 de mayo, llegó ayer a mis manos. Tal retraso
quiera retrasar, la marcha ascendente de este Organismo.
V ; G. T . han destacado ustedes, con justicia, la acción
sólo puedo explicarlo por haberse puesto en curso la misiva
Si el movimiento socialista de nuestro país pudo
política de tan gloroso organismo, que es, precisamente,
con bastante posterioridad a sú fecha. Hago esta aclaración
llegar al primer plano de la política española, se debe
su principal característica y por la cual se distingue de
a fin de no quedar bajo el cargo de descortesía por demo­
a la acción decidida de la Unión General de Trabajado­
otra poderosa colectividad repudiadora de la política. Co­
ra en la respuesta.
res en favor de este Partido. Fueron sus afiliados los
mo acaba de verse, yo separé cuidadosamente la acción
Comienzan ustedes manifestándome que han acordado política de la acción sindical. ¿Resultaría tolerable, ponga­
que cumpliendo acuerdos de sus Asambleas y Congresos,
contestar a mi discurso del lo. de mayo en dos formas, una mos por ejemplo, que la U. G. T., mediante la acción po­
iban a depositar en las urnas electorales los votos que
pública y otra privada. No espero a que se produzca la
habían de dar el triunfo a los candidatos socialistas. Eran
lítica, contribuyese a formar un Gobierno, y mediante la
primera para contestar a la segunda.
sus cajas — con el dinero acumulado por las cuotas— , las que
acción sindical estorbase su funcionamiento? En este punto
Respeto la apreciación de encontrar injustificada,
se volcaban en el Pdo. Socialista para que éste pudiera aten­
deben converger las meditaciones de todos nosotros. Por
atendiendo mi propósito de examinar etapas anormales de
der a los gastos que una contienda electoral ocasiona. Y en
cuanto afecta a las mías debo decir que maldito si tienen
la vida española, la introducción de los pasajes de mi
ningún momento la U. G. T. pidió que sus hombres forma­
que ver con la paparrucha de los sindicatos verticales, en
discurso
referentes
a
las
organizaciones
sindicales,
pero
ha­
ran parte de las candidaturas que se confeccionaban, tenien­
la cual, ustedes, sin motivo y muy alegremente, parecen
brá
de
reconocerse
que
quien
está
verdaderamente
capa­
do en ocasiones que ir a defender, contra su voluntad y
querer implicarme. Yo no he propugnado — conste bien—
citado para juzgar de mis propósitos soy yo mismo, pucontra sus votos, nombres que nada tenían de común con
la limitación de la lucha sindical contra el capitalismo.
diendo afirmar que tan discutida oración respondió de
la clase trabajadora. Esto demuestra de manera clari­
Mis observaciones se han reducido a la lucha contra el
vidente que la vida constante de la U. G. T., ha sido manera exacta a mis propósitos, que notifiqué a quienes
Estado cuando este “sea fiel expresión de la voluntad
de sacrificios, sin apartarse ni un ápice de sus normas primero me invitaron al acto y de los cuales disentí sobre
nacional, fidelaidad que, al decir de ustedes, sólo se pro­
la conveniencia de que yo hablase, precisamente en razón duce con la completa emancipación de la clase trabajadora
estatutarias, elaboradas de la forma democrática que saa esos propósitos míos.
bian hacerlo nuestros Congresos. Pero si esto no bastara,
pues solo entonces será cuando encarne fielmente nues­
Eran por completo inútiles los párrafos de su carta tra voluntad, hasta cuyo momento, y según palabras que
usted mismo viene a corroborarlo en las citas que hace so­
bre su actuación al frente de los Ministerios de Hacien­ consagrados a la historia de la U. G. T., puesto que la he preceden a las copiadas, seguirán “entendiendo que el
da y Obras Públicas al solucionar los problemas plan­
teados con la adquisición del carbón inglés y las me­
joras solicitadas por el personal ferroviario. Estos pro­
blemas pudieron ser resueltos de la manera satisfacto­
J A J T U E U I A
ria que apuntaba, gracias al espíritu de comprensión y
C A M
I S t E I A
de sacrificio inculcados a los trabajadores por nuestra
Central Sindical y a la autoridad moral de sus dirigentes.
de CRESCENCIANO BILBAO
Sin ello los conflictos habrían surgido y ho hubiera bas­
tado para evitarlos la buena voluntad del Ministro por
CAMISAS A L A MEDIDA
el interés nacional.
CORTE INGLES, ESPAÑOL Y
Y entramos en el fondo de la cuestión. En la pri­
S E Ñ O R A S - C A B A L L E R O S
AMERICANO
mera parte que denomina “Experiencias de la guerra” ,
Venusiiano Carranza, 43
hace una exposición de hechos ocurridos con gran per­
5 de Febrero, 115. Dpto. 17
juicio para la lucha que sostenía el pueblo republicano
Dpto. 6.
Teléfono Eric. 12-58-51
español en aquellos' momentos. Por si existiera alguna
Telf.. 13-09-85.—MEXICO, D. F.
duda en cuanto a nuestro pensamiento con respecto a
esto, vaya esta afirmación del Comité Nacional de la
U. G. T.; Condénsanos esos hechos, desconocidos por nos­
otros hasta estos momentos, y lamentamos que el Mi­
Fábrica: G e n e r a l Plata,
Mosaicos en toda clase de
nistro de Defensa no cumpliera con su deber, señalado
por usted también en su discurso.
colores y dibujos - Mosai
T A B A Q U E R I A
Núm. 70. Observatorio TaComo U. G. T-, no se nos puede acusar de haber
eos de granito . Azulejos
estorbado la acción del gobierno, ni de haber perturbado
cubaya. Telf. Eric. 15-23-80Losetas de barro.
“HOTEL PR IN C IPA L”
la producción de guerra. No negamos que pueda ha­
berse producido algún hecho aislado de carácter Con­
Bolívar. No. 29
denable entre la. gran masa de afiliados a nuestra Cen­
tral Sindical, pero afirmamos rotundamente que la U.
Eric. 12-64-23
Mex. L-37-93
G. T. lo dió todo por la defensa de la República. Y aun
afirmamos más. Que hubo momentos en que se excedió
Atendido por su Dueño
en la colaboración prestada al Gobierno. Podríamos
IMITACION CANTERA PARA REVESTIMIENTO DE FACHADAS
citarle infinidad de casos demostrativos del celo inigua­
ANGEL DE A V IL A
lado i¡ue en la defensa del antifascismo pusieron los
M E X I C O ,
D.
F.
ugetistas españoles y sus dirigentes, pero nos atendremos
a un solo: MADRID. La interrogante que sobre España
Í
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MEXICO. D. F.
¡Socialistas!
A D ELAN TE necesita la
ayuda de todos nosotros
Estado es un Poder contra el cual hay que luchar por
todos los medios y en todos los momentos hasta conseguir
que no sea un obstáculo para dicha emancipación.” Todo
esto, demasiado rígido, falto de flexibilidad política —sus
conceptos, quizá sin darse cuenta ustedes, son de carácter
político y no sindical— parece cerrar el paso al auxilio
a regímenes políticos anteriores a la emancipación del
proletariado que no la obstaculicen y que incluso la faci­
liten. O sea que, en el momento presente y contemplando
el mundo entero, según tal doctrina, los sindicatos debe­
rían luchar contra todos los Estados, a excepción única­
mente del Soviético.
Cierran ustedes su carta diciendo que la U. G. T.
nada fundamental tiene que rectificar y que será ella la
que en el futuro señale su propio camino. Evidentemente
que sólo a ella, de modo colectivo, le incumbe trazarlo,
claro que sin impedir —porque su tradición democrática se
lo prohibiría— que de modo individual cualquier militan­
te exponga su personal parecer, que es lo que yo hice
el lo. de mayo, cumpliendo una vez más lo que mi con­
ciencia me impuso como un deber, aun a costa de discre­
pancias cuales las que ustedes señalan y yo anoto dándolas
el valor merecido.
Muy cordialmente les saluda,
INDALECIO PRIETO
DECLARACION INSERTA EN EL BOLETIN DE LA
U. G. T.
A LOS AFILIADOS DE LA U. G. T. DE ESPAÑA
La defensa de los millares y millares de trabajadores
encuadrados en la Unión General de Trabajadores, unos
que padecen el exilio con todo su dramatismo, otros — la
mayor parte— supeditados al régimen brutal franquista,
así como la de aquellos que han ido cayendo a todo_ lo
largo de la historia de esta gran Central Sindical Españo­
la, nos obliga a hacer pública la siguiente nota:
Este Comité Nacional se ha visto lamentablemente _sorprendido con el discurso pronunciado por el compañero
Indalecio Prieto el -pasado PRIMERO DE MAYO, con
motivo de la celebración de esta gloriosa fecha por los
socialistas exiliados en México. Nuestra intervención en
este acto, sólo estaba limitada a la organización del mismo,
para lo cual fuimos requeridos por el Círculo Cultural
“PABLO IGLESIAS” al igual que la C. E. del Partido
Socialista Obrero Español y la Minoría Parlamentaria So­
cialista. Naturalmente, que no se nos informó de los temas
que iba a tratar el orador, puesto que de haberlos conoci­
do hubiéramos declinado nuestra modesta participación
en el acto. Hemos creído muy necesario hacer la prece­
dente observación para conocimiento de todos, aún a pe­
sar de que Prieto ya sentó la afirmación de que hablaba
personalmente y con su sola responsabilidad.
No podíamos suponer que se aprovechara una tribuna
pública fuera de nuestra patria y una fecha simbólica co­
mo la de PRIMERO DE MAYO, para verter conceptos tan
deplorables sobre la organización sindical española. Basán­
dose el orador en hechos aislados —inoportunamente
aireados, por muy ciertos y dolorosos que éstos sean—;,
lanza contra los Sindicatos la acusación de ser los causan­
tes de la derrota del antifascismo en España. Grave acusa­
ción que nosotros hemos de recoger, no para contestarla
en la forma que merece — la indignación no nos ha hecho
olvidar los momentos internacionales que vivimos ni nues­
tra situación de exiliados, cosas al parecer olvidadas por
el compañero Prieto— , sino para de una manera categórica
recusarla. Nuestra conciencia de responsabilidad, la edu­
cación social recibida en los Sindicatos tan injustamente
zaheridos en el discurso de referencia, nos veda ahondar
en esta cuestión, debiendo únicamente decir que estamos
disconformes con el criterio expuesto en esta parte de su
peroración y que protestamos enérgicamente en nombre
de los ugetistas que han sacrificado y deshecho sus vidas
por la defensa de la libertad del pueblo español.
Sobre el texto íntegro del discurso, la clase obrera
española dará su fallo en su día. A ella, la más autorizada,
por ser la más sacrificada, dejamos que enjuicie como se
merece este discurso, que nosotras calificamos una vez más
de inoportuno e injusto.
POR EL COMITE NAC IO N AL DE L A U. G. T.:
Rafael Mira, Secretario.— Belarmino Tomás, Presi­
dente.
REPLICA DE INDALECIO PRIETO
SEÑORES BELARMIÑO TOMAS Y RAFAEL MIRA.
PRESIDENTE Y SECRETARIO DEL COMITE .DE LA
UNION GENERAL DE TRABAJADORES DE ESPAÑA.
México, D. F., 25 de junio de 1942.
Ciudad.
Estimados compañeros: Hasta hoy no tuve ocasión de
leer el documento que, autorizado por ustedes dos, a nom­
bre del Comité Nacional de la U. G. T., inserta el Boletín
de esa organización en su número 10, correspondiente al
día 12 del corriente junio, escrito mediante el cual com­
pletan su programa de contestar mi discurso del lo. de
mayo en dos formas, una pública y otra privada. No
divagaré sobre este doble y original procedimiento. Sólo
he de decir al respecto que me interesa más el comentario
público que el privado y que los dos pueden fundirse aho­
ra perfectamente en el primero, puesto que ambos se
refieren a un acto público.
Contestando al comentario “privado” contenido en
la carta de ustedes del 16 de mayo, formulé otra el 24
de dicho mes. No he de volver sobre ella sino en su
parte fundamental o en la que a mí más me interesa. Desde
luego estimo lícito que 'el Comité Nacional de. la U. G. T.,
participante en la organización del acto, declare que nin­
guna responsabilidad le alcanza por cuanto yo dije, aunque
tal declaración constituya redundancia, ya que me cuidé
de advertir al auditorio que yo hablaba por propia y ex­
clusiva cuenta y, desde luego, reputo correcto que si el
Comité de la U. G. T. estimaba conveniente manifestar
su disconformidad con mis ideas y apreciaciones, lo hiciera
sin rebozo. Pero lo que ya no merece mi aquiesciencia es
que las declaraciones de ustedes se apoyen en supuestos
falsos. Por ejmeplo, al apelar a la publicidad, dicen nacerlo
obligados por “ la defensa de los millares y millares de tra­
bajadores encuadrados en la Unión General de Trabaja­
dores,” como si yo -los hubiese atacado, lo cual no es
cierto, y protestan “enérgicamente en nombre de los uge­
tistas que han sacrificado y deshecho sus vidas por la de­
fensa de la libertad del pueblo español,” como si yo les
hubiese ofeñdido, lo cual tampoco es cierto, pues lejos de
ello, en el discurso del lo. de mayo dije — y la carta del
27 lo recuerda— que “los sindicatos aportaron masas enor­
mes de heroicos combatientes.” Mis palabras — acertadas
o erróneas— ciñéronse, con cita de casos concretos por
nadie desmentidos, a cómo los sindicatos, durante la gue­
rra, “estorbaron a través -de sus elementos directivos la
acción del Gobierno.” No es, por tanto, tolerable desparra­
mar una crítica limitada a los elementos directivos sobre
las masas de heroicos combatientes. Rechazo la habilidad,
caso de que pretenda serlo tan torpe interpretación. Sin
embargo, lo que más rebasa la raya es imputarme que
yo lancé “contra los sindicatos de la acusación de ser
los causantes de la derrota del antifascismo en España.”
La repetición y la ,publicidad de esa calumnia multiplican
el agravio que para mí representan. Dos semanas antes de
que ustedes la propagaran a los cuatro vientos les dije en
mi referida carta que “yo no hice tan estúpida aseveración.”
y les negué el derecho- a que, “no pudiendo encontrarla
en pasaje alguno de mi discurso”, la dedujesen arbitra­
riamente. Por lo visto para nada han servido explicaciones
tan sinceras como evidentes. Ustedes, lejos de aceptarlas,
insisten en su injuriosa e infundada imputación. Si hubiese
sido propósito mío el que, con tamaño irrespetuosidad a
lo que está escrito, me atribuyen ustedes, lo hubiese de­
clarado así. Jamás he negado mis palabras ni he encubier­
to mis intenciones. Ustedes quieren desposeerme de esa
elemental gallardía. Les niego autoridad para ello. Y reite­
rando cuanto sobre el particular les dije el 27 de mayo,
añado ahora, lisa y llanamente que faltan ustedes de
modo abierto a la verdad.
Les saluda,
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P en san d o en t s p a n a y en la P a z
Camaradas y amigos: Tras el agradecimiento de ri­
gor que merecen las frases de elogio con que acaba de
abrirme paso hacia vosotros el camarada Azorín, voy a
pronunciar unas pocas palabras para explicar, en primer
término, por qué esta noche figuro yo como orador. Pese
a mis escasísimas aficiones oratorias, cada día menguan­
tes cuando los compañeros de la directiva del Círculo Cul­
tural Pablo Iglesias vinieron a invitarme para tomar
parte en este acto, yo no encontré razones suficientes que
oponer. Creía, y creo, que reuniones de esta naturaleza
deben ser frecuentes entre nosotros. Tienen —ya que
no un mayor alcance, por lo menos la de esta nochela noble virtud de establecer un diálogo íntimo en el
seno del Partido, que debe continuar; y de igual modo
que esta noche yo hablaré ante vosotros para expresar
unas cuantas opiniones, no sé si acertadas o equivoca­
das, fruto de mi meditación, otros camaradas deben se­
guirme después en el uso de la palabra de una manera
regular.
’
í
Debo añadir que no hablo con otra representación que
no sea la mía propia, bien poco valiosa por cierto; no
traigo, pues, representación oficial ninguna, y lo que yo
diga, bueno o malo, ha de cargarse exclusivamente a mi
cuenta particular.
L A IL U S IO N D E L R ET O R N O
Pensando en España, reza Ja parte primera de mi
enunciado. Pensando en España; no en el retorno a
España, que es cosa distinta. Tal vez suene un poco a
paradoja esta aclaración que acabo de hacer, pero me
convenía consignarla para significar con ella que no soy
de ésos que cada noche, al tiempo de acostarse y antes de
quitarse las zapatillas, dejan _ preparada la maleta con
la esperanza de que a la mañana siguiente se dé apre­
suradamente la orden de partida. Comprendo perfecta­
mente que esa ilusión, la del retorno a España, este flo­
reciente en el corazón de todos nosotros; pero es una
ilusión a la cual conviene ponerle freno. Y os dire por
qué.' La esperanza reiteradamente fallida, y la insisten­
cia en una ilusión que nace cada mañana y muere cada
noche, enferma la voluntad, malea el ánimo .Si insisti­
mos demasiado en esa ilusión, reiteradamente fracasa­
da, ello traerá por consecuencia que el presente —un
presente más o menos largo, pero un presente que esta­
mos viviendo y necesitamos vivir plenamente— acabara
por carecer de contenido real para nosotros. Es decir,
el presente no tendrá para nosotros, en virtud de esa
ilusión reiteradamente alimentada y fracasada, sino un
valor interino al cual no vale la pena de aplicar esfuer­
zo. Grave error. No lo digo ahora por primera vez Ha­
ce tres años —van a cumplirse dentro de pocos días—
arribaba yo, con cerca de un millar de compatriotas, al
puerto de Veracruz. Nos hizo el_ honor de venir a re­
cibimos, desviando su viaje, el señor García Téllez, a la
sazón ministro de la Gobernación._Y una mañana, en la
Escuela Naval de Veracruz, el señor García Téllez pro­
nunció ante nosotros un bello discurso de bienvenida.
Merecí yo, después, el honor de que se me invitase a ser
quien contestara con unas cuantas palabras de gratitud
el discurso del señor García Téllez. Lo hice con la dis­
creción que estaba a mi alcance. Y de las palabras que
pronuncie aquella mañana en Veracruz recuerdo con
precisión, y casi exclusivamente éstas que, también casi
textualmente, voy a repetir ante vosotros. “Algunos de
nosotros, señor Ministro —dije— quedarán aquí; otros,
los más, volveremos a España. Pero sea cual fuere el
tiempo de duración de nuestro destierro, sean muchos o
pocos los días que hayamos de permanecer acogidos a
la hospitalidad mexicana, nuestra conducta ha de ser,
exactamente, la que correspondería si todo el resto de
nuestra vida hubiéramos de permanecer en México” . Me
parece ocasión propicia para repetirlas ahora; y me pa­
rece también ocasión adecuada para decir en alta voz,
ante vosotros, lo que hemos dicho ya en las columnas
de nuestro periódico: en estas horas graves para México,
México es, más que nunca, nuestra patria. (Muy bien).
P E N S A M IE N T O Y E M O C IO N D E E S P A Ñ A
Pero es natural —yo soy el primero en compren­
derlo— que el rosario de los días de nuestro destierro
se desgrane pensando en España. Pensando en España,
sintiendo a España, descubriendo a España. Porque mu­
chos de nosotros —me atrevería a decir que la mayoría—
empezamos a descubrir a España ahora por primera vez.
Empezamos ahora a saber lo que España era, lo que
España debe ser. Lo estamos aprendiendo —y por eso
abrigo la ilusión de que la lección será fecunda— a tra­
vés del dolor. No hay peor enemigo de lo español, se ha
dicho, que el español mismo. Y es verdad. Si cada uno
de nosotros, individualmente, podemos sentimos magní­
ficos españoles, colectivamente no hemos sabido crear
todavía un sentimiento nacional. Y hay que crearlo. Na­
die se alarme cuando hablo de un sentimiento nacional
español. Porque ese sentimiento no tiene nada que ver
con un sentimiento nacionalista. Una razón por la cual
toda alarma resultará injustificada, es que una de las
características más nobles del español es, precisamente,
su sentido de universalidad, no sé si debido, tal vez, a
aquellas cualidades que Angel Ganivet —el gran Gani­
vet, a cuya lectura hay que regresar— encontraba en los
pueblos insulares o semi-insulares, como es el español.
Yo veo en el hallazgo de ese sentimiento nacional espa­
ñol, a que me estoy refiriendo, una gran fuente creadora.
Siendo, como es el nuestro, un pueblo de enorme vitali­
dad —bien demostrada, tristemente, durante la guerra
civil— ; siendo, como es también, un pueblo cuya origi­
nalidad no ha superado ningún otro, solamente buceando
en la entraña española, tratando de encontrarla, iden­
tificándose con ella, es como esa capacidad potencial de
vida, como esa originalidad insuperada, podran dar todo
su rendimiento. Si los hombres que hicieron la suble­
vación militar hubieran sentido a España, yo os aseguro
que no se hubiera producido la guerra civil. No la sin­
tieron, no la sienten. Todo en ellos es extraño, foráneo,
antiespañol. Incluso la crueldad fría, calculada, aplicada
como razón de Estado, que en España no ha tenido nun­
ca tradición. Basta, para convencerse de la justeza de
estas palabrás mías, la lectura de los periódicos españoles
de hoy, desprovistos totalmente de emoción nacional,
usando un lenguaje extranjero, ensalzando un rito ex­
traño a nuestra mentalidad y a nuestra psicología, impo­
niéndonos, en fin, el disfraz de unas concepciones ajenas
con las cuales España no podrá identificarse jamás. En
cambio, ¡cómo canta el alma de España en unas palabras
que os voy a leer! Veo al autor. Lo veo, recién inicia­
do nuestro destierro, mirando desde tierras de Francia
hacia la raya invisible de los Pirineos... Se le enturbian
los ojos; siente entonces toda la emoción española que
le brinca _en el pecho. Y nuestro autor escribe:
“España sonaba, ¿cómo sonaba?, a rumor de mieses
en Castilla, a soleá de torero, a jarcias zurradas por las
rachas del Cantábrico, a jota de segador, a andadura de
merinos en Extremadura, a zorzico de piloto, a extremecimiento de chopos a orillas del Duero, a sardana de
payés, a frotamiento de cepas riojanas, a folia de taba­
quero... ¿A qué suenas tú, España, cuando no suenas
a muerte?”
Estas palabras llevan una firma: Julián Zugazagoitia. Julián Zugazogoitia que, poco después, en vísperas
de que le diera caza, también en tierras de Francia, la
policía de Falange, se preguntaba: “ ¿Vamos a continuar
en el mismo escorzo violento más tiempo del que la pro­
pia vida nos acuerde, prolongando la desesperación a tra­
vés de nuestros hijos?”
Y el propio Zugazagoitia se daba la respuesta: “En­
tre los que contesten rotundamente no, me inscribo.” Casi
al mismo tiempo, otro español y socialista igualmente que­
rido y admirable, Francisco Cruz Salido, nos enviaba,
desde una cárcel de Madrid, aquella carta ejemplar —que
conocéis muchos de vosotros—, escrita con pulso firme
horas antes de ser conducido ante el piquete de ejecución,
y en la que legaba a su mujer y a sus hijos la única
herencia que podía legarles: el encargo expreso de que
se acordaran de él sin rencor. El franquismo les dió a
los dos la misma respuesta. Juntos vivieron, juntos mu­
rieron y juntos fueron enterrados. Juntos les rendiremos
también homenaje un día.
C O N V IV E N C IA
ESPAÑOLA
Tampoco podía dar otra respuesta una España domi­
nada, como la de hoy, por españoles espúreos. No hu­
bieran encontrado otra dentro de sí mismos. De cuan­
do en cuando, a los acordes graves del órgano que canta
la epifanía de Nuestro Señor; nimbado por el humo del
incienso; trazando la cruz del Redentor con mano blanda
en la que brilla el anillo pastoral, algún arzobispo español
susurra palagras de piedad y de fraternidad cristiana.
¡Piedad cristiana!
¡Fraternidad cristiana!
¡Conviven­
cia de! los españoles! Mientras recorran los caminos de
España, mendigando su hambre de puerta en puerta, los
trabajadores a quienes se les niega autorización para
trabajar, no puede hablarse de convivencia; mientras cada día se vistan de luto nuevos hogares españoles, no
puede hablarse de convivencia; mientras media España
este pagando a los carceleros que guardan en prisión
Texto íntegro del discurso pronunciado por nuestro
compañero M A N U E L
ALBAR,
el dia 20
de junio, en el Círculo Cultural " P a b lo Iglesias
a la otra media, no puede hablarse de convivencia- mien­
tras el sol de cada amanecer ilumine sobre las bardas la
sangre fresca de los fusilados, no puede hablarse de
convivencia; mientras nosotros estemos aquí, no puede
hablarse de convivencia. (Muy bien. Aplausos).
Y, sin embargo, hay que convivir. Hay que aprender
a convivir, que a tanto equivale pensar, sentir y descu­
brir a España. Hay que aprender a convivir y hay que
hacerse al hábito del perdón. Bien sé que hablo a co­
razones que se sienten heridos con sobrada justicia.
También yo tengo afrentas que lavar, agravios que ven­
gar y muertos que enterrar. Pero con la escasa autori­
dad que pueda darme esa porción de dolor en el dolor
colectivo nuestro, os digo que estamos en la obligación,
en el deber imperioso de perdonar. Cuando un día re­
gresemos a España, nuestra primera obligación consistirá
en arrojar al mar, desde la borda del barco que nos lleye, el
fardo de nuestros odios personales, poniéndole piedra
bien pesada para que nunca vuelva a salir a flote. Pero
nue nadie piense tampoco en nuevos abrazos de Vergava. Si cada uno de nosotros, personalmente, estamos
en la obligación de perdonar, quien no puede perdonar es
España. A los autores de la inmensa tragedia española;
a quienes fríamente, calculadamente, refinadamente alen­
taron el espíritu de Caín; a quienes acudieron en deman­
da de ayuda extranjera para proteger y extender la ma­
tanza de españoles; a quienes se han recreado en la des­
gracia; a quienes están completando la ruina de nuestro
país, no puede dispensárseles perdón. Siglo y cuarto
lleva España en guerra civil permanente; una guerra ci­
vil a través de la cual los liberales, eternamente vence­
dores, resultaron a la postre eternamente vencidos. Pien­
so que la horrible sangría, sin precedente en la Historia,
por que acaba de pasar el pueblo español, seria una ex­
periencia más perdida si no significara la terminación ra­
dical de esa guerra civil; mas para ello sera menester
que las fuerzas oscuras que hicieron imposible la con­
vivencia española queden, de una vez para siempre, do­
blegadas. Y después es cuando podremos hablar real­
mente de convivencia y empezar a vivir tolerándonos
los españoles. (Aplausos).
PENSANDO EN L A PAZ
Pero pensar en España, cuya situación actual está
ligada íntimamente a la fortuna del mundo, es pensar
en la paz. Y pensar en la paz —podemos pensar en
ella a pesar de los reveses que la guerra pueda ofre­
cernos—, pensar en la paz, es situarse ante los tremendos
problemas que la post guerra va a traer consigo. Em­
peño difícil. Os lo digo sencillamente, con profunda
convicción. Empeño que, por mi gusto, hubiera rehuido.
Yo sé las dificultades que acometerlo lleva consigo, be
que en el transcurso de las palabras que he_ de decir
incurriré en no pocos errores. Mas si desdeño cuanto
mi vanidad pudiera reprocharme en orden al riesgo que
significa hablar esta noche ante vosotros de esos pro­
blemas, me queda, en cambio, la satisfacción de saber
que cumplo humildemente un deber. Podría hacer lo
que hacen otros, más avisados que, erigidos en ves­
tales de la pureza doctrinal, esperan cautelosamente, atisbando desde su tronera, a que los demas hablen y des­
cubran su pensamiento.
Y después, encontrados los
puntos supuesta o realmente vulnerables, salen de su
escondite, con aire buido -y. exorcizador, leen los diez
mandamientos de la ley socialista, y a continuación asperjean con agua antiherética los cuatro ángulos del
recinto sagrado. (Muy bien).
El riesgo a equivocarse es un riesgo que, en circuns­
tancias como las presentes, si no en todas, deben cprrer
los hombres y, cuanta mayor sea su responsabilidad,
con mejor motivo. Sé el procedimiento para no incurrir
nunca en error: callar y sumarse después a la opinión
que resulte vencedora. Yo también -—decía— podría
sacar ahora del bolsillo mi catecismo socialista y repetir
aquellas verdades que desde que tenemos uso de razón
política hemos aprendido en los libros y en la boca de
nuestros mayores. Pero lo que importa hoy o, por lo
menos, lo que importa más, según mi entender, no son
tanto las explicaciones de doctrina pura —que se da por
sabida— como averiguar cuál es la aplicación que la doc­
trina tiene en relación con los problemas del instante.
Algunos camaradas nuestros han comparecido ya en la
tribuna para exponer su criterio. Yo lo voy a hacer
esta noche, pidiendo por anticipado toda la benevolencia
que un ensayo como ése requiere por parte vuestra, tra­
tándose de hombre como yo.
T R A N S F O R M A C IO N D E L M U N D O
Tengo a menudo la sospecha de que son muchas las
gentes que todavía no acaban de darse cuenta de la enor­
me transformación que el mundo va a sufrir. A juzgar
por ciertos comentarios, por algunas opiniones que se ha­
cen públicas, por el estado de ánimo de gentes que se
hallan más o menos cerca de nosotros, más de una vez
siento desesperanza. A la enorme tragedia española se
suma ahora, con carácter general, la otra ingente tra­
gedia que está padeciendo el mundo. Y frente —nos­
otros, como españoles, a las dos; el resto del mundo a la
segunda— frente a esas tragedias, ¿que rectificaciones
mentales hemos hecho? ¿A qué examen de conciencia
nos hemos sometido? ¿Qué horas de vigila hemos perdido
pensando en las inmensas responsabilidades que a todo?,
personal y colectivamente, nos van a caer encima? Si al­
guien imagina que los ejércitos en combate estan pe­
leando para que, una vez terminada la guerra, puedan
los Consejos de Administración de las grandes empresas
repartirse gruesos dividendos, o para que las ricas herederas celebren con fiestas de fantasía la fecha inane
de su cumpleaños, ése está en los linderos de la locura.
De todo el pasado que va quedando a nuestra espalda,
yo os digo —y tal es, además, mi deseo— que van a ser
muy pocas las cosas que queden en pie. Y no pienso, ni
mucho menos, en soluciones de catástrofe. Todo lo con­
trario. Cuando aliento la esperanza de una renovación
profunda en el mundo, es porque sólo por ese camino,
por el de una profunda y audaz renovación, es por el
que podrá evitarse que la terminación de lá^guerra,
lejos de traer consigo la paz, signifique el recomienzo de
una nueva guerra, mucho más atroz, en que las clases
sociales no se darán cuartel. Frente a la posición de
los que todavía no han encontrado motivos suficientes
para someterse a un severo examen de conciencia, esta
la de quienes, de una manera más o menos precisa, pe­
ro viva, se dan cuenta cabal de que el mundo está en
trance de parto. Voy a leeros unas palabras que, hace
bien pocos días, pronunciaba Mr. Welles, subsecretario de
Estado de los Estados Unidos. Decía Mr. Welles así: “Cuan­
do acabe la guerra, millones de los pueblos del mundo
estarán sin hogar. En Europa y en Asia, los sistemas de
transporte estarán arruinados, las instalaciones de pro­
ducción destruidas, las granjas convertidas en escom­
bros, y las ciudades devastadas. Todos nosotros tendre­
mos que enfrentarnos a la tarea de convertir a los usos
de tiempo de paz industrias completas que ^actualmen­
te están produciendo municiones de guerra” . He ahí,
amigos, un cuadro sintético, muy aproximado, del mun­
do que nos van a entregar los ejércitos combatientes. Y
en otro orden, pero coincidiendo, en sentido general, con
las palabras que acabo de leeros, otro representante de
la gran República norteamericana, encarnación del sis­
tema capitalista, ha dicho también, en ocasión reciente,
lo que oiréis ahora. Se trata de mister Wallace, vice­
presidente de los Estados Unidos. Oigámosle:
‘Cuando el tiempo de la paz llegue, el hombre del
pueblo se encontrará de nuevo con un deber, con el
supremo deber de sacrificar el interés menor al interés
mayor del bienestar general. Los hombres que escriban
la paz han de escribirla ajustada a la medida universal.
Ya no caben los pueblos privilegiados. Nosotros mismos,
en los Estados Unidos, tampoco somos una raza domina­
dora, como no hay ninguna, como no lo son los nazis;
y no podemos perpetuar la guerra económica sin sembrar
las semillas de una guerra militar. Para llenar nuestra
misión en las negociaciones de la paz, hemos de emplear
todo nuestro poder para que se construya una paz eco­
nómica que sea justa, misericordiosa y perdurable” .
El discurso de Mr. Wallace no es ciertamente un
discurso marxista. Es más bien un discurso religioso de
tipo metodista, en el que asoma una profunda inquietud
que se sitúa ante el porvenir. Como ése podrían invo­
carse otros muchos testimonios, pero todos ellos, no ha­
rían sino robustecer la convicción, que yo estoy tra­
tando de exponer ante vosotros, de que hacia los cua­
tro puntos cardinales del mundo cunde la alarma, se
siente la proximidad de un cambio histórico sustan­
cial, y hombres que en lo profundo de su ser miden y
pesan el momento porque atraviesa nuestra vida, se
adelantan ya a tenderle los brazos con el proposito de
que el cambio sea lo menos violento posible.
DOS
PACTOS
TRANSCENDENTALES,
Dos antecedentes de extraordinaria significación de­
ben ser tenidos en cuenta. El uno es el llamado Pacto
del Atlántico firmado hace ahora casi un ano. Ese pac­
to, que no hace más que dibujar en lineas vagas una con­
cepción futura del mundo, tiene la gran significación de
que lo suscriben las dos naciones mas poderosas. Y
pese a la vaguedad de las clausulas- del Pacto del Atlán­
tico en él se aconseja bien claramente la actitud de
transformación mental y espiritual en que hay que si­
tuarse ante el futuro que se nos viene encima. El otro,
mucho más reciente, es el pacto acordado por Inglate
rra y Rusia, extendido a los Estados Unidos. Todavía
es más vago, puesto que ignoramos su contenido con­
creto este segundo pacto. Pero en cambio ¡que rico
en sugerencias es! Porque, ademas de lo que representa
como garantía para el mañana el hecho de que las na­
ciones más poderosas del mundo se erijan en guardianes
de una civilización liberal, hay el dato de enorme tras­
cendencia que representa la firma de Rusia al pie de
ese convenio. Es decir, que las^ democracias, las gran
des democracias que ahora están pagando sus culpas
pasadas — rectificando una política torpe
no solo lo
reconocen a Rusia el derecho a ser signataria con ellas
de un pacto en el que se juega el porvenir inmediato,
sino que a su vez Rusia, la condenada, la desdeñada,
el país en donde se está ensayando un sistema so­
cialista da un paso decisivo y se apresta igualmente
a ser guardián en la custodia de la democracia y de
las libertades del mundo. De esos antecedentes solo
pueden sacarse conclusiones venturosas.
E N SA Y O S DE PR O G R A M A
Yo quisiera aludir ahora a la impaciencia, impacien­
cia que reputo, desde luego, generosa, de algunos com­
pañeros nuestros que, a impulsos de una ambición ideal,
quisieran que nuestro partido trazara programas ^con­
cretos para el mañana, como si lo que el porvenir va
a ser exactamente pudiéramos leerlo en las rayas de
nuestra, mano. Si ni siquiera los grandes gobernantes los que tienen la responsabilidad directa del pre­
sente, son capaces de definir en líneas precisas cuál va a
ser la organización social del mundo, no es mucho que,
no el nuestro, todos los partidos políticos, españoles o
no se encuentren' en una situación embarazosa en que
no’ pueden hacerse afirmaciones rotundas :ni decirse
palabras definitivas. Lo más concreto de lo que hasta
ahora se ha dicho, al menos de cuanto yo conozco, es
lo que ha dicho el Laborismo inglés. El partido labo­
rista inglés, por boca de su presidente Clement Atlee,
en un discurso que nuestro camarada Indalecio Prie­
to ha comentado recientemente, y con gran agudeza,
ha dicho esto — (extracto aquello que me parece mas
substancial)— :
.,
“Es preciso abandonar totalmente la agresión y el
uso de la fuerza armada como instrumento político,
quedando la guerra fuera de la ley y la ley aceptada
como regla.
.
, .
... ,
“Siendo la anarquía internacional incompatible con
la paz, deberá reconocerse, por interés común, una au­
toridad internacional superior a los Estados .particula­
res, provista, no solamente de derechos vis a vis de
dichos Estados, sino también de una fuerza capaz de
hacer efectivos tales derechos en el dominio político
E INCLUSO EN EL DOMINIO ECONOMICO.
“ Europa deberá federarse o perecer.
“Hay que renunciar al imperialismo y aceptar el
principio de que en la administración de colonias o
territorios a los cuales no pueda concederse todavía un
administración independiente los f r e s e s de los indi
genas tendrán prioridad, disfrutando todas las¡nació
nes de acceso igual a los mercados y a las materias pri
maS Nadie ha dicho, repito, nada más concreto que eso.
Y a mayor abundamiento, el Partido Laborista Indepen­
díente, que figura al ala izquierda del Partido Laboris­
ta, ha esbozado también un programa que en sus lineas
genefales se ajusta casi exactamente a lo que acabo de
leCr Evidentemente, esta posición del laborismo seña­
la de manera harto clara, el camino a seguir. Y nadie
podrá recusar una opinión que viene autorizada por una
organización política y sindical que, a su enorme fuerza
material, une la responsabilidad que hoy le ata a funciones directoras en la guerra y, ademas, el antecedente
de ser una organización política que ha caminado siem­
pre con paso firme y ajena a toda suerte de veleidades
demagógicas.
Mucha es la esperanza con que yo veo el porvenir,
esperanza que no me hace ignorar los sombríos nubarro
nes que se ciernen sobre él. Mucha es mi esperanza,
pero, precisamnte porque esa esperanza es grande; por­
que la siento muy cimentada en mi corazón, es por lo
que quisiera también que cuando nos pongamos a pensar
en el porvenir lo hagamos con la cabeza firme y serena.
Yo sé muy bien, —y si alguien viene a deciros lo con­
trario miente— que el término de la güera, no podra
traer como resultado inmediato, un régimen socialista
en el mundo. Sé que un régimen socialista no puede
levantarse sobre una economía arruinada. Y la economía
de Europa, y la de América también, cuando acabe la gue­
rra, va a ser, en mayor o menor grado, ya lo decía Mr.
Welles en las palabras que he leído antes, una economía
desarticulada, una economía arruinada.
R E S P O N S A B IL ID A D E S
DE L A
P O S T -G U E R R A
La post-guerra, si, como yo digo y pienso, va a ser
una post-guerra fecunda en que van a operarse cambios
radicales en la estructura económica y política del mun­
do pero que a la vez ha de venir preñada de tremendos
problemas y responsabilidades para nosotros, requirira de
todos, organizaciones sociales, partidos políticos, el ciudada­
no y el sindicato, una preparación especial de animo hacia
el sacrificio. La primera tarea que a todos se nos impon­
drá de una manera imperativa, será ésta: remediar, con
nuestro esfuerzo virtuoso y callado, los enormes estra­
gos que la guerra habrá producido. Y esa situación va
a ser idéntica para todos los países, y acaso un poco
más grave para nosotros en virtud de la^ terrible trage­
dia de nuestra contienda civil. ¿Con qué voluntad va­
mos a aceptar ese cometido histórico? Amigos: yo no
he creído nunca, no lo creo tampoco ahora, que la con­
fesión, pública o no, de nuestras culpas, sea dañosa. Es
tema viejo sobre el cual más de una vez hemos emitido
opinión. Yo no creo que los males se remedien callán­
dolos, como no se curan las enfermedades por dejar de
hacerles el diagnóstico adecuado. Y cuando nosotros
volvemos la vista a nuestro pasado inmediato y descu­
brimos en nuestra actuación errores graves y los saca­
mos a la luz pública para procurarles la enmienda co­
rrespondiente, que nadie se rasgue las vestiduras, por­
que eso es fecundo; porque declarar las culpas es poner­
se en situación de remediarlas; porque reconocer el error
equivale a hacer examen de conciencia también. Y aun
digo más. Digo que nosotros, socialistas y republicanos
españoles podemos, sin temor ninguno, pregonar en e l .
exilio los errores en que hayamos podido incurrir, por­
que esos errores, decuplicados, centuplicados si queréis,
no alcanzarán nunca el tremendo volumen de las culpas
y crímenes que ha cometido y está cometiendo el régi­
men franquista hoy imperante en España. Ese paralelo
no es tolerable Reconocer nuestras culpas no es amino­
rar ni liquidar las .de los otros. Y cuando alguien quie­
ra establecer comparaciones mediante las cuales el re­
parto de responsabilidades por la desgracia de España
haya de hacerse en partes iguales, yo seré uno de los
que se nieguen a aceptarlo. ¡No! ¡Suya es la culpa ínte­
gra de la guerra civil; suya es la mayor responsabili­
dad en el atroz desarrollo de nuestra contienda! ¡No!
¡No hay paralelo ni comparación posibles! ¡Aunque re­
conozcamos graves nuestras culpas, siempre, siempre,
llevaremos nosotros una superioridad infinita sobre ellos
en punto a estimación! (Muy bien).
E N M A R C H A H A C I A E L S O C IA L IS M O
Voces autorizadas han hablado de nuestros proble­
mas. Por ejemplo, la de un republicano ilustre, cuya
opinión me merece el restieto debido, quien en fecha
reciente todavía, y desde esta misma tribuna, enfilando
su pensamiento principalmente a nuestro partido y a
las organizaciones obreras, nos requería para que hicié­
semos una definición. “ ¿La República —preguntaba—
es estación de paso? Pero si es estación de paso ¿qué
es eso? ¿Qué quiere decir estación de paso?” Yo reite­
ro lo que dije al comienzo: que mis palabras, buenas o
malas, no tienen alcance oficial ni otra representación
que la mía. Pero personalmente, y muy de pasada, voy
a permitirme responder por mí este requerimiento que
un hombre representativo del republicanismo español
ha hecho público desde esta tribuna. Lejos de ser esta­
ción de paso, la aspiración nuestra, la de los socialistas,
ha sido y es que la República sea estación definitiva;
pero, naturalmente, nuestra República es una República
socialista, que no tiene menos derechos que una Re­
pública burguesa o capitalista. Y si la República ha
de ser, como se pretende, estación en que todos poda­
mos convivir; si en la República han de conjugarse
opiniones e intereses distintos, no van a ser los nuestros
los que eternamente estén en desventaja. Se nos puede
pedir, y desde ahora concedemos, un sometimiento ín­
tegro a la voluntad común. Lo que no se nos puede
pedir es que al cabo de más de medio siglo de vida socia­
lista, nosotros vengamos a ser el puntal casi único en
que se sustente una República burguesa. Para eso so­
braban los cincuenta años de socialismo, a los cuales ni
yo, ni nadie, hemos de renunciar jamás. (Aplausos!.
No podemos aspirar hoy a un régimen socialista pu­
ro. Yo lo sé. Y aquí queda consignada, en palabras
bien terminantes, esta opinión que acaso a algún teórico
intransigente le parezca herética; pero a lo que si po­
demos aspirar y aspiramos es a un régimen orientado
hacia el socialismo. Y, o yo me equivoco y no tienen
valor práctico ninguno las palabras que os he leído
antes de hombres representativos de la democracia uni­
versal, y carecen de todo contenido los dos pactos a que
también hice alusión, o la economia del mundo, termi­
nada la guerra, tiene forzosamente que orientarse hacia
un régimen socialista. Yo sé también que la política
oráctica, es decir, la política aplicada en función de go­
bierno es siempre, siempre, una transacción entre la teo­
ría y la realidad, entre lo soñado y lo posible. Busque­
mos, pues, esa línea media entre la teoría y la realidad,
entre lo soñado y lo posible. ¿Cuál es esa línea en que
tiene que asentarse, a mi ver, la política económica del
mundo terminada la guerra? Pues, más o menos acu­
sadamente, un socialismo de Estado. Un socialismo de
Estado en el que, respetando, en la medida de lo indisoonsable, la propiedad privada, se ataque también, en
todo aquello que suponga un estorbo para la marcha
de la democracia hacia realizaciones sociales de carác­
ter socialista, la empresa particular.
Nacionalización
de no pocas industrias, socialización de muchas de ellas.
Y cuando esto llegue, los sindicatos tendrán que ser
sostén principalísimo de esa economía.
E L E S T A D O Y L O S S IN D IC A T O S
Sé que algunas críticas que se han hecho de la ac­
tuación de los sindicatos han producido reacciones a
mi juicio. desproporcionadas e injustas. No se ha que­
rido ver, y es conveniente que lo veamos, que muchas
veces, según sea la posición del censor, la dureza de la
censura está en relación directa al amor y a la esperan­
za que se puso en la cosa censurada. Es forzoso el re­
conocimiento de que en el curso de nuestra guerra civil,
no los sindicatos, los partidos políticos también y, sobre
todo, ciertos partidos políticos, hemos cometido errores
de los cuales hoy debemos arrepentimos y procurar no
incurrir en ellos más. Pero, al tiempo que este reco­
nocimiento se hace público, debemos también reiterar
nuestra fe en las ■organizaciones que, como decía antes,
a lo largo de más de medio siglo han sido la cantera
en la cual hemos trabajado y de la cual hemos extraído
a la vez nuestras mejores reservas de energía. A los
sindicatos les va a corresponder un papel fundamental
en la nueva economía del mundo. Quienes —y empiezo
por mí mismo— llevamos en el bolsillo el carnet de un
sindicato, meditemos en esa tremenda responsabilidad
que vamos a afrontar e, implacablemente —porque no
debe importarnos torcerle el cuello al gallo alharaquien­
to de la demagogia— , implacablemente, preparémonos
a ser servidores humildes de esa responsabilidad, carga­
da de esperanzas y deberes, con la cual nos vamos a
encontrar. (Aplausos). Muchos sacrificios se nos im­
pondrán. Van a ser muchas las renunciaciones volun­
tarias que habremos de acordar. Y yo os anticipo ya
una. Quisiera que cayese en vuestros oidos bien. Des­
de ahora podemos ir todos haciendo el ánimo a la idea
de que una de las renunciaciones a que habremos de
llegar será la del derecho de huelga. En la tremenda
situación económica que dominará en el mundo, acaba­
da la guerra, condición fundamental para restaurar la
economía —y hablo, naturalmente, ya hice antes las acla­
raciones del caso, de una economía orientada hacia el
socialismo— el primer deber, casi diría yo que el ex­
clusivo, va a consistir en un trabajo febril, que no ha
de interrumpirse por nada ni en ningún instante. Pero
claro es que cuando cargo esta partida en el capítulo
de deberes de los sindicatos, pongo también su partida
correspondiente en el capítulo de las compensaciones.
Y digo que a los sindicatos el Estado tiene derecho a exi­
girles plena subordinación en la medida en que el Es­
tado tome a su cargo la protección de los intereses obre­
ros. Es decir, los sindicatos han de subordinarse al Es­
tado en la medida en que el Estado oriente su esfuerzo
creador en un sentido de realizaciones socialistas. (Muy
bien).
Fuera ilusorio por mi parte — creo que por la de
cualquiera—, tratar de formular con líneas concretas y
precisas un programa de gobierno. Pero sí podemos, y
yo voy a permitirme hacerlo muy someramente ima­
ginar lo que en rasgos generales tendrá que ser la po­
lítica de la post-guerra. Yo hablé antes de nacionaliza­
ción efe industrias y socialización de otras. Creo que
habrá de abrirse un cauce anchísimo al movimiento
cooperativista, que en España hemos desdeñado muy
torpemente, y cuya expresión magnífica tenemos en las
realizaciones logradas en los países escandinavos. Un
movimiento cooperativista Que puede ser nuestra me­
jor escuela de socialismo; que es ya un principio de so­
cialismo. Y creo que el Estado, a traves de convenios
internacionales, convenios internacionales de carácter
obligatorio, porque si no carecerían de valor —y hay
que hacerse al convencimiento de que las soberanías na­
cionales han muerto en muchos aspectos— , el Estado,
decía, vendrá en la obligación, a mi juicio, de hacer
frente de una manera radical a estos dos problemas: la
absorción completa del paro obrero —vergüenza que
acredita hasta qué punto el régimen capitalista es in­
capaz de resolver sus propias contradicciones—, y ase­
guramiento a cada trabajador, especialmente a los del
campo, de un salario vital mediante el cual no haya un
solo hogar en que se pase hambre.
Difícil es el empeño; pero si no fuera difícil, tam­
poco valdría la pena de que pusiéramos en tensión nues­
tra voluntad. Y lo menos, lo menos que las clases obre­
ras del mundo tienen derecho a exigir, sean los que fue­
ren los sacrificios que para ello haya que hacer, sean
las que fueren las facultades que haya que cortar y los
cercenamientos a que haya que llegar en el régimen de
propiedad privada; lo menos que las clases obreras tie­
nen derecho a pedir es éso; que se les garantice un tra­
bajo permanente y un salario mínimo vital.
LA
SUER TE D E E S P A Ñ A , L IG A D A
A LA DE EUROPA
El tema sería inagotable. De lo dicho podemos ha­
cer este resumen: Federación Internacional de Estados;
unidad del mundo, en la medida de lo posible —y esta
posibilidad ha de ser muy amplia— política, económica y
cultural; política orientada hacia un socialismo de Esta­
do. En el engranaje de esa política está España, por su­
puesto. Quien piense que los problemas españoles van
a resolverse espontáneamente, con independencia de su
enlazamiento con los problemas del resto del mundo,
merced a tal o cual acontecimiento de carácter aislado,
se equivoca. El destino de España está ligado indisolu­
blemente al destino de la guerra. Ganada la guerra,
ya hemos esbozado, Bien o mal, cuál va a ser la políti­
ca internacional por la cual Europa habrá de caminar;
y España también.
Y ya que hablamos de España, yo quisiera aludir a
un problema típicamente español, al cual se le está otor­
gando en el destierro una importancia equívoca y des­
medida: el de los particularismos regionales. Los par­
ticularismos regionales no son un tema de opinar, son un
hecho histórico, y en muchos aspectos un hecho feliz.
Pero de la consideración de ese hecho histórico, nadie
Dodrá llevar a mi ánimo el convencimiento de que de­
bamos aceptar ni transigir con el separatismo. Yo no
transijo con el separatismo. Y voy a decir, además, que
tampoco soy deferal. En el programa del partido so­
cialista, programa redactado hace cincuenta años, se ad(Pasa a la página 4).
L a dem ocracia social/ gracias a la solidaridad de intereses, creará
en su seno una necesidad de participación gen eral en la organización
y en el fin de la colectividad.— M A X A D L E R .
E l P a r tid o y los S indicatos
E l P artid o Socialista O b rero Español y la U n ión G en eral de T ra ­
bajadores desde qu e se constituyeron han form ado, en nuestro país,
un todo arm ónico e indisoluble, como lo ha dejado demostrado, de
m anera reiterada y constante, el historial de am bas organizaciones,
digno de m ostrarse como ejem plo de conducta a propios y extraños.
N i una sola ocasión se ha mostrado desvinculada el P artido de la Unión,
ni ésta de aquel. Baste recordar las luchas m antenidas en el área
política y en la sindical, de nuestro país. Cada vez qu e las circunstan­
cias han exigido de nosotros luchar, juntos nos hemos presentado el
P artid o y la Unión. En la m em oria de todos están la s gestas del año 1917,
del 30, del 31, del 34 -la d e m ayor profundidad entre todas- y los trein­
ta meses de guerra, en los qu e juntos, como herm anos inseparables,
virtieron la sangre a raudales, de m anera generosa, los hom bres del
P artid o y los de la Unión. Esa expresión de solidaridad, inquebranta­
blem ente mantenida, es producto d e la existencia de una concepción
del ideal Socialista.
E l P artid o com prendió desde los albores de su existencia que sin la
plena posesión del poder político no era posible la conquista econó­
mica, fundam ento de la doctrina. L a teoría a ese respecto es irre b a ­
tible, y se h alla avalada por la práctica, que no debe ser desdeñada.
L a U n ión G en eral de T rabajadores, consecuencia de la existencia del
Partido, — no éste de aquélla— dirigida p o r socialistas sin perder la
personalidad sindical que le es propia, sigue el rum bo que en la vida
política española m arca el Partido, y al lado de éste, se halla, res­
paldándole con su acción y con su fuerza, en todos los acontecimientos
político-sociales que se producen en el país. Esa trayectoria — no
otra— es la justa, tanto exam inada desde el án gulo de la teoría, como
del d e la táctica. Sacar de ese cauce el deslizam iento de la corriente
socialista resultaría, por lo menos, absurdo; si no tem erario. U n P a rti­
do Socialista que no sea obrerista, es decir, qu e no tenga la interven­
ción activa y directa de la masa obrera puede, es cierto, aspirar a g o ­
b e rn a r y puede, ¿por qué no? gobern ar, pero no lo hará jam ás en
sentido netamente socialista, pues carecería del elem ento sustantivo
sobre el qu e apoyarse p a ra la realización de la transform ación eco­
nómica a que se quiere llegar. P ero eso m ism o tampoco fuera posible
si los sindicatos, que han de servir como fundam ento de la organización
económica socialista, se em peñaran en d irigir la vida política del país
D e ahí el que nosotros, socialistas, cream os cum plir con nuestro deber
de tales, al discrim inar, de m anera clara e inequívoca, el cam po de
acción, lim itado, qu e a los sindicatos les está reservado. Ese cam po de
acción no debe — ni puede— ser otro, qu e el de la ayuda eficaz al poder
político encarnado en el Partido, produciendo riqueza. A esa aspira­
ción no hemos renunciado. Antes, p o r el contrario, se halla, hoy más
qu e nunca, presente en nuestros deseos m ás vehementes. P ero bueno
es qu e lo reiterem os en estos m omentos en que abunda la confusión a
fuerza de tanto h ablar y escribir en relación con las téorías m arxislas.
L a enseñanza nos viene de lejos. D e P a b lo Iglesias, Intérprete m ejor
no lo tuvo jam ás, en España, el m arxism o. D e los maestros (?) de ú l­
tim a hora nada hemos de aprender. Y no será a fuerza de carteles y
propagan da importada, buena p ara otras latitudes, y p ara m entalidad
distinta a la del español, como se nos hará v a ria r de rum bo. E l P a r ­
tido Socialista O b rero Español, a lo largo de su dilatada historia, r e ­
pleta de acontecimientos de m agnitud inigualada, ha sido siem pre cla­
sista y clasista — que no quiere decir dogmático— continuará siendo,
pues p o r fortuna en nosotros perm anece íntegra, la creencia en el ideal.
T IE M P O
PRESENTE
ABALORIOS
Los dos fundamentales sistemas de
gobierno, República y Monarquía
—excluimos la moderna teoria nazi
por híbrida y pasajera—, admiten mo­
dos y tonalidades tan diversos como
los que podríamos relacionar hoy mis­
mo repasando las nacionalidades or­
ganizadas.
¿A qué, pues, esa vinculación de la
República a unos conceptos rígidos v
personales?
—Yo también he sufrido. Ved mis
pantalones.
Diríamos a quienes se adelantasen a
recibimos en los muelles de Vigo, a
tiempo que, inclinándonos, ofreciése­
mos a sus miradas nuestras relucien­
tes calzas, brillantes como un espejo.
Los pantalones de dibujo indescifra­
ble y los zapatos con respiraderos nos
darían el quorum en las primeras Cor­
tes, a juicio de los opinantes y deno­
dados defensores de la austeridad.
Somos republicanos por convi
estimando que el sistema es el
cuado para nuestra patria. Den
tas porque respondemos a nu
sentimientos y prácticas.
Pero eso nada tiene que vei
nuestras aspiraciones. Una repi
democrática con aderezos «socializ
9 netamente socialistas, es tan
jable en la puridad de las teoríi
mo otra cualquiera que admití
principio tales sistema y forma.
Bueno está diferenciar entre el es­
tafilococo y la magnesia calcinada.
Nuestra vida particular debe ajustar­
se a rígidas normas de moral, pero
prodigúense los esfuerzos de toda ín­
dole para la noble tarea de recuperar
la libertad de la patria.
Por inertes seriamos reprochados y
desdeñados.
V1*0 es que, por pasión ridicula j
miada, hemos de admitir el pr
miento con tal de que no esté i
Halizado en un monarca?
¿Tendremos que recurrir a c<
raciones entre la teocrática repi
portuguesa, la militarista que
y otras más>
con las **
quicas Dinamarca
o Suecia?
. . el ° rdan político nuestra es
r l f t i T la Republica democràtic
ro en lo que respecta a la march;
nómica del Estado, habremos de
ya instalados— a nuestros o
convoy 6 V,aje para tranabordar ¡
oJ?JL,COnSUela uno comprobando
empezamos a arrojar de sí mism<
mfnn^at*0 í aíabsm° que nos tenía
Lal?tamente vamos rec
,acci°n, tan necesaria para
mostrar la cualidad de seres vítale
r J ¡ L Pa?° -que caminábamos bien
a im ff teniamos la considerador
almas compungidas en espera de
píritSusaC° gleran nuestros lastimero
Me dicen que no faltan quienes
nen que hemos de reducir nue
entusiasmos a exhibir la sobria
ducta de exilados presentándono;
España con el pantalón zurcido,
zapatos agujerados y los rostros
«lentos.
PE N S A N D O
El partido socialista es el de más
crédito en España. Lo destacó Albar
en su conferencia porque está com­
probado.
Hay que hacer honor a esa confian­
za trabajando con fe para no defrau­
dar a los que alientan esperanzas.
¡Que gozo se experimenta cuando
todos se aprestan a la defensa de la li­
bertad y la democracia! Los unos por
su historia; los otros por la forma de
argumentar de las listas negras.
El agente viajero del franquismo,
después de recorrer la línea del Eje
s? h? Postrado ante el Santo Padre!
¿Le habra solicitado su bendición para ei_ proyecto de enviar un millón de
españoles al glotón frente ruso?
Para tranquilizar la conciencia de
S.S. afirmaría que todos serán rojillos.
No me preguntes, Ramona, sobre el
plazo de permanencia. Alimenta tu
anhelo en los cafes. A llí te indicarán
hasta la fecha exacta. Variará según
d a S ™ ™ de bombas qué arroje la
RAF o el flujo y reflujo del frente de
Libia.
Tranquilízate recordando: “No pasa
nada y si pasa no importa” . Con de­
círtelo cien Veces al introducirte entre
las sabanas dormirás como un angelito.
ADELANTE
N O T IC IA FELIZ
EN
E SPA Ñ A
mite, —ya lo sé—, la posibilidad de la forma federal.
Pero el programa del Partido Socialista tardará en ser
modificado lo que nosotros tardemos en regresar a Es­
paña. Yo quiero, aprovechando la circunstancia de ha­
blar esta noche ante vosotros, que conste ya por antici­
pado que hay, por lo menos, un socialista que no cree
en la solución federal.
E L C R E D IT O D E L P A R T I D O S O C I A L I S T A
Sigamos con España. Por informaciones cuya au­
tenticidad puedo garantizar, sabemos con certeza que la
situación interior de España es ésta, por lo menos en uno
de los aspectos que mas nos interesa recoger: en Espa­
ña hay fuerzas políticas —hubo, mejor dicho— totalmen-'
te desestimadas. Hay otras que cuentan poco o no cuen­
tan nada; y hay una en la cual la voluntad popular tiene
puesto un crédito ilimitado. Esa fuerza política es la
nuestra. Y recogiendo el mensaje mudo de esa volunluntad popular española que tiene puesta su esperanza
en el Partido Socialista, con palabras muy sencillas, sin
llamamientos líricos de ninguna clase, yo apelo al co­
razón de todos los socialistas, a la conciencia de todos
los socialistas, para que veamos hasta qué punto pedemos
defraudar esa esperanza. Haciendo honor a la memoria
que dentro de España nos dedican los camaradas que
allí padecen; haciendo honor a lo que fué y volverá a ser
nuestro Partido, yo requiero de todos los socialistas que
el espíritu de las viejas virtudes se reavive,’ que el
sentimiento que hizo grande a nuestro partido se ro­
bustezca, qué lo sientan florecer de nuevo aquellos que
se lo hayan dejado amustiar. El Partido está en Es­
paña y aquí. Aquí, en este local, no en otro. Y la
Y
ción hum ana que de ella m isma surgirá, gracias a las condición
de subsistencia que prevalecerán.— M A X A D L E R .
Y a están aquí los de Orái
Llegó a bordo del buque portugués prohibición rigurosa que tiene de te
“Guiñé” el primer grupo compacto de bajar. El que recibe subsidio, se ó
refugiados españoles en Orán. A él fiende mal o bien, pero la inmem
se agregaron en Casablanca unos mayoría arrastra una existencia mis
cuantos procedentes de Marsella, de rabie, pues al cabo de tres años
Argel y Casablanca. El total de los pico, la generosidad incluso del m
venidos es de 95 personas mayores espléndido, sé ha agotado. Además. ¡
carencia de víveres casi absoluta i:
y 5 bebés.
Los réfugiados de Orán no han sido pide toda solidaridad. En Orán lo ún
verdaderamente afortunados. Como es co que todavía se puede adquirir si
sabido, salieron de España a últimos mesura, es el vino y el pan. No i
El domingo. 28 del pasado, se ce­- de marzo de 1939, algunos el 28 y 29 como Marruecos, donde se encuenti
lebró en el Colegio Madrid la fiestaa de dicho mes, horas antes de que las casi de todo. No hay que olvidar qi
conmemorativa del primer aniversario0 huestes franquistas e italianas ocupa- Argelia es una colonia y Marrueci
de su fundación. Si alguna obra_ rea­- ran el litoral levantino español. Su- un protectorado. Oficialmente se ht
lizada por la emigración republicanaa frieron, por tanto, dos meses más de cen distribuciones de carne, pescad
española en México merece ser ala­- guerra que los que habían evacuado azúcar, café, legumbres, aceite,_ ett
bada sin tasa —cosa que hacen loss por los Pirineos de Cataluña. Vieron pero en la realidad no sucede así. Eli
ajenos, más que los propios— esa es.. cómo quedaban en la zona Centro- da origen al “marché noir” en virtu
Lo es por su valor moral, por su fun­- Sur millares de compatriotas, compa- del cual el rico come y el pobre ayi
cionamiento, por el bien inestimables ñeros de lucha, predestinados a saciar na. El colono francés, propietario d
que rinde a la masa emigratoria espa­- la infame venganza de la Falange. grande^ fincas, llamadas allí “ fer
ñola resolviendo un problema — el es­- Sufrieron a principios de marzo el mas” , no pasa privaciones; el expoi
colar— que para muchas familias re­- desbordamiento de la ambición comu­ -tador, el negociante, el alto funcioni
nista, la que afortunadamente fué rio bien retribuido, los dirigentes d
sultaría, de otro modo, insoluble.
Más de un millón de pesos, en el1 contenida por el Consejo Nacional de la Legión des Combatants, todas él
curso de un año, ha gastado ya el Co­. Defensa presidido por el Coronel Mia­ tos no carecen de nada. Pero el tri
e integrado, entre otros, por don baJSdor que vive de un bajo salari!
legio Madrid, en donde recibe educa­ ja
Julián Besteiro y el coronel Casado. el indígena, al que pagan con uno
ción y sustento un número de niños* Fueron testigos de las luchas calleje- “sueldos” , el funcionario modesto, ;
que pasa del millar. La presencia dei ras de Madrid en que las Brigadas el paria “refugié” español, éstos so
todos esos niños ofrecía el domingo uni comunistas mandadas por el coronel las víctimas de la situación. Y no <
que Argelia, y de un modo predilect
espectáculo conmovedor en los parques. Bárdelo (que antes de ser fusilado el Departamento de Orán, no sea ri
declaró haber sido engañado por los
del propio Colegio, escenario de una1 comunistas) ensangrentaron las calles co y productivo, sino que como tod
de las más bellas fiestas que puedeni de la capital de la República. Con- el mundo sabe, las colonias sirve
idearse. Todo el riquísimo folklore es­. templaron llenos de pavor la fosa en para abastecer a la metrópoli, y en el
te caso concreto para suministrar ¡
pañol, alternando con piezas breves de, la que habían sido enterrados vivos ejército italo-alemán que opera e
algunos compañeros socialistas en el
la literatura clásica, fué puesto en es­ jardín de la Agrupación Madrileña, en Libia, sin necesidad de atravesar (
cena interpretado, desde luego, por el Paseo de la Castellana: ejemplo de Mediterráneo donde acecha la escua
los .pequeños escolares; Servían de pú­ odio a lo Caín. También presenciaron dra inglesa.
No son éstas todas las desdichas d
blico —público conmovido— los fa­ los refugiadas que vienen de Orán,
la sublevación fascista de la Base Na­ los refugiados oraneses. La mayor ;
miliares y los invitados especiales, en­ val de Cartagena, que dió por resul­ más intranquilizadora es la amenazi
tre los cuales destacaban la esposa del tado dejarnos sin ' Flota para prote­ gravísima que sobre ellos pesa por li
Ministro de Relaciones Exteriores, don ger la evacuación. En fin, un sinnú­ existencia de una organización forra)
Ezequiel Padilla, y los señores Ignacio mero de calamidades padecieron es­ dable de la Falange en aquella ciudai
amigos en los dos últimos meses y en el Departamento. Se dice qui
Luis Velázquez, Jefe de Migración, y tos
llegan a 100,000 los falangistas qui
que pasaron en España.
sus hijas: don José Couttolenc y su
Pero llegados al destierro (al exilio, hay en la región. Nosotros sólo hemoi
esposa, y los inspectores de la Secreta­ como dicen ahora los que han apren­ visto, y ello cuando Francia aún estabi
ría de Educación, señores De la Vega dido un poco de francés), su suerte en guerra, el recibo 17,000 y picc
Hay que tener en cuenta que el 91
y Santamaría. Lo más representativo no mejoró. A Orán y su departamento por ciento de la población europea di
acostaron los barcos salidos de A li­
de la emigración republicana españo­ cante merced a la evacuación casi aquel vasto Departamento es españo
la se hallaba también presente.
perfecta, seleccionada, que organizó la la, aunque muchos sean “francese
Un delicado lunch fué servido a los Federación Socialista de aquella pro­ de papeles” . De otra parte, el españo
que allí emigra es el pobre campesini
escolares e invitados, y el festival ter­ vincia. También atracaron en Orán o menestral del Levante español que
un barco salido de Valencia y otro de
minó a los acordes del Himno Nacio­ Cartagena, amén de numerosas em­ generalmente por incapacidad, ni
nal de México, oído en pie y con emo­ barcaciones menores que tomaron tie­ puede vivir en su pueblo; otros vai
ción por los concurrentes. Merece se­ rra en distintos puertos de la costa empujados por el hambre, algunos poi
la delincuencia y muchos por escapa)
ñalarse la magnífica actuación que la oranesa.
a sus deberes militares. Gentes sil
Hay
que
reconocer
que
a
nuestra
Banda Madrid tuvo en el acto.
llegada a Orán fuimos bien recibidos conciencia cívica ni proletaria. Se a
Una fiesta de simpatía que rubrica por las masas populares de la pobla­ sumiso al guardia hasta la indignidai
una obra ejemplar para la cual olvi­ ción, por lo que entonces se llamaba el y al patrono se le sigue llamando “e
dan sus alabanzas los que prodigan, en Frente Popular, por los numerosos es­ amo” . Se pertenece a la Falange por
que así lo manda el Cónsul que arre1
cambio, sus dicterios. La J. A. R. E. pañoles que residen en aquella ciudad gla los papeles, o el Cura del Consu
y provincia, y encontramos una aco­
puede sentirse orgullosa de ella. Y nos­ gida benévola y hasta simpática en las lado que da vales para Asistencia So
otros también.
autoridades francesas que administran cial. Por cierto que a este Cura 1(
aquel territorio. Mas en el curso del llevó hace poco la policía conducid!
tiempo, la democracia francesa iba a la frontera. Cuando el amo es espa
acentuando sus perfiles fascistas, que ñol y manda hacerse de Falange, to
U N A N O T A D E L G . S. S O C IA ­
la han llevado .al desastre actual, y dos obedecen. Naturalmente que estol
L IS T A D E A R T E S B L A N C A S .
los refugiados españoles que allí lla­ falangistas son de espuma y no está:
man “Colorados” , empezamos a su­ dispuestas a arriesgar mucho. Pero si
frir las consecuencias. Formáronse las tienen unas centurias, encuadrada
Compañías de Trabajadores y se en­ con individuos traídos de España que
viaron a construir un ferrocarril en ésos sí, ésos el día que en Orán si
el desierto a millares de nuestros com­ produzca una perturbación del orden
patriotas; la mayoría de ellos todavía o bien sea ocupado por fuerzas ita
están allí trabajando con picos y pa­ lianas o alemanas, irán casa por casi
las, en un clima inclemente donde buscando a nuestros pobres “Colora
nunca quisieron ir a <iabajar ni los dos” , cuyas direcciones saben muj
marroquís y moros de Argelia. Hoy iben. Ya ha dicho el cónsul de Fran
que
el
ferrocarril
Mediterráneo- co que el día que sea ocupado poi
Pese a los dichos de algún m a­
Níger está en curso, la situación de fuerzas del Eje pasará a poder d<
landrín qu e pasea su arrogancia
nuestros compatriotas va mejorando, España, y que el problema de los re
toda vez que, por no querer los fran­ fugiados se resolverá inmediatamente
p o r las calles de M é x ico , nuestro
ceses ir a aquel desierto, son los nues­ pues la inmensa mayoría serían en
camarada Rafael H enche, desgra­
tros los que van ocupando los pues­ viados a España para que los juzga­
ciadamente, sigue siendo un prisio­
tos de dirección en la explotación fe­ ran los Tribunales; pero que uno;
nero de Franco. A nosotros no nos
rroviaria. A llí hay Compañías disci­ cuantos centenares serían brevemente
plinarias a las que se traen los refu­ liquidados en la tapia del cemente­
cabe ninguna duda de ello. C om o
giados castigados en los Campos de rio. Y ésta es la auténtica y verdade­
tam poco la tenem os en lo qu e se
Francia, lo que prueba que en Bou- ra amenaza que pesa sobre los re­
refiere a su com portam iento. H aArfa, Colomb-Béchar, Kenadza, etc., fugiados españoles de Orán. Nada im­
se vive bastante peor que en la me­ porta si a la postre, los totalitarios
1 bía de estar en la calle, conform e
son vencidos; bastaría que Orán es­
trópoli francesa.
a lo que pregonan los reticentes
Los qüe ahora hemos venido, en su tuviera un día en poder de las fuer­
que nos ocupan, y nosotros sos­
mayoría, no procedemos de los cam­ zas del Eje, para que se produjera
pas; residíamos en Orán. A llí la vida la catástrofe. A llí no sería preciso que
tendríamos, ante qu ien fuera, que
del refugiado español es dura, por la fuesen los falangistas de Melilla, co­
la conducta de Rafael H enche, en
mo fueron a Burdeos los de San Se­
su intención, no la supera nadie.
bastián; allí están ya preparados pa­
ra el momento. Tienen nombrado el
N uestro gran am igo, nuestro gran
Consejo de Administración del Depar­
maestro —sí, m aestro—, probable­
tamento y están designados los grupo)
m ente carezca de todas las com o ­
que tienen que asesinar a cada uno
de los “Colorados” de relieve.
didades; de lo qu e no carece, lo
Pues bien. De Orán, hasta ahora
afirmamos con todas nuestras fu er­
sólo habían venido algunas personas
zas, es d e l tem ple y la dignidad
aisladas. Fueron incluidos en tres via­
v
M
jt
jas las de esta primera expedición, y
qu e a m uchos les falta. Sépanlo
siempre perdieron el barco. La última
quienes creen qu e jugar con con ­
vez fué cuando el “Nyassa” . Llegaron
ductas ajenas es entretenim iento
LA TIERRA DE LOS DISCRETOS hasta Oujda, en la frontera de Ma­
qu e no produce quiebras. En otros
rruecos, y fueron rechazados por la!
Allá por mil seiscientos cincuenta y autoridades otra vez a Orán, a pesar
casos, puede qu e sea así. E n este,
tantos, si la memoria no nos hace ju­ de llevar un salvoconducto autoriza­
en el de H enche, nos com p rom ete­
garreta. hubo en Córdoba un raro in­ do por el Gobierno de Vichy, por el
mos nosotros a demostrar lo con­
genio, médico de profesión, que es­ Gobernador General de Argelia y por
cribió un libro titulado así: "Tratado el Prefecto de Orán. Como se ve, la
trario a qu ien ta l piense.
en el que se demuestra que la nieve unidad del Imperio Francés no rigió
H aber estudiado en Salamanca;
es blanca y fría". Tan notable alegato entonces, y los de Orán, que habíamos
no tuvo, que se sepa, contradictores, vendido los pocos chismes que tenía­
haber tom ado parte en la defensa
con lo que el autor murió en fama de mos para pagarnos el viaje a Casade la R epú blica —qu ién sabe si
hombre sabio y prudente.
blanca; que habíamos dejado nuestras
porqu e no triu n fó la facción en
Ahora otro cordobés, curándose en casas, nos encontramos de un día al
la localidad donde se habitaba—;
salud y buscando, a la vez, curar ma­ otro sin dinero, sin ropa, sin muebles,
les ajenos por el tratamiento original y sin casa y sin esperanzas. Afortunada­
haber'sido jerarquía en e l E jé rcito
definitivo que consiite en matar al en­ mente y gracias a la Sureté DepartaRepublicano y haber cruzado la
fermo, seguro de que no hay enferme­ mentale de Orán, cuyo Jefe y personal
frontera francoespañola con todos
dad que resista la prueba, ha escrito se portó en aquella ocasión correctíotro libro encaminado a demostrar que simamente con nosotros,_ envió a uno
esos títu los —no es d el m em ento
lo blanco es negro, y que lo frío que­ de los nuestros a Casablanca, quien tu­
enum erar más— significa m uy p o ­
ma; o viceversa, que tanto importa vo la suerte de hallar en el Cónsul
co para atreverse a. difam ar a un
empezar a tuertas o a derechas lo que, de México, señor González Roa, el
al fin, no ha de tener agarradero po­ más ferviente partidario de protege:
hom bre cuyos actos, absolutam en­
sible. Córdoba es —se decía— tierra a los que todo lo habían perdido, y
te todos, están cim entados a pru e­
de hombres discretos. Tan señalada con una actividad y celo infatigables,
ba de la m ora l más exigente.
cualidad le viene, sin duda, de Séneca, pudo lograr la organización de la ex­
Para d u d a r de Rafael H en maestro sin par. Pero Séneca aconse­ pedición del “Guiñé” . Los servicios
jaba de esta manera: "Llamemos bien­ consulares de Marsella funcionaron
che hace falta ser m uy ruin. Se
aventurado al hombre que no tiene por con gran rapidez. La J. A. R. E.. desde
puede discrepar de él, no es infa­
mal o por bien sino el tener bueno o México, dió todas las facilidades, y
lib le; poner en tela de ju icio su
malo el ánimo". Nuestro autor —no Sé­ aunque con tiempo demasiado justo,
neca, sino _el otro— tiene dañado el llegó la conformidad de la adquisición
rectitu d y su am or a la causa de
ánimo. Dañado, entre otras cosas, de de los pasajes; y los de Orán, un gru­
Jos trabajadores, es cosa qu e sólo
un principio de megalomanía, que no po insignificante, tuvo la felicidad de
queda reservada para seres des­
es padecimiento mortal, pero conduce poder arribar a este país de libertad
preciables.
La travesía fué deliciosa: un verda­
a desvarios. ¿Por qué ponerse a es­
cribir libros cuando se está en estado dero paseo por un lago suizo. La tripu­
N os hacemos solidarios de la con ­
de calentura? La serenidad — (atara­ lación del “Guiñé” , desde su capitán
ducta de Rafael H enche. Su nom ­
xia, ataraxia, que pedían los griegos!— al marmitón, todos fueron amables con
huye entonces del entendimiento y es nosotros, algunos verdaderamente sim­
bre es para nosotros —tam bién pa­
fácil caer en injusticia o asentar dis­ patizantes. A la llegada a Veracruz re­
ra otros m uchos españoles— un
lates como si fueran verdades inmu­ cibimos un primer socorro que nos per­
sím bolo. A qu ien está tan alto no
tables. Nuestro autor puede compro­ mitió proseguir el viaje. A l bajar del
le llega e l veneno de los misera­
barlo a través de una sencilla experien­ tren en México, capital, nos esperaban
cia: la de convertirse en lector de sí muy caros amigos, a los que guarda­
bles. N o obstante, si éstos persisten
mismo.
mos gratitud.
en sus maniobras, nuestra actitu d
"El que carece de entendimiento
Gracias a México, que nos acoge,
no será contem plativa. ¡ R a f a e l
menosprecia a su prójimo; mas el hom­ Gracias a la J. A . R. E., que ha su­
bre prudente calla". Sentencia tan ca­ fragado nuestro viaje. Gracias a todo)
H enche tiene nuestra adhesión in ­
bal ' no la hemos inventado nosotros. los que han tenido para nosotros uní
con d icion all
Está en el libro de los Proverbios. palabra de bienvenida. Y un recuerde
Nuestro autor no carece de entendi­ a los que allá quedan, con el ruego di
P o r e l G . S. Socialista de Artes
miento, pero habla como si careciese que se haga lo posible por traerlos.
Blancas de España en M éxico,
de él. ¡Ay! ¿Será que Córdoba ha de­
G. G.
jado de ser la tierra de los discretos?
T ritó n Gómez Primer aniversario
y su esposa, en de la fundación del
Colegio Madrid
Londres
Noticias fidedignas nos anuncian
la llegada a Londres del compañero
Tritón Gómez y su esposa. Trifón
Gómez, uno de los hombres más va­
liosos del Partido Socialista y de la
Unión General de Trabajadores, ha­
bía quedado en la zona ocupada por
los alemanes al producirse el de­
rrumbamiento de Francia. Más de
una vez hubimos de abrigar serios
temores por' su suerte. Constante­
mente pesaba sobre él la amenaza
de ser entregado a Franco, suceso
que se dió, en alguna ocasión, por
realizado. Afortunadamente, el su­
puesto no ha resultado cierto. Se­
gún informes que acabamos de reci­
bir — sobre cuya procedencia, por
elemental discreción, omitimos lo­
do detalle— Trifón Gómez se en­
cuentra ya a salvo en Inglaterra.
No todas las noticias que nos viehen de Francia han de ser malas. La
que ahora comunicamos a nuestros
lectores nos compensa, en parle, de
otras con las que, a menudo, necesi­
tamos llenar las columnas de nues­
tro periódico. Trifón Gómez está, por
fin, en lugar seguro. Con él rescata­
mos —repitámoslo— a uno de nues­
tros militantes más queridos y pres­
tigiosos. Enumerar sus méritos tras­
cendería un poco —por paradoja—
a responso funerario. {Tántos hemos
escrito ya! Ahora se trata de lo
contrario. Es, en realidad, un pre­
sunto muerto que se nos devuelve a
la vida. Con esa alegría se escriben
estas líneas, en las que alienta lodo
el cariño que sentimos hacia Trifón
Gómez, a quien, acaso pronto, poda­
mos tener en las tierras benditas de
América. (Ojalá podamos decir tam­
bién lo mismo de otros camaradas
cuyo recuerdo e interés nos preocu­
pan de igual manera!
LOS REFUGIADOS DE
SANTO D O M IN G O
Comentario a un documento
La fracción comunista y comunistoide de la U.G.T. (Madero, 74), se ha
creído obligada a reproducir y divul­
gar, acatando la consigna, una circu­
lar hecha por un grupo pequeño de
sus afines residentes en Santo Do­
mingo.
La preocupación constante que he­
mos tenido y tenemos para lograr que
mejore la situación de los compatrio­
tas asilados en aquel país, hace que
protestemos de la conducta de los co­
munistas que, no conformes con ser
los responsables de que la JARE se
viese obligada a retirar su represen­
tación de la República Dominicana,
por las amenazas __y persecuciones de
que eran objeto sus Delegados, debido
a las denuncias y provocaciones que
los comunistas, aliados de un sargen­
to del Tercio que responde por Ro­
dolfo Bosch, le hacían ante las auto­
ridades dominicanas, quieren ahora
impresionar a la opinión con un disco
trágico para sacar cuartos y sostener
su aparato de agitación. Recordamos
perfectamente el timo del “Konsomol”
y el más reciente de la suscripción
“Pro barco rescate” , cuya recaudación
y destino se desconoce por la opinión.
La JARE —lo decimos para conoci­
miento de cuantas personas se intere­
san por la situación de nuestros com­
patriotas de la Dominicana— sigue pa­
gando un subsidio a los residentes en
las Colonias creadas por el SERE
—campos de concentración donde" hu­
bieran perecido todos nuestros com­
patriotas a no ser por la atención que
la'JARE les presta desde hace año y
medio— , a los inválidos, viudas, an­
cianos y enfermos que lo necesitan.
Sostiene un servicio médico-farmacéu­
tico gratuito para todos, en el que gas­
ta NOVECIENTOS Y M IL DOLARES
MENSUALES, para atender a una po­
blación no superior a ochocientos com­
patriotas. Gracias a ese Servicio han
podido recuperar muchos la salud y
sostenerse los enfermos crónicos, a to­
dos los cuales abandonó el SERE, que
ha tenido y tiene medios en México,
Londres y Moscú para seguir atendien­
do a esos problemas.
Estamos preocupados por la situación
de nuestros compatriotas de la Dominican.a. Trabajaremos porque se mejo­
ren los subsidios y se les atienda en
todo lo que merecen, especialmente a
los que residen en las Colonias. Pero
al pie de cada petición nuestra irá
el sello y la firma de una organización
responsable, sin dar lugar al equívoco
de “Por la Comisión” . La COMISION.
Del SERE ni quien se acuerde.
La marca de fábrica no está demás
„ ®e. dirán los cien beneficiarios de la en ninguna mercancía.
resistencia” : Dichoso aquel que huye
JUAN SIN TIERRA.
del mundanal ruido....
(Viene de la página 3).
Una obra admirable
L a democracia social realizará verdaderam ente la idea de socialii
EN
LA
PAZ
parte que estamos aquí hemos de ser prisioneros sentimen­
tales y en conciencia de la parte que está allí. Camara­
das, yo no sé siempre lo que hay que hacer, pero sé
muy bien lo que no debe hacerse. Y una de las cosas
que no deben hacerse, por ejemplo, y sobre todas, es
ésta: arrancamos la piel a tiras mutuamente. ¿En vir­
tud de qué razón, de qué despechos, en virtud de qué
querellas internas más o menos justificadas podemos
nosotros romper los vínculos familiares que nos atan a
la tradición? En nombre de nada. Y por eso, antes de
terminar, he querido pronunciar estas palabras con las
cuales aspiro a que cada uno de nosotros rectifique aque­
llo que en su conducta encuentre rectificable.
Termino ya. Quiero acabar exhibiendo ante vos­
otros una anécdota, seguida de su moraleja, con la cual
puse remate también, ya muy avanzada nuestra guerra,
al último discurso que pronuncié —me conmueve el re­
cuerdo profundamente— en la Casa del Pueblo de Ma­
drid. La anécdota es esta. Una tarde invernal, el gran
escritor y pensador escocés Tomás Carlyle recibió en
su casa de Londres la visita de un amigo. Se estrecha­
ron las manos, acercaron los sillones a la chimenea, car­
garon las pipas y 'fumaron en silencio. Pasado un largo
rato, atizaron los leños, cargaron nuevamente las pipas
y siguieron fumando. Se cerraba la noche. En los cristales
de las ventanas se apelotonaba en grandes vedijas grises y
rojizas la niebla londinense. A l cabo, el amigo de Carlyle se
levantó, estrechó la mano del escritor y se fué. Pasados los
años, Carlyle solía recordar aquel episodio y afirmaba que
nunca había tenido una conversación tan grata como aque­
lla. La moraleja es ésta: en muchas ocasiones, las mejores
palabras son aquellas que no se pronuncian. Lo digo pen­
sando en las mías. Y con que las mías no os hayan pa­
recido a vosotros de aquellas que están mejor guarda­
das que dichas, me consideraré contento y agradecido.
(Muy bien. Aplausos).
Rafaél Henche,
sí mbol o de la
decencia
°io°
Felipe García, Vicente Alcañiz,
José García Cruz, Luis Morán, Flo­
rentino Rodríguez, Santos Arévalo,
Francisco Hernández Fernández y
Enrique Puente.
Todas las obras del P artido Socialista han sido obras de sacrificio W
mún. Eso querem os qu e sea tam bién el sostenimiento de A D E L A N T E
N in g ú n donativo es pequeño si se da con buena voluntad. L o grato
es que la voluntad falte. Y a algunos les falta.