AGORA 11 enero.indd - Diario de Colima

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Ágora
PLAZA CULTURAL DE
Amor
propio
De lejos y a mi alrededor
Insólitos
Don Manuel
Sánchez Silva
Carlos Caco Ceballos Silva
Ya que lo convenzas
y tengas en tu mano
la pistola y el dinero,
ahí mismo le disparas, pues
no reconociendo a ninguno
de los dos, te da igual
matar a uno que a otro.
PRIMAVERA 1999. Por la década de los
cincuentas, mi buen amigo Uriel tenía extensas
siembras de algodón en la región de Tecomán,
por lo que manejaba alrededor de mil personas,
la mayoría traídas de Jalisco, Michoacán y unos
pocos del paisanaje de donde yo fungía por esos
tiempos como gerente del Banco de Zamora. Entre la gente que venía de fuera estaba un hombre
que había sido soldado en la cristiada y que se
decía que había liquidado por paga al presidente
municipal de Pihuamo. En uno de los recorridos
que Uriel hacía por sus siembras, le platicó al
aludido que un individuo de Michoacán le había
ofrecido pagarle cinco mil pesos y una pistola
con su carrilera llenita de parque porque matara
a Pedro Cárdenas, que en esos tiempos tenía ya
bien surtida y acreditada la tienda que años antes
le vendió mi amigo, secretario y consejero, Abel
Chito Gallardo, cuando éste incursionó en el comercio sin mayor éxito. Agrega Uriel que al oír
aquel comentario de inmediato le dijo: “No vayas
a hacer eso, pues don Pedro es mi amigo y me
sirve mucho cambiándome los cheques cuando el
banco está cerrado. Y ahora dime ¿quién fue el que
te hizo ese ofrecimiento?”. Y el antiguo soldado
le contestó que nunca antes lo había visto y que
no sabía por qué había ido con él. Y fue entonces
cuando Uriel le aconsejó: “Cítalo en la Zanja Prieta
y pídele el dinero y la pistola por adelantado, y le
dices que tan luego haces el trabajo tendrás que
salir en estampida. Y ya que lo convenzas y tengas en tu mano la pistola y el dinero, ahí mismo
le disparas, pues no reconociendo a ninguno de
los dos, te da igual matar a uno que a otro, y tú
haces más mérito porque quitas de en medio a
quien está acostumbrado a pagar por matar”.
Y así terminó platicándome mi buen amigo
Uriel lo sencillo que fue todo aquello, en
que le salvó la vida a don Pedro y éste
nunca lo supo.
En el verano de 1985, vivían ambas
por el rumbo de Las Fuentes, allá en Guadalajara, en un edificio de condominios.
Como aún no tenían servicio telefónico,
cuando les urgía comunicarse con alguien
necesitaban recorrer alrededor de ocho
cuadras, para llegar a una tiendita donde
la encargada cobraba 25 ó 50 pesos por
llamada (eran los tiempos que el dinero casi
no valía), según el cliente o su temperamento
en ese momento. Un día cualquiera, pero eso sí,
por esos días se dieron cuenta que pululaba por
las cercanías, un perro que a todas luces parecía
rabioso, aullaba, gruñía y parecía como que iba
a morder cuando alguien pasaba cerca de él. Así
DIRECTOR GENERAL: ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA
es que los transeúntes lo pasaban a distancia, las
amigas encerraron a sus críos y a sus perros. Esos
días todo lo hacían a bordo de sus coches, llevaron
a sus niños y fueron de compras, igual que los
vecinos, a bordo de sus automóviles. Así es que
ambas amigas y con la recomendación y apoyo
de los demás, se encaminaron a la tiendita para
hablar por teléfono; hablaron a uno, a dos y tres
números telefónicos y en todos les indicaban que
hablaran a equis número, el que al final tampoco
era. Pero era tanta su zozobra y sus temores que
siguieron insistiendo hasta que una voz varonil
les contestó que efectivamente ahí era la oficina
antirrábica, encargada de los animales rabiosos. Le
explicaron concienzudamente el caso, el domicilio,
sus temores y su urgente súplica que mandaran por
el perro solitario que seguía aletargado, gruñendo
y enseñando los colmillos en su boca rabiosa. Y
ahora, esperando ellas que aquella voz varonil
les dijera: “Ahorita vamos por él”, el de esa voz
les pregunta: “¿A cuántas personas ha mordido
el perro?”. “Gracias a Dios a ninguna todavía”,
“bueno, si es así no podemos distraernos en ir por
él, así es que cuando muerda a alguno, entonces
de inmediato nos avisa”. Y colgó el teléfono. Las
amigas Laura y Celia se miraron una a otra y una
de ellas exclamó: Increíble, ¿verdad?
Ágora
PLAZA CULTURAL DE
(19 de abril de 1959)
VIÑETAS DE LA PROVINCIA 6
Domingo 11 de Enero de 2015
2323
* Empresario, historiador y narrador. †
COORDINADOR: JULIO CÉSAR ZAMORA VELASCO
Imágenes: Fotos de Archivo.
Correo: [email protected], [email protected]
Odette (cisne blanco) y Odile (cisne negro), la heroína y la antagonista de El Lago de los Cisnes.
ESCRIBEN: David Huerta y David Jáuregui págs.2-3, Éricka Trejo y Norma Navarrete pág.4,
Enrique Herrera pág.5, Historia págs-7-8, Pedro Lizarda y Alberto Ocón pág.9,
Raúl García pág.10, Christian Mora pág.11 y Carlos Caco Ceballos pág.12
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Ágora
PLAZA CULTURAL DE
Ágora
PLAZA CULTURAL DE
Libros y otras cosas
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Nos vemos en el infierno
La Inglaterra de Ackroyd
Christian Mora
David Huerta
Uno de los polígrafos más amigables, auténticamente geniales, que he encontrado en los últimos
tiempos, es el inglés Peter Ackroyd, de quien lo ignoro
prácticamente todo menos lo que de veras importa: que
es autor de buenos libros. Leí de un tirón su grueso
ensayo titulado Albion, historia de los orígenes de la
imaginación inglesa, como reza el subtítulo.
Ackroyd despliega en esas páginas una abigarrada constelación de conocimientos, de saberes
múltiples, de historias siempre intrigantes, bellas, a
menudo asombrosas; pero el verdadero regalo de la
lectura es el estilo del autor, iluminación continua
para quien entra en contacto con sus páginas, aun un
lector de otra lengua, como yo y sus otros seguidores
hispanohablantes de este sabio. El estilo es, pues, ese
individuo peculiar, singularísimo: el buen escritor.
No hay la menor duda sobre el amor que Peter
Ackroyd le profesa a la nación inglesa, nada manchado
de nacionalismo o patrioterismo; pero eso no le impide
tener opiniones sumamente originales, desconcertantes. Dos ejemplos: interrogado sobre quién debe ser
considerado el gran poeta inglés, responde con todo
aplomo “William Blake”, no el otro William, apodado
“El Bardo”; ante el proverbial humor británico, afirma
también con toda seguridad que al lado del humor
alemán y del ingenio francés, el humorismo inglés
es cosa de poca monta. Lo interesante, en este caso,
es que quien lo dice es alguien que ha dedicado toda
una vida a conocer Inglaterra hasta en sus mínimos
resquicios: su cultura, sus costumbres, sus historias,
sus personajes, sus paisajes, sus logros y sus fracasos.
No es un inglés cualquiera: Ackroyd es una especie
de inglés quintaesenciado –y más específicamente,
un londinense de pies a cabeza.
Siempre he sentido que los libros que tratan
de desentrañar el carácter de un país son un poco
ociosos, porque lo que presuponen es dificilísimo: la
posibilidad de captar una “esencia nacional”. Ni Paz
ni Mariátegui ni Martínez Estrada ni Peter Ackroyd
alcanzan en verdad su objetivo: decirnos con toda
claridad, y con planteamientos que consigan nuestra
aprobación, en qué consiste ser mexicano, peruano,
argentino o inglés. Pero si son buenos escritores el
recorrido que hacen por la historia, las ideas, los acontecimientos y las obras pueden resultar fascinantes.
Como Peter Ackroyd.
La insularidad inglesa ha suscitado algunas
observaciones memorables; como ésta, una de mis
favoritas. Impedida la navegación en el Canal de la
Mancha debido a una tormenta, un hierático periódico
londinense cabeceó de esta manera: “Tormenta en el
Canal; el Continente, incomunicado”. Es perfecta y
perfectamente ilustrativa del carácter británico. No
está en Albion, pero no pude evitar el evocarla a cada
momento, mientras leía.
Al lado de Stephen Fry, Tim Parks, Jamie McKendrick y, ay, un puñado de futbolistas, Ackroyd ha
aumentado mi lista de ingleses admirados.
Siempre he sentido que los libros que
tratan de desentrañar el carácter de un
país son un poco ociosos, porque lo que
presuponen es dificilísimo: la posibilidad de captar una “esencia nacional”.
Suicidario:: la muerte como la vida*
Suicidario
David Jáuregui
Comienzo por señalar que la autora que abordaremos, Iliana Hernández, nació en Guadalajara,
Jalisco, con lo cual hizo un homenaje a la vida; pero
su libro, en cambio, nació como una manera de honrar
a poetas, escritores o artistas que decidieron morir
por su propia mano, de ahí el título del libro que nos
ocupa: Suicidario (Secretaría de Cultura del Gobierno
del Estado de Jalisco, 2014).
Iliana Hernández, en su obra, juguetea con la
muerte y quiero decir que en vez de hablar de ella, habla
con ella. Difumina suavemente la línea entre “ellos”
y “nosotros”, es decir, entre los muertos y los vivos.
A través de 32 relatos, siendo a mi parecer “Célibes”,
“Nocturno del amante”, “Trenzando latidos” y “Diane
Arbus”, de los mejores, podemos irnos de paseo a
Europa, a un cementerio o hasta un manicomio, pero
siempre en el marco de un ambiente en que predomina
la muerte y donde, como es previsible, el tema del
suicidio es central.
Es tan fuerte esta temática, tan sugerente a la
vez, que es inevitable que uno como lector reflexione,
divague en torno al suicidio. Por ello, me he permitido
escribir algunos pensamientos sobre este tema, al
tiempo que comento el libro de Iliana.
¿Cuántas veces no sabemos hacia qué rumbo
orientar el timón de nuestro barco? ¿Cuántas veces la
tormenta es tan larga que dudamos volver a ver la luz
del sol caliente? ¿Cuántas veces sentimos el acecho
de un monstruo marino, Moby Dick o el kraken, tal
vez? Es común sentir esa desesperación en el día con
día. A veces nuestra bitácora solamente tiene escritas
calamidades. En vez de que nuestra vida tenga un
oleaje tranquilo y naveguemos por la superficie,
nuestro barco se hunde hasta donde el azul se vuelve
tan oscuro que es negro. Hay confusiones en nuestro
interior que no sabemos cómo resolver. En algunos
casos es tanta la sensación de extravío, que algunos
piensan incluso en quitarse la vida, ante lo cual, la
gente suele decir que no es la respuesta. Yo digo, en
todo caso, que el suicidio más que una respuesta, es
una pregunta. Y no sólo una, sino decenas, cientos de
ellas. En su autodestructivo paso, el aspirante a suicida
sólo puede vivir en la duda y provocar otras más en
quienes lo rodean. Pero tristemente, con dificultad
podrían resolverse.
La incógnita básica que, creo, siempre acompaña a quien la muerte seduce para llevárselo por
voluntad propia es ¿lo hago o no? El suicida nunca
sabrá el alcance de sus actos ni si realmente valía la
pena quitarse la vida.
A mi parecer, hay tres etapas por las que pasa
aquel que no desea más ser parte de este mundo. La
primera de ellas, considero que se caracteriza por una
profunda y auténtica depresión. La danza, la melodía
o el poema interno de la persona están sin métrica,
sin melodía, sin cuadratura; ya no encuentra las notas
adecuadas para armonizar, ni palabras para rimar, ni
terreno firme para bailar. Es posible que él pierda el
sabor de la comida, el calor de la gente y hasta el olor
de las flores.
En esta primera etapa podrían surgir preguntas
como: “¿Por qué siento un vacío inmenso?”, “¿Acaso
alguien llegará a sentir compasión por mí?”, “¿Ser
reducido a nada es normal?”, “¿Por qué me parece
que todo es nada?”. “La nada” es lo que experimentan las personas que se ubican en esta primera fase.
Experimentan, suele decirse, una absoluta ausencia de
todo, porque un deprimido no es alguien que está triste,
sino alguien que no puede ser feliz. Inconformidades
con su persona, peleas internas o locuras de amor, se
asocian casi siempre en esta etapa.
En Suicidario, aquel personaje que le escribe a
Pisínoe, la sirena que pereció a causa de Odiseo, según
la mitología griega, se encuentra en esto que yo he
llamado, arbitrariamente, la primera etapa… Como
Fueron sus últimas palabras antes de meterse un
tiro en la sien. No pudo con el sentimiento de culpa.
Yo, estando tan molesto, no intenté detenerla, pero al
escuchar el disparo me quedé atónito sin poder hacer
nada. Tenía razón, para mí, esto se ha convertido
en el infierno. La veo por todas partes. Yo no creía
en fantasmas. Me observa, me sigue a donde vaya.
Quiere que me entregue para poder descansar en paz.
Al parecer, la muerte no fue suficiente para su salvación, al menos no mientras estuviera suelto uno de los
culpables. Y sí, yo era el más culpable de los dos. A
fin de cuentas, iba manejando cuando atropellamos
a la niña. Le dije que no se bajara de la camioneta en
lo que veía lo sucedido. Vi el cuerpo sangriento de
la niña y me llené de miedo. Subí a la camioneta y
arranqué sin pensarlo.
—¿Qué haces? –me preguntó.
—Nadie se dio cuenta. Aquí no ha pasado nada
–contesté nervioso.
Ella no dijo más. En ese momento no me atreví a
confesarle quién era la víctima: la niña que vivía apenas a tres cuadras de nuestra casa. Mi mujer no podía
dormir pensando si la niña había logrado sobrevivir
o no. Mañana saldrá en el periódico y nos enteraremos, le dije tratando de mostrarme frío, ocultando el
sentimiento de culpa consumiéndome por dentro. La
espera no fue mucha, viviendo tan cerca nos enteramos
a media noche de su fallecimiento. Todavía tuvimos
el descaro de asistir al velorio y de dar el pésame a
los padres. Pensamos estúpidamente que si no íbamos
podrían sospechar de nosotros. Ese fue quizá nuestro
primer error. Estando en la funeraria, mi esposa salió
del baño corriendo, llorando. Todos voltearon a verla
y ella sólo gritaba: la vi, vi sus manos y me agarró los
pies. Los asistentes comenzaron a murmurar sobre su
imprudencia Yo sólo la abracé y la saqué de ahí. Es
verdad, debes creerme, repuso. No le contesté.
Al día siguiente mandé arreglar la camioneta en
un taller lejano para deslindar el golpe con el accidente. Al volver a la casa encontré a mi esposa fuera
de sí, arrinconada en la pared de la sala, señalando
hacia el mueble.
—Ahí está, ¿no la ves? –decía mientras lloraba–.
No me crees ¿verdad?
Me acerqué al sillón y me senté en él para
mostrarle el espacio vacío.
—La tienes a un lado –contestó.
No puedo negarlo, sentí un escalofrío. Su mirada
me lo dijo, en realidad la creía ahí.
La llevé al cuarto para tranquilizarla y me pidió
decir la verdad. Entregarnos.
—Esa no es la solución para desaparecer el fantasma –dije tratando de no ofender su estado lunático,
pero el efecto no fue el esperado. Me aseguró que la
niña nos había seguido hasta la recámara. Comenzaba
a desesperarme. Me acosté junto a ella hasta dejarla
tada. Cómo pudiste hacer eso, recriminé. Me dijo que
el padre no diría nada por el secreto de confesión, pero
le aconsejó entregarse para terminar sus tormentos.
Es que tú no me entiendes, dijo, a ti no se te aparece
la niña ni te atemoriza. Tenemos que ir a la policía,
al fin y al cabo fue un accidente.
—No digas tonterías –volví a sacudirla y la
aventé hacia el suelo. Ella se levantó y fue directo a
donde estaba el arma.
—Nos entregamos o me mato –advirtió. Yo
estaba muy irritado, preferí darle la espalda y decirle:
haz lo que quieras, pero a la policía no vamos. Entonces
lo dijo y escuché el disparo.
Los días siguientes fueron muy pesados. El
interrogatorio, avisar a los familiares, el velorio, el
entierro, el cargo de conciencia. Tres días de tregua
me cedió para descansar y reflexionar. Al cuarto, comencé a verla. Primero fue en sueños. Estaba sentado
en el comedor desayunando y ella se posaba sobre mi
espalda, después lloraba pidiendo que me entregara.
Me demostraba con algunas heridas lo mal que se
la estaba pasando del otro lado. Yo le contestaba
que no haría nada de lo que me pedía y ella volvía a
dispararse frente a mí. La sangre caía en mis ojos y
no me dejó ver más.
Esa noche desperté aterrado y me levanté a tomar
agua. No sabía si aún mi imaginación vagaba por el
susto o si todavía estaba adormilado, pero escuché
una canción infantil. Cuando volteé para descubrir
el origen del sonido encontré a mi mujer meciendo
a la niña en sus brazos. La niña se rió y yo le grité
para callarla. Pero en lugar de eso, se paró y caminó
hacia mí. Cerré los ojos intentando no saber de ella,
mas continué escuchando pasos, me tomó la mano
y la puso sobre su rostro deformado por el contacto
Esa noche desperté aterrado y me levanté a tomar agua.
No sabía si aún mi imaginación vagaba por el susto o si
todavía estaba adormilado, pero escuché una canción infantil.
Cuando volteé para descubrir el origen del sonido encontré
a mi mujer meciendo a la niña en sus brazos.
dormida.
Continuó con su demencia los días siguientes.
Ya no sabía qué hacer con ella. Una noche llegó a la
casa sin atreverse a mirarme a los ojos. Sospeché lo
peor. Por un momento pensé que había ido a la policía,
mas lo descarté de inmediato al darme cuenta de que
si así hubiera sido no estaría en casa.
—¿Qué hiciste? –le cuestioné levantándole
la voz. Ella se asustó de mi reacción y comenzó a
llorar.
—Nada, te lo juro.
—Dime la verdad –la tomé por los antebrazos,
sacudiéndola.
—Sólo fui a confesárselo al padre.
No pude contener mi coraje y le solté una bofe-
con la camioneta. Sentí su sangre manchando mis
manos y después nada. Abrí los ojos pensando que
el tormento había terminado, pero en ese momento
reventaron todas las lámparas quedándome a oscuras.
Caminé hacia atrás para arrinconarme en la pared más
cercana. Todavía sentía mojadas las manos. De repente
escuchaba a mi esposa suplicándome lo mismo. Me
advirtió que así serían todos mis días hasta confesar
el asesinato. No me mintió, así han sido hasta hoy.
Pensé por instantes acudir con el sacerdote, pero nada
cambiaría. Decidí mejor seguir los pasos de mi mujer.
Caminé a la cocina y tomé el cuchillo.
—No, suicidarte no te salvará. Entrégate –me
dijo. Pero ya estaba decidido. No pensaba entrar a
ningún juicio para comprobar mi inocencia.
—Nos vemos en el infierno.
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Meditaciones ridículas
Raúl García
Es cierto, he hecho cosas irracionales, digamos... no del todo consciente. Ello no quiere decir
que no obedezcan a una razón, en el fondo, íntima.
¿Y qué más da si la anuncio de forma adecuada? El
inconsciente es preciso, dirá un buen psicoanalista.
En efecto, la precisión no está en la forma –a mi
parecer–, no obedece a usos concienzudos y convencionales de la palabra y trato. He sido impulsivo, no
guardo recatos ni mesura. La vida me ha enseñado
que si golpeas, hazlo fuerte, conciso, certero. Y
no detengas en las formas ni en las limitaciones
que impone la consciencia, esa gran enemiga de la
espontaneidad, de las creaciones más sutiles, más
bellas y efímeras.
*
¿Es decepcionante la realidad? Responderé
con dos preguntas: ¿Cuándo no lo ha sido?, ¿representa novedad alguna? Me atrevería a decir que
todo gran pensamiento debe su originalidad a la
decepción: hundimiento luminoso.
*
Cuando las puertas de tus piernas se abran,
el universo quedará depurado ante mí.
*
Alicientes de la creación: fuertes dosis de
tristeza.
*
¿El hombre hace la historia o la historia hace
al hombre? O será que el hombre ya es historia, una
vieja reliquia que se vende en los suvenires, que lo
único que evoca es, nostalgia.
*
Los grandes amores se componen de dos cosas:
una ligera sospecha de dolor profundo cuando cierre
el telón, y una constatación ulterior de esto.
*
Y es como dice Belén Gopegui, la música no
se escucha, te penetra. En efecto, el melómano siente
diluirse con la música, sus células se destrozan y
se regeneran, estallidos, paroxismos. La música
le transporta a planos donde fácilmente mataría
o se diera muerte. En tales experiencias es difícil
saber si se vive o se muere, si se muere de vivir o
se vive de morir
*
No necesitamos de ídolos ni idolatrías. En
algún momento de nuestras vidas hemos de vernos
obligados a matar a nuestro padre o a nuestra madre.
Ser actores de facto e intelectuales de un parricidio.
Es cierto que para acceder a la locura es necesaria
la ayuda de nuestro espejo; para acceder a la autenticidad, es necesario volvernos asesinos.
*
Siempre había rechazado las invitaciones a
bodas por parte de mis amigos hasta hace un par de
semanas, ¿la razón?, he aquí: Quise ser observador
e identificar el momento en el cual comienza el
derrumbamiento del hombre.
*
Reírse de las tragedias propias es comenzar
a tomar venganza con la vida. El humor nos salva
del precipicio. Tomar con humor las desgracias es
tomar con seriedad la vida.
Librero
Para fanáticos de Carroll
Eduardo Mejía
Título: La noche a través del espejo
Autor: Fredric Brown
Editorial: Reino de Cordelia
Autor de culto en ciertos medios, Fredric Brown está
considerado como el único escritor con obras notables en
la ciencia ficción como en la literatura policial.
No hay muchos ejemplos de sus obras, salvo “No
mires atrás”, relato incluido en Cuentos policiales de la
serie negra, junto a textos de Dashiell Hammett, Raymond
Chandler, James M. Cain y Ross McDonald, entre otros.
Hay más ejemplos, muy breves, recopilados por Edmundo Valadés en El libro de la imaginación (Universidad
de Guanajuato, 1970, y FCE, 1976), que tienen como
protagonistas lo mismo a Dios que al Diablo, y pese a su
brevedad, aterradores.
Aparentemente famoso por guiones cinematográficos o televisivos, Brown es venerado sobre todo por esta
novela, que cuenta una historia de misterio, pero que se
disfruta mucho más si el lector va descubriendo las pistas
que deja el autor, como sin querer, a lo largo de las desventuras que vive el protagonista, admirador de Lewis Carroll
y conocedor de los dos libros sobre Alicia.
Como sucede con los grandes narradores del género
negro, el libro comienza sin tensión, aparecen rasgos de
humor que retan al lector, porque son episodios, sobre
todo al principio, de Alicia en el País de las Maravillas,
pero a medida que aparecen otros protagonistas, surgen los
poemas “nonsense”, los acrósticos, los juegos de palabras
(por desgracia, traducidos de manera plana, sin ingenio;
podrían haber tomado mejor las versiones de Ulalume
González de León) y las imágenes que remiten a los juegos
de “A través del espejo”, al Sombrerero Loco, a la Reina
de Corazones (más como destino que como personaje) y a
la propia Alicia, atrapada en los trucos que la hacen perder
la perspectiva de la realidad.
Enfrentado a un reto entre fanáticos de Carroll, Doc
Stoeger (otra clave) se ve envuelto en crímenes que no
cometió pero es condenado por las pruebas y por el encono
del jefe de la policía (torpe y malvado, como todos los del
género), y resuelve los enigmas gracias a la lógica ilógica
de las novelas de Alicia (y de Silvia y Bruno, y los juegos
matemáticos, aunque de pasada). Como en esos libros, las
soluciones inesperadas y mágicas regresan al protagonista
al mundo real, no al de las pesadillas y los ensueños. Para
fanáticos.
El lector del género puede resolver los misterios antes
que los protagonistas, pero el chiste es descubrir las llamadas
para los fanáticos de Alicia (y eludir las erratas).
El viajero, la torre y la larva
Autor: Alberto Manguel
Editorial: Fondo de Cultura Económica
El máximo especialista en las lecturas entrega unos
ensayos que comprenden todas las características de quienes
leen, sea por pasión, por afición, por oficio o para entender
el mundo o para aislarse de él. Para ello revisa la escritura
desde hace 4 mil años, las motivaciones de libros básicos
como la Divina Comedia, o la actitud de Cervantes, y en
especial la de Flaubert, para quien leer era una defensa
contra la estupidez humana, y sus novelas son ejemplo de
que la lectura puede cambiar a la gente.
Crónicas (1944-1953)
Autor: Albert Camus
Editorial: Alianza Editorial
En estos momentos en que la sinrazón amenaza al
mundo civilizado, son de lectura impostergable estos ensayos, o artículos breves, que publicó Camus a la liberación
de París en la Segunda Guerra Mundial, y que comprenden
la actitud francesa durante la ocupación nazi o al finalizar la
fase armada, pero también su postura ante los perseguidos
(que no los hay inocentes, afirma en una página terrible), la
intolerancia y la libertad de los demás. Anticonformistas,
existencialistas, inteligentes.
Residuos de espanto
Autor: Liliana V. Blum
Editorial: Ficticia
Aunque se trata de una novela, describe con exactitud
la vida de los judíos perseguidos. Luego de ser liberados de
los campos de concentración quedaron marcados de por
vida, no sólo por los infames tatuajes, sino por el recuerdo
de ver morir a miles de compatriotas, ser torturados u
obligados a comportamiento infame, y a las circunstancias
para lograr la sobrevivencia. Narrada por la nieta de una
ex prisionera ya al borde de la muerte, y con las memorias
de otro que soportó más, incluso la soledad.
prueba, cito un fragmento de "Las Olas": “Cómo sujetar
el alma, Pisínoe, cuando el cansancio se ha metido
hasta la almohada, como un secreto que hace daño. /
Cómo sujetar el alma, Pisínoe, bajo este sol que tiene
frío y tiembla como la llama de una enorme candela
y yo me enredo voluptuosa entre tu canto y el aire de
invierno. / Cómo sujetar el alma, Pisínoe, en este barco
de papel, si mis letras se han vuelto pájaros sin cielo,
y mi alma rebelde no puede conjurarlas”.
El inicial sentimiento de desolación que eventualmente puede desembocar en el suicidio, se describe también, a propósito de Jorge Cuesta y Xavier
Villarrutia, dos poetas mexicanos que incurrieron en
el suicidio y a quienes recupera Iliana en los relatos:
“Una vez no basta” y “Nocturno del amante”, respectivamente. Me atrevo a decir que por este sentimiento
de nostalgia profunda hemos pasado alguna
vez casi todos nosotros.
Luego, el aspirante a suicida pasa por
una segunda etapa, que es de dudas más oscuras y nulas ganas de vivir. Ahí ya piensa en
arrancarse la vida. Es la fase más tormentosa
y quizá la más larga. Como balas de metralla,
invadirán a la persona pensamientos y preguntas lacerantes… “¿Qué pasaría si yo me voy
de aquí?”, “¿Tiene sentido lastimar más a mis
personas amadas?”, “¿Mis heridas cerrarán?”,
“¿Qué tal un descanso eterno?”
Sylvia Plath, poeta americana, y Alejandra Pizarnik, poeta argentina, además de
Stig Dagerman, escritor anarquista sueco, son
representantes en Suicidario, de esta segunda
etapa y están figurados en los cuentos “Entre
dos renglones”, “Vestida de cenizas” e “Insaciable desconsuelo”.
Y finalmente, finalmente… Llegamos
a la tercera etapa anímica del candidato a
suicida. Una etapa que, paradójicamente,
implica, pienso yo, una convicción. O bueno,
casi convicción. Esa persona de errantes pensamientos, con el pecho frío y un cosquilleo
desagradable en los brazos; esa persona que no se cree
capaz de amar y mucho menos de recibir amor; esa
persona que lleva meses discutiendo consigo mismo
si es prudente arrancarse la vida; esa persona por
fin (para bien o para mal) llegó a una conclusión. O
bueno, casi conclusión.
El aspirante a suicida probablemente ya investigó
diferentes puentes de los cuales aventarse… Quizá
decida irse con la corriente del río Sena como Paul
Celan, otro escritor mencionado en Suicidario, o tal
vez se asfixie con el humo de su auto al igual que
Stig Dagerman. Es posible que ya haya investigado
diferentes tipos de veneno, pastillas o incluso brebajes
asesinos y elija alguno. A lo mejor hasta lea a Iliana
Hernández Arce, aquí presente, y tome de sus relatos
suicidas una cierta idea para su lúgubre propósito. Igual
y se inspire en Diane Arbus, fotógrafa neoyorkina, y
se deje caer a un vacío luego de una aventura sexual
y psicotrópica. O incluso llegue a desear irse poéticamente, siguiendo el ejemplo de Jorge Cuesta, quien
poco antes de morir, escribió su mejor obra.
La única duda que en esta tercera etapa todavía
atormenta al individuo castigado por la vida es: “¿Lo
hago o no?”. Ya decidió cómo, dónde, cuándo; ya
decidió todo sobre arrancarse la vida, excepto lo más
importante, si lo hace o no. Esta pregunta le quemará
la mente día y noche, hora tras hora… “¿Lo hago o
no?”, “¿¿Lo hago o no??”, “¡¿Lo hago o no?!”, “¡¡¿¿Lo
hago o no??!!”, “¡¿LO HAGO O NO?!”, “¡¡¿¿LO
HAGO O NO??!!”… Silencio.
Esa persona que estaba en el umbral de la
muerte, en la última etapa del suicidio, se ha ido.
Seguramente ya podrá ver en el cielo de los suicidas
a Kurt Cobain, Janis Joplin, Elliott Smith, Sid Vicious
y más músicos, que le darán un concierto personal de
bienvenida. Incluso Ernest Hemingway y Horacio
Quiroga le contarán un cuento en su primera noche
en el más allá.
Sin embargo, todas las preguntas quedarán sin
resolver porque se irán a un ataúd, serán sepultadas
bajo kilos de tierra o peor, se volverán cenizas después de arder en un crematorio con la misma fuerza
con que ardieron en la cabeza del ahora difunto. En
3
pueden influir en la existencia de un individuo como
"tumbas acompañantes”. En este sentido, algún trauma
en la niñez, un amor irrealizado, una fobia irracional,
etcétera, pueden acosarlo en toda su vida e inclusive
orillarlo al suicidio.
Suicidario es un acuerdo entre la vida y la
muerte. Si leemos superficialmente este conjunto de
relatos, quizá solo encontremos historias de suicidios
y defunciones, pero si nos vamos más a fondo, nos
daremos cuenta que también les confiere un mensaje,
un pensamiento casi filosófico. Tal es el caso de “La
Tumba”, relato que cité antes y de “Me ama”, un
microcuento que a continuación transcribo:
Alguien en algún lugar me ama sin saberlo. Me
piensa mientras camina bajo la lluvia. En su rincón
favorito para las nostalgias, despilfarra notas sobre
La sorpresa es sorpresa porque nunca avisa: esa mañana
mientras caminaba por el campo, recogió una estruendosa
estrella que se guardó en el pecho, apenas levantó la
vista, se encontró la tumba que ahora de frente y sin
pudor le mostraba la inscripción de la lápida: a Vincent
van Gogh, nuestro pequeño hijo. Un rayo de luz iluminó su mirada y entonces comprendió por qué su vida estuvo
siempre ausente de su vida. Antes de recostarse en la tierra,
sobre la tumba dejó una oreja como ofrenda y cerró los ojos,
el graznido de los cuervos se fue apagando suavemente.
definitiva, el suicidio es pregunta, muchas preguntas,
pero nunca será respuesta.
Ahora proseguiré a leerles un fragmento de uno
de los cuentos que más me gustó de Suicidario. Se
trata de “La tumba”, un breve texto en que además
de recuperar la figura de Vincent van Gogh, el gran
pintor postimpresionista neerlandés, nos presenta una
reflexión oculta acerca de lo que me atrevo a llamar
“tumbas acompañantes”. Dice así:
La sorpresa es sorpresa porque nunca avisa: esa
mañana mientras caminaba por el campo, recogió una
estruendosa estrella que se guardó en el pecho, apenas
levantó la vista, se encontró la tumba que ahora de
frente y sin pudor le mostraba la inscripción de la
lápida: a Vincent van Gogh, nuestro pequeño hijo. Un
rayo de luz iluminó su mirada y entonces comprendió
por qué su vida estuvo siempre ausente de su vida.
Antes de recostarse en la tierra, sobre la tumba dejó
una oreja como ofrenda y cerró los ojos, el graznido
de los cuervos se fue apagando suavemente.
Hay un pensamiento realmente profundo en este
relato, ya que cuando, en otro fragmento, dice: “Con
una mueca en el rostro recordó la tumba que lo había
perseguido como perro faldero desde su niñez, se refiere a que hay personas que desde que comienzan su
vida tienen una especie de predisposición al suicidio,
de "entierro" que los persigue. Diferentes condiciones
su iPad para invocarme, sin saber que a pesar de no
conocerlo, odio su piercing y sus tatuajes.
Iliana Hernández Arce, a pesar de hablar de temas
tan melancólicos como el suicidio, la muerte o hasta,
tal vez, la vida, no lo hace de manera deprimente, al
contrario. Narrar algo oscuro y triste, como lo es el
suicidio, en tonos grises, es fácil, pero escribir de algo
así en forma artística y luminosa, es lo complicado.
Por eso, recomiendo ampliamente este libro.
Suicidario está en perfecto balance. Las barreras
entre vivos y muertos quedan totalmente desdibujadas en tanto que maneja la vida como la muerte, y la
muerte como la vida. El propósito de rendir homenaje
a aquellos artistas que se arrancaron la vida, quedó
cumplido. Seguramente Xavier Villarrutia, Jorge
Cuesta, Sylvia Plath o cualquiera de los personajes
que desde algún lugar leen este libro se regocijan por
los textos que les dedicaron. Y seguramente ustedes se
regocijarán también al leerlo, pues resulta original la
temática planteada y la reunión de tantos personajes
ilustres del mundo creativo.
*Texto leído en la presentación de Suicidario,
de Iliana Hernández Arce, el 15 de agosto de 2014,
en la Casa del Archivo Histórico del Municipio de
Colima.
4
Ágora
PLAZA CULTURAL DE
PLAZA CULTURAL DE
Memoria de
las pérdidas
Iracunda
Éricka
Margarita Trejo
9
Ágora
Norma Navarrete
Algo
Pedro Lizarda
Si algo llevo presente
Ya se apagó tu risa. Ya no vibra más en mis
piernas cuando te perdías en mi niebla salvaje.
Ahora, tus labios morados se extinguieron en
el olvido. Pero es este maldito invierno que me
muestra iracunda cuando los días que guardaban
un pasaje se hacen presentes en mi memoria. Y
el día 5 llega cuando tomaste mi mano y dijiste
en mi oído que tu deseo maldito querías fuera
mío; el 6, noche de estrellas cubriendo un mar
en calma; el 7, largos cuentos imantándose en
mis pupilas… y todo marcharía perfecto si el
8 se ausentara.
Planeamos esa fecha, porque tímida de lo
prohibido, mi cuerpo que no se había derramado en ti y que se mantenía privado de tus ojos
de diablo, se fusionó en tus manos calientes e
hicimos el amor como animales salvajes: en la
nada. Sólo nos cubrió la culpa.
El frío se hizo insoportable cuando los
árboles menearon sus estolas y nuestra piel
ardiendo fue haciéndose de sí nuevamente.
Pero me dijiste que no me cubriera, que deseabas verme tendida en la tierra, con mis labios
rojos y mi piel quebrándose. Nada podría hacer
contrario a tu palabra. Tu voz retumbó en mi
selva y el eco se hizo espasmo. No prometimos
nada esa noche de diciembre, y con la música
mística de la arboleda, volviste, cobardemente,
a sumergirte con saña en mi agua tibia.
A mí ya no me importas, hombrecillo, el
tiempo tan olvidadizo se encargó de congelarte
en el lugar más sórdido de mi espacio. Ya no me
dueles como leche hirviendo en las entrañas, ni
deseo cansar mis pupilas cuando imaginaban
los sueños que narrabas.
De diario sé que tu mundo y el mío sólo
tropiezan cuando escuchan solitariamente un
canto de pájaros tristes, cuando el invierno llega
despacio en un subconsciente reacio. Es sólo
que este día, un mar de ensueños se ahogó con
mi llanto, y lloré, sólo porque la traición supuró
de mis venas congeladas por el desprecio.
Asómate si puedes al mar profundo.
es tu nombre luminoso
Presiente la cascada de ideas que
marchan sobre ti
Como granos de arena en tormenta.
Descubre la fórmula
Para que nadie invada tu ocaso.
Y de la sal, elabora un monumento
A la memoria de las pérdidas
si algo asoma entre mis ojos
es tu mirada resplandeciente
si algo guardo en la memoria
son tu sonrisa y cada uno de los besos
si algo no puedo ni quiero evitar
es tu libertad absoluta de amar…
En forma de flor blanca.
Hay algo más, algo único, algo auténtico
siempre querré volver a verte.
A un amigo
Alberto Ocón
Ventura
¿Qué puedo yo decirte?
No hay vida sin desdicha.
Por más que nos opriman,
la resistencia es fortaleza.
Llorar y suspirar se vale,
un momento, si acaso un día
ni un segundo más, amigo.
Mañana
La felicidad es una brisa
Dará Miguel
León una charla
sobre literatura
la desventura una tormenta,
Julio César
Zamora Velasco
en aceptar la brisa y la tormenta.
y entre ellas corre un vasto río.
Vivir es entrar en la corriente
unos flotan, otros se hunden,
pero la gracia de la vida reside
¿Qué puedo decirte, amigo?
La resistencia es fortaleza.
Con el título "Colombia: espejo de imágenes a través de un viaje", este lunes
12 de enero, el poeta Miguel León Govea compartirá un relato y fotografías sobre
el viaje que realizó el año pasado a este país.
Se hablará de literatura y del encuentro con escritores importantes; de cómo es
la percepción de México en Colombia, y también se proyectarán fotografías artísticas
y documentales. “Será una charla variada y ágil”, dijo el poeta.
La cita es a las 8: 30 de la noche en Casa del Archivo Histórico del Municipio
de Colima, en la calle Independencia No. 79, a un costado del Teatro Hidalgo.
8
Ágora
PLAZA CULTURAL DE
Ágora
PLAZA CULTURAL DE
fue creada por Julius Reisinger. El libreto se cree que fue
escrito por Vladimir Petrovich Begichev y Vasily Geltser,
basándose en el cuento alemán Der geraubte Schleier (El
velo robado) de Johann Karl August Musäus.
17 de enero
1600.- Nació el dramaturgo español, Pedro Calderón
de la Barca, perteneciente al barroco literario del Siglo de
Oro, autor de La vida es sueño. La formación jesuita de
Calderón lo llevó a asimilar el pensamiento de san Agustín
y santo Tomás de Aquino a través de la interpretación de
Domingo Báñez, Luis de Molina y Francisco Suárez. Sin
embargo, aflora en su teatro un profundo pesimismo a
pesar de la autonomía y validez de la acción humana. En
sus obras siempre suele centrarse en la oposición o confrontación entre: La razón y las pasiones; lo intelectual y
lo instintivo; el entendimiento y la voluntad. La vida es
una peregrinación, un sueño, y el mundo es un teatro de
apariencias. Su pesimismo está atemperado por su fe en Dios
y por el fuerte racionalismo que asimiló de santo Tomás.
El sentido de la angustia de muchos de sus personajes lo
aproximan al existencialismo cristiano contemporáneo.
1860.- Nació el dramaturgo ruso, Antón Pávlovich
Chéjov, autor de La gaviota (1896); Las tres hermanas
(1901), y El jardín de los cerezos. El también médico está
encuadrable en la corriente naturalista, fue maestro del relato
corto, siendo considerado como uno de los más importantes
escritores de cuentos de la historia de la literatura.
Imagen de la película Alicia en el país de las maravillas, dirigida por Tim Burton en 2010.
5
Circunstancias
Enrique Herrera González
Casi todo político tiene tanta necesidad, en
determinadas circunstancias, de un hombre honesto, que, cual si fuera un lobo hambriento, irrumpe
en el redil; mas no para devorar el cordero robado,
sino para ocultarse tras su lanoso lomo.
Friedrich Nietzsche
Primera edición
de Ulises, la obra
más reconocida
de James Joyce.
La vida es un devenir continuo, donde cada
quien, ya no es el mismo a cada instante, pues
inexorablemente van sucediendo acontecimientos
dentro y fuera de nuestras decisiones, acumulándose
experiencias, conocimientos, recuerdos, con lo cual ir
descubriendo la ruta exacta del destino personal.
El saber estar presente a cada instante es quizás
el mayor éxito del conocimiento humano, pues nos
permite ver todos los momentos en la perspectiva de
360º, para así guardar aquellos que nos son necesarios
electrónico moderno, aunque no sepamos cómo se
construyen éstos ni cuáles son su estructura científica
y componentes, o porque vivimos en una etapa de la
evolución humana en la que se viaja y comunica a
velocidades insospechadas hace apenas algunos años.
Sin embargo seguimos caminando y dice Machado que
al andar se hace camino. La afirmación del poeta tiene
muchos errores, pues si fuera cierto ya tendríamos caminos enormes en nuestra patria para nuestro transitar
sin más obstáculo que el esfuerzo personal hacia un
desarrollo creciente y próspero. Pero la realidad es
otra, ya que desde nuestros ancestros hemos venido
recorriendo caminos tan absurdos como el que nos
trazaron los héroes que nos dieron “patria y libertad”,
cuyo legado fue atrapado e interpretado por una bola
de gandulas que hoy en día andan como chapulines,
brincando de hueso en hueso, medrando el presupuesto
Atraer recuerdos buenos nos fascina el alma como
una brisa en el estío y nos pone a tono para seguir
fluyendo con más frescura en medio del río de
Heráclito que nunca se detiene.
y útiles para continuar el camino, y de esa forma poder
recordarlos cuando sea necesario o busquemos refugio
en aquellos que nos son gratos, y también olvidar pronto
los momentos malos que pueden causarnos dolor.
En los recuerdos buenos solemos regocijarnos
con aquello que fue y nos dio alegría y reposo cuando
los traemos de nuevo al presente, pero con los malos
sucede lo contrario, pues generan desgaste, sufrimiento
y dolor, pero más que nada enfermedad de mente y
cuerpo, debemos saber desprendernos pronto de los
mismos sin ningún remordimiento. De ahí que sepamos aprovechar la dinámica de la vida atrapando los
momentos buenos que van transcurriendo y los malos
simplemente sortearlos con la visión fija al frente, sin
darles espacio para el alojamiento en el subconsciente
de manera permanente, pues el mejor remedio para
ellos es el olvido en cuanto se superan.
Atraer recuerdos buenos nos fascina el alma
como una brisa en el estío y nos pone a tono para
seguir fluyendo con más frescura en medio del río
de Heráclito que nunca se detiene. Toda circunstancia
enriquece la experiencia y determina la personalidad
individual, aunque ello genere algún sufrimiento, pues
de ahí también se agudiza la inteligencia y se traza el
rumbo, que surge del interior, rebasando toda norma
que sea absurda del exterior.
Muchas veces creemos que nos movemos y sólo
circulamos, repetimos patrones de pensamiento, de
conducta, brincamos y saltamos y caemos donde mismo, hacemos proyectos de Año Nuevo que a la semana
dejan de serlo, porque simplemente creemos que no
avanzamos al querer ver de inmediato resultados que
sólo pueden suceder en un tiempo posterior. Sentimos
que evolucionamos porque manejamos un artefacto
y nosotros, o sea, el rebaño, tenemos que soportar so
pena de someternos con leyes que ellos dictan para su
provecho y beneficio solamente. Pero ahí vamos bajo
esas circunstancias donde el horizonte se refleja a la
luz personal de quienes andamos abriendo los ojos del
alma para así ver, con la claridad de la serenidad,
hacia donde debemos guiar nuestra barca y viajar sin
zozobra ni miedo en lo que ha de venir.
Cuando la perspectiva del hombre se aclara,
entonces el camino ya no tiene obstáculos que sortear,
porque es a la sazón cuando se comprende la proyección
de la vida y el temor de temores desaparece, pues el
gran desafío es justamente superar ese temor que es
el temor a la muerte y la manera en que se cumple tal
realidad, que los humanos acarreamos se acepte o no
como lastre de vida. Y cuando eso sucede entonces
fluimos simplemente sin más referencia que el río
mismo donde ahora navegamos, porque también
ahora somos ya el río mismo. Es el momento cuando
nos hemos incorporado a la fuente de fuentes con la
certeza de que todo es camino y caminante al mismo
tiempo, sin dudas ni temores, muy por encima de
esas angustias que hoy atoran al hombre como la de
algunos cieguísimos políticos que insisten en treparse
al poder por el poder mismo, para desde ahí hundirse
el fango de lo falso de lo absurdo.
Las circunstancias aparentemente son muchas
en las referencias humanas, sin embargo, en la dinámica de la vida, cuando se voltea hacia el interior
humano se encuentra necesariamente la brújula que
lleva al único destino que es la eternidad sin temores
y sin dudas.
Bendice al Señor Dios en toda circunstancia,
pídele que sean rectos todos tus caminos y que lleguen
a buen fin todas tus sendas y proyectos. Tobías 4.19
[email protected]
6
Ágora
PLAZA CULTURAL DE
Ágora
PLAZA CULTURAL DE
VIÑETAS DE LA PROVINCIA
En la historia del arte…
Amor propio
Don Manuel Sánchez Silva
En diciembre de 1914, el general Manuel
M. Diéguez fue derrotado en Guadalajara por la
poderosa División del Norte, del general Francisco Villa, irreconciliablemente enemistado con
el señor Carranza desde la inútil Convención de
Aguascalientes, que tan sólo sirvió para establecer la división definitiva entre el Primer Jefe
del Ejército Constitucionalista y el "Centauro
del Norte".
Diéguez se replegó hasta Colima, donde
se le reunieron los generales Enrique Estrada,
Francisco Murguía y otros más, y habiéndose
reorganizado volvió sobre la capital tapatía,
defendida por el general villista Julián Medina,
al que derrotó el 19 de enero de 1915.
Al enterarse de lo anterior el general Villa,
que operaba en las inmediaciones de la metrópoli,
se dirigió a marchas forzadas a Guadalajara. Tras
un reñido combate desalojó de ella a los generales
Diéguez y Murguía, a los que hizo fuertes bajas,
tomando la ciudad el 13 de febrero del mismo año
de 1915 y persiguiendo a los expresados jefes carrancistas hasta la cuesta de Sayula, donde acabó
de destrozar sus contingentes y los obligó otra vez
a buscar refugio en Colima, cuyo gobernador y
comandante militar era el general Juan José Ríos.
Regresó Villa a Guadalajara y, dejándola bajo el
mando de los generales Fierro y Medina, con la
Grabado de Guadalupe Posada (1852-1913)
(19 de abril de 1959)
Con la vista siempre tranquila, puesta en las
bocas de los fusiles, escuchó las voces de mando:
—¡Preparen!... ¡Apunten!... ¡Fuego!
celeridad que le era característica se trasladó a
los estados de Nuevo León y Tamaulipas, donde
operaba en condiciones comprometidas el general
Felipe Ángeles.
Con la ayuda del general Juan José Ríos y
los elementos de guerra que el señor Carranza
envió en el cañonero "Guerrero", vía Manzanillo,
Diéguez se rehizo y recuperó Guadalajara el 15
de marzo, dispersando a las fuerzas villistas de
Fierros y Medina. Uno de los jefes de la brigada
medinista, el coronel Francisco del Toro, logró
llegar a Colima con el propósito de embarcarse
en Manzanillo con rumbo al norte y buscar la
manera de reunirse con Villa, pero fue descubierto
y, con la dramática rapidez con que en aquellos
terribles días se determinaba la vida o la muerte
de un hombre, se le condenó a ser pasado por
las armas.
Al terminar el parque Hidalgo, casi en la
7
esquina sureste, el gobernador Alamillo había
iniciado la construcción de un parque infantil que
el estallido de la Revolución dejó inconcluso, y
entre las obras empezadas figuraba un muro de
piedra hecho con el propósito de levantar un
frontón. Lo alejado del lugar y la presencia de
ese muro convirtieron el sitio en un lugar ideal
para las ejecuciones.
Finalizaba marzo de 1915, cuando una tarde
el coronel Del Toro fue conducido, en medio de
un pelotón de tropas carrancistas, hasta el trágico
muro. Era el villista un hombre de 35 a 38 años,
de estatura mediana, ancho de hombros, color
moreno y ojos negros. Usaba el bigote recortado
y esa tarde vestía pantalón de montar, polainas
de cuero, "cazadora" con el fajo abrochado y
sombrero tejano. Con la tranquilidad aparente de
quien hace un recorrido de paseo, caminó hasta
llegar a la construcción de piedra, parándose de
espaldas al muro, en tanto el capitán que mandaba el pelotón colocaba a sus hombres frente
al sentenciado. El coronel fumaba plácidamente
un puro y miraba distraídamente las maniobras
previas a su propia ejecución. Cuando todo estuvo
listo, el capitán se le acercó:
—¿Desea usted alguna cosa, mi coronel?
—Ninguna. No quiero entretenerlos... –y
después de una larga chupada arrojó la colilla–.
¡Cuando usted guste, capitán!
Impresionado por aquel dominio y desprecio
a la muerte, comentó el oficial:
—Tiene usted mucho valor, mi coronel...
—Lo que tengo es mucho amor propio...
Fueron esas sus últimas palabras. Con la
vista siempre tranquila, puesta en las bocas de
los fusiles, escuchó las voces de mando:
—¡Preparen!... ¡Apunten!... ¡Fuego!
Tronaron las carabinas 30-30 y el hombre se
desplomó grotescamente, en tanto que la sangre,
aflorando de las heridas, le empurpuraba la ropa.
El capitán se le acercó, llevando en la diestra
una pistola... El tiro de gracia, una última convulsión... Las órdenes rápidas como estampidos,
para rehacer la formación y emprender la marcha
de regreso, y un pobre cuerpo desmadejado y
sangriento enrojeciendo la tierra donde yacía...
* Periodista, escritor
y fundador de Diario de Colima.†
Ágora
12 de enero
1628.- Nació Charles Perrault, escritor
francés de cuentos infantiles clásicos como
Pulgarcito, Caperucita roja y El gato con botas,
atemperando en muchos casos la crudeza de las
versiones orales.
1876.- Nació John Griffith Jack London,
autor de Colmillo Blanco, The Call of the Wild
(traducida en español como La llamada de lo
salvaje y La llamada de la selva), y otros cincuenta libros.
1963.- Murió Ramón Gómez de la Serna,
prolífico escritor y periodista vanguardista español, generalmente adscrito a la Generación
de 1914 o Novecentismo, e inventor del género
literario conocido como “greguería”. Posee una
obra literaria extensa que va desde el ensayo costumbrista, la biografía, la novela y el teatro.
13 de enero
1941.- Falleció James Joyce, escritor irlandés, reconocido mundialmente como uno de los
más importantes e influyentes del siglo XX. Joyce
es aclamado por su obra maestra, Ulises (1922), y
por su controvertida novela posterior, Finnegans
Wake (1939). Igualmente ha sido muy valorada
Hoy en día, El lago de los cines es un paradigma del ballet clásico. Con la
música Chaikovski es, actualmente, uno de los más reputados títulos del
ballet mundial y una de las mayores exportaciones artísticas de la Rusia
imperial, así como una de las obras emblema del compositor. Bailarines
tan geniales como Anna Pávlova y Rudolf Nuréyev han dejando su huella
en esta duradera obra maestra.
La novela Colmillo blanco examina el
violento mundo de los animales salvajes
y el igualmente violento mundo de los
humanos; además, explora temas complejos como la moral y la redención.
la serie de historias breves titulada Dublineses
(1914), así como su novela semi autobiográfica
Retrato del artista adolescente (1916). Joyce es
representante destacado de la corriente literaria
de vanguardia denominada modernismo anglosajón, junto a autores como T. S. Eliot, Virginia
Woolf, Ezra Pound o Wallace Stevens. La crítica
internacional coincide en valorar la figura de
James Joyce como una de las más importantes e
influyentes en la cultura literaria del siglo XX, al
lado de las de Franz Kafka, Marcel Proust, Jorge
Luis Borges o William Faulkner.
14 de enero
1898.- Murió Lewis Carroll, seudónimo por
el que es conocido en la historia de la literatura
Charles Lutwidge Dodgson, diácono anglicano,
lógico, matemático, fotógrafo y escritor británico, conocido sobre todo por su obra Alicia en el
país de las maravillas, la cual ha sido traducida
a numerosos idiomas, incluido el esperanto. En
1998, un ejemplar de la primera edición del libro
se vendió en subasta por la suma de 1.5 millones
de dólares.
15 de enero
1895.- Se estrenó El Lago de los Cisnes,
un cuento de hadas-ballet estructurado en cuatro
actos, que fue encargado por el Teatro Bolshói.
La música fue compuesta por Piotr Ilich Chaikovski; se trata de su op. 20 y es el primero de sus
ballets. En la producción original la coreografía