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L’OSSERVATORE ROMANO
EDICIÓN SEMANAL
EN LENGUA ESPAÑOLA
Unicuique suum
Año XLVII, número 2 (2.397)
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Ciudad del Vaticano
9 de enero de 2015
El Papa recuerda la cercanía de Dios a nuestra vida
Fuente de paz auténtica
Durante los encuentros de final e inicio de año el Papa Francisco destacó
una vez más la importancia de la paz.
En el Ángelus del 1 de enero recordaba que la «cercanía de Dios a nuestra
vida nos dona la paz auténtica: el don
divino que queremos implorar». Una
cercanía que nos lleva a hacer un examen de conciencia: «¿cómo es nuestro
modo de vivir? ¿Vivimos como hijos o
vivimos como esclavos? ¿vivimos como personas bautizadas en Cristo,
ungidas por el Espíritu, rescatadas, libres?» preguntó durante las Vísperas
del 31 de diciembre. Mientras que en
la Epifanía del Señor, al destacar la
imagen de la estrella y del Niño que
representa la ternura de Dios, dijo:
«Siempre hay nuevas personas que
son iluminadas por la luz de la estrella, que encuentran el camino y llegan
hasta Él». Porque «Jesucristo es la
bendición para todo hombre y para
toda la humanidad» afirmó también
durante la misa de la solemnidad de
María madre de Dios.
El próximo 14 de febrero
Veinte nuevos cardenales
Provienen de dieciecho países de
todos los continentes los veinte
cardenales que el Papa Francisco
creará en el consistorio del 14 de
febrero, el segundo de su pontificado. El Papa llegado «casi del fin
del mundo» eligió incluir en el
Colegio cardenalicio a pastores de
naciones de fe antigua pero también de comunidades jóvenes situadas en las «periferias» geográficas y religiosas del planeta.
Como testimonio del «inseparable vínculo entre la Iglesia de Roma y las Iglesias particulares presentes en el mundo», como destacó en el Ángelus del domingo 4 de
enero al dar el anuncio ante miles
de fieles en la plaza de San Pedro.
De los quince purpurados que,
al tener menos de ochenta años,
están destinados a participar en un
futuro cónclave, solamente uno
pertenece a la Curia romana: el arzobispo Dominique Mamberti,
prefecto del Tribunal supremo de
la Signatura apostólica. Para los
demás la elección del Pontífice cayó en pastores que expresan la diversidad y la especificidad de las
Iglesias de los cinco continentes
(cuatro de Europa, tres de Asia y
de América, dos de África y de
Oceanía), con la evidente inclinación a trazar una «geografía» cada
vez más universal y abierta a las
fronteras del mundo: no carece de
significado, por lo demás, que algunos países —Cabo Verde, Tonga,
Myanmar— tengan por primera
vez un representante en el Colegio
cardenalicio.
Junto a ellos se sumarán cinco
prelados eméritos destinados a representar —especificó el Papa— «a
muchos obispos que, con la misma
solicitud de pastores, han dado
testimonio de amor a Cristo y al
pueblo de Dios, tanto en las Iglesias particulares, como en la Curia
romana y en el servicio diplomático de la Santa Sede».
A quienes recibirán la púrpura
el próximo 14 de febrero —tras dos
días de consistorio convocado con
todos los cardenales «para reflexionar sobre las orientaciones y las
propuestas para la reforma de la
Curia romana»— el Papa Francisco
les pidió ser testigos del Evangelio
y apoyarle en su servicio apostólico.
El tuit publicado en la cuenta @Pontifex
Oración por las víctimas de París
Violencia
abominable
«El atentado de ayer en París nos hace
pensar en tanta crueldad, crueldad humana». En la misa celebrada en Santa
Marta el jueves 8, por la mañana, el
Papa Francisco expresó todo el dolor
por el horrible acto de violencia que
tuvo lugar el miércoles en la sede del
semanario satírico «Charlie Hebdo».
Rezó por los doce muertos, los heridos,
sus familiares y también por la conversión de los terroristas. Ante «tanto terrorismo, ya sea el terrorismo aislado
como el terrorismo de Estado», dijo el
Pontífice, invita a reflexionar «la crueldad de la cual es capaz el hombre».
Por ello, además de encomendar a Dios
«las víctimas de esta crueldad» invitó a
interceder «también por los crueles, para que el Señor cambie su corazón».
Pocas horas más tarde el Papa Francisco se reunió con el arzobispo de París, el cardenal André Ving-Trois, a
quien ya había dirigido, a través del
cardenal Pietro Parolin, secretario de
Estado, un telegrama de pésame: «Al
recibir la noticia del terrible atentado
—escribió en francés— que tuvo lugar
en París en la sede de “Charlie Hebdo”, que causó numerosas víctimas, Su
Santidad el Papa Francisco se suma
con la oración al dolor de las familias
SIGUE EN LA PÁGINA 16
El Pontífice en Sri Lanka y Filipinas del 12 al 19 de enero
En Asia en el signo del diálogo
Entrevista al cardenal Sandri
Sacudir al mundo
de la indiferencia
NICOLA GORI
EN PÁGINA
7
Once discursos, cuatro en Sri Lanka
y siete en Filipinas, todos pronunciados en inglés; dos jornadas completas de citas en el primer país y tres
en el segundo; además de numerosos
traslados comenzando por los largos
vuelos de ida, del traslado de Colombo a Manila y de regreso. A pocos días del séptimo viaje internacional del Papa Francisco, que tendrá
lugar en Asia del 12 al 19 de enero, el
director de la Oficina de prensa de la
Santa Sede, padre Federico Lombardi, presentó el programa detallado
del mismo el miércoles 7.
La segunda visita del Papa Bergoglio a Asia tiene lugar a sólo pocos
meses de distancia de la que realizó a
Corea en el pasado agosto y se inserta en una consolidada tradición de
viajes pontificios a los dos países.
Tanto Sri Lanka como Filipinas, en
efecto, ya habían sido metas de peregrinaciones por parte de Pablo VI y
de Juan Pablo II. Montini lo hizo a
finales de 1970 y Wojtyła en enero de
1995, tras haber estado sólo en Filipinas en febrero de 1981.
El viaje del Papa Bergoglio será
SIGUE EN LA PÁGINA 16
L’OSSERVATORE ROMANO
página 2
viernes 9 de enero de 2015, número 2
En el Ángelus del 4 de enero el Pontífice anuncia la creación de veinte cardenales
No hay futuro sin paz
«No hay futuro sin paz»: retomando
el tema de la Jornada mundial de la
paz, en el Ángelus del domingo 4 de
enero, en la plaza de San Pedro, el
Papa Francisco destacó cuán necesario
y urgente es «construir la paz» entre
los pueblos, pero también «en las
familias y en las comunidades». En
efecto, dijo, «nosotros hablamos mucho
de la paz, pero a menudo recurrimos a
la guerra o elegimos el silencio
cómplice, o bien no hacemos nada en
concreto para construir la paz».
Queridos hermanos
¡buenos días!
y
hermanas,
¡Un hermoso domingo nos regala
el nuevo año! ¡Hermoso día!
Dice san Juan en el Evangelio que
leímos hoy: «En Él estaba la vida, y
la vida era la luz de los hombres. Y
la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió... El Verbo era la
luz verdadera, que alumbra a todo
hombre» (1, 4-5.9). Los hombres hablan mucho de la luz, pero a menudo prefieren la tranquilidad engañadora de la oscuridad. Nosotros hablamos mucho de la paz, pero con
frecuencia recurrimos a la guerra o
elegimos el silencio cómplice, o bien
no hacemos nada en concreto para
construir la paz. En efecto, dice san
Juan que «vino a su casa, y los suyos no lo recibieron» (Jn 1, 11); porque «este es el juicio: que la luz
—Jesús— vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz,
porque sus obras eran malas. Pues
todo el que obra el mal detesta la
luz, y no se acerca a la luz, para no
verse acusado por sus obras» (Jn 3,
19-20). Así dice san Juan en el Evangelio. El corazón del hombre puede
rechazar la luz y preferir las tinieblas, porque la luz revela sus obras
malvadas. Quien obra el mal, odia
la luz. Quien obra el mal, odia la
paz.
Hace unos días hemos iniciado el
año nuevo en el nombre de la Madre de Dios, celebrando la Jornada
mundial de la paz sobre el tema
«No esclavos, sino hermanos». Mi
deseo es que se supere la explotación del hombre por parte del hombre. Esta explotación es una plaga
social que mortifica las relaciones interpersonales e impide una vida de
comunión caracterizada por el respeto, la justicia y la caridad. Cada
hombre y cada pueblo tienen hambre y sed de paz; por lo tanto, es necesario y urgente construir la paz.
La paz no es sólo ausencia de
guerra, sino una condición general
en la cual la persona humana está en
armonía consigo misma, en armonía
con la naturaleza y en armonía con
los demás. Esto es la paz. Sin embargo, hacer callar las armas y apagar los focos de guerra sigue siendo
la condición inevitable para dar comienzo a un camino que conduce a
alcanzar la paz en sus diferentes aspectos. Pienso en los conflictos que
aún ensangrientan demasiadas zonas
del planeta, en las tensiones en las
familias y en las comunidades —¡en
cuántas familias, en cuántas comunidades, incluso parroquiales, existe la
guerra!—, así como en los contrastes
encendidos en nuestras ciudades y
en nuestros países entre grupos de
diversas extracciones culturales, étnicas y religiosas. Tenemos que convencernos, no obstante toda apariencia contraria, que la concordia es
siempre posible, a todo nivel y en
toda situación. No hay futuro sin
propósitos y proyectos de paz. No
hay futuro sin paz.
Dios, en el Antiguo Testamento,
hizo una promesa. El profeta Isaías
decía: «De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra» (Is
2, 4). ¡Es hermoso! La paz está
anunciada, como don especial de
Dios, en el nacimiento del Redentor:
«En la tierra paz a los hombres de
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Después de la oración el Pontífice
anunció que en el consistorio del 14 de
febrero creará veinte nuevos cardenales
que, al provenir de todos los
continentes, «manifiestan el vínculo
inseparable entre la Iglesia de Roma y
las Iglesias particulares presentes en el
mundo».
Queridos hermanos y hermanas:
buena voluntad» (Lc 2, 14). Ese don
requiere ser implorado incesantemente en la oración. Recordemos,
aquí en la plaza, ese cartel: «En la
base de la paz está la oración». Este
don se debe implorar y se debe acoger cada día con empeño, en las situaciones en las que nos encontramos. En los albores de este nuevo
año, estamos todos llamados a volver a encender en el corazón un impulso de esperanza, que debe traducirse en obras de paz concretas.
«¿Tú no te llevas bien con esta persona? ¡Haz las paces!»; «¿En tu casa? ¡Haz las paces!»; «¿En tu comunidad? ¡Haz las paces!»; «¿En tu
trabajo? ¡Haz las paces!». Obras de
paz, de reconciliación y de fraternidad. Cada uno de nosotros debe
realizar gestos de fraternidad hacia
el prójimo, especialmente con quie-
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nes son probados por tensiones familiares o por altercados de diversos
tipos. Estos pequeños gestos tienen
mucho valor: pueden ser semillas
que dan esperanza, pueden abrir caminos y perspectivas de paz.
Invoquemos ahora a María, Reina
de la Paz. Ella, durante su vida terrena, conoció no pocas dificultades,
relacionadas con la fatiga cotidiana
de la existencia. Pero no perdió nunca la paz del corazón, fruto del
abandono confiado a la misericordia
de Dios. A María, nuestra Madre de
ternura, le pedimos que indique al
mundo entero la senda segura del
amor y de la paz.
GIOVANNI MARIA VIAN
director
Giuseppe Fiorentino
subdirector
Dirijo un cordial saludo a todos
vosotros, queridos peregrinos venidos de Italia y de diversos países para participar en este encuentro de
oración.
En particular, saludos a los fieles
de Casirate d’Adda, Alfianello, Val
Brembilla y Verona.
A cada uno expreso el deseo de
vivir en la paz y en la serenidad este
segundo domingo después de Navidad, en el cual se prolonga la alegría
del nacimiento de Jesús.
Como ya se anunció, el próximo
14 de febrero tendré la alegría de celebrar un Consistorio, durante el
cual nombraré 15 nuevos cardenales,
que, provenientes de 13 naciones de
todos los continentes, manifiestan el
vínculo inseparable entre la Iglesia
de Roma y las Iglesias particulares
presentes en el mundo.
El domingo 15 de febrero presidiré
una solemne concelebración con los
nuevos cardenales, mientras que el
12 y 13 de febrero tendré un consistorio con todos los cardenales para
reflexionar sobre las orientaciones y
las propuestas para la reforma de la
Curia romana.
Los nuevos cardenales son:
1. Monseñor D OMINIQUE MAMBERTI, arzobispo titular de Sagona,
prefecto del Tribunal supremo de la
Signatura apostólica.
2. Monseñor MANUEL JOSÉ MACÁRIO D O NASCIMENTO CLEMENTE,
patriarca de Lisboa (Portugal).
3. Monseñor BERHANEYESUS DEMEREW SOURAPHIEL, C.M., arzobispo
de Addis Abeba (Etiopía).
4. Monsignor JOHN ATCHERLEY
DEW, arzobispo de Wellington
(Nueva Zelanda).
TIPO GRAFIA VATICANA EDITRICE
L’OSSERVATORE ROMANO
don Sergio Pellini S.D.B.
director general
Marta Lago
Servicio fotográfico
[email protected]
redactor jefe de la edición
Publicidad: Il Sole 24 Ore S.p.A.
Redacción
System Comunicazione Pubblicitaria
via del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano
Via Monte Rosa 91, 20149 Milano
teléfono 39 06 698 99410
[email protected]
5. Monseñor ED OARD O MENICHELLI, arzobispo de Ancona-Ósimo
(Italia).
6. Monseñor PIERRE NGUYÊN
VĂN NHON, arzobispo de Hanoi
(Vietnam).
7. Monseñor ALBERTO SUÁREZ INDA, arzobispo de Morelia (México).
8. Monseñor CHARLES MAUNG
BO, S.D.B., arzobispo de Yangon
(Myanmar).
9. Monseñor FRANCIS XAVIER
KRIENGSAK KOVITHAVANIJ, arzobispo de Bangkok (Thailandia).
10. Monseñor FRANCESCO MONTENEGRO, arzobispo de Agrigento
(Italia).
11. Monseñor DANIEL FERNAND O
STURLA BERHOUET, S.D.B., arzobispo
de Montevideo (Uruguay).
12. Monseñor RICARD O BLÁZQUEZ
PÉREZ, arzobispo de Valladolid (España).
13. Monseñor JOSÉ LUIS LACUNZA
MAESTROJUÁN, O.A.R., obispo de
David (Panamá).
14. Monseñor ARLIND O GOMES
FURTAD O, obispo de Santiago de
Cabo Verde (Archipiélago de Cabo
Verde).
15. Monseñor SOANE PATITA PAINI
MAFI, obispo de Tonga (Islas de
Tonga).
Uniré, además, a los miembros
del Colegio cardenalicio a 5 arzobispos y obispos eméritos que se han
destacado por su caridad pastoral en
el servicio a la Santa Sede y a la
Iglesia. Ellos representan a muchos
obispos que, con la misma solicitud
de pastores, dieron testimonio de
amor a Cristo y al pueblo de Dios
tanto en las Iglesias particulares como en la Curia romana y en el servicio diplomático de la Santa Sede.
Ellos son:
1. Monseñor JOSÉ DE JESÚS PIMIENTO RODRÍGUEZ, arzobispo emérito de Manizales.
2. Monseñor LUIGI DE MAGISTRIS, arzobispo titular de Nova, propenitenciario mayor emérito.
3. Monseñor KARL-JOSEPH RAUBER, arzobispo titular de Giubalziana, nuncio apostólico.
4. Monseñor LUIS HÉCTOR VILLALBA, arzobispo emérito de Tucumán.
5. Monseñor JÚLIO DUARTE LANGA, obispo emérito de Xai-Xai.
Recemos por los nuevos cardenales, a fin de que, renovando su amor
a Cristo, sean testigos de su Evangelio en la Ciudad de Roma y en todo
el mundo, y con su experiencia pastoral me sostengan más intensamente en mi servicio apostólico.
¡Feliz domingo a todos! Es un
hermoso día para visitar los museos.
Por favor no olvidéis rezar por mí.
¡Buen almuerzo y hasta la vista!
Tarifas de suscripción: Italia - Vaticano: € 58.00; Europa (España + IVA): € 100.00 - $ 148.00; América
Latina, África, Asia: € 110.00 - $ 160.00; América del Norte, Oceanía: € 162.00 - $ 240.00.
Administración: 00120 Ciudad del Vaticano, teléfono + 39 06 698 99 480, fax + 39 06 698 85 164,
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En México: Arquidiócesis primada de México. Dirección de Comunicación Social. San Juan de Dios,
222-C. Col. Villa Lázaro Cárdenas. CP 14370. Del. Tlalpan. México, D.F.; teléfono + 52 55 5594 11 25,
+ 52 55 5518 40 99; e-mail: [email protected], [email protected].
En Argentina: Arzobispado de Mercedes-Luján; calle 24, 735, 6600 Mercedes (B), Argentina; teléfono y fax
+ 2324 428 102/432 412; e-mail: [email protected].
En Perú: Editorial salesiana, Avenida Brasil 220, Lima 5, Perú; teléfono + 51 42 357 82; fax + 51 431 67 82;
e-mail: [email protected].
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número 2, viernes 9 de enero de 2015
página 3
Durante la misa de la Epifanía el Papa recuerda el viaje de los magos en busca del misterio
La estrella y el camino
Una invitación a pedir al Señor «que nos conceda
vivir el mismo camino de conversión que vivieron los
Magos» para encontrar el valor «de liberarnos de
nuestras ilusiones, de nuestras presunciones, de
nuestras “luces”», dirigió el Papa Francisco a los
fieles que el martes 6 de enero, por la mañana,
participaron en la misa de la solemnidad de la
Epifanía, en la basílica de San Pedro. Concelebraron
con el Pontífice veinticinco cardenales —entre ellos el
Ese Niño, nacido de la Virgen María
en Belén, vino no sólo para el pueblo de Israel, representado en los
pastores de Belén, sino también para
toda la humanidad, representada
hoy por los Magos de Oriente. Y
precisamente hoy, la Iglesia nos invita a meditar y a rezar sobre los Magos y su camino en busca del Mesías.
Estos Magos que vienen de
Oriente son los primeros de esa gran
procesión de la que habla el profeta
Isaías en la primera lectura (cf. 60,
1-6). Una procesión que desde entonces no se ha interrumpido jamás,
y que en todas las épocas reconoce
el mensaje de la estrella y encuentra
el Niño que nos muestra la ternura
de Dios. Siempre hay nuevas personas que son iluminadas por la luz de
la estrella, que encuentran el camino
y llegan hasta Él.
Según la tradición, los Magos
eran hombres sabios, estudiosos de
los astros, escrutadores del cielo, en
un contexto cultural y de creencias
que atribuía a las estrellas un significado y un influjo sobre las vicisitudes humanas. Los Magos representan a los hombres y a las mujeres en
busca de Dios en las religiones y filosofías del mundo entero, una búsqueda
que no acaba nunca. Hombres y
mujeres en búsqueda.
Los Magos nos indican el camino
que debemos recorrer en nuestra vida. Ellos buscaban la Luz verdadera:
«Lumen requirunt lumine», dice un
himno litúrgico de la Epifanía, refiriéndose precisamente a la experiencia de los Magos; «Lumen requirunt
lumine». Siguiendo una luz ellos
decano del Colegio cardenalicio Angelo Sodano,
Francis Arinze, Jozef Tomko y José Saraiva Martins,
que subieron al altar en el momento de la
consagración— y numerosos prelados de la Curia
romana: entre ellos el arzobispo Dominique Mamberti
y los monseñores Peter Bryan Wells y Antoine
Camilleri. El servicio litúrgico estuvo a cargo de los
acólitos de Propaganda Fide y los cantos de la
Capilla Sixtina, dirigida por el maestro Massimo
buscan la luz. Iban en busca de
Dios. Cuando vieron el signo de la
estrella, lo interpretaron y se pusieron en camino, hicieron un largo
viaje.
El Espíritu Santo es el que los llamó e impulsó a ponerse en camino,
y en este camino tendrá lugar también su encuentro personal con el
Dios verdadero.
En su camino, los Magos encuentran muchas dificultades. Cuando llegan a Jerusalén van al palacio del
rey, porque consideran algo natural
que el nuevo rey nazca en el palacio
real. Allí pierden de vista la estrella.
Cuántas veces se pierde de vista la
estrella. Y encuentran una tentación
puesta ahí por el diablo: es el engaño de Herodes. El rey Herodes
muestra interés por el niño, pero no
para adorarlo, sino para eliminarlo.
Herodes es un hombre de poder,
que sólo consigue ver en el otro a
un rival. Y en el fondo, también
considera a Dios como un rival, más
aún, como el rival más peligroso. En
el palacio de Herodes los Magos
atraviesan un momento de oscuridad, de desolación, que consiguen
superar gracias a la moción del Espíritu Santo, que les habla mediante
las profecías de la Sagrada Escritura.
Éstas indican que el Mesías nacerá
en Belén, la ciudad de David.
En este momento, retoman el camino y vuelven a ver la estrella. El
evangelista apunta que experimentaron una «inmensa alegría» (Mt 2,
10), una verdadera consolación. Llegados a Belén, encontraron «al niño
con María, su madre» (Mt 2, 11).
Después de lo ocurrido en Jerusalén,
Palombella, con el coro guía «Mater Ecclesiae».
Durante el rito se dio el tradicional anuncio del día
de Pascua, que este año será el 5 de abril, y de las
demás celebraciones litúrgicas relacionadas con la
solemnidad de la resurrección de Cristo: la Cuaresma
iniciará el 18 de febrero, miércoles de Ceniza; el 14
de mayo será la Ascensión, el 24 de mayo Pentecostés
y el 4 de junio el Corpus Christi; el 29 de
noviembre, el primer domingo de Adviento.
ésta será para ellos la segunda gran
tentación: rechazar esta pequeñez. Y
sin embargo: «cayendo de rodillas lo
adoraron», ofreciéndole sus dones
preciosos y simbólicos. La gracia del
Espíritu Santo es la que siempre los
ayuda. Esta gracia que, mediante la
estrella, los había llamado y guiado
por el camino, ahora los introduce en
el misterio. Esta estrella que les ha
acompañado durante el camino los
introduce en el misterio. Guiados
por el Espíritu, reconocen que los
criterios de Dios son muy distintos a
los de los hombres, que Dios no se
manifiesta en la potencia de este
mundo, sino que nos habla en la humildad de su amor. El amor de Dios
es grande, sí. El amor de Dios es
potente, sí. Pero el amor de Dios es
humilde, muy humilde. De ese modo, los Magos son modelos de con-
Ángelus en la plaza de San Pedro
Un viaje del alma
En el Ángelus del 6 de enero,
solemnidad de la Epifanía, en la
plaza de San Pedro el Papa recordó
que buscar a Dios quiere decir
caminar.
Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días! ¡Feliz fiesta!
En la noche de Navidad hemos
meditado acerca de algunos pastores que pertenecían al pueblo de
Israel y se dirigían a la cueva de
Belén; hoy, solemnidad de la Epifanía, hacemos memoria de la llegada
de los Magos, que venían de
Oriente para adorar al recién nacido Rey de los judíos y Salvador
universal y ofrecer dones simbólicos. Con su gesto de adoración, los
Magos testimonian que Jesús vino
a la tierra para salvar no a un solo
pueblo, sino a todas las gentes. Por
lo tanto, en la fiesta de hoy nuestra
mirada se amplía al horizonte del
mundo entero para celebrar la «manifestación» del Señor a todos los
pueblos, es decir la manifestación
del amor y de la salvación universal
de Dios. Él no reserva su amor para algunos privilegiados, sino que
lo ofrece a todos. Así como es
Creador y Padre de todos, así también quiere ser Salvador de todos.
Por eso, estamos llamados a alimentar siempre una gran confianza
y esperanza respecto a cada persona y su salvación: también quienes
nos parecen lejanos del Señor son
seguidos —o mejor «perseguidos»—
por su amor apasionado, por su
amor fiel e incluso humilde. Porque
el amor de Dios es humilde, muy
humilde.
El relato evangélico de los Magos describe su viaje desde Oriente
como un viaje del alma, como un
camino hacia el encuentro con Cristo.
Ellos están atentos a los signos que
indican su presencia; son incansables
al afrontar las dificultades de la
búsqueda; son valientes al considerar las consecuencias de vida que se
derivan del encuentro con el Señor.
La vida es esta: la vida cristiana es
caminar, pero estando atentos y
siendo incansables y valientes. Así
camina un cristiano. Caminar atento, incansable y valiente. La experiencia de los Magos evoca el camino de todo hombre hacia Cristo.
Como para los Magos, también para nosotros buscar a Dios quiere
decir caminar —y como decía: atento, incansable y valiente— fijando la
mirada en el cielo y vislumbrando
en el signo visible de la estrella al
Dios invisible que habla a nuestro
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versión a la verdadera fe porque han
dado más crédito a la bondad de
Dios que al aparente esplendor del
poder.
Y ahora nos preguntamos: ¿Cuál
es el misterio en el que Dios se esconde? ¿Dónde puedo encontrarlo? Vemos a nuestro alrededor guerras, explotación de los niños, torturas, tráfico de armas, trata de personas...
Jesús está en todas estas realidades,
en todos estos hermanos y hermanas
más pequeños que sufren tales situaciones (cf. Mt 25, 40.45). El pesebre
nos presenta un camino distinto al
que anhela la mentalidad mundana.
Es el camino del anonadamiento de
Dios, de esa humildad del amor de
Dios que se abaja, se anonada, de su
gloria escondida en el pesebre de
Belén, en la cruz del Calvario, en el
hermano y en la hermana que sufren.
Los Magos han entrado en el misterio. Han pasado de los cálculos humanos al misterio, y este es el camino de su conversión. ¿Y la nuestra?
Pidamos al Señor que nos conceda
vivir el mismo camino de conversión
que vivieron los Magos. Que nos
defienda y nos libre de las tentaciones que oscurecen la estrella. Que
tengamos siempre la inquietud de
preguntarnos, ¿dónde está la estrella?, cuando, en medio de los engaños mundanos, la hayamos perdido
de vista. Que aprendamos a conocer
siempre de nuevo el misterio de
Dios, que no nos escandalicemos de
la «señal», de la indicación, de
aquella señal anunciada por los ángeles: «un niño envuelto en pañales
y acostado en un pesebre» (Lc 2,
12), y que tengamos la humildad de
pedir a la Madre, a nuestra Madre,
que nos lo muestre. Que encontremos el valor de liberarnos de nuestras ilusiones, de nuestras presunciones, de nuestras «luces», y que busquemos este valor en la humildad de
la fe y así encontremos la Luz, Lumen, como han hecho los santos Magos. Que podamos entrar en el misterio. Que así sea. Amén.
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página 4
viernes 9 de enero de 2015, número 2
Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos
Directorio homilético
DECRETO
Es muy significativo que en la exhortación apostólica Evangelii gaudium, el Papa Francisco haya querido dedicar una parte considerable al
tema de la homilía. Al respecto, luces
y sombras ya habían sido expresadas
por los obispos reunidos en el Sínodo e indicaciones relativas al mismo
se dieron en las exhortaciones apostólicas postsinodales Verbum Domini
y Sacramentum caritatis de Benedicto
XVI.
En esta perspectiva, teniendo presente lo dispuesto por la Sacrosanctum Concilium como por el Magisterio sucesivo, a la luz de los Praenotanda del Ordo lectionum Missae y
del Institutio generalis Missalis Romani, se preparó el presente Directorio
homilético, articulado en dos partes.
En la primera, intitulada La homilía y el ámbito litúrgico, se describe la
naturaleza, la función y el contexto
peculiar de la homilía, así como algunos aspectos que la califican, o
sea el ministro ordenado a quien le
compete, la referencia a la Palabra
de Dios, su preparación próxima y
remota, los destinatarios.
En la segunda parte, Ars praedicandi, se ejemplifican las coordenadas metodológicas y de contenido
que el homileta debe conocer y tener en cuenta al preparar y pronunciar la homilía. Claves de lectura, de
modo indicativo y no exhaustivo, se
proponen para el ciclo dominicalfestivo de la misa a partir del corazón del año litúrgico (Triduo y
Tiempo pascual, Cuaresma, Adviento, Navidad, Tiempo durante el
año), con referencia también a las
misas feriales, de matrimonio y exequiales; en estos ejemplos se aplican
los criterios destacados en la primera
parte del Directorio, o sea la tipología entre Antiguo y Nuevo Testamento, la importancia del pasaje
evangélico, la ordenación de las lecturas, los nexos entre liturgia de la
Palabra y liturgia eucarística, entre
mensaje bíblico y eucología, entre
celebración y vida, entre escucha de
Dios y de la asamblea concreta.
Siguen dos apéndices. En el primero, con el fin de mostrar el vínculo entre homilía y doctrina de la
Iglesia católica, se indican las referencias del Catecismo en relación con
algunos acentos temáticos de las lecturas dominicales de los tres ciclos
anuales. En el segundo apéndice se
indican las referencias a textos de
documentos magisteriales sobre la
homilía.
El texto, expuesto a cada uno de
los padres de la Congregación para
el culto divino y la disciplina de los
sacramentos, tras ser valorado y
aprobado en las reuniones ordinarias
del 7 de febrero y del 20 de mayo de
2014, se presentó al Santo Padre
Francisco, quien aprobó la publicación del «Directorio homilético».
Esta Congregación, por lo tanto, se
complace en hacerlo público, deseando que la homilía pueda «ser
realmente una intensa y feliz experiencia del Espíritu, un reconfortante
encuentro con la Palabra, una fuente
constante de renovación y de crecimiento» (Evangelii gaudium, 135).
Que cada homileta, haciendo propios los sentimientos del apóstol Pablo, reavive la consciencia de que
«en la medida en que Dios nos juzgó aptos para confiarnos el Evangelio, así lo predicamos: no para contentar a los hombres, sino a Dios,
que juzga nuestras intenciones» (1
Ts 2, 4).
Las traducciones en las principales
lenguas estarán a cargo del dicasterio, mientras que en los otros idiomas la responsabilidad de las traducciones será de las Conferencias episcopales interesadas.
No obstante cualquier indicación
contraria.
Dado en la sede de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, el 29 de
junio de 2014, solemnidad de los
santos Pedro y Pablo, apóstoles.
Card. ANTONIO CAÑIZARES LLOVERA
Prefecto
ARTHUR RO CHE
Arzobispo secretario
Desde el púlpito no se improvisa
ARTHUR RO CHE
¿Qué es la homilía? ¿Qué tipo de
atención exige? ¿De dónde se toma
su contenido? ¿Cómo debe articularse? A estas y a otras preguntas
quiere dar respuesta y orientación
el Directorio homilético, redactado
por la Congregación para el culto
divino y la disciplina de los sacramentos, que se envió los días pasados a las Conferencias episcopales.
Ventilado de diferentes modos
en estos últimos años, el proyecto
de un documento sobre la homilía
tomó realmente cuerpo después de
la exhortación apostólica Verbum
Domini, de Benedicto XVI, que en
el número 60 se refería a él con esJoseph Wencker, «La predicación de san Juan Crisóstomo» (1880)
tas palabras: «Predicar de modo
apropiado ateniéndose al Leccionario es realmente un arte en el que hay que ejerci- Francisco recuerda que «hay una valoración espetarse. Por tanto, en continuidad con lo requerido cial de la homilía que proviene de su contexto euen el Sínodo anterior, pido a las autoridades com- carístico, que supera a toda catequesis por ser el
petentes que (…) se piense también en instrumen- momento más alto del diálogo entre Dios y su
tos y subsidios adecuados para ayudar a los mi- pueblo, antes de la comunión sacramental»
nistros a desempeñar del mejor modo su tarea, (Evangelii gaudium, 137).
A la luz de esto, en la homilía se ve implicado
como, por ejemplo, con un Directorio sobre la
homilía, de manera que los predicadores puedan personalmente el ministro ordenado, que la proencontrar en él una ayuda útil para prepararse en nuncia. Hay que reconocer que tanto para un
obispo como para un sacerdote, especialmente si
el ejercicio del ministerio».
Una vez comenzado el trabajo de redacción del es párroco, la predicación de la homilía es la partexto, un impulso decisivo para que llegara a te principal de su magisterio, o sea, del ministerio
buen puerto se lo dio la atención específica que el de anunciar el evangelio de Jesucristo, que recibe
Papa Francisco dedicó precisamente al tema de la y acepta con el orden sagrado, ayudando a acoger
homilía y de la preparación de la predicación en cada vez mejor en el corazón de quien escucha la
la exhortación apostólica Evangelii gaudium, en Palabra que transforma la vida de quien la pone
en práctica. Pienso en las homilías de san Ambrolos números 135-159.
Recomendada vivamente por los padres del sio, de san Agustín, de san León Magno, testimoConcilio Vaticano II (cf. Sacrosanctum Concilium, nio elocuente del magisterio litúrgico de pastores
52), la homilía recibe con pleno derecho la califi- dedicados a la grey que se les había confiado. De
cación de «litúrgica», en cuanto que tiene un lu- igual modo, por lo que respecta al diácono, tamgar específico en la celebración de los santos mis- bién para él la predicación de la homilía es una
terios, que la exige, y está al servicio de la partici- excelente acción ministerial.
Por lo tanto, la homilía no se puede improvisar.
pación provechosa del pueblo de Dios en ella. En
efecto, no es posible una homilía autónoma, co- Es preciso que el homileta sepa y reavive incesanmo una pieza oratoria, o sea, separada de la divi- temente en sí la conciencia de qué le pide la Iglena Palabra que resuena en la asamblea concreta sia al conferirle el mandato de partir el pan de la
congregada en torno a la Eucaristía, a la que pre- divina Palabra en la asamblea eucarística, qué escisamente está destinada. Al respecto, el Papa tablecen los libros litúrgicos sobre esta acción pe-
culiar, qué competencias debe cultivar, y cuáles son las necesidades
reales y las expectativas de la comunidad reunida en oración, aquí
y ahora. Por eso, recuerda el Papa
Francisco, «la preparación de la
predicación es una tarea tan importante que conviene dedicarle un
tiempo prolongado de estudio, oración, reflexión y creatividad pastoral» (Evangelii gaudium, 145).
Como se resume en el decreto, el
Directorio se compone de dos partes. La primera, concerniente a la
homilía y al ámbito litúrgico, expone
e ilustra los criterios que, según la
disciplina vigente, contribuyen a
calificar la predicación de la homilía. La segunda parte, titulada ars
praedicandi, da ejemplos de aplicación de los criterios recordados,
proponiendo indicaciones de métodos y claves interpretativas para la homilía, repasando el ciclo
dominical-festivo de todo el año litúrgico a partir
de su núcleo, que es el triduo pascual, y a continuación considera el tiempo pascual, la Cuaresma, el Adviento, la Navidad y el tiempo durante
el año, sin dejar de mencionar las misas feriales,
de matrimonio y de exequias. Obviamente, se evitó proponer ejemplos de homilías pre-redactadas,
ya preparadas para usar. Se tuvieron presentes las
indicaciones y las normativas contenidas en los libros litúrgicos, así como la enseñanza del Magisterio en esta materia. Se evitaron opiniones y gustos subjetivos.
Acogiendo el deseo expresado en el número 46
de la exhortación apostólica Sacramentum caritatis
de que no falte, incluso a través de la homilía, la
debida formación e información sobre todo lo
que la Iglesia cree y vive, se señalaron en el
Apéndice las referencias entre el Catecismo de la
Iglesia católica y algunos temas reconocibles en las
lecturas dominicales de los tres ciclos anuales.
Los destinatarios son, naturalmente, los sacerdotes, pero también los seminaristas. Espero que
la formación permanente del clero, durante los
encuentros diocesanos y de circunscripción en los
que participan los sacerdotes, también se sirva de
este instrumento y lo aproveche concretamente,
en beneficio del pueblo de Dios.
número 2, viernes 9 de enero de 2015
L’OSSERVATORE ROMANO
página 5
Mensaje del Papa Francisco para la vigésima tercera Jornada mundial del enfermo
Ojos del ciego, pies del cojo
«Ojos del ciego» y «del cojo los pies»:
con esta imagen, tomada del libro de
Job (29, 15), el Papa Francisco
enmarcó la misión de quienes viven
junto a los enfermos testimoniando «la
dimensión de la gratuidad del
ocuparse, del hacerse cargo del otro».
En el mensaje para la vigésima tercera
Jornada mundial del enfermo —que se
celebra el próximo 11 de febrero— el
Pontífice recuerda «la sabiduría del
corazón» como «actitud infundida por
el Espíritu Santo en la mente y en el
corazón de quien sabe abrirse al
sufrimiento de los hermanos y reconoce
en ellos la imagen de Dios».
Sapientia cordis.
«Era yo los ojos del ciego
y del cojo los pies»
(Jb 29, 15)
Queridos hermanos y hermanas:
Con ocasión de la XXIII Jornada
mundial del enfermo, instituida por
san Juan Pablo II, me dirijo a vosotros que lleváis el peso de la enfermedad y de diferentes modos estáis
unidos a la carne de Cristo sufriente;
así como también a vosotros, profesionales y voluntarios en el ámbito
sanitario.
El tema de este año nos invita a
meditar una expresión del Libro de
Job: «Era yo los ojos del ciego y del
cojo los pies» (29, 15). Quisiera hacerlo en la perspectiva de la «sapientia cordis», la sabiduría del corazón.
1. Esta sabiduría no es un conocimiento teórico, abstracto, fruto de
razonamientos. Antes bien, como la
describe Santiago en su Carta, es
«pura, además pacífica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos, imparcial, sin hipocresía»
(3, 17). Por tanto, es una actitud infundida por el Espíritu Santo en la
mente y en el corazón de quien sabe
abrirse al sufrimiento de los hermanos y reconoce en ellos la imagen de
Dios. De manera que, hagamos
nuestra la invocación del Salmo: «¡A
contar nuestros días enséñanos / para que entre la sabiduría en nuestro
corazón!» (Sal 90, 12). En esta sapientia cordis, que es don de Dios,
podemos resumir los frutos de la
Jornada mundial del enfermo.
2. Sabiduría del corazón es servir al
hermano. En el discurso de Job que
contiene las palabras «Era yo los
ojos del ciego y del cojo los pies»,
se pone en evidencia la dimensión
de servicio a los necesitados de parte
de este hombre justo, que goza de
cierta autoridad y tiene un puesto de
relieve entre los ancianos de la ciudad. Su talla moral se manifiesta en
el servicio al pobre que pide ayuda,
así como también en el ocuparse del
huérfano y de la viuda (vv. 12-13).
Cuántos cristianos dan testimonio
también hoy, no con las palabras, sino con su vida radicada en una fe
genuina, y son «ojos del ciego» y
«del cojo los pies». Personas que están junto a los enfermos que tienen
necesidad de una asistencia continuada, de una ayuda para lavarse,
para vestirse, para alimentarse. Este
servicio, especialmente cuando se
prolonga en el tiempo, se puede volver fatigoso y pesado. Es relativamente fácil servir por algunos días,
pero es difícil cuidar de una persona
durante meses o incluso durante
años, incluso cuando ella ya no es
capaz de agradecer. Y, sin embargo,
¡qué gran camino de santificación es
éste! En esos momentos se puede
contar de modo particular con la
cercanía del Señor, y se es también
un apoyo especial para la misión de
la Iglesia.
3. Sabiduría del corazón es estar con
el hermano. El tiempo que se pasa
junto al enfermo es un tiempo santo.
Es alabanza a Dios, que nos conforma a la imagen de su Hijo, el cual
«no ha venido para ser servido, sino
para servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mt 20, 28). Jesús
mismo ha dicho: «Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve»
(Lc 22, 27).
Pidamos con fe viva al Espíritu
Santo que nos otorgue la gracia de
comprender el valor del acompañamiento, con frecuencia silencioso,
que nos lleva a dedicar tiempo a estas hermanas y a estos hermanos
que, gracias a nuestra cercanía y a
nuestro afecto, se sienten más amados y consolados. En cambio, qué
gran mentira se esconde tras ciertas
expresiones que insisten mucho en
la «calidad de vida», para inducir a
creer que las vidas gravemente afligidas por enfermedades no serían dignas de ser vividas.
Ernst Barlach «El ciego y el cojo» (1919)
James Tissot, «Él curó al tullido» (1886)
4. Sabiduría del corazón es salir de
sí hacia el hermano. A veces nuestro
mundo olvida el valor especial del
tiempo empleado junto a la cama
del enfermo, porque estamos apremiados por la prisa, por el frenesí
del hacer, del producir, y nos olvidamos de la dimensión de la gratuidad, del ocuparse, del hacerse cargo
del otro. En el fondo, detrás de esta
actitud hay con frecuencia una fe tibia, que ha olvidado aquella palabra
del Señor, que dice: «A mí me lo hicisteis» (Mt 25, 40).
Por esto, quisiera recordar una vez
más «la absoluta prioridad de la “salida de sí hacia el otro” como uno
de los mandamientos principales que
fundan toda norma moral y como el
signo más claro para discernir acerca
del camino de crecimiento espiritual
como respuesta a la donación absolutamente gratuita de Dios» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 179). De
la misma naturaleza misionera de la
Iglesia brotan «la caridad efectiva
con el prójimo, la compasión
que comprende, asiste y promueve» (ibíd.).
5. Sabiduría del corazón es ser
solidarios con el hermano sin juzgarlo. La caridad tiene necesidad
de tiempo. Tiempo para curar a
los enfermos y tiempo para visitarles. Tiempo para estar junto a
ellos, como hicieron los amigos
de Job: «Luego se sentaron en
el suelo junto a él, durante siete
días y siete noches. Y ninguno
le dijo una palabra, porque
veían que el dolor era muy
grande» (Jb 2, 13). Pero los amigos de Job escondían dentro de
sí un juicio negativo sobre él:
pensaban que su desventura era
el castigo de Dios por una culpa
suya. La caridad verdadera, en
cambio, es participación que no
juzga, que no pretende convertir
al otro; es libre de aquella falsa
humildad que en el fondo busca
la aprobación y se complace del
bien hecho.
La experiencia de Job encuentra su respuesta auténtica
sólo en la Cruz de Jesús, acto
supremo de solidaridad de Dios con
nosotros, totalmente gratuito, totalmente misericordioso. Y esta respuesta de amor al drama del dolor
humano, especialmente del dolor
inocente, permanece para siempre
impregnada en el cuerpo de Cristo
resucitado, en sus llagas gloriosas,
que son escándalo para la fe pero
también son verificación de la fe (cf.
Homilía con ocasión de la canonización
de Juan XXIII y Juan Pablo II, 27 de
abril de 2014).
También cuando la enfermedad, la
soledad y la incapacidad predominan sobre nuestra vida de donación,
la experiencia del dolor puede ser
lugar privilegiado de la transmisión
de la gracia y fuente para lograr y
reforzar la sapientia cordis. Se comprende así cómo Job, al final de su
experiencia, dirigiéndose a Dios
puede afirmar: «Yo te conocía sólo
de oídas, mas ahora te han visto mis
ojos» (42, 5). De igual modo, las
personas sumidas en el misterio del
sufrimiento y del dolor, acogido en
la fe, pueden volverse testigos vivientes de una fe que permite habitar el mismo sufrimiento, aunque
con su inteligencia el hombre no sea
capaz de comprenderlo hasta el fondo.
6. Confío esta Jornada mundial
del enfermo a la protección materna
de María, que ha acogido en su seno
y ha generado la Sabiduría encarnada, Jesucristo, nuestro Señor.
Oh María, Sede de la Sabiduría,
intercede, como Madre nuestra por
todos los enfermos y los que se ocupan de ellos. Haz que en el servicio
al prójimo que sufre y a través de la
misma experiencia del dolor, podamos acoger y hacer crecer en nosotros la verdadera sabiduría del corazón.
Acompaño esta súplica por todos
vosotros con la bendición apostólica.
Vaticano, 3 de diciembre de 2014
Memoria de san Francisco Javier
L’OSSERVATORE ROMANO
página 6
viernes 9 de enero de 2015, número 2
La misa del Pontífice en Santa Marta
La historia
somos nosotros
En los inevitables «momentos malos» de la vida es necesario «tomar
consigo» los problemas con valor,
poniéndose en las manos de un Dios
que hace la historia también a través
de nosotros y la corrige si no entendemos y nos equivocamos. Esta es la
sugerencia ofrecida por el Papa
Francisco en la misa celebrada el
jueves 18 de diciembre en la capilla
de la Casa Santa Marta.
«Ayer la liturgia —destacó inmediatamente el Pontífice— nos hizo
reflexionar sobre la genealogía de
Jesús». Y con el pasaje de hoy del
Evangelio de san Mateo (1, 18-24) se
concluye precisamente esta reflexión,
«para decirnos que la salvación está
siempre en la historia: no hay una
salvación sin historia». En efecto,
«para llegar al punto de hoy —explicó— hubo una larga historia, una
larguísima historia que simbólicamente ayer la Iglesia ha querido
contarnos en la lectura de la genealogía de Jesús: Dios ha querido salvarnos en la historia».
«Nuestra salvación, la que Dios
quiso para nosotros, no es una salvación ascética, de laboratorio», sino
«histórica». Y Dios, afirmó el Papa
Francisco, «hizo un camino en la
historia con su pueblo». Precisamente la primera lectura —tomada del
profeta Jeremías (23, 5-8)— «dice
una cosa bella sobre las etapas de
esta historia», hizo observar el Papa
releyendo las palabras de la Escritura: «Llegan días en que ya no se dirá: “Lo juro por el Señor, que sacó a
la casa de Israel del país del norte y
de los países por donde los dispersó”».
«Otro paso, otra etapa», explicó
el Papa Francisco. Así, paso a paso
se hace la historia: Dios hace la historia, también nosotros hacemos la
historia». Y «cuando nos equivocamos, Dios corrige la historia y nos
lleva adelante, adelante, siempre caminando con nosotros». Por lo demás, «si nosotros no tenemos claro
esto, jamás entenderemos la Navidad, y jamás entenderemos el misterio de la encarnación del Verbo, jamás». Porque «es toda una historia
que camina» —recalcó el Pontífice—
y que ciertamente no termina con la
Navidad, porque «hoy, todavía, el
Señor nos salva en la historia y camina con su pueblo».
Y entonces, para qué sirven «los
sacramentos, la oración, la predicación, el primer anuncio: para seguir
adelante con esta historia». Para esto
sirven «también los pecados, porque
en la historia de Israel no faltaron»:
en la misma genealogía de Jesús
«había muchos grandes pecadores».
Y, sin embargo, «Jesús sigue adelante. Dios sigue adelante, también con
nuestros pecados».
Así, pues, en esta historia «hay algunos momentos malos», hizo notar
el Papa Francisco: «momentos malos, momentos oscuros, momentos
incómodos, momentos que causan
molestias» precisamente «a los elegidos, a las personas que Dios elige
para guiar la historia, para ayudar a
su pueblo a seguir adelante». El Papa recordó sobre todo a «Abrahán,
con noventa años, tranquilo, con su
mujer: no tenía un hijo, sino una bella familia». Pero «un día el Señor
lo importuna» y le ordena salir de
su tierra y ponerse en camino. Abrahán «tiene noventa años» y para él
eso es ciertamente «un momento de
molestia». Pero así fue también para
Moisés «después de huir de Egipto:
se casó y su suegro tenía ese rebaño
tan grande y él era pastor de ese rebaño». Tenía ochenta años y «pensaba en sus hijos, en la herencia que
les dejaba, en su mujer». Y he aquí
que el Señor le ordena volver a
Egipto para liberar a su pueblo. Pero «en aquel momento para él era
más cómodo estar ahí, en tierra de
Madián. Pero el Señor incomoda» y
de nada vale la pregunta de Moisés:
«¿Pero quién soy yo para hacer esto?».
Por lo tanto, afirmó el Papa Francisco, «el Señor nos incomoda para
construir la historia, nos hace ir muchas veces por caminos que no queremos». Y recordó también el caso
del profeta Elías: «el Señor lo impulsa a matar a todos los falsos pro-
hecho? ¡No es posible! Pero yo tengo que acusarla y ella será lapidada.
Le dirán a ella todo tipo de cosas.
Yo no puedo poner este peso sobre
ella, sobre algo que no conozco,
porque ella es incapaz de la infidelidad».
José decide entonces «cargar el
problema sobre sus hombros y marcharse». Y, así, «las “chismosas” del
mercado dirán: mira, la dejó embarazada y después se fue para no tomarse la responsabilidad». En cambio José «prefirió aparecer como pecador, como un hombre malo, para
no hacerle sombra a su novia, a
quien quería mucho», aunque «no
entendía».
Abrahán, Moisés, Elías, José: en
sus «momentos malos —recalcó el
Papa Francisco—, los elegidos, estos
elegidos de Dios, para hacer la historia deben cargar con el problema
sobre sus hombros, sin entender». Y
volvió al caso de Moisés, «cuando,
en la playa, vio venir el ejército del
faraón: allá, el ejército, acá, el mar».
Se habrá dicho: «¿Qué hago? ¡Tú
me engañaste Señor!». Pero después
carga sobre sí el problema
y dice: «O regreso y negocio o lucho aunque seré
derrotado, o me suicido o
confío en el Señor». Ante
estas alternativas Moisés
«elige la última» y, a través de él, «el Señor hace
la historia». Estos «son
momentos
precisamente
así, como el cuello de un
embudo», destacó el Pontífice.
El Papa, por lo tanto,
volvió a proponer la historia de otro José, «el hijo
de Jacob: por envidia sus
hermanos querían matarlo,
después lo vendieron, se
convierte en esclavo». Recorriendo su historia destacó el sufrimiento de José, que tiene además «un
problema con la mujer del
administrador, pero no
acusa a la mujer. Es un
hombre noble: porque
destruiría al pobre administrador si supiera que la
mujer no es fiel». Entonces «cierra la boca, carga
Ante el sagrario de la capilla de Santa Marta
sobre sus hombros el prolos girasoles que los pobres de Roma regalaron
blema y se va a la cárcel».
al Papa Francisco el día de su cumpleaños
Pero «el Señor va a liberarlo».
Regresando al Evangelio de la lifetas de Balaam y después, cuando
la reina lo amenaza, tiene miedo de turgia, el Pontífice evidenció nuevauna mujer»; pero «ese hombre que mente que «José en el momento más
había matado a cuatrocientos profe- malo de su vida, en el momento más
tas tiene miedo de una mujer y que- oscuro, carga sobre sí el problema».
rría morir de miedo, no quiere se- Hasta acusarse «a sí mismo ante los
guir caminando». Para él era de ver- ojos de los demás para proteger a su
esposa». Y «quizá —añadió— algún
dad «un mal momento».
En el pasaje evangélico de Mateo, psicoanalista dirá que» esta actitud
prosiguió el Pontífice, «hoy hemos es «el compendio de la angustia»,
leído otro momento malo en la his- en busca de «una salida». Pero, añatoria de la salvación: existen mu- dió, «que digan lo que quieran». En
chos, pero vamos al de hoy». El per- realidad José al final tomó consigo a
sonaje central es «José, novio: quería su esposa diciendo: «No entiendo
mucho a su prometida esposa, y ella nada, pero el Señor me dijo esto y
se había ido al encuentro de su pri- este aparecerá como mi hijo».
Por ello «para Dios hacer historia
ma para ayudarle, y cuando regresa
se veían los primeros signos de la con su pueblo significa caminar y
maternidad». José «sufre, ve a las probar a sus elegidos». De hecho,
mujeres de la aldea que murmura- «generalmente sus elegidos pasaron
ban en el mercado». Y sufriendo di- momentos oscuros, dolorosos, malos,
ce a sí mismo acerca de María: «Es- como los que hemos visto»; pero «al
ta mujer es buena, yo la conozco. Es final llega el Señor». El Evangelio,
una mujer de Dios. Pero ¿qué me ha recordó el Papa, nos cuenta que Él
«envía al ángel». Y «esto es —no digamos el final, porque la historia
continúa— precisamente el momento
previo: antes del nacimiento de Jesús una historia; y después viene la
otra historia».
Precisamente tomando en cuenta
estas reflexiones, el Papa Francisco
aconsejó: «Acordémonos siempre de
decir, con confianza, incluso en los
malos momentos, también en los
momentos de la enfermedad, cuando
nos demos cuenta de que debemos
pedir la extrema unción porque no
hay otra salida: «Señor, la historia
no comenzó conmigo ni acabará
conmigo. Tú estás adelante, yo estoy
preparado». Y así nos ponemos «en
las manos del Señor».
Y esta es la actitud de Abrahán,
Moisés, Elías, José y también de
muchos otros elegidos del pueblo de
Dios: «Dios camina con nostros,
Dios hace historia, Dios nos prueba,
Dios nos salva en los momentos más
feos, porque es nuestro Padre». Es
más «según Pablo es nuestro papá».
El Papa Francisco concluyó con una
oración: «que el Señor nos haga entender este misterio de su caminar
con su pueblo en la historia, de su
poner a prueba a sus elegidos y la
grandeza de corazón de sus elegidos
que llevan sobre sí los dolores, los
problemas, también la apariencia de
pecadores —pensemos en Jesús— para llevar adelante la historia».
La hora
de la re-creación
Para ser verdaderamente «madre» la
Iglesia debe «dejarse sorprender por
las novedades de Dios», que por
medio del Espíritu Santo puede
«hacer nuevas todas las cosas». De
lo contrario corre el riesgo de llegar
a ser «estéril», afligida por el «pelagianismo», el «egoísmo», el «poder» y las ganas de «adueñarse de
las conciencias» hasta convertirse en
«empresaria». De esta tentación
alertó el Papa en la misa que celebró
el viernes 19 de diciembre, en la capilla de la Casa Santa Marta.
La reflexión del Papa Francisco
partió de las lecturas propuestas por
la liturgia: los nacimientos de Sansón y Juan Bautista anunciados por
ángeles, como relata el libro de los
Jueces (13, 2-7. 24-25a) y el Evangelio de san Lucas (1, 5-25). «La palabra sobre la cual la Iglesia hoy nos
hace reflexionar antes de la Navidad, la palabra más importante de
hoy es “esterilidad”» precisó inmediatamente el Pontífice. Y la liturgia,
en efecto, «nos presenta a estas dos
mujeres estériles que no tenían hijos,
no podían tenerlos». El Papa recordó que «en el pueblo de Israel la esterilidad se vivía con dificultad: se
podía casi decir que no poder dar
vida era considerado una especie demaldición, porque no tener hijos impedía cumplir el mandamiento del
Señor de llenar la tierra con nuevas
vidas».
Sin embargo, hizo notar, «figuras
de mujeres estériles existen muchas
en la Biblia, y siempre por razones
importantes».
Comenzando
por
«Sara, nuestra madre: estéril», pero
SIGUE EN LA PÁGINA 14
número 2, viernes 9 de enero de 2015
L’OSSERVATORE ROMANO
página 7
El cardenal Sandri sobre los cristianos en Oriente Medio
Sacudir al mundo de la indiferencia
NICOLA GORI
Si llegara a faltar la presencia cristiana, Oriente Medio ya no respondería a su realidad histórica. Por eso es
necesario el compromiso de la comunidad internacional, para detener
la violencia y las guerras que afectan
a algunos países de esa región, en
particular, a Siria e Irak. Lo pide el
cardenal Leonardo Sandri, prefecto
de la Congregación para las Iglesias
orientales, en esta entrevista a nuestro periódico.
El Papa Francisco afirmó que no es
posible resignarse a un Oriente Medio
sin cristianos. ¿Cómo se puede apoyar
a las comunidades locales para ayudarles a no abandonar su tierra?
La Iglesia católica trata de acompañar esta situación, como el Papa
mismo indicó muchas veces, con una
oración constante y permanente, mirando a Cristo, nuestra esperanza. A
la vez, se compromete a hacer todo
lo posible, apoyando en primer lugar a los obispos, a los sacerdotes, a
las comunidades religiosas y a los
laicos. La carta del Papa Francisco a
los cristianos de Oriente Medio, del
21 de diciembre del año pasado, fue
un signo de gran consuelo además
de una valiosa ayuda para el discernimiento de los acontecimientos.
Asimismo, a la luz de lo que leemos
en ella podemos decir que ciertamente la Iglesia puede hacer y hace,
pero también es importante la actividad de la comunidad internacional.
En efecto, puede detener la violencia, el odio, la guerra, y lograr que
la libertad religiosa y el derecho de
vivir y existir se garanticen a todos,
indistintamente. Es un gran deseo,
pues, que Oriente Medio no se quede sin cristianos: sería otro Oriente
Medio, no conforme a su identidad
histórica y a toda la riqueza que representa la presencia cristiana en esa
región.
¿Qué papel pueden desempeñar los
episcopados de dicha región?
La huida de los cristianos es preocupación de todos los obispos, en
particular de Irak. Por lo tanto, se
hace todo lo posible para que se respete no sólo el derecho de emigrar,
sino también el de volver a la patria,
es decir, el derecho de rehacer la vida en la tierra natal, así como se estableció en la reunión con los nuncios apostólicos de esa región, a comienzos de octubre. La Iglesia, por
su parte, incluso a través de nuestro
dicasterio, procura apoyar a todos
los sacerdotes con pequeñas ayudas.
Y en su totalidad —comenzando por
el Papa y los obispos, hasta todas las
asociaciones— habla en defensa de
los cristianos, de la libertad religiosa
y de la presencia enriquecedora de
nuestros hermanos en la fe en
Oriente Medio. Al respecto, quiero
expresar al Pontífice nuestra gratitud
por toda su cercanía a los fieles,
obispos y sacerdotes de las Iglesias
orientales católicas. Siempre encontramos en él una caricia. Lo confirman los obispos y los sacerdotes,
que en este momento son quienes
más sufren en Irak y Siria, lugares
de los que todos los días recibimos
noticias que nos hacen sufrir mucho
y participar en su drama. El Papa,
con su humildad, paternidad y fraternidad, está muy cerca de ellos, y
esto es motivo de gran consuelo.
Pero, ¿cómo se puede despertar el interés de la comunidad internacional ante
el drama de cuantos siguen sufriendo
persecuciones y violencia?
Hay muchos elementos que testimonian la actividad de la Santa Sede —en particular, a través de la diplomacia y los contactos con los Gobiernos de la comunidad internacional, incluso en el ámbito de las Naciones Unidas, tanto en Nueva York
como en Ginebra— para sacudir al
mundo de su indiferencia ante este
drama. Se han recogido muchos frutos. Pienso en la sensibilización de
la opinión pública y, en particular,
de algunos Gobiernos que están poniendo a disposición toda su influencia internacional para ayudar a
esos cristianos, proporcionando la
ayuda necesaria para acogerlos en
Europa, Estados Unidos y Canadá,
que representan las metas privilegiadas de las personas que huyen de
Oriente Medio. Sin olvidar a Italia,
que en estos días está dando, una
vez más, muestras de solidaridad y
acogida de miles de ellos. Sin embargo, sigue siendo prioritario el deseo de que la madre patria vuelva a
ser morada acogedora para cada uno
de ellos.
En Turquía el Pontífice recordó que la
criminalidad y el terrorismo encuentran
terreno fértil en la degradación social
alimentada por el hambre, el desempleo
y la marginación. ¿Es posible detener
esta espiral?
El Papa actúa en dos frentes. Con
gran fuerza condena la violencia, la
guerra, la crueldad inexplicable de
ciertos actos que se cometen. Al mismo tiempo, interviene en lo que está
en el origen, o sea, en lo que favorece el aumento de la violencia: las injusticias, el descarte, la formación de
personas que viven sin valores humanos y cristianos. Nos muestra que
es absurdo creer que con la violencia
y la guerra se resuelve todo. Al contrario, es humano pensar que solamente con el diálogo y la negociación se puede ir adelante. Por eso, el
Pontífice tiene razón al denunciar
esta violencia —y en la carta del 21
de diciembre usó palabras muy precisas para definir la organización terrorista que actúa en Siria e Irak—,
pero también al permitir comprender que muchas cosas deben cambiar, sobre todo en la formación de
los jóvenes y de quienes serán los futuros líderes de la comunidad política internacional. Otro elemento de
la acción del Papa y de la Santa Sede es la exhortación dirigida a los líderes religiosos para que se expresen
en contra de aquellos que quieren
usar la religión para justificar la violencia, la crueldad y poder disponer
de otros seres humanos como si fueran objetos.
¿Cuál es el antídoto más eficaz contra
el terrorismo fundamentalista?
Es la educación, es la formación.
Como he dicho antes, es preciso que
quienes guían las comunidades religiosas del mundo prediquen la paz,
el diálogo. El Papa, después de haber condenado el terrorismo y la
violencia ciega, definió el diálogo
«un signo del Reino de Dios», afirmando que «es a la vez un servicio a
la justicia y una condición necesaria
para la tan deseada paz». Está claro
que el primer paso es desenmascarar
el pensamiento de que la violencia
puede ser justificada por una fe religiosa. Más bien, los líderes religiosos han de reafirmar que existen
principios que se deben aplicar para
la solución pacífica de las controversias a través del diálogo, el acuerdo,
y la renuncia de algunas de las pretensiones propias.
La diplomacia de los «pequeños pasos», que condujo al reciente giro en
las relaciones entre Estados Unidos y
Cuba, ¿tiene posibilidad de éxito también en Tierra Santa?
No conocemos los planes de Dios,
pero ciertamente Él actúa en la historia y conduce muchas veces hacia
las soluciones que nosotros ni siquiera logramos imaginar. Creo que esta
nueva realidad de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, facilitada por el Papa y la Santa Sede, es
un ejemplo de cómo las diferencias
pueden sanar y se puede encontrar
una solución también a partir de diferentes puntos de vista a nivel político, social y económico. En la óptica de la construcción de un mundo
digno del hombre, en el cual cada
uno con su dignidad pueda vivir en
la justicia y en la paz.
La meta hacia la unidad de los cristianos se presenta hoy menos lejana, sobre todo después del viaje del Papa a
Turquía. ¿Qué papel pueden desempeñar las Iglesias orientales en este camino?
Las Iglesias orientales católicas están insertas en este movimiento de
la unidad de los cristianos, en cuanto, como dice Orientalium ecclesiarum
—del cual hemos celebrado en noviembre el quincuagésimo aniversario de la promulgación—, estas Iglesias existen porque quieren y deben
ser semilla de unidad. Ellas ya están
en el inicio de un puente que un día
llegará a unir a los católicos y a los
orientales ortodoxos. Las Iglesias
orientales católicas no son un obstá-
culo para la unidad, no quieren llevar adelante una maniobra para poner en crisis a las Iglesias ortodoxas.
Al contrario, como las concibió el
Concilio Vaticano II, están para la
unidad de la Iglesia y esto justifica
su existencia. Busquemos con humildad y serenidad estar abiertos a
nuestros hermanos ortodoxos, a sus
venerables Iglesias, en primer lugar
a Bartolomé y a los patriarcas ortodoxos orientales.
¿Cómo se involucrarán los institutos religiosos orientales en la celebración del
Año de la vida consagrada?
Hemos seguido las indicaciones
del Papa y de la Congregación para
los institutos de vida consagrada y
las sociedades de vida apostólica,
para poder ofrecer a los consagrados
un adecuado contexto conmemorativo. Hemos pensado en retiros espirituales, conferencias, celebraciones especiales, para que las congregaciones
que pertenecen a las Iglesias orientales participen en este Año. Los consagrados son difusores del Evangelio
con la vida, con la identidad, el testimonio y la apertura a todos los
hombres. Pienso con admiración en
quienes entre ellos se desviven para
sostener y alentar a los refugiados
iraquíes expulsados de la llanura de
Nínive.
Este año se celebra el aniversario de la
promulgación del Código de cánones de
las Iglesias orientales. ¿Es tiempo de
balance y de verificación?
El nuevo Código ha sido un instrumento extraordinario para la vida
de las Iglesias orientales católicas
después del Concilio Vaticano II.
Celebraremos el aniversario juntamente con el Pontificio Instituto
oriental. Quisiera destacar cómo
Juan Pablo II en su introducción recordó que el Código es un elemento
de sana regulación de la vida de las
Iglesias orientales católicas, pero
también un signo del «ya pero todavía no». En efecto, una vez que se
alcance la deseada unidad de la Iglesia, el mismo se deberá volver a considerar según tales perspectivas; por
lo tanto puede ser considerado también como una semilla de una nueva
realidad.
L’OSSERVATORE ROMANO
número 2, viernes 9 de enero de 2015
páginas 8/9
El Papa preside las primeras Vísperas de la solemnidad de María santísima Madre de Dios y el Te Deum de fin de año
Un Dios que se revela en el tiempo
Dios «quiso revelarse y salvarnos en la historia, en el
tiempo». Lo dijo el Papa durante las primeras Vísperas
de la solemnidad de María santísima Madre de Dios,
del canto del «Te Deum» de fin de año y la adoración y
bendición eucarística, que presidió en la basílica vaticana
el miércoles 31 de diciembre por la tarde. Durante la
oración de Vísperas, después del Padrenuestro, se expuso
el Santísimo Sacramento en el altar de la Confesión. El
Pontífice se detuvo en adoración, y tras el tradicional «Te
La Palabra de Dios nos introduce hoy,
de modo especial, en el significado del
tiempo, al comprender que el tiempo
no es una realidad ajena a Dios, sencillamente porque Él quiso revelarse y
salvarnos en la historia, en el tiempo.
El significado del tiempo, la temporalidad, es el clima de la epifanía de Dios,
o sea de la manifestación del misterio
de Dios y de su amor concreto. En
efecto, el tiempo es el mensajero de
Dios, como decía san Pedro Fabro.
La liturgia de hoy nos recuerda la
frase del apóstol Juan: «Hijos míos, es
la última hora» (1 Jn 2, 18), y la de san
Pablo que nos habla de la «plenitud
Deum» impartió la bendición eucarística. Participaron en
la liturgia veintiséis cardenales, los arzobispos Becciu,
sustituto de la Secretaría de Estado, y Mamberti,
secretario para las Relaciones con los Estados. Numerosos
los laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas, además de los
representantes de la administración de Roma, encabezados
por el alcalde Marino. Al final de la liturgia el Papa
rindió homenaje a la estatua de san Pedro ubicada en la
basílica. Como conclusión el Santo Padre se dirigió al
del tiempo» (Gal 4, 4). Así, pues, el día
de hoy nos manifiesta cómo el tiempo
que ha sido —por decirlo así— «tocado»
por Cristo, el Hijo de Dios y de María,
y ha recibido de Él significados nuevos
y sorprendentes: se ha convertido en el
«tiempo salvífico», es decir, el tiempo
definitivo de salvación y de gracia.
Y todo esto nos induce a pensar en
el final del camino de la vida, en el final de nuestro camino. Hubo un inicio
y habrá un final, «un tiempo de nacer
y un tiempo de morir» (Ecl 3, 2). Con
esta verdad, muy sencilla y fundamental e igualmente descuidada y olvidada,
la santa madre Iglesia nos enseña a
belén de la plaza. Al bajar del coche, fue acogido por el
cardenal Bertello, presidente de la Gobernación del
Estado de la Ciudad del Vaticano, por el obispo
secretario general Vérgez Alzaga y por don García de la
Serrana Villalobos, director de los Servicios técnicos.
Mientras la banda musical de la Guardia Suiza
pontificia interpretaba «Astro del ciel», el Papa rezó ante
el belén, luego saludó a los fieles que le esperaban detrás
de las vallas.
concluir el año y también nuestras jornadas con un examen de conciencia, a
través del cual recorremos lo sucedido;
damos gracias al Señor por todo el
bien que hemos recibido y que hemos
podido realizar y, al mismo tiempo,
pensamos en nuestras faltas y nuestros
pecados. Dar gracias y pedir perdón.
Es lo que hacemos también hoy al
término de un año. Alabamos al Señor
con el himno del Te Deum y, al mismo
tiempo, le pedimos perdón. La actitud
del agradecimiento nos dispone a la
humildad, a reconocer y acoger los dones del Señor.
El apóstol Pablo resume, en la lectura de estas Primeras Vísperas, el motivo
fundamental de nuestra acción de gracias a Dios: Él nos hizo sus hijos, nos
adoptó como hijos. Este don inmerecido nos colma de una gratitud llena de
admiración. Alguien podría decir:
«¿Pero no somos ya todos sus hijos,
por el hecho mismo de ser hombres?».
Ciertamente, porque Dios es Padre de
cada persona que viene al mundo. Pero
sin olvidar que nos hemos alejado de
Él por el pecado original que nos separó de nuestro Padre: nuestra relación filial está profundamente herida. Por esto Dios mandó a su Hijo para rescatarnos con el precio de su sangre. Y si
existe un rescate, es porque existe una
esclavitud. Nosotros éramos hijos, pero
nos hemos convertido en esclavos, siguiendo la voz del Maligno. Ningún
otro nos rescata de esa esclavitud sustancial, sólo Jesús, que asumió nuestra
carne de la Virgen María y murió en la
cruz para liberarnos, liberarnos de la
esclavitud del pecado y devolvernos la
condición filial perdida.
La liturgia de hoy nos recuerda que,
«en el principio (antes del tiempo)
existía el Verbo… y el Verbo se hizo
hombre» y por eso afirma san Ireneo:
«Este es el motivo por el cual el Verbo
se hizo hombre, y el Hijo de Dios,
Hijo del hombre: para que el hombre,
entrando en comunión con el Verbo y
recibiendo así la filiación divina, se
convirtiese en hijo de Dios» (Adversus
haereses, 3,19,1: PG 7, 939; cf. Catecismo
de la Iglesia católica, 460).
Contemporáneamente el don mismo
por el cual damos gracias es también
motivo de examen de conciencia, de revisión de la vida personal y comunitaria, de preguntarnos: ¿cómo es nuestro
modo de vivir? ¿Vivimos como hijos o
vivimos como esclavos? ¿Vivimos como
personas bautizadas en Cristo, ungidas
por el Espíritu, rescatadas, libres? ¿O
vivimos según la lógica mundana, corrupta, haciendo lo que el diablo nos
hace creer que es nuestro interés? Existe siempre en nuestro camino existencial una tendencia a resistir a la liberación; tenemos miedo a la libertad y, paradójicamente, preferimos más o menos
inconscientemente la esclavitud. La libertad nos asusta porque nos sitúa ante
el tiempo y ante nuestra responsabilidad de vivirlo bien. La esclavitud, en
cambio, reduce el tiempo a «momentos» y así nos sentimos más seguros; es
decir, nos hace vivir momentos desvinculados de su pasado y de nuestro futuro. En otras palabras, la esclavitud
nos impide vivir plenamente y realmen-
En el Ángelus del 1 de enero la invitación a rezar para construir la fraternidad
En el fundamento de la paz
«La paz es siempre posible y nuestra oración
es el fundamento de la paz». Lo recordó el Papa
Francisco en el Ángelus que rezó con los numerosos
fieles en la plaza de San Pedro el jueves 1 de
enero. Al inicio del nuevo año el Pontífice invitó
también a «recordar el día de nuestro Bautismo:
redescubramos —dijo— el regalo recibido en ese
Sacramento que nos regeneró a una vida nueva».
Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días y feliz año!
En este primer día del año, en el clima gozoso —aunque frío— de la Navidad, la Iglesia
nos invita a fijar nuestra mirada de fe y de
amor en la Madre de Jesús. En Ella, humilde
mujer de Nazaret, «el Verbo se hizo carne y vino a habitar entre nosotros» (Jn 1, 14). Por ello
es imposible separar la contemplación de Jesús, el Verbo de la vida que se hizo visible y
palpable (cf. 1 Jn 1, 1), de la contemplación de
María, que le dio su amor y su carne humana.
Hoy escuchamos las palabras del apóstol Pablo: «Dios envió a su Hijo, nacido de mujer»
(Gal 4, 4). La expresión «nacido de mujer» ha-
bla de modo esencial y por ello es más fuerte
la auténtica humanidad del Hijo de Dios. Como afirma un Padre de la Iglesia, san Atanasio: «Nuestro Salvador fue verdaderamente
hombre y de Él vino la salvación de toda la
humanidad» (Carta a Epíteto: PG 26).
Pero san Pablo añade también: «nacido bajo
la ley» (Gal 4, 4). Con esta expresión destaca
que Cristo asumió la condición humana liberándola de la cerrada mentalidad legalista. La
ley, en efecto, privada de la gracia, se convierte
en un yugo insoportable, y en lugar de hacernos bien nos hace mal. Jesús decía: «El sábado
es para el hombre, no el hombre para el sábado». He aquí, entonces, el fin por el cual Dios
manda a su Hijo a la tierra a hacerse hombre:
una finalidad de liberación, es más, de regeneración. De liberación «para rescatar a los que estaban bajo la ley» (v. 5); y el rescate tuvo lugar
con la muerte de Cristo en la cruz. Pero sobre
todo de regeneración: «para que recibiéramos
la adopción filial» (v. 5). Incorporados a Él,
los hombres llegan a ser realmente hijos de
Dios. Este paso estupendo tiene lugar en nosotros con el Bautismo, que nos inserta como
miembros vivos en Cristo y nos introduce en
su Iglesia.
Al inicio de un nuevo año nos hace bien recordar el día de nuestro Bautismo: redescubramos el regalo recibido en ese Sacramento que
nos regeneró a una vida nueva: la vida divina.
Y esto por medio de la Madre Iglesia, que tiene como modelo a la Madre María. Gracias al
Bautismo hemos sido introducidos en la comunión con Dios y ya no estamos bajo el poder
del mal y del pecado, sino que recibimos el
amor, la ternura y la misericordia del Padre celestial. Os pregunto nuevamente: ¿Quién de
vosotros recuerda el día que fue bautizado? Para quienes no recuerdan la fecha de su Bautismo, les doy una tarea para hacer en casa: buscar esa fecha y conservarla bien en el corazón.
Podéis también pedir la ayuda de los padres,
del padrino, de la madrina, de los tíos, de los
abuelos... El día en el que fuimos bautizados
es un día de fiesta. Recordad o buscad la fecha
de vuestro Bautismo, será muy hermoso para
dar gracias a Dios por el don del Bautismo.
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te el presente, porque lo vacía del pasado y lo cierra ante el futuro, ante la
eternidad. La esclavitud nos hace creer
que no podemos soñar, volar y esperar.
Decía hace algunos días un gran artista italiano que para el Señor fue más
fácil sacar a los israelitas de Egipto que
quitar Egipto del corazón de los israelitas. Habían sido, «sí», liberados «materialmente» de la esclavitud, pero durante la marcha por el desierto, con las
diversas dificultades y el hambre, comenzaron a sentir nostalgia de Egipto
y recordar cuando «comían... cebollas y
ajo» (cf. Nm 11, 5); pero se olvidaban,
sin embargo, que allí lo comían en la
mesa de la esclavitud. En nuestro corazón anida la nostalgia de la esclavitud,
porque aparentemente es más tranquilizadora, más que la libertad, que es mucho más arriesgada. Cómo nos gusta
estar enjaulados por muchos fuegos artificiales, aparentemente hermosos pero
que en realidad duran sólo pocos instantes. Y esto es el reino, esto es la fascinación del momento.
De este examen de conciencia depende también, para nosotros cristianos, la calidad de nuestro obrar, de
nuestra vida, de nuestra presencia en la
ciudad, de nuestro servicio común, de
nuestra participación en las instituciones públicas y eclesiales.
Por este motivo, y siendo obispo de
Roma, quisiera detenerme en nuestro
vivir en Roma, que representa un gran
don, porque significa vivir en la ciudad
eterna, significa para un cristiano, sobre
todo, formar parte de la Iglesia fundada en el testimonio y el martirio de los
santos apóstoles Pedro y Pablo. Y, por
lo tanto, también por esto damos gracias al Señor. Pero al mismo tiempo representa una gran responsabilidad. Y
Jesús dijo: «Al que mucho se le dio,
mucho se le reclamará» (Lc 12, 48). Por
lo tanto, preguntémonos: en esta ciudad, en esta comunidad eclesial, ¿soSIGUE EN LA PÁGINA 10
Homilía en la solemnidad de la Madre de Dios
Contra las esclavitudes de hoy
«Todos estamos llamados a ser libres, todos a ser hijos y, cada
uno de acuerdo con su responsabilidad, a luchar contra las
formas modernas de esclavitud. Desde todo pueblo, cultura y
religión, unamos nuestras fuerzas». Es el llamamiento que el
Papa Francisco lanzó en la homilía que pronunció el jueves 1
de enero, por la mañana, solemnidad de María santísima
Madre de Dios, durante la misa celebrada en la basílica
vaticana con ocasión de la 48ª Jornada mundial de la paz.
En la oración de los fieles se elevaron, entre otras plegarias,
intenciones por los perseguidos a causa de la fe, por el don de
la paz y por todas las familias. Como es tradición, la procesión
Vuelven hoy a la mente las palabras
con las que Isabel pronunció su bendición sobre la Virgen Santa: «¡Bendita tú
entre las mujeres, y bendito el fruto de
tu vientre! ¿Quién soy yo para que me
visite la madre de mi Señor?» (Lc 1,
42-43).
Esta bendición está en continuidad
con la bendición sacerdotal que Dios había sugerido a Moisés para que la
transmitiese a Aarón y a todo el pueblo: «El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti y te conceda
su favor. El Señor te muestre su rostro
y te conceda la paz» (Nm 6, 24-26).
Con la celebración de la solemnidad
de María, la Santa Madre de Dios, la
Iglesia nos recuerda que María es la
primera destinataria de esta bendición.
Se cumple en ella, pues ninguna otra
criatura ha visto brillar sobre sí el rostro de Dios como María, que dio un
rostro humano al Verbo eterno, para
que todos lo puedan contemplar.
Además de contemplar el rostro de
Dios, también podemos alabarlo y
glorificarlo como los pastores, que volvieron de Belén con un canto de acción de gracias después de ver al niño
y a su joven madre (cf. Lc 2, 16). Ambos estaban juntos, como lo estuvieron
en el Calvario, porque Cristo y su Madre son inseparables: entre ellos hay una
estrecha relación, como la hay entre
cada niño y su madre. La carne de
Cristo —que es el eje de la salvación
(Tertuliano)— se ha tejido en el vientre
de María (cf. Sal 139, 13). Esa inseparabilidad encuentra también su expresión en el hecho de que María, elegida
para ser la Madre del Redentor, ha
compartido íntimamente toda su misión, permaneciendo junto a su Hijo
hasta el final, en el Calvario.
del ofertorio estaba encabezada por tres «sternsinger» o
cantores de la estrella, niños vestidos como los reyes magos que
en la región alemana recaudan donaciones para sus coetáneos
que pasan necesidad. Durante el momento de la plegaria
eucarística junto con el Pontífice subieron al altar de la
Confesión los concelebrantes principales: los cardenales Parolin,
secretario de Estado, y Turkson, presidente del Consejo pontificio
Justicia y paz; los arzobispos Becciu y Mamberti,
respectivamente sustituto de la Secretaría de Estado y secretario
para las Relaciones con los Estados, y el obispo Toso, secretario
de Justicia y Paz.
María está tan unida a Jesús porque
Él le ha dado el conocimiento del corazón, el conocimiento de la fe, alimentada por la experiencia materna y
el vínculo íntimo con su Hijo. La Santísima Virgen es la mujer de fe que dejó entrar a Dios en su corazón, en sus
proyectos; es la creyente capaz de percibir en el don del Hijo el advenimiento de la «plenitud de los tiempos» (Ga 4, 4), en el que Dios, eligiendo la vía humilde de la existencia
humana, entró personalmente en el
surco de la historia de la salvación.
Por eso no se puede entender a Jesús
sin su Madre.
Cristo y la Iglesia son igualmente inseparables, porque la Iglesia y María
están siempre unidas y éste es precisamente el misterio de la mujer en la comunidad eclesial, y no se puede entender la salvación realizada por Jesús sin
considerar la maternidad de la Iglesia.
Separar a Jesús de la Iglesia sería introducir una «dicotomía absurda», como escribió el beato Pablo VI (cf. Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 16). No
se puede «amar a Cristo pero sin la
Iglesia, escuchar a Cristo pero no a la
Iglesia, estar en Cristo pero al margen
de la Iglesia» (ibíd.). En efecto, la
Iglesia, la gran familia de Dios, es la
que nos lleva a Cristo. Nuestra fe no
es una idea abstracta o una filosofía,
sino la relación vital y plena con una
persona: Jesucristo, el Hijo único de
Dios que se hizo hombre, murió y resucitó para salvarnos y vive entre nosotros. ¿Dónde lo podemos encontrar?
Lo encontramos en la Iglesia, en nuestra Santa Madre Iglesia jerárquica. Es
la Iglesia la que dice hoy: «Este es el
Cordero de Dios»; es la Iglesia quien
lo anuncia; es en la Iglesia donde Je-
sús sigue haciendo sus gestos de gracia que son los sacramentos.
Esta acción y misión de la Iglesia
expresa su maternidad. Ella es como
una madre que custodia a Jesús con
ternura y lo da a todos con alegría y
generosidad. Ninguna manifestación
de Cristo, ni siquiera la más mística,
puede separarse de la carne y la sangre de la Iglesia, de la concreción histórica del Cuerpo de Cristo. Sin la
Iglesia, Jesucristo queda reducido a
una idea, una moral, un sentimiento.
Sin la Iglesia, nuestra relación con
Cristo estaría a merced de nuestra
imaginación, de nuestras interpretaciones, de nuestro estado de ánimo.
Queridos hermanos y hermanas. Jesucristo es la bendición para todo hombre y para toda la humanidad. La
Iglesia, al darnos a Jesús, nos da la
plenitud de la bendición del Señor.
Esta es precisamente la misión del
Pueblo de Dios: irradiar sobre todos
los pueblos la bendición de Dios encarnada en Jesucristo. Y María, la primera y perfecta discípula de Jesús, la
primera y perfecta creyente, modelo
de la Iglesia en camino, es la que abre
esta vía de la maternidad de la Iglesia y
sostiene siempre su misión materna dirigida a todos los hombres. Su testimonio materno y discreto camina con
la Iglesia desde el principio. Ella, la
Madre de Dios, es también Madre de
la Iglesia y, a través de la Iglesia, es
Madre de todos los hombres y de todos los pueblos.
Que esta madre dulce y amable nos
obtenga la bendición del Señor para
toda la familia humana. De manera
especial hoy, Jornada mundial de la
paz, invocamos su intercesión para
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L’OSSERVATORE ROMANO
Un Dios que se revela en el tiempo
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mos libres o somos esclavos, somos
sal y luz? ¿Somos levadura? O, por
el contrario, nos vemos apagados,
insípidos, hostiles, desconfiados,
irrelevantes y cansados?
Sin duda los graves hechos de
corrupción, conocidos recientemente, requieren una seria y consciente
conversión de los corazones para un
renacimiento espiritual y moral, así
como también para un renovado
compromiso en la construcción de
una ciudad más justa y solidaria,
donde los pobres, los débiles y los
marginados estén en el centro de
nuestras preocupaciones y de nuestro obrar cotidiano. Se necesita una
gran y diaria actitud de libertad
cristiana para tener la valentía de
proclamar, en nuestra ciudad, que
hay que defender a los pobres, y no
defenderse de los pobres, que hay
que servir a los débiles y no servirse
de los débiles.
La enseñanza de un sencillo diácono romano nos puede ayudar.
Cuando pidieron a san Lorenzo que
mostrara los tesoros de la Iglesia,
llevó sencillamente a algunos pobres. Cuando en una ciudad los pobres y los débiles son cuidados,
atendidos y ayudados a promoverse
en la sociedad, ellos se muestran
como el tesoro de la Iglesia y de la
sociedad. En cambio, cuando una
sociedad ignora a los pobres, los
persigue, los criminaliza, los obliga
a «mafiarse», esa sociedad se empobrece hasta llegar a la miseria, pierde la libertad y prefiere «el ajo y las
cebollas» de la esclavitud, de la esclavitud de su egoísmo, de la esclavitud de su pusilanimidad, y esa sociedad deja de ser cristiana.
Queridos hermanos y hermanas,
concluir el año es volver a afirmar
que existe una «última hora» y que
existe la «plenitud del tiempo». Al
concluir este año, al dar gracias y
pedir perdón, nos hará bien pedir
la gracia de caminar en libertad para poder así reparar los numerosos
daños ocasionados y poder defendernos de la nostalgia de la esclavitud, defendernos del no «nostalgiar» la esclavitud.
Que la Virgen santa, la Santa
Madre de Dios que estaba precisamente en el corazón del templo de
Dios, cuando el Verbo —que existía
en el principio— se hizo uno de nosotros en el tiempo; Ella que dio al
mundo el Salvador, nos ayude a
acogerlo con corazón abierto, para
ser y vivir verdaderamente libres,
como hijos de Dios. Así sea.
En el fundamento de la paz
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Esta cercanía de Dios a nuestra
vida nos dona la paz auténtica: el
don divino que queremos implorar
especialmente hoy, Jornada mundial
de la paz. Leo allí: «La paz es siempre posible». ¡Siempre es posible la
paz! Debemos buscarla... Y en otra
parte leo: «Oración en la base de la
paz». La oración es precisamente la
base de la paz. La paz es siempre
posible y nuestra oración es el fundamento de la paz. La oración hace
germinar la paz. Hoy, Jornada
mundial de la paz, «No esclavos, sino hermanos»: es este el mensaje de
la presente Jornada. Porque las guerras nos hacen esclavos, ¡siempre!
Un mensaje que nos implica a todos. Todos estamos llamados a
combatir toda forma de esclavitud y
construir la fraternidad. Todos, cada uno según la propia responsabilidad. Y recordadlo bien: ¡la paz es
posible! Y en el fundamento de la
paz, está siempre la oración. Recemos por la paz. Existen también
esas hermosas escuelas de paz, escuelas para la paz: tenemos que seguir adelante con esta educación
para la paz.
A María, Madre de Dios y Madre nuestra, presentamos nuestros
buenos propósitos. A ella le pedi-
Un viaje del alma
VIENE DE LA PÁGINA 3
corazón. La estrella que es capaz de
guiar a todo hombre a Jesús es la
Palabra de Dios, Palabra que está en
la Biblia, en los Evangelios. La Palabra de Dios es luz que orienta
nuestro camino, nutre nuestra fe y
la regenera. Es la Palabra de Dios
que renueva continuamente nuestro
corazón y nuestras comunidades.
Por lo tanto, no olvidemos leerla y
meditarla cada día, a fin de que llegue a ser para cada uno como una
llama que llevamos dentro de nosotros para iluminar nuestros pasos, y
también los de quien camina junto
a nosotros, que tal vez le cuesta encontrar el camino hacia Cristo.
¡Siempre con la Palabra de Dios!
La Palabra de Dios al alcance de la
mano: un pequeño Evangelio en el
bolsillo, en la cartera, siempre, para
leerlo. No os olvidéis de esto:
¡siempre conmigo la Palabra de
D ios!
En este día de la Epifanía, nuestro pensamiento se dirige también a
los hermanos y a las hermanas del
Oriente cristiano, católicos y ortodoxos, muchos de los cuales celebran
mañana el Nacimiento del Señor. A
ellos llegue nuestra afectuosa felicitación.
Me complace también recordar
que hoy se celebra la Jornada mundial de la infancia misionera. Es la
fiesta de los niños que viven con
alegría el don de la fe y rezan para
que la luz de Jesús llegue a todos
los niños del mundo. Aliento a los
educadores a cultivar en los pequeños el espíritu misionero. Que no
sean niños y muchachos cerrados,
sino abiertos; que vean un gran horizonte, que su corazón siga adelante hacia el horizonte, para que nazcan entre ellos testigos de la ternura
de Dios y anunciadores del Evangelio.
Nos dirigimos ahora a la Virgen
María e invocamos su protección
sobre la Iglesia universal, para que
difunda en todo el mundo el Evangelio de Cristo, la luz de las gentes,
luz de todos los pueblos. Y que
Ella haga que estemos cada vez más
en camino; que nos haga caminar y
en el camino estar atentos, ser incansables y valientes.
Tras la oración mariana el Pontífice
saludó a los diversos grupos presentes.
Contra las esclavitudes de hoy
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que el Señor nos dé la paz en nuestros días: paz en nuestros corazones, paz en las familias, paz entre
las naciones. Este año, en concreto, el mensaje para la Jornada
mundial de la paz lleva por título:
«No esclavos, sino hermanos». Todos estamos llamados a ser libres,
todos a ser hijos y, cada uno de
acuerdo con su responsabilidad, a
luchar contra las formas modernas
de esclavitud. Desde todo pueblo,
cultura y religión, unamos nuestras fuerzas. Que nos guíe y sostenga Aquel que para hacernos a
todos hermanos se hizo nuestro
servidor.
Miremos a María, contemplemos a la Santa Madre de Dios.
Os propongo que juntos la saludemos como hizo aquel pueblo
valiente de Éfeso, que gritaba
cuando sus pastores entraban en
la iglesia: «¡Santa Madre de
Dios!». Qué bonito saludo para
nuestra Madre... Hay una historia
que dice, no sé si es verdadera,
que algunos de ellos llevaban bastones en sus manos, tal vez para
dar a entender a los obispos lo
que les podría pasar si no tenían
el valor de proclamar a María como «Madre de Dios». Os invito a
todos, sin bastones, a poneros en
pie y saludarla tres veces con este
saludo de la primitiva Iglesia:
«¡Santa Madre de Dios!».
viernes 9 de enero de 2015, número 2
Queridos hermanos y hermanas:
Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos, renovando el
deseo de paz y de todo bien en el
Señor.
Recordad bien: la vida es un caminar, caminar siempre, buscando a
Dios. Caminar atentos, incansables
y valientes. Y falta una cosa, falta
una cosa: atentos, incansables, valientes... ¿y qué falta? Caminar con
la luz. ¿Y qué es la luz? El Evangelio, la Palabra de Dios. Siempre con
el Evangelio: en el bosillo, en la
cartera, para leerlo, siempre con nosotros. Caminar, atentos, incansables, valientes y con la luz de la Palabra de Dios.
Deseo a todos una feliz fiesta.
No olvidéis rezar por mí y buen almuerzo. ¡Hasta la vista!
mos que extienda sobre nosotros y
sobre cada uno, todos los días del
nuevo año, el manto de su protección maternal: «Santa Madre de
Dios, no desoigas las oraciones que
te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita».
Y os invito a todos a saludar hoy
a la Virgen como Madre de Dios.
Saludarla con ese saludo: «¡Santa
Madre de Dios!». En el modo que
fue aclamada por los fieles de la
ciudad de Éfeso, al inicio del cristianismo, cuando en el ingreso de la
iglesia gritaban a sus pastores este
saludo dirigido a la Virgen: «¡Santa
Madre de Dios!». Todos juntos,
tres veces, repitamos: «Santa Madre
de Dios».
Al término de la oración mariana
el Papa saludó a los fieles presentes,
recordando las diversas iniciativas de
oración por la paz realizadas en
varias diócesis del mundo. Con ese
motivo el Pontífice se conectó con
Rovereto, en la región de Trento,
donde está la gran campana «Maria
Dolens» —realizada en honor de los
caídos en todas las guerras—, cuyo
repique resonó en la plaza.
Queridos hermanos y hermanas:
Dirijo a todos vosotros aquí presentes mi cordial saludo, deseando
un feliz y sereno año nuevo. Saludo
en especial a los peregrinos de los
países escandinavos y de Eslovaquia, a los fieles de Asola, Castiglione delle Stiviere, Saccolongo,
Sotto il Monte, Bonate Sotto y Benevento, a los jóvenes de Andria y
Castelnuovo del Garda. Un cordial
saludo dirijo a los Sternsinger, llegados de la diócesis de Fulda, Alemania. Doy las gracias a todos los
Sternsinger de Alemania, Austria y
Suiza por su misión de ir de casa
en casa para anunciar el nacimiento
del Señor y recoger donativos para
los niños necesitados. Frohe Weihnachten und ein gutes neues Jahr!
Dirijo mi pensamiento a quienes,
en las diócesis de todo el mundo,
promovieron momentos de oración
por la paz, porque la oración es el
fundamento de la paz. Recuerdo en
especial la marcha nacional realizada ayer en Vicenza y la manifestación «Paz en todas las tierras», promovida en Roma y en numerosas
ciudades del mundo.
En este momento estamos en conexión con Rovereto, en la región
de Trento, donde está la gran campana denominada «Maria Dolens»,
realizada en honor de los caídos de
todas las guerras y bendecida por el
beato Pablo VI en 1965. En un momento escucharemos el repique de
esa campana. Que sea la expresión
de que no haya más guerras —¡nunca más las guerras!—, sino siempre
deseo y compromiso de paz y de
fraternidad entre los pueblos.
¡Feliz año a todos! Que sea un
año de paz en el abrazo de ternura
del Señor con la protección maternal de María, Madre de Dios y Madre nuestra. Os saludo a todos y
veo que hay muchos mexicanos: les
saludo... ¡Son bulliciosos los mexicanos!
Feliz año y por favor no olvidéis
rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!
L’OSSERVATORE ROMANO
número 2, viernes 9 de enero de 2015
página 11
El Pontífice enciende el nuevo sistema de iluminación del Cristo Redentor
Los brazos abiertos de Río de Janeiro
Con ocasión de los festejos del año nuevo y el inicio de las celebraciones por los
450 años de la fundación de Río de Janeiro, el Papa Francisco envió un
videomensaje al pueblo brasileño, que se proyectó, poco antes de la medianoche
del 31 de diciembre, en las pantallas gigantes colocadas a lo largo de la playa
de Copacabana. En ese momento el Pontífice también encendió el nuevo sistema
de iluminación de la estatua de Cristo Redentor en el Corcovado.
Publicamos la traducción del videomensaje del Papa.
Querido pueblo brasileño:
Con gran alegría me dirijo a vosotros, la víspera del Año nuevo, que
marcará el inicio de la conmemoración de los cuatrocientos cincuenta
años de la fundación de la ciudad
de San Sebastián de Río de Janeiro,
para saludar, en una circunstancia
tan feliz, al amado pueblo carioca
que me acogió con los brazos abiertos con ocasión de la Jornada mundial de la juventud de 2013, y para
encender el nuevo sistema de iluminación de la estatua de Cristo, como
lo hizo el beato Papa Pablo VI hace
cincuenta años, simbolizando la luz
que el Señor quiere encender en
nuestra vida.
Cuatrocientos cincuenta años ya
constituyen una historia venerable;
la historia de un pueblo valiente y
alegre que nunca se dejó derrotar
por las dificultades, siguiendo el
ejemplo de su santo patrono, el mártir romano Sebastián, que incluso
después de ser punzado por las flechas y dado por muerto, no dejó de
dar testimonio de Cristo a sus contemporáneos; la historia de una ciudad que desde su nacimiento estuvo
marcada por la fe. Querido pueblo
carioca: «Confía en Dios y Él te
ayudará, endereza tus caminos y espera en Él. Persiste en su temor y
envejece en él» (Siracide 2, 6).
Hoy, si nos pudiésemos colocar en
la perspectiva del Cristo Redentor,
que desde lo alto del Corcovado domina la geografía de la ciudad, ¿qué
saltaría a nuestros ojos? Sin duda,
en primer lugar, la belleza natural
que justifica su título de ciudad maravillosa; pero es innegable que, desde lo alto del Corcovado, percibimos también las contradicciones que
manchan esa belleza. Por un lado, el
contraste generado por grandes desigualdades sociales: opulencia y miseria, injusticia, violencia... Por otro
lado, tenemos las que podríamos llamar ciudades invisibles, grupos o territorios humanos que poseen registros culturales especiales. A veces
parece que existen varias ciudades,
cuya coexistencia no siempre es fácil
en una realidad multicultural y compleja. Pero, ante este panorama, no
perdamos la esperanza. Dios habita
en la ciudad. Jesús, el Redentor, no
ignora las necesidades y los sufrimientos de quienes están en la tierra. Sus brazos nos invitan a superar
estas divisiones y a construir una
ciudad unida por la solidaridad, la
justicia y la paz.
¿Y cuál sería el camino a seguir?
No podemos quedarnos «con los
brazos cruzados», sino que debemos
abrir los brazos, como el Cristo Redentor. Por ello el camino inicia con
el diálogo constructivo. De hecho,
«entre la indiferencia egoísta y la
protesta violenta, siempre hay una
opción posible: el diálogo. El diálogo entre las generaciones, el diálogo
en el pueblo, porque todos somos
Audiencia a una delegación del Ejército de salvación
La puerta del ecumenismo
Que la fe común en Cristo «llegue a ser cada vez más
fundamento sólido de amistad y colaboración»: es el deseo
que expresó el Papa Francisco a una delegación del
Ejército de salvación, que recibió en audiencia el viernes 12
de diciembre por la mañana. El encuentro también fue
ocasión para recordar la primera «predicación ecuménica»
que recibió de su abuela cuando era niño.
Queridos amigos:
Os doy mi cordial bienvenida a vosotros, dirigentes
del Ejército de salvación, que conozco bien por su misión de evangelización y voluntariado. Vuestra visita es
uno de los buenos frutos de los contactos más frecuentes y proficuos que se han desarrollado en los últimos
años entre el Ejército de salvación y el Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos;
contactos entre los cuales hay que recordar una serie
de conversaciones teológicas tendentes a promover un
mejor conocimiento recíproco, el respeto mutuo y una
colaboración regular. Y agradezco una vez más este libro de las conversaciones. Deseo de corazón que católicos y salvacionistas sigan dando un testimonio común
de Cristo y del Evangelio, en un mundo que tiene tanta necesidad de experimentar la misericordia de Dios.
¡Tiene necesidad!
Católicos y salvacionistas, junto con otros cristianos,
reconocen que los necesitados tienen un lugar especial
en el corazón de Dios, tanto que el Señor Jesucristo se
hizo pobre por nosotros (cf. 2 Co 8, 9). En consecuencia, se encuentran frecuentemente en las mismas periferias humanas, y mi ferviente esperanza es que nuestra
fe común en nuestro Salvador Jesucristo, el único mediador entre Dios y los hombres (cf. 1 Tm 2, 5), llegue
a ser cada vez más fundamento sólido de amistad y colaboración entre nosotros.
«La Iglesia “en salida” es la comunidad de discípulos misioneros que toman la iniciativa, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan… La
comunidad evangelizadora experimenta que el Señor
toma la iniciativa, la ha precedido en el amor (cf. 1 Jn
4, 10); y, por eso, ella sabe dar el primer paso, tomar la
iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a
los excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre» (Exhortación apostólica Evangelii
gaudium, 24).
Ruego para que en el mundo de hoy todos los discípulos de Cristo ofrezcan su contribución con la misma
convicción y el mismo dinamismo que el Ejército de
salvación demuestra en su devoto y apreciado servicio.
Las diferencias entre católicos y salvacionistas sobre
cuestiones teológicas y eclesiológicas no deben obstaculizar el testimonio de nuestro amor compartido a
SIGUE EN LA PÁGINA 15
pueblo» (Discurso a la clase dirigente
de Brasil, 27 de julio de 2013). En
ese sentido, hay que reconocer que,
independientemente de su grado de
instrucción o de riqueza, todas las
personas tienen algo para aportar en
la construcción de una civilización
más justa y fraterna. De modo concreto, creo que todos pueden aprender mucho del ejemplo de generosidad y de solidaridad de las personas
más sencillas; esa sabiduría generosa
que sabe «añdir más agua a los
frijoles», de la cual nuestro mundo
está tan necesitado.
Queridos amigos, estoy seguro de
que la ciudad maravillosa tiene mucho para ofrecer a Brasil y al mundo. Por ello, al encender las luces
del Corcovado, hago mías las palabras pronunciadas por el beato Papa
Pablo VI el 1 de enero de 1965: que
«esta luz, iluminando la ciudad de
Río de Janeiro, se difunda en todo
Brasil» (Pablo VI, Insegnamenti, III).
Así, al depositar a los pies de
Nuestra Señora Aparecida estos votos y al agradecer al cardenal Orani
Tempesta la oportunidad de poder
dirigiros este mensaje, me alegro con
todos los cariocas y con el pueblo
brasileño por esta «fiesta de aniversario», pidiéndoos, por favor, que
recéis por mí. Al desear un feliz año
2015, a todos y a cada uno envío mi
bendición apostólica.
Los tuits en
@Pontifex_es
3 ENE [12.00 PM] El cristianismo se
extiende gracias a la alegría de discípulos que se sienten amados y salvados
5 ENE [12.00 PM] Señor, enséñanos a
reconocerte en los enfermos, en los
necesitados y en cuantos sufren
6 ENE [9.30 AM] Jesús ha venido a
salvarnos: no rechacemos este maravilloso don
8 ENE [9.45 AM] #PrayersForParis
L’OSSERVATORE ROMANO
página 12
viernes 9 de enero de 2015, número 2
COMUNICACIONES
Colegio episcopal
RENUNCIAS:
El Papa ha aceptado la renuncia al
gobierno pastoral de la diócesis de
Jammu-Srinagar (India) que monseñor PETER CELESTINE ELAMPASSERY,
O.F.M.CAP., le había presentado en
conformidad con el canon 401 § 1
del Código de derecho canónico.
Peter
Celestine
Elampassery,
O.F.M.CAP., nació en Muttuchira, diócesis de Palai de los siro-malabares
(India), el 28 de junio de 1938. Ingresó en la Orden franciscana de
Frailes Menores Capuchinos, donde
recibió la ordenación sacerdotal el 3
de octubre de 1966. Juan Pablo II le
nombró obispo Jammu-Srinagar el 3
de abril de 1998; recibió la ordenación episcopal el 6 de septiembre del
mismo año.
El Papa ha aceptado la renuncia al
gobierno pastoral de la diócesis de
Kakamega (Kenia) que monseñor
PHILIP SULUMETI, le había presentado en conformidad con el canon 401
§ 1 del Código de derecho canónico.
Philip Sulumeti nació en Kotur,
diócesis de Bungoma, el 15 de agosto de 1937. Recibió la ordenación sacerdotal el 6 de enero de 1966. Pablo
VI le nombró obispo titular de Urci
y auxiliar de Kisumu el 28 de mayo
de 1972; recibió la ordenación episcopal el 20 de agosto sucesivo. El
mismo Papa le nombró obispo de
Kisumu el 9 de diciembre de 1976 y
le trasladó a la sede de Kakamega el
27 de febrero de 1978.
El Papa ha aceptado la renuncia al
gobierno pastoral de la diócesis de
Hyderabad (Pakistán) que monseñor
Audiencias pontificias
EL SANTO PADRE
HA RECIBID O EN AUDIENCIA:
Jueves 8 de enero
—Al cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación
para la educación católica.
—Al cardenal Raymond Leo
Burke, patrono de la Soberana
Orden militar de Malta.
—Al cardenal André VingtTrois, arzobispo de París (Francia).
—A monseñor Santiago Olivera, obispo de Cruz del Eje (Argentina).
—Al presidente de la región del
Lacio, Nicola Zingaretti.
—Al jefe de los yazidíes de todo
el mundo (Georgia), Mir Takhsin-beg (Tahseen Saeed Ali),
con el séquito.
MAX JOHN RODRIGUES, le había
presentado en conformidad con el
canon 401 § 1 del Código de derecho canónico.
Max John Rodrigues nació en
Karachi (Pakistán) el 29 de mayo de
1938. Recibió la ordenación sacerdotal el 6 de enero de 1966. Juan Pablo
II le nombró obispo de Hyderabad
en Pakistán el 3 de diciembre de
1999; recibió la ordenación episcopal
el 25 de marzo de 2000.
El Papa ha aceptado la renuncia al
gobierno pastoral de la diócesis de
Rio do Sul (Brasil) que monseñor
AGUSTINHO PETRY, le había presentado en conformidad con el canon
401 § 1 del Código de derecho canónico.
Augustinho Petry nació en São
José, archidiócesis de Florianópolis,
el 29 de agosto de 1938. Recibió la
ordenación sacerdotal el 4 de julio
de 1965. Juan Pablo II le nombró
obispo titular de Gabi y auxiliar del
Ordinariato militar para Brasil el 27
de diciembre de 2000; recibió la ordenación episcopal el 18 de marzo
de 2001. Benedicto XVI le nombró
coadjutor de Rio do Sul el 14 de noviembre de 2007. Pasó a ser obispo
de dicha sede el 19 de marzo de
2008.
El Papa ha aceptado la renuncia a la
función de auxiliar de la diócesis de
Basilea (Suiza) que monseñor MARTIN GÄCHTER, obispo titular de Betagbara, le había presentado en conformidad con los cánones 411 y 401
§ 1 del Código de derecho canónico.
Martin Gächter nació en Basilea
el 11 de noviembre de 1939. Recibió
la ordenación sacerdotal el 28 de junio de 1967. Juan Pablo II le nombró
obispo titular de Betagbara y auxiliar de Basilea el 3 de febrero de
1987; recibió la ordenación episcopal
el 28 de mayo del mismo año.
EL PAPA
enero de 1962. Recibió la ordenación
sacerdotal el 28 de diciembre de
1986. Benedicto XVI le nombró obispo de San Mateo el 3 de octubre de
2007; recibió la ordenación episcopal
el 24 de noviembre sucesivo.
—Obispo de Jammu-Srinagar (India)
al presbítero IVAN PEREIRA.
Ivan Pereira nació en la diócesis
de Vasai (India) el 1 de junio de
1964. Recibió la ordenación sacerdotal el 15 de mayo de 1993, incardinado en la diócesis de Jammu-Srinagar. En su ministerio ha sido, entre
otras cosas, vicario parroquial; párroco en diversas parroquias; rector de
un seminario; vicario general y secretario del obispo; secretario y presidente regional de la Conferencia de
sacerdotes diocesanos y director del
consejo de educación diocesana.
—Obispo de Kakamega (Kenia) al
presbítero JOSEPH OBANYI SAGWE.
Joseph Obanyi Sagwe nació en
Kebiro, diócesis de Kisii, en el año
1967. Recibió la ordenación sacerdotal el 25 de octubre de 1996. En su
ministerio ha sido vicario parroquial
y coordinador diocesano para la pastoral; párroco de la catedral y vicario
general de la diócesis de Kisii.
—Obispo de Hyderabad en Pakistán
(Pakistán) al padre SAMSON SHUKARDIN, O.F.M.
Samson Shukardin, O.F.M., nació
Hyderabad en Pakistán el 29 de enero de 1961. Ingresó en la Orden de
Frailes Menores, donde recibió la ordenación sacerdotal el 10 de diciembre de 1993. Obtuvo la licenciatura
en derecho civil en el Sindh Law
College. En su ministerio ha sido vicario parroquial y párroco; custodio
y procurador de la provincia franciscana; presidente de la Conferencia
de los superiores mayores en Pakis-
HA NOMBRAD O:
—Arzobispo de Mombasa (Kenia) a
monseñor MARTIN MUSONDE KIVUVA, hasta ahora obispo de Machakos.
Martin Musonde Kivuva nació en
Muthetheni, entonces parte de la
diócesis de Machakos, el 10 de febrero de 1952. Recibió la ordenación
sacerdotal el 9 de diciembre de 1978,
incardinado en la entonces diócesis
de Mombasa. Juan Pablo II le nombró obispo de Machakos el 19 de febrero de 2003; recibió la ordenación
episcopal el 3 de junio sucesivo.
—Arzobispo coadjutor de Feira de
Santana (Brasil) a monseñor ZANONI
DEMETTINO CASTRO, hasta ahora
obispo de San Mateo.
Zanoni Demettino Castro nació
en Vitória da Conquista el 23 de
Erección de diócesis
El Papa ha erigido la diócesis
de Kuzhithurai (India), con territorio desmembrado de la
diócesis de Kottar, y la ha hecho sufragánea de la archidiócesis de Madurai.
La nueva diócesis tiene una
extensión de 915 km² y cuenta
con una población de 855.485
habitantes, de los cuales
264.222 son católicos. Pastoralmente están distribuidos en
100 parroquias y son atendidos
por 101 sacerdotes diocesanos y
30 sacerdotes religiosos. También desempeñan su misión en
esa circunscripción eclesiástica
2 religiosos y 267 religiosas.
Hay 73 seminaristas.
tán y vicario general de dicha diócesis.
—Obispo de Rio do Sul (Brasil) al
presbítero ONÉCIMO ALBERTON.
Onécimo Alberton nació en Orleans, diócesis de Tubarão, el 16 de
febrero de 1965. Recibió la ordenación sacerdotal el 27 de septiembre
de 1992. En 1998, tras la erección de
la nueva diócesis de Criciúma, pasó
a formar parte de dicha circunscripción. En su ministerio ha desempeñado los siguientes cargos: párroco
en diversas parroquias; formador en
el seminario menor y mayor; rector
de un seminario de teología y presidente regional de la organización de
seminarios e institutos filosóficos y
teológicos de Brasil.
—Obispo de la nueva diócesis de
Kuzhithurai (India) al don JEROME
DHAS VARUVEL, S.D.B.
Jerome Dhas Varuvel, S.D.B., nació
en Paduvoor, diócesis de Kottar, el
21 de octubre de 1951. Ingresó en la
Sociedad de San Francisco de Sales
(salesianos), donde recibió la ordenación sacerdotal el 2 de junio de
1985. Obtuvo la licenciatura en pedagogía en la Pontificia Universidad
Salesiana de Roma. En su congregación ha desempeñado su ministerio
como vicerrector en un noviciado y
rector en diversos pre-noviciados;
decano de un seminario; director en
diversos entes educativos; consejero
provincial; párroco y maestro de novicios.
—Obispo de Chapecó (Brasil) a
monseñor ODELIR JOSÉ MAGRI,
M.C.C.J., hasta ahora obispo de Sobral.
Odelir José Magri, M.C.C.J., nació
en Campo Erê, diócesis de Chapecó,
el 18 de abril de 1963. Ingresó en la
congregación de los Misioneros
Combonianos, donde recibió la ordenación sacerdotal el 18 de octubre
de 1992. Benedicto XVI le nombró
obispo de Sobral el 11 de octubre de
2010; recibió la ordenación episcopal
el 12 de diciembre del mismo año.
—Obispo de Sale (Australia) al presbítero PATRICK MICHAEL O’REGAN.
Patrick Michael O’Regan nació en
Bathurst (Australia) el 8 de octubre
de 1958. Recibió la ordenación sacerdotal el 2 de septiembre de 1983.
Obtuvo la licenciatura en liturgia y
en teología sacramental en el Instituto católico de París. Ha desempeñado su ministerio como vicario parroquial en diversas parroquias; párroco; administrador diocesano; canciller; coordinador diocesano de la
formación permanente del clero; decano de la catedral y vicario general
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número 2, viernes 9 de enero de 2015
L’OSSERVATORE ROMANO
página 13
Tres reglas para predicar como el Papa Francisco
Como habla Jorge Mario Bergoglio
Brevedad ante todo
La teología del barrilete
Publicamos, en una traducción
nuestra, un artículo del sitio web de
la revista de los jesuitas estadounidenses «America».
MARY ANN WALSH
Analizando el pontificado del
Papa Francisco, considero que tal
vez su aportación más grande
sea lo que nos dice acerca de cómo difundir el Evangelio. Usa
palabras sencillas e imágenes vivas. Es un ejemplo de cómo los
sacerdotes deberían pronunciar
las homilías y del modo cómo
todos nosotros podemos evangelizar, o sea difundir el Evangelio.
Sigue las reglas para una buena
homilía y un buen discurso, algunas de las cuales se enumeran
a continuación.
¡Sé breve! Sabemos que la
mente puede captar sólo lo que
la silla logra soportar. La brevedad hace que recuerde a un sacerdote de la diócesis de Albany,
Nueva York, fallecido recientemente, un tal padre Michael Hogan. Esta es una de sus mejores
homilías en su totalidad: «Si hoy
escucháis la voz de Dios, no endurezcáis vuestro corazón. Y si
hoy no escucháis la voz de Dios,
haréis bien en preguntaros por
qué». Como toda auténtica homilía, se basaba en las Escrituras,
en el famoso salmo responsorial
95. Era también bastante breve,
que se podía memorizar con facilidad, y tiene el poder de volver
a la memoria cada vez que se escucha ese versículo de los salmos. Hace reflexionar.
¡Sé actual! En su documento
sobre la predicación de 2012, los
obispos estadounidenses indicaron que es posible ser actuales
haciendo referencia a la cultura
contemporánea. Esto incluye televisión, radio y música. Podría
ser chic decir que nunca se mira
la televisión porque no dan nada, pero es un hecho que decenas de millones de personas la
ven cada día. Quien desea relacionarse con ellos, debe, a su
vez, mirar obligadamente la televisión. Una serie actual muy popular es «Big Bang Theory», cuyo personaje central es un narcisista cómico y egocéntrico, es decir, el ejemplo de lo que no deberíamos ser. Forma parte también de una comunidad de jóvenes genios, que se enfrentan con
él y consigo mismo. Es aquello
con lo que nos confrontamos todos en la comunidad cristiana.
Tenía un pastor que a menudo
hacía referencia al dibujo animado «Calvin and Hobbes». Cuando entraba en el santuario, nos
preguntaba si habíamos visto el
«cómic» al cual había hecho referencia. Significaba también que
durante la semana, cuando leíamos los «cómics», buscábamos
en él un significado religioso
porque el pastor nos había formado atentos para encontrar un
significado religioso en sitios
donde no era probable encontrarlo.
¡Da vida a las Escrituras! Recuerdo dos homilías de la misa
diaria que me quedaron grabadas
por su descripción sencilla de un
relato bíblico. Una se refería a
los panes y a los peces. El sacerdote dijo que Jesús hubiese podido hacerlo todo de forma precisa, sin sobras, aunque el significado está en la superabundancia;
es un mensaje de que el amor de
Dios por nosotros se nos dará
cada vez más en abundancia.
La otra homilía contenía el relato de un sacerdote que había
perdido su gato en el bosque.
Estaba en una casa de campo
donde el gato se asustó por la
presencia de un perro que estaba
de paso. El sacerdote captó nuestra atención relatándonos los intentos para hacer que el gato regresase. Al final el sacerdote había llevado al pórtico un abrelatas eléctrico y había abierto una
caja de alimento para gatos. El
gato regresó, y nosotros sentimos
un alivio. La cosa más importante, sin embargo, fue que la historia explicaba el significado del
relato de la mujer que había perdido una moneda, que para ella
era tan valiosa que la
condujo a barrer toda
la casa para volver a encontrarla. Algún otro
tal vez no se hubiese
preocupado, pero esa
moneda, tal vez sólo
una bagatela, para ella
era tan importante que
la lleva al extremo, un
mensaje de que también
nosotros debemos dedicar la misma energía
para encontrar los dones, o las monedas, que
Jesús nos dio en nuestra vida.
La Santa Sede publicó un directorio sobre
la
predicación.
Los
obispos estadounidenses están pensando reproducirlo en inglés.
Será una buena continuación del documento
sobre la predicación de
los mismos obispos,
aprobado en 2012.
¿En qué medida son
importantes las homilías? Las averiguaciones en las
parroquias realizadas por el Centro para la investigación aplicada
en el apostolado, con base en la
«Georgetown University», pusieron de relieve que seis personas
sobre diez (el 63 per ciento) tienen en cuenta la calidad de la
predicación cuando eligen dónde
ir a misa. Para ellos es más importante que la calidad de la música en la parroquia y sólo poco
menos importante que el sentido
de comunidad y de acogida que
experimentan cuando van a la
iglesia.
Podemos estudiar los directorios vaticanos y los documentos
de los obispos estadounidenses
sobre la homilética, pero podemos también acceder al Bignami
de la buena predicación observando y escuchando al Papa
Francisco. Él nos muestra cada
día cómo difundir la Palabra de
D ios.
JORGE MILIA
En el lenguaje de Jorge Mario Bergoglio hay una expresión que el entonces
arzobispo de Buenos Aires utilizó en
ocasión de un encuentro de padres de
adolescentes en junio de 2009. El tema
en cuestión era la educación. Una educación que, según él, debía estar signada por la autoridad y al mismo tiempo
tender hacia la libertad. La frase es
«¡Aflojale que colea!».
Antes de retomar esta expresión del
futuro Papa, me permito hacer un paréntesis. ¡Aflojale que colea! evidentemente hace referencia a un movimiento típico de los barriletes o cometas.
En el continente americano el juego de
la cometa tiene muchas denominaciones: barrilete, papalote, pizcucha, volantín, pandorga, para no hablar de los
nombres indígenas, ya de por sí difíciles de escribir y aún más de pronunciar. Pero en Argentina se llama barrilete y solo barrilete.
Utilizando un lenguaje menos infantil y más científico, lo describiría como
un objeto construido manualmente
que puede elevarse y volar gracias a la
contraposición de dos fuerzas que se
equilibran y se regulan: la fuerza del
viento y la tensión de uno o varios hilos que, bien manejados, mantienen el
objeto en la posición adecuada para
planear. Si quisiéramos conocer los
orígenes del barrilete, tendríamos que
retrotraernos hasta el medioevo tibetano o las antiguas dinastías chinas, e incluso algunos hablan de ciertas influencias polinesias. Por mi parte, y
sin desmedro de los estudios históricos, estoy convencido de que la esencia del barrilete se encuentra en la
fuerte inclinación de los niños que entran en la adolescencia hacia todo lo
que, con gran libertad, se desprende
de la tierra y se lanza hacia el cielo.
Esto no ha impedido que, en un determinado momento de la historia, los
barriletes «subieran de categoría» y
pasaron de ser simples juguetes a instrumentos al servicio de la ciencia. En
efecto, durante el siglo XIX en los Estados Unidos, el Servicio Nacional de
Meterología se sirvió de los barriletes
como óptimos (y económicos) instrumentos para efectuar observaciones
desde lo alto. Esto fue así al menos
hasta el siglo XX, cuando fueron reemplazados por los globos-sonda a hidrógeno.
Retomando el barrilete que nos ocupa, en aquel encuentro con padres,
Bergoglio dijo textualmente: «El que
trabaja con chicos y no reza es muy difícil que tenga sabiduría. Una sabiduría que humanamente yo llamaría del
barrilete. Saber remontar un barrilete.
El que no sabe remontar un barrilete
no sabe trabajar con chicos». Después
explicó mejor la imagen con estas
otras palabras: «Cuando vos remontás
un barrilete tenés que mirar cómo está
el viento, de dónde lo vas a tirar. Empieza dale y dale, hasta que ya está,
tiene sustratos de aire para planear y
empieza a subir, a subir y a subir, por
ahí se enloquece… aflojale que colea
porque no te aguanta más, después le
das el tirón, lo estabilizás de nuevo».
Y al final sacó las conclusiones del caso: «Saber remontar un barrilete. Saber cuándo hay que aflojar porque está coleando y cuándo hay que pegarle
un tirón porque debe estabilizarse. Es
un trabajo paciente. Es un trabajo que
exige despojo. O sea, los chicos que
yo acompaño no son para mí, no son
mis hijos, son para que crezcan y levanten vuelo y vuelen solos después».
La paternidad responsable, la que se
preocupa por la seguridad de sus
hijos, no los encierra frente a los peligros de la vida, sino la que les enseña
cómo vencerlos o sortearlos, según el
caso. La vida es un riesgo, es cierto.
Pero no afrontar los riesgos o no dejar
que nuestros hijos lo hagan, no es vivir. Y menos según el Evangelio.
Otro recuerdo más lejano de Bergoglio en relación con esta imagen del
barrilete, lo encontramos en el libro de
conversaciones con los periodistas Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, El
jesuita. «Esto me hace acordar cuando
éramos chicos y remontábamos un barrilete en la placita de la vuelta. Hay
un momento en que la cometa entra
en un movimiento de ochos y se viene
abajo; para evitarlo, no hay que tirar
del piolín. “¡Aflojále que está coleando!”, nos gritaban los que sabían. El
sostener el barrilete semeja la actitud
que hay que tener frente al crecimiento
de la persona: en algún momento hay
que darle cuerda, porque «colea». Dicho de otra manera: hay que darle
tiempo. Tenemos que saber poner el
límite en el momento justo. Pero, otras
veces, tenemos que saber mirar para
otro lado y hacer como el padre de la
parábola, que deja que el hijo se vaya
y malgaste su fortuna para que haga
su propia experiencia».
Las calles están llenas de peligro,
pero no por eso podemos condenarnos
ni condenar a nuestros hijos a una cárcel doméstica. La formación cristiana
no puede estar exenta de responsabilidades y a cada responsabilidad corresponde una libertad, una posibilidad
de ascender, de volar más alto. No debemos esperar que el barrilete colee
para soltar hilo, ni esperar el cambio
de conducta de nuestros hijos para hacerlos más responsables y darles más
libertad.
Los padres que sufren el «síndrome
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Colegio episcopal
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de la diócesis de Bathurst.
—Obispo de Cruz Alta (Brasil) al
presbítero ADELAR BARUFFI.
Adelar Baruffi nació en Garibaldi, diócesis de Caxias do Sul, el 19
de octubre de 1969. Recibió la ordenación sacerdotal el 12 de enero
de 1995. Se licenció en antropología teológica y teología espiritual
en el Pontificio Instituto Teresianum de Roma. En su ministerio
ha sido rector del seminario menor
y mayor; coordinador de los formadores y de la pastoral presbiteral diocesana; vicario parroquial y
miembro del consejo presbiteral y
del colegio de consultores.
—Obispo coadjutor de Luziânia
(Brasil) a monseñor WALDEMAR
PASSINI DALBELLO, hasta ahora
obispo titular de Membressa y auxiliar de Goiânia.
Waldemar Passini Dalbello nació Anápolis el 6 de junio de 1966.
Recibió la ordenación sacerdotal
el 3 de diciembre de 1994. Benedicto XVI le nombró obispo titular
de Membressa y auxiliar de la archidiócesis de Goiânia el 30 de diciembre de 2009; recibió la ordenación episcopal el 19 de marzo de
2010.
—Obispo titular de Bladia y auxiliar de São Paulo (Brasil) al presbítero EDUARD O VIERA D OS SANTOS.
Eduardo Viera dos Santos nació
Bom Sucesso, diócesis de Maringá, el 18 de marzo de 1965. Recibió la ordenación sacerdotal el 15
de diciembre de 2000, incardinado
en la archidiócesis de São Paulo.
Obtuvo la licenciatura en derecho
canónico en el Instituto de derecho canónico P. José Benito Pegoraro de São Paulo. En su ministerio ha desempeñado, entre otros,
los siguientes cargos: vicario parroquial, párroco en diversas parroquias, vicerrector de un seminario y canciller archidiocesano.
—Obispo titular de Uzali y auxiliar de São Paulo (Brasil) al presbítero DEVAI ARAÚJO DA FONSECA.
Devai Araújo da Fonseca nació
en Franca, estado de São Paulo, el
1 de febrero de 1968. Recibió la
ordenación sacerdotal el 20 de diciembre de 1998, incardinado en la
diócesis de Franca. Se licenció en
teología dogmática en la Pontificia
Universidad Gregoriana de Roma.
Ha desempeñado su ministerio como vicario parroquial y párroco en
diversas parroquias; vicerrector de
un seminario y rector en otro; vicario foráneo; docente en diversas
instituciones; coordinador diocesano de pastoral; secretario y presidente de la Organización de seminarios e institutos de Brasil.
—Obispo titular de Wigry y auxiliar de Katowice (Polonia) a monseñor MAREK SZKUDŁO.
Marek Szkudło nació en Tychy,
archidiócesis de Katowice, el 28
de febrero de 1952. Recibió la ordenación sacerdotal el 23 de marzo de 1978. En su ministerio ha
desempeñado, entre otros, los siguientes cargos: vicario parroquial
y párroco; miembro del consejo
presbiteral y del colegio de consultores; vicario episcopal y presidente de la comisión diocesana para
el clero.
—Obispo titular de Pomezania y
auxiliar de Katowice (Polonia) al
presbítero ADAM WODARCZYK.
Adam Wodarczyk nació en Tarnowskie Góry, diócesis de Gliwice,
el 3 de enero de 1968. Recibió la
ordenación sacerdotal el 14 de mayo de 1994, incardinado en la archidiócesis de Katowice. Obtuvo
una licenciatura en el Instituto de
formación pastoral-litúrgica en la
Universidad católica de Lublin
(Polonia) y un doctorado en teología pastoral en la Facultad teológica de la Universidad estatal de
Silesia. En su ministerio ha sido
vicario parroquial; moderador regional y general del movimiento
nacional juvenil Luz-Vida; consultor del consejo de pastoral juvenil,
del comité para la nueva evangelización y de la Radio misionera.
viernes 9 de enero de 2015, número 2
Misa en Santa Marta
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«el Señor hace el milagro». Y es «estéril también la mamá de Samuel»:
también en esta situación «el Señor
hace el milagro». E igualmente «la
hija de Jefté se fue por las montañas
llorando su virginidad, porque no
podía tener hijos antes de morir».
Por lo tanto, explicó el Papa Francisco, «la esterilidad era algo feo,
feo». Y hoy la Iglesia «nos muestra
este símbolo de esterilidad precisamente antes del nacimiento de Jesús,
a través de una mujer incapaz de tener un hijo». Este «es el signo de la
humanidad incapaz de dar un paso
adelante: muchas mujeres estériles
eran ancianas, y su vientre ya no era
fecundo». Y «la Iglesia quiere hacernos reflexionar sobre la humanidad
estéril», sobre la humanidad que
«llegó a un punto donde ya no podía seguir adelante». Al recordar que
«la ley de Moisés preveía la descendencia de un muerto, porque era
muy importante tener descendencia,
dar vida», el Papa destacó que «estas
mujeres estériles reciben un milagro,
reciben una gracia del Señor y son
capaces de concebir».
Fallece el arzobispo Giuseppe Pittau
El 26 de diciembre de 2014 falleció en Tokio el arzobispo jesuita
Giuseppe Pittau, secretario emérito de la Congregación para la
educación católica. Tenía 86 años.
Nació el 20 de octubre de 1928
en Villacidro, diócesis sarda de
Ales-Terralba (Italia). Ingresó en
la Compañía de Jesús en 1945, obtuvo el doctorado en filosofía en
Barcelona en 1952 y fue enviado a
Japón donde permaneció durante
veintinueve años, con un breve paréntesis en Harvard para un doctorado en ciencias políticas. Recibió la ordenación sacerdotal el 18
de marzo de 1959, tras obtener la
licenciatura en teología en la
«Sophia University» de Tokio de la
que, de 1968 a 1981, fue el primer
rector extranjero. Además de ser
provincial de los jesuitas, fue nombrado en 1981 coadjutor del dele-
gado pontificio para la Compañía
de Jesús padre Paolo Deza, luego
cardenal. En 1983 llegó a ser consejero general y asistente para Italia y Asia oriental y delegado para
la publicación «La Civiltà Cattolica». De 1992 a 1998 fue rector de
la Pontificia Universidad Gregoriana, y también canciller de la
Pontificia Academia de ciencias y
de la Pontificia Academia de ciencias sociales.
El 11 de julio de 1998 el Papa
Juan Pablo II le nombró secretario
de la Congregación para la educación católica, asignándole la sede
titular arzobispal de Castro de
Cerdeña. Recibió la ordenación
episcopal el 26 de septiembre de
1998. El 25 de noviembre de 2003
eligió regresar a Japón para trabajar en la actividad pastoral parroquial.
Telegrama del Papa al prepósito general de los jesuitas
Ministro del Evangelio
El Papa Francisco, tras recibir la noticia del fallecimiento del arzobispo
Pittau, envió al prepósito general de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás
Pachón, el siguiente telegrama de pésame.
Reverendísimo padre:
Informado del fallecimiento de su excelencia monseñor Giuseppe Pittau, deseo expresar mis sinceras condolencias a usted, a los hermanos y
a cuantos lloran la muerte del ejemplar ministro de Dios que vivió por
la causa del Evangelio. Al recordar su generoso apostolado misionero en
Japón, donde concluyó su vida terrena, elevo acciones de gracias al Señor por el servicio que prestó a la Sede apostólica como secretario de la
Congregación para la educación católica y por su labor como rector de
la «Sophia University» de Tokio y rector magnífico de la Universidad
Gregoriana de Roma, así como su entrega en la Compañía de Jesús.
Encomiendo su alma elegida a la intercesión maternal de la Virgen María y en la luz de la resurrección de Cristo envío mi consoladora bendición apostólica.
FRANCISCUS P.P.
«De la esterilidad —afirmó— el Señor es capaz de volver a comenzar
una nueva descendencia, una nueva
vida: este es el mensaje de hoy». Por
eso «cuando la humanidad está extenuada, ya no puede seguir adelante,
llega la gracia y llega el Hijo, y llega
la salvación». Y, así, «esa creación
extenuada deja lugar a la nueva creación, podríamos decir a una “re-creación”».
De esta manera «el milagro de la
creación, tan maravilloso, deja lugar
a un milagro aún más maravilloso: la
re-creación, come dice la oración de
la misa: “Tú Señor que maravillosamente creaste el mundo, y más maravillosamente lo recreaste”».
Precisamente «esta “segunda” creación, cuando la tierra está extenuada,
es el mensaje de hoy: nosotros esperamos al “jefe” capaz de recrear todas
las cosas, de hacer nuevas las cosas».
Por lo tanto, «esperamos la novedad
de Dios». Esta es, por lo demás, la
Navidad: «la novedad de Dios que
vuelve a hacer de un modo más maravilloso la creación, todas las cosas».
«Es curioso», destacó el Pontífice,
que «en ambos textos —tanto el de la
mujer de Manoj como el de Isabel—
para explicar cómo hará esto, cómo
ocurrirá esto, se habla del Espíritu:
“El Espíritu del Señor comenzó a
obrar en él”, se dice». Y «esta “recreación” es posible solamente con el
Espíritu de Dios». ¿Cuál es el mensaje entonces? «Abrámonos al Espíritu de Dios. Nosotros, solos, no podemos: es Él quien puede hacer las cosas».
El discurso sobre la esterilidad,
dijo el Papa, «me hace pensar también en nuestra madre Iglesia, en
muchas esterilidades que afligen a
nuestra madre Iglesia cuando, por el
peso de la esperanza en los mandamientos, ese pelagianismo que todos
nosotros llevamos en los huesos, se
hace estéril: se cree capaz de dar a
luz» pero «no puede». En cambio,
«la Iglesia es madre y se convierte en
madre solamente cuando se abre a la
novedad de Dios, a la fuerza del Espíritu». Lo es «cuando se dice a sí
misma: “yo hago todo pero terminé,
no puedo seguir adelante”» y «llega
el Espíritu».
De esta manera el Papa Francisco
invitó a «rezar hoy por nuestra madre Iglesia, por la gran esterilidad en
el pueblo de Dios: esterilidad de
egoísmos, de poder». Porque «la
Iglesia es estéril cuando cree que
puede hacer todo, adueñarse de las
conciencias de la gente, ir por el camino de los fariseos, de los saduceos,
por el camino de la hipocresía». Por
eso se necesita «rezar». Y hacer de
tal modo que «esta Navidad» haga
también a «nuestra Iglesia abierta al
don de Dios», capaz de dejarse «sorprender por el Espíritu Santo»: una
Iglesia «que tenga hijos, una Iglesia
madre».
En cambio, afirmó el Papa, «muchas veces pienso que la Iglesia, en
algunos lugares, más que ser madre
es una empresaria». Por ello, concluyó, «mirando esta historia de esterilidad del pueblo de Dios, y tantas historias en la historia de la Iglesia que
han hecho a la Iglesia estéril, pidamos al Señor, hoy, mirando el belén,
la gracia de la fecundidad de la Iglesia». La gracia de que, «antes que
nada, la Iglesia sea madre, como María: ¡madre!».
número 2, viernes 9 de enero de 2015
L’OSSERVATORE ROMANO
página 15
La «imagen de una Iglesia que se
pone el delantal y se inclina para
servir a los hermanos en dificultad»
recordó el Papa Francisco, al hablar, el
jueves 4 de diciembre de 2014, a casi
dos mil representantes de la Federación
de organismos cristianos del servicio
internacional de voluntariado
(FOCSIV), a quienes recibió en el aula
Pablo VI. Ante la «humanidad que
sufre», dijo el Pontífice, «el discípulo
de Cristo no da un paso hacia atrás,
no gira la cara hacia otro lado».
Queridos hermanos
¡buenos días!
y
hermanas,
Os recibo de buen grado con ocasión de la Jornada internacional del
voluntariado. Os dirijo mi cordial
saludo y doy las gracias al presidente, que presentó vuestra misión en el
contexto actual. Vuestra Federación,
que reúne a los Organismos de voluntariado de inspiración cristiana,
realiza un precioso trabajo en el
mundo. Es imagen de una Iglesia
que se pone el delantal y se inclina
para servir a los hermanos en dificultad. En efecto, las diversas realidades que componen la FO CSIV buscan conjugar el bagaje de experiencias de los propios miembros con la
dimensión del servicio voluntario a
los pobres según el estilo del buen
Samaritano y en coherencia con los
valores evangélicos. A partir de
vuestra identidad cristiana, os presentáis como «voluntarios en el
mundo» con numerosos proyectos
de desarrollo, para dar respuestas
concretas a los escándalos del hambre y de las guerras.
Os doy las gracias por lo que hacéis y por cómo lo hacéis. Vuestras
intervenciones junto a los hombres y
a las mujeres en dificultad son un
anuncio vivo de la ternura de Cristo,
que camina con la humanidad de cada época. Continuad por este camino del compromiso voluntario y de-
La teología
del barrilete
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del nido vacío» frente a la partida
de sus hijos se sienten —por lejos— mucho más realizados que
aquellos padres de la generación
«ni – ni» —los que no trabajan ni
estudian— cuyos hijos siguen vegetando entre las paredes de la
casa paterna. Ellos son los responsables de su frustración, los
que no supieron aflojarles el hilo
al verlos colear, los que les impidieron crecer, aceptar responsabilidades, asumir riesgos, volar alto.
«Aflojale que colea» nos remite
a la infancia, a los días tranquilos
en los que solo esperábamos que
hubiera viento y después que
nuestros mayores se cansaran de
jugar tuviéramos la posibilidad de
remontar ese barrilete que —aunque entonces no lo supiéramos—
era la representación de nuestra
propia vida.
Con ocasión de la Jornada internacional del voluntariado
Servicio para el protagonismo de los pobres
sinteresado. Hay mucha necesidad
de testimoniar el valor de la gratuidad: lo pobres no pueden convertirse en una ocasión de ganancia. Las
pobrezas hoy cambian de rostro
—¡están las nuevas pobrezas!— e incluso algunos entre los pobres maduran expectativas diversas: aspiran
a ser protagonistas, se organizan, y
sobre todo practican esa solidaridad
que existe entre los que sufren, entre
los últimos. Vosotros estáis llamados
a percibir estos signos de los tiempos y a convertiros en un instrumento al servicio del protagonismo de
los pobres. Solidaridad con los pobres es pensar y obrar en términos
de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de
los bienes por parte de algunos. Es
también luchar contra las causas estructurales de la pobreza: la desigualdad, la falta de un trabajo y de
una casa, la negación de los derechos sociales y laborales. La solidaridad es un modo de hacer la historia
con los pobres, huyendo de presuntas obras altruistas que reducen al
otro a la pasividad.
Entre las principales causas de la
pobreza existe un sistema económico
que saquea la naturaleza —pienso en
especial en la deforestación, pero
también en las catástrofes ambientales y en la pérdida de la biodiversidad. Es necesario afirmar que la
creación no es una propriedad de la
que podemos disponer a nuestro
gusto, y menos aún es una propiedad sólo de pocos. La creación es
un don maravilloso que Dios nos ha
dado para que lo cuidemos y lo utilicemos en beneficio de todos, con
respeto. Os aliento, por lo tanto, a
continuar en vuestro compromiso
para que la creación siga siendo un
patrimonio de todos, que se ha de
entregar en toda su belleza a las generaciones futuras.
Muchos de los países en los que
trabajáis conocen el escándalo de la
guerra. Trabajando por el desarrollo
de los pueblos, cooperáis también
en construir la paz, buscando con
perseverante tenacidad apaciguar los
ánimos, acercar a las personas, construir puentes entre las culturas y las
religiones. La fe os ayudará a hacerlo también en los países más difíci-
les, donde la espiral de la violencia
parece no dejar espacio a la razón.
Un signo de paz y de esperanza es
vuestra actividad en los campos de
refugiados, donde encontráis gente
desesperada, rostros marcados por el
abuso, niños que tienen hambre de
alimento, de libertad y de futuro.
¡Cuánta gente en el mundo escapa
de los horrores de la guerra! ¡Cuántas personas son perseguidas por
motivo de su fe, obligadas a abandonar sus casas, sus lugares de culto,
sus tierras, sus afectos! ¡Cuántas vidas rotas! ¡Cuánto sufrimiento y
cuánta destrucción! Ante todo esto,
el discípulo de Cristo no da un paso
atrás, no gira la cara hacia otro lado,
sino que busca hacerse cargo de esta
humanidad que sufre, con projimidad y acogida evangélica.
Pienso en los inmigrantes y en los
refugiados, quienes buscan dejar a
sus espaldas duras condiciones de
vida y peligros de todo tipo. Es necesaria la colaboración de todos, instituciones, ONG y comunidades eclesiales, para promover itinerarios de
convivencia armónica entre personas
y culturas diversas. Los movimientos
migratorios piden adecuadas modalidades de acogida que no dejen a los
inmigrantes en poder del mar y de
bandas de traficantes sin escrúpulos.
Al mismo tiempo, es necesaria una
colaboración activa entre los Estados, para regular y gestionar eficazmente tales fenómenos.
Queridos hermanos y hermanas,
en más de cuarenta años de vida, en
vuestra Federación han trabajado voluntarios que han sido auténticos
testigos de caridad, agentes de paz,
artífices de justicia y de solidaridad.
Os aliento a continuar con alegría
por esta senda de fidelidad al hombre y a Dios, poniendo cada vez
más en el centro la persona de Jesús.
Os ayudará mucho encontrar cada
día el tiempo para el encuentro personal con Dios en la oración: esta
será vuestra fuerza en los momentos
más difíciles de decepción, soledad e
incomprensión. Encomiendo cada
uno de vosotros y los organismos de
vuestra Federación a la protección
de María santísima. Que os acompañe también mi bendición. Y vosotros
acordaos de rezar por mí. Gracias.
La puerta del ecumenismo
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Dios y al prójimo, amor que es capaz de inspirar esfuerzos enérgicos
en el compromiso de recuperar la
dignidad de quienes viven al margen de la sociedad. Tendría necesidad del traductor… Y ahora quiero
recordar una anécdota, y también
daros las gracias. Tenía 4 años —era
en 1940, ¿ninguno de vosotros había nacido, eh?— e iba por la calle
con mi abuela. En aquel tiempo se
tenía la idea de que todos los protestantes iban al infierno. En la
acera de enfrente caminaban dos
mujeres del Ejército de salvación,
con ese sombrero que tenéis vosotros… ¿Usted lo ha usado? Y recuerdo como si fuera hoy que le
pregunté a mi abuela: «¿Quiénes
son aquellas? ¿Monjas, hermanas?». Y mi abuela me respondió:
«No. Son protestantes, pero son
buenas». Y así, mi abuela, gracias
a vuestro testimonio, me abrió la
puerta al ecumenismo: la primera
predicación ecuménica que tuve
fue delante de vosotros. Thank you
very much.
Queridos amigos, elevo a Dios
mi oración por el trabajo que el
Ejército de salvación lleva adelante:
ojalá que muchas personas en dificultades sigan contando con vuestra acción, que permite a la luz de
Cristo resplandecer en los rincones
más oscuros de su vida. Que vosotros y vuestros hermanos y hermanas salvacionistas rebosen de los
dones del Espíritu Santo —sabiduría,
discernimiento,
fortaleza,
paz…— para testimoniar el reino
del Señor en nuestro mundo que
sufre. Y confío en que también vosotros rezaréis por mí: lo necesito.
Gracias.
L’OSSERVATORE ROMANO
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viernes 9 de enero de 2015, número 2
En la audiencia general el Papa Francisco continúa el ciclo de reflexiones sobre la familia
Himno a las madres
El «papel central» de las madres en
la sociedad lo puso de relieve el Papa
en la audiencia general del miércoles 7
de enero, en el aula Pablo VI. «Son el
antídoto más fuerte al
individualismo», recordó el Pontífice,
destacando que a menudo su
disponibilidad se explota «para
ahorrar en los gastos sociales».
Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días!
Hoy continuamos con las catequesis sobre la Iglesia y haremos una reflexión sobre la Iglesia madre. La
Iglesia es madre. Nuestra santa madre Iglesia.
En estos días la liturgia de la Iglesia puso ante nuestros ojos el icono
de la Virgen María Madre de Dios.
El primer día del año es la fiesta de
la Madre de Dios, a la que sigue la
Epifanía, con el recuerdo de la visita
de los Magos. Escribe el evangelista
Mateo: «Entraron en la casa, vieron
al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron» (Mt
2, 11). Es la Madre que, tras haberlo
engendrado, presenta el Hijo al
mundo. Ella nos da a Jesús, ella nos
muestra a Jesús, ella nos hace ver a
Jesús.
Continuamos con las catequesis
sobre la familia y en la familia está
la madre. Toda persona humana debe la vida a una madre, y casi siempre le debe a ella mucho de la propia existencia sucesiva, de la formación humana y espiritual. La madre,
sin embargo, incluso siendo muy
exaltada desde punto de vista simbólico —muchas poesías, muchas cosas hermosas se dicen poéticamente
de la madre—, se la escucha poco y
se le ayuda poco en la vida cotidiana, y es poco considerada en su papel central en la sociedad. Es más, a
menudo se aprovecha de la disponibilidad de las madres a sacrificarse
por los hijos para «ahorrar» en los
gastos sociales.
Sucede que incluso en la comunidad cristiana a la madre no siempre
se la tiene justamente en cuenta, se
le escucha poco. Sin embargo, en el
centro de la vida de la Iglesia está la
Madre de Jesús. Tal vez las madres,
dispuestas a muchos sacrificios por
los propios hijos, y no pocas veces
también por los de los demás, deberían ser más escuchadas. Habría que
comprender más su lucha cotidiana
por ser eficientes en el trabajo y
atentas y afectuosas en la familia;
habría que comprender mejor a qué
aspiran ellas para expresar los mejores y auténticos frutos de su emancipación. Una madre con los hijos tiene siempre problemas, siempre trabajo. Recuerdo que en casa, éramos
cinco hijos y mientras uno hacía una
travesura, el otro pensaba en hacer
otra, y la pobre mamá iba de una
parte a la otra, pero era feliz. Nos
dio mucho.
Las madres son el antídoto
más fuerte ante la difusión del
individualismo egoísta. «Individuo» quiere decir «que no
se puede dividir». Las madres,
en cambio, se «dividen» a
partir del momento en el que
acogen a un hijo para darlo al
mundo y criarlo. Son ellas, las
madres, quienes más odian la
guerra, que mata a sus hijos.
Muchas veces he pensado en
esas madres al recibir la carta:
«Le comunico que su hijo ha
caído en defensa de la patria...». ¡Pobres mujeres! ¡Cómo sufre una madre! Son ellas
quienes testimonian la belleza
de la vida. El arzobispo Oscar
Arnulfo Romero decía que las
madres viven un «martirio
materno». En la homilía para
el funeral de un sacerdote asesinado
por los escuadrones de la muerte, él
dijo, evocando el Concilio Vaticano
En Asia en el signo del diálogo
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un viaje «en el signo del diálogo
y de la reconciliación», explicó el
jesuita, destacando que en especial el que realiza a Sri Lanka se
caracterizará por la canonización
del primer santo del país, el oratoriano José Vaz; por un encuentro con los líderes del budismo
(profesado por el 70 por ciento
de los habitantes), del hinduismo
(12/13 por ciento) del islam (poco
menos del 10 por ciento) y del
cristianismo (apenas el 7 por ciento); y por una visita al norte habitado por la minoría Tamil. En Filipinas, única nación asiática con
mayoría católica, la visita se caracterizará por los temas de la misericordia y de la compasión, con
referencia especial a las víctimas
del tifón Yolanda. Al mismo
tiempo el director de la Oficina
de prensa destacó cómo la Iglesia
local se prepara para celebrar el
quinto centenario de la evangelización.
Violencia abominable
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en luto y a la tristeza de todos los franceses. Encomienda las víctimas a Dios, lleno de misericordia, pidiéndole que las acoja en su luz. Expresa su profunda
cercanía a las personas heridas y a su familias, pidiendo al Señor que las fortalezca y consuele en la prueba.
El Santo Padre condena una vez más la violencia que
genera tantos sufrimientos y, pidiendo a Dios que conceda el don de la paz, invoca sobre las familias golpeadas y sobre los franceses el beneficio de las bendiciones divinas».
Ya el miércoles por la tarde, a través de un comunicado del director de la Oficina de prensa de la Santa
Sede, el jesuita Federico Lombardi, el Pontífice había
expresado su firme condena por «el horrible atentado»
que sacudió la ciudad de París «con un alto número de
víctimas, sembrando la muerte, dejando en la consternación a toda la sociedad francesa, turbando profundamente a todas las personas amantes de la paz, mucho
más allá de los confines de Francia». El Papa, se lee en
el texto, «participa con la oración en el sufrimiento de
los heridos y de las familias de los difuntos y exhorta a
todos a oponerse con todos los medios a la difusión
del odio y de toda forma de violencia, física y moral,
que destruye la vida humana, viola la dignidad de las
personas, mina radicalmente el bien fundamental de la
convivencia pacífica entre las personas y los pueblos,
no obstante las diferencias de nacionalidad, de religión
y de cultura».
Palabras claras y firmes: «Cualquiera que sea la motivación —afirma el comunicado— la violencia homicida
es abominable, nunca es justificable, la vida y la digni-
dad de todos se deben garantizar y tutelar con firmeza,
toda instigación al odio se debe rechazar, el respeto al
otro se debe cultivar». El Papa concluyó expresando
«cercanía, solidaridad espiritual y apoyo a todos los
que, según sus diversas responsabilidades, siguen comprometiéndose con constancia en favor de la paz, la
justicia y el derecho, para curar en profundidad los orígenes y las causas del odio, en este momento doloroso
y dramático, en Francia y en cada rincón del mundo
marcado por tensiones y violencias».
Y por la mañana el Papa Francisco difundió también
un tuit con el hashtag: «#PrayersForParis».
Una declaración común difundieron el cardenal
Jean-Louis Tauran y cuatro imanes franceses que participaron juntamente con una delegación de la Conferencia episcopal francesa en la audiencia general del
miércoles. Los cinco hacen un llamamiento a promover
con todos los medios «una cultura de paz y de esperanza», capaz de vencer el miedo y construir puentes
entre los hombres. Al mismo tiempo, considerado el
impacto de los medios de comunicación, invitan a sus
responsables a ofrecer una información respetuosa de
las religiones, de sus fieles y de sus prácticas de culto.
Por último, recuerdan que el diálogo interreligioso sigue siendo la única senda que debemos recorrer juntos
para disipar los prejuicios.
Pésame y cercanía al pueblo que está de luto por la
masacre del miércoles en la sede de «Charlie Hebdo»
se expresó en todo el mundo. Miles de personas en diversas capitales europeas se reunieron en las plazas en
una significativa cercanía a las reunidas en París y en
otras ciudades francesas.
II: «Todos debemos estar dispuestos
a morir por nuestra fe, incluso si el
Señor no nos concede este honor...
Dar la vida no significa sólo ser asesinados; dar la vida, tener espíritu
de martirio, es entregarla en el deber, en el silencio, en la oración, en
el cumplimiento honesto del deber;
en ese silencio de la vida cotidiana;
dar la vida poco a poco. Sí, como la
entrega una madre, que sin temor,
con la sencillez del martirio materno, concibe en su seno a un hijo, lo
da a luz, lo amamanta, lo cría y cuida con afecto. Es dar la vida. Es
martirio». Hasta aquí la citación. Sí,
ser madre no significa sólo traer un
hijo al mundo, sino que es también
una opción de vida. ¿Qué elige una
madre? ¿Cuál es la opción de vida
de una madre? La opción de vida de
una madre es la opción de dar la vida. Y esto es grande, esto es hermoso.
Una sociedad sin madres sería
una sociedad inhumana, porque las
madres saben testimoniar siempre,
incluso en los peores momentos, la
ternura, la entrega, la fuerza moral.
Las madres transmiten a menudo
también el sentido más profundo de
la práctica religiosa: en las primeras
oraciones, en los primeros gestos de
devoción que aprende un niño, está
inscrito el valor de la fe en la vida
de un ser humano. Es un mensaje
que las madres creyentes saben
transmitir sin muchas explicaciones:
estas llegarán después, pero la semilla de la fe está en esos primeros, valiocísimos momentos. Sin las madres, no sólo no habría nuevos fieles, sino que la fe perdería buena
parte de su calor sencillo y profundo. Y la Iglesia es madre, con todo
esto, es nuestra madre. Nosotros no
somos huérfanos, tenemos una madre. La Virgen, la madre Iglesia y
nuestra madre. No somos huérfanos,
somos hijos de la Iglesia, somos
hijos de la Virgen y somos hijos de
nuestras madres.
Queridísimas mamás, gracias, gracias por lo que sois en la familia y
por lo que dais a la Iglesia y al
mundo. Y a ti, amada Iglesia, gracias, gracias por ser madre. Y a ti,
María, madre de Dios, gracias por
hacernos ver a Jesús. Y gracias a todas las mamás aquí presentes: las saludamos con un aplauso.