Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL EN LENGUA ESPAÑOLA Unicuique suum Año XLVII, número 2 (2.397) Non praevalebunt Ciudad del Vaticano 9 de enero de 2015 El Papa recuerda la cercanía de Dios a nuestra vida Fuente de paz auténtica Durante los encuentros de final e inicio de año el Papa Francisco destacó una vez más la importancia de la paz. En el Ángelus del 1 de enero recordaba que la «cercanía de Dios a nuestra vida nos dona la paz auténtica: el don divino que queremos implorar». Una cercanía que nos lleva a hacer un examen de conciencia: «¿cómo es nuestro modo de vivir? ¿Vivimos como hijos o vivimos como esclavos? ¿vivimos como personas bautizadas en Cristo, ungidas por el Espíritu, rescatadas, libres?» preguntó durante las Vísperas del 31 de diciembre. Mientras que en la Epifanía del Señor, al destacar la imagen de la estrella y del Niño que representa la ternura de Dios, dijo: «Siempre hay nuevas personas que son iluminadas por la luz de la estrella, que encuentran el camino y llegan hasta Él». Porque «Jesucristo es la bendición para todo hombre y para toda la humanidad» afirmó también durante la misa de la solemnidad de María madre de Dios. El próximo 14 de febrero Veinte nuevos cardenales Provienen de dieciecho países de todos los continentes los veinte cardenales que el Papa Francisco creará en el consistorio del 14 de febrero, el segundo de su pontificado. El Papa llegado «casi del fin del mundo» eligió incluir en el Colegio cardenalicio a pastores de naciones de fe antigua pero también de comunidades jóvenes situadas en las «periferias» geográficas y religiosas del planeta. Como testimonio del «inseparable vínculo entre la Iglesia de Roma y las Iglesias particulares presentes en el mundo», como destacó en el Ángelus del domingo 4 de enero al dar el anuncio ante miles de fieles en la plaza de San Pedro. De los quince purpurados que, al tener menos de ochenta años, están destinados a participar en un futuro cónclave, solamente uno pertenece a la Curia romana: el arzobispo Dominique Mamberti, prefecto del Tribunal supremo de la Signatura apostólica. Para los demás la elección del Pontífice cayó en pastores que expresan la diversidad y la especificidad de las Iglesias de los cinco continentes (cuatro de Europa, tres de Asia y de América, dos de África y de Oceanía), con la evidente inclinación a trazar una «geografía» cada vez más universal y abierta a las fronteras del mundo: no carece de significado, por lo demás, que algunos países —Cabo Verde, Tonga, Myanmar— tengan por primera vez un representante en el Colegio cardenalicio. Junto a ellos se sumarán cinco prelados eméritos destinados a representar —especificó el Papa— «a muchos obispos que, con la misma solicitud de pastores, han dado testimonio de amor a Cristo y al pueblo de Dios, tanto en las Iglesias particulares, como en la Curia romana y en el servicio diplomático de la Santa Sede». A quienes recibirán la púrpura el próximo 14 de febrero —tras dos días de consistorio convocado con todos los cardenales «para reflexionar sobre las orientaciones y las propuestas para la reforma de la Curia romana»— el Papa Francisco les pidió ser testigos del Evangelio y apoyarle en su servicio apostólico. El tuit publicado en la cuenta @Pontifex Oración por las víctimas de París Violencia abominable «El atentado de ayer en París nos hace pensar en tanta crueldad, crueldad humana». En la misa celebrada en Santa Marta el jueves 8, por la mañana, el Papa Francisco expresó todo el dolor por el horrible acto de violencia que tuvo lugar el miércoles en la sede del semanario satírico «Charlie Hebdo». Rezó por los doce muertos, los heridos, sus familiares y también por la conversión de los terroristas. Ante «tanto terrorismo, ya sea el terrorismo aislado como el terrorismo de Estado», dijo el Pontífice, invita a reflexionar «la crueldad de la cual es capaz el hombre». Por ello, además de encomendar a Dios «las víctimas de esta crueldad» invitó a interceder «también por los crueles, para que el Señor cambie su corazón». Pocas horas más tarde el Papa Francisco se reunió con el arzobispo de París, el cardenal André Ving-Trois, a quien ya había dirigido, a través del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, un telegrama de pésame: «Al recibir la noticia del terrible atentado —escribió en francés— que tuvo lugar en París en la sede de “Charlie Hebdo”, que causó numerosas víctimas, Su Santidad el Papa Francisco se suma con la oración al dolor de las familias SIGUE EN LA PÁGINA 16 El Pontífice en Sri Lanka y Filipinas del 12 al 19 de enero En Asia en el signo del diálogo Entrevista al cardenal Sandri Sacudir al mundo de la indiferencia NICOLA GORI EN PÁGINA 7 Once discursos, cuatro en Sri Lanka y siete en Filipinas, todos pronunciados en inglés; dos jornadas completas de citas en el primer país y tres en el segundo; además de numerosos traslados comenzando por los largos vuelos de ida, del traslado de Colombo a Manila y de regreso. A pocos días del séptimo viaje internacional del Papa Francisco, que tendrá lugar en Asia del 12 al 19 de enero, el director de la Oficina de prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, presentó el programa detallado del mismo el miércoles 7. La segunda visita del Papa Bergoglio a Asia tiene lugar a sólo pocos meses de distancia de la que realizó a Corea en el pasado agosto y se inserta en una consolidada tradición de viajes pontificios a los dos países. Tanto Sri Lanka como Filipinas, en efecto, ya habían sido metas de peregrinaciones por parte de Pablo VI y de Juan Pablo II. Montini lo hizo a finales de 1970 y Wojtyła en enero de 1995, tras haber estado sólo en Filipinas en febrero de 1981. El viaje del Papa Bergoglio será SIGUE EN LA PÁGINA 16 L’OSSERVATORE ROMANO página 2 viernes 9 de enero de 2015, número 2 En el Ángelus del 4 de enero el Pontífice anuncia la creación de veinte cardenales No hay futuro sin paz «No hay futuro sin paz»: retomando el tema de la Jornada mundial de la paz, en el Ángelus del domingo 4 de enero, en la plaza de San Pedro, el Papa Francisco destacó cuán necesario y urgente es «construir la paz» entre los pueblos, pero también «en las familias y en las comunidades». En efecto, dijo, «nosotros hablamos mucho de la paz, pero a menudo recurrimos a la guerra o elegimos el silencio cómplice, o bien no hacemos nada en concreto para construir la paz». Queridos hermanos ¡buenos días! y hermanas, ¡Un hermoso domingo nos regala el nuevo año! ¡Hermoso día! Dice san Juan en el Evangelio que leímos hoy: «En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió... El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre» (1, 4-5.9). Los hombres hablan mucho de la luz, pero a menudo prefieren la tranquilidad engañadora de la oscuridad. Nosotros hablamos mucho de la paz, pero con frecuencia recurrimos a la guerra o elegimos el silencio cómplice, o bien no hacemos nada en concreto para construir la paz. En efecto, dice san Juan que «vino a su casa, y los suyos no lo recibieron» (Jn 1, 11); porque «este es el juicio: que la luz —Jesús— vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras» (Jn 3, 19-20). Así dice san Juan en el Evangelio. El corazón del hombre puede rechazar la luz y preferir las tinieblas, porque la luz revela sus obras malvadas. Quien obra el mal, odia la luz. Quien obra el mal, odia la paz. Hace unos días hemos iniciado el año nuevo en el nombre de la Madre de Dios, celebrando la Jornada mundial de la paz sobre el tema «No esclavos, sino hermanos». Mi deseo es que se supere la explotación del hombre por parte del hombre. Esta explotación es una plaga social que mortifica las relaciones interpersonales e impide una vida de comunión caracterizada por el respeto, la justicia y la caridad. Cada hombre y cada pueblo tienen hambre y sed de paz; por lo tanto, es necesario y urgente construir la paz. La paz no es sólo ausencia de guerra, sino una condición general en la cual la persona humana está en armonía consigo misma, en armonía con la naturaleza y en armonía con los demás. Esto es la paz. Sin embargo, hacer callar las armas y apagar los focos de guerra sigue siendo la condición inevitable para dar comienzo a un camino que conduce a alcanzar la paz en sus diferentes aspectos. Pienso en los conflictos que aún ensangrientan demasiadas zonas del planeta, en las tensiones en las familias y en las comunidades —¡en cuántas familias, en cuántas comunidades, incluso parroquiales, existe la guerra!—, así como en los contrastes encendidos en nuestras ciudades y en nuestros países entre grupos de diversas extracciones culturales, étnicas y religiosas. Tenemos que convencernos, no obstante toda apariencia contraria, que la concordia es siempre posible, a todo nivel y en toda situación. No hay futuro sin propósitos y proyectos de paz. No hay futuro sin paz. Dios, en el Antiguo Testamento, hizo una promesa. El profeta Isaías decía: «De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra» (Is 2, 4). ¡Es hermoso! La paz está anunciada, como don especial de Dios, en el nacimiento del Redentor: «En la tierra paz a los hombres de EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Ciudad del Vaticano [email protected] www.osservatoreromano.va Después de la oración el Pontífice anunció que en el consistorio del 14 de febrero creará veinte nuevos cardenales que, al provenir de todos los continentes, «manifiestan el vínculo inseparable entre la Iglesia de Roma y las Iglesias particulares presentes en el mundo». Queridos hermanos y hermanas: buena voluntad» (Lc 2, 14). Ese don requiere ser implorado incesantemente en la oración. Recordemos, aquí en la plaza, ese cartel: «En la base de la paz está la oración». Este don se debe implorar y se debe acoger cada día con empeño, en las situaciones en las que nos encontramos. En los albores de este nuevo año, estamos todos llamados a volver a encender en el corazón un impulso de esperanza, que debe traducirse en obras de paz concretas. «¿Tú no te llevas bien con esta persona? ¡Haz las paces!»; «¿En tu casa? ¡Haz las paces!»; «¿En tu comunidad? ¡Haz las paces!»; «¿En tu trabajo? ¡Haz las paces!». Obras de paz, de reconciliación y de fraternidad. Cada uno de nosotros debe realizar gestos de fraternidad hacia el prójimo, especialmente con quie- L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum nes son probados por tensiones familiares o por altercados de diversos tipos. Estos pequeños gestos tienen mucho valor: pueden ser semillas que dan esperanza, pueden abrir caminos y perspectivas de paz. Invoquemos ahora a María, Reina de la Paz. Ella, durante su vida terrena, conoció no pocas dificultades, relacionadas con la fatiga cotidiana de la existencia. Pero no perdió nunca la paz del corazón, fruto del abandono confiado a la misericordia de Dios. A María, nuestra Madre de ternura, le pedimos que indique al mundo entero la senda segura del amor y de la paz. GIOVANNI MARIA VIAN director Giuseppe Fiorentino subdirector Dirijo un cordial saludo a todos vosotros, queridos peregrinos venidos de Italia y de diversos países para participar en este encuentro de oración. En particular, saludos a los fieles de Casirate d’Adda, Alfianello, Val Brembilla y Verona. A cada uno expreso el deseo de vivir en la paz y en la serenidad este segundo domingo después de Navidad, en el cual se prolonga la alegría del nacimiento de Jesús. Como ya se anunció, el próximo 14 de febrero tendré la alegría de celebrar un Consistorio, durante el cual nombraré 15 nuevos cardenales, que, provenientes de 13 naciones de todos los continentes, manifiestan el vínculo inseparable entre la Iglesia de Roma y las Iglesias particulares presentes en el mundo. El domingo 15 de febrero presidiré una solemne concelebración con los nuevos cardenales, mientras que el 12 y 13 de febrero tendré un consistorio con todos los cardenales para reflexionar sobre las orientaciones y las propuestas para la reforma de la Curia romana. Los nuevos cardenales son: 1. Monseñor D OMINIQUE MAMBERTI, arzobispo titular de Sagona, prefecto del Tribunal supremo de la Signatura apostólica. 2. Monseñor MANUEL JOSÉ MACÁRIO D O NASCIMENTO CLEMENTE, patriarca de Lisboa (Portugal). 3. Monseñor BERHANEYESUS DEMEREW SOURAPHIEL, C.M., arzobispo de Addis Abeba (Etiopía). 4. Monsignor JOHN ATCHERLEY DEW, arzobispo de Wellington (Nueva Zelanda). TIPO GRAFIA VATICANA EDITRICE L’OSSERVATORE ROMANO don Sergio Pellini S.D.B. director general Marta Lago Servicio fotográfico [email protected] redactor jefe de la edición Publicidad: Il Sole 24 Ore S.p.A. Redacción System Comunicazione Pubblicitaria via del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano Via Monte Rosa 91, 20149 Milano teléfono 39 06 698 99410 [email protected] 5. Monseñor ED OARD O MENICHELLI, arzobispo de Ancona-Ósimo (Italia). 6. Monseñor PIERRE NGUYÊN VĂN NHON, arzobispo de Hanoi (Vietnam). 7. Monseñor ALBERTO SUÁREZ INDA, arzobispo de Morelia (México). 8. Monseñor CHARLES MAUNG BO, S.D.B., arzobispo de Yangon (Myanmar). 9. Monseñor FRANCIS XAVIER KRIENGSAK KOVITHAVANIJ, arzobispo de Bangkok (Thailandia). 10. Monseñor FRANCESCO MONTENEGRO, arzobispo de Agrigento (Italia). 11. Monseñor DANIEL FERNAND O STURLA BERHOUET, S.D.B., arzobispo de Montevideo (Uruguay). 12. Monseñor RICARD O BLÁZQUEZ PÉREZ, arzobispo de Valladolid (España). 13. Monseñor JOSÉ LUIS LACUNZA MAESTROJUÁN, O.A.R., obispo de David (Panamá). 14. Monseñor ARLIND O GOMES FURTAD O, obispo de Santiago de Cabo Verde (Archipiélago de Cabo Verde). 15. Monseñor SOANE PATITA PAINI MAFI, obispo de Tonga (Islas de Tonga). Uniré, además, a los miembros del Colegio cardenalicio a 5 arzobispos y obispos eméritos que se han destacado por su caridad pastoral en el servicio a la Santa Sede y a la Iglesia. Ellos representan a muchos obispos que, con la misma solicitud de pastores, dieron testimonio de amor a Cristo y al pueblo de Dios tanto en las Iglesias particulares como en la Curia romana y en el servicio diplomático de la Santa Sede. Ellos son: 1. Monseñor JOSÉ DE JESÚS PIMIENTO RODRÍGUEZ, arzobispo emérito de Manizales. 2. Monseñor LUIGI DE MAGISTRIS, arzobispo titular de Nova, propenitenciario mayor emérito. 3. Monseñor KARL-JOSEPH RAUBER, arzobispo titular de Giubalziana, nuncio apostólico. 4. Monseñor LUIS HÉCTOR VILLALBA, arzobispo emérito de Tucumán. 5. Monseñor JÚLIO DUARTE LANGA, obispo emérito de Xai-Xai. Recemos por los nuevos cardenales, a fin de que, renovando su amor a Cristo, sean testigos de su Evangelio en la Ciudad de Roma y en todo el mundo, y con su experiencia pastoral me sostengan más intensamente en mi servicio apostólico. ¡Feliz domingo a todos! Es un hermoso día para visitar los museos. Por favor no olvidéis rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista! Tarifas de suscripción: Italia - Vaticano: € 58.00; Europa (España + IVA): € 100.00 - $ 148.00; América Latina, África, Asia: € 110.00 - $ 160.00; América del Norte, Oceanía: € 162.00 - $ 240.00. Administración: 00120 Ciudad del Vaticano, teléfono + 39 06 698 99 480, fax + 39 06 698 85 164, e-mail: [email protected]. En México: Arquidiócesis primada de México. Dirección de Comunicación Social. San Juan de Dios, 222-C. Col. Villa Lázaro Cárdenas. CP 14370. Del. Tlalpan. México, D.F.; teléfono + 52 55 5594 11 25, + 52 55 5518 40 99; e-mail: [email protected], [email protected]. En Argentina: Arzobispado de Mercedes-Luján; calle 24, 735, 6600 Mercedes (B), Argentina; teléfono y fax + 2324 428 102/432 412; e-mail: [email protected]. En Perú: Editorial salesiana, Avenida Brasil 220, Lima 5, Perú; teléfono + 51 42 357 82; fax + 51 431 67 82; e-mail: [email protected]. L’OSSERVATORE ROMANO número 2, viernes 9 de enero de 2015 página 3 Durante la misa de la Epifanía el Papa recuerda el viaje de los magos en busca del misterio La estrella y el camino Una invitación a pedir al Señor «que nos conceda vivir el mismo camino de conversión que vivieron los Magos» para encontrar el valor «de liberarnos de nuestras ilusiones, de nuestras presunciones, de nuestras “luces”», dirigió el Papa Francisco a los fieles que el martes 6 de enero, por la mañana, participaron en la misa de la solemnidad de la Epifanía, en la basílica de San Pedro. Concelebraron con el Pontífice veinticinco cardenales —entre ellos el Ese Niño, nacido de la Virgen María en Belén, vino no sólo para el pueblo de Israel, representado en los pastores de Belén, sino también para toda la humanidad, representada hoy por los Magos de Oriente. Y precisamente hoy, la Iglesia nos invita a meditar y a rezar sobre los Magos y su camino en busca del Mesías. Estos Magos que vienen de Oriente son los primeros de esa gran procesión de la que habla el profeta Isaías en la primera lectura (cf. 60, 1-6). Una procesión que desde entonces no se ha interrumpido jamás, y que en todas las épocas reconoce el mensaje de la estrella y encuentra el Niño que nos muestra la ternura de Dios. Siempre hay nuevas personas que son iluminadas por la luz de la estrella, que encuentran el camino y llegan hasta Él. Según la tradición, los Magos eran hombres sabios, estudiosos de los astros, escrutadores del cielo, en un contexto cultural y de creencias que atribuía a las estrellas un significado y un influjo sobre las vicisitudes humanas. Los Magos representan a los hombres y a las mujeres en busca de Dios en las religiones y filosofías del mundo entero, una búsqueda que no acaba nunca. Hombres y mujeres en búsqueda. Los Magos nos indican el camino que debemos recorrer en nuestra vida. Ellos buscaban la Luz verdadera: «Lumen requirunt lumine», dice un himno litúrgico de la Epifanía, refiriéndose precisamente a la experiencia de los Magos; «Lumen requirunt lumine». Siguiendo una luz ellos decano del Colegio cardenalicio Angelo Sodano, Francis Arinze, Jozef Tomko y José Saraiva Martins, que subieron al altar en el momento de la consagración— y numerosos prelados de la Curia romana: entre ellos el arzobispo Dominique Mamberti y los monseñores Peter Bryan Wells y Antoine Camilleri. El servicio litúrgico estuvo a cargo de los acólitos de Propaganda Fide y los cantos de la Capilla Sixtina, dirigida por el maestro Massimo buscan la luz. Iban en busca de Dios. Cuando vieron el signo de la estrella, lo interpretaron y se pusieron en camino, hicieron un largo viaje. El Espíritu Santo es el que los llamó e impulsó a ponerse en camino, y en este camino tendrá lugar también su encuentro personal con el Dios verdadero. En su camino, los Magos encuentran muchas dificultades. Cuando llegan a Jerusalén van al palacio del rey, porque consideran algo natural que el nuevo rey nazca en el palacio real. Allí pierden de vista la estrella. Cuántas veces se pierde de vista la estrella. Y encuentran una tentación puesta ahí por el diablo: es el engaño de Herodes. El rey Herodes muestra interés por el niño, pero no para adorarlo, sino para eliminarlo. Herodes es un hombre de poder, que sólo consigue ver en el otro a un rival. Y en el fondo, también considera a Dios como un rival, más aún, como el rival más peligroso. En el palacio de Herodes los Magos atraviesan un momento de oscuridad, de desolación, que consiguen superar gracias a la moción del Espíritu Santo, que les habla mediante las profecías de la Sagrada Escritura. Éstas indican que el Mesías nacerá en Belén, la ciudad de David. En este momento, retoman el camino y vuelven a ver la estrella. El evangelista apunta que experimentaron una «inmensa alegría» (Mt 2, 10), una verdadera consolación. Llegados a Belén, encontraron «al niño con María, su madre» (Mt 2, 11). Después de lo ocurrido en Jerusalén, Palombella, con el coro guía «Mater Ecclesiae». Durante el rito se dio el tradicional anuncio del día de Pascua, que este año será el 5 de abril, y de las demás celebraciones litúrgicas relacionadas con la solemnidad de la resurrección de Cristo: la Cuaresma iniciará el 18 de febrero, miércoles de Ceniza; el 14 de mayo será la Ascensión, el 24 de mayo Pentecostés y el 4 de junio el Corpus Christi; el 29 de noviembre, el primer domingo de Adviento. ésta será para ellos la segunda gran tentación: rechazar esta pequeñez. Y sin embargo: «cayendo de rodillas lo adoraron», ofreciéndole sus dones preciosos y simbólicos. La gracia del Espíritu Santo es la que siempre los ayuda. Esta gracia que, mediante la estrella, los había llamado y guiado por el camino, ahora los introduce en el misterio. Esta estrella que les ha acompañado durante el camino los introduce en el misterio. Guiados por el Espíritu, reconocen que los criterios de Dios son muy distintos a los de los hombres, que Dios no se manifiesta en la potencia de este mundo, sino que nos habla en la humildad de su amor. El amor de Dios es grande, sí. El amor de Dios es potente, sí. Pero el amor de Dios es humilde, muy humilde. De ese modo, los Magos son modelos de con- Ángelus en la plaza de San Pedro Un viaje del alma En el Ángelus del 6 de enero, solemnidad de la Epifanía, en la plaza de San Pedro el Papa recordó que buscar a Dios quiere decir caminar. Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! ¡Feliz fiesta! En la noche de Navidad hemos meditado acerca de algunos pastores que pertenecían al pueblo de Israel y se dirigían a la cueva de Belén; hoy, solemnidad de la Epifanía, hacemos memoria de la llegada de los Magos, que venían de Oriente para adorar al recién nacido Rey de los judíos y Salvador universal y ofrecer dones simbólicos. Con su gesto de adoración, los Magos testimonian que Jesús vino a la tierra para salvar no a un solo pueblo, sino a todas las gentes. Por lo tanto, en la fiesta de hoy nuestra mirada se amplía al horizonte del mundo entero para celebrar la «manifestación» del Señor a todos los pueblos, es decir la manifestación del amor y de la salvación universal de Dios. Él no reserva su amor para algunos privilegiados, sino que lo ofrece a todos. Así como es Creador y Padre de todos, así también quiere ser Salvador de todos. Por eso, estamos llamados a alimentar siempre una gran confianza y esperanza respecto a cada persona y su salvación: también quienes nos parecen lejanos del Señor son seguidos —o mejor «perseguidos»— por su amor apasionado, por su amor fiel e incluso humilde. Porque el amor de Dios es humilde, muy humilde. El relato evangélico de los Magos describe su viaje desde Oriente como un viaje del alma, como un camino hacia el encuentro con Cristo. Ellos están atentos a los signos que indican su presencia; son incansables al afrontar las dificultades de la búsqueda; son valientes al considerar las consecuencias de vida que se derivan del encuentro con el Señor. La vida es esta: la vida cristiana es caminar, pero estando atentos y siendo incansables y valientes. Así camina un cristiano. Caminar atento, incansable y valiente. La experiencia de los Magos evoca el camino de todo hombre hacia Cristo. Como para los Magos, también para nosotros buscar a Dios quiere decir caminar —y como decía: atento, incansable y valiente— fijando la mirada en el cielo y vislumbrando en el signo visible de la estrella al Dios invisible que habla a nuestro SIGUE EN LA PÁGINA 10 versión a la verdadera fe porque han dado más crédito a la bondad de Dios que al aparente esplendor del poder. Y ahora nos preguntamos: ¿Cuál es el misterio en el que Dios se esconde? ¿Dónde puedo encontrarlo? Vemos a nuestro alrededor guerras, explotación de los niños, torturas, tráfico de armas, trata de personas... Jesús está en todas estas realidades, en todos estos hermanos y hermanas más pequeños que sufren tales situaciones (cf. Mt 25, 40.45). El pesebre nos presenta un camino distinto al que anhela la mentalidad mundana. Es el camino del anonadamiento de Dios, de esa humildad del amor de Dios que se abaja, se anonada, de su gloria escondida en el pesebre de Belén, en la cruz del Calvario, en el hermano y en la hermana que sufren. Los Magos han entrado en el misterio. Han pasado de los cálculos humanos al misterio, y este es el camino de su conversión. ¿Y la nuestra? Pidamos al Señor que nos conceda vivir el mismo camino de conversión que vivieron los Magos. Que nos defienda y nos libre de las tentaciones que oscurecen la estrella. Que tengamos siempre la inquietud de preguntarnos, ¿dónde está la estrella?, cuando, en medio de los engaños mundanos, la hayamos perdido de vista. Que aprendamos a conocer siempre de nuevo el misterio de Dios, que no nos escandalicemos de la «señal», de la indicación, de aquella señal anunciada por los ángeles: «un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2, 12), y que tengamos la humildad de pedir a la Madre, a nuestra Madre, que nos lo muestre. Que encontremos el valor de liberarnos de nuestras ilusiones, de nuestras presunciones, de nuestras «luces», y que busquemos este valor en la humildad de la fe y así encontremos la Luz, Lumen, como han hecho los santos Magos. Que podamos entrar en el misterio. Que así sea. Amén. L’OSSERVATORE ROMANO página 4 viernes 9 de enero de 2015, número 2 Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos Directorio homilético DECRETO Es muy significativo que en la exhortación apostólica Evangelii gaudium, el Papa Francisco haya querido dedicar una parte considerable al tema de la homilía. Al respecto, luces y sombras ya habían sido expresadas por los obispos reunidos en el Sínodo e indicaciones relativas al mismo se dieron en las exhortaciones apostólicas postsinodales Verbum Domini y Sacramentum caritatis de Benedicto XVI. En esta perspectiva, teniendo presente lo dispuesto por la Sacrosanctum Concilium como por el Magisterio sucesivo, a la luz de los Praenotanda del Ordo lectionum Missae y del Institutio generalis Missalis Romani, se preparó el presente Directorio homilético, articulado en dos partes. En la primera, intitulada La homilía y el ámbito litúrgico, se describe la naturaleza, la función y el contexto peculiar de la homilía, así como algunos aspectos que la califican, o sea el ministro ordenado a quien le compete, la referencia a la Palabra de Dios, su preparación próxima y remota, los destinatarios. En la segunda parte, Ars praedicandi, se ejemplifican las coordenadas metodológicas y de contenido que el homileta debe conocer y tener en cuenta al preparar y pronunciar la homilía. Claves de lectura, de modo indicativo y no exhaustivo, se proponen para el ciclo dominicalfestivo de la misa a partir del corazón del año litúrgico (Triduo y Tiempo pascual, Cuaresma, Adviento, Navidad, Tiempo durante el año), con referencia también a las misas feriales, de matrimonio y exequiales; en estos ejemplos se aplican los criterios destacados en la primera parte del Directorio, o sea la tipología entre Antiguo y Nuevo Testamento, la importancia del pasaje evangélico, la ordenación de las lecturas, los nexos entre liturgia de la Palabra y liturgia eucarística, entre mensaje bíblico y eucología, entre celebración y vida, entre escucha de Dios y de la asamblea concreta. Siguen dos apéndices. En el primero, con el fin de mostrar el vínculo entre homilía y doctrina de la Iglesia católica, se indican las referencias del Catecismo en relación con algunos acentos temáticos de las lecturas dominicales de los tres ciclos anuales. En el segundo apéndice se indican las referencias a textos de documentos magisteriales sobre la homilía. El texto, expuesto a cada uno de los padres de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, tras ser valorado y aprobado en las reuniones ordinarias del 7 de febrero y del 20 de mayo de 2014, se presentó al Santo Padre Francisco, quien aprobó la publicación del «Directorio homilético». Esta Congregación, por lo tanto, se complace en hacerlo público, deseando que la homilía pueda «ser realmente una intensa y feliz experiencia del Espíritu, un reconfortante encuentro con la Palabra, una fuente constante de renovación y de crecimiento» (Evangelii gaudium, 135). Que cada homileta, haciendo propios los sentimientos del apóstol Pablo, reavive la consciencia de que «en la medida en que Dios nos juzgó aptos para confiarnos el Evangelio, así lo predicamos: no para contentar a los hombres, sino a Dios, que juzga nuestras intenciones» (1 Ts 2, 4). Las traducciones en las principales lenguas estarán a cargo del dicasterio, mientras que en los otros idiomas la responsabilidad de las traducciones será de las Conferencias episcopales interesadas. No obstante cualquier indicación contraria. Dado en la sede de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, el 29 de junio de 2014, solemnidad de los santos Pedro y Pablo, apóstoles. Card. ANTONIO CAÑIZARES LLOVERA Prefecto ARTHUR RO CHE Arzobispo secretario Desde el púlpito no se improvisa ARTHUR RO CHE ¿Qué es la homilía? ¿Qué tipo de atención exige? ¿De dónde se toma su contenido? ¿Cómo debe articularse? A estas y a otras preguntas quiere dar respuesta y orientación el Directorio homilético, redactado por la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, que se envió los días pasados a las Conferencias episcopales. Ventilado de diferentes modos en estos últimos años, el proyecto de un documento sobre la homilía tomó realmente cuerpo después de la exhortación apostólica Verbum Domini, de Benedicto XVI, que en el número 60 se refería a él con esJoseph Wencker, «La predicación de san Juan Crisóstomo» (1880) tas palabras: «Predicar de modo apropiado ateniéndose al Leccionario es realmente un arte en el que hay que ejerci- Francisco recuerda que «hay una valoración espetarse. Por tanto, en continuidad con lo requerido cial de la homilía que proviene de su contexto euen el Sínodo anterior, pido a las autoridades com- carístico, que supera a toda catequesis por ser el petentes que (…) se piense también en instrumen- momento más alto del diálogo entre Dios y su tos y subsidios adecuados para ayudar a los mi- pueblo, antes de la comunión sacramental» nistros a desempeñar del mejor modo su tarea, (Evangelii gaudium, 137). A la luz de esto, en la homilía se ve implicado como, por ejemplo, con un Directorio sobre la homilía, de manera que los predicadores puedan personalmente el ministro ordenado, que la proencontrar en él una ayuda útil para prepararse en nuncia. Hay que reconocer que tanto para un obispo como para un sacerdote, especialmente si el ejercicio del ministerio». Una vez comenzado el trabajo de redacción del es párroco, la predicación de la homilía es la partexto, un impulso decisivo para que llegara a te principal de su magisterio, o sea, del ministerio buen puerto se lo dio la atención específica que el de anunciar el evangelio de Jesucristo, que recibe Papa Francisco dedicó precisamente al tema de la y acepta con el orden sagrado, ayudando a acoger homilía y de la preparación de la predicación en cada vez mejor en el corazón de quien escucha la la exhortación apostólica Evangelii gaudium, en Palabra que transforma la vida de quien la pone en práctica. Pienso en las homilías de san Ambrolos números 135-159. Recomendada vivamente por los padres del sio, de san Agustín, de san León Magno, testimoConcilio Vaticano II (cf. Sacrosanctum Concilium, nio elocuente del magisterio litúrgico de pastores 52), la homilía recibe con pleno derecho la califi- dedicados a la grey que se les había confiado. De cación de «litúrgica», en cuanto que tiene un lu- igual modo, por lo que respecta al diácono, tamgar específico en la celebración de los santos mis- bién para él la predicación de la homilía es una terios, que la exige, y está al servicio de la partici- excelente acción ministerial. Por lo tanto, la homilía no se puede improvisar. pación provechosa del pueblo de Dios en ella. En efecto, no es posible una homilía autónoma, co- Es preciso que el homileta sepa y reavive incesanmo una pieza oratoria, o sea, separada de la divi- temente en sí la conciencia de qué le pide la Iglena Palabra que resuena en la asamblea concreta sia al conferirle el mandato de partir el pan de la congregada en torno a la Eucaristía, a la que pre- divina Palabra en la asamblea eucarística, qué escisamente está destinada. Al respecto, el Papa tablecen los libros litúrgicos sobre esta acción pe- culiar, qué competencias debe cultivar, y cuáles son las necesidades reales y las expectativas de la comunidad reunida en oración, aquí y ahora. Por eso, recuerda el Papa Francisco, «la preparación de la predicación es una tarea tan importante que conviene dedicarle un tiempo prolongado de estudio, oración, reflexión y creatividad pastoral» (Evangelii gaudium, 145). Como se resume en el decreto, el Directorio se compone de dos partes. La primera, concerniente a la homilía y al ámbito litúrgico, expone e ilustra los criterios que, según la disciplina vigente, contribuyen a calificar la predicación de la homilía. La segunda parte, titulada ars praedicandi, da ejemplos de aplicación de los criterios recordados, proponiendo indicaciones de métodos y claves interpretativas para la homilía, repasando el ciclo dominical-festivo de todo el año litúrgico a partir de su núcleo, que es el triduo pascual, y a continuación considera el tiempo pascual, la Cuaresma, el Adviento, la Navidad y el tiempo durante el año, sin dejar de mencionar las misas feriales, de matrimonio y de exequias. Obviamente, se evitó proponer ejemplos de homilías pre-redactadas, ya preparadas para usar. Se tuvieron presentes las indicaciones y las normativas contenidas en los libros litúrgicos, así como la enseñanza del Magisterio en esta materia. Se evitaron opiniones y gustos subjetivos. Acogiendo el deseo expresado en el número 46 de la exhortación apostólica Sacramentum caritatis de que no falte, incluso a través de la homilía, la debida formación e información sobre todo lo que la Iglesia cree y vive, se señalaron en el Apéndice las referencias entre el Catecismo de la Iglesia católica y algunos temas reconocibles en las lecturas dominicales de los tres ciclos anuales. Los destinatarios son, naturalmente, los sacerdotes, pero también los seminaristas. Espero que la formación permanente del clero, durante los encuentros diocesanos y de circunscripción en los que participan los sacerdotes, también se sirva de este instrumento y lo aproveche concretamente, en beneficio del pueblo de Dios. número 2, viernes 9 de enero de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 5 Mensaje del Papa Francisco para la vigésima tercera Jornada mundial del enfermo Ojos del ciego, pies del cojo «Ojos del ciego» y «del cojo los pies»: con esta imagen, tomada del libro de Job (29, 15), el Papa Francisco enmarcó la misión de quienes viven junto a los enfermos testimoniando «la dimensión de la gratuidad del ocuparse, del hacerse cargo del otro». En el mensaje para la vigésima tercera Jornada mundial del enfermo —que se celebra el próximo 11 de febrero— el Pontífice recuerda «la sabiduría del corazón» como «actitud infundida por el Espíritu Santo en la mente y en el corazón de quien sabe abrirse al sufrimiento de los hermanos y reconoce en ellos la imagen de Dios». Sapientia cordis. «Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies» (Jb 29, 15) Queridos hermanos y hermanas: Con ocasión de la XXIII Jornada mundial del enfermo, instituida por san Juan Pablo II, me dirijo a vosotros que lleváis el peso de la enfermedad y de diferentes modos estáis unidos a la carne de Cristo sufriente; así como también a vosotros, profesionales y voluntarios en el ámbito sanitario. El tema de este año nos invita a meditar una expresión del Libro de Job: «Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies» (29, 15). Quisiera hacerlo en la perspectiva de la «sapientia cordis», la sabiduría del corazón. 1. Esta sabiduría no es un conocimiento teórico, abstracto, fruto de razonamientos. Antes bien, como la describe Santiago en su Carta, es «pura, además pacífica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos, imparcial, sin hipocresía» (3, 17). Por tanto, es una actitud infundida por el Espíritu Santo en la mente y en el corazón de quien sabe abrirse al sufrimiento de los hermanos y reconoce en ellos la imagen de Dios. De manera que, hagamos nuestra la invocación del Salmo: «¡A contar nuestros días enséñanos / para que entre la sabiduría en nuestro corazón!» (Sal 90, 12). En esta sapientia cordis, que es don de Dios, podemos resumir los frutos de la Jornada mundial del enfermo. 2. Sabiduría del corazón es servir al hermano. En el discurso de Job que contiene las palabras «Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies», se pone en evidencia la dimensión de servicio a los necesitados de parte de este hombre justo, que goza de cierta autoridad y tiene un puesto de relieve entre los ancianos de la ciudad. Su talla moral se manifiesta en el servicio al pobre que pide ayuda, así como también en el ocuparse del huérfano y de la viuda (vv. 12-13). Cuántos cristianos dan testimonio también hoy, no con las palabras, sino con su vida radicada en una fe genuina, y son «ojos del ciego» y «del cojo los pies». Personas que están junto a los enfermos que tienen necesidad de una asistencia continuada, de una ayuda para lavarse, para vestirse, para alimentarse. Este servicio, especialmente cuando se prolonga en el tiempo, se puede volver fatigoso y pesado. Es relativamente fácil servir por algunos días, pero es difícil cuidar de una persona durante meses o incluso durante años, incluso cuando ella ya no es capaz de agradecer. Y, sin embargo, ¡qué gran camino de santificación es éste! En esos momentos se puede contar de modo particular con la cercanía del Señor, y se es también un apoyo especial para la misión de la Iglesia. 3. Sabiduría del corazón es estar con el hermano. El tiempo que se pasa junto al enfermo es un tiempo santo. Es alabanza a Dios, que nos conforma a la imagen de su Hijo, el cual «no ha venido para ser servido, sino para servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mt 20, 28). Jesús mismo ha dicho: «Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve» (Lc 22, 27). Pidamos con fe viva al Espíritu Santo que nos otorgue la gracia de comprender el valor del acompañamiento, con frecuencia silencioso, que nos lleva a dedicar tiempo a estas hermanas y a estos hermanos que, gracias a nuestra cercanía y a nuestro afecto, se sienten más amados y consolados. En cambio, qué gran mentira se esconde tras ciertas expresiones que insisten mucho en la «calidad de vida», para inducir a creer que las vidas gravemente afligidas por enfermedades no serían dignas de ser vividas. Ernst Barlach «El ciego y el cojo» (1919) James Tissot, «Él curó al tullido» (1886) 4. Sabiduría del corazón es salir de sí hacia el hermano. A veces nuestro mundo olvida el valor especial del tiempo empleado junto a la cama del enfermo, porque estamos apremiados por la prisa, por el frenesí del hacer, del producir, y nos olvidamos de la dimensión de la gratuidad, del ocuparse, del hacerse cargo del otro. En el fondo, detrás de esta actitud hay con frecuencia una fe tibia, que ha olvidado aquella palabra del Señor, que dice: «A mí me lo hicisteis» (Mt 25, 40). Por esto, quisiera recordar una vez más «la absoluta prioridad de la “salida de sí hacia el otro” como uno de los mandamientos principales que fundan toda norma moral y como el signo más claro para discernir acerca del camino de crecimiento espiritual como respuesta a la donación absolutamente gratuita de Dios» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 179). De la misma naturaleza misionera de la Iglesia brotan «la caridad efectiva con el prójimo, la compasión que comprende, asiste y promueve» (ibíd.). 5. Sabiduría del corazón es ser solidarios con el hermano sin juzgarlo. La caridad tiene necesidad de tiempo. Tiempo para curar a los enfermos y tiempo para visitarles. Tiempo para estar junto a ellos, como hicieron los amigos de Job: «Luego se sentaron en el suelo junto a él, durante siete días y siete noches. Y ninguno le dijo una palabra, porque veían que el dolor era muy grande» (Jb 2, 13). Pero los amigos de Job escondían dentro de sí un juicio negativo sobre él: pensaban que su desventura era el castigo de Dios por una culpa suya. La caridad verdadera, en cambio, es participación que no juzga, que no pretende convertir al otro; es libre de aquella falsa humildad que en el fondo busca la aprobación y se complace del bien hecho. La experiencia de Job encuentra su respuesta auténtica sólo en la Cruz de Jesús, acto supremo de solidaridad de Dios con nosotros, totalmente gratuito, totalmente misericordioso. Y esta respuesta de amor al drama del dolor humano, especialmente del dolor inocente, permanece para siempre impregnada en el cuerpo de Cristo resucitado, en sus llagas gloriosas, que son escándalo para la fe pero también son verificación de la fe (cf. Homilía con ocasión de la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, 27 de abril de 2014). También cuando la enfermedad, la soledad y la incapacidad predominan sobre nuestra vida de donación, la experiencia del dolor puede ser lugar privilegiado de la transmisión de la gracia y fuente para lograr y reforzar la sapientia cordis. Se comprende así cómo Job, al final de su experiencia, dirigiéndose a Dios puede afirmar: «Yo te conocía sólo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos» (42, 5). De igual modo, las personas sumidas en el misterio del sufrimiento y del dolor, acogido en la fe, pueden volverse testigos vivientes de una fe que permite habitar el mismo sufrimiento, aunque con su inteligencia el hombre no sea capaz de comprenderlo hasta el fondo. 6. Confío esta Jornada mundial del enfermo a la protección materna de María, que ha acogido en su seno y ha generado la Sabiduría encarnada, Jesucristo, nuestro Señor. Oh María, Sede de la Sabiduría, intercede, como Madre nuestra por todos los enfermos y los que se ocupan de ellos. Haz que en el servicio al prójimo que sufre y a través de la misma experiencia del dolor, podamos acoger y hacer crecer en nosotros la verdadera sabiduría del corazón. Acompaño esta súplica por todos vosotros con la bendición apostólica. Vaticano, 3 de diciembre de 2014 Memoria de san Francisco Javier L’OSSERVATORE ROMANO página 6 viernes 9 de enero de 2015, número 2 La misa del Pontífice en Santa Marta La historia somos nosotros En los inevitables «momentos malos» de la vida es necesario «tomar consigo» los problemas con valor, poniéndose en las manos de un Dios que hace la historia también a través de nosotros y la corrige si no entendemos y nos equivocamos. Esta es la sugerencia ofrecida por el Papa Francisco en la misa celebrada el jueves 18 de diciembre en la capilla de la Casa Santa Marta. «Ayer la liturgia —destacó inmediatamente el Pontífice— nos hizo reflexionar sobre la genealogía de Jesús». Y con el pasaje de hoy del Evangelio de san Mateo (1, 18-24) se concluye precisamente esta reflexión, «para decirnos que la salvación está siempre en la historia: no hay una salvación sin historia». En efecto, «para llegar al punto de hoy —explicó— hubo una larga historia, una larguísima historia que simbólicamente ayer la Iglesia ha querido contarnos en la lectura de la genealogía de Jesús: Dios ha querido salvarnos en la historia». «Nuestra salvación, la que Dios quiso para nosotros, no es una salvación ascética, de laboratorio», sino «histórica». Y Dios, afirmó el Papa Francisco, «hizo un camino en la historia con su pueblo». Precisamente la primera lectura —tomada del profeta Jeremías (23, 5-8)— «dice una cosa bella sobre las etapas de esta historia», hizo observar el Papa releyendo las palabras de la Escritura: «Llegan días en que ya no se dirá: “Lo juro por el Señor, que sacó a la casa de Israel del país del norte y de los países por donde los dispersó”». «Otro paso, otra etapa», explicó el Papa Francisco. Así, paso a paso se hace la historia: Dios hace la historia, también nosotros hacemos la historia». Y «cuando nos equivocamos, Dios corrige la historia y nos lleva adelante, adelante, siempre caminando con nosotros». Por lo demás, «si nosotros no tenemos claro esto, jamás entenderemos la Navidad, y jamás entenderemos el misterio de la encarnación del Verbo, jamás». Porque «es toda una historia que camina» —recalcó el Pontífice— y que ciertamente no termina con la Navidad, porque «hoy, todavía, el Señor nos salva en la historia y camina con su pueblo». Y entonces, para qué sirven «los sacramentos, la oración, la predicación, el primer anuncio: para seguir adelante con esta historia». Para esto sirven «también los pecados, porque en la historia de Israel no faltaron»: en la misma genealogía de Jesús «había muchos grandes pecadores». Y, sin embargo, «Jesús sigue adelante. Dios sigue adelante, también con nuestros pecados». Así, pues, en esta historia «hay algunos momentos malos», hizo notar el Papa Francisco: «momentos malos, momentos oscuros, momentos incómodos, momentos que causan molestias» precisamente «a los elegidos, a las personas que Dios elige para guiar la historia, para ayudar a su pueblo a seguir adelante». El Papa recordó sobre todo a «Abrahán, con noventa años, tranquilo, con su mujer: no tenía un hijo, sino una bella familia». Pero «un día el Señor lo importuna» y le ordena salir de su tierra y ponerse en camino. Abrahán «tiene noventa años» y para él eso es ciertamente «un momento de molestia». Pero así fue también para Moisés «después de huir de Egipto: se casó y su suegro tenía ese rebaño tan grande y él era pastor de ese rebaño». Tenía ochenta años y «pensaba en sus hijos, en la herencia que les dejaba, en su mujer». Y he aquí que el Señor le ordena volver a Egipto para liberar a su pueblo. Pero «en aquel momento para él era más cómodo estar ahí, en tierra de Madián. Pero el Señor incomoda» y de nada vale la pregunta de Moisés: «¿Pero quién soy yo para hacer esto?». Por lo tanto, afirmó el Papa Francisco, «el Señor nos incomoda para construir la historia, nos hace ir muchas veces por caminos que no queremos». Y recordó también el caso del profeta Elías: «el Señor lo impulsa a matar a todos los falsos pro- hecho? ¡No es posible! Pero yo tengo que acusarla y ella será lapidada. Le dirán a ella todo tipo de cosas. Yo no puedo poner este peso sobre ella, sobre algo que no conozco, porque ella es incapaz de la infidelidad». José decide entonces «cargar el problema sobre sus hombros y marcharse». Y, así, «las “chismosas” del mercado dirán: mira, la dejó embarazada y después se fue para no tomarse la responsabilidad». En cambio José «prefirió aparecer como pecador, como un hombre malo, para no hacerle sombra a su novia, a quien quería mucho», aunque «no entendía». Abrahán, Moisés, Elías, José: en sus «momentos malos —recalcó el Papa Francisco—, los elegidos, estos elegidos de Dios, para hacer la historia deben cargar con el problema sobre sus hombros, sin entender». Y volvió al caso de Moisés, «cuando, en la playa, vio venir el ejército del faraón: allá, el ejército, acá, el mar». Se habrá dicho: «¿Qué hago? ¡Tú me engañaste Señor!». Pero después carga sobre sí el problema y dice: «O regreso y negocio o lucho aunque seré derrotado, o me suicido o confío en el Señor». Ante estas alternativas Moisés «elige la última» y, a través de él, «el Señor hace la historia». Estos «son momentos precisamente así, como el cuello de un embudo», destacó el Pontífice. El Papa, por lo tanto, volvió a proponer la historia de otro José, «el hijo de Jacob: por envidia sus hermanos querían matarlo, después lo vendieron, se convierte en esclavo». Recorriendo su historia destacó el sufrimiento de José, que tiene además «un problema con la mujer del administrador, pero no acusa a la mujer. Es un hombre noble: porque destruiría al pobre administrador si supiera que la mujer no es fiel». Entonces «cierra la boca, carga Ante el sagrario de la capilla de Santa Marta sobre sus hombros el prolos girasoles que los pobres de Roma regalaron blema y se va a la cárcel». al Papa Francisco el día de su cumpleaños Pero «el Señor va a liberarlo». Regresando al Evangelio de la lifetas de Balaam y después, cuando la reina lo amenaza, tiene miedo de turgia, el Pontífice evidenció nuevauna mujer»; pero «ese hombre que mente que «José en el momento más había matado a cuatrocientos profe- malo de su vida, en el momento más tas tiene miedo de una mujer y que- oscuro, carga sobre sí el problema». rría morir de miedo, no quiere se- Hasta acusarse «a sí mismo ante los guir caminando». Para él era de ver- ojos de los demás para proteger a su esposa». Y «quizá —añadió— algún dad «un mal momento». En el pasaje evangélico de Mateo, psicoanalista dirá que» esta actitud prosiguió el Pontífice, «hoy hemos es «el compendio de la angustia», leído otro momento malo en la his- en busca de «una salida». Pero, añatoria de la salvación: existen mu- dió, «que digan lo que quieran». En chos, pero vamos al de hoy». El per- realidad José al final tomó consigo a sonaje central es «José, novio: quería su esposa diciendo: «No entiendo mucho a su prometida esposa, y ella nada, pero el Señor me dijo esto y se había ido al encuentro de su pri- este aparecerá como mi hijo». Por ello «para Dios hacer historia ma para ayudarle, y cuando regresa se veían los primeros signos de la con su pueblo significa caminar y maternidad». José «sufre, ve a las probar a sus elegidos». De hecho, mujeres de la aldea que murmura- «generalmente sus elegidos pasaron ban en el mercado». Y sufriendo di- momentos oscuros, dolorosos, malos, ce a sí mismo acerca de María: «Es- como los que hemos visto»; pero «al ta mujer es buena, yo la conozco. Es final llega el Señor». El Evangelio, una mujer de Dios. Pero ¿qué me ha recordó el Papa, nos cuenta que Él «envía al ángel». Y «esto es —no digamos el final, porque la historia continúa— precisamente el momento previo: antes del nacimiento de Jesús una historia; y después viene la otra historia». Precisamente tomando en cuenta estas reflexiones, el Papa Francisco aconsejó: «Acordémonos siempre de decir, con confianza, incluso en los malos momentos, también en los momentos de la enfermedad, cuando nos demos cuenta de que debemos pedir la extrema unción porque no hay otra salida: «Señor, la historia no comenzó conmigo ni acabará conmigo. Tú estás adelante, yo estoy preparado». Y así nos ponemos «en las manos del Señor». Y esta es la actitud de Abrahán, Moisés, Elías, José y también de muchos otros elegidos del pueblo de Dios: «Dios camina con nostros, Dios hace historia, Dios nos prueba, Dios nos salva en los momentos más feos, porque es nuestro Padre». Es más «según Pablo es nuestro papá». El Papa Francisco concluyó con una oración: «que el Señor nos haga entender este misterio de su caminar con su pueblo en la historia, de su poner a prueba a sus elegidos y la grandeza de corazón de sus elegidos que llevan sobre sí los dolores, los problemas, también la apariencia de pecadores —pensemos en Jesús— para llevar adelante la historia». La hora de la re-creación Para ser verdaderamente «madre» la Iglesia debe «dejarse sorprender por las novedades de Dios», que por medio del Espíritu Santo puede «hacer nuevas todas las cosas». De lo contrario corre el riesgo de llegar a ser «estéril», afligida por el «pelagianismo», el «egoísmo», el «poder» y las ganas de «adueñarse de las conciencias» hasta convertirse en «empresaria». De esta tentación alertó el Papa en la misa que celebró el viernes 19 de diciembre, en la capilla de la Casa Santa Marta. La reflexión del Papa Francisco partió de las lecturas propuestas por la liturgia: los nacimientos de Sansón y Juan Bautista anunciados por ángeles, como relata el libro de los Jueces (13, 2-7. 24-25a) y el Evangelio de san Lucas (1, 5-25). «La palabra sobre la cual la Iglesia hoy nos hace reflexionar antes de la Navidad, la palabra más importante de hoy es “esterilidad”» precisó inmediatamente el Pontífice. Y la liturgia, en efecto, «nos presenta a estas dos mujeres estériles que no tenían hijos, no podían tenerlos». El Papa recordó que «en el pueblo de Israel la esterilidad se vivía con dificultad: se podía casi decir que no poder dar vida era considerado una especie demaldición, porque no tener hijos impedía cumplir el mandamiento del Señor de llenar la tierra con nuevas vidas». Sin embargo, hizo notar, «figuras de mujeres estériles existen muchas en la Biblia, y siempre por razones importantes». Comenzando por «Sara, nuestra madre: estéril», pero SIGUE EN LA PÁGINA 14 número 2, viernes 9 de enero de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 7 El cardenal Sandri sobre los cristianos en Oriente Medio Sacudir al mundo de la indiferencia NICOLA GORI Si llegara a faltar la presencia cristiana, Oriente Medio ya no respondería a su realidad histórica. Por eso es necesario el compromiso de la comunidad internacional, para detener la violencia y las guerras que afectan a algunos países de esa región, en particular, a Siria e Irak. Lo pide el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias orientales, en esta entrevista a nuestro periódico. El Papa Francisco afirmó que no es posible resignarse a un Oriente Medio sin cristianos. ¿Cómo se puede apoyar a las comunidades locales para ayudarles a no abandonar su tierra? La Iglesia católica trata de acompañar esta situación, como el Papa mismo indicó muchas veces, con una oración constante y permanente, mirando a Cristo, nuestra esperanza. A la vez, se compromete a hacer todo lo posible, apoyando en primer lugar a los obispos, a los sacerdotes, a las comunidades religiosas y a los laicos. La carta del Papa Francisco a los cristianos de Oriente Medio, del 21 de diciembre del año pasado, fue un signo de gran consuelo además de una valiosa ayuda para el discernimiento de los acontecimientos. Asimismo, a la luz de lo que leemos en ella podemos decir que ciertamente la Iglesia puede hacer y hace, pero también es importante la actividad de la comunidad internacional. En efecto, puede detener la violencia, el odio, la guerra, y lograr que la libertad religiosa y el derecho de vivir y existir se garanticen a todos, indistintamente. Es un gran deseo, pues, que Oriente Medio no se quede sin cristianos: sería otro Oriente Medio, no conforme a su identidad histórica y a toda la riqueza que representa la presencia cristiana en esa región. ¿Qué papel pueden desempeñar los episcopados de dicha región? La huida de los cristianos es preocupación de todos los obispos, en particular de Irak. Por lo tanto, se hace todo lo posible para que se respete no sólo el derecho de emigrar, sino también el de volver a la patria, es decir, el derecho de rehacer la vida en la tierra natal, así como se estableció en la reunión con los nuncios apostólicos de esa región, a comienzos de octubre. La Iglesia, por su parte, incluso a través de nuestro dicasterio, procura apoyar a todos los sacerdotes con pequeñas ayudas. Y en su totalidad —comenzando por el Papa y los obispos, hasta todas las asociaciones— habla en defensa de los cristianos, de la libertad religiosa y de la presencia enriquecedora de nuestros hermanos en la fe en Oriente Medio. Al respecto, quiero expresar al Pontífice nuestra gratitud por toda su cercanía a los fieles, obispos y sacerdotes de las Iglesias orientales católicas. Siempre encontramos en él una caricia. Lo confirman los obispos y los sacerdotes, que en este momento son quienes más sufren en Irak y Siria, lugares de los que todos los días recibimos noticias que nos hacen sufrir mucho y participar en su drama. El Papa, con su humildad, paternidad y fraternidad, está muy cerca de ellos, y esto es motivo de gran consuelo. Pero, ¿cómo se puede despertar el interés de la comunidad internacional ante el drama de cuantos siguen sufriendo persecuciones y violencia? Hay muchos elementos que testimonian la actividad de la Santa Sede —en particular, a través de la diplomacia y los contactos con los Gobiernos de la comunidad internacional, incluso en el ámbito de las Naciones Unidas, tanto en Nueva York como en Ginebra— para sacudir al mundo de su indiferencia ante este drama. Se han recogido muchos frutos. Pienso en la sensibilización de la opinión pública y, en particular, de algunos Gobiernos que están poniendo a disposición toda su influencia internacional para ayudar a esos cristianos, proporcionando la ayuda necesaria para acogerlos en Europa, Estados Unidos y Canadá, que representan las metas privilegiadas de las personas que huyen de Oriente Medio. Sin olvidar a Italia, que en estos días está dando, una vez más, muestras de solidaridad y acogida de miles de ellos. Sin embargo, sigue siendo prioritario el deseo de que la madre patria vuelva a ser morada acogedora para cada uno de ellos. En Turquía el Pontífice recordó que la criminalidad y el terrorismo encuentran terreno fértil en la degradación social alimentada por el hambre, el desempleo y la marginación. ¿Es posible detener esta espiral? El Papa actúa en dos frentes. Con gran fuerza condena la violencia, la guerra, la crueldad inexplicable de ciertos actos que se cometen. Al mismo tiempo, interviene en lo que está en el origen, o sea, en lo que favorece el aumento de la violencia: las injusticias, el descarte, la formación de personas que viven sin valores humanos y cristianos. Nos muestra que es absurdo creer que con la violencia y la guerra se resuelve todo. Al contrario, es humano pensar que solamente con el diálogo y la negociación se puede ir adelante. Por eso, el Pontífice tiene razón al denunciar esta violencia —y en la carta del 21 de diciembre usó palabras muy precisas para definir la organización terrorista que actúa en Siria e Irak—, pero también al permitir comprender que muchas cosas deben cambiar, sobre todo en la formación de los jóvenes y de quienes serán los futuros líderes de la comunidad política internacional. Otro elemento de la acción del Papa y de la Santa Sede es la exhortación dirigida a los líderes religiosos para que se expresen en contra de aquellos que quieren usar la religión para justificar la violencia, la crueldad y poder disponer de otros seres humanos como si fueran objetos. ¿Cuál es el antídoto más eficaz contra el terrorismo fundamentalista? Es la educación, es la formación. Como he dicho antes, es preciso que quienes guían las comunidades religiosas del mundo prediquen la paz, el diálogo. El Papa, después de haber condenado el terrorismo y la violencia ciega, definió el diálogo «un signo del Reino de Dios», afirmando que «es a la vez un servicio a la justicia y una condición necesaria para la tan deseada paz». Está claro que el primer paso es desenmascarar el pensamiento de que la violencia puede ser justificada por una fe religiosa. Más bien, los líderes religiosos han de reafirmar que existen principios que se deben aplicar para la solución pacífica de las controversias a través del diálogo, el acuerdo, y la renuncia de algunas de las pretensiones propias. La diplomacia de los «pequeños pasos», que condujo al reciente giro en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, ¿tiene posibilidad de éxito también en Tierra Santa? No conocemos los planes de Dios, pero ciertamente Él actúa en la historia y conduce muchas veces hacia las soluciones que nosotros ni siquiera logramos imaginar. Creo que esta nueva realidad de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, facilitada por el Papa y la Santa Sede, es un ejemplo de cómo las diferencias pueden sanar y se puede encontrar una solución también a partir de diferentes puntos de vista a nivel político, social y económico. En la óptica de la construcción de un mundo digno del hombre, en el cual cada uno con su dignidad pueda vivir en la justicia y en la paz. La meta hacia la unidad de los cristianos se presenta hoy menos lejana, sobre todo después del viaje del Papa a Turquía. ¿Qué papel pueden desempeñar las Iglesias orientales en este camino? Las Iglesias orientales católicas están insertas en este movimiento de la unidad de los cristianos, en cuanto, como dice Orientalium ecclesiarum —del cual hemos celebrado en noviembre el quincuagésimo aniversario de la promulgación—, estas Iglesias existen porque quieren y deben ser semilla de unidad. Ellas ya están en el inicio de un puente que un día llegará a unir a los católicos y a los orientales ortodoxos. Las Iglesias orientales católicas no son un obstá- culo para la unidad, no quieren llevar adelante una maniobra para poner en crisis a las Iglesias ortodoxas. Al contrario, como las concibió el Concilio Vaticano II, están para la unidad de la Iglesia y esto justifica su existencia. Busquemos con humildad y serenidad estar abiertos a nuestros hermanos ortodoxos, a sus venerables Iglesias, en primer lugar a Bartolomé y a los patriarcas ortodoxos orientales. ¿Cómo se involucrarán los institutos religiosos orientales en la celebración del Año de la vida consagrada? Hemos seguido las indicaciones del Papa y de la Congregación para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, para poder ofrecer a los consagrados un adecuado contexto conmemorativo. Hemos pensado en retiros espirituales, conferencias, celebraciones especiales, para que las congregaciones que pertenecen a las Iglesias orientales participen en este Año. Los consagrados son difusores del Evangelio con la vida, con la identidad, el testimonio y la apertura a todos los hombres. Pienso con admiración en quienes entre ellos se desviven para sostener y alentar a los refugiados iraquíes expulsados de la llanura de Nínive. Este año se celebra el aniversario de la promulgación del Código de cánones de las Iglesias orientales. ¿Es tiempo de balance y de verificación? El nuevo Código ha sido un instrumento extraordinario para la vida de las Iglesias orientales católicas después del Concilio Vaticano II. Celebraremos el aniversario juntamente con el Pontificio Instituto oriental. Quisiera destacar cómo Juan Pablo II en su introducción recordó que el Código es un elemento de sana regulación de la vida de las Iglesias orientales católicas, pero también un signo del «ya pero todavía no». En efecto, una vez que se alcance la deseada unidad de la Iglesia, el mismo se deberá volver a considerar según tales perspectivas; por lo tanto puede ser considerado también como una semilla de una nueva realidad. L’OSSERVATORE ROMANO número 2, viernes 9 de enero de 2015 páginas 8/9 El Papa preside las primeras Vísperas de la solemnidad de María santísima Madre de Dios y el Te Deum de fin de año Un Dios que se revela en el tiempo Dios «quiso revelarse y salvarnos en la historia, en el tiempo». Lo dijo el Papa durante las primeras Vísperas de la solemnidad de María santísima Madre de Dios, del canto del «Te Deum» de fin de año y la adoración y bendición eucarística, que presidió en la basílica vaticana el miércoles 31 de diciembre por la tarde. Durante la oración de Vísperas, después del Padrenuestro, se expuso el Santísimo Sacramento en el altar de la Confesión. El Pontífice se detuvo en adoración, y tras el tradicional «Te La Palabra de Dios nos introduce hoy, de modo especial, en el significado del tiempo, al comprender que el tiempo no es una realidad ajena a Dios, sencillamente porque Él quiso revelarse y salvarnos en la historia, en el tiempo. El significado del tiempo, la temporalidad, es el clima de la epifanía de Dios, o sea de la manifestación del misterio de Dios y de su amor concreto. En efecto, el tiempo es el mensajero de Dios, como decía san Pedro Fabro. La liturgia de hoy nos recuerda la frase del apóstol Juan: «Hijos míos, es la última hora» (1 Jn 2, 18), y la de san Pablo que nos habla de la «plenitud Deum» impartió la bendición eucarística. Participaron en la liturgia veintiséis cardenales, los arzobispos Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado, y Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados. Numerosos los laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas, además de los representantes de la administración de Roma, encabezados por el alcalde Marino. Al final de la liturgia el Papa rindió homenaje a la estatua de san Pedro ubicada en la basílica. Como conclusión el Santo Padre se dirigió al del tiempo» (Gal 4, 4). Así, pues, el día de hoy nos manifiesta cómo el tiempo que ha sido —por decirlo así— «tocado» por Cristo, el Hijo de Dios y de María, y ha recibido de Él significados nuevos y sorprendentes: se ha convertido en el «tiempo salvífico», es decir, el tiempo definitivo de salvación y de gracia. Y todo esto nos induce a pensar en el final del camino de la vida, en el final de nuestro camino. Hubo un inicio y habrá un final, «un tiempo de nacer y un tiempo de morir» (Ecl 3, 2). Con esta verdad, muy sencilla y fundamental e igualmente descuidada y olvidada, la santa madre Iglesia nos enseña a belén de la plaza. Al bajar del coche, fue acogido por el cardenal Bertello, presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, por el obispo secretario general Vérgez Alzaga y por don García de la Serrana Villalobos, director de los Servicios técnicos. Mientras la banda musical de la Guardia Suiza pontificia interpretaba «Astro del ciel», el Papa rezó ante el belén, luego saludó a los fieles que le esperaban detrás de las vallas. concluir el año y también nuestras jornadas con un examen de conciencia, a través del cual recorremos lo sucedido; damos gracias al Señor por todo el bien que hemos recibido y que hemos podido realizar y, al mismo tiempo, pensamos en nuestras faltas y nuestros pecados. Dar gracias y pedir perdón. Es lo que hacemos también hoy al término de un año. Alabamos al Señor con el himno del Te Deum y, al mismo tiempo, le pedimos perdón. La actitud del agradecimiento nos dispone a la humildad, a reconocer y acoger los dones del Señor. El apóstol Pablo resume, en la lectura de estas Primeras Vísperas, el motivo fundamental de nuestra acción de gracias a Dios: Él nos hizo sus hijos, nos adoptó como hijos. Este don inmerecido nos colma de una gratitud llena de admiración. Alguien podría decir: «¿Pero no somos ya todos sus hijos, por el hecho mismo de ser hombres?». Ciertamente, porque Dios es Padre de cada persona que viene al mundo. Pero sin olvidar que nos hemos alejado de Él por el pecado original que nos separó de nuestro Padre: nuestra relación filial está profundamente herida. Por esto Dios mandó a su Hijo para rescatarnos con el precio de su sangre. Y si existe un rescate, es porque existe una esclavitud. Nosotros éramos hijos, pero nos hemos convertido en esclavos, siguiendo la voz del Maligno. Ningún otro nos rescata de esa esclavitud sustancial, sólo Jesús, que asumió nuestra carne de la Virgen María y murió en la cruz para liberarnos, liberarnos de la esclavitud del pecado y devolvernos la condición filial perdida. La liturgia de hoy nos recuerda que, «en el principio (antes del tiempo) existía el Verbo… y el Verbo se hizo hombre» y por eso afirma san Ireneo: «Este es el motivo por el cual el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: para que el hombre, entrando en comunión con el Verbo y recibiendo así la filiación divina, se convirtiese en hijo de Dios» (Adversus haereses, 3,19,1: PG 7, 939; cf. Catecismo de la Iglesia católica, 460). Contemporáneamente el don mismo por el cual damos gracias es también motivo de examen de conciencia, de revisión de la vida personal y comunitaria, de preguntarnos: ¿cómo es nuestro modo de vivir? ¿Vivimos como hijos o vivimos como esclavos? ¿Vivimos como personas bautizadas en Cristo, ungidas por el Espíritu, rescatadas, libres? ¿O vivimos según la lógica mundana, corrupta, haciendo lo que el diablo nos hace creer que es nuestro interés? Existe siempre en nuestro camino existencial una tendencia a resistir a la liberación; tenemos miedo a la libertad y, paradójicamente, preferimos más o menos inconscientemente la esclavitud. La libertad nos asusta porque nos sitúa ante el tiempo y ante nuestra responsabilidad de vivirlo bien. La esclavitud, en cambio, reduce el tiempo a «momentos» y así nos sentimos más seguros; es decir, nos hace vivir momentos desvinculados de su pasado y de nuestro futuro. En otras palabras, la esclavitud nos impide vivir plenamente y realmen- En el Ángelus del 1 de enero la invitación a rezar para construir la fraternidad En el fundamento de la paz «La paz es siempre posible y nuestra oración es el fundamento de la paz». Lo recordó el Papa Francisco en el Ángelus que rezó con los numerosos fieles en la plaza de San Pedro el jueves 1 de enero. Al inicio del nuevo año el Pontífice invitó también a «recordar el día de nuestro Bautismo: redescubramos —dijo— el regalo recibido en ese Sacramento que nos regeneró a una vida nueva». Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y feliz año! En este primer día del año, en el clima gozoso —aunque frío— de la Navidad, la Iglesia nos invita a fijar nuestra mirada de fe y de amor en la Madre de Jesús. En Ella, humilde mujer de Nazaret, «el Verbo se hizo carne y vino a habitar entre nosotros» (Jn 1, 14). Por ello es imposible separar la contemplación de Jesús, el Verbo de la vida que se hizo visible y palpable (cf. 1 Jn 1, 1), de la contemplación de María, que le dio su amor y su carne humana. Hoy escuchamos las palabras del apóstol Pablo: «Dios envió a su Hijo, nacido de mujer» (Gal 4, 4). La expresión «nacido de mujer» ha- bla de modo esencial y por ello es más fuerte la auténtica humanidad del Hijo de Dios. Como afirma un Padre de la Iglesia, san Atanasio: «Nuestro Salvador fue verdaderamente hombre y de Él vino la salvación de toda la humanidad» (Carta a Epíteto: PG 26). Pero san Pablo añade también: «nacido bajo la ley» (Gal 4, 4). Con esta expresión destaca que Cristo asumió la condición humana liberándola de la cerrada mentalidad legalista. La ley, en efecto, privada de la gracia, se convierte en un yugo insoportable, y en lugar de hacernos bien nos hace mal. Jesús decía: «El sábado es para el hombre, no el hombre para el sábado». He aquí, entonces, el fin por el cual Dios manda a su Hijo a la tierra a hacerse hombre: una finalidad de liberación, es más, de regeneración. De liberación «para rescatar a los que estaban bajo la ley» (v. 5); y el rescate tuvo lugar con la muerte de Cristo en la cruz. Pero sobre todo de regeneración: «para que recibiéramos la adopción filial» (v. 5). Incorporados a Él, los hombres llegan a ser realmente hijos de Dios. Este paso estupendo tiene lugar en nosotros con el Bautismo, que nos inserta como miembros vivos en Cristo y nos introduce en su Iglesia. Al inicio de un nuevo año nos hace bien recordar el día de nuestro Bautismo: redescubramos el regalo recibido en ese Sacramento que nos regeneró a una vida nueva: la vida divina. Y esto por medio de la Madre Iglesia, que tiene como modelo a la Madre María. Gracias al Bautismo hemos sido introducidos en la comunión con Dios y ya no estamos bajo el poder del mal y del pecado, sino que recibimos el amor, la ternura y la misericordia del Padre celestial. Os pregunto nuevamente: ¿Quién de vosotros recuerda el día que fue bautizado? Para quienes no recuerdan la fecha de su Bautismo, les doy una tarea para hacer en casa: buscar esa fecha y conservarla bien en el corazón. Podéis también pedir la ayuda de los padres, del padrino, de la madrina, de los tíos, de los abuelos... El día en el que fuimos bautizados es un día de fiesta. Recordad o buscad la fecha de vuestro Bautismo, será muy hermoso para dar gracias a Dios por el don del Bautismo. SIGUE EN LA PÁGINA 10 te el presente, porque lo vacía del pasado y lo cierra ante el futuro, ante la eternidad. La esclavitud nos hace creer que no podemos soñar, volar y esperar. Decía hace algunos días un gran artista italiano que para el Señor fue más fácil sacar a los israelitas de Egipto que quitar Egipto del corazón de los israelitas. Habían sido, «sí», liberados «materialmente» de la esclavitud, pero durante la marcha por el desierto, con las diversas dificultades y el hambre, comenzaron a sentir nostalgia de Egipto y recordar cuando «comían... cebollas y ajo» (cf. Nm 11, 5); pero se olvidaban, sin embargo, que allí lo comían en la mesa de la esclavitud. En nuestro corazón anida la nostalgia de la esclavitud, porque aparentemente es más tranquilizadora, más que la libertad, que es mucho más arriesgada. Cómo nos gusta estar enjaulados por muchos fuegos artificiales, aparentemente hermosos pero que en realidad duran sólo pocos instantes. Y esto es el reino, esto es la fascinación del momento. De este examen de conciencia depende también, para nosotros cristianos, la calidad de nuestro obrar, de nuestra vida, de nuestra presencia en la ciudad, de nuestro servicio común, de nuestra participación en las instituciones públicas y eclesiales. Por este motivo, y siendo obispo de Roma, quisiera detenerme en nuestro vivir en Roma, que representa un gran don, porque significa vivir en la ciudad eterna, significa para un cristiano, sobre todo, formar parte de la Iglesia fundada en el testimonio y el martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo. Y, por lo tanto, también por esto damos gracias al Señor. Pero al mismo tiempo representa una gran responsabilidad. Y Jesús dijo: «Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará» (Lc 12, 48). Por lo tanto, preguntémonos: en esta ciudad, en esta comunidad eclesial, ¿soSIGUE EN LA PÁGINA 10 Homilía en la solemnidad de la Madre de Dios Contra las esclavitudes de hoy «Todos estamos llamados a ser libres, todos a ser hijos y, cada uno de acuerdo con su responsabilidad, a luchar contra las formas modernas de esclavitud. Desde todo pueblo, cultura y religión, unamos nuestras fuerzas». Es el llamamiento que el Papa Francisco lanzó en la homilía que pronunció el jueves 1 de enero, por la mañana, solemnidad de María santísima Madre de Dios, durante la misa celebrada en la basílica vaticana con ocasión de la 48ª Jornada mundial de la paz. En la oración de los fieles se elevaron, entre otras plegarias, intenciones por los perseguidos a causa de la fe, por el don de la paz y por todas las familias. Como es tradición, la procesión Vuelven hoy a la mente las palabras con las que Isabel pronunció su bendición sobre la Virgen Santa: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?» (Lc 1, 42-43). Esta bendición está en continuidad con la bendición sacerdotal que Dios había sugerido a Moisés para que la transmitiese a Aarón y a todo el pueblo: «El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz» (Nm 6, 24-26). Con la celebración de la solemnidad de María, la Santa Madre de Dios, la Iglesia nos recuerda que María es la primera destinataria de esta bendición. Se cumple en ella, pues ninguna otra criatura ha visto brillar sobre sí el rostro de Dios como María, que dio un rostro humano al Verbo eterno, para que todos lo puedan contemplar. Además de contemplar el rostro de Dios, también podemos alabarlo y glorificarlo como los pastores, que volvieron de Belén con un canto de acción de gracias después de ver al niño y a su joven madre (cf. Lc 2, 16). Ambos estaban juntos, como lo estuvieron en el Calvario, porque Cristo y su Madre son inseparables: entre ellos hay una estrecha relación, como la hay entre cada niño y su madre. La carne de Cristo —que es el eje de la salvación (Tertuliano)— se ha tejido en el vientre de María (cf. Sal 139, 13). Esa inseparabilidad encuentra también su expresión en el hecho de que María, elegida para ser la Madre del Redentor, ha compartido íntimamente toda su misión, permaneciendo junto a su Hijo hasta el final, en el Calvario. del ofertorio estaba encabezada por tres «sternsinger» o cantores de la estrella, niños vestidos como los reyes magos que en la región alemana recaudan donaciones para sus coetáneos que pasan necesidad. Durante el momento de la plegaria eucarística junto con el Pontífice subieron al altar de la Confesión los concelebrantes principales: los cardenales Parolin, secretario de Estado, y Turkson, presidente del Consejo pontificio Justicia y paz; los arzobispos Becciu y Mamberti, respectivamente sustituto de la Secretaría de Estado y secretario para las Relaciones con los Estados, y el obispo Toso, secretario de Justicia y Paz. María está tan unida a Jesús porque Él le ha dado el conocimiento del corazón, el conocimiento de la fe, alimentada por la experiencia materna y el vínculo íntimo con su Hijo. La Santísima Virgen es la mujer de fe que dejó entrar a Dios en su corazón, en sus proyectos; es la creyente capaz de percibir en el don del Hijo el advenimiento de la «plenitud de los tiempos» (Ga 4, 4), en el que Dios, eligiendo la vía humilde de la existencia humana, entró personalmente en el surco de la historia de la salvación. Por eso no se puede entender a Jesús sin su Madre. Cristo y la Iglesia son igualmente inseparables, porque la Iglesia y María están siempre unidas y éste es precisamente el misterio de la mujer en la comunidad eclesial, y no se puede entender la salvación realizada por Jesús sin considerar la maternidad de la Iglesia. Separar a Jesús de la Iglesia sería introducir una «dicotomía absurda», como escribió el beato Pablo VI (cf. Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 16). No se puede «amar a Cristo pero sin la Iglesia, escuchar a Cristo pero no a la Iglesia, estar en Cristo pero al margen de la Iglesia» (ibíd.). En efecto, la Iglesia, la gran familia de Dios, es la que nos lleva a Cristo. Nuestra fe no es una idea abstracta o una filosofía, sino la relación vital y plena con una persona: Jesucristo, el Hijo único de Dios que se hizo hombre, murió y resucitó para salvarnos y vive entre nosotros. ¿Dónde lo podemos encontrar? Lo encontramos en la Iglesia, en nuestra Santa Madre Iglesia jerárquica. Es la Iglesia la que dice hoy: «Este es el Cordero de Dios»; es la Iglesia quien lo anuncia; es en la Iglesia donde Je- sús sigue haciendo sus gestos de gracia que son los sacramentos. Esta acción y misión de la Iglesia expresa su maternidad. Ella es como una madre que custodia a Jesús con ternura y lo da a todos con alegría y generosidad. Ninguna manifestación de Cristo, ni siquiera la más mística, puede separarse de la carne y la sangre de la Iglesia, de la concreción histórica del Cuerpo de Cristo. Sin la Iglesia, Jesucristo queda reducido a una idea, una moral, un sentimiento. Sin la Iglesia, nuestra relación con Cristo estaría a merced de nuestra imaginación, de nuestras interpretaciones, de nuestro estado de ánimo. Queridos hermanos y hermanas. Jesucristo es la bendición para todo hombre y para toda la humanidad. La Iglesia, al darnos a Jesús, nos da la plenitud de la bendición del Señor. Esta es precisamente la misión del Pueblo de Dios: irradiar sobre todos los pueblos la bendición de Dios encarnada en Jesucristo. Y María, la primera y perfecta discípula de Jesús, la primera y perfecta creyente, modelo de la Iglesia en camino, es la que abre esta vía de la maternidad de la Iglesia y sostiene siempre su misión materna dirigida a todos los hombres. Su testimonio materno y discreto camina con la Iglesia desde el principio. Ella, la Madre de Dios, es también Madre de la Iglesia y, a través de la Iglesia, es Madre de todos los hombres y de todos los pueblos. Que esta madre dulce y amable nos obtenga la bendición del Señor para toda la familia humana. De manera especial hoy, Jornada mundial de la paz, invocamos su intercesión para SIGUE EN LA PÁGINA 10 página 10 L’OSSERVATORE ROMANO Un Dios que se revela en el tiempo VIENE DE LA PÁGINA 8 mos libres o somos esclavos, somos sal y luz? ¿Somos levadura? O, por el contrario, nos vemos apagados, insípidos, hostiles, desconfiados, irrelevantes y cansados? Sin duda los graves hechos de corrupción, conocidos recientemente, requieren una seria y consciente conversión de los corazones para un renacimiento espiritual y moral, así como también para un renovado compromiso en la construcción de una ciudad más justa y solidaria, donde los pobres, los débiles y los marginados estén en el centro de nuestras preocupaciones y de nuestro obrar cotidiano. Se necesita una gran y diaria actitud de libertad cristiana para tener la valentía de proclamar, en nuestra ciudad, que hay que defender a los pobres, y no defenderse de los pobres, que hay que servir a los débiles y no servirse de los débiles. La enseñanza de un sencillo diácono romano nos puede ayudar. Cuando pidieron a san Lorenzo que mostrara los tesoros de la Iglesia, llevó sencillamente a algunos pobres. Cuando en una ciudad los pobres y los débiles son cuidados, atendidos y ayudados a promoverse en la sociedad, ellos se muestran como el tesoro de la Iglesia y de la sociedad. En cambio, cuando una sociedad ignora a los pobres, los persigue, los criminaliza, los obliga a «mafiarse», esa sociedad se empobrece hasta llegar a la miseria, pierde la libertad y prefiere «el ajo y las cebollas» de la esclavitud, de la esclavitud de su egoísmo, de la esclavitud de su pusilanimidad, y esa sociedad deja de ser cristiana. Queridos hermanos y hermanas, concluir el año es volver a afirmar que existe una «última hora» y que existe la «plenitud del tiempo». Al concluir este año, al dar gracias y pedir perdón, nos hará bien pedir la gracia de caminar en libertad para poder así reparar los numerosos daños ocasionados y poder defendernos de la nostalgia de la esclavitud, defendernos del no «nostalgiar» la esclavitud. Que la Virgen santa, la Santa Madre de Dios que estaba precisamente en el corazón del templo de Dios, cuando el Verbo —que existía en el principio— se hizo uno de nosotros en el tiempo; Ella que dio al mundo el Salvador, nos ayude a acogerlo con corazón abierto, para ser y vivir verdaderamente libres, como hijos de Dios. Así sea. En el fundamento de la paz VIENE DE LA PÁGINA 8 Esta cercanía de Dios a nuestra vida nos dona la paz auténtica: el don divino que queremos implorar especialmente hoy, Jornada mundial de la paz. Leo allí: «La paz es siempre posible». ¡Siempre es posible la paz! Debemos buscarla... Y en otra parte leo: «Oración en la base de la paz». La oración es precisamente la base de la paz. La paz es siempre posible y nuestra oración es el fundamento de la paz. La oración hace germinar la paz. Hoy, Jornada mundial de la paz, «No esclavos, sino hermanos»: es este el mensaje de la presente Jornada. Porque las guerras nos hacen esclavos, ¡siempre! Un mensaje que nos implica a todos. Todos estamos llamados a combatir toda forma de esclavitud y construir la fraternidad. Todos, cada uno según la propia responsabilidad. Y recordadlo bien: ¡la paz es posible! Y en el fundamento de la paz, está siempre la oración. Recemos por la paz. Existen también esas hermosas escuelas de paz, escuelas para la paz: tenemos que seguir adelante con esta educación para la paz. A María, Madre de Dios y Madre nuestra, presentamos nuestros buenos propósitos. A ella le pedi- Un viaje del alma VIENE DE LA PÁGINA 3 corazón. La estrella que es capaz de guiar a todo hombre a Jesús es la Palabra de Dios, Palabra que está en la Biblia, en los Evangelios. La Palabra de Dios es luz que orienta nuestro camino, nutre nuestra fe y la regenera. Es la Palabra de Dios que renueva continuamente nuestro corazón y nuestras comunidades. Por lo tanto, no olvidemos leerla y meditarla cada día, a fin de que llegue a ser para cada uno como una llama que llevamos dentro de nosotros para iluminar nuestros pasos, y también los de quien camina junto a nosotros, que tal vez le cuesta encontrar el camino hacia Cristo. ¡Siempre con la Palabra de Dios! La Palabra de Dios al alcance de la mano: un pequeño Evangelio en el bolsillo, en la cartera, siempre, para leerlo. No os olvidéis de esto: ¡siempre conmigo la Palabra de D ios! En este día de la Epifanía, nuestro pensamiento se dirige también a los hermanos y a las hermanas del Oriente cristiano, católicos y ortodoxos, muchos de los cuales celebran mañana el Nacimiento del Señor. A ellos llegue nuestra afectuosa felicitación. Me complace también recordar que hoy se celebra la Jornada mundial de la infancia misionera. Es la fiesta de los niños que viven con alegría el don de la fe y rezan para que la luz de Jesús llegue a todos los niños del mundo. Aliento a los educadores a cultivar en los pequeños el espíritu misionero. Que no sean niños y muchachos cerrados, sino abiertos; que vean un gran horizonte, que su corazón siga adelante hacia el horizonte, para que nazcan entre ellos testigos de la ternura de Dios y anunciadores del Evangelio. Nos dirigimos ahora a la Virgen María e invocamos su protección sobre la Iglesia universal, para que difunda en todo el mundo el Evangelio de Cristo, la luz de las gentes, luz de todos los pueblos. Y que Ella haga que estemos cada vez más en camino; que nos haga caminar y en el camino estar atentos, ser incansables y valientes. Tras la oración mariana el Pontífice saludó a los diversos grupos presentes. Contra las esclavitudes de hoy VIENE DE LA PÁGINA 9 que el Señor nos dé la paz en nuestros días: paz en nuestros corazones, paz en las familias, paz entre las naciones. Este año, en concreto, el mensaje para la Jornada mundial de la paz lleva por título: «No esclavos, sino hermanos». Todos estamos llamados a ser libres, todos a ser hijos y, cada uno de acuerdo con su responsabilidad, a luchar contra las formas modernas de esclavitud. Desde todo pueblo, cultura y religión, unamos nuestras fuerzas. Que nos guíe y sostenga Aquel que para hacernos a todos hermanos se hizo nuestro servidor. Miremos a María, contemplemos a la Santa Madre de Dios. Os propongo que juntos la saludemos como hizo aquel pueblo valiente de Éfeso, que gritaba cuando sus pastores entraban en la iglesia: «¡Santa Madre de Dios!». Qué bonito saludo para nuestra Madre... Hay una historia que dice, no sé si es verdadera, que algunos de ellos llevaban bastones en sus manos, tal vez para dar a entender a los obispos lo que les podría pasar si no tenían el valor de proclamar a María como «Madre de Dios». Os invito a todos, sin bastones, a poneros en pie y saludarla tres veces con este saludo de la primitiva Iglesia: «¡Santa Madre de Dios!». viernes 9 de enero de 2015, número 2 Queridos hermanos y hermanas: Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos, renovando el deseo de paz y de todo bien en el Señor. Recordad bien: la vida es un caminar, caminar siempre, buscando a Dios. Caminar atentos, incansables y valientes. Y falta una cosa, falta una cosa: atentos, incansables, valientes... ¿y qué falta? Caminar con la luz. ¿Y qué es la luz? El Evangelio, la Palabra de Dios. Siempre con el Evangelio: en el bosillo, en la cartera, para leerlo, siempre con nosotros. Caminar, atentos, incansables, valientes y con la luz de la Palabra de Dios. Deseo a todos una feliz fiesta. No olvidéis rezar por mí y buen almuerzo. ¡Hasta la vista! mos que extienda sobre nosotros y sobre cada uno, todos los días del nuevo año, el manto de su protección maternal: «Santa Madre de Dios, no desoigas las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita». Y os invito a todos a saludar hoy a la Virgen como Madre de Dios. Saludarla con ese saludo: «¡Santa Madre de Dios!». En el modo que fue aclamada por los fieles de la ciudad de Éfeso, al inicio del cristianismo, cuando en el ingreso de la iglesia gritaban a sus pastores este saludo dirigido a la Virgen: «¡Santa Madre de Dios!». Todos juntos, tres veces, repitamos: «Santa Madre de Dios». Al término de la oración mariana el Papa saludó a los fieles presentes, recordando las diversas iniciativas de oración por la paz realizadas en varias diócesis del mundo. Con ese motivo el Pontífice se conectó con Rovereto, en la región de Trento, donde está la gran campana «Maria Dolens» —realizada en honor de los caídos en todas las guerras—, cuyo repique resonó en la plaza. Queridos hermanos y hermanas: Dirijo a todos vosotros aquí presentes mi cordial saludo, deseando un feliz y sereno año nuevo. Saludo en especial a los peregrinos de los países escandinavos y de Eslovaquia, a los fieles de Asola, Castiglione delle Stiviere, Saccolongo, Sotto il Monte, Bonate Sotto y Benevento, a los jóvenes de Andria y Castelnuovo del Garda. Un cordial saludo dirijo a los Sternsinger, llegados de la diócesis de Fulda, Alemania. Doy las gracias a todos los Sternsinger de Alemania, Austria y Suiza por su misión de ir de casa en casa para anunciar el nacimiento del Señor y recoger donativos para los niños necesitados. Frohe Weihnachten und ein gutes neues Jahr! Dirijo mi pensamiento a quienes, en las diócesis de todo el mundo, promovieron momentos de oración por la paz, porque la oración es el fundamento de la paz. Recuerdo en especial la marcha nacional realizada ayer en Vicenza y la manifestación «Paz en todas las tierras», promovida en Roma y en numerosas ciudades del mundo. En este momento estamos en conexión con Rovereto, en la región de Trento, donde está la gran campana denominada «Maria Dolens», realizada en honor de los caídos de todas las guerras y bendecida por el beato Pablo VI en 1965. En un momento escucharemos el repique de esa campana. Que sea la expresión de que no haya más guerras —¡nunca más las guerras!—, sino siempre deseo y compromiso de paz y de fraternidad entre los pueblos. ¡Feliz año a todos! Que sea un año de paz en el abrazo de ternura del Señor con la protección maternal de María, Madre de Dios y Madre nuestra. Os saludo a todos y veo que hay muchos mexicanos: les saludo... ¡Son bulliciosos los mexicanos! Feliz año y por favor no olvidéis rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista! L’OSSERVATORE ROMANO número 2, viernes 9 de enero de 2015 página 11 El Pontífice enciende el nuevo sistema de iluminación del Cristo Redentor Los brazos abiertos de Río de Janeiro Con ocasión de los festejos del año nuevo y el inicio de las celebraciones por los 450 años de la fundación de Río de Janeiro, el Papa Francisco envió un videomensaje al pueblo brasileño, que se proyectó, poco antes de la medianoche del 31 de diciembre, en las pantallas gigantes colocadas a lo largo de la playa de Copacabana. En ese momento el Pontífice también encendió el nuevo sistema de iluminación de la estatua de Cristo Redentor en el Corcovado. Publicamos la traducción del videomensaje del Papa. Querido pueblo brasileño: Con gran alegría me dirijo a vosotros, la víspera del Año nuevo, que marcará el inicio de la conmemoración de los cuatrocientos cincuenta años de la fundación de la ciudad de San Sebastián de Río de Janeiro, para saludar, en una circunstancia tan feliz, al amado pueblo carioca que me acogió con los brazos abiertos con ocasión de la Jornada mundial de la juventud de 2013, y para encender el nuevo sistema de iluminación de la estatua de Cristo, como lo hizo el beato Papa Pablo VI hace cincuenta años, simbolizando la luz que el Señor quiere encender en nuestra vida. Cuatrocientos cincuenta años ya constituyen una historia venerable; la historia de un pueblo valiente y alegre que nunca se dejó derrotar por las dificultades, siguiendo el ejemplo de su santo patrono, el mártir romano Sebastián, que incluso después de ser punzado por las flechas y dado por muerto, no dejó de dar testimonio de Cristo a sus contemporáneos; la historia de una ciudad que desde su nacimiento estuvo marcada por la fe. Querido pueblo carioca: «Confía en Dios y Él te ayudará, endereza tus caminos y espera en Él. Persiste en su temor y envejece en él» (Siracide 2, 6). Hoy, si nos pudiésemos colocar en la perspectiva del Cristo Redentor, que desde lo alto del Corcovado domina la geografía de la ciudad, ¿qué saltaría a nuestros ojos? Sin duda, en primer lugar, la belleza natural que justifica su título de ciudad maravillosa; pero es innegable que, desde lo alto del Corcovado, percibimos también las contradicciones que manchan esa belleza. Por un lado, el contraste generado por grandes desigualdades sociales: opulencia y miseria, injusticia, violencia... Por otro lado, tenemos las que podríamos llamar ciudades invisibles, grupos o territorios humanos que poseen registros culturales especiales. A veces parece que existen varias ciudades, cuya coexistencia no siempre es fácil en una realidad multicultural y compleja. Pero, ante este panorama, no perdamos la esperanza. Dios habita en la ciudad. Jesús, el Redentor, no ignora las necesidades y los sufrimientos de quienes están en la tierra. Sus brazos nos invitan a superar estas divisiones y a construir una ciudad unida por la solidaridad, la justicia y la paz. ¿Y cuál sería el camino a seguir? No podemos quedarnos «con los brazos cruzados», sino que debemos abrir los brazos, como el Cristo Redentor. Por ello el camino inicia con el diálogo constructivo. De hecho, «entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo. El diálogo entre las generaciones, el diálogo en el pueblo, porque todos somos Audiencia a una delegación del Ejército de salvación La puerta del ecumenismo Que la fe común en Cristo «llegue a ser cada vez más fundamento sólido de amistad y colaboración»: es el deseo que expresó el Papa Francisco a una delegación del Ejército de salvación, que recibió en audiencia el viernes 12 de diciembre por la mañana. El encuentro también fue ocasión para recordar la primera «predicación ecuménica» que recibió de su abuela cuando era niño. Queridos amigos: Os doy mi cordial bienvenida a vosotros, dirigentes del Ejército de salvación, que conozco bien por su misión de evangelización y voluntariado. Vuestra visita es uno de los buenos frutos de los contactos más frecuentes y proficuos que se han desarrollado en los últimos años entre el Ejército de salvación y el Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos; contactos entre los cuales hay que recordar una serie de conversaciones teológicas tendentes a promover un mejor conocimiento recíproco, el respeto mutuo y una colaboración regular. Y agradezco una vez más este libro de las conversaciones. Deseo de corazón que católicos y salvacionistas sigan dando un testimonio común de Cristo y del Evangelio, en un mundo que tiene tanta necesidad de experimentar la misericordia de Dios. ¡Tiene necesidad! Católicos y salvacionistas, junto con otros cristianos, reconocen que los necesitados tienen un lugar especial en el corazón de Dios, tanto que el Señor Jesucristo se hizo pobre por nosotros (cf. 2 Co 8, 9). En consecuencia, se encuentran frecuentemente en las mismas periferias humanas, y mi ferviente esperanza es que nuestra fe común en nuestro Salvador Jesucristo, el único mediador entre Dios y los hombres (cf. 1 Tm 2, 5), llegue a ser cada vez más fundamento sólido de amistad y colaboración entre nosotros. «La Iglesia “en salida” es la comunidad de discípulos misioneros que toman la iniciativa, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan… La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor toma la iniciativa, la ha precedido en el amor (cf. 1 Jn 4, 10); y, por eso, ella sabe dar el primer paso, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre» (Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 24). Ruego para que en el mundo de hoy todos los discípulos de Cristo ofrezcan su contribución con la misma convicción y el mismo dinamismo que el Ejército de salvación demuestra en su devoto y apreciado servicio. Las diferencias entre católicos y salvacionistas sobre cuestiones teológicas y eclesiológicas no deben obstaculizar el testimonio de nuestro amor compartido a SIGUE EN LA PÁGINA 15 pueblo» (Discurso a la clase dirigente de Brasil, 27 de julio de 2013). En ese sentido, hay que reconocer que, independientemente de su grado de instrucción o de riqueza, todas las personas tienen algo para aportar en la construcción de una civilización más justa y fraterna. De modo concreto, creo que todos pueden aprender mucho del ejemplo de generosidad y de solidaridad de las personas más sencillas; esa sabiduría generosa que sabe «añdir más agua a los frijoles», de la cual nuestro mundo está tan necesitado. Queridos amigos, estoy seguro de que la ciudad maravillosa tiene mucho para ofrecer a Brasil y al mundo. Por ello, al encender las luces del Corcovado, hago mías las palabras pronunciadas por el beato Papa Pablo VI el 1 de enero de 1965: que «esta luz, iluminando la ciudad de Río de Janeiro, se difunda en todo Brasil» (Pablo VI, Insegnamenti, III). Así, al depositar a los pies de Nuestra Señora Aparecida estos votos y al agradecer al cardenal Orani Tempesta la oportunidad de poder dirigiros este mensaje, me alegro con todos los cariocas y con el pueblo brasileño por esta «fiesta de aniversario», pidiéndoos, por favor, que recéis por mí. Al desear un feliz año 2015, a todos y a cada uno envío mi bendición apostólica. Los tuits en @Pontifex_es 3 ENE [12.00 PM] El cristianismo se extiende gracias a la alegría de discípulos que se sienten amados y salvados 5 ENE [12.00 PM] Señor, enséñanos a reconocerte en los enfermos, en los necesitados y en cuantos sufren 6 ENE [9.30 AM] Jesús ha venido a salvarnos: no rechacemos este maravilloso don 8 ENE [9.45 AM] #PrayersForParis L’OSSERVATORE ROMANO página 12 viernes 9 de enero de 2015, número 2 COMUNICACIONES Colegio episcopal RENUNCIAS: El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Jammu-Srinagar (India) que monseñor PETER CELESTINE ELAMPASSERY, O.F.M.CAP., le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de derecho canónico. Peter Celestine Elampassery, O.F.M.CAP., nació en Muttuchira, diócesis de Palai de los siro-malabares (India), el 28 de junio de 1938. Ingresó en la Orden franciscana de Frailes Menores Capuchinos, donde recibió la ordenación sacerdotal el 3 de octubre de 1966. Juan Pablo II le nombró obispo Jammu-Srinagar el 3 de abril de 1998; recibió la ordenación episcopal el 6 de septiembre del mismo año. El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Kakamega (Kenia) que monseñor PHILIP SULUMETI, le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de derecho canónico. Philip Sulumeti nació en Kotur, diócesis de Bungoma, el 15 de agosto de 1937. Recibió la ordenación sacerdotal el 6 de enero de 1966. Pablo VI le nombró obispo titular de Urci y auxiliar de Kisumu el 28 de mayo de 1972; recibió la ordenación episcopal el 20 de agosto sucesivo. El mismo Papa le nombró obispo de Kisumu el 9 de diciembre de 1976 y le trasladó a la sede de Kakamega el 27 de febrero de 1978. El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Hyderabad (Pakistán) que monseñor Audiencias pontificias EL SANTO PADRE HA RECIBID O EN AUDIENCIA: Jueves 8 de enero —Al cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación para la educación católica. —Al cardenal Raymond Leo Burke, patrono de la Soberana Orden militar de Malta. —Al cardenal André VingtTrois, arzobispo de París (Francia). —A monseñor Santiago Olivera, obispo de Cruz del Eje (Argentina). —Al presidente de la región del Lacio, Nicola Zingaretti. —Al jefe de los yazidíes de todo el mundo (Georgia), Mir Takhsin-beg (Tahseen Saeed Ali), con el séquito. MAX JOHN RODRIGUES, le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de derecho canónico. Max John Rodrigues nació en Karachi (Pakistán) el 29 de mayo de 1938. Recibió la ordenación sacerdotal el 6 de enero de 1966. Juan Pablo II le nombró obispo de Hyderabad en Pakistán el 3 de diciembre de 1999; recibió la ordenación episcopal el 25 de marzo de 2000. El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Rio do Sul (Brasil) que monseñor AGUSTINHO PETRY, le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de derecho canónico. Augustinho Petry nació en São José, archidiócesis de Florianópolis, el 29 de agosto de 1938. Recibió la ordenación sacerdotal el 4 de julio de 1965. Juan Pablo II le nombró obispo titular de Gabi y auxiliar del Ordinariato militar para Brasil el 27 de diciembre de 2000; recibió la ordenación episcopal el 18 de marzo de 2001. Benedicto XVI le nombró coadjutor de Rio do Sul el 14 de noviembre de 2007. Pasó a ser obispo de dicha sede el 19 de marzo de 2008. El Papa ha aceptado la renuncia a la función de auxiliar de la diócesis de Basilea (Suiza) que monseñor MARTIN GÄCHTER, obispo titular de Betagbara, le había presentado en conformidad con los cánones 411 y 401 § 1 del Código de derecho canónico. Martin Gächter nació en Basilea el 11 de noviembre de 1939. Recibió la ordenación sacerdotal el 28 de junio de 1967. Juan Pablo II le nombró obispo titular de Betagbara y auxiliar de Basilea el 3 de febrero de 1987; recibió la ordenación episcopal el 28 de mayo del mismo año. EL PAPA enero de 1962. Recibió la ordenación sacerdotal el 28 de diciembre de 1986. Benedicto XVI le nombró obispo de San Mateo el 3 de octubre de 2007; recibió la ordenación episcopal el 24 de noviembre sucesivo. —Obispo de Jammu-Srinagar (India) al presbítero IVAN PEREIRA. Ivan Pereira nació en la diócesis de Vasai (India) el 1 de junio de 1964. Recibió la ordenación sacerdotal el 15 de mayo de 1993, incardinado en la diócesis de Jammu-Srinagar. En su ministerio ha sido, entre otras cosas, vicario parroquial; párroco en diversas parroquias; rector de un seminario; vicario general y secretario del obispo; secretario y presidente regional de la Conferencia de sacerdotes diocesanos y director del consejo de educación diocesana. —Obispo de Kakamega (Kenia) al presbítero JOSEPH OBANYI SAGWE. Joseph Obanyi Sagwe nació en Kebiro, diócesis de Kisii, en el año 1967. Recibió la ordenación sacerdotal el 25 de octubre de 1996. En su ministerio ha sido vicario parroquial y coordinador diocesano para la pastoral; párroco de la catedral y vicario general de la diócesis de Kisii. —Obispo de Hyderabad en Pakistán (Pakistán) al padre SAMSON SHUKARDIN, O.F.M. Samson Shukardin, O.F.M., nació Hyderabad en Pakistán el 29 de enero de 1961. Ingresó en la Orden de Frailes Menores, donde recibió la ordenación sacerdotal el 10 de diciembre de 1993. Obtuvo la licenciatura en derecho civil en el Sindh Law College. En su ministerio ha sido vicario parroquial y párroco; custodio y procurador de la provincia franciscana; presidente de la Conferencia de los superiores mayores en Pakis- HA NOMBRAD O: —Arzobispo de Mombasa (Kenia) a monseñor MARTIN MUSONDE KIVUVA, hasta ahora obispo de Machakos. Martin Musonde Kivuva nació en Muthetheni, entonces parte de la diócesis de Machakos, el 10 de febrero de 1952. Recibió la ordenación sacerdotal el 9 de diciembre de 1978, incardinado en la entonces diócesis de Mombasa. Juan Pablo II le nombró obispo de Machakos el 19 de febrero de 2003; recibió la ordenación episcopal el 3 de junio sucesivo. —Arzobispo coadjutor de Feira de Santana (Brasil) a monseñor ZANONI DEMETTINO CASTRO, hasta ahora obispo de San Mateo. Zanoni Demettino Castro nació en Vitória da Conquista el 23 de Erección de diócesis El Papa ha erigido la diócesis de Kuzhithurai (India), con territorio desmembrado de la diócesis de Kottar, y la ha hecho sufragánea de la archidiócesis de Madurai. La nueva diócesis tiene una extensión de 915 km² y cuenta con una población de 855.485 habitantes, de los cuales 264.222 son católicos. Pastoralmente están distribuidos en 100 parroquias y son atendidos por 101 sacerdotes diocesanos y 30 sacerdotes religiosos. También desempeñan su misión en esa circunscripción eclesiástica 2 religiosos y 267 religiosas. Hay 73 seminaristas. tán y vicario general de dicha diócesis. —Obispo de Rio do Sul (Brasil) al presbítero ONÉCIMO ALBERTON. Onécimo Alberton nació en Orleans, diócesis de Tubarão, el 16 de febrero de 1965. Recibió la ordenación sacerdotal el 27 de septiembre de 1992. En 1998, tras la erección de la nueva diócesis de Criciúma, pasó a formar parte de dicha circunscripción. En su ministerio ha desempeñado los siguientes cargos: párroco en diversas parroquias; formador en el seminario menor y mayor; rector de un seminario de teología y presidente regional de la organización de seminarios e institutos filosóficos y teológicos de Brasil. —Obispo de la nueva diócesis de Kuzhithurai (India) al don JEROME DHAS VARUVEL, S.D.B. Jerome Dhas Varuvel, S.D.B., nació en Paduvoor, diócesis de Kottar, el 21 de octubre de 1951. Ingresó en la Sociedad de San Francisco de Sales (salesianos), donde recibió la ordenación sacerdotal el 2 de junio de 1985. Obtuvo la licenciatura en pedagogía en la Pontificia Universidad Salesiana de Roma. En su congregación ha desempeñado su ministerio como vicerrector en un noviciado y rector en diversos pre-noviciados; decano de un seminario; director en diversos entes educativos; consejero provincial; párroco y maestro de novicios. —Obispo de Chapecó (Brasil) a monseñor ODELIR JOSÉ MAGRI, M.C.C.J., hasta ahora obispo de Sobral. Odelir José Magri, M.C.C.J., nació en Campo Erê, diócesis de Chapecó, el 18 de abril de 1963. Ingresó en la congregación de los Misioneros Combonianos, donde recibió la ordenación sacerdotal el 18 de octubre de 1992. Benedicto XVI le nombró obispo de Sobral el 11 de octubre de 2010; recibió la ordenación episcopal el 12 de diciembre del mismo año. —Obispo de Sale (Australia) al presbítero PATRICK MICHAEL O’REGAN. Patrick Michael O’Regan nació en Bathurst (Australia) el 8 de octubre de 1958. Recibió la ordenación sacerdotal el 2 de septiembre de 1983. Obtuvo la licenciatura en liturgia y en teología sacramental en el Instituto católico de París. Ha desempeñado su ministerio como vicario parroquial en diversas parroquias; párroco; administrador diocesano; canciller; coordinador diocesano de la formación permanente del clero; decano de la catedral y vicario general SIGUE EN LA PÁGINA 14 número 2, viernes 9 de enero de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 13 Tres reglas para predicar como el Papa Francisco Como habla Jorge Mario Bergoglio Brevedad ante todo La teología del barrilete Publicamos, en una traducción nuestra, un artículo del sitio web de la revista de los jesuitas estadounidenses «America». MARY ANN WALSH Analizando el pontificado del Papa Francisco, considero que tal vez su aportación más grande sea lo que nos dice acerca de cómo difundir el Evangelio. Usa palabras sencillas e imágenes vivas. Es un ejemplo de cómo los sacerdotes deberían pronunciar las homilías y del modo cómo todos nosotros podemos evangelizar, o sea difundir el Evangelio. Sigue las reglas para una buena homilía y un buen discurso, algunas de las cuales se enumeran a continuación. ¡Sé breve! Sabemos que la mente puede captar sólo lo que la silla logra soportar. La brevedad hace que recuerde a un sacerdote de la diócesis de Albany, Nueva York, fallecido recientemente, un tal padre Michael Hogan. Esta es una de sus mejores homilías en su totalidad: «Si hoy escucháis la voz de Dios, no endurezcáis vuestro corazón. Y si hoy no escucháis la voz de Dios, haréis bien en preguntaros por qué». Como toda auténtica homilía, se basaba en las Escrituras, en el famoso salmo responsorial 95. Era también bastante breve, que se podía memorizar con facilidad, y tiene el poder de volver a la memoria cada vez que se escucha ese versículo de los salmos. Hace reflexionar. ¡Sé actual! En su documento sobre la predicación de 2012, los obispos estadounidenses indicaron que es posible ser actuales haciendo referencia a la cultura contemporánea. Esto incluye televisión, radio y música. Podría ser chic decir que nunca se mira la televisión porque no dan nada, pero es un hecho que decenas de millones de personas la ven cada día. Quien desea relacionarse con ellos, debe, a su vez, mirar obligadamente la televisión. Una serie actual muy popular es «Big Bang Theory», cuyo personaje central es un narcisista cómico y egocéntrico, es decir, el ejemplo de lo que no deberíamos ser. Forma parte también de una comunidad de jóvenes genios, que se enfrentan con él y consigo mismo. Es aquello con lo que nos confrontamos todos en la comunidad cristiana. Tenía un pastor que a menudo hacía referencia al dibujo animado «Calvin and Hobbes». Cuando entraba en el santuario, nos preguntaba si habíamos visto el «cómic» al cual había hecho referencia. Significaba también que durante la semana, cuando leíamos los «cómics», buscábamos en él un significado religioso porque el pastor nos había formado atentos para encontrar un significado religioso en sitios donde no era probable encontrarlo. ¡Da vida a las Escrituras! Recuerdo dos homilías de la misa diaria que me quedaron grabadas por su descripción sencilla de un relato bíblico. Una se refería a los panes y a los peces. El sacerdote dijo que Jesús hubiese podido hacerlo todo de forma precisa, sin sobras, aunque el significado está en la superabundancia; es un mensaje de que el amor de Dios por nosotros se nos dará cada vez más en abundancia. La otra homilía contenía el relato de un sacerdote que había perdido su gato en el bosque. Estaba en una casa de campo donde el gato se asustó por la presencia de un perro que estaba de paso. El sacerdote captó nuestra atención relatándonos los intentos para hacer que el gato regresase. Al final el sacerdote había llevado al pórtico un abrelatas eléctrico y había abierto una caja de alimento para gatos. El gato regresó, y nosotros sentimos un alivio. La cosa más importante, sin embargo, fue que la historia explicaba el significado del relato de la mujer que había perdido una moneda, que para ella era tan valiosa que la condujo a barrer toda la casa para volver a encontrarla. Algún otro tal vez no se hubiese preocupado, pero esa moneda, tal vez sólo una bagatela, para ella era tan importante que la lleva al extremo, un mensaje de que también nosotros debemos dedicar la misma energía para encontrar los dones, o las monedas, que Jesús nos dio en nuestra vida. La Santa Sede publicó un directorio sobre la predicación. Los obispos estadounidenses están pensando reproducirlo en inglés. Será una buena continuación del documento sobre la predicación de los mismos obispos, aprobado en 2012. ¿En qué medida son importantes las homilías? Las averiguaciones en las parroquias realizadas por el Centro para la investigación aplicada en el apostolado, con base en la «Georgetown University», pusieron de relieve que seis personas sobre diez (el 63 per ciento) tienen en cuenta la calidad de la predicación cuando eligen dónde ir a misa. Para ellos es más importante que la calidad de la música en la parroquia y sólo poco menos importante que el sentido de comunidad y de acogida que experimentan cuando van a la iglesia. Podemos estudiar los directorios vaticanos y los documentos de los obispos estadounidenses sobre la homilética, pero podemos también acceder al Bignami de la buena predicación observando y escuchando al Papa Francisco. Él nos muestra cada día cómo difundir la Palabra de D ios. JORGE MILIA En el lenguaje de Jorge Mario Bergoglio hay una expresión que el entonces arzobispo de Buenos Aires utilizó en ocasión de un encuentro de padres de adolescentes en junio de 2009. El tema en cuestión era la educación. Una educación que, según él, debía estar signada por la autoridad y al mismo tiempo tender hacia la libertad. La frase es «¡Aflojale que colea!». Antes de retomar esta expresión del futuro Papa, me permito hacer un paréntesis. ¡Aflojale que colea! evidentemente hace referencia a un movimiento típico de los barriletes o cometas. En el continente americano el juego de la cometa tiene muchas denominaciones: barrilete, papalote, pizcucha, volantín, pandorga, para no hablar de los nombres indígenas, ya de por sí difíciles de escribir y aún más de pronunciar. Pero en Argentina se llama barrilete y solo barrilete. Utilizando un lenguaje menos infantil y más científico, lo describiría como un objeto construido manualmente que puede elevarse y volar gracias a la contraposición de dos fuerzas que se equilibran y se regulan: la fuerza del viento y la tensión de uno o varios hilos que, bien manejados, mantienen el objeto en la posición adecuada para planear. Si quisiéramos conocer los orígenes del barrilete, tendríamos que retrotraernos hasta el medioevo tibetano o las antiguas dinastías chinas, e incluso algunos hablan de ciertas influencias polinesias. Por mi parte, y sin desmedro de los estudios históricos, estoy convencido de que la esencia del barrilete se encuentra en la fuerte inclinación de los niños que entran en la adolescencia hacia todo lo que, con gran libertad, se desprende de la tierra y se lanza hacia el cielo. Esto no ha impedido que, en un determinado momento de la historia, los barriletes «subieran de categoría» y pasaron de ser simples juguetes a instrumentos al servicio de la ciencia. En efecto, durante el siglo XIX en los Estados Unidos, el Servicio Nacional de Meterología se sirvió de los barriletes como óptimos (y económicos) instrumentos para efectuar observaciones desde lo alto. Esto fue así al menos hasta el siglo XX, cuando fueron reemplazados por los globos-sonda a hidrógeno. Retomando el barrilete que nos ocupa, en aquel encuentro con padres, Bergoglio dijo textualmente: «El que trabaja con chicos y no reza es muy difícil que tenga sabiduría. Una sabiduría que humanamente yo llamaría del barrilete. Saber remontar un barrilete. El que no sabe remontar un barrilete no sabe trabajar con chicos». Después explicó mejor la imagen con estas otras palabras: «Cuando vos remontás un barrilete tenés que mirar cómo está el viento, de dónde lo vas a tirar. Empieza dale y dale, hasta que ya está, tiene sustratos de aire para planear y empieza a subir, a subir y a subir, por ahí se enloquece… aflojale que colea porque no te aguanta más, después le das el tirón, lo estabilizás de nuevo». Y al final sacó las conclusiones del caso: «Saber remontar un barrilete. Saber cuándo hay que aflojar porque está coleando y cuándo hay que pegarle un tirón porque debe estabilizarse. Es un trabajo paciente. Es un trabajo que exige despojo. O sea, los chicos que yo acompaño no son para mí, no son mis hijos, son para que crezcan y levanten vuelo y vuelen solos después». La paternidad responsable, la que se preocupa por la seguridad de sus hijos, no los encierra frente a los peligros de la vida, sino la que les enseña cómo vencerlos o sortearlos, según el caso. La vida es un riesgo, es cierto. Pero no afrontar los riesgos o no dejar que nuestros hijos lo hagan, no es vivir. Y menos según el Evangelio. Otro recuerdo más lejano de Bergoglio en relación con esta imagen del barrilete, lo encontramos en el libro de conversaciones con los periodistas Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, El jesuita. «Esto me hace acordar cuando éramos chicos y remontábamos un barrilete en la placita de la vuelta. Hay un momento en que la cometa entra en un movimiento de ochos y se viene abajo; para evitarlo, no hay que tirar del piolín. “¡Aflojále que está coleando!”, nos gritaban los que sabían. El sostener el barrilete semeja la actitud que hay que tener frente al crecimiento de la persona: en algún momento hay que darle cuerda, porque «colea». Dicho de otra manera: hay que darle tiempo. Tenemos que saber poner el límite en el momento justo. Pero, otras veces, tenemos que saber mirar para otro lado y hacer como el padre de la parábola, que deja que el hijo se vaya y malgaste su fortuna para que haga su propia experiencia». Las calles están llenas de peligro, pero no por eso podemos condenarnos ni condenar a nuestros hijos a una cárcel doméstica. La formación cristiana no puede estar exenta de responsabilidades y a cada responsabilidad corresponde una libertad, una posibilidad de ascender, de volar más alto. No debemos esperar que el barrilete colee para soltar hilo, ni esperar el cambio de conducta de nuestros hijos para hacerlos más responsables y darles más libertad. Los padres que sufren el «síndrome SIGUE EN LA PÁGINA 15 L’OSSERVATORE ROMANO página 14 Colegio episcopal VIENE DE LA PÁGINA 12 de la diócesis de Bathurst. —Obispo de Cruz Alta (Brasil) al presbítero ADELAR BARUFFI. Adelar Baruffi nació en Garibaldi, diócesis de Caxias do Sul, el 19 de octubre de 1969. Recibió la ordenación sacerdotal el 12 de enero de 1995. Se licenció en antropología teológica y teología espiritual en el Pontificio Instituto Teresianum de Roma. En su ministerio ha sido rector del seminario menor y mayor; coordinador de los formadores y de la pastoral presbiteral diocesana; vicario parroquial y miembro del consejo presbiteral y del colegio de consultores. —Obispo coadjutor de Luziânia (Brasil) a monseñor WALDEMAR PASSINI DALBELLO, hasta ahora obispo titular de Membressa y auxiliar de Goiânia. Waldemar Passini Dalbello nació Anápolis el 6 de junio de 1966. Recibió la ordenación sacerdotal el 3 de diciembre de 1994. Benedicto XVI le nombró obispo titular de Membressa y auxiliar de la archidiócesis de Goiânia el 30 de diciembre de 2009; recibió la ordenación episcopal el 19 de marzo de 2010. —Obispo titular de Bladia y auxiliar de São Paulo (Brasil) al presbítero EDUARD O VIERA D OS SANTOS. Eduardo Viera dos Santos nació Bom Sucesso, diócesis de Maringá, el 18 de marzo de 1965. Recibió la ordenación sacerdotal el 15 de diciembre de 2000, incardinado en la archidiócesis de São Paulo. Obtuvo la licenciatura en derecho canónico en el Instituto de derecho canónico P. José Benito Pegoraro de São Paulo. En su ministerio ha desempeñado, entre otros, los siguientes cargos: vicario parroquial, párroco en diversas parroquias, vicerrector de un seminario y canciller archidiocesano. —Obispo titular de Uzali y auxiliar de São Paulo (Brasil) al presbítero DEVAI ARAÚJO DA FONSECA. Devai Araújo da Fonseca nació en Franca, estado de São Paulo, el 1 de febrero de 1968. Recibió la ordenación sacerdotal el 20 de diciembre de 1998, incardinado en la diócesis de Franca. Se licenció en teología dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Ha desempeñado su ministerio como vicario parroquial y párroco en diversas parroquias; vicerrector de un seminario y rector en otro; vicario foráneo; docente en diversas instituciones; coordinador diocesano de pastoral; secretario y presidente de la Organización de seminarios e institutos de Brasil. —Obispo titular de Wigry y auxiliar de Katowice (Polonia) a monseñor MAREK SZKUDŁO. Marek Szkudło nació en Tychy, archidiócesis de Katowice, el 28 de febrero de 1952. Recibió la ordenación sacerdotal el 23 de marzo de 1978. En su ministerio ha desempeñado, entre otros, los siguientes cargos: vicario parroquial y párroco; miembro del consejo presbiteral y del colegio de consultores; vicario episcopal y presidente de la comisión diocesana para el clero. —Obispo titular de Pomezania y auxiliar de Katowice (Polonia) al presbítero ADAM WODARCZYK. Adam Wodarczyk nació en Tarnowskie Góry, diócesis de Gliwice, el 3 de enero de 1968. Recibió la ordenación sacerdotal el 14 de mayo de 1994, incardinado en la archidiócesis de Katowice. Obtuvo una licenciatura en el Instituto de formación pastoral-litúrgica en la Universidad católica de Lublin (Polonia) y un doctorado en teología pastoral en la Facultad teológica de la Universidad estatal de Silesia. En su ministerio ha sido vicario parroquial; moderador regional y general del movimiento nacional juvenil Luz-Vida; consultor del consejo de pastoral juvenil, del comité para la nueva evangelización y de la Radio misionera. viernes 9 de enero de 2015, número 2 Misa en Santa Marta VIENE DE LA PÁGINA 6 «el Señor hace el milagro». Y es «estéril también la mamá de Samuel»: también en esta situación «el Señor hace el milagro». E igualmente «la hija de Jefté se fue por las montañas llorando su virginidad, porque no podía tener hijos antes de morir». Por lo tanto, explicó el Papa Francisco, «la esterilidad era algo feo, feo». Y hoy la Iglesia «nos muestra este símbolo de esterilidad precisamente antes del nacimiento de Jesús, a través de una mujer incapaz de tener un hijo». Este «es el signo de la humanidad incapaz de dar un paso adelante: muchas mujeres estériles eran ancianas, y su vientre ya no era fecundo». Y «la Iglesia quiere hacernos reflexionar sobre la humanidad estéril», sobre la humanidad que «llegó a un punto donde ya no podía seguir adelante». Al recordar que «la ley de Moisés preveía la descendencia de un muerto, porque era muy importante tener descendencia, dar vida», el Papa destacó que «estas mujeres estériles reciben un milagro, reciben una gracia del Señor y son capaces de concebir». Fallece el arzobispo Giuseppe Pittau El 26 de diciembre de 2014 falleció en Tokio el arzobispo jesuita Giuseppe Pittau, secretario emérito de la Congregación para la educación católica. Tenía 86 años. Nació el 20 de octubre de 1928 en Villacidro, diócesis sarda de Ales-Terralba (Italia). Ingresó en la Compañía de Jesús en 1945, obtuvo el doctorado en filosofía en Barcelona en 1952 y fue enviado a Japón donde permaneció durante veintinueve años, con un breve paréntesis en Harvard para un doctorado en ciencias políticas. Recibió la ordenación sacerdotal el 18 de marzo de 1959, tras obtener la licenciatura en teología en la «Sophia University» de Tokio de la que, de 1968 a 1981, fue el primer rector extranjero. Además de ser provincial de los jesuitas, fue nombrado en 1981 coadjutor del dele- gado pontificio para la Compañía de Jesús padre Paolo Deza, luego cardenal. En 1983 llegó a ser consejero general y asistente para Italia y Asia oriental y delegado para la publicación «La Civiltà Cattolica». De 1992 a 1998 fue rector de la Pontificia Universidad Gregoriana, y también canciller de la Pontificia Academia de ciencias y de la Pontificia Academia de ciencias sociales. El 11 de julio de 1998 el Papa Juan Pablo II le nombró secretario de la Congregación para la educación católica, asignándole la sede titular arzobispal de Castro de Cerdeña. Recibió la ordenación episcopal el 26 de septiembre de 1998. El 25 de noviembre de 2003 eligió regresar a Japón para trabajar en la actividad pastoral parroquial. Telegrama del Papa al prepósito general de los jesuitas Ministro del Evangelio El Papa Francisco, tras recibir la noticia del fallecimiento del arzobispo Pittau, envió al prepósito general de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás Pachón, el siguiente telegrama de pésame. Reverendísimo padre: Informado del fallecimiento de su excelencia monseñor Giuseppe Pittau, deseo expresar mis sinceras condolencias a usted, a los hermanos y a cuantos lloran la muerte del ejemplar ministro de Dios que vivió por la causa del Evangelio. Al recordar su generoso apostolado misionero en Japón, donde concluyó su vida terrena, elevo acciones de gracias al Señor por el servicio que prestó a la Sede apostólica como secretario de la Congregación para la educación católica y por su labor como rector de la «Sophia University» de Tokio y rector magnífico de la Universidad Gregoriana de Roma, así como su entrega en la Compañía de Jesús. Encomiendo su alma elegida a la intercesión maternal de la Virgen María y en la luz de la resurrección de Cristo envío mi consoladora bendición apostólica. FRANCISCUS P.P. «De la esterilidad —afirmó— el Señor es capaz de volver a comenzar una nueva descendencia, una nueva vida: este es el mensaje de hoy». Por eso «cuando la humanidad está extenuada, ya no puede seguir adelante, llega la gracia y llega el Hijo, y llega la salvación». Y, así, «esa creación extenuada deja lugar a la nueva creación, podríamos decir a una “re-creación”». De esta manera «el milagro de la creación, tan maravilloso, deja lugar a un milagro aún más maravilloso: la re-creación, come dice la oración de la misa: “Tú Señor que maravillosamente creaste el mundo, y más maravillosamente lo recreaste”». Precisamente «esta “segunda” creación, cuando la tierra está extenuada, es el mensaje de hoy: nosotros esperamos al “jefe” capaz de recrear todas las cosas, de hacer nuevas las cosas». Por lo tanto, «esperamos la novedad de Dios». Esta es, por lo demás, la Navidad: «la novedad de Dios que vuelve a hacer de un modo más maravilloso la creación, todas las cosas». «Es curioso», destacó el Pontífice, que «en ambos textos —tanto el de la mujer de Manoj como el de Isabel— para explicar cómo hará esto, cómo ocurrirá esto, se habla del Espíritu: “El Espíritu del Señor comenzó a obrar en él”, se dice». Y «esta “recreación” es posible solamente con el Espíritu de Dios». ¿Cuál es el mensaje entonces? «Abrámonos al Espíritu de Dios. Nosotros, solos, no podemos: es Él quien puede hacer las cosas». El discurso sobre la esterilidad, dijo el Papa, «me hace pensar también en nuestra madre Iglesia, en muchas esterilidades que afligen a nuestra madre Iglesia cuando, por el peso de la esperanza en los mandamientos, ese pelagianismo que todos nosotros llevamos en los huesos, se hace estéril: se cree capaz de dar a luz» pero «no puede». En cambio, «la Iglesia es madre y se convierte en madre solamente cuando se abre a la novedad de Dios, a la fuerza del Espíritu». Lo es «cuando se dice a sí misma: “yo hago todo pero terminé, no puedo seguir adelante”» y «llega el Espíritu». De esta manera el Papa Francisco invitó a «rezar hoy por nuestra madre Iglesia, por la gran esterilidad en el pueblo de Dios: esterilidad de egoísmos, de poder». Porque «la Iglesia es estéril cuando cree que puede hacer todo, adueñarse de las conciencias de la gente, ir por el camino de los fariseos, de los saduceos, por el camino de la hipocresía». Por eso se necesita «rezar». Y hacer de tal modo que «esta Navidad» haga también a «nuestra Iglesia abierta al don de Dios», capaz de dejarse «sorprender por el Espíritu Santo»: una Iglesia «que tenga hijos, una Iglesia madre». En cambio, afirmó el Papa, «muchas veces pienso que la Iglesia, en algunos lugares, más que ser madre es una empresaria». Por ello, concluyó, «mirando esta historia de esterilidad del pueblo de Dios, y tantas historias en la historia de la Iglesia que han hecho a la Iglesia estéril, pidamos al Señor, hoy, mirando el belén, la gracia de la fecundidad de la Iglesia». La gracia de que, «antes que nada, la Iglesia sea madre, como María: ¡madre!». número 2, viernes 9 de enero de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 15 La «imagen de una Iglesia que se pone el delantal y se inclina para servir a los hermanos en dificultad» recordó el Papa Francisco, al hablar, el jueves 4 de diciembre de 2014, a casi dos mil representantes de la Federación de organismos cristianos del servicio internacional de voluntariado (FOCSIV), a quienes recibió en el aula Pablo VI. Ante la «humanidad que sufre», dijo el Pontífice, «el discípulo de Cristo no da un paso hacia atrás, no gira la cara hacia otro lado». Queridos hermanos ¡buenos días! y hermanas, Os recibo de buen grado con ocasión de la Jornada internacional del voluntariado. Os dirijo mi cordial saludo y doy las gracias al presidente, que presentó vuestra misión en el contexto actual. Vuestra Federación, que reúne a los Organismos de voluntariado de inspiración cristiana, realiza un precioso trabajo en el mundo. Es imagen de una Iglesia que se pone el delantal y se inclina para servir a los hermanos en dificultad. En efecto, las diversas realidades que componen la FO CSIV buscan conjugar el bagaje de experiencias de los propios miembros con la dimensión del servicio voluntario a los pobres según el estilo del buen Samaritano y en coherencia con los valores evangélicos. A partir de vuestra identidad cristiana, os presentáis como «voluntarios en el mundo» con numerosos proyectos de desarrollo, para dar respuestas concretas a los escándalos del hambre y de las guerras. Os doy las gracias por lo que hacéis y por cómo lo hacéis. Vuestras intervenciones junto a los hombres y a las mujeres en dificultad son un anuncio vivo de la ternura de Cristo, que camina con la humanidad de cada época. Continuad por este camino del compromiso voluntario y de- La teología del barrilete VIENE DE LA PÁGINA 13 del nido vacío» frente a la partida de sus hijos se sienten —por lejos— mucho más realizados que aquellos padres de la generación «ni – ni» —los que no trabajan ni estudian— cuyos hijos siguen vegetando entre las paredes de la casa paterna. Ellos son los responsables de su frustración, los que no supieron aflojarles el hilo al verlos colear, los que les impidieron crecer, aceptar responsabilidades, asumir riesgos, volar alto. «Aflojale que colea» nos remite a la infancia, a los días tranquilos en los que solo esperábamos que hubiera viento y después que nuestros mayores se cansaran de jugar tuviéramos la posibilidad de remontar ese barrilete que —aunque entonces no lo supiéramos— era la representación de nuestra propia vida. Con ocasión de la Jornada internacional del voluntariado Servicio para el protagonismo de los pobres sinteresado. Hay mucha necesidad de testimoniar el valor de la gratuidad: lo pobres no pueden convertirse en una ocasión de ganancia. Las pobrezas hoy cambian de rostro —¡están las nuevas pobrezas!— e incluso algunos entre los pobres maduran expectativas diversas: aspiran a ser protagonistas, se organizan, y sobre todo practican esa solidaridad que existe entre los que sufren, entre los últimos. Vosotros estáis llamados a percibir estos signos de los tiempos y a convertiros en un instrumento al servicio del protagonismo de los pobres. Solidaridad con los pobres es pensar y obrar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. Es también luchar contra las causas estructurales de la pobreza: la desigualdad, la falta de un trabajo y de una casa, la negación de los derechos sociales y laborales. La solidaridad es un modo de hacer la historia con los pobres, huyendo de presuntas obras altruistas que reducen al otro a la pasividad. Entre las principales causas de la pobreza existe un sistema económico que saquea la naturaleza —pienso en especial en la deforestación, pero también en las catástrofes ambientales y en la pérdida de la biodiversidad. Es necesario afirmar que la creación no es una propriedad de la que podemos disponer a nuestro gusto, y menos aún es una propiedad sólo de pocos. La creación es un don maravilloso que Dios nos ha dado para que lo cuidemos y lo utilicemos en beneficio de todos, con respeto. Os aliento, por lo tanto, a continuar en vuestro compromiso para que la creación siga siendo un patrimonio de todos, que se ha de entregar en toda su belleza a las generaciones futuras. Muchos de los países en los que trabajáis conocen el escándalo de la guerra. Trabajando por el desarrollo de los pueblos, cooperáis también en construir la paz, buscando con perseverante tenacidad apaciguar los ánimos, acercar a las personas, construir puentes entre las culturas y las religiones. La fe os ayudará a hacerlo también en los países más difíci- les, donde la espiral de la violencia parece no dejar espacio a la razón. Un signo de paz y de esperanza es vuestra actividad en los campos de refugiados, donde encontráis gente desesperada, rostros marcados por el abuso, niños que tienen hambre de alimento, de libertad y de futuro. ¡Cuánta gente en el mundo escapa de los horrores de la guerra! ¡Cuántas personas son perseguidas por motivo de su fe, obligadas a abandonar sus casas, sus lugares de culto, sus tierras, sus afectos! ¡Cuántas vidas rotas! ¡Cuánto sufrimiento y cuánta destrucción! Ante todo esto, el discípulo de Cristo no da un paso atrás, no gira la cara hacia otro lado, sino que busca hacerse cargo de esta humanidad que sufre, con projimidad y acogida evangélica. Pienso en los inmigrantes y en los refugiados, quienes buscan dejar a sus espaldas duras condiciones de vida y peligros de todo tipo. Es necesaria la colaboración de todos, instituciones, ONG y comunidades eclesiales, para promover itinerarios de convivencia armónica entre personas y culturas diversas. Los movimientos migratorios piden adecuadas modalidades de acogida que no dejen a los inmigrantes en poder del mar y de bandas de traficantes sin escrúpulos. Al mismo tiempo, es necesaria una colaboración activa entre los Estados, para regular y gestionar eficazmente tales fenómenos. Queridos hermanos y hermanas, en más de cuarenta años de vida, en vuestra Federación han trabajado voluntarios que han sido auténticos testigos de caridad, agentes de paz, artífices de justicia y de solidaridad. Os aliento a continuar con alegría por esta senda de fidelidad al hombre y a Dios, poniendo cada vez más en el centro la persona de Jesús. Os ayudará mucho encontrar cada día el tiempo para el encuentro personal con Dios en la oración: esta será vuestra fuerza en los momentos más difíciles de decepción, soledad e incomprensión. Encomiendo cada uno de vosotros y los organismos de vuestra Federación a la protección de María santísima. Que os acompañe también mi bendición. Y vosotros acordaos de rezar por mí. Gracias. La puerta del ecumenismo VIENE DE LA PÁGINA 11 Dios y al prójimo, amor que es capaz de inspirar esfuerzos enérgicos en el compromiso de recuperar la dignidad de quienes viven al margen de la sociedad. Tendría necesidad del traductor… Y ahora quiero recordar una anécdota, y también daros las gracias. Tenía 4 años —era en 1940, ¿ninguno de vosotros había nacido, eh?— e iba por la calle con mi abuela. En aquel tiempo se tenía la idea de que todos los protestantes iban al infierno. En la acera de enfrente caminaban dos mujeres del Ejército de salvación, con ese sombrero que tenéis vosotros… ¿Usted lo ha usado? Y recuerdo como si fuera hoy que le pregunté a mi abuela: «¿Quiénes son aquellas? ¿Monjas, hermanas?». Y mi abuela me respondió: «No. Son protestantes, pero son buenas». Y así, mi abuela, gracias a vuestro testimonio, me abrió la puerta al ecumenismo: la primera predicación ecuménica que tuve fue delante de vosotros. Thank you very much. Queridos amigos, elevo a Dios mi oración por el trabajo que el Ejército de salvación lleva adelante: ojalá que muchas personas en dificultades sigan contando con vuestra acción, que permite a la luz de Cristo resplandecer en los rincones más oscuros de su vida. Que vosotros y vuestros hermanos y hermanas salvacionistas rebosen de los dones del Espíritu Santo —sabiduría, discernimiento, fortaleza, paz…— para testimoniar el reino del Señor en nuestro mundo que sufre. Y confío en que también vosotros rezaréis por mí: lo necesito. Gracias. L’OSSERVATORE ROMANO página 16 viernes 9 de enero de 2015, número 2 En la audiencia general el Papa Francisco continúa el ciclo de reflexiones sobre la familia Himno a las madres El «papel central» de las madres en la sociedad lo puso de relieve el Papa en la audiencia general del miércoles 7 de enero, en el aula Pablo VI. «Son el antídoto más fuerte al individualismo», recordó el Pontífice, destacando que a menudo su disponibilidad se explota «para ahorrar en los gastos sociales». Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Hoy continuamos con las catequesis sobre la Iglesia y haremos una reflexión sobre la Iglesia madre. La Iglesia es madre. Nuestra santa madre Iglesia. En estos días la liturgia de la Iglesia puso ante nuestros ojos el icono de la Virgen María Madre de Dios. El primer día del año es la fiesta de la Madre de Dios, a la que sigue la Epifanía, con el recuerdo de la visita de los Magos. Escribe el evangelista Mateo: «Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron» (Mt 2, 11). Es la Madre que, tras haberlo engendrado, presenta el Hijo al mundo. Ella nos da a Jesús, ella nos muestra a Jesús, ella nos hace ver a Jesús. Continuamos con las catequesis sobre la familia y en la familia está la madre. Toda persona humana debe la vida a una madre, y casi siempre le debe a ella mucho de la propia existencia sucesiva, de la formación humana y espiritual. La madre, sin embargo, incluso siendo muy exaltada desde punto de vista simbólico —muchas poesías, muchas cosas hermosas se dicen poéticamente de la madre—, se la escucha poco y se le ayuda poco en la vida cotidiana, y es poco considerada en su papel central en la sociedad. Es más, a menudo se aprovecha de la disponibilidad de las madres a sacrificarse por los hijos para «ahorrar» en los gastos sociales. Sucede que incluso en la comunidad cristiana a la madre no siempre se la tiene justamente en cuenta, se le escucha poco. Sin embargo, en el centro de la vida de la Iglesia está la Madre de Jesús. Tal vez las madres, dispuestas a muchos sacrificios por los propios hijos, y no pocas veces también por los de los demás, deberían ser más escuchadas. Habría que comprender más su lucha cotidiana por ser eficientes en el trabajo y atentas y afectuosas en la familia; habría que comprender mejor a qué aspiran ellas para expresar los mejores y auténticos frutos de su emancipación. Una madre con los hijos tiene siempre problemas, siempre trabajo. Recuerdo que en casa, éramos cinco hijos y mientras uno hacía una travesura, el otro pensaba en hacer otra, y la pobre mamá iba de una parte a la otra, pero era feliz. Nos dio mucho. Las madres son el antídoto más fuerte ante la difusión del individualismo egoísta. «Individuo» quiere decir «que no se puede dividir». Las madres, en cambio, se «dividen» a partir del momento en el que acogen a un hijo para darlo al mundo y criarlo. Son ellas, las madres, quienes más odian la guerra, que mata a sus hijos. Muchas veces he pensado en esas madres al recibir la carta: «Le comunico que su hijo ha caído en defensa de la patria...». ¡Pobres mujeres! ¡Cómo sufre una madre! Son ellas quienes testimonian la belleza de la vida. El arzobispo Oscar Arnulfo Romero decía que las madres viven un «martirio materno». En la homilía para el funeral de un sacerdote asesinado por los escuadrones de la muerte, él dijo, evocando el Concilio Vaticano En Asia en el signo del diálogo VIENE DE LA PÁGINA 1 un viaje «en el signo del diálogo y de la reconciliación», explicó el jesuita, destacando que en especial el que realiza a Sri Lanka se caracterizará por la canonización del primer santo del país, el oratoriano José Vaz; por un encuentro con los líderes del budismo (profesado por el 70 por ciento de los habitantes), del hinduismo (12/13 por ciento) del islam (poco menos del 10 por ciento) y del cristianismo (apenas el 7 por ciento); y por una visita al norte habitado por la minoría Tamil. En Filipinas, única nación asiática con mayoría católica, la visita se caracterizará por los temas de la misericordia y de la compasión, con referencia especial a las víctimas del tifón Yolanda. Al mismo tiempo el director de la Oficina de prensa destacó cómo la Iglesia local se prepara para celebrar el quinto centenario de la evangelización. Violencia abominable VIENE DE LA PÁGINA 1 en luto y a la tristeza de todos los franceses. Encomienda las víctimas a Dios, lleno de misericordia, pidiéndole que las acoja en su luz. Expresa su profunda cercanía a las personas heridas y a su familias, pidiendo al Señor que las fortalezca y consuele en la prueba. El Santo Padre condena una vez más la violencia que genera tantos sufrimientos y, pidiendo a Dios que conceda el don de la paz, invoca sobre las familias golpeadas y sobre los franceses el beneficio de las bendiciones divinas». Ya el miércoles por la tarde, a través de un comunicado del director de la Oficina de prensa de la Santa Sede, el jesuita Federico Lombardi, el Pontífice había expresado su firme condena por «el horrible atentado» que sacudió la ciudad de París «con un alto número de víctimas, sembrando la muerte, dejando en la consternación a toda la sociedad francesa, turbando profundamente a todas las personas amantes de la paz, mucho más allá de los confines de Francia». El Papa, se lee en el texto, «participa con la oración en el sufrimiento de los heridos y de las familias de los difuntos y exhorta a todos a oponerse con todos los medios a la difusión del odio y de toda forma de violencia, física y moral, que destruye la vida humana, viola la dignidad de las personas, mina radicalmente el bien fundamental de la convivencia pacífica entre las personas y los pueblos, no obstante las diferencias de nacionalidad, de religión y de cultura». Palabras claras y firmes: «Cualquiera que sea la motivación —afirma el comunicado— la violencia homicida es abominable, nunca es justificable, la vida y la digni- dad de todos se deben garantizar y tutelar con firmeza, toda instigación al odio se debe rechazar, el respeto al otro se debe cultivar». El Papa concluyó expresando «cercanía, solidaridad espiritual y apoyo a todos los que, según sus diversas responsabilidades, siguen comprometiéndose con constancia en favor de la paz, la justicia y el derecho, para curar en profundidad los orígenes y las causas del odio, en este momento doloroso y dramático, en Francia y en cada rincón del mundo marcado por tensiones y violencias». Y por la mañana el Papa Francisco difundió también un tuit con el hashtag: «#PrayersForParis». Una declaración común difundieron el cardenal Jean-Louis Tauran y cuatro imanes franceses que participaron juntamente con una delegación de la Conferencia episcopal francesa en la audiencia general del miércoles. Los cinco hacen un llamamiento a promover con todos los medios «una cultura de paz y de esperanza», capaz de vencer el miedo y construir puentes entre los hombres. Al mismo tiempo, considerado el impacto de los medios de comunicación, invitan a sus responsables a ofrecer una información respetuosa de las religiones, de sus fieles y de sus prácticas de culto. Por último, recuerdan que el diálogo interreligioso sigue siendo la única senda que debemos recorrer juntos para disipar los prejuicios. Pésame y cercanía al pueblo que está de luto por la masacre del miércoles en la sede de «Charlie Hebdo» se expresó en todo el mundo. Miles de personas en diversas capitales europeas se reunieron en las plazas en una significativa cercanía a las reunidas en París y en otras ciudades francesas. II: «Todos debemos estar dispuestos a morir por nuestra fe, incluso si el Señor no nos concede este honor... Dar la vida no significa sólo ser asesinados; dar la vida, tener espíritu de martirio, es entregarla en el deber, en el silencio, en la oración, en el cumplimiento honesto del deber; en ese silencio de la vida cotidiana; dar la vida poco a poco. Sí, como la entrega una madre, que sin temor, con la sencillez del martirio materno, concibe en su seno a un hijo, lo da a luz, lo amamanta, lo cría y cuida con afecto. Es dar la vida. Es martirio». Hasta aquí la citación. Sí, ser madre no significa sólo traer un hijo al mundo, sino que es también una opción de vida. ¿Qué elige una madre? ¿Cuál es la opción de vida de una madre? La opción de vida de una madre es la opción de dar la vida. Y esto es grande, esto es hermoso. Una sociedad sin madres sería una sociedad inhumana, porque las madres saben testimoniar siempre, incluso en los peores momentos, la ternura, la entrega, la fuerza moral. Las madres transmiten a menudo también el sentido más profundo de la práctica religiosa: en las primeras oraciones, en los primeros gestos de devoción que aprende un niño, está inscrito el valor de la fe en la vida de un ser humano. Es un mensaje que las madres creyentes saben transmitir sin muchas explicaciones: estas llegarán después, pero la semilla de la fe está en esos primeros, valiocísimos momentos. Sin las madres, no sólo no habría nuevos fieles, sino que la fe perdería buena parte de su calor sencillo y profundo. Y la Iglesia es madre, con todo esto, es nuestra madre. Nosotros no somos huérfanos, tenemos una madre. La Virgen, la madre Iglesia y nuestra madre. No somos huérfanos, somos hijos de la Iglesia, somos hijos de la Virgen y somos hijos de nuestras madres. Queridísimas mamás, gracias, gracias por lo que sois en la familia y por lo que dais a la Iglesia y al mundo. Y a ti, amada Iglesia, gracias, gracias por ser madre. Y a ti, María, madre de Dios, gracias por hacernos ver a Jesús. Y gracias a todas las mamás aquí presentes: las saludamos con un aplauso.
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