Cómo se construyen las noticias

Cómo se construyen las noticias
Los secretos de las técnicas periodísticas
Por
Raúl Clauso.
Ediciones
La Crujía.
Buenos Aires.
Primera edición:
2007.
Este material
es de uso
exclusivamente
didáctico.
1
Índice
Introducción………………………………………………………………………………………9
Capítulo 1. Los diarios, como los ven los periodistas………………………………………..15
El empleo de los elementos gráficos……………………………………………………………16
Terminología en la presentación gráfica de la información…………………………………….23
Definiciones…………………………………………………………………………………….24
Capítulo 2. El producto final. Qué contienen los diarios……………………………………31
La organización de los diarios…………………………………………………………………..37
El cuerpo principal……………………………………………………………………………...38
La organización en secciones…………………………………………………………………...41
Los espacios de publicidad……………………………………………………………………...42
El uso del espacio……………………………………………………………………………….44
Capítulo 3. Llegó el momento. A lidiar con la información…………………………………47
De dónde proviene la información……………………………………………………………...53
Las agencias de noticias………………………………………………………………………...57
Capítulo 4. La construcción de la noticia I. Elección de la información…………………...61
Noticia: un concepto ambiguo…………………………………………………………………..66
La matriz informativa…………………………………………………………………………...69
La elección que hacen los periodistas…………………………………………………………..72
Los condicionamientos que imponen los medios……………………………………………….76
Otras
categorías
que
definen
a
un
hecho
como
noticiable………………………………………78
El consenso en la Redacción……………………………………………………………………83
Proyección………………………………………………………………………………………84
La elección por la dinámica de Redacción……………………………………………………...86
Capítulo 5. La construcción de la noticia II. Cómo se organiza la información…………...89
El desafío de organizar la información………………………………………………………….90
Buscando una metodología……………………………………………………………………...92
Otro método: las cinco…………………………………………………………………………..94
Uno más: la pirámide invertida…………………………………………………………………95
Capítulo 6. La construcción de la noticia III. El momento de escribir……………………107
Veamos cómo funciona en la práctica…………………………………………………………107
Reglas más comunes…………………………………………………………………………...128
Capítulo 7. La construcción de la noticia IV. Titulación…………………………………..131
Aspectos formales del titulado………………………………………………………………...134
Aspectos expresivos del titulado………………………………………………………………138
La elección del título adecuado………………………………………………………………..144
Capítulo 8. Los géneros periodísticos……………………………………………………….149
Un escalón más abajo………………………………………………………………………….152
Capítulo 9. Las sutilezas de la entrevista……………………………………………………183
Antes, durante y después………………………………………………………………………189
Capítulo 10.Un estudio de las fuentes……………………………………………………….201
La mención de las fuentes……………………………………………………………………..211
El off the record………………………………………………………………..………………213
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Por qué alguien da información………………………………………………………………..215
Los casos especiales…………………………………………………………………………...218
Una clave para construir la información………………………………………………………223
Capítulo 11. De la teoría a la práctica. El trabajo del periodista………………………….225
Los ajustes del editor…………………………………………………………………………..230
El tratamiento de las imágenes………………………………………………………………...233
La reunión de tapa……………………………………………………………………………..238
Los males del periodista……………………………………………………………………….239
Comportamiento ético…………………………………………………………………………240
De la escritura………………………………………………………………………………….242
Capítulo 12. Los desafíos que enfrenta el periodismo……………………………………...249
Bibliografía…………………………………………………………………………………….259
3
Clauso, Raúl. Cómo se construyen las noticias. Los secretos de las técnicas periodísticas. La Crujías
Ediciones. Buenos Aires, 2007.
CAPÍTULO 9
LAS SUTILEZAS DE LA ENTREVISTA
Nos queda por recorrer, al fin, el género de la entrevista. Aunque se la categorizó en el
capítulo anterior, se ha separado de los otros géneros en un capítulo especial porque requiere
detenerse más largamente en sus características.
En las modalidades informativa y argumentativa que ya hemos visto, el estudio fue
realizado desde un aspecto, podría decirse, unilateral. Observamos básicamente el trabajo a
partir de la estructura final que adopta. Los clasificamos como se ven terminados. En otras
palabras, exploramos sólo una porción de la tarea, asumiendo que el periodista ya dispone de los
datos para construir el artículo.
Pero al abocarnos a la entrevista se producen alteraciones en ese esquema, porque no vemos
ya al periodista solamente en su función de escribir, sino también de interrogador de un
personaje. Es decir que se entremezclan la tarea de obtención de la información, con su
tratamiento y el volcado final.
Desde este nuevo punto de vista podríamos decir que la primera porción corresponde a la
interacción con la fuente (cuestión que en su faz general abordaremos más adelante en este
trabajo); y la segunda a la entrevista cómo género.
Nos referimos aquí a la entrevista en el medio gráfico y la consideramos como el acto de
formular preguntas a un interlocutor, y además darle una cierta forma expositiva.
En la práctica cotidiana, el periodista no aloja dudas cuando el editor le ordena realizar una
entrevista talo cual. Sabe que deberá reunirse con el personaje de que se trata para interrogarlo y
que después deberá volcar ese material con una forma expositiva específica.
Tanta insistencia en esta cuestión puede resultar llamativa. Pero no es antojadiza. Creemos
que alguna bibliografía induce acierta confusión cuando se incluye en la categoría de entrevistas
a mecanismos que, si bien reflejan una interacción con una fuente, representan a nuestro
entender medios de obtención de la información y que no necesariamente van a adoptar la
forma final de una entrevista, como el público lo conoce. Tal el caso de las declaraciones o
testimonios que toman los periodistas normalmente. Es posible que esta superposición se deba a
las características propias de obtención de la información para los noticieros de televisión,
donde además de entrevistas hay interrogatorios en todos los niveles imaginables -muchos de
ellos ocasionales- que luego son editados para su exhibición.
Digamos ahora que, con estos límites, en los medios no encontraremos básicamente con tres
grandes tipos de formatos, clasificados a partir del contenido:
- Informativo: El entrevistado genera nueva información o explicaciones sobre
información conocida.
- De carácter: El centro de atención está puesto en la personalidad del entrevistado y sus
opiniones (también llamadas de personajes).
- De entretenimiento: Igual al anterior, pero los personajes son menores desde el ángulo
de su significación social y también sus circunstancias.
La entrevista aun funcionario puede ser un ejemplo del primer caso, en la que se expone
información sobre distintos cursos de acción de gobierno; la entrevista aun artista, un caso de
carácter; y la que se realiza a una estrella "circunstancial" de la farándula, en la cual se ventilan
intimidades o enconos intrascendentes, de entretenimiento.
Como público nos encontraremos entonces frente a algunos de esos tipos de entrevistas, que
además tendrán características diferenciadas de acuerdo al vehículo de difusión. Esto es así
4
porque el "lenguaje" del medio inevitablemente condiciona la forma que adopta la entrevista.
Un recorrido por la formas de entrevista nos permitirá perfilar después, más acabadamente, el
género como se presenta en los medios gráficos.
El "lenguaje" del medio condiciona la forma que adopta la entrevista. En Radio y
Televisión sucede en un solo tiempo. En diarios y revistas en dos etapas: primero
el interrogatorio y luego la construcción textual.
Televisión. Periodista y entrevistado juegan roles prácticamente equivalentes en cuanto a
exhibición. El periodista debe hacer gala de un interrogatorio inteligente, coherente y ordenado
y además no puede darse el lujo de mostrar zonas de desconocimiento. Tiene la ventaja de que
puede estar completamente concentrado en el interrogatorio porque la inmediatez de la
aparición lo libera de la obligación de tomar notas sobre las respuestas.
En el preámbulo de la presentación televisiva, el periodista perfila las condiciones del
entrevistado que justifican su presencia y establece los temas acerca de los cuales será
preguntado. Luego, en el curso de la entrevista, tendrá que ir enlazando las respuestas a través
del mecanismo de la repregunta, esto es preguntar nuevamente sobre alguna afirmación previa
del entrevistado.
En televisión, el periodista debe cuidar el ritmo de la entrevista. Por ejemplo no puede dar
por respondida una cuestión y minutos más tarde retornarla porque considera que quedaron
explicaciones pendientes. También conspiran las tandas publicitarias, que le quitan continuidad
al interés del espectador.
Como el objetivo es mantener al televidente frente a la pantalla, estos condicionantes del
"lenguaje" televisivo llevan a que las entrevistas adopten la cualidad de ser breves, o bien
requieran a un personaje rodeado de polémica, o que se supone va a despertar por su sola
presencia el interés del espectador por escuchar lo que tiene que decir.
A menudo, también, las entrevistas en televisión no consisten solamente en una serie de
preguntas-respuestas, sino que son matizadas con "flashes" de antecedentes, donde se presentan
hechos, opiniones o declaraciones sobre el tema que se trata, del mismo personaje entrevistado o
de alguien más que instala críticas o polémicas.
Cuando las entrevistas televisivas se limitan a la conversación de dos personas separadas
por una mesa con una planta como decorado, el trámite termina siendo sumamente monótono y
aburrido.
El lenguaje de televisión supone básicamente entretenimiento. La disposición del
televidente no es la misma que la del lector frente al diario.
En la televisión el entrevistado alcanza el mayor grado de exposición desde el punto
de vista gestual. Da cuenta de sus seguridades, debilidades, titubeos, cambios
repentinos de humor: Además, lo que expresa en televisión es irreversible una vez
que salió al aire.
Para los entrevistados en televisión las cosas tampoco son sencillas, ya que en una entrevista
televisiva alcanza el mayor grado de exposición. Está desnudo desde el punto de vista gestual,
dando cuenta de sus seguridades, debilidades, titubeos, énfasis, o cambios repentinos de humor,
por citar algunas de las condiciones más ostensibles. Con, una contra adicional: lo que expresa
es irreversible, una vez que salió al aire.
Radio. La entrevista radial reúne alguna de las características de la televisiva (inmediatez.
irreversibilidad de lo que se dice), pero la dupla periodista-entrevistado está naturalmente menos
expuesta por la ausencia de imagen. Así una conversación radial, habitualmente realizada vía
telefónica, suele adquirir un tono más relajado.
Lo que comparten radio y TV es que el lenguaje "en vivo" requiere una definición y
contundencia que conduce ala abreviación de conceptos. Cualquiera ha sido testigo de cómo los
periodistas interrumpen a los entrevistados cuando éstos se extienden demasiado en
explicaciones.
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En la radio hay mayores grados de libertad para los dos partes protagonistas de la entrevista.
La distancia física y la falta de exhibición personal -como en la TV- abre el espacio para que los
entrevistados resulten más contundentes en sus declaraciones y los periodistas ensayen mayor
espontaneidad y agudeza en el interrogatorio.
Otra característica en la que hay que detenerse es en la duración. Las entrevistas radiales
son necesariamente breves. También juegan en contra de la continuidad las interrupciones
publicitarias, los flashes de noticias o la participación de más de un periodista, que a menudo
interviene cambiando el tema que se viene tratando.
Hay una cuestión acerca de la cual la radio tiene una seria desventaja frente a la TV y que se
asocia con la calidad de los interlocutores. A los efectos de la promoción personal, que puede
motivar a un personaje a aceptar ser entrevistado, la televisión ofrece muchas más posibilidades
por su alcance. Así, en la radio predominan las entrevistas informativas y de entretenimiento y
son raras las que enfocan el personaje.
Gráfica. Hay una característica sobresaliente de las entrevistas en televisión y radio a la que
no hemos hecho mención y resulta de importancia central para categorizar a la entrevista de los
medios gráficos: la entrevista empieza y termina en el interrogatorio, con la presencia del
entrevistado.
A diferencia de lo que sucede en la TV y en la radio, en los diarios y revistas el fenómeno se
desarrolla en dos etapas bien diferenciadas. El periodista tiene la posibilidad -una vez culminada
la entrevista propiamente dicha- de meditar acerca de cómo va a construir el texto, lo que
implica, entre otras cosas, que puede arbitrar la extensión de las respuestas, la organización
temática, y hasta descartar el material que a su juicio no sirve al propósito expositivo.
El lector del medio gráfico no tiene más elementos que los que le provee el periodista. Este
entonces deberá apelar a una batería de recursos para que alcance a comprender el carácter del
entrevistado, los elementos motivadores de la entrevista y proporcionarle contenido.
En los medios gráficos, una vez que se dejó al entrevistado, comienza una tarea quizás más
ardua.
El lector del medio gráfico sólo cuenta con los elementos que le provee el periodista,
que debe esforzarse por trasmitir el carácter del entrevistado y reflejar
adecuadamente el contenido de sus expresiones.
Las entrevistas en medios gráficos, además, son por lo general apoyadas con despliegue
fotográfico que permiten la aproximación visual a algunos aspectos del carácter de los
personajes. En el transcurso de las entrevistas, los buenos reporteros gráficos (fotógrafos)
intentan reflejar en instantáneas alguna faceta de los entrevistados, yendo más allá de la
obtención de una imagen meramente ilustrativa.
Sin perder de vista que el objetivo de análisis son las entrevistas en el periodismo gráfico,
nos concentraremos solamente en las dos opciones más frecuentes de este medio: la entrevista
de personajes y la informativa.1
La primera es la que puede considerarse un género en sí mismo, y que probablemente
plantea los mayores desafíos de construcción. No es extraño que la entrevista de personajes en
su mayor esplendor sea ahora poco frecuente. Más bien ha sido reemplazada por esquemas fríos
de preguntas y respuestas, que sí abundan.
Uno de los factores que conspiran en ese sentido es el factor "urgencia". La necesidad de
responder rápidamente a las exigencias de los editores y los medios, conduce a que los
periodistas carezcan de suficiente tiempo para elaborar el producto entrevista, que queda
1
La entrevista de entretenimiento sólo es permanente en los medios gráficos dedicados a las intimidades de la
farándula y aunque cuenta con algún predicamento en las preferencias del público, creemos aquí que no establece
ninguna categoría relevante para un análisis serio. Su naturaleza supone que detrás de las entrevistas hay acuerdos
económicos, promociones pagas de los personajes y hechos forzados para alimentar la publicidad, entre otras delicias.
Además, los periodistas asumen ellos mismos el papel de estrellas y a menudo son también el objeto de las
informaciones. En suma que desde varios ángulos se encuentra por completo distorsionado el rol profesional y hay
espacio para cualquier tipo de manejo.
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reservado así a los suplementos de aparición semanal de los diarios o a las revistas, donde el
tiempo no urge, o lo hace menos.
La confección de una buena entrevista exige una preparación previa consistente y una
disponibilidad de tiempo para la construcción final. La dinámica de "todo ya" no permite esos
lujos y, peor, le resta al periodista la posibilidad de entrenarse en el género.
Antes, durante y después
Una forma didáctica de enfocar la construcción de las entrevistas consiste en
descomponerlas en tres tiempos. Estos implican diferentes tareas, a saber:
-Antes: Elección del entrevistado y preparación
-Durante: El momento del interrogatorio
-Después: La preparación del formato escrito
Veremos los componentes en ese orden:
Elección del entrevistado. Jorge Halperín,2 un notable entrevistador, establece
adecuadamente algunas de las razones de la elección del entrevistado:
-Es un personaje famoso,
-Es un personaje curioso,
-Es muy representativo de algo,
-Es clave en uña circunstancia, está ligado a una noticia,
-Es portador de un saber muy valioso,
-Por el valor de sus ideas.
Siguiendo a Halperín, el periodista debe ser perfectamente conciente de las razones por las
que ha sido elegido su entrevistado y muy especialmente, de lo que espera lograr con esa
conversación.
En este sentido delinea los propósitos generales que deben conducir al periodista:
-Conseguir que haga una revelación inédita,
-Llevarlo a formular una importante denuncia,
-Mostrar un ángulo desconocido del personaje,
-Lograr que el sujeto profundice algo que ha concitado la atención del público,
-Producir con él una exposición fascinante sobre un tema de interés público,
-Obtener un retrato completo de su personalidad,
-Exponerlo como un caso testigo.
La definición de los dos aspectos es primordial para que la entre- vista final adquiera
sentido a los ojos del lector. El periodista debe estar en condiciones de responderse a sí mismo
por qué eligió a determinado personaje y qué espera de él. Es un requisito para que luego el
texto no deambule en un salpicado de preguntas inconexas y básicamente para que el
interrogatorio muestre la menor dispersión posible del objetivo buscado por el periodista.
Otro enfoque que no puede soslayar el periodista es la motivación del entrevistado para
aceptar un interrogatorio, porque en alguna medida va a condicionar el tono de las preguntas y
las respuestas esperadas.
Cuando se trata de funcionarios públicos está implícita la obligación de comunicar los actos
públicos, pero tenderán ano incursionar en cuestiones que eventualmente deriven en
complicaciones posteriores, como ser medidas que pueden estar en diseño, o afirmaciones que
conduzcan a conflictos con otros funcionarios o distintos sectores.
Otras veces, los funcionarios están dispuestos a la entrevista porque aspiran con la aparición
en los medios a fortalecer su situación relativa dentro del esquema de poder.
2
"La entrevista Periodística", Paidós 1995.
7
En el caso de personajes privados, no están obligados a transmitir información en medios
masivos, de ahí que la aceptación de una entrevista se asocie a cuestiones ligadas a la
promoción personal y la de las instituciones o empresas a las que pertenecen o representan.
Para los entrevistados, la instancia de la entrevista representa un desafío que los
llena de dudas y temores sobre una posible manipulación de sus opiniones.
Como sea, la instancia de la entrevista representa para el periodista un componente normal
en su rutina, pero es un desafío para el entrevistado. Básicamente porque lo expone frente al
público, pero además y muy importante- porque ignora cómo va a tratar el material el
periodista. Esto es, si va a reflejar adecuadamente el sentido de la información o sus opiniones o
va a manipular los datos para darle un sentido diferente.
Es un consenso aceptado que los entrevistados no tienen acceso (ni deben tenerlo) a una
versión preliminar de la entrevista ya escrita. En el ámbito periodístico es una cuestión
inaceptable e interpretado como una pretensión de censura. Muchas veces, los entrevistados
pretenden esa opción con el argumento de "perfeccionar" la información que proporcionaron.
En realidad lo que buscan es intervenir sobre el estilo del periodista. Si tal cosa fuera aceptada
por un periodista estaría declinando su potestad sobre el texto escrito.
Los temores a los que se enfrentan los entrevistados muchas veces son cauterizados con la
exigencia de presentar con antelación un temario básico sobre el que se ha de responder llene
dos propósitos: - el primero, eliminar los temas que pudieran resultar conflictivos; el segundo,
que el entrevistado prepare el tema de exposición. Si ese requisito resulta en una condición para
obtener la entrevista el periodista podrá acceder a proporcionar un temario tentativo, pero
deberá saber que el entrevistado lo hará valer durante el encuentro.
Los cuidados que puede adoptar el entrevistado van mucho más allá de lo expresado.
Cuando se trata de personajes comprometidos con el poder o con fuertes intereses económicos o
políticos, harán antes una investigación -si es que carecen de referencias- sobre el periodista,
indagando acerca de su desempeño o inclinaciones ideológicas. Por la general, estos personajes
cuentan con asesores de prensa o de relaciones públicas que pueden proporcionarle un perfil y
más aún, actúan como filtros que permiten el paso de algunos periodistas y otros no.
Es más, esos asesores suelen estar presentes en el momento de la entrevista, como custodios
de la que dicen sus empleadores, moderando u orientando el ritmo de la conversación o
francamente interviniendo para completar conceptos o agregar opinión.
Los periodistas frecuentemente deben también cargar con el peso de la mochila de
pertenecer a un medio en particular, circunstancia que puede constituirse en un factor adicional
de decantación.
Estas prácticas suelen originar conflictos y cuando se trata de funcionarios públicos, linda
con la vulneración de la libertad de prensa.
Debe quedar claro que estas dificultades no se observan cuando los entrevistados exhiben
cualidades intelectuales superiores, como escritores, filósofos, artistas, o ciudadanos de a pie
insospechados de cualquier intento manipulador.
En definitiva, conocer estas condiciones previas le darán al periodista una perspectiva más
ajustada acerca de qué puede esperar en el momento de las preguntas y por la tanto prepararse
con antelación para sortear posibles escollos.
Preparación. En el periodismo se reconoce que una buena preparación de la entrevista es un
requisito ineludible. En los diversos rubros especializados (economía, espectáculos, deportes,
etc.), por lo general los periodistas cuentan con el suficiente background como para encarar una
entrevista sin una preparación específica. Pero aún en esos casos es apropiado disponer de
elementos de juicio relativos al personaje, las circunstancias en que se desenvuelve, su obras,
temas a los que está dedicado, antecedentes, etc. Qué hay que saber antes de una entrevista se
debe decidir en cada caso.
Una mala preparación tiene dos inconvenientes básicos: por un lado que el periodista podrá
quedar mal parado ante el desconocimiento de alguna cuestión esencial, lo que lo desmerecerá
ante los ojos del entrevistado, y además tiene consecuencias en el rumbo que podrá tomar la
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entrevista. Y segundo y más significativo, la carencia de preparación le hará perder sustancia a
la entrevista, en tanto no surgirán inquietudes para la repregunta.
Una preparación deficiente de la entrevista podrá derivar en una pérdida de
sustancia, que la hará lucir desordenada y superficial en el contenido.
Suele señalarse a los periodistas como individuos que escriben sobre cosas que ignoran. En
realidad no es necesario que sepan de todos los temas que abordan. Pueden empaparse con una
buena preparación de antecedentes y completar el conocimiento con el entrevistado. No es poco
mérito.
Ese conocimiento previo debería cristalizarse en una serie de preguntas a ser formuladas en
el curso de la entrevista. Le servirán al periodista para no irse de tema y no olvidar lo sustancial.
Esa lista no necesariamente estipula que habrá que responder todo, ni que haya que ceñirse
estrictamente. Durante el encuentro surgirán probablemente otras cuestiones que agreguen o
reemplacen aspectos del tema central.
El momento del interrogatorio. En un film de espionaje, un veterano de esa tarea (Robert
Redford) le indica aun aprendiz (Brad Pitt), cómo reconocer en todo momento el ambiente que
lo rodea. El mobiliario, el número de personas, la vestimenta que usan, qué están tomando, etc.
Salvando las distancias, el periodista que se dispone a mantener una entrevista debe,
asimismo, tomar nota mental del ambiente. Algunos de esos elementos podrán resultarle de
utilidad para construir el personaje. Antes se dijo que el lector sólo dispone de lo que diga el
periodista para formular una representación mental, apoyado en las fotografías.
Precisamente, las fotografías son las que dan comienzo a una entrevista. Para que no se
produzcan distracciones en la conversación, puede resultar conveniente que los primeros
minutos sean empleados por el reportero gráfico (así les gusta a los fotógrafos que los
denominen), mientras se mantiene una charla intrascendente con el personaje. Otra opción es
que el fotógrafo quede en segundo plano en el curso de la entrevista -sin producir distracciones-,
buscando la imagen que represente al personaje.
Más allá del proceso de tomar las fotografías, es conveniente que el comienzo del diálogo
sea relajado, evitando arremeter de inmediato con preguntas.
Las entrevistas de carácter reclaman que el periodista preste atención a los
detalles ambientales, Así podrá construir el personaje y permitirle al lector una
representación mental.
Desde este momento, el periodista no deberá dejar pasar por alto el comportamiento del
entrevistado: si está tenso, nervioso, afligido, ansioso, enojado o divertido, etc. y, básicamente, a
cómo reacciona frente a las preguntas. Todos estos, también, elementos que servirán de apoyo
para definir la personalidad, comodidad o incomodidad ante el cuestionario.
Algunos entrevistados son locuaces en extremo y otros parcos o podrán tomarán una actitud
reticente, si le temen al periodista. En estos casos y para quebrar resistencias, el periodista debe
en todo momento inspirar confianza con una actitud amable. Cuando las respuestas no llegan es
provechoso adoptar una postura insistente sobre los puntos que no han quedado satisfechos, con
un comportamiento si se quiere cándido, para definirlo de alguna manera. Otras veces, dará
resultado el recurso de fingir haber entendido mal un tema y expresarlo. En ese caso el
entrevistado no deseará que sus expresiones sean vertidas incorrectamente y rectificará la
afirmación. Por esa vía se descubre a menudo lo que el entrevistado trata de ocultar.
Hablamos antes de las limitaciones que pesan en relación con el entrevistado. Una que no
hemos mencionado reservándola para este apartado es que existe una suerte de entrenamiento al
que apelan personajes importantes de la política o los negocios, destinado a enfrentar a los
periodistas en el trámite de entrevistas y conferencias de prensa. Ahí se los instruye para eludir
respuestas y dar a conocer la que les interesa, aun cuando el periodista no la pregunte. Uno de
los mecanismos más usados ante una pregunta comprometida consiste en desviar la atención en
otro sentido abrumando al periodista con datos -por ejemplo estadísticos-, que concluyen en
otro tópico, precedido en general por una frase del siguiente estilo... Pero lo que es importante
9
destacar... Otras veces es más desembozado y toma la forma de una recomendación: Yo creo
que lo que Ud. tiene que enfatizar...
Otro aspecto es la registración de la que expresa el entrevistado. El periodista de medio
gráfico puede apelar a su memoria; a las notas y al grabador.
Si confía en su memoria, esto le permitirá estar más concentrado en el diálogo y de esta
manera estar listo para las acotaciones o las repreguntas. En este caso, el producto terminado
será una recreación de la entrevista; será necesariamente interpretativa.
Si apela a las notas y pretende tomar la mayor cantidad de expresiones, descuidará el
diálogo y la obligará al entrevistado a efectuar pausas para que pueda escribir. La sensación del
interlocutor será que la entrevista se dilata por una necesidad del periodista.
En el caso de pretender emplear un grabador, previamente habrá que tener un gesto de
amabilidad y consultarlo. El uso de grabador conlleva algunos problemas. Para comenzar,
técnicos. A todos los periodistas les ha pasado que los grabadores dejen de funcionar
repentinamente, por fallas, falta de pilas o daño de la casete. En ese caso se pierde la
oportunidad del registro o incluso la totalidad de una entrevista. La segunda cuestión es que la
confianza en que el grabador está "tomando nota" del diálogo, supone el riesgo de distracción
por parte del periodista. En tercer término, pocas cosas hay más tediosas que desgrabar.
Considerando el conjunto de opciones, la más recomendable es que el grabador se limite a
su empleo como respaldo y las notas se restrinjan a una sola palabra que refiera el tema que se
está conversando y no a todo la que se dice. Por la demás hay que confiar en la memoria, que
estará bien alimentada por una adecuada atención durante la entrevista. Si ésta falla, queda la
cinta como recurso para recordar.
Otro asunto en el que hay que detenerse es en cómo plantear las preguntas. Halperín hace
una síntesis que vale la pena tener en cuenta.3
Dice el autor que "No existe una clasificación universal, pero entre las virtudes que puede
tener una buena pregunta se cuentan el que sea clara; que provoque información; que se haga
cargo de una demanda colectiva o que exprese las dudas de la gente si se trata de un personaje
público; que sea abierta; que permita profundizar; que consiga explicaciones; que dé lugar a
oposiciones; que busque lo nuevo; que invite al personaje a usar imágenes y fantasías; que
seleccione lo importante; que piense en lo global y en los detalles; que atraiga anécdotas".
La preparación del formato escrito. Esta es la tercera y última etapa en la producción de una
entrevista. Ahora el periodista deberá tomar el material y construir con ella un texto.
Antes, una pequeña digresión. Cuando se trata de entrevistas informativas, según la
clasificación que estructuramos al principio, cabe preguntarse por qué se elige realizar el trabajo
con el formato entrevista, en lugar de una crónica. No nos detenemos en el subgénero de
carácter, porque ahí pesa el personaje por sí mismo.
La justificación transcurre por el valor testimonial que la entrevista le otorga a la
información. En una crónica el que "habla" es el periodista, en la entrevista la que "habla" es la
fuente. Y cuando más significativa sea en el imaginario del público, más fortaleza tendrá la
opinión. En suma, la entrevista puede entreverse como un acortamiento de las distancias entre la
fuente y el público. Si el periodista, entonces, pulsa correctamente los intereses de los
potenciales lectores, la experiencia resultará más interesante, cuanto más cerca estén las
preguntas de las que podría formular el mismo lector.
Regresando al eje del tema, pueden contarse tres formas alternativas de presentar el material
obtenido en una entrevista:
-Glosada (es decir, cuando el periodista resume la entrevista presentando el tema y
volcando frases entrecomilladas de los dichos del entrevistado)
-Pregunta y respuesta
-Mixta (en algunos tramos la información se presenta glosada y en otros como pregunta
y respuesta.
La arquitectura de la entrevista glosada no reviste mayor explicación. En cierta forma tiene
una construcción similar a una crónica narrativa. La mixta comparte esta característica, con la
3
Op. Cit.
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sola salvedad de que se intercalan preguntas y respuestas. De las tres modalidades, la mixta
resulta en un híbrido difícil de construir y que supone una l complicación para el lector, ya que
altera los estilos.
Aquí nos vamos a concentrar en los aspectos de la variante de pregunta y respuesta, un
formato que los lectores consienten como el de la entrevista pura.
Lo primero que hay que decir que la presentación formal no respeta el orden que observó el
interrogatorio. Esto puede parecer una desprolijidad para el no entendido, pero es una constante
debido a una sencilla razón. Por mayor que sea el esfuerzo del periodista no podrá evitar que el
diálogo con el entrevistado resulte desordenado. Presentar una entrevista en el orden estricto en
que tuvo lugar sería un despropósito.
Por lo tanto, el periodista tiene la obligación de reordenar el material con un criterio
temático y que ese nuevo orden se plasme en el texto. De esta manera, la exposición mostrará
una conexión lógica indispensable para que el lector se sostenga en la lectura y le resulte
comprensible.
Es estrictamente necesario que las preguntas sean breves en la exposición, aun cuando no lo
hayan sido en la conversación. Hay que evitar a toda costa que la pregunta se extienda tanto que
la respuesta se limite aun breve sí, o Ud. tiene razón. Aunque esto pueda parecer insólito, suelen
verse trabajos donde sucede. No hay que perder nunca de vista que la "estrella" de una
entrevista es el personaje y no el periodista. Su mejor presencia debe exteriorizarse en el
contenido de la entrevista.
Cuando la explicación que propone un entrevistado apunta a convertirse en una respuesta
muy extensa, se puede recurrir a insertar alguna acotación pertinente -como si se tratara de una
pregunta- que opere como pausa.
Si es necesario cambiar de tema, en el espacio correspondiente a la pregunta deberá hacerse
una introducción que (siempre en pocas palabras) se lo indique al lector.
Cualquier construcción de una entrevista que no tenga en cuenta una conexión lógica de
pregunta a pregunta, trasmitirá la sensación de que el periodista no estuvo presente en el lugar
del diálogo.
Otro punto sobre el que es necesario enfatizar es si el periodista debe respetar a rajatabla las
formas de expresión empleadas por el entrevistado. La respuesta es que no, excepto que la
reproducción textual tenga por sí misma un significado. En ese caso habrá que entrecomillarla.
Para el resto, puede apelar ala interpretación -siempre que se ajuste a la realidad de lo que se
dijo-, evitando énfasis donde no los hubo, o lo contrario. También, como el lenguaje oral está
plagado de frases mal construidas y repeticiones, debe purificar las imperfecciones en el texto.
Cualquier entrevista de pregunta-respuesta debe iniciarse con una cabeza (lead) donde el
periodista presenta las líneas fundamentales del tema tratado, apreciaciones del personaje,
indicios ambientales o de personalidad. A partir de ahí deberá presentarse el texto en forma de
pregunta-respuesta. Si esa introducción no se hace en la entrada de la nota, habrá que asignarle
un espacio en el copete de presentación.
Las entrevistas importantes suelen tener despliegue en notas breves paralelas al texto
principal. Para ellas se puede reservar mayor despliegue del perfilo fragmentos de la
conversación que se pretenden destacar. Adicionalmente, los medios asignan un espacio donde
“puntean” definiciones contenidas en el texto.
Como aclaración final y a partir de lo expuesto, ya puede entenderse que el género
entrevista reúne particularidades muy especiales que lo han hecho merecedor de numerosas
obras. Con ligeras variantes, distintos autores definen, en lo básico, lo que se ha presentado en
este capítulo, que además se basa en la experiencia personal. Es precisamente este flanco el que
arroja más luz sobre las sutilezas del género. Las recomendaciones valen en tanto se
comprendan como una orientación sobre los aspectos que no deben descuidarse, más que como
una suma de técnicas.
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