¿Cómo estimular la inteligencia de mi niño?: ¡jugando! - EBR

¿Cómo estimular la inteligencia de mi niño?:
¡jugando!
¿Cuál es el juguete que más gusta, divierte y enseña a los bebés?: ¡sus propios papás!
Durante los tres primeros años de vida, el niño lleva a cabo un proceso de crecimiento y
maduración sorprendente.
Probablemente no haya otra etapa en la vida de una persona en la que aprenda tantas
cosas y con tanta rapidez.
Por eso el papel de sus padres es fundamental: deben proporcionarle al niño un
ambiente rico en estímulos y las suficientes oportunidades de aprendizaje.
A continuación os ofrecemos algunas ideas. Sólo hace falta tiempo, paciencia y ¡a
disfrutar!
A partir del primer mes:
Las marionetas: En torno a las 10-12 semanas el sentido de la vista del niño ha
madurado lo suficiente como para seguir un objeto que se mueve delante de él. A
partir de este momento mostrará un especial interés por las formas que
recuerdan a un rostro humano. Utiliza un guante de lana para construir una
sencilla marioneta. Recorta y pinta unos ojos, nariz y boca de cartulina. Deben ser
de grandes dimensiones y vivos colores. Pégalos en la parte que corresponde a la
palma de la mano. También puedes utilizar un guante de goma, y dibujarlos con
un rotulador indeleble. Y si quieres algo más sofisticado, con retales de tela
puedes hacer que la marioneta sea tridimensional. Y ahora... ¡a jugar! La
marioneta podrá cantar canciones, contar cuentos, hacer cosquillas... Sus
ventajas: resulta sencillo y barato, es muy manejable y a los niños les encanta.
Un espejito mágico: Uno de los “juguetes” que no deben faltar en el cuarto de un
bebé es un espejo. Podrá estar horas observando su reflejo lleno de curiosidad.
Aprovecha la fascinación que le produce. Siéntate con él y señala las diferentes
partes del cuerpo, haz aparecer y desaparecer objetos, tápale y destápale con una
manta, utiliza prendas de ropa para cambiar su imagen, enséñale movimientos de
manos y pies (a levantarlos, a dar palmadas). Si tienes un espejo grande, y a ser
posible irrompible, puedes ponerlo en el suelo y situar al niño sobre él, siempre
que ya sea capaz de sujetar la cabecita sin problemas y tenga cierta fuerza en los
brazos como para erguirse un poco. Este tipo de juegos le gustarán a lo largo de
todo el primer año de vida.
A partir de 3 meses:
La alfombra voladora: Busca una manta grande o una toalla. Extiéndela en el
suelo y coloca al niño sobre ella. Puedes colocarle boca arriba y luego darle la
vuelta (sobre un cojín estará más cómodo). Sin realizar movimientos bruscos, con
cuidado de que no se caiga, tira de una punta de la manta y recorre la casa
arrastrando al pasajero. Le divertirá que le balancees. Y por supuesto estos
paseos en “autobús” sólo pueden hacerse cantando y explicando por dónde
vamos y qué estamos viendo.
Disfrutando del agua: No tires las botellas de plástico o los botes de ketchup
vacíos. O hazte con una jeringuilla muy grande, una pequeña pistola de agua o un
atomizador. Lávalos bien y prepáralos para utilizarlos como surtidores de agua,
bien con un solo agujero para obtener un único chorro con cierta presión, o bien
con varios agujeros a modo de regadera. ¡Y al agua patos! Aprovecha el momento
del baño del niño para jugar. Procura que el agua esté a una temperatura
adecuada, y que no le entre en los ojos u oídos. Se trata de rociarle con el agua
como si lloviese, y de estimular las diferentes partes del cuerpo con chorros de
agua, con cuidado, haciéndole cosquillas. Hay niños a quienes no les gusta mucho
el agua. Pero por lo general este tipo de juegos les resultan muy agradables,
estimulan sus sentidos y ¡son muy relajantes!
A partir de los 6 meses:
¿Flota o se hunde?: A partir de esta edad, al niño le fascina descubrir nuevas
relaciones de causa-efecto. Aprovecha el momento del baño para mostrarle cómo
algunos objetos flotan y otros no. Busca diferentes objetos, grandes, que el niño
pueda agarrar y no pueda tragarse. Enséñale los diferentes objetos, uno a uno,
alternando los que flotan y los que se hunden, explicándole qué está ocurriendo
en cada momento. Luego deja que sea él quien los manipule y experimente.
Jugando con hielo: Una variación de la actividad anterior es la de introducir
trozos de hielo de diferentes formas. Los puedes obtener congelando agua
metida en globos, en un tetra-brik o en pequeños tupper-wares de plástico. Para
conseguir diferentes colores que llamen la atención del niño añade colorante
alimenticio al agua. Simplemente dejaremos que el niño juegue con los trozos de
hielo. Que experimente con esta nueva textura y las variaciones térmicas. Que
observe cómo se derriten y deshacen. Cómo flotan o se hunden dependiendo del
tamaño y la masa. Pruébalo, la experiencia es divertida.
Precauciones: El niño se llevará los trozos de hielo a la boca. En ningún momento
podemos dejarle solo. Los trozos de hielo deben ser lo suficientemente grandes
como para que no pueda tragárselos. Cuando se derritan y reduzcan su tamaño,
los retiraremos. También hay que tener precaución con los riesgos que entraña el
contacto de una superficie muy fría sobre la piel y las mucosas del niño. Y por
último, ten presente que pasado un rato la temperatura del agua de la bañera
descenderá.
A partir de 12 meses:
La gynkana: Con esta edad el niño tiene más destreza y fuerza en brazos y
piernas, de manera que cada vez le gustará más ponerlos a prueba y trepar a los
lugares más complicados. Cómo no podemos evitar esta tendencia, convirtámosla
en algo seguro y divertido. Prepara con materiales y objetos mullidos (mantas,
cojines, almohadas, un colchón inflable, sillas o taburetes, el sofá) un recorrido
que el niño deba sortear. Mejor si el suelo está enmoquetado. Acompáñale tú
mientras le animas a recorrerlo. Siempre pendiente de que no se caiga y se haga
daño. Se trata de que ejercite sus músculos, el sentido del equilibrio, la
motricidad gruesa.
Reconstruimos el cuerpo: Recorta una silueta grande de cartulina con la figura del
cuerpo humano. Dibuja sobre ella una cara, las manos, los pies, algo de ropa
(zapatos, un sombrero, una camisa...). Y recorta las diferentes partes. Para
empezar bastará con estas: brazos, piernas, tronco y cabeza (luego podemos
recortar las manos y los pies). Una vez tenemos recortado el muñeco lo
utilizaremos para enseñarle al niño cada una de las partes del cuerpo.
Mostrándolas en la figura y tocando sus propios brazos, piernas, cabeza... Por
último podemos desordenar las piezas y volver a montar el muñeco como si fuese
un puzzle. Y dejaremos que lo haga él, al principio con nuestra ayuda, luego solo
Y para niños más mayorcitos...
Aprendemos los números: Un sencillo ejercicio para aprender los números es
dibujar en una cartulina unos recuadros grandes donde escribiremos los números.
En cada recuadro pintaremos pequeños círculos para que el niño pueda contarlos
(un círculo para el uno, dos para el dos, tres para el tres, etc...). L actividad
consiste en colocar objetos diferentes en cada recuadro. Tantos como indique el
número. En el uno: una mandarina. En el dos: dos nueces. En el tres: tres piedras.
Con las manos en la masa: A todos los niños les gusta jugar con plastilina, con
barro, o meter las manos en los espaguetis con salsa de tomate si les dejamos.
Vamos a enseñarles a preparar una sencilla masa con la que pueden dar rienda
suelta a sus ganas de amasar. También les enseñaremos a modelar diferentes
formas, estimularemos su motricidad fina y les acercaremos a la cocina de una
manera divertida (lo que incluye trabajar los conceptos de medida, cantidad,
volumen y densidad).
Receta para la masa: dos tazas de harina, una taza de sal, dos cucharadas de
aceite, colorante alimentario (es opcional, pero queda mucho mejor) y agua hasta
darle la consistencia adecuada. ¡Ya tenemos nuestra plastilina casera!
Enséñales a formar bolas, o a estirarla hasta conseguir un largo cordón, a
extenderla utilizando un rodillo y luego a cortar círculos con un vaso, o
rectángulos y cuadrados con otro tipo de recipientes...
Fuente: Terra http://mujer.terra.es/muj/articulo/html/mu214557.htm