¿Cómo afecta el estrés al trastorno bipolar? - iMedicinas

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¿Cómo afecta el estrés
al trastorno bipolar?
Definimos el estrés como una serie de cambios poco específicos que se producen en el organismo ante situaciones que la
persona valora como complicadas o conflictivas. Estos cambios son desde dolores de cabeza, dolores de barriga e insomnio, hasta dificultades para concentrarse, ansiedad, agotamiento físico o disminución del rendimiento.
El estrés se produce cuando el cuerpo no está preparado para
afrontar las demandas que exige una situación que puede
ser puntual (exámenes, nacimiento de un hijo) o bien existe
desde hace tiempo (situación familiar conflictiva, demasiadas
horas de trabajo).
Las situaciones de estrés sostenido pueden tener consecuencias negativas para la persona que sufre un trastorno bipolar,
de modo que pueden llevar a una descompensación a través
de dos vías:
– Directa: el estrés sostenido produce un desequilibrio hormonal que puede provocar una descompensación.
– Indirecta: el estrés actuaría negativamente en aspectos
como el sueño, de manera que el insomnio terminaría
produciendo una recaída.
El estrés no es la causa del trastorno bipolar, pero es evidente
su participación como desencadenante de episodios. Además,
cuando nos referimos al estrés no sólo consideramos fuentes
de estrés negativas, como estar en el paro, perder a un familiar, divorciarse, sino que acontecimientos positivos como
casarse, un ascenso en el trabajo o cambiar de domicilio
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La enfermedad de las emociones: el trastorno bipolar
podrían conducir a una recaída. Por otro lado, tampoco hay
ninguna relación directa entre el signo del acontecimiento
(positivo o negativo) y el tipo de episodio; así pues, por ejemplo la muerte de una persona a la que queremos podría comportar un «duelo maníaco» (estado en que puede manifestarse euforia, aumento de la actividad, aceleración del
pensamiento, gastos excesivos…), en lugar de una depresión.
La prevención de acontecimientos o situaciones estresantes
no es siempre posible; por lo tanto, resultará indispensable
aprender a identificar probables situaciones de riesgo y probar de modular las reacciones ante ellas, teniendo en cuenta
que la salud es prioritaria. Procurad no hinchar los problemas,
no les deis más importancia de la que realmente tienen; por
ejemplo, suspender un examen no es el fin del mundo. Para
controlar el estrés pueden ser útiles algunas técnicas psicológicas, como las técnicas de relajación o entrenarse en la
resolución de problemas, lo que amplía los recursos para
afrontar las dificultades y facilita la toma de decisiones.
El estrés crónico, sostenido durante un tiempo prolongado,
podrá controlarse mejor si procuráis mantener un estilo de
vida adecuado, vigilando los hábitos de sueño, alimentación y
actividades, tal como ya anunciábamos anteriormente.
En general, las situaciones de estrés terminan por llevar a lo
que conocemos como síndrome general de activación y que
consta de tres fases:
1. Fase de alarma: conlleva la aparición de una serie de sensaciones, como por ejemplo tensión muscular, sudor, dificultades para respirar, nerviosismo…, que facilitan los
recursos para una posible actuación. Si termina por superarse la situación estresante, desaparecen estas sensaciones; si no, se pasa a la fase 2.
2. Fase de resistencia: supone una activación menor que en
la fase anterior, pero superior a la normal. Si no se supera
la situación estresante se pasa a la fase 3.
3. Fase de agotamiento: el cuerpo agota sus recursos y
pierde de manera brusca su capacidad de activación.
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¿Cómo afecta el estrés al trastorno bipolar?
Las situaciones estresantes pueden actuar como factores desencadenantes de recaídas en los pacientes bipolares. Los factores estresantes precipitan un primer episodio en el 45-75 %
de los casos y siguen siendo variables de peso en posteriores
descompensaciones en el 13-56 % de los casos. Por lo tanto,
el primero o los primeros episodios de la enfermedad se relacionan con más frecuencia con factores estresantes que las
recaídas posteriores. Sin embargo, algunos pacientes son
más proclives que otros a descompensarse ante situaciones
generadoras de estrés.
Debe procurarse reducir el impacto de los factores estresantes
siempre que no puedan evitarse, para lo cual es muy útil
aprender técnicas para el control del estrés.
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