Cómo se perdió el Servicio Nacional de Salud británico - fadsp

Salud 2000
Política Sanitaria
Jacky Davis. Editor invitado
Cómo se perdió el Servicio Nacional de Salud
británico (NHS) *
eberíamos poner una orla negra alrededor de la última edición de nuestro boletín (el boletín de la NHSCA, Asociación de Consultores del Servicio Nacional de Salud) para certificar la muerte
del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS). Tras dos años de lucha, el impopular proyecto de Ley de
Cuidados Sanitarios y Sociales se ha
convertido por fin en ley a principios de
año. Se logró aprobar la legislación por
el Parlamento con la ayuda de los liberal-demócratas, una traición escandalosa que ni se olvidará ni se perdonará.
En sus etapas finales se adornó con más
de mil enmiendas y ahora es incluso más
bizantina y peligrosa que cuando vio
por primera vez la luz del día. Todas las
organizaciones representativas de los
trabajadores sanitarios se opusieron a ella y, a partir de un proyecto que se vendió como para dar poder a los médicos y
enfermos, degeneró hasta convertirse
en algo que luchaba contra los intereses
establecidos de los profesionales. Su
aprobación fue un golpe bajo para la democracia en este país. Se convirtió en un
tema de soberbia política y de prestigio
personal y en un arma de batalla en la que
el liderazgo de la coalición (de gobierno) se ha implicado demasiado como
para dar marcha atrás.
Merece la pena recordar por qué tiene tanta importancia esta normativa.
Esta legislación es como un frasco de
veneno de serpiente, no hace nada de lo
que promete en su etiqueta. ¿Ahorra
costes? No, los costes subirán, con la
siempre creciente carga financiera de
la asistencia mercantilizada, sin contar
los más de 3.000 millones de libras que
se requieren para las reformas en sí
mismas. ¿Ahorra burocracia? No, sustituye tres niveles burocráticos por siete y los jefes ejecutivos de la confederación del NHS han alertado sobre un
D
«tsunami de burocracia». ¿Da poder a
los enfermos? No, los enfermos tendrán menos capacidad de elección que
nunca, gracias a la introducción de los
centros de referencia con presupuestos
preestablecidos, a la reducción de los
tratamientos y a la limitada capacidad
de elección que hay ya en algunas partes del país en las que el sector privado
ha sustituido al público.
Tampoco da poder a los médicos ni a
los trabajadores sanitarios de primera
línea. Los médicos generales tendrán
que responder ante Unidades de Apoyo Comercial gestionadas por compañías privadas, y en Londres se ha obligado ya a los médicos generales a pagar por encargar «apoyos» del sector
privado. Los consultores de gestión,
como McKinsey, han ganado hasta
ahora millones y prevén que les van a
llegar muchos más. Al mismo tiempo,
a los médicos generales se les está
achacando la responsabilidad de recortes masivos en los presupuestos y ya
estamos viendo titulares de prensa que
echan en cara a los médicos los recortes
en los servicios y denegar la atención a
los enfermos.
Por último, esta normativa no puede
dejar de afectar de manera adversa a la
enseñanza y la formación, que son funciones claves del NHS. No sorprende
que el Gobierno desafiase a la ley y se
negase a publicar el registro de riesgos.
De este modo, la Ley de Salud y
Atención Sanitaria representa una nueva desorganización del servicio, tan
enorme que, de acuerdo incluso con
quien es la «bestia sagrada», sir David
Nicholson (jefe ejecutivo del NHS),
habría que mirarlo desde fuera. ¿Cómo
ha sido posible que una legislación tan
indeseada, tan antidemocrática y tan
destructiva haya podido ir adelante
frente a la oposición de los profesionales? Parte de la respuesta debe ser que
* Boletín de la NHSCA, editorial septiembre de 2012. Traducción: Diego Reverte Cejudo.
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hubo un horroroso fracaso de liderazgo
médico y mucha de la culpa recae en
nuestras instituciones representativas.
A muchos médicos generales les
atrajo, desgraciada pero comprensiblemente, la idea de recibir comisiones, sin
darse cuenta de que venían acompañadas por elementos menos atractivos,
entre ellos, la tendencia a exteriorizar
todos y cada uno de los servicios del
NHS al sector privado. La BMA (Asociación Médica Británica), con médicos generales en su dirección, calificó
el proyecto de «como el huevo del coadjutor» (1), medio bueno, medio malo, bueno en ciertos aspectos, y anunció
que tendría aspectos positivos y habría
que gestionar los otros, olvidándose del
punto fundamental del cuento del «huevo del coadjutor»: si tiene una parte mala, el total es incomestible, que es lo que
sucede con el proyecto de Ley de Salud
y Atención Sanitaria. Consta de una
pieza única, sin que se puedan coger las
partes atractivas (que sin duda siempre
hay algunas) y rechazar el resto. La
BMA no consultó a sus miembros sobre el proyecto y se fio demasiado de
los grupos de presión políticos para presentar «enmiendas significativas» que
no se materializaron nunca y dejaron de
hacerse públicas en oposición al proyecto, hasta que se vieron obligadas a
hacerlo por las repetidas mociones urgentes que hubo en el consejo de la
BMA. Entonces era ya demasiado tarde
y el día en que el proyecto se convirtió
en ley, Andrew Lansley (miembro del
Parlamento y anterior secretario de Estado de Sanidad de 2010 a 2012) seguía
diciendo que tenía el apoyo de los profesionales.
Los Colegios [Médicos] (Royal Colleges), con un par de honrosas excepciones, fueron como un perro que no
ladra por la noche. La mayoría de ellos
no dijo una palabra sobre este asunto
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Hubo un horroroso fracaso de liderazgo médico y mucha de
la culpa recae en nuestras instituciones representativas
que afectaría en bloque a sus miembros. Mantuvieron la cabeza baja, discutiendo, en lugar de la legislación que
iba a afectar a todos los aspectos de sus
cometidos, por ejemplo, la docencia, la
formación y los niveles de calidad (en
el caso de mi propio colegio, el de cirujanos), otros asuntos «importantes» tales como mudarse a un edificio nuevo.
Por último, desesperados por este silencio varios compañeros, dirigidos
por David Wrigley, un médico general
de Cumbria (al noroeste de Inglaterra,
capital Carlisle), lanzaron una página
web para animar a los colegas miembros a que de forma oficial exigiesen
reuniones de urgencia de sus colegios
para reclamar que se opusiesen a la
norma. La resistencia de los dirigentes
del colegio frente a esta iniciativa fue
digna de verse y tuvieron lugar muchas
conversaciones interesantes con personas a quienes nunca se les había ocurrido antes la posibilidad de que a los
miembros del colegio se les hiciera saber lo que estaba pasando (o no estaba
pasando) en la sede del colegio y, aun
más, que podían tener la temeridad de
cuestionarlo. Guardaré para siempre el
recuerdo de una llamada telefónica a
alguien del Real Colegio de Cirujanos
para decirle que bastantes miembros
habíamos firmado una convocatoria
para una reunión de urgencia. «Pero, si
usted no me suena de nada», fue su respuesta, con malas formas. Bueno, tiene
usted y, lo que es más, nosotros tenemos, en este momento, el número de
firmas requerido para solicitar una reunión. Los grandes y los mejores que
nos representan no aceptan que se les
llame la atención.
Una vez que se les llamó la atención,
casi todos los colegios se encontraron
con incontenibles solicitudes por parte
de sus miembros de que se opusieran al
proyecto. Incluso en ese momento hubo tácticas retardatorias, pero los medios de comunicación ya habían hecho
público el mensaje de que los médicos
estaban unidos en su oposición a esta
legislación. Por desgracia, para entonces ya era demasiado tarde para parar el
proyecto.
Una notable excepción a este comportamiento fue el Colegio Real de
Médicos Generales (RCGP), que consultó de forma habitual a sus miembros
y cuya presidenta, Clare Gerada, habló
repetidas veces de sus preocupaciones.
Dada la posición pasiva del resto, hacer
esto fue algo heroico, lo que dio lugar a
una gran cobertura por parte de la prensa. Hay muchos que creen firmemente
que, si la clase médica en su conjunto
hubiera tenido el valor de trabajar y hablar así contra el proyecto, este no hubiese sobrevivido al ataque masivo
conjunto de los profesionales. Quienes
fueron los cómplices que permitieron
esta situación, mediante su silencio o,
aún peor, su cooperación, traicionaron
al NHS, a la profesión y a nuestros enfermos. ¡Malditos sean! La historia no
los va a recordar con cariño.
¿Llevan razón los agoreros y el NHS
de Inglaterra se está enfrentando a su
extinción? Bien, las noticias que llegan
no son buenas y ya estamos viendo a
los buitres merodeando sobre el NHS.
Compañías transnacionales como Virgin y Serco, la compañía más grande de
la que se haya podido nunca oír hablar,
se han llevado ya contratos significativos. Virgin se hizo con los servicios
comunitarios en Surrey, donde es presumible que ahora la posibilidad de
elección de los enfermos sea entre Virgin y Virgin, y también se ha hecho con
los «servicios integrados para niños»
en Devon. En tanto en cuanto yo sé, no
tienen ninguna experiencia en proporcionar los últimos de estos servicios,
pero parece que eso no importa en el
valiente nuevo mundo de servicios públicos que se externalizan. El negocio
principal de estas empresas transnacionales consiste en lograr contratos por
parte del Gobierno, sin que importe para qué sirven. Tienen suficiente experiencia, pericia legal y bolsillos suficientemente llenos como para permitirse perder líderes si es preciso, y carece totalmente de realismo pensar que
pequeñas instituciones de caridad y
empresas sociales puedan sustituir a
esas enormes firmas y ganar la batalla.
Cuando ya tienen el contrato, hacen
un paquete con todo y se dice que se están buscando urgentemente pediatras
comunitarios, presumiblemente para
cumplir el nuevo contrato de Virgin en
Devon. Ha corrido la voz de que la empresa de seguridad G4S estaba esperando el contrato de la seguridad para
los Juegos Olímpicos y que esperaba
desplegar y poner dicha seguridad en
marcha tres días después. Esto no es
forma de llevar a cabo un servicio público, excepto en el caso del NHS, y el
fiasco olímpico de la G4S parece que
ha alertado al menos a alguien en el Gobierno sobre los riesgos de exteriorizar
los servicios públicos (2). No se puede
hacer que desaparezcan sencillamente
ciertos servicios públicos vitales, como el NHS y, si fallan los proveedores
privados, si no se materializan sus beneficios, que el Gobierno se haga cargo
de ellos. El resultado es que los beneficios se privatizan mientras que el riesgo se socializa, un contexto que es conveniente para el sector privado pero un
desastre para el contribuyente, para el
NHS y para quienes confían en él.
En algún lugar, los médicos generales se están despertando al mundo real
que supone la pérdida de autonomía a
manos del comité de mediación y de
los servicios de apoyo a la mediación,
que es probable que acaben por terminar en manos –como habrán ustedes
adivinado– del sector privado. ¿En qué
fase se darán cuenta los médicos generales de que no pueden seguir montados en el tigre de la Ley de Salud y
Asistencia Social y que hubiera sido
mejor mostrar su disconformidad con
los hechos, saliéndose del sistema de
intermediación? Quedan todavía quienes aducen que deben seguir implicados en el mismo porque, si no, otros lo
harán, pero eso es un camino de rosas
hacia el infierno.
Infravaloramos nuestra fuerza como
profesionales, pero la fuerza requiere
que se actúe al unísono, lo que precisa
un liderazgo fuerte. Todavía lo estamos esperando.
Mientras tanto, el «desafío de Nicholson (directivo del NHS)» de «ahorrar» 20.000 millones de libras esterlinas convierte en sinsentidos las promesas de que no habría recortes en los servicios del NHS y ya se han perdido millares de puestos de trabajo de primera
línea. Y, como cada vez más se exclu-
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La reforma del NHS no ahorra, incrementa la burocracia y no
da más poder a los enfermos
yen de la cartera de servicios del NHS
listas de tratamientos, como parte de
estos «ahorros por eficiencia», dirigidos por McKinsey, cada vez se le ofrecen menos opciones a la gente. En lugar de ello, muchos van a tener que elegir entre el dolor y la incomodidad o
pagar de forma privada. Los presupuestos personales de salud (PHB) son
otra decisión ideológica, diseñada para
facilitar el camino a los prepagos y copagos, mientras se permite recortar un
20% de la parte superior para afrontar
las restricciones financieras. El artículo de Martin McKee en el British Medical Journal (3) ha descrito cómo los
holandeses se están saliendo de los presupuestos personales de salud (PHB)
mientras que aquí (en RU) nos damos
prisa en aferrarnos a ellos –¿Otro ejemplo más de hacer política basada en la
evidencia?
Hay demasiadas historias deprimentes relacionadas con los recortes y las
«reformas» que se pueden describir,
pero a ustedes podría gustarles considerar aspectos tales como que ciertos
criminales pueden ahora dirigir el
NHS (4), que los pacientes del NHS
van a ser capaces de «autofinanciarse»
(5), cuál es el papel de los medios de
comunicación durante el tiempo de audiencia (6), cuáles son las predicciones
sobre la privatización de los hospitales
(7), cómo pierden los enfermos su
perspectiva en un centro privado (8) y
sobre el escándalo del tratamiento exagerado en los EEUU (9), por escoger
solo unos pocos puntos. Y si quieren
más sobre dónde pueden encontrarse
estos temas, por favor, sigan a Clive
(@clivepeedel), a mí mismo (@DrJackyDavis) y al movimiento «mantengamos público nuestro servicio nacional de salud» (KONP, @keepnhspublic) en Twitter. Los que no entran
en Twitter piensan a menudo que solo
trata de lo que Wayne Rooney hizo la
última noche pero, si no se hace caso de
las trivialidades de los famosos, es una
maravillosa herramienta para hacer
campaña. Dependiendo de a quién siga
uno, pueden obtenerse todas las noticias, artículos y actualizaciones sobre
políticas de sanidad y médicas sin que
haga falta enterarse de lo que Madonna
ha tomado para desayunar. Inténtelo,
se va a sentir agradablemente sorprendido, pero –advertencia para su salud–
tiene peligro de hacerse adicto.
Como nota al margen, los Juegos
Olímpicos proporcionaron una buena
dosis de «pan y circo», como distracción, y Danny Boyle se convirtió en un
héroe transitorio del NHS cuando lo
exhibió durante la ceremonia inaugural. No hay que decir que los parlamentarios tories (conservadores) inmediatamente vieron en ello una conspiración, pero la mayoría reconoció un deseo genuino de homenajear a una de las
más grandes instituciones de este país,
aunque estemos en peligro de perderla.
Hablando de grandes instituciones y
de logros deportivos, el premio de héroe del año tiene que dársele a mi copresidente Clive que se distinguió por
correr desde la estatua de Bevan (el
Los beneficios se privatizan, mientras que el riesgo se
socializa
fundador en 1948 del NHS) en Cardiff
al Ministerio de Sanidad en Londres, un
hecho increíble que requirió seis maratones en el curso de seis días. Le saludamos a él y a su compañero de carrera, el
doctor David Wilson. Ambos gastaron
mucho tiempo en baños de hielo, aunque no se informa de si fue con o sin ginebra y tónica. Les ayudó en su marcha
el infatigable Chris Burns Cox que proporcionó el transporte, el apoyo logístico (y posiblemente la ginebra). Puede
encontrarse literatura sobre este tema
en
http://bevansrun.blogspot.co.uk/p/welcome-to-bevans-run.html.
El premio de hipócrita del año fue
una decisión difícil, como siempre, pero probablemente se le dé al Gobierno
de coalición por borrar del mapa el
NHS en casa, mientras que se sigue
vendiendo fuera su patente. Pero había
muchos otros candidatos al título.
El año ha sido de mucha ocupación
para nuestros directivos, con muchas
charlas en público, artículos, cartas en
papel y luchas a brazo partido con instituciones más conservadoras. Como
siempre, hay que dar gracias a nuestro
presidente, Peter Fisher, sin quien la
organización no sobreviviría y menos
aún prosperaría, y a todos vosotros, los
miembros de la misma, que sustituyéndonos nos permiten ayudar a otras organizaciones hermanas, tales como
«Mantener Público Nuestro Servicio
Nacional de Salud» (KONP) y la Federación de Apoyo al NHS en su importante trabajo de campaña. Ser más
miembros significa tener más dinero y
quizá si vosotros hacéis algo para ayudar a la Asociación de Consultores del
Servicio Nacional de Salud (NHSCA),
quizá pueda fichar a al menos dos nuevos miembros en el nuevo año. Y,
mientras tanto, dad gracias por no estar
corriendo seis maratones.
■
Notas
1
2
3
4
5
6
7
8
9
Historia satírica inglesa de 1895 en la que un coadjutor, al preguntarle el cura que era su anfitrión por la calidad del huevo que había comido, contestó: «Tiene partes
que son excelentes», como si en un huevo se pudiesen separar partes buenas o malas (N del T).
http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2012/aug/17/philip-hammond-light-privatisation-government?CMP=twt_gu
http://nv1002.nivel.nl/postprint/PPpp4488.pdf
http://www.guardian.co.uk/society/2012/jul/31/bankruptcy-criminal-record-nhs-roles?newsfeed=true
http://socialinvestigations.blospot.co.uk/2012/08/the-telegraph-think-tank-and-very-dodgy.html?m=12.8.12
http://eoin-clarke.blogspot.co.uk/2012/08/21-nhs-hospitals-worth-15bn-could-be.html
bmj.com/content/345/bmj.e5128?sso=...
http://www.guardian.co.uk/society/2012/aug/12/nhs-private-carillion-sight-clinicenta
http://www.nytimes.com/2012/08/07/business/hospital-chain-internal-reports-found-dubious-cardiac-work.html? pagewanted=all
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