1 INTRODUCCIÓN El cómo y el por qué de esta investigación

INTRODUCCIÓN
El cómo y el por qué de esta investigación
Podría empezar diciendo que soy una mujer nostálgica y de alma vieja que
riñe con los últimos avances de la tecnología y con todo lo que sabe a modernidad.
Esa forma de ser con la que me defino es la razón principal para abrir esta primera
puerta a indagar el pasado, la tradición, las cosas y los personajes viejos, que son
quienes desde sus particulares formas de ser y ver el mundo fueron haciendo la
historia de nuestros pueblos y ciudades. Este sentimiento tan arraigado en mi corazón
se convirtió en un motor y me empujó a andar calles y caminos en busca de algunas
respuestas; así descubrí en las calles, en las casas, en los balcones, en las ventanas, en
las puertas, en los patios del Centro Histórico de Quito ese sabor que para mí era la
razón de ser de las ciudades: los vestigios de una historia que fue construyendo los
espacios que habitamos hoy y en los que guardamos un sabor a otros tiempos, y a
unas formas olvidadas...
Luego de cuatro años de bregar con un sinfín de teorías sobre la
comunicación, la cultura, la diversidad, la identidad, el horizonte se amplió cuando
encontré en la materia de Comunicación y Ciudad, -recién en octavo semestre- el
indicio de lo que quería hacer, el comienzo de lo que quería descubrir...
El tema vino solo. Descubrí que la ciudad además de ser el marco de la vida social es
también el más exquisito escenario de comunicación.
1
Quise darle un toque personal y por eso se me ocurrió aquello del alma. Tenía
que encontrar una respuesta ante tanto cambio dramático en las ciudades en general,
y en Quito en particular. Me inundaron cantidad de preguntas: ¿cómo empezó todo
esto? ¿quiénes habitaron antes que nosotros? ¿qué ha pasado en los últimos años?
¿cómo se fueron transformando las ciudades y con ellas sus habitantes...? ¿qué ha
pasado en el Quito de hoy en el que conviven estilos de diversa índole producto de la
modernidad?
Se me ocurrió que todos esos cambios se debían a más de circunstancias históricas,
políticas o económicas, a la falta de algo... quizá de sensibilidad, de memoria, de
preocupación. Entonces llamé a la tesis: La pérdida del alma en la ciudad: con una
mirada en la arquitectura, pero a lo largo del trabajo pude comprobar que el alma
como el elemento esencial al que me refiero no se dice solo de la arquitectura.
En torno a estas premisas propuse el cuerpo descriptivo de la tesis a partir de:
•
La comunicación que como un proceso totalizador articula una
amplísima gama de significaciones en las que entran en juego la
historia y la cultura para entenderla más allá de la visión
instrumental/mediática.
•
La ciudad que como organismo vivo y espacio social conjuga todas
las variantes culturales, económicas y políticas es el más importante
escenario donde transcurre la vida cotidiana y fuente inagotable de
comunicación.
2
•
El alma como constitutivo de la sensibilidad humana y de la
concomitante construcción de espacios, edificaciones y objetos con
los que vive el ser humano.
Elaboración que partió de la formulación de las siguientes preguntas:
•
¿Cómo podemos trascender la visión instrumental/mediática de la
comunicación y entenderla como un acto totalizador e integrador de
sentidos en torno al cual se caracteriza y construye la vida de los
pueblos?
•
¿Qué sentido tiene la memoria, la historia, la tradición el tiempo y el
espacio en la construcción de una casa, de un barrio, de una ciudad y
que
implicancias
tienen
estos
elementos
desde
una
óptica
comunicacional?
•
¿Constituye el alma una categoría únicamente espiritual o se la puede
interpretar como elemento sustancial de la vida y de qué manera se
manifiesta?
La pérdida del alma en la ciudad y la arquitectura como tema de investigación
parte de tres puntos de vista:
3
•
Aborda lo comunicacional desde el momento en el que se abre la
posibilidad de mirar al interior de la ciudad para categorizarla como
espacio pluridimensional de significación en donde se hacen posible el
intercambio, el contacto, el conflicto y la contradicción y en el que se
construyen las formas de organización social y el conjunto de
representaciones simbólicas, fuente de comunicación.
•
Desde el punto de vista social, un estudio de esta naturaleza nos sirve
para conocer nuestra historia, valorar el pasado y proyectar el futuro.
•
En lo personal, pienso que las transformaciones manifiestas en la
ciudad obedecen a la ansiada idea de progreso que a más de
transformar la fisonomía de la ciudad y su carácter, repercuten en el
espíritu de sus habitantes y por ende en la calidad de vida.
Esta investigación se orientó en torno a los siguientes objetivos:
Objetivo General
• Demostrar como el deterioro estético de la ciudad expresa la pérdida
del alma y, por consiguiente de la calidad de vida, cuestiones que van
ligadas a la comunicación que como eje totalizador articula a la
ciudad como espacio fuertemente simbolizado y al alma como
constitutivo de la expresión humana.
4
Objetivos Específicos
•
O.E.1. Reconocer otras formas de comunicación como acto humano
más allá de la concepción instrumental/mediática mediante la revisión
de material especializado sobre las nuevas corrientes que versan sobre
la comunicación como eje dinamizador y totalizante, las mismas que
serán sustanciales al momento de construir nuevas lecturas de la
sociedad.
•
O.E.2. Dimensionar a la ciudad como espacio comunicacional y
escenario de la vida social partiendo del análisis y lectura de sus
representaciones (en este caso de la arquitectura) en las que se
integran la historia, la tradición, la memoria, el espacio y el tiempo
como ejes a través de los cuales se construyen cuerpos de
significación.
•
O.E.3. Interpretar el concepto de alma como un principio y elemento
sustancial de la vida, a través de la confrontación y conclusiones
obtenidas a lo largo de la investigación, de tal manera que nos sirva
para entender la naturaleza humana y sus manifestaciones
fundamentales, entre estas, la arquitectura y la comunicación.
La elaboración previa de hipótesis sirvió de marco referencial para guiar la
investigación acorde al tema propuesto y según los objetivos señalados:
5
•
Los sentidos, sensibilidades, temporalidades, espacios, tiempos son
elementos característicos de un proceso comunicativo en el que se
ponen en común lenguajes devenidos de la cotidianidad y en donde a
más del lenguaje verbal encontramos lo kinésico, lo proxémico y lo
cronémico.
•
La ciudad de Quito se ha transformado y modificado especialmente en
estos últimos años. Estas transformaciones son parte de un proceso
natural que sufre todo organismo vivo que crece y se expande. Desde
una óptica cultural e histórica vemos como estas transformaciones van
poco a poco destruyendo la memoria y la tradición; elementos
importantes en la construcción de una ciudad con alma. Desde la
comunicación vemos como la ciudad al ser un gran relato, es un
reflejo vivo que se muestra de múltiples maneras: una de ellas es la
arquitectura que como arte, expresa y comunica.
•
La pérdida del alma en la ciudad deviene de la pérdida paulatina de la
capacidad de conmoción de sus habitantes. Esta pérdida del alma se
manifiesta en la falta de estética, de coherencia, de sensibilidad y en la
poca valoración que los habitantes de la ciudad dan a la historia, a la
memoria y a la tradición.
6
METODOLOGÍA Y TÉCNICAS DE INVESTIGACION
Metodología
Esta investigación partió de la ampliación de conocimientos previos en torno
al tema sugerido teniendo como base ciertas lecturas y trabajos desarrollados en la
cátedra de Comunicación y Ciudad departida en el octavo semestre de la carrera,
llegando luego a la teorización, análisis e interpretación de datos, lo que
posteriormente nos llevó a plantear la hipótesis central y a delimitar las líneas de
trabajo que se desarrollaron a lo largo de la tesis.
La fundamentación teórica deviene por un lado, de los postulados de la
semiología francesa y la psicología de la comunicación de Palo Alto, en tanto la
necesidad de investigar el campo de la comunicación desde distintas perspectivas e
instancias, en las que nombran a los sentidos, sensibilidades, temporalidades espacios
y tiempos como elementos característicos de un proceso comunicativo en el que se
ponen en común lenguajes devenidos de la cotidianidad y que, a más del lenguaje
verbal involucran lo kinésico, lo cronémico y lo proxémico. Aquí incluimos a la
arquitectura que, como lenguaje de la ciudad, expresa y comunica, de ahí que
optamos por la lectura de la ciudad-texto en tanto organismo vivo y escenario
multisignificante que merece ser leído y descifrado. Por otro lado está la interacción
simbólica o el actuar comunicativo planteado por Jürgen Habermas, quien expresa
que el accionar comunicativo se da a más de la lengua en las acciones concretas de
los sujetos o lo que él ha venido a llamar el mundo de la vida, entendida como el
conjunto de patrones de interpretación transmitidos culturalmente y organizados
lingüísticamente.
7
En cuanto a los métodos utilizados, nombramos dos: la hermenéutica y la
fenomenología.
La Hermenéutica
En su sentido originario es la técnica y el arte para la interpretación de textos
poéticos, religiosos, teológicos, etc.
La Hermenéutica como método interpretativo
es una disciplina que busca todos los posibles significados de los sistemas de
símbolos creados para comunicar los distintos tipos de mensajes expresados
mediante el lenguaje, el arte, la música. Su nacimiento como disciplina aparece entre
los siglos XVIII y XIX. Proveniente de la tradición alemana de Schleiermacher,
Boqueen, Droysen, Dithey, M. Weber, Jaspers, Gadamer, Habermas y Ditlthey.
Su objeto de estudio son las acciones sociales motivadas por los individuos,
mediante la explicación e interpretación como una búsqueda cuantitativa y
cualitativa en la que entran además la actitud del investigador. La escuela de
Frankfurt son los herederos de la vía hermenéutica.
Algunos autores la definen como una filosofía de la comunicación social,
mientras que otros la conciben como un modelo a reproducirse en los distintos
ámbitos de la vida social.
La interpretación hermenéutica proviene de tres momentos: de la semiótica a
partir del significado textual, intratextual e incluso intertextual y que como primer
paso presupone un significado sintáctico, sin el no puede haber semántica ni
8
pragmática. Luego viene la explicación semántica que dicho de otro modo es la
conexión del texto con los objetos que la designa, y la aplicación que como parte de
la pragmática no es otra cosa que traducir o trasladar a uno mismo lo que pudo ser la
intención del autor. En cuanto interpretación de textos, parte de su contenido
elaborado en torno a una intención, a una intencionalidad, a su connotación y
denotación, a su extensión, su sentido y su referencia. El texto tiene sentido en
cuanto susceptible de ser entendido y comprendido por quien lo lee, lo ve o lo
escucha y referencia en cuanto apunta a un mundo, real o ficticio, indicado o
producido por el texto mismo, y al que se llega, mediante la interpretación, en la que
se emiten hipótesis interpretativas frente al texto.1
La Fenomenología
La fenomenología es un movimiento filosófico del siglo XX fundada por el
filósofo alemán Edmund Husserl (1859-1938) quien introdujo este término en su
libro Ideas, Introducción general a la fenomenología pura (1913), y la definió como
“el estudio de las estructuras de la conciencia que capacitan el conocimiento para
referirse a los objetos fuera de si misma.”2
Husserl construye su método
fenomenológico en diferencia a la actitud ingenua con la que el hombre se enfrenta a
la vida cotidiana, a partir de lo que él llama la reducción fenomenológica, estudio
que requiere reflexión sobre los contenidos de la mente para referirse a los objetos
fuera de sí misma. El advirtió que la reflexión fenomenológica no presupone que
algo existe con carácter material; más bien equivale a ‘poner en paréntesis la
existencia’, es decir, dejar de lado la cuestión de la existencia real del objeto
1
2
Enciclopedia de consulta Encarta, 2005
Documento de internet; fortunecity.com/bucker4/fenómeno/html
9
contemplado, cuestión que se hace posible gracias a los actos que Husserl llamó
significados o contenidos de la mente; actos como el recordar, el desear y el percibir,
los cuales permitían a un acto ser dirigido en una apariencia concreta, en una así
llamada intencionalidad, que es la esencia del conocimiento. El sugería el aprender
de las cosas mismas y de aquello que reside en la experiencia común. Por ello
Husserl acentúa el papel activo, creador, libre, intencional del sujeto; la vuelta a las
cosas mismas; la defensa de la razón y de la filosofía, el mundo de la vida cotidiana,
“mundo en el cual siempre vivimos, fuente básica de donde procede toda
experiencia, humus del conocimiento y de la ciencia y marco del lenguaje
ordinario”3.
Los primeros seguidores de Husserl, como el filósofo alemán Max Scheler,
influenciado por su libro anterior, Investigaciones lógicas (1900-1901), proclamaron
que el cometido de la fenomenología es estudiar la esencia de las cosas y de las
emociones. Aunque Husserl nunca renunció a su interés por las esencias, con el
tiempo mantendría que sólo las esencias de ciertas estructuras conscientes
particulares constituyen el objeto propio de la fenomenología.
El concepto definido por Husserl ha sido desarrollado por algunos de sus
discípulos, entre los que nombramos, aquellos que se inscriben en la Fase Alemana:
Alexander Pfänder, Adolf Reinach, Moritz Geiger, Edith Stein, Roman Ingarden,
Max Scheler, Martín Heidegger, Nicolai Hatman; en la Fase Francesa: G.Marcel,
Jean Paul Sartre, M. Merlau-Ponty, Paul Ricoeur.
Dentro
del
campo
observable
como
condición
para
el
análisis
fenomenológico, Max Weber eligió el de la “acción social” (acción que en la mente
3
HUSSERL, Edmund, Ideas relativas a una fenomenología y una filosofía fenomenológica, FCE,
México, 1997, p.10
10
del sujeto se orienta a otros), y Habermas, interesado también como Weber por el
mundo de las realidades sociales, selecciona el ámbito de la “acción comunicativa”4
Técnicas de investigación
Dentro de las técnicas, anotamos la revisión bibliográfica, de ahí que los
criterios que se sustentan a más de corresponderse con las fuentes citadas son
elaboraciones de propia autoría.
En cuanto a la comunicación ha sido muy
enriquecedor ahondar en este proceso al que nos hemos referido como un eje
totalizador e integrador de sentidos y entender que más allá de la postura mediática
hay todo un cúmulo de representaciones y manifestaciones que muchas veces
ignoramos, porque, precisamente no son abordadas por los grandes medios.
Fue un acierto descubrir la esencia de la ciudad en lo que hemos llamado sus
manifestaciones más sensibles y la importancia que tiene en ella el trazado de calles,
el emplazamiento de espacios simbólicos y la transformación de cada uno de ellos.
Asistencia a conversatorios, (Quito, ciudad eterna como parte del Proyecto
Quitológico, (Ver capítulo 3), a foros (Foro Barcelona 2004) y a mesas redondas
(Colegio de Arquitectos de Quito) en las que se debatieron temas concernientes al
tratamiento de ciudad como espacio para la socialización y la comunicación.
Entrevistas a informantes calificados (comunicadores, sociólogos, escritores,
arquitectos), y testimoniales (habitantes de algunos barrios, jubilados de la Plaza
Grande, representantes barriales). En este punto es importante recalcar la fuerza que
4
RODRÍGUEZ DE RIVERA, José,
fortunecity.com/bucker4/fenomenohtml
un
11
amplio
concepto
de
fenomenología,
en
cobra la palabra como elemento sustancial al momento de reconstruir la historia, de
rescatar recuerdos, formas de vida, modos de socialización, evocar personajes y
referentes históricos de la ciudad. Aunque ninguno de los consultados se refirió al
alma como componente de la vida y de la ciudad, todos los entrevistados
coincidieron, que la ciudad así como había ganado en asuntos como el
reordenamiento vehicular, la recuperación de espacios públicos y otras mejoras,
había perdido algo. Un algo quizá irrecuperable...
Recorridos por el Centro Histórico y otros sectores de la ciudad.
Anexo fotográfico
Elaboración del documento
Como veremos a lo largo de la investigación, los cambios de la ciudad a los
que hacemos alusión obedecen a las tendencias que impone la modernidad y a las
corrientes que de ella devienen. Por esta razón, ha sido muy difícil delimitar
específicamente el tema o circunscribirse a una zona en particular. (a pesar de que sí
consideramos importante conversar con habitantes de ciertos barrios) Decimos esto
porque el momento en el que nos referimos a la pérdida del alma, no solo
describimos a un sector de la ciudad. Creemos que si miramos detenidamente una
calle ya sea del centro, de cualquier barrio, el mercado de Sangolquí, o cualquier otro
lugar, encontramos situaciones similares: un sentido estético limitado (refiriéndonos
con esto a una idea mínima de coherencia y ordenamiento en torno a materiales
utilizados en espacios creados, a los usos de los espacios: basura por doquier, todo
12
tipo de construcciones sin un lineamiento fijo, asentamientos ilegales, cables tirados
al azar, alto parlantes, malos olores)
Con todo lo antedicho, el documento se construyó de la manera que sigue:
En el primer capítulo se elaboran los criterios concernientes al recorrido de la
comunicación a partir de las nociones de comunicación y desarrollo, dado que este
ha sido el enfoque prioritario en el que se ha trabajado en América Latina hasta los
años sesenta y el viraje propio hacia una óptica diversa. En este punto se tomó en
cuenta la mirada de la comunicación en todas las expresiones humanas y en las que
entran en juego la arquitectura como producto humano y expresión sensible.
En el segundo capítulo partimos de la ciudad como espacio fuertemente
simbolizado desde la conquista, hecho que marcó históricamente la vida de nuestras
ciudades, pasando por los grupos originarios a la ciudad hidalga, la ciudad criolla, las
ciudades patricias, las ciudades burguesas, las ciudades masificadas, la ciudad
contemporánea y globalizada.
En el tercer capítulo hacemos un recorrido histórico por la ciudad de Quito
desde los comienzos de la ciudad hasta la ciudad actual y elaboramos testimonios
recogidos de distintos habitantes de la ciudad.
En el cuarto capítulo abordamos la arquitectura y la lectura de la ciudad texto.
13
Al final vienen las conclusiones Aquí se conjuga todo el análisis bibliográfico
con la parte práctica y testimonial en la que anotamos las elaboraciones a las que
hemos llegado.
Se anexan además la lista de informantes, la guía de investigación
bibliográfica, la guía de entrevistas a informantes, y material fotográfico.
A más de saber cómo se elaboró y desde dónde se partió para esta
investigación, esperamos que este trabajo académico constituya un aporte en el
sentido de ampliar los horizontes de los comunicadores para así proponer nuevas
lecturas de la realidad, de la cotidianidad y de la vida, no tanto desde la gran
confrontación teórica, sino desde la sensación, la observación y el encantamiento.
Solo así podremos decir que estamos haciendo una comunicación alternativa.
14
CAPITULO I
Introducción
La interdisciplinariedad de la comunicación sumada a la riqueza de su
acepción ha hecho que muchos estudiosos se remitan a ella como `ciencia inacabada`
y por lo tanto inserta en un campo de tratamiento ilimitado, lo cual muestra la
amplitud de su campo de estudio y de la necesidad de aumentar su tratamiento para
lograr articularla como una disciplina del quehacer social.
No es sencillo el
tratamiento en su totalidad, sin embargo, si buscamos un horizonte entre los
múltiples campos que nos ofrece la comunicación, podemos direccionar hacia allá
nuestro estudio.
Es de esta manera que, en este primer capítulo, indagaremos
aspectos como la naturaleza social de la comunicación y de los momentos en los que
el paradigma informacional, -de amplio dominio en los estudios sobre comunicaciónha ido cediendo paso a otras propuestas devenidas de su propia dinámica, hacia la
comprensión de la comunicación como eje totalizador y articulador de sentidos. En
esta línea de trabajo que mantendremos a lo largo de la tesis intentaremos establecer
ciertos ejes que nos permitan comprender la comunicación, que como proceso
humano, es un componente fundamental de la realidad, cuestión que elaboraremos a
partir de la contraposición de distintos enfoques, especialmente construidos a la luz
de las corrientes latinoamericanas.
El desarrollo se hará en base al criterio de selección de fuentes que son de
elaboración propia, a partir de lecturas y conforme a los encuentros develados por la
investigación.
15
Dado que el carácter totalizador de la comunicación, como lo fundamentamos
en el presente trabajo, es el de servir de eje explicativo a las practicas cotidianas, nos
urge tomar como referencia autores que están trabajando criterios sobre la cultura, la
sociabilidad, la cotidianidad, la construcción de sentidos y saberes. En el camino
haremos mención a Eliseo Verón, a María Crsitina Matta, a Jesús Martín Barbero, a
Armando Mattelart, a Néstor García Canclini, a Armando Silva, a Renato Ortiz, a
Mario Kaplún, a Efendi Maldonado a Sergio Capparelli, a Luis Martino, quienes
desde sus perspectivas particulares nos ofrecen un caleidoscopio comunicacional.
Estas cuestiones las trabajaremos con el objetivo de explicar que el paradigma
informacional es solo una manera de existir de la comunicación y que a más de ella
está su comprensión como un proceso totalizador en el que están implícitos el
intercambio de sentidos. De esta manera, asumiremos una postura en torno a los
distintos enfoques con los que se ha priorizado el trabajo de la comunicación.
Los ejes a resolver son: enfoques comunicacionales desde los medios y el
cambio de paradigmas que hizo que este aporte se ampliara a partir de la postura
latinoamericana para asumir a la comunicación como acto social desde una práctica
cotidiana concreta tomando en consideración aspectos como la cultura, la
globalización, entre otros.
Para llevar a cabo la presente investigación partimos de una revisión
bibliográfica inicial, la misma que se fue ampliando conforme nuestras necesidades.
Cabe anotar que como parte del proceso preliminar acudimos a la revisión de temas
afines al nuestro. Al parecer, en los centros a los que acudimos (FACSO,
Universidad Salesiana, Centro de Investigaciones Ciudad) no existe ningún trabajo
16
cuyo tema tome como eje a la arquitectura como comunicación. Los temas más o
menos cercanos a nuestra propuesta no pasan de ser estudios sobre la arquitectura
urbana y seguridad, sobre comunicación y participación ciudadana, sobre proyectos
de desarrollo participativo y gestión local, así como comunicación y vida de barrio, o
la imagen de la ciudad del ciudadano de Quito.
Es de nuestro interés volver la mirada a la ciudad como espacio fuertemente
simbolizado y, -mediante su lectura y comprensión-, proponer un acercamiento a su
historia y sentido fundamental.
Para que esta propuesta tenga asidero, debemos tomar como punto de partida,
no sólo la mirada instrumental de la comunicación, sino su sentido totalizador.
La comunicación entendida como un proceso humano, y, por ende, social es
un acto cotidiano que se manifiesta de distintas maneras. Esta nace de la interacción
de un individuo con la colectividad, es la parte fundamental de la construcción de la
cultura y es a su vez un producto cultural. Es un sistema de signos que tiene que ver
con la producción, transmisión y recepción de representaciones, valores y sentidos
culturales y está, por lo tanto, implícita en cada estructura, en las instituciones, en sus
individuos y en sus prácticas cotidianas.
17
1.1.-
La comunicación como acto totalizador e integrador de sentidos
Consideramos importante partir desde una concepción que nos permita dar
una mirada a las condiciones y las coyunturas que permitieron enfoques variados
sobre la comunicación a más de aquellos que dieron primacía al análisis de los
medios, partiendo de la premisa inicial de que –mientras haya una intención expresa
todo comunica-.
La comunicación como proceso humano está presente en la vida de las
sociedades mucho antes de que se escribieran teorías sobre ella y de la existencia de
las tecnologías. Es preciso, sin embargo, aclarar que para que exista comunicación
se necesitan de al menos dos personas inmersas en el proceso de interacción,
reunidas por una necesidad de darse a conocer, de decir, de mostrar, de expresar, de
compartir, de interpretar... Es así que la comunicación asume su rol primero, que es
el de relacionar, el de tender puentes, el de intercambiar, el de ser un proceso en
donde todo se convierte en un gran diálogo. Comparto con Mario Kaplún la
definición de comunicación cuando dice:.. “la comunicación se deriva de la raíz
latina communis que significa poner algo en común con otro, es también raíz de la
palabra comunidad, relacionada con comunión o compartir, es decir, se tiene o se
vive en común”5 y me aventuro a elaborar mi propia definición, en el sentido de ser
un proceso a través del cual, al menos dos personas realizan un acto simbólico al
nombrar, mostrar o expresar, de cualquier manera, aquello que está oculto en su
espíritu. Es en este sentido que la comunicación se entiende como una síntesis de
saberes diversos, como una relación, como nexo, como unión.
5
KAPLUN, Mario, El comunicador popular, CIESPAL, Quito, Ecuador, 1991, p 65.
18
Es por la comunicación que somos capaces de intercambiar subjetividades,
reglas sociales, ideas, pensamientos, y cultura. Comunicación es sobre todo el
soporte de los sentidos que se articulan en torno al pensamiento y a las formas de
vida con la que los individuos se expresan. “La comunicación es una fuerza que está
en la misma esencia de todo lo que evoluciona, de todo lo que es interdependiente, de
todo lo que es vivo. Es un tejido infinito de correspondencias, una función dinámica,
complementaria y totalizadora”6
Entender a la comunicación como acto totalizador implica develar el sentido
comunicativo y que en lo humano envuelve la carga simbólica expresa en cada
manifestación, en cada acto, en cada gesto, en cada palabra, puesto que todo lo que
realiza el ser humano viene dotado de significado y que no es más que la carga de un
valor particular y socialmente reconocido en un acto de comunicación, ya que todas
las relaciones que se dan entre las personas y las cosas, no se dan por qué sí. Toda
situación comunicativa está mediada por distintos factores entre las que intervienen
los saberes diversos, la cultura, la cotidianidad y el sentido expreso que cada persona
lo asume como propio. Así, la comunicación se manifiesta como un proceso que se
cumple entre usuarios (emisores y preceptores) con el fin de producir, intercambiar y
consumir mensajes en condiciones similares que permite al ser humano concebir y
producir sentidos, es decir significados en un contexto concreto, a partir de
expresiones que se encuentran en el mundo natural o cultural.
Este enfoque que incluye lo natural y cultural corresponde a la corriente
humanista cuya preocupación es la de rescatar al sujeto social como eje fundamental
6
COSTA, Joan, La imagen y el impacto psico-visual, Colección Punto Seguido, Barcelona, España,
1971, p32.
19
de la comunicación y que difiere del enfoque difusionista –transmisión de mensajesy en donde se ubican los clásicos modelos de la escuela norteamericana, que van de
los mecanicistas, hasta los conductistas y funcionalistas. Es desde esta perspectiva
humanista que trabajaremos nuestra propuesta con la intención de rescatar el sentido
expreso de la comunicación.
Asumir la forma simbólica supone, por sobre todo, darle un espacio a la
cultura, que como manifestación característica de la especie humana resume ese
cúmulo de saberes desde los cuales
nosotros comprendemos y significamos el
mundo. La naturaleza cultural y simbólica de la comunicación supone, de este modo,
una mirada distinta frente al modelo informacional. Repensar la comunicación desde
la cultura es romper la concepción instrumental de relaciones entre aparatos y
empezar a mirarlas como espacios de constitución e interpretación de los sujetos
mismos, en donde entran en juego la valoración y experiencia de los sujetos en
cuanto a la competencia comunicativa hacia el descubrimiento de la naturaleza de
toda comunicación a partir de la apropiación y socialización. La comunicación
remite hoy a los diversos modos y espacios de reconocimiento social en cuanto
utilización de medios y receptividad, lo que se traduce en las nuevas formas de
sensibilidad, en los nuevos modos de mostrarse, de habitar, de relacionarse, y en los
nuevos tipos de disfrute y apropiación de los espacios públicos de la ciudad.
Desde esta perspectiva, ya no se define a la comunicación como ‘transmisión
de información’ sino como un ‘participar en’, o ‘poner en común’. Esta concepción
trasciende la noción de comunicación instrumental a la de proceso humano, y, por
ende, social, que como tal es un acto cotidiano manifiesto de distintas maneras.
20
Esta posición es fuertemente apoyada por un grupo de investigadores
norteamericanos de la Escuela de Palo Alto o el llamado Colegio Invisible7 que nace
a partir de los años cuarenta (Bateson, Birdwhistell, Goffman, Watzlawick), quienes
aportan al sentido de la comunicación al mirarla desde horizontes distintos como la
antropología, la lingüística, las matemáticas, la sociología, o la psicología.
Cuestionan la teoría matemática de la comunicación para hacer valer su propuesta en
el sentido de que a la comunicación le hace falta una mirada desde lo humano, y
debe, por lo tanto, ser entendida a partir de las complejidades de las situaciones en
las que ocurre la interacción.
Esta escuela parte de las siguientes hipótesis:
La esencia de la comunicación reside en procesos de relación e interacción: los
elementos cuentan menos que las relaciones que se instauran entre ellos.
Todo comportamiento humano tiene un valor comunicativo (las relaciones
que se corresponden y se implican mutuamente, pueden enfocarse como un vasto
sistema de comunicación) observando la sucesión de los mensajes reubicados en el
contexto vertical (la relación entre los elementos y el sistema, es posible extraer una
lógica de comunicación).
Los trastornos psíquicos reflejan perturbaciones de la comunicaron entre el
individuo portador del sistema y sus allegados.
7
MATTELART, Armand, Historia de las teorías de la comunicación, Ediciones Paidós Ibérica,
Barcelona, España, 1997, p. 47
21
Quizá el mayor aporte de esta escuela sea la importancia del ser social
envuelto en un mundo social y cultural en medio de un contexto. A la noción de
comunicación aislada como acto verbal consciente y voluntario, -que sustenta la
sociología funcionalista-, se opone la idea de comunicación como proceso social
permanente que integra múltiples modos de comportamiento: la palabra, el gesto, el
espacio interindividual.
Bajo este criterio se formula la hipótesis del presente trabajo -al decir que los
sentidos, las sensibilidades, las temporalidades, espacios y tiempos son elementos
característicos de un proceso comunicativo en el que se ponen en común lenguajes
compartidos devenidos de la cotidianidad y en donde, a más del lenguaje verbal
encontramos lo kinésico, lo proxémico y lo cronémico.
Lo kinésico alude a la gestualidad y los movimientos corporales. La
proxémica refiere al uso del espacio, organización o disposición que
generalmente da cuenta de expresiones de intimidad y de poder. A través
del uso del tiempo, la gente comunica interés, compromiso, status o
jerarquía, entre otros aspectos. Lo paralingüstico se refiere a los usos de la
voz, el timbre, el tono, el volumen, la velocidad con la que se habla, los
silencios, y se comunican estados emocionales, veracidad, sinceridad. Los
olores y el tacto, al igual que las otras dimensiones, tienen connotaciones
culturales.8
Sabemos, sin embargo, que la comunicación por sí misma no existe. Esta
vive en el intercambio continuo que surge de la relación permanente que se da entre
las personas con el entorno natural y social e inmerso en una realidad concreta.
Empero, vale aclarar que, al asumir el criterio de que todo comunica, como bien lo
dice Luis Martino, ya no solo nos referimos a la comunicación en el sentido de
designar a las
relaciones humanas mediadas por la palabra, los gestos o las
8
GRIMSON, Alejandro, Interculturalidad y comunicación, Grupo Editorial Norma, Bogotá,
Colombia, 2001, p. 61
22
imágenes, el término se aplica también a las relaciones entre animales y hasta entre
las máquinas...
De esta manera, la comunicación se dice, del hombre, pero
también del animal y de la máquina. De la relación entre dos
personas pero también del monólogo solitario y de la multitud.
De la voz pero también del gesto y de la imagen. De los canales
sensoriales pero también de los canales extrasensoriales, del
intercambio de ideas y opiniones pero también del diálogo de
sordos. De la novedad pero también de la redundancia. Del
acto, del proceso, pero también del resultado. De las partes
involucradas pero también del mensaje o del medio.9
La comunicación no es exclusiva del ser humano, sin embargo es menester
que exista un ser humano capaz de percibir e interpretar lo comunicado. Desde esta
forma de comprender la comunicación, asumimos una diferencia fundamental entre
el modelo lineal que la define como ‘transmisión de información’ para dar paso a una
comprensión mayor de un acto totalizador en el que se participa y se pone en común
sentidos, significados y formas particulares de ver y sentir el mundo. La
comunicación como un hecho interpretativo de la realidad se sirve de los símbolos
para evocar experiencias en común, siendo para ello necesario la existencia de
significantes comunes bajo un contexto social adscrito a una historia y a una cultura;
de ahí que podemos decir que la comunicación es la base de la interrelación y
socialización del ser humano.
Al decir que la comunicación se convierte en un componente integral del
desenvolvimiento humano asumimos el hecho de que tanto las relaciones sociales
como el entorno y el medio social confluyen como elementos claves en el carácter
comunicacional de toda la realidad social, (como ya lo expresamos en párrafos
9
MARTINO, Luis C., Elementos para una epistemología de la comunicación, en Comunicación,
campo y objeto de estudio, Universidad de Brasil, Texto de apoyo, UPS, 2003, p.76
23
anteriores) de ahí que develar el sentido comunicativo de las prácticas que se dan en
aquel entramado social significa adentrarnos en los sentidos que se comparten, en los
lenguajes que se ponen en común y en las experiencias que se intercalan en todos los
actos humanos y por ende en las situaciones de la vida cotidiana, que es donde la
interacción humana fluye y se fundamenta.
No es posible concebir la socialización sin remitirnos a la vida cotidiana
como ese cúmulo de experiencias donde se sintetizan el actuar y el pensar. En ella
son determinantes aspectos conductuales y preceptúales, los mismos que se codifican
a través de la comunicación en general y de la comunicación no verbal en particular,
ya que como lo sostenemos, en comunicación, nada es fortuito. En la interacción
cotidiana están el lenguaje con todo su sistema de significaciones y que a la postre
son interpretaciones de la realidad mediatizadas por signos; están también el
escenario en el cual las personas y objetos se sitúan creando espacios de
interrelación, así como las manifestaciones táctiles, la vestimenta, y los modos
particulares que tiene cada persona para darse a conocer.
1.2.-
De los instrumentos a los sentidos
Resulta difícil marcar el comienzo de un pensamiento organizado que nos
hable de comunicación, que a más de disciplina, la describimos como un arte, como
un constructo expreso en la vida diaria de la gente.
En este capítulo partiremos de
un recorrido histórico por las distintas
vertientes explicativas de la comunicación; desde el acercamiento clásico hasta las
24
rupturas para constatar el trayecto de la comunicación y su comprensión en los
momentos actuales. Este acercamiento nos proporcionará una visión sobre las teorías
y las críticas que se han elaborado al respecto. Anotaremos los aportes teóricos desde
el enfoque informacional hasta encontrar cabida en las mediaciones sociales y
culturales que surgen en respuesta a la crisis de los modelos tradicionales dado los
distintos momentos y complejidades del proceso comunicativo.
Empezamos el recorrido de los estudios de comunicación a partir de la
relación implícita que se ha hecho con el tratado de los efectos hasta encontrarnos
con estudios que han servido para dimensionar la comunicación desde otras
perspectivas.
Los primeros estudios de comunicación son productos marginales sobre
ciertas teorías globales de la sociedad en donde la sociología, la antropología, la
política tienen un papel central en el análisis pluridisciplinario del quehacer social.
Aquí están el Mass Comunication Research, que nace de las experiencias mediáticas
en la primera guerra mundial (1914-1918), y que en sus primeros estudios hace
referencia al tratado de los efectos en el campo de los medios masivos en beneficio
de la industria, frente a los estudios del Instituto de Investigación de Ciencias
Sociales de la Universidad de Frankfurt en la que nace
la teoría crítica o
postestructuralista cuya base son el método marxista de interpretación de la historia,
de la filosofía de la cultura, de la sicosociología y de la sicología de Freud. Esta
teoría cuestiona la postura clásica de comunicación al fundamentar su posición en el
sentido de entenderla,
“ya no como ciencia, sino como un campo de estudio
interdisciplinario, cuyos métodos de análisis no tienen ninguna especifidad y que
25
debe ser investigado en el marco de las teorías de la sociedad, donde todo fenómeno
es cambiante”10
El carácter polisémico de esta disciplina, humana por excelencia, nos enfrenta
a un nuevo mapa comunicacional, que de los modelos tradicionales transcurre hoy
en medio de la emergencia de nuevos actores marcados por el desarraigo de
referentes, el cambio de sentidos, la devaluación de la memoria histórica, y la
intervención de la tecnología, hacia una nueva forma de comunicación social, en
donde la propia comunicación está sujeta a transformaciones significativas a lo largo
del tiempo y que transforman en sí, sus propios procesos. Estas situaciones nos
obligan a repensar el sentido global de la comunicación, la misma que no se agota
bajo una sola perspectiva.
Es por la riqueza de su acepción que diversas corrientes, escuelas y
posiciones han intentado su explicación y sus funciones.
El pragmatismo de la corriente norteamericana devenido de la línea
sicológico-conductista, de tendencia funcionalista basada en los efectos tanto como
la semiótico-estructuralista con énfasis en el mensaje que por largos años marcaron
el análisis de los medios de comunicación, -a los que se los consideraban como
factores decisivos en la regulación de la sociedad-, va a ser fuertemente cuestionada
por las escuelas de pensamiento crítico, especialmente los filósofos de la Escuela de
Frankfurt, quienes se inquietan por el devenir de la cultura desde los años cuarenta.
Entre sus pensadores anotamos a Max Horkheimer, Theodor Adorno, Walter
10
CAPPARELLI, Sergio, El campo académico de la comunicación, en Comunicación: campo y
objeto de estudio, Texto de apoyo, UPS, 2003
26
Benjamín, Herbert Marcuse. Los dos primeros crean el concepto de industria cultural
para referirse a la producción industrial de bienes culturales, como son los programas
radiales, las películas, las revistas que proporcionan bienes estandarizados para un
público estandarizado. “La propuesta cultural se torna seducción tecnológica e
incitación al consumo, homogeneización de los estilos de vida deseables,
arrumbamiento de lo nacional en el limbo anterior al desarrollo tecnológico e
incorporación de los viejos contenidos sociales, culturales, religiosos a la cultura del
espectáculo”11.
Marcuse por su parte pretende desenmascarar las nuevas formas de
dominación política que se expresan bajo la apariencia de un mundo cada vez más
dominado por la tecnología y la ciencia, al decir que “la instrumentalización de las
cosas acaba siendo la de los individuos”12.
Por otro lado, Jurgen Habermas, en la Teoría de la Acción Comunicativa
parte de que la categoría central de una teoría social crítica no es más el trabajo, sino
la comunicación. Uno de los principios explicativos sobre la teoría de la sociedad se
fundamenta en la teoría del lenguaje y en el análisis de las estructuras que conforman
la acción, donde está implícita la cultura que como manifestación humana trae
consigo un conjunto de símbolos y significados que al intercambiarse, por medio de
la comunicación, identifican a los individuos dentro de la instancia particular que la
identifica como tales.
11
MARTIN, Barbero, Jesús, De los medios a las mediaciones, Ediciones Tercer Mundo, Bogotá,
Colombia, 1994, p.112
12
MATTELART, Armand, Op. Cit. p.57
27
La cultura es histórica puesto que ninguna sociedad está al margen de ella;
aquí se sintetizan las prácticas cotidianas, los sentidos comunes, las señas
particulares, los modos de ser, de sentir y de pensar, así como las experiencias
compartidas que reafirman las formas de organización en las que coexisten las
diferencias y afinidades de una sociedad.
Este presupuesto inaugura una nueva
forma de entender la comunicación y la cultura. Para Habermas:
“la acción
comunicativa es una interacción simbólicamente mediada que se orienta de acuerdo a
normas intersubjetivamente vigentes que definen expectativas recíprocas de
comportamiento y que tienen que ser entendidas y reconocidas por lo menos por dos
sujetos agentes”13
Desde esta perspectiva, la sociedad se sustenta en actos de comunicación que
producen un entramado de conexiones, porque “la comunicación está en lo implícito,
es comprensiva y no técnica en tanto expresión humana, devenida de un saber común
que funda acuerdos”14. Esta visión nos hace entender que la comunicación depende
de contextos situacionales, que no es fragmentaria ni utilitaria.
Es desde esta perspectiva que el análisis de los medios, que por muchos años
dominaron los estudios sobre comunicación al considerarlos productos al servicio
de la sociedad visualizados como elementos fundamentales para el cambio, resultó
limitada puesto que la propia trayectoria de los estudios de comunicación divisaron
nuevos frentes: el ser una comunicación alternativa, dialógica, grupal o participativa,
e investigativa de manera que cuestionen el concepto clásico de comunicación
devenido del pensamiento unilineal aristotélico que prevaleció hasta fines de la
13
Citado por Peralta, Francisco, en Habermas explicado a los amigos, en el curso de Teorías de la
comunicación II, UPS, Quito, 1999.
14
Idem., p. 6
28
década de los sesenta, de manera que sirva para ampliar los horizontes hacia la
comprensión misma de la comunicación y de lo que suceda al interior de esta
practica social y cotidiana.
Tomando en cuenta estos antecedentes, orientaremos nuestro trabajo con el
fin de reconocer la trayectoria de la comunicación, de su relación con los medios y
de las formas alternativas devenidas de su propia naturaleza a fin de encontrar un
punto común. Para explicar este posicionamiento, se hace necesario volver sobre el
criterio fundado en torno a las corrientes estructural/funcionalista en base a las
cuales, se sustentan muchas teorías.
En torno a la posición latinoamericana, desde los años 50, múltiples estudios
sobre modernización admiten la función de los medios de comunicación como
agentes innovadores por excelencia para superar todos los estados de ‘pobreza` y
alcanzar el ideal occidental. Avanzar hacia la explicación de la ruptura de la visión
instrumental/mediática de la comunicación merece, a nuestro modo de ver, un
recorrido a partir de las nociones de comunicación y desarrollo y los paradigmas
venidos de esta visión.
Hasta los años sesenta, las conceptualizaciones sobre desarrollo se apoyan en
tres tendencias principales respecto de la relación entre comunicación social y
desarrollo nacional: comunicación de desarrollo; comunicación de apoyo al
desarrollo; y comunicación alternativa para el desarrollo democrático. De ahí que el
dominio de la visión instrumental mediática con gran énfasis en el papel de los
medios aparezca como una explicación al manejo de la comunicación, la misma que
29
desde la experiencia latinoamericana hizo aportes novedosos en el campo educativo
y de participación social.
Esta visión plantea sus principios en torno a las funciones de la
comunicación, especialmente desde el papel que juegan los medios de comunicación,
a los que denominan “los nuevos instrumentos de la democracia moderna”. Desde el
funcionalismo estos medios son vistos como instrumentos de circulación de símbolos
eficaces frente a una audiencia que obedece al esquema estímulo-respuesta como
mecanismo decisivo de la regulación de la sociedad, en cuyo caso la teoría del quién
dice qué, por qué canal, a quién y con qué efecto otorga omnipotencia a los medios
considerados instrumentos indispensables para la gestión gubernamental de las
opiniones. Bajo este esquema, se consolidan en América Latina dos paradigmas: el
paradigma del Cambio Social y el de Dominación/Subordinación.15.
En un primer momento, el paradigma del Cambio Social de tendencia
funcional/desarrollista, pasa por tres fases: invención (desarrollo de ideas) difusión
(transmisión de ideas) y consecuencias o resultados. Mediante su aplicación las
sociedades tradicionales darán su salto al progreso gracias al papel efectivo de los
medios de comunicación, y de la función de los organismos de desarrollo con sus
proyectos y programas. Se espera que la comunicación sea el componente
fundamental en la alteración de la estructura social. Esta visión desplegada por
Harold Lasswell, Paul Lazarfeld y Robert Merton parte de la sociología
funcionalista, conductista y del modelo lineal de los medios de comunicación que
centra su estudio en los efectos y aspira a la descripción objetiva sistemática y
15
Esta noción es trabajada por Dubravcic Martha, en el texto Comunicación Popular: del paradigma
de la dominación al de las mediaciones sociales y culturales, Universidad Andina Simón Bolívar,
Quito, 2002, p.15
30
cuantitativa del contenido manifiesto de las comunicaciones. La comunicación no es
un proceso de interacciones es solo transmisión de información producto de un
conjunto lineal de datos, donde el receptor es un desconocido incapaz de producir
significados. El funcionalismo pone énfasis en la evaluación constante y con fines
prácticos de los cambios que se operan en los comportamientos, actitudes
y
emociones, por lo tanto es importante la eficacia de las campañas de comunicación.
Según Lasswell (1920-1978) tres son las funciones del proceso de comunicación:
a) la vigilancia del entorno, revelando todo lo que podría amenazar o afectar al
sistema de valores de una comunidad o de las partes que la componen;
b) la puesta en relación de los componentes de la sociedad para producir una
respuesta al entorno, y;
c)
la transmisión de la herencia social.
En
un
segundo
momento,
y
bajo
el
paradigma
denominado
Dominación/Subordinación, de tendencia semiótico/estructuralista/ideologista, la
comunicación se centra en la manipulación a través del mensaje y se convierte en un
instrumento de dominación ideológica a través del cual una clase con poder ejerce
influencia sobre las demás. (DUBRAVCIC: 2002). En esta línea teórica Althusser
definió a los medios de comunicación como “aparatos ideológicos del estado”, según
la cual “estos aparatos tendrían la función de asegurar, garantizar y perpetuar el
monopolio de la violencia simbólica bajo la apariencia de una natural legitimidad”16.
16
DUBRAVCIC, Op. Cit. p.25
31
Dentro de este esquema, la ideología como un sistema de representaciones
penetra la experiencia cotidiana, las costumbres, los gustos, la cultura. Aquí la
comunicación se entiende a partir de:
El emisor (quién) es la clase dominante que influye y manipula al receptor.
El mensaje (qué) que al ser susceptible de análisis se puede deducir el
dominio ideológico.
El receptor que construye este esquema es el oprimido a quien se manipula a
través de los medios de comunicación. Los canales son fetiches, -entendiendo como
fetichización a aquel proceso por el cual las cosas o los sujetos abandonan su
dimensión real para adoptar otra-. Los medios de comunicación se tornan en fetiches
en la medida en que se los considera
como entidades dotadas de autonomía,
voluntad y alma propias.17
1.3.-
Lo que nos dice la cotidianidad
Es a finales de los años 70 del siglo XX que la corriente de la teoría
estructural de las relaciones sociales criticada por su visión mecanicista sobre el
funcionamiento de la sociedad entra en crisis para dar paso al estudio del sujeto
como actor fundamental. Es así que nos internamos en un tercer momento, al
incorporar la comunicación, que desde su interdisciplinariedad abrirá espacios al
estudio de la persona, de las experiencias cotidianas y del entorno. El receptor
17
Ibid, p.27
32
romperá su pasividad para constituirse en un agente diferenciado y reflexivo. Será de
suma importancia el sujeto social culturalmente diferenciado quien construya
sentidos desde su aprehensión y apropiación de la realidad en la que vive. En este
momento se da un salto desde la concepción lineal y utilitaria, de la comunicación,
a la de un proceso más bien ciudadano, culturalmente diverso y plural, y por ende se
marca una ruptura entre la visión instrumental/mediática de la comunicación para dar
paso a la concepción de comunicación como acto totalizador e integrador de
sentidos.
Mirar a la comunicación desde la función de los medios resulta un tanto
limitado puesto que frescos enfoques comunicacionales han surgido de los propios
procesos sociales como la necesidad que sean nuevos actores sociales quienes, a
partir de sus experiencias, creencias, saberes y sentidos, aporten a la comunicación
con novedosas formas de expresión. Nuevos enfoques comunicacionales intentan
superar esta línea eminentemente funcional para entrar de lleno en la comprensión de
la comunicación ya no solo como el manejo mediático de la información, sino como
una interacción permanente que se enriquece en la cotidianidad donde día a día se
intercambian historias, lenguajes y experiencias que ayudan a construir nuevas
formas de escribir y leer la realidad.
Al cobrar importancia lo social damos valor a los postulados de la sicología de
comunicación de Palo Alto o Escuela Invisible, los mismos que parten de la esencia
comunicativa en los procesos de relación e interacción, de donde deriva que todo
comportamiento humano tiene un valor comunicativo. En este pensamiento se apoya
el pensador argentino Eliseo Verón (1935) además de los aportes de la antropología
33
estructural y de la semiología francesa, para cuestionar el modelo funcionalista.
Considera que el saber humano al ser tan enorme como ínfimo ofrece nuevos
problemas y nuevas informaciones cada día, lo que obliga a construir nuevas rutas de
investigación y en base a éstos y otros modelos pone a consideración propuestas
innovadoras. Parte de la interdisciplinariedad de las ciencias en la investigación de
la vida cotidiana y de la comprensión de la ideología no solo como contenido de
mensajes sino como una dimensión central en la producción de sentidos y punto de
partida de los análisis mismos. Está a favor de la investigación fenomenológica
como elemento fundamental para cualquier interpretación teórica cuando dice: “las
ciencias sociales tienen que estudiar al hombre y su realidad concreta; deben
comprender los elementos básicos, que son parte del día a día social, procurando
sistematizar los saberes acerca de las formas culturales de vida, como orientación
incuestionable en el pensamiento metodológico serio”18
Otro pensador en la construcción de un método para la investigación en
comunicación es Armand Mattelart19, uno de los más destacados historiadores de las
teorías, métodos, estrategias, de las culturas, de las ideas y de las políticas, de los
sistemas y de las tecnologías de la comunicación. Desde un enfoque marxista de
análisis, cuestiona el papel que juegan los medios que como bastión de la clase
dominante detentan el poder tecnológico, en tanto conlleva, en última instancia, un
proyecto cultural proveniente de su ideología de dominación, de su función social, de
18
MALDONADO, Efendi, Reflexiones sobre la investigación teórica de la comunicación en América Latina, en
Comunicación: campo y objeto de estudio, UPS, 2003, p 105
19
Armand Mattelart (Bélgica, 1936) Entre sus obras señalamos: Para leer al Pato Donald, La
invención de la comunicación, La internacional publicitaria, Historia de la Utopía Planetaria.
Actualmente preside el Observatorio de Medios de París. Desde esta instancia propone la
consolidación de un contrapoder -a los medios- que en los momentos actuales tienen tanta
trascendencia en la vida de la sociedades, con la intención de afinar el tratamiento informativo y
confrontarlos como derecho fundamental de la democracia. Critica fuertemente el tratamiento que hoy
se le da a la comunicación; de ser un proceso empresarial y no una construcción social de sentidos.
34
su modo de producción y que se expresa en el dominio de la dinámica de la
información y de la cultura. Este pensador reflexiona sobre la necesidad de devolver
el habla al pueblo y de la importancia de la producción de comunicación desde sus
fuentes; la prensa popular, la comunicación alternativa. Propone una mirada hacia
métodos antropológicos, sociológicos, históricos, políticos y económicos en el
estudio de los procesos de comunicación para una mejor comprensión de los
fenómenos comunicológicos de los diversos grupos, clases, comunidades, y sujetos.
El análisis cultural, a pesar de ser incompleto para explicar los procesos de
comunicación, aporta en la comprensión de las relaciones entre enunciados
discursivos y comportamientos sociales.
Para Mattelart la problemática de la
comunicación se amplía al incluir lo cotidiano, es decir, de la existencia de un sujeto
concreto, inserto en un grupo social, en un contexto histórico y en una vida familiar
donde establece relaciones sociales que al entrelazar comportamientos, sentidos y
saberes son fuente de múltiples significaciones.
Por su parte, Jesús Martín Barbero, reconocido investigador de la
comunicación, critica la concepción instrumentalista de los métodos funcionalismoestructuralismo-marxismo y abre un nuevo sendero hacia la comunicación, la misma
que transciende la postura matemática de Wiener y Shannon, que sirvió de sustento a
la teoría de la información bajo la cual la comunicación adquiere la condición de
símbolo calculable, en donde el problema básico consiste en “reproducir en un punto
dado, de forma exacta aproximada, un mensaje seleccionado a otro punto”20. Su
aporte es decisivo cuando dice: “la comunicación nombra hoy a la vez uno de los
20
MATTELART, Armand, Op. Cit., pg, 42
35
más fértiles territorios de la investigación social y el espacio social más denso de
ensoñaciones y pesadillas, a las que la propia investigación no ha podido sacarle el
cuerpo”21.
Es en este sentido que orienta su investigación hacia un desplazamiento
teórico desde el quehacer científico de los países desarrollados frente a la aplicación
y consumo de la que somos parte los países periféricos. Parte de un cuestionamiento
al modelo informacional imperante para volcarse hacia las matrices culturales como
base a su línea metodológica de trabajo. Su orientación metodológica propone el
pensar históricamente la comunicación y la caracterización de los espacios cotidianos
como puntos de encuentro de varios tiempos históricos. En su obra, De los medios a
las mediaciones22 cuestiona los procedimientos tradicionales de investigación en
comunicación y propone pensar la comunicación desde la cultura, una matriz que
para él significa una honda comprensión de los procesos sociales y comunicacionales
a partir de los mestizajes raciales, éticos, religiosos, políticos. Lo que implica un
desplazamiento de la investigación, centrada en los medios, hacia las mediaciones.
Desde esta postura, devenida de la teoría del espacio social de Pierre Bordieu
y en la Teoría de la Acción Comunicativa de Habermas, cuestiona la racionalidad
ilustrada como único paradigma capaz de explicar los fenómenos sociales. Así se
explica el proceso comunicativo a partir de las cosas en la que las relaciones tienen
esencias propias y determinantes. Propone la comprensión de fenómenos como la
comunicación y la cultura que en su dimensión dialéctica nos permite constatar que
los elementos del proceso comunicativo no son solo eso (E-M-R), sino que son
21
MARTIN, Barbero, Jesús, Nuevos itinerarios de la investigación en comunicación, en
Comunicación, campo y objeto de estudio, Texto de apoyo, UPS, 2003
22
MARTIN, Barbero, Jesús, Op. Cit. p. 48
36
producto de procesos de interacción entre sujetos, informaciones, experiencias,
razones, emociones y mensajes.
Para Barbero23, entran en juego la consideración del tiempo en la
comprensión de las transformaciones que la actual coyuntura histórica nos permite
vivir, de ahí que el estudio de la realidad cotidiana se vuelve fundamental porque allí
están presentes los modos de comunicarse de las personas, las formas de encuentros
e intercambios y las formas de imaginar nuevas situaciones. Desde las mediaciones
se propone estudiar los procesos comunicativos partiendo de la significación del
proceso mismo que no puede ser fragmentado en sus elementos, ni aislados de un
contexto social; por lo tanto, se debe tomar en cuenta la subjetividad como dato
social y el sentido social de la historia, que no se abandonan una a otra.
Barbero
identifica entre las principales mediaciones las diferentes concepciones del tiempo
que dan lugar a la coexistencia de procesos históricos simultáneos, a la
fragmentación cultural urbana, en donde se diversifican los actos particulares de los
sujetos.
Para entender la mediación se hace necesario comprender cualquier proceso
comunicacional desde una dimensión relacional o trueque simbólico. Son las
mediaciones las articulaciones que se dan entre los medios, los emisores y los
receptores: las instituciones, organizaciones y sujetos, las temporalidades sociales y
las diversas matrices culturales desde donde los sujetos construyen sentidos. Incluso
las formas cuantitativas de análisis de contenido, como técnica de investigación para
la descripción objetiva, y sistemática del contenido manifiesto de la comunicación
23
MARTÍN, Barbero, Jesús, Op, Cit p. 62
37
ampliaron su espectro hacia la comprensión cualitativa al entender finalmente que
“los mensajes son objetos simbólicos con un contenido manifiesto, que como formas
codificadas se encaminan ideas, actitudes, comportamientos o mensajes a través de
los cuales los grupos sociales intercambian /confrontan sus realidades y consolidan
sus concepciones de hacer la realidad de la vida cotidiana”24. Así, cobra sentido la
naturaleza simbólica de la vida social y la necesidad de análisis de los sistemas
simbólicos y sus representaciones. Al decir de Bordieu: “ la sociedad está formada
por un mosaico de espacios simbólicos en los que sus miembros inventan o
reproducen códigos propios, discursos, mitos y rituales específicos en torno a ideas y
valores.”25
Las mediaciones en un juicio amplio habrían de considerar varias situaciones
comunicacionales como el análisis de los acontecimientos que se dan en el cotidiano
y la importancia que tienen el contexto y las relaciones interpersonales que suceden a
su interior. Esta cuestión nos lleva a reconocer que todo hecho social se inscribe
dentro de un eje comunicacional porque trae implícito el intercambio de sentidos
donde se cruzan intenciones, deseos, temporalidades y factores históricos que
determinan su quehacer en un momento determinado. Dicho de otro modo, hay
comunicación en todo acto cotidiano: en las celebraciones, en los ritos, en las fiestas,
en el arte, en la música, en la arquitectura, puesto que todo lo que el hombre produce
tiene significado.
24
RODRIGO, Mendizábal, Iván, Del análisis de contenido al análisis de discurso: aspectos
metodológicos en relación a la Etnometodología, Universidad Andina Simón Bolívar, Quito, 1999
25
Comunicación, cultura y mediaciones, publicación del Centro interdisciplinario Boliviano de
Estudios de Comunicación, La Paz, Bolivia, s/f
38
Para entender el universo comunicativo construido en torno a las mediaciones
tomaremos en consideración dos momentos:
la mirada a lo cotidiano, y el
proceso de recepción26. Ya sabemos que cada acto, cada palabra, cada gesto o
expresión hablan por nosotros, muestran un poco de lo que somos; es así que la
cotidianidad con cada una de sus manifestaciones es, por sobre todo, un gran
ejercicio comunicativo.
Lo cotidiano es el espacio en el que se configura y
reconfigura la historia de la existencia humana donde se expresan el deseo de ser de
las personas a partir de sus múltiples manifestaciones. Aquí se contraponen los
acontecimientos normales y frecuentes con lo inesperado y especial también
expresados en el lenguaje. Todos los actos cotidianos remiten a un sentido de
identidad en tanto cada individuo asume sus modos ya sea en el uso del espacio, en el
manejo del tiempo, en la apropiación de los escenarios, cuestiones que lo llevan a
elaborar sus propias proyecciones en torno a sus propias concepciones sobre asuntos
como el trabajo, la familia, el tiempo, la vida misma. La caracterización de la
cotidianidad debe incluir una mirada desde lo individual hacia lo grupal en donde
entran en consideración factores sociales, económicos y políticos y, que
determinarán en última instancia los modos de comunicarse de las personas. Esta
mirada a lo cotidiano implica un despliegue desde el mediacentrismo27 (BARBERO:
1994) hacia la interacción social donde todo sucede.
26
Esta es una propuesta del Centro interdisciplinario Boliviano de Estudios de Comunicación de la
Paz, Bolivia, s/f
27
para entender mejor este término es necesario volver sobre la perspectiva de análisis de los medios
que fue de largo dominio en los estudios de comunicación, procedente de la epistemología
psicológico-conductista con énfasis en los efectos cuyo objeto consistía en descubrir y denunciar la
penetración ideológica desde los medios; o desde la línea semiótico- estructuralista , con énfasis en el
mensaje, que terminaban por referir el sentido de los procesos a lo instrumental, más que a lo cultural,
lo que Barbero llama abordar lo social y lo cultural; es decir mirarla como un intercambio de sentidos,
como ya hemos referido en los párrafos que antecede.
39
Otro de los aspectos a tomarse en cuenta en el campo de las mediaciones es el
de los estudios de recepción como lugar de producción de sentido. Desde la forma de
los modelos tradicionales de comunicación, la recepción era el lugar en el que
terminaba la comunicación. En esta propuesta es el lugar donde se produce el
significado a partir de la interacción entre el mensaje recibido y las mediaciones del
receptor porque es un aspecto más ligado a la emotividad que a la racionalidad,
puesto que los mensajes, a más de la carga semiótica tienen un toque existencial que
es el que generalmente le otorga el receptor y que al considerarse diverso genera
nuevas interpretaciones. Es de esta manera que se producen variados sistemas de
significación, ya que cada persona recepta de manera distinta los mensajes emitidos
y, por lo tanto está dispuesto a contribuir con respuestas diferentes.
En tanto las prácticas cotidianas van ligadas a otras prácticas y no solamente a
la de los medios, es de pensar que el intercambio simbólico expreso en cada
interacción, produce también formas diversas de recepción y que es en donde la
comunicación se complejiza y enriquece. Durante la recepción la gente asimila ideas
que además de compararlas y contrastarlas con sus referencias, las discute con sus
semejantes.
La comunicación es una cuestión histórica donde la realidad cotidiana se
vuelve eje y fuente de toda comunicación. Allí están presentes los modos de
comunicarse de las personas, las formas de encuentros e intercambios y las formas de
imaginar nuevas situaciones. Son las mediaciones las articulaciones que se dan entre
los medios, los emisores, los receptores: las instituciones, organizaciones y sujetos,
40
las temporalidades sociales y las diversas matrices culturales desde donde los sujetos
construyen sentidos...
Así entendida la comunicación, deviene más que en un proceso instrumental
de medios masivos y de uso de tecnología en un proceso de prácticas sociales vividas
y sentidas. Este proceso se forma en una situación de comunicación, que no es otra
cosa que el momento y el espacio preciso en el que la interacción ocurre. Asumir el
sentido totalizador de la comunicación a partir de las experiencias enmarcadas en la
vida cotidiana, en la lectura de su simbólica, en la importancia que le demos a la
historia impregnada en cada una de sus manifestaciones -como fuente certera que
configura nuestro presente- son ejemplos de cómo la comunicación a más de ser un
proceso que se sirve de las tecnologías implica por sobre todo una constante
construcción de sentidos.
La comunicación como producto histórico y relación
social subyace en todo accionar humano donde se infieren intercambios y procesos
por medio de los cuales, por un lado, nos damos a conocer al mundo y, por otro,
aprehendemos del mundo circundante.
De este modo queremos remitirnos a la arquitectura como comunicación,
ya que al ser ésta un arte y una elaboración humana emerge con fuerza como
un reflejo de la sociedad y de los tiempos en los que vivimos, al mismo tiempo
que se constituye en elemento clave para la conformación física de la ciudad.
El sentido comunicativo de la arquitectura radica en los símbolos que la
componen, en la intención implícita en la que entran en juego aspectos sicológicos y
culturales, tanto así que, podríamos decir que la arquitectura es la narración de la
41
historia de los pueblos, de las ciudades y de las sociedades en general. Esta visión o
esta forma de entender el universo simbólico de la arquitectura podría ser aplicable a
cualquier otro accionar de la vida social porque como lo sostenemos a lo largo de
este trabajo, mientras haya una intención expresa, consciente o inconsciente, todo
comunica. De esta manera estamos valorando los postulados teóricos del actuar
comunicativo de Habermas, así como la del llamado Colegio Invisible, también
conocida como la Escuela de Palo Alto, que reunía a autores muy diversos en torno a
la idea de que la sociedad se organiza en los intercambios cotidianos.28 Si es así, la
arquitectura como práctica social es per se un acto cotidiano y, por lo mismo, un acto
de comunicación si tomamos en cuenta que es un intercambio de ideas, supuestos, e
intenciones en torno a la práctica concreta de crear y contribuir, de esa manera a la
construcción de áreas y espacios habitables para la vida. Asumir el universo
comunicativo de la arquitectura es mirar el universo de su simbólica que parte de la
concepción, de la percepción y del conocimiento de la realidad y de la historia, de tal
manera que deviene en una actividad social en constante relación con la sociedad en
la cual se inscribe.
Los criterios concernientes a la arquitectura y comunicación se ampliarán en
el capitulo cuarto.
28
BAYLON, Christian y MIGNOT, Javier, La Comunicación, Ediciones Cátedra, París, 1996, p. 223
42
CAPITULO II
2.- Ciudad: escenario de comunicacion
En el capítulo anterior abordamos la comunicación desde una perspectiva
totalizadora de tal manera que la entendamos como un constructo de sentido expreso,
no solo mediante la lengua oral o escrita sino por toda una serie de manifestaciones
en las que por medio de la
interacción nos damos a conocer.
Esta idea de
comunicación nos permite remitirnos a cualquier ámbito del accionar humano dado
que, como lo sugerimos en el capítulo anterior, toda acción humana está cargada de
significado. Dicho de esta manera, en el presente capítulo tomaremos como
referencia la ciudad: entidad social, espacio fuertemente simbólico y escenario de
comunicación en donde se diversifican las prácticas sociales.
En el actual contexto social, el estudio de la ciudad vista como el espacio donde
mejor se articulan todas las variantes culturales, sociales, económicas y políticas se
vuelve fundamental ya sea por la estrecha vinculación a los ámbitos sociales, o como
también porque ésta, como espacio simbólico, constituye una gran fuente de riqueza
contenida en la vida de sus habitantes, en sus expresiones sensibles, en sus múltiples
manifestaciones,
en sus fiestas y tradiciones, en sus códigos secretos, en sus
lenguajes olvidados, en sus colorido, en sus canciones, en sus viejas y modernas
edificaciones, en su arquitectura, en sus personajes en su entorno y en su historia.
Al abrir el gran abanico de la ciudad como espacio comunicacional y seno de
la diversidad, podemos ver que hay mil maneras de abordarla, ya sea desde la
historia, la antropología, la sociología o la comunicación. Estos acercamientos a
43
partir de distintos ámbitos de las ciencias sociales nos dan a entender que la ciudad,
así como la comunicación, al ser una entidad viva, trae consigo señas y marcas de
diferenciación o identidad construidas en torno a un universo simbólico a partir del
cual los imaginarios se estructuran. Cada ciudad es un cúmulo de la experiencia
cotidiana enmarcada en aquel espacio público que lo define, por eso, muchas de las
ciudades, guardan en su corazón -en la Plaza Mayor- indicios de sus orígenes, que
van poco a poco transformando sus áreas rurales en poblados urbanos, en centros de
comercio, cultura y desarrollo.
Desde el punto de vista comunicativo, nos remitiremos a la ciudad-texto (ver
capítulo cuatro) que como contenedor de símbolos y códigos se convierte en un texto
descifrable, es como un libro que nos induce a la lectura, al pensamiento y a la
reflexión. Nos ofrece un sinfín de mensajes los cuales dan cuenta de los cambios
devenidos en el tiempo y de las influencias de las que ha sido objeto.
Recorreremos el vasto camino de la ciudad desde sus orígenes mismos, pasando
por los momentos históricos que la fueron determinando de tal o cual manera en el
contexto latinoamericano, hasta llegar a tener una visión de la ciudad contemporánea
reconfigurada a partir de fenómenos como la masificación, la fragmentación y la
globalización.
Formarán parte de nuestro recorrido los múltiples conceptos
elaborados desde distintos ámbitos de las ciencias sociales, así como los enfoques
que han servido para articular el espacio-ciudad; a saber: criterios geográficoambientales, ecológicos, urbanísticos y comunicativos, entre otros. Parte de esta
exposición se basará también en la idea ciudad-urbanización-progreso como
paradigma de la modernidad.
44
2.1.-
Múltiples formas de leer la ciudad
Las múltiples maneras de ‘ver’ y ‘leer’ la ciudad, han llevado a diversos
autores a proponer formas de abordaje y maneras de entenderla mejor; podemos citar
algunos autores quienes aportan de manera significativa al concepto de ciudad y de
su papel en la vida de las sociedades. Al respecto tenemos el criterio de E.Pirenne,
quien desde la economía, sostiene que “en ninguna civilización la vida ciudadana se
ha desarrollado con independencia del comercio y la industria”29; desde la visión
política, Aristóteles, apunta que “la ciudad es un cierto número de ciudadanos”30; así
como para Mundford, desde la sociología, “la ciudad es la forma y el símbolo de una
relación social integrada”31; desde el arte y la arquitectura Alberti expresa que “la
grandeza de la arquitectura está unida a la de la ciudad, y la solidez de las
instituciones se puede medir por la solidez de los muros que la cobijan”32, desde la
comunicación, Reguillo dice, “la ciudad, estructura de significación socialmente
establecida, es vista como el espacio desde y en el que se construyen códigos o se
decodifican significados”33 Y desde el alma del poeta, Walt Withman afirma “la
ciudad es la más importante obra del hombre, lo reúne todo y nada que se relacione
con el hombre le es ajeno o indiferente”34.
Desde los griegos sabemos que, alrededor de la ciudad se construyó la
primera forma de participación ciudadana, para Aristóteles, la ciudad hacía
referencia a la polis como el lugar en donde se hace la gran política. El filósofo
29
Documento de internet: http:// www. geocities.com/ciu.html
Ibid
31
Ibid
32
Ibid
33
REGUILLO, Rosana, La construcción simbólica de la ciudad, Jalisco, México, 1999,p. 74
34
Documento en Internet: http://www.geocities.com/ciu/html
30
45
español Ortega y Gasset señala que “la ciudad es un ensayo de secesión -separarse de
un total, parte de un territorio-, que hace el hombre para vivir fuera y frente al
Cosmos, tomando de él porciones selectas y acotadas”35.
En este punto vale la pena anotar los enfoques que sobre la ciudad nos
presenta Adrián Gorelik36 en su ensayo Ciudad, las mismas que se elaboran a partir
de una preocupación en el sentido de ver a la ciudad como germen de la problemática
que se da con la modernidad.
El primer enfoque de tinte biologista aplica a la ciudad la noción de
adaptación, una categoría de género de vida formulada por el biólogo Patrick Geddes
y compartida por Paúl Vidal de la Blanche, quien dice que “la naturaleza prepara el
sitio, y el hombre lo organiza de tal manera que satisfaga sus necesidades y deseos”37
Este enfoque designa la relación activa entre los hábitos, las formas de hacer y los
paisajes y será la que lleve la idea de ciudad nodo o punto de identificación cuyo
fundamento viene de un desarrollo económico y territorial equilibrado a través de
una red de centros regionales. La propuesta parte de criterios geográfico-ambientales
de análisis interno de la ciudad y su relación con la naturaleza y la sociedad.
Otro enfoque parte de la sociología, la filosofía y la crítica cultural en la que
la noción de metrópoli, a decir de Georg Simmel se remite a “una configuración
socioespacial que realiza, en forma cultural la estructura de la modernidad”38. La
metrópoli supone un salto cualitativo respecto de la ciudad tradicional, marcado por
35
NAVARRO, Elio, Documento de internet, en clu.telepolis.com.universidaddecatamarca.ar. 2000
GORELIK, Adrián, Ciudad, en Términos críticos de la sociología de la cultura, Paidós, Buenos
Aires, Argentina, 2002, p 17
37
Documento de Internet: http:// www.club.telepolis.com/geografo/urbano/ciudad/html
38
GORELIK, Adrián, Op. Cit. p.14
36
46
la generalización de la economía monetaria y a partir de la cual surge la noción de
habitante consumidor e intelectual guiado por el cálculo racional. En el mismo
ensayo de Adrián Gorelik y Oswaldo Sprengler en lo que ellos han llamado su
morfología histórica, dicen que la metrópoli implica el más alto grado de
civilización, no así de cultura. Estos autores, hacen una distinción al respecto, al
decir que “lo que distingue a la ciudad de la aldea no es la extensión, sino la
presencia de un alma ciudadana”39. Corrobora a este criterio Robert Park, quien
desde las líneas de la sociología urbana, anota que la metrópoli es la expresión más
exacta del mundo de la libertad y de fragmentación máximas.
Un tercer enfoque es el de la urbanística y se refiere a los estamentos
funcionales de la ciudad en donde se confronta la idea de ciudad como organismo
productivo (fuente de acumulación capitalista e instrumento de producción) y su
organización como servicio social. Aquí es preocupación la recuperación de los
valores culturales tradicionales de las ciudades amenazadas por la modernización
sustentadas por la urbanística y que se asienta en la idea de que el caos de la ciudad
industrial se verá mejorado con la urbanística.
A partir de los años 30 el debate sobre la ciudad se amplía. Desde entonces la
noción de ciudad no sólo se remite a la problemática de ella a partir de la
modernidad, sino plantea la necesidad de mirarla como un centro en donde se da la
más íntima relación entre desarrollo industrial y los poderes centralizados. Es en este
contexto que la planificación se vuelve urgente para cuestiones como el tratamiento
espacial, el uso de los espacios y la dinámica social.
39
BONILLA, Omar, en revistamunicipalidades.org.ni
47
Frente a esta propuesta surgen los enfoques antropológicos, semiológicos,
históricos y políticos. En este sentido está Kevin Lynch40 quien asume la ciudad
desde la comunicación al remitirse a ella como texto vivo y por lo tanto como
espacio histórico social de hechos y representaciones que necesitan ser leídas y
descifradas.
En 1979, Raymond Williams establece una vinculación entre ciudad y
literatura lo que será decisivo para los estudios culturales. Por su parte, Michel
Foucault41 produce la figura de espacio poder en la que mira a la ciudad como una
máquina de producir y reproducir poder. Manuel Castells en La Cuestión Urbana
pone a la ciudad como el lugar estratégico de la gestión estatal de los conflictos
sociales, lo que define la existencia de los movimientos sociales urbanos42.
A partir de los años 80 se vislumbra la ciudad escindida entre la
hiperciudad/megalópolis extendida por un territorio de descontrol e inviabilidad que
bajo los cánones contemporáneos aparece en forma de caos social y urbano; así, la
crisis de este tipo de ciudad se demuestra en la deslocalización industrial, los flujos
inversos entre la ciudad y el campo, la urbanización difusa, la proliferación de
periferias internas, las viejas áreas industriales abandonadas y la obsolescencia de la
infraestructura pública. Ante esta situación aparecen los cuestionamientos en torno a
la ‘recuperación’ de la ciudad y de sus áreas más vulnerables.
Una de estas
preocupaciones copa el campo desde el análisis cultural y de consideración política
de la ciudad como espacio público que se evidencia en la presencia de centros
urbanos dinamizados en la gestión local y su competencia como nuevos agentes
40
LYNCH, Kevin, La imagen de la ciudad, Editorial Gili, Barcelona, España, 1960.
FOUCAULT, Michel, El ojo del poder, entrevista con Michel Foucault, s/f, s/a, s/e,(fotocopias)
42
CASTELLS, Manuel, La cuestión urbana, Siglo XXI editores, México, 1997.
41
48
económicos. Parte de la mirada cultural retoma la ciudad como texto para servirse de
referente hacia la interpretación de sus símbolos e imaginarios, en este plano
anotamos cómo la cultura europea comienza a volver a su ciudad desde una
perspectiva histórica y referente artístico, en tanto que la mirada norteamericana
radicaliza su identidad urbana descentralizada y apoyada en la red y en la cultura de
masas.
Un giro similar ocurre desde la corriente latinoamericana, la que en sus
inicios vivió la ciudad como el producto más genuino de la cultura occidental y en la
que se agudizaron sobremanera las grandes contradicciones entre ciudad/campo
propias de una perspectiva que privilegió el anclaje civilizatorio frente a la ‘barbarie’
de los pueblos americanos.
La ciudad latinoamericana sirvió de escenario propicio para dar paso a la
teoría de la dependencia43 a través de la cual, los pueblos llegarían al ideal de
progreso al asimilar de mejor manera las matrices de la cultura europeizante en la
que la urbanización sería la salida al retraso, y un mecanismo por medio del cual la
dicotomía tradicional/moderno se rompería.
Es a partir de las últimas décadas que la noción de ciudad se relaciona más
bien con la idea de espacio público en la que los ciudadanos toman en sus manos la
gestión local y por ende, se vislumbra un giro en torno a lo que es habitar y hacer
ciudad. Aquí damos paso a la ciudad contemporánea que se muestra como un tapiz
43
La teoría de la dependencia como paradigma acerca de la comunicación alternativa responde a la
línea semiótico estructuralista y en cuya visión de desarrollo se inscribe a partir de la relación de
dominación entre los países centrales y los países latinoamericanos. Tomado de Dubravcic, Martha,
Comunicación Popular: del paradigma de la dominación al de las mediaciones sociales y culturales,
Quito 2002
49
multicultural y de rasgos tradicionales, la que a más de ser un espacio consagrado
geográficamente para que un número de ciudadanos la habiten, emerge como un
escenario social por excelencia en donde hay cabida a los imaginarios urbanos, a la
comunicación y a la participación ciudadana.
En esta concepción de ciudad está implícita la idea de sede donde ocurre la
vida. Aquí se diversifican las prácticas sociales propias de la vida de los pueblos y en
las cuales el hombre desarrolla tareas indispensables para la subsistencia, tales como
el adscribirse a una actividad económica, a un espacio definido, o a un grupo social.
La ciudad es aquel espacio público donde el individuo se muestra, se relaciona, se
identifica y se distingue del otro.
Entonces, al ser ésta un escenario social por
excelencia está claro que cada una de sus manifestaciones son una muestra de la
diversidad y heterogeneidad de quienes la habitan en los ámbitos culturales,
económicos y políticos.
De esta manera el concepto de ciudad supera la noción geográfica para
remitirse a aquel lugar en donde mejor se conjugan la capacidad creativa del hombre
con el entorno en el que se asienta, para dar lugar a un espacio de sociabilidad en
donde el ser humano se desarrolla, vive y muere y que como una construcción social
es producto de momentos históricos y eventos particulares que la caracterizan como
espacio único e irreemplazable.
En este escenario, sede donde ocurre la vida
cotidiana, los ciudadanos le otorgan una particular significación al habitarla, al
apropiarse de ella, al evocarla, al cubrirla de sus manifestaciones y poblarla de sus
imaginarios. La ciudad se constituye así en el territorio que construye el hombre para
vivir fuera de su casa y que se erige como el centro desde el cual el hombre traza los
50
límites de lo íntimo a lo social y desde lo público a lo privado; instancias
diferenciadas que han sido vulneradas por las nuevas tecnologías y los medios de
comunicación masiva.
2.2.-
Del imaginario europeo a la configuración de la ciudad latinoamericana
El proceso de formación de nuevas sociedades que se inicia con la conquista
enfrenta a dos mundos: a una América aborigen estructurada a partir de su propia
cultura de formación predominantemente rural y la presencia europea de carácter
urbano/expansionista. A partir del siglo XVI, Latinoamérica se constituye como una
proyección del mundo europeo, mercantil y burgués. El área hispánica rural con alta
significación simbólica se constituyó como elemento económico dependiente de las
comunidades congregadas en las ciudades cuyos grupos predominantes eran los
beneficiarios de la explotación del mundo rural. La tendencia urbana que se dio
desde la conquista imprimía, por lo tanto, una base a partir de un mundo
‘aparentemente’ vacío, en el que los hispánicos habrían de instaurar el nuevo modelo
de sociedad. El sentido hispánico de vaciedad viene del tratamiento con el que los
conquistadores iniciaron su camino; es decir, trataron como si la tierra conquistada
estuviera vacía cultural y socialmente, poblada por individuos que podían y debían
ser desarraigados de su trama cultural para ser incorporados al sistema económico
que los conquistadores instaurarían.
Con la fundación, la corona imaginó su imperio colonial como una red de
ciudades que a más de lo físico, creaba una sociedad conformada por una ideología
de dominación sobre una realidad inerte y amorfa, sustentada en dos premisas: a más
de la inerte y amorfa sociedad existente, la decisión de que la sociedad preexistente
51
no debía tener un desarrollo autónomo y espontáneo. Para eso había que construir
ciudades homogéneas compactas y adecuadas a un sistema político rígidamente
jerárquico apoyado en la estructura ideológica de la monarquía cristiana, desde
donde partiera la periferia del mundo metropolitano.
A finales del siglo XVIII, las ciudades empezaron a asumir su papel
ideológico,
gracias a la historia de la que provenían como a su estructura
preexistente para expresarse más allá de lo genérico. Las ciudades se fueron
formando por los impactos socioeconómicos exteriores como los del mundo
mercantil y las grandes corrientes de nuevas ideas que entrañaban visiones
ideológicas de la realidad. A pesar de que procuraban adecuarse al modelo europeo,
que -desde su visión instrumental buscaba crear ciudades para sus propósitos-, los
sectores rurales al irrumpir en la vida pública de las ciudades introdujeron en las
sociedades urbanas un aire vernáculo que marcó definitivamente el carácter de las
ciudades e intensificó los problemas urbanos, el crecimiento demográfico, la
diferenciación social e ideológica entre los grupos, las altas burguesías, los sectores
agrícolas y la muchedumbre.
El carácter conquistador urbano/expansionista basó su poderío en la sociedad
feudoburguesa conformado por la nueva burguesía urbana y las viejas clases
señoriales, la que se constituirá en el sustento del mundo moderno desde el siglo
XVI hasta el XVIII.
La clase burguesa nació en el seno de la estructura feudal y no al calor de la
conquista como la clase señorial. Se emancipó por medio del dinero y creció a partir
52
de la economía monetaria, e invirtió el criterio feudoburgués: riqueza primero y
poder después. Es una pequeña clase que empieza a constituirse a partir del siglo XI
con hombres nuevos, de una nueva moral e ideales de vida y otras actitudes frente a
la realidad, cuyo ámbito natural fue la ciudad. Empezaron la transformación de los
lazos de dependencia económica y social hacia la formación de una economía
mercantil. La feudoburguesía explora mercados, monta diversos tipos de
organización mercantil y financiera. De este grupo surgen los patriciados locales que
se constituyeron como grupos de riqueza que aceptaron encabezar la lucha de la
nueva sociedad frente a la vieja estructura, con el fin de multiplicar el lucro y
conquistar otros mercados.
Las viejas clases señoriales poseedoras del poder y de la tierra, se mantenían
fieles al fundamento sobrenatural para explicar el sistema vigente en el mundo; el del
poder primero y el de la riqueza después. Fueron estas clases señoriales las que
propusieron los fines trascendentes: la misión religiosa y la gloria que perseguían los
guerreros.
La expansión europea a la periferia es el primer eslabón en el desarrollo del
capitalismo, proceso que desembocó, por un lado, en una definida política
mercantilista: la ampliación del horizonte económico con la multiplicación de
ganancias, apoyadas por el poder político, y por otro, en la emergencia de las
ciudades como reales instrumentos del sistema y herramientas de expansión a la
periferia; cada una con su función específica. En algunos casos, las ciudades fueron
fuertes militares cuya función era la de ser baluartes de resguardo para sus
caballeros. Nombramos aquí a la ciudad de Asunción fundada en 1537, a Buenos
53
Aires en 1536, a Río, en 1532. Nacieron también las ciudades de Valdivia y
Concepción, en Chile, y Santa Cruz y Tarija en Bolivia. En otros casos fueron
puertos comerciales, como Santo Domingo, La Habana, Panamá, Veracruz,
Cartagena, Guayaquil (fundada en 1537), Salvador de Bahía, ciudades que al
concentrar riqueza devenida del agitado intercambio portuario mercantil atrajeron a
piratas y corsarios, por lo que se las dotó de murallas, castillos o morros, que, en
algunas de ellas, se las conservan hasta hoy.
Algunas ciudades se levantaron sobre templos u otras edificaciones como es
el caso de México, que fue la admiración de su fundador, Hernán Cortés, quien, al no
soportar semejante magnitud mandó a destruirla para emplazar otra en su lugar. La
nueva México fue trazada como un cuadrilátero; se consagró el lugar del templo
cristiano aproximadamente en el mismo sitio donde había estado el santuario
indígena, y se echaron las bases del fuerte; luego se distribuyeron los solares, y poco
a poco comenzaron a levantarse las nuevas construcciones con las viejas piedras de
los monumentales edificios indígenas. La obra comenzó en 1523, según las órdenes
de Cortés. Caso similar ocurrió en Quito, que se erigió según órdenes de Sebastián de
Benalcázar en 1534 sobre el asentamiento indígena que dejara Rumiñahui, uno de los
generales de Atahualpa. La ciudad del Cuzco, cabeza y asiento real del imperio de
los Incas, fundada por Francisco Pizarro en 1534, conservó en parte la traza de la
ciudad indígena. Sobre las ruinas del templo de Viracocha y, aprovechando sus
cimientos, fue erigida la catedral, en tanto que sobre el solar del palacio de Guaina
Cápac se levantó la iglesia de la Compañía de Jesús.
54
La ciudad minera de Potosí se consolidó como un gran centro de riqueza dado
el comercio que se instauró a partir de la explotación minera. Esta ciudad fundada en
1545 ostentaba una estructura física de ciudad grande y opulenta, dice de su mercado
Cieza de León... “ fue tan grande la contratación, que solamente entre indios, sin
intervenir cristianos, se vendía cada día, en tiempo que las minas andaban prósperas,
veinte y cinco y treinta mil pesos de oro, y días de más de cuarenta mil, cosa extraña,
y creo que ninguna feria del mundo se iguala al trato de este mercado”.44
La fundación de las ciudades como el inicio de la expansión europea dejó
una imborrable marca en las sociedades que nacieron a partir del siglo XVI en el que
empezó el ciclo de las fundaciones. Este acto político formal se apoyó en una
legislación homogénea como fueron los textos de las actas de fundación o los
primeros actos institucionales de reparto de solares o establecimiento de cabildos;
acto que sin embargo se diferenció fuertemente de los procesos sociales urbanos
provenientes de la diversidad tanto geográfica como étnica, histórica y cultural de
los lugares en los que se asentaron. La ciudad se erigió bajo formas jurídicas y físicas
elaboradas en Europa e implantadas sobre tierra americana, a las que llamaron
colonias por su semejanza con lugares de España. Fue así una formación europea en
un mundo poblado por otras gentes y otras culturas. Esa otredad será el baluarte de
las poblaciones originarias en tanto su diversidad e identidad.
44
ROMERO, José Luis, Latinoamérica, las ciudades y las ideas, Siglo XXI Editores, México,
1984,p.54
55
2.2.1.- Grupos urbanos originarios y la ciudad hidalga45
Las ciudades se organizaron como una red urbana regida por la autoridad
centralizada de las metrópolis, de ahí que la implantación física de las mismas
constituyó un hecho decisivo, a la par que significó un problema socioeconómico
nuevo derivado de la confrontación entre nativos y conquistadores y de las
perspectivas que se abrían en el nuevo escenario, donde comenzaba a actuar el grupo
urbano originario. Un grupo heterogéneo conformado por aquellos convocados por el
fundador, en donde predominaba la gente de condición humilde sin tierras ni
nobleza, quienes buscaban, -de distintos modos-, ascender económicamente para
poder alcanzar una posición social análoga a la de los hidalgos peninsulares forjada a
la imagen de un hombre de rasgos feudales, varonil y caballeresca, de sentimiento
monárquico, renacentista y decididamente urbano. El conquistador se transmutó en
colonizador con una mentalidad e ideología del ascenso social; ideología que
entrañaba una imagen de la sociedad que debía servir al señor, quien tenía el derecho
de mandar, poseer y gobernar.
En este ambiente, la ciudad constituía un instrumento específico de
dominación, proyectaba la expansión mercantil con un estilo europeo que daba
cabida a los grupos no europeos que se incorporaban, en tanto los campos
conservaban los rezagos de formas de vida originarias.
El acto fundacional se apoyaba en la fuerza de ocupación, y afirmaba el
derecho de los conquistadores quienes –bajo un acto simbólico- dejaban sentado su
45
La clasificación de ciudades latinoamericanas que anotamos a continuación (de la ciudad hidalga a
la ciudad masificada) es resumen del texto Latinoamérica, las ciudades y las ideas de José Luis
Romero.
56
dominio: el conquistador arrancaba un pedazo de hierba con su espada, daba tres
golpes en el suelo y retaba a duelo a quienes se le oponían. Este acto se
complementaba con una misa, la entronización de una imagen y la redacción de un
acta de fundación, en el cual se establecían las normas para la función administrativa,
de la naciente ciudad. En lo físico se erigía el centro de lo que sería la Plaza Mayor y
una picota, símbolo de la justicia.
El núcleo de la ciudad se instaura, así, a partir de un damero y a su alrededor
se construyen la iglesia, el fuerte o palacio para la sede de gobierno. Se reservan
solares para las órdenes religiosas y el resto se reparte a los pobladores, según sus
características y ocupaciones.
A partir del acto fundacional que desde una perspectiva política significó el
dominio -por la fuerza- del derecho de los conquistadores, deviene el despliegue de
nuevas actividades económicas y la emergencia de nuevos grupos sociales. Es de este
modo que se da la constitución efectiva de las ciudades, que en sus inicios se dio
según las condiciones geográficas del lugar escogido, la misma que por diversos
motivos se modificó hasta dar con el lugar de la fundación definitiva. La nueva
ciudad nacería en medio de un sistema rural y marginal frente al de una Europa
mercantil.
La bien tramada organización política, administrativa y eclesiástica de las
ciudades dio paso a otros planos de vida urbana que daba cabida a los grandes
capitales, centros de poder y de elaboración de ideas que pronto surgieron sobre la
ciudad aniquilada, la ciudad originaria. Es por eso que en la ‘nueva Europa`-como se
57
concibió a las tierras americanas- surgen sistemas burocráticos similares, con reflejos
de las mismas formas de vida, réplicas de ceremonias civiles y en fin, un conjunto de
prácticas sociales que pronto la definirán como una sociedad barroca escindida, en la
que se evidencian la presencia de los peninsulares en constante relación con los
grupos originarios. Alrededor de la ciudad creció y se organizó el sistema productivo
y se intensificaron las actividades intermediarias con el crecimiento del mercado
interno, producto de la fundación misma de las ciudades simbolizado en los centros
distributivos de cada ciudad, lo que garantizaría la posterior conformación de redes
urbanas y financieras. Este particular determinó que, hacia finales del siglo XVI las
ciudades vayan poco a poco perdiendo su fisonomía primitiva para convertirse en
ciudades burguesas y mercantiles, lo que confirmó -tarde o temprano- que América
fuera considerada como una oportunidad para quienes buscaban asenso económico,
social, tierras y nobleza. El éxito en tierra americana consistía en alcanzar una
posición social análoga a la de los hidalgos peninsulares, posición a la que debía
servir de fundamento la riqueza fácilmente adquirida y la numerosa población
indígena sometida. Los grupos hidalgos fueron los primeros que siguieron a las
fundaciones. En las metrópolis, como en toda Europa, las ciudades habían logrado un
esplendor originario sobre la base de su desarrollo mercantil y del desarrollo de las
incipientes burguesías. Con la conquista de Indias, se dibujó un mapa social en el que
se distinguían fácilmente las clases sociales privilegiadas.
Esta fue la tónica de las ciudades durante los dos primeros siglos que
siguieron a las fundaciones, cuestión que se concretaría con la presencia de los
señores urbano/cortesanos, de los habitantes privilegiados y no privilegiados. Lo que
trajo como consecuencia la formación de ciudades duales. El carácter dual de éstas
58
ciudades provenía de dos vertientes: de un lado estaba la concepción épica de la vida
que caracterizaba al grupo conquistador, que suponía un nuevo orden en una nueva
sociedad, frente a la amplitud del nuevo mundo, sociedad en la que se instituía y en
la que empezaba a vivir en medio de dos grupos contrapuestos; una sociedad dual
sostenida por el estado y fortalecida por el sentimiento compasivo, en la que
convivían grupos igualmente duales, como su otra vertiente.
En esta sociedad urbana-dual, se auguraba la continuidad de las costumbres y
el ejercicio de la vida noble, de quienes abandonaron el mundo peninsular en el siglo
XVI, de manos de
la hidalguía que pasó a constituir una oligarquía poderosa
construida a partir de aristocracias y de las posibilidades que brindaban el comercio,
de cuyos troncos nacieron vástagos criollos, herederos según la tradición.
El título de hidalgos otorgaba el Rey Felipe II a la oligarquía poderosa
“conformada por los hijos y descendientes legítimos de quienes se obligaron a hacer
población y la hubieren acabado y cumplido”46
Las ciudades hidalgas eran el
resultado del orden fundacional. Según Romero, aquí estaban las cortes virreinales,
las sedes de gobierno, aquellas en que los encomenderos o los mineros ricos se
apresuraron a consolidar su riqueza adoptando formas señoriales de vida que les
permitieran ostentarla y además acentuar la separación entre clases. Estas ciudades
marcaron su paso al tono de la vida urbana y de las cortes que se construyeron
alrededor del poder, quienes alardeaban de un estilo de vida y de refinamiento dado
el apego que mostraban a las artes, de un orgullo a sus antepasados, dedicados a la
cortesía a la etiqueta, y a los ambientes refinados y elegantes. En mayor o menor
46
ROMERO, José Luis, Op. Cit., p.61
59
escala, todas las ciudades tenían su mercado con características semejantes; habían
tiendas y comercios exclusivos en donde danzaban grandes sumas de dinero. El
desarrollo de las ciudades se manifestó en su crecimiento y también en la adopción
de formas de vida típicamente urbanas, así como en la aparición de nuevas
preocupaciones culturales. Se construyeron casas privadas, edificios públicos,
iglesias y conventos.
Los hidalgos ricos obtuvieron minas y construyeron aristocracias en
Guanajuato y Zacatecas, en México, Popayán y Cali, en Colombia Potosí, en
Bolivia,- que fue la ciudad más grande y rica de entonces- Estos fueron lugares en
los que los ricos encomenderos, ganaderos y mineros configuraron la sociedad de los
siglos XVI y XVII bajo un barroquismo que se asemejaba mucho a la sociedad
española, creando ambientes de distinción propios de las cortes, rodeados de esclavos
y criados. La conquista constituyó en Indias -desde un comienzo- sociedades urbanas
homólogas a las metropolitanas de su tiempo, ignorando la primera etapa del proceso
de desarrollo urbano inseparable del mundo mercantil que progresaba. En la ciudad
el mercado era el núcleo fundamental de la vida; allí se concentraba y circulaba la
riqueza. En el gran mercado de Potosí, según Cieza de León47, se congregaron hasta
unas cien mil personas, y podía llegar a circular de veinte y cinco a treinta mil pesos
de oro en un comercio que incluía todo tipo de productos, entre los que se distinguían
la coca y especialmente la plata.
Las ciudades despedían un aire urbano dado por las clases altas que se
hicieron fuertes en su condición señorial, en donde se distinguían grupos de ricos
47
ROMERO, José Luis, Op. Cit, p. 96
60
señores, de damas aficionadas a la poesía, rodeadas de prelados, juristas y
funcionarios. Junto al varón aventurero, la mujer estabilizó las familias y ciudades y
logró crearles una tradición que, -en poco tiempo- transformó a algunos de ellos en
verdaderos linajes. La estirpe y el poderío de estas clases dominaban. Era un grupo
constituido por quienes llegaban a ser lo que eran gracias a los títulos obtenidos. La
clase hidalga era la clase que heredaba los privilegios de la conquista y todas las
fuentes de riqueza. Eran quienes habitaban las mejores calles y alardeaban de un
estilo de vida similar al de las cortes europeas. Así se consolidaron las grandes
familias de raigambre y genealogía ancladas a
un gran sentimiento de clase,
hermandades y cofradías, que compartían sus gustos y afinidades en ambientes
lujosos y atiborrados de adornos, mobiliario y etiqueta. Era propio de los hidalgos el
placer estético, ellos disfrutaban de los paseos en carrozas en ‘las Alamedas’ que se
empezaron a formar a las afueras de la ciudad. También asistían al teatro y a los
centros literarios.
De otro lado, los hidalgos sin fortuna fueron escándalo de las ciudades; era la
subsociedad constituida de blancos-europeos, generalmente dedicados a los negocios
o al comercio pequeño.
Los mestizos desposeídos fueron el elemento detonante del orden formal de la
sociedad barroca de Indias, los cuales se expresarían en la sociedad dual urbana que
seguía creciendo contra el poder establecido en el mundo mercantil en el que
adquirió autonomía un sector criollo blanco, lo que a mitades del siglo XVII
provocaría la crisis de la sociedad hidalga. Con el furor del comercio que se
acrecentaba, la vida de las ciudades se movía a pasos agigantados tanto en la ciudad
61
minera como en las ciudades puerto se congregaban grupos distintos a los que
gobernaban en la hidalguía urbana; eran grupos de negreros y contrabandistas que
forjaron un tipo de burguesía mercantil, a su propio estilo.
Hasta bien entrado el siglo XVIII el desarrollo físico de las ciudades fue lento
y no sobrepasó la traza de los fundadores. La Plaza Central continúo siendo el núcleo
de donde nacían las principales calles y también los suburbios que se poblarían con
los grupos marginales. Se cambió de lugar la picota y se instalaron los primeros sitios
de retiro.
A lo largo de los dos primeros siglos que siguieron a las fundaciones, el
carácter de la arquitectura fue cambiando. Empieza el reemplazo de materiales: de
adobe y carrizo a madera, y piedra.
La arquitectura de ese entonces se concentró en las edificaciones religiosas
(iglesias, conventos, colegios). A finales del siglo XVII ya tenían bellas catedrales
Santo Domingo, Guadalajara, La Paz. El conjunto arquitectónico de San Francisco
de Quito, edificada en 1534, con su plaza de casi 30.000 metros cuadrados, el
convento, sus tres iglesias adyacentes: la de San Francisco, la de San Buenaventura
y la de Cantuña, constituyen hermosos ejemplos.
Las imponentes edificaciones religiosas develaban jerarquía en la ciudad
hidalga al simbolizar el predominio religioso y los rasgos fundamentales de las clases
altas en el seno de la sociedad. En las construcciones religiosas de la época se pudo
comprobar la riqueza del sincretismo religioso peninsular con la imaginería indígena.
62
“Esta mixtura revelaba el intercambio y la simbología de una clase hidalga que al
aceptar una virgen morena, -barroca, mestiza-, aceptaba también algunos elementos
de las culturas vernáculas en otras manifestaciones cotidianas como la comida, el
vestido, las celebraciones y las fiestas”.48
2.2.2.- La ciudad criolla
Continuando con el texto de Romero, vemos como las ciudades entran en una
nueva etapa con la instauración del comercio, la imposición de un nuevo ritmo de
manos de una naciente clase burguesa, conformada por peninsulares ilustres y
comerciantes atraídos por el progreso que prometía el creciente mundo mercantil.
Las burguesías urbanas criollas constituyeron una élite social formada de criollos que
crecieron y extranjeros que se establecieron como agentes de negocios en sus
respectivos países. Esta sociedad era un conjunto híbrido entre lo urbano y lo rural
con poder mercantil de gran vinculación al comercio y a las finanzas.
Dichas ciudades florecen, en la segunda mitad del siglo XVIII, entre un aire
urbano, más libres, abiertas y aburguesadas. Se mueven entre dos mundos dispares:
el mundo rural que crecía rápidamente y el del mundo cosmopolita y extranjerizante
de la naciente burguesía criolla que imprimió con sus rasgos la -hasta entoncessociedad tradicional, y que determinará, hacia las últimas décadas del siglo la nueva
sociedad en campos y ciudades. La sociedad urbana como la rural cobró conciencia
de esta sociedad informal, autóctona, con sentido de pertenencia y tradición, y fue
poco a poco fijando las diferencias de clase, para, de alguna manera, determinarlas.
48
ROMERO, Op. Cit. p. 108
63
Estaban la clase alta vieja y nueva. La vieja conformada por criollos blancos y
naturales adscritos a las funciones públicas, poseedores de minas o haciendas o
vinculados al comercio libre. La nueva clase alta estaba conformada por criollos
comprometidos con la tierra, señores de ingenios y plantaciones agrícolas, mineros,
descendientes de encomenderos. Este grupo cuestionó fuertemente el carácter de la
clase vieja, al considerar el ambicioso proyecto ibérico traducido en lucro.
La burguesía criolla se constituyó a la sombra de las burguesías peninsulares,
su arraigo era su condición natural, por haber nacido en esta tierra. Pronto se impuso
como una minoría dirigente de la sociedad criolla influida por la ideología del
mercantilismo. Un grupo que
se consideraba como una sociedad étnica y
culturalmente diferenciada e integrada a la sociedad blanca de la que aspiraba ser la
cabeza. Era un grupo esencialmente urbano, constituido en las ciudades y amoldado
a los halagos de la vida urbana, pues creían que las ciudades eran el centro de la
hegemonía. Este sentimiento acentuó la mentalidad mercantilista que penetró en la
sociedad urbana de entonces tal como sucedió en Inglaterra y Francia, para quienes
el privilegio del grupo social al que se pertenecían era producto de la riqueza, de la
eficacia y de la educación, según rezaba la filosofía de la Ilustración que aspiraba a
lograr que fuera la razón y no las costumbres la que gobernara el mundo y que ellos
la tomaron como suya.
La burguesía criolla jugó el papel de nueva élite en la vida económica y
política de aquella sociedad. Su presencia fue notoria también en la vida de la ciudad,
la misma que al irse estructurando de acuerdo al uso que le dieron las clases sociales,
64
empieza a cambiar sus rasgos físicos. El autor hace mención a los usos de la ciudad
al detallar las formas en las que la población se dispone en su interior. La población
urbana creció, con lo que se hizo necesaria la regularización del trazado de calles, la
delimitación de espacios públicos, el mejoramiento de plazas y la dotación de
servicios básicos. Con la expansión urbana se fueron delimitando las áreas de
ocupación por sectores; de la tradicional Plaza Central crecerían las áreas aledañas,
donde empezaron a llamar la atención la formación de los suburbios, alineados al
borde urbano-rural y en los que se distinguían los rancheríos, las pulperías, el
mercado o el matadero. Los suburbios marcarían también la diferenciación de los
barrios; están los aristocráticos que son más bien sitios de veraneo y los barrios de las
clases populares.
“Está el centro para los notables que provenían de la tradición hidalga y los
alrededores para el pueblo; los cuarteles para los conspiradores, las tertulias para los
murmuradores, los bufetes para los investigadores, la casa para las damas y la calle
para los varones” (ROMERO: 1984,144). A la par de estos nuevos usos de la ciudad
se diversifican los servicios públicos, la creación de hospitales, edificios públicos,
cementerios y hospicios y el aparecimiento de los suburbios a veinte o treinta cuadras
de la Plaza Mayor, lo que posteriormente marcaría el límite entre lo urbano y lo rural,
el centro y las periferias.
A la par de la burguesía criolla crecían también los grupos populares de
variada extracción. La sociedad criolla es producto de la cruza entre criollos, blancos
y naturales, de la que devienen mestizos y mulatos. Es la sociedad de la hibridación.
65
La convivencia en la sociedad criolla entre la clase alta de naturales, criollos
y otros va tejiendo un interesante mapa de situaciones: fue preocupación de las
clases altas mantener un modo de vida noble, a tono con el brillo del mundo
mercantil, entonces se instalan los saraos, las tertulias literarias y se empieza a hablar
de política, de economía. La sociedad empieza a politizarse; así se fraguan los
movimientos revolucionarios urbanos encabezados por las burguesías criollas,
quienes, más tarde forjarían los movimientos independentistas.
En el plano
educativo se propone inculcar nuevas ideas a través de la ampliación de bibliotecas,
institutos superiores y periódicos. En lo económico el establecimiento del comercio
libre fue decisivo para la economía de las ciudades. En el plano cultural la apertura
de centros urbanos, teatros, jardines botánicos, conservatorios, bares, centros
culturales diversificaron las actividades de los habitantes y sirvieron para satisfacer
sus inquietudes intelectuales y culturales.
Esta ola de nuevas ideas pronto verá sus frutos en los movimientos
revolucionarios, como fue la Revolución indigna y rural del Perú de Túpac Amaru y
la de Túpac Katari en Bolivia, en 1780.
2.2.3.- La ciudad patricia
Consolidada la independencia se notó la presencia de una élite que se movía
entre lo urbano y lo rural, entre lo iluminista y lo romántico, entre progresista y
conservador; era la élite patricia49, que fue una nueva expresión los grupos
dominantes, cuyo objetivo fue dirigir una nueva sociedad hacia las primeras décadas
49
proviene del latín patricius. Descendiente de los primeros senadores romanos establecidos por
Rómulo, que formaban la clase social privilegiada, opuesta a los plebeyos. Diccionario de la Lengua
Española, Tomo 8, vigésima segunda edición, Real Academia Española, 2001, p 1156
66
del siglo XIX. Fue una extracción de la burguesía criolla que se formó en la lucha
por la organización de la nueva nacionalidad. Se consideraban herederos de arraigo,
por ser hijos o nietos de quienes fundaron la nación.
Esta nueva generación, conformada por nuevos militares, viejos y nuevos
burgueses (son rezagos de las burguesías criollas que desplazaron a las aristocracias
tradicionales) creció en medio de la bipolaridad entra campo-ciudad y bajo el ideal
de adscribirse al desarrollo de las grandes potencias industriales. Así como la
sociedad criolla marcó el mestizaje, la sociedad patricia se alzó a tono de la
revolución industrial que marcó fuertemente la vida de las ciudades y de la sociedad
en general. La sociedad rural fue territorio de la sociedad criolla que emergió con
fuerza, demostrando que esa población arraigada podía hacer de cada ámbito una
nación nueva y de fisonomía definida.
El campo que sufrió los impactos del cambio industrial, -marcados por las
posibilidades que ofrecía el mercado internacional, por la incorporación de técnicas
innovadoras y la sustitución de la mano de obra, y por la comercialización y
expansión de mecanismos de exportación,- afirmaba su papel de matriz de la nueva
nación con la producción agrícola que pronto llenaría de productos los mercados
extranjeros. Las ciudades, convertidas en centros de poder, en centros nacionales de
distribución, en nodos de actividad comercial y financiera se constituyeron en el
objetivo de todos quienes pretendieron imponer su autoridad sobre la sociedad de los
nuevos países de entonces.
Era evidente esta bipolaridad campo-ciudad;
la
ruralización de las ciudades selló durante algunas décadas del siglo XIX su destino y
fisonomía, donde el comercio seguía siendo la actividad fundamental.
67
El ambiente predominante posterior a la Independencia se formó en torno a
las clases en las que sobresalían los ricos banqueros, comerciantes y hacendados
influyentes, quienes en sus ansias de poder estaban dispuestos a irse en armas para
hacer prevalecer sus intereses y quienes más tarde encabezarían los movimientos
regionales o federalistas anteponiendo sus intereses a los de la región al apoderarse
de las capitales desde donde podían ensanchar sus dominios. Fue así como se
conformaron los grupos conservadores y los liberales quienes buscaban apoyo en las
masas populares tanto urbanas como rurales. De este entrecruzamiento surgió el
patriciado entre urbano y rural que dominó la vida política en el largo medio siglo
que le siguió a la Independencia. Se trataba de un grupo reconocido por la nueva
sociedad como aristócrata y de élite y que paulatinamente se fue consolidando de
generación en generación, gracias a la fortuna y al poder heredados, a la acción
simultánea en diversos sectores de la sociedad, a las alianzas matrimoniales o
económicas, lo que se constituyó en verdaderos linajes, quienes afirmaron su
presunta excelencia al decir que de sus miembros de familia debería salir un
presidente de la república y un arzobispo.
La ciudad latinoamericana, que hasta promediar el siglo XVIII había
mantenido su fisonomía, entra en un proceso de transformación con el siglo
siguiente. Se mostraba a los ojos extranjeros como una especie de Europa un tanto
más primitiva y exótica en cuyo trazado y arquitectura predominaban las líneas
coloniales que a la vista de los nativos aparecían como centros sociales que jugaban
un gran papel en la vida del país y del mundo. Fue de predominio el trazado irregular
con ranchos aledaños aglomerados alrededor de la plaza mayor, del puerto principal
o de la línea férrea, cuestiones que marcaron, -de algún modo- la posterior
68
delimitación de áreas habitadas, barrios y sectores. Algunas capitales y ciudades
como Guayaquil, Callao, Buenos Aires y Río eran al mismo tiempo grandes puertos
comerciales en donde se acentuó la centralización de la economía regional, y el
surgimiento de otras capitales que presentarían otra fisonomía gracias a la
iluminación a gas, a la introducción de los tranvías a caballo, a las mejoras en los
servicios y en la seguridad. La estación de ferrocarril marcó el punto de desarrollo
urbano en muchas ciudades, en Guayaquil y Quito, en Montevideo, Arequipa,
Valparaíso o Lima, las mismas que empezaron a estabilizarse a la par de los procesos
políticos económicos y el crecimiento de la riqueza. Al calor de la nueva economía
se fundaron nuevas ciudades o se transformaron en ciudades viejas aldeas; fueron
tales Bahía Blanca y Rosario en Argentina, Tampico en México, Colón en Panamá,
Barranquilla en Colombia, por citar algunas. La transformación de las ciudades
impulsado por las clases altas, los comerciantes y financistas empezó a dar sus
señales: se fue poco a poco desvaneciendo la ciudad tradicional para dar paso a
espacios con edificaciones en donde se notaba el predominio de estilos entre el
neogótico, el morisco y, en general el eclecticismo afrancesado.
Con la independencia se quiebran los lazos de la ciudad tradicional. Al
ruralizarse las sociedades urbanas, se da también un acriollamiento de la sociedad en
general. Se instaura, entonces, una sociedad de una clase dirigente, surgida y
adecuada espontáneamente, donde había cabida ya no solo al mandato heredado o
divino, sino de un grupo que entendía a la sociedad como un conjunto “que era
inorgánico, inestable, fluido y en el que coexistían igualitariamente los individuos sin
acepción de calidades: poseedores y no poseedores, letrados e iletrados, responsables
69
e irresponsables, la gente decente y la chusma”.50 De esta concepción, que fue una
tendencia natural de las sociedades criollas, nacería la nueva ciudad, la ciudad
burguesa.
2.2.4.- La ciudad burguesa
Desde 1880, muchas ciudades latinoamericanas empezaron a vivir nuevos
cambios, no solo en su estructura social, sino también en su fisonomía. Las ciudades
iban dejando atrás sus rasgos aldeanos para ir, poco a poco, mostrando aires de
ciudades que latían al ritmo que imponían los mercados, el consecuente comercio y
la concentración de una variada población, que iban instaurando formas de vida
modernas. La incursión de mercados locales en el ámbito mundial, la aparición de
nuevas fuentes de trabajo y la constitución de un mundo industrial en torno a las
periferias consolidada gracias a la diversificación y desarrollo zonal agrícola y a la
emergencia de capitales extranjeros marcará un cambio definitivo en las ciudades
hacia mediados del siglo XIX.
En este contexto la ciudad se convierte en un gran espacio mercantil con
grandes tiendas de comercios, negocios y oficinas financieras concentradas en el
viejo casco urbano donde lucen señoriales las viejas casonas. El centro fungía como
el gran espacio para los intermediarios, en tanto los puertos congregaban a la
burguesía mercantil. La ciudad es un torbellino; aparecen anchas avenidas, parques
y se extiende el boulevard, a donde los señores van a recorrer en carruajes. Es notoria
la diferenciación entre el aire mundano de las metrópolis y las sociedades
50
ROMERO, José Luis, Op. Cit. p. 208
70
provincianas: una diferenciación que dividirá a las ciudades, entre aquellas que
conservan su trazado típico y su aire colonial patricio, y las de la nueva economía, la
de la nueva burguesía del mundo industrial.
Entre 1880 y 1930 se vive el apogeo de la mentalidad burguesa que desde sus
clases dominantes definirían el destino de regiones y países en un proceso
expansionista industrial sustentado en la convicción generalizada de que no solo era
correcto, sino necesario y obligatorio, por razones morales, continuar por esta línea
de apego a la religión de la ciencia y el progreso, que como ideología se constituyó
en una filosofía de vida, especialmente durante el siglo XVII y que se afianzará en
los siglos posteriores bajo el axioma de que mediante la conquista de la naturaleza,
de la producción de bienes y de riquezas se alcanzará el bienestar de las sociedades
industrializadas. En este contexto se plasmó la mentalidad burguesa con la ideología
del éxito económico y el ascenso social.
Las nuevas generaciones burguesas lograron controlar el mundo de los
negocios y el mundo de la política; fundaron bancos; crearon centros de operaciones
financieras, regularon exportaciones y transacciones comerciales; organizaron
ministerios y despachos. Se constituyeron como agrupaciones de socios comerciales,
creando cuadros de relaciones polarizadas, lo que a la postre significó desequilibrios
y diferencias sociales marcadas. Las clases dominantes de estas ciudades atraídos
por las costumbres europeas conservaban con celo la tradición criolla en los vestidos,
en la comida, en las devociones y fiestas en un mundo en el que necesitaban
mostrarse incorporados al opulento mundo de las burguesías europeas, las mismas
que se diferenciaban de las clases populares con quienes se encontraban en las fiestas
71
de la ciudad, en las corridas de toros, en las tabernas, en las picanterías y por sobre
todo en su reino que eran el mercado y los suburbios.
Las clases populares adquirieron significación con la expansión de las
ciudades, fue determinante su presencia en toda la ola de ocupaciones emergentes
que vinieron a configurar el nuevo mapa de relaciones económico-sociales a partir
del cambio generacional y social. El movimiento en las ciudades generaba otro tipo
de relaciones sociales, eran relaciones despersonalizadas, más unidas por la gestión
laboral que por la cuestión humana, lo que modificó la fisonomía de los sectores
marginales, generalmente alineados en los cinturones periféricos de las ciudades.
Con este fenómeno surge, lo que el autor denomina ‘mentalidad de frontera’, lo que
significa aquel quebrantamiento social devenido de los usos de la ciudad,
determinada a su vez por las actividades laborales y el trastoque en las relaciones
sociales. Con la sectorización de clases sociales los barrios van configurándose según
las actividades de sus habitantes: nace así el proletariado industrial de fisonomía
social definido, conformada por trabajadores nacionales, como obreros en fábricas
textiles, de cigarrillos, trabajadores de la construcción, porteros, camareros, peones,
operadores, choferes, empleadas domésticas, transportistas.
Entre la clase privilegiada y las clases populares, estaba la clase media, una
fracción que también fue creciendo a la par de los negocios y la movilidadad que
revitalizaban las formas de vida entre los grupos tradicionales y los emergentes
quienes empezaron a soñar con el ascenso social por la vía del dinero, con otras
exigencias para la ciudad que daba cabida a la cultura urbana, al mundo de la ciudad
y sus representaciones.
72
El principio de modernización fue la ruptura del casco antiguo para ensanchar
calles y establecer comunicación con las áreas edificadas y los sectores periféricos.
La arquitectura de la época era un ejemplo de buen gusto, predominando en
edificaciones el barroco burgués, que se manifestaba en la preferencia por los
edificios públicos colosales y de amplia perspectiva, monumentos emplazados en
lugares destacados y edificación privada suntuosa y de aire señorial; así como
también en el funcionamiento del hipódromo, de clubes de golf, de polo, en las
grandes avenidas arboladas, paseos y boulevards. Como ejemplos anotamos el
Teatro Colón de Buenos Aires, la Alameda de Lima, el paseo de la Reforma en
México.
La segregación social trajo consigo el ordenamiento urbano, el loteo, el
tráfico de tierras, cuestión que llevó a la transformación de lo rural en urbano, a la
especulación, al abandono y al deterioro. La arquitectura primaria, sin arquitectos
generalizada en algunos sectores hizo del híbrido un estilo en los sectores populares,
en contraposición con los barrios altos, (de clase media y clase alta) en los que se
contrataba a arquitectos, de preferencia extranjeros que gustaban del art nouveau, del
modelo victoriano londinense, donde relucían los pináculos, las estatuas en fachadas
y cornisas, y las verjas de hierro como si fueran monumentos a la industria y al
progreso.
La transformación social signada en estas sociedades daba cuenta de una vida
cosmopolita que rayaban entre el apego a la Francia de Napoleón, cuyo estilo de vida
de las clases altas expresaran su condición (era menester mostrar y mostrarse en las
73
ceremonias civiles y eclesiásticas, en la función pública), y el gusto por los clubes de
estilo ingles, exclusivamente segregacionistas.
La vieja casona patricia y colonial se transformó en residencia moderna, en la
que se instalaron esculturas, bibelots y otros elementos a tono con la sociedad que la
habitaba.
Después de la I guerra mundial (1914-1918) finaliza esta belle epoque para
dar paso a la influencia norteamericana que entrará con fuerza, especialmente con el
cine. A nivel social fue interesante el conglomerado de intelectuales que debatían
sobre la política y la economía en medio de una sociedad que resistía la oprimente
acción tanto del viejo patriciado como de las nuevas burguesías. En este contexto de
debate social e ideas políticas surgirán los partidos políticos que se conformarán
como factores de poder: los conservadores quienes se mantuvieron fieles al
tradicionalismo de corte hispánico y los grupos emergentes de corte liberal
alimentados ahora por las clases medias en ascenso, lo que generó polémicas entre
partidarios del laicismo y de quienes defendían la tradicional influencia de la iglesia
2.2.5.- La ciudad masificada
Un cambio notorio experimentarían las ciudades en los primeros años del
siglo XX debido a la sobreproducción y falta de organización de organismos
internacionales de control en cuanto al manejo del comercio exterior. Esto trajo como
consecuencia la gran crisis de 1929 a partir de la cual los países latinoamericanos se
verían reducidos a aceptar las condiciones de los mercados internacionales para
74
sobrevivir. Hubo cambios en la política económica, modificaciones sustanciales en
los mecanismos financieros y monetarios y ajustes en las relaciones entre el capital y
el trabajo. Vastos sectores caídos en la miseria vieron en la ciudad un horizonte de
progreso, pero a pesar del desarrollo de ciertas industrias y de la aparente mejora en
el área laboral, la vieja estructura socioeconómica no había logrado recuperarse. En
algunas ciudades comenzaron a desarrollarse ciertas industrias, fuera para sustituir
importaciones, fuera porque los capitales extranjeros habían comenzado a radicarlas,
o porque el calor de esos primeros incentivos implicaba
un
despertar en los
capitalistas locales a la tentación de prósperas inversiones. Las ciudades se
convirtieron en polos de significación para su región al convertirse en focos
socioculturales cada una con rasgos distintos. Como producto de la explosión social
que fue la manifestación de la ofensiva campo-ciudad, se transformarían las
perspectivas de Latinoamérica: por un lado asistimos al despliegue de cierto número
de ciudades que alcanzaron el grado de metrópolis (Sao Paulo, Río, Buenos Aires,
México) y la de otras que se agrandaron, (Bogotá, Caracas, Montevideo, Asunción,
Quito). Empezaron, en las ciudades a constituirse esos imprecisos grupos sociales,
ajenos a la estructura tradicional que recibieron el nombre de masas. Y allí donde
aparecieron, el conjunto de la sociedad urbana comenzó a masificarse, con la
consecuente masificación de la mentalidad y de las formas de vida.
En las primeras décadas del siglo XX se produjo en casi todos los países
latinoamericanos, con distinta intensidad, una explosión demográfica y social cuyos
efectos no tardaron en advertirse. Éxodo rural y explosión demográfica se juntaron
como elementos de un nuevo fenómeno que traía consigo cambios en la estructura
familiar, en el crecimiento de la marginalidad y en la configuración de la ciudad que
75
aparecía como centro de consumo, fuente de nuevas posibilidades y también de
graves problemas sociales.
El crecimiento desmesurado de la población urbana intensificó las tensiones
sociales y originó un círculo vicioso: mientras más crecía la ciudad, más expectativas
creaba y en consecuencia más gente traía. La explosión urbana modificó, una vez
más la fisonomía de las ciudades, que de ser lugares apacibles y disfrutables se
convirtieron en monstruos, como bien lo expresa el peruano Sebastián Salazar Bondy
en su libro Lima, la horrible...
Hace bastante tiempo que Lima dejó de ser... la quieta ciudad regida por
el horario de matinés y ángelus, cuyo acatamiento emocionaba al francés
Radiguet. Se ha vuelto una urbe donde dos millones de personas se dan de
manotazos, en medio de bocinas, radios salvajes, congestiones humanas y
otras demencias contemporáneas, para pervivir. Dos millones de seres que
se desplazan abriéndose paso... entre las fieras que de los hombres hace el
subdesarrollo aglomerante. El caos civil, producido por la famélica
concurrencia urbana de cancerosa celeridad, se ha constituido, gracias al
vórtice capitalino, en un ideal: el país entero anhela deslumbrado arrojarse
en él, atizar con su presencia el holocausto del espíritu.51
Esta cita resume claramente la convulsión urbana que experimentaron muchas
ciudades latinoamericanas a partir de la masificación, y a pesar de que con este
fenómeno parecen ahondarse los conflictos propios de la convivencia, nadie quiere
renunciar a la ciudad puesto que ella encarna el ideal social.
La masificación significó un cambio cualitativo dada la coexistencia de dos
mundos al interior de la ciudad: estaba la ciudad tradicional o normalizada y el grupo
de inmigrantes o grupo marginal que se consolidaría más tarde como el núcleo
51
ROMERO, José Luis, Op. Cit. p. 330
76
fundamental de la masa urbana después de la Segunda Guerra Mundial. Un
conglomerado producto de la fusión entre los grupos de inmigrantes y los sectores
populares de la pequeña clase media de la sociedad tradicional reconocida como un
conjunto heterogéneo marginalmente situado al lado de la sociedad normalizada. La
sociedad entera se masificaba al tiempo que las ciudades crecían en número y se
expandían las barriadas y las áreas marginales en donde hombres y mujeres
engrosaron los cordones de pobreza en un mundo dos veces marginal porque se
situaban en los bordes urbanos y porque no participaban en la sociedad normalizada,
la que la miraba como ‘la otra sociedad’. A esta otra sociedad pertenecieron también
los jornaleros o peones de trabajo esporádico quienes constituyeron un proletariado
industrial más o menos numeroso que más tarde sería parte de la clase obrera.
En la sociedad industrializada y de consumo masivo, grandes grupos de
personas se fueron insertando a la clase alta, la que ya no solo hacía gala de su linaje,
eran ahora los clanes económicos quienes ostentaban el poder. Era inevitable que la
aparición de una masa sometida a sucesivos cambios y operando de diversas maneras
repercutiera sobre el resto de la sociedad urbana.
En poco tiempo, aquellas ciudades donde se había constituido una sociedad
escindida empezaron a revelar en sus estructuras físicas los rasgos de su estructura
social; la explosión urbana como uno de sus tantos signos se manifestó claramente en
la forma de habitar la ciudad; se hacía cada vez más difícil moverse en un espacio que
iba poco a poco reduciéndose ante los grandes conglomerados que pugnaban por
acceder a ciertas áreas urbanas. El número sobrepasó las posibilidades del transporte
urbano, se reemplazó paulatinamente el tranvía por autos más rápidos y el subterráneo
77
y las autopistas se impusieron como novedosas soluciones de movilización. Se
demolieron las casas tradicionales para instalar edificios de apartamentos y grandes
edificaciones de cemento y hormigón armado. Empezó la lotización de áreas
suburbanas, de fincas familiares, de sitios de retiro. Las necesidades se multiplicaron,
los servicios básicos resultaron insuficientes y la gente empezó a moverse hacia las
periferias como una necesidad de salir de un área cada vez más congestionada y difícil
de transitar.
El contraste fue decisivo entre la sociedad normalizada y la “otra sociedad”. La
sociedad normalizada obedecía a un estilo de vida de marcada coherencia, era
heredado y tradicional y sustentado en la experiencia cotidiana, pero los cambios
fueron demasiado acelerados e insostenibles frente a las nuevas situaciones reales. Se
iba paulatinamente fraguando una crisis ante la presencia cada vez más fuerte de esa
otra parte de la sociedad, cuestión que generó una visión crítica y una actitud
inconformista frente a una vieja estructura que ya no se podía sostener. Las clases
medias y altas fueron las más celosas defensoras de la estructura, los sectores no
tradicionales, en cambio, se manifestaron más ágiles hacia un estilo de vida que
correspondía a la de una ciudad cosmopolita, de una capa común a muchas metrópolis
que integraron el nuevo mundo urbano de Latinoamérica. Las clases populares se
mantuvieron fieles a la sociedad normalizada y persistieron en su forma tradicional,
sin embargo, fueron las más sensibles frente a las nuevas situaciones.
Era una cultura propia de las metrópolis creadas bajo la seducción del modelo
elaborado en las grandes ciudades de los Estados Unidos, de las torres modernas y el
aluminio y de la economía multinacional. Un estilo de vida fundado en la dependencia
78
de una sociedad exigente, exterior y enajenadora. Fue la cultura del best seller, de los
espectáculos que había que ver. En el seno de ese estilo de vida se reelaboró un nuevo
sistema de normas, que reivindicaba, de alguna manera, ciertos valores antiguos. Fue
un estilo amante del consumo de los productos culturales y de lo que se empezó a
llamar ‘calidad de vida’
La masificación también suscitó una renovación de las ideologías que
sustentaron las nuevas situaciones que operaban en la vida social, económica y
política. La tendencia a la concientización creció y cada vez era mayor el
cuestionamiento sobre las relaciones entre el individuo y la sociedad, sobre lo cual se
plasmaron ideas contrapuestas. La ideología conformista mantenía su apoyo a una
concepción liberal de la sociedad y proponía el camino del ascenso social individual
por la vía del esfuerzo, capacidad y competencia. La ideología disconformista
proponía un cambio estructural destinado a generar la participación: reforma social o
revolución. Y un cambio estructural comprometería al Estado como la institución que
garantizaría el buen destino de las sociedades bajo la práctica democrática. En este
contexto se abre paso la nueva ideología del populismo que bajo un decidido
paternalismo y un sentimiento reivindicativo auguraba un camino político para que las
masas se incorporaran a la estructura. De esta manera se instaura la ideología de la
justicia social, que debía ser puesta en práctica por un estado paternalista y benefactor,
frente a los postulados del marxismo fundada en el principio radical de la socialización
de los medios de producción. La masa ampara vehemente esta propuesta que crece en
las Plazas públicas de muchas ciudades y que fue, finalmente acogida como una forma
de beneficencia y de respaldo a una política demagógica. A la postre, fue la masa la
que, al recibir los beneficios sociales fue insertándose en una estructura de la cual
79
resentía, con lo cual devino un vigoroso sentimiento nacionalista. Confusamente las
dos ideas del populismo se fueron identificando y entraron en conflicto, una conducía
al fortalecimiento de la estructura y otra la debilitaba. En esta fluctuación de los
grupos sociales y de las posiciones ideológicas se exteriorizaba la magnitud y
profundidad de la masificación urbana.
Posterior a los años 40, la mayoría de los países latinoamericanos
experimentaron una tendencia cada vez mayor a la concentración de su población en
las ciudades. Visto desde distintos ángulos, la concentración urbana implica a la vez el
debilitamiento de las formas de vida rurales y campesinas así como la idea de que en
la ciudad ‘se vive mejor’, de que en ella hay mejores y mayores oportunidades en los
campos de la salud, de la educación y la cultura, y que, por lo tanto el ideal de vida
urbano debería ser la aspiración...
En este caso, la migración, ya sea como estrategia de sobrevivencia, una salida
a la crisis o una búsqueda de nuevas experiencias de vida se presenta como un
fenómeno, que, dentro de la problemática urbana ha significado el aumento de las
condiciones de pobreza, la tugurización, al crecimiento acelerado del sector informal
urbano, y en lo cultural al aniquilamiento de las formas de vida comunitaria y de otras
prácticas propias de la vida rural. El incontrolable peso de la masa urbana crece a la
par de las grandes ciudades donde siempre hay estilos de vida que se ofertan a partir
de grandes mercados que a nombre de bienes, de precios y de productos, modelan el
sentido de vida, orientan los actos y establecen sutiles modelos de selección, exclusión
y jerarquización entre las personas. En la modernización de las ciudades
latinoamericanas se dan cambios en los modos de sentir, de juntarse, de vivir. Estas
80
nuevas formas se adscriben en lo que vendríamos a llamar la cultura urbana que se
moldea frente a lo diverso que habita y complejiza cada vez más las ciudades. El
trasfondo modernizador-urbanizador de nuestras ciudades responde a la presión de las
mayorías por conseguir mejores condiciones de vida, por el deseo de parecernos a
otros a partir de adquirir nuevos patrones y objetos de consumo, por adquirir un
status, por ser ciudadanos del mundo. Estas cuestiones van ligadas al ‘ideal de
progreso’ que se teje en torno al tener más que al ser, y que en gran medida son
patrocinados por los mensajes que a diario difunden los medios de comunicación
masiva y también a la noción que todavía mantenemos de que lo rural y campesino
son sinónimos de pobreza y retrazo, sin detenernos a pensar que las ciudades
altamente densificadas son espacios donde se reproducen los problemas sociales a
gran velocidad.52
2.2.6.- Ciudad contemporánea, ciudad globalizada
En el actual contexto donde el crecimiento desmesurado de las grandes
ciudades es una constante y en torno al marco que impone la globalización, -entendida
como un conjunto de ideas, estructuras de poder, patrones económicos y reglas que
configuran las políticas internas y las relaciones internacionales de más países en más
lugares simultáneamente-, producimos, gestionamos, comunicamos y vivimos de un
modo distinto. Nuevas sensibilidades, nuevas situaciones y tendencias se fraguan en el
imaginario en torno a la sociedad en general y a la ciudad en particular. Esta ciudad es
un amplio tapiz multicultural contrastado por la modernización de formas estéticas,
52
hasta aquí resumen del texto Latinoamérica las ciudades y las ideas, de José Luis Romero.
81
por la mundialización de las economías, la mediatización de la sociedad y por la
configuración del espacio público en torno a las identidades.
Las ciudades de hoy construidas bajo los influjos de la migración, la
desterriotrialización, la fragmentación, a más de asimilarse unas a otras, se recrean en
territorios ajenos a los tradicionalmente adscritos. Si bien la tendencia globalizante
nace en el ámbito de lo económico, entre el mercado mundial con sus tendencias
homogenizantes, es en el ámbito de la cultura donde el despliegue de manifestaciones
locales le hace el juego a este proceso. En medio de esta tendencia, la cuidad
globalizada se pronuncia hoy en torno a una serie de comunidades transnacionales y
simbólicas articuladas en espacios urbanos globales. Esto se da, por ejemplo, con la
migración, que como fenómeno social implica el traslado de identidad, de costumbres
y formas de vida, e incluso de formas de habitar la ciudad. La ciudad globalizada así
como se mimetiza en la tendencia mundial a la homogenización es un espacio donde
también se recrean formas de vida e imaginarios a diferencia de lo que ocurría en la
ciudad frontera53, donde todo estaba más estructurado y organizado porque la unidad
se construía en torno al espacio público. Con la globalización la noción de espacio
público se fragmenta, deviene en áreas de circulación más que de encuentros y los
sitios se vuelven ‘de unos’, ‘de otros’, ‘de los otros’. Una de las características de la
ciudad globalizada es la privatización de casi absolutamente todo: se privatizan los
servicios, la salud, la educación, las áreas públicas. Los pobres no se mezclan con los
ricos porque estos han creado sus espacios diferenciados a fuerza de asociaciones,
clubes, bares.
53
Se remite a una ciudad cerrada y organizada para reconstruir la unidad a partir de espacios definidos.
Con la globalización deviene la segregación de espacios y la fragmentación. Ya no tenemos un sitio,
hay varios. Es un espacio que trasciende al que conocemos clásicamente. CARRION, Fernando, en
Ciudades en la Globalización, Foro Barcelona 2004, Quito, Ecuador, agosto, 2004.
82
Bajo estos signos, esta ciudad altamente densificada se define como un espacio
propicio para la circulación rápida de bienes donde reinan la comunicación a distancia,
y los trazados electrónicos. En un sentido figurado, podemos hacer una comparación
entre el ordenador y las áreas de circulación de una ciudad moderna; en ésta fluyen
vehículos a altas velocidades mientras un sistema electrónico desde alguna parte
ordena... En las calles, los ciudadanos van cada vez más a prisa mientras desde su
teléfono celular ordenan... A su vez, en el ordenador, -como todos sabemos- se ha
reproducido una ciudad de manera virtual.
La ciudad globalizada crece bajo patrones estandarizados de las grandes
cadenas de almacenes de bienes y servicios, de restaurantes, de franquicias, de
farmacias, de hospitales, de conjuntos habitacionales que al ser idénticas en todas las
ciudades dan la sensación de ser ciudades ‘clonadas’ porque la tendencia así lo impone
y porque para estar a tono con ello hay que ceñirse al lema de que ‘todo lo viejo’ debe
ser reemplazado, y por lo tanto, destruido, derrocado, desaparecido... En esta ciudad
de lo desechable, se privilegian cada vez más los espacios para la circulación de
consumidores, clientes y usuarios del gran objeto de consumo que es la ciudad; los
multifamiliares van poco a poco desplazando a las casas de barrio, y éste va quedando
como un vestigio, como un recuerdo...El centro comercial, como espacio público
cerrado54 convertido en el espacio que recrea una micro-ciudad- ha ido reemplazando
al parque como sitio de encuentro, a la vez que los patios interiores que otrora
ostentaron como hermosas áreas de descanso se volvieron locales comerciales. Las
casas patrimoniales se volvieron ruinas u objetos decorativos y turísticos... Al centro
54
La ciudad colonial estaba articulada en torno a la plaza. Tenían un valor simbólico, además de una
concentración de elementos de centralidad, usos ligados a poderes religioso, civil o ceremonial como
fue el Tianguéz indígena. Con la globalización se privatizan los espacios públicos, se da paso al centro
comercial que recrea una micro-ciudad. CARRION, 2004
83
histórico se lo ha ‘maquillado’. En casi todas las áreas de espacio disfrutable se
edifican parqueaderos o se crean espacios para vallas publicitarias. La ciudad es un
gran escaparate y se la promociona como una marca... Más que un lugar mismo, la
ciudad global es un proceso “mediante el cual los centros de producción y consumo de
servicios avanzados y sus sociedades locales auxiliares se conectan en una red global
en virtud de los flujos de información, mientras que a la vez resta importancia a las
conexiones con sus entornos territoriales.”55
Según Castells, hay un enfrentamiento entre la ciudad tradicional, la de los
lugares definidos con una ciudad cuyo espacio es intangible: la ciudad que habita en el
espacio de los flujos; de capital, de información, de tecnología, de interacción
organizativa, de imágenes, sonidos y símbolos, lo que a la postre cambia las
concepciones de la espacialidad y, por lo tanto, de la ciudad como construcción
humana.
En este espacio se recrea la ciudad vigilada56 o vallada y que la describimos
como la ciudad de los conjuntos residenciales privados, los muros, las rejas, las
cámaras de seguridad, las puertas con clave secreta y tarjeta de acceso de los edificios
e instituciones, a los guardias privados y a los perros policías que se han convertido en
los vigilantes del orden y la seguridad ciudadana. Estas son las ciudades de la
segregación espacial donde las diferencias sociales están físicamente marcadas al
establecerse áreas de residencias exclusivas, de conjuntos privados y urbanizaciones.
Esta situación de habitar ciudades inseguras ha repercutido, sin duda en el imaginario
colectivo; hay una constante sensación de inseguridad, de miedo, lo que hace que la
55
MAURICIO, Carlos y MARTINEZ, Nupia, en Las TICs y su relación espacial con las ciudades, en
ciudadmetropoli/lenguajeysociedad/uviñadelmar/chile
56
GARCIA, Canclini, Néstor, Imaginarios Urbanos, EUEDA, Buenos Aires, 1997,p.42
84
gente busque formas de protección, las que van a la par de las formas de delitos –el así
llamado secuestro express-los asaltos en restaurantes exclusivos, en clubes y fiestas
privadas.
Si la caída del muro de Berlín (1946-1989) simbolizó una apertura al mundo y
si, aparentemente, las fronteras han sido borradas mediante la integración por medio
de las nuevas tecnologías, -a nivel cotidiano y de manera figurada- la expansión de
espacios fragmentados, diferenciados y distanciados está creando muros y fronteras, lo
que marca un paisaje urbano que se desplaza en torno a barreras simbólicas. Resulta
que hay ciertas áreas en las que el acceso es restringido y las áreas exclusivas son solo
para aquellos que han pagado ‘el derecho de piso’ por habitar o frecuentar tal o cual
lugar. En este contexto vale hacer alusión a lo que –sin ser de nuestra autoríallamamos la ‘ciudad, invisible’ (luego de la revisión bibliográfica encontramos que
algunos autores hacen mención a ella)57 como aquella que se constituye en el reducto
privado de quienes han construido su asidero en torno a las barriadas pobres, en áreas
marginales, bajo un puente, o en algún edificio abandonado.
Esta ciudad global se ve reflejada en la posible disminución o restricción de su
uso espacial y en la pérdida de importancia de los lugares antropológicos: los que
Marc Auge58 denomina los no lugares y a los que Castells llama los espacios de flujo,
o una ciudad vista en el concierto del sistema mundial con sus características de
organización del trabajo hacia el sector de los servicios y unas migraciones internas
57
Noción trabajada por Canclini, Italo Calvino, José Guillermo Anjel y otros
El no lugar propone una ciudad compuesta por sitios que no son una centralidad desde el punto de
vista tradicional y su relación con quienes la habitan: seres sin relación ni histórica ni identataria con
el territorio, es un punto de encuentro, es lo transitorio, lo efímero; un complejo residencial, una
intersección, a diferencia del lugar que se remite al espacio simbolizado, al concepto geométrico en sí
mismo, a la idea de orden y espacio, en AUGE, Marc, Los no lugares, espacios del anonimato, Ed.
Gedisa, Barcelona, 1996,p.57.
58
85
que valoran la estructura espacial pre-existente, para darle importancia a sectores
como las periferias, o la ciudad dispersa, transformados en refugios de los nuevos
grupos sociales...59 Como bien lo dicen Carlos Mauricio y Nupia Martínez60... “estas
ciudades están sujetas a la existencia de una infraestructura costosa y al manejo de una
serie de lenguajes que se constituyen en barreras culturales, fundamentales en la
sociedad informacional.”
La ciudad globalizada, como la vemos, es un reflejo de una sociedad que,
aunque tendiente a la homogenización, propone espacios a la diferenciación. Este
fenómeno ha hecho que al interior de la ciudad emerjan nuevas formas de ejercicio
ciudadano. Es decir que, con todas estas nuevas formas de concebir, pensar y hacer
ciudad, se genera el despliegue de una nueva forma de ciudadanía61 que viene dada
por los procesos de la mundialización de la cultura y que en términos
comunicacionales implica ricas y diversas expresiones.
Así, al hablar de una economía global nos referimos a una estructura única
pero no centralizada, subyacente a toda y cualquier economía, lo mismo sucede
con la tecnología, cuyos usos son similares en todo el mundo. En la esfera de la
cultura, en cambio el proceso de mundialización no implica necesariamente el
59
CASTELLS, Manuel, La sociedad red, Alianza Editorial, Madrid, España, 1998, p. 43.
MAURICIO, Carlos y MARTINEZ, Nupia, Op.cit
61
En la modernidad pueden distinguirse dos tipos de ciudadanía: la primera relacionada con el espíritu
republicano, con la sociedad política de la libertad y la igualdad, y hace referencia a los deberes que el
ciudadano debe asumir para beneficio de la comunidad. Así, el ciudadano es miembro de un estado
nacional, y es el artífice de la soberanía popular que otorga legitimidad a ese estado. La otra idea de
ciudadanía afirma los derechos del individuo, no solo como miembro de una comunidad política, sino
como hombre, con el sentido de universalidad que le otorga a este concepto la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano. Este enfoque brinda a los individuos garantías frente a los
poderes y las instituciones. Apela al derecho natural y lo vuelve inalienable a los posibles abusos del
derecho positivo.
La idea de ciudadanía remite la acción del individuo al interés general, al beneficio colectivo y refiere
su identidad a la condición de ser miembro de un colectivo: la sociedad, que coincida además con el
estado nacional, delimitado por fronteras geométricas, lingüísticas, étnicas, y culturales. Enciclopedia
de Consulta Encarta, 2004.
60
86
aniquilamiento de las otras manifestaciones culturales, más bien, convive y se
alimenta de ellas ya que es imposible que exista una cultura global única, y en este
ámbito, las expresiones culturales que dan reconocimiento a la quiteñidad –por ser
nuestro caso- hablan por sí solas.
Si por un lado se restringen ciertas áreas, las Plazas públicas convocan a
miles de personas en actos masivos. En el caso concreto de la ciudad de Quito
tenemos los programas de las fiestas de la ciudad, el 6 de Diciembre, los
programas de peatonización del Centro, el ciclo paseo, los programas de Agosto,
arte y cultura patrocinados por el Municipio del Distrito Metropolitano en cada
una de sus administraciones zonales; las jornadas culturales del Consejo Provincial
y muchos otros empujados por las Ligas Barriales, los colectivos ciudadanos,
grupos de jóvenes, veedurías ciudadanas.
Los modos de habitar e imaginar la ciudad se desbordan y manifiestan en el
comportamiento urbano, de ahí que nuestras ciudades latinoamericanas o la ciudad
de Quito en particular se impregnen de formas, estilos y características que le
dotan de un carácter universal.
A manera de comentario podemos añadir que la clasificación hecha José Luis
Romero en cuanto a la conformación de las ciudades latinoamericanas a partir del
ideario occidental trae implícito el sentido de similitud en tanto sociedades
constituidas a imagen y semejanza europeas en un mundo aparentemente vacío, social
y culturalmente. La clasificación elude a los grupos sociales que la fueron moldeando,
de ahí que las ciudades hidalgas, patricias, criollas o burguesas como codificación
87
sugiere la conformación de una sociedad a tono con los ideales de esos grupos que
moldearon la ciudad a su modo, y que a la vez se nutrieron de ella, de sus expresiones
vivas, de sus gentes, y de su cultura.
Aquella presencia europea que moldeó de forma indiscutible nuestras
ciudades, construidas por fuerza, por dominio, por conquista o por lo que se llame
constituyen hoy férreos referentes de lo que somos: sociedades mestizas cuya
raigambre india tan o más fuerte que la ibérica sigue formando parte del colectivo
urbano, suburbano, que en mayor o menor grado pueblan las Plazas, patios y calles
de las ciudades todas. Esta matriz híbrida dio paso a ciudades híbridas, a masas
humanas de campesinos que pasaron a ser mercaderes, obreros, artesanos,
comerciantes, y que de modos distintos fueron dándole a las ciudades nuevos usos
y apropiaciones. Las ciudades como reducto de lo social se iban ampliando en
tanto que las sociedades iban creciendo en su dinamia y en sus problemas. Ya no
se podía seguir hablando de la ciudad pequeña, de aquella que crecía al calor de la
Plaza Mayor y que se expandía alrededor de cuatro manzanas. Las ciudades que
con el tiempo fueron columnas de interminables avenidas, de miles y miles de
personas llegaron a ser las ‘megaciudades’ o las metrópolis de hoy, aquellas donde
habitan inmensos conglomerados humanos; ciudades que se parecen unas a otras
porque sus habitantes han ido reproduciendo patrones similares en cada uno de los
espacios que habitan y han ido creando sus territorios fuera del terruño natal, como
lo anota Fernando Carrión, quien dice que Quito debido a su conformación,
debería llamarse ‘los Quitus’ porque el Quito del Sur es muy distinto al del Centro,
del Norte y de los Valles. Además, por los procesos de migración internacional,
han surgido ‘quitos’ por fuera del espacio del cantón en ciudades como Nueva
88
York o Murcia, donde tiende a reproducirse una cultura quiteña o los imaginarios
quiteños...62
Con lo anotado anteriormente, podemos concluir diciendo que las ciudades
que hoy habitamos ya no solo se adscriben al territorio físico que conocemos, hoy
se dibujan de distintos modos en el imaginario de quienes han ido viviendo las
ciudades de incomparables modos,
porque así como para unos la ciudad es
sinónimo de nostalgia, es una ventana a un pasado que ya no existe, para otros es
la proyección de lo que quisieran que fuera, a lo mejor una ciudad de aire
provinciano o una de aire cosmopolita. Si tomamos en cuenta las perspectivas
desde las que hacemos mención a la ciudad, vemos, que como estructura de
significación elude a la comunicación, ya lo anota Kevin Lynch (Cfr. Supra) al
presentarla como texto vivo para leerla y descifrarla, o desde el tinte biologista se
acerca a la noción de adaptación y designa la relación activa entre los hábitos, las
formas de hacer ciudad y su conformación, así como desde la morfología histórica
se remite a los cambios urbanos en concreto.
De todos modos, resulta un tanto complejo ‘dibujar’ un mapa de nuestras
ciudades en el que se adscriban formas similares para esta construcción social,
distintas cada una en su dinamia, en su historia, en su carácter.
Al recorrer la ciudad latinoamericana hemos comprobado que su destino
estaba trazado desde un imaginario que intentó recrear el sueño europeo, sin
embargo, resulta difícil encarnar en ella un ideal de representación según las
62
CARRION, Fernando, Diversidad en las ciudades globales, Foro Barcelona 2004, Quito, Ecuador,
agosto, 2004.
89
cualidades supuestas porque aquella matriz que la impregnó de particularismos
devino luego en la fuerza de las culturas locales, las mismas que la fueron
moldeando hasta convertirlas en las que son actualmente.
A criterio de Adrián Gorelik63, la tarea de descifrar ciudades
latinoamericanas pasa por algunos enfoques, que van desde la visión tradiciónmodernidad que hace alusión a la explosión urbana, a la ofensiva campo-ciudad,
tal como ocurrió un siglo atrás en las ciudades europeas, y que tan bien lo describe
José Luis Romero, en el texto Latinoamérica las ciudades y las ideas. Sin
embargo, a diferencia de Europa, ni la ciudad formal, ni el trabajo industrial fueron
capaces de absorber la corriente urbana generada, lo que dio como resultado los
típicos paisajes urbanos de la región: una multitud marginal que se acomoda en
barriadas, villas miseria o favelas donde se reproducen hábitos sociales distintos.
Otro enfoque es la ‘modernización de superficie’, por nombrar así a un tipo de
configuración urbana en que la sociedad y el estado viven un eterno presente,
desentendiéndose tanto de los legados que podrían enriquecer las acciones urbanas
como de sus consecuencias (renovaciones sin inversión en infraestructura, por
ejemplo), o la de la ciudad como catástrofe, en donde se evidencian, como en
ninguna otra, la superpoblación, superurbanización, inseguridad, miseria,
contaminación, hacinamiento, contaminación, problemas sociales. Otro enfoque
nombra a la planificación y sociología urbana y que se explican en el contraste
entre grandes ciudades y vastos descampados, típico de la configuración urbana
latinoamericana desde la colonización; o la llamada del marketing urbano, en la
cual la ciudad se perfila como el tema fundamental de las agendas académicas y
63
GORELIK, Adrián, los espacios para la ciudadanía, en revistatodavia.com.ar
90
políticas, que a partir de los años 80 redescubrieron la extensión social de la
valorización histórica de las ciudades adscritas a la preservación del espacio
público y al concepto de ciudadanía. Considero finalmente que, la cuestión no es
tanto definir una cualidad ontológica de la ciudad latinoamericana: es válido
acercarnos a ella a partir de sus desafíos, sus problemas y sus cualidades
diferenciadas.
91
CAPITULO III
3.-
La ciudad de San Francisco de Quito
El destino y la historia común que nos define y que, a su vez, nos une a las
ciudades latinoamericanas proviene de la misma matriz: son ciudades surgidas en
tierras americanas, en la así llamada ‘nueva Europa’; a cuya imagen y semejanza
fueron creadas. La ciudad de Quito, cobijada por el Pichincha, su monte tutelar, es
fruto de un mestizaje que la ha marcado históricamente. En el presente capítulo
haremos un recorrido por su historia, su geografía, su arquitectura y sus costumbres
para tener una referencia cierta sobre la ciudad, corazón de la nacionalidad
ecuatoriana. Para dicho efecto nos basaremos en un amplio material bibliográfico e
iremos ampliando nuestras nociones a partir de entrevistas con personas conocedoras
de la ciudad.
3.1.- De la pequeña villa a los tiempos coloniales64
Quito una de las tantas ciudades latinoamericanas producto de la mixtura
Europa-americana, se erigió como la unidad socio-política de la hoya de Quito en los
dominios de la cuenca del Río San Pedro de Guayllabamba, territorios del Reino de
64
La reseña histórica de la ciudad de Quito es extraída de los documentos Quito milenario: evidencias
arqueológicas aborígenes de Jozef Buys, Asesor Técnico del Instituto Nacional de Patrimonio
Cultural, en el proyecto La preservación y promoción del patrimonio cultural del Ecuador; en Quito:
las ideas de orden y progreso y las nuevas extirpaciones culturales de Eduardo Kigman y Ana María
Goetschel.
Quito aborigen: un balance de sus interpretaciones, de Ramón Valarezo, Proceso de desarrollo
urbano arquitectónico de Quito, de Ruben Boada, Quito: cartografía y descripcaión urbana, y otros,
según se anotan al pie de páginas respectivas.
92
los Shyris65, de la cual fue su cabeza. Base de su organización eran los cacicazgos66,
siendo los principales aquellos que se ubicaron hacia el norte en las zonas de
Cochasquí, Cayambe, Otavalo, Caranqui y hacia el sur las que se encontraban a la
altura de Aloag y Machachi.
Sobre los señoríos étnicos emplazados en el altiplano de Quito y compuestos
por múltiples comunidades articuladas, incide la dominación inca modificándolas, en
virtud de la configuración de un centro de intercambio conocido como el Tianguéz
indígena, autentico mercado, centro residencial y ceremonial, que se ubicó -en la
actual plaza de San Francisco- y estableció según Acta del Cabildo del 20 de Mayo de
1535. En este centro se ofrecían mercancías variadas desde oro, plata, piedras y perlas,
coca, ají, algodón, que provenían de valles y lugares distantes, de las cuencas y de la
tierra de los yumbos hasta maíz y raíces que traían de los valles circundantes. La plaza
del Tianguéz se ubicaba estratégicamente, justo en un centro de articulación de varios
caminos: entre Tacunga y Pimampiro (un reputado centro productor de coca); en el
terminal del camino a Quijos y en un terminal de varios caminos yumbos... (RAMON
65
Existen varias hipótesis sobre los pueblos que habitaban Quito antes de la conquista incásica. Una
señala la existencia de diversos señoríos étnicos no unificados políticamente que compartían
afinidades culturales que habían creado en el núcleo de lo que más tarde fue ciudad en la colonia, un
centro de articulación e intercambio inter-regional que desempeñaba un papel económico y de
prestigio muy grande. La otra hipótesis presenta una de las respuestas más generalizadas sobre a
historiografía ecuatoriana y señala que Quito era la cabeza del Reino de los Shyris, (según
interpretación de Juan de Velasco), reino que poseía una connotación geográfica, con escasa base
étnica, donde económica y quizá culturalmente influía un cacicazgo ciertamente importante: Quito
señorío, que posteriormente dio su nombre a toda la región septentrional , por haberse convertido en
cacicazgo de Quito durante la época de Túpac Yupanqui y parte de la de Huaina Cápac, en la frontera
norte del imperio inca. Quito habría construido su capital en lo que fue luego el núcleo de la ciudad en
la colonia, siendo al mismo tiempo la capital de la unidad sociopolítica que ocupaba toda la hoya del
río San Pedro-Guayllabamba conformada por los “Quitus”, “Quilacos” o “Panzaleos”, es decir de un
grupo indígena que habría unificado la zona. Según Velasco, el término Reino de Quito influyó en la
división administrativa del imperio ordenado por Huayna Cápac al final de su vida a favor de sus dos
hijos: Huáscar al Cuzco y Atahualpa a Quito. Tomado de RAMON Valarezo, Galo, Quito aborigen:
un balance de sus interpretaciones, en Quito, una visión histórica. Dirección de Planificación del
Distrito Metropolitano de Quito, Editorial Fraga, Quito, 1993.
66
Organización social basada en las pequeñas agrupaciones de familias gobernadas por un noble
aborigen y sus dependientes. Tomado de AYALA Mora, Enrique, Nueva Historia del Ecuador, Vol.
2, Corporación Editora Nacional, Quito, 1993, pg. 26.
93
VALAREZO: 1993,39) Siendo así, el núcleo hispánico se asentó en un territorio en
transición, en el que durante las primeras décadas, coexistieron dos culturas
expresadas en la importancia de los asentamientos autóctonos conquistados y del
Tianguéz.
Los primeros fundadores de la ciudad indígena aprovecharon las defensas
naturales que ofrecían las colinas circundantes de San Juan, Itchimbía, el Panecillo y
las faldas del Pichincha para asentarse en el mismo sitio, en el que, años más tarde, los
españoles -valiéndose de esta razón estratégica- establecerían la ciudad de San
Francisco de Quito, el 6 de diciembre de 1534.
Los españoles en América, ocuparon como plaza principal lo que había
sido de los indígenas, no por respeto a esa cultura, sino en el afán
práctico de utilizar sus construcciones y cañerías y por un sentido
antipagano de levantar templos a Cristo donde estuvo antes el templo al
dios sol67
La naciente ciudad empezaba a surgir en torno a la plaza principal con sencillas
construcciones hispánicas en contraste con los espacios periféricos semirurales; nacía
así la arquitectura colonial renacentista y barroca de iglesias y conventos. Los siglos
XVII y XVIII muestran la ciudad consolidada y sin mayores cambios, hasta entrar en
el siglo XIX, que es la época en la que se inician una serie de obras públicas basadas
en el tributo y el trabajo subsidiario indígena, lo que marcaría profundos cambios y
contrastes entre la arquitectura del área consolidada y la de la nueva modernidad que
vendrá con el naciente siglo.
67
JURADO, Fernando, Plazas y plazuelas de Quito, Ediciones del Banco Central del Ecuador, Quito,
Ecuador, 1999,p.23
94
De esta ciudad nos quedan grandes testimonios como el trazado conforme al
típico damero español, las plazas y plazoletas, las iglesias, conventos y capillas y todas
las obras de arte que ejercieron gran influencia en la América Colonial, como la
escuela de Artes y Oficios, o la Escuela Quiteña, cuyas obras forman parte del
patrimonio nacional. En 1978, la UNESCO, Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura “confirma el valor excepcional y universal
de un sitio cultural o natural que debe ser protegido para beneficio de la humanidad”68,
al nombrar a Quito como la primera ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad.
En Febrero del 2003, Quito es galardonada por la Unión de Capitales
Iberoamericanas como Capital Iberoamericana de la Cultura. “Esta designación es un
reconocimiento a la ciudad por sus esfuerzos para conservar su patrimonio
arquitectónico, monumental y cultural”, según palabras de Fernando Rokafull,
secretario de la UCCI.69
La ciudad se edifica con la construcción del templo y la Plaza de San Francisco
sobre el antiguo Tianguéz indígena. El 14 de marzo de 1541, dió el emperador Carlos
V, en la ciudad de Talavera, el título de ciudad, a la villa de San Francisco de Quito.
En 1563 por cédula de Felipe II, se crea la Real Audiencia.70
68
ORTÍZ, Alfonso, Quito: Patrimonio de la humanidad, en Revista de la Empresa de Desarrollo del
Centro Histórico, Quito, 2003
69
Quito una ciudad multifacética, Diario EL COMERCIO, Quito, julio, 2004, p. 2
70
BRAVO, Bolívar, Quito, monumental y pintoresco, Editora Universitaria, Quito, Ecuador, 1965,
p.41
95
Según consta en las primeras ordenanzas dictadas en 153571, se disponen el
trazado de la Plaza Mayor que se constituyó en centro religioso, administrativo y
comercial de la naciente villa compuesta por 204 vecinos. Junto a la instalación del
Cabildo se erigieron: la Iglesia Mayor, (Catedral) en 1550, y el Tianguéz (mercado
indígena). Adyacentes a ella se encontraban las plazas de Santo Domingo (1537) y
San Francisco. A cierta distancia se establecen la reservación de los Ejidos de Iñaquito
y Chillogallo al norte y sur de la ciudad, respectivamente, sitios destinados al pastoreo
y la delimitación de áreas circundantes para que se construyan puentes sobre las
quebradas del Tejar y de Jerusalén. Hacia el año de 1573 el área habitada de la ciudad
alcanzaría unas 3.132 hectáreas, de las cuales, 96 estarían ocupadas en un diámetro de
52 manzanas edificadas. (BURBANO: 1999,193)
El delineado de las calles, podemos decir, ha sido el mismo desde entonces.
Cabe resaltar que la configuración de Quito, de sentido concéntrico inicial, siguió un
sentido longitudinal, debido a la presencia de las quebradas que en gran medida han
determinado su trazado.
Según documentos consultados, podemos constatar que la traza original no ha
sufrido modificaciones mayores. La conformación urbana en torno a un eje central
reconfiguraría el casco colonial o centro histórico, el mismo que empezaba a
sobrepasar los límites, tanto al norte como al sur, de la naciente ciudad que se
expandía.
71
BURBANO, Luis, Quito: cartografía y descripción urbana, en Los planos de Quito a través de la
historia, Dirección de Planificación del Municipio de Quito, 1999.
96
3.1.2.- Transformaciones en la ciudad colonial
España intentó reproducir sus patrones arquitectónicos en las nuevas urbes.
Con el típico trazado en damero, la ciudad edificada pronto adquirió connotaciones
nuevas y se consolidó de manera definitiva en un paisaje urbano elaborado a partir de
la monumentalidad de sus templos religiosos, que fueron los puntos de desarrollo, de
los cuales surgirían los barrios y darían paso al actual casco colonial o centro histórico.
El crecimiento urbano siguió un sentido concéntrico en torno a la Plaza Mayor y los
espacios adyacentes que se ubicaron según su funcionalidad: marcaron los espacios
para el comercio, la administración, la religión o el uso residencial. La mayoría de las
viviendas
eran, de una sola planta organizadas de acuerdo a niveles sociales y
económicos diversos y basadas en la incorporación de elementos formales-decorativos
que enriquecían los interiores y las fachadas. La arquitectura civil en América recibió
el influjo de la religiosa, que de la mano de los frailes constructores, repiten las formas
y estilos monásticos en muchas de las edificaciones, lo que evidencia el papel
dominante que tenía la iglesia como protagonista y mayor consumidor de la obra –de
temática religiosa-. Muchas viviendas emulaban al claustro al organizarse conforme a
un patio interior y una huerta. Adobe, piedra volcánica y madera fueron los materiales
más utilizados. Hacia mediados y finales del siglo XIX se amplía el uso de materiales,
al hierro, el trabajo con piedra en serie, la mezcla de carrizo y tejas de barro cocido
para las cubiertas. Muy clásico de esta época son las casas andaluzas, copiadas del
modelo romano antiguo tan común en el mediterráneo con patio, traspatio y corral
interior.
97
Es muy notable en Quito el sello andaluz en las construcciones
domésticas, a pesar de que sus patios son más grandes de los que se ven
en Sevilla... Es andaluza la costumbre de blanquear con cal las paredes
interiores y exteriores de las casas, lo que influye notablemente para que
la visión menos perspicaz repare en una de nuestras ciudades, en la
enorme similitud con las andaluzas...72
Al igual que en los últimos lustros de la colonia, en los primeros de la
Independencia se hicieron muy pocas obras públicas y edificaciones en general,
debido a la permanente inestabilidad política y a la crisis económica generalizada,
producida en especial por las contribuciones forzadas para las campañas militares y
por el paulatino decrecimiento de la producción agraria y textil.73 En las pocas casas
nuevas que se construyen, no se modifica de manera sustancial la planta tradicional de
origen colonial, lo que si aparece son arcos rebajados, que es un elemento que, de
alguna manera, crea un sentido moderno en la arquitectura del momento. Las
edificaciones coloniales se visten de modernas como característica típica del siglo
XIX; como ejemplos anotamos los edificios del Palacio Arzobispal y de la antigua
Casa de Justicia de Quito, que copiaron el estilo de Juan Bautista Mendeville, el
primer arquitecto de la época independiente que fue cónsul de Francia en el Ecuador
en el gobierno de Juan José Flores (1830-1834).
Así
como el aspecto
urbanístico
instaura
una
nueva
ciudad,
las
transformaciones cuantitativas y cualitativas dentro de la vida social, marcan el inicio
del nuevo siglo. En cuanto a lo cualitativo señalamos la incursión de nuevos actores
sociales, la redefinición de espacios, el desplazamiento de fronteras y las nuevas
características de la ciudad: una capital en crecimiento y expansión que representa
72
OSPINA, Pablo, Arquitectura y urbanismo en la colonia, Departamento de publicaciones,
Municipio del Distrito Metropolitano de Quito, 1999, p.111
73
AYALA, Mora, Enrique, Nueva Historia del Ecuador, Editorial Grijalbo, 1983, Quito, Ecuador,
p.123
98
progreso y modernización. En lo cuantitativo, el crecimiento poblacional y su
consecuente problemática.
En cuanto a la incursión de nuevos actores sociales, anotaremos la clasificación
que hace Fernando Carrión en tanto las capas medias, el subproletariado, y la fracción
terrateniente urbana74. El desarrollo de las capas medias se asocia al desarrollo del
aparato estatal y de los sectores bancario,
financiero, comercial, industrial y de
servicios (entre los años veinte y cuarenta). La categoría de subproletariado la
conforman el conjunto heterogéneo de trabajadores por cuenta propia: artesanos,
jornaleros, domésticos, pequeños comerciantes, la cual, según el citado autor,
cambiaría de forma importante la composición social de la ciudad. El tercer grupo está
integrado por terratenientes empresarios que actuaron activamente en el gobierno
local. Entre los actores urbanos podemos nombrar a los empleados públicos,
propietarios de grandes y medianos comercios, industrias, empresas de servicios.
La redefinición de espacios está íntimamente ligada al aumento poblacional.
Por esta razón, se vuelve emergente un ordenamiento territorial. Así nace el primer
plano de desarrollo urbano de Quito (1942) llamado Plan Jones Odriozola, liderado
por Jacinto Jijón y Caamaño, en cuya base teórica se establece un proceso de
segregación espacial y residencial. Con este plan se ‘funda’ el así llamado Centro
Histórico (entre 1920 y 1950) Se instaura la Capital como escenario de realización del
progreso y la modernización, a la luz de la cual, se va construyendo dentro de la
misma ciudad, de un mismo sector, un Quito antiguo y uno moderno, que se expresan
en términos no solo físico-espaciales sino igualmente simbólicos. Esta determinación
74
CARRION, Fernando, Evolución de la forma de organización territorial en Quito: sus momentos
históricos cruciales. Cultura 20, Revista del Banco Central del Ecuador, Quito, 1984
99
de espacios hace que las llamadas fronteras se desplacen; el eje longitudinal que
caracteriza a la ciudad se expande y crecen áreas productivas adyacentes al norte y al
sur. Una característica del Quito republicano es, precisamente, esa dispersión.
Durante la época Garciana (1859-1875) se rompe el paradigma de ciudad
tradicional con la incursión de profesores de la Politécnica, de los Jesuitas y de
constructores como Francisco Schmidt, (alemán) Thomas Reed (inglés) o Antonio
Russo (italiano) quienes desarrollarán una arquitectura de tipología al integrar los
estilos europeos del neoclásico y del eclecticismo, los mismos que pronto se
afianzarán como modelos especialmente en la arquitectura del estado, en
contraposición al barroco tradicional quiteño que se había impuesto en los siglos
XVII y XVIII. En esta época se construyen: el Panóptico (1869-1875 por los
arquitectos Thomas Reed y Francisco Schmidt), el Observatorio Astronómico (1872
por los mismos arquitectos) la Escuela Politécnica (1870, Padre Menten), la escuela
de Artes y Oficios (1884-1910, Francisco Schmidt) Hacia 1880 se inicia la
construcción del Teatro Sucre (diseño del mismo arquitecto) y la portada de ingreso a
La Alameda, obra del arquitecto Jacobo Elbert, actualmente desaparecida.
En los primeros años del siglo XX se dan cambios fundamentales; de la forma
radial concéntrica a la del crecimiento lineal. En esos años se construye el antiguo
Hospital Militar (1917-1929, Augusto Ridder) que se llamó San Antonio de
Rocafuerte, que fuera abandonado y el Hospital Eugenio Espejo (1920-1930, del
mismo arquitecto). Son todos edificios de fábrica, es decir de muros soportantes de
adobe o de cal y ladrillo, de madera y teja.
100
El plan regulador de 1941 propuso la ubicación de un centro cívico, fuera del
casco histórico, el cual se extendió hacia el sector de la Mariscal, cuya conformación
data de los primeros años del siglo XX. Ya en el plan de 1972, la ciudad se define en
torno a un esquema radial que incluye a las áreas circundantes de los valles, al
oriente de la ciudad y áreas de protección ecológica, hacia el oeste.75
Hacia 1930, Antonio Russo planificó para el Hotel Majestic, -ubicado
actualmente en las calles García Moreno y Chile- una estructura funcional y
compacta en la que se destacan sus amplios salones y la ausencia del típico patio
hispano de origen romano. Adquirida por la Mutualista Pichincha, fue sede desde
fines del siglo anterior de varias dependencias municipales.
Una casa tipo de los años 20 -que generalmente pertenecía a la clase social
más pudiente- se localizaba el norte de la ciudad, en lo que hoy se denomina La
Mariscal. En estas casas se elimina el patio interior y se introduce el concepto de
amplios jardines alrededor. La fachada principal tiene un acceso importante con
gradas y columnas de tipo griego, con estatuas o jarrones en los pasamanos. Un
ejemplo clásico es la Circasiana, construida hacia 1900 y que perteneció a la familia
Jijón. Hoy funciona como sede del Instituto de Patrimonio Cultural, en la avenida
Colón. Otros ejemplos de la época son la Villa Susana, hoy sede del Ministerio de
Relaciones Exteriores en las calles Carrión y 10 de Agosto, al centro norte de la
ciudad, y la Villa Helvetia, que estaba ubicada en la actual calle Cordero (ver anexo
4-7).
75
PERALTA, Evelia, Guía arquitectónica de Quito, Publicación del departamento de planificación
del Municipio de Quito, Quito, Ecuador, 1991, p. 215
101
Los espacios que hasta los años veinte determinaron las áreas del centro fueron
cambiando de ocupantes; se convirtieron en sectores medios y luego en zonas
populares. Los propietarios de estos inmuebles parcelaron el espacio urbano, lo
desocuparon y arrendaron. A estos cambios le acompañó el ideal habitacional
individual, con lo cual se incorporarían tierras rústicas a la ciudad y se definirían los
centros urbanos: por un lado está el Centro Histórico que sigue manteniéndose como
tal en razón de su valoración simbólica y viene el primer desplazamiento hacia la
Alameda, el Ejido, posteriormente, la ciudad se expande hacia los barrios Simón
Bolívar, Guangacalle, la Larrea, la América, el Dorado, San Blas, la Vicentina, la
Floresta, el Girón, el Batán, Bellavista, la Carolina hasta tomarse paulatinamente las
restantes áreas periféricas en sentido norte-sur, este-oeste, e ir conformando los
actuales barrios.
La ciudad adquiere entonces un aire distinto. Es una capital en crecimiento y
expansión, un espacio de progreso y modernización, especialmente por el gran cambio
que suscitó la llegada del ferrocarril en 1908. Por cuya trascendencia puede fecharse a
este año como el inicio de la historia moderna de Quito.
Y si al concepto de
modernidad va apareada la tradición edilicia, es de anotarse la fecha del primer
edificio que se construye en Quito: el del Banco de la Previsora que data de 1935.
(PERALTA: 1999,49) Una señal del vínculo mercantil quiteño con el sector agro
exportador costeño. (ver anexo 4-9)
102
3.1.3 Quito de la modernidad
La ciudad76 prácticamente no se modifica a lo largo de los siglos coloniales
incluyendo el siglo XIX porque, de alguna manera, esa forma de habitar la ciudad
responde a una mentalidad más o menos estable, que sin embargo se trastoca con la
llegada de la modernidad, la emergencia de nuevas generaciones y nuevos actores y el
efecto que tuvo en América, así como en Europa, la revolución industrial.
En este sentido, hay tres factores importantes, según Ortiz, que marcan esa
nueva etapa en la vida de la ciudad; por un lado está el mejoramiento de la calidad de
vida que deviene de la oferta de servicios, de los cuales anotamos: En 1901, circuló el
primer automóvil, en 1906 se constituyó la Quito Electric Light and Power Company,
el servicio de agua potable se inicia en Quito en 1908, en 1909 el alcalde Francisco
Andrade Marín efectúa en relleno de las quebradas de Jerusalén,-hoy Avenida 24 de
Mayo- de la Plaza de Armas, -hoy la Marín-. En 1914 se inició el servicio urbano de
tranvías eléctricos, en 1920 llegó el primer avión a la ciudad, en 1906 y 1913 iniciaron
la circulación de los dos periódicos quiteños más importantes en la primera mitad del
siglo XX, El Comercio y El Día, en 1910 nace el primer equipo de fútbol: el Club
Sport Quito, cuatro años más tarde se inauguraron dos teatros: el Variedades y el
Edén.
Un segundo factor es el crecimiento explosivo de la población con grandes
masas de jóvenes de recambio que proponen sus nuevos esquemas de vida. Lo que
76
La reseña de la ciudad de inicios del siglo XX hasta los momentos actuales son extraídos de la
entrevista con el arquitecto Alfonso Ortiz, Director de la Fundación Caspicara. (mayo, 2004), del
documento Quito: vida social y modificación urbana de Eduardo Kingman, publicado por la
Dirección de Planificación del Distrito Metropolitano de Quito, 1992, y otros.
103
sucedió en Europa en el siglo XIX, (que hasta ese entonces consideraba a la tierra
como fuente principal de riqueza y se basaba en el trabajo artesanal, se vio
transformado por el comercio impulsado desde el descubrimiento de América, y por
la revolución industrial que desplaza a la producción manual por la industria,
modificación de fuentes de energía mediante el uso del carbón, máquinas a vapor,
entre 1769 – 1780 y que trajo como consecuencia -a mediados del siglo XIX- la
consolidación definitiva del modo de producción capitalista), sucede en Quito, a
decir de Ortiz, a comienzos del siglo XX. El impacto de la revolución industrial
comenzó a extenderse imponiéndose sobre el mundo rural: los cambios incidieron en
el crecimiento demográfico, en el desarrollo urbano, en la extensión del comercio, en
la acumulación de capitales y el flujo de inversiones es decir, se da un trastoque
hacia una mentalidad mercantil de cara a nuevas posibilidades del mercado
internacional con miras a una vida moderna. Y un tercer factor es el afianzamiento
del estado laico a partir de la revolución liberal, que con un conjunto de cambios en
los ordenes económico, social y cultural, tales como las leyes sobre el matrimonio
civil, la abolición de la servidumbre y de la pena de muerte, el establecimiento de la
libertad de cultos, de la enseñanza gratuita, entre otros, irán poco a poco
transformando los rasgos de la -hasta ese entonces- sociedad conservadora.77
Con el crecimiento de la ciudad y el aparecimiento de todos estos elementos
de la modernidad, aparecen también nuevos referentes de significado en torno a la
ciudad; tenemos, por un lado, el cambio de valoración de los usos del suelo urbano
(hasta el siglo XIX la propiedad urbana no estaba sujeta a tributación, a partir de
entonces se realizan catastros urbanos), por otro lado está el abandono del Centro
como espacio de residencia exclusiva para dar cabida a los locales comerciales. En la
77
ADOUM, Jorge Enrique, “Un huequito para mirar a Quito”, Edgar Freire (comp.) en, Quito,
Tradiciones, testimonios y nostalgia, Nª 60 publicación del archivo histórico municipal, Quito,
Ecuador, 1987, p.94.
104
ciudad se adoptan códigos europeos, avenidas, paseos o ‘boulevares’, parques
públicos y alamedas. Es recién en la década de los 30 que los límites urbanos de la
ciudad son desbordados hacia el norte por los efectos del naciente capitalismo. Diez
años más tarde, el centro es visto como la ciudad colonial y para muchos representa
la identidad perdida...
Hacia las primeras décadas del siglo XX aparecen los primeros barrios del
Norte, -en 1913 los hermanos César y Carlos Mantilla ceden parte de sus terrenos de
la hacienda San José para la construcción de la Avenida Colón-, arteria principal
circundante al barrio de la Mariscal- que en sus inicios se llamó barrio Simón Bolívar
y que integró originalmente 110 manzanas distribuidas en 110 hectáreas. Este sector,
-caracterizado por el uso residencial-, captó los distintos repertorios formales del
eclecticismo que se plasmaron en villas, palacetes, chalets, castillos seudomedievales
y palacios seudorenacentistas y prosiguiendo con la meta de ciudad jardín
emplazaron las urbanizaciones modernas y los barrios circundantes. (un gran hito es
la iglesia de Santa Teresita, 1938-1954).
La Mariscal dio a la ciudad otra fisonomía, del todo distinta a la de
ese Quito conventual y pacato que creció alrededor de la Plaza de la
Independencia y que un día, quizás harto de tanta mojigatería,
decidió expandirse hacia el norte, en busca de vientos más
refrescantes que lo situaran de cara al mundo y lo pusieran frente al
nuevo siglo que se avecina, aun a riesgo de contagiarse de todos los
vicios y todos los excesos78
Y eso fue efectivamente lo que pasó en este barrio que irrumpe el paisaje
urbano con casas aisladas, unifamiliares, con jardines, con calles anchas y avenidas
arboladas. Son las residencias de corte europeo que imponen un paisaje
78
FEBRES, Cordero, Francisco, La Mariscal, la inocencia perdida., Edimpres, Quito, 1988, p. 52
105
completamente diferente al del Centro donde dominan las calles estrechas adosadas
sobre línea de fábrica y con muy poco espacio verde. Este barrio se caracterizaría
más tarde como el área en la que se dan cabida a las nuevas tendencias y materiales,
nuevos códigos expresivos y funcionales que –a nivel arquitectónico- rompieron con
la horizontalidad de la ciudad y produjeron edificios en altura que en esencia no
lograron destruir el trazado urbano del centro, y que, -a nivel social- se instauraría
como la zona predilecta de intelectuales, bohemios, escritores, estudiantes, y turistas
en las consabidas tabernas, bares, cafeterías, salsotecas y otras esquinas, que florecen
al ritmo del boom petrolero. Con este fenómeno crece la tendencia al mercado y al
comercio, con lo que las casas cambian drásticamente su fisonomía. Empiezan a
construirse villas aisladas que se consolidarán en los años 50 como los espacios de la
nueva burguesía que reniega del Centro Histórico. Ya nadie quiere vivir en el Centro;
éste es considerado incómodo, frío, poco práctico...
Hacia los años 70, la Mariscal se convierte en centro urbano de uso múltiple,
con diversas formas de ocupación del suelo y el consecuente caos. Años más tarde
en este sector se repite lo del Centro Histórico: éxodo de familias a otros sitios y el
consecuente desprestigio y desvalorización.
Al otro lado de la ciudad, detrás del Panecillo está el sur, un sector
diferenciado del norte y del centro quizá desde los años cuarenta, cuando el
arquitecto uruguayo Jones Odriozola al hacer el Plan de Desarrollo de la ciudad, la
sectorizó al establecer claramente áreas para los obreros (al sur), para lo para lo
cultural y patrimonial, (en el centro) un centro cívico hacia la zona del norte, una
zona universitaria entre la Floresta y La Vicentina y alrededor de eso un centro
106
deportivo79. Empero, esta sectorización tiene su data desde la histórica llegada del
ferrocarril a Chimbacalle allá en 1908, lo que hizo que muchas fábricas florecieran
en aquel sector. Alrededor de la estación nacieron importantes fábricas como “La
Internacional”, “La Nacional” o “La Industrial” (que desaparecieron años después).
Estas fábricas atrajeron a miles de ecuatorianos, especialmente de las provincias de la
sierra central- como Riobamba, Ambato y Latacunga- en busca de trabajo y, fueron
quienes, más tarde comenzaron a poblar barrios como la Ciudadela México y la
Ciudadela Primero de Mayo. “El centro histórico era todavía La Ciudad hasta
mediados del siglo XX y terminaba en la avenida 24 de Mayo, en el antiguo camino
de salida de Quito por la Recoleta.” (BOTERO: 2005, 40)
El sur creció rápidamente hacia los años 50, gracias al financiamiento que
otorgaba la Caja del Seguro a los trabajadores. Ya para los años 70, este sector de la
ciudad comenzó a expandirse y concentrar un sector industrial más diversificado:
aquí encontramos fábricas madereras como la “Plywood”, la “Fosforera
Ecuatoriana”, la tabacalera, la fábrica de electrodomésticos “Ecasa”, que dieron
incluso nombres a los barrios que empezaban a conformarse. Las parroquias sureñas
de Solanda, Quitumbe, San Bartolo y Turubamba, son algunos ejemplos de los
sectores que se conformaron mediante la toma de antiguas haciendas y que más tarde
serían absorbidos por la ciudad.
Así, la ciudad
se ha ido
moldeando bajo estos parámetros y
estas
circunstancias. Surge la ciudad de la fragmentación o sectorización, la del norte, la
del sur, la de los valles, cada una con sus problemas y habitantes. Se va articulando
79
BOTERO, Manuela y TRUJILLO, Ernesto, Del Panecillo para allá está el Sur, Revista Diners N·
72, Quito, Ecuador, enero, 2005, p.40.
107
como un mundo distante y diferente si lo comparamos con la ciudad histórica, la
primera, la matriz, la originaria, la que va quedando detrás.
La ciudad histórica, la ciudad vieja, es una ciudad colectiva, de experiencias
colectivas, de vida colectiva, en donde el dueño de casa vivía en la planta alta y en la
planta baja vivían los inquilinos o la servidumbre y había de todas maneras una
convivencia mucho más estrecha. Era una ciudad de vida tranquila, que giraba en
torno a la familia, a las tareas cotidianas, al barrio, a la iglesia y donde la gente tenía
tiempo para la lectura, la música, la oración... (ORTIZ: 2004). Las casas de la época
tenían elementos decorativos al interior y exterior, primaba el eclecticismo y el
neoclasicismo francés, eran de adobe revestido de yeso o estuco blanqueado y
pintado de colores pasteles. En las edificaciones públicas se usaban materiales más
pesados (hierro, cemento, vidrio) (AYALA MORA: 1983, 218)
Hay una necesidad de privacidad, de crear espacios para otros usos distintos a
los de la ciudad vieja. Surge así una nueva forma de cultura y de relación que
terminará en los multifamiliares en los que vive mucha gente hoy, sin una relación
directa entre personas... Es decir, se inauguran nuevas formas de socialidad. Si
recordamos al Quito de hace apenas cincuenta años y miramos al de este siglo XXI
podríamos pensar que no es solo medio siglo transcurrido... ¿cómo explicar los
cambios tan radicales tanto en la fisonomía de la ciudad como en la actitud y en el
sentir de los ciudadanos? Que hubiese transformaciones en la ciudad, que se hubieran
abierto zonas nuevas, que las colinas hayan sido reemplazadas por enormes edificios,
tiene una lógica y un nombre: el progreso, y eso ha devenido en una ciudad sin alma,
como lo dice Fabián Corral:
108
...Alguna vez, las ciudades tuvieron alma y fueron, por eso, espacios para
vivir, compartir y estar. Tenían aire y estilo. Eran algo parecido a un ser
colectivo que juntaba a la gente, sostenía y alimentaba los vínculos
humanos, y que hizo posible, por largo tiempo, que las aglomeraciones
fueran vecindario y barrio, calle y cuadra, cada uno con su personalidad,
con su modulación de identidad, con sus celos y sus cariños, son sus
historias, tradiciones y prestigios.
Las ciudades tenían imaginario. Soñaban sus gentes, amaban las calles y
sabían descifrar lo que los balcones y atrios decían con sus gestos
estáticos. Ese imaginario y esas costumbres sólo quedan en Quito en los
pocos jubilados que sobreviven, tercos y nostálgicos, en las bancas de la
Plaza Grande. Con ellos va muriendo la ciudad con alma, y queda esta
otra, multitudinaria y espantosa. La ciudad es ahora eso: un espacio para
el rencor, para la agresividad y la angustia. La ciudad del apuro, del
atasco y el humo, del asalto y la grosería...80
El barrio desapareció y con él, el sentido de comunidad. La ciudad cambió de
una pequeña porción que no tenía más de un kilómetro de largo a una ciudad de 50
kilómetros de largo, donde muy probablemente, más de la mitad de la población es
de fuera.
Quito pasó de cien mil habitantes en 1910 a ser una ciudad que actualmente
cubre un área de 4.183 kilómetros. Alberga en todo el distrito metropolitano a
1’839.853 habitantes, lo que representa una densidad poblacional de 439,8 habitantes
por kilómetro cuadrado, de los cuales el 70% habita en la ciudad. De esta población
que representa el 15.13% de la población total del país, el 51.5 % es femenino y el
48.5% es masculino81.
El Quito de hoy retrata un cambio en la idiosincrasia de una ciudad que
guarda sus rasgos tradicionales en conjunto con el sueño de un cosmopolitismo en la
que la migración y los nuevos actores sociales han marcado el pulso de una urbe que
80
81
CORRAL, Fabián, La ciudad sin alma, Revista Criterios, Nª 56, Quito, Ecuador, Abril, 2003, pg.38
datos tomados de quito.gov.ec/ciudad/c_q_moderno.html
109
crece acorde a las tendencias del mundo moderno. Las nuevas generaciones han
ganado espacios y han hecho de la ciudad su territorio para dar cabida a sus
expresiones como espacios de representatividad alternativa frente al vacío que ha
significado la oficialidad. Si años atrás el barrio era el reducto social en el que los
amigos y vecinos forjaron su imaginario, hoy ese espacio se ha diversificado; si bien
quedan rezagos de ese espacio en ciertos actos como las fiestas de la ciudad, no cabe
duda que ese imaginario construido en torno a ese pequeño territorio hoy se expresa
en el mundo virtual, en una ciudad que ha ido poco a poco relegando su valor
simbólico a las áreas así consagradas, a costa de otros espacios en los que se necesita
una urgente intervención. Se podría decir que hay un trastoque simbólico, no son
tanto los lugares como los sentidos que subyacen.
3.1.4 Quito en el imaginario colectivo: testimonios de habitantes de la ciudad
Para remitirnos a los imaginarios citaremos al investigador colombiano
Armando Silva, quien indaga aspectos en torno a la vida de la ciudad a partir de la
conformación de lo que él denomina los imaginarios urbanos82.
La elaboración de los imaginarios urbanos, -entendidos como una proyección
de la fantasía, como un conjunto de manifestaciones colectivas y construcciones que
dependen del espacio físico, del contexto y de los procesos históricos- tienen base en
las narraciones ciudadanas, en lo que la gente cuenta, observa y vive día a día en una
ciudad, los mismos que devienen de la relación de los individuos con el espacio, el
tiempo y la historia, a partir del uso e interiorización de los espacios y que se da sobre
todo en el intercambio social. La ciudad es vivida como un gran objeto simbólico y
82
SILVA, Armando, Imaginarios Urbanos, cultura y comunicación urbana, Tercer Mundo Editores,
Bogotá, Colombia, 1997
110
como un espacio que se presta para que el individuo la imagine, la recree y la
reinvente en base a los acontecimientos reales, para que, a partir de ellos, cree sus
propias fantasías sobre el lugar en el que vive realmente y sobre aquel en el que le
gustaría habitar...
La representación de una ciudad, pues, no solo es una imagen
urbana que se encuentra en cualquier esquina, es el resultado de
muchos puntos de vista ciudadanos, que sumados, como se suman
las cuentas imaginarias, alrededor de la imagen o representación
crean sentidos simbólicos. Son estos mensajes los que dan vida a
las fantasías y son también mediadores sociales (BARBERO:
1998)
La construcción de aquel sitio en el que se quiere vivir se consigue a partir del
reconocimiento de un espacio tanto real como ideal y de la forma en la que la gente lo
use y lo aproveche para sus fines. Podemos decir que una ciudad no solo se reconoce
en lo físico sino también en las expresiones invisibles que coexisten en cada uno de
sus habitantes, como dice Mario Mendoza...
cuando caminamos por una ciudad, estamos viajando a través de la
historia humana, somos entidades que una y otra vez cruzamos
zonas energéticas, territorios que nos pueden lanzar a aventuras
insospechadas. Hombres y mujeres sin centro fijo, que han escapado
de la rutina, que han caído en dimensiones desconocidas en la
contemporaneidad pura, en la capa exterior de esa cebolla que es
una ciudad83
Al hablar de los imaginarios urbanos estamos hablando de una nueva forma de
percibir la ciudad, una percepción superior que no nos remite a ella únicamente en
términos estadísticos sino que nos acerca a esa dimensión cualitativa necesaria que va
de la mano de los asuntos cotidianos que sortea el individuo en su andar por la ciudad.
Silva dice que “la ciudad es tanto lo palpable, lo visible, los carteles de propaganda,
83
MENDOZA, Mario, Una ciudad es como una cebolla, en El COMERCIO, Sección B7, Quito,
Ecuador, 17 Octubre, 2004
111
los centros comerciales, los automóviles, los vendedores ambulantes, -como lo
abstracto- las invenciones, los rumores, las fantasías que se viven a diario”84, de ahí
que podemos decir que cada ciudad es lo que cada uno se imagina...
Si partimos de la premisa de que los imaginarios se construyen a partir de un
reconocimiento espacial, un contexto y un proceso histórico, podemos percibir la
transformación que cotidianamente experimenta la gente ante la expropiación de su
ciudad en la destrucción de sus señas, en la expoliación de su memoria, en el
reemplazo de sus símbolos, en la reconversión de lo público y en la transformación
de la comunicación. Al cambiar los símbolos, cambian las fantasías, cambia la
ciudad y sus habitantes se transforman, puesto que “una ciudad desde la
construcción imaginaria de lo que representa debe responder por unas condiciones
físicas y naturales construidas y por sus usos sociales y modos de expresión”.
(SILVA: 1997).
Lo imaginario afecta y modela nuestra percepción de la vida y tiene gran
impacto en la elaboración de los relatos de la cotidianidad, “...en la percepción de la
ciudad hay un proceso de selección y reconocimiento que va construyendo ese
objeto simbólico llamado ciudad; en todo símbolo o simbolismo subsiste un
componente imaginario”85.
Los testimonios en tanto relatos de la cotidianidad devenidos de la tradición oral
se nutren de los imaginarios para ofrecernos ricas narraciones porque provienen de “la
palabra que nos llega fresca, cargada de emoción y vitalidad, porque expresa el
84
85
SILVA, Armando, Op.Cit. p. 48
Ibid., p.91
112
sentido de lo vivido, es su reactualización y proyección en la historia, porque la
tradición oral popular es producción cultural y memoria colectiva”86. Es así que al
revitalizar la palabra, mediante los testimonios estamos reconstruyendo la historia,
rescatando vivencias, volviendo sobre referencias, remitiéndonos a cambios,
proyecciones e ideas.
Los testimonios que anotamos a continuación son producto de distintas
entrevistas, foros, mesas redondas, conversatorios, conversaciones formales e
informales y otras narraciones descritas por habitantes de Quito, quienes -desde su
experiencia personal y visión particular de la ciudad- han ido describiendo situaciones
cotidianas, unas devenidas de su experiencia directa como habitantes comunes de
distintos barrios capitalinos y otros desde su experiencia profesional y visión
respectiva.
Se tomó como punto de partida los distintos cambios que se han vivido en la
ciudad, -que lo anotamos en el capítulo respectivo- y que van, como lo sabemos
desde lo físico, en donde entra el aspecto arquitectónico, a los cambios en la
cotidianidad, en las formas de comunicarse y relacionarse.
Presentamos a continuación doce testimonios que corresponden a: dos
arquitectos, dos periodistas, un escritor y promotor cultural, cinco jubilados de la
Plaza Grande, un habitante de Guápulo, y un habitante de la Floresta.
86
Tradición oral y discurso popular andino, “Avances de investigación y perspectivas metodológicas”.
Ponencia presentada en History Conference, Myth and History, Oxford, September 11-13, 1987.
Tomado de AGUIAR, Nina, Brujos, mitos y milagros: Los rostros de San Gonzalo, Tesis UPS, Quito,
2003 p.100
113
Los dos primeros testimonios son elaborados a partir de conversaciones
realizadas con dos arquitectos. El hilo conductor de estas conversaciones gira en
torno a la noción de ciudad, -de Quito en particular- así como a las tendencias que
han incidido de manera significativa en los cambios que ha vivido la ciudad con los
resultados que conocemos y las proyecciones que desde la perspectiva profesional de
estos dos arquitectos consultados pueden ser viables en nuestra ciudad.
El tercero y cuarto testimonios son tomados de un conversatorio que se llevó
a cabo como parte del
Proyecto Quitológico87, en el que intervinieron dos
periodistas que trabajan temas de Ciudad. El primero es un editorial al que el autor
añade, -a más del componente nostálgico-, el papel de los medios en cuanto a temas
de ciudad. El segundo es un relato en sentido testimonial sobre la experiencia
personal de este periodista sobre la vida en el barrio de la Mariscal, al norte de Quito.
El quinto testimonio es la trascripción de una conversación formal con el
mentalizador y gestor del Proyecto Quitológico (que ya lo detallamos) cuya misión
fundamental es trabajar los ejes de la educación y la cultura en programas con el fin
de encausar hacia la construcción de una cultura ciudadana. El eje que guió esta
conversación fue la construcción del sentido ciudadano a partir de una reflexión en
torno a los imaginarios, la cultura, y la identidad en el mundo globalizado de hoy.
87
El proyecto Quitológico es un proyecto organizado por La Casa de la Cultura Ecuatoriana y su
Cinemateca Nacional bajo la responsabilidad de Ulises Estrella, Director de la Cinemateca Nacional
quien ha sustentado desde 1990 la cátedra de Quitología en diversos espacios de la ciudad. La
Quitología concebida como una cátedra informal no académica es un acercamiento a la ciudad y a sus
signos, símbolos, mitos, tradiciones, expresiones artísticas e historia de distintas épocas y culturas que
se han fusionado en la actualidad y que necesitan ser entendidas para que el ciudadano pueda tener
pautas para su noción de identidad. Se trata de dar los elementos conceptuales propiciando diálogos
que tomen en cuenta la narrativa, el ensayo, el teatro, las artes plásticas, el cine, la danza, la fotografía
y la poesía, que se ha realizado en y para la ciudad.
114
Del sexto al décimo testimonios son entrevistas realizadas a los jubilados de
la Plaza Grande, a quienes se les indagó sobre los cambios que han vivido en la
ciudad ya sea en el aspecto físico como social a partir de rememorar lugares, eventos
y personajes que hicieron historia en Quito.
El décimo primer testimonio es una entrevista con una moradora del barrio de
Guápulo en el que nos cuenta un poco de su historia y de la labor a partir de los entes
de gestión local, las formas de organización social, personajes y tradiciones del
barrio.
Como testimonio final presentamos el relato de un habitante de la Floresta.
Informante 1
“Yo veo que, lamentablemente con el crecimiento acelerado de la ciudad, la
municipalidad perdió el control sobre ella, la que al irse de las manos junto a la falta
de recursos, hace difícil cualquier intento en el sentido de recuperación del control y
de la ejecución de obras en tanto planificación vial, equipamiento comunitario,
parques jardines y demás. Gran parte de la ciudad se ha construido por iniciativa
privada y lo que se ha hecho es urbanizar el territorio y luego pedir que el municipio
dote de servicios. Así es como se hizo la Mariscal. Primero se lotizaron terrenos que
eran agrícolas, y quintas de recreo, luego se abrieron calles, se hicieron lotes, y
después la municipalidad tuvo que venir en auxilio de los vecinos para poner agua
potable, canalización, asfaltar las calles, tender redes eléctricas, poner teléfonos, y
ofrecer servicios de vigilancia policial, de recolección de basura, etc.
La municipalidad muchas veces ha ido a la saga del crecimiento de la ciudad.
Cualquier plan que se ha hecho siempre ha sido rebasado por la realidad. Jones
Ordiozola planteaba para el año 2000 una ciudad de setecientos mil habitantes,
porque no tuvo las herramientas adecuadas para hacer un cálculo real. En ese
entonces no sabíamos cuántos éramos ni cómo estaba distribuida la población,
cuántos hombres, cuántas mujeres, que nivel educativo teníamos. El primer censo
nacional se hace en 1950 y ya diez años más tarde la ciudad de Quito tendrá unos
175.00 o 200.000, no sabemos.
En un estado nacional como el nuestro fuertemente centralizado, a pesar de ser la
capital Quito no es necesariamente la ciudad más favorecida por el Estado y la
recuperación del Centro Histórico se ha hecho gracias a los recursos generados por la
propia ciudadanía. Son esfuerzos locales, no hay dinero nacional allí. Esto del
115
centralismo también es un poco una ficción y por otro lado, Quito es la ciudad más
abierta del país, es la ciudad que acoge a todos, y claro eso también ha venido en
contra del propio sentido de pertenencia. El Centro histórico fue el lugar que
vaciaron de sus habitantes originales, recibió esta migración de gente de provincias
que no se siente arraigada y que al no ser propietarios, tampoco tienen un interés
vital en el espacio que viven y tampoco crean lazos permanentes o duraderos dentro
de la población.
El deterioro de la ciudad obedece a una falsa imagen de modernidad, que es
lo que pasó cuando se derrocó el viejo Palacio Municipal en la Plaza Grande. Cuando
Julio Moreno Espinosa y el Consejo Municipal de esa época, 1958, 1960 resolvieron
derrocar el Palacio Municipal y las casas vecinas, lo hicieron con el firme propósito
de contribuir al desarrollo de la ciudad. Estaban convencidos que botando esos
vetustos edificios de tierra estaban contribuyendo al crecimiento y la modernización
de la ciudad, porque se entendía que la modernización eran edificios de hormigón, de
vidrio, y de aluminio...
Se creía entonces que la modernización de la ciudad no significaba poner atención a
los índices de escolaridad ni dar atención a madres y sus hijos. Se creía que la
modernidad era esta cosa de brillo efímero...
La imagen de barrio surgió en Quito a lo largo de su crecimiento y desarrollo,
es decir, no se puede hablar del barrio de la Tola en el siglo XVIII porque no existía.
Es un barrio que se consolida fundamentalmente a inicios del siglo XX, pero surge
un sentimiento de pertenencia que es muy curioso en Quito. En Quito dicen yo soy
quiteño, pero soy de San Marcos, soy de San Roque, soy de la Guaragua; hay ese
sentido de pertenencia a ese pequeño grupo porque además había enfrentamientos
entre los barrios, rituales a los que se acudía en ciertas fiestas y períodos del año.
El componente indígena a pesar de que es minimizado es importante en la
ciudad. Hay un gran esfuerzo desde inicios del siglo XIX e inicios del XX para
hacer de Quito una ciudad respetable, que parezca ciudad y para eso se ha de borrar
todos sus rasgos provincianos e indígenas que daban vergüenza a los quiteños de ese
entonces... Por ejemplo Francisco Andrade Marín en eso fue uno de los promotores
del desarrollo de la ciudad, del relleno de las quebradas. El Concejo Municipal de la
época fue el que prohibió los balcones en celosía, tan típicos, coloniales, de herencia
árabe que hoy son el orgullo de Lima. Esos balcones habían en todas las ciudades
coloniales de América porque es herencia árabe y así como nosotros tenemos
grandes artesonados mudéjares en nuestras iglesias, teníamos los balcones en celosía,
pero eso se eliminó. Las cajoneras, la venta de las cajoneras en los portales, cuando
desapareció la Casa Municipal desapareció todo...
Muchas veces nos ha dado vergüenza de los nuestro. Creemos que esas
manifestaciones son provincianas, son de mal gusto, que manifiestan retrazo y
tenemos que parecernos a París o a New York y ahora, desgraciadamente a Miami y
eso es lamentable. Detrás de este proceso hay intereses económicos: la mala calidad
de la arquitectura que se ve en el Quito moderno producen en serie grandes firmas
sin calidad estética, sin cuidado ni aportes a la calidad del ambiente.
El Quito que yo conocí a mediados de la década del cincuenta, (que yo me
acuerdo de chico en este barrio, viví hasta los 28 años en San Marcos) era una ciudad
medio campesina donde cuando yo salía a las siete de la mañana me encontraba con
el capariche barriendo con la escoba de retama y que hablaba quichua y que era
descalzo y que venía del Inca o de Zámbiza o Nayón con su vestido típico. Ahora no
encuentras ni uno solo, ni una sola persona a la manera como se vestían los indígenas
hace cuarenta o cincuenta años. Ya no hay, se perdió todo eso. La ciudad absorbió
116
todo eso. Ahora todavía quedan por ahí algunas costumbres, algunas tradiciones en
ciertos barrios como en Guápulo, en Chillogallo, en la Magdalena, en Cotocollao.
Por ejemplo, en La Magdalena, la vieja iglesia colonial de la Magdalena marchó y
construyeron una iglesia neogótica. En Chillogallo abandonaron la vieja iglesia
colonial y construyeron una nueva. La vieja, probablemente del siglo XVII allí está,
abandonada, en vías de extinción. La de Cotocollao que sigue siendo la vieja iglesia
del siglo XVII está tan transformada que está absolutamente irreconocible. En
Tumbaco abandonaron la vieja iglesia para construir una nueva horrible de hierro y
eternit. Cumbayá está siendo transformada por las boutiques de la gente rica que está
cambiando, además, esa arquitectura sencilla y pobre de antes, por ellos mismos, por
los sencillos habitantes que querían ‘ser alguien más’ y ahora esas casas fueron
compradas y ahora están transformadas con un lenguaje ‘popular’ que es la
interpretación burguesa de lo popular... Igual al adefesio ese que hicieron en la Mitad
del Mundo. Claro, arquitectura popular hecha por arquitectos y que resulta ser la
mentira más grande... Una arquitectura hecha de hormigón armado, cuando la
arquitectura popular es de adobe y es basura y es falta de servicios, entonces en lugar
de arreglar el pueblo de Pomasqui o de San Antonio de Pichincha, se gastaron un
montón de plata para crear un pueblo artificial al que nadie quiere regresar. (Es el
sitio más visitado del Ecuador, es más visitado que Galápagos, más visitado que
todo, creo que son quinientas mil personas al año que van) pero se ha hecho una
encuesta y la mayoría de los visitantes no regresarían otra vez”. (ver anexo1.1).
Informante 2
“Las ciudades te dan un montón de comodidades que no te da el vivir aislado
como en el campo, por eso te juntas en la ciudad. Se supone que en la ciudad vas a
estar más seguro, más comunicado, vas a tener acceso a la educación, a la salud y a
todo eso. Los cambios políticos y sociales, se dan en las ciudades, básicamente y la
población del mundo está en las ciudades. Entonces el punto ahí es el desarrollo y el
subdesarrollo dentro de las ciudades. Existe un trazado, copiado, español o lo que
sea, porque nosotros no tenemos una cultura de seguir un urbanismo planificado.
Tenemos unas directrices generales de la planificación pero los cambios no obedecen
tanto a eso.
El crecimiento de las ciudades nuestras en el subdesarrollo es gigantesco,
mucho más que en otros lados porque en los países más desarrollados tienes varias
ciudades que tienen muchos habitantes, en cambio nosotros crecemos por una gran
presión de las otras ciudades que tienen menos oportunidades y hacen crecer a las
ciudades más grandes y en un gran porcentaje la ciudad es una ciudad no planificada
y no construida por arquitectos. La diferencia entre planificar en Quito y en Sevilla
es que aquí tú tienes que pensar que esto en los últimos cien años se quintuplicó y
allá no... Sevilla sigue teniendo setecientos mil habitantes pero aquí que si las cosas
siguen como están, pese a que del país sigue saliendo gente, posiblemente en Quito
en unos años tengas un millón de gente más. Entonces no estás planificando para que
la misma gente tenga más comodidades sino que estás tratando de ver como metes
servicios básicos a todos los demás que siguen poblando. Cómo legalizas los tres mil
barrios ilegales y eso, en cambio en un lugar desarrollado no es mayor problema.
Hay una diferencia super marcada entre las ciudades de los países desarrollados y de
los nuestros. No tienes casi el setenta por ciento de pobres, nuestra población, la del
117
Ecuador, por tanto la de Quito es joven y pobre. Esa es la característica principal de
nuestra población.
Entonces sitios como el Centro Histórico hasta hace diez, quince años se
convirtió en el receptor de la migración pobre del país con todo lo que eso implica.
Ahora es un poco menos porque hemos decrecido en población en el Centro. Esto se
da porque es un sitio consolidado, que tiene todos los buses, agua, luz teléfono,
buena o mala, es una vivienda barata que tiene todos los servicios y la gente busca
eso. Ahora, hay otros sitios en Quito que cumplen la misma función, hacia el Dorado
o más hacia el norte.
Con el crecimiento desmesurado y la falta de planificación, se pierde la razón
de la ciudad. Surgen problemas como la contaminación, la basura, la inseguridad,
cuestiones que han transformado nuestra ciudad. Hoy en día hay cantidad de barrios
vallados, con una cadena y la respuesta es aislémonos y protejámonos. Esos cambios
urbanos son visibles, no te dejan usar la ciudad, entonces el espacio ya no es público,
es un espacio que está allí, pero no puedes convivir.
Si vemos lo que va pasando en la arquitectura, podemos ir viendo lo que pasó
en la sociedad, hubo una conquista sobre lo incásico que estaba en el Centro y las
casas de la época colonial quedan pocas y que son una copia de un modelo porque
era una colonia en ese rato. Por ejemplo desde el punto de vista funcional no es tan
bueno porque las casas que tenemos en el Centro son casas hechas más para
Andalucía y en Andalucía hace cuarenta grados de calor y aquí nunca, por eso son
tan frías. Después viene todo el modelo republicano y entonces como te cuesta
mucho botar toda la casa quedan todos los patios y las cosas de la época anterior,
pero las fachadas son fachadas planas y republicanas, francesas, neoclásicas y tu le
ves por atrás de la fachada recta está la fachada inclinada porque lo que quieres es
que se vea lo de afuera de otro modo. Similar y todo la diferencia se da por la gente
que la hizo; aquí hubo cantidad de indígenas haciendo, lo hacías con el material de
acá, en unas condiciones tecnológicas del momento de aquí, y entonces creo que la
arquitectura es como si contaras la historia misma. En las partes de Quito es lo más
impersonal, y el tipo de relaciones impersonales que produce este tipo de
arquitectura, porque también es eso, aquí la gente se comunica metiendose al centro
comercial, no como allá en la Plaza Grande, pero yo creo que convivencia en Quito
hay en el Centro y en el Sur, quizá, pero esto no es eso. Aquí no importa nada, al ver
el paisaje, los elementos urbanos, la relación estética no dice nada, no puedes decir
que es bonito, aunque puede que esté allí como referente de una modernidad te haces
la reflexión de si esto estará bien o estará mal, de si me gusta o no, estoy cómodo o
no... para mí si es un choque, en el centro todo está más cerca.
El contexto estético marca las relaciones, a lo mejor en un sitio donde no esté
coherente no haya esas cosas. Las personas nos acostumbramos a lo que tenemos
alrededor, hay un ejemplo de cuando hacíamos unas encuestas referentes al ruido en
el centro, y al preguntarle a una señora ella decía ¿cuál ruido? (el nivel de decibeles
que soporta el oído es de setenta y en el centro era de 85)
Lo que se produce en la Plaza Grande es irrepetible, porqué, por el
simbolismo, pero también por el espacio, por el contexto por el modo de ser
diferente. La gente que es dueña en el centro no puede sostener eso y ahora quieren
especular y tampoco se puede sacar a la gente de allí. En las capitales es difícil hablar
de una identidad porque las capitales por norma general son las que reciben de todos
lados.
Un ejemplo: la señora que me vendió la casa se fue de ahí porque tenía unas
nietas pequeñas que no querían que estén en ese medio, le pareció que el hijo y la
118
nuera querían que su mamá tuviera una mejor gente alrededor de sus nietas, como si
tu te relacionaras con la casa de a lado en el norte, es bien relativo. Mi casa tiene
1450m cuadrados, -es de las más chiquitas del centro Histórico-. Nosotros la
compramos y la arreglamos con la misma plata que en norte te podrías comprar algo
de 90mts, que es como ella vive ahora. Ella se fue al Norte, cerca del aeropuerto, le
aterrizan aviones al lado, vive en 90 mts cuadrados, no tiene la iglesia a lado y tiene
90 años. Eso es lo que cambió por la casa en la que yo vivo...
La diferencia es la cultura del bienestar, de la comunicación, de los
arquitectos porque si tienes un solo lenguaje, es tu responsabilidad lo que está
pasando. Depende del gusto, de que necesidad de reconocimiento te viene eso... La
fachada a la gente le fascina, igual si hay algo adentro o no... quieren hacerlo
totalmente como aquí o como en otros lados. Nosotros copiamos más de los gringos
que de Europa, entonces la comodidad nuestra está más en relación con ello,
entonces, es preferible una ducha que se limpie bien a una hermosa tina antigua pero
difícil de limpiar, así porque en el un lado está visto el mundo del bienestar y en el
otro el de la practicidad. Copiamos más de allí y es una arquitectura de plástico y
ejemplos abundan y sin embargo viene mi familia de Loja y les gusta un montón y
mi casa les parece un lugar extraño... ese brillo del otro lado es más atractivo.
Sobrepasaste un nivel y tienes que mostrar lo que tienes, lo que has llegado a
hacer...Hay que mostrar.
El paisaje se dejó de ver porque la urbe te arrastra por otro lado. (por ejemplo
en los barrios que están en las lomas del Panecillo, allí hay como unas setenta mil
personas que ya no se les puede bajar. Lo más maravilloso de allí es el paisaje, sin
embargo, crees tú que la gente que está allí llega a ver...?” (ver anexo 1.2)
Informante 3
“Una vez escribí un editorial sobre el Centro Histórico por dos razones: una,
no se me olvidaba la sensación de cercanía que tuve en mi infancia con ese sector de
Quito. Bajaba a pie desde San Juan casi todos los Domingos a comprar el diario en la
Plaza del Teatro, lo hacía con un placer renacentista, con un orgullo de ser capaz de
irme sin que la mano de mis padres, o tíos o primos me condujeran sin saber por
donde virar. En ese paseo dominical la ciudad era plena, aireada y no había tanta
bulla. Más adelante y cuando regresé después de siete años de ausencia de este país,
ese espacio era intragable, pero sostenía por cualquier parte una memoria de mi vida
en las tiendas de hilo, en las heladerías de la Plaza Grande, en la Plaza Ipiales, y en
el terrorífico cuadro del infierno del templo de la Compania y en particular algo de
todos nosotros. Me encontré a los personajes que lo habitan siempre, aunque
cambien de nombre; el lustrabotas de la Plaza Grande, los vendedores de periódicos,
los arranchadores también, sin desmerecer a los jubilados, a los héroes del 41 o a los
empleados municipales.
La segunda razón es que una vez leí una frase de ese filósofo de la vida, del
maestro del humor más triste, con quien he sentido que si Marx lo hubiese conocido,
no habría escrito tanto y tan aburrido. Se trata de Woody Allen. Al leerla quedé
turulato, casi estupefacto como esa iluminación que tienen los que han vivido algún
milagro. No sé si haya alguien, pero me imagino que así debe ser... Y la frase decía
lo siguiente: por su puesto que existe un mundo invisible, el problema es a qué
distancia del centro y hasta qué hora está abierto. Claro, nuestras ciudades se
119
medían por la cercanía o lejanía del centro y con el horario de las tiendas, y ahora
con más bulla el centro ya no tiene horario ni siquiera de cierre.
Esos dos hechos se cruzaron cuando experimentamos la euforia por la
recuperación del Centro Histórico como un acontecimiento de la ciudad, todavía no
muy estudiado, ni evaluado, analizado, pensado. Para cada uno la ciudad es lo que
cada uno se imagina. Así es de simple, por eso a Quito no se la puede pensar solo
desde una visión municipal, urbanística ni mucho menos solo artística. Para bien o
para mal el Centro Histórico es todavía lo que los teóricos del urbanismo señalan
como un principio: ‘ el espacio donde se articulan y representan los conflictos
sociales’
El Centro Histórico está habitado en el sentido más poético y sustancial del
término: o sea, ahí vive gente. Han crecido generaciones conviviendo con el
neoclásico y el barroco. En sus retinas no hay postales. Se depositaron y vibran
todavía los portales, la piedra, el adoquín, el adobe y la pared blanca, sin descontar el
paso de los curas, las marchas de protesta, las tomas de Carondelet y hasta la caída
de ceniza. De hecho, en las noches de ahora el Centro sirve para reconocerse y hasta
escuchamos reiteradamente...¿ya fuiste al Centro? Que bacán, si ha sido plenazo el
Centro... Lo que está pendiente es saber qué pasó con la gente que vive allí. Se
sienten satisfechos, y si no lo están, de qué manera se puede hacer sentir su
inconformidad de caer en el estigma de jodedores de la modernidad. Cualquier
cambio no puede dejar de lado el modo de vida de las personas.
Presiento que los periodistas no estamos haciendo bien nuestro trabajo sobre
lo que en realidad ocurre con Quito. Carlos Fuentes dijo alguna vez sobre lo que está
pasando en el mundo. Estamos en un cruce de caminos, tenemos que movernos de la
identidad adquirida a la diversidad por adquirir... Y no estamos registrando los
periodistas esa diversidad por adquirir.
Las ciudades no leídas por los medios son una suma de microhistorias con
ejemplos de valentía, amor por los demás y gente sentada en las bancas de un parque,
soñando. Estas microhistorias también son dignas de ser contadas en calidad de
información actual , es más, necesarias de ser conocidas porque ellas generan
modelos a seguir y plantean una vía más fácil y atractiva para vivir, menos dura... (
Esto lo dice José Guillermo Anjel en su ensayo La ciudad que los medios no leen, un
ensayo sobre la otra cara de la luna) Y él también escribió... durante un día
acontecen muchos hechos importantes positivos; hechos que oxigenan la negritud de
las malas noticias y lo que es más importante, que producen optimismo y le restan
protagonismo a esto que nos asusta...” (ver anexo 1.3).
Informante 4
“Voy a hablar de la Mariscal, un barrio que me marcó siempre. (yo vivía en
La Floresta) Bajar a la Mariscal tenía un encanto irrepetible porque era el espacio de
la ciudad donde iba creándose una forma de vida diferente, donde iban apareciendo
cosas que antes no conocíamos, donde iban surgiendo personajes que dejaron una
huella imborrable en la memoria y en el espacio de esos años, donde, de alguna
forma la modernidad iba haciendo su ingreso a esta ciudad recoleta, pacata.
Entonces, eso a los muchachos de entonces nos marcaba, nos daba nuevas pistas para
vivir una nueva vida que trabábamos de entenderla...
120
Un barrio que surgió por un casualismo o por una visión mercantilista del
terreno. Después de que el Señor Mantilla puso el hipódromo en la Avenida Colón y
su vecino, el señor Miranda puso otro, al lado, se estableció una competencia
equina... El señor Mantilla comienza a formar esta urbanización y comienzan a
generarse las primeras edificaciones en la zona. Antes, más bien en el sector de la 12
de Octubre había quintas de veraneo a las que se llegaba en caballo o en coche... Esas
quintas existían pero la urbanización trae una nueva forma arquitectónica y así va
surgiendo este pedazo de la ciudad que poco a poco se vas integrando a Quito,
todavía lejano, hacia el sur, pero este espacio se va ganando y hay una curiosa
afluencia de gente de afuera que le da al barrio esa característica tan cosmopolita que
hasta ahora no ha perdido. Vienen judíos, alemanes, extranjeros y se afincan en la
Mariscal, médicos, como los doctores Di Cappua, el Dr. Otto Lenke, el Dr. Fisch.
Llegan pintores e intelectuales y con ellos nuevas inquietudes y costumbres.
Todo esto hace que este sector de la ciudad sea diferente, otras costumbres, otra
cotidianidad... Se podría decir que se transforma la mentalidad, lo que atrae a una
porción de la juventud... Se dan otras formas de comer, de alimentarse... por eso que
hasta hoy en este sector encontramos comida de cualquier nacionalidad.
Es un barrio cosmopolita de respeto hacia lo otro, hacia lo distinto, con una
arquitectura modesta del país pre-petrolero en el que se evidencia un culto quiteño a
las flores. La gente cuidaba su jardín, había poco tráfico, poca polución, casi nada de
violencia y personajes a quienes se les reconocía fácilmente y que fueron quienes
marcaban una impronta que retuvimos en la memoria.
Los primeros restaurantes estaban en la Mariscal. Lamentablemente, con la
aparición del petróleo y el dinero comienza a arrasarse con toda esta arquitectura y
esta manera de respetar y respetarnos. Casas gráciles se arrasan brutalmente para
construir edificios. La gente comienza a aislarse, a desconocerse, y el barrio
comienza a transformarse. Dada la urgencia de la ‘civilización’ Quito y el barrio va
dejando de ser un espacio para el peatón, para dar paso al automóvil, por ejemplo. El
peatón es marginado, agredido, lo que se respeta es el derecho del automovilista,
caminamos, estorbamos, molestamos... Comienza a surgir la violencia, tráfico de
drogas, prostitución hasta que deviene en lo que ahora tenemos: un barrio que
conserva lo que tuvo pero más caotizado, frío. Lo que nos queda ahora es la ardua
tarea de reconvertir a la Mariscal en un lugar más humano, más digno, en el que se
pueda vivir mejor...”(ver anexo 1.4)
Informante 5
“Estamos viviendo un proceso muy complicado con esto de la
despersonalización, en el sentido de un núcleo que tuvo y tiene la ciudad. Yo pienso
que hay una sensación, una idea fuerte de que la ciudad no se va a perder. Y creo
también que es importante analizar como se produce esta situación, sin nostalgia, sin
añoranzas.
Se trata de saber lo que era la ciudad y en lo que la quieren convertir. Esta
situación se debe a todos los procesos de la llamada modernización, -entrecomillasque en verdad, es la globalización, y si es una verdad ese afán desmedido de
recuperar la ciudad – no utilizaría esa frase equívoca manejada por el Municipio,
porque la ciudad no necesita recuperación ni reconstrucción. Lo que la ciudad
121
necesita es una confirmación de lo suyo, de lo propio y no ceder a todas las presiones
de lo que el negocio, el neoliberalismo, la ostentación, la trivialización, y el
desmedro implican... Lo que significa lo propio a favor de una imagen extraña,
turística, que aparentemente atrae a los mercados. Este juego equívoco como en el
caso de Miss Universo y una decoración pensando en la cáscara y no en la esencia.
Uno de los actos más absurdos y equívocos fue esa famosa danza de Cantuña donde
unos bailarines acróbatas se trepaban a San Francisco. Hay una distorsión total del
personaje, de Cantuña, que es uno de los elementos sensibles...
Hablamos del trastoque de personajes que se tornan en imaginarios y en mitos
así como de los valores; por ejemplo lo arquitectónico que con esta obsesión de dar
circulación vehicular han destruido las áreas verdes de la ciudad. Se elimina el
concepto de plaza, de espacio social, se privatizan los espacios y se da un objetivo
netamente pragmático, comercial. Todo funciona a nivel del espectáculo, de esta
cultura del supermercado. Si vemos como está la ciudad en este momento, deprime ir
al Centro, no es lo mismo, no es el sentido de acercamiento directo a la gente, es el
marginamiento con los costos.
Alguien diría esto es inevitable, porque la tendencia mundial va hacia allá,
pero nosotros como Quitólogos decimos que siendo inevitable hay que ver qué
sucede y tratar de ver cómo conservar el sentido de valoración lo nuestro.
En este aspecto cabe anotar lo que está pasando a nivel de plástica, en los
distintos salones, como que creen que para estar en el mundo globalizado hay que
arrasar con todo lo anterior, entonces aparece todo lo virtual, el video, la fotografía,
el arte conceptual, etc. Hay un quiebre en los creadores- en cierto sector intelectualcomo que se quiere dar un salto a una universalidad sin recordar que la universalidad
no se va a tener sino valorando lo nuestro, para de ahí, salir al mundo.
Entonces hace falta primero reflexionar para entender los verdaderos valores
y los verdaderos imaginarios y cómo desde esa propuesta nos ubicamos los quiteños
como salvaguardas de la ciudad, del espíritu y del alma...
Una convención de intereses para quitar el alma, es el vacío. Queda en Quito la
metáfora del vacío -el hueco que dejó Cantuña- para que nosotros la llenáramos.”
(ver anexo 1.5)
Informante 6
“Dentro de los cambios de la ciudad, puedo decir que la han recortado. La
entrada al Parque la Alameda, a San Blas ya no es lo que era. Antes había un
mercado, hoy no existe. Al Ejido también le recortaron para hacer los pasos a
desnivel y más allá la Carolina que en un principio estaba pensado que fuera desde la
Avenida Colón. Aparentemente querían facilitar el tránsito, pero no de peatones sino
desgraciadamente de vehículos, restando a la gente la posibilidad de andar más
tranquilo.
Los cambios han afectado en la vida de las personas en tanto se ha
congestionado más. Ahora deambulamos las calles sin ninguna seguridad... Usted
cree que a un viejo le hacen caso? Para nosotros es muy difícil pasar de un lado a
otro de la calle. El tranvía ya no existe y con los parque recortados ya no tenemos
adónde ir porque el parque Metropolitano es pagado...
122
Antes en Quito habían personajes. Me acuerdo del diablo ocioso que trajinaba
por toda la ciudad, paraba en el Ministerio de Bienestar Social, que antes se llamaba
Instituto Nacional de Previsión Social. Vendía tamales de gallina. Ya no hay
personajes, el terrible Martínez y La Torera son almas benditas, y también el payaso
Leiva que ya murieron...
Antes la población era más llevadera en su conversación, en su trato, más
humana y mejor. Era más sensible, ahora, a nadie le importa nada. Antes había
alguna cosa y en seguida la gente estaba presta a ayudarle, usted salía de su casa,
(estoy hablándole de hace 60 años) y se ponía en la puerta lo que se denominaba en
quechua-guato-, un cordón en las armellas y salía a la tienda a comprar, a regresar de
algún lado cercano. Ahora no pues, tiene que poner cuatro, cinco seguridades...” (ver
anexo 1.6)
Informante 7
“Si tendría que comparar la vida en la Plaza del Teatro de aquel entonces con
la de hoy, pues empezaría por el medio social, no se puede comparar la Plaza del
Teatro que era antes con lo que es ahora. Antes era centro de arte, de cultura, de
baile, de deportes, de cines y también centro político. Más actividad política había
allí que acá porque allí estaba un ícono que era la Casa del Obrero donde se reunía la
gente del izquierda. Todavía soy activo del PCMLE.
A mí me parece que la mayoría de cambios ha sido para mal. Antes el pueblo
era más consciente de los problemas en el aspecto político, por cinco centavos que se
subía en la leche salía la gente a protestar y no ve ahora nos pusieron el dólar y
contentos nos quedamos... Ahora hay una tranquilidad, una pasividad, que matan...
La Plaza está renovada en su contorno, pintadito, bonito, pero el área
arquitectónica le dañaron porque no le conservaron, especialmente esos dos grupos
de casas que hay en la Guayaquil entre, el teatro y la Calle Esmeraldas. Dañan el
contorno, creo que ha sido tremendo.
Ahora ya no hay personajes. Ni que hablar del chulla quiteño, que nació en la
Plaza del Teatro mismo y que creció en las esquinas, de él se sabe que era
aventurero, busca vidas y parrandero, como todo buen quiteño...
Uno de los principales problemas es que antes no había tanta gente, ahora ya
no se puede controlar. Nos conocíamos casi todos, era la cosa familiar, circular, los
vecinos le ayudaban a dar viendo a los guaguas, por ejemplo...” (ver anexo 1.7)
Informante 8
“Anteriormente, toda la ciudad estaba bautizada por los nombres de los
barrios. Se hablaba de la Chilena, de la Loma, de Guangacalle, de la Tola, así, todos
los barrios tenían su nombre específico, conocidos y muy fácilmente identificables
porque la ciudad era pequeña.
Entre los quiteños nos conocíamos casi todos, los quiteños un poco
distinguidos y los otros no tanto. Todos eran conocidos en Quito. No era problema
123
dar con nadie, usted preguntaba donde está fulano de tal... si, en tal barrio, en tal
casa, y ya.
Ahora los sistemas de vida son otros. Antes eran las casas solariegas, casi familiares
de una ciudad pequeña que comenzaba en la estación del ferrocarril y terminaba en la
Colón. Ahora es tan grande que comienza en Cotocollao y va hasta Solanda que es
un barrio más grande que Otavalo. En estos días cada uno vive su vida, ya no hay la
unión que había, la fraternidad entre los diferentes familias y vecinos ha
desaparecido...
Con todo esto la gente se separa; se pierde la solidaridad humana, el afecto
entre los hombres y la ayuda mutua. Ahora cada uno vive su vida. Ahora vivo en
Cumbayá en un barrio que se llama La Primavera. Me decían que era un clima
magnífico, pero es un barrio detestable porque ahí vive solo gente de harta plata,
ellos van con sus carros, pitan, se hacen abrir, cierran la puerta y viven su vida,
nunca sacan la cabeza para ver que pasa con los otros y ayudar. Ahí nadie ayuda a
nadie. No hay nada que hacer, especialmente los domingos ahí usted no encuentra ni
un lugar para tomarse un jarro de agua o una taza de café. Hay locales solo para los
ricos. Todo el mundo vive a puertas cerradas. Tiene que salir a Quito a tomarse un
café...
En mi Quito muchos tenían sus apodos, pero nadie se enojaba con eso. No
eran apodos detestables, me acuerdo del pelado Gándara, del batallón Plumas, del
terrible Martínez, del diablo ocioso, de la balón patas, de la pastusa Regina, y cosas
como esas... Éramos como de familia y usted sabe que en las familias no se pelea...
Así era el espíritu de Quito. En esta Plaza de la independencia había retretas los
jueves y los domingos en la noche y acá venían las familias, esto era lleno de varillas
de acero, aquí la gente dialogaba, se reía, consumían dulces, golosinas... igual en
Santo Domingo. Ahora todo es pagado y como ya no hay las tiendas de dulces,
bueno, hay unas pocas, se exhiben en el Museo, para eso hemos quedado, para el
museo. Los vendedores eran gente conocida en los portales, que no explotaba. Ahora
todo el mundo, hasta para entrar a la iglesia hay que pagar... pero si usted recorre las
calles ve a mucha gente pidiendo caridad, antes había pobreza, hoy hay miseria.
Lo malo de todo es que la sociedad no evoluciona a la par intelectual y
moralmente. Se ha evolucionado en la tecnología pero moralmente hemos
involucionado. Hemos ido para atrás. Lo deseable sería que se evolucione
paralelamente en estos dos aspectos...” (ver anexo 1.8)
Informante 9
“Quito ha cambiado muchísimo especialmente en el aspecto físico. Del
parqueadero para caballos que era la Plaza del Teatro pasó a ser para los taxis. Había
una pila, ahora ya no... En San Blas había movimiento por los mercados y por el
Camal. En el barrio se comunicaba y se vivía mejor. Ahora hay gente malvada que
viene de las afueras y es gente sin costumbres que hay que tenerle miedo. Por eso
hay que diferenciar entre los afuereños y los que son quiteños de cepa: un quiteño de
cepa es el que ha nacido en los barrios tradicionales como San Juan, El Tejar, San
Blas, San Diego, La Tola, San Marcos, debe saber jugar cuarenta, es galanteador, de
buen baile y buen tome. Al costeño hay que tenerle temor. El serrano es un poquito
más humilde.
124
Veo como ahora los niños en los colegios en las fiestas de Quito hacen las
comparsas y representan a los personajes quiteños porque ahora ya no hay nadie.
Desde que se murió la torera no hay ninguno que nos represente. Ahora ya nada les
importa a las nuevas generaciones.” (ver anexo 1.9)
Informante 10
“Tenía negocio propio de venta de abarrotes y aguas dulces que vendíamos de
mañanita. Luego de muchos años y por presión de la familia nos fuimos a vivir al
Norte, a la Florida, cerca del aeropuerto. Dizque porque era mejor, porque había más
comodidades y más espacio, pero resulta que allá no se puede salir porque el ruido de
los aviones es infernal, todo el día y toda la noche, pero como ya uno se
acostumbra... A mí no me gusta vivir allá porque paso enrejado, hay rejas por todo
lado y los vecinos que dejan los carros con las alarmas...
Cuando vivíamos en la Caldas a veces dejábamos abierta la puerta y no
pasaba nada, o si algo pasaba, algún vecino ayudaba. Era lo que se decía el buen
vivir y la buena vecindad, ahora todos están ocupados y no hay tiempo para nada...
Yo les traigo a mis nietos (tengo 6) acá para que vean cómo era, pero cada
vez cambia algo que ya no se puede hablar de lo mismo. Diga usted el Palacio
Municipal que era una joya, lo mismo de la Plaza Grande donde había retretas y
reuniones de amigos, ahora aparte de mis amigos, los jubilados porque algunos son
conocidos desde antes, ya no se ve a nadie. La ciudad cada vez está más llena de
gente extraña.” (ver anexo1.10).
Informante 11
“Guápulo se organizó en torno a cuatro familias, eran los Ninagualpa, Tipán,
Vera, Bolaños. Con el paso de los años y la llegada de gente de los barrios aledaños,
se hicieron otros apellidos.
El barrio ha sufrido cambios sustanciales en sus aspectos físicos, psico-social,
económicos e inclusive políticos. Guápulo a pesar de estar cercano a la urbe no
tenía servicios básicos. Esto ha cambiado especialmente en los últimos años a partir
de que es también declarado patrimonio de la humanidad y parte del Centro
Histórico, por lo que el Municipio y los órganos de desarrollo local han incidido para
darle otra imagen. En este aspecto incide la presencia de Embajadas y de ciertos
sectores económicos que han escogido Guápulo para vivir. Aquí residen 4
embajadas: la de España; la de Gran Bretaña; la de Bélgica y un agregado de
Alemania. La presencia de estos sectores ha hecho que haya más atención desde el
Municipio especialmente.
En los últimos años se está modificando el entorno físico. La dotación de
infraestructura básica es completa.
Hay un cambio también en el aspecto económico. La presencia de grupos de
otra economía que se ha trasladado a la ciudad. A diferencia de lo que fue antaño.
Guápulo fue un centro de cultivo de flores y también de hortalizas. (como actividad
principal de la población en las mujeres y en los varones, la mecánica) pero en los
125
últimos años a partir de la profesionalización del recurso humano, la gente ya no se
dedica a eso. Sus ocupaciones son otras, a nivel profesional, servicios, incluso de
comercio. Todo eso ya no se realiza aquí. Hay un desarrollo ya no colectivo, sino
individual.
En cuanto a lo político, se está dando un giro. Se pretende volver a la
organización básica del cabildo que era el ente organizativo cuando era parroquia
rural dentro de la capital, con la característica de que, había una estrecha relación con
la iglesia. Anualmente Guápulo nominaba su alcalde y una de las cosas interesantes
era que el mando lo determinaba un elemento externo a la organización que era, una
barra de oro. Eso recibía el alcalde nominado, así se identificaba a la autoridad hecha
en torno a ese alcalde que eran quienes determinaban las normas sociales, las fiestas
e inclusive la dinamia de la familia. Imperaba la fidelidad entre hombre y mujer... y
el estilo de vida de la mujer supeditado al orden del marido. Otra característica era el
respeto absoluto a los mayores (de quienes se recibía la bendición con una reverencia
especial), se pedía permiso a los padres y se hacían los matrimonios a su elección
Primaba el sentido de unidad en torno a la minga, el de la solidaridad, lo que
se pierde con el crecimiento poblacional y el recambio de habitantes, la venida de
otras gentes De ese tipo de organización se pasó a parroquia rural con la junta pro
mejoras como organizador, la misma que era nombrada por la gente del barrio.
Luego fue reconocida como parroquia urbana y finalmente, en estos últimos
años se dio paso a un sistema de organización bastante interesante, regresar a la
organización anterior, que es la implementación de cabildos representadas por todas
las organizaciones conformadas en el barrio mismo.
La parte social se mueve en torno a lo espiritual y cultural. Entre estas
manifestaciones están las fiestas del barrio, la del 8 de Septiembre en honor a la
Virgen María. Fiesta de orden folklórico religioso que ha ido transformándose por las
personas ahora están dirigiendo, lo que ha hecho que ‘nuestra’ cultura no haya
incidido directamente en las personas.
Guápulo tiene magia, es mítico por lo humano que allí se practica. La gente
guarda los valores: la amabilidad, la unidad. Son reconocidos como gente pacífica,
reciben al visitante con mucho afecto. Todas las casas antes tenían a la entrada un
corredor y allí empotrado unas bancas –poyos- y eso era para los visitantes, en
Guápulo que era un paso hacia el Oriente y la gente le acogía al caminante, al
visitante.
Este es el atractivo principal. Curiosamente hay una relación distinta con los
extraños, distinta a la que hay con la propia familia. Otro atractivo es el silencio que
todavía mantiene. La presencia de la Universidad no tiene incidencia. Solo hacen
uso del espacio. Ellos son de otro estrato, de otro grupo social.
Se puede ver también que se ha modificado la actitud de los jóvenes
especialmente por la influencia de quienes llegan a quedarse ( una de las
características de Guápulo es que es reducto de muchos jóvenes extranjeros, de
artistas, bohemios, etc) El aspecto que más ha cambiado es la individualización de su
vida, ya no es el aspecto comunitario, esto se da en la fragmentación a nivel del
mismo barrio y el hecho de que ya no se lleven entre ellos. Otro aspecto es la música
nueva frente a la música popular que tocaba la banda tradicional. La juventud de
ahora es una juventud sin visón... como producto de una estructura familiar dispersa.
Hace falta la unidad, la solidaridad, la unión.
El símbolo es el Santuario que para los mayores tiene una connotación
religiosa en tanto que para las actuales generaciones más bien tiene un valor
arquitectónico”. (ver anexo 1.11)
126
Informante 12
“La memoria es inexacta, acomodaticia. Ingenuamente tendemos a confiar en
la precisión de la memoria, pensamos que los recuerdos quedan grabados de una
manera mecánica y fiel como sucede en una instantánea, o en la grabación de una
cinta o en un disco como en una película. Nada puede ser menos cierto: las
fotografías, grabaciones películas no varían cuando se las repite, mientras que cada
vez que repetimos una evocación suele haber una variación, a veces mayor, a veces
imperceptible, pero siempre presente, dependiendo del estado de ánimo de la
persona. El estado de ánimo es lo mismo que el estado del alma, por lo tanto, los
recuerdos del barrio de mi infancia que estoy por desenterrar, obedecerán a una
visión enteramente subjetiva, supeditada al estado actual de mi alma.
Toda mi niñez y adolescencia viví en el barrio de la Floresta. Cuando nací,
hablo del año 1940, vivíamos en la calle El Oro y Galicia en una casa arrendada a un
señor Vega, cuencano, empleado de la empresa eléctrica municipal. La calle El Oro
ahora se llama Mallorca y la calle Galicia, la calle principal del barrio, fue rebautizada con el nombre de Madrid. El terreno abarcaba media cuadra con un
hermoso jardín lleno de vetustos árboles y palmeras, un sitio ideal para desarrollar un
amor por la naturaleza y despertar la imaginación. En medio del jardín habían
construido una casa con la arquitectura típica de los comienzos de los años treinta , la
“casa grande” y en el lado sur la “casa de servicio” que años más tarde fue
convertida en el “Cine Floresta” con su luneta y galería y sus cuatro funciones,
muchas veces de programa doble, vermouth, matinée, especial y noche, sitio que
tuvo acogida durante una serie de años, antes y después del incendio que lo devastó.
Cuando se produjo el incendio, ya vivíamos en casa propia, en la calle Lugo 730, una
bella casa de una sola planta, con un estilo muy europeo, que mereció el Premio
Ornato en el año 1964. Al otro lado de la casa se hallaba –donde aún se halla ahorala lavandería “La Química”, cuyo fundador y socio principal fue mi padre.
En mi niñez, La Floresta era un barrio nuevo y pese a ser muy cercano a “La
Mariscal” , en ese tiempo se lo consideraba un arrabal muy apartado. Más de un
amigo de mis padres no podía comprender porque ellos se habían decidido,
descabelladamente, construir en esas lejanías. Pienso que en esa época (1946-1948)
no debe haber habido más de cuarenta a cincuenta casas llamadas “buenas”. Entre
ellas existían algunas casuchas y medias aguas con terrenos que hoy en día se
considerarían como grandes, donde gente más humilde sembraba maíz, porotos,
papas, verduras y criaban gallinas, patos, pavos, chanchos, cuyes, borregos, chivos y
hasta una que otra res, uno que otro caballo, burro o mula. El ambiente todavía era un
ambiente bucólico, un ambiente de campo. Muy cerca de donde vivíamos, tanto
hacia el norte como hacia el sur, quedaban grandes extensiones de potreros y bosque.
Si bien ya estaban trazadas la mayoría de calles que hoy conocemos, la plena
mayoría eran calles de tierra, bastante polvorientas en la época seca y muy lodosa
cuando llovía. La calle Galicia y la calle Toledo eran de las pocas calles empedradas.
Solo en la calle Galicia existía alumbrado público, de tal manera que en las noches
despejadas, aún era posible maravillarse con cielos estrellados.
Muchas de las personas que vivían en este nuevo barrio eran extranjeros que
habían llegado antes de que se desatara la segunda guerra mundial, la mayoría de
origen judío que habían salvado sus existencias, acogidas por este generoso país.
Pero también habían algunas personas venidas después de la guerra, nazis que temían
ser acusados como criminales de guerra. Dicen que los Schwark, los Schrader y los
127
Raliff pertenecían a este grupo. De Walter (¿) Raliff, que luego emigró a Chile se
supo luego que en verdad se llamaba Rauff, un criminal de guerra muy buscado por
la justicia alemana y por Wiesenthal, el famoso cazador de nazis. Un buen número de
amigos de mis padres vivían muy cerca, entre ellos los Weil, los Falk, los Köppel, los
Lenk, los Östreicher, los Nasch, Richard Grünhunt, el viejito Adler, los Sober, todos
inmigrantes, y también los Vásquez, los Tejada, los Ludeña, ecuatorianos, y los
Rodríguez que venían de España. De vista conocía a varios “famosos” del barrio,
entre ellos a la pintora Araceli Gilbert, a Pedro Jorge Vera, a Nela Martínez y el
pintor Leonardo Tejada.
La leche la comprábamos siempre fresca. Todas las mañanas pasaba una
señora con su vaca y la ordeñaba junto a la puerta de nuestra casa. Así mismo, varios
días a la semana venía el verdulero con su carreta tirada por un caballo.
Los niños nos sentíamos muy libres en el barrio. Jugábamos casi todo el
tiempo en los lotes vacíos, en la calle, en los potreros y en los bosques...
Conocí la Mariscal, donde vivían algunos amigos, pero no la Vicentina. Conocía bien
Guápulo, pues casi todos los domingos, temprano en la mañana, hacía una caminata
con mi padre hasta la piscina. A mi padre le gustaba mucho ese paseo y siempre
decía que algún día construiría una casa allí, sueño que se volvió realidad en 1963. El
chaquiñán que nos conducía era lo que hoy es el “Camino de Orellana” hasta llegar
al pueblo de Guápulo que en ese entonces contaba con su propia Tenencia Política y
a donde el famoso doctor Fisch mandaba sus pacientes a cambiar de clima.” (ver
anexo 1.12
Lo que nos dejan los testimonios
Los relatos anotados en las páginas anteriores son un vivo ejemplo del Quito
que cada individuo construye para sí desde su fantasía y su deseo, la lectura de ellos
nos permite las interpretaciones que anotamos a continuación:
Análisis del relato del informante 1
Este testimonio abarca la cuestión de la gestión municipal que como instancia
organizativa parte del criterio de desarrollo urbanístico y de dotación de servicios a
las distintas áreas de la ciudad. Se constata claramente que aspectos como la falta de
planificación, sumado a la explosión demográfica, a la ocupación del centro por
quienes llegan de zonas periféricas han afectado el sentido de ciudad; de ciudad
colectiva e integrada en torno al barrio, de la ciudad histórica a la ciudad moderna, la
128
ciudad en la que se han reemplazado áreas verdes por grandes áreas encementadas,
por los recortes que se ha hecho a la ciudad. La noción de pertenencia en torno al
barrio está cambiando, ahora los referentes identatarios se mueven más bien en torno
a la empresa en la que se labora, a la institución en la que se estudia, o al equipo de
fútbol. El ideal de progreso como paradigma de la modernidad subsiste bajo el
precepto de la obsolescencia de edificaciones y espacios de la ciudad para crear
otros, más acorde a las tendencias del mercado.
Análisis del relato del informante 2
En este caso se presenta la disyuntiva entre un desarrollo urbanístico
desmesurado y la falta de planificación. Se ve que, al hacerse una ‘arquitectura sin
arquitectos’ no se toman en cuenta las necesidades de la población y luego viene el
caos por dotar de servicios básicos a los barrios ya, ilegalmente constituidos. La
improvisación es una constante cuando se habla de construcción, lo que afecta la
configuración del paisaje urbano que se hace de cables, altillos, terrazas
contrapuestas, de áreas sin iluminación ni aireación adecuadas. A través de este
testimonio podemos recalcar el valor cultural que encierra la arquitectura tradicional
quiteña, la que al incorporar estilos y tendencias foráneas, enriqueció el entorno, y
que hoy por hoy se muestra en el gran valor del patrimonio que poseemos. En
cuanto al sentido comunicativo expreso en estas formas arquitectónicas habría que
resaltar la percepción que cada persona tiene de los espacios en los que vive así como
de aquellos que le rodean y el imaginario que se construye en torno a ellos al
momento de optar por un lugar adecuado para vivir.
129
Análisis de los relatos de los informantes 3 y 4_
Por razones obvias, estos testimonios tienen un fuerte componente
comunicacional. Al devenir de la experiencia cotidiana de escribir editoriales a
diario, la memoria se convierte en un elemento indispensable para la reafirmación de
la cultura y de la historia. El valor de estos testimonios es precisamente la evocación
que se hace de
aquella ciudad que ya no está pero que la recreamos y la
reinventamos a través de la palabra. Valiosos son los personajes que con su trabajo y
sus vidas simples fueron reconfigurando una ciudad distinta y otorgándole una
impronta que hasta hoy la define, de algún modo, como son valiosos también los
anónimos seres olvidados que habitan las ciudades y que desde sus circunstancias
particulares inventan la ciudad a su manera. Con los personajes importantes o
simples que habitan las ciudades podemos contar historias, escribir relatos, cuentos,
leyendas, crear magia y poesía.
Análisis del relato del informante 5
Para hacer ciudad es importante la creación de una cultura ciudadana más allá
de mirar a la dinámica urbana como un hecho meramente físico y objetual. Una
genuina construcción de ciudadanía como eje conceptual del desarrollo implica un
despliegue de competencias en las distintas instancias, a partir de los barrios, los
grupos organizados, e instituciones de gestión local.
130
Análisis de los relatos de los informantes 6 al 10.
Elegimos a los personajes de la Plaza Grande porque siempre los hemos
considerado una enorme fuente de experiencia y saberes. La conversación con ellos,
a más de recrear una ciudad desconocida fue la prueba más certera de lo que
verdaderamente sucede en la ciudad y en la sociedad. Si tendríamos que equiparar las
categorías conceptuales que se manejan en al ámbito académico frente a lo que se
dice en el lenguaje cotidiano, en el así llamado lenguaje vulgar, los testimonios
hablan por sí solos... Esa fue una constatación de la riqueza del lenguaje por un lado
y de la fuerza que cobra la cotidianidad como instancia comunicativa. En estos
testimonios primó el componente histórico, el de la anécdota y el recuerdo,
salpicados con vetas de humor propios de estos viejos quiteños.
A más de las comparaciones propias que se anotaron en torno a la ciudad que
los vio nacer, crecer y hacerse viejos, se rememoraron personajes, comidas, formas
de vida, costumbres. Temas recurrentes en todos los informantes fueron la falta de
seguridad, de solidaridad, de unidad, de compañerismo, así como la fragmentación
social y familiar que se vive en Quito hoy.
Análisis del relato del informante 11
A través de este testimonio pudimos constatar, desde una óptica
comunicacional,
el fuerte sentido de pertenencia, identidad y territorialidad que
definen a esta Guapuleña de corazón. Ella hace una distinción entre ‘nosotros (al
referirse a los habitantes antiguos del barrio) y a los ‘otros’ cuando habla de los
131
recién llegados o de los habitantes temporales, personas extrañas a quienes sin
embargo se las trata como si siempre hubiesen habitado allí. En su testimonio
también se hace mención a la fragmentación social y familiar, a la falta de unidad y
solidaridad como características de la sociedad actual.
Análisis del relato del informante 12
Con este relato queremos reafirmar el valor de la memoria en tanto registro
vivo de lo que somos para acercarnos una vez más al alma, allí donde se guardan los
recuerdos más queridos. Lo más rescatable de este testimonio es el valor que se da a
la libertad, a la sensibilidad y a la belleza de los seres sensibles que crecen en
contacto con la naturaleza y que son capaces de reproducir situaciones, encuentros y
realidades con alma, a pesar de la gran despersonalización y el vacío que se vive hoy
en nuestras ciudades.
132
CAPITULO IV
4.-
El lenguaje del alma en la ciudady en la arquitectura
Una de nuestras preocupaciones fundamentales en la presente investigación y
que constituye uno de los ejes sobre los cuales venimos trabajando es tomar en
consideración la presencia del alma en cada una de las manifestaciones sensibles del
ser humano, partiendo de la comprensión de ella como una categoría espiritual,
principio y elemento sustancial de la vida. Nuestra alma es inseparable del alma del
mundo y tiene que ver con el cultivo de una vida expresiva y llena de sentido. Tiene
que ver con la sustancia personal y con la profundidad y su cuidado requiere que se
preste atención a todos los aspectos de la vida.
El alma es la esencia de todo lo vivo que se traduce en emoción, sensación y
pensamiento. Si la comunicación es el medio por el cual el hombre se ‘deja ver’, se
hace entender y se da a conocer, la presencia del alma es el núcleo y misterio a través
del cual el ser humano deja sus huellas en cada una de sus manifestaciones y
representaciones. Podemos decir entonces que hay o no alma en las relaciones que se
tejen en la vida cotidiana, en la ciudad, en la comunicación, en los encuentros, y en
cada una de las manifestaciones simbólicas a través de las cuales el hombre se
comunica.
Para fundamentar lo dicho hacemos alusión a dos autores que basan sus
investigaciones del alma y los sentidos en búsqueda de una respuesta a la
problemática humana. James Hillman88, en su libro El cuidado del alma, se refiere al
88
James Hillman es analista fundador del Dallas Institute of Humanities. Director del Instituto Jung,
en Zurich.
133
alma como una cualidad o una dimensión de la experiencia de la vida y de nosotros
mismos. Usa la expresión anima mundi como esa chispa e imagen creadora visible
en todas las cosas a través de sus formas, con lo que afirma que el mundo no es solo
un conjunto de signos a ser decodificados, sino que es también un escenario para la
contemplación. Se necesita despertar el corazón y trasladarlo a la vida cotidiana, a la
sensibilidad y a los detalles, de tal manera que la vida cobre un significado profundo
y duradero. Para él, el alma “tiene que ver con la profundidad, el valor, la capacidad
de relacionarse, el corazón y la sustancia personal. Tiene que ver con la inmortalidad.
Cuando decimos que algo o alguien tiene alma, sabemos a lo que nos referimos,
pero es difícil especificar exactamente cual es ese significado”.89
Otro autor, Thomas Moore, al referirse al alma y a las formas de vida, se
remite a la particularidad de los lugares que habitamos y visitamos. Para él, lo que
da magia a la vida es el encantamiento de las cosas y eventos personales, que no es
más que rodearnos de cosas reales e individuales. Recalca sobre la sensación que nos
producen los lugares en los que se ‘siente’ la presencia del alma y dice: “No
necesitamos una colección de comidas ricas y ropas exóticas, aunque esta sería forma
de hacer magia en el hogar; nuestra magia puede provenir de un baúl de cosas
heredadas, de recetas transmitidas a lo largo de generaciones”90. Afirma que si nos
mostramos abiertos al encantamiento, éste podría despertar nuestras almas que para
él significa la inclusión de los espíritus locales en nuestras leyes, costumbres,
festejos, en la arquitectura, en la construcción, en la decoración... Cuando se refiere
al cambio de áreas habitables, de pueblos y ciudades, dice:
“si continuamos
transformando todas las naciones del mundo en culturas del desencanto,
89
90
HILLMAN, James, El ciudado del alma., Ediciones Urano, Barcelona, España, 1998, p.27
MOORE, Thomas, El placer de cada día, Ediciones Folio, Barcelona, España, 1996, p 110
134
homogeneizadas en el campo tecnológico, puramente funcionales, nos quedarán solo
unos pocos espíritus para nutrir nuestras almas” (MOORE:1996, 120)
Para poner alma en la vida necesitamos recurrir a la imaginación, a la
creación, a la magia y al encantamiento. Esta particular forma de entender la vida
tiene que ver con el respeto al entorno, a nosotros mismos y al otro, con el valor
histórico, la memoria y la tradición.
4.1.-
La arquitectura, el lenguaje de la ciudad
La ciudad como un gran universo simbólico es un espacio comunicacional
donde la identidad cultural se forja a partir de las prácticas culturales insertas en un
momento histórico determinado y en un espacio social específico. Este espacio
social, el de la ciudad concentra, por lo tanto, un sinfín de símbolos, de signos, de
nombres, de relaciones y demás particularidades que la van definiendo y dándole a
cada una un carácter específico. La arquitectura en tanto producto humano, lenguaje
de la ciudad
y gran vehículo de
significación como hecho cultural refleja y
testimonia el quehacer histórico de los pueblos. Registra los rasgos del pasado, los
diversos estilos, tendencias, formas y funciones del espacio social como instancia de
una sociedad viva, creciente y cambiante que no solo comunica en el sentido más
básico, sino que también organiza virtualmente todo en la vida. Es un reflejo no solo
de las condiciones socioeconómicas sino también de las relaciones que los hombres
establecen con el medio ambiente para crear las condiciones materiales para el
desarrollo de la vida.
135
El producto arquitectónico es un fenómeno representativo, es decir es, un
conjunto de manifestaciones simbólicas cuya función deviene de la significación que
le otorgamos nosotros. Al detenernos a observar cada una de sus manifestaciones, al
proponer construcciones de áreas físicas, conjuntos habitacionales, áreas verdes,
parques o jardines.
Estas representaciones obedecen a más del contexto físico, a
cuestiones culturales como pueden ser el conocimiento, las creencias, los símbolos y
los valores determinados por la tradición cultural, de tal manera que el objeto que se
obtiene es el resultante de todo un conjunto de valores en los que entran en
consideración el sentido estético, el gusto personal y los fines para los que son
creados. Se toman en cuenta, el aspecto funcional, el ambiental y el psicológico, ya
que el producto arquitectónico como producto social no sólo implica la construcción
física de áreas habitables. Debe tomar en cuenta el sistema de valores y símbolos
compartidos en el medio social en el que se adscribe. Como producto humano, la
arquitectura tiene una particular capacidad para mostrar como nuestros valores y
nuestras tradiciones determinan nuestra vida cotidiana...”Solo mediante la
simbolización cultural puede la arquitectura expresar que la vida diaria tiene un
significado que trasciende a la situación inmediata, y que forma parte de una
continuidad histórica y cultural”91.
Siguiendo las líneas de nuestro trabajo, cabe referirnos a ciertos aspectos de la
arquitectura desde su dimensión comunicativa, o -acto totalizador- como lo hemos
venido llamando-, y partir desde su comprensión como un signo visible y vehículo de
simbolización, en tanto transmite tradiciones y formas de vida; denota tendencias;
connota valores; pone en común ideas y percepciones que el habitante de la ciudad
91
NORBERG, Christian, Intenciones en Arquitectura, Gustavo Gilli Editores, Barcelona, España,
1998, p.63
136
experimenta en su relación con el medio ambiente en el que vive. La arquitectura
crea sentido en tanto se ajusta a un terreno al buscar correspondencia con el entorno
natural para crear un objeto representativo dotado de calidad y expresividad. “La
arquitectura es comunicación y símbolo en el espacio, como la escritura es
comunicación y símbolo gráfico sobre la infraestructura material”92 Es, como ya lo
dice Habermas una acción simbólicamente mediada, en el caso de la comunicación
verbal median la palabra, en la arquitectura median, los signos, los símbolos, la
intención, la forma, la función que son de importancia en la simbolización cultural en
el llamado mundo de la vida. (Cfr. Supra)
Para asumir el carácter comunicativo de la arquitectura, sugerimos volver
sobre los parámetros en los que se sustenta la Escuela de Palo Alto al relacionar el
actuar comunicativo, la sucesión de mensajes, la significación del espacio, y de la
proxémica, y sus representaciones como ejes simbólicos; así como también a los
postulados de Luis Martino, quien apela al carácter polisémico de la comunicación al
referirse al acto como tal, al proceso y a los resultados. (Cfr. Supra)
En el campo de la arquitectura así como en cualquier otro acto humano en el
que se infieren relaciones sociales está implícito el interactuar comunicativo, tal
como lo propone Christian Norberg quien asume la arquitectura a partir de lo que él
ha llamado el accionar social que surge de las relaciones entre los actores del proceso
arquitectónico tal (arquitecto, cliente, entorno social y natural, estética y cultura)
(Norberg: 2003); así como a la estructura de significación a la que hace mención
92
TESTA,
Clorindo,
en
La
arquitectura
arquitectura.com/arquitectura/monografías/global1/global1.asp
137
en
Latinoamérica,
en
Kevin Lynch al asumir la ciudad y la arquitectura como texto sensible de lectura y
decodificación.(Cfr. Supra)
Ligar los criterios de comunicación y arquitectura implica adecuar nuestro
pensamiento así como nuestro actuar a la relación entre medio ambiente y sociedad,
en donde los espacios, los individuos, la cultura y la socialidad construyen vehículos
de simbolización que guardan relaciones entre sí. Eso es lo que pretendemos
establecer y denotar con referencia a la arquitectura: que así como la sociología hace
referencia a las formas de habitar la ciudad y la historia dibuja los mapas citadinos
transformados en el tiempo, es la comunicación la que asume a la ciudad como texto
vivo y por lo tanto a la arquitectura, su lenguaje esencial, como fuente de
simbolización, desde donde se pueden hacer múltiples lecturas.
Tan solo imaginemos un mundo reducido a la nada, sin espacios para la
socialización, sin áreas habitables, sin sitios de reposo... imposible. Esto quiere decir
que la vida por sobre todo necesita de espacios naturales y construidos que vayan
acorde a las necesidades de las personas y que, de alguna manera, se correspondan
con un momento histórico. Esta necesidad humana de adscribirnos a un espacio
físico está ligada al sentido de territorialidad, de pertenencia e identidad que define a
los seres humanos y los diferencia unos de otros. Sabiendo además que no solo el
espacio físico determina al ser humano. Es el sentido simbólico lo que genera una
relación implícita entre hombre, entorno social y natural.
En este contexto, la noción fundamental de la arquitectura, como lenguaje y
comunicación deviene del carácter de su simbólica, de lo que nos dice cada una de
138
sus formas, de sus colores, de sus elementos diversos, para lo cual partimos de la
premisa de que “el símbolo como expresión colectiva, masiva y elemento emocional
ocupa un espacio necesario en la practica comunicacional y organizativa de los
pueblos”93. O como dice Handel Guayasamín...
Nosotros tenemos una primera piel que es con la cual venimos al
planeta, la que nos protege y además tiene un proceso de
envejecimiento, nos acompaña durante la vida. Esa piel, digamos
no solamente que nos protege sino que nos comunica porque pasa
de un objeto que es necesario en su momento, a ser un elemento
simbólico que establece jerarquías, estatus, posición social,
económica, estilos, modas, e igualmente establece un tipo de
relación con los demás. Creo que en esa misma progresión, -un
tanto metafórica-, la arquitectura es una segunda piel que nos
protege y cobija como colectividad, también te expresa quien
eres, tu posición social, tus gustos, tu estética, etc...94
Sabemos, entonces, que nuestras acciones presuponen una organización del
entorno a partir de signos, de tal manera que puedan ser descritos y ordenados en
sistemas de significación, a los que designamos y damos nombres. Sabemos también
que nos comunicamos mediante la construcción de sentidos a través de distintos tipos
de códigos95, -sistemas de relaciones a las que se ha llegado a través de
significaciones sucesivas- Dentro de estos códigos se incluyen, además de la lengua,
diversos intercambios no verbales, señales, gestos, formas, espacios.
93
KAPLUN, Mario, El comunicador popular, CIESPAL, Quito, Ecuador, 1991, p 47
Estos criterios son extraídos de la entrevista con el arquitecto Handel Guayasamín, constructor,
catedrático y Premio Ornato de la ciudad de Quito en el año 2000 con la Capilla del Hombre. (mayo
2004)
95
Los signos no son significativos cuando están aislados, solo lo son cuando se interpretan en relación
los unos con los otros. Según ciertas convenciones los signos se organizan en cada texto en sistemas
significativos, a los que los semióticos los denominan códigos. El significado de un signo depende del
código dentro del cual éste está situado; los códigos proveen una estructura dentro de la cual los
signos crean sentidos. Tomado de Chandler, Daniel, Semiótica para principiantes, Editorial Abya
Yala, Quito, Ecuador, 2001, p.96
94
139
Umberto Eco en La estructura ausente96 hace una interpretación de la
arquitectura como comunicación desde la semiótica. Sugiere, desde este enfoque,
estudiar todos los fenómenos culturales como si fueran sistemas de signos. Dice que
la arquitectura como un medio de participación en la sociedad está culturizada ya que
se da a partir de la creación de contextos con funciones sociales y connotaciones
simbólicas. Eco pone énfasis en la interpretación de las funciones del cometido
arquitectónico y su relación con la comunicación desde la percepción, sensación
inicial o entendimiento que surge de nuestra relación con el mundo que nos rodea. A
partir de esta relación, el individuo -a través de una operación mental-, codifica lo
percibido y lo comunica a partir de signos gráficos, (en este caso concreto). Desde
este punto de vista, podemos ver cómo la arquitectura comunica ciertas maneras de
habitar, de vivir, de crear sentido y de entender la sociedad.
Los signos arquitectónicos como vehículos sígnicos capaces de ser descritos y
catalogados pueden denotar funciones precisas en tanto la interpretación de ciertos
códigos y significados sucesivos con los que esos vehículos sígnicos son capaces de
ser llenados, y que puede ocurrir no solo por la denotación, sino básicamente por la
connotación, donde empieza a asumir la función simbólica. Vemos que el objeto
simbólico comunica a partir de la representación, del uso, de la forma y de la
función, de ahí que los cambios de un mismo vehículo sígnico, interpretado por
diferentes códigos, ha ido connotando cosas diferentes, lo que determina un juego
entre usos, formas, historia, cultura y acontecimientos objetivamente descritas como
formas significativas a lo largo del tiempo. En el nivel denotativo, el objeto
arquitectónico se relaciona con su uso, es decir con su función; el mismo que se da
96
RIDER, Peter, Función y signo, la semiótica de la arquitectura, Resumen de la Estructura Ausente
de Humberto Eco, Bompiani, Milán, 1968
140
en base al sistema de hábitos y expectativas establecidos, y en estrecha relación con
un código. El nivel connotativo subyace al consumo de formas y obsolescencia de
valores para la recuperación de formas y el redescubrimiento del sentido.
Mientras la historia vacía y llena formas, sustrayéndolas significados y
añadiéndoles otros nuevos, quizá no puede otra cosa por hacer más que
resignarse y aferrarse a lo que ha de ser su sabiduría instintiva de los
grupos y culturas, las que parecen capaces de encontrar y manipular
formas y sistemas significativas, según lo necesiten o deseen97.
4.2.- La ciudad texto: lectura de la pérdida del alma en Quito
La noción de ciudad-texto, como espacio desde y en el que se construyen
códigos o se decodifican significados es una estructura en cuyo interior se infieren
formas de comunicación en las que se integran la historia, la memoria, la tradición, el
espacio, el tiempo. Esta noción obedece a elementos denotativos y connotativos,
como lo anotamos en los párrafos anteriores.
La simbolización como la representación de un estado de cosas supone la
existencia de un signo que es percibido, nombrado y representado en tanto alude a la
realidad. Charles Morris profundiza la importancia del signo, al decir que “éste es
fundamental en las ciencias del hombre, como ha sido el concepto de átomo para la
física, o el de célula para la biología”98... Y siguiendo esta lógica añade que el signo
se expresa también en todo tipo de manifestaciones, es decir en todo aquello que nos
rodea y que puede ser representado. Desde esta óptica, podemos decir que el signo
nombra o percibe objetos, ideas, experiencias, pensamientos, creando así una base
97
98
Ibid,p.39
NORBERG, Christian. Op. Cit. p. 39
141
para la comunicación. En nuestro caso concreto, la lectura sígnica de la ciudad a
partir de la arquitectura da cabida a la noción de ciudad-texto desde una perspectiva
semiótica99.
Al remitirnos a la simbolización como una representación de un estado de
cosas, estamos asumiendo la existencia de un signo. Los signos de la ciudad son,
entre otros: el conjunto urbano construido y representado en cada una de sus formas;
el delineado de calles y avenidas, los puentes, las plazas, las casas, los edificios, los
letreros, las señales de tránsito, el ruido generado por los vehículos, los sonidos
diversos, la música, la publicidad; las actitudes y respuestas ciudadanas, etc. Vamos
a partir del conjunto de signos que existen en la ciudad e intentar una lectura, para así
referirnos, desde nuestra particular percepción, a la pérdida del alma.
Las reflexiones que anotamos a continuación son producto de la observación
directa del deterioro del lenguaje arquitectónico –sobre todo por la mal entendida
influencia de la arquitectura racionalista propuesta por arquitectos como Le
Corbusier, Frank Lloyd Wright, Ludwig Mies van der Rohe, y Walter Gropius,
quienes promulgaban una concepción funcionalista y utilitarista-, de las
conversaciones con diferentes personas a las que se les ha pedido sus criterios en
cuanto a su percepción sobre la ciudad y su desarrollo,
de los recorridos por
distintos lugares de la ciudad y de la constatación de ciertas respuestas y actitudes
ciudadanas ante situaciones cotidianas vividas en la urbe, (irrespeto a los peatones,
99
Dada la influencia de Saussure, y porque la lingüística es una disciplina mucho más consolidada que
los estudios de otros sistemas de signos, la semiótica se sostiene profundamente en los conceptos
lingüísticos. Mientras Saussure trató a la lingüística como una parte de la semiótica, Roland Barthes y
otros semióticos
han tratado a esta ciencia como si fuera sólo una parte de la lingüística. En la actualidad, los
semióticos usualmente se refieren a las películas, a los programas de televisión y radio, a los carteles
de anuncios y a otras manifestaciones por el estilo como ‘textos’, es decir, son tratados como
lenguajes. Tomado de CHANDLER, Daniel, Op, Cit, p. 21
142
desacato generalizado a las instancias públicas, el desaseo de las calles y la
contaminación del medio ambiente, a partir de las cuales fuimos elaborado nuestros
criterios, para, finalmente ligarlos a aquello que hemos llamado la pérdida del alma.
En el caso particular de Quito (como lo anotamos en el capítulo
respectivo), los cambios devenidos con la modernidad que se han dado son:
emergencia de nuevos actores sociales, variadas formas de redefinición de los
espacios públicos y privados -con el consecuente cambio en la cotidianidad-, las
formas de socialización, la utilización de nuevos materiales en la construcción, los
nuevos usos que se da a la ciudad, la fragmentación, e incluso la nueva
funcionalidad de las áreas habitables, junto al acelerado crecimiento y a la falta de
planificación, así como el desplazamiento del centro hacia áreas periféricas y el
recambio generacional, han ido trastocando el sentido primordial de ciudad, cuyo
fin es el de constituir un espacio en el que se recreen las condiciones para una
convivencia armónica entre sus ciudadanos.
Esta tesis se titula la pérdida del alma en la ciudad porque para nosotros los
cambios devenidos a lo largo de los años, han trastocado el sentido humano de
ciudad. Hemos visto como las ciudades, al masificarse, modernizarse y globalizarse,
han perdido su carácter, su fisonomía, su espíritu. Ya señalamos que el alma es la
esencia de todo lo vivo que se traduce en emoción, sensación y pensamiento.
Anotamos, además que el alma es el núcleo y el misterio a través del cual el ser
humano deja sus huellas en cada una de sus manifestaciones.
143
Podríamos decir que el Quito de hoy, al igual que muchas otras ciudades,
se ha constituido en una urbe fragmentada y vallada, en una urbe en la que la
segregación espacial “ha dado paso a una modernización sin alma”100, perdiéndose
el sentido colectivo de convivencia y de comunicación, que va paralelo a la
tecnificación y a la realidad virtual, en detrimento de un acercamiento real, de
persona a persona. Ya lo dice Armand Mattelart, (...) “creo que los centros de
poder quieren virtualizar la vida para lograr la desmovilización social. Pero yo no
cambio el contacto de la carne, la experiencia personal, el diálogo, por ningún
escenario de la realidad virtual”101. Todos estos son signos de una ciudad sin
alma.
Vemos como el Quito de hoy es
la ciudad, la misma ciudad que hasta los sesentas fuera tan solo una
aldea colonial de iglesias opulentas y una década después conociera
el esplendor petrolero, esa bella época que la agrandó y alargó
dividiéndola en dos ciudades enemigas, la moderna y rica del Norte
y la pobre y mugrosa del Sur; la misma ciudad que hacia el fin de
siglo se había revuelto y desbordado ya, tomándose las colinas
cercanas y los valles y los bosques de las laderas del gran volcán
que, muy al estilo apocalíptico del fin siglo y luego de un silencio
de 300 años, la amenazaba con erupciones y temblores, metiendo en
el alma de sus habitantes miedos inmemoriales, incertidumbres y
angustias...102
Al hablar del alma de la ciudad, estamos refiriéndonos al carácter cualitativo y
mágico de la misma, en la cual el hombre, a más de recrear prácticas sociales, forjar
ambientes de convivencia, lugares de trabajo y recreación, forma su imaginario y
100
UBIDIA, Abdón, La Madriguera, Ed. El Conejo, Quito, Ecuador, 2004, (comentario de Raúl
Vallejo)
101
FLORES, Poveda, Iván, “Me siento un Quijote frente a la globalización”, en EL COMERCIO,
Sección B12, Quito, 22 de Agosto del 2004.
102
UBIDIA, Abdón, Op. Cit. p. 107
144
reconfigura su identidad.
En este sentido, diríamos que al perder la ciudad su
cualidad esencial, su alma, ésta deja de ser un espacio humano, para convertirse en
un sitio en el que el sentido de estética y los sentimientos de solidaridad,
reciprocidad, ayuda mutua van poco a poco perdiendo vigencia para dar paso a un
espacio práctico, funcional, frío, caotizado, peligroso, inseguro, poco humano, en el
que se advierten fácilmente la falta de preocupación ciudadana, el quemimportismo,
la desidia, y, en definitiva, la falta de amor por la ciudad.
Nuestra ciudad ha ido perdiendo su alma por los drásticos cambios en la
arquitectura, por la reducción de espacios verdes, por la poca o nula valoración de su
historia y por el desinterés que los habitantes de la ciudad conceden a sus espacios
patrimoniales. Podemos mencionar la falta de compromiso de sus habitantes, el poco
respeto al espacio público como espacio comunitario, la pérdida de identificación de
la población con su ciudad, la falta de identidad, el pobre sentido de pertenencia,
integración y solidaridad, así como el deterioro de sus monumentos, la mala
utilización de sus parques, plazas y calles, el cambio en el comportamiento de la
sociedad quiteña devenida de factores como la migración y la globalización, la
neurotización de su gente, la pérdida de valores que genera corrupción
y
deshonestidad y, por último, la falta de responsabilidad individual, endilgando ésta a
la autoridad.
Lo expuesto es lo que determina el afeamiento de la ciudad, la pérdida de su
alma. La ciudad se afea por el mencionado concepto funcionalista y utilitario que se
le ha endosado, al convertirla en escenario mercantil, íntimamente ligado a la
obsesión por el lucro en torno la especulación de la tierra y otras concepciones
145
mercantilistas y la manía de adscribirse a las más variadas influencias foráneas,
alejando lo idiosincrático, lo propio, aquello que refleja el alma particular de la
ciudad, infravalorando la arquitectura tradicional y popular, más acorde a nuestra
cultura y entorno natural.
La imitación ha sido uno de los factores primordiales para que se genere la
desaparición de la casa tradicional -junto con sus espacios verdes-, en muchas
partes del casco urbano, siendo reemplazada por construcciones con un criterio
estrictamente práctico. El criterio funcional está ligado a las tendencias introducidas
por el mercado inmobiliario, asumiendo que el producto arquitectónico es nada más
que un triste objeto más de consumo masivo, desprovisto de la magia que otorga una
estética del alma. Es por esto que, hemos sido testigos de la trágica desaparición de
hermosas casas, las que, en su momento, fueron parte de la historia de la ciudad para
ser reemplazadas por esperpentos comerciales, los mismas que –en la mayoría de
casos- no guardan relación a su entorno ni a su historia.
Como producto de la especulación, también tienden a desaparecer las áreas
verdes (jardines, parques y áreas de protección ambiental). Es más que evidente que
el encarecimiento constante de la tierra es un factor importante para producir este
lamentable hecho. La cercenación de los parques Alameda, El Ejido y La Carolina,
nos sirven de ejemplos, así mismo, la voraz expansión de la ciudad, con la consabida
escalada de precios por metro cuadrado de tierra, como en los casos de los valles de
Tumbaco, Cumbayá o los Chillos, que –dada las condiciones de la tierra debían
haber sido conservadas como áreas de producción agrícola-, o la zona fabril del sur que también podía haber sido mantenida como tal- han desembocado en
146
urbanizaciones que han cubierto grandes extensiones de cemento. Por último, el
desplazamiento humano también ha generado graves problemas de hacinamiento,
fealdad, contaminación, inseguridad y falta de servicios básicos.
Si bien es cierto que en cuestión de gustos no es posible establecer reglas
generales, pues como dice el dicho popular “entre gustos y colores no discuten los
doctores”, inevitablemente se necesita recurrir a la estética, y la estética es un asunto
del corazón, del alma, es decir, proviene del contacto profundo con lo bello. ¿Y qué
es lo bello? Lo bello es aquello que es capaz de conmover desde la profundidad, de
lo que se halla imbuido de espíritu. Es verdad, lo que conmueve a una persona no
necesariamente conmueve a otra. Sin embargo, lo bello tiene una relación directa con
la realidad del alma, con su vivencia más básica y fundamental. Todo lo que se
aparta de esta realidad, todo lo que se vuelve superficial termina siendo cursi, Kitsch,
banal o mediocre. Una casita popular, con toda su sencillez y pulcritud
arquitectónica, comenzando por sus proporciones, puede ser conmovedoramente
bella, mientras que una casa plagiada de una revista norteamericana por un arquitecto
deshonesto para consumo de uno de nuestros migrantes “residentes”, como lo hemos
visto tantas veces, resulta ser una blasfemia estética. En cuanto a la imitación, ésta la
encontramos también en otros patrones de consumo como en los hábitos
alimenticios, en el mobiliario, en las tendencias decorativas y en tantas otras formas
que se repiten hasta el cansancio en los distintos espacios de la urbe. Podemos decir,
que a nombre de la globalización y de la dolarización, nuestra ciudad ha cambiado
drásticamente sus referentes: Quito se ha convertido en una ciudad fragmentada,
múltiple, contradictoria, confusa, donde los referentes históricos se van esfumando
paulatinamente para sus ciudadanos, quienes, en definitiva, deberían ser los artífices
147
del alma de la ciudad. En otras palabras, una ciudad sin ciudadanos conscientes,
solidarios y comprometidos, ponen en peligro la democracia participativa que debe
nacer en el alma de todo ciudadano.
148
Conclusiones
En la misma forma en la que hemos trabajado el cuerpo teórico de la tesis,
ponemos a consideración las conclusiones siguiendo las líneas de trabajo a las que
nos hemos remitido, además de las conclusiones generales.
Al iniciar este trabajo investigativo se presentaron una serie de
inconvenientes, al considerar que el tema que estábamos proponiendo no se
ceñía a lo comunicativo. Esta apreciación es un tanto limitada puesto que si
miramos la realidad bajo una óptica comunicacional cualquier fenómeno
puede ser observado, leído, descifrado. Pensamos que la así llamada
comunicación alternativa se fundamenta en mirar `lo otro` en observar
aquello que comúnmente lo dejamos de lado. Desde esta perspectiva,
intentábamos buscar otras formas de comunicar, formas que están inmersas
en los cotidiano, en lo gestual, en lo sígnico, en lo representativo, por eso
aludimos a la arquitectura como comunicación y a la ciudad como espacio de
simbolización. Tuvimos la impresión de que aquello que tiene que ver con el
alma es raro o excéntrico y por lo tanto, asusta. Creo que hace falta trabajar
desde las sensibilidades y desde la emoción para construir un mundo más
humano, un mundo con alma.
Lo interesante en este caso es que, a medida que avanzábamos en el trabajo,
la manera de abordar la problemática como lo estábamos haciendo, no era
ninguna locura, puesto que, -como lo pudimos comprobar- para hablar de
ciudad hacía falta remitirnos al sentido humano, a lo cotidiano, a lo histórico
149
para develar lo profundo de sus cosas, de su gente, de sus lugares. Este
sentido humano es el alma al que hacemos alusión y a la que se remitieron
algunos de los informantes y autores citados.
Estábamos convencidos de que un estudio de esta naturaleza nos ayudaría a
valorar el pasado, la historia, la memoria y la tradición a partir de la
valoración física al espacio, a la arquitectura popular, al sentido estético y al
cuidado del medio ambiente como premisas para ‘hacer ciudad’, por eso es
que quisimos acercarnos a la arquitectura como expresión sensible y lenguaje
de la ciudad desde la historia porque creemos que solo el conocimiento
certero de lo que somos nos lleva a valorar y reafirmar nuestra condición y a
entender nuestra cultura. Además de la consideración histórica quisimos
dotarle al trabajo de un carácter personal al introducir la noción de alma como
aquel constitutivo esencial de la vida para entender mejor cada una de sus
expresiones y manifestaciones. Y hablar del alma significa hablar del ser
humano sobre quien descansa la responsabilidad de construir un mundo con o
sin alma. Podemos admitir que cuando decimos que algo o alguien tiene alma
sabemos a lo que nos referimos. Un ser con alma es sobre todo un ser
preocupado de sí mismo, del otro, de su entorno, de su ciudad, de su país y de
su mundo.
Para la construcción de un mundo y de una ciudad con alma hace falta, a más
de un ser sensible, contemplativo y crítico de sí mismo, un ser que guardase
un respeto absoluto por los valores históricos y culturales de un pueblo en
150
tanto son manifestaciones del espíritu, testigos del tiempo e intangibles que
merecen ser conservados.
La pérdida del alma en la ciudad se refiere a la despersonalización e
instrumentalización de la vida, al crecimiento del individualismo, al deterioro
de los sentimientos de solidaridad, familiaridad, compañerismo y ayuda
mutua, a la destrucción indiscriminada y creciente de elementos estéticos y
del entorno natural, de la poca valoración que se da a la historia, a la
memoria y a la tradición a nombre de que ‘todo lo viejo debe ser derrocado,
destruido y reemplazado’ porque, supuestamente, todo lo moderno y lo nuevo
es mejor, sin saber que ese menosprecio por la historia va poco a poco
transformando nuestra visión de la realidad y de la historia que nos pertenece.
Para hacer un abordaje desde lo sensible, hace falta trabajar el sentido de lo
humano más allá de las cuestiones formales como son los miles de proyectos
de desarrollo que se despliegan a diario en todo el mundo. Un trabajo que
implique mirar la realidad no solo desde lo cuantificable, lo planificable o
ejecutable, sino desde lo invisible para tener una idea de que el mundo, las
ciudades, las instituciones sociales y las personas como seres individuales o
colectivos a más de entes organizativos son conglomerados humanos
inmersos en una realidad que va más allá de lo que ordinariamente
conocemos. Hay un mundo infinito de situaciones que no conocemos porque
no se los aborda, porque se los desconoce o porque no nos interesa. Y el alma
es precisamente esa cualidad esencial que enriquece la vida en sus múltiples
aspectos.
151
Fue muy enriquecedor descubrir la comunicación y remitirnos a ella como un
eje totalizador y estructurador de sentidos a partir de la mirada que dimos a la
ciudad, no solo como una instancia de gestión gubernamental y de
problemática urbana, sino sobre todo como un espacio reflejo de situaciones
sociales en las que se puede leer un sinnúmero de símbolos.
La
comunicación desde este punto de vista asume lo humano y no solo lo
funcional, en donde toman significado todas las manifestaciones sensibles de
la realidad, es por eso que la arquitectura forma parte de ese conjunto de
representaciones simbólicas al ser un espejo de la realidad, de la sensación y
percepción de quienes participan en ella y de la historia como uno de sus
referentes.
Desde el universo de lo sensible y de lo simbólico, podemos comunicar
cualquier hecho, instancia, momento o manifestación y desde cualquier medio
posible. Podemos comunicar aquello que parece trivial como aquello
catalogado de sensacional o importantísimo. Comunicar lo oculto es un
mérito porque de esa manera estamos aportando a un conocimiento mayor de
la realidad. Se comunica lo visible pero también lo invisible.
La ciudad como instancia social, -más allá de la implicancia organizativa
gubernamental- representa a un cuerpo vivo compuesto de seres humanos que
viven y se desarrollan en este espacio al que se adscriben por razones
históricas y sociales. Es un complejo tejido de relaciones, de personas e
historias conocidas y desconocidas, es sobre todo la instancia a la que cada
uno de nosotros –sus habitantes- le damos una significación.
152
El espacio social de la ciudad pasa de ser un centro público para ser también
el reducto de lo privado de aquellos que pululan por sus zaguanes y portales
sin tener un asidero cierto. Es el centro de disputas de lo político como el
escenario para miles de expresiones artísticas.
El abordaje partió desde la ciudad colectiva, de la ciudad vieja, a la ciudad
moderna, a la ciudad de las almas solas; una ciudad que sufre los estragos de
toda ciudad en expansión: problemas en el tránsito vehicular, cada vez menos
espacios verdes, ningún respeto por el peatón, grandes niveles de
contaminación en donde los habitantes interactúan de manera virtual y cada
vez con más prisa. Ciudad en la que ha crecido los niveles de delincuencia y
se han multiplicado los problemas sociales.
La ciudad como espacio de expresiones vivas guarda en su seno las
experiencias de quienes la habitan, entonces el sentido ciudadano juega un
papel fundamental si lo miramos como el hacedor de ese entorno en el que
vivimos y que de alguna manera tiene que ver con el sentido de pertenencia,
con la historia a la que está ligada y que en el caso de Quito parte de una
matriz originaria-hispana. La identidad de la ciudad es difusa, es híbrida
como ha sido su conformación. Es por eso que resulta difícil adscribirnos a
una sola ciudad cuando la misma dinámica social ha hecho que ésta se
bifurque, con lo que la noción de centro se expande como se expanden sus
habitantes que le dan un nuevo uso y reinventan nuevas formas de
apropiación.
153
Son estas nuevas formas de apropiación las que emergen en lo visual,
quitando espacios, pero no desplazando la oralidad que es fundamental en la
construcción de la memoria de las ciudades, de ahí la importancia que dimos
a los testimonios. Por un lado desconocemos la ciudad reducto íntimofamiliar, nuclear y de experiencias colectivas para reconocerla como matiz
multicultural y de conglomerados diversos adscritos en torno a sus intereses.
En estos casos, el espacio ciudad es un escaparate que oferta un sinfín de
productos para los habitantes-usuarios-consumidores, con lo que el valor de
uso da paso al valor de cambio de este objeto de consumo que es la ciudad.
Debido a la vorágine de la vida moderna hemos perdido poco a poco la
capacidad de asombro, de contemplación y disfrute de las áreas naturales y
los espacios circundantes, es así que los paisajes naturales pasan casi
desapercibidos, como en el caso del mirador del Itchimbía y de Cruz Loma,
que hasta hace algunos años no existían como posibilidad de disfrute. Eran
catalogados como áreas deprimidas, contaminadas y peligrosas.
La ciudad de Quito muestra en sus plazas, patios, casas, balcones un
sinnúmero de estilos que van del barroco al neoclásico como parte de la
herencia hispana de una ciudad construida sobre la otra ciudad. Estas
representaciones arquitectónicas son muestra fehaciente del cambio de época,
de los habitantes y de las necesidades del momento.
Nos hemos remitido al Centro Histórico por cuestiones históricas y de forma
aunque, cabe resaltar, que a lo largo del trabajo nos dimos cuenta que
154
resultaba difícil desarrollar el tema propuesto en una sola instancia física, ya
que lo que denominamos el alma de la ciudad no es un elemento que sólo
habita el Centro. Creo que aquel sentido humano que debe primar en las
ciudades tiene que ver con el respeto al entorno, a los peatones, a la idea de
ciudad para vivir, no es privativo solo de ciertas áreas. Por eso nos remitimos,
no solo a la cuestión arquitectónica sino a las formas de socialización, así
como a la comunicación, que de todas maneras, ha cambiado notablemente.
La diferenciación territorial en áreas del norte, sur y centro en nuestra ciudad
han sido estigmatizadas. Como criterio general mucha gente del centro ha ido
a vivir al norte porque ‘supuestamente’ ésta es un área menos peligrosa y
ofrece mejores servicios. Estas cuestiones no pasan de ser apreciaciones
relativas ligadas a lo que cada persona considera como ‘calidad de vida’ y que
tiene que ver con ideas y conceptos que cada uno tiene sobre el buen o el mal
vivir.
Quito está siendo reproducida en otros espacios del planeta con lo que la
noción de mundialización de la cultura se explica como contraste a la
tendencia homogenizadora que nos trae la globalización.
Tenemos casos de la gestión municipal en algunas ciudades del país y de
Quito en particular en las que se hace una revisión y se detallan las obras y las
áreas recuperadas. Sin embargo, la mayoría de áreas de la ciudad continúan
deprimidas. En estas áreas se conjugan todos los elementos que a los ojos de
la modernidad aparecen como feas, poco atractivas y nefastas para el turismo.
155
Los cambios tanto físicos como sociales producto de la modernidad van
dejando huellas en el mapa de la ciudad y en la memoria de sus habitantes.
Para algunos estos cambios son imprescindibles, mientras que para otros son
nefastos. Si bien los dos criterios son contrastantes, no cabe duda que en el
imaginario del ciudadano común siempre se guarda ese sentido especial, ese
algo que ha hecho de las ciudades lo que son. Si no fuera por esto, todas las
ciudades del mundo serían iguales... Ese sentido especial, ese algo, es la que
hemos llamado el alma.
En cuanto a lo arquitectónico, hay un afán de mostrar lo que se es a partir de
lo que se tiene, es así que muchos de los productos arquitectónicos son un
ejemplo de ostentación. A la gente lo que le importa es la fachada, no lo que
está en su interior. Se construyen casas con mínimo valor estético pero con un
gran potencial funcional, es decir dan mayor importancia a lo que se pueda
generar desde lo económico antes que aportar a la estética y a la simbólica.
Si hay poca valoración estética, es menor el valor que se da a la historia como
fuente para el reconocimiento de los pueblos. Esto se nota en le sinnúmero de
edificaciones, casas, parques y otros espacios que constantemente se
destruyen para edificar otras que son ‘más modernas y mejores’. La pérdida
de la memoria histórica destruye los valores con los cuáles las sociedades en
general y las ciudades en particular han sido construidas. Y sin un referente
histórico es muy difícil construir un sentido identatario, un sentido de
pertenencia.
156
La prioridad que ha dado el gobierno local al Centro Histórico deja entrever
que éste es un espacio vulnerable pero al mismo tiempo de gran simbolismo y
valor histórico, sin embargo es menester que las nuevas generaciones
empiecen a trabajar en torno a la construcción de nuevos referentes desde lo
urbano y lo cotidiano con miras a construir nuevos valores y referentes
simbólicos.
La arquitectura en tanto expresión sensible y por tanto portadora de
significado entendida desde lo comunicativo no apela únicamente al criterio
exclusivamente funcional, es decir ser pensada como una acción orientada a
la construcción de áreas y espacios habitables. La tarea arquitectónica implica
-por sobre todo- dar importancia al sentido general de la vida puesto que esta
está comprometida con el desarrollo humano, con el entorno natural y social y
con la creación de espacios disfrutables. Por eso consideramos que al decir la
pérdida del alma en la ciudad, no solo debíamos hacer alusión al cambio
físico del entorno sino también a los cambios síquicos, afectivos, ambientales,
comunicacionales que esos cambios han ido generando en la población.
Al hacer el recorrido histórico por las ciudades latinoamericanas en general y
de Quito en particular, pudimos ver que los cambios tanto en los espacios
públicos como en las áreas habitables (casas o edificios) en estas ciudades
obedecen a situaciones similares y que en los momentos actuales al estar
inmersos en la globalización suponen la existencia de ciudades tendientes
cada vez más a la homogenización, especialmente en la diversificación de
áreas físicas para el emplazamiento de áreas para estaciones de bienes y
157
servicios en las así llamadas franquicias, cadenas hoteleras, de alimentos y
otros. Esta situación es fuertemente contrastada con lo que vendría a llamarse
la glocalización que se evidencia en la gestión de los municipios locales
(descentralización) y sus múltiples acciones tendientes a lo que los personeros
de la administración actual han denominado ‘la recuperación de la ciudad’
Es precisamente la noción de recuperación la que está en debate, se recupera
¿qué? ¿para qué? ¿para quienes? Pensamos que el sentido ciudadano muy en
boga en estos tiempos está más ligado a la cuestión gubernamental de
participación en proyectos físicos –que habiendo estado destruidos, hoy están
siendo recuperados- sin embargo, para nosotros, el sentido humano debe
primar en la construcción del sentido ciudadano ya que éste ha sido
vulnerado, siendo necesaria su
restitución, su ‘recuperación’. De todos
modos, si se habla de recuperación es porque evidentemente algo se ha
perdido... ya vemos como algunos grupos de ciudadanos están influyendo en
la movida urbana al proponer y gestionar espacios de debate en los que se
pueda generar un espíritu solidario y una idea de ciudad ‘para vivir’. Estas
propuestas son vivos ejemplos de que la sociedad civil pide a gritos un
cambio de actitud en los ciudadanos. Lo que vemos en las ciudades (casas,
calles, almacenes) son creaciones y copias elaboradas en torno al ansia de
progreso, a la funcionalidad y a la practicidad. Hay una tendencia
generalizada a la copia especialmente de los países del norte en cuanto a
tendencias, gustos y estilos y que están presentes no solo en la arquitectura,
sino también en los modos de vivir, de comer, de vestir, de hablar, de
relacionarse. Por lo tanto, hace falta apropiarnos y reafirmar lo que somos. La
158
disyuntiva está entre saber si necesitamos construir más ciudad o crear una
mayor conciencia ciudadana.
Hoy la ciudad ha dejado de brindar un ámbito de convivencia vecinal; la
sociabilidad general ha cedido paso al individualismo.
Las últimas intervenciones en el centro histórico se enmarcan en un nuevo
modelo cultural, ligado con la globalización, donde las transnacionales se han
ido apropiando del espacio social practica y simbólicamente; dándose así el
trastoque de sentidos que subyace la apropiación del espacio, el mismo que
está ligado a la relación económica a nombre de favorecer el creciente
negocio del turismo. Es urgente, por lo tanto, encontrar nuevas formas de
enfocar el entorno físico de nuestras ciudades a partir de un restablecimiento
del ambiente urbano, del paisaje y de la cultura para, de ese modo, enlazar las
formas constructivas con los lugares en los que se ha de implantar.
Las ciudades latinoamericanas se nos van desdibujando. Si viajamos a
cualquiera de estas ciudades vamos a observar las mismas cosas, los paisajes
urbanos, muchas veces idénticos porque muchas de ellas se han ido haciendo
a partir de modelos de libros o revistas internacionales según el modelo
norteamericano, apoyado fanáticamente en la tecnología y en las costumbres
internacionales destinado a satisfacer el status del capitalismo multinacional,
a diferencia de nuestros países donde los índices sociales y la forma de vida
son significativamente distintos.
159
El componente nostálgico es fundamental al evocar la ciudad que se perdió,
en tanto hace referencia a la construcción del imaginario colectivo.
En los testimonios recogidos pudimos comprobar que todos los informantes
coincidían al decir que se ha perdido el sentido de unidad, de solidaridad, de
familiaridad y que la ciudad de hoy a más de ser insegura y violenta ha ido
privatizando cada vez más sus espacios.
160
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164
ANEXOS
ANEXO 1
Lista de informantes
1.1 Alfonso Ortiz Crespo. Quiteño. 57 años. Arquitecto, historiador, sociólogo
estudioso de la ciudad. Coordinador del equipo de investigaciones históricas del
Fondo de Salvamento, FONSAL. Presidente de la Fundación Caspicara.
1.2 Mónica Moreira. 39 años. Arquitecta lojana con especialización en Gestión
Cultural para temas urbanos. Organizadora del Foro Ciudadano en el Colegio de
Arquitectos y habitante del Centro Histórico.
1.3 Orlando Pérez. 45 años. Quiteño. Editorialista del Diario Hoy.
1.4 Francisco Febres Cordero. 57 años. Quiteño. Editorialista de Diario El
Universo. Entre sus publicaciones están. La Mariscal, la inocencia perdida.
1.5 Ulises Estrella. 65 años. Quiteño. Escritor, cineasta y promotor cultural.
Director de la Cinemateca Nacional y mentalizador del Proyecto Quitológico.
1.6 Luis Alfredo Ortiz Quevedo. 75 años. Quiteño. Nacido en la Loma Chiquita. Ex
empleado del IESS. Desde hace cuarenta años vive en el Norte, en la América y
San Gabriel.
1.7 Arturo Bolívar Guerra. 75 años. Quiteño. Nacido en San Blas. Empleado de los
teatros Sucre y Casa de la Cultura. Vive desde hace veinte años en la Diez de
Agosto y Carrión
1.8 Ricardo Sarzosa. 79 años. Quiteño. Nacido en la Loma. Educador. Ex profesor
del Colegio Juan Montalvo y de la Facultad de Filosofía de la Universidad
Central. Actualmente vive en Cumbayá.
165
1.9 José Félix Díaz. 76 años. Quiteño. Nacido en San Diego. Ex empleado de la
Empresa Municipal de Agua Potable. Ahora vive en el Sur, en La Villaflora.
1.10 Manuel Ezequiel Zambrano. 76 años. Quiteño. Comerciante.
1.11 Guadalupe Vera. 47 años. Guapuleña de toda la vida. Psicóloga Consultora
Particular en Desarrollo Organizacional.
1.12 Mario Müller Lewit. 64 años. Quiteño. Psicólogo Clínico y escritor. Hijo de
inmigrantes judíos que llegaron a Quito a finales de los años treinta.
ANEXO 2
Guía de investigación bibliográfica
a) ¿Qué es la comunicación?
b) ¿Qué es la ciudad?
c) ¿Qué es el alma?
d) ¿Es la arquitectura una forma de comunicación y en qué medida sirve de
representación social?
e) ¿Qué pasa cuándo los cambios arquitectónicos reemplazan el carácter
histórico de una ciudad?
f) ¿Cómo podemos trascender la visión instrumental/mediática de la
comunicación y entenderla como un acto totalizador y articulador de
sentidos?
g) ¿Qué sentido tiene la memoria, la historia y la tradición en la construcción de
una casa, un barrio, una ciudad y qué implicancias tienen estos elementos
desde una óptica comunicacional?
166
h) ¿Constituye el alma una categoría únicamente espiritual o se la puede
interpretar como elemento sustancial de la vida y de qué manera se
manifiesta?
ANEXO 3
Guía de entrevista a informantes
Informantes del 1 al 5
a) ¿Cuáles cree usted que han sido los cambios más significativos que ha vivido
la ciudad en los últimos años, y a qué cree que se deben esos cambios?
b) A su criterio, ¿a qué cree usted que obedece el deterioro de la ciudad y en qué
medida afecta a la calidad de vida de sus habitantes?
c) Al cambiar los valores estéticos, cambian también los referentes identatarios
de la ciudad, ¿cuáles nombraría aquí?
d) ¿Qué pasa con la noción de barrio y con los personajes que en él se recrean?
e) ¿Cuáles cree usted que son los problemas más graves que surgen con el
crecimiento desmesurado de las ciudades?
f) ¿En qué medida afectan los distintos cambios que se dan en las ciudades en
las relaciones sociales y en las formas de comunicarse?
g) ¿Qué significa para usted vivir en el Centro Histórico?
h) ¿Para usted la copia de estilos es buena o mala?
167
Informantes del 6 al 10
i) ¿Nombre? ¿edad? ¿en qué barrio nació? ¿a qué se dedicaba? ¿dónde vive
ahora?
j) ¿Cuáles cree usted que han sido los cambios más significativos que ha vivido
la ciudad en los últimos años, y a qué cree que se deban esos cambios?
k) ¿En qué medida afectan los distintos cambios que se dan en las ciudades en
las relaciones sociales y en las formas de comunicarse?
l) ¿Podría enumerar usted algunas de las diferencias en las formas de vivir en el
Centro y en el sector que vive ahora? Y ¿entre la ciudad de antes y la ciudad
de ahora?
m) ¿Recuerda algún personaje?
Informantes 11 y 12
n) ¿Cuáles han sido los problemas que más han afectado al barrio?
o) ¿Cuáles son los cambios más significativos que ha vivido el barrio en los
últimos años? Y ¿de qué manera esos cambios han influenciado en la forma
de vida y en las formas de comunicarse de las personas?
p) Si tendría que nombrar tres elementos a partir de los cuáles se estructura la
identidad del barrio, ¿qué me diría usted?
q) ¿Cuál es la característica principal de Guápulo? ¿cuál es su símbolo? ¿quien
su personaje?
r) ¿Qué importancia tiene para usted la memoria en la construcción de la
identidad ciudadana?
s) ¿Cuáles son los mejores recueros que guarda de su barrio?
168
169