CÓMO FUNCIONA LA COMUNICACIÓN - carmonje

Universidad Surcolombiana
Seminario de Teoría de la comunicación I
Programa de Comunicación Social y Periodismo
Prof.: Carlos Arturo Monje Álvarez
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Schramm, Wilbur ¿Cómo funciona la comunicación? En: La ciencia de la Comunicación Humana.
Fdez. Collado, C. y Dahnke, G. McGraw Hill. Pp 3-25.
CÓMO FUNCIONA LA COMUNICACIÓN
EL PROCESO. ........................................................................................................................................1
LA COMUNICACION SEGUN LA TEORIA DEL APRENDIZAJE. ...........................................................5
COMO AFECTA LA COMUNICACION ...................................................................................................6
LA NATURALEZA DE LA COMUNICACION MASIVA. .........................................................................10
Algunos macroenfoques ....................................................................................................................15
EL PROCESO.
Seguramente será más fácil saber cómo funciona la comunicación masiva si en primera instancia
consideramos el proceso de la comunicación en general.
La palabra comunicación proviene del latín communis, común. Al comunicarnos pretendemos
establecer algo "en común" con alguien o, lo que es lo mismo, tratamos de compartir alguna
información, alguna idea o actitud. En este caso yo pretendo comunicar la idea de que la esencia de la
comunicación consiste en que el emisor y el receptor estén "sintonizados" respecto a algún mensaje
en particular. En este preciso momento alguien, en algún lugar, está llamando desesperadamente a
los bomberos porque su casa se está incendiando. En algún otro lugar, un muchacho, en su automóvil
detenido, está tratando de proyectar la imagen de alguien que tiene la mirada perdida porque está
enamorado de una joven. En otro lado, un periódico trata de persuadir a sus lectores de que crean,
igual que él, en un partido político determinado. Todas éstas son formas de comunicación y en cada
caso el proceso es esencialmente el mismo.
En la comunicación siempre se requiere por lo menos tres elementos: la fuente, el mensaje y el
destino. La fuente puede ser un individuo (que habla, escribe, dibuja o gesticula) o una organización
de comunicación (un periódico, una agencia publicitaria, una estación de televisión o un estudio
cinematográfico). El mensaje puede presentarse como la tinta impresa en el papel, las ondas de
sonido en el aire en forma de impulsos electromagnéticos, el movimiento de la mano, una bandera en
el aire o cualquier otra señal capaz de ser interpretada significativamente. El destino puede ser un
individuo que escucha, ve o lee, o el miembro de un grupo, como un grupo de discusión, o el público
de una conferencia, los asistentes a un encuentro deportivo o un concierto, o un individuo
perteneciente a un grupo particular al que llamamos público masivo, por ejemplo, un lector de
periódico o un televidente.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando la fuente trata de establecer "algo en común" con un receptor
determinado? Primero, la fuente codifica su mensaje. Esto es, toma la información o sentimiento que
desea compartir y la dispone de tal forma que pueda ser transmitida. Las ideas o imágenes que
tenemos no pueden ser transmitidas hasta que son codificadas. Cuando ya lo están por medio de la
palabra hablada, se pueden transmitir fácil y eficazmente, pero no pueden desplazarse a grandes
distancias a menos de que sea por medio de la radio. Si se codifican por medio de la palabra escrita,
su transmisión es más lenta que la palabra hablada, aunque pueden durar más. De hecho, algunos
mensajes sobreviven a sus emisores: La Iliada, el discurso de Gettysburg y la catedral de Chartres
son algunos ejemplos de ello. Una vez codificado y enunciado, el mensaje se vuelve independiente
del emisor, y cualquier cosa que haga el mensaje está más allá del poder del emisor para cambiarlo.
Todo escritor siente una sensación de impotencia cuando finalmente entrega su cuento o su poema
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para su impresión; lo mismo se siente cuando enviamos una carta importante. ¿Llegará a manos de la
persona indicada? ¿Comprenderá lo que pretendía transmitir? ¿Responderá como lo deseo? Esto se
debe a que para completar el acto de la comunicación se tiene que decodificar el mensaje. Y existe
una buena razón como veremos, para que el emisor se pregunte si el receptor estará realmente
sintonizado con él, si el mensaje será interpretado sin distorsión, si la imagen que conciba el receptor
estará acorde con la que pretendía presentar el emisor.
Nos estamos refiriendo a algo muy similar a un circuito de radio o telefónico. De hecho, es
perfectamente posible dibujar (Fig. 1-1) la forma que toma el sistema de comunicación humano:
Sustitúyase "micrófono" por codificador, y "audífono" por decodificador y ya estamos hablando en el
lenguaje de la comunicación electrónica. Considérese que la "fuente" y el "codificador" son la misma
persona, que el "decodificador" y el "destino" son otra persona, que la señal es el lenguaje, y
estaremos hablando acerca de la comunicación humana.
Ahora, al contemplar estos diagramas vemos que es perfectamente posible el predecir cómo
funcionará tal sistema, considerando que el mismo no puede ser más fuerte que su eslabón más débil.
En términos de ingeniería, podría haber una filtración o distorsión en cualquier etapa. En términos de
la comunicación humana, si la fuente no tiene una información clara o adecuada, si el mensaje no está
completa y correctamente codificado, y en signos transmisibles, si los mismos no se transmiten en
forma adecuada y con suficiente rapidez pese a las interferencias y a la competencia hasta el receptor
deseado, si el mensaje no es decodificado de acuerdo con un patrón que corresponda a la
codificación y finalmente, si el destinatario no es capaz de manejar el mensaje descifrado de tal forma
que se produzca la respuesta deseada, entonces, obviamente, el sistema estará funcionando por
debajo de su máxima eficacia. Cuando nos damos cuenta de que todos estos pasos se deben realizar
con eficacia relativamente alta si se pretende que la comunicación tenga éxito, el hecho cotidiano de
explicar algo a un extraño o de escribir una carta parece un pequeño milagro.
Un sistema como éste tendrá una capacidad máxima para manejar información, y ello dependerá de la
capacidad individual de cada parte en la cadena: por ejemplo, la capacidad del canal (¿Cuán
rápidamente pude uno hablar?) o la capacidad del codificador (¿pueden entender sus estudiantes algo
que se les explicara rápidamente?). Si la codificación es buena (P. Ej., sin palabras innecesarias),
entonces se pude aproximar a la capacidad del canal, pero nunca la podrá exceder. Con cierta
facilidad se puede advertir que una de las principales habilidades de la comunicación se apoya en
saber cuán cerca de su capacidad se puede operar un canal.
En parte, esto no es determinado por nosotros, sino por la naturaleza del lenguaje. En cualquier
idioma, la secuencia de las palabras y los sonidos se rige por determinadas probabilidades. Carecería
de sentido común que el idioma estuviera organizado de tal forma que no tuviera ninguna secuencia.
De hecho podemos calcular la cantidad relativa de libertad en el manejo del idioma, suficiente para
que podamos escribir cualquier cosa. En inglés, la libertad es de 50% (Casualmente, ésta es, más o
menos, la cantidad de vocablos requeridos para elaborar interesantes crucigramas. Shannon ha
considerado que si la libertad en el manejo de palabras se elevara al 70% se podría preparar
crucigramas tridimensionales. Y si sólo fuera de 20% no tendría sentido hacer crucigramas.)
Hasta aquí la redundancia del lenguaje (como lo llaman los teóricos de la comunicación), la cual
representa el porcentaje del mensaje que no es susceptible de elegirse libremente. Pero también
existe la redundancia del comunicador, y éste es un aspecto importante para elaborar un mensaje,
pues si pensamos que nuestro público tiene problemas para comprenderlo, podemos introducir
deliberadamente más redundancia; podemos repetir los conceptos (así como el operador de radio en
un barco puede transmitir el "SOS" una y otra vez para asegurarse de que lo escuchen y lo
decodifiquen), o podemos dar ejemplos y analogías. En otras palabras, siempre tenemos que escoger
entre transmitir más información en un momento dado o transmitir menos y repetir más, con la
esperanza de ser mejor comprendidos. Y como se sabe, es una elección delicada, porque la lentitud
de exposición aburre al público, mientras que una gran velocidad lo puede confundir.
Tal vez lo más importante del sistema es algo de lo que hemos estado hablando con cierta
informalidad: el hecho de que el receptor y el emisor deben estar sintonizados. Esto es muy claro en el
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caso de un radiotransmisor y de un receptor, pero resulta un poco más complicado cuando se refiere a
que un receptor humano deber ser capaz de comprender a un emisor humano.
Rediseñaremos nuestro diagrama en una forma muy simple (Fig. 1-2)
Considérense los círculos como la experiencia acumulada de los dos individuos que tratan de
comunicarse. La fuente puede codificar y el destino puede decodificar, pero sólo en función de la
experiencia que cada uno haya tenido. Si nunca hemos aprendido ruso, no podremos codificar ni
descifrar en ese lenguaje. Si un miembro de una tribu africana nunca ha visto ni escuchado un avión
sólo podría interpretar la visión de un avión en relación con la experiencia que haya tenido: le podría
parecer que el avión es un pájaro, y que el piloto es un dios que nació en sus alas. Si los círculos
comprenden una gran área en común, la comunicación es fácil. Si los círculos no concuerdan -si no ha
habido experiencias en común- la comunicación es imposible. Si los círculos sólo tienen una pequeña
área en común - esto es, si las experiencias de la fuente y del destino han sido evidentemente
distintas- en tal caso sería muy difícil lograr alguna comunicación significativa entre las partes. Ésta es
la dificultad a la que nos enfrentamos cuando una persona que no tiene una preparación académica
pretende leer a Einstein, o cuando tratamos de comunicarnos con alguien cuya cultura difiere en
mucho a la nuestra.
En tal caso, la fuente trata de codificar de tal forma que sea fácil para el destino sintonizar con el
mensaje, para relacionarlo con partes de su experiencia que son similares a la de la fuente. ¿Con qué
elementos cuenta?
Los mensajes se componen de signos. Un signo es una señal que representa algo para nuestra
experiencia. La palabra, "perro" es una señal que representa algo para nuestra experiencia
generalizada respecto a los perros. Esta misma palabra no tendría el menor significado para una
persona que viniera de un lugar donde no se supiera nada acerca de los perros. La mayor parte de las
personas han aprendido esa palabra, por asociación, tal como aprendemos la mayoría de las señales.
Alguien dirigió nuestra atención a un animal y dijo "perro" .Cuando aprendimos la palabra, produjo en
nosotros casi la misma respuesta que la presencia del animal citado. O sea que, cuando oímos la
palabra perro, recordamos la apariencia de los perros, la sensación de los mismos, e incluso
podríamos recordar su olor. Sin embargo, existe una importante diferencia entre el signo y el objeto: el
signo siempre representa al objeto dentro de un nivel reducido de sugestiones. Al mencionar esto,
simplemente nos referimos a que el signo no conlleva todas las asociaciones que el objeto en si
implica. Por ejemplo, es muy probable que el signo "perro" no nos provoque la misma actitud de
precaución o atención que nos provocaría un perro extraño rondando cerca de nosotros. Ese es el
precio del aspecto portátil del idioma. Tenemos un sistema de señales que podemos usar un lugar de
los originales menos portátiles (por ejemplo, Margaret Mitchell pudo recrear el incendio de Atlanta en
una novela, y una fotografía puede transportar alrededor del mundo la imagen del estallido de una
bomba atómica; sin embargo, nuestro sistema es algo así como la taquigrafía. El codificador debe ser
capaz de escribir en taquigrafía y el decodificador de leerla. Pero no existen dos personas que hayan
aprendido exactamente el mismo sistema. Por ejemplo, una persona que sólo ha conocido perros
esquimales no tiene registrado el mismo significado para el signo de taquigrafía "perro" que una
persona proveniente de una ciudad en donde sólo ha conocido pequineses y pastores alemanes.
Hemos llegado a un punto en el que necesitamos ahondar un poco más en nuestro diagrama del
proceso de la comunicación. Es obvio que cada persona incluida en el proceso de comunicación es
tanto codificador como decodificador. Recibe y transmite. Debe ser capaz de escribir en una
taquigrafía susceptible de ser leída, y de leer la taquigrafía de otras personas. Por lo tanto, es posible
describir tanto al emisor como al receptor en el sistema de comunicación humano (Fig.1-3).
¿Qué pasa cuando una señal llega a una persona? Recuérdese que la misma viene en forma de
signo. Si se ha aprendido el signo se habrán aprendido ciertas respuestas al mismo. Podemos llamar
a estas respuestas mediadoras, porque median en lo que sucede al mensaje en el sistema nervioso.
Estas respuestas son el significado de lo que el signo representa para uno. Se aprenden con la
experiencia, como dijimos, pero se ven afectadas por el estado en que se encuentre el organismo en
ese momento. Por ejemplo, si se tienen deseos de comer, la imagen de un bistec no provocará
exactamente la misma respuesta que si se está ahíto.
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Pero ligados a estos efectos, las respuestas mediadoras determinarán lo que se haga en relación con
el signo. Esto se debe a que se han aprendido otras series de reacciones conectadas con las
respuestas mediadoras. Un signo que tenga cierto significado para alguien, iniciará otros procesos en
los nervios y en los músculos. Por ejemplo, un signo que signifique "fuego", activará sin duda cierta
acción. Un signo que signifique que se está en peligro, podría iniciar un proceso en los nervios y en
los músculos para pedir auxilio. En otras palabras, el significado que resulta de decodificar un signo
iniciará una codificación. La codificación exacta dependerá de la elección de las respuestas
disponibles en determinada situación y de que éstas estén conectadas con el significado.
El hecho de que esta codificación dé por resultado una comunicación abierta, o acción, depende en
parte de las barreras existentes. Puede uno pensar que lo mejor en tal caso es guardar silencio. Y si el
resultado fuera alguna acción, la naturaleza de la misma dependería de la vía que hubiera para la
acción y de las barreras que existieran. El código del grupo al que se pertenece podría no sancionar la
acción que se desea tomar. El significado del signo podría hacer que se deseara golpear a la persona
que dijo algo, pero esta podría ser más fuerte que uno, o podría no ser la situación social adecuada
para ella. Tal vez se podría simplemente ignorar a la otra persona, verla "con ojos que matan" o hablar
mal de ella a otra persona.
Sea cual sea el resultado exacto, éste es el proceso en el que estamos funcionando constantemente.
A cada instante decodificamos señales del medio ambiente, interpretándolas y codificando algo como
resultado de lo anterior. De hecho, es un error pensar que el proceso de la comunicación principia en
un lugar y termina en otro; en realidad es interminable. Nosotros somos centros de conexiones que
manejan y reorientan la interminable corriente de comunicación. Podemos pensar correctamente que
la comunicación pasa a través de nosotros, cambiada, por supuesto, gracias a nuestras
interpretaciones, nuestros hábitos, nuestras habilidades y capacidades, pero reflejando siempre la
comunicación que entra en la comunicación que sale.
Ahora, necesitamos añadir otro elemento a nuestra descripción del proceso de la comunicación.
Considérese lo que sucede en una conversación entre dos personas. Se están constantemente
comunicando -contestando- uno al otro (Fig. 1-4)
Se conoce el proceso de contestar como retroalimentación, y juega un papel muy importante en la
comunicación, porque nos dice cómo se están interpretando nuestros mensajes. ¿El que está
escuchando dice "Sí, sí; está bien", cuando tratamos de persuadirlo? ¿Inclina la cabeza en señal de
asentimiento? ¿Frunce el entrecejo en señal de duda? ¿Mira hacia otro lado como si estuviera
perdiendo interés? Todo esto es retroalimentación. De igual forma lo es una carta dirigida al editor de
un periódico en señal de protesta por un editorial. También lo es la contestación de alguna carta, o el
aplauso al final de un discurso. Un comunicador experimentado siempre está atento a la
retroalimentación, y modifica constantemente sus mensajes en vista de lo que observa o escucha de
su público.
Por lo menos algún otro de los ejemplos de retroalimentación es familiar para nosotros. De hecho,
obtenemos retroalimentación de nuestros propios mensajes, o sea que cuando oímos nuestra voz
podemos corregir si pronunciamos equivocadamente. Podemos ver las palabras que escribimos sobre
el papel, y podemos corregir la ortografía o cambiar el estilo. Cuando hacemos esto sucede lo que se
describe en la figura 1-5.
Es evidente que en cualquier tipo de comunicación raramente enviamos mensajes a través de un solo
canal, y éste es el elemento final que debemos añadir a la descripción del proceso de la
comunicación.
Cuando alguien me habla, las ondas sonoras de la voz son el mensaje primario. Pero hay otros: la
expresión de su rostro, los gestos, la relación de un mensaje dado con mensajes anteriores. Incluso el
mensaje primario transmite información en varios niveles. Proporciona palabras por decodificar. Hace
hincapié en ciertas palabras más que en otras. Presenta las palabras dentro de cierto patrón de
entonación y tiempo, lo cual contribuye al significado total. La calidad de la voz (grave, alta, aguda,
áspera, llena, delgada, gruesa, suave) implica información acerca de la persona que habla y de lo que
dice.
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Esta situación de canales múltiples existe incluso en los medios de comunicación impresa, en los que
los canales son tal vez más restringidos. El significado se trasmite no sólo por medio de las palabras
de algún artículo, sino también por el tamaño del encabezado, la posición del artículo en la página y
de la página en el periódico, la asociación con algunas fotografías, el uso de tipos de imprenta
diferentes y algunos otros recursos tipográficos. Todo esto nos dice algo más acerca del artículo. Por
lo tanto podemos visualizar el canal de comunicación típico no como un simple circuito de telégrafo en
el que la corriente fluye o no, sino más bien como una especie de cable coaxial en el que fluyen
muchas señales paralelas de la fuente hacia el destino.
Estas relaciones paralelas son complejas, pero se puede observar su patrón general. Un comunicador
puede acentuar el significado de un dato añadiéndole tantos mensajes paralelos como él sienta que
son necesarios. Si la comunicación es hablada, puede enfatizar una palabra, hacer una pausa antes
de decirla, pronunciarla con alguna inflexión, hacer algún gesto cuando la dice o mirar seriamente a su
audiencia. O puede mantener todas las señales paralelas excepto una. Puede hablar solemnemente,
pero haciendo guiños, como suele hacerlo Lowell Thomas. Puede acentuar una palabra de tal forma
que signifique algo diferente; por ejemplo, "¡Qué buen trabajo hiciste!" Al hacer esto se expresa un
significado secundario de sarcasmo, de humor o de duda.
Lo mismo se puede hacer con la prosa impresa, con las emisiones de radio o de televisión, o en las
películas. Los canales secundarios de los medios de comunicación audiovisuales son particularmente
ricos. Esto me recuerda un trabajo muy difícil para cierto candidato político que requirió una gran
habilidad; se llevó a cabo utilizando sólo canales secundarios. Se filmó una entrevista en la calle para
se exhibida en los cines locales. Nadie podría decir que no era un programa completamente imparcial.
Se entrevistó a un número igual de seguidores de cada candidato; primero, uno que favorecía al
candidato A, luego otro que favorecía al candidato B, y así hasta concluir. Se les hicieron exactamente
las mismas preguntas a todos los seguidores, y todos dijeron prácticamente lo mismo, aunque desde
facciones opuestas del frente político. Pero había una diferencia interesante. Mientras que los
seguidores del candidato A eran personas comunes, no demasiado hermosas ni impresionantes, los
seguidores del candidato B que se seleccionaron para esa entrevista tenían "algo" ligeramente raro en
su persona: una mirada estrafalaria, tartamudeaban o llevaban trajes arrugados. El significado
adicional se logró comunicar. ¿Sería necesario decir qué candidato ganó?
Éste es el proceso mediante el cual funciona la comunicación, ya sea la comunicación masiva, la de
grupo o la que tiene lugar entre los individuos.
LA COMUNICACION SEGUN LA TEORIA DEL APRENDIZAJE.
Hasta ahora hemos evitado hablar acerca de este complicado proceso como podría parecer la forma
obvia de hacerlo: con los símbolos y la terminología de la teoría del aprendizaje. Hasta ahora lo
hemos hecho así en aras de la simplicidad, mas ahora parece deseable, para completar la
explicación, trazar el diagrama de cómo considera la comunicación un psicólogo del aprendizaje.
Si los diagramas psicológicos le molestan, pueden pasar a la sección 3.
Empecemos con el diagrama (Fig. 1-6) y luego lo explicaremos.
El diagrama no es tan complicado como parece. Recuérdese que en el diagrama el tiempo se mueve
de izquierda a derecha; después, sólo síganse los números y no se tendrá ningún problema.
Empiécese con (1). Ésta es la alimentación. Al nivel del mensaje tenemos una colección de signos
objetivamente mensurables [s]. Éstos llegan a los órganos sensoriales, en donde constituyen un
estímulo para la acción. A este estímulo lo podemos llamar e. Cuando el proceso llega a e, se esta
prestando atención. El, mensaje ha sido aceptado. Posiblemente no se aceptó como se pretendía; tal
vez e no iguale a (s); quizá el mecanismo sensorial lo vio o lo escuchó de manera incompleta. Pero
todo lo demás que suceda como resultado del mensaje en ese destino específico será
necesariamente resultado del estímulo aceptado por los órganos sensoriales.
Ahora diríjase al numero (2). El mensaje podría o no tener que pasar a ningún otro nivel para que se
obtenga una respuesta. Si alguien pretende golpearlo, usted esquivaría el golpe. Si le aprietan la
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mano con mucha fuerza, usted manifestará dolor. Éstas son respuestas que se han aprendido casi
automáticamente en el nivel sensorial y motor.
Sin embargo, el estímulo podría provocar otros tipos de actividad en el sistema nervioso. Véase el
número (3). El estímulo e podría traducirse a una respuesta gramatical en el nivel disposicional de la
persona es decir al nivel de integraciones aprendidas (actitudes, valores, tendencias, etc.) que facilitan
la disponibilidad de una amplia variedad de estímulos a los que se enfrenta la gente durante el día.
Estas son las llamadas variables intervinientes. Supóngase que el estimulo incita a la actividad en esta
área de las variables intervinientes. Pueden pasar dos cosas. Véase el número (4). Es posible que la
respuesta se conozca tan bien que no sea necesario pasar al nivel de pensamiento. Cuando se
escucha el primer verso de un poema y casi automáticamente se dice el segundo renglón la actividad
es por medio de los números (4) y (10)
No obstante, la actividad pasa con más frecuencia a través del número (5). En este caso, el estimulo
original se decodifica gramaticalmente, se alimenta a través de las variables interviniente y se pasa
hacia arriba al nivel representacional del sistema nervioso central, en donde se asignan los
significados y se consideran las ideas. Algunas veces el estímulo llega a ese nivel sin pasar a través
de las variables intervinientes como se muestra en el número (6). Estos estímulos producen actividad
en el sistema nervioso central (rm), que representa el final del proceso decodificador. Éste equivale al
significado de los signos. Por ello lo que sucede en el número (7) es lo que hemos denominado
interpretación. La respuesta rm a la que hemos llamado el significado, en su momento se convierte en
un estímulo que activa el proceso de decodificación como el principio de la codificación. El ser
humano aprende a asociar los significados de las respuestas deseadas, y de esta manera el proceso
de codificación pasa al número (8) o al (9). Esto significa que damos ciertas órdenes que pasan
directamente al sistema neuromuscular (por medio del 8) a través de las variables que intervienen (9 y
10). De cualquier forma toda esta actividad del sistema nervioso trae al fin como resultado una
respuesta en el nivel motor r, lo cual da lugar a una salida (número 11). Si el resultado es un
respuesta abierta (R), tendremos otro mensaje que puede ofrecer por si mismo una gama de signos s.
que pueden ser aceptados incluso por otra persona con estímulo e.
Esto es lo que nosotros pensamos que sucede cuando alguien dice: ¿quiere un cigarro? y se le
contesta: "Sí gracias" o "No gracias". Si se está interesado en hacerlo, se puede traducir todo lo que
se ha dicho acerca del proceso de la comunicación en estas páginas a los símbolos psicológicos que
hemos estado utilizando. Pero para que la descripción sea más simple, vamos a cambiar de dirección
en este punto para hablar de los efectos de la comunicación interpersonal y de la comunicación
masiva, tal como lo hicimos en la sección 1.
COMO AFECTA LA COMUNICACION
La razón principal por la que estudiamos este proceso es para aprender algo acerca de cómo logra
sus efectos. Deseamos saber qué produce en las personas una comunicación determinada. Dado un
cierto contenido en un mensaje, nos gustaría poder predecir qué efecto tendrá el mismo en los
receptores.
Cada vez que publicamos un anuncio en un periódico, que ponemos un letrero, que explicamos algo a
los estudiantes, que regañamos a un niño, que escribimos una carta, o que escuchamos a nuestro
candidato político en la radio o la televisión, estamos prediciendo el efecto que tendrá esa
comunicación. Estoy prediciendo que lo que aquí escribo ayudará a comprender el milagro diario de la
comunicación. Tal vez esté equivocado. No existe la menor duda de que muchos partidos políticos
han demostrado estar equivocados en sus predicciones acerca de los efectos de los discursos por
radio de sus candidatos. Algunos anuncios venden artículos; otros no. Algunas enseñanzas
trascienden; otras no. Por lo que parece, de acuerdo con lo que hasta ahora se ha expuesto, no hay
una relación predecible y fácil entre el contenido del mensaje y el efecto del mismo.
Sin embargo, es posible describir fácilmente lo que se podría llamar "condiciones de éxito en la
comunicación". Con esto nos referimos a las condiciones que se deben cumplir si se pretende que el
mensaje obtenga la respuesta deseada. Las estableceremos brevemente, y más adelante
ahondaremos en ellas:
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1. El mensaje se debe diseñar y transmitir de tal forma que se logre la atención del destinatario
escogido.
2. En el mensaje se deben emplear signos que hagan referencia a experiencias comunes de la
fuente y el destinatario, de tal forma que se logre transmitir el significado.
3. El mensaje debe evocar necesidades de personalidad en el destinatario y a la vez sugerir
algunas formas de satisfacer esas necesidades.
4. El mensaje debe sugerir una manera de satisfacer esas necesidades, de tal forma que ésta
sea apropiada a la situación del grupo en la que se encuentra el destinatario cuando se le
incita a dar la respuesta deseada.
Se puede observar, según estos requisitos, por qué el comunicador experto empieza usualmente por
investigar tanto como puede acerca del destinatario escogido, y por qué "conocer al público" es la
primera regla de la comunicación masiva práctica, ya que es importante saber cuál es el momento
adecuado para un mensaje, la clase de lenguaje que se debe utilizar para hacerse entender, las
actitudes y valores a los que se debe apelar para ser eficaz, y las condiciones del grupo en las que
tendrá lugar la acción deseada. Esto es relativamente fácil en la comunicación cara a cara, y presenta
un poco más de dificultad en la comunicación masiva. De cualquier forma es necesario.
Hablaremos ahora acerca de estos cuatro requisitos.
1. El mensaje se debe diseñar y transmitir de tal forma que se logre la atención del destinatario
escogido. Esto no es tan sencillo como parece, ya que el mensaje debe estar disponible. Si no
hablamos lo suficientemente alto para ser escuchados, no habrá comunicación; tampoco si no llega a
su destino la carta que enviamos, o si sonreímos a la persona indicada cuando no está viéndonos. Y
aunque el mensaje este disponible, puede no ser seleccionado. Todos tenemos mucho más
comunicación disponible de la que podemos aceptar o decodificar. Debido a ello escudriñamos
nuestro medio ambiente de una manera muy parecida a como vemos los encabezamientos del
periódico o a la forma en que leemos un índice de contenido. Seleccionamos los mensajes de acuerdo
con nuestra impresión de sus características generales, satisfagan o no nuestras necesidades e
intereses. Normalmente seleccionamos basándonos en alguna impresión que recibimos de alguna
clave sugerida en el mensaje, lo que podría ser un encabezamiento, algún nombre en las noticias de
la radio, una fotografía, un determinado color o sonido. Si esa clave no llama nuestra atención,
podríamos no abrir nuestros sentidos al mensaje. Por supuesto que, en situaciones diferentes,
seleccionamos en forma distinta entre las varias claves. Por ejemplo, si usted se dirige a mí en un
momento en que me encuentro relajado y despreocupado, o cuando estoy esperando el tipo de
mensaje que usted es susceptible de dar (p. ej. que mis amigos vienen por mí para ir a pescar), en tal
caso es más probable que logre usted mi atención que cuando se dirige a mí en el momento en que
algún ruido obstaculiza lo que usted dice, cuando estoy atendiendo algún mensaje opuesto al suyo,
cuando tengo demasiado sueño y no me es fácil prestarle atención, o cuando estoy pensando acerca
de algo diferente y simple y sencillamente estoy "desconectado". (¿Cuántas veces al terminar de
hablar se ha dado usted cuenta de que el receptor a quien se dirigía no escuchó una sola palabra de
lo que usted decía?) Por lo tanto, el diseño de un mensaje que despierte la atención necesita tener en
cuenta el lugar y el momento adecuados, y estar provisto de alusiones que atraigan el interés del
receptor.
2. En el mensaje se deben emplear signos que hagan referencias a experiencias comunes de la
fuente y el destinatario, de tal forma que se logre transmitir el significado. Ya hemos considerado el
problema de la sintonización entre el receptor y el emisor. Más aún, al aumentar nuestra experiencia
en el medio ambiente que nos rodea, tendemos a clasificar y catalogar las experiencias nuevas en
función de su relación con otras experiencias y con nuestras necesidades e intereses. Cuantas más
experiencias tenemos, más se enriquece y se afirma este catálogo. El sistema tiende a rechazar los
mensajes que no están acordes con su estructura, o los modifica de tal manera que se acoplen.
Posiblemente rechace a Einstein porque considere que no lo pueda entender. Si un avión es una
experiencia completamente nueva y un pájaro no lo es, podría ser que, como dijimos antes, considere
al avión como un gigantesco y ruidoso pájaro. Si es del Partido Republicano, tenderá a rechazar los
mensajes del Partido Demócrata a que se vea expuesto, o recordará sólo las partes que puedan ser
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utilizadas a favor de las ideas republicanas; esto es algo que hemos descubierto acerca de la
conducta de los votantes. Por lo tanto, al pensar un mensaje tenemos que asegurarnos de hablar el
"mismo idioma" que el receptor y en un nivel tal que nos comprenda, cuidando de no entrar en
conflicto directo con la forma en que él ve o cataloga al mundo. Es cierto que hay algunas ocasiones
en las que es deseable entrar en conflicto directo, pero en estas circunstancias casi siempre les falta
solidez y firmeza a nuestra comprensión y actitud, y estas ocasiones son relativamente pocas y
espaciadas. En la comunicación, al igual que en la aviación, es una regla no aterrizar con viento
cruzado cuando éste sopla fuerte, a menos que sea indispensable.
3. El mensaje debe evocar necesidades de personalidad en el destinatario y a la vez sugerir algunas
formas de satisfacer esas necesidades. Realizamos acciones debido a la necesidad, y éstas se
dirigen hacia ciertos objetivos. En algunas situaciones sencillas, la acción de respuesta es bastante
automática. Cuando la señal de los nervios dice "dolor-dedos-quemados", quitamos inmediatamente la
mano de la sartén caliente. Cuando el nervio óptico nos indica "semáforo en rojo" detenemos el auto.
En situaciones más complicadas tenemos casi siempre más liberad para escoger, y seleccionamos la
acción que en una situación dada será la más indicada para satisfacer nuestras necesidades u
objetivos. Por lo tanto, el primer requisito para que un mensaje sea eficaz (como lo sabe cualquier
publicista) es que se relacione con alguna de nuestras necesidades de personalidad: necesidad de
seguridad, de estabilidad socioeconómica, de pertenencia, de comprensión, de libertad ante cualquier
coacción, de amor, de liberación de la ansiedad y varias más. Debe evocar un estímulo. Debe hacer
sentir al individuo alguna necesidad o tensión que puedan ser satisfechas a través de una acción.
Después, el mensaje puede tratar de controlar la acción que resulte, sugiriendo la decisión a tomar.
De esta forma, la publicidad suele indicar qué comprar y dónde hacerlo. Usualmente, la propaganda
dirigida alas tropas enemigas sugiere una acción específica, como rendirse, rebelarse o fingir alguna
enfermedad. Por supuesto que la acción que se sugiere no siempre es aceptada. Si existe alguna
acción más fácil, más económica o de alguna manera más aceptable y conduce al mismo objetivo,
probablemente se seleccionará ésa en vez de la sugerida. Por ejemplo, podría ser que el receptor no
sea la clase de persona que emprenda acciones vigorosas, aunque así lo parezca. Los valores de la
persona podrían inhibirle respecto a hacer lo que se le sugiere, o asimismo el papel que desempeña
en la sociedad puede controlar sus acciones: ahora dirigiremos nuestra atención a lo relacionado con
este control.
4. El mensaje debe sugerir una manera de satisfacer esas necesidades, de tal forma que ésta sea
apropiada a la situación del grupo en El que se encuentra el destinatario cuando se le incita a dar la
respuesta deseada. La mayor parte de nuestras normas y valores los aprendemos a través de grupos.
Aprendemos nuestros roles en grupos, y esto se debe a que los roles nos proporcionan en la vida una
rutina más ordenada y más satisfactoria. La mayor parte de las respuestas en nuestra comunicación
las hacemos en grupo. Y si la comunicación va a realizar algún cambio en nuestra conducta, el primer
lugar donde vamos a buscar aprobación para esta conducta nueva es en el grupo. No estamos muy
conscientes de la gran importancia que tiene para nosotros esta interacción en los grupos, ni de las
lealtades que desarrollamos hacia ciertos grupos e instituciones, hasta que nuestro lugar en el grupo o
el grupo mismo es amenazado. Pero, sin embargo, si nuestros grupos no aprueban la respuesta que
estamos inclinados a dar en nuestra comunicación es muy poco probable que no seleccionemos esa
respuesta. Por otro lado, si nuestro grupo aprueba decididamente cierta clase de acción, ésa es la que
muy probablemente seleccionaremos de entre cualquiera otra alternativa similar.
Podemos ver cómo funciona esto en situaciones prácticas. La cultura judía no aprueba el hecho de
comer carne de cerdo; la cultura hindú no aprueba el sacrificio de las vacas, ni comer su carne. Por lo
tanto, es muy poco probable, pese a la publicidad más elocuente, que se convenza a una familia judía
ortodoxa a que realice actos opuestos a sus normas establecidas, y coma carne de cerdo; o a una
familia hindú ortodoxa a que consuma carne de vaca. Veamos la sencilla situación de comunicación
de una pareja dentro de un automóvil estacionado. El muchacho le comunica a ella la idea de que
quiere un beso. Es poco probable que no obtenga la atención o que no sea comprendido en esa
comunicación. Pero la forma en que responda la chica dependerá de varios factores, en parte
individuales, en parte de grupo. ¿Desea ella ser besada en ese momento? ¿Quiere que la bese ese
muchacho en particular? ¿La situación es adecuada en ese momento -la Luna, la música suave- en
un convertible? ¿Todo conduce a la respuesta que desea el muchacho? Aparte, ¿qué hay acerca de
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las normas a que está acostumbrada la chica? Si es la primera vez que salen juntos, ¿Es adecuado
en el caso de una chica de su edad? ¿Qué aprendió de sus padres y de sus amigas en relación con
esto? Por supuesto que la muchacha no entrará en un debate consigo misma analizando todos los
elementos que aquí hemos sugerido, pero todos ellos aún más tendrán que ver con la decisión de si la
chica le ofrece sus labios o si le dice " no Gerardo, llévame a mi casa".
Hay un par de cosas que pueden decirse con seguridad acerca de predecir los efectos de la
comunicación. Una, es que es mucho más probable que el mensaje tenga éxito si está de acuerdo con
los patrones de comprensión, actitudes, valores y objetivos del receptor, o al menos si comienza con
esos patrones y luego trata de modificarlos levemente. Los investigadores de la comunicación llaman
a este proceso "canalización", refiriéndose a que el emisor proporciona un canal para dirigir los
motivos existentes en el receptor. Los publicistas y propagandistas son más directos; dicen que un
comunicador debe "empezar en donde está el público". Podemos ver por qué esto es así. Nuestras
personalidades -nuestros patrones acerca de hábitos, actitudes, impulsos, valores, etc.- crecen muy
lenta, pero firmemente. En otra ocasión he comparado este proceso con el crecimiento lento, seguro y
poderoso de una estalagmita en el suelo de una cueva. La estalagmita se forma del residuo calcáreo
de agua que gotea desde el techo de la cueva. Cada gota deja un residuo muy pequeño y sería muy
difícil que pudiéramos detectar el residuo de una sola gota, o que una sola gota produjera algún
cambio fundamental en la forma o apariencia de la estalagmita. Sin embargo, todas las gotas
sucesivas conforman la estalagmita, y con el correr de los años cambiará considerablemente su
tamaño, y de alguna manera su forma. Así nuestro medio ambiente deja caer en nosotros sus gotas
una a una, cada gota deja un residuo, y cada una sigue el patrón existente. El patrón de la
personalidad del que estamos hablando es algo activo, por supuesto, no pasivo como la estalagmita,
pero la similitud existe. Cuando nosotros introducimos una gota de comunicación en una persona
sobre la que han caído millones de gotas dejando su residuo, difícilmente podríamos esperar que
cambiara su personalidad en forma radical con esa sola gota. Si nos estamos comunicando con un
niño es más fácil, porque no está firmemente asentado en su situación. Si nos estamos comunicando
en un área en la cual no están aún determinadas las ideas y los valores -si nuestra gota de
comunicación cae donde no han caído antes muchas gotas- tal vez sea posible advertir algún cambio
como resultado de nuestra comunicación. Pero debemos admitir que, en general, lo mejor que
podemos hacer es constuir sobre lo que ya existe. Si aprovechamos la ventaja del patrón existente de
comprensión, impulsos y actitudes para obtener aceptación respecto a nuestro mensaje, quizá
podamos esperar desviar levemente el patrón en la dirección que deseamos. Pero volvamos a las
elecciones nuevamente para poner un ejemplo. Es muy difícil cambiar la forma de pensar de un
republicano o de un demócrata convencidos a través de la comunicación, o siquiera hacer que
escuchen los argumentos del partido opuesto. Por otro lado, es posible empezar con un punto de vista
republicano o demócrata y modificar levemente los puntos de vista del partido existente, hacia un lado
o hacia otro. Si el proceso se lleva a cabo durante el tiempo suficiente, tal vez sería posible cambiar
los patrones de votación de un partidario convencido. Esto es lo que estaban tratando de hacer los
republicanos en Estados Unidos con vistas a la elecciones de 1952: exageraban la importancia del
"desorden en Washington", hablaban de "ya es tiempo de cambiar", "los errores de Cores" y "la
amenaza del comunismo", y al parecer tuvieron éxito en obtener votos que eran tradicionalmente
demócratas. Pero en 1952, como en todas las campañas, los verdaderos objetivos eran los nuevos
votantes y los indecisos.
Lo segundo que podemos decir con seguridad en relación con los efectos de la comunicación es que
son los resultados de cierta cantidad de fuerzas, de las cuales el comunicador puede realmente
controlar sólo una. El emisor puede conformar su mensaje y decidir cuándo y dónde lo transmite. Pero
el mensaje es sólo uno de los cuatro (al menos) elementos importantes que determinan la respuesta
que se dará. Los otros tres son la situación en que se recibe la comunicación y en la que la respuesta,
si hay alguna, se da: El estado de la personalidad del receptor y sus normas y relaciones de grupo.
Por esta razón es peligroso tratar de predecir cual será el resultado exacto de algún mensaje, excepto
cuando se trate del más simple mensaje en la situación más simple.
Veamos un ejemplo. En Corea, durante el primer año de guerra entrevisté a un prisionero norcoreano
que se había rendido recientemente y llevaba un volante de rendición consigo. Parecía un caso
sencillo: el hombre había recogido el volante, consideró la posibilidad y se rindió. Como dije antes,
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estaba entrevistándolo y trataba de saber el efecto que había causado en él el texto del volante. Esto
es lo que él me dijo.
Cuando recogió el volante y lo leyó, peleó con más coraje. De hecho, su lectura lo irritó, pues no le
gustaba la idea de tener que rendirse. No era exactamente un militar; había sido oficinista y era más
bien introvertido y tranquilo pero el mensaje le provocó realmente mucha ira. Después la situación se
deterioró. Su división fue diezmada y forzada a retroceder, él perdió contacto con sus oficiales. No
tenía comida, excepto la poca que encontraba en los campos, y disponía de pocas municiones. Los
restos de su compañía quedaron incomunicados en un valle rocoso. Incluso en esos momentos, dijo,
la moral era buena y nadie pensaba en rendirse. De hecho, comentó, si hubiera tratado de rendirse los
otros le hubieran disparado. Pero luego algunos de los aviones enemigos los localizaron y les
lanzaron bombas de napalm. Cuando todo pasó se vio solo, a media milla de donde había estado, con
la mitad de su chamarra quemada y ningún indicio de su compañía. Un par de horas después llegaron
nuestros tanques. Sólo entonces el volante surtió efecto. Recordaba que decía que se rindiera
levantando los brazos, y así lo hizo.
En otras palabras, esto significa que la comunicación no tuvo ningún efecto (tuvo incluso un efecto
opuesto al pretendido) ya que la situación, la personalidad y las normas de grupo no eran favorables.
Cuando la situación se deterioró, la situación de la influencia de grupo se debilitó y la personalidad
combativa fue aniquilada, el mensaje logró su efecto. Cuento esta historia con la esperanza de que
enseñe lo que me enseñó a mí: que es peligroso suponer que existe una relación simple y directa
entre un mensaje y su efecto sin conocer antes los otros elementos implícitos en el proceso.
LA NATURALEZA DE LA COMUNICACION MASIVA.
Consideremos ahora la comunicación masiva bajo la luz de lo que ya hemos expuesto antes en
relación con la comunicación en general.
El proceso es exactamente como lo hemos descrito, pero los elementos del proceso no son los
mismos.
En la comunicación masiva, la fuente principal es una organización de comunicación o una persona
institucionalizada. Al referirnos a una organización de comunicación queremos significar un periódico,
una estación transmisora de televisión, un estudio de cine, un libro o una editora de revistas. Una
persona institucionalizada es, por ejemplo, el editor de algún periódico, que se expresa en su columna
editorial haciendo uso de las facilidades que le proporciona la institución y con más voz y prestigio de
los que podría tener si se expresa sin valerse de la empresa periodística.
La organización funciona igual que un comunicador individual. Opera como decodificador, intérprete y
codificador. Por ejemplo, en un periódico la información que será codificada fluye a través de los
cables noticiosos y de los reporteros. Se evalúa, se comprueba, se amplía en donde sea necesario, se
escribe una historia en relación con ella, se le da título, se decide en que lugar aparecerá, se imprime
y se distribuye. Es el mismo proceso que se lleva a cabo en un comunicador individual, pero aquí se
desarrolla por un grupo de personas en ves de por un solo individuo. Es realmente importante la
calidad de organización requerida para coordinar un grupo de reporteros, editores e impresores para
que trabajen juntos como una unidad de comunicación eficaz que decodifique, interprete y codifique
de tal forma que la operación total, tenga una calidad individual. Estamos tan acostumbrados a esta
hazaña que se nos ha olvidado lo notable que es.
Otra diferencia entre la organización de comunicación y el comunicador individual es que la
organización tiene una mayor capacidad de producción respecto a la información. Por supuesto en los
individuos varía la proporción capacidad-información. Las personas que se desenvuelven en los
medios de comunicación (predicadores o maestros, por ejemplo) suelen tener más capacidad
informativa que otras personas, y lo mismo sucede con aquellos a quienes les gusta hablar, aunque
no sean comunicadores profesionales. Las personas que hablan muy poco tienen relativamente más
información. Las instituciones de comunicación están organizadas de tal manera que puedan codificar
miles -algunas veces millones- de mensajes al mismo tiempo. Para hacer esto se necesitan
intrincados y eficientes canales de comunicación. Deben existir los elementos necesarios para
imprimir y distribuir miles de periódicos, revistas o libros, para hacer copias de las películas y
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exhibirlas en cientos o en miles de cines, para traducir las ondas sonoras en impulsos efectivos
magnéticos y distribuirlas por medio de alambres y a través del espacio a millones de aparatos
receptores.
Los destinatarios de la comunicación masiva son las personas que están al otro lado de estos
canales, enterándose de las noticias en el periódico de la tarde, hojeando las nuevas revistas, leyendo
un nuevo libro, sentadas en el cine viendo una película o sintonizando diferentes estaciones de radio.
Esta situación receptiva es muy distinta a la comunicación frente a frente, y esto se debe a que hay
muy poca retroalimentación de parte del receptor al emisor. Los destinatarios que una comunicación
frente a frente asienten con el movimiento de su cabeza y una sonrisa o que gesticulan cuando el
emisor está hablando, y que después codificarán una respuesta ellos mismos, en muy raras ocasiones
se comunican con la estación de radio o escriben una carta al editor. Realmente, la clase de
retroalimentación que llega a las organizaciones de comunicación masiva es una especie de
expresión deductiva: los receptores dejan de comprar la publicación, ya no es cuchan el programa, o
no consumen más el producto que se anuncia. Estas organizaciones sólo en raras ocasiones tienen la
oportunidad de comprobar más directamente que en el caso anterior cómo están funcionando sus
mensajes. Esta es una de las razones por la que los medios de comunicación masiva realizan
investigaciones de público, para saber qué programas están siendo escuchados, qué revistas se leen
y que anuncios obtienen respuestas. Éste es uno de los sustitutos de la retroalimentación que hacen
la comunicación interpersonal tan relativamente fácil de planear y controlar.
En los siguientes capítulos se abordará el tema de los públicos para los diferentes medios; por lo
tanto, que no entraremos en detalles acerca de esto. Estos públicos se agrupan no sólo como lectores
de algún periódico, revista o televidentes de cierta estación televisión, sino también como interesados
en ciertas narraciones que aparecen en el periódico, determinadas partes de alguna revista, ciertos
programas de radio o televisión. Por ejemplo la estación A no tendrá el mismo auditorio a las 8:00 que
a las 7:00, porque algunos de estos escuchas cambiaron a la estación B o C, y algunos de los
escuchas B y C cambiaron a A. El periódico D no tiene los mismos lectores para sus páginas
deportivas que para la sección de sociales, aunque haya alguna duplicación. ¿Qué determina cuál
oferta de comunicación masiva seleccionará una persona? Tal vez la manera más fácil de presentarlo
es decir que la selección es determinada por la fracción de selección.
Expectativa de recompensa
--------------------------------Esfuerzo requerido
Se puede aumentar el valor de dicha fracción incrementando el numerador o disminuyendo el
denominador, lo que significa que es más probable que un individuo seleccione cierta comunicación si
ésta promete una mayor recompensa o si requiere menos esfuerzo que alguna otra comunicación. Se
puede observar cómo funciona esto como experiencia propia. Es muy probable que uno lea el
periódico o revista que está más a la mano, en vez de caminar a lo largo de seis calles hasta el puesto
de periódicos para comprar algún otro diario o revista. También es más probable que uno escuche
una estación de radio que tenga una señal clara y fuerte, en vez de alguna con interferencias o débil y
que requiera de un constante esfuerzo para escucharla bien. Pero si se transmite un buen juego en la
estación débil, o si nuestro autor favorito escribe en la revista que hay en el puesto de periódicos
entonces es más probable que se haga el esfuerzo adicional. Si usted perteneciera a la oposición en
la Francia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial, probablemente arriesgaría la vida con tal de
oír las noticias prohibidas de la radio de los Aliados. No es muy probable que usted espere despierto a
las 2 a.m sólo para escuchar algún programa de radio, pero si fuera el caso del que al hacerlo usted
se pudiera enterar de cómo va la invasión de Normandía o quién ha ganado las elecciones
presidenciales, en tal caso es muy probable que hiciera este esfuerzo extra tal y como lo hicimos la
mayoría. No es muy necesario apuntar que no hay dos receptores que tengan la misma fracción de
selección. Uno de ellos podría esperar una mayor recompensa de Milton Berle que el otro. Uno podría
considerar que no es demasiado esfuerzo caminar a lo largo de seis calles hasta el puesto de
periódicos, a diferencia de otro. Pero según sea percibida esta fracción en una situación dada, se verá
determinado el público de la comunicación masiva.
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A diferencia del público de una conferencia o de pequeños grupos, los públicos de comunicación
masiva (a excepción del que asiste a la proyección de una película en el cine) tienen muy poco
contacto entre sí. Quienes escuchan a Jack Benny en una casa no saben si hay alguien a lado de la
puerta escuchándolo o no. Una persona que lee el editorial en el "New York Times " tiene poco
sentido de integración con otras del mismo país que leen el editorial en el mismo periódico. Estos
públicos son individuales, en vez de grupales. Pero cada individuo está conectado con un grupo o
grupos - su familia, amigos cercanos, su grupo profesional o escolar- y esto es algo muy importante
que se debe de recordar acerca de la comunicación masiva. Cuanto más estudiamos esto más
pensamos que los grandes efectos de la comunicación masiva se logran alimentando con ideas e
información a los pequeños grupos, por medio de receptores individuales. Como bien sabemos, en
algunos grupos es símbolo de status estar enterados de algún aspecto de la comunicación masiva (p.
ej., en los grupos de jóvenes escuchar al cantante de moda o en algunos grupos de negocios leer el
"Wall Street Journal"). En muchos grupos, el tema de conversación del día lo proporcionan las noticias
del radio, el editorial el "Tribune ", un artículo del "Times", o un artículo de cualquier gran revista
importante. Después el grupo reinterpreta la noticia, el artículo o el editorial, y el resultado se codifica
en una opinión de grupo, o quizá en una acción de grupo. Por lo tanto, podría ser que la comunicación
masiva en los individuos sea realmente una influencia secundaria que se refleja en el grupo y es
devuelta otra vez.
Ahora ya estamos listos para dibujar un diagrama de la comunicación masiva y para hablar acerca de
los tipos de mensajes que requiere esta clase de sistema, así como de lo que sabemos acerca de
predecir sus efectos. Ésta es la forma (Fig. 1-7) en lo que la comunicación masiva parece funcionar:
Ahora es fácil advertir que habrá ciertas restricciones en la clase de programas que se puede conducir
por medio de estos circuitos idénticos a estos auditorios poco conocidos y cambiantes. La
organización de comunicación sabe que está tratando con individuos, pero no los conoce como tales.
Las investigaciones de auditorio clasifican, más que individualizar al auditorio. La investigación de
auditorio informa que un número determinado de personas escucha a cierta hora, que es muy
probable que cierto número de hombres y mujeres lean determinada clase de artículo, o que los
lectores de una revista dada se sitúan en la parte alta de la escala económica y que en promedio
tienen 12 años de preparación académica. Mientras que el comunicador individual se enfrenta a
individuos y puede ver la forma en que se recibe su mensaje y lo modifica si es necesario, la
organización sólo maneja promedios y clases. Debe situar su nivel de lectura un poco por debajo del
promedio estimado del auditorio, de tal forma que no relegue a muchos de la mitad inferior de su
auditorio. Debe seleccionar su contenido de acuerdo con el mejor cálculo que pueda hacer de lo que
quieren y necesitan las clases mayoritarias de receptores. Mientras que el comunicador individual
tiene libertad para experimentar debido a que puede corregir inmediatamente cualquier error, la
organización es poco dada a experimentar. Cuando encuentra alguna fórmula que sea aparentemente
exitosa, se mantiene en esa línea. O cambia los detalles, pero no la esencia. Cuando alguna
organización tiene un gran éxito con algún tipo de mensaje, los demás lo copian, no por falta de
originalidad, sino porque ésta es una de las pocas oportunidades de retroalimentación disponibles que
provienen del auditorio masivo. Esta es la razón por la cual son muy parecidas todas las estaciones de
radio, por lo cual un estilo cómico es usualmente seguido por otros del mismo tipo, por la cual un
programa o alguna revista son copiados por otros, por la cual alguna clase de comedia es seguida por
otras parecidas, y así en los diversos medios. ¿Qué podemos decir en relación con estos efectos de
los mensajes de comunicación masiva? Debido a que la comunicación masiva tiene un efecto de
penetración en muchos aspectos, se le asigna la función de comunicador social. Nuestra sociedad,
como cualquier otra unidad de comunicación, funciona como decodificador, intérprete y codificador.
Decodifica el medio ambiente para nosotros, vigila el horizonte en busca de algún peligro o alguna
esperanza o diversión. Después, opera para interpretar lo que ha decodificado, llega a un consenso
para llevar acabo cierta política, mantiene las interacciones normales de la vida común y ayuda a sus
miembros a disfrutar de la vida.
También codifica mensajes para mantener nuestras relaciones con otras sociedades en el mundo, y
mensajes para transmitir nuestra cultura a sus nuevos miembros. La comunicación masiva, que tiene
poder para extender nuestro oído y vista a distancias casi infinitas, y para multiplicar nuestras voces y
escritos tan lejos como podamos encontrar escuchas y lectores, ha tomado sobre sí una gran parte de
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la responsabilidad de esta comunicación social. Los periódicos, el radio y la televisión observan el
horizonte por nosotros, nos dicen lo que nuestros líderes y expertos piensan por medio de discusiones
o ediciones públicas. Estos medios, así como las revistas y las películas nos ayudan a interpretar lo
que se ve en horizonte y decidir lo que se puede hacer en relación con ello. Los libros de texto y las
filmaciones educativas han llevado a los otros medios de comunicación a codificar nuestra cultura en
forma tal que los nuevos miembros de nuestra sociedad puedan aprender tan rápida y fácilmente
como sea posible la historia, las normas, los roles y las habilidades que deben conocer para
convertirse en medios saludables de la sociedad. Esto no quiere decir que todos los medios de
comunicación no contribuyan en alguna forma a estas funciones. Por ejemplo, un libro como 1984
puede ser un reportaje del futuro como lo es el más actual de los reportajes. Por otro lado, es
realmente cierto que gran parte de nuestra cultura se transmite actualmente a través de la televisión,
la radio, los periódicos y las revistas. Pero los medios de comunicación más rápidos están mejor
equipados para ser los vigilantes, y son los que con más frecuencia se utilizan. Y los medios más
lentos y duraderos están mejor equipados como herramientas de enseñanza auxiliar, y éste es su uso.
Pero lo más importante es que todos los medios de comunicación tienen importantes usos, que
contribuyen a la red de comprensión sin la cual la gran comunidad actual no podría existir.
Gran parte de este efecto básico, que vemos a diario en el tipo de costumbres que nos rodean, en las
personas y los problemas acerca de lo que hablamos y en el lenguaje que utilizamos, es lento y de
efecto imperceptible. Es el equivalente a formar la estalagmita. ¿Pero qué hay acerca del efecto
específico de un mensaje dado que se transmite por medio de la comunicación masiva? ¿Cómo
podemos predecir el efecto que tendrá en el público masivo?
No podemos predecir el efecto en el público masivo. Sólo podemos predecir el efecto en los
individuos. Las organizaciones de comunicación han desarrollado la codificación en grupo, pero el
hecho de decodificar es individual. Por lo tanto, sólo podemos predecir el efecto de la comunicación
masiva, así como tratamos de predecir el efecto de alguna otra comunicación, o sea, en relación con
la interacción del mensaje, la situación, la personalidad y el grupo.
Por lo tanto, la primera cosa que resulta obvia es que, considerando que hay muchas combinaciones
diferentes de personalidad, de situación y de grupo en el público masivo, es muy probable que haya
muy diferentes tipos de efectos. Es igualmente obvio que, ya que la comunicación masiva no sabe
mucho acerca de su público masivo, en forma individual, predecir el efecto resulta extremadamente
difícil.
Sin embargo, hay algunas cosas que se pueden agregar. El problema de la atención se enfrenta
constantemente a la comunicación masiva. El estadounidense promedio (quien quiera que sea) tal vez
dedica cuatro o cinco horas del día a la comunicación masiva. Si vive en una gran ciudad, comprará
un periódico que requerirá, para ser leído, mitad del tiempo citado (aunque no lo lea todo). Se le
ofrece el equivalente a dos semanas de radio y televisión todos los días, de donde puede seleccionar
lo que le agrade. Se le ofrece una amplia variedad de revistas, libros y filmes y también de esta gama
debe seleccionar. Otras formas atractivas de utilizar el tiempo de descanso compiten con la
comunicación. En algunas ocasiones las combina, escuchando música mientras lee, jugando a las
cartas o comiendo mientras escucha las noticias, jugando con sus niños mientras ve la televisión. Por
lo tanto podemos predecir, cuando menos, que es muy poco probable que un individuo seleccione
algún artículo determinado en la comunicación masiva, y si la selecciona, su nivel de atención es más
bien bajo. En muchas ocasiones esto provoca una forma deficiente de escuchar radio. También
sabemos que la lectura de un artículo común del periódico decae rápidamente después de los
primeros párrafos, de tal suerte que es muy probable que un miembro del público lector ni siquiera vea
la última parte de un artículo periodístico cuando éste es muy largo. Por supuesto, hay muchos casos
en los que se atrae fuertemente la atención a través de los medios masivos de comunicación, y
bastantes casos en los que los escuchas se identifican notablemente con los personajes de la radio y
la televisión y adoptan el comportamiento y el lenguaje de los héroes fílmicos. Se ha comentado que
los medios de comunicación han traído hasta la sala de los hogares a Hollywood, Broadway y
Washington, y gran parte de ello es cierto. Existen algunos casos espectaculares del efecto logrado
por medio de la comunicación masiva.
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Recordaremos uno de éstos casos. Hace varios años, la cadena CBS transmitió la emisión radiofónica
de Orson Welles basada en la obra de H. G. Wells La guerra de los mundos. El guión presentaba la
invasión de Estados Unidos por parte de invasores de otro planeta. Algunas de las personas que
escucharon el programa salieron corriendo de sus casas hacia las colinas. Otras se armaron para
esperar a los invasores o trataron de llamar a sus seres queridos, por larga distancia, para despedirse
de ellos. Hubo algunos que escucharon a los locutores de la CBS explicar detalladamente que se
trataba de una obra de ciencia ficción. Los que no escucharon a los locutores estaban empeñados en
demostrar lo que acabamos de decir acerca del nivel tan bajo de atención que se concede a ciertas
partes de la comunicación.
No obstante, esto no explica completamente la razón por la cual la gente estaba histérica y hacía
cosas de las que después se avergonzó, y realmente éste es uno de los ejemplos más espectaculares
de los efectos de la comunicación masiva, pues sucedió espontáneamente en miles de hogares
cercanos al supuesto lugar de la invasión. ¿Por qué sucedió? Algunos investigadores han estudiado
este suceso y creen que pueden armar el rompecabezas. En aquel momento había tensión en el
ambiente. La gente sentía ansiedad, y esto pudo haber sido el canal para liberarla de distinta manera.
En segundo lugar, las personas confiaban -y aún lo hacen- en las noticias transmitidas por radio y la
obra se presentó como noticia y comentario. Por tanto, realmente la comunicación se escuchó como
muy profesional y realista en relación con un caso irreal pero aterrorizante: los marcianos estaban
invadiendo el país. Aparentemente, el elemento de grupo no tuvo mucho que ver con este evento,
pero los tres factores mencionados antes, sí tuvieron que ver. El mensaje fue aceptado (menos la
importante declaración de que era una representación, no una noticia). Los escuchas estaban tensos
y llenos de ansiedad reprimida, lista para ser liberada en cualquier dirección, y el mensaje los
convenció de que estaban en peligro. Después, cada uno reaccionó de acuerdo con su situación
particular y su personalidad.
Como ya dijimos, tal vez por fortuna, éste fue uno de los pocos ejemplos realmente espectaculares de
la conducta de las masas propiciada por los medios masivos. Se dice que ciertos artículos noticiosos
acerca del descubrimiento de oro estimularon la fiebre estadounidense del oro en la década de 1980.
Otros artículos fomentaron el retiro de dinero en efectivo de los bancos, lo cual contribuyó en parte a
la Gran Depresión de la década de 1930. Sin embargo, los hechos de este tipo han sido pocos y
menos abrumadores de lo que algunos observadores pensaron que podrían ser.
La ilusión de "los grandes medios de comunicación" y "el pequeño yo", surgió con el impacto de la
propaganda de la Primera Guerra Mundial, seguida por la estridente propaganda nazi y el absoluto
control de los medios de comunicación por parte de los nuevos regímenes políticos del hemisferio
Este. Estos acontecimientos causaron tal impresión en Europa Occidental y en Estados Unidos, que
uno de los modelos de los efectos de la comunicación que se escuchaba con más frecuencia en la
década de 1920 era la llamada "teoría de la bala mágica", la idea de que para un operador hábil la
propaganda era como un tiro al blanco: ¡dale al blanco con una de tus balas mágicas y el objetivo
caerá!
La teoría de la bala duró 25 años, al cabo de los cuales se acumuló suficiente conocimiento para
descartarla, incluso en los libros de texto más obsoletos. Lo que descubrieron los investigadores fue
que los objetos simplemente se negaban a caer cuando eran tocados por las "balas magníficas". Una
de dos, las supuestas víctimas ignoraban las descargas de propaganda, o cambiaban el mensaje
pretendido y lo reinterpretaban como les daba la gana. Los líderes políticos, los cuales eran quienes
más utilizaban estas nuevas técnicas de propaganda, se dieron cuenta de que la propaganda no
funciona, ni siquiera con sus partidarios. Necesitaban controlar algo más que los mensajes que
transmitían sus medios de comunicación. En primer lugar, debían resguardar a su gente de la
información conflictiva. En segundo lugar, debían controlar la situación ejerciendo su poder legal y
regulando los recursos y recompensas. Tercero, tenían que aportar grupos para reforzar a su gente en
las creencias y conductas que alguna escuela de pensamiento político considerara deseables. En
otras palabras, no podían depender únicamente de los mensajes de propaganda que pudieran difundir
sus medios. Estos líderes debían controlar por lo menos tres de los cuatro elementos a los que hemos
hecho referencia -los mensajes, la situación prevaleciente y las relaciones de grupo- para influir en las
personalidades (así como en la conducta resultante) y de esta forma lograr los objetivos de su
propaganda.
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A pesar de que la teoría de la bala mágica ha sido eliminada y de que el miedo a los medios de
propaganda ha disminuido, aún existe una penetrante inquietud acerca de los efectos de los medios
de comunicación, especialmente la televisión, sobre los niños y los jóvenes que aún no han
desarrollado defensas en contra de la comunicación masiva manipuladora. Un ejemplo de este interés
en el énfasis en las investigaciones que se hacen en Estados Unidos para examinar los efectos que
sobre los niños ejerce la violencia presentada en los medios de comunicación.
Hay gran cantidad de violencia en los programas ofrecidos por los medios de comunicación
actualmente. La violencia es presentada a ellos en forma atrayente, aunque son pocos los niños que
se involucran en actos de violencia criminal que se puedan relacionar con la televisión o con otros
medios de comunicación. La mayoría de los niños no se comprometen en tales comportamientos.
Consideran el material violento y deciden que prefieren jugar al fútbol o nadar. Quizá atienden
fielmente al contenido de violencia, pero lo utilizan como medio para canalizar su agresividad
reprimida, y la experiencia no produce resultados negativos. Habrá otros que adopten algunos de los
patrones violentos que ven en la televisión, pero en forma moderada e inofensiva al jugar a "policías y
ladrones". Sólo unos cuantos niños siguen el ejemplo de los medios masivos y aprenden técnicas
criminales y de violencia que llevan a la práctica con algunos de sus compañeros. Pero, ¿qué
determina cuáles de estos niños serán afectados negativamente por los mensajes de violencia y
cuáles no?
Las investigaciones nos conducen a creer que los otros tres elementos -personalidad, situación e
influencia de grupo- probablemente determinan el uso que se haga del mensaje. Si el niño está
interesado en hacer deporte, asiste a un club, va a la iglesia o realiza cualquier otra actividad positiva
no es probable que sienta la necesidad de actuar en forma violenta o antisocial. Por otro lado, si el
niño está aburrido y frustrado, podría experimentar una excitación peligrosa. Cuando los niños tienen
personalidades sanas y han asimilado ciertos valores deseables en su grupo familiar, es menos
probable que desarrollen inclinaciones hacia la violencia. Si sucede a la inversa, las normas y valores
son menos seguros; y si han perdido el sentido de pertenencia y de ser amados (tal vez por un hogar
destruido), es probable que los niños encuentren más atractivas las invitaciones a la violencia. Si el
grupo al que el niño admira posee normas sanas, es improbable que responda de forma indeseable a
la violencia que vea en la televisión, ya que el grupo de referencia no apoyará en él tales acciones.
Por otro lado, si el niño o el joven pertenecen a alguna "pandilla", se puede esperar con toda razón
que se comprometan en conductas violentas, ya que de esta manera se ganarán la admiración y
reputación del grupo por ese comportamiento. Por lo tanto, lo que los niños hagan dependerá del
balance apropiado de varias influencias en un momento dado.
Realmente nadie puede predecir -excepto tal vez desde el punto de vista matemático-, por el solo
hecho de ver un mensaje violento, cuál será la respuesta de un individuo a ese mensaje, y es muy
probable que en el caso que exponemos la comunidad, el hogar y la escuela, debido a que ejercen
influencia acentuada sobre otros elementos en el proceso de la toma de decisiones tengan más que
ver con la respuesta de un joven a un mensaje violento que el mensaje mismo.
Podemos estar relativamente seguros de que hay algunos efectos penetrantes de los medios masivos
de comunicación y del incremento del aprendizaje que se deriva de ello. La comunicación masiva
representa a la sociedad en el acto de transmitir sus normas y valores. Con el transcurso del tiempo
podemos identificar sus efectos generales en nuestras vidas sobre aspectos como las creencias,
valores, actitudes y conductas. Sin embargo, como hemos tratado de aclarar, se pueden predecir
efectos más específicos, peor con gran precaución, y nunca considerando sólo el mensaje en vez de
una información amplia acerca de la situación, la personalidad y las relaciones de grupo existentes en
donde el mensaje actuará.
Algunos macroenfoques
Hemos venido considerando cómo funciona la comunicación, sobre todo desde un micropunto de
vista, lo cual significa que nos hemos concentrado en analizar los detalles del proceso. Algunos de los
enfoques más interesantes y útiles en relación con el tema se han concentrado en un macronivel más
extenso en los últimos años. El resto de este capítulo considerará un breve muestrario de estas
perspectivas. Actualmente, pocos estudiosos iniciarían su análisis de la comunicación humana desde
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el punto de vista de la teoría de la bala mágica. Tampoco es probable que piensen en función de un
comunicador activo y un público pasivo que recibe algún tipo de influencia por parte del comunicador.
Usualmente es más probable empezar con el concepto de una relación de comunicación en la que
tanto el público como el comunicador son significativamente activos. Estas contrapartes no son por
fuerza activas con igual intensidad; es más probable que esto suceda en la comunicación
interpersonal en vez de en la comunicación masiva. Pero el intercambio de alguna manera funciona
para ambas partes. Satisface una necesidad o proporciona una gratificación deseada, pues si no fuera
así la relación sería abandonada. Por lo tanto, una forma útil de pensar en relación con la conducta de
comunicación es en términos de qué función esta desempeñando.
Uno de los primeros modelos que representa un análisis de las funciones de la interacción humana
fue la traída de funciones de Harold Lasswell para las que puede servir la comunicación: vigilancia del
medio ambiente, correlación de las partes de la sociedad en respuesta al medio ambiente y
transmisión de la herencia social de una generación a otra. La primera de éstas es la función del
reportero o, en un sentido más amplio los medios noticiosos. La segunda es una función
gubernamental auxiliada por los editores y las agencias de comunicación. La tercera es la
responsabilidad del educador en la escuela, la familia o cualquier otra relación de enseñanza.
Obviamente, este tipo de enfoque es útil al tratar de comprender el papel que juega la sociedad en la
comunicación. El hecho de que otros estudiantes hayan casi instantáneamente añadido dos funciones
adicionales: apoyo de la economía (por medio de la publicidad) y diversión (sin duda una de las más
antiguas funciones) indica simplemente que el enfoque de la función de la comunicación es más
amplio y útil de lo que consideraron sus primeros exponentes. La función que representa la
comunicación es un enfoque útil para situaciones tan distintas como una señora que sintoniza una
telenovela, las elecciones, un servicio religioso o un juego de fútbol.
La comunicación es descrita hoy, casi siempre como una transacción. Ésta, al igual que muchas otras
transacciones, se rige por ciertas reglas o acuerdos, como un contrato. Los contratos que regulan y
controlan la comunicación en diferentes situaciones, o para diferentes participantes, son materia
interesante para su estudio. Por ejemplo, los debates en el Senado de Estados Unidos de
Norteamérica son normados por reglas especiales y un protocolo. Un senador habla del "distinguido
senador de Carolina del Sur" en vez de decir lo que realmente piensa del senador con quien está
discutiendo. De igual forma un escolar se guía por un contrato que requiere que le muestre respeto a
su profesor y que aprenda lo que se espera de él. El profesor por el hecho de aceptar la situación
contrae la obligación de ayudar a los estudiantes a aprender lo que necesitan saber. La comunicación
entre padres e hijos, como todos sabemos, implica un contrato de amor y respeto mutuos. Incluso un
automovilista y un semáforo se encuentran en una situación contractual. ¿Qué caos podría resultar si
no fuera así? Pero el semáforo está diseñado de tal forma que el conductor puede confiar en que éste
respetará su parte del contrato. En efecto, el contrato promete que el semáforo cambiará de color a
intervalos regulares, de tal forma que el automovilista no tenga que esperar indefinidamente la luz
verde. Promete que la luz ámbar siempre seguirá a la luz verde, de tal manera que el conductor reciba
un aviso preventivo y que a la luz ámbar siempre seguirá una luz roja. Tal transacción parecerá
demasiado mecánica en comparación con la relación entre seres humanos. Sin embargo, la parte del
contrato relacionada con el conductor es muy humana. El conductor promete manejar de acuerdo con
las señales de los semáforos para de esta forma mantener seguro el flujo de tránsito y casi siempre lo
hace así. Sin embargo, ocasionalmente y bajo circunstancias especiales, el conductor estaría
dispuesto a faltar a su promesa con tal de llegar a tiempo a alguna cita. Podría pasarse la luz
preventiva o el alto en vez de esperar el siga. Y supongamos que la cita sea para una conferencia
pública. El automovilista se compromete, en efecto, a llegar a tiempo a la conferencia por respeto al
conferenciante y al público. ¿Cuál es la parte del contrato relacionada con el conferenciante? Por
supuesto que sea interesante, claro y comprensible y que hable suficientemente alto como para ser
escuchado.
Así como es usual pensar acerca de la comunicación como una transacción, en igual forma puede ser
útil considerarla como una relación, basada en el intercambio de información. Es más probable que el
proceso de intercambio refleje un fenómeno biológico en vez de un fenómeno físico. Es más probable
que el intercambio de información cambie la relación a que lo hagan los individuos involucrados. Por
ejemplo piénsese en lo importante que es una caricia de buenas noches en la relación padres-hijos y
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cómo se pueden mejorar las relaciones con los vecinos o en el trabajo por el hecho de saludarlos con
un amable "buenos días". Considérese lo satisfactorio que puede ser ver a su candidato salir airoso en
un debate televisado y cómo esto puede reforzar la relación con su partido político.
Tal y como sugiere el último ejemplo, las relaciones de comunicación no se limitan a dos personas.
Los grupos pequeños, como la familia o los equipos de fútbol, suelen depender de varias relaciones
simultáneas, las cuales se establecen a través del intercambio de información. De hecho, lo mismo
sucede en las relaciones sociales que incluyen a más personas. Edward Sapir advirtió esto
claramente hace algunos años cuando escribió un artículo sobre la comunicación para la primera
Enciclopedia de las ciencias sociales. Vale la pena recordar lo que dijo.
Comúnmente consideramos a la sociedad como si fuera una estructura estática definida por la
tradición; pero en el sentido más íntimo tal consideración es falsa. Realmente es una intrincada red de
entendimientos parciales o completos entre los miembros de unidades de organización de todos los
tamaños y complejidades, que varían desde una pareja de amantes o una familia hasta una
organización de naciones o la siempre creciente porción de la humanidad que se puede alcanzar por
medio de la prensa y a través de todas sus ramificaciones de relaciones. Sólo son actos de naturaleza
comunicativa particular los que se obtienen entre la gente que participa. Por tanto, no se puede decir
que el partido republicano exista como tal, sino en función de que su tradición crece constantemente y
se apoya en actos tan sencillos como que Juan Pérez vote por el partido republicano y comunique por
ese medio cierto tipo de mensaje, o que media docena de funcionarios se congreguen en cierto lugar,
formal o informalmente, para intercambiar ideas y finalmente decidir qué puntos de interés, reales o
supuestos, se considerarán varios meses después para discutirlos en una reunión de los miembros
del partido.
Éste es el tipo de enfoque básico en la comunicación que ha surgido en las últimas décadas. Es una
buena situación para pensar acerca del rol que desempeña la comunicación en la sociedad. En
dondequiera que surja una interacción social entre seres humanos, podemos esperar que se
encuentre una relación de comunicación. La comunicación es siempre parte importante de una
relación, a menudo la parte esencial, sin la cual no sería fácil de comprender la relación. Además, la
comunicación crea un lazo no sólo entre los individuos o los grupos, sino también entre las relaciones.
Por ejemplo, difícilmente podríamos entender cómo funcionan las grandes organizaciones militares si
no comprendemos algo acerca de la compleja red de relaciones que implican el rango, el orden y la
coordinación entre muchas unidades básicas.
En suma, la comunicación es la trama que une a los individuos, familias, grupos sociales y religiosos,
corporaciones, públicos de los medios de comunicación masiva, sociedades, culturas y naciones. El
propósito de este capítulo introductorio consistió en identificar los elementos comunes en todas estas
formas de comunicación y explicar el proceso básico que se considera esencialmente el mismo en
dondequiera que se manifieste una interacción humana. Sin embargo, también hay algunas
diferencias muy importantes. La comunicación es un fenómeno complejo y multifacético. Realmente,
cada caso específico de comunicación se puede considerar único en cierta forma. En los capítulos
subsecuentes se analizarán los elementos poco comunes que caracterizan las diferentes subclases
de tales eventos, particularmente los subtipos y las funciones de comunicación que usualmente
reciben apoyo de la investigación y la atención de los estudiosos en todo el mundo.
15-Mar-2002 http://mailweb.udlap.mx/~jpriante/como_funciona.html
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