(cómo hablar en público) - IES Jose Mª Pereda, Santander

ORATORIA
Cómo hablar en público
Ana maría Gómez garcía
IES José María Pereda
Santander
La Oratoria es el arte de persuadir y convencer por medio de la
palabra empleando todos los recursos físicos de que la naturaleza
nos ha dotado.
CÓMO HABLAR EN PÚBLICO
ÍNDICE
1.
Tiempos................................................................3
2.
Vestuario ..............................................................3
3.
Léxico ...............................................................4, 5
4.
Posturas ...........................................................5, 6
5.
Presentaciones.....................................................7
6.
Micrófono..............................................................7
7.
Voz .......................................................................7
8.
Materiales .............................................................8
9.
¿Leer o hablar? ................................................8, 9
10. Consejos...............................................................9
11. Modelos ..............................................................10
Ana Gómez. IES José Mª Pereda
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CÓMO HABLAR EN PÚBLICO
Pautas para una buena comunicación oral
1- Tiempos
•
Puntualidad: Para empezar y para terminar. Como signo de respeto al
público asistente y a los colegas que intervengan después. La manida frase
dejamos los cinco minutos de cortesía está absolutamente prohibida. La
cortesía es empezar a la hora de convocatoria y no hacer esperar al auditorio
ya presente que ha sido puntual.
•
Duración: Si el tiempo asignado para la intervención está limitado (hay
ponencias con una duración máxima de diez, quince o veinte minutos, por ej.)
es preciso ensayar en casa una y otra vez con un reloj y añadir o suprimir
contenido. Pero jamás sobrepasarlo más de un minuto. Ha de calcularse
también si las preguntas del público están incluidas o no. Es del todo
imperdonable excederse. Seguro, seguro que los asistentes lo agradecerán y el
orador causará muy buena impresión. Además de sensación de dominio y
buena preparación del tema.
2- Vestuario
•
Caballeros: Deben vestir traje y corbata. En según qué ocasiones, se
puede aceptar americana sin corbata, siempre y cuando solo se desabroche el
primer botón de la camisa. Jamás deben presentarse en mangas de camisa.
No es de buen tono llevar vaqueros ni zapatillas deportivas o calzado sin
calcetines.
•
Señoras: Pueden llevar la ropa que deseen salvo vaqueros, escotes
pronunciados, minifaldas excesivas y transparencias. Y deberán tener en
cuenta que la ropa habrá de ser cómoda y que no obligue a estar
arreglándosela o colocándosela constantemente. Lo mismo se puede aplicar a
los complementos, joyas y peinados. El pelo y el collar no deben servir de
“entretenimiento”.
Deberá tenerse en cuenta cómo van a ser los asientos: sillas altas,
sillones bajos…, se les verá de cintura para arriba, de cuerpo entero…, se
asoman las piernas por debajo de la mesa o quedan ocultas (hay que
considerarlo a la hora de cruzarlas o no). Todo esto influye para elegir pantalón
o falda, y el largo de la misma. Es de suma importancia en un plató de
televisión. En este ámbito también han de evitarse determinadas telas que
pueden provocar un efecto irisado en la pantalla. Asimismo, si nos van a
enfocar por la espalda o la nuca, habrá que vigilar el pelo y los cuellos de las
chaquetas. No es lo mismo verse en casa que en la pantalla. El ojo engaña, la
cámara se vuelve indiscreta y pueden ponerse en evidencia detalles que no
nos gusten y que nos habían pasado inadvertidos.
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•
Adolescentes: Pueden omitir parte de las recomendaciones anteriores.
Pero: prohibidos los faldones de la camisa por fuera, las zapatillas deportivas,
los tacones que ocasionan traspiés a las novatas, los vaqueros -sobre todo
raídos, arrugados o descosidos-, los chándales, sudaderas y similares.
o
El público merece respeto; además, respetarán al orador y su mensaje mucho
más.
o
Lo importante es adquirir aire de seguridad, naturalidad y confianza.
3- Léxico
•
Hacer partícipe al público utilizando la 2ª persona usted-es. Como uds. saben,
como uds. comprenderán, uds. me dirán que…, etc. Preguntando algo o con
fórmulas del tipo “¿Verdad?” “¿No les parece?” etc. Nunca tutear.
•
Usar las palabras adecuadas, hablar con lenguaje preciso.
•
Si se lee mucho o, en su defecto, se prepara bien la conferencia o la
comunicación, se llevará un léxico rico y cuidado.
•
1ª persona singular exclusivamente para:
•
o
Presentarse uno mismo (siempre sin excesos ni autoalabanzas)
o
Reírse de uno mismo.
o
Acusarse de un error o defecto.
o
Asumir responsabilidades por algo erróneo, fallido o de dudoso
resultado.
o
Contar anécdotas. Y nunca las que han sido gloriosas para el hablante
o en las que ha conocido o saludado a alguien famoso o prestigioso,
sino solo aquellas en que se ha sido mero testigo y los protagonistas
son otros, o en las que se ha quedado mal o en ridículo.
1ª persona plural para:
o
Relatar los logros, las actividades o las experiencias propias en la
empresa, el organismo, etc. donde se trabaje. Se supone que no se
trabaja solo casi nunca. Se pertenece a alguien o a algo, se cuenta con
subordinados, colaboradores, superiores, etc. Las felicitaciones y loas
deben proceder de otros nunca de uno mismo. Y, si no llegan, nos
aguantamos, por premios Nobel que seamos. Siempre queda el recurso
de pensar: “Envidia que me tienen”. De modo que no hay por qué
echarse flores. Jamás. Es conveniente y recomendable dedicar algún
momento de la charla a ridiculizarse o reírse de sí mismo. Pero nunca,
nunca de los demás. Si ha de mencionarse por fuerza un premio que
han otorgado al equipo, se debe decir que han premiado “el trabajo”, “el
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proyecto”, etc. nunca a las personas: “a nosotros”. Y agradecerlo
infinitamente a la generosidad de quien lo otorgó, sin atribuirse el mérito
o la justicia de haberlo recibido. A veces ciertos individuos carecen de
sentido de la medida e incurren en el error opuesto: la falsa modestia,
que es tan intolerable o más si cabe. Virtus est medium.
Prohibido:
Tacos.
o sea…/ pues… Sobre todo si se abusa de su reiteración
eeeehhh… (absolutamente deplorable) Es preferible un silencio. Y hay que
esforzarse por llegar a conseguir la soltura que nos permitirá recurrir a fórmulas
mucho más adecuadas, más comprensibles y menos llamativas: Pues la
verdad es que no lo he pensado, pero ahora que me lo pregunta…/ Déjeme
pensar…/ A ver que haga memoria…/ Estoy intentando que me venga la
palabra…a lo mejor uds. me ayudan…qué torpe estoy hoy (risas)/ Un
momento, que prefiero proporcionarles el dato concreto…/ Mire, yo también me
lo he preguntado, pero no es una fácil decisión... Por poner algunos ejemplos
entre muchos posibles.
Vulgarismos y localismos.
Hablar como pidiendo perdón: bueno pues…, un poco pues…, yo diría…
(Muchos deportistas y entrenadores lo hacen así, además de rascarse o mirar
hacia abajo y ni de frente. Rubalcaba es un ejemplo correcto. Debe imperar la
seguridad y el convencimiento de lo que se dice).
Emplear anglicismos y otros extranjerismos innecesarios: son signo de escaso
vocabulario o de pedantería. Esta última demuestra inseguridad y poco dominio
de la materia y de la situación.
Duplicar los géneros gramaticales de manera gratuita siguiendo la moda de lo
“políticamente correcto”
4- Gestos y posturas
•
¿De pie o sentados? Siempre es preferible de pie. Aunque no haya atril. No
debe uno hablar detrás de una mesa salvo que sea la llamada mesa redonda o
la presidencial (claustro, entrega de diplomas, reunión social de un club o
sociedad…: en ellas cada interviniente habla poco o se alternan en períodos
breves). Pero si uno de los presentes va a pronunciar un discurso, debe
levantarse y, aún mejor, salir de la mesa para ocupar el atril o hablar por el
micrófono desde cualquier lado del escenario; y puede pasear o moverse. Hay
que evitar el envaramiento y la lejanía. Mejor no permanecer estáticos: aburre y
no comunica nada.
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•
Mirar al público. En todas direcciones, cubriendo toda la amplitud de la sala
alternativamente. Nunca dirigir la mirada en una misma dirección.
•
Mirar de frente, con madurez y seguridad, a la cara de la gente o a la cámara.
No como los ejemplos del apdo. 3.
•
Nunca levantar los brazos más arriba de la cintura, excepto para señalar en un
mapa o similar, ni gesticular en exceso: resulta vulgar.
•
Utilizar el cuerpo para apoyar la exposición, matizar un aspecto, hacer hincapié
en algo importante: los ojos, las manos, los brazos (moderadamente),
movimientos de cuello, de cabeza, de cintura, hacer pequeñas pausas de
subrayado. Pasearse de un lado a otro y acercarse al público. Todo ello hace
que el mensaje sea más vívido y cale más en el auditorio.
•
Las manos: Nunca en los bolsillos. Si no sabemos qué hacer con ellas, se
puede sostener con ellas un bolígrafo o lapicero, un puntero, unas gafas, el
micrófono… Eso sí, nada que haga ruido (llaveros, bolígrafos de clic…).
Cuando se tienen tablas no hace falta nada en ellas: véase a Rubalcaba o
Sarkozy.
•
Si hablamos o nos entrevistan en tv. sentados en un sofá, tresillo o sillón, o
bien detrás de una mesa, es de buen tono no gesticular con las manos y los
brazos. O hacerlo solo mínimamente. Para reforzar la comunicación hay que
emplear la voz, la acentuación, la sonrisa, la mirada, los movimientos de cuello
y cabeza, pero nunca agitar como alas de gaviota las manos y los brazos: es
propio de personas inseguras, que no se expresan bien con la palabra, y
también de actrices y presentadoras incultas, infantiles y sobreexcitadas. La
persona segura y serena, las mantiene en el regazo, o sobre la mesa si la
hubiera. Y, por supuesto, no se emplean para señalar al oponente, por muy
agitado que esté el debate.
Prohibido:
Rascarse la calva, las cejas, la nariz… atusarse el pelo, subirse el pantalón,
arreglarse el cinturón, “limpiar” la mesa, mirarse o arreglarse las uñas. Denota
inseguridad, nerviosismo, aburrimiento, ganas de terminar.
Si se está detrás de una mesa, apoyarse en ella en exceso o inclinarse en
exceso elevando los hombros y encogiendo el cuello.
Sentarse en la mesa con una pierna o las dos colgando y balanceándolas.
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5- Presentaciones
•
Quien presente al orador debe seguir las mismas recomendaciones expuestas
hasta aquí. Y, además, nunca empezar por Bueno, este es…/ Hola, qué tal,
buenas tardes, bueno pues…/ Bueno, pues vamos a empezar…/ Aquí
tenemos a… Tampoco debe tutearse al público. Un comienzo correcto sería:
Buenas tardes, señores, muchas gracias por su asistencia. Recibimos hoy a… /
Tenemos entre nosotros a… a quien agradecemos su presencia/ su amable
respuesta a nuestra invitación… (Acto seguido se informa de su biografía y/o
su actividad académica o profesional. Pero nunca diciendo que es de sobra
conocido y las palabras están de más; para alargarse, luego, media hora
alabándolo y haciendo patente la amistad íntima que se mantiene con él. Es
deplorable. Y el público no acude para eso).
•
Se puede presentar uno mismo, no hay problema: con tranquilidad y seguridad.
Solo se dirá el nombre, el título académico, la profesión y el lugar de trabajo. La
relación de premios, publicaciones, etc. debe dejarse al presentador, cuando lo
haya, o al folleto informativo, nada más. Es mejor suscitar la intriga o despertar
el interés merced a nuestra simpatía, nuestra capacidad de comunicación o
nuestro profundo conocimiento de la materia: el público nos interrogará, nos
buscará en internet, etc. y sabrá de nosotros. Por desgracia vivimos ahora en
un mundo en el que domina la excesiva información y escasea el misterio, a
pesar de lo interesante que resulta y lo eficaz que ha sido siempre.
6- Micrófono
•
Ni tan cerca que haya reverberación ni tan lejos que no nos oigan bien.
•
Vigilar el apagado y encendido: puede jugar malas pasadas.
•
Tener claro que el micrófono se emplea para elevar el tono normal de habla de
una persona. Por tanto, sobra que gritemos o forcemos la voz. Hay quien suele
hacerlo. La voz llega perfecta si sale de nuestra garganta en un tono mediobajo, sin forzarla. Y siempre vocalizando bien.
7- Voz y vocalización
•
Vocalizar correctamente todas las palabras.
•
Pronunciar correctamente todas las consonantes.
•
Pronunciar correctamente las palabras de idiomas extranjeros. Aunque no
hablemos el idioma, deberemos, si es posible, aprender a pronunciar los
topónimos que no se traducen (los que se traducen deben decirse en español),
los nombres propios y los apellidos lo mejor posible.
•
Entonar de manera adecuada, no forzada ni artificial, todas las frases. Con las
pausas y los acentos donde corresponden.
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8- Documentación o materiales
•
•
Power Point: Ha llegado a ser el apoyo cómodo de los individuos que se
saben incompetentes en la comunicación oral. Se refugian en el hecho de que
los asistentes se distraen con la pantalla y ellos ya no necesitan ser el foco de
atención (un conferenciante o similar es el foco de atención, si no ¿qué es?;
para eso se le paga). Así, el mal llamado orador se parapeta tras la mesa con
la excusa de “darle a la teclita”: nefasto. Cada vez asistimos a más
comunicaciones orales que son cualquier cosa menos eso. Todo se ha
desvirtuado. Los medios técnicos se deben emplear con mesura:
o
Exclusivamente para gráficos, mapas, planos, fotografías, fórmulas,
problemas o planteamientos científicos, dibujos, etc.
o
Nunca para mostrar textos que lee el conferenciante (dos errores a la vez
estaría cometiendo).
o
Tampoco para mostrar guiones o pautas de lo que se va a hablar. Es una
estupidez un tanto infantil: la gente no es tonta, no lo necesita.
Folios y fichas: ver el siguiente apartado.
9- ¿Leer o hablar?
•
Una comunicación oral no se lee jamás. En ningún sitio ni ante nadie. Ni tesis
doctoral ni discurso en el Congreso o de agradecimiento por un premio ni
conferencia en el ateneo. Jamás. No resulta serio. Nada serio. Hay que buscar
tiempo para estudiarlo y ensayarlo. Si no, no se hace. Así de claro.
•
Cuando los políticos leen sus discursos denotan inseguridad. Los papeles y las
palabras impresas se convierten en el asidero sin el cual no saben “andar”
solos. De ese modo sus palabras suenan falsas, inauténticas, no propias del
orador. En ese desprecio por el votante incurre la mayoría de nuestros
representantes públicos: se limitan a leer por primera vez un texto redactado
por un asesor (y creen que no se nota. ¿O nos hemos vuelto muy poco
exigentes?).
•
Solo se pueden leer citas, cifras, datos, estadísticas… O nombres que no se
recuerden.
•
Se pueden utilizar fichas (tamaño cuartilla o bien octavilla, no más) con un
guión, para llevar un orden y no dejarse nada.
•
Se puede emplear power point (ver apartado anterior).
•
Si se leen poemas, fragmentos de novelas, leyes, normativas, párrafos de
noticias o de artículos de prensa, y textos similares, debe hacerse
indefectiblemente así:
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Despacio (mucho mejor pecar de lentitud que de rapidez).
Con entonación, pausas y vocalización adecuadas, es decir, naturales,
casi como si se hablara.
Levantando la cabeza para mirar a la audiencia cada dos líneas o frases
aproximadamente y cada vez que lleguemos a un punto relevante por la
razón que sea.
Si es un texto con diálogo o con frases textuales, las preguntas,
exclamaciones, etc., deben entonarse de modo realista, como si se
estuvieran diciendo oralmente en una conversación espontánea. Es
decir, sin miedo a “hacer un poco de teatro”, como cuando se leían
comedias por las emisoras radiofónicas.
Sin que el papel nos tape la cara.
Con una cartulina o carpeta debajo de los folios si no se dispone de un
atril.
Sin meter la cabeza entre los papeles y cerca de la mesa o de la
camisa, si se lee sentado.
Si no hay micrófono porque la sala no es grande, la voz debe ser clara.
10- Consejos
A los tímidos que tienen la “suerte” de ser miopes les puede ayudar prescindir
de las gafas. Eso les permite aislarse, no ver a nadie que los mira, solo una
masa informe, lejana y oscura. Excelentes actores de teatro que padecen
miopía quizá deban su calidad a eso precisamente, porque se sienten solos en
el escenario y nada les distrae; aunque sí necesitan sentir la presencia y los
aplausos o las risas.
La memoria no basta para hablar sin papeles. Se acaba notando (ver ejemplos
del apdo. siguiente). O se domina la técnica actoral o uno debe hablar solo de
lo que está convencido y ha interiorizado y meditado bien; con sinceridad.
Entonces llegará al oyente y le convencerá. De otro modo: imposible.
Ensayar, ensayar y ensayar en casa ante el espejo y ante familiares y
amigos. (Después de unas cuantas veces ensayadas, ya no hará falta y se
podrá improvisar lo que sea, en cualquier sitio y ante cualquier auditorio). Nadie
se convierte en un buen comunicador sin esfuerzo, trabajo y preparación.
Como los concertistas. Salvo los que ya vienen al mundo con cualidades
innatas y pueden tocar un instrumento y hablar un idioma gracias a un oído
privilegiado, y los que nacen con el don de la elocuencia. Pero todo eso
sabemos que no es demasiado frecuente entre los mortales.
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11- Modelos
o
Pésimos: José Blanco. J.L. Rodríguez Zapatero: escaso vocabulario que le
priva de facilidad de palabra, su vida pública está llena de pausas buscando el
término preciso que no encuentra nunca. José Mª Aznar: trasluce un profundo
complejo de inferioridad, nunca ha conseguido llegar a ser un orador, ni
después de tantos años de parlamentario. Carme Chacón y Mª Dolores de
Cospedal: nula facilidad de palabra, antinaturales; el mensaje, aun leído, les
sale forzado; actúan como robots programados, con gestos estudiados de
pretendida naturalidad nunca alcanzada; no se creen nunca que están diciendo
y pecan de dramatismo artificial, sobre todo la primera. Leire Pajín: además de
los defectos anteriores deja demasiado en evidencia un esfuerzo desmedido
por ocultar su lenguaje habitual, barriobajero y atropellado, con problemas de
vocalización. Soraya Sáez de Santamaría: opositora tenaz y esforzada, se
estudia los papeles y programa los gestos, las pausas y los ademanes, se nota
demasiado; carece del don de la elocuencia y quiere suplirlo con estudio, pero
es inútil: lo resuelve de mala manera, sus ojos vagan por la sala sin mirar,
buscando en la memoria cada palabra que se ha estudiado, intentando cumplir
su cometido sin perder el hilo; y lo peor es que parece estar convencida de que
lo realiza a la perfección. Rosa Díez: gritona y excesiva de movimientos,
parece siempre enfadada y fuera de sí, agresiva, lee los discursos y lo hace
mal.
o
Regulares: Barak Obama (repetitivo, monótono predecible, estudiado). Hillary
Clinton (artificial, poco creíble, tiende a leer en demasía)
o
Buenos: Bill Clinton, Gaspar Llamazares (su mirada es sincera siempre,
habla con el corazón y el convencimiento), Elena Valenciano (vocaliza y entona
bien, no pierde la calma en el debate y está segura de lo que dice).
o
Excelentes: Alfredo Pérez Rubalcaba, José Borrell, Felipe González, Nicolas
Sarkozy, John F. Kennedy, Robert Kennedy (hay discursos en youtube). Son
verdaderos comunicadores, dominan todos los recursos lingüísticos y
corporales que se precisan. Creen en lo que dicen.
Y, si no lo creen, lo hacen creíble. Nada que objetar. Es su trabajo.
El nuestro: descubrir la verdad.
Santander, 26 de diciembre de 2011
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