Cómo escribir una obra por accidente - Teatro UC

EL AVIÓN ROJO (O EL UTÓPICO INDESTRUCTIBLE) / TEATRO DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA
entrevista a Jaime Mc Manus Por M. Inés Silva
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Cómo escribir una obra por accidente
Primero, andar trayendo a cuestas antiguas obsesiones… Segundo, no abandonarlas en
el camino… Tercero, cuando llega el momento, dejarlas hablar, dejarlas hacerse presentes…
Cuarto, empezar a escribir… Quinto, no claudicar… Sexto, no morir en el intento…
¿De dónde viene la obsesión por El avión rojo?
Comienza en los años 80, entre whiskys y cigarros, durante una
de las largas noche que pasaba en la octava región, en el Fundo
El avellano. En ese tiempo yo estaba casado, y con mi suegro
solíamos quedarnos hasta muy tarde, hablando de todo y nada.
Una noche, como a las dos-tres de la mañana, me cuenta una
historia, la hazaña de El avión rojo y Marmaduke Grove. Desde
ese momento me quedé con la bala pasada. ¿Veinte años ya?
Pero en esa época ni siquiera me atrevía a acercarme a la idea
de escribir teatro.
¿Cómo hiciste para que la obsesión no te abandonara?
En realidad, la cuidé, la alimenté. Empecé a buscar información
sobre ese hecho histórico. Encontré bastante material en
diarios y revistas de la época, así como en los documentos
escritos por aquellos que, de una u otra manera, participaron
en los sucesos del 21 de septiembre de 1930, cuando el
avión rojo aterrizó en Concepción. En la biblioteca de San
Joaquín de la Universidad Católica encontré un libro sobre
Marmaduke Grove escrito por Carlos Charlín, donde hay un
capítulo entero dedicado a la hazaña de El avión rojo.2
necesario alguna inspiración mesiánica para llevar a cabo
semejantes epopeyas. Son años de gigantescos esfuerzos
dejando atrás familias, esposas, amigos, en pos de
inclaudicables principios de justicia social, amor por un Chile
incipiente y lleno de futuro. Parte de las historias personales
de estos personajes están marcadas por el exilio, la tortura,
la cárcel, la injusticia, la relegación. Y aún así se mantuvieron
fieles a sí mismos, hasta el final de sus vidas.
Esta imagen romántica de un Chile que alguna vez fue,
contrasta y choca duramente con lo que ocurrió en años
posteriores. Esas utopías jamás llegaron a realizarse, jamás
Chile fue socialista, jamás se pudo superar la pobreza. Nunca
hemos logrado un crecimiento en igualdad y son unos pocos
los que almacenan la mayoría de las riquezas.
¿Qué era lo que te atraía de esa historia?
Cuando miras nuestro pasado-presente puedes ver que no
existe proyecto político-social en la historia chilena que haya
llegado a concretarse como sus gestores lo tenían planificado.
Ni O'Higgins, ni Carrera, ni Balmaceda, ni Allende, ni Pinochet
lo han logrado. Todos han sucumbido de una u otra forma.
Sólo quedan híbridos, resabios de proyectos incorporados
a otros nuevos. No importa lo que haga o no se haga, o
cuánto tiempo haya costado, o cuántos han muerto por ello.
Da lo mismo. El destino es uno. El naufragio es inevitable.
En este relato, así como en otros de ese período, me llamaba
la atención esa fuerza que empujaba a los hombres de la
época a realizar ese tipo de empresas. Me preguntaba si era
(2) En Biblioteca de la Universidad Católica de Chile (www.uc.cl):
• Maturana Barahona, Ventura. Mi ruta: el pasado, el porvenir. 1936. Buenos Aires (s.n).
• Alessandri, Arturo. Recuerdos de Gobierno. 1967, Ed. Nacimiento. Santiago.
• Charlin, Carlos. 1972, Del avión rojo a la República Socialista. Ed. Quimantú, Stgo
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EL AVIÓN ROJO (O EL UTÓPICO INDESTRUCTIBLE) / TEATRO DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA
A pesar de ese destino trágico, igual insististe con
traer esas historias al presente
Es que la fuerza vital que encontramos en esas historias, y que
nos impulsa hacia nuestras utopías, es muy poderosa y se
mantiene viva al igual que el destino. Ella aflora en ideales
republicanos, en revueltas ocasionales, en protestas violentas
en la periferia de la ciudad que revelan que no todo está tan
bien como quieren hacernos creer las cifras.
A través de su historia, Chile ha dado grandes muestras de
que no hay que quedarse de brazos cruzados frente a la
miseria, la pobreza, la injusticia y el desamparo. Tenemos
una fuerte vocación por el progresismo social. Y la libertad,
en su sentido más amplio, es el hilo conductor de estos 200
años de vida independiente que conmemoraremos el 2010.
Pero lo que sucede, el problema, es que ese anhelo de
libertad, lo utópico y lo que ocurre realmente, se encuentran
en permanente conflicto. Dicho de un modo sencillo y común:
queremos, pero no nos resulta.
Pero ese no fue el caso con El avión rojo: quisiste y te
resultó escribirla
(Se ríe). Sí, pero fue un largo y accidentado camino.
¿Cuándo y cómo empezaste con la obra?
Quiero aclarar una cosa. Yo no soy dramaturgo. Había escrito
una, dos o tres veces, pero me gano la vida principalmente
como actor. Sin embargo, en esta ocasión ocurrieron ciertos
acontecimientos que me empujaron hacia la escritura de
El avión rojo. Y una vez allí, ya no pude volver atrás.
Lo primero fue el hecho de haber escrito algunas de las
escenas de Klee, en el marco del proceso de creación que
desarrollamos con la compañía.3 A partir de ello, pensé que
podríamos usar la misma metodología de trabajo y hacer un
proyecto en torno a la hazaña del avión rojo: escribirla,
montarla, actuarla y dirigirla en forma colectiva. Pero estábamos
todos demasiados cansados. Hernán Lacalle y Pablo Macaya
me dijeron: “escríbela tú y después hablamos”.
Entonces, tomé mi librito sobre Marmaduke Grove y me fui
a Londres, donde vino el segundo aventón. Como parte del
programa de estudios de The School of Phisical Theater of
London se me exigía escribir muchas escenas que luego
tenían que ser trabajadas desde la actuación. Y todo cuanto
me pedían lo aplicaba en la historia del avión rojo.
El resultado de esa experiencia fue mi examen final del
programa: un unipersonal de 20 minutos titulado Dolor de
cabeza, que está incorporado a la trama de la obra. Allí
encontré una manera, un camino que hiciera posible la
realización de mi proyecto.
¿Desde dónde escribes?
Desde el teatro. No escribo desde la literatura. Lo hago
siempre con una idea de montaje, porque soy actor y, como
tal, estoy atrapado por la puesta en escena.
Tampoco lo haces desde fuentes históricas…
No, aún cuando en un principio la idea era hablar
específicamente del hecho histórico de la hazaña de
Marmaduke. Sin embargo, El avión rojo (o el utópico
indestructible) resultó ser más mucho más que eso. Si bien
en un comienzo pensaba abordar el origen del socialismo,
el foco se fue redirigiendo hacia los orígenes de Chile, el Chile
de hoy, nuestra identidad, nuestros anhelos y expectativas
como país.
Y eché todo a la olla. Desde los personajes históricos hasta
el billete de $10.000, desde los recuerdos desenfocados en
el fundo El avellano hasta el doloroso momento del penal de
Carlos Caszely en el Mundial del 82.
Creo que lo que finalmente ocurrió fue que me negué a hacer
una biografía de Marmaduke y a narrar la historia del socialismo.
Al escribir desde el teatro, pude torpedear la idea biográfica
de la historia, la historia correlativa, la historia verdadera.
Porque no creo que se pueda construir la historia verdadera.
De hecho, la obra está llena de cosas que no son.
(3) Sobre la metodología de trabajo de la compañía Teatro La Batería y el proceso de
creación de Klee, ver Entrevista a Hernán Lacalle.
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TEATRO DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA / EL AVIÓN ROJO (O EL UTÓPICO INDESTRUCTIBLE)
Alter nos recuerda “que las cosas no fueron así”...
También abordas la idea de fracaso
Efectivamente. De hecho, al inicio de la obra dice que “todo
es una gran mentira”. Alter es la voz del creador. Es mi voz
que se hace presente en el texto.
Sí. Trabajé el fracaso como eje durante toda la obra, pero no
quise nombrarlo hasta la última escena, donde aparece como
una gran conclusión verbal y final: “esto es un rotundo
fracaso”. Ello porque el fracaso es duro y doloroso, muy poco
saludable. Sin embargo, fracaso significa también empezar
de nuevo, es el final de la obra, el volver a iniciar algo, el tener
la posibilidad de poder hacerlo, esta vez “desde los
escombros”.
¿Cómo defines tu obra?
Comedia - épica - surrealista - absurda - y - chilena… Comedia
porque son aspectos infaustos los que dominan las situaciones
y desenlaces… Épica porque es un hecho heroico, digno de ser
señalado… Surrealista y absurda porque sobrepasa lo real documental dando lugar a lo fantástico y lo irracional, que no deja
de tener su propia razón… Chilena porque es parte de nuestra
historia y está tratada desde nuestra identidad como país.
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Entonces, el humor aparece. Nos reímos con un poco de
melancolía, a veces a carcajadas. Todo no es más que un
insignificante fracaso histórico. Pero el humor siempre estará
presente. Es que somos chilenos. No hay vuelta.