Cómo alcanzar altos rendimientos en soja. - INTA

Enfoques y perspectivas
Cómo alcanzar altos rendimientos en soja.
Gerster, G.(1) y Bacigaluppo, S.(2)
(1)
AER INTA Roldán; (2) EEA INTA Oliveros
Palabras claves: soja, requerimientos, estrategias
de manejo.
El cultivo de soja en Argentina tuvo una gran expansión en los últimos años, no sólo en el área pampeana central sino también en áreas consideradas
marginales para la agricultura.
Sin dudas, el desarrollo tecnológico como la aparición de cultivares transgénicos y la siembra directa
permitieron que este cultivo avance en dichas regiones. En la campaña 2008/09 la superficie sembrada
con esta oleaginosa fue de 17.000.000 has (SAGPyA, 2009).
Para sostener el área sembrada y alcanzar rendimientos estables en el tiempo o bien incrementarlos, es necesario analizar cuáles son los principales
factores que contribuyen a determinar el rendimiento
final del cultivo. Conocer la influencia de estos factores y realizar un manejo adecuado de los mismos,
permitirían generar un ambiente de alta producción y
hacer sostenible el cultivo de soja en nuestro país.
Radiación solar y temperatura:
La radiación solar y la temperatura, junto con el
agua, son las principales variables agrometeorológicas que regulan los procesos metabólicos de las
plantas (Cárcova et al., 2003). El componente más
asociado con variaciones en rendimiento del cultivo
de soja es el número de granos por unidad de superficie (Quijano et al., 1996; Egli, 1998; Kantolic et al.,
2003), el cual es función de la tasa de crecimiento del
cultivo (TCC) entre plena floración (R2) y comienzo
de llenado de los granos (R5). Esta TCC depende de
la temperatura media diaria y de la intercepción y la
eficiencia de conversión de la radiación solar. Es decir que para aumentar el número de semillas por unidad de superficie, se necesitan temperaturas medias
diarias cercanas a los 26ºC y máxima intercepción
de luz durante el período de crecimiento reproductivo
(R2-R5) (Board y Harville, 1992). Es necesario entonces lograr la máxima cobertura de canopeo antes
de llegar a R5. Por otra parte, para lograr un óptimo
llenado de granos se necesitan condiciones de alta
radiación solar durante el periodo de R5 a R7 (inicio
de llenado a madurez fisiológica). Durante los estadíos mencionados no deberían presentarse períodos
con estrés hídrico. Según Quijano et al, 1999 y Martignone et al, 2000 el período más sensible para el
establecimiento de las semillas sería el comprendido
por los 20 ó 15 días antes a R5, extendiéndose hasta
10 días después.
La elección de la fecha de siembra, los GM y sus
cultivares de buen comportamiento para las distintas
fechas de siembra, combinados con espaciamientos,
en función del crecimiento de los materiales elegidos,
son las herramientas que hay que manejar estratégicamente en cada sitio o ambiente para hacer un uso
eficiente de los 2 factores antes descriptos.
Nutrición:
En el área pampeana se logró un gran avance
en este tema y existe cuantiosa información sobre
la nutrición del cultivo, especialmente en lo que respecta a fósforo y azufre con sus valores umbrales
o de referencia (Martínez y Cordone, 2000; Ferraris
et al, 2004; Cordone y Martínez, 2004; Salvagiotti et
al, 2005). También se conoce que el requerimiento
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de nitrógeno del cultivo es mayor al aportado por la
fijación biológica; aunque aún no está definido el valor de dicho déficit, existen líneas de investigación
públicas y privadas que conducen a satisfacer las
demandas del cultivo en este aspecto, al igual que
las limitaciones por nuevos nutrientes.
Un manejo estratégico de fertilización basado
en la información ya existente permitiría optimizar el
impacto de este factor, quedando como desafío la
resolución del déficit de N generado por este cultivo
(Cordone y Martínez, 2004; García, 2006).
Agua:
Es el principal factor que limita el crecimiento de
un cultivo en los sistemas agrícolas de secano, cumple diversas funciones en la planta como transpiración, turgencia celular, absorción de nutrientes, etc.
El consumo de agua de los cultivos es el valor
de la evapotranspiración acumulada en todo su ciclo, depende de la demanda atmosférica, de la duración del ciclo y del área foliar desarrollada por éste.
Casi toda el agua transpirada por un cultivo pasa a
través de la superficie de sus hojas, de tal manera
que a medida que aumenta el área foliar, aumenta
linealmente el consumo de agua del cultivo para
una misma demanda atmosférica, hasta interceptar
el cultivo el 95 % de la radiación fotosintéticamente
activa. Esto coincidiría con un área foliar de 4 aproximadamente, según cultivar. A partir de ese valor por
más que se incremente el área foliar el consumo de
agua por transpiración se estabiliza y la evaporación
se hace mínima. Un cultivo de soja de primera, consume en todo su ciclo aproximadamente 530 mm de
agua (Andriani, 2000a).
Si bien en gran parte del área donde se siembra
la soja, la cantidad de agua de lluvia que se registra
en el ciclo supera los requerimientos del cultivo, es
habitual que existan limitaciones hídricas temporales
debido a que su distribución no es homogénea durante el mismo.
La disponibilidad de agua para el cultivo dependerá entonces no sólo de las precipitaciones caídas
sino también de la velocidad de infiltración del agua
en el suelo, de la expansión o desarrollo radicular, de
la capacidad de almacenamiento del suelo (Andriani
et al., 2001) y de la cantidad de agua útil almacenada
en el perfil al inicio del cultivo.
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Capacidad de almacenaje de agua en el suelo:
Existe una estrecha relación entre la textura y las
constantes hídricas del suelo (Pecorari, et al., 1988),
las cuales en definitiva son las que establecen los
límites de agua disponible para los cultivos. Andriani
(2000b) determinó la lámina de agua útil por horizonte para 8 series de suelos dentro de los Argiudoles y 4 series de los Hapludoles, en la provincia
de Santa Fe. Encontró que dentro de cada grupo las
variaciones en el contenido de agua hasta los dos
metros de profundidad eran de poca magnitud. Estas
variaciones no superaban los 15 mm de agua, lo cual
representa aproximadamente sólo un 5% del total. La
capacidad máxima de almacenaje de agua disponible
para las plantas en el suelo, es de alrededor de 160
y 155 mm de agua para el primer metro de suelo y
de 300 y 255 mm para el total de 2 metros, en los
Argiudoles y Hapludoles, respectivamente.
Expansión del sistema radical del cultivo:
La capacidad de las raíces de los cultivos para
extraer agua del suelo depende de la distribución y
profundidad de su sistema radical. Las raíces de los
principales cultivos extensivos tienen una gran capacidad exploratoria a través del perfil de suelo, aunque la mayor densidad se encuentre en los primeros
centímetros del mismo. La profundidad alcanzada
por las raíces de soja, en suelos Argiudoles sin impedimentos físicos, es de 200 cm (Andriani, 2000c).
En suelos livianos del centro de Córdoba, Gil (1992)
observó raíces de soja que alcanzaron una profundidad de 230 cm y en Hapludoles Andriani (2000d)
encontró profundidades efectivas de raíces de 210
cm para cultivos de trigo y soja.
Infiltración de agua en el suelo:
La infiltración es la entrada de agua al perfil del
suelo a través de la superficie del mismo, está estrechamente relacionada con la densidad aparente,
la porosidad estructural y el contenido de humedad
de éste. No sólo depende de la porosidad total, sino
principalmente del tamaño y continuidad de los poros (Azooz y Arshad, 1996), siendo la cantidad y el
tamaño de los mismos sumamente importantes para
el crecimiento de las raíces y el movimiento de agua
y solutos en el suelo.
La acción del hombre puede tener influencia en
los 2 últimos puntos mencionados porque dependen
mayormente de la estructura del suelo, mientras que
el primero al estar ligado a la textura se mantiene más
constante.
La estrategia entonces, es hacer un manejo del
suelo que permita el máximo desarrollo radical del
cultivo, captar eficientemente el agua de lluvia (alta
tasa de infiltración) y acumularla en el perfil para que
pueda se aprovechado o extraído durante los períodos de sequía.
Lamentablemente, el alto contenido de limo en
los suelos pampeanos, la falta de cobertura de residuos y la ausencia de maíz y trigo en la rotación,
contribuyen a que se generen sectores densificados
en el perfil del suelo que afectan el crecimiento de las
raíces y limitan el paso del agua de lluvia (Gerster y
Bacigaluppo, 2004).
Es común observar en muchos lotes raíces de
plantas de soja deformadas por estas impedancias
mecánicas (Figura 1).
Gerster et al. (2002), encontraron una asociación
del rendimiento de soja con variables físicas y de manejo determinando que lotes de alto rendimiento presentaban más de 4 años en siembra directa continua
rotados con gramíneas de verano. Mientras que lotes
de bajo rendimiento presentaban pisos compactos
en el perfil y baja tasa de infiltración. Bacigaluppo et
al. (2006), también observaron que los mayores ren-
dimientos del cultivo de soja se obtenían en lotes de
mejores condiciones físicas del suelo como menor
presencia de bloques masivos en el perfil o mayor
velocidad de infiltración del agua.
Por lo tanto si la compactación resulta una limitante para el ingreso del agua y el crecimiento de raíces,
una buena estrategia sería “reducir su incidencia.”
Para ello debemos entender que el suelo es un medio
dinámico sometido a acciones de compactación y de
estructuración.
Acciones de Compactación:
• En sistemas de siembra directa, el tráfico de
maquinarias sobre el suelo húmedo, especialmente
durante la cosecha, es uno de los factores más importantes que provocan la compactación de los suelos en condiciones de agricultura continua.
• Una alternativa para reducir este efecto negativo es, obviamente, transitar sobre suelos con bajo
contenido de humedad. Otra, es el uso de rodados
especiales de mayor tamaño y menor presión específica (Gerster y Bacigaluppo 2008). Otras prácticas se refieren al ordenamiento de la circulación de
monotolvas dentro del lote, como descarga en cabeceras, delimitaciones de sectores de carga y circulación, etc. La descarga en cabeceras genera una
pérdida de capacidad de trabajo de un 10 a un 15%
(Del Campo, H., comunicación personal) pero permite reducir sustancialmente el impacto negativo de la
cosecha en húmedo.
Acciones de estructuración:
• Crecimiento y exploración radical
na.
• Actividad biológica: micro, meso y macro fau• Acciones de contracción y dilatación.
Frente a la compactación, el cultivo de soja es
el que presenta una exploración del suelo más limitada, mientras que el sistema radical del trigo y del
maíz resultan menos afectados por la presencia de
densificaciones en el perfil (Gerster y Bacigaluppo,
2007). Dicha capacidad destaca la importancia de la
inclusión de gramíneas en la rotación.
En situaciones de monocultivo los sectores compactos generados por el tránsito tienden a acumularse año a año, ya que las acciones de estructuración
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se ven reducidas, pudiendo llegar a una situación de
alta compactación y con ello a un sistema agrícola
mucho más vulnerable en los períodos de sequía.
Es necesario destacar la necesitad de realizar un
diagnóstico adecuado; la observación de un perfil en
zonas representativas de un lote permite detectar la
presencia de sectores compactos, su profundidad y
magnitud. Un aspecto importante es su distribución y
continuidad. Si éstos se ubican en forma de bloques
aislados, la inclusión de gramíneas en la rotación y
un mayor cuidado durante la cosecha de los cultivos,
pueden ser suficientes para que su presencia no limite el rendimiento de los mismos. Sin embargo, en
condiciones extremas de alta compactación, cuando
se presentan como bloques continuos, puede ser
necesaria una remoción profunda, para luego iniciar
una rotación con gramíneas en un planteo de siembra directa. Debe tenerse en cuenta que en ausencia
de gramíneas en la rotación, la labor profunda por sí
misma difícilmente genere un sistema poroso continuo y estable pudiendo además ocasionar problemas
de piso a cosecha.
La presencia de gramíneas en la rotación produce
varios efectos:
• Aporta mayor cobertura de residuos y más estable por poseer una relación C:N más elevada que el
cultivo de soja.
• Favorece la presencia de insectos de suelo que
generan una importante porosidad en el perfil.
• Sus raíces en cabellera contribuyen a formar
una red de poros continuos de alta estabilidad reduciendo los sectores densificados del perfil.
El conocimiento y la aplicación de buenas prácticas de manejo de suelos y cultivos posibilitará generar un ambiente de alta producción. Ello permitirá,
a la vez, hacer más sustentable el cultivo de soja en
nuestro país.
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