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Clase 02
“Políticas y normas: desafíos y realidades”
Les proponemos continuar, en esta clase y en las que conforman el primer módulo, algunos de los
planteos que presentamos en la clase 1 y que nos permitieron inscribir este recorrido en el Programa
Nacional de Formación Permanente Nuestra Escuela. Allí sostuvimos que el sistema formador asume un
lugar particular en esta construcción conjunta, ya que tiene la responsabilidad de crear debate público
en torno a la educación como derecho –en institutos y escuelas- y propiciar modos de formar renovados,
hacia un ejercicio democrático y democratizador del conocimiento.
Señalamos también que es ésta una oportunidad histórica para la educación y para cada uno/a de
nosotros/as, ya que nuestro escenario político nos habilita –a todos/as, directivos/as y docentes- a
formarnos colectivamente, en ejercicio, en forma gratuita y de calidad. Y en el mismo momento nos
convoca a participar en la elaboración e implementación del proyecto educativo/formativo de nuestras
instituciones. (Art. 67. LEN)
Es así que la Res. CFE N° 201/13, que da origen al Programa Nacional de Formación Permanente
Nuestra Escuela, se sustenta en un posicionamiento vertebrador: “el reconocimiento de los/as docentes
y de las instituciones educativas como sujetos y ámbitos en donde se construye saber pedagógico para
producir procesos de mejoramiento de la enseñanza y de los aprendizajes”, superando “los modelos
tradicionales de la transmisión en manos de expertos y de los cursos aislados para pasar a formatos
capaces de movilizar prácticas en un ámbito donde se conjuguen los aportes de la investigación
educativa, el conocimiento práctico, el análisis, la reflexión y la reformulación y puesta a prueba
constante de dichas prácticas”.
1
Para conducir estos procesos, necesitamos volver, una y otra vez, a las políticas y normas que los
generan y sostienen, asumirlas como desafíos, apropiarnos de nuestro lugar en la acción política que
demandan. Esta es la propuesta de esta segunda clase y de las que vendrán a continuación.
Políticas educativas: construcciones de / en el espacio de lo público
Nuestro objetivo es, entonces, volver a “leer” políticas y normas que ustedes ya conocen pero que, por
su centralidad para la formación docente y la educación en general, requieren varias relecturas junto
a otros/as colegas, nuevos subrayados y comentarios en los márgenes, como cuando retornamos a
algunos textos ya transitados.
Volver a leer políticas y normas desde la experiencia de cada uno/a de ustedes, desde las decisiones
tomadas en diferentes situaciones y a partir de interrogantes que no cesan de abrirse al hacer este
trabajo, el de gobernar instituciones de formación docente en el contexto institucional en vínculo con el
jurisdiccional y el nacional.
Volver a leer hoy, en un marco político pedagógico que ofrece garantías, que da un marco de posibilidad,
aquello que desde la Ley de Educación Nacional se dispone: que la educación sea efectivamente un
derecho de todos/as y que el Estado Nacional se constituya en su garante.
Pero antes de avanzar con la relectura, les proponemos preguntarnos acerca de la construcción de la
política educativa en nuestro tiempo. ¿Qué significa construir políticamente?, ¿por qué construir y en qué
niveles o contextos se realiza?, ¿para qué se construye políticamente, de qué modo y con quiénes?
Algunos pensamientos para situar la cuestión:
Si recorremos algunos/as pensadores/as claves en torno a la política y su construcción emerge, en
primer lugar, la necesidad de concebirlas como acciones indispensables para la vida humana, sin las
cuales una sociedad no podría tener lugar y los sujetos no podríamos desarrollar nuestra existencia. Así,
para Arendt “Actuar, en su sentido más general, significa tomar una iniciativa, comenzar (como indica
la palabra griega archein, “comenzar”, “conducir” y finalmente “gobernar”), poner algo en movimiento”
(2005: 201) y esa acción no es mera fabricación que concluye con el producto terminado, sino el “poder
de actuar juntos”, en forma de actos y palabras, nunca en aislamiento, nunca en soledad. Para esta
pensadora:
“la acción no sólo tiene la más íntima relación con la parte pública del mundo común a todos nosotros,
sino que es la única actividad que la constituye” (...) “La polis, propiamente hablando, no es la ciudadestado en su situación física; es la organización de la gente
Hanna Arendt
http://www.biografiasyv
idas.com/biografia/a/are ndt.htm
2
tal como surge de actuar y hablar juntos, y su verdadero espacio se extiende entre las personas que
viven juntas para este propósito, sin importar dónde estén. (...) Se trata del espacio de aparición en
el más amplio sentido de la palabra, es decir, el espacio donde yo aparezco ante otros como otros
aparecen ante mí” (2005: 221)
Y advierte Arendt, que este espacio no siempre existe, es necesario construirlo mediante la reunión –
no sólo física- de acciones y palabras conjuntas, plurales, diversas. La tiranía y la fuerza impiden el
desarrollo de este “poder de actuar juntos”, lo desvanecen haciendo que la esfera pública se destruya.
Nuestra historia argentina reciente conoce, lamentablemente, acerca de la destrucción de esta
esfera pública y del accionar político como construcción conjunta. Abad y Cantarelli (2010) sitúan la
posibilidad hoy de pensar la ética y la ocupación estatal reconociendo estas marcas históricas que
se mantienen entre nosotros/as tras los tiempos nefastos de dictadura, en primer lugar, y luego de
los años de instalación del mercado como articulador central de la existencia social. Se refieren así a
tres condiciones históricas, propias de nuestro país pero también compartidas con un orden mundial,
fruto de políticas neoliberales: la pérdida de la centralidad del Estado, el desprestigio de la política y el
debilitamiento de las identidades político-partidarias. Reconocer estos rasgos, no para inmovilizarnos,
sino para reinventar los modos de “hacer política” hoy -en el sentido arendtiano: de hablar, actuar y
pensar juntos/as para generar lo público- se vuelve indispensable en este tiempo.
Ágora ateniense, donde los problemas públicos eran debatidos.
Se trata de generar responsabilidad compartida, es decir, un modo de pensar y hacer que no se centre
en la demanda a “otros que se hagan cargo” (el Estado, el gobierno, las
3
autoridades, otras organizaciones, otros niveles educativos, por ejemplo) ni se fugue hacia una añoranza
por el pasado, los valores perdidos o la imposibilidad de encuentros y acuerdos. Construir políticamente
supone historizar los problemas, articular diferencias sin negarlas, renunciar a la desimplicación y la
crítica “desde afuera”.
¿Cómo se construye la política, para qué, con quiénes, de qué modo?
“hay problemas propios de la acción práctica que exigen teoría” Matus (2007).
La pregunta que nos convoca es desde el hacer. Un hacer indisociable de una posición ética, política y,
en nuestro caso, formativa y pedagógica, que se nutre de teorías siempre en movimiento.
El sentido de la política es aquello que ofrece el lugar desde donde pensar y hacer: es el de construir
un mundo humano que no existe “por naturaleza”, que no viene dado ni regulado “por sí”, que demanda
de nuestro trabajo “entre”: sujetos, instituciones, normativas, problemas, hechos, demandas, tensiones,
etc. Esa construcción, como sabemos, implica mucho más que reaccionar ante las dificultades propias
de la conducción de procesos, requiere reconocer problemas, recortarlos y reconstruirlos para diseñar
y aproximar respuestas junto con otros/as. Este proceso supone la complejidad de problematizar los
“hechos” que se nos presentan como algo dado, sobre los cuales intervenir y anticiparnos definiendo y
priorizando situaciones. En estos procesos de gobierno, quienes los dirigen tienen un rol prioritario pero
no exclusivo, ya que siempre coexisten diferentes posiciones no exentas de debate y disputa.
“Una de las mayores dificultades en la definición y solución de problemas públicos es que con frecuencia
la definición del problema construida por el gobierno difiere significativamente de la definición que
del problema tienen los afectados y los interesados. Cerrar esa brecha para que el consenso y la
colaboración sea posible significa normalmente, en el orden lógico, informar, dialogar, argumentar y
persuadir; en el orden político, significa introducir negociaciones y ajustes entre gobierno y sociedad
respecto de la definición del problema”1.
Desarmemos un poco esta cita. Cuando hablamos de política pública nos referimos por supuesto
a aquellos problemas que tienen que ver con lo colectivo, con la “sociedad” en su relación con el
Estado. La política pública se construye en la relación entre Sociedad y Estado. Ahora bien, cuando
analizamos estas categorías, no resultan bloques monolíticos. Aún a riesgo de simplificar, digamos que
el Estado constituye en nuestra sociedad la principal instancia de articulación de relaciones sociales, y
lo que llamamos la Sociedad remite a grupos sociales diversos y en disputa que forman parte de esas
relaciones sociales y de poder.
Entonces, estamos hablando de un entramado complejo que nos incluye de diversos modos y en
simultáneo; esto es, que si bien formamos parte de un grupo social, las pertenencias
1 Aguilar Villanueva. 1995, p.59.
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son múltiples por nuestras adscripciones políticas, religiosas, comunitarias, nuestras profesiones y
empleos. Y si no, pensemos nuestras responsabilidades como agentes del Estado.
El concepto de agente del Estado
En Argentina, el concepto de agente vino a englobar diferentes modos de nominar la responsabilidad de
la función pública y las situaciones de revista; en otros países se utiliza el concepto de servidor público
y ha caído en desuso el concepto de funcionario. En cualquier caso, vaya un énfasis en especial para la
responsabilidad y el compromiso asociado a la función.
Para algunos autores argentinos contemporáneos, hoy, un agente estatal es aquel capaz de “habitar
el estado”2, es decir, de generar pensamiento estatal y promover para sí mismo, una responsabilidad
que se aleja de la mera obediencia o voluntarismo individualista. Es también desplegar un “deseo de lo
común como deseo de vivir en nación”3, juntos/as en nuestras diferencias, distintos/as reunidos/as en
espacios comunes.
Llegados a esta instancia y recuperando menciones de párrafos anteriores, tenemos que incluir un
actor fundamental en esta relación compleja entre Sociedad y Estado que es el Gobierno y, asociado (a
veces con amor y otras con espanto) el aparato o administración estatal. Estas relaciones funcionan con
dinámicas propias y contextuales, ni siquiera las regulaciones más pormenorizadas de la administración
pública quedan exentas de ello, ni siquiera la autoridad gubernamental controla por completo el aparato
estatal4.
Este tejido político está conformado por instituciones, grupos y personas que en diferentes niveles e
instancias hacen la “cosa pública”. Es en este sentido que pensamos que el gobierno de la formación
docente se traduce en acciones desde diversos niveles y contextos. Así, cuando hablamos del gobierno
de la formación docente no nos referimos a una institución monolítica sino a una trama compleja que
incluye articulaciones diversas entre lo nacional, lo jurisdiccional y lo institucional. En cada uno de estos
niveles estamos los sujetos que construimos y deconstruimos estos entramados y hacemos de la política
una acción concreta.
Muchos de ustedes transitaron ciclos de formación del INFD en años anteriores donde se trabajaron en
profundidad estos conceptos que retomaremos en futuras clases.
Sigamos profundizando en la frase de Aguilar Villanueva
La definición de los problemas a atender, además de constituir una explicación con cierto grado de
consenso debe conducir a algún tipo de intervención viable
2 Abad y Cantarelli. 2010. 3 Expresión utilizada por D’Iorio en su artículo “En formación o la reinvención de la
responsabilidad pedagógica”: “lo común es un fondo acumulado de saber y poder, de historias y tradiciones que
constituyen las memorias irredentas de una nación. (...) también las experiencias, producciones, acontecimientos,
representaciones, proyectos, imágenes y vidas concretas que se invocan y evocan para transmitir a las nuevas
generaciones” (2012: 57) 4 Miliband. 1985, citado en Thwaites Rey, 2005, p.33
5
La política y sus concreciones
En estas primeras páginas ya aparece con relevancia una tensión que rompe cualquier ilusión de
automatismo. Desde una racionalidad formal podríamos afirmar que acordada una política hay que
aplicarla. De ser así, en vez de analizar la hechura de las políticas deberíamos armar un procedimiento
exhaustivo para su aplicación y no se nos escapa que tenemos sobradas experiencias en propuestas
fallidas al respecto; si no pensemos en las propuestas aplicacionistas del curriculum, por nombrar alguna
cercana a nuestras prácticas en décadas pasadas.
Solemos tener ideas bastante instaladas en el sentido común que dan cuenta de una dicotomía entre lo
político y lo técnico, entre la política y la administración, entre los que deciden y los que ejecutan, entre
el diseño y la implementación. Es importante destacar que si bien parecieran haberse superado, esas
dicotomías siguen replicándose.
Tomemos una expresión más sutil, como es la dicotomía entre diseño e implementación. Allí aparece
como sustrato la idea de un pensar “puro”, de escritorio o laboratorio, un ideal y un hacer donde se
“embarra la cancha”. Así como apelamos a lo que circula en el sentido común, rescatemos lo que ya
sabemos de nuestras propias prácticas. Sabemos que el diseño también es un hacer y que ese hacer no
es neutro, que el hacer, el desarrollo de un proyecto suponen tomar decisiones para lo cual el diseño no
da respuesta; sabemos que tanto en el diseño como en la puesta en marcha aparecen la problemática
del conflicto y la incertidumbre5, la ambigüedad, las contingencias del contexto y los criterios de los
diferentes actores, así como sus relaciones de fuerza.
En síntesis, la política pública se construye, se define y se concreta en un entramado complejo y
dinámico que incluye niveles, ámbitos y temáticas para su despliegue. En una primera aproximación que
iremos desarrollando en las próximas clases, podemos mencionar:
5 Oszlak. 1980, p.8
con los instrumentos y recursos a disposición. Es decir que, como parte del proyecto de gobierno, se
requiere tomar decisiones, proponer medios de acción, seleccionar instrumentos, entrar en diálogo,
considerar los tiempos y los recursos.
Enfaticemos en estas acciones:
✓ informar, ✓ dialogar, ✓ argumentar, ✓ persuadir, ✓ negociar, ✓ hacer ajustes a nuestra idea, pueden
resultar una buena agenda de trabajo al pensar en acordar temas con otros.
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• niveles de gobiernos nacional, provincial, local, institucional.
• ámbitos formales, informales y equipos de trabajo.
• temáticas específicas según la cuestión a tratar.
En esta trama es necesario incluir un componente no menor, más bien fundamental que mencionamos
en párrafos anteriores, vinculado al modo de construcción. Sin explicitarlo venimos haciendo referencia a
modos de construcción democrática de la política pública.
Numerosos autores/as y pensadores/as universales, de Latinoamérica y Argentina, vienen profundizando
en lo que implica la política y “su hechura”6 en nuestro tiempo. Señalan que esta dimensión implica
alejarse de la perspectiva que opone a unos supuestos autores/decisores de políticas, de otros/as,
meros ejecutores/administradores de las mismas y que, por décadas, caímos en un “olvido teórico de
la elaboración de las políticas” (Aguilar Villanueva). Así también, otros/as enfatizan la necesidad de
reconocer que la dimensión política consiste en promover una esfera pública “vibrante de lucha agonista”
(Mouffe) donde la confrontación de proyectos políticos sea una condición democrática y no una situación
de conflicto a eliminar. Esa pluralidad de perspectivas puede suponer conflictos, oposiciones, litigios
que son parte del espacio democrático en tanto incluye “antagonismos con reglas de juego” (Laclau),
esperables y parte de la construcción política.
Los procesos democráticos son a veces desordenados, no lineales, requieren de tiempo, de tiempos
específicos y espacios para que se puedan desplegar, requieren de saberes e información por parte de
los distintos actores, respecto de los temas específicos y respecto de los modos de participación. Ya
podemos anticipar que los procesos de construcción de la política en cada uno de estos niveles suelen
estar muy lejos de ser todo lo simples y ordenados que las recetas de la buena gestión proponen. La
discusión, el debate, la disputa forman parte de estos procesos; aprender a generar acuerdos colectivos
y aprender a respetarlos, también7.
Las normas sintetizan la política
¿Qué es una norma? La norma en sí misma es la foto de un acuerdo político-técnico- administrativo.
Requiere acciones concretas para su aplicación y, la más de las veces, requiere de precisiones que
pueden presentarse en normas (de menor jerarquía), en procedimientos administrativos, y en acuerdos
internos formalizados o no.
La norma juega un papel ordenador al establecer las reglas de juego que ese entramado complejo define
como pauta en un tiempo y espacio determinado. A su vez, por tratarse de temas públicos esas reglas
de juego deben cumplirse, es decir generan responsabilidades y obligaciones, suponen compromisos y
control de cumplimiento.
6 Ésta es una expresión de Aguilar Villanueva quien denomina: “hechura de las políticas públicas” a la manera en la
que los gobiernos (nacionales y locales) deciden y desarrollan sus políticas públicas, su proceso, patrón y estilo de
decisión y operación. 7 Graizer, 2005.
7
Los acuerdos colectivos sobre temas públicos requieren de formalización y de publicidad.
La formalización hace referencia a la idea de prescribir por escrito cómo, cuándo y quién debe asumir
determinados roles, funciones, tareas. La publicidad permite a los ciudadanos conocer las disposiciones
normativas que están obligados a cumplir. Por ejemplo, la publicación de una norma en el Boletín Oficial
de la República Argentina8 es un paso necesario y obligatorio para que la misma pueda entrar en
vigencia.
El accionar político del equipo directivo de la formación docente: el gobierno de la formación docente
hacia nuevas institucionalidades.
A lo largo del recorrido que iniciamos, iremos profundizando en qué sentido el trabajo del equipo
directivo de la formación docente es del orden del accionar político. Esta clase aportó pensamientos
que nos aproximan a reconocer de qué modo este trabajo se nutre y se hace “entre leyes y normativas”,
desde ellas y apoyado en ellas. No obstante, tenemos un largo camino a recorrer para reconocer
en profundidad nuestras condiciones de época, nuestras condiciones institucionales en educación y
formación y los procesos que, desde los lugares de gobierno en sus diferentes contextos: nacional,
jurisdiccional, institucional, se deben poner en marcha hoy.
Podemos preguntarnos:
¿Cuáles serían hoy las operaciones y movimientos capaces de (re)construir el espacio de la política y de
lo público? Y ¿en qué sentidos nos atañe como formadores/as y directivos/as?
Si tomamos las reflexiones anteriores, el campo educativo aparece como uno de los espacios donde
lo público se construye (más allá del tipo de gestión de cada institución escolar), porque el trabajo que
allí se realiza es el de la transmisión cultural entre generaciones, el de la configuración de proyectos
comunes, el del reconocimiento de diferencias entre sujetos, grupos, comunidades. Sin transmisión,
proyectos comunes y reconocimiento de diferencias, las sociedades se fragmentan en individualidades
sin reunión y el lazo social se rompe y deteriora afectando la vida de cada uno/a.
Es así que el ámbito educativo y la escuela particularmente, se constituyen como espacios públicos que
demandan cuidado, protección, reconfiguración, movimiento, búsqueda y decisión, entre otras acciones.
Podríamos adelantar, así, que las políticas educativas que hoy se constituyen como garantes de la
educación como derecho –y que se formulan según
8 El Boletín Oficial de la República Argentina, es el diario oficial en el que se publican los actos emanados del
Poder Ejecutivo Nacional y las leyes sancionadas por el Congreso de la Nación. La publicación de una norma en el
Boletín Oficial, es un paso necesario para que esta norma pueda entrar en vigencia.
Se tiende a pensar que el Derecho y las normas que lo constituyen funcionan de
manera cerrada, regulando los sistemas como circuitos encriptados, olvidando que
cualquier regulación opera sobre un terreno más amplio de derechos y garantías,
que no está a la vista cuando construimos la norma, pero existe y la condiciona.
8
principios democráticos- tienen que instalarse con el trabajo de todos/as los que hacemos la educación y
la escuela.
Por eso, para ir cerrando esta clase queremos priorizar algunos ejes vinculados con el trabajo del equipo
directivo de la formación docente y que serán retomados en próximas clases de diversos modos.
El equipo directivo trabaja en:
- la generación de un pensamiento sobre “lo común”, una de las condiciones para construir esa ética
estatal que nos permita ocupar el Estado de otros modos, haciéndonos cargo de la responsabilidad que
nos toca, a cada uno/a desde nuestros lugares.
Lo común puede pensarse como espacio: el espacio de la igualdad, allí donde ésta se verifica y se
actualiza, se despliega en acciones concretas que le hacen lugar en escenas materiales con otros.
Igualdad diferenciadora, subjetivante. Lo común puede pensarse como acción: participar de un mundo
común, de un actuar en común donde no se trate de configurar el mismo mundo sino de salir de
las fronteras identitarias para multiplicar mundos de “trabajo” en común. Por lo tanto, lo común es
movimiento, problematización continua, diversificación reunida.9
- la habilitación de una “subjetividad responsable” diferenciada de la subjetividad
demandante: lo que supone historizar, construir, articular, imaginar.
La subjetividad responsable historiza, es decir, construye una lectura a partir de sus condiciones
epocales. (...) Una subjetividad política responsable historiza cuando lee las condiciones sobre las que
trabaja. Si no atendemos a esas condiciones, si no las historizamos, perdemos de vista el material
subjetivo con el que tenemos que trabajar (...) La construcción política es otra de las operaciones de la
subjetividad responsable. Como dijimos antes, la política es arquitectónica pero también es agonal. Es
conflicto, interna y confrontación. (...) La subjetividad responsable problematiza esta dimensión y registra
ese plus. La normativa no puede resolver el problema porque la subjetividad política siempre está más
allá de esa normativa. (...) La imaginación política: donde todos ven carencia, el conductor imagina una
posibilidad. Siempre hay escasez, tanto de recursos objetivos como de recursos subjetivos. De hecho,
en nuestro terreno, son tan escasos los primeros como los segundos.10
9 Greco, María Beatriz. Emancipación, educación y autoridad. Prácticas de formación y transmisión democrática.
Noveduc. 2012. Pág. 53 10 Párrafo construido a partir del texto http://www.me.gov.ar/curriform/publica/
cantarelli_responsabilidad.pdf
9
- el hacer lugar a la política como un proceso y un curso de acción: el curso de acción deliberadamente
diseñado y el curso de acción efectivamente seguido explicitando: los propósitos, las estrategias y líneas
de acción, los avances, pendientes y desafíos en materia de formación docente.
Es por este trabajo complejo y desafiante que una pregunta nos acompañará en todo este recorrido:
“¿Cómo se analiza la realidad desde adentro, como un actor en el juego o como un observador imparcial
y objetivo?”11
Solemos interpelar a las normas y a las políticas respecto de aquello que no abordan, de lo que falta, de
los recursos disponibles o no, de la falta de tiempo, de la distancia entre el discurso y la realidad. En este
espacio, los invitamos a ser nosotros/as mismos/as los interpelados/as, sin centrarnos sólo en la crítica
al presente o en la mirada al futuro deseado (punto de partida o punto de llegada), sino focalizando en el
proceso, en el camino que debemos construir, en tanto actores esenciales del sistema educativo.
Consigna para Foro de intercambio
Tema: Políticas y normas: desafíos y realidades
1. Les proponemos que vean uno de los siguientes videos, donde directivos/as de escuelas
de diferentes niveles y modalidades hablan sobre su tarea.
http://vimeo.com/85759195: educación rural. La Rioja. http://vimeo.com/78910214: experiencias y
prácticas educativas en escuela secundaria. Neuquén. http://vimeo.com/35380190: experiencia de un
Centro de Actividades Infantiles (CAI). Corrientes.
2. A partir del video seleccionado participar del foro que corresponde (cada video tiene su foro para
poder situarnos en el análisis específico de las temáticas que cada uno de ellos plantea). La propuesta
es compartir con los colegas su análisis de la experiencia a partir de la pregunta ¿En qué sentido
el trabajo de estos/as directivos/as implica un accionar político? Tengan en cuenta la posibilidad de
vincular en sus intervenciones los proyectos o programas que presentan, sus acciones concretas y las
normativas del nivel o modalidad en el que se desempeñan.
11 Matus, C. 2007.
10