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Obesidad infantil: cómo cambiar hábitos
María Chueca Guindulain, Sara Berrade Zubiri y Mirentxu Oyarzábal Irigoyen
Unidad de Endocrinología Pediátrica. Complejo Hospitalario de Navarra. Pamplona. Navarra. España.
Puntos clave
● El objetivo de las intervenciones en los niños con obesidad/
● En la escuela, se debe promocionar la educación para la
sobrepeso es prevenir los problemas derivados de la
obesidad como la intolerancia a la glucosa/diabetes tipo 2,
síndrome metabólico, dislipemia e hipertensión.
salud (hábitos saludables, conocimientos de nutrición y
control de la venta de productos poco nutritivos y bebidas
calóricas) y la actividad física regular.
● Para luchar contra la epidemia de obesidad, se requiere la
● Intervenciones en la sociedad: facilitar el desplazamiento
colaboración de familia, escuela, sociedad civil, ONG,
sector privado, Organización Mundial de la Salud y Estados
miembros.
● En cuanto a las recomendaciones dietéticas: aumentar el
consumo de alimentos con fibras, frutas, verduras; reducir
el de grasas saturadas; evitar el consumo de alimentos ricos
en calorías, zumos envasados y fomentar la lactancia
materna.
en bicicleta o caminando, proveer espacios para la práctica
deportiva, política de precios ajustados en alimentos
saludables.
● La combinación de control de la alimentación, ejercicio
físico y/o terapia del comportamiento son eficaces para
tratar la obesidad a corto plazo.
● Prestar el apoyo psicológico al niño-adolescente obeso
cuando sea necesario.
● Ejercicio físico: al menos 60 minutos de actividad
moderada diaria.
● Se debe prescribir un estilo de vida saludable para toda la
● Es fundamental evaluar periódicamente los resultados de
las estrategias contra la obesidad para identificar y priorizar
aquéllas que se demuestren más efectivas.
familia: horario de comidas regular, sin picoteos, y reducir
las porciones en las mismas.
Palabras clave: Obesidad infantil • Prevención • Cambiar hábitos.
La obesidad infantojuvenil constituye el trastorno nutricional más frecuente en las poblaciones desarrolladas. Destaca el aumento constante de su prevalencia en las últimas
décadas, muy especialmente en los últimos 15 años, en relación con estilos de vida obesogénicos: excesivo consumo
de alimentos hipercalóricos, de baja calidad nutricional y
en porciones más grandes, acompañado de un descenso de
la actividad física e incremento de las actividades sedentarias, en especial ver la televisión, los videojuegos y el ordenador1.
La Organización Mundial de la Salud reconoce la obesidad como un una epidemia global y un grave problema de
salud pública. Estudios evolutivos realizados en EE. UU.
(Health and Nutrition Examination Survey III) indican un
claro aumento de la obesidad en la población infantil: entre
1976 y 2002 el porcentaje se ha multiplicado por 2,5 en
niños y por 3,2 en adolescentes. En España, el Estudio enKid
(1998-2000)2 sobre una muestra representativa de población
española de 2 a 24 años estableció una prevalencia del
12,4% de sobrepeso y 13,9% de obesidad.
Hay que tener en cuenta que la obesidad exógena o simple
constituye el 99% de los casos y sólo el 1% restante es debida a síndromes dismórficos (síndrome de Prader-Willi, Laurence-Moon Bield, Cohen, etc.).
Las endocrinopatías que cursan con obesidad, como el
síndrome de Cushing (por exceso de cortisol, ya sea endógeno o exógeno), hipotiroidismo, déficit de hormona de crecimiento, hiperinsulinismo, etc., forman parte de cuadros clínicos más complejos dentro de los cuales la obesidad
constituye un síntoma más y no el más relevante.
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Concepto
La obesidad se define como un incremento exagerado del
peso corporal que implica un mayor riesgo de morbimortalidad en la edad adulta. Este incremento se deben fundamentalmente, al aumento del tejido adiposo, y de forma
simplista, se podría decir que es el resultado de un desequilibrio entre la ingesta de energía y el gasto calórico, lo
que se traduce en un aumento de energía no utilizada, acumulada en forma de grasa en los adipocitos, ocasionando
un aumento de su número y de su volumen. Ello va a condicionar una mayor facilidad para perpetuar la obesidad en
la edad adulta3.
La infancia y la adolescencia conllevan un incremento paralelo en la ganancia ponderal y la estatural. La obesidad representaría un incremento excesivo del peso corporal asociado a un desequilibrio con el resto de los componentes del
organismo: masa ósea muscular, visceral, etc.
Etiopatogenia
Factores ambientales
Los hábitos nutricionales y el estilo de vida son fundamentales en el desarrollo de la obesidad. La ingesta de nutrientes
con alto poder energético, el consumo de alcohol, etc., asociados al sedentarismo, entre ellos, el exceso de horas de televisión, hecho que se une, además, a una ingesta de alto
contenido energético (“calorías basura”): bollos, chucherías,
etc., constituyen hoy en día un factor importante en el desarrollo de la obesidad. Factores psicoafectivos y/o inestabilidad emocional con un nivel bajo de autoestima pueden ayudar a su desarrollo, y especialmente a mantenerla. No
podemos olvidar “el culto a la comida” como forma de relación social en nuestro país, donde los gustos gastronómicos
constituyen un hábito placentero que puede asociarse a veces
a un exceso de ingesta calórica4.
Factores genéticos
Los antecedentes de obesidad en uno o ambos padres hacen
pensar en la importancia genética en el desarrollo de la obesidad5. En la actualidad, se estima que la predisposición a
padecer obesidad podría estar causada por una compleja interacción entre al menos 250 genes asociados con obesidad
y factores perinatales6.
En los últimos años, se han identificado diversas alteraciones (mutaciones y deleciones) de genes que codifican
moléculas implicadas en la obesidad7: leptina (péptido con
efecto anorexígeno), receptor de leptina, propiomelanocortina, prohormona convertasa, receptor número 4 de la melanocortina, neuropéptido Y hipotalámico. Junto a ellos existen
múltiples genes candidatos que podrían incrementar el riesgo de padecer obesidad. En el futuro, factores genéticos aún
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por identificar junto a factores ambientales pueden ayudar a
conocer mejor el cuadro etiopatogénico de la obesidad.
Trastornos hormonales
Salvo los casos de endocrinopatías claramente conocidas como Cushing, hipotiroidismo, etc., no se han encontrado alteraciones hormonales significativas excepto:
a) Hiperinsulinismo: que es constante en la obesidad infantil, juvenil y del adulto. Es secundario a un exceso de ingesta de nutrientes que conlleva una mayor producción de
insulina endógena, así como un cierto grado de insulinorresistencia que puede condicionar el desarrollo futuro de diabetes tipo 2.
b) Aumento del nivel de leptina: la leptina8 es una hormona sintetizada en el tejido adiposo, y el gen que la codifica es
conocido tanto en el ratón como en el hombre.
Hoy se piensa que la leptina9 es una hormona que transmitiría al hipotálamo la información sobre la materia grasa del
organismo. El hipotálamo regularía negativamente la producción del neuropéptido Y, que a su vez regula el nivel de apetito, además de la secreción de insulina. Los niveles altos de
leptina que suelen presentar los individuos obesos se explicarían como una situación de resistencia hipotalámica a esta
hormona, con la consiguiente liberación del neuropéptido Y,
lo que estimularía la hiperfagia, la hiperinsulinemia y la disminución del gasto energético, en definitiva, la obesidad.
En conjunto, la leptina será un marcador periférico de las
reservas grasas del organismo que, actuando a través del hipotálamo, indican si estas reservas son adecuadas para el
crecimiento y para la pubertad.
Homeostasis energética
Constituye una serie de mecanismos interrelacionados que
implican:
• La regulación del apetito a nivel hipotalámico.
• La ingesta, absorción y digestión de los diversos nutrientes.
• La replección energética de los depósitos: hígado, músculo y adipocitos.
• El gasto energético basal y total.
En todos estos mecanismos, influyen hormonas como la
epinefrina, la insulina, el cortisol, el glucagón, etc., y la leptina, que junto con los numerosos factores que actúan a nivel
hipotalámico regulan todo este complicado sistema.
Recomendaciones nutricionales
Hoy en día, se calcula que entre el 75-90% de los casos de
enfermedad cardiovascular se relacionan con dislipemia, hi-
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pertensión arterial, tabaquismo, sedentarismo y obesidad, y
que la principal causa de estos factores de riesgo son los estilos de vida inadecuados, en especial, la nutrición poco saludable10.
Teniendo en cuenta que el proceso de ateroesclerosis comienza en la niñez, la American Heart Association11 ha publicado recientemente una actualización de sus anteriores
guías alimentarias para niños, con especial relevancia a los
primeros años de la vida e incluso al período fetal.
Aunque los requerimientos nutricionales del niño varían
ampliamente según diversos factores como edad, ritmo de
crecimiento, estado puberal, actividad física, factores genéticos, etc., en la guía nutricional de la American Heart Association Pediatrics se establecen valores orientativos sobre la
ingesta dietética recomendada y constituyen, en general, una
buena referencia nutricional para la elaboración de dietas
equilibradas.
Necesidades energéticas
Con el objetivo de facilitar el concepto de equilibrio entre la
energía que se consume y la actividad física que se realiza,
la American Heart Association11 introdujo el concepto de
calorías esenciales (necesarias para cubrir los requerimientos
de nutrientes) y calorías discrecionales o adicionales, que se
necesitan para cubrir la demanda de energía y el crecimiento
normal.
Así, la proporción de calorías esenciales y discrecionales
dependerá de la edad, sexo y actividad física, de tal manera
que, cuanto más sedentario sea un niño, menos necesidad de
calorías discrecionales y más riesgo de balance positivo de
aporte energético (tabla 1).
Recomendaciones nutricionales según la edad
Período fetal
El embarazo es un período crítico en el que la salud y nutrición de la mujer, la exposición a tóxicos, el estrés y las características de la placenta determinan en gran medida el
crecimiento fetal12. Durante esta etapa, hay varios factores
que se han asociado con el desarrollo ulterior de obesidad,
entre los que destacan el tabaquismo, la obesidad o diabetes
materna, la insuficiencia placentaria y el crecimiento intrauterino retardado. Desde los trabajos iniciales de Barker13, en
los que se demostraba una mayor tasa de mortalidad por cardiopatía isquémica en personas con antecedentes de bajo peso al nacer, muchos estudios han demostrado la correlación
directa entre CIR o bajo peso al nacer y resistencia insulínica
en edad adulta14.
Para explicar este hecho, se ha propuesto la llamada “teoría del ahorro”15. Este concepto se refiere a que una nutrición deficiente durante el período fetal origina una resistencia periférica a la insulina con el fin de redistribuir los
nutrientes a órganos vitales; una vez fuera del ambiente materno, si las condiciones cambian y existe una sobreoferta
alimentaria, los portadores de este fenotipo “ahorrativo” tendrían un mayor riesgo de tener obesidad y diabetes 2.
Por todo ello, es clave un buen control nutricional y una
actividad física adecuada durante el embarazo, con la recomendación de un incremento de peso entre 10 y 13 kg (15 a
21 en embarazos gemelares); insistir, a su vez, en el tabaquismo y el estrés como factores relacionados con bajo peso
al nacer.
Lactantes
La leche materna es el alimento que mejor se adapta a las
necesidades nutricionales, metabólicas e inmunológicas del
niño, siendo el alimento de elección hasta los seis meses de
edad de forma exclusiva y como componente importante
hasta el segundo año de vida16.
Cuando esto no es posible, deberán utilizarse fórmulas
adaptadas para lactantes. Diversos estudios han puesto de
manifiesto la relación entre el contenido de proteínas y grasas de las fórmulas con un mayor riesgo de obesidad. En
nuestro medio, el Comité de Nutrición de European Society
of Paediatric Gastroenterology and Nutrition se encarga de
regular los contenidos de nutrientes de estos preparados.
La introducción progresiva de la alimentación complementaria debe realizarse entre el cuarto y sexto mes de vida,
de forma progresiva e individualizada en función de diversos
factores (tipo de lactancia, ritmo de crecimiento, antecedentes alérgicos, factores familiares, culturales). Se potenciará
el consumo de alimentos variados y saludables (frutas, cereales, verduras y tubérculos, carne, pescado y huevos), evitando el consumo excesivo de cereales y proteínas. Se debe
dejar un intervalo de dos semanas al introducir nuevos ali-
TABLA 1. Recomendaciones de ingesta energética diaria según edad y sexo
4-8 años
9-13 años
14-18 años
Fem.
1.200
1.600
1.800
Masc.
1.400
1.800
2.200
Kilocalorías
1 año
2-3 años
900
1.000
Estas recomendaciones se basan en niños con actividad sedentaria; se requerirá energía extra, entre 100-200 cal/día si actividad moderada, y 200-400 cal/día si
actividad alta.
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Figura 1. Pirámide de recomendaciones nutricionales para la población infantojuvenil.
mentos, y asegurarse de que la ingesta de lácteos no sea inferior a 500 ml.
Preescolares (2-6 años)
Es una etapa caracterizada por la interacción con el entorno,
clave en el desarrollo de costumbres y hábitos alimentarios
y, por tanto, de gran importancia para el futuro nutricional.
Es importante fomentar la adquisición de hábitos alimentarios saludables, haciendo hincapié en el aumento de la calidad de los nutrientes ingeridos, como frutas, vegetales, leguminosas, grano entero, lácteos bajos en grasas, pescados,
aves y carnes magras, y promover una ingesta baja en grasa
saturada y trans, colesterol, azúcares refinados y sal17.
Así mismo, hay que procurar variaciones en los sabores,
colores y texturas a la hora de preparar las comidas para hacerlas más apetecibles.
Escolares (6-12 años)
En esta etapa, el niño va adquiriendo más autonomía y hay
que dirigir el aprendizaje, tanto en el ámbito familiar como
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escolar, a la adquisición de conocimientos de alimentación
saludable.
Cabe destacar que a esta edad se produce un mayor riesgo
de errores nutricionales que hay que prevenir, como la pérdida del hábito del desayuno completo y la mayor ingesta de
snacks, especialmente de comida rápida y bebidas azucaradas de máquinas expendedoras.
Otro hecho importante es el aumento progresivo de niños
que utilizan el comedor escolar, lo que hace necesario el desarrollo de políticas reguladoras de la composición de los
menús con el fin de fomentar la adquisición de hábitos adecuados18.
El seguimiento de la pirámide de los alimentos favorece la
consecución de los objetivos de nutrición saludable (fig. 1).
Adolescentes
En esta etapa, se produce un aumento de las necesidades nutricionales debido al incremento de la tasa de crecimiento y,
por tanto, existe un mayor riesgo de desarreglos nutricionales, tanto por exceso como por defecto.
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TABLA 2. Niveles recomendados de actividad física
para la salud de 5 a 17 años
TABLA 3. Promoción de una alimentación saludable en casa
Lactantes y niños pequeños
Tipo: juegos, deportes, desplazamientos, actividades recreativas,
educación física o ejercicios programados en el contexto de la
familia, la escuela o actividades comunitarias
Duración mínima: 60 minutos diarios de intensidad moderada
Una duración superior a 60 minutos diarios reportará un beneficio
aún mayor para la salud
Incorporar, como mínimo tres veces por semana, actividades
vigorosas que refuercen músculos y favorezcan la ganancia de
masa mineral ósea
Lactancia exclusivamente materna
Evitar añadir azúcares y almidones a la leche artificial
Aceptar la capacidad del niño para regular su propia ingesta de
calorías en vez de obligarlo a vaciar el plato
Garantizar la ingesta de micronutrientes necesaria para fomentar
un crecimiento lineal óptimo
Niños y adolescentes
Repartir la ingesta en cinco comidas diarias, realizando las
principales comidas en familia para dar ejemplo
Desayuno saludable antes de acudir a la escuela
En general, no se requieren aportes extra, salvo de algunos nutrientes como el calcio, hierro, cinc y vitaminas.
La monitorización del peso es importante en el reconocimiento temprano tanto de la ganancia excesiva de peso (para
prevenir el desarrollo de obesidad), como la pérdida de peso
debida a trastornos de la conducta alimentaria (anorexia nerviosa).
Recomendaciones de actividad
física
Las recomendaciones mundiales (Organización Mundial de
la Salud, 2010)19 sobre actividad física para la salud tienen
por objeto prevenir las enfermedades no transmisibles mediante la práctica de actividad física en el conjunto de la población, y sus principales destinatarios son los responsables
de políticas de ámbito nacional.
Está demostrado que la actividad física practicada con regularidad reduce el riesgo de cardiopatía coronaria y accidente cerebrovascular, diabetes tipo 2, hipertensión, cáncer
de colon, cáncer de mama y depresión. Además, la actividad
física es un factor determinante en el consumo de energía,
por lo que es fundamental para conseguir el equilibrio energético y el control del peso (tabla 2).
Intervenciones efectivas
Con la idea de conseguir la adhesión a la recomendaciones
generales para el control del peso ya descritas, tanto de alimentación como de actividad física, no basta con enseñarlas
y que los niños y sus familias las aprendan; se trata de integrar esos cambios en su vida diaria, modificando los hábitos.
Para ello, todos los estamentos de la sociedad deben trabajar
conjuntamente con un compromiso político sostenido. Gobiernos, asociaciones internacionales, sociedad civil, organizaciones no gubernamentales y el sector privado tienen un
papel fundamental en la creación de entornos saludables y
de condiciones de asequibilidad y accesibilidad de opciones
Refrigerios saludables (cereales integrales, hortalizas, frutas)
Fomentar la ingesta de frutas y hortalizas
Reducir la ingesta de alimentos ricos en calorías y pobres en
micronutrientes (refrigerios envasados)
Reducir la ingesta de bebidas azucaradas
Enseñar a los niños a resistir la tentación
Proporcionar información y actitudes para que puedan elegir
opciones alimentarias saludables
TABLA 4. Promoción de la actividad física en el hogar
Reducir el tiempo de inactividad (televisión, ordenador,
videojuegos)
Fomentar la ida al colegio y a otras actividades sociales a pie o en
bicicleta en condiciones de seguridad
Integrar la actividad física en las rutinas de la familia, buscando
tiempo para dar paseos en familia o participar juntos en juegos
activos
Asegurarse de que la actividad sea apropiada para la edad y
proporcionar el equipo protector (casco, muñequeras, rodilleras,
etc.)
dietéticas más saludables para niños y adolescentes. Así, el
objetivo de la Organización Mundial de la Salud consiste en
movilizar todos los estamentos implicados e involucrarlos
en la aplicación de la Estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud20.
Describimos, a continuación, las intervenciones en cada
estamento implicado:
La familia
Es el lugar específico de aprendizaje de hábitos: los padres
pueden influir en el comportamiento de sus hijos poniendo a
su disposición en el hogar bebidas y alimentos saludables,
apoyando y alentando la actividad física21.
Los padres deben seguir un estilo de vida saludable y
fomentarlo, puesto que el comportamiento de los niños
suele modelarse a través de la observación y la adaptación
(tablas 3 y 4).
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TABLA 5. Promoción de una nutrición saludable en la escuela
TABLA 7. Recomendaciones de la Organización Mundial
de la Salud
Ofrecer educación sanitaria que ayude a los estudiantes a adquirir
conocimientos, actitudes, creencias y aptitudes necesarias para
la toma de decisiones, conductas saludables y crear
condiciones propicias para la salud
Celebración de debates con la industria alimentaria transnacional y
el sector privado en apoyo de los objetivos de la Estrategia y de
la aplicación de las recomendaciones en los países
Ofrecer programas alimentarios escolares que incrementen la
disponibilidad de alimentos saludables en las escuelas (por
ejemplo: desayuno, almuerzo o refrigerios a precios reducidos)
Tener máquinas expendedoras que sólo vendan alimentos
saludables (agua, leche, frutas y verduras, sándwiches y
refrigerios con pocas grasas)
Garantizar que los alimentos servidos en las escuelas cumplan con
los requisitos nutricionales mínimos
Ofrecer a los estudiantes y al personal servicios de salud escolar
que ayuden a fomentar la salud y el bienestar, así como a
prevenir, reducir, seguir, tratar y derivar los problemas de salud
o trastornos importantes
Usar los jardines de la escuela como instrumento para concienciar
a los alumnos sobre el origen de los alimentos
TABLA 6. Promoción de la actividad física en la escuela
Ofrecer clases diarias de educación física con actividades variadas
adaptadas a las necesidades, intereses y capacidades del
máximo número de estudiantes
Ofrecer actividades extracurriculares: deportes y programas no
competitivos
Alentar la utilización de medios de transporte no motorizados para
acudir a la escuela y a otras actividades sociales
Ofrecer el acceso a los estudiantes y a la comunidad a
instalaciones adecuadas para la práctica de actividades físicas
La escuela
Es fundamental en esta lucha contra la obesidad, dado que el
niño pasa una parte importante de su tiempo en ella. El entorno escolar es ideal para obtener conocimientos sobre opciones dietéticas saludables y la actividad física. El profesor,
con su ejemplo, puede tener un impacto duradero en el modo
de vida del alumno (tablas 5 y 6).
Los Estados miembros
La Estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad
física y salud fomenta la formulación y promoción de políticas, estrategias y planes de acción nacionales para mejorar la
dieta y alentar la actividad física. El papel de los gobiernos
es fundamental para lograr cambios sostenibles en el ámbito
de la salud pública. Los gobiernos tienen una función primordial de dirección y rectoría en la iniciación y desarrollo
de la Estrategia, garantizando su aplicación y monitorizando
su impacto a largo plazo. Las instituciones nacionales de salud pública, nutrición y actividad física pueden proporcionar
los conocimientos técnicos necesarios, seguir la evolución,
ayudar a coordinar las actividades, participar en colaboraciones internacionales y asesorar a las instancias decisorias.
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Apoyo a la ejecución de los programas a petición de los Estados
miembros
Apoyo y promoción de la investigación en áreas prioritarias para
facilitar la aplicación y evaluación del programa, en estrecha
colaboración con las organizaciones del sistema de las Naciones
Unidas y otros órganos intergubernamentales (FAO, UNESCO,
UNICEF, Universidad de las Naciones Unidas, etc.), institutos
de investigación y otros asociados
Colaboración con la FAO y otras organizaciones del sistema de las
Naciones Unidas, el Banco Mundial y los institutos de
investigación en su evaluación de las repercusiones de la
Estrategia en otros sectores
Continuación del trabajo conjunto con los centros colaboradores
de la OMS para crear redes de aumento de la capacidad en
materia de investigación y formación, la movilización de
contribuciones de las organizaciones no gubernamentales y la
sociedad civil y la facilitación de investigaciones colaborativas y
coordinadas sobre las necesidades de los países en desarrollo
en materia de aplicación de la Estrategia
FAO: Food and Agriculture Organisation; OMS: Organización Mundial de la
Salud; UNESCO: United Nations Educational, Scientific and Cultural
Organisation; UNICEF: United Nations Childrens Fundation.
TABLA 8. Recomendaciones a la sociedad civil y organizaciones
no gubernamentales
Dirigir la movilización popular y abogar por la inclusión de la dieta
saludable y la actividad física de los niños en los programas de
salud pública
Apoyar la amplia difusión de información sobre la prevención de
las enfermedades no transmisibles en la infancia a través de las
dietas saludables y la actividad física
Formar redes y grupos de acción que fomenten la disponibilidad
de alimentos saludables y las posibilidades de que los niños
realicen actividades físicas
Fomentar y apoyar programas de promoción de la salud y
campañas de educación sanitaria para los niños
Efectuar un seguimiento y colaborar con otras partes interesadas,
como el sector privado
Contribuir a que los conocimientos y los datos probados sean
llevados a la práctica
La Organización Mundial de la Salud
Como se indica en la Estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud, ofrece liderazgo y recomendaciones basadas en datos probatorios y fomenta las acciones internacionales para mejorar las prácticas dietéticas y
aumentar la actividad física (tabla 7).
La sociedad civil y las organizaciones
no gubernamentales
Tienen poder para influir en los comportamientos individuales y en las instituciones implicadas en la promoción de la
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TABLA 9. Recomendaciones a la industria alimentaria
Fomentar las dietas saludables y la actividad física de los niños en
consonancia con las directrices nacionales, las normas
internacionales y los objetivos generales de la Estrategia mundial
sobre régimen alimentario, actividad física y salud
Reducir las grasas saturadas, los ácidos grasos trans, los azúcares
libres y la sal en los productos alimentarios procesados y el
tamaño de las raciones
Aumentar la introducción de opciones alimentarias innovadoras,
saludables y nutritivas para los niños
Revisar las prácticas de mercado actuales dirigidas a los niños,
sobre todo en lo que se refiere a la promoción y
comercialización de alimentos ricos en grasas saturadas, ácidos
grasos trans, azúcares libres y sal
Proporcionar a los niños y jóvenes información adecuada y
comprensible sobre los productos y la nutrición
Colaborar en la formulación y aplicación de programas de
actividad física para los niños
dieta saludable y la actividad física. En colaboración con los
asociados nacionales e internacionales, pueden prestar apoyo
a la Estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad
física y salud (tabla 8).
El sector privado
Tiene un importante papel en el fomento de las dietas saludables y la actividad física, así como de los estilos de vida
saludables entre los niños, entre los que se encuentran la industria alimentaria, minoristas, empresas de restauración, fabricantes de material deportivo, empresas publicitarias y de
ocio, empresas farmacéuticas y medios de comunicación
(tabla 9).
Los medios de comunicación, incluido
Internet
Tienen una responsabilidad importante en cuanto a facilitar
información y educación, incrementar la concienciación y
apoyar las políticas de salud pública en este entorno22.
Siguiendo estas recomendaciones, cabe destacar la respuesta del Ministerio de Sanidad y Consumo que instauró en
febrero de 2005 la Estrategia NAOS (Nutrición, Actividad
física, prevención de la Obesidad y Salud)23. Esta actuación
va más allá de los ámbitos de la sanidad y la educación y
abarca también a empresas alimentarias, publicistas, periodistas, urbanistas, deportistas y, en general a toda la sociedad.
La novedad en la Estrategia NAOS ha sido emprender acciones dirigidas a modificar la oferta alimentaria; en concreto, se ha suscrito un acuerdo con las principales industrias
alimentarias, el Código de autorregulación de la publicidad
de alimentos dirigida a menores, prevención de la obesidad y
salud. Éste establece los principios que han de regir el diseño,
ejecución y difusión de los mensajes publicitarios, precisando
y ampliando lo que establece la legislación vigente, además
de garantizar la aplicación y el control de las normas.
En el ámbito escolar, se ha puesto en marcha el Programa
PERSEO24, con la colaboración del Ministerio de Educación
y Ciencia y las consejerías de sanidad y educación de varias
comunidades autónomas durante el curso escolar 2007/2008.
Según los resultados del programa, se ampliará al resto de
comunidades autónomas.
Se sabe que las medidas económicas (subvenciones, impuestos, regulación de precios) no suelen tener como objetivo la salud, pero han de ser valoradas por su enorme capacidad de influir en ella. Una excepción son los fat taxes y los
obesity taxes, impuestos específicos sobre bebidas azucaradas y alimentos ricos en grasas, que están ganando popularidad política25.
Resultará fundamental evaluar periódicamente los resultados de estas estrategias para identificar y priorizar aquéllas
que se demuestren más efectivas.
Tratamiento
El mejor es la prevención: aconsejando y dando al niño y a
la familia las normas adecuadas para corregir un sobrepeso
temprano26.
El tratamiento de la obesidad instaurada no es fácil, ya
que no existe un tratamiento farmacológico idóneo27. Implica:
• Cambios nutricionales en el niño y en el propio ambiente familiar, con la consiguiente reeducación nutricional,
como hemos comentado. El régimen (reparto calórico y nutrientes) para la reducción ponderal debe ser adecuado a la
edad y lo más atractivo y fácil posible. Es necesario pactar
con el niño y la familia el plan alimenticio dentro de sus
gustos y de las costumbres del lugar donde reside. Los regímenes deben aportar los nutrientes adecuados para permitir
un crecimiento y una pubertad normales28.
En el niño menor de 6-7 años, la reeducación nutricional
consistirá en evitar los alimentos con alto contenido energético (en general, dulces, chucherías, etc.) y la enseñanza de hábitos nutricionales saludables. El plan alimenticio debe implicar a toda la familia y no debe ser excesivamente prolongado,
continuándose con un plan más amplio de mantenimiento.
• Modificación de la actividad física, la participación en
deportes de grupo y al aire libre es la más recomendable, estimándose como aconsejable 1 hora de ejercicio físico diario.
• Control frecuente con el equipo pediátrico responsable que es, en nuestra opinión, la clave del éxito de esta terapia, motivando y estimulando al niño, adolescente y su familia para conseguir los objetivos, que deben ser a corto plazo
y reevaluados periódicamente.
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• La utilización de agentes farmacológicos que regulen
el apetito o aumenten el gasto no están indicados en la infancia. En adolescentes jóvenes, se puede contemplar la utilización de algunos fármacos como la fluoxetina, la fenfermina,
etc., que deben ser utilizados de modo individual y con precaución.
Conclusión
En conclusión, todos tenemos una misión en esta lucha contra la epidemia de la obesidad y es responsabilidad de cada
estamento que en unos años asistamos a la inversión de la
tendencia y tener la epidemia bajo control. Por otro lado, no
se debe olvidar que en este período de la vida, la corrección
de peso con métodos excesivamente restrictivos y la supervisión insuficiente por parte del pediatra pueden conducir a
trastornos nutricionales severos y quizá más graves que la
propia obesidad, como son la anorexia nerviosa y la bulimia.
Es obligación del pediatra el correcto diagnóstico, valoración y orientación del niño y adolescente obeso, garantizándole un seguimiento y apoyo psicológico adecuado29.
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