"porque hay cosas que nunca se olvidan".

Cortos inolvidables por Juan
Antonio Moreno
[BOLETIN CINE/MADRID 249]
PORQUE HAY COSAS QUE NUNCA SE OLVIDAN (2008)
La cámara penetra sigilosamente en la celda de una prisión. Dos afamados futbolistas italianos -Fabio Cannavaro y
Amedeo Carboni- se recrean en la lectura de una crónica de un diario deportivo. De esta intrigante manera
comienza Porque hay cosas que nunca se olvidan de Lucas Figueroa, que destapa una mirada cómplice hacia los
recuerdos de la infancia.
La pieza discurre durante los años 50 en un pueblecito napolitano y tiene como protagonista estelar a un balón de
fútbol. Figueroa utiliza la magia de ese cuero esférico para rememorar con nostalgia la vida de un grupo de niños
que juega a este deporte en las calles de una pequeña villa italiana. La elegante puesta en escena y el virtuosismo
de la realización permiten que el espectador quede cautivado desde el inicio. El amplio uso de recursos habilita de
forma extraordinaria la inmensa riqueza visual que emana esta película.
Porque hay cosas que nunca se olvidan fija en nuestra retina momentos del pasado, recupera aquellos instantes de
nuestras vidas en los que disfrutamos de una quimérica libertad, pisando el asfalto e imaginando fantasías que
aprendimos de los mitos de nuestro deporte favorito. El director captura algunos planos que revelan auténtico
magisterio fílmico y la fotografía de Javier Palacios ayuda lo suyo en este notable ejercicio estilístico.
Con ritmo pausado y elegantes movimientos de cámara, el realizador argentino nos acerca a esa enigmática
protagonista de la historia: Emiliana Olmedo. Ella crea un personaje colmado de matices que, en la escena de la
mecedora, me trae a la memoria una imagen de Henry Fonda en un western crepuscular de John Ford (siempre
salvando las distancias). Jugar en la calle conlleva sus riesgos y en un lance desafortunado el balón atraviesa los
muros prohibidos de la vivienda, causando algún que otro destrozo. La abuela reacciona airada y pincha el esférico:
la venganza está servida.
La localización del filme sugiere la idea de la famosa “vendetta” aunque esta interpretación puede ser ampliada ya
que el discurso narrativo es cercano, en el sentido de que se aleja de cualquier localismo: todos hemos sido niños y
la reacción ha sido similar cuando era cercenado uno de los pocos placeres que permitían cierta libertad.
Pero si analizamos únicamente el entorno geográfico y hacemos un ejercicio de cierto reduccionismo, cabe decir
que están muy logrados los perfiles de los protagonistas. Sus personajes describen la inocencia de la infancia y la
picaresca vestida de cierta maldad. Este metraje irradia auténtico cine en cada uno de sus fragmentos y dibuja
unos individuos que ya vislumbran en sus genes comportamientos con ciertos matices de revancha. Sin duda, es
evidente la conexión con el denominado cine negro que retrató en numerosas ocasiones las actitudes de la mafia.
Lucas Figueroa sigue una progresión ya anunciada en Boletos por favor, su anterior trabajo. En esta estupenda
aventura domina casi todos los elementos -guion, música y montaje- y presenta un futuro ciertamente esperanzador
para próximos compromisos cinematográficos.
Juan Antonio Moreno
Crítico de cine y arte
Juan Antonio Moreno (Madrid, 1959) - Vinculado desde hace más de una década al mundo del cortometraje, el autor
publica en el año 2009 Cine en corto. Una aproximación a los últimos cortometrajes españoles (Editorial Tal Vez) y en
2013 Miradas en corto- Un lustro para la consolidación del cortometraje español (Editorial Tal Vez). Desde 2007 a 2013
mantuvo la sección Corto pero intenso en el Diario de Alcalá en la que pulsó la actualidad creativa en este formato y por
la que fue galardonado en 2011 con el Primer Premio Prensa de la Agencia del Cortometraje Español.También ha
participado en algunos Festivales de cine en calidad de jurado. Acaba de publicar su último libro, El Arte y la VidaConversaciones con Abel Cuerda (Editorial Tal Vez).Es miembro de la Federación Internacional de la Prensa
Cinematográfica (FIPRESCI) y de la Asociación Española de Críticos de Arte (AECA).