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Centro Argentino de Estudios Internacionales
Programa América del Norte
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El actual Orden Internacional y la dicotomía nuclear
La Unión Europea y los Estados Unidos
Por Nicolás Terradas
INTRODUCCIÓN
La disuasión nuclear, tal cual fue concebida y diagramada en los años de la Guerra Fría,
ha llegado a su fin. Actualmente, en un contexto internacional de distinta naturaleza y
frente a los profundos cambios ocurridos luego de los atentados del 11 de septiembre de
2001 (11/S), dicha estrategia debe ser reformulada a fin de no caer en un peligroso
anacronismo. En consecuencia, se hace imperante e imprescindible construir nuevas
iniciativas, basadas en un mayor consenso internacional y en enfoques y políticas más
acordes a las realidades del siglo
XXI.
En este marco, y con el surgimiento de las llamadas «nuevas amenazas» a la
seguridad internacional1, el mundo se encuentra en la actualidad, frente a un momento
crítico en la historia… frente a una instancia dicotómica. Así como en 1945, los
principales actores de la arena internacional se encuentran hoy frente a una nueva
oportunidad de reordenamiento mundial. Deben poner fin a las crónicas fallas
económicas y de seguridad del sistema actual, y configurar a partir de allí, un nuevo
escenario: más seguro y democrático, pero por sobre todo, basado en instituciones
internacionales que regulen efectivamente el poder nuclear, mediante una real capacidad
del uso de la fuerza, emanada de la legitimidad que da el consenso colectivo de los
pueblos.
El presente trabajo, entonces, se apresta a aborda uno de los tópicos tal vez más
sensibles y relevantes de las relaciones internacionales contemporáneas. El uso militar de
la energía nuclear y su impacto en la política internacional, aunque muchas veces
subestimado y relegado de los análisis, continúa siendo un elemento clave y útil para la
comprensión del comportamiento de las grandes y medianas potencias, y para la
explicación de muchos de los actuales conflictos y sucesos internacionales, como por
ejemplo, la Guerra de Irak.
Primeramente, el texto pretende realizar ciertas reflexiones teóricas y conceptuales
por aquellas estrategias principales, que durante la Guerra Fría, dieron forma y
contornearon a la disuasión nuclear. Ello resulta una precondición necesaria para poder
luego, abordar temas más complejos e interrelacionados.
1
Principalmente el terrorismo internacional, el retroceso del estado (estados fallidos) y los
conflictos regionales.
En segundo lugar, se realiza breve resumen de los orígenes y la evolución de las
armas de destrucción masiva (ADM) hasta la actualidad, haciendo un estricto hincapié
sólo en las de carácter nuclear, por ser éstas las de mayor poder disuasorio y
destructivo. También, debido a su posible conjunción con el terrorismo y otros
fenómenos actuales de igual naturaleza, las armas nucleares constituyen el hecho político
y singular más amenazante a la seguridad internacional actual.
Luego, en un contexto de análisis del actual panorama internacional respecto a la
disuasión nuclear y la no proliferación, se hace un mayor enfoque en las posiciones
adoptadas y las políticas perseguidas por los dos actores de mayor peso: la Unión
Europea y los Estados Unidos. Éstos, son especialmente seleccionados debido a sus
paradigmáticos comportamientos internacionales: ambos representan las dos principales
posturas internacionales respecto a cómo se está avanzando en la lucha contra la
proliferación de armas nucleares y la configuración de un nuevo orden en materia
seguridad. La Unión Europea es más propensa a la construcción de consensos para
combatir los obstáculos y las amenazas del actual sistema. Estados Unidos, en cambio,
es mucho más proactivo y unilateral en su accionar; lo cual si bien tiene sus ventajas,
también exacerba, absolutiza y hace más rígidas las posturas, generado tanta
inestabilidad e inseguridad, o más que las mismas amenazas que intenta erradicar. En
definitiva, una Unión Europea refinada, multilateral y prudente en su comportamiento, y
unos Estados Unidos más pragmático, con políticas rancias y al límite con la anacronía2,
configuran un mundo bifurcado y dicotómico, y al mismo tiempo inoperante e incapaz de
dar respuesta efectiva, por el momento, a los grandes problemas de la seguridad.
Por último, el trabajo pretende aproximar al lector a algunas de las pautas y
políticas recomendadas por algunos de los organismos y analistas internacionales,
considerados verdaderas autoridades en el tema, a fin de poder conjuntamente con ellos,
elaborar conclusiones lo más adecuadamente posible. Para ello, también se hace
referencia a las principales tendencias y hechos de la realidad que permitan, a posteriori,
proyectar ciertos panoramas y escenarios posibles.
2
Entiéndase por ello, la aplicación de políticas realistas y unipolares a un contexto distinto al de la
Guerra Fría, y en afinidad con la idea de los años de Reagan de una Guerras de las Galaxias.
2
«Que el alma sea mortal o inmortal
implica
una
gran
diferencia
en
la
moral»
BLAISE PASCAL
«Dios mío, ¿qué hemos hecho? ¿A
cuánta gente hemos matado?»
ROBERT A. LEWIS3
«Cuando la gente observa un caballo
fuerte y otro débil, por naturaleza se
quedará con el caballo más fuerte. Éste
es
sólo
un
objetivo.
Aquellos
que
quieran rendir culto a Alá sin seguir su
doctrina
se
equivocan,
nosotros
seguiremos la doctrina de Mahoma [...]
Bendito sea Alá»
OSAMA BIN LADEN
REFLEXIONES CONCEPTUALES SOBRE LA TEORÍA DE LA DISUASIÓN NUCLEAR Y EL TERRORISMO
Durante los últimos sesenta años, el mundo ha vivido bajo la amenaza de una catástrofe
nuclear. Hoy, al igual que con la crisis de los misiles en Cuba a principios de la década
del ’60, la posibilidad de que dicha catástrofe ocurra, es más alta y real. Arsenales
nucleares y de otras ADM aún siguen operacionales y listas para actuar. Tan sólo 15
minutos,
que
es
el
tiempo
intercontinentales nucleares,
mínimo
del
proceso
de
lanzamiento
de
misiles
separan al mundo del error y el acierto, del orden y el
caos.
En la actualidad, gracias al crecimiento en importancia y en poder de actores no
estatales y de grupos u organizaciones de carácter privado, la preocupación por «quién
posee la bomba y quién la desea»4 se ha vuelto de vital importancia. Frente a la
amenaza de la proliferación de armas nucleares y de su posible conjunción con el
terrorismo global, las potencias nucleares entienden la necesidad de controlar y proteger
de manera más efectiva sus arsenales. Pero, sin embargo, la gran diferencia proviene de
los medios con los cuales alcanzar un escenario seguro y libre de dichas amenazas.
3
Exclamación del copiloto del bombardero B-29 que lanzó la primera bomba atómica «Little Boy»
sobre Hiroshima a las 08:15 hs. del 6 de agosto de 1945, segundos luego de la detonación.
4
RHODES, Richard (2005).
3
Los enfoques que continúan abogando por la aplicación de métodos y estrategias
de disuasión convencionales, malinterpretan y equivocan el camino, ya que el tablero
actual muestra una distribución de fuerzas y de posiciones muy distintas a las de la
Guerra Fría. Como expresa John Lewis Gaddis: «¿Cómo contener a una sombra? ¿Cómo
disuadir a alguien que está preparado para suicidarse?».
Existen de hecho, otros enfoques que en definitiva expresan la idea de la
construcción de un orden internacional mejor, y abogan por algo más que la aplicación
de políticas añejas, sustentadas primordialmente en el miedo mutuo, la necesidad de
manejar información altamente confiable, la inseguridad de uno respecto al otro, y un
«desbalance del terror»5. Estos enfoques apelan en esencia, a la racionalidad de quién
debe tomar las decisiones más difíciles. Desde dicho punto de vista, la disuasión permite
que los arsenales nucleares se perpetúen indefinidamente. Así entonces, la principal
diferencia entre los enfoques internacionales al respecto, se encuentra en la convicción
de uno u otro de abolir definitivamente las armas nucleares, o permitir su existencia,
pero combatiendo constantemente su proliferación y conviviendo en un estado total de
inseguridad y desconfianza. La esperanza sería la de la abolición del fenómeno de la
guerra, que ese juego sangriento fuese reemplazado por otro más sutil e ingenioso, el
que posiblemente consistiría en convencer al otro de que no nos ataque.
La teoría de la disuasión nuclear es, en sí misma, de compleja definición. El
concepto disuasión hace referencia a la percepción de la amenaza de un daño, en
respuesta a un primer impulso desencadenante. En este marco, la credibilidad más que
la capacidad, juega un papel primordial. Obviamente, la credibilidad es un factor clave
para que la disuasión funcione.
Esto es lo que el general Beaufre ha expuesto a menudo en sus obras, que
responden a la expresión de deseos de Descartes: «hacer enumeraciones tan complejas
y revisiones tan generales que me aseguren que no omito nada». El general llama a este
juego la estrategia de la disuasión. Y si se le objetara que la disuasión es algo tan
antiguo como la guerra, la amenaza y el miedo, él respondería que la disuasión nuclear
difiere de la pre-nuclear por su naturaleza y no en grado. Antes del átomo se trataba de
forzar al otro a someterse a nuestras condiciones; después de él la cuestión es
completamente diferente: se trata de impedir al otro que nos ataque. «Si se lograra
convencer sin tomarse el trabajo de vencer, la guerra no sería sino una inmensa partida
de ajedrez: el silencioso enfrentamiento de algunas mentes calculadoras».6
El arma absoluta tiene la ventaja de hacer resaltar la desproporción entre los
medios y el fin. A partir del empleo del medio infinito, que destruye todo fin, no hay más
objetivos de guerra, ni esperanza de victoria o de conquista. El axioma «el fin justifica los
5
Término utilizado por Thérèse Delpech. Léase por ejemplo su publicación (2001) «The Imbalance
of Terror», The Washington Quarterly, Center for Strategic and International Studies (CSIS).
4
medios» podía tener hasta ahora un sentido práctico, aunque inmoral. Desde ahora la
moral, otrora técnica de lo ideal, entra en la sustancia de la historia y sus reglas se
aprueban por la sanción inmediata.7
Si bien es cierto que con la disuasión el combate se libra antes del combate, es
posible que las guerras futuras se parezcan a las guerras anteriores a la conscripción y a
los ejércitos nacionales; que se regrese al arte de evitar el enfrentamiento; que la
estrategia sea la «anti-batalla».
Una consecuencia de esta guerra de infinito es el acercamiento y la igualación de
los extremos, la disminución de la diferencia entre las grandes potencias y las pequeñas.
En efecto, cuando interfiere el infinito y el más pequeño puede poseerlo, el menor de
todos se hace igual al más grande. Enfrentemos un ejército de un millón de combatientes
con otro de cien soldados; demos a cada uno de los bandos un elemento infinito, un
arma realmente absoluta, capaz de destruir al otro, y en este caso los dos adversarios
serán iguales. Esta reducción de las diferencias favorece la concepción jurídica que ve a
todas las naciones como entidades equivalentes. La estrategia de la disuasión, entonces,
se aproxima a la definición dada por Jean Guitton, quien dice: la disuasión es «el arte de
introducir la mesura en la desmesura».
En los años bipolares posteriores a la Segunda Guerra Mundial, tanto Estados
Unidos como la Unión Soviética alimentaron sus mutuos temores y percepciones
mediante recurrentes «ejercicios nucleares» o, para el caso del segundo, con gigantescos
desfiles y marchas militares, trasmitidos a todo el globo por la televisión.8 Éstas,
constituyen las expresiones más claras de la disuasión durante aquellos años, aunque
mediante la ostentación y el alarde mediático de poder, se llevó peligrosamente al
mundo a una escalada armamentista nuclear sin precedentes, hasta alcanzarse un punto
crítico en el cual ya no resultaba relevante la cantidad de misiles poseídos por una u otra
superpotencia, sino su tamaño. Y con el devenir posterior de los acontecimientos, en
última instancia, comenzó a primar la idea de quién podría golpear primero, y en el caso
de hacerlo, vivir para contarlo.
Por otro lado, como la teoría de la disuasión partía de la observación de que el
poder destructivo nuclear no era «usable», la misma era proclive a desechar los
conocimientos tradicionales referentes a la guerra, suponiendo que el problema
contemporáneo constituía un caso único en todos sus aspectos importantes.
A su vez, la adquisición o desarrollo de armas nucleares por un estado y la
pretensión de lograr así un mayor grado de maniobrabilidad internacional, genera una
serie de dilemas. En una primera instancia, el problema es financiero. En tiempos de paz,
6
GUITTON, Jean (1972), p.120.
Ibid., p.122.
8
Prácticas que hasta hace algún tiempo atrás, ciertos estados continuaban utilizando (por ej. China
–desfiles, e India y Pakistán –pruebas atómicas).
7
5
ni aun la nación más rica comprará en cantidad todas las armas disponibles o intentará
mantener una movilización total. En consecuencia, deberá aceptar cierto grado de
peligro, pues sus preparativos de defensa permanecerán por debajo de lo que sería el
nivel óptimo en caso de estallar una guerra. En lo referente a la adquisición de armas,
puede haber un exceso de confianza en el «arma absoluta», en vez de confiar en unas
fuerzas prudentemente equilibradas. El ejemplo más conocido es la Línea Maginot.
Francia volcó una proporción excesiva de sus energías en la construcción de ese muro de
acero y cemento, y no invirtió las energías suficientes en la creación de fuerzas móviles
blindadas.
«¿Quién
necesitaría
muchos
efectivos
blindados,
teniendo
un
Línea
Maginot?»9. Durante ese mismo conflicto (la Segunda Guerra Mundial), Alemania
descuidó a tal punto sus fuerzas navales de superficie que, al caer Francia, se encontró a
orillas del Canal de la Mancha sin medios para cruzarlo.
Más recientemente, el presidente de Estados Unidos George W. Bush anunció la
creación de un moderno sistema de escudos anti-misiles, que mantendría disuadidos,
más como por arte de magia que por su efectividad, a todos aquellos que pretendieran
atacar el suelo norteamericano10. Pero la creatividad del hombre tiene límites
incalculables. Puesta al servicio del terrorismo, permitió perpetrar el atentado más
grande de la historia, con sólo un puñado de aviones comerciales, ridiculizando todas las
anteriores previsiones de seguridad.
En segundo término, otro dilema es cómo prepararse para librar la próxima guerra,
si la hay, y que no sea ésta... la última. Esto es un problema recurrente y la guerra de
Vietnam fue una prueba de ello. Actualmente, las de Afganistán e Irak podrían llegar a
prolongarse e intensificarse (mediante una constante insurgencia) y acarrear una
escalada de tensión aún mayor, con resultados negativos para todas las partes. En este
contexto, resulta más difícil todavía visualizar, con cualquier grado de seguridad, las
circunstancias que rodearían una guerra nuclear.
El advenimiento de las armas nucleares no ha significado necesariamente que las
armas convencionales ya no sirven. En un primer momento, sin embargo, se creyó estar
frente al “arma que terminaría con todas las armas”, frente al «arma absoluta», pero
ésta no existe, salvo que se invente alguna que, con sólo emplearse una vez, coloque
inmediatamente el enemigo en una situación tal que lo obligue a rendirse. En 1945,
Japón se rindió antes de que lo ocuparan físicamente porque tuvo la certeza de que, si no
lo hacía, sería destruido. Pero si dos naciones, casi se han destruido mutuamente, ¿cómo
podrían determinar quién «triunfó»? El interrogante no es si esas armas destruirían la
vida urbana en caso de utilizarse contra ciudades, porque sin duda lo harían. Más bien se
9
HARTMANN, Frederick H. (1986), p.184.
Claramente, el presidente norteamericano estaba pensando en conflictos tradicionales EstadoEstado.
10
6
trata de establecer si una nación atacada de ese modo, o dos naciones mutiladas por sus
ataques recíprocos, continuarían luchando.
Las armas nucleares han aumentado los daños y las bajas más allá de lo
anteriormente posible. Con ellas, se ocasiona con mucha mayor rapidez la devastación
que antes causaban las armas convencionales. Hacen que la guerra sea mucho más
mortífera, pero lo mismo sucedió en su momento con la pólvora y, luego, con la
ametralladora, por ejemplo. Asimismo, es muy posible (pero no del todo deseable) que
estas nuevas armas induzcan a las naciones, en el futuro, a evitar su uso estratégico y a
optar por aplicaciones tácticas. De hecho, Estados Unidos está destinando enormes
cantidades de recursos al estudio e investigación para el desarrollo de tecnologías
modernas que hagan de las armas nucleares, armas «usables».
En la actualidad, como muy bien lo indican tanto Paul Rogers como Marshall &
11
Gurr , las tendencias sobre los conflictos muestran que: (1) las frecuencias de las
guerras ha disminuido progresivamente, pero (2) la intensidad de las mismas ha crecido.
Se hace evidente entonces que, si bien en número de guerras y conflictos violentos ha
disminuido considerablemente en los últimos 50 años, la cantidad de víctimas, muertos y
la forma en que así lo hacen, se ha intensificado. Crecientemente, por cada singular
conflicto violento o guerra, mueren más personas y de manera más brutal.
Gráfico 1. Tendencias Globales en Conflictos Violentos, 1946-2004.
Magnitud Total de Conflictos Armados
Fuente: Peace & Conflict 2005, CIDCM, University of Maryland.
GUERRAS TOTALES (Societales +
todas las Interestatales).
TODAS GUERRAS INTERESTATALES (Inc. las coloniales)
GUERRAS SOCIETALES
GUERRAS INTERESTATALES
11
ROGERS, Paul (2000), en su «Politics in the Next 50 years: The Changing Nature of International
Conflict», y MARSHALL, Monty G. & GURR, Ted R. (2005) en su «Peace & Conflict 2005».
7
Teniendo presente que en el último lustro los conflictos han sido de los catalogados
como convencionales, un escenario internacional con la incorporación de «nuevas armas
tácticas», provocaría tal vez, una vuelta a aquellas guerras limitadas, libradas con
métodos más o menos convencionales.
Frente a la capacidad destructiva de las nuevas armas nucleares, no hay duda de
que las naciones se ven obligadas a evaluar la extensión de sus intereses vitales con
mayor moderación que nunca.
«Vale la pena meditar sobre el hecho de que la Primera Guerra Mundial sólo estalló
varios años después del fin de la primera revolución tecnológico-militar prolongada de los
tiempos modernos. En el intervalo hubo un período de acopio de armamentos y reflexión.
A la inversa, el lapso de paz general más breve de los últimos siglos (1919-1939) se
caracterizó por la escasez de innovaciones en los armamentos, aparte de la producción
de modelos más eficaces de armas ya existentes. Evidentemente, sería imposible atribuir
a este único factor la aceleración o retardo del estallido de la Segunda Guerra Mundial,
pero no hay duda de que existe una relación entre ambos. Aunque parezca irónico, la
segunda gran revolución tecnológico-militar, iniciada después de 1945, quizás haya
actuado como factor retardador de una guerra deliberada en gran escala, pese a haber
generado mayores tensiones.»12
En cuanto a la expresión «control de armamentos», ésta no se utilizaba con
anterioridad a la Segunda Guerra Mundial. Hace referencia a los esfuerzos en tal sentido,
tendientes a reducir los armamentos y desempeña una función doble: primero, una
reducción del número de armas (ya sean general o nucleares) puede restringir la
capacidad de los estados para iniciar ataques súbitos y sostenidos. Segundo, esta acción
restrictiva o estabilizadora puede reducir la tensión internacional, creando un ambiente
más favorable a la adaptación mutua de intereses nacionales.
«Normalmente, los estados han tratado de obtener dos cosas por intermedio de los
acuerdos de control de armamentos: (1) una relación total de armamentos que
desaliente las esperanzas de lograr victorias rápidas, mediante ataques relámpago; y (2)
un conjunto de medidas defensivas que los alerten ante inminentes amenazas de
ataque»13. Se llega así, a una paradoja aparente, pues incluso un acuerdo de control de
armamentos que no reduzca drásticamente su volumen general puede dar resultado…
siempre y cuando disminuyan las probabilidades de un ataque armado súbito y
sostenido. Entonces, el propósito del control de armamentos, no ha sido en la práctica,
necesariamente el desarme como tal, sino estabilizar o suavizar los efectos de los
armamentos existentes, sean cuales fueren. Este es uno de los aspectos importantes que
12
13
HARTMANN, Frederick H. (1986), p.188.
Ibidem, p.296.
8
en
el
actual
sistema
de
seguridad
nuclear
internacional
debe
ser
solucionado
urgentemente.
Sin embargo, aunque se destruyeran hasta la última arma en todo el mundo, no se
eliminaría realmente el problema del poder en tanto continúen existiendo estados
soberanos e independientes, pues éstos podrían transformar nuevamente, a su antojo,
su poderío nacional potencial en un poder militar efectivo.
Desde la época del sílex hasta la de la pólvora, las guerras no ponían en juego más
que lo finito. Aun admitiendo que uno de los adversarios eliminara y aniquilara al otro, o
bien que quedara debilitado por su victoria, jamás él mismo era aniquilado. A partir de
ahora, esta posibilidad absurda, este suicidio accidental o voluntario debe ser encarado y
tomado en consideración. El infinito negativo se introduce en el cálculo, y entraña la
condenación y la abolición no sólo de aquello por lo que se hace la guerra, sino también
de aquello para lo que se han hecho tantas guerras. El juego ya no vale la pena. La
guerra se convierte en el prototipo manifiesto e innegable de la aberración.14
Finalmente, en lo concerniente a la filosofía y el pensamiento sobre la guerra, la
disuasión puede ser comprendida desde dos aristas. En primer lugar, es posible
interpretarla desde sus facetas más históricas y hablar así de una disuasión fría. O en
segundo término, abordar el tema desde sus características más actuales y utilizar la
idea de una disuasión caliente.
El primero de estos conceptos hace referencia a lo que todo el mundo entiende por
el término disuasión nuclear, es decir, la relación de fuerzas entre partes opuestas,
signadas por el temor mutuo a las retaliaciones y al desencadenamiento de una
respuesta aniquiladora o muy poderosa. A esto lo llamaremos disuasión fría o clásica.
El concepto de disuasión caliente, en cambio, hace referencia más a la aplicación
del primero en un contexto diferente, es decir, al uso de estrategias de disuasión con
fines distorsionados y/o erróneos. Si la finalidad primordial de toda política de disuasión
clásica es evitar en última instancia el contacto y el intercambio armado entre las fuerzas
en disputa, mediante una disuasión caliente, el ejecutor de dicha estrategia utiliza el roce
y el engagement de una manera pragmática, buscando obtener el miedo y el respeto de
la contraparte por métodos coercitivos. Representa la Disuasión mediante el temor. Éste
busca, en última instancia, realizar actos de fuerza ejemplificadores que «disuadan»,
intenta alcanzar la disuasión mediante un uso quirúrgico de la fuerza.
Actualmente, las armas nucleares son, sin lugar a dudas, las más destructivas y
mortales herramientas jamás creadas. Son verdaderamente las únicas ADM. Tan sólo
reflexiónese un poco sobre la importancia del tema: con la detonación de un simple
artefacto nuclear se puede devastar por completo e instantáneamente una ciudad de
14
GUITTON, Jean (1972), op. cit.
9
dimensiones medias. Las armas nucleares son también las más difíciles de construir o
adquirir.
En lo que concierne a las ADM, éstas son aquellas armas con la capacidad de
devastar y aniquilar en grandes proporciones. Sin embargo, el término no hace
referencia estricta a la rapidez de su accionar o a la sencillez de su adquisición o
desarrollo.
Comúnmente se entiende por ADM, tres tipos específicos de armas:
(1) El arma nuclear es difícil de diseñar y desarrollar, requiere una considerable
capacidad científica, técnica, industrial, financiera y organizativa, de la que
disponen sólo pocos estados. Su capacidad destructiva es versátil y su diseño
alcanza lo más alto de la tecnología militar moderna.
(2) El arma química tiene menor complejidad tecnológica y requiere solamente una
infraestructura industrial que está al alcance de muchos países en vías de
desarrollo. Su desarrollo es de bajo costo, pero su eficacia militar es limitada,
especialmente desde el punto de vista estratégico. A pesar de todo, puede ser
u arma muy destructiva en manos de terroristas.
(3) El arma bacteriológica es también relativamente fácil de diseñar y fabricar, ya
que sus fundamentos científicos y técnicos se confunden con los de la industria
agroalimentaria y farmacéutica, lo que hace aún más difícil la detección de un
programa clandestino. Sus costos de producción son bajos y su eficacia militar
es considerable, aunque depende ello en gran parte de las capacidades del
agresor para controlar sus efectos adversos, y de las capacidades del defensor
para protegerse. Es igualmente susceptible de empleo en acciones terroristas.
En los últimos años, también vienen dándose avances considerables respecto al
desarrollo científico de otras tecnologías relativamente modernas. La novedad es la
aplicación al campo bélico de dichas «nuevas armas tácticas». Las mismas están
impulsadas por las nuevas características del mundo, globalizado e informatizado, mucho
más dependiente de las telecomunicaciones y la electricidad, de los medios de
comunicación y del traslado demográfico ahora posible, como nunca antes, por todo el
globo. Estas armas tácticas son principalmente el «Pulso Electromagnético» (EMP15), que
con una descarga de energía desactiva dentro del área de la explosión todo artefacto
eléctrico, agotando a su vez toda batería, pila o grupo electrógeno u otro tipo de
recolector de energías de reserva; y otras «Armas Espaciales», aún no existentes, pero
en investigación y desarrollo constante. En este aspecto, más adelante se discutirán los
detalles principales.
Por su parte, si bien no son estrictamente una arma como las anteriores, las
nuevas «Armas Informáticas», diseñadas para espiar, hackear, o combatir ciertas
15
Por sus siglas en inglés: Electro Magnetic Pulse.
10
amenazas digitalmente mediante la Internet, por ejemplo, deben ser consideradas para
entender más cabalmente la realidad y alcanzar mejores explicaciones en el futuro.
En el actual contexto internacional, sólo ocho naciones son conocidas por ostentar
armas nucleares. Pero sin embargo, ello no siempre fue así. En épocas anteriores, el
número alcanzó cifras mucho más altas, y las tendencias marcan claramente un
progresivo descenso de integrantes en el llamado «Club Nuclear» de países.
Finalmente, cabe mencionar y adherir a las presentes reflexiones, tal vez la más
importante y distintiva de las características de este escenario actual: el fenómeno del
terrorismo internacional.
Una definición abarcativa y holística de terrorismo según sus actuales formas –
global, fundamentalista16 y descentralizado- es una tarea por demás compleja y plantea,
también, dos dilemas: (1) puede llevar a una explicación tan amplia y a la vez
reduccionista que lleve a que su valor e importancia pierdan utilidad explicativa o
práctica, o incluso, lleven a erróneas percepciones de la realidad y generen graves
consecuencias; y (2) también puede caer en el otro extremo y ser definido de una
manera tan precisa y abstracta que no comprenda al elemento en todas sus formas y
expresiones, y lleve en última instancia a una mayor confusión y desinformación que
antes respecto al tema.
Por ello, la definición de terrorismo de la actual publicación, no pretende ser «todoexplicativa» sino más bien, definir de la manera más adecuada al terrorismo en relación
a la seguridad nuclear, haciendo hincapié en sus elementos más relevantes.
Tal cual es definido en el excelente reporte de la Universidad de Maryland, Peace &
Conflict 200517, «El problema del “terrorismo” es tan viejo como la Humanidad. [...] El
terrorismo, si puede ser en alguna medida definido de forma objetiva, es seguramente
una expresión de violencia, [...] y como expresión de violencia política posee una
cualidad esencial: focalizar intencionalmente sus ataques en objetivos civiles y no
combatientes.» [sic]18
A su vez, existen cuatro aspectos fundamentales relacionados con ello: (1)
Procesos estratégicos interactivos, es decir, en sus expresiones represivas-expresivas
(v.g.
Terrorismo
aplicado
por
instituciones
para
“mantener
el
orden”
es
una
manifestación represiva. El terrorismo expresivo se evidencia en el proceso inverso
(individuos o grupo de individuos que se oponen tanto contra la autoridad como contra
los símbolos y expresiones de ella).
16
En el sentido de aproximado a los extremos o radicalizado y con medios brutales para fines
absolutos.
17
MARSHALL, Monty G. & GURR, Ted R. (2005), p.62.
18
Si bien la intención es siempre difícil de establecer, aquí es comprendida como la evidencia
directa, sostenida y/o sistemática (por ej. según patrones o tendencias) de la utilización de
objetivos no combatientes o civiles.
11
(2) Relación de asimetría entre poderes, es decir, que un simple acto terrorista es
necesariamente una imposición de violencia por la fuerza sobre una víctima, e implica
una relación asimétrica entre una autoridad (orden) y otras fuerzas.
(3) Actos violentos extraordinarios19, es decir, el impacto tanto mediático como
histórico de los actos terroristas, los cuales deben cumplir con la condición de atrapar la
atención y la imaginación para lograr alcanzar “el éxito”.
(4) Y finalmente, todo acto terrorista debe ser perpetrado por un terrorista, esto es,
mediante un uso de la violencia altamente individualizado y personalizado, haciendo todo
acto mucho más inmediato, complejo, táctica y logísticamente distinto de incluso las
operaciones militares más elaboradas. Así, se hace prácticamente imposible disociar los
términos terrorista, de psicópata, sociópata, o violencia criminal.
El terrorismo definido en dichos parámetros, constituye actualmente «una grave
amenaza global mediante su posible asociación con la guerra». Así, en lo concerniente al
«terrorismo nuclear», y como ya se mencionaba anteriormente en el presente trabajo, el
terrorismo global agrega a los cálculos de poder post 11/S la variable de lo infinito, de lo
absoluto y de lo total. Estos conceptos incorporan la necesidad del replanteamiento de
todas aquellas vicisitudes, fallas y vicios del orden nuclear internacional.
Si bien antes, los estados confiaban en «la racionalidad» y los recursos del otro
(variables finitas) y en la MAD u otras expresiones de temor mutuo a la destrucción, hoy
los cálculos y variables en los cuales sentar dichas presunciones han cambiado
considerablemente. Lo infinito y extremo entran en escena con más impacto que nunca.
Para que la guerra absoluta no tenga lugar jamás, es necesario que pueda tener
lugar en cualquier momento. De esa manera, la conciencia frente al abismo, nos hará
concretar reales avances. En este sentido, la guerra absoluta debe ser «utilizable» pero
no «usable»; o dicho de otro modo, es preciso servirse de ella en potencia pero no en
acto, para construir un mundo efectivamente más seguro.
19
En su acepción de fuera de lo común y de lo corriente.
12
«Yo he conocido al enemigo… y es nosotros»
POGO (Walt Kelly)
«Éramos conscientes de que el mundo
ya no sería el mismo»
J. ROBERT OPPENHEIMER
«¿Cómo contener a una sombra?
¿Cómo disuadir a alguien que está
preparado para suicidarse?»
JOHN LEWIS GADDIS
DE HIROSHIMA AL WORLD TRADE CENTER
Las bombas arrojadas el 6 y el 9 de agosto de 1945 en Hiroshima y Nagasaki, respectivamente, marcaron el inicio de un nuevo orden político, de una nueva era... la nuclear.
A su vez, una inmediata consecuencia fue el surgimiento de Estados Unidos luego de la
Segunda Guerra Mundial como la potencia menos perjudicada del conflicto ya que el gran
escenario bélico fue Europa y las aguas del mundo. Pero por sobre todo, Estados Unidos
afloró a la historia cual un gigante blandiendo su espada de Damocles... la Bomba
Atómica.
Durante los cuatro años siguientes, Estados Unidos fue momentáneamente el único
custodio de esa arma nueva y terrible, y en él recayó la responsabilidad de formular una
propuesta. El 14 de junio de 1946, Bernard Baruch, presentó un plan ante la Comisión de
Energía Atómica de la ONU, creada el 24 de enero de ese mismo año. Su proyecto se
basaba
en
las
proposiciones
del
Informe
Acheson-Lilienthal
y
contemplaba
el
establecimiento de una autoridad internacional, dependiente del Consejo de Seguridad de
la ONU, que controlaría todas las fases de la producción y uso de la energía atómica.
Ejercería el monopolio y el control exclusivo de todos los aspectos de la energía atómica
aptos para fines bélicos, fuera cual fuese su ubicación. La autoridad internacional tendría
13
derecho de libre inspección en todos los territorios de las naciones miembros de la ONU,
a fin de cerciorarse de que no se efectuaran operaciones clandestinas.
Baruch presentó su plan en la primera sesión de la comisión con esta advertencia
profética: «Estamos aquí para optar entre los vivos y los muertos […] Si fracasamos,
habremos condenado a toda la humanidad a ser esclava del Miedo […]. Debemos elegir
entre la Paz Mundial y la Destrucción del Mundo».
Sin embargo, que la ONU no ejercería su control por medio de un organismo
internacional, sino de hecho esto sucediera bajo el de los Estados Unidos, no
tranquilizaba a la Unión Soviética. Las discusiones, trabas y constantes oposiciones en los
foros internacionales por parte de los rusos, hizo del Plan Baruch algo estéril y provocó
luego su fracaso.
El gran desequilibrio de fuerzas que representaba la posesión indiscutida de Estados
Unidos de armas nucleares, llegó a su fin antes de lo que muchos esperaban. En 1949, la
Unión Soviética anunció que efectivamente poseía también la Bomba Atómica.
Este hecho de singular importancia tuvo un impacto más allá de lo imaginado.
Primero, rompió con lo que podría haberse convertido en un monopolio del poder nuclear
en manos de una sola potencia, en segundo lugar, constituyó en sí mismo el inicio a la
proliferación de armas nucleares, y en tercer término, al empatar el cálculo, gestó el
sistema bipolar que dio vida a la historia que conocemos y de la que somos parte.
Finalmente, cabe destacar que para algunos reconocidos analistas, como Kenneth
Waltz, este sistema bipolar constituía en teoría, el escenario más seguro imaginable.
Empero, en los hechos fríos de la realidad, llevó al mundo en repetidas ocasiones al
borde del desastre (v. g. crisis de los misiles cubanos a principios de la década del ’60);
pero que en concordancia con algunas de las hipótesis sostenidas por del presente
trabajo, lograron solucionarse pacíficamente gracias a la relación en esencia de simetría
relativa entre actores de igual naturaleza racional (Estado-Estado).
TABLA 1. ARSENALES NUCLEARES ESTRATÉGICOS:
ESTADOS UNIDOS Y LA FED. RUSA /
EX
UNIÓN SOVIÉTICA.
Fed. Rusa / ex Unión Soviética
Estados Unidos
AÑO
MBI
MBLS
BOMBARDEROS
TOTAL
MBI
MBLS
BOMBARDEROS
TOTAL
1964
201
74
548
821
952
605
6.471
8.028
1974
1.666
722
596
2.985
2.041
6.569
6.788
15.398
1984
7.135
2.140
756
10.031
2.231
5.611
6.118
13.960
1994
4.530
2.436
1.468
8.434
2.215
3.021
3.565
8.801
14
2004
2.478
1.072
872
4.422
1.150
2.016
1.050
4.216
Notas: MBI, Misiles Balísticos Intercontinentales. MBLS, Misiles Balísticos de Lanzamiento
desde Submarinos.
Fuente: Universal Compliance. A Strategy for Nuclear Security – CEIP (March 2005).
La Tabla 1 muestra detalladamente cómo fueron las fluctuaciones, desde mediados de la
década del `60 hasta la actualidad, entre la Actual federación Rusa y Estados Unidos. En
lo referido a las dotaciones de misiles intercontinentales y de bombarderos, se puede
observar que: (1) Rusia20 siempre llevó la delantera respecto a su contraparte
norteamericana, en MBI, salvo en el primer año indicado, 1964, en el cual no lideró la
cuenta por escaso margen. Además, cabe aclarar que durante gran parte de la Guerra
Fría, la URSS llevó la delantera en armas convencionales. (2) Estados Unidos siempre
lideró, en cambio, en las dotaciones de MBLS, lo que evidencia algo muy claro y presente
incluso en la actualidad: la gran superioridad marítima norteamericana mediante su
poderosa marina. (3) En lo referido a los aviones bombarderos, Estados Unidos superó
en todo el período 1964-2004 a su antagonista. Lo digno de resaltar aquí es en que
proporciones lo hizo: salvo en el último año (2004) los bombarderos norteamericanos en
el mundo eran prácticamente doce veces más que los rusos.
Finalmente, en cuanto a los totales, se observa una indiscutida superioridad
estadounidense en todos los aspectos. Empero, préstese especial atención al siguiente
comportamiento de las cifras: en 1964, Estados Unidos superó aproximadamente diez
veces a Rusia. En 1974, lo sobrepasó casi cinco veces. Y para 1984, los arsenales totales
estaban en relación de empate quasi absoluto (10.031 rusos contra 13.960 de EE.UU.).
Aquí es importante realizar una aclaración. En los diez años comprendidos entre
1984 y 1994 (que en la mitad representa exactamente 1989), la caída del Muro de
Berlín, como hecho paradigmático del inicio del fin de la Unión Soviética, alterará las
cifras y proporciones totales, acercando los quantums de sendos arsenales, cada vez más
hacia la equidad y el equilibrio. Prueba de ello es que en 1994, la relación era 8.434
(Federación Rusa) a 8.801 (Estados Unidos). En 2004, el equilibrio continuó su
tendencia, e incluso, en los fríos cálculos numéricos, Rusia supera en dimensiones totales
a los Estados Unidos (4.422 a 4.126).
En 1953, el Reino Unido desarrolló también su propia arma nuclear. La aparición de
este tercer actor en el panorama nuclear, catalizó el desarrollo de armas, ya de por sí
acelerado, en la URSS y los Estados Unidos. Esta nueva situación dominó las relaciones
estratégicas de los años `60 y abrió paso a la doctrina de la Destrucción Mutua
20
Utilizado aquí para designar indistintamente a la URSS y ala Federación de Rusia, en todos los
años comprendidos (1964-2004).
15
Asegurada (MAD). En este marco de superioridad en armas convencionales por parte de
la URSS, y de una alianza occidental superior en capacidades nucleares, la OTAN se
predispuso a responder con armas nucleares a cualquier amenaza de avance de las
tropas soviéticas sobre Europa, Esta correlación de fuerzas dio cuerpo a la MAD.
Las relaciones se volvieron aun más tensas durante aquella década, cuando Francia
logró lo mismo que su vecino europeo. Este país, no sólo desarrolló su bomba atómica
sino que además, diseñó su propia doctrina, llamada del primer uso. En ella subyacía la
desconfianza hacia las proposiciones de defensa conjunta esgrimidas por Estados Unidos.
Hacia fines de la década del `80, el mundo poseía cuatro potencias con poderío
nuclear y ningún acuerdo firmado sobre reducciones efectivas de dichos armamentos.
Tan sólo se negociaron techos cuantitativos para las dos superpotencias, con el fin de
mantener el statu quo basado en la superioridad tecnológica de Estados Unidos
compensada por la superioridad numérica de la URSS. Estos fueron conocidos
posteriormente como los Tratados SALT I (de 1972) y SALT II (de 1979).21
Desde los inicios, en 1949, de los contrabalanceos y las carreras armamentísticas,
las potencias nucleares eran conscientes del riesgo que supondría para la seguridad
mundial la difusión de las armas nucleares a un número creciente de estados, tal cual las
tendencias lo venían demostrando; por lo que dirigieron sus esfuerzos a la no
proliferación horizontal. En consecuencia con ello, en 1987 y 1991 se firmaron los sendos
tratados START I y II.22
A pesar de la creación en 1957 del Organismo Internacional de la Energía Atómica
(OIEA) para asegurar el uso pacífico de la energía nuclear sin obstruir el desarrollo
económico y tecnológico de los estados miembros; no fue sino hasta 1970 que entró en
vigor el primer tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP). Actualmente ocupa
el cargo de director general del organismo el egipcio ElBaradei.
El régimen internacional de control sobre la proliferación de armas atómicas
presenta hoy, muchas fallas y serias restricciones de carácter práctico. Uno de los
dilemas más importantes con los que la OIEA debe enfrentarse es la falta de poder
detrás de sus iniciativas. Principalmente Estados Unidos, ya desde fines de la década del
`50, es quien con su accionar peculiar deslegitima y dificulta constantemente el accionar
sano del organismo. Esta potencia, mediante la suscripción de acuerdos bilaterales de
reducción y control de armamentos nucleares, hace las veces de sheriff internacional,
debido a que muchos de dichos acuerdos estipulan que sólo Estados Unidos puede
realizar las inspecciones.
Más allá de la OIEA, otros dos organismos (aunque ya no de carácter global)
complementan en un panorama muy amplio el sistema de regulación internacional de
21
Strategic Arms Limtation Treaty o Tratado de Limitación de Armas Estratégicas.
16
energía atómica: La Agencia Europea para la Energía Nuclear (AEEN) de la OCDE y la
Comunidad Europea para la Energía Atómica (EURATOM).
Dentro del régimen de no proliferación referido al uso de la energía atómica, una
serie de tratados dan forma y regulan el sistema. Los más importantes son: (1) El TNP
antes mencionado, pero que en 1995, adquirió verdadera relevancia, al prorrogarse su
duración de manera indefinida.23 El mismo establece fundamentalmente que los estados
nucleares firmantes se comprometen a no transferir a otros estados no nucleares, armas
atómicas o los medios para fabricarlas. Debido principalmente a esta división semántica
entre estados nucleares y no nucleares, actualmente, muchos países (asociados a lo
segundo) desacreditan los verdaderos motivos del tratado, acusándolo de reducir e
impedir el desarrollo atómico en los estados no nucleares y consolidar así, la posición de
aquellos que ya ostentan el arma absoluta. (2) El Tratado de Prohibición Completa de
Ensayos Nucleares (TPCEN), cuya finalidad es prohibir la realización de todo tipo de
explosiones nucleares por los estados parte.
Antes de pasar a otros elementos, cabe resaltar las debilidades de este régimen de
no proliferación, fundamentalmente en el marco del TNP. Las fallas y puntos flacos del
mismo han sido expuestas por los hechos, ya que el escenario para el cual fue creado
consistía básicamente en amenazas entre estados. Lo mismo, por transitividad, ha
ocurrido con las estrategias de la contención y de la disuasión. De hecho, hemos creado
un mundo en donde «muchas de las actividades de las redes clandestinas han violado
leyes aún no existentes».24 Justamente aquellos países que no firmaron el TNP son los
que, en varios niveles, mediante la dudosa permeabilidad de sus fronteras, socava y
orada
por
completo
al
régimen
normativo
internacional
de
no
proliferación.
Geográficamente hablando, ello es más evidente en los países surgidos del colapso de la
URSS, en donde planes y materiales nucleares heredados aun conviven con bajísimos
niveles de seguridad; y todo lo que sumado a los tres países renegados del TNP (India,
Pakistán e Israel), hacen de Eurasia y el resto de Asia, la región más inestable y
potencialmente peligrosa para la proliferación de ADM y de su vinculación con el
terrorismo.
Además, también existen una gran cantidad de acuerdos de carácter continental o
regional, y una gran lista de regímenes referidos al control de exportaciones nucleares,
etc.
Lamentablemente, y a pesar de todos los mecanismos y acuerdos internacionales
hasta aquí indicados, arma nuclear, en un principio restringida a un número reducido de
22
Strategic Arms (Limtation and) Reduction Treaty o Tratado de Reducción (y Limitación) de Armas
Estratégicas.
23
Inicialmente (1970) el tratado estipulaba una duración de veinticinco años.
24
George Perkovich , et al. (2005), p.15.
17
estados con capacidades científicas y técnicas avanzadas, ha continuado su difusión por
todo el planeta desde mediados del siglo
XX.
El gran giro ocurrió en los años `50, cuando el Reino Unido se incorporó al Club
Nuclear, dando evidencia de que ello no era algo imposible para potencias de nivel
medio. En 1998, ya eran ocho los países en posesión de este tipo de arma. A partir de la
proliferación horizontal, además, se han incorporado en las últimas décadas otros
estados al este selecto grupo, con o sin reconocimiento jurídico: el Reino Unido, Francia,
China, Israel, India y Pakistán. Aunque estos posean capacidades muy desiguales y
siempre inferiores a las de las dos grandes potencias nucleares (porque a pesar de todo
Rusia lo sigue siendo), siguen constituyendo un desafío al equilibrio internacional. Esto
ocurre no tanto por la posibilidad de un enfrentamiento entre potencias, sino más bien
por las debilidades estatales, regionales y estructurales de los mismos, que en conjunto
con la irrupción de los nuevos medios de destrucción masiva y del aumento del número
de entidades no estatales con acceso (como los grupos terroristas); todo lo cual
conforma un cocktail explosivo de inseguridad regional e internacional.
De los escombros del World Trade Center la comunidad internacional debe edificar
un nuevo sistema global, en el cual el arma infinita nunca pueda caer en poder de
entidades no estatales, ya que ello no sólo implicaría una ruptura del equilibrio de fuerzas
inter- e intra-estatales sino que además, constituiría un desafío vital al Estado moderno.
18
«La
legitimidad
simplemente
es
porque
importante
queramos
no
sentirnos
bien con nosotros mismos, sino porque es
útil. El resto de las personas va a reconocer
el liderazgo norteamericano si creen que es
legítimo;
pero
si
no,
se
resistirán,
protestarán, pondrán obstáculos, o se nos
opondrán
activamente.
Al
respecto,
no
importa tanto lo que nosotros creemos que
es legítimo, sino más bien lo que el resto
cree que es legítimo»
FRANCIS FUKUYAMA
LA SEGURIDAD INTERNACIONAL POST 11/S
LOS
Y EL CAMBIO DE PARADIGMA:
LA UNIÓN EUROPEA Y
ESTADOS UNIDOS
Durante los últimos 60 años, las lógicas de disuasión, de destrucción mutua asegurada
(MAD) y de la razón, permitieron sostener el equilibrio, aunque de manera precaria,
entre las dos potencias rivales más poderosas de aquel entonces. En definitiva, estas
lógicas fueron exitosas al mantener al mundo a flote y cada vez más alejado de la guerra
nuclear.
Sin embargo, en la actualidad, ya no existen estos dos contrapesos en la balanza
del poder global y entre los cuales dichas lógicas pudieran funcionar, o al menos, no
existen entre actores de igual naturaleza, entre Estado y Estado. Con la desaparición de
la Unión Soviética se creó un agujero negro, un enorme y desestabilizador vacío
estratégico, que alteró considerablemente el tablero mundial y sentó las bases de un
nuevo escenario. Fundamentalmente, este ordenamiento consistió en la reestructuración
de las fuerzas económicas, políticas y militares internacionales25, y en la emergencia de
25
V. Thomas L. Friedman (2005).
19
un estado hegemónico o «superpotencia solitaria»26, el cual, mediante una poderosa
economía y una brecha tecnológico-militar que lo separa del resto de los estados,
consolidó su actual posición y logró traer cierto orden a la política mundial, pero esta vez,
ya no mediante un equilibrio y un consenso de legitimidad sino mediante su primacía.
Recientes sucesos ocurridos en el escenario mundial, como el ingreso al plano
político-económico de nuevos actores y fenómenos, han vuelto a colocar una vez más a
los asuntos de seguridad internacional en el centro de su agenda. Dichos actores y
fenómenos se corresponden con lo que Thomas Friedman llama la «Globalización 3.0»,
es decir, la profundización de este proceso histórico, caracterizado en la actualidad por la
lógica de la miniaturización de las relaciones ("de lo micro a lo nano") y por el
surgimiento de «súper-individuos», esto es, individuos o grupo de ellos, con más poder y
capacidad de tener un impacto por todo el globo con más frecuencia y fuerza que como
nunca antes. Lo dicho, ciertamente también acarrea diversos grados de desestabilización
y amenaza para los Estados Unidos y el mundo.27
Actualmente, tanto la pobreza, el acelerado deterioro climático y la falta inclusión
social (fenómenos), como por su parte el terrorismo, los estados fallidos, los grupos no
estatales, y los «súper-individuos» (actores), plantean un nuevo escenario post 11/S de
lo más complejo e interesante.
En este contexto, la Unión Europea y los Estados Unidos están llevando a cabo
comportamientos cada vez más muy disímiles, dos modelos dignos cada uno de sus
actuales características domésticas y posicionamiento internacional: el primero, con un
poder
económico
preponderante
y
de
acuerdo
a
un
patrón
de
coherencia
y
maniobraviabilidad en materia de política exterior, se aleja cada vez más de “el arma
total” y trabaja intensivamente tanto en el plano energético alternativo como en el
control de la proliferación nuclear, mediante organismos internacionales; demostrando
una clara visión estratégica basada en el futuro y no en el pasado.
El segundo, con una economía cada vez más cuestionada y jaqueado por fuerzas
domésticas e internacionales, debido a sus crecientes responsabilidades militares en
Medio Oriente28, y en estrecha relación con su posición mundial como el país más
poderoso del mundo, se comporta de una manera peligrosa y desestabilizante,
generando divisiones más que uniones, fragmentación más que construcción, y discordia
más que consenso. Reconociendo que la disuasión ya no es un elemento efectivo de las
armas de destrucción masiva, ha iniciado dos planes de altísimos costos y destinados a
26
Concepto utilizado por Samuel Huntington. V. por ejemplo «The Lonely Superpower», Foreign
Affairs, marzo/abril 1999.
27
Thomas L. Friedman (2005).
28
V. para un excelente análisis actual de ello, la publicación de Ignacio Frechero (2005) «A cuatro
años del 11/S. El republicanismo y la Guerra contra el Terrorismo» presentada en la presente
Jornada de RR.II. (Tandil - 2005).
20
convertir disuasión en acción. Ellos son, principalmente dos nuevas estrategias: (1) la
nueva estrategia militar espacial de Estados Unidos, y (2) la estrategia «Global Strike»29.
(1) En lo referido a la primera, se sabe que es un proyecto aun no concretado, pero
que está impulsado fundamentalmente por la Fuerza Aérea norteamericana «Con el
argumento de que debe asegurar el espacio para proteger a la nación de un ataque», [la
Fuerza Aérea] «pretende que el presidente Bush apruebe una directiva de la oficina de
seguridad nacional que podría llevar a los Estados Unidos a desplegar armas espaciales
de defensa y de ataque».30 Esta propuesta significa un cambio sustancial en la estrategia
política norteamericana, la cual hasta los años de la administración Clinton, propiciaba
una utilización pacífica del espacio. Lo más peligroso y digno de atención es que de
hacerse efectiva dicha presencia militar, no existe aún ningún tratado ni ley internacional
que impida a Washington instalar armas en el espacio, salvo las de destrucción masiva.
Como alguien dijo alguna vez, «el derecho va siempre detrás de los hechos».
El Tratado sobre el Espacio Exterior, de 1967, firmado por más de noventa países
incluidos los Estados Unidos, prohíbe las ADM en el espacio y estipula que el uso del
mismo debe ser sin fines militares, para el beneficio de la Humanidad, y de los intereses
de todos los países, irrestrictamente de los grados de desarrollo económico o científicotecnológico.
Un hecho paradigmático que trae mayores resquemores sobre el asunto es la
decisión adoptada por el presidente Bush en 2002, de abandonar el Tratado de Misiles
Antibalísticos, que estaba en vigor desde hacía 30 años y que prohíbe las armas
instaladas en el espacio.
Si bien se esperaba el decreto presidencial avalando tal propuesta a mediados del
año 2005, las complicaciones en la «War on Terror» llevada a cabo sobre Medio Oriente,
provocaron que al proyecto se lo retrasara y que las prioridades financieras dentro del
ejército, fueran refocalizadas hacia las tropas y el reclutamiento de marines para enviar a
Irak.
(2) En lo que concierne a la estrategia «Global Strike», también impulsada por la
Fuerza Aérea norteamericana, ella «insta a contar con un avión espacial-militar que
transporte armas teledirigidas con media tonelada de municiones».31
Como indica Tim Weiner, del New York Times, «documentos del Pentágono indican
que esa arma podría lanzar un ataque desde el otro lado del mundo en 45 minutos. A su
vez, la Oficina de Defensa de Misiles del Pentágono se empeña en desarrollar una nueva
tecnología para un arma de rayos láser instalada en el espacio, y la Fuerza Aérea ya
cuenta, de hecho, con un arma potencial en órbita: el XSS-11, lanzado en abril último, es
29
Estrategia "Ataque Global".
«EE.UU. busca desplegar armas en el espacio», La Nación, jueves 19 de mayo de 2005.
(disponible en www.lanacion.com.ar/exterior/nota.asp?nota_id=705404).
31
Ibidem.
30
21
un microsatélite experimental, técnicamente apto para desactivar los satélites de
comunicaciones y reconocimiento militar de otros países».
Otro programa espacial de la Fuerza Aérea es el llamado «Rods From God»32 que
tiene el propósito de arrojar cilindros de tungsteno, titanio o uranio desde el espacio para
destruir objetivos en tierra, haciendo impacto a una velocidad superior a los 10.000
Km/h. con la fuerza de una pequeña arma nuclear.33
[ver el Gráfico 2 en página siguiente]
32
33
«Barras de Dios».
La Nación, op. cit.
22
Gráfico 2. Infografía sobre las Armas Espaciales.
Fuente: La Nación, 19/5/2005.
23
Al parecer, uno de los grandes motivos por los cuales Estados Unidos está persiguiendo
dichas iniciativas es la lucha contra toda una nueva gama de «amenazas a la seguridad
nacional». Sin embargo, también puede interpretarse este acelerado impulso de la
Fuerza Aérea hacia el espacio debido al fracaso del Pentágono en desarrollar un sistema
de defensa de misiles nucleares en tierra.
La administración Bush en su reporte de la Comisión para el Manejo y la
Organización de la Seguridad Espacial Nacional (enero de 2001), dirigida por Donald
Rumsfeld, ya estipulaba la noción de «control del espacio», y específicamente hacía
hincapié en el desarrollo de tecnologías anti-satélites,
Altos funcionarios militares y especialistas de la Unión Europea, Canadá, China y
Rusia han objetado públicamente la noción de la superioridad espacial norteamericana y
han intentado establecer tratados internacionales para prohibir las ADM en el espacio; a
lo que el general Lance Lord, que está al frente del Comando Espacial de la FA
norteamericana respondió: «La superioridad espacial no es nuestro derecho por
naturaleza, pero es nuestro destino. Es nuestra visión para el futuro.»
De esta y de otras múltiples maneras, la política del presidente Bush rompe con las
aplicadas por administraciones precedentes en Estados Unidos ya que, desde un primero
momento, se asumió la determinación de combatir la proliferación de las ADM mediante
nuevos métodos. En dos documentos claves (The National Security Strategy of the
United States of America -Septiembre de 2002- y National Strategy to Combat Weapons
of Mass Destruction -Diciembre de 2002-), la administración Bush definió su visión de
que «las amenazas provenientes de las ADM emanan de un reducido número de países
parias (outlaw states) y que del nexo entre ellos, las armas nucleares y los terroristas,
surgen las principales desafíos».
En primera instancia, ello no parece algo nuevo y distintivo respecto a anteriores
presidentes, pero sin embargo, las administraciones previas han puesto el énfasis el
problema de las armas en sí. «Debemos eliminar las armas de la guerra, antes de que
ellas nos eliminen a nosotros» dijo J. F. Kennedy, y esta lógica a permanecido desde
entonces. A su vez, todos los presidentes anteriores a G. W. Bush fueron multilaterales
en su acercamiento al tema de la proliferación.
Pero la actual administración, ha desprestigiado y deslegitimado como nunca antes
en la política exterior norteamericana, los tratados y las vías multilaterales de lucha
contra la diseminación de ADM; y ha re-enfocado su visión hacia el cambio o la
eliminación de los regímenes de los estados. Así, ahora el énfasis no está en la existencia
o no de ADM, sino en los gobiernos. Como esbozó Bush en su Estado de la Unión, en
enero de 2003, «Los más graves peligros que enfrenta 'América' y el mundo son los
regímenes ilegales [outlaw regimes] que busquen o posean armas nucleares, químicas y
24
biológicas.»
En efecto, la administración Bush cambió el foco desde «qué» hacia
«quién».
En este contexto, la aplicación de una disuasión caliente ha ido tomando forma bajo
la llamada «guerra preventiva» [preemtive war] para lograr los deseados cambios de
régimen, particularmente de aquellos estados catalogados como dentro del «eje del
mal»: Irán, Corea del Norte y Libia.34 Las justificaciones sobre estas políticas antiregímenes plantea muchas dudas e interrogantes sin responder, ya que en definitiva,
grupos terroristas continuarán buscando armas y materiales nucleares dondequiera que
se puedan encontrar, indiferentemente de las orientaciones geopolíticas de los estados.
Al otro lado del Atlántico, un poder en proceso de formación, no sólo se opone
constantemente a las iniciativas unilateralistas y desestabilizadoras llevadas a cabo por
Estados Unidos, sino que también propone otras alternativas en lo referente la lucha
contra el nuevo escenario internacional post 11/S y el control de la proliferación de ADM.
La Unión Europea, en un documento oficial titulado «EU Strategy against the proliferation
of Weapons of Mass Destruction» de junio de 2004, estipula:
•
Que la lucha contra la proliferación de ADM es su más alta prioridad.
•
Las acciones, al efecto, deben ser cumplimentadas dentro un marco legislativo
multilateral (por ej. la EU WMD Strategy).
•
La cooperación internacional con estados clave, es de suma relevancia.
•
Que el centro de todas las decisiones y consensos debe ser necesariamente, por
su poder e importancia, el Grupo de los Ocho (G8).
Así entonces, es como dos de los actores claves del Orden Internacional actual se
están perfilando para demostrarse unos a otros cuánto de disuasión queda en el mundo.
Finalmente, y como destacan George Perkovich y otros, en el interesantísimo libro
«Universal Compliance. A Strategy for Nuclear Security»35 (marzo de 2005), «Los
Estados Unidos no pueden resolver la proliferación nuclear por sí solos. La estrategia que
obtendrá las mayores chances de éxito es aquella que se base en el mayor grado posible
de apoyo internacional. Y el camino para la obtención del mismo no es el dictar al resto
lo qué nosotros pensamos que son las mejores políticas y forzarlos así a apoyarnos, sino
más bien, preguntarnos cómo definir mejor las amenazas y los desafíos, y qué políticas
piensan los demás que son las más efectivas. Y cómo ellas pueden mejorar, en definitiva,
las sugerencias que nosotros estamos haciendo.» Y continúa, «Es imprescindible un
entendimiento mucho más profundo de los intereses vitales que motivan a los gobiernos
a aplicar varias de las políticas de no proliferación. El conocimiento es crítico si los
34
Este último país ya abandonó el desarrollo de sus capacidades nucleares.
Publicación disponible en formato digital (.pdf) en el sitio web oficial del Carnegie Endowment for
International Peace, www.ceip.org. También, se pueden requerir el envío de copias impresas
gratuitas.
35
25
Estados Unidos pretenden desarrollar una estrategia que conduzca a un amplio apoyo
internacional».
La siguiente tabla muestra el estado de situación pasado y presente sobre «quién la
posée, quién la poseyó, y quién la desea».
Tabla 2. Países con Programas o Armas Nucleares. Presente y Pasado.
Estados Nucleares en el TNP
Programas Nucleares de Reciente
Terminación
CHINA
REINO UNIDO
IRAK
FRANCIA
ESTADOS UNIDOS
LIBIA
RUSIA
Estados Nucleares fuera del TNP
Abandono de Armas Nucleares Heredadas
INDIA
BELARÚS
ISRAEL
KAZAJTÁN
PAKISTÁN
UCRANIA
Programas Sospechosos
Programas o Consideraciones finalizados
luego de 1970
ARGENTINAa
IRÁN
COREA DEL SUR
b
COREA DEL NORTE
AUSTRALIA
ESPAÑAa
BRASIL
SUIZAd
CANADÁc
TAIWÁN
RUMANIA
YUGOSLAVIA
SUDÁFRICA
Intenciones Identificadas pero
Programas o Consideraciones finalizados
aun sin programas
antes de 1970
ALGERIA
EGIPTO
NORUEGAb
ARABIA SAUDITA
ITALIAb
SUECIA
SIRIA
JAPÓNb
ALEMANIA OCCIDENTAL
Notas: En total suman treinta países.
(a) País que tuvo programas activos, pero intentos de producir armas no confirmados.
(b) Un programa de armas nucleares fue debatido, pero eran de carácter civil en
naturaleza.
(c) Canadá tuvo entre 250 y 450 armas nucleares -suministradas por EE.UU.desplegadas durante las tempranos 1980's.
(d) Más allá de que Alemania Occidental nunca fue considerada seriamente en relación
al poder nuclear, Bonn sí poseía armas atómicas suministradas por EE.UU. Estas armas
26
precisaban de la expresa autorización del presidente norteamericano para su
lanzamiento.
Fuente: Universal Compliance. A Strategy for Nuclear Security – CEIP (March 2005).
27
Gráfico 3. Infografía sobre la “Geografía Nuclear”
Fuente: La Nación, 19/5/2005.
28
«La Bomba acerca a las personas los más
posible al poder divino y echa a volar sus
imaginaciones. Pero […] el proteger a la
civilización
depende
de
de
la
la
destrucción
voluntad
y
la
atómica
sabiduría
secular»
GEORGE PERKOVICH
«Debemos extinguir las armas de guerra,
antes de que ellas nos extingan a nosotros»
JOHN F. KENNEDY
REFLEXIONES FINALES
Luego de haber hecho un repaso teórico y conceptual sobre algunos aspectos de la teoría
de la disuasión y el terrorismo, de haber visto brevemente cómo surgió y evolucionó el
orden internacional en los años de la era nuclear, y de haber identificado las dos actuales
principales posturas respecto a la no diseminación de armas de destrucción masiva y al
combate contra su vinculación con las «nuevas amenazas», estamos en condiciones lo
suficientemente básicas y adecuadas como para introducirnos en unas reflexiones finales.
Antes, sin embargo, quiero resaltar que mediante la presente publicación, se ha
intentado fundamentalmente, iniciar en el tema a curioso e interesado en un tópico
mucho más profundo y complejo, que lo analizado aquí superficialmente.
Un mundo dividido por fuerzas contrapuestas, signado por la integración geográfica y la
desunión cultural, amenazado por armas absolutas y terrorismo global, estigmatizado por
la presencia de un continente con hambre y otro con lujos, un mundo al borde del
29
colapso ambiental pero al mismo tiempo, con un desarrollo sin precedentes en las
capacidades tecnológicas; en definitiva, es un mundo dicotómico.
En él, se conjugan las lógicas más absurdas imaginables. En él coexisten los
extremos: lo más rico con lo más pobre, los medios limitados con posibilidades
absolutas, lo pragmático con lo utópico, la esperanza con la resignación, y donde todo es
potencial, pero nada es concreto.
Como reza una frase atribuida a Tucídides: «de todas las manifestaciones de la
potencia, la que más impresiona es la moderación». En este contexto, entonces, creo
humildemente, que en los años por venir esto es a lo que deberíamos aspirar.
Observemos con detenimiento, antes de finalizar, el siguiente y último cuadro.
Gráfico 4. Países con Armas Nucleares o con Programas en Desarrollo
?
...
Notas:
1960’s:
23
investigaciones
países
tenían
relacionadas,
armas
o
nucleares,
estaban
estaban
discutiendo
desarrollando
desarrollarlas:
Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Egipto, Francia, Israel, Italia,
Japón, Noruega, Rumania, Sudáfrica, URSS, España, Suecia, Suiza, Taiwán,
Reino Unido, Estados Unidos, Alemania Occidental y Yugoslavia.
1980’s: 19 países tenían armas nucleares o estaban desarrollándolas:
Argentina, Brasil, Canadá, China, Francia, India, Irán, Irak, Israel, Libia,
Corea del Norte, Pakistán, Sudáfrica, URSS, Taiwán, Reino Unido, Estados
Unidos y Yugoslavia.
30
2005: En adición a los 8 países con armas nucleares, Irán ha anunciado
recientemente poseerla, aunque no se ha podido corroborar, y Corea del
Norte está sospechada de poseer actividades en investigación y desarrollo
de energía nuclear.
Fuente: Universal Compliance. A Strategy for Nuclear Security – CEIP
(March 2005).
A la luz de las tendencias esbozadas con anterioridad en el presente trabajo, en relación
a los conflictos violentos y guerras, y su aumento en intensidad, y comparándolas con la
evidente conclusión a la que nos induce una lectura del Gráfico 4; una gran interrogante
se nos presenta:
“¿Cuál de estas tendencias predominará, las positivas o las negativas? El
mundo ha arribado a un punto crítico, dicotómico. Las decisiones
políticas en los próximos años determinarán si la cooperación global, que
hasta ahora a logrado reducir efectivamente los dispersos arsenales de
armas
nucleares,
químicas,
biológicas
y
los
sistemas
de
misiles;
continuará, o si, en cambio, una nueva ola de proliferación envolverá al
mundo, una suerte de «tsunami nuclear».” (Universal Compliance )
La actualidad se caracteriza por la imprevisibilidad. No podemos predecir el futuro, pero
si determinarlo.: ¿Se trata, entonces, de un escenario que nace... o de uno que va
camino al caos? Como dice Graham Allison, esta ocasión, tal vez sea la última de las
oportunidades de prevenir una verdadera catástrofe.36 Finalmente, y parafraseando a
Thérèse Delpech:
«Cuando el poder de las armas actuales casi carece de límites y su
diseminación es cada vez más difícil de contener, la capacidad de refrenar la
violencia se ha convertido en un imperativo absoluto. (...) Lo que muestran los
atentados del 11 de septiembre de 2001, una vez más tendemos a olvidarlo, es
que los seres humanos siguen luchando y muriendo por ideas. Si esta verdad
retorna en una forma espantosa, posiblemente sea el signo de que la lucha
debe llevarse a cabe de ese lado, y no únicamente en el terreno militar o
policial. (...) Los "modernos bárbaros" no tienen una voluntad de invasión, ni
36
Graham Allison (2005).
31
siquiera se interesan en nuestras riquezas, pero no dejan ninguna duda acerca
de su voluntad de destruir el orden del mundo dominado por los Estados
Unidos.
De
ser
necesario,
emplearán
los
medios
más
violentos,
rehusarán la distinción entre civiles y militares y serán inspirados más
que disuadidos por la perspectiva de su propia muerte. Su principal poder
no radica en sus armas, ni siquiera en su determinación, que sin embargo
constituyen ambas notables triunfos. Se encuentra en la ideología radical que
preconizan. En un mundo que perdió el sentido del poder de las ideas por
haberlas convertido en experiencias horrendas, se trata de un arma terrible.»37
Así, para la sorpresa de muchos, aún hay una tendencia no considerada por la seguridad
internacional,
y
que
no
se
centra
en
el
ángulo
militar,
sino
en
el
político.
Desdichadamente, como los europeos se hallan aún en una situación de impotencia
militar, no son escuchados.
Entonces... tal vez, una de las peores amenazas a las que el mundo se ve
enfrentado en el amanecer de este siglo no sea el terrorismo o el ímpetu de la
naturaleza, sino el desfase creciente entre los procesos de los medios de destrucción y la
mediocre calidad de los hombres y las ideas políticas.
37
Thérèse Delpech (2003).
32
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