Congreso internacional - Crimic - Université Paris

Congreso internacional
Escribir la historia de las catástrofes
14 a 16 de diciembre de 2016
Université Paris-Sorbonne
Convocantes :
CRIMIC (EA 2561) / Axe IBERHIS – Paris-Sorbonne
Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) – UNAM
Organizadores :
Miguel Rodríguez (Paris-Sorbonne)
Maria-Benedita Basto (Paris-Sorbonne)
Laura Brondino (Paris-Sorbonne)
Rodrigo Díaz Maldonado (UNAM-IIH)
David Marcilhacy (Paris-Sorbonne)
Este simposio internacional, previsto en la Universidad de Paris-Sorbonne los 14, 15 y 16 de
diciembre de 2016, se sitúa en la continuidad de los trabajos que los diversos ejes del CRIMIC
(Centro de Investigaciones Interdisciplinarias sobre los Mundos Ibéricos Contemporáneos) han
realizado en torno a la línea de investigación titulada “Frente a la catástrofe”, temática que ha
federado nuestro equipo durante los últimos cuatro años. Desde 2012, el eje IberHis (Historia y
culturas de los mundos ibéricos) se ha preocupado en reflexionar sobre las emociones y los
afectos, considerándolos como una perspectiva particularmente fructífera de la historia social y
cultural. En diversos seminarios, dedicados en particular al estudio de las emociones y lo político,
han participado conferencistas extranjeros a nuestra institución, que han aportado a nuestro propio
trabajo contribuciones innovadoras, provenientes a veces de otras disciplinas.
Organizado conjuntamente con los colegas investigadores del Instituto de Investigaciones
Históricas de la UNAM, este encuentro internacional previsto para diciembre del 2016 se centra
en la escritura de la historia de las catástrofes. Enfocado desde una perspectiva de larga duración,
dicho simposio se propone reflexionar sobre la historiografía de las catástrofes stricto sensu y, en
un sentido más amplio, de los fenómenos o sucesos históricos que fueron interpretados como
tales. El interés por las catástrofes no es sólo un síntoma de las angustias y de la incertidumbre de
nuestra época. Numerosos trabajos, en estos últimos años, han mostrado el valor heurístico de la
catástrofe, acontecimiento brutal e inesperado que afecta radicalmente, a veces por un largo
tiempo, los mecanismos y el orden de la vida social. Las acciones y reacciones que dan sentido al
desorden, que permiten superarlo, constituyen un verdadero observatorio para comprender los
dispositivos de poder y las relaciones políticas y sociales en sociedades diversas –y a menudo
diversificadas. Inspirados por los avances hacia una “historia cultural de la catástrofe” (siguiendo
en particular los trabajos de François Walter y Grégory Quenet), intentaremos en este simposio
analizar la escritura de la historia de este objeto particular –la catástrofe–, cuya identificación
como tal exacerba una dimensión emotiva que casi siempre el historiador tiene dificultades en
manejar. Se estudiará cómo los relatos que dan cuenta de las catástrofes y las construyen como
acontecimientos significativos se articulan en diversas comunidades –Estados-naciones, grupos
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étnico-sociales, colectividades, ciudades y barrios…– moldeadas por rupturas (entre otras, las de
clase, de género, de raza), por desplazamientos y por reordenamientos políticos. Trataremos
asimismo de enfocar el rol de las emociones en la historiografía y la relación de ésta con la
memoria, con el testimonio, huellas de las reacciones individuales y colectivas que surgen en una
situación de "catástrofe".
Centrar nuestro simposio en los mundos iberoamericanos es particularmente pertinente, puesto
que allí se sitúan regiones de evidente vulnerabilidad a fenómenos extremos, en las que también
conviven realidades sociales y percepciones de todo género muy diferenciadas. Este seminario
internacional abordará las modalidades del reconocimiento de fenómenos específicos –desastres
naturales, o calamidades provocadas o agravadas por las acciones humanas y que son designadas
a posteriori bajo el nombre de “catástrofes”–, así como los relatos de sus causas, de su desarrollo
y de sus consecuencias. Al tratar de la historia (en un sentido amplio) de este objeto particular –la
catástrofe– y de sus modos de escritura, se abordará asimismo su posteridad, asociando cuestiones
de memoria y de historia, traumatismos y representaciones colectivas, etc.
Las narraciones que entrarán en nuestro corpus de trabajo son diversas, desde la relación
inmediata del suceso catastrófico –que constituye el génesis de los relatos posteriores– hasta las
historias con pretensión científica que proyectan un análisis distanciado. Así manejaremos fuentes
tan variadas como testimonios de víctimas, reportes de los medios de comunicación, informes
institucionales, diarios personales, crónicas o anales históricos, u otros soportes discursivos no
verbales como son, por ejemplo, los lugares de memoria.
El evento científico que organizamos constituye la culminación de un proyecto activo desde hace
varios años. Si los miembros del equipo IberHis/CRIMIC están especializados en la época
contemporánea, en este seminario se llevará una reflexión más amplia, en una perspectiva de larga
duración, incluyendo en torno a una línea de investigación común –la escritura de la historia– a
varios investigadores mexicanos afiliados al Instituto de Investigaciones Históricas de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), especializados en la historiografía
mexicana, con la colaboración de otros colegas de la Universidad de Paris-Sorbonne miembros
del equipo de investigación CLEA (Civilizaciones y Literaturas de España y de América Latina de
la Edad Media a las Luces) y especializados en la época moderna. Algunos trabajan sobre el
mundo antiguo, interesados en las resonancias de los tiempos prehispánicos en la “época
colonial”; otros se interesan por épocas más recientes. Se tratará pues, en un juego de escalas
dictado por una perspectiva multifocal (imbricándose los niveles local, comunitario, nacional,
transnacional, global…), de interrogarse sobre las variaciones y tensiones que condicionan la
escritura de la historia de las catástrofes.
Este simposio se organizará a partir de cinco ejes temáticos claramente delimitados:
IDENTIFICAR Y DESIGNAR LA CATÁSTROFE
El primero concierne la designación del acontecimiento, los modos de reconocimiento de
fenómenos específicos que se viven, por un grupo dado, como catástrofes: ¿fenómenos naturales?,
¿o también calamidades provocadas por la acción humana y que por sus proporciones y
consecuencias tienen una dimensión colectiva? Desde este enfoque ampliado, cabe considerar así
los desastres de la guerra, las situaciones de desamparo en las que caen diversos grupos humanos
en tiempos vividos como “cataclísmicos” (la llegada de los europeos en América, por citar un
ejemplo). ¿Cuáles son los elementos que se convocan para identificar determinado desastre y
otorgarle el estatus de catástrofe? Esta línea podrá dar lugar asimismo a una reflexión sobre el
léxico empleado y la historicidad del concepto de “catástrofe”, al lado de otros términos como
calamidad, desastre, plaga, tragedia...
DOCUMENTAR LA CATÁSTROFE
Una segunda línea de trabajo abordará la cuestión de las fuentes al alcance del relator o
historiador para narrar y ofrecer un discurso razonado sobre la catástrofe. ¿Cómo se construye el
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suceso catastrófico como un objeto de saber? ¿Cómo a través de la escritura se racionalizan los
componentes y los factores del acontecimiento catastrófico? ¿Cuáles son las huellas que permiten
captar y comprender al acontecimiento, los documentos que sirven de testimonio para su
construcción en tanto catástrofe? Testimonios producidos en el momento mismo de la catástrofe,
o bien textos elaborados con mucha distancia, estos documentos varían mucho según la
perspectiva y el momento. Estos discursos que relatan e historian la catástrofe así recurren a una
pluralidad de lenguajes, verbales, sonoros y visuales. De hecho, frecuentemente se entrelazan el
quehacer del historiador y las prácticas estéticas para crear espacios de comprensión, de
invención, de comunión.
COMPARTIR LA CATÁSTROFE
En tercer lugar, conviene revisar los recursos emocionales que entran en juego en la escritura de la
catástrofe. Es bien sabido que ante la catástrofe son muy contrastadas las pasiones, debiendo el
historiador considerar la fuerza de lo emotivo y plantearse en su análisis lo poroso y maleable que
son los sentimientos encontrados. La reacción de los actores así puede basarse en diversos
recursos emotivos: desde el altruismo, como forma diferencial de la simpatía social, hasta el
resentimiento o la cólera respecto a las autoridades u otros grupos que a veces se responsabilizan
del desastre, se tejen solidaridades como se desintegran consensos y se ponen en marcha procesos
de movilización… Todas estas manifestaciones emocionales entran y conforman el discurso
elaborado sobre la catástrofe. ¿En qué medida estos sucesos desastrosos son el fermento de
“comunidades emocionales” que refleja en su escritura el historiador o el relator que da cuenta de
lo sucedido? También debe considerarse la periodización específica, posterior a la catástrofe, en la
que se suceden distintas secuencias emocionales.
VALORAR LA GESTIÓN DE LA CATÁSTROFE
Una cuarta línea consiste en analizar cómo la historiografía y los demás relatos elaborados en
torno a la catástrofe dan cuenta de su gestión, juzgada comúnmente como un deber de las
autoridades. Con fines de prevención de riesgos o de legitimación o censura política, el discurso
postcrisis tiende a menudo a valorar –positiva o más frecuentemente negativamente– cómo el
Estado, las instituciones y más en general las comunidades constituidas han reaccionado, en un
determinado espacio, a un acontecimiento que ellos mismos oficializaron como catástrofe. ¿Cómo
se razona sobre sus factores, sus consecuencias y las medidas de prevención que se adoptaron?
¿Cuáles son los mecanismos institucionales para encontrar un remedio a las desgracias colectivas?
¿Cómo dan cuenta los testigos y medios de comunicación, y en un segundo tiempo la
historiografía, de las vivencias y de las movilizaciones de la población para superar las
consecuencias de la catástrofe? ¿Hasta qué punto sirven los discursos elaborados posteriormente
como instrumentos de aleccionamiento y/o de prevención para evitar que se reproduzca la
catástrofe, o atenuar sus efectos si no puede prevenirse?
RECORDAR LA CATÁSTROFE
Por último, el análisis de los corpus historiográficos, especificidad de muchos colegas
latinoamericanos participantes, dará cuenta de la dialéctica de esas formas textuales con las
prácticas de la memoria. Aunque parecería que el tiempo y la distancia alejan y acaban borrando
los dramas del desastre, habría que analizar cómo se reactualizan estas huellas, cómo
eventualmente se produce su resemantización, lo que da lugar a nuevas configuraciones emotivas.
La catástrofe es “un discurso a posteriori que se inserta en un relato” (G. Quenet). Hay que
interrogar el ejercicio de la memoria a través de expresiones de lenguaje, de relatos e imágenes, de
ruinas y conmemoraciones. Esta perspectiva plantea la cuestión de la función social de la historia
y de su relación con los procesos sociales de resiliencia en contextos post-traumáticos. La práctica
conmemorativa, en la que se convocan determinados relatos o discursos sobre la catástrofe
pasada, a menudo presenta un valor de catarsis para la sociedad. Ciertas calamidades se
convierten en la fuerza estructuradora de identificaciones colectivas. ¿Cómo en el tiempo se
desplazan las emociones inherentes a la memoria de la catástrofe?
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