98 LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA. SUPLEMENTO

AÑO XXXII.
SUPLEMENTO AL NÚM.
B E L L A S
A N T E S
DEL
CUADRO DE J.
V.
DE FEBRERO. —1888.
A R T E S .
«DEBUT».
R.
WEHLE.
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LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA.
98
AMOR Y AMORES.
CAPÍTULOS DE UNA HISTORIA SENCILLA.
SEGUNDA PARTE.
I.
DA PKINCIPIO LA HISTORIA DE SERAFINITA.
f os las siete de la mañana y se encuentran en el comedor de la casa de doña
Úrsula, tomando chocolate, D. Nemesio en balandrán y solideo, y un huésped, recién venido, que ha resultado
ser paisano del cura y tradicionalista, condiciones por las cuales D. Nemesio le ha
honrado desde luego con sus simpatías. El
huésped
le ha pedido noticias del carácter de
D.a Úrsula y de la historia de los demás habitadores de la casa. Para mayor satisfacción, ha sacado
un puro excelente, ofreciéndosele al sacerdote, quien
lo ha encendido desde luego, embriagándose con sabor, olor y vapor tan exquisitos. Han pasado revista
á todos los huéspedes, y el interlocutor de D. Nemesio continúa con los codos apoyados sobre la mesa, y
mirándole como un hombre que espera declaraciones
importantes que no llegan. Por fin se decide, y exclama :
— Sr. D. Nemesio, á la verdad que he pasado un
rato delicioso oyéndole á usted. No es adulación, pero
sabe usted decir las cosas con una gracia y un color
que encantan
Veo, sin embargo, que es usted
discreto y que no me cuenta todo lo que pudiera serme útil para conocer el personal de esta casa Hay
en ella una individua
— No se moleste usted en decirlo
se refiere usted
á Serafinita.
— Justo y cabal.
— Confieso que hay en ella un no sé qué tan raro,
que al mismo tiempo me fascina, me asombra y me
impone. ¡ Qué
mujer tan singular! Me han dicho que
es hija de D.a Úrsula, que un día desapareció sin que
se supiese la razón, y que ha vuelto ahora
— Sin que tampoco se conozca el motivo ¿no
es así?
— Eso mismo me han dicho.
— Amigo y paisano D. Nicolás, yo pudiera ilustrar á usted respecto del asunto; pero
temo mucho
cometer varias indiscreciones
D.a Úrsula no me
perdonaría haber contado cosas que la conviene
continúen ocultas, y usted, á quien veo ya misteriosamente influido por esa endemoniada criatura, se
agravaría ciertamente en su principio de enfermedad
— ¡ Oh ! no es para tanto
—Además, tengo una razón para no entrar en esta
confidencia
Cuando hablo de cosas interesantes se
me olvida dar chupadas al cigarro, el cual se me apaga, y una vez apagado, se me resiste la segunda fumadura. Si no me hubiese usted dado un cigarro tan
superior, nada me importaría; pero no quiero que
éste se me apague
—Si es por eso, hable usted; tengo varias cajas de
la misma calidad, y desde luego pongo á su disposición de usted una.
—¿Una entera?—preguntó D. Nemesio mirándole
asombrado.
— Enterita—repuso D. Nicolás sonriéndose.
— ¡ Ah ! entonces
no por la caja, sino por el obsequio, voy á contar á usted la historia de Serafinita
desde su más tierna niñez
¿Usted me da su palabra de caballero
— Sus palabras de usted se disiparán aquí mismo
como el humo de ese cigarro.
En esta seguridad D. Nemesio se preparó á contar
la historia verídica y extraordinaria de Serafinita,
más ampliada que hasta entonces la había contado
sucesivamente á casi todos los huéspedes.
Acercó su silla á la de D. Nicolás, y comenzó así:
«D. a UYsula
ha tenido una hermana que se llamaba D.a Jerónima. Esta D.a Jerónima se casó, y se
fue con su marido á un pueblo de la sierra de Guadarrama, donde un particular le dio la administración de un monte. De esto hace veintitrés años. Se
fueron marido y mujer, haciendo allí la vida salvaje,
atentos
á mejorar la hacienda. Al cabo de un año,
D.a Jerónima dio á luz un hijo, que murió á los
días, y lo que fue anuncio de dicha fue motivo de
gran desconsuelo. Pero he aquí que á las pocas semanas un chicuelo viene corriendo aá decirles que ha
llegado D. Modesto, el cuñado de D. Jerónima, y que
señor en una poderosa bestia viene á la casa. Llega
D. Modesto, y con él una mujer de pueblo que daba
el pecho á un niño. Don Modesto, hombre de letras,
como va usted sabe, les echó un discurso, lleno de
emoción, para hacerles saber que Úrsula había dado
á luz en la semana última; que al propio tiempo, el j
Anterior
Ministro de Hacienda le trasladaba á Córdoba, y que
en esta situación se les había
ocurrido que ella podría
criar á la sobrinita. D.a Jerónima aceptó con mil
amores; se declaró madre de la criatura, y arregladas
las cuentecillas del momento, y quedando D. Modesto en solventar las del porvenir, volvió á la corte
sin hijo y alegre. En los días largos y en las noches eternas de una rústica soledad, un niño es
un tesoro de alegría de mucho más valor que un
hombre. Siquiera fuese por breve tiempo, ya tenían compañía. Pero algunos días después, se repitió, con los mismos pasos y detalles, igual escena.
El chicuelo de las borricas apareció diciendo que tras
él venía una señora, la cual llegaba con una criada
y otro mamoncillo, y que la señora no había querido decir quién era, sino es que ya la conocía doña
Úrsula. Salen los dos esposos al término del monte
y miran por el camino, y ven llegar, en efecto, á
las dos mujeres.— «¡Calle! dice Jerónima; ¡si es Ruperta!—¿Ruperta? exclama Jenaro (el administrador).—¡La misma! ¿Qué será esto? ¿habrá muerto la
Condesa? ¿se vendrá con nosotros, como me lo tenía
prometido para ese caso?» Se bajan de los burros, y
Ruperta, mujer delgada, de pelo gris, amarillenta
y antipática, servidora de la Condesa de los Cármenes, después de besar á Jerónima según el uso de
Madrid, la dice que tiene que hablarla á ella sólita,
en secreto.— «Tú luego se lo dirás á tu marido, la
dice, claro está; pero estas cosas yo no las digo delante de nadie.» Entran en el cuarto-alcoba del matrimonio, y Ruperta le cuenta sucesos extraordinarios.
»—Sabes, la dice, que el Conde hace dos años
se marchó á París con pretexto de no sé qué sociedad
famosa, en la cual había interesado la fortuna de su
mujer, pero, en realidad, por no separarse de cierta
bailarina que desde nuestro teatro Real pasó á la
Opera francesa. Esto fue motivo de graves disensiones, y por fin casi, casi de una verdadera ruptura
que, por el buen parecer, disimularon. Mi señora,
joven, hermosa, solicitada, ejemplo de virtud hasta
entonces
En fin, no es posible que tú, Jerónima,
comprendas lo que hay de artificial, de falso, en la
existencia de las clases poderosas; ni su moral es la
nuestra, ni su corazón como el de nosotras, ni sus
amores ni sus virtudes mismas son como nuestra
virtud y nuestro amor. Yo no lo hubiera creído jamás, y he tenido que verlo, y no sólo que verlo,
sino que facilitarlo y justificarlo.—Al cabo, mi señora, que tan orgullosa podía mostrarse; que tenía el
derecho de abrumar con su desprecio á su marido;
que era el respeto de todo Madrid, ha venido á quedar desarmada contra su esposo, á ser la igual de
aquellas que no la merecieron sino palabras de lástima, y á estar en las lenguas de los murmuradores
Como siempre, yo he sido su Providencia y he de salvar su reputación en lo posible. Ya me comprendes:
he pensado en tí; conozco tu estado ; he sabido tu
desgracia y te traigo quien reemplace al hijo que se
te ha muerto. Tú le criarás, y cuando sea mayor, veremos lo que hacemos de ella; dinero, ya lo sabes, no
ha de faltar. Vuestro porvenir está ya seguro. Díselo
á tu marido. Y no digas que no; porque ello ha de
ser, que para eso somos paisanas, amigas, y nos queremos.
»Jerónima se echó á reir —«Pero, señor, ¿esto es
una inclusa? ¿Sabes que mi hermana me ha traído
otra sobrinita en pañales? Mas nada, nada, por mí
no ha de quedar ; si es pre:iso, de los pueblos lindantes vendrá quien me ayude.—¿Y
tu marido?—Se
lo diré, y aceptará
¿qué ha de hacer, si esto está
ya hecho?»
»A1 siguiente día, Ruperta se volvió á Madrid, y
el matrimonio quedó en la casa del monte con dos
niñas á quien atender y una historia más con que
entretener sus veladas. — Las niñas fueron creciendo
entre las caricias de aquellas gentes; tratadas y vestidas de igual manera, porque si la una era rica, la
otra era parienta. Doña Úrsula y D. Modesto escribían cartas pidiendo noticias de su hija, pero no enviaban jamás dinero; en cambio, Ruperta escribía
poco y enviaba mucho. Pero al cabo de pocos meses
nuevos acontecimientos
No se trataba de
otro infante, todo lo contrario: "se trataba de una
persona que acababa de morir. Había muerto Ruperta. L'n criado vino á entregar una carta, de resultas de la cual Jenaro vino á Madrid. A los dos
días se volvió. La Condesa salía para París á reunirse
con su esposo, que intentaba una reconciliación: esta
vez la Condesa no tuvo fuerza para resistir ; cuando
regresase le llamaría de nuevo. Por su parte, Ruperta
les dejaba herederos de su peculio. El matrimonio,
pues, se quedó con dos hijas, y sin saber ya cuándo
las reclamarían sus padres.—Bien pronto empezaron
á temer que se las reclamaran, porque les habían cobrado mucho cariño.
»La una se llamaba Serafina, y la otra Micaela.
Estos eran los nombres que trajeron. Pero si en el
primer momento eran tan iguales que podían confundirse, luego se diferenciaron mucho. La sobrina
Inicio
SUPLEMENTO AL XÚM. V
de D.a Jerónima empezó á deformarse; se la torcieron las piernecillas, se la abombaron el pecho y la
espalda, estiró un brazo más que el otro, y sólo conservó proporcionada, simpática, graciosa, la cabecita, de cabellos largos, que de muy rubios se convirtieron en castaños. Su salud era muy endeble; tosía
mucho, y la tristeza de sus ojos decía la falta de vigor y de sanidad de su organismo. A pesar de esto,
atraía por su dulce sonrisa y por la melancolía
de sus
azules ojos, siendo la que más quería D.a Jerónima,
no sólo prevenida con la idea del parentesco sino
por ser la niña contrahecha, pobre, buena y nacida
para morir pronto y vivir desgraciada. En cambio,
Serafinita tenía la gentileza de una vara de nardo, y
hasta el color de estas flores, por su palidez mate.
El pelo se la iba volviendo negro, y los ojos eran
obscuros y vivísimos. Sería el asombro de los asombros en punto á belleza. Y el principio y fin de la
gracia. Era un rayo; no podía estarse quieta ; jugaba,
cantaba, lloraba, reía, todo á un tiempo, burlándose
de todos, halagando á Jerónima y á Jenaro para obtener de ellos la satisfacción de un deseo, y haciéndose sorda á todo género de amonestaciones cuando
no la convenían. Eso sí, en sus buenos ratos, ¿quién
mejor que ella ni más atractiva? Pero en este azul de
sus sentimientos la pasión formaba súbitas tempestades, casi injustificadas, y entonces daba miedo verla
chillar, patear, amenazar cósalos puños, arrojarse al
suelo, y rodar por él hecha un ovillo, hasta que el
cansancio la dejaba sin movimiento, ya que no tranquila.
»Rebelde á la voluntad de Jerónima y de Jenaro,
era muy sensible á la de Micaela. Se diría que habiéndose visto en los empañados espejos de la casa del
monte, se había reconocido hermosísima, y no la
envidiaba. En cuanto á Micaela, parecía tener adoración por su hermanita; y cuando la veía correr,
charlar y alborotar, y reirse con tanta donosura y
tanto apasionamiento, la miraba como embebecida.
Así pasaron acinco años, en los cuales sólo recibieron
cartas de D. Úrsula. De tiempo en tiempo, Jenaro
venía á Madrid y cobraba cierta cantidad en casa de
un banquero, sin que se le pusiese jamás inconveniente para el cobro. Pero desde la muerte de Ruperta nada sabían de la Condesa ; debía continuar en
París. Las cosas variaron de súbito por un desgraciado suceso. El monte que administraba Jenaro se
había convertido en magnífica posesión, gracias á sus
reformas y á su vigilancia. Era un monte abundantísimo en caza y frecuentado por los dañadores, que
no sólo ponían lazos en las lindes, sino que entraban
á veces con el hurón en la finca. Jenaro se encontró
cierto día con uno de ellos, y le amonestó para que
no volviese á entrar. Negó el dañador que hubiese
entrado para robar la caza, y Jenaro, que era arriesgado y forzudo, se fue á él, le metió la mano en el
bolsillo del chaquetón y le sacó el bicho que llevaba
oculto. Nada dijo el cazador; pero alguhos días después, encontrándose á Jenaro en la plaza del pueblo
á cuyos términos pertenecía el monte, se fue á él,
sacó una navaja y se la clavó en el vientre, diciendo á los circunstantes: «¡ Así se despacha á un
hombre!» Jenaro murió al día siguiente en brazos
de Jerónima.
»Quedó inconsolable esta esposa tiernísima. Jamás
había tenido disensión alguna con Jenaro, tan bueno, tan cariñoso, tan igual siempre con ella. Dios
no les había querido dar otros hijos, y ambos consideraban suyos á Micaela yT á Serafina; habiendo pensado que si su hermana L rsula dejaba hacer, se quedaría Micaela con ellos, y que si la Condesa no
chistaba ni mantenía la orden de pagar el semestre,
no por eso abandonarían á Serafina. Estaban en camino de ser ricos, y sobre todo ambos tenían un corazón generoso. Pero cuando Jerónima se encontró
sola en la casa del monte, llena de la sombra lastimosa de su marido y de los recuerdos de su vida
feliz; en vísperas de que otro administrador viniese
á tomar posesión del monte, á echarla de aquella
casa, á disponer de los guardas y de los mozos, tuvo
que pensar en su nueva existencia
Más que por
ella, se preocupaba por las dos niñas: ella no podía
tener consuelo; con un rincón la bastaba; seguramente no viviría mucho tiempo ; el horror de aquella feroz muerte de su marido lo tenía dentro de todo
su ser; se consumía en una exitación nerviosa constante. El ruido de una puerta, un grito, la aparición
inesperada de cualquiera persona la producía como
un sacudimiento eléctrico. En el pueblo decían que
concluiría loca. Los únicos momentos de calma de
que disfrutaba eran los que pasaba sola con las dos
niñas, porque entonces podía llorar, porque entonces
al abrazarlas y besarlas ponía los brazos y los besos
donde tantas veces los había puesto su buen marido.
Las quiso más aún que las quería antes, especialmente á Micaela, cuya comprensión y cuya ternura
de alma se revelaron ; no fue insensible á la muerte
como lo suelen ser los niños, sino que pareció comprender y sentir como una persona los terribles misterios de la muerte y de la vida. Cuando Jenaro estaba
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Sl'PLEMEXTO AI. SÍM. V
LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA.
de cuerpo presente, Serafina había huido á ocultarse
en lo más apartado de la casa, buscando compañía,
esa j e u n terror inexplicable. El muerto había sido
muy bueno para ella, pero no hubiese entrado á verle así tieso, amarillo, con el hábito franciscano, como
había oído que estaba, por nada de este mundo
Micaela, por el contrario, quiso verle, y aunque trataron de impedírselo, se escapó varias veces, y andando al mal andar de sus piernas torcidas y de su
cuerpecillo deforme, se llegó hasta la caja, ya puesta
en el tablado, y se quedó mirándola, sin lágrimas,
pero con angustia infinita. En la noche, cuando los
guardas de la posesión velaban el cadáver, la vieron
llegar, más rara todavía que de costumbre, envuelta
en un pañuelo negro que la arrastraba, y andando
de puntillas, y con un ramito de flores en la mano;
que, empinándose como pudo, echó en la caja ; en el
sitio donde el cadáver debía tener cruzadas las manos. Jerónima no recordaba estQS detalles jamás sin
que, al recordarlos, dejase de ir á ella para cubrirla
el rostro de besos. La preferencia de Jerónima fue tan
marcada, que la misma Serafina empezó á sentir
cierta especie de aversión, no contra Micaela, sino
contra su tía.—Porque debemos advertir que los dos
esposos eran tíos de las dos niñas, no sólo para ellas,
sino para la gente de la posesión y de los pueblos
cercanos. Algo se hablaba, porque en los pueblos se
duda, se murmura y se sospecha de todo; algo se
decía respecto del modo raro con que las dos criaturas habían llegado al pueblo; algo había entrevisto
algún lugareño taimado que conocía las visitas de
Jenaro á la casa de banca; pero no había datos precisos, y en último término, ¿cuál de las dos niñas
era la verdadera sobrina del matrimonio?
»Porque éste había permanecido inabordable : sobrina por aquí, sobrina por allá; si algún impertinente deslizaba una preguntilla, contestaban sonriendo :—Mire usted, realmente no son sobrinas
son
hijas.
»No queriendo D.a Jerónima ir al pueblo del matador, se instaló provisionalmente en otro cercano, en
el cual Jenaro, con sus ahorros, había comprado un
poco de hacienda, reduciéndose á vivir aislada, sin
otras visitas que las del cura, el médico y el maestro
de escuela, quienes entraban allí, más bien por atender á la enseñanza y á la salud de las niñas, que por
atención ni gusto de ella. Verdad es que ninguno de
ellos tomaba en serio sus olvidos, brusquedades y
hasta impertinencias, porque ya se decía en el pueblo que su cabeza no estaba sana. Al año de este retiro, Jerónima parecía de cincuenta, siendo así que
tendría pocos más de treinta y cinco: la blanqueaba
el pelo y doblaba el cuerpo como una anciana. No
sabía dar un paso sin Micaela, empezando á enfurecerse, muchas veces hasta sin razón, con Serafina.—
El cura pudo dar fe de la endeblez de su juicio; porque una tarde, estando él y ella al lado del hogar
donde ardía un buen fuego, vino el peatón y entregó
á D.a Jerónima una carta con sobre raro, que abrió
distraída, y de la cual sacó todo lo que había dentro,
que eran dos billetes de banco. Ni más ni menos.—
¡Y al señor cura le pareció bastante!—D.a Jerónima
se quedó con ellos en la mano, mirándolos, sin decir
una palabra, como quien recuerda y medita, y luego,
sin hacer un gesto, se inclinó y dejó caer los billetes
en las llamas.—«¡Qué hace usted, mujer de Dios!»
exclamó el cura metiendo instantáneamente la mano
en el fuego para sacar los billetes.—Pero ya era tarde, porque entre los dedos se le hicieron ceniza. Se
contentó con recoger el sobre. Miró los sellos. La
carta era de París.
^Excusado es decir que este suceso dio abasto para
las conversaciones del pueblo; que los vecinos hicieron suposiciones y cálculos extraordinarios, sacando
en limpio que D.a Jerónima estaba rematada de loca,
y que los billetes debían relacionarse con algo de las
famosas sobrinas.
»Pero esto no fue nada para lo que sucedió después.
»;lJía memorable! Era una mañana de primavera;
deslumhraba el cielo; los campos verdeaban ; las calles estaban desiertas, y sólo algunas vecinas hacían
calceta ó hilaban á la puerta de sus casuchas. Serían
como las once. Una de las vecinas, al mirar por la
vieja carretera, vio á lo lejos un punto obscuro que la
pareció sospechoso, y dio la voz de alarma. — ¿Qué
será? ¿qué no será?—Al fin opinaron: «¡Es un
coche ! — ¡Es más grande! — ¡Será una diligencia!
~¡Ya se oyen los latigazos ! — ¡Y trae prisa ! — Pero,
Jesús, ¿á qué viene aquí un coche?—¡Habrá perdido el camino! — ¡Aquí no puede venir!» Y entre
estos comentarios, y cuando ya todos las mujeres, y
ociosos, y chicos, v perros del pueblo estaban hablando, chillando, gritando y ladrando en el arroyo,
n
'zo su entrada una maciza silla de postas, tirada
P°r cuatro caballos, con el cochero y un lacayo en el
pescante y dos criados en la trasera. El lacayo dijo
Qe pronto: «; Aquí es!»—Y el cochero recogió y paró
delante de la puerta de D.a Jerónima.
»Abrió el lacayo la portezuela, cayó la escalerilla
Anterior
de hierro y bajó un caballero alto, de cierta edad,
bien parecido, vestido con sencilla elegancia. Cuando
los vecinos creían que nadie más venía en el carruaje, vieron que el caballero se volvió y extendió
la mano como para que se apoyase en ella alguien.
Los vecinos vieron asomar primeramente un pie
como el de una muñeca, calzado con una botita de
becerro, y después toda la maravillosa y opulentísima figura de una dama, joven todavía y sin duda
bella, aunque el velo del sombrero la cubría el rostro.»
— Señor Don Nicolás, viene gente; y yo creo, por
la manera de reir, que es Serafina; ya no podremos
continuar nuestra historia y debemos dejarla para la
tarde, en que, si usted quiere, puede venir á mi cuarto
¿No se lo dije á usted? ¡ ya he dejado apagarse
el puro!
—Oh, esa historia me interesa muchísimo. ¿A qué
hora
señor D. Nemesio?
—A las cinco le espero á usted
Y, ¡ si no le costase mucha molestia llevarme la cajita!
FERNANFLOR.
í concluirá.)
TIPOS MADRILEÑOS.
CARMITA Y JULITA.
o las conocen ustedes?
Si, las conocen
/•y ustedes; muchas veces las habrán visto ó
las verán
¿En donde?
En todas parr
C tes, porque Julita y Carmita—Carmen es su
nombre — van á todas partes: al teatro y á
la novena, á las solemnidades académicas y á la
tribuna del Congreso, á las fiestas militares y al
Ateneo, á las Exposiciones de todas clases, á los
líf-' toros y á las carreras de caballos. Cuando estuvieron
^-»V en el Retiro los pobres igorrotes que vinieron aquí
* engañados, hicieron conocimiento con ellos y les
dieron sus retratos, que ahora serán el mejor adorno de
alguna ranchería en aquel remoto país, colocados entre la
calavera de un burro y la pezuña de un camello.
Carmita y Julita son dos viudas verdes, íntimas amigas,
que han reñido muchas veces y se han separado prometiéndose no volver á verse, y luego se han unido nuevamente, porque lo cierto es que no se hallan una sin otra.
La primera es viuda de un magistrado que fue un hombre
muy severo y muy recto, con quien no jugaba nadie, ni
su mujer siquiera, y la dejó en este mundo con dos niñas
pequeñitas, que ahora tienen ocho y once años respectivamente, y su madre las ha metido en un colegio, porque
dos niñas en casa le cercenarían una buena parte de la libertad en que ella quiere vivir. Su edad no se puede saber;
según dice, se casó muy joven, y lo dice para que se crea
que todavía lo es, pero de todos modos los cuarenta y tres
años ya los habrá cumplido. En la cédula del censo del año
último puso treinta y tres. La segunda es viuda de un alto
empleado en Filipinas. No vivió mucho tiempo con su compañero, porque éste á los dos años de casarse embarcó para
Manila con buena colocación, y le fue tan ricamente, que
por allá se estuvo tres lustros, y volvió, no por su gusto,
sino porque el Gobierno le dejó sin empleo, bien que no
le dejó sin los muchos cuartos que se agenció conquistando
legitima fama de listo y avisado. Volvió á Madrid, y como
no hay dicha completa, enfermó, y enfermo recorrió todas las aguas salutíferas del pais y del extranjero, y se gastó
una fortuna, sin poder evitar que la enfermedad siguiera su
curso y tuviera el natural desenlace; que en esto si que no
lleva ventaja el rico al pobre, sino por el contrario, suele
suceder que el pobre, sin viajes, sin aguas, sin consultas
entre doctores famosos, resiste mejor y tarda más tiempo
en sucumbir; lo cual, después de todo, si bien se mira,
para el pobre tampoco es ventaja.
Quedó bien acomodada Julita, á pesar de los muchos
gastos de la enfermedad de su marido, y con un hijo, que
ahora tiene sus diez y nueve años y no lleva camino de
hacer fortuna como la hizo su padre, ni de otra manera
tampoco, porque el muchacho ha salido poco dado al trabajo, y á la hora presente no tiene carrera, ni oficio ni
beneficio ; y aunque su madre está bien relacionada, él cultiva otras amistades y frecuenta otra sociedad, alegre, eso
si, compuesta de jóvenes de buenas y de malas casas, donde
estrechan amistad el hijo extraviado del aristócrata y el
torerillo incipiente, el tahúr de profesión y el mal estudiante, el provinciano huido del hogar paterno y el chulo
nacido en el Barranco, el oficial separado de las filas por
mala conducta y el bohemio que improvisa lindos versos,
y con genio para ilustrar su nombre se envilece y encanalla entre borrachos y mujerzuelas, sirviéndoles de hazmerreír.
Pues, como digo, Carmita y Julita tienen su abono en el
Real, a un turno, el más concurrido, dos butaquitas, y
cada una paga la suya, y allí lucen sus mejores galas, y las
joyas que les proporciona la Dámasa, una corredora de
ellas, de las joyas, muv enredadora, á la que le alquilan,
le compran y le venden luego lo que le han comprado, y les
sirve de intermediaria para empeñar y desempeñar las alhajillas, y las pone al corriente de gran copia de historias
secretas, en que figuran personas que representan primeros
papeles en el gran mundo: porque la Dámasa en todo lugar
entra y sale con la mayor franqueza, y trae y lleva, y de
las más recónditas historias se entera, y si algún día escribiera todo lo que sabe del mundo, habria de ser su obra la
más sabrosa y entretenida que puede imaginarse.
Inicio
09
En los teatros visitan á las dos viudas personajes más ó
menos visibles, viejos pintados y revocados que se las
echan de gomosos; aquel marqués conocido por sus excentricidades , por su lenguaje desvergonzado y por su afición
á contar cuentos pornográficos ; aquel otro" brigadier de la
escala de reserva, solterón empedernido, v algún que otro
polluelo de pescuezo largo y hombros estrechos, enteco y
encanijado
Las dos viudas se rien á carcajadas, se agitan en las butacas mirando á través de los gemelos, comentando los trajes, las actitudes, las sonrisas, las miradas
de las señoras y señoritas que ocupan los palcos.
No pierden estreno en los demás teatros, y son muy indulgentes para las comedias picantes y los' couplets bien
cargados de mostaza capaces de ruborizar á un carretero. En compensación, asisten con la mayor puntualidad
á los ejercicios en el Sagrado Corazón, y los viernes de
Cuaresma se las ve siempre en la iglesia más concurrida
por las personas principales, y en verdad nada hay que censurar en su actitud correcta y conveniente, ni en su traje
negro modestísimo y completamente desprovisto de todo
adorno; que poseen ellas en alto grado la ciencia, digámoslo así, de vestir con arreglo á las circunstancias, y
en el templo se envuelven en el negro manto y se abrochan el vestido junto á la nuez, así como en las soirées
de sus amigas las de Gómez López, bolsista de los más trapisondistas, desnúdanse los hombros, la espalda, el pecho
y los brazos, y ofrecen á la admiración de la concurrencia
la tersura de sus carnes todavía frescas y apretadas, sin
cuidarse de las picarescas reflexiones de algún viejo más
verde que ellas, ni de las miradas codiciosas de aquellos
jóvenes desmedrados que acaban de tomar el grado de
bachiller, y ahora empiezan á un tiempo mismo su campaña galante y su carrera política.
En todos los grandes comercios de Madrid donde se
venden trajes confeccionados ó en corte, novedades del
reino ó extranjeras, son conocidísimas las dos señoras, y
en los libros de no pocos de estos establecimientos figuran
sus nombres, porque las exigencias de la moda son superiores á los medios que ellas tienen para satisfacerlas, y de
aquí el atraso con que saldan sus cuentas, con el consentimiento, se entiende, de los comerciantes, que si no concedieran espera á muchas de sus clientes venderían muchísimo menos de lo que venden. Es verdad que se exponen
á que alguna parroquiana venga á ser insolvente, pero
esta eventualidad se compensa cargando un poco el precio
de la cosa vendida á las que pagan más ó menos lenta y
trabajosamente.
El veraneo es otra necesidad que las obliga á gastar una
buena parte, más de lo que pueden, de su dinero, bien
que obtienen de su amigo el Conde de la Viznaga, consejero del ferrocarril, billetes á mitad de precio, y en San
Sebastián las trata con alguna consideración el fondista, no
por otra cosa, sino porque ellas, con sus historias de todo
mortal visible, con su buen humor y sus ocurrencias originalisimas, animan extraordinariamente la mesa redonda
y atraen á la fonda gente que paga bien. En el boulcvard, á
las horas de la música, no hay corro más numeroso que el
que rodea á las dos alegres viudas, habilísimas en el arte
de quitar el pellejo á las señoras conocidas, y cortar sayos
á la medida de todos los hombres públicos que andan por
allí esperando la visita de un repórter listo á quien comunicar sus elevados pensamientos sobre la gobernación del
pais. El año pasado, en el Casino, estas señoras ganaron
unos miles de reales jugando á los caballitos y al ferrocarril, y contribuyeron grandemente con su ejemplo á la
propaganda de la afición á tan bonito juego, bien que aquellos que seguían su consejo y sus inspiraciones no solían
salir tan bien servidos como ellas por la suerte.
Carmita aprovecha el viaje de verano para ver á sus hijas en el colegio de la frontera francesa donde se educan,
y algún dia las saca y las lleva á Bayona, les compra algunas frioleras y pasa unas horas de aburrimiento con las niñas, con las que realmente no tiene sobre qué hablar, y
ellas no logran interesarla contándole las rarezas de madame Philipon la directora, y los defectos físicos de monsieur Papillon el profesor de baile. Esta señora pensará, no
lo dudo, alguna vez que ella y sus hijas estarían mejor bajo
el mismo techo las tres; pero el empeño de prolongar la
juventud más allá de lo natural influye en ella de tal suerte
que llega hasta olvidar los deberes de madre, tan gratos
á toda mujer de corazón, y cuyo cumplimiento proporciona por recompensa en la tierra goces celestiales. Seguramente llegará día en que la viuda sentirá profunda pena
considerando cuánto tiempo de felicidad verdadera ha perdido mientras tuvo alejadas de su lado á sus hijas.
Acaso si hubiese vivido con ellas no habria sido tan fácil á la falsa amistad de algunos sujetos poco estimables,
acaso no hubiera entregado una suma considerable en papel
del Estado á cierto caballerete que le prometió colocarle el
dinero en una empresa que había de hacerla millonaria en
brevísimo tiempo; Carmita, que confiaba absolutamente en
la honorabilidad de su amigo, persona conocida, con la circunstancia agravante de buen mozo y conquistador, se ha
quedado sin el dinero, y no ha podido reclamar la devolución
porque ni recibo quiso que le diera tan cumplido caballero,
quien por ahí anda, y acaso se escandaliza cuando lee la
noticia de que á un candido le han timado, entregándole á
cambio de billetes del Banco un cartucho de perdigones.
El timo de que hizo victima á la crédula señora fue bastante más cobarde y alevoso que el de los perdigones. Y
es seguro también que si hubiese contado con la poderosa
defensa de los dos tiernos ángeles, la alocada viuda no habria caido en ridiculos enamoramientos de que se ha enterado todo Madrid, riéndose de ella y poniendo en tela de
juicio la integridad de su razón, porque, ciertamente, no
daba muchas muestras de cordura cuando, no hace mucho, se prendaba de un alemanisco jovenzuelo de diez y
nueve años, dependiente de una joyería, y acaso habria
hecho un disparate si su amiga Julita no se lo hubiera
impedido.
Porque Julita no se avenía á que un alemán desmadejado
y flemático le robase el afecto de su amiga intima; y para
Siguiente
«LAS
P I N T U R A
D E C O R A T I V A
D
E M A N U E L
B E L L A S
D O M Í N G U E Z
E
A R T E S . »
N E L P A L A C I O
D E L
S R .M A R Q U É S
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L I N A R E S .
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EXPOSICIÓN
«LOS
C U A D R O
D
PADRES
E J O S É
DEL
A L C Á Z A R
NACIONAL
D E BELLAS
CELEBRANTE
T E J E D O R ,
N Ú M .
1
9 D
(De fotografía
Anterior
DESPUÉS
E
ARTES
D E LA PRIMERA
L« C A T Á L O G O » . —
de
Inicio
D E 1887.
M E D A L L A
D
MISA.»
E S E G U N D A
C L A S E .
Laurent.)
Siguiente
LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA.
1U2
mpedir toda peligrosa contingencia, averiguó cautelosamente dónde vivía la familia del rubio; supo que el padre
estaba en Berlín, al frente de una cervecería, y sin encomendarse á Dios ni al diablo le envió una carta en que le
decía que su hijo corría el grave riesgo de casarse con una
vieja si seguía en Madrid; y no bien el padre recibió aquella carta, redactada en alemán correcto por un ateneísta
amigo de Julita, gran filósofo, discreto y reservado, puso
un telegrama al chico llamándole al hogar paterno, y el
chico, qué por suerte antepone á todo lo de este mundo
la ciega obediencia al padre, echó á correr, dejando dos
renglones á la viuda como despedida y promesa de pronto
regreso. Mas para estos enamoramientos absurdos la ausencia es remedio eficacísimo y seguro, y la buena de Carmita recuerda con un suspiro alguna vez al rubicundo y
flemático alemán, pero reconoce que habría sido el mayor
de los disparates realizar el sueño de casarse con él.
Julita no se enamora ya como la otra; se divierte, se ríe,
curiosea, murmura, habla por los codos, se complace en conocer y propagar la crónica escandalosa, y nada más. Ella
es la que arrastra á su amiga á todas partes, y asi se las ve
muy risueñas oyendo en la Academia de Ciencias Morales y
Políticas discursos que son como griego para ellas, y en la
tribuna del Congreso pasan las horas largas pendientes de
la fácil palabra de Romero y Robledo ó de Castelar, chupando los caramelos que les envía el galante Presidente de
la Cámara y sudando el quilo. Asi conocen á todos los diputados, y no fueron flojas las bromas que dieron en el
baile de la Sociedad de Escritores á todos los que encontraron en el salón del teatro Real; y algún rural anda por
ah! vuelto loco, empeñado en que la máscara que le embromó en el baile no puede ser otra que la mujer del alcalde de su pueblo, que es la única enterada de toda su
historia, una historia tremenda; como que la tal alcaldesa
lo es porque él la casó con el alcalde, por no poder él casarse con ella, y el alcalde lo es por influencia del diputado,
porque se casó con la condición precisa de ser alcalde, en
compensación del sacrificio que hacia de su libertad. Lo
que las dos viudas enredaron en el baile no es para dicho, y
con el recuerdo de sus bromas tienen para rcir el año
entero.
Mas ¡ay! que estas risas de ,ahora han de convertirse
luego en lágrimas amargas, porque una y otra paréceme
que están irrevocablemente destinadas á las más tristes
desdichas. La soledad, acaso la miseria en los últimos años
de la vida
¿no será la expiación, el castigo de su imprevisión y de su loco aturdimiento?
¡Las hijas de la una,
separadas de su madre; el hijo de la otra, viviendo encenagado en los vicios, entre gente perdida, firmando obligaciones onerosísimas sobre la herencia de su madre, en
constante peligro de cometer, no ya faltas que pueden remediarse, sino crímenes que llevan derechamente al presidio! Carmita y Julita están labrando su propia desventura; madres indolentes, en sus mismos hijos encontrarán
el castigo, y cuando llegue, sobre la pena de sufrirlo, habrá
de agravarlo la consideración de que le han merecido.
Entonces ya no contarán con las amistades con que
ahora se ufanan y que tan poderosamente las ayudan á divertirse v á vivir en incesante alegría en medio de este
mundo, que realmente es valle de lágrimas; no hallarán
apoyo, ni consuelo, ni lástima siquiera, que las gentes con
quienes ellas tratan ahora no quieren alligirse con penas
ajenas. Viejas y pobres, solas y tristes, el recuerdo de sus
travesuras, de sus triunfos, de sus grandes días de diversión, será mortal pesadumbre para Carmita y Julita, y nadie se acordará de ellas. En previsión de este olvido he
escrito á la ligera la semblanza de las dos viudas más alegres, más escandalosas y divertidas que se pasean por
Madrid.
CARLOS FROXTAI'RA.
LAS ARPAS MUDAS.
(Conclusión.)
i¿
A
llegado la hora de levantar el velo de
Isis, y voy á hacerlo.
El poeta del siglo actual lleva, como
los dos hermanos, el arpa al hombro
esperando que la sociedad le señale qué
es lo que ha de salir de sus cuerdas. Por
eso, olvidando las poéticas armonías de la
época arcádica y romántica, renegando de Gar^ cilaso y de Virgilio, de Byron y de Víctor
*> Hugo, gasta su inspiración en enaltecer á la
cocotte y ala deriiimondaine, en cantar las glorias de
las flamencas y de los matadores de toros, en arrastrarse en el vatidcvillc y en el cafe cantante.
Berta y Gabriel, es decir, los verdaderos hijos de
Apolo, acuden en vano con sus arpas á los círculos de
nuestra sociedad, ofreciendo las armonías que brotan
del corazón, las notas que arranca el sentimiento, el
canto puro y sin mancha en que el ánimo se anega
en éxtasis celestiales. Trabajo inútil, peregrinación
dolorosa y superflua: ó el arpa está muda, ó no dominan sus cuerdas el ronco bramido del orgullo y de
las pasiones.
Acaso alguna de esas almas perdidas como perlas
en el cieno del vicio, arrojada ignominiosamente de
ese mundo que se cansa pronto de sus juguetes, y
como el mar bravio suele arrojar los restos á la costa,
busca con ansia al poeta cuyos cantos provocaron sus
carcajadas, y llora con él en el silencio de su alcoba.
¿De qué le servirán entonces Les Refnges de Rollinat?
Anterior
II.
¿Asistimos á las postrimerías de la poética y se va
á cumplir el funesto presagio de Macaulay, el cual
cree que el exceso de civilización será la muerte de
ese arte que dominó el mundo antiguo con Hornero
y no desapareció ni aun con los horrores de la Edad
Media ?
No lo creo. Mientras el poeta cante los ideales de
su siglo; mientras se asimile sus corrientes ; mientras
encarne en sus versos lo que está vedado á las ciencias experimentales, la poesía vivirá, porque ella
será para las almas tiernas el lenitivo único, el solo
bálsamo que restañe las heridas que el exceso de realidad traiga á sus corazones.
Los versificadores, que son muchos, viendo en
torno de sí la más completa indiferencia, se desesperan y se retuercen, creyendo que la sociedad actual
vive demasiado deprisa para fijarse en sus continuas lucubraciones. Para solicitar la atención, cuelgan de sus arpas lazos y cascabeles, cantan en la
taberna y en el lupanar, y ponen sus versos en las
esquinas, como ponía Pasquinen Roma los candentes
partos de su ingenio. Las prensas gimen sólo para
ellos ; los periódicos de todos tamaños y de todos colores salen cargados de epigramas, cantares, odas,
serenatas y sonetos. Ante tan nutrido chubasco hay
que repetir la frase de aquel romano que, hallándose
en la sala del festín de Lúculo, y casi agobiado por
la lluvia de hojas de rosa que caía del techo, hubo
de decir á su anfitrión: «¡Basta de rosas! que lo
mismo sofocan los dardos que las flores.»
El siglo actual es el siglo de las luces, y todos queremos exhibirnos con aparatos de Edisson. No hay
Quasimodo, por feo y torpe que sea, á quien no
agrade figurar en un escaparate fotográfico, entre
Frascuelo, Bismarck, Gayarre y Lagartijo," la exhibición es la manía cerval, incurable, persistente. Si
no podemos publicar un libro, escribimos un folleto
ó alquilamos la cuarta plana de cualquier diario político ; si no podemos alcanzar un puesto de diputado
para dejar tamañitos á Cicerón ó Vergniaud en la
tribuna de una Cámara, tomamos plaza en cualquier
Ateneo y acribillamos por turno al concurso que nos
depara la suerte; si no hay quien lea nuestros versos,
los recitamos nosotros al prójimo complaciente, en
el café, en el banquete, en la antesala, ó en el entierro de un amigo.
En ese concierto de voces gárrulas suena alguna
que otra vez el arpa del vate inspirado, que siente en
su alma la verdadera llama del genio y que canta
también como cantan los pájaros al borde de su nido.
Acaso un corazón amante, una inteligencia viva,
un oído avezado á distinguir al ruiseñor del cuclillo,
oye aquellas notas sublimes que se pierden en el
viento, y las recoge alborozado para solazarse á sus
solas. Pero pronto el hervir vividor de la envidia, el
coro destemplado de las aves gritadoras anula aquella
voz que acaso inspiró el numen, y vuelven á reinar
la confusión y la algazara. Alguna vez se apagan
estas voces privilegiadas con arpas mudas; es lo que
llama con mucho ingenio uno de nuestros modernos
críticos la cruzada del silencio.
Decía que el poeta tiene una alta misión que cumplir en nuestro siglo, y voy á procurar demostrarlo.
Los ideales se van, como se fueron los dioses de que
se burlaba Lucrecio; la ciencia del hecho adquiere
colosales desarrollos con los auxilios de las ciencias
experimentales, y asimilándose cerebros y restando
hombres á los estudios metafísicos é ideológicos, nos
encierra en el círculo de lo material y de lo terreno.
Si estuviéramos seguros de que del laboratorio
había de surgir la suprema verdad; si fuese posible
que una hipótesis cualquiera hallada por Darwin ó
Hertman llegara á ser la base para remontarnos á
esos primeros principios que siempre serán la eterna
aspiración humana, acaso comprenderíamos la desaparición del pceta ; pe.ro no es así. por fortuna: oid
á Claudio Bernard, uno de los apóstoles de la experimentación, y os dirá que el laboratorio sólo alcanza
lo tangible, que no hay retorta ni crisol donde se
confeccione la célula.
Dedúcese de aquí que aun cuando los naturalistas,
los positivistas, los materialistas y demás experimentadoras cohortes caigan con desusado estrépito, armados de todas armas, sobre este mundo enclenque y
antiguo á quien procuran anular, considerándolo
como un pequeño microbio de la inmensidad, siempre
quedará al poeta otro mundo nuevo, rozagante, acabado de sacar de las azuladas olas del mar del espíritu, hermoso, fresco, ilimitado, deleitable, con fuentes eternas, con veneros semejantesá los que mostró
Kant á Klosptok para encontrar La Mcsiada.
Acaso me diréis que la actividad y la fiebre incesante del realismo matará poco á poco los ideales;
pero esto no puede admitirse, porque el ideal no se
muestra á la luz del soplete, sino á la lumbre clara y
fulgurante del pensamiento, que lo solicita y mantiene.
En vano hubieran tratado de convencer á Dante
Inicio
SUPLEMENTO AL NÚM. V
de que su Beatriz era una mujer como otra cualquiera, para la que no debió tomarse el trabajo de
escribir sonetos, canciones ni elegías; él la llevaba
en el alma, y aunque la de carne y hueso cayó en
brazos de otro, la Beatriz ideal penetró con él en el
Paraíso.
Si del ideal personal, que siempre existe y se reproduce de ser en ser, constituyendo la humana aspiración , pasamos á los de la especie, que llamaremos colectivos, también veremos que no es menos rica en
ellos la sociedad actual que las que nos precedieron.
Si progresan las ciencias físico-naturales; si los inventos se multiplican ; si el fonógrafo y el teléfono,
la luz eléctrica y las vías férreas y telegráficas ensanchan el campo de nuestra sensación y de nuestros
conocimientos; si hoy se vive más en un año que
antes en un siglo, supuesto que no hay distancia que
no se anule ni espacio que no se mida, ¿porqué han
de desaparecer esos ideales que tienden á rebasar lo
que todavía consideramos limitado y finito?
No es posible concebir una sociedad sin ideales
más ó menos levantados y puros si no retrocedemos
á los tiempos prehistóricos: aun entre los salvajes
encontramos el fetiche ó el amuleto, remedo de la
idea superior del Poder y del Ser, que han presentido como término que escapa á su inteligencia. La
nuestra los tiene, y en ellos deben inspirarse los artistas y los poetas, despreciando acuellas solicitaciones
que los alejan de las linfas puras acercándolos á los
pantanos del vicio.
El poeta que se contenta con hacer sonreír al lector con una frase cáustica ó chocarrera, que pierde su
tiempo y su magín en encontrar consonantes para
amenizar una revista de toros, ni es poeta, ni amigo
de las letras, ni otra cosa que una pluma que se pone
al servicio de la pasión pasajera. El aprendiz de trovador que emborrona sin compasión las cuartillas
cantando en verso barroco é insoportable las excelencias de su adorado tormento y los dolores terrenales
de los nueve años y medio, debe ser sometido al tormento del capuchón ó del babero. En cuanto á los
genios anónimos que manchan la túnica blanca de
su musa arrastrándola en las sentinas del café cantante ó de la taberna, la execración pública y la vara
de la justicia debe caer sobre ellos.
Como he dicho antes, las arpas de los poetas españoles no están mudas; pero se pulsan en la soledad,
y apenas las dejan oir los rasgueados de las vihuelas
profanas. Campoamor, Núñez de Arce, Zorrilla,
Grilo, F*errari, Velarde, Palacio y muchos otros que
en nuestras hermosas provincias conservan la tradición y las glorias de la poesía lírica en España, dejan
de vez en cuando silencioso el charco y encantan á
los amantes de lo inspirado y de lo bello con sus hermosas creaciones.
Ellos comprenderán el valor de los anteriores conceptos, expresión de un sentimiento profundo por el
porvenir de nuestra lírica, que en vez de tomar el
sendero de las Hespéride's, sembrado de fresco musgo
y decorado por árboles llenos de naranjas y pomas,
se extravía lastimosamente y se mete en el cerrado
donde los cornúpetos de Saltillo y Miura pacen alegres la menuda hierba, y esperan la hora en que
caiga sobre ellos, no la espada de Damocles, sino la
de Frascuelo ó Lagartijo.
BENITO MÁS Y PRAT.
RIMA
Ya se la llevan; tiene las manos
Como la cera;
Los dulces ojos medio entreabiertos;
Aun me parece que duerme
y sueña.
Ya han terminado los tristes rezos ;
La caja cierran,
Y al caer la tapa me ha parecido
Que me miraba por vez postrera.
Ya suben todos por la escarpada
Penosa cuesta,
Y hasta la cima del alto monte
El silencioso cortejo llega.
Las toscas tapias del cementerio
Las nubes besan,
Y asi parece que de sus almas
Aquellos muertos se hallan más cerca.
Ya cabizbaja la comitiva
Vuelve sin ella ;
Del cementerio se marchan todos,
Y allí su cuerpo solo se queda.
¡Oh, cuánto envidio de su sepulcio
La dura tierra!
¡ Quién fuese el nicho donde reposa!
¡ Quién de su lápida fuese la piedra !
RICARDO SEPÍXVEDA.
( I ) De un iíbro inédito.
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SuPtEMENTO AL NÚM. V
PENSAMIENTO.
Enterraron á un hombre, y á su tumba
Triste y hermosa una mujer llegó;
Cayó de hinojos, y la helada tierra
Con su llanto regó.
Del amarillo suelo del sepulcro,
Pálida y débil, retoñó una flor
¡El corazón del muerto respondía
Al otro corazón!
LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA.
los misteriosos senos interestelares; ha hecho cuidadosos
análisis químicos para conocer su composición y con frecuencia había comprobado la existencia en ellos del grafito
en estado amorfo. Mas hoy se nos da á conocer un nuevo
descubrimiento tan curioso como inesperado. Los profesores rusos de Mineralogía y Química, Sres. Latschinof y
Jeroleief, en el análisis hecho de un aerolito recogido el 4
de Septiembre del año último en el Distrito de Krasnoslobodsk han hallado, entre los residuos insolubles resultantes
de la operación, corpúsculos (que representan el 1 por 100
de la masa total analizada ) de verdaderos diamantes, reconocidos por las propiedades polarizadoras, densidad y demás caracteres que les son prop'os. ¿Nos revelarán acaso
esos mundos diminutos que parecen desprenderse y caer
de la bóveda altísima de los cielos, el secreto escondido de
la producción artificial de la preciosa piedra?
103
d'Arsonval deducen que los pulmones secretan un veneno
que se mezcla y sale con los productos de la respiración.
A él atribuyen las malas condiciones higiénicas del aire
que se respira en habitaciones cerradas, y á su ausencia
opinan que es debida la bondad del procedimiento de curación de la tuberculosis, que recientemente han preconizado, por medio del aire puro.
En el año 1488 se construyó en Inglaterra un barco de
guerra, el Grcat-Harry, cuyo coste fue de 350.000 pesetas. Cien años después, en 1588, costó el Elhabclh 450.000
pesetas Pasaron otros cien años, y en 1688 empezó á surcar
JOSÉ TORROBA.
los mares el Jamcs-Royal, mediante un gasto de 568.750
pesetas. Tocó el turno en el siglo siguiente al RoyalGcorgc, que en 1788 salió de los arsenales ingleses meREVISTA CIENTÍFICO-INDUSTRIAL.
diante un desembolso de 1.665.000 pesetas. Finalmente,
en el año que acaba de terminar ha construido Inglaterra
Tiempo es ya de apartar la atención de la materia venida la Victoria, que ha alcanzado el valor de 18 121.575 peseSUMARIO.
de otros mundos, para fijarla en la que guarda en sus en- tas, y el Trafalgar, cuyo coste asciende á 25.000.000 de peUn parte oficial de Cochinchina.—El bólido del 25 de Octubre de 1887.—
trañas el nuestro. Después de ver en el seno del aerolito al setas. Siguiendo esta proporción, ¿cuánto costará el barco
Choque y rebote.—Los diamantes del cielo.—El oro de la tierra.—Un túnel
rey de las piedras, tan apreciado del hombre, no más que de guerra que construya Inglaterra en 1988? ó, más bien,
para un río.—Preparativos y esperanzas.—EJ veneno de los pulmones.—El
roste de un barco de siglo en siglo.
por retratar en los cambiantes de quebradas luces con que ¿construirá Inglaterra en 1988 grandes barcos de guerra?
brillan sus facetas la movediza fantasmagoría de la vaniRAMÓN ARIZCUX.
i, finalizar el último mes de Octubre recibió dad , busquemos en el lecho de arena de los ríos de Caliel Administrador de Tayninh, en Cochin- fornia las diminutas pajuelas del rey de los metales, tan
china, un parte oficial del Jefe del cantón de codiciosamente apetecido por el hombre mismo para satisTreiem-Hoa, que traducido á nuestro idio- facer acaso verdaderas necesidades, tal vez costosos capriLIBROS PRESENTADOS
chos, quizás insaciable avaricia
ma dice así:
El país del oro, California, donde muchos se han enriÁ ESTA REDACCIÓN POR AUTORES Ó EDITORES.
«Sr. Administrador:
quecido, pero muchísimos más perecieron víctimas de co«Tengo el honor de participar á usted que en dicioso af.tn, está hoy explotado casi exclusivamente por Tratado d r Análisis qiiíiu¡<-.-i cii:uit¡l:>t¡ v a , por el
la aldea de Than-Duc ha aparecido el dia 7 del grandes compañías, únicas que con poderosa maquinaria
Dr. C. Remigio Fresenius, director del Laboratorio químico de
• <s) noveno mes annamita un animal desconocido. Fue pueden extraer el oro socavando valles y derribando monWiesbaden, catedrático de (juimica, Física y Tecnología en
7 dia de lluvia y truenos. El animal ha subido al cielo; tañas para hacer pasar sus arenas por metódicos lavados.
el Instituto Ag'ícola de la misma ciudad, etc. Vertido al casla tierra está removida en una extensión de 20 metros Hace algunos años se reconoció la presencia del metal en el
tellano de la edición alemana que se publica en la actualidad
(la sexta), y adicionado con multitud de notas para uso de los
franceses de longitud, 5 metros de anchura y 4 metros de lecho del rio Feather, y desde entonces se han obtenido,
médicos, farmacéuticos, ingenieros y agricultores en general,
profundidad. Creo de mi deber manifestarlo á usted.
trabajando en él, lucrativos resultados. Existe, sin embary de los alumnos y principiantes en particular, por D. Vicente
go, una parte del curso del río, que rodea como un lazo
HUYNH-VAN-NHU.»
Peset y Cervera, doctor en Ciencias físico-químicas y en Memuy pronunciado la colina de Big-bend (de la gran curva),
dicina y Cirugía.
Efectivamente ; el capitán de Artillería de la Marina y en este trayecto corren las aguas con velocidad consideSe ha repartido el cuarderno 13 de esta notable publicación.
francesa, M. Delauney, reconoció el terreno entre las al- rable por una garganta estrecha de difícil acceso. La exploPuntos de suscrición : en las principales librerías ó mandeas de Than-Duc y Hiep-Hoa, y comprobó la existencia de tación del lecho del rio en estas condiciones es imposible,
dando directamente el importe de diez cuadernos á la librería
una excavación de 32 metros de longitud, 6 metros de an- pero la audaz iniciativa americana ha ideado, resuelto y
de su editor, D. Pa-scual Aguilar, Valencia (Caballeros, 1).
chura y 2 metros de profundidad, en medio de un arrozal, llevado á feliz término una de esas obras colosales que sólo Clarín y s u s f o l l e t o s , por D. M. García Rey. F.studio crítico de los folletos Un Viaje á Madrid, Cánovas v su tiempoy
sobre una turba húmeda llena de raíces cuya trabazón no la maquinaria moderna permite realizar.
Apolo en Pnfjs, escritos por Clarín (D. Leopoldo Alas). Vénpermite cambios de forma. Los annamitas aseguraban que
dese, á una peseta, en las principales librerías, y los pedidos
de aquella fosa había salido el misterioso animal para rese dirigirán á D. Salustiano Perdiguero, Madrid ( Carrera de
Aunque la longitud del trayecto en lazo es de 22 $ kilómontar su vuelo hacia el firmamento. Manifestaban tamSan Jerónimo, 51).
bién haber oído una fuerte detonación, seguida de prolon- metros alrededor de la colina, los puntos extremos distan
sólo 4 kilómetros en linea recta á través de la montaña. El I)«' la Litotri«-ia «MI g e n e r a l , conferencia pública dada por
gados zumbidos que lentamente se desvanecieron.
el Dr. Suender en el Instituto de Terapéutica Operatoria
Dr. Piercc, de Buffalo, imaginó perforar un túnel y dar sa(Hospital de l.i Princesa 0), el 23 de Noviembre de 1887. Folida por él á las aguas del rio, dejando así en seco para la
lleto de 46 páginas en 4. menor. Madrid, 188X.
Las observaciones hechas en Tayninh y en Saigon á la explotación su cauce natural. Convenció á varios capitalismisma hora y en el mismo día en que la fantástica bestia tas á que costearan las obras, y en el mes de Septiembre L a S i i l a m i t a , comedia en un acto, por D. Marco de Costales.
se elevó en los aires, permiten dar al fenómeno una expli- de 18X2, cien trabajadores con un tren de perforadoras
Folleto de 41 páginas en 8.°, que se vende, á una peseta, en
cación natural. Desde ambos puntos se vio el 25 de Octu- movidas por el aire comprimido, acompañadas de ventilalas principales librerías. Los pedidos se dirigirán á D. Fernando l"'e, Madrid (Carrera de San Jerónimo, 2).
bre de 1887 un bólido de brillante luz violácea, que hizo dores y de toda la herramienta necesaria, empezaron la
su camino de Oeste á Este, dejando á su paso una larga perforación por la boca de salida. Desde entonces no se L I I H C a l l e s «lo Mailriil, revista eómico-lfrico-fantástica, exestela de chispas persistente durante 30 segundos. El diá- interrumpió el trabajo un solo momento, ni aun de noche,
traordinariamente aplaudida, silbada y prohibida en el teatrocirco de Price , en tres actos y en verso; letra y música de dos
metro aparente del bólido se presentaba poco superior á la y en 1886 quedó terminado un túnel de 3.600 metros de
conocidos autores. Véndese, á 2 pesetas, en las principales
mitad del de la Luna.
longitud, 4,80 metros de altura y 2,70 metros de anchura.
librerías.
El parte oficial antes transcrito, las declaraciones de los No bastaba ésta para el derrame de las aguas del río, y fuiannamitas, la presencia del bólido, las medidas y estudio preciso aumentarla hasta 3,60 metros, mediante otro año La I'hiloxora v a s t a t r i x , en el partido de las Afueras, de
üarcelona; estudio escrito por D. Rafael Puig Valls, ingeniero
de la forma de la fosa, y dos observaciones de la trayecto- de trabajo.
jefe de Montes. Opúsculo de 146 páginas en $.", que se vende,
ria hechas casualmente en puntos situados á 5 kilómetros
á dos pesetas, en Barcelona, portería del Instituto Agricola Ca0%
uno de otro y á 23 del de caída, han conducido á M. Delautalán (Por.aferrisa, 22).
Entretanto se hacían preparativos en el trayecto que se
ney á fijar las dimensiones, peso, velocidad y marcha del
in«'-«I!«•<>» «!«• A m b c r c s y I ' e r u s a , por el docaerolito. Su forma era próximamente la de una pera, de trataba de explotar; se construyó la presa que ha de en- Congresos»
tor I). Juan Vilanova y Piera, catedrático de Paleontología en
viar las aguas al túnel; se abrieron caminos hasta Oros32 metros de altura y 8 metros de diámetro máximo.
la Cniversidad Central é Individuo de número de las Reales
El peso, apreciando en 5 la densidad, término medio de ville, situada á 25 kilómetros de la Big-bend, y senderos
Academias de Medicina y de Ciencias. Libro por todo extremo
las observadas en otros, era probablemente de 2.895.000 de acceso á las márgenes del río; se tendieron hilos teleinteresante y ameno á la vez, ya que no se limita el autor á
dar cuenta áe las deliberaciones de aquellas asambleas, refekilogramos, número, á la verdad, respetable, puesto que gráficos ; se compraron todos los terrenos colindantes con
la
explotación,
y
se
hicieron
acopios
de
madera.
rentes
á Higiene pública y privada, y en especial á todo cuanto
uno de los mayores aerolitos conocidos, el de Bitbourg,
concierne á la preservación del cólera y demás enfermedades
Hoy todo está pronto para empezar la explotación , que
sólo pesa 1.650 kilogramos.
infecciosas, sino que describe todo lo que de científico é inspromete pingües ganancias, porque el túnel ha costado
o
oo
tructivo le fue dado ver, en el viaje de verano de 1885, por
cinco millones de pesetas y en otros tantos se estiman los
Bélgica,
Suiza, Italia y Alemania, sintetizando en breves páEl enorme bólido ha venido á tocar á nuestro planeta gastos de instalación de talleres, en tanto que las riquezas
ginas los acuerdos de los Congresos meteorológico de Florencon una velocidad superior á 2.000 metros por segundo y acumuladas e:i el lecho del rio se aprecian como mínimo
cia y geológicos de Arezzo y Berlín. Un volumen de más de
bajo un ángulo de 10 grados con la horizontal, hiriendo el en 250 millones, y algunos elevan esta cifra hasta 750 mi500 páginas en 4.°—Madrid, 1887.
suelo con la punta más afilada y penetrando en él, hasta llones. El túnel "no llega por su boca de salida hasta el
del viaje del Sr Presidente «le Costa Rica,
que los rozamientos y resistencias que el terreno por su mismo rio Feather, sino que se detiene en uno de sus «elación
t-m »-» Í I »-r^ 1 I 1 l-í ¿trr\ 1 »-i-i *-\ ^ .-. •• Í~» ñ T Í * Uy .-1 .'- L 1 I ~ _ _J_ ^ ' "
naturaleza presentaba le han obligado á girar, volteado afluentes que corre por el fondo de un barranco propio
como una campana, para caer hacia adelante. Después ha para recibir el desagüe. En la salida del túnel se forma un
rebotado como pudiera hacerlo un enorme proyectil lan- salto de agua de 90 metros que constituye un poderoso
nido brillantísima acogida en la República nicaragüense, por
zado por un cañón monstruoso (lo cual explica la detona- motor, cuya energía será distribuida por medio de cables
el Gobierno y el pueblo, el primer ¡Magistrado de la de Costa
ción y los zumbidos prolongados), y ha proseguido su eléctricos a las bombas que han de agotar el caudal de los
Rica, y quedando felizmente resuelta la vieja cuestión de líviaje, levantándose de nuevo con velocidad próxima á pequeños afluentes intermedios y las aguas de filtración.
mites entre ambas repúbli-.as y fortalecida la unión de CentroAmérica.
El libro del Sr. Víquez es un excelente estudio de
2.000 metros por segundo, para caer otra vez, ¿quién sabe
El 16 de Octubre último los promovedores de la em- costumbres, á la vez que exacta crónica del viaje. Un volumen
dónde? Probablemente en medio del mar de la China; porde 227 páginas en 4."—San José, Costa Rica, Tipografía A'aque, dada la masa, inclinación y velocidad que la observa- presa hicieron poner en seco por primera vez el lecho del
cional (calle de la Merced, 16).
ción ha permitido atribuirle, la trayectoria del rebote debe rio para hacer un rápido reconocimiento. El resultado paL e ó n S a l d í v a r , por D. Carlos María Ocantos. Linda novela
ser de 1.000 kilómetros, no contando con la resistencia del rece sobrepujar á sus esperanzas.
c
de costumbres, debida al ingenio del distinguido autor de La
aire, y no habrá bajado de 700 kilómetros, á pesar de esta
o o
Cruz til Malta. Un volumen de más de 300 páginas en 8.°, que
resistencia.
En la Academia de Ciencias de Paris presentaron no
se vende en las principales librerías.
hace mucho Brown-Séquard y d'Arsonval una nota relativa Pascual y Margarita (La Vida infernal), novela oriá la influencia del aire procedente de la respiración humana
ginal de h'milio Ciboriau; versión castellana de D. P. San RoAllí, sobre mullido lecho de menuda arena, descansará en la propagación de la tuberculosis pulmonar. Contradijemán. Es el volumen 91 de la Biblioteca de Xvvtlas de *El Cosen tranquilo reposo durante muchos siglos del viaje que ron otros esta opinión, demostrando que el aire espirado no
mos Editorial-», y se vende, á 2,50 pesetas, en las principales
emprendió, acaso cuando libre é independiente se formaba contiene el microbio de la tuberculosis; mas los primeros
librerías, y en la Administración, iMadrid (Arco de Santa
en los senos profundísimos del espacio por la lenta con- han dado á conocer en la sesión del 9 de Enero un expeMaría, 4).
densación de la tenue nebulosa, acaso cuando en espan- rimento que no deja lugar á duda sobre las propiedades
A ñ o p a s a d o (Letras y Artes en Barcelona^, por D. J. Ixart.
tosa conflagración se destacó de un antiguo mundo des- tóxicas de los productos de la respiración. Han recogido el ElEste
libro es una crónica del movimiento literario y artístico
quiciado.
en la capital de Cataluña durante el año 1887, y está escrita
aire espirado, que contiene gran cantidad de vapor de
Pasarán otros siglos: nuestro mundo actual envejecerá á agua: han condensado éste, y han inyectado el liquido recon erudición y galanura. Un volumen de 350 páginas en 8.°,
que se vende, á 2 pesetas, en la Librería Española del labosu vez: y quizás un dia se desquiciará también, dejando libre sultante en el organismo de un conejo. Con cuatro á ocho
riososo editor D. J. López, Barcelona (Rambla del Centro, 20).
al
aprisionado bólido para seguir su vertiginosa carrera: que gramos del liquido se han obtenido fenómenos tóxicos, taa
'fineste universo físico, tan maravillosamente sembrado les como debilidad paralitica, lentitud en la respiración, Cuentos de color «le lila y fragmentos sin color,
de armonías sublimes, no es, en la síntesis de su unidad, descenso de temperatura y dilatación de la pupila. La inpor D. José María de Ortega-Morejón. Colección de estudios
sino una agitada muchedumbre de impalpables átomos en vección de 15 gramos ha producido la irritación violenta
literarios y buenas composiciones poéticas: entre los primaros
debemos citar especialmente los titulados Juan Gutierre:, El
continuo movimiento á través de las profundidades inson- de la base del encéfalo y la muerte en menos de un miSeñor Saturio y Maquiavelos; entre los segundos. A María
dables del espacio y del tiempo.
nuto. No pueden atribuirse estos fenómenos al agua, puesto
Santísima, Xumancm, A la Marina española y Las Tardes. Un
que siendo ésta pura pueden inyectarse impunemente en
volumen de cerca de 300 páginas en 4.0 menor, que se vende
en las principales librerías de Madrid.
El hombre estudia con interés estas piedras venidas de un conejo hasta 2.180 gramos. MM. Brown-Séquard y
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LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA.
104
C o n t i n o s , por D. Benito Losada. Lindo opúsculo
que contiene numerosos cuentechosen dialecto gallego y en verso. Diríjanse los pedidos al editor don
Andrés Martínez Salazar, LaCoruña,
semestre, 5,50; año, 10. I.os cinco números correspondientes á Enero último contienen artículos y
poesías de los Sres. Dr. Thebussem, Krontaura, Palacio, Campoamor, Pérez Escrich, S. Rueda, Marco, Ossorio y Bernard, Cavia, Palacio ( D . Eduardo), Cano, Porset, y otros conocidos literatos, y
graciosísimos dibujos de los Sres. Perea (D. Alfredo
y D. Daniel), Urrutia, Mejía, Ignolus, y Plá. Redacción y Administración, Madrid (Preciados, 5,
librería).
M a n u a l p a r a «•! r e c o n o c i m i e n t o m é d i c o d e
quintos, por D. Ramón Elias de Molins, licenciado
en Medicina y Cirugía, etc. Un libro de mucha utilidad, no sólo para ios médicos y las períonas que,
por razón de su cargo oficial, han de intervenir en
el reconocimiento de quintos, sí también páralos
padres de familia y para los jóvenes. En él se reseñan la» enfermedades que constituyen exención legal, los medios que se emplean para simularlas,
ocultarlas y provocarlas, y los procedimientos oportunos para descubrir semejantes ilegalidades. El
autor, que es médico del Hospital Municipal de
Gracia y del Asilo Naval Español, viene actuando
en el reconocimiento de quintos, ante la Diputación
provincial de Barcelona, desde 1879. Un volumen
de más de 212 páginas en 4.° menor, que se vende,
á 3 pesetas, en las principales librerías, y en casa
del autor, Barcelona (calle de Santa Mónica, 2 bis,
segundo).
Ilistoii.-i d e l c a s c o fapuntes arqueológicos), por
D. José Ramón Mélida, del Cuerpo de Archiveros,
Bibliotecarios y Anticuarios, adscrito al Museo Arqueológico Nacional, y del Instituto Germánico de
correspondencia arqueológica. Este eruditísimo estudio, que se ha publicado en LA ILUSTRACIÓN
ESPAÑOLA y AMERICANA, sale nuevamente á la
luz pública en lujoso folleto de 51 páginas en 8.°,
ilustrado con 50 grabados y una fototipia de Laurent. Véndese, á 1,50 pesetas, en la librería Gutenberg, Madrid (Príncipe, 14).
E x p o s i c i ó n d e F i l i p i n a s : Colección de articules
publicados en <tEI Globo*, diario ilustrado, político,
científico y0literario. Elegante volumen de 224 páginas en 4. , que contiene los artículos publicados
en dicho periódico, sobre la Exposicimfilipina, por
los Sres. D. Emilio Castelar, D. Manuel Antón,
D. Sebastián Vidal y Soler, D. Augusto G. de Linares, D. J. Gogorza, D. Manuel Troyano, Fray
Toribio Minguella, D. Joaquín Mazas, D. Alfredo
Vicenti, D. Antonio Aura y Boronat, D. Manuel
M. Guerra, D. Eduardo Muñoz y D. Eleuterio
Maisonnave. Divídese la obra en seis principales
secciones, además del Prólogo y un Estudio general
de la Exposición, así t i l l a d a s : Historia natural,
Filología, Religión y costumbres, Artes, Armas y
Agricultura, Industria y Comercio, terminando con
un estudio sobre el Estado social y político del Archipiélago Filipino y la lista de los Expositores premiados con diploma de honor. Ilustran el libro 36
grabados, figurando en lugar preferente un retrato
del Excmo. Sr. D. Víctor Balaguer, ministro de
Ultramar. Precio de cada ejemplar, 8 pesetas. Madrid, oficinas de El Globo (San Agustín, 2, bajo).
M a n u a l p r á c t i c o d e o f t a l m o l o g í a , por el doctor Georges Camuset, miembro de la Sociedad de
Medicina de París ; traducido y anotado por D. Peregrín Bayarri, oculista, socio del Instituto Médico Valenciano, premiado por dicha corporación
}• con medalla de oro por la Sociedad de Amigos
del País, de Valencia, etc. Consta de tres partes:
en la primera trata de la anatomía del órgano ; en
la segunda de la fisiología, y en la tercera de la
patología, las tres desarrolladas por el método
anatomo-fisiológico, y la última precedida de un
capítulo para la exploración del ojo, con algunas
notas aclaratorias. Siguen á estas tres partes tres
apéndices del autor y uno del traductor, que contienen : I.° Inutilidades físicas del órgano de la
vista que eximen del servicio militar y de la marinería.—2." Nuevo sistema0 de numeración de los
cristales para anteojos.—3. Lbta de los instrumentos y0 aparatos más usados en la práctica oculística.
—4. Terapéutica ocular.—Formulario práctico de
los colirios más en uso. Ilustran la obra 123 grabados intercalados en el texto.—Un tomo de 800 páginas en 8.°, que se vende, á 7,50 pesetas en Valencia y 8 pesetas fuera, remitido por correo, y certificado. Diríjanse los pedidos, acompañados del
importe, al editor D. Pascual Aguilar, Valencia
(Caballeros, 1).
I^a R i s a , periódico ilustrado, cómico y humorístico. Director literario, D. Carlos Frontaura; director artístico, D. Alfredo Perea. Este nuevo periódico se publica todos los domingos, y los precios de
suscrición en toda España son: trimestre, 3 pesetas;
EUGENIO
Ie
EXPOSITION
UNIVERS 1878|
Médaille d'f;
LABICHE,
AUTOK DRAMÁTICO, MIEMBRO DEL INSTITUTO DE FRANCIA.
L a L e n g u a u n i v e r s a l , por D. Tomás Escriche
y Mieg, catedrático del Instituto de Bilbao. Interesante estudio dividido en tres partes: Es posible
una lengua convencional; Ningún idioma natural
tiene condiciones para el objeto ; Una lengua artificial'ha de ser la 0solución del problema. Folleto
de 51 páginas en 4. , que se vende, á 1,25 peseta?,
en la librería del Sr. González, Madrid (Puerta
del Sol, 9).
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DE HÍGADO DE BACALAO
DEL D? DE ÜONGH
CABALLERO DE LA ORDEN DE LEOPOLDO DE BÉI GICA,
CABALLERO DE LA LEGIÓN DE HONOR Df. FRANCIA,
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COMENDADOR DE LA ORDEN DE CARLOS III DE ESPAÑA.
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algodón ni al caoutehouc ni á los ahuecadores de
las ballenas del corsé; la V ó r i t a b l e c a u d e
N i n o n , que purifica la piel y os permite desafiar
las arrugas en cualquier edad; el D u v e t d o Nin o n , el más sano de los polvos de arroz, como
lo ha probado el sabio doctor Constantino James
en sus conferencias, que comunica al lostro una
blancura ideal; la S é v e SOurcilliére, que haré
brotar sin artificio las cejas y las pestañas.—La
Par/umtrie A'inon manda á todos los países lo?
productos que se le piden, cuando ¡¿«.empaña a)
pedido un cheque sobre un Banco de París.—La
Parfumerie Ai/wn expide á todas partes sus pros
pectos y precios corrientes.
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