Un monstruo viene a verme - Patrick Ness

El monstruo apareció justo después de la medianoche. Pero no era el que
Conor había estado esperando, el de la pesadilla que ha estado soñando
todaslasnochesdesdequesumadrecomenzóconeltratamiento.Eldela
oscuridad y el viento y el grito… Ese monstruo del jardín es diferente.
Antiguo, salvaje. Y quiere de Conor algo terrible y peligroso. Quiere la
verdad.
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PatrickNess
Unmonstruovieneaverme
ApartirdeunaideaoriginaldeSiobhanDowd
ePubr1.3
OZN15.10.14
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Títulooriginal:Amonstercalls
PatrickNess,2011
Traducción:CarlosJiménezArribas
Retoquedecubierta:OZN
Editordigital:OZN
ePubbaser1.1
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ParaSiobhan
Soloeresjovenunavezenlavida,dicen,pero¿nosealargamuchoenel
tiempo?Másañosdelosquepuedessoportar.
HilaryMantel
AnExperimentinLove
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Notadelosautores
NolleguéaconocerenpersonaaSiobhanDowd.Sololaconozcocomolaconoceréis
la mayoría de vosotros: a través de sus extraordinarios libros. Cuatro novelas para
jóvenesllenasdefuerza,dosdeellaspublicadasenvida,dosdespuésdesutemprana
muerte.Sinolashabéisleído,ponedremedioaesedescuidoinmediatamente.
Estehabríasidosuquintolibro.Teníalospersonajes,unapremisayuninicio.Lo
quenotenía,desgraciadamente,eratiempo.
Cuando me preguntaron si estaría dispuesto a convertir su trabajo en un libro,
dudé.Loquenoquería—loquenopodíahacer—eraescribirunanovelaimitandosu
voz.Esohabríasidohacerleunflacofavoraella,allector,ysobretodoalahistoria.
Nocreoquelabuenaescriturapuedafuncionarasí.
Peroloquetienenlasbuenasideasesquegeneranotrasideas.Casiantesdeque
pudieraevitarlo,lasideasdeSiobhanmesugirieronotrasnuevas,yempecéasentir
esedeseoquetodoescritoransía:eldeseodejuntarpalabras,eldeseodecontaruna
historia.
Sentí —y siento— que me habían cedido un testigo, como si una escritora
especialmente dotada me hubiera dado su historia y me hubiera dicho: «Adelante.
Correconella.Méteteenlíos».Yesofueloqueintentéhacer.Alolargodelcamino
tuve una única directriz: escribir un libro que a mi parecer a Siobhan le habría
gustado.Ningúnotrocriterioimportabarealmente.
Y ahora ha llegado el momento de pasarte el testigo. Las historias no terminan
con los escritores, aun cuando sean muchos los que tomen la salida. Aquí tienes lo
quesenosocurrióaSiobhanyamí.Asíque,adelante.Correconello.
Méteteenlíos.
PATRICKNESS
Londres,febrerode2011
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Unmonstruovieneaverme
Elmonstruoapareciópasadaslasdocedelanoche.Comohacentodoslosmonstruos.
Conorestabadespiertocuandoelmonstruollegó.
Acababa de tener una pesadilla. Bueno, una pesadilla no. La pesadilla. La que
tenía tantas veces últimamente. La de la oscuridad y el viento y los gritos. La
pesadilla en la que unas manos se escapaban de las suyas por muy fuerte que las
sujetara.Laqueacababasiemprecon…
«Vete», susurraba Conor a la oscuridad de la habitación en el intento de que la
pesadilla retrocediera, de que no lo siguiera al mundo del despertar. «Vete de una
vez».
Miróelrelojquesumadrehabíacolocadoenlamesilla.Las00.07.Muytardesi
al día siguiente había que levantarse para ir al colegio, tarde sobre todo para un
domingoporlanoche.
Nolehabíacontadoanadielodelapesadilla.Asumadre,porrazonesobvias,
pero tampoco a su padre cuando hablaban por teléfono cada dos semanas (más o
menos) y, por supuesto, tampoco a su abuela, ni a nadie del instituto. Eso por
descontado.
Loquesucedíaenlapesadillanoteníaporquésaberlonadie.
Conor miró adormilado su habitación y frunció el ceño. Algo se le estaba
escapando.Sesentóenlacama,unpocomásdespierto.Lapesadillaloibasoltando,
perohabíaalgoquenopodíaprecisar,algodiferente,algo…
Aguzóeloídointentandodesentrañarelsilencio,perosolooyólosruidosdela
casa en calma; de vez en cuando el crujido de algún mueble en el desierto piso de
abajo,oelrocedelasmantasenlahabitacióndeallado,dondesumadredormía.
Nada.
Yluegoalgo.Aquelloquelohabíadespertado.
Alguiendecíasunombre.
Conor.
Sintióunaoleadadepánico,seleencogieronlastripas.¿Lohabíaseguido?¿Había
conseguido salir de la pesadilla y…? «No seas idiota —se dijo—. Eres mayor para
creerenmonstruos».
Y lo era. Había cumplido los trece el mes anterior. Los monstruos eran cosa de
bebés.Losmonstruoserancosadeniñosquesehacíanpisenlacama.Losmonstruos
eran…
Conor.
Allíestabaotravez.Conortragósaliva.Eraunoctubreinusitadamentecálidoyla
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ventana estaba abierta. Tal vez el roce de las cortinas movidas por la brisa sonara
igualque…
Conor.
Vale, no era el viento. Era una voz, pero no una voz conocida. No era la de su
madre,esoseguro.Noeraparanadaunavozdemujer,yporuninstantesepreguntó
sisupadrenohabríahechounviajesorpresadesdeEstadosUnidosyhabríallegado
demasiadotardeparallamarporteléfonoy…
Conor.
No. Su padre no. Esa voz tenía un sonido muy peculiar, un sonido monstruoso,
salvajeeindómito.
Entoncesoyófuerauncrujido,comosiunsergigantescocaminaraporunsuelo
demadera.
Noqueríalevantarseamirar.Y,alavez,unapartedeéllodeseabamásquenada
enelmundo.
Sezafódelasmantas,selevantódelacamayfuehastalaventana.Alapálidaluz
delalunavioclaramentelatorredelaiglesiaenlapequeñacolinaquehabíadetrás
de la casa, allí donde las vías del tren trazaban una curva, dos líneas metálicas que
lanzabanunpálidoresplandorenmitaddelanoche.Lalunatambiénbrillabasobreel
cementerioadosadoalaiglesia,llenodelápidasqueapenassepodíanleer.
Conorviotambiénelenormetejoquecrecíaenelcentrodelcementerio,unárbol
tanviejoqueparecíahechodelamismapiedraquelaiglesia.Sabíaqueerauntejo
porqueselohabíadichosumadre;primerodepequeño,paraquenosecomieralas
bayas,queeranvenenosas;yluegootravezelañoanterior,cuandoellamiróporla
ventana de la cocina con una expresión rara y le dijo: «Sabes que eso es un tejo,
¿verdad?».
Yentoncesoyódenuevosunombre.
Conor.
Comosiselodijeranmuybajitoalosdosoídosalavez.
—¿Qué?—dijoConor,conelcorazóndándolesaltosenelpecho,impacientede
prontoporverquésucedía.
Unanubeocultólaluna,dejóelpaisajeentinieblas,yseoyóelsusurrodelviento
que descendía a toda velocidad por la colina, se metía en su cuarto y mecía las
cortinas.Sonóotravezelcrujidosecodelamadera,comoelgemidodeunservivo,
comoelestómagohambrientodelmundopidiendoagritossucomida.
Entoncespasólanube,yvolvióabrillarlaluna.
Sobreeltejo.
Queahoraestabaplantadoenmediodesujardín.
Yahíestabaelmonstruo.
MientrasConorlomiraba,lasramasmásaltasdelárbolsejuntaronhastatomarla
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formadeunacaraenormeyterrorífica,conundestellodelquesurgióunaboca,una
narizyhastaunosojosquelomirabanfijamente.Otrasramasseenredaronunascon
otras, sin parar de crujir, sin parar de gemir hasta formar dos largos brazos y una
segundapiernaapoyadajuntoaltroncoprincipal.Elrestodelárbolfueuniéndoseen
torno a una espina dorsal, después en un torso, y las hojas, finas como agujas,
trenzaronunapielpeludayverdequesemovíayrespirabacomosidebajohubiera
músculosypulmones.
Másaltoyaquelaventana,elmonstruocrecíaaloanchoeibadandoformaauna
figuraimponente,lafiguradealgoqueparecíafuerte,queparecíapoderoso.Miraba
fijamente a Conor, que oía el rugido huracanado de la respiración que salía por su
boca.Elmonstruoapoyólasgigantescasmanosaambosladosdelaventana,agachó
lacabezahastaquesusenormesojosocuparontodoelmarco,yclavóenConoruna
miradafulminante.Lacasagimióquedamentebajoelpesodelmonstruo.
Yentonceselmonstruohabló.
—ConorO’Malley—dijo,yunaráfagaenormedeaquellacálidarespiraciónque
olía a hojas descompuestas entró por la ventana de Conor echándole el pelo hacia
atrás.
Lavozdelmonstruoretumbaba,sonabaaltaybajaalavez,conunavibracióntan
hondaqueConorlasentíadentrodelpecho.
—Vengo a por ti, Conor O’Malley. —El monstruo se apretó contra la casa y
cayeroncuadros,libros,aparatoselectrónicosyunviejorinocerontedepeluche.
«Unmonstruo»,pensóConor.Unmonstruotanrealcomolavidamisma.Enla
vidareal,despierto.Noenunsueño,sinoallí,ensuventana.
Queveníaaporél.
Peronosaliócorriendo.
Dehecho,nisiquieraestabaasustado.
Lo que sentía, lo que había sentido desde que apareció el monstruo, era una
desilusióncadavezmayor.
Noeraelmonstruoqueélesperaba.
—Puesvale,venapormí.
Hubounextrañosilencio.
—¿Quéhasdicho?—preguntóelmonstruo.
Conorsecruzódebrazos.
—Hedichoquevale,quevengasapormí.
Elmonstruosequedóparadounosinstantes,luegosoltóunbramidoyempezóa
darle puñetazos a la casa. El tejado se combó y aparecieron grandes grietas en las
paredes.Elaireresonabaconlosbramidosenfurecidosdelmonstruo.
—Gritatodoloquequieras—dijoConorencogiéndosedehombros—,hevisto
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cosaspeores.
El monstruo rugió todavía con más fuerza y metió el brazo por la ventana,
destrozando los cristales, el marco de madera y los ladrillos. Una rama enorme y
nudosaagarróaConorporlacintura,losacódesuhabitaciónylosostuvocontrael
cerco de la luna; apretaba con tal fuerza que casi no podía respirar. Conor vio los
dientesaserradosdemaderadurayrugosaenlabocadelmonstruo,ysintióqueun
alientocálidollegabahastaél.
—Notienesmiedo,¿eh?
—No—dijoConor—.Porlomenos,nodeti.
Elmonstruoentrecerrólosojos.
—Yalotendrás—dijo—.Antesdelfinal.
YloúltimoquerecordóConorfueelrugidodelmonstruocuandoabriólaboca
paracomérselovivo.
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Eldesayuno
—¿Mamá?—dijoConorentrandoenlacocina.
Sabía que no estaría allí, no se oía el agua hirviendo en la tetera, y eso era lo
primeroquehacíasumadre,peroúltimamenteConorlallamabacuandoentrabaen
cualquierhabitacióndelacasa.Talvezsehabíaquedadodormidaenalgúnsitiosin
pretenderlo,yélnoqueríaasustarla.
Pero su madre no estaba en la cocina. Posiblemente seguía en la cama. Lo que
implicaba que Conor tendría que prepararse el desayuno, algo a lo que se había
acostumbradoúltimamente.Bien.Mejorquebien,dehecho,sobretodoesamañana.
Abrió el cubo de la basura y metió bien la bolsa de plástico que llevaba y la
cubrióconmásbasura.
—Ya está —dijo hablando con nadie, y respiró hondo unos instantes. Luego
asintióconlacabezaydijo—:Eldesayuno.
Elpanenlatostadora,loscerealesenunbol,elzumoenunvaso,yyasentadoa
la pequeña mesa de la cocina. Su madre se compraba el pan y los cereales en un
herbolariodelcentro,yConor,afortunadamente,noteníaquecompartirlosconella.
Erandeunsabortantristecomoelaspectoquetenían.
Miró el reloj. Quedaban veinticinco minutos. Ya llevaba puesto el uniforme del
colegio,lamochilacontodolonecesarioparaeldíaloesperabajuntoalapuerta.Se
lohabíapreparadotodoélsolo.
Sehabíasentadodeespaldasalaventanadelacocina,laqueestabaencimadel
fregadero,convistasalpequeñojardíndelapartedeatrásdelacasa,alasvíasdel
treny,másarriba,alaiglesiaconsucementerio.
Ysutejo.
Conor tomó otra cucharada de cereales. El sonido que hacía al masticar era lo
únicoqueseoíaenlacasa.
Habíasidounsueño.¿Quéotracosapodíahabersido?
Esamañanaalabrirlosojos,loprimeroquehizofuemirarlaventana.Todavía
seguíaallí,porsupuesto,sindañoalguno,sinningúnboquete.Puesclaroqueseguía
allí.Solounbebépensaríaquehabíasucedidodeverdad.Solounbebécreeríaqueun
árbol,¡enserio,unárbol!,habíabajadoandandodesdelacolinayhabíaatacadola
casa.
Despuésdeunpoco,porloabsurdoqueera,sehabíalevantadodelacama.
Yhabíasentidouncrujidobajolospies.
Todoelsuelodesuhabitaciónestabacubiertodehojasdetejo,cortasypicudas.
Sellevóalabocaotracucharadadecerealessinmirarbajoningúnconceptoel
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cubodelabasura,dondehabíametidolabolsadeplásticollenadehojasquehabía
barridoesamañananadamáslevantarse.
Había sido una noche ventosa. Estaba claro que se habían metido con el viento
porlaventanaabierta.
Estabaclaro.
Se acabó los cereales y las tostadas, se bebió lo que quedaba del zumo, luego
enjuagólosplatosylosmetióenellavavajillas.Todavíalequedabanveinteminutos.
Decidiósacarlabasura,asícorríamenosriesgos,yllevólabolsaalcontenedorcon
ruedasquehabíafrentealacasa.Comolepillabadepaso,recogióloquehabíapara
reciclar y lo sacó también. Luego puso una lavadora con las sábanas que había
tendidoenlacuerdacuandovolviódelcolegio.
Entróotravezenlacocinaymiróelreloj.
Todavíaquedabandiezminutos.
Seguíasinhaberseñalesde…
—¿Conor?—oyóquedecíanenelpisodearriba.
Soltótodoelaireque,sindarsecuenta,habíaretenidoenlospulmones.
—¿Ya has desayunado? —le preguntó su madre, apoyada contra el quicio de la
puertadelacocina.
—Sí,mamá—dijoConor,mochilaenmano.
—¿Deverdad?
—Quesí,mamá.
Ellalomirónomuyconvencida.Conorentornólosojos.
—Tostadasycerealesyzumo—dijo—.Hemetidolosplatosenellavavajillas.
—Y has sacado la basura —dijo su madre en voz baja al ver lo ordenada que
habíadejadolacocina.
—Tambiénhepuestounalavadora—dijoConor.
—Eresunbuenchico—dijoellay,aunquelesonreía,habíatristezaensuvoz—.
Sientonohabermelevantado.
—Nopasanada.
—Esqueestenuevociclode…
—Nopasanada—dijoConor.
Sumadresequedócallada,peroleseguíasonriendo.Todavíanosehabíaatadoel
pañuelo,yelcráneopeladoparecíademasiadoblando,demasiadofrágilconlaluzde
lamañana,comoeldeunbebé.AConorledolíaelestómagosolodeverlo.
—¿Fuistetúelquehizoruidoanoche?—preguntósumadre.
Conorsequedóhelado.
—¿Cuándo?
—Tuvoqueserpocodespuésdemedianoche—dijoella,arrastrandolospiesalir
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aencenderlatetera—.Penséqueestabasoñandoperojuraríaqueoítuvoz.
—Seguramentehablabaensueños.
—Seguramente—dijosumadreconunbostezo.Tomóunatazadelarepisaque
había al lado de la nevera—. Se me olvidó decirte que tu abuela viene mañana —
añadiósusurrando.
—Jo,mamá.—Conorhundióloshombros.
—Yalosé,peroasínotendrásquehacerteeldesayunocadamañana.
—¿Cadamañana?¿Cuántotiemposevaaquedar?
—Conor…
—Nolanecesitamos…
—Sabescómomepongoconeltratamiento.
—Hastaahoraestábamosbien…
—¡Conor!—zanjósumadre,conuntonotanduroquelosdossesorprendieron.
Trasunlargosilencio,ellavolvióasonreír;parecíamuy,muycansada—.Intentaré
que sea el menor tiempo posible, ¿vale? Sé que no te gusta dejarle tu cuarto, y lo
siento.Nolehabríapedidoquevinierasinohicierafalta,¿deacuerdo?
Conortendríaquedormirenelsofá.Sinembargo,esenoeraelproblema.Nole
gustabacómolehablabasuabuela,igualquesifueraunempleadosuyoqueestuviera
aprueba.Unapruebaqueporsupuestonosuperaría.Además,sumadreyélsiempre
se las habían apañado los dos solos: por muy mal que se sintiera su madre con el
tratamiento,eraelprecioquepagabaparaponersebuena…
—Solo serán un par de noches —dijo su madre, como si le hubiera leído el
pensamiento—.Notepreocupes,¿vale?
Conor pellizcó la cremallera de la mochila e intentó pensar en otras cosas. Y
entonces se acordó de la bolsa llena de hojas que había metido en el cubo de la
basura.Quizáquesuabuelaocuparasucuartonoeralopeorquepodíapasar.
—Esaeslasonrisaqueamímegusta—dijosumadre;cogiólateteracuandoel
agua estuvo caliente y dijo con una mueca fingida de horror—: Me va a traer sus
pelucasviejas,¿telopuedescreer?—Sepasólaotramanoporlacabezapelada—.
VoyaparecerelzombideMargaretThatcher.
—Semehacetarde—dijoConormirandoelreloj.
—Vale,cariño—dijoella,yfuetambaleándosehastadondeélestabaparabesarlo
en la frente—. Eres muy bueno —dijo de nuevo—. Ojalá no tuvieras que ser tan
bueno.
CuandoConorsedisponíaasalir,vioquesumadresellevabalatazadetéhacia
laventanadelacocinaquequedabaencimadelfregaderoy,alabrirlapuertadela
calle,oyóquedecía«Ahíestáeseviejotejo»,comosiestuvierahablandosola.
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Elcolegio
Cuandoselevantó,notóelsabordelasangre.Sehabíamordidoellabiopordentroal
golpearse contra el suelo, y una vez de pie se concentró en ese sabor extraño y
metálico que te daba ganas de escupir nada más sentirlo, como si hubieras comido
algoquenoeracomidaninadaqueselepareciera.
Pero en vez de escupirlo se lo tragó. A Harry y a sus compinches les habría
encantado saber que Conor estaba sangrando. Podía oír a Anton y a Sully riéndose
detrásdeél,ysabíaexactamentelaexpresiónqueHarrytendríaenlacaraaunqueno
pudiera vérsela. Hasta podía adivinar lo que iba a decir a continuación con su voz
tranquilaydivertida,comoimitandoladeesosadultosqueesmejornoencontrarse
nuncaporlacalle.
—Tencuidadoconesosescalones—dijoHarry—,notevayasacaer.
Justo,esomismo.
Nosiemprehabíasidoasí.
Harry era el Rubito de Oro, el mimado de los profesores curso tras curso en el
colegio.Elprimeroenlevantarlamano,eljugadormásrápidoenelcampodefútbol,
peroapartedeeso,eraunniñomásenlaclasedeConor.Nohabíanllegadoaserlo
que se dice amigos (Harry en realidad no tenía amigos, solo seguidores; Anton y
Sully se limitaban a estar siempre detrás de él y a reírle todas las gracias), pero
tampoco habían sido enemigos. Si le hubieran dicho que Harry sabía cómo se
llamabanoselohabríacreído.
Peroenelúltimoañoalgohabíacambiado.HarryempezóafijarseenConor,lo
buscabaconlamirada,loobservabacondivertidaindiferencia.
EstecambionoseprodujocuandoempezótodoconlamadredeConor.No,llegó
mástarde,cuandoempezóatenerlapesadilla,lapesadilladeverdad,noeltontodel
árbol,lapesadilladelosgritosylacaída,lapesadillaquenuncalecontaríaaningún
bichoviviente.CuandoConorempezóateneresapesadilla,Harrysefijóenél,como
silehubieranpuestounaseñalsecretaquesoloélpudieraver.
UnaseñalqueatraíaaHarryigualqueunimánatraeelhierro.
Elprimerdíadelnuevocurso,Harrylepusolazancadillaenelpatiodelcolegio,
yélsecayóalsuelo.
Asíhabíaempezado.
Yasíhabíaseguido.
ConorcontinuódándoleslaespaldamientrasAntonySullysereían.Sepasóla
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lenguapordentrodellabioparaversielcorteeramuyprofundo.Nadaserio.Saldría
vivodeesasiconseguíallegarasuclasesinquepasaranadamás.
Peroentoncespasóalgomás.
—¡Dejadloenpaz!—oyóConor,yseestremecióaloírlo.
SediolavueltayviolacaraenfurecidadeLilyAndrewsaescasoscentímetrosde
ladeHarry,loquesoloconsiguióqueAntonySullyserierantodavíamásfuerte.
—Tucanichehavenidoasalvarte—dijoAnton.
—Solointentoqueseaunaluchajusta—dijoLilyenfurruñada;pormuchoquese
recogieraelpelo,losrizoslequedabantantiesoscomolosdeuncaniche.
—Estássangrando,O’Malley—dijoHarrytranquilamente,sinhacercasodeLily.
Conorsellevólamanoalabocademasiadotardepararetenerunpocodesangre
quelesalíaporlascomisuras.
—¡Su madre la calva tendrá que darle un besito ahí para que se le cure! —dijo
Sullyconuncacareo.
AConorselecontrajoelestómagocomosituvieradentrounaboladefuego,un
sol en miniatura que le quemara las entrañas, pero antes de que tuviera tiempo de
reaccionar,Lilyseleadelantó.Conungritodeindignaciónempujócontraelsetoa
unsorprendidoSully,queperdióelequilibrioycayóalsuelo.
—¡LillianAndrews!—Lavozfatídicaveníadelpatio.
Sequedaronquietos.HastaSully,queintentabalevantarse.LaseñoritaKwan,su
tutora, se acercaba hecha un basilisco, con el ceño más fruncido y temible que le
habíanvistonuncagrabadocomounacicatrizenlacara.
—Hanempezadoellos,seño—dijoLilyyaaladefensiva.
—Nomecuenteshistorias—repusolaseñoritaKwan—.¿Estásbien,Sullivan?
SullyleechóunamiradaaLily,luegopusocaradedolor.
—Nosé,seño.Alomejortengoqueirmeacasa.
—No te pases de listo —dijo la señorita Kwan—. Lillian, a mi despacho ahora
mismo.
—Pero,señorita,seestaban…
—Ahoramismo,Lillian.
—¡SeestabanriendodelamadredeConor!
Se quedaron todos petrificados; el sol ardiente que Conor tenía en el estómago
subió de temperatura, a punto de devorarlo vivo (y le vino a la mente un recuerdo
repentinodelapesadilla,delrugidodelviento,delaoscuridadqueardía).Seloquitó
delacabeza.
—¿Es verdad eso, Conor? —preguntó la señorita Kwan con una cara tan seria
comounsermón.
La sangre que Conor tenía en la lengua le daba arcadas. Miró a Harry y a sus
compinches.AntonySullyparecíanpreocupados,peroHarrylomirabasereno,sin
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inmutarse,comosisintieraverdaderacuriosidadporoírloqueConoribaadecir.
—No,señorita,noesverdad—dijoConortragándoselasangre—.Mecaí.Ellos
estabanayudándomealevantarme.
ALilylecambiólacaraenelacto,llenadesorpresaydolor.Selequedólaboca
abierta,peronoemitióningúnsonido.
—Todosavuestrasclases—dijolaseñoritaKwan—.Todosmenostú,Lillian.
LilyseguíamirandoaConormientraslaseñoritaKwanselallevabadelbrazo,
peroConorapartólamirada.
YsetopóconladeHarry,queletendíalamochila.
—Bienhecho—dijoHarry.
Conoragarrólamochilaconungestobruscoyentróenclase.
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Escribirlavida
«Historias»,pensóConorconunescalofríomientrascaminabahaciasucasa.
Elcolegiohabíaacabadoyélhabíaconseguidoescaparse.HabíaevitadoaHarry
y a los otros durante el resto del día, aunque posiblemente no habían querido
provocarle otro «accidente» tan poco tiempo después de que casi los pillara la
señoritaKwan.TambiénhabíaevitadoaLily,quienvolvióaclaseconlosojosrojose
hinchadosycaradeenfadada.Cuandosonóeltimbredelfinaldelasclases,Conor
saliócorriendo;sentíaqueselecaíadeloshombroselpesodelcolegioydeHarryy
deLilyconcadacallequeloalejabadeallí.
«Historias»,pensóotravez.«Vuestrashistorias—habíadicholaseñoritaMarl—.
No penséis que no habéis vivido lo bastante como para no tener una historia que
contar».
«Escribir la vida», lo había llamado; un trabajo sobre ellos mismos. Su árbol
genealógico,dóndehabíanvivido,losviajesenvacacionesylosrecuerdosfelices.
Cosasimportantesquehubieranpasado.
Conor se cambió la mochila de hombro. Se le ocurrían un par de cosas
importantesquehabíanpasado.Nadaquequisieraescribir,sinembargo.Cuandose
fuesupadre.Cuandoelgatosalióundíadecasaparanoregresarnuncamás.
Latardequesumadreledijoquedebíantener«unapequeñacharla».Arrugóel
gestoysiguiócaminando.
Perotambiénseacordabadeldíaanterioraese.Sumadrelollevóasurestaurante
indiofavoritoyledejópedirtodoelvindalooquequiso.Luegoellaseechóareíry
dijo:«¿Yporquéno,malditasea?»,ypidiómásdelomismoparaella.Empezarona
tirarsepedosyaantesdellegaralcoche.Ydecaminoacasa,apenassipodíanhablar
detantoreírseytirarsepedos.
Conor sonrió. Porque aquello no fue un simple regreso a casa. Fue un viaje
sorpresaalcine,enundíadecolegio,paraverunapelículaqueConoryahabíavisto
cuatrovecesperoquesabíaquesumadrenosoportaba.Ysinembargoallíestaban
los dos, viéndola otra vez hasta el final, riéndose todavía ellos solos, comiendo
palomitasybebiendoCoca-Cola.
Conornoeratonto.Cuandotuvieronla«pequeñacharla»aldíasiguiente,supolo
quesumadrehabíahechoyporquélohabíahecho.Sinembargo,esonolerestaba
nadaalobienqueselohabíanpasadolanocheanterior.Alomuchoquesehabían
reído.Alhechodequetodoleshabíaparecidoposible.Atodolobuenoquepodría
perfectamente haberles sucedido allí mismo y en aquel mismo instante y a lo poco
queesoleshabríasorprendido.
Perotampocopensabaescribirsobreeso.
—¡Oye!—Unavozquelollamabapordetráslehizosoltarungruñido—.¡Oye,
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Conor,espera!
Lily.
—¡Oye!—Loalcanzóyseplantódelantedeélparaquetuvieraquepararsesino
queríaarrollarla.Lilyjadeaba,peroseleveíaenlacaraqueseguíafuriosa—.¿Por
quémehashechoeso?
—Déjameenpaz.—Conorseabriócaminodeunempujón.
—¿PorquénolecontastealaseñoritaKwanloquehabíapasadodeverdad?—
insistióLily,siguiéndolo—.¿Porquédejastequememetieraenproblemas?
—¿Porquétemetistesinoeraasuntotuyo?
—Intentabaayudarte.
—Nonecesitotuayuda.Melasestabaarreglandosolo.
—¡Noescierto!—dijoLily—.Tehabíashechosangre.
—¡Noesasuntotuyo!—Conorsiguiócaminando.
—Estoycastigadatodalasemana—sequejóLily—.Yvanamandarunanotaa
mispadres.
—Noesmiproblema.
—Perotútieneslaculpa.
Conorseparódeprontoysevolvióhaciaella.Teníatalexpresióndeenfadoque
lachicaseechóparaatrás,sorprendida,casicomosituvieramiedo.
—Laculpaestuya—dijo—.Tuyaysolotuya.
Conorsaliódisparadocalleabajo.
—¡Anteséramosamigos!—gritóLilydetrásdeél.
—Antes—dijoConorsindarselavuelta.
Conocía a Lily de toda la vida. O desde que tenía memoria, lo cual venía a ser lo
mismo.
Sus madres ya eran amigas antes de que ellos nacieran, y Lily era como una
hermana que vivía en otra casa, sobre todo cuando una madre o la otra hacían de
canguro. Pero habían sido solo amigos, nada de ese rollo romántico con el que a
vecesseburlabandeellosenelcolegio.Enciertosentido,aConorlecostabamirara
Lilycomoaunachica,oporlomenoscomoalasotraschicasdelcolegio.¿Cómoiba
a mirarla así si los dos habían hecho de ovejitas en el mismo belén cuando tenían
cinco años? ¿Si sabía que no paraba de meterse el dedo en la nariz? ¿Si ella sabía
hastacuándotuvolaluzdelahabitaciónencendidadespuésdequesupadresefuera
decasa?Solohabíasidounaamistad,algodelomásnormal.
Pero entonces sucedió lo de la «pequeña charla» con su madre, y lo que pasó
despuésfuemuysencilloymuyrepentino.
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Nolosabíanadie.
LuegolosupolamadredeLily,comoeranatural.
LuegolosupoLily.
Yluegolosupotodoelmundo.Todoelmundo.Locualcambiólascosasdela
nochealamañana.
YConorjamásseloperdonaría.
Unacallemásyluegootrayallíestabasucasa,pequeñaperosinvecinosaloslados.
Eraloúnicoenloquesumadrehabíainsistidocuandoeldivorcio,enquelacasaera
deellosdos,libredecargas,yquenotendríanquemudarsecuandosupadresefuera
aEstadosUnidosconStephanie,laqueeraahorasumujer.Esofuehaceseisaños,
tantotiempoqueConoryanoseacordabadeloqueerateneraunpadreencasa.
Loquenoqueríadecirquenopensaraenello.
Mirólacolinadetrásdelacasa,elcampanariodelaiglesiaserecortabacontrael
cielo nublado. Y el tejo se cernía sobre el cementerio como un gigante dormido.
Conor se obligó a seguir mirándolo, convenciéndose de que solo era un árbol, un
árbolcomootrocualquieradelosquejalonabanlasvíasdeltren.Unárbol.Noera
másqueeso.Siemprehabíasidoeso.Unárbol.
Unárbolque,mientrasConorlomiraba,levantósucaragigantescaylomiróa
plenaluzdelsol,conlosbrazosextendidosylavozquedecía:Conor…
Conordiounsaltoycasisecayódelaacera;tuvoqueagarrarsealcapódeun
cochequeestabaaparcado.
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Treshistorias
Aquella noche estaba en la cama, completamente despierto, mirando el reloj en la
mesilla.
Habíasidolatardemáslentaqueunopudieraimaginar.Prepararunalasañaque
habíadescongeladodejótanagotadaasumadrequesedurmióaloscincominutosde
queempezaraEastEnders.Conorodiabaesaserie,peroselagrabó,luegoleechóun
edredónporencimaysefuealavarlosplatos.
Elmóvildesumadrehabíasonadounavezsindespertarla.Conorvioqueerala
madredeLilyquienllamabaydejóquesaltaraelbuzóndevoz.Hizolosdeberesen
la mesa de la cocina, pero no hizo la redacción de «Escribir la vida» que había
mandadolaseñoritaMarl.Luegoestuvojugandoeninternetensucuarto,selavólos
dientesyseacostó.Acababadeapagarlaluzcuandosumadreentrócompletamente
adormiladaypidiendoperdón,paradarleunbesodebuenasnoches.
Pocosminutosdespuéslaoyóvomitarenelbaño.
—¿Teayudo?—lepreguntóConordesdelacama.
—No, cariño —dijo ella con voz muy débil—. A estas alturas ya me he
acostumbrado.
Eso era lo malo. Conor también se había acostumbrado. Los peores días eran
siempre el segundo y el tercero después del tratamiento, los días en los que estaba
máscansada,cuandovomitabamás.Sehabíaconvertidoyaenalgocasinormal.
Losvómitospararonpasadosunosminutos.Oyóquesumadreapagabalaluzdel
bañoycerrabalapuertadesucuarto.
Esohabíasidohacíadoshoras.Llevabadespiertodesdeentonces,esperando.
Pero¿esperandoqué?
El reloj de la mesilla marcó las 00.05. Luego las 00.06. Miró la ventana de su
cuarto,cerradaacalycantoaunquelanochetodavíaeracálida.Elrelojdiolas00.07.
Selevantó,fuehastalaventanaymirófuera.
Elmonstruoestabaensujardín,mirándolofijamente.
—Ábreme—dijoelmonstruo;suvozsonóclara,comosilaventananomediara
entrelosdos—.Quierohablarcontigo.
—Sí,claro—dijoConorsinlevantarlavoz—.Esoesloquesiemprequierenlos
monstruos.Hablar.
Elmonstruosonrió.Dabapánicoverlo.
—Sitengoquedestrozarlaventana,loharéencantado.
Levantóunpuñodemaderallenodenudosconlaintencióndeatravesarlapared
delahabitación.
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—¡No!—gritóConor—.Noquieroquedespiertesamimadre.
—Entonces sal —dijo el monstruo y, aun estando dentro de su habitación, a
Conorselellenólanarizdeunolorhúmedoatierrayamaderayasavia.
—¿Quéquieresdemí?
—Noesloqueyoquieradeti,ConorO’Malley.—Elmonstruopególacaraala
ventana—.Esloquetúquieresdemí.
—Yonoquieronadadeti—replicóConor.
—Todavíano—dijoelmonstruo—.Peroyaloquerrás.
«Es solo un sueño», se dijo Conor, en el jardín trasero de su casa, mirando hacia
arriba la silueta del monstruo recortada contra la luna. No se acababa de creer que
hubiera bajado la escalera de puntillas, hubiera abierto la puerta de atrás y hubiera
salido.
Seguía sintiéndose tranquilo. Lo cual era extraño. Esa pesadilla (porque seguro
queeraunapesadilla,pordescontadoqueloera)eratandistintaalaotra…
Paraempezarnohabíaterror,nipánico,nioscuridad.
Ysinembargoallíestabaelmonstruo,tanclarocomolanochemásclara,diezo
quincemetrosporencimadeél,respirandopesadamenteenelairedelanoche.
—Essolounsueño—dijootravez.
—Pero¿quéesunsueño,ConorO’Malley?—Elmonstruobajólacabezahastala
caradeConor—.¿Quiéndicequenoestodolodemásloqueesunsueño?
Cadavezqueelmonstruosemovía,Conoroíaelcrujidodelamadera,comoun
quejidodesucuerpogigantesco.Veíalafuerzadesusbrazos,enormescordadasde
ramasqueseretorcíandandoformaalosmúsculosdelárbol,unidosalenormetronco
que era el pecho, todo coronado por una cabeza y unos dientes que podría hacerlo
trizasdeunmordisco.
—¿Quéeres?—preguntóConorabrazándoseelcuerpoconfuerza.
—Nosoyun«qué»—refunfuñóelmonstruo—.Soyun«quién».
—¿Quiéneresentonces?
Elmonstruoabriómucholosojos.
—¿Quequiénsoy?—dijo,yluegogritó—.¿Quequiénsoy?
Parecíaqueelmonstruoseguíacreciendo,cadavezeramásaltoymásancho.Un
viento súbito los rodeó, y el monstruo abrió los brazos tanto que parecía que le
llegaban a horizontes opuestos, tanto que parecían lo bastante grandes como para
abarcarelmundo.
—¡Hetenidotantosnombrescomoañostieneeltiempo!—dijoconunrugido—.
¡SoyHerneelCazador!¡SoyCernunnos!¡SoyeleternoHombreVerde!
Elmonstruobajóunodelosbrazos,atrapóaConoryloelevóenelaire;elviento
se arremolinó en torno a ellos haciendo que las hojas que formaban la piel del
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monstruoseagitaranairadamente.
—¿Que quién soy? —rugió de nuevo—. ¡Soy la espina dorsal que sostiene las
montañas! ¡Soy las lágrimas que lloran los ríos! ¡Soy los pulmones que respiran el
viento!¡Soyelloboquemataalgranciervo,elgavilánquemataalratón,laaraña
quemataalamosca!¡Soyelgranciervo,elratón,lamoscaquesoncomidos!¡Soyla
serpientedelmundoquesedevoralacola!¡Soytodoloquenoestádomesticadoyno
sepuededomesticar!—AcercóaConorunodesusojos—.Soyestatierrasalvaje,y
hevenidoaporti,ConorO’Malley.
—Parecesunárbol.
ElmonstruoloapretóhastaqueConorempezóagritar.
—Noechoaandartodoslosdías,muchacho,solocuandoescuestióndevidao
muerte.Yesperoquesemeescuche.
ElmonstruoaflojólapresiónyConorpudorespirardenuevo.
—Vale,¿yquéquieresdemí?
Elmonstruoesbozóunasonrisadiabólica.Elvientoseaplacóysucediólacalma.
—Porfin—dijo—.Larazónporlaqueheechadoaandar.
Conorsepusotenso,deprontoteníamiedo.
—Estoesloquepasará,ConorO’Malley—continuóelmonstruo—:Vendréati
denuevootrasnochesy…—Conorsintióqueseleencogíaelestómago,comosise
estuvierapreparandopararecibirungolpe—tecontarétreshistorias.Treshistorias
deotrasvecesenlasquetuvequeecharaandar.
Conorpestañeó.Luegovolvióapestañear.
—¿Mevasacontarhistorias?
—Asíes—dijoelmonstruo.
—Bueno…—Conormiróaunladoyaotrosindarcrédito—.¿Yquéclasede
pesadillaesesa?
—Las historias son lo más salvaje de todo —tronó la voz del monstruo—. Las
historiaspersiguenymuerdenycazan.
—Esodicensiemprelosprofesores—dijoConor—.Ytampocoloscreenadie.
—Ycuandoyohayaterminadomistreshistorias—continuóelmonstruo,como
siConornohubierahablado—,túmecontarásamíunacuarta.
Conorserevolvióenlamanodelmonstruo.
—Nosemedanbienlashistorias.
—Túmecontarásamíunacuarta—repitióelmonstruo—,yserálaverdad.
—¿Laverdad?
—Nounaverdadcualquiera.Tuverdad.
—Vale—dijoConor—,perodijistequeantesdelfinalpasaríamiedo,yesonoda
nadademiedo.
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—Sabesquenoescierto—dijoelmonstruo—.Sabesquetuverdad,esaverdad
queescondes,ConorO’Malley,esloquemásmiedotedaenelmundo.
Conor dejó de revolverse. No se referiría a… No podía ser que se estuviera
refiriendoa…Nopodíaserquesupieraeso.
No.¡No!Nolecontaríanuncaanadieloquepasabaenlapesadilladeverdad.Ni
enunmillóndeaños.
—Melacontarás—dijoelmonstruo—.Puesesaeslarazónporlaquemehas
llamado.
Conorsesintiótodavíamásconfundido.
—¿Queyotehellamado?Yonotellamé…
—Mecontaráslacuartahistoria.Mecontaráslaverdad.
—Ysinotelacuento¿qué?—dijoConor.
Elmonstruovolvióaesbozarsusonrisadiabólica.
—Entoncestecomerévivo.—Yabriólabocahastaloindescriptible,tantoque
podríacomerseelmundoentero,tantoquepodríahacerqueConordesaparecierapara
siempre…
Conorsesentóenlacamaydioungrito.
Sucama.Estabaotravezahí.Eraunsueño,claro.Porsupuestoqueeraunsueño.
Otravez.Suspiróenfadadoysefrotólosojos.¿Cómoibaadescansarconsueñostan
agotadores?
Iría a por un vaso de agua, pensó mientras retiraba las mantas. Se levantaría y
empezaríaesanochedesdeelprincipio,olvidándosedeesesueñoquenoteníanipies
nicabe…Algocrujióbajosuspies.
Encendiólalámpara.Elsueloestaballenodebayasdetejo,rojasyvenenosas.Y
laventanaestabacerradaacalycanto.
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Laabuela
—¿Estássiendobuenoconmamá?
LaabuelalepellizcólasmejillascontantafuerzaqueConorhabríajuradoquele
habíahechosangre.
—Se está portando muy bien —dijo la madre de Conor; llevaba su pañuelo
favoritoatadoalrededordelacabeza—.Asíquenohacefaltaquelehagasdaño.
—Bobadas —dijo la abuela dándole dos cachetes juguetones que le dolieron
bastante—.¿Porquénovasyponeslateteraahervirparamíyparamamá?—Tal
comolodijonoparecíaunapregunta.
Mientras Conor salía de la habitación con gesto de alivio, su abuela se puso en
jarrasymiróasumadre.
—Y ahora, querida —la oyó decir Conor cuando entraba en la cocina—, ¿qué
vamosahacercontigo?
Suabuelanoeracomootrasabuelas.ÉlhabíavistoalaabueladeLilymuchasveces,
yeracomosesuponequeteníanquesertodaslasabuelas:llenadearrugasysiempre
sonriente, con el pelo blanco y todo lo demás. Cuando cocinaba ponía a cada uno,
como guarnición, sus tres clases de verduras cocidas durante una eternidad, y en
Navidad le daba la risa tonta con una copita de jerez y una corona de papel en la
cabeza.
LaabueladeConorllevabapantalones,seteñíaelpeloydecíacosassinsentido
como«Lossesentadeahorasonloscincuentadeantes»o«Aloscochesclásicoshay
que darles la cera más cara». A saber lo que significaba eso… Mandaba las
felicitacionesdecumpleañosporcorreoelectrónico,discutíaconloscamarerosporel
vinoytodavíatrabajaba.Sucasaestaballenadeantiguallasquevalíanunafortunay
quenotedejabatocar,comounrelojalquenilaseñoradelalimpiezapodíaquitarle
elpolvo.Yesaeraotra.¿Cuántasabuelasteníanseñoradelalimpieza?
—Con doble de azúcar y sin leche —dijo desde el salón mientras Conor
preparabaelté.Comosinolosupieradespuésdelasmilesdevecesquehabíaidoa
visitarlos.
—Gracias,muchachito—dijosuabuelacuandoConorentróconelté.
—Gracias, cariño —dijo su madre con una sonrisa que la abuela no vio, como
invitándoloaqueseunieraaellacontrasumadre.Conornopudoevitarsonreírun
poco.
—¿Yquétalhoyenelcolegio,jovencito?
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—Bien—respondióConor.
Laverdaderaquenohabíaidobien.Lilyestabatodavíaqueechabahumo;Harry
lehabíametidoenlamochilaunrotuladorgordosincapuchón,ylaseñoritaKwanlo
habíallevadoaparteparapreguntarle,muyseria,«cómoloestaballevando».
—¿Sabes?—Suabueladejólatazadetésobrelamesa—.Aapenasunoscientos
de metros de mi casa hay un colegio privado para chicos fabuloso. Me he estado
informando,yelnivelacadémicoesbastantealto,muchomásqueenelinstituto,eso
seguro.
Conorlamirófijamente.Esaeralaotrarazónporlaquenolegustabanlasvisitas
desuabuela.Loqueacababadedecireraloquediríaunesnobsobreelcolegiodel
barrio.
O podía ser algo más. Podría ser una insinuación sobre un futuro posible. Un
posibledespués.
Conorsintióquelarabialesubíaporlabocadelestómago…
—Estáfelizdondeestá,mamá—dijoenseguidasumadre—.¿Aquesí,Conor?
Conorapretólosdientesyrespondió:
—Estoybiendondeestoy.
Lacenafuecomidachinaparallevar.LaabueladeConornoeramuydecocinar.Eso
era cierto. Siempre que Conor se quedaba con ella, en la nevera había poca cosa
aparte de un huevo y medio aguacate. Su madre estaba todavía demasiado cansada
paraponerseacocinary,aunqueConorpodíahaberpreparadoalgo,asuabuelanise
lepasóporlacabezaesaposibilidad.
Le habían dejado recoger, eso sí, y estaba metiendo los envoltorios de papel de
plataencimadelabolsaconlasbayasvenenosasquehabíaescondidoenelcubode
labasuracuandosuabuelaentróenlacocina.
—Túyyotenemosquehablar,muchachito.
—Tengonombre,¿sabes?Ynoes«muchachito».
—Noseasdescarado—dijosuabuela.Seguíaallídepie,conlosbrazoscruzados.
Lamiróunosinstantes.Ellaledevolviólamirada.Luegochasqueólalengua—.No
soytuenemiga,Conor.Estoyaquíparaayudaratumadre.
—Séporquéestásaquí—dijoél,ytomóunpañoparalimpiarunaencimeraque
yaestabalimpiadesobra.
Suabueladiounpasoadelanteylequitóelpaño.
—Estoy aquí porque los chicos de trece años no deberían ponerse a limpiar la
cocinasinqueselomanden.
—¿Ibasahacerlotúsino?
—Conor…
—Vetedeaquí—dijoConor—.Nonoshacesningunafalta.
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—Conor —dijo ella con mayor firmeza—, tenemos que hablar de lo que va a
pasar.
—No tenemos que hablar de nada. Siempre empeora después del tratamiento.
Mañanaestarámejor.—Lelanzóunamiradadesafiante—.Yentoncespodrásirtea
tucasa.
Suabuelamiróaltechoysoltóunsuspiro.Luegosefrotólacaraconlasmanos,y
Conor se sorprendió al ver que estaba enfadada, pero enfadada de verdad. Aunque
quizánoconél.
Sacóotropañoyempezóapasarlodenuevoporlaencimera,paranotenerque
mirarla.Pasóelpañoportodalasuperficiehastallegaralfregaderoymirósindarse
cuentaporlaventana.
Elmonstruoestabaeneljardíndelapartedeatrásdelacasa,tangrandecomoel
solqueyaseponía.MirabaaConor.
—Mañanapareceráqueestámejor—dijosuabuela,convozmásronca—,pero
noloestará,Conor.
Ahínoteníarazón.Conorsediolavueltayvolvióamirarla.
—Eltratamientohacequesepongabuena.Poresova.
Suabuelaselimitóamirarlofijamenteunosinstantes,comosituvieraquetomar
unadecisión.
—Tienes que hablar de esto con ella, Conor —dijo por fin. Luego, como si
hablaraconsigomismaañadió—:Ellatienequehablardeestocontigo.
—¿Hablarconmigodequé?—preguntóConor.
Suabuelasecruzódebrazos.
—Devenirteavivirconmigo.
Conor frunció el ceño, y por un segundo pareció que la estancia se quedaba a
oscuras,porunsegundofuecomosilacasatemblaradearribaabajo,porunsegundo
Conorsintióquepodíahundirlamanoyarrancarelsuelodecuajodelatierraoscura
ypalpitante…
Parpadeó.Suabuelatodavíaesperabaunarespuesta.
—Nopiensoirmeavivircontigo.
—Conor…
—Nopiensoirmeavivircontigonunca.
—Síquevendrás—dijoella—.Sintiéndolomucho,tendrásquevenir.Séqueella
intentaprotegerte,perodebessaberquecuandotodoestohayaacabado,tendrásun
hogar,muchachito.Conalguienquetequerráycuidarádeti.
—Cuando todo esto haya acabado —dijo Conor, con voz furiosa—, tú te irás y
nosotrosestaremosbien.
—Conor…
Yentoncesoyeronlavozqueveníadelsalón.
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—Mamá…Mamá…
SuabuelasaliódelacocinatandeprisaqueConordiounsaltodelsusto.Oyóque
su madre tosía y que su abuela le decía «Tranquila, cariño, tranquila, chist, chist,
chist».Miróporlaventanadelacocinadecaminohaciaelsalón.
Elmonstruohabíadesaparecido.
Su abuela estaba en el sofá, abrazando a su madre, acariciándole la espalda
mientrasellavomitabaenunapalanganaqueteníansiempreamanoporsiacaso.
Su abuela lo miraba; tenía una expresión dura y decidida y completamente
indescifrable.
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Lashistoriassoncriaturassalvajes
Lacasaestabaaoscuras.Suabuelahabíalogradoporfinllevarasumadrehastala
camayluegohabíaidoaacostarsealahabitacióndeConor;habíacerradolapuertay
nolehabíapreguntadosiqueríacogeralgodesudormitorio.
Conorestabaechadoenelsofá,despierto.Leparecíaqueleibaaserimposible
conciliarelsueñodespuésdelascosasquehabíadichosuabuelaydeverlomalque
se había puesto su madre aquella noche. Habían pasado ya tres días desde el
tratamiento,másomenosloquesolíatardarenrecuperarse,peroseguíavomitando,
seguíacansada,másqueotrasveces…
Apartóaquellospensamientosdesucabeza,perovolvieronytuvoqueapartarlos
otra vez. Al final debió de quedarse dormido, pero solo supo que estaba dormido
cuandovinolapesadilla.
Elárbolno.Lapesadilla.
Conelrugirdelvientoyeltemblordelatierraylasmanosqueélsujetababien
fuerteperoquealfinalresbalaban,conConorhaciendotodalafuerzaquepodíapero
sin que eso fuera suficiente, con las manos que se soltaban, con la caída, con los
gritos…
—¡No!—gritóConor,yelpánicolosiguióhastaquedespertó,oprimiéndoleel
pechotanfuertequeapenaspodíarespirar,presionándolelagarganta,llenándolelos
ojosdelágrimas.
—No—dijootravez,envozbaja.
Lacasaestabaensilencioyaoscuras.Aguzóeloídouninstante,peronoseoía
nada,ningúnruidodesumadreodesuabuela.Entreabriólosojosenlaoscuridady
miróelrelojdelreproductordeDVD.
Las00.07.Puesclaro.
Aguzómáseloídointentandodesentrañarelsilencio.Peronopasónada.Nooyó
sunombre,nooyóelcrujidodelamadera.
Quizáesanochenoviniera.
Las00.08,marcabaelreloj.
Las00.09.
Unpocoenfadado,Conorselevantóyfuealacocina.Miróporlaventana.
Elmonstruoestabaeneljardíndelapartedeatrás.
—¿Porquéhastardadotanto?—preguntó.
—Eshoradequetecuentelaprimerahistoria.
Conornosemoviódelasilladejardínenlaquesehabíasentadonadamássalir
fuera. Tenía las piernas flexionadas contra el pecho y la cara apretada contra las
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rodillas.
—¿Meestásescuchando?—preguntóelmonstruo.
—No—dijoConor.
Sintiócómoelairesearremolinabaotravezasualrededor.
—¡Puesescúchame!—gritóelmonstruo—.Hevividotantocomoestatierrayme
vasaprestarelrespetoquemeesdebido…
Conorselevantóysedirigióhacialapuertadelacocina.
—¿Adóndecreesquevas?—quisosaberelmonstruo.
Conor se dio la vuelta, y había tanta ira en su cara, tanto dolor, que hasta el
monstruosepusoderecho,ylevantólascejas,enormesyboscosas,conungestode
sorpresa.
—¿Quésabrástú?—leespetóConor—.¿Quésabrástúdenada?
—Sédeti,ConorO’Malley—dijoelmonstruo.
—No —repuso Conor—. Si supieras de mí, sabrías que no tengo tiempo para
escuchar historias estúpidas y aburridas de un árbol estúpido y aburrido que ni
siquieraesreal…
—Vaya—dijoelmonstruo—.¿Acasosoñastelasbayasquehabíaenelsuelode
tuhabitación?
—¿Yaquiénleimportasilassoñéono?—gritóConor—.Sonsolounasbayas
estúpidas.Uhhh,¡quémiedo!Oh,porfavor,porfavor,¡sálvamedelasbayas!
Elmonstruolomiróinquisitivamente.
—Quéraro—dijo—.Tuspalabrasmedicenquetedanmiedolasbayas,perotus
actosparecequediganotracosa.
—¿Eres tan viejo como el mundo y nunca has oído hablar del sarcasmo? —
preguntóConor.
—Ah,sí,heoídohablardeello.—Elmonstruopusolasenormesramasdesus
manos en las caderas—. Pero la gente, por lo general, se cuida mucho de usarlo
conmigo.
—¿Nopuedesdejarmeenpaz?
Elmonstruomeneólacabeza,peronocomorespuestaalapreguntadeConor.
—Esextraño—dijo—.Hagaloquehaganotedoymiedo.
—Soloeresunárbol—dijoConor.Aunquecaminaseyhablara,aunquefueramás
grandequesucasayselopudieratragardeunbocado,elmonstruonoeramásque
untejo.Lecrecíanbayashastaenlasramasdeloscodos.
—Tienescosaspeoresquetemer—dijoelmonstruo,peronocomounapregunta.
Conor miró al suelo, luego a la luna, a cualquier parte menos a los ojos del
monstruo.Lasensacióndelapesadillacrecíadentrodeél,lovolvíatodooscuridad,
hacía que todo pareciera pesado e imposible, como si le hubieran pedido que
levantaraunamontañaconlasmanosonolodejaríanmarcharse.
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—Pensé…—dijo—.Tevimirándomeantes,cuandoestabapeleándomeconmi
abuela,ypensé…
—¿Quépensaste?—preguntóelmonstruo.
—Olvídalo.—Conorsediolavueltaparaentrarenlacasa.
—Pensastequequizáestabaaquíparaayudarte—dijoelmonstruo.
Conorsequedóparado.
—Pensastequequizáhabíavenidoaderrocaratusenemigos.Adarmuerteatus
dragones.
Conorseguíasinvolverse,aunquetampocoentróenlacasa.
—Sentistequeesaeralarazóncuandotedijequetúmehabíasllamado,quetú
eraselmotivoporelquehabíavenidoandandohastaaquí.¿Aquesí?
Conorsediolavuelta.
—Perotúsoloquierescontarmehistorias—dijoconunanotadedesencantoenla
voz.
El monstruo se puso de rodillas para que su cara quedase a la altura de la de
Conor.
—Historiasdecómoderroquéaenemigos—dijo—.Historiasdecómodimuerte
adragones.
Conorparpadeóantelamiradadelmonstruo.
—Las historias son criaturas salvajes —dijo el monstruo—. Cuando las sueltas,
¿quiénsabelosdesastresquepuedencausar?
ElmonstruomirólaventanadelahabitacióndeConor.Lahabitaciónenlaque
dormíasuabuela.
—Déjame que te cuente una historia de cuando eché a andar. Déjame que te
cuenteelfinalquetuvounareinamalvadaycómomeencarguédequedesapareciera
delafazdelatierra.
Conortragósalivaymiróalmonstruoalacara.
—Adelante—dijo.
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Laprimerahistoria
—Hacemuchotiempo—dijoelmonstruo—,antesdequetodoestofueraunaciudad
concarreterasytrenesycoches,eraunlugarllenodevegetación.Losárbolescubrían
lascolinasycrecíanbordeandolossenderos.Dabansombraalosarroyosyprotegían
lascasas,puestambiénentonceshabíacasas,hechasdepiedraytierra.
»Estoeraunreino.
—¿Qué?—dijoConor,recorriendoconlamiradatodosujardín—.¿Aquí?
Elmonstruolomiróconcuriosidadyladeólacabeza.
—¿Nuncahabíasoídohablardeél?
—Deunreinoporaquí,no—dijoConor—.NisiquieratenemosunMcDonald’s.
—Y sin embargo —continuó el monstruo— era un reino, pequeño pero feliz,
porque el rey era un rey justo, un hombre que había alcanzado la sabiduría tras
muchas dificultades. Su mujer le había dado cuatro robustos hijos varones, pero
mientrasestuvoeneltronosevioobligadoalucharenmuchasbatallasparapreservar
lapazdesureino.Batallascontragigantesydragones,batallascontralobosnegros
deojosrojos,batallascontraejércitosdehombresdirigidosporgrandesmagos.
»Estasbatallasaseguraronloslímitesdelreinoytrajeronlapazasustierras.Pero
la victoria tuvo un precio. Uno tras otro los cuatro hijos del rey murieron en la
contienda.Bajoelfuegodeundragónoamanosdeungiganteoentrelosdientesde
un lobo o atravesado por la lanza de un hombre. Uno tras otro cayeron los cuatro
príncipesdelreino,dejandoalreyunúnicoheredero.Sunietoreciénnacido.
—Todoestosuenaacuentodehadas—dijoConorcondesconfianza.
—Nodiríasesosioyeraslosalaridosdeunhombreatravesadoporunalanza—
dijo el monstruo—. O sus gritos de terror mientras lo despedazaban los lobos. Y
ahoraestatecallado.
»Alpocotiempolamujerdelreymuriódepena,ytambiénlamadredeljoven
príncipe.Todoloquelequedóalreyporcompañíafueelniñoymástristezadela
queunhombrepuedesoportarsolo.
«Tengoquevolveracasarme»,decidióelrey.«Porelbiendemipríncipeydemi
reino,aunquenolohagapormí».
»Asíqueelreyvolvióacasarse,ylohizoconunaprincesadeunreinovecino,un
matrimonio de conveniencia que hizo más fuertes ambos reinos. Ella era joven y
bella y, aunque puede que fuera de facciones un poco duras y de lengua un poco
afilada,parecíaquehacíafelizalrey.
»Pasóeltiempo.Eljovenpríncipecrecióhastaconvertirsecasienunhombre,le
faltaban apenas dos años para cumplir los dieciocho que le permitirían ascender al
tronoalamuertedelviejorey.Fuerondíasfelicesparaelreino.Sehabíanacabado
las batallas, y el futuro parecía asegurado en las manos del aguerrido y joven
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príncipe.
»Peroundíaelreycayóenfermo.Seextendióelrumordequesujovenesposalo
había envenenado. Se contaban historias de que la nueva reina había utilizado
conjurosdemagianegraparaparecermásjovendeloqueenrealidaderaydeque
bajo esa cara jovial se escondía el ceño torvo de una vieja arpía. Todos estaban
segurosdequehabíasidoellalaquehabíaenvenenadoalrey,peroélsuplicóasus
súbditoshastasupostreralientoquenolaculparan.
»Y así murió, un año antes de que su nieto tuviera edad para subir al trono. La
reina,suabuelastra,seconvirtióenregenteensulugar:todoslosasuntosdeEstado
quedaríanasucargohastaqueelpríncipetuvieraedadparareemplazarla.
»Alprincipio,parasorpresademuchos,gobernóbien.Susemblante,pesealos
rumores, era joven y grato, y se esforzaba por seguir rigiendo a la manera del rey
muerto.
»Elpríncipe,entretanto,sehabíaenamorado.
—Lo sabía —refunfuñó Conor—. En este tipo de historias siempre sale un
príncipeestúpidoqueseenamora.—Empezóacaminarhacialacasa—.Yocreíaque
ibaaserunabuenahistoria.
Con un rápido movimiento, el monstruo agarró a Conor de los tobillos con una
manolargaygrandeylolevantóbocaabajo,dejándolosuspendidoenelairedetal
manera que se le bajó la camiseta y los latidos del corazón le retumbaban en la
cabeza.
—Como estaba diciendo —continuó el monstruo—, el príncipe se había
enamorado. Ella no era más que la hija de un granjero, pero era muy hermosa, y
también inteligente, como tienen que ser las hijas de los granjeros, pues llevar una
granja es un asunto muy complicado. Todo el reino veía con buenos ojos aquella
boda.
»Peronolareina.Habíadisfrutadodesutiempoderegenteysentíaunaextraña
renuenciaadejarlo.Empezóapensarquequizáfueramejorquelacoronasequedara
enlafamilia,queelreinologobernaranpersonaslosuficientementesabias,¿yqué
mejorsoluciónqueelpríncipesecasaraconella?
—¡Quéasco!—dijoConor,todavíacolgandobocaabajo—.¡Erasuabuela!
—Suabuelastra—lecorrigióelmonstruo—.Noeranparientesdesangre,ypara
elcasoellaeratambiénunamujerjoven.
—Esonoestábien…—dijoConormeneandolacabeza,conelpelooscilandoen
elaire.Luegohizounapausa—.¿Podríasbajarme?
Elmonstruolodejóenelsueloysiguióconlahistoria.
—Alpríncipetampocoleparecíabiencasarseconlareina.Dijoquesemataría
antesquehaceralgoasí.Juróquehuiríaconlahermosahijadelgranjeroyqueeldía
enquecumplieradieciochoañosvolveríaparaliberarasupueblodelatiraníadela
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reina.Asíqueunanochesalieronatodogalope,parandosoloparadormiralasombra
deuntejogigantesco.
—¿Tú?—preguntóConor.
—Yo—dijoelmonstruo—.Aunqueenrealidadessolounapartedemí.Puedo
tomarcualquierformadecualquiertamaño,peroladeltejoesdelomáscómoda.
El príncipe y la hija del granjero se abrazaron bajo la creciente aurora. Habían
jurado ser castos hasta que pudieran casarse en el futuro reino, pero la pasión los
pudoyalpocotiempodormíandesnudosunoenlosbrazosdelotro.
Durmierontodoeldíaalasombrademisramasysobrevinootravezlanoche.El
príncipesedespertó.«Levántate,amadamía»,lesusurróalahijadelgranjero,«pues
debemoscabalgarhaciaesedíaenqueseremosesposoyesposa».
»Pero su amada no despertó. La movió de lado y cuando el cuerpo de la joven
volvióacaerporsupropiopeso,elpríncipeviobajolaluzdelalunalasangreque
manchabaelsuelo.
—¿Sangre?—dijoConor,peroelmonstruosiguióhablando.
—Elpríncipetambiénteníasangreenlasmanos,yviouncuchilloensangrentado
en la hierba, junto a ellos, apoyado contra las raíces del árbol. Alguien había
asesinado a su amada y lo había dispuesto todo de tal modo que parecía que el
príncipeeraquienhabíacometidoelcrimen.
«¡Lareina!»,gritóelpríncipe.«¡Lareinaeslaresponsabledeestatraición!».
A lo lejos oyó que se acercaba gente del lugar. Si lo hallaban allí, verían el
cuchilloylasangre,yloacusaríandeasesinato.Loejecutaríanporesecrimen.
—Ylareinapodríagobernarsinobstáculoalguno—dijoConorconunamueca
deasco—.Esperoqueestahistoriaacabeconquetúlearrancaslacabeza.
—El príncipe no tenía adónde huir. Habían espantado a su caballo mientras él
dormía.Eltejoerasuúnicocobijo.
Ytambiénelúnicositioalquepodíadirigirseparabuscarayuda.
Ahorabien,elmundoeramásjovenentonces.Labarreraentrelascosaseramás
fina,másfácildeatravesar.Elpríncipelosabía.Ylevantólacabezahaciaelgrantejo
ylehabló.
Elmonstruohizounapausa.
—¿Quédijo?—preguntóConor.
—Dijo lo bastante como para que yo echara a andar —explicó el monstruo—.
Reconozcolainjusticianadamásverla.
El príncipe echó a correr hacia los lugareños que se acercaban. «¡La reina ha
asesinadoamiprometida!»,gritaba.«¡Hayquedeteneralareina!».
Losrumoressobrelabrujeríadelareinallevabanyabastantetiempocirculando,
yelpríncipeeratanamadoporelpuebloquelescostómuypocoverlaobviaverdad.
MenoslescostótodavíacuandovieronaaquelenormeHombreVerde,tanaltocomo
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unamontaña,caminandodetrásdelpríncipe,pidiendovenganza.
Conorvolvióamirarlosgigantescosbrazosypiernasdelmonstruo,labocallena
de dientes aserrados, toda su abrumadora monstruosidad. Imaginó lo que debió de
pensarlareinacuandolovioacercarse.
Sonrió.
—Lossúbditosirrumpieronenelcastillodelareinacontantafuriaquetemblaron
hasta los cimientos. Cayeron las fortificaciones y los techos se vinieron abajo, y
cuandohallaronalareinaensusaposentos,lamuchedumbrelaagarróyselallevóa
rastrashastaunapiraparaquemarlavivaallímismo.
—Bien hecho —dijo Conor con una sonrisa—. Se lo merecía. —Miró hacia la
ventana de su habitación, donde dormía su abuela—. Supongo que a mí no puedes
ayudarmeconella,¿no?—preguntó—.Noesquequieraquelaquemenvivaninada
parecido,peroalomejorunpocode…
—Lahistoria—dijoelmonstruo—nohaacabadotodavía.
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Elrestodelaprimerahistoria
—¿No?—preguntóConor—.Perosilareinafuederrocada…
—Lofue—dijoelmonstruo—.Peronopormí.
Conor,confuso,titubeó.
—Dijistequetehabíasaseguradodequenoselavolvieraaverjamás.
—Y en efecto, eso hice. Cuando los lugareños prendieron fuego a la pira para
quemarlaviva,yolacogíylasalvé.
—¿Quehicistequé?—dijoConor.
—La tomé entre mis manos y me la llevé allí donde los lugareños no pudieran
encontrarlanunca,másalláinclusodelosconfinesdelreinoenelquehabíanacido,a
unpuebloalladodelmar.Yallíladejéparaquevivieraenpaz.
Conor, atónito, se puso de pie y elevó la voz sin dar crédito a lo que estaba
oyendo.
—¡Peroellaasesinóalahijadelgranjero!—gritó—.¿Cómopudistesalvarauna
asesina?
Entoncessucaraadoptóunaexpresiónsombríaydiounpasoatrás.
—Síqueesverdadqueeresunmonstruo.
—Enningúnmomentohedichoquefueraellalaquematóalahijadelgranjero
—dijoelmonstruo—.Loúnicoquehedichoesqueelpríncipedijoquehabíasido
ella.
Conorparpadeó.Luegosecruzódebrazos.
—¿Yquiénlamatóentonces?
El monstruo abrió sus enormes manos y se levantó una brisa que trajo consigo
unaneblina.LacasadeConorseguíaallí,perolaneblinacubrióeljardíndelaparte
deatrás,sustituyéndoloporuncampoconuntejogiganteenelcentroyunhombrey
unamujerdurmiendojuntoasusraíces.
—Después de haber hecho el amor —dijo el monstruo—, el príncipe siguió
despierto.
Conor vio que el joven príncipe se levantaba y miraba a sus pies a la hija del
granjero;tambiénaConorlajovenleparecióunabelleza.Elpríncipelamiróunos
instantes,luegoseenvolvióconunamantayfuehastasucaballo.Elpríncipetomó
algodelasalforjas,luegodesatóelcaballo,logolpeóconfuerzaenlasancasydejó
que se alejara al galope. El príncipe sostuvo en alto lo que había sacado de las
alforjas.
Uncuchilloquebrillabaalaluzdelaluna.
—¡No!—gritóConor.
Elmonstruocerrólasmanosylaniebladescendióotravezmientraselpríncipese
acercabacuchilloenmanoalahijadelgranjero,queseguíadurmiendo.
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—¡Túdijistequesesorprendióalverqueellanodespertaba!
—Después de matar a la hija del granjero —dijo el monstruo—, el príncipe se
echójuntoaellaysedurmióotravez.Cuandodespertó,representóunapantomima,
nofueraaserquealguienloestuvieraviendo.Perotesorprenderásaberquetambién
lo hizo para él mismo. —Las ramas del monstruo crujieron—. A veces la gente
necesitamentirseasímismamásqueningunaotracosa.
—¡Túdijistequefueabuscarayuda!¡Yquetúloayudaste!
—Solodijequemecontólobastantecomoparaqueyoecharaaandar.
Conor miró con los ojos muy abiertos primero al monstruo y luego a su jardín,
queempezabaaemergerdelosúltimosflecosdeneblina.
—¿Quétecontó?—preguntó.
—Mecontóquelohabíahechoporelbiendesureino.Quelanuevareinaerade
hechounabruja,quesuabueloyalosospechabacuandosecasóconella,peroquelo
pasóporaltodebidoasubelleza.Elpríncipenopodíaderrocaraunapoderosabruja
élsolo.Necesitabaqueloayudaralafuriadeloslugareños.Lamuertedelahijadel
granjero sirvió para eso. El príncipe lamentó hacerlo, se le partió el corazón, dijo,
pero igual que su propio padre había muerto defendiendo el reino, también su
hermosa doncella tenía que morir. Su muerte serviría para derrocar un mal mucho
mayor. Cuando dijo que la reina había asesinado a su prometida, él creía, a su
manera,queeraverdad.
—¡Todoesoesunachorrada!—gritóConor—.Nohacíafaltaquelamatara.La
genteestabaconél.Lohabríanseguidodetodasformas.
—Siemprehayqueescucharconescepticismolajustificacióndeloshombresque
matan—dijoelmonstruo—.Lainjusticiaquevi,larazónporlaqueechéaandar,se
cometióconlareina,noconelpríncipe.
—¿Llegaronadescubrirlo?—dijoConor,horrorizado—.¿Locastigaron?
—Fueunreymuyquerido—respondióelmonstruo—,yreinófelizhastaelfinal
desulargavida.
Conormiróhacialaventanadesuhabitación,otravezconelceñofruncido.
—Así que el buen príncipe era un asesino y la malvada reina no era una bruja
despuésdetodo.¿Sesuponequeesaeslaleccióndetodoesto?¿Queyodeberíaser
amableconmiabuela?
Oyóunrumorraro,distintoatodoloquehabíaoídoalolargodesuvida.Tardó
unminutoendarsecuentadequeelmonstruoseestabariendo.
—¿Crees que te cuento historias para darte lecciones? —dijo el monstruo—.
¿Crees que he salido andando del tiempo y de la mismísima tierra para darte
leccionesdeamabilidad?
Sereíacadavezmásalto,hastaqueelsueloempezóatemblaryparecíaqueel
cieloseibaavenirabajo.
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—Sí,esocreía—dijoConor,avergonzado.
—No,no—repusoelmonstruocuandoporfinsecalmó—.Lareinaeracontoda
certezaunabrujayesposiblequeestuvieraplaneandograndesmales.¿Quiénsabe?
Alfinyalcabointentabaaferrarsealpoder.
—Entonces¿porquélasalvaste?
—Porqueloquenoera,eraunaasesina.
Conordiounospasosporeljardín,pensando.Luegodiounoscuantospasosmás.
—Noloentiendo.¿Aquíquiéneselbueno?
—Nosiemprehayunbueno.Nisiemprehayunmalo.Casitodoelmundoestáen
algúnpuntointermedio.
Conornegóconlacabeza.
—Esunahistoriahorrible.Yfalsa.
—Esunahistoriaverídica —dijo el monstruo—. Muchas cosas que son verdad
parecen falsas. Los reinos tienen los príncipes que se merecen, las hijas de los
granjeros mueren sin razón, y algunas veces las brujas son dignas de salvación.
Muchasveces,laverdadseadicha.Tesorprenderíasabercuántas.
Conor volvió a mirar hacia la ventana de su habitación, e imaginó a su abuela
durmiendoensucama.
—¿Ycómosesuponequeesomesalvaráamídeella?
Elmonstruosepusoenpiecuanlargoera,ymiróaConordesdelasalturas.
—Noesdeelladequiennecesitassalvarte.
Conor se sentó con la espalda pegada al respaldo del sofá; respiraba de nuevo con
dificultad.
Elrelojmarcabalas00.07.
—¡Malditasea!—dijoConor—.¿Estoysoñandoono?
Selevantó,enfadado…
Einmediatamentesedioconalgoeneldedogordodelpie.
—¿Y ahora qué? —refunfuñó al tiempo que alargaba la mano para encender la
luz.
De un nudo en la tarima del suelo había brotado, con fuerza y esplendor, un
arbolitodeunostreintacentímetrosdealto.
Conor lo miró durante un rato. Luego fue a la cocina a por un cuchillo para
arrancarlodelsuelo.
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Unacuerdo
—Teperdono—dijoLilycuandoloalcanzódecaminoalcolegioaldíasiguiente.
—¿Por qué? —preguntó Conor sin mirarla. Estaba todavía enfadado por la
historiadelmonstruo,porlasfalsedadesylosretorcimientosdelatrama,nadadelo
cualleservíadeningunaayuda.Sehabíapasadomediahoraarrancandodelsueloel
arbolito, de una resistencia increíble, y tenía la sensación de que apenas se había
quedadodormidootravezcuandoyaeralahoradelevantarse,delocualseenteró
porquesuabuelaempezóagritarlequellegabatarde.Nisiquieraledejódespedirse
desumadre,quien,ledijo,habíatenidounanochedifícilydebíadescansar.Locual
lehizosentirseculpable,porquesisumadrehabíatenidounanochedifícil,éltendría
que haber estado allí para ayudarla, no su abuela, quien apenas lo dejó lavarse los
dientesantesdeponerleunamanzanaenlamanoyecharlofuera.
—Te perdono por haberme metido en problemas, imbécil —dijo Lily, pero sin
demasiadadurezaenlavoz.
—Fuiste tú la que te metiste en problemas —repuso Conor—. Fuiste tú la que
tirasteaSullyalsuelo.
—Teperdonoporhabermentido—dijoLily;llevabalosrizosdecanichesujetos
concienzudamenteconunadiadema.
Conorsiguiócaminandosinhacerlecaso.
—¿Novasadecirquetútambiénlosientes?—lepreguntóLily.
—No—dijoConor.
—¿Porquéno?
—Porquenolosiento.
—Conor…
—Nolosiento—dijoConordeteniéndose—,yademásnoteperdono.
Se miraron desafiantes bajo el frío sol de la mañana, ninguno quería ser el
primeroquedesviaralamirada.
—Mimadredicequetenemosqueserindulgentescontigo—dijoLilyporfin—.
Portodoloqueestáspasando.
Yporunmomentoelsolparecióocultarsedetrásdelasnubes.Porunmomento
Conorsoloviosúbitastormentaseléctricasqueseaproximaban,sintióqueestabana
puntodeexplotarenelcieloydeatravesarleelcuerpoydesalirleporlospuños.Por
unmomentosintióquepodríaagarrartodoelaire,retorcerloalrededordelcuerpode
Lilyypartirlaendos…
—¿Conor?—dijoLily,asustada.
—Tumadrenosabenadadenada—dijoél—.Ytútampoco.
Echóaandaratodaprisa,dejándolaatrás.
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HacíaalgomásdeunañodesdequeLilylescontóaalgunasdesusamigaslodela
madredeConor,aunqueélnolehabíadichoquepodíacontarlo.Esasamigasselo
contaronaunascuantasmás,quienesselocontaronaotras,yantesdequeacabarael
día era como si alrededor de Conor se hubiera abierto un círculo, una zona muerta
con él en el centro, rodeado de minas terrestres que todo el mundo tenía miedo de
pisar.Derepente,losqueélcreíaqueeransusamigosdejabandehablarcuandose
acercabaaellos,aunquelaverdaderaquenoteníamuchosapartedeLily,peroaun
así. Conor sorprendía a la gente susurrando por los pasillos o durante la comida.
Hastalosprofesoresponíanunacaradistintacuandoéllevantabalamanoenclase.
Asíquealfinaldejódeacercarseasusamigos,dejódemirarcuandooíasusurros,
einclusodejódelevantarlamano.
Aunquealparecernadiesediocuenta.Eracomosiderepentesehubiesevuelto
invisible.
Nuncalehabíaresultadotanduroelcolegionisehabíasentidotanaliviadocon
lasvacacionesdeveranocomoenesecurso.Sumadreestabaenplenotratamiento,
algoque,repetíaellaunayotravez,eraduropero«estabafuncionando»,elciclose
acercaba a su fin. El plan era que ella lo terminaría, un nuevo curso empezaría, y
podríanpasarpáginaycomenzardecero.
Soloquenohabíasidoasí.Eltratamientodesumadresehabíaprolongadomás
deloesperado,unsegundocicloyluegountercero.Losprofesoresdelnuevocurso
erantodavíapeoresporquesololoconocíanporlodesumadre,ynoporelqueera
antes. Y sus compañeros lo trataban como si fuera él el enfermo, sobre todo desde
queHarryysuscompinchessefijaronenél.
Yahorateníaasuabuelaencasaysoñabaconárboles.
Oquizánofueraunsueño.Loqueseríatodavíapeor.
Siguió caminando hacia el colegio sin que se le pasara el enfado. Le echaba la
culpaaLilyporquecasitodohabíasidoculpadeella,¿ono?
LeechabalaculpaaLily,porque¿aquiénculparsino?
EstavezteníaelpuñodeHarryenelestómago.
Conorsecayóalsuelo,seraspólarodillaconelescalóndecemento,ysehizoun
agujeroenlospantalonesdeluniforme.Lopeoreraelagujero.Seledabafatalcoser.
—Quépatosoeres,O’Malley—dijoSullyriéndosedetrásdeél—.Tecaestodos
losdías.
—Deberíashacértelomirar—oyóquedecíaAnton.
—A lo mejor está borracho —dijo Sully, y sonaron más risas; pero entre ellos
había un punto silencioso: Conor sabía que Harry no se estaba riendo. Sabía, sin
levantarlavista,queHarryselimitabaamirarlo,esperabaaverquéharía.
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Al levantarse, vio a Lily junto a la pared del colegio. Estaba con otras chicas,
volvíanaclasetraselrecreo.Lilynohablabaconellas,solomirabaaConormientras
sealejaba.
—HoylaSuperCanichenoteayuda—dijoSully,todavíariéndose.
—Mejorparati,Sully—dijoHarry,hablandoporprimeravez.Conortodavíano
sehabíavueltohaciaellos,perosabíaqueHarrynoleestabariendolagraciaaSully.
ConorsiguiómirandoaLilyhastaquedesapareciódesuvista.
—Oye,míranoscuandotehablamos—dijoSully,sindudaechandochispasporel
comentariodeHarry;agarróaConorporloshombros,ylediolavuelta.
—No lo toques —dijo Harry con calma, en voz baja, pero en un tono tan
amenazantequeSullyretrocediódeinmediato—.O’Malleyyyotenemosunacuerdo
—añadióHarry—.Yosoyelúnicoquelotoca.¿Noesasí?
Conoresperóunmomentoyluegoasintiódespacioconlacabeza.Eseparecíaser
elacuerdo.
Harry,conexpresiónimpasible,conlosojosfijosenConor,seacercóaél.Conor
ni siquiera parpadeó, y se quedaron así, cara a cara, mientras Anton y Sully se
mirabannerviosos.
Harryladeóligeramentelacabeza,comosiselehubieraocurridounapregunta,
algo que intentara entender. Conor seguía sin moverse. Todos los de su curso ya
habíanentrado.Conorsentíaelvacíoqueseabríaasualrededor,inclusoelsilencio
deAntonydeSully.Deberíanvolveraclaseenseguida.Deberíanentrarya.
Peronadiesemovió.
Harry levantó un puño y lo echó hacia atrás, como si se dispusiera a golpear a
Conorenlacara.
TampocoentoncesConorparpadeó.Nosemovió.SelimitóamiraraHarryalos
ojos,alaesperadequellegaraelgolpe.
Peronollegó.
Harrybajóelpuño,lodejócaerdespacioauncostado;seguíamirandotodavíaa
Conor.
—Sí—dijoporfin,envozbaja,comosihubieraentendidoalgo—.Yameparecía
amí.
Yentonces,unavezmás,llególavozfatídica.
—¡Eh,vosotros!—gritólaseñoritaKwancruzandoelpatioendirecciónaellos
como un demonio con patas—. ¡El recreo se acabó hace tres minutos! ¿Se puede
saberquéhacéisaquí?
—Perdone, señorita —dijo Harry, con una voz de repente más suave—.
EstábamoshablandoconConordelosdeberesquelaseñoritaMarlmandósobrela
«Escritura de la vida» y perdimos la noción del tiempo. —Le dio un manotazo a
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Conorenelhombro,comosifueranamigosíntimos—.Nadiesabetantodehistorias
comoConor.—HarrymirómuyserioalaseñoritaKwan—.Yhablardeelloloayuda
asacarlofuera.
—Sí—dijolaseñoritaKwanfrunciendoelceño—,seguroquehablabaisdeeso.
Tenéistodosunaviso.Unsoloproblemamáshoyyosquedáiscastigados.
—Sí,señorita—dijoHarryalegremente,yAntonySullylorepitieron.
Volvieronaclase;Conorlosseguíaaunmetrodedistancia.
—Unmomento,Conor,porfavor—dijolaseñoritaKwan.
Conorsedetuvoysevolvióperonolamiróalacara.
—¿Seguroquetodovabienentretúyesoschicos?—dijolaseñoritaKwanconla
vozenmodo«amable»,quedabasolounpocomenosdemiedoquecuandogritabaa
plenopulmón.
—Sí,señorita—dijoConor,todavíasinmirarla.
—NoestoyciegaysécómofuncionaHarry—dijo—.Unacosadorconcarismay
buenas notas sigue siendo un acosador. —Suspiró, irritada—. Seguramente un día
seráprimerministro.QueDiosnoscojaconfesados.
Conor no dijo nada, y el silencio adquirió una cualidad especial que él conocía
muy bien, porque la señorita Kwan inclinó el cuerpo hacia delante, dejó caer los
hombros,ybajólacabezahacialadeConor.
Sabíaloqueveníaahora.Losabíayloodiaba.
—No puedo imaginar lo que debes de estar pasando, Conor —dijo la señorita
Kwan,casienunsusurro—,perosialgunavezquiereshablar,mipuertasiempreestá
abierta.
No podía mirarla, no podía ver el cariño que había en ella, no podía soportar
oírseloenlavoz.
Porqueélnoselomerecía.
Tuvounfogonazodelapesadilla,losgritos,elpánico,loquepasabaalfinal…
—Estoy bien, señorita —masculló mirándose los zapatos—. No estoy pasando
pornada.
OyóquelaseñoritaKwandabaotrosuspiro.
—Vale.Olvídatedelprimeravisoyvuelveaclase.—Lediounaspalmaditasen
elhombroyfuehacialaentrada.
YporunmomentoConorsequedócompletamentesolo.
Supoquesisepasaratodoeldíafueranolocastigarían.
Poralgúnmotivoesohizoquesesintieratodavíapeor.
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Unapequeñacharla
Despuésdelcolegio,suabuelaloesperabaenelsofá.
—Tenemosquehablar—dijoantesinclusodequeConorcerraralapuerta,ypuso
unacaraquelodejóenelsitio.Pusounacaraquehizoqueledolieraelestómago.
—¿Quépasa?—preguntó.
Su abuela tomó aire por la nariz, una inhalación larga y sonora, y miró por la
ventana del salón, como si estuviera tomando fuerzas. Parecía un ave de presa. Un
gaviláncapazdellevarseenlasgarrasunaoveja.
—Tumadretienequevolveralhospital—dijo—.Tequedarásenmicasaunos
días.Tienesquehacerlamaleta.
—¿Quélepasa?—Conornosemovió.
Su abuela abrió mucho los ojos durante un segundo, como si no acabara de
creersequelehicieraunapreguntatanrematadamenteestúpida.Luegoseaplacó.
—Leduelemucho—dijo—.Másdeloquedeberíadolerle.
—Tienemedicamentosparaeldolor…—empezóadecirConor,perosuabuela
dio una palmada en el aire, solo una, pero muy fuerte, lo suficiente para que no
siguiera.
—No le está haciendo nada, Conor —dijo secamente; parecía que estuviera
mirandoaalgúnpuntoporencimadeélmásqueaélmismo—.Noleestáhaciendo
nada.
—¿Quéesloquenoleestáhaciendonada?
Su abuela juntó las manos y dio unas cuantas palmaditas, como si las estuviera
poniendoapruebaoalgoasí,luegomiróotravezporlaventana,sinabrirlabocaen
ningúnmomento.Porfinsepusodepie,seconcentróenestirarseelvestido.
—Tumadreestáarriba—dijo—.Quierehablarcontigo.
—Pero…
—Tupadrellegaráeldomingo.
DerepenteConorsepusotenso.
—¿Quevienepapá?
—Tengoquehacerunasllamadas—dijoellasacandoelmóvilypasandoporsu
ladoparasalir.
—¿Porquévienepapá?—preguntóConor.
—Tumadreteestáesperando—dijosuabuelacerrandolapuertadetrásdeella.
Conornisiquierahabíadejadolamochilaenelsuelo.
Veníasupadre.Supadre.DeEstadosUnidos.NoveníadesdehacíadosNavidades.
Alparecerasunuevamujerleocurríasiemprealgodeextremaurgenciaenelúltimo
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minuto,poresosupadrenopodíairaverlomásamenudo,ymásahoraquehabía
nacido el bebé. Su padre, cuyas visitas eran cada vez menos frecuentes y cuyas
llamadasseespaciabancadavezmáseneltiempo.
Veníasupadre.¿Porqué?
—Conor—oyóquelollamabasumadre.
No estaba en su habitación. Estaba en la de Conor, echada en su cama, sobre el
edredón,mirandoporlaventanaelcementerioenlacolina.
Yeltejo.Quesoloerauntejo.
—Hola,cariño—dijoconunasonrisa,peroélsupoporlaslíneasalrededordelos
ojosqueledolía,ledolíacomosololehabíadolidounavezantes.Entoncestuvieron
que ingresarla y no le dieron el alta hasta casi quince días después. Fue la última
SemanaSanta,yeltiempoquepasóConorencasadesuabuelaestuvoapuntode
acabarconlosdos.
—¿Quépasa?¿Porquévanaingresarteotravez?
Elladiounaspalmaditaseneledredónparaquesesentaraasulado.
Élsequedódondeestaba.
—¿Quépasa?
Sumadretodavíasonreía,peroahoraconunasonrisamástensa;pasólosdedos
por el dibujo bordado del edredón, aquellos osos pardos de los que Conor se había
cansadohacíaaños.Sehabíaatadoelpañuelorojoalrededordelacabeza,perosin
ajustarlo,yseleveíaelcráneopeladodebajo.Conornocreíaquehubierallegadoa
probarselasviejaspelucasdesuabuela.
—Mepondrébien—dijoella—.Deverdad.
—¿Deverdad?—preguntóél.
—Hemos pasado antes por esto, Conor —dijo ella—. Así que no te preocupes.
Mehesentidomuymalantesymehaningresadoysehanocupadodeello.Esoserá
lo que pase esta vez. —Dio otra palmadita en el edredón—. ¿No quieres venir a
sentartecontumamá,queestámayoryfatigada?
Conortragósaliva,peroentoncesasumadreseleiluminólacarayélsupoque
sonreíadeverdad.Seacercóalacamaysesentójuntoaellaenelladodelaventana.
Ellalepasólamanoporelpelo,apartándoselodelosojos,yConorviolodelgado
queteníaelbrazo,comosisolofuerapielyhuesos.
—¿Porquévienepapá?
Lamanodesumadresedetuvo,luegobajóasuregazo.
—Hacemuchoquenoloves.¿Notehaceilusiónquevenga?
—Alaabuelanoparecequelehagamucha.
—Bueno,yasabesloquepiensaelladetupadre.Nolehagascaso.Túpásatelo
bienconél.
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Sequedaronsentadosensilenciounosinstantes.
—Hayalgomás—dijoConorporfin—.¿Verdad?
Sintióquesumadreseincorporabaunpoco.
—Mírame,hijo—dijodulcemente.
Élsevolvióparamirarla,aunquehabríapagadounmillóndelibraspornotener
quehacerlo.
—Esteúltimotratamientonoestáhaciendoloqueseesperaba—dijoella—.Eso
soloquieredecirquevanatenerqueajustarlo,probarconotracosa.
—¿Soloeseso?—preguntóConor.
—Solo es eso. Pueden probar todavía con muchas más cosas. Es normal. No te
preocupes.
—¿Estássegura?
—Estoysegura.
—Porque…—YahíConorsecallóunsegundoymiróalsuelo—.Porquemelo
podríasdecir,yalosabes.
Y entonces ella lo rodeó con sus brazos, tan delgados ahora, tan blandos antes
cuando lo abrazaba. No decía nada, solo lo abrazaba. Conor volvió a mirar por la
ventana,yalpocosumadresevolvióytambiénmiró.
—Sabesqueesoesuntejo,¿verdad?—dijoellaporfin.
Conorentornólosojos,peronoenseñaldeprotesta.
—Sí,mamá,melohasdichocientosdeveces.
—Échale un ojo mientras yo no estoy, ¿vale? —dijo ella—. Asegúrate de que
sigueahícuandoyovuelva.
YConorsupoqueestabadiciéndolequevolvería,asíqueasintióysequedaron
losdoscontemplandoelárbol.
Que,pormuchoquelomiraran,seguíasiendounárbol.
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Lacasadelaabuela
Cincodías.Hacíacincodíasquenoveíaalmonstruo.
Quizánosabíadóndevivíasuabuela.Oquizáestabademasiadolejosparaque
fuerahastaallí.Detodasformas,aunquelacasadelaabuelaeracondiferenciamás
grande que la de Conor y su madre, apenas tenía jardín. Había llenado el jardín
trasero con cobertizos, un estanque con piedras y un «despacho» con paneles de
maderaquehabíainstaladoenelcentroyqueeradondehacíalamayorpartedesu
trabajo como agente inmobiliario, una ocupación tan aburrida que, cuando ella se
ponía a describirla, Conor nunca escuchaba más allá de la primera frase. Todo lo
demáseranveredasdeladrilloyfloresentiestos.Nohabíaespacioparaunárbol.Ni
siquierahabíahierba.
—Notequedesahípasmado,jovencito—dijosuabuela,asomadaalapuertade
atrásyponiéndoseunpendiente—.Tupadreestaráprontoaquí,yyomevoyavera
tumadre.
—Noestabapasmado—dijoConor.
—Yquétendráquevereltocinoconlavelocidad.Ven,entra.
Suabueladesapareciódentrodelacasa,yéllasiguiócondesgana.Eradomingo,
eldíaenquesupadreiríaabuscarlodesdeelaeropuerto.Lorecogería,iríanavera
su madre, y luego pasarían el día juntos como «padre e hijo». Conor estaba casi
seguro de que eso significaba otra ronda de «Tenemos que hablar». Su abuela no
estaríaencasacuandollegarasupadre.Yesoleveníabienatodoelmundo.
—Haz el favor de llevarte la mochila del recibidor —dijo ella, pasando por su
ladoycogiendoelbolso—.Novayaapensartupadrequetetengoenunapocilga.
—Difícil que lo piense —dijo Conor entre dientes mientras ella examinaba su
maquillajeenelespejodelrecibidor.
La casa de su abuela estaba más limpia que la habitación de su madre en el
hospital.Laseñoradelalimpieza,Marta,ibalosmiércoles,peroConornoentendía
para qué se molestaba. Su abuela se levantaba temprano para pasar la aspiradora,
hacía la colada cuatro veces a la semana, y una vez por semana limpiaba el baño
antesdeirsealacama.Nodejabaniqueloscacharrospasaranporelfregaderoantes
de meterlos en el lavavajillas, y una vez hasta le quitó el plato a Conor cuando
todavíanohabíaterminado.
«Unamujerdemiedadquevivesola…—decíaalmenosunavezaldía—.Sino
estoyyoentodo,¿quiénlovaaestar?».Lodecíacomounreto,comodesafiandoa
Conoraquecontestara.
Lo llevaba al colegio en coche; Conor llegaba pronto todos los días, y eso que
erancuarentaycincominutosdeviaje.Cadadía,cuandoélsalíadelcolegio,ellalo
estaba esperando y se iban derechos al hospital. Solían quedarse una hora o así,
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exceptosisumadreestabademasiadocansadaparahablar(habíaocurridodosveces
en los últimos cinco días), y luego se iban a casa de su abuela, donde él hacía los
deberes y ella encargaba por teléfono algo de comida para llevar que no hubieran
probadotodavía.
Era como el verano en que Conor y su madre se alojaron en una pensión en
Cornwall.Peromáslimpio.Ymásdeordenoymando.
—Aver,Conor—dijoellaponiéndoselachaquetadeltraje.Eradomingo,pero
no tenía que enseñar ninguna casa, así que Conor no entendía por qué se había
arreglado tanto solo para ir al hospital. Sospechó que quizá quería que su padre se
sintieraincómodo—.Puedequetupadrenosedécuentadelocansadaqueestátu
madre,¿vale?—dijoella—.Asíqueentrelosdostendremosqueasegurarnosdeque
no se quede demasiado tiempo. —Se miró otra vez en el espejo y bajó la voz—.
Aunquehastaahoraesonohayasidounproblema.
Se dio la vuelta y agitó una mano que parecía una estrella de mar a modo de
despedida.
—Sébueno—dijo.
Lapuertasecerródetrásdeellaconunsonorogolpe.Conorestabasoloencasa
desuabuela.
Subióalahabitacióndeinvitados,dondedormía.Suabuelalallamaba«lahabitación
deConor»,sinembargoélsiempredecía«lahabitacióndeinvitados»,yentoncessu
abuelamovíalacabezaydecíaalgoentredientes.
Pero ¿qué esperaba? No se parecía en nada a su habitación. No se parecía a la
habitacióndenadie,ymenosaladeunchico.Teníalasparedesdesnudasyblancas
salvoportresgrabadosdiferentesdebarcosveleros;suabueladebíadepensarque
eso le gustaría a un chico. Las sábanas y el edredón eran también de un blanco
cegador,ysolohabíaotromueble,unarmarioderobletangrandecomoparacomer
dentro.
Podríahabersidounahabitacióncualquieradeunacasacualquieraenunplaneta
cualquieradeunlugarcualquieradeluniverso.Nolegustabaestarenella,nisiquiera
para escapar de su abuela. Ahora solo había subido para coger un libro, pues su
abuela había prohibido los juegos de ordenador en su casa. Sacó el libro de la
mochilayalsalirdelahabitación,miróporlaventanaquedabaaljardíndelaparte
deatrás.
Solosenderosdepiedra,cobertizosyeldespacho.
Nadaqueledevolvieralamirada.
Elsalóneraunodeesossalonesenlosquenosesientanuncanadie.Suabuelanolo
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dejabaentrar,nofueraamancharlatapicería,asíqueseríaallídondeesperaríaaque
llegarasupadreleyendoellibro.
Conorsedejócaerenelsofá,queteníaunaspatasdemaderacurvadasytanfinas
queparecíaquellevabatacones.Enfrentehabíaunavitrinallenadeplatosexpuestos
ytazascontantasfloriturasqueparecíaimposiblebebersincortarseloslabios.Sobre
lachimeneaestabaelrelojfavoritodesuabuela,quesoloellapodíatocar.Lohabía
heredado de su madre, y llevaba años diciendo que lo iba a llevar a la Feria de
Antigüedades para que se lo tasaran. En la parte de abajo tenía un péndulo que
oscilaba,ydabalahoracadaquinceminutos,tanaltoquetehacíadarunbrincosino
lo esperabas. Toda la estancia era como un museo de cómo vivía la gente
antiguamente. Ni siquiera había televisión. Estaba en la cocina y casi nunca la
encendían.
Sepusoaleer.¿Quéotracosapodíahacer?
Habíatenidolaesperanzadehablarconsupadreantesdequecogieraelavión,pero
entrelasvisitasalhospitalyladiferenciahorariaylasmigrañastanoportunasdesu
nuevamujeribaatenerqueesperaraquellegara.
Cuandofueraquellegara.Conormiróelrelojdepéndulo.Launamenosveinte.
Daríaelcuartoencincominutos.
Cincovacíosysilenciososminutos.
Sediocuentadequeestabanervioso.Hacíamuchotiempoquenoveíaasupadre
enpersona,fueradelSkype.¿Estaríacambiado?¿EstaríaConorcambiado?
Y luego estaban las otras preguntas. ¿Por qué venía precisamente ahora? Su
madre no tenía buen aspecto, peor incluso tras cinco días en el hospital, pero aún
confiabaenlamedicaciónnuevaqueleestabandando.FaltabanmesesparaNavidad,
yelcumpleañosdeConoryahabíapasado.Asíque¿porquéahora?
Miróelsuelo,cuyocentroestabacubiertoporunaalfombraovalmuycarayque
parecía muy vieja. Se agachó, levantó uno de los bordes y miró las pulidas tablas
debajo.Habíaunnudoenunadeellas.Pasóeldedo,perolatablaeratanviejaytan
lisaquenosenotabaladiferenciaentreelnudoyelresto.
—¿Estásahí?—susurróConor.
EltimbredelapuertasonóyConordiounbrinco.Saliódelsalónmásnervioso
deloquepensabaquesepondría.Abriólapuertadelacalle.
Allíestabasupadre:muycambiadoperoigualquesiempre.
—Hey,hijo—dijosupadredeesaformatanextrañaconlaqueEstadosUnidos
leestabamoldeandolavoz.
Conorsonriódeorejaaoreja,comohacíaalmenosunañoquenosonreía.
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Colega
—¿Cómoteva,colega?—lepreguntósupadremientrasesperabanquelacamarera
lessirvieralaspizzas.
—¿Colega?—preguntóConorlevantandounaceja.
—Perdona —dijo su padre sonriendo con timidez—. Estados Unidos es casi un
idiomaaparte.
—Cadavezquehablocontigotuvozesmásrara.
—Bueno…—Supadrejugueteóconlacopadevino—.Mealegrodeverte.
Conor le dio un sorbo a la Coca-Cola. Su madre se encontraba realmente mal
cuandollegaronalhospital.Tuvieronqueesperarasuabuelaparaquelaayudaraa
salirdelbaño,yentoncesestabatancansadaquetodoloquepudodecirfue«Hola,
cariño», a Conor, y «¿Qué tal, Liam?», a su padre, antes de quedarse dormida. Su
abuelalespidióquesemarcharanalospocosminutos,ypusotalcaraquesupadre
noseatrevióarechistar.
—Tu madre es, esto… —decía su padre en ese momento, con los ojos
entrecerrados pero sin mirar nada en particular—. Es una persona muy luchadora,
¿verdad?
Conorseencogiódehombros.
—¿Cómoteva,Con?
—Me has preguntado eso como ochocientas veces desde que llegaste —dijo
Conor.
—Perdona.
—Estoybien—dijoConor—.Amamáestánponiéndoleunamedicaciónnueva.
Hará que se sienta mejor. Tiene mal aspecto, pero ya ha estado así antes. ¿Por qué
todoelmundosecomportacomosi…?—SecallóydiootrosorboalaCoca-Cola.
—Tienesrazón,hijo—dijosupadre—.Tienestodalarazón.—Dejólacopaenla
mesayempezóagirarlasobrelabase—.Sinembargo,vasatenerqueservaliente
porella,Con.Vasatenerquesermuyvaliente,mucho,porella.
—Hablascomoenlaspelículasamericanas.
Supadrerióbajito.
—Tuhermanaestámuybien.Yacasianda.
—Mimediohermana—dijoConor.
—Estoydeseandoquelaconozcas—dijosupadre—.Tenemosqueorganizaruna
visitapronto.QuizáinclusoestasNavidades.¿Tegustaría?
Conormiróasupadrealosojos.
—¿Ymamá?
—Lohehabladocontuabuela.Diríaquenoleparecemal,siempreycuandote
mandemosdevueltaatiempoparaelnuevotrimestreenelcolegio.
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Conorpasóunamanoporelbordedelamesa.
—Entonces¿soloseríaunavisita?
—¿Aquéterefieres?—dijosupadre,parecíasorprendido—.Unavisitaenvez
de…—lodejóahí,yConorsupodeducirloquequeríadecir—.Conor…
PeroderepenteConornoqueríaqueterminaralafrase.
—Hayunárbolquevieneavisitarme—dijohablandorápido;empezóaquitarle
la etiqueta a la botella de Coca-Cola—. Viene a casa por la noche, me cuenta
historias.
Supadreparpadeó,desconcertado.
—¿Qué?
—Alprincipiocreíaqueeraunsueño—dijoConor,raspandolaetiquetaconla
uña del pulgar—, pero cuando me despertaba siempre había hojas y arbolitos que
brotabandelsuelo.Losheidoescondiendoparaquenadielodescubra…
—Conor…
—Todavía no ha ido a casa de la abuela. Supongo que porque vive demasiado
lejos…
—¿Quéestás…?
—Pero¿quéimportaríaladistanciasisolofueraunsueño?¿Acasounsueñono
podríacruzartodalaciudadandando?Nosiestanviejocomolatierraytangrande
comoelmundo…
—Conor,déjaloya…
—Noquierovivirconlaabuela—dijoConorderepenteconunavoztanfuertey
engolada que parecía que lo estaba ahogando. Fijó la mirada en la etiqueta de la
botelladeCoca-Colaysiguióraspandoconlauñadelpulgarelpapelmojado—.¿Por
quénopuedoiravivircontigo?¿PorquénopuedoiraEstadosUnidos?
Supadresepasólalenguaporloslabios.
—Terefieresacuando…
—Lacasadelaabuelaeslacasadeunaseñoramayor—dijoConor.
Supadresoltóunarisita.
—Piensodecirlequelahasllamadoseñoramayor.
—No puedes tocar nada ni sentarte en ningún sitio —dijo Conor—. No puedes
dejarnadadesordenadonisiquieraunsegundo.Ysolotieneinterneteneldespacho
defuera,yahínomedejaentrar.
—Estoy seguro de que podemos hablar con ella de esas cosas. Estoy seguro de
quehayunmontóndeespacioenlacasaparaquetodoseamásfácil,paraquetúte
sientascómodo.
—¡No quiero estar cómodo en esa casa! —dijo Conor levantando la voz—.
Quieromipropiahabitaciónenmipropiacasa.
—EnEstadosUnidostampocotendríaseso—dijosupadre—.Casinotenemos
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sitio ni para nosotros tres, Con. Tu abuela tiene mucho más dinero y espacio que
nosotros. Además, tú vas al colegio aquí, tus amigos están aquí, toda tu vida está
aquí.Seríainjustosacartesinmásdetodoeso.
—¿Injustoparaquién?—preguntóConor.
Supadresuspiró.
—Aesomerefería—dijo—.Aesomereferíacuandotedijequeibasatenerque
servaliente.
—Esoesloquemedicetodoelmundo—repusoConor—.Comosisignificara
algo.
—Losiento—dijosupadre—.Séqueparecealgocompletamenteinjusto,yme
gustaríatantoquefueradiferente…
—¿Deveras?
—Puesclaroquesí.—Supadreseinclinósobrelamesa—.Peroesmejorasí.Ya
loverás.
Conortragósaliva,seguíasinmirarloalosojos.Luegotragósalivaotravez.
—¿Podríamoshablardeestocuandomamáserecupere?
Supadrevolvióaecharsehaciaatrásdespacio.
—Puesclaro,colega.Esoesexactamenteloqueharemos.
Conorlomiró.
—¿Colega?
Supadresonrió.
—Perdona.—Levantólacopaybebióhastaquenoquedónadadevino.Ladejó
encima de la mesa y chasqueó la lengua, luego le dirigió a Conor una mirada
inquisitiva—.¿Quéeratodoesoquedecíasdeunárbol?
Perollególacamareraysehizounsilenciomientrasdejabalaspizzasdelantede
ellos.
—Americana—dijoConormirandolasuyaconelceñofruncido—.Siestapizza
hablara,seguroquetendríatuacento.
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Losestadounidensesnotienenmuchasvacaciones
—Parecequetuabuelanohallegadotodavía—dijoelpadredeConoraparcandoel
cochedealquilerdelantedelacasadesuabuela.
—Avecesvuelvealhospitalcuandoyoyameheacostado—dijoConor—.Las
enfermerasladejandormirenunsillón.
Supadreasintióconlacabeza.
—Puedequeyonolecaigabien—dijo—,peroesonoquieredecirqueseamala
persona.
Conormirólacasaporlaventanilla.
—¿Hastacuándotequedas?—preguntó.Lehabíadadomiedopreguntarloantes.
Supadresoltóunlargosuspiro,eltipodesuspiroqueanunciabamalasnoticias.
—Solounosdías,metemo.
Conorsevolvióhaciaél.
—¿Nadamás?
—Losestadounidensesnotienenmuchasvacaciones.
—Túnoeresestadounidense.
—Peroahoravivoallí.—Sonriónervioso—.Llevastodalanocheburlándotede
miacento.
—Entonces ¿para qué has venido? —preguntó Conor—. ¿Por qué te has
molestadoenvenir?
Supadreesperóunmomentoantesderesponder.
—He venido porque tu madre me lo pidió. —Parecía que iba a decir algo más,
peronolohizo.
Conortampocodijonada.
—Perovolveré—dijosupadre—.Yasabes,cuandohagafalta.—Yañadióenun
tonomásanimado—:¡YenNavidadirásavisitarnos!Lopasaremosmuybien.
—En esa casa tuya en la que no se cabe y donde no hay sitio para mí —dijo
Conor.
—Conor…
—Yluegovolveréaquíparairalcolegio.
—Con…
—¿Paraquéhasvenido?—preguntóConorotravez,envozbaja.
Su padre no respondió. Se abrió un silencio tal en el coche que tuvieron la
sensacióndeestarsentadosenlosextremosopuestosdeundesfiladero.Entoncessu
padre alzó una mano para posarla en el hombro de Conor, pero Conor se apartó y
abriólapuertaparasalirdelcoche.
—Espera,Conor.
Conoresperóperonosediolavuelta.
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—¿Quieresqueentrecontigohastaquevuelvatuabuela?—preguntósupadre—.
Parahacertecompañía…
—Estoybiensolo—dijoConor,ysaliódelcoche.
Lacasaestabaencalmacuandoentró.¿Porquénoibaaserasí?
Estabasolo.
Setiróotravezenelsofá,yoyócómocrujíaconelimpacto.Eraunsonidotan
gratificantequeselevantóysevolvióatirar.Luegosepusodepieyempezóasaltar
en el sofá, las patas de madera gimieron y se arrastraron unos centímetros por el
suelo,dejandocuatroarañazosidénticosenlamaderanoble.
Sonrió.Aquellolesentababien.
Bajódeunsaltoydiounapatadaalsofáparaecharlotodavíamásatrás.Apenas
eraconscientedequejadeaba.Sentíaqueleardíalacabeza,comosituvierafiebre.
Levantóunpieparadarleotrapatadaalsofá.
Entoncesalzólavistayvioelreloj.
Elpreciadorelojdesuabuela,colgandosobrelachimenea,conelpéndulooscilando
aunladoyaotro,aunladoyaotro,comosillevarasupropiavidaprivadayConor
noleimportaranada.
Seacercódespacio,conlospuñoscerrados.Faltabamuypocoparaquesonarael
tong,tong,tong…delasnueve.Conorsequedóallíhastaqueelsegunderodiotoda
lavueltayllegóalasdoce.Enelinstanteenqueibanaempezarlostong,tong…,
cogióelpéndulo,ylosujetóenelpuntomásaltodesuoscilación.
Oyó cómo se quejaba el mecanismo del reloj mientras la primera «t» del tong
interrumpidopermanecíaenelaire.Conlamanolibre,Conoradelantólasmanecillas
delosminutosylossegundospasandodelasdoce.Seresistían,peroempujómásy,
alhacerlo,oyóunclicquenosonóprecisamentebien.Lasmanecillasdelosminutos
ylossegundosseliberaronderepentedeloquefueraquelassujetaba,yConorlas
hizogirar,hastaquealcanzaronalamanecilladelahora,yentoncesarrastrótambién
esa, mientras se oían lastimeros tongs que solo sonaban a medias y más clics
dolorososquesalíandedentrodelacajademadera.
Sintióquelasgotasdesudorlesurcabanlafrenteyqueelpecholeardíaporel
calor.
(… casi como en la pesadilla, con esa fiebre que le hacía ver el contorno del
mundoborrosoysaliéndosedesueje,peroenesemomentoelquemandabaeraél,
enesemomentolapesadillaeraél…).
La segunda manecilla, la más fina de las tres, de pronto se desgajó de la esfera
conunchasquido,diounboteenlaalfombraquecubríaelsueloydesaparecióentre
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lascenizasdelachimenea.
Conordioalinstanteunpasoatrásysoltóelpéndulo.Estecayóhastasupunto
centralperoyanovolvióaoscilar.Noseoíaeltictacnielcaracterísticozumbidoque
elrelojsolíahacercuandoestabaenmarcha.Lasmanecillasseguíanclavadasdonde
lashabíadejado.
Ohoh.
CuandoConorsediocuentadeloquehabíahechoseleencogióelestómago.
«Oh,no»,pensó.
«Oh,no».
Lohabíaroto.
Unrelojquequizávalieramásquelacarracadecochequeteníasumadre.
Suabuelaloibaamatar,quizáliteralmente,loibaamatar…
Entoncessediocuenta.
La manecilla de las horas y la de los minutos se habían parado a una hora
concreta.
Las00.07.
—Como ejemplo de destrucción —dijo el monstruo detrás de él—, esto es
bastantepenoso.
Conorsediolavueltarápidamente.Dealgunamanera,dealgúnmodo,elmonstruo
habíaentradoenelsalóndesuabuela.Erademasiadogrande,porsupuesto,ytenía
queagacharsemucho,peromucho,paracaberdebajodeltecho;lasramasylashojas
se retorcían y se apretaban para ocupar menos espacio, pero allí estaba, llenando
todosloshuecos.
—Eseltipodedestrucciónqueunoesperaríadeunmuchacho—dijo,ysualiento
leechóelpelohaciaatrás.
—¿Quéhacesaquí?—preguntóConor.Sintióunsúbitoramalazodeesperanza—.
¿Estoydormido?¿Estoesunsueño?Comocuandorompistelaventanademicuarto
ymedespertéy…
—Hevenidoacontartelasegundahistoria—dijoelmonstruo.
Conorsoltóunsonidodeexasperaciónyvolvióamirarelrelojroto.
—¿Serátanmalacomolaúltima?—preguntó,preocupado.
—TerminaconunadestruccióncomoDiosmanda,siesqueterefieresaeso.
Conorsevolvióhaciaelmonstruo.Laexpresióndesucarahabíadadoformaalo
quereconociócomosusonrisamalvada.
—¿Esunahistoriatramposa?—preguntóConor—.¿Queparecequevaaserde
unamanerayluegoesdeotracompletamentedistinta?
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—No—dijoelmonstruo—.Essobreunhombrequesolopensabaensímismo.
—Elmonstruosonrióotravez,loquelediounaspectotodavíamásperverso—.Y
recibeuncastigodurodeverdad.
Conorsequedóparadorespirandoduranteunsegundo,pensandoenelrelojroto,
enlosarañazosenlamaderanoble,enlasbayasvenenosasquecaíandelmonstruo
sobreelsuelolimpiodesuabuela.
Pensóensupadre.
—Teescucho—dijoConor.
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Lasegundahistoria
—Hace ciento cincuenta años —empezó el monstruo—, esta tierra se había
transformadoenunlugarllenodeindustrias.Lasfábricascrecíanenelpaisajecomo
la mala hierba. Se talaron árboles, se destruyeron los campos, los ríos se volvieron
negros. El cielo se asfixiaba por el humo y la ceniza, y también la gente, que no
parabadetoseryrascarse,siempreconlavistabaja,mirandoelsuelo.Lasaldeasse
convirtieronenpueblos;lospueblos,enciudades.Ylagenteempezóavivirsobrela
tierraenvezdevivirenella.
»Perohabíatodavíaespaciosverdes,sisabíasdóndemirar.
Elmonstruoabriólasmanosyunanieblainvadióelsalóndesuabuela.Cuando
seaclaró,Conoryelmonstruoestabanenuncampollenodeverdorconvistasaun
valledemetalyladrillo.
—Estoydormido,¿verdad?—dijoConor.
—Silencio—dijoelmonstruo—.Aquíviene.
YConorvioaunhombre,conpintadeamargado,pesadasropasnegrasyelceño
muy,muyfruncido,quesubíaporlacolinahaciaellos.
—En el borde de todo este verdor vivía un hombre. Su nombre no tiene
importancia, pues nadie lo usaba nunca. Los lugareños lo llamaban simplemente el
boticario.
—¿Elqué?—preguntóConor.
—Elboticario—dijoelmonstruo.
—¿Elqué?
—Unboticarioesunfarmacéutico;yaentonceseraunapalabrapasadademoda.
—Ah—dijoConor—.Haberlodichoantes.
—Pero él se había ganado el nombre a pulso, porque el oficio de boticario era
antiguo,tienequeverconlosviejosusosdelamedicina.Conhierbasycortezasde
árboles,conbrebajespreparadosconbayasyhojas.
—Lanuevamujerdemipadrehaceeso—dijoConormientrasveíanalhombre
extraerunaraízdelatierra—.Tieneunatiendaenlaquevendecuarzosyminerales.
Elmonstruoarrugóelceño.
—Noesnimuchomenoslomismo.
»Muchos días el boticario iba andando a recoger hierbas y hojas por el campo
verde que rodeaba su casa. Pero con el paso de los años sus caminatas se hicieron
cada vez más largas, pues las fábricas y las carreteras se expandían alrededor de la
ciudadcomoesossarpullidosqueaélseledabatanbientratar.Mientrasqueantesa
media mañana ya había recogido el heliacanto y la bellarosa, ahora tardaba todo el
día.
»Elmundoestabacambiando,yelboticarioseconvirtióenunhombreamargado.
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O mejor dicho, en un hombre más amargado todavía, pues siempre había sido un
antipático.Eraavariciosoycobrabademasiadoporsuscuras,muchasvecesmásde
loqueelpacientepodíapagar.Sinembargo,sesorprendíadelopocoqueloquerían
los lugareños, pensaba que deberían tratarlo con mucho más respeto. Y como su
actitudhaciaelloserapenosa,ladeelloshaciaéltambiénloera,hastaque,segúniba
pasandoeltiempo,suspacientesempezaronabuscarotrosremediosmásmodernos
deotroscuranderosmásmodernos.Loque,comoeslógico,solosirvióparahacerdel
boticariounhombretodavíamásamargado.
La niebla los rodeó de nuevo y la escena cambió. Ahora estaban en un prado
sobreunpequeñoaltozano.Aunladoselevantabalacasadeunpárrocoyenmedio
deungrupodelápidasrecientesseerigíauntejogigantesco.
—Enelpueblodelboticariotambiénvivíaunpárroco…
—Esta es la colina que hay detrás de mi casa —lo interrumpió Conor. Miró
alrededor, pero no vio ni la vía del tren ni las hileras de casas, solo unos cuantos
senderosyellechocenagosodeunarroyuelo.
—Elpárrocoteníadoshijas—continuóelmonstruo—,queeranlaalegríadesus
días.
Doschicassalierondelacasa;gritaban,sereíanyselanzabanpuñadosdehierba.
Corríanalrededordeltroncodeltejoyseescondíanlaunadelaotra.
—Eseerestú—dijoConorseñalandoelárbol,queporelmomentoerasoloun
árbol.
—Sí,vale,enlastierrasquerodeabanlacasadelpárrocotambiénhabíauntejo.
Ybienbonitoqueera—dijoelmonstruo.
—Sitúlodices—dijoConor.
—Resultaqueelboticarioqueríahacerseconeltejoacualquierprecio.
—Ah,¿sí?—preguntóConor—.¿Porqué?
Elmonstruoparecíasorprendido.
—Eltejoeselmásimportantedelosárbolesmedicinales—dijo—.Vivemilesde
años.Susbayas,sucorteza,sushojas,supulpa,sumadera,todobulleycrepitayse
retuerce en él lleno de vida. Mezclado y tratado por el boticario adecuado, puede
curarcasitodaslasdolenciasqueafectanalhombre.
Conorarrugólafrente.
—Esoteloestásinventando.
Lacaradelmonstruoseoscureciócualunanubedetormenta.
—¿Teatrevesacuestionarloqueyodigo,muchacho?
—No —dijo Conor, dando un paso atrás al ver la ira del monstruo—. Es que
nuncahabíaoídoesoantes.
El monstruo, enfadado, permaneció un rato con el entrecejo fruncido, luego
siguióconlahistoria.
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—Pararecolectaresascosasdelárbol,elboticariotendríaquehaberlotalado.Y
elpárroconoselopermitía.Eltejollevabaenaquelterrenodesdemuchoantesde
que se destinara a la parroquia. Habían empezado a dar uso al cementerio y había
planes de construir una iglesia nueva. El tejo protegería la iglesia de la lluvia
torrencial y de las inclemencias del tiempo, y el párroco, por muchas veces que el
boticarioselopidiera,yselopidiómuchas,noledejabaacercarsealárbol.
Bien.Elpárrocoeraunhombreilustrado,ytambiénamable.Queríalomejorpara
sucongregación,sacarlosdelaedadoscuradelasupersticiónylabrujería.Predicaba
contra los viejos usos del boticario, y este, con su carácter de mil demonios y su
avaricia,contribuíaengranmedidaaqueestossermonesnocayeranensacoroto.Su
negocioseredujotodavíamás.
Peroentoncesundíalashijasdelpárrococayeronenfermas,primerouna,yluego
laotra,porunaepidemiaquesehabíaextendidoportodalacomarca.
El cielo se oscureció, y Conor oyó las toses de las hijas dentro de la casa del
párroco, oyó también al párroco rezando en voz alta y el llanto de la mujer del
párroco.
—Nadadeloquehizoelpárrocosirviódeayuda.Nilasoraciones,nilascurasde
unmédicomodernoquevivíadospueblosmásarriba,nilosremediosdelcampoque
leofrecíantímidamenteyensecretosusfeligreses.Nada.Lashijasseconsumíanyse
acercabanalamuerte.Finalmente,noquedabaotraopciónqueacudiralboticario.El
párrocosetragósuorgulloyfueasuplicarlequeloperdonara.
«Te ruego que ayudes a mis hijas», pidió el párroco, de rodillas a la puerta del
boticario.«Sinolohacespormí,hazloalmenospormisdoshijasinocentes».
«¿Porquéibaahacerlo?»,preguntóelboticario.«Hasalejadoamiclientelacon
tus prédicas. Me has negado el tejo, la mejor fuente de curación que tengo. Has
vueltoalpuebloenmicontra».
«Podrás quedarte con el tejo», dijo el párroco. «Predicaré sermones a tu favor.
Diréamisfeligresesqueacudanatiparacualquierdolenciaquetengan.Tedarétodo
loquemepidasacambiodequesalvesamishijas».
Elboticarioestabasorprendido.
«¿Estaríasdispuestoarenunciaratodoaquelloenloquecrees?».
«Sisirvieraparasalvaramishijas»,dijoelpárroco,«renunciaríaatodo».
«Entonces»,dijoelboticariocerrándolelapuertaenlasnarices,«nopuedohacer
nadaporti».
—¿Qué?—dijoConor.
—Esamismanochelasdoshijasdelpárrocomurieron.
—¿Qué?—dijoConordenuevo,conunasensaciónigualqueladelapesadilla
creciéndoleenlasentrañas.
—Yesamismanoche,echéaandar.
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—¡Bien!—gritóConor—.Eseimbécilsemereceunbuencastigo.
—Esopenséyotambién—dijoelmonstruo.
»Pocoantesdelamedianochearranquédesuscimientoslacasadelpárroco.
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Elrestodelasegundahistoria
—¿Ladelpárroco?—exclamóConor.
—Sí—dijoelmonstruo—.Tiréeltejadoalvallequehabíamásabajoytumbéa
puñetazostodaslasparedesdesucasa.
Lacasadelpárrocoseguíadelantedeellos,yConorvioqueeltejoseconvertía
enelmonstruoy,hechounafuria,seponíaagolpearlacasadelpárroco.Deprontola
puertaseabrióyelpárrocoysumujerhuyerondespavoridos.Elmonstruoleslanzó
eltejadoynolesdioporpoco.
—¿Quéestáshaciendo?—dijoConor—.¡Elboticomosedigaeselmalo!
—¿Sí?—preguntódetrásdeélelmonstruodeverdad.
Hubounestruendo:elotromonstruoestabaderribandolaparedfrontaldelacasa
delpárroco.
—¡Puesclaroquesí!—gritóConor—.¡Noquisocuraralashijasdelpárroco!¡Y
murieron!
—El párroco se negó a creer que el boticario era capaz de curar —dijo el
monstruo—.Cuandotodoibabien,casiacabóconelboticario,perocuandolascosas
setorcieron,noleimportórenunciaratodassuscreenciassiesopodíasalvarasus
hijas.
—¿Y qué? —dijo Conor—. ¡Cualquiera habría hecho lo mismo! ¡Cualquiera
habríahecholomismo!¿Quéesperabasquehiciera?
—Esperabaquelehubieradadoeltejoalboticariolaprimeravezqueselopidió.
Esto dejó a Conor sin palabras. Se oyó el estrépito de otra pared que se
derrumbabaenlacasadelpárroco.
—¿Habríasdejadoquetemataran?
—Soymuchomásqueunárbol—dijoelmonstruo—,perosí,habríadejadoque
hicieranastillaseltejo.Habríasalvadoalashijasdelpárroco.Yamuchos,muchos
otrosademásdeaellas.
—¡Pero habría matado el árbol y se habría hecho rico! —gritó Conor—. ¡El
boticarioeramalo!
—Eraavariciosoymaleducadoyestabaamargado,perotambiéneracurandero.
El párroco, sin embargo, ¿qué era? No era nada. La creencia es la mitad de toda
curación.Lacreenciaenlacura,lacreenciaenelfuturoquenosespera.Yheaquíun
hombrequevivíadelacreencia,peroquelasacrificóalaprimeradecambio,justo
cuandomáslanecesitaba.Creíadeunmodoegoístaytemeroso.Yesolescostóla
vidaasushijas.
—Dijistequeestaeraunahistoriasintrucos.
—Dijequeestaeraunahistoriadeunhombrequerecibiósucastigoporegoísta.
Yesoesloquees.
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Conormiróotravezalmonstruoqueestabadestruyendolacasadelpárroco.Una
piernamonstruosaygigantescatiródeunapatadaunaescalera.Unbrazomonstruoso
ygigantescodemoliólashabitaciones.
—Dime,ConorO’Malley—lepreguntóelmonstruodetrásdeél—.¿Tegustaría
unirteanosotros?
—¿Unirmeavosotros?—dijoConor,sorprendido.
—Teaseguroqueesdelomásgratificante.
Elmonstruodiounpasoadelante,uniéndoseasusegundoyo,yatravesóconun
pie gigante un sofá no muy distinto del de la abuela de Conor. El monstruo miró a
Conor,expectante.
—¿Qué quieres que destruya? —preguntó; dio otro paso hacia el segundo
monstruo y, tras una imagen terriblemente borrosa, los dos se fundieron en un solo
monstruotodavíamásgrande—.Esperotusórdenes,muchacho.
Conorempezóarespirarentrecortadamente.Elcorazónlelatíaamilporhoray
aquellasensaciónfebrilsehabíaapoderadodeéldenuevo.Esperóduranteunlargo
instante.
—Tiraabajolachimenea—dijoalcabo.
El puño del monstruo salió disparado al instante y la chimenea cayó con un
estruendo.
Conorrespirabacomosifueraélelqueestuvieradestruyéndolotodo.
—Tiralascamas—dijo.
Elmonstruocogiólascamasdelosdosdormitorios,queyanoteníantejado,ylas
lanzó con tanta fuerza que parecía que llegarían volando casi hasta la línea del
horizonte.
—¡Destrozalosmuebles!—gritóConor—.¡Destrózalotodo!
El monstruo pisoteaba todos los muebles que encontraba, entre crujidos y
estallidosquelollenabandesatisfacción.
—¡HAZLO TODO AÑICOS! —rugió Conor, y el monstruo rugió a su vez y
derrumbólasparedesquequedabanenpie.Conorechóacorrerparaayudarlo,tomó
una rama del suelo y rompió los cristales de las ventanas que todavía los
conservaban.Gritabatanfuertequenopodíaoírsuspropiospensamientos,perdido
en aquel frenesí de destrucción, enceguecido, destrozando y destrozando y
destrozando.Elmonstruoteníarazón,eramuygratificante.Conorgritóhastaquese
quedó ronco, destrozó hasta que le dolían los brazos, rugió hasta casi quedar
exhausto.Cuandoporfinparó,vioqueelmonstruolomirabaensilencio,lejosdelos
escombros.Conorjadeabayseapoyabaenlaramaparamantenerelequilibrio.
—Ahorasí—dijoelmonstruo—,estosíesunadestruccióncomoDiosmanda.
Yderepenteestabandevueltaenelsalóndelaabuela.
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Conorvioquenohabíadejadocasinadasindestruir.
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Ladestrucción
Elsofáestabahechopedazos.Todaslaspatasdemaderaestabanrotas,latapicería,
rajadaydesgarrada,habíapuñadosdelrellenoportodoelsuelo,ademásdelosrestos
delreloj,arrancadodelaparedyhechoañicoscasiirreconocibles.Tambiénestaban
destrozadaslaslámparasylasdosmesitasquehabíaaambosladosdelsofá,asícomo
la estantería bajo los ventanales, de cuyos libros no quedaba ni una hoja intacta.
Hastaelpapeldelaparedhabíasidoarrancadoentirassuciaseirregulares.Loúnico
quequedabaenpieeralavitrina,aunquelaspuertasdecristalestabanrotasytodolo
queconteníahabíacaídoalsuelo.
Conor se quedó allí parado en estado de shock. Se miró las manos: estaban
cubiertasdearañazosydesangre,teníalasuñasrotasyarrancadas,yledolíandel
esfuerzo.
—Oh,Dios—susurró.
Sediolavueltaparamiraralmonstruo.
Yanoestabaallí.
—¿Quéhashecho?—gritóenaquellacalmasúbita.
Eraimposiblequehubierahechotodoesoélsolo.
Imposible.
¿Ono?
—Oh,Dios—dijootravez—.Oh,Dios.
—Ladestrucciónesalgomuygratificante—escuchó,peroeracomounavozen
labrisa,algoquecasinoestabaallí.
Yentoncesoyóelcochedesuabuelaenlaentrada.
Nohabíaescapatoria.Nitiempoparasalirporlapuertadeatrásyhuiradondefuera
queellanoloencontrarajamás.
Pero, pensó, ni siquiera su padre se lo llevaría cuando averiguase lo que había
hecho.Nuncadejaríanqueunchicocapazdeaquellofueraavivirenunacasaconun
bebé…
—Oh,Dios—dijoConorotravez;elcorazónlelatíatanfuertequecasiselesalía
delpecho.
Suabuelametiólallaveenlacerradurayabriólapuerta.
En la décima de segundo que siguió a su entrada en la casa, mientras se dirigía al
salón todavía hurgando en el bolso, antes de que se diera cuenta de dónde estaba
Conor o de lo que había pasado, él le vio la cara, vio lo cansada que estaba pero
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ningunanoticia,nibuenanimala,sololomismodetodaslasnochesenelhospital
conlamadredeConor,lomismodetodaslasnochesquelasestabadejandoalasdos
tandelgadas.
Entoncesellalevantólavista.
—¿Qué…?—dijo,secallóparanodecir«demonios»delantedeConor.Sequedó
petrificada,agarradatodavíaalbolso.Solosusojossemovían,asimilandoincrédula
ladestruccióndelsalón,casinegándoseaverloquerealmentehabíaallí.Conorni
siquieralaoíarespirar.
Yentonceslomiróaél,conlabocaabierta,conlosojoscomoplatos.Loviode
pieenmediodetodo,conlasmanosensangrentadasporsulabor.
Selecerrólaboca,peronoconladuramuecadesiempre.Letemblaba,comosi
estuvierahaciendoesfuerzospornollorar,comosilecostaramantenerelrestodela
caraensusitio.
Yentoncesgimió,desdelomáshondo,conlabocacerrada.
EraunsonidotanlastimeroqueConortuvoquehacerunesfuerzoparanotaparse
losoídos.
Gimióotravez.Yotra.Yluegootravez,hastaquefueunúnicosonido,unúnico
y horrible gemido sin final. Se le cayó el bolso al suelo. Se puso las palmas de las
manosenlabocacomosiesofueraadetenerelhorriblesonidodedolor,dequejay
delamentoquelesalíaaborbotones.
—¿Abuela?—dijoConorenvozaltaytensa,aterrorizado.
Yentoncessuabuelagritó.
Retirólasmanos,lascerróensendospuños,abriócompletamentelabocaygritó.
GritótanfuertequeConoralfinalsetapólosoídos.Nolomiraba,nomirabanada,
sololegritabaalaire.
Conornuncaentodasuvidahabíatenidotantomiedo.Eracomoestarenelfin
delmundo,casicomoestarvivoydespiertoensupesadilla,losgritos,elvacío…
Entoncessuabuelaentróenelsalón.
Se abrió paso a patadas entre los escombros casi como si no los viera. Conor se
apartórápidamentedesucaminoytropezóconlosrestosdelsofá.Levantóunamano
paraprotegerse,esperandolostortazosqueibanacaerleencualquiermomento…
Perosuabuelanoibaaporél.
Pasódelargo,conlacaracontorsionadaporelllanto,elgemidosaliéndoleotra
vezdedentro.Fuehastalavitrina,loúnicoquequedabaenpieenelsalón.
Ylaaferróporunlado…
Ytiródeellacontodassusfuerzasunavez…
Dosveces…
Yunaterceravez.
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Laestanteríasevinoestrepitosamenteabajoyseestrellócontraelsueloconun
crujidofinal.
Suabuelaemitióunúltimogemido,seinclinóhaciadelanteyapoyólasmanosen
lasrodillas;jadeaba.
NomiróaConor,nolomiróniunasolavezcuandosepusoderechaysaliódel
salón;dejóelbolsodondeselehabíacaído,sefuedirectaasuhabitaciónycerróla
puertadespacio.
Conorsequedóallíunrato,nosabíasidebíamoverseono.
Despuésdeloqueparecióunaeternidad,fuealacocinadesuabuelaaporbolsas
debasura.Estuvotrabajandoentreaquelcaoshastabienentradalanoche,peroera
muchoparaél.Clareabaelalbacuandoporfinserindió.
Subiólaescalera,nisiquierasemolestóenlavarselamugreylasangreseca.Al
pasarjuntoalahabitacióndesuabuelasupoporlaluzquesecolababajolapuerta
quetodavíaestabadespierta.
Laoyóllorar.
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Invisible
Conorsequedóesperandoenelpatiodelcolegio.
HabíavistoaLily.EstabaconungrupodechicasalasqueélsabíaqueLilyno
lescaíamuybienyqueellastampocolecaíanbienaella,peroallíestaba,ensilencio
mientras las otras no paraban de hablar. Conor se sorprendió buscando su mirada,
peroellanolomiró.Comosiyanoloviera.
Asíqueesperósolo,apoyadocontraunmurodepiedra,lejosdelosotroschicos
quechillabanyreíanymirabansusmóvilescomosinadamalopasaraenelmundo,
comosienlainmensidaddeluniversoaellosnuncapudierapasarlesnada.
Entonceslosvio.Harry,SullyyAnton,atravesandoelpatiohaciaél,conlosojos
de Harry fijos en él, serio pero al acecho, y sus compinches prometiéndoselas muy
felices.
Seacercaban.Conorsintióqueleflaqueabanlasfuerzasdepuroalivio.
Aquellamañanahabíadormidolosuficienteparatenerlapesadilla,comosilascosas
no estuvieran ya lo bastante mal. Había soñado otra vez con el terror y la caída, y
aquello tan horroroso que pasaba al final. Se había despertado gritando. Así había
comenzadoundíaquenopintabamuchomejor.
Cuando por fin se atrevió a bajar, su padre estaba en la cocina de su abuela,
preparandoeldesayuno.
Novioasuabuelaporningunaparte.
—¿Revueltos? —preguntó su padre, levantando la sartén en la que estaba
haciendoloshuevos.
Conorasintió,aunquenoteníanipizcadehambre,ysesentóalamesa.Supadre
terminódehacerloshuevosylospusosobreunastostadasconmantequilla;colocó
dosplatosenlamesa:unoparaConor,otroparaél.Sesentóycomieron.
ElsilenciosehizotanpesadoqueaConorlecostabarespirar.
—Laliastebuena—dijoporfinsupadre.
Conorsiguiócomiendo,dabalosbocadosmáspequeñosquepodía.
—Mellamóestamañana.Muy,muytemprano.
Conortomóotrobocadomicroscópico.
—Tu madre ha empeorado, Con —dijo su padre. Conor levantó rápidamente la
vista—.Tuabuelasehaidoalhospitalahablarconlosmédicos—siguiósupadre—.
Teacercaréalcolegio…
—¿Alcolegio?—dijoConor—.¡Quieroveramamá!
Perosupadreyaestabanegandoconlacabeza.
—No es lugar para un niño en este momento. Te llevaré al colegio y me iré al
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hospital,peroalasalidaterecogeréytellevaréaverla.—Supadremiróelplato—.
Terecogeréantessi…esnecesario.
Conordejóelcuchilloyeltenedorenelplato.Noleapetecíacomermás.Quizá
yanoleapeteceríanuncamás.
—Oye —dijo su padre—. ¿Recuerdas que te dije que ibas a tener que ser
valiente? Pues ese momento ha llegado. —Señaló el salón—. Veo cuánto te está
afectandoesto.—Esbozóunasonrisatriste—.Tuabuelatambiénlove.
—Noqueríahacerlo—dijoConor,yelcorazónempezóalatirleconfuerza—.No
séquépasó.
—Nopasanada—dijosupadre.
—¿Nopasanada?—Conorarrugóelentrecejo.
—Notepreocupesporeso.Másseperdióenlaguerra.
—¿Esoquéquieredecir?
—Quieredecirquevamosahacercomoquenuncaocurrió—dijosupadrecon
firmeza—,porqueahoramismoestánpasandootrascosas.
—¿Otrascosascomolodemamá?
Supadresuspiró.
—Acábateeldesayuno.
—¿Nomevaisacastigar?
—¿Dequéserviría,Con?—dijosupadre,moviendolacabeza—.Dime,¿dequé
serviría?
Enclase,Conornosehabíaenteradodeunasolapalabra,perolosprofesoresnolo
habíanregañadoporsufaltadeatención.LaseñoritaMarlnisiquieralehizoentregar
laredacciónde«Escribirlavida»,aunqueelplazoacababaesedía.Conornohabía
escritoniunasolafrase.
Sus compañeros también mantenían la distancia, como si oliera mal. Intentó
recordarsihabíahabladoconalgunodeellosdesdequellegóporlamañana.Creía
que no. Lo que quería decir que no había hablado con nadie desde la conversación
consupadreduranteeldesayuno.
¿Cómoeraposible?
PeroallíestabaHarry.Yalmenosesoparecíaalgonormal.
—ConorO’Malley—dijoHarrydeteniéndoseaunpasodeél.SullyyAntonse
quedarondetrás,riéndose.
Conor se separó del muro y dejó caer las manos en los costados, preparándose
paraelpuñetazoqueestaríaalllegar.
Soloquenollegó.
Harrysimplementesequedóahídelante.SullyyAntontambién;lasonrisaseles
fueencogiendopocoapoco.
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—¿Aquéesperas?—preguntóConor.
—Sí—ledijoSullyaHarry—,¿aquéesperas?
—Pégale—dijoAnton.
Harry no se movió, lo miraba fijamente. Conor no podía hacer otra cosa que
sostenerlelamirada,hastaqueleparecióquenohabíanadamásenelmundoaparte
deHarryydeél.Lesudabanlasmanos.Elcorazónlelatíadesbocado.
«Venga,hazlo»,pensó,yentoncessediocuentadequelodecíaenvozalta.
—¡Venga,hazlo!
—¿Que haga qué? —dijo Harry con calma—. ¿Qué narices quieres que haga,
O’Malley?
—Quierequeledesunapalizaylotumbes—dijoSully.
—Quierequelesacudas—dijoAnton.
—¿Esciertoeso?—preguntóHarry,yparecíarealmenteinteresado—.¿Esesolo
quequieres?
Conornodijonada,selimitóaseguirallí,conlospuñoscerrados.Esperando.
Yentoncessonóeltimbre,muyalto,ylaseñoritaKwanempezóacruzarelpatio,
hablaba con otra profesora pero no perdía de vista a los alumnos que había a su
alrededor,conunojopuestoespecialmenteenConoryHarry.
—Meparecequenuncasabremos—dijoHarry—loquequiereO’Malley.
AntonySullyserieron,aunquenohabíanentendidolabroma,ylostressedieron
lavueltaparaentrarenclase.
PeroHarrymirabaaConormientrassealejaba,noapartólavistadeélenningún
momento.
MientrasdejabaaConorallísolo.
Comosifuerainvisibleparaelrestodelmundo.
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Lostejos
—Hola,cariño—dijosumadre,incorporándoseunpocoenlacama,cuandoConor
entróporlapuerta.
Conorviocuántolecostabahacerlo.
—Estaréfuera.—Suabuelaselevantódelasillaypasóasuladosinmirarlo.
—Voy a por algo a la máquina, colega —dijo su padre desde la puerta—.
¿Quieresalgo?
—Quieroquedejesdellamarme«colega»—respondióConorsinapartarlosojos
desumadre.
Querió.
—Vuelvoenseguida—dijosupadre,ylodejósoloconella.
—Ven,acércate.
Sumadrediounosgolpecitosenlacama.
Élfuehastaallíysesentójuntoaella,concuidadodenotocarnieltuboquele
habíanclavadoenelbrazonielqueleenviabaairealospulmonesnielquesabíaque
le ponían a veces en el pecho, cuando le metían las sustancias químicas de color
naranjabrillantedurantelostratamientos.
—¿Cómo está mi Conor? —preguntó levantando una mano delgada para
pasárselaporelpelo.Élvioqueteníaunamanchaamarillaenelbrazo,alrededordel
puntoenelquelehabíanmetidoeltubo,ypequeñosmoratonesenlaparteinterior
delcodo.
Perosonreía.Eraunasonrisacansada,unasonrisaagotada,peroeraunasonrisa.
—Séquedeboparecerunadefesio—dijoella.
—No,noescierto—dijoConor.
Ellavolvióapasarlelosdedosporelpelo.
—Creoqueséperdonarunamentirapiadosa.
—¿Estás bien? —preguntó Conor, y aunque la pregunta era completamente
absurda,ellasupoloquequeríadecir.
—Bueno, cariño —dijo—, han probado con dos cosas distintas y no han
funcionado.Yhanvistoquenofuncionabanbastanteantesdeloqueesperaban.Sies
queesotienesentido.
Conornegóconlacabeza.
—No,paramítampocolotiene,laverdad—dijoella.
Él vio que su sonrisa se contraía, le resultaba más difícil mantenerla. Su madre
respiróhondo,yelaireresonó,comosituvieraalgopesadodentrodelpecho.
—Vatodounpocomásrápidodeloqueyoesperaba,cariño—dijoella,ysuvoz
era pastosa, tanto que a Conor se le estrechó el nudo que tenía en el estómago. De
pronto se alegró de no haber comido nada desde el desayuno—. Aunque —dijo su
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madre;suvozseguíasiendopastosa,perovolvíaasonreír—vanaprobarconotra
cosa,unmedicamentoqueenalgunoscasoshadadobuenosresultados.
—¿Porquénolointentaronantes?—preguntóConor.
—¿Teacuerdasdelostratamientos?—dijoella—.¿Lodeperderelpeloytodos
esosvómitos?
—Puesclaro.
—Bueno, esto es algo que tomas cuando lo otro no ha funcionado como ellos
querían —dijo ella—. Siempre era una posibilidad, pero esperaban no tener que
usarlo.—Bajólamirada—.Yesperabannotenerqueusarlotanpronto.
—¿Esoquieredecirqueesdemasiadotarde?—lepreguntóConorantesincluso
desaberloqueestabadiciendo.
—No, Conor —respondió ella enseguida—. No pienses eso. No es demasiado
tarde.Nuncaesdemasiadotarde.
—¿Seguro?
Ellasonriódenuevo.
—Estoyconvencidadetodoloquedigo—dijo,conunpocomásdefuerzaenla
voz.
Conor recordó lo que había dicho el monstruo. «La creencia es la mitad de la
curación».
Lecostabarespirar,perolatensiónaflojóunpoco,empezandoporelestómago.
Sumadrevioqueestabaalgomásrelajado,ylefrotólapieldelbrazo.
—Yhayalgointeresantedeverdad—dijoella,ysuvozsonóunpocomásalegre
—.¿Teacuerdasdelárbolquehayenlacolinadedetrásdecasa?
Conorabrióunosojoscomoplatos.
—Bueno, aunque te cueste creerlo —siguió su madre—, ese medicamento lo
extraendelostejos.
—¿Delostejos?—preguntóConorenvozbaja.
—Sí—dijosumadre—.Habíaleídosobreeltemahacetiempo,cuandoempezó
todoesto.—Tosiótapándoselabocaconlamano,luegotosióotravez—.Esperaba
que no llegáramos a este punto, pero me parecía increíble que durante todo ese
tiempoviéramosuntejodesdenuestracasa.Yquejustoeseárbolpudieraserloque
mecurase.
AConorledabavueltaslacabeza,tanrápidoquecasisemareó.
—Lascosasverdesdeestemundosonmaravillosas,¿verdad?—siguiódiciendo
sumadre—.Nosempeñamosendeshacernosdeellasyresultaquemuchasvecesson
justoloquenossalva.
—¿Tevaasalvarati?—preguntóConor,casiincapazdehablar.
Sumadresonrióotravez.
—Esperoquesí—dijo—.Creoquesí.
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¿Podríaser?
Conorsalióalpasillodelhospital,lacabezaleibaamilporhora.Unmedicamento
que se extrae de los tejos. Un medicamento que podía curar de verdad. Un
medicamentocomoelqueelboticariosenegóahacerparaelpárroco.Aunque,para
sersinceros,Conornoteníatodavíadeltodoclaroporquéfuelacasadelpárrocola
queacabódemolida.
Anoserque…
Anoserqueelmonstruohubieraidoporunarazón.Anoserquehubieraechado
aandarparacuraralamadredeConor.
Casinoseatrevíaateneresperanzas.Casinoseatrevíaapensarlo.No.
No,claroqueno.Nopodíaserverdad,québoboera.Elmonstruoeraunsueño.
Esoeratodo,unsueño.
Perolashojas.Ylasbayas.Yelarbolitosaliendodelsuelo.Yladestruccióndel
salóndesuabuela.
Derepentesesintióligero,comosiflotara.
¿Podríaser?¿Podríaserdeverdad?
Oyó voces y miró hacia el fondo del pasillo. Su padre y su abuela estaban
discutiendo.
Nopodíaoírloquedecían,perosuabuelaleapuntabaairadamenteconundedoala
alturadelpecho.«Vale,¿yquéquieresquehaga?»,ledecíasupadre,lobastantealto
comoparaatraerlaatencióndelagentequepasabaporelpasillo.Conornooyóla
respuestadesuabuela,peroellavolvióhechaunafuriaporelpasilloypasódelargo,
sinmirarlosiquieramientrassemetíaenlahabitacióndesumadre.
Supadreseacercópocodespués,conloshombroscaídos.
—¿Quépasa?—preguntóConor.
—Bah,tuabuelasehaenfadadoconmigo—dijosupadreconunasonrisarápida
—.Nadanuevo.
—¿Porqué?
Supadrehizounamueca.
—Haymalasnoticias,Conor—dijo—.Tengoquevolverestanoche.
—¿Estanoche?—preguntóConor—.¿Porqué?
—Laniñaestáenferma.
—Vaya—dijoConor—.¿Quétiene?
—Seguramentenadagrave,peroStephaniesehapuestonerviosaylahallevado
alhospitalyquierequevuelvaya.
—¿Yvasair?
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—Voyairperovolveré—dijosupadre—.Eldomingoquevieneno,elotro,así
quenisiquierasondossemanas.Eneltrabajomedaránmásdíasparaveniraverte.
—Dossemanas—dijoConorhablandocasiconsigomismo—.Perobueno,está
bien. A mamá le están dando esa medicación nueva y se pondrá mejor. Así que
cuandovuelvas…
Secallóalverlacaradesupadre.
—Hijo,¿porquénovamosadarunpaseo?
Frentealhospitalhabíaunpequeñoparqueconsenderosentrelosárboles.Mientras
Conor y su padre caminaban hacia un banco vacío, se cruzaron con pacientes que
llevaban el uniforme del hospital; paseaban con sus familiares o solos, fumando a
escondidas.Comosielparquefueraunalaalairelibredelhospital.Ounlugarde
recreoparalosfantasmas.
—Tenemos que hablar, ¿no? —dijo Conor cuando se sentaron—. Últimamente
todoelmundoquierehablarconmigo.
—Conor —dijo su padre—. Esa medicación nueva que le están dando a tu
madre…
—Lavaaponerbuena—dijoConorconfirmeza.
Supadresequedóensilenciounmomento.
—No,Conor—dijo—.Probablementeno.
—Sí,sevaaponerbuena—insistióConor.
—Esunúltimointento,unintentoaladesesperada.Losiento,hijo,perolascosas
estányendodemasiadorápido.
—Lacurará.Séquelacurará.
—Conor —dijo su padre—. La otra razón por la que tu abuela está enfadada
conmigoesporquecreequenitumadreniyohemossidosinceroscontigo.Sobrelo
queestápasando.
—¡Quésabrálaabuela!
Supadrelepusounamanoenelhombro.
—Conor,tumadre…
—Se va a curar —dijo Conor, apartando la mano y poniéndose de pie—. El
secretoesesenuevomedicamento.Elmedicamentoeslarazón.Telodigoyo,losé.
Supadreparecíaconfuso.
—¿Larazóndequé?
—AsíquevuélveteaEstadosUnidos—siguióConor—,contuotrafamilia,aquí
estaremosbiensinti.Porqueestovaafuncionar.
—Conor,no…
—Sí.Vaafuncionar.
—Hijo —dijo su padre inclinándose hacia delante—. Las historias no tienen
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siempreunfinalfeliz.
Esolodesconcertó.Porqueeraverdad,nosiempreacababanbien.Elmonstruose
lo había enseñado. Las historias eran criaturas salvajes, muy salvajes, y salían
disparadasenladirecciónquemenosesperabas.
Supadremeneabalacabeza.
—Esdemasiadopedirteesto.Loes,séqueloes.Esinjustoycruelynoescomo
deberíanserlascosas.
Conorguardósilencio.
—Volveréenunasemanaapartirdeldomingo—dijosupadre—.Noloolvides,
¿vale?
Conor miró al sol con los ojos entrecerrados. Había sido un octubre
increíblementecálido,comosielveranoseempeñaraenquedarse.
—¿Cuántotiempotequedarás?
—Loquehagafalta.
—Yluegovolverásairte.
—Tendréqueirme.Allítengo…
—Otrafamilia—terminóConor.
Supadrealargólamanootravez,peroConoryaibadevueltahaciaelhospital.
Porquesíquedaríaresultado,funcionaría,esaeralaverdaderarazónporlaqueel
monstruohabíaechadoaandar.Teníaqueserlo.Sielmonstruoerareal,esateníaque
serlarazón.
Antesdeentrarenelhospital,Conormiróelrelojquehabíaenlafachada.Ocho
horastodavíahastalas00.07.
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Ningunahistoria
—¿Lapuedescurar?—preguntóConor.
—El tejo es un árbol que cura —dijo el monstruo—. Es la forma en que elijo
caminarlamayorpartedelasveces.
Conortorcióelgesto.
—Esonoesloquesediceunarespuesta.
Elmonstruolerespondióconsusonrisamalvada.
La abuela de Conor lo había llevado de vuelta a casa cuando su madre se quedó
dormidasinhaberprobadolacena.Nohabíahabladoconéldelodelsalón.Apenas
lehabíadirigidolapalabra.
—Me vuelvo al hospital —había dicho mientras Conor salía del coche—.
Prepáratealgodecena.Séquealmenosesosabeshacerlo.
—¿Creesquepapáestaráyaenelaeropuerto?—preguntóConor.
Suabuelasehabíalimitadoalanzarunsuspirodeimpaciencia.Élhabíacerrado
lapuertayellasehabíaido.Llevababastantetiempodentrodelacasa;elreloj—el
reloj barato de la cocina que iba con pilas y que era todo lo que tenían ahora— se
arrastrabaconlentitudhacialamedianocheysuabuelanihabíaregresadonihabía
llamado. Pensó en llamarla él, pero en una ocasión ya le había gritado porque el
sonidodelteléfonohabíadespertadoasumadre.
Daba igual. De hecho era más fácil así. No tenía por qué fingir que se iba a la
cama. Esperaría hasta que el reloj diera las 00.07. Entonces saldría fuera y diría:
«¿Dóndeestás?».
Y el monstruo diría: «Estoy aquí», y pasaría por encima del despacho que su
abuelateníaeneljardínconunfácilmovimiento.
—¿Lapuedescurar?—lepreguntóConorotravez,conmayorfirmeza.
Elmonstruolomiródesdeloalto.
—Esonodependedemí.
—¿Porquéno?—preguntóConor—.Derribascasasyrescatasbrujas.Dicesque
encadapartedetihayunremediosilagentesabecómousarlo.
—Siatumadreselapuedecurar—dijoelmonstruo—,eltejolacurará.
Conorsecruzódebrazos.
—¿Esesounsí?
Entonceselmonstruohizoalgoquenohabíahechohastaesemomento.
Sesentó.
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Apoyó toda la magnitud de su peso sobre el despacho de su abuela. Conor oyó
cómocrujíalamaderayvioqueeltejadosecombaba.Elcorazónselesalíaporla
garganta. Si el monstruo destruía también el despacho de su abuela, a saber lo que
ellaleharíaaél.Quizámandarloderechoalacárcel.Opeortodavía,auninternado.
—Todavía no sabes por qué me llamaste, ¿verdad? —preguntó el monstruo—.
Todavíanosabesporquéhevenidoandando.Nocreasqueesalgoquehagatodoslos
días,ConorO’Malley.
—Yonotellamé—dijoConor—.Anoserquefueraenunsueñooalgo.Ysilo
hice,esobvioquefuepormimadre.
—Ah,¿sí?
—Bueno, ¿y por qué si no? —dijo Conor elevando la voz—. No iba a llamarte
paraoíresashorribleshistoriasquenotienenningúnsentido.
—¿Teolvidasdelsalóndetuabuela?
AConorseleescapóunasonrisita.
—Yameparecíaamí—dijoelmonstruo.
—Estoyhablandoenserio—dijoConor.
—Yotambién.Peroaúnnoestamospreparadosparalatercerayúltimahistoria.
Serápronto.Ydespuéstúmecontarástuhistoria,Conor O’Malley.Mecontarástu
verdad.—Elmonstruoseinclinóhaciadelante—.Yasabesdequétehablo.
Lanieblalosrodeóderepenteyeljardíndesuabueladesapareciódelavista.El
mundo se transformó en un lugar gris y vacío, y Conor supo exactamente dónde
estaba,yenquéexactamentesehabíatransformadoelmundo.
Estabadentrodelapesadilla.
Esoeraloquesesentíadentrodelapesadilla,esoeraloqueseveía,losbordesdel
mundo desmoronándose y Conor sujetándole las manos, sintiendo cómo se le
escurríandeentrelosdedos,sintiendocómoellacaía…
—¡No!—gritó—.¡No!¡Esono!
La niebla escampó y Conor estaba de nuevo en el jardín de su abuela, con el
monstruotodavíasentadosobreeldespacho.
—Eso no es mi verdad —dijo Conor con voz temblorosa—. Eso solo es una
pesadilla.
—Sinembargo—dijoelmonstruoponiéndosedepie,yparecióquelasvigasdel
tejado del despacho suspiraran de alivio—, eso es lo que pasará tras la tercera
historia.
—Fantástico —dijo Conor—, otra historia cuando están pasando cosas más
importantes.
—Las historias son importantes —dijo el monstruo—. Pueden ser más
importantesquecualquierotracosa.Siportanlaverdad.
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—Escribirlavida—dijoConoramargamenteentredientes.
Elmonstruopareciósorprendido.
—Enefecto—dijo.Sediolavueltaparamarcharse,peromiróotravezaConor
—.Búscamepronto.
—Quierosaberquévaapasarconmimadre—dijoConor.
Elmonstruosedetuvo.
—¿Esquenolosabesya?
—Dijistequeerasunárbolquecuraba—dijoConor—.¡Bueno,puesyonecesito
quecures!
—Ycuraré—dijoelmonstruo.
Yconungolpedevientodesapareció.
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Yanoteveo
—Yotambiénquieroiralhospital—dijoConoralamañanasiguientemientrasiba
enelcocheconsuabuela—.Hoynoquieroiralcolegio.
Suabuelaselimitóaseguirconduciendo.Habíabastantesposibilidadesdequeno
volvieraahablarlenuncamás.
—¿Qué tal estaba anoche? —preguntó Conor. Después de que se fuera el
monstruo,habíaaguantadodespierto,esperando,duranteunbuenrato,pero,apesar
detodo,sehabíaquedadodormidoantesdequevolvierasuabuela.
—Igual—dijoellalacónicamente,conlosojosfijosenlacarretera.
—¿Leestáhaciendoalgolanuevamedicación?
SuabuelatardótantotiempoencontestaraesapreguntaqueConorpensóqueya
noibaahacerlo,yestabaapuntodepreguntárselootravezcuandoelladijo:
—Esdemasiadoprontoparasaberlo.
Conordejóquepasaranunascuantascalles,luegolepreguntó:
—¿Cuándovaavolveracasa?
Aesapreguntasuabuelanorespondió,yesoqueaúnlesquedabaotramediahora
deviajeparallegaralcolegio.
No había manera de que prestara atención en clase. Algo que de todas formas no
tenía importancia porque ninguno de los profesores le preguntó nada. Tampoco los
compañeros.Paracuandollególahoradelacomida,sehabíatiradootramañanasin
cruzarunapalabraconnadie.
Sesentósoloenelextremodelcomedor,sinprobarlacomidaqueteníadelante.
Había un ruido increíble, los gritos, los chillidos, las peleas y las risas de sus
compañerosresonabanenlasala.Conorhizoloposibleporignorarlos.
Elmonstruolacuraría.Porsupuestoqueloharía.¿Quéotrarazónpodríahaber
paraquehubieraido?Nohabíaotraexplicación.Habíaidohastaélandandocomoel
árboldelacuración,elmismoárboldelquesacabanelmedicamentoparasumadre,
¿paraquéotracosasino?
«Por favor», pensó Conor mientras miraba la bandeja de la comida todavía
intacta.«Porfavor».
Desdeelotroladodelamesa,dosmanosdieronunfuertegolpeaambosladosde
labandeja,yletiraronencimaelzumodenaranja.
Conorselevantó,aunquenolobastanterápido.Teníalospantalonesempapados,el
líquidosedeslizabaporsuspiernas.
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—¡O’Malleysehahechopisencima!—estabagritandoyaSully,conAntonasu
ladopartiéndosederisa.
—¡Toma!—ledijoAntonsalpicándoleconlosdedosunpocodelzumoquehabía
caídoenlamesa—.¡Tedejabasesto!
Harry estaba entre Anton y Sully, como siempre, con los brazos cruzados,
mirándolo.
Conorledevolviólamirada.
Ninguno de los dos se movió durante un rato tan largo que Sully y Anton se
quedaron callados. Empezaron a ponerse nerviosos mientras la lucha de miradas
continuaba;sepreguntabanquéibaahacerHarryacontinuación.
TambiénConorselopreguntaba.
—Meparecequeyatehecalado,O’Malley—dijoHarryporfin—.Creoqueya
séloqueestáspidiendo.
—Yahoratelovanadar—dijoSully.
ÉlyAntonrieronyentrechocaronlospuños.
Conor no vio a ningún profesor con el rabillo del ojo, así que supo que Harry
habíaelegidounmomentoenelquepudieranmeterseconélsinservistos.
Conorestabasolo.
Harrydiounpasoalfrente,todavíamanteníalacalma.
—Aquítieneselgolpemásdurodetodos, O’Malley—dijoHarry—.Estoeslo
peorquetepuedohacer.
Tendíalamano,comosiquisieraestrechársela.
Queríaestrechársela.
Conor reaccionó de manera casi automática: alargó la mano y estrechó la de
Harry sin pararse siquiera a pensar lo que estaba haciendo. Se estrecharon la mano
comodoshombresdenegociosalfinaldeunareunión.
—Adiós,O’Malley—dijoHarrymirándoloalosojos—.Yanoteveo.
Lesoltólamano,sediolavueltaysefue.AntonySullyparecíantodavíamás
desconcertados,perodespuésdeunsegundosefuerontambién.
NingunosediolavueltaparamiraraConor.
Enlapareddelcomedorhabíaunrelojdigitalgigante,adquiridocomoloúltimoen
tecnología en algún momento en los años setenta y que nunca habían cambiado,
aunqueeramásviejoquelamadredeConor.MientrasConorveíacómosealejaba
Harry, cómo se alejaba sin mirar atrás, cómo se alejaba sin hacer nada, Harry pasó
bajoelrelojdigital.
Lacomidaempezabaalas11.55yterminabaalas12.40.
Enelrelojeranahoralas12.06.
LaspalabrasdeHarrysonabancomounecoenlacabezadeConor.
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«Yanoteveo».
Harryseguíaalejándose,cumpliendosupromesa.
«Yanoteveo».
Elrelojmarcólas12.07
—Eslahoradelatercerahistoria—dijoelmonstruo,detrásdeél.
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Latercerahistoria
—Había una vez un hombre invisible —continuó diciendo el monstruo, aunque
ConorseguíaconlosojosclavadosenHarry—,quesecansódequenolovieran.
Conorechóaandar.
AandardetrásdeHarry.
—Noesquefueradeverdadinvisible—dijoelmonstruosiguiendoaConor;el
comedor parecía pequeño allí por donde pasaban—. Sino que la gente se había
acostumbradoanoverlo.
—¡Oye!—dijoConor.
Harrynosediolavuelta.TampocoSullyniAnton,aunqueseguíanconsusrisitas
mientrasConorapretabaelpaso.
—Y si nadie te ve —dijo el monstruo apretando también el paso—, ¿se puede
decirqueestésahí?
—¡OYE!—gritóConor.
ElcomedorsehabíaquedadoensilenciomientrasConoryelmonstruoseguíana
Harryatodaprisa.
AHarry,quetodavíanosehabíadadolavuelta.
Conorloalcanzó,loagarróporelhombroehizoquesegirara.Harryfingióque
nosabíaquéestabasucediendoydirigióaSullyunamiradaacusadora,comosiselo
hubierahechoél.
—Dejadehacereltonto—dijoHarryysevolvióotravez.
SevolviódeespaldasaConor.
—Y entonces un día el hombre invisible decidió —dijo el monstruo, y su voz
resonabaenlosoídosdeConor—:«Haréquemevean».
—¿Cómo? —preguntó Conor, respirando entrecortadamente; no se volvió para
veralmonstruo;noobservólareaccióndetodoelcomedoralverunmonstruotan
grande allí en medio, pero era consciente de los murmullos de nerviosismo y de la
extrañaexpectaciónquehabíaenelaire—.¿Cómolohizoesehombre?
Conorsintióqueelmonstruosearrodillabadetrásdeélyseacercabaasuoído
parasusurrarleelrestodelahistoria.
—Llamó —dijo— a un monstruo. —Y alargó una mano enorme y monstruosa
quepasójuntoaConorytiróaHarryalsuelodeuntremendoempujón.
Se oyó un estruendo de bandejas y gritos mientras Harry rodaba por el suelo.
AntonySullymiraronaterrados,primeroaHarry,luegodenuevoaConor.
Les cambió la cara al verlo. Conor dio otro paso hacia ellos; sentía la mole del
monstruodetrásdeél.
AntonySullydieronmediavueltayecharonacorrer.
—¿A qué te crees que estás jugando, O’Malley? —dijo Harry mientras se
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levantaba del suelo, con una mano en la frente, donde se había golpeado al caer.
Apartólamanoyalgunosgritaronalverlasangre.
Conorseguíaavanzando,lagenteseapartabacomopodía.Elmonstruoibacon
él,pisandoexactamentedondeélpisaba.
—¿Nomeves?—gritóConor—.¿Nomeves?
—¡No, O’Malley! —gritaba Harry sin moverse del sitio—. No te veo. ¡Nadie
aquíteve!
Conor se paró y miró despacio a su alrededor. Todo el comedor los observaba,
esperandoaverquépasaba.
Pero cuando Conor los miraba, apartaban la vista, como si les diera demasiada
vergüenzaolesdolieramirarlodirectamentealosojos.SoloLilylesostuvolamirada
durantemásdeunsegundo;habíaangustiaydolorensucara.
—¿Creesqueestomedamiedo,O’Malley?—dijoHarrytocándoselasangreen
lafrente—.¿Creesquetevoyatenermiedoalgúndía?
Conornodecíanada,soloseguíaavanzando.
Harrydiounpasoatrás.
—Conor O’Malley —dijo con voz venenosa—. A quien todo el mundo
compadece por lo de su madre. Que va por el colegio pavoneándose como si fuera
diferente,comosinadiesupieraloqueestásufriendo.
Conorsiguióandando,casilohabíaalcanzado.
—Conor O’Malley, que quiere que lo castiguen —dijo Harry, que continuaba
retrocediendo con la mirada fija en Conor—. Conor O’Malley, que necesita que lo
castiguen.¿Yporqué,ConorO’Malley?¿Quésecretostanterriblesescondes?
—Cállate—dijoConor.
Yoyóquelavozdelmonstruolodecíaconél.
Harrydiootropasoatrásychocóconunaventana.Eracomositodoelcolegio
estuvieraconteniendolarespiraciónalaesperadequéibaahacerConor.Oyóaun
pardeprofesoresdandovocesfuera,porfinsehabíanenteradodequepasabaalgo.
—Pero¿sabesloqueveocuandotemiro,O’Malley?
Conorcerrólospuños.
Harryseinclinóhaciadelanteconlosojosechandochispas.
—Noveonada—dijo.
Sindarselavuelta,Conorlehizounapreguntaalmonstruo.
—¿Quéhicisteparaayudaralhombreinvisible?
Ysintiódenuevolavozdelmonstruo,comosiestuvieradentrodesucabeza.
—Hicequevieran—dijo.
Conorcerrótodavíamáslospuños.
EntonceselmonstruodiounsaltoadelanteparahacerqueHarryviera.
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Elcastigo
—Nisiquieraséquédecir.—Ladirectorasoltóunsuspirodeexasperaciónymovió
lacabezadeunladoaotro—.¿Quépuedodecirte,Conor?
Conor seguía con los ojos fijos en la alfombra, que tenía el color de una gran
manchadevino.LaseñoritaKwanestabasentadadetrásdeél,comosiConorpudiera
intentar escaparse. Sintió, más que vio, que la directora se inclinaba hacia delante.
EramayorquelaseñoritaKwan.Ydabaeldobledemiedo.
—Lohasmandadoalhospital,Conor—dijo—.Lehasrotounbrazo,lanariz,y
seguro que ya no tendrá los dientes tan bonitos como antes. Sus padres han
amenazadoconllevarajuicioalcolegioypresentarcargoscontrati.
AloíresoConorlevantólamirada.
—Estaban histéricos, Conor —dijo la señorita Kwan detrás de él—, y no me
extraña.Lesexpliquéloquehabíaestadopasando.Queestabaacosándoteyquetu
situaciónera…especial.
Conortorcióelgestoaloíraquellapalabra.
—Dehecho,lodelacosoesloquemásleshaasustado—dijolaseñoritaKwan
enuntonodedesdén—.Alpareceresdifícilqueteaceptenenunauniversidadsite
hanacusadodeacosoenelcolegio.
—¡Pero esa no es la cuestión! —dijo la directora, levantando tanto la voz que
ConorylaseñoritaKwandieronunbote—.Esquenisiquieraentiendoloquepasó
realmente.—Miróunospapelesqueteníaencimadelamesa;informesdeprofesores
ydeotrosalumnos,pensóConor—.Nisiquieraentiendocómounchicopuedehaber
causadotantodañoélsolo.
ConorhabíasentidoloqueelmonstruoleestabahaciendoaHarry,lohabíasentido
ensuspropiasmanos.CuandoelmonstruoagarróaHarryporlacamisa,Conorsintió
hasta la tela en las palmas de las manos. Cuando el monstruo le daba un puñetazo,
Conorsentíaelimpactodelgolpeensupropiopuño.Cuandoelmonstruoleretorció
el brazo a Harry por detrás de la espalda, Conor había sentido la resistencia que
oponíanlosmúsculosdeHarry.
Laresistencia,peronolavictoria.
Porque,¿cómoibaunchicoavenceraunmonstruo?
Recordabaelgriteríoyelcorrerdeaquíparaallá.Recordabaquelosotrosniños
habían salido disparados a buscar a los profesores. Recordaba el círculo a su
alrededorabriéndosemásymásmientraselmonstruolecontabalahistoriadetodolo
quehabíahechoporelhombreinvisible.
—Nuncamásinvisible—seguíadiciendoelmonstruomientrasdabaunapalizaa
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Harry—.Nuncamásinvisible.
Llegó un momento en que Harry dejó de oponer resistencia: los golpes del
monstruoerandemasiadofuertes,demasiadosgolpes,demasiadorápidos,yempezóa
suplicarlealmonstruoqueparara.
—Nunca más invisible —dijo el monstruo, deteniéndose por fin; las enormes
ramasdesuspuñosseenroscaronycrujieroncomoelestallidodeuntrueno.
SevolvióhaciaConor.
—Perohaycosaspeoresqueserinvisible—dijo.
Ysedesvaneció,dejandoaConorsoloanteHarry,quetemblabaysangraba.
AhoraenelcomedortodoelmundomirabaaConor.Todospodíanverlo,todos
losojossefijabanenél.Reinabaelsilencio,demasiadosilencioparatantosniños,y
durante unos instantes, antes de que los profesores lo rompieran —¿dónde habían
estadolosprofesores?¿Loshabíaapartadoelmonstruoparaquenovierannada?¿O
enrealidadtodohabíapasadomuyrápido?—,seoyóentrarelvientoporunaventana
abierta,unvientoquedejóenelsuelounascuantashojaspicudas.
LuegounasmanosdeadultoseposaronenConoryselollevarondeallí.
—¿Quépuedesdecirentudefensa?—preguntóladirectora.
Conorseencogiódehombros.
—Mevaahacerfaltamásqueeso—dijoella—.Lodejastegravementeherido.
—Nofuiyo—murmuróConor.
—¿Quéhasdicho?—dijoellaconunhilodevoz.
—Nofuiyo—dijoConormásclaramente—.Fueelmonstruoelquelohizo.
—Elmonstruo—dijoladirectora.
—YonisiquieratoquéaHarry.
LadirectoramiróalaseñoritaKwan.
—Todo el comedor te vio pegar a Harry —dijo la señorita Kwan—. Te vieron
tirarlo al suelo. Te vieron lanzarlo por encima de una mesa. Te vieron golpearle la
cabeza contra el suelo. —La señorita Kwan se inclinó hacia delante—. Te oyeron
gritaralgoacercadeservisto.Acercadenoserinvisiblenuncamás.
Conorflexionólasmanosdespacio.Lasteníaotravezdoloridas.Igualquetrasla
destruccióndelsalóndesuabuela.
—Puedo comprender lo enfadado que tienes que estar —dijo la señorita Kwan,
suavizando la voz—. Me refiero a que ni siquiera hemos podido contactar con un
familiarountutor.
—Mi padre ha vuelto a Estados Unidos —dijo Conor—. Y mi abuela pone el
móvilensilencioparaquenodespierteamimadre.Peroseguramenteledevolverála
llamada.
Ladirectoraseechóhaciaatrásenlasilla.
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—Elreglamentodelcolegioexigelaexpulsióninmediata.
Conorsintióqueselehundíaelestómago,sintióqueseleencogíatodoelcuerpo
bajounatoneladadepeso.
Peroentoncessediocuentadequeseleencogíaporquelehabíanquitadoelpeso
deencima.
Lo anegaba el entendimiento, también el alivio, un alivio tan grande que casi
lloró,allí,enlaoficinadeladirectora.
Lo iban a castigar. Por fin iba a suceder. Todo tendría sentido otra vez. La
directoraloibaaexpulsar.
Elcastigoestaballegando.GraciasaDios.GraciasaDios…
—Pero¿cómopodríahacereso?
Conorsequedódepiedra.
—¿Cómopodríahaceresoyllamarmeprofesora?—dijo—.Contodoloqueestás
pasando. —Frunció el ceño—. Con todo lo que sabemos de Harry. —Movió
ligeramentelacabeza—.Llegaráundíaenquehablaremosdeesto,ConorO’Malley.
Ycréemequellegará.Perohoynoesesedía.—Lomiróunaúltimavez—.Tienes
cosasmásimportantesenlasquepensar.
Conortardóuninstanteencomprenderqueyaestaba.Esoeratodo.Esoeratodo
loqueibaarecibir.
—¿Nomevanacastigar?—dijo.
La directora le sonrió con severidad, con amabilidad casi, y entonces dijo
prácticamentelomismoquehabíadichosupadre.
—¿Quésentidotendría?
LaseñoritaKwanlollevódevueltaaclase.Losdosalumnosconlosquesecruzaron
enelpasillosepegaronalaparedparadejarlopasar.
En su clase todos se quedaron en silencio cuando abrió la puerta, y nadie, ni
siquieraelprofesor,dijounasolapalabramientrassedirigíahaciasupupitre.Lily,en
elpupitredeallado,lomirócomosifueraadeciralgo.Peronolodijo.
Nadieledirigiólapalabraentodoeldía.
«Haycosaspeoresqueserinvisible»,habíadichoelmonstruo,yteníarazón.
Conoryanoerainvisible.Ahoratodosloveían.
Peroestabamáslejosquenunca.
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Unanota
Pasaron unos días. Luego unos días más. Era difícil saber cuántos exactamente. A
Conor le parecían un único día grande y gris. Se levantaba por las mañanas y su
abuelanohablabaconél,nisiquierasobrelallamadadeladirectora.Ibaalcolegioy
tampocoallílehablabanadie.Ibaalhospitalaverasumadre,yestabademasiado
cansada para hablar con él. Su padre lo llamaba por teléfono, y no tenía nada que
decirle.
ElmonstruonosehabíadejadoverdesdeelataqueaHarry,aunquesesuponía
queahoraeraConorquienteníaquecontarleunahistoria.Nochetrasnocheloesperó
envano.QuizáelmonstruosupieraqueConornosabíaquéhistoriacontarle.Oque
Conorsísabíaperonoquería.
AlfinalConorsequedabadormido,yllegabalapesadilla.Ahorallegabasiempre
quesequedabadormido,ypeorqueantes,siesqueesoeraposible.Sedespertaba
gritandotresocuatrovecescadanoche,unavezgritótanfuertequesuabuelallamóa
lapuertaparaversiestababien.
Peronoentró.
Llegabaelfindesemanaylopasabanenelhospital;lanuevamedicaciónestaba
tardandoenhacerefecto,yentretanto,lehabíandiagnosticadounainfecciónenlos
pulmones.Eldolorhabíaaumentado,asíquesepasabacasitodoeltiempodormidao
diciendocosassinsentidoporloscalmantes.LaabueladeConorlomandabasalirde
la habitación cuando su madre se ponía así, y se acostumbró tanto a vagar por el
hospitalqueunavezllevóalaladerayosXaunamujerquesehabíaperdido.
Lilyysumadretambiénibanaverlaelfindesemanapero,mientrasestabanallí,
Conorsiempreseibaalquioscoaleerrevistas.
Luego, casi sin darse cuenta, estaba otra vez en el colegio. Por increíble que
pudieraparecer,eltiemposeguíapasandoparaelrestodelmundo.
Elrestodelmundoquenoestabaalaespera.
LaseñoritaMarlestabadevolviéndoleslaredacciónde«Escribirlavida».Almenos
atodoslosqueteníanunavida.
Conorsequedósentadoasupupitre,conlamanoapoyadaenlabarbilla,mirando
el reloj. Todavía faltaban dos horas y media para las 12.07. No es que eso fuera
importante.Estabaempezandoapensarqueelmonstruosehabíaidoparasiempre.
Otromásquetampocolehablaría.
—Eh —oyó que alguien susurraba cerca de él. Burlándose, sin duda. «Mira a
ConorO’Malley,ahísentadocomounfardo.Quéfriki».
—¡Eh!—oyóotravez,estavezconmásinsistencia.
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Sediocuentadequeelsusurroibadirigidoaél.
Lily estaba sentada al otro lado del pasillo, donde se había sentado siempre en
todoslosañosquellevabanjuntosenelcolegio.MirabaalaseñoritaMarl,perotenía
unanotaescondidaentrelosdedos.
UnanotaparaConor.
—¡Cógela!—lesusurrósinmoverloslabios,haciéndoleseñalesconlanota.
Conor levantó la vista para ver si la señorita Marl los miraba, pero estaba
demasiadoocupadaexpresandociertadecepciónporquelavidadeSullysepareciera
tantoaladeunhéroedecómicinspiradoenuninsecto.Conoralargólamanohacia
elpasilloycogiólanota.
Estabadobladacomounasdoscientasveces;abrirlafuecomodeshacerunnudo.
MiróirritadoaLily,peroellaseguíafingiendoqueatendíaalaprofesora.
Conoralisólanotaencimadelpupitreylaleyó.Parahaberladobladotanto,solo
habíaescritocuatrolíneas.
Cuatrolíneas,yelmundoenmudeció.
«Sientohaberlecontadoatodoelmundolodetumadre»,poníaenlaprimeralínea.
«Echodemenosseramigatuya»,poníaenlasegunda.
«¿Estásbien?»,poníaenlatercera.
«Yoteveo»,poníaenlacuarta,conel«Yo»subrayadounascienveces.
Laleyóotravez.Yotra.
MiróhaciaatrásparaveraLily,quienestabarecibiendotodotipodeelogiosdela
señorita Marl, pero vio que se estaba poniendo roja y no solo por lo que decía la
profesora.
LaseñoritaMarlpasóaotroalumno.
LilymiróaConor.Lomiróalosojos.
Yteníarazón.Ellaloveía,loveíadeverdad.
Conortuvoquetragarsalivaantesdepoderhablar.
—Lily…—empezóadecir,perolapuertadelaclaseseabrióylasecretariadel
colegioentró,hizoseñasalaseñoritaMarlylesusurróalgoaloído.
LasdossevolvieronparamiraraConor.
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Cienaños
En el hospital, la abuela de Conor se detuvo ante la puerta de la habitación de su
madre.
—¿Novasaentrar?—preguntóConor.
Ellanegóconlacabeza.
—Estaréabajoenlasaladeespera—dijo,ylodejósolo.
Tenía una sensación agria en el estómago ante lo que podía encontrarse dentro.
Nuncalohabíansacadodelcolegioamediamañana,nisiquieracuandolaingresaron
enSemanaSanta.
Seleagolpabanlaspreguntasenlacabeza.
Preguntasalasquenoprestóatención.
Empujólapuertatemiéndoselopeor.
Perosumadreestabadespierta,conlacamaenlaposicióndesentada.Másaún,
le sonreía, y por un segundo a Conor le dio un vuelco el corazón. El medicamento
habíafuncionado.Eltejolahabíacurado.Elmonstruolohabíaconseguido…
Entonces vio que la sonrisa no se correspondía con los ojos de su madre. Se
alegrabadeverlo,perotambiénteníamiedo.Yestabatriste.Ymáscansadadeloque
nuncalahabíavisto,queyaeradecir.
Y no lo habrían sacado del colegio para decirle que su madre estaba un poco
mejor.
—Hola,hijo—dijoy,cuandolodijo,losojosselellenarondelágrimasyConor
notólapreocupaciónensuvoz.
Conornotóqueseestabaponiendomuy,muyenfadado.
—Venaquí—dijoella,dandogolpecitosenlacolcha.
Sinembargo,Conorsedejócaerenunasillajuntoalacama.
—¿Qué tal estás, cariño? —le preguntó ella; tenía la voz muy débil, su
respiracióneratodavíamástemblorosaqueeldíaanterior.Parecíamásllenadetubos
que le daban medicamentos y aire y a saber qué más. No llevaba el pañuelo y su
cabezaseveíapeladayblancabajolaluzfluorescentedelahabitación.Conorsintió
unaurgenciacasiirresistibledetapárselaconalgo,deprotegerla,antesdequenadie
vieralovulnerablequeera.
—¿Quépasa?—preguntóél—.¿Porquémehasacadolaabueladelcolegio?
—Queríaverte,ylamorfinameestádejandotanrápidofueradecombate,queno
sabíasimástardeseríaposible.
Conorsecruzófirmementedebrazos.
—A veces estás despierta por las noches —dijo—. Me podrías haber visto esta
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noche.
Sabíaqueestabahaciendounapregunta.Sabíaqueellatambiénlosabía.
Yporesosupo,cuandoellahablódenuevo,queleestabadandounarespuesta.
—Quería verte ahora, Conor —dijo, y su voz volvió a sonar preocupada y los
ojosselellenarondelágrimas.
—Tenemosquehablar,¿no?—dijoConorconmásbrusquedaddelaquehabría
querido—.Hablarde…
Noterminólafrase.
—Mírame, hijo —dijo ella, porque él estaba mirando al suelo. Despacio, él
levantólavista.Lesonreíaconsusonrisallenadecansancio,yConorviolohundida
queestabaenlasalmohadas,comosinisiquieratuvierafuerzasparaalzarlacabeza.
Sediocuentadequehabíanlevantadolacamaporquesino,noalcanzaríaaverlo.
Ella respiró hondo para decir algo, lo que le provocó un ataque terrible de tos
ronca.Tardóunratolargoenpodervolverahablar.
—He hablado con el médico esta mañana —dijo con voz muy débil—. El
tratamientonuevonofunciona,Conor.
—¿Eldeltejo?
—Sí.
Conorfruncióelceño.
—¿Cómopuedeserquenofuncione?
Sumadretragósaliva.
—Lascosashanidodemasiadodeprisa.Eraunavagaesperanza.Yahoratengo
estainfección…
—Pero¿cómoesposiblequenofuncione?—dijoConordenuevo,comosiselo
estuvierapreguntandoaotrapersona.
—Yalosé—dijosumadre;lasonrisatristeseguíaahí—.Veresetejotodoslos
díaseracomotenerunamigoahífueraquemeayudaríasitodosalíamal.
Conorseguíacruzadodebrazos.
—Peronohaayudado.
Su madre negó ligeramente con la cabeza. Había preocupación en su mirada, y
Conorcomprendióqueestabapreocupadaporél.
—Entonces ¿ahora qué pasa? —preguntó Conor—. ¿Cuál es el siguiente
tratamiento?
Ellanorespondió.Locualeraunarespuestaensímisma.
Conorlodijoenaltodetodasformas.
—Nohaymástratamientos.
—Lo siento, hijo —dijo su madre, y se le escaparon unas lágrimas, aunque
manteníaintactalasonrisa—.Nohesentidonuncanadatantoenlavida.
Conornopodíarespirar,lapesadillaloasfixiabapordentro.
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—Dijistequefuncionaría—dijoconlavozentrecortada.
—Yalosé.
—Lodijiste.Creíasqueibaafuncionar.
—Losé.
—Mentiste —dijo Conor, mirándola a los ojos—. Has estado todo este tiempo
mintiendo.
—Yocreíadeverdadqueibaafuncionar—dijoella—.Esposiblequeesohaya
sido lo que me ha mantenido aquí tanto tiempo, Conor. Creerlo para que tú lo
creyeras.
Sumadrequisocogerlelamano,peroéllaretiró.
—Mentiste—volvióadecirél.
—Meparecequeenlomáshondodetucorazónsiemprelohassabido—dijosu
madre—.¿Aquesí?
Conornorespondió.
—Esnormalqueestésenfadado,cariño—dijoella—.Deverdad,esnormal.—Y
soltó una risita—. Yo también estoy bastante enfadada si te digo la verdad. Pero
quieroquesepasesto,Conor,esimportantequemeescuches.¿Meestásescuchando?
Quisocogerleotravezlamano.Trasunsegundo,élladejó,perolaapretócontan
pocafuerza…¡contanpocafuerza…!
—Enfádate todo lo que tengas que enfadarte —dijo ella—. Que nadie te lo
impida. Ni tu abuela, ni tu padre, nadie. Y si tienes que romper cosas, por Dios,
hazlasañicos.
Nopodíamirarla.Deverasquenopodía.
—Y si un día —dijo ella, llorando ahora sin poder contenerse—, echas la vista
atrásytesientesmalporhaberteenfadadotanto,porhaberteenfadadotantoconmigo
quenopodíasnihablarme,entoncestienesquesaber,Conor,tienesquesaberqueno
pasónadaporqueteenfadaras.Nopasónada.Yqueyolosabía.Yolosé,¿vale?Sé
todoloquetienesquedecirmesinnecesidaddequelodigasenalto.¿Vale?
Conorseguíasinpodermirarla.Nopodíalevantarlacabezadelomuchoquele
pesaba.Estabapartidoendos,comosilehubierancortadojustoporlamitad.
Peroasintióconlacabeza.
Laoyódarunsuspirolargoyquejumbroso,yoyóelalivioquehabíaenél,ytambién
laextenuación.
—Losiento,hijo—dijo—.Voyanecesitarmáscalmantes.
Éllesoltólamano.Ellaapretóelbotóndeunamáquinaqueadministrabaunos
calmantes tan fuertes que no podía seguir despierta cuando se los ponía. Luego le
tomólamanodenuevo.
—Ojalámequedarancienaños—dijoconvozmuybaja—.Cienañosquedarte.
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Él no respondió. Unos segundos más tarde el medicamento la había dormido,
peronoimportaba.
Habíanhablado.Nohabíanadamásquedecir.
—¿Conor? —dijo su abuela asomando la cabeza por la puerta algo más tarde,
Conornosabíacuántomástarde.
—Quieroirmeacasa—dijoélconvozqueda.
—Conor…
—A mi casa —dijo, levantando la cabeza, los ojos rojos, con pena, con
vergüenza,conira—.Ladeltejo.
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¿Quésentidotienestú?
—Mevuelvoalhospital,Conor—dijosuabuelacuandolodejófrentealacasa—.
Nomegustadejarlaasí.¿Quénecesitasqueestanimportante?
—Tengoquehacerunacosa—dijoConorconlamiradaclavadaenelhogarenel
quehabíapasadotodasuvida.Parecíavacíoyextraño,aunquenohacíamuchoque
sehabíanido.
Sediocuentadeque,posiblemente,yanuncamásseríasuhogar.
—Volveré a recogerte dentro de una hora —dijo su abuela—. Cenaremos en el
hospital.
Conornolaescuchaba.Estabayacerrandolapuertadelcochedetrásdeél.
—¡Una hora! —le gritó su abuela a través de la puerta cerrada—. Esta noche
querrásestarallí.
Conorempezóasubirlosescalonesdesucasa.
—¿Conor?—lollamósuabuela.Peroélnosediolavuelta.
Cuandosuabuelaenfilóelcochehacialacalleysealejó,élapenaslaoyó.
Dentro,lacasaolíaapolvoyairerancio.Nisiquierasepreocupódecerrarlapuerta
detrásdeél.Fuederechoalacocinaymiróporlaventana.Allíestabalaiglesiaenla
colina.Allíestabaeltejovigilandosucementerio.
Conor salió al jardín de atrás. De un salto se encaramó a la mesa en la que su
madresolíabeberPimm’senverano,ysedioimpulsoparapasarporencimadela
valla de atrás. No lo había hecho desde que era un niño muy pequeño, hacía tanto
tiempo ya de eso que era su padre el que lo castigaba por ello. El boquete en el
alambre de espino junto a la vía del tren seguía allí, y se coló por el agujero sin
importarle rasgarse la camisa. Cruzó las vías casi sin mirar si venía un tren, sorteó
otravalla,yyaestabaenlabasedelacolinaquellevabaalaiglesia.Saltólapared
bajadepiedraquelarodeabaysubióporlaladera,entrelaslápidas,todoeltiempo
conlavistafijaenelárbol.
Ytodoeltiempo,seguíasiendounárbol.
Conorechóacorrer.
—¡Despierta!—gritóantesdellegaraél—.¡DESPIERTA!
Llegóaltroncoyempezóadarlepatadas.
—¡Tehedichoquedespiertes!¡Medaiguallahoraquesea!
Lediootrapatada.
Yotramásfuerte.
Yotramás.
YelárbolseapartótanrápidoqueConorperdióelequilibrioysecayóalsuelo.
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—Sisiguesconesotevasahacerdaño—dijoelmonstruo,erguidocuanaltoera.
—¡Nofuncionó!—gritóConorponiéndosedepie—.Dijistequeeltejolacuraría,
¡peronolahacurado!
—Dije que si tenía cura, el tejo la curaría —dijo el monstruo—. Al parecer no
teníacura.
LairacrecióenelpechodeConor,oprimiéndoleelcorazóncontralascostillas.
Atacó al monstruo en las piernas, golpeando la corteza con las manos,
magullándoselas.
—¡Cúrala!¡Tienesquecurarla!
—Conor—dijoelmonstruo.
—¿Quésentidotienestúsinopuedescurarla?—dijoConor,dándolepuñetazos
—. Solo esas estúpidas historias y los líos en los que me metes, y todo el mundo
mirándomecomosiestuvieraenfermo…
Sedetuvoporqueelmonstruololevantóenelaire.
—Túmellamaste,ConorO’Malley—dijomirándolomuyserio—.Túereselque
tienelasrespuestasparaesaspreguntas.
—¡Si yo te llamé —dijo Conor con la cara roja y lágrimas que casi no sentía
corriéndoleporlasmejillas—,fueparasalvarla!¡Parasalvarla!
Unsusurrorecorriólashojasdelmonstruo,comosisemecieranconungolpede
vientolargoylento.
—Novineparacurarlaaella—dijoelmonstruo—.Vineparacurarteati.
—¿Amí?—Conordejóderetorcerseenlamanodelmonstruo—.Yononecesito
quemecuren.Mimadreeslaque…
Peronofuecapazdedecirlo.Nisiquieraahoraeracapazdedecirlo.Niaunque
hubieran hablado. Ni aunque lo hubiera sabido todo el tiempo. Porque claro que lo
sabía, claro que lo había sabido, por mucho que hubiera querido creer que no era
verdad,claroquelosabía.Peroaunasínopodíadecirlo.
Nopodíadecirquesumadreseestaba…
Seguíagritandoenfurecidoylecostabarespirar.Sesentíacomosiloestuvieran
rajandodearribaabajo,comosielcuerposeledescoyuntara.
Miródenuevoalmonstruo.
—Ayúdame—dijoenvozbaja.
—Hallegadoelmomento—dijoelmonstruo—delacuartahistoria.
Conorsoltóunchillidoderabia.
—¡No!¡Nomereferíaaeso!¡Estánpasandocosasmásimportantes!
—Sí—dijoelmonstruo—.Escierto.
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Abriólamanoqueteníalibre.Lanieblalosenvolviódenuevo.
Yotravezestabanenmitaddelapesadilla.
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Lacuartahistoria
Hastasostenidoenlagigantescaypoderosamanodelmonstruo,Conorsentíaqueel
terror se filtraba dentro de él, sentía su negrura encharcándole los pulmones, sentía
queelestómagoseleibahundiendo…
—¡No!—gritó,retorciéndoseunpocomás,peroelmonstruolosujetabafuerte—.
¡No!¡Porfavor!
La colina, la iglesia, el cementerio, todo había desaparecido, hasta el sol había
desaparecido,dejándolosenmediodeunafríaoscuridad,unaoscuridadquellevaba
persiguiéndolodesdequeingresaronasumadrelaprimeravez,desdeantesdeeso,
cuandoempezóconlostratamientosquehacíanqueselecayeraelpelo,desdeantes
deeso,cuandotuvounagripequenoselecurabayfueaunmédicoyresultóqueno
eragripe,desdeantesdeeso,cuandoempezóaquejarsedelocansadaquesesentía,
incluso antes de eso, incluso desde siempre, le parecía, la pesadilla estaba allí,
acechándolo,rodeándolo,aislándolodelresto,haciéndolesentirsesolo.
EracomosiConornuncahubieraestadoenotraparte.
—¡Sácamedeaquí!—gritó—.¡Porfavor!
—Hallegadoelmomentodelacuartahistoria.
—¡Yonoséningunahistoria!—dijoConor,conlamentesacudidaporelmiedo.
—Sinolacuentastú—dijoelmonstruo—,tendréquecontarlayo.—Acercóla
caraaConor—.Ycréemesitedigoquenoesesoloquenecesitas.
—Porfavor.Tengoquevolverconmimadre.
—Tumadreyaestáaquí—dijoelmonstruogirándosehacialassombras.
Elmonstruolobajó,casilodejócaer,yConorsediodebruces.
Reconoció la tierra fría bajo las manos, reconoció el claro en el que estaba,
rodeadoentresdesusladosporunbosqueoscuroeimpenetrable,reconocióelcuarto
lado,unprecipicioquecaíaenpicadohacialassombras,másabajo.
Yalbordedelprecipicio,sumadre.
Estabadeespaldas,perolomirabaporencimadelhombro,sonriendo.Parecíatan
débil como cuando estaba en el hospital, pero le decía adiós con una mano, en
silencio.
—¡Mamá! —gritó Conor; sentía que el cuerpo le pesaba demasiado y no podía
ponerseenpie,comosiemprequeempezabalapesadilla—.¡Tienesquesalirdeaquí!
Sumadrenosemovió,aunquepareciópreocupadaporloqueélhabíadicho.
Conorsearrastróhaciadelante,tensoporelesfuerzo.
—¡Mamá,tienesqueecharacorrer!
—Estoybien,cariño—dijo—.Nohaynadadequepreocuparse.
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—¡Mamá,corre!¡Porfavor,corre!
—Pero,cariño,estáel…
Su madre se interrumpió y se volvió hacia el borde del precipicio, como si
hubieraoídoalgo.
—No—susurróConorparasímismo.Searrastróotropocomás,peroellaestaba
demasiadolejos,demasiadolejosparaqueéllaalcanzaraatiempo,ysentíaelcuerpo
tanpesado…
Salióunsonidogravedelfondodelprecipicio.Unestruendoqueretumbaba.
Comosialgograndesemovieraallíabajo.
Algomásgrandequeelmundo.
Yestabasubiendoporlapareddelprecipicio.
—¿Conor?—preguntósumadre,volviéndoseparamirarlo.
PeroConoryalosabía.Erademasiadotarde.
Veníaelmonstruodeverdad.
—¡Mamá! —gritó Conor, haciendo lo que podía para ponerse de pie, luchando
contraelpesoinvisiblequetirabadeélhaciaabajo—.¡MAMÁ!
—¡Conor!—gritósumadre,retirándosedelprecipicio.
Peroelestruendosonabacadavezmásalto.Ymásalto.Ytodavíamásalto.
—¡MAMÁ!
Sabíaquenollegaríaatiempo.
Porque,conunrugido,unanubedeoscuridadardientesacódospuñosenormes
por encima del borde del precipicio. Se cernieron en el aire un demorado instante,
sobresumadre,mientrasellaintentabaalejarse.
Peroestabamuydébil,demasiadodébil…
Ylosdospuñoscayeronalavezsobreella,laagarraronytiraronhaciaelfondo
delprecipicio.
YporfinConorpudoecharacorrer.Cruzóelclarogritando,corríatanrápidoque
estuvo a punto de caerse, y se lanzó hacia ella, hacia las manos que ella le tendía
mientraslospuñoslaarrastrabanprecipicioabajo.
Ysusmanostomaronlasdesumadre.
Lapesadillaquelodespertabagritandotodaslasnochesestabateniendolugarenese
precisoinstante,allímismo.
Conor estaba al borde del precipicio, preparándose para aquel momento,
aferrandocontodassusfuerzaslasmanosdesumadreparaquelanegruranosela
llevara,paraquelacriaturanolaarrastraraalfondodelprecipicio.
Alfinloveía.
Elmonstruodeverdad,elquedeverdadledabamiedo,elqueélesperabaverla
primeravezquesepresentóeltejo,eldelapesadilla,hechodenubeydecenizayde
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llamasoscuras,peroconmúsculosreales,confuerzareal,conojosrojosyrealesque
lofulminabanconlamiradaydientesrelucientesquesecomeríanvivaasumadre.
«Hevistocosaspeores»,lehabíadichoConoralmonstruolaprimeranoche.
Yahíestabalopeor.
—¡Ayúdame,Conor!—gritósumadre—.¡Nomesueltes!
—¡Notesoltaré!—gritóasuvezConor—.¡Teloprometo!
El monstruo de la pesadilla dio un rugido y tiró más fuerte, con los puños
apretadosalrededordelcuerpodesumadre.
YellaempezóaresbalardelasmanosdeConor.
—¡Porfavor,Conor!—gritóellaaterrorizada—.¡Nomesueltes!
—¡No te soltaré! —gritó Conor. Se volvió hacia el tejo, que seguía allí, sin
moverse—.¡Ayúdame!¡Nopuedosujetarla!
Peroeltejosequedóallí,mirando.
Lasmanosdesumadresedeslizabandelassuyas.
—¡Conor!—gritóella.
—¡Mamá!—gritóél,sujetándolamásfuerte.
Peroseleescapaba,cadavezpesabamásymás,elmonstruodelapesadillacada
veztirabamásymásfuerte.
—¡Meestoyescurriendo!—gritósumadre.
—¡NO!—gritóél.
Secayódebrucessobreelpechodetantoquepesabasumadreconlospuñosde
lapesadillatirandodeella.
Sumadregritóotravez.
Yotra.
Ypesabatanto,tantoqueparecíaimposible.
—¡Porfavor!—susurróConorparasímismo—.¡Porfavor!
—Yaquí—dijoeltejodetrásdeél—estálacuartahistoria.
—¡Cállate!—gritóConor—.¡Ayúdame!
—AquíestálaverdaddeConorO’Malley.
Ysumadregritaba.
Yseestabaescurriendo.
Costabatantosujetarla…
—Esahoraonunca—dijoeltejo—.Tienesquedecirlaverdad.
—¡No!—dijoConorconvozentrecortada.
—Debeshacerlo.
—¡No!—dijoConorotravez,mirandoabajolacaradesumadre…
Ylaverdadllegóderepente…
Cuandolapesadillaalcanzósumáximaperfección…
—¡No!—gritóConorunavezmás…
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Ysumadrecayó.
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Elrestodelacuartahistoria
Eseeraelmomentoenquesolíadespertarse.Cuandoellacaía,gritando,alejándose
desusmanos,alabismo,enlosbrazosdelapesadilla,perdidayaparasiempre,era
cuandoélseincorporabaenlacama,cubiertodesudor,conelcorazónlatiéndoletan
deprisaquecreíaqueseibaamorir.
Peronosedespertó.
Lapesadillalorodeabatodavía.Eltejoseguíadetrásdeél.
—Lahistoriatodavíanohaacabado—dijo.
—Sácamedeaquí—dijoConor,poniéndosedepie,tembloroso—.Tengoqueira
veramimadre.
—Yanoestáaquí,Conor—dijoelmonstruo—.Túlasoltaste.
—Estoessolounapesadilla—dijoConor,jadeando—.Estonoeslaverdad.
—Estosíqueeslaverdad—dijoelmonstruo—.Losabes.Túlasoltaste.
—Secayó—dijoConor—.Nopodíasujetarlamás.Pesabatanto…
—Quelasoltaste.
—¡Secayó!—gritóConorpresacasideladesesperación.
Lanubedemugreycenizaquesehabíallevadoasumadrevolvíaasubirporlas
paredesdelprecipicioenpequeñosremolinosdehumo,unhumoqueConornopodía
evitar inhalar. Se le metía por la boca y por la nariz, como el aire, lo llenaba por
dentro,loasfixiaba.Teníaquehacerunesfuerzohastapararespirar.
—Túlasoltaste—dijoelmonstruo.
—¡Yonolasolté!—gritóConorconlavozquebrada—.¡Secayó!
—O dices la verdad o no saldrás nunca de esta pesadilla —dijo el monstruo,
elevándosesobreél,imponenteyamenazador,conlavozmásterroríficaqueConor
lehabíaoídonunca—.Tequedarásaquíatrapadotúsoloelrestodetuvida.
—¡Porfavor,dejaquememarche!—suplicóConorintentandoretroceder.Gritó
aterrorizadoalverquelospequeñosremolinosdehumoselehabíanenroscadoenlas
piernas. Lo tiraron al suelo y empezaron a envolverle también los brazos—.
¡Ayúdame!
—¡Dilaverdad!—dijoelmonstruo,ahoraconvozseverayterrorífica—.Dila
verdadoquédateaquíparasiempre.
—¿Quéverdad?—gritóConor,luchandodesesperadamentecontralosremolinos
—.¡Noséaquéterefieres!
La cara del monstruo surgió de repente de entre la negrura y quedó a escasos
centímetrosdeladeConor.
—Síquelosabes—dijoenvozbajayamenazadora.
Yhubounsilenciorepentino.
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Porque,sí,Conorlosabía.
Siemprelohabíasabido.
Laverdad.
Laverdadreal.
Laverdaddelapesadilla.
—No—dijo,despacio,mientraslanegruraempezabaarodearleelcuello—.No,
nopuedo.
—Debeshacerlo.
—Nopuedo—repitióConor.
—Sípuedes—dijoelmonstruo,yhubouncambioensuvoz.Unanotadealgo.
Deamabilidad.
AConorselellenaronlosojosdelágrimas.Laslágrimassedeslizabanporsus
mejillasyélnopodíahacernadaparadetenerlas,nisiquierapodíasecárselasporque
ahora los remolinos de humo de la pesadilla lo cubrían y cegaban, se habían
apoderadodeélcasiporcompleto.
—Por favor, no me obligues —suplicó Conor—. Por favor, no me obligues a
decirlo.
—Túlasoltaste—dijoelmonstruo.
Conornegóconlacabeza.
—Porfavor…
—Túlasoltaste—dijootravezelmonstruo.
Conorcerróconfuerzalosojos.
Sinembargo,luegoasintióconlacabeza.
—Podrías haber aguantado más —dijo el monstruo—, pero la dejaste caer.
Abristelasmanosydejastequelapesadillaselallevara.
Conorasintióotravez,teníalacaraarrugadaporeldoloryelllanto.
—Queríasquesecayera.
—No—dijoConorentregrandeslágrimas.
—Queríasquesefuera.
—¡No!
—Tienesquedecirlaverdadytienesquedecirlaahora.Conor O’Malley.Dila.
Debeshacerlo.
Conornegóotravezconlacabeza,apretandoconfuerzalaboca,perosintióque
elpecholequemaba,comosialguienhubieraencendidoallíunahoguera,unsolen
miniaturaqueardíayloquemabapordentro.
—Decirlomematará—jadeó.
—Loquetemataráesnodecirlo—repusoelmonstruo—.Tienesquedecirlo.
—¡Nopuedo!
—Lasoltaste.¿Porqué?
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La negrura le envolvía los ojos, le tapaba la nariz y le sofocaba la boca. Conor
jadeaba,tratandoderespirar,envano.Laoscuridadloestabaasfixiando.Loestaba
matando…
—¿Porqué,Conor?—dijofuriosoelmonstruo—.¡DimePORQUÉ!¡Antesde
queseademasiadotarde!
Ydepronto,elfuegoqueConorteníaenelpecholoabrasó,deprontoardiócomo
sipretendieradevorarlovivo.Eralaverdad,élsabíaqueloera.Ungemidoempezóa
surgirdesugarganta,ungemidoqueseelevóhastaconvertirseengritoyluegoenun
alaridosinpalabras,yConorabriólabocayelfuegosalióardiendo,ardiendopara
consumirlo todo, estallando contra la negrura, contra el tejo también, prendiéndole
fuego junto al resto del mundo, abrasando a Conor mientras gritaba y gritaba y
gritaba,dedolorydepena…
Ydijolaspalabras.Dijolaverdad.
Contóelrestodelacuartahistoria.
—¡Ya no puedo soportarlo más! —gritó desesperado mientras el fuego ardía
furiosamenteasualrededor—.¡Nopuedosoportarsaberquesevaair!¡Quieroque
paseya!¡Quieroquetodoestoseacabe!
Yentonceselfuegodevoróelmundo,arrasándolotodo,llevándoselotambiéna
él.
Conorlorecibióconalivio,porqueera,porfin,elcastigoquesemerecía.
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Vidadespuésdelamuerte
Conorabriólosojos.Yacíasobrelahierbaenlacolinadedetrásdesucasa.
Seguíavivo.
Locualeralopeorquepodíahaberpasado.
—¿Por qué no me ha matado? —gimió, llevándose las manos a la cara—. Me
merezcolopeor.
—¿Túcrees?—lepreguntóelmonstruoelevándoseporencimadeél.
—He pensado en ello una eternidad —dijo Conor despacio, lastimeramente,
esforzándose por hallar las palabras—. Siempre he sabido que ella no saldría
adelante,casidesdeelprincipio.Medecíaqueestabamejorporqueesoeraloqueyo
queríaoír.Yyolacreí.Soloquenolacreía.
—No—dijoelmonstruo.
Conortragósaliva,seguíaesforzándose.
—Yempecéapensarenlasganasqueteníadequeseacabara.Enlasganasque
teníadedejardepensarenello.Enloinsoportablequesemehacíayalaespera.No
podíasoportarlosoloquehacíaquemesintiera.
Empezóallorardeverdad,másdeloquecreíahaberlloradonunca,mástodavía
quecuandoseenteródequesumadreestabaenferma.
—Yunapartedetideseabaqueaquelloseacabara—dijoelmonstruo—,aunque
esosignificaraperderla.
Conorasintióconlacabeza,casiincapazdehablar.
—Yempezólapesadilla.Lapesadillaqueterminabasiemprecon…
—Yo la solté —dijo Conor con un suspiro—. Podría haber seguido sujetándola
perolasolté.
—Yesa—dijoelmonstruo—eslaverdad.
—¡Peroyonoquería!—dijoConoralzandolavoz—.¡Yonoqueríasoltarla!¡Y
ahoraesdeverdad!¡Ahorasevaamoriryesculpamía!
—Yesa—dijoelmonstruo—noesenabsolutolaverdad.
La pena de Conor era algo físico, lo paralizaba como un cepo, le tensaba como si
todoélfueraunsolomúsculo.Apenaspodíarespirardelagotamiento,ysedejócaer
enlatierradenuevo,deseandoqueselollevaradeunavezportodasyparasiempre.
Casi no sintió las enormes manos del monstruo recogiéndolo y formando un
pequeño nido para acogerlo. Fue solo vagamente consciente de que las hojas y las
ramasseretorcíanentornoaél,ablandándoseyensanchándoseparaquesetumbara
enellas.
—Esculpamía—decíaConor—.Yolasolté.Esculpamía.
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—Noesculpatuya—dijoelmonstruo,ysuvozflotabaenelairequelorodeaba
comounabrisa.
—Síloes.
—Solo querías que se acabara el dolor —dijo el monstruo—. Tu propio dolor.
Acabarcontuaislamiento.Eselanhelomáshumanoquehay.
—Yonoqueríahacerlo—dijoConor.
—Querías—dijoelmonstruo—,peronoquerías.
Conorsesorbiólosmocosylomiróalacara,queeratangrandecomounapared
delantedeél.
—¿Cómopuedenserverdadlasdoscosasalavez?
—Porqueloshumanossonanimalescomplicados—dijoelmonstruo—.¿Cómo
puede una reina ser a la vez una bruja buena y una bruja mala? ¿Cómo puede un
príncipe ser a la vez un asesino y un salvador? ¿Cómo puede un boticario tener un
carácterdeldemonioperoserrectoensusprincipios?¿Cómopuedeunpárrocotener
malos pensamientos y buen corazón? ¿Cómo es posible que los hombres invisibles
esténmássoloscuandoconsiguenquetodoelmundolosvea?
—No lo sé —dijo Conor encogiéndose de hombros, agotado—. Tus historias
nuncatuvieronsentidoparamí.
—Larespuestaesquenoimportaloquepienses—dijoelmonstruo—,porquela
menteentraráencontradicciónconsigomismacienvecesaldía.Queríasqueellase
fueraperoalavezqueríasdesesperadamentequeyolasalvara.Tumentesecreerá
lasmentiraspiadosasperoconocetambiénlasverdadesqueduelenyquehacenque
esasmentirasseannecesarias.Ytumentetecastigaráporcreerambascosas.
—Pero ¿cómo luchas contra eso? —preguntó Conor con voz ronca—. ¿Cómo
luchascontratuscontradiccionesinternas?
—Diciendolaverdad—respondióelmonstruo—,comotúacabasdehacer.
Conorpensóotravezenlasmanosdesumadre,enlassuyascuandolasoltaba…
—No pienses más en eso, Conor O’Malley —dijo el monstruo con ternura—.
Esta es la razón por la que eché a andar, para contarte esto y que puedas curarte.
Tienesqueescucharme.
Conortragósalivadenuevo.
—Teescucho.
—Tu vida no la escribes con palabras —dijo el monstruo—. La escribes con
acciones.Loquepiensasnoesimportante.Loúnicoimportanteesloquehaces.
HubounlargosilencioenelqueConorrecobróelaliento.
—Entonces¿quéhago?—preguntóporfin.
—Hacesloqueacabasdehacerahora—dijoelmonstruo—.Diceslaverdad.
—¿Yyaestá?
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—¿Crees que es fácil? —El monstruo arqueó dos enormes cejas—. Preferías
morirantesquedecirla.
Conorsemirólasmanos,yalpocolasabrió.
—Porqueestabatanequivocadoenloquepensaba…
—No es que fuera equivocado —dijo el monstruo—, es que solo era un
pensamiento,unoentreunmillón.Nounaacción.
Conordejóescaparunsuspirolargo,largo,quejumbrosotodavía.
Peroyanoseahogaba.Lapesadillanoloinundabapordentro,noleoprimíael
pecho,notirabadeélhaciaabajo.
Dehecho,nisiquierasentíalapesadillaporningunaparte.
—Estoy tan cansado… —dijo Conor poniendo la cabeza entre las manos—.
Estoytancansadodetodoesto…
—Puesduerme—dijoentonceselmonstruo—.Haytiempo.
—¿Lohay?—murmuróConor,incapazderepentedemantenerlosojosabiertos.
Elmonstruocambióunpocomáslaformadesusmanos,haciendomáscómodo
elnidodehojasenelqueConorestabaechado.
—Tengoqueiraveramimadre—protestóConor.
—Laverás—dijoelmonstruo—.Teloprometo.
Conorabriólosojos.
—¿Estarásallí?
—Sí—dijoelmonstruo—.Seránlosúltimospasosdemicaminar.
Conor se sintió flotar, la marea del sueño tiraba de él con tanta fuerza que no
podíaresistirse.
Pero antes de dejarse llevar por completo, sintió que una pregunta le subía a la
bocacomounaburbuja.
—¿Porquévienessiemprealasdoceysiete?—preguntó.
Sequedódormidoantesdequeelmonstruopudieracontestarle.
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Algoencomún
—¡Oh,graciasaDios!
LaspalabrassecolaronensucabezaantesdequeConordespertaradeltodo.
—¡Conor!—oyó,yluegomásfuerte—:¡Conor!
Lavozdesuabuela.
Abrió los ojos, se incorporó despacio hasta sentarse. Era de noche. ¿Cuánto
tiempollevabadormido?Miróasualrededor.Todavíaestabaenlacolinadedetrásde
sucasa,acurrucadoenlasraícesdeltejoqueseelevabainmensosobreél.Levantóla
vista.Erasolounárbol.
Perotambiénhabríajuradoquenoloera.
—¡CONOR!
Su abuela se acercaba corriendo desde la iglesia; vio el coche aparcado en la
carretera,conlaslucesencendidasyelmotorenmarcha.Sepusodepiemientrasella
corría hacia él; su cara era una mezcla de enfado y de alivio y de algo que Conor
reconocióyqueleencogióelestómago.
—¡Oh,graciasaDios,graciasaDIOS!—gritócuandollegóhastaél.
Yentonceshizoalgosorprendente.Loabrazótanfuertequeapuntoestuvieronde
caerselosdosalsuelo.SinosecayeronfueporqueConorseapoyócontraeltronco
delárbol.Luegosuabuelalosoltóyempezóagritardeverdad.
—¿Dónde has ESTADO? ¡Llevo HORAS buscándote! ¡Estaba
PREOCUPADÍSIMA,Conor!¿ENQUÉDEMONIOSESTABASPENSANDO?
—Teníaquehacerunacosa—dijoConor.
—Nohaytiempo—dijoella—,¡tenemosqueirnos!
Yechóacorrerhaciaelcoche,locualeramuypreocupante.Conorcorriódetrás
de ella de manera casi automática, y se metió de un salto en el asiento del
acompañante. Ni siquiera le dio tiempo de cerrar la puerta antes de que su abuela
arrancaraconunchirridodeneumáticos.
Noseatrevióapreguntarporquéteníantantaprisa.
—Conor —dijo su abuela mientras el coche bajaba por la carretera a una
velocidad alarmante. Solo cuando la miró vio que estaba llorando mares. Y
temblando—. Conor, es que no te… —Tembló un poco más, luego Conor vio que
agarrabaelvolantetodavíaconmásfuerza.
—Abuela…—empezóadecirél.
—No—dijoella—.No.
Siguieroncaminosindecirnadaduranteunrato,pasandolasseñalesdecedael
pasocasisinmirar.Conorvolvióacomprobarsucinturóndeseguridad.
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—Abuela… —dijo Conor agarrándose al asiento mientras pasaban volando por
encimadeunbache.
Ellaseguíaacelerando.
—Losiento—dijoélenvozbaja.
Ellaserió,unarisatristeyáspera.Moviólacabeza.
—Notieneimportancia—dijo—.Notieneimportancia.
—¿No?
—Puesclaroqueno—dijoella,yempezóallorarotravez.Peronoeralaclase
de abuela que deja que el llanto le impida hablar—. ¿Qué te parece, Conor? ¿Tú y
yo?Nosomosloquesediceunaparejaperfecta,¿verdadqueno?
—No—dijoConor—.Meparecequeno.
—Amítampocomeloparece.—GiróenunaesquinatanrápidoqueConortuvo
queagarrarsealamanilladelapuertaparaseguirderecho.
—Perovamosatenerqueaprender,¿sabes?—dijoella.
Conortragósaliva.
—Losé.
Conoroyóunsollozo.
—Losabes,¿verdad?—dijosuabuela—.Claroquelosabes.
Ellatosióparaaclararselagargantamientrasmirabaaambosladosalacercarsea
uncruceantesdesaltarseelsemáforoenrojo.Conorsepreguntóquéhorasería.Casi
nohabíatráfico.
—Pero¿sabesqué,nieto?—dijosuabuela—.Tenemosalgoencomún.
—¿Sí?—preguntóConorcuandoelhospitalaparecióalfinaldelacarretera.
—Oh, sí —dijo su abuela apretando más aún el acelerador, y él vio que seguía
llorando.
—¿Yquées?—preguntóConor.
Suabuelasemetióenelprimersitiolibrequevioenlaacerajuntoalhospital,
subióelcocheencimadelbordilloyfrenóconungolpeseco.
—Tumadre—dijoellamirándolofijamentealosojos—.Esoesloquetenemos
encomún.
Conornodijonada.
Perosabíaaquéserefería.Sumadreerahijasuya.Ysumadreeralapersonamás
importanteparalosdos.Esoeratenermuchoencomún.
Erasindudaunpuntodepartida.
Suabuelaparóelmotoryabriólapuerta.
—Tenemosquedarnosprisa—dijo.
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Laverdad
Suabuelaentróenlahabitacióndesumadreenelhospitaldelantedeélyconuna
pregunta terrible dibujada en la cara. Pero dentro había una enfermera que se la
contestóenelacto.
—Tranquila—dijo—.Lleganatiempo.
Suabuelasellevólasmanosalabocaydejóescaparungritodealivio.
—Veoquelohaencontrado—dijolaenfermeramirandoaConor.
—Sí—fuetodoloquedijosuabuela.
Tanto ella como Conor miraban a su madre. La habitación estaba casi toda en
penumbra,soloconunaluzencendidaencimadelacamaqueocupabaella.Teníalos
ojoscerrados,ysurespiraciónsonabacomosituvieraunpesoencimadelpecho.La
enfermeralosdejóasolas,ysuabuelasesentóenlasillaalotroladodelacama,se
inclinóhaciadelanteytomóunadelasmanosdesuhija.Lasostuvoentrelassuyas,
labesabamientrassemecíaadelanteyatrás.
—¿Mamá?—oyóConor.Erasumadrelaquehablaba,conlavoztanpastosay
bajaquecasieraimposibleentenderla.
—Estoyaquí,cariño—dijosuabuelasinsoltarlelamano—.Conortambiénestá
aquí.
—¿Sí?—dijosumadrecondificultad,sinabrirlosojos.
Suabuelalomiróparaquedijeraalgo.
—Estoyaquí,mamá—dijoConor.
Sumadrenodijonada,tansoloalargólamanoqueteníamáscercadeél.
Lepedíaqueselacogiera.
Queselacogieraynolasoltara.
—Aquíestáelfinaldelahistoria—dijoelmonstruodetrásdeél.
—¿Quéhago?—susurróConor.
Sintióqueelmonstruoleponíalasmanosenloshombros.Nosabíaporquépero
eran lo suficientemente pequeñas como para que Conor sintiera que lo estaban
sujetando.
—Todoloquetienesquehaceresdecirlaverdad—dijoelmonstruo.
—Me da miedo —dijo Conor. Veía a su abuela allí en la penumbra, inclinada
sobresuhija.Veíalamanodesumadre,todavíatendida,susojostodavíacerrados.
—Pues claro que te da miedo —dijo el monstruo empujándolo despacio hacia
delante—.Yaunasíloharás.
Mientras las manos del monstruo lo guiaban delicada pero firmemente hacia su
madre,Conorvioelrelojquehabíaenlapared,encimadelacama.Nosabíamuy
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biencómo,peroyaeranlas23.46.
Quedabanveintiúnminutosparalas00.07.
Queríapreguntarlealmonstruoquépasaríaentonces,peronoseatrevió.
Porquesentíaquelosabía.
—Sidiceslaverdad—lesusurróelmonstruoaloído—,podrásenfrentarteatodo
loquevenga.
AsíqueConormiróasumadre,asumanotendida.Sentíaqueseahogabaotra
vezyquelosojosselellenabandelágrimas.
Sinembargonoeraelahogodelapesadilla.Eramássimple,másclaro.
Peroigualdeduro.
Tomólamanodesumadre.
Ellaabriólosojos,uninstante,ylovioallí.Luegovolvióacerrarlos.
Perolohabíavisto.
Yélsupoqueeraentonces.Supoquedeverdadnohabíavueltaatrás.Queibaa
pasar, independientemente de lo que él quisiera, independientemente de lo que
sintiera.
Ysupotambiénqueloibaasuperar.
Seríaterrible.Muchomásqueterrible.
Perosobreviviría.
Y esa era la razón por la que había ido el monstruo. Tenía que ser. Conor lo
necesitaba, y de alguna manera su necesidad lo había llamado. Y había venido
andando.Soloparaeseinstante.
—¿Tequedarás?—lesusurróConoralmonstruo,casiincapazdehablar—.¿Te
quedaráshastaque…?
—Me quedaré —dijo el monstruo, con las manos todavía en los hombros de
Conor—.Ahoraloúnicoquetienesquehaceresdecirlaverdad.
YConorlohizo.
Respiróhondo.
Y,porfin,dijolaverdadytodalaverdad.
—No quiero que te vayas —dijo, con las lágrimas cayéndole por las mejillas,
despacioprimero,aborbotonesdespués,igualqueunrío.
—Yalosé,miamor—dijosumadreconsuvozpastosa—.Yalosé.
Conorsentíaalmonstruo,sujetándoloydejándolodelantedeella.
—Noquieroquetevayas—dijootravez.
Yesoeratodoloqueteníaquedecir.
Seinclinóhaciadelantesobrelacamaylarodeóconelbrazo.
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Sujetándola.
Supoquellegaría,ypronto,quizáinclusoalas00.07.Elmomentoenqueellase
escurriríadesusmanos,pormuchoqueéllasujetaracontodassusfuerzas.
—Peronoenestemomento—susurróelmonstruo,todavíacerca—.Aúnno.
Conorsujetabaasumadreconfuerza.
Yalhacerlo,pudoporfindejarqueellasefuera.
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