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Estructuras prehispánicas de planta circular en El Salvador
Carmen Morán y Luisa Ramos
El paisaje cultural de chocolate: los pipiles izalcos y los cambios semánticos del mundo atlántico, siglos
XVI-XIX
Kathryn Sampeck
El Preclásico en los registros arqueológicos del valle de Ciguateguacán
Vicente Genovez
La Geografía Sagrada de los Lagos en las Tierras Altas Mayas
Tomas Barrientos, Edgar Carpio y Marlon Escamilla
Arqueología de Tamanique
Miriam Méndez
Caminos y rutas prehispánicas y coloniales entre el Valle del Panchoy y la Costa Sur de Guatemala
René Johnston Aguilar
La Cueva del León: el arte rupestre en una región de confines
Sébastien Perrot-Minnot, Philippe Costa y Ligia Manzano
Experiencias de la arqueología del rescate en El Salvador
Frabricio Valdivieso
Obrajes para beneficiar añil de los departamentos de San Vicente y La Paz
Heriberto Erquicia Cruz
Revisitando a Stanley Boggs. Apuntes para la arqueología salvadoreña: cuadernos de 1943 y 1944
Federico Paredes Umaña
Economía y parentesco en el Cantón Joya de Cerén
Carlos Benjamín Lara Martínez
Número 22-24
ISSN 0041-8242
Nueva Época
Número 22-24
julio 2013 - marzo 2014
Autoridades universitarias
Rector
Ing. Mario Roberto Nieto Lovo
Vicerrectora Académica
MsD. Ana María Glower de Alvarado
Secretaria General
Dra. Ana Leticia Zavaleta de Amaya
Fiscal General
Lic. Francisco Cruz Letona
Presidente de la Asamblea General Universitaria
MSc. Carlos Armando Villalta
Revista La Universidad
Director: Dr. David Hernández
Consejo Editorial: Ing. Mario Roberto Nieto Lovo
MsD. Ana María Glower de Alvarado, Lic. Ernesto Deras, Dr. Julio Olivo
Granadino, Lic. Raymundo Calderón, Dr. Carlos Martínez, Dr. Raúl Azcúnaga,
Dr. Carlos Gregorio López Bernal.
Convocatoria
Invitamos a que nos envíen artículos y ensayos que aborden temas relacionados con
las ciencias naturales y sociales, cultura, política y economía.
Estas colaboraciones son de vital importancia para la difusión de la agenda de
investigación científica, cultural y política que se desarrolla en el campus universitario y
en el país.
A continuación se detallan las normas para la publicación de textos:
1. Deben ser originales e inéditos. Será decisión de los comités de redacción la
publicación de los trabajos.
2. Deben presentarse en dos versiones: electrónica e impresa.
3.
Los trabajos deben tener las siguientes características formales:
a. Oscilar entre 10 y 60 páginas incluidas imágenes, gráficos y anexos.
b. Deberán ir escritos en Word, fuente Times New Roman pt. 12, a doble
espacio con sangrías y márgenes de 2.5 cm.
c. Los subtítulos irán en negrita y enumerados.
d. El título irá alineado a la izquierda y en negrita, con el nombre del autor
abajo en el mismo tipo de letra.
e. Incluir un resumen de no más de 250 palabras y cuatro palabras clave.
f. La bibliografía debe escribirse según el sistema de referencias Harvard.
g. Las imágenes deberán entregarse además en documentos aparte en formato
*.jpg, *.bmp, *.php, *.gif o *.pdf.
h. Los documentos deberán enviarse a cualesquiera de los correos
electrónicos: [email protected], editorial.
[email protected].
También se pueden entregar en el local de la Editorial Universitaria, al nororiente
de la Facultad de Odontología.
Comité Internacional de redacción: Dr. Fernando Cerezal (España),
Dra. Magda Arias (Cuba), Dr. William R. Fowler (Estados Unidos).
Imagen de portada: Cuenca de cerámica tipo Catalina Rojo-sobre-Blanco
Kathryn Sampeck
Colaboraciones y contacto:
Editorial Universitaria, Universidad de El Salvador, Final Av. Mártires 30 de Julio,
Ciudad Universitaria, 2511-2035, 2226-2282.
[email protected]
[email protected]
ISSN 0041-8242
ef
Edi
t
Número 22-24, julio 2013 - marzo 2014
Carta del director
3
Introducción: Ética y política en el
5
quehacer arqueológico salvadoreño
Ramón Rivas
ial Univer
aria
sit
or
Universidad de El Salvador
La Cueva del León: el arte rupestre
en una región de confines
Sébastien Perrot-Minnot,
Philippe Costa y Ligia Manzano
153
Estructuras prehispánicas de
planta circular en El Salvador
Carmen Morán y Luisa Ramos
13
Experiencias de la arqueología
del rescate en El Salvador
Frabricio Valdivieso
179
El paisaje cultural de chocolate: los
pipiles izalcos y los cambios semánticos
del mundo atlántico, siglos XVI-XIX
Kathryn Sampeck
39
Obrajes para beneficiar añil
de los departamentos de
San Vicente y La Paz
Heriberto Erquicia Cruz
215
El Preclásico en los registros
arqueológicos del valle
de Ciguateguacán
Vicente Genovez
55
231
La Geografía Sagrada de los Lagos
en las Tierras Altas Mayas
Tomas Barrientos, Edgar
Carpio y Marlon Escamilla
69
Revisitando a Stanley
Boggs. Apuntes para la
arqueología salvadoreña:
cuadernos de 1943 y 1944
Federico Paredes Umaña
241
Arqueología de Tamanique
Miriam Méndez
113
Economía y parentesco en
el Cantón Joya de Cerén
Carlos Benjamín Lara Martínez
Nuestros Colaboradores
301
Caminos y rutas prehispánicas y
coloniales entre el Valle del Panchoy
y la Costa Sur de Guatemala
René Johnston Aguilar
137
La revista más antigua de El Salvador
Fundada el 5 de mayo de 1875
Director fundador: Doctor Esteban Castro
De publicación trimestral.
3
Carta del director
Ofrecemos a nuestros queridos lectores este número temático de La Universidad, dedicado a la arqueología.
Como una continuación al número temático 14-15 de nuestra revista,
esta edición ha estado bajo el cuidado y la coordinación del arqueólogo estadounidense Dr. William Fowler, de la Universidad de Vanderbilt, Estados Unidos, quien es considerado con justicia uno de los más competentes científicos
de la arqueología y antropología mesoamericanas.
Es de gran trascendencia por ello el trabajo de Federico Paredes Umaña dedicado a Stanley Harding Boggs, el Padre de la Arqueología de El Salvador, un prohombre que abandonó su carrera académica en Harvard para dedicar su vida entera al estudio científico de los grandes espacios arqueológicos
del país como las ruinas del Tazumal, de San Andrés y de Cihuatán, así como
por su labor en el Museo Nacional de Antropología. Es loable además reseñar
sus intentos, en los años cincuenta, de crear un instituto dedicado a la investigación arqueológica en la Universidad de El Salvador (UES), donde por cinco
años impartió asignaturas de arqueología a estudiantes y público interesado.
En estas páginas nuestros lectores podrán encontrar en la investigación, “La Cueva del León: el arte rupestre en una región de confines” un verdadero trabajo de equipo, realizado por la licenciada Ligia Manzano de la Escuela de Artes de nuestra Universidad y los arqueólogos franceses Sébastien
Perrot-Minnot y Philippe Costa.
Así también, el maestro Carlos Benjamín Lara Martínez, coordinador
de la carrera de Antropología Sociocultural de la Facultad de Ciencias y Humanidades de nuestra Alma máter, nos ofrece una significativa descripción de la
vida cotidiana de un sitio emblemático, con su ensayo “Economía y parentesco en el Cantón Joya de Cerén”.
Hemos querido acompañar la edición de este número temático con la
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edición príncipe de un opus magnum de la arqueología salvadoreña, por parte
de la Editorial Universitaria, como es la obra “Joya de Cerén, patrimonio cultural de la humanidad 1993-2013”, del Dr. Payson Sheets de la Universidad de
Colorado en Boulder.
Y ello con motivo de celebrarse el vigésimo aniversario de la Declaración por parte de la UNESCO del Sitio Joya de Cerén como patrimonio cultural
de la Humanidad.
Aprovechamos asimismo este espacio para rendir agradecimientos
infinitos al Dr. William Fowler y sus valiosísimos esfuerzos por hacer posible
la edición en Editorial Universitaria de su libro Ciudad Vieja y de los números
temáticos de “La Universidad” 14-15 y 22-23, dedicados a la arqueología cuzcatleca.
“HACIA LA LIBERTAD POR LA CULTURA”
David Hernández
Ética y política en el quehacer arqueológico salvadoreño
Introducción: Ética y política en el
quehacer arqueológico salvadoreño
Ramón Rivas Ph.D
¿Se hacen investigaciones arqueológicas en nuestro país? ¿Quién
hace esas investigaciones y para
qué se hacen? ¿Qué relevancia tienen esos estudios para el país en
general? ¿Bajo qué parámetros teóricos y pedagógicos se hacen? ¿En
qué medida sirven para reforzar la
enseñanza formal en los estudiantes de educación básica y media?
Estas son solo algunas de una serie
de preguntas que me han entretenido durante los últimos años.
¿Muestra la instancia estatal encargada de velar por la conservación del patrimonio tangible
e intangible de nuestro país, el interés necesario por la investigación
arqueológica o simplemente deja
pasar los años, entretenida en hacer “inspecciones” a lo largo y ancho de nuestro territorio nacional?
El Salvador es rico en vestigios arqueológicos, lo que lo hace atractivo no solo para el científico en
estas áreas del conocimiento sino
también para quien quiere profundizar en el estudio del pasado prehispánico.
Dentro de los lugares que
contienen vestigios arqueológicos
están los que se conocen como parques arqueológicos, que son espacios culturales en donde la gente
puede llegar, debido a que han sido
adecuados para el disfrute del visitante. Estos son Joya de Cerén (Departamento de La Libertad), San
Andrés (Departamento de La Libertad), Cihuatán (Departamento
de San Salvador), Tazumal (Departamento de Santa Ana), Casa Blanca (Departamento de Santa Ana).
Hay otros que se han clasificado
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Ramón Rivas
como “sitios arqueológicos visitables” y que no están accesibles al
público por las condiciones en que
se encuentran. Estos son Cara Sucia
(Departamento de Ahuachapán),
Iglesia de Tacuba (Departamento
de Ahuachapán), Santa Leticia (Departamento de Ahuachapán), Iglesia de Caluco (Departamento de
Sonsonate), El Trapiche-Finca, San
Antonio (Departamento de Santa
Ana), Ciudad Vieja (Departamento
de Cuscatlán), Tehuacán (Departamento de San Vicente), Quelepa
(Departamento de San Miguel) y
la Gruta de Espíritu Santo Corinto
(Departamento de Morazán).
Por su parte, el número de
espacios arqueológicos inventariados en el país suman 671 (según
mapa de sitios arqueológicos de El
Salvador elaborado por la entonces Concultura y CNR, noviembre
de 2006). Por lo demás podemos
afirmar que el número estimado de
espacios arqueológicos en el país
es de más de 900. Esto nos hace
pensar que en nuestro territorio,
de escasos 21.000 kilómetros cuadrados, cada kilómetro y medio en
donde ponemos pie estamos pisando un espacio arqueológico. De ello,
la necesidad de proteger, regular y
promover el patrimonio cultural, a
través de una Ley Especial de Cultura.
En cuanto a la investigación
arqueológica, podemos decir que la
arqueología, por parte de nacionales y extranjeros —salvo con algunas excepciones—, está mediatizada. Desde hace ya muchas décadas
podemos observar estudios descriptivos, en los cuales de una manera automática se suman de una
forma mecánica los materiales que
se encuentran sin mayor preocupación por la teoría que subyace a la
práctica, la falta de preocupación
por parte del arqueólogo de buscar
la relación de la pieza encontrada
y las comunidades que habitan en
los sitios arqueológicos estudiados.
Sería interesante preguntar al investigador qué premisas epistemológicas fundamentan sus estudios
en a o b espacio arqueológico que
estudia o ha estudiado.
En definitiva, podemos decir, a partir de los resultados que
nos aportan muchas investigaciones arqueológicas, que tenemos un
país marcadamente dividido en regiones que se han estudiado más,
se han trabajado más y son los que
permanecen abiertos al público,
además son precisamente esos sitios arqueológicos más cercanos a
San Salvador: San Andrés, Joya de
Cerén, Cihuatán; en el occidente,
pero también relativamente cerca
de las grandes urbes nacionales:
Tazumal y Casa Blanca. Se trata de
sitios arqueológicos ampliamente
estudiados y de los cuales aún hay
mucho trabajo investigativo, algu-
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Ética y política en el quehacer arqueológico salvadoreño
nos de ellos más estudiados que
otros, espacios arqueológicos que
los arqueólogos curiosamente más
los han definido a partir de las relaciones “estilísticas” y “tipológicas”,
que no dicen mucho de la organización social ni de las relaciones
económicas y territoriales de estas
sociedades ni de los grupos humanos que produjeron los restos encontrados y mucho menos de los
procesos históricos relacionados
con las particularidades culturales
presentes en estas regiones.
Durante el estudio de la
arqueología aprendemos en base
a los referentes bibliográficos y la
experiencia de los expertos que el
trabajo arqueológico presentado
de esta manera resulta inútil a los
docentes, a los estudiantes y en
consecuencia, a las comunidades
en general. Más bien este es ventajoso para quien investiga y para
aquellas personas que de una u
otra forma se han interesado en la
colección de material arqueológico.
Es más, desde el punto de
vista museográfico, estos estudios
muestran un discurso que obedece solo a la visión del investigador
quedándose muchas veces corto
porque el espectador no logra establecer una vínculo entre los objetos
encontrados y la realidad que vive
el visitante y el lugareño. En el caso
del visitante se pregunta ¿quién lo
hizo?, ¿por qué lo hizo?, ¿con qué
lo hizo? Son preguntas que dejan
mucho que desear y que no ofrecen
respuestas concretas al establecer
una conexión visual e interpretativa con los objetos. Es como que
los investigadores generan conocimiento, descubren conocimiento y
se llevan ese conocimiento sin retribuirlo o devolverlo a la comunidad. Así ha sucedido a lo largo de la
historia, contada y ya publicada, de
la arqueología en nuestro país. La
gente solo dice, si mire ahí hay ruinas y no se más… Casos como estos
escuché por parte de los pobladores cercanos al sitio arqueológico
como Joya de Cerén, en donde la
misma comunidad que rodea este
importante sitio con el estatus desde 1993de Bien Cultural Patrimonio de la Humanidad, dado por la
Unesco, lo único que sabe es que se
trata de un importante lugar pero
más nada.
En definitiva, nosotros los
arqueólogos no hemos podido con
nuestros resultados investigativos
dar los insumos necesarios para
que sea comprendida de manera
distinta nuestra historia cultural.
Una historia convencional para
el beneficio de otros
Desde los primeros años de la Conquista y, posteriormente, con la Colonia, en el marco de la construc-
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Ramón Rivas
ción de un imaginario impuesto a la
“nueva sociedad”, se negó de forma
tajante y de manera deliberada la
posibilidad del reconocimiento de
las expresiones culturales edificadas de las poblaciones originarias.
Las historias así contadas fueron
aquellas que justificaron la imagen
del occidente civilizador. Más tarde,
algunos elementos son tomados
como referentes para la construcción de la naciente nación que después de muchos traspiés, perpetuó
aspectos del pasado que solo glorifican, tal como sucede hasta el día
de hoy, el proceso independentista,
negando de esta manera las culturas locales conformadas por los
denominados indios, negros y mestizos y perpetuando así la visión de
la historia desde una perspectiva
occidental de civilización.
David Joaquín Guzmán
Martorell es un ejemplo de los intelectuales que defendieron la idea
de que lo peor que tenía El Salvador era la raza de los indígenas,
pues estos en vez de trabajar para
el desarrollo del país, con sus pésimas y arraigadas costumbres y
actitudes, obstruían toda iniciativa
de desarrollo, que había que educarlos.
La nueva realidad en nuestro país a nivel constitucional plantea la estructuración de la nación
salvadoreña a partir del reconocimiento de los pueblos que habitan
el territorio, haciendo a El Salvador
un país pluricultural que conlleva,
en primer lugar, al reconocimiento
explícito de todo un conjunto de
comunidades relacionadas directamente con los pueblos originarios.
La realidad es diferente, pues, en el
año 2014, muchas comunidades se
debaten en esa lucha por ser verdaderamente reconocidos. Hoy en
día hay pueblos de origen nahuapipil que son los únicos en el país,
también existe un reducido grupo
de familias, principalmente ubicadas en pueblos del occidente del
país, que aún conservan su lengua
originaria y muchas de sus costumbres ancestrales: los afrodescendientes, los migrantes árabes,
chinos, judíos, etc., cuyas historias
y culturas particulares se expresan
en la cotidianidad. En segundo lugar, está el deseo y ña lucha de los
pueblos originarios, principalmente los nahua-pipiles y los mayas, de
hacer realidad ese nuevo enfoque
en la administración del patrimonio histórico-cultural al vincular
directamente a las comunidades en
la designación de su proceso histórico y los referentes culturales del
mismo. Esta nueva realidad plantea necesariamente una reflexión
sobre la práctica de la arqueología
y su objeto de estudio, en relación
al proceso de conocimiento donde
se está generado y su transferencia
hacia las comunidades.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Ética y política en el quehacer arqueológico salvadoreño
Hago referencia a esto porque, en la actualidad, la reconstrucción del pasado plantea un nuevo
manejo en el discurso del conocimiento sobre este pasado y los
elementos materiales, manejados
tradicionalmente por las investigaciones arqueológicas. Al año 2014,
no basta con la designación dada
por los especialistas, en este caso el
antropólogo o el arqueólogo, para
definir lo que es patrimonio histórico-cultural y su valoración hacia
las comunidades, locales y nacionales, sino que son los hombres y
las mujeres donde el patrimonio se
encuentra quienes van a contribuir
en las interpretaciones de lo que
se considere patrimonio históricocultural. Ello permitirá, en última
instancia, a la redefinición de los
procesos históricos y la identificación de estas comunidades humanas con su historia. Sin embargo
este planteamiento no deja de tener una gran complejidad para su
aplicación en la realidad concreta.
Esto nos lleva a reflexionar
sobre dos puntos. El primero de
ellos, es que con el reconocimiento
de nuestro país como pluricultural
se han abierto las puertas hacia el
reconocimiento de pueblos que se
encontraban excluidos del contexto
que se reconocía como nacional, así
como los procesos históricos que
hacían posible tal reconocimien-
to; en segundo lugar, si se plantea
que estas historias hasta hace poco
eran parte de “otras” historias, cuyos elementos patrimoniales también se veían como el patrimonio
de los otros y no eran tomadas en
cuenta en la estructuración del
discurso de lo nacional, en la actualidad esto implica una demanda de producción de conocimiento
tendiente a incluir todos aquellos
elementos considerados por estas
comunidades como su patrimonio
histórico y cultural. Si esto es así,
la arqueología necesariamente tendría que comenzar a trabajar hacia
el interior de nuestras comunidades sociales, es decir, trabajar con
estos conglomerados humanos que
no solo están demandando reconocimiento, sino conocimiento sobre
ellos mismos, pero un conocimiento que pasa por el establecimiento
de un diálogo entre las necesidades
de las propias comunidades con su
pasado y su inserción en el proceso
histórico-social del presente.
Esto no es imposible, pues
los pueblos que ahora habitan cerca de los sitios arqueológicos ya
no se identifican con ese pasado
prehispánico. Entonces, tenemos
la tarea de hacer esa vinculación.
Con ello lo que quiero manifestar
es que las investigaciones ahora
deben darse desde la perspectiva
multidisciplinaria en donde la an-
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Ramón Rivas
tropología y la historia jueguen un
papel de primer orden. Los arqueólogos debemos de tener en cuenta
que nuestro quehacer investigativo
no es ya una isla en donde solo los
expertos en determinado sitio tienen cabida. Ya no podemos aceptar
que un arqueólogo se apropie de
determinado sitio arqueológico y
con ello impida que otros se acerquen a ese lugar. Una arqueología
de esa índole debe ser aborrecida
y por ende, puesta fuera de lugar.
No hay que olvidar que el conocimiento histórico juega un papel
fundamental en la creación del sentimiento, en la elaboración de símbolos de pertenencia y la creación
de epistemologías que permitan la
vinculación con los elementos de la
construcción de la identidad social,
de tal manera que la historia y su
construcción, sujeta la experiencia
y la práctica en la percepción que
se da en la vida cotidiana supone
una consciencia social enraizada
con la historia.
El reconocimiento de las
distintas identidades e imaginarios colectivos que forman que se
manifiestan en El Salvador y sus
herencias históricas es un reto en
la actualidad en nuestro país. Sin
duda la arqueología tiene mucho
que aportar para esto, por lo que
se hace necesario plantear la discusión en el marco de esta nueva rea-
lidad en relación a nuevos enfoques
y a la forma de aproximación de los
aspectos que conforman la arqueología, como son el posicionamiento
del arqueólogo y los intereses de
las comunidades.
Se trata, en otras palabras de descolonizar la arqueología y para
ello se tiene que pasar por un enfoque ético-político; ético porque
demanda un compromiso social
del arqueólogo sobre su quehacer,
y político porque tenemos que tener presente que toda construcción
de la historia conlleva un discurso
ideológico. Lo vuelvo a recalcar, las
investigaciones arqueológicas deben estar orientadas a tener una
utilidad social que trascienda del
simple conocimiento de los contextos arqueológicos y sus cronologías
por parte de un estrecho círculo
académico e intelectual que convive en nuestras universidades, museos e institutos afines y que le dé
lugar a lo que hoy conocemos como
el ser salvadoreño. La utilidad social de la arqueología salvadoreña
pasa por situar a las comunidades
originarias, en el marco de la construcción de los referentes históricos que le son propios y particulares, pero que a su vez permiten
nuestro reconocimiento como parte de un colectivo.
En definitiva considero que solo el
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Ética y política en el quehacer arqueológico salvadoreño
reconocimiento de la historia vivida desde la época prehispánica,
la Conquista, la Colonia y la época
republicana, enfocado en la herencia cultural, que reúne la diversidad de las formas sociales y logros
materiales que se han acumulado
dialécticamente para construir las
diversas expresiones identitarias,
pueden responder a la necesidad
estratégica de darle a la educación
actual, en ese gran deseo de que los
jóvenes se apropien de su cultura
y la hagan suya, un contenido positivo para la formación de la conciencia histórica sobre el pasado, el
presente y el futuro de la educación
en El Salvador.
Por lo que en el ámbito educativo el
contacto con las propuestas escolares en torno a la arqueología, su
método y eficacia comunicativa...
de aquellos contenidos procedentes de la investigación que aportan
elementos a la formación de los escolares, debería tener una presencia ineludible en toda reflexión que
desde la arqueología se haga sobre
la transmisión del conocimiento
disciplinar, sea en un centro educativo, en un museo, en la presentación de un yacimiento e incluso
en un spot de la televisión y en revistas de turismo dentro y fuera de
las fronteras. Qué hacer para que el
Ministerio de Educación incorpore
seriamente en la currícula un co-
nocimiento más amplio sobre las
culturas prehispánicas en nuestro
país y la importancia de la arqueología, la antropología y la historia
como ciencias claves para estimularla por medio de sus estudios que
contribuyan a la apropiación de la
identidad, esa identidad que tanto
necesita nuestro país.
Creo firmemente que la arqueología es un medio para hacer que los
jóvenes se sientan orgullosos de su
pasado pero esto se da solo cuando
hay apoyo del Estado, de la empresa y naturalmente de las universidades donde se crea el conocimiento.
En síntesis la arqueología salvadoreña tiene que producir, por un
lado, un conocimiento científico de
la historia y, por el otro, ese conocimiento tiene que ser socialmente
útil. (julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
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Estructuras prehispánicas de planta circular ...
Estructuras prehispánicas de planta circular en El Salvador
Carmen Morán y Luisa Ramos
Resumen
En el ámbito arqueológico se tiene la idea generalizada de que las estructuras
circulares mesoamericanas son indiscutibles marcadores del período Postclásico (900-1525 d.C.), casi siempre relacionadas a la filiación tolteca o mexicana y a la veneración de Quetzalcóatl (Navarrete, 1976; Smith, 1955), cuando
en realidad estas estructuras existen desde el período Preclásico, lo que significa que no necesariamente se adscriben a un grupo cultural específico.
Si bien es cierto que la mayoría de estas estructuras, en el área mesoamericana, está relacionada con el aspecto ceremonial (Pollock, 1936), no podemos aseverar que todas ellas responden al culto de Quetzalcoatl, una deidad mesoamericana cuya veneración se generaliza para finales del período
Clásico (Sodi & Aceves, 2002; Piña Chan & Dahlgren, 1987).
Partiendo de estos planteamientos nos preguntamos ¿Pertenencen,
las estructuras de planta circular registradas en el territorio salvadoreño para
la época prehispánica, al período postclásico?, ¿son de filiación tolteca y de
uso ceremonial para veneración de Quetzalcoatl?
Para lograr responder a esta interrogante es necesario observar el registro y comportamiento las estructuras de planta circular prehispánicas que
se encuentran en territorio salvadoreño, tomando en cuenta para tal estudio,
el significado del espacio, la arquitectura, el simbolismo, entre otros aspectos,
que tuvieron este tipo de construcciones para los grupos culturales mesoamericanos.
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
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Carmen Morán y Luisa Ramos
1. Planteamientos teóricos
1.1 La cultura
Todos los grupos humanos, sin importar el lugar en que se encuentren o el tiempo en el que se desarrollen, se encontrarán inmersos
dentro de una cultura. Geertz nos
dice:
(La) cultura denota un esquema históricamente transmitido
de significaciones representadas en símbolos, un sistema de
concepciones heredadas y expresadas en formas simbólicas
por medios con los cuales los
hombres comunican, perpetúan
y desarrollan su conocimiento
y sus actitudes frente a la vida”
(Geertz, 2003, P.88).
De manera que la sociedad es un
conglomerado humano organizado
cuyos procesos de aprendizaje no
son más que ejercitaciones simbólicas. La comunicación humana es
configuradora de procesos culturales y de producción simbólica, comunicación que se realiza a través
de acciones expresivas que funcionan como señales, signos y símbolos (Vallverdú, 2008). Estos conglomerados humanos creadores
de cultura, dejan evidencia de su
existencia a través de diferentes expresiones materiales y objetos con
los cuales y mediante los cuales se
relacionan (Bate, 1998; Mangino,
1990), ejemplo de ello es la cerámica, pinturas, esculturas, arquitectura entre otros.
1.2 El espacio
Básicamente, el espacio es la relación entre la posición de los cuerpos. Nuestra comprensión del espacio viene dada por cada uno de
los sentidos con que registramos la
posición de dichos cuerpos. La experiencia espacial no es privilegio
del arquitecto, es una función biológica de todos, es una experiencia
humana como otras, es un medio
de expresión como otros (Pere,
Montaner, & Oliveras, 1999).
El significado del espacio, a
menudo, se confunde con el de lugar, el espacio es más abstracto que
el lugar, lo que en un principio es
solamente un espacio, indiferentemente, se va convirtiendo en lugar en la medida que se llega a conocer mejor, esto significa que se le
comienza a dotar de valor (Tuan,
2003). Cada grupo cultural en diferente período tiene su propia
concepción del espacio, según lo
planteado por Muntañola (2001),
en la actualidad el espacio tiene un
significado muy individual a diferencia de la percepción del espacio
en la antigüedad, ya que este poseía
un significado social. La represen-
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Estructuras prehispánicas de planta circular ...
tación arquitectónica era más complicada que la propia construcción
de edificios: en esta se encontraba
implícita mucha más intencionalidad ya que la organización social
se encontraba reforzada por el espacio. El ser humano construía un
espacio-tiempo que reflejaba las
relaciones sociales de tal manera
que cuando cambiaba la sociedad,
cambiaba también el espacio físico
(Muntañola, 2001).
1.3 La arquitectura
De acuerdo a Esteban, Borrás y Álvaro (1996), la arquitectura es una
actividad ligada a la cultura y a la
organización social, por lo que a
través del tiempo la percepción de
la misma ha venido cambiando de
acuerdo al contexto del que lo percibe, es por ello que no podemos
dar un solo y único concepto de arquitectura.
Muñoz (2007) nos dice que
allí donde está el ser humano existe
arquitectura ya que esta no es más
que la forma en la que las personas intervienen sobre la naturaleza
para hacerla más habitable. Esta
tendencia de humanización del entorno es inherente al ser humano,
pero la forma en la que se materializa y los resultados que se obtienen
han variado mucho a lo largo de la
historia debido a que son manifestaciones culturales.
Al analizar las formas arquitectónicas de cualquier cultura,
debe considerarse las circunstancias históricas en las que fueron
creadas, así como el medio en que
se produjeron, ya que estos elementos permitirán comprender los
diversos estilos o las expresiones
formales y sus orígenes. He ahí la
importancia del estudio de la arquitectura desde una perspectiva
sociocultural, pues ella entraña valores testimoniales de los momentos que circunscribieron su concepción, por lo tanto, encierra el conocimiento del ser humano, de los
procesos sociales y de su entorno
en una época determinada (Álvarez,
2006; Mangino, 1990).
Según Álvarez (2006), gracias al estudio de la arquitectura
como un conjunto de valores y símbolos culturales, la percepción de
la misma se hace más amplia, pues
deja de estar apegada únicamente a
contemplaciones estéticas y/o funcionales. Recordemos que una sociedad:
Se manifiesta en los objetos que
fabrica, en el arte que produce,
en el pensamiento que comunica, pero también, se expresa en
sus ciudades y edificios. En ellos
podemos leer los intereses, los
sueños y los anhelos de una civilización” (Muñoz, 2007, p.14)
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
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Carmen Morán y Luisa Ramos
Por lo tanto, se debe procurar percibir y entender las sensaciones arquitectónicas, pues cuando un edificio no logra comunicar
ninguna de ellas, deja de ser arquitectura y se convierte en una simple
construcción (Bassegoda, 1984).
1.4 La comunicación no verbal
del ambiente construido
La comunicación no verbal es, en
sentido general, la comunicación
efectuada por medios distintos de
las palabras (Rapopport, 1990).
Este tipo de comunicación representa ideologías materializadas en
forma de ceremonias, objetos simbólicos, monumentos y sistemas
escritos. Esta transformación hace
posible extender una ideología más
allá del grupo local y comunica el
poder de una autoridad central a
una población más amplia (DeMarrais, Castillo & Earle, 1996).
Este tipo de comunicación
puede ser palpable en las estructuras, Sanders (1990) afirma que un
edificio es una unidad de significado cultural antes de ser un objeto
de función práctica, de manera que,
la función de una estructura tiene
dos conceptos básicos y diferentes:
primario (meramente funcional);
y secundario (de connotación conceptual), esto es a lo que DeMarrais
et al (1996), se refieren cuando
sugieren que el concepto de mate-
rialización de la ideología está estrechamente relacionado con la comunicación arquitectónica, es decir,
el entorno construido se puede ver
como un sistema para codificar información.
El proceso de codificación
se realiza por medio de inductores
de la conducta que son plasmados
a través de características físicas en
el ambiente construido, estos elementos físicos pueden ser: tamaño,
altura, color, materiales y decoración, una combinación particular de
elementos se selecciona y se filtra a
través de normas de visualización;
en otras palabras, el ambiente construido puede ser un medio de enseñanza que, una vez aprendido, se
convierte en un recurso mnemotécnico, es decir, sirve como recordatorio. El entorno construido sirve,
pues, como un medio perenne de
transmisión de significados que influyen en el comportamiento de las
personas, en los procesos de reproducción, de interacción y de transformación social, ya que a través de
éste se crean y difunden ideologías
que promueven intereses (Rapoport, 1990).
Las señales pueden consistir
de cualquier clase de diferenciación
y contraste que marquen los
edificios de manera distintiva, lo
que significa que, cuando estos
elementos
constructivos
son
únicos o diferentes, transmiten
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un mensaje más claro, no dejan
lugar a dudas de su significado.
Por ejemplo, en un lugar donde los
edificios son de color, el elemento
distintivo puede ser la ausencia del
mismo; la diferencia también puede
radicar en el tamaño, la forma,
la decoración (o su ausencia), el
grado de la modernidad o el grado
de antigüedad, entre muchas otras
señales. Este contraste, dentro de
la comunicación no verbal, es de
gran importancia debido a que los
símbolos deben ser presentados
en conjunto para lograr transmitir
un significado, ya que éstos al
contrastarse con otros logran
transmitir información, objetivo que
no se logra si estos se encuentran
solos, es decir, si estas diferencias
no son notables el significado es
más difícil de leer
(Leach, 1976;
Rapoport, 1990).
1.5 Simbolismo
La palabra “símbolo” proviene del
latín symbolum, que significa imagen o figura, que materialmente representa un concepto moral o intelectual (Vallverdú, 2008).
De acuerdo a Barba (2009),
el ser humano en su necesidad de
explicar los fenómenos que observa en la naturaleza, ha creado infinidad de símbolos que tienen formas y contenidos específicos, por lo
tanto, el significado de los mismos
está directamente relacionado con
la psiquis de las sociedades que los
crearon, es decir, que los símbolos
son parte del ser humano y es imposible no hallarlos en cualquier
situación existencial y en la psique
del mismo, estos símbolos se transforman con el paso del tiempo y se
adaptan a la realidad de los grupos
sociales que los utilizan (Terán,
1982; Vallverdú, 2008).
Mediante los símbolos (materiales y visibles) el ser humano
ha intentado siempre representar
sus ideas (invisibles) y comunicarlas más allá de las limitaciones del
lenguaje. Un símbolo puede ocultar
y mostrar aquello que queremos
expresar, un mismo símbolo tendrá
un significado y una influencia diferente en diversas culturas puesto
que es una construcción cultural resultado de la significación humana,
un símbolo no necesariamente tiene un significado universalmente
reconocible y no siempre se da una
conexión obvia, natural o necesaria
entre el símbolo y lo que simboliza, pueden tener muchos niveles y
significados, son cambiantes y su
interpretación depende a menudo
del contexto (Barba, 2009; Terán,
1982; Vallverdú, 2008).
Si contemplamos la arquitectura como una forma de expresión cultural, como un producto de
la abstracción humana, notaremos
que implica una gran carga simbó-
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
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lica:
Carmen Morán y Luisa Ramos
De tal modo que estas construcciones se convierten por sí solas
en la materialización de ciertas
ideas, es decir, de símbolos. La
expresión del hombre por medio de símbolos es una constante histórica y en este lenguaje
de los símbolos la arquitectura
ocupa un lugar primordial.” (Esteban, Borrás & Zamora, 1996,
p. 34).
1.6 El significado de la forma
circular
para
diferentes
culturas
Es preciso aclarar que se ha hecho
referencia al significado de esta
forma geométrica para diferentes
culturas y no para una en específico, pues consideramos necesario
abordar la concepción de la figura
circular por el ser humano en general, sin importar la parte del mundo
en que este habitó o la cultura a la
que perteneció. Hablamos simplemente de la percepción del círculo
por la psiquis humana.
De acuerdo con la psicología analítica, el círculo o la esfera es el símbolo del “sí-mismo” (el
principio y el fin de algo: que inicia,
muere y vuelve a comenzar; se refiere a un sistema cíclico). Hay una
implicación psicológica profunda
en el significado del círculo como
perfección. Esta figura expresa la
totalidad de la psique en todos sus
aspectos, incluida la relación entre
el ser humano y la naturaleza. El
círculo y la esfera se identifican con
todo sistema cíclico (evolución, involución, nacimiento, crecimiento,
muerte, etc.), significan totalidad
(Cirlot, 2006; Jaffé, 1995).
Para muchas culturas, el
año significa un círculo cerrado ya
que tiene un comienzo y un final,
pero también tiene la particularidad de que puede renacer bajo la
forma de un año nuevo, con cada
nuevo año viene un tiempo nuevo
y puro. Para otras culturas (sociedades chinas antiguas), el círculo
simbolizaba el cielo y la perfección,
así como la eternidad. En Egipto y
toda la cuenca oriental del Mediterráneo, esta figura tenía un significado solar, en cambio para los
grupos paganos de Europa tenía
un significado mágico relacionado
con la luna. Para Pitágoras la forma
esférica era el más hermoso de los
sólidos, y el círculo la más bella de
las figuras planas. Para Platón el
círculo era la más bella de las figuras ya que representaba las esferas
concéntricas en las que evolucionaban los planetas. En la India y Medio Oriente la representación del
círculo se expresa comúnmente en
el arte visual de las imágenes religiosas que sirven como elementos
de meditación (Barba, 2009; Beigdeber, 1995; Eliade, 1998).
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Estructuras prehispánicas de planta circular ...
En las culturas antiguas
americanas, como dan fe muchos
de los cronistas españoles (Motolinia, Torquemada, Gómara, entre
otros), se repite mucho la idea de
circularidad asociada al viento que
se arremolina en el cielo y a todos
los fenómenos naturales, anímicos
y materiales. Al igual que en otras
culturas del resto del mundo, la
forma circular también se vincula
a la idea del ciclo, reincidencia, totalidad y vida (González, 2003; Pollock, 1936).
Los Sioux Oglala, un pueblo perteneciente al grupo de los
Teton-Lakotas, en el norte de América, profesan que el círculo es sagrado porque el gran espíritu hizo
que todas las cosas de la naturaleza
(el sol, el cielo, la tierra y la luna)
fueran redondas, por esta razón, la
humanidad debería considerar el
círculo como sagrado, pues el símbolo del círculo forma el borde del
mundo y, por lo tanto, el símbolo
de los cuatro vientos que lo recorren. En consecuencia, es también
el símbolo del año, porque el día, la
noche y la luna se mueven en círculo por el cielo, por eso el círculo
es un símbolo de todos los tiempos.
Por todas estas razones es que los
tipis de los oglala son circulares,
sus campamentos son circulares
y en toda ceremonia se sientan en
círculo (Geertz, 2003).
En la cosmogonía mexicana
del postclásico, el círculo significaba que el punto de partida era el
mismo que el del final de la jornada, simbolismo expresado a través
de una serpiente enrollada con la
cola en la boca como símbolo de lo
infinito y la eternidad, que no tiene principio ni fin. En la filosofía
náhua, la superficie de la tierra es
un gran disco que se encuentra en
el centro del universo, el disco se
expande como un anillo hacia los
cuatro puntos cardinales y se prolonga hasta donde las aguas que lo
rodean se juntan con el cielo (Barba, 2009; González, 2003).
2. La arquitectura
mesoamericana
Tratar de comprender por completo la arquitectura mesoamericana
prehispánica sería todo un reto ya
que debemos estar conscientes de
la importancia que juega el universo simbólico en la arquitectura, así
como también, la influencia de la
relación simbiótica entre el ser humano y su entorno natural, es decir,
la geografía y los elementos ecobiológicos de cada zona supeditan los
recursos materiales con los que se
puede contar y que, al mismo tiempo, influyen en la creatividad de los
constructores.
Por otro lado, tenemos también el aspecto religioso, principalmente si hablamos de un sistema
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Carmen Morán y Luisa Ramos
teocrático, lo que significa, una sociedad cuya autoridad política son
sus ministros o líderes religiosos,
situación que se va a ver reflejado
en la cultura material de la cual el
espacio arquitectónico forma parte
(Godoy, 2011; Gussinyer & García,
1993).
2.1 La concepción del espacio para
las culturas mesoamericanas
El estilo de construcción prehispánico presenta un concepto de espacio muy diferente a la perspectiva
habitual. Lo que se conoce como
espacio exterior o espacio a cielo
abierto, de acuerdo a los conceptos
arquitectónicos actuales, fue para
los pueblos mesoamericanos el
espacio arquitectónico más importante, su visión de lo habitable y del
lugar en el cual la mayoría de actividades se llevaban a cabo iba más
allá del edificio.
Dentro de la visión occidental de arquitectura, la fachada es
un límite entre el espacio interior
y el exterior, funciona como una
barrera que regula la interacción
entre dos universos, el interno y el
externo. En cambio, la arquitectura
mesoamericana rompe con tales
limitaciones que contraponen los
espacios abiertos y los cerrados; el
espacio abierto fluye, no puede dividirse por medio de cercas, muros
o puertas, el conjunto arquitectóni-
co prehispánico incluye el paisaje
circundante, es toda una vivencia
espacial donde montañas, llanuras, accidentes topográficos y vegetación están siempre presentes
acompañando e interactuando con
la arquitectura. Mangino (1990)
llama a este diseño “de carácter orgánico”, lo que significa que estas
ciudades se encontraban integradas a la naturaleza de sus entornos,
estableciendo una armonía arquitectónica entre el medio ambiente
que les rodeaba y los elementos artificiales creados por el ser humano (Godoy, 2011; Gussinyer, 2001;
Wurster, 2001).
2.2 Deidades mesoamericanas
asociadas a la arquitectura
circular
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
• Xiuhtecuhtli- Huehueteotl:
deidad del fuego, uno de los
primeros elementos en ser divinizado. Su culto y veneración
tuvo gran importancia, por lo
menos a partir de la última etapa del período preclásico. En
otras áreas se le conoció con
el nombre de Ixocozauhqui (el
de rostro amarillo), Curicaueri
y, en tiempos posteriores, se le
llamó Huehuetéotl, que significa el dios viejo (Fernández,
2006; León-Portilla, 2004).
• Las estructuras circulares relacionadas a esta deidad las po-
Estructuras prehispánicas de planta circular ...
demos encontrar en Cuicuilco,
Tzintzúntzan, Guachimontones
y algunos lugares en Jalisco y
Nayarit (Beekman, 2008; Pohl,
2011).
• Quetzalcoatl: una de las figuras más polifacéticas de las
religiones
mesoamericanas,
no es solo el nombre del más
famoso rey-sacerdote tolteca,
sino también el de una deidad
de gran importancia entre los
toltecas, aztecas-mexicas, los
mayas y muchas otras culturas
mesoamericanas. De acuerdo
a Sodi y Aceves (2002) y Piña
Chan y Dahlgren (1987), la religión y culto a Quetzalcoatl se
originó en Xochicalco, Morelos
cerca del año 700 D.C. y tuvo
su comienzo en la vieja deidad
del agua, la serpiente-nube de
lluvia.
• No en todos los lugares Quetzalcoatl tuvo las mismas asociaciones, en Teotihuacán la
deidad estuvo más inclinada a
la unión del agua de lluvia con
el agua terrestre; mientras que
entre los mexicas, los atributos
y características de la deidad
estaban relacionados con el
viento y la lluvia; en cambio los
toltecas, adoptaron el culto de
Quetzalcoatl en asociación con
Tlahuizcalpantecuhtli o lucero
de la mañana (Solanilla, 1996).
• b.1) Quetzalcoatl- Ehecatl:
Quetzalcoatl como Ehecatecuhtli alude al viento que barre
los caminos de los dioses de
la lluvia y recorría los cuatro
rumbos del cosmos. Los cronistas españoles cuentan que
la mayoría de templos dedicados a Quetzacoatl eran de planta circular para permitir que
el aire, convertido en viento,
pudiera circular dentro de los
edificios y no chocar contra los
ángulos de la pared (Arellano,
1987; Barba, 2009; Florescano,
1995).
2.3 Las estructuras circulares en
Mesoamérica
Las estructuras circulares existen
en el área mesoamericana desde
el período preclásico; en torno a
ello, Barba (2009) comenta que diversos estudiosos se han ocupado
de investigar si hay en realidad un
grupo cultural al cual adjudicarle la
autoría de dicha tradición arquitectónica. Muchos plantean que las estructuras de planta circular fueron
introducidas a las Tierras Bajas Mayas por inmigrantes Toltecas dentro
de lo que se conoce como “paquete
de influencias mexicanas”. Sin embargo, los ejemplares del Preclásico
Medio y Preclásico Tardío localizados hasta ahora en la región de Tierras Bajas Mayas, le restan validez a
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dicho planteamiento.
Carmen Morán y Luisa Ramos
Otros autores, como, W.
Krickeberg, apuntan a los Tuxtlas
como creadores de este tipo de arquitectura; por otro lado se encuentran Paul Gendrop y G. Ekholm,
quienes señalan sus inicios en la
región Huasteca. Sin embargo, las
evidencias más antiguas de construcciones circulares registradas
hasta el momento, se remontan al
1000 a.C. y aparecen en tres regiones específicas: la Costa del Golfo
(Sitio La Venta), en el Occidente de
México (sitios Guachimontones, El
Arenal, San Felipe y El Campanillo),
y en el sector B de Cuicuilco. En
este sentido, la evidencia arqueológica enmarca al grupo olmeca, en
específico al asentamiento de La
Venta en Tabasco, como entre los
primeros en utilizar este tipo de
diseño en su arquitectura a inicios
del preclásico (1200 a.C.) (Barba,
2009).
Partiendo de los ejemplos
más antiguos de estructuras circulares conocidas, Barba (2009)
sugiere que la arquitectura circular, por lo menos en sus inicios,
puede ser vista como una idea que
trasciende fronteras, como un concepto con uno o varios orígenes y
que, con el paso del tiempo se fue
transformando y adaptando, aunque no como una tradición creada
por un grupo cultural específico
en una época específica y que lue-
go fue difundido. Recordemos que
en la historia de la humanidad se
han observado semejanzas que no
necesariamente han involucrado
contacto entre culturas, diferentes
sociedades y civilizaciones pueden
percibir fenómenos naturales y de
diversa índole otorgándoles explicaciones análogas. Hay que tener
presente que los símbolos y la cultura material son producto de las
abstracciones mentales de grupos
sociales, los cuales se encuentran
influenciados por diversos factores
como la geografía, la economía, la
política y otros aspectos de cada
época específica (Barba, 2009).
Es bastante probable que
las estructuras circulares surgieran, en un principio, como veneración e imitación de la naturaleza,
ya que para mediados y finales del
preclásico se logra observar una
inclinación en la relación de este
tipo de estructuras con el aspecto
ceremonial y monumental (Barba,
2009). Recordemos que la naturaleza fue en Mesoamérica objeto
de devoción, por lo que sus representaciones en la cultura material
fueron un factor de gran importancia al momento de diseñar. Es muy
probable que las estructuras circulares formaran parte importante de
los primeros centros urbanos como
una imitación que el ser humano
hizo de su entorno, principalmente relacionando elementos básicos
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Estructuras prehispánicas de planta circular ...
e importantes de la naturaleza, algunas de las construcciones trataban de imitar las formas naturales
de su entorno, como lo serían los
volcanes o montañas, o es probable que estuvieran ligadas hacia un
culto relacionado con el fuego y/o
la fertilidad (Barba, 2009).
Susan Evans (2008) explica que muchos de los poderosos
fenómenos naturales que inspiraron las creencias mesoamericanas
pudieron llevar a dichas culturas a
desarrollar algunas deidades a partir de elementos geofísicos y meteorológicos, por ejemplo, la fuerza
de algunos espíritus sagrados y poderosos podía fácilmente habitar
dentro de los volcanes activos, por
lo que no es de extrañarse que las
representaciones de estos se vieran
reflejadas a través de las estructuras piramidales.
En el período clásico, las
construcciones circulares se expandieron a lo largo del territorio
mesoamericano, su uso fue más generalizado y diverso (doméstico y
ritual), al igual que su tamaño (Morales, 1993). El aumento de estas
edificaciones, probablemente, se
debió a la dinámica política, económica y social de este período, lo
que permitió un desarrollo regional basado en el intercambio, tanto
de bienes de consumo cotidiano y
suntuario, así como pautas ideológicas de tipo tecnológico, político y
religioso (Barba, 2009).
Para el postclásico, la arquitectura circular observa una fuerte
disminución en su construcción así
como cambios en su forma y composición, efectos que se vislumbraban desde el período anterior y que
se materializan durante esta época.
La mayoría de estas estructuras
vuelven a estar asociadas a una
gran carga ritual que va de la mano
con la transformación de la planta
circular a la de tipo compuesto o
mixta, es decir, la combinación de
estructuras circulares con rectangulares o cuadradas; este tipo de
planta, de acuerdo a Barba (2009),
podría estar relacionada con el culto a la deidad Ehecatl-Quetzalcoatl,
sin embargo, cabe destacar la presencia y recuperación de elementos relacionados con otras deidades como Huehueteotl.
2.4 Función y distribución de
las estructuras circulares en
Mesoamérica
De acuerdo a Smith (1992), las
fuentes etnográficas y etnohistóricas, así como algunos mayistas
y mesoamericanistas, proponen
cuatro posibilidades de uso para
las estructuras circulares: templos,
viviendas, temascales y almacenes
o graneros.
Por otro lado, Powis, Hohmann, Awe y Healy (1996), sugie-
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
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Carmen Morán y Luisa Ramos
ren que las estructuras de planta
circular también pudieron funcionar como observatorios astronómicos, plataformas adosadas, edificios públicos o recintos ceremoniales. En cambio, Morales (1993)
sostiene que, debido a su forma tan
particular, aparte de las funciones
mencionadas anteriormente, también pudieron servir como hornos,
depósitos de agua, altares y puntos
de referencia.
Pollock, en su interesante
investigación publicada en 1936,
menciona que casi todas las estructuras circulares de Mesoamérica
fueron altares de algún tipo o templos públicos. Mientras que la coexistencia de muchas estructuras
de planta circular con los complejos de conmemoración astronómica y patios para el juego de pelota
en distintos centros ceremoniales,
sugiere la posibilidad de haber sido
utilizadas durante la celebración de
ritos especiales a los que probablemente asistía un público relativamente numeroso (Pollock, 1936).
Para el área maya, Quintal,
Sierra, Vargas y Huchim (1999)
aseguran que las construcciones
circulares pueden haber tenido las
funciones de semilleros, cocinas
adosadas, pequeños talleres, corrales, almacenes o graneros rurales,
habitaciones temporales, hornos
de alfarero, y colmenas.
Ciertamente, el uso y función de las estructuras circulares
en Mesoamérica estuvo directamente relacionado con el lugar en
el que se construyeron y con el grupo cultural que se encargó de hacerlo. Arqueológicamente, la función de este tipo de estructuras va
a estar determinada por: el material in situ asociado a la estructura,
otras estructuras relacionadas y el
tamaño y orientación de la estructura en cuestión. Indudablemente,
las variaciones que este tipo de estructuras presenten en cuanto a su
tamaño, detalles arquitectónicos,
localización y orientación van a depender de la importancia y funcionalidad que se les dio en su época
(Morales, 1993).
Dentro de las estructuras
circulares hubo gran número de
variaciones, inclusive hasta de forma ya que no todas ellas eran estrictamente circulares, las hubo en
forma de herradura, absidal, elíptica y compuesta. Es por estas variaciones que diferentes autores han
propuesto varias tipologías (ver
tabla 1) de acuerdo a diferentes
criterios, entre ellos: las zonas investigadas, la funcionalidad de las
estructuras, la periodicidad, materiales constructivos, tipo de planta,
entre otros.
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Estructuras prehispánicas de planta circular ...
2.5 ¿Están todas las estructuras
circulares relacionadas con
Ehecatl-Quetzalcoatl?
Un aspecto bastante expandido en
el área mesoamericana fue el culto
a la deidad Ehecatl-Quetzalcoatl y
la aparición de materiales relacionados con esta divinidad durante
el clásico tardío lo demuestra. Si
bien es cierto que muchos de los
casos de arquitectura circular en
Mesoamérica están relacionados
con el culto a esta deidad, ya sea
en su advocación de Estrella de la
mañana o como Ehecatl, no se puede descartar una función diferente,
principalmente porque este tipo
de estructuras representan una
larga tradición arquitectónica en
casi toda Mesoamérica encontrándoselas desde el preclásico (Barba,
2009; Morales, 1993).
Por otro lado, existe constancia de que el culto a Quetzalcoatl y sus diversas advocaciones
incluye estructuras que no son necesariamente circulares.
Con lo expuesto anteriormente, consideramos que no es
pertinente asumir que toda estructura circular está asociada al culto
de Quetzalcoatl, ya sea en su advocación de Ehecatl o como «Estrella
de la mañana». Muchas veces esta
relación se asume independientemente de que existan materiales
asociados que confirmen tal aseveración. Si analizamos la edificación
de construcciones circulares (y la
cultura material asociada a las mismas) correspondientes a los tres
períodos culturales, podemos señalar que en algunas de ellas se carece de evidencia material asociada
con el culto a esta deidad, mientras
que por el contrario, en lugares
como Cuicuilco, Nayarit y Tzintzuntzan, existe evidencia de asociación de este tipo de estructuras con
elementos relacionados a la deidad
del fuego y/o sus diversas advocaciones, así como también, el culto
a la tierra en sitios como La Venta
(Barba, 2009), y de hecho, Pollock
en su libro de 1936 sostiene que:
La unanimidad en la atribución
de los templos redondos para el
culto de Quetzalcoatl, dios del
aire, es impactante, sin embargo
Motolinia y Torquemada definitivamente nos dicen que hay
templos redondos para otros
dioses, mientras que Sahagún
en su descripción de las pequeñas plataformas redondas [nos
dice que] por lo menos dos de
éstas están asociadas con deidades que no son el dios del aire
(Pollock, 1936, P.159).
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Imagen 1: Propuesta de clasificación de estructuras circulares prehispánicas en El Salvador
Imagen 2. Comportamiento de las estructuras circulares registradas en territorio salvadoreño
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3.
Las estructuras circulares
prehispánicas en El Salvador
Para El Salvador, lastimosamente,
no contamos con suficiente información como para formar un panorama completo y detallado sobre
este tipo de arquitectura ya que
muy poco se han estudiado estas
estructuras en nuestro país. Hasta
la fecha se cuenta con un inventario de aproximadamente catorce
estructuras de planta circular (ver
tabla 2) y cerca de seis estructuras
que posiblemente sean circulares,
la verdadera forma de algunas de
estas últimas seguirá siendo una
incógnita ya que su situación actual
impide el estudio de las mismas
(algunas se encuentran bajo el agua
o ya no existen), en el caso de otras,
la posibilidad de excavación aún es
viable, por lo que en el futuro el registro de estructuras de planta circular podría aumentar.
4. Propuesta de clasificación de
estructuras circulares prehispánicas en El Salvador
La siguiente propuesta de clasificación (ver imagen 1) se basa en las
características arquitectónicas que
presentan las estructuras prehispánicas circulares que, hasta la fecha,
han sido registradas en El Salvador.
Consideramos que lo ideal habría
sido basar nuestra clasificación en
las funciones de dichas estructuras
pero dado que ese es un dato que
no se conoce con certeza no pudo
ser considerado para tal menester.
Cabe aclarar que la nuestra es una clasificación y no una
tipología, ya que la muestra con la
que contamos es relativamente pequeña, pero esperamos que, en un
futuro cercano, ésta pueda llegar a
convertirse en una tipología.
Para que la clasificación
propuesta sea clara y se evite confusiones en la terminología, nos
hemos basado en algunas concepciones arquitectónicas propuestas
por Gendrop (1997), Barba (2009)
y Valdés, Valladares y Díaz (2008),
conceptos que se aplican perfectamente a la arquitectura mesoamericana. A continuación presentamos los conceptos en los cuales se
basa nuestra clasificación:
Cimiento: es la parte de la estructura que sirve para sustentar el edificio y repartir sus cargas sobre el terreno; los cimientos pueden ser superficiales o
profundos (Gendrop, 1997).
Altar: es una estructura que, por
lo general, se ubica en la parte central de una plaza o patio
(abierto o cerrado), y frecuentemente está rodeada por otros
edificios de mayores dimensiones. También puede encontrarse en las zonas aledañas o
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anexas de otras edificaciones,
formando conjuntos. El altar
puede estar edificado sobre
plataformas bajas y, en algunas
ocasiones, se acompaña de banquetas que sirven de acceso o se
localizan en el área perimetral.
En pocas ocasiones tienen plantas ovaladas, siendo la circular
la forma que prevalece. Algunos
ejemplares sobrepasan los 35
metros de diámetro y, por lo general, no exceden los dos metros
de altura, suelen ser estructuras
bajas. Los altares se encuentran
directamente relacionados con
la quema de incienso, inmolación de víctimas u ofrecimiento
de algún otro tipo de sacrificio
(Barba, 2009; Gendrop, 1997).
Plataforma: superficie elevada,
plana, lisa y horizontal que constituye la cara superior de un terraplén sobre el cual se alza una
o varias construcciones. Se trata
de uno de los elementos básicos
en la arquitectura mesoamericana, especialmente en exteriores donde ostenta, a menudo, un
carácter ceremonial. (Gendrop,
1997; Valdés et al, 2008).
Estructura piramidal: en Mesoamérica se denomina de esta
manera a cualquier basamento
monumental compuesto, ya sea
de uno o de varios cuerpos,
que usualmente son escalonados. La estructura puede ser de
base rectangular, redondeada o
circular compuesta, y puede o
no poseer templos, o restos de
los mismos, en su nivel superior
(Gendrop, 1997).
Le llamaremos estructura compleja a una construcción, ya sea
de carácter religioso, residencial,
administrativo u otro, que suele
hacerse sobre alguna explanada,
plataforma o basamento artificial y
que posee paredes y techo (ya sea
de materiales perecederos o no),
que puede contener uno o varios
cuartos, y que se encuentra provisto de una o varias puertas de acceso
(concepto propuesto por las autoras basándose en Gendrop, 1997).
En las tablas 3, 4, 5 y 6 se
presentan las estructuras de planta
circular prehispánicas registradas
en El Salvador ordenadas de acuerdo a nuestra propuesta de clasificación, presentadas en orden cronológico.
5. Discusión sobre las estructuras circulares prehispánicas
de El Salvador
Como ya lo hemos mencionado, en
la antigüedad, el diseño arquitectónico no era el simple hecho de
construir una edificación, implicaba mucha más intencionalidad,
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era un medio por el cual se daban a
conocer aspectos como la organización social y la religiosidad (Muntañola, 2001). Recordemos que este
último aspecto fue fundamental en
las comunidades mesoamericanas,
y de hecho, las expresiones arquitectónicas de carácter religioso gozaban de un simbolismo propio, se
encontraban sujetas a un sistema
de símbolos con los que manifestaban su significado (Esteban et al.
1996), es decir, que para transmitir estos mensajes se recurría a la
codificación de la información por
medio de elementos constructivos
únicos o diferentes (color, forma,
tamaño, entre otros), la información se transmitía a través de los
contrastes arquitectónicos.
La transmisión clara y correcta de la información podía lograrse, siempre y cuando, el elemento de contraste se encontrara
dentro de un conjunto, de manera
que, cuando las edificaciones eran
únicas o diferentes y lograban sobresalir del resto, transmitiendo
así, un mensaje entendible por la
comunidad (Rapoport, 1990). Claramente lo expone Leach (1976) al
decir que en un campo uniforme lo
que importa son los límites, la atención se enfoca en las diferencias,
no en las semejanzas y, los marcadores de tales límites son considerados de valor especial o sagrado.
Esta discrepancia o contraste entre
la forma de las estructuras especiales y las que la rodean es evidente
en la mayoría de estructuras circulares reconocidas en El Salvador
pues estas (a excepción de la E-11
y E-16 de Joya de Cerén) son de carácter ceremonial y se encuentran
inmersas dentro de sitios arqueológicos cuya forma arquitectónica
predominante es la rectangular y/o
cuadrada, lo que confirma que las
edificaciones circulares (registradas en El Salvador) poseen un valor
especial, es por ello que sobresalen.
Un claro ejemplo de esto es la arquitectura del Grupo Tazumal, pues
de trece estructuras registradas
hasta el momento, solamente una
de ellas era circular (estructura B16), la cual, dicho sea de paso, era de
carácter ceremonial.
Con respecto a la funcionalidad de este tipo de estructuras en
El Salvador, al igual que en el resto
de Mesoamérica, se observa que la
misma fue fluctuante, lo cual es coherente si tomamos en cuenta que
cada grupo cultural, en su propio
tiempo, tiene su propia concepción
del espacio (Muntañola, 2001), así
como también, las circunstancias
históricas en las que dichas edificaciones fueron creadas (Álvarez,
2006; Mangino, 1990), y no hay
que olvidar que los símbolos tendrían un significado, una influencia
y una interpretación diferente dependiendo del contexto y del grupo
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
29
30
Carmen Morán y Luisa Ramos
cultural que los puso en practica;
recordemos que los símbolos sobreviven al paso del tiempo, viéndose transformados a partir de la dinámica sociocultural de quienes lo
utilizan (Barba, 2009; Terán, 1982;
Vallverdú, 2008). Dichas variables
de significado, tanto espacial como
arquitectónico y simbólico, fueron
evidentes a lo largo de los tres períodos culturales (preclásico, clásico y postclásico) en el territorio
(ahora) salvadoreño dado que en el
preclásico, la connotación de la arquitectura circular fue de carácter
monumental y ceremonial, sin embargo, hasta la fecha se desconoce
a qué tipo de ritual estuvieron relacionadas estas estructuras, aunque
tomando en cuenta que para este
período no se contaba con un panteón de dioses bien establecido y,
conociendo que en otros lugares de
Mesoamérica (La Venta y Cuicuilco)
se veneraba la naturaleza (el fuego,
la tierra, los volcanes), no descartamos que las estructuras de El Trapiche (E3-1) y Los Flores (Montículos
10, 20 y 30) estuvieran ligadas a algún tipo de ritual relacionado a las
fuerzas naturales.
Para el período clásico, al
igual que en el resto de Mesoamérica, vemos una diversificación en la
utilización de esta forma arquitectónica, ya que su uso estuvo relacionado con el aspecto tanto ceremonial como domiciliar. El aspecto do-
miciliar de esta forma arquitectónica se observa en las estructuras 11
y 16 de Joya de Cerén, cuya función,
dentro de los grupos domiciliares,
fue la de cocina, lo que demuestra
una variación en la concepción de la
función de este tipo de estructuras
para este período, este es un comportamiento también observado en
el área maya, y recordemos que la
filiación cultural de Joya de Cerén es
maya.
Un ejemplo de recinto ceremonial de la época clásica es la
Estructura 1 de Nuevo Tazumal,
cuya función estuvo ligada a eventos comunitarios de carácter, muy
probablemente, religioso (Shibata,
2005). Mientas que las estructuras
C5-16, B7-4 y B7-6 y D5-8 de Laguna Seca, pudieron ser plataformas
de habitación para familias de la elite, o bien pudieron ser templos comunitarios (esta es la opción por la
que Sharer (1998) se inclina más),
como sucedió en otros sitios (San
Dieguito y Los Gavilanes) que contaban con barrios domiciliares los
cuales poseían sus propios templos
vecinales, algo muy característico
del período posclásico, y recordemos que estas estructuras (Laguna
Seca) funcionaron desde el período
clásico hasta el 1250 d.C. aproximadamente.
Para el período postclásico,
notamos un nuevo cambio en la utilización de este tipo de arquitectu-
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Estructuras prehispánicas de planta circular ...
ra, ya que lo ceremonial vuelve a ser
el tema principal (por lo menos esto
indican las estructuras registradas
hasta la fecha), ejemplo de ello son
las estructuras P-28 y Peralta 4 de
Cihuatán, la B1-6 de Tazumal y la
E1-1 de Peñate. De las cuales podemos decir que, la estructura P-28
estuvo estrechamente relacionada
con el culto a Quetzalcoatl (Amaroli
& Bruhns, 2006), mientras que Peralta 4 pudo haber estado vinculada con ceremonias dedicadas a Xipe
Totec.
En cuanto a la filiación cultural de estas estructuras, es un
aspecto que hasta la actualidad no
se conoce con certeza, aunque se
postula que El Trapiche pudo estar
estrechamente relacionado con los
olmecas, llevando a algunos investigadores a comparar la estructura
E3-1 con la estructura cónica de La
Venta, en Tabasco (Sharer, 1978,
1998); mientras que la población
de Los Flores, a pesar de haber tenido contacto cultural con el oriente y
el occidente del territorio, tuvo un
desarrollo propio (Fowler & Earnest, 1985), por lo que el centro
ceremonial al cual pertenecen los
montículos 10, 20 y 30, pudo ser
producto de una cultura propia de
la cuenca El Paraíso. La estructura
B1-6 de Tazumal presenta aspectos
arquitectónicos que la relacionan
con la cultura tolteca, aunque no se
conoce con certeza la relación de
la estructura con alguna deidad en
específico y, aún no se sabe si los
monolitos “Chac Mool” (aparentemente encontrados cerca de la
estructura) están verdaderamente
relacionados a ella. De ser así, pudo
haberse tratado de una estructura
relacionada a los sacrificios humanos aunque no se sabe si relacionados con Quetzalcoatl u otra deidad. Referente a la estructura E1-1
de Peñate, Sharer (1978) no ofrece
más información sobre la misma,
solamente se conoce que, de trece estructuras ubicadas en el sitio,
solamente ésta es circular y se encuentra relacionada con el aspecto
ritual.
En síntesis, la dinámica
observada a través de esta investigación nos indica que la funcionalidad de las estructuras circulares
registradas para el territorio actualmente salvadoreño sigue el mismo
patrón observado en Mesoamérica
(ver imagen 2), haciendo la aclaración de que hubo ciertas zonas
mesoamericanas que se caracterizaron por la presencia de estructuras circulares relacionadas a lo domiciliar a lo largo de los tres períodos antes mencionados, así como
zonas que se caracterizaron por la
ausencia de dicha forma arquitectónica o que el uso de la misma fue
estrictamente ceremonial durante
los tres períodos culturales.
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
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32
6. Conclusiones
Carmen Morán y Luisa Ramos
A lo largo de esta investigación,
hemos comprobado que las estructuras circulares no son un rasgo
creado (inventado) exclusivamente por una cultura específica en
un período cultural determinado,
como nos lo han hecho saber diversos autores e investigadores
como Navarrete (1976), Gendrop
(1970), Smith (1955), Carmack
(2001), entre otros, ya que estos
tienden a adjudicar toda estructura circular a la injerencia de grupos
provenientes del centro de México,
específicamente, grupos toltecas
o mexicas. Postulan que este rasgo arquitectónico fue creado por
estos grupos y se difundió al resto
de Mesoamérica a partir del clásico
tardío, invisibilizando de esta manera, la creación arquitectónica de
otros grupos culturales en diversas
regiones mesoamericanas.
Hemos comprobado que
las afirmaciones referentes a que la
forma circular aparece tardíamente y por influencia mexicana o tolteca no son completamente ciertas
ya que encontramos estructuras
circulares desde períodos tempranos (preclásico medio), de igual
manera, no se puede adjudicar el
culto a Quetzalcoatl (Echecatl) a
cualquier estructura circular sin
tener las pruebas suficientes para
ello, principalmente, si estas son
tempranas, ya que el culto a Quetzalcoatl se origina cerca del 700
d.C. en Xochicalco, Morelos (Sodi
& Aceves, 2002; Piña Chan & Dahlgren, 1987) y luego se dispersa por
el área mesoamericana.
Con respecto a la relación
cultural de las estructuras circulares prehispánicas en El Salvador, se
puede concluir que, las de aparente injerencia mexicana son: la B1-6
de Tazumal, la P-28, P-41 y Peralta
4 de Cihuatán (Valdivieso, 2007;
Amaroli & Bhruns 2006). Mientras que las estructuras 11 y 16 de
Joya de Cerén, pertenecieron a una
sociedad de filiación maya (Sheets,
2002; Mobeley-Tanaka 1990). Y con
respecto a la estructura E3-1 de El
Trapiche, Sharer (1978) propone
que, partiendo de los materiales
asociados a la estructura, esta podría ser de filiación olmeca. Acerca
del resto de estructuras incluidas
en este trabajo, por la poca información que se posee, no podemos
relacionarlas con algún grupo cultural específico.
Asimismo, hemos constatado que, si bien la mayoría de estructuras circulares eran especiales, no
todas estaban destinadas únicamente al uso ceremonial, pues hemos percibido que a lo largo de los
tres períodos culturales (preclásico, clásico y postclásico), en las
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Estructuras prehispánicas de planta circular ...
diversas regiones de Mesoamérica
(incluyendo a El Salvador), el uso
de estas estructuras varió. Si bien
es cierto que en el período preclásico éstas tuvieron una connotación
sagrada, fue porque representaban
ciertas fuerzas de la naturaleza, a
las cuales se les temía (o por lo menos se les tenía respeto); mientras
que en el período clásico observamos una diversificación del uso de
dicha forma arquitectónica ya que,
por lo menos, en el Área Maya tuvo
funciones domiciliares, de granero,
apiario, cocinas adosadas, entre
otras; es en el período postclásico
que se retoma la forma arquitectónica circular para usoe mayormente ceremonial, principalmente relacionado al panteón mexicano (en
algunas zonas su uso siguió siendo
diverso), aclarando que, como bien
lo menciona Pollock (1936), Barba
(2009), Torquemada, Motolinia y
Sahagún (en Pollock, 1936), no todas las estructuras circulares ceremoniales fueron destinadas para el
culto a Quetzalcoatl en su advocación de Ehecatl, pues hubo edificaciones circulares dedicadas a otras
deidades. Así como tampoco, todos
los templos para Quetzalcoatl fueron redondos, ya que también los
hubo de forma compuesta o mixta
(Barba, 2009).
Basándonos en la teoría
de contrastes arquitectónicos y la
teoría del ambiente construido po-
dríamos concluir que, en general,
las estructuras circulares prehispánicas registradas hasta la fecha
en El Salvador poseen esta forma
porque tuvieron cierto grado de
importancia, fueron en algún sentido, especiales y es por ello que
sobresalían del resto. Esto queda
evidenciado en que la mayoría de
ellas fueron de carácter ceremonial, la excepción se encuentra en
las estructuras de Joya de Cerén,
que fueron de carácter domiciliar,
lo que probablemente se deba a la
diversificación de este tipo de arquitectura observado en el período clásico en Mesoamérica por las
razones que ya mencionamos anteriormente.
Por lo expuesto anteriormente, queda demostrado que las
estructuras de planta circular prehispánicas registradas en territorio salvadoreño no están adscritas
solamente al período posclásico
puesto que se las puede encontrar
desde el período preclásico; no son
únicamente de injerencia tolteca/
mexicana dado que los ejemplares
de El Trapiche, Los Flores y Joya de
Cerén no presentan relación alguna
con esta cultura; y no fueron exclusivas para uso ceremonial de culto
a la deidad Quetzalcóatl dado que
esta práctica inicia en épocas tardías (700 d.C. (Sodi & Aceves, 2002;
Piña Chan & Dahlgren, 1987)), asimismo, las estructuras 11 y 16 de
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Carmen Morán y Luisa Ramos
Joya de Cerén fueron de uso doméstico y las edificaciones circulares
de El Trapiche y Los Flores fueron
erigidas antes de la instauración
del culto a dicha deidad.
Tablas
Propuestas de clasificación y tipología de estructuras circulares en Mesoamérica
Área de
Investigador
Año
Tipología basada en:
estudio
Baja América
Posibles funciones de las estrucSamuel Lothrop
1926
Central
turas
H. E. D. Pollock
Paulino Morales
1936
1993
Área
Ubicación, cultura, datación y pomesoamericana sible función
Tierras bajas
mayas
Quintal, Sierra, Vargas y
1999 Área maya
Huchim
Elena Barba
2009
Características arquitectónicas
Aspectos arquitectónicos y funcionales
México, Belice y
Funcionalidad Guatemala
Tabla 1. Diversas propuestas de clasificación y tipología de estructuras circulares en Mesoamérica
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Estructuras prehispánicas de planta circular ...
Tabla 2. Resumen de estructuras circulares en El Salvador
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Carmen Morán y Luisa Ramos
Tabla 3. Estructuras circulares del preclásico
de acuerdo a clasificación propuesta
Tabla 4. Estructuras circulares del clásico de acuerdo a clasificación
propuesta.
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Estructuras prehispánicas de planta circular ...
Tabla 5. Estructuras circulares del Postclásico
de acuerdo a clasificación propuesta
Tabla 6. Consolidado de estructuras de planta circular prehispánicas en El
Salvador según períodos culturales y clasificación propuesta
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
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El paisaje cultural del chocolate...
El paisaje cultural del chocolate: pipiles izalcos y cambios
semánticos en el mundo atlántico.
Siglos XVI-XIX
Kathryn Sampeck
Resumen
Al momento de la Conquista española, el chocolate era una de las bebidas
provenientes del cacao consumidas en Mesoamérica. El occidente del actual
territorio de El Salvador era el corazón político de los Pipiles Izalcos, uno de
los estados precolombinos más importantes del sur de Mesoamérica. La importancia y el poder político de los Pipiles Izalcos se basaba, tanto en tiempos previos como en los posteriores a la Conquista, en su participación en la
producción mesoamericana de cacao. Debido a que el cacao gozaba de una
creciente importancia en la economía colonial, la palabra ‘chocolate’, la cual
aparece primero en la zona pipil, fue todavía más común durante la época colonial, hasta llegar a convertirse en una palabra de uso común a nivel mundial
para designar productos que contienen cacao. Este cambio semántico llevó
implicaciones económicas y sociales para los habitantes de los Izalcos, que se
traducen en cambios en el asentamiento y en el uso de materiales culturales.
En este ensayo se presentaran datos históricos y arqueológicos hasta el siglo
XIX para localizar las consecuencias del destino del chocolate en el paisaje
cultural de los pipiles-izalcos.
Palabras claves: chocolate, paisaje cultural, Pipiles, comercio colonial
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Katheryn Sampeck
Los Izalcos
Figura 1. Zona de los Izalcos.
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El paisaje cultural del chocolate...
Cuando llegaron los españoles al
occidente del actual territorio de El
Salvador, en 1524, encontraron una
de las principales regiones productoras de cacao del mundo. En aquel
tiempo, los indígenas de Mesoamérica utilizaban el cacao en contextos sagrados, como ingrediente
principal en comidas y bebidas y
además, como moneda.
Para entonces, la mayoría
de mesoamericanos no se refería a
la comida o a las bebidas de cacao
con el nombre de ‘chocolate’. ¿Cómo
se utilizó, entonces, la palabra ‘chocolate’ para designar comidas y bebidas de cacao? En este estudio sugiero que la zona del occidente de
El Salvador tuvo mucha influencia
en este cambio semántico. A través
de una investigación arqueológica
de la zona de los Pipiles Izalcos y
de su evidencia histórica, veremos
que la carrera política-económica
de los izalcos estaba muy relacionada a la del chocolate.
1. Investigaciones etnohistóricas
y arqueológicas
El reconocimiento del valle del Río
Ceniza realizado durante los años
1994 y 1995 estuvo enfocado en el
Izalco colonial. El proyecto investigó un área desconocida arqueológicamente pero para la cual existen
Cuadro 1
Fecha
Zona Geográfica
Cantidad
(cargas/año)
Valor
(pesos)
1532
Ateos
6.67
24
1549
Izalco
966
4830
1538
1552
1576
1562-1615
1638
Izalco
333
Puerto de Acajutla
22,000
Caluco, Izalco, Nahu- 50,000
lingo, Tacuscalco
Puerto de Acajutla
50,000
Prov. de Guatemala
21,000
1332
242,000
500,000
1,000,000
63,000
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Katheryn Sampeck
patron de asentamiento fase Irarraga
patron de asentamiento fase Lopez
patron de asentamiento fase Marroquin
*
munici io
asentamiento nucleado
linea de contorno a metros
asentamiento semi-nucleado
sendero
asentamiento agregado
rio o ue rada
estructura aislado acti idad no residencial
Figura 2. Cambios en el patron de asentamiento por fase.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
N
El paisaje cultural del chocolate...
muchos documentos históricos que
pertenecen a la Conquista española
y a los pipiles. Según los cambios en
el material cultural, hemos definido
varias fases culturales precolombinas e históricas.
Antonio Fuentes y Guzmán
fue el único cronista que incluyó
dibujos de manuscritos pictóricos
procedentes de Sonsonate y Guatemala en su recopilación (Fuentes y Guzmán 1932-3). Fuentes dio
prueba documental del uso precolombino del cacao como artículo
de tributo o moneda. Se ve en sus
dibujos una sola figura de un vaso
de cacao.
Los símbolos que son muy
comunes en sus dibujos son el sistema de conteo para tributo y comercio. Se pueden observar cada
uno de los incrementos: el círculo para el uno; la bandera o pantli
para veinte; el cabello o pluma (en
nahua zontle) que representa cuatrocientos, y la bolsa de incienso,
que representa ocho mil. El uso
más común que se le dio a este sistema después de la Conquista fue
para contar cacao.
Al menos, estos documentos precolombinos indican que los
izalcos ejercían el comercio y la
recaudación de tributo, y el cacao
era parte de estas actividades. Parece que en el Postclásico Tardío,
el cacao habitaba un espacio inter-
medio entre producto agrícola y
moneda. También fabricaron otros
bienes —tejidos de algodón y hachas de cobre— que se ocupaban
como moneda precolombina, en lugar de productos agrícolas, y su uso
era menos problemático.
2. Fase Irarraga (Postclásico
Tardío A.D. 1100 a 1500)
¿Cómo era la zona de los izalcos un
poco antes de la Conquista? A través de un reconocimiento de casi
toda la zona del valle del Río Ceniza
y de excavaciones limitadas tenemos una buena idea de cómo fue el
asentamiento Postclásico, designado como la Fase Irarraga.
Las características de la
cerámica indican que la población
mantenía tradiciones culturales
asociadas con los nahuas. El tipo
cerámico más común fueron los
cajetes y jarros con engobe rojo y
bruñido. El tipo de cerámica Catalina Rojo-sobre-Blanco era casi exclusivamente cajetes con lados delgados y encorvados, adornados con
motivos geométricos como grecas
y volutas. Otro tipo de cerámica común en el Postclásico Tardío en la
zona de los Izalcos fue Gines Café,
que fue análogo al Grupo Joateca
designado en Chalchuapa (Sharer,
1978). Los incensarios de este período eran espigados y unos eran
del estilo Mayapán, con efiges de
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Katheryn Sampeck
animales (monos) y dioses, particularmente del Xipe Totec.
En la Fase Irarraga, el asentamiento fue más extensivo que
en la fase anterior (el Postclásico
Temprano).
Los asentamientos
de esta fase estaban colocados en
zonas con acceso al control del
agua, como vados. Además, se observa más continuidad en los patrones de asentamiento de la Fase
Irarraga con las fases siguientes
que con las anteriores. El patrón
de asentamiento fue en pequeños
asentamientos distribuidos uniformemente, sin grandes centros
de población. Habían unos asentamientos más grandes que otros,
pero las grandes urbanizaciones no
dominaban el paisaje cultural de
los Izalcos. Este patrón es semejante al de las zonas nahuas del México central y lo que el historiador
James Lockhart nombró "celular".
El historiador James Lockhart propuso que el mundo nahua
era una unidad en varios aspectos,
antes y después de la Conquista española. Una zona extensa ocupaba
los mismos conceptos políticos,
económicos y sociales. El alcance
de estas similitudes llegó mucho
más allá de México, ya que los Pipiles Izalcos ocuparon la misma terminología y los mismos principios
de organización.
Algunos de los principios
nahuas fueron la simetría y la independencia. La unidad política de
los nahuas era el altepetl, y cada
uno de ellos tenía su territorio,
templo, dioses especiales, consejo y
líder (tecutli o tlatoani). Cada altepetl era independiente, y sus partes
constitutivas (los calpolli) replicaron la independencia del altepetl.
Lockhart llamó este sistema “celular”, ya que cada componente tiene
la capacidad ser independiente.
Las preferencias nahuas
a favor de la simetría y la independencia provocan un patrón de
asentamiento esparcido, ya que
los asentamientos se ubicaban en
intervalos iguales. Un ejemplo de
este concepto “celular” es un pequeño templo encontrado cerca de
Sonsonate. Normalmente, un templo está ubicado en el asentamiento principal, rodeado por casas de
la elite y edificios de gobierno. En
este caso, no encontramos otras
estructuras más que el templo. El
objetivo de la colocación aislada es
proveer de un acceso igualitario a
toda la comunidad.
La independencia del altepetl se encarnó en el templo, por
medio del requisito de movimiento
a través del altepetl para realizar
las actividades esenciales. Toda la
gente, sin importar su rango, tenía
que pasar al espacio y paisaje del
altepetl para usar el templo. Los
ritos y ceremonias no estaban colo-
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
El paisaje cultural del chocolate...
cados en una villa o capital porque
eran parte del paisaje pipil. La jerarquía política creó una red de poder penetrativo en todo el paisaje.
A través de ello la elite pudo mantener su poder sin la necesidad de
observar el templo constantemente. La unidad política tal vez ocurrió no porque todo el poder estaba
concentrado en un solo lugar, sino
porque no lo estaba; todos los elementos de la vida social, política, y
económica —callialli (hogar), calpolli y altepetl— eran mantenidos
por la jornada a través del paisaje
izalco.
Los datos arqueológicos de
la Fase Irarraga sugieren que fue la
temporada de la llegada de los pipiles, y por otro lado, los manuscritos
pictóricos indican que la zona estaba asociada con el cultivo de cacao.
Era un período de crecimiento de
población que tenía vínculos con
los nahuas.
3. La Conquista española
Aunque Pedro de Alvarado, el conquistador de Guatemala, no mencionó el cacao o el chocolate, los
colonistas posteriores lo identificaron como un producto especial de
la zona. Las referencias más tempranas de este producto son una
carta escrita por el jesuita Pedro de
Morales y la Relación Geográfica de
Zapotitlán, los dos escritos en 1579.
Morales y la relación geográfica
identificaron el ‘chocolate’ como
una bebida de cacao sazonada con
achiote. Los dos dijeron que el chocolate fue inventado en Guatemala
(Swanton et al., 2010).
Cronistas anteriores, como
García de Palacio (1985) y Motolinía (1903), discutieron el cacao primeramente como moneda
ya que (según Motolinía ) “…es la
principal moneda que por toda la
Nueva España se trata” (Motolinía
1903:210).
Los cronistas mejicanos
no ocuparon la palabra chocolate
como referencia a bebidas o comidas de cacao hasta alrededor de
1580. Aquí se ve el manuscrito del
Doctor Francisco Hernández ocupando la palabra chocolatl. El cacao
fue la primera fuente monocultural
de riqueza para los encomenderos
del sur de Mesoamérica, y la fecha
de 1580 se podría ver una revolución en su producción, pues en ella
se ve el cambio en los niveles de tributo y exportación.
Durante varios años la cantidad de cacao que salía de Acajutla
fue alrededor de un billón de granos de cacao. Los izalcos subieron
a la gloria del mundo colonial temprano por sus ganancias, pero al
mismo tiempo cayeron al abismo
por el abuso contra la población
indígena (Fowler 1981). La década
de 1575 a 1585 se reformó el tribu-
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Katheryn Sampeck
Figura 3. Cuenca de cerámica tipo Catalina Rojo-sobre-Blanco.
Parroquia
Anexos
Haciendas
Familias
Personas
Renta
Nahuizalco
Sonsonate
Caluco
3
4
3
1
14
2
1424
844
378
4692
3654
1815
Guaymoco
4
2
501
2024
1462
2030
1293 pesos, 2
reales
1200(D), 1009
(A)
Izalco (2): Dolores y Asunción
San Salvador
Escuintla
6
2
23
8
1845
1857
654
5667
11,450
2050
1382 pesos, 5
reales
4215
2200
Cuadro 2. la población y ingresos de las parroquias de los Izalcos 1768-1770.
Según Cortés y Larraz [1958(1):299-300].
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
El paisaje cultural del chocolate...
to en cacao hasta niveles más bajos
(pero todavía formidables).
Esta evidencia lingüística
sugiere que el movimiento de la
palabra 'chocolate' inició en el sur
(en Guatemala) y propagó al norte
(a México). La region de Suchitepequez y los Izalcos juntos formaron
el fuente de cacao incomparable
en toda Mesoamérica y fue en este
momento que un producto indígena se agregaba a la lengua común.
4. Fase López (Conquista
española, A. D. 1500 a 1580)
Durante las décadas de la Conquista española y las siguientes, el patrón de asentamiento en la zona de
los Izalcos fue más nuclear que antes, posiblemente un resultado del
proceso de congregación.
Las ciudades españolas son
distinguidas por sus trazas rectas y
solares cuadráticos. La ciudad fue
el centro de comercio y poder político. Mucho más que estas nuevas
ciudades españolas, otros asentamientos que se formaron fueron
más nucleares que los postclásicos.
Además, la cantidad de sitios eran
bajos —parecía producto de la despoblación resultante de las guerras
de conquista y pandemias de enfermedades del Mundo Viejo—. Generalmente, el patrón de asentamiento de esta fase replicó los patrones
anteriores, pero en un área mucho
más restringida. Lo más impresionante es la continuación de la preferencia por lugares especialmente
situados para el control de agua.
Un asentamiento nombrado
Pancota tiene estructuras alineadas
simétricamente por cimas de cerros
naturales. Se encuentran acequias
rodeando al fondo de los cerros.
Desde el cerro más grande se mira
la planicie cercana a Nahulingo y
al sur. Este lugar está situado para
ver el movimiento en una parte del
valle que siempre estaba poblado
y donde los españoles colocaron
sus villas y pueblos (Figura 3).
Hasta el siglo XVIII, esta zona tenía
cacaotales.
La cerámica típica de esta
fase lleva diseños muy semejantes a
los de Catalina Rojo-sobre-Blanco,
pero con pastas distintivas. Cajetes
de molcajete se miran frecuentemente y asas de efigie por cántaros.
Los artículos más raros son incensarios espigados en forma de vaso
y el tipo cerámica de Vajilla (ware)
de Mica de Guatemala.
Mientras el uso de la palabra 'chocolate' florece, la población
indígena disminuía, pero siempre
reproducía la organización del
Postclásico. Es asombroso que una
población tan baja, como lo indican
los restos arqueológicos, producían el aumento astronómico del
cultivo y uso de cacao, como es indicado por documentos coloniales.
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Katheryn Sampeck
Figure 4. Rerum Medicarum del Dr. Francisco Hernández. Imagen
cortesia de la biblioteca John Carter Brown por la Universidad de
Brown.
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El paisaje cultural del chocolate...
5. El apogeo de cacao en Los
Izalcos
Durante los finales del siglo XVI
hasta el medio del siglo XVII se ve
la palabra ‘chocolate’ en obras populares de Europa, pero todavía no
en el uso común. Un buen ejemplo
es el holandés Johannes de Laet
(1640), quien escribió varias obras
que trataron de las Américas. En el
volumen de 1640, escrito en francés, ocupó ‘chocolate’ para designar una bebida de cacao.
La frecuencia del uso de
la palabra se incrementó en las
Américas también. José de Acosta
y el Calepino o Diccionario de Motul ocuparon la palabra ‘chocolate’
(Kaufman and Justeson 2007:222).
Ciudad Real (1873:295-296), en
1586, afirmó que el cacao es la
“moneda minuta” de toda Nueva
España, y los españoles ocuparon
el cacao como moneda igual que
los indígenas. En un sistema de
competición entre monedas, el cacao funcionó igual que el maravedi.
El cacao todavía ocupaba ambos
papeles, de comida y moneda, pero
la palabra de chocolate empezó su
dominancia del mundo semántico
relacionado a bebidas y comidas.
Después de 1580 se redujo
la producción de cacao en los Izalcos (Escalante 1991; Fowler 1981).
Según los datos documentales, en
el momento en que el comercio
mundial comenzaba a aceptar su
producto, Los Izalcos dejaba de ser
el centro de producción. Sin embargo, los datos arqueológicos devuelven otra perspectiva.
6. Fase Marroquín (1580 a 1650)
En la Fase Marroquín el asentamiento se distinguía por el crecimiento de los pueblos y el regreso
al patrón de asentamiento esparcido en el campo, semejante a los del
Postclásico. Aunque los españoles
estaban incrementando su poder
en las ciudades, los pipiles que vivían en el campo demostraban que
su control no era absoluto.
Además, los artefactos de
esta fase son distinguidos por el
contrabando, más que todo en la
cerámica porcelana Ming. La porcelana es la evidencia arqueológica del intercambio con el Oriente
a través los galeones de Manila. El
comercio intercolonial estaba prohibido, pero parece que todos estratos de la sociedad de la zona de
los Izalcos estaban muy involucrados en el comercio marítimo. El cacao todavía fue una clave a ganancia, aunque empezando en 1625
otros centros de producción como
Guayaquil y Venezuela empezaba
a dominar el comercio mundial en
cacao (Escalante 1991(2):40). En
efecto, la producción de cacao se
trasladó de manos indígenas con
una larga tradición en su cultivo a
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Katheryn Sampeck
Figura 5. Vista desde sitio Pancota, rumbo al oeste.
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51
productores dirigidos por los europeos, pero esta ampliación del mercado incrementó las oportunidades
para los inhabitantes de los Izalcos,
al mismo tiempo que su sistema de
producción era menos opresivo.
Durante el siglo XVII tardío
hasta principios del siglo XIX (en
otras palabras, el siglo XVIII largo)
se utiliza la palabra ‘chocolate’, ocupada por europeos, para referirse a
varias comidas y bebidas. El chocolate volvió a ser una necesidad
diaria en vez de un artículo de lujo.
En realidad, el chocolate ganaba un
sentido político para los ingleses,
ya que las casas de chocolate fueron
asociadas con los loyalistas y las de
café, con los revolucionarios. Despúes del apogeo del comercio de
galeones de Manila, los habitantes
de los Izalcos no dejaron el cultivo
de cacao, pero tampoco intentaban
a dominar el comercio. El rechazo
a este papel parecía una forma de
resistencia al fantasma del pasado
dorado de cacao (Escalante 1991).
Los Izalcos mantenían el
cultivo de cacao, indicado por los
esfuerzos indígenas por mantener
control de los cacaotales en el siglo
XVIII, y los granos todavía servían
de moneda minuta en Guatemala hasta el principio del siglo XIX
(García de Palacio 1985:21, nota 9
de Squier). La relación de producción de cacao en los izalcos y el comercio mundial en chocolate se in-
virtió: mientras uno se disminuía,
el otro se incrementaba. La palabra ‘chocolate’ ganaba dominancia
para indicar bebidas y comidas de
cacao al mismo tiempo que el cacao
se convirtía de doble espacio semántico (de comestible y moneda)
a uno solo: el de comestible.
7. Fase Shupan (1650 a 1825)
Las características de la Fase Shupan son peor definidas que otras
fases. La cerámica de esta fase se
está estudiando todavía, pero podemos decir que observamos la
presencia de porcelana oriental del
siglo XVII y pocos tiestos de pearlware, la cerámica pasta blanca de
Inglaterra del siglo XVIII.
El patrón de asentamiento demuestra la dominancia de la
hacienda indicado por varios sitios
pequeños regados por el campo. El
movimiento a independencia política estaba también un movimiento
a propiedad privada.
8. Conclusiones
El asentamiento en los Izalcos era
concentrado, pero siguía tradiciones precolombinas.
Durante de su máxima
producción, la palabra ‘chocolate’
avanzó a un uso mas allá de Guatemala. El cacao fue icónico como
bebida pipil, que fue comestible y
moneda, además, otros empezaron
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
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a ocupar su nombre. Despúes de la
producción máxima en los Izalcos,
los izalqueños mantuvieron sus
enlaces con comercio mundial, y el
cacao entró a la cocina europea. Al
mismo tiempo que la palabra chocolate cambiaba para indicar un
producto comestible común, el pasiaje cultural de los Izalcos se convertía al cultivo de una mercadería
con dominancia de las haciendas.
Este cambio marginaba a los mismos indígenas, quienes permitían
su producción. Es decir que la carrera de chocolate está inscrita en
el paisaje cultural de los Izalcos.
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(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
El Preclásico en los registros arqueológicos...
El Preclásico en los registros arqueológicos
del valle de Ciguateguacán
Vicente Genovez
En el presente artículo, el autor presenta una revisión de los registros arqueológicos en el Valle de Ciguateguacán sin perder la perspectiva histórica
y aquellas actividades humanas que han incidido en la existencia o no de
dichos registros.
La abundancia de registros gracias a los trabajos realizados después de los
Acuerdos de paz, los relatos populares y hallazgos fortuitos de los que muchas personas dan cuenta, son motivos suficientes para futuras investigaciones en la zona.
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José Vicente Genovez
Hablar de la arqueología
de Santa Ana, considerada durante
muchos años la segunda ciudad salvadoreña (Figura 1), me resulta un
ejercicio inevitablemente nostálgico y casi autobiográfico. Allí, desde corta edad –en alternancia con
las márgenes de la cercana Laguna
Cuscachapa y la línea férrea en la
vecina “Ciudad del Río de Jade”- experimenté esos sentimientos provocativos que supone encontrar
tiestos y “piedras de rayo” a flor
de tierra; en este caso, en las calles
polvorientas de los viejos barrios
y la periferia de la urbe santaneca.
Esas calles de terracería y aquellos
solares baldíos como escenarios
para una infancia sesentera entre
baladas en español o canciones de
Los Beatles y una adolescencia con
música disco como “banda sonora”, de “siglo pasado”, típicas de la
época; es decir, sin más sobresaltos
que eventuales golpes de Estado, la
publicidad “azul” de los regímenes
militares o la propaganda verde de
la oposición, una guerra con Honduras, encerronas por toques de
queda, abiertos fraudes electorales
y frecuentes manifestaciones populares con desenlaces violentos.
De cualquier manera, el interés particular por la arqueología
nacional y mesoamericana germinó y creció en aquel contexto, hasta
devenir en lo que soy ahora mismo:
un aprendiz de científico social, con
la mixtura resultante de escuela foránea y el ejercicio profesional dentro del país y la región. Una expe-
La Universidad / 22-23 (julio-diciembre 2013)
riencia por la que debo agradecer
a mis maestras y maestros, compañeras y compañeros colegas en
Guatemala y El Salvador, con quienes he tenido el privilegio de hurgar la tierra e imaginar el pasado
desde la evidencia en el presente; a
mi familia, compañeros de faena y
los siempre solidarios excavadores
en los proyectos, por tanta vivencia
humanizada.
Durante años he escuchado
historias sobre fortuitos hallazgos
arqueológicos en la Ciudad Morena; historias, casi todas ellas, vinculando tiestos, vasijas y “caritas”,
a veces huesos presuntamente humanos que luego degeneraban en
tumbas y tesoros, sustentando –
diacrónicamente- leyendas o cuentos fantásticos de fuerte arraigo popular: ollas con “pisto” en los patios
de casonas y campos sembrados,
figuritas de oro entre danzantes luces azules de medianoche, pueblos
sumergidos bajo las aguas de las lagunas o los relatos evocadores del
bandolero “Partideño”, …“un tipo
originalísimo de quien se refiere
multitud de rasgos ingeniosísimos,
y cuyos tesoros es fama dejó escondidos en una cueva, que cada pueblo de esta República (El Salvador)
pretende poseer en sus dominios”
(Barberena 1998: 138).
Vecinos de barrio, campesinos de las cercanías a la ciudad, familiares, amigos y ciudadanos santanecos con la más variada gama de
oficios, dieron cuenta o me mostraron alguna vez –en aquellos años
El Preclásico en los registros arqueológicos...
Figura 1. Centro histórico de la Ciudad de Santa Ana,
visto desde el poniente.
Figura 2. Ciguateguacán (Santa Ana) entre los pueblos
mencionados en la Relación Marroquín, 1532 (Segmento
de mapa presentado por Amaroli 1991: 49).
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José Vicente Genovez
distantes- diversos fragmentos de
objetos que ahora identifico como
materiales preclásicos, particularmente las conocidas figurillas femeninas modeladas en terracota clara,
con rasgos faciales punteados o a
pastillaje y en aparente estado de
gestación. No pretendo hablar aquí
enfáticamente de esta clase de figurillas, ni de las historias como tales,
pero me parece importante decir
que de aquellos hallazgos fortuitos,
la mayoría habrían correspondido
con la ocupación formativa del valle de Ciguateguacán, antigua nominación nahuat (o eso es lo que
creemos) del poblado que los conquistadores españoles encontraron
en el lugar que hoy ocupa la ciudad
de Santa Ana (Figura 2).
Ciguateguacán, con inicial
“C” y “g” intercalada, es solamente una de varias escrituras que al
nombre se ha dado a lo largo del
período colonial, manifestación
ésta que corresponde a la versión
aparecida en la relación Marroquín,
“una serie de testimonios tomados
por el obispo licenciado Francisco
Marroquín a los 57 encomenderos
en la Villa de San Salvador” en 1532
(Amaroli 1991: 44). El documento
fue encontrado en el Archivo General de Indias, Sevilla, España y
paleografiado por el historiador
guatemalteco Francis Gall (Loc.cit).
Entre otras versiones del término,
que algunos han traducido como
“Lugar de Sacerdotizas”, también se
tiene Cihuatehuacán, Ciguateocán,
Ziguateocán o Sihuatehuacán. Des-
La Universidad / 22-23 (julio-diciembre 2013)
de la segunda mitad del siglo XVI,
la administración colonial le llamó
Santa Ana Grande, para luego evolucionar a Santa Ana, como hoy se
le conoce (Barberena 1998, Barón
Castro 1978, Cortés y Larraz 2000
–véase Figura 3-, García de Palacio
2000, Lardé y Larín 2000, Ministerio de Obras Públicas de El Salvador 1985, entre otras fuentes).
Esta ciudad, también cabecera municipal y departamental de
unidades político-administrativas
homónimas, se encuentra en la
zona occidental de El Salvador, en
un valle con declive hacia el norte
que conforma apenas una parte del
relativamente extenso paisaje que
delinea el graben o fosa central del
país, escenario de continua e intensa ocupación humana, sustentando
grandes zonas arqueológicas prehispánicas y coloniales en los sectores de San Lorenzo, Chalchuapa
y la cuenca media del Lempa. La
ciudad descansa, en términos vulgares y orden descendente desde la
superficie, sobre un lecho conformado por suelos arcillosos, cenizas
volcánicas y roca madre. El subsuelo corresponde a la formación geológica San Salvador, constituida entre el Pleistoceno y el Cuaternario
reciente u Holoceno (esto es, entre
dos millones y cien mil años antes
del presente); tiene un manto de tobas poco compactas y piroclásticos
(pómez y basalto) que descansan
sobre lavas andesíticas y basálticas
fracturadas, con escorias y lapilli
(PLAMDARH 1981, cit. pos. López
El Preclásico en los registros arqueológicos...
Figura 3. Mapa de Santa Ana, mostrado en la obra de Cortés
y Larraz (2000) hacia finales del siglo XVIII.
Figura 4. Sector oeste del sitio Finca Rosita, Ciudad de Santa
Ana. La estructura mayor está cubierta por árboles que sirvieron anteriormente como sombra para arbustos de café.
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José Vicente Genovez
y Retana 2007). Hay sectores con
gruesos estratos de tierra blanca
o cenizas volcánicas relativamente
jóvenes, procedentes de la caldera
de Coatepeque; sus explosiones a
gran escala, ocurridas probablemente hace más de 30,000 años y
que darían origen al lago homónimo, depositarían la tefra que hoy
puede observarse en casi cualquier
parte de la zona. “Las coladas volcánicas, particularmente extensas
alrededor de Santa Ana,…se desintegran en una textura granular
fina para dar suelos margosos que
cubren las laderas medianas y basales de la mayor parte del sistema
volcánico;”…(Browning 1998: 51).
Viene al caso tal mención,
debido a que casi todos los rasgos
arqueológicos del Formativo registrados en la ciudad y sus alrededores, están asociados estratigráficamente a dicha tefra y a las capas
arcillosas superyacentes. Estos
estratos sustentaron las ocupaciones locales, soportando muchas
de las estructuras arquitectónicas
alguna vez identificadas y alojando
decenas de botellones o depósitos
subterráneos, elementos de uso
generalizado por muchos grupos
mesoamericanos durante el período Preclásico, quizá como basureros y espacios funerarios.
Los registros prehispánicos
en el valle de Ciguateguacán han
permanecido, durante mucho tiempo, a la sombra de lo que Chalchuapa ofrece como zona arqueológica,
debido a la monumentalidad de su
La Universidad / 22-23 (julio-diciembre 2013)
arquitectura y la complejidad de la
sociedad que allí habitó durante el
Preclásico: Boggs puso a la vista del
público las estructuras restauradas
de Tazumal en los años de 1940 y
1950; Sharer y colaboradores realizaron uno de los más importantes
trabajos sistemáticos en Chalchuapa durante los años de 1960 y 1970
y Fowler Jr. excavó en El Trapiche
pocos años después (Cobos 1998,
Fowler Jr. 1995, Sheets 1984, entre
otras síntesis). Arqueólogos japoneses continúan, desde 1995, con
otros proyectos en la zona, mientras la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural sostiene intervenciones diversas allí desde hace muchos años, con el apoyo de técnicos
conservacionistas (muchos de ellos
originarios de la localidad) y una
nueva generación de arqueólogos
nacionales, integrados a la institución o como consultores especializados. Chalchuapa es un referente
para El Salvador y Mesoamérica en
cuanto a cultura prehispánica y colonial.
Un factor determinante en
el desconocimiento generalizado
de los centros preclásicos en los
alrededores de la ciudad de Santa
Ana, es el hecho de que grandes
fincas de café se mantuvieron relativamente inalteradas hasta finales
de los años sesenta y setenta del
siglo XX, albergando sectores con
importante evidencia arquitectónica ceremonial y doméstica del
Formativo (Figura 4). Estas condiciones, lastimosamente para la
El Preclásico en los registros arqueológicos...
arqueología y la conservación del
medio local, habrían de cambiar en
poco tiempo desde entonces, pues
el país experimentaría un fuerte
crecimiento de los contextos urbanos y se vería social y políticamente convulsionado en las décadas
siguientes.
Hacia finales de la década
del setenta, miembros del Departamento de Arqueología del Museo
Nacional “David J. Guzmán” acotaban, en una sección del Atlas de El
Salvador, que “durante los últimos
quince años (es decir, en la década
de los años sesenta y setenta del siglo anterior), se ha recopilado más
información sobre el Preclásico
que toda su historia previa, debido, casi enteramente, a descubrimientos al azar producidos por el
aumento de actividades agrícolas
y de construcciones…; (así como
por) la expansión metropolitana
de San Salvador y Santa Ana; y las
recientes extensiones de la red de
carreteras nacionales” (Ministerio
de Obras Públicas 1979).
Es oportuno considerar
que las observaciones de aquellos
arqueólogos, para entonces, correspondían con las consecuencias
–a largo plazo- de las transformaciones que el país experimentó en
la década del cincuenta, cuando los
altos precios del café, el azúcar y
el algodón en el mercado internacional, así como la consiguiente inversión en carreteras y otras obras
de infraestructura para procesar o
movilizar aquellos productos, cam-
biaron la fisonomía del territorio
nacional, tanto en lo rural como en
lo urbano. Además, con la dinámica
que implicó su posterior participación en el Mercado Común Centroamericano, el Estado salvadoreño
generó proyectos de inversión para
la agricultura, el comercio y la industria de exportación en la década
del sesenta.
Es preciso recordar, sin
embargo, que con el continuo vaivén de precios en los productos de
monocultivo en los años venideros
(que no permitía emplear tanta
mano de obra en el campo como
antes), el conflicto con Honduras
en los albores de los años setenta,
así como la sostenida motivación
gubernamental para invertir en industria alrededor de las ciudades
mayores, muchas personas migraron hacia los centros urbanos en
busca de mejores condiciones de
vida, presionando a las entidades
gubernamentales para construir
colonias en la periferia urbana o
invadiendo terrenos cercanos a los
barrancos. En un clima de creciente
insatisfacción social y efervescencia política, fueron construidas presas hidroeléctricas, se incrementó
la infraestructura portuaria y marítima, crecieron las colonias residenciales populares y los edificios
multifamiliares, así como carreteras y autopistas para unir la zona
metropolitana de San Salvador con
otros puntos de desarrollo en el
país (véase figura 5).
Para el caso que nos in-
(julio-diciembre 2013) La Universidad / 22-23
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62
José Vicente Genovez
teresa, fueron precisamente las
construcciones de colonias como
El Palmar, San Luis, IVU, España,
Lamatepec y El Molino, entre otras,
así como el crecimiento de la aldea
San Antonio y los trabajos de la autopista Santa Ana-San Salvador, los
proyectos cuya ejecución pondrían
en evidencia la extensa presencia
de restos preclásicos en la ciudad
de Santa Ana y sus alrededores;
aunque no habrían generado suficiente interés o no hubo capacidad
institucional en aquel entonces
para materializar la posibilidad de
estudiar sistemáticamente la zona,
con el agravante de no disponer todavía de una ley especializada para
ello. No fue sino hasta en el período
del conflicto armado interno, en la
década de los ochenta, cuando la
mayoría de reportes de destrucción
o registros oficiales de estos sitios
abundarían, con anotaciones sobre intenso saqueo en estructuras
monumentales, antes desconocidas
por la arqueología oficial.
El fenómeno puede interpretarse en términos de coyuntura,
con muchos depredadores aprovechando el caos social e institucional
imperante y el consecuente abandono relativo de las haciendas y las
fincas de café. Estas propiedades,
antes muy productivas, degeneraron en tierras de bajo perfil laboral,
pues pronto serían fragmentadas
para evitar la intervención estatal
Figura 5. Autopista Santa Ana-San Salvador y centro comercial en los alrededores de los sitios Finca Rosita, Arizona y San
José, antes fincas cafetaleras al sur de la ciudad de Santa Ana.
La Universidad / 22-23 (julio-diciembre 2013)
El Preclásico en los registros arqueológicos...
por las políticas de reforma agraria
o el asedio popular por los espacios
y los recursos de supervivencia en
la periferia urbana santaneca (leña,
madera, fruta de estación, piedra
para construir, agua para uso doméstico, etc.). Las lotificaciones –
autorizadas o ilegales- abundaron
desde entonces a la fecha y, con
ello, los problemas para proteger
y conservar los sitios arqueológicos, rescatando –en ciertas ocasiones- solamente algunas estructuras
mayores; la mayoría de ellas, que
sepamos, erigidas durante el Preclásico.
En este escenario, se ha sabido de tres sitios con construcciones masivas: San Antonio, Carcagua
y Finca Rosita (sectores suroeste,
noreste y sur de la ciudad, respectivamente); aunque algunos otros
como Cantarrana (al suroeste), Arizona, Santa Teresita y Sinaí (al sur)
han mostrado evidencia de actividad doméstica entre los cafetales
que todavía sobreviven, pudiendo
ser –en poco tiempo- intensamente
abordados como objetos de rescate,
debido a la inminente construcción
de nuevas colonias sobre el sector.
El área de las actuales urbanizaciones Loma Linda, San Miguelito, Jardín, El Trébol, Minerva y Altos del
Palmar, entre otras, habrían estado
fuertemente vinculadas a las áreas
de sostén de las antiguas comunidades de Preclásico o Formativo
hacia la parte meridional de Santa
Ana.
Después de los Acuerdos
de Paz en 1992, prácticamente todos los arqueólogos en actividad
dentro del país hemos intervenido
una o más veces en la zona, debido al constante crecimiento de la
ciudad y las consecuentes acciones
de rescate y salvamento. Algunos
profesionales han desarrollado recientes investigaciones con los rasgos y los materiales arqueológicos
de estos sitios, sumando elementos a la cada vez mejor conocida
secuencia ocupacional durante el
Preclásico, proponiendo un lapso
de 800 años para esta comunidad,
entre algún momento de la segunda mitad del Preclásico Medio (600
a 400 antes de Cristo) y finales
del Formativo Tardío (400 antes
de Cristo a 200/250 después de
Cristo), correspondientes a las fases regionales Kal, Chul y Caynac,
presentadas por Sharer y colaboradores a partir de sus trabajos en
Chalchuapa (Sharer 1978). Otros
colegas (v.g. Miriam Méndez, comunicación personal), quienes han revisado algunos lotes cerámicos de
Finca Rosita, me planteaban hace
algún tiempo sus sospechas sobre
la presencia de materiales cerámicos más tempranos (es decir, más
antiguos), que bien podrían incluirse en los correspondientes a la fase
Colos (900 a 650 antes de Cristo).
Erquicia (2000) ha documentado, basándose en el trabajo
suyo y en el de otros colegas en el
sector, decenas de botellones en
los sectores de Sinaí, San José, San
Miguelito, Arizona, Aldea San An-
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José Vicente Genovez
tonio y Carcagua. En este último,
Valdivieso reportó más de veinte
de ellos (Figura 6). Gallardo efectuó amplios sondeos al sur del sitio
Arizona y San José, proporcionando datos sobre la extensión del área
doméstica asociada a Finca Rosita
(Figura 7). Luis Martos, arqueólogo
mexicano que colaboró con nosotros en 1998, ha hecho el comentario acerca de la similitud del centro
monumental de este sitio con otros
del área olmeca (por cierto, existen
algunos objetos con rasgos de este
estilo en colecciones privadas de la
zona), mientras otros profesionales
comentan sobre el parecido de algunas estructuras grandes de Santa Ana con la E-3-1 de Trapiche en
Chalchuapa.
A pesar de mi limitada experiencia en el sector, me parece
que hay suficientes elementos o evidencias para motivar nuevos trabajos que propongan la existencia de
un cacicazgo satélite a Chalchuapa
o de un estado temprano paralelo a
éste en la zona de la actual ciudad
de Santa Ana. Las referencias de los
viejos registros nos sugieren sitios
con varios montículos entre uno y
quince metros de altura, y hasta sesenta metros de diámetro, algunos
formando plazuelas. La cerámica
es básicamente la misma que la observada en Chalchuapa; las figurillas de terracota (Figura 8) tienen
atributos similares a los documentados por Dahlin (1978) en aquella
zona, correspondientes a los complejos Xiquin y Tat; y la considera-
La Universidad / 22-23 (julio-diciembre 2013)
ble cantidad de depósitos subterráneos, revelan –en conjunto- una
vida intensa en la zona durante el
Preclásico.
Será difícil comparar elementos arquitectónicos y analizar
la distribución espacial de la evidencia existente sobre el Formativo
o Preclásico en Santa Ana y sus alrededores, pues no conocemos muy
bien las dimensiones originales
de los sitios. Los registros siguen
siendo escasos todavía como para
percibir que la tarea sea sencilla.
En ese afán de reconstruir la historia de las antiguas sociedades que
habitaron el lugar donde la ciudad
está asentada, podríamos experimentar muchas decepciones, principalmente por las sorpresas que el
conocimiento de los fenómenos de
transformación espacial del paisaje
a lo largo de los últimos cinco siglos pueda darnos. El reto, sin embargo, es interesante; sobre todo el
de proteger lo poco que queda para
obtener más información acerca de
dichos sitios.
El papel que las autoridades municipales jueguen en esta
dinámica es importantísimo: no se
debiera otorgar licencias de construcción o alteraciones amplias del
subsuelo en la periferia de la ciudad (colonias, fábricas, parqueos,
centros comerciales, etc.), sino hasta que los peritos del Estado en el
rubro de patrimonio cultural manifiesten su opinión técnica favorable para ello. Algunas experiencias
han sido satisfactorias en años an-
El Preclásico en los registros arqueológicos...
Figura 6. Depósitos subterráneos en un sector de Carcagua,
al noreste de Santa Ana. Un proyecto de rescate en el lugar
permitió localizar y registrar algunos más a finales de los
años noventa (Valdivieso 1999).
Figura 7. Croquis del sector monumental de Finca
Rosita. La Estructura 1 alcanza los 13 m. de altura
y más de 50 m. de largo
(Martos 1998).
(julio-diciembre 2013) La Universidad / 22-23
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José Vicente Genovez
Figura 8. Figurilla de terracota encontrada durante un
salvamento arqueológico en Finca Rosita, 1998 (Dibujo
de Fabricio Valdivieso).
teriores, pues ciertos espacios con
evidencia prehispánica medianamente conservados en la zona, alcanzaron ese estatus por la acción
de la alcaldía local, coordinada con
el Consejo Nacional para la Cultura
y el Arte (CONCULTURA) y la actual
Secretaría de Cultura del país, operaciones respaldadas por la –ahora
sí- vigente Ley Especial de Protección al Patrimonio Cultural de El
Salvador y su Reglamento, con decretos de 1993 y 1996. Hubo que
superar dificultades legales, debido a las comprensibles razones de
propietarios de terrenos y ejecutores de proyectos de infraestructura; pero los esfuerzos han valido
la pena. En ciertos casos ha habido
colaboración de muchas maneras
por parte de todos ellos, por lo que
La Universidad / 22-23 (julio-diciembre 2013)
es oportuno agradecerles también
esos gestos incidentes.
Debemos buscar en archivos diversos, que nos den luces
sobre la presencia de estos grupos
monumentales dentro de las propiedades santanecas a lo largo del
tiempo; hacer, incluso, “encuestas
arqueológicas” a varias generaciones de habitantes santanecos, con
la esperanza de que los relatos populares nos lleven a más puntos de
encuentro con las evidencias prehispánicas del Preclásico en el valle
de Ciguateguacán, o para que nos
amplíen información existente de
los sitios ya registrados. En ese sentido, intentaremos hacer prontas
gestiones para iniciar un proyecto
de revisión documental y/o bibliográfica sobre el uso de la tierra en la
El Preclásico en los registros arqueológicos...
zona, involucrando estudiantes en
varias carreras de ciencias sociales.
Las expectativas son muchas.
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La geografía sagrada de los lagos ...
La geografía sagrada de los lagos en las Altas Tierras Mayas
Tomas Barrientos, Edgar Carpio y Marlon Escamilla
Resumen
Para los antiguos Mayas y otros pueblos prehispánicos mesoamericanos, los
cuerpos de agua fueron lugares con un alto significado simbólico, mitológico
y religioso. En este estudio se presenta evidencia arqueológica que se ha registrado en varios de los principales lagos en las Tierras Altas Mayas (Güija,
Amatitlán y Atitlán), en especial lo referente al arte rupestre y a los objetos
recuperados de contextos subacuáticos, con el objeto de definir un tipo particular de paisaje sagrado que tuvo gran relevancia para los antiguos habitantes
de la región. Es de particular interés la combinación de cuerpos de agua con
volcanes; un paisaje asociado al concepto del “corazón de la tierra” y el “corazón del agua” que evoca relatos mitológicos de creación y que fue utilizado
como centro de peregrinaje y como centro de conexión entre los seres humanos y los dioses que controlaban la naturaleza.
Palabras clave: Maya, Tierras Altas, Lagos, Arte Rupestre, Paisaje sagrado, Atitlán, Amatitlán, Güija, Mejicanos, Igualtepeque, Chuk’muk
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Barrientos, Carpio y Escamilla
1. Introducción
La presencia del ser humano en el
planeta ha dependido desde siempre del agua como fuente de vida y
desarrollo. Las costas de los mares
y las orillas de lagos y ríos fueron
elegidas como zonas de abundantes recursos y por lo tanto lugares
ideales para los asentamientos humanos.
Los sitios arqueológicos
asociados a lagos suelen encontrarse en sus orillas e incluso sumergidos. En otros casos, los sitios
arqueológicos no corresponden a
asentamientos, sino a lugares de
actividad ritual en la forma de depósitos de artefactos que fueron
arrojados intencionalmente como
parte de ofrendas, o simplemente
como desechos.
La interacción entre los
asentamientos humanos y los cuerpos de agua ha hecho que los cuerpos de agua se conviertan en parte
del paisaje cultural de muchas culturas. Como paisaje cultural se entiende, según Sauer [1925], como la
construcción por parte de una sociedad que modifica la percepción
de un paisaje natural. La geografía
sagrada se define también como un
tipo de paisaje cultural, que en este
caso toma rasgos naturales y los interpreta como elementos sagrados.
En Mesoamérica, la geografía sagrada ha sido muy importante para
definir las montañas, cerros, volca-
nes, cuevas y cuerpos de agua como
lugares íntimamente asociados con
el mundo sobrenatural, por lo que
tuvieron una fuerte actividad ritual
en la época prehispánica.
El presente estudio tiene
como objetivo adentrarse en el significado y función que tuvieron los
lagos como elementos importantes
de la geografía sagrada mesoamericana en tiempos prehispánicos,
y para ello se tomarán como ejemplo algunos casos de los lagos que
se encuentran el las Tierras Altas
Mayas, ubicados hoy en día en los
países de Guatemala y El Salvador.
Se propone entonces que los lagos
en Mesoamérica representaron físicamente conceptos cosmológicos,
por lo que se convirtieron en vínculos entre el mundo natural y sobrenatural. Por lo tanto, la creación de
una geografía sagrada asociada a
los lagos los ha definido como lugares sagrados con un alto contenido
simbólico.
La propuesta se basa principalmente en la presencia de una
considerable cantidad de elementos simbólicos asociados a los lagos de las Tierras Altas Mayas, la
cual se expresa en distintas formas
de arte rupestre, la presencia de
depósitos subacuáticos y algunos
contextos funerarios descubiertos
en sitios arqueológicos ubicados en
sus orillas. Por lo tanto se presentará dicha evidencia como base para
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
La geografía sagrada de los lagos ...
Figura 1. Ubicación de los principales lagos en el Área Maya
formular algunas interpretaciones
que pueden explicar su significado, especialmente para entender la
función simbólica y ritual que tuvieron los lagos en esa región y en
los diferentes períodos de su ocupación prehispánica.
2. Los lagos en las Tierras Altas
Mayas
Todos los lagos en esta región tienen un origen volcánico-tectónico,
por lo que han sido el resultado de
grandes erupciones en el pasado.
Además, estos lagos se caracterizan por estar rodeados de cerros
y volcanes, los cuales se integran
como parte fundamental del paisa-
je. La presencia de islas es también
común, las cuales generalmente
tienen evidencia de ocupación prehispánica.
En Guatemala, los lagos que
presentan considerable evidencia
arqueológica son Atitlán, Amatitlán y Güija, aunque hay bastantes
restos arqueológicos en las orillas
del lago de Izabal [Bronson 1992,
1993; Calderón 1980; Chang 1992;
Fialko 1982; Hermes 1981; Rodriguez 1980; Rosal 1979; Saenz de
Tejada 1983; Santa Cruz 1983; Valdés 1979; Vega de Zea 1984; Velásquez 1995], así como restos subacuáticos coloniales [Torón 2003].
En El Salvador, los lagos con evi-
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Barrientos, Carpio y Escamilla
Figura 2. Ubicación del Lago de Amatitlán en referencia a la ciudad de
Guatemala
dencia arqueológica son Güija, Coatepeque e Ilopango [Escamilla et al.
2005, 2006; Valentini et al. 2011:
18-26, 41-48, 64-73]. Para efectos
de este estudio, solamente se presentará la información relevante en
cuanto a la interpretación simbólica de los lagos, por lo que se limita
a los lagos de Atitlán, Amatitlán y
Güija (Figura 1).
3. Lago de Amatitlán
Este lago, ubicado a 28 kilómetros
al sur de la ciudad de Guatemala,
constituye con sus 14 kilómetros
de longitud el depósito de agua más
grande cercano a la ciudad (Figura
2). Por esta razón ha sido siempre
punto de atracción turística. En él
se han practicado deportes acuáticos entre los que destacan el remo
y la navegación a vela. Posee fuentes termales en ciertos sectores de-
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
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La geografía sagrada de los lagos ...
Figura 3. Pintura El Diablo Rojo, Amatitlán (Foto: Edgar Carpio)
Figura 4. Sitios
arqueológicos de
Amatitlán: A) Diablo Rojo, B) Amatitlán, C) Contreras,
D) Mejicanos.
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Barrientos, Carpio y Escamilla
bido a una posible conexión con el
cercano volcán de Pacaya ubicado
más al sur. En las últimas décadas el
lago se ha degradado considerablemente debido a la contaminación
producida por la deposición de desechos industriales y aguas negras
procedentes del Río Villalobos. Ha
habido múltiples esfuerzos por salvar al lago y a nivel gubernamental,
se creó una entidad que se encarga de esta tarea. Para ello organiza
festivales anuales con campañas
como “Saludemos al lago de Amatitlán” que se celebra a comienzos
del mes de diciembre. Asimismo, se
han colocado sistemas de filtración
y se realizan limpiezas constantes
para retirar el exceso de algas.
En los alrededores del lago
de Amatitlán se han reportado numerosos sitios arqueológicos, tanto
en el lado de Villa Canales como en
Amatitlán, incluyendo el sitio Diablo Rojo en la aldea Laguna Seca,
que posee una pintura rupestre de
estilo Olmeca que se fecha para el
Preclásico Medio (Figura 3). Hacia
mediados de los años cuarenta, el
arqueólogo Edwin Shook realizó un
reconocimiento en los alrededores
de Amatitlán y reportó varios sitios
que ubicó temporalmente en los
períodos Preclásico Tardío y Clásico Temprano y Tardío (Figura 4).
En la década del cincuenta se iniciaron las exploraciones subacuáticas en el lago y se recuperó una
gran cantidad de objetos cerámicos
y de otros materiales que fueron
considerados como parte de ofrendas dedicadas al lago, como parte
de ceremonias llevadas a cabo durante la época prehispánica [Mata
y Medrano 2011] (Figura 5). Uno
de los puntos más relevantes se
encuentra asociado al sitio arqueológico Mejicanos, el más grande e
importante del período Clásico en
Amatitlán (Figura 6). Aquí, el arqueólogo Stephan Borhegyi, Guillermo Mata y otros buzos aficionados recuperaron innumerables
objetos, principalmente cerámicos,
que habían sido depositados en el
fondo del lago como parte de ofrendas al mismo [Mata 2002; Borhegyi
1959, 1960].
Esto ha sido interpretado
como un culto al lago por su importancia como fuente de vida y por el
simbolismo de estas fuentes acuáticas, asociado a la cosmovisión de
los pueblos antiguos. Los objetos
depositados en el lago en diferentes puntos se cuentan por cientos y
ponen de manifiesto una actividad
ritual que tuvo una larga duración.
Entre estos se cuenta con braceros en forma de cuencos y también
de forma tubular, que son los más
característicos (Figura 7). Se han
encontrado vasijas de distintas formas, incluyendo las que tienen decoración con picos o espigas, también muy propias de Amatitlán (Fi-
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Figura 5. Ubicación de depósitos subacuáticos en Amatitlán
Figura 6. Vista del lago de Amatitlán desde
Mejicanos (Foto: Edgar Carpio)
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Barrientos, Carpio y Escamilla
Figura 7. Braseros tubulares y de otros estilos recuperados en el Lago
de Amatitlán, exhibidos en el Museo Popol Vuh (Foto: Edgar Carpio)
Figura 8. Vasijas con decoración de espigas proveniente del Lago de
Amatitlán, exhibidas en el Museo Popol Vuh (Foto: Edgar Carpio)
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Figura 9. Incensarios con estilo teotihuacano provenientes del Lago
de Amatitlán, exhibidos en el Museo Popol Vuh (Foto: Edgar Carpio)
gura 8), así como objetos cerámicos
de tradición foránea como aquellos
de estilo teotihuacano, correspondientes al período Clásico Temprano (Figura 9).
La cerámica en general es
de color negro, aunque puede ser
que este color se deba al tiempo
de permanencia bajo el agua que
posee fuentes termales asociadas
al volcán de Pacaya, distante unos 8
kilómetros. El mismo fenómeno de
deposición de ofrendas ocurre en
otros puntos del lago de Amatitlán,
tanto en la playa sur como en la
norte; sin embargo es en Mejicanos
donde se concentró la mayoría y
donde aparecen esos elementos
de estilo foráneo. Asimismo en la
porción de tierra firme del sitio, se
localiza uno de los conjuntos más
importantes de arte rupestre de las
Tierras Altas de Guatemala, el cual
posee características singulares
[Carpio 2009, 2010; Carpio y
Román 1999, 2000, 2002]. Este
arte rupestre es común encontrarlo
asociado a cuerpos de agua y a
la cercanía de volcanes, tal como
ocurre en Atitlán y otros lugares
de Mesoamérica como Teotenango
en el valle de Toluca y la zona del
Altiplano Central mexicano [Piña
Chan 2000].
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Figura 10. Ejemplos de arte rupestre de Mejicanos: maquetas de piedra con
cavidad superior (arriba), rostro antropomorfo y cavidad (abajo) (Fotos: Edgar Carpio)
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Figura 11. Petrograbado “Hombre de Monte Sión”, Sector 5 de Mejicanos
(Foto: Edgar Carpio)
Figura 12. Ubicación del Lago de Atitlán
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Los elementos rupestres
del sitio Mejicanos incluyen: maquetas de piedra, cavidades, escalinatas, rostros antropomorfos y
zoomorfos y figuras antropomorfas
y zoomorfas (Figura 10). En muchos casos todos estos elementos
se combinan en conjuntos rocosos, que adquieren una connotación especial como lugares para la
práctica de rituales. Estos conjuntos suelen estar asociados a rasgos
arquitectónicos. El conjunto denominado “Hombre de Monte Sión”
posee todos estos rasgos, lo que lo
convierte en uno de los lugares de
ritual o altares más representativos del sitio Mejicanos (Figura 11).
Las excavaciones efectuadas en las
cercanías proporcionaron material
fechado para el período Clásico
Temprano, mismo período de las
ofrendas al lago.
Por todo lo anterior se cosidera que el paisaje (lago y volcanes) debió jugar un papel muy
importante en el imaginario de los
habitantes de Mejicanos, aspecto
que se refleja también en el arte rupestre. Dichos elementos debieron
formar parte de espacios creados y
acondicionados para la práctica de
rituales fundamentales dentro de
la espiritualidad de los habitantes
del lugar en la Época Prehispánica. Estas formas de representación
tienen, sin lugar a dudas, un origen
distante y un sustrato mesoame-
ricano, como se aprecia en otros
lugares y culturas ubicados en la
cercanía de fuentes de agua y volcanes, aunque adquieren particularidades dentro de la cosmovisión
regional. Los altares de piedra de
Mejicanos refuerzan el sentido de
espiritualidad y la combinación
entre las fuerzas de la naturaleza,
las creencias y las manifestaciones
culturales de estas sociedades antiguas. Todo esto en combinación
con la práctica de depositar vasijas
al lago, hacen de Mejicanos un sitio
de culto y peregrinaje en un punto
estratégico de la geografía de las
Tierras Altas de Guatemala.
4. Lago de Atitlán
El lago de Atitlán se ubica
actualmente en el departamento
de Sololá, y constituye una
cuenca de origen volcánico que
se formó por la explosión de un
antiguo volcán conocido como Los
Chocoyos hace 85,000 años. El
lago se encuentra a 1,560 msnm y
mide aproximadamente 130 km2,
con una profundidad que puede
sobrepasar los 350 m. El lago está
rodeado en su lado sur por los
volcanes Tolimán, Atitlán y San
Pedro, y la cuenca mide un total de
548 km2 (Figura 12). La ocupación
prehispánica en el lago esta
evidenciada por la presencia de
varios sitios arqueológicos en sus
orillas, donde destaca Semetabaj
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Figura 13. Ubicación de los principales sitios arqueológicos del Lago
de Atitlán (Mapa realizado por Carlos Alvarado, CIAA-UVG)
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Barrientos, Carpio y Escamilla
en su orilla noreste, Chuk’muk en
su orilla sur y Chuitinamit al pie del
volcán San Pedro (Figura 13).
Las investigaciones arqueológicas iniciaron en la Cuenca
del Lago de Atitlán en 1910, con las
excavaciones de Carlos Luna en el
sitio de Chuitinamit [Luna 1910].
Posteriormente fueron importantes las investigaciones de Samuel
Lothrop entre 1928 y 1932, como
parte de los estudios patrocinados
por el Instituto Carnegie de Washington [Lothrop 1933]. A partir
de la década de los años cuarenta,
Edwin Shook registró la mayoría de
sitios en la cuenca, aunque no hubo
investigaciones sistemáticas hasta
la década de los setenta por parte
de Sandra Orellana [Orellana 1973,
1984, 1999]. En 1978, Edwin Shook
y Marion Popenoe llevaron a cabo
excavaciones en el sitio de Semetabaj y un año más tarde apareció
accidentalmente una tumba en el
mismo sitio. Las investigaciones se
reanudaron en el lago hasta 1993,
con un proyecto de la Universidad
Texas A & M [Bruchez 1994, 1995;
Bruchez y Carlson 1994] y en 1994
por el Proyecto de Arqueología
Subacuática Agua Azul [Barrientos y Benítez 1997; Chinchilla et al.
1995]. En época más reciente, destaca el descubrimiento e investigaciones en Samabaj a partir de 1998
[Samayoa 2000; Benítez 2003],
las investigaciones en Semetabaj a
partir de 2003 y los proyectos de
salvamento en Chuk’muk a partir
de 2007 [Amarra et al. 2008; Salalá
2008; Chocano 2009b; Marroquín
et al. 2009; Aguilar y Aguilar 2010].
Como resultado de las investigaciones llevadas a cabo hasta
hoy en día, se sabe que en el lago de
Atitlán hubo mucha actividad ritual
en forma de ofrendas depositadas
en el lago, evidenciada por depósitos de piezas cerámicas y líticas
ubicados mayormente en la playa
sur, entre los poblados de Santiago Atitlán y San Lucas Tolimán. Las
ofrendas fueron depositadas a poca
distancia de la orilla, posiblemente
para que fueran observadas por los
habitantes de las comunidades prehispánicas, especialmente durante
el período Clásico Temprano. Como
parte de las ofrendas cerámicas se
encuentran cántaros y otras piezas
de carácter utilitario, pero destaca
un tipo especial de brasero o incensario en forma de cuencos con base
pedestal, en cuyo pedestal presentan decoraciones espigadas y diseños calados en forma cruciforme
o con elementos de cinco puntos
(Figura 14). En el borde del cuenco también suelen presentar cuatro
figuras aplicadas, generalmente en
forma de aves. De acuerdo con los
estudios iconográficos realizados
en otras regiones del área Maya,
estos incensarios se puede interpretar como representaciones de
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ceibas y sus diseños calados representan el “quinqunx” o universo
cuatripartito, en el cual se representan las cuatro esquinas del cosmos cuadrangular y su centro. Las
aves en la parte superior de los incensarios bien pueden simbolizar
las aves celestiales que habitan en
la parte superior del cosmos.
La ocupación prehispánica en el lago de Atitlán se remonta
hasta el Preclásico Medio, ya que se
ha encontrado cerámica de este período en Semetabaj. Llama mucho
la atención que la tumba descubierta en el sitio también corresponde
a esta época, indicando que esta
fue desde un principio una de las
regiones más importantes de las
Tierras Altas Mayas [Popenoe de
Hatch 2007]. La tumba fue cavada
dentro del talpetate, a manera de
cueva, y contaba 4 osamentas y una
ofrenda de 27 vasijas (Figura 15).
El sitio fue abandonado durante el
Preclásico Tardío y reocupado en el
Clásico Temprano. Su arquitectura
comprende 17 estructuras de barro que conforman una plaza ceremonial de 300 x 700 m, algunas de
las cuales sobrepasan los 10 m de
altura [Rick y Escobar 2006] (Figura 16).
El principal centro ceremonial durante el Preclásico Tardío
fue Samabaj, que se ubicaba sobre
una isla en la parte sur del lago. Actualmente se encuentra sumergido,
a 17 m de profundidad, y fue descubierto en 1998 por Jorge Samayoa.
Desde entonces se ha investigado,
definiendo 11 grupos de estructuras y 10 altares y estelas lisos
[Linares 2009; Linares y Medrano 2009; Medrano 2009a, 2009b].
Se cree que la isla pudo tener una
función ceremonial, posiblemente
como centro de peregrinaje, la cual
fue inundada como consecuencia
de una catástrofe a finales del período Preclásico. Es posible también que dicho evento haya propiciado un aumento considerable en
la actividad ritual del lago, especialmente las ofrendas en forma de
incensarios elaborados y otro tipo
de objetos asociados a deidades y
símbolos acuáticos que han sido fechados para el Clásico Temprano.
Tras el hundimiento de
Samabaj, Chuk’muk se convirtió en
el principal asentamiento del lago.
Este sitio se encuentra a pocos kilómetros al este de Santiago Atitlán
y pudo contar con más de 100 estructuras residenciales (Figura 17).
Hoy en día gran parte del sitio ha
desaparecido por la presencia de
varios proyectos de urbanización, y
todavía se sabe poco de su cronología. No obstante, los proyectos de
salvamento han localizado contextos funerarios en la forma de enterramientos múltiples, los cuales
son poco comunes en la región. Su
ocupación principal data del Clási-
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Figura 14. Incensarios con pedestal calado, provenientes del Lago de Atitlán
(Fotos: Tomás Barrientos, Jocelyne Ponce)
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Figura 15. Foto y dibujo de la tumba encontrada
en Semetabaj (Dibujo: Alfredo Román)
Figura 16. Montículos en Semetabaj (Foto: Luisa Escobar)
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Figura 17. Estructura residencial en Chuk’muk (Foto: Tomás Barrientos)
Figura 18. Vasijas del complejo Solano encontradas en entierros de Chuk’muk
(Fotos: J. Ponce)
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La geografía sagrada de los lagos ...
co Temprano, y es notable la presencia de cerámica del Complejo
Solano, con tipos muy diagnósticos
como Esperanza Flesh y formas
como vasos cilíndricos trípodes,
“cremeros” o picheles y “floreros”
[Popenoe de Hatch 2003] (Figura
18). También ha llamado la atención la presencia de ofrendas funerarias con vasijas que presentan
rasgos de estilo teotihuacano, especialmente un vaso trípode con un
motivo cruciforme y una vasija con
una efigie del dios “tuerto” (Figura
19). Estos objetos evidencian fuertes contactos con la región costera
de Tiquisate, que es ampliamente
conocida por la presencia de vasijas
con estilo teotihuacano. Aunque los
incensarios depositados en el lago
corresponden a la época de mayor
auge de Chuk’muk, my pocos de estos presentan elementos teotihuacanos, indicando así que corresponden a un estilo muy local.
Chuk’muk es un sitio con un
asentamiento muy disperso, aunque
su plaza ceremonial está bien definida y fue registrada por Lothrop
como un sitio distinto, denominado
Xikomuk (Xek’muk) (Figura 20). De
acuerdo con las investigaciones recientes, se ha propuesto que ambos
son parte de un mismo asentamiento y que lo que se ha conocido como
Chuk’muk corresponde a un área
residencial y Xek’muk pudo ser la
parte ritual y administrativa.
Cabe destacar que en los alrededores de Xek’muk se ha registrado bastante arte rupestre, que
incluye pequeñas escalinatas talladas en piedras, cavidades y otros
petrograbados con formas antropomorfas y zoomorfas [Chocano
2009a; Martínez 2009] (Figura 21).
Destaca la presencia de una pintura realizada en color rojo sobre
una piedra de más de 3 m de alto,
la cual parece representar figuras
de animales [Costa 2010; Guirola y Sacayón 2010; Hernández y
Núñez 2010] (Figura 22). Lamentablemente el crecimiento urbano
en esta parte del sitio ha destruido
casi por completo todo el arte rupestre [Martínez 2007], incluyendo
la pintura, la cual fue removida de
su lugar original y trasladada a un
área donde se espera instalar un
museo regional.
Chuk’muk fue abandonado a finales del período Clásico,
seguramente cuando se construyó
el sitio de Chiya’ o Chuitinamit en
la cima de un cerro en las faldas
del volcán San Pedro (Figura 23).
Este cambio de ubicación pudo ser
parte de la tendencia general que
se dio en esa época, en la que los
asentamientos buscaron sitios defensivos. Chuitinamit fue entonces
una verdadera fortaleza, que según
las crónicas indígenas y españolas,
nunca pudo ser conquistada. Aunque el sitio no ha sido excavado sis-
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Figura 19. Vasija trípode estilo teotihuacano, con motivo cruciforme (izquierda) y fragmento de vasija con efigie del dios “tuerto” (derecha), provenientes de entierros de Chuk’muk (Fotos:
Jocelyne Ponce).
Figura 20. Vista del sitio Xek’muk, con el volcán San Pedro al fondo
(Foto: Tomás Barrientos).
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Figura 21. Petrograbados de Chuk’muk. Escalinata (izquierda) y cavidad zoomorfa (derecha) (Fotos: Tomás Barrientos).
Figura 22. Arriba: Pintura rupestre de Chuk’muk. (Foto: Tomás Barrientos)
Abajo: registro fotográfico de la pintura (FLAAR) y dibujo por Philippe Costa.
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Figura 23. Cerro donde se ubica el sitio de Chuitinamit (Foto: Tomás
Barrientos).
Figura 24. Esculturas trapezoidales provenientes de Chuitinamit (Fotos: Tomás Barrientos) Izquierda: Museo Rossback, Chichicastenango; Centro: Sotano Museo Nacional de Arqueología y Etnología; Derecha: Municipalildad de
Santiago Atitlán.
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temáticamente, llama la atención la
presencia de varios petrograbados
zoomorfos y la presencia de esculturas de forma trapezoidal con rostros de serpiente, las cuales bien
pueden representar los volcanes
que rodean el lago (Figura 24).
La evidencia encontrada
tanto en depósitos subacuáticos
como en los sitios arqueológicos
ubicados en sus orillas, indica que
el lago de Atitlán fue un paisaje cultural de gran relevancia para sus
habitantes y posiblemente para
otras poblaciones, tal como se observa por la gran cantidad de arte
rupestre en sus orillas, especialmente en Chuk’muk. La presencia
de volcanes a su alrededor fue seguramente importante para establecer su simbolismo, tal como se
pudo representar en las esculturas
de Chuitinamit. Vale la pena indicar que en las orillas de este lago
crece un tipo de cañas conocido
como tul, el cual originó el nombre de tulán o tollan, que según la
mitología mesoamericana, es un
lugar de origen o creación para las
poblaciones postclásicas (Figura
25). Por otro lado, la presencia de
un asentamiento sumergido como
lo es Samabaj, refleja que en su
historia prehispánica sucedieron
grandes catástrofes, las cuales pudieron generar crisis emocionales
y conflictos ideológicos para sus
pobladores. Esto parece haber pro-
vocado un incremento sustancial
en la actividad ceremonial durante
el Clásico Temprano, representado
en la elaboración de objetos con
un alto simbolismo cosmológico.
Por estas y otras razones, el lago de
Atitlán tuvo que ser un importante
lugar de peregrinaje, en el cual se
evocaban imágenes de creación y
de destrucción, las cuales han sido
fundamentales para la mitología
mesoamericana.
5. Lago de Güija
Este es uno de los tres lagos ubicados en El Salvador, el cual se ubica
en el departamento de Santa Ana.
Cuenta con un área de 44 km² y se
encuentra a 435 msnm, contando
con una profundidad máxima de
20 m. Su entorno se caracteriza por
estar rodeado de una formación
geológica llamada los volcanes de
Güija, la cual consta de volcanes
geológicamente recientes y mesetas de lava (Figura 26). El lago posee algunas islas pequeñas, la mayor de las cuales es la Isla Teotipa
(también llamada Isla Tipa). Esta
y la isla de Igualtepeque, vuelven
a ser península cuando el nivel del
agua baja en la estación seca.
La utilización del lago y sus
alrededores en las épocas prehistórica e histórica temprana ha sido
atestiguado por hallazgos esporádicos de artefactos, restos de estructuras y por antiguos relatos es-
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Figura 25. Tul que crece en las orillas del Lago Atitlán (Foto: Tomás
Barrientos).
Figura 26. Lago de Güija (Foto: Marlon Escamilla)
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critos [Amaroli 1979]. En términos
culturales, el lago de Güija constituye una zona arqueológica localizada en el extremo noroeste de El
Salvador. Actualmente se conoce de
nueve sitios cerca de sus riberas, de
los cuales pueden considerarse de
mayor importancia Igualtepeque,
Azacualpa y El Cofre [Escamilla, et
al. 2005].
Azacualpa fue investigado
por Stanley Boggs en 1942, observando un total de 27 estructuras
sobre la meseta de Azacualpa, las
que incluían 16 plataformas residenciales (menores de 60cm de altura) y 11 estructuras con arquitectura monumental (Figura 27). En el
año 2000, Paul Amaroli, de la Fundación Nacional de Arqueología
(FUNDAR), hizo recorridos a solicitud de la Alcaldía de Metapán para
evaluar el sitio, lo que resultó en el
fechamiento de El Cofre y Azacualpa para a la fase cultural Guazapa,
del período Postclásico Temprano
(900-1200 d.C.) [Ibíd.].
El lago de Güija posee el
sitio arqueológico con mayor concentración de arte rupestre en El
Salvador, el cual es denominado
Igualtepeque o Cerro de las Figuras. El sitio fue registrado por Stanley Boggs en su recorrido del lago
en 1942, quien lo describió como
una península que se convierte en
isla cuando crece el nivel del lago,
y que fue extensivamente modifi-
cada en la antigüedad con terrazas,
una pirámide, una muralla y plataformas. En la playa del extremo
norte de la península, Boggs notó
la presencia de docenas de piedras
con petrograbados, los cuales fueron posteriormente documentados por Andrea Stone a finales de
los noventa, encontrando más de
200 elementos en unas 80 piedras
[Ibíd.] (Figura 28).
Por encontrarse en las riberas de un cuerpo de agua, el arte
rupestre de Igualtepeque muestra
un fuerte vínculo con el elemento
agua, demostrado en las manifestaciones gráficas zoomorfas de peces,
así como espirales y círculos concéntricos los cuales son símbolos
asociados con el agua (Figura 29).
Por otro lado un buen porcentaje
del arte rupestre de Güija exhibe
manifestaciones abstractas las cuales se pueden asociar o vincular con
estados alterados de consciencia,
es decir, con estados producidos
por el consumo de sustancias alucinógenas, la cual era una práctica
relativamente común de las distintas sociedades mesoamericanas y
muchas veces asociadas a prácticas
chamanísticas. Por lo tanto se cree
que el sitio era utilizado como un
espacio sagrado de peregrinaje en
el cual se pudieron haber desarrollado algún tipo de festividades rituales asociadas a prácticas chamanísticas y/o al sacrificio humano.
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Figura 27. Estructura principal en el sitio Azacualpa (Foto: Marlon Escamilla)
Figura 28. Concentración de petrograbados en Igualtepeque (Foto: Marlon
Escamilla)
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Figura 29. Petrograbados antropomorfos y zoomorfos de Igualtepeque
(Fotos: Marlon Escamilla)
Figura 30. Dibujo de la placa de jade de Güija (Amaroli y Houston
1988)
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Figura 31. Una de las efigies cerámicas de Xipe Totec procedentes de Güija (www.fundar.org.sv)
Figura 32. Una de las posibles efigies estilizadas de Tlaloc en Igualtepeque
(Foto: Marlon Escamilla)
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De los hallazgos arqueológicos en el Lago de Güija destaca
la placa de jade encontrada por el
buzo Ernesto Ferreiro Rusconi en
1983, quien realizaba trabajos de
remoción del sedimento cerca de la
península de Igualtepeque. La placa
fue encontrada a una profundidad
de 3 m y mide 8.5 cm de largo por
6.5 cm de ancho, con un grosor de
0.6 cm. Presenta incisiones excepcionalmente finas que representan
en un lado un personaje de perfil
izquierdo exhibiendo ornamentación corporal como un elaborado
tocado, orejeras, collar entre otros.
El otro lado contiene un texto glífico, cuyo estilo sugiere que fue realizada durante el Clásico Temprano
[Amaroli y Houston 1988; Escamillla et al. 2005] (Figura 30). Stanley
Boggs (1976) también reporta la
existencia de dos estatuas cerámicas del dios Xipe Totec, que parecen
haber sido encontradas por buzos
bajo el agua, a poca distancia de
Igualtepeque (Figura 31)
Al igual que Azacualpa y El
Cofre, Igualtepeque parece haber
sido ocupado también en la Fase
Guazapa, tal como lo sugiere el uso
de “lajas” de lava vesicular y repello
de cal confeccionada con conchas
quemadas. Por lo tanto parece que
el Lago de Güija fue una zona de
especial interés en este momento,
ya que es posible que por lo menos
dos sitios adicionales (Isla Teotipa
y El Tule), también pertenezcan
a esta fase (Amaroli 1979). Cabe
mencionar que la fase Guazapa se
ha asociado con la llegada de grupos de posible origen mexicano,
por lo que es relevante la presencia de por lo menos dos posibles
representaciones gráfico-rupestres
estilizadas del dios Tlaloc, asociado
a la lluvia. (Figura 32).
La evidencia arqueológica que se encuentra en el área del
Lago de Güija apunta hacia la existencia de un paisaje cultural que
refleja la relación del ser humano
con el medio acuático y la acción
antrópica que puede ejercer. Por
lo tanto, la definición de un paisaje arqueológico caracterizado por
la interacción tierra-agua da una
nueva perspectiva de investigación,
donde los sitios bajo el agua y los
sitios en tierra tienen la misma definición desde la diversidad de los
materiales culturales y desde su
ubicación como parte de un paisaje
integral [Escamillla, et al. 2005]. En
cuanto a la funcionalidad de sitios
como Igualtepeque, la evidencia
también apunta hacia su uso como
un posible lugar de peregrinaje o
como lugar para la realización de
ceremonias que incluían ofrendas
y hasta sacrificios humanos.
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Figura 33. Procesiones acuáticas del “Niño”
de Amatitlán (Fotos: Edgar Carpio)
Figura 34. “Silla del Niño” en Amatitlán
(Fotos: Edgar Carpio)
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6. Ceremonialismo
contemporáneo asociado
a lagos en Mesoamérica
Dentro de las actividades más relevantes que se realizan actualmente
en el Lago de Amatitlán se cuenta
con la Procesión Acuática del Niño,
que se lleva a cabo el día 3 de Mayo,
día de la Santa Cruz. Esta procesión
se practica desde hace más de 50
años y recientemente fue declarada
como Patrimonio Cultural Intangible por el Ministerio de Cultura de
Guatemala. La imagen del Niño de
Amatitlán es colocada en una barcaza especial y es acompañada de
numerosas lanchas de pasajeros,
otras de remos y algunas lanchas
particulares (Figura 33). La procesión efectúa un recorrido por toda
la playa sur del lago, visitando los
altares que los propietarios de chalets y otras viviendas colocan especialmente para honrar a la imagen.
En el cortejo se incluye una
banda musical que va anunciando
la proximidad de la barcaza y los
lugareños responden con fuegos
artificiales. El recorrido concluye
en las inmediaciones del lago en
el lugar denominado “La Silla del
Niño”. Esta formación rocosa una
probable columna basáltica, posee
una cruz de metal y a ella se fija la
imagen y permanece en ese lugar
por espacio de 6 horas (Figura 34).
Los feligreses deben hacer el recorrido desde la playa para visitar la
imagen. Al final de la tarde la imagen regresa a la playa principal visitando previamente los chalets de
la parte norte que nuevamente la
saludan con fuegos artificiales. La
actividad concluye con el retorno
de la imagen a la iglesia parroquial
en una procesión terrestre.
Curiosamente, desde la
Silla del Niño se obtiene la mejor
vista del sitio Mejicanos, pues éste
se puede apreciar en toda su extensión, desde la Acrópolis o Sector 1,
hasta el Campamento Monte Sión
o Sector 5. En Mejicanos también
existe una silla de piedra que tiene
un petrograbado zoomorfo en la
parte del espaldar (Figura 35). Dicha silla está orientada al norte hacia donde se ubica La Silla del Niño.
Esta coincidencia hace considerar
que existió una conexión de rasgos
del paisaje vinculados a la cosmovisión de los grupos que allí habitaban, lo que le confiere un significado especial al lago como rasgo
relevante del paisaje, relacionado
con la actividad y vida cotidiana de
sus pobladores.
Otro foco de ritualismo
asociado a los lagos se encuentra
en la Laguna de Chicabal, que se
encuentra en San Martín Chile Verde, Quetzaltenango. Esta laguna se
constituye en uno de los lugares
sagrados con mayor actividad contemporánea, ya que recibe cientos
de visitantes y feligreses cuando se
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Figura 35. Silla de piedra con petrograbado zoomorfo en Mejicanos
(Foto: Edgar Carpio)
Figura 36. Ceremonia en la Laguna de Chicabal
(Foto: Camtur-Guatemala)
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cumplen 40 días después de Semana Santa, con el objeto de participar en las ceremonias de la Rogativa para la Lluvia. Los alrededores
de la laguna cuentan con más de 25
altares, cada uno con un significado
especial (www.lagunadechicabal.
com , Figura 36)
7. Conclusiones
Los datos presentados con anterioridad sirven de muestra para
resaltar la existencia de un complejo simbólico muy bien definido
para los pueblos prehispánicos de
Mesoamérica, con un énfasis particular en las comunidades que se
asentaron en los alrededores de los
lagos de origen volcánico.
En primer lugar resulta interesante que los cuerpos lacustres
presentan complejos de arte rupestre, generalmente petrograbados, los cuales se asocian espacial y
temporalmente con actividades rituales tanto terrestres como acuáticas. Así, sitios como Mejicanos,
Chuk’muk e Igualtepeque contienen distintos tipos de arte rupestre, cuyo fechamiento corresponde
con los depósitos subacuáticos o
sitios arqueológicos cercanos.
Asimismo, cabe resaltar
que hay muchos elementos comunes en estos sitios, especialmente
la presencia de un entorno natural
de cerros y volcanes. En cuanto al
arte rupestre, las maquetas es-
101
tán presentes tanto en Amatitlán
como Atitlán, así como el simbolismo asociado a ceibas y elementos
cruciformes. No obstante, una de
las similitudes entre los tres sitios
presentados es que los complejos
rituales y simbólicos se han fechado para períodos con fuerte influencia proveniente del Altiplano
Central de México. Para Amatitlán
y Atitlán, las ofrendas subacuáticas y sitios principales corresponden al momento de la influencia
teotihuacana (Clásico Temprano),
mientras que Güija tiene su principal ocupación para el Postclásico
Temprano, momento de migraciones o influencias asociadas a la expansión tolteca. Este aspecto hace
necesario considerar si el simbolismo lacustre tiene su origen en las
culturas del altiplano mexicano, en
especial los mitos de origen asociados al lugar mítico de tula o tollan.
En cuanto al aspecto simbólico, se pueden sugerir algunas
ideas que se relacionan con la geografía sagrada lacustre y que son
importantes para comprender la
interacción entre tierra y agua, que
es tan clara en estos paisajes. Uno
de los elementos que nos ayudan a
entender este simbolismo es la presencia de cruces o cuadrifolios, los
cuales son comunes en la iconografía de las Tierras Bajas Mayas [Egan
2011; Houston et al. 2005; Lacadena 2006; Looper 2000; Reents-Bu-
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Barrientos, Carpio y Escamilla
det 2001]. Estudios recientes han
definido estos signos como portales hacia mundos acuáticos, que en
su forma glífica se han traducido
como pan ha’ [Finamore y Houston
2010]. Por lo tanto, los lagos bien
pudieron haber simbolizado portales hacia un mundo sobrenatural
de naturaleza acuática.
Pero, ¿qué exactamente
simbolizaba el agua de los lagos?
Tradicionalmente se ha asociado el agua con el inframundo o el
Xib’alb’a, mencionado en el Popol
Vuh, pero un análisis minucioso
de estas propuestas revela que la
asociación entre agua y Xib’alb’a
es bastante débil. De forma alterna,
se propone que los lagos representaban el “agua primordial” que se
menciona como uno de los elementos del cosmos que son anteriores
a la creación del mundo y la humanidad. Así, si se toma como referencia el Popol Vuh, es claro que
los K’iche’s definieron al “Corazón
del Cielo” y el “Corazón de la Tierra”, pero también se habla del “Corazón del Agua” o el “Corazón del
Lago”, denominado uq’ux cho uq’ux
palo. Estas aguas primordiales eran
la morada de los dioses creadores
Tz’aqol, B’itol, Tepew y Q’uqumatz
(la serpiente emplumada), quienes
fueron responsables de formar el
mundo que conocemos.
Por lo tanto, los lagos conformaban un paisaje que evocaba la
creación, ya que el lago era la morada de estos dioses, y los cerros y
volcanes que los rodean representaban al Corazón de la Tierra, de
donde nació el fuego y otros elementos. A eso se puede agregar la
presencia de tul en sus orillas, que
los definen como verdaderos tulas
o tollanes, los lugares de origen mítico que tanto mencionan los pueblos postclásicos.
Ante la presencia de paisajes con tal simbolismo, resulta
claro que estos fueron espacios de
peregrinaje para las poblaciones
prehispánicas del área Maya y toda
Mesoamérica. La geografía sagrada de los lagos evocaba entonces
la creación y la vida a través de las
deidades que los habitan, pero si se
toma en cuenta el carácter dual de
la ideología mesoamericana, estas
deidades también eran las que provocaban destrucción y causaban
muerte. A este respecto resulta de
gran importancia la evidencia encontrada en el Lago de Atitlán, donde su sitio ceremonial del Preclásico Tardío, Samabaj, fue inundado
por una catástrofe natural. Por lo
tanto, la actividad ceremonial en
los lagos se asocia a la oposición de
vida y muerte, que era constantemente negociada por las deidades
que las controlaban. Es por ello que
la actividad ritual se intensificó en
ciertos momentos, tanto por las
poblaciones locales como por pe-
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La geografía sagrada de los lagos ...
regrinos provenientes de otras regiones, en su búsqueda por agradar
y apaciguar a las deidades que controlaban las fuerzas naturales. Esto
se refleja hoy en día en las ceremonias llevadas a cabo en la Laguna
de Chicabal, y también puede verse
claramente el papel que se le da al
agua como destructora de creaciones anteriores, tal como se menciona en el Popol Vuh y la Leyenda los
Cinco Soles.
A manera de síntesis, se
propone entonces que en la Mesoamérica prehispánica los lagos
fueron portales entre los seres
humanos y los dioses que controlaban la naturaleza. Su geografía
sagrada jugó entonces un papel
central como fundamento para la
cosmovisión y los mitos de creación, convirtiéndose en lugares de
peregrinaje. La arqueología de los
lagos proporciona distintos tipos
de evidencia de rituales y ofrendas
que reflejan la preocupación de sus
habitantes para mantener el balance de la naturaleza y la protección
contra desastres.
Hay que recordar que las
investigaciones en estos lagos aún
son bastante limitadas y quedan
muchas interrogantes que responder. Las interpretaciones preliminares y tentativas presentadas en
este estudio constituyen la base
para enfocar investigaciones futuras, que deben procurar recuperar
103
más datos y evidencias arqueológicas. Se recomienda poner atención
en la relación que existe entre el
simbolismo de los lagos y los mitos e iconografía provenientes del
Altiplano Central de México, lo que
requiere una revisión de las fuentes etnohistóricas y los reportes de
arte rupestre y actividades rituales
en los sitios lacustres de esa región.
También resulta importante cuestionar si el concepto del agua y el
significado de la geografía sagrada
de los cuerpos de agua fue el mismo en todas las regiones mesoamericanas, o si pueden definirse variaciones significativas en el mismo.
Finalmente, hay que tomar
en cuenta que los lagos todavía
representan lugares sagrados importantes para varias comunidades
mesoamericanas, por lo que debe
estudiarse de mejor forma la continuidad que existe en cuanto a la
actividad ceremonial lacustre. A
este respecto resulta importante
ampliar la recopilación de datos
etnográficos asociados, en especial
tradiciones orales y rituales contemporáneos que ayuden a entender el significado de los lagos en las
Tierras Altas Mayas.
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La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Arqueología de Tamanique
113
Arqueología de Tamanique, La libertad
Miriam Méndez
Resumen
Desde el año 2007, se han realizado en la zona montañosa del municipio
de Tamanique una serie de registros de sitios arqueológicos asentados
estratégicamente sobre laderas y cimas de cerros. En el año 2007, se registraron cuatro asentamientos (El Cabro, El Tecolote, El Güiligüishte y El
Campo), mientras que en el año 2011 se ubicaron 11 más. Dichos sitios
varían en tamaño según la extensión de cada planicie además de haberles designado nombres distintos a cada uno de estos, generalmente el
nombre con el que los habitantes de la zona reconocen cada lugar. Sin
embargo, según su ubicación respecto uno de otro sitio así como otras
características que parecieran ubicarlos al menos a varios de ellos en una
misma temporalidad, se está analizando la opción de ver a estos sitios
como un complejo de asentamientos contemporáneos relacionados e
identificados por intereses comunes que aún están pendientes de conocer debido a la superficialidad de las investigaciones hasta el momento
realizadas, las cuales se limitan al registro de estructuras y de material
diagnostico en superficie. Lo importante es poder plantear la hipótesis
inicial consistente en la estrecha relación existente entre algunos de estos asentamientos, los cuales se regirían por un sitio mayor que jugaba el
papel de centro rector: Acahuaspán.
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
114
1. Introducción
Miriam Mendez
La
Cordillera
del
Bálsamo
representa una fuente importante
de información respecto a los
pueblos prehispánicos que allí
se asentaron, los mismos que
probablemente participaron en la
dinámica socio-política que se vivió
durante el Posclásico Temprano.
Por lo anterior y en un afán de
aportar a esta poca investigada
zona geográfica del país, es que
se ha iniciado un proyecto que
buscará principalmente responder
a ciertas interrogantes relacionadas
con la filiación étnica de estos
grupos sociales. A continuación se
presentan los antecedentes a partir
de los cuales surge el proyecto
«Arqueología de Tamanique, La
Libertad», además de la descripción
de
cada
sitio
arqueológico
registrado hasta el momento,
apreciaciones preliminares de los
mismos, así como las proyecciones
que a futuro se pretenden alcanzar
y que además de incluir a los sitios
hasta el momento registrados,
permitan identificar otros aún
sin registro. Estos, en conjunto,
contribuirían a dilucidar algunos
aspectos que hasta el momento no
se tienen muy claros respecto a los
grupos humanos que habitaron la
zona en la época prehispánica.
2. Antecedentes
El municipio de Tamanique ha sido
objeto de investigación en los últimos años, dando como resultado el
registro de varios sitios arqueológicos. Es así que en el año 2007 se
hace reconocimiento arqueológico
dentro de la Cooperativa San Isidro
ubicada al centro del municipio, en
donde se registran en esa ocasión,
4 sitios: El Cabro, El Campo, El Güiligüishte y El Tecolote. En ese momento se planteó la hipótesis de que
estos asentamientos prehispánicos
podían estar estrechamente relacionados con otro ubicado sobre la cima
del cerro El Cabro, el cual, a pesar
de no haberse podido visitar en ese
momento, era observable desde los
sitios antes mencionados [Figura 1].
Más recientemente, en el
año 2010, nuevos reconocimientos
en la zona a cargo del arqueólogo
Marlon Escamilla, llevaron a la identificación de otros 2 asentamientos: Miramar (ubicado dentro de la
Cooperativa Acahuaspán) y El Panteoncito (dentro de la Cooperativa
San Isidro). No es sino hasta el año
2011 y como parte de su trabajo de
tesis de maestría, que a la autora le
fue posible contactar con miembros
de la Cooperativa Acahuaspán, a fin
de solicitar los permisos necesarios
para ingresar a sus tierras y poder
de esta manera conocer y registrar el
sitio al cual se ha denominado Acahuaspán.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Arqueología de Tamanique
115
Figura 1. Parte del cuadrante de La Libertad, mostrando
la delimitación del área de estudio así como los principales elementos orográficos que lo componen.
Figura 2. Imagen satelital mostrando los sitios arqueológicos hasta el momento registrados en el área de estudio.
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
116
Miriam Mendez
En el mismo año, en los meses de agosto y septiembre gracias
al aviso y a la guía de los ciudadanos de la Cooperativa San Isidro
y del cantón Buenos Aires, se han
podido visitar otros sitios arqueológicos los cuales se han denominado:
El Zapote, El Cañal, Mirador, Loma
Linda, Cuyanigua I, II, y III, La Loma
I y II, y Buenos Aires [Figura 2].
Aunado a lo anterior, dentro del Departamento de Arqueología, existen otros sitios registrados con anterioridad, los cuales
se deben tomar en cuenta para el
análisis global del área, estos son:
El Peñón de Cinacantan, Piedra del
Letrero, Piedra Herrada.
3. Ubicación y descripción
geográfica
El área de estudio forma parte de la
cadena montañosa conocida como
Cordillera del Bálsamo, la cual se extiende:
«…a lo largo de la mitad sur
del territorio de El Salvador,
en los departamentos de La
Libertad y Sonsonate. Es una
región de relieve irregular y
muy escarpado, configurada
por colinas que en el sector
costero, descienden casi paralelas desde los 1500 metros
de elevación sobre el nivel del
mar, hasta prácticamente el
nivel cero» [Erazo, 2003:36].
El municipio de Tamanique
forma parte de dicha cordillera y
presenta una topografía típica de la
misma, la cual consiste en terrenos
montañosos donde predominan
formaciones rocosas que alcanzan
tamaños considerables. En sus partes medias y altas presentan una
serie de extensiones alargadas y
planas, así como grandes acantilados y depresiones entre cada uno,
dificultando el acceso a los mismos.
En las partes bajas existen algunas
quebradas que fluyen hacia el sur,
así como muchos ríos entre los cuales se encuentran los ríos Sunzal,
El Palmar, Las Hormigas, Grande o
San Vicente, entre otros. Además se
cuenta con abundantes nacimientos de agua que proporcionan líquido durante todo el año, tanto en
las partes altas como en las partes
bajas de las lomas y cerros; entre
estos últimos se encuentran: loma
El Cabro, loma El Tecolote o El Pital,
cerro Cenizo, cerro Redondo, loma
El Tablón, entre otros [Ver Figura
1].
4. Descripción de cada sitio
arqueológico registrado
A continuación se describe cada
uno de los sitios registrados hasta
el momento dentro de este proyecto, aclarando, sin embargo, que la
evidencia arqueológica no se limita a ese municipio sino más bien
se extiende más allá del mismo, te-
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Arqueología de Tamanique
niendo evidencia de otros asentamientos prehispánicos en los municipios aledaños como Chiltiupán,
Comasagua y La Libertad.
El Cabro. Ubicado dentro de la cooperativa San Isidro, municipio de
Tamanique, en las faldas del cerro
El Cabro, con una elevación de 300
m s.n.m. Acá se han identificado
un total de 17 estructuras visibles,
conformando 5 grupos de estructuras que incluyen montículos, terrazas y una plataforma circular asociada a uno de los montículos. Entre el material cultural registrado
se encuentran fragmentos de obsidiana incluyendo una punta de proyectil bifacial, fragmentos de metates, asas de comal, fragmentos de
cerámica tipo Las Lajas, fragmento
de cerámica tipo Espiga. El sitio se
encuentra a una distancia de 400 m
aproximadamente de Acahuaspán,
y a unos 650 m del sitio El Campo.
El Güiligüishte. Ubicado en las faldas del cerro El Tecolote dentro de
la cooperativa San Isidro, a 265 m
s.n.m. En este sitio se han identificando un total de 10 estructuras
visibles conformadas en su mayoría por montículos y solamente dos
plataformas distribuidas en dos líneas paralelas de norte a sur, 270
m al sureste de El Tecolote, y unos
340 m al este de El Campo. Dentro
117
del material cultural registrado se
encuentran fragmentos de navajas
prismáticas, fragmentos de asas,
fragmentos cerámicos con decoración de pequeños círculos incisos,
una bola lítica de 9 cm de diámetro,
una mano de metate tubular.
El Tecolote. Ubicado en las faldas
del cerro El Tecolote, dentro de
la cooperativa San Isidro, se han
identificado un total de 9 estructuras entre montículos y terrazas
distribuidas de norte a sur, a una
altura de 310 m s.n.m. Este se sitúa
al Noreste del sitio Güiligüishte, a
unos 260 m de El Campo. Entre el
material cultural registrado se encuentran, fragmentos de manos y
metates, una escultura lítica probable del tipo Bálsamo, fragmentos
de asas y cuerpos no diagnósticos,
así como dos pequeños fragmentos
de navajas prismáticas que fueron
reutilizadas como pequeñas puntas
de proyectil.
El Campo. Ubicado en las faldas del
cerro El Tecolote dentro de la cooperativa San Isidro a una altura de
280 m s.n.m. Aquí se identificaron
7 estructuras visibles entre montículos y plataformas de tamaño
variable dispersos de norte a sur, y
una pequeña plaza central. Este se
encuentra ubicado a unos 260 m
aproximadamente al suroeste del
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
118
Miriam Mendez
sitio arqueológico El Tecolote. El
material cultural registrado consiste en fragmentos cerámicos, fragmentos de obsidiana, y fragmentos
de metates.
Acahuaspán. Se encuentra ubicado
dentro de la cooperativa del mismo nombre, en la cima del cerro El
Cabro, municipio de Tamanique, a
una altura máxima de 535 m s.n.m.
Las estructuras entre terrazas, plataformas y montículos bajos , entre otros de mediano tamaño, se
distribuyen abarcando lo largo y
ancho de la cima del cerro, el cual
fue modificado con una serie de
terrazas (al menos 10) que alcanzan una altura aproximada de 3 m.
Sobre ellas fueron construidas las
plataformas y los montículos, muchos de estos alargados, ubicados
justo a la orilla de los precipicios.
En cuanto a la extensión del asentamiento, el mismo abarca una longitud aproximada de 1 km, cubriendo
casi la totalidad de la cima del cerro
(como suele suceder en los otros
sitios registrados en la zona) por
unos 50 a 100 m de ancho, esto varía según el lugar en que se esté de
la cima. El material registrado en
la superficie es poco, limitándose a
fragmentos cerámicos —en su mayoría no diagnósticos, a excepción
de uno que podría tratarse del tipo
cerámico Las Lajas—, fragmentos
de navajas prismáticas, manos y
metates. El sitio se ubica a 1.39 km
del sitio arqueológico Miramar, registrado en el año 2010 por el arqueólogo Marlon Escamilla.
El Zapote. Este sitio se ubica en una
planicie del lugar conocido como
Montaña El Zapote dentro de la
cooperativa San Isidro, a 400 m
s.n.m, unos 2.18 km al norte de Acahuaspán. Se conforma de tres montículos alargados que rodean una
pequeña plaza central. Frente a los
montículos se observa lo que aparenta formar parte de algún piso de
piedras en relativo buen estado de
conservación. No se observó mayor
cantidad de material cultural, solamente algunos cuantos fragmentos
de cerámica no diagnóstica y obsidiana.
El Cañal. Ubicado a unos 250 m,
aproximadamente, al este del sitio
El Zapote, sobre una pequeña planicie, siempre dentro de la cooperativa San Isidro, a 407 m s.n.m. Se
compone de al menos tres montículos.
Mirador. Ubicado al norte de la cooperativa San Isidro, en terrenos que
hoy se utilizan para el cultivo del
café, a una altura de 755 m s.n.m.
En la parte plana de una pequeña
loma se ubican al menos 11 estructuras, en su mayoría montículos
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Arqueología de Tamanique
119
Figura 3. (Arriba) Imagen satelital mostrando los sitios arqueológicos ubicados
dentro de las cooperativas San Isidro y Acahuaspán.
Figura 4. (Abajo) Estructura circular en sitio arqueológico El Tecolote.
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Miriam Mendez
alargados y un par de plataformas.
No se observó mayor cantidad de
material cultural, simplemente algunos pequeños fragmentos de
cerámica no diagnóstica. Este sitio
se encuentra unos 4.7 km al norte
de Acahuaspán, y unos 1.58 km al
norte del sitio El Panteoncito registrado en 2010 por Escamilla.
Loma Linda. Ubicado en el cantón
Buenos Aires del municipio de Tamanique, a una altura de 177 m
s.n.m. Se conforma de dos sectores
(este y oeste) separados por el río
Hormiga. El sector este está compuesto por al menos 6 montículos
pequeños asentados sobre lo que
pareciera ser una plataforma artificial. En el sector oeste, se observan
al menos 3 montículos, además de
dos plataformas en las cuales se registró material cultural disperso en
mediana densidad. Luego, tanto al
sur como al norte, se observan algunas plataformas bajas dispersas.
Entre el material cultural observado, se tiene un cuchillo bifacial, dos
pequeños fragmentos de navajas
prismáticas que fueron reutilizadas
como pequeñas puntas de proyectil, fragmentos de manos y metates.
Cuyanigua I. Ubicado en el cantón
Cuyanigua, del municipio de Tamanique, a una altura de 290 m
s.n.m. Se observaron tres montícu-
los alargados dispuestos en torno
a una pequeña plaza. Se encuentra
a unos 900 m aproximadamente al
noreste del sitio Loma Linda.
Cuyanigua II. Ubicado unos 300 m
al noreste del sitio anterior, con
una altura sobre el nivel del mar
de 316 m. Se compone de al menos un montículo, aunque según
el guía existen dos más, los cuales
no pudieron observarse debido a la
espesa vegetación; sin embargo, sí
pudo observarse material cultural
disperso en superficie aunque en
baja densidad.
Cuyanigua III. Ubicado unos 550 m
aproximadamente hacia el sur del
sitio anterior, con 280 m de altura
sobre el nivel del mar. Este consiste
de al menos 4 montículos, uno de
los cuales ha sido destruido en un
70 % debido a la extracción de tierra y piedras. No se observó mayor
cantidad de material cultural, solamente unos cuantos fragmentos
cerámicos no diagnósticos.
La Loma I. Ubicado en el lugar conocido como La Loma, en el municipio de Comasagua. El sitio se conforma de dos montículos alargados
de aproximadamente unos 10 m de
largo por unos 5 m de ancho y 1.50
m de altura, a 427 m s.n.m. Uno de
ellos (el más grande), presenta alto
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Arqueología de Tamanique
121
Figura 5. (Arriba) Estructura del sitio arqueológico Güiligüishte.
Figura 6. (Abajo) Estructura en el sitio arqueológico El Tecolote, en
donde se registró in situ, una escultura lítica de las denominadas Bálsamo.
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Figura 7. (Arriba) Estructura de sitio arqueológico El Campo.
Figura 8. (Abajo) Vista del sitio arqueológico El Zapote, con partes
del piso original frente a una de las estructuras.
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Arqueología de Tamanique
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Figura 9. Montículo en el sitio arqueológico Mirador.
Figura 10. Izquierda, montículos en el sitio arqueológico
Loma Linda; abajo, se observa
parte de la plataforma artificial sobre la que se construyeron los montículos.
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Miriam Mendez
grado de destrucción —en un 40%
aproximadamente—. No se observó mucho material cultural en
superficie, solamente unos pocos
fragmentos cerámicos no diagnósticos. Este sitio se ubica a 1.3 km
aproximadamente al este de Loma
Linda.
La Loma II. Este sitio ubicado unos
150 m al suroeste del sitio anterior,
se conforma de al menos una pequeña plataforma rectangular asociada a fragmentos cerámicos en
mediana densidad. Las dimensiones de la misma son de 4 m de largo
por unos 3 m de ancho, aproximadamente. Se localiza a 388 m s.n.m.
Buenos Aires. Ubicado en el cantón
Buenos Aires, municipio de Tamanique, a 259 m s.n.m. Se observan
al menos 3 montículos de aproximadamente 6 m de largo por 3 m
de ancho y 1 m de alto. Además de
dos posibles plataformas cuadradas. En dos de los montículos se
observan unas trincheras muy bien
hechas, que cortan el centro de las
estructuras dejando visible el material del que están construidas. No
se sabe cuándo, quienes ni con qué
objetivo fueron hechas estas trincheras, solamente se presume, por
información del guía, que pudieron
hacerlas entre el 2010 y 2011. Se
observó muy poco material cultu-
ral en superficie, el cual consiste en
fragmentos de cerámica no diagnóstica y fragmentos de navajas
prismáticas. Se localiza unos 900 m
al suroeste de Loma Linda.
El tamaño de las estructuras de todos los sitios varía; sin embargo,
existen algunas que alcanzan mayores dimensiones, especialmente
en El Cabro y Acahuaspán, donde
se registran algunas estructuras de
15 m de largo por unos 2 m de altura, mientras que la mayoría oscila
entre los 5 y 10 m de largo por 1.5
m de altura.
5. Otros sitios registrados en la
zona
El Zonte. Ubicado en la playa del
mismo nombre, en la jurisdicción
del municipio de Chiltiupán, departamento de la Libertad. Acá se
identificó, en 1998, un entierro que
ha sido interpretado como parte de
una aldea maya que existió entre el
650 y 850 d.C. [Gallardo, 2009].
Peñón de Cinacantan. Ubicado en el
cantón y el caserío Tarpeya del municipio de Tamanique.
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El sitio arqueológico-histórico Cinacantan, principalmente consiste en los restos de un
sitio prehispánico del período posclásico tardío [12001525 d. de C.], que tuvo con-
Arqueología de Tamanique
125
Figura 11. Montículo en el sitio arqueológico La Loma 1.
Figura 12. Arriba, vista de algunas de las terrazas y montículos en
sitio arqueológico Acahuaspán; abajo, vista en perfil de una de las
terrazas.
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Figura 13. (Arriba) Imagen tomada desde el sitio Acahuaspán,
desde donde se tiene una buena visibilidad hacia tres de los
sitios registrados en la zona (El Güiligüishte, El Tecolote, El
Campo).
Figura 14. (Abajo) Vista de norte a sur de la cima del cerro El
Cabro en donde se extiende el sitio arqueológico Acahuaspán.
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Figura 15. Plano parcial del sitio arqueológico Acahuaspán (extremo norte).
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tacto con los españoles de la
Villa de San Salvador por un
hecho de guerra documentado en los archivos [Erquicia,
2008:520].
El Sunzal [Ficha de registro 18-1].
Ubicado en la cuenca oeste del río
Sunzal, a la altura del kilómetro
44 de la carretera Litoral. El sitio
cubre un área aproximada de una
manzana conformado por al menos
3 montículos en malas condiciones,
debido tanto a factores antrópicos
como naturales. Se describe la presencia de fragmentos cerámicos en
superficie en alta densidad.
Piedra Herrada [Ficha de registro
18-7]. Ubicado en el caserío San
José Guadalupe, jurisdicción de
Comasagua, está compuesto por
dos grandes rocas con arte rupestre abstracto, aunque se pueden
identificar algunas representaciones antropomorfas y zoomorfas,
figuras esquemáticas, líneas de depresiones circulares y una posible
punta de flecha.
Peña del Letrero [Ficha de registro
18-12]. Se encuentra ubicado en el
municipio de Chiltiupán, al este del
río Zonte. Se trata de una roca con
petrograbados.
Miramar. Ubicado dentro de la cooperativa Acahuaspán:
[...]sobre una corta y angosta planicie alta de la loma El
Cabro… está conformado por
14 montículos con una distribución espacial… determinada por la topografía de la
lengüeta… —en el sitio— se
logró identificar cerámica
postclásica [Escamilla, 2011:
73, 74].
Panteoncito. El sitio se ubica dentro
de la cooperativa San Isidro:
Sobre la parte alta y en el
sector norte de la loma El
Cabro… está conformado
por 21 estructuras que se
encuentran divididas en siete grupos… a lo largo de dos
ejes, un eje largo orientado
de norte a sur y un eje corto
orientado de este a oeste…
acerca de la cerámica, se logró identificar algunos tiestos del tipo cerámico Las Lajas [Escamilla, 2011: 75].
6. Descripción de elementos
característicos
Como resultado del registro de sitios en el área, se han identificado
ciertos elementos espaciales. Estos
se asocian al período posclásico,
debido a la realidad conflictiva que
vivían las sociedades en Mesoamé-
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Arqueología de Tamanique
rica y específicamente en el actual
territorio salvadoreño, el cual presenciaba la llegada de gente proveniente del centro de México de filiación tolteca, que se encontraban
con la población nativa [Fowler,
2011]. A continuación se enumeran los rasgos más importantes
observados en los sitios arqueológicos registrados y que tienen que
ver con ubicación, distribución espacial, elementos naturales y/o artificiales (que pueden relacionarse
con intenciones defensivas) y cultura material.
• Ubicación de los asentamientos
en la cima de cerros y lomas,
así como en planicies situadas
en las partes medias de dichas
elevaciones y rodeadas por barrancos o quebradas, abarcando y aprovechando al máximo
la totalidad del espacio plano
con el que cuenta cada asentamiento.
• Otro rasgo distintivo es la visibilidad que existe entre los sitios, lo que permite una buena
comunicación entre la mayor
parte de estos.
• El tipo y la distribución de estructuras —especialmente en
el sitio Acahuaspán, el cual presenta una serie de terrazas—
pudieron haber tenido una doble función: la de acomodar el
espacio para la construcción de
las estructuras por un lado, y
129
por otro, como elemento defensivo en momentos de amenaza,
las cuales podrían haber complementado a los montículos
alargados ubicados a la orilla
de los precipicios que rodean
los lados este y oeste del sitio.
• Cierto tipo de estructuras como
las circulares y los montículos
alargados, característicos de
la influencia nahua-pipil que
pueden observarse también en
otros sitios correspondientes al
posclásico temprano [Fowler,
2011].
• Cerámica identificada como de
los tipos cerámicos Las Lajas y
Espigas.
• Cuchillo bifacial, así como puntas de proyectil a partir de fragmentos de navajas prismáticas.
• Esculturas líticas tipo Bálsamo,
de las cuales una probablemente tenga relación con el contexto arqueológico en el que se
registró.
7. Observaciones preliminares
(comparación con otros
sitios clásicos y posclásicos)
En base a la cantidad de sitios hasta la fecha registrados, podría pensarse en una actividad fuerte en
cuanto a ocupación poblacional en
esta parte de la Cordillera del Bálsamo, la misma que podría preliminarmente ubicarse dentro del
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130
Miriam Mendez
posclásico temprano. Sin embargo,
por el momento no es posible asegurar con total certeza que estos
sitios sean exclusivamente de ese
período, ya que habría que tomar
en cuenta la evidencia de otros sitios arqueológicos (Yichkuhuatan,
en las tierras altas occidentales de
Guatemala [Borgstede,2006]; la
región Huista-Acateco en las montañas Cuchumatanes de Guatemala
[Borgstede y Mathieu, 2007]; Santa
Rosa, en los altiplanos de Guatemala [Robinson, 1993]), que presentan elementos particulares de
ubicación geográfica, distribución
espacial y sistemas constructivos.
Estos elementos hacen pensar en
estrategias defensivas pero que
no son exclusivas de este período
cultural, ya sea porque presentan
continuidad desde épocas anteriores —es decir, del clásico al postclásico— o por que corresponden
exclusivamente al clásico. De ahí
que se vuelve necesaria una investigación más profunda, especialmente en aquellos asentamientos
cuyas características relacionadas
a aspectos de planificación urbana
o ubicación no concuerdan con las
que se consideran como típicas del
postclásico, que incluya además aspectos relacionados con el material
cultural asociado. Este sería el caso
del sitio Loma Linda, el cual se ubica junto a dos ríos en una planicie,
a tan solo 177 m s.n.m., sin mayores
evidencias de elementos pensados
en la defensa del mismo, pero en
donde se registra lítica específicamente obsidiana, característica del
postclásico temprano.
En ese sentido, la investigación recientemente iniciada busca
responder algunas interrogantes
surgidas en la medida en que se
han ido identificando nuevos asentamientos relacionados con temas
de temporalidad de los sitios, movimientos migratorios, patrones de
asentamiento y filiaciones étnicas,
enfocado esto último a comprender
mejor la dinámica migratoria de los
pueblos pipiles, si fuera el caso que
todos los sitios pertenecieran a ese
período cultural; de lo contrario, a
entender los procesos de interacción e influencia ideológica entre
diferentes culturas asentadas en
una misma zona geográfica. Esta
alternativa se vería reforzada por
lo propuesto por algunos autores
como Fowler [1984], quien plantea que otros sitios del postclásico
temprano como Cihuatán, ubicado
en la Cuenca del Paraíso, mantuvieron «…conexiones comerciales con
las poblaciones de la costa al sur y
con las tierras altas de Guatemala
al oeste» [Fowler, 1984: 35].
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Arqueología de Tamanique
131
Figura 16. (Arriba) Muestra del tipo cerámico Las Lajas registrada en el área arqueológica de la cooperativa San Isidro.
Figura 17. (Abajo) Fragmento de cerámica tipo Espigas registrado en el área arqueológica de la Cooperativa San Isidro.
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Figura 18. (Arriba) Punta de lanza registrada en el área arqueológica de San Isidro; izquierda cuchillo bifacial y fragmento de proyectil registrado en el sitio arqueológico Loma Linda.
Figura 19. (Abajo) Figurilla lítica de estilo Bálsamo registrado en el sitio arqueológico El Tecolote.
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Arqueología de Tamanique
8. Acahuaspán como centro
rector: ¿por qué?
En general, se observan similares
características en los sitios hasta el
momento registrados; sin embargo, uno de ellos parece tener otros
atributos que lo hacen diferente y
que podrían significar que el mismo
tuvo funciones diferentes al resto,
que parecen limitarse a actividades
domésticas y de vigilancia. Dichos
atributos podrían catalogarse en
dos áreas: una, pensando en términos principalmente defensivos,
si se toma en cuenta la definición
que aparece en Borgstede [2007]
que se refiere al «…degree to which
a place is capable of protecting itself
agains to with standing an attack…»
[Borgstede et al, 2007: 195]. En ese
sentido, se podría pensar en un sitio elite que buscaba resguardar
a una posible casta sacerdotal así
como a los templos de cualquier
ataque del que pudieran ser objeto.
Esto se apoya en los siguientes elementos:
• Ubicación estratégica y ‘privilegiada’ en la cima del cerro El
Cabro respecto a los sitios que
lo rodean (El Cabro, El Tecolote,
etc.), lo que dificulta el acceso
debido a las características topográficas del mismo, volviéndolo un sitio naturalmente defensivo.
• La capacidad de comunicación
y visibilidad con otros sitios
133
cercanos (asumiendo que estos
fueran contemporáneos), que
le permitiría estar actualizado
en cuanto a posibles ataques
desde las zonas bajas al tener la
capacidad de ampliar el rango
de visibilidad en conjunto.
• El tipo de construcción observado en el sitio en donde sobresale una serie de terrazas
sobre las cuales se acomodan
otras estructuras generalmente montículos y plataformas.
Algunos de estos montículos se
ubican justo a las orillas de los
acantilados que corren a cada
lado del sitio; dichos montículos son alargados y podrían
perfectamente haber funcionado como barreras defensivas.
Tal como lo menciona Borgstede «Improving site defensibility may have also played a role.
Specifically, structures (walls,
pyramids, platforms) and spaces (plazas, causeways) may
have been organized to direct
attackers along specific routes
where they would be vulnerable to the site's defenders. Inferring whether this was the case
at particular sites requires an
assessment of site organization
that goes beyond purely ideological, cosmological, and social
principles» [Borgstede et al,
2007:197].
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134
Miriam Mendez
La otra función que se plantea haya
tenido el sitio está relacionada con
la administración político-religiosa
que pudo tener sobre el área en
la que se ubica. Esto se basa fundamentalmente en el patrón de
asentamiento que incluye la extensión que abarca y que sobrepasa
las dimensiones de los otros sitios
hasta el momento registrados, la
cantidad, la naturaleza, el tamaño y
la ubicación de las estructuras que
según el conteo hasta el momento
realizado, supera las 50, el material
cultural registrado en las faldas del
cerro que parece ser producto del
lavado desde la cima, y que pertenece a tipos utilizados para actividades religiosas.
9. Planes a futuro
Debido a la notable densidad de
asentamientos prehispánicos dentro de un espacio geográfico relativamente reducido, se ha pensado
en la necesidad de darle continuidad al proyecto de investigación,
para que además del registro de
sitios arqueológicos —como hasta
el momento se ha hecho—, se profundice y se enfoque en fortalecer
la información que hasta el momento se tiene de esta parte de la
Cordillera del Bálsamo, que en el
pasado ha sido poco estudiada. En
ese sentido, se ha planteado una
investigación que a futuro busque
responder algunas interrogantes
surgidas y que tienen que ver con:
• La división jerárquica entre los
sitios, en el sentido de buscar
evidencias que indiquen diferenciación de estatus entre la
elite y la población común, ya
que solamente con los recorridos superficiales y el poco material cultural observado —a
excepción de Acahuaspán— no
se ha podido identificar con
certeza zonas ceremoniales y
residenciales de elite.
• La temporalidad de los sitios,
tratando de comprender mejor si estos fueron habitados
simultáneamente; y si ese fuera el caso, si se trata de un solo
sitio con grupos principales independientes, si presentan una
secuencia cronológica desde el
clásico o si se trata de asentamientos sin ocupaciones previa. Además debe investigarse
el rango de ocupación dentro
del postclásico, en el sentido
de poder identificar cuáles de
estos sitios estaban vigentes al
momento de la conquista española.
• Tener una idea del tipo de influencia cultural a la que estuvieron expuestos los mismos,
es decir, si se trata de sitios en
los que se asentaron poblaciones migrantes con una tradi-
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Arqueología de Tamanique
ción nahua-pipil, o si fue más
bien una migración de tipo
cultural-ideológica a través del
comercio con los grupos autóctonos que habitaban esta zona.
• Finalmente, de comprobarse la
ubicación de los sitios dentro
de la Fase Guazapa, cual fue el
rol que estos jugaron dentro de
la dinámica de expansión de los
pueblos nahua-pipiles en lo que
hoy es El Salvador en el sentido
de comprender las relaciones
de estos con otros sitios de la
misma Cordillera, de la zona
costera y de los valles internos.
10 . Agradecimientos
Deseo agradecer a las siguientes
personas por su invaluable colaboración y guía en diferentes momentos dentro de esta investigación:
don Juan Castillo, miembro de la
Cooperativa San Isidro; don Nelson
y don Rutilio García, miembros de
la Junta directiva de la cooperativa San Isidro; don Gregorio Flores,
presidente de la cooperativa Acahuaspán; don Manuel Monterrosa,
vecino del cantón Buenos Aires, Tamanique; Lic. Shione Shibata, coordinador del Departamento de Arqueología de la Secretaría de Cultura de la Presidencia; Msc. Roberto
Gallardo, técnico, Coordinación de
Arqueología; Lic. Julio Alvarado,
135
técnico, Coordinación de Arqueología; Dr. William R. Fowler, Vanderbilt University; a los estudiantes de
la Universidad Tecnológica de El
Salvador: Edgar Cabrera, Alex Rivera, Héctor Mata, Leo Salazar, Rebeca Galdámez, y al Lic. Paul Amaroli,
arqueólogo, Fundación Nacional de
Arqueología (FUNDAR).
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Caminos y rutas prehispánicas y coloniales...
137
Caminos y rutas prehispánicas y coloniales entre el
Valle del Panchoy y la Costa Sur de Guatemala
René Johnston Aguilar
Resumen
Esta es una investigación que trata sobre algunas rutas y caminos prehispánicos que estuvieron localizados entre la región y valle del Panchoy en el que
estuvo asentada Santiago de Guatemala, capital del Reino de Guatemala (hoy
Antigua Guatemala), y ciertas poblaciones asentadas en la Costa Sur y en los
alrededores de los volcanes de Fuego y Agua. En esa región aún se localizan
muchos pueblos fundados (y otros por descubrir) por reducciones en asentamientos prehispánicos o cerca de estos.
Es, además, una investigación etnohistórica y arqueológica que trata
sobre el asentamiento prehispánico y el posterior pueblo colonial localizado
en una estratégica ruta. Ese sitio servía para el control del intercambio comercial entre el Altiplano y la Costa Sur. Es un estudio de cómo las mismas rutas
prehispánicas fueron utilizadas posteriormente como caminos coloniales. En
ella se asentaron varios pueblos coloniales que ya desaparecieron, así como
el camino. Para esta investigación, y como ejemplo, se utilizó el desaparecido
pueblo de San Pedro Aguacatepeque, cuyos vestigios se localizan en las faldas
del Volcán de Fuego. En él se presentan brevemente algunos de los procesos
socioculturales documentados desde la época prehispánica y colonial; su estratégica localización para el control del comercio; su posición como pueblo
fronterizo entre las etnias Kaqchiquel y Pipil: fundación y desarrollo como
pueblo colonial y las posibles causas de su desaparición en el siglo XIX.
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René Johnston Aguilar
1. Introducción
Este es un breve estudio de cómo
algunas de las rutas prehispánicas
mencionadas fueron utilizadas durante la Conquista y posteriormente, como caminos coloniales. Estas
estratégicas rutas sirvieron para el
control del comercio y en ellas hubo
asentamientos prehispánicos, algunos de los cuales fueron posteriormente utilizados como reducciones
coloniales. Muchas de estas rutas
y pueblos aún perviven, pero otros
fueron desapareciendo por razones
particulares a cada una de ellas.
Sobre la construcción de
vías de comunicación la Recopilación de Leyes de Indias dice así:
…que los Virreyes y Presidentes
manden abrir caminos, hacer
puentes donde conviniere y repartir las contribuciones, para el
uso y comercio de las poblaciones… (Libro III, título III ley III y
Libro IV títulos XV-XVII).
En parte, es cierta esta aseveración,
pero no totalmente. La evidencia
nos indica que desde el primer momento en que pusieron pie los europeos utilizaron los caminos y rutas que existían desde muchísimos
años antes, tal vez milenios.
Un término que es bueno
aclarar es el del Camino Real. Estos
eran todos aquellos caminos que a
lo largo del periodo español recibieron este nombre en el contexto
de la integración territorial de toda
la América española, era el camino
que por su importancia y su utilidad articulaba todo el territorio y
recogió todo el bagaje legal y cultural peninsular y americano. Un
ejemplo es el Camino Real que conectaba a la ciudad de México con
Guatemala y sus ramales (Pérez
Aguilera, 2001; 310-320).
Poco después de la Conquista, los españoles decidieron reducir
a la población indígena dispersa
fundando pueblos, y así facilitarse
el adoctrinamiento religioso y la
administración política. Es probable que algunos pueblos hayan sido
fundados en lugares donde desde
la época prehispánica ya existía población, vías de comunicación y alguna organización social y agrícola.
Originalmente fueron muchos los
asentamientos erigidos en distintas regiones, algunos sobrevivieron
hasta la actualidad y otros, por diferentes causas, desaparecieron.
La fundación de asentamientos humanos nunca ha sido
al azar, se asientan en un sitio que
cumple ciertas necesidades, tales
como la adquisición o producción
de recursos necesarios para la supervivencia. La administración colonial española lo reconocía y está,
como vimos antes, perfectamente
legislado en la Recopilación de Leyes
de Indias.
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Caminos y rutas prehispánicas y coloniales...
El proceso de establecimiento de los pueblos y ciudades
que fundaron los españoles fue
similar, ya que hubo continuidad
de adaptación de las civilizaciones
precolombinas y coloniales en esa
región Kaqchiquel de Guatemala,
en lo que respecta a los patrones de
asentamiento y adaptación humana
a un mismo ambiente.
La organización de las reducciones se llevó a cabo debido a
la introducción del proceso social
de congregación, distinto a los patrones dispersos prehispánicos. En
la mentalidad europea colonial española de la época, la idea general
de todo lo "colonial" era diferente a
los patrones de asentamiento dispersos de los indígenas. Los colonizadores españoles escogieron para
ubicar la mayoría de sus pueblos y
ciudades de acuerdo a sus propias
leyes para su asentamiento establecidas en la Recopilación de Leyes...,
en lugares con suficiente tierra plana, donde podían acomodar la iglesia, la plaza y lograr un trazo reticular y que además tuviera suficientes
recursos de mano de obra humana,
acuíferos y tierra plana en sus alrededores para desarrollar agricultura y ganadería. Esto no fue una innovación, estos tipos de ubicación
fueron seleccionados a través del
tiempo desde la Época Precolombina, existiendo una continuidad
de adaptación al medio ambiente
139
demostrada por la ubicación de los
asentamientos.
2. El pueblo de San Pedro
Aguacatepeque
La bibliografía colonial refuerza y apoya la discontinuidad
en cuanto a la ubicación de algunos
asentamientos pero de otros no. Tal
es el caso, y como ejemplo, se utiliza el caso del pueblo de San Pedro
Aguacatepeque. Este pueblo, hoy
desaparecido, se encontraba localizado en una ruta, hoy también desaparecida, que comunicaba al valle
del Panchoy y a la ciudad de Santiago de Guatemala en una ruta que
iba por las faldas del Volcán de Fuego en dirección hacia la Costa Sur.
San Pedro fue establecido en un sitio prehispánico que pervivió desde
el Preclásico hasta la Conquista. La
situación geográfica del pueblo era
privilegiada ya que se encontraba
localizado sobre una importante
ruta de intercambio comercial y
cultural de corta y larga distancia
entre el Altiplano y la Costa Sur. Por
la Costa Sur se conectaba con las
principales rutas de comercio de
larga distancia de toda Mesoamérica y más allá; hacia Kaminaljuyú y
Tierras Bajas hacia el norte. Por lo
que debió estar en posición de controlar el paso del comercio sobre
esta importante ruta.
Lo anterior es fundamental para entender la localización e
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140
René Johnston Aguilar
Figura 1: Barranca Honda está cerca de San Pedro y por
ser un obstáculo natural, se propone como frontera entre
Kaqchiqueles y Pipiles ya que lo empinado de las laderas lo
hacen un sitio de fácil defensa.
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Caminos y rutas prehispánicas y coloniales...
importancia que tuvo durante su
historia. El pueblo colonial fue fundado en la misma localización que
tuvo antes de la Conquista. El área
que ocupan los restos y artefactos
es bastante extensa. Sobre la superficie hay una gran cantidad de artefactos (cerámica, piedra labrada,
etc.) y montículos que indican que
ese sector fue ocupado posiblemente desde el Preclásico hasta la Colonia. Robinson (1992 y 1993) reportó una gran cantidad de estructuras
y caminos coloniales y prehispánicos en el área, entre ellos el de San
Pedro Aguacatepeque.
Es posible que en la época
prehispánica San Pedro Aguacatepeque haya sido un pueblo fronterizo, ya que, como vimos, era un
pueblo Kaqchiquel y por lo tanto
dependiente de Iximché. Por su
posición geográfica, cerca debieron
haber quedado los linderos pipiles,
cuya capital era Escuintla (también
conocida como Escuintepeque, Izcuintepéc o Izcuintepéque), conocidos enemigos de los Kaqchiqueles.
Las pugnas entre estas dos
etnias por el control de esta estratégica región debieron de ser continuas a lo largo de su historia. Según
Polo Cifuentes (2009: 125-129) en
el Título de Alotenango se indica que el territorio de Alotenango
perteneció a los pipiles hasta que
los Kaqchiqueles se los arrebataron
durante su guerra de expansión al-
141
rededor de principios del siglo XVI.
Esta guerra se dio por el deseo de
estos últimos por controlar tierras
productoras de cacao en la Costa
Sur y el paso obligado hacia el altiplano entre los volcanes de Agua y
Fuego. Los problemas por la tenencia de la tierra entre las dos etnias
eran muy comunes y no terminaron
con la Conquista. Hubo problemas
hasta el siglo XVII, por ejemplo, en
1705 los pipiles quisieron invadir
las tierras de Alotenango, pero la
Corona lo impidió (AGCA A1.24 leg.
1574 exp. 10218 fol. 92).
El título de Alotenango
(2009) trata precisamente sobre
eso, es un extenso documento sobre conflictos y títulos de tierra a
mediados del siglo XVI. En 1565
los señores indígenas de Alotenango se quejaron ante las autoridades españolas que los indígenas
pipiles de Escuintepeque estaban
invadiendo sus tierras. En él, las
autoridades coloniales trataron de
establecer los linderos territoriales que pertenecían a cada una de
las etnias para evitar conflictos y
aclarar el territorio y los tributos
de las encomiendas. Se explica que
en ese momento la frontera y los
mojones que las separaban a ambas etnias estaba localizado desde
hacía muchos años sobre el Camino
Real en un sitio llamado Xeococó o
Silosuihuil «mucho antes que estas
tierras fueran conquistadas por los
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
142
René Johnston Aguilar
españoles»; aunque no dice en qué
lugar estaban localizados esos mojones, es posible que estuvieran hacía el sur de dicho sitio. Este lugar
era considerado el lindero de los
Kaqchiqueles y para ello se utilizó
el ejemplo que para la revuelta de
los Kaqchiqueles contra los españoles en 1524, los señores Sinacán
y Sequechul hasta allí enviaron sus
tropas, y «porque hasta allí tenían
terminó los señores de Escuintepec
y de Tecpán Guatemala». Los Kaqchiqueles tenían cuatro gobernantes, pero solo dos ellos (Sinacán y
Sequechul) ejercían el verdadero
poder. El Ahpozotzil o gobernante
principal de los Kaqchiqueles desde 1521, cuyo verdadero nombre
en Kaqchiquel era Cahí Imox y fue
conocido por los cronistas españoles como Sinacán o Zinacán. Apoyó
a los españoles en la conquista de
Utatlán y a someter a la población
Quiché y a la conquista de la Costa
Sur (incluyendo a Panacatán o Escuintepeque) y Cuscatlán. Cuando
Pedro de Alvarado regresó a Iximché ante sus desmedidas exigencias
de metales preciosos y abusos a la
población, organizó la sublevación
de su pueblo entre agosto de 1524
hasta mayo de 1530, y otra que finalizó en 1525, año en que fue atrapado y posteriormente ahorcado,
hasta 1540.
En otro documento localizado en el Archivo General de Cen-
troamérica (AGCA A1.24 leg. 1574
exp. 10221) refuerza la hipótesis
que cerca de San Pedro quedaba
la frontera entra ambas etnias, ya
que el siguiente pueblo en esa ruta,
el de Magdalena Malacatepeque,
localizado a una legua de distancia, era un pueblo pipil. Lo que refuerza, la hipótesis que el Barranca
Honda pudo haber sido una frontera natural.
No se conoce la fecha de la
fundación del pueblo colonial, pero
debió de ser fundado poco después
de la conquista. Vázquez dice que
en 1539:
Por la parte de la costa salía (un
franciscano) a recoger indios
por los montes, de que pobló
Alotenango en el primer sitio
que tuvo y el de San Pedro Xeoh
(¿San Pedro Aguacatepeque?)
ya que según el Título de Alotenango a esa región en la época prehispánica se le llamaba
Xeococó (Recinos, 2001: XV )
en su antiguo suelo….ya que los
pueblos de (menciona a varios)
Alotenango y sus anexos… eran
cacaotales de los señores de
Tecpán-Goathemala y Tecpanatitlán.
Los cuales son Iximché y Sololá, respectivamente (Vázquez, tomo: 1 87,
111,128; tomo IV: 34).
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Caminos y rutas prehispánicas y coloniales...
2. Rutas y caminos
Así vemos que la ciudad de Santiago
de Guatemala y la Nueva Guatemala
de la Asunción (como muchas otras
ciudades y pueblos a lo largo de
toda la América española) fueron
fundadas precisamente en sitios en
las que ya había caminos prehispánicos y que formaban parte de nudos o rutas de comercio perfectamente preestablecidas. En el Reino
de Guatemala, lo mismo que otras,
estas dos ciudades fueron fundadas en la misma localización en que
estuvieron asentamientos prehispánicos. En las áreas que ocupan
hay evidencia de muchos restos
prehispánicos, en sobre la superficie hay una gran cantidad de artefactos y montículos que indican que
esos sectores fueron ocupados por
lo menos desde el Preclásico. En la
capital de los Kaqchiqueles, Iximché, se fundó la primera ciudad de
Guatemala y la segunda, Santiago
de Guatemala en Almolonga, sobre
un sitio habitado desde el Preclásico (Pompeya) y en una importante ruta prehispánica; Escuintla
se localiza en o cerca de lo que fue
Izcuintepeque; Santa Lucía Cotzumalguapa en el sitio de la civilización Cotzumalguapa y posteriores
pueblos pipiles y Kaqchiqueles, etc.,
hay muchos otros como estos.
La situación geográfica del
Valle del Panchoy (en el que está
asentada la ciudad de Antigua Gua-
143
temala) era privilegiada ya que se
encontraba localizado sobre una
importante ruta de intercambio comercial y cultural de corta y larga
distancia entre el Altiplano y la Costa Sur. Conectaba con las principales rutas de comercio de larga distancia; hacia Kaminaljuyú y Tierras
Bajas hacia el norte y hacia el sur la
ruta que iba hacia la costa y hacía
el resto de Mesoamérica. Por lo que
debió estar en posición de controlar
el paso del comercio.
El intercambio a larga distancia fue aquel que se llevaba a
cabo entre distintas zonas alejadas
entre sí, tal es el caso de la parte
más meridional de Centroamérica y
el Altiplano mexicano. Una de estas
rutas, de eje este oeste, pasaba por
la costa del Pacífico. Por otro lado,
Hatch y Shook opinan que hubo evidencia de intercambios en la Costa
Sur desde el Preclásico. Señalan que
la distribución de las grandes esculturas preclásicas de estilo olmeca y
maya tuvieron un patrón linear a lo
largo del pie de las montañas, lo que
sugiere que en el Preclásico, estos
marcaban una ruta de comunicación e intercambio, y que, cada uno
de los sitios en que se encuentran
dichos monumentos estaba situado
cerca de un pasaje montañoso que
comunicaba la Costa con el Altiplano, situación en la que se encuentra
el pueblo bajo estudio (Popenoe de
Hatch y Shook 1999: 179-182).
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144
René Johnston Aguilar
Figura 2: Detalle del Lienzo de Quaquecholan (Assenberg) en que se pueden ver(al centro) el Volcán de
Fuego y los caminos a sus alrededores que se utilizaron en la conquista.
Figura 3: Mapa de 1598 (AGI) del camino de
Santiago de Guatemala al Mar del Sur
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Caminos y rutas prehispánicas y coloniales...
Las otras rutas son
aquellas que la unían al Altiplano
y por las cuales se intercambiaban
productos locales y también
minerales como jade, serpentina,
hematita especular y cinabrio; y
en dirección opuesta, cacao, maíz,
algodón, pescados y frutas. Estas
se daban a través de corredores
naturales, tales como las barrancas
formadas por las montañas y los
ríos que bajan del Altiplano hacia
la costa.
No se sabe exactamente
por dónde pasaban las rutas prehispánicas, pero es posible que estas hayan sido aproximadamente
las mismas que se utilizaron para
la Conquista y se continuaron utilizando durante la Colonia.
En el lienzo de Quaquecholan (Akkeren: 2001 y Assenberg
2004)) aparecen algunas de esas
rutas, que evidencian que ya existían desde la época prehispánica.
Rud Van Akkeren concuerda que
fueron las utilizadas para la Conquista. Las ciudades y mercados de
la cuenca de México se mantenían
en contacto con la costa del Pacífico y el Altiplano de Guatemala, a
través de mercaderes que viajaban
en largas caravanas con objetos de
intercambio comercial y cultural.
Fueron estos mismos caminos los
que fueron utilizados por los conquistadores de Guatemala de antes,
durante y después de la llegada de
145
los europeos. Los españoles fueron
guiados y acompañados por guías
mesoamericanos que los conocían
muy bien.
En un mapa de 1598 (AGI)
se ve el camino de Santiago de Guatemala, pasando por el Volcán de
Fuego hacia Escuintepeque y al
puerto de Iztapa en el Mar de Sur,
hoy conocido como el Océano Pacífico. Este fue el camino que utilizó Alvarado para la Conquista de la
Costa Sur y Cuscatlán.
De las rutas que comunicaban a San Pedro Aguacatepeque
hay poca referencia histórica, pero
existen algunos documentos en
que se hace alguna referencia al
respecto, todos ellos los describen
como de tránsito difícil, en especial
en la época de lluvia, a causa de los
numerosos ríos, barrancas, bosques espesos y numerosos animales. Esta situación ha de haber sido
común en todos los demás caminos
del Reino en esa época.
Por ejemplo, la ruta entre
Santiago de Guatemala, la zona de
Cotzumalguapa y la Costa Sur está
descrita por varios cronistas, entre ellos, Antonio de Ciudad Real,
desde antes de Larraz a mediados
del siglo XVIII, y en otros documentos etnohistóricos, 1586; Fuentes
y Guzmán a finales del siglo XVII,
Alonso Crespo en 1740, Pedro Cortés y Fuentes y Guzmán describen
el camino de Alotenango hacia la
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146
René Johnston Aguilar
Figura 4: Fuentes y Guzmán: dibujo del valle de Santiago y sus pueblos
periféricos (1993: TII, p. 75). En la parte superior (Sur) el Mar del Sur
(Océano Pacífico). Abajo Santiago, más arriba Alotenango y un poco más
arriba, al costado izquierdo del Volcán de Fuego, San Pedro Aguacatepeque. Hacia el sur Escuintla hacia y hacia el poniente los pueblos que estaban en las faldas del volcán de Fuego y más adelante la región de Santa
Lucía Cotzumalguapa.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Caminos y rutas prehispánicas y coloniales...
costa, citándolo, dice:
En tiempo de lluvia quedaban
anegados y pantanos y con barrancos y robaderos muy peligrosos, sin embargo con el
cuidado de los antiguos conquistadores se arregló este camino desde la ciudad de Guatemala hasta las playas de la mar
del Sur y puerto de Iztapa por el
año de 1539. Por él en carros se
conducía toda la carga a aquel
puerto y por allí se transportaron muchos de los pertrechos y
víveres de la armada del Pedro
de Alvarado.
Ello indica que el camino ya existía
antes de la Conquista y que fue una
amplia carretera, por lo menos del
ancho de una carreta, y no una vereda, como se podría suponer. Sigue describiendo el cronista que la
carretera la mantenían los españoles limpia y en buenas condiciones.
En 1838 John Stephens hizo
un viaje de la Antigua Guatemala
hacia la boca costa. Pasó por Alotenango y por el camino que iba por
las faldas del Volcán de Fuego hacia
Escuintla. No menciona el pueblo
de San Pedro Aguacatepeque pero
sí describe el mal estado y abandono del camino. Dice que el camino
estaba casi destruido por las erupciones del volcán, la gran cantidad
de piedras pequeñas y grandes, ceniza, arena y materia vegetal que lo
147
cubrían casi totalmente. Con ello se
deduce que el camino hacia la Costa Sur ya no recibía mantenimiento
y este y el pueblo ya estaban prácticamente abandonados.
Lo anterior lo confirma un
documento de 1837 (AGCA B95.1
leg. 1398) en el que se reafirma lo
aseverado por Stephens sobre el
abandono de la antigua ruta que
rodeaba el Volcán de Fuego y que
ya no existía el pueblo de San Pedro
Aguacatepeque. En esos años, el
gobierno del Estado de Guatemala
estaba tratando de reparar las vías
de comunicación terrestres. Dentro de un estudio sobre la posibilidad de reparar la vía que conducía
de Mixco hacía Escuintla está un informe sobre el reconocimiento del
camino que iba de Alotenango para
Escuintla. En él hay un dibujo del
camino y una descripción con cierto
detalle del estado y lo que había en
él. Entre la descripción de lo difícil
del paso, la montaña, las barrancas,
no habla de restos de San Pedro
Aguacatepeque, pero sí de ‘piedras
labradas’ en lo que se considera el
sitio adonde está el pueblo colonial
y los vestigios prehispánicos. Este
debió ser el camino prehispánico
que describió Fuentes y Guzmán y
que amplió y utilizó Pedro de Alvarado.
Para ilustrar la posible localización de los caminos (Ilustración
5) se presenta la probable situa-
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René Johnston Aguilar
Figura 5: Mapa del camino prehispánico/colonial entre Alotenango y
Escuintla
Figura 6. Mapa de posibles rutas prehispánicas y coloniales
que comunicaban a San Pedro Aguacatepeque con la ciudad de Santiago de Guatemala la Costa Sur y los pueblos en
los alrededores del volcán de Aguas y de Fuego.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Caminos y rutas prehispánicas y coloniales...
ción geográfica de algunos pueblos
coloniales en el Altiplano Central,
Santiago de Guatemala y las rutas
que los unían. Algunas están descritas en documentos coloniales,
otras se encuentran en la bibliografía descrita y algunas más son
aportación de la tradición oral y el
reconocimiento del terreno que he
efectuado a través de los años. Por
lo tanto, las rutas que están señaladas no todas son exactas y únicamente se presentan como posibles
referencias.
Los puntos verdes representan la localización geográfica de
los pueblos coloniales; los números en azul identifican el nombre
del pueblo; y la línea punteada roja
las rutas coloniales y prehispánicas. En el centro del mapa están los
volcanes de Agua (lado derecho) y
Fuego y Acatenango (del lado izquierdo). Al norte del de Agua el
valle del Panchoy; al sur Escuintla
y al sur poniente la zona de Cotzumalguapa. Al poniente del Volcán
de Agua está el pueblo de San Pedro Aguacatepeque. Hacia el norponiente estaba la ciudad de Santiago de Guatemala.
En dirección norte del sitio
existían caminos que comunicaban
a la región Kaqchiquel de Xeococó,
nombre con el que los Kaqchiqueles denominaban a región entre
el Volcán de Agua y el Volcán de
Fuego, con el altiplano y más allá.
149
Por ejemplo, estaba comunicado
con Iximché y la zona Quiché por
el camino que iba (y que aún existe) hacia lo que fueron los pueblos
coloniales de Ciudad Vieja (3), Parramos, Chimaltenango, Patzicía,
Patzún y Iximché. En dirección
norte de Alotenango, pasando por
San Miguel Dueñas (18) y hacia
el poniente de este pueblo, por la
ladera norte del Volcán de Acatenango, había una ruta que comunicaba a este pueblo, y por lo tanto
también a Santiago de Guatemala,
con Yepocápa y Santa Lucía Cotzumalguapa. Dueñas se comunicaba
directamente con los sitios Kaqchiqueles de lo que es hoy San Andrés
Itzápa y Parramos.
Por el lado norte del Volcán de Agua, las rutas prehispánicas comunicaban a Xeococó con
Almolonga y el Panchoy. Esta ruta
posiblemente pasaba por lo que
es hoy la calle principal y el camino que comunica a los pueblos de
Ciudad Vieja (2), San Miguel Escobar (lugar en el que estuvo la ciudad de Guatemala, posteriormente
destruida por el deslave del Volcán
de Agua en 1541, marcada con el
3 en la Figura 6), donde está localizado el sitio Preclásico de Pompeya, y que sigue hacia San Pedro
Las Huertas (número 5). De este
último pueblo salían dos posibles
rutas prehispánicas.
Una se dirige al sur, por un
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
150
René Johnston Aguilar
camino que pasaba por el desaparecido pueblo colonial de San Bartolomé Carmona, en lo que es hoy
la Finca Carmona, y de allí, hacia el
oriente, subiendo por las ladera sur
del cerro del Cucurucho había una
ruta que iba hacía Amatitlán y otra
hacia el sur, donde hoy está ubicado el pueblo de Santa María de Jesús (21) y que baja hacia Palín (22).
Estas debieron ser rutas también
muy importantes porque comunicaban a esta parte de la región Kaqchiquel con los Pokomám.
También hacia el norte,
otra iba hacia la zona Kaqchiquel
de Chimaltenango y al nororiente
hacia Kaminaljuyú.
3. Algunas consideraciones
finales
La creación de las redes comercio
y de distribución de mercaderías a
corta y larga distancia fueron fundamentales para el surgimiento de
la civilización maya y posteriormente, para la Conquista y la Colonia. Estas rutas de intercambio no
solo se utilizaron para comerciar
bienes, sino que también fueron
rutas de intercambio de personas
y de ideas. A través de estas rutas
se difundió a través de toda Mesoamérica los rasgos que cada cultura
tenía en común, pero que también
los diferenciaba entre sí, tanto en
la época prehispánica como en la
colonial. Muchas de estas fueron
después utilizadas por la Conquista, la Colonia y, aún hoy, se siguen
usando. Por lo tanto se puede decir
que hay continuidad.
Las rutas de intercambio
fueron establecidas desde una época muy temprana del Preclásico
Formativo. Estas rutas continuaron en uso a través de los distintos
periodos hasta llegar al Postclásico
Terminal, rutas que fueron ampliadas y mejoradas o abandonadas de
acuerdo al auge o decadencia de
cada uno de los centros o nudos de
distribución.
Desde el punto de vista de
las mayas, se puede decir que la importancia principal de estas rutas
fue la creación de lo más elemental
y aglutinante de su civilización: la
ideología, razón de ser y de identidad de esa civilización. Situación
que también se aprovechó para la
Conquista y Colonia, y en ellas se
construyeron las ciudades y los
pueblos.
Al transitar los caminos
prehispánicos se descubre que su
trazo era lógico y por ello fueron
utilizados por tantos siglos. Generalmente tienen: pendientes suaves
donde es posible, están localizados
donde el paso de los ríos son más
estrechos, y los asentamientos humanos se localizaban en lugares
estratégicos, tanto para su defensa
como para el aprovechamiento de
los recursos naturales.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Caminos y rutas prehispánicas y coloniales...
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La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
La Cueva del León, Chalatenango: Arte rupestre...
153
La Cueva del León, Chalatenango:
Arte rupestre en una región de confines
Sébastien Perrot-Minnot, Philippe Costa y Ligia Manzano
Resumen
Los pueblos que ocupaban las montañas de Chalatenango en el momento de
la llegada de los españoles y antes de este suceso, siguen envueltos en las nieblas de la historia. La información brindada al respecto por las fuentes etnohistóricas es muy limitada; no obstante, provee valiosos indicios que pueden
ayudar a determinar la afiliación cultural y lingüística de los autores del arte
rupestre de la Cueva del León.
Por medio de una alianza entre la Universidad de El Salvador, la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural y el Centro de Estudios Mexicanos y
Centroamericanos, se realizó una visita al sitio de la Cueva del León en febrero
de 2010 para investigar un aspecto particular del patrimonio prehispánico de
La Montañona: el arte rupestre.
Palabras claves: Arte rupestre, petrograbados, Postclásico
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
154
1. Introducción
Perrot-Minnot, Costa y Manzano
La superficie de la República de El
Salvador es la más pequeña de Centroamérica; sin embargo, revela, en
sus 21,041 km2, poderosos contrastes geográficos; algunos de ellos se
pueden apreciar al viajar de San
Salvador al departamento de Chalatenango, pasando de los llamados
«valles internos» —limitados al
sur por la cadena volcánica— a las
imponentes «montañas del norte»,
que en ciertos lugares evocan una
verdadera muralla (sobre las unidades topográficas de El Salvador,
ver Williams [1955]).
Estas montañas, que cubren
la mayor parte del departamento
de Chalatenango, se yerguen en la
frontera con Honduras, culminando
en el Cerro El Pital (2,730 m s.n.m.),
el punto más elevado de El Salvador. Son constituidas esencialmente por rocas volcánicas, pero cabe
mencionar también la presencia de
reducidas bolsas de rocas sedimentarias (como las calizas, el cuarzo
y las areniscas) e intrusivas (como
los granitos y las dioritas). La topografía muestra a menudo pendientes abruptas y valles encajonados,
flanqueados por riscos.
Las montañas del norte,
una de las regiones más lluviosas
de El Salvador, son surcadas por
numerosos ríos (permanentes o
temporales), siendo los más importantes el río Lempa —que atraviesa
el país antes de echarse al Océano
Pacífico— y uno de sus tributarios,
el Sumpul.
A pesar de la actividad agrícola y ganadera, el área ha conservado grandes extensiones de un
bosque húmedo subtropical, donde
se reconoce una notable diversidad de árboles (entre los cuales se
pueden mencionar los chaparros,
conacastes, nances, guayabos y pinos). En estos bosques hormiguea
una fauna que comprende venados
de cola blanca, conejos, gatos de
monte y múltiples especies de aves,
reptiles e insectos. Cabe notar que
diferentes proyectos ambientalistas y ecoturísticos se están desarrollando en las montañas de Chalatenango, como por ejemplo en la
mancomunidad de La Montañona,
que une a los municipios de Chalatenango, Comalapa, Ojos de Agua,
El Carrizal, La Laguna, Las Vueltas y
Concepción Quezaltepeque.
La riqueza de La Montañona no es solamente natural sino
que también cultural. Al respecto,
un importante pero todavía poco
estudiado legado arqueológico descansa en esta verde y accidentada
comarca. Dicho legado proporciona
llaves para el conocimiento de la
historia de los antiguos indígenas
en una región que, como lo veremos en más detalle a continuación,
ya se situaba en el paso de fronteras
antes de la llegada de los conquista-
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
La Cueva del León, Chalatenango: Arte rupestre...
155
Figura 1. Localización de la Cueva del León y otros sitios con arte rupestre en El Salvador. Mapa de Philippe Costa.
Figura 2. Ubicación del sitio de la Cueva del León en la hoja «Chalatenango 2458
III» del Instituto Geográfico Nacional “Ing. Pablo Arnoldo Guzmán”. Fuente: Ficha de
Sitio Arqueológico elaborada por el Programa Binacional de Desarrollo Fronterizo
Honduras-El Salvador [2005].
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
156
Perrot-Minnot, Costa y Manzano
dores españoles a las tierras salvadoreñas (en 1524).
Decidimos
investigar un aspecto particular del
patrimonio
prehispánico
de
La Montañona: el arte rupestre.
Es así que el 7 de febrero de 2010,
realizamos una visita al sitio de la
Cueva del León, un abrigo rocoso
cubierto con petrograbados, ubicado en el municipio de Concepción
Quezaltepeque, cerca del caserío La
Montañona [Figuras 1, 2]. El estudio de las manifestaciones gráficorupestres se efectuó con la autorización de la Dirección Nacional de
Patrimonio Cultural de El Salvador
y en el marco de la cooperación
científica entre la Universidad de
El Salvador y el Centro de Estudios
Mexicanos y Centroamericanos
(CEMCA) del Ministerio francés de
Asuntos Exteriores. En dicha visita nos acompañaron el Sr. Hugo
Chávez, técnico del Departamento
de Arqueología de la Secretaría de
Cultura de El Salvador, y un miembro de la comunidad local, el Sr.
Juan Carlos Calderón.
Se procedió a medir el abrigo de la Cueva del León y a sacar fotografías a color y con escala de los
petrograbados, en la perspectiva de
un dibujo, retomando un método
que hemos usado con éxito para varios otros sitios rupestres del país
[cf. Costa, 2007; Perrot-Minnot,
Costa y Manzano, 2009; Perrot-Min-
not, 2010]. Como en anteriores
ocasiones, nos interesamos específicamente por la definición de estilos rupestres y el aporte del arte
rupestre en la definición de entidades culturales prehispánicas. Estas
cuestiones revisten una dimensión
particular en una región de antiguas
fronteras.
Luego de haber expuesto
algunos datos etnohistóricos referentes al actual departamento de
Chalatenango, presentaremos una
síntesis de las diversas investigaciones que ya se llevaron a cabo
sobre el rico arte rupestre de la
región, antes de abordar el estudio
del sitio y los petroglifos de la Cueva del León.
2. Datos etnohistóricos
En muchos aspectos, los pueblos
que ocupaban las montañas de
Chalatenango en el momento de
la llegada de los españoles y antes
de este suceso, siguen envueltos en
las nieblas de la historia. La información brindada al respecto por
las fuentes etnohistóricas es muy
limitada; no obstante, provee valiosos indicios que pueden ayudar
a determinar la afiliación cultural
y lingüística de los autores del arte
rupestre de la Cueva del León.
Para entender bien los testimonios etnohistóricos, es preciso tener en mente lo que fueron la
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
La Cueva del León, Chalatenango: Arte rupestre...
conquista del señorío de Cuscatlán
y sus consecuencias. En 1524, al
frente de un ejército compuesto de
tropas españolas y fuerzas auxiliares indígenas, el capitán Pedro de
Alvarado incursionó en el territorio
de los pipiles de Cuscatlán y tomó
su capital epónima, la ciudad de
Cuscatlán. Así cayó un estado bien
organizado que se extendía en unos
7,000 km2 y se podía comparar con
los grandes estados mayas protohistóricos de las tierras altas de
Guatemala; de hecho, se sabe que a
la víspera de la conquista española,
los cuscatlecos estaban en guerra
contra los mayas kaqchikeles de
Iximché [Amaroli, 1986; 1991].
Los conquistadores ibéricos fundaron una primera «Villa de
San Salvador» en 1525, tal vez en el
lugar de la antigua Cuscatlán. Pero
debido a una sublevación de la provincia pipil, esta localidad fue abandonada, y tras la pacificación llevada a cabo por un primo de Pedro de
Alvarado (Diego de Alvarado), una
nueva Villa de San Salvador (designada posteriormente como Ciudad
Vieja) fue fundada en 1528, a 8 km
al sur de Suchitoto. Diecisiete o dieciocho años más tarde, la tercera
Villa de San Salvador fue establecida donde se encuentra la actual capital de la República de El Salvador.
Luego de la campaña llevada a cabo por Diego de Alvarado,
los españoles empezaron a con-
157
signar informaciones acerca de
los pueblos tributarios de la nueva
provincia de San Salvador, a veces
llamada «San Salvador de Cuscatlán». La extensión de dicha provincia, en 1528, debía corresponder
aproximadamente a la del antiguo
Estado de Cuscatlán, a la excepción
de unos pueblos adicionales [Amaroli, 1991: 44].
Una relación escrita por el
obispo de Guatemala Francisco Marroquín (1532), y mediante la descripción de los pueblos encomendados de la provincia de San Salvador, así como la relación escrita por
Alonso López de Cerrato en ocasión
de la realización de la primera tasación (en 1548), muestran que
en el actual departamento de Chalatenango cohabitaban poblados
pipiles y «chontales». Este último
término significa «extranjeros» en
nahuat y se refería en este contexto a las poblaciones no cuscatlecas,
es decir, chortis o lencas [Amaroli,
1991; Stanislawski, s. f.].
Cuando Marroquín redactó
su informe, en 1532, el territorio
chalateco ya formaba parte de la
provincia de San Salvador [Figura
3]. En la época prehispánica, sin
embargo, el mismo territorio parece haber permanecido en su mayor
parte fuera del Estado de Cuscatlán; Amaroli [1991: 61] indica que:
Nada se sabe acerca de las relaciones entre Cuscatlán y sus
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
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Perrot-Minnot, Costa y Manzano
Figura 3. Pueblos tributarios de la Villa de San Salvador, en 1532, con el
número de casas [Amaroli 1991].
Figura 4. Paisaje en el área de la Cueva del León. Foto: Sébastien PerrotMinnot.
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La Cueva del León, Chalatenango: Arte rupestre...
vecinos chontales, es decir, los
pueblos chortís del norte y los
pueblos lencas del este y el noreste. Se supone que la organización social de los lencas no
sobrepasaba el nivel de comunidad y no tenía integración
regional. Quizás por tal razón a
los españoles les fue tan difícil
conquistarlos. En 1532, varios
pueblos lencas se encontraban
en guerra y, en muchos casos,
sus encomenderos no se habían
atrevido a visitarlos. La mayoría
de los centros Chortis también
se encontraban en guerra, hecho interesante en vista de la
supuesta subyugación de Citalá,
apenas dos años antes.
159
referido municipio, apenas a una
docena de kilómetros del antiguo
pueblo pipil de Chacalingo [Fowler,
1989: 172; Figura 3]. Como lo vemos, la Cueva del León, especialmente si se confirma su datación
postclásica, ofrece una excelente
oportunidad para estudiar el arte
rupestre en un contexto de fronteras culturales y políticas.
En el caso particular del pueblo de
Quezaltepeque (el actual pueblo de
Concepción Quetzaltepeque, en la
jurisdicción del cual se encuentra
el sitio de la Cueva del León), se
trataba, en el tiempo de la Relación
Marroquín, de un asentamiento
chontal en estado de guerra [Amaroli, 1991: 47], aunque el topónimo
sea nahuat. Lardé y Larín [2000:
124] escribe que el pueblo de Concepción Quezaltepeque «está situado en un área geográfica ocupada
desde tiempos inmemoriales por
tribus lencas, pero influenciadas en
épocas más recientes por los chortis, pipiles y ulúas». La Cueva del
León está ubicada al suroeste del
Cabe notar que al final de la
época precolombina, esta comarca
de confines y turbulencias tenía, de
hecho, una débil densidad de población. Fowler [1988: 112] estima
que en el momento de la Conquista, entre 36,000 y 53,000 personas
vivían en las Montañas del Norte
(Chalatenango, Cabañas y Morazán) pero estas cifras deber considerarse tomando en cuenta las
drásticas bajas demográficas conllevadas por las epidemias esparcidas por los españoles a principios
del siglo XVI (y que precedieron la
llegada de los conquistadores ibéricos).
3. Antecedentes del estudio
del arte rupestre en
Chalatenango
La primera mitad del siglo XX se
caracterizó por el establecimiento
y la publicación de inventarios de
sitios arqueológicos de la República
de El Salvador. Esta tendencia continuó, en cierta forma, los esfuerzos
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Perrot-Minnot, Costa y Manzano
que se dieron a finales del siglo XIX
para definir y registrar con precisión los límites y diversos aspectos
del territorio salvadoreño (en estas
empresas geográficas participaron
investigadores que tenían también
un notable interés por la historia y
la arqueología, como en el caso de
Santiago Barberena).
En su Índice provisional de
los lugares del territorio salvadoreño en donde se encuentran ruinas
u otros objetos de interés arqueológico, Jorge Lardé [1926: 216, 217]
incluye tres sitios de arte rupestre
del departamento de Chalatenango: Cotei (petrograbados), El Fraile
(petrograbados) y la Cueva del Ermitaño (pinturas). Al igual que la
Cueva del León, Cotei se encuentra
en una colina de la jurisdicción de
Concepción Quezaltepeque.
El mismo año del índice de
Lardé sale una «Lista de sitios arqueológicos de El Salvador», publicada por Samuel K. Lothrop. El investigador de la Instituto Carnegie
(Washington) menciona, en Chalatenango, las manifestaciones grafico rupestres del Cerro de la Peña.
En 1944, John Longyear
(con la colaboración de Stanley Boggs, y basándose en observaciones
de campo, testimonios y trabajos
anteriores) publica el inventario
arqueológico más rico que se haya
realizado hasta entonces, clasificando los sitios por departamento.
Para el de Chalatenango, reporta varios sitios rupestres: Cotei, El Fraile,
la Cueva del Ermitaño y el Cerro de
la Peña [Longyear, 1944: 76]. De los
tres primeros sitios, Longyear dice
tener la información de Jorge Lardé,
mientras los datos sobre el Cerro de
la Peña provienen del Prontuario
geográfico, comercial, estadístico y
servicios administrativos de El Salvador, del general José Tomás Calderón [1939].
A estas obras de inventario
hay que agregar las misiones del
Museo Nacional, llevadas a cabo
en los años sesenta y cuyo propósito era el registro del patrimonio
rupestre de El Salvador. Muy poco
fue publicado al respecto [cf. Muna,
1963-1967 : 77, fig. 1-7]. En la Cueva del Ermitaño, Coladan [1999] señala una inscripción que se refería a
una misión efectuada en el sitio por
un equipo del Museo Nacional en
1965.
En las décadas setenta y
ochenta, las referencias al arte rupestre de Chalatenango se hicieron
más escasas. Los trabajos de campo
eran entonces obstaculizados por
los efectos del conflicto interno,
particularmente sensibles en las
Montañas del Norte. Sin embargo,
en 1979, en una bibliografía anotada sobre el arte rupestre del México
oriental y Centroamérica, Matthias
Strecker menciona los lugares rupestres de Chalatenango que había
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
La Cueva del León, Chalatenango: Arte rupestre...
señalado Lardé [1926], llamando la
atención de más investigadores.
Entre estos investigadores están Elisenda Coladan y Paul
Amaroli, quienes estudiaron juntos
varios sitios rupestres de El Salvador durante los años noventa. En
Chalatenango, visitan la Cueva del
Ermitaño, en 1998, y concluyen que
las pinturas del lugar son «bastante originales» [Coladan y Amaroli,
2008: 166; Coladan 1998, 1999].
En 2000, el historiador
Jorge Lardé y Larín (hijo de Jorge
Lardé) publica el libro El Salvador,
historia de sus pueblos, villas y ciudades, donde presenta diversas informaciones geográficas, etnológicas, históricas, arqueológicas de los
municipios de El Salvador, haciendo
mención de varios sitios de arte rupestre. En la sección dedicada a la
jurisdicción de Concepción Quezaltepeque, se refiere a un «petrograbado que asemeja una puerta» en la
«falda Oeste del cerro Cotei» [Lardé
y Larín 2000: 125].
Los años 2000 se caracterizan por un notable desarrollo de
los estudios sistemáticos del arte
rupestre en El Salvador. En 2004
y 2005, en el marco del proyecto
«Historia de las Artes Plásticas en
El Salvador», investigadores de la
Universidad de El Salvador (entre
los cuales, Ligia Manzano y Fabio
Amador) visitan, en el departamento de Chalatenango, los sitios
161
rupestres de la Cueva del Ermitaño
y El Tablón (petrograbados).
En 2006 y 2007, expertos
del Departamento de Arqueología
del extinto Consejo Nacional para
la Cultura y el Arte (Concultura),
la Universidad de El Salvador y la
Universidad Tecnológica de El Salvador, estudian diversos sitios rupestres chalatecos, incluyendo la
Cueva del Ermitaño, el Cerro de la
Peña, El Tablón, Las Huertas, Loma
Colorada y la Cueva del León (que
Ligia Manzano, visita en 2007);
parte de estas investigaciones se
llevan a cabo en el marco del Proyecto Arte Rupestre de El Salvador
(PARES), que en sus distintas etapas asoció el Departamento de Arqueología con las dos casas de estudios antes mencionadas [Manzano y Pérez, 2006; Escamilla, 2007;
EDH, 2-3-2006].
En un artículo dedicado
a las manifestaciones gráfico-rupestres de las Montañas del Norte, Marlon Escamilla [2007] indica
que no se encontró material cultural «como fragmentos cerámicos o
líticos» en El Tablón ni en la Cueva
del Ermitaño, de tal manera que resulta difícil pronunciarse sobre la
temporalidad de estos dos importantes sitios.
A propósito de la Cueva del
Ermitaño, el sitio rupestre que más
notoriedad adquirió en el departamento de Chalatenango, sus repre-
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
162
Perrot-Minnot, Costa y Manzano
sentaciones de manos fueron estudiadas en el marco de una tesis de
maestría en Historia del Arte, preparada por Félix Alejandro Lerma
Rodríguez en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM),
en 2009. Este autor sugiere como
hipótesis un fechamiento al Clásico Tardío o al Postclásico Temprano de las pinturas de la Cueva del
Ermitaño [Lerma Rodríguez, 2009:
36].
A estas investigaciones
hay que sumar las del estudiante
en Arqueología (de la Universidad
Tecnológica de El Salvador) Ismael
Crespín, quien en 2006, visitó 7 sitios con arte rupestre del área de la
mancomunidad de La Montañona
(la Peña Blanca, el Cerro Vivo, el
Tablón, las Huertas, los Naranjos, el
Sicahuite y la Cueva del León), enfocando su interés en la iconografía
y el simbolismo de las manifestaciones gráficas [Crespín, 2006].
El sitio de la Cueva del León
fue también registrado en 2005,
por el Programa Binacional de Desarrollo Fronterizo Honduras-El
Salvador, apoyado por la Unión Europea. La ficha correspondiente estipula que «no se encontró material
arqueológico en superficie, en una
prospección de 100 m de diámetro
de las rocas con grabados».
En síntesis, constatamos
que el arte rupestre de Chalatenango ha sido objeto de pocas investi-
gaciones, lo que se podría explicar
al menos parcialmente por los problemas generados por la guerra interna en las décadas de los setenta
y ochenta, y por las dificultades de
acceso a los sitios, en una región
rural donde, hasta hoy, las infraestructuras han permanecido muy
limitadas. En la mayoría de los casos, las investigaciones sobre sitios
rupestres chalatecos se realizaron
en el marco de proyectos más amplios, que abarcaban sitios de otros
departamentos y buscaban el establecimiento de inventarios arqueológicos. Hasta la fecha, muy poco se
sabe de la cronología, la afiliación
cultural y el significado de los petrograbados y los pictogramas.
4. Contexto geográfico y
características generales del
Sitio de la Cueva del León
La Cueva del León es en realidad
un abrigo rocoso situado a menos
de 500 m de la cancha de fútbol del
caserío La Montañona. Se encuentra en una altitud de 1,300 m s. n.
m, y sus coordenadas son: 14o 07’
32,3’’ de latitud norte y 88o 55’ 0,6’’
de longitud oeste.
El abrigo está localizado
en la parte superior de un cerro, y
en la abrupta falda de una quebrada en el fondo de la cual corre un
riachuelo durante la temporada lluviosa [Figura 4]. Esta información
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
La Cueva del León, Chalatenango: Arte rupestre...
163
Figura 4. Paisaje en el área de la Cueva del León. Foto: Sébastien
Perrot-Minnot.
Figura 5. El abrigo rocoso de la Cueva del León. Foto: Sébastien Perrot-Minnot.
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164
Perrot-Minnot, Costa y Manzano
topográfica podría ayudarnos a entender la función y el significado de
las manifestaciones gráfico rupestres; las mismas, efectivamente, estaban ubicadas en un área de ruptura del paisaje y aparentemente, a
cierta distancia de cualquier asentamiento. Cabe agregar que frente a
la Cueva del León, al otro lado de la
quebrada, se yergue un cerro cuya
cumbre es dividida en dos, ofreciendo un punto de referencia para
observaciones del cielo. En El Salvador, diversos sitios de arte rupestre se encuentran en las pendientes
de valles encajonados y quebradas
[Perrot-Minnot, Costa y Manzano,
2009, para los casos de los sitios de
El Letrero y Las Caritas, en el departamento de Ahuachapán].
La Cueva del León tiene
una longitud de 24.5 m, una altura
de 4.3 m y una orientación general noreste-suroeste. Su pared es
irregular y presenta varias grietas
[Figura 5]. El análisis de un fragmento de roca de la Cueva del León,
efectuado en mayo de 2010 por el
Centro de Investigaciones y Aplicaciones Nucleares de la Facultad de
Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de El Salvador, revela que
la roca es de origen volcánico y que
contiene aluminio, silicio, potasio,
calcio, escandio, titanio y vanadio
(según el informe de Luis Ramón
Portillo, analista responsable). El
paredón muestra, en superficie, di-
ferentes tonos de beige, café, gris y
rosado morado.
La Cueva del León exhibe
grabados en una franja de 13.50 m
de largo y hasta 1.30 m de alto, con
respecto al nivel actual del piso. Los
grabados ocupan cinco sectores de
superficie relativamente lisa (que
designaremos como los paneles 1 a
5, del noreste al suroeste), delimitados por la morfología de la pared
y situados a diferentes alturas. Las
manifestaciones gráfico-rupestres
están en un estado de conservación
precario, por la erosión de la roca,
la presencia de líquenes, rayas de
machetes (en el panel 5) y algunos
trazados modernos de color negro,
ejecutados para realzar la figura
de un “león”, en el panel 1 (Figura
6). Según nuestro guía, Juan Carlos
Calderón, habitante del caserío La
Montañona, no se tiene memoria
de pinturas rupestres. La misma
persona nos explicó que los miembros de la comunidad relacionan
los enigmáticos grabados de la Cueva del León con los antiguos indígenas.
Lamentablemente, no pudimos observar ningún otro tipo de
vestigio arqueológico en las inmediaciones del sitio. Según el señor
Calderón, hace 10 años, un norteamericano realizó una excavación
en un pequeño abrigo ubicado a
unos 20 m de la Cueva del León,
más arriba, en la falda de la que-
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La Cueva del León, Chalatenango: Arte rupestre...
165
Figura 6. Motivo grabado realzado de negro en la época moderna
e interpretado como la figura de un león. Foto: Sébastien PerrotMinnot.
Figura 7. Cavidad pequeña evocando un nicho, cerca de la
Cueva del León. Foto: Sébastien Perrot-Minnot.
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Perrot-Minnot, Costa y Manzano
Figura 8. Los petrograbados de la Cueva del León. Dibujo: Philippe Costa.
Figura 9. Petrograbados del panel 1. Dibujo: Philippe Costa.
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La Cueva del León, Chalatenango: Arte rupestre...
brada; habría hallado algunas figurillas allí. En dicho lugar se ven una
reducida anfractuosidad (de 50 cm
de alto) así como una cavidad tal
vez artificial, evocando un nicho
[Figura 7].
A unos kilómetros de la
Cueva del León, en un terreno particular del caserío Brisas de la Paz
(conocido también como El Camalote), observamos un grupo de
montículos bajos revestidos de piedras escogidas. Pero no encontramos en la superficie vestigios diagnósticos que nos permitan fechar el
sitio.
6. Los petrograbados de la Cueva
del León
Las representaciones gráfico-rupestres de la Cueva del León solo
consisten (según lo que se puede
ver hoy) en una veintena de motivos grabados, claramente delimitados y distribuidos en cinco paneles,
en una franja horizontal (Figura 8).
No se observan aquí la densidad, la
abundancia y la complejidad que
caracterizan los grabados de otros
sitios rupestres de El Salvador, tales
como los de la Pintada de Titihuapa
(San Vicente) o de la Pintada de San
José Villanueva (La Libertad).
El panel 1 (Figura 9) incluye las representaciones que dieron
su nombre al sitio; se aprecia una
serie de rostros hoy interpretados
167
como los de un león. La técnica del
grabado es la de la abrasión, consistiendo los petroglifos en surcos
poco profundos. Al observar los
motivos en detalle, se pueden identificar cinco pares de ojos (bajo la
forma de círculos con un punto en
el centro) y un rostro de un estilo
distinto, abajo a la derecha. En el
mismo, los ojos son marcados por
simples puntos en lugar de círculos concéntricos; además, el rostro
es erizado con línea pequeñas que
podría representar el cabello. Entre todas las caras de este panel, la
más grande y mejor conservada –la
segunda partiendo de la izquierda- muestra un par de círculos concéntricos, que conforman los ojos,
y un ovalo aplastado y rayado que
se interpreta como la boca con su
dentadura. En cada lado de la boca,
volutas podrían figurar bigotes.
Esta cara, y las demás con
los pares de ojos en forma de círculos concéntricos, se asemejan
a petrograbados de los sitios de
El Letrero, en el departamento de
Ahuachapán [Perrot-Minnot, Costa y Manzano 2009], y del lago de
Güija, en el departamento de Santa
Ana [A. Stone 1998]. En estos últimos sitios, las manifestaciones
grafico rupestres fueron atribuidas
al Postclásico (900-1524 d. C.). El
motivo en cuestión recuerda las representaciones del dios mexicano
de la lluvia y el relámpago, Tlaloc,
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Perrot-Minnot, Costa y Manzano
Figura 10. Panel 2. Foto: Philippe Costa.
Figura 11. Petrograbados del panel 2. Dibujo: Philippe Costa.
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La Cueva del León, Chalatenango: Arte rupestre...
cuyo culto en la Mesoamérica suroriental tuvo su auge durante el
Postclásico Tardío (1200-1524 d.
C.).
El panel 2 (Figuras 10, 11)
presenta el estado de conservación
más crítico; exfoliaciones han provocado la desaparición de parte de
los petrograbados. Los grabados
han sido ejecutados por abrasión y
están constituidos por surcos poco
profundos, pero homogéneos, a la
diferencia de los grabados del panel 1, donde cada rostro presenta
cierta diferencia de profundidad de
los surcos.
El panel 2 muestra dos motivos. Uno es abstracto y se compone de un elemento rectangular y de
una línea terminada por una voluta. El otro, compuesto por líneas
curvas y rectas, parece representar
una cabeza de reptil (¿serpiente?)
de perfil, con una espiral en el ojo
y la boca abierta hacia la izquierda.
Este último motivo se puede comparar con representaciones reptiles de varios otros sitios rupestres
de El Salvador, Honduras [cf. D. Stone 1957: 91, McKittrick 2008: 182,
183, 189] y Guatemala [cf. Mata
Amado 2004, Perrot-Minnot 2007,
Robinson 2008]. En El Salvador, dicho motivo recuerda especialmente petrograbados de El Letrero, en
la sierra costera de Ahuachapán,
Igualtepeque, en el lago de Güija,
y la Piedra Labrada de Zacatecolu-
169
ca, en la planicie costera central de
El Salvador; en estos tres lugares,
se propuso para las referidas representaciones un fechamiento al
Postclásico [cf. A. Stone 1998, Coladan y Amaroli 2008: 167, PerrotMinnot, Costa y Manzano 2009].
El panel 3 (Figura 12), situado muy cerca (a menos de 60
cm) del panel 2, y en una posición
central con respecto al conjunto de
los petrograbados de la Cueva del
León, revela una figura zoomorfa
parada sobre una línea horizontal
que se podría identificar como un
piso, y debajo de esta línea, a la derecha, un motivo abstracto. La técnica utilizada aquí es distinta a la
que observa en los dos paneles precedentes, ya que los grabados han
sido obtenidos picoteando la superficie de la roca con una herramienta
punzante, para delinear los motivos.
Se trata de una técnica poco usual
en el arte rupestre El Salvador, a la
diferencia de la abrasión.
La figura zoomorfa del panel 3 está erguida en dos patas, con
las manos levantadas hacia un tipo
de disco aplanado de contorno picoteado. Esta criatura muestra una
cola en forma de voluta y lo que
podría ser un falo desproporcionado. El conjunto podría constituir
una escena de orante. La figura zoomorfa y la técnica empleada, con
una herramienta punzante, recuerdan otros sitios rupestres, ubicados
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
170
Perrot-Minnot, Costa y Manzano
Figura 12. Petrograbados del panel 3. Dibujo: Philippe
Costa.
Figura 13. Petrograbados del panel 4. Dibujo: Philippe
Costa.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
La Cueva del León, Chalatenango: Arte rupestre...
171
en la orilla del Río Lempa, como los
de la Pintadota Las Brisas, en el departamento de Usulután [Jarquín y
Martínez 2007].
representar a guerreros o cazadores.
Ambas figuras están compuestas por dos elementos cerrados y redondeados, para la cabeza
y la panza, y líneas sencillas, para
los brazos y las piernas (o las patas), en posición abierta. La doble
voluta debajo del individuo de la
derecha podría ser una cola, pero
también, un símbolo del agua. Esta
última interpretación acreditaría
la identificación de las dos figuras
como ranas. Las representaciones
del panel 4 recuerdan varios motivos de la Cueva Pintada de Ayasta
(en el departamento de Francisco
Morazán, Honduras), mostrando
animales y tal vez chamanes con
atributos zoomorfos [Rodríguez
Mota, Figueroa y Juárez Silva 2003;
Rodríguez Mota 2007]. Los dos individuos de la Cueva del León se
comparan también con pictogramas de Yaguacire, en el departamento de Francisco Morazán, en
Honduras; según McKittrick [2008:
180], estos pictogramas podrían
El panel 5 (Figura 14), a la
extrema izquierda del campo grabado de la Cueva del León, representa dos seres zoomorfos parados, parecidos uno al otro pero de
tamaños distintos (siendo el de la
izquierda más grande). La técnica
de grabado es la misma que en los
paneles 3 y 4.
El panel 4 (Figura 13) representa dos figuras muy parecidas, con un aspecto antropomorfo
y/o zoomorfo. La figura de la derecha es un poco más grande que la
otra, y está sobre una doble voluta.
La técnica de grabado es la misma
que la del panel precedente.
La posición de las dos figuras del panel 4, una a la par de la
otra, expresa tal vez una secuencia,
la evolución de una entidad desde
su forma más pequeña hacia su forma más desarrollada. Tal secuencia
se encontraría en el sitio de Las Brisas, con la asociación de un par de
motivos zoomorfos [Jarquín y Martínez 2007].
El tamaño de la panza de la
criatura de la izquierda hace pensar en un animal embarazado. Este
tema aparece en las pinturas rupestres de la Casa de las Golondrinas, en el departamento de Sacatepéquez, en Guatemala [Robinson
2001]; y en el sitio ya mencionado de Yaguacire, en Honduras, los
pictogramas incluyen la representación de una mujer embarazada
[McKittrick 2008: 181]. El tema
constituye una referencia al concepto más general de fertilidad.
La figura de la derecha, en
el panel 5 de la Cueva del León, es
más difícil de interpretar, por sus
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
172
Perrot-Minnot, Costa y Manzano
Figura 14. Petrograbados del panel 5. Dibujo:
Philippe Costa.
diversas excrecencias. Algunas de
las mismas podrían representar
patas, un pico y una cola.
El panel 5 expresa posiblemente, al igual que el panel 4, algún
tipo de secuencia.
Se nota una cruz al lado derecho del panel. Se trata talvez de
una herencia del período colonial o
moderno, durante los cuales cruces
han sido plasmadas sobre sitios rupestres, para bendecir lugares donde se celebraban antiguos ritos paganos. Tales cruces se encuentran,
por ejemplo, en La Koquinca, en el
departamento de Morazán. Sin embargo, en la Cueva del León, un origen prehispánico del petrograbado
no puede ser excluido.
Conclusión
La Cueva del León ilustra, a su manera, la riqueza del arte rupestre
de las Montañas del Norte de El
Salvador, y especialmente la del
departamento de Chalatenango.
Aunque no muestre una profusión
de petroglifos, los mismos revelan
una interesante variedad técnica e
iconográfica.
Las manifestaciones grafico-rupestres de la Cueva del León
son bastante originales y difícilmente se podrían comparar con
las de otros lugares de Chalatenango. No obstante, hemos señalado
analogías consistentes (incluso, en
términos de asociaciones de moti-
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
La Cueva del León, Chalatenango: Arte rupestre...
vos) con varios sitios rupestres, y
en particular, con El Letrero, en El
Salvador, y Yaguacire, en Honduras. Lamentablemente, hasta la fecha, no ha sido posible asociar las
representaciones rupestres de la
Cueva del León con otros tipos de
vestigios, para lograr una datación.
Sin embargo, nuestro estudio comparativo apuntaría hacia un fechamiento al Postclásico.
El hecho de que la Cueva del
León haya estado aparentemente
alejada de cualquier asentamiento humano se relaciona quizás con
su carácter sagrado. Pudo fungir
como lugar de peregrinación. Por
otra parte, es interesante notar que
ciertos templos de los lencas del siglo XVI se habrían encontrado fuera de los pueblos [Chapman 1978:
27].
La iconografía de la Cueva
del León parece referirse al agua y
a la fertilidad, pero podría también
revestir un significado sociopolítico, en una zona montañosa y al
paisaje parcelado que se partían,
en el Postclásico, los pipiles y los
“chontales” (lencas y chortís). Las
antiguas divisiones políticas y culturales de esta zona de confines y
fronteras parecen reflejarse en la
diversidad de los estilos rupestres
de las Montañas del Norte, así como
en las analogías que se pueden establecer con diferentes áreas culturales (pipiles, lencas, mayas…),
173
mesoamericanas y no mesoamericanas. En la iconografía rupestre de
la Cueva del León, ciertos motivos,
como la cabeza de serpiente o la figura evocando a Tlaloc, podrían haber constituido símbolos de poder,
distintivos de una dinastía local.
Como lo expresa muy acertadamente Jean Clottes [2009]: “La
primera [función del arte rupestre]
es la afirmación de una presencia,
que se trate de un individuo o de un
grupo constituido, cuyos símbolos
pertenecen a la tribu o al clan, del
los cuales refuerzan el poder y la
cohesión. Estos símbolos, estos signos, humanos o animales, marcan
las fronteras naturales y el territorio tradicional, al mismo tiempo
que dan un sentido al paisaje”.
En varias partes del mundo, como por ejemplo en Costa Rica
[Hurtado de Mendoza y Gómez Fallas 1984; Fonseca y Acuña Coto
1986; Zilberg 1986], se realizaron
estudios profundizados sobre la
relación entre el arte rupestre y la
problemática de las fronteras territoriales, sociales y simbólicas. En
el caso del arte rupestre de Chalatenango, Lerma Rodríguez [2009:
35] evoca la posibilidad de que
los creadores de las pinturas de la
Cueva del Ermitaño “estuvieron
dotando de significado a un espacio dotado de una frontera natural”.
Sería pertinente desarrollar tales
reflexiones en El Salvador, un país
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
174
Perrot-Minnot, Costa y Manzano
con un territorio contrastado y parcelado, y un prodigioso legado rupestre.
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Experiencias de la arqueología del rescate
179
Experiencias de la arqueología del rescate en El Salvador
Fabricio Valdivieso
Resumen
A consecuencia de los daños ocasionados por los terremotos del 2001 a diversos inmuebles en el área central de Santa Tecla, se realizaron una serie de trabajos que dieron como resultado importantes hallazgos en la Iglesia Inmaculada
Concepción, en el Colegio parroquial homónimo y en residencias en el Centro
Histórico de Santa Tecla. También se da cuenta en el presente artículo de los
hallazgos encontrados en la Iglesia El Rosario, del centro de San Salvador y en
un sitio arqueológico prehispánico: Tazumal.
Todos estos hallazgos responden a la época republicana de El Salvador y refieren importante información sobre el comercio y la industria de
aquella época, y en el caso de las iglesias, acerca del patrón funerario de los
primeros años de la república, entre otros.
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
180
Fabricio Valdivieso
1. El hallazgo de un obispo en
Inmaculada Concepción
Después de que el terremoto de
1854 desolara la ciudad capital,
la iglesia parroquial Inmaculada
Concepción, en Santa Tecla, se pensó como una nueva catedral. Este
nuevo templo fue fundado aquel
mismo año por el segundo Obispo
de San Salvador Tomás Pineda y
Saldaña, quien en 1875 fuese enterrado frente al Altar Mayor.
Los restos del Obispo fueron encontrados a consecuencia de
los daños ocasionados al inmueble
por los terremotos del 2001. Este
inusual hallazgo requirió de intervención arqueológica, lo que permitió registrar la modalidad de enterramiento fúnebre de uno de los
personajes más célebres de la época
republicana. Los restos aún vestían
sus ornamentos, y yacían en un lujoso féretro de vidrio y madera, en el
interior de una bóveda.
Este importante registro
documental representa una sección del informe final elaborado a
consecuencia de los rescates arqueológicos realizados por el autor en la ciudad de Santa Tecla, una
de las zonas más afectadas por los
siniestros naturales acaecidos en
2001.
1.1 Antecedentes inmediatos
y generalidades
El sábado 13 de enero del 2001, a
las 11:35 de la mañana, un fuerte
terremoto de 7.6 grados Richter,
con 45 segundos de duración hace
sentir su fuerza en todo el territorio
salvadoreño y países vecinos, afectando gravemente 172 municipios
de la nación. Un mes después, el 13
de febrero, la desgracia se agudiza
con un segundo terremoto de 6.6
grados Richter. Con 20 segundos de
duración, este segundo sismo ocasionó más daños a las ya deterioradas estructuras.
Tal destrucción fue más
evidente en casas y edificios públicos de construcciones de adobe y
bajareque, así como en las montañas, donde cuantiosos derrumbes
sepultaron personas y viviendas.
En Santa Tecla se tiene el infausto
episodio vivido en la colonia Las
Colinas, en donde un alud de tierra
proveniente de las montañas al sur
que conforman parte de la Cordillera del Bálsamo, cayó sobre gran
cantidad de hogares y soterró a casi
medio millar de personas.
El patrimonio cultural recibió también su parte en pérdidas,
puesto que muchos templos católicos con más de cien años de antigüedad colapsaron, mientras que
en otros casos sufrieron tal daño
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Experiencias de la arqueología del rescate
que sus encargados se vieron obligados a derribarlos, pretendiendo
evitar con ello consecuencias más
lamentables y dar inicio con las tareas de reconstrucción. Santa Tecla
es una de las ciudades mayormente afectadas por el sismo. Muchas
edificaciones del centro histórico
datan del siglo XIX y principios del
XX.
En San Tecla, el templo
Concepción fue evaluado por ingenieros estructurales, quienes el 17
de enero lo clasificaron con bandera roja. Por ello, el Padre Rogelio
Esquivel, cura párroco de este, opta
por derribarlo y comenzar un proyecto de reedificación.
Para el día 22 de febrero, el
antiguo templo Inmaculada Concepción se encontraba completamente demolido, a excepción de la
torre del campanario construida en
la década de los setenta del siglo
XX. Sin embargo, mientras se realizaban los trabajos de remoción de
escombros el tractor arrancó accidentalmente un pedazo de la parte
superior de una bóveda de ladrillo,
localizada en el sector que ubicaba
frente al altar mayor los restos del
Ilmo. Obispo Dr. Tomás Miguel Pineda y Saldaña. Los restos estaban
conformados por fragmentos óseos
entremezclados con tela en regular
estado de conservación, y la combinación de fragmentos de madera y
vidrio. Este material se encontra-
181
ba depositado en el interior de un
ataúd no muy visible debido a las
limitaciones de la perforación accidental. Los responsables avisaron
de inmediato al Instituto de Medicina Legal, quienes remitieron el
caso al entonces Consejo Nacional
para la Cultura y el Arte (Concultura), hoy Secretaría de Cultura de la
Presidencia.
El día 27 de febrero se presentaron al sitio dos arqueólogos
de la Unidad de Arqueología de
Concultura, quienes constataron
que efectivamente se correspondía a un entierro. Se trataba de un
cuerpo en el interior de un féretro,
y este mismo en el interior de una
bóveda de ladrillo.
Inmediatamente se realizó
un rescate arqueológico con limitantes de tiempo y recursos extremadamente reducidos. Se extendió
la excavación y la limpieza del rasgo con la colaboración de un obrero
destacado en la zona, y con ello se
obtuvo un mejor detalle del rasgo
en su contexto y se identificaron
los limites del entierro. Se tomaron
alturas y medidas y se obtuvieron
fotografías, al mismo tiempo en
que se obtenían dibujos, que no
pasaron de ser sucintos debido a la
presión de los encargados por liberar cuanto antes la zona de trabajo.
Se dedicaron únicamente
seis escasas horas de ese mismo día
para rescatar cuanto antes aquellos
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
182
Fabricio Valdivieso
restos arqueológicos. Por tratarse
de una iglesia se creía en la posibilidad de encontrar más entierros, lo
que conllevó a denominar el rasgo
como Entierro 1.
En este rescate, las herramientas utilizadas fueron una cámara Fuji Work Record y otra Canon EOS Kiss, cordel, nivel de pita,
brújula, cintas métricas de cinco y
50 metros, cuchara para excavar,
escobillas, plumones marcadores,
bolsas plásticas transparentes, cajas de cartón para clasificación y
almacenaje, libreta de campo, clavos y cordel. También se consideró
necesaria la ayuda del tractor para
la realización de calas de prueba de
manera inmediata. De este modo se
tomaron los datos para luego extraer los restos y colocar los restos
ya clasificados en las cajas. Se almacenó vidrio, metal, madera, tela,
yeso, osamentas, y otros. Finalmente se elaboró un reporte técnico, y
los restos fueron entregados a la
parroquia.
1.2 Entierro 1: la tumba
de un Obispo
El entierro está conservado en un
70 %, su estado es de regular a pésimo, debido a que la humedad que
prevalece en los suelos del llano de
Santa Tecla contribuye a que el ma-
terial orgánico depositado en este
se desintegre en menor tiempo que
en otros sitios. En este sentido, se
tienen suelos cuyo material orgánico es altamente vulnerable a su
contacto. La bóveda en que descansaba el féretro contribuyó a aislar
buena parte de la humedad, permitiendo que el ataúd y su contenido
relativamente se conserven.
El entierro se compone de
tres partes:
a. Bóveda: recámara en la cual se
deposita el ataúd.
b. Féretro: caja donde se deposita
el cuerpo u osamentas.
c. Osamentas: los componen los
huesos cubiertos por los ornamentos.
Los restos de ornamentos y los
vestigios humanos eran casi indecifrables debido al mal estado de
conservación. La tela que envolvía
el cuerpo presentaba un estado de
conservación de regular a pésimo,
tanto que en ciertos casos se desintegraba al pretender extraerla.
También los huesos se presentaban
en malas condiciones; se percibían
algunos huesos largos (como costillas y fragmentos de extremidades)
y huesos irregulares en menor densidad. Las osamentas se extrajeron
en bulto junto a los ornamentos. Se
utilizó para ello una lámina que, co-
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Experiencias de la arqueología del rescate
locada bajo el cuerpo, se introdujo
lentamente a manera de pala. Posteriormente se colocaron en dos
cajas.
Mientras tanto, el féretro
presentaba un 75 % de conservación. Este estado de conservación
favorable se debía en parte a la naturaleza de los materiales, cuyos
componentes permiten explicar la
originalidad de su forma. Se trataba de una lujosa urna fúnebre de
vidrio y madera, con detalles decorativos exteriores elaborados en
yeso y forros de tela sobre la madera, como parte de la decoración.
El cierre del féretro era un candado
muy propio de la época. Los vidrios
se encontraron fragmentados, en
su mayoría sobre las osamentas.
La madera por su parte se percibía
semidescompuesta debido a la humedad del suelo, pero aún en buen
estado.
En cuanto a la bóveda, esta
se encontraba en un 90 % bien conservada, a excepción del golpe accidental proporcionado por el tractor que la encontró. Dicho golpe le
extrajo un gran pedazo de su parte
superior, lo que le permitió el contacto con la superficie o exterior.
Al observar los atributos
de la tumba y su contexto, a primera vista, es posible confirmar que
efectivamente se trata de un personaje importante. Ahora bien, se
tiene una placa fúnebre que reza en
183
latín el nombre del Obispo Tomás
M. Pineda y Saldaña, y está localizada esta en la otrora primera columna del lado norte en el interior
del templo, casi frente del ya retirado altar mayor. Del mismo modo,
se tienen datos provenientes de
fuentes documentales que indican
que el obispo fundador del templo,
Tomás Pineda y Saldaña, manifiesta su deseo de dormir el sueño
eterno a los pies de la Virgen Purísima. Además, se ha confirmado
que esta persona fue enterrada en
un cajón de cristal, madera y zinc.
Este dato fue comprobado, ya que
fue la única tumba existente frente
al altar mayor, y posee las mismas
características proporcionadas por
las fuentes documentales. En otras
palabras, Tomás Pineda y Saldaña
fue sepultado frente al altar mayor
de «su templo»; también fue el único sacerdote cuyo sepelio es registrado en este templo. De este modo,
queda claro que el entierro encontrado refiere al segundo Obispo de
El Salvador Dr. Tomás Miguel Pineda y Saldaña, quien falleció la noche del 6 de agosto de 1875, y fue
sepultado el día 8 del propio mes.
Por las características del hallazgo, el obispo Saldaña tuvo honras
el día de su sepelio, siendo en este
sentido muy admirado y querido
por la sociedad del siglo XIX.
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
184
Datos técnicos
Fabricio Valdivieso
Condiciones: El entierro se localiza
a 196° AZ y a 29.80 metros de la
arista de la pared oeste de la capilla
de la parroquia. Su orientación es
la misma que tenía el desaparecido templo en forma de cruz latina.
Se trata de un entierro cuyas osamentas se presentan en depósito
indirecto, de carácter primario, en
posición decúbito dorsal extendido, en estado de conservación que
tiende de lo regular a pésimo, hasta
el grado de pulverulencia húmeda,
envueltas en su hábito que envuelve al individuo. Se localizaron en el
interior de un féretro asentado en
el interior de una bóveda.
Bóveda: Sus materiales constructivos comprenden argamasa de cal
y ladrillo rojo. La base o suelo interior se compone de baldosas rojas
de 20 por 20 cm a cada lado, con 3
cm de grosor. Las paredes interiores fueron construidas de modo
que se cierran en forma de arco o
bóveda. Todo el espacio mide 2.40
m de largo con 80 cm de ancho,
con profundidad de 80 a 100 cm
aproximadamente.
Féretro: El arranque del féretro se
tiene a 80 cm de profundidad. Se
compone de vidrios transparentes
planos, madera, forro de tela y yeso
decorativo que circunda su exterior.
Ninguno de los vidrios se recuperó
completamente, algunos estaban
sobre las osamentas. Estos vidrios
conformaron la parte superior del
féretro. Algunos fragmentos largos
de los vidrios laterales aún permanecían in situ con relación a su
posición original, es decir, la misma
posición que tenía al momento en
que el obispo fue sepultado. Algunos vidrios tenían de ancho 21.5
cm y un largo variable que lógicamente no excede las dimensiones
del ataúd.
Sobre el cuerpo se encontró un madero largo de 20 cm de
ancho y 200 cm de largo, el cual
fue parte de la sección superior del
mueble, lo que da lugar a creer que
este formó aparentemente el punto
de intersección de las hojas de vidrio laterales para que esta luciera
como paredes de vidrio recto convergentes, conformando así la tapa
del ataúd.
La tela que forra los exteriores de madera se encuentra en
pésimo estado de conservación,
en el cual difícilmente se perciben
algunos dibujos de flores, con un
desgastado color rojo. No fue posible identificar este tipo de tela.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Experiencias de la arqueología del rescate
Como se menciona en líneas anteriores, en la madera se
percibe una decoración de yeso al
contorno exterior, color dorado,
con ligeros relieves en pésimo estado de conservación. Se encuentra
también, en el lado norte del mueble, un candado con cerradura al
centro que enganchaba al mismo
tiempo dos argollas de roscas que
se atornillaban al madero, para cerrar el ataúd.
El resto de la madera que
conformaba la base del féretro se
encontraba en regular estado de
conservación. Se dejaba ver la manera en que esta sujetaba los vidrios que conforman las paredes
laterales y sirven como mostrador.
El fragmento más grande de la pieza mide 43 cm de ancho por 1.86 de
largo. Las piezas laterales de la parte inferior del féretro son planas y
divergentes.
Entre la madera se encuentran artefactos metálicos como clavos forjados que por lo general miden 7 cm de largo. Se recuperaron
20 muestras en regular estado de
conservación.
Otro detalle adjunto al féretro: Cabe
agregar que en el exterior del féretro y al interior de la bóveda, en la
esquina suroeste, se encontró una
botella de vidrio adherida a una
base de argamasa, la cual presun-
185
tamente pudo contener vino. Esta
botella mide 21.5 cm de largo con
6.5 cm de diámetro máximo y 2 cm
diámetro mínimo.
Cuerpo y ornamentos. Tal como se
menciona en otras líneas, el cuerpo
se encuentra in situ en el interior
del féretro, dentro de sus ornamentos, con orientación este-oeste.
Sobre los ornamentos yacen fragmentos de vidrio largos y algunos
pequeños en escombro, como parte del féretro colapsado; cubren
y presionan los restos óseos. La
presión del vidrio sobre los ornamentos propició una conservación
favorable en los colores y formas de
los tejidos, ya que el mismo cristal
le protegió de otros contactos dentro del lecho. En otros casos estos
textiles se encontraron en mal estado de conservación, a tal grado que
al pretender extraerlos se rompen,
quedando en los dedos del arqueólogo. Por esta razón se hace sumamente necesario tener a la mano algún consolidante adecuado al caso,
y tecnología apropiada, cosa que no
fue posible por la escasez de tiempo para conseguirlos.
Es común, aun en nuestros
días, enterrar sacerdotes con sus
ornamentos. Por lo general, los sacerdotes son vestidos con un alba
o sotana, luego la estola y sobre
esta, la casulla. Algunos obispos se
los entierra con mitra, pero en este
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
186
Fabricio Valdivieso
caso Tomás Pineda y Saldaña no fue
enterrado con mitra. Se cree que
probablemente fue sepultado con
solideo, aunque no fue reconocido
debido al alto grado de descomposición del material.
Los restos de los ornamentos muestran lentejuelas metálicas,
hilo metálico, malla decorativa y
un traje elaborado con un material
similar al terciopelo, detalles que
se conservaron por encontrarse
debajo del vidrio que ligeramente
los protegía. La tela muestra dibujos de flores tejidas. El fondo de la
misma se percibe de color rojo y
café. Aparecen también restos del
calzado, específicamente el tacón y
parte de la suela.
En cuanto a los huesos, la
mayoría están, como se mencionó,
entre la tela de la indumentaria, de
regular a pésimo estado de conservación debido a la humedad del
suelo de la zona. Gran parte de los
huesos se caracterizan por ser largos, y otros irregulares.
Destino de los restos del Obispo
En marzo de 2001, los responsables informan que los restos fueron incinerados y colocados en una
pequeña caja especial para trasladarlos a Catedral Metropolitana, y
luego serán trasladados a la nueva
Iglesia Concepción para ser enterrados nuevamente. Todo ello se da
bajo la autorización del Arzobispado de San Salvador, a cargo de Monseñor Saenz Lacalle.
Calas de prueba
Paralelo al rescate del Entierro 1 se
realizan dos (2) calas de prueba en
sectores estratégicos en el área que
ocupó el antiguo templo, donde se
sospecha que pueden existir más
restos o rasgos de interés.
Entendemos el término
«cala de prueba» como una excavación no controlada, realizada con
el fin de detectar restos materiales
o suelos culturales que ameriten
observación arqueológica. Se opta
por desarrollar calas en lugar de
sondeos arqueológicos formales,
debido a las limitantes de recursos
y tiempo. La cala determinará la
zona de mayor interés, en donde el
arqueólogo pondrá en práctica la
técnica, y cuyos sectores figuraran
como unidades arqueológicas que
permitirían la integración de los
elementos dentro de un contexto
espacio-tiempo mediante normas
científicas.
En este caso se justifica la
utilización de calas por tratarse de
un rescate arqueológico con limitantes extremas.
Cala 1. Por falta del recurso humano y la escasez de tiempo, esta cala,
al igual que la Cala 2, se excavó con
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Experiencias de la arqueología del rescate
el auxilio de un tractor como única
herramienta disponible, el cual fue
monitoreado minuciosamente por
el arqueólogo. De este modo se excavaron siete (7) metros hacia el sur
del Entierro 1, y cinco (5) metros
hacia el oeste, con una profundidad
de 175 cm. Aquí se identificó un estrato de tierra café clara, compacta,
limosa y fina, la cual serviría como
relleno o terracería. Entre esta tierra se perciben dos huellas con corte perfectamente definido, de color
negro, húmedo, revuelto, limosa y
suave, semiconsistente. Se cree que
esta última es la huella dejada por
los pilares del templo. Esta cala permite concluir que el sector central
del templo carece de otro entierro,
siendo el de Tomás Pineda y Saldaña
el único.
Cala 2. La Cala 2 se realiza con el
auxilio de un tractor, en el sector
localizado bajo la torre del campanario moderno. En el primer nivel
de esta torre yacían en sus paredes
y en el piso siete placas fúnebres,
que más adelante expondremos. Se
sospecha, entonces, que es posible
localizar más entierros, entre ellos
el del Gral. Nicolás Angulo (1809 1879).
Esta cala únicamente contiene tierra de relleno o terracería
parecida a la de la Cala 1 (café claro, compacta, limo, fina), lo que nos
permite creer que los restos de las
187
personas ahí enterradas fueron en
algún momento removidos hacia
otro sitio. Probablemente se extraviaron, o bien esas placas fueron
puestas en ese lugar provenientes
del puesto original. Si el caso es que
siempre estuvieron ahí, es posible
que los cuerpos fueran removidos
cuando construyeron la torre del
campanario en los años setentas del
siglo XX.
Placas:
1º pilar al norte, de cara al sur, frente al altar mayor:
En latín: Thomas M. Pineda et Saldaña (sin fecha).
Bajo la torre del campanario:
• Nicolás Angulo (1809 - 1879)
• Da. Ángela González de Trabanino
• Juan J. Saldaña (1878)
• Juana Francisca Velázquez
(1880)
• Gertrudis P. y Saldaña (1865)
(Primer entierro en el templo)
• Carlos Portillo Velis
• Francisco Escolán (1871)
Gratitudes:
• León XIII - Ocaso del Siglo IX.
• Juan Pablo II - Ocaso del Siglo
XX.
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188
2. Hallazgos arqueológicos
en Colegio Parroquial
Inmaculada Concepción
Fabricio Valdivieso
Los trabajos de demolición en la
Parroquia Inmaculada Concepción
continuaron, de modo que el día 16
de abril de 2001 se notificaron nuevos hallazgos en el sector ocupado
por el Colegio Parroquial Inmaculada Concepción, en la esquina suroeste. El nuevo hallazgo arqueológico se debe a una excavación realizada por el tractor que nivela dicha
área, de la cual se obtuvieron datos
de lo que fue un basurero probablemente de finales del siglo XIX y
principios del siglo XX.
El 17 de abril del mismo
año se presentó el arqueólogo al
sitio y logró recuperar una regular
muestra de material, como botellas (completas y fragmentadas),
fragmentos de vidrio, una paila de
metal, huesos, entre otros. También
se hicieron dibujos y fotografías. En
esta ocasión no fue posible realizar
un rescate arqueológico adecuado
debido a los avanzados trabajos
de reconstrucción en la zona y a la
carencia de recursos. Sin embargo, los rasgos registrados, grosso
modo, enriquecen el conocimiento
que se tiene de los depósitos de desechos sólidos de aquella época, y
la morfología en determinados artefactos. Todos estos restos están
asociados a ladrillos de barro coci-
do y piedras de diversos tamaños
revueltas en tierra negra.
El depósito subterráneo,
o «basurero», se percibe a 130 cm
desde su boca o abertura (cuyo
diámetro tiene 2.47 cm), con profundidad de 0.80 cm (2.70 cm de
diámetro) con base o fondo aun indefinido.
Material recuperado
a) Huesos. Se tiene un total de 19
fragmentos posiblemente de animal (?), entre los cuales figuran
ocho fragmentos irregulares, cinco
largos, dos planos y cuatro irreconocibles.
b) Porcelana. Se tiene un total de 5
fragmentos, entre los que figuran
tres bordes de tazas con decoración, una base anular y un cuerpo
decorado.
c) Metal. Se obtiene la muestra de
una paila completa, con decoración
azul en el borde, semi oxidada y
craquelado.
d) Botellas. Estas posiblemente
contenían vino, ginebra, cerveza, u
otros licores.
• Se tienen 7 botellas completas, en cinco tipos diferentes.
Una de las botellas es de cerámica y el resto son de vidrio. Estas tienen una altura
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Experiencias de la arqueología del rescate
189
Conclusiones preliminares
máxima de 28 cm con un mínimo de 8 cm, con un ancho
de 9 cm máximo y un 5 de
mínimo.
Se cree que este hallazgo es un
basurero de finales del siglo XIX y
principios del siglo XX. Dicho lugar
fue ocupado primeramente por el
Colegio Tridentino, luego el Colegio
Champagnat, seguido por el Colegio
San José y finalmente por el Colegio
Parroquial Inmaculada Concepción
hasta nuestros días.
• Se tiene una botella de vidrio, completa fragmentada.
• También se recuperan 11 bases diferentes: nueve son de
vidrio, con 8 cm de diámetro
máximo y 6 cm de diámetro
mínimo. Dos de estas bases
contienen papel tornasol,
con 3 cm de diámetro máximo con 6 cm de diámetro
mínimo. Se tiene 2 de bases
elaboradas en cerámica, con
8 cm de diámetro máximo.
• Se obtienen 4 boquillas, todas de diversa forma, con 2
cm de diámetro mínimo y 3
máximo.
• También se recuperan 11
cuerpos fragmentados, cuatro de cerámica y siete de vidrio, pertenecientes a cinco
tipos distintos de botellas.
e) Vasija. Se tiene 1 fragmento de
vidrio de considerable tamaño,
aparentemente forma parte de un
plato frutero, con decoración en relieve. Sus medidas son de 24 cm de
largo con 6 cm de alto.
f) Fragmento desconocido. Se recuperó un fragmento de un hueso decorado (?).
La hipótesis es que posiblemente, en la época del Colegio Tridentino, antes de la colocación de la
primera piedra para su edificación
el 2 de septiembre de 1858, fue utilizado este espacio como basurero.
Se cree así, puesto que la tierra negra que forma el segundo estrato y
al mismo tiempo el contenido del
depósito, luce como una capa que
en un tiempo formó parte de una
superficie plana (el suelo natural).
Sobre esta se colocó una capa de
tierra para compactar y dar espacio para la nueva estructura. Sin
embargo las conclusiones quedan
abiertas a futuras investigaciones.
En la temporada de excavación arqueológica de 1999, realizada en el Templo Santiago Apóstol
en Chalchuapa —el cual data desde el siglo XVII y contiene rasgos
del siglo XIX— fue posible encontrar un basurero en el sector Este
del mismo, bajo la antigua bodega.
Este basurero tiene una forma dife-
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
190
Fabricio Valdivieso
rente al del Colegio Parroquial Inmaculada Concepción, sin embargo
los materiales contenidos son muy
similares, excepto que los del templo Santiago Apóstol contiene mayor cantidad de restos orgánicos
que materiales sólidos. En aquella
ocasión también se encontró, entre
vidrios, cerámica, porcelana, huesos, monedas de plata, metales no
identificables y una botellas muy
parecidas a las aquí encontradas.
3. Arqueología en las residencias
del Centro Histórico de Santa
Tecla
El día 24 de abril de 2001 se realizaron recorridos en algunas residencias que en ese momento se
encontraban en labores de reconstrucción, para lo cual se tuvo que
perforar el suelo y preparar la colocación de zapatas que se utilizarían en las nuevas estructuras. Se
tiene el reporte de dos residencias
en las cuales se presenta material
enterrado y acumulado, sumado a
otros hallazgos tenidos en varias
residencias de la zona , los cuales
no fueron registrados por los arqueólogos.
Nutrivid (Clínica Naturista), 4° Av.
norte, # 3 - 10
Se desconoce el antecedente his-
tórico de esta residencia. Cerca de
la entrada principal de esta casa se
localizó una concentración de material en baja densidad, a 90 cm de
profundidad en un diámetro de 90
cm. Se tienen ocho fragmentos metálicos desconocidos, tres fragmentos cerámicos, un fragmento de botella y un tintero fragmentado.
Venta de Plátano y Banano, calle
Daniel Hernández, # 2-5, al sur de la
Parroquia Concepción
Se trata de una residencia que anteriormente fue ocupada por alguien
de la alta sociedad. Sin embargo,
se desconocen sus antecedentes
históricos. Aquí se tiene nota del
hallazgo de un plato de porcelana
y una base de vidrio. También se
notifica la presencia de restos de
candelabros metálicos que no pudieron recuperarse.
4. Armas en Nuestra Señora de la
Asunción de Ahuachapán
Antes de empezar a excavar en
Nuestra Señora de la Asunción, en
Ahuachapán, se sabía de un mito relacionado con ciertas armas ocultas
en el interior de la parroquia: «Se
dice que un día se ocultaron armas
en la casa parroquial del templo»,
comentaban el Dr. Horacio Magaña
y el Padre Carlos Álvarez. El dato
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Experiencias de la arqueología del rescate
era solo una fracción de la tradición
oral que no muchos conocían, cuya
minúscula referencia poco definía
la historia aún no escrita. Percatando en el curioso mito, el siglo XX había dejado algunos recuerdos.
Habían pasado ya cuatro
temporadas de intervenciones arqueológicas, desarrolladas durante los trabajos de restauración del
histórico templo a raíz de los daños
ocasionados por los terremotos de
2001. Aquella época de investigaciones dejó un exquisito mosaico
de hallazgos e información cultural
que entrelazan la fuente documental con la evidencia material. Lo anterior permitió la elaboración de un
importante informe arqueológico y
texto denominado «Una Visión del
Pasado desde Nuestra Señora de la
Asunción de Ahuachapán», documento inédito ahora localizado en
el Departamento de Arqueología de
la Secretaría de Cultura y en algunas
bibliotecas nacionales. Aquel informe resume muchas horas de lectura
y archivos, mesas de análisis, escritorio y actividad en campo. El estudio fue la búsqueda de una prudente
interpretación que detallase la historia local a través de los artefactos
y rasgos arqueológicos.
En principio, la investigación giraba en torno a los hallazgos
de restos óseos que apuntaban a un
cementerio colonial —posteriormente, republicano— suscitados
191
en templos anteriores al actual,
en la misma área. Así se sumaba el
hallazgo de cerámica, vidrio y porcelana del siglo XIX que se evidenciaban como parte del ripio y la
mezcla de una antigua modalidad
constructiva de aquel viejo siglo, de
cuyo suelo emerge el inmueble que
ahora conocemos. Pero por su lado,
en otras investigaciones se había ya
suscitado el hallazgo de restos de
un antiguo asentamiento indígena
del periodo preclásico, localizado
bajo los entierros republicanos en la
nave central de la iglesia. La historia
de esta limitada área se remonta a
épocas lajanas.
Tras toda esta rica información no sospechábamos que luego,
entre el enlace de épocas fundidas
en un solo espacio en las entrañas
del templo, fue en la última temporada de excavación cuando acontece
el inesperado hallazgo. Se trataba
de un considerable lote de armas y
municiones en el contexto arqueológico de una época muy reciente. Sin precedente alguno más que
aquel conocido rumor de las armas,
la arqueología abriría nuevamente
un viejo expediente que traería a la
luz algunos hechos suscitados en el
corazón del siglo XX, incorporando
la historia del templo en la cotidianidad política de aquella convulsa
época.
Con este relevante hallazgo
se cierra la quinta temporada de
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
192
Fabricio Valdivieso
investigaciones arqueológicas en
Nuestra Señora de la Asunción de
Ahuachapán. Y fue así, a no más de
tres generaciones, como se logra
constatar que aquel ‘mito’ de las
armas ocultas fue siempre una verdad.
El hallazgo
Durante la tarde del 13 de octubre
de 2003 transcurrían las excavaciones de reconocimiento de rasgos
culturales y registro de suelos en el
pequeño jardín de la casa parroquial
del templo. A menos de 30 cm de la
superficie, uno de los trabajadores
encontró una munición no detonada calibre 7 mm, lo cual fue motivo
suficiente para concentrar nuestro
interés en el reducido espacio donde estaban algunas macetas.
Tomando con seriedad
aquel rumor de las armas, se trazó
una cuadrícula de excavación que
cubría 4.15 m de largo con 1.43 m de
ancho, al contorno del hallazgo. Para
realizar esta excavación fue indispensable contar con la colaboración
de un buen amigo y colaborador del
Departamento de Arqueología, Lic.
Giovanni Zaghini, especialista en armas, quien incorporó un detector de
metales al rastreo de estas evidencias y con su conocimiento aportó
importante información para el registro de material armamentístico,
lo cual permitió nutrir la interpretación del hallazgo.
De este modo, la excavación
logró detectar, primeramente, ocho
fusiles de 1.23 cm de largo, colocados de cuatro en cuatro en direcciones contrarias (este-oeste y oesteeste). Debido a la acidez del suelo,
los fusiles se encontraban en pésimas condiciones de conservación:
carecían de sus partes de madera
(como la culata), lo cual ofrece una
referencia anticipada del tiempo en
que debieron permanecer enterradas. Estas armas aún conservaban
las alzas de mira regulables y las
argollas en las que se enganchaba
el portafusil (correa); aún eran notorias las puntas de mira y el enganche para la bayoneta. De antemano
se constató que se trataba de fusiles de cerrojo con cargador interno
para almacenar cinco cartuchos de
tiro 7 mm. El cerrojo estaba a 90
grados del fusil, al tiempo en que estos se encontraban cerrados.
Estos fusiles, al momento
de enterrarse, fueron depositados
sobre abundante munición. Esta se
econtraba en cajas de cartón, cuyos
restos aún se estaban adheridos a
los cartuchos. Dichas cajas contenían 20 cartuchos cada una. El estado de conservación de los cartuchos
supone un alto grado de oxidación,
mientras que otros todavía se perciben intactos.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
En el mismo contexto, con-
Experiencias de la arqueología del rescate
tiguo a los fusiles en el sector oeste,
se encontró otro lote de munición
de 7 mm depositado a granel. Consecuentemente, a 85 cm de distancia hacia el sector este se obtuvo un
tercer lote de municiones también
depositado a granel. La munición
encontrada nunca fue detonada. Es
curioso que en este último rasgo,
entre los cartuchos de munición, se
encontró una rasuradora metálica
de dos piezas y una interesante medallita de la Virgen de la Milagrosa.
Al concluir la excavación se
contabilizó un total de 1,391 cartuchos de munición de 7 mm, sumado
a los ocho fusiles de cerrojo, cada
uno con sus accesorios —la placa de
culata y gancho de cincheta trasera.
El análisis de Zaghini nos
permite considerar que estos fusiles son de manufactura española de
la fábrica Oviedo, cuyos modelos se
produjeron entre 1909 y 1910, utilizados en la primera mitad del siglo
XX.
Datos del fusil. El Oviedo realmente
se conoce como Mauser Español.
En esta versión, España tomó como
base el fúsil Mauser Alemán producido en 1893, siendo este último el
precursor del cerrojo. La diferencia
entre el Mauser Alemán y el Mauser Español es determinada por la
posición del cerrojo, un dato muy
importante que nos permite algu-
193
nas interpretaciones que se detallan
más adelante. El Mauser Español es
un arma utilizada en la guerra civil
española, preámbulo de la segunda
guerra mundial, siendo estos los
más robustos y avanzados de su
época. Este fusil era muy preciso y
potente, algo muy importante para
la infantería. Los Mauser constituyen un sistema de repetición para
cinco cartuchos y uno en la recámara. Sus partes principales son un
cañón de tres cuerpos escalonados,
unidos por medio de roscas al cajón
de los mecanismos de alimentación
en su interior, el mecanismo de disparo y los elementos de seguridad
y puntería, y finalmente la caja y el
guardamano de madera. Estos modelos pueden apreciarse en el Museo Militar en San Salvador.
El Mauser Alemán era el
arma oficial utilizada por el ejercito
de El Salvador en la primera mitad
del siglo XX, mientras que el Mauser
Español u Oviedo, era distribuido en
países como México, Brasil y Uruguay; en América Central lo utilizó
Guatemala.
De este modo, la posición
del cerrojo ha permitido reconocer
la fábrica del fusil, siendo este un
Oviedo, y según algunas referencias
podría tratarse de un arma perteneciente al ejército guatemalteco.
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
194
Otros hallazgos posiblemente
relacionados
Fabricio Valdivieso
Hemos de señalar también otro
hallazgo relacionado a la época de
las armas. Se trata de una recámara
subterránea localizada bajo la sacristía de la misma casa parroquial,
a pocos metros del jardín. Consiste en una curiosa habitación cuya
profundidad oscila los 3.81 m, en
un área de 2.5 m de largo que corre
de norte a sur, y 1.30 de ancho, de
este a oeste. Esta oscura recámara
se presenta como una bóveda de
cañón sostenida por columnas con
detalles arquitectónicos ornamentales, y cuya área total le componen
tres espacios formando una T. A
dichos espacios les denominamos
‘ala norte’, ‘ala sur’ y ‘centro’.
Una de las paredes en el ala
norte contiene dos nichos cuya función es desconocida, los que aparentemente sugieren escondrijos.
En la misma ala se tiene una perforación o pequeño pozo en cuyo
interior encontramos un antiguo
candelabro decorado con una cruz
soldada en hierro. Este artefacto
sugiere doble funcionalidad: cruz
y candelabro. Mientras tanto, en
el ala sur, en la parte superior de
la bóveda se tiene un orificio que
traspasa la pared hacia el exterior,
y sugiere un respiradero o entrada
de aire. Nadie pudo proporcionar
información relacionada con esta
habitación, por ello permanece
completamente desconocida su
función. Algunos creemos que se
trata de un escondite. Su construcción es similar a los estilos arquitectónicos eclécticos de la primera
mitad del siglo XX. Se reporta que
en aquella época, por los años 30,
se realizaron algunas remodelaciones al inmueble, las cuales posiblemente dieron lugar a la construcción de este espacio sin que fuese
divulgado. Curiosamente, tanto su
estilo arquitectónico y constructivo, como las fuentes orales y documentales relacionadas a las remodelaciones del templo, nos sugieren que esta habitación data de la
misma época de las armas: primera
mitad del siglo XX.
Surge así una pregunta más
compleja, ¿las armas, la recámara o
escondite y el templo son un conjunto? Las preguntas pueden que
conduzcan a considerar el papel jugado por la iglesia, o por los encargados de esta iglesia, en la primera
mitad del siglo XX.
Recámara y armas: una interpretación del hallazgo
En conversación personal con el Dr.
Horacio Magaña, ahuachapaneco
de distinguido abolengo, en cuanto al yacimiento de fusiles y municiones en la parroquia del templo,
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Experiencias de la arqueología del rescate
comenta que siempre se ha creído
que este armamento se depositó
en consecuencia a la rebelión en
contra del Gral. Maximiliano Hernández Martínez, del 2 de abril de
1944. Agrega el Dr. Magaña que en
aquel momento se realizaron modificaciones al templo, lo cual posiblemente tenga también relación
con la construcción de la recámara
localizada en el sector de la sacristía.
Ahondando un poco más
en la traición oral, fue posible que
este material fuera detectado en
los años cuarenta del pasado siglo,
por el entonces párroco del templo
Padre Francisco Echevarria, Misionero Josefino, quién fungió entre
las fechas comprendidas del 11 de
diciembre de 1942 al 1 de febrero
de 1953. Posiblemente para evitar
cualquier dificultad con las autoridades de la época, el padre Echevarria decidió sepultar el armamento.
Desde aquel momento existió el
rumor de la presencia de armas en
el sector del jardín de la casa parroquial.
La tradición oral no especificó nunca mayores datos sobre la
procedencia de estas armas, ni la
cantidad y cualidades.
Con este hallazgo puede
tenerse una posible referencia en
cuanto a la funcionalidad de la recámara: ¿se trataba de un escondite?.
195
Para explicar la presencia
de este armamento, deberemos
retomar documentos de la época
y con ello concebimos algunos supuestos que permitan posibilidad
para esclarecer el hecho.
De este modo, partiendo de
los argumentos de la tradición oral,
tomaremos otras fechas que sugieren posibilidades. Consideraremos
el 2 de diciembre de 1944, tomando
en cuenta el año de referencia señalado por el Dr. Magaña. Durante
aquella época en el siglo XX, El Salvador se fundía en el espectro político acarreado tras la caída de la
dictadura martinista. El transcurso
de aquel 1944, luego de numerosos incidentes políticos, la pugna y
la inconformidad llevó al país a su
crisol, luego que el Coronel Osmín
Aguirre y Salinas conquistara el poder. Los principales periódicos del
2 de diciembre de 1944, redactan
la alarmante noticia referente a al
tiroteo suscitado la noche anterior,
entre las 10:30 y 12:00, que sembró intranquilidad en San Salvador.
Se vivía un ambiente de inseguridad política en la región. Un grupo
de revolucionarios encabezados
por el Dr. Arturo Romero, desde
Guatemala, pretendían derrocar
al entonces presidente salvadoreño. De este modo se rumoraba que
desde el vecino país saldría una invasión. En respuesta, el Presidente Aguirre estableció una base de
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
196
Fabricio Valdivieso
operaciones militares en Santa Ana
y minó la carretera que de la ciudad
de Ahuachapán conduce a la misma.
Hecho esto, los revolucionarios que
venían de Guatemala entraron por
Ahuachapán. La historia escribe,
para aquel 2 de diciembre, una sangrienta batalla en los llanos del Espino, contiguo a la ciudad, en la que
tropas de refuerzo lograron aplacar
a los revolucionarios. Aquello terminó en numerosas muertes. El llano
fue el escenario donde se vivió uno
de los más duros episodios bélicos
que el siglo XX recordaría para esta
ciudad.
Ahora bien, otras referencias nos indican que Guatemala utilizaba fusiles españoles Oviedo, similares a los encontrados en la casa
parroquial del templo a Nuestra Señora de la Asunción, mientras que
en El Salvador el arma oficial del
ejército era el fusil Mauser de origen
alemán, muy similar al Oviedo, con
la diferencia determinada por el ángulo del cerrojo, como se ha dicho en
párrafos anteriores. Se desprende la
posibilidad de que, por tratarse de
una ciudad fronteriza con Guatemala, y en adición a la inestabilidad política de la época, así como al papel
de la iglesia en aquel contexto, esta
cámara fue construida años antes,
durante las restauraciones señaladas por el Dr. Magaña, posiblemente con algún objetivo relacionado al
caos político de aquellos años.
Para algunos analistas, la
iglesia evitaba cualquier dificultad
que pudiera ocasionar confrontación con el gobierno y los militares.
Debido a ello, se reprimía todo intento discordante dentro del clero
que fuese en contra del capitalismo
y de la clase gobernante cafetalera.
Posiblemente eso motivó a que se
escondieran esas armas, y así evitar
cualquier problema con las autoridades de la época. Puede que aquellos incidentes tuvieran relación con
estas armas. Si estas fuesen armas
de uso exclusivo del ejército de Guatemala o aquel país era uno de los
receptores de este armamento, la
pregunta será: ¿porqué se encontraron estas armas en el interior de
una iglesia salvadoreña?, ¿decomiso?, ¿reserva?, ¿deshecho? Las verdaderas intenciones —con un tinte
escéptico, aunque se cuente con evidencias escritas— quedará solo en
la memoria de los protagonistas.
5) Exhumación y arqueología de
rescate a los restos del Prócer Independentista Gral. Manuel José
Arce
Muerte de un prócer
Según La Gaceta del Salvador correspondiente al 17 de diciembre de 1847, el Gral. Manuel José
Arce murió el día 14 de diciembre
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Experiencias de la arqueología del rescate
del mismo año en la casa del Gral.
Fermín Paredes, ubicada frente a
la Administración de Rentas, en el
barrio La Vega de San Salvador, a la
edad de 60 años.
Los restos mortales del
Gral. Manuel José Arce fueron sepultados frente al Altar Mayor del
antiguo templo La Merced. El actual templo La Merced, donde se
ubicó la tumba del Gral. Manuel
José Arce, se localiza en la 10ª Av.
Sur y 6ª calle oriente, en el centro
histórico de San Salvador.
La edición del 5 de septiembre de 1978 del periódico El
Diario de Hoy publica que los restos
del Gral. Manuel José Arce fueron
exhumados, sin que el reportero
lograse conseguir mayor información referente a motivos o técnicas utilizadas. Las fotografías de
aquella exhumación, archivadas en
la Secretaría de Cultura, poseen fecha de los meses abril y mayo del
mismo año. Este entierro de 1978
se localizaban en el sector Sureste
de la actual iglesia. Para esa fecha,
esos restos fueron trasladados a
una capilla edificada en el sector
sur del templo, la que luego fue conocida como «Capilla Cívica», frente al Cristo Crucificado. Durante los
últimos años, esta capilla contuvo
una lápida fúnebre alusiva al prócer.
No se tiene dato de alguna
exhumación realizada a los restos
197
antes de 1978. Tampoco se tienen
notas de interés científico tomadas
de la exhumación de ese mismo
año.
Habrá que considerar que
aquella exhumación de 1978 pudo
ser la primera intervención a los
restos del prócer desde 1847. Partiendo de ello, alguna nota nos pudiese dar a conocer si estos restos
estuvieron siempre desde 1847, en
el lugar antes mencionado. De ser
así, con la presencia de un arqueólogo en aquel momento, se hubiera
obtenido nota de anteriores intervenciones, saqueos, o en caso de
encontrarse in situ, se tendría un
patrón de enterramiento, modalidades funerarias, forma y naturaleza del féretro, vestimenta, posición
de objetos, orientación del entierro, materiales y naturaleza de los
artefactos contenidos tanto en el
interior del féretro como en el individuo. Con el interés de conocer
patrones funerarios y registrar mediante la técnica arqueológica todo
detalle de la célebre tumba, la figura de «exhumación» adoptó el tono
de «rescate arqueológico», como se
expone a continuación.
Actividades de exhumación
La Unidad de Arqueología, por medio de la entonces Coordinación
de Investigaciones de Concultura,
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
198
Fabricio Valdivieso
conformó un equipo de trabajo
para el rescate de muestras de información cultural contenidas en
el entierro. Este equipo se compuso de la siguiente manera: para el
trato del material óseo se requirió
del paleontólogo Dr. Mario Romero,
quien a la vez dirigía la Coordinación de Investigaciones de Concultura; para la consolidación del
material se contó con la asistencia
de la Arq. Alejandra González, entonces era miembro del Taller de
Restauración del Museo Nacional
de Antropología ‘Dr. David J. Guzmán’. El levantamiento fotográfico
y el registro del material en gabinete estuvo a cargo el Sr. José Concepción Torres, miembro de la Coordinación de Registro e Inventario.
El registro escrito, análisis de los
restos in situ, selección del material de interés cultural y dirección
de la exhumación estuvo a cargo el
Lic. Fabricio Valdivieso.
Los restos del Gral. Manuel
José Arce fueron exhumados el 4 de
septiembre de 2002. Fue esta la segunda exhumación conocida, como
se menciona en líneas anteriores.
Durante toda la actividad, el
equipo de exhumación estuvo rodeado por una elegante escolta o guardia
de honor conformada por cadetes de
la Escuela Militar Capitán General
Gerardo Barrios, quienes se apostaron al contorno del área de actividad
y sector de la sepultura, hasta el acce-
so al templo.
A pesar de que la información cultural en esta ocasión recuperada es mínima, aún es posible
conocer algunos aspectos útiles a
la ciencia. Entre estos aspectos se
tienen artefactos contenidos en el
cuerpo: tela, que permitirá conocer texturas, decoración, colorantes utilizados en la época, influencias comerciales de otros países en
cuanto a textiles, entre otros. Así
también se tienen restos de metales que permitirán conocer algo
referente a esta industria y sus características: cueros, sus acabados,
funcionalidad y decoración; madera, naturaleza de la misma y sus
utilidades; y otros que comprenden tanto parte de la vestimenta,
como del resto del primer féretro.
Además, las muestras del mismo
cuerpo pueden proporcionar datos
sumamente importantes: análisis
de ADN, patologías, estatura, nutrición, entre otras cosas.
Este rescate se aplica, prácticamente, a un entierro de secundario, indirecto, contenido en un
féretro y bóveda construidos en los
años posteriores a 1970.
Investigación:
El objetivo de la investigación consiste en aprovechar la oportunidad de registrar datos culturales
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Experiencias de la arqueología del rescate
y tomar muestras de osamentas
para futuros análisis que puedan
enriquecer el acervo tenido en torno al prócer Gral. Manuel José Arce
y su época. Asimismo, se pretende
disponer de las muestras mismas
cuando la ocasión lo requiera.
El procedimiento seguido se
detalla de la siguiente manera:
1. Excavación hasta el nivel del féretro (en este caso apertura de
la bóveda mortuoria).
2. Identificación de materiales culturales y selección del mismo.
3. Limpieza superficial del material seleccionado.
4. Clasificación.
5. Consolidación con Paraloid
B-72 en thinner, aplicado superficialmente con brochuelo. Únicamente se aplica consolidante
a las muestras óseas y metales,
puesto que la tela tendrá otro
procedimiento de laboratorio.
6. Embalado de cada muestra, utilizando papel aluminio.
7. Traslado de las muestras al Museo Nacional de Antropología
“Dr. David J. Guzmán”.
8. Levantamiento fotográfico del
material.
9. Segundo tratamiento de consolidación del material, en gabinete.
10. Presentación de informe técnico.
199
Detalle:
La exhumación inició a las 9: 00 a.m.
del día 4 de septiembre de 2002,
aún sin la presencia del equipo de
rescate de Concultura. Este último
se presentó media hora después.
Se requirió de dos trabajadores,
quienes al iniciar los trabajos en
el piso quebraron cuatro ladrillos
al Norte y cinco al Este, correspondientes a la Capilla Cívica. Con esto
último se logró mostrar dos (2) de
las cuatro (4) tapaderas de cemento que cerraban la bóveda que contuvo el féretro, que posteriormente
fueron levantadas. Cabe señalar
que los trabajadores, en su inicio,
quebraron la lápida mortuoria que
hace alusión a los restos del prócer,
antes de la presencia del equipo
de rescate. La referida lápida fue
recuperada por los miembros del
equipo y posteriormente llevada
a las instalaciones del Museo Nacional de Antropología ‘Dr. David
J. Guzmán’ para su restauración y
resguardo.
Al observar los restos que
yacían en el interior de la bóveda,
se logró constatar que estos refieren a un entierro secundario, indirecto, cuyas osamentas se perciben
envueltas en tela y otros materiales
que componen parte de la indumentaria del individuo, rasgo que
se denomina ‘bulto’. El bulto se encuentra en el interior de un féretro
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
200
Fabricio Valdivieso
moderno putrefacto que colapsó
sobre los restos. El féretro se localiza en el interior de una bóveda de
cemento, la cual contiene una ligera fuga de agua. El agua, obviamente, fue el acusante del acelerado
proceso de putrefacción del féretro,
a la vez que contribuyó al deterioro del contenido en bulto al que se
hace referencia. Esto permitió que
el material óseo se pulverizara, el
metal se oxidara aceleradamente, y
el cuero y la tela se pudrieran. Sin
embargo, se extrajeron muestras
en pésimo estado de conservación.
Se separaron los restos del féretro
y se seleccionó el material útil para
muestreo, según el procedimiento.
La mayor parte del material
óseo, tanto pulverizado como semicompleto, se colocó en un féretro
lujoso, para su traslado a la funeraria La Auxiliadora, en San Salvador,
y luego inhumarlos en el Monumento Conmemorativo a los Próceres Independentistas, localizado
en el Complejo Cultural Recreativo
San Jacinto. En este nuevo féretro
se tiene un revestimiento metálico
en su interior, el cual permitirá que
los restos del prócer se conserven
por mucho más tiempo. Así también se dejaron restos de tela, que
fueron llevados por personal de la
funeraria, posiblemente para enterrarlos junto al nuevo féretro.
Las evidencias culturales fueron pocas, si consideramos
la posibilidad de atuendos de un
general de la época y prócer de la
nación. Lo anterior puede deberse
a que en la primera exhumación o
mucho antes posiblemente, se extrajo la mayor riqueza del material
contenido en el referido entierro y
fue repartido entre particulares.
Luego de la exhumación, se
dio un acto en honor al prócer.
Material recuperado como muestras
para análisis
El material recuperado contiene las
pruebas mínimas que identifican
visualmente su naturaleza o forma.
Indumentaria:
11 fragmentos de tela
8 fragmentos que en primera instancia aparentan restos de cuero
2 tacones de calzado
4 restos de capona
1 fragmento de fibra no identificada
Metales:
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
25 clavos
1 botón
4 fragmentos no identificados
4 fragmentos que aparentan
alambres
Experiencias de la arqueología del rescate
Hueso:
1 falange
1 fragmento de hueso largo
El total de materiales recuperados
asciende a 62 muestras. Fueron
fotografiadas para el registro de la
Unidad de Arqueología.
Asimismo se recupera también la placa fúnebre elaborada en
mármol, la cual se presenta completa-fragmentada en ocho partes.
Las medidas de la placa son: 1.24
cm de largo con 64 cm de ancho.
Conclusiones preliminares
Según las muestras recuperadas, es
notable que este individuo portaba indumentaria de lujo. El tipo de
botón, de aproximadamente de 1
pulgada de diámetro, parece pertenecer a un traje con cierres suntuosos. También, los restos de caponas
sugieren cierto rol en la sociedad.
La localización en el interior de un templo católico cuyos
antecedentes datan del siglo XIX,
identifican a este individuo como
un personaje de importancia. Las
fuentes históricas, la lápida y el
carácter de la indumentaria del
individuo parecen corresponder
al Gral. Manuel J. Arce. Pruebas de
ADN lograrían reconocer con certeza la identidad de este individuo.
201
La investigación a través
de los restos materiales del prócer
Gral. Manuel José Arce, quien fue el
primer Presidente de Centroamérica, queda abierta a quienes interesen conocer a fondo su historia y
su tiempo.
6. Dr. José Matías Delgado y hermanos Aguilar en Iglesia El
Rosario
Esta investigación intenta demostrar la veracidad de la existencia de
los restos mortales de los próceres
Dr. José Matías Delgado y los hermanos Vicente Aguilar y Nicolás
Aguilar en el interior de la iglesia
El Rosario, en donde se suponen
sepultados. Este templo se ubica en
el sector Este de la Plaza Libertad,
en el Centro Histórico de San Salvador. El objetivo de la investigación
consiste en localizar dichos restos
pretendiendo luego una exhumación, como parte de un mandato
presidencial durante el año 2002.
Antes de ejecutar cualquier
intervención de suelos se realizaron
investigaciones preliminares, que
consistían en localizar y abordar
toda fuente directa de información
como documentos y entrevistas que
puedan referir datos precisos del lugar de enterramiento en el interior
del templo.
El día 15 de agosto de 2002,
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
202
Fabricio Valdivieso
una comisión dirigida por el autor
en compañía del Arq. Rubén Martínez, diseñador y constructor del
actual templo El Rosario, realizan
una inspección técnica al referido
inmueble. En aquella ocasión, la
comitiva logró entrevistarse con el
Padre Antonio, párroco de la iglesia, y con el Padre Gregorio, quienes
los acompañaron en un recorrido
por el templo. Los padres mostraron algunas lápidas removidas del
templo predecesor al actual, ubicadas actualmente en una recámara
ubicada en el sector noreste de la
Iglesia.
En primera instancia se
constató que de las lápidas mostradas, una es alusiva al Centenario del
Grito de Independencia, colocada
el 11 de noviembre de 1911, la cual
conmemora al Dr. José Matías Delgado. Así también se tiene otra lápida fragmentada que refiere a los
restos mortales de Nicolás Aguilar,
quien murió en 1818. Del mismo
modo se percibe otra lápida fragmentada que hace referencia en latín al tercer Obispo del Salvador, Dr.
Cárcamo y Rodríguez, sepultado en
el referido templo hacia 1885.
Según el Arq. Rubén Martínez, en los trabajos de construcción realizados entre 1964 y 1971
se encontró, a escasos 100 cm de
profundidad aproximada, una bóveda que contenía un féretro. Este
rasgo se localiza en un lugar no cla-
ramente determinado en el interior
del templo, contiguo a las paredes
del sector Sureste. El Arq. Martínez
afirma haber presenciado en el interior del ataúd, restos de calzado
y tela putrefacta. Se prohibió que
fuese tocado por los trabajadores y
se dejó todo en su lugar para luego
enterrarlo y continuar con la edificación del templo sin que el rasgo
fuese alterado.
Los datos recuperados del
entierro encontrado en febrero del
año 2001 en la demolida Iglesia Inmaculada Concepción de Santa Tecla, el cual correspondía al segundo
Obispo de El Salvador Dr. Miguel
Tomás Pineda y Saldaña, sepultado en 1875, refieren a un patrón
de enterramiento que consistía en
un féretro contenido en una bóveda. Dicho féretro se localizaba a un
metro de profundidad aproximada,
dato muy similar al proporcionado
por el Arq. Martínez. Lo anterior
hace creer que lo encontrado en
los trabajos de construcción del
templo pueda referir a los restos
del tercer Obispo de El Salvador Dr.
Cárcamo y Rodríguez, sepultado en
el segundo templo edificado en el
área, lo cual consta mediante fuentes documentales y en la misma
lápida aquí localizada. O bien puede tratarse de otro personaje de la
época cuya lápida, en caso la hubo,
haya desaparecido.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Algunas fuentes señalan
Experiencias de la arqueología del rescate
que a raíz de las batallas que tuvo
el gobierno de Gerardo Barrios y
Rafael Carreras, los restos del Gral.
Bracamonte fueron enterrados en
el atrio del primer templo edificado
en el área.
El primer templo, denominado Iglesia Parroquial, fue uno
de los edificios que más dominaba
la urbe de 1811. Este edificio se
ubicaba al oriente del otrora Plaza
Mayor o Plaza de Armas, hoy Plaza
Libertad. Esta Iglesia Parroquial
fue edificada por el Dr. José Matías
Delgado, la cual se admira en una
estampa francesa publicada en los
viajes de Enault. Este templo fue
llevado al grado de Catedral el 1º
de octubre de 1843, momento en el
cual el Dr. Jorge Viteri y Ungo, primer Obispo de El Salvador, ofició
una misa.
Este antiguo inmueble se
edificó en forma de cruz latina, con
dos torres: una para el campanario
y otra para el reloj. Aparentemente
este templo abarcaba toda la manzana donde hoy se encuentra la
Iglesia El Rosario.
La Iglesia Parroquial se
dañó en el terremoto del 16 de abril
de 1854, debido a un golpe ocasionado por la torre —que durante un
breve tiempo lució adornada por un
nuevo reloj traído de Europa hacía
apenas un año— llevando a su caída
gran parte de la contemporánea estructura. Luego del siniestro, a crite-
203
rio de los eclesiásticos, la arruinada
catedral aun brindaba seguridad.
Temporalmente se podían guardar
en su interior parte del mobiliario y
algunas cosas de los demás templos
dañados, entre imágenes y alhajas.
Mientras tanto, las misas se daban
provisionalmente en una ermita de
teja localizada en la Plaza Mayor.
Este templo ya había soportado los
terremotos de 1815, 1831 y 1839.
Luego de 1854, el templo fue restaurado por el gobierno, hasta el terremoto del 19 de marzo de 1873 el
cual propició su demolición.
Hoy día no se cuenta con
los planos originales de aquel antiguo templo, como tampoco se
tienen los planos de los templos
que le prosiguieron. Los templos
posteriores ocuparon la porción
norte de la cuadra donde lució el
primero. Un plan de investigación
consistiría, en primera instancia,
en comprender las dimensiones y
la orientación del antiguo primer
templo dentro del área que ocupó,
y con ello pretender localizar los
entierros dentro del mismo. A su
vez, se hace necesario comprender
las construcciones de los templos
que le procedieron, considerando
así la remoción de contextos que
dieron paso a dichas edificaciones.
Nicolás Aguilar, según fuentes históricas, fue enterrado en una
fosa abierta en la capilla mayor de
aquel primer templo, en septiem-
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
204
Fabricio Valdivieso
bre de 1818. Vicente Aguilar fue
sepultado en la nave derecha de la
misma iglesia, en abril de 1818. El
Dr. José Matías Delgado, según algunos historiadores, fue enterrado
al pie del altar mayor del mismo
templo, en noviembre de 1832. No
se percibe en el actual templo una
lápida que refiera a los restos del
Dr. José Matías Delgado y a Vicente
Aguilar. Si los restos existiesen, no
tenemos datos precisos de la localización de los mismos en el terreno
donde antes estaba la primera catedral, comprendida hoy tanto por
la Iglesia El Rosario como por el ex
colegio Fray Martín de Porres, en el
sector Sur del mismo, y algunos comercios en el sector Este de la cuadra.
Por otro lado, la remoción
de suelos para los trabajos de terracería que dieron lugar a la construcción de establecimientos comerciales y la actual Iglesia El Rosario,
permite dudar de la existencia de
dichos restos. Además, se desconocen datos precisos de la vestimenta
o rasgos físicos particulares de los
individuos al momento de ser enterrados. Esto último garantizaría
la identificación de los restos de
determinado personaje, evitando
cometer un falso histórico. Lo anterior se da considerando que en este
espacio también fueron enterrados
otros eclesiásticos o personajes distinguidos en diversos tiempos.
En conclusión, no se consideró conveniente realizar una excavación sin antes poseer las pruebas
suficientes que garanticen la existencia y localización de los cuerpos
en el referido inmueble, de lo cual
se carece. Los estudios magnéticos
en el área pueden identificar anomalías en el subsuelo, lo cual sería
normal puesto que las iglesias de
la época fungieron como cementerios. Así también, dichas anomalías
no garantizarían que estas tratan
en realidad, de un entierro.
7. Arqueología de épocas
republicanas en sitios
prehispánicos
Durante los años 2004 y 2007, la estructura B1-2 de Tazumal, en Chalchuapa, fue objeto de intervención
arqueológica intensiva y restauración. Estas intervenciones, dirigidas por el autor, pretendían definir
sistemas constructivos indígenas y
diferenciarlos de las restauraciones en cemento realizadas durante
la década de 1950. Las primeras intervenciones, a mitad de siglo, fueron dirigidas por Stanley H. Boggs.
De este modo, se requirió demoler
de manera manual y controlada las
viejas estructuras de hormigón,
pretendiendo no dañar las estructuras arqueológicas prehispánicas
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Experiencias de la arqueología del rescate
de su interior. Lo anterior es parte
del proceso deconstructivo.
Las restauraciones de la
década de 1950 fueron elaboradas directamente sobre las construcciones originales. Hubo que
definir con precisión la construcción moderna de la arqueológica.
El sistema constructivo moderno
utilizó piedra embonada con cemento y lodo, y en ocasiones, piedras de menor tamaño que simulan
pasillos empedrados y muros originales. La colocación de piedras
permitió aumentar el volumen del
edificio, y luego le fue colocado el
revestimiento de cemento. A este
sistema constructivo realizado en
los años cincuenta le reconocemos
como ‘falsos arquitectónicos’. Estos
últimos serán todas aquellas intervenciones constructivas modernas
aplicadas sobre las construcciones
prehispánicas.
Deconstrucción
Como primer paso para iniciar la
deconstrucción de una estructura
arqueológica compuesta de cemento se organiza un adecuado plan
de intervención, el cual tiene como
objeto prioritario reconocer rasgos arquitectónicos de naturaleza
arqueológica, o llamados también
‘originales’, y diferenciarlos de los
rasgos arquitectónicos edificados
205
en virtud a las primeras intervenciones realizadas en la década de
1950, o falsos arquitectónicos. Esto
significa que identificaremos primero los falsos arquitectónicos de
las evidencias originales, pretendiendo no destruir estos últimos,
y dejarlos intactos para el registro,
estudio y posterior consolidación y
restauración. De este modo se removerá el cemento y los materiales
constructivos modernos aquí contenidos, hasta localizar las evidencias indígenas. Habremos de reconocer aquí dos sistemas constructivos de dos épocas muy distantes:
prehispánica y mitad del siglo XX.
Una vez hemos reconocido
lo original de lo falso, damos inicio
con el registro de los mismos. Luego, la investigación se torna hacia
el estudio arqueológico de las evidencias prehispánicas acaecidas,
comparándolas con el registro de
resultados documentales emanados de las primeras intervenciones
en 1950.
De este modo se solventan dudas, y se actualiza la información, dando lugar a nuevas interpretaciones. En nuestro caso
surgieron también nuevos aportes
sustentados por el hallazgo de evidencias antes no percibidas. Siendo
así, el procedimiento deconstructivo de una estructura arqueológica
evoca el estudio del procedimiento
arqueológico aplicado por los pri-
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
206
Fabricio Valdivieso
meros arqueólogos que intervinieron el sitio. Es decir, a través de la
arqueología moderna se estudiarán y entenderán los procedimientos arqueológicos realizados a mitad del siglo XX: arqueología de la
arqueología. De este modo se pretenden identificar técnicas arqueológicas utilizadas en el pasado, empleo del concreto en la arqueología
incipiente en El Salvador y motivos
que condujeron a las interpretaciones antes tenidas, así como corroborar datos relacionados al estado
de conservación de la estructura
en su parte interior, y la búsqueda
de precisión hacia las teorías antes
sostenidas, en base a las pruebas
ahora suscitadas.
Excavación
El proceso deconstructivo de la estructura B1-2 inicia en la parte superior de la misma. En este sector
se requirió delimitar con pita cuatro trincheras y registrar el procedimiento en los diarios de campo
digitales. Las cuatro trincheras fueron ubicadas mediante dibujo en
planta, y orientadas de acuerdo a la
posición de la estructura y su desviación de 10° del norte magnético.
El total de la excavación comprende 19.10 m de ancho máximo esteoeste, y 19.20 m de largo máximo
norte-sur. El material arqueológico
recuperado se clasifica en relación
a la trinchera en que se encuentra,
por estratos y por la naturaleza arqueológica del material: obsidiana,
lítica, cerámica, misceláneos y basura moderna.
Los primeros centímetros
excavados demostraron la existencia de abundante material arqueológico revuelto, entre los que se tienen
fragmentos cerámicos de diversas
épocas prehispánicas, incluyendo
plomizos del tipo Tohil, restos de
vasijas del tipo Púas, fragmentos
con engobe rojo y una interesante cuenta de barro, así como restos
de piso fuera de contexto. Se tienen
también obsidianas y puntas de flechas, y abundante basura moderna
como canicas, plásticos, vainas de
tiro, monedas de diferentes años y
países, corcholatas, vidrios y otros
materiales dejados por turistas u
otros visitantes a lo largo del siglo
XX. El turista solía subir a la estructura, ver las montañas desde los alto
y descansar en el césped, el cual le
cubrió durante los últimos cincuenta años. Todo este material es parte
del primer estrato de humus revuelto con otras tierras provenientes de
antiguas intervenciones.
A lo largo y ancho de la parte superior de la estructura, una vez
limpio, pueden observarse algunas
antiguas intervenciones las cuales
parecen haber sido ocasionadas por
saqueadores y por las excavaciones
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Experiencias de la arqueología del rescate
arqueológicas de los años de 1950.
Estas intervenciones dañaron parcialmente los rasgos arquitectónicos de naturaleza prehispánica aquí
contenidos. Cabe señalar que los
restauradores de los años de 1950,
en ocasiones colocaron un recubrimiento de mezcla a base de lodo sobre el sistema constructivo original,
lo cual permite identificar o rastrear
aquellas antiguas intervenciones.
Asimismo, creemos que algo de la
basura moderna localizada en las
antiguas trincheras fue colocada
adrede para indicar las intervenciones de la época. Así se reconocen
también falsos arquitectónicos a los
costados del escombro de la estructura prehispánica.
La mayoría de basura moderna encontrada en el humus corresponde a restos de empaques de
golosinas, prendas, juguetes, monedas y otros materiales dejados por
los visitantes durante la historia
del parque. Como nota aparte, en
una ocasión durante estas intervenciones se encontró un muñeco de
plástico de los clásicos indios norteamericanos, el cual cualquier niño
salvadoreño de hace treinta años
—como el autor— logró conocer en
la infancia, y cuya industria parece
ahora haber desaparecido. Por tratarse de un indio encontrado en el
estrato de humus de esta estructura
prehispánica, el hallazgo fue motivo
de bromas.
207
Volviendo a la historia reciente de este edificio, según la
tradición oral, en los años de 1980,
durante el conflicto armado, en Tazumal fue instalada una estación
militar, por lo que podemos suponer el motivo por el cual yacen restos de vainas de balas e incluso un
fragmento de antena de radio y baterías.
En el sector norte, aproximadamente a los 1.80 m de profundidad y bajo los muros edificados
en virtud a las restauraciones de la
década de 1950, se encontró un curioso fragmento de lápiz en pésimo
estado de conservación, el cual aún
conservaba el grafito y la madera
con pintura amarilla, similar a los
lápices que actualmente solemos
usar. Este lápiz posiblemente fue
utilizado para las anotaciones de la
época, no se sabe si por algún obrero o por el mismo arqueólogo Stanley H. Boggs; quién sabe. Lo cierto
es que estos hallazgos son el remanente que el siglo XX deja en uno de
los primeros parques arqueológicos de El Salvador.
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
208
Fabricio Valdivieso
8. Algunas apreciaciones finales
y otros casos
En cuanto a los materiales de épocas
de la República
El derrumbe de antiguas residencias e inmuebles con valor histórico, luego de los terremotos del
año 2001 y la restauración de los
inmuebles históricos realizada a
raíz de los referidos siniestros, lograron evidenciar un alto potencial
arqueológico contenido en su subsuelo. El grueso de este potencial
lo constituye abundante material
fragmentado del siglo XIX y principios del siglo XX. Entre artefactos
se tienen cerámicas, porcelanas,
metales, vidrios, botellas, y hasta
restos de una cajetilla de cigarrillos
curiosamente conservada, encontrada bajo el suelo de relleno en el
Palacio Nacional, en el centro de
San Salvador, entre otros hallazgos
presenciados por este investigador.
El material proveniente del
subsuelo de residencias e inmuebles históricos de nuestras ciudades, con el análisis hacia el artefacto mismo y su contexto, son una
ventana que nos llevará a conocer
rubros arqueológicos aún vírgenes
de estudio dentro del campo de la
economía, industria.
En otras partes del mundo, los arqueólogos irrumpen con
sus investigaciones en lugares no
usuales a su profesión, como antiguos rellenos de basura o depósitos
de maquinaria vieja desechada. En
el caso de los rellenos, sería labor
del arqueólogo aplicar su procedimiento, por lo general mediante
una excavación, para luego ordenar
el material recuperado, clasificándolo y registrándolo. El caso común
es encontrar lo más antiguo en lo
más profundo de la excavación, de
tal modo que cada nivel de profundidad indicará una época, con
modas y tipos diferentes. A medida
que se clasifica el material contenido y una vez ubicado en determinada época, estos arrojan importante
información en el campo del comercio y la industria. Por ejemplo,
se pueden encontrar botellines de
perfumes, estos pueden clasificarse e inducir cuál fue el más aceptado por los consumidores en la
década de 1920, y por qué fue así.
Lo mismo con determinadas marcas de otros artefactos como licores, frascos de medicinas o tónicos,
o hasta electrodomésticos y otros
enseres. Luego se toman algunos
de estos artefactos y pasan a estudiarse en los laboratorios, tratando
de responder otras interrogantes.
Es común el hallazgo de fragmentos de vidrio que formaron parte
de vajillas o botellas, estas últimas
también las hay de cerámica las
cuales hacen posible que otros in-
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Experiencias de la arqueología del rescate
vestigadores realicen taxonomías
de materiales utilizados en la industria del siglo XVIII y XIX.
Es curioso también darnos
cuenta de las posibilidades de conservación de determinados utensilios, una vez que estos se encuentran aislados de la superficie, enterrados bajo los cimientos de una
casa, por ejemplo, fungiendo como
basureros. Así se han dado casos
en los que se encuentran plásticos,
canicas, papel aluminio, restos de
llantas, restos de juguetes, propagandas publicitarias, sistemas de
cañerías o cables y alambres antiguos, tapones, metales entre otros,
como parte del ripio localizado
bajo suelos de relleno de urbanizaciones construidas hace más de
cincuenta años. En nuestro país es
curioso encontrar en edificaciones
de finales del siglo XIX (donde al
mismo suelo de relleno se le mezclaban ripios que incluían fragmentos de botellas, porcelanas y hasta
huesos de animales comestibles)
todo ello posiblemente para solidificar la mezcla. Estos fragmentos
no solo nos proporciona un vistazo
de lo que fue la vida doméstica de
la época, también nos permite conocer el comercio tenido con otros
países en cuanto a la importación
de productos. Por ejemplo, se tienen botellas de cerveza provenientes de Europa y elaboradas en cerámica, se incluyen algunos fragmen-
209
tos de vajillas con el sello de la casa
que las elabora, muchas de estas
provenientes de casas inglesas. Algunas imágenes en porcelana reflejan escenas domésticas del siglo
XVIII y otras variadas decoraciones
de un gusto exquisito. Se cita también el caso de una botella de salsa
Inglesa encontrada bajo el suelo en
el templo Santiago Apóstol, Chalchuapa, la cual, por el contexto en
el que se encuentra y por la forma
de la botella, suponemos que viajó hasta aquí por todo el Atlántico
a fines del siglo XIX. Posiblemente
sea la botella de salsa inglesa más
antigua en nuestro país, dándonos
un parámetro de la introducción de
este producto a nuestras tierras.
En nuestro país se tienen
curiosos casos, como el particular
hallazgo de antiguas monedas de
plata del siglo XIX, que aconteció
nuevamente en Santiago Apóstol
en el año 1998. A estas clasificaciones pueden agregarse la gran
cantidad de fragmentos metálicos
encontrados: clavos, hierros no
identificables, restos de candelabros o antiguas latas de alimento
en pésimo estado de conservación,
entre otros.
El análisis de la industria
de aquellos años a través de los restos materiales, puede ofrecer a las
actuales empresas un panorama
histórico de determinados productos y su aceptación en el tiempo,
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
210
Fabricio Valdivieso
y así disponer de estos datos a su
provecho. De igual modo, estos datos permiten conocer un modelo de
vida cotidiana en una sociedad de
consumo poco antecesora a nuestra época.
En cuanto a la arqueología en las
iglesias
Durante la década de 2000, en El
Salvador se realizaron numerosas
intervenciones arqueológicas en el
interior de iglesias, edificadas estas
en diferentes épocas, compilando
valiosa información, útil a su vez
para compararlas con algunas fuentes históricas documentales. Esta
información se acompaña de un
rico muestrario de artefactos recuperados y utilizados por la antigua
sociedad, que pasan a exhibición
en museos estatales para el goce de
todos o se mantienen resguardados
en los depósitos de la Secretaría de
Cultura para futuras exposiciones.
En cuanto a los hallazgos
en iglesias, por lo general, el patrón
funerario ha sido el de mayor presencia. Se tienen casos que permiten señalar un número estimado de
entierros, hasta el grado de sobrepasar los 200 individuos en un área
reducida o definida por los limites
estructurales del inmueble. Tal es el
caso del templo Nuestra Señora de
la Asunción en Ahuachapán, donde
los entierros se extienden por debajo de la casa parroquial adyacente
a este inmueble. Lo anterior indica
que el templo y su atrio, como área
de entierros, fue más amplia en
otras épocas. El espacio hoy es ocupado por la referida parroquia.
Se sabe que las áreas ocupadas por los templos coloniales o republicanos fungieron como cementerios. Es de gran valor conocer la
tradición mortuoria de esta antaña
sociedad y su transformación en el
tiempo: modos de enterramiento,
ofrendas y costumbres, anatomías,
patologías y acontecimientos en la
zona, entre otros.
La actividad arqueológica
en El Salvador ha proporcionado
muestras interesantes de patrones
de enterramientos y artefactos extraídos de templos, véase el caso
de Santiago Apóstol en Chalchuapa,
Nuestra Señora de la Asunción en
Ahuachapán, las iglesias coloniales
de Virgen de la Asunción en Izalco,
San Juan Bautista de Nahuizalco,
San Pedro y San Pablo Apóstol de
Caluco, San Pedro Apóstol en Metapán, San Miguel Arcángel de Ilobasco, El Pilar en San Vicente, entre
otras.
En otros casos se han encontrado restos de antiguos empedrados sugiriendo anteriores
atrios. Así también se han encontrado componentes estructurales
que aportan información en cuanto
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Experiencias de la arqueología del rescate
a sistemas constructivos. Los datos
relacionados a sistemas constructivos ofrecen una alternativa de aplicación en tiempos modernos, puesto que mucha de esta información
no fue documentada por sus constructores, dejando que el tiempo,
y con este las nuevas modalidades
constructivas, contribuyesen a que
este conocimiento se olvidara.
Entre las curiosidades encontradas se tuvo en una ocasión,
en el templo a Nuestra Señora de
la Asunción en Ahuachapán, el hallazgo de una botella contiguo a
un entierro colectivo compuesto
de tres cuerpos: dos adultos y un
infante, en cuyo interior se encontró un mensaje con el nombre de
los individuos y el motivo de su
muerte, fechado hacia el siglo XIX.
Cabe señalar aquí también, el ocasional hallazgo de piedras de moler
incrustadas en las paredes de la
estructura, cuya última construcción sobrepasa los cien años. Estas
piedras de moler fueron utilizadas
como parte del material constructivo.
Otro caso interesante es el
hallazgo de catacumbas clausuradas en la Basílica de El Pilar en San
Vicente, en el año 2003, cuyas paredes nos muestran grafitos y leyendas mortuorias que datan desde
principios del siglo XIX hasta principios del siglo XX. Esto último es
una muestra clara de una idiosin-
211
crasia popular de la época. Desde
su clausura, pocos sabían, a manera
de mito, que en cada misa al recorrer el pasillo central hacia el Altar
Mayor del templo tenían bajo sus
pies estas catacumbas, cuyo diseño
arquitectónico y sistema constructivo hace verso con la totalidad de
la estructura del siglo XVIII, algo
muy singular de la época.
Incluso el subsuelo de
nuestra Catedral Metropolitana
nos enseñó en una ocasión el curioso hallazgo de un entierro colonial, siendo muy probable que
este se refiera a un eclesiástico del
antiguo Monasterio de Santo Domingo. Este rasgo se acompañaba
de ofrendas compuestas de vasijas,
cuya decoración y forma presentan
motivos nativos, sugiriendo con
ello una costumbre indígena en rituales cristianos hacia un personaje anónimo de la época.
En otras oportunidades y
en otras Iglesias, se han encontrado suelos culturales que sugieren
actividades realizadas en periodos
prehispánicos en el mismo lugar
del actual templo.
Poco a poco estos hallazgos
dan las pruebas con las cuales tanto arqueólogos como historiadores,
antropólogos u otros especialistas
perfilan un nuevo rostro a sus inquietudes, demostrando del mismo
modo un panorama más amplio del
accionar de estas disciplinas y pro-
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
212
Fabricio Valdivieso
piciando paulatinamente el desarrollo de las mismas en El Salvador.
Referencias bibliográficas
consultadas
Anónimo
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2008 Tazumal y la estructura B12, registro de una deconstrucción arqueológica y nuevos
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(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
Obrajes para beneficiar añil en San Vicente y La Paz...
215
Obrajes para beneficiar añil en San Vicente y La Paz:
Reconocimiento y registro de sitios arqueológicos históricos
de El Salvador
Heriberto Erquicia
Resumen
El descubrimiento de añil en los territorios hispanoamericanos, fue de gran
interés comercial para España; así, el tinte que se obtenía del xiquilite se encontraba entre los productos de mayor aprecio para la exportación durante
la época colonial, a tal grado que llegó a conocerse como el ‘oro azul’. Durante
los siglos coloniales en la provincia de San Salvador, el añil se convirtió en el
principal producto de exportación hasta el fin de la época. A mediados del
siglo XVIII, dicha provincia contaba con un estimado de más de seiscientos
obrajes que servían para beneficiar el añil. Esta tercera fase del proyecto registró y documentó más de una docena de obrajes de añil de la época colonial
y primera mitad del siglo XIX, localizados en la zona paracentral de El Salvador específicamente en los departamentos de La Paz y San Vicente.
Palabras claves: arqueología colonial, obrajes de añil, El Salvador.
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
216
Heriberto Erquicia
Agua, y Pilas con primor,
Puntero que bien lo entienda,
Mucho aseo, con yerba buena,
Producen la tinta flor.
(Juan de Dios Del Cid, 1641)
A manera de introducción
El descubrimiento del añil en los
territorios hispanoamericanos fue
de gran interés comercial para España; así el tinte que se obtenía del
Xiquilite se encontraba entre los
productos de mayor aprecio para
la exportación durante la época
colonial, a tal grado que llegó a conocerse como el ‘oro azul’. Durante
los siglos coloniales en la provincia
de San Salvador, el añil se convirtió en el principal producto de exportación hasta el fin de la época.
A mediados del siglo XVIII, dicha
provincia contaba con un estimado
de más de seiscientos obrajes que
servían para beneficiar el añil.
Este artículo es consecuencia de la investigación denominada Proyecto de Registro y Reconocimiento de Sitios Arqueológicos
Históricos de El Salvador FASE
III-2011, basada en la continuidad
del registro y el reconocimiento
arqueológico de sitios históricos
de El Salvador [Erquicia: 2008,
2009, 2009a, 2009b, 2010, 2011];
proyecto de la Dirección de Inves-
tigaciones de la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Tecnológica de El Salvador UTEC.
La Fase III-2011 del proyecto consistía en documentar los
obrajes de añil de la Zona Paracentral de El Salvador, más bien los que
se encuentran concentrados en las
antiguas haciendas añileras de los
actuales departamentos de La Paz
y San Vicente. La investigación se
enmarca en el estudio de los sitios
arqueológicos históricos, que están
referenciados por las fuentes etnohistóricas, documentales, archivos
y la oralidad; los cuales se reconocieron y evidenciaron en el campo
a través de las técnicas de la metodología de campo en arqueología.
De manera que la técnica
de investigación parte de las fuentes documentales y la técnica de la
prospección superficial. La investigación consistió en un estudio de
carácter exploratorio y descriptivo
que, por medio de visitas de campo, obtuvo el registro fotográfico, la
ubicación, el mapeo preliminar, la
descripción y el análisis de los datos obtenidos en campo.
Para la presente investigación definimos la arqueología
histórica como el estudio en el que
convergen dos ciencias sociales, la
arqueología y la historia. Una, estudiando e interpretando los restos
materiales dejados por las sociedades del pasado y la otra, com-
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Obrajes para beneficiar añil en San Vicente y La Paz...
plementando la investigación y la
interpretación por medio de documentos escritos desde la sociedad
que construyó los restos materiales
y que la arqueología encuentra en
el presente.
Como se acotó anteriormente, en este estudio se determinó reconocer y documentar obrajes
de añil de la zona paracentral de El
Salvador (La Paz, San Vicente). Por
ello se elaboró un marco, basado
en el conocimiento de la historia,
producción y comercialización del
añil en el Reino de Guatemala (Provincia San Salvador), pues se pretendía documentar los restos de los
obrajes coloniales.
El registro arqueológico se
elaboró del 6 de junio al 12 de julio
de 2011. Se visitaron más de una
veintena de lugares previamente
propuestos por este proyecto como
posibles zonas de hallazgo de los
inmuebles históricos; de los cuales
16 arrojaron datos e información
de vestigios arqueológicos en donde se mostraban los restos de antiguos obrajes que en su momento
sirvieron para la producción de tinta de xiquilite o añil. Dichos sitios
históricos, se encuentran ubicados
en los municipios de San Vicente,
Tecoluca, Zacatecoluca, San Juan
Nonualco, San Sebastián y San Idelfonso.
217
Tipología de los obrajes para
beneficiar añil
Vasijas, canoas, bateas, peroles u
ollas se sustituyeron por las pilas
o piletas, las cuales estaban construidas en mampostería [Aguirre,
2009], muchas veces de calicanto
y ladrillo de barro cocido, generalmente formaban juegos de tres pilas. Las instalaciones en donde se
lleva a cabo el beneficiado de añil,
se denominan obrajes. Dichas infraestructuras necesitan estar cerca de fuentes de agua, pues las actividades de beneficiar demandan
de este recurso en abundancia.
Las fuentes documentales e
historiográficas, así como los estudios arqueológicos y etnográficos
nos muestran una ‘tipología’ o más
bien una serie de características en
las cuales se pueden clasificar algunos de los obrajes documentados
en esta fase de investigación, para
ello es importante mencionar esos
estudios en donde se aborda dicha
temática.
Según Amaya, los ejemplares de obrajes de añil de los cuales
se ha obtenido documentación son
de tres tipos:
Obrajes de pilón. Estos consisten en una sola pila grande
hecha de mampostería [Amaya, 2006], los cuales parecen
ser muy escasos, pues fueron
prohibidos por la autorida-
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
218
Heriberto Erquicia
des coloniales.
Obrajes reales. Se refiere estructuras que constan de tres
pilas en desnivel.
Obrajes hidráulicos. Se sitúan
en las grandes haciendas añileras, se trata de complejas
estructuras que pueden contar con cinco a siete pilas de
gran tamaño y contienen una
canaleta para rueda hidráulica [Batres, Batres, Garnica,
Martínez y Valle, 2005].
Por su parte, Aguirre [2009], basado en un registro etnográfico y las
descripciones de Moziño [1976],
presenta para el territorio mexicano, tres tipos de obrajes: el artesanal —probablemente de una sola
pila o pilón— los obrajes simples,
los de tres pilas escalonadas —que
Amaya denomina obrajes reales— y
los obrajes con rueda de molino hidráulicas, o con ruedas horizontales
tipo Catarina, que vendrían a ser los
obrajes hidráulicos.
Desde la arqueología se han
documentado en El Salvador varios
obrajes para la producción de tinta
de añil, por ejemplo en San Gerardo
[Valdivieso, 2005] y en las vertientes del río Torola [Valdivieso, 2009],
todos del departamento de San Miguel. El mejor registro y documentación que se tiene hasta el día de hoy
es el obraje de añil hidráulico que se
excavó en el sitio arqueológico de
San Andrés en el Valle de Zapotitán,
La Libertad, a mediados de la década de 1990 [Amaroli, 1996; Gallardo, 1997].
Los obrajes de añil documentados
Achichilco I
El sitio Achichilco I, se ubica a 5 km
al Sureste de la ciudad de San Vicente, en el cantón y caserío Llanos de
Achichilco, del municipio y departamento de San Vicente, a unos 370 m
sobre el nivel del mar.
La hacienda Achichilco es
mencionada en la Descripción del
Estado General de la Provincia de
San Salvador: Reyno de Guatemala
(año de 1807), elaborada por el Corregidor Intendente de la Provincia
de San Salvador, Don Antonio Gutiérrez y Ulloa [1962]. Como parte
de las haciendas del Partido de San
Vicente de la Provincia de San Salvador, la Hacienda Achichilco aparece como hacienda extraviada del
Camino Real a 1 ½ leguas al este
de San Vicente, la cual pertenece a
Don Francisco Merino. En cuanto
a su clima es de regular temperamento, pero cálida; se encuentran
en ella varios ranchos (de campesinos), los cuales están dedicados
en su totalidad al cultivo del añil,
maíz, frijol (granos básicos) y otras
semillas [Ibíd.], que probablemente
se refiere entre ellas a la mostaza
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Obrajes para beneficiar añil en San Vicente y La Paz...
o semilla del xiquilite. Por su parte,
Santiago Barberena [1998], en su
texto de Monografías Departamentales, elaborado entre 1909 y 1914,
menciona a la Hacienda Achichilco
como una de las más valiosas del departamento de San Vicente todavía
para el primer cuarto del siglo XIX y
menciona que su propietario es Don
Octavio Miranda.
El sitio consiste en dos
obrajes de añil (Figuras 1 y 2), del
tipo que Amaya [2006] describe
como ‘real’ o del tipo ‘simple’ según
la descripción de Aguirre [2009].
Uno, el que se encuentra en mejores condiciones, presenta tres pilas
escalonadas, la del cocimiento o
remojo, la del batido y la del secado; según las descripciones descritas en el manual de Moziño [1976]
de finales del siglo XVIII. El otro
obraje presenta solamente dos pilas escalonadas y una está cortada
por la calle de acceso vecinal a varios inmuebles del sector. Lo más
probable es que era muy parecido
al anterior, pues se pudo documentar que este último habría perdido
una de las pilas al derrumbarse una
parte del terreno que va hacia el
río Achichilco. Además, del primer
obraje podía observarse los restos
de una larga canaleta que conducía
un flujo de agua hacia las piletas,
para el proceso de beneficiar añil.
Por su parte, los obrajes se encuentran en un estado de conservación
219
regular; el primero (el que presenta las tres pilas) se encuentra mejor
pues conserva aún sus paredes y algunos de sus repellos; el segundo,
como se mencionó, perdió una de
las pilas y fue cortado por una calle
vecinal. El sistema constructivo de
los obrajes es de calicanto, es decir,
están construidas sus paredes con
piedra y argamasa hecha de cal;
además de utilizarse otro elemento
para su construcción, ladrillos de
barro cocido.
Achichilco II
El sitio Achichilco II, se ubica a 5 km
al Sureste de la ciudad de San Vicente, en el cantón y caserío Llanos de
Achichilco, del municipio y departamento de San Vicente; se sitúa al
Sur del río los Tempates y al Este del
puente de la vía férrea, a unos 412 m
sobre el nivel del mar.
El sitio consiste en los restos de un obraje de añil con ruedas,
el cual habría funcionado a partir
de energía hidráulica (Figura 3).
Obraje conocido como hidráulico, el cual consta de varias piletas
(por lo menos cuatro), se pueden
observar dos líneas de piletas escalonadas o en desnivel, así como
una pequeña pileta para el proceso de secado. Entre cada pila de
batido hay un espacio o cárcamo
como los descritos por Aguirre
(2009), donde se instalaba la rue-
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
220
Heriberto Erquicia
da del molino que era movida por
la energía hidráulica a través de un
canal de agua que en su momento
se documentó con un largo de más
de 20 m. Por su parte, el obraje se
encuentran en mal estado de conservación, pues sobre la estructura
colonial existen varias viviendas de
los pobladores actuales; muchos de
los espacios de las antiguas piletas
son reutilizados, algunos como letrinas. Otros, como la canaleta que
llevaba el agua hacia el cárcamo
que hacía mover la noria o rueda,
han sido modificados para diferentes usos, y por último los restos de
material constructivo mejor conservados son reutilizados para la
edificación de las nuevas viviendas.
El sistema constructivo del obraje
es de calicanto, piedra y argamasa
hecha de cal; además algunas de
sus paredes están elaboradas con
ladrillos de barro cocido.
Achiotes I
El sitio Achiotes se ubica a 6.5 km
al Sureste de la ciudad de Tecoluca,
en el cantón y caserío San Andrés
Achiotes, del municipio de Tecoluca y departamento de San Vicente;
se sitúa al Norte del río Los Achiotes o San Jacinto, a unos 120 m sobre el nivel del mar.
La hacienda Achiotes es
mencionada hacia la primera década del siglo XIX por el Intendente
de San Salvador Gutiérrez y Ulloa
[1962]. Ulloa la ubica como parte de las haciendas del Partido de
San Vicente de la Provincia de San
Salvador y describe que se encuentra extraviada del Camino Real; así
Achiotes aparece como hacienda
localizada a 5 leguas al Este de la
cabecera de San Vicente, en la cual
se cultiva añil y otros frutos; y su
propietario era Pedro Velázquez
[Ibíd.].
El sitio consiste en los restos de un obraje de añil (Figura 4),
que presenta dos pilas con un pequeño desnivel, el cual pareciera
representar un obraje de los de tipo
real o simple, aunque de dos pilas
escalonadas (por lo que se pudo
observar en campo), y no de tres
como muestra alguna de la literatura [Amaya, 2006; Aguirre, 2009] ya
citada por esta investigación. Las
pilas del obraje están construidas
de calicanto, piedra y argamasa de
cal. Se encuentra en mal estado de
conservación, pues apenas se logra
identificar sus paredes, más bien
los cimientos son los que están más
visibles.
Achiotes II
El sitio Achiotes II se ubica a 14.3
km al Sureste de la ciudad de San
Vicente, sobre el cerro Buena Vista,
en el cantón San Juan Buena Vista
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Obrajes para beneficiar añil en San Vicente y La Paz...
y caserío El Cerro, del municipio y
departamento de San Vicente; se
sitúa al Norte del río Los Achiotes
o San Jacinto, a unos 590 m sobre el
nivel del mar.
El sitio Achiotes II consiste
en los restos de un obraje de añil,
que presenta dos pilas con un desnivel. Representa un obraje de los
de tipo real o simple, aunque de
dos pilas escalonadas y no de tres
(Figura 5). Las pilas del obraje están construidas de calicanto, piedra
y argamasa de cal. Se encuentra en
muy mal estado de conservación,
pues apenas se logra identificar sus
paredes, pues está en constante deterioro porque sobre dicho obraje
circula el agua de la quebrada El
Guayabo, la cual en época de lluvias
tiene un flujo constante del agua
que baja de la montaña.
El Marquesado I
El sitio El Marquesado I se ubica a
6.8 km al Sureste de la ciudad de
San Vicente, en el caserío Rincón
del Sapo del cantón San José Río
Frío, del municipio y departamento
de San Vicente; se sitúa al Este del
río Frío, a unos 380 m sobre el nivel
del mar.
La hacienda el Marquesado
aparece mencionada hacia la primera década del siglo XIX por el Intendente de San Salvador Gutiérrez
y Ulloa [1962]. Ulloa la ubica como
221
parte de las haciendas del Partido
de San Vicente de la Provincia de
San Salvador y describe que se localiza a 5 leguas al Sur de la cabecera de San Vicente; la describe como
una hacienda de añil, de los herederos de Don Pedro Vidaurre [Ibíd.].
Por su parte Barberena [1998], a
inicios del siglo XX, describe la Hacienda El Marquesado como una
hacienda valiosa, propiedad del
Doctor Luis Velasco.
El sitio consiste en los restos de un obraje de añil del tipo
hidráulico (Figura 6), presenta al
menos unas cinco pilas y un cárcamo en donde se encontraba la rueda que giraba a partir de la energía
hidráulica. Esta llegaba a partir
de una canaleta que tenía una extensión de por lo menos 9 m. Una
pileta alargada se muestra en la
parte superior de las demás pilas,
la que probablemente servía como
pila de secado. Las pilas del obraje están construidas de calicanto,
piedra, cantos rodados, argamasa
de cal y ladrillos de barro cocido.
Se encuentra en regular estado de
conservación, y es uno de los obrajes más grandes que se ha logrado
documentar por este proyecto.
El Marquesado II
El sitio El Marquesado II se ubica
a 5.8 km al Sureste de la ciudad de
San Vicente, en el caserío y cantón
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
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Heriberto Erquicia
La Joya, del municipio y departamento de San Vicente; se sitúa al
Norte del río La Joya o Caliente y
entre el del río Frío y río Grande, a
unos 300 m sobre el nivel del mar.
El sitio consiste en los restos de un obraje de añil de los de
tipo real o simple (Figura 7), que
posee un conjunto de dos pilas escalonadas y una pequeña pila que
servía como recipiente de secado.
Además se muestra una canaleta
que llevaba el agua a la primera pila
de remojo. Las pilas del obraje están elaboradas de calicanto, piedra,
cantos rodados y argamasa de cal.
Se encuentra en regular estado de
conservación, pues todavía guarda
elementos constructivos que servirían para entender su funcionamiento.
El Marquesado III
El sitio El Marquesado III se ubica
a 8.3 km al Sureste de la ciudad de
San Vicente, en el caserío Río Grande del cantón San José Río Frío, del
municipio y departamento de San
Vicente; se sitúa al Oeste del Río
Frío, a unos 200 m sobre el nivel
del mar.
El sitio consiste en los restos de un obraje de añil de los de
tipo real o simple (Figura 8), el cual
contiene dos pilas escalonadas en
desnivel, una que probablemente
habría servido para cocimiento o
remojo y la otra para el batido. En
la visita de campo no se logró identificar otra pila que sirviera para
el proceso de secado. Las pilas del
obraje están elaboradas de calicanto, cantos rodados y argamasa de
cal. Se encuentra en regular estado
de conservación.
Concepción Ramírez I
El sitio Concepción Ramírez I se
ubica a 0. 8 km al Sureste de la
ciudad de Tecoluca, en el caserío y
cantón La Esperanza, del municipio
de Tecoluca y departamento de San
Vicente; se sitúa al Este del río Bravo o El Palomar, a unos 200 m sobre
el nivel del mar.
La hacienda Concepción
Ramírez es mencionada por Gutiérrez y Ulloa [1962], este la ubica como parte de las haciendas del
Partido de San Vicente de la Provincia de San Salvador y describe que
se localiza a 3 leguas al Sureste de
la cabecera de San Vicente; la describe como una hacienda en donde
se cultiva y se cosechan algunos
granos y semillas; su temperamento es cálido y pertenece al señor
Marqués de Ayzinena [Ibíd.]. Barberena [1998], a inicios del siglo
XX, describe la Hacienda Ramírez
como una hacienda valiosa del departamento de San Vicente, propiedad de don José María Ramírez.
El sitio consiste en los res-
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Obrajes para beneficiar añil en San Vicente y La Paz...
tos de un obraje de añil que en otra
época habría contado con ruedas
de molino hidráulico (Figura 9).
Contiene dos juegos de pilas escalonadas en formación horizontal
y no en desnivel vertical como los
obrajes mencionados por Aguirre
[2009] para Michoacán, México y
otros documentados por este proyecto. Más bien, este obraje es muy
similar al reportado, documentado y excavado por Amaroli [1996]
y Gallardo [1997] en San Andrés,
La Libertad. Así, cada juego de pila
consiste en una pila de remojo y
otra de batido en una posición o nivel inferior. Las pilas del obraje están elaboradas de calicanto, piedra,
cantos rodados, ladrillo de barro
cocido y mortero de argamasa de
cal. Se encuentra en regular estado
de conservación.
Concepción Ramírez II
El sitio Concepción Ramírez II se
ubica a 1 km al Sureste de la ciudad
de Tecoluca, en el caserío y cantón
La Esperanza, en un lugar conocido
como Las Plazuelas, del municipio
de Tecoluca y departamento de San
Vicente. Se sitúa al Sur del río Bravo
o El Palomar, a unos 200 m sobre el
nivel del mar.
El sitio consiste en los restos
de un obraje de añil que habría contado con ruedas de molino hidráulico (Figura 10). Contiene por lo
223
menos dos juegos de pilas escalonadas en desnivel vertical como otros
documentados por este proyecto.
Cada juego de pila consiste en una
pila de remojo y otra de batido en
una posición o nivel inferior. Las
pilas del obraje están elaboradas de
calicanto, piedra, cantos rodados, y
se observan algunos ladrillos de barro cocido; todos se juntan entre sí
por medio de mortero de argamasa
de cal. Se encuentra en muy mal estado de conservación, pues en algunas partes ha perdido parte de los
cimientos.
San Marcos
El sitio San Marcos se ubica a 12.5
km al Sureste de la ciudad de Zacatecoluca, en el caserío y cantón San
Marcos de la Cruz del municipio de
Zacatecoluca y departamento de La
Paz. Se sitúa sobre las corrientes del
río El Espino, a unos 20 m sobre el
nivel del mar.
Según Gutiérrez y Ulloa
[1962], a inicios del siglo XIX, San
Marcos era una hacienda en donde
se beneficiaba añil, se criaba ganado y se cosechaban granos básicos.
Dicha hacienda se localizaba a 3 leguas al Sureste de Zacatecoluca; de
temperamento cálido, esta temperatura era llevadera gracias a que en el
lugar circundaban los ríos Apante y
Espino. El propietario de la Hacienda San Marcos era el Sr. Marqués de
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
224
Heriberto Erquicia
Ayzinena. Por su parte Ignacio Gómez [1992], en su obra Estadística
General de la República de El Salvador (1858-1862), en el apartado de
Notas, describe sobre el pueblo de
Santa Lucía Zacatecoluca que para
este momento —mediados del siglo
XIX—, existen muchas haciendas
abandonadas, las cuales están reducidas a escombros, entre las que
menciona la hacienda San Marcos.
El sitio consiste en unos
pequeños restos de paredes de un
antiguo obraje para la producción
de tinta de añil (Figura 11). Dichos
restos están elaborados de ladrillo
de barro cocido, algunas piedras y
se encuentran adheridos con argamasa de cal. La conservación y estado de los cimientos de lo que fueron
unas pilas de obraje, se encuentran
en muy mal estado de preservación,
pues la corriente constante del río
El Espino, fluye por sobre los restos
arquitectónicos.
Jalponga
El sitio Jalponga se ubica a 4.2 km al
Sur de Santiago Nonualco, en el caserío y cantón Concepción Jalponga
del municipio de Santiago Nonualco
y departamento de La Paz. Se sitúa
sobre el costado Sur del río Huiscoyolapa, en el lugar conocido como
Los Obrajes, a unos 40 m sobre el
nivel del mar.
Según la referencias de Gutiérrez y Ulloa [1962], la Hacienda
Jalponga o Jalponga Nueva, a inicios
del siglo XIX, pertenecía a Doña Dorotea González. En dicha estancia
se criaba ganado y se cultivaba añil,
maíz y otros frutos. Esta hacienda
se localizaba a 3 leguas al Oeste
de Zacatecoluca, fuera del Camino
Real. Gómez [1992], para mediados
del siglo XIX, afirma que el río Guiscuyulapa, servía a los obrajes de las
haciendas de añil de Jalponguita y
Jalpongon (Jalponga Nueva) y para
regar las fértiles tierras en donde
se cosechan maíz, frijol arroz, caña
de azúcar entre otros productos.
El sitio consiste en los restos de un obraje para beneficiar añil
(Figura 12). Gracias a que se ubica
en un lugar poco accesible —pues
está en un ‘paredón’, a la orilla del
río Huiscoyolapa— se ha desbordado parte de la tierra de dicha pared.
Se pueden observar los muros de al
menos dos pilas del obraje; sin embargo no está clara su conformación,
pues buena parte de su estructura
parece estar dentro o cubierta por
el nivel superior de del denominado
paredón. El sistema constructivo es
de calicanto, pues sus muros están
elaborados de piedra con mortero
de cal. En cuanto a su estado de deterioro, presenta varias de las pilas
en mal estado de preservación.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Obrajes para beneficiar añil en San Vicente y La Paz...
Rosario
El sitio Rosario se ubica a 2.4 km
al Sureste de San Idelfonso, en el
caserío El Rosario y cantón Candelaria Lempa del municipio de San
Idelfonso y departamento de San
Vicente. Se sitúa en la actual Hacienda El Jocote, muy cerca de la
quebrada El Zancudo, a unos 120
m sobre el nivel del mar.
Esta hacienda Rosario, aparece mencionada por Gutiérrez y
Ulloa [1962] como una hacienda
extraviada del Camino Real, la cual
se encuentra a 5 leguas al Norte de
San Vicente. En dicha propiedad se
siembra añil, granos básicos y otras
semillas, es de temperatura cálida y
seca. Sus propietarios son los herederos de Juan Francisco Quintanilla.
Barberena [1998] informa que hacia la primera década del siglo XX, la
hacienda El Rosario posee unas 20
caballerías y para este tiempo, un
siglo después, es propiedad de los
usufructuarios de Atanasio Pineda.
El sitio consiste en los restos de un obraje para beneficiar
añil (Figura 13). Consta de dos pilas que pueden observarse en la
superficie, una está completa y la
otra se encuentra muy deteriorada,
al punto que no se pudieron definir
sus dimensiones. Los materiales
constructivos de dichas pilas se basan en piedra consolidada con argamasa hecha de cal. Se encuentra
225
muy cerca de la orilla de la quebrada El Zancudo.
La Labor I
El sitio La Labor I se ubica a 3.4 km
al noroeste de San Sebastián, en el
caserío y cantón San José La Labor
del municipio de San Sebastián, departamento de San Vicente. Se sitúa
muy cerca de la quebrada El Pito, a
unos 750 m sobre el nivel del mar.
La descripción que se encuentra de esta hacienda es muy
corta, pues Gutiérrez y Ulloa [1962]
menciona que en dicha estancia se
cultiva añil, maíz y otras semillas; y
se ubica a 3 leguas y media al Noroeste de la cabecera de San Vicente. Pertenece la propiedad Don Antonio Guzmán y socias.
El sitio consiste en los restos de un obraje para beneficiar
añil (Figura 14). Consta de dos pilas del tipo real o simple escalonadas, formando un desnivel para que
la pila de remojo suceda a la de batido y despida el agua sobrante por
medio de un canal de desagüe. Un
elemento de mucho interés de este
obraje es que su sistema constructivo es muy diferente a los descritos por esta investigación, pues las
pilas (2) se encuentran excavadas
dentro de una formación natural
de talpetate; sus muros fueron esculpidos dentro de la formación
natural y el desnivel lo obtuvieron
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
226
Heriberto Erquicia
gracias al desnivel de la formación
del material original. A escasos 8 m
al Este del obraje se encuentra otra
pila que fue labrada de la misma
manera dentro de la formación de
talpetate. Este rasgo asilado, pudo
haberse tratado de un tipo de pilón
artesanal, como los ya mencionados por Amaya [2006].
Labor II
El sitio La Labor II, se ubica 4 km al
Noroeste de San Sebastián, en el caserío y cantón San José La Labor del
municipio de San Sebastián, departamento de San Vicente. Se sitúa a
2 km al Oeste del sitio La Labor I,
muy cerca de la quebrada La Bruja,
a unos 760 m sobre el nivel del mar.
El sitio consiste en los restos de un obraje para beneficiar
añil del tipo hidráulico (Figura 15).
Consta de dos juegos de pilas colocadas en batería escalonada y en
el centro de ellas un cárcamo en
donde se encontraba la rueda que
giraba a partir probablemente de
energía hidráulica. En la esquina
Noreste del obraje se encontraba el
depósito de forma rectangular donde se situaba el secado. Sus materiales de construcción son a partir
de piedra con argamasa de cal, una
forja de calicanto. Su conservación
es medianamente buena, pues aún
conserva muchas de sus paredes
con repello.
El Paraíso
El sitio El Paraíso se ubica a 2.7 km
al Noreste de San Sebastián, en el
caserío Los Mejía y cantón El Paraíso del municipio de San Sebastián,
departamento de San Vicente. Se
sitúa muy cerca de la quebrada La
Charcaca, y del Ojo de Agua de los
Méndez, a unos 540 m sobre el nivel del mar.
El sitio El Paraíso no ha podido adscribirse a una hacienda determinada, como ha sucedido con
los demás obrajes de producción
de añil estudiados por este proyecto de investigación. Sin embargo, es
importante poder resaltar que el
obraje de añil documentado en El
Paraíso pertenece a otros muchos
obrajes que dedicaron su producción a la obtención de la tinta del
xiquilite en el pueblo de San Sebastián a inicios del siglo XIX. Así, en
Gutiérrez y Ulloa [1962] aparece
San Sebastián como un pueblo numeroso de ladinos, en el que algunos de sus pobladores se dedicaban a la cosecha de añil y por ende
a la producción del mismo.
El sitio consiste en los restos de un obraje para beneficiar
añil, del tipo real o simple de dos
pilas, una de remojo y la otra de
batido, en posición escalonada una
de la otra (Figura 16). Sus materiales de construcción son piedra con
argamasa de cal, edificada con ca-
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Obrajes para beneficiar añil en San Vicente y La Paz...
licanto. Su conservación es mala,
pues aún se encuentra en un desnivel de unos 40 grados, lo que lleva a un deterioro por parte de los
deslaves que ocasiona la época de
lluvias.
Consideraciones finales
La historia de la extracción, comercio y exportación de la tinta de añil
ha estado arraigada a la sociedad
salvadoreña desde los tiempos
coloniales. La provincia colonial
de San Salvador que incluía doce
de los actuales departamentos, a
excepción de Ahuachapán y Sonsonate, era la región más rica en
producción de tinta del Reino de
Guatemala. Según Manuel Gálvez
Corral [1936], durante la segunda
mitad del siglo XVIII, en la Provincia de San Salvador habían unas
267 haciendas, las cuales contenían
618 obrajes para beneficiar añil;
así a inicios del siglo XIX, existían
447 haciendas de tinta y ganado,
según lo refería el Intendente de la
Provincia de San Salvador Antonio
Gutiérrez y Ulloa [1962].
Esta tercera Fase del Proyecto registró y documentó 17
obrajes de añil de la época colonial
y primera mitad del siglo XIX, localizados en la zona paracentral de
El Salvador, específicamente en los
departamentos de La Paz y San Vicente. Muchos de ellos pueden defi-
227
nirse como artesanales o de pilón,
reales de tres o dos pilas, en desnivel e hidráulicos, con variedad en
el proceso de producción vertical
u horizontal, los cuales parecen ser
más escasos para las muestras estudiadas de México y Guatemala,
pero que para El Salvador aparecen
con más regularidad. De la mayoría —16 de 17— de los obrajes registrados por esta investigación se
encuentran dentro de las áreas de
acción de 8 haciendas, las cuales
aparecen mencionadas en la obra
citada de Antonio Gutiérrez y Ulloa
[1962] Estado General de la Provincia de San Salvador: Reyno de Guatemala (1807), por lo tanto se deduce que son parte de los muchos
obrajes que las haciendas añileras
poseían.
Desde la arqueología histórica, investigar los restos de los
obrajes de añil coloniales es fundamental para comprender la economía de las haciendas, los procesos
territoriales y sociales de la Provincia de San Salvador, es tratar de entender las dinámicas de una sociedad dividida en castas y de carácter
multiétnico que estaba por iniciar
una nueva era en el siglo XIX.
Bibliografía
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Heriberto Erquicia
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en el Departamento de Arqueología de la Secretaría de Cultura
de la Presidencia de la República de El Salvador.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Revisitando a Stanley Boogs...
231
Revisitando a Stanley Boggs. Apuntes para la
arqueología salvadoreña: cuadernos de 1943 y 1944
Federico Paredes Umaña
Resumen
Esta serie de textos inéditos de Stanley Boggs es el resultado del trabajo
combinado de la búsqueda de sus cuadernos de campo en las bibliotecas del
Museo Peabody de Harvard y su motor de búsqueda en línea, así como en el
Middle American Research Institute (MARI) de la Universidad de Tulane.
Los relatos que se presentan se han extraído de sus cuadernos arqueológicos, fechados entre los años 1943 y 1944. Para entonces, Boggs ya habia
sido comisionado para excavar el importante sitio de Tazumal, y sin embargo,
aún dedicaba su tiempo libre a realizar viajes por el interior del país con el fin
de identificar zonas con potencial arqueológico para el trabajo futuro.
Boggs acompañaba sus notas de campo con registros fotográficos en
blanco y negro. Afortunadamente una parte de estos registros está disponible
para su consulta en línea, lo cual ha facilitado el trabajo de investigación. Otro
factor que ha posibilitado el presente trabajo es que las notas de campo y las
fotografías son fácilmente cotejables, permitiendo la edición de textos e imágenes.
Esta compilación de escritos de Boggs comprende una selección de
sus reportes de viajes en la república de El Salvador, algunos de ellos en compañía del arquitecto Augusto Baratta; otros de sus acompañantes por aquel
entonces fueron Rubén Aráus, director de la escuela de música de El Salvador
y Salvador Sánchez Aguillón, del Museo Nacional.
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
232
Federico Paredes Umaña
Los apuntes de Boggs son, junto a
sus fotografías, auténticos registros
y aportes para la investigación arqueológica de El Salvador. La posibilidad de que vean la luz editorial
después de más de medio siglo de
permanecer lejos de los ojos de los
estudiosos, es en sí misma prometedora, tanto para el disfrute de la
sociedad salvadoreña en general,
como para las nuevas generaciones
de estudiosos, quienes podrán repasar de la mano de Boggs, viajes a
través de un El Salvador de cabalgatas y vías férreas que ya se nos desdibuja en pleno siglo XXI.
Tan importante fue para Boggs dejar registro de sus hallazgos,
que utilizaba un tipo de cuadernos
de campo que fabricaba copias al
carbón de todas su páginas. Es así
como a partir del vínculo de Boggs
con el Instituto Carnegie de Washington, algunas de sus notas finalmente fueron depositadas en instituciones académicas en Estados
Unidos. Algunas copias al carbón de
sus cuadernos tempranos llegaron
a Harvard; otra parte de sus archivos se depositó en la Universidad
de Tulane antes y después de su fallecimiento en diciembre de 1991.
Buena parte del trabajo de Boggs
también se conserva en los archivos
del Museo Nacional de antropología
(MUNA) en San Salvador y continúa
siendo imprescindible para la historia de la arqueología nacional.
En el año 2007 pude viajar a la ciudad de Boston para fotografiar las copias al carbón de
los cuadernos de 1943 y 1944.
Recientemente Margarita Cossich
obtuvo permiso de fotografiar notas originales y algunas copias al
carbón, alojadas en el MARI de la
Universidad de Tulane; entre ellas
sus cuadernos fechados entre 1942
y 1949.
La asistencia de Rocío Herrera Reyes, estudiante avanzada
de la carrera de arqueología de la
Universidad Tecnológica de El Salvador, permitió transcribir los textos para su posterior traducción del
inglés. Además, entre los años 2010
y 2011, Herrera Reyes ha conducido nuevas exploraciones en la localidad de la Colonia Santa Marta en
Sonsonate. Esta localidad figura entre los sitios reportados por Boggs
en 1944, cuya descripción se incluye en este trabajo. Los datos de los
recorridos de Reyes son parte de su
trabajo de tesis de licenciatura y no
se incluyen aquí.
Finalmente deseo agradecer la ayuda del Dr. E. Wyllys Andrews V y del Dr. Marcello Canuto
por facilitar las consultas de los
materiales alojados en el Middle
American Research Institute.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Revisitando a Stanley Boogs...
233
Notas inéditas de Stanley Boggs 1943
1. Tehuacán
Durante una visita a la Hacienda "La Purísima Concepción" Cerca de Tecoluca en el Dpt. De San Vicente, fui invitado a la adyacente Hda. Tehuacán (anteriormente llamada la Hda. Opico). Esta Hacienda es de fácil acceso
ya sea por tren (a la estación"Tehuacán") o en carro. Por desgracia,
se ha sabido por mucho tiempo que esta es una gran ruina arqueológica, pero esto no ha evitado la destrucción de gran parte de la
ruina. Don José Sagrera y yo cabalgamos gran parte de la zona que
se dice posee ruinas.
En la actualidad, las ruinas se encuentran en la zona conocida localmente como el Valle del León de piedra.
Las líneas de cantos rodados en algunos puntos indican terrazas pero los montículos situados en estas terrazas han sido en su
mayoría destrozado por la práctica moderna de robo de piedra. Me
ha sido imposible localizar los restos del Juego de Pelota mencionados en la literatura.
Le preguntamos a varios residentes locales sobre el León de
Piedra y nos dirigieron a una gran roca volcánica en unos pastos.
Esta roca tiene dos pictografías, ambas representan, un animal de cuatro patas de cola larga. Una de estas [ver foto
43-16-39] es claramente un mono, y está en el lado E de la
roca. La otra está en la parte superior de la piedra, puede o no
representar un león o tigre (foto 43-16-38c). En cualquier caso, este
Petroglifo probablemente no es el verdadero "león de piedra" de
Squier, que parece haber sido una losa.
Tehuacán debería ser prospectado y excavado con trincheras antes que sea completamente destruido, pero dudo
que excavaciones de gran proporción sean fructíferas.
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
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Federico Paredes Umaña
Figura 1. Fotografías de Stanley Boggs tomadas del sitio http://via.lib.harvard.edu/
via/deliver/advancedsearch?_collection=via Fotos protegidas por copyright, disponibles solo para investigación. Para más información sobre regulaciones de copyright,
o para obtener imágenes de mejor calidad para publicación, ver clausulas de la Harvard University Library Visual Information Access.
Compilación y traducción :
Federico Paredes Umaña,
PhD candidate Universidad de Pennsylvania
Transcripción del ingles original:
Rocío Herrera Reyes
Este documento se finalizó en abril de 2010
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Revisitando a Stanley Boogs...
235
Viaje a Sonsonate en febrero de 1944
Viaje que hice con Don Rubén Araus, director de la escuela de música de El
Salvador, Don Augusto Baratta, director del Museo Nacional y don Salvador
Sánchez Aguillón, Sec. del Museo. Fue a través de Colón y la nueva carretera
a Sonsonate. Araus, originario de Sonsonate, me mostró una colección de
cerámica de las ruinas de Tacuzcalco, cerca de Sonsonate, Nahuilingo y la
zona de Acajutla y pensamos que podríamos ir a buscar las monumentales
"cabezas de piedra ", descritas por Habel en esta zona. La nueva carretera
pasa cerca, pero no avista las ruinas en torno a Armenia. A corta distancia al E de Sonsonate, justo antes de entrar en la Colonia Sta. Marta de la
ciudad, nos detuvimos en una fábrica de velas, Araus dijo que en el corte
del camino, pasando la fábrica, se hallaron muchas cabezas de figurillas y
ollas policromadas. Le preguntamos al director de la fábrica si sabía de la
existencia en este lugar de material antiguo o si tenía materiales antiguos
en su posesión. Negó cualquier conocimiento de este tipo de cosas, pero
Araus nos aseguró que se trataba de una mentira, que él, Araus, había en
realidad visto el material en posesión de este hombre dos semanas antes.
Probablemente el director de la fábrica tenía miedo que el museo quisiera
hacerse con su colección. Yo vi unos pocos tiestos lisos en la superficie en el
lugar indicado, pero sin evidencia de montículos.
La siguiente parada fue en la casa de don Francisco Chacón en la Colonia
Santa Marta de Sonsonate. El Sr. Chacón, en su jardín - patio, tenía una
gran cabeza de piedra tallada, de forma ovalada, que media de 70 cm. de
ancho y 70 de alto y 36cm. en máx. de espesor. Una foto [# 44-16-49] de la
cabeza fue tomada.
Los lados y el reverso no tienen talla. El frente posee talla en bajo relieve del
bien conocido tipo cabeza de jaguar, altamente estilizado; dicho tipo puede
ser culturalmente de filiación pipil. Desde aquí, manejamos unos cuantas
cuadras al norte, a un terreno en el que existían algunos montículos cerca
de la línea del tren Izalco-Sonsonate.
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
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Federico Paredes Umaña
Figuras 2 y 3. Fotografía de Stanley Boggs tomada del sitio http://
via.lib.harvard.edu/via/deliver/advancedsearch?_collection=via
Foto protegida por copyright, disponible solo para investigación.
Para más información sobre regulaciones de copyright, e imágenes de mejor calidad para publicación, ver cláusulas de la Harvard University Library Visual Information Access.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Revisitando a Stanley Boogs...
237
Sitio Colonia Santa Marta:
Dos montículos vistos en la Col. Sta. Marta de Sonsonate, uno en tierras
pertenecientes a don Francisco Chacón, y el otro, un poco al SO del primero, parcialmente en las tierras del señor Gerardo Pérez, y en tierras de un
soldado del ejército. Chacón parece frecuentar el sitio, Pérez y el soldado
vienen poco por aquí, uno puede manejar directamente hacia el sitio.
Uno de los montículo se orienta E-W y el otro, el más grande, se orienta N-S
como lo muestra este boceto(Figura 3):
El Montículo 1 muestra una larga trinchera que lo corta, penetrando en el
adobe que lo conforma. Chacón declara que la cabeza de piedra en su casa
se encontró en esta trinchera.
Ninguno de los montículo fue medido, pero juzgo que ambos tienen unos 25
pies de Alto (7.62 m), 60-80 pies de largo (18- 24 m). El montículo 2 debe
ser unos 15-20 pies (4.5- 6 m) más largo y tal vez 10-15 pies (3- 4.5 m) más
ancho que el montículo 1.También es más plano en su parte superior.
Desde este sitio nos fuimos a Sonsonate, vimos al alcalde, quien adujo saber muy poco de ruinas en el area, recogimos al hermano de Araus y fuimos
al S de Sonsonate para visitar una ruina no reportada previamente (hacienda San Ignacio).
Compilación y traducción :
Federico Paredes Umaña,
PhD candidate Universidad de Pennsylvania
Transcripción del ingles original:
Rocío Herrera Reyes
Este documento se finalizó en abril de 2010
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Federico Paredes Umaña
Finca Santa Teresa
Acompañado por el propietario de esta finca, Sr. Don. Guillermo Battle de Santa. Ana, Srs. Baratta y Aguillón del
Museo Nacional de El Salvador a principios de 1943, visité
una ruina de considerable extensión en una Finca de café. La Finca Santa
Teresa se ubica entre 8-10 millas aereas (12-16 km aereos) al SE de Santa
Ana en una zona de terrenos en pendiente Norte y Este, ahora mucho más
cortada por sus serpenteantes arroyos. Esta área debe haber sido en el el
pasado una de las principales vías del valle de Santa Ana al de Zapotitán.
Ya que no hay colinas altas que interrumpan en la actualidad, tanto Carreteras como la línea férrea de El Salvador R. R. Co. utilizarn este "paso".
A la finca se puede llegar en auto a través de la carretera PanAmericana, tomando un desvío cerca del km 57, y tomando una calle de finca de cerca de 6 km. más o menos hasta la casa de la finca. A corta distancia (cerca de 1 km) antes de llegar a la F. Sta.
Teresa, en el lado N de la carretera, se pasa un montículo que ha sido muy dañado. En la propia finca, a ½ km de la casa, se puede ver en las plantaciones de café
un grupo de unos 10 montículos. Por desgracia, tantos árboles cubren estos
montículos que ni su número ni su trazo puede ser fácilmente determinado.
A continuación se muestra un esquema del trazo que creo haber visto:
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Revisitando a Stanley Boogs...
239
Pequeños montículos cuyo trazo no me es posible adivinar yacen al Norte.
El Montículo 1 es bastante grande, tanto como el Montículo 5 de San Andrés o el Montículo 1 de El Trapiche, es decir, alrededor de 65-70 pies (1921 m) de alto, y alrededor de 150-200 pies de base (45- 60). En su esquina
NW se ha excavado un agujero que muestra el mortero de adobe de su construcción. Al parecer, una espiga horizontal con la talla de un jaguar de
piedra fue encontrado en dicho agujero, y luego llevado a la Finca. Se tomó
fotografía del Monticulo 1, ver [# 43-16-10, 40].
La cabeza de piedra está tallada en bulto más que la mayoría de este estilo
en El Salvador y se diferencia también en tener un pequeño rostro humano
emergiendo de la boca del jaguar [ foto # 43-16-43].
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
240
Federico Paredes Umaña
Otros objetos encontrados en esta finca, no necesariamente en las propias
ruinas, se ven en las fotos [# 43-16-41,42,44].
Los montículos 2 y 3 son largos, de mediana estatura (c. 30-35 pies o entre
9 -10 m) y no han sido excavados. Los montículos pequeños son todos de
baja altura, de 3-5 pies ( entre 1- 1.5 m), y en la actualidad de contornos
irregulares, probablemente debido al cultivo de café.
Este sitio es muy digno de investigación, a pesar de que su localización es
algo remota, los excavadores podrían vivir en la casa de la finca.
Compilación y traducción :
Federico Paredes Umaña,
PhD candidate Universidad de Pennsylvania
Transcripción del ingles original:
Rocío Herrera Reyes
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Economía y parentesco en Joya de Cerén...
241
Economía y parentesco en el Cantón Joya de Cerén
Carlos Lara Martínez
Resumen
El material que pongo a consideración del lector es una síntesis de algunos aspectos centrales de mi investigación sobre el cantón Joya de Cerén, la cual se
llevó a cabo en los años de 1996-1997, con el apoyo del Consejo Nacional para
la Cultura y el Arte (CONCULTURA), ahora Secretaría de Cultura, y la UNESCO,
con el objeto de que esta investigación sirviera de base para el impulso de
determinados proyectos de desarrollo cultural en esta área.
En este artículo, me interesa resaltar determinadas características de
la estructura social de este cantón, en particular la estructura económica que
prevalecía en 1996-97 y el sistema de los grupos domésticos, pues estos aspectos son esenciales para definir el tipo de comunidad que se construyó en
Joya de Cerén a finales del siglo XX.
Palabras clave: Antropología, antropología económica, parentesco.
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
242
1. El cantón Joya de Cerén
Carlos Lara Martínez
Joya de Cerén pertenece al municipio de San Juan Opico, en el departamento de La Libertad, en la zona
central de El Salvador. Está compuesto oficialmente por cinco caseríos (o unidades menores): la Colonia Joya de Cerén, que constituye el
centro del cantón y cuatro caseríos
periféricos: Plan del Hoyo, La Ranchería, Estación Bandera (parte) y
Agua Zarca. Existen tres caseríos
más que no han sido incorporados
a los documentos oficiales: El IRA,
que se ubica en los alrededores del
sitio arqueológico Joya de Cerén,
Sta. Bárbara y la colonia El Progreso,
de reciente creación.
De acuerdo con los datos
proporcionados por promotores de
salud, el cantón Joya de Cerén contaba en 1996 con 5834 habitantes,
lo que representaba el 11.28 % de
la población total del municipio de
Opico. Esta población habitaba 680
viviendas, por lo que se puede estimar una relación de 8.57 personas
por vivienda. La Colonia Joya de
Cerén estaba compuesta en 1996
por 304 viviendas, las cuales mantenían un asentamiento compacto,
pues inicialmente fue diseñada por
los técnicos del Instituto de Colonización Rural en la década de 1950;
pero los caseríos periféricos, excepto la recién creada colonia El Progreso, mantenían un asentamiento
de tipo disperso.
1.1 Historia local
Para comprender la estructura social de esta comunidad, es necesario estudiar su desarrollo histórico,
el proceso a través del cual la comunidad ha venido construyendo
sus principales sistemas sociales y
culturales, ya que este proceso es
responsable de la configuración del
cantón.
La referencia más remota
que tenemos de un asentamiento
humano en la zona que hoy conocemos como cantón Joya de Cerén, es
la aldea de agricultores del 600 D.C.,
estudiada por un equipo de investigadores de la Universidad de Colorado. Lo novedoso de este trabajo
consiste en el estudio detallado de
las unidades residenciales y la vida
cotidiana que se desarrollaba en su
interior.
Payson Sheets (1992), el
arqueólogo encargado de esta investigación, verifica que los grupos
domésticos constituyen elementos
centrales de la organización económica y social de esta comunidad, pues representan unidades
que desarrollan diversas funciones sociales, como la producción y
distribución de bienes y servicios,
la reproducción biológica, social y
cultural de la comunidad, y la transmisión de los bienes materiales. Es-
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
tas funciones las llevan a cabo los
grupos domésticos, precisamente
porque las sociedades campesinas
mesoamericanas no eran sociedades basadas en la descendencia unilineal, por lo que los conceptos de
clan y linaje no son pertinentes, sino
que su sistema de parentesco era
predominantemente cognático (reconocían las líneas de descendencia
paterna y materna). Este tipo de sociedades tiende a favorecer las unidades residenciales, como los grupos domésticos, antes que unidades
de tipo parental, en la organización
de sus relaciones sociales. Este elemento estructural sigue constituyendo, aún a finales del siglo XX, un
aspecto clave de la estructura social
del cantón Joya de Cerén, no obstante que los grupos domésticos han
experimentado fuertes transformaciones a lo largo del tiempo.
Sheets y su equipo de investigadores también mostraron otros
aspectos de la vida material y social de esta comunidad del 600 D.C.,
como el hecho de que sus viviendas
habían sido construidas con bahareque y adobe, elementos constructivos que en la actualidad pueden observarse en el cantón Joya de Cerén.
Estas viviendas constituían complejos residenciales cuyas unidades
cumplían funciones diversas. En
general, las viviendas de la aldea del
600 D.C. se componían de al menos
tres estructuras separadas por dos
243
o cuatro metros de distancia, siendo
la estructura principal el domicilio,
donde el grupo familiar comía, dormía y trabajaba haciendo vasijas y
fibra de algodón. Otra estructura
era utilizada como bodega y la tercera estructura, la única estructura
circular, constituía la cocina, pues
en ella se encontró las tres piedras
que formaban el fogón. En algunas
viviendas se encontró una cuarta estructura que destinaban como taller
de trabajo.
A la par de estas estructuras, Sheets encontró el desarrollo
de una actividad agrícola, basada
en el cultivo de maíz y frijol, base
de su alimentación, pero que también incluía la producción de yuca,
chile, cacao, agave y algodón. Esta
actividad agrícola estaba orientada
a la satisfacción de las necesidades
básicas del grupo doméstico, pero
los pequeños agricultores también
generaban un excedente económico
que utilizaban para el intercambio
con otras poblaciones, como San
Andrés.
En el año 600 D.C., aproximadamente, el volcán Caldera destruyó esta aldea campesina, enterrando sus viviendas con cenizas
volcánicas. Después de este acontecimiento, no tenemos más datos
sobre asentamientos humanos en
el Período Clásico, pero es posible
que la zona haya sido poblada nuevamente al pasar el peligro.
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
244
Carlos Lara Martínez
A partir del 900 D.C. se registran las migraciones pipiles a El
Salvador. Estas poblaciones llegaron del centro de México, introduciendo a estas tierras la tradición
nahuat-tolteca.
La presencia nahuat-pipil
en la zona de Opico ha sido documentada por el trabajo del arqueólogo William Fowler (ver El Salvador. Antiguas Civilizaciones, San
Salvador, 1995: 165). En efecto,
en el Postclásico la mayor parte de
las regiones central, paracentral y
occidental de El Salvador, estaban
habitadas por poblaciones de origen nahuat. Estas, sin embargo, no
desplazaron completamente a las
poblaciones que ya estaban asentadas en el área.
Ya en el siglo XX, el cantón
Joya de Cerén surge en 1954 en el
marco de un proyecto de reforma
agraria impulsado por el Instituto
de Colonización Rural (I.C.R.).
A principios del siglo XX, lo
que ahora conocemos como cantón
Joya de Cerén formaba parte de la
hacienda San Andrés, propiedad
del Dr. Francisco Dueñas. Esta hacienda abarcaba 5509 Ha., de las
cuales el Dr. Dueñas en 1942 vendió 3309 Ha. a la Junta Nacional
de Defensa Social, con el objeto de
que este organismo llevara a cabo
proyectos sociales de tipo agrario.
De acuerdo con el documento de
compra-venta, estas tierras esta-
ban cultivadas con caña de azúcar
y granos básicos.
Entre 1942 y 1954, el gobierno de El Salvador no impulsó
ningún proyecto en estas tierras,
pero los funcionarios arrendaban
las tierras a bajos costos. Esta política atrajo población campesina a la
zona, la cual se asentó en las orillas
del río Sucio.
El 4 de Septiembre de 1954
el Instituto de Colonización Rural
repartió las primeras 80 viviendas,
con lo cual dio inicio a la organización de la Colonia Joya de Cerén y
al cantón que lleva el mismo nombre. Plan del Hoyo y La Ranchería
ya existían, pero las tierras que
utilizaron para la Colonia Joya de
Cerén eran cañales, en donde no
vivía nadie. Posteriormente, se llevarían a cabo otras dos etapas que
ampliarían la colonia. De acuerdo
con mis informantes, las personas
que poblaron Joya de Cerén eran en
su mayoría del municipio de Opico,
y muchos de ellos residían en los
ranchitos de los alrededores.
El proyecto del Instituto de
Colonización Rural contemplaba el
desarrollo integral de la comunidad, no solo en el aspecto económico sino también en un sentido
social y cultural. Esta política demostró haber alcanzado un objetivo de gran trascendencia: hasta
el momento en que se realizó esta
investigación (1996-97), y sobre
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
todo a lo largo de la década de los
ochentas, Joya de Cerén ha sido una
comunidad socialmente estable.
El primer elemento que debemos destacar del proyecto Joya
de Cerén es que los beneficiarios
debían constituir grupos familiares, es decir, los solares y las propiedades agrícolas se distribuían
bajo el concepto de “bien de familia”. En este sentido, eran los grupos familiares más que los individuos los que se concebían como los
beneficiarios del proyecto.
Desde el punto de vista económico, el I.C.R. creó una asociación
cooperativa que denominó “Finca
de Beneficio Proporcional”. El objetivo era mejorar las condiciones
de vida del campesino por medio
de la organización comunitaria. La
tierra le pertenecía al I.C.R. y este la
adjudicaba a la comunidad a través
de la creación de una cooperativa
de producción. La mayoría de los
trabajadores de Joya de Cerén formaban parte de esta cooperativa.
El cultivo principal era la caña de
azúcar, pero también se producía
maíz y frijol, estos últimos básicamente para la subsistencia.
Los agricultores recibían
un salario por el trabajo que realizaban en las tierras del I.C.R. y recibían dividendos al finalizar la zafra.
El maíz, comentaba un informante,
“se amontonaba todo y se daba a
según uno hubiera trabajado”.
245
Sin embargo, después de
algunos años de trabajo (alrededor
de 1961) los propios campesinos
pidieron la disolución de la cooperativa y que se repartieran las
tierras entre los miembros de la
comunidad. Efectivamente, el I.C.R.
parceló las tierras de la comunidad
y repartió de 2 a 3 manzanas por
jefe de familia, dependiendo de lo
quebrado del terreno. Estas tierras
las vendió a un precio de C3000
($1200) por lote, pagaderos en 20
años. Originalmente, estas tierras
no podían ser vendidas por parte
de los nuevos propietarios, pero
después modificaron la ley, de manera que los propietarios podían
vender sus parcelas si así lo deseaban. De esta manera, Joya de Cerén
se convirtió en una comunidad de
pequeños propietarios.
Estos pequeños agricultores continuaron produciendo caña
de azúcar, pero a medida que pasaba el tiempo la producción de maíz
y frijol fue cobrando mayor importancia. “En aquel tiempo, señala
Doña Celina, casi todos trabajaban
en los cañales, porque muy pocos
hacían milpa, hoy ya hay más milpa
que caña, y otros han vendido”.
Cuando pregunté por qué
se había disuelto la cooperativa,
todos los antiguos socios y sus hijos insistieron que los agricultores
solo recibían una pequeña parte de
las utilidades, ya que la mayor parte
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
246
Carlos Lara Martínez
de las ganancias desaparecían. Algunos pobladores responsabilizan
de este hecho a las autoridades del
I.C.R., mientras que otros señalan a
los directivos de la cooperativa, que
eran de la propia comunidad.
Pero existe otro elemento que jugó un papel central en la
disolución de esta cooperativa, me
refiero a la valoración de la propiedad colectiva. Excepto unos pocos
informantes, la mayoría de pequeños agricultores prefieren la propiedad privada, que en el contexto
de la economía campesina es de
carácter familiar, a la propiedad colectiva. Como señaló un informante: “yo prefería lo propio, porque
ahí uno decide”; es decir, la preferencia por la propiedad privada tiene que ver con la capacidad de decisión sobre lo que se va a producir,
y aquí hemos visto que cuando los
pequeños agricultores adquirieron
la capacidad de decidir optaron por
la producción de granos básico antes que por continuar produciendo
caña de azúcar.
Pero, el proyecto del I.C.R.
no se limitó a la creación de cooperativas, sino que también buscaba
generar una organización social
que garantizara el desarrollo integral de la comunidad. En este sentido, el I.C.R. fomentó el desarrollo
de prácticas comunitarias que contribuyeron a mejorar la calidad de
vida de los miembros del cantón.
Se creó una Directiva Central de la comunidad, que se encargaba de coordinar todos los
trabajos que contribuían al mejoramiento social de la comunidad.
Se realizaban asambleas generales
todas las semanas, en las cuales se
discutían los problemas más urgentes, estableciéndose un sistema
en el que las decisiones las tomaba
la mayoría.
El I.C.R. instaló una unidad
de salud y una escuela pública, que
en su tercer año de funcionamiento cubría cinco grados. También se
contrató a una trabajadora social,
con el objeto de introducir nuevos patrones de comportamiento
e inculcar un espíritu comunitario
entre los pobladores. A todos estos proyectos contribuyó un grupo
de norteamericanos y europeos
que llegaban a través del Programa Latinoamericano de American
Friends Service Committe, con sede
en Pennsylvania. Por último, los pobladores promovieron y trabajaron
en la construcción de la iglesia de
la comunidad, para lo cual el I.C.R.
cedió un terreno de 2247.3 m2 por
C10 ($4.00).
En síntesis, a lo largo de
este período de más de 40 años
Joya de Cerén se convirtió en una
comunidad de pequeños propietarios. Es interesante resaltar que si
bien la base fundamental de esta
economía era la producción de caña
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
de azúcar, al desaparecer el sistema de propiedad colectiva, es decir,
cuando los pequeños agricultores
adquirieron capacidad de decisión
sobre su propio proceso productivo, la caña de azúcar pasó a un segundo plano y el cultivo de maíz y
frijol (la milpa) se constituyó en la
base del sistema económico de Joya
de Cerén. Esto queda aún más claro al revisar el sistema económico
de Joya de Cerén a finales del siglo
XX.
1.2 Economía
De acuerdo con mis propios datos,
actualmente el 84 % de los jefes de
familia de Joya de Cerén mantienen
la agricultura como la actividad
económica principal. El 64.2 % de
los jefes de familia son propietarios
de tierra, y solo un 29.9 % de los
agricultores declaró que cultiva en
tierras ajenas.
Mis datos señalan que en
Joya de Cerén predomina la pequeña propiedad privada. El 32.60%
de las propiedades del cantón
están constituidas por dos manzanas. Las propiedades de una
manzana representan el 26.08 %
y las propiedades de 1/4 y 1/2
manzana constituyen el 19.56 %
de las propiedades del cantón. Las
propiedades que van de 2 1/2 a 6
manzanas representan el 13.04 %.
Algunos lugareños me señalaron a
247
personas que poseen propiedades
que exceden las que se han considerado aquí, incluso un señor hizo
referencia a un propietario que tiene 30 manzanas. Pero es claro que
la mayor parte de las propiedades
en Joya de Cerén no exceden las 2
manzanas.
La información obtenida en
el Centro Nacional de Tecnología
Agropecuaria y Forestal (CENTA)
de San Juan Opico, corrobora esta
conclusión. Según esta institución,
las propiedades cultivadas en Joya
de Cerén oscilan entre 0.5 y 9.5
manzanas.
El CENTA señala que entre las propiedades cultivadas con
maíz y frijol predominan las de una
manzana, las cuales representan el
39.62 % del total de las propiedades milperas (cultivadas con maíz
y frijol) del cantón. Las propiedades de 0.5 manzanas representan el 22.64 % de las propiedades
milperas, mientras que el resto de
propiedades cultivadas con maíz y
frijol (37.73 %) oscilan entre 1 1/2
y 3 manzanas.
En cuanto a las tierras cañeras, el CENTA registra que la mayor cantidad de propiedades son de
2 manzanas (41.56 %). El segundo
lugar lo ocupan las propiedades de
una manzana (22.28 %), y el tercer
lugar en importancia lo ocupan las
propiedades de 3 manzanas, que
representan el 16.26 %. Única-
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
248
Carlos Lara Martínez
mente se registra una propiedad
de 9.5 manzanas. Esta información
muestra que las propiedades cañeras tienden a ser ligeramente más
extensas que las milperas, posiblemente por la calidad comercial de
la caña de azúcar.
El lector habrá notado que
entre mis datos y los del CENTA
existen ligeras diferencias. Esto se
explica porque el CENTA ha dividido las propiedades cultivadas con
maíz y frijol y las que están cultivadas con caña de azúcar, mientras
que mis datos hacen referencia a la
estructura de la propiedad, independientemente si están cultivadas
o no o con qué producto.
Con respecto a las tierras
alquiladas, también encontramos
la misma tendencia. El 42.30 % de
los arrendatarios renta una manzana, el 23.07 % arrienda entre 1/4 y
1/2 manzana, y el 19.23 % arrienda 2 manzanas. En otras palabras,
el 84.6 % de los arrendatarios no
alquila más de dos manzanas.
De acuerdo con la clasificación elaborada por la CEPALFAO-OIT (1973), las propiedades
de este cantón pueden ubicarse en
los rubros de microfinca y propiedad subfamiliar, lo que indica que
la producción obtenida en estos
minifundios no logra satisfacer en
su totalidad las necesidades de los
grupos familiares. Pero mis datos
muestran que la agricultura sigue
constituyendo la fuente principal
de ingresos de esta población.
Con una encuesta sobre
condiciones socioeconómicas que
se aplicó a este cantón, se ha logrado corroborar que estos pequeños
agricultores producen principalmente maíz y frijol. De acuerdo con
mis propios datos, el 72.65 % de los
agricultores de Joya de Cerén están
dedicados a la producción de estos
granos básicos. Los productores
de caña de azúcar representan el
11.36%, mientras que los productores de verdura sólo constituyen
el 5.60%. Por lo demás, en el cantón se cultiva sorgo o maicillo (3.45
%), fruta (2.30 %) y arroz (2.30 %).
Estos datos confirman la
tendencia que ya habíamos apuntado en la reconstrucción de la
historia local, en el sentido que los
agricultores de Joya de Cerén al
convertirse en pequeños propietarios se transformaron en milperos (productores de maíz y frijol),
pasando a un segundo plano la
producción de caña de azúcar, que
ocupaba el primer lugar cuando se
constituyó la primera cooperativa
de producción (1954-1961).
Si observamos este fenómeno por caserío, nos percatamos,
sin embargo, que es en la colonia
Joya de Cerén, centro del proyecto
del Instituto de Colonización Rural, donde se mantiene la mayor
cantidad de productores de caña
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
249
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
Cuadro 1
El ciclo agrícola en Joya de Cerén
Enero
Febrero
Cosecha y
Cosecha y
azúcar
azúcar
siembra de
la caña de
Julio
Marzo
Abril
Agosto
Siembra del
frijol
Junio
Siembra del
siembra de
la caña de
Mayo
maíz
Septiembre
Octubre
Noviembre
Diciembre
Cosecha de
Cosecha y
maíz y frijol
siembra de
la caña de
azúcar
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
250
Carlos Lara Martínez
de azúcar (29.41 % de los agricultores de ese caserío), mientras que
en los demás caseríos, por ejemplo, La Ranchería y Plan del Hoyo,
el número de cañeros disminuye.
En La Ranchería solo un 11.11 %
de los agricultores produce caña
de azúcar, y en Plan del Hoyo nadie
cultiva caña. Pero, aún en la colonia
Joya de Cerén el incremento de los
milperos ha sido importante, pues
actualmente los productores de
caña de azúcar solo representan el
29.41% de los agricultores de este
caserío. Esto confirma la tendencia
que en Joya de Cerén los pequeños
agricultores continúan favoreciendo la práctica de la economía de
subsistencia.
Es importante señalar que
las tierras de este cantón presentan un buen nivel de productividad.
Esto puede observarse en el caso
de la caña de azúcar, ya que en Joya
de Cerén se cosecha como media
100 toneladas (tn.) por manzana, cuando la media nacional para
la caña de plantación es de 76.88
tn. por manzana y la de la caña de
mantenimiento es de 61.32 tn. por
manzana. En el caso del maíz híbrido (en Joya de Cerén se cultiva maíz
híbrido del tipo H-5), se produce
de 50 a 60 quintales por manzana.
Esto demuestra que las tierras de
este cantón conservan un buen nivel de productividad.
El ciclo agrícola puede esta-
blecerse según el Cuadro 1.
Si observamos el ciclo agrícola, constatamos que al igual que
en el resto del territorio nacional,
el maíz se siembra al inicio de la
época lluviosa, en el mes de mayo,
aprovechando los cuatro o seis meses de invierno. Los agricultores
declararon que cultivan la semilla
H-5, aunque algunos indicaron
que utilizan la H-3. Estos datos hay
que tomarlos con cautela, pues frecuentemente el pequeño agricultor
compra semilla híbrida en un año
determinado (un año de bonanza,
por ejemplo) y después continúa
sembrando la misma semilla por
varios años, por lo que esta pierde
la calidad de semilla mejorada.
La milpa se abona en cuatro ocasiones: en el mes de mayo,
en el mes de junio, en julio y en
septiembre, este último con el objeto de incrementar la cosecha de
frijol. Los fertilizantes más usados
por los agricultores son el sulfato
de amonio y los «formulados». Un
informante estableció las siguientes cantidades para una manzana
de milpa: en la primera aplicación
de abono (mes de mayo) se utilizan
dos sacos de fórmula; en la segunda aplicación (junio) se ocupa un
saco de fórmula y uno de sulfato; en
la tercera aplicación (julio) se consumen dos sacos de sulfato; y en
la cuarta aplicación (septiembre)
solo se utiliza un saco de fórmula.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
La aplicación de estos fertilizantes
implicó un costo de producción de
¢1285 ($147.70 U.S.) para 1995.
A los 90 días de haber
sembrado el maíz, los agricultores
doblan las varas, con el objeto de
proteger a las mazorcas de la lluvia,
que pueden dañarse si les continúa
cayendo el agua directamente.
En el mes de agosto, se recoge la
cosecha de maíz. En este mes, se
siembra el frijol, en las mismas
tierras que se ha cultivado el maíz.
En estas mismas tierras se cultiva
pipián (o calabaza pequeña), ayote
(o calabaza grande) y pepino. La
cosecha de maíz y frijol se recoge en
noviembre. Las vainas de frijol se
ponen a secar y luego se aporrean
para obtener el grano. Algunos
agricultores siembran maíz por
segunda vez, pero la segunda
cosecha nunca produce tanto como
la primera.
Antes de sembrar el maíz
muchos agricultores queman los
terrenos, con el objeto de dejarlos limpios y listos para la actividad agrícola. En el mes de junio
se deshierba la milpa, para lo cual
se aplica Gramoxone y Edonal. La
aplicación de estos herbicidas trae
consecuencias graves para la tierra.
Indudablemente, reduce el tiempo
de trabajo de los agricultores, pero
incrementa los costos de producción e introduce en las tierra sustancias tóxicas que no son biode-
251
gradables, las cuales dañan tanto al
ecosistema como a los seres humanos que consumen estos productos.
Para combatir a los insectos
que perjudican la milpa, como el
gusano tronconero, utilizan diversos productos tóxicos, como Sagás,
Volatón granulado, Tamarón y Lacnate. Estas sustancias dañan tanto
al ecosistema como las anteriores.
De acuerdo con nuestros informantes, en una manzana cultivada con
maíz y frijol se puede aplicar un litro de Sagás (en dos fumigadas) y
10 libras de Volatón granulado (o
pueden ser 20 libras si la plaga está
muy fuerte).
Sin embargo, es importante
señalar que los lugareños comienzan a cobrar conciencia de las consecuencias negativas de la aplicación de tanto agroquímico. En una
plática que se llevó a cabo esperando el inicio de una asamblea, algunos agricultores de Joya de Cerén
sostenían que la tierra ahora produce menos por «tanta cosa que se
le echa», refiriéndose a los herbicidas, los insecticidas, e incluso los
fertilizantes. Un agricultor señaló
que cerca del cantón «hay personas
que están cultivando naturalmente, sin tanta porquería, y cosechan
más que nosotros», concluyó. Esto
indica que hay cierta preocupación
entre los pequeños agricultores
por la utilización excesiva de agroquímicos.
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
252
Carlos Lara Martínez
Un caso especial es la plaga
de la roya, que en estos momentos
está atacando al cultivo del frijol.
Esta plaga se originó en los plantíos
de papaya y sandía, por lo que los
agricultores dejaron de sembrar
estas frutas. Ahora, se ha extendido al cultivo del frijol, provocando
una reducción significativa del rendimiento de este grano. Algunos
agricultores están obteniendo únicamente entre 4 y 2 qq. por su cosecha, lo que les obliga a comprarlo
en el mercado. Hasta este momento, no se ha podido controlar esta
plaga.
Con respecto a los instrumentos de trabajo, muchos agricultores de Joya de Cerén continúan utilizando los instrumentos
que tradicionalmente se han usado
desde la época de la Colonia. El
chuzo (un palo largo con punta de
hierro), la cuma (una especie de
guadaña con palo corto) y el machete, constituyen los principales
instrumentos para el desarrollo de
las actividades agrícolas de al menos más del 50 % de los agricultores. Únicamente el 19.4 % de los
pequeños agricultores de Joya de
Cerén utilizan arado o tractor para
sus actividades agrícolas. Según
nuestros informantes, algunas personas de la comunidad se dedican a
arar las tierras y a jalar el maíz y el
frijol. Por arar la tierra con arado
tirado por bueyes cobran C 150.oo
($ 17.24 U.S.) por manzana, y por
jalar el maíz y el frijol cobran C 5.oo
($ 0.57 U.S.) por carga (una carga
transporta dos redes, que es igual a
4 qq.).
Es importante resaltar que
en Joya de Cerén no predomina el
sistema de mano vuelta, (sistema
de ayuda mutua entre dos o más
agricultores), como se ha observado en otras comunidades del área
mesoamericana. Solo un 28.4 %
declaró practicar este sistema, el
cual se realiza normalmente entre grupos domésticos que forman
parte de la misma familia.
Sin embargo, la fuerza de
trabajo que utilizan los agricultores
es principalmente familiar. Esto
significa que la mayoría de los agricultores utilizan como fuerza de
trabajo a los miembros de su propio
grupo doméstico, lo que les permite reducir los costos de producción.
Esto es válido para las actividades
relacionadas con la producción de
maíz y frijol, en la producción de
caña de azúcar se utiliza básicamente fuerza de trabajo asalariada.
Sin embargo, el hecho que
la mayor parte de los pequeños
agricultores no practiquen la mano
vuelta ocasiona que una parte de
ellos se vean obligados a contratar
fuerza de trabajo, incluso en la producción de granos básicos, pues no
siempre cuentan con la fuerza de
trabajo que necesitan al interior de
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
su grupo doméstico, sobre todo si
se toma en cuenta que un sector de
la comunidad, principalmente los
jóvenes, buscan trabajo en el área
de la industria y los servicios. En
efecto, de acuerdo con nuestros datos, el 36.8 % de los pequeños agricultores utiliza fuerza de trabajo
ajena o de la comunidad, es decir,
asalariada.
Nuestros informantes calculan el valor de la fuerza de trabajo agrícola en C 25.oo ($ 2.87 U.S.)
por tarea (para 1995), aunque en
algunas actividades, como cuando
doblan las varas de maíz, se paga
¢ 20.oo ($ 2.29 U.S.) por tarea. A
estos salarios hay que agregarle la
obligación del contratista de proporcionar el alimento a los trabajadores, principalmente el almuerzo.
Con base en los datos que
obtuve en el campo, se puede establecer que los agricultores destinan, como media, 21.44 quintales
al año de maíz y 4.72 quintales al
año de frijol para el consumo de
un grupo doméstico de 8 personas,
que constituye la media de las viviendas en Joya de Cerén. Si tomamos las estimaciones de productividad del Ministerio de Agricultura
y Ganadería (MAG) para el maíz
híbrido en la cosecha 1995-1996,
según las cuales en una manzana
se obtiene como media 56.99 quintales, se puede hacer las siguientes
consideraciones: al menos en teo-
253
ría, los agricultores que producen
en menos de media manzana destinan toda la producción de maíz a
la subsistencia de su grupo doméstico. Los que cultivan en 1/2 manzana (22.64 % de los productores
de maíz y frijol, de acuerdo con
los datos del CENTA) solo pueden
destinar al comercio 7 quintales de
maíz. Los agricultores que cultivan
una manzana de maíz (39.62 % de
los milperos) destinan el 37.62 %
de su producción de maíz a la subsistencia, lo que les permite comercializar con el resto de la producción, 35.55 quintales al año. Los
demás milperos (37.73 %) tienen
propiedades de 1 ½ a 3 manzanas,
lo que les da mayor capacidad de
comercialización con el maíz.
El frijol se cultiva en extensiones más reducidas, normalmente los agricultores solo cultivan media manzana, pero el precio
por quintal es más del doble que
el del maíz, lo que proporciona un
margen considerable para la comercialización de este producto. Si
dejamos por el momento de lado el
problema de la roya, en media manzana un agricultor puede obtener
6.4 quintales de frijol. Esto supone
que la mayor parte de los milperos
solo puede destinar al comercio
1.68 quintales de este grano.
De acuerdo con nuestros
informantes, los camiones llegan a
la comunidad a comprar el maíz y
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
254
Carlos Lara Martínez
el frijol. Un elemento que favorece
a los agricultores de Joya de Cerén,
es el hecho de que la mayoría tiene
graneros en su casa para almacenar
la cosecha de maíz y frijol, lo que
les permite esperar el momento en
el que los precios les sean más favorables.
En el año 1995, el quintal de maíz se vendió a ¢ 90.oo ($
10.34 U.S.) y el de frijol a ¢ 250.oo
($ 28.73 U.S.). En consecuencia, un
agricultor que produjo una manzana de maíz obtuvo por la venta
de este producto un monto de ¢
3199.50 ($ 367.75 U.S.), partiendo
del supuesto que cosechó 56.99
quintales. Si este mismo agricultor
cultivó media manzana de frijol, y
obtuvo una cosecha que le permitió
comercializar 1.68 quintales, este
agricultor consiguió un monto adicional de ¢ 420 ($ 48.27 U.S.). En
total, un agricultor que cultivó una
manzana de milpa pudo obtener en
1995 por la comercialización del
excedente de la producción de maíz
y frijol un monto de ¢ 3619.95 ($
416 U.S.).
Si a esta cantidad le restamos los costos de producción:
- fertilizantes : ¢1285.00 ($147.70 U.S.)
- herbicidas :
¢ 183.00 ($ 21.03 U.S)
- insecticidas :
¢ 246.00 ($ 28.27 U.S.)
- alquiler de arado : ¢ 150.00 ($ 17.24 U.S.)
- transporte del maíz
a la casa del agricultor :
¢ 71.25 ($ 8.18 U.S.)
- total :
¢1935.25 ($ 222.44 U.S.)
se obtiene un beneficio de ¢1684.70
($193.64 U.S.).
Es conveniente aclarar que
en los costos de producción del
maíz y del frijol solo he querido
contemplar los que son comunes a
todos los agricultores, es decir, los
que pueden considerarse como indispensables desde el punto de vista de la cultura local.
Sin embargo, estoy consciente que existen otras variables
que incrementan los costos de producción de algunos agricultores.
En primer lugar, el 29.9 % de los
agricultores arriendan tierras para
realizar sus actividades agrícolas.
En 1995, la renta de la tierra era de
¢ 800 ($ 91.95 U.S.) por manzana,
aunque, por supuesto, se podían
encontrar tierras más baratas o
más caras, dependiendo de lo plano
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
del terreno. Incluso, entrevisté un
agricultor que producía en tierras
ajenas, pero el propietario, que era
su vecino, no le cobraba, le permitía producir sin costo alguno. Pero,
es claro que la renta de la tierra es
un costo de producción indispensable para un sector de los agricultores de Joya de Cerén, lo cual reduce
el beneficio que los arrendatarios
pueden obtener en la comercialización de su producto.
Otro factor importante son
los intereses que los agricultores
deben pagar al banco, básicamente
al Banco de Fomento Agropecuario.
En 1995, los intereses estaban al
21 %, y el crédito debía pagarse en
un plazo de 9 meses. Si se toma el
cálculo sobre costos de producción
presentado más arriba como el crédito solicitado por los agricultores,
se puede estimar que los intereses
bancarios representan un costo de
¢ 406.40 ($ 46.71 U.S.). Esto reduce
aún más el beneficio de los agricultores, no obstante que no todos los
agricultores toman el crédito bancario.
Un tercer factor que normalmente se toma en cuenta es la
contratación de fuerza de trabajo
asalariada. Este factor, como ya se
indicó, no afecta a todos los agricultores de Joya de Cerén, pues el 64.2
% utiliza fuerza de trabajo familiar.
Esto ayuda a que los agricultores,
sobre todo los que cultivan una o
255
menos de una manzana, no sigan
reduciendo sus beneficios.
Por último, la adquisición
de semilla mejorada no se puede
tomar como un costo de producción fijo, pues los agricultores no
renuevan todos los años la semilla.
En realidad, la compra de semilla
mejorada es irregular, ya que depende del ingreso que el agricultor
haya tenido el año anterior.
En síntesis, la comercialización del excedente de la producción
de maíz y frijol proporciona los fondos necesarios para cubrir los costos de la producción del siguiente
año, con lo que se garantiza la continuidad del proceso, pero no alcanza para ampliar la producción o
generar capital. Únicamente se obtiene un pequeño monto que debe
ser destinado al consumo familiar.
Esto es particularmente cierto para
los agricultores que cultivaban una
o menos de una manzana (62.26
% de los milperos), el resto de los
agricultores pueden conseguir mejores beneficios, pero difícilmente
logran generar un capital que pueda ser reinvertido en la producción.
Los beneficios no alcanzan más que
para satisfacer las necesidades básicas de los grupos domésticos.
Alguien podría argumentar
que el año 1995 fue un año particularmente negativo para el pequeño agricultor, y que la situación
podría mejorar en los próximos
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
256
Carlos Lara Martínez
años. En efecto, en el año 1996 los
precios del maíz y del frijol mejoraron (maíz: ¢ 125 -$ 14.36 U.S.- por
quintal; frijol: ¢ 600 -$ 68.96 U.S.por quintal, al menos hasta junio de
1996). Además, los intereses de los
créditos agrícolas disminuyeron.
Sin embargo, también los costos de
producción se incrementaron, por
lo que esencialmente la situación
siguió siendo la misma.
A partir de este análisis, se
puede concluir que la producción
de maíz y frijol en el cantón Joya
de Cerén tiene como propósito satisfacer las necesidades alimenticias de los grupos domésticos. No
se busca incrementar el beneficio
económico, en el sentido de una
economía de lucro, sino únicamente garantizar la supervivencia de
los miembros de las familias de los
agricultores. Sin embargo, en este
propósito la milpa suele ser sumamente efectiva, pues a pesar de las
fluctuaciones del sistema económico nacional y mundial, los agricultores garantizan el sustento diario
a través del maíz, el frijol y determinadas verduras (ayote, pipián,
pepino y güisquil, este último es
producido en sus casas). Esta es la
razón por la cual la agricultura de
subsistencia continúa constituyendo la base del sistema económico
en Joya de Cerén.
1.3 La caña de azúcar
Como pudo observarse en el esquema del ciclo agrícola de Joya de Cerén, la cosecha de la caña de azúcar
se lleva a cabo en los meses de diciembre, enero y febrero. En estos
tres meses muchos trabajadores se
contratan en la zafra para complementar los ingresos que han adquirido a través de la milpa. Otros,
los productores de caña de azúcar,
alrededor de 65 jefes de familia, recogen su producto y lo venden a los
ingenios.
La caña de azúcar es un
cultivo semiperenne, la planta puede mantenerse hasta por 13 años,
aunque los agricultores consideran
que después de ocho años el rendimiento de la planta comienza a decrecer. No obstante, muchos cañeros mantienen sus cultivos por diez
o trece años, pues no cuentan con
los suficientes ingresos para cambiar el cultivo cada ocho años. A
pesar de esto, como mencionamos
más arriba, la productividad de los
plantíos de caña de azúcar en Joya
de Cerén sobrepasa la media nacional.
Al igual que en el cultivo del
maíz y el frijol, los agricultores utilizan fertilizantes para incrementar
los rendimientos de la caña de azúcar. En general, se aplican 3 sacos
de formulado en el mes de mayo y
tres sacos de sulfato de amonio en
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
el mes de julio. También se utilizan
herbicidas para limpiar los terrenos.
Los costos de producción
por manzana para 1995, pueden
calcularse de la siguiente manera:
Fuerza de trabajo :
¢2,000.oo ($229.88 U.S.)
¢25 por tarea
Transporte :
¢2,400.oo ($275.86 U.S.)
-¢30 por toneladaSemilla :
Fertilizantes :
Herbicidas :
Tractor :
¢ 174.94 ($20.11 U.S.)
¢1,065.oo ($122.41 U.S.)
¢ 61.oo ($ 7.01 U.S.)
¢ 20.oo ($ 2.29 U.S.)
Intereses Bancarios (21%): ¢1,211.64 ($139.26 U.S.)
Total :
¢6,932.58 ($802.45 U.S.)
En relación a este cálculo habría
que hacer algunas aclaraciones.
Para una manzana se utiliza 11.42
257
toneladas de semilla, lo que representa un costo de ¢ 1749.94. Dado
que normalmente los agricultores
cambian el cultivo cada 10 años,
el cálculo que se obtiene es de ¢
174.99 por año. Lo mismo se puede decir del tractor. Es importante
tomar en cuenta que en el caso de
la caña de azúcar los surcos no pueden abrirse con arado. Los cañeros
se ven obligados a alquilar tractor
cada vez que van a sembrar, es decir, cada 10 años (como media), lo
que da un costo de ¢ 20 por año.
Dado que en 1995 por una
tonelada de caña de azúcar los ingenios pagaron ¢ 122.oo ($ 14.02
U.S.), es decir, por 100 toneladas un
productor de caña de azúcar recibió ¢ 12,200 ($ 1402.29 U.S.), el beneficio que los cañeros obtuvieron
de la cosecha de este producto en
el año agrícola 1995-1996 puede
estimarse en ¢ 5,267.42 ($ 605.45
U.S.) por manzana.
Como vimos anteriormente, el 22.28 % de los cañeros desarrollan su actividad en una manzana, por lo que el beneficio de estos
cañeros fue de ¢ 5,267.42. Pero la
mayoría de los cañeros (41.56 %)
cultiva dos manzanas, por lo que
sus ganancias en 1995 ascendieron
a ¢ 10,534.84 ($ 1,210.90 U.S.). Por
último, el 16.26 % cultiva 3 manzanas, es decir, este sector obtuvo un beneficio de ¢ 15,802.26 ($
1,816.35 U.S.).
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
258
Carlos Lara Martínez
Un problema de gran trascendencia para los cañeros es el
costo del transporte, que está relacionado con la distancia a la que se
encuentra el ingenio que les compra la caña. Anteriormente, los cañeros de Joya de Cerén entregaban
su producto al ingenio estatal Chanmico, que se encuentra ubicado en
el mismo municipio de San Juan
Opico. Sin embargo, a principios
de 1994 el Instituto Nacional del
Azúcar de El Salvador (INAZUCAR)
decidió cerrar este ingenio, pues
los técnicos de esta institución consideraron que el ingenio Chanmico
no es rentable, ya que está ubicado
en una zona (municipios de San
Juan Opico, Ciudad Arce y Quezaltepeque) que no produce suficiente
caña para moler. Por esta misma
razón, el gobierno de El Salvador
decidió trasladar este ingenio al
oriente del país, para activar en esa
zona un polo de desarrollo en torno
a la producción de la caña de azúcar.
La decisión no fue del agrado ni de los cañeros de la zona ni
de los trabajadores de este ingenio,
muchos de ellos originarios del
cantón Chanmico. Los primeros
se sintieron afectados por el incremento al costo del transporte, ya
que al cerrar el ingenio Chanmico
se vieron obligados a vender su
caña al ingenio El Angel o al San
Francisco, lo que representa un
incremento del 30 % al costo del
transporte. Por su parte, los trabajadores del ingenio perdían su
empleo: "alrededor de 500 familias
serán afectadas", declaró el representante de los trabajadores a La
Prensa Gráfica. Además, de acuerdo con la Ley de Privatización de los
Ingenios y las Plantas de Alcohol, los
cañeros de la zona tenían la posibilidad de adquirir determinadas
acciones del ingenio Chanmico, lo
que les permitiría mantener cierto
control sobre la comercialización
de su producto. Con la decisión de
trasladar este ingenio al oriente del
país esta posibilidad se desvanecía.
Los cañeros de la zona y los
trabajadores del ingenio, se organizaron para impedir que el gobierno
trasladara este ingenio. Se exigía
el cumplimiento de la Ley de Privatización de los Ingenios..., según
la cual los ingenios debían ser privatizados en su lugar, con el objeto
de beneficiar a los habitantes de la
zona, cañeros y trabajadores, quienes tendrían acceso a las acciones
del ingenio. La ley establecía que la
venta de las acciones debía mantener la siguiente proporción: el 55%
de las acciones debía quedar en
manos de los cañeros de la zona, el
15 % en manos de los trabajadores
del ingenio, y el 30 % restante se
vendería a inversionistas privados.
Para llevar a cabo este plan, el gobierno aportaría el 90 % del capital
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
que se necesita para comprar las
acciones de los cañeros y los trabajadores del ingenio, el cual se pagaría en un plazo de 12 años.
Sin embargo, de acuerdo
con los cañeros y los trabajadores
del ingenio, en este proceso de privatización se interpusieron intereses económicos que desvirtuaron
el proyecto inicial. El 8 de marzo
de 1996, la Asamblea Legislativa
con 51 votos aprobó la reforma a
la Ley de Privatización de Ingenios
y Plantas de Alcohol, autorizando
el traslado del ingenio Chanmico al
oriente del país. "Ya verá Ud.”, me
decía un cañero de Joya de Cerén,
“como la producción de caña decae
después de esta decisión".
Actualmente (1996), los
cañeros de Joya de Cerén y de toda
la zona de influencia del ingenio
Chanmico tienen que vender la
caña al ingenio El Angel o al San
Francisco. «El problema no es únicamente el transporte», aseguraba
un cañero de Opico, «sino que ellos
no pagan la calidad de la caña, porque aquí se produce una caña de
calidad, que le da hasta dos quintales de azúcar, y ellos la quieren pagar como caña común y corriente».
Esta es la razón por la cual para los
cañeros es tan importante lograr
cierto control sobre el ingenio al
cual van a vender su producto.
Sin embargo, últimamente han surgido nuevas esperanzas
259
para los cañeros de esta zona. Al
parecer, los agricultores de oriente
se han convencido que es más barato montar un nuevo ingenio en
aquellas tierras que trasladar el ingenio Chanmico. De ser así, este ingenio podría reiniciar su actividad
en los próximos años.
Otro problema que afecta a
los cañeros de Joya de Cerén es la
práctica de quemar los cañales. Los
productores de caña no han detectado a los responsable, «son manos
traviesas», afirma un cañero, con lo
cual demuestra su ingenuidad ante
este grave problema.
En todas las épocas de zafra personas desconocidas queman
algunos cañales de la zona. Esto
obliga a los agricultores afectados a
levantar la cosecha lo antes posible,
pues una vez la caña ha sido quemada no puede permanecer más de
quince días en pié. Además, debe
venderse rápidamente, ya que cada
día pierde peso y se corre el riesgo
de que la caña se arruine, «se chuqueya», dicen los cañeros, y una
vez arruinada ya no la aceptan en
el ingenio, porque arruina la caña
buena.
Los ingenios tienen sus
agrónomos de campo, estos visitan
las comunidades y establecen la fecha en la que será entregada la caña
de cada productor. Lo ideal es cortar la caña en la fecha establecida,
pues la caña pierde peso una vez
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
260
Carlos Lara Martínez
que ha sido cortada. Sin embargo,
cuando queman la caña de un agricultor este se ve obligado a venderla
de inmediato, pero el ingenio no se
la recibe pues tiene una lista bastante amplia de cañeros que debe de
atender. Entonces, entran en acción
los intermediarios. En su desesperación, los agricultores venden la
caña a bajos precios a determinados
sujetos que ya tienen contacto con
los trabajadores del ingenio, garantizando de esta manera que el producto va a ser recibido.
Lo curioso de este proceso
es que el único que realmente pierde con la quema de los cañales es el
productor directo. Tanto los intermediarios como los trabajadores
de los ingenios salen ganando, pues
obligan al cañero a vender el producto por debajo de su valor. Esto
permite que los intermediarios y
los trabajadores del ingenio puedan
apropiarse de una parte del valor
de la caña de azúcar. Es posible que
esta práctica sea promovida por los
intermediarios y los trabajadores de
los ingenios que obtienen ganancias
dañando al productor de caña de
azúcar.
Sin embargo, a pesar de
estos inconvenientes es claro que
el cultivo de la caña de azúcar representa una fuente de ingresos de
gran trascendencia para los pobladores de Joya de Cerén, tanto para
los cañeros como para aquellos que
se contratan en la zafra. Además,
los cañeros han venido mejorando
su producción (la producción de
1995-96 representa el doble de la
producción de 1958-59), por lo que
en este rubro los pequeños agricultores mantienen una actitud más
empresarial que en la producción
de granos básicos. La inversión en
fertilizantes y semilla mejorada ha
incrementado el rendimiento de la
caña de azúcar, elevando los beneficios por manzana. Aunque esta inversión sigue siendo limitada, pues
buena parte de los ingresos se destinan al consumo familiar o a la ampliación de las relaciones sociales,
a través de reuniones, festividades,
eventos sociales o la simple convivencia, es claro que la producción de
caña de azúcar es la actividad agrícola que más se acerca a una dinámica de acumulación-reinversión.
1.3 Las asociaciones
cooperativas
A pesar de los conflictos que desarticularon las cooperativas en la década de los cincuenta, en 1976 un
grupo de agricultores organizó una
nueva asociación cooperativa. Esta
nueva cooperativa estaba constituída originalmente por 69 socios,
pero a raíz de determinados conflictos internos se redujo el número
de socios a 50.
La cooperativa está organi-
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
zada de la siguiente manera:
Directiva:
- un presidente
- un vicepresidente
- un secretario
- un tesorero
- un vocal
- dos suplentes
También cuenta con una junta de vigilancia, un comité de crédito, encargado de tramitar los créditos bancarios, y un comité de educación, que
se encarga de impartir educación
cooperativa a los asociados.
La cooperativa cuenta con
67 manzanas, pero las tierras pertenecen a sus asociados. La cantidad de tierra por asociado es
irregular, algunos poseen 1/2, 1, 2
ó 3 manzanas. Solo una manzana
pertenece a la cooperativa, en la
cual se encuentran ubicadas las oficinas. Los miembros de la cooperativa siembran maíz, frijol y caña de
azúcar. En realidad, los asociados
determinan lo que van a sembrar
en sus parcelas, únicamente tienen
que entregar una programación de
las actividades agrícolas del año.
Las principales funciones
de la cooperativa son comprar los
insumos a precios más cómodos
y tramitar el crédito con el Banco
de Fomento Agropecuario (BFA).
El año 1995 el banco otorgó a la
cooperativa un interés del 20 %, lo
261
que en realidad no representa una
reducción significativa del crédito agrícola. Sin embargo, en otros
años la cooperativa ha logrado
mejores concesiones por parte del
BFA.
Otra asociación cooperativa que tiene incidencia en Joya de
Cerén es la cooperativa San Andrés,
la cual está ubicada principalmente
en el vecino municipio de Ciudad
Arce, pero cuenta con once asociados en el caserío Plan del Hoyo.
Esta cooperativa surgió en 1980
como producto de la reforma agraria que impulsó la Democracia Cristiana, sin embargo desde esa fecha
hasta la actualidad ha ido perdiendo membresía.
La cooperativa San Andrés
es de gran trascendencia para el
cantón Joya de Cerén, pues en esta
asociación se contratan muchos
agricultores para complementar
sus ingresos. La cooperativa San
Andrés cuenta con 283 miembros y
265 hectáreas. En estas hectáreas,
los asociados siembran cítricos (60
manzanas), café (150 manzanas) y
el resto lo tiene cultivado con caña
de azúcar. Cada asociado recibe
una pequeña parcela para cultivar
su milpa.
Por último, hay que mencionar que en el período en el que
se llevó a cabo esta investigación
estaba surgiendo una nueva asociación cooperativa, denominada "Sol
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
262
Carlos Lara Martínez
Naciente". Por el momento, sus
miembros no han definido el carácter de esta cooperativa ni el tipo de
proyectos que va a llevar a cabo.
Es importante resaltar que
a pesar de la presencia de estas
asociaciones cooperativas, la opinión de los pobladores de Joya de
Cerén no es favorable al desarrollo
del cooperativismo. El 65.7 % de
los jefes de familia considera que
no se han beneficiado con la constitución de las asociaciones cooperativas. Las razones de esta posición
ya las he abordado en el apartado
sobre la historia local de Joya de
Cerén, y pueden sintetizarse de
esta manera: 1) mal manejo de
fondos por parte de los directivos
de las asociaciones cooperativas o
los representantes de la sociedad
nacional; 2) alta valorización de la
propiedad privada.
1.4 Otras actividades
económicas del Cantón
De hecho, en el cantón Joya de Cerén existen otras actividades económicas que complementan los
ingresos de los pequeños agricultores. Estas actividades se enmarcan en la dinámica de la economía
de subsistencia que predomina en
Joya de Cerén.
La primera actividad que se
debe tomar en cuenta es la ganadería, pues existe un número conside-
rable de jefes de familia que practican esta actividad económica. De
acuerdo con mis propios datos, el
23.9 % de los jefes de familia practican la actividad ganadera.
En la comunidad puede observarse una ganadería a pequeña
escala. La mayor parte de los agricultores que posee ganado cuenta
con 4 y 6 cabezas, aunque existen
personas que tienen de 15 a 18 cabezas, tanto de ganado de engorde
como lechero. La mayoría de estos
pequeños ganaderos tienen sus
propios potreros, aunque hay quienes comparten los potreros con
otros ganaderos y otros más que
alquilan tierras para pastoreo.
Otra actividad económica
que debe mencionarse son las pequeñas tiendas que se encuentran
por todo el cantón. Estas tiendas
están ubicadas en las casas de los
propietarios y únicamente cuentan
con los artículos básicos que debe
tener cualquier establecimiento
de esta naturaleza, como gaseosas,
productos Diana (golosinas), jabón,
azúcar, sal, pan dulce, y en algunas
ocasiones cervezas y otros tipos de
producto. La mayor concentración
de tiendas y las de mayores dimensiones se encuentran en la colonia
Joya de Cerén, caserío central del
cantón.
Es interesante observar
que estas tiendas son atendidas
por las mujeres y los niños de los
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
grupos domésticos de la comunidad. De hecho, las señoras supervisan las tiendas como si se tratase
de una extensión de sus labores domésticas. Como las tiendas están
ubicadas en sus propios hogares,
no les resulta difícil pasar de la
cocina, la limpieza o la atención al
bebé, a la venta de gaseosas o golosinas. Nuevamente, esta actividad
económica debe enmarcarse en la
economía de subsistencia que predomina en el cantón Joya de Cerén.
La crianza de animales domésticos es una actividad característica de la economía de subsistencia. En el cantón Joya de Cerén
casi todos los hogares cuentan con
aves de corral, gallinas y pollos. De
acuerdo con la información proporcionada por el CENTA de San Juan
Opico, el 14.85 % de las casas cuenta con 12 aves; el 12.87 % cuenta
con 10 aves; el 11.88 % mantiene
15 aves; y el 9.90 % mantiene 13
aves. El resto de los hogares mantiene menos de 10 aves de corral.
También se observa la
crianza de cerdos. Esta es más limitada que la de aves, pues el cerdo consume más grano (maicillo y
maíz). Según los datos del CENTA,
el 34.05 % de los hogares que cría
cerdos mantiene únicamente 2 cerdos; el 20 % mantiene 3 cerdos; el
18.37 % solo tiene un cerdo; y el
16.75 % cuenta con 4 cerdos. Son
muy pocos los hogares que man-
263
tienen 8 cerdos, estos únicamente
representan el 1.62 %
Tanto la ganadería como las
pequeñas tiendas y la crianza de
animales domésticos, son actividades que complementan el ingreso
de los pequeños agricultores. Sin
embargo, el desarrollo de la economía monetaria obliga a las familias
rurales a buscar un salario que les
de cierta capacidad de compra y de
movilidad en la sociedad nacional.
1.5 El trabajo asalariado
El trabajo asalariado es un rubro de
gran trascendencia para garantizar
la supervivencia de los pobladores
de Joya de Cerén. De acuerdo con
mis datos, el 38.80 % de los jefes de
familia realizan algún tipo de trabajo asalariado. De este 38.80 %
(264 jefes de familia), el 34.61 % se
contrata en labores agrícolas, principalmente en la zafra, pero también en diversas tareas agrícolas en
la cooperativa San Andrés o, finalmente, se contratan en las milpas
de los agricultores que necesitan
fuerza de trabajo asalariada. Como
ya se indicó anteriormente, el salario en el área agrícola es de ¢ 25.oo
por tarea, aunque algunas labores
consideradas más simples pueden
pagarse a ¢ 20.oo por tarea.
El 26.92 % de los jefes de
familia que trabajan asalariadamente, 71 personas, declararon ser
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
264
Carlos Lara Martínez
empleados. Este constituye un rubro sumamente amplio que abarca
tanto al sector de la industria como
al de los servicios. Los salarios
son variados, encontramos desde ¢
750 ($ 86.20 U.S.) hasta ¢ 2,000 ($
229.88 U.S.) por mes.
Dado que al principio de
este artículo se había establecido
que el 83.6 % de los jefes de familia
se dedican a la agricultura como actividad económica principal, entre
los cuales hay un sector de pequeños propietarios (64.2 %) y otro de
arrendatarios (29.9 %), es válido
suponer que los jefes de familia que
se incorporan al trabajo asalariado
lo hacen como una actividad complementaria, es decir, solo dedican
al trabajo asalariado el tiempo que
les queda después de haber realizado las actividades en sus propios
cultivos.
El carácter cambia cuando
analizamos el trabajo asalariado
que desempeñan otros miembros
del grupo familiar. En efecto, el
37.31 % de los encuestados (254
jefes de familia) declaró que en su
grupo familiar existe al menos un
miembro que trabaja asalariadamente. Este puede ser un hijo, una
hija, un yerno o un hermano. Los
datos indican que el 77.27 % de estos trabajadores se encuentra entre
los 18 y los 28 años de edad. Estos
jóvenes son mayoritariamente solteros (72.72 %), y solo un pequeño
porcentaje está casado o acompañado. Es curioso constatar que a
diferencia de los jefes de familia
que se contratan asalariadamente,
estos jóvenes solo en un pequeño
porcentaje (12 %) se contratan en
labores agrícolas. En otras palabras, estos datos muestran la tendencia que los miembros maduros
de la comunidad son los que desarrollan las actividades agrícolas, ya
sea en sus propios cultivos o contratándose asalariadamente, mientras que los miembros más jóvenes
buscan otros tipos de trabajo, en el
sector de los servicios o en la industria.
El 88 % de estos jóvenes
(223 personas) ya no ven el trabajo asalariado como una actividad suplementaria o adicional a la
producción agropecuaria, sino que
se incorporan a los sectores de los
servicios y la industria a tiempo
completo, dejando de lado el trabajo agrícola y pecuario. Si se toma
el porcentaje de la población económicamente activa (PEA) que el
V Censo de Población de 1992 proporciona para el municipio de Opico como válido para el cantón Joya
de Cerén, podemos afirmar que la
PEA representa el 32.16 % (1876
personas) de la población total del
cantón. Esto indica que el sector
que ya no se dedica a labores agropecuarias representa únicamente
el 11.88 % de la población econó-
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
micamente activa de este cantón.
Si bien este sector representa un elemento de transformación de la dinámica socioeconómica
del cantón, pues es un sector que ya
no se encuentra integrado al trabajo agrícola y pecuario, en el contexto del sistema económico global de
la comunidad cumple una función
específica: la de complementar el
ingreso de los grupos domésticos
de los pequeños agricultores, proporcionándoles liquidez, lo que les
da cierta capacidad de movimiento
en la economía monetaria nacional.
En otras palabras, en el contexto
del grupo doméstico (o la economía familiar) este sector constituye
una fuente de ingresos adicional
que complementa el ingreso obtenido con el trabajo agrícola.
Recordemos, además, que
el trabajo en la industria y los servicios no es un trabajo estable; si
bien existe un pequeño sector que
sí cuenta con un contrato permanente de trabajo, muchos de los
que se contratan en estas áreas
mantienen una posición de subempleados, lo que impide que estos
rubros desplacen a la agricultura
como base de la economía de Joya
de Cerén.
También debemos considerar el ingreso que los grupos
domésticos obtienen de los familiares que residen en EEUU. De
acuerdo con mis datos, el 28.78 %
265
de los grupos domésticos de Joya
de Cerén cuentan con al menos un
familiar residiendo en los Estados
Unidos, no obstante que en mi trabajo de campo he podido corroborar que varias familias cuentan con
2 o 3 familiares. Estos inmigrantes
residen principalmente en Los Angeles (68.42 %), aunque también
viajan a San Francisco (21.05 %),
Texas y México. El 83.33 % de estos
inmigrantes salió de Joya de Cerén
entre los 20 y 30 años de edad, lo
que corrobora la tendencia de los
jóvenes a buscar nuevos tipos de
trabajo.
De los hogares con familiares en el extranjero, el 36.84 % (72
hogares) recibe ayuda económica,
la mayor parte de ellos entre $100
U.S. y $200 U.S., lo que representa
un ingreso importante para estos
hogares. El 50 % de estos grupos
domésticos destina estos ingresos
al consumo diario de la familia,
aunque el 25 % lo invierte en la actividad agrícola y el 12.5 % lo utiliza para la educación de sus hijos.
El 12.5 % restante declaró usarlo
para pagar deudas, lo que no permite determinar el destino final de
esta última categoría de remesas.
Por último, debo señalar que existen algunas personas
que han logrado una posición socioeconómica que está por encima
del resto de la comunidad. En el
cantón hay algunos maestros que
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
266
Carlos Lara Martínez
trabajan en el Ministerio de Educación, los cuales no solo perciben
un salario superior al grueso de la
comunidad sino que también gozan de una posición de prestigio
que los coloca entre las personas
más importantes del cantón. Esta
posición va a ser aprovechada en
las contiendas políticas. También
hay algunos pequeños empresarios, como el dueño de las ruedas
mecánicas que se colocan en las
fiestas de la comunidad, los dueños
de los molinos de maíz, el dueño
del conjunto musical Joya de Cerén
y el dueño de un autobús de pasajeros, quienes perciben ingresos superiores al resto de la comunidad.
Estas personas poderosas residen
en la colonia Joya de Cerén, el caserío central, donde se encuentran
las mejores condiciones de vida del
cantón (mejores viviendas, acceso
a los servicios básicos, etc.).
2. La economía de Joya de Cerén
en 1996-97
A lo largo de este trabajo se ha observado que los pobladores de Joya
de Cerén utilizan diferentes fuentes
de ingreso para garantizar la subsistencia y mejorar, en la medida de
sus posibilidades, las condiciones
materiales de vida de sus grupos
domésticos. La agricultura de subsistencia (identificada principalmente con la producción de granos
básicos) constituye la base del sistema económico local. Por medio
de esta actividad los agricultores
obtienen la base de la dieta diaria
de sus grupos familiares.
En el contexto de la economía capitalista que domina el panorama nacional, en el cual los pequeños agricultores no tienen control
sobre la dinámica de los precios y
el costo de la vida, la producción
de maíz, en asociación con el frijol
y determinadas verduras, es decir,
lo que se denomina la milpa, crea
una base que permite amortiguar
las fluctuaciones de la economía de
mercado. A partir de esta base de
subsistencia, que tiene su origen
más remoto en la época prehispánica, los agricultores, pequeños
propietarios y pequeños arrendatarios, pueden desarrollar otras
actividades que complementan el
ingreso y que les permite enfrentar de mejor manera el medio socioeconómico.
Pequeño comercio local
(tiendas), ganadería a pequeña escala y crianza de animales domésticos, constituyen prácticas que continúan la lógica de la agricultura de
subsistencia. Incluso la producción
de caña de azúcar está integrada a
la economía de subsistencia, aunque los cañeros son los que más se
acercan a una lógica empresarial
(acumulación-reinversión), pero,
finalmente, los beneficios de su
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
producción se destinan al consumo familiar y a financiar los eventos sociales de la comunidad. Así,
con base en el sistema de pequeña
propiedad privada se desarrolla la
economía de subsistencia.
Cuando hablo de una economía de subsistencia me refiero a
un tipo de economía cuya lógica de
producción tiende más a la satisfacción de las necesidades básicas de
los productores y sus grupos familiares que al incremento constante
de beneficios, que desarrolla un
proceso de reinversión y capitalización. No se trata de una economía aislada que opera al margen de
la economía monetaria dominante,
pues como se ha podido observar
los agricultores de Joya de Cerén
están integrados a la dinámica de la
sociedad capitalista salvadoreña.
La economía de subsistencia se caracteriza, por la actitud del
productor de trabajar con el objetivo de obtener lo necesario para
garantizar la subsistencia de su
grupo familiar. El productor puede
generar un excedente pero este no
entra en una lógica de creación de
capital (acumulación-reinversión)
sino que se destina al consumo de
la familia y al desarrollo de las relaciones sociales (reuniones sociales,
festividades, etc.). Únicamente se
invierte en la producción lo equivalente a los costos de la producción
del siguiente año. De esta mane-
267
ra, la economía de subsistencia o
economía campesina es un tipo de
economía que funciona sin acumulación. Esto es válido, en el caso de
Joya de Cerén, para la producción
de granos básicos, pero también lo
es en alguna medida para la caña
de azúcar.
Se entiende entonces que la
economía de subsistencia está integrada a la lógica de la economía
monetaria de carácter macrosocial.
Y es más, podría irse más lejos y
afirmar que la economía capitalista
(de tipo empresarial) utiliza la economía de subsistencia para incrementar sus beneficios, sobre todo
a través del proceso de comercialización de sus productos, pero también porque la economía de subsistencia permite reducir los costos
de la reproducción de la fuerza de
trabajo que utilizan las empresas
capitalistas. En este sentido, la economía de subsistencia resuelve un
problema que la economía empresarial no podría resolver: mantiene
a una amplia población de subempleados que el sistema nacional no
puede absorber.
Pero sería demasiado unilineal afirmar que la economía de
subsistencia se mantiene solo por
los beneficios que la economía empresarial obtiene de ella. En realidad, los pequeños agricultores han
desarrollado una actitud de resistencia frente a la imposición de la
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
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Carlos Lara Martínez
economía empresarial como modelo único de la sociedad nacional.
Esta actitud de resistencia quedó
documentada en la reconstrucción
de la historia local, pues a pesar
de que las tierras en Joya de Cerén
eran casi totalmente cañeras y que
los pequeños agricultores recibieron asesoría técnica para obtener
mayores beneficios con la producción de la caña de azúcar, éstos sustituyeron este producto por maíz y
frijol. Por otra parte, actualmente
la producción de caña de azúcar
se ha incorporado a la lógica de la
subsistencia.
Esto me hace pensar que
la economía de subsistencia no
es únicamente el producto de "las
condiciones objetivas" que el sistema económico nacional impone,
sino también, y fundamentalmente, de la actitud de los pequeños
agricultores frente al proceso de
producción, es decir, de las expectativas y los objetivos que los pequeños agricultores tienen en relación a las actividades económicas
que realizan.
Este punto es de gran trascendencia, pues normalmente los
investigadores solo enfatizan “las
condiciones objetivas” de la dinámica socioeconómica, olvidando el
sistema de valores y concepciones
culturales, pues suponen que este
se deriva automáticamente del primero. Lo que me interesa enfati-
zar en este trabajo es que entre las
condiciones técnicas y sociales, por
un lado, y el sistema de valores culturales, por el otro, existe una relación dialéctica, que puede definirse
como una relación de interdeterminación, según la cual ambos aspectos se condicionan mutuamente.
Así, si bien la economía
empresarial saca ventaja de la permanencia de la economía de subsistencia en Joya de Cerén, esta
representa una opción cultural que
tiene que ver con el estilo de vida
de estos sujetos sociales. En pocas
palabras, la economía empresarial supone la subordinación de la
vida social a los intereses económicos, mientras que la economía de
subsistencia valora la vida social
(reuniones sociales, convivencia,
festividades religiosas y profanas,
etc.) por encima de las condiciones
materiales de vida. Esta opción de
vida (la de la economía de subsistencia) supone invertir mayores
esfuerzos y recursos en el desarrollo de las relaciones sociales antes
que en el incremento de los beneficios económicos; o, dicho de otra
manera, los pequeños agricultores
de Joya de Cerén prefieren invertir
más en el capital social de sus parientes y su comunidad, que en el
capital material.
Pero también hemos visto
que los pobladores de Joya de Cerén combinan la economía de sub-
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
sistencia con el trabajo asalariado.
El trabajo asalariado lo realizan dos
tipos de sujeto social: los propios
agricultores, quienes se contratan
asalariadamente en ciertas épocas
del año, como en la zafra y en otras
actividades, cuando no tienen trabajo en sus cultivos; y aquellos sujetos, principalmente los jóvenes,
que se incorporan a los sectores de
los servicios y la industria a tiempo
completo.
Con base en esta información, se puede concluir que los agricultores de Joya de Cerén son actualmente semi-campesinos, pues
combinan la economía campesina
(o de subsistencia) con actividades
propias de la economía empresarial
capitalista. Sin embargo, el carácter semi-campesino no debe verse
únicamente al nivel de los individuos, sino que debe enmarcarse en
la división del trabajo al interior del
grupo doméstico, es decir, del grupo de personas que residen en una
misma vivienda, pues es ésta la unidad de consumo. Esto quedará aún
más claro en el siguiente apartado.
Algunos autores, como Luisa Paré (1977) y Cabarrús (1983,
1985), han acuñado el concepto de
semi-proletariado agrícola, para
referirse a estos agricultores que
producen bajo una lógica de subsistencia pero que al mismo tiempo se
contratan asalariadamente. Yo prefiero utilizar el concepto de semi-
269
campesino pues, como ha quedado
demostrado en este trabajo, la base
del sistema económico sigue siendo la economía de subsistencia.
Es importante señalar que
el carácter semi-campesino no hace
referencia a un estado pasajero o
de transición, sino que se refiere a
una condición estable (o estructural) del capitalismo dependiente en
El Salvador. En esencia, representa
una estrategia a través de la cual los
pequeños agricultores logran mantener la economía de subsistencia
en condiciones que les son adversas, esto es, en una sociedad dominada por una economía monetarizada, de carácter empresarial. De
lo contrario, si solo se dedicaran a
la economía de subsistencia, no podrían sobrevivir en las condiciones
actuales o sobrevivirían muy mal.
3. La dinámica de los grupos
domésticos
En este apartado me propongo estudiar un aspecto esencial de la
estructura social del cantón Joya
de Cerén, el sistema de los grupos
domésticos.
Para estudiar este sistema, considero necesario analizar a
profundidad sus elementos constitutivos. Estos elementos pueden
reducirse a tres variables: la base
material de los grupos domésticos,
su composición social, que abarca
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
270
Carlos Lara Martínez
los tipos de familia y su organización interna, y el sistema de normas
y valores, que rige la vida familiar
y las relaciones entre los parientes. A partir del examen de estos
tres elementos, se puede precisar
el papel que los grupos domésticos
juegan en la sociedad local de Joya
de Cerén, es decir, las funciones que
cumplen en el contexto de la sociedad global.
3.1 La base material de los
grupos domésticos
El grupo doméstico es ante todo un
grupo residencial, está compuesto
por un conjunto de individuos que
habitan un espacio común. En consecuencia, la base material de los
grupos domésticos está constituída
por la vivienda y sus implementos.
En Joya de Cerén, el 92.6%
de los jefes de familia son propietarios de la vivienda en la que viven.
La mayor parte de las viviendas
han sido construídas con adobe
(36.8%). Le sigue el tipo mixto
(29.4%) y el bloque (13.2%). Por
último, se pueden observar las viviendas de bahareque (8.8%) y los
ranchos (2.9%), sobre todo los de
cartón y plástico.
El adobe es un tipo de construcción que ya se encuentra en
la época prehispánica, pero se extiende y se perfecciona en la época
colonial. Actualmente, el adobe se
sigue utilizando en la construcción
de las viviendas de las áreas rurales, principalmente de personas de
escasos recursos.
Los lugareños preparan los
ladrillos de adobe para ser utilizados en la construcción. Estos ladrillos se preparan con barro, tierra
limpia y cierta cantidad de arena.
La mezcla se elabora en un hoyo
que se ha abierto previamente. Ahí
se va agregando el agua hasta que
se crea un lodo con cierta consistencia. A esta mezcla se le agrega
paja o zacate, lo que es útil para
que el lodo adquiera mayor consistencia. También se puede agregar
aceite quemado para que la mezcla se vuelva más resistente. Esta
mezcla se coloca en moldes de madera para formar los ladrillos. Los
moldes deben mojarse previamente pues de lo contrario el adobe se
pega al molde. Una vez que los ladrillos están listos, se dejan al aire
libre, al sol y luego en la sombra,
para que se sequen. El tiempo que
se tardan en secarse puede ser de 2
a 3 semanas.
Las construcciones de adobe tienen una base de piedra que
también se fija con este tipo de
mezcla. Sobre esta base se colocan
los ladrillos de adobe para levantar
las paredes. Estas paredes pueden
recubrirse con cal o cemento, con el
objeto de evitar que se erosionen.
Diversos arquitectos coinciden que
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
el adobe tiene una vida corta, pues
no resiste las inclemencias del clima. Tampoco resiste los sismos, las
paredes tienden a desmoronarse
hacia adentro, poniendo en peligro
la vida de los que habitan este tipo
de vivienda.
Otro sistema constructivo
que tiene su origen en la época prehispánica es el bahareque. El bahareque ha perdido presencia en Joya
de Cerén, únicamente el 8.8 % de
las viviendas del cantón han sido
construídas con este sistema.
El bahareque consiste en un
entramado o tejido de caña brava,
vara de castilla, bambú o tablas de
madera, que se levanta sobre un ci-
271
miento o muro de piedra o ladrillo.
Este cimiento puede ser de 0.60 a
0.80 cms. El entramado debe fijarse bien en los extremos para que no
se desarme. Puede ser reforzado
con alambre espigado con el objeto
que el lodo quede más fijo.
La armazón se rellena con
una mezcla de lodo formando así
las paredes de la vivienda. Estas
paredes pueden ser repelladas
con cal o cemento, lo que evita las
filtraciones de agua y el paso de
insectos. Estas viviendas son sumamente frescas y resistentes a los
movimientos telúricos.
Los ranchos representan
únicamente el 2.9 % de las vivien-
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272
Carlos Lara Martínez
Figura 1 (arriba): Vivienda 1. Figura 2 (abajo):En este esquema se maneja la siguiente
simbología: ∆ significa hombre; Ο significa mujer; el signo = representa una relación
de matrimonio; cuando dos o más sujetos están unidos directamente por una línea
horizontal es porque son hermanos; bajo la línea vertical que sale del signo = se encuentran los hijos de una pareja y sus esposos o esposas. Los signos que están enmarcados en las líneas cortadas representan a los miembros de un grupo doméstico, es
decir, a los que viven bajo un mismo techo.
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Economía y parentesco en Joya de Cerén...
273
Figura 3.
Figura 4.
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Carlos Lara Martínez
Figura 5.
Figura 6.
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Economía y parentesco en Joya de Cerén...
das del cantón. Es un tipo de construcción muy sencillo que se hace
a base de cartón y plástico. Los
ranchos de paja son muy escasos
en este cantón. Estas viviendas son
habitadas por las familias más pobres de la comunidad.
Por último, tenemos los sistemas constructivos modernos, el
tipo mixto y el bloque. El tipo mixto es el segundo en importancia en
Joya de Cerén, 29.4 %. Consiste en
la combinación de ladrillo rojo y cemento, con vigas de concreto en los
extremos que soportan la estructura. Las construcciones de bloque representan el tercer sistema
constructivo en importancia, 13.2
%, y consiste en la construcción
275
de paredes de ladrillo de concreto
con varas de hierro intercaladas, en
donde el peso de la estructura recae sobre las paredes.
Estos sistemas han ido ganando terreno en Joya de Cerén,
principalmente porque son más
resistentes y duraderos que los anteriores. Sin embargo, no se debe
perder de vista que estos sistemas
constructivos modernos constituyen símbolos de poder económico
y social al interior de la comunidad. En efecto, las personas que
tienen mayor capacidad económica
sustituyen sus viviendas de adobe
o bahareque por sistema mixto o
bloque, indicando de esta manera
el nivel socioeconómico que han
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276
Carlos Lara Martínez
Figura 5. Vivienda 4
Figura 6. Esta es la vivienda de una familia nuclear: el padre, la madre, un niño y
una niña.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
alcanzado. Es por ello que no nos
debe extrañar que estos sistemas
constructivos modernos predominen en la colonia Joya de Cerén, caserío central de este cantón, donde
residen las familias con mayor poder social, mientras que a medida
que uno avanza hacia los caseríos
periféricos (La Ranchería, Plan del
Hoyo, Agua Zarca) las viviendas
de adobe y bahareque adquieren
mayor presencia. Así, los sistemas
constructivos indican poder económico y social al interior del cantón.
En términos generales, se
puede establecer la siguiente valoración cultural en los sistemas
constructivos de Joya de Cerén:
De inferior a superior:
rancho ---> bahareque --->
adobe ---> mixto y bloque.
Es lógico, entonces, que los pobladores de Joya de Cerén tiendan a
sustituir los sistemas constructivos
tradicionales por los modernos. De
cualquier manera, es interesante
constatar que los lugareños ya se
han apropiado de las técnicas para
construir por sí mismos sus viviendas con sistema mixto o de bloque.
Ahora bien, es importante
conocer la distribución interna del
espacio en las viviendas de Joya de
Cerén, para ello tomaré cuatro viviendas, dos en la colonia Joya de
277
Cerén y dos de Plan del Hoyo.
• Viviendas en la colonia Joya de
Cerén (Figura 1)
En esta vivienda habita una familia ampliada, esto es, se observa la
asociación de dos familias nucleares, la familia de los padres (hogar
1) y la familia de la hija del padre
(hogar 2). Esta situación puede
representarse como lo muestra la
figura 1.
Aunque cada uno de los
hogares funciona con cierta autonomía, mantienen entre ellos una
práctica constante de ayuda mutua.
La familia de la hija entra y sale de
la casa de los padres de la madre
como si fuera su propia casa, hacen
uso de la cocina del hogar 1 e intercambian alimentos.
Es interesante observar
que la cocina está separada por tres
metros del resto de la casa. Un señor comentó que ellos construyen
la cocina por separado porque así
evitan que el humo penetre en sus
residencias.
Una bodega también ha
sido construída a dos metros de
distancia del resto de la vivienda. El lavadero queda contiguo al
corredor. En este lavadero está la
pila, donde se bañan los miembros
de la familia.
El corredor está delimita-
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278
Carlos Lara Martínez
do por un muro de 60 cms de alto.
Este corredor sirve como un espacio de convivencia cotidiana de los
miembros del grupo doméstico o
simplemente para pasar el rato, sobre todo para evitar el calor que caracteriza a los climas tropicales. En
el patio de la casa, encontramos diversos tipo de árboles frutales. La
milpa está a media hora de camino.
La Vivienda 2 (figura 3)
también ilustra un caso de familia
ampliada. El padre dividió el terreno (1,000 m2) en dos, dándole
una mitad a un hijo que tuvo en su
primer matrimonio. En el hogar 1
también existe una situación de familia ampliada, pues la madre y su
hijo conviven con la familia de la
hija de la madre. De acuerdo con
la madre, su hija y su familia se fueron a vivir con ella porque después
que murió su marido ella se sentía
demasiado sola.
La composición de esta vivienda tambie´n se representa en la
figura 4.
Esta vivienda fue construída por el Instituto de Colonización
Rural, por lo que su construcción
responde más a patrones urbanos
que a los patrones de la cultura local.
• Viviendas en Plan del Hoyo
En esta vivienda habitan cinco per-
sonas, el padre, la madre, dos hijas
y una nieta.
Nuevamente, la cocina se
encuentra a tres metros de la construcción principal de la vivienda.
El lavadero-baño está a 7 ½ metros
de la construcción principal. La letrina queda a 10 m de distancia del
lavadero-baño.
En la bodega de la construcción principal tienen dos silos para
almacenar el maíz. El maíz que no
ha sido desgranado se guarda en
un granero que se encuentra en el
patio de la casa. En este patio hay
árboles frutales. La milpa está a 40
minutos de la casa.
La cocina está también ubicada a 3 metros de la construcción
principal.
La concepción del espacio que muestran estas viviendas
responde a las necesidades económicas y a los principios de sociabilidad de la cultura local. En su
interior, se desarrollan los tipos de
familia que garantizan la subsistencia de los pobladores.
Llama la atención cierta
analogía que estas viviendas mantienen con los complejos habitacionales del 600 D.C. estudiados por
Payson Sheets y su equipo de colaboradores. Exceptuando la casa 2,
que es la única diseñada con base
en los criterios de los técnicos del
Instituto de Colonización Rural,
en las demás viviendas la cocina
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
aparece como una unidad autónoma con una función específica. Lo
mismo podría decirse de las bodegas de las viviendas 1 y 4. En este
sentido, se puede observar cierta
tendencia a construir “complejos
habitacionales” cuyas funciones
mantienen autonomía física.
Además, las viviendas 1 y 4
presentan corredores en las fachadas principales, los cuales constituyen espacios para estar o descansar. Estos corredores cumplen una
función importante en la socialización de los miembros del grupo doméstico y de estos con otros grupos
domésticos de la comunidad. Este
es otro elemento de continuidad
con los complejos habitacionales
del 600 D.C.
Pero, a diferencia de las
unidades residenciales del 600
D.C., en las cuales los campos de
maíz (o milpas) estaban a la par de
las viviendas, en la actualidad en
los patios de las casas encontramos
árboles frutales, y las milpas están
ubicadas a 30 o 40 minutos de camino.
Estas comparaciones nos
llevan a la conclusión que las unidades residenciales de Joya de
Cerén mantienen determinados
elementos de continuidad cultural
con su pasado lejano, a la vez que
existen elementos de ruptura o discontinuidad cultural.
Ahora, es importante revi-
279
sar los objetos que se encuentran
al interior de estas viviendas, pues
estos objetos nos darán una visión
más clara del nivel y del estilo de
vida de los pobladores del actual
catón Joya de Cerén.
En primer lugar, hay que
establecer la diferencia entre la colonia Joya de Cerén y el resto de los
caseríos del cantón. En general, la
colonia Joya de Cerén presenta un
nivel de vida superior al resto de
los caseríos, lo que puede observarse a través del tipo de vivienda
y de los objetos que poseen en sus
casas. Pero al interior de la colonia Joya de Cerén también hay diferencias. Las principales calles de
esta colonia están pobladas por las
familias que cuentan con las condiciones de vida más elevadas, mientras que en las zonas periféricas
viven familias de escasos recursos.
Esta distribución del espacio sigue
el patrón colonial de asentamiento, según el cual en el centro de los
poblados se establecían las familias
más poderosas, mientras que en las
periferias se ubicaban las familias
menos beneficiadas.
El mobiliario de las viviendas de Joya de Cerén es sencillo. Se
trata de una estufa, de leña o de gas,
una mesa de comedor, sillas, mesas
de noche, camas, roperos y gaveteros. En la colonia Joya de Cerén y
el caserío El Ira pueden observarse
varias casas con estufa de gas, aun-
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
280
Carlos Lara Martínez
que predomina la cocina de leña.
En los caseríos periféricos es mucho más difícil observar una casa
con estufa de gas.
En general, una vivienda
consume 4 pantes de leña al año.
Un pante es un bulto de leña cortada de una vara de alto por cuatro
varas de largo, que se vende a ¢300
($34.48 U.S.), es decir, en un año
una familia gasta ¢1200 ($137.93
U.S.) en leña. Un informante comentó que para hacer fuego se utiliza el pepeto. Existen tres tipos de
pepeto: el pepeto blanco, que es el
más blando y más fácil de cortar, el
pepeto rojo y el negro. Este último
es el más difícil de cortar, hay que
hacerlo con cuña y almágana, pues
solo con hacha no se puede cortar.
En la colonia Joya de Cerén,
muchas casas ya no tienen piedra
de moler (para triturar el maíz)
pues llevan el maíz a los molinos,
que cobran ¢0.50 ($0.05 U.S.) por
moler 2 quintales; pero en los caseríos periféricos (Plan del Hoyo,
La Ranchería, Agua Zarca) las señoras tienen molinillos manuales
o eléctricos y piedras de moler. La
técnica actual consiste en que ya
cocido el maíz, primero lo muelen
en el molinillo (manual o eléctrico)
y después lo terminan de moler en
la piedra, pues de esta manera la
masa queda más fina. Este instrumento (la piedra de moler), que de
acuerdo con Rafael Cobos (1997:
35) constituyó la herramienta de
subsistencia más importante de las
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
281
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
CUADRO II
TIPOS DE FAMILIA EN JOYA DE CEREN
Familias nucleares
68.52%
Familias nucleares incompletas
9.26%
Una familia nuclear y una familia nuclear
incompleta
12.26%
Fragmentos de familias nucleares
9.26%
unidades domésticas de Mesoamérica en la época prehispánica, sigue
desempeñando un papel importante en la vida doméstica de los caseríos periféricos de Joya de Cerén.
Como en el 600 D.C., estas
piedras de moler se componen de
una plancha de piedra (metate) y
una pieza de piedra alargada y circular, que se denomina mano. El
metate mide 0.50 cms de largo y
0.36 cms de ancho, y en esta plancha se coloca el grano de maíz cocido o la masa pasada por el molinillo
manual o eléctrico.
El metate no se coloca directamente en el suelo, como en
otros lugares de mesoamérica, sino
que se asienta sobre unos troncos
de madera en forma de Y, denominados horquetas. Dos horquetas
sostienen el metate, la primera es
la más corta, mide 64 cms, mientras que la posterior mide 74 cms,
de tal manera que el metate queda
en posición inclinada hacia abajo.
La persona que va a moler
el maíz (siempre es una mujer) se
coloca detrás de la horqueta más
larga. Sujeta la mano y la hace girar sobre el metate, al mismo tiempo que se desplaza hacia delante y
hacia atrás, tirando hacia el frente
la masa ya molida. La posición del
metate, inclinada hacia abajo, permite que se aproveche el peso del
cuerpo de la señora que está moliendo, el cual ayuda a hacer presión para que la masa salga más
fina. Esta técnica es más o menos
similar a la utilizada hace 1400
años.
Pero los implementos domésticos también incluyen el uso
de aparatos eléctricos. Estos se
concentran en la colonia Joya de
Cerén, aunque también pueden observarse en los caseríos periféricos.
El aparato eléctrico que
mayor presencia tiene en Joya de
Cerén es el televisor. El 32 % de
las viviendas del cantón (218 casas) cuentan con este aparato. El
televisor es un medio a través del
cual se transmiten los valores de
la sociedad urbana dominante, por
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
282
Carlos Lara Martínez
lo que debe considerarse como un
medio de transformación cultural.
Es también un medio de socialización, pues parientes, amigos y
trabajadores, se reúnen en torno a
la televisión para disfrutar de un
programa determinado, sobre todo
si se trata de un partido de fútbol.
En Joya de Cerén, la mayoría ve los
canales 2, 4 y 6, pues los demás no
se captan muy bien.
El segundo aparato eléctrico más extendido es el aparato
de música, el cual forma parte de
los implementos domésticos del
28.1% de las viviendas. Este aparato es fundamental para la realización de fiestas y reuniones sociales.
Constituye, por lo tanto, un medio
de interacción social.
Los otros aparatos eléctricos de importancia son la refrigeradora, que está presente en el 15.7%
de las viviendas, y la licuadora,
14.4 %. A pesar que estos últimos
dos aparatos pueden considerarse
indispensables por un sector social medio de la sociedad urbana,
en Joya de Cerén el televisor y el
aparato de música son más indispensables que la refrigeradora y
la licuadora, posiblemente porque
aquellos están más directamente
involucrados con el desarrollo de
las relaciones sociales.
Por lo demás, en las viviendas de Joya de Cerén pueden encontrarse diversos tipos de ollas y
sartenes, la mayoría de las cuales
son de metal, pero también hay de
barro. Vasos, platos y recipientes
de plástico son comunes en estas
casas. Las mujeres suelen transportar el agua en cántaro de plástico.
3.2 La composición de los
grupos domésticos
Los grupos domésticos están constituídos por un conjunto de personas que se consideran parientes
entre sí. Este conjunto de personas
establecen diferentes tipos de familia. En Joya de Cerén, he clasificado
los grupos familiares en tres tipos:
1- Familia nuclear: es la constituída por un padre, una madre y
sus hijos e hijas.
2- Familia nuclear incompleta: es
la que carece de alguno de los
tres elementos de la familia nuclear, es decir, no cuenta con el
padre o con la madre o con los
hijos e hijas.
3- Familia ampliada: es la formada
por la asociación de dos o más
núcleos familiares. Existen
tres subtipos de familia ampliada:
3.1 La constituída por dos
familias nucleares
3.2 La constituída por una
familia nuclear y una familia
nuclear incompleta
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
3.3 La constituída por fragmentos de familias nucleares.
Para determinar el peso de
cada uno de estos tipos de familia
en la comunidad Joya de Cerén, se
aplicó una encuesta en la que se
entrevistó a las señoras de la casa,
es decir, las que están encargadas
de la organización de las labores
domésticas. Los resultados de esta
encuesta son los siguientes:
El cuadro II muestra que en
el momento en el que se aplicó la
encuesta, la mayor parte de los grupos domésticos estaban constituídos por familias nucleares. Solo el
21.52 % de los grupos domésticos
pueden considerarse familias ampliadas, básicamente de los tipos
una familia nuclear + una familia
nuclear incompleta y asociación de
fragmentos de familias nucleares.
La asociación de familias nucleares
completas es muy escasa, de hecho
no aparece en la muestra. Esto no
quiere decir que no exista pero su
nivel de representatividad es muy
bajo. Esto indica que la familia ampliada es un tipo de asociación que
se constituye para proteger económica y socialmente a las familias nucleares incompletas, ya sea
porque éstas representan nuevas
parejas que inician su vida marital
o porque constituyen familias que
carecen de la presencia del padre
283
o, finalmente, porque alguno de los
padres ha quedado viudo.
Por último, las familias nucleares incompletas representan
un pequeño sector de los grupos
domésticos de Joya de Cerén. Estos
grupos normalmente carecen de la
presencia del padre.
El 45.5 % de los hogares
(309 hogares) declaró que cuando
se casaron (o se acompañaron) se
fueron a vivir a la casa de sus padres, la mayoría a la casa de los
padres del hombre (viripatrilocalismo) pero algunos a la casa de los
padres de la mujer (uxoripatrilocalismo). Esto crea una situación inicial de familia extensa.
Esta situación da la pauta
para interpretar los tipos de familia
de estos 309 hogares, no como tipos fijos de familia, sino como tipos
dinámicos que tienden a cambiar
en diferentes momentos de la vida
de los grupos domésticos.
En efecto, las parejas inician su vida conyugal en una situación de familia ampliada, del tipo
una familia nuclear + una familia
nuclear incompleta. Algunas parejas prolongan la convivencia con el
núcleo paterno aún después de tener su primer hijo, pero la mayoría
ponen su propia casa. Normalmente, las parejas viven en la casa paterna por uno o dos años, mientras
logran reunir lo suficiente para independizarse. A partir de este mo-
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
284
Carlos Lara Martínez
mento, la nueva pareja constituye
una familia nuclear, la cual se mantiene hasta que los hijos crecen y se
comienzan a casar. Esta es una de
las razones por la cual el 68.52% de
los grupos domésticos son familias
nucleares, pues la mayor parte del
tiempo permanecen en este tipo de
familia.
Una vez que el primer hijo
se casa (o se acompaña) se establece de nuevo la familia ampliada. Si
por alguna razón el matrimonio de
una de las hijas falla o simplemente
tiene hijos sin establecer una relación estable, ella y sus hijos se reintegran al hogar paterno. Finalmente, si alguno de los padres queda
viudo o ya son de edad avanzada,
alguno de los hijos (con su familia)
se hace cargo de ellos.
Esta, por supuesto, es una
reconstrucción ideal que únicamente pretende identificar la tendencia general en el desarrollo de
este 45.5 % de los grupos domésticos de Joya de Cerén. De esta reconstrucción ideal se desprenden
dos puntos: (i) los grupos domésticos atraviesan por un ciclo de desarrollo (Arizpe, Lourdes: 1973) a
través del cual pasan de un tipo de
familia a otro; y (ii) la familia ampliada es un mecanismo que soluciona las deficiencias de la familia
nuclear incompleta, en un tipo de
economía en el que la fuerza de trabajo es clave para el sostenimiento
del grupo familiar. Este es el funcionamiento de los grupos domésticos en el marco de la sociedad
campesina tradicional.
Pero en Joya de Cerén, el
51.5 % de los hogares declararon
que cuando se casaron (o se acompañaron) se fueron a vivir a su propia casa, marcando independencia
de sus padres. Esta tendencia a la
neolocalidad rompe con el ciclo de
desarrollo del grupo doméstico tal
y como se ha expuesto más arriba.
En efecto, la neolocalidad representa la tendencia del capitalismo
contemporáneo y, por tanto, la incidencia de este sistema en el cantón
Joya de Cerén, mientras que la patrilocalidad, masculina o femenina,
representa la sociedad campesina
tradicional. Así, el carácter semicampesino de este cantón también
se observa en la composición de
los grupos domésticos, pues en la
comunidad se encuentran las dos
dinámicas, la dinámica capitalista
(neolocal) y la dinámica campesina
(el ciclo de desarrollo del grupo doméstico).
Sin embargo, debemos alejarnos de una interpretación simplista basada en una concepción
de evolución unilineal, con base en
la cual alguien podría pronosticar
que en un futuro cercano el patrón
de residencia neolocal desplazará
completamente al patrón campesino mesoamericano. Como ya se
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
señaló en un apartado anterior, el
carácter semicampesino de estos
pequeños agricultores representa
una condición estable que forma
parte no sólo del sistema social local sino también del sistema nacional. De la misma manera, el patrón
actual de residencia debe entenderse como un patrón ya estabilizado, que se basa en un movimiento
dialéctico que combina el patrón
neolocal, fundado en la familia nuclear, y el patrón campesino mesoamericano, fundado en el ciclo de
desarrollo del grupo doméstico.
Piénsese, por ejemplo, en
una pareja que cuando se casa o se
acompaña decide instalar su propia
casa totalmente independiente de
la casa de sus padres (patrón neolocal), pero cuando sus hijos crecen
y contraen matrimonio (o simplemente se acompañan) uno o más
de éstos decide permanecer en la
casa paterna por un tiempo determinado, reestableciendo el ciclo
de desarrollo del grupo doméstico.
Así, la neolocalidad no es un patrón
cultural irreversible, sobre todo tomando en cuenta que la escasez de
recursos económicos pueden obligar a los agricultores a retornar al
patrón campesino mesoamericano.
Una solución muy común
en Mesoamérica es la que podemos
observar en las viviendas 1 y 2 del
apartado anterior. Dos hogares viven en el mismo terreno en vivien-
285
das independientes, pero compartiendo un espacio común (el patio
y en repetidas ocasiones la cocina
y la bodega) y diversos elementos
del consumo diario. La cercanía
física y parental se traduce en una
dinámica constante de solidaridad
y ayuda mutua. Este es el tipo de familia que Alfonso Villa Rojas (1987)
denomina “familia múltiple”, pues
aunque comparten espacios comunes e intercambian diversos bienes
no constituyen una unidad de consumo, sino que cada uno mantiene
su autonomía económica.
3.3 Grupo doméstico y sistema
de parentesco
La importancia del grupo doméstico en la estructura social de este
cantón queda más clara si examinamos el tipo de sistema de parentesco que predomina en la comunidad.
En general, puede afirmarse que los
pobladores de Joya de Cerén tienden a buscar cónyuge al interior de
su cantón o en las comunidades aledañas. Esta tendencia endogámica
o localista favorece la preservación
de las normas de comportamiento
de la comunidad.
En Joya de Cerén, como en
toda Mesoamérica, no existe (y
nunca existió, al menos al nivel de
las comunidades campesinas) una
organización basada en un sistema
de grupos de descendencia unilineal (agnática o uterina), sino que
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
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Carlos Lara Martínez
más bien el parentesco que ha prevalecido es fundamentalmente cognático, pues se reconocen ambas líneas de descendencia, la del padre
y la de la madre. Si bien la línea paterna (patrilinealismo) tiende a ser
más importante que la línea materna, siempre existe la opción de afiliarse al grupo de solidaridad que
deriva de la línea de descendencia
materna. Este tipo de parentesco
puede definirse como un sistema
ambilineal, pues crea una red ambigua de solidaridad, en la cual nunca se establecen los límites exactos
del grupo, de tal manera que un pariente puede o no sentirse obligado
a ayudar a otro pariente.
En este contexto, el grupo de residencia adquiere mayor
trascendencia para el sistema de
relaciones sociales de la comunidad que el grupo de descendencia.
Como lo señala Lourdes Arizpe a
propósito de Zacatipan, una comunidad nahuat de la Sierra Norte de
Puebla, en México:
La relación de parentesco que
se recalca en Zacatipan es la actual hacia los miembros en vida
del grupo de parentesco. La
identidad social que reciben los
individuos de su grupo de descendencia en sociedades unilineales la derivan en Zacatipan
del grupo de residencia con que
habitan. Y este no tiene que ser
patrilineal. El cirterio de resi-
dencia, por tanto, tiene prioridad sobre el de descendencia"
(1973:1188).
Un fenómeno similar ha sido observado por el Dr. Payson Sheets
(1992) en la comunidad de Joya de
Cerén del 600 D.C. El arqueólogo
norteamericano ha desarrollado
lo que él denomina la arqueología doméstica, es decir, aquel tipo
de investigación arqueológica que
centra el análisis en el grupo doméstico, de carácter residencial,
ya que este también constituía, en
aquella época, la célula de la estructura social de las comunidades
campesinas.
Estos grupos residenciales
(o grupos domésticos) mantienen
sus relaciones de solidaridad apoyándose en la parentela personal,
esto es, constituyen grupos de parentesco que únicamente son idénticos para los hermanos, siendo el
punto de referencia ego y no un ancestro o antecesor común, como en
el caso de los grupos de descendencia unilineal. De aquí se deriva el
carácter difuso de sus límites, pues
el grupo de parentesco varía en
función de ego, o sea, en función del
individuo que se toma como referencia, lo que supone que el grupo
de parentesco nunca es el mismo
para todos los miembros que componen una parentela determinada.
Esta es la razón por la cual
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Economía y parentesco en Joya de Cerén...
este tipo de parentesco necesita un
factor adicional que concretice al
grupo en el que se desenvuelven
las relaciones de cooperación, y
elimine o, al menos, disminuya, el
carácter difuso de sus límites. En
Mesoamérica, y en particular en
Joya de Cerén, este factor adicional
está representado por el grupo doméstico.
3.4 La organización de los grupos
domésticos
El sistema de autoridad está definido en virtud de dos principios fundamentales: la supremacía masculina y la jerarquía de los grupos de
edad.
La máxima autoridad de
la familia es el padre, excepto en
aquellos hogares donde este se encuentra ausente. En Joya de Cerén,
el 70.6 % de los hogares cuenta con
el padre como jefe de familia, mientras que en el 26.5 % este rol es
asumido por la madre. El jefe de familia es el que toma las principales
decisiones dentro del hogar, sobre
todo las que tienen que ver con la
subsistencia de sus miembros. En
estas decisiones, participan todos
los miembros del grupo doméstico,
sobre todo la madre. Esta, inclusive, puede presionar para que se
tomen determinadas decisiones,
pero "a final de cuentas”, señala una
287
informante, “es el hombre el que
decide".
Este principio de autoridad masculina se combina con otro
principio, el de la jerarquía de los
grupos de edad, según el cual los
mayores tienen autoridad sobre
los menores. De acuerdo con este
segundo principio, los hijos deben
respetar y obedecer a los padres,
pues estos son los encargados de
enseñar a aquellos los valores y las
normas de comportamiento con
base en los cuales deben regir su
vida social. Asimismo, los hermanos menores deben obedecer a los
hermanos mayores, aunque este
principio decae a medida que los
niños van creciendo. Los abuelos
son respetados por el conocimiento que han acumulado a lo largo
de su vida y, en este sentido, también participan de la educación de
sus nietos, pero esta función recae
principalmente en los padres. Por
último, los tíos también participan
en la educación de los menores,
principalmente si estos viven en la
misma casa. Sin embargo, el aspecto punitivo de la educación es asumido básicamente por los padres.
Así, el sistema de autoridad, basado en la supremacía masculina y la jerarquía de los grupos
de edad, es efectivo no solo para
garantizar la subsistencia de los
miembros de los grupos domésticos sino también para transmitir
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
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Carlos Lara Martínez
las normas y los valores sociales de
la comunidad.
Sin embargo, el proceso de
apertura de la comunidad a la dinámica de la sociedad nacional y
mundial, el llamado proceso de globalización, ha afectado en primer
término al principio de autoridad
de los grupos de edad, antes que
al principio de autoridad masculina, pues los jóvenes cuestionan las
enseñanzas y los estilos de vida de
los adultos. En Joya de Cerén, ya
se observa la formación de ciertos
grupos de jóvenes que amenazan la
estabilidad de la vida social del cantón, sobre todo en el caserío central
(la colonia Joya de Cerén), quienes
generan comportamientos sociales
que transforman la dinámica sociocultural de la comunidad.
Pero a pesar de este conflicto entre jóvenes y adultos, la unidad del grupo doméstico se mantiene en función de este principio
de autoridad de los grupos de edad.
Como lo ha señalado Mounsey Taggart (1975) a propósito de una comunidad nahuatl de la Sierra Norte
de Puebla, en México, la unidad del
grupo normalmente se mantiene
a través de una relación vertical,
que puede ser entre los padres (o
alguno de ellos) y los hijos o entre
los abuelos (o alguno de ellos) y los
nietos, pero cuando hace falta este
elemento jerárquico el grupo se
dispersa.
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Economía y parentesco en Joya de Cerén...
La relación entre los hermanos no es lo suficientemente
fuerte para mantener la unidad
del grupo; además, normalmente estos tienden a crear su propio
grupo doméstico. Esto en ningún
momento pretende negar las relaciones de solidaridad (o flujo de
bienes y servicios) que existe entre
los hermanos, pero al casarse, estos
se concentran en su propio grupo
doméstico, a menos que se asocien
como fragmentos de familias nucleares (como producto de fracasos
matrimoniales o por fallecimiento
del cónyuge o por cualquier otra
razón).
Incluso las relaciones de
solidaridad son más fuertes entre padres e hijos o abuelos y nietos que entre hermanos. Cuando
la relación es vertical los bienes y
servicios pueden fluir en una única dirección (de padres a hijos, por
ejemplo, o al revés) pero cuando la
relación se establece entre hermanos los bienes y servicios deben
fluir en ambas direcciones y en
cantidades más o menos equivalentes, pues de lo contrario la relación
puede romperse.
La herencia también se define al interior del grupo doméstico. Teóricamente, las propiedades
y los bienes se dividen en partes
iguales entre todos los hijos, sin
establecer distinciones de género.
Sin embargo, dado que la agricultu-
289
ra es una actividad completamente masculina, las mujeres tienden
a quedar excluídas del reparto de
propiedades agrícolas. Además, el
hecho que normalmente las mujeres sigan a sus maridos favorece que ellas reciban menos bienes
que sus hermanos varones, pues
las mujeres gozan de la herencia de
sus cónyugues.
La fragmentación de las
propiedades agrícolas repercute
negativamente en la producción
agrícola y pecuaria del cantón, pues
en cada generación que pasa el pequeño agricultor cuenta con menos
tierras para cultivar. Esto impulsa
a determinado sector de las nuevas
generaciones a buscar nuevas fuentes de ingreso.
Desde el punto de vista de
la actividad económica, en el grupo
doméstico prevalece una división
del trabajo basada en las diferencias de género y de grupos de edad.
La función económica, es decir, la
responsabilidad de garantizar la
satisfacción de las necesidades materiales de los miembros del grupo
doméstico es, ante todo, una responsabilidad masculina. El 60.3 %
de las señoras entrevistadas declaró que las mujeres de su grupo doméstico no realizan ningún trabajo
remunerado. Unicamente el 26.5
% consideró que en su grupo doméstico las mujeres realizan actividades remuneradas, mientras que
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el 13.2 % se negó a responder.
En otras palabras, la mayor
parte de las mujeres de la comunidad están dedicadas a las labores
domésticas. Esto queda aún más
claro al revisar las respuestas que
dieron las señoras a la pregunta,
¿Qué actividad realiza?. El 77.9 %
respondió: doméstica. Mantener
la casa limpia y ordenada, lavar
la ropa, cocinar, darle de comer a
los animales domésticos, moler el
maíz, cuidar a los niños pequeños,
son algunas de las principales actividades que día tras día realizan las
mujeres de Joya de Cerén.
Las mujeres que se incorporan a las actividades remuneradas,
se contratan en las fábricas, principalmente en las maquiladoras, o en
el comercio, ya sea en el comercio
formal o en el informal, o en el servicio doméstico. Solo conozco una
señora que es maestra del Ministerio de Educación, que por supuesto
goza de mayor estatus que el resto
de las señoras. Pero a la actividad
agrícola no se incorpora el género femenino, esta es una actividad
completamente masculina.
El género masculino se involucra en diferentes tipos de actividad económica, como se ha podido constatar en el capítulo anterior.
La mayor parte de los jefes de familia son agricultores. Estos entrenan
a sus hijos en las labores del campo.
Mientras el niño es un infante per-
manece al lado de su madre, pero a
medida que va creciendo se incorpora a la escuela y acompaña a su
padre en las labores agropecuarias.
De hecho, el director de la escuela
señala que en Joya de Cerén la deserción escolar es principalmente
temporal, los niños se ausentan en
las épocas de siembra y cosecha.
Los jóvenes continúan con
las labores agropecuarias, pero una
cantidad considerable de ellos se
han incorporado a los sectores de
los servicios y la industria, ya sea
en El Salvador o en los Estados Unidos.
Desde la perspectiva del
grupo doméstico, esta diversidad
de las fuentes de ingreso constituye
una división interna del trabajo: la
mayor parte de los jefes de familia
y de los miembros más adultos del
grupo, se dedican a las labores agrícolas y pecuarias en sus propias
tierras o en tierras arrendadas, obteniendo así la base de la subsistencia del grupo. Estos mismos sujetos
se contratan asalariadamente en
labores agrícolas, como la zafra, los
cultivos de la cooperativa San Andrés o en las milpas que requieren
fuerza de trabajo asalariada. Entre
los jóvenes, el 80.21 % de la Población Económicamente Activa que
se encuentra entre 10 y 29 años,
se dedica a la producción agrícola
y pecuaria, pero un 19.79 % está
incorporado a tiempo completo en
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291
Figura 7. Esquema de parentesco de tres grupos domésticos.
los sectores de la industria y los
servicios. Por último, el 10.59% de
los hogares recibe ayuda de los familiares que residen en los Estados
Unidos.
En conclusión, se puede establecer que el carácter semicampesino de la población de Joya de
Cerén se vuelve más claro cuando
se sobrepasa el nivel del individuo
y se observa el funcionamiento del
grupo doméstico, pues es este el
que adquiere la condición semicampesina en toda su dimensión.
En este sentido, el grupo
doméstico no constituye una unidad de producción, pues sus elementos están integrados a diversas
ramas de la economía. Únicamente
cuando trabajan en sus propios cul-
tivos se pueden considerar unidades de producción, ya que como se
estableció en el apartado anterior
el 63.2 % de los jefes de familia utiliza fuerza de trabajo familiar en las
labores agrícolas. Pero si partimos
de la condición semicampesina de
los grupos domésticos de Joya de
Cerén, concluiremos que estos no
constituyen unidades de producción sino solamente unidades de
consumo.
4. La solidaridad social
El grupo doméstico es la unidad
primaria en la que se desenvuelven las relaciones de cooperación y
ayuda mutua entre los pobladores
de Joya de Cerén. Como se ha indi-
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cado más arriba, al interior del grupo doméstico existen dos tipos de
relaciones sociales: las relaciones
verticales, relaciones de autoridad,
y las relaciones horizontales, entre
sujetos que ocupan más o menos la
misma posición de poder.
Las relaciones de solidaridad se desarrollan, en primera
instancia, a través de las relaciones
verticales, es decir, entre sujetos
que ocupan posiciones de poder
asimétricas, como las relaciones
entre los padres y los hijos o los
abuelos y los nietos. Entre ellos se
establece un tipo de transacción
basada en la lógica del don, en la
cual el donante ofrece incondicionalmente un bien o un servicio a
alguien, cuidándose de no hacer
explícito cualquier propósito instrumental que se tenga. Estas relaciones tienen un fuerte contenido
altruista, los bienes y los servicios
pueden fluir en una única dirección
por largo tiempo, e incluso indefinidamente, mientras que el beneficiado no está obligado a devolver
los bienes y servicios recibidos. El
beneficiado puede hacerlo, pero
esto normalmente depende de sus
posibilidades y de las necesidades
reales del donante. En muchas
ocasiones, sin embargo, el donante
espera que la retribución no se de
en objetos materiales sino en convivencia, lealtad y apoyo moral. En
este sentido, el don es un tipo de
transacción económica en la cual la
dimensión social es más importante que el beneficio material.
En Joya de Cerén, el hecho
que alguien de los hijos se haga
cargo de los padres representa un
tipo de retribución por los bienes y
servicios recibidos. Asimismo, las
remesas que llegan a determinados
hogares constituyen otra forma de
retribución. De alguna manera, los
hijos se sienten obligados a devolver los bienes y servicios recibidos por parte de sus padres, aún y
cuando estos no sean equivalentes
cuantitativamente ni correspondan
en el tiempo.
Entre los hermanos se establece un tipo diferente de relación
de solidaridad. En este caso, la relación es de reciprocidad, en la cual
el flujo de los bienes y los servicios
corre en ambas direcciones, en cantidades más o menos equivalentes
y correspondiéndose en el tiempo.
La relación entre los hermanos es delicada, pues cualquier
intento de abuso puede romper
esta relación. Sin embargo, siempre existe un grupo de hermanos
(que incluye a sus grupos familiares) que mantienen relaciones de
cooperación y ayuda mutua, aún
después de haber fallecido los padres. Normalmente, los hermanos
se dividen en subgrupos o grupos
más pequeños, de 3 a 5 hermanos
y hermanas, en los cuales se desa-
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Economía y parentesco en Joya de Cerén...
rrollan las relaciones de solidaridad. El hecho de vivir cerca unos
de otros o en la misma comunidad
es de suma importancia, pues el
contacto físico constante crea la solidaridad cotidiana.
Esta relación entre los hermanos y sus grupos familiares,
constituye la base de la familia ampliada, más allá de los límites del
grupo doméstico. Esta, por supuesto, incluye la familia de algunos primos hermanos e incluso primos en
segundo grado, pero la base es la
relación entre los hermanos y sus
grupos familiares.
Otra relación social de trascendencia es la relación entre vecinos. Un informante señaló que
él ha mantenido relaciones de cooperación con sus vecinos más que
con su propia familia. Uno de los
vecinos le está dando terreno para
cultivar y no le cobra nada. También puede ir donde cualquiera de
sus vecinos a pedirles prestada una
bolsa de abono. Otro informante
indicó: "las personas aquí se ayudan, esa es la diferencia entre lo
rural y lo no rural. Allá en San Salvador la gente vive tan preocupada,
una vida de tensiones, de preocupaciones, eso no es vida, el vecino
no sabe si Ud. se murió. Siempre
son los mismos problemas, políticos y económicos. Pero aquí la ayuda es más espontánea…". Las relaciones de vecindad complementan
293
las relaciones de solidaridad que se
establecen al interior del grupo doméstico y entre grupos domésticos
emparentados.
Otra relacion social que
normalmente se toma en cuenta en
el sistema de solidaridad de una comunidad rural es el compadrazgo.
En Joya de Cerén, el 73.5 % de las
encuestadas aceptaron mantener
relaciones de compadrazgo. Esta
relación social se establece cuando
los padres de un niño o niña buscan
a una pareja de personas adultas
para que sean el padrino y la madrina de su hijo o hija. El aspecto
central de esta relación social no es
tanto la relación entre el padrino
o madrina y su ahijado o ahijada,
sino la relación que se establece
entre los padrinos y los padres de
aquéllos. Entre ellos se denominan
compadres. Existen diversos tipos
de compadrazgo: de bautizo, de
primera comunión, de matrimonio,
y otros más. Estas relaciones sociales crean una red de cooperación y
ayuda mutua que se extiende más
allá de los límites del cantón.
Por último, debe considerarse las asociaciones voluntarias
que los pobladores de Joya de Cerén han creado. En primer lugar,
debemos señalar la existencia de
diversas organizaciones religiosas,
tanto católicas como protestantes.
La religión predominante en el cantón es el catolicismo, pero existen
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cuatro iglesias protestantes: Testigos de Jehová, Asambleas de Dios,
Príncipe de la Paz y Adventistas del
Séptimo Día.
Los fieles más comprometidos con la iglesia católica se reúnen
todos los miércoles para planificar
las actividades que se van a impulsar en la semana. Son alrededor de
60 personas que pertenecen a los
diversos sectores del cantón. Entre
ellos, se encuentran el pastor natural, máxima autoridad católica en
Joya de Cerén, los apóstoles, los catequistas, los encargados del coro y
la liturgia, y las rezadoras.
Por su parte, los encargados de cada uno de los sectores,
que corresponden a los caseríos
del cantón, han organizado grupos
de oración que se reunen todos los
jueves. En estas sesiones los fieles
leen la Biblia, reflexionan sobre temas religiosos que el encargado ha
preparado, y hacen oración.
A pesar que las organizaciones católicas mantienen un contenido jerárquico, por su inserción
en una institución tradicionalmente verticalista, al interior de estos grupos se desarrolla un fuerte
sentido de solidaridad y cooperación, que se manifiesta ayudándose cuando alguien está enfermo o
cuando tienen otro tipo de necesidad. Aunque no todas las familias
están emparentadas, en el grupo
católico de la colonia Joya de Cerén
predominan tres grupos domésticos que mantienen relaciones de
parentesco entre ellos (figura 7).
Las figuras que están pintadas de negro representan a miembros de estos grupos domésticos
fueron miembros de la antigua directiva de la iglesia católica de la
colonia Joya de Cerén y miembros
del grupo de jóvenes de esta misma
iglesia. Actualmente, forman parte
del grupo que planifica y organiza
las actividades católicas. El hecho
de ser parientes y pertenecer a la
misma organización religiosa intensifica las relaciones de solidaridad y ayuda mutua entre ellos.
Las iglesias protestantes
son organizaciones más pequeñas
que están constituídas únicamente
por dos o tres grupos domésticos.
Estas iglesias tienden a desarrollar
fuertes relaciones de cooperación
económica y social entre sus miembros.
En Joya de Cerén, se han
organizado dos Asociaciones de
Desarrollo Comunitario (ADESCO). No todos los directivos de estas asociaciones son parientes, sin
embargo, es claro que los miembros de los grupos domésticos y
las familias ampliadas apoyan a sus
familiares en la contienda política.
Pero, en general, puede afirmarse
que las relaciones de solidaridad
son más intensas al interior de las
organizaciones religiosas que de
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Economía y parentesco en Joya de Cerén...
las organizaciones políticas, posiblemente porque aquéllas son
más estables que las ADESCO y que
cualquier organización política.
Por último, debemos considerar la constitución de asociaciones juveniles, como el grupo
JUVENS, que se dedica a organizar
las fiestas bailables del cantón. Entre los miembros de esta asociación juvenil también se desarrollan
relaciones de cooperación y ayuda
mutua. De la misma manera, los
equipos de fútbol constituyen organizaciones que promueven relaciones de amistad, a través de las
cuales se desarrollan las relaciones
de solidaridad.
En síntesis, se puede establecer que el sistema de solidaridad del cantón Joya de Cerén se
construye, en primera instancia,
sobre la base del sistema de los
grupos domésticos.
5. Grupos domésticos y
estructura social en Joya de
Cerén
El estudio del sistema de los grupos domésticos en Joya de Cerén ha
mostrado que estos constituyen el
elemento clave a partir del cual se
estructura el cantón.
Como ya lo ha señalado
Lourdes Arizpe (1973, 157), estos
grupos domésticos se definen básicamente por la combinación de
295
dos factores: la residencia y el consumo. Los miembros del grupo doméstico son todos los que habitan
en una misma vivienda y por tanto,
constituyen una unidad de consumo.
En Joya de Cerén el grupo doméstico no constituye una
unidad de producción, pues sus
miembros están integrados a diferentes ramas de la economía. En
otras palabras, en Joya de Cerén el
hecho que el grupo doméstico no
constituya una unidad de producción sino únicamente una unidad
de consumo, responde al carácter
semicampesino de la comunidad.
Esta conclusión se ve refozada por el dato proporcionado en
el apartado anterior, en donde se
señala que el 63.2 % de los jefes de
familia utilizan fuerza de trabajo
familiar en sus labores agrícolas de
subsistencia, o sea, en la milpa y las
demás actividades que constituyen
la economía de subsistencia. De
aquí se desprende que el grupo doméstico constituye para la economía de subsistencia una unidad de
producción y de consumo, pero el
carácter de unidad de producción
lo pierde a medida que sus miembros se incorporan a la economía
capitalista nacional.
Sin embargo, el grupo doméstico no se limita a estas dos
funciones básicas (la de residencia y la de consumo). Como hemos
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Carlos Lara Martínez
visto a lo largo de este capítulo, el
grupo doméstico cumple múltiples
funciones. Esta es una característica que diversos antropólogos
(Jack Goody, 1958; Lourdes Arizpe,
1973; Mounsey Taggart, 1975; Payson Sheets, 1992) han observado
en el área mesoamericana, tanto en
la época prehispánica como en la
actualidad.
En concreto, además de
constituir una unidad residencial
y de consumo, los grupos doméstico de Joya de Cerén cumplen las
siguientes funciones: a partir de
ellos se verifica la reproduccion
biológica de los miembros de la comunidad; se organizan las relaciones de solidaridad y ayuda mutua;
se transmiten los bienes y las propiedades de generación en generación; y se transmiten los valores y
las normas culturales que orientan
la vida social de sus miembros. Esta
multifuncionalidad provoca que los
grupos domésticos se constituyan
en el elemento estructurante de la
comunidad en tanto que totalidad
social.
Ahora bien, el carácter semicampesino de la comunidad se
manifiesta no solo en el hecho que
el grupo doméstico ha dejado de
ser una unidad de producción, sino
también en la composición misma
del grupo doméstico, pues no todos experimentan el llamado ciclo
de desarrollo del grupo doméstico
(ciclo de transición de un tipo determinado de familia ampliada a la
familia nuclear, y de esta a otro o el
mismo tipo de familia ampliada).
El 51.5 % de los grupos domésticos
de Joya de Cerén rompen con este
ciclo de desarrollo al optar por un
patrón neolocal de residencia. Esta
combinación de ciclo de desarrollo
del grupo doméstico y neolocalismo, sin embargo, no es necesariamente un estado de transición, sino
que puede constituir una condición
permanente de la comunidad.
Por último, quisiera insistir que el sistema de los grupos
domésticos de Joya de Cerén mantiene elementos importantes de
continuidad cultural, que puede
observarse tanto en la construcción de sus viviendas como en la
dinámica de estos grupos. El hecho
de constituir la unidad estructurante de la comunidad, representa
en sí mismo un patrón sociocultural que proviene del 600 D.C. Esto
no nos impide observar los puntos
de ruptura o transformación que
han experimentado a lo largo del
tiempo, como producto de la introducción de la cultura española y
de su incorporación al capitalismo
contemporáneo.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Economía y parentesco en Joya de Cerén...
6. Conclusión
A manera de conclusión, podemos
establecer que si bien el cantón de
Joya de Cerén ha experimentado
fuertes transformaciones socioculturales a lo largo del tiempo,
esta comunidad también presenta
importantes continuidades en su
dinámica económica y en su estructura social con respecto a la comunidad del 600 D.C. estudiada por
Payson Sheets y su equipo de colaboradores.
A nivel económico, el predominio de la economía de subsistencia muestra una continuidad
sociocultural con respecto a la
comunidad del 600 D.C., ya que la
agricultura de subsistencia constituía en aquél entonces la base de la
supervivencia de las poblaciones
que residían en lo que hoy conocemos como Joya de Cerén. A finales
del siglo XX, los pequeños agricultores de Joya de Cerén siguen desarrollando la agricultura de subsistencia, basada en la producción
de granos básicos a pequeña escala,
pero esta lógica de subsistencia se
ha extendido a otras ramas de la
economía, como el comercio a pequeña escala, la ganadería e incluso
ha influenciado la producción de
caña de azúcar.
A nivel de la dinámica de
los grupos domésticos, también observamos importantes continuida-
297
des socioculturales, sobre todo en
lo que hemos denominado el ciclo
de desarrollo del grupo doméstico,
el cual combina diferentes tipos
de familia ampliada con la familia
nuclear. Este ciclo de desarrollo
del grupo doméstico sigue constituyendo un elemento central de la
estructura social de Joya de Cerén,
ahora entrelazado con el neolocalismo, propio de la sociedad capitalista nacional.
Pero además es importante
resaltar que los grupos domésticos
continúan representando el núcleo
de la estructura social de Joya de
Cerén. Al igual que la comunidad
campesina del 600 D.C., el cantón
de Joya de Cerén de finales del siglo XX se estructura en función de
los grupos domésticos, los cuales
condicionan no solo la vida económica, sino también la solidaridad y
la ayuda mutua entre los miembros
de la comunidad, la dinámica de la
vida política y la organización de
las iglesias.
Es importante resaltar que
cuando hablamos de continuidad
sociocultural no estamos hablando de una entidad estática o de
elementos fijos que permanecen a
través del tiempo, sino de procesos
que se originan en un momento
determinado y que se siguen desarrollando a través del tiempo, a
través de diversos sistemas sociales, pero que mantienen un hilo de
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continuidad con el pasado, en este
caso con un pasado lejano. Tanto la
agricultura de subsistencia como la
dinámica de los grupos domésticos
tienen su origen en la época prehispánica, pero a través del sistema
colonial y del capitalismo contemporáneo se continúan desarrollando, constituyendo elementos centrales de la estructura social de las
poblaciones campesinas de finales
del siglo XX.
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1987 Los Elegidos de Dios. Etnografía de los Mayas de Quintana
Roo, México, INI.
Warman, Arturo:
1972 Los Campesinos, Hijos Predilectos del Régimen, México,
Ed. Nuestro Tiempo.
1976 ...Y Venimos a Contradecir.
Los Campesinos de Morelos Y El
Estado Nacional, México, SEP/
CIESAS.
Wolf, Eric:
1967
Pueblos y
Culturas de Mesoamérica, México, ERA.
1971
Los Campesinos, Barcelona, Ed. Labor.
(julio 2013 - marzo 2014) La Universidad / 22-24
300
Carlos Lara Martínez
1972
Las Luchas
Campesinas del Siglo XX, Madrid, Siglo XXI.
1994
Europa y la
Gente Sin Historia, México, FCE.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)
Nuestros colaboradores
Ramón Rivas
Investigador salvadoreño. Doctor en Antropología Social y Cultural por la Universidad de Nijmegen. Ha realizado investigaciones socioantropológicas en
Centroamérica, la Costa del Caribe de Honduras y de Nicaragua. También ha
trabajado en comunidades indígenas en la selva amazónica de Bolivia. Ha sido
Director de Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura de la Presidencia y
docente en universidades de Holanda, Nicaragua y El Salvador.
Kathryn Sampeck
Es profesora y catedrática de Antropología en la Universidad Estatal de Illinois, Normal, Illinois. Recibió el Doctorado en Antropología de la Universidad
de Tulane, Nueva Orleans, Louisiana. Ha trabajado en Bolivia, El Salvador y el
estado de Tennessee, EE.UU.
Carmen Morán
Licenciada en Arqueología por la Universidad Tecnológica de El Salvador, donde se ha desempeñado como Docente. Actualmente labora como técnico en la
Dirección de Arqueología de la Secretaría de Cultura de la Presidencia. Ha participado como ponente en diversos seminarios, foros, congresos y coloquios
en Guatemala y El Salvador. Ha publicado artículos en revistas y boletines de
Perú y El Salvador.
Luisa Ramos
Licenciada en Arqueología en el año 2012 por la Universidad Tecnológica de
El Salvador, donde se desempeña como Docente, sus investigaciones involu-
cran las temáticas de Arqueología y Patrimonio Cultural. Ha participado como
ponente en diversos foros, congresos y coloquios en Guatemala y El Salvador.
Ha publicado artículos en revistas y boletines de Perú y El Salvador.
Tomas Barrientos
Actualmente se desempeña como director del Departamento de Arqueología
de la Universidad del Valle y del Centro de Investigaciones Arqueológicas y
Antropológicas de la misma institución. También es codirector del Proyecto
Regional Arqueológico La Corona. Ha trabajado en las diferentes regiones arqueológicas de Guatemala, incluyendo el Proyecto de Arqueología Subacuática Agua Azul, en el lago de Atitlán.
Edgar Carpio
Actualmente funge como coordinador de Práctica de Campo en el Área de Arqueología de la Escuela de Historia en la Universidad de San Carlos de Guatemala. También ha realizado investigaciones en el Altiplano Central de Guatemala por más de
25 años, incluyendo el sitio Mejicanos en el Lago de Atitlán, donde ha trabajado
desde 1999.
Marlon Escamilla
Marlon Escamilla es alumno del programa de doctorado en Antropología de
Vanderbilt University, USA; y catedrático de la Escuela de Antropología de la
Universidad Tecnológica de El Salvador. Por más de una década formó parte
del equipo de investigadores del Departamento de Arqueología de El Salvador
dirigiendo proyectos de investigación arqueológica en diferentes áreas del
país. Sus intereses académicos están enfocados en la arqueología del paisaje,
la antropología del movimiento, migraciones, arqueología subacuática y el estudio del arte rupestre.
Miriam Méndez
Licenciada en Arqueología en el año 2006. Desde el 2007 al 2010 se desempeñó en
ese campo como consultora, y a partir del 2011 a la fecha, funge como técnico en
el Departamento de Arqueología de la Secretaría de Cultura de la Presidencia. Actualmente se encuentra terminando su trabajo de tesis de Maestría en Desarrollo
Local.
303
René Johnston Aguilar
Investigador y profesor guatemalteco, licenciado en Arqueología y en Historia
por la Universidad del Valle de Guatemala, con estudios de Administración
de Empresas en la Universidad Landívar, además, ha estudiado doctorado y
obtenido el Título de Estudios Superiores de Historia Moderna en la Universidad de Navarra. Su tema de especialidad es el periodo Postclásico Tardío y
Colonial.
Federico Paredes Umaña
Arqueólogo salvadoreño. Actualmente es becario del Programa de Becas Posdoctorales en la UNAM.
Sébastien Perrot-Minnot
Investigador asociado al Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos
(CEMCA, Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia) y Director Pedagógico
de la Alianza Francesa de Guatemala. Participó en investigaciones arqueológicas en Francia metropolitana, la Guayana Francesa, Chile, Guatemala y El
Salvador.
Philippe Costa
Estudiante de doctorado en arqueología de la Universidad de Paris 1 (Panthéon-Sorbonne). Investigador asociado al Centro de Estudios Mexicanos y
Centroamericanos (CEMCA). Actualmente dirige el Proyecto “Reconocimientos y Contextualización del Arte Rupestre Salvadoreño 2011” por parte del
Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA), Embajada de
Francia en El Salvador y la Universidad de El Salvador. Posee una maestría
en Restauración de Monumentos, Universidad de San Carlos de Guatemala
(USAC).
Ligia Manzano
Docente de la Escuela de Artes de la Universidad de El Salvador. Fue Codirectora del Proyecto “Reconocimientos y Contextualización del Arte Rupestre
Salvadoreño 2011” por parte del Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA), Embajada de Francia en El Salvador y la Universidad de El
Salvador. Participación como docente investigador en el proyecto del CIC-UES
“Historia de las Artes Plásticas en El Salvador. Fase de Preconquista”, sobre la
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Expresión de la Gráfica Rupestre en 2004.
Fabricio Valdivieso
Arqueólogo salvadoreño, especialista en estudios mesoamericanos. Es parte de la
primera promoción de arqueólogos formados en El Salvador por la Universidad
Tecnológica (UTEC). Posee estudios y otras capacitaciones en Estados Unidos y Japón. Ha dirigido más de una veintena de proyectos arqueológicos. A su vez ha trabajado como consultor especializado en proyectos de desarrollo para el patrimonio cultural de El Salvador. Su trabajo le ha permitido impartir múltiples ponencias
tanto en su país natal como en el extranjero. Entre los años 2002 al 2008 dirigió
eficientemente el Departamento de Arqueología de la entonces CONCULTURA.
Heriberto Erquicia Cruz
Arqueólogo por la Universidad Tecnológica de El Salvador y Maestro en Ciencias Sociales por la FLACSO-Guatemala. Es miembro de número de la Academia Salvadoreña de la Historia. Actualmente trabaja como investigador y docente en la Dirección de Investigaciones de la UTEC, y es consultor en trabajos
de investigación arqueológica y patrimonio cultural.
Carlos Benjamín Lara Martínez
Máster en Antropología Sociocultural, estudió en la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México y en la Universidad de Calgary, Canadá, y actualmente está integrado al programa de Doctorado del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Es el
fundador de la Licenciatura en Antropología Sociocultural de la Universidad
de El Salvador y desde 2005 se desempeña como coordinador de ese programa académico.
La Universidad / 22-24 (julio 2013 - marzo 2014)