me arrepiento de haber creado a

ARGUMENTOS
Dr. Pedro Arturo Ramos Villegas
Academia de Filosofía e Historia de las Ideas B, UACM
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM
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1. Al parecer la voluntad de Dios es mutable. Pues el Señor dice (Génesis, VI, 7):
me arrepiento de haber creado al hombre. Pero quien se arrepiente de lo que
ha hecho tiene una voluntad mutable. Por lo tanto, Dios tiene una voluntad
mutable. ([1] Tomás de Aquino, Summa Theologica, I, pregunta 29, art. 13.)
2. Por el estado del país, por los hábitos de la gente y por la experiencia que
hemos tenido en este punto, es evidente la imposibilidad de reunir sumas muy
considerables mediante impuestos directos. En vano se han multiplicado las
leyes impositivas; en vano se han intentado nuevos métodos para efectuar la
recolección; invariablemente se han frustrado las expectativas públicas y los
tesoros de los Estados han permanecido vacíos. ([1] Hamilton, Alexander, El
federalismo, no. XII.)
3. La institución de los aprendizajes largos no tiende a la formación de jóvenes
para la industria. Es probable que un jornalero que trabaja a destajo sea
laborioso, porque obtiene un beneficio con toda la aplicación de su laboriosidad.
Pero es probable que el aprendiz sea perezoso, y casi siempre lo es, porque
no tiene ningún interés inmediato en ser de otra matera. ([1] Adam Smith, La
riqueza de las naciones.)
4. Si sabes que estás muerto, entonces estás muerto, porque nada falso puede
saberse. Pero si sabes que estás muerto, entonces no estás muerto, porque
los muertos nada saben. Por lo tanto, no sabes que estás muerto. (Orígenes,
Contra Celsum, citado en Jean Lukasiewicz, "Para la historia de la lógica de
proposiciones", en Estudios de lógica y filosofía (tr. Alfredo Deaño), Revista de
Occidente, Madrid, p. 96.)
5. Se nos dice que este Dios que prescribe la indulgencia y el perdón para toda
falta no los ejerce él mismo, sino que hace exactamente lo opuesto; pues un
castigo que llega al final de todas las cosas, cuando el mundo ha terminado y
desaparecido, no puede tener por objeto mejorar o disuadir y es, por lo tanto,
pura venganza. ([1] Arthur Schopenhauer, "El sistema cristiano".)
6. En verdad, es una opinión extrañamente prevaleciente entre los hombres la de
que las casas, las montañas, los ríos y, en pocas palabras, todos los objetos
sensibles tienen una existencia, natural o real, distinta de su ser percibido por
el entendimiento. Pero por grande que sea la seguridad y la aquiescencia con
que este principio sea mantenido, quien quiera que lo ponga en duda en su
corazón, si no me equivoco, puede percibir que contiene una manifiesta
contradicción. Pues, ¿qué son los objetos antedichos sino las cosas que
percibimos por los sentidos? ¿Y qué percibimos aparte de nuestras propias
ideas o sensaciones? ¿Y no es simplemente inadmisible que una cualquiera
de éstas, o cualquier combinación de ellas, exista sin ser percibida? ([1]
George Berkeley, Tratado sobre los principios del conocimiento humano.)
7. Pues aquel a quien debe sobrevenir el mal debe existir por sí mismo en el
momento en que aquél llega, para que la desdicha y el sufrimiento tengan
algún lugar donde realizarse; pero, puesto que la muerte excluye esto e impide
ser a aquel a quien los males puedan sobrevenir, podéis estar seguros de que
no tenemos nada que temer después de la muerte y que aquel que no existe
no puede ser desdichado [...]. ([1] Lucrecio, Sobre la naturaleza de las cosas.)
8. El miedo a la muerte, se sugiere, debe necesariamente ser el miedo a
experiencias que uno tendría cuando estuviera muerto. Pero si la muerte es la
aniquilación, entonces no existen tales experiencias: en la formulación de
Epicuro, cuando la muerte está presente, nosotros estamos ausentes y cuando
nosotros estamos presentes, es la muerte la ausente. Por tanto, ya que la
muerte es la aniquilación, no hay nada que temer. (B. Williams, “El tedio de la
inmortalidad”, en Los problemas del yo, Instituto de Investigaciones Filosóficas,
UNAM, México D. F., 1986, p. 115.)
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9. Puesto que la felicidad consiste en la paz del espíritu y puesto que la paz
durable del espíritu depende de la confianza que tengamos en el futuro y
puesto que la confianza se basa en la ciencia que debemos tener acerca de la
naturaleza de Dios y el alma, se sigue que la ciencia es necesaria para la
verdadera felicidad. ([1] Gottfried Leibniz, Prefacio a la ciencia general.)
10. Debe haber sustancias simples, puesto que las hay compuestas; ya que una
sustancia compuesta no es nada más que una colección o agregado de
sustancias simples. ([1] Gottfried Leibniz, La monadología.)
11. Todo lo que está predeterminado es necesario.
Todo suceso está predeterminado.
Por lo tanto, todo suceso es necesario. ([1] Gottfried Leibniz, La Teodicea:
Resumen del razonamiento reducido a forma silogística.)
12. Todo suceso causado por otro suceso está predeterminado.
Todo suceso está causado por otro suceso.
Por lo tanto, todo suceso está predeterminado. ([1] Gottfried Leibniz, La
Teodicea: Resumen del razonamiento reducido a forma silogística.)
13. Mi objeción al reconocimiento de las proposiciones no nace primariamente de
la parsimonia filosófica, del deseo de no soñar más cosas en los cielos y en la
tierra que las estrictamente necesarias. Tampoco nace, por precisar más, de
ningún concretismo filosófico, de la negación de toda entidad intangible o
abstracta. Mi objeción es más constringente que todo eso: si hubiera
proposiciones, éstas suscitarían cierta relación de sinonimia entre las
oraciones mismas: las oraciones que expresaran una misma proposición
serían equivalentes. Pues bien: mi objeción consistiría en sostener que la
relación de equivalencia en cuestión no tiene sentido objetivo en el plano de
las oraciones. Si es posible dejarlo fuera de toda duda, eso elimina la hipótesis
de las proposiciones. (W. V. O. Quine, Filosofía de la lógica, Alianza
Universidad, Madrid, 1981, pp. 23-4.)
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14. Si se llegara al punto en que dispusiéramos de los medios de conocer lo que
sucede en el cerebro de una persona y pudiéramos usar esto como base para
predecir lo que hará y, además, si este conocimiento se extendiera a nuestra
propia conducta futura, es improbable que nuestra actual visión de la vida
permaneciera la misma. ([1] Alfred Ayer, El concepto de persona.)
15. Al tratar de comprender los elementos de los que se componen los fenómenos
mentales es necesario recordar que, desde los protozoarios hasta el hombre,
en ningún punto se abre un abismo muy grande de estructura o de conducta.
A partir de este hecho, es una inferencia altamente probable la de que tampoco
existe en ningún punto un abismo mental muy amplio. ([1] Bertrand Russell,
Análisis del espíritu.)
16. Hasta podríamos llegar a decir que, si no hubiera escasez o restricción ninguna
de alimentos, entonces aquellos animales que ahora temen al hombre o son
salvajes por naturaleza se domesticarían y se familiarizarían con él y lo mismo
unos con otros. Puede suponerse esto por la manera en que los animales son
tratados en Egipto, pues debido al hecho de que se les suministra alimentos
constantemente, los más feroces animales viven apaciblemente juntos. El
hecho es que se domestican por la bondad y en algunos lugares los sacerdotes
domestican a los cocodrilos alimentándolos. Y en otras partes se observa
también el mismo fenómeno. ([1] Aristóteles, Historia de los animales.)
17. No podemos comparar un proceso con "el paso del tiempo" -pues no existe tal
cosa-, sino sólo con otro proceso (como el funcionamiento de un cronómetro).
Por consiguiente, sólo podemos describir el transcurso del tiempo mediante
algún otro proceso. ([1] Ludwig Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus,
6.3611.)
18. En realidad, si bien la libertad se cuenta entre las mayores bendiciones, no es
tan importante como la protección, ya que el fin de la primera es el progreso y
el mejoramiento de la raza, mientras que el de la segunda es su conservación
y perpetuación. Por ende, cuando entran en conflicto, la libertad debe, y
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debería siempre, ceder ante la protección, ya que la existencia de la raza es
de mayor importancia que su mejoramiento. ([1] John C. Calhoun,
Disquisiciones sobre el gobierno.)
19. - [...] por lo que veo, usted ha estado hoy todo el día en su club.
- ¡Mi querido Holmes!
- ¿Tengo razón?
- Ciertamente, pero ¿cómo...?
Se rio ante mi expresión desconcertada.
- Tiene usted una encantadora ingenuidad, Watson, que convierte en un placer
el ejercicio a sus expensas de cualquier pequeño poder que yo pueda poseer.
Un caballero sale en un día lluvioso y fangoso. Vuelve inmaculado a la tarde y
su sobrero y sus botas conservan su brillo. Ha estado dentro, por lo tanto, todo
el día. No es un hombre que tenga amigos íntimos. ¿Dónde, pues, puede haber
estado? ¿No es obvio? ([1] A. Conan Doyle, El mastín de los Baskerville.)
20. La prueba de los sentidos corrobora esto. ¿Cómo, si no, los eclipses de Luna
mostrarían segmentos de la forma que vemos? Las formas que la Luna
muestra cada mes son de todo tipo -rectas, gibosas y cóncavas-, pero en los
eclipses la línea siempre es curva; y puesto que el eclipse consiste en la
interposición de la Tierra, la forma de esta línea será causada por la forma de
la superficie de la Tierra que, por lo tanto, es esférica. ([1] Aristóteles, Acerca
de los cielos.)
21. Tal vez el lector piense que el problema de la creación del Universo pueda
evitarse de alguna manera. Pero no es así. Para evitar el problema de la
creación sería necesario que toda la materia del Universo fuera infinitamente
antigua y esto no puede ser por una razón muy práctica. Puesto que, si lo fuera,
no quedaría hidrógeno en el Universo [...]. [E]l hidrógeno se convierte
constantemente en helio en todo el Universo y esta conversión es un proceso
en un solo sentido; es decir, no puede producirse hidrógeno en cantidades
apreciables mediante la disgregación de los otros elementos. ¿Cómo puede
suceder, entonces, que el Universo conste casi totalmente de hidrógeno? Si la
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materia fuera infinitamente vieja, esto sería totalmente imposible. Así, siendo
el Universo lo que es, el problema de la creación simplemente no puede
eludirse. ([1] Fred Hoyle, "La creación continua y el Universo en expansión":)
22. Si es objetiva, una relación debe existir en algo. Pero no puede existir en
ninguna de las dos cosas que une. Por lo tanto, debe estar en una tercera cosa.
Pero, para unir esta tercera cosa con las dos primeras, se necesitan otras
cosas en las cuales existir y así hasta el infinito. Esto conduciría a una
regresión infinita que es inadmisible. Por lo tanto, las relaciones no tienen
existencia alguna. ([1] M. M. Sharif, El pensamiento musulmán.)
23. También es fácil, considero, descartar el método de la inducción. Puesto que,
cuando se proponen establecer lo universal a partir de los particulares por
medio de la inducción, lo hacen por una revisión de todos o de algunos de los
casos particulares. Pero, si examinan algunos, la inducción será insegura,
pues algunos de los particulares omitidos en la inducción pueden contravenir
lo universal; mientras que si intentan examinarlos todos, buscarán lo imposible,
ya que los particulares son infinitos e indefinidos. Así, por ambas razones, creo,
la consecuencia es que la inducción queda invalidada. ([1] Sexto Empírico,
Esbozo del pirronismo.)
24. [L]a forma más simple del argumento teológico del esquema, conocido antaño
con el nombre de "reloj de Paley" [...] era la siguiente. "Si por azar encontramos
un reloj u otro objeto de intrincado mecanismo, inferiríamos que ha sido hecho
por alguien. Pero encontramos en todo nuestro alrededor intrincados objetos
de mecanismos naturales y se ve que los procesos del universo se realizan en
relaciones complejas; por lo tanto, debemos inferir que también éstos tienen
un Hacedor." ([1] B. A. O. Williams, "Argumentos metafísicos", en F. Pears (ed.),
La naturaleza de la metafísica.)
25. No existe una cosa tal como el libre arbitrio. El espíritu es inducido a desear
esto o aquello por alguna causa y esa causa está determinada por otra causa
y así al infinito. ([1] Baruch de Spinoza, Ética.)
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26. Con respecto al bien y al mal, estos términos no indican nada positivo en las
cosas consideradas en ellas mismas, ni son otra cosa más que modos de
pensamiento o nociones que elaboramos a partir de la comparación de una
cosa con otra. Puesto que una y la misma cosa puede al mismo tiempo ser un
bien, un mal o indiferente. La música, por ejemplo, es un bien para una persona
melancólica, un mal para una persona de luto y para un sordo no es ni un bien
ni un mal. ([1] Baruch de Spinoza, Ética.)
27. A sus ojos [de San Agustín] el mundo no puede tener más que dos orígenes:
o bien Dios lo crea de la nada o bien lo saca de su propia sustancia. Admitir
esta última hipótesis es admitir que una parte de la sustancia divina puede ser
finita, mutable, sometida a los cambios de toda clase y aun a las destrucciones
que las partes del universo padecen. Si tal suposición es contradictoria, sólo
queda que Dios haya creado el universo de la nada. (Étienne Gilson,
Introduction à l' étude de Saint Agustin, 2a ed., Librería Filosófica J. Vrin, París,
1943.)
28. [El físico holandés del siglo XVII Christian Huygens] sostenía un curioso
argumento del que podía deducir la presencia de cáñamo en Júpiter. Galileo
había observado que Júpiter tenía cuatro lunas. Huygens formuló una pregunta
que muy pocos astrónomos planetarios modernos harían: ¿Por qué Júpiter
tiene cuatro lunas? Para poder responder esa pregunta, pensaba, habría que
plantearse la misma cuestión a propósito de la única luna de la tierra, cuya
función, además de proporcionar algo de luz por la noche y de provocar las
mareas, consistía en ofrecer una ayuda a la navegación de los marinos. Si
Júpiter dispone de cuatro lunas, tiene que haber muchos marinos en aquel
planeta. Pero, al haber marinos, hay barcos y, por tanto, velas; al haber velas,
hay cuerdas y, por tanto, cáñamo. (Carl Sagan, El cerebro de Broca, 8a reimp.
Grijalbo, México, 1984, pp. 211-2.)
29. [U]n cuerpo es una extensión impenetrable, ya que no sólo todos los cuerpos
son extensos e impenetrables, sino que también recíprocamente todo lo que
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es extenso y al mismo tiempo impenetrable, es sin duda un cuerpo. El vacío
es así excluido de la clase de los cuerpos, pues aunque tiene una extensión,
le falta la impenetrabilidad. [...] Un espectro [...] no es excluido de la clase de
los cuerpos sino porque es penetrable [...]. (Leonhard Euler, "Cartas a una
princesa alemana", en Reflexiones sobre el espacio, la fuerza y la materia,
Alianza Editorial, México, 1988, carta no. 70, p. 108.)
30. […] Si una persona dice que la mayoría de los estudiantes de la universidad
gustan de los deportes y que la mayoría de ellos trabajan intensamente y que,
por lo tanto, la mayoría de los estudiantes gustan de los deportes y trabajan
intensamente al mismo tiempo, lo refutamos señalando que esta inferencia no
es válida y podemos, tal vez, citar un ejemplo de una inferencia de la misma
forma y que tiene premisas verdaderas y una conclusión falsa. (Por ejemplo:
la mayoría de los enteros positivos menores de diez son mayores de cuatro y
la mayoría de los enteros positivos menores de diez son menores que seis;
pero no se da el caso de que la mayoría de los enteros positivos menores de
diez sean al mismo tiempo mayores que cuatro y menores que seis.) ([1] J. J.
C. Smart, La filosofía y el realismo científico.)
31. El modelo atómico que surgió de la obra de Rutherford y otros se asemejaba
a un sistema planetario, pues la fuerza que une los planetas al Sol obedece a
la misma forma general de ley que la fuerza que une los electrones al núcleo.
Tanto la gravedad como la electricidad disminuyen en intensidad en proporción
inversa al cuadrado de la distancia. De esto se desprende que la partículaelectrón, atraída por la electricidad positiva del núcleo, debe moverse
alrededor de él del mismo modo que un planeta se mueve alrededor del Sol.
([1] Bárbara Lovett Cline, Los hombres que crearon la nueva física.)
32. En este punto es importante comprender claramente qué es la definición y qué
puede alcanzarse mediante ella. Con frecuencia se le acredita un poder
creador; pero todo lo que realiza es destacar algo en acentuado relieve y
designarlo con un nombre. Así como el geógrafo no crea un mar cuando traza
líneas limítrofes y dice: a la parte de la superficie oceánica limitada por estas
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líneas la voy a llamar el Mar Amarillo, así también el matemático no puede
realmente crear nada mediante sus definiciones. ([1] Gottlob Frege, Las leyes
básicas de la aritmética.)
33. Si la filosofía hubiese sido necesaria para la salvación de los hombres, dice
Damián en su De sancta simplicitate, Dios hubiera enviado filósofos para
convertirlos, pero ha enviado pescadores [...]. Al lógico que argumenta: si la
madera se quema, se consume; ahora bien, esta madera se quema, luego se
consume, se le recordará que Moisés ha visto arder un zarzal sin consumirse
[...]. Pedro Damián pedía que se redujese la filosofía a polvo. (Étienne Gilson,
La filosofía en la Edad Media, pp. 222-3.)
34. Tal vez el más sorprendente descubrimiento hecho por la astronomía en este
siglo es que el universo se halla poblado por miles de millones de galaxias y
que éstas se alejan sistemáticamente unas de otras, como pasas de uva en
un budín en expansión. ([1] Martin J. Rees y Joseph Silk, "The Origin of
Galaxies", en Scientific American, vol. 221, no. 2, Agosto, 1969.)
35. – […] Usted parecía sorprendido cuando le dije, en nuestra primera entrevista,
que usted había venido de Afganistán.
–Se lo han dicho a usted, sin duda.
–Nada de eso. Yo supe que usted venía de Afganistán. Desde hace mucho
tiempo, los pensamientos fluyen a mi mente tan ágilmente que he llegado a la
conclusión sin estar consciente de los pasos intermedios. Sin embargo, existen
tales pasos. El razonamiento es el que sigue: Aquí hay un caballero con tipo
de médico, pero con un aire militar. Entonces, claramente se trata de un médico
militar. Puedo saber que viene del trópico porque su cara es obscura y el tinte
de su piel no es natural. Ha estado angustiado y enfermo; su cara lo dice
claramente. Su brazo izquierdo ha sido herido; se comporta de una manera
extraña y poco natural. ¿En qué lugar de los trópicos podría un médico militar
inglés resultar herido en un brazo? Claramente en Afganistán. Todo este tren
de pensamientos no tarda ni un segundo en pasar. Luego, le digo a usted que
viene de Afganistán y se queda estupefacto.
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–Es tan simple como se lo he dicho;
le dije sonriente. ([2] A. Conan Doyle, Estudio en escarlata, cap. 2.)
36. Wittgenstein solía comparar el pensar con la natación; así como en ésta
nuestros cuerpos tienen una tendencia natural a flotar sobre la superficie del
agua, de modo que se necesita un gran esfuerzo físico para sumergirse hasta
el fondo, de igual modo, en el pensar se necesita un gran esfuerzo mental para
alejar nuestras mentes de lo superficial y sumergirlas en la profundidad de un
problema filosófico. ([1] George Pitcher, La filosofía de Wittgenstein.)
37. Supongamos que alguien me dice que le han extraído una muela sin anestesia
y yo le expreso mi simpatía; y supongamos que alguien me pregunta: "¿Cómo
sabe usted que le dolió?" Yo podría responder razonablemente: "Pues bien, yo
sé que me dolería. He ido al dentista y sé cuán doloroso es que le curen a uno
una muela sin anestesia, para no hablar ya de sacarla. Y él tiene el mismo tipo
de sistema nervioso que yo. Infiero, por ende, que en esas condiciones sintió
considerable dolor, como lo habría sentido yo." ([1] Alfred J. Ayer, "One's
Knowledge of Other Minds", en Theoria, vol. XIX, 1953.)
38. Si una sola célula, en condiciones apropiadas, se convierte en un hombre en
el lapso de unos pocos años, sin duda no puede haber dificultad alguna en
comprender que, en condiciones apropiadas, una célula puede dar origen a la
raza humana en el curso de incontables millones de años. ([1] Herbert Spencer,
Principios de biología.)
39. Uno de los atributos más naturales de la mujer es el cuidado de los niños. De
hecho, es correcto afirmar que los grupos en los que los hombres, y no las
mujeres, crían a los niños pequeños son totalmente excepcionales. Puesto que
el enfermo e incapacitado se asemeja en muchos aspectos a los niños, pues
no sólo es físicamente débil y desvalido, sino también psicológicamente
dependiente y narcicisticamente regresivo, es bastante fácil suponer que las
mujeres están también especialmente capacitadas para el cuidado del
enfermo. ([1] George Devereux y Florence R. Weiner, "The Ocupation Status
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of Nurses", en American Sociological Review, vol. XV, no. 5, octubre, 1950.)
40. Existen, pues, el cielo y la tierra, y en alta voz nos dicen que fueron hechos,
porque se mudan y cambian. En todo lo que existe y no ha sido hecho no hay
nada que no existiera ya antes. Y en esto precisamente consiste el cambio y
la mudanza.
El cielo y la tierra claman también que no se hicieron a sí mismos.
"Existimos -dicen-, porque hemos sido hechos. Para hacernos a nosotros
mismos deberíamos haber existido antes de que existiéramos." Y la voz de los
que lo dicen es la misma evidencia. (San Agustín, Confesiones, Alianza
Editorial, cap. 11, § 4, p. 319.)
41. ¿En qué espacio de tiempo, pues, medimos el tiempo que pasa? ¿Acaso en
el futuro de donde viene? No, pues lo que no existe todavía no se puede medir.
¿Acaso en el presente, por donde está pasando? Tampoco, pues no se puede
medir lo que no tiene duración. ¿Será, quizá, en el pasado, hacia donde se
dirige? Tampoco, pues no se puede medir lo que ya no existe. (San Agustín,
Confesiones, Alianza Editorial, cap. 11, § 21, p. 334.)
42. ¿Puede negar alguien que el futuro todavía no existe? Sin embargo, existe en
el alma la expectación del futuro. ¿Hay alguien que pueda negar que el pasado
ya no existe? A pesar de ello, hay todavía en el alma la memoria del pasado.
¿Y quién podrá negar que el presente carece de extensión, pues se da en un
punto? Con todo, la atención persiste porque pasa lo que existe a la existencia.
No es, por tanto, el futuro lo que es largo. Un futuro largo es la larga
expectación del futuro. Tampoco es largo el pasado, que ya no existe. Un
pasado largo es un largo recuerdo o memoria del pasado. (San Agustín,
Confesiones, Alianza Editorial, cap. 11, § 28, pp. 342-3.)
43. […] el punto geométrico, no lo ves, no tiene dimensiones y lo que no tiene
dimensiones no puede moverse hacia la derecha ni hacia la izquierda, ni hacia
arriba ni hacia abajo. Por tanto, no gira. (Humberto Eco, El péndulo de Foucault,
Bomplani, Lumen y Patria, 1989.)
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44. -Es que temes que se rían de ti... –dijo Aubrey burlonamente; pero Diana le
cortó la palabra en seguida.
–No temo tal cosa. Solamente los cobardes temen el ridículo, y yo no soy
cobarde.
–¡Diana, razona siquiera esta vez! (E. M. Hull, El árabe, Ed. Época, México,
1979, p. 29.)
45. Es difícil sostener que l astrología occidental debe ser verdadera debido a que
cuenta con una larga tradición tras de sí, porque las astrologías china e hindú
cuentan también con largas tradiciones. Si una es correcta, las otras están
equivocadas. ([2] Martin Gardner, “Viendo las estrellas”, The New York Review
of Books, 30-VI-1988, p. 4.)
46. La prueba de presencia de prejuicios mostró que otro examen, la prueba de
aptitud escolar, que la mayoría de los colegios usa como medida para ver a
cuáles estudiantes de secundaria admiten, se basaba en un prejuicio contra
las mujeres; mostró además que ellas obtenían un promedio más bajo en esta
prueba como grupo, aun cuando obtuviesen mejores calificaciones que los
hombres. ([2] Lee A. Daniels,” Acusación de prejuicio de grupo en las pruebas
de desempeño escolar”, The New York Times, 29-VI-1988, p. 25.)
47. Mentir es parte del desarrollo normal, lo mismo que decir la verdad. La
habilidad para mentir es un logro humano, una de esas habilidades que nos
colocan aparte de las demás espcies. ([2] Arnold Goldberg, “Mentiras:
¿desórdenes mentales o parte del crecimiento normal?”, The New York Times,
17-V-1988, p. 19.)
48. -Oye bien. Un pájaro está por cantar.
Al poco rato oímos el canto.
-En estas tierras, dije, piensan que quien está por morir prevé el futuro.
-Y yo estoy por morir -dijo ella.
La miré atónito. (J. L. Brges, “Ulrica” en El libro de arena, Alianza Emecé,
México, 1984.)
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49. Y ciertamente ni el ser existe. Porque si el ser existe, sin duda o es eterno o
creado o al mismo tiempo eterno y creado; pero ni es eterno ni creado ni ambas
cosas, según mostraremos; por tanto, no existe el ser. (Gorgias, Fragmentos
(tr. Pedro C. Tapia Zúñiga), Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM,
México D. F., 1980, p. 2.)
50. Si existen muchas cosas, necesariamente habrá de ellas cuantas existan; ni
más ni menos. Y si hay tantas cuantas existen, su número será limitado.
Si existen muchas cosas, lo que existe resulta ilimitado. Porque siempre
habrá otros seres entre los que existen, y aun otros de nuevo entre estos. Y
así los seres se dan en número ilimitado. (José A. Míguez (comp., prol., tr. y
notas), Parménides, Zenón, Meliso (Escuela de Elea). Fragmentos, Aguilar, Bs.
As., 1981, p. 62.)
51. El género humano se halla en continuo retroceso hacia lo peor [terrorismo
moral] o en constante progreso hacia lo mejor [eudemonismo], o bien
permanece en un eterno estancamiento en relación con el grado de valor moral
que detenta entre los miembros de la creación [abderitismo] [...].
La continua recaída en lo peor no puede darse sin cesar en el género
humano, ya que al llegar a cierto punto éste se destruiría a sí mismo. [...]
Los efectos no pueden superar la potencia de la causa eficiente, de modo
que la cantidad de bien entremezclado con el mal en el hombre no puede
rebasar cierta medida por encima de la cual el hombre pudiera elevarse y
progresar continuamente hacia algo todavía mejor. Así pues, el eudemonismo
parece ser insostenible [...].
Esta opción [el abderitismo] puede hacerse con la mayoría de los votos a
su favor, pues el carácter de nuestra especie es de una necedad recalcitrante:
toma con prontitud el camino del bien, pero no persevera en él, sino que con
objeto de no vincularse a un único fin, aunque sólo sea por variar, invierte la
marcha del plan del progreso, edificando para poder derribar y se impone a sí
mismo la desesperanzada tarea de arrastrar monte arriba la piedra de Sísifo
para dejarla rodar nuevamente cuesta abajo. Así pues, el principio del mal no
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parece presentarse en la disposición natural del género humano como
amalgamado (fusionado) con el del bien, sino que más bien ambos se
neutralizan entre sí dando lugar a la inercia (que aquí se denomina
estancamiento) [...]. (Emmanuel Kant, Filosofía de la historia, pp. 82-4.)
BIBLIOGRAFÍA
Los argumentos citados marcados con [1] y [2] fueron extraídos de:
[1] Copi, Irving M., Introducción a la lógica (tr. Néstor Alberto Míguez),
Eudeba, Buenos Aires, 1974, cap. I.)
[2] Copi, Irving M. y Cohen Carl, Introducción a la lógica (tr. Edgar A.
González R.; rv. Pedro Chávez C.), Limusa, México D. F., 2003.
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