L`O S S E RVATOR E ROMANO

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L’OSSERVATORE ROMANO
EDICIÓN SEMANAL
Unicuique suum
Año XLVIII, número 9 (2.455)
EN LENGUA ESPAÑOLA
Non praevalebunt
Ciudad del Vaticano
4 de marzo de 2016
Francisco habla del perdón de Dios y recuerda que la Iglesia no acepta donaciones sucias de sangre
Una puerta siempre abierta
Y recuerda a los numerosos refugiados que desembarcan en Europa y no saben a dónde ir
También ante las culpas más graves del
hombre, «Dios deja siempre abierta la puerta
a la esperanza». Lo recordó el Papa
Francisco en la audiencia general
del miércoles 2 de marzo, en la plaza
de San Pedro, centrándose en la relación
entre misericordia y corrección.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos
días!
Hablando de la misericordia divina, hemos recordado en más de una ocasión la
figura del padre de familia, que ama a sus
hijos, les ayuda, se ocupa de ellos, los perdona. Y como padre, los educa y los corrige cuando se equivocan, favoreciendo su
crecimiento en el bien.
Así se presenta a Dios en el primer capítulo del profeta Isaías, donde el Señor,
como padre afectuoso pero también atento
y severo, se dirige a Israel acusándolo de
infidelidad y corrupción, para llevarlo
nuevamente por el camino de la justicia.
Inicia así nuestro texto: «Oíd, cielos, escucha, tierra, / que habla el Señor: / “Hijos
crié y saqué adelante, / y ellos se rebelaron contra mí. / Conoce el buey a su dueño / y el asno el pesebre de su amo. /
Israel no conoce, / mi pueblo no discierne”» (1, 2-3).
Dios, mediante el profeta, habla al pueblo con la amargura de un padre desilusionado: crió a sus hijos, y ahora ellos se
rebelaron contra Él. Hasta los animales
son fieles a su dueño y reconocen la mano
que los nutre; el pueblo, en cambio, ya no
reconoce a Dios, no quiere comprender.
Incluso herido, Dios deja que hable el
amor, y hace un llamamiento a la conciencia de estos hijos que se han desviado para que se conviertan y permitan ser amados de nuevo. ¡Esto es lo que hace Dios!
Viene a nuestro encuentro para que nos
dejemos amar por Él, por nuestro Dios.
La relación padre-hijo, a la que con frecuencia hacen referencia los profetas para
hablar de la relación de alianza entre Dios
y su pueblo, se ha desnaturalizado. La misión educativa de los padres se orienta a
hacer que crezcan en la libertad, que sean
responsables, capaces de realizar obras de
bien para sí y para los demás. En cambio,
a causa del pecado, la libertad se convierte en pretensión de autonomía, pretensión
de orgullo, y el orgullo lleva a la contraposición y a la ilusión de autosuficiencia.
He aquí, entonces, que Dios vuelve a
llamar a su pueblo: «Os habéis equivocado de camino». Afectuosa y amargamente
dice «mi» pueblo. Dios nunca reniega de
nosotros; nosotros somos su pueblo, el
más malo de los hombres, la más mala de
las mujeres, los más malos de los pueblos
son sus hijos. Y este es Dios: ¡jamás, jamás reniega de nosotros! Dice siempre:
«Hijo, ven». Y este es el amor de nuestro
Padre; esta es la misericordia de Dios. Tener un padre así nos da esperanza, nos da
confianza. Esta pertenencia debería ser viSIGUE EN LA PÁGINA 12
Ejercicios espirituales del Papa y la Curia romana
Diez preguntas para preparar la Pascua
El Papa Francisco y los miembros de la Curia romana participarán, del 6 al 11 de marzo,
en los ejercicios espirituales en la Casa
Divino Maestro de Ariccia, a pocos kilómetros de Roma.
El padre Ermes Ronchi, de la Orden de
los Siervos de María, dirigirá las meditaciones sobre las «preguntas tomadas del Evangelio»: «¿Qué buscáis» (Jn 1, 38). «¿Por qué
estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis
fe?» (Mc 4, 40). «Vosotros sois la sal de la
tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se
la salará?» (Mt 5, 13). «Y vosotros, ¿quién
decís que soy yo?» (Lc 9, 20). «Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta
mujer?» (Lc 7, 44). «Jesús preguntó a sus
discípulos: “Cuántos panes tenéis?”» (Mc 6,
38; Mt 15, 34). «Jesús le dijo: “Mujer, ¿dónde
están? ¿Nadie te ha condenado?”» (Jn 8, 10).
«Mujer ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?»
(Jn 20, 15). «Simón, hijo de Juan ¿me
amas?» (Jn 21, 16). «María respondió al ángel: “¿Cómo será esto?”» (Lc 1, 34).
El programa prevé en la jornada inicial, el
domingo 6, a las 18.00, la adoración eucarística y el rezo de las vísperas.
Durante el periodo de retiro, como de costumbre, se suspenden las audiencias privadas
y especiales, incluyendo la audiencia general
del miércoles.
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viernes 4 de marzo de 2016, número 9
En el Ángelus el Papa pide apoyo para los países que acogen a los refugiados
Respuesta coral
Es necesaria la colaboración de todas
las naciones para sostener a los países
que están en primera línea en la
acogida de los refugiados: lo recordó el
Papa Francisco el domingo 28 de
febrero durante la oración del Ángelus
en la plaza de San Pedro, después de
una reflexión sobre la necesidad de
convertirse «para emprender con
firmeza el camino del Evangelio».
Queridos hermanos
¡buenos días!
y
hermanas,
Cada día, lamentablemente, las
crónicas presentan malas noticias:
homicidios, accidentes, catástrofes...
En el pasaje evangélico de hoy, Jesús
se refiere a dos hechos trágicos que
en ese tiempo habían suscitado gran
impacto: una represión cruenta realizada por los soldados romanos en el
templo y el derrumbe de la torre de
Siloé, en Jerusalén, que había causado dieciocho víctimas (cf. Lc 13, 1-5).
Jesús conoce la mentalidad supersticiosa de su auditorio y sabe
que ellos interpretan de modo equivocado ese tipo de hechos. En efecto, piensan que, si esos hombres murieron cruelmente, es signo de que
Dios los castigó por alguna culpa
grave que habían cometido; o sea:
«se lo merecían». Y, en cambio, el
hecho de salvarse de la desgracia
equivalía a sentirse «sin falta». Ellos
«se lo merecían»; yo no «tengo faltas».
Jesús rechaza completamente esta
visión, porque Dios no permite las
tragedias para castigar las culpas, y
afirma que esas pobres víctimas no
eran de ninguna manera peores que
las demás. Más bien, Él invita a sacar de estos hechos dolorosos una
advertencia referida a todos, porque
todos somos pecadores. En efecto,
así lo dice a quienes lo habían interrogado: «Si no os convertís, todos
pereceréis del mismo modo» (v. 3).
También hoy, ante ciertas desgracias y lutos, podemos ser tentados
de «descargar» la responsabilidad
sobre las víctimas, o, es más, sobre
Dios mismo. Pero el Evangelio nos
invita a reflexionar: ¿qué idea nos
hemos hecho de Dios? ¿Estamos
convencidos de que Dios es así? O,
¿no se trata de una proyección nuestra, de un dios hecho «a nuestra
imagen y semejanza»? Jesús, al contrario, nos llama a cambiar el corazón, a hacer un cambio radical en el
camino de nuestra vida, abandonando las componendas con el mal —y
esto lo hacemos todos, las componendas con el mal—, las hipocresías
—creo que casi todos tenemos al menos un trocito de hipocresía—, para
emprender con firmeza el camino
del Evangelio. Pero, he aquí de nuevo la tentación de justificarnos:
«¿De qué cosa deberíamos convertirnos? Considerándolo bien, ¿no somos buena gente?». Cuántas veces
hemos pensado esto: «Pero, conside-
rándolo bien, yo soy de los buenos,
soy de las buenas —¿no es así?—.
¿No somos de los creyentes, incluso
bastante practicantes?». Y así creemos que estamos justificados.
Lamentablemente, cada uno de
nosotros se parece mucho a un árbol
que, durante años, ha dado múltiples pruebas de su esterilidad. Pero,
afortunadamente, Jesús se parece a
ese campesino que, con una paciencia sin límites, obtiene una vez más
una prórroga para la higuera infecunda: «Déjala por este año todavía
—dijo al dueño— […] Por si da fruto
en adelante» (v. 9). Un «año» de
gracia: el tiempo del ministerio de
Cristo, el tiempo de la Iglesia antes
de su retorno glorioso, el tiempo de
nuestra vida, marcado por un cierto
número de Cuaresmas, que se nos
ofrecen como ocasiones de revisión y
de salvación, el tiempo de un Año
Jubilar de la Misericordia. La invencible paciencia de Jesús. ¿Habéis
pensado en la paciencia de Dios?
¿Habéis pensado también en su obstinada preocupación por los pecadores? ¡Cómo es que aún vivimos con
impaciencia en relación a nosotros
mismos! Nunca es demasiado tarde
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Non praevalebunt
Marzo y abril
Calendario de las celebraciones
presididas por el Pontífice
Marzo
DÍA 4, VIERNES
Celebración penitencial en la basílica vaticana, a las 17.00.
DÍA 6
D OMINGO DE CUARESMA
Inicio de los ejercicios espirituales
para la Curia romana, en Ariccia.
IV
DÍA 11, VIERNES
Conclusión de los ejercicios espirituales para la Curia romana.
DÍA 15, MARTES
Consistorio para algunas causas
de canonización, en la sala del
Consistorio, a las 10.00.
DÍA 20
D OMINGO DE RAMOS
Y DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
Bendición de los ramos, procesión y santa misa en la plaza de
San Pedro, a las 9.30.
DÍA 24
JUEVES SANTO
Santa misa del crisma, en la basílica vaticana, a las 9.30.
DÍA 25
VIERNES SANTO
Celebración de la Pasión del Señor, en la basílica vaticana, a las
17.00.
GIOVANNI MARIA VIAN
director
Vía Crucis, en el Coliseo, a las
21.15.
DÍA 26
SÁBAD O SANTO
Vigilia pascual de la Noche santa,
en la basílica vaticana, a las
20.30.
DÍA 27
D OMINGO DE PASCUA
Santa misa, en la plaza de San
Pedro, a las 10.00.
Bendición «Urbi et orbi», desde
el balcón central de la basílica vaticana, a las 12.00.
Abril
DÍA 2, SÁBAD O
Jubileo para quienes adhieren a la
espiritualidad de la Divina Misericordia. Vigilia de oración en la
plaza de San Pedro, a las 18.00.
DÍA 3
D OMINGO DE PASCUA
(O DE LA DIVINA MISERICORDIA)
Jubileo para quienes adhieren a la
espiritualidad de la Divina Misericordia. Santa misa en la plaza
de San Pedro, a las 10.30.
II
TIPO GRAFIA VATICANA EDITRICE
L’OSSERVATORE ROMANO
don Sergio Pellini S.D.B.
Giuseppe Fiorentino
subdirector
Ciudad del Vaticano
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para convertirse, ¡nunca! Hasta el último
momento: la paciencia
de Dios nos espera.
Recordad esa pequeña
historia de santa Teresa del Niño Jesús,
cuando rezaba por el
hombre condenado a
muerte, un criminal,
que no quería recibir
el consuelo de la Iglesia, rechazaba al sacerdote, no lo quería:
quería morir así. Y
ella, en el convento,
rezaba. Y cuando ese
hombre estaba allí,
precisamente en el
momento de ser asesinado, se dirige al sacerdote, toma el Crucifijo y lo besa. ¡La paciencia de
Dios! Y hace lo mismo también con
nosotros, ¡con todos nosotros! Cuántas veces —nosotros no lo sabemos,
lo sabremos en el cielo—, cuántas veces nosotros estamos ahí, ahí… [a
punto de caer] y el Señor nos salva:
nos salva porque tiene una gran paciencia con nosotros. Y esta es su
director general
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misericordia. Nunca es tarde para
convertirnos, pero es urgente, ¡es
ahora! Comencemos hoy.
Que la Virgen María nos sostenga, para que podamos abrir el corazón a la gracia de Dios, a su misericordia; y nos ayude a nunca juzgar a
los demás, sino a dejarnos provocar
por las desgracias de cada día para
hacer un serio examen de conciencia
y arrepentirnos.
Al término de la oración, después del
llamamiento en favor de los refugiados,
el Papa expresó esperanza por la
apertura de un resquicio de paz en
Siria y manifestó cercanía a las
poblaciones de las Islas Fiyi golpeadas
en estos días por un devastador ciclón.
Queridos hermanos y hermanas:
Mi oración, y también la vuestra,
tiene siempre presente el drama de
los refugiados que huyen de guerras
y otras situaciones inhumanas. En
especial Grecia y los demás países
que están en primera línea prestando
a ellos un generoso auxilio, y que
necesitan la colaboración de todas
las naciones. Una respuesta coral
puede ser eficaz y distribuir los pesos de forma equitativa. Por esto es
necesario centrarse con firmeza y sin
reservas en las negociaciones. Al
mismo tiempo, he acogido con esperanza la noticia sobre el cese de las
hostilidades en Siria, e invito a todos a rezar a fin de que la apertura
de este resquicio pueda traer alivio a
la población que sufre, favoreciendo
las necesarias ayudas humanitarias, y
abra el camino al diálogo y a la paz
tan deseada.
Además, quiero asegurar mi cercanía al pueblo de las Islas Fiyi, duramente golpeado por un devastador
ciclón. Rezo por las víctimas y por
quienes están comprometidos en
prestar socorro.
A todos deseo un feliz domingo.
No os olvidéis de rezar por mí.
¡Buen almuerzo y hasta la vista!
Tarifas de suscripción: Italia - Vaticano: € 58.00; Europa (España + IVA): € 100.00 - $ 148.00; América
Latina, África, Asia: € 110.00 - $ 160.00; América del Norte, Oceanía: € 162.00 - $ 240.00.
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222-C. Col. Villa Lázaro Cárdenas. CP 14370. Del. Tlalpan. México, D.F.; teléfono + 52 55 2652 99 55,
fax + 52 55 5518 75 32; e-mail: [email protected].
En Argentina: Arzobispado de Mercedes-Luján; calle 24, 735, 6600 Mercedes (B), Argentina; teléfono y fax
+ 2324 428 102/432 412; e-mail: [email protected].
En Perú: Editorial salesiana, Avenida Brasil 220, Lima 5, Perú; teléfono + 51 42 357 82; fax + 51 431 67 82;
e-mail: [email protected].
número 9, viernes 4 de marzo de 2016
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Mensaje con motivo del Día de Hispanoamérica, el 6 de marzo, en las diócesis de España
Testigos de misericordia
Es un hecho muy significativo y
apreciable que en la actualidad haya
más de 9.000 misioneros y misioneras españoles cooperando con las
Iglesias locales de América en la actividad misionera. Si bien en su mayoría provienen de congregaciones
religiosas, son unos 1.000 los sacerdotes diocesanos españoles presentes
en dichas Iglesias particulares, de los
cuales 300 han partido acogiéndose
a la Obra de cooperación sacerdotal
hispanoamericana (O CSHA), servicio
de la Conferencia episcopal española
encomendado a su Comisión episcopal de misiones y cooperación entre
las Iglesias. Incluso realizan allí su
labor evangelizadora más de medio
millar de laicos españoles, muchos
de ellos como familias misioneras.
Por ello, la Comisión pontificia para
América Latina no puede dejar de
responder positivamente a S. E.
Mons. Braulio Rodríguez, presidente de la mencionada Comisión episcopal, a su solicitud de un mensaje
para el próximo «Día de Hispanoamérica», que la Iglesia de Dios que
está en España celebrará el 6 de
marzo de 2016.
Esta importante cita se dará en
pleno curso del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, convocado
por el Santo Padre Francisco con la
Bula Misericordiae vultus [MV] e
inaugurado el 8 de diciembre de
2015, en la solemnidad de la Inmaculada Concepción. Es muy oportuna y adecuada, pues, la elección del
lema para este día: «Testigos de misericordia», signo distintivo y, a la
vez, invitación urgida para todos los
que prestan su servicio misionero en
América Latina. De este modo, se
da efectiva respuesta de comunión a
la invitación del Papa a «contemplar
el misterio de la misericordia» (MV
2), a dejarnos abrazar por el amor
misericordioso de Dios y a convertirnos en discípulos, testigos y misioneros de su misericordia. «Será un año
para crecer en la convicción de la
misericordia» (Francisco, Homilía en
la apertura de la Puerta Santa del
Jubileo, 8-12-2015).
Un amor sin límites...
«Este amor misericordioso —afirmó el Santo Padre Francisco con
ocasión de la festividad de Nuestra
Señora de Guadalupe (12-12-2015)—
es el atributo más sorprendente de
Dios, la síntesis en la que se condensa el mensaje evangélico, la fe de la
Iglesia». Dios nos ama con un amor
gratuito, sin límites, siempre dispuesto a perdonarnos, abrazando incluso nuestras miserias para liberarnos de ellas. Nos ha de causar siempre renovado estupor y gratitud esta
inaudita pasión de Dios por nosotros: «el Verbo se hizo carne», siendo rico se anonada para compartir la
condición humana, para hacerse
compañero en el camino de la existencia de todos los hombres, para
curarlos y servirlos con un amor lleno de compasión y ternura, para dar
la vida por nosotros y abrirnos así
las puertas de una vida nueva, reconciliada. El Hijo de Dios no se ha
avergonzado ni nos ha condenado
por nuestras limitaciones y llagas, sino que ha venido hasta nosotros pa-
belleza. Esta experiencia jubilar nos
pacifica el corazón, nos pone nuevamente en camino más allá de tropiezos y caídas, nos llena de alegría y
esperanza, nos alienta ante las dificultades y fracasos, nos convierte en
«testigos de misericordia» allí donde
la Providencia de Dios nos ha destinado a servirlo en sus hijos más necesitados. Nos convertimos, sí, en
«testigos de misericordia» cuando
experimentamos esa misericordia de
Dios hacia nuestras propias personas
y nos entregamos con entusiasmo a
una nueva búsqueda de crecimiento
espiritual.
ra introducirnos en su vida, en su familia y en su casa. Este es el designio misericordioso del Padre, que el
Hijo pone de manifiesto y lleva a cabo hasta sus últimas consecuencias y
que el Espíritu Santo difunde en la
existencia humana mediante su gracia de perdón y salvación.
Este mensaje de la Iglesia universal ha de llegar a cada uno de los
misioneros y misioneras que servís a
las Iglesias y a los pueblos de América Latina. Cada uno de vosotros
está invitado, ante todo, a pasar por
la «Puerta Santa» —¡que es Cristo
mismo!—, en las catedrales o santuarios de las Iglesias locales en las que
prestáis servicio, para «descubrir la
profundidad de la misericordia del
Padre que acoge a todos y sale personalmente al encuentro de cada
uno. Es Él el que nos busca. Es Él
el que sale a nuestro encuentro»
(Francisco, Homilía, 8-12-2015). ¡Qué
mejor ocasión para renovar nuestro
seguimiento fiel a Jesucristo y nuestro servicio entregado a la misión
universal de la Iglesia! Os deseo de
todo corazón, si es que aún no lo
¿Acaso no ha sido la sorprendente
experiencia de ese inaudito amor de
Dios hacia cada uno de vosotros,
queridos misioneros, lo que os ha
llevado a desear compartirlo de todo
corazón y con las manos llenas mediante la entrega a la misión ad gentes? ¡No tiene confines el amor de
Dios! Supera toda frontera geográfica, étnica, social, política, cultural.
habéis hecho, que paséis por la
«Puerta Santa», recitando el Credo
de los apóstoles, rezando por las intenciones del Pastor universal y acercándoos después al sacramento de la
Reconciliación. A cincuenta años del
Concilio Vaticano II este gesto nos
vuelve a recordar con fuerza el llamado universal a la santidad.
El Jubileo Extraordinario de la
Misericordia es un llamamiento a la
conversión de cada uno. No se trata
de una genérica exhortación a la humanidad. ¡No! Este amor, esta pasión, este perdón, esta reconciliación, son ante todo para mi vida y
tu vida. No son realidades para los
otros. Son «para ti, para mí. Un
amor activo, real. Un amor que sana, perdona, realza, cuida» (Francisco, Discurso, 10-7-2015). Si no se da
esta apertura del corazón de la persona a la gracia, de nada valen todas
las aperturas de las demás puertas.
Por eso, cada uno de los misioneros
y misioneras españoles en América
Latina quedáis llamados por vuestro
propio nombre a vivir este Jubileo
en toda su profundidad, verdad y
Está destinado a todos, sin excepción, sin exclusiones. Por la gratitud
y desbordamiento de ese amor con
el que hemos sido abrazados hemos
emprendido el camino de la misión.
La misión no es otra cosa que compartir la misericordia compasiva y
redentora que Dios me ha hecho experimentar y que quiere ofrecer a todos los hombres. Es el ardiente anhelo de que los hombres y mujeres
de todo tiempo y lugar experimenten la mirada misericordiosa de
Dios. El mismo Papa Francisco se
define como un pecador en el que
Dios ha puesto su mirada misericordiosa. ¿Qué tendríamos que decir
cada uno de nosotros? Es esta la experiencia originaria que os lleva a
convertiros en misioneros y misioneras, dentro de un abrazo de amor
que anhelamos para todos. Toda la
Iglesia «vive un deseo inagotable de
ofrecer misericordia» (Evangelii gaudium, 24). «La credibilidad de la
Iglesia pasa a través del camino del
amor misericordioso y compasivo»
(MV 10).
... y sin confines
Sois, por gracia de Dios, sus testigos en medio de la grey que os ha
sido confiada. Antes que todo anuncio, antes que toda catequesis, antes
que todo servicio, importa que nuestra mirada hacia los que encontramos en las más diversas circunstancias de la vida exprese un reflejo sorprendente de la ternura, compasión
y misericordia de Dios. Como en el
primerísimo momento del encuentro
de Jesús con el joven rico, cuando,
«fijando en él los ojos, lo amó»; o
como con la samaritana en el pozo,
no obstante fuese extranjera para los
judíos y casada varias veces; o como
con el publicano Zaqueo, que se había subido al árbol para verle pasar
y que le recibirá en su casa; o como
con María Magdalena, inmediatamente perdonada porque mucho
amó. Estamos llamados a acoger a
todos, sin poner condiciones morales
preventivas, para hacerlos partícipes
del amor de Dios, que perdona, cura
y salva, que cambia la vida llenándola de «sentido» y felicidad. Sea el
paradigma de nuestra misión misericordiosa la actitud del samaritano
que se detiene ante el herido en el
camino, que se interesa por su persona, que le lava sus heridas, que lo
conduce a esa posada en la que podemos entrever la imagen del «hospital de campaña» con que el Papa
Francisco muestra a la Iglesia en acción.
¡Cuántos son los heridos en el
cuerpo y en el alma que encontramos en las ciudades y en los campos, mientras recorremos los caminos de la misión! Son muchos los
que sufren la soledad y el desaliento,
los afectados profundamente por la
ruptura de los vínculos familiares,
las mujeres maltratadas, abandonadas y que cargan con el drama del
aborto, los ancianos considerados un
estorbo, los niños huérfanos de afecto y educación, los migrantes y refugiados que golpean a nuestras puertas, los desempleados, los que han
perdido su trabajo, los que trabajan
en condiciones precarias o sufren explotación, las víctimas de las drogas
y de la violencia, los que viven en
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viernes 4 de marzo de 2016, número 9
En el congreso promovido por Cor Unum el Papa habla de la caridad en la vida de la Iglesia
El corazón y la brújula
La caridad es el «corazón palpitante»
de la vida de la Iglesia y la
«brújula» que orienta nuestra vida: lo
recordó el Papa Francisco en el
discurso que dirigió, el viernes 26 de
febrero por la mañana, a los
participantes en el congreso
internacional promovido por Cor
Unum sobre la encíclica «Deus caritas
est» de Benedicto XVI, en el décimo
aniversario de su publicación.
Queridos hermanos y hermanas:
Les doy la bienvenida a esta audiencia al fin de su Congreso internacional sobre el tema: «La caridad
no pasará jamás (1 Co 13, 8). Perspectivas a los 10 años de la encíclica
Deus caritas est», organizado por el
Consejo pontificio Cor Unum, y
agradezco a mons. Dal Toso las palabras de saludo que me ha dirigido
en nombre de todos ustedes.
La primera encíclica del papa Benedicto XVI trata un tema que permite recorrer toda la historia de la
Iglesia que, entre otras cosas, es una
historia de caridad. Es la historia del
amor que hemos recibido de Dios y
debemos llevar al mundo: esta caridad recibida y dada es el fundamento de la historia de la Iglesia y de la
historia de cada uno de nosotros. El
acto de caridad, en efecto, no es sólo
una limosna para limpiar la propia
conciencia; incluye «una atención de
amor puesta en el otro» (cfr. Exhort.
ap. Evangelii gaudium, 199), al que
considera «como uno consigo» (cf.
Santo Tomás de Aquino, Summa
Theologiae, II-II, q. 27, art. 2) y desea
volver a este corazón palpitante de
nuestra vida y de nuestro testimonio,
al centro del anuncio de fe: «Dios es
amor» (1 Jn 4, 8.16). Dios no tiene
simplemente el deseo o la capacidad
de amar; Dios es caridad: la caridad
es su esencia, su naturaleza. Él es
único, pero no es solitario; no puede
estar solo, no puede cerrarse en sí
mismo, porque es comunión, es caridad, y la caridad por naturaleza se
comunica, se difunde. Así, Dios asocia al hombre a su vida de amor y,
aunque el hombre se aleje de él, él
no permanece distante sino que le
sale al encuentro. Este salir al encuentro del hombre, que culmina en
la encarnación del Hijo, es su miseri-
compartir la amistad con Dios. La
caridad, por tanto, está en el centro
de la vida de la Iglesia, y es verdaderamente su corazón, como decía
santa Teresa del Niño Jesús. Para cada uno de los fieles, como para la
comunidad cristiana en su conjunto,
vale la palabra de Jesús, según la
cual la caridad es el primer mandamiento y el más alto: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón,
con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser… Amarás a tu
prójimo como a ti mismo» (Mc 12,
30-31).
El Año jubilar que estamos viviendo nos brinda también la ocasión de
Testigos de misericordia
VIENE DE LA PÁGINA 3
condiciones miserables... Todos cargamos con las propias heridas, pero
no podemos quedar indiferentes
ante los que soportan el tremendo
peso del desamparo, del sufrimiento, de la desesperanza. Solo el milagro del encuentro con Dios mediante nuestro testimonio de caridad y misericordia puede ir cicatrizando heridas y hacer reemprender
el camino de la vida con esperanza.
Este Año Santo nos invita a peregrinar al encuentro de los más necesitados como humildes servidores
de obras materiales y espirituales de
misericordia.
Tres recomendaciones
Me permito, finalmente, dejaros
tres recomendaciones concretas para
este Año Jubilar, como «testigos de
misericordia». La primera es que
estéis muy disponibles, si es posible
en los confesionarios, para acoger a
tantas personas a las que la perseverante predicación del Papa Francisco está conduciendo al sacramento del Perdón y la Reconciliación.
Es una gracia de Dios para nuestro
tiempo eclesial que se redescubra
por doquier este sacramento, que
quizás haya sido a veces algo descuidado en nuestra acción pastoral.
No os canséis de pedir perdón, re-
pite con confianza el Papa a los fieles de todo el mundo. Dios perdona todo, «setenta veces siete»,
siempre que invoquemos su perdón. Para muchos esta experiencia
sacramental es de auténtica conversión y pacificación. ¡Todos la estamos necesitando! Facilitemos, pues,
este acercamiento a quienes Dios
mismo ha puesto como ministros
de su perdón y reconciliación.
La segunda recomendación que
me permito plantearos es alentar
vuestra convicción de que, siendo
cierto que la misericordia y el perdón se dan la mano con la justicia,
la animan desde dentro y la sobrepasan en el amor, que es incluso
amor a los enemigos. Vivimos en
tiempos tensos y violentos. Muchas
veces somos testigos de la violencia
en los ámbitos familiares donde
tendrían que reinar los afectos más
íntimos, compartimos la cotidianidad de la inseguridad ciudadana,
por todas partes se exacerban los
conflictos, y no faltan las estrategias
de quienes defienden sus intereses y
sostienen sus causas con la brutalidad de las armas, sin detenerse ante
los crímenes terroristas. Predicar y
ofrecer el perdón puede parecer algo «angelical», ilusorio; sin embargo, es fuerza profética para ir recomponiendo el tejido familiar y
social, para suscitar una cultura del
encuentro, para educar en la «amis-
tad social», para abrir los caminos
del «Príncipe de la Paz», para impregnar de verdad y amor las relaciones humanas y estructuras sociales. ¡Seamos educadores, testigos y
misioneros de la misericordia, convencidos de que la gracia del perdón y la reconciliación es más fuerte que la acción demoníaca de la
división y violencia entre hermanos!
La tercera recomendación es que
renovéis con todo fervor filial vuestro amor a la Santísima Virgen María, Madre de Misericordia. Nadie
como Ella experimentó la misericordia de Dios en su propia vida,
desde la encarnación del Verbo hasta la muerte de su Hijo en la Cruz.
Por eso tiene un corazón tan inmenso y tan lleno de amor materno
para acogernos, para hacernos muy
cercana y palpable la misericordia
de Dios, para enseñarnos a ser misericordiosos.
¡Que Dios os conceda a cada
uno de vosotros, misioneros y misioneras españoles que prestáis tan
generoso y precioso servicio a las
Iglesias y a los pueblos de América
Latina, un Año Jubilar con abundantes gracias de misericordia y experiencias de perdón y reconciliación!
Marc Card. Ouellet
Presidente Comisión pontificia
para América Latina
cordia; es su modo de expresarse con
nosotros, que somos pecadores, es su
rostro que nos mira y vela por nosotros. El programa de Jesús —está escrito en la encíclica— es «un “corazón que ve”. Este corazón ve dónde
se necesita amor y actúa en consecuencia» (n. 31). Caridad y misericordia están tan estrechamente vinculadas porque son el modo de ser y
de actuar de Dios: su identidad y su
nombre.
El primer aspecto que la encíclica
nos recuerda es precisamente el rostro de Dios: quién es el Dios que
podemos encontrar en Cristo, cuán
fiel e insuperable es su amor: «Nadie tiene amor más grande que el
que da la vida por sus amigos» (Jn
15, 13). Cualquier forma de amor, de
solidaridad, de compartir es sólo un
reflejo de la caridad que es Dios. Él
derrama incansablemente su caridad
sobre nosotros y nosotros estamos
llamados a ser testigos de este amor
en el mundo. Por eso, debemos ver
la caridad divina como la brújula
que orienta nuestra vida, antes de
encaminarnos en cualquier actividad:
en ella encontramos la dirección, de
ella aprendemos cómo mirar a los
hermanos y al mundo. «Ubi amor,
ibi oculus», decían los hombres medievales: donde está el amor, está la
capacidad de ver. Sólo «si permanecemos en su amor» (cf. Jn 15, 1-17),
sabremos comprender y amar a
quien vive a nuestro lado. La encíclica —y este es el segundo aspecto que
quisiera subrayar— nos recuerda que
esta caridad quiere verse reflejada
cada vez más en la vida de la Iglesia. Cuánto desearía que en la Iglesia cada fiel, cada institución, cada
actividad revelara que Dios ama al
hombre. La misión que desempeñan
nuestros organismos de caridad es
importante, porque acercan a muchas personas pobres a una vida más
digna, más humana, y esto es algo
muy necesario; es una misión importantísima porque, no con palabras,
sino con el amor concreto puede hacer sentir a todo hombre que el Padre le ama, que es hijo suyo, destinado a la vida eterna con Dios. Quisiera dar las gracias a todos aquellos
que trabajan diariamente en esta misión, que interpela a todo cristiano.
En este Año jubilar he querido resaltar que todos podemos vivir la gracia del Jubileo, precisamente poniendo in práctica las obras de misericordia corporales y espirituales: vivir las
obras de misericordia significa conjugar el verbo amar como lo hizo Jesús. Y así, todos juntos, contribuimos concretamente a la gran misión
de la Iglesia de comunicar el amor
de Dios, que desea extenderse. Queridos hermanos y hermanas, la encíclica Deus caritas est conserva intacta
la frescura de su mensaje, con el que
indica la perspectiva siempre actual
para el camino de la Iglesia. Y todos
seremos cristianos más auténticos
cuanto más vivamos con este espíritu.
Les agradezco de nuevo su trabajo
y todo lo que puedan realizar en esta misión de caridad. Que les asista
siempre la Virgen Madre y les acompañe mi bendición. Por favor, hagan
un acto de caridad y no se olviden
de rezar por mí. Gracias.
número 9, viernes 4 de marzo de 2016
L’OSSERVATORE ROMANO
página 5
A los empresarios italianos el Pontífice recuerda que precariedad y desocupación privan a los jóvenes de la dignidad
Una economía de todos y para todos
Y los invita a rechazar recomendaciones, favoritismos y deshonestidad
«Una economía de todos y para
todos» es posible: lo recordó el Papa
Francisco, al recibir en audiencia el
sábado 27 de febrero, por la mañana,
en el aula Pablo VI, a los empresarios
italianos agrupados en
«Confindustria».
Gentiles señoras y señores,
¡buenos días!
Os saludo a todos vosotros, representantes del mundo de la empresa,
que habéis venido tan numerosos.
Doy las gracias al presidente señor
Squinzi, así como al señor Ghizzoni
y a la señora Marcegaglia, por las
palabras que me han dirigido. Con
este encuentro, que constituye una
novedad en la historia de vuestra
Asociación, os habéis propuesto confirmar un compromiso: el de contribuir con vuestro trabajo a una sociedad más justa y cercana a las necesidades del hombre. Queréis reflexionar juntos sobre la ética de construir
la empresa; juntos habéis decidido
reforzar la atención a los valores,
que son la «espina dorsal» de los
proyectos de formación, de valorización del territorio y de promoción
de las relaciones sociales, y que son
una alternativa concreta ante el modelo consumista de la ganancia a toda costa.
«Hacer juntos» es la expresión
que habéis elegido como guía y
orientación. Ella inspira a colaborar,
compartir, preparar el camino a relaciones reguladas por un sentido común de responsabilidad. Este camino abre el campo a nuevas estrategias, nuevos estilos, nuevas actitudes. ¡Cúan diversa sería nuestra vida
si aprendiéramos de verdad, cada
día, a trabajar, a pensar, a construir
juntos! En el complejo mundo de la
empresa, «hacer juntos» significa invertir en proyectos que sepan incluir
sujetos que a menudo son olvidados
o descuidados. Entre ellos, ante todos, las familias, hogares de humanidad, donde encuentran sentido y valor la experiencia del trabajo, el sacrificio que lo alimenta y los frutos
que de él se derivan. Y, juntamente
con las familias, no podemos olvidar
las categorías más débiles y marginales, como los ancianos, que aún podrían aportar recursos y energías para una colaboración activa, sin embargo con demasiada frecuencia son
descartados como inútiles e improductivos. Y, ¿qué decir luego de todos los potenciales trabajadores, especialmente de los jóvenes, que, prisioneros de la precariedad o de largos períodos de desocupación, no se
ven interpelados por una petición de
trabajo que les dé, además de un honesto salario, también la dignidad de
la que a menudo se sienten privados?
Todas estas fuerzas, juntas, pueden marcar la diferencia para una
empresa que coloque a la persona en
el centro, la calidad de sus relaciones, la verdad de su compromiso para construir un mundo más justo, un
mundo verdaderamente de todos.
«Hacer juntos» quiere decir, en efecto, plantear el trabajo no a partir del
genio solitario de un individuo, sino
a partir de la colaboración de mu-
chos. Significa, en otros términos,
«hacer red» para valorizar los dones
de todos, pero sin descuidar la unicidad irrepetible de cada uno. Que
en el centro de cada empresa esté el
hombre: no el hombre abstracto,
ideal, teórico, sino el hombre concreto, con sus sueños, sus necesidades,
sus esperanzas, sus cansancios.
Esta atención a la persona concreta comporta una serie de elecciones
importantes: significa dar a cada
uno lo que le corresponde, alejando
a madres y padres de familia de la
angustia de no poder dar un futuro
y tampoco un presente a sus hijos;
significa saber dirigir, pero también
saber escuchar, compartiendo con
humildad y confianza proyectos e
ideas; significa hacer que el trabajo
cree otro trabajo, la responsabilidad
cree otra responsabilidad, la esperanza cree otra esperanza, sobre todo para las jóvenes generaciones,
que hoy más que nunca tienen esta
necesidad. En la exhortación apostólica Evangelii gaudium relancé el desafío de sostenernos mutuamente, de
hacer de la experiencia de fraternidad una ocasión para «más posibilidades de encuentro y de solidaridad
entre todos» (n. 87). Ante tantas barreras de injusticia, soledad, desconfianza y sospecha que aún se siguen
levantando en nuestros días, el mundo del trabajo, del cual vosotros sois
actores de primer nivel, está llamado
a dar pasos valientes para que «encontrarse y estar juntos» no sea sólo
un eslogan, sino un programa para el
presente y el futuro.
Queridos amigos, vosotros tenéis
«una noble vocación orientada a
producir riqueza y a mejorar el mundo para todos» (Carta enc. Laudato
si’, 129); estáis llamados, por ello, a
ser constructores del bien común y artífices de un nuevo «humanismo del trabajo». Estáis llamados a tutelar la
profesionalidad, y, al mismo tiempo,
a prestar atención a las condiciones
en las que se realiza el trabajo, para
que no se tengan que verificar accidentes y situaciones de malestar.
Que vuestra vía maestra sea siempre
la justicia, que rechaza los atajos de
las recomendaciones y de los favoritismos, y las desviaciones peligrosas
de la deshonestidad y de las componendas fáciles. Que en todo la ley
suprema sea la atención a la dignidad del otro, valor absoluto y legítimo. Que este horizonte de altruismo
sea lo que distinga vuestro compromiso: ello os conducirá a rechazar
categóricamente que la dignidad de
la persona sea pisoteada en nombre
de exigencias productivas, que enmascaran miopías individualistas,
tristes egoísmos y sed de ganancia.
En cambio, que la empresa que vosotros representáis esté siempre
abierta a ese «significado más amplio de la vida», que le permitirá
«servir verdaderamente al bien común, con su esfuerzo por multiplicar y volver más accesibles para todos los bienes de este mundo» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 203).
Que el bien común sea precisamente
la brújula que oriente la actividad
productiva, para que crezca una economía de todos y para todos, que no
sea «insensible a los ojos suplicantes» (Si 4, 1). Esto es verdaderamente posible, con la condición de que
la simple proclamación de la libertad económica no prevalezca sobre
la concreta libertad del hombre y
sus derechos, que el mercado no sea
algo absoluto, sino que considere las
exigencias de la justicia y, además, la
dignidad de la persona. Porque no
hay libertad sin justicia y no hay justicia sin el respeto de la dignidad de
cada uno.
Os agradezco vuestro compromiso
y todo el bien que hacéis y que podréis hacer. Que el Señor os bendiga. Y os pido, por favor, que no os
olvidéis de rezar por mí. ¡Gracias!
Y ahora quiero pedir al Señor que
os bendiga a todos vosotros, a vuestras familias y a vuestras empresas.
[Bendición...]
Con el patriarca ortodoxo de Etiopía
Ecumenismo de los mártires
El Papa se reunió con el patriarca
Abuna Matthias I, jefe de la Iglesia
ortodoxa Tewahedo de Etiopía, el
lunes 29 de febrero.
«Le saludamos en nombre de
Dios Todopoderoso. Es un gran
placer vernos aquí, en la antigua
Ciudad del Vaticano».
Francisco recordó que este encuentro se enmarca en las cordiales
relaciones que mantienen ambas
Iglesias. «Vuestra visita, Santidad,
refuerza los lazos fraternos que ya
unen nuestras Iglesias. Recordamos
con gratitud la visita del Patriarca
Abuna Paulos a san Juan Pablo II
en 1993. El 26 de junio de 2009,
Abuna Paulos volvió para verse
con Benedicto XVI».
El Papa explicó que son Iglesias
hermanas a cuyos miembros les une el bautismo.
También recordó el ecumenismo de sangre que
une a todos los cristianos
perseguidos, en especial
en Oriente Medio y África. Por eso pidió una vez
más a las autoridades de
todo el mundo que promuevan la cultura de la
paz. El Patriarca entregó
al Papa una cruz etíope y
un libro de oraciones.
Francisco le obsequió
con un relieve del olivo
de la paz.
La Iglesia ortodoxa
Tewahedo de Etiopía tiene 35 millones de fieles,
una gran comunidad en
Roma y fue fundada por
San Frumencio en el siglo IV.
L’OSSERVATORE ROMANO
número 9, viernes 4 de marzo de 2016
GIANLUCA BICCINI
El Papa reza cada día por China, ante
una imagen de la Virgen de Sheshan, y
entre sus santos preferidos, además de
Ignacio de Loyola y Francisco de Asís,
está la joven Teresa de Lisieux. Lo confesó él mismo a cerca de quince niños
de todo el mundo con los que se reunió el lunes 22 de febrero, por la tarde,
en una sala del aula Pablo VI.
Representaban a alumnos entre los
ocho y los trece años de varios institutos escolares que tienen los jesuitas en
diversas partes del mundo, y que a partir de una iniciativa del jesuita Antonio
Spadaro formularon una serie de preguntas que el pasado mes de agosto el
director de la «Civiltà Cattolica» presentó al Pontífice. De ello nació el libro, publicado en diversos idiomas,
presentado durante un encuentro, caracterizado por la espontaneidad y la
inocencia de los niños: una auténtica
fiesta, que duró casi una hora, en la
que participó, entre otros, el cardenal
Luis Antonio G. Tagle, presidente de
Caritas internationalis, y algunos padres
y maestros de los pequeños protagonistas. Una edición especial de este en-
Francisco responde a un grupo de pequeños alumnos
Las preguntas difíciles de los niños
gusto su propuesta de publicación, luego realizada gracias a «Loyola Press».
A continuación presentó a dos colaboradores de la casa editora, Terry Locke
y al jesuita Paul Campbell, y al joven
estudiante Andrij, también de la Compañía, que traducía en español, italiano
e inglés las diversas intervenciones. Y el
Papa aprovechó para hacer otra broma:
«Somos demasiados aquí».
Luego Francisco, dejando
de lado las bromas, hizo
una introducción en espaLas preguntas más difíciles
ñol. «Quiero decir una cosa
a los niños y a los adultos:
que me han hecho no las hicieron
las preguntas más difíciles
los profesores en los exámenes,
que me han hecho no las
hicieron los profesores en
sino las preguntas de los niños
los exámenes, sino las preguntas de los niños. Porque
responder a las preguntas
cuentro transmitió en Estados Unidos, de un niño te crea dificultad, porque el
niño tiene algo que mira a los esencial
el 25 de febrero, la red televisiva Abc.
Acompañado por el prefecto de la y hace preguntas directas, y esto tiene
Secretaría para la comunicación, mon- un efecto de maduración interior en
señor Dario Edoardo Viganò, el Papa quien escucha la pregunta. Así los nifue recibido por un largo aplauso de ños hacen madurar a los adultos con
los presentes. Y los niños que estaban sus preguntas».
Al sucesivo intercambio de regalos,
sentados en el piso se pusieron de pie
pues cada uno de los pequeños había
para ir a abrazarlo.
El primero en tomar la palabra en el llevado un regalo, sobre todo producmicrófono fue el purpurado filipino, tos alimentarios típicos de los países de
que dirigió un saludo al Pontífice por proveniencia, pero también un par de
la fiesta de la Cátedra del Apóstol Pe- botas, el dibujo de un crucifijo y una
dro y le dio las gracias
por haber decidido celebrarla con los niños.
«Me recuerdan a Jesús a
la edad de doce años
—dijo en inglés el purpurado— cuando en el templo de Jerusalén comenzó a hacer preguntas a
los maestros. Hoy vosotros —añadió hablando
directamente a ellos— hacéis preguntas al sucesor
de san Pedro, quien está
muy contento de leer
vuestras preguntas y de
responderos». E inmediatamente comenzó el primero de los diversos intercambios de bromas
que caracterizaron el encuentro. El Papa, en
efecto, comentó: «Yo
creo que san Pedro alejaba a los niños de Jesús».
«Pero usted no los espanta, al contrario», fue
la intervención del padre
Spadaro, quien recordó
que en mayo el Papa había aceptado con mucho
invitación para visitar Singapur, un separados de la gente?». Y ante la reschal, una pelota de fútbol y también puesta «¡Mejor juntos!», recordó: «Pavasos para tomar cerveza. En primer lu- ra ser felices en la vida hay que consgar se puso de pie Clara (Irlanda), a truir puentes con la gente».
quien siguieron Ryan (Canadá), AleA la niña filipina que preguntó qué
xandra (Filipinas), Lucas y su hermani- le hubiese gustado hacer si no hubiese
ta (Australia), Alessio (Italia), Carolina sido Papa, Francisco explicó que cuany Juan Pablo (Argentina), Natasha (Ke- do tenía más o menos su edad iba con
nia), William (Estados Unidos), Faith sua madre o con su abuela al mercado
(Singapur), Judith (Bélgica), Mansi a hacer las compras. «Entonces no
(India) e Yfan (China). Hacia cada existía el supermercado. Existía el meruno Francisco tuvo un gesto de afecto.
cado en la calle que se llamaba “feria”
En el momento de las preguntas, y estaba el local de la verdura, de la
nuevamente la niña irlandesa rompió el silencio preguntando qué aspecto preUna cosa que me conmueve mucho
fiere de ser Papa. «Lo había
dicho que los niños hacen
y me causa dolor, es cuando saludo
las preguntas más difíciles»,
a los niños enfermos en las audiencias.
comentó Francisco, y continuó: «Estar con la gente,
Surge en mí la pregunta,
estar cerca de la gente me
¿por qué sufren los niños?
gusta mucho porque cuando estás con un anciano, un
niño, una joven, un hombre
grande, cada uno te enseña algo de la fruta, de la carne. A mí me gustaba ver
vida y te hace vivir la vida. Y se crea cómo el carnicero cortaba la carne, ¡con
una relación con la gente. Cuando es- cuánto arte! Y, así, decía que me hubietoy con la gente aprendo siempre algo. se gustado ser carnicero. Después estuY esto es muy importante para la vida: dié química, pero esa fue la primera vocuando encuentro a una persona me cación». La niña de Singapur le hizo la
pregunto qué tiene de bello esta perso- pregunta sobre los santos preferidos.
na, qué cosas buenas me ha enseñado o «Tengo muchos santos amigos —resqué cosa no me ha gustado». Al res- pondió el Pontífice— y no sé a cual adpecto, quiso hacer él una pregunta: miro más. Pero soy amigo de Teresita
«¿Es mejor estar con la gente o estar de Jesús, de san Ignacio y de san Fran-
cisco. A cada uno de ellos los admiro
por una razón diferente, pero ellos son
los tres que están más presentes en mi
corazón».
La pequeña de Kenia lo interrogó
sobre cómo se siente siendo Papa. «Me
siento tranquilo —afirmó Francisco— y
Dios me ha dado la gracia de no
perder la paz. Es una gracia de
Dios. Me siento como uno que
está terminando la vida aquí con
mucha paz. Me siento bien por
esto, siento que Dios me da paz.
Y al mismo tiempo me da alegría,
por ejemplo este encuentro con
vosotros me hace muy feliz.
Cuando el padre Spadaro me habló de esta iniciativa, le dije: ¡está
loco! Pero sin dudas esto significa
mucho, porque puedo ser puente
con cada uno de vosotros».
El niño italiano preguntó al
Pontífice qué fue lo que lo convenció a aceptar la elección. «Tenía a mi lado —recordó el Papa—
a un gran amigo, un brasileño
que ahora tiene más de ochenta
años, el cardenal Hummes. Y
cuando vio que podía ser elegido
me dijo: “No te preocupes, aquí
está la obra del Espíritu Santo”.
Y después cuando fui elegido, él
me abrazó y me dijo: “No te olvides de los pobres”. Me puso ante
dos personajes: el Espíritu Santo
y los pobres. Y esto me convenció
páginas 6/7
para que aceptase y eligiese el nombre
de Francisco».
El mismo niño italiano preguntó luego de modo directo y un poco imprevisto: «Y tú, ¿qué amor sientes por Jesucristo?». El Pontífice respondió con
humildad que no está seguro de amarlo
verdaderamente, pero que «trata» de
amarlo. Además, continuó, «de lo que
estoy seguro es que Él me ama: de esto
estoy segurísimo».
El pequeño de Canadá preguntó si
antes de ser Papa era tan religioso como ahora. «Yo soy anciano —confesó
Francisco—, tengo ochenta años. La vida de una persona no siempre es así
[traza una línea recta con el dedo]; la
vida de una persona es así [traza una
serie de ondas]: hay momentos alegres
y momentos en los que estás triste; hay
momentos de gran amor a Jesús y a los
compañeros y a toda la gente. Y hay
momentos en los que el amor a la gente no está y tú traicionas un poco el
amor de Jesús. Hay momentos en los
que te parece ser más santo y otros en
los que eres más pecador. Mi vida es
así [de nuevo hace las ondas]: nunca te
asustes si vives un mal momento. Nunca te asustes si cometes un pecado. El
amor de Jesús es más grande que todo:
dirígete a Él y déjate abrazar».
Después de un pequeño intermedio
sobre la edad de Bergoglio, provocado
por un error de traducción, el niño
americano preguntó si es difícil ser Papa. «Es fácil y difícil —dijo Francisco—
como la vida de cualquier persona. Es
fácil porque hay mucha gente que te
ayuda: por ejemplo todos vosotros ahora me estáis ayudando, porque mi corazón está feliz al trabajar mejor y hacer
muchas cosas más. Y hay momentos difíciles porque las dificultades existen en
todos los trabajos: o sea, están las dos
cosas».
El chaval argentino quiso saber algo
más sobre la elección del nombre Francisco. «Cuando fui elegido —explicó de
nuevo el Pontífice— el cardenal brasileño que estaba a mi lado me abrazó diciéndome: no te olvides de los pobres.
En ese momento comenzó a dar vueltas
por mi cabeza la palabra “pobres” y
también san Francisco de Asís, y es así
como elegí su nombre». La niña belga,
en cambio, preguntó por qué vive en que me encuentro. Os he mostrado el
Roma: «Porque el Papa es el obispo de rosario y os regalaré uno para cada
Roma. Ante todo es obispo de Roma y uno, pero en el bolsillo tengo también
por ello es Papa», fue la respuesta.
un Vía crucis: y cuando veo lo que JePor úlitmo, el niño chino, el más sús sufrió por mí, por cada uno de nogrande del grupo, preguntó cuántas ve- sotros, por amor, esto me hace más
ces reza cada día y cómo reza Francis- bueno».
co. En las respuestas, además de la confesión sobre
su devoción a la Virgen de
A los adultos, el Pontífice recomendó
Sheshan y su oración por
los chinos, el Pontífice trazó
estar cerca de los niños que sufren
una especie de agenda de
y enseñar a estar cerca de los niños
su jornada: «Rezo por la
mañana cuando me despierque sufren
to con el libro de oración
que usan todos los sacerdotes, el Breviario; luego rezo
cuando celebro la misa, y también rezo
Terminada la conversación, el autor
el rosario. Os aconsejo tener siempre el de la iniciativa editorial de «Loyola
rosario con vosotros. Yo lo tengo en el press», Tom Mc Grath, entregó al Papa
bolsillo. Por la tarde la adoración del todas las cartas no publicadas, y los niSantísimo Sacramento: estos son los ños se pusieron de pie para una foto
momentos formales. Pero me gusta recuerdo que en cierto sentido reprodutambién rezar por las personas con las cía un dibujo realizado por la niña belga y entonaron un breve canto en español. Por último, antes de la bendición,
se distribuyó a los presentes «Jesus
Teacher», un muñeco de peluche que
ayuda a los niños a rezar. «Os agradezco esta visita, porque —concluyó Francisco— para Jesús los niños eran como
el reflejo del camino hacia el Padre.
Cuando me reuno con niños salgo rejuvenecido y rezo para que su vida sea
buena: y una cosa que me conmueve
mucho y me causa dolor, es cuando saludo a los niños enfermos en la audiencia general. Entonces surge en mí la
pregunta —que ya se la hacía el gran
D ostoievski—, ¿por qué sufren los niños?», asegurando que incluso el Papa,
«que parece saber todo y tener todo el
poder», no sabe responder a esta pregunta. «La única cosa que me da luz
—admitió— es mirar la cruz de Jesús,
contemplar por qué Jesús sufre por nosotros. Es la única respuesta que encuentro». Este es un «mensaje» válido
también para los adultos, a quienes el
Pontífice recomendó «estar cerca de los
niños que sufren y enseñar a estar cerca
de los niños que sufren».
L’OSSERVATORE ROMANO
página 8
viernes 4 de marzo de 2016, número 9
Misas en Santa Marta
La salvación viene
de lo pequeño
La salvación de Dios no viene de las
cosas grandes, del poder o del dinero, de los grupitos clericales o políticos, sino de las cosas pequeñas y
sencillas que, algunas veces, suscitan
incluso indignación. Es la meditación propuesta por Francisco durante la misa celebrada el lunes 29 de
febrero, por la mañana, en la capilla
de la Casa Santa Marta.
«La Iglesia nos prepara para la
Pascua y hoy nos hace reflexionar
sobre la salvación: cómo pensamos
que es la salvación, esa salvación
que todos nosotros queremos», afirmó Francisco. Y precisamente la historia «de la enfermedad de Naamán», narrada en el segundo libro
de los Reyes (5, 1-15), «nos acerca al
hecho de la muerte: ¿y después?».
En efecto, «cuando hay una enfermedad, siempre nos remite a ese
pensamiento: la salvación». Pero, se
preguntó el Pontífice, «¿cómo viene
esta salvación? ¿Cuál es el camino
para la salvación? ¿Cuál es la revelación sobre la salvación que Dios nos
hace a nosotros cristianos?».
Para el Papa «la palabra clave para comprender el mensaje de hoy de
la Iglesia es indignación». Cuando
«Naamán, al ir al encuentro de Eliseo, pide la curación, Eliseo manda
a un mensajero a decirle que se bañe
siete veces en el Jordán. Una cosa
sencilla». Tal vez precisamente por
esto «Naamán se irritó» exclamando: «Hice un viaje así, con tantos
dones...»: todo, en cambio, se resuelve con un simple baño en el río.
Más allá de todo, reprocha Naamán:
«nosotros tenemos río mejores que
este».
Incluso «los habitantes de Nazaret —puso de relieve Francisco refiriéndose al pasaje evangélico de Lucas (4, 24-30)— se indignaron después de escuchar la lectura del profeta Isaías, que leyó Jesús ese sábado
en la sinagoga diciendo “hoy se
cumple esto”, que habla de la liberación, del modo en el que el pueblo
será liberado». Y comentaban:
«¿Qué se cree este? Es uno de nosotros, lo vimos crecer cuando era un
muchacho, nunca estudió». Y «se
indignaron» en tal medida que
«querían matarlo».
También, continuó el Papa, «más
adelante Jesús escuchó este desprecio por parte de los dirigentes, los
doctores de la ley que buscaban la
salvación en la casuística de la moral
—“esto se puede hasta aquí, hasta
allá...”—, y de ese modo tenían no sé
cuántos mandamientos, y el pobre
pueblo...». Precisamente por esto la
gente no confiaba en ellos. Lo mismo sucedía con «los saduceos, que
buscaban la salvación en los acuerdos con los poderes del mundo, con
el imperio: unos con los grupitos
clericales, otros con los grupitos políticos buscaban de este modo la salvación». Pero «el pueblo tenía olfato
y no creía» en ellos. En cambio
«creía en Jesús porque hablaba con
autoridad».
«Pero, ¿por qué esta indignación?», es la cuestión planteada por
el Pontífice. «Porque —destacó— en
nuestra imaginación la salvación de-
be venir de algo grande, de algo majestuoso: nos salvan sólo los poderosos, los que tienen fuerza, los que
tienen dinero, los que tienen poder,
estos pueden salvarnos».
En cambio «el plan de Dios es
otro». Y así «se indignan porque no
pueden comprender que la salvación
sólo viene de lo pequeño, de la sencillez de las cosas de Dios». Y
«cuando Jesús propone el camino de
la salvación, nunca habla de cosas
grandes», sólo «de cosas pequeñas».
En esta perspectiva, el Papa Francisco sugirió releer las Bienaventuranzas evangélicas —«Te salvarás si
haces esto»— y el capítulo 25 de Mateo. Son «los dos pilares del Evangelio: “Ven, ven conmigo porque has
hecho esto”». Y se trata de «cosas
sencillas: tú no has buscado la salvación o tu esperanza en el poder, en
los grupitos, en las negociaciones,
no; has hecho sencillamente esto».
Pero precisamente «esto indigna a
muchos».
«Como preparación a la Pascua
—propuso el Papa— os invito, también yo lo haré, a leer las Bienaventuranzas y Mateo 25, y pensar y ver
si algo de esto me indigna, me quita
la paz». Porque «la indignación es
un lujo que sólo pueden permitirse
los vanidosos, los orgullosos».
Precisamente «al final de las Bienaventuranzas —explicó Francisco—
Jesús dice una palabra» fuerte: «Bienaventurado quien no se escandaliza
de mí», es decir, «que no se indigna
por esto, que no siente indignación». Y reflexionando sobre la razón de estas palabras, el Papa repitió
que «nos hará bien dedicar un poco
de tiempo —hoy, mañana— y leer las
Bienaventuranzas, leer Mateo y estar
atentos a lo que sucede en nuestro
corazón: si hay algo de indignación».
Y «pedir al Señor la gracia de
comprender que la única vía de la
salvación es la locura de la cruz, es
decir el abajamiento del Hijo de
Dios, de hacerse pequeño».
En la liturgia de hoy, concluyó,
«lo pequeño» está precisamente «representado por el baño en el Jordán
y por el pequeño poblado de Nazaret».
La ecuación
del perdón
La misericordia es el «eje» de la liturgia del martes 1 de marzo. Es la
«palabra más repetida» y en ella se
centró la reflexión del Papa Francisco durante la misa celebrada en Santa Marta.
En toda la liturgia de la Palabra
resuena este concepto, y en el salmo
responsorial se repite: «Acuérdate,
Señor, de tu misericordia». Al respecto, el Pontífice explicó que es como si se dijese: «Acuérdate de tu
nombre, Señor: ¡tu nombre es misericordia!».
También en la primera lectura, tomada del libro del profeta Daniel (3,
25.34-43), la petición de misericordia
está en el centro del relato. Se lee,
en efecto, de la «oración de Azarías,
uno de los jóvenes que estaban en el
horno porque no querían adorar al
ídolo de oro»: él «pide misericordia,
para él y para el pueblo; pide a Dios
el perdón». No «un perdón superficial», no un quitar simplemente una
mancha «como hacen en la tintorería cuando llevamos una prenda de
vestir». La petición, puso de relieve
el Papa Francisco, es de un «perdón
del corazón» que, cuando viene de
Dios, «siempre es misericordia».
Azarías «pide humildemente: “Por
amor de tu nombre, acuérdate de
Abraham, de Isaac, de Jacob”». El
joven «recuerda a Dios todas sus
promesas», pero reconoce la necesidad de perdón: «somos más pequeños que todas las naciones, que hoy
estamos humillados en toda la tierra,
por causa de nuestros pecados; ya
no hay en esta hora príncipe, profeta
ni caudillo, ni holocausto».
Entra aquí, dijo Francisco, la segunda palabra clave de la meditación del día: «perdón». La dinámica
es la siguiente: «me dirijo a Dios recordándole su misericordia y le pido
perdón», pero «el perdón como lo
da Dios».
Aquí el Pontífice profundizó una
característica de este perdón de
Dios, cuya perfección es tan incomprensible para nosotros hombres que
llega al punto de que Él se «olvida»
de nuestros pecados. «Cuando Dios
perdona —dijo el Papa— su perdón
es tan grande que es como si “olvidase”». Así, «una vez que estamos
en paz con Dios por su misericordia», si le preguntáramos al Señor:
«Pero, ¿te acuerdas de esa cosa fea
que he hecho?», la respuesta podría
ser: «¿Cuál? No me acuerdo...».
Es, explicó Francisco, «todo lo
contrario de lo que hacemos nosotros» y que surge con frecuencia de
nuestras «conversaciones: “Este hizo
eso, hizo aquello, hizo también esto
otro...”». Nosotros «no olvidamos»
y de muchas personas conservamos
«la historia antigua, media, medieval
y moderna». Y la razón está en el
hecho de «que no tenemos un corazón misericordioso».
Dirigiéndose al Señor, en cambio,
Azarías puede hacer «un llamado» a
su misericordia «para que nos dé el
perdón y la salvación y olvide nuestros pecados». Por ello pide: «Trátanos conforme a tu bondad», y dice
también: «Trátanos según la abundancia de tu misericordia». Es la
misma oración que se repite en el
salmo responsorial: «Acuérdate, Señor, de tu misericordia».
También en el pasaje del Evangelio de Mateo (18, 21-25) se afronta el
mismo tema. Aquí el protagonista es
Pedro, quien «había escuchado muchas veces al Señor hablar del perdón, de la misericordia». El apóstol,
evidentemente, en su sencillez —«no
había cursado muchos estudios, no
tenía títulos: era un pescador»— no
había comprendido plenamente el
significado de esas palabras. Por ello
«se acercó a Jesús y le dijo: “Pero,
dime, Señor, si mi hermano me
ofende, ¿cuántas veces tengo que
perdonarlo? ¿Te parece que hasta
siete veces?”». Siete veces: tal vez le
pareció haber sido incluso «generoso». Pero «Jesús lo detiene y dice:
“No te digo hasta siete veces, sino
hasta setenta veces siete”».
Para explicarse mejor, Jesús relata
la parábola del rey «que quiso ajustar cuentas con sus siervos». A este,
se lee en la Escritura, le fue presentado «uno que le debía diez mil talentos», una cantidad enorme para
la cual, «según la ley de esos tiempos», se hubiese visto obligado a
vender «todo, también la esposa, los
hijos y los campos». Ante esta situación, dijo el Papa retomando el rela-
número 9, viernes 4 de marzo de 2016
to evangélico, el deudor «comenzó a
llorar, a pedir misericordia, perdón»,
hasta que «su señor tuvo “compasión”».
«Compasión», explicó el Pontífice, es otra palabra que se aproxima
fácilmente al concepto de misericordia. Cuando en los Evangelios se
habla de Jesús y cuando se describe
su encuentro con un enfermo, se lee,
en efecto, que Él «tuvo “compasión”
de él».
La parábola continúa con el propietario que «dejó marchar» al siervo «le perdonó la deuda». Se trataba de «una deuda grande». El siervo, en cambio, al encontrarse «con
uno de sus compañeros, que tenía
una pequeña deuda con él, quería
mandarlo a la cárcel». Ese hombre,
explicó el Papa, «no había comprendido lo que su rey había hecho con
él» y así se «comportó de forma
egoísta». Como conclusión del relato, el rey llama al siervo al cual había perdonado la deuda y lo mandó
a la cárcel porque no había sido
«generoso». Es decir, no había hecho «con su compañero lo que Dios
había hecho con él».
Para sacar una enseñanza válida
para todos, Francisco recordó la frase del Padrenuestro que dice: «Perdona nuestras ofensas así como también nosotros perdonamos a los que
nos ofenden». Y afirmó que se trata
de «una ecuación», o sea: «Si tú no
eres capaz de perdonar, ¿cómo podrá perdonarte Dios?». El Señor,
añadió el Papa, «quiere perdonarte,
pero no podrá hacerlo si tú tienes el
corazón cerrado, y la misericordia no
puede entrar». Alguien podría objetar: «Padre, yo perdono, pero no
puedo olvidar el mal que me ha hecho...». La respuesta es: «Pide al Señor que te ayude a olvidar». En todo caso, añadió el Pontífice, si es
verdad que «se puede perdonar, pero olvidar no siempre se logra», seguramente no se puede aceptar la
actitud del «“perdonar” y “me la pagarás”». Es necesario, en cambio,
«perdonar como perdona Dios»,
quien «perdona al máximo».
Concluyendo su meditación el Papa se centró en nuestras dificultades
de cada día: «No es fácil perdonar;
no es fácil» reconoció, y recordó cómo en muchas familias hay «hermanos que pelean por la herencia de
los padres y no se saludan nunca
más en la vida; muchas parejas pe-
L’OSSERVATORE ROMANO
lean y crece, crece el odio, y esa familia acaba destruida». Estas personas «no son capaces de perdonar. Y
este es el mal».
Que la Cuaresma, fue el deseo de
Francisco, «nos prepare el corazón
para recibir el perdón de Dios. Pero
recibirlo y luego hacer lo mismo con
los demás: perdonar de corazón». Es
decir, tener una actitud que nos lleve
a decir: «Tal vez no me saludas nunca, pero en mi corazón yo te he perdonado».
Es esta la mejor forma, concluyó,
para acercarnos «a esta cosa tan
grande, de Dios, que es la misericordia». En efecto, «perdonando abrimos nuestro corazón para que la misericordia de Dios entre y nos perdone a nosotros». Y todos tenemos
motivos para pedir el perdón de
Dios: «Perdonemos y seremos perdonados».
Historia de una
fidelidad fallida
Reconocerse pecadores y ser capaces
de pedir perdón es el primer paso
para responder con claridad, sin entablar negociaciones, a la respuesta
que Jesús nos dirige a cada uno de
nosotros: «¿estás conmigo o contra
mí?». La invitación a abrirse incondicionalmente a la misericordia de
Dios la lanzó el Papa durante la misa celebrada el 3 de marzo, por la
mañana, en la capilla de la Casa
Santa Marta.
Al inicio de la primera lectura,
destacó inmediatamente Francisco,
el profeta Jeremías (7, 23-28) «nos
recuerda el pacto de Dios con su
pueblo: “escuchad mi voz y yo seré
vuestro Dios y vosotros seréis mi
pueblo, y seguiréis todo camino que
yo os mandaré, para que os vaya
bien». Es «un pacto de fidelidad».
Y «ambas lecturas —prosiguió— nos
narran otra historia: este pacto ha
caído y hoy la Iglesia nos hace reflexionar sobre, podemos llamarla así,
una historia fallida de fidelidad». En
realidad, «Dios sigue siendo fiel,
porque no puede renegar de sí mismo», en cambio el pueblo acumula
infidelidades «una tras otra: es infiel, siguió siendo infiel».
En el libro de Jeremías se lee que
pueblo no confió en el pacto: «ellos
no escucharon, ni prestaron el oído
a mi Palabra». La Escritura, explicó
Francisco, «nos cuenta muchas cosas
que hizo Dios para atraer a los corazones del pueblo, de los suyos: “desde la fecha en que salieron vuestros
padres del país de Egipto hasta el
día de hoy, os envié a todos mis siervos, los profetas, cada día puntualmente. Pero no me escucharon ni
aplicaron el oído, sino que atiesando
la cerviz hicieron peor que sus padres”». Y este pasaje de Jeremías
acaba con una expresión fuerte: «Ha
perecido la lealtad, ha desaparecido
de su boca».
La «infidelidad del pueblo de
Dios», así como nuestra infidelidad,
«endurece el corazón: cierra el corazón»; y «no deja entrar la voz del
Señor que, como padre amoroso,
nos pide siempre que nos abramos a
su misericordia y a su amor». En el
salmo 94 «hemos rezado todos juntos: ¡Oh si escucharais hoy su voz!
¡No endurezcáis vuestro corazón!».
En verdad, afirmó el Pontífice, «el
Señor siempre nos habla así» y
«también con ternura de padre nos
dice: regresad a mí con todo el corazón, porque soy piadoso y misericordioso».
Pero «cuando el corazón es duro
esto no se entiende», explicó Francisco. En efecto, «la misericordia de
página 9
Dios se entiende sólo si tú eres capaz de abrir tu corazón para que
pueda entrar». Y «esto sigue, sigue:
el corazón se endurece y vemos la
misma historia» en el pasaje del
evangelio de Lucas (11, 14-23) propuesto hoy por la Liturgia. «Estaba
la gente que había estudiado las Escrituras, los doctores de la Ley que
conocían la teología, pero eran muy
cerrados. La multitud estaba admirada: ¡la admiración! Porque la multitud seguía a Jesús. Alguno dirá: “Pero lo seguía para ser curado, lo seguía por este motivo”».
La realidad, hizo presente Francisco, era que la gente «¡tenía fe en Jesús! Tenía el corazón abierto: imperfecto, pecador, pero el corazón
abierto». En cambio, «estos teólogos
tenían una actitud cerrada». Y «buscaban siempre una explicación para
no comprender el mensaje de Jesús». En tal medida que en este caso
específico, como lo relata Lucas, dicen: «Pero no, este expulsa los demonios en nombre del jefe de los
demonios».
Y así buscaban siempre otros pretextos, continua el pasaje evangélico,
«para ponerlo a prueba, le pedían
una señal del cielo». El problema de
fondo, destacó el Papa, era su modo
de estar «siempre cerrados». Así,
pues, «era Jesús quien tenía que justificar lo que hacía».
«Esta es la historia, la historia de
esta fidelidad fallida —dijo Francisco—, la historia de los corazones cerrados, de los corazones que no dejan entrar la misericordia de Dios,
que han olvidado la palabra “perdón” —“¡Perdóname Señor!”— simplemente porque no se sienten pecadores: se sienten jueces de los demás». Y es «una larga historia de siglos».
Precisamente «esta fidelidad fallida Jesús la explica con dos palabras
claras para acabar este discurso de
estos hipócritas: “El que no está
conmigo, está contra mí”». El lenguaje de Jesús, volvió a decir el Papa, es «claro: o eres fiel, con tu corazón abierto, al Dios que es fiel contigo o estás en contra de Él: “El que
no está conmigo, está contra mí”».
Alguno podría pensar que, tal vez,
hay «un camino intermedio para negociar», huyendo de la claridad de
la palabra de Jesús «o eres fiel o estás en contra». Y, en efecto, respondió Francisco, «existe una salida:
¡confiésate, pecador!». Porque «si
dices “yo soy pecador” el corazón se
abre y entra la misericordia de Dios
y comienzas a ser fiel».
Antes de continuar la celebración,
el Pontífice invitó a pedir «al Señor
la gracia de la fidelidad». Con la
consciencia de que «el primer paso
para ir por este camino de la fidelidad es sentirse pecador». En efecto,
«si tú no te sientes pecador, has comenzado mal».
Por lo tanto, concluyó Francisco,
«pidamos la gracia de que nuestro
corazón no se endurezca, que esté
abierto a la misericordia de Dios, y
la gracia de la fidelidad». Y también, «cuando somos nosotros»
quienes somos «infieles, la gracia de
pedir perdón».
L’OSSERVATORE ROMANO
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viernes 4 de marzo de 2016, número 9
COMUNICACIONES
Colegio episcopal
RENUNCIAS:
El Papa ha aceptado la renuncia al
gobierno pastoral de la archidiócesis metropolitana de Trento (Italia)
que monseñor LUIGI BRESSAN le
había presentado en conformidad
con el canon 401 § 1 del Código de
derecho canónico.
Luigi Bressan nació en Sarche,
archidiócesis de Trento, el 9 de febrero de 1940. Recibió la ordenación sacerdotal el 28 de junio de
1964. Juan Pablo II lo nombró arzobispo titular de Severiana y pronuncio apostólico en Pakistán el 3
de abril de 1989; recibió la ordenación episcopal el 18 de junio sucesivo. El Papa lo nombró nuncio
apostólico en Tailandia y Singapur,
y delegado apostólico en Laos, Malasia, Brunei Darussalam y Myanmar el 26 de julio de 1993; y, además, nuncio apostólico en Camboya
el 16 de julio de 1994. El Pontífice
lo nombró arzobispo metropolitano
de Trento el 25 de marzo de 1999.
El Papa ha aceptado la renuncia al
gobierno pastoral de la diócesis de
Moosonee y Hearst (Canadá), diócesis unidas «in persona episcopi»,
que monseñor VINCENT CADIEUX,
O.M.I., le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del
Código de derecho canónico.
Vincent Cadieux, O.M.I., nació en
Alfred, archidiócesis de Ottawa, el
Lutos en el episcopado
—Monseñor IAN MURRAY, obispo
emérito de Argyll y las Islas (Escocia), falleció el 22 de enero.
Había nacido en Lennoxtown,
archidiócesis de San Andrés y
Edimburgo, el 15 de diciembre
de 1932. Era sacerdote desde el 17
de marzo de 1956. Juan Pablo II
lo nombró obispo de Argyll y las
Islas el 3 de noviembre de 1999;
recibió la ordenación episcopal el
7 de diciembre sucesivo. Benedicto XVI aceptó su renuncia al
gobierno pastoral el 16 de octubre de 2008.
Audiencias pontificias
16 de febrero de 1940. Recibió la ordenación sacerdotal el 17 de diciembre de 1966. Juan Pablo II lo nombró obispo de Moosonee el 26 de
noviembre de 1991; recibió la ordenación episcopal el 29 de marzo del
mismo año. El Santo Padre lo nombró también obispo de Hearst el 26
de julio sucesivo, como diócesis
unidas «in persona episcopi».
El Papa ha aceptado la renuncia al
gobierno pastoral de la diócesis de
Conversano-Monópoli (Italia) que
monseñor D OMENICO PAD OVANO le
había presentado en conformidad
con el canon 401 § 1 del Código de
derecho canónico.
Domenico Padovano nació en
Mola di Bari, archidiócesis de BariBitonto, el 27 de septiembre de
1940. Recibió la ordenación sacerdotal el 29 de junio de 1965. Juan
Pablo II lo nombró obispo titular
de Mazaca y auxiliar de Bari-Bitonto el 30 de septiembre de 1982; recibió la ordenación episcopal el 24 de
octubre del mismo año. El Santo
Padre lo nombró obispo de Conversano-Monópoli el 13 de febrero de
1987.
El Papa ha aceptado la renuncia al
gobierno pastoral de la diócesis de
Ales-Terralba (Italia) que monseñor
GIOVANNI DETTORI le había presentado en conformidad con el canon
401 § 1 del Código de derecho canónico.
Giovanni Dettori nació en Nule,
diócesis de Ozieri, el 26 de enero
de 1940. Recibió la ordenación sacerdotal el 1 de julio de 1965. Juan
Pablo II lo nombró obispo de AlesTerralba el 5 de febrero de 2004; recibió la ordenación episcopal el 18
de abril del mismo año.
EL PAPA
HA NOMBRAD O:
—Arzobispo metropolitano de Trento (Italia) a monseñor LAURO TISI.
Lauro Tisi nació en Giustino, archidiócesis de Trento, el 1 de noviembre de 1962. Recibió la ordenación sacerdotal el 26 de junio de
1987. Ha desempeñado su ministerio como vicario parroquial, vicerrector del seminario, delegado para
los sacerdotes jóvenes y vicario general, cargo que desempeñaba actualmente.
—Monseñor EMILE DESTOMBES,
obispo titular de Altava y vicario
apostólico emérito de Phnom
Penh (Camboya), falleció el 28
de enero. Había nacido en
Roncq, archidiócesis de Lille
(Francia), el 15 de agosto de 1935.
Era sacerdote desde el 21 de diciembre de 1961. Juan Pablo II lo
nombró obispo titular de Altava
y vicario apostólico de Phnom
Penh el 14 de abril de 1997; recibió la ordenación episcopal el 5
de octubre sucesivo. Benedicto
XVI aceptó su renuncia al gobier-
Robert Bourgon nació en Sudbury, diócesis de Sault Sainte Marie,
el 10 de marzo de 1956. Recibió la
ordenación sacerdotal el 8 de mayo
de 1981. Obtuvo el doctorado en
derecho canónico en Ottawa. En su
ministerio ha desempeñado, entre
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—Obispo de Hearst y administrador
apostólico de Moosonee (Canadá) a
monseñor ROBERT BOURGON.
EL PAPA
HA RECIBID O
EN AUDIENCIA:
Viernes 26 de febrero
—A monseñor Osvaldo Padilla,
arzobispo titular de Pia, nuncio
apostólico en Corea y en Mongolia,
con sus familiares.
—Al ministro presidente del Estado libre de Turingia, honorable Bodo Ramelow, con su esposa y el séquito.
—A monseñor Aldo Giordano, arzobispo titular de Tamada, nuncio
apostólico en Venezuela.
—A monseñor Jean-Abdo Arbach,
arzobispo de Homs de los grecomelquitas (Siria).
Sábado, día 27
—Al presidente de la República
Argentina, Mauricio Macri, con su
esposa y el séquito.
—Al cardenal Marc Ouellet, P.S.S.,
prefecto de la Congregación para
los obispos.
—A monseñor Carlos José Tissera, obispo de Quilmes (Argentina).
Lunes, día 29
—A monseñor Roberto Octavio
González Nieves, O.F.M., arzobispo
de San Juan de Puerto Rico, presidente de la Conferencia episcopal
de Puerto Rico, con: monseñor Ál-
varo Corrada del Río, S.J., obispo
de Mayagüez, vicepresidente, y
monseñor Eusebio Ramos Morales,
obispo de Fajardo-Humacao, secretario general.
—A Su Santidad Abuna Matthias
Patriarca de la Iglesia ortodoxa
Tewahedo de Etiopía, con el séquito.
I,
—Al cardenal Theodoro Edgar
McCarrick, arzobispo emérito de
Washington (Estados Unidos).
—A monseñor Paul Tighe, obispo
titular de Drivasto, secretario adjunto del Consejo pontificio para la
cultura, con sus familiares.
—Al cardenal George Pell, prefecto de la Secretaría para los asuntos
económicos.
Enviado especial
El Santo Padre ha nombrado enviado especial suyo para la celebración conclusiva del Año inocenciano, convocado en el IV
centenario del nacimiento del Papa Inocencio XII, que tendrá lugar en Spinazzola el próximo 13
de marzo, al cardenal FRANCESCO MONTERISI, arcipreste emérito de la basílica papal de San
Pablo Extramuros.
Representaciones pontificias
El Pontífice ha nombrado nuncio
apostólico en Lesotho y en Namibia
a monseñor PETER BRYAN WELLS,
arzobispo titular de Marcianopoli,
nuncio apostólico en Sudáfrica y en
Botsuana.
Publicamos la biografía de monseñor Wells en nuestro periódico del 26
de febrero, p. 8.
El Santo Padre ha nombrado observador permanente de la Santa Sede
ante la Oficina de las Naciones
Unidas e instituciones especializadas en Ginebra y observador permanente ante la Organización mundial del comercio (O.M.C.) a monseñor IVAN JURKOVIČ, arzobispo titular de Corbavia, hasta ahora nuncio
apostólico en la Federación Rusa y
en Uzbekistán.
Ivan Jurkovič nació en en Kočevje, archidiócesis de Liubliana (Eslovenia), el 10 de junio de 1952. Recibió la ordenación sacerdotal el 29
de junio de 1977. Entró en el servicio diplomático de la Santa Sede el
1 de mayo de 1984. Juan Pablo II lo
nombró arzobispo titular de Corbavia y nuncio apostólico en Bielorru-
sia el 28 de julio de 2001; recibió la
ordenación episcopal el 6 de octubre de dicho año. El mismo Papa lo
nombró nuncio apostólico en Ucrania el 22 de abril de 2004. Benedicto XVI lo nombró nuncio apostólico
en la Federación Rusa el 19 de febrero de 2011 y en Uzbekistán el 22
de julio sucesivo.
El Papa ha nombrado observador
permanente de la Santa Sede ante
la Organización mundial del turismo a monseñor MAURIZIO BRAVI,
consejero de nunciatura.
Maurizio Bravi nació en Capriate
San Gervasio, diócesis de Bérgamo
(Italia), el 20 de julio de 1962. Recibió la ordenación sacerdotal el 21
de junio de 1986. Obtuvo el doctorado en derecho canónico. Entró en
el servicio diplomático de la Santa
Sede el 1 de julio de 1995 y trabajó
sucesivamente en las representaciones pontificias en la República Dominica y en Argentina, en la Sección de la Secretaría de Estado para
las Relaciones con los Estados y en
las nunciaturas en Francia y Canadá.
L’OSSERVATORE ROMANO
número 9, viernes 4 de marzo de 2016
Lutos en el episcopado
VIENE DE LA PÁGINA 10
no pastoral del vicariato apostólico
el 10 de octubre de 2010.
—Monseñor JOHN BAPTIST KAKUBI,
obispo emérito de Mbarara (Kenia),
falleció el 11 de febrero. Había nacido en Birunduma el 23 de septiembre de 1929. Era sacerdote desde el
11 de junio de 1960. Pablo VI lo
nombró obispo de Mbarara el 26 de
junio de 1969; recibió la ordenación
episcopal el 1 de agosto sucesivo.
Juan Pablo II aceptó su renuncia al
gobierno pastoral de la diócesis el 23
de noviembre de 1991.
—Monseñor BARRY PHILIP JONES,
obispo de Christchurch (Nueva Zelanda), falleció el 13 de febrero. Había nacido en Rangiora, diócesis de
Christchurch, el 29 de septiembre de
1941. Era sacerdote desde el 4 de julio de 1966. Benedicto XVI lo nombró obispo coadjutor de Christchurch el 28 de junio de 2006; recibió la
ordenación episcopal el 4 de octubre
del mismo año. Pasó a ser obispo de
dicha diócesis el 4 de junio de 2007.
—Monseñor MOISÉS JULIO BLANarzobispo emérito de Salta
(Argentina), falleció el 28 de febrero.
Había nacido en Esperanza, arquidiócesis de Santa Fe de la Vera
Cruz, el 4 de septiembre de 1923.
Era sacerdote desde el 14 de diciembre de 1947. Juan XXIII lo nombró
obispo titular de Belali y auxiliar de
Río Cuarto el 13 de febrero de 1960;
recibió la ordenación episcopal el 24
de abril sucesivo. El mismo Papa lo
nombró obispo de Río Cuarto el 6
de septiembre de 1962 y Juan Pablo
II lo promovió a la sede de Salta el 7
de enero de 1984. El Santo Padre
aceptó su renuncia al gobierno pastoral de la arquidiócesis el 6 de
agosto de 1999 y lo nombró administrador apostólico de la arquidiócesis
de Santa Fe de la Vera Cruz el 1 de
octubre de 2002, cargo que desempeñó hasta el 30 de marzo de 2003.
CHOUD,
Congregación para las causas de los santos
Promulgación de decretos
El 3 de marzo de 2016, por la tarde,
el Santo Padre recibió en audiencia
privada al cardenal Angelo Amato,
S.D.B., prefecto de la Congregación
para las causas de los santos. Durante la audiencia, el Papa autorizó a la
Congregación promulgar los siguientes decretos:
—un milagro atribuido a la intercesión del beato MANUEL GONZÁLEZ
GARCÍA, obispo de Palencia, fundador de la Unión Eucarística Reparadora y de la congregación de Misioneras Eucarísticas de Nazaret; nació
el 25 de febrero de 1877 y murió el 4
de enero de 1940;
—un milagro atribuido a la intercesión de la beata ISABEL DE LA TRINIDAD (en el siglo: Isabel Catez),
monja profesa de la Orden de las
Carmelitas Descalzas; nació el 18 de
julio de 1880 y murió el 9 de noviembre de 1906;
—un milagro atribuido a la intercesión del venerable siervo de Dios
MARÍA EUGENIO DEL NIÑO JESÚS
(en el siglo: Enrique Grialou), sacerdote profeso de la Orden de los
Carmelitas Descalzos, fundador del
instituto secular de Nuestra Señora
de la Vida; nació el 2 de diciembre
de 1894 y murió el 27 de marzo de
1967;
—un milagro atribuido a la intercesión de la venerable sierva de Dios
MARÍA ANTONIA DE SAN JOSÉ (en el
siglo: María Antonia de Paz y Figueroa), fundadora del Beaterio de
Ejercicios espirituales de Buenos Aires, Argentina; nació en 1730 y murió
el 7 de marzo de 1799;
—las virtudes heroicas del siervo
de Dios ESTEBAN FERRAND O, de la
Sociedad Salesiana de San Juan
Bosco, arzobispo titular de Troina,
obispo emérito de Shillong, fundador de la congregación de las Hermanas Misioneras de María Auxilio
de los Cristianos; nació el 28 de sep-
tiembre de 1895 y murió el 20 de junio de 1978;
—las virtudes heroicas del siervo
de Dios ENRIQUE BAUTISTA ESTANISLAO VERJUS, de la congregación
de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús, obispo titular de Limyra, coadjutor del vicariato apostólico de Nueva Guinea; nació el 26
de mayo de 1860 y murió el 13 de
noviembre de 1892;
—las virtudes heroicas del siervo
de Dios GIOVANNI BATTISTA QUILICI, sacerdote diocesano, párroco,
fundador de la congregación de las
Hijas del Crucificado; nació el 26 de
abril de 1791 y murió el 10 de junio
de 1844;
—las virtudes heroicas del siervo
de Dios BERNARD O MATTIO, sacerdote diocesano, párroco; nació el 2
de enero de 1845 y murió el 11 de
abril de 1914;
—las virtudes heroicas del siervo
de Dios QUIRICO PIGNALBERI, sacerdote profeso de la Orden de Frailes Menores Conventuales; nació el
11 de julio de 1891 y murió el 18 de
julio de 1982;
—las virtudes heroicas de la sierva
de Dios TEOD ORA CAMPOSTRINI,
fundadora de la congregación de las
Hermanas Mínimas de la Caridad
de María Dolorosa; nació el 26 de
octubre de 1788 y murió el 22 de
mayo de 1860;
—las virtudes heroicas de la sierva
de Dios BIANCA PICCOLOMINI CLEMENTINI, fundadora de la Compañía
de Santa Ángela Merici de Siena;
nació el 7 de abril de 1875 y murió el
14 de agosto de 1959;
—las virtudes heroicas de la sierva
de Dios MARÍA NIEVES SÁNCHEZ Y
FERNÁNDEZ (nombre religioso: María Nieves de la Sagrada Familia),
religiosa profesa de las Hijas de María de las Escuelas Pías; nació el 2
de mayo de 1900 y murió el 1 de mayo de 1978.
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Colegio episcopal
VIENE DE LA PÁGINA 10
otros, los siguientes cargos: vicario
parroquial, párroco, miembro de
los tribunales diocesanos de London y de Kingston, miembro del
colegio de consultores, vicario judicial, vicario episcopal, canciller y
vicario general.
—Obispo de Conversano-Monópoli
(Italia) a monseñor GIUSEPPE FAVALE.
Giuseppe Favale nació en Palagiano, diócesis de Castellaneta, el
28 de febrero de 1960. Recibió la
ordenación sacerdotal el 6 de julio
de 1985. Se doctoró en Utroque iure
en la Pontificia Universidad Lateranense de Roma. Ha sido ceremoniero diocesano, vicario parroquial,
párroco, canciller, vicario judicial,
vicario general, delegado para el
clero joven y director espiritual en
el seminario regional de Molfetta.
—Obispo de Ales-Terralba (Italia)
al padre ROBERTO CARBONI,
O.F.M.CONV.
Roberto Carboni, O.F.M.CONV.,
nació en Scano Montiferro, diócesis de Alghero-Bosa, el 12 de octubre de 1958. Recibió la ordenación
sacerdotal el 29 de septiembre de
1984. Obtuvo la licenciatura en psicología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Inició
su ministerio como director espiritual del Centro nacional de orientación vocacional de Asís, profesor
en el Instituto teológico de Asís,
vicario parroquial en Cágliari, rector del postulantado franciscano en
Oristano, secretario y vicario provincial. En el año 2001 fue enviado
a Cuba, donde, como misionero de
la provincia franciscana italiana de
Le Marche, fue director espiritual
del seminario interdiocesano, formador de postulantes y profesor de
psicología. En el último período,
en la Orden, era secretario general
para la formación.
—Obispo de Dili (Timor Oriental)
al padre VIRGILIO D O CARMO DA
SILVA, S.D.B.
Virgilio Do Carmo Da Silva,
nació en Venilale, diócesis
de Baucau, el 27 de noviembre de
1967. Recibió la ordenación sacerdotal el 18 de diciembre de 1998.
Obtuvo la licenciatura en espiritualidad en la Pontificia Universidad
Salesiana de Roma. En su ministerio ha sido formador, vicario parroquial, director de una escuela técnica y, desde 2015, superior de los salesianos en Timor Oriental.
S.D.B.,
—Obispo de Alba (Italia) al presbítero MARCO BRUNETTI.
Marco Brunetti nació en Turín el
9 de julio de 1962. Recibió la ordenación sacerdotal el 7 de junio de
1987. Estudió pastoral sanitaria en
Roma. Ha sido vicario parroquial,
párroco, director de la Oficina de
pastoral de la salud, responsable
regional de la pastoral de la salud
y miembro del consejo presbiteral
diocesano y regional..
—Obispo titular de Luperciana al
padre MIGUEL ÁNGEL AYUSO GUIXOT, M.C.C.J., secretario del Consejo pontificio para el diálogo interreligioso.
Miguel Ángel Ayuso Guixot,
nació en Sevilla (España)
el 17 de junio de 1952. Recibió la
ordenación sacerdotal el 20 de septiembre de 1982. Benedicto xvi lo
nombró secretario del Consejo
pontificio para el diálogo interreligioso el 30 de junio de 2012.
M.C.C.J.,
Audiencia al presidente
de la República Argentina
El sábado 27 de febrero, por la mañana, en el palacio apostólico vaticano, el Papa Francisco recibió en
audiencia a Mauricio Macri, presidente de la República Argentina, el
cual, sucesivamente, ha encontrado
al cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, acompañado por
monseñor Paul Richard Gallagher,
secretario para las Relaciones con
los Estados.
Durante el transcuros de los cordiales coloquios, que manifiestan el
buen estado de las relaciones bilaterales existentes entre la Santa Sede
y la República Argentina, han sido
abordados temas de mutuo interés,
tales como la ayuda al desarrollo
integral, el respeto de los derechos
humanos, la lucha contra la pobreza y el narcotráfico, la justicia, la
paz y la reconciliación social.
En tal contexto,
ha sido subrayada la
positiva
contribución, sobre todo en
el ámbito de la promoción humana y de
la formación de las
nuevas generaciones,
ofrecida por el episcopado y por las instituciones
católicas
en la sociedad argentina, de manera particular en la coyuntura económica actual. Por último, se
hizo referencia a algunos temas de mayor relevancia e interés en el ámbito regional y mundial.
L’OSSERVATORE ROMANO
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viernes 4 de marzo de 2016, número 9
Una puerta siempre abierta
VIENE DE LA PÁGINA 1
vida en la confianza y en la obediencia, con la consciencia de que todo
es don que viene del amor del Padre. Y, en cambio, he aquí la vanidad, la necedad y la idolatría.
Por ello, ahora el profeta se dirige
directamente a este pueblo con palabras severas para ayudarle a comprender la gravedad de su culpa:
«¡Ay, gente pecadora […] hijo de
perdición! / Han dejado al Señor, /
han despreciado al Santo de Israel, /
se han vuelto de espaldas» (v. 4).
La consecuencia del pecado es un
estado de sufrimiento, del cual también sufre las consecuencia el país,
devastado y desolado como un desierto, al punto que Sión —es decir
Jerusalén— llega a ser inhabitable.
Donde hay rechazo de Dios, de su
paternidad, ya no hay vida posible,
la existencia pierde sus raíces, todo
se presenta pervertido y aniquilado.
Sin embargo, también este momento
doloroso se da con vistas a la salvación. La prueba se presenta para que
el pueblo pueda experimentar la
amargura de quien abandona a
Dios, y, así, confrontarse con el vacío desolador de una elección de
muerte. El sufrimiento, consecuencia
inevitable de una decisión autodestructiva, debe hacer reflexionar al
pecador para abrirlo a la conversión
y al perdón.
Y este es el camino de la misericordia divina: Dios no nos trata según nuestras culpas (cf. Sal 103, 10).
El castigo se convierte en instrumento para provocar la reflexión. Se
comprende así que Dios perdona a
su pueblo, lo dispensa y no destruye
todo, sino que deja siempre abierta
la puerta a la esperanza. La salvación implica la decisión de escuchar
y dejarse convertir, pero es siempre
don gratuito. Así, pues, el Señor, en
su misericordia, indica un camino
que no es el de los sacrificios rituales, sino más bien el de la justicia.
El culto es criticado no por ser inútil
en sí mismo, sino porque, en lugar
de expresar la conversión, pretende
sustituirla; y se convierte de ese modo en búsqueda de la propia justicia,
creando la engañosa convicción de
que son los sacrificios los que salvan, no la misericordia divina que
perdona el pecado. Para entenderlo
bien: cuando uno está enfermo va al
médico; cuando uno se siente pecador va al Señor. Pero si en lugar de
ir al médico, va a ver a un brujo no
se cura. Muchas veces no vamos al
Señor, sino que preferimos ir por caminos equivocados, buscando fuera
de Él una justificación, justicia, paz.
A Dios, dice el profeta Isaías, no le
gusta la sangre de toros y de corderos (v. 11), sobre todo si la ofrenda se
hizo con manos sucias de la sangre
de los hermanos (v. 15). Pienso en
algunos bienhechores de la Iglesia
que vienen con su limosna —«Tome
para la Iglesia este donativo»— que
es fruto de la sangre de mucha gente
explotada, maltratada y esclavizada
con el trabajo mal pagado. A esta
gente le digo: «Por favor, llévate tu
cheque, quémalo». El pueblo de
Dios, es decir la Iglesia, no necesita
dinero sucio, necesita corazones
abiertos a la misericordia de Dios.
Hay que acercarse a Dios con manos
purificadas, evitando el mal y practicando el bien y la justicia. Es hermoso cómo termina el profeta: «Desistid de hacer el mal / aprended a
hacer el bien, / buscad lo justo, /
dad sus derechos al oprimido, / haced justicia al huérfano, / abogad
por la viuda» (vv. 16-17).
Pensad en los numerosos refugiados que desembarcan en Europa y
no saben a dónde ir. Entonces, dice
el Señor, los pecados, incluso si fueren como la grana, llegarán a ser
blancos como la nieve, y cándidos
como la lana, y el pueblo podrá alimentarse con los bienes de la tierra
y vivir en paz (vv. 18-19). Es este el
milagro del perdón que Dios, el perdón que Dios como Padre, quiere
donar a su pueblo. La misericordia
de Dios se ofrece a todos, y estas
palabras del profeta son válidas también hoy para todos nosotros, llamados a vivir como hijos de Dios.
Plácido Domingo saludó al Papa
y cantó en la plaza de San Pedro
El tenor español Plácido Domingo saludó al Papa Francisco al final de la
audiencia general. Se mostró emocionado por la oportunidad de ver al
Pontífice y así lo expresó en su perfil de Twitter, donde agradeció al Papa
por haberle saludado. «¡Qué experiencia tan emocionante! ¡Gracias Santo Padre!», dijo Domingo en su tuit en inglés. Explicó que se trata del
cuarto Papa que conoce, y si bien había podido cantar ante tres de ellos
aún no se había dado la oportunidad de hacerlo ante Francisco.