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Lección 3 para el 18 de julio de 2015
Esta semana estudiaremos el proceso
que llevó al pagano Naamán hasta la
conversión a la verdad, y las personas
que Dios usó en este proceso.
«Naamán, general del ejército del rey de Siria, era
varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta
estima, porque por medio de él había dado Jehová
salvación a Siria. Era este hombre valeroso en
extremo, pero leproso» (2ª de Reyes 5:1)
Naamán tenía todo lo que necesitaba para
su bienestar físico y social:
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Era general del ejército sirio.
Era noble y muy rico («varón grande»).
Era tenido en alta estima por el rey.
Era usado por Dios.
Era valiente en extremo.
Pero tenía un «pequeño» problema: era leproso.
Al igual que muchos de los enfermos sanados
por Jesús, Dios usó la necesidad de ser sanado
de esta terrible enfermedad para poner a
Naamán en contacto con aquellos que podían
encaminarle hacia la vida eterna.
«Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la
tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán.
Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en
Samaria, él lo sanaría de su lepra» (2ª de Reyes 5:2-3)
Esta niña cautiva no se dejó llevar por las
circunstancias adversas, sino que dio
testimonio allí donde Dios la había colocado.
 No se olvidó de Dios.
 No pensó mal de los que la obligaban a una
servidumbre forzada.
 Llena del amor de Dios, simpatizó con su
amo enfermo.
 Tuvo fe en que el profeta podría sanar a
Naamán de su lepra, aun siendo extranjero.
 Sus padres le habían enseñado que para
Dios no hay nada imposible.
«Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la
tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán.
Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en
Samaria, él lo sanaría de su lepra» (2ª de Reyes 5:2-3)
«Estos padres habían cumplido bien con su
responsabilidad, y como resultado la niña dio este
maravilloso testimonio en favor del Dios de Israel
en una tierra que no lo conocía. Naamán se enteró
de la existencia de un poder que está por encima
del poder de los hombres, porque un padre fiel y
una madre fiel de Israel habían enseñado a su hija a
amar al Señor y a confiar en él»
Comentario Bíblico Adventista, sobre 2ª de Reyes 5:3
«Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el
rey de Israel había rasgado sus vestidos,
envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado
tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá
que hay profeta en Israel» (2ª de Reyes 5:8)
Eliseo fue llamado al ministerio profético
por Elías, en cumplimiento de una orden
divina (1R. 19:16).
Al separarse de Elías, Eliseo le pidió una
bendición especial: «una doble porción de
tu espíritu» (2R. 2:9).
Con el poder del Espíritu Santo, realizó
milagros que fueron igualados solamente
por Jesús mismo (resurrecciones,
alimentaciones milagrosas, sanaciones, …).
Ante la pompa, gloria y riquezas de Naamán,
Eliseo ni siquiera se presentó ante él, sino
que le envió un mensaje de salvación.
El mérito del milagro no debía ser del
profeta, sino de Dios.
«Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si
el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más,
diciéndote: Lávate, y serás limpio?» (2ª de Reyes 5:13)
El orgullo de Naamán era sometido a cada
paso que daba.
1. Aceptó el consejo de una esclava
extranjera.
2. Fue malinterpretado por el rey de Israel.
3. El profeta no se dignó recibirle
personalmente.
4. Se le pidió bañarse en un río sucio.
Cuando el profeta no le atendió
personalmente, ni realizó ningún acto mágico
para curarle, sino que le mandó bañarse en el
Jordán, Naamán estalló en cólera.
En ese momento, Dios usó a sus propios
criados (paganos como él) para vencer
definitivamente su orgullo.
«Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de
él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino
en Israel… de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni
ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová» (2ª de Reyes 5:15, 17)
La conversión de Naamán fue completa, aunque las reminiscencias de sus
antiguas creencias no desaparecieron inmediatamente (2R. 5:17-18).
Naamán aprendió dos lecciones importantes: tener fe; y obedecer las órdenes
de Dios.
Al rechazar Eliseo los dones
que le ofrecía, Naamán
aprendió una tercera lección:
la salvación es por gracia.
«La conducta de la niña cautiva en aquel hogar
pagano constituye un testimonio categórico del
poder que tiene la primera educación recibida
en el hogar. No hay cometido mayor que el que
ha sido confiado a los padres en lo que se
refiere al cuidado y la educación de sus hijos.
Los padres echan los fundamentos mismos de
los hábitos y del carácter. Su ejemplo y
enseñanza son lo que decide mayormente la
vida futura de sus hijos…
Mientras los padres de aquella niña hebrea le
enseñaban acerca de Dios, no sabían cuál sería
su destino. Pero fueron fieles a su cometido; y
en la casa del capitán del ejército sirio, su hija
testificó por el Dios a quien había aprendido
a honrar»
E.G.W. (Profetas y Reyes, pg. 184-185)