L`O S S E RVATOR E ROMANO

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L’OSSERVATORE ROMANO
EDICIÓN SEMANAL
EN LENGUA ESPAÑOLA
Unicuique suum
Año XLVII, número 25 (2.420)
Non praevalebunt
Ciudad del Vaticano
19 de junio de 2015
Publicación de la encíclica del Papa Francisco sobre el cuidado de la casa común
Laudato si’
En diálogo
con todos
GIOVANNI MARIA VIAN
Inmediatamente se advertía que el
pontificado de Bergoglio habría
acentuado con fuerza la preocupación por el medio ambiente, expresada en el último medio siglo
de la sede romana. Desde que el
Papa explicó, al mantener el primer encuentro con los periodistas,
la elección del nombre que hacía
poco había asumido: refiriéndose
al amor por los pobres y las creaturas a las cuales el santo de Asís
dedicó el maravilloso cántico y del
cual ahora toma el nombre la segunda encíclica del Pontífice.
Laudato si’ es un documento
largo, con rasgo poético, y conmovedor, que muestra con claridad la
novedad radical del Papa Francisco —que va a las raíces, es decir a
lo esencial de la fe—, en evidente
continuidad con la tradición cristiana y con sus predecesores. No
son pocas, en efecto, las novedades en el texto, muy esperado, en
algunos ambientes criticado y rechazado ideológicamente incluso a
priori, hasta el tentativo de causar
problemas en su presentación con
la sombra de juegos, cierto no desinteresados ni inocentes, que no
se preocuparon del fair play periodístico.
Ahora la encíclica es pública, y
quien quiera leerla y debatir honestamente no puede dejar de percibir las novedades en ella: desde
los destinatarios —por primera vez
«cada persona que habita este planeta»— y la intención. Como, en
efecto, el otro gran documento
personal de Bergoglio, la Evangelii
gaudium, quiso «movilizar un proceso de reforma misionera aún por
realizar», así este se propone «entrar en diálogo con todos acerca
de nuestra casa común».
Fruto de experiencias e investigaciones de gran amplitud, la encíclica tiene el mérito de vincular
la reflexión cristiana sobre el medio ambiente del último medio siglo con el debate cultural y científico, vivaz y marcado por extremismos de línea opuesta, en un
contexto donde son cada vez más
preocupantes la debilidad y la
inercia de la política. Pero no renuncia a radicar la actual sensibilidad ecológica en la tradición, desde las Escrituras a Tomás y BueSIGUE EN LA PÁGINA 8
Discurso a la
FAO
Alimento, agua y tierra para el hombre
Es necesario volver a poner «en el
corazón de las relaciones internacionales la solidaridad, trasponiéndola del vocabulario a las opciones de la política: la política del
otro». Es la recomendación del
Papa Francisco a los participantes
en la 39ª sesión de la conferencia
de la FAO, a quienes recibió en audiencia el jueves 11 de junio, por
la mañana, en la sala Clementina.
«Ecología integral» y «conversión
ecológica global»: sobre estas dos
palabras clave gira la reflexión de
la Laudato si’ del Papa Francisco,
segunda encíclica del pontificado
después de Lumen fidei publicada
en 2013. El texto «sobre el cuidado de la casa común», que publicamos completo en nuestra página
web, fue presentado el jueves 18
de junio, por la mañana, en el Vaticano. E inmediatamente el patriarca ecuménico Bartolomé —a
cuya sensibilidad ecológica hace
explícita referencia el documento—
dio las gracias al Pontífice por la
insistencia sobre la necesidad de
reconciliarse con la creación indicando en la cuestión ambiental un
terreno de compromiso común.
Señalando que la encíclica se
dirige «a cada persona que habita
este planeta» y se orienta a «unir
a toda la familia humana en la
búsqueda de un desarrollo sostenible e integral», el Pontífice propone una visión de conjunto de la
cuestión ecológica, a partir de la
persuasión de que «el ambiente
humano y el ambiente natural se
degradan juntos».
El análisis de la encíclica parte
de la denuncia de los males ecológicos del planeta para sostener la
necesidad de «cambiar el modelo
de desarrollo global».
De aquí el llamamiento a «cambiar desde adentro» —escribe—,
asegurando que existe «otro modo
de progreso y desarrollo».
PÁGINAS 8
Y
9
En el Ángelus del domingo 14
Llamados
a cuidar la creación
PÁGINA 3
Audiencia a la
PÁGINA 10
ROACO
Cuánto pesan el petróleo y las armas
A los scouts italianos
Integrados
y no decorativos
PÁGINA 14
DISCURSO
DEL
PAPA
EN PÁGINA
2
L’OSSERVATORE ROMANO
página 2
viernes 19 de junio de 2015, número 25
El Pontífice vuelve a denunciar la dramática situación de los cristianos en Oriente Medio
Cuánto pesan el petróleo y las armas
Un esfuerzo en Oriente Medio «para eliminar
los que se presentan como acuerdos tácitos por los cuales
la vida de miles y miles de familias —mujeres, hombres,
niños y ancianos— en la balanza de los intereses
parece pesar menos que el petróleo y las armas»:
es cuanto deseó el Papa Francisco dirigiéndose
a los participantes en la 88ª Reunión
de las obras para la ayuda a las Iglesias orientales,
a quienes recibió en audiencia el lunes 15 de junio
por la mañana en la sala Clementina.
Queridos amigos:
sentáis, coordinadas por la Congregación para las Iglesias orientales.
Os doy la bienvenida a vosotros,
En el reciente viaje de una delegaque prestáis vuestra colaboración al
camino de las Iglesias orientales ca- ción vuestra a Irak, encontrasteis
tólicas. Saludo al cardenal Sandri y rostros concretos, en particular a los
le agradezco su introducción. El año desplazados de la llanura de Nínive,
pasado nos habíamos reencontrado pero también a pequeños grupos
pocos días después de mi peregrina- provenientes de Siria. Les llevasteis
ción a Tierra Santa y de la sucesiva la mirada y la bendición del Señor.
oración por la paz. Todos habríamos Pero, al mismo tiempo, sentíais que
deseado que la semilla de la reconci- en esos ojos que pedían ayuda y suliación hubiera producido más fru- plicaban la paz y el regreso a las
tos. Otros eventos, que han conmo- propias casas era precisamente Jesús
vido ulteriormente a Oriente Medio, mismo quien os miraba, pidiendo
marcado desde hace años
por conflictos, nos hacen
Sentíais que en esos ojos que pedían
sentir el frío del invierno
y el hielo en el corazón
ayuda y suplicaban la paz y el regreso
de los hombres que parea sus casas era precisamente Jesús
ce no tener fin. La tierra
de esas regiones está surmismo quien os miraba, pidiendo esa
cada por los pasos de
caridad que nos hace cristianos
cuantos buscan refugio y
regada por la sangre de
tantos hombres y mujeres, entre los esa caridad que nos hace ser cristiacuales numerosos cristianos perse- nos. Toda obra de ayuda, para no
guidos a causa de su fe.
caer en el eficientismo o en un asisEs la experiencia cotidiana de los tencialismo que no promueve a las
hijos e hijas de las Iglesias de Orien- personas y los pueblos, debe renacer
te y de sus pastores, que comparten siempre de esta bendición del Señor
los sufrimientos con muchas otras que nos llega cuando tenemos la vapersonas; y vosotros, también en es- lentía de mirar la realidad y a los
ta sesión, lleváis adelante la obra de hermanos que tenemos delante, coescucha y servicio que caracteriza al mo escribí en la bula de convocaestatuto de las agencias que repre- ción del Jubileo extraordinario de la
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GIOVANNI MARIA VIAN
director
Giuseppe Fiorentino
subdirector
misericordia: «Abramos nuestros
ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y
hermanas privados de la dignidad, y
sintámonos provocados a escuchar
su grito de auxilio. Nuestras manos
estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el ca-
lor de nuestra presencia, de nuestra
amistad y de la fraternidad. Que su
grito se vuelva el nuestro y juntos
podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante
para esconder la hipocresía y el
egoísmo» (n. 15).
Con el drama de estos meses, parece que el mundo ha tenido una sacudida de conciencia y ha abierto
los ojos, dándose cuenta de la presencia milenaria de los cristianos en
Oriente Medio. Se han multiplicado
las iniciativas de sensibilización y
ayuda para ellos y para todos los demás inocentes afectados injustamen-
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te por la violencia. Sin embargo, habría que realizar un esfuerzo ulterior
para eliminar los que se presentan
como acuerdos tácitos por los cuales
la vida de miles y miles de familias
—mujeres, hombres, niños y ancianos— en la balanza de los intereses
parece pesar menos que el petróleo y
las armas, y, mientras se proclama la
paz y la justicia, se tolera que los
traficantes de muerte actúen en esas
tierras. Por tanto, mientras proseguís
el servicio de la caridad cristiana, os
animo a denunciar lo que ultraja la
dignidad del hombre.
Además de Tierra Santa y Oriente
Próximo, en estos días dedicaréis
particular atención a Etiopía, Eritrea
y Armenia. Las primeras dos constituyen canónicamente desde este año
dos realidades, en cuanto metropolitanas sui iuris, pero permanecen profundamente unidas por la común
tradición alejandrino-ge’ez. Podéis
ayudar a estas antiquísimas comunidades cristianas a sentirse partícipes
de la misión evangelizadora y a ofrecer, sobre todo a los jóvenes, un horizonte de esperanza y crecimiento.
Sin esto, no podrá detenerse el flujo
migratorio por el cual tantos hijos e
hijas de esa región se ponen en camino para llegar a las
costas del Mediterráneo,
a riesgo de perder la vida. Armenia, cuna de la
primera nación que recibió el bautismo, custodia
también ella una gran
historia rica de cultura,
fe y martirio. El apoyo a
la Iglesia en esa tierra
contribuye al camino hacia la unidad visible de
todos los creyentes en
Cristo. Que «las nuevas
generaciones
puedan
abrirse a un futuro mejor
y el sacrificio de muchos
convertirse en semilla de
justicia y de paz» (Mensaje a los armenios, 12 de
abril de 2015).
Quiero concluir con
las palabras de san Efrén,
invocando sobre las Iglesias orientales católicas y
sobre cada uno de vosotros aquí presentes la bendición del Señor por intercesión de la Toda Santa Madre de
Dios: «Acepta, Rey nuestro, nuestra
ofrenda, y danos a cambio de ella la
salvación. Pacifica las tierras devastadas, reconstruye las Iglesias quemadas, para que, cuando haya llegado
la paz grande, te podamos tejer una
gran corona, de todas partes viniendo guirnaldas y flores para coronar
al Señor de la paz» (San Efrén,
Himno de la Resurrección).
Gracias a todos vosotros por vuestro trabajo, y por favor no os olvidéis de rezar por mí.
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número 25, viernes 19 de junio de 2015
A la
FAO
L’OSSERVATORE ROMANO
página 3
el Papa pide poner la solidaridad en el centro de las relaciones internacionales
Alimento, agua y tierra para todos
Y recuerda que la sobriedad no se opone al desarrollo
Es necesario reponer «en el corazón de
las relaciones internacionales la
solidaridad, trasponiéndola del
vocabulario a las opciones de la
política: la política del otro».
Es la recomendación dirigida por el
Papa Francisco a los participantes en
la 39ª sesión de la conferencia de la
FAO, a quienes recibió en audiencia
el jueves 11 de junio, en la sala
Clementina. Publicamos el discurso que
el Papa pronunció en español.
Señor presidente, señores ministros,
señor director general, distinguidos
representantes permanentes, señoras
y señores, ¡buenos días!
1. Me alegra acogerlos mientras
participan en la 39ª Conferencia de
la FAO, continuando así una larga
tradición. Dirijo un cordial saludo a
usted, señor Presidente, La Mamea
Ropati, a los representantes de las
diferentes Naciones y Organizacio-
nes que están presentes y al Director
General, el profesor José Graziano
da Silva.
Todavía tengo vivo el recuerdo de
la participación en la Segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición (el
20 noviembre 2014), que ha emplazado a los Estados a encontrar soluciones y recursos. Espero que aquella decisión no se quede sólo en el
papel o en las intenciones que guiaron las negociaciones, sino que prevalezca decididamente la responsabilidad de responder concretamente a
los hambrientos y a todos los que
esperan del desarrollo agrícola una
respuesta a su situación.
Ante la miseria de muchos de
nuestros hermanos y hermanas, a veces pienso que el tema del hambre y
del desarrollo agrícola se ha convertido hoy en uno de los tantos problemas en este tiempo de crisis. Y,
sin embargo, vemos crecer por doquier el número de personas con dificultades para acceder a comidas regulares y saludables. Pero, en vez de
actuar, preferimos delegar, y delegar
a todos los niveles. Y pensamos que
alguien habrá que se ocupe, tal vez
otro país, o aquel gobierno, aquella
Organización internacional. Nuestra
tendencia a «desertar» ante cuestiones difíciles es humana, aunque luego no faltemos a una reunión, a una
conferencia, a la redacción de un documento. Por el contrario, debemos
responder al imperativo de que el
acceso al alimento necesario es un derecho para todos. Los derechos no permiten exclusiones.
No basta señalar el punto de la situación de la nutrición en el mundo,
aunque es necesario actualizar los
datos, porque nos muestran la dura
realidad. Ciertamente, puede consolarnos el saber que aquellos mil doscientos millones de hambrientos en
1992 se han reducido, aun cuando
crece la población mundial. No obstante, de poco sirve tener en cuenta
los números o incluso proyectar una
serie de compromisos concretos y de
recomendaciones que han de aplicar
las políticas y las inversiones, si descuidamos la obligación de «erradicar
el hambre y prevenir todas las formas de malnutrición en todo el
mundo» (FAO-OMS, Declaración de
Roma sobre la Nutrición, noviembre
2014, 15a).
2. Preocupan mucho las estadísticas
sobre los residuos: en esta partida se
incluye un tercio de los alimentos
producidos. E inquieta saber que
una buena cantidad de los productos agrícolas se utiliza para otros fi-
nes, tal vez fines buenos, pero que
no son la necesidad inmediata de
quien pasa hambre. Preguntémonos
entonces, ¿qué podemos hacer? Más
aún, ¿qué es lo que ya yo estoy haciendo?
Reducir los residuos es esencial,
así como reflexionar sobre el uso no
alimentario de los productos agrícolas, que se utilizan en grandes cantidades para la alimentación animal o
para producir biocombustibles. Ciertamente, hay que garantizar condiciones ambientales cada vez más sa-
nas, pero ¿podemos seguir
haciéndolo excluyendo a alguien? Se ha de sensibilizar
a todos los países sobre el
tipo de nutrición adoptada,
y esto varía dependiendo de
las latitudes. En el Sur del
mundo se ha de poner la
atención en la cantidad de
alimentos suficiente para
garantizar una población en
crecimiento, en el Norte, el
punto central es la calidad
de la nutrición y de los alimentos. Pero, tanto en la
calidad como en la cantidad, pesa la situación de inseguridad determinada por el clima,
por el aumento de la demanda y la
incertidumbre de los precios.
Intentemos, por tanto, asumir con
mayor decisión el compromiso de
modificar los estilos de vida, y tal vez
necesitemos menos recursos. La sobriedad no se opone al desarrollo,
más aún, ahora se ve claro que se ha
convertido en una condición para el
mismo. Para la FAO, esto también
significa proseguir en la descentralización, para estar en medio del
mundo rural y entender las necesidades de la gente que la Organización
está llamada a servir.
Preguntémonos además: ¿Cuánto
incide el mercado con sus reglas sobre
el hambre en el mundo? De los estudios que ustedes realizan, resulta
que desde 2008 el precio de los alimentos ha cambiado su tendencia:
duplicado, después estabilizado, pero siempre con valores altos respecto
al período precedente. Precios tan
volátiles impiden a los más pobres
hacer planes o contar con una nutrición mínima. Las causas son muchas. Nos preocupa justamente el
cambio climático, pero no podemos
olvidar la especulación financiera:
un ejemplo son los precios del trigo,
el arroz, el maíz, la soja, que oscilan
en las bolsas, a veces vinculados a
fondos de renta y, por tanto, cuanto
mayor sea su precio más gana el
Intervención de la Santa Sede en la conferencia de la
FAO
Por un desarrollo
que respete la persona
El desarrollo sostenible no es sólo una estrategia económica, sino un
ideal que debe responder a una efectiva justicia distributiva y no únicamente legal. Ha sido este el punto central de la intervención de
monseñor Fernando Chica Arellano, observador permanente de la Santa Sede ante la FAO y jefe de la delegación en la 39ª sesión de la conferencia de la organización que tuvo lugar en Roma a inicios de junio.
«Procurar que la Organización sea siempre más ágil para afrontar la
realidad del desarrollo agrícola y de los retos que la alimentación presenta a las personas, países y gobiernos es una tarea relevante y necesaria», dijo Chica Arellano. «De hecho, no se trata únicamente de
considerar los resultados hasta ahora alcanzados, sino, sobre todo, de
definir los criterios para acometer las nuevas necesidades». La idea de
la justicia distributiva está en la base de la función originaria de la
FAO. Por ello el desarrollo siempre se debe entender como un desarrollo global, «y esto puede hacerse únicamente poniendo en el centro las
exigencias de la persona, de todas las personas y de toda la persona»,
destacó Chica Arellano. «Cuando esto no se ha tenido en cuenta, las
repercusiones negativas han resultado evidentes».
fondo. También aquí, tratemos de
seguir otro camino, convenciéndonos
de que los productos de la tierra tienen un valor que podemos decir
«sacro», ya que son el fruto del trabajo cotidiano de personas, familias,
comunidades de agricultores. Un
trabajo a menudo dominado por incertidumbres, preocupaciones por
las condiciones climáticas, ansiedades por la posible destrucción de la
cosecha.
En la finalidad de la FAO, el desarrollo agrícola incluye el trabajo de
la tierra, la pesca, la ganadería, los
bosques. Es preciso que este desarrollo esté en el centro de la actividad
económica, distinguiendo bien las
diferentes necesidades de los agricultores, ganaderos, pescadores y quienes trabajan en los bosques. El primado del desarrollo agrícola: he aquí
el segundo objetivo. Para los objetivos de la FAO, esto significa apoyar
una resilience efectiva, reforzando de
modo específico la capacidad de las
poblaciones para hacer frente a las
crisis —naturales o provocadas por la
acción humana— y prestando atención a las diferentes exigencias. Así
será posible perseguir un nivel de vida digno.
3. En este compromiso quedan
otros puntos críticos. En primer lugar, parece difícil aceptar una resignación genérica, el desinterés y hasta
la ausencia de muchos, incluso los
Estados. A veces se tiene la sensación de que el hambre es un tema
impopular, un problema insoluble,
que no encuentra soluciones dentro
de un mandato legislativo o presidencial y, por tanto, no garantiza
consensos. Las razones que llevan a
limitar aportes de ideas, tecnología,
expertise y financiación residen en la
falta de voluntad para asumir compromisos vinculantes, ya que nos escudamos tras la cuestión de la crisis
económica mundial y la idea de que
en todos los países hay hambre: «Si
hay hambrientos en mi territorio,
¿cómo puedo pensar en destinar
fondos para la cooperación internacional?». Pero así se olvida que, si
en un país la pobreza es un problema social al que pueden darse soluciones, en otros contextos es un problema estructural y no bastan sólo
las políticas sociales para afrontarla.
Esta actitud puede cambiar si reponemos en el corazón de las relaciones internacionales la solidaridad,
SIGUE EN LA PÁGINA 4
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viernes 19 de junio de 2015, número 25
Alimento, agua y tierra para todos
VIENE DE LA PÁGINA 3
trasponiéndola del vocabulario a las
opciones de la política: la política del
otro. Si todos los Estados miembros
trabajan por el otro, los consensos
para la acción de la FAO no tardarán
en llegar y, más aún, se redescubrirá
su función originaria, ese «fiat panis» que figura en su emblema.
Pienso también en la educación de
las personas para una correcta dieta
alimenticia. En mis encuentros cotidianos con Obispos de tantas partes
del mundo, con personajes políticos,
responsables económicos, académicos, percibo cada vez más que hoy
también la educación nutricional tiene diferentes variantes. Sabemos que
en Occidente el problema es el alto
consumo y los residuos. En el Sur,
sin embargo, para asegurar el alimento, es necesario fomentar la producción local que, en muchos países
con «hambre crónica», es sustituida
por remesas provenientes del exterior y tal vez inicialmente a través de
mente aumentarán. No basta afirmar
que hay un derecho al agua sin esforzarse por lograr un consumo sostenible de este bien y eliminar cualquier derroche. El agua sigue siendo
un símbolo que los ritos de muchas
religiones y culturas utilizan para indicar pertenencia, purificación y
conversión interior. A partir de este
valor simbólico, la FAO puede contribuir a revisar los modelos de comportamiento para asegurar, ahora y
en el futuro, que todos puedan tener
acceso al agua indispensable para
sus necesidades y para las activida-
ayudas. Pero las ayudas de emergencia no bastan, y no siempre llegan a
las manos adecuadas. Así se crea dependencia de los grandes productores y, si el país carece de los medios
económicos necesarios, entonces la
población termina por no alimentarse y el hambre crece.
El cambio climático nos hace pensar también en el desplazamiento
forzado de poblaciones y en tantas
tragedias humanitarias por falta de
recursos, a partir del agua, que ya es
objeto de conflictos, que previsible-
Entre la Santa Sede y Estados Unidos
Acuerdo para la observancia internacional
de obligaciones fiscales
El 10 de junio de 2015, a las 10,
en la Secretaría de Estado, se
firmó el Acuerdo entre la Santa
Sede, también en nombre y por
cuenta del Estado de la Ciudad
del Vaticano, y Estados Unidos
de América, para favorecer la
observancia a nivel internacional
de las obligaciones fiscales y
aplicarse la «Foreign Account
Tax Compliance Act» (FATCA).
Han firmado: por la Santa
Sede, monseñor Paul Richard
Gallagher, secretario para las
Relaciones con los Estados, y
por Estados Unidos, el señor
Kenneth F. Hackett, embajador
extraordinario y plenipotenciario
de Estados Unidos ante la Santa
Sede.
Han asistido al solemne acto:
por parte de la Santa Sede:
monseñor Peter Wells, asesor
para los Asuntos generales, y
monseñor Antoine Camilleri,
subsecretario para las Relaciones
con los Estados, entre otros;
por parte de Estados Unidos:
la señora Victoria Alvarado y el
señor Peter Martin, respectivamente consejera y primer secretario en la embajada, entre
otros.
El Acuerdo intergubernamental entre la Santa Sede y Estados Unidos regula el intercambio automático de informaciones
fiscales entre las autoridades
competentes de ambas partes,
con el fin de prevenir y combatir la evasión fiscal. Este Acuerdo se introduce en el itinerario
de adopción, por parte de la
Santa Sede, de las últimas normas en materia de transparencia
financiera, iniciado ya en 2010.
El acuerdo, que consiste de
un preámbulo, 12 artículos y 2
anexos, entra en vigor el mismo
día de la firma.
Comunicado conjunto
Hoy, 10 de junio de 2015, monseñor
Paul Richard Gallagher, secretario
para las Relaciones con los Estados
de la Santa Sede, y el embajador
estadounidense ante la Santa Sede
Kenneth F. Hackett han firmado un
histórico acuerdo entre la Santa Sede (también en nombre y por cuenta del Estado de la Ciudad del Vaticano) y Estados Unidos de América
para mejorar el cumplimiento de las
normas tributarias internacionales y
el intercambio de información fiscal
en implementación de la «Foreign
Account Tax Compliance Act statunitense» (FATCA).
Este acuerdo —que es el primer
acuerdo intergubernamental formal
entre la Santa Sede y Estados Unidos— subraya el compromiso de
ambas partes para promover y garantizar el comportamiento ético en
ámbito financiero y económico. En
particular, el acuerdo servirá para
prevenir la evasión fiscal y facilitar
el cumplimiento de las obligaciones
tributarias por parte de los ciudadanos estadounidenses que realizan
actividades financieras en el Estado
de la Ciudad del Vaticano.
Asegurar el pago de los impuestos y evitar la evasión fiscal tienen
una importancia económica fundamental para todas las comunidades,
ya que unos ingresos fiscales y una
inversión pública adecuadas son indispensables para que los gobiernos
se conviertan en instrumentos de
desarrollo y solidaridad, fomenten
el crecimiento del empleo, apoyen
las actividades comerciales y caritativas y proporcionen sistemas de seguridad social y asistencia destinados a proteger a los miembros más
vulnerables de la sociedad.
En un contexto de globalización
económica es esencial reforzar el intercambio de información con el fin
de prevenir la evasión de impuestos.
El presente acuerdo se basa, por lo
tanto, en las últimas normas mundiales para reducir la evasión fiscal
«offshore» a través del intercambio
automático de informaciones fiscales.
des agrícolas. Viene a la mente aquel
pasaje de la Escritura que invita a
no abandonar la «fuente de agua viva para cavarse cisternas, cisternas
agrietadas que no retienen agua» (Jr
2,13): una advertencia para decir que
las soluciones técnicas son inútiles si
olvidan la centralidad de la persona
humana, que es la medida de todo
derecho.
Además del agua, también el uso
de los terrenos sigue siendo un problema serio. Preocupa cada vez más
el acaparamiento de las tierras de cultivo por parte de empresas transnacionales y Estados, que no sólo priva
a los agricultores de un bien esencial, sino que afecta directamente a
la soberanía de los países. Ya son
muchas las regiones en las que los
alimentos producidos van a países
extranjeros y la población local se
empobrece por partida doble, porque no tiene ni alimentos ni tierra.
Y ¿qué decir de las mujeres que en
muchas zonas no pueden poseer la
tierra que trabajan, con una desigualdad de derechos que impide la
serenidad de la vida familiar, porque
se corre el peligro de perder el campo de un momento a otro? Sin embargo, sabemos que la producción
mundial de alimentos es en su mayor parte obra de haciendas familiares. Por eso es importante que la
FAO refuerce la asociación y los proyectos en favor de las empresas familiares, y estimule a los Estados a
regular equitativamente el uso y la
propiedad de la tierra. Esto podrá
contribuir a eliminar las desigualdades, ahora en el centro de la atención internacional.
4. La seguridad alimentaria ha de
lograrse aunque los pueblos sean diferentes por localización geográfica,
condiciones económicas o culturas
alimenticias. Trabajemos para armonizar las diferencias y unir esfuerzos
y, así, ya no leeremos que la seguridad alimentaria para el Norte significa eliminar grasas y favorecer el
movimiento y que, para el Sur, consiste en obtener al menos una comida al día.
Debemos partir de nuestra vida
cotidiana si queremos cambiar los
estilos de vida, conscientes de que
nuestros pequeños gestos pueden
asegurar la sostenibilidad y el futuro
de la familia humana. Y sigamos
luego la lucha contra el hambre sin
segundas intenciones. Las proyecciones de la FAO dicen que para el año
2050, con nueve mil millones de personas en el planeta, la producción
tiene que aumentar e incluso duplicarse. En lugar de dejarse impresionar ante los datos, modifiquemos
nuestra relación de hoy con los recursos naturales, el uso del suelo;
modifiquemos el consumo, sin caer
en la esclavitud del consumismo; eliminemos el derroche y así venceremos el hambre.
La Iglesia, con sus instituciones e
iniciativas camina con ustedes, consciente de que los recursos del planeta son limitados y su uso sostenible
es absolutamente urgente para el desarrollo agrícola y alimentario. Por
eso se compromete a favorecer ese
cambio de actitud necesario para el
bien de las generaciones futuras.
Que el Todopoderoso bendiga el
trabajo de ustedes.
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número 25, viernes 19 de junio de 2015
página 5
Durante la misa con los sacerdotes el Pontífice habla de la ternura de Dios
El látigo en la sacristía
Y recuerda a los mártires coptos decapitados en las costas de Libia
Un millar entre sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y
laicas, participantes en el tercer retiro mundial sacerdotal
organizado por el «International Catholic Renewal
Services» y por la «Catholic Fraternity
of Charismatic Covenant Communities
and Fellowships», acogieron al Papa Francisco, el viernes
12 de junio, por la tarde, en la basílica de San Juan de
Letrán. Después de la meditación espontánea en español y
tras responder a cinco preguntas, el Pontífice presidió la
concelebración eucarística, juntamente con los cardenales
Vallini y De Giorgi y algunos obispos, entre los cuales
George Bakouni, José Luis Azcona y Alberto Taveira,
además de los relatores del encuentro: Raniero
Cantalamessa, Daniel Ange, Kevin Scallon, Jonas Abib,
Joseph Malagreca, Livio Tacchini. Publicamos la homilía
que el Papa pronunció en español.
En la primera lectura nos adentramos en la ternura de Dios, como
que Dios le cuenta a su pueblo cómo lo quiere, cómo lo ama, cómo lo
cuida. Y lo que Dios dice a su pueblo en esta lectura del profeta
Oseas, capítulo 11, en adelante, versículo primero en adelante, lo dice a
cada uno de nosotros, y nos hará
momentos donde tenemos inseguridad, Él nos dice: «pero si hice todo
esto por vos, ¿cómo pensás que te
voy a dejar solo, que te voy a abandonar?».
bien tomar este texto en un momento de soledad, ponernos en la presencia de Dios y escuchar cuando
nos dice esto: «Cuando vos eras chico yo te amé, te amé desde niño, te
salvé, te traje de Egipto, te salvé de
la esclavitud, de la esclavitud del pecado, de la esclavitud de la autodestrucción, y de todas las esclavitudes
que cada uno conoce, que tuvo o
tiene dentro. Yo te salvé, yo te enseñé a caminar».
Qué lindo escuchar Dios me enseña a caminar, el Omnipotente se
abaja y me enseña a caminar. Recuerdo esa frase del Deuteronomio,
cuando Moisés le dice a su pueblo,
«escuchen ustedes que son tan duros
de cabeza», cuándo vieron un Dios
tan cercano a su pueblo como Dios
está cercano a nosotros. Y la cercanía de Dios es esta ternura: me enseñó a caminar, sin Él yo no sabría caminar en el Espíritu. Y lo tomaba
por los brazos pero «vos no reconociste que yo te cuidaba». Vos te
creíste que te las arreglabas solo. Esta es la historia de la vida de cada
uno de nosotros. «Y yo te atraía con
lazos humanos, no con leyes punitivas, con lazos de amor, con ataduras
de amor». El amor ata, pero ata en
la libertad, ata en dejarte lugar para
que respondas con amor. «Yo era
para ti como los que alzan a una
criatura a las mejillas y lo besaba, y
me inclinaba y le daba de comer».
Decíme, ¿ésta no es tu historia? Al
menos es mi historia. Cada uno de
nosotros puede leer aquí su propia
historia. Decíme: «¿Cómo te voy a
abandonar ahora, cómo te voy a entregar al enemigo?». En los momentos donde tenemos miedo, en los
ron degollar diciendo el nombre de
Jesús, porque sabían que Dios, pese
a que les cortaban la cabeza, no los
abandonaba. «¿Cómo te voy a tratar
como un enemigo? Mi corazón se
subleva dentro de mí y se enciende
toda mi ternura». Cuando la ternura
de Dios se enciende, esa ternura cá-
lida —es el único capaz de calidez y
de ternura— «no le voy a dar un día
libre a la ira por los pecados que hiciste, por tus equivocaciones, por
adorar ídolos, porque yo soy Dios,
soy el Santo en medio de ti». Es
una declaración de amor de Padre a
sus hijos y a cada uno de nosotros.
Cuántas veces pienso que le tenemos miedo a la ternura de Dios, y
porque le tenemos miedo a la ternura de Dios, no dejamos que se experimente en nosotros y por eso tantas
veces somos duros, severos, castigadores, somos pastores sin ternura.
¿Qué nos dice Jesús en el capítulo
15 de Lucas? De aquel pastor que
notó que tenía solamente noventa y
nueve ovejas y le faltaba una, que
las dejó bien cuidaditas cerradas con
llave y se fue a buscar a la otra, que
estaba enredada ahí entre los espinos
y no le pegó, no la retó, la tomó en
sus brazos, en sus hombros y la trajo
y la curó, si estaba herida. ¿Hacés lo
mismo vos con tus feligreses, cuando
notás que no hay uno en el rebaño o
nos hemos acostumbrado a ser una
Iglesia que tiene una sola oveja en el
rebaño y dejamos que noventa y
nueve se pierdan en el monte? ¿Tus
entrañas de ternura se conmueven?
¿Sos pastor de ovejas o te has convertido en un peinador, en un peluquero de una sola oveja exquisita?
Porque te buscás a vos mismo y te
En las costas de Libia, los 23 mártires coptos estaban seguros de que
Dios no los abandonaba y se deja-
olvidaste de la ternura que te dio tu
Padre, que te lo cuenta aquí, en el
capítulo 11 de Oseas y te olvidaste
de cómo se da ternura. El corazón
de Cristo es la ternura de Dios.
«¿Cómo voy a entregarte, cómo te
voy a abandonar? Cuando estás solo, desorientado, perdido, vení a mí
que yo te voy a salvar, yo te voy a
consolar».
Hoy les pido a ustedes en este retiro que sean pastores con ternura de
Dios, que dejen el látigo colgado en
la sacristía y sean pastores con ternura, incluso con los que le traen
más problemas. Es una gracia, es
una gracia divina. Nosotros no creemos en un Dios etéreo, creemos en
un Dios que se hizo carne, que tiene
un corazón, y ese corazón hoy nos
habla así: «vengan a mí si están cansados, agobiados, yo los voy a aliviar, pero a los míos, a mis pequeños
trátenlos con ternura, con la misma
ternura con que los trato yo». Eso
nos dice el corazón de Cristo hoy y
es lo que en esta misa pido para ustedes y también para mí.
La meditación y el coloquio del Papa
Una misma Pascua
La Iglesia católica está dispuesta a
establecer una fecha común para la
Pascua, de modo que católicos, ortodoxos y protestantes puedan celebrar la resurrección de Cristo el
mismo día. Lo confirmó el Papa
Francisco, al recordar que ya desde
los tiempos de Pablo VI se consideraba esta posibilidad para la determinación, por parte de las diversas
confesiones cristianas, del día en
que se celebra la fiesta central del
año litúrgico.
La cuestión de la falta de un
acuerdo acerca de una fecha común
para la Pascua fue uno de los temas
centrales del largo y articulado coloquio entre el Pontífice y los sacerdotes reunidos el viernes 12 de junio en la basílica de San Juan de
Letrán con ocasión del retiro mundial.
Para el Papa Francisco la actual
situación constituye un escándalo:
«¿Cuándo resucita tu Cristo? El
mío resucita hoy, el tuyo la semana
próxima», expresó con una broma,
revelando la existencia de contactos
con el patriarca de Constantinopla
Bartolomé y el de Moscú Kiril para
llegar a un acuerdo.
El Papa habló de «escándalo»
también más en general respecto a
la división entre los cristianos. El
ecumenismo, destacó, no es una taSIGUE EN LA PÁGINA 11
L’OSSERVATORE ROMANO
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viernes 19 de junio de 2015, número 25
En la apertura de la asamblea diocesana el Papa habla de la tarea educativa de los padres
Roma necesita renacer
Más de veinte mil fieles —padres, hijos, jóvenes, niños, abuelos, catequistas,
sacerdotes, religiosos y religiosas— de la diócesis de Roma se reunieron con el
Papa Francisco en la plaza de San Pedro el domingo 14 de junio por la tarde.
Un encuentro significativo para dar inicio a la asamblea diocesana, dedicada
este año al tema: «Os transmitimos lo que hemos recibido». La cita inició
con las palabras de saludo del cardenal Vallini, seguidas por la invocación al
Espíritu Santo. Tras el discurso del Papa, tuvo lugar la oración de intercesión,
a lo que siguió la bendición y el canto de la «Salve Regina», guiada por el coro
de la diócesis de Roma. Entre los presentes, además de numerosos párrocos
de la diócesis, el vicegerente, el arzobispo Iannone, con los obispos auxiliares
Zuppi, Marciante, Schiavon, Leuzzi, Di Tora, Lojudice. Acogieron al Papa
al llegar a la plaza el arzobispo Gänswein, prefecto de la Casa pontificia,
y monseñor Sapienza, regente de la Prefectura de la Casa pontificia. La asamblea
diocesana continuó el día lunes 15 en la basílica de San Juan de Letrán.
¡Buenas tardes!
Las previsiones de ayer por la noche anunciaban lluvia para hoy, para
esta tarde y esta noche: ¡lluvia! Sí es
verdad, lluvia de familias en la plaza
de San Pedro. ¡Gracias!
Es hermoso encontraros al inicio
de la Asamblea pastoral de nuestra
diócesis de Roma. Os doy muchas
gracias a vosotros padres, por haber
aceptado la invitación de participar
en tan gran número en este encuentro, que es importante para el camino de nuestra comunidad eclesial.
Como sabéis, desde hace algunos
años estamos reflexionando y nos interrogamos acerca de cómo transmitir la fe a las nuevas generaciones de
la ciudad que, también tras algunos
hechos conocidos por todos, necesita un auténtico renacimiento moral y
espiritual. Y esta es una tarea muy
grande. Nuestra ciudad tiene que renacer moral y espiritualmente, porque parece que todo sea lo mismo,
que todo sea relativo; que el Evangelio es sí una hermosa historia de
cosas bonitas, que es hermoso leerlo,
pero queda ahí, una idea. ¡No llega
al corazón! Nuestra ciudad necesita
este renacimiento. Y este compromiso es muy importante cuando hablamos de educación de adolescentes y
jóvenes, de la cual los primeros responsables sois vosotros padres.
Nuestros jóvenes empiezan a escuchar esas ideas raras, esas colonizaciones ideológicas que envenenan el
alma y la familia: se debe actuar
contra eso. Me decía, hace dos semanas, una persona, un hombre
muy católico, bueno, joven, que sus
chicos iban a primer y segundo grado, y que por la noche, él y su esposa, muchas veces tenían que «re-catequizar» a los niños, a los chicos,
por lo que les informan algunos profesores de la escuela o por lo que
decían los libros que daban allí. Esas
colonizaciones ideológicas, que hacen tanto mal y destruyen una sociedad, un país, una familia. Es por
ello que necesitamos un auténtico
renacimiento moral y espiritual.
En octubre celebraremos un Sínodo sobre la familia, para ayudar a las
familias a redescubrir la belleza de
su vocación y a ser fieles. En la familia se viven las palabras de Jesús:
«No hay amor más grande que este:
dar la vida por los amigos» (cf. Jn
15, 13). Con vuestra relación conyugal, ejerciendo la paternidad y la
maternidad donáis vuestra vida y
sois la prueba de que vivir el Evangelio es posible: vivir el Evangelio es
posible y hace felices. Y esta es la
prueba, pero se hace en la familia.
Esta tarde quisiera centrarme con
vosotros en algunas sencillas palabras que expresan el misterio de
vuestro ser padres. No sé si lograré
decir todo lo que quiero decir, pero
al menos quisiera hablar de vocación, comunión y misión.
La primera palabra es vocación.
San Pablo escribió que de Dios deriva toda paternidad (cf. Ef 3, 15) y
podemos añadir que toda maternidad. Todos somos hijos, pero convertirse en papá y mamá es una llamada de Dios. Es una llamada de
Dios, es una vocación. Dios es el
amor eterno, que se dona incesantemente y nos llama a la existencia. Es
un misterio que, sin embargo, la
Providencia quiso confiar en especial
al hombre y a la mujer, llamados a
amarse totalmente y sin reservas,
cooperando con Dios en este amor y
en transmitir la vida a los hijos. El
Señor os ha elegido para amaros y
transmitir la vida. Estas dos cosas
son la vocación de los padres. Se
trata de una llamada bellísima porque hace que seamos, de una forma
totalmente especial, a imagen y semejanza de Dios. Convertirse en papá y mamá significa realizarse plenamente, porque es llegar a ser semejantes a Dios. Esto no se dice en los
periódicos, no aparece, pero es la
verdad del amor. Convertirse en papá y mamá nos hace mucho más semejantes a Dios.
Como padres vosotros estáis llamados a recordar a todos los bautizados que cada uno, si bien de diferentes modos, está llamado a ser papá o mamá. También un sacerdote,
una religiosa, un catequista están llamados a la paternidad y a la maternidad espiritual. En efecto, un hombre y una mujer eligen formar una
familia porque Dios los llama luego
de haberles hecho experimentar la
belleza del amor. No la belleza de la
pasión, no la belleza de un entusiasmo pasajero: ¡la belleza del amor! Y
esto se debe descubrir todos los
días, todos los días. Dios llama a
convertirse en padres —hombres y
mujeres— que creen en el amor, que
creen en su belleza. Quisiera preguntaros, pero no respondáis, por
favor: ¿Vosotros creéis en la belleza
del amor? ¿Vosotros creéis en la
grandeza del amor? ¿Tenéis fe en esto? ¿Tenéis fe? Se trata de una fe de
todos los días. El amor es hermoso
incluso cuando los padres pelean; es
hermoso, porque al final hacen las
paces. Es tan bonito construir la paz
después de una guerra. ¡Es tan hermoso! Una belleza es el amor
conyugal, que ni siquiera las más
grandes dificultades de la vida son
capaces de oscurecer.
En una ocasión un niño me dijo:
«¡Qué hermoso, mis padres se dieron un beso!». Es hermoso cuando
el niño ve que papá y mamá se besan. Un bonito testimonio.
Vuestros hijos, queridos padres,
necesitan descubrir, mirando vuestra
vida, que es hermoso amarse. Nunca
olvidéis que vuestros hijos os miran
siempre. ¿Recordáis esa película de
hace unos veinte años que se llamaba «Los niños nos miran»? Los niños miran. Miran mucho, y cuando
ven que papá y mamá se aman, los
niños crecen en ese clima de amor,
de felicidad y también de seguridad,
porque no tienen miedo: saben que
están seguros en el amor del papá y
la mamá. Me permito decir algo feo,
pero pensemos cuánto sufren los niños cuando ven a papá y mamá, todos los días, todos los días, todos
los días, gritarse, insultarse, incluso
golpearse... Papá y mamá, cuándo
caéis en estos pecados, ¿pensáis que
las primeras víctimas son precisamente vuestros niños, vuestra misma
carne? Es feo pensar en esto, pero es
la realidad... Los niños nos miran.
No os miran sólo cuando les enseñáis algo. Os miran cuando os habláis uno al otro, cuando volvéis del
trabajo, cuando invitáis a vuestros
amigos, cuando descansáis. Tratan
de captar en vuestra mirada, en
vuestras palabras, en vuestros gestos,
si sois felices de ser padres, si sois
felices de ser marido y mujer, si
creéis que existe la bondad en el
mundo. Os escrutan —no sólo os miran, os escrutan— para ver si es posible ser buenos y si es verdad que
con el amor mutuo se supera toda
dificultad.
Para un hijo no existe enseñanza y
testimonio mayor que ver a sus padres que se aman con ternura, se respetan, son amables entre ellos, se
perdonan mutuamente; esto llena de
alegría y de felicidad auténtica el corazón de los hijos. Los hijos, antes
de habitar en una casa construida
con ladrillos habitan en otra casa,
aún más esencial: habitan en el amor
mutuo de los padres. Os pregunto,
cada uno responda en su corazón:
¿vuestros hijos habitan en vuestro
amor mutuo? Los padres tienen la
vocación de amarse. Dios ha sembrado en su corazón la vocación al
amor, porque Dios es amor. Y esta
es vuestra vocación, de los padres: el
amor. Pero pensad siempre en los niños, pensad siempre en los niños.
La segunda palabra que se me
ocurre, el segundo tema sobre el
cual reflexionar es comunión. Nosotros sabemos que Dios es comunión
en la diversidad de las tres Personas
de la Santísima Trinidad. Ser padres
se fundamenta en la diversidad de
ser, como recuerda la Biblia, varón y
mujer. Esta es la «primera» y más
fundamental diferencia, constitutiva
del ser humano. Es una riqueza. Las
diferencias son riquezas. Hay mucha
gente que tiene miedo a las diferencias, pero son riquezas. Y esta diferencia es la «primera» y fundamental diferencia, constitutiva del ser
humano. Cuando los novios vienen
a casarse, me gusta decirle a él, después de hablar del Evangelio: «No
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número 25, viernes 19 de junio de 2015
L’OSSERVATORE ROMANO
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Apertura de la asamblea diocesana
VIENE DE LA PÁGINA 6
olvides que tu vocación es hacer que
tu esposa sea más mujer»; y a ella le
digo: «tu vocación es hacer que tu
marido sea más hombre». Y así se
aman, pero se aman en las diferencias, más hombre y más mujer. Y este es el trabajo artesanal de cada día
del matrimonio, de la familia; hacer
que el otro crezca, pensar en el otro:
el marido en la esposa, la esposa en
el marido. Esto es comunión. Os
cuento que muchas veces vienen
aquí a la misa en Santa Marta parejas que cumplen 50°, incluso 60° aniversario de matrimonio. Y son felices, sonríen. Algunas veces he visto
—más de una vez— al marido acariciar a la esposa. ¡Después de 50
años! Les hago esta pregunta: «Dime, ¿quién ha soportado a quién?».
Y ellos responden siempre: «Los
dos». El amor nos lleva a esto: a tener paciencia. Y en estos ancianos
matrimonios, que son como el buen
vino, que llega a ser más bueno
cuando es más añejo, se ve este trabajo cotidiano del hombre por hacer
más mujer a su esposa y de la mujer
por hacer más hombre a su esposo.
No tienen miedo a las diferencias.
Este desafío de llevar adelante las
diferencias, este desafío los enriquece, los hace madurar, los hace grandes y tienen los ojos brillantes de
alegría, de tantos años vividos así en
el amor. Qué gran riqueza es esta diversidad, una diversidad que llega a
ser complementariedad, pero también reciprocidad. Es como hacer un
lazo el uno con el otro. Y esta reciprocidad y complementariedad en la
diferencia es muy importante para
los hijos. Los hijos maduran viendo
a papá y mamá así; maduran la propia identidad en la confrontación
con el amor, en la confrontación con
esta diferencia. Nosotros hombres
aprendemos a reconocer, a través de
las figuras femeninas que encontramos en la vida, la extraordinaria belleza de la cual es portadora la mujer. Y las mujeres recorren un itinerario similar, aprendiendo de las figuras masculinas que el hombre es
distinto y tiene un modo propio de
sentir, comprender y vivir. Y esta comunión en la diversidad es muy importante también para la educación
de los hijos, porque las mamás tienen una mayor sensibilidad para algunos aspectos de su vida, mientras
que los papás la tienen para otros.
Es hermoso este intercambio educativo, que pone al servicio del crecimiento de los hijos los diversos talentos de los padres. Es una cualidad importante, que se debe cultivar
y custodiar.
Es muy doloroso cuando una familia vive una tensión que no se
puede resolver, una fractura que no
logra sanar. ¡Es doloroso! Cuando se
presentan las primeras manifestaciones de esto, un papá y una mamá
tienen el deber hacia ellos y hacia
sus hijos de pedir ayuda, apoyo. Pedir ayuda ante todo a Dios. Recordad el relato de Jesús, lo conocéis
bien: el Padre que sabe dar el primer
paso hacia sus dos hijos, uno que
dejó la casa y gastó todo, el otro que
permaneció en casa... El Señor os
dará la fuerza para comprender que
se puede superar el mal, que la uni-
dad es más grande que el conflicto,
que se pueden curar las heridas que
nos ocasionamos unos a otros, en
nombre de un amor más grande, de
ese amor que Él os ha llamado a vivir con el sacramento del matrimonio.
E incluso cuando la separación
—tenemos que hablar también de esto— ya parece inevitable, sabed que
la Iglesia os lleva en el corazón. Y
que vuestra tarea educativa no se interrumpa: vosotros sois y seréis siempre papá y mamá, que no pueden vivir juntos por heridas, por problemas. Por favor buscad siempre un
entendimiento, una colaboración,
una armonía por el bien y la felicidad de vuestros hijos. Por favor, no
usar a los hijos como rehenes. ¡No
usar a los hijos como rehenes! Cuánto mal hacen los padres que se han
separado, o que están separados en
su corazón, cuando el papá habla
mal al hijo de la mamá y la mamá le
habla mal del papá. Esto es terrible,
porque ese niño, ese joven, crece con
una tensión que no sabe resolver y
aprende el mal camino de la hipocresía, de decir lo que a cada uno le
gusta para aprovecharse de la situación. ¡Esto es un mal terrible! Jamás, jamás hablar mal a los hijos del
otro. ¡Jamás! Porque ellos son las
primeras víctimas de esta lucha y
—permitidme la palabra— también
de ese odio muchas veces entre los
dos. Los hijos son sagrados. ¡No herirlos! «Mira, papá y mamá no se
entienden, es mejor separarse. Pero,
sabes —dice la mamá— tu papá es un
buen hombre»; «sabes —dice el papá— tu mamá es una buena mujer».
Se guardan los problemas para ellos,
pero no los llevan a los hijos.
Está también el camino del perdón. Perdonaros y acoger mutuamente vuestros límites os ayudará
también a comprender y aceptar las
fragilidades y las debilidades de
vuestros hijos. Ello es una ocasión
para amarlos aún más y ayudarles a
crecer. Sólo así ellos podrán no asustarse ante los propios límites, no
perder la estima, sino seguir adelante. Un papá y una mamá que se
aman saben cómo hablar al hijo o a
la hija del hecho que se encuentra
en un camino difícil; incluso cómo
hablar sin palabras. Me decía un dirigente que su mamá había quedado
viuda y él era el único hijo; a los 20
años era alcohólico y la mamá trabajaba como empleada doméstica; eran
muy pobres, y cuando la mamá salía
para ir al trabajo, lo miraba cómo
dormía —pero él no dormía, la veía—
y sin decir una palabra, se marchaba. Esta mirada de la mamá salvó al
hijo, porque él dijo: «No puede ser
que mi mamá vaya a trabajar y yo
viva para emborracharme». Y este
hombre cambió. La mirada, sin palabras, puede incluso salvar a los
hijos. Los hijos perciben todo esto.
Y el don del matrimonio, que es
tan bonito, tiene también una misión. Una misión que es muy importante.
de la pre-adolescencia, cuando la
búsqueda de Dios se hace más consciente y las preguntas exigen respuestas bien fundadas.
Y no quisiera acabar sin decir una
palabra a los abuelos, a nuestros
abuelos. ¿Sabéis que en Roma los
ancianos son el 21,5 por ciento de la
población? Un cuarto de la población romana la forman los abuelos.
En esta ciudad hay 617.635 abuelos.
¡Cuántos ancianos! Sólo una pregunta: en la familia, ¿tienen los
abuelos un lugar digno? Ahora estoy
seguro que sí, porque con la falta de
trabajo van a los abuelos a buscar la
pensión... Esto sí, se hace... Pero los
abuelos, que son la sabiduría de un
pueblo, que son la memoria de un
pueblo, que son la sabiduría de la
familia, ¿tienen un lugar digno? Los
abuelos que salvaron la fe en muchos países donde estaba prohibido
practicar la religión y llevaban a escondidas a bautizar a los niños; y
los abuelos que enseñaban las oraciones. Hoy los abuelos están en el
seno de la familia... Los abuelos son
aburridos, hablan siempre de lo mismo, llevémoslos a una residencia de
ancianos... Cuántas veces pensamos
así. Estoy seguro que ya conté esta
historia, una historia que escuché
siendo niño, en mi casa. Se cuenta
Vosotros sois colaboradores del
Espíritu Santo que nos susurra las
palabras de Jesús. Sedlo también para vuestros hijos. Sed misioneros de
vuestros hijos. Ellos aprenderán de
vuestros labios y de vuestra vida que
seguir al Señor dona entusiasmo, ganas de entregarse por los demás, dona esperanza siempre, también ante
las dificultades y el dolor, porque
nunca se está solo, sino siempre con
el Señor y con los hermanos. Y esto
es importante sobre todo en la edad
que en una familia el abuelo vivía
allí, con el hijo, la nuera, los nietos.
Pero el abuelo había envejecido, había sufrido un pequeño ictus, era anciano y cuando comía en la mesa se
ensuciaba un poco. El papá sentía
vergüenza de su padre, y decía: «No
podemos invitar gente a casa...». Y
decidió hacer una mesita, en la cocina, para que el abuelo comiese solo
en la cocina. La situación acabó
así... Algunos días después, al llegar
a casa después del trabajo encuentra
a su hijo —de 6-7 años— jugando con
madera, martillo y clavos... «¿Qué
haces, niño?» - «Estoy haciendo una
mesita...» - «¿Para qué?» - «Para
que cuando tú seas anciano puedas
comer solo como come el abuelo».
No os avergoncéis del abuelo. No os
avergoncéis de los ancianos. Ellos
nos transmiten sabiduría, prudencia;
nos ayudan mucho. Y cuando se enferman nos piden muchos sacrificios,
es verdad. Algunas veces no hay otra
solución más que llevarlos a una residencia... Pero que sea la última, la
última cosa que se haga. Los abuelos en casa son una riqueza.
Muchas gracias por esto. Recordad: amor, amor. Sembrad amor.
Recordad lo que dijo aquel niño:
«Hoy vi a papá y mamá darse un
beso». ¡Qué hermoso!
L’OSSERVATORE ROMANO
número 25, viernes 19 de junio de 2015
páginas 8/9
«La creación del firmamento»
(Palermo, Capilla Palatina)
Publicada la encíclica del Papa Francisco sobre el cuidado de la casa común
Laudato si’
Publicamos a continuación el íncipit
y las las dos oraciones de la parte
conclusiva del texto de la encíclica del
Papa Francisco «Laudato si’».
«Laudato si’, mi’ Signore» – «Alabado
seas, mi Señor», cantaba san Francisco
de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es
también como una hermana, con la
cual compartimos la existencia, y como
una madre bella que nos acoge entre
sus brazos: «Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra, la
cual nos sustenta, y gobierna y produce
La presentación
en el aula del Sínodo
La carta encíclica Laudato si' sobre el
cuidado de la casa común fue
presentada a la prensa el jueves 18 de
junio, por la mañana, en el aula nueva
del Sínodo en el Vaticano.
Durante la presentación tuvieron la
palabra el cardenal presidente del
Consejo pontificio Justicia y paz, Peter
Turkson; el metropolita de Pérgamo en
representación del Patriarcado
ecuménico de la Iglesia ortodoxa, John
Zizioulas; el físico alemán Hans
Joachim (John) Schellnhuber, fundador
y director del «Potsdam Institute for
Climate Impact Research»; la
presidenta del «Catholic Relief
Services» de la Conferencia episcopal
estadounidense, profesora Carolyn
Woo; y la doctora Valeria Martano,
docente en la periferia romana.
Laudato si' sobre el cuidado de la casa
común es la segunda carta encíclica del
Papa Francisco, después de Lumen fidei
publicada el 29 de junio de 2013.
El nuevo documento está formado por
cuatro capítulos y 162 números.
Del mismo, el Papa expresa que intenta
especialmente «entrar en diálogo con
todos acerca de nuestra casa común»,
porque, «frente al deterioro ambiental
global», quiere dirigirse «a cada
persona que habita este planeta».
diversos frutos con coloridas flores y
hierba» (Cántico de las criaturas: Fuentes Franciscanas, FF 263).
Esta hermana clama por el daño que
le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que
Dios ha puesto en ella. Hemos crecido
pensando que éramos sus propietarios y
dominadores, autorizados a expoliarla.
La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se
manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el
agua, en el aire y en los seres vivientes.
Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y
sufre dolores de parto» (Rm 8, 22). Olvidamos que nosotros mismos somos
tierra (cf. Gn 2, 7). Nuestro propio
cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da
el aliento y su agua nos vivifica y restaura.
Hace más de cincuenta años, cuando
el mundo estaba vacilando al filo de
una crisis nuclear, el santo Papa Juan
XXIII escribió una encíclica en la cual
no se conformaba con rechazar una
guerra, sino que quiso transmitir una
propuesta de paz. Dirigió su mensaje
Pacem in terris a todo el «mundo cató-
Oración por nuestra tierra
Dios omnipotente,
que estás presente en todo el
universo y en la más pequeña
de tus criaturas,
Tú, que rodeas con tu ternura
todo lo que existe, derrama en
nosotros la fuerza de tu amor
para que cuidemos la vida
y la belleza.
Inúndanos de paz,
para que vivamos como hermanos
y hermanas sin dañar a nadie.
Dios de los pobres,
ayúdanos a rescatar a los
abandonados y olvidados de esta
tierra que tanto valen a tus ojos.
Sana nuestras vidas,
para que seamos protectores
del mundo y no depredadores,
para que sembremos hermosura
y no contaminación y destrucción.
Toca los corazones
de los que buscan sólo beneficios
a costa de los pobres y de la tierra.
Enséñanos a descubrir el valor
de cada cosa,
a contemplar admirados,
a reconocer que estamos
profundamente unidos con todas
las criaturas en nuestro camino
hacia tu luz infinita.
Gracias porque estás con nosotros
todos los días.
Aliéntanos, por favor, en nuestra
lucha por la justicia, el amor
y la paz.
lico», pero agregaba «y a todos los
hombres de buena voluntad». Ahora,
frente al deterioro ambiental global,
quiero dirigirme a cada persona que
habita este planeta. En mi exhortación
Evangelii gaudium, escribí a los miembros de la Iglesia en orden a movilizar
un proceso de reforma misionera todavía pendiente. En esta encíclica, intento
especialmente entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común.
Ocho años después de Pacem in terris, en 1971, el beato Papa Pablo VI se
refirió a la problemática ecológica, presentándola como una crisis, que es
«una consecuencia dramática» de la actividad
descontrolada del ser humano: «Debido a una
explotación inconsiderada de la naturaleza, [el
ser humano] corre el riesgo de destruirla y de ser
a su vez víctima de esta
degradación» (Carta ap.
Octogesima adveniens, 14
de mayo de 1971, 21: AAS
63 (1971), 416-417). También habló a la FAO sobre
la posibilidad de una
«catástrofe ecológica bajo
el efecto de la explosión
de la civilización industrial», subrayando la «urgencia y la necesidad de
un cambio radical en el
comportamiento de la
humanidad»,
porque
«los progresos científicos
más extraordinarios, las
proezas técnicas más sorprendentes, el crecimiento económico más prodigioso, si no van acompañados por un auténtico
progreso social y moral,
se vuelven en definitiva
contra el hombre» (Discurso a la FAO en su 25
aniversario, 16 de noviembre de 1970: AAS 62, 1970,
833).
San Juan Pablo II se
ocupó de este tema con
un interés cada vez mayor. En su primera encíclica, advirtió que el ser humano parece «no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines
de un uso inmediato y consumo» (Carta enc. Redemptor hominis, 4 de marzo
de 1979, 15: AAS 71, 1979, 287). Sucesivamente llamó a una conversión ecológica global (Cf. Catequesis, 17 de enero de
2001, 4: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 19 de enero
de 2001, p. 12). Pero al mismo tiempo
hizo notar que se pone poco empeño
para «salvaguardar las condiciones morales de una auténtica “ecología humana”» (Carta enc. Centesimus annus, 1 de
mayo de 1991, 38: AAS 83, 1991, 841). La
destrucción del ambiente humano es algo muy serio, porque Dios no sólo le
encomendó el mundo al ser humano,
sino que su propia vida es un don que
debe ser protegido de diversas formas
de degradación. Toda pretensión de
cuidar y mejorar el mundo supone
cambios profundos en «los estilos de
vida, los modelos de producción y de
consumo, las estructuras consolidadas
de poder que rigen hoy la sociedad»
(Ibíd., 58, p. 863). El auténtico desarrollo humano posee un carácter moral y
supone el pleno respeto a la persona
humana, pero también debe prestar
atención al mundo natural y «tener en
cuenta la naturaleza de cada ser y su
mutua conexión en un sistema ordenado» (Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitu-
do rei socialis, 30 de diciembre de 1987,
34: AAS80, 1988, 559). Por lo tanto, la
capacidad de transformar la realidad
que tiene el ser humano debe desarrollarse sobre la base de la donación originaria de las cosas por parte de Dios
(Cf. Id., Carta enc. Centesimus annus, 1
de mayo de 1991, 37: AAS 83, 1991, 840).
Mi predecesor Benedicto XVI renovó
la invitación a «eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la
economía mundial y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio
ambiente» (Discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, 8 de
enero de 2007: AAS 99, 2007, 73). Recordó que el mundo no puede ser analizado sólo aislando uno de sus aspectos, porque «el libro de la naturaleza es
uno e indivisible», e incluye el ambiente, la vida, la sexualidad, la familia, las
relaciones sociales, etc. Por consiguiente, «la degradación de la naturaleza está estrechamente unida a la cultura que
modela la convivencia humana» (Carta
enc. Caritas in veritate, 29 de junio de
2009, 51: AAS 101, 2009, 687). El Papa
Benedicto nos propuso reconocer que
el ambiente natural está lleno de heridas producidas por nuestro comportamiento irresponsable. También el ambiente social tiene sus heridas. Pero todas ellas se deben en el fondo al mismo mal, es decir, a la idea de que no
existen verdades indiscutibles que
guíen nuestras vidas, por lo cual la libertad humana no tiene límites. Se olvida que «el hombre no es solamente
una libertad que él se crea por sí solo.
El hombre no se crea a sí mismo. Es
espíritu y voluntad, pero también naturaleza» (Discurso al Deutscher Bundestag, Berlín, 22 de septiembre de 2011:
AAS 103, 2011, 664). Con paternal preocupación, nos invitó a tomar conciencia
de que la creación se ve perjudicada
«donde nosotros mismos somos las últimas instancias, donde el conjunto es
Oración cristiana con la creación
Te alabamos, Padre,
con todas tus criaturas,
que salieron de tu mano poderosa.
Son tuyas, y están llenas
de tu presencia y de tu ternura.
Alabado seas.
Hijo de Dios, Jesús,
por ti fueron creadas todas las cosas.
Te formaste en el seno materno
de María, te hiciste parte de esta
tierra, y miraste este mundo
con ojos humanos.
Hoy estás vivo en cada criatura
con tu gloria de resucitado.
Alabado seas.
Espíritu Santo, que con tu luz
orientas este mundo hacia el amor del
La encíclica en la cuenta @Pontifex
Veinte horas de tuits
Sesenta y tres tuits en el espacio de poco más de veinte horas: en la era de las redes sociales el Papa Francisco eligió difundir su encíclica también a través de
Twitter, con un ritmo acelerado, que prevé un mensaje en 140 caracteres cada veinte minutos.
El primero de la serie se publicó a las 12 en la cuenta @Pontifex en diversos
idiomas, al mismo tiempo de la presentación oficial del esperado documento pontificio: «Invito a todos —se lee en español— a detenerse a pensar en los desafíos
sobre el medio ambiente».
En el segundo, a las 12.20, aparece por primera vez el hashtag #LaudatoSi, que
se repite otras veinte veces y se propone llegar a ser uno de los más clicados.
Significativo, por último, en ámbito ecuménico el tuit de las 14.00 donde el Papa cita explícitamente una frase del Patriarca Bartolomé: «Un crimen contra la
naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios».
Padre y acompañas
el gemido de la creación,
tú vives también en nuestros
corazones para impulsarnos al bien.
Alabado seas.
Señor Uno y Trino,
comunidad preciosa de amor infinito,
enséñanos a contemplarte
en la belleza del universo,
donde todo nos habla de ti.
Despierta nuestra alabanza
y nuestra gratitud
por cada ser que has creado.
Danos la gracia de sentirnos
íntimamente unidos
con todo lo que existe.
Dios de amor,
muéstranos nuestro lugar
en este mundo
como instrumentos
de tu cariño por todos
los seres de esta tierra,
porque ninguno de ellos está
olvidado ante ti.
Ilumina a los dueños del poder
y del dinero para que se guarden
del pecado de la indiferencia,
amen el bien común,
promuevan a los débiles,
y cuiden este mundo que habitamos.
Los pobres y la tierra están clamando:
Señor, tómanos a nosotros con tu
poder y tu luz,
para proteger toda vida,
para preparar un futuro mejor,
para que venga tu Reino de justicia,
de paz, de amor y de hermosura.
Alabado seas.
Amén.
simplemente una propiedad nuestra y
el consumo es sólo para nosotros mismos. El derroche de la creación comienza donde no reconocemos ya ninguna instancia por encima de nosotros,
sino que sólo nos vemos a nosotros
mismos» (Discurso al clero de la diócesis
de Bolzano-Bressanone, 6 de agosto de
2008): AAS 100, 2008, 634).
En diálogo
con todos
VIENE DE LA PÁGINA 1
naventura, hasta las aportaciones de
dos teólogos contemporáneos como
Romano Guardini y Pierre Teilhard
de Chardin, abriéndose a voces espirituales no cristianas, como la de un
místico musulmán.
Imponente como nunca en un
texto papal es también el hecho de
recurrir a las voces de los obispos de
todo el mundo: no son menos de
veinte, en efecto, las veces en las que
la Laudato si’ cita o recuerda documentos de conferencias o comisiones
episcopales publicados en los últimos treinta años. Sin olvidar el relieve que la encíclica reconoce a las
tradiciones del cristianismo oriental
y en especial al pensamiento ortodoxo contemporáneo. Desde hace
tiempo se impuso, en efecto, la importancia de la reflexión realizada
por el patriarca Bartolomé y elocuente es el hecho de que en el Vaticano la encíclica haya sido presentada, entre otros, por Ioannis Zizioulas, el autorizado teólogo que hoy es
metropolita de Pérgamo.
Con esta encíclica el Papa Francisco —expresando seguramente un
sentir compartido por muchísimas
personas de todo el mundo más allá
de la pertenencia religiosa— quiere
ofrecer una aportación que «no pretende definir las cuestiones científicas ni sustituir a la política», sino
que invita «a un debate honesto y
transparente» poniendo en práctica
un principio sacrosanto como el de
precaución. Están en juego el destino de la tierra, «casa común», y el
futuro de los pobres, los más afectados por una degradación que negar
sería de insensatos. Por eso el Pontífice invita a protegerlos, en la espera
y en la contemplación del creador.
L’OSSERVATORE ROMANO
página 10
viernes 19 de junio de 2015, número 25
En el Ángelus el Pontífice habla de la encíclica
Llamados a cuidar la creación
La próxima encíclica «sobre el cuidado de la creación» está «dirigida a todos»
y a todos exige «una renovada atención a las situaciones de degradación
ambiental» y una creciente «responsabilidad hacia la casa común
que Dios nos ha confiado»: lo dijo el Papa Francisco en el Ángelus del
domingo 14 de junio. Previamente el Pontífice, al comentar el Evangelio del día,
había recordado «la eficacia de la Palabra de Dios» y la importancia de tener
siempre la Biblia «al alcance de la mano».
Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días!
El Evangelio de hoy está formado por dos parábolas muy breves:
la de la semilla que germina y crece
sola, y la del grano de mostaza (cf.
Mc 4, 26–34). A través de estas imágenes tomadas del mundo rural, Jesús presenta la eficacia de la Palabra de Dios y las exigencias de su
Reino, mostrando las razones de
nuestra esperanza y de nuestro
compromiso en la historia.
En la primera parábola la atención se centra en el hecho que la se-
milla, echada en la tierra, se arraiga
y desarrolla por sí misma, independientemente de que el campesino
duerma o vele. Él confía en el poder interior de la semilla misma y
en la fertilidad del terreno. En el
lenguaje evangélico, la semilla es
símbolo de la Palabra de Dios, cuya
fecundidad recuerda esta parábola.
Como la humilde semilla se desarrolla en la tierra, así la Palabra actúa con el poder de Dios en el corazón de quien la escucha. Dios ha
confiado su Palabra a nuestra tierra,
es decir, a cada uno de nosotros,
con nuestra concreta humanidad.
Podemos tener confianza, porque la
Palabra de Dios es palabra creadora, destinada a convertirse en «el
grano maduro en la espiga» (v. 28).
Esta Palabra si es acogida, da ciertamente sus frutos, porque Dios
mismo la hace germinar y madurar
a través de caminos que no siempre
podemos verificar y de un modo
que no conocemos (cf. v. 27). Todo
esto nos hace comprender que es
siempre Dios, es siempre Dios
quien hace crecer su Reino —por esto rezamos mucho «venga a nosotros tu Reino»—, es Él quien lo hace crecer, el hombre es su humilde
colaborador, que contempla y se regocija por la acción creadora divina
y espera con paciencia sus frutos.
La Palabra de Dios hace crecer,
da vida. Y aquí quisiera recordaros
otra vez la importancia de tener el
Evangelio, la Biblia, al alcance de la
mano —el Evangelio pequeño en el
bolsillo, en la cartera— y alimentarnos cada día con esta Palabra viva
de Dios: leer cada día un pasaje del
Evangelio, un pasaje de la Biblia.
Jamás olvidéis esto, por favor. Porque esta es la fuerza que hace germinar en nosotros la vida del reino
de Dios.
La segunda parábola utiliza la
imagen del grano de mostaza. Aun
siendo la más pequeña de todas las
semillas, está llena de vida y crece
hasta hacerse «más alta
que las demás hortalizas» (Mc 4, 32). Y así
es el reino de Dios:
una realidad humanamente pequeña y aparentemente irrelevante.
Para entrar a formar
parte de él es necesario
ser pobres en el corazón; no confiar en las
propias capacidades, sino en el poder del
amor de Dios; no actuar para ser importantes ante los ojos del
mundo, sino preciosos
ante los ojos de Dios,
que tiene predilección
por los sencillos y humildes. Cuando vivimos así, a través de
nosotros irrumpe la fuerza de Cristo
y transforma lo que es pequeño y
modesto en una realidad que fermenta toda la masa del mundo y de
la historia.
De estas dos parábolas nos llega
una enseñanza importante: el Reino
de Dios requiere nuestra colaboración, pero es, sobre todo, iniciativa y
don del Señor. Nuestra débil obra,
aparentemente pequeña frente a la
complejidad de los problemas del
mundo, si se la sitúa en la obra de
Dios no tiene miedo de las dificultades. La victoria del Señor es seguSIGUE EN LA PÁGINA 11
El Papa pide testimoniar el amor de Dios en los aeropuertos
Ciudad en la ciudad
En la realidad multiforme de los aeropuertos —«ciudades en las ciudades,
donde múltiples realidades se entrelazan y sobreponen»—, los capellanes están
llamados a llevar «consuelo y aliento», sobre todo a cuantos viven en
situaciones de dificultad. Lo recordó el Papa Francisco al recibir en audiencia
el viernes 12 de junio, por la mañana, en la sala Clementina,
a los participantes en el seminario internacional organizado por el Consejo
pontificio para la pastoral de los emigrantes e itinerantes.
Señor cardenal, queridos hermanos
y hermanas:
Os acojo al final del seminario
internacional de los capellanes católicos de la aviación civil y de los
miembros de las capellanías aeroportuarias, organizado por el Consejo pontificio para la pastoral de
los emigrantes e itinerantes sobre el
tema: «Evangelii gaudium: ¿qué ayuda para el ministerio pastoral de la
capellanía aeroportuaria?» Saludo
cordialmente al presidente y le agradezco sus amables palabras. Os saludo a todos vosotros, que habéis
participado en estas jornadas de estudio para intercambiar ideas y experiencias pastorales.
En especial, habéis reflexionado
sobre cómo acoger las indicaciones
de la exhortación apostólica en el
apostolado de los aeropuertos, partiendo siempre del testimonio, para
ayudar a las personas a abrir el corazón y la vida a Cristo. La solicitud pastoral en el ámbito de la aviación civil se dirige a todos los que,
de diversos modos, pertenecen a la
comunidad civil, independientemente de la nacionalidad, del credo
religioso o de la cultura, con particular atención a los que entre ellos
son más pobres, sufren y son marginados.
El aeropuerto es lugar de encuentro de muchas personas que viajan
por trabajo, por turismo, por otras
necesidades; por él transitan emigrantes y refugiados, niños y ancianos, personas que tienen necesidad
de cuidados y atenciones especiales.
Y además están las personas que
trabajan allí cada día, con sus situaciones personales y profesionales.
Está también el preocupante número de pasajeros sin documentos —a
menudo refugiados y solicitantes de
asilo—, que son detenidos en los locales aeroportuarios por breves o
largos períodos, a veces sin adecuada asistencia humana y espiritual.
A veces pueden verificarse situaciones trágicas a causa, por ejemplo, de incidentes o cambio de rutas, con consecuencias serias para la
incolumidad y el estado psicológico
de las personas. También en estas
circunstancias llaman y buscan al
capellán los que tienen necesidad
de consuelo y aliento.
También en los aeropuertos Cristo, buen Pastor, quiere cuidar a sus
ovejas mediante los sacramentos de
la reconciliación y la eucaristía,
donde el encuentro con la infinita
misericordia de Dios abre caminos
impensados de evangelización. En
efecto, en nuestros días anunciar el
Evangelio implica aliviar a las personas de las cargas que pesan en el
corazón y en la vida; significa proponer las palabras de Jesús como
alternativa a las promesas del mundo, que no dan la felicidad verdadera. Hoy es más urgente redescubrir
el rostro compasivo de Dios, y por
eso será valioso el tiempo de gracia
que nos ofrecerá el Año santo de la
misericordia.
La capellanía aeroportuaria está
llamada a ser un lugar de unidad
en la diversidad para todas las categorías de personas. Los aeropuertos
parecen ciudades en las ciudades,
donde múltiples realidades se entrelazan y sobreponen. Como una
gran ciudad, el aeropuerto es un
ambiente cosmopolita, multiétnico y
multirreligioso, y vosotros, capellanes y miembros de las capellanías,
estáis inmersos en la vida de esta
singular comunidad; y por eso es
importante colaborar dócilmente y
ponerse siempre a la escucha del
Espíritu Santo, que crea unidad en
la diversidad (cf. Hch 2, 1-13).
La misión en el aeropuerto requiere también trabajar para que las
personas tengan el deseo de escuchar la Palabra de Dios. Quien escucha y toma en serio la voz de
Dios, a su vez es capaz de ofrecer
palabras de consuelo y ayudar a los
demás a confiar en la misericordia
divina, que es un refugio seguro para el que es débil y no tiene la presunción de salvarse por sí solo. La
misericordia divina se abre a todos
y muestra la voluntad de Dios, que
quiere salvar a todos.
Queridos hermanos y hermanas:
Os aliento a trabajar a fin de que
en estos particulares lugares de
«frontera», que son los aeropuertos,
haya espacio para encontrar y practicar amor y diálogo, que alimentan
la fraternidad entre las personas y
preservan un clima social pacífico.
Y ruego con vosotros al Señor para
que vuestro apostolado, que participa en la misión universal de la Iglesia, sea anuncio eficaz de la Buena
Nueva.
Os bendigo a todos vosotros y a
vuestras comunidades. Que la Virgen os proteja. Y, por favor, no os
olvidéis de rezar por mí.
número 25, viernes 19 de junio de 2015
L’OSSERVATORE ROMANO
página 11
La meditación y el coloquio del Papa
VIENE DE LA PÁGINA 5
rea más que se debe hacer, sino un
mandato de amor que Jesús confió a
los cristianos en el momento en que
iba a ser entregado a la muerte. Se
trata, por lo tanto, de buscar la unidad del cuerpo de Cristo quebrada
por los pecados que a lo largo de los
siglos han distanciado a católicos,
ortodoxos y protestantes. Al respecto el Papa invitó a mirar el testimonio de los mártires de hoy, de tantos
hombres y mujeres —recordó una vez
más a los coptos decapitados en las
costas de Libia— muertos a causa de
la fe.
Es el ecumenismo de la sangre. Y
quien mata, recordó, sabe que la
sangre es la misma: es la sangre de
quienes creen en Jesús.
Al responder luego a una de las
cinco preguntas que le plantearon
cinco sacerdotes de diversos continentes, el Papa Francisco confirmó
las buenas relaciones con el Patriarcado de Constantinopla y los frecuentes contactos con el de Moscú.
Y confesó que tiene grandes esperanzas en el Concilio panortodoxo
programado para 2016. Ex oriente
lux, ex occidente luxus («de oriente la
luz, de occidente el lujo»), dijo para
elogiar los recursos espirituales del
oriente cristiano y para destacar que
el futuro de la Iglesia está sobre todo en Asia. Está claro, afirmó, que
relativismo, consumismo y hedonismo están provocando la decadencia
de Occidente, mientras que el continente asiático conserva grandes reservas espirituales.
El Pontífice anunció luego su viaje a África, en noviembre próximo,
que incluirá seguramente la República Centroafricana y Uganda.
En la amplia reflexión introductoria al diálogo con los sacerdotes, el
Papa se centró sobre todo en la
identidad y la vocación sacerdotal.
Que tienen como medida el amor,
porque el sacerdote debe ser «un
enamorado»: en primer lugar de
Cristo, luego de la Iglesia y de todos los hermanos. Hombre entregado a los demás, que no se retira ante
las dificultades y no ahorra esfuerzos, el sacerdote es una persona que
termina el día con la oración y se
adormece cansado incluso ante el
Santísimo sacramento, como un niño en brazos de su madre.
Amor, misericordia, perdón, ternura, testimonio, coherencia de vida,
sin dicotomía entre conducta y predicación: son las actitudes que sugirió el Papa Francisco a los sacerdotes. Con ellos tocó también diversos
temas, invitándolos a reflexionar sobre su papel en la Iglesia, la misión
en medio del pueblo de Dios y la relación entre sacerdotes y superiores.
Todo centrado en el hilo conductor
del encuentro: «Ser transformados
por el amor y para el amor».
Uno de los objetivos del Papa fue
hacer comprender la importancia de
la unión entre los obispos y sacerdotes: el obispo, recomendó, debe estar
próximo, cercano a su clero, incluso
cuando hay que discutir, sin establecer distancias respecto a los presbíteros. Donde hay proximidad, dijo el
Pontífice, está el Espíritu de Dios. Y
esto es una gracia que se debe invocar continuamente para cada Iglesia
particular. Lo que salvó a la Iglesia
primitiva de la división, recordó, fue
precisamente la valentía de Pablo de
decir las cosas abiertamente, y la valentía de los apóstoles de reunirse y
discutir entre ellos.
Al dar las gracias en especial a algunas laicas presentes, el Papa Francisco recordó que había también
mujeres cuando el Espíritu descendió sobre los apóstoles.
El genio femenino en la Iglesia,
dijo, es una gracia, porque la Iglesia
Ángelus del 14 de junio
VIENE DE LA PÁGINA 10
ra: su amor hará brotar y hará crecer
cada semilla de bien presente en la tierra. Esto nos abre a la confianza y a
la esperanza, a pesar de los dramas,
las injusticias y los sufrimientos que
encontramos. La semilla del bien y
de la paz germina y se desarrolla,
porque el amor misericordioso de
Dios hace que madure.
Que la santísima Virgen, que acogió como «tierra fecunda» la semilla
de la divina Palabra, nos sostenga en
esta esperanza que nunca nos defrauda.
Tras la oración mariana el Papa
saludó a los grupos presentes,
expresando su cercanía «a todos los
trabajadores que defienden de modo
solidario el derecho al trabajo, que es
un derecho a la dignidad».
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy se celebra la Jornada mundial de los donadores de sangre, millones de personas que contribuyen,
de modo silencioso, a ayudar a los
hermanos en dificultad. A todos los
donadores les expreso mi aprecio e
invito especialmente a los jóvenes a
que sigan su ejemplo.
Os saludo a todos vosotros, queridos romanos y peregrinos: grupos
parroquiales, familias y asociaciones.
Saludo al grupo que recuerda a
todas las personas desaparecidas y
les aseguro mi oración. Como también, estoy cerca de todos los trabajadores que defienden de modo solidario el derecho al trabajo, ¡que es
un derecho a la dignidad!
Como ya se anunció, el jueves 18
de junio se publicará una carta encíclica sobre el cuidado de la creación.
Invito a acompañar este acontecimiento con una renovada atención a
las situaciones de degradación ambiental, pero también de recuperación, en vuestros propios territorios.
Esta encíclica está dirigida a todos: oremos para que todos podamos recibir su mensaje y crecer en la
responsabilidad hacia la casa común
que Dios nos ha confiado a todos.
A todos vosotros os deseo un feliz
domingo. Y por favor, no os olvidéis
de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y
hasta la vista!
es mujer: es esposa de
Cristo, es madre del pueblo de Dios. Las mujeres,
añadió, son imagen y figura de la Iglesia y de
María, que es mucho
más importante que los
apóstoles.
En la reflexión del
Pontífice volvió la advertencia a los sacerdotes
que ante la gente se comportan como simples
funcionarios o cumplidores observantes de la ley.
Así como resonó de nuevo la invitación a tener
misericordia y ternura,
sin doblez de corazón y
de vida. Es el amor, en
efecto, la primera motivación para anunciar el
Evangelio. El peligro a
evitar es, sobre todo, el
clericalismo, uno de los
pecados que frenan la libertad de la
Iglesia introduciendo en una única
complicidad a sacerdotes y laicos.
Otra misión importante indicada
por el Papa a los sacerdotes fue la
atención reservada a la homilía. Se
corre siempre el peligro de ir más
allá de los límites y privarla de su
valor: hay homilías que son excelen-
tes conferencias, lecciones de teología, pero no llegan al corazón de la
gente. La homilía, recordó, es un sacramental.
Y como tal debe ser estructurada
de modo sencillo: orientada sobre
todo al anuncio y a sus consecuencias para la vida del cristiano.
Congregación para las causas de los santos
Promulgación de decretos
El viernes 5 de junio el Papa Francisco recibió en audiencia privada al
cardenal Angelo Amato, S.D.B., prefecto de la Congregación para las causas de los santos. Durante la audiencia, el Santo Padre autorizó a la Congregación a promulgar los siguientes decretos:
—un milagro atribuido a la intercesión del venerable siervo de Dios
FRANCISCO DE PAULA VICTOR, sacerdote diocesano; nació en Campanha
(Brasil) el 12 de abril de 1827 y murió en Três Pontas (Brasil) el 23 de
septiembre de 1905;
—un milagro atribuido a la intercesión de la venerable sierva de Dios
CLARA (en el siglo: Ludovica Szczęsna), co-fundadora de la congregación
de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús; nació en Cieszki (Polonia)
el 18 de julio de 1863 y murió en Cracovia (Polonia) el 7 de febrero de
1916;
—el martirio de los siervos de Dios FEDERICO DE BERGA (en el siglo:
Martí Tarrés Paigpelat) y 25 compañeros, sacerdotes y hermanos laicos de
la Orden de los Frailes menores capuchinos; asesinados por odio a la fe
en 1936 durante la guerra civil española;
—el martirio de los siervos de Dios JOSÉ THAO TIÊN, sacerdote diocesano, y 10 compañeros, sacerdotes profesos de la Sociedad de las misiones
extranjeras de París y de la congregación de los Misioneros oblatos de la
bienaventurada Virgen María Inmaculada, así como 4 compañeros laicos;
asesinados por odio a la fe entre 1954 y 1970 en Laos;
—las virtudes heroicas del siervo de Dios ANTONIO CELONA, sacerdote
diocesano, fundador de la congregación de las Esclavas Reparadoras del
Sagrado Corazón de Jesús; nació en Ganzirri (Italia) el 13 de abril de
1873 y murió allí el 15 de octubre de 1952;
—las virtudes heroicas del siervo de Dios OTTORINO ZANON, sacerdote,
fundador de la congregación de la Pía Sociedad San Cayetano; nació en
Anconetta (Italia) el 9 de agosto de 1915 y murió en Brescia (Italia) el 14
de septiembre de 1972;
—las virtudes heroicas del siervo de Dios MARCELLO LABOR, sacerdote
diocesano; nació en Trieste (Italia) el 8 de julio de 1890 y murió allí el 29
de septiembre de 1954;
—las virtudes heroicas de la sierva de Dios MARÍA ANTONIA DEL SACORAZÓN DE JESÚS (en el siglo: Rachele Lalia), fundadora de la
congregación de las Hermanas Dominicas Misioneras de San Sixto; nació
en Misilmeri (Italia) el 20 de mayo de 1839 y murió en Ceglie Messapica
(Italia) el 9 de abril de 1914.
GRAD O
L’OSSERVATORE ROMANO
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viernes 19 de junio de 2015, número 25
COMUNICACIONES
Colegio episcopal
Audiencias pontificias
Monseñor Benito Adán Méndez Bracamonte, Ordinario militar para Venezuela
RENUNCIAS:
EL PAPA
El Papa ha aceptado la renuncia al
gobierno pastoral de la diócesis de
Aurangabad (India) que monseñor
EDWIN COLAÇO le había presentado
en conformidad con el canon 401 §
1 del Código de derecho canónico.
—Obispo de Aurangabad (India) al
presbítero AMBROSE REBELLO.
Edwin Colaço nació en Uttan,
diócesis de Vasai, el 2 de octubre de
1937. Recibió la ordenación sacerdotal el 2 de diciembre de 1964. Juan
Pablo II le nombró obispo de Amravati el 1 de abril de 1995; recibió la
ordenación episcopal el 30 de julio
del mismo año. Benedicto XVI le
trasladó a Aurangabad el 20 de octubre de 2006.
El Papa ha aceptado la renuncia al
gobierno pastoral de la diócesis de
Rieti (Italia) que monseñor DELIO
LUCARELLI le había presentado en
conformidad con el canon 401 § 1
del Código de derecho canónico.
Delio Lucarelli nació en Fano el
24 de noviembre de 1939. Recibió la
ordenación sacerdotal el 29 de junio
de 1965. Juan Pablo II le nombró
obispo de Rieti el 30 de noviembre
de 1996; recibió la ordenación episcopal el 6 de enero de 1997.
Lutos en el episcopado
Monseñor TADEUSZ JÓZEF ZAWISTOWSKI, obispo titular de Ospita
y auxiliar emérito de la diócesis
de Łomza (Polonia), falleció el 1
de junio. Había nacido en Sztabin, diócesis de Ełk, el 16 de enero de 1930. Era sacerdote desde el
3 de julio de 1955. El Papa Pablo
VI le nombró obispo titular de
Ospita y auxiliar de Łomza el 12
de mayo de 1973; recibió la ordenación episcopal el 29 de junio
de dicho año. Benedicto XVI
aceptó su renuncia a la función
de auxiliar de la diócesis de Łomza el 11 de febrero de 2006.
CELESTINE
Monseñor
PETER
ELAMPASSERY, O.F.M.CAP., obispo
emérito de Jammu-Srinagar (India), falleció el 27 de mayo. Había nacido en Muttuchirra, eparquía de Palai de los siro malabares, el 28 de junio de 1938. Era
sacerdote desde el 3 de octubre
de 1966. Juan Pablo II le nombró
obispo de Jammu-Srinagar el 3
de abril de 1998; recibió la ordenación episcopal el 6 de septiembre de dicho año. El Papa Francisco aceptó su renuncia al gobierno pastoral de dicha diócesis
el 3 de diciembre de 2014.
HA NOMBRAD O:
Ambrose Rebello nació en Nirmal, diócesis de Amravati, el 17 de
febrero de 1949. Recibió la ordenación sacerdotal el 22 de abril de
1979, incardinado en la diócesis de
Aurangabad. Ha sido vicario parroquial, párroco, director del Centro
diocesano de pastoral, vicario general y canciller.
Ordinariato militar para Venezuela,
donde ha sido capellán militar, director de formación del seminario
castrense, vicario general y, desde
2014, administrador diocesano.
—Obispo de Nottingham (Inglaterra) a monseñor PATRICK MCKINNEY.
EL SANTO PADRE
HA RECIBID O EN AUDIENCIA:
Jueves 11 de junio
—Al primer ministro de Canadá,
Stephen Harper, con el séquito.
—Al cardenal Antonio María
Rouco Varela, arzobispo emérito
de Madrid.
Patrick McKinney nació en Birmingham el 30 de abril de 1954. Recibió la ordenación sacerdotal el 29
de julio de 1978. Obtuvo la licenciatura en teología en la Pontificia
Universidad Gregoriana de Roma.
En su ministerio ha sido colaborador parroquial; profesor en el seminario, donde más tarde fue rector;
párroco; vicario episcopal.
A los obispos de la Conferencia
episcopal de Letonia y Estonia, en
visita «ad limina Apostolorum»:
Domenico Pompili nació en Roma el 21 de mayo de 1963. Recibió
la ordenación sacerdotal el 6 de
agosto de 1988, incardinado en la
diócesis de Anagni-Alatri. Se doctoró en teología moral en la Pontificia
Universidad Gregoriana de Roma.
Ha desempeñado, entre otros, los siguientes cargos: secretario del obispo de Anagni, director de la Oficina
diocesana para las comunicaciones
sociales, párroco, consiliario de la
Acción católica diocesana y vicario
episcopal para la pastoral. Desde
2007, en la Conferencia episcopal
italiana, es director de la Oficina nacional para las comunicaciones sociales; y desde 2009 subsecretario de
dicha Conferencia episcopal.
—Obispo titular de Bardstown y auxiliar de la diócesis de Brooklyn
(Estados Unidos) al presbítero JAMES MASSA.
—Monseñor Jānis Bulis, obispo
de Rēzekne-Anglona (Letonia).
—Obispo Ordinario militar para Venezuela a monseñor BENITO ADÁN
MÉNDEZ BRACAMONTE, hasta ahora
administrador diocesano de dicho
O rdinariato.
Witold Mroziewski nació en Augustow, diócesis de Łomza (Polonia)
el 25 de marzo de 1966. Recibió la
ordenación sacerdotal el 29 de junio
de 1991. Se doctoró en derecho canónico en la Universidad católica de
Lublin, Polonia. Inició su ministerio
en su país de origen como vicario
parroquial y en 1992 fue enviado a
Brooklyn para la atención pastoral
de comunidad polaca, donde ha sido vicario parroquial, párroco, juez
del Tribunal diocesano, coordinador
del apostolado de los polacos,
miembro del consejo presbiteral y
defensor del vínculo.
—Obispo de Rieti (Italia) a monseñor D OMENICO POMPILI, subsecretario de la Conferencia episcopal italiana y director de la Oficina nacional para las comunicaciones sociales.
Benito Adán Méndez Bracamonte
nació en Menegrande, estado Zulia,
el 3 de diciembre de 1962. Recibió la
ordenación sacerdotal el 26 de julio
de 1990, incardinado en la diócesis
de Trujillo. Se especializó en bioética en el Pontificio Ateneo Regina
Apostolorum de Roma. Ha sido vicerrector del seminario diocesano,
director del periódico diocesano y
párroco. En 2001 se incardinó en el
James Massa nació en Jersey City,
archidiócesis de Newark, el 3 de
septiembre de 1960. Recibió la ordenación sacerdotal el 25 de octubre
de 1986, incardinado en la diócesis
de Brooklyn. Ha sido vicario parroquial, docente, director ejecutivo del
Comité ecuménico e interreligioso
de la Conferencia episcopal y moderador de la curia.
—Obispo titular de Walla Walla y
auxiliar de la diócesis de Brooklyn
(Estados Unidos) al presbítero WITOLD MROZIEWSKI.
Nombramientos pontificios
El Papa ha nombrado miembros de la Comisión pontificia de arqueología
sacra: a monseñor CARLOS ALBERTO DE PINHO MOREIRA AZEVED O, delegado del Consejo pontificio para la cultura; y a los señores: prof. MARCELLO
ROTILI, docente Ordinario de arqueología cristiana y medieval en la Segunda Universidad de Nápoles; prof. PAOLO LIVERANI, docente asociado de topografía de Italia antigua en la Universidad de los estudios de Florencia.
El Santo Padre ha nombrado revisor general al doctor LIBERO MILONE.
El Pontífice ha nombrado consultora de la Congregación para las causas de
los santos a la hermana Marcella Farina, F.M.A., profesora de teología fundamental y teología dogmática en la Pontificia Facultad de ciencias de la educación «Auxilium» de Roma.
—Monseñor Zbigņevs Stankevičs, arzobispo de Riga (Letonia).
—Monseñor Edvards Pavlovskis,
Obispo de Jelgava (Letonia).
—Monseñor Viktors Stulpins,
obispo de Liepāja (Letonia).
—Monseñor Philippe Jourdan,
obispo titular de Pertusa, administrador apostólico de Estonia.
Viernes, día 12
—Al cardenal Edoardo Menichelli, arzobispo de Ancona-Ósimo
(Italia).
—A la presidenta del consejo de
ministros de Polonia Ewa Kopacz,
con el séquito.
—Al padre Ricardo E. Facci,
fundador y presidente de «Hogares nuevos-Obra de Cristo».
Sábado, día 13
—Al cardenal Marc Ouellet,
prefecto de la Congregación
para los obispos.
P.S.S.,
Lunes, día 15
—Al presidente de Colombia
Juan Manuel Santos, con el séquito.
—Al metropolita Hilarion de
Volokolamsk, presidente del Departamento para las Relaciones
eclesiásticas exteriores del Patriarcado de Moscú.
—A monseñor Fortunatus Nwachukwu, arzobispo titular de Acquaviva, nuncio apostólico en Nicaragua.
—Al presidente ejecutivo del
«Banco de desarrollo de América
Latina», Enrique García.
Martes, día 16
—Al cardenal Raymond Leo
Burke, patrono de la Soberana
Orden militar de Malta, con el
príncipe y gran maestre de la Soberana Orden Militar de Malta,
fray Matthew Festing.
número 25, viernes 19 de junio de 2015
L’OSSERVATORE ROMANO
página 13
Misa del Pontífice en Santa Marta
Palabras
clave
En camino hacia Dios y hacia los
demás, en el servicio y la pobreza.
Así se podría sintetizar la meditación del Papa Francisco durante la
misa que celebró en Santa Marta el
jueves 11 de junio. Al comentar el
pasaje de san Mateo (10, 7-13), donde «Jesús envía a sus discípulos a
anunciar el Evangelio, la buena nueva, el Evangelio de salvación», el
Pontífice destacó cómo se pueden
extrapolar «tres palabras clave para
comprender bien lo que Jesús quiere
de sus discípulos» y «de todos nosotros que le seguimos a Él». Las tres
palabras son: «camino, servicio y
gratuidad».
Ante todo, Jesús envía «a un camino». Un camino que, claro está,
no es un simple «paseo». Lo que
hace Jesús, explicó el Papa Francisco, «es un envío con un mensaje:
anunciar el Evangelio, salir para llevar la salvación, el Evangelio de la
salvación». Y esta es «la tarea que
Jesús da a sus discípulos». Por ello,
quien «permanece paralizado y no
sale, no da a los demás lo que ha recibido en el bautismo, no es un auténtico discípulo de Jesús». En efecto, «le falta la misionariedad», le falta «salir de sí mismo para llevar algo
de bien a los demás».
Existe también, profundizó el Papa, otro «itinerario del discípulo de
Jesús», o sea «el itinerario interior»,
el del «discípulo que busca al Señor
todos los días, en la oración, en la
meditación». Y no es secundario,
destacó el Pontífice: «También ese
itinerario debe recorrer el discípulo
porque si no busca siempre a Dios,
el Evangelio que lleva a los demás
será un Evangelio débil, aguado, sin
fuerza».
Así, pues, hay un «doble camino
que Jesús quiere de sus discípulos».
Esto contiene la «primera palabra»
que pone de relieve el Evangelio de
hoy: «caminar, camino».
Está luego la segunda: «servicio».
Y está estrechamente relacionada
con la primera. Es necesario, en
efecto, dijo el Papa, «caminar para
servir a los demás». Se lee en el
Evangelio: «Id y proclamad que ha
llegado el reino de los cielos. Curad
enfermos, resucitad muertos, limpiad
leprosos arrojad demonios». Aquí
está el «deber del discípulo: servir».
Al respecto el Pontífice fue muy claro: «Un discípulo que no sirve a los
demás no es cristiano».
Punto de referencia de cada discípulo debe ser lo que «Jesús predicó
en las dos columnas del cristianismo: las bienaventuranzas y, después,
el «protocolo» a partir del cual seremos juzgados», es decir, el que indicó san Mateo en el capítulo 25. Este
debe ser el «marco» del «servicio
evangélico». No hay escapatorias:
«Si un discípulo no camina para servir —dijo el Papa—, no sirve para caminar. Si su vida no es para el servicio, no sirve para vivir como cristiano».
Precisamente en este aspecto se
encuentra, en muchos, la «tentación
del egoísmo». Está quien dice: «Sí,
soy cristiano, estoy en paz, me confieso, voy a misa, cumplo los man-
damientos». Pero, objetó el Pontífice, ¿dónde está el servicio a los demás? ¿Dónde está «el servicio a Jesús en el enfermo, en el preso, en el
hambriento, en el desnudo»? Y precisamente esto es lo «que Jesús nos
dijo que debemos hacer porque Él
está allí». He aquí, la segunda palabra clave: el «servicio a Cristo en los
demás».
Existe una relación también con
«la tercera palabra de este pasaje»,
que es «gratuidad». Caminar, en el
servicio, en la gratuidad. Se lee de
hecho: «Gratis habéis recibido, dad
gratis». Una cuestión fundamental
que empuja al Señor a aclararla bien
por si «los discípulos no hubiesen
entendido». Él les explica: «No os
procuréis en la faja oro, plata ni cobre, ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas». Como diciendo,
puntualizó el Papa Francisco, que
«el camino del servicio es gratuito
porque nosotros hemos recibido la
salvación gratuitamente». Ninguno
de nosotros «ha comprado la salvación, ninguno de nosotros la ha merecido»: la tenemos por «pura gracia
del Padre en Jesucristo, en el sacrificio de Jesucristo».
Por eso, dijo el Papa, «es triste
cuando se encuentran cristianos que
olvidan esta Palabra de Jesús: «Gratis habéis recibido, dad gratis». Y es
triste cuando las que se olvidan de
la gratuidad son «comunidades cristianas», «parroquias», «congregaciones religiosas» o «diócesis». Cuando
esto sucede, advirtió el Pontífice, es
porque detrás «existe el engaño» de
presumir «que la salvación viene de
las riquezas, del poder humano».
Después el Papa Francisco, finalizó así su reflexión: «Tres palabras.
Camino, pero camino como un envío para anunciar. Servicio: la vida
del cristiano no es para sí mismo, es
para los demás, como fue la vida de
Jesús». Y en tercer lugar, «gratuidad». Así, dijo, podremos volver a
poner nuestra esperanza en Jesús,
quien nos envía así una esperanza
que nunca defrauda». Por el contrario, «cuando la esperanza está en la
propia comodidad en el camino o la
esperanza está en el egoísmo de buscar las cosas para sí» y no para servir a los demás, o bien «cuando la
esperanza está en las riquezas o en
las pequeñas seguridades mundanas,
todo esto se derrumba. El Señor
mismo hace que se derrumbe».
De aquí la invitación final del
Pontífice a proseguir la celebración
eucarística: «Hagamos este camino
hacia Dios con Jesús en el altar, para
después caminar hacia los demás en
el servicio y en la pobreza, sólo con
la riqueza del Espíritu Santo que Jesús mismo nos ha dado».
Cómo se custodia
el corazón
Comprender los tiempos de Dios,
tener el corazón libre de las pasiones
negativas, para acoger el don de la
gracia y no ser, en cambio, arrollados por el «rumor» de la mundanidad. Es una invitación a custodiar el
propio corazón para darse cuenta
del paso de Dios, la que dirigió el
Papa Francisco en la misa que celebró el lunes 15 de junio, por la mañana, en la capilla de la Casa Santa
Marta.
«La semana pasada —recordó al
inicio de la homilía— reflexionamos
acerca del consejo de san Pablo y
nuestra actitud cristiana. Y también
sobre lo que Jesús aconseja a sus
discípulos: dar gratuitamente lo que
gratuitamente han recibido». Se trata, explicó, de la «gratuidad del don
de Dios, la gratuidad de la salvación, la gratuidad de la revelación
de Jesucristo como salvador». Y «esto es un don que Dios nos dio y nos
da, cada día».
Hoy, destacó el Papa, «san Pablo
vuelve sobre este tema y en la segunda Carta a los Corintios (6, 1-10)
escribe: «Os exhortamos a no echar
en saco roto la gracia de Dios». He
aquí «la gratuidad de Dios». Por lo
tanto, insistió el Papa Francisco, no
hay que «echarla en saco roto» sino
«acogerla bien, con el corazón abierto». Añade san Pablo: «Dios, pues
dice: en el tiempo favorable te escuché, en el día de la salvación te ayudé. Pues mirad: ahora es el tiempo
favorable, ahora es el día de la salvación».
«El Señor nos escuchó y nos dio
el don, gratuitamente», afirmó el
Pontífice repitiendo las palabras del
apóstol: «Ahora es el tiempo favorable». Así, pues, continuó, «san Pablo nos aconseja no dejar pasar el
tiempo favorable, es decir, el momento en el que el Señor nos da esta gracia, nos da la gratuidad; no olvidar esto: nos la dio y nos la da
ahora».
En efecto, explicó el Papa Francisco, «en cada momento el Señor nos
vuelve a dar la gracia, vuelve a tener
este gesto con nosotros, nos vuelve a
dar este don: el don que es gratuito». Así, san Pablo exhorta a «no
echar en saco roto» la gracia de
Dios, «porque si nosotros la echamos en saco roto, daremos motivo
de escándalo». Escribe, en efecto, el
apóstol: «Nunca damos a nadie motivo de escándalo». Es precisamente
«el escándalo del cristiano que se
llama cristiano, que va incluso a la
iglesia, que va los domingos a misa,
pero no vive como cristiano: vive como mundano o como pagano». Y
«cuando una persona es así, escandaliza».
Por lo demás, dijo el Papa, «cuántas veces hemos escuchado en nuestros barrios, en los negocios: «“Mira
a ese o esa, todos los domingos va a
misa y después hace esto, esto, esto,
esto…”». Es así como «la gente se
escandaliza». Precisamente a esto se
refiere san Pablo cuando exhorta a
«no echar en saco roto» la gracia de
D ios.
Entonces, «¿cómo debemos acoger» la gracia? Ante todo, explicó el
Papa Francisco citando una vez más
a san Pablo, con la conciencia de
que «es el tiempo favorable». En
concreto, «debemos estar atentos para comprender el tiempo de Dios,
cuando Dios pasa por nuestro corazón».
Al respecto, «san Agustín decía
una hermosa frase: “Tengo miedo
cuando pasa el Señor” — “¿Por qué
tienes miedo si el Señor es bueno?”—
“No. Tengo miedo de no acogerlo,
de no comprender que el Señor está
pasando en esta prueba, en esta palabra que he escuchado, que me
conmovió el corazón, en este ejemplo de santidad, muchas cosas, en
esta tragedia”». Así, pues, recordó el
Papa, «el Señor pasa y nos da el
don». Pero es importante «custodiar
el corazón para estar atentos a ese
don de Dios».
Y, «¿cómo se custodia el corazón?», se preguntó una vez más el
Papa Francisco. «Se custodia —explicó— alejando todo rumor que no
viene del Señor, alejando muchas
cosas que nos quitan la paz». Y
«cuando se alejan esas cosas, esas
pasiones nuestras, el corazón está
preparado para comprender que está
pasando el Señor y para recibirlo a
Él y la gracia».
Por lo tanto, es importante «custodiar el corazón, custodiar el corazón de nuestras pasiones». Y «nuestras pasiones son muchas». Pero
«también Jesús en el Evangelio nos
habla de nuestras pasiones». El Papa
Francisco, en especial, repitió las palabras de san Mateo en el pasaje
evangélico propuesto por la liturgia
(5, 38-42): «Habéis oído que se dijo:
«ojo por ojo, diente por diente». PeSIGUE EN LA PÁGINA 15
L’OSSERVATORE ROMANO
página 14
viernes 19 de junio de 2015, número 25
El Papa a los scouts italianos
Integrados y no decorativos
Con una invitación a invertir en la educación y en la espiritualidad,
y a integrarse cada vez más en la pastoral de la Iglesia local, el Papa Francisco
se dirigió a los noventa mil scouts italianos que llenaron la plaza de San Pedro
y la vía de la Conciliación el sábado 13 de junio por la mañana.
El Pontífice les pidió que construyan puentes de diálogo en una sociedad que,
al contrario, levanta muros de división.
Queridos amigos de la
nos días!
AGESCI,
¡bue-
Os agradezco que hayáis venido
en gran número de todas las regiones de Italia para formar esta presencia festiva en la plaza de San Pedro. Saludo al jefe scout y la jefa
guía, al consiliario eclesiástico general, a los lobatos y lobeznas, a los
exploradores y guías, a los rovers y
escultas, con las comunidades jefes y
los sacerdotes asistentes.
Os diré una cosa —pero, ¡no os
enorgullezcáis!—: sois una parte valiosa de la Iglesia en Italia. ¡Gracias!
Quizá los más pequeños entre vosotros no se den cuenta, pero espero
que los más grandes sí. En particular, ofrecéis una contribución importante a las familias en su misión
educativa con los niños, los muchachos y los jóvenes. Los padres os los
confían porque están convencidos de
la bondad y la sabiduría del método
scout, basado en los grandes valores
humanos, en el contacto con la naturaleza, en la religiosidad y la fe en
Dios; un método que educa en la libertad con responsabilidad. Esta
confianza de las familias no se tiene
que decepcionar. Y tampoco la de la
Iglesia: deseo que os sintáis siempre
parte de la gran comunidad cristiana.
El año pasado, en agosto, os llamé por teléfono cuando estabais reunidos en el pinar de San Rossore.
¿Os acordáis? Habíais hecho una
gran ruta nacional, como decís vosotros. Y habéis escrito la «Carta de la
valentía». Esta «Carta» expresa
vuestras convicciones y aspiraciones,
y contiene una fuerte petición de
educación y escucha dirigida a vues-
tras comunidades jefes, a las parroquias y a la Iglesia en su conjunto.
Este pedido también concierne al
ámbito de la espiritualidad y de la
fe, que son fundamentales para el
crecimiento equilibrado y completo
de la persona humana.
Una vez, cuando alguien le preguntó a vuestro fundador lord Baden Powell, «¿dónde entra la religión [en el escultismo]?», respondió
que «la religión no tiene necesidad
de “entrar”, porque siempre ha estado dentro. No hay un lado religioso
del movimiento scout y un lado
no… En conjunto se basa en la religión, es decir, en la toma de conciencia de Dios y en su servicio»
(Discurso a una conferencia de comisionados scouts y guías, 2 de julio
de 1926, en: L’educazione non finisce
mai, Roma 1997, p. 43). Y esto lo
dijo en el año 26.
En el ámbito de las asociaciones
scouts a nivel mundial, la AGESCI está entre las que invierten más en el
campo de la espiritualidad y la educación en la fe. Pero todavía hay que
trabajar mucho para que todas las
comunidades jefes comprendan su
importancia y saquen sus conclusiones.
Sé que tenéis momentos formativos para los jefes sobre el acercamiento a la Biblia, incluso con métodos nuevos, poniendo en el centro el
relato de la vida vivida en relación
con el mensaje del Evangelio. Me
congratulo con vosotros por estas
buenas iniciativas, y deseo que no se
trate de momentos esporádicos, sino
que se inserten en un proyecto de
formación continua y amplia, que
penetre hasta el fondo en el tejido
asociativo, haciéndolo permeable al
Evangelio y facilitando el cambio de
vida.
Hay una cosa que me preocupa
particularmente respecto a las asociaciones católicas, y también a vosotros quiero hablaros de ella. Asociaciones como la vuestra son una riqueza de la Iglesia que el Espíritu
Santo suscita para evangelizar todos
los ambientes y sectores. Estoy convencido de que la AGESCI puede
aportar a la Iglesia un nuevo fervor
evangelizador y una nueva capacidad de diálogo con la sociedad. Por
favor: ¡capacidad de diálogo! Construir puentes, construir puentes en
esta sociedad donde existe la costumbre de hacer muros. Construid
puentes, ¡por favor! Y con el diálogo, construid puentes. Pero esto sólo
puede suceder con una condición:
que cada uno de los grupos no pierda el contacto con la parroquia del
lugar, donde tiene su sede, pero que
en muchos casos no frecuenta porque, aun prestando allí su servicio,
proviene de otras zonas. Estáis llamados a encontrar el modo de integraros en la pastoral de la Iglesia
particular, estableciendo relaciones
de estima y colaboración en todos
los niveles, con vuestros obispos,
con los párrocos y los otros sacerdotes, con los educadores y los miembros de las demás asociaciones eclesiales presentes en la parroquia y en
el mismo territorio, y no os contentéis con una presencia «decorativa»
el domingo o en las grandes ocasiones.
En la AGESCI hay muchos grupos
que ya están plenamente integrados
en su realidad diocesana y parroquial, que saben valorar la oferta
formativa propuesta por las comunidades parroquiales a los muchachos,
a los jovencísimos, a los jóvenes, a
los adultos, frecuentando, junto con
otros coetáneos, los grupos de catequesis y formación cristiana. Lo hacen sin renunciar a lo que es específico en la educación scout. Y el resultado es una personalidad más rica
y más completa. Si estáis de acuerdo, vamos adelante así.
Os doy las gracias a todos: lobatos, lobeznas, exploradores y guías,
rovers y escultas, comunidades jefes
y sacerdotes asistentes. Os acompaño con mi oración, pero también os
pido que recéis por mí.
¡Buen camino a todos vosotros!
L’OSSERVATORE ROMANO
número 25, viernes 19 de junio de 2015
página 15
Misa en Santa Marta
VIENE DE LA PÁGINA 13
ro yo os digo: no hagáis frente al
que os agravia. Al contrario, si uno
te abofetea en la mejilla derecha,
preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica,
dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla,
acompáñale dos».
Se trata, dijo el Papa, de «estar libre de las pasiones y tener un corazón humilde, un corazón manso». Y
«el corazón se custodia con la humildad, la mansedumbre, jamás con
las luchas, las guerras». En cambio,
continuó, «esto es el rumor: rumor
mundano, rumor pagano o rumor
del diablo». Pero el corazón tiene
que estar «en paz».
Por ello, continuó el Papa Francisco volviendo a proponer las palabras de san Pablo a los Corintios, es
importante no dar «a nadie motivo
de escándalo, para no poner en ridículo nuestro ministerio». Y añadió:
«Pablo habla del ministerio pero
también del testimonio cristiano, para que no sea criticado; y esto en
paz y humildad “en las tribulaciones, infortunios, apuros; en golpes,
cárceles, motines, fatigas, noches sin
dormir y días sin comer”».
«Son cosas feas», comentó el Papa Francisco. Y precisamente de todo esto «yo debo custodiar mi corazón para acoger la gratuidad y el
don de Dios». Pero, «¿cómo lo hago?» se preguntó. La respuesta está
también en las palabras de san Pablo: «Con pureza, sabiduría, paciencia, con magnanimidad, con amabilidad; con el espíritu de santidad».
En definitiva, dejar espacio a la «humildad, benevolencia, paciencia que
sólo mira a Dios y tiene el corazón
abierto al Señor que pasa».
Antes de continuar la celebración
de la misa, el Pontífice pidió al Señor «no echar en saco roto la gracia
de Dios, no echar en saco roto la
gratuidad de Dios y, para ello,
aprender a custodiar el corazón». E
invitó sobre todo a «pedir a la Virgen la gracia de la docilidad, de la
humildad, de la bondad que custodian tan bien nuestro corazón, para
no dejar que el Señor pase de largo,
para no echar en saco roto el don, la
gracia, que el Señor nos da».
Aquí, entonces, explicó la catequesis de san Pablo «sobre la limosna, la pobreza y las riquezas» que
comienza con un ejemplo de la experiencia de la Iglesia de MacedoLa «teología de la pobreza» fue el nia. Allí, «en la gran prueba de la
núcleo central de la homilía del Pa- tribulación —porque sufrían mucho
pa Francisco en la misa del martes por las persecuciones— y su extrema
16 de junio en Santa Marta. La refle- pobreza, su alegría era superabundante y fue superabundante también
xión del Pontífice partió del pasaje
la riqueza de su generosidad». Es
de la segunda carta a los Corintios decir, «al dar, al soportar las tribula(8, 1-9), donde san Pablo «organiza ciones se enriquecieron, experimenen la Iglesia de Corinto una colecta taron la alegría». Es, añadió el Papa,
para la Iglesia de Jerusalén, que vive lo que se encuentra en una de las
momentos difíciles de pobreza». Pa- bienaventuranzas: «Bienaventurados
ra evitar que la colecta se realizara vosotros, cuando os insultarán,
de modo equivocado, el apóstol cuando os perseguirán...».
«hace algunas consideraciones», una
Tras presentar ese ejemplo, san
Pablo se dirige de nuevo a
la Iglesia de Corinto: «Y
como vosotros sois ricos,
pensad en ellos, en la Iglesia de Jerusalén». Pero, preguntó el Papa, ¿de qué riqueza habla san Pablo? La
respuesta se lee inmediatamente después: «Sois ricos
en todo: en fe, en la palabra, en conocimiento, en
empeño y en el amor que os
hemos comunicado». Y sigue una exhortación: «Y lo
mismo que sobresalís en todo, sobresalid también en
esta obra de caridad». Haced que, explicó el Papa
Francisco, «esta riqueza tan
grande —el empeño, la caridad, la Palabra de Dios, el
conocimiento de Dios— llegue a los bolsillos». Porque,
Giotto, «Francisco da su manto a un pobre» (1299)
añadió, «cuando la fe no
llega a los bolsillos, no es
especie de «teología de la pobreza», una fe genuina»; y esto es «una reseñaló.
gla de oro» que se debe recordar.
Aclaraciones necesarias porque,
Del pasaje paulino emerge, por lo
explicó el Papa Francisco, «pobre- tanto, una «contraposición entre riza» es una palabra «que siempre queza y pobreza. La Iglesia de Jerucrea dificultad». Cuántas veces, en salén es pobre, se encuentra en difiefecto, hemos escuchado decir: «Pe- cultad económica, pero es rica, porro este sacerdote habla demasiado
que tiene el tesoro del anuncio evande pobreza, este obispo habla de pogélico». Y es precisamente «esta
breza, este cristiano, esta religiosa
hablan de pobreza... Son un poco Iglesia de Jerusalén, pobre», quien
comunistas, ¿no?». En cambio, des- enriqueció a la Iglesia de Corinto
tacó el Papa, «la pobreza es precisa- «con el anuncio evangélico: le dio la
mente el centro del Evangelio», tan- riqueza del Evangelio». Quien era
to que «si quitásemos la pobreza del rico económicamente en realidad era
Evangelio, no se comprendería nada pobre «sin el anuncio del Evangelio». Se da, dijo el Pontífice, «un indel mensaje de Jesús».
Riqueza
y pobreza
Audiencia al presidente de Colombia
El Papa Francisco recibió en audiencia el lunes 15 de junio, en el palacio apostólico vaticano, al presidente de la
República de Colombia, Juan Manuel Santos Calderón,
quien sucesivamente se reunió con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, y el arzobispo Paul Richard
Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados.
Durante los cordiales coloquios se evocaron las buenas
relaciones que existen entre la Santa Sede y la República
de Colombia, destacando la aportación que la Iglesia católica realizó y continua asegurando en favor del progreso humano, social y cultural de la población. Tras los temas abordados, una atención especial se le dio al estado
del proceso de reconciliación en curso en el país, a la
complejidad de las negociaciones que esto conlleva, y a
las perspectivas que podrían abrir el logro de un acuerdo
de paz.
Por último, hubo un intercambio de opiniones sobre la
situación política y social de la región, con especial atención a los esfuerzos realizados para promover la estabilidad en los países de la zona, su desarrollo armónico y
equitativo y la promoción de una cultura de la legalidad.
tercambio mutuo» y, así, «de la pobreza surge la riqueza».
En este punto, explicó el Papa,
«Pablo, con su pensamiento, llega al
fundamento de lo que nosotros podemos llamar “la teología de la pobreza”, porque la pobreza está en el
centro del Evangelio». Se lee en la
epístola: «Conocéis la gracia de
nuestro Señor Jesucristo, el cual,
siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza». Así, pues, «fue el Verbo de
Dios quien se hizo carne, el Verbo
de Dios en esta condescendencia, en
este abajarse, en este empobrecerse,
quien nos hace, a nosotros, ricos en
los dones de la salvación, de la palabra, de la gracia». Este «es precisamente el núcleo de la teología de la
pobreza», que, por lo demás, encontramos en la primera bienaventuranza: «Bienaventurados los pobres de
espíritu». Destacó el Papa Francisco:
«Ser pobre es dejarse enriquecer por
la pobreza de Cristo y no querer ser
rico con otras riquezas que no sean
las de Cristo, es hacer lo que hizo
Cristo». No es sólo hacerse pobres,
sino que se trata de dar «un paso
más», porque, dijo, «el pobre me
enriquece».
Bajando a la realidad concreta de
la vida cotidiana, el Papa explicó
que «cuando damos una ayuda a los
pobres, no hacemos cristianamente
obras de beneficencia». Estamos ante un acto «bueno», un acto «humano», pero «esto no es la pobreza
cristiana, que Pablo quiere, que Pablo predica». Porque pobreza cristiana significa «que yo doy de lo
mío y no lo superfluo, incluso de lo
necesario, al pobre, porque sé que él
me enriquece». ¿Por qué me enriquece el pobre? «Porque Jesús dijo
que Él mismo está en el pobre».
El mismo concepto lo recuerda
Pablo al escribir: «Nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo
pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza». Esto sucede
«cada vez que yo me desprendo de
algo, pero no sólo de lo superfluo,
para dar a un pobre, a una comunidad pobre, a tanta gente pobre que
le falta de todo», porque «el pobre
me enriquece» dado que «es Jesús
quien obra en él».
He aquí por qué, concluyó el Papa Francisco, la pobreza «no es una
ideología». La pobreza «está en el
centro del Evangelio». En la «teología de la pobreza» encontramos «el
misterio de Cristo que se abajó, se
humilló, se empobreció para enriquecernos». Así se comprende «por
qué la primera de las bienaventuranzas es: “Bienaventurados los pobres
de espíritu”». Y «ser pobre de espíritu —indicó el Pontífice— es ir por
este camino del Señor», quien «se
abaja tanto», hasta hacerse «pan para nosotros» en el sacrificio eucarístico. Es decir, Jesús «sigue abajándose
en la historia de la Iglesia, en el memorial de su Pasión, en el memorial
de su humillación, en el memorial
de su abajamiento, en el memorial
de su pobreza, y con este “pan” Él
nos enriquece».
De aquí la sugerencia final para la
oración: «Que el Señor nos haga
comprender el camino de la pobreza
cristiana y la actitud que debemos
tener cuando ayudamos a los pobres».
L’OSSERVATORE ROMANO
página 16
Queridos hermanos
¡buenos días!
y
hermanas,
En el itinerario de catequesis sobre la familia, hoy nos inspiramos
directamente en el episodio narrado
por el evangelista san Lucas, que
acabamos de escuchar (cf. Lc 7, 1115). Es una escena muy conmovedora, que nos muestra la compasión de
Jesús hacia quien sufre —en este caso
una viuda que perdió a su hijo único—; y nos muestra también el poder
de Jesús sobre la muerte.
La muerte es una experiencia que
toca a todas las familias, sin excepción. Forma parte de la vida; sin embargo, cuando toca los afectos familiares, la muerte nunca nos parece
natural. Para los padres, vivir más
tiempo que sus hijos es algo especialmente desgarrador, que contradice la naturaleza elemental de las relaciones que dan sentido a la familia
misma. La pérdida de un hijo o de
una hija es como si se detuviese el
tiempo: se abre un abismo que traga
el pasado y también el futuro. La
muerte, que se lleva al hijo pequeño
o joven, es una bofetada a las promesas, a los dones y sacrificios de
amor gozosamente entregados a la
vida que hemos traído al mundo.
Muchas veces vienen a misa a Santa
Marta padres con la foto de un hijo,
de una hija, niño, joven, y me dicen:
«Se marchó, se marchó». Y en la
mirada se ve el dolor. La muerte
afecta y cuando es un hijo afecta
profundamente. Toda la familia queda como paralizada, enmudecida. Y
algo similar sufre también el niño
que queda solo, por la pérdida de
uno de los padres, o de los dos. Esa
pregunta: «¿Dónde está papá?
¿Dónde está mamá?». —«Está en el
cielo». —«¿Por qué no la veo?». Esa
pregunta expresa una angustia en el
corazón del niño que queda solo. El
vacío del abandono que se abre dentro de él es mucho más angustioso
por el hecho de que no tiene ni siquiera la experiencia suficiente para
«dar un nombre» a lo sucedido.
«¿Cuándo regresa papá? ¿Cuándo
regresa mamá?». ¿Qué se puede responder cuando el niño sufre? Así es
la muerte en la familia.
En estos casos la muerte es como
un agujero negro que se abre en la
vida de las familias y al cual no sabemos dar explicación alguna. Y a
veces se llega incluso a culpar a
Dios. Cuánta gente —los comprendo— se enfada con Dios, blasfemia:
«¿Por qué me quitó el hijo, la hija?
¡Dios no está, Dios no existe! ¿Por
Los tuits en
@Pontifex_es
13 JUN [9.29 AM] La Iglesia de
hoy es la Iglesia de los mártires:
tantos testigos heroicos. Aprendamos de su valor
18 JUN [12.00 PM] Invito a todos
a detenerse a pensar en los desafíos sobre el medio ambiente.
#LaudatoSi
18 JUN [12.20 PM] Necesitamos un
nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta
En la audiencia general del miércoles 17 de junio
El derecho a llorar
A la experiencia de la muerte y del luto en la familia el Papa dedicó la
catequesis del miércoles 17 de junio, en la plaza de San Pedro. «No se debe
negar el derecho al llanto» afirmó, y recordó al mismo tiempo que sólo una
perspectiva de fe «nos protege de la visión nihilista de la muerte».
qué hizo esto?». Muchas veces hemos escuchado esto. Pero esa rabia
es un poco lo que viene de un corazón con un dolor grande; la pérdida
de un hijo o de una hija, del papá o
de la mamá, es un gran dolor. Esto
sucede continuamente en las familias. En estos casos, he dicho, la
muerte es casi como un agujero. Pero la muerte física tiene «cómplices»
que son incluso peores que ella, y
que se llaman odio, envidia, soberbia, avaricia; en definitiva, el pecado
del mundo que trabaja para la muerte y la hace aún más dolorosa e injusta. Los afectos familiares se presentan como las víctimas predestinadas e inermes de estos poderes auxiliares de la muerte, que acompañan
la historia del hombre. Pensemos en
la absurda «normalidad» con la
cual, en ciertos momentos y en ciertos lugares, los hechos que añaden
horror a la muerte son provocados
por el odio y la indiferencia de otros
seres humanos. Que el Señor nos libre de acostumbrarnos a esto.
En el pueblo de Dios, con la gracia de su compasión donada en Jesús, muchas familias demuestran con
los hechos que la muerte no tiene la
última palabra: esto es un auténtico
acto de fe. Todas las veces que la familia en el luto —incluso terrible—
encuentra la fuerza de custodiar la
fe y el amor que nos unen a quienes
amamos, la fe impide a la muerte, ya
ahora, llevarse todo. La oscuridad
de la muerte se debe afrontar con un
trabajo de amor más intenso. «Dios
mío, ilumina mi oscuridad», es la invocación de la liturgia de la tarde.
En la luz de la Resurrección del Señor, que no abandona a ninguno de
los que el Padre le ha confiado, nosotros podemos quitar a la muerte
su «aguijón», como decía el apóstol
Pablo (1 Cor 15, 55); podemos impedir que envenene nuestra vida, que
haga vanos nuestros afectos, que nos
haga caer en el vacío más oscuro.
En esta fe, podemos consolarnos
unos a otros, sabiendo que el Señor
venció la muerte una vez para siempre. Nuestros seres queridos no han
desaparecido en la oscuridad de la
nada: la esperanza nos asegura que
ellos están en las manos buenas y
fuertes de Dios. El amor es más
fuerte que la muerte. Por eso el camino es hacer crecer el amor, hacerlo
más sólido, y el amor nos custodiará
hasta el día en que cada lágrima será
enjugada, cuando «ya no habrá
muerte, ni duelo, ni llanto, ni dolor»
(Ap 21, 4). Si nos dejamos sostener
por esta fe, la experiencia del luto
puede generar una solidaridad de
los vínculos familiares más fuerte,
una nueva apertura al dolor de las
demás familias, una nueva fraternidad con las familias que nacen y renacen en la esperanza. Nacer y renacer en la esperanza, esto nos da la
fe. Pero quisiera destacar la última
frase del Evangelio que hemos escuchado hoy (cf. Lc 7, 11-15). Después
que Jesús vuelve a dar la vida a ese
joven, hijo de la mamá viuda, dice el
Evangelio: «Jesús se lo entregó a su
madre». ¡Esta es nuestra esperanza!
Todos nuestros seres queridos que ya
se marcharon, el Señor nos los de-
viernes 19 de junio de 2015, número 25
volverá y nos encontraremos con
ellos. Esta esperanza no defrauda.
Recordemos bien este gesto de Jesús: «Jesús se lo entregó a su madre», así hará el Señor con todos
nuestros seres queridos en la familia.
Esta fe nos protege de la visión
nihilista de la muerte, como también
de las falsas consolaciones del mundo, de tal modo que la verdad cristiana «no corra el peligro de mezclarse con mitologías de varios tipos», cediendo a los ritos de la superstición, antigua o moderna (cf.
Benedicto XVI, Ángelus del 2 de noviembre de 2008). Hoy es necesario
que los pastores y todos los cristianos expresen de modo más concreto
el sentido de la fe respecto a la experiencia familiar del luto. No se debe negar el derecho al llanto —tenemos que llorar en el luto—, también
Jesús «se echó a llorar» y se «conmovió en su espíritu» por el grave
luto de una familia que amaba (Jn
11, 33-37). Podemos más bien recurrir
al testimonio sencillo y fuerte de
tantas familias que supieron percibir,
en el durísimo paso de la muerte,
también el seguro paso del Señor,
crucificado y resucitado, con su irrevocable promesa de resurrección de
los muertos. El trabajo del amor de
Dios es más fuerte que el trabajo de
la muerte. Es de ese amor, es precisamente de ese amor, de cual debemos hacernos «cómplices» activos,
con nuestra fe. Y recordemos el gesto de Jesús: «Jesús se lo entregó a
su madre», así hará con todos nuestros seres queridos y con nosotros
cuando nos encontremos, cuando la
muerte será definitivamente derrotada en nosotros. La cruz de Jesús derrota la muerte. Jesús nos devolverá
a todos la familia.
El Papa habla de la encíclica y piensa en los refugiados
Perdón por quien cierra la puerta
Al saludar a los fieles el Papa habló
de la encíclica «sobre el cuidado de
la casa común que es la creación» y
lanzó un llamamiento en favor de los
refugiados, invitando a «pedir perdón
por las personas e instituciones que
cierran la puerta a esta gente».
Mañana, como sabéis, se publicará
la encíclica sobre el cuidado de la
«casa común» que es la creación.
Esta «casa» nuestra se está arruinando y esto perjudica a todos, especialmente a los más pobres. Mi
llamamiento se orienta a la responsabilidad, a partir de la tarea que
Dios dio al ser humano en la creación: «cultivar y custodiar» el «jardín» en el que lo puso (cf. Gn 2,
15). Invito a todos a acoger con
ánimo abierto este documento, que
se sitúa en la línea de la doctrina
social de la Iglesia.
El sábado próximo se celebra la
Jornada mundial del refugiado,
promovida por las Naciones Unidas. Recemos por los numerosos
hermanos y hermanas que buscan
refugio lejos de su tierra, que buscan una casa donde vivir sin temor,
para que sean siempre respetados
en su dignidad. Aliento la obra de
quienes les ofrecen su ayuda y deseo que la comunidad internacional
actúe de forma concorde y eficaz
para prevenir las causas de las migraciones forzadas. Y os invito a
todos a pedir perdón por las personas e instituciones que cierran la
puerta a esta gente que busca una
familia, que busca ser custodiada.