Hacer cine para deducir impuestos - Jausas

24 DINERO
DOMINGO, 12 OCTUBRE 2014 LA VANGUARDIA
FINANZAS m
PRODUCTOS FINANCIEROS
Hacer cine
para deducir
impuestos
Entidades financieras y gestoras
aprovechan el tirón de un producto
que ofrece rentabilidades del 25%
pago del impuesto –dice Motilla–. Quien paga esos tributos asume un crédito fiscal”.
Será el fisco quien le devolverá
lo invertido, e incluso más...
Es cierto que el Gobierno central estimula la producción de cine. Lo hace a través de subvenciones. Sin embargo, existe otro estímulo: el fiscal. Tras beneficiarse
de hipotéticas subvenciones, el
productor de cine también puede aplicarse una deducción fiscal
del 18% al coste de producción
de una película.
“Como ya tiene otras deducciones, el productor no suele estar
interesado en esta otra deducción fiscal”, dice Motilla.
Aquí es donde entra en escena
la figura de la agrupación de interés económico (AIE). La AIE pasa a convertirse en la productora
de la película y, como tal, disfruta
de esa deducción del 18%. Se trata de una entidad fiscalmente
transparente, de manera que el
crédito fiscal va a manos de los
socios, de forma individualizada.
Para entenderlo, conviene ver
un ejemplo. Pongamos que una
película ha costado cinco millones de euros. Parte del dinero ha
llegado desde canales convencionales, como cesión de derechos
de explotación a las televisiones,
o contratos de ventas internacionales. Y otra porción, un millón
de euros, se pone a partes iguales
entre dos inversores particulares
(500.000 euros cada uno), que
son quienes componen la AIE (es
decir, la productora). Como la
productora puede deducirse el
m No se trata de un
producto tradicional:
la AIE recoge
rentabilidad mediante
la deducción fiscal
Para entrar en este mercado hace falta entre 150.000 y 200.000 euros
P
Sergio Heredia
roducir una película
puede convertirse en
un negocio de lo más
rentable. Existen productos financieros
que prevén esa posibilidad. Se
trata de fórmulas distintas a los
productos más convencionales
en el encaje y en la ejecución, y
que resultan extraordinariamente rentables, muy por encima de la mayoría de sus hipotéticos rivales, o eso aseguran
quienes los gestionan. Se calcula que ofrecen unos rendimien-
GETTY
tos medios superiores al 25%, nada que ver con depósitos o bonos
e, incluso, con títulos bursátiles:
hacer cine puede producir pingües beneficios.
Eso sí, de entrada valga un
apunte. No cualquier inversor tiene acceso a este universo. Para
entrar en este mercado hace falta
un mínimo de entre 150.000 y
200.000 euros, desvela Patricia
Motilla, socia de fiscalidad del bufete Jausàs. Y su distintivo está
en la tributación: sólo tolera al pagador de impuestos.
“No se trata de colocar tu dinero, sino de sacarle rentabilidad al
18% del coste total de la película
(por los cinco millones, salen
unos 900.000 euros), entonces
cada uno de los inversores recuperará toda su inversión (los
500.000 que había invertido), y
podrá deducirse otros 200.000
cada uno de ellos (entre ambos
suman 400.000 euros, que son
los que faltan hasta los 900.000).
“La rentabilidad está en que el
inversor recupera lo invertido,
más el crédito fiscal por esos
400.000 euros: a cada uno de
ellos le sobrarán 200.000 euros.
Si se tiene en cuenta otros impactos motivados por las subvenciones recibidas por la película, el inversor privado podría llegar a obtener hasta un 30% de lo invertido”, calcula Motilla.
Según los expertos, la fórmula
apenas se conoce en el imaginario financiero. Cuentan que los
bancos promocionan la fórmula
de la AIE entre sus redes VIP, y
que pocas veces se la ofrecen al
inversor particular. “A través del
sistema de boca a boca, acudimos
a colegios de notarios o de registradores, por ver si están interesados en invertir en alguna película”, concluye Motilla.
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Rentabilidad
y tipos a cero
JESÚS SÁNCHEZ QUIÑONES
DIRECTOR
GENERAL
DE RENTA 4
Aunque tarde, el Banco Central
Europeo (BCE) se ha unido al
resto de grandes bancos centrales situando los tipos de interés
en niveles prácticamente nulos. A su vez, ha anunciado la
inyección de una ingente cantidad de dinero, con el efecto de
haber logrado reducir de forma
muy significativa los tipos de interés exigidos a los bonos emitidos por los distintos estados europeos. La previsión del propio
BCE es que los tipos seguirán
en niveles muy bajos durante
un largo periodo de tiempo.
El principal damnificado de
esta situación de los tipos de interés en mínimos es el ahorrador o inversor más conservador. Sin asumir riesgos la rentabilidad que podrá obtener a partir de ahora es cercana a cero.
Teniendo en cuenta que: los
bancos tienen que pagar al
BCE por depositar dinero en la
entidad; la rentabilidad de las
letras del Tesoro se sitúa en el
0,2% (antes de comisiones); y
la rentabilidad del bono alemán a dos años es negativa, es
decir, el inversor paga por tener dichos bonos, cualquier
rentabilidad obtenida llevará
implícita la asunción de algún
tipo de riesgo.
Los riesgos en las inversiones existen, aunque suelen pasar desapercibidos hasta que se
materializan. La quiebra de
Lehman Brothers hizo que todos los inversores que habían
apostado por productos estructurados referenciados a los
más diversos índices bursátiles
o incluso acciones de compañías concretas, perdieran su dinero por la materialización del
riesgo emisor, al ser el emisor
del producto Lehman.
Para la obtención de rentabilidad no hay atajos: es necesario asumir riesgos. Si se desea cubrir todos los riesgos, la
rentabilidad lograda será cero.
Analicemos los principales
riesgos que ha de asumir el inversor:
Riesgo emisor: traducido en riesgo de quitas por la insolvencia
del emisor del producto. Los
damnificados de las preferentes asumieron, consciente o inconscientemente, este riesgo.
En el caso de la deuda pública
emitida en euros también existe un riesgo emisor. Ninguno
de los estados europeos, ni obviamente ninguna comunidad
autónoma, tiene capacidad para emitir moneda en el momen-
to del vencimiento de las obligaciones. Por tanto, existe riesgo de
incumplir sus obligaciones a vencimiento. Recuérdese el caso de
la deuda pública griega.
Riesgo de iliquidez: al no poder materializar la inversión en cualquier momento, bien por falta de
mercado líquido o bien por las características de la propia inversión. Al invertir en la mayoría de
los productos estructurados y
fondos garantizados se incurre
en este tipo de riesgo. De tal forma que si se necesita rescatar el
dinero antes del vencimiento, o
no es posible, o se sufren cuantiosas penalizaciones. La inversión
en inmuebles corre, entre otros,
el grado de la iliquidez. A mayor
iliquidez, mayor incertidumbre
sobre el valor de realización de la
inversión en un momento de necesidad.
Riesgo de valoración: aunque suele
asociarse a la inversión en bolsa,
directamente o a través de productos como los fondos de inversión, no es exclusivo de la renta
variable. Es la contrapartida a la
liquidez diaria de la inversión. Se
puede deshacer en cualquier momento al precio de mercado. Es
m Con los actuales tipos
de interés, si se desea
obtener rentabilidad
en las inversiones los
riesgos son inevitables
una ficción considerar que la inversión en activos ilíquidos como
los inmuebles no asume riesgos
de valoración. La inexistencia de
un mercado líquido y transparente de precios en cada momento
esconde las caídas de valor que
se producirían si se necesitase
vender el activo en un momento
concreto al mejor postor.
En el escenario actual, cada
vez es más frecuente escuchar la
opinión, incluso de profesionales
de la inversión, que con los tipos
de interés en los niveles actuales
los inversores se verán forzados
a desplazar parte de su ahorro a
la renta variable en busca de rentabilidad. Las fuertes caídas de
las bolsas europeas en el último
mes, superiores al 7%, ponen en
cuestión el mencionado argumento. No todos los inversores están
dispuestos a sufrir fuertes oscilaciones en la valoración de sus inversiones, aunque exista una previsión razonable de rentabilidad
en el medio plazo.
Cada inversor deberá elegir y
medir los riesgos que está dispuesto a asumir. Si se desea obtener rentabilidad en las inversiones es inevitable asumir riesgos.
La rentabilidad sin riesgo no existe, si es que alguna vez existió.