Diálogo Latinoamericano

Diálogo latinoamericano : Apertura argentina / Alejandro Auat ...
[et al.] ; compilado por Enrique Del Percio. - 1a ed . - Ciudad
Autónoma de Buenos Aires : Editorial Octubre ; Ciudad Autónoma
de Buenos Aires : DAR-Desarrollo Argentino ; Ciudad Autónoma de
Buenos Aires : Universidad Metropolitana para la Educación y el
Trabajo. Centro de Innovación para los Trabajadores, 2015.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-3957-05-5
1. América Latina. 2. Filosofía Política. I. Auat, Alejandro II. Del
Percio, Enrique, comp.
CDD 320.01
DAR Desarrollo Argentino
Equipo de estudios Diálogo Latinoamericano
Director: Cristian Breitenstein
Coordinador: Enrique Del Percio
Autores y autoras agradecen la colaboración de los miembros de la
Fundación DAR, quienes quedan liberados de toda responsabilidad por
el contenido de los trabajos acá publicados.
Índice
Presentación ......................................................................................
5.
I LAS IDEAS Y LOS CONCEPTOS
- Pensar desde América Latina: desafíos y resignificaciones
Alejandro Auat ....................................................................................
9.
- Bailando en los abismos. Pueblo y fraternidad ante la crisis de
las ideologías tradicionales
Enrique Del Percio ............................................................................. 26.
- Derecho y Globalización. Elementos para una teoría jurídica situada
Carlos María Cárcova ........................................................................ 53.
- Consideraciones sobre ley y justicia desde Nuestra América:
La amistad política en Martín Fierro
Rebeca Canclini .................................................................................
62.
- Aportes para un enfoque geocultural en américa
José Tasat ..........................................................................................
72.
- Arte Latinoamericano Contemporáneo:Estética - ética - política
Ma. Eugenia Luases García ..............................................................
84.
- El pueblo como construcción geocultural en Günter Rodolfo Kusch
Dra. Ana María Zagari ........................................................................ 91.
- Sobre la discriminación biopolítica y la perspectiva latinoamericana
Miguel Santagada .............................................................................. 106.
II HISTORIA Y MEMORIA
- Unidad Latinoamericana y Continentalismo: para una teoría del
gobierno y una filosofía política de la Patria Grande
Roy Williams .......................................................................................
- América en el universalismo político y jurídico de Francisco de Vitoria
Humberto Podetti ..............................................................................
- Cuando la necesidad se hizo virtud: la idea de unión latinoamericana a mediados del siglo XIX
Clara Alicia Jalif de Bertranou .........................................................
- Fraternidad: de principio político ocultado a eje político descolonial
Domingo Ighina ..................................................................................
117.
140.
150.
174.
3.
- El aporte de la Teología Pastoral a Latinoamérica
Néstor Díaz ........................................................................................ 186.
- El Movimiento de los Trabajadores en la Argentina y en América Latina
Carlos “Pancho” Gaitán ..................................................................... 198.
- Una introducción al sistema mundo del siglo xxi
Miguel Angel Barrios ......................................................................... 208.
III LAS PROPUESTAS
- Los Canales del Diálogo Latinoamericano
Victorio Taccetti .................................................................................
- La convergencia Sur-Sur para la Universidad en América Latina.
Hacia una nueva Reforma Universitaria
Norberto Fernández Lamarra ..........................................................
- Ciencia autónoma y tecnología conveniente en América Latina
Javier Flax ..........................................................................................
- Ha llegado la hora de elaborar una doctrina de la integración
sudamericana
Mario Bertellotti ................................................................................
- Ciudadanía y migraciones en la construcción del Estado
suramericano
Humberto Podetti ..............................................................................
- ¿Insatisfechos o víctimas en América Latina?
Arq. Juan Pablo Scaglia. Colaboración: Arq. Verónica C. Gallardo ...
- Estado, seguridad pública e inteligencia: algunos desafíos para
la Argentina.
Pablo Bulcourf y Nelson Cardozo .....................................................
234.
241.
260.
282.
304.
324.
337.
4.
Presentación
Para dialogar es preciso saber escuchar: el diálogo es opuesto
al monólogo. Para dialogar también es necesario tener algo que
decir: el diálogo es opuesto a la aceptación pasiva de una verdad
impuesta. Si obediencia significa ob-audire, oír a quien está delante
sin replicar, el diálogo es desobediente. El diálogo es incómodo: es
más fácil sentir-se dueño de una verdad absoluta y, desde esa postura,
cuando las cosas salen mal, culpar a la realidad por no haber sido
capaz de amoldarse a esa verdad. También es más fácil acatar
sumisamente ideas ajenas y, sin discernimiento alguno, asumirlas como
propias para actuar y pensar con-forme a sus dictados.
La necesidad de escuchar al otro y de compartir cosas que se piensan
es la que ha impulsado a un grupo de profesionales, artistas, docentes,
gentes que procuran unir la reflexión y la acción, a dialogar periódicamente para aprender en común en el marco de la Fundación DAR. Este
libro procura reflejar la dinámica de esos diálogos. El lector encontrará
aquí desarrollos teóricos, estudios sobre pensadores de Nuestra América y propuestas para la acción que distan de ser uniformes, pero —
precisamente por esa falta de uniformidad— se cen mutuamente. No
es la esfera perfecta sino el poliedro multifacético —como diría
Francisco— la figura que mejor puede simbolizar esta obra.
Claro que siempre se dialoga desde algún lugar, no como querría el
intelectual aislado en su torre de marfil o el cientificista ascéptico, ese
que comienza sus textos diciendo: “El presente artículo tiene por objetivo...” porque realmente cree que un artículo tiene objetivos, pues ignora que los que tenemos objetivos somos los seres humanos de carne y
hueso, individual o colectivamente. Pero eso lo hace sentirse lejos de la
molesta e incómoda realidad: mira a la sociedad como si no fuera parte
de ella, como si la observara a través del microscopio. O más aún: como
si no fuera parte de este mundo, como si su ojo fuera el ojo de algún
dios eterno e inmutable. Siempre se piensa, se escucha y se dice situadamente, desde algún lugar. No es lo mismo pensar, escuchar o decir
5.
desde Londres que desde Lanús. Esta conciencia es lo que hace que los
miembros del grupo de reflexión que inspiró este libro asumamos este
diálogo como un Diálogo Latinoamericano.
Somos latinoamericanos que hemos crecido y que pensamos y actuamos en Argentina. Un país cuya clase dirigente pretendió y pretende
justificar su repugnancia por nuestra condición con la nostalgia del imaginario paraíso de la cultura europea. Su ciudad capital, su “cabeza de
Goliat” tiene un Barrio Norte, una zona Oeste, un Sur... y un Centro. Su
Este está en Europa. Allí están su Oriente y su orientación, de espaldas
a su pueblo y a doce mil años de historia. Siempre echando mano a categorías europeas para explicar el mundo y su propia realidad, ayer tildó
de bárbaros a quienes supieron interpretar las más profundas aspiraciones de las grandes mayorías: Artigas, Dorrego y hasta el propio San
Martín fueron algunas de sus víctimas más notorias. Hoy los estigmatiza
con el “insulto” de populistas.
Supuesta y presuntuosa elite que le da la espalda a ese pueblo y el
pueblo le da la espalda a ella: al no poder entender a ese pueblo, sus
exponentes más caracterizados prefieren decir que el pueblo no existe,
que “pueblo” es una palabra vacía de sentido. Con el tiempo fueron ajustando su terminología. Dejaron lo de “bárbaros” y trajeron de la Grecia
clásica el término “demagogia” para tratar de descalificar así a quienes
hicieran mención a esa realidad, pero cuando esa palabra pasó a ser
políticamente incorrecta la reemplazaron con el uso peyorativo del concepto de “populismo”. Es curioso, pero los mismos que evitan hablar de
“pueblo” por considerarlo un concepto equívoco, imposible de definir, no
trepidan en emplear una palabra que sirve para designar tanto a los partidos y movimientos xenófobos y ultraderechistas europeos como a los
movimientos policlasistas y multiétnicos latinoamericanos. Es también
curioso que no suelan calificar de populistas a los gobiernos de Margaret Thatcher o de Ronald Reagan a pesar de que les caben los atributos
que ameritan ese mote.
Haciéndonos cargo de esta negación de lo popular y de lo latinoamericano por parte de ese segmento no poco relevante de nuestra intelectualidad, es que proponemos que este primer libro de nuestro grupo
sea una “apertura argentina” que asuma su situacionalidad en plenitud.
Obviamente, no estamos proponiendo rechazar toda idea o propuesta
originada en Europa o Estados Unidos. Lo que proponemos es un diálogo
con esas tradiciones de pensamiento, así como con las surgidas en otras
latitudes: desconocer la riqueza de la sabiduría bantú, china o árabe es
6.
una ignorancia imperdonable, no por una irrelevante exigencia de erudición, sino por negar la posibilidad de encontrar nuevas alternativas a los
grandes problemas que nos afectan hoy como humanidad. Como decíamos, dialogar es escuchar y también tener algo para decir: nuestro decir
se nutre de siglos de historia, de conflictos y armonías, de grandezas y
horrores. Somos la resultante de la sedimentación de la sabiduría de los
primeros pobladores de nuestras tierras, que a su vez dialogaron con la
cultura andina y tupí guaraní. Lo queramos o no, somos también fruto
de la herencia colonial ibérica -de la España de Pizarro pero también de
Montesinos y Bartolomé de las Casas- y del aporte del África negra, así
como de las tradiciones que trajeron y traen consigo migrantes de todos
los continentes.
El olvido de esta herencia lleva a forzar la realidad para hacerla entrar
en categorías eficaces para otras latitudes pero totalmente inservibles
para la nuestra. El problema es que las categorías analíticas son siempre
-se tenga o no conciencia de ello- presupuestos para la acción. Como
decía Jauretche, en lugar de hacer un traje a medida se procura amoldar
el cuerpo al traje ya confeccionado, y si el cuerpo no se adecua, pues
la culpa es del cuerpo. Eso da lugar a dos actitudes sólo en apariencia
contrapuestas: por derecha, al “disciplinamiento” por la fuerza física o
simbólica, y por izquierda, a la crítica de esa realidad que se resiste a ser
encasillada, actitud tan frecuente en esos intelectuales que confunden el
pensamiento crítico con la crítica de todo pensamiento realista. Soberbios ignorantes henchidos de erudición que con irónico desdén se burlan
de los que saben que es posible actuar juntos para afrontar y, así, transformar esa realidad. Militantes de la nada que de tanto estar de vuelta de
todo ya no son capaces de ir a ninguna parte.
Claro que el pensamiento crítico es importante, pero no suficiente.
Hace falta un pensamiento audaz, que nos permita pensar no solamente
para, sino sobre todo desde Nuestra América. Esperamos que el lector
comparta con nosotros la alegre y apasionada experiencia de trabajar
juntos para que nuestra Patria Grande contribuya a la construcción de
un mundo con más voces para dialogar, con más ideas para decir y escuchar, con más propuestas para que cada cual pueda vivir una vida que
merezca ser vivida.
Cristian Breitensetin
Enrique Del Percio
7.
I LAS IDEAS Y LOS CONCEPTOS
Pensar desde América Latina: desafíos y resignificaciones
Alejandro Auat1
La apuesta de este capítulo es pensar desde más que sobre nuestra
América. Esto es lo que una ya importante tradición de la filosofía latinoamericana ha llamado el pensar situado. ¿En qué consiste la situacionalidad del pensar? Vengo sosteniendo, en continuidad con esa tradición, que la situacionalidad del pensar no consiste meramente en la
obvia alusión a las circunstancias que imprimen un sesgo particular a
cada pensamiento, sino en la asunción crítica, hermenéutica y axiológica
del punto de vista desde donde se habla y piensa, de tal manera que el
compromiso político resulta un componente ineludible del pensamiento
más serio. Un compromiso que condiciona la direccionalidad de nuestras búsquedas y respuestas teóricas, pero también la rigurosidad de las
mismas.
I) En primer lugar, trataré de agregar algunas precisiones a lo ya
dicho en otros textos sobre la situacionalidad. El acento recaerá
fundamentalmente en el carácter disposicional de la categoría de
“situación”, en tanto modo de posicionarse y ordenar los desafíos
que se le presentan a la filosofía política.
II) Se propone a continuación la consideración de dos tipos de desafíos: (a) el debate sobre los fines o proyectos de sociedad, entendidos de manera no escindida de sus mediaciones institucionales y
estratégicas, por un lado; y (b) la explicitación de tensiones creativas y tensiones paralizantes en la situación actual.
III) Luego, algunas proposiciones sobre la necesaria re-significación
del Estado, el Derecho y la Democracia en los actuales procesos
políticos latinoamericanos, y en el marco de políticas públicas
emancipatorias de los últimos años.
1 Doctor en Filosofía. Director de la Licenciatura en Filosofía de la Universidad Nacional de Santiago
del Estero. Profesor de Filosofía Política (UNSE). Autor de Hacia una filosofía política situada (Walthuter, Bs. As. 2011) entre otros textos.
9.
IV) Finalmente, concluiremos en la necesidad del compromiso político como componente ineludible de la situacionalidad para que el
pensamiento sea no sólo crítico sino también audaz.
I) La situación
A lo ya dicho en otro lado2, quisiera agregar ahora algunas precisiones sobre este concepto3. La “situación” fue pensada por los medievales
como un predicamento o accidente de la sustancia corpórea, en cuanto que las partes de esta se hallan “dispuestas de cierta manera”. Con
esto retomaban la caracterización de las categorías aristotélicas como
aquella determinación universal o modalidad en la que un ente existe o
es objeto de atribución. La situación fue incluida sólo en una de las listas
de las categorías que hace el Estagirita, y que abandona luego en otros
escritos. Los medievales, sin embargo, continuaron hablando de las diez
categorías mencionadas inicialmente por Aristóteles, incluyendo el situs
como una de ellas. El situs no debe ser confundido con el locus: el primero se refiere al segundo como el contenido al continente. Tomás de Aquino dice que el situs es “el orden de las partes en el lugar”, y destaca que
es precisamente el ‘orden’ o ‘disposición’ lo que situs añade a ubi (que
es la relación de una cosa con el lugar). El situs indica una posición, una
postura, una dispositio, que puede ser permanente (habitus) o inestable
(la movilidad que deriva de la naturaleza misma de una determinación
que es, de suyo, inestable).
Esta caracterización de esa modalidad de hablar sobre la realidad
(praedicamentum) abona nuestra posición de pensar la situacionalidad
del pensar como un compromiso político. El acento recae sobre la disposición, sobre un modo de posicionarse. Análogamente, la situacionalidad del pensar es una toma de posición que se asume ante un horizonte
de desafíos: es elegir el punto desde donde se mira, el topos o locus de
nuestro discurso, y especificarlo axiológicamente con las opciones valorativas que disciernen las alternativas en juego. La explicitación de ese
punto de vista hermenéutico y axiológico forma parte de la rigurosidad
del pensar, tanto por la honestidad intelectual como por las exigencias
epistémicas de respetar modos y caminos de la disciplina que se ejercita, aún para dejarlos indisciplinariamente de lado4.
2 Auat, Alejandro, Hacia una filosofía política situada, Buenos, Aires, Walthuter, 2011.
3 El Léxico técnico de Filosofía Medieval preparado por Silvia Magnavacca nos servirá de guía.
4 Cf. Del Percio Enrique, “Aportes a una teoría de la indisciplina. Notas sobre política y epistemología”,
conferencia en el Instituto de la Espacialidad Humana de la Fac. de Arquitectura de la UBA, octubre
de 2010.
10.
Esta disposición se hace habitus cuando el compromiso es sostenido
en el tiempo. El compromiso recae sobre los valores y los fines: lo que
es inalterable es la direccionalidad, no los medios o los caminos. Claro
que hablamos de una “inalterabilidad” de fines y de valores, a su vez
interpretados y elegidos no de manera individual, sino en procesos comunitarios de autoidentificación, cristalizados en logros históricos irrenunciables y traducidos en banderas o consignas que se convierten en
criterios sedimentados en la experiencia sapiencial de los pueblos5. No
se trata de esencias inmodificables por cierto. Pero forman parte del
plano más profundo y estable de la acción humana. El habitus ocupa un
plano intermedio entre ese compromiso u opción ética fundamental y los
planos más superficiales de las mediaciones estratégicas de nuestras
decisiones coyunturales.
II) Desafíos
a) De fines y mediaciones
Pues bien, creo que una tarea de la filosofía política situada aquí y
ahora pasa por la explicitación argumentada, crítica y creativamente, de
esos planos más profundos de las convicciones y compromisos fundamentales que se hacen hábitos al ser sostenidos en el tiempo. Se trata
de explicitar la “direccionalidad” de las estrategias y acciones políticas.
Creo que es tiempo de devolver a la política el lenguaje de los fines y los
valores, no en abstracto, sino articulados con las mediaciones institucionales y estratégicas6. Allí es donde se juega más claramente el compromiso político que define nuestra situacionalidad, esto es, la respuesta a
la pregunta “de qué lado estamos”.
Al respecto me pareció muy estimulante la introducción de la cuestión
de si es necesaria o no la extracción de oro para vivir o para vivir bien,
en un artículo de Diego Tatián sobre la pregunta por el socialismo, pregunta posibilitada según Tatián por la coyuntura que lleva el nombre de
“kirchnerismo”7. Cuestión que va un poco más allá de la pregunta por el
modelo de extracción minera y el cuidado de la naturaleza, una de las
tensiones creativas de los procesos políticos revolucionarios en nuestra
5 Cf. Auat, Alejandro, “¿Democracia deliberativa o democracia de liberación?” en Hacia una filosofía
política situada, op. cit., pp. 147-155.
6 En esa línea Höffe sostiene que “en los procesos de decisión pública deben ser incluidas expresamente cuestiones vinculadas con los fines y la orientación normativa”. Cf. Höffe, Ottfried, Estrategias
de lo humano, Buenos Aires, Alfa Argentina, 1979. Versión de Ernesto Garzón Valdés.
7 Tatián, Diego, “El kirchnerismo y la cuestión socialista” en Página 12, sección El País, martes
31/01/2012.
11.
América actual. Ahí tenemos la experiencia de Ecuador y de Bolivia como
guías en decisiones políticas que mantienen la tensión entre la producción
industrialista que genera recursos para el “sumaj kawsay” o el “sumaj
qamaña” y ese mismo “vivir bien” solidario que es a la vez prolongación de
la humanidad en la naturaleza y naturalización de la humanidad8.
En este punto se vuelve importante distinguir entre los diferentes momentos en los que se estructura la acción humana, al menos en sociedades complejas postradicionales: no es lo mismo que la extracción de
minerales o el cultivo de soja estén en el nivel de la doctrina que en el
nivel del modelo o de un programa. Según Risco, la doctrina puede ser
entendida como la instancia bisagra entre el plano teórico y el plano
práctico, en la que se establece una priorización de valores y de fines
que dan un perfil determinado al bien común que se busca realizar. Si la
doctrina es un programa abstracto de acción, el modelo es un programa
concreto de acción. Puede ser entendido como “una estructura normativa mediatizadora que establece la escala operacional de discernimiento
para optar entre los fines intermedios más conducentes a la obtención
de un fin último”9. El modelo se proyecta hacia la acción a través de
planes ­­–que lo circunscriben a una escala de eficiencia y factibilidad­­–,
programas –que
­­
lo circunscriben a una escala de urgencias en el tiempo­­– y proyectos –que
­­
lo concretizan en áreas, sectores y núcleos problemáticos­­–, fijando metas y tareas. Es muy importante para el debate y la
superación de la tensión mencionada que se pueda identificar el sentido
y la función de los términos en cuestión. Creo que el sumaj kawsay o el
socialismo pertenecen al nivel de los fines y valores priorizados en ese
saber reunificador que hemos llamado con Risco “doctrina”, mientras
que el extractivismo denunciado en muchos procesos económicos en
marcha puede ser ubicado en el nivel de un programa o proyecto. Ahora
bien, el desafío para una filosofía política no consiste sólo en discernir
su ubicación en los diferentes planos de análisis de la acción, sino fundamentalmente en debatir la articulación y la coherencia entre medios
y fines, entre proyectos y modelos, entre modelos y doctrinas. El debate
en la Argentina en torno a la reforma de la Carta Orgánica del Banco
Central puede ser un ejemplo de lo que estamos diciendo: en el nivel
de las mediaciones institucionales y reglamentarias se pone en juego la
finalidad última a la que sirve esa institución.
8 García Linera, Álvaro, Las tensiones creativas de la revolución, Vicepresidencia del Estado, Bolivia.
9 Risco Fernández, Gaspar, Cultura y región, IIJM-UNT, Tucumán, 1991, pp. 73-81.
12.
En ese sentido, la pregunta por la posibilidad del socialismo apunta
no sólo a imaginar un horizonte poscapitalista como direccionalidad de
nuestro compromiso político, sino también a las mediaciones institucionales y estratégicas que hagan factible ese horizonte. Muchas preguntas se abren para una filosofía política situada: teniendo en cuenta las
precisiones de Dussel en este tema10, ¿deberemos imaginar un horizonte posmoderno o transmoderno? ¿Poscapitalista o transcapitalista? La
superación del capitalismo y de la modernidad. ¿Implica un cambio total
de instrumentos civilizatorios y mediaciones culturales? ¿No habrá que
revisar la vieja oposición entre reforma y revolución?
También podemos preguntarnos ¿hasta qué punto la factibilidad afecta la normatividad moral de la deseabilidad de un horizonte socialista?
¿Cómo evaluar la factibilidad de políticas socializantes? ¿En función de
su accesibilidad solamente o también habrá que incluir su estabilidad
en el mediano y largo plazo? Al respecto, Enrique Dussel ha incluido al
principio de factibilidad en el mismo nivel e igual importancia que los
principios material y formal en cuanto marco normativo de lo político11.
Y Pablo Gilabert ha puesto de manifiesto la importancia de un punto de
vista transicional asumido por los agentes políticos en el proceso de
cambiar las características centrales del entorno institucional y cultural
en el que actúan, a partir de la visión de trayectorias de reformas que
imponen obligaciones dinámicas12. Creo que todos estos aportes (Risco,
Dussel y Gilabert) abren fecundas líneas de exploración en torno a fines
y mediaciones de la política que hacemos aquí, donde nos preocupa más
para qué y cómo podemos, antes que cómo defenderse de un poder enajenado a través de un pacto. Esto es, a diferencia de la experiencia europea-moderna que condujo a la necesidad de ponerle límites al ejercicio
crecientemente absoluto de un poder sentido como ajeno a la voluntad
individual, la experiencia histórica latinoamericana orienta nuestras preguntas hacia la búsqueda de mediaciones apropiadas para ampliar la
capacidad de poder de los desposeídos13.
10 Dussel Enrique, “Sistema-mundo y transmodernidad” en Hacia una filosofía política crítica, Bilbao,
Desclée de Brouwer, 2001.
11 Dussel Enrique, Política de la Liberación II: Arquitectónica. Madrid, Trotta, 2009, § 24 , pp. 379-380.
12 Cf. Gilabert, Pablo, “Debate: Feasibility and Socialism” en The Journal of Political Philosophy, Vol.
19, Nº 1, 2011, pp. 52-63.
13 No obstante, ambas líneas tienen que ser integradas dialécticamente en la reflexión política,
pues no podemos desperdiciar ninguna experiencia histórica de los pueblos en el proceso contingente de la humanización. Cf. Auat, Alejandro, “Crítica de las razones filosóficas del garantismo” en
Hacia una filosofía política crítica, op. cit. pp. 59ss.
13.
b) Tensiones creativas y tensiones paralizantes
1. Esta última observación destaca otro punto en tensión en la filosofía
política situada: el punto de vista del actor versus el punto de vista del
espectador. Hemos señalado ya esta tensión fructífera entre lo que parecen ser dos funciones del juicio en el pensamiento de Hannah Arendt14.
La facultad de juzgar políticamente, de darse cuenta de lo que está en
juego y orientar la acción en consecuencia, requiere tanto los momentos del compromiso participante como los del distanciamiento reflexivo.
Muchas de nuestras discusiones parecen transitar la confusión entre
estos dos puntos de vista. La filosofía política tiene que hacer lugar a
sus dimensiones creativa y normativa, además de la, al parecer, más
incuestionable dimensión crítica. La acción política emancipadora se desarrolla hoy en otros escenarios, aún insuficientemente pensados. Hay
también una filosofía política que debe acompañar las experiencias de
decisión y gestión que muchos militantes llevan a cabo en ámbitos menos tranquilos que las academias. Casi toda América Latina es un gran
laboratorio de experiencias novedosas en cuanto a la redefinición del
Estado. Hace unos años, en la inauguración del VI Foro Internacional de
Filosofía en Venezuela, Álvaro García Linera ensayaba una autocrítica de
los paradigmas dominantes en la izquierda de los años sesenta y setenta,
y desde su experiencia actual como Vicepresidente de Bolivia convocaba
a pensar el Estado como una máquina complicada, relacional, objeto de
luchas y correlación de fuerzas, parte integrante de la sociedad en tanto
instancia decisoria, legitimadora de creencias y de normas, creadora de
hegemonías. No alcanza con la dimensión crítica de la filosofía: se nos
pide hoy un pensamiento audaz, creativo15.
2. Nos encontramos hoy ante otro Estado, con políticas públicas con
sentido integrador, inclusivo, emancipador. Políticas implementadas
desde la firme voluntad gobernante que supo interpretar demandas y climas sociales para arriesgarse en la confrontación con poderes fácticos
sin contar con una previa construcción de poder social. A esta especie de
decisionismo que obtiene resultados en tiempos cortos se le contrapone
un participacionismo que denuncia la falta de sustento consensual suficiente para sostener en tiempos largos un proyecto emancipador. Si bien
es una dicotomía recurrente en la reflexión y praxis política en general,
entre nosotros ha tomado perfiles propios dadas las características de
14 Cf. Auat, Alejandro, “La teoría del juicio en H. Arendt” en Hacia una filosofía política situada, op.
cit., pp. 211 y ss.
15 Cf. Del Percio, Enrique, “El pensamiento audaz como etapa superior del pensamiento crítico” en
Política o destino. Buenos Aires, Sudamericana/COPPAL, 2009, pp. 13 y ss.
14.
los eventos históricos producidos desde 2001-2003 y el contenido de las
decisiones tomadas desde entonces16. Tan impensable como la irrupción de esos liderazgos es la transformación operada por la Argentina
en el marco de una no menos sorprendente recuperación de proyectos
populares en Nuestra América. Sin idealizar procesos complejos en los
que los liderazgos juegan un rol fundamental, no se puede ignorar el
diferente grado de desarrollo de los movimientos políticos y sociales que
sostienen estos procesos en, por ejemplo, Bolivia o Brasil, respecto de
la debilidad de esa base en el caso argentino después de la larga noche
de la dictadura y del pensamiento único neoliberal.
3. Pero nos encontramos aquí con otra tensión: esas políticas de expansión de derechos y de igualación, importantes pero aún insuficientes,
se sostienen en un andamiaje electoral oportunista y no convencido de
esas mismas políticas que, sin embargo, hace posible. El pensamiento y
la acción política deben ajustar permanentemente la pupila a las variaciones de escala para discernir lo que está en juego: si en los planos más
generales prima una orientación emancipadora, es difícil ver ese sentido
en los planos más particulares. Las batallas contra los poderes fácticos
de alcance nacional parecen relegar las definiciones ante esos mismos
poderes fácticos a nivel provincial o municipal, cuando no se los tiene
incluso como aliados o socios en la acumulación que se necesita para
librar aquéllas. García Linera hablaba de la tensión entre el “núcleo duro”
del bloque social en el poder y la necesidad de ampliar ese núcleo incorporando otras clases sociales flexibilizando y concediendo, sin fórmulas
precisas. En nuestro país esa tensión es vivida dramáticamente por muchos militantes sobre todo en lugares en los que la deglución de batracios
amenaza con indigestión permanente. ¿Cuál es la escala que debe primar
en nuestra mirada? ¿Hasta cuándo? La noción de “escalas” –y la variación de escalas– espaciales y temporales, tomadas de la cartografía, de la
óptica y de la historiografía17 , pueden ser recursos útiles en el juicio pero
no eximen del peso que conlleva la carga de las decisiones militantes.
16 Ver el más que interesante debate entre Javier Flax y Marcos Novaro sobre las características
del decisionismo en Menem y Kirchner, en los números 2 y 3 de Diálogo Político, publicación trimestral de la Konrad-Adenauer-Stiftung A.C., Año XXVIII, junio y noviembre 2011. Disponible en http://
www.kas.de/argentinien/es/publications/.
17 Cf. Ricoeur, Paul, La memoria, la historia, el olvido, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica,
2000. También Santos postula la necesidad de una “ecología de las trans-escalas” en Santos, Boaventura de Sousa, Conocer desde el Sur. Para una cultura política emancipatoria, Lima, PEDTG-Fondo
editorial Fac. Cs. Sociales UNMSM, 2006. Por su parte, Fraser usa la imagen de la escala cartográfica para referirse a la problemática del “enmarque” de la justicia en un contexto global post-westfaliano, en Fraser, Nancy, Escalas de justicia, Barcelona, Herder, 2008.
15.
4. Peso que se agrava con otra tensión peculiar que viene desde el fondo
de nuestra historia y atraviesa los contextos escalonados distorsionando
los procedimientos de enfoque, no siempre en el mismo sentido por donde corren las ideologías. Me refiero a la tensión entre el cinismo hipercrítico porteño y el escepticismo conformista provinciano. No hablo de sujetos
sociales diferenciados sino de actitudes o talantes18 que han cristalizado
en esas formas del “porteño” soberbio, quejoso y ombligocéntrico, por un
lado, y el “provinciano” sumiso, quedado y resignado, por el otro.
Creo que las diversas formas de esta tensión alguna huella dejan en
nuestra praxis y en nuestra reflexión políticas. Ya el sanjuanino Sarmiento había desafiado: “soy porteño en las provincias y provinciano
en Buenos Aires”, aunque no quedara muy en firme la segunda parte
de su bravuconada dialéctica. Recurrente dicotomía en el santiagueño
Bernardo Canal Feijóo, quien intentó pensar “qué era, cómo funcionaba
realmente, esa cosa que las filosofías de la historia argentina llaman ‘el
interior’, y que ellas se representan como una especie de ente global
amorfo, oscuro, opuesto al otro ente claro, formal y específico –Buenos
Aires­–, en cierta consabida dialéctica de la existencia nacional”19. Canal
aclara, en su intento de sociología mediterránea argentina, que “no quería contestar, con una hiperestimación mediterránea, la subestimación
porteña de ese interior”, ya que la cifra del problema estaba, para él,
en la estructura real de un país en el que “ni la cabeza ni el cuerpo se
piensan recíprocamente: el cuerpo, sin duda porque cree que tiene una
cabeza que piensa por él; y la cabeza, porque no sabe que tiene cuerpo”
(p. 87). Canal Feijóo denuncia un problema constitucional y apunta a una
solución por un “reacomodo bien arquitecturado ‘de’ la cosa ‘para’ el
hombre”. Pero no deja de señalar aquí y allá la dimensión moral o cultural del problema. Dice que “el problema es de visión orgánica y estructural, de cultura política, moral, económica, etcétera, y desemboca en el
de la formación de una conciencia general en el que el todo se valorice
por la parte y la parte por el todo” (p. 64).
Aquí es donde quiero cifrar la tensión, más paralizante que creativa,
entre lo porteño y lo provinciano. Mucho de la falta de conciencia integral
puede deberse a que Buenos Aires es la parte que se piensa como todo:
un problema vecinal es allí un problema nacional. Y los porteños son
18 Diccionario RAE: modo o manera de ejecutar algo; semblante o disposición personal; estado o
calidad de algo; voluntad, deseo, gusto.
19 Canal Feijóo, Bernardo, “De la estructura mediterránea” en Ensayos sobre cultura y territorio,
Buenos Aires, UNQ/Prometeo, 2010, p. 43. Re-edición de la obra de 1948 De la estructura mediterránea argentina.
16.
“los argentinos” sin más. ¿Es este el nudo de la tensión? ¿La hipóstasis
de una particularidad erigida como universalidad? Sospecho entonces
que la discusión de esta “demasía” es crucial para una filosofía política situada, empeñada en comprender la universalidad de otra manera.
Como nos ha enseñado Mario Casalla, la vocación de totalidad de un
proyecto cultural va acompañada de una vocación de trascendencia: no
se trata pues, de una totalización imperial que subsume las otras partes,
o de una totalización abstracta que desconoce a las otras partes, sino
de un movimiento de totalización de la complejidad de cada parte que
se reconoce como tal, y al hacerlo, va más allá de sí al encuentro y confrontación con la alteridad, superando su propia y auténtica parcialidad.
La universalidad situada es el resultado de una construcción trabajosa
a partir de singularidades que, reconociéndose como tales, se totalizan
y trascienden hacia la alteridad que la reclama. Mientras que la universalidad abstracta ha expulsado “lo otro” (o lo ha reducido a sí misma), la
universalidad situada recoge y realiza a lo individual e histórico20.
Pero además de la particularidad hipostasiada en universal, he señalado un cierto cinismo21 en lo porteño contrapuesto a un escepticismo22 en lo provinciano. Si este duda del Otro y suspende la acción en la
desconfianza, aquél utiliza al Otro negándolo en la práctica e hiperactúa
en el descaro23. Es oportuno recordar aquí que en su debate con Apel,
Dussel observaba que mientras el oponente de la Ética del Discurso es
el escéptico –al que puede mostrarse la autocontradicción performativa
en la que cae­–, el de la Ética de la Liberación es el cínico –”que funda la
‘moral’ del sistema vigente sobre la fuerza irracional del Poder y que
administra la Totalidad con razón estratégica”–24. Pero en la tensión
que postulamos ahora no se trata de figuras retóricas para el análisis
discursivo sino de modos ético-políticos de situarse ante el otro, como
disposiciones o habitudes que estructuran la intersubjetividad en un talante identitario.
Ninguno de los dos talantes sirve a una política emancipadora. No se
trata por eso de una tensión creativa sino paralizante: pues no son dos
20 Cf. entre otros textos, Casalla, Mario, “Sentido y vigencia actual de la filosofía de la liberación
en América Latina” en Revista de filosofía latinoamericana y Cs. Sociales, Buenos Aires, 1989, Nº 14,
pp. 68-81.
21 Diccionario RAE: “desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas
vituperables”.
22 Diccionario RAE: “desconfianza u duda de la verdad o eficacia de algo”.
23 Diccionario RAE: “desvergüenza, atrevimiento, insolencia, falta de respeto”.
24 Dussel, Enrique, “Del escéptico al cínico” en Apel, K.O. y Dussel, E., Ética del Discurso y Ética de
la Liberación, Madrid, Trotta, 2004, pp. 171 y ss.
17.
polos opuestos que se estimulen en la confrontación, reforzando algún
aporte positivo de su identidad, sino dos posicionamientos negativos que
conspiran contra la construcción de una intersubjetividad política plural
y articulada con la suficiente capacidad para constituirse en bloque social hegemónico.
Quizás una forma de superar esta tensión paralizante sería impulsar
algún tipo de talante entusiasta: una actitud que se empeñe con vehemencia y pasión en el compromiso, sin amedrentarse frente a los obstáculos,
porque lo inspira el saberse portador de una fuerza superior, que no es la
propia sino de la de los valores y fines asumidos, descubiertos intersubjetiva e históricamente pero trascendentes a la historia. Como quien lleva
un dios dentro25.
III) Resignificaciones
Las proposiciones para el debate que voy a enunciar se plantean el
marco de las políticas públicas desarrolladas por el Estado nacional en
los últimos 10 años, y que pueden ser calificadas como “emancipatorias”, en tanto promueven la inclusión, la igualdad y la autonomía, en un
proceso latinoamericano de afirmación de la soberanía popular.
Esas políticas públicas resignifican la noción de Estado y de Derecho,
y ponen un nuevo foco a la actividad política, como militancia cualitativa
en el espacio público y compromiso político en una gestión responsable.
Resignificación de prácticas que no está exenta de las tensiones que señalamos en el apartado anterior.
a. El Estado no es hoy entre nosotros una amenaza a la cual hay
que poner límites sino una condición de posibilidad del ejercicio efectivo
de los derechos26.
b. Hay que revisar la historia de constitución del Estado a la luz de
las transformaciones que experimenta América Latina en los últimos
años. No comprarnos la historia y la experiencia moderna europea. Un
caso típico es la definición de Estado como “el componente político de la
dominación en una sociedad territorialmente delimitada”27, con lo cual
se reduce lo político al Estado y se lo ubica fuera de nosotros en una
relación asimétrica (dominación), en la que las posibilidades de acción
se reducen a la resistencia o al enfrentamiento para ponerle límites. Es
la típica mirada liberal, entre otras, que ve al Estado como amenaza a
25 Entusiasmo: ενθουσιασμός, ‘en-theos’ o ‘en-thous’, “que lleva un dios dentro”.
26 Rinesi, Eduardo, Exposición en la XI Cumbre de Rectores de América Latina y el Caribe, Santiago
del Estero, mayo de 2013.
27 O'Donnell, Guillermo, Apuntes para una teoría del Estado, en http://www.top.org.ar.
18.
nuestra libertad y a nuestros proyectos, por lo que cuanto menor sea la
interferencia de ese ente ajeno, mejor. Pero esa mirada surge de la experiencia moderna europea, en la que la burguesía naciente conquistaba
sus derechos a fuerza de limitar los de la nobleza y las monarquías absolutas. Sujetos de derecho que las teorías políticas liberales no tuvieron
dificultad en conceptualizar como sujetos políticos, mientras trasladaban
a los Estados modernos los rasgos del absolutismo monárquico contra
el cual se configuró aquel sujeto28. Cuando los liberales hablan del Estado parece que hablan del Rey. Lamentablemente esta mirada no es ajena
a las corrientes principales de la ciencia política ni a ciertas izquierdas
o progresismos modernizantes, sin advertir que se están comprando la
historia y la experiencia moderno-europea que está a la base de esa teorización29. Y el punto de inflexión de ciertos progresismos de clase media
cultural es precisamente el Estado: cómo se posicionan frente al Estado.
Acostumbrados a verlo con desconfianza o temor, les cuesta descubrir
otra faceta: un Estado posibilitador de la efectividad de los derechos y la
igualación, aún en medio de sus contradicciones o claroscuros.
c. Hay que conceder que esta mirada asociada a las experiencias
de dominación ha permitido el importante desarrollo de las teorías críticas, que nos han ayudado a denunciar y desenmascarar los dispositivos
de dominación, que aún persisten y que siempre están. Por lo que esta
perspectiva crítica nunca debe ser abandonada.
d. Pero si la experiencia europeo-moderna llevó a la necesidad de
acentuar los límites que había que poner al ejercicio crecientemente absoluto del poder, la experiencia latinoamericana nos lleva a acentuar la
necesidad de dotarnos de mediaciones apropiadas para ampliar la capacidad de poder de los desposeídos.
e. Creemos que, ante las experiencias políticas que se desarrollan
entre nosotros desde hace diez años al menos, es necesario inventar (en
el sentido originario de invenire: hallar) un pensamiento audaz como etapa superior del pensamiento crítico30. En esa dirección apenas tenemos
algunas señas o indicios, en un camino ya abierto por pensadores que
acompañan estas experiencias históricas, no como vanguardias intelec28 Cf. De Zan, Julio, Libertad, poder y discurso, eds. Almagesto/Fundación Ross, Bs.As./Rosario
1993. Pp. 64ss.
29 Cf. HÖFFE Otfried, Justicia Política, Barceloa, Paidós, 2003. (Versión de C. Innerarity y J.C. Velasco), p. 57: “La absolutización de una experiencia fundamental a costa de [la] otra y la consiguiente
separación de los conceptos ‘derecho y Estado’ y ‘justicia’ supone tanto un error científico-filosófico
con consecuencias prácticas como un prejuicio político”.
30 Cf. Del Percio, Enrique, Política o destino, op. cit., pp. 13 y ss.
19.
tuales, sino como retaguardias de las marchas iniciadas por los pueblos
y sus dirigentes en busca de la realización de las utopías de esperanza
y buen vivir. La acción política emancipadora se desarrolla hoy en otros
escenarios, aún insuficientemente pensados. Hay una filosofía política
que debe acompañar las experiencias de decisión y gestión que muchos
militantes llevan a cabo en ámbitos menos tranquilos que las academias.
f. Decíamos antes que no alcanza con la dimensión crítica de nuestros posicionamientos teórico-prácticos: se nos pide hoy un pensamiento audaz, creativo. Las vanguardias intelectuales tienden a ser puristas.
Y hay que aceptar que los procesos populares no son puros. Pero han
demostrado ser mucho más audaces y realistas para la transformación
que las más esclarecidas de las vanguardias progresistas, paralizadas
por el pesimismo de la inteligencia y el recelo frente al Estado y su evolución como Estado de Derecho.
g. El Estado de Derecho es una conquista política de la que no se
puede retroceder, pero necesita ser superada por el Estado Democrático
de Justicia.
h. Necesitamos redefinir ambos: hay que entender el Estado de Derecho no sólo como el imperio de la ley y las instituciones formales sino
como la primacía del postulado de justicia por sobre las formulaciones
legales. Lo que lleva a entender las instituciones democráticas como
atravesadas por conflictos de interpretaciones en torno a la concreción
de la justicia. Interpretación que incluye el momento de aplicación31, de
re-creación de las normas a partir de los casos concretos y de la evaluación de sus efectos o consecuencias, en el marco de una comprensión
como práctica social hermenéutica32. Las formas institucionales y de la
ley pueden ser instrumentos de la justicia o instrumentos de los privilegios: esa es una ambigüedad que se dirime en las prácticas y en vistas de
sus efectos en la realidad (Dworkin). Creemos que no hay interpretación
correcta de las normas y los procedimientos formales en forma aislada:
el criterio hermenéutico de la integridad que postula Dworkin para el
derecho, hay que entenderlo no sólo respecto de la congruencia con el
conjunto del sistema normativo sino también respecto de la coherencia
con todo el sistema democrático y el perfil del bien común que se va determinando a partir de las elecciones mayoritarias. El derecho superaría
así su función de control de los procesos políticos y sociales en favor de
31 Gadamer,Hans-Georg, Verdad y método, Salamanca, Sígueme, 1977 (trad. Aparicia y Agapito), pp.
378 y ss.
32 Cf. Viola, Francesco y Zaccaria, Giuseppe, Derecho e interpretación, Madrid, Dykinson, 2007 (trad.
G.Robles Morchón), pp. 418 y ss.
20.
una función más amplia como lo es el concretar normativamente las decisiones democráticas. Aquí también lo creativo debe superar lo crítico y
plasmarse en lo normativo, no como elementos que se sustituyan unos
a otros sino como momentos dialécticos que se integran unos con otros.
i. Las formas sin el contenido son vacías, el contenido sin las formas puede ser arbitrario. A su vez, contenido y formas, si no son factibles
son ilusorios. Tal es la sinergia de principios materiales, formales y factibles33 que exige una concepción de un Estado Democrático de Justicia.
¿Cómo discernir los tiempos y espacios para la acentuación de uno u otro
principio? Una vez más: no se trata de interpretaciones teóricas, sino de
decisiones prácticas. Es la praxis el lugar desde donde se comprende y se
interpreta. No cualquier praxis, sino una praxis emancipatoria: la que se
orienta en términos de ideales de autonomía, igualdad y solidaridad34 (o
inclusión), y se reconocen a la luz de la experiencia histórica de los pueblos y de las conquistas políticas traducidas en derechos fundamentales,
incorporados o no a las constituciones35.
j. El Estado democrático supone la activación de declaraciones de
igualdad y la centralidad de la política.
La igualdad no es un dato natural, es un invento de la imaginación que
pudo no haber tenido lugar. Es un principio, un postulado, una declaración, que es capaz de producir efectos en los vínculos, las instituciones,
la educación, la economía o el derecho. Declarar que “los hombres son
iguales por naturaleza” es un desafío a los órdenes jerárquicos en los
que se decanta la historia de las relaciones humanas. Es una declaración de igualdad lo que activa el movimiento de la democracia por la ampliación de derechos y el reconocimiento de los que quedan fuera de la
ley y las instituciones. Quienes se resisten a ello porque ven amenazado
un orden de desigualdades que los beneficia, argumentan pobremente:
“aún no es el momento” (voto femenino), “hay otros temas prioritarios”
(voto juvenil), y la prioridad se tornará en retórica de la “concordia” y paz
social. Pero la igualdad constituye el núcleo mismo de la democracia,
desde sus orígenes. Frente a la riqueza de unos pocos (oligoi) o la excelencia de los mejores (aristoi), el demos exhibe como único título de su
participación en la comunidad la libertad (que les fuera concedida a artesanos o tenderos a quienes las leyes declararon libres de deuda -Solón),
33 Cf. Dussel, Enrique, Política de Liberación. II: Arquitectónica, op. cit.
34 Cf. Gilabert, Pablo, “Política dominatoria y emancipatoria. Reflexiones situacionales sobre acción política y violencia” en Schuster, F. et al., Tomar la palabra, Buenos Aires, Prometeo, 2005, pp.
129-150.
35 Cf.Auat, Alejandro, Hacia una filosofía política situada, op.cit., p. 155.
21.
único título compartido por todos, el que los hacía iguales a todos. De
modo que el aporte del demos a la mezcla de criterios que debía configurar el bien común (Aristóteles) es la declaración de que ellos aportan el
único título común a toda la comunidad, por el que todos eran entonces
iguales. En verdad, por las resistencias que provoca, lo que aporta la declaración de igualdad es un litigio: el litigio por la igualdad implicada en
el título de libertad asignado al pueblo. Lejos estamos aquí de la jerárquica comprensión liberal de estas dos cualidades, la libertad por sobre
la igualdad. De lo que se trata es de establecer un principio de igual participación, que no sean los criterios restrictivos de la riqueza que define
a la oligarquía o la de la excelencia de la “gente de bien”, desde donde
sólo puede establecerse una “igualdad desigual”, pues no todos cuentan
con esos títulos. La libertad es el único título que permitía al pueblo, “los
que no cuentan en la cuenta” de las riquezas o de las virtudes, identificarse con la totalidad de la comunidad. Es a partir del reconocimiento
de la existencia de esa parte “de los que no cuentan, o no tienen parte”
es cuando la comunidad existe como comunidad política. Pues la política
existe cuando el orden natural de la dominación es interrumpido por la
declaración de igualdad de quienes sólo tienen como principio identificador la libertad. Interrumpir el orden policial de la dominación es instaurar la política como litigio por la igualdad. Institución litigiosa porque
es resistida. Son los antiguos quienes vieron claramente en el principio
de la política la lucha de los pobres y los ricos (pues oligarquía y aristocracia en definitiva son el “partido de los ricos”). El partido de los pobres
encarna la política misma como institución de la igualdad, mientras que
el partido de los ricos no encarna otra cosa que la antipolítica36.
De allí que la oposición a las políticas de inclusión o de ampliación
de derechos sólo conduce a la antipolítica, escondida tras la defensa
del “pellejo vacío de las instituciones republicanas” (H. González) o de
las denuncias de corrupción que no tienen más objetivo y criterio que el
rating de un show mediático.
“En este sentido, democracia es una forma de sociedad que activa
declaraciones de igualdad, y un régimen político que concreta esas declaraciones en instituciones sensibles a la novedad humana –que de otro
modo permanecería clandestina, despolitizada y violenta”–37.
36 Cf. Ranciére, Jacques, El desacuerdo. Política y filosofía, Buenos Aires, NUeva Visión, 2010 (trad.
H. Pons).
37 Cf. Tatián, Diego, Lo impropio, Buenos Aires, Excursiones, 2012, p. 8.
22.
k. La política se desarrolla hoy en favor de la concreción de las condiciones de igualdad, en la militancia cualitativa en el espacio público y en
la gestión responsable de las políticas públicas desde el Estado.
El espacio público y el Estado son los campos en los que se desarrolla
la política hoy. Ambos son campos de lucha y enfrentamientos, fundamentalmente entre el poder político y los poderes salvajes38. El poder
político no sólo es el que se asienta en la soberanía popular sino el que
tiene como fin los intereses públicos, el bien común; los poderes salvajes son los que se sitúan más allá del Estado de Derecho, instrumentalizándolo en función de sus intereses particulares.
El Estado es una red compleja de relaciones, no un actor homogéneo. En él
también hay una lucha por hacer prevalecer el punto de vista de los intereses
generales por sobre los privilegios. El desafío de cada funcionario militante
pasa por imprimir esa direccionalidad a las decisiones y controlar diligentemente la eficacia en la concreción de las políticas públicas que sigan esa
orientación. La gestión responsable es el compromiso político exigible a cada
funcionario investido de la representatividad del proyecto popular. Responsabilidad política que se exige a todo funcionario público, desde los niveles más
altos a los más bajos de la administración, pero también en cualquiera de
las instituciones estatales en los que se va descentralizando el poder político.
Ministros, secretarios, empleados; camaristas, jueces, fiscales, defensores,
secretarios, empleados; legisladores, asesores, secretarios, empleados. Todos están investidos del carácter público de la responsabilidad, por su naturaleza representativa y por la institucionalidad de su función. Todos obtienen su
legitimidad en última instancia del poder político, no de los poderes fácticos.
Aunque sus funciones repartan esa única fuente de legitimidad en dimensiones que se juzgan con criterios diferenciados, según sea la instancia del
Estado en la que lleven a cabo sus actividades: así, por ejemplo, la legitimidad
de imparcialidad para quienes tengan que exhibir claramente la orientación
pública o universal de sus decisiones; la legitimidad de reflexividad para quienes tengan que instaurar mecanismos correctivos y compensadores de las
exclusiones inevitables del enfoque generalista, multiplicando los enfoques
parciales y pluralizando los sujetos de la democracia; la legitimidad de proximidad, por la que el funcionario toma posición, interactúa directamente con
los ciudadanos e interviene activamente en los problemas concretos, demostrando presencia, atención, empatía39.
38 Cf. Ferrajoli, Luigi, El garantismo y la filosofía del derecho, Universidad Bogotá Externado de Colombia, 2000 (trad. Pisarello/Estrada/Díaz Martín), pp. 120 y ss.
39 Cf. Rosanvallon, Pierre, La legitimidad democrática, Buenos Aires, Manantial, 2009 (trad. H. Cardoso).
23.
En esa compleja red de relaciones y luchas, debemos distinguir las
instituciones del conflicto y las instituciones del consenso, o mejor, los
momentos del reconocimiento de la legitimidad del conflicto, y los de la
legitimidad de la aspiración al consenso. No avanzamos si no prestamos
atención a la tensión permanente entre un principio realista de decisión
(regla de mayorías) y un principio más exigente de justificación (unanimidad, interés general). Esto es, la aplicación de la regla de mayorías para
resolver los conflictos no nos exime del esfuerzo de una justificación
de carácter universal, en la que se explicitan los fines últimos que dan
sentido a las decisiones y a las políticas públicas, en el horizonte de un
consenso razonable.
El espacio público es hoy como nunca un espacio de construcción de
poder político y de confrontación entre los criterios de lo público y común
y los criterios de lo privado y particular. Sólo que esta confrontación de
miradas no siempre es evidente y explícita: el desafío de una militancia
ciudadana es el de sacar a luz lo implícito en los rumores y humores
que recorren el aire de este espacio, configurado por la fuerte presencia
de los Medios de Comunicación como actores políticos ocultos tras la
fachada de la objetividad y la neutralidad. Sacar a luz lo implícito en las
miradas sesgadas, en los enfoques parcializados, en los slogans repetidos como chicanas en falsos debates. Y lo implícito es el poder que está
en juego en cada posición: la pregunta clave es ¿de qué lado estamos?
¿Del poder político –basado en la suma de voluntades orientadas por el
interés general–, o de los poderes salvajes –basados en la posesión de
medios, el desprecio por las reglas comunes y orientados por intereses
particulares–?
Hoy el espacio público está empobrecido por la distorsión de la información y el ocultamiento de los intereses en juego. No hay debate argumentativo posible desde el amarillismo informativo y el lenguaje cloacal,
que ni respeta interlocutores ni entra de buena fe al diálogo. En ese terreno perdemos todos, pierde la democracia. El desafío de la militancia
consiste en recuperar las condiciones para la confrontación argumentativa de razones. Por eso es una militancia cualitativa, que no se reduce
a las actividades de la solidaridad social o al armado de la maquinaria
electoral, sin desmedro de la importancia de estos dos aspectos.
24.
IV) Compromiso político
Estos desafíos y esas re-significaciones son los que descubre una mirada comprometida con determinados procesos políticos que estamos
viviendo actualmente. Serían distintos desde otro compromiso. Incluso
los matices entre miradas desde las mismas opciones fundamentales
pueden ser entendidos de una manera más tolerante al considerar las
escalas en juego, la mayor o menor cercanía con la acción o con la toma
de decisiones, las urgencias o los sosiegos, el talante cínico o escéptico, el talante entusiasta. La situacionalidad del pensar se manifiesta
fundamentalmente en ese compromiso, siempre presente, no siempre
explicitado.
Creo que su explicitación hace a la rigurosidad del pensar, pues permite la evaluación crítica del punto de vista asumido así como su tematización y proyección audaz. El punto de vista no es más que la vista desde un punto. Un punto que no es sólo espacial sino también axiológico.
Un punto de vista que es punto de llegada y de partida de la praxis. Es
que el pensar situado es un momento teórico de un proceso vital: entre
una praxis que se evalúa críticamente y una praxis que se proyecta audazmente, el pensar político no puede desentenderse teóricamente del
compromiso que lo hace posible.
Con este doble carácter, hermenéutico-axiológico, recuperamos la
noción clásica de las raíces cordiales de la visión: el ojo ve donde el corazón quiere... y donde los pies pisan.
25.
Bailando en los abismos
Pueblo y fraternidad ante la crisis de las ideologías tradicionales
Enrique Del Percio40
I El escenario contemporáneo
Los cambios socioeconómicos
Los cambios en las tecnologías informático-comunicacionales y la expansión del crédito para consumo a partir de los años 70 del siglo pasado (fenómenos autónomos pero no independientes) produjeron fuertes
mutaciones. Como característica sociológica saliente, se evidencia el
reemplazo de una estratificación social donde lo que marca la ubicación
en la pirámide social es el dinero acumulado (cuenta bancaria) por otra
donde lo importante es el consumo (tarjeta de crédito). Estas formas de
estratificación conviven entre sí y, a su vez, conviven con las formas tradicionales en las que la pertenencia a un estrato u otro no está dado por
el dinero sino por el nacimiento (natus: la “naturaleza” decide qué lugar
se ocupa en la sociedad) como el color de la piel o el apellido.
Estas mutaciones se advierten principalmente en las grandes ciudades, que son las que imponen las pautas culturales e impactan en tres
ámbitos específicos.
1) Ámbito laboral
Una generación atrás, si una persona de mediana edad en busca de empleo mostraba en su hoja de vida que había trabajado en tres empresas
distintas no iba a ser bien visto. Por el contrario, hoy no sería favorecido por
haberse desempeñado siempre en la misma empresa. Ya nadie trabaja toda
su vida en el mismo lugar y, si alguien lo hace, sus compañeros cambian,
por lo que no se pueden establecer vínculos duraderos en el ámbito laboral.
40 Doctor en Filosofía Jurídica, especialista en Sociología de las Instituciones y abogado. Profesor
de sociología jurídica y de la dominación (UBA). Director del Doctorado en Filosofía (USAL - Área San
Miguel). Codirector del Programa Internacional de Estudios sobre Democracia, Sociedad y Nuevas
Economías (UBA) y coordinador del Doctorado en Educación Superior (UNTREF).
26.
2) Ámbito de residencia
Esto conlleva la necesidad de trasladarse de un lugar a otro en busca
tanto de cercanía con el lugar de trabajo como de vivir en un barrio acorde al nuevo estatus (superior o inferior) adquirido, tornando imposible
conocer a los vecinos y, por ende, ocurre lo mismo que en el caso anterior: no se pueden establecer vínculos duraderos de vecindad.
3) Ámbito doméstico
La alta productividad obtenida gracias al empleo de las nuevas tecnologías y de la mayor capacitación de los trabajadores requiere de un mayor consumo de productos con alto valor agregado. Una familia con diez
hijos difícilmente pueda cambiar de auto todos los años o salir a cenar
afuera dos veces a la semana. Es preciso, por tanto, que la mujer salga
de casa y vaya a trabajar. De ese modo, no solamente tendrá menos hijos
(que ya no son necesarios ni para morir en la guerra ni para mantener
bajos los salarios industriales) sino que además sumará otro ingreso a
la economía familiar. El ideal propuesto por el sistema productivo serán
los DINKs: Double Income No Kids.
Si la mujer madre de diez hijos era maltratada por su esposo, no tenía más remedio que soportar el maltrato. Del mismo modo, tampoco
el marido tenía ocasión de encontrar otra mujer salvo en el prostíbulo,
pero difícilmente dejase a su esposa para irse con la trabajadora sexual. El mercado matrimonial era mucho más restringido: usualmente
la mujer una vez que se comprometía (y lo hacían a edad temprana) con
un hombre debía casarse con él y, por tanto, desaparecía del mercado.
Por eso, el hombre casado tampoco tenía ocasión de conocer mujeres:
no las había en la fábrica, ni en la oficina, ni en la calle. El matrimonio
era indisoluble.
Hoy, en cambio, hombres y mujeres pueden encontrar en cualquier
lugar la persona con la que comenzar una nueva relación. Incluso, como
el sistema alienta el hecho de no tener hijos (No Kids) el sexo reproductivo deja de ser el ideal y otras variantes como la masturbación, la homosexualidad, el lesbianismo o el sexo anal pasan a ser prácticas aceptadas, por lo que probablemente el hombre o la mujer descubra una nueva
orientación o preferencia sexual, ampliando así más aún el espacio de
oferta y demanda. Obviamente esto tiene mayor vigencia en las clases
medias y altas que en los estratos menos favorecidos, pues en estos
como el varón no tiene mayores posibilidades de realización profesional,
no quiere una mujer que esté “por arriba” suyo en la escala social. Por
lo tanto, en esos sectores se sigue viendo a la mujer como Madre. Resultado: en los kioskos, las revistas más baratas ofrecen mujeres más
27.
pechugonas (tetas=maternidad) y en las más caras tienden a aparecer
de espaldas y a tener las piernas más largas (piernas=dinamismo=nuevas formas de relación laboral). La minifalda y las calzas ajustadas reemplazan al escote.
Las consecuencias sociopolíticas
a) La cultura de la imagen
Cuando la gente trabaja toda la vida en el mismo lugar y vive siempre
en el mismo barrio, conoce a sus compañeros y vecinos. Por lo tanto,
puede hablar de temas importantes. Si hoy uno entra a la oficina con
mala cara, lo más probable es que nadie lo note. Y si alguien lo nota y
pregunta por qué está así, uno no va a contarle lo que le pasa; se limitará
a decir que no durmió bien o que comió algo pesado anoche. En cambio,
si uno conoce al otro desde hace años, va a contarle lo que le pasa. Va a
hablar de cosas importantes. Y las cosas importantes no se refieren sólo
a las personales, sino también a las que nos afectan colectivamente: se
hablará de política, de filosofía (aunque no se lean a los filósofos: en el
cafetín de Buenos Aires yo aprendí filosofía...), se analizará de otro modo
lo que pasa en el trabajo, además obviamente de hablar de fútbol y otros
temas. Por eso, los programas con entrevistas o con políticos tenían un
rating altísimo hace apenas treinta años. En cambio, cuando uno no conoce al otro solamente habla de banalidades. Como cuando nos invitan
a un cocktail a las siete de la tarde. Resultado: la sociedad se vuelve
banal. No es la televisión chatarra la responsable de la banalización de
los argentinos. Si a los argentinos les interesaran estos temas que estamos comentando, los canales con más audiencia estaría entrevistando a
Doberti o a Scannone en horario central. La política necesariamente se
hace trivial. Los candidatos hablan de cualquier cosa menos de política.
Concomitantemente, al no conocer nada de la trayectoria ni de los
orígenes del otro, nos quedamos con lo que el otro muestra, con su imagen como única referencia. El otro ya no muestra lo que supuestamente
“es” (rey, noble o campesino: fetichización de la posición social) ni lo que
tiene (fetichización de la mercancía) sino que el otro es lo que muestra,
aunque el auto sea alquilado y no haya pagado más que la primera cuota
de la indumentaria que lleva puesta. La distinción aristotélica entre valor
de uso y valor de cambio, agudamente retomada por Marx para señalar
la primacía del valor de cambio en la sociedad capitalista de acumulación, se tranforma en la reversibilidad de ambos valores: las zapatillas
de moda deben su valor de uso a su valor de cambio. No compramos ese
calzado deportivo porque sea de buena calidad, sino porque es caro.
28.
El otro es lo que muestra y lo que muestra es lo que consume. Pero
también se muestra para ser consumido. Esto vale tanto para la chica
que se muestra como un pedazo de carne intervenido con botox y siliconas, como para el juez que está haciendo su doctorado en derecho no
porque tenga algo genuino que aportar a la ciencia jurídica, sino para
mostrarse como doctor para ascender en su carrera, aunque no le interese en lo más mínimo ni el doctorado ni su tarea judicial.
2) El desinterés por la política
Al no conversar con los demás de temas que afecten la vida en común,
no hay un ámbito donde generar debates que permitan el desarrollo de
una ideología coherente. En otro contexto, un par de generaciones atrás,
el trabajador peronista y el comunista discutían en la fábrica y antes de
llegar a casa, una o dos veces por semana pasaban por la Unidad Básica
o por el Comité donde nutrían sus argumentos para continuar el debate.
Otro día iban al café donde continuaban discutiendo con sus amigos y
vecinos. Eso permitía que cada uno se forme un cuerpo coherente de
ideas en áreas tan distintas como la política internacional, la educación,
la política salarial, el divorcio o la seguridad pública. En nuestro tiempo
no han desaparecido las ideologías, pero sí la coherencia interna que
estas tenían en los siglos XIX y XX: hoy uno puede estar manifestando
a favor de la libertad de cultivar marihuana junto a la misma persona
que mañana puede estar en la vereda de enfrente al discutir sobre la
propiedad estatal o privada de la empresa petrolera. Esto ha llevado a
muchos a pensar erróneamente que los movimientos sociales, al defender intereses puntuales, reemplazan a los partidos políticos como
principales actores del espacio público en regímenes democráticos. No
los han reemplazado ni nada hace prever que los reemplacen en breve,
pero es evidente que en todos los países democráticos ha mermado la
participación de las personas en la vida partidaria.
Otra causa no menor del desinterés por la política está dado por la
falta de incentivos para la acción colectiva. En un contexto de fragmentación como el que hemos descripto, donde consumir es el principal mandato social, es obvio que cuando uno tiene un poco de tiempo libre, en
lugar de preocuparse por informarse acerca de la trayectoria o la propuesta de los distintos candidatos, prefiera destinar ese tiempo a actividades que generan una recompensa mayor: ya sea navegar por internet,
jugar a la play station o mirar una telenovela o un partido de fútbol. Total
–piensa el individuo aislado– mi voto es intrascendente y, además, todos
los políticos son más o menos iguales.
29.
Pero ese individuo siente una cierta culpa por no hacer nada por cambiar la realidad hasta el punto de incumplir mínimos deberes sociales
como pagar los impuestos, mas como se cree una buena persona, encuentra inmejorable excusa en la corrupción de los políticos para seguir
aislándose. ¡Para qué voy a pagar impuestos si después se los roba el
ministro! ¡Para qué voy a militar en un partido si me van a usar los dirigentes deshonestos! La única información que le interesa es la que le
permite confirmar la belleza de su alma por contraste con la inmundicia
de los políticos. Por su parte, los medios de comunicación le darán lo
que él quiere recibir: puras noticias negativas. Es fácil ver el centimetraje o los minutos de aire que se destinan a denuncias de corrupción
frente a lo que se destina a mostrar las propuestas programáticas de los
distintos candidatos. El escándalo tiene más rating que el debate serio y
el diálogo constructivo. Eso genera una espiral en virtud de la cual muchas personas realmente decentes se retraen de participar activamente
en política, dejando el campo a otros que no tienen una fuerte pasión por
el bien común. Esto último no es del todo nuevo. Ya en los años veinte del
siglo pasado lúcidos pensadores como Pareto, Michel o Mosca habían
explicado los problemas de la democracia... y llegó el fascismo como
respuesta. Lo que es nuevo es que al haber descubierto que no hay un
padre fuera de casa ya no hay lugar para un Mussolini. Desaparecieron
los fundamentos de las ideologías tradicionales de matriz europea y por
eso la vieja Europa –y su retoño norteamericano– perdió la brújula.
3) De Edipo a Narciso
Cuando el sistema requería familias numerosas, el varón era el proveedor del sustento. Por tanto, su poder en el ámbito doméstico era indiscutido. Él decidía lo que se podía y se debía hacer y lo que no. El chico
crecía con esa figura paterna y cuando salía de su casa seguía necesitando que alguien le diga qué hacer, como la maestra al frente del aula.
Y cuando crecía, lo buscaba en el gobernante, ya sea dictatorial (Videla,
Pinochet, Stalin o Mussolini, para el caso es lo mismo) o democrático
(Nasser, De Gaulle, Perón).
En cambio hoy la vida de los progenitores gira en torno a los hijos (uno
o dos, como mucho tres): el sábado a la mañana hay que llevar a Jorgito
a judo, a la tarde al cumple de su compañerito de colegio y el domingo
al cine. En la semana lo más importante son los deberes de Jorgito, se
come lo que al nene le gusta. Si los progenitores viven juntos, puede ser
que Jorgito vea cómo discuten papá y mamá para decidir qué programa
ver en la televisión o dónde ir de vacaciones: desaparece la autoridad
30.
despótica del padre-varón. Y si están separados, seguramente Jorgito
manejará el control remoto de la tele e irá a pasar unos días de vacaciones con uno de los papás y otros con otro... donde él decida. Cuando ese chico sale de su casa, no va a estar buscando ningún padre: se
busca a sí mismo, se saca una selfie y la sube a las redes sociales. Este
chico descubrió que fuera de casa no hay padre ni madre. No es poco.
Pero tampoco es suficiente. Se autoconvocará con sus congéneres en
Plaza Tahrir para decirle a Mubarak que no es el padre de Egipto... pero
después no sabe qué hacer y hoy tiene gobernando a un general cuyo
nombre no conoce. Se juntará en Puerta del Sol para protestar indignado
contra Zapatero y los políticos, dejando que el PP llegue al gobierno. Lo
mismo ocurre en San Pablo donde contribuye a debilitar a Dilma o en
Nueva York complicando a Obama. Estamos frente a la primera generación de hijos de los nacidos en los setenta, cuando todos estos cambios
comenzaron.
La presencia de un padre fuerte y su correlato social: las ideologías
tradicionales, establecían claramente lo que está bien y lo que está mal.
Generaban estructuras dicotómicas que anulaban la percepción de la
complejidad de la vida individual y de la existencia en común. Los chicos miraban programas donde esa dualidad era manifiesta: “Tom y Jerry”, “El Coyote y el Correcaminos”; los adolescentes no le iban en zaga:
“Chips Patrulla Motorizada” o “Starsky y Hutch” son buenos ejemplos.
Hoy ya alcanzan la edad de votar jóvenes que en su infancia veían programas de la complejidad de “Pokemon” o “Bob Esponja” y de adolescentes
CSI o “La ley y el orden”.
En este contexto de fragmentación individual y social el mundo contemporáneo debe afrontar desafíos tales como el desempleo (especialmente juvenil), persistencia de la pobreza extrema e incremento de la
inseguridad en vastas regiones de Nuestra América, hambre y violencia
en África, anarquía y guerras intestinas en Irak, Libia, Siria o Afganistán
y las consecuentes migraciones masivas, por nombrar sólo algunos.
Resumiendo: los cambios en los ámbitos laboral, residencial y doméstico dan la sensación de que todo lo sólido se desvanece en el aire. En
términos filosóficos, asistimos al final del paradigma de la sustancia (lo
que está debajo –sub stare– y a la vez sostiene) y su correlato moderno:
el sujeto individual o colectivo. Por eso es que un andamiaje conceptual
como el europeo, que lleva dos mil quinientos años pensando en términos de sustancia y cinco siglos pensando en términos de sujeto, hoy está
a la deriva. Y como la función de la filosofía es la de proveer conceptos
para pensar la realidad, cuando esos conceptos no aparecen se hace
31.
difícil pensar los nuevos tiempos. Pero si miramos otras construcciones
conceptuales, como las llevadas a cabo por las filosofías andina, tupí
guaraní o bantú, podemos alarmarnos menos y proponer más y mejor.
II) Las respuestas desde la filosofía
En efecto, nuevas realidades requieren nuevos esquemas de interpretación y análisis. No se trata de recomenzar de cero, nada empieza de la
nada y por tanto no hay teorías elaboradas en el vacío. Se trata más bien
de poner en palabras tendencias que operan en la sociedad y de aplicar
ideas y categorías a veces olvidados y otras veces nunca escuchadas por
no haber sido elaboradas en los centros de decisión mundial. Se trata
de pensar más desde la retaguardia que de ser parte de una vanguardia
esclarecida.
Con este diagnóstico y estas premisas, analizaremos brevemente algunos encuadres teóricos que buscan dar cuenta de estas realidades,
conforme al siguiente esquema, que, como todo esquema, no da cuenta
de la riquísima panoplia de ideas existente. La intención es brindar un
mapa de las posturas más difundidas para luego desarrollar una propuesta alternativa.
Concepciones de la sociedad
Las concepciones dominantes en los siglos XIX y XX
a) El individualismo. Aquellos que tienden a privilegiar la libertad por
sobre la igualdad suelen entender la sociedad como una mera yuxtaposición de individuos: lo que importa es cada individuo y cada familia,
pero la sociedad como tal no existe sino como resultado de la interacción entre los individuos. Así lo han sostenido políticos como Margaret
Thatcher o Ronald Reagan y teóricos como Frederick Hayek, Ayn Rand
o Robert Nozick, así como numerosos dirigentes, académicos y comunicadores sociales de Latinoamérica. Si la sociedad no existe, tampoco
puede existir algo así como la justicia social. Como no hay sociedad, la
justicia social es una fata morgana, fuegos artificiales usados por los
políticos pícaros para engañar a los votantes, o argumentos de gente
bien intencionada pero que nada entiende de las leyes de la economía.
b) El colectivismo. La sociedad es un organismo viviente (el volk o
la Santa Madre Rusia) y los individuos son parte de sus órganos. Es
el punto de contacto entre el extremo de los cultores de una sociedad
32.
fuertemente jerarquizada y estratificada con los partidarios de un hiperintervencionismo estatal en toda la economía para garantizar la plena
igualdad de todos los ciudadanos. Para estos, el individuo sólo cuenta
en tanto que es una parte de una totalidad superior. Los ejemplos más
claros los encontramos en los comunismos realmente existentes en la
ex Unión Soviética, la Rumania de Ceaucescu, la China de Mao o la Camboya de Pol Pot. Obviamente –por si algún despistado creyera que hace
falta aclararlo– no estamos refiriéndonos ni a Marx ni a las experiencias latinoamericanas, sino a los sistemas que en nombre de la igualdad
anularon hasta casi extinguir la autonomía del individuo.
Unos y otros discuten sobre cuál es el verdadero sujeto de la historia:
si es el individuo o si es la colectividad. Esta oposición entre individualismo y colectivismo se nos presenta como un estorbo que nos impediría
captar a la Sociedad o al Individuo como es en sí: su verdadera esencia
siempre se nos escaparía. No es posible encontrar la síntesis superadora de este antagonismo. En cambio, si olvidamos la obsesión del pensamiento occidental por encontrar en todo y por encontrarle a todo la
esencia, la sustancia, y nos ubicamos más cerca de otras tradiciones
filosóficas para las que la relación es previa a la sustancia, podremos, al
menos, explorar algunas alternativas a los problemas que para las concepciones expuestas no solamente son irresolubles, sino directamente
inabordables. Pero no nos adelantemos.
Ante la disolución de la sustancia/sujeto que hemos mencionado, estas posturas se quedan sin fundamentos firmes dando lugar al cuadro
de situación que explica Carlos Cárcova en su aporte a este libro, al que
remito al lector del presente capítulo.
c) Sociedad e individuo como relación. Sobre esta concepción baso la
idea de erigir a la fraternidad como eje de una reflexión filosófico política, no como un modo de superación de la antinomia sociedad/individuo,
sino como una explicitación de esa tensión permanente. Las dos posturas anteriores parten de una visión esencialista, pero si pensamos que
la relación no es una categoría de “segundo nivel” frente a la sustancia,
sino que, por el contrario, como bien entiende por ejemplo la filosofía
andina (el bosque no es un conjunto de árboles, sino que el árbol existe
porque es parte de un ecosistema cuya “esencia” se deriva de la relación
entre las partes) o la teología trinitaria cristiana (la esencia de Dios no
es originaria sino que se deriva de la relación entre las tres personas
divinas), la relación va a ser entendida como una categoría fundante de
la realidad.
33.
A partir de allí podemos pensar que el individuo existe en tanto que es
en relación con los demás y con el cosmos, y que, por ende, también la
sociedad existe en tanto que es la articulación de esas relaciones. Creo
que esta concepción nos permite buscar la justicia social (aun sabiendo
que su concreción plena es una utopía) sin por eso anular al individuo y
sus derechos fundamentales, asumiendo que las relaciones constitutivas del individuo y la sociedad no son necesaria ni naturalmente armónicas sino que implican la existencia de expectativas e intereses diversos y
muchas veces contrapuestos.
Conviene hacer algunas precisiones en torno al tipo de relaciones que
conforman una sociedad, distinguiendo entre cuatro tipos de relación:
hacia, con, frente a y entre.
Para los medievales, pensar en términos de relación implicaba pensar
hacia. La episteme medieval, como aquellas catedrales góticas en las
que todo se ordena desde abajo hacia arriba, se caracteriza por pensar
que todas las cosas se relacionan, pues en definitiva todo se ordena a
Dios, causa primera en el orden del ser y última en el orden de los fines.
Tanto en el mundo físico como en la comunidad lo inferior se ordena a
lo superior. Así, “naturalmente” los estamentos más bajos se relacionan
con el inmediato superior hasta llegar a la cúspide, sin importar a estos
efectos que en esta se encuentre al Papa o al Emperador.
Además de esta relación vertical, tenemos las relaciones horizontales. En primer término, encontramos la relación con: vivimos con los
otros. El problema es que si nos limitamos a estas dos relaciones, nada
nos impide pensar a la sociedad al modo totalitario. En efecto, para los
totalitarismos, la relación hacia está dada por el dedo del líder que señala hacia dónde ir y la relación con es la que conforma al pueblo. Todos
marchando al unísono, unos con otros, desfilando incluso a veces sin ir
hacia ninguna parte, pero siempre con los demás.
Cuando las cosas o las personas se ordenan hacia o se vinculan con
otras, la relación puede seguir siendo pensada como una categoría derivada, pues en definitiva son los sujetos/sustancias los que se relacionan.
Pero si incluimos las relaciones frente a frente, hacemos referencia al
diálogo y al conflicto; asimismo, las relaciones entre nos hablan de la
apertura a los demás como constitutivas de nuestra identidad. Somos un
entramado de relaciones.
Es a partir de las relaciones entre las personas en la familia, en el
barrio, en el trabajo o dónde sea, así como entre las personas y el resto
de la naturaleza, que –a lo largo del tiempo– se va conformando el individuo, la sociedad y el resto del ecosistema. América Latina está llena
34.
de ejemplos de dirigentes iluminados (y generalmente iluministas) que
“tienen claro hacia dónde ir”, pero olvidan la forja de la historia, de las
generaciones que, desde los primeros pobladores de nuestras tierras
hasta hoy, han ido conformando una trama infinita de relaciones “entre”. Por cierto, las relaciones “entre” no niegan a las relaciones “con”,
pero son constitutivamente más importantes. De la suma de relaciones
“entre” y relaciones “con” a lo largo del tiempo, se va conformando eso
que podemos denominar “pueblo” como categoría histórico-cultural, no
como categoría política.
Cuando una parte de ese pueblo asume la hegemonía y establece un
tipo de relación “hacia”, recién entonces el pueblo deviene categoría política. Pensar al pueblo como categoría primariamente política (y no en
forma derivada) conlleva el riesgo de olvidar que el pueblo es relación y,
por ende, se lo sustancializa, con todas las consecuencias nefastas que
esto implica: el “pueblo” como útero (madre) que contiene a los elegidos
y niega a “los otros”; el “pueblo” que es tal porque es hijo de un líder/
padre que dicta la ley, depositario del poder y del saber. En cambio, la
noción de fraternidad nos muestra que no hay padre ni madre, que primero están las relaciones de horizontalidad con sus cargas de conflictos
y armonías; y si llega a haber un liderazgo, el líder será tal mientras
tenga en cuenta ese tipo de vínculos (el “mandar obedeciendo” de varios pueblos originarios de América) a la inversa del líder/padre que es
tal haga lo que haga: el padre, como el Rey, el Duce o el Führer son los
que, supuestamente, dan identidad y forma al “pueblo”. En esos casos,
la relación, además de ser prioritariamente entendida como “hacia” se
limita a una relación dual: el líder y la masa de los dirigidos. En cambio,
al hablar de fraternidad surge el tercero, que imposibilita legitimar ese
tipo de liderazgos.
En un sentido similar a la diferencia que establecen autores como
Chantall Mouffe entre la política y lo político, podemos decir que el pueblo en tanto entramado de relaciones entre y relaciones con, constituye
la abismal dimensión de lo político, mientras que la relación hacia establece el nexo entre lo político y las políticas. Pero antes de adentrarnos
en esta difícil distinción veamos otra derivación de la fraternidad como
categoría analítica.
La fraternidad y la resignificación de la libertad, la igualdad y la justicia
Rómulo y Remo, Caín y Abel, Jacob y Esaú, Tupí y Guaraní: en todas
las latitudes encontramos mitos de origen que nos refieren peleas entre
35.
hermanos, que a veces llegan incluso al fratricidio. La experiencia cotidiana de cualquier padre de dos o más hijos confirma que los hermanos
se pelean. Sin embargo, en contra de toda evidencia, las madres insisten
en decirle a sus hijos que no deben pelearse sino que deben quererse
como hermanos. Asimismo, cuando dos amigos quieren indicar que su
amistad es muy fuerte, dicen que son como hermanos41.
Ocurre que la hermandad o fraternidad puede entenderse en dos sentidos distintos: o bien como aquello que efectivamente es o como aquello
que querríamos que fuese. En el primer caso, la lucha entre hermanos
nos pone frente a un dato de la realidad: las relaciones horizontales estimulan el conflicto. En el segundo caso, estamos frente a un anhelo: si
pudiésemos evitar el conflicto todos seríamos más felices. Si extrapolamos el concepto de fraternidad del ámbito doméstico al terreno político,
cuando hablamos de fraternidad universal podemos hacer referencia o
bien a: a) la condición originaria de la sociedad: no hay padre ni madre,
por tanto el conflicto está siempre ahí, en forma manifiesta o latente; o
bien: b) podemos referirnos a un ideal, a un fin inalcanzable pero que
nos atrae como un imán: una sociedad armónica en cuyo seno cada cual
pueda desplegar libremente todas sus potencialidades.
En este sentido, la fraternidad es bifronte como Jano: con una de sus
caras mira esperanzado hacia el futuro que deberíamos construir, y con
la otra mira alerta el pasado en el que hemos ido construyendo este
presente. Una cara dicta un mandato; la otra describe un dato. Paradójicamente, la cara realista nos da el dato (“dado”) de que nada está dado
de antemano y que por lo tanto todo es cuestión de construcciones, las
que nunca son definitivas sino que son el dinámico resultado de luchas y
de consensos, de diálogos e imposiciones.
Toda extrapolación de lo privado a lo público tiene sus riesgos e inconvenientes, lo que ha llevado a muchos a desechar este concepto como
categoría política útil. Sin embargo, la riqueza que podemos extraer de él
es tan grande que bien vale la pena correr ese riesgo aunque, claro está,
con las debidas prevenciones. La primera de ellas ya la explicitamos: en
la familia, los padres establecen la verticalidad que tiende a disolver el
conflicto.
En cambio, en el ámbito público no hay ni hubo nunca padre ni madre:
no hay persona ni grupo que pueda detentar “naturalmente” la función
paterna de establecer la ley, ni hay una sociedad-útero en cuyo seno
41 Para un análisis detallado de las implicancias de la fraternidad, cfr.Del Percio, E. Ineludible fraternidad. Conflicto, poder y deseo. Buenos Aires, CICCUS, 2014.
36.
maternal todo antagonismo se disuelve. La fraternidad universal nos advierte que la vida en común es una construcción que depende de nosotros, una realidad originaria e ideal a alcanzar: en la tensión entre estos
dos extremos se juega la existencia colectiva, existencia que no deja lugar a ingenuidades o banalizaciones.
No hay un padre que imponga su ley, sino que la vida en común es una
construcción colectiva. Tampoco hay una madre útero que nos contenga
armónicamente a todos en su seno. No somos almas bellas capaces
de vivir en un mundo sin conflictos una vez que hayamos acabado con
“aquellos”, los hijos de mala madre, que nos lo impiden. No tenemos
más remedio que hacernos cargo de nuestra situación.
Esto es lo que molesta de la fraternidad y por eso se tiende a relegarla
frente a principios “fuertes” como la libertad, la igualdad o la justicia. El
problema es que esos principios nos hablan de un deber ser, mientras
que la fraternidad nos obliga a confrontarnos con lo que es, con lo que
somos. Esto por derecha molesta a quienes pretenden que las sociedades se encuentran “naturalmente” estratificadas y por izquierda a las
vanguardias iluminadas que tratan a los subalternizados como a niños
a los que hay que explicarles que están sometidos y cómo tienen que
hacer para emanciparse. Y también molesta a quienes prefieren ignorar
su responsabilidad esperando “que alguien haga algo”. La fraternidad
nos pone de cara ante el hecho de que siempre y necesariamente somos
responsables, esto es: debemos dar respuesta. Si hubiese un padre,
cuando llaman a nuestra puerta él se encargaría de responder. Pero no
hay padre, por lo que aún nuestro silencio, nuestro quedarnos callados,
es también una respuesta, aunque poco eficaz, pues no se puede vivir
siempre callado en casa por miedo al que llama. Los excluidos del festín
por la aplicación de las políticas neoliberales llaman a la puerta de los
satisfechos. Estos podrán encerrarse en sus barrios privados y elevar
muros en torno a las autopistas que los lleven al centro. Pero los pobres,
los indígenas, los afrodescendientes, los marginados de toda laya siguen
llamando a la puerta.
Desde esta perspectiva, la fraternidad nos lleva a repensar a la sociedad y, por ende, a resignificar a la libertad, la igualdad y la justicia.
El problema del tercero. Para aproximarnos a la cuestión pensemos
al modo en que Aristóteles lo hizo con respecto a las formas de gobierno
comparando las formas puras con las viciosas o impuras. Veamos, pues,
cuáles serían los vicios o formas impuras de los tres principios: el de la
libertad sería el egoísmo (no se sale del yo, la primera persona); el de la
37.
igualdad sería la envidia (aparece el tú, la segunda persona: envidio lo
que tú tienes) y el de la hermandad, los celos: se busca la eliminación
del hermano para gozar en exclusiva del amor de los progenitores o de
los favores del primo o el amigo que vino a la casa: aparece el tercero.
El tercero es el indeterminado y, en cierto sentido, indeterminable,
que nos permite salir de la encerrona de la falsa alteridad del dual: entre
un yo y un tú en diálogo, lo único que hay es un constante intercambio de
roles: el yo cuando deja de hablar pasa a ser tú y el tú habla en tanto que
yo. Es la tercera persona, el él o ella, quien permite la auténtica apertura a la alteridad. Filósofos como Martin Buber señalan certeramente el
problema de la filosofía europea moderna centrada en el yo y advierten
la prelación del tú como constitutivo del yo. Desde el inicio mismo de
nuestra existencia nos constituye como sujetos el sabernos reconocidos
por un tú en el calor del regazo o la expresión de la mirada de ese otro
que damos en llamar madre. Pero si nos quedamos en esto corremos el
riesgo de entender al tú como un alter ego, como un otro yo del cual, a
su vez, yo soy su otro yo. Idolatría recíproca, mutuo espejo, egoísmo de a
dos, son algunos de los vicios hacia los que fácilmente puede desplazarse la relación dual y en los cuales la alteridad desaparece. El cierre sobre sí mismo, ya sea como mero yo o como parte del dual ego-alter ego,
es uno de los puntos más endebles de la teoría política y social moderna
y contemporánea. Es la apertura al tercero, al otro en tanto que otro y no
como un otro que es tan sólo un tú, lo que permite una dinámica política
realista. Más aún: es lo que permite la existencia de las instituciones. En
la relación yo-tú, la justicia no pasa de ser una demanda ética cuya plasmación está sujeta, en última instancia, a la buena voluntad de las partes. En cambio, con la entrada en escena del tercero se pueden generar
los canales adecuados para tornar efectivamente exigible la demanda de
justicia. No se trata solamente de exigirla al tú ni de ser buena persona y
proponerse uno mismo ser justo, sino que hay una instancia ante la cual
plantear la cuestión, como explica Alejandro Auat42.
Del mismo modo, como sugerimos más arriba, en la relación dual
entre dirigentes que actúan siguiendo los dictados o deseos de sus dirigidos, al aparecer el tercero, aquellos que no están dentro del sector hegemónico pero que no pueden (de hecho) ni deben (éticamente) ser eliminados, imponen la necesidad de que los que deciden lo hagan dentro
de un marco normativo que, sin impedir cambios ni transformaciones,
respeten las garantías básicas o lo que en términos generales podemos
42 Cfr. Auat, A., Hacia una filosofía política situada, Buenos Aires, Waldhuter, 2011, p. 198.
38.
denominar los derechos humanos de las minorías, no como concesión
graciosa sino como obligación institucional.
Ahora bien: cada vicio asume y subsume al anterior: el envidioso es un
egoísta que no quiere que nadie tenga más de lo que él tiene; el celoso
envidia el amor que supuestamente recibe su hermano en mayor medida. Pero la envidia del hermano celoso se diferencia de otras formas
de envidia, así como el egoísmo del que envidia se diferencia de otras
formas de egoísmo. Es decir que los celos asumen pero resignifican a la
envidia y al egoísmo. Del mismo modo, la fraternidad asume a la libertad
y a la igualdad, pero las resignifica.
La libertad deviene liberación. El tercero nos impide pensar a la acción política (praxis) como el carpintero que puede hacer la mesa tal
cual como la pensó (poiesis), pues este actúa o solo (primera persona)
o con un tú (segunda persona) que puede ser su empleado o su cliente.
Tal como enseñaba Aristóteles, a la política conviene pensarla como el
abogado que no puede prometerle a su cliente un resultado exacto en
un plazo determinado, pues depende de un tercero, el juez. Así, la política deviene experimental. Se diseña una estrategia, pero se debe estar
siempre dispuesto a modificarla en función de las circunstancias.
Por lo tanto, no se puede pensar a la libertad como una situación fija,
sino como un proceso. Dado que la fraternidad es universal (nos guste
o no, no hay padre que dicte la ley ni madre que nos contenga armónicamente en su útero, sino que estamos todos en un plano de horizontalidad) es imposible limitar el contenido de la libertad a su aspecto
negativo, como plantean Berlin y sus seguidores. Durante el apartheid
los blancos vivían con el temor constante de un ataque de sus propios
servidores: ignoraban que los negros son sus hermanos y eso les impedía ser libres, aun en el sentido más restringido del concepto. Por eso es
que desde una perspectiva fraterna no cabe tampoco limitar el concepto
de derechos humanos al mero resguardo de las libertades negativas.
La historia del pensamiento occidental muestra una clara preocupación por defender las libertades individuales ante los poderes, en especial religiosos y políticos (no tanto frente a los económicos) llegando a
concebir implícitamente al poder como lo opuesto a la libertad. En cambio, desde la perspectiva que enunciamos acá, el poder es lo contrario
a la impotencia y la libertad es fruto de un proceso de construcción de
poder (especialmente frente a los poderes económicos) y no un estado
o situación fija: por lo tanto, vista desde el prisma de la fraternidad, la
libertad deviene liberación.
39.
En otros términos, si olvidamos nuestra condición ineludiblemente
fraternal podemos pensar que nuestra libertad es algo dado vaya a saber por quién y desde cuándo, cuyo límite llega hasta donde comienza la
libertad de los demás. En ese caso, para ser plenamente libre debería
ser yo el único habitante del planeta siendo los demás el límite, el estorbo al pleno y absoluto ejercicio de mi libertad. Pero con la fraternidad
advertimos que eso no es así, sino que la historia muestra que la libertad
y las libertades se conquistan y se mantienen luchando junto a otros.
No se trata de un atributo sustancial sino de un proceso colectivo. No
sólo la historia, sino que también la etimología viene en abono de esta
concepción de la libertad, pues tanto la raíz leuth o leudh –de la que provienen en griego eleutheria y en latín libertas– como el radical sánscrito
frya –del que derivan el inglés freedom y el alemán Freiheit– remiten,
de hecho, a algo relacionado con un crecimiento, una apertura, un florecimiento, lo que se evidencia especialmente en el castellano leudar,
leudante, levadura. Como señala Espósito “si se toma en consideración,
además, la doble cadena semántica que allí se origina, esto es, la del
amor (Lieben, lief, love, así como, de distinta manera, libet y libido) y la de
la amistad (friend, Freund), puede derivarse no sólo una confirmación de
esta primigenia connotación afirmativa, sino también un particular valor
comunitario: el concepto de libertad, en su núcleo germinal, alude a un
poder conector que crece y se desarrolla según su propia ley interna,
una expansión o un despliegue, que aúna a sus miembros en una dimensión compartida”43. No se trata de encontrar una supuesta “esencia” de
la libertad en su origen etimológico; después de Nietszche y, sobre todo,
de Foucault, bien alertas estamos todos como para caer en ese error.
Muy por el contrario, lo que interesa señalar es que no existe dicha esencia, sino que la definición de la libertad, como ocurre con todo concepto
político, es una construcción resultado de un juego de poder, y que si ese
juego lo jugamos asumiendo nuestra condición fraterna, vamos a dejar
que salgan a la superficie elementos con una gran fuerza tanto heurística como performativa.
La igualdad entendida como justicia social. Del mismo modo, la
igualdad también pasa a asumirse como un proceso de búsqueda de
la justicia social, la cual también asume nuevas dimensiones. En efecto, la fraternidad nos dice que nunca se alcanza un estado armónico y
definitivo, sino que el conflicto siempre está presente, aunque sea en
43 Espósito, Roberto. Bíos, Biopolítica y filosofía, Buenos Aires, Amorrortu, 2006.
40.
estado latente. Y también nos habla de la primacía de la relación sobre
la sustancia.
a) Justicia distributiva. Las socialdemocracias de mediados del siglo
XX y el discurso más extendido dentro de los organismos internacionales
privilegia indicadores tales como el coeficiente de Gini u otros similares para “medir” la justicia social. Sin embargo, hoy queda claro que no
basta con esto; no cabe reducir la justicia social a una mera igualdad o
equidad en la distribución de la riqueza o de los ingresos. Sin duda que
ese es un componente necesario e indispensable, pero no es suficiente.
Se hacen evidentes otras dos dimensiones de la justicia social.
b) El reconocimiento. El homosexual, el indígena, el negro, la lesbiana, el judío pueden llegar a tener tanto dinero como el varón blanco heterosexual, pero si por su condición étnica, religiosa o preferencia sexual
no son reconocidos sus derechos de jure o de facto, son víctimas de una
injusticia. Esto ha sido suficientemente tratado por la teoría y la filosofía
política, en especial gracias a los aportes de los estudios de género y
culturales, por lo que no lo vamos a desarrollar acá.
c) Justicia contributiva. El profesor universitario, el ejecutivo, el funcionario público retirado que recibe una buena jubilación y a quien todos
los años se le hace un homenaje, no padece injusticias de las dos dimensiones anteriores. Tampoco las padece el trabajador desempleado
que percibe un buen subsidio o la mujer del empresario que “vive para
su familia”. Pero ellos saben que pueden aportar mucho más a una sociedad que no les da la oportunidad de hacerlo. Esta es la dimensión que
los medievales llamaban la “justicia general” y que la modernidad olvidó
por considerar al individuo como una sustancia en lugar de asumir que
la persona se hace en su relación consigo misma, con los demás y con
el resto de la naturaleza. Nos referimos acá a la dimensión de la justicia
social consistente en garantizar a cada uno el derecho a realizarse plenamente a través de su aporte a la realización de los demás.
La ciencia y la filosofía modernas tienen una notoria incapacidad para
advertir esta dimensión constitutiva del ser humano, por eso tienden a
reducir la necesidad de hacer algo por los demás a la dimensión anterior (búsqueda de reconocimiento) o a una forma de narcisismo. Sin
embargo, esto no es así: todos conocemos gente que dedica su tiempo
libre a colaborar como voluntario sin que nadie lo sepa. Alguien que teje
abrigos para donar a una ONG sin que nadie sepa su nombre, el que
aporta dinero en secreto. Pero más allá de esos casos evidentes, ¿acaso
el médico que salva una vida, no se siente pleno por el mero hecho de
haber salvado esa vida? ¿Acaso es el reconocimiento o la autocontem41.
plación narcicística lo que lo impulsa? Entiendo que no hace falta continuar fundamentando esta dimensión de la justicia como una dimensión
independiente, pues el lector seguramente habrá experimentado alguna
vez en su vida que al dar podemos ser más felices que al recibir.
En síntesis: si nos quedamos con la concepción hegemónica de la
libertad en el pensamiento moderno occidental, podemos entender al
poder como su opuesto. En cambio, si pensamos en términos de liberación, el poder es un instrumento necesario para transformar la realidad.
Asimismo, la clásica tensión entre libertad e igualdad se diluye, pues la
liberación es el camino hacia la consecución de la justicia social.
Pensar desde las víctimas
La fraternidad universal nos plantea que no solamente somos hermanos con los que actualmente están vivos, sino con los que aún no
han nacido (sustentabilidad) y con los que ya no están. El olvido de esto
nos puede hacer creer, por ejemplo, que los negros o los indígenas en
América tienen mayores dificultades de acceso a los bienes sociales por
simple mala fortuna y no como consecuencia de más de cinco siglos de
dominación blanca.
Por otra parte, si no pensamos desde las víctimas –desde Remo y desde Caín– con los DDHH puede acontecer lo mismo que con el cosmopolitismo. Surge en la Grecia clásica como un límite al poder del gobierno
local pero –como explica el filósofo griego contemporáneo Costas Douzinas– es tomado por el poder imperial para legitimar su propia dominación. Así, en nombre de los DDHH se puede hoy legitimar la tortura o la
invasión a otros países.
Por eso, es necesario detenernos un poco en este tema. Cabe aclarar
que no me refiero a este modo de pensar como si fuese un imperativo
ético, ni mucho menos como una propuesta sentimental o romántica,
sino como un principio epistémico. El olvido de este principio nos lleva a confundir los saberes hegemónicos con la verdad. Tomemos como
ejemplo a Weber: nadie puede dudar de que fue uno de los más grandes
sociólogos de la historia. No obstante, sus estudios sobre el origen del
capitalismo omiten nada menos que la importancia del oro, la plata, el
tabaco, el azúcar, el café o el algodón que Europa obtuvo de América. Si
hubiese pensado desde las víctimas, desde los márgenes, sus investigaciones hubiesen resultado mucho más ricas y precisas.
Recordando a Benjamin, se trata de pasar la mano “a contrapelo de la
historia”, aunque la mano nos quede ensangrentada, pues el cuero de la
historia no se deja peinar fácilmente cuando uno no sigue la inclinación
42.
impuesta por los vencedores. El pensar desde las víctimas pone al resguardo el carácter universal de la fraternidad al distinguirlo de la falsa
universalidad imperial: una universalidad derivada de una particularidad
exitosa que niega las otras particularidades. Y las niega condenando al
olvido el sufrimiento de los otros. Pero la fraternidad nos advierte que
toda universalidad auténtica es una universalidad situada.
El Universo no es el Cosmos. En lugar de pensar al propio particular
como universal y desde ahí interpretar los otros particulares, pareciera
más conveniente ir en busca del universal a partir del reconocimiento de
las diferencias propias de cada particular. Una universalidad entendida
como resultado, como llegada, en lugar de punto de partida. Una universalidad “desromanizada”: el universo romano tiene mucho que ver con
el kosmos griego, pero no es lo mismo. El kosmos hace referencia a la
armonía, pero no a un centro. En cambio, el universus romano lo unus
(Roma caput mundi) enfrentado (against) cara a cara –versus– con todo
lo demás. Es una concepción imperial que dice respetar la diversidad,
los dioses y los aspectos folclórico-culturales de los vencidos en tanto y
en cuanto estos tributen al centro. En definitiva, todos los caminos conducen a Roma.
Ni tolerancia ni perspectivismo. Pero no tiene por qué ser este el único modo de concebir la universalidad, como una mera tolerancia hacia
la diferencia que no molesta y se la puede incorporar como adorno de lo
propio sin cambio alguno en las relaciones de dominación. La fraternidad nos dice sino que corresponde pensar la universalidad a partir de la
diferencia. El uno no tiene por qué ser la sede imperial, el uno puede ser
uno mismo versus todo lo demás, de lo cual uno también forma parte,
pero sin perder su propia identidad, sino conformando su identidad en la
relación con “todo lo demás”. Somos, porque somos en relación.
Vale aclarar que el universal situado no es sinónimo de perspectivismo. La perspectiva implica ver una parte de la realidad: aquella
parte que se ofrece a la vista del observador. En cambio, la situacionalidad implica una pretensión de asumir la totalidad sin olvidar que
nunca dejará de ser solamente una pretensión. Pero no una totalidad
que es producto de la universalización de un particular (el varón europeo conquistador, que eleva a rango de validez universal su particular
cosmovisión), sino una totalidad que asume la diversidad y que conlleva
en sí una apertura al otro y a lo otro; a los demás seres humanos y al
resto del cosmos. Una totalidad sin ilusión de completud, con faltas
imposibles de suturar, que surge de un anhelo de ir más allá del propio
campo de observación.
43.
Ahora bien: lo que no puedo ver lo puedo conocer parcialmente si soy
capaz de escuchar a aquel que sí lo está viendo desde su perspectiva
particular. En esa escucha siempre va a haber faltas, en parte por la incompletud del lenguaje, en parte por las fallas en la traducción, en parte
por los errores y distorsiones en la observación del que me habla y en
parte –y sobre todo– por ese carácter inasible que en última instancia
tiene toda porción de la realidad. Escuchar no es observar: la observación conlleva algo de dominio; la escucha en cambio exige al oyente una
actitud de apertura, no de penetración. La situacionalidad nos previene
del caracter falocéntrico de la razón occidental.
Esto nos permite también superar las paradojas del perspectivismo derivadas del hecho de que el observador no puede observarse a sí
mismo. El otro sí puede observarnos y describir lo que ve de nosotros.
De hecho, en buena medida somos resultado de la mirada de los otros.
Pensar lo universal asumiendo nuestra situacionalidad es útil para recordar que no somos una sustancia autosuficiente, sino que desde que
nacemos nuestra autopercepción se encuentra determinada –o al menos fuertemente condicionada– por esa mirada. Esto que vale para el
individuo vale también para la sociedad.
La situacionalidad nos habla también de nuestra sensibilidad y de
nuestra corporalidad, pues nuestra mente no habita en la pura universalidad, sino que es a partir de nuestro cuerpo situado en el tiempo y en
el espacio que somos capaces de pensar: somos cuerpo, alma y espíritu
con memoria y con proyección, pero situados necesariamente en un aquí
y ahora.
Por cierto, hablar de universal situado en el marco de nuestro concepto de fraternidad implica hablar de una tarea de liberación epistémica.
La concepción hegemónica de universalidad no es esta. Estamos hablando del resultado de una construcción hegemónica y de resistencias
contrahegemónicas. Estamos hablando de conflicto. Por ello, conviene
finalizar esta exposición haciendo referencia al conflicto y al modo de
entender esta construcción.
El conflicto: negarlo, exacerbarlo o asumirlo
Por cierto, si olvidamos la dimensión conflictiva de la fraternidad,
podemos caer fácilmente en esas posturas ingenuas que plantean que
“todo conflicto puede canalizarse si las partes defienden con inteligencia su propio interés”. Ello sería posible si las partes fuesen capaces de
defender sus intereses con inteligencia, pero –como muestra tanto la
historia como la experiencia cotidiana– el conflicto tiende a nublar la in44.
teligencia, la que no pocas veces cede su lugar a las pasiones más destructivas. No obstante, no es este el principal obstáculo a la canalización
del conflicto. En efecto, podría existir un tercero imparcial que conserve
la razón y de algún modo imponga a las partes una solución beneficiosa
para todos. El problema mayor radica en que nadie conoce realmente
su propio interés. Abundan los cuentos y mitos que relatan la desgracia
que acontece a quienes ven su deseo cumplido. Ocurre que aquello que
nosotros creemos que es “nuestro propio interés” difícilmente sea tal.
Por lo general, es el interés de los sectores hegemónicos de la sociedad.
Con notable capacidad didáctica, Slavoj Zizek explica este complejo
asunto a través de un cuento. Había una vez un empleado bancario afeitándose en el baño de su casa, mientras pensaba cómo reunir el dinero
para adquirir ese automóvil que tanto anhelaban él y su mujer, cuando
ve reflejarse a un genio en el espejo. Nuestro amigo queda estupefacto.
El genio le dice que viene a cumplir su deseo: le dejará el automóvil en
la puerta de su casa y, con el dinero ahorrado, podrá hacer un viaje o lo
que quiera. El empleado –con mezcla de temor, ansiedad y alegría– le
pregunta qué le va a pedir a cambio: “Nada –responde el genio– tan sólo
que llames por teléfono a tu cuñado para avisarle que no se mueva, que
voy para allá a dejarle la Ferrari que él quiere. Si no lo llamas, se irá antes de que yo llegue y no podré cumplir con ninguno de ambos deseos”.
Como ya adivinó el lector, el hombre prefiere quedarse sin su carro de
clase media antes que ver a su cuñado en una Ferrari.
El personaje estaba seguro de que quería ese automóvil; sin embargo,
lo que en realidad quería era despertar la envidia de su cuñado, pero él
no tenía idea de este deseo profundo. Más aún, es probable que lo hubiese negado sinceramente si alguien se lo hubiera sugerido antes del
episodio del genio. No es verdad que “dialogando la gente se entiende y
puede llegar a acuerdos satisfactorios para todas las partes”. Pues para
que ello fuera posible, se requeriría que todos: a) sepan realmente qué
quieren; b) sepan expresar efectivamente eso que quieren y c) que los
otros puedan entender esa demanda cabalmente. El olvido de estos requisitos –y sus dificultades de índole psicológico– lleva a reducir la problemática del conflicto político, social y económico a una mera cuestión
de debate, donde se trataría de acordar sobre proposiciones y definiciones para llegar a acuerdos y consensos.
Lamentablemente , las cosas son bastante más complejas, por lo que
no tenemos más remedio que terminar este texto adentrándonos en
terrenos de gran dificultad teórica. La gran trampa del neoliberalismo
como ideología hegemónica del capitalismo de consumo –a diferencia
45.
del liberalismo tradicional propio del capitalismo de acumulación– consiste en hacernos creer que lo que queremos es el auto nuevo. Frente a
esto, radicalizar la democracia no significa votar constantemente cada
ley o suprimir a los partidos políticos para que “la gente decida”. De lo
que se trata es de construir una nueva hegemonía que haga posible la
producción y reproducción de la vida44 que permita que todos los que
vivimos en este planeta podamos gozar de una vida buena, construyendo
nuestro propio destino.
Cabe pues finalizar este texto analizando las diferentes concepciones
del conflicto en función de las tres concepciones de la sociedad a las que
hemos hecho referencia. Así, se puede entender al conflicto: 1) como
mera oposición de fuerzas, 2) como contradicción dialéctica o 3) como
antagonismo.
1) Conflicto como oposición de fuerzas
Por lo general, quienes privilegian al individuo sobre la sociedad tienden a pensar al conflicto como oposición de intereses entre individuos,
grupos o sectores sociales. En principio, dirán, si cada uno defiende con
inteligencia su propio interés, todo conflicto puede ser resuelto o, al menos, canalizado adecuadamente. Esto es posible porque en la realidad
–dicen– no existe la contradicción. No es correcto emplear el término
“contradicción” cuando estamos hablando de cosas reales, sino que sólo
tiene sentido en el terreno de la lógica: como sabemos, la contradicción
lógica se formula como “A no es -A”. Si afirmo una proposición y otra
que la niega, no estoy afirmando nada. Si digo que en este momento este
vaso se mueve y que este vaso no se mueve, no estoy diciendo nada con
respecto a lo que efectivamente acontece. Por lo tanto, en rigor, solo
puedo incurrir en una contradicción al nivel conceptual. La proposición
es el único terreno en el que una contradicción puede emerger. Pero
también puedo afirmar que Jorge está haciendo presión sobre el vaso
hacia un lado y Pedro está aplicando una presión equivalente en sentido contrario y que, por lo tanto, el vaso no se mueve. En este segundo
caso no estamos frente a una contradicción, sino a una oposición real.
La fuerza que Jorge aplica sobre el vaso tiene tanta positividad como la
que aplica Pedro, por lo que no puede ser entendida en términos de una
contradicción lógica. Por eso, analizando la cuestión, Kant concluye que
las contradicciones sólo pueden tener lugar entre proposiciones, pero
44 Cfr. Contreras Nátera, M. A., Otro modo del ser o más allá del euroccidentalismo, Caracas, CELARG, 2014.
46.
no entre las cosas. Entre estas, como entre las personas, sólo cabe la
oposición mas no la contradicción.
El problema de pensar el conflicto de este modo es que no tiene en
cuenta tres aspectos claves:
1) Nadie tiene en claro qué es lo que quiere.
2) Nadie puede expresar lo que realmente quiere.
3) Nadie puede entender exactamente lo que el otro demanda.
Los cuentos y mitos de distintas culturas nos brindan numerosos
ejemplos de estas tres imposibilidades. Los dioses le conceden a uno su
deseo de vivir eternamente pero luego envejece, sus fuerzas merman, se
torna cada vez más decrépito e inútil, mas debe seguir soportando por
siempre el cumplimiento de su anhelo. Otro pide la perpetua juventud
mas al tener que sobrellevar una y otra vez la muerte de sus amores,
sus hijos, su amistades, deja de amar, de sentir cualquier afecto para no
tener que sufrir. Pero claro, sin amor la juventud eterna se transforma
en un tormento insoportable. Este problema se agudiza cuando nos referimos no ya a los deseos individuales sino a las demandas colectivas:
allí interviene el tercero indeterminado, por lo que aún suponiendo que
a través de un profundo conocimiento de sí algunos supiesen qué es
realmente lo que desean y a través de un diálogo claro y sincero el otro
pudiese entender y satisfacer esa demanda, siempre aparecerán otros
afectados directa o indirectamente por esa decisión.
2) Conflicto como contradicción dialéctica
En definitiva, para el liberalismo el conflicto social puede ser analogado a una negociación por un auto usado: el comprador procurará obtener el menor precio y el vendedor el máximo posible. Después de realizar distintas ofertas ambos llegarán a un acuerdo. Dado lo insostenible
de esta analogía –tanto por las razones teóricas que hemos visto como
por lo que la experiencia política cotidiana nos muestra– cierto pensamiento marxista pretendidamente ortodoxo procura explicar el conflicto
saliendo de la órbita de las aspiraciones personales y colocándolo en el
ámbito de las contradicciones estructurales. Para estos hay contradicción en la vida real, pero no es una contradicción simple, sino dialéctica.
Desde esta perspectiva se interpreta toda la realidad social –y por ende
el campo de las políticas públicas– a partir de la idea de que “la historia
universal es la historia de la lucha de clases”. Pero nos enfrentamos con
un problema: ni hay algo así como “la historia universal”, ni es verdad
que siempre y necesariamente el conflicto sea una lucha de clases. La
noción decimonónica de “historia universal” es la versión secularizada
47.
de la historia de salvación. No hay un sentido de la historia. Las historias
de los pueblos son múltiples y bastante caóticas.
Además, tampoco es la lucha de clases lo que encontramos moviendo
a la historia: a veces las luchas son de otra índole y muchas veces la
historia se escribe también con acuerdos, consensos y armonías. Que el
conflicto esté siempre presente en modo actual o en estado de latencia,
no significa que sólo el conflicto imponga su lógica al devenir de las sociedades. Creo que conviene leer la célebre frase de Marx más como una
provocación que como un dogma. Como señala Laclau, “una filosofía
idealista como la de Hegel, que reducía la realidad al concepto, podía de
algún modo hablar de contradicciones en el mundo real”45. Ahora bien,
¿puede una filosofía de cuño marxista y, por ende, materialista seguir el
camino propuesto por Hegel? Laclau es tajante en su respuesta: “Cuando los marxistas hablan de contradicciones sociales incurren en una lamentable confusión”. Pues bien, si el conflicto no puede analizarse en
términos de contradicción dialéctica, podemos afirmar lisa y llanamente
que Marx y los marxistas están errados. Entonces adheriremos con toda
tranquilidad a la primera postura y afirmaremos que no hay contradicciones, sino oposiciones reales. Pero lamentablemente la complejidad
de la política no nos permite quedarnos con esta respuesta simple. La
noción de oposición nos pone ante la imagen de fuerzas u objetos (y por
analogía, de personas o grupos) plenamente constituidos que se enfrentan entre sí, pero en la lucha política lo que muchas veces acontece es,
por un lado, que es precisamente esa lucha la que va constituyendo al
sujeto o al grupo y, por otro, que lo que busca es la eliminación o negación del enemigo.
Además, hay una mala noticia para los que defienden esta posición,
creyendo con ingenuo optimismo que –repito– todo conflicto puede resolverse o encauzarse si las partes defienden con inteligencia su propio
interés. Por un lado, es muy difícil conservar la inteligencia en un conflicto, por varias razones que no vamos a exponer acá. Pero más difícil
aún es conocer cuál es el propio interés. Muchas veces, lo que creemos
que es nuestro propio interés no es sino lo que nos sugiere nuestra falsa
conciencia, producto de una imposición hegemónica.
Agreguemos que, además de los problemas teóricos inherentes a
cada una de las dos posturas estudiadas, hay un inconveniente que afecta a las dos por igual: el olvido del tercero. Ciertamente, cuando el con45 Laclau, E., "Antagonismo, subjetividad y política" en Revista Debates y Combates, Año 2, Nº 3,
Buenos Aires, 2012.
48.
flicto se radicaliza se tiende a subsumir en una lógica binaria: o se está
con un bando o se está con el otro. Es la lógica excluyente del amigo/
enemigo que define la política, es decir, que le pone fin: es la guerra, y
en la guerra no hay neutrales. Pero sin embargo aun en la guerra hay un
tercero: los pueblos y los gobiernos de los países que no intervienen. Por
eso las partes contendientes procuran mostrar una superioridad moral
relativa en lo que se transforma en una batalla por imponer la hegemonía comunicacional. Es decir, aun en el límite está el tercero. Todo esto
nos lleva a introducir la noción de hegemonía en el análisis del conflicto,
noción que tomamos de Gramsci a quien vamos a leer desde Laclau y en
diálogo con Lacan.
3) Conflicto como antagonismo
Si el conflicto no es una oposición de objetos o fuerzas como en la oposición real, ni de conceptos como en la contradicción dialéctica, ¿cómo
abordar su comprensión?
Retomemos a Kant quien en sus reflexiones en torno a la posibilidad
de los números negativos en referencia a Leibniz, sostiene que estos
números no existen en la realidad, sino que lo que se da es una oposición
de fuerzas contrarias. Por ejemplo, un barco viaja a diez nudos hacia el
oeste impulsado por los vientos hasta que un viento contrario lo ralentiza
y pasa a navegar a seis nudos. En este caso, no hubo una contradicción
lógica ni un número negativo, sino una oposición real entre dos fuerzas
enfrentadas. Muchos pensadores y políticos liberales tienden a ver el
conflicto político del mismo modo: mera oposición de fuerzas.
Pero Kant da otro ejemplo que nos va a ser de mayor utilidad: una madre espartana se llena de alegría al recibir la noticia de que Esparta ganó
una batalla, pero al caer el sol se entera de que en esa batalla murió su
hijo. Según Kant, acá también hay dos fuerzas positivas encontradas,
como en el caso del barco y los vientos. Sin embargo podemos ver esto
de otra manera: la noción de “batalla ganada” es una construcción discursiva, pues hay una distancia entre el hecho de que unas personas se
maten entre sí y la conceptualización que se hace de esa sumatoria de
golpes, muertes y heridas a la que damos el nombre de batalla. Si esto
no queda claro, va a ser más evidente si tomamos la segunda parte del
ejemplo: cuando una madre está frente al cadáver de su hijo, lo real es
que está frente a un cuerpo muerto, y que la distancia, la diferencia que
hay entre eso que es un cuerpo muerto y la noción de “cadáver de su
hijo” es la construcción discursiva: la noción de hijo, de un ser especialmente amado, con una historia, con la misma sangre, todo eso no es lo
49.
que está ahí. Sin embargo, sólo una psicótica podría estar frente al cadáver de su hijo sin verlo como otra cosa más que como un cuerpo muerto.
Obviamente no se trata de condenar todo empleo de la categoría de
“contradicción dialéctica”, sino de advertir sobre un uso impropio –y muy
frecuente– de esta categoría, que omite el factor discursivo en la construcción de eso que entendemos por realidad asimilándolo a lo real.
En esa distancia, en ese hiato, en esa diferencia-diferimiento46 que se
da entre lo real (el cuerpo muerto) y la realidad (el cadáver del hijo) es
donde se desarrolla la política. La construcción hegemónica del discurso
es decisiva: la madre espartana odiará con más fuerzas al enemigo de la
patria y asumirá la muerte de su hijo como un sacrificio necesario; pero
una madre posmoderna odiará a su gobierno por haber hecho la guerra
y sentirá esa muerte como absurda y sin sentido.
Retomemos entonces la distinción entre lo político y la política: lo político
es el ámbito de lo real, conformado por la suma de las relaciones entre,
frente a frente y con los otros a lo largo de la historia que van conformando
el subsuelo o, quizá sería mejor decir, el abismo sobre el cual nos movemos
y que hoy, además, está atravesado por la lógica del capital que tiende a
homogeneizar a todas las sociedades. La política es, en cambio, el producto
de las relaciones hacia. Sigamos utilizando el mismo ejemplo: los gobernantes espartanos que toman la decisión de declarar la guerra están aplicando una política que puede ser implementada porque el sustrato dado
por lo político lo permite. En cambio, en los Estados Unidos de hoy basta
con que aparezca un solo infante muerto en combate por la pantalla de
televisión para que la abrumadora mayoría se oponga a esa aventura bélica.
Hegemonía y fraternidad: radicalizar la democracia
La fraternidad universal nos dice que no hay un padre dador de sentido,
sino que el sentido es el resultado de los conflictos, las luchas y los acuerdos entre hermanos, o sea, es el resultado de una construcción hegemónica, no de un fundamento preexistente. El fundamento de la sociedad
como tal no radica en nada estable; no es una “sustancia”, sino que está
constituido por el entramado relacional que es, obviamente, dinámico y
contingente. En esa dinámica algunos sectores imponen su concepción de
la realidad como “la” realidad o, al menos, como la concepción correcta y
verdadera. De esto hablamos cuando hablamos de hegemonía.
46 Al igual que Laclau, estoy girando en torno a la diferencia ontológica de Heidegger, a la différance
derridiana y a la distinción entre lo real y lo simbólico en Lacan, pero como no hago un uso estricto
de ninguna de estas nociones, no cabe citar expresamente a ninguno de estos tres autores.
50.
A veces el término “hegemonía” causa reparos, pues se lo ve como
una imposición negatoria de la libertad o de la solidaridad; sin embargo,
en la concepción que acá estamos proponiendo, esto no tiene por qué
ser así, sino que se puede pensar en que el ideal de la construcción de
una sociedad solidaria y respetuosa de la libertad hegemonice el campo
de lo político. De hecho, siempre y necesariamente hay una comprensión
de la realidad que es producto de la asunción por parte del común de la
visión o conciencia del mundo correspondiente a una parte de la colectividad. Sin eso, la vida social sería imposible. A esto hacemos referencia
al proponer radicalizar la democracia: no a la posible existencia de una
democracia perfecta, “pura”, sino a la generación de los medios para
evidenciar la índole de esas construcciones hegemónicas aceptando la
existencia de antagonismos inevitables y aceptando también la posible
construcción de consensos, asumiendo que unos y otros son necesariamente contingentes y provisorios.
El problema no radica en construir una imposible sociedad sin hegemonía. Eso equivaldría a una sociedad psicótica. Se trata, en cambio, de
que cada miembro de la sociedad tenga en claro que ninguna conducta
y ninguna institución es “natural”. Ni la política, ni la economía, ni la
sexualidad, ni las igualdades o desigualdades de ninguna índole son dadas por la naturaleza. Nada está establecido de una vez y para siempre.
Y que el terreno de lo político no siempre se puede cimentar sobre el
diálogo –diálogo que en cambio es siempre recomendable en el ámbito
de la política– sino que se funda sin fundamento sobre la decisión: por
ejemplo, si alguien sostiene que los judíos son unos usureros que quieren dominar el mundo y por lo tanto hay que eliminarlos, no se trata de
dialogar en búsqueda de la verdad, estableciendo si es cierto o no que
sean así, sino que se trata de una decisión fundamental: aunque eso
fuera cierto, de ningún modo justificaría matar a nadie. Y eso va más allá
de cualquier línea argumental. Es una decisión fundamental que cabe
adoptar en función del tipo de sociedad que queremos ser y construir. A
partir de allí, después podremos discutir si esa proposición es verdadera
o falsa.
Se trata, en definitiva, de construir una nueva hegemonía que articule las demandas de las víctimas de las injusticias locales y globales.
Claro que, en la práctica, esta articulación no es tarea sencilla. Flora
Tristán, esa genial e incansable intelectual y luchadora, experimentó en
carne propia estas dificultades. Cuando comenzó su prédica a favor de
la emancipación de los trabajadores, en plena revolución industrial, se
topó con la resistencia de estos a aceptar que no podían liberarse plena51.
mente si no se liberaba también a la mujer de su situación subalterna.
A su vez, cuando en sus viajes motivados por la extrema necesidad suya
y de sus hijos descubre los horrores de la esclavitud de negros e indígenas, debe enfrentar la negativa de los trabajadores franceses y sus mujeres a asumir que su lucha no puede ignorar el sufrimiento de aquellos.
Con la claridad y sencillez de su estilo, va a decir al recordar su primer
contacto con la esclavitud en los trópicos: “no sabía aún que todos los
seres humanos somos hermanos”.
Esta dificultad para articular las demandas de justicia de los distintos
grupos subalternizados es lo que siempre, a lo largo de la historia, ha
permitido y permite que puedan consolidarse estructuras de dominación
en las que una minoría usufructúe el resultado del esfuerzo de toda la
comunidad. En un contexto global, esto explica por qué el uno por ciento
de la población mundial tiene tanta riqueza acumulada como el noventa
y nueve restante47. Es una situación con la que nadie está conforme, pero
sin embargo el sistema financiero mantiene el poder suficiente como
para que los poderes políticos no puedan revertirla.
La tarea no es sencilla, pero es ineludible si pretendemos vivir en un
mundo mejor. Juega a favor esa misteriosa energía que los pueblos y
los individuos han evidenciado en su afán de ser libres y felices. La incapacidad de las democracias liberales para atender a estas demandas
quebrando las construcciones hegemónicas imperantes no es signo del
agotamiento de la democracia en sí misma, sino de su carácter restringido a aspectos formales y procedimentales. Obviamente hay que
preservar estos aspectos, pero no alcanza con ellos. Tampoco se trata
de que se vote por más temas o con mayor frecuencia. No es una cuestión de reformas electorales ni de falsas dicotomías como “democracia
formal vs. democracia real” o “democracia directa vs. democracia representativa”, sino de generar los medios para que todos podamos ser
artífices de nuestro destino y no instrumento de la ambición de nadie. Se
trata, en definitiva, de extender, profundizar y radicalizar la democracia,
de modo que la hegemonía no se decline en términos de dominación sino
de liberación.
47 OXFAM, Working for the fews. Political capture and economic inequality, accesible en www.oxfam.org.
52.
Derecho y globalización
Elementos para una teoría jurídica situada
Carlos María Cárcova48
Durante buena parte del siglo XX, la teoría jurídica estuvo dominada
por dos paradigmas tradicionales, el jusnaturalismo y el juspositivismo,
con acentuado predominio de este último que, de la mano de un autor
tan fundamental como Hans Kelsen primero y luego de Herbert G.Hart o
Alf Ross, había ocupado un espacio canónico. Esto es, había conseguido
establecer el “canon” de cientificidad naturalmente adecuado a sus principios y presupuestos epistémicos y metódicos. Ser un buen jurista, pues,
consistía en ocuparse de las normas y de su posible organización sistemática y abordar, entonces, como cuestiones principales, los problemas
de consistencia lógica del sistema, de decibilidad y de completitud.
Se ignoraba de ese modo que, en el juego del derecho, creación humana, había –como en toda creación humana– algo más: estrategias, poder,
legitimación, reparto, intereses en pugna, interpretaciones, operadores
jurídicos, ideologías, representaciones sociales, valores confrontados.
Sin embargo, para las concepciones hasta entonces dominantes, estos
asuntos no eran materia pertinente del estudio de los juristas, pues estos debían atender las problemáticas de la validez y no de la facticidad.
Y estos dos mundos, el de la validez (deber ser) y el de la facticidad (ser)
no resultaban conmensurables.
Pero, a principios de los setenta, el “malestar en la teoría” se hizo
progresivamente más intenso y comenzaron a surgir otros modelos explicativos, otras visiones del derecho, que marcharon a la procura de
rearticular lo jurídico con lo ético, con lo político, con lo económico,
con lo social. Me refiero a las tesis de los comunitaristas como Sandel,
Taylor, Walzer, Buchanan; me refiero a la crítica dworkiana al positivis48 Profesor emérito de Filosofía del Derecho de la Universidad de Buenos Aires, Director del Instituto
de Estudios Juridicos Ambrosio Gioja (UBA), Coordinador de la. Carrera de Derecho de la Universidad
Nacional de Avellaneda.
53.
mo; me refiero al neocontractualismo de Rawls; a la teoría de la acción
comunicativa de Habermas; al deconstructivismo de Derrida, a la idea
de “campo de saber” y “campo de poder” de Bourdieu; a la teoría de los
sistemas autopoiéticos de Luhmann; y, por cierto también, a las distintas
manifestaciones de la Crítica Jurídica y al Movimiento del Derecho Alternativo y del Pluralismo Jurídico. Estos últimos, dispuestos a explorar
y explicar las dimensiones antropológicas, sociológicas y políticas de la
legalidad y a transformar esta última de discurso legitimatorio en discurso emancipatorio.
Lo originario, la compleja estructura socio política existente en Nuestra América antes del “descubrimiento”, fue arrasado de la mano de una
conquista que se propuso destruir toda cultura preexistente, a sangre
y fuego. Por sobre los templos incaicos, aztecas o mayas o de culturas
aun anteriores, que mostraban cuan sofisticadas arquitecturas correspondían a las peculiaridades de sociedades evolucionadas aunque diversas de las europeas, se construyeron fuertes e iglesias, para hacerlas
desaparecer soterrándolas; se persiguieron las convicciones religiosas
preexistentes y se sometió a los indígenas a formas humillantes y crueles de vasallaje y esclavitud. Se destruyeron los conocimientos médicos
y las prácticas jurídicas y se intentó hacer desaparecer todo rastro civilizatorio preexistente. Pero ese esfuerzo que puso a la conquista de América en la agenda de los acontecimientos más repudiados de la historia
de la humanidad, fracasó. Los templos enterrados reaparecen, día a día,
como por ejemplo el que se encuentran debajo de la Catedral del Distrito
Federal, en México. En el Museo Larco Herrera de Lima, hay esqueletos
que muestran que los Incas operaban el cerebro humano y que esas
intervenciones eran exitosas según lo demuestran las callosidades de
los huesos perforados, que acreditan prolongadas sobrevidas. Son innumerables las denuncias existentes, tratadas en Naciones Unidas, acerca
de la existencia de multinacionales de la medicina que roban a través de
supuestas ONG, el conocimiento todavía virtual que poseen muchas comunidades indígenas sobre técnicas de herboristeria y afines con el fin
de enfrentar cuestiones de salud para las cuales la medicina occidental
aún no ha encontrado soluciones.
Por otra parte, cada vez más se impone en nuestro continente el reconocimiento y la virtualidad de formas alternativas de resolución de
conflictos que implican el reconocimiento por parte de los derechos estatales de prácticas jurídicas originarias. Lo consagró la OIT en primer
término, y luego Colombia, Bolivia y muchos otros países. La Argentina
hizo su aporte con la elaboración legal del llamado error de prohibición
54.
invencible, que funciona como excusa absolutoria eficiente, cuando el
origen de una conducta transgresiva resulta ser la consecuencia de una
discrepancia intercultural. Son miles los estudiosos y profesionales de
distintas ramas del saber que han trabajado y lo siguen haciendo en pos
de estas conquistas éticamente reivindicatorias.
Lo cierto es que, desde la época que evoco hasta el presente, han
transcurridos largos treinta años y podríamos decir que, como estas
corrientes lo afirmaban tempranamente, sólo desde una teoría jurídica
multi y transdisciplinaria puede intentarse hoy dar respuesta a los desafíos de la sociedad compleja del siglo XXI.
Repasemos algunos otros de esos desafíos.
Resulta un lugar común de la teoría política y la investigación historiográfica de las últimas épocas hacer referencia a los procesos de aceleración del tiempo histórico. El pasado ya no se cuenta en décadas sino
en años. Los seres humanos nacidos en la primera mitad del siglo XX
hemos sido testigos de transformaciones tan profundas y vertiginosas
que, se afirma, ellas son comparables con el conjunto de las acaecidas
en el transcurso entero de la historia del hombre en la Tierra. Es probable que se trate de una cierta exageración. Sin embargo, no cabe duda
de que en pocos años se han reconfigurado a escalas inimaginables los
horizontes de sentido de naturaleza científica, tecnológica, cultural y
civilizatoria.
El fenómeno de la globalización –término huidizo y multívoco– ha implicado, según palabras de Anthony Giddens, una radical transformación
de las nociones conocidas de espacio y tiempo. Por una parte, porque la
revolución tecnoinfomática ha permitido un incremento exponencial de
los flujos comunicacionales, conectando a los hombres entre sí a escala
planetaria, en tiempo presente (in real time). Tal circunstancia ha producido impactos significativos en diversos planos: económicos y tecnológicos, claro está, pero también políticos y éticos. Zygmun Baumann,
uno de los más prestigiosos sociólogos de la actualidad, sostiene que el
problema moral pasó a ser global.
Se dice que el holocausto –afirma Baumann– concierne a tres categorías de personas: las víctimas, los victimarios y los testigos. Y bien, en el
mundo de hoy, todos somos testigos porque todos somos espectadores.
Sabemos, en el tiempo propio del acontecimiento, lo ocurrido en los más
alejados rincones del mundo. Conocemos, observamos, el universo entero. Y precisamente por ello, adquirimos algún tipo de responsabilidad
respecto del destino del hombre y de la raza humana. Se trata de la globalización de la responsabilidad.
55.
Por otro lado, el mundo conocido se ha reconfigurado también como
resultado de las facilidades del transporte internacional y de las grandes
migraciones. En virtud de razones políticas, raciales, religiosas, económicas; por hambrunas, desastres ecológicos o guerras cruentas y salvajes, millares y millares de seres humanos han migrado de una región
a otra, de un país a otro, de un continente a otro49. Desde luego, nuevas
y problemáticas dimensiones culturales, políticas y jurídicas son puestas en juego por este fenómeno. Los valores, prácticas, costumbres y
representaciones del mundo de los que son portadores los contingentes
de migrantes no se compatibilizan fácilmente con los que son propios
de las sociedades receptoras. Estas últimas instrumentan políticas ad
hoc, prohibiendo a veces, regulando otras el acceso y permanencia de
extranjeros y con ello administrando un complejo sistema de inclusión
/exclusión social, en el que, naturalmente, predomina este último extremo. ¿Cómo encarar este problema de las sociedades multiculturales
o interculturales como prefiere denominarlas García Canclini, como lo
son, hoy por hoy, todas las grandes megalópolis, incluidas las de nuestro
continente centro y sudamericano? Algunos, como el otrora progresista
Ralph Dharendörf, proponen como solución los ghettos de la posmodernidad; otros, como Habermas, privilegian el diálogo tolerante y racional.
Pero en este último caso, la pregunta que complica es: ¿hay un único
criterio de racionalidad o lo que llamamos racional depende de ciertas
representaciones culturales? Por ejemplo, la racionalidad del Norte
rico es simétrica respecto de la racionalidad de una periferia miserable,
hambreada y olvidada?
Una de las corrientes más actuales de las ciencias sociales, los denominados “estudios culturales”, denuncia precisamente la actitud de las teorías tradicionales que no han hecho más que “naturalizar” y con ello transformar en universal lo que resulta ser sólo un particularismo hegemónico,
por lo general asociado a una visión eurocéntrica del mundo. Estos estudios
destacan que los textos son fenómenos sociales y por ello contextuales e
históricos, creados y leídos (es decir, interpretados) en un cierto tiempo y lugar. La construcción del sentido no es monopolizable, y la realidad social se
constituye como múltiple y diversa. Cada expresión de esa realidad resulta,
entonces, igualmente necesaria para entender la interacción humana.
49 En un reciente ensayo periodístico, Héctor Pavón se ocupa del fenómeno de las migraciones a
escala internacional y sostiene que en el siglo XX la cantidad de migrantes pasó de 33 a 191 millones de personas, según datos de la ONU. La socióloga Saskia Sassen, de la Univ. de Chicago, trata
la cuestión en un libro reciente titulado Territorio, autoridad, derecho. La globalización entre otras
consecuencias ha implicado una crisis de ciudadanía.
56.
He aquí algunos, entre otros tantos, de los desafíos de un mundo en
transformación constante.
La llamada globalización aparece así como un proceso complejo y
contradictorio en cuyo seno operan polaridades ineludibles: universalismo/particularismo; global/local; complejidad sistémica/acción de individuos o grupos.
Es en este contexto en donde también deben ser pensadas y reconocidas nuevas subjetividades. Cambios en la organización de los modelos
productivos (del fordismo al just in time); crisis de la representación política como consecuencia de la brecha cada vez más profunda entre representantes y representados. La corrupción como factor estructural de
la política. Desilusión y retracción permanente de la participación popular, en un escenario comunicativo mundial en el que se intenta legitimar
la tortura o el crimen como modo de luchar contra otro crimen, el del
terrorismo internacional. Esto es una especie de dialéctica del exterminio entre facciones que, sin embargo, afecta al conjunto de la humanidad
sin discriminación y sin atenuantes, aunque se tienda con frecuencia el
manto hipócrita de los llamados “daños colaterales”, que por ser tales
se presentan como menos deletéreos. En verdad, no importan las víctimas. Ni quiénes, ni cuántas son. No hay distinción entre civiles y combatientes, entre hombres y mujeres, entre adultos y niños. El sentido de
la acción sólo se cuantifica en términos de eficacia. De eficacia letal, por
supuesto.
Pero, mientras estos horrores acontecen, no es menos cierto que
la humanidad lucha por consolidar y ampliar valores civilizatorios y no
siempre fracasa en esa tarea, vg. el ambicioso programa de internacionalización de los derechos fundamentales, no ya como declaraciones
más o menos vacuas, sino como progresivo avance de naturaleza institucional para la creación de una jurisdicción internacional, capaz de
juzgar y castigar los crímenes de lesa humanidad. Todo lo cual vuelve a
situarnos en la paradojalidad de nuestro tiempo.
Estas circunstancias incrementan la reflexividad social, es decir, coaccionan a la sociedad a mirarse a sí misma y, en esa instancia, a desechar
la concepción ideológica que la mostraba como un proceso “natural”.
Lo social es entendido ahora como construcción humana, contingente y azarosa y la llamada “realidad”, como algo más que pura materialidad externa. La realidad es también sentido, símbolo, significación.
Este plus de materialidad, este agregado de sentido, es construcción (es
decir artificio, artefacto). Construcción, humana, social, histórica, positiva e intersubjetiva. El conocimiento deja de ser entendido ya, al menos
57.
para una importante corriente epistemológica denominada “constructivismo”, como una representación mental de la realidad y la conciencia
como un “espejo de la naturaleza”. Dado que toda realidad no inefable es
“realidad comunicada”, es preciso entender que lo que está afuera de la
conciencia de los sujetos, es algo más que pura externalidad, es también
comunicación, esto es construcción de sentido. Lo que está “afuera”, lo
“real”, adquiere esa condición, en un proceso de intercambio comunicativo que lo constituye como real, porque resulta mediado por palabras,
por significaciones, por historias previas, por símbolos, por valoraciones,
por acuerdos, por precomprensiones del mundo. Permítaseme un ejemplo que quizá resulte ilustrativo. A orillas del Río Paraná, en la ciudad de
Rosario, Pcia. de Santa Fe, en la Argentina, se levanta un enorme monumento a la bandera. Se construyó en ese lugar porque, según cuenta
la historia, el Gral. Belgrano, creador de la enseña patria, hizo jurar a
sus soldados lealtad a la misma, aproximadamente en esa zona. Y bien,
ese monumento es, mirado en su pura materialidad, una combinación
de piedra, metal y paño. Pero nadie mira, y consiguientemente nadie ve,
su pura materialidad. Aprecia en cambio su valor simbólico, es decir,
el conjunto de sentidos asociados indiscerniblemente a su materialidad
substante. La realidad del monumento no es la de la piedra, el metal y
el paño, sino la de su carácter representativo en el imaginario social.
Pero ese carácter proviene de una construcción de sentido de naturaleza
comunicativa, en el marco de una interacción social con contexto y con
historia.
Es claro que las representaciones humanas significativas pueden estar “cargadas”, como los dados del cubilete. Cargadas de contextualidad y hegemonía. Por ello, las ciencias sociales deben reformular una
nueva teoría del imaginario, con los aportes de las nuevas ciencias y
con una nueva concepción de lo subjetivo, que advierta que no existen
ya las estructuras fijas de antaño; que al lado de los sujetos individuales se hallan los sujetos colectivos, los grupos de interés, los nuevos
movimientos sociales. Y que estas identidades de nuevo tipo conviven
en permanente rearticulación (la posmodernidad líquida de Baumann),
han perdido fijeza y perdurabilidad. La teoría social y también la teoría
jurídica se encuentran, en consecuencia, demandadas a ofrecer criterios
hermenéuticos que permitan a los agentes identificar su propia posición
en la realidad, tal como afirma, con acierto, Federico Schuster.
La subjetividad resulta así, a un tiempo, exacerbada y amenazada,
porque las tradiciones y rutinas han perdido eficacia para explicar los
procesos en términos de causalidades lógicas. Ello reclama, en conse58.
cuencia, más decisiones, que a su vez exigen mayor conocimiento y mejor comprensión.
Como señala el autor antes mencionado, varias consecuencias se siguen de lo anterior: a) necesitamos más autoconocimiento (reflexividad)
para la acción; b) se genera un aumento de la complejidad social y en
consecuencia mayor incertidumbre y aumento del riesgo; c) se hipertrofia el peso de la subjetividad, pues la vida se centra en dimensiones no
estructuradas; d) se politiza el mundo social, pues la tradición es reemplazada por la decisión (en general provista por los gobernantes y los
sujetos con poder).
Pero en un entorno planetario como el descripto, la mayor complejidad
implica, ya hemos visto, paradojalidad: el poder se fracciona y atomiza, provocando cíclicas reorganizaciones basadas en acuerdos que no alcanzan
perdurabilidad suficiente y, por ello, no ofrecen otra garantía que la de sus
inestables y circunstanciales equilibrios. Las hegemonias se despliegan en
permanente cuestionamiento por parte de los grupos y sectores más débiles que, por ser tales, intentan justificar su apelación a políticas de terror
indiscriminado cuando la confrontación es militar o a acuerdos de nuevo
tipo con potencias emergentes en el plano económico, como China, India,
Brasil. De modo que la globalización implica también localización, pues los
agentes siguen siendo locales, aunque actúen globalmente.
Existen, pues, pluralidad de cruces subjetivos en el contexto global;
el orden y el desorden conviven en un nuevo escenario marcado por una
presencia hegemónica cuestionada por conflictos multifocalizados. No
han desaparecido las ideologías sino los “universales”: clase, nación,
sistema económico, sustituidos por una multiplicidad de interacciones
históricas tendientes a construir nuevas hegemonías. En el mundo complejo del nuevo milenio, la acción humana es relevante en términos de
construcción e incertidumbre. Es decir, en términos de política.
De política jurídica también. El jurista de hoy debe seguir conociendo
los Códigos naturalmente, pero también debe asomarse a la experiencia
de la vida. Se lo reclaman el conocimiento transdisciplinar (o, como prefiere decir Enrique Del Percio, “indisciplinar”) destinado a enfrentar nuevos interrogantes: los de la bioética, la biotecnología, la biodiversidad, la
globalización. Estamos constreñidos a construir intercepciones cognitivas con otros discursos del conocimiento en general y del conocimiento
social en particular. Con la medicina y la biología y con la antropología,
la psicología y el psicoanálisis, la sociología y la economía, los estudios
culturales y la semiología.
59.
Han cambiado los paradigmas inventados por la Modernidad:
i) El conocimiento ya no se concibe como proceso continuo y acumulativo de develamiento de lo natural. Al contrario, hoy se privilegian las
rupturas epistemológicas, las revoluciones científicas y las refutaciones.
ii) No hemos conseguido la progresiva uniformidad del mundo sobre
la base de la expansión constante de la economía y la cultura de occidente. Al contrario, hoy presenciamos una crisis de los modelos universalistas, la progresiva fragmentación social y el aumento de la marginalidad
y la aculturación.
iii) la idea del sujeto autoconsciente constructor racional guiado por
el interés económico apenas es un dato hipotético y contrafáctico de una
teoría social que se piensa como un juego. Al contrario, hoy se sostiene que no es el sujeto el que construye a la sociedad sino esta la que
construye al sujeto, haciendo de él un “sujeto sujetado”, para usar una
categoría cara al análisis lacaniano: sujetado por su socialización, por
sus pulsiones, por sus agonías. Y a su lado, miríadas de nuevas subjetividades: género, etnicidad, opción sexual, religión, ideología, etcétera.
En otros términos, la comunicación y la interculturalidad proyectan en
el espejo en que debemos mirarnos la imagen de lo diverso y ello produce un impacto dilemático: ¿El derecho a la igualdad, que tanto hemos
defendido, comprende también el derecho a la diferencia?
Frente a la diferencia: ¿imposición o diálogo multicultural? ¿Un solo
derecho o pluralidad de derechos? ¿Derecho como conjunto de normas
o como práctica social discursiva?
Estos interrogantes finales, que podrían multiplicarse en progresión
geométrica, muestran a la teoría y a la dogmática jurídica enfrentando
nuevos interrogantes, otras demandas preñadas de historicidad, pero
también de responsabilidad ética. A partir de la modernidad, la regla de
juego básica de organización del orden social pasó a ser el derecho. En
consecuencia, el conocimiento del derecho, cada vez más opaco, más
problemático y complejo, atribuye a quienes de él disponen, los juristas,
los hombres de leyes, un poder diferenciado respecto de los legos, de
aquellos que actúan las reglas como imposición, como costumbre, como
hábito. Sin comprender sino vaga y genéricamente, en el mejor de los casos, el sentido de los actos que realizan y que tanta trascendencia poseen
para el curso ordinario de sus propias existencias. El saber de los juristas
otorga poder, poder social. Un poder ligado a la comprensión general de
las reglas de juego que organizan los fenómenos que acontecen en el
vasto escenario de la interacción social. Pero el poder, como sostienen
desde Foucault hasta Luhmann, no puede homologarse con la violencia.
60.
No hay poder sin legitimidad, sin consenso, sin acuerdos. Por ello, el saber de los juristas, que tan alto grado de significación asume en nuestros
días, confronta opciones de naturaleza ética: o se compromete con los
poderes fácticos que están amenazando la supervivencia misma del género humano o con el proyecto de una sociedad más justa y más humana.
Nadie ha expresado, para mi gusto, con mayor elocuencia esta idea que
un notable científico y pensador chileno. Me refiero a Humberto Maturana y a un párrafo de uno de sus libros de sugerente título, La realidad:
objetiva o construida. Dice allí: “El principio constitutivo de la célula en su
calidad de infraelemento de los organismos se mantiene en todos los niveles de complejidad que tengan que ver con lo vivo: células, organismos,
sistema nervioso, comunicación, lenguaje, conciencia, sociedad. Es decir,
no hay discontinuidad entre lo humano, lo social y sus raíces biológicas”.
Este principio –señalo– es contrario a los que se derivan de Darwin,
pues no otorga preferencia al más apto. Agrega el autor: “El amor o, si
se prefiere, la aceptación del otro junto a uno en la convivencia, es el
fundamento biológico del fenómeno social; sin amor, sin aceptación del
otro junto a uno no hay socialización y sin socialización no hay humanidad. Cualquier cosa que destruya o limite la aceptación del otro junto a
uno, desde la competencia hasta la posesión de la verdad, pasando por
la certidumbre ideológica, destruye o limita la posibilidad de que se dé
el fenómeno social, por lo tanto, lo humano. Porque destruye el proceso
biológico que lo genera”50.
En conclusión, nos cabe a los hombres de derecho una singular responsabilidad, pues algunas de las respuestas que seamos capaces de
imaginar hoy, prefigurarán el mundo por venir, en el que habitarán las
nuevas generaciones. He aquí el sentido de nuestra tarea.
Si fuéramos capaces de entender los cambios y las transformaciones
epocales, para ponerlos al servicio de la emancipación humana, por modesto que haya sido nuestro aporte, habríamos cumplido con la responsabilidad
moral que nos impone nuestra condición de juristas. O quizás, más simple y
modestamente, nuestra mera condición de seres humanos.
50 Maturana, H., La realidad: objetiva o construida, Tomo I, Barcelona, Anthropos et al., 1995, pp. XII
y ss.
61.
Consideraciones sobre ley y justicia desde Nuestra América:
la amistad política en Martín Fierro
Rebeca Canclini51
El lazo político establece obligaciones entre las partes que han sido
abordadas por el pensamiento sobre lo político a partir de distintas imágenes articuladas en metáforas, analogías y ejemplos. Intuiciones provenientes del ámbito familiar, pastoril, orgánico, naval, por nombrar sólo
algunos, fundamentan distintas visiones sobre lo político y sobre las relaciones inherentes a esta esfera. Los ejemplos, por otra parte, suelen
provenir de relatos históricos y literarios y pueden ser entendidos de dos
maneras: como caso de una norma general o como particular que permite el acceso al universal sin perder su carácter de situado.
Este escrito está pensado como una indagación sobre algunos rasgos
de la forma de entender las obligaciones políticas en el pensamiento
lationamericano a partir de un ejemplo literario: El gaucho Martín Fierro
y La vuelta de Martín Fierro. No se trata de una exégesis del texto sino de
recuperar un arquetipo heroico52 de nuestra cultura que es un plebeyo,
un paria y un despreciado, y mostrar algunos aspectos relativos a su
concepción de la ley y, consecuentemente, de la obligación política.
El relato se sitúa en la pampa argentina entre la cuarta y sexta década
el siglo XIX en el marco de la modernización del Estado. Fierro es un
gaucho matrero que perdió todos sus bienes injustamente, después de
servir en la frontera se convierte en un desertor y un prófugo a quien se
lo busca por dos homicidios. Después de su encuentro con Cruz, parte al
desierto del que regresará años más tarde para encontrarse con lo que
queda de su familia, de la familia de Cruz y de una de sus víctimas. Entre
las características de este personaje se destaca el coraje, el sentido del
51 Doctora en Filosofía (UNS). Profesora de Filosofía Política y de Filosofía de la Historia en la UNS
y de Introducción al Conocimiento Científico en la USAL (Área Bahía Blanca).
52 Ver Astrada, Carlos, El mito gaucho, Buenos Aires, Ediciones del Sur, 1948, p. 24.
62.
honor, su espíritu piadoso relacionado con cierto sentido de justicia y
una profunda valorización de la amistad.
Sobre la ley y la justicia
La posición de Fierro sobre la relación entre ley y justicia es tematizada de diversas maneras: mostrando leyes injustas (I, estr. 52), refiriéndose a la arbitrariedad de los funcionarios (I, estr. 58) y mostrando
la imposibilidad de que sus derechos (vigentes) sean respetados (I, estr.
110). Uno de los puntos centrales del relato está en evidenciar la relación
entre la codicia de ciertos sectores sociales y las leyes vigentes, o sea,
en mostrar que la injusticia se comete cumpliendo la ley53. Lo esencial
está en que en muchos de los casos mencionados no hay infracción de la
ley sino una acción racional con arreglo a la codicia que se torna amenazadora cuando la ley se cumple.
En La vuelta de Martín Fierro, se presenta la payada entre el Moreno y
Fierro en la que se tematiza el significado de la ley (II, estr. 1089 y ss.). El
Moreno, hermano del asesinado por Fierro, afirma:
1091
…
La ley se hace para todos,
mas sólo al pobre le rige.
1092
La ley es tela de araña,
en mi inorancia lo esplico.
No la tema el hombre rico,
nunca la tema el que mande,
pues la ruempe el bicho grande
y sólo enrieda a los chicos.
1093
Es la ley como la lluvia,
nunca puede ser pareja.
El que la aguanta se queja,
pero el asunto es sencillo,
la ley es como el cuchillo:
no ofiende a quien lo maneja.
53 Hinkelammert, Franz, La maldición que pesa sobre la ley: Las raíces del pensamiento crítico de
Pablo de Tarso, San José de Costa Rica, Colección Universitaria, 2010, p. 75.
63.
1094
Le suelen llamar “espada”
y el nombre le viene bien.
Los que la gobiernan ven
adonde han de dar el tajo.
Le cái al que se halla abajo
y corta, sin ver a quién.
Se dice que la justicia es ley universal y, por tanto, debería aplicarse a
todos de la misma manera. Sin embargo, es dolorosamente experimentada y se observa sólo negativamente para los pobres. La desigualdad
frente a la ley es tematizada mediante los símiles populares de la lluvia y
el cuchillo y, también, mediante las imágenes de la telaraña y la espada.
El Moreno encuentra en el gobierno al instrumento decisivo de la ejecución de la ley.
La polarización entre la ley y la justicia nos retrotrae a una unidad resquebrajada que permite situar la ley en el encuentro con el otro. Se trata
de una instancia no estatal de lo político que se vincula con lo ético pero
no de manera abstracta. Frente al otro concreto y situado, el criterio ético de justicia no admite su instrumentalización. Dicho de otra manera,
la justicia no opera desde el cumplimiento de la ley sino que es sensible
a la presencia del otro que no debe ser destruido por el cumplimiento de
la ley. Sin esta preferencia por plebeyos y parias, el cumplimiento de la
ley desemboca en la injusticia54.
Sobre la obligación política
La tradición moderna de pensamiento sobre lo político ha entendido
la obligación política en términos de la relación de los individuos frente
a la ley. Esta concepción nació como un posicionamiento crítico a quienes entendían que era una situación de nacimiento la que determinaba
la pertenencia a un estamento y, con este, se contaba con ciertos privilegios. Los nacientes Estados modernos hicieron de la igualdad ante
la ley una de sus banderas, bajo el supuesto de que las leyes emanan
de la voluntad popular que es una. Así, esta noción de pueblo (populus)
no admite la diferencia en su seno. Desde esta perspectiva, se puede
sacralizar el ordenamiento legal vigente (dura lex sed lex) sin brindar un
criterio que permita evaluar la justicia de estas leyes. Sin embargo, los
54 Hinkelammert, op. cit., p. 100.
64.
problemas relativos a la organización política de los Estados modernos
y a teorías republicanas no populares, han mostrado que este supuesto
también es inadecuado.
El pensamiento latinoamericano, cuya modernidad está signada por
la conquista, es capaz de una doble crítica. Por un lado, entiende al pueblo como plural, como reunión de pueblos formados por los plebeyos
(plebs), los errantes y parias de la tierra. Por otro, entiende la necesidad
de una base ética de justicia que permita evaluar los ordenamientos legales. Esto es, acepta que los sistemas legales tienen cierto dinamismo,
pero se trata de un dinamismo con base popular (plebs) y no enmarcado
en las democracias de mercado o en las formas totalitarias de gobierno.
Retomando el hilo conductor del trabajo, encontraremos algunos de
estos rasgos en la narración de Martín Fierro. Tematizaremos, en este
caso, la escena en la que se encuentran por primera vez Fierro y Cruz
como forma arquetípica a partir de la cual se pueden rastrear algunas características de una forma propiamente latinoamericana de concebir los
orígenes del vínculo político y, particularmente, de la obligación política.
Al igual que Fierro, Cruz era un gaucho y, como tal, un paria. Había
logrado ingresar a la policía rural como sargento y así llega a integrar la
partida que sale a apresar a Martín Fierro. A partir de la estrofa 255, se
encuentra a Fierro rodeado por la policía, sin posibilidades de huir o ganar en el enfrentamiento, decide no entregarse y pelear valerosamente.
Fierro pelea en vano, sin esperanza de ganar o de fugarse. Sorpresivamente, Cruz arroja su quepís y empieza a pelear junto a Fierro contra los
soldados de su propia partida.
Momento ético
Si aceptamos que el quién de una persona, su singularidad se conoce
a través de sus acciones55, esta es la acción que define al personaje de
Cruz. Evidentemente, no se trató de una acción planificada por él ni determinada por causas externas. Simplemente, ante determinada situación, eligió la compañía y la amistad de Fierro. En el texto de Hernández,
Cruz relata su acción:
55 Arendt, Hannah, La condición humana, Madrid, Paidós, 1993, p. 203.
65.
253
Ansí estuve en la partida
pero qué había de mandar!
Anoche al irlo a tomar
vide güeña coyontura,
y a mí no me gusta andar
con la lata a la cintura.
Algunos han visto en este acto una tendencia del gaucho por la violencia, sin embargo, la acción puede retrotraerse a una larga tradición que
indica que la alternativa de la muerte no es lo peor que puede sufrir una
persona. Fierro no busca la muerte pero la prefiere a una vida sin libertad. Así, de acuerdo al relato, lleva adelante una lucha por propia dignidad. El sargento se conmueve por el coraje con que el desertor, como los
héroes, expone su vida; pero, también, por la cobardía de quienes van a
hacer cumplir la ley. La acción de Cruz puede situarse en un horizonte
ético. Según sus propias palabras:
291
…
Sin ser un alma bendita
me duelo del mal ajeno:
…
No lo conmueve, todavía, el dolor del amigo sino el dolor del otro concreto y presente. Fierro estaba fuera del orden, en la exterioridad de la
totalidad política que se estaba estableciendo y se pretendía imponer
como única y legítima. Por eso, la acción nos remite al momento ético
del encuentro con el prójimo que se revela en la proximidad y trasciende
el orden ontológico para el que la amistad es impensable sin enemistad.
La experiencia del enemigo se da, en este caso, por fuera de la totalidad.
Desde la antigüedad, según Arendt, habría dos líneas para concebir lo
político. La primera, que vincula las esferas ética y política, apunta a la formulación de un modelo de buen gobierno teniendo como guía la noción de
justicia. La segunda concibe la política como un sistema de administración
del poder y tiene en cuenta, sobre todo, el criterio de la eficacia.
Dentro de esta segunda corriente, por ejemplo, encontramos el supuesto
hobbesiano de un hombre libre por naturaleza que se encuentra ante la
necesidad de vivir con otros. Ante este primer encuentro con otro hombre,
66.
se torna necesario el establecimiento de un pacto entre ambos o que el más
fuerte termine por vencer al más débil. Si el que salió al encuentro es suficientemente débil, no se pacta con él, se lo incluye como la parte dominada
de la relación. Si es suficientemente fuerte, efectuar un pacto resulta más
eficaz. En este caso, el otro es integrado a un nosotros y la totalidad que se
instaura se presenta como el único horizonte posible para pensar. Por eso,
el pacto reúne a las individualidades en un nosotros que incluye al débil dominado y, a la vez, excluye al exterior que permanece como otro. El nosotros
se funda sobre una igualdad natural de nacimiento sobre la que la totalidad
instaura la igualdad formal ante la ley; de acuerdo a la igualdad de nacimiento todos somos igualmente capaces de matar y, de la misma manera,
estamos inclinados a temer a la muerte violenta. Así, no hay nada inmoral
en que el fuerte domine o mate al débil, el resultado solamente indica su
mayor fuerza y, por ende, su derecho natural a hacerlo.
Cruz, como sargento de policía, había sido integrado al nosotros pero,
a su vez, sentía la presión del dominio que se ejercía sobre él. A pesar de
ser parte del pacto, pudo traspasar la totalidad de su propio horizonte y,
en el mismo acto, presentarse como crítico y, en última instancia, como
traidor. Desde el punto de vista del orden de esa totalidad su acción es
totalmente incomprensible, porque no se ajusta al supuesto antropológico que indica que las pasiones que nos impulsan indefectiblemente
al dominio son naturales, que no son vicios sino el motor de la vida en
sociedad. El haber abandonado su papel dentro del orden impuesto convierte a Cruz en alguien peor que el malevo que perseguía porque tiene
la potencia de desestabilizar al sistema desde dentro. El orden impone
que el otro no sea respetado como otro, sino como alguien que puede
pactar o a quién se debe vencer. Su exterioridad no puede ni debe ser
respetada, quien lo haga traiciona el pacto.
Con esto se muestra que cuando se concibe lo político como administración, el vínculo esencial es el de la enemistad, la hostilidad está en el
fundamento. La enemistad de origen funda la amistad del nosotros. Por
eso, la obligación política está ligada a la necesidad de mantener la vida
y consiste en el cumplimiento de las leyes del orden. Ante Fierro, Cruz
puede cumplir con la ley que lo había incluido en la partida policial y le
garantizaba la continuidad de su vida. Pero decide abrirse a la exterioridad social y política propia del despojado, del paria. Lo sorprendente,
en cualquier caso, es que perteneciendo él mismo al sistema, se haya
identificado con Fierro, que era el otro.
No es de extrañar que la lectura de Borges se haya centrado en el
misterio de este personaje. Borges apunta a desentrañar la identifica67.
ción del sargento con el desertor. Sin embargo, hay cierta tensión entre
la identificación propiciada por el paralelismo entre sus historias de asesinatos, huidas y resistencias y la identificación ética que se da ante el
paria. Recordemos que Borges comienza la historia con una referencia
a la primera carta de Pablo de Tarso a los corintios: “Me he hecho débil
con los débiles para ganar a los débiles” (I Corintios 9:22). Borges nos
advierte que la aventura que va a contar consta en un libro que es “capaz
de casi inagotables repeticiones, versiones, perversiones”.
Aquí, se presenta una comparación entre Cruz y Pablo, los perseguidores que encuentran su propio rostro en el rostro del perseguido.
Borges nos dice que Cruz “comprendió que un destino no es mejor que
otro,[…] comprendió que el otro era él” (Borges, p. 1996: 86). Se trata de
una relación ética con el desposeído, pero conduce tanto a la crítica política que exige la superación del orden dado, como a una nueva amistad
por fuera del nosotros del orden impuesto.
Momento político
Dussel muestra que las categorías fundacionales de una política crítica son dos, el orden establecido y la exterioridad. Gran parte de la tradición de pensamiento político ha acentuado el valor de la obediencia al
orden establecido sin recuperar la problematización que el otro, exterior
al nosotros, nos impone. Se trata de una obligación fundada en el orden
vigente que no da cuenta de lo que quedó fuera del ordenamiento. Una
filosofía política crítica toma el tema de la obligación política ante la ley
aunque plantea la cuestión de la justicia del orden instaurado por esa
misma ley.
Dijimos que la instauración del nosotros marca el surgimiento de
la relación amigo/enemigo. Contra la tradición griega, los modernos
han sostenido que el fundamento está en la enemistad, no en la amistad que, en cualquier caso, ha sido restringida al ámbito privado. Sin
embargo, tampoco los griegos concibieron la amistad con el otro, el
bárbaro. Aristóteles, por ejemplo, plantea que la razón de ser de la
coexistencia en la ciudad es la vida buena, la búsqueda de una vida virtuosa. Destaca que la vida perfecta y autosuficiente es el fin de la ciudad, y su posibilidad estriba en la amistad que une a los ciudadanos. La
existencia de la ciudad no se funda en la necesidad de ayuda recíproca
para mantener la vida; se trata de la formación de una comunidad y de
los vínculos humanos que en ella se establecen. Pero la amistad se da
siempre entre conciudadanos, esto es, dentro del nosotros incluido en
el pacto.
68.
En este sentido, la acción de Cruz nos permite una apertura a otra
forma de entender lo político que admite la posibilidad de la amistad
no sólo dentro del nosotros sino también con el excluido. Su acción nos
muestra que, para el pensamiento Latinoamericano, antes del ordenamiento jurídico no está la guerra de todos contra todos sino la experiencia de la amistad; el encuentro entre Fierro y Cruz marca el nacimiento
de una amistad, forma arquetípica de los lazos políticos libres y plurales.
Hernández y Borges rescatan las palabras con las que Cruz comienza
a luchar junto a Fierro: “Cruz arrojó por tierra el quepís, gritó que no iba
a consentir el delito de que se matara a un valiente y se puso a pelear
contra los soldados, junto al desertor Martín Fierro”. En el texto de Hernández leemos:
280
Tal vez en el corazón
lo tocó un santo bendito
a un gaucho, que pegó el grito
y dijo: “Cruz no consiente
que se cometa el delito
de matar ansí un valiente!”
Ambos autores recuperan la caracterización que hace Cruz del enfrentamiento como delito. O sea, se interpreta la acción como suplantación de una legalidad por otra. A la formalidad de la ley positiva, la acción de Cruz le presenta una categoría material que pretende plantear lo
político desde un lazo afectivo; no remite a la parte formal de lo político
sino a su aspecto material. Así, la decisión de Cruz indica que la unidad
de la comunidad no se alcanza solamente mediante acuerdos basados
en razones, sino también por la amistad que une a los ciudadanos en un
todo político.
Tanto el momento ético como el político pregonan que no hay que
cumplir la ley que excluye y domina. Es un saber práctico básico de
nuestros pueblos latinoamericanos que ha sido vivido con anterioridad
a sus intentos de formulación teórica. La resistencia a la injusticia del
orden se funda en el supuesto de que para tener los derechos propios de
la inserción en el nosotros, se requiere un reconocimiento previo que se
expresa en un lazo que va más allá de la ley. Se trata de un consenso crítico de la comunidad de los oprimidos y excluidos, la plebs que alcanza
el consensus populi. La plebe que finalmente se constituye como pueblo.
69.
Consideraciones finales
No deja de ser curioso que suelen recordarse más los consejos de Vizcacha que los ejemplos de Fierro y Cruz. En cualquier caso, estas líneas
han intentado mostrar el horizonte utópico del pensamiento latinoamericano presente como una intuición en la narración de Fierro.
La escena del encuentro entre Fierro y Cruz revela la posibilidad política de la amistad con el enemigo, esto es, trasciende el momento ético
para integrarlo en una fundación del vínculo político. Nuestra tradición
latinoamericana ha sido sensible a la afirmación de alteridad que eventualmente se expresa como resistencia mucho antes de que la tradición de pensamiento latinoamericano se consolidara. Es fundamental
recordar que esta fundación desde la categoría material de la amistad
con el otro también supone una legalidad. Por eso, quienes contraponen
el sometimiento a regulaciones y leyes del mundo europeo al supuesto
paraíso de la incertidumbre de nuestros países, reproducen el prejuicio
que indica que América es naturaleza, no historia. Se trata de una mirada que ya no puede reconocer lo político fuera de relaciones de dominio.
La historia de Borges resalta en dos ocasiones el carácter no político
de Cruz. Afirma, en primer lugar, que estando cerca de Buenos Aires,
Cruz “comprendió (más allá de las palabras y aun del entendimiento)
que nada tenía que ver con él la ciudad”. Más adelante dice: “comprendió
su íntimo destino de lobo, no de perro gregario”. Esta lectura solamente es posible bajo el supuesto de la falta de legalidad de las relaciones
humanas no mediadas por las leyes positivas. Por otro lado, al reducir
el vínculo político a la obediencia a leyes formales, no se ve el contenido
político en el momento material de la amistad.
Esta interpretación borgeana, sin embargo, tiene el mérito de señalar
la paradoja inherente a la ciudad. Su fundación marca un nosotros que
excluye a los otros, es un lugar al que Cruz nunca entró, con el que no
tenía nada que ver. Cuando conoce su destino y lo elige parte al desierto, pero no como un lobo solitario. Borges califica al perro de gregario, como si el lobo no fuera, también, un animal gregario. La diferencia
fundamental entre el lobo y el perro consiste en que el primero no fue
domesticado; la mayor dignidad del lobo radica en que no sacrifica su
libertad. Y, sin embargo, establece lazos que tienen fuerza legal, que lo
comprometen con el otro. El encuentro entre Cruz y Fierro presenta la
intuición de la posibilidad de una comunidad basada en la justicia. Una
comunidad cuyo ordenamiento jurídico reconozca los derechos del paria
(estr. 1182), permita que “venga algún criollo/ en esta tierra a mandar”
(estr. 358) y, en palabras de Fierro:
70.
1184
Mas Dios ha de permitir
que esto llegue a mejorar…
Pero se ha de recordar,
para hacer bien el trabajo,
que el fuego, pa’ calentar,
debe ir siempre por abajo.
71.
Aportes para un enfoque geocultural en América
José Tasat56
Un silencio vacío ronda en nuestro saber, lo prueba el hecho que en
nuestro mundo moderno, no obstante el saber acumulado, no sabemos. Lo
señala el exceso de teoría, la abundancia de soluciones y la violencia desatada. Todo esto es el símbolo de la silenciosa mudez de nuestro saber culto
que ha perdido el contacto con su contenido. Es que nuestro silencio no es el
silencio del pueblo. Detrás del silencio popular y de su decir cualquier cosa
hay una verdad que rigüe su combinatoria y que nosotros perdimos.
Rodolfo Kusch
Aproximaciones a pensar
“Pensar es olvidar diferencia, es generalizar, abstraer”, afirma Jorge
Luis Borges, en “Funes el memorioso”57. Si seguimos la lógica de su afirmación, pensar es recordar semejanza. El estudio de la cultura tiende a
sistematizar, registrar y evaluar las acciones, los sujetos y las cosas, en
su flujo permanente, entre el dominio del gusto y las identidades locales,
que significan la vida.
Propongo pensar las raíces culturales de América desde un abordaje geocultural, aportando a la gestión cultural, desde las acciones, las
cosas y los sujetos culturales, relacionando la identidad, el territorio, el
símbolo y la comunidad.
Se trata de pensar en y desde América, en tanto el pensamiento desarraigado de nuestra tierra y des-gravitado de nuestro horizonte cultural, fundamentó la implementación de políticas culturales que tomaron
como referencia una noción de cultura y de sujeto cultural formulada en
otros contextos: europeos o norteamericano y, por tanto, desconectada
56 Lic. en psicología, UBA. Candidato a Doctor en Educación, UNTREF/UNLA. Coordinador de los
libros El hedor de América: Reflexiones interdisciplinaria a 50 años de la América Profunda de Rodolfo
Kusch y de Pensar América: Pensadores americanos en dialogo - UNTREF-UFBA.
57 Jorge Luis Borges, Ficciones, 1994.
72.
de los problemas, particularidades y tensiones propias del territorio y los
mundos que constituyen la América Profunda.
Esto ha sido posible en el acaecer de aquello que Quijano58 denomina
“colonialidad del saber”, práctica impulsada por la ciencia moderna y su
imperio epistemológico, es decir, su autoreferencia como única forma
de acceso al conocimiento riguroso y, por tanto, la postulación de sus resultados como los únicos válidos: “La producción científica se considera,
así, detentora de una verdad que abre las puertas para la comprensión
real de los fenómenos sociales, por medio de procedimientos universalizables, abstractos y sistemáticos. Esta pretensión universal de la ciencia
moderna esconde algo importante: su localización. Esto quiere decir que
la ‘historia’ del conocimiento está marcada geo-históricamente, geo-políticamente y geo-culturalmente; tiene valor, color y lugar ‘de origen’”59.
“La geografía comprende las rugosidades reales, como los accidentes
de la tierra. Pero ese lado apunta a un modo de ser-ahí, al ‘para vivir’, o
sea al hábitat, al molde simbólico en el cual se instala el ser”60, afirma R.
Kusch. Así, el territorio se torna “hábitat”. “El territorio son formas, pero
el territorio usado son objetos y acciones, sinónimo de espacio humano,
espacio habitado”, para Milton Santos, del nordeste brasileño, quien dedicó una parte importante de su obra a analizar la sociedad, su cultura,
política y economía, a partir del territorio y del espacio geográfico.
Aportes geoculturales del pensamiento de Rodolfo Kusch y Milton
Santos61
Creemos que existen las causas, el por qué en nuestra forma de pensar, es extraño que no existan, sólo nosotros sabemos ver el efecto,
consecuencia de una causa, todo pensamiento que no dependa de un
proceso de validación, no entra en nuestra lógica occidental. Occidente
ante todo está desesperado para que a cualquier acción poner un código.
Se apelan a la epistemología de la certeza, sin duda y no cambiante,
configurando una estabilidad de un sistema hegemónico, donde el antagonismo no se tiene en cuenta, donde parece que todos somos iguales
58 Quijano, A., “El regreso del futuro y las cuestiones de conocimiento”En Castro-Gómez, S.; Schiwy,
F.; Walsh, C., Indisciplinar las ciencias sociales: geopolíticas del conocimiento y colonialidad del poder.
Perspectivas desde lo andino, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar, Ediciones Abya-Yala, 2002.
59 Walsh, C. “Geopolíticas del conocimiento, interculturalidad y descolonialización” En Boletín ICCI-ARY Rimay, Año 6, Nº 60, marzo del 2004.
60 Kusch, R. Geocultura del hombre americano. Obras completas, Rosario, Editorial Ross, 2000.
61 La cultura y las politicas culturales, desde un horizonte pluridisciplinar en america profunda aportes
geoculturales, de Cora Paulizzi, Fayga Moreira, Juan Brizuela y José A. Tasat, Indicadores Culturales
EDUNTREF, 2012.
73.
y que todos podemos progresar, sin considerar que somos diferentes y
el que mueve la historia es el conflicto, reflejado en lo implícito de las
cosas, de las palabras, armados en los discursos e imaginarios sociales.
Esto traen Rodolfo Kusch y Milton Santos como algo diferente, la búsqueda de supuestos axiológicos, la búsqueda de los supuestos de valores que están atrás de las cosas, en el fondo del pensamiento hegemónico de occidente. Para ser alguien, en la lógica de la ciudad, siempre
tratamos de ser alguien, porque es la gran ilusión en la cual vivimos, el
ser alguien es lo que nos separa de no ser nada, y el ser alguien no es
otra cosa que en el ámbito de la cultura, creernos esa posibilidad de ese
discurso. Donde lo profundo de un relato de creencias americanas convive, ese ser alguien con creencias americanas en los pueblos andinos,
guaraníes, afrodescendientes, que simbolizan la vida para el mero estar
para ser parte de la cosmología en comunidad. Mientras occidente lo
que más teme es la pérdida del sentido de la acción, por eso se refugia
en el proceso de validación, el pensamiento americano se sostiene en un
principio irreductible de la evidencia. Dos relatos sostenidos axiológicamente, totalmente opuestos, conviven en un tiempo y en un espacio, uno
conlleva la esperanza de otro horizonte humano, superpuesto, entre la
tierra y el cielo, entre lo divino y lo profano, donde juega la pulcritud, el
hedor, la ira, la fe, la astucia o la razón universal a los lazos de la vida. Y
el otro relato hegemónico de occidente, solo encausado en la mercantilización de la vida.
Donde estamos parados, esto aportaron, el sentido, ya no la causa del
pensamiento americano, que está en la ciudad, en el campo, en el pueblo
andino, en la selva amazónica, en la cultura afrodescendiente, en la vida.
Lo profundo de conmemorar a Kusch y Santos62 no es por lo que
hicieron, sino por lo que se puede generar desde su umbral aportado
al pensamiento americano, una metodología que cambio la contemplación por la escucha, donde la palabra del otro recobra sentido en
lo colectivo, cuestionando, interpelando a todo el mundo académico y
de la vida, vislumbrando sentido en la sabiduría para el mero estar, la
vida nomás. Esto es lo que aportan Kusch y Santos, todos sus trabajos
tienen que ver con el ámbito de la cultura. Donde el registro de la cartografía, como sistema de información, no es sólo el lugar simbólico
de un lenguaje artístico, o un lugar de eventos, si no que esconden y
62 Santos. M. “O retorno do território” en OSAL - Observatório Social de América Latina, Año 6, Nº16,
(jun, 2005). Buenos Aires, CLACSO, 2005.
74.
conllevan lo implícito de los niveles “simbólico”, “fáctico”, “histórico” y
de “gestación simbólica”.
En este sentido, a nivel metodológico se da, según Kusch, la “unidad
geocultural”, comprendida como unidades estructurales que apelmazan
lo geográfico y lo cultural constituyendo una totalidad difícil de penetrar,
a no ser que la misma unidad proporcione los medios para hacerlo. En
tanto,“la geografía hace al hábitat, y este existencialmente al domicilio.
La geografía comprende las rugosidades reales, como los accidentes de
la tierra. Pero ese lado apunta a un modo de ser-ahí, al ‘para vivir’, o sea
al hábitat, al molde simbólico en el cual se instala el ser”63.
Así y aquí es posible ensayar un pensamiento geocultural, entre el
suelo y el cielo, en el molde de mundos advenidos habitables, en torno
de los cuales resulta posible la territorialidad del ser, el pensar, el saber
y el hacer de los sujetos culturales.
Acorde al camino recorrido, se considera que el sujeto pensante dispuesto, en los campos disciplinares del saber, también está siendo64 un
sujeto cultural. Siguiendo a Kusch, el “sujeto cultural” logra conciliar, de
un modo abierto y espiralado, el suelo y el símbolo, podríamos agregar
“en” el territorio, a través de la decisión cultural, que implica el encuentro con eso que nos hace “comunes”, y remite al simple hecho de estar
vivos. En este sentido, “para comprender una cultura es necesario el sujeto que ve el sentido, como también el que lo crea”65. Así, parafraseando
a Kusch, “pensar remite a pesar” lo que nos ocurre, podría decirse, no
como algo externo que está “ahí” (fuera de mí), sino aquí, “pa’ adentro”.
Ante todo, porque nadie puede pensar más allá de sus propias vivencias,
dolencias, ausencias, silencios, tragedias y sonrisas.
La idea de “colonialidad del saber” y de “geopolítica del conocimiento”
señalan que nos orientamos por un conjunto de categorías de pensamiento concebidas en un contexto sociocultural diferente del nuestro. Conocimientos, estos, que no son deslocalizados, desincorporados, como quieren su pretendida universalidad y abstracción, sino tan particulares como
los demás, lo que lleva a una necesidad de mirar-nos, de re-tornar hacia
nuestras propias epistemes, y construir otras a partir de ellas.
63 Kusch, Tomo III, op. cit., p. 257.
64 La fórmula del estar-siendo implica la paradoja de lo humano mismo, donde el obrar apunta
al “es”, pero dentro de lo que ya está dado, en lo impensable del estar. De ahí lo gerundio del es,
la dinámica de la esencialidad de lo humano, se debe a la paradoja misma, según la cual no hay
determinación posible, sino la circularidad de una reiteración de lo impensable que adopta muchos
modos de ser” (Kusch, Tomo III, op. cit.).
65 Kusch, Tomo III, op. cit., pp. 72-73.
75.
Por tanto, en América se trata de organizar un trayecto que va desde
el cosmos, como organizador del caos original, a fin de que el hombre
pueda vivir y no, parafraseando a Kusch, “dejarse ilusionar con la civilización ficticia”, sino por el contrario, reconocer su realidad viviente, desplegar, en lo demoníaco y vegetal sus posibilidades, no vergonzantes, ni
del hedor ni del diablo y, poder construir así, una América madura, la que
brota desde la barbarie, y no contra la barbarie. En el continente mestizo, como dice Kusch, entre la tensión de lo sagrado y lo profano, donde
Occidente se refugia en la ciencia, el indígena, el campesino, el afrodescentiente, en América, se refugia en otro saber-sabiduría, en el umbral
del hedor y la distancia amurallada de la pulcritud, mientras Occidente
se amparó en la culpa como organizador de la fe, América antepone la
conjura como posibilidad del estar siendo66.
Pues, la geocultura concilia, de un modo mandálico, espiralado y
abierto, al sujeto, el suelo, el símbolo y el territorio para poder, desde
enfoques pluridisciplinares y pluriculturales, intentar crear el mundo de
vuelta, cada vez. Esto implica poner en juego un pensamiento vivo, emotivo, gravitado y profundo.
Estudios culturales en la América Profunda: una forma de abordarlo
El campo de la cultura, a diferencia de otros campos, como el educativo o el de las políticas sociales, es un campo en construcción. Este campo
que empieza a constituirse en políticas culturales es un campo que todavía no tiene al día de hoy, una sistematización, registro, planificación,
evaluación de todas sus actividades de políticas culturales.
Tomo un texto de Gustavo González Gazqués67 que hace una interpretación de Kusch, del libro Geocultura del hombre americano. Es la comunidad la que da sentido a esa relación, del sujeto artista gestor cultural
con el hecho, con el objeto, con el producto; ahí está el autor y la obra. El
autor y la obra, según Charles Taylor68, tiene que ver con el malestar en
nuestra época, pero hay artistas que son brillantes pero a la vez son en
relación con todo, con una época que genera toda esa posibilidad de hacer síntesis de lo que se siente; si la ciencia tramita a través de funciones
y describe, predice, el arte trabaja sobre los afectos y en eso que afecta,
persiste y eso es lo que visualiza el arte como algo nuevo, puede ver otro
escenario. Si estamos debajo de un gran paraguas en una época, y sobre
66 Ver: Kusch, R. Obras Completas, Tomo I La seducción de la barbarie, op. cit.
67 Cultura y sujeto cultural en el pensamiento de Rodolfo Kusch y Gustavo González Gazqués, Kusch y el
Pensar desde América, Editorial Garcia Cambeiro.
68 Fuentes del Yo, Editorial Paidós.
76.
esos conceptos nos manejamos, la ciencia trabaja sobre esos conceptos
como dados, ciertos. Lo bueno que tiene la ciencia es que constantemente se contradice y avanza sobre otros nuevos, pero el arte visualiza
mas allá de ese paraguas, rompe la tela que lo cubre y visualiza lo que
se viene, porque capta el sentido común de lo colectivo, y esa obra ya no
es del autor ya es la obra de la comunidad. Ahí aparece esta posibilidad
donde el gestor cultural lo que hace es unir: une el símbolo que se arma
en una obra, es un hecho cultural, en un evento, en un espectáculo, es
un museo, lo une en relación a la comunidad para compartir, ¿pero lo
hace por sí mismo?, ¿él interpreta? No, es parte de ese silencio o código
compartido para tramitarlo de otra manera; siempre las cosas están ahí
adelante de nuestros ojos, el tema es animarnos a tomar la fe de creencias necesarias para asumirlas y hacer con ello otra cosa, y de eso se
trata ser gestor cultural.
Siempre partimos de un suelo, el arraigo a un lugar. El suelo no tiene
que ver con la tierra especifica, sino con lo simbólico que nos convoca.
La historia se da por generaciones, decía un gran historiador, porque
son las generaciones las que comparten cierto códigos comunes de
su infancia o de su juventud, y eso que nos comparte como suelo son
esos vientos que nos hacen ser parte de una comunidad, ciudadano de
una historia y eso es lo que visualiza una comunidad como proyecto,
la ilusión, eso es lo tópico, de donde partimos. Toda decisión es una
decisión cultural porque involucra al otro, involucra una estrategia de
vida. Una estrategia de vida es generar posibilidades de contacto de
ilusiones compartidas para visualizar horizontes y este es un proyecto
compartido, siempre se da en el marco de lo colectivo. Kusch dice algo
tan simple como, “detrás de todo yo, está un nosotros”, y es cierto, porque en todos los yo que somos nosotros aparece toda esa lógica de la
humanidad, aparece la cultura como un evento fundamental, como el
motor que cambia la esencia de lo cotidiano, que tramita el sufrimiento,
que permite la alegría, que permite la expresión, que hace con ello algo
distinto. Visualizar las cosas como algo de lo dado es el hastío de la
nada; ahora, visualizar a partir de lo dado y crear con ello otro sentido,
esa es la función de un gestor cultural, es no sólo visualizar el trabajo
con el artista, no sólo trabajar con la comunidad, no sólo trabajar con el
producto, no sólo trabajar con el proceso, sino es hilvanar todo eso en
algo diferente; que en estas latitudes, tiene que ver con lo americano,
y en América todo es contradictorio, todo es dual, y si es dual, contradictorio, y habitamos constantemente esta tensión entre lo moderno
y lo colonial.
77.
Esta época lo que permitió fue vislumbrar América de otra manera.
En América tenemos sentidos diferentes: el sol si bien sale de la misma
manera en todo el mundo, sale distinto en América; porque en América
conlleva en sí una sabiduría de lo incierto, en América gira de una manera distinta su saber popular, sus pueblos originarios, sus campesinos,
sus afrodescendiente, lo que se niega, lo que se niega que siempre palpita, lo que está presente, su cultura, su cultura hegemónica y antagónica, que van a estar presentes porque laten en forma conjunta, si hay algo
que es hegemónico y antagónico, después posiblemente lo antagónico
se vuelve hegemónico y va a ver otra cosa antagónica, pero esa dualidad
siempre está presente. Si bien la lógica actual es la lógica de la razón, el
pensamiento en América se da por la lógica de la intuición, es la intuición
que da conocimiento, todo lo que nos enseñan tiene que ver con un conocimiento cristalizado, fuerte, duro, “se conoce para vivir y no por el puro
hecho de conocer”69; y el conocimiento es aquello que nos ayuda a vivir,
es la vida lo que se antepone ante todo y la vida es la cultura.
“No estamos en el mejor de los mundos posibles, estamos en América, entre polos opuestos, adentro y afuera de nosotros mismos”, afirma R. Kusch. En este sentido, podríamos decir que la historia de América es, primordialmente, la historia de su dualidad. Una dualidad que
se inaugura con la espada de la conquista y que se va madurando al
calor de las sucesivas colonizaciones. La historia de América se dibuja
como el itinerario conflictivo de dos proyectos que en su despliegue van
tejiendo la gruesa trama de nuestra cultura.
En último término, la dualidad representa “modos de situarse” en el
continente. Al respecto, Kusch observa que en América existe en un extremo una cultura que ha logrado habitar el mundo y domiciliarse en él,
recortando un centro desde el cual se expande naturalmente, mientras
que en el otro extremo hay un mundo que carece de centro, por ser ajeno
a estas tierras, “y ante el fracaso de su arraigo ha preferido la violencia
para imponer sus criterios”. El primero se comprende como un modo
“centrífugo” de instalarse culturalmente –es el de la América Precolombina que se expande también en algunas formas del mestizaje–. El
segundo invoca ese incesante movimiento “centrípeto” en busca de un
centro estable que, como dice Kusch, termina imponiéndolo- este el de
la América de la Conquista y de las sucesivas colonizaciones.
Desde la historia intelectual –historia culta– la dualidad fue vista
como la oposición “civilización-barbarie” y retraducida como oposición
69 Kusch, Rodolfo, “La negación en el pensamiento popular“ Obras Completas. Editorial Ross
78.
entre “lo racional y lo irracional”, “lo moderno y lo primitivo”, “la libertad
y la naturaleza”. En este sentido, la metáfora de la dualidad tuvo una
interpretación unívoca desde la “civilización” y operó ideológicamente al
señalar dos modos posibles de transitar América: uno por “arriba” –lo
superior–, y otro por “abajo”–lo inferior–. Como observa Kusch, “América toda está estructurada sobre este criterio de los superior y útil, por
una parte, y lo inferior e inútil por la otra”.
Esto significa que por detrás de ambos vectores culturales se ha alentado una diferencia “cualitativa” entre lo que se juzga “deseable” para
América –su “progresismo civilizatorio”– y lo “indeseable” –“su primitivismo bárbaro"–. La diferencia sobrelleva un mensaje axiológico que
predetermina categorialmente “lo americano”: existe por una parte una
“racionalidad conquistadora y fundante”, mientras que por otra, una
“irracionalidad demoníaca y arcaizante” que es preciso contener.
Como apunta Kusch con insistencia, la dualidad histórica se escenifica en la cotidianeidad del latinoamericano, que vive tanto la seducción
de un mundo urbano poblado de “objetos” y sutilmente ordenado por el
rigor del “consumo”, como también la “presión” de un mundo periférico sembrado de indigencia, dioses, y rituales que se confunden con
la tierra y la prehistoria de América. La “seducción” invita a recorrer
un “itinerario exterior” por el que se trata de ser alguien mediante una
libertad sin sujeto, aunque rodeada de objetos. Es la tentación de ser
alguien en el límite que ofrece la “moralidad ciudadana”, donde se es
libre sólo para escoger un “producto”, un “objeto”, pero en medio de
una indigencia que siempre “presiona” y “amenaza” con la fuerza de
lo “bárbaro” (la villa miseria, la marginalidad) y la imprevisibilidad de
lo “arcaico” (lo místico, las ritualidades, lo religioso-popular). Y esta
“presión”, según Kusch, está nomás. Es el reenvío a la cotidianeidad
ciudadana de todo un trasfondo simbólico que sintetiza lo endógeno de
América.
Kusch observa en el modelo de sociedad de consumo, como último
eslabón de la racionalidad contractualista de Occidente, el espacio contemporáneo donde se resuelve el drama entre el ser alguien y el estar
siendo que motiva un miedo a ser nosotros mismos y pensar en lo propio.
"En nuestro continente –dice Kusch– por un lado están los estratos
profundos de América, con su raíz mesiánica y su ira divina a flor de
piel, y por el otro, los progresistas occidentalizados de una antigua experiencia del ser humano. Uno está comprometido con el hedor y lleva
encima el miedo al exterminio, y el otro, en cambio, es triunfante y pulcro
y apunta a un triunfo ilimitado, aunque imposible”.
79.
El hedor es todo lo que está más allá de nuestra cómoda y populosa
ciudad natal, que si bien tiene la data de lo original, sin embargo se ha
sabido mantener a través de las variadas formas del mestizaje americano, constituyendo una tradición que Kusch llama “pensamiento indígena
y popular”.
La “pulcritud” tiene que ver con el “caparazón de progresismo de nuestro ciudadano americano” que monta su vida sobre la exterioridad de las
cosas y persigue un individualismo posesivo y excluyente. La “pulcritud” se
corresponde con aquel pensamiento que Kusch abrevia como occidental.
Hedor y pulcritud son dos modos de encontrarse en América. El primero representa la manera mítica y religiosa de instalarse en la tierra,
donde el hombre habita su paisaje y comparte con la naturaleza y sus
dioses un espacio comunitario estructurado simbólicamente. Esta es
la América profunda. El segundo expresa la manera excluyentemente
racional como se sitúa la civilización donde, por el contrario, el hombre construye y recorta su paisaje con centro en la urbe y estructura
conceptualmente la contractualidad de su espacio social. Esta es, por
oposición, la América de superficie.
Así como el pensar culto históricamente exigió la exclusión, en nombre de su racionalidad, de todo pensar bárbaro, la pulcritud exige también, por definición, remediar todo hedor posible. Aun así, como señala
Kusch, la pulcritud de América no ha podido despegarse de su antagonista, ya que ha encontrado en el conflicto mismo la única posibilidad
de su afirmación como proyecto. El hedor entra como categoría en todos nuestros juicios sobre América, de tal modo que siempre vemos a
América con un rostro sucio que debe ser lavado para afirmar nuestra
convicción y nuestra seguridad.
El método de la cartografía geocultural: la obtención simbólica del
sentido compartido comunitario
La cultura “objetiva”, está conformada por un espacio que va desde las
más elementales artesanías hasta las construcciones arquitectónicas, o
los más complejos productos intelectuales, cognitivos y tecnológicos. La
totalidad de una cultura es concebida a partir de un amplio conjunto de
“objetos” o “productos”, cuya implícita heterogeneidad permite juzgarlos
como “culturales”. Para Kusch, esta concepción opera reductivamente
sobre la complejidad de la cultura, ya que la agota en el plano de su
mera objetualidad. En contraposición con el anterior, el estudio radica
en el “sujeto”. En este sentido, el “productor” o “constructor” cultural
constituye la dimensión básica desde la cual se lee la complejidad de
80.
la cultura. Así, al situarse el eje en el “productor”, adquiere relevancia,
entre otros aspectos, su datación cronológica, donde se resuelven los
“hitos” temporales de una comunidad de “productores”. Sin embargo,
este “sujeto” termina convirtiéndose en un “objeto”, “la cultura se desplaza en un ámbito de cualidades, y no de cantidades”, afirma Kusch.
“Además, no se detiene en “cosas “, sino en ritos. Es sobre todo funcional, recién después institucional”.
Cuando Kusch revaloriza la idea de cultura como totalidad “supra individual”, no está simplemente reconociendo que la cultura comporta
una experiencia colectiva, lo que sería obvio afirmar, sino denunciando
que mas allá de la individualidad del productor o la individualidad del
producto hay una contextualidad que se plasma en la creación cultural.
Tanto el sentido subjetivo del autor que crea su obra, así como el sentido
objetivo de esta, pero muy especialmente los sentidos contextuales que
“operan”, son los que hacen que ese autor y esa obra pertenezcan a una
totalidad orgánica, es decir, pertenezcan definitivamente a una cultura.
La creación no acontece en el vacío, ni se reduce al plano motivacional
del sujeto. Cada creación cultural es un síntoma de una “presión” simbólica que contextualiza al autor y su obra.
Por eso Kusch puede afirmar que “la cultura no vale porque la crean
los individuos o porque haya obras, sino porque la absorbe la comunidad,
en tanto esta ve en aquella un especial significación”.
En la cultural, la creación cultural, tiene los siguientes niveles: “simbólico”, “factico”, “histórico” y de “gestación simbólica”.
Para Kusch, queda claro, la cultura popular en América no realiza su
“experiencia” cristalizando sus objetos, sus instituciones y su organizaciones, en un empeño por sustancializar su “práctica” y así modelar “su
ser”, sino más bien ritualizando sus aspiraciones. El rito, precisamente
es esa “puesta en juego” de un gesto, una costumbre o un discurso, que
se ensaya desde la tangibilidad del presente, y que por lo tanto lo resignifica, según las circunstancias y los sujetos implicados en cada momento.
El rito conjuga los tres vectores de la cultura, es un acontecimiento en
el que “opera” la creatividad, con sujetos y objetos concretos, pero cuya
“funcionalidad” tiene el cometido de vehiculizar “sentidos”, no “cosas”.
En los tres órdenes simbólicos del mito: creación, caída, redención. En
este sentido, el símbolo cultural “es un complejo en cierto modo cosificado –dice Kusch– que participa de la cosa y de todo lo que no es cosa,
llevando una respuesta profana que hace a la existencia del sujeto”.
El límite del símbolo configura el “modo” como se instala una comunidad en su “suelo” y lo “habita”. El horizonte simbólico de un pueblo
81.
es aquello que opera por detrás de todo acontecimiento o hecho cultural imprimiéndole un sentido que lo refiere a una totalidad. Se denomina
“horizonte” porque constituye el límite extremo que preside el espacio de
sentidos de una cultura y, como tal, sirve de orientación a toda decisión.
El horizonte simbólico tiene un valor “paradigmático”, en tanto reúne
las aspiraciones y valoraciones compartidas por una comunidad, y a la
vez “organiza” una totalidad o “mundo” desde el cual un grupo madura
su “pensamiento” y habita su suelo.
En suma, la posibilidad de habitar un mundo y existir comunitariamente está contenida en el horizonte simbólico. Si como dice Kusch, “la
cultura es una estrategia para vivir en un lugar y en un tiempo”, “entonces el horizonte simbólico es la posibilidad de esa estrategia”.
El suelo es, para Kusch, como un “fundamento”. Es el punto de gravedad que rige toda circunstancia en la que se está. El “suelo” es también
el “lugar” donde se siembra. Es la matriz generadora de todo cultivo, el
medio propio de las raíces. En el suelo se resuelven las condiciones de
todo arraigo. El “suelo” simboliza la dimensión tópica de una experiencia, el “lugar” donde “acontece” lo humano, en medio de un paisaje, de
un tiempo, de símbolos y, principalmente, en medio de “lo absoluto” que
“presiona”.
El horizonte simbólico y el suelo son las dos dimensiones que estructuran un espacio cuyo eje es el sujeto cultural. El suelo –molde simbólico
que hace posible la instalación de una vida– es el desde dónde, irreductible, de una comunidad. Sin ello no hay arraigo, a la vez que sin arraigo no hay reclamo por lo propio. Es así que cuando se pierde el suelo
también se pierde el fundamento que da gravidez al existir. El horizonte
simbólico, como margen de sentido que reúne lo sagrado y lo profano,
lo pensable y lo impensable, lo misterioso y lo develado, es el adónde de
un pueblo. Sin horizonte simbólico no hay proyecto, como sin proyecto no
hay sentido para una vida.
En síntesis, si no hay un horizonte simbólico, ni un suelo, entonces no
hay nada por qué decidirse. Es decir, no hay un sujeto cultural, sólo el
sentido simbólico compartido, entre el relato de la modernidad y la colonialidad, conviven en la comunidad americana, en forma dual.
Aplicabilidad de la cartografía geocultural
La cartografía geocultural no es un solo dato referencial en un mapa
cultural, es un análisis situacional de la cultural, de una localidad, donde
los puntos referenciales no conllevan sólo el lugar o el lenguaje artístico
que se desarrolla en ese lugar; no es una cartografía de las cosas, si no
82.
que presenta la dimensión visible y oculta de la dualidad que convive en
América.
Pensar es olvidar diferencia o recordar semejanza, quizás eso hace
la cartografía de la percepción cultural, que denominamos cartografía
geocultural, recordar nuestra posición identitaria y olvidar diferencias
que nos alejan de la autenticidad americana.
83.
A
Arte latinoamericano contemporáneo:
estética - ética - política
María Eugenia Luases García70
Un creador no es más que un gestor de sentido dentro de un horizonte
simbólico local, en una dimensión que afecta a todos, o sea que es popular
en tanto corresponde al requerimiento implícito de todos los habitantes.
(…) La gestión aparece cuando se toma en cuenta el problema existencial
que subyace a la cultura.
Rodolfo Kusch
La presente reflexión es abordada desde la concepción antropológica,
que entiende al hombre como una unidad dinámica en la que se entrelazan el pensar, el sentir y el hacer. Su vínculo con la realidad está, necesariamente, mediatizado por los símbolos que ha creado71.
El arte, como una esfera, entre otras, de este Universo simbólico, de
la cultura, constituye una “estrategia para vivir”, para “domiciliarse en
el mundo”72. Busca dar respuesta a interrogantes existenciales, que le
suscita la contingencia misma de la vida. Constituye una praxis, un proceso ontocreador73. La obra de arte crea una realidad simbólica, transformadora de la realidad humano-social, pero a la vez es gestora del
sujeto estético que la produce, ya sea en el rol de artista o de público, lo
determina como ser, lo crea, lo trae a la existencia.
En este sentido, se podría pensar que la práctica artística, entendida como experiencia de carácter epistemológico y existencial, se halla
ligada a la filosofía. Filosofía entendida, como lo hace Kusch, como un
pensar, no de carácter puramente racional, sino como “pesar lo que nos
70 Profesora y licenciada en Artes Plásticas por la Facultad de Bellas Artes de la UNLP. Actualmente es docente de la cátedra de “Estética” en FADU, UBA, y en la cátedra “Historia y Crítica de la
Arquitectura y el arte del siglo XX” en UNLaM entre otras instituciones. Desarrolla su actividad como
artista plástica participando en salones y exposiciones.
71 Cassirer, Ernst, Antropología filosófica, México DF, Fondo de Cultura Económica, 1965.
72 Kusch, Rodolfo, Geocultura del hombre americano, Buenos Aires, Fernando García Cambeiro,
1976.
73 Kosik, Karel, Dialéctica de lo concreto. México DF, Grijalbo, 1963.
84.
ocurre”, que nos lleva a “indagar puntos de mayor densidad en la retahíla de problemas que nos afectan”74.
Desde este punto de vista, el arte advierte estos puntos más densos de
la existencia, piensa “meditativamente”, como diría Heidegger75, desde
la totalidad de la existencia, desde “lo próximo”, desde el “arraigo”. Un
pensar que involucra la emoción y la acción, y propone una construcción
de sentidos posibles a lo que acontece, desde un ethos cultural.
Reflexionar sobre el arte implica reconocer su carácter de devenir
permanente, de variabilidad y caos, de construcción y deconstrucción, de
enlace y ruptura con la cultura y su tiempo. La obra es ambigua, incierta.
El concepto se le escabulle, y nos permite en esta oscilación de sentido,
reflexionar sobre aquello que se nos escapa. Es reflexión, implica un
movimiento, una flexión hacia nosotros mismos76.
Efectivamente, el arte es un lugar incómodo, ya que confronta a la
finitud, pretende encarnar el acontecimiento, asir el aquí y ahora, que es
cuerpo, lenguaje, sensación, conocimiento, sujeto-mundo.
Intenta acercarse al “agujero de lo real”77, para develar una verdad
posible de la existencia, lo bordea incansablemente para acceder a la
verdad de sí mismo. Se asoma embriagado por el vértigo, pero retrocede
angustiado frente al terror que le da el abismo. Angustia activa, vital, que
se convierte en producción.
La experiencia de lo innombrable, de lo indecible, constituye la apertura a la posibilidad de ser, de crear “un mundo”, un hogar fundado y
co-creado con los otros.
El discurso estético constituye un acto semántico, que se hace efectivo en un tiempo y un espacio determinado, es decir, como acto o evento
emergente situado. Es un texto que se articula en una compleja red de
significaciones culturales, históricas, sociales, geográficas, cuyo acontecer apela a la interpretación de un sujeto que se de-construye y re-construye permanentemente en la coyuntura de un con-texto particular.
El artista inmerso en un “estar” particular, geocultural, se constituye
en gestor cultural, no pretende sólo captar formas y contenidos, sino
que es un vehículo catalizador de fuerzas sociales y culturales. Su “ser”
cristaliza el sentir existencial de su comunidad, encarnado en una obra78.
74 Kusch, Rodolfo,1976, op. cit., p. 93.
75 Heidegger, Martin, Serenidad, Pullingen, Neske Verlag, 1959.
76 Eco, Umberto, La definición de arte, Buenos Aires, Martínez Roca, 1997.
77 Regnault, F., El arte según Lacan y otras conferencias, Barcelona, Atuel-Eolia, 1995.
78 Kusch, Rodolfo, Geocultura del hombre americano, Buenos Aires, Fernando García Cambeiro,
1976.
85.
En consecuencia, podría plantearse que las prácticas artísticas constituyen prácticas sociales. Producen discursos situados, suponen una
identidad colectiva, se refieren a circunstancias particulares vivenciadas, pensadas, sentidas y asumidas por un grupo. La apropiación de estas obras por parte del pueblo implica el reconocimiento y la autoconciencia de esa identidad, que, de modo latente, subyacía en su horizonte
simbólico.
El término “pueblo” es plausible de múltiples definiciones, según la
perspectiva ideológica desde donde se lo aborde, en este caso, es utilizado en su sentido más amplio, es decir como designación de los sectores
excluidos, que se posicionan en contra de la dirección dominante79.
Las estructuras de poder hegemónico logran fijar, aunque sea parcialmente, sentidos que organizan y regulan las relaciones sociales. El
significante vacío, condición de posibilidad de la política, como sostiene
Laclau80, permite construir identidades homogeneizantes a partir de estas significaciones fijas, unívocas, que, como tales, provocan antagonismos, resistencia o lucha identitaria frente al discurso dominante.
El arte, como gestión cultural, constituye un foco de oposición a las
dinámicas del poder, rompe sus propios límites para ubicarse en una
posición antagónica. Interpela, plantea la diferencia, el extrañamiento,
el caos, el malestar, la inquietud.
Al igual que el discurso hegemónico, el arte se caracteriza por cierto
modo de organización alrededor de este vacío, no se limita a decorar, a
adornar, a ilustrar, a producir algo bello, agradable, sino que organiza.
El vacío no es sólo una función espacial, sino simbólica, es del orden
de lo real, y el arte utiliza lo imaginario para organizar simbólicamente
ese real, está entre lo real y el significante. El imaginario, sitúa al sujeto
en relación consigo mismo, pero desde la mirada del Otro81. Se constituye en la alteridad.
La resistencia consiste en des-montar, des-articular, de-construir el
sentido hegemónico, para interpelar desde la ausencia, para restituir el
significante a su significación literal primordial o para resignificarlo con
una nueva metáfora.
Esta mirada sobre las prácticas estéticas se vuelve especialmente
significativa en América Latina, donde las condiciones históricas han
79 Escobar, Ticio, El mito del arte y el mito del pueblo, Ediciones del Sol, 1991.
80 Laclau, E. y Mouffle, Ch., Hegemonía y estrategia socialista, hacia una radicalización de la democracia, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2004.
81 Regmault, F., El arte según lacan (Conferencias de Oscar Masotta), Barcelona, Atuel-Eolia, 1995.
86.
generado lo que Kusch llama “indigencia del existir mismo”82, cruentos
procesos colonialistas de aculturación que han producido una escisión
entre la doxa y la noesis americana.
El academicismo de la Modernidad occidental fue tenido por mucho
tiempo como “el” modelo a seguir, reproduciendo los códigos formales y
técnicos de los movimientos artísticos europeos y norteamericanos, dejando por fuera del circuito o considerando “exóticas” a las expresiones
situadas culturalmente.
En la actualidad, el arte contemporáneo latinoamericano, a través de
muchas de sus producciones, opone resistencia no sólo al modelo academicista, sino también a la teorización del mismo.
No es sólo una resistencia estética, sino que implica un posicionamiento ético y político.
Impone una pausa, la conciencia de una pérdida, el reconocimiento
de un desastre, del cual artista y pueblo son testigos. Su acción es desactivar los códigos del poder que estructuran las formas de memoria y
olvido, que borran los vestigios de humanidad de las víctimas, que naturalizan o neutralizan los efectos de la violencia sumergiéndola en la estetización generalizada de la sociedad. Constituye la fuerza vital desestabilizadora de la lógica del sistema imperante, incluye la contradicción,
la paradoja, la heterogeneidad, la intensidad de la experiencia.
En un mundo globalizado en el que ya no es posible ubicar territorialmente el Primer Mundo y Tercer Mundo, dado que las desigualdades se
han diseminado indistintamente por el norte y el sur, las identidades se
constituyen como una construcción relacional, en lugar de ser concebidas como identidades sustancia, congeladas en nociones como la de
Estado o pueblo, propias de la Modernidad83. Sin embargo, a pesar de los
circuitos multinacionales y los sistemas tecnológicos de información y
comunicación, estas categorías siguen operando en los códigos de las
representaciones del poder, los conceptos de centro-periferia, desarrollo y subdesarrollo, de otredad, entendiendo al otro en sentido abstracto,
como afirmación del ser occidental, siguen estructurando el discurso
del poder hegemónico.
Situados en Latinoamérica esta visión dualista, nos ha ubicado en el
lugar de “lo Otro”, en el “afuera” de lo Occidental. Lo “Otro” ha sido estigmatizado como, lo “folklórico”, lo “tenebroso”, “lo diferente”, “la vivencia”, “lo irracional”.
82 Kusch, Rodolfo, 1976, op. cit. p.117.
83 Escobar, Ticio, El arte fuera de sí, Asunción, Fondo Nacional de la Cultura y las Artes, 2004.
87.
En esta desigualdad de poderes, establecida por quienes imponen los
códigos de representación, América Latina ha quedado “hablada” por
los discursos del centro.
De alguna manera “lo Otro”, en el caso de Latinoamérica, constituye, como sostiene Nelly Richard84, un significante vacío, el lugar de lo
Real, que ha sido sublimado como lo natural, lo mítico, lo pre-simbólico,
lo a-histórico, por Occidente, para poder ser dominado. Sin embargo,
persiste como lo intraducible, lo inaprehensible, lo que es necesario silenciar, homogeneizándolo como concepto pre-fijado, pre-supuesto e
impuesto.
Muchos artistas contemporáneos latinoamericanos han concebido
sus prácticas desde la propia situacionalidad. Han desarticulado estos
discursos dominantes para construir modos de enunciación propios, en
el contexto de intereses políticos específicos. América Latina es pensada
como una “posición”85 desde el paradigma “desde aquí”86 que implica
una transformación epistemológica histórica, social, es decir, permitiendo la construcción de subjetividades en contexto. Este “modo de hacer”
arte, ya no se basa en la producción de objetos únicos, cuya problemática se daba en cuanto a lo formal y al contenido, dentro de las categorías
occidentales modernas, sino que se despliega como una conversación,
como una composición colectiva, como secuencialidad, como intervención de la realidad, donde lo que importa es su funcionamiento, su modo
de operar como fuerza vital sobre los campos de sentido.
Estos artistas intentan redefinir su lugar local en medio de la globalización, sin reproducir los códigos de representación del mercado internacional para poder ser legitimados, complejizan la red de relaciones
integrando lo diverso.
Aunque es difícil ubicar sus obras dentro de la paradógica calificación de “arte popular”, podemos afirmar que estas operaciones estéticas
constituyen acciones éticas, políticas, y que desde su “universalidad situada”87 entran en la discusión mundial.
Lejos del “folklorismo” que reduciría la mirada a una estética estereotipada tradicionalista, el sentido de la obra surge de su lectura en
84 Richard, N., "Intersectando latinoamérica con el latinoamericanismo: discurso académico y crítica cultural" en Teorías sin disciplina (latinoamericanismo, poscolonialidad y globalización en debate),
México DF, Miguel Angel Porrúa, 1998.
85 Escobar, Ticio, “Arte Latinoamericano: una discusión de concepto” 100 Artistas latinoamericanos,
Exit publicaciones.
86 Gerardo Mosquera, “Caminando con el diablo”, 100 Artistas latinoamericanos, Exit publicaciones.
87 Casalla, Mario C., Tecnología y pobreza, la modernización vista desde la perspectiva latinoamericana, Editorial Fraterna.
88.
contexto nutrida de los códigos y significaciones locales de la propia cultura, pero también como “proyecto” hacia el futuro, como apertura a
múltiples diálogos, apropiaciones y resignificaciones.
La circulación en el ámbito artístico internacional supone la exigencia
de una interpretación que restituya este carácter situado, que atienda
a la alteridad preguntándose “quién le habla a quién, por qué, dónde,
cuándo, bajo qué condiciones”88.
Artistas contemporáneos latinoamericanos cuya obra madura fue
producida desde los años 90 a la actualidad han vinculado fuertemente
la producción con su contexto. Teresa Margolles, Guillemo Gómez Peña,
Doris Salcedo, Oscar Muñoz, Juan Manuel Echavarría, Los carpinteros,
Tania Bruguera, Milagros de la Torre, Rosangela Rennó, El Colectivo Social Civil, Alfredo Jaar, Graciela Sacco, Cristina Piffer, Juan Carlos Romero, Marcos López y muchos más han visibilizado la realidad latinoamericana desde la propia experiencia cultural.
Interpretan e intervienen hechos históricos y sociales de su cultura.
Sus obras producen significados en una práctica en la que, necesariamente, el pueblo se ve involucrado, participa, no sólo con la propuesta
estética, sino con el gesto político, de recuperación de la memoria, o
de denuncia. Muchas veces se trata de “situaciones” creadas conjuntamente con la comunidad en espacios públicos significativos, otras , son
objetos o instalaciones construidas a partir de elementos pertenecientes
a personas reales, que han sido víctimas de hechos sociales, pretenden reconstruir la memoria, a través de registros fotográficos verídicos
o mediante la imagen crean asociaciones de sentido que nos cuestionan
sobre nuestra identidad.
Han “indagado” puntos de enorme densidad en las sociedades latinoamericanas, como lo son el narcotráfico, la violencia urbana, las migraciones, la exclusión social, el hambre, el genocidio.
La sangre de las víctimas de la violencia, los objetos que les pertenecieron, como zapatos, muebles, fotos, la geografía misma por donde
transitan, es soporte y materia de las obras.
Esa materialidad, que, como significante fue vaciado de su significado
de “humanidad”, para ser catalogado como descarte, como deshecho,
como suciedad, desposeído de cualquier vestigio de subjetividad, de historia, de memoria, por los discursos y las prácticas arrasadoras del poder,
88 Bruce Ferguson, “Dialogues in the Western Hemisphere: Languajge, Discourse and Culture”,
ponencia presentada en el Simposio “Arte e identidad de América Latina”, San Pablo, septiembre
1991.
89.
se vuelve signo. Es recuperada en una acción simbólica, poética, estética
y ética. Se restaura su significación literal primordial, se potencia en una
nueva forma de memoria, de duelo, de ritual, de alegoría, que resignifica
aquello que es del orden de lo indecible, la muerte, la vida, aquello que no
encuentra palabras para ser nombrado, y es necesario mostrar.
“El Otro”, que perdió su individualidad en una fosa común, o en una
morgue, como NN a la espera de ser reconocido. “El Otro”, habitante de
la aldea global donde sigue habiendo fronteras, y son cada vez más difíciles de cruzar. “El Otro” que no tiene nombre, a quien no se le conoce
el rostro, considerado una mera cosa, una abstracción, un número o ni
siquiera eso, el cero, un vacío, es reconocido como “ser humano” como
un par, uno como yo. Otro próximo, singular, que exige del compromiso
y la responsabilidad libre de la comunidad.
La obra de los artistas denuncia las formas deformadas, camufladas
de la realidad, la ausencia de límites que la tecnología ha diluido entre lo
real y el simulacro. Actúa entre la no-mirada, el no-lugar, la des-territorialización, el deseo indiferenciado de la sociedad de bienestar, visibilizando aquello que el poder ha marginado, ha excluido del sistema y de
su discurso, aquello que ha quedado, como los excrementos del orden
capitalista y la sociedad de consumo.
El significante vacío, en su imposibilidad de significación, encuentra,
en la obra de estos artistas, el gesto silencioso que evidencia la ausencia, y nos interpela, pero también se vuelve presencia en la metáfora que
posibilita evocar la vida aún en la muerte.
El arte, como discurso poético, va en busca de iluminar la realidad y
mostrar su texto. Podríamos sostener, como lo hace Gadamer89, que la
verdad es experiencia, acontecimiento y que el arte, lejos de identificarse
con lo real, adquiere más intensidad que lo real existente.
La ficción, lo irreal, va a quedar del lado de las operaciones de poder,
que pretenden ocultar o convertir en espectáculo la violencia de lo real.
89 Gadamer, H. G., Verdad y método. Salamanca, Ediciones Sígueme.
90.
El pueblo como construcción geocultural en Günter Rodolfo
Kusch90
Ana María Zagari 91
Presentación
El filósofo Rodolfo Kusch –así se lo conoce en el ámbito de la filosofía,
dado que no usaba su primer nombre– fue profesor de filosofía en la Universidad de Buenos Aires. A partir de 1973 dictó también cátedra en la
Universidad Nacional de Salta en la que además ocupó diversos cargos
académicos. Además, ejerció la docencia y la investigación en Perú y en
Bolivia.
Cesó en el cargo académico por disposición del gobierno militar después del sangriento golpe del 24 de marzo de 197692. Desde ese momento se traslada de Salta a Jujuy (en el noroeste argentino), e intensifica
sus investigaciones en los yacimientos arqueológicos de la zona.
Reúne sus investigaciones arqueológicas y antropológicas, y trabaja
con la hipótesis de que las categorías del pensar reflejan la propia cultura y el propio suelo, lo cual le posibilitó conceptualizar a América93,
recurriendo a las culturas más antiguas del noroeste de América del
Sur y también revisando las categorías de la filosofía occidental y de la
filosofía oriental a la luz de sus investigaciones94.
90 Günter Rodolfo Kusch nació en Buenos Aires en 1922 y murió en la misma ciudad en 1979.
91 Doctora en Filosofía. Profesora de Filosofía Social y de Metafísica II en la USAL. Ex Decana de
la Facultad de Filosofía y Letras USAL. Autora de Soberanía y gobernabilidad, Ediciones USAL. El
presente artículo es parte de la investigación dirigida por Zagari, en el IIFil-USAL, bajo el título de
Kusch, un pensador extemporáneo, 2008-2011.
92 Se inicia en esa fecha el denominado Proceso de Reorganización Nacional, que en la realidad
pasó a la historia como el más brutal de los regímenes militares en Argentina y en América Latina,
y que se hizo tristemente célebre por haber desaparecido, torturado y matado a 30.000 personas,
entre ellos obreros, estudiantes, intelectuales. También hizo que muchos de aquella generación
tuvieran que exiliarse.
93 Se trata de América Latina y no de los Estados Unidos de Norteamérica.
94 El filósofo Juan Carlos Scannone, S.I. en 1980 ubica a Kusch en el cuadro de la filosofía latinoamericana. Cfr. "Un nuevo punto de partida en la filosofía latinoamericana" en Stromata, año XXXVI.
enero-junio, 1980.
91.
En el proyecto filosófico de Kusch encontramos influencias de la filosofía europea, en sus profundos conocimientos del estructuralismo
de Levi-Strauss, de la fenomenología husserliana y de la heideggeriana.
También conoció acabadamente la corriente epistemológica anglosajona. Trabajó además con filósofos y escritores argentinos de concepción muy diversa que, de un modo u otro, contribuyeron a pensarnos,
como Juan Bautista Alberdi, José Hernández, Bernardo Canal Feijóo,
Ezequiel Martínez Estrada, Carlos Astrada, Juan Carlos Scannone95. A
su vez, Kusch influye en las corrientes filosóficas y literarias y en nuestra
denominada filosofía de la liberación. Sus obras principales son De la
mala vida porteña, 1966; Indios, porteños y dioses, 1966; América Profunda,
1975; Geocultura del hombre americano, 1976; "El pensamiento popular
desde el punto de vista filosófico. Consideraciones sobre el método, los
supuestos y los contenidos posibles", 1978; Esbozo de una antropología
filosófica americana, 1978.
Introducción
La antropología filosófica y cultural de Rodolfo Kusch resalta diversos
momentos de su diálogo con nuestra tradición. Cuando decimos nuestra tradición estamos pensando en una historia de quinientos años que,
predominantemente y a partir de la conquista española en 1492, impuso
los modos de la llamada cultura occidental que, junto con las culturas
precolombinas que aún hoy persisten y resisten la avanzada del neoliberalismo, forman nuestra tradición y nuestro presente.
La filosofía de Kusch es también –y no podría ser de otro modo– una
filosofía política96 y, como tal, una filosofía del lenguaje. Un primer rasgo
característico de su trabajo es tomar la pregunta por el Ser y, rastreando fenomenológicamente la filosofía contemporánea, sobre todo la de
Heidegger, desarrolla la propuesta que lo hace pensar en América en la
doble condición de ser y estar.
En la historia de la llamada organización nacional97 de nuestro país
las formas del poder se fueron modulando a favor del modelo europeo
occidental y en contra de los modelos culturales originarios. La famosa
95 Son pensadores del siglo XIX al XX, que influyeron fuertemente en la constitución del Estado de
lo que hoy llamamos República Argentina.
96 Entendemos que filosofía política es un sintagma. Y hemos explicado en otros textos, y siguiendo
a los principales filósofos contemporáneos, que filosofía y polis son parte de un mismo proyecto,
cuya “fecha de nacimiento” es la Atenas antigua. Y desde esta afirmación, filosofía política dice que
toda filosofía lo es, aun aquellas especialidades que parecen totalmente teoréticas.
97 Se llama así a la etapa que después de las grandes guerras civiles del siglo XIX derivó en una
organización política y jurídica de Argentina como República.
92.
frase civilización o barbarie98 que está presente en nuestros fundadores del siglo XIX, da cuenta de esta controversia que nos persigue hasta
nuestros días.
El pensamiento de estos organizadores está formado por lecturas y
conceptos anglosajones y franceses. Para ellos el bien, la verdad y la belleza son propios de la Europa ilustrada representada por el ser, que es
tiempo, concebido como despliegue, desarrollo, progreso, en el cual se valora el futuro mejor que el pasado y aún que el presente. Esta concepción
del progreso imponía que había que deshabitar el paisaje de las culturas
originarias, que fueron calificadas como las fuentes del mal, la vagancia
y el abandono, que se dejaban estar haciendo figura con su propio suelo.
En ese contexto e influidos por el modelo centroeuropeo afirman que
el ser es dinámico, proyectivo; el estar es estático y bárbaro. La primacía
de la vertiente occidental ha dejado su sello en toda la constitución de
nuestra cultura reciente que, resumiendo, fue entendida como la elección del proyecto europeo occidental, es decir, de la civilización, que resalta el dominio de la naturaleza y la primacía del sujeto, entendiendo a
éste de un modo sustantivo y unívoco. Este es un proyecto resistido por
las culturas populares y también por muchos intelectuales que creen,
como es el caso de Rodolfo Kusch, que esta lectura es liberal y neoliberal, y por lo tanto colonialista.
Rodolfo Kusch prefiere, en cambio, hacer dialogar la cultura del ser
con las culturas del estar, cuyos rasgos serían habitar la naturaleza,
estar en ella, entender la primacía de la vida, resistir, muchas veces
negar que la verdad, el bien y la belleza sean unívocos, y valorar el arjé
precolombino.
Si bien Kusch toma de Heidegger la figura del estar-siendo para dar
cuenta de la complejidad de América y de la necesidad de darle visibilidad a lo que fue negado por el pensamiento colonial, las culturas del
estar, invierte el peso de la fórmula: el estar-siendo es para Kusch la
fórmula capaz de dar cuenta de un habitar la naturaleza, de un reconocer la primacía de la vida aun en lo que tiene de sagrado y de profano.
Estar-siendo es para Kusch la forma en la que América da cuenta de su
multiplicidad. Se separa del proyecto heideggeriano porque el ser para
Kusch, como proyecto, sigue pensándose desde la conciencia. El estar
que es menos dinámico y, por lo tanto, menos proyectivo que el ser, da
cuenta en cambio de lo inconsciente, de lo sagrado, de lo múltiple.
98 Una frase que desde el pensador Domingo Faustino Sarmiento quedó grabada en la cultura para
indicar que la civilización proviene de Occidente y la barbarie de nuestro propio suelo.
93.
Cultura - geocultura -pueblo
La filosofía de Kusch señala una diferencia entre la concepción ilustrada que piensa unívocamente el término cultura, en una universalidad
hegemónica, y propone pensar la cultura como geocultura: hace hincapié en el acervo de la cultura popular, en la creatividad inmanente del
pueblo. Desde allí es posible vincularse con la cultura universal, y no al
revés, porque la experiencia histórica indica que la imposición de una
cultura unívoca desde afuera y desde arriba hace desaparecer el trabajo
y las creaciones de las culturas arraigadas.
En uno de los textos centrales de la filosofía de Kusch, Esbozo de una
antropología filosófica americana, podemos leer más detenidamente estas distinciones.
Este libro es la obra de mayor envergadura del pensamiento del filósofo en la que se encuentra ya maduro su pensamiento. Su planteo fundamental es la discusión con una antropología universalista de corte eurocéntrico, y propone pensar –recurriendo al decir y al hacer de nuestro
pueblo– una antropología singular y situada desde la cual se establezca
el diálogo con la humanidad.
“Un diálogo es ante todo un problema de interculturalidad. La distancia física que separa a los interlocutores y las vueltas retóricas para entenderse refieren a un problema cultural. Entre los interlocutores tiende
a haber una diferencia de cultivo, pero no en el sentido del grado de culturalización logrado por cada uno, o sea que uno sea más ilustrado que
otro, sino ante todo en el estilo cultural, o más bien en el modo cultural
que se ha encarnado en cada uno. Se trata entonces de una diferencia
de perspectiva y de código que marcan notablemente el distanciamiento
de los intervinientes en un diálogo y cuestionan la posibilidad de una
comunicación real.
En este sentido se diría que todo diálogo participa de la problemática
de una interculturalidad, ya que lo que se dice de un lado y de otro se enreda con residuos culturales. […] Cultura no es sólo el acervo espiritual
que el grupo brinda a cada uno y que es aportado por la tradición, es el
baluarte simbólico en el cual uno se refugia para defender la significación de su existencia. […] Cultura es también una actitud, de tal modo
que pueda entenderse con elementos no tradicionales, referencias simbólicas halladas en ese momento que hacen una diferenciación frente
al interlocutor y que adquieren en el momento del diálogo el valor de
pautas culturales en las cuales uno se define frente a él”99.
99 Kusch, R., Esbozo de una antropología filosófica americana, p. 13.
94.
Kusch proyecta en toda su obra, y particularmente en esta, la demarcación de su objeto, que denomina América: hacer filosofía es reflexionar desde el punto de vista geocultural, desde la propia perspectiva que
valora y produce valores, desde el lugar de origen100. Concepción que
señala la significancia de la cultura material tanto como de lo simbólico e imaginario. Concepción que señala la construcción de un nosotros nunca pleno, siempre en tensión, sujeto histórico, plebe y populus
conjugando cosmovisiones, pensares, artes, saberes. Sujeto de historias
que se sabe sujetado a una historia, la suya, común y diversa, única por
irrepetible y múltiple a la vez.
Encuentra en América un modo del ser pero también del estar, que
denomina estar-siendo, una forma singular de la existencia y una semántica que responde en el decir a la cultura propia.
La tesis del Esbozo, el último de los escritos de Rodolfo Kusch, es que
el hombre americano debe comprenderse en el encuentro entre las culturas originarias (indígenas) y las que provienen del tronco europeo-occidental. Este encuentro configura una simbólica propia y una etimología
novedosa de nuestro verbo ser o estar. Confronta el ser-en-el-mundo
de la propuesta heideggeriana con su estar-siendo, propio de la cultura
raigal que reconoce su ab-origine no sólo en la reproducción de las categorías pensadas por Europa, sino en el sedimento actualizado de las
culturas precolombinas y en la imbricación de estas con el genio hispano
y europeo en general. Y en esa imbricación o mestizaje se encuentra el
pueblo en acto, sujeto-sujetado por el devenir de las generaciones y del
suelo en el que están siendo. Paradoja de un encuentro de culturas: una,
la “occidental” que se quiso –y se quiere– universal y unívoca y que se
arroga su exclusividad-excluyente de detentar el bien, la verdad y la belleza; la(s) otra(s) seminales, arraigadas al suelo, dando significaciones y
valores a la tierra, a los elementos, a la materialidad que hace del suelo,
geocultura.
“El trabajo apunta en suma a encontrar una línea media entre la proliferación de supuestas definiciones de lo humano. Pero no se trata de
dar una definición más. Porque si es inevitable que toda definición de lo
humano se nos escape, será porque lo humano a las luces de la indagación indoamericana, no es sino que, en tanto escapa a nuestras categorías, sólo puede connotarse como práctica, o sea como un operar
100 Cf. Zagari, Ana. Kusch, en Volpi, Franco (compilador), Enciclopedia de obras filosóficas, Barcelona, Herder,2005, trad. Raúl Gabás, vol. II, pp.1220-1221.
95.
incesante. De ahí el estar siendo como fórmula dinámica que traduce el
juego humano entre lo indeterminado y lo determinado, pero que hace a
lo humano en un nivel universal [...] Responde a la indeterminación de lo
humano mismo, que hace al fondo metafísico de lo existente en general,
y también al silencio original de lo humano, pero por eso mismo a la posibilidad de recuperarlo en una dimensión indoamericana”101.
El estar-siendo se da en movimientos de búsqueda de sentido entre el
arjé y su resemantización propia, en el acontecimiento del vivir. Por un
lado, pensar el fundamento de una forma singular y dinámica, según un
trabajo milenario que crea y se apropia de signos y de símbolos, con el
estilo de las culturas mestizadas; por el otro, resemantizar el verbo ser,
que en nuestra lengua, como ya anticipamos, es ser/estar. Kusch prefiere la segunda forma, la del estar, y trabaja filosóficamente con ella,
porque afirma que es la condición de posibilidad para la comprensión de
la cultura americana. Afirma que ser y estar no mantienen una relación
ni de causalidad (por ejemplo, el estar como efecto de ser) ni de identidad (ser es estar). El estar es el modo propio de hacer mundo en el pensamiento aborigen, y su categoría fundante es el espacio y no el tiempo.
Además, si bien el tiempo teológico se implanta desde la raíz europea, la
concepción del tiempo en América es cíclico.
Kusch entiende que cuando Occidente (fundamentalmente en la lectura fenomenológica heideggeriana) dice ser-en-el-mundo, hay allí una
interpretación del verbo ser como sedere, en el sentido de fundamento.
En cambio nuestro filósofo afirma que lo más importante de lo humano
es el stare, estar-de-pie o instalado en el mundo. Establece así la diferencia entre darse previamente un fundamento o buscar el sentido plural
en los símbolos que cada cultura ofrece. Es importante también destacar
que lo que Kusch define como el acontecimiento de la instalación está
ligado a la finitud del hombre y a la posibilidad de ritualizar lo efímero de
la existencia mediante creaciones sacro-culturales. Estar instalado en la
tierra y con los dioses es el modo singular de las culturas originarias en
las que la eficiencia del símbolo mantiene viva la memoria de lo sagrado.
En el contacto con la cultura científico técnica de Occidente, que muchas
veces fue mortífera para los pueblos aborígenes, se da también un mestizaje que recorre toda la cultura americana y que se conoce como criollo.
Reconociendo en Heidegger al gran crítico del olvido del Ser, Kusch
entiende que en América es necesario rescatar de este olvido otra forma
101 Kusch, R., Esbozo de una antropología filosófica americana, p.11.
96.
constitutiva de lo humano, de lo divino y de las cosas: la del estar.
“Analizar el acontecer como algo pre-óntico significa buscar, como
diría Trías, la sombra. […] Esto ya está en Heidegger que se pregunta por
el acontecer. Todo el pensamiento que apunta a una disolución del ser
en el tiempo y sostiene a este a través de la resolución, está diciendo lo
mismo, pero distorsionado por el afán de querer salvar una tradición espiritual del ser como bien lo confiesa en su Introducción a la Metafísica.
De ahí el concepto de estar. Se trata del estar como algo anterior a
ser, y que tiene como significación profunda el acontecer. […] El estar
en este sentido se asocia al vivir en su acepción más general. Es el vivir
que se rodea de cultura entendida esta como universo simbólico y que
sirve para encontrar el amparo. Por eso es ético y no gnoseológico. Dice
dónde se hace lo fasto y se evita lo nefasto. Pero no nos dice qué es un
objeto. […] Se trata de ese pre-recinto donde Heidegger ubica la diferencia. Pero si bien la diferencia según Heidegger es entre Ser y ente, en el
caso de América se trata de una diferencia anterior aún que se da entre
el acontecer y el no acontecer. En esa diferencia que se abre al no acontecimiento se da el ingreso a la posibilidad de lo sagrado.
[…] No se trata de cosas sino de acontecer. Acontecer la posibilidad de
una vigencia exigida por nuestras raíces, el pueblo”102.
Desde el propio acontecer toda cultura es universalizable, afirma
Kusch. El acontecer hace obstáculo al ser que esencializa y que cierra a
las posibilidades de lo plural y de la alteridad.
Otro término acuñado por el filósofo argentino es el de geocultura. Su
definición alude al punto de vista en el que se está instalado.
La vigencia del filósofo ya bien entrado el siglo XXI radica en su decisión
estratégica que es una decisión política: la decisión por lo americano, por
un conocimiento que no es el conocimiento oficial, por una razón que no
es la razón occidental. Kusch “apuesta” a aquellos que aparecen como
un “resto”, a una cultura que está relegada a los márgenes. Kusch es un
pensador de extramuros, elige la frontera para pensar el fundamento de
una forma singular y dinámica. Privilegia el estar por sobre el ser como
modo propio de hacer mundo en el pensamiento ab-origen, y su categoría
fundante es el espacio, el estar-de-pie o instalado en el mundo. Así, en el
devenir de los siglos, se conforma un pueblo –América– plural, diverso,
muchas veces antagónico de si mismo, pero que se reconoce en el nombre y en la historia. Historia arraigada en el suelo, en el espacio.
102 Kusch, R., Geocultura del hombre americano, pp.151-152.
97.
La extemporaneidad de la que habla Kusch es una dislocación del espacio que se distingue del de la urbe: espacio entendido como suelo,
como lugar de la ritualización de los dioses, como localidad milenaria,
que no es ni la ciudad ni el campo. Suelo de culto que simboliza: pueblo.
De aquí se desprende la eficiencia del símbolo que mantiene viva la memoria de lo sagrado, que el conocimiento científico-técnico occidental
desterró, a favor de una metafísica entitativa y de dominio.
La filosofía de Kusch vuelve a lanzar la pregunta por el nosotros y por
quiénes somos nosotros, por eso piensa en América como configurada
por dos corrientes: la europea y la precolombina. Pero su mayor originalidad reside en destacar el páthos del miedo como constitutivo de nuestra forma americana. No es el miedo hobbesiano, es el miedo que nos
acerca a una forma de la vergüenza y que tiene su origen en nuestros
padres fundadores.
“La verdadera dimensión de estar no más debe ser entendida a nivel
del miedo. Se da mucho más adentro todavía de la vida cotidiana, cuando
con motivo de algún fracaso o de una injuria, o peor aún, cuando hemos
cometido un aparente mal y la sociedad nos segrega, llegamos a ese
punto donde tenemos conciencia de lo ‘poco’ que somos. Ahí ya no tenemos remedio. Ahí, en ese último fondo realmente no sabemos qué
hacer. Ese es el ámbito del saber del no saber. Y no hay psicología que
valga, ni tampoco enciclopedia.
Ahora bien, entre ese miedo y la enciclopedia está nuestra piel”103.
Kusch alude al miedo y a la vergüenza de parecernos a la Europa latina,
que recorre el pensamiento y la filosofía de muchos de nuestros fundadores del Estado-nación, entre ellos de quien es el mayor filósofo político del siglo XIX: Juan Bautista Alberdi.
Kusch extemporáneo
Rodolfo Kusch se preocupó por los inicios de nuestra constitución como
nación y señala las debilidades de los hombres ilustrados que participaron
en ella a partir de 1810 y hasta 1880104. Esta franja histórica se inicia con el
llamado Grito de Mayo que nos declara independientes del reino de España, aprovechando que Fernando VII había sido encarcelado por Napoleón,
y llega hasta 1816 con el Congreso donde se proclama la independencia.
103 Kusch, R., id., p. 20.
104 Es conocida como “la generación del ‘80” a la generación que quiso hacer el Estado argentino
según el modelo de las naciones europeas. Su consigna seguía la premisa orden y progreso, y una
de sus campañas más importantes fue la denominada “Campaña del Desierto” y fue el exterminio de
las poblaciones indígenas en toda la Patagonia argentina, es decir, desde Buenos Aires hacia el Sur.
98.
A partir de ese momento las luchas no son sólo por la independencia y la emancipación del reino de España, también se da una serie de
guerras interiores que responden a proyectos políticos diversos. Un
proyecto llamado federal en el que las provincias pretenden ser actores con el mismo poder que el puerto de Buenos Aires, y otro llamado unitario que otorgaba primacía exclusiva a Buenos Aires por ser el
puerto y la entrada y salida de las riquezas y los bienes materiales y
simbólicos, desde y hacia Europa. Aunque nuestra Constitución Nacional se reconoce federal, sin embargo, el poder ejercido durante muchos
momentos del siglo emancipatorio y también del posterior, por quienes
representaron la ideología liberal-unitaria, desmentía la letra de la carta
magna. Entre quienes se destacan como ideólogos y filósofos de esta
última vertiente encontramos al escritor Juan Bautista Alberdi. Él junto
con muchos otros librepensadores entendía que la gran contradicción
argentina pasaba por lo que llamaron civilización/barbarie105. La civilización representada fundamentalmente por la Europa anglosajona, y la
barbarie representada por la Europa atrasada (la hispana-latina) y por
los indios y nativos de nuestro suelo. Todos nuestros países en América Latina pero sobre todo Brasil y Argentina tienen enormes territorios
dentro de sus fronteras. En aquel momento la consigna era gobernar es
poblar. Adelantándose en más de un siglo y medio a lo que luego Foucault llamaría biopolítica, Juan Bautista Alberdi propuso en su texto Bases106 que nuestro territorio, considerado un desierto, debía ser poblado
por gentes llegadas fundamentalmente desde la Gran Bretaña. Afirmó
que “en América todo lo que no es europeo, es bárbaro […] no hay [en la
población] más división que esta: uno, el indígena es decir el salvaje; dos,
el europeo es decir nosotros que hemos nacido en América, hablamos
español y creemos en Jesucristo”. Además de esta taxonomía brutal que
todavía hoy pervive en las capas de muchos intelectuales y de la clase
media en Argentina, la cumbre de una pirámide étnica diseñada por el
pensamiento del llamado progreso, estaría ocupada por Gran Bretaña
que, para Alberdi, es el pueblo civilizador por excelencia, porque conoce
105 Sarmiento en su libro Facundo plantea la misma dicotomía. Facundo, un líder del interior del
país, es la barbarie mientras que la cultura europea es la civilización. Facundo representa la negación de la gran urbe y de la ilustración a favor de las culturas originarias, y para el autor del texto,
Domingo Faustino Sarmiento, esto es el atraso y la barbarie.
106 Alberdi, J.B., Bases y puntos de partida para la organización política argentina, Buenos Aires, Ed.
Librería Histórica, 2002. Hacemos notar que hacia el final de su vida Juan Bautista Alberdi revisa
esta posición marcadamente ilustrada, puesto que ve la violencia entre pueblos hermanos y reflexiona sobre la amistad necesaria entre los pueblos de este continente.
99.
la libertad y el progreso material como ninguno. Por eso afirmó que la
inmigración ha de provenir de los países europeos no católicos, cuya
experiencia en el librepensamiento, la industria y el comercio son parte
de su concepción civilizatoria.
Juan Bautista Alberdi desprecia al nativo y afirma que aunque se lo
eduque nunca saldrá de él un verdadero obrero inglés. Su preocupación
por poblar las tierras americanas le hace decir que si nos equivocamos de
inmigrantes resulta que poblar será lo mismo que corromper, degenerar
o envenenar al país en vez de hacerlo florecer con la población más trabajadora y culta de Europa. Desprecia no sólo a nuestros nativos o a los españoles sino también a las razas no europeas. Si llegaran chinos o indios o
negros107, vuelve a decir Alberdi, poblar no sería civilizar sino embrutecer.
En verdad, el infierno tan temido por Alberdi se hizo realidad ya que lo que
él llamó la Europa atrasada fue la que pobló buena parte de Argentina.
La preocupación de Alberdi era por la gobernabilidad o ingobernabilidad de un Estado que estaba diseñado pero que carecía de nación.
Afirmó que nuestro pueblo es ingobernable y díscolo si solamente es hijo
de una España intolerante y del atrasado nativo, inepto para el ejercicio
republicano y democrático.
Aunque a lo largo de otras obras podríamos pensar en un Alberdi filósofo y político que aceptó el realismo de nuestro mestizaje, lo cierto es
que la línea más dura de su pensamiento fue la que influyó en las discusiones y las luchas que todavía hoy persisten en nuestro país.
Tomamos a Alberdi para confrontarlo con Kusch porque él ha sido
el gran fundador institucional de la Argentina moderna y porque, cabe
decirlo, ha tenido también una utopía en sus últimos escritos: la unidad
hispano-americana y la concepción del pueblo-mundo que privilegia a
la especie humana por sobre los Estados capaces de ir a la guerra por
defender intereses parciales.
Tomando el tipo ideal del paradigma de Alberdi, nuestra población
debió haber sido blanca, cristiana no católica y, en lo posible, de lengua
anglosajona. En muchos momentos del ejercicio del poder en Argentina
ese modelo influyó en las tomas de decisiones y en las confrontaciones
con el otro modelo federal y mestizado.
Rodolfo Kusch es uno de los filósofos más importantes que en la primera mitad del siglo XX sigue discutiendo el modelo progresista liberal
107 Si viviera hoy, Alberdi renegaría de las inmigraciones contemporáneas que están formadas en
su gran mayoría por chinos y por ciudadanos de países limítrofes, que él consideraría indios en su
valoración negativa.
100.
representado fundamentalmente por Buenos Aires y que resultó muchas veces opresivo para el interior y para las capas más populares de
nuestra población.
El mestizaje
La propuesta de Rodolfo Kusch planteada en su concepto de geocultura da cuenta, en primer lugar, del mito de nuestro origen y de su
negación en el orden de lo real; en segundo lugar, de un pensamiento
integrador de las diferencias constitutivas.
“Si nos dicen que hay una humanidad, que hay un marxismo, que hay
una ciencia atómica y que hay una medicina, que ya todo está hecho y
que ya nada podríamos aportar nosotros, siempre cabe la duda, por el
simple hecho de que afirmar lo que otros afirman es colonización”108.
“La negación tiene algo de decisión voluntaria, que supone una negación de lo dado e implica una elección del camino propio”109.
En esta línea podríamos decir que la filosofía de Kusch es una filosofía de la liberación. Su actualidad reside en que está presente en las
discusiones contemporáneas respecto del pensamiento único y la globalización. Y está presente en términos tales como geocultura, mestizaje,
pensamiento popular. Y en la discusión contemporánea sobre pueblo y
populismo. Si para el filósofo la cuestión es la mezcla de dos grandes
corrientes en la constitución de América, la cuestión de cómo se entrelazan y mestizan, desde el conflicto y desde la concordia ambas corrientes, no se puede obviar que esto se da mayoritariamente desde las
capas más populares del conjunto, aquellas que se abren a la diferencia
y crean terceridades. Es decir que la filosofía y la antropología kuscheanas sirven tanto para revisar las propuestas muchas veces triunfantes
de nuestros primeros filósofos políticos, aquellos que pensaron en la
constitución de las naciones americanas, como para profundizar en los
debates contemporáneos del mito de la globalización110. Pero la formulación más interesante de este filósofo es para nosotros el haber puesto
de relieve los diversos ejes culturales que configuran a la América Latina
y su preocupación por el olvido de muchos de ellos, sobre todo los que
provienen de la América profunda, en favor de uno solo: el eje cultural
108 Kusch, R., La negación en el pensamiento popular, p.108.
109 Kusch, R., id., p. 114.
110 Confrontar respecto de este mito de la globalización el artículo de Zagari Ana y Rodriguez Daniel, "La globalización y su polisemia", en http://www.salvador.edu.ar/unemnis/fyl/extension/collimontinariuniversita.htm. El artículo fue presentado en la Universidad degli Studi della Calabria en
noviembre de 2009.
101.
del puerto, que predominó y neutralizó al resto haciendo del proyecto
americano un proyecto desproporcionado. Un eje ligado a la metafísica
del ser. En esa América profunda se juegan los valores de una filosofía
y de una teología de la liberación, en la opción por lo pobres y excluidos,
por el subsuelo cultural, por la opción de pensar no sólo a la gran urbe,
sino a los poblados, y aun en la gran urbe a quienes se mezclan en los
suburbios y recrean y religan lo ancestral con lo urbano.
Para mostrar la actualidad del pensamiento de Kusch es importante
resaltar el concepto de mestizaje que él menciona en muchos de sus
escritos, y que se ha seguido trabajando tanto en las letras como en
la filosofía latinoamericanas. En El mestizaje como virtud111, se propone
que las manifestaciones de la cultura latino-americana son todas por su
propia condición, mestizas. No se trata exclusivamente de un mestizaje
étnico o racial sino de ver que la condición de existencia de una lengua,
de un discurso, de una manera de pensar, es siempre en América Latina, mestizado. Se es mestizo en América aunque no se lleve una sola
gota de sangre india o una sola gota de sangre “blanca”. Esta condición
nos hace mestizos tanto a los pueblos originarios que todavía sobreviven en la tierra americana como a los hijos y nietos de los europeos que
llegaron a estas tierras. El mestizaje no es biológico sino cultural y por
lo tanto ético. Es pueblo. Se trata de acceder a la categoría de mestizaje
que reconoce una fecha mítica en 1492 y que ha devenido un signo en la
cultura americana. Es a la vez una marca y una distinción. Desde el punto de vista ético, si recurrimos al Diccionario de la Academia Española,
veremos que se le da un valor claramente peyorativo al verbo “mestizar”.
La acción es definida como una falta. Dice, en su última versión: “Dicho
de una persona: Nacida de padre y madre de raza diferente, en especial
de hombre blanco e india, o de indio y mujer blanca”112. En versiones anteriores, agregaba: “corromper o adulterar las castas por acoplamiento
o copulación de individuos que no pertenecen a la misma casta”; también dice que el término “mestizo” es una palabra que data de 1600,
derivado de mixticius, a su vez derivado de mixtus. En otra acepción del
Diccionario de la Real Academia, mestizo es quien está corrompido o
mezclado. Si nosotros pensamos que la definición data del siglo XVII,
una asociación inevitable aparece: la filosofía de Descartes dice que la
verdad está siempre más cerca de la simplicidad que de la complejidad;
la verdad es clara y distinta. Y esto se ha convertido muchas veces en una
111 Zagari, Ana María. "Le metissage en tant que vertu" en Cahiers D’ Argentine, Nº 2, 1994.
112 Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, Vigésima segunda edición.
102.
visión del mundo. Las implicancias ligadas con la pureza racial fueron
muy intensas en nuestras elites liberales. En contraposición, lo oscuro y
mestizado aparece como el lugar del error y del mal. Antropológicamente el negro, el cabecita negra113, siempre es para esas élites el ignorante,
el malo, el delincuente.
En cambio, la propuesta de pensar la cultura latinoamericana es la de
comprender el mestizaje como una virtud, y comprender también que en
ese mestizaje se juega otra visión del mundo. Como categoría cultural,
el mestizaje no es solamente una mezcla de ideas y de razas, sino que
se encuentra en el origen de una visión propia de las cosas. Y como tal,
produce un efecto sobre las diversas manifestaciones intelectuales, artísticas y literarias propias, como la del barroco americano, que exalta la
riqueza de lo múltiple. Los valores de simplicidad, unidad y universalidad
son propios de una cultura que, no sólo desde Descartes y la ciencia moderna sino también desde las expresiones dominantes del hegelianismo
y del logocentrismo, y aun desde las llamadas filosofías posmodernas,
miran lo diverso como inferior.
La historia de América comienza en una línea diferente: los que llegan
son los españoles, que traen la lengua, la espada y la cruz del catolicismo. Por eso Alberdi creía que ya habíamos nacido atrasados. Y llegan a
un espacio inconmensurable de divinidades múltiples, exuberantes climas, razas jamás vistas y la errónea creencia de que habían arribado a
las Indias. De toda esta mezcla surge América, por eso nuestra marca
es el mestizaje. En el nuevo mundo se multiplica la diferencia. Esto se
manifiesta en las obras: ya mencionamos el barroco en la arquitectura, en las letras podemos hablar de la novela, del ensayo filosófico, del
aforismo. A veces de manera inconsciente, otras de manera explícita, el
pensamiento en América está atravesado por la categoría del mestizaje
y la del pensamiento popular como negación de lo colonial.
Podríamos explicar de otro modo esta concepción del mestizaje, en
otros términos, utilizando el concepto de complementariedad. Esto sugiere
un universo plural en el que las diferencias se dan simultáneamente y no
se anulan como tales. Tomo este concepto prestado de la física cuántica.
113 Cabecita negra se llamó al migrante del interior de nuestro país, pobre, en general de tez oscura,
que en el momento de la industrialización de la Argentina llegó a Buenos Aires para trabajar, con la
esperanza de una movilidad social ascendente. También por eso el cabecita negra adhirió al peronismo, que fue desde sus inicios, en el año 1946, el movimiento político que en el ejercicio del gobierno
favoreció en términos generales al trabajador, y puso en vigencia las leyes sociales que tenían que
ver con la dignidad personal de los mismos, por ejemplo: el aguinaldo, las vacaciones pagas y obligatorias, la obra social para la salud, los hoteles sindicales para las vacaciones anuales, etcétera.
También fue el peronismo de aquel momento el que legisló y puso en práctica el voto femenino.
103.
América (latina) es la conjunción de lo ab-origine y de lo moderno, de
la mesura y de la desmesura, del tiempo lineal y del tiempo sagrado, de
la lengua heredada que nunca es la que se heredó. En América se gestó
antes que en ningún otro lugar –permítanme esta licencia– lo posmoderno, ya que todo lo que llegó se transformó en algo diferente, en otra
cosa. Y al mismo tiempo estas diferencias hicieron del mestizaje un nuevo mundo, un nuevo acontecimiento. Acontecimiento fundamentalmente
político, y consecuentemente ético. Es por eso que la razón moderna no
puede dar toda la explicación de lo que es América, y es por eso también
que quienes pensamos desde América ensayamos con la literatura. Otra
característica, podríamos llamarla también posmoderna de esta América, es que el horizonte americano permanece abierto y en construcción.
Su páthos no es el del escepticismo, el horizonte es todavía un horizonte épico. Alejo Carpentier cree que la novela latinoamericana actual es
épica, y la futura novela también deberá serlo. Como lo es también la
constitución de las patrias y de las fratías: nuestros modos de estar en
el mundo son catacréticos, y un ejemplo de ello es nuestra constitución
mestizada de las generaciones, de las fratias114.
Lejos de mi intención es ignorar las llamadas megatendencias: globalización, era tecnotrónica, sociedad mediática. Pero aun en los lugares
del poder donde estos significantes han aparecido hay ejemplos de que
es necesario siempre conservar la diferencia. Tanto Kusch como muchos filósofos de la liberación afirman el mestizaje como virtud. También
el poeta Carlos Fuentes, en un reportaje de hace ya unos años en España, nos recuerda que en tanto encuentro de culturas hay que pensar que
la historia de América Latina está hecha por africanos, indios, blancos, y
por eso mismo afirma que el mestizaje, además de ser un hecho inevitable, es, más que nada, una virtud.
El mestizaje es lo opuesto al concepto de racismo y a la xenofobia, uno
de los peligros más cercanos de nuestra globalización, aunque parezca
en sí mismo contradictorio. Porque lo que persigue el mito de la globalización y su voluntad de dominio es la consumación de una entidad sólida,
la de los centros del gran poder que siguen pensándose a sí mismos
como blancos. El mismo Carlos Fuentes alertó respecto de que la gran
plaga del siglo XXI será la de la discriminación racial.
En Argentina, durante los años ’70, el golpe militar totalitario pretendió hacer tábula rasa de nuestra geocultura para propiciar que ese gran
poder global-financiero no tuviera el obstáculo de quienes somos, pen114 Cfr. al respecto: Del Percio, Enrique, Ineludible fraternidad, Buenos Aires, CICCUS, 2014.
104.
samos y vivimos mestizados y, por lo tanto, la lucha que se sostuvo en
aquellos años y el hecho de que Kusch fuera perseguido por los militares, debe leerse en estos términos.
105.
Sobre la discriminación biopolítica y la perspectiva
latinoamericana
Miguel Santagada115
Introducción
Entre otros legados de Michel Foucault a los discursos contemporáneos destaca la sospecha de que algo más que el ello y el superyó
domina nuestro cuerpo. Un poder soberano que extiende sus tentáculos hasta la condición misma de la existencia116. Las fuerzas que ejercen ese dominio pueden identificarse como políticas activas de la vida
o biopolíticas, operaciones variadas en carácter y con consecuencias
casi siempre tenebrosas. Especialmente para estas últimas, acompañadas por el creciente desarrollo de las tecnologías bioingenieriles, se
hace cada vez más necesario desmontar lo problemático de las intervenciones científico-estatales sobre el cuerpo. Las regulaciones sobre
los deseos y la idealización del cuerpo humano, de sus conformaciones
morfológicas y psicológicas, pretenden avanzar sobre el sujeto aun a
costa de proporcionarle orientaciones conducentes a su fragmentación
y sufrimiento. Porque estos dobleces de la biopolítica cuentan con un
denominador común que parece su rasgo característico: las acciones
casi siempre son violentas contra el sujeto, contra la vida, contra la naturaleza, contra los oprimidos, etc. Al desatarse estas violencias (que
J. Galtung denomina “violencia estructural”117), se originan conflictos,
estallidos, traumas y pérdidas irreparables que llaman la atención por
su espectacularidad y dramatismo, aunque las motivaciones permanezcan ocultas o enmascaradas.
115 Profesor Asociado de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y Titular de la Universidad Nacional
del Centro de la provincia de Buenos Aires. Director del Centro de Estudios de Teatro, Cine y consumos culturales, Facultad de Arte, UNICEN.
116 Agamben, G. Homo sacer: El poder soberano y la nuda vida, Madrid, Pretextos, 1998.
117 Galtung, J. “Cultural Violence” en Journal of Peace Research, XXVII, 3, pp. 291-305. 1990.
106.
Un trabajo reciente de Norma Fóscolo repasa al menos tres significaciones asociadas a la noción de biopolítica. En línea con el pensamiento de Michel Foucault, la dominación biopolítica vendría a implicar el
conjunto de dispositivos orientados a establecer rasgos de dominación
ejercidos sobre el cuerpo individual y social. El otro significado asociado
a esta forma moderna de dominación se vincula con lo que se puede
matar impunemente, es decir, la vida, que Agamben describe como nuda
vida, objeto excluido del orden jurídico y carente de derechos específicos.
Finalmente, sostiene Fóscolo, “la cuestión de la vida y su relación con el
poder aparece en la filosofía latinoamericana cuando autores latinoamericanos ponen a la vida como el fundamento material universal de toda
acción ética y política emancipatorias (Dussel, Roig, Hinkelammert)”118.
Un largometraje de ciencia ficción futurista puede servir de telón de
fondo para estas reflexiones. El futuro es incierto, pero son útiles para
nuestros fines los cruces entre restricciones políticas y las experiencias
personales que resultan de tener que enfrentarlas. Lo instructivo de la película cabe en la idea de que no siempre es opaco a la conciencia el manejo del cuerpo por fuerzas que el individuo (que es ese cuerpo) debe resistir.
Gattaca,una mirada sobre el cuerpo propio
Andrew Niccol, también autor de la historia en que se inspira The Truman Show, ha sido el guionista y realizador de Gattaca, largometraje
estrenado en 1997. Por entonces, los debates acerca de la manipulación
genética de la vida humana parecían todavía reservados para la fascinación que provocan algunos descubrimientos científicos. Acababa de
cumplir un año la oveja Dolly, primer mamífero clonado, y el denominado Proyecto Genoma Humano, iniciado a comienzos de la década, no
mostraba los resultados que en 2003 se presentarían como el emblema
tecnocientífico del siglo XXI: nada menos que el mapa completo de las
secuencias de ADN de nuestra especie.
Niccol eligió las fórmulas narrativas de la ciencia ficción para combinar el tema de interés biopolítico con un conflicto personal. Dicho conflicto se plantea en un marco normativo donde se consagra la discriminación como recurso para la convivencia social. Lo que sugiere Gattaca
podría resumirse en una pregunta de (vulgares) periodistas de televisión: ¿no es mejor asegurarse de que todos los individuos nazcan sanos?
Pero la forma esquemática o ingenua de este problema no impide que
118 Fóscolo, N. (2013) “Una «biopolítica» para Latinoamérica” en http://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/5645/revista-confluencia2012-13-010-foscolo.pdf.
107.
advirtamos los supuestos implicados en la obvia respuesta afirmativa
que exige. Más allá de ciertas trivialidades (que también deberían ponerse en discusión), algunas preguntas reclaman atención: ¿qué significa nacer sano, según promueven los eugenistas? ¿Por qué habrían de
utilizarse sólo criterios cognitivos o estéticos para implantar cierto ideal
de normalidad? ¿Cómo deberían establecerse esos criterios? ¿Cómo podrían democratizarse los debates? ¿Por qué sería razonable o no cierta
decisión consensuada mayoritariamente? Y en caso de que la eugenesia
llegue a ser razonablemente universal, ¿cómo enfrentar las consecuencias no deseadas de semejante definición? ¿Qué quedaría de la variedad
de estilos personales, de la creatividad artística, de la indeterminación y
de los desafíos que dan sentido a la existencia? Si las contingencias de
la salud orgánica se pueden evitar en el plano ultra microscópico de los
genes, ¿el plano afectivo de la vida sobreviviría a tantas restricciones?
Niccol es un director de Hollywood y evita sumergirse en la profundidad de estos asuntos. Prefiere concentrarse en la fuerza heroica de un
personaje trágico, concebido por la transgresión de sus padres. Estos
descuidaron la observancia de normativas que obligan a los ciudadanos
a una estricta organización del mapa genético de los hijos. Hicieron el
amor, por lo que han rehusado procrear con técnicas de manipulación
genética. De esta forma, con su pasión desataron fuerzas de un destino
que se abatirá sobre ese hijo Vincent, concebido en forma natural.
Gattaca propone una navegación superficial que no impide, sin embargo, vislumbrar la monotonía de un mundo planificado en extremo, es
decir, de una vida humana donde las emociones y la creatividad están
vedadas por una ley generalísima y excesiva.
El escenario futurista de Gattaca torna verosímiles ciertas reglamentaciones que han consolidado un poder social de apariencia racional y aséptica sobre las personas. El fin de las ideologías y el auge de la
biopolítica de Gattaca parecen disfrutar del reaseguro de un individualismo desorbitado, que acaba siendo falso. Por un lado, los personajes
sufren el sometimiento inapelable a la ciencia que controla la vida. Por
otro lado, son permanentemente vigilados para resguardar la pureza
de los genes que sobrevendrán con los nuevos nacimientos. Apenas
sobreviven algunas rendijas por donde se cuela la luz de la iniciativa
individual. En esa democracia tecnoconsumista y emblemáticamente
sometida al control estatal, las parejas están obligadas a acudir a un
genetista de confianza para definir los perfiles genéticos de su futura
descendencia. Sin esta selección, cuyo costo depende de la pretensión
de los futuros padres, los hijos pueden nacer como han nacido todos
108.
los humanos desde los tiempos más remotos: sometidos a la contingencia y a la imperfección.
Pero la eugenesia es ley y orden: aquellos que son concebidos fuera de
las probetas, en la espontánea pasión del intercambio erótico, pagarán
con una ciudadanía de segunda clase la irresponsabilidad de sus padres.
He aquí la tragedia que deberá enfrentar el protagonista de Gattaca: un
capitalismo inflexible en el que la deficiente condición genética convierte
a las personas en sub-ciudadanos y les impide aspirar a empleos de
relevancia. La mercantilización de la vida consagra cuerpos de primera
calidad y admite, de acuerdo con inescrutables leyes del mercado, una
variedad de segundas marcas que complementan la oferta laboral de
bienes y servicios.
La violencia estructural sobre la vida y el cuerpo
En estas condiciones biopolíticas no tan imaginarias, las parejas deben acudir a especialistas eugenésicos para diseñar a sus hijos. Se trata de una ventaja, pues de esa forma se sortean “inconvenientes” tales
como la miopía, la calvicie, el alcoholismo, el cáncer o, incluso, la conducta indócil. Menos socializante que la eugenesia del mundo feliz de
Aldous Huxley, la planificación de la vida en Gattaca es de una crueldad
en principio más tolerable. Los niños de este mundo exasperantemente
biopolitizado son, a pesar de todo, auténticos hijos de sus padres. No
deben su desventurado destino a fuerzas cósmicas, sino a la publicidad,
al odio racial, al espanto por lo diferente. Así, la vida a la que son traídas
las nuevas generaciones no tiene misterios. Sólo puede haber riesgos
que, afortunadamente, el sistema científico tecnológico puede conjurar.
Lo que no cuenta ya es esa forma de imperfección de la vida que conocemos como sorpresa. Rigurosos algoritmos impiden que se infiltre en la
conformación de los recién nacidos el menor rastro físico o psicológico
de una humanidad que repugna a los imperativos sociales.
Pero como la conducta humana puede escapar a toda forma de vigilancia, aun de los más siniestros o exhaustivos sistemas de control,
Gattaca relata la historia de un personaje cuyos padres decidieron procrear por fuera del sistema dominante de conveniencias genéticas. El
producto de esta imprudencia llega al mundo con problemas en la vista,
una cardiopatía congénita y una expectativa de vida que no supera los
treinta años. Este es el castigo de haber salido de la senda legítima, de
no haber acatado las indicaciones científicas. Ahora estamos ante una
lamentable conjunción de rasgos que debido a la imprudencia no fueron
filtrados ni neutralizados por los mecanismos sanitarios intervinientes
109.
en la concepción de los futuros seres humanos. Los padres enmendarán
su error con la elección de un nombre que revela lo opuesto al destino de
fracasos que espera al pequeño monstruo: “Vincent”, el que vence. Más
tarde tendrán otro hijo, Anton, pero con los suficientes recaudos que
permitirán dotarlo de una estructura genética para alcanzar “el éxito” en
la vida. Curiosamente, Anton se encontrará muchos años después con
Vincent, en circunstancias que no son relevantes para este análisis.
Vincent llega a un mundo de cartón, fosilizado, donde todo está en
su lugar: incluso él, un ciudadano de segunda en una sociedad donde
la contaminación ha sido controlada, las energías son renovables y la
inseguridad casi no es un problema. Sin embargo, todavía existen, entre
otros antiguos sistemas profesionales, los médicos y la policía. Los médicos no luchan contra el mal de las defecciones naturales, ya que estas
han sido eliminadas de raíz. Su profesión queda reducida a la vigilancia
y la denuncia de casos anómalos. Por su parte, la policía atiende esas
denuncias y muy de vez en cuando debe enfrentar al crimen, una imperfección moral que debería haberse extinguido a medida que la población
fue haciéndose mayoritariamente más planificada. El relato cuenta con
el condimento conspicuo de Hollywood: un homicidio, al que dedicaremos un comentario hacia el final.
Los que como Vincent fueron concebidos con métodos naturales son
“inválidos”, etiqueta que los aleja de los empleos de mayor responsabilidad. En este mundo casi perfecto todo vestigio de deficiencia humana ha
sido sublimado o está por desaparecer definitivamente. El propio Vincent,
que desea ser astronauta, comprende desde muy joven que la realización de metas personales requiere de una maleabilidad que el sistema
social no ofrece. Como símbolo de esta imposibilidad, se dejan ver las
construcciones geométricas e higiénicas donde habitan los personajes
taciturnos de la historia, a quienes el control y la vigilancia sólo permiten
un transcurrir rutinario y sin expectativas. Los válidos ya lo tienen todo;
los inválidos como Vincent saben que nunca tendrán lo que desean.
Todo en Gattaca funciona como si nadie pudiese escapar a sus genes.
Quienes presentan una cadena de cromosomas en la que no han intervenido los genetistas calificados para impedir sorpresas o azares sólo podrán
esperar una subsistencia en la marginalidad y el desconsuelo. Por una razón que la película no explica, pero que los occidentales conocemos muy
bien, es indeleble el estigma social que recae sobre ciertos individuos.
Después de todo, no parece un precio tan alto que deba existir una
minoritaria población marginal para sostener una mayoría feliz. En
nuestras sociedades más bien pasa lo contrario: la población mayori110.
tariamente agobiada por cargas y desazones sostiene la felicidad de las
minorías privilegiadas. En Gattaca lo que parece haberse perdido es la
misma noción de felicidad. Sometidos a lo previsible, los humanos luchan sólo por objetivos convenientes y la conveniencia no es asunto de
deliberaciones líricas, sino de planificaciones y cálculos que exceden con
amplitud el raciocinio individual.
Como no ha sido engendrado por la técnica, Vincent asume el destino
de tener que luchar por su realización personal. Desde que era niño sueña con alcanzar las estrellas, un objetivo que sólo es accesible a quienes
son ciudadanos de primera, que se reclutan en Gattaca, la base desde la
que se lanzan las naves interplanetarias con fines de investigación y conquista de nuevos mundos. La tragedia de Vincent es haber nacido “Hijo
de Dios”, inválido, así que su sueño no parece viable. El mal imaginario
que lo aqueja se denomina genomismo y contra las consecuencias de
este destino de diseño biopolítico intentará realizar su proyecto.
Más violencia para conjurar la violencia biopolítica
En su influyente tesis sobre las políticas del cuerpo, Judith Butler119
explica que los significantes políticos que designan las posiciones de los
sujetos no son descriptivos, pues no representan algo que preexista a
esos mismos significantes. Por el contrario, tal es el caso contra el que
se opone Vincent en Gattaca, estos significantes llegan a cargarse de
investiduras fantasmáticas con consecuencias reales, que sólo pueden
revertirse al cabo de un largo proceso de luchas.
Los fantasmas de Vincent le impiden acceder al programa de entrenamiento para astronautas que conquistarán Titán, uno de los satélites de
Saturno. Su lucha, pues, consistirá en revertir los efectos devastadores
de una biopolítica que condena a ciertos individuos a sobrellevar una
existencia anodina y sin esperanzas. Para eso, deberá eludir los controles y simular lo que las reglamentaciones que estructuran su mundo
social tornan imposible. Que un inválido viaje al espacio en una misión
de altísimo interés social. El único procedimiento eficaz es fraudulento,
y será necesario que utilice los genes de otra persona. Así queda en
evidencia la falsedad de la distinción válido-inválido que vertebra las relaciones sociales en ese mundo futurista. Violencia estructural originada
en un marco normativo discriminador, que al provocar la injustificada
frustración de las personas, margina hacia la clandestinidad a quienes
logra someter y empuja a la criminalidad a quienes procuran resistirse.
119 Butler, J. Cuerpos que importan, Barcelona, Paidós 1993.
111.
No es inverosímil que en una cultura mercantilizada hasta el extremo
de tecnificar la concepción de los hijos se organizara un mercado negro
de genes que relativiza la sólida discriminación entre válidos e inválidos.
Paradójicamente, Vincent el inválido deberá recurrir a una estafa para
que lo consideren válido. Pero no es posible estafar sin la complicidad
de los ciudadanos de primera categoría. Para esto necesita de los genes de otra persona, un válido que por definición biopolítica debería ser
moralmente incorruptible. Gerome es el nombre de esa persona genéticamente perfecta que ha caído en desgracia. Un accidente deportivo lo
ha dejado postrado en lo físico, resentido en lo psicológico y necesitado
en lo económico. Un traficante reúne a los dos cómplices de la maquinación, con lo que comienza entre ambos una extraña simbiosis. Vincent
cuida de Gerome y lo mantiene en el alto nivel de consumo al que se ha
acostumbrado. A cambio, Gerome le presta lo que la biopolítica ha convertido en “esencia” del cuerpo propio: pestañas, restos de uñas, muestras de orina y de sangre que cada día Vincent debe emplear para sortear
los innumerables controles que interfieren la realización de sus sueños.
En ese mundo tan planificado y esquemático no deberían prosperar
fraudes como el que traman los cómplices que el azar ha reunido. ¿No
podría desbaratarse el simulacro que planean Gerome y el traficante,
dado que Vincent y Gerome no son parecidos? La respuesta implacable
se formula con una pregunta: “¿a quién interesan ya las fotografías?”. La
identificación de las personas se realiza a nivel molecular, no importan
las facciones del rostro ni las huellas digitales. Independientemente de
que las tecnologías permitan simular parecidos, la forma de control es
tan confiable y exacta que no es necesario presentar un carnet de identidad: basta un poco de orina o de sangre para que el Estado sepa quién es
quién. El simulacro consistirá en llenar cada mañana unos recipientes
con la sangre y la orina de Gerome, para disponerlos de tal forma que las
muestras genéticas extraídas del cuerpo de Vincent correspondan al de
su cómplice válido. Un refrigerador en la casa de los protagonistas mantiene las reservas de estas muestras para eludir cualquier contingencia
de controles imprevistos.
Violencia estructural y violencia delincuencial
La idea sobre la que Gattaca intenta reflexionar recuerda la tradición
anticientífica del romanticismo. Las técnicas de control dispuesto por
la más rigurosa biopolítica no mejora a la sociedad y puede empeorar
a los hombres. La hipótesis de que la ambición, los celos, el egoísmo y
otras debilidades de nuestra conducta estén determinados sólo por la
112.
naturaleza puede ocupar larguísimos debates. Pretender instrumentar
esa hipótesis con políticas activas es peligroso y dañino. El aspecto
de la película que ilustra este punto es fácil de encontrar: a pesar de
que la dotación genética de buena parte de la población no admitiría la
violencia como recurso para resolver conflictos, en el relato de Gattaca
ocurre un crimen. La víctima es un funcionario que había objetado más
de una vez la misión a Titán, y que podía influir para que se cancelara.
Este episodio genera tensión porque se ha encontrado en el escenario
del crimen una pestaña que usa Vincent, pero que es de Gerome. A
pesar de este accidente, la investigación que terminará siendo exitosa
está a cargo de un detective estereotipado y un joven exponente de la
eugenesia imperante: Anton, el hermano de Vincent, del que estuvo
alejado desde la adolescencia.
El autor del crimen es nada menos que el máximo directivo de la expedición, que no pudo convencer a la víctima de que sus puntos de vista no
serían aceptados. Al ser detenido por la policía, el asesino pretendió argumentar que en sus genes no había "ninguna inclinación a la violencia".
Precisamente, con esta afirmación se revela el funcionamiento de los
significantes vacíos y de las estructuras fantasmáticas derivadas de las
biopolíticas imaginarias de Gattaca. Para perplejidad de los ingenieros
genetistas, el deseo o la rivalidad no pueden moldearse definitivamente.
O, si dependen de centros neurales específicos, no es posible afectarlos
sin consecuencias sobre otras funciones igualmente importantes. Simplemente, no puede lograrse a nivel molecular que la existencia humana
alcance un "mejoramiento artificial", porque las circunstancias en que
se desarrolla la vida no tienen que ver sólo con la materialidad que las
ciencias naturales consideran.
Mediante el cálculo de probabilidades podemos especular qué podrá
ser de nuestra especie dentro de cincuenta años, en tanto que parece
aventurada cualquier hipótesis sobre lo que ocurrirá con cada uno de
nosotros en los próximos veinte días. Es probable que la eugenesia mejore las condiciones para erradicar patologías hereditarias como la hemofilia, pero pretender impedir la reproducción de rasgos indeseables
de la conducta o el desarrollo de "razas puras" o "superiores" conduce
a una intromisión en la vida de los otros que ciertamente no querríamos para nosotros mismos. El costo de estos experimentos es muy alto
por numerosas razones, casi todas conocidas: si se promueve con fines
biopolíticos, la definición de un ideal científico de vida saludable no sólo
resulta un arrogante desprecio de posturas disidentes. Una vez efectivizadas, las alteraciones no admiten marcha atrás. No ha sido otra la ex113.
periencia de los totalitarismos del siglo XX, que de la mano de la ciencia y
la técnica terminaron en crueles genocidios justificados de acuerdo con
la misma racionalidad eugenésica. La pretensión por el bien y el orden
absolutos, logrados con un mínimo de contingencias o imperfecciones
humanas llevó a los campos de concentración a quienes se estigmatizó
arbitrariamente como amenaza para la pureza de las razas superiores.
La aparentemente legítima pretensión por la paz y el fin de la guerra
aniquiló a decenas de miles de personas en sólo el primer cuarto de hora
posterior al bombardeo atómico en Hiroshima y Nagasaki.
Lo que se actualiza en Gattaca es la vieja advertencia de que no debería adjudicarse el control de la vida únicamente a la racionalidad de la
ciencia convencional, tan convencida de que los fines justifican cualquier
decisión por cruel que sea. Sin la exageración del caso de Vincent, los
agricultores y los criadores de animales para el consumo son un ejemplo práctico de esta forma de control. Como sucede con la mayoría de
los recién nacidos de esa sociedad futurista que presenta la película de
Andrew Niccol, la presión de los criterios mercantiles deja de ser sentida
cuando el saber de la ciencia y la tecnología se disponen sólo a mejorar rendimientos y beneficios triviales. La alteración de las especies, la
deforestación de bosques nativos o el sufrimiento de los especímenes
durante la crianza no cuentan. Esta violenta instrumentalización de la
vida que opera la tecnología cancela la enigmática dignidad de lo natural
y la reemplaza por la satisfacción superficial de caprichos y ambiciones.
Enrique Dussel en su Ética de la liberación en la edad de la globalización
y de la exclusión, sostiene el carácter innato, previo a toda inculturación,
de la aptitud para escoger entre lo bueno o lo malo en términos de conservación de la vida. Es decir, la vida antes de la manipulación genética
estaría apuntalada por una orientación para elegir lo que la beneficia o al
menos para evitar lo que la daña. El mundo social devino una protección
compleja donde el ser viviente se resguarda para obtener cierta atención
a las necesidades propias de su corporalidad y un paliativo consistente
frente a la finitud e imperfección de la vida. De esta forma, cuando la
ciencia o la técnica se interponen, la subordinación de la vida a la cultura
plantea conflictos colaterales que ensombrecen el futuro mismo de la
especie humana. Paradojalmente, el refugio que alguna vez fue reparador, podría convertirse en prisión para la creatividad y la inteligencia.
¿Quiénes son las víctimas en el mundo de Gattaca? ¿Acaso quienes no
escapan de los controles? Los daños que han sufrido difícilmente vayan a
ser advertidos o reconocidos por quienes antepusieron otros proyectos al
derecho de aquellas. Ejercer violencia significa causar daño. ¿Cómo es114.
tablecer si hay daños si, por efecto del daño o por el propio carácter de la
víctima (una especie vegetal, un perro, etc.) esta no puede denunciarlo o
los efectos son irreversibles? La vida humana se convertiría en un objeto
hasta tal punto manipulable que podría preverse que ciertos individuos
tengan vedado el acceso a específicas funciones psicológicas superiores, tales como el sentido crítico, por ejemplo. Ni siquiera ellos mismos
podrían evaluar los daños que serían consecuencia de una adulteración
biopolíticamente consentida y acaso hoy ya técnicamente posible. Desde
el punto de vista de la especie, poco quedaría del hombre como un ser
corporal con capacidad para expresarse e iniciar la búsqueda del sentido que su tiempo le depara entre precariedad y fatalidad. Los recursos
simbólicos y materiales que lo asistirían estarían distribuidos según los
mismos criterios que impidieron que desde el nacimiento algunos desarrollaran competencias cognitivas. Así, la lucha por vivir con dignidad
que Vincent finalmente gana, sólo refleja una tenue esperanza de que la
tecnología no llegue a bloquear el derecho de los “seres inferiores”.
115.
II HISTORIA Y MEMORIA
Unidad latinoamericana y continentalismo: para una teoría del
gobierno y una filosofía política de la Patria Grande
Roy Williams120
I El devenir de la filosofía y la integración en América Latina
Podemos sostener que desde sus comienzos y a lo largo de sus diferentes contextos de producción el pensamiento político en América Latina
se ha encontrado caracterizado, en muchas ocasiones, por los intentos
de composición, comunicación y articulación de categorías conceptuales
referidas a la unidad de los pueblos al sur del Río Bravo. Como han señalado diversos autores, los diferentes procesos políticos de composición de
fuerzas en Latinoamérica han mostrado como uno de sus rasgos diferenciales la elaboración de un cuerpo de ideas capaces de jugar un rol fundamentador de los proyectos políticos en el marco de la integración regional.
Si bien estos entramados conceptuales no se han expresado en sistemas
estructurados internamente de manera compleja, es posible destacar la
persistencia en la historia de nuestro continente, de un conjunto de ideas
fuerza que se mostraron capaces de dar forma y organizar voluntades colectivas bajo el designio de la Patria Grande. Un camino en que el pensamiento latinoamericano primeramente se sumerge en la historia en
búsqueda de su singularidad; en ese mismo proceder reconoce como una
de sus expresiones más distintivas la reflexión de la unidad continental, y
como consecuencia de ello, finalmente, distingue su sustancialidad en la
idea de Pueblo entendida como encarnación histórica del destino.
Para Simón Bolívar y José de San Martín, la emancipación americana representará la posibilidad de conformar un horizonte renovador de
120 Doctor en Ciencias Sociales (UBA), docente de Problemática del Conocimiento en las Ciencias
Sociales y coordinador de la Cátedra Libre “Juan Domingo Perón” radicados en la Facultad de Ciencia Política y RRII de la Universidad Nacional de Rosario. Autor de El concepto de comunidad en la
filosofía del Primer Peronismo.
117.
lo propio en el marco de un proyecto político integrador y colectivo. El
pensamiento político de José Gervasio de Artigas propondrá una comprensión del Estado y de la democracia en articulación con un modelo
integral de sociedad, tendientes a fortalecer la libertad nacional e individual retomando en términos resignificantes gran parte de la reflexión
contractualista de Jean Jacques Rousseau. En un sentido más problemático, podemos citar, también en el siglo XIX, a figuras centrales del
proceso independentista como Mariano Moreno y Manuel Belgrano,
fuertemente influenciados por las corrientes iluministas de la época.
Hacia finales del siglo XIX y principios del XX, José Martí expondría la
necesidad de poder desarrollar en los márgenes del pensamiento latinoamericano una reflexión propia y diferencial con respecto a las lógicas de producción de los países centrales. Para Martí las figuras de la
política y las categorías de lo social se volverían mestizas al aplicarse
al continente americano. Si el pensamiento quisiera sostenerse en su
propia esencia debería transfigurarse, debería corresponderse con la
realidad de fondo del continente. En caso contrario quedaría sumergido
en una falsa erudición, escindida de la naturaleza propiamente autóctona: el libro importado, en su inoperancia, ajenidad y artificialidad, sería
vencido por el hombre natural. De acuerdo con esta lectura, de nada
serviría guiarse por leyes heredadas de otras civilizaciones, si estas no
se ajustasen a la singularidad americana, si no se tornasen sabia vital y vivificante del desenvolvimiento de los pueblos. En este sentido, el
gobernante americano debería erigirse en un creador, en un intérprete
original de la realidad propia, de la verdad de fondo de la autoctonía. El
gobernante tendría que aprender en las universidades el “arte de gobierno” que no sería otra cosa que el conocimiento de los elementos
propios de los pueblos de América: “El buen gobernante de América no
es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés sino que él sabe
con qué elementos está hecho su país. [...] La historia de América, desde
los Incas para acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la
de los arcontes de Grecia, [...] le está naciendo a América, en estos tiempos reales, el hombre real”121. Para gobernar lo americano se deberían
indagar los factores reales de cada país, pues conocer es resolver y sólo
se resuelve lo que es asimilado en sus notas esencialmente mestizas.
El gobernante americano debería despojarse de todas las máscaras, de
todas las imposturas, ya sean francesas, inglesas o norteamericanas.
Las formas de gobierno tendrían que reflejar los elementos naturales de
121 Martí, José, Nuestra América, Buenos Aires, Losada, 1980, p.11.
118.
cada comunidad y la libertad, abandonando sus velos abstractos, para
encarnarse en los sujetos históricos que lucharon por ella en las Guerras de Independencia: “que la libertad, para ser viable, tiene que ser
sincera y plena; que si la república no abre los brazos a todos y adelanta
con todos, muere la república”122.
En este sendero del pensamiento latinoamericano que se expresa
como búsqueda de lo propio y como el anhelo liberador de las mayorías
populares, aparecerá la figura de Manuel Ugarte como una de las referencias más importantes de todo el siglo XX. Miembro de la Generación
del 900, junto a escritores como José Enrique Rodó, José Ingenieros,
Leopoldo Lugones y Florencio Sánchez, encontrará en el fenómeno del
imperialismo uno de los flagelos más acuciantes que desafiaban el porvenir de las naciones latinoamericanas. Ugarte, como heredero de la
Generación de 1898 también sería uno de los intelectuales que, de manera más profunda, reconocería la herencia hispánica como elemento
fundante de la unidad continental.
De esta manera, consideraría a América Latina como la “patria superior” a la que deberían aspirar los pueblos en la búsqueda de su unidad
histórica. Por esta razón entre 1911 y 1913 recorrerá las capitales de
veinte países latinoamericanos difundiendo un mensaje de confraternidad continental. La tarea de construir un bloque que reconociese la
procedencia latina y el carácter mestizo de nuestro continente se manifestaría para Ugarte como el imperativo político inexcusable. Es en este
sentido, también que, frente al avance imperialista de los Estados Unidos
de Norteamérica, propondrá como alternativa la conformación de los
Estados Unidos del Sur. En 1914, en el contexto marcado por la Primera
Guerra Mundial, Ugarte creará también la Asociación Latinoamericana,
concebida como una opción de unidad neutralista, en el mismo momento en que diferentes corrientes de opinión llamaban a la participación
beligerante de los pueblos de este lado del continente. En 1915 fundará el periódico La Patria en el que se expresarían sus posicionamientos
vinculados con la integración latinoamericana, la democratización de la
sociedad, el antiimperialismo y el fomento a la industrialización.
Como ha sido señalado por Miguel Barrios, dentro de las axiomáticas
que proponen la unidad regional, el nacionalismo integrador continental
de Manuel Ugarte no se mostraría como un compartimento estanco, sino
que ejercerá una influencia decisiva, constituyéndose en puente entre las
axiomáticas de la unidad hispanoamericana del siglo XIX y las concepcio122 Martí, José, Nuestra América, Buenos Aires, Losada, 1980, op. cit. p.15.
119.
nes integracionistas nacional-populares del siglo XX123. En su detallada
investigación, Barrios indica que el proyecto ugartiano podría ser recuperado críticamente desde tres ejes fundamentales: industrialización, integración y democratización. En las coordenadas de esta triple perspectiva
debería encontrarse uno de los aportes medulares de Manuel Ugarte para
la reflexión de un nacionalismo-continental proyectado al porvenir124.
Por estos años, también ejercerán una gran influencia en el desarrollo de las ideas latinoamericanas los pensadores que conformarán en
México la Generación del Ateneo. De estos intelectuales se destacarían
cobrando vigor propio José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Antonio Caso y
el dominicano Pedro Henríquez Ureña. Precisamente, sería Vasconcelos quien elaboraría una de los propuestas más audaces para repensar
el proyecto de la América Latina. En La raza cósmica (1925), el escritor
mexicano destacaría tres estados sociales que se irían sucediendo en
las relaciones humanas a lo largo de su desenvolvimiento histórico: el
estado material, el intelectual o político y el espiritual. El primero se
presenta en las etapas en que, predominando la materia, los pueblos
batallarían entre sí o se mancomunarían, teniendo como única ley la
violencia y el poder relativo. En el segundo estado, comenzaría a ejercer
su señorío el raciocinio que tomaría provecho de los logros de la fuerza
corrigiendo sus errores. Finalmente, Vasconcelos señalaba que se estaría anunciando historialmente un tercer período en el que la conducta
superaría los marcos estrechos de la violencia y la razón, para pasar a
ser conducida por un pathos estético: “no se buscará el mérito de una
acción en su resultado inmediato y palpable, como ocurre en el primer
período; ni tampoco se atenderá a que se adapte a determinadas reglas
de razón pura; el mismo imperativo ético será sobrepujado, y más allá
del bien y del mal, en el mundo del pathos estético sólo importará que
el acto, por ser bello, produzca dicha […] vivir el júbilo fundado en amor,
esa es la tercera etapa”125.
En este estado la voluntad se tornaría libre, excedería lo finito, rebasando la lógica y abriría el camino hacia una trascendencia en la que
prevalecería la pasión por la belleza y la alegría del universo. Ahora bien,
esta tercera fase remitiría destinalmente a los pueblos que conformaban el ordo iberoamericano. Justamente, la fusión de razas propia de
123 Barrios, Miguel Ángel, El latinoamericanismo en el pensamiento político de Manuel Ugarte, Buenos Aires, Biblos, 2007, pp. 26-27.
124 Idem.
125 Vasconcelos, José, La raza cósmica. Misión de la raza iberoamericana, México DF, Asociación
Nacional de libreros, 1983, p. 37.
120.
Iberoamérica, su carácter mestizo y abierto al porvenir, testimoniarían el
efectivo advenimiento en nuestro continente de aquella tercera etapa. A
lo largo del desenvolvimiento de la Historia, cada uno de los pueblos más
importantes se habría puesto a sí mismo como portador del sentido epocal, como comunidad que realizaría la historicidad total. En su designio
imperial se asumiría como pueblo elegido y final. Sin embargo, en América Latina se presentarían las posibilidades de una singular civilización
sostenida sobre la base de un nuevo fundamento. Un proyecto que haría
confluir y encaminar las distintas voluntades hacia la integración de todas las razas de acuerdo a los criterios de belleza y universalidad. Una
quinta raza que forjaría los cimientos de una cultura cabalmente universalista y cósmica: “Tenemos, pues, en el continente todos los elementos
de la nueva humanidad; una ley que irá seleccionando factores para la
creación de tipos predominantes, ley que operará no conforme a criterio
nacional, como tendría que hacerlo una raza conquistadora, sino con
criterio de universalidad y belleza; y tenemos también el territorio y los
recursos naturales”126.
Dentro de esta cosmogonía de escritores que reflexionarían sobre la
unidad latinoamericana resulta imprescindible destacar a José Ingenieros. En este pensador, fundamentalmente en su período de madurez, encontramos una línea argumentativa que toma como eje la temática de la
cuestión moral, sus implicancias dentro de una construcción social determinada, y su entrelazamiento con la cuestión de la unidad continental.
De acuerdo con esta axiomática, la moral sería entendida como uno de
los cimientos desde los cuales se podía erigir y establecer la estructura
de valores de cualquier sociedad histórica. Ingenieros comprendería que
analizando los diferentes modelos de Moral sobre los que una comunidad elaboraba sus tipos ideales, resultaba factible entender los distintos
ritmos de desarrollo de dicha colectividad en relación con otras sociedades humanas: “La moralidad es savia, que circula en las sociedades
condicionando la actividad recíproca de los individuos sin cristalizarse en
formularios, ni ajustarse a sentencias que delimitan su devenir. El arquetipo ideal de conducta se integra a través de experiencias inagotables
que trasmutan los juicios de valor, fundando la obligación y la sanción en
cimientos adecuados a la cultura de cada sociedad”127.
En un escenario histórico que presentaba nuevas y más duras exigencias al ser humano, el canon experiencial posibilitaría adecuar la moral
126 Idem
127 Ingenieros, José, Las fuerzas morales, Buenos Aires, Editorial Losada, 1988, p. 74.
121.
a las transformaciones que se produjesen en el ámbito social. Una sociedad en la que se potenciase hasta los límites finales el nivel de adaptación experiencial de los individuos, que se ordenase en dependencia de
una “metafísica de la experiencia”, sería una colectividad orgánicamente
estructurada, capacitada para distribuir los derechos y deberes internos
de manera natural. Por medio de la moral se fundarían los valores y las
metas que guiarían la evolución histórica de las sociedades, constituyéndose aquella en el eje desde donde se unificarían las expectativas de una
comunidad. Debido a esta razón, el desarrollo de cualquier forma de lo
nacional y lo latinoamericano se encontraría fuertemente condicionado
por el tipo de construcción ética desde la cual conformase las identidades individuales y colectivas y por la proyección que de estas se hiciese
dentro de la evolución de dicha comunidad.
Como se sabe, en 1925 Ingenieros crearía, junto a Alfredo Palacios
y Gabriel Del Mazo, entre otros, la Unión Latinoamericana la cual sería
concebida como un instrumento dirigido a favorecer la integración continental y a repeler las corrientes panamericanistas fomentadas desde
los Estados Unidos. Paralelemante, debemos recordar que, si bien Ingenieros tendría una mirada favorable respecto de la Revolución Rusa,
también consideraría inexportable dicha experiencia en América Latina:
“¡Las fuerzas morales¡ He ahí el capital invencible que aún puede poner
un freno en el mundo a la inmoralidad de los capitalismos imperialistas. Las fuerzas morales existen, pueden multiplicarse, crecer en los
pueblos, formar una nueva conciencia colectiva, mover voluntades nacionales”128.
El sistema ético de Ingenieros encontrará su complemento en la apelación al ideal. El ideal se presenta como el motor mismo de las motivaciones humanas. En él se hallan presentes los gérmenes vitales que
guiarán a los seres humanos a un estadio más elevado en su evolución.
El ideal, entendido como movimiento necesario de la mente hacia nuevos
universos y distintas percepciones, implicaría la posibilidad de constituir
un trayecto de evolución de los pueblos: “Sin ideales sería inexplicable la
evolución humana. Los hubo y los habrá siempre. Palpitan detrás de todo
esfuerzo magnífico realizado por un hombre o por un pueblo. Son faros
sucesivos en la evolución elemental de los individuos y de las razas”129.
Así, cuando las verdades construidas en torno a un ideal determinado se
128 Ingenieros, José, "Por la unión latinoamericana" en Terán, Oscar, Ingenieros, José, Pensar la
Nación, Buenos Aires, Alianza, 1986, p. 245.
129 Ingenieros, José, El hombre mediocre, Buenos Aires, Editorial Losada, 1985, p. 19.
122.
fuesen haciendo más acordes al devenir social pasarían a constituirse
plenamente en “verdades” de una época. Ideas engendradas por minorías activas que devendrían verdades colectivas, al ser aceptadas por las
mayorías y resultar objetivadas por el saber social.
Es por esta razón que en el ideal se manifestarían los verdaderos motores de cada época. Sus protagonistas serían los pensadores que, viendo más allá de los dogmas y de las limitaciones de su tiempo, proyectarían su ideal hacia el futuro, desentrañando los caminos que tomaría la
humanidad en su proceso de evolución constante. En el desenvolvimiento del ideal se encontraría la vitalidad propia de cada cultura, el potencial
transformador en estado de gestación que poseería cada sociedad.
En la interpretación de Ingenieros serían los jóvenes latinoamericanos quienes deberían encarnar ese ideal, llevando adelante una nueva
conciencia colectiva que superase los estrechos marcos de las naciones
balcanizadas para, de ese modo, proyectar una confederación de todos
los pueblos de la América Latina. En las fuerzas morales encarnadas por
las juventudes latinoamericanas se hallaría la posibilidad de realización
histórica del ideal: “Las fuerzas morales deben actuar en el sentido de
una progresiva compenetración de los pueblos latinoamericanos, que
sirva de premisa a una futura confederación política y económica, capaz
de resistir conjuntamente las coacciones de cualquier imperialismo extranjero. La resistencia que no puede oponer hoy ninguna nación aislada
sería posible si todas estuviesen confederadas”130.
Manteniéndonos dentro del horizonte de ideas latinoamericanas
no podemos olvidar el aporte realizado en la década del treinta por
F.O.R.J.A. La labor llevada adelante por la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina se manifestó como una de las expresiones
más distintivas en torno a la composición de una reflexión política de
carácter nacional-popular. En líneas generales, se puede afirmar que,
si bien desarrolló una concepción anclada especialmente en la realidad argentina, una parte importante de su tarea residió en su capacidad para establecer una crítica respecto del escenario ideológico de
su tiempo, develando la vinculación que aquel mantenía con el modelo
semicolonial. Hecho por demás constatable, con sus diferentes matices, en el resto de los países de la región. Tal intervención se vería
acompañada, también, por la iniciativa forjista de prebosquejar un nuevo modo de conocimiento que se correspondiese con la comprensión
130 Ingenieros, José, "Por la unión latinoamericana", en Terán, Oscar, Ingenieros, José, Pensar la
Nación, Buenos Aires, Alianza, 1986, op. cit., p. 245.
123.
nacional–popular de la realidad nativa, lo cual acerca a los forjistas con
la experiencia del aprismo.
De este modo, nos encontraríamos con una faceta bifronte: por un
lado, un momento de desmontaje de las ideas y presupuestos del aparato ideológico semicolonial, el cual sería completado, en segunda instancia, por una posición afirmativa en la que se plantearían un conjunto de
ideas destinadas a elucidar las bases de un país soberano de raigambre
americanista. Como sabemos, esta doble tarea se extendería aproximadamente entre el 29 de junio de 1935, cuando se produce la fundación y
declaración de principios de F.O.R.J.A., hasta el 17 de octubre de 1945
en que se decidiría su cesación y la incorporación de la mayoría de sus
miembros al movimiento nacional que se estaba aviniendo. En el imaginario de F.O.R.J.A. de lo que se trataría sería de encaminarse al conocimiento efectivo de la realidad. Para ello se tomaría como punto de
partida un modo nacional de ver las cosas que permitiese encarar los
problemas desde su más onda profundidad. Preguntar genuinamente
“qué somos”, “cómo somos” para, de ese modo, tratar de recobrar el
camino de una política propia: “La expresión ‘posición nacional’ admite
bastante latitud, pero entendemos por tal una línea política que obliga
a pensar y dirigir el destino del país en vinculación directa con los intereses de las masas populares, la afirmación de nuestra independencia
política en el orden internacional y la aspiración de una realización económica sin sujeción a intereses imperiales dominantes”131.
El pensamiento forjista se asumiría inscripto dentro de una batalla
de cosmovisiones en la que parecería jugarse el sentido de fondo de lo
nacional americanista. Un entrecruzamiento de tensiones hegemónicas y de figuraciones de la verdad nativa que se hallarían enfrentadas
a los esquemas ideológicos elaborados por los intelectuales del bloque
oligárquico. Se consideraba que estos ideólogos, los intelectuales de la
“intelligentzia”, no se ocupaban de pensar la realidad para luego intentar
comprenderla, sino que, usualmente, empleaban categorías conceptuales inadecuadas provenientes de realidades ajenas a la situación nacional. Por lo tanto, su proceder intelectivo parecería terminar forzando
siempre la realidad propia; desfigurarían el plano vital autóctono en función de esquemas ideológicos ficcionales y ficcionantes. Esquematismos
que operarían como un encorsetamiento de las formas de la realidad nacional, sirviendo únicamente de fundamento a la ideología semicolonial.
131 Jauretche, Arturo, F.O.R.J.A. y la década infame, Buenos Aires, A. Peña Lillo editor, 1976, pp.
20-21.
124.
Así, nos encontraríamos con mediaciones que demostrarían el carácter
distorsionador de la “intelligentzia”, su incapacidad para reflexionar sobre las figuras de lo nacional y su infecundidad para elaborar cosmovisiones propias y horizontes genuinos del pensar.
En este sendero, uno de los factores que aparecería como fundamental para la reflexión forjista y, en especial, para la axiomática jauretcheana, provendría de las enseñanzas del Revisionismo Histórico. Se
consideraba que por medio de sus aportes y producciones, se podría ir
adquiriendo, poco a poco, una mirada más abarcadora del pasado, destinada a la comprensión del sistema de intereses que habrían condicionado históricamente el desarrollo de los pueblos. En el estudio de la
formación y evolución de los intereses de los diferentes actores hegemónicos, podrían encontrarse las claves históricas que determinarían
el presente. Tal apuesta al revisionismo, unida a un genuino preguntar
sobre lo propio, constituirían las bases de la crítica al pensamiento semicolonial, favoreciendo, a su vez, al desarrollo de una reflexión política
situada. Sin conocer el ayer no se podía conocer el presente y sólo por el
conocimiento de la formación y desarrollo del sistema de intereses que
condicionaba nuestra existencia como nación, podía comprenderse la
finalidad perseguida y la inteligencia de todo lo que se hacía132. En este
sentido, podríamos decir, que a partir de estas intervenciones F.O.R.J.A.
se mostraría como uno de los sectores intelectuales de la época con mayor capacidad para elaborar un pensamiento político propio. Un pensar
original que sería entendido como un instrumento de creación propia,
capaz de adaptar las ideas universales a las necesidades singulares de
la nación133.
En el marco de esta problemática expuesta entre pensamiento nacional-popular e ideología semicolonial resulta significativo destacar la
oposición desarrollada por Jauretche entre ejército de la Patria Grande
y Ejército de la Patria Chica. Precisamente, en su libro Ejército y política
(1956), Jauretche consideraría que desde los años de la independencia
habrían gravitado dos cosmovisiones contrapuestas en el desenvolvimiento histórico del ejército argentino; dos figuras antagónicas que responderían a diferentes idearios en torno a lo que se consideraba debería
ser su función en el entramado de la patria. Esta distinción se plasmaría
en el antagonismo entre una concepción del ejército vinculada con una
132 Jauretche, Arturo, F.O.R.J.A. y la década infame, Buenos Aires, A. Peña Lillo editor, 1976, op.
cit., p. 58.
133 Idem, p. 79.
125.
política nacional y una comprensión del ejército de carácter antinacional
que se hallaría expresada en los términos de una política ideológica.
De acuerdo con esta comprensión lo que caracterizaría a la posición nacional sería la asunción, por parte del ejército, de la problemática del espacio. La tarea de un ejército de la Patria Grande, sobre todo en su despliegue
fundacional, estaría estrechamente vinculada con el establecimiento de las
fronteras externas. Una aceptación de la territorialidad como aspecto esencial de su primer desenvolvimiento histórico que se mostraría en consonancia con las tareas de formación de la nacionalidad. Lo que aparecería
como representativo de la línea nacional popular americanista comparecería como una política del espacio, es decir, como una especie de transfiguración del ejército con el territorio, en el marco del devenir de la nación. Lo
que se entendería por una verdadera noción de ejército estaría determinado
por la incorporación de una mirada profunda y abarcadora en torno a las
condiciones concretas de la vida colectiva. Un ahondamiento en lo propio
que se extendería al reconocimiento del pueblo, de sus hechos sociales fundamentales, de su formación histórica y de su material humano. En este
sentido, sólo habría ejército nacional, cuando se produjese una coincidencia
histórica entre ejército y pueblo. Tal como había acontecido en Argentina,
primero, con el Yrigoyenismo y, luego, con el Peronismo. Señalaremos por
ahora que cada vez que reaparece la Patria Grande es porque se produce,
como en 1916 y 1946, la coincidencia de ejército y pueblo y el consiguiente
restablecimiento de una política nacional134.
El ejército de la Patria Grande que se correspondería con una política
nacional se reconocería en su manifestación histórica en las guerras de
independencia, en el Perú y la Banda Oriental, como portador del linaje
heroico sanmartiniano y artiguista. Ejército de la Patria Grande que comparecería en su profunda comunión de intereses con el Pueblo americano.
El espíritu de la Patria Grande se sostiene en los pueblos y en su ejército, y
en esos conductores surgidos de su voluntad, que se sienten depositarios
de una heredad que deben transmitir integral a las generaciones futuras:
hijos de alguien y padres de alguien, no librescos aprendices que pretenden inventar algo y sólo son instrumentos de otros jugando a las “luces”
en el Río de la Plata...135. Hablamos aquí de una política de la autoctonía sin
excesivas pretensiones teóricas, elaborada a prudente distancia de las exigencias ideológicas propias de la cosmovisión europea. Política nacional,
arraigada en la espacialidad que correspondería a un ejército de la Patria
134 Jauretche, Arturo, Ejército y política, Buenos Aires, Corregidor, 2008, p. 105.
135 Idem, p. 31.
126.
Grande y que por esa razón abriría una especie de “realismo americano”.
Es decir, una política sostenida en el repreguntar permanente acerca de
quiénes somos y hacia dónde vamos. Misión americanista que se expondría, a su vez, en el reconocimiento de la unidad de la América española.
En la conformación del imaginario latinoamericanista y, en especial,
en las intervenciones de la década del treinta, Víctor Raúl Haya de la
Torre ocupa un lugar de suma importancia. Como pensador político su
producción intelectual lo mostrará como heredero y continuador de las
elaboraciones de la Generación del 900 y de las propuestas de Manuel
Ugarte, José Vasconcelos, Alfredo Palacios y José Ingenieros. La idea
que guiaría su derrotero intelectual y otorgaría unidad a toda su propuesta residiría en la necesidad de reconstituir la unidad de la América indohispánica. Solamente a partir de la integración continental sería
posible proyectar un horizonte colectivo antiimperialista, signado por la
autonomía de los pueblos, el crecimiento económico y la equidad social.
En este sentido, Haya sería quien, por primera vez en la evolución de las
ideas latinoamericanas, propondría la conformación de un partido político policlasista de base continental como herramienta indispensable
en la tarea reunificadora de Indoamérica. De acuerdo con esta interpretación, podríamos sostener que el aprismo no sería solamente un
movimiento exclusivamente ideológico, sino que también se constituiría,
desde su facticidad política, en el primer partido de masas que le otorgaría un carácter de importancia a la cuestión de la unidad continental136.
De ese modo, nos resultará posible rastrear su influencia en los movimientos nacional-populares que se irán consolidando en América Latina en la primera mitad del siglo XX, como lo fueron, principalmente, el
PRI en México, el varguismo en Brasil, el peronismo en Argentina y el
MNR boliviano. Como ha expresado Marcelo Gullo: “Aunque alejada de
los intereses de este trabajo, la tesis sostenida por Methol Ferré, Bieber
y refrendada por Haya de la Torre de que los enunciados fundamentales
del peronismo y el PRI pasando por el varguismo y el MNR boliviano se
remiten, directamente, a los planteamientos básicos elaborados por él
no deja de tener interés que convierte el estudio de la formación ideológico-política del aprismo en una tarea fundamental para comprender
el pensamiento político latinoamericano y la historia política de América
Latina desde la década del 20 hasta la actualidad.”137
136 Gullo, Marcelo, Haya de la Torre: la lucha por la Patria Grande, Remedios de Escalada, Universidad Nacional de Lanus, 2013.
137 Idem, p. 371.
127.
II Juan Domingo Perón: la filosofía de la Comunidad Organizada y el
continentalismo como proyecto de la unidad de América Latina
Como sabemos en el peronismo la cuestión de la doctrina siempre
ha tenido un lugar de importancia. A diferencia de otras experiencias
políticas que se han constituido en torno a una propuesta de carácter
más programático, el peronismo, en gran parte, debido a su origen movimientista parece haber encontrado en la doctrina el conjunto de principios esenciales sobre los cuales asentar las formas de su acción política.
Probablemente, el hecho de ser un movimiento político, o más específicamente político-popular, implicó necesariamente la conformación de
un cuerpo de ideas que pudiesen otorgar cierta base, cierto sostén de
ideas compartido que posibilitase proyectar políticas compartidas para
actores completamente diversos.
En los comienzos mismos, como ha ocurrido siempre con los movimientos políticos de base popular, el peronismo ha encontrado la diversidad, la pluralidad de actores y sectores sociales, la heterogeneidad
desplegada bajo el rostro polifacético de la multitud. Si nos proponemos recordar esta heterogeneidad fundacional, no resulta para nada
superfluo dirigirnos a la frase de Raúl Scalabrini Ortiz, que se refiere
a las formas originarias del peronismo testimoniadas el 17 de octubre
de 1945: "Frente a mis ojos desfilaban rostros, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas
de pringues, de restos de breas, grasas y aceites. Llegaban cantando y
vociferando, unidos en la impetración de un solo nombre: Perón. Era la
muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir. Los
rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías. El descendiente de meridionales europeos iba junto al rubio de trazos nórdicos y al
trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún
[…]. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la
nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en
la conmoción del terremoto. Era el substracto de nuestra idiosincrasia
y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad
sin recatos y sin disimulos".
Probablemente, lo que Perón denominaba doctrina, podemos caracterizarlo como una determinada concepción del mundo, una cosmovisión compartida capaz de llevar adelante y dar forma a un proceso de
identificación popular inédito en la historia de nuestro país. Por un lado,
se plantea una ética, es decir un conjunto de valores prácticos comunitarios que sirven para la vida de conjunto, por otro lado, la doctrina permite
proyectar una política comunitaria, es decir, abrir paso a la conforma128.
ción de un cuerpo político que, desde su heterogeneidad constitutiva,
se encuentra en condiciones de unificar la direccionalidad de la acción
política. En este sentido, el Peronismo debía articular una comprensión
nueva que permitiese agrupar y organizar a aquel “subsuelo de la Patria
sublevada”, que hacía saltar el continuum histórico de la vida política
argentina.
Desde la mirada de Perón dicha multitud, requería una doctrina, necesitaba de formas cohesivas y organizativas que le abriesen la posibilidad
de devenir pueblo: “Habrá pueblos con sentido ético y pueblos desprovistos de él; políticas civilizadas y salvajes; proyección de progreso ordenado o delirantes irrupciones de masas. La diferencia que media entre
extraer provechosos resultados de una victoria social o a negarla en el
desorden, corresponde a las dosis éticas poseídas”138. Había que pensar
las formas de pasar de la multitud que engendró el 17 de octubre, al
pueblo que engrosaría al Peronismo los años subsiguientes. La doctrina contiene y organiza, hace de una “masa-sin-forma” el prolegómeno
de un Pueblo, hace de ese argentino innominado por la “partidocracia
oligárquica”, de ese “de nadie y sin nada”, un “existente político”. Probablemente, todos y cada uno de los discursos de Perón puedan ser vistos
en esta clave, es decir, como una acción pedagógica; como una figura en
que la doctrina otorga fundamento del hacer política iluminando nuevos
cursos de acción. Siguiendo a Armando Poratti podríamos afirmar: “los
escritos de Perón no son nunca un mero texto, sino momentos de una
acción”139.
En esta axiomática, lo doctrinario parece no representar una manifestación cerrada sobre sí, es decir ajena al cambio, ni tampoco un “significante vacío” en el cual “todo es lo mismo” de “cualquier forma”. La
doctrina constituye siempre un cuerpo de ideas, un sistema abierto de la
praxis política acorde a un conjunto de valores, donde se juegan las posibilidades de construcción de la Comunidad en los distintos momentos
de su existencia histórica. Se intenta pensar siempre desde la composición de fuerzas; desde la conformación de un movimiento basado en
la unidad, la cual opera a partir del reconocimiento de las diferencias y
desde la ampliación de las articulaciones políticas. Cuando hablamos de
este tipo de construcción política surgida de la doctrina se intenta hacer
alusión a la estructura del vínculo dentro del peronismo, es decir, a eso
138 Perón, Juan Domingo, La Comunidad Organizada, Buenos Aires, Instituto para el Modelo Argentino, 2007, p. 151.
139 Poratti, Armando, "La Comunidad Organizada. Texto y Gesto", en Perón, Juan Domingo: La Comunidad Organizada, Buenos Aires, Instituto para el Modelo Argentino, 2007, op. cit., p. 85.
129.
que enlaza “orgánicamente” a diferentes actores sociales, con diferentes tareas políticas, en un determinado momento histórico.
Ahora bien, en el contexto del discurso pronunciado en el Primer
Congreso Nacional de Filosofía, en 1949, Perón va realizar una mención sobre la relación entre comunidad y democracia: “El problema del
pensamiento democrático futuro está en resolvernos a dar cabida en su
paisaje a la comunidad, sin distraer la atención de los valores supremos
del individuo; acentuando sobre sus esencias espirituales, pero con las
esperanzas puestas en el bien común”140.
Si nos remitimos a las tramas esenciales del discurso, parecería que
la puesta en juego de la perspectiva comunitaria implicaría una forma
diferente de concebir la democracia. Es decir, una interpretación que en
su desenvolvimiento se alejaría progresivamente del paradigma liberal
y que permitiría resignificar el escenario relacional de los distintos sectores sociales de la Argentina de mediados de la década del 40. Se nos
ofrece un advenimiento de lo comunitario que se encarnaría como la
forma política del pueblo y como establecimiento de un campo articulatorio diferencial con respecto a la comprensión liberal de la democracia.
Lo comunitario como el momento central desde el que se constituye la
vida del conjunto, sin perder la atención respecto del desarrollo del individuo. Precisamente, el individuo se encontraría en condiciones de realizarse siempre en la tensión permanente con los otros individuos pero,
también, siempre dispuesto a la concordancia que abre el camino de la
coexistencia: “Nuestra comunidad, a la que debemos aspirar, es aquella
donde la libertad y la responsabilidad son causa y efecto, en que exista
una alegría de ser, fundada en la persuasión de la dignidad propia. Una
comunidad donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien
general, algo que integrar y no sólo su presencia muda y temerosa”141.
El ser-en-común que se desprende de la axiomática de Perón busca
clausurar los egoísmos potencialmente destructores del vivir-en-común, pero también, obstruir las tendencias masificadoras que nulifican
al ser-individual. La Comunidad Organizada es, en este sentido, decididamente, una propuesta tercerista: el relato de una distancia prudencial
con respecto a las democracias liberales como la de Estados Unidos,
como al comunismo de la Unión Soviética. Horizonte distante de la conceptualidad liberal-democrática, como también de la autorreferencialidad y cerrazón característica de los totalitarismos del siglo XX. En el
140 Perón, Juan Domingo, Idem, op. cit. p.180.
141 Idem, p. 181.
130.
liberalismo se veía el peligro de la proliferación de un individualismo
amoral, egoísta y contrario a la evolución del ser humano. En la vereda
de enfrente, el comunismo, si bien se lo reconocía como respuesta a la
explotación capitalista, será criticado entendiendo que el colectivismo
soviético creaba un Estado omnipotente que anulaba al individuo, clausurando la posibilidad de un horizonte de justicia social. Como sabemos, en el contexto en que se pronuncia La Comunidad
Organizada, no resultaba para nada descabellado interrogarse sobre las
nuevas formas posibles de una vida-en-común. Luego de la Segunda
Guerra Mundial, y en medio de la pugna planetaria que comenzaba a
desplegarse en toda su magnitud entre el capitalismo estadounidense
y el comunismo soviético, la humanidad se encontraba ante la interrogación de cómo pensar formas co-existenciales que pudiesen recrear
la tensión entre individuo y comunidad sin malograr ninguna de las dos
opciones. Un escenario que se tornaba más tempestuoso aún, si tenemos en cuenta la incorporación de las masas a la vida política y su profunda y sostenida influencia en los destinos de cada nación y junto con
ello el despliegue de la técnica moderna a escala planetaria. Multitudes
soberanas y un progreso tecnológico que se presentaba en términos de
un incremento desenfrenado de relaciones y complejización de las costumbres ancestrales mostraban el paisaje de la época como un relato
dislocado sin parangón en la historia occidental: “Advertimos enseguida
un síntoma (inquietante) en el campo universal. Voces de alerta señalan
con frecuencia el peligro de que el progreso técnico no vaya seguido por
un proporcional adelanto de la educación de los pueblos. La complejidad
del avance técnico requiere pupilas sensibles y recio temperamento”142.
La crisis del siglo XX aparentaba ser de raíz materialista, se avizoraban
muchos deseos insatisfechos en una sociedad basada en la posesión de
bienes materiales. En términos de la vida comunitaria, lo material alejaba y posponía lo espiritual, formaba ciudadanos, por momentos egoístas,
por momentos insectificados en una sociedad gobernada en bloque de
manera autoritaria. Por un lado, se presentía el riesgo de que el individuo,
dispensado de su participación en la comunidad, se encontrase infatigablemente abandonado en la soledad de la historia. Por otro lado, cabía la
posibilidad que ese individuo fuese oprimido por la misma sociedad a que
pertenecía, quedando silenciado y clausurado frente a una comunidad
que no lo reconocía y que potencialmente lo tornaba sacrificable. En ese
escenario, resultaba imprescindible distanciarse tanto del individualismo
142 Idem, pp. 162-163.
131.
inmunizado, es decir de las figuras de un liberalismo dislocado de cualquier pertenencia comunitaria, como también no caer en un colectivismo
atroz en que el sujeto quedase expuesto permanentemente a su propia
abdicación: “En la consideración de los valores supremos que dan forma
a nuestra contemplación del ideal, advertimos dos grandes posibilidades
de adulteración: una es el individualismo amoral, predispuesto a la subversión y al egoísmo, al retorno a estados inferiores de evolución de la
especie; otra reside en esa interpretación de la vida que intenta despersonalizar al hombre en un colectivismo atomizador”143.
El hombre se hallaba frente a una profunda crisis de valores que comprometía su propia humanidad. Crisis que se manifestaba en el predominio de los valores materiales por sobre los espirituales y que repercutía
negativamente sobre el campo articulatorio entre individuo y comunidad.
Desequilibrio, incertidumbre e inestabilidad de los valores sociales que
cuestionaban el sentido mismo de la vida-en-común tal como se había
desplegado históricamente en Occidente. Para Perón, entre la primacía
de lo material y la posibilidad de advenimiento de lo espiritual, se jugaría
la interrogación acerca de qué tipo de felicidad debía corresponder al individuo en el contexto de la técnica moderna. De este modo, lo comunitario aparecería como una forma de persuasión, de dignificación individual
en que la solidaridad desterraría la violencia en función de un equilibrio
tensional entre los distintos actores sociales: “La humanidad necesita fe
en sus destinos y acción, y posee la clarividencia suficiente para entrever
que el tránsito del yo al nosotros, no se opera meteóricamente como un
exterminio de las individualidades, sino como una reafirmación de estas
en su función colectiva […] la confirmación hegeliana del yo en la humanidad es, a este respecto, de una aplastante evidencia”144.
Desde esta perspectiva, en La Comunidad Organizada se augura como
posibilidad un porvenir en que los individuos pudiesen ser capaces de
formar y conformar comunidades, constituyendo el desarrollo de la individualidad el requisito indispensable para pensar las figuras metamorfoseadas del ser-social. No puede haber horizonte de colectivo sin fomento de las potencialidades individuales pero, al mismo tiempo, no sería
posible una individualidad plena y autoconsciente sin su fusión tensional
con el devenir del conjunto.
Es en este sentido que se propone como clave de una política del seren-común, la evolución del Yo en el Nosotros, la integración superadora
143 Idem, p. 166.
144 Idem, p. 155.
132.
del individuo plenamente constituido en el orden comunitario, es decir, la
transfiguración del sujeto en el fluir histórico y compareciente del tejido
social. Un Nosotros que, perfeccionado por el Yo, sentase las premisas
de una nueva etapa en la evolución humana. Realización del Yo en el todo
social que no sería otra cosa que la invitación a una composición armónica del desenvolvimiento de la vida de un pueblo: “Lo que nuestra filosofía intenta restablecer al emplear el término armonía es, cabalmente,
el sentido de plenitud de la existencia. Al principio hegeliano de realización del yo en el nosotros, apuntamos la necesidad de que ese “nosotros”
se realice y perfeccione por el yo”. Nuestra comunidad tenderá a ser de
hombres y no de bestias. Nuestra disciplina tiende a ser conocimiento,
busca ser cultura. Nuestra libertad, coexistencia de las libertades que
procede de una ética para la que el bien general se halla siempre vivo,
presente, indeclinable. El progreso social no debe mendigar ni asesinar,
sino realizarse por la conciencia plena de su inexorabilidad”145.
La política de la comunidad no sólo sería armonía y concordia sino
también, conflicto y tensión. Escenario en que los actores, lejos de tener
un rol preestablecido y compartimentado, podrían modificar intentando
resignificar su lugar dentro del ordenamiento desgarrado de la Polis.
Comunidad que sería imposible concebir sin la plenificación de los individuos que la componen. Individuos que se desenvolverían en el sendero de una perfección permanente hacía formas superiores de existencia,
pero que no se hallarían dispensados de participar del ser-en-común.
Desde esta perspectiva tales individuos formarían y conformarían comunidades, en la medida en que el desarrollo de la individualidad sería
el requisito indispensable para pensar las figuras metamorfoseadas del
ser-social. No habría horizonte de comunidad sin fomento de las potencialidades individuales pero, al mismo tiempo, no sería posible una
individualidad plena y autoconsciente sin su fusión tensional con el devenir del conjunto. Se trataría así de llegar a la “humanidad”, es decir de
acceder a formas convivenciales superiores sustentadas en el perfeccionamiento del existente político.
En este sentido, creemos que la apuesta de La Comunidad Organizada, tal como fue planteada en el Congreso de Filosofía de Mendoza,
permitiría pensar el ser-en-común como una expresión capaz de religar las perspectivas individuales con el despliegue de los entramados
comunitarios a lo largo del desenvolvimiento histórico de los pueblos.
La comunidad podría ser entendida como coexistencia de las libertades
145 Idem, p. 184.
133.
de los seres singulares que se reconocerían en el bien general. Un sercon-otros, en términos de un gesto de advenimiento de comunidad o,
mejor aún, como una instancia por la que lo individual sería realzado en
sus matices diferenciales, a partir de su incorporación al tejido coexistenciario del ser-en-común. En un contexto de crisis de valores, de desenvolvimiento desenfrenado de la técnica, los pueblos que pretendiesen
proyectarse en el porvenir bajo las imágenes de la autodeterminación
y de una plena conciencia de ser del individuo y del coexistir, parecían
requerir de una nueva articulación política comunitaria que los guiase en
el hallazgo de un camino de felicidad.
Probablemente, sería en este punto, en la conjunción de este “juego
de espejos” entre individuo y comunidad, desde donde jugaría se podría
llevar adelante una comprensión de la democracia como forma compareciente de los distintos momentos del ser-en-común. Figuras de un asedio
que, tal vez, podría ser pensado como el imperativo de nuestro tiempo:
adentrarnos en la recuperación de una conceptualidad política que deberá ser reactualización y reapropiación de los saberes implícitos en la
comprensión de la vida en común del peronismo. La Comunidad Organizada, en tanto, democracia comunitaria, es decir, como una forma singular de relación entre el existente político y el todo social. Democracia de
tramas, de enclaves orgánicos en los que se reconstituye de forma distinta la relación entre el individuo y su pertenencia a la comunidad. “La vida
de relación aparece como una eficaz medida para la honestidad con que
cada hombre acepta su propio papel. De ese sentido ante la vida, que en
parte muy importante procederá de la educación recibida y del clima imperante en la comunidad, depende la suerte de la comunidad misma”146.
Ahora bien, llegados a este punto debemos advertir que el discurso La
Comunidad Organizada se proyecta desde una hermenéutica histórica
que considera a la humanidad evolucionando hacia horizontes de mayor
agregación social. En el pensamiento de Perón se hace presente una
interpretación que reconoce un avance histórico permanente del género
humano hacia formas asociativas superiores. Fases integradoras que se
reconocen como signos sucesivos los cuales, a su vez, religan el desenvolvimiento histórico147. De acuerdo a esta hermenéutica de la historia
y a la vinculación entre la comprensión comunitaria del peronismo y la
idea de un pensamiento de la integración continental, debemos sostener
146 Perón, Juan Domingo, La Comunidad Organizada, Buenos Aires, Instituto para el Modelo Argentino, 2007, op. cit., p. 151.
147 Barrios, Miguel Ángel, Perón y el peronismo en el sistema- mundo del siglo XXI, Buenos Aires,
Biblos, 2008, op. cit., p.p 165.
134.
que dicha forma de asumir lo colectivo si bien debía mostrarse como
una expresión de la vida nacional, también debía constituirse como modelo tercerista para el resto de los pueblos del mundo y, en especial,
ser pensada en comunicación con el ser-en-común latinoamericano. De
este modo, se podría afirmar que la ponencia de Perón en Mendoza representaría una concepción del hombre y de lo comunitario que sería
transmisible al resto de los países latinoamericano y que, por lo tanto,
sería articulable con el proyecto de integración continental. En el largo
camino en que los pueblos irían evolucionando progresivamente hacia
el universalismo, aparecería como una instancia intermedia y necesaria
el momento del continentalismo: “Nos hemos colocado en situación de
ser admirados como defensores de la razón, del derecho y de la justicia,
y nos permitimos hablar al mundo dando nuestro consejo, que es escuchado en muchas partes y, sobre todo, en los países latinoamericanos,
quienes comparten en casi todos sus puntos de vista nuestra manera de
pensar y de obrar en los problemas internacionales del mundo”148.
Siguiendo las tramas del pensamiento de Perón se puede sostener que
cualquier proyecto de integración sudamericana que pretenda alcanzar
rango histórico no deberá perder de vista la centralidad del enfoque comunitario. Las iniciativas que contemplen únicamente aspectos parciales correrán el peligro de quedar incompletas, de ser solamente un sucedáneo de fragmentación y desasimiento. El sostén principal, el anclaje
ontológico de la unidad reside en la plenificación de la perspectiva comunitaria que es la que proporciona la mirada del todo: lo económico, lo
cultural, lo social, lo político entendidos desde su procedencia originaria.
Justamente, en uno de los discursos que luego formarían Doctrina Peronista, Perón afirmaría que América era el lugar donde los hombres más
profundamente se hallarían impregnados de los valores de la libertad y
la independencia, los cuales aparecían como características instintivas
de quienes habitaban su suelo. Las diversas circunstancias habrían hecho que los héroes nacionales se transformasen en héroes continentales. Así, la conducta de los jefes argentinos se proyectaría en la gloria de
los Estados forjados en América: tal historia compartida representaría
el mejor testimonio de la unidad de los pueblos del continente. América
no sería únicamente un continente elaborado por la geografía o por los
hechos materiales; sino que se mostraría más especialmente como un
cuerpo colectivo de ideas y doctrinas, de derechos y altiveces devenidos
en esperanzas para todos sus ciudadanos: “los pueblos de América se
148 Perón, Juan Domingo, Doctrina Peronista, Buenos Aires, Editora Volver, 1984, p. 307.
135.
inspiran en la historia que forjó el propio continente, documentado en
hechos de libertad y de democracia, que nos sirven ahora para inspirar
nuestra conciencia y fortalecer nuestro pensamiento, impulsar el trabajo y convertirnos en los forjadores de una nueva independencia”149.
Precisamente, es la de Perón una mirada situada, una perspectiva
que encalla en la facticidad americana, reconociendo lo vínculos históricos de las naciones, pero manteniendo un posicionamiento realista
y político prudencial acerca de la unificación de América Latina. Como
ha expresado Miguel Barrios la forma en que Perón diseñó la política
exterior hacia Latinoamérica combinaría una mirada realista y pragmática que intentaría aprovechar la situación del sistema internacional
surgido de la posguerra tomando como paradigma los lineamientos de
la Tercera Posición. El continente aparecía como un territorio de lazos
históricos compartidos y vinculaciones culturales que hacían posible la
complementación económica y solidaridad política. A su vez, todo ello es
reprocesado en un ámbito internacional bipolar en el que Europa ya no
era el único centro mundial150.
En Perón se presenta una cosmovisión que se va a proponer la unidad
sudamericana, partiendo del vínculo estratégico entre Argentina, Brasil y
Chile. Tal acuerdo sería entendido como un espacio de autonomía y contrario a cualquier intento de “panamericanismo” que se fomentase desde
EEUU. Articulación que, recuperando los aportes de José de San Martin,
Simón Bolívar y Manuel Ugarte, no sería pensada de manera abstracta,
sino que reconocería el pasado compartido y los lazos histórico-culturales de los pueblos de la América del Sur. Encuentro de los pueblos latinoamericanos que se expresaría en una política de integración entendida
como integración histórica y geopolítica con base en una dimensión cultural compartida. Según Barrios, tres serían las orientaciones estratégicas de la unidad regional predominantes en el pensamiento de Perón151.
En primer lugar, la idea de que la alianza debería provenir del acuerdo
principal entre Argentina y Brasil (en segundo lugar Chile), proyectado
como eje de una integración esencialmente sudamericana. En relación
con ello, Alberto Methol Ferré afirmaría que Perón habría formulado una
“política real” de la unidad sudamericana y latinoamericana en la medida en que en su tentativa no se limitaría a proclamar idealmente la
unificación, sino que presentaría pragmáticamente la operatoria política,
149 Perón, Juan Domingo, Doctrina Peronista, Buenos Aires, Editora Volver, 1984, op. cit., p. 340.
150 Barrios, Miguel Ángel, Perón y el peronismo en el sistema- mundo del siglo XXI, Buenos Aires,
Biblos, 2008, op. cit., pp.177-178.
151 Idem, p. 187.
136.
dictando que el “camino principal” a seguir debería ser primeramente el
acuerdo argentino-brasileño. Este sería el acontecimiento estratégico,
el sendero indispensable a transitar por medio del cual cobrarían sentido histórico las alianzas entre los demás países de la región. Una línea
histórica que reuniría la gesta de San Martín y Bolívar con las iniciativas
estratégicas de mediados del siglo XX de Perón, Vargas e Ibáñez152.
La segunda orientación que señala Barrios se referiría a la convicción,
por parte de Perón, de que tomados aisladamente los países latinoamericanos constituirían economías incompletas. Los Estados nacionales en América Latina considerados separadamente no podrían obtener
un desarrollo económico sostenible. Por ese motivo, la única forma de
alcanzar un crecimiento sustentable se daría no en el marco de las economías nacionales sino en el de la economía regional integrada. En la
axiomática de Perón se hallaría la certeza de que las economías nacionales latinoamericanas no se encontrarían en condiciones de impulsar
un desarrollo mercado-internista en el mediano plazo y por esta razón
el horizonte de una integración continental se impondría como una condición indispensable tanto de solidaridad política como complementariedad económica. "Para conformar una auténtica comunión entre los pueblos de la región aparecería como indispensable el entrelazamiento de
sus intereses específicos, expresados principalmente en la celebración
de acuerdos bilaterales: Para fundar una verdadera comunidad entre
los pueblos americanos creo que es necesario que entrelacemos nuestros intereses. Nuestra política es llegar a acuerdos bilaterales con los
países latinoamericanos, ofreciendo nosotros lo que tenemos. En este
sentido, nuestra política es lo que llamamos sanmartiniana”153.
En un discurso pronunciado en la Escuela de Guerra en 1953, cuatro
años después del Congreso de Filosofía, Perón partiendo de una lectura
basada en factores económicos haría principal hincapié en la necesidad
de conformar el ABC (Argentina, Brasil y Chile) como horizonte estratégico de la política exterior argentina. La exposición, a la cual se buscó
mantener en estricta confidencialidad, marcaba el carácter indispensable de la unidad entre los tres países y los esfuerzos realizados por el
propio mandatario en la búsqueda del acuerdo estratégico. En la relación estratégica del ABC y, principalmente en el acuerdo de Argentina
y Brasil sostenido en la complementariedad económica, vería Perón el
punto de fuerza que conduciría al resto de los países del Cono Sur en el
152 Gullo, Marcelo, Conversaciones con Alberto Methol Ferré, Buenos Aires, Fabro, 2013, p. 46.
153 Perón, Juan Domingo, Doctrina Peronista, Buenos Aires, Editora Volver, 1984, op. cit. p. 311.
137.
rumbo de la integración en un Bloque Continental: “La República Argentina sola no tiene unidad económica; Brasil solo no tiene tampoco unidad
económica; Chile solo tampoco tiene unidad económica; pero esos tres
países unidos conforman quizá en el momento actual la unidad económica más extraordinaria del mundo entero, sobre todo para el futuro”154.
La tercera de las orientaciones indicada por Barrios consistiría en el
convencimiento, por parte de Perón, de que en la evolución de la humanidad el porvenir sólo estaría reservado a los pueblos-continente. De
acuerdo con esta perspectiva, en la búsqueda de mayor autonomía no
alcanzaría con el esquema de los Estados nacionales clásicos sino que
sería imprescindible para la América Latina una unificación continental
efectiva, sostenida en los criterios mencionados de encarnadura estratégica, histórica, cultural y económica. Perón reconocía que diferentes
intelectuales del siglo XIX ya habían anunciado que a la formación de
las nacionalidades le debía suceder la etapa de las confederaciones latinoamericanas. Un siglo después, Europa y Asia, ante el peligro que se
representaban entre sí, habían tenido que alinearse al capitalismo norteamericano y el comunismo soviético, constituyéndose en confederaciones imperialistas. A su vez, Estados Unidos reunía bajo su órbita a
todos los pueblos de la América del Norte. En el marco de esta lectura,
Perón entendía que el centro de gravedad del mundo perteneciente a la
civilización grecorromana se iba trasladando incesantemente hacia el
sur. Pasaba del Adriático hacia el Mediterráneo, luego hacia el Atlántico
Norte, de Europa hacia Norteamérica. El signo histórico debería caer
indefectiblemente en los pueblos de la América del Sur.
En Sudamérica ya había sido Río Branco, en el siglo XIX, quien había
lanzado la idea del ABC, considerado como un acuerdo político regional
de perspectivas históricas. Un proyecto de dimensiones estratégicas pero
que había quedado obstruido por la acción del imperialismo. Pasadas
las luchas por la Independencia y los conflictos nacionales del siglo XIX,
Perón consideraba que América empezaría a mostrarse al mundo como
un todo orgánico. La vida americana, el hombre americano, la opinión
americana referirían a un común estado espiritual que sería apreciable
en los hombres de este lado del mundo. Eso haría que se esperasen
decisiones compartidas por los pueblos del continente, una mancomunión espiritual que se hallaría sostenida en un ideal de paz. Como se ha
indicado, teniendo presente ese escenario entendía que debía avanzarse
154 Perón, Juan Domingo, América Latina ahora o nunca, Buenos Aires, Editorial Buenos Aires SRL,
1982, p. 84.
138.
desde el centro de aglutinación Argentina-Brasil-Chile tomando como
punto de partida la integración económica: “Una Confederación Latinoamericana de Naciones sería nuestra única garantía frente a un porvenir
preñado de acechanzas y peligros. Unidos seríamos fuertes y numerosos. Desunidos seremos fácil presa de la conquista imperialista y de su
explotación consiguiente”155.
155 Perón, Juan Domingo, Política y Estrategia: 1951 / 1953: Vigencias y herencias, Buenos Aires, Fabro,
2009, p. 215.
139.
América en el universalismo político y jurídico de Francisco de
Vitoria
Humberto Podetti156
El tiempo de Vitoria: de la irrupción de América en el mundo a la universalización de la historia
Entre 1492 y 1539 las historias locales de las diversas provincias que
componían el mundo se transformaron en partes de una historia universal157. El proceso se inició con la hazaña de Colón, estableciendo una
ruta de navegación entre América y Europa, tal vez el “mayor acontecimiento cosmográfico y cultural registrado en dos milenios de historia
de la humanidad”, como escribe Augusto Roa Bastos en su Vigilia del
Almirante. Y culminó con la concepción de la communitas orbis formulada por Francisco de Vitoria en sus relecciones teológicas: Sobre el poder
civil, Sobre los indios y Sobre el derecho de la guerra, en la Universidad de
Salamanca entre 1528 y 1539158.
Las provincias americana y europea siguieron caminos diversos a
partir de la comprensión de que había sido descubierto un nuevo mundo,
el mundo entero159 y una nueva humanidad, la humanidad completa.
Europa decidió la conquista del orbe, desarrollando notablemente las
ciencias de la naturaleza. La atención se concentró en las novedades
técnicas y los descubrimientos físicos de las hazañas marítimas de Colón, Vasco da Gama y Magallanes. La experiencia deslumbrante de los
156 Abogado, especialista en Derecho de la Integración y Comunitario y Derecho Económico y Contractual Latinoamericano. Ha sido Director de Proyectos del PNUD, Profesor de la UBA y Coordinador Institucional de la Universidad Nacional de Cuyo en Buenos Aires.
157 Zea, Leopoldo, "El descubrimiento de América y la universalización de la historia" en Zea,
Leopoldo (coord.) El descubrimiento de América y su impacto en la historia, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1991, pp. 5-18.
158 Francisco de Vitoria, Sobre el poder civil, Sobre los indios, Sobre del derecho de la guerra, Estudio
preliminar, traducción y notas de Luis Frayle Delgado, Madrid, Tecnos, 1998.
159 Amelia Podetti, Comentario a la Introducción a la Fenomenología del espíritu, Buenos Aires, Biblios, 2007, p. 50 y "La irrupción de América en la Historia".
140.
viajeros y exploradores fue contrapuesta al conocimiento y la ciencia de
la época y particularmente a la escolástica160. El conocimiento científico
aplicado se convirtió en fundamento principal del poder político y económico, estableciendo una asociación entre la ciencia, el poder, la guerra y
el comercio161. A partir de ese momento y salvo breves interregnos, Europa sostuvo una política de guerra permanente que prefiguró el entorno
internacional contemporáneo.
América, en cambio, profundizó, bajo la inspiración de un proceso doloroso y complejo, en el pensamiento acerca de la organización política, social y
económica de la comunidad humana entre 1500 y 1800.
Las grandes culturas mesoamericanas y andinas y con ellas todas las del
continente, descubrieron de modo dramático Europa, sufriendo un impacto
profundo y desgarrador162. Sin embargo, casi simultáneamente con el desembarco de Colón, comenzó una segunda naturaleza de ese proceso, que
concluyó por consumir casi por completo la primera. Esa naturaleza, que
ha sido llamada indiana, fue aún más asombrosa por su magnitud espacial
y temporal y por la innovación profunda de su peculiar humanismo, que la
hazaña de Colón. Poco después de su presentación inicial y embrionaria en
los sermones de Antonio de Montesinos en 1511, la indianidad incorporó un
nuevo componente de gran riqueza, la africanidad. Y se desarrolló por múltiples senderos hasta la proposición de un Estado confederal iberoamericano en las Cortes de Cádiz de 1812, rechazado por los diputados españoles163
y del proyecto humanista y libertario de José Bonifacio en las Cortes de Lisboa de 1820, que no llegó a ser tratado por los diputados portugueses164.
160 Helio Jaguaribe, Un estudio crítico de la historia, Tomo II, México DF, Fondo de Cultura Económica, pp. 451-459. En 1543, Petrus Ramus, en su crítica a la dialéctica aristotélica, sostuvo que los
pensadores de todas las épocas ignoraban lo que los navegantes y mercaderes habían aprendido
gracias a la experiencia en lugar de la argumentación. Los teólogos de la Sorbona y el Consejo Real
de Francisco I lo condenaron. En 1632, Galileo sintetizó la victoria intelectual de Ramus en Europa,
afirmando que Demóstenes y Aristóteles debían ceder su lugar a cualquier ser humano, sin importar lo humilde que fuera, pero que hubiera observado directamente un aspecto de la naturaleza.
161 La asociación de ciencia, política, guerra y comercio, al promediar el tiempo transcurrido entre
el acontecimiento de Colón y el Tratado de París de 1951, puede verse en el pensamiento de Kant
desde su afirmación en la Crítica del Juicio (1790), acerca de la guerra como “medio indispensable
para hacer avanzar la cultura” hasta su condena en Hacia la paz perpetua (1795): “la guerra debe
erradicarse para siempre de las relaciones entre los hombres y las sociedades humanas”. Hacia la
paz perpetua. Un esbozo filosófico, Madrid, Biblioteca Nueva, 1999, p. 81.
162 José de Acosta, De Procurando Indorum Salute, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, 1987, p. 63.
163 José María Porras Ramírez, La federación imposible: el proyecto constitucional americano en las
Cortes de Cádiz. Estudios Constitucionales, Vol. 11, Nº 1, 2013, pp. 15-36, http://www.scielo.cl/scielo.
php?Script =sciarttext&pid=S0718-52002013000100002&lng=es&nrm =iso.
164 Da Mota, Carlos Guilherme, José Bonifacio, fundador de Brasil, disponible en http://memorial.
org.br/revistaNossaAmerica/24/esp/48-jose_bonifacio.html
141.
El proceso indiano dio nacimiento a una nueva criatura cultural165, cuyos genes provenían de la América preuniversal, de la Iberia que llegó
tras la ruta abierta por Colón y del África secuestrada en su continente
y esclavizada y finalmente liberada en América. Pero que pronto fue diferente de cada una de ellas, como explicaron Fernando Ortiz166, Darcy
Ribeiro167 o Scalabrini Ortiz168 y pintó Cándido Portinari en El mestizo.
Partes significativas del pensamiento, la filosofía y la religión de Asia,
Europa, América y África se reconocieron, en tanto humanismos, en la
formación de esa segunda naturaleza del período colonial. Porque de
España y Portugal también llegaron herederos del espíritu del Califato
de Córdoba, de fructífera convivencia de católicos, judíos y musulmanes,
en el que pensaron y actuaron Maimónides, Averroes y Alfonso el Sabio.
Y, sobre todo, llegaron discípulos de Vitoria y de las escuelas salmantina
y conimbricense. Y porque América tenía el sentido de la vida de los nahuas toltecas169, que tanto nos recuerda a Isidoro de Sevilla, a Sor Juan
Inés de la Cruz con su Primero sueño y al Descenso y ascenso del alma
por la belleza de Leopoldo Marechal. O la realización del trabajo como
solidaridad y reciprocidad de la ming’a y la mit’a inca o de la milpa maya
y azteca, que siguen inspirando nuevas formas de trabajo en nuestros
días170. O la comprensión del poder creador de la palabra de los mayas
quichés171 y la búsqueda de la tierra-sin-mal de los guaraníes172, ingredientes substanciales del pensamiento latinoamericano, como nos dice
Graciela Maturo en La razón ardiente173.
165 Picón Salas, Mariano, De la conquista a la independencia. Tres siglos de historia cultural hispanoamericana, Fondo de Cultura Económica, México, 1975166 Fernando Ortiz, Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, Madrid, Cátedra 2002, pp. 254-260.
167 Darcy Ribeiro, El pueblo brasileño. La formación y el sentido de Brasil, México DF, Fondo de Cultura Económica, 1999, pp. 108-120.
168 Raúl Scalabrini Ortiz, El hombre que está solo y espera. Una biblia porteña, Buenos Aires, Bilbios,
2005, pp. 50-52.
169 Miguel León Portilla, Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares, México DF,
Fondo de Cultura Económica, 1983, p. 171.
170 Francisco en su homilía en la Catedral de Quito el 6 de julio de 2015 recordó que “el acarreo,
labrado y albañilería de esta catedral han sido hechos con ese modo nuestro, de los pueblos originarios, la minga; ese trabajo de todos en favor de la comunidad, anónimo, sin carteles ni aplausos”.
Virgilio Roel Pineda, Cultura peruana e historia de los incas, Lima, Fondo de Cultura Económica, 2001,
p. 450; Piedad Peniche Rivero, Sacerdotes y comerciantes. El poder de los mayas e itzaes de Yucatán en
los siglos VII a XVI, México DF, Fondo de Cultura Económica, 1990, p. 36.
171 Popol Vuh, Las antiguas historias del Quiché, México DF, Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 23.
172 Bartomeu Meliá S.J., "Pensamiento guaraní para uso de paraguayos (y latinoamericanos)" en
Beatriz G. de Bosio y Eduardo Devés Valdés (compiladores) Pensamiento paraguayo del siglo XX,
Asunción, Intercontinental Editora, 2006, p. 271.
173 Graciela Maturo, "El lenguaje morada del hombre" en La razón ardiente, Buenos Aires, Biblos,
2004, p. 21.
142.
Esa segunda naturaleza se mostró desde sus comienzos irreductible
a las nociones de conquista y colonización. La indianidad fue crítica y
condena de la conquista, pero sobre todo proposición y construcción de
una sociedad nueva y una nueva cultura. Lo que nacía era simultáneamente sublevación, literatura, filosofía, antropología y proyecto político,
social y económico basado en la solidaridad y la reciprocidad. Y también
construcción social mestiza e innovadora respecto de América y respecto de Europa, como los pueblos hospital de Vasco de Quiroga o las misiones jesuítico guaraníes de Roque González. De ese modo, construyó ese
humanismo singular que explica y constituye la historia y la identidad
americanas.
El universalismo jurídico y político de Francisco de Vitoria
La naturaleza indiana de la conquista de América por Castilla y Portugal adquirió nuevos y revolucionarios sentidos con Francisco de Vitoria.
América y los americanos constituyeron la causa y el objeto principales
de sus reflexiones y fueron el escenario y los actores que desplegaron,
aplicaron y continuaron su pensamiento. Sin embargo, Vitoria no construyó una visión americocéntrica del mundo y por cierto tampoco eurocéntrica o cristianocéntrica, sino un universalismo jurídico y político,
plural e inclusivo de la inmensa diversidad humana174. Ese universalismo
fundó el pensamiento latinoamericano.
Vitoria nació en Burgos en 1483, el mismo año en que Castilla reconquistó Canarias, que será el punto de apoyo del acontecimiento de Colón.
En 1505 ingresó al convento dominico de San Pablo, que participó activamente en la reforma de la Orden en la Provincia castellana y que en ese
proceso adoptó la Gramática de Nebrija, que reguló el castellano que
se encontró en América con las muchas lenguas de nuestras culturas
preuniversales.
Hacia 1508 viajó a París para proseguir sus estudios de filosofía y teología en el convento dominico de Saint Jacques. Allí conoció a Erasmo y
Vives, con quienes mantuvo una larga y fecunda relación y asistió a las
clases del nominalista John Mair. Las enseñanzas de Mair lo pusieron
174 La visión del Papa Francisco resume ese universalismo: “La esfera puede representar la homologación, como una especie de globalización: es lisa, sin caras, igual a sí misma en todas las partes.
El poliedro tiene una forma similar a la esfera, pero está compuesta de muchas caras. Me gusta
imaginar la humanidad como un poliedro, en el cual las múltiples formas, expresándose, constituyen los elementos que componen, en la pluralidad, la única familia humana” (Mensaje al Tercer
Festival de Doctrina Social de la Iglesia Menos desigualdades, más diferencias, Verona, 21/2411-13:http://w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/pont-messages/2013/documents/papa-francesco 20131121_videomessaggio-festival-dottrina-sociale.html.
143.
en contacto con dos de las cuestiones que fueron centrales en su obra:
América, a partir de la discusión acerca de la legitimidad o ilegitimidad de la conquista, y el pueblo como sede del poder civil y eclesiástico
que se delega o se retira a los gobernantes, según su desempeño175.
Es probable que también haya tomado de Mair la inclinación, que será
constante en su obra, a vincular la reflexión teológica con los problemas
inmediatos de los hombres176.
Culminados sus estudios y docencia en París, Vitoria regresó en 1523 a
Castilla y fue designado profesor de teología en el Colegio de San Gregorio de Valladolid, donde la cuestión americana impregnaba la comunidad
académica. Entre sus colegas estuvieron Matías de Paz, precursor de
los asuntos de América en San Gregorio, Miguel Ramírez de Salamanca, Obispo de Santiago de Cuba entre 1527 y 1532 y García de Loayza y
Mendoza, General de la Orden de los Predicadores y Presidente del Consejo de Indias, creado en 1524. Entre sus alumnos, Jerónimo de Loayza,
primer arzobispo de Lima y fundador de la Universidad de San Marcos,
y Vicente de Valverde, quien leyó el requerimiento para convertirse a la
fe cristiana a Atahualpa y fue luego primer Obispo de Cusco y acérrimo
defensor de los americanos.
Como consecuencia de las protestas de Antonio Montesinos y Pedro
de Córdoba en 1512 se dictaron las primeras leyes de Indias. Fueron reformadas en 1524, luego del informe de Bartolomé de las Casas a Carlos
V177. Constituyeron las primeras regulaciones de la historia de los derechos humanos.
En 1526, probablemente ya decidida su dedicación definitiva a pensar el
mundo nuevo que irrumpió a partir del choque y encuentro entre América
y Europa, obtuvo la cátedra de Prima de Teología en la Universidad de Salamanca. En 1528 pronunció su primera relección178, Sobre el poder civil,
y en su párrafo inicial anunció su vocación universalista: “el oficio del teólogo y su campo de investigación es tan vasto que ningún tema, ninguna
discusión, ningún asunto parecen ajenos a su profesión ni a su estudio”179.
175 Mauricio Beuchot, La Querella de la Conquista. Una polémica del siglo XVI, Ed. Siglo XXI, 2004, pp.
12/17.
176 Francisco de Vitoria, Los derechos humanos, Edición e Introducción de Ramón Hernández, O.P.,
Salamanca, San Esteban, 2003, p. 27. Vitoria manifiesta esta inclinación tempranamente, en el prólogo a su edición de la Secunda Secundae de Santo Tomás, en el que elogia la orientación práctica
de Tomás.
177 Mauricio Beuchot, Los fundamentos de los derechos humanos en Bartolomé de las Casas, Barcelona, Anthropos, 1994, p. 79.
178 Las relecciones eran clases impartidas al conjunto de la comunidad académica al concluir el
ciclo lectivo.
179 Francisco de Vitoria, Sobre el poder civil… op. cit., p. 5.
144.
La incitación americana, que inspiró de modo general sus reflexiones,
se presentó plenamente a partir de la noticia de la muerte de Atahualpa
por Francisco Pizarro180, que Vitoria condenó en la carta que dirigió a
Miguel de Arcos en noviembre de 1534181.
El extenso sistema que desarrolló Vitoria y culminó en la concepción
de la communitas orbis, comienza por la persona humana, que Vitoria
colocó como centro y finalidad de su universalismo. En esto se apartó
anticipadamente de la ciencia política y de las relaciones internacionales, cuyo sujeto no es el hombre sino el Estado-nación, con sus ideas de
soberanía interna absoluta y homogeneidad del pueblo propio del Estado que culminaron en la ‘razón de Estado’, opuesta a todo humanismo. Vitoria afirmó la igualdad entre todos los seres humanos por el sólo
hecho de ser hombres, todos miembros de la misma especie. Y por,
ende, todos con idéntico derecho a la libertad. Ello incluyó la condena a
toda forma de esclavitud, declarada “máxima tiranía”, siguiendo a Santo
Tomás182. La igualdad implicaba para Vitoria el respeto a la diversidad
cultural, religiosa, de costumbres y de lenguas183. La igualdad y la libertad se expresan en la sociabilidad natural –y no contractual–, que es
universal. Vitoria afirmó que “ ‘la naturaleza ha establecido cierto parentesco, como una fuerza entre todos los hombres’. Por consiguiente, es
contra el derecho natural que el hombre rechace al hombre sin causa
alguna. Pues ‘no es lobo el hombre para el hombre’, como dice Ovidio,
sino Hombre”184.
A partir de esa concepción de la persona humana como centro de todo
el orbe, Vitoria abordó la sociedad humana. El hombre sólo es plenamente hombre en comunidad, porque su naturaleza es esencialmente
sociable. Las comunidades humanas se han constituido para que unos
soporten las cargas de otros y para que los hombres, viviendo en socie-
180 Manuel Fernández Alvarez, América en la idea imperial de Carlos V, II Congreso de Academias
Iberoamericanas de la Historia. Factores de diferenciación e instancias integradoras en la experiencia del mundo iberoamericano, Madrid, Real Academia de la Historia, 1994, p. 219.
181 Luis Pereña, Escuela de Salamanca, Carta Magna de los Indios, Madrid, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, 1988, pp. 4, 8 y 14. El texto de la carta puede leerse en las pp. 37/40.
182 Francisco de Vitoria, La Justicia. Estudio preliminar y traducción de Luis Frayle Delgado, Madrid, Tecnos, 2001, p. 93.
183 Francisco de Vitoria, Sobre el poder civil…op. cit., pp. 59/65
184 Op. cit. pp. 10-13 y 133. La frase pertenece a Plauto en Asinari, como aclara Frayle Delgado en
la nota 221, p. 133, y no a Ovidio, y dice Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando
desconoce quién es el otro. La contestó Séneca, en Cartas a Lucilio: el hombre es sagrado para
el hombre. Hobbes radicalizó la afirmación de Plauto en el Leviatán, señalando la oposición a la
direccionalidad de Vitoria.
145.
dad se presten ayuda mutua185. Por ello la comunidad tiene un conjunto
de obligaciones que son el correlato de los derechos de cada uno de sus
miembros y, por ende, debe garantizar a todos el acceso a los bienes y
a la libertad. En consecuencia, la justicia, cuyo carácter esencial es la
alteridad, no puede realizarse ni los derechos ejercerse sino en el seno
de una comunidad organizada186.
Es que el hombre necesita –como afirmó Vitoria– de su entorno inmediato y mediato para su realización. Es en la relación con los otros
cuando es plenamente hombre. El derecho a pertenecer a una comunidad organizada implica el de pertenecer tal como es, con sus diferencias
y semejanzas con los demás miembros. Y ello constituye también una
obligación: son sus diferencias de cualquier naturaleza las que más enriquecen a la comunidad y en consecuencia, está obligado moralmente a
aportarlas en la interacción social. Por ello el escenario de la realización
del hombre es la comunidad y su participación en ella es mucho más
compleja y decisiva para la plenitud de su vida que su participación en
el Estado como individuo y en el mercado como productor de bienes,
comerciante, trabajador o consumidor. El hombre, cada hombre, diverso
y único, en su cualidad esencial de ser social, sin amputaciones, debe
subordinar todos y cada uno de los elementos de toda forma de Estado.
La comunidad requiere necesariamente de un gobierno, a quien debe
serle concedida la autoridad por sus miembros, en quiénes ha delegado
Dios el poder187. Con este fundamento cuestionó la legitimidad de los
regímenes políticos de su tiempo, desde las monarquías europeas y el
papado, en tanto dominio terrenal, hasta los imperios americanos recién
descubiertos por Europa, que invocaban el origen divino de su propio
poder. Victoria sostuvo también que la autoridad es de derecho humano
positivo, y por lo tanto sujeta en todos sus aspectos a la sociedad, por
medio de las leyes que regulan su ejercicio y establecen los medios para
constituirla y controlarla188.
Por fin, abordó la culminación del sistema, la communitas orbis, que,
como la república, es fruto también de la sociabilidad natural y universal
del hombre. Sostiene Vitoria que “el derecho de gentes tiene fuerza no
sólo por el pacto y consenso entre los hombres, sino también fuerza de
ley. En efecto, el orbe entero, que en cierto modo es una república, tiene
185 Francisco de Vitoria, Sobre el Poder Civil…, op. cit., pp. 9-13
186 Francisco de Vitoria, La Justicia, Cuestión 58, Artículo Segundo Si la justicia siempre dice en
relación a otro, p. 37.
187 Francisco de Vitoria, Sobre el Poder Civil…, op. cit., pp. 15-23.
188 Francisco de Vitoria, Obras. Relecciones Teológicas, Madrid, BAC, 1960, p. 127.
146.
potestad de dar leyes justas y convenientes para todos, como son las
del derecho de gentes”. De este modo, Vitoria fundó el derecho internacional, que regula las relaciones entre Estados según los pactos o tratados. El objetivo del nuevo derecho es la coexistencia en paz entre las
diversas naciones del mundo, pese a sus diferencias religiosas, políticas,
económicas y culturales. Vitoria imaginó por primera vez una organización jurídica y política global, con un tribunal de justicia y un gobierno
universales, sin perjuicio de la existencia de idénticas instituciones en
las repúblicas que componen la república universal. También imaginó la
unidad europea, cuando reflexionó acerca de la unidad de la cristiandad,
entonces limitada a Europa, bajo un gobierno general, con el mismo objetivo que el Tratado de París: establecer la paz en el continente189.
Pero su concepción de la communitas orbis no concluyó en el derecho
internacional o derecho interestatal y en la república universal. Sostuvo
que además del derecho que rige al interior de los Estados y del derecho
que regula las relaciones entre los Estados, existe otro derecho que es
común a todo el género humano, a todo hombre y a toda mujer, independientemente de que integren o no un Estado: el derecho de gentes.
Ese derecho tiene como sujeto a la persona humana, antes, durante y
después de su pertenencia a un Estado concreto.
En consecuencia, los derechos y deberes humanos son preexistentes
e independientes de la pertenencia a una nación y mucho más aún de
su carácter de miembro de un Estado. Aunque, como también sostuvo
Vitoria, su ejercicio sólo puede hacerse en el seno de una comunidad. En
consecuencia, el primero de los derechos humanos, que habilita el ejercicio de todos los demás, inclusive el derecho a la vida, es el de pertenecer a una comunidad organizada. Vitoria lo presentó incluyendo entre los
numerosos argumentos expuestos, dos instituciones del derecho inca,
el de la participación de todos, inclusive los miembros de otros pueblos,
en la propiedad común y el de libre circulación y establecimiento en el
territorio de cualquier pueblo190.
El derecho de gentes incluye protecciones de los poderes que han
establecido los hombres: “todo poder público o privado por el que se
administra la república secular no sólo es justo y legítimo sino que tiene
a Dios por autor, de tal suerte que no puede ser abrogado ni suprimido
189 Joseph Ratzinger y Jürgen Habermas, "Diálogo acerca de los fundamentos de la Constitución
Europea", en La Nación, 14 de mayo de 2005.
190 Francisco de Vitoria, Sobre el poder civil….op. cit., pp. 129, 131 y 133. La invocación de estas instituciones americanas, cuya naturaleza era coincidente con el nuevo derecho que fundaban, muestra
el conocimiento que tenía Vitoria de ellas y su respeto por las culturas americanas.
147.
ni siquiera por el consenso de todo el mundo”191. Es una afirmación implícita de la diferente naturaleza del derecho de gentes y del derecho internacional, que sí puede ser modificado por el consenso de todo o parte
del mundo. Por otro lado, este derecho es concordante con el derecho
de todos los pueblos a gobernarse conforme sus leyes y su cultura, y a
exigir el respeto de su soberanía, como lo sostuvo Vitoria al afirmar la
soberanía y legitimidad del poder constituido por los pueblos americanos preuniversales192.
Presencia contemporánea del pensamiento de Vitoria
Con esas ideas Vitoria fundó el pensamiento latinoamericano como
parte substancial de la naturaleza indiana del período colonial de la historia de América. Fundó también la primera escuela jurídica americana.
Muchos de sus discípulos alfabetizaron las lenguas indígenas y escribieron en esas lenguas sus obras de historia, filosofía y derecho, iniciando
la conversión del castellano y el portugués en lenguas americanas e incorporando muchas de las instituciones indígenas al derecho indiano,
el primer derecho común de América. Estas raíces están presentes en
el derecho doméstico de todos los países de la América castellana y de
la América lusa y son constituyentes del naciente derecho comunitario
suramericano.
Su pensamiento –que se difundió y desarrolló en las veintiseis universidades que Castilla fundó en nuestro continente durante el período indiano– forma parte del ideario político, económico y social de los pueblos
latinoamericanos. Se manifestó desde los primeros cuestionamientos a
la autoridad de los castellanos y de los portugueses, a partir del momento inicial de la conquista, durante el movimiento independentista y lo
hace en nuestro tiempo en los grandes movimientos populares del siglo
XX y de nuestro siglo.
Por fin, la creciente presencia de América Latina en los escenarios
mundiales, proponiendo algunas respuestas a los acuciantes problemas
contemporáneos, tiene componentes del pensamiento universalista de
Vitoria. Tal vez uno de los ejemplos más significativos es el fundamento
jurídico que el derecho de gentes vitoriano otorga a las afirmaciones y
solicitudes del Papa Francisco en relación con los migrantes y refugiados: “Toda persona pertenece a la humanidad y comparte con la entera
familia de los pueblos la esperanza de un futuro mejor”, “debe ponerse
191 Francisco de Vitoria, Sobre el Poder Civil…op. cit., p. 7.
192 Francisco de Vitoria, Sobre los Indios…op. cit., pp. 87 y 88.
148.
fin a las barreras infranqueables a los migrantes”193 y a su pregunta y
su respuesta en su homilía en Lampedusa: “¿quién es el responsable
de la sangre de estos hermanos y hermanas? […] quienes en el anonimato toman decisiones socio económicas que hacen posible dramas
como este”. Y también a las del Cardenal Sean O’Malley en la homilía
que pronunció en la misa celebrada el 1 de abril de 2014 en Los Nogales,
Arizona, al pie del muro Sensenbrenner, con feligreses a ambos lados
del muro y en la que también exigió la flexibilización de la frontera.
Simultáneamente, el pensamiento de Vitoria constituye una contribución substancial para formular “nuevos modelos de desarrollo que conjuguen tradición cristiana y progreso civil, justicia y equidad con reconciliación, desarrollo científico y tecnológico con sabiduría humana, sufrimiento
fecundo con alegría esperanzadora” como pidió Francisco en su homilía el
14 de diciembre en San Pedro, celebrando a María de Guadalupe.
En Bolivia:
"Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos,
pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse
y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de ‘las tres
T’ ¿De acuerdo? (trabajo, techo, tierra) y también, en su participación
protagónica en los grandes procesos de cambio, Cambios nacionales,
cambios regionales y cambios mundiales.
Cada uno de nosotros no es más que parte de un todo complejo y diverso interactuando en el tiempo: pueblos que luchan por una significación, por un destino, por vivir con dignidad, por ‘vivir bien’. Dignamente,
en ese sentido.
Es imprescindible que, junto a la reivindicación de sus legítimos derechos, los pueblos y sus organizaciones sociales construyan una alternativa humana a la globalización excluyente. Ustedes son sembradores
del cambio. Que Dios les dé coraje, alegría, perseverancia y pasión para
seguir sembrando. Tengan la certeza que tarde o temprano vamos de
ver los frutos".
193 Francisco, Mensaje del 5-8-2013 anunciando la 100ª Jornada Mundial del Inmigrante y el Refugiado, Mensaje a la Jornada el 19-1-2014 y Homilía en Lampedusa 8-7-2013.
149.
Cuando la necesidad se hizo virtud: la idea de unión
latinoamericana a mediados del siglo XIX194
Clara Alicia Jalif de Bertranou195
Dentro del clima que anticipaba el romanticismo y como prueba de
una unidad de hecho, circulante en las inteligencias del momento, la
idea de una liga o confederación recorrió el Continente de Sur a Norte
y de Norte a Sur en el espacio hispanoamericano. La vastedad del territorio fue marcando las posibilidades de esa unión por vecindad geográfica, por historias cercanas, por lazos estrechos, pero también por
dificultades internas que atravesaron los pueblos, sometidos a intereses
remanentes de la Colonia y de sus clases gobernantes, cuyo bienestar y
privilegios provenían de esos tiempos.
Las ideas unionistas se dieron en Latinoamérica mediante la efectiva
realización de congresos, propuestas y pactos, pero también en Europa,
especialmente en Francia, donde tuvo sus voces fervorosas. En estos
casos, la distancia oceánica actuó de vaso comunicante, como veremos
más adelante.
Circunstancias reales de precariedad, orfandad, carencias, y una modernidad extremadamente esquiva, fueron algunos de los motivos que
suscitaron el Congreso de Panamá en 1826, y luego otros que se sucedieron, además de la prédica entusiasta acerca de la necesidad de unión
al calor de los hechos que se presentaban.
La idea de una confederación americana, según los protocolos del
194 Este trabajo fue publicado con el mismo título en: Páez Montalbán, Rodrigo y Mario Vázquez Olivera (coord.), Integración latinoamericana. Raíces y perspectivas. México, Eón / UNAM, Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC), 2008, pp. 45-72. Agradecemos el permiso para
su reproducción. Se han realizado algunas correcciones de estilo y adaptaciones para esta edición.
195 Doctora en Filosofía. Profesora Extraordinaria en el grado de Consulta en la Universidad Nacional de Cuyo. Directora del Instituto de Filosofía Argentina y Americana-IFAA. Es editora de Cuyo.
Anuario de Filosofía Argentina y Americana y Contributing Editor del Handbook of Latin American
Studies (Library of Congress, EE.UU.)
150.
Congreso de Panamá, a lo largo de diez sesiones mediante la reunión
de ministros plenipotenciarios de la Gran Colombia (Colombia, Ecuador,
Panamá y Venezuela), Perú, Bolivia, México y las Provincias Unidas de
Centroamérica (Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa
Rica), más la asistencia por invitación de algunos representantes extra-continentales, fijó en treinta y un artículos el objetivo: “[…] la felicidad general de la América antes española y la particular de cada uno de
los Estados […]”. Para este fin se declaraba una confederación perpetua,
“unión y liga en paz y en guerra contra la España o cualquiera otra nación que intente dominar una parte de la América o toda ella”, según lo
establecía en su artículo primero.
Si bien el espíritu era claramente defensivo frente al poder hispano,
sobre la base del reconocimiento de la independencia de las naciones
establecía la posibilidad de incorporar otras repúblicas; las vías comerciales que tanto se necesitaban para la colocación de los productos
de la región; la prohibición del tráfico de esclavos negros, conforme al
derecho de gentes; pero también afirmaba el respeto a las posesiones
europeas en suelo americano. Por tanto, no estaba en la mente de los
participantes la idea de expropiación de esas posesiones.
El Congreso, que había sido convocado por Simón Bolívar desde Lima
el 7 de diciembre de 1824, al sesionar dos años después tuvo por signatarios a Antonio Larrazábal y Pedro Molina en representación de Centroamérica; Pedro Briceño Méndez y Pedro Gual, ambos venezolanos, en
representación de la Gran Colombia; José Mariano de Michelena y José
Domínguez Manso, por México; Manuel Lorenzo de Vidaurre y Manuel
Pérez Tudela por el Perú. Cada uno poseía sus méritos.196
Es preciso mencionar como hitos importantes siguientes el llamado
196 Larrazábal (Guatemala, 1769-1853) fue canónigo del Cabildo de Guatemala, de tendencia más
bien conservadora. Molina (Guatemala, 1777-1854) era un activo periodista y político, cuya palabra
fue la más radical de la independencia y por ello mismo también un tenaz opositor a la anexión a
México. Que titulara a sus periódicos El Editor Constitucionalista y El Genio de la Libertad es demostrativo de sus alcances emancipatorios. Briceño Méndez (Caracas, 1794-Curazao, 1836) se distinguió como político. Gual (Caracas, 1783-Guayaquil, 1862) fue, sucesivamente, diputado por Caracas,
secretario de Francisco de Miranda, gobernador de Cartagena, Ministro de Asuntos Exteriores de
Francisco Morazán y presidente. De Michelena (México, 1772-1852), político que luchó contra Iturbide, partidario del federalismo, fue miembro del Poder Ejecutivo, Ministro Plenipotenciario en Gran
Bretaña (1822-1824) y Ministro de Guerra (1830), además de gobernador de Michoacán. Domínguez
Manso (México, 1784-1833), fue abogado y jurisconsulto. Vidaurre (Lima, 1773-1841), magistrado y
escritor de obra extensa en materia jurídica y política, actuó junto a Bolívar hasta que rompió relaciones a propósito de la Constitución Vitalicia que le otorgaba poderes supremos. Manuel Pérez
Tudela (Perú, 1774-1863), político republicano, redactó el Acta de Independencia de su país, firmada
el 15 de junio de 1821 en Lima, y actuó como Ministro de Relaciones Exteriores.
151.
“Primer Congreso Americano” de Lima, realizado entre diciembre de 1847
y marzo de 1848, del que participaron Bolivia, Chile, Perú, Ecuador y Nueva Granada, convocado por el gobierno del Perú a raíz de la expedición
organizada por España contra Ecuador, donde jugaban también intereses
británicos. Invasión que finalmente no se efectuó. No obstante, ya se había
producido la invasión a México por parte de Estados Unidos de Norteamérica para la anexión de Texas (1846) y, finalmente, la entrega en febrero
de 1848, por el Tratado de Guadalupe Hidalgo de esos territorios, Nuevo
México, Alta California y una extensión de Tamaulipas. Un hecho que no
tuvo la misma repercusión en el resto de América. Igualmente hay que
recordar, dentro de las actividades diplomáticas en 1856, dos proyectos
de unión, como lo fue el de Santiago de Chile, entre Perú, Ecuador y Chile,
denominado “Tratado Tripartito” –compuesto de veintiséis artículos-; y el
de Washington, entre México, El Salvador, Guatemala, Costa Rica, Nueva
Granada, Venezuela y Perú, llamado “Proyecto de Alianza”, donde se aspiraba a una confederación de los Estados hispanoamericanos.197 Casi una
década después se realizaría el Congreso Americano de Lima, efectuado
en 1864, con la presencia del Perú, Colombia, Chile, Argentina, Venezuela,
Bolivia y Ecuador, que tuvo en cuenta cuatro aspectos principales: un tratado de unión y alianza defensiva; un tratado de conservación de la paz; un
tratado de correos; y un tratado de comercio y navegación. La partición de
los acuerdos parecía más conveniente para el éxito, en lugar de sumirlos
en uno solo, tal como había sucedido en los anteriores congresos.198
A continuación habremos de referirnos en acotadas páginas a algunas
personalidades de la historia americana en la mitad del siglo XIX que
manifestaron ideas integradoras desde posiciones políticas con matices
diferentes, no obstante su definida voluntad inclusiva: José Cecilio del
Valle, Juan Bautista Alberdi, Francisco Bilbao, José María Torres Caicedo y Felipe Varela.
197 En rigor, el nombre del “Tratado Continental” fue “Tratado que fija las bases de unión para las
Repúblicas Americanas”, firmado por Antonio Varas, Francisco J. Aguirre, Cipriano C. Zegarra. Cf.
José Victorino Lastarria, Álvaro Covarrubias, Domingo Santa María y Benjamín Vicuña Mackenna,
Unión y confederación de los pueblos hispano-americanos. Colección de ensayos y documentos
relativos a la unión y confederación de los pueblos hispano-americanos. Edición facsimilar y prólogo
de Ricaurte Soler. Panamá, Ediciones de la Revista Tareas, 1976, pp. 103-113. La edición original de
estos textos fue realizada en Santiago de Chile, Imprenta Chilena, 1862.
198 Cf. Gómez Robledo, Antonio, Idea y experiencia de América. Col. Tierra Firme nº V. México,
Fondo de Cultura Económica, 1958, p. 160. El autor menciona la participación de la Argentina, pero
la misma no fue oficial, pues Domingo Faustino Sarmiento había sido designado Ministro Plenipotenciario en EE.UU. y en el viaje a esta nación aprovechó para asistir a título personal al Congreso de
Lima, pues no tenía la autorización oficial del Poder Ejecutivo. Su gobierno aprobó las declaraciones
a posteriori.
152.
Reconocemos que otros pensadores podrían ser parte de un escrito más
amplio. Cómo olvidar a Bernardo de Monteagudo (Argentina, 1787-Perú,
1825), Andrés Bello (Venezuela, 1781-Chile, 1865), Francisco de Paula Vigil
(Perú, 1792-1875), Pedro Félix Vicuña (Chile, 1806-1874), José Victorino
Lastarria (Chile, 1817-1888), José María Samper (Colombia, 1828-1883),
Benjamín Vicuña Mackenna (Chile, 1831-1886) y otros nombres por su labor en este sentido, como también documentos que fueron elaborando las
comisiones para sentar bases unionistas en los distintos países.
La importancia, vigencia y densidad de las propuestas a las que aludiremos está dada, a veces, más por el protagonismo que por los fundamentos teóricos, pero esto no es menor en algunos de ellos. Quizá
podría establecerse como un denominador común la idea de una diversidad que no sería obstáculo para una confederación, unión o liga que
aglutinase intereses comunes.
Una voz de la razón ilustrada: José Cecilio del Valle
Si aquel Congreso convocado por Bolívar fue el antecedente, en su
continuidad otras voces sobresalieron dentro de la época, con presencia igualmente destacable en sus países. Figura a señalar es la de José
Cecilio del Valle (1777-1834), nacido en Honduras cuando era aun parte
del Reino de Guatemala. En sus escritos abordó el ensayo, el artículo
periodístico y el informe científico, al modo como en el Perú lo haría
Hipólito Unanue, quien –digamos de paso- redactó la posición de los
emisarios del país al Congreso de Panamá. Esos escritos de Del Valle
tienen la marca de la prudencia, pero también de la decidida opción independentista; opción que había que resguardar y preservar de posibles
asedios. Sus intereses, que cubren una amplia gama de temas –desde
la importante redacción del Acta de Independencia de Centroamérica
(1821), hasta observaciones económicas, agrícolas, educativas, científicas y sociopolíticas-, muestran su vocación patriota. Mas conviene
precisar, antes de avanzar, su idea de América, región ignorada en su
existencia durante mucho tiempo por Europa, donde esa ignorancia “fue
feliz para sus indígenas”, como perspicazmente nos dice (Del Valle, José
Cecilio, Antología. Introducción, selección y notas de R. Oquelí. Tegucigalpa, Honduras, Editorial Universitaria, 1981, p. 56).
Tres etapas distinguió en su desenvolvimiento: la de los siglos anteriores a su conquista; la del sometimiento a los conquistadores; y la
de su “justa y gloriosa emancipación”. La primera permanecía en “las
tinieblas” porque lo que hubo fue destruido por el “el sable de los conquistadores”, que aniquiló la “clase ilustrada” y dejó “la de indios, igno153.
rantes y desgraciados”, “embrutecidos” más aun por los conquistadores: “y a vista del estado en que los vemos parece inverosímil que sus
mayores fuesen capaces de escribir una historia digna de este nombre”
(ibíd., p. 57). En la segunda solamente existían dos clases de personas:
conquistadores y conquistados, con el consiguiente sometimiento por la
fuerza. Cualquier historia escrita en este período tenía la parcialidad de
“suprimir verdades o publicar falsedades” (ibíd.). La tercera etapa, de
entusiasmo pero también de guerras intestinas: “Lucharon unos contra
otros los que debían ser hermanos”. La libertad de América fue una necesidad del siglo para Del Valle y mostró que todos los seres humanos
eran “individuos de una misma especie, iguales y libres por naturaleza”.
Expresión categorial básica en su pensamiento. Sin embargo, no ignoraba las diferencias entre pueblos, aun dentro mismo de una nación, por
lo que consideró que el mestizaje acabaría con las divisiones de castas y
de clases, para lograr una población más homogénea y, con ello, mayor
unidad en las sociedades. Las diferencias no responderían entonces a
una naturaleza desigual, sino a situaciones históricas cuyo correctivo
también tenía una solución temporal: “Cruzándose los indios y ladinos
con los españoles e ingleses que vengan a poblar la América, se acabarán las castas, división sensible de los pueblos […]” (ibíd., p. 58). Si bien
la lengua castellana se extendería, también la variedad dialectal multiplicaría los idiomas, “y cada idioma será un método nuevo de análisis”,
expresión de riqueza y cesación de desigualdades en su reconocimiento.
Asimismo, la difusión de los conocimientos y la ciencia serían populares
y no reducto exclusivo de pocos. Una vía que propuso sería la distribución de las rentas, de los hospitales, de los bancos, de la administración
de justicia, entre otros aspectos, mediante la descentralización geográfica para que ninguna ciudad fuese superior a otras:
Los hijos de una provincia tendrán entonces necesidad de los de la
otra; los de ésta la habrán de los de aquélla; se estrecharán los vínculos.
Los pueblos no serán esclavos de una capital, y la sociedad será lo que
debe ser: la compañía de socios, familia de hermanos (ibíd., p. 59).
El camino no le parecía fácil por el estado de situación, pero una legislación justa, adecuada a un plan, haría los mayores beneficios para
lograr una América que no marcharía por detrás de Europa, sino a la par
primero y, luego, más avanzada todavía.
Dentro de este marco, con elementos que sobrepasan los aquí indicados, Del Valle proponía las instancias para la realización de un congreso
que diese paso a la unidad americana, según lo concebía en 1822. Ese
congreso, además de reunir a diplomáticos bien informados de la situa154.
ción de sus respectivas “provincias” para conformar el estado general
de toda América, debía trazar el plan para que ninguna fuese “presa
de invasores externos, ni víctima de divisiones intestinas”. Sobre esta
plataforma imprescindible, se trabajaría en elaborar un plan para elevar
el grado de riqueza y de poder que pudiesen alcanzar. En tal sentido,
el plan debía tener dos grandes objetivos: 1. La federación de unión de
los Estados de América; 2. El plan económico para enriquecer a esos
Estados. El estudio y el conocimiento de las potencialidades derramaría
“un foco de luz” sobre los recursos e intereses para la formación de
una “gran familia”: “Una colección de mapas, de planos, de historia, de
viajes, de floras, de ensayos y obras de todas las clases escritas sobra
la América sería un tesoro para los americanos” (ibíd., p. 63). Junto a
esta idea proponía que la capital de cada Estado tuviese una biblioteca
pública formada por las obras que aportasen conocimientos sobre América y que sus puertas estuviesen franqueadas para todo lector. Además,
proponía la creación de una academia americana conformada por los
hombres más ilustrados en las ciencias, divididos en cinco secciones integradas por políticos, economistas, “moralistas”, físicos y matemáticos,
cuya tarea estaría abocada a extractar de las obras sobre América los
conocimientos más importantes para darles luego difusión periodística.
La propuesta de apelar a la prensa tenía un claro sentido de ilustrar
al público y ayudar a su formación: “El conocimiento de un país es el primer elemento de su riqueza”, nos dirá. Se trataba, sin dudas, de formas
democratizadoras del saber mediante la apelación a medios de difusión
al alcance de cierto público al menos alfabetizado. Pero la educación fue
un aspecto que ocupó el sostenido desvelo de Del Valle, como es dable
hallar en sus escritos. Esa educación, en sus niveles iniciales, debía ser
universal y luego especializada, de acuerdo con intereses, aptitudes y
necesidades laborales. Pero como en América todo estaba por hacerse,
Del Valle recorría los distintos aspectos de los saberes, especialmente
aquellos más útiles para las naciones. No dejaba de considerar de gran
importancia el sistema lancasteriano y, además, la calidad que debía
tener la enseñanza, desterrando métodos coercitivos y de castigo, para
estar fundada en el amor y el cariño: “No es el castigo, no es el rigor el
método más eficaz de educación. […] No hagas odioso lo que quieras que
sea deseado y amado” (ibíd., 218). Un aspecto esencial para la educación
era el lograr fondos destinados a gastos de instrucción pública, tal como
los había para la justicia, la hacienda y la guerra. La finalidad era “[…]
que con aquel fondo se dotase a los maestros, se premiase a los discípulos y se socorriesen las necesidades de las ciencias” (ibíd., 223).
155.
Se aprecian entonces en Del Valle dos facetas importantes aun a la
luz de nuestro tiempo: la integración americana se haría mediante la
compatibilización de los intereses de las naciones, pero también con un
programa de inclusión social sin el cual no sería posible una entidad
supranacional. Además, las tareas que propuso de un modo muy amplio
requerían perentoriedad antes que despertasen los enconados enfrentamientos internos y externos en nuestros pueblos, tal como efectivamente sucedió.
Juan Bautista Alberdi revalida su título de abogado
El nombre de Juan Bautista Alberdi recorre la historia argentina decimonónica en casi toda su extensión, pues nació en 1810 en Tucumán
–acompañando el nacimiento patrio-, en el mismo lugar donde se firmaría, en 1816, la definitiva proclama independentista. Falleció en Francia
en 1884, pero su presencia fue importante en los dos países vecinos,
Uruguay y Chile, por razones de exilio. Entre 1838 y 1843 permaneció
en Montevideo y entre 1844 y 1852 en Chile. En ambos tuvo destacada
actuación intelectual y en Europa fue representante diplomático como
Ministro de la Confederación Argentina, donde residió largos años, una
vez depuesto Juan Manuel de Rosas, el 3 de febrero de 1852, en la batalla de Caseros.
Con motivo de su traslado a Chile debió revalidar su título de abogado,
que había obtenido en Montevideo en 1840. En esas precisas circunstancias presentó en la Universidad de Chile su tesis titulada “Memoria sobre la conveniencia y objeto de un Congreso General Americano” (1844).
La cuestión americana no le era ajena, por decirlo de algún modo, pues
aquel mismo año de 1840 escribió las famosas páginas de “Ideas para
presidir a la confección del curso de filosofía contemporánea”, tantas veces recordado por su propuesta acerca de la necesidad de una filosofía
propia, una “filosofía americana”; curso que no llegó a dictar pero para
el que redactó sus palabras preliminares. Y si se mira aun más retrospectivamente puede verse en el Prefacio de su Fragmento preliminar al
estudio del Derecho (1837) un antecedente igualmente importante para
comprender los alcances de sus preocupaciones en materia jurídica,
tanto nacional como internacional, donde hay una explícita filosofía de la
historia en la cual el progreso era la marcha ascendente de los pueblos
hacia la paz y la armonía, tanto en el orden interno como externo, pero
comenzando por el primero.
En su texto Bases y puntos de partida para la organización política de
la República Argentina, derivados de la ley que preside el desarrollo de
156.
la civilización en la América del Sud, conocido simplemente como Bases
-escrito que sirvió para la redacción de la Constitución argentina, publicado a tres meses de la batalla de Caseros-, Alberdi hizo suyo el concepto de regeneración social y perfiló de un modo más nítido su visión
política y económica, anticipada en su “Memoria”.
Por lo demás, en su arco temporal no fue un hecho aislado que escribiera, ya en su madurez, el texto más importante de Derecho Internacional debido a su pluma, El crimen de la guerra (1869-1871); obra
inconclusa, fruto de notas y apuntes que pensaba presentar en el concurso europeo de la Liga Internacional y Permanente de la Paz, cuando
se estaba en vísperas de la guerra franco-prusiana.
La “Memoria” nos muestra un intérprete en términos organicistas,
mediante metáforas que también utilizó en obras posteriores. Las sociedades eran cuerpos vivos con sus órganos, que podían necesitar de
juntas médicas para curar sus enfermedades; si no para sanar, al menos para establecer un diagnóstico que, aun siendo incierto, implicaba
un reconocimiento del mal: “Todos sienten que las cosas no están como
deben estar: una necesidad vaga de un mejor orden de cosas se hace
experimentar en todos los espíritus”. Motivo por el cual abrigaban “la esperanza de su curación en el mal de que se sienten poseídos”, de allí que
para Alberdi tuvieran esos países la idea de “un congreso organizador
continental” como uno de los medios de salir de ese estado. Por cierto
que no creía que con ese único evento se remediaría la situación, pero sí
que podía tener su eficacia para darse cuenta de los males compartidos
y, en la asociación, hallar vías para iniciar un camino más alentador.
Un hombre de Estado, “de instinto superior” ya lo había advertido para
la adopción de una política general: Simón Bolívar. Desde la mirada alberdiana, este gran hombre sabía que no sería obra de un instante, sino
de siglos, pero las pautas fijadas por un congreso serían como una carta
de navegación que guiaría el porvenir:
No son leyes vigentes, ciertamente: pero son tipos ideales de un organismo social hacia cuya ejecución marcha el pueblo a pasos lentos;
son la luz que alumbra a las oposiciones liberales, el término a que se
dirigen todos los conatos y anhelos del país: son esperanza de un bien
que el tiempo convertirá en realidad.199
Para América sería el programa de sus tiempos futuros y con este
199 Alberdi, Juan Bautista, “Memoria sobre la conveniencia y objeto de un Congreso General Americano”, en La cuestión americana. Recopilado por Alejandro Herrero. Col. Pensamiento Nacional
e Integración Latinoamericana nº 2. Buenos Aires, Grupo Editor Universitario, 2006, p. 108. A continuación las notas remiten a esta edición.
157.
solo hecho un congreso de esta naturaleza sería un éxito de por sí, a pesar de sus detractores, donde sus fines ya no serían defensivos de una
agresión externa, sino muy distintos. En tal sentido, tres son las metas
que fijaba: 1. Analizar e inventariar los objetos e intereses de los que se
ocuparía el congreso. 2. Mostrar su conveniencia y beneficios para los
pueblos de América. 3. Refutar las objeciones que se habían hecho para
su realización. Ante todo se imponía la cuestión de límites territoriales
entre los Estados. Sobre este punto Alberdi estimaba que la vasta extensión americana mostraba que “el terreno está de más entre nosotros”,
a pesar de las desavenencias pendientes. Era menester la “recomposición de la América política”, dado que estaba mal hecha por tratarse de un “viejo edificio”, fruto de los intereses del poder colonial que
las nuevas repúblicas no habían modificado. Más beneficioso resultaría
atender a los límites marcados por la geografía física, es decir, por los
ríos, montañas y accidentes geográficos, lo cual conduciría a la abolición
de fronteras militares innecesarias, como de los ejércitos, y aseguraría
la vigencia de la paz al eliminar estos obstáculos onerosos y absurdos:
En América el vasto territorio es causa de desorden y atraso: él hace
imposible la centralización del gobierno, y no hay estado ni nación donde
hay más de un solo gobierno. El terreno es nuestra peste en América,
como lo es en Europa su carencia (ibíd., p. 112).
En segundo lugar el congreso se ocuparía del derecho marítimo, dado
que los océanos eran los medios para el transporte hacia el exterior
y los ríos los modos de vinculación, cual caminos movientes –caminos
que andan, según lo había dicho Pascal- entre las naciones y sus salidas al mar. El tema de la prosperidad y el aumento y mejoramiento de
la industria naval con una legislación adecuada sería su consecuencia.
Pero otro aspecto, de igual importancia, se desprendería: “el derecho
internacional mercantil”, es decir, el comercio de América entre sí y el
trasatlántico. Ya no era de interés para los europeos nuestras tierras,
sino “arrebatarnos” el comercio y la industria, para imponernos el suyo:
No es el programa de Panamá el que debe ocupar al nuevo congreso;
no es la centralización de sus armas, lo que es llamado a organizar esta
vez. Los intereses de América han cambiado: sus enemigos políticos han
desaparecido. No se trata de renovar puerilmente los votos de nuestra
primera época guerrera. La época política y militar ha pasado: la han
sucedido los tiempos de las empresas materiales, del comercio, de la
industria y riquezas (ibíd., p. 115).
En la mirada de Alberdi el mal de América había variado. Ya no estaba
en opresiones extranjeras, sino en la pobreza, la despoblación, el atraso
158.
y la miseria; estaba dentro de ella misma: sus “desiertos sin rutas, sus
ríos esclavizados y no explorados; sus costas despobladas por el veneno
de las restricciones mezquinas; la anarquía de sus aduanas y tarifas; la
ausencia de crédito”, entre otros aspectos; lo que llamaba “la riqueza
positiva y real”. Debía añadirse, en consecuencia, un sistema único de
tarifas aduaneras, de pesas y medidas, de moneda, de timbres postales,
de autenticidad de los documentos y sentencias judiciales, de códigos de
la justicia criminal, de validez de títulos “para las profesiones científicas
e industriales”, de derechos de la producción intelectual y científica, etc.
En una palabra, todo lo que ayudase a la unión en aspectos necesarios
de acordar para consolidar la paz americana: “la paz y neutralidad ocupadas y mercantiles”. Una corte conciliadora podría dirimir los posibles
litigios y la eventual intervención de los Estados cuando no se cumpliesen con los objetivos de neutralidad. Asimismo, el congreso establecería
el derecho de gentes para nuestro Continente y para Europa, que fijase
“la respetabilidad moral que inviste lo que es universal y común”. No
bastaría la prevención de la guerra, sino desterrarla en lo posible para
“asegurar la prosperidad mercantil e industrial”.
La cuestión de la inmensidad territorial que siempre preocupó en el
siglo XIX, tuvo en Alberdi uno de sus portavoces principales, como es
sabido. Así lo expresó en este documento elaborado tan de prisa, en solamente seis días, para obtener su titulación, como hemos consignado.
Decía: “Los pueblos de América, habitamos un desierto inconmensurable. Es necesario escapar a la soledad, poblar nuestro mundo solitario. La colonización, es un gran medio de llegar a este resultado; pero un
medio que despierta recuerdos dolorosos. Sin embargo como quiera que
haya sido el carácter empleado por la Europa en los pasados siglos, a él
le debemos nuestra existencia; y a él es posible que deban su ser futuro
millares de pueblos americanos (ibíd., p. 121).”
Conforme a nuestras necesidades, pensaba Alberdi que la inmigración europea podría ser un aporte decisivo al proceso civilizatorio, donde
el componente indígena era un obstáculo que debía borrarse de su territorio por la limpieza de sangre y por la mutación de hábitos y costumbres. Europa seguía siendo el modelo, a pesar de sus lastres, pero no
la Europa meridional, concretamente la española, que había implantado
un régimen de estabilidad y obediencia sin progreso. Se trataría de una
inmigración que, cuidadosamente seleccionada, concretamente anglosajona –como lo dice en otros textos-, daría nueva fisonomía a los países sudamericanos. Al congreso podría invitarse a aquellos países que
tenían posesiones en América: Rusia, Inglaterra, Dinamarca, Francia,
159.
Holanda y, también, España por sus anclajes en las Antillas. La justificación estaba en estas palabras: “Si se objetase a esto la diversidad de
principio político, yo observaría que esta diversidad no excluye la liga
de los intereses que no son políticos, justamente los más primordiales de los que deben ocupar al venidero Congreso” (ibíd., 125). Pero el
genio de Alberdi no estaba lejos de contradicciones, pues mientras por
un lado hablaba de repúblicas con instituciones democráticas donde los
gobiernos representaban a los pueblos, por otro proponía un triángulo
continental que fuese cabeza en las instrucciones y decisiones, que podría estar integrado por Venezuela en el norte, en el Pacífico por Chile,
y en la costa atlántica por Brasil, tres países donde florecía “el sistema
representativo”, olvidando que Brasil no era aun república democrática.
Un dato nos viene a la memoria a propósito de estas ideas alberdianas. Cuando Michel Chevalier (1806-1879) comenzó a pensar y a asesorar a Napoleón III en torno al pan-latinismo, en 1855, tuvo también
la idea de establecer bloques dentro de Europa para la expansión comercial francesa, tanto en América como en Asia, dividiendo el territorio
en tres grandes unidades raciales y culturales, de las que Inglaterra,
Francia y Rusia serían las naciones líderes. Sin dudas, Chevalier trataba de preservar la hegemonía de su país frente a los anglosajones
en Europa, y en el Continente Americano frente a Estados Unidos de
Norteamérica. Motivo que justificó, dentro de esas ideas expansionistas, la invasión de la que fue objeto México años más tarde (1861-1867).
El territorio azteca sería una frontera por un lado y, por otro, fuente de
materias primas para la industria y el comercio francés. Mas también,
el disciplinamiento de su estado beligerante le devolvería “prestigio” a la
“raza” latina, al propio tiempo que Centroamérica sería parte de dichos
proyectos expansionistas. Este hecho mostraría que la pérdida del temor
a una invasión armada, tal como lo supuso Alberdi diez años antes, no
estaba conjurada, como no lo estuvo en todas las décadas siguientes, ya
fuese por ocupación armada, ya fuese por medios más sutiles, aunque
no menos lesivos.
Un apasionado de la emancipación: Francisco Bilbao
Figura admirada y vilipendiada en vida fue la del chileno Francisco Bilbao, nacido en Santiago en 1823 y fallecido en Buenos Aires en
1865. Creció en un hogar de alto compromiso político debido a su padre, miembro de los grupos llamados “pipiolos”, de principios liberales,
por su aparición nueva en el orden establecido en su país, al modo del
pío-pío de los pollitos. Si el mote encerraba un tono despectivo, no lo
160.
era menos el de los contrincantes: “pelucones”, aquellos apegados al
tradicionalismo reinante.200 Su elección fue, naturalmente, por la divisa
revolucionaria francesa con las palabras libertad, igualdad y fraternidad,
a las cuales mantuvo entera fidelidad para su realización en Chile y en el
resto de América. Hombre de acción, escribió con ardor y pasión como
un modo de esa acción. Por ello podemos afirmar que si el siglo XIX fraguó en una misma persona al intelectual y al político, Bilbao fue un claro
ejemplo. De alma sensible, expresó toda vez que pudo su opción por los
más postergados, ya fuesen mujeres, varones, niños, artesanos, campesinos, indígenas, “rotos” o pobres. Vio en ellos una suerte de reserva
moral, aun dormida por el sometimiento del que eran víctimas. Deploró las formas autoritarias, despóticas, anárquicas y paternalistas desde
una concepción que tuvo a la razón como centro de las acciones humanas a cultivar. No en vano puede calificarse su ideario de racionalismo,
mas un racionalismo romántico. El mismo que se extendió dentro de la
llamada generación del ‘42 en su patria, compartido con José Victorino
Lastarria y Santiago Arcos, por citar a los más notables, quienes fueron
sus compañeros de luchas.
Dos fueron los frentes antagónicos que acosaron su alma: el espíritu colonial hispano, símbolo del retraso mental y material de América,
y la Iglesia, socia de ese espíritu. De allí que Francia fuese el modelo
moderno a seguir hasta el momento en que los estragos napoleónicos
despertaron su crítica, sin perjuicio del valor que concedía a la Revolución Francesa y su legado, pero condenó toda forma de expansionismo
que atentase contra la soberanía de los pueblos. En este sentido importa
destacar dos escritos que redactó en su segundo viaje a Europa (18551857), donde hizo expreso su americanismo, que por otra parte no era
nuevo, aunque por razones de brevedad debamos referirnos solamente
a ellos: Movimiento social de los pueblos de la América meridional, publicado en francés en Bruselas, en 1856, e Iniciativa de la América. Idea
de un Congreso Federal de las Repúblicas, conferencia leída en París el
22 de junio del mismo año, que había concitado la presencia nutrida de
otros americanos. En ambos es ya un desilusionado de la marcha histórica, ideológica y política de Francia –y en general de Europa- e insta a
los ciudadanos de la Patria Grande a regresar para completar la obra de
independencia. Entendía que a pesar de todas las dificultades, se había
200 Para aspectos más amplios: Jalif de Bertranou, Clara Alicia, Francisco Bilbao y la experiencia
libertaria de América. La propuesta de una filosofía americana. Mendoza, Argentina, EDIUNC, 2003.
161.
preservado la idea de la república, “fundamento de nuestra existencia”.201
Operaba discursivamente Bilbao con una inversión categorial donde el
Viejo Continente ya no era modelo y la reserva moral de la humanidad
estaba en nuestras tierras, a pesar de las “influencias extrañas” que
habían perdurado como impedimento para su mejor realización. Como
ejemplo ilustrativo de este diagnóstico, que puntualizaba respecto de
otras regiones, dirá que en las “Provincias del Plata” a pesar de la “brillante población de las pampas argentinas”, aun se daba “la demagogia
de los gauchos, el terror de los pequeños tiranos […], la libertad invocada
como venganza, la idea en fin transformada en pasión”. Es decir, aquello
que alejaba de la racionalidad que debía imperar para la constitución de
una nación homogénea en sus leyes y en su realización institucional.
Tres peligros se cernían amenazantes en nuestras repúblicas, que
sintetizaba en: una invasión de Estados Unidos de Norteamérica; el contagio moral de Europa; y “la influencia sofocante del catolicismo”. Los
tres, según Bilbao, con un solo objetivo: “La muerte de nuestras jóvenes
nacionalidades”.
La decadencia de los viejos países europeos, a los que habíamos mirado como “oráculos”, era un hecho por sus aspectos morales. “La servidumbre moral” que nos había impuesto, había caído desde el momento
en que nos independizamos y ahora quedaba “destruir el reino moral”
que permanecía entre nosotros, es decir todos los resabios del colonialismo, además de lo que con cierta idolatría habíamos adoptado sin mayor examen. Mas el papel que iba cobrando Estados Unidos era un factor
a considerar con cuidado por su carácter invasor –a pesar de su federalismo y la religión protestante fundada en la libre interpretación bíblica-,
además de su idea de la libertad, centrada en el individualismo, es decir,
en el egoísmo, olvidando que la libertad, según la entendía Bilbao, debía
ser unidad: el derecho humano sin distinción de razas; justicia y amor.
Pese a las divisiones y luchas internas, los países de la América Meridional, como la nombra, habían abolido la esclavitud (con la excepción
201 Bilbao, Francisco, Obras completas. Edición hecha por Manuel Bilbao. 2 v. Buenos Aires, Imprenta de Buenos Aires, 1866. Las citas responden a esta edición, en las que hemos modernizado
la ortografía. El texto Movimiento social de los pueblos de la América meridional se halla en t. 1, pp.
169-179. Por su parte, Iniciativa de la América. Idea de un Congreso Federal de las Repúblicas está
publicado en t. 1, pp. 284-304. Aunque no haremos referencia, es destacable su escrito La América
en peligro (1862), redactado con motivo de la invasión española anexionista a República Dominicana
en 1861 y francesa a México en 1862, hechos que le produjeron una profunda indignación. Sobre esta
última puede verse: Ricardo López Muñoz (comp.), La salvación de la América. Francisco Bilbao y la
intervención francesa en México. Prólogo de Salvador E. Morales Pérez. México, Centro de Investigación Científica Ing. Jorge L. Tamayo, A. C., 1995.
162.
de Brasil), cada día se avanzaba en los trámites aduaneros hasta suprimir el pasaporte en algunas partes, las rentas crecían y se reducían los
ejércitos: “Hay un progreso increíble, en las costumbres, en los hábitos,
y sobre todo en la opinión. Para apreciarlo convenientemente es necesario contemplarlo desde las playas de la Europa” (ibíd., p. 177). Y aunque
faltaba mucho por hacer, América sería la juventud de la humanidad, es
decir, una nueva alborada para los pueblos del mundo.
En La iniciativa de la América, palabras redactadas dentro del pan-latinismo que prevalecía en Francia, Bilbao expresó la necesidad de un
congreso que rompiese con la desunión y confederase a las repúblicas
de América del Sur ante la carencia de resultados de los anteriores
congresos:
No es sólo una alianza para asegurar el nacimiento de la Independencia contra las tentativas de la Europa, ni únicamente en vista de intereses comerciales. Más elevado y trascendental es nuestro objeto.
Unificar el alma de la América. Identificar su destino con el de la República […] (ibíd., pp. 284-285).
Se aprecia que su idea traspasaba los aspectos defensivos y económicos, para avanzar sobre un reordenamiento político y social, como
afirmación de la vida democrática con justicia social. Sin este aspecto
la democracia era mera forma, vacía de su verdadero contenido. Por
esto en otros textos planteó la necesidad de una democracia directa que
canalizase sin intermediarios las necesidades de la sociedad. La alianza
sería una unidad mediante la asociación de personas libres, “hombres y
pueblos, para conseguir la fraternidad universal”, muy distinta de la unidad impuesta por monarquías, gobiernos despóticos o conquistas que
sometían bajo una falsa unidad. El Imperio Ruso y Estados Unidos de
Norteamérica eran los ejemplos contemporáneos que tenía a la vista.
Por otro lado, los avances científicos, de los que Europa daba muestras
revelando “secretos” y “fuerzas de la creación para mejor dominarla”,
no eran utilizados para beneficios humanitarios, sino para fines bélicos:
“Parece que la ciencia cooperase a precipitar en el torrente de la fatalidad a la noble causa de la libertad del hombre”. Sin embargo, reconocía
en Estados Unidos una serie de avances nobles, pero desquiciados en
su devenir. Esos avances debían ser incorporados a nuestra educación,
pero reformulados junto a los elementos que constituían nuestra soberanía: el trabajo, la asociación y la fidelidad a las leyes:
No hemos perdido la tradición de la espiritualidad del destino del
hombre. Creemos y amamos todo lo que une; preferimos lo social a lo
individual, la belleza a la riqueza, la justicia al poder, el arte al comercio,
163.
la poesía a la industria, la filosofía a los textos, el espíritu puro al cálculo,
el deber al interés (ibíd., p. 296).
Ante las “pequeñeces nacionales”, la anarquía, la división, debíamos
lograr la unión, de la cual había mucho que esperar. Ese programa lo
enunció en dieciocho puntos, comenzando por la formación de un Congreso Americano, donde la primera nación que lo ofreciese podría ser
la anfitriona de los representantes, determinados en igual número. Una
premisa sería designar una capital americana y la separación de la Iglesia y el Estado. El programa consideraría en primer lugar la ciudadanía
universal dentro de nuestra América; elaboraría un código internacional; firmaría un pacto de alianza federal y comercial; aboliría las aduanas; fijaría un mismo sistema de pesas y medidas, como de moneda;
constituiría un tribunal internacional para evitar la guerra entre nuestras
naciones; programaría un sistema de colonización que implicaría el reparto de tierras, comenzando por los indígenas; acordaría un sistema
universal de educación y de “civilización para los bárbaros”; propondría
la “formación del libro americano” y de un “diario americano”; resolvería
el arbitraje de las tierras en disputa; crearía una universidad americana,
donde se reunirían todos los conocimientos relativos al Continente; presentaría un plan de reformas políticas; podría disponer de fuerzas militares en caso de necesidad para actuar según el porvenir de América;
establecería el sistema de representación de las naciones y el valor de
las mociones y votaciones, como así también la previsión presupuestaria
para el funcionamiento del Congreso y sus reuniones periódicas.
El entusiasmo y las palabras exhortativas de Bilbao llegaban a tal
punto como para adjetivar una asociación de tal naturaleza de “vínculo
divino”, una suerte de religión que debíamos practicar:
Nuestros padres tuvieron un alma y una palabra para crear naciones;
tengamos esa alma para formar la nación Americana, la confederación
de las Repúblicas del Sur, que puede llegar a ser el acontecimiento del
siglo y quizá el hecho precursor inmediato de la era definitiva de la humanidad (ibíd. p. 303).
Allende el Atlántico: José María Torres Caicedo
Nombre insoslayable en este sucinto recorrido es el del colombiano
José María Torres Caicedo (Bogotá, 1830-París, 1889) por la significación
que posee en el clima romántico vivido en la capital francesa, donde la
expresión “América Latina” –empleada en versos proyectados temporalmente- dieron carta de ciudadanía a la denominación que se impuso por
su sentido más amplio e inclusivo que el de Hispanoamérica, capturado
164.
también por la idea de la latinidad reinante en ese momento, donde los
antecedentes están en el mencionado Michel Chevalier.
Torres Caicedo poseía formación jurídica, con vocación periodística
y literaria. Hacia 1853, instalado en París prácticamente por el resto
de su vida, fue Ministro Plenipotenciario en Francia, en Londres y en
el Vaticano. Representó a Venezuela en Francia y los Países Bajos; a El
Salvador en Francia y Bélgica. Participó con honores en los Congresos
de Americanistas en Nancy (1875) y en Bruselas (1879), además de los
dedicados a literatura.202 Importa destacar sus escritos socio-políticos
y sus memorias: De la pena de muerte (1864); Los principios de 1789
en América (1865); Unión Latinoamericana (1865); Estudios sobre el gobierno inglés y sobre su influencia anglosajona (1868) y Mis ideas y mis
principios (1875), en tres volúmenes, pero también bajo forma poética,
los versos que escribió dando curso a su mismo sentir integrador, según
lo ilustran estos fragmentos:
[…] Todo llama esas jóvenes naciones / Unidas y estrechadas a vivir. /
América del Sur! ¡ALIANZA, ALIANZA / En medio de la paz como en la guerra; / Así será de promisión tu tierra: / La ALIANZA formará tu porvenir!
[…] (Poema “Las dos Américas”, fechado 1856, en Ardao, ob. cit., p. 130).
Como lo ha documentado Arturo Ardao, desde 1850 hasta 1886, en
reiterados textos hizo presente ese sentir, comenzado en periódicos
bogotanos. Los avances de Estados Unidos sobre Centroamérica y las
agresiones sufridas constituyeron un disparador de sus ideas de unión
regional, expuestas en artículos, como el que publicó en El Correo de
Ultramar el 15 de junio de 1856, donde sin ningún tipo de eufemismos,
denunció la acción invasora y filibustera de aquella nación, legitimante
del “derecho de conquista” por parte del intruso William Walker:
“Sonora, estrepitosa, es la campanada que se les acaba de dar a las
naciones suramericanas, y principalmente a la Nueva Granada. Su independencia está amenazada; la raza española está en vísperas de ser
absorbida en América por los anglosajones […]. Jamás se había sentido
con más imperio que hoy la necesidad de llevar a cabo el gran pensamiento de Bolívar: la confederación de las naciones de la América Española (ibíd., 62-63).”
Pero no fue solamente la conciencia del avance del Norte sobre el Sur
en términos geográfico-políticos, sino también de la explotación económica lo que advirtió Torres Caicedo en sus contribuciones en el mismo perió202 Cf. Ardao, Arturo, América Latina y la latinidad. México, UNAM, CCYDEL, 1993. Seguimos la
documentación aportada por esta obra, especialmente en pp. 121-153.
165.
dico. De las apetencias y rivalidades entre estadounidenses e ingleses sobre nuestra América, estaban en juego, además de sus recursos, también
los altos principios de justicia que avalaban ampliamente la integración:
“La América española no se pondrá al abrigo de las maquinaciones de
los ingleses y de los yankees, sino en tanto que sus diversas repúblicas
formen una alianza seria, y que sus diversos gobiernos negocien con las
potencias europeas que tienen posesiones en el continente hispanoamericano, un tratado de mutua garantía. Siguiendo las cosas como hasta aquí, la independencia de las repúblicas hispanoamericanas estará
siempre amenazada” (ibíd., p. 65).
Expresiones similares, como “La unión […] transformará la faz política y social de las Repúblicas de la América latina […]”, aparecerán en
diversas oportunidades hasta llegar a sus más concretas ideas en 1861,
cuando periodísticamente, tanto en América, como en Europa, elaboró
un breve documento que, reunido, tituló Bases para la formación de una
Liga Latino-Americana y, poco más tarde, en 1865, su libro Unión Latino-Americana, efectivo compendio de sus ideas sobre el tema.
No es una coloración retórica la que se aprecia en las Bases, sino un
verdadero programa, escueto y claro, acerca de las medidas a tomar para
la formación de una liga. Naturalmente, se imponía la voluntad de crear
una confederación, con reuniones anuales como primer paso para asegurar inmediatamente el hecho de compartir una nacionalidad común, pues
se trataría de ciudadanos de una misma patria, donde todos gozarían de
iguales derechos civiles y políticos. Sobre las divisiones territoriales vigentes al momento de la independencia, se podría agregar lo que los límites naturales impusieran, aun incluyendo “compensaciones”, como así
también la imposibilidad de ceder territorios a potencias extranjeras ni
apelar a protectorados del mismo tenor; un régimen de aduanas acorde
y funcional a la unión, con la adopción de sistemas métricos y monedas
comunes; un tribunal arbitral para resolver “amigablemente” cuestiones
de intereses ante posibles litigios; “un sistema liberal en materia de convenciones de correos”, con la libre circulación de periódicos, materiales
impresos y libros, e igual criterio en materia comercial serían acuerdos
imprescindibles. Punto destacable era la creación de un sistema uniforme de enseñanza, de carácter obligatorio y gratuito. Ambos aspectos –el
de la circulación de impresos y el de la enseñanza- imponían otro aspecto, desprendido casi de suyo: “la libertad de conciencia” y la “tolerancia
de cultos”, como así también la aplicación de principios, que calificaba
de “modernos”, para asuntos penales en materia de delitos, pero nunca
para aspectos políticos. La abolición de pasaportes y documentación que
166.
impidiese la libre circulación de los ciudadanos entre las naciones sería
un paso importante dentro de esta unión. Además, fijaba la constitución
de fuerzas de tropas y recursos defensivos para prevenir agresiones externas, como así también la adopción de principios comunes para asuntos comerciales y consulares; por ejemplo, la nacionalidad de los hijos de
extranjeros nacidos en suelo americano.
Completaba estos aspectos con la necesidad del envío, por parte de
los diplomáticos, de una nota conjunta –reclamando a europeos y estadounidenses, “la práctica del principio salvador de las naciones «débiles»; principio reconocido por todos los pueblos civilizados, de que un
gobierno legítimo no es responsable por los daños causados a los extranjeros por las facciones, y de que un extranjero, al trasladarse a otro
país, de hecho queda sometido a las leyes y tribunales ordinarios de ese
país, mucho más si establece en él su residencia”. Nota evidentemente
inspirada ante el filibusterismo de Walker, pero también en las invasiones sufridas. Simultáneamente proponía el envío de otra nota “contra
el insoportable sistema de las indemnizaciones sin causa justa”, una
práctica diplomática que las legaciones extranjeras hacían a pesar de
documentos probatorios en contra. Igualmente, sostenía revisar el reclamo injusto por deudas que habrían contraído los Estados de América
Latina y la publicación en Londres o en Bruselas de un periódico, escrito en francés –lengua de la diplomacia-, para exponer los derechos de
nuestras naciones y sus conveniencias en materia comercial, industrial
e inmigratoria (ibíd., p. 134).
Con este mismo pensamiento pero mucho más completo, compuesto
de quince capítulos, y remontándose a los antecedentes históricos del
Congreso de Panamá, Torres Caicedo cinceló en Unión Latino-Americana lo que fue en sus páginas aspiración madura. Auténtico admirador
del “genio de Bolívar”, señaló los inconvenientes hallados hasta el momento para su concreción; las distintas tentativas en sucesivos años,
posteriores a aquel antecedente; los alcances y el sentido de la doctrina
Monroe junto a sus falsas interpretaciones; los caracteres de la diplomacia inglesa y norteamericana; la nueva convocatoria de 1864; las propuestas debidas al propio Torres Caicedo; y un anexo documental sobre
la formación de una Liga desde 1824 hasta ese momento, que dividió en
cuatro épocas.
El espíritu que lo animaba es que era posible la concreción de una
unión si las tratativas tomaban un buen camino:
“Hay quien califique de utopía el pensamiento fecundo de Bolívar, que
hoy se realiza en Lima, de formar una confederación latino-americana.
167.
Los que así hablan olvidan la historia de esos países, que desde 1810 hasta
1824, lucharon unidos por obtener su emancipación; olvidan que entonces
los patriotas no tenían casi elementos, que no se había aún formado el espíritu público, y que en vez de las tradiciones de la existencia propia, sólo
había la de los trescientos años del régimen colonial.” (ibíd., 136)
Siguiendo aquella línea bolivariana, interpretaba que la unión sería
con fines ante todo defensivos, sin voluntad de agresión, “para mantener
la soberanía e independencia”, fundado en los principios del derecho de
gentes, tal “como se practican entre las naciones europeas”: “La liga de
los débiles no tiene por qué inquietar a los fuertes cuanto éstos se hallan
dispuestos a respetar la justicia y el ajeno derecho” (ibíd.).
Más adelante introducía una observación que nos resulta de importancia por su meridiana claridad: “[…] los gobiernos americanos, decimos,
han tenido en mira las relaciones entre ellos más bien que las relaciones
entre los pueblos; han querido estatuir sobre puntos de menor importancia, olvidando los grandes intereses continentales (ibíd., p. 137).”
Entre los demás aspectos que examinó, Torres Caicedo se refirió a
la doctrina Monroe, pues al “buen presidente” le habían hecho decir lo
que no pensó. Los representantes de Estados Unidos tergiversaban esa
doctrina, haciendo del Derecho público propio “un principio del Derecho
internacional, obligatorio siempre y en todo caso”. Esta interpretación,
distorsionada y maliciosa –que el colombiano conocía en el detalle de
sus palabras-, le llevaba a expresar que no queríamos la injerencia de
ellos ni de Europa en nuestras patrias, con sus barreras comerciales,
monopolios, aduanas y demás impedimentos:
“Para lograr que las naciones no formen sino una gran familia, sin que
se haga caso de la diversidad de idiomas, de razas, de religión, el único
modo que hay es dejar que obren sin obstáculos las leyes naturales, el
derecho, la justicia, que son la fuente de la armonía, de la fusión, del
bienestar (ibíd., p. 138)”.
No obstante, aceptaba y reconocía que necesitábamos, en términos
amistosos, la ayuda de la “vieja Europa, que a fuer de anciana tiene artes, industria, ciencia”. Por otro lado, ella precisaba de nuestras materias primas y de los frutos allí desconocidos.
Otros textos y la práctica unionista llevada a cabo por Torres Caicedo
dan cuenta de su posición donde reclamaba por el respeto a la dignidad de América Latina, y advertía el peligro de las teorías del “Destino
Manifiesto”, del avance de lo que se erguía como una potencia, incluso
168.
en términos demográficos.203 En tal sentido, rechazaba la realización de
un congreso latinoamericano en Washington, algo que resultaría como
“introducir el caballo griego dentro de los muros de Troya”. Esos congresos debían realizarse en nuestros propios territorios para no cometer
errores políticos y diplomáticos, a pesar de la conveniencia de un trato si
se daba en “igualdad”, “lealtad” y “reciprocidad”.
Hacia 1886, en París, en un homenaje al General José de San Martín,
no mucho antes de su muerte, seguirá expresando esa prédica de unión
imbuida –como acto de gratitud- del reconocimiento a los próceres del
Continente:
Yo he pensado siempre que todos los Latino-Americanos debemos
rendir un tributo de amor, de reconocimiento y de veneración a todos
los grandes hombres de América que nos han hecho nacer a la vida de
hombres libres y de pueblos independientes, cualquiera sea el lugar de
su nacimiento. Para mí, colombiano, que amo con entusiasmo mi noble
patria, existe una patria más grande: la América Latina […] (Torres Caicedo, en Ardao, ob. cit., p. 153).
La conciencia americana en las “montoneras”: el aguerrido Felipe Varela
Un aspecto interesante sobre la conciencia americana lo constituye
también el accionar de las “montoneras” en la Argentina del siglo XIX
como expresión dentro del interior de los países, en medio de disputas
internas. Después de la batalla de Caseros, que depuso a Juan Manuel
de Rosas –como hemos indicado-, bajo los ejércitos de Justo José de
Urquiza, el país ingresó en una etapa de fuertes tensiones, cruentas luchas, intrigas y traiciones entre “unitarios” y “federales”. Los primeros
a favor de la hegemonía de Buenos Aires; los segundos en defensa de
una organización federal integrada por las provincias. Los caudillos del
interior de la República y sus huestes, que luchaban frente al centralismo de Buenos Aires, llamadas “montoneras”, se vieron envueltos en
múltiples batallas en condiciones personales a veces de extrema precariedad y pobreza. Este fue el caso de Felipe Varela (Catamarca, Argentina, 1821-Antoco, Chile, 1870), quien había sido colaborador del caudillo
Ángel Vicente Peñaloza, alias “el Chacho”.204 Varela se incorporó a la
203 Sobre el tema puede consultarse: Ortega y Medina, Juan A., Destino Manifiesto. Sus razones
históricas y su raíz teológica. Primera edición 1972. México, Alianza Editorial Mexicana / Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes, 1989.
204 Luna, Félix, Los caudillos. Buenos Aires, Planeta, 1988, p. 195-254. Las notas siguientes remiten a esta obra, que reproduce parcialmente el texto de Varela, pp. 240-249. Se ha modernizado la
ortografía.
169.
causa de la Confederación, comandada por Urquiza, hacia 1855. Cuando
Bartolomé Mitre, cabeza del grupo unitario, declaró la guerra al Paraguay en alianza con Brasil y los grupos “colorados” de la Banda Oriental
(Uruguay), se opuso a esta deplorable agresión y enarboló tres divisas.
Una de orden interno, en apoyo a la Constitución de 1853, de impronta
federal, redactada según las Bases de Alberdi; y dos de orden externo:
paz con el Paraguay y unión con las repúblicas americanas.
No es del caso detallar la vida peregrina y aguerrida de Varela, pero sí
detenernos brevemente en ciertos textos que descubren su pensamiento. En diciembre de 1866 firmaba una proclama que expresaba el profundo odio a Bartolomé Mitre y al centralismo porteño, por un lado, y, por
otro, el arrojo a la causa federal que extendía al Continente bajo la idea
de unión. Decía en ese momento colocando su propia rúbrica al final:
¡Argentinos!
[…..]
¡Atrás los usurpadores de las rentas y derechos de las provincias, en
beneficio de un pueblo vano, déspota e indolente!
¡Soldados federales! Nuestro programa es la práctica estricta de la
constitución jurada, y el orden común, la paz y la amistad con el Paraguay y la unión con las demás Repúblicas americanas.
¡¡Ay de aquel que infrinja este programa!!
Felipe Varela
Pero en medio del fragor de su vida, Varela no cejará en sus ideas
centrales que deben verse como un programa político puesto por escrito
tiempo más tarde, en el que participaban miles de argentinos desde las
provincias, pero también desde Buenos Aires, cuyos nombres ha recogido la historiografía: Tomás Guido, José Hernández, Juan María Gutiérrez,
el ya mencionado Bilbao –residente en Buenos Aires desde 1857205-, Carlos Guido Spano, y tantos más, sin olvidar el apoyo de Alberdi.
Las palabras citadas precedentemente no fueron un hecho aislado.
Estando en Bolivia escribió desde Potosí un extenso manifiesto, compuesto de unas treinta páginas, fechado el 1 de enero de 1868, bajo el
título “¡Viva la Unión Americana! Manifiesto del Jeneral Felipe Varela a
los pueblos americanos, sobre los acontecimientos políticos de la República Argentina, en los años de 1866 y 67”. Es un texto de clara denuncia
205 Téngase en cuenta que en el parágrafo referido a Bilbao hemos citado que deploraba la “demagogia de los gauchos”, es decir, de los caudillos con sus huestes y, sin embargo, al instalarse
en Buenos Aires luchará –al menos en el plano de las ideas-, junto a ellos para preservar la unidad
nacional y conformar, al mismo tiempo, la unión latinoamericana.
170.
en varios sentidos y al mismo tiempo un dar cuenta de su propio accionar. Un dar cuenta a “la generosidad de los pueblos Americanos”, como
horizonte real y más amplio de su mirada.
Varela indicaba que los sucesos vividos por el país “[…] han sido seguidos atentamente por los demás pueblos americanos, como que ellos
envolvían una alta significación para los grandes destinos de la América
Unida”. Es pertinente notar la escritura de las palabras “América Unida”
con mayúsculas, por la cual “Unida” no era una adjetivación, sino una
sustantivación. Algo inherente al Continente, de suyo una unidad. Además, una necesidad planteada desde el primer momento independentista de las repúblicas “contra el Poder de la España que las subyugaba”.
Estaba en juego la libertad y la alianza de los “poderes democráticos,
cuando el antiguo dominador golpeaba ya sus puertas con las armas
esclavócratas en la mano”. Se trataba del principio social que rezaba
“LA UNION ES LA FUERZA”, escrito por Varela destacándolo con mayúsculas, ante una evidencia de orden práctico frente a la opresión. Las
denuncias puntuales iban contra Mitre y sus espurios intereses unidos al
imperio brasileño, que le impedían participar de las reuniones unionistas, en la “Alianza con las Repúblicas Americanas”, como la celebrada
en Lima, bajo el pretexto de ser contraria a los intereses nacionales.206
La verdadera razón era la guerra contra el Paraguay, montada sobre
apetencias deleznables pergeñadas por el mismo Mitre. Guerra “contraria a los santos principios de la Unión Americana, cuya base fundamental es la conservación incólume de la soberanía de cada República”.
Del “sangriento drama” nunca participaron, decía Varela, las provincias
argentinas, “impuesto por las bayonetas sobre la sangre argentina”, en
desmedro “de los grandes principios de la Unión Americana, en los que
han mirado siempre [esas provincias] la salvaguardia de sus derechos
y de su libertad, arrebatada en nombre de la justicia y de la ley”. Pero
la acusación iba más allá al señalar otro hecho de atropello imperial de
España cuando la República del Perú sufrió “la piratería inmensa” a las
Islas Chincha. Varela señalaba que el patriotismo argentino había volcado su mirada sobre este hecho y maldecido a “su gran traidor, al criminal Pezet”. Estos hechos habían dado lugar a la formación del “Gran
Congreso Americano”, donde se hizo un “hecho real la Unión iniciada
por el General Melgarejo”, al que fue invitada la “República del Plata”,
aunque no concurrió por negativa de Mitre.207 Finalmente, digamos que
206 Sobre el particular remitimos a nota nº 3.
207 Juan Antonio Pezet (Perú, 1810-1879), militar y político que condujo la Guerra del Pacífico
171.
Varela colocaba sobre la frente de sus soldados muertos –en un “cintillo moldoré” [sic]- la inscripción “¡Federación o muerte! ¡Viva la Unión
Americana! ¡Abajo los negreros traidores a la patria!”, según él mismo
lo narra, donde la palabra “federación” aludía a la causa de la lucha contra los unitarios; impedimentos de la cohesión nacional y de la unidad
continental.
*************
Estos discursos en torno a la integración no fueron aislados, esporádicos ni extemporáneos. Constituyeron expresiones crecientes de una
conciencia americana dentro del contexto de la época, donde un nutrido
grupo de intelectuales tuvo ideas audaces y definidas, aun cuando no
siempre encerraran aspectos que se concretaran. El clima en el que
ellas se dieron fue de conflictos en el interior de sus países y en la extensión más amplia de la región entre sí y con las potencias, norteamericana y europeas, de extrema complejidad si se analizan sus detalles.
En los textos puede verse una importante homogeneidad de criterios,
pero la práctica dificultó mayores entendimientos entre los gobiernos,
donde faltaron rápidas y eficaces medidas. No todo fue sin embargo tierra yerma en esta primera mitad del siglo XIX si tenemos en cuenta, por
ejemplo, que Chile había declarado en diciembre de 1836 la guerra a la
Confederación formada por el Perú y Bolivia y en 1856 pudo establecer
el Tratado Continental con el Perú y Ecuador. Un año antes Juan Manuel
Carrasco Albano había presentado, en marzo de 1855, en la Facultad de
Leyes de la Universidad de Chile, su “Memoria sobre la necesidad y objetos de un Congreso Sud-Americano”. También fue un hecho importante
que en distintos países se crearon filiales de la Sociedad Unión Americana, agrupación dedicada a instaurar y cultivar la hermandad continental
como idea política de peso; filiales que tomaron su mayor fuerza a partir
de la invasión a México. Al respecto es recordable que el prócer panameño Justo Arosemena publicó en 1864 su Estudio sobre la idea de una
Liga Americana.
Hay en general una dialecticidad en el pensamiento de los autores,
donde se va de un aspecto negativo a otro positivo y viceversa sobre diversas cuestiones, fuesen americanas, europeas o estadounidenses. Sin
(1864). Su actitud fue vista como tibia y provocó el pronunciamiento de Manuel Ignacio Prado, quien
lo derrocó en 1865. Mariano Melgarejo (Bolivia, 1818-Perú, 1871) fue un militar y político que ocupó
el poder mediante el apoyo de sus tropas en 1864. Cedió parte de las tierras tanto a Chile, como a
Brasil. Al ser derrocado en 1871, huyó al Perú, donde fue asesinado. Las palabras de Varela sobre
Melgarejo probablemente se deben a que le había dado asilo político.
172.
embargo, el carácter mayor está dado por el optimismo para la realización de la unidad, tal como puede verse, por ejemplo, en Del Valle y la
esperanza de que América poseía tales posibilidades como para llegar
a aventajar a Europa. Ciertamente, la mirada estuvo siempre en el Viejo
Mundo como contrapunto civilizatorio. Modelo y anti-modelo al mismo
tiempo, según el punto de análisis, marcaron la conflictiva relación, pero
hubo unidad de criterio para estimar que España y la Colonia habían dejado una pesada y odiosa carga que se intentaba remontar desde distintos caminos. La férrea estructura colonial –asentada sobre trescientos
años, para no olvidar el dato- fue una dificultad para todos los planes
de los pensadores. Construyeron modelos de Estados, ya fuese por sus
escritos, ya fuese por su acción política, ya fuese por ambos.
Sobre la tesis de la unidad espiritual de nuestra América se tejió la
idea de hermandad entre los pueblos, descendientes de un tronco común con una misma lengua, una misma religión, los mismos problemas,
las mismas cuestiones a resolver, a pesar de la evidente diversidad y a la
cual hicieron explícita referencia los autores. Una diversidad que difícilmente fue tenida en cuenta a la hora de las decisiones prácticas.
Se podría hablar en ellos de una segunda independencia. Si la primera lo había sido por las armas, la segunda lo sería por la emancipación
mental, sobre pilares fundados en la educación, el comercio, la industria, el avance social, una legislación acorde con los nuevos años, y todo
aquello que mejorase la vida ciudadana, republicana y democrática, bajo
un fondo común llamado Unión Americana o Unión Latinoamericana, lo
cual permitiría superar la “debilidad” en la que nos hallábamos, tal como
fue diagnosticada.
Las limitaciones que se dieron en su momento no invalidan la naturaleza de las propuestas y, aun en medio de la sencillez de los enunciados,
hasta hoy tienen vigencia en sus aspectos programáticos, donde en sus
líneas generales y según las necesidades del siglo XXI podrían hallar un
perfil adecuado a los tiempos.
173.
Fraternidad: de principio político ocultado a eje político
descolonial208
Domingo Ighina209
“En todo caso, es incuestionable que nuestra lucha, la lucha de los
pueblos colonizados contra el colonialismo, la lucha de los pueblos de
color contra el racismo, es mucho más compleja, es, a mi juicio, de una
naturaleza muy distinta a la lucha del obrero francés contra el capitalismo francés y de ningún modo podría ser considerada como una parte,
como un fragmento de esa lucha”
Aimé Césaire, “Carta a Maurice Thorez”
El epígrafe que abre nuestro texto es la renuncia del martiniquense
Aimé Césaire al Partido Comunista francés en 1956. Si bien el intelectual
negro caribeño no abandonó entonces su perspectiva de izquierda, sí
dejó el partido comunista metropolitano a raíz de la aceptación por parte
de esta organización política de la política colonial francesa, violenta y
represiva.
No nos interesa aquí el imperativo moral que llevaría a cualquier persona a condenar y rechazar la represión colonial, sino el acto epistemológico de abandonar un universal: la liberación sólo es posible con la solidaridad mundial de los oprimidos, o en sentido restringido, con la de los
obreros. Más allá de la crítica epocal al stalinismo, Césaire advierte en la
propuesta liberacionista europea una limitación evidente para comprender las necesidades históricas de los pueblos colonizados de una u otra
manera. La liberación –que en términos del tríptico revolucionario francés
208 Una versión de este texto fue publicada en Ighina, Domingo: La brasa bajo la ceniza: la fraternidad en el pensamiento de la integración latinoamericana, Buenos Aires, Ciudad Nueva, 2012.
209 Doctor en Letras Modernas. Profesor a cargo de Pensamiento Latinoamericano, Facultad de
Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
174.
es la realización conjunta de todos sus principios- resulta históricamente
particular cuando el racismo, la dominación colonial –en sentido amplioy la subordinación epistemológica son notorios en los espacios que la
modernidad noratlántica domina. En ese sentido, y suponiendo que antropológicamente el hombre es definido desde la modernidad como igual,
¿cómo explicar y encontrar un sentido eficaz al principio de la fraternidad
en nuestros contextos coloniales? ¿Cómo alcanzar un nuevo sentido de
fraternidad que supere un mero liberalismo teórico, un humanismo que
entiende al hombre sólo desde la matriz renacentista, y que deje atrás la
exigencia marxista de una solidaridad tan ajena a las penurias evidentes
de los que sufren la colonialidad del poder y del saber?
Cuando se enfoca la mirada en el momento de las independencias
latinoamericanas, puede afirmarse que la fraternidad es el principio más
corrosivo del orden de la dominación, el que fundamenta a los otros dos
en una perspectiva amplia. Si se entiende que nuestras independencias
americanas, incluyendo la estadounidense, intentaron en muchos casos
sostener el orden jerárquico colonial, cambiando solamente el vértice
de la pirámide, se entenderá porqué la fraternidad aparece mezquinada.
En buena medida la historia colonial es la negación de la fraternidad, tal
como lo hemos expuesto en textos anteriores. Pero la historia independiente debería haber revertido, como se pretendió, el orden colonial y
justificar el nuevo orden revolucionario. Así expuesto el tema, la fraternidad sería un principio ocultado para justificar la supremacía criolla; pero
también su uso ayudó a consolidar el nuevo vértice piramidal, en tanto
fue administrada por los mismos que sostuvieron el orden nuevo:
“¿Quién gozará pues los derechos de ciudadanía? Olvidemos
las preocupaciones de nuestros mayores, hagamos un paréntesis a los errores de la educación y consultemos la justicia. Todo
hombre mayor de 20 años que no esté bajo el dominio de otro ni
se halle infamado por un crimen público […] y acredite que sabe
leer y escribir, sea de la clase que fuere […] gozará los derechos
de la soberanía. El que reúna estas calidades debe ser admitido
a la lista nacional, sea su procedencia cual fuere, sin que haya la
más pequeña diferencia entre el europeo, el asiático, el africano
y el originario de América.”210
210 Cfr. MONTEAGUDO, Bernardo “Clasificación” (14/02/1812), en Patriotas, Buenos Aires, Del Nuevo Extremo, 2009, página 60.
175.
La cita es extracto de un texto de Bernardo de Monteagudo de 1812.
En esta cita están los alcances y los límites de la fraternidad de los criollos americanos. Es evidente que ante el régimen colonial de castas,
Monteagudo ofrece una expansión de los derechos: todo varón tiene acceso a la ciudadanía, lo que implica elegir y ser elegido para el gobierno
de un régimen republicano. La consabida limitación de derechos para
los que no sean “vecinos decentes”, nobles o que no gozaran de fueros
especiales queda desechada. Pero sigue existiendo una restricción fundamental. La idea tantas veces expuesta por Monteagudo de la igualdad
de los hombres en tanto reclamantes de la libertad y congéneres, se
limita en la práctica política –con los efectos derivados de esto- a los que
conozcan como los europeos y a los que no sean cosa de los mismos
europeos. Porque la servidumbre y la esclavitud justificarán la exclusión en el mundo posterior a la colonia, pues no permiten conocer como
conocen el amo y el docto. La fraternidad, como ejercicio de ciudadanía,
se limita a los que pertenecen a una misma tradición. El africano, el
asiático, el originario de América, en el texto de Monteagudo serán de
la misma condición, podrán celebrar en igualdad un pacto de libertad,
si son fraternos en la misma cultura. Piénsese, a pesar del riesgo de
anacronismo, que Monteagudo excluía así, en la mayoría de las regiones
de la América española, a mucho más de dos tercios de la población. La
fraternidad debía entonces ocultarse en toda su potencialidad: ni en su
matriz cristiana – no podía justificar la exclusión que proponía Monteagudo-, ni la en la propuesta de 1789, porque esta, como advertiría Césaire, no reconocía la complejidad que implicaba reconocer hermanos a
quienes se les ha restado o robado su humanidad211.
211 El novelista cubano Alejo Carpentier dedica toda su El siglo de las luces a indagar la validez del
concepto de revolución, tal como lo entendía Francia, en la América colonial en las postrimerías del
XVIII. La novela claramente plantea cómo, en todo caso, los ideales surgidos en los acontecimientos
del fin de la monarquía francesa, eran sólo aplicables a Europa. A riesgo nuevamente de anacronía,
la literatura nos pone ante acontecimientos universales, como la revolución, que en realidad son
historias locales de los europeos.No podemos aquí analizar la novela de Carpentier, pero valga
una cita para demostrar hasta que punto el epígrafe de Césaire y la proclama de Monteagudo no
son textos unidos al azar, sino líneas de sentido de la historia latinoamericana que oblicuamente
muestran y ocultan miradas sobre la fraternidad como principio político. “[las noticias sobre la
revolución en Francia] Eran interesantes, insólitas, extraordinarias, ciertamente. Pero ninguna tan
considerable, tan sensacional como la que se refería a la fuga del Rey y su arresto en Varennes. Era
algo tan tremendo, tan novedoso para cualquier mente que las palabras “Rey” y “arresto” no acababan de acoplarse, de constituir una posibilidad inmediatamente admisible. ¡Un monarca arrestado,
avergonzado, humillado, entregado a la custodia del pueblo a quien pretendía gobernar, cuando era
indigno de hacerlo! La más grande corona, el más insigne poder, el más alto cetro del universo, traídos entre los gendarmes.”Y yo, que estaba negociando con sederías de contrabando, cuando tales
cosas pasaban en el mundo –decía Víctor, llevándose las manos a la cabeza-. Se estaba asistiendo,
allá, al nacimiento de una nueva humanidad”, Carpentier, Alejo: El siglo de las luces, Barcelona,
176.
Podríamos situar el debate sobre la fraternidad en América Latina, en
tanto espacio que sufrió el colonialismo y padece la colonialidad212, en el
conjunto de discusiones en torno al legado europeo en el continente. No
afirmamos con esto que la fraternidad sea algo inexistente en el pensamiento americano prehispánico. En buena medida, como planteamos en
un texto anterior213, el sentido de comunidad y de economía de amparo
que encontramos, por ejemplo, en las culturas andinas centromeridionales apunta a considerar la existencia de una idea de fraternidad constituida a partir de su solidaridad económica y de su idea de hermandad
antropológica: la identidad con el pasado, en tanto relato de los ancestros que otorga sentido al presente, ofrece una comprensión de identidad
que sólo se puede entender en occidente a partir del sentido amplio de
la fraternidad. Los pueblos prehispánicos, y sus herederos en la historia
moderna del continente, aportan una definición primera de fraternidad
desglosada en hermandad cultural, basada en la trascendente relación
con la divinidad y solidaridad comunitaria que concreta la hermandad.
La irrupción europea disloca esta fraternidad porque anula el vínculo entre sus partes constitutivas: la desaparición del orden incaico, por
ejemplo, acabó con el sentido profundo de la solidaridad comunitaria,
que sobrevivió a modo de archipiélago, aunque no desapareció en los
Seix Barral, 1965, pág. 90. La cita no es sólo ilustración. Carpentier, quien fuera tal vez uno de los
intelectuales más relevantes de la Revolución Cubana, pone en cuestión la universalidad de los
conceptos de revolución –es algo que sucede allá- y de humanidad, que también nace allá. No se
trata de localismos, sino de señalar la desubicación del europeo trasladado –eso es el personaje de
Victor Hugues-, que nunca terminará de asumir América como su espacio y eje de la su historia. Y
esto es extensivo en un comienzo a todo grupo criollo en la novela. Podemos, con riesgos, asumir
esa condición para el extratexto y no sólo para los criollos, sino para todo grupo que ha sufrido la
“colonización pedagógica”, es decir ese saber que hace que Victor crea que allá está la historia, de
allá vendrán la libertad, la igualdad, la fraternidad.
212 Seguimos aquí la formulación que plantea Walter Mignolo: “El colonialismo se manifiesta históricamente, mientras que la colonialidad perdura. Colonialidad es un tejido conceptual que forma
parte de las distintas esferas del saber, ligado a la formación de subjetividades que mantienen y reproducen ese tejido conceptual”, “Introducción”, en Mignolo, W. (comp.)El color de la razón: racismo epistemológico y razón imperial, Buenos Aires, Ediciones del Signo, 2008, pág. 8. Así el colonialismo y la descolonización, se limitan a referir los procesos de dominación euro-occidental del resto
del mundo, de una u otra manera, pero con control político y económico efectivo. La colonialidad y la
descolonialidad, en cambio a los mecanismos epistemológicos que hacen posible el colonialismo y
el control, más allá de este, de las sociedades no euro-occidentales. La situación actual de América
Latina es un ejemplo de colonialidad.Esta tejido conceptual que hace a la colonialidad fue, de otra
manera, ya descripta en el pensamiento argentino de Jorge Abelardo Ramos (Crisis y resurrección
de la literatura argentina -1953-) y Arturo Jauretche (Los profetas del odio y la yapa: la colonización
pedagógica -1956/66), entre otros.
213 Ighina, Domingo: “La Fraternidad en América Latina como función utópica”, en Barreneche,
Osvaldo (comp.): Estudios recientes sobre Fraternidad. De la enunciación como principio a la consolidación como perspectiva, Buenos, Aires, Ciudad Nueva, 2010.
177.
sectores populares, pues resulta una estrategia eficaz de supervivencia.
Sin embargo el entramado epistemológico que soportó la fraternidad
andina fue subordinado hasta la exclusión por la colonialidad. En otras
palabras: la fraternidad americana no era útil al mundo colonial y menos
aún a las élites que dirigirían los países creados por la independencia.
Es en ese sentido que debe entenderse que en América Latina la
fraternidad sea un principio ocultado: políticamente resulta demasiado incómodo para la colonialidad, promueve alternativas a la distribución internacional del trabajo, desbarata la supremacía de los patrones.
Quizás por eso el Himno Nacional Argentino puede hablar de libertad e
igualdad, construir su representación del país naciente sobre la base
semántica de ambos principios y hablar retóricamente de los indios del
pasado: la fraternidad era ocultada, era el principio subversivo del tríptico revolucionario.
El poder y el conocimiento se organizaron en América Latina desde
la negación más crasa de la fraternidad, y esa negación es el racismo.
En Hispanoamérica el discurso racista no ganó la virulencia que gozó en
Brasil o los Estados Unidos, pero fue la piedra angular sobre la que se
construyeron sus sociedades republicanas. La negación de humanidad
por el color de piel fue encubierta en las clases dirigentes por críticas
a las aptitudes no evidenciadas en las tareas de la modernidad y por lo
tanto se asumieron como máculas culpables del atraso. Cuando Domingo Faustino Sarmiento afirmaba:
“Sin ir más lejos, ¿en qué se distingue la colonización del Norte
de América? En que los anglosajones no admitieron a las razas
indígenas, ni como socios, ni como siervos en su constitución social. […]
¿Qué le queda a esta América para seguir los destinos prósperos y libres de la otra? Nivelarse; y ya lo hace con las otras razas
europeas, corrigiendo la raza indígena con las ideas modernas,
acabando con la edad media. Nivelarse por la nivelación del nivel
intelectual y mientras tanto no admitir en el cuerpo electoral sino
a los que se suponen capaces de desempeñar sus funciones”214.
En otros términos, desde la matriz de conocimiento con que se conformó la América que llamamos latina, la fraternidad es algo impensable
214 Sarmiento, Domingo Faustino: Conflicto y armonía de las razas en América, Buenos Aires, La
Cultura Argentina, 1915, página 449.
178.
porque el racismo, que es su negación, se erigió desde el comienzo en un
segregador epistemológico que hizo imposible el reconocimiento del otro
no europeo como un semejante, es decir como un hermano, salvo que
este fuera convertido en otra cosa, en el europeo y para eso el proceso histórico de la educación o la solución vacuna fueron las alternativas. Resulta
la fraternidad algo no deseado y en todo caso se confundió con la asimilación, que es el asesinato lento de la condición humana de los diferentes.
La descalificación del otro como posible otro fraterno no fue exclusiva
de los discursos latinoamericanos organizadores de los estados-nación.
Si bien desde Viscardo –jesuita precursor de la independencia hispanoamericana- y Bolívar el tema de la unidad latinoamericana implícitamente se sostiene sobre una apelación a la fraternidad continental, no
es menos cierto que la misma tenía su origen evidente en el temor al
despotismo europeo. Cuando el enemigo ya no fue Europa sino Estados
Unidos, la fraternidad continental se transformó en un elemento identitario excluyente. Así la herencia hispánica fue la cara de la fraternidad.
América Latina fue una América europea y nuevamente dejó de lado
en su construcción fraterna a quienes no pertenecían plenamente a esa
tradición cultural. Incluso en la variante católica de entonces el pensamiento de fraternidad fue racista.
Ramiro de Maeztu, pensador conservador español de fuerte eco en
Hispanoamérica, construyó una categoría político-cultural que apelaba
a la fraternidad como principio constitutivo de las sociedades de Nuestra
América. Tal concepto es el de Hispanidad.
El libro fundamental de Maeztu –Defensa de la Hispanidad- establece
un concepto particular de lo fraterno, de carácter histórico, como todos
los que se dieron entre nosotros. Su versión de la fraternidad consiste
en la preeminencia del destino misional de España y sus descendientes,
tarea que al cumplirse dio paso a una hermandad en la fe que haría posible, recién entonces, la igualdad y la libertad. Para Maeztu la fraternidad
es un estado de conciencia de la común paternidad de Dios. Así dicho, el
principio parecería tener un prístino alcance universal y nadie quedaría
excluido. Racismo, asimilación, colonialidad serían formulaciones ajenas a la fraternidad cristiana tal como la entiende el pensador español.
Sin embargo la fraternidad no es una práctica activa y cotidiana, sino un
estado de conciencia. Es decir, un a priori que exige la aceptación de un
orden previo –la paternidad de Dios- que es requerido en el contexto de
la reivindicación de la tarea misional-imperial de España. La paternidad
de Dios es la aceptación de la expansión europea primera, cuyo protagonista fue la corona de Castilla.
179.
La Hispanidad, como forma primera de la hermandad universal, conlleva aceptar el papel histórico antiliberal y antisocialista que Maeztu
cree ver en la historia de España. Así, se exige el reconocimiento de
jerarquías sociales y de la supremacía de un modelo socio-histórico
conservador. La Hispanidad por lo tanto no será sino el resultado de
un acercamiento a Dios vía la única religión verdadera y el rechazo o la
ignorancia de este punto impedirán cualquier afirmación de fraternidad.
Semejante postulado no sólo plantea que la paternidad de Dios es algo
adquirido por los hombres, y de ninguna manera innato, sino que generar la conciencia es tarea de un orden colonial, en este caso el español215.
Se derivan entonces algunos puntos: 1- la fraternidad, reemplazada por
la hermandad de conciencia, es un universal en expansión, que necesita
un agente material externo –el colonizador y su cultura- para imponerse; 2- que por esa exigencia no hay una fraternidad humana si no se es
cristiano y que fomentarla fuera de esa creencia entraña el riesgo de
promover rencor contra quienes tienen la tarea de fundar la conciencia
de la hermandad.
El primer punto sirve a la apología de las clases dirigentes de España
y América Latina, de la historia del imperio español: la hermandad, es
decir la fraternidad para Maeztu, es lo que Iberia ofrece al mundo:
“[…] lo fundamental en la religión es el misticismo y que la
215 De Maeztu intenta deslindar el racismo de la idea de Hispanidad. Llega a argumentar que la
exigencia de “pureza de sangre” para la administración del imperio español era una suerte de anticuerpo frente a la “insinceridad” de las conversiones. En todo caso, termina admitiendo, la exigencia
de la “pureza de sangre” no debe hacer olvidar el sentido “misional” de la expansión española de los
siglos XVI y XVII. La visión racista y conservadora de esta “fraternidad” de la Hispanidad se justifica
de modo algo sorprendente, al tiempo que pretende aclarar la dependencia semántica del tríptico
francés respecto de la “misión” de la Hispanidad: “Los españoles o creyentes, por lo menos desde
la conversión de los godos arrianos se han manifestado siempre opuestos a la aceptación de supremacías raciales. En algunos de ellos no tiene nada de extraño porque son “resentidos”, hostiles a
toda nuestra civilización, cuyos instintos les empujan a combatir a sangre y fuego nuestras aristocracias naturales y de sangre, no por espíritu igualitario y de justicia, sino sencillamente porque las
jerarquías son el baluarte de las sociedades. […] A los otros descreídos, a los que no manejan los
conceptos de libertad y de justicia sino con fines subversivos, sería inocente tratar de convencerles,
pero a los que de buena fe se proponen con ellos dignificar y levantar al hombre, y se imaginan que
la religión es un estorbo para sus ideales, no es imposible hacerles ver que su credo es de origen
religioso, que sin la religión no puede mantenerse, y que sólo por la inspiración religiosa podrá
realizarse. En el “eje diamantino” de Ganivet, en el sentido del hombre de los pueblos hispánicos,
podemos encontrar igualmente cuánto hay en los principios de libertad, igualdad y fraternidad, que
no se contradice mutuamente y pude servirnos de norma y de ideal […] la fraternidad se deriva del
hecho de que todos los hombre se hermanan en la capacidad de hacer el bien y en el ideal de una
sociedad en que la práctica del bien a todos los enlace y los hermane”, Defensa de la Hispanidad,
Buenos Aires, Poblet, 1952, págs. 83 y 84. Sobre estos principios De Maeztu entiende la fraternidad
en el mundo hispánico.
180.
religión es al misticismo lo que la vulgarización es a la ciencia.
El origen histórico de la hermandad humana es exclusivamente
místico. Es Jeremías el primer hombre que habla de la posibilidad de que los hijos de otros pueblos abandonen el culto de los
ídolos y adoren al Dios universal, con lo que viene a decirnos que
cada hombre ha nacido para ser hijo de Dios.
[…]
Y como la España de los grandes siglos es, eminentemente,
un pueblo misionero, su pueblo es el que más profundamente
se persuade de la capacidad de conversión de todos los hombres
de la tierra.[…] Ante el espectáculo que ofrece la conversión de
todo el Nuevo Mundo al Cristianismo, la creencia se hace, en España, universal. Todos los hombres pueden salvarse, todos los
hombres pueden perderse. Por eso son hermanos: hermanos
de incertidumbre respecto de su destino, náufragos en la misma
lancha, sin saber si serán recogidos y llegarán a puerto”216
El segundo punto se entiende porque la definición de fraternidad que
Maeztu ofrece sólo puede concebirse en términos de colonialidad: desde
el momento que es España la nación que porta esa conciencia al corazón de las gentes, la fraternidad proveniente de la Paternidad divina se
confunde con un proyecto histórico-político cernido en la misión imperial
ibérica. Sin ese proyecto, sin esa hermandad misional, Maeztu advierte
que la supremacía europea –que no cuestiona- queda librada el capricho
humano que gobierna a las sociedades anglosajonas. La fraternidad de
raza o de ideal revolucionario supliría entonces a la hermandad cristiana
iberoamericana:
“Kropotkin necesitaba que los hombres se quisieran como hermanos,
para que fuera posible constituir sociedades anárquicas, en que reinase la armonía sin que la impusieran las autoridades. […] Pero no pudo
persuadir a las personas de talento de que el apoyo mutuo fuera la ley
fundamental de la naturaleza.[…] Lejos de estar regida la naturaleza animal y vegetal por una ley de simpatía, lo que parece dominar en ella es
el principio de que el pez grande se come al chico, y por lo que hace a los
hombres, entre las gentes de raza diferente, hay un antipatía habitual,
muy semejante a la que reina entre perros y gatos. La que divide a occidentales y orientales es tan honda que, si los Estados Unidos llegan a
216 De Maeztu, Ramiro: Defensa de la Hispanidad, Buenos Aires, Poblet, 1952, página 98.
181.
conceder la independencia a Filipinas, antes será para poder cerrar a los
filipinos el acceso a California que por reconocimiento de su derecho”217.
Esos son los límites racistas y groseramente eurocéntricos con que
el pensamiento intelectual católico se desplegaba en Hispanoamérica.
En las propuestas pseudo fraternas –pues sin fraternidad no puede pensarse la nación moderna- libelarles de Monteagudo y Sarmiento y la de
hermandad de Ramiro de Maeztu desde su tradicionalismo hispánico,
los desplazados, los oprimidos, los indios, los negros y en menor medida los mestizos fueron objeto de menoscabo de su condición de hermanos, de sujetos fraternos. Tal menoscabo tenía dos efectos notorios:
los países de América Latina, en tanto demográficamente se componen
masivamente por sujetos excluidos de la fraternidad, serán países regidos internacionalmente por la brecha insondable que existe entre los
que tienen conciencia de la hermandad y los que no, además de estar
sometidos a la ley del pez grande/pez chico. El segundo efecto es el de
la marginación social y política de esos sujetos inconscientes o incapaces, según la versión de la fraternidad que ofrezca el pensamiento
metropolitano. Esta situación comenzaría a revertirse a mediados del
siglo pasado a partir de la discusión y apropiación de la idea de nación
–espacio primero de la fraternidad- por parte de las masas y junto con
esto con la puesta en cuestión de la situación colonial de los territorios
sometidos de una u otra forma a los imperios europeos y al imperialismo
norteamericano.
Volvamos entonces al epígrafe de Aimé Césaire. La renuncia al partido
comunista puede leerse entonces como la denuncia de esa fraternidad
metropolitana que una vez más, con ropajes esta vez marxistas y críticos de las ideologías de Sarmiento o Maeztu, pretendía asumir toda conciencia de todo oprimido. Césaire responde magníficamente a esta nueva
“colonización fraterna” -valga la expresión- resaltando la singularidad de
los problemas que los excluidos racialmente y los subalternizados epistemológicamente, en tanto que deben primero luchar por su condición
humana como un a priori y no de resultas de su adhesión a las formas de
identidad fraterna que ofrecen imperialmente las hegemonías metropolitanas.
En 1956 en París en la Universidad de la Sorbona se reúne el Primer
Congreso de Escritores y Artistas Negros. Lo interesante de este congreso fue la convocatoria no de artistas negros caribeños, de africanos o
217 De Maeztu, R.: Op. Cit., páginas 99 y 100.
182.
de las colonias francesas, sino que la condición de su participación era
ser negros. En esa época tanto Césaire como Lepold Sénghor -senegalés- desplegaban el concepto de “Negritud” como principio convocante y
cohesionante de artistas y escritores negros. En principio podemos suponer que se tratara de una especie de reacción a principios coloniales
como el de Hispanidad. Sin embargo los debates de ese congreso demuestran la existencia de una lectura histórica en principio desprovista
del sentido mesiánico que tanto la idea de Maeztu u otras por el estilo
como “occidente” o “civilización”, podían tener.
El centro de las discusiones en ese encuentro fue desbrozar hasta
qué punto la Negritud y su circunstancia colonial podría responder a las
diversas condiciones de los negros en África, el Caribe y principalmente
Estados Unidos, sobre todo porque los de este último país no buscaban
la independencia o el reconocimiento de sus culturas como autónomas,
sino integrarse en igualdad al esquema sociopolítico de la superpotencia. ¿Qué podía unir a experiencias históricas ya alejadas, más allá del
color de la piel de sus sujetos?
“Hay entre todos los reunidos una doble solidaridad: una solidaridad horizontal, producida por la situación colonial o semicolonial o paracolonial que les ha sido impuesta del exterior. Y por
otra parte, una solidaridad, vertical ésta, en el tiempo, que proviene de que a partir de una unidad primera, la unidad de la civilización africana, se diferenció toda una serie de culturas, deudoras
de esta civilización”218.
La idea de doble solidaridad resulta interesante. Primero esta solidaridad no nace a partir del temor al pez grande ni es impuesta por una
ideología metropolitana, como pretendió el marxismo fuera de Europa,
sino que surge desde la condición histórica de los sujetos y los países
que fueron objeto del imperialismo justificado en la fraternidad del poderoso. Esta solidaridad no puede abandonar la referencia a la negación
de la humanidad que supone el colonialismo, que reemplaza el sujeto
vivo por la conciencia de la incertidumbre de la salvación o la necesidad
del progreso, sea por la vía del socialismo o del capitalismo. Porque la
solidaridad de los oprimidos no se da en la forma dialéctica de confrontación con el amo, sino a partir sí de reconocer ese conflicto primordial,
218 Césaire, Aimé: “Cultura y colonización”, en Discurso sobre el colonialismo, Madrid, Akal, 2006,
pàgina 48.
183.
pero construyendo su humanidad histórica en la relación desigual que
implica el colonialismo.
No se trata de una unión beligerante de clase, sino del reconocimiento de habitar culturas mestizas. La modernidad/colonialidad impide la
idea de “culturas puras”, por lo que la actitud exenta de ingenuidad de
pensarse en ese borde de lo colonial permite recuperar la idea de humanidad para aquellos a quienes les fue negada. La solidaridad vertical
permite al negro, en este caso, sustentar la solidaridad horizontal en
tanto encuentra el fundamento antropológico de la humanidad del oprimido colonizado. No se trata de una utopía arcaica, de una vuelta atrás,
sino intentar reparar la desigualdad colonial al asumir la posibilidad de
formular la propia epistemología desde los saberes negados y olvidados
por la colonialidad.
En definitiva lo que Césaire nos permite pensar es que la Fraternidad
no puede pensarse como un “don selectivo”219 que el occidente cristiano
prodiga siempre y cuando el que recibe el don no se niegue a aceptar
la misión mesiánica del europeo, en cualquiera de sus variantes. Si la
fraternidad va a exigir las instituciones que occidente cree universales
para organizar políticamente una sociedad, si va a exigir la supremacía
de las tradiciones judías, latinas, griegas o sajonas para aceptar al otro
como fraterno, no existirá esa solidaridad históricamente trascendente
que propone Césaire. El mismo poeta de Martinica afirmaba en su “Discurso sobre el colonialismo” al hablar de las sociedades anteriores a la
colonización: “Eran sociedades comunitarias, nunca de todos para algunos pocos. Eran sociedades no sólo antecapitalistas, como se ha dicho,
sino también anticapitalistas. Eran sociedades democráticas, siempre.
Eran sociedades cooperativas, sociedades fraternales”220. La fraternidad
pensada desde la situación colonial, es decir desde nosotros los colonizados, pueda dar nuevos frutos, los frutos que le permita a la humanidad superar su pulsión por el dominio y la opresión, por el hambre y la
muerte. La fraternidad, pensada desde lo excluido por la epistemología
europea permite superar las trampas que se impone esa misma epistemología que no puede ocultar su eurocentrismo. El pensamiento de
Césaire, y con él todo el pensamiento descolonial y descolonizador en
América Latina, abre la posibilidad de reencontrar una nueva identidad
para los sujetos diversos del continente, una identidad heterogénea y de
“diversidades mutuamente consentidas”, y por consentidas superables,
219 Césaire lo toma de Malinowski. Cfr. Césaire, Op. Cit.
220 Césaire, A. Op. Cit. Página 21.
184.
lo cual hace posible una Fraternidad nueva.
En el “Discurso sobre el colonialismo” Césaire había afirmado: “Precisamos crear una sociedad nueva, con la ayuda de todos nuestros hermanos esclavos, enriquecida por toda la potencia productiva moderna,
cálida por toda la fraternidad antigua”. Esto podría entenderse como el
reverso de la idea de Maeztu, pero es, en tanto no mesiánica ni civilizadora, una nueva fraternidad, esta vez sí universal, que recoge la herencia cultural de los colonizados, su experiencia de la modernidad, la
experiencia también de los europeos que como dice el mismo Césaire
han experimentado en sus totalitarismos genocidas las mismas prácticas que llevaron extramuros para imponer su versión histórica de la
fraternidad cristiana o de la fraternidad moderna. Porque la experiencia
de la fraternidad no es únicamente europea: la terrible emergencia de
la modernidad/colonialidad hizo que las diversas experiencias culturales
del principio fraterno entraran en comunicación y generaran el reconocimiento total de la humanidad.
Así todo planteo en torno a la colonialidad en América Latina y en los
países que sufrieron el avasallamiento de occidente debe ser visto como
el intento de la nueva fraternidad, como planteaba Césaire, como la diferencia epistemológica descolonial que ofrecemos afirmando nuestra
humanidad todavía subrepticiamente cuestionada. La perspectiva de la
fraternidad es el principio epistemológico descolonial que puede erigirse
en el ahí que se da entre el legado colonial y el reconocimiento de la humanidad del colonizado. Y esto nos lleva a un desafío intelectual: ¿fueron
y son nuestros movimientos políticos populares latinoamericanos –los
populismos puestos siempre en cuestión- los agentes multitudinarios de
la(una) fraternidad descolonial? Eso que está sucediendo requiere ahora
de una lectura que lo ponga en discusión para convertirlo en un principio
político capaz de (re) organizar nuestras luchas emancipatorias.
185.
El aporte de la Teología Pastoral a Latinoamérica
Néstor Díaz221
Introducción
Las reflexiones siguientes intentan rescatar algunos puntos de la contribución que ha realizado la Iglesia Católica, por medio de los documentos de las cinco Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, (ahora también del Caribe), a la conciencia de Latinoamérica de
pensarse a sí misma, desde su propia historia, bebiendo de su propio
pozo.
La historia cercana de esta realidad teológica-pastoral (o si se quiere
pastoral-teológica), está iniciada en el Concilio Vaticano II (1962-1965),
pero se remonta a los primeros tiempos de la praxis evangelizadora de
nuestro continente. No me detengo a considerar si la expansión universalista europea de aquellos tiempos, (para nosotros española y lusitana)
ha sido un descubrimiento, una conquista o un encuentro. Sino que expondré algunos rasgos de la postura, de Bartolomé de las Casas, que
para el caso de esta reflexión sintetiza a muchos, y que, a mi modo de
ver, es el basamento pre-histórico del pensamiento teológico situado en
Latinoamérica.
Entonces me remitiré en un primer momento al Concilio Vaticano II,
marcando la influencia global sobre la Iglesia Latinoamericana luego
intentaré algunas pinceladas de las controversias suscitadas en las Indias, para culminar con, lo que me parece, más sustancioso de la contribución del pensamiento teológico-pastoral de los documentos de las
conferencias episcopales.
Concilio Vaticano II
El Papa Pablo VI, sucesor de San Juan XXIII, en su discurso de clau221 Teólogo - Psicólogo
186.
sura, luego de sostener la riqueza doctrinal del Concilio, expresa: “Todo
esto y cuanto podríamos aún decir sobre el valor humano del Concilio,
¿Ha desviado acaso la mente de la iglesia en Concilio hacia la dirección
antropocéntrica de la cultura moderna? El mismo Papa se responde:
“Desviado no, vuelto sí” (discurso de clausura del Vaticano II, 7 de Diciembre de 1965, ns. 13 y 14).
Ubicar al ser humano, con toda su creatividad, en el centro de la doctrina católica, implica un cambio de ciento ochenta grados respecto a los
Concilios anteriores y al método teológico medieval. El Papa Pablo VI,
coloca esta nueva mirada, con las palabras: “Desviado no, vuelto sí” y si
esto es así, estaría indicando que lo anterior estaba desviado y como el
hijo pródigo volvió.
El humanismo a partir de ese momento ya no es el enemigo de Dios.
La doctrina vuelve por sus carriles y se pone al servicio del ser humano.
Frente a la crisis de la realidad contemporánea, los padres conciliares
manifiestan que el mundo es el lugar de la Iglesia, tal cual lo especifica
una de las Constituciones del Concilio que lleva por título “La Iglesia
en el mundo actual”. La sutileza está en expresar que ya no es más la
“Iglesia y…el mundo”, como si se trataran de dos esferas cerradas en sí
mismas y que deberían interactuar en intersecciones previamente especificadas. Lo sagrado y lo profano, en esta imagen, no se tocan y si lo
hacen es por un contrato de mutua conveniencia. En cambio ahora es “la
Iglesia en… “; la inserción es ahora un aspecto esencial y la Iglesia está
al servicio del mundo, su entendimiento es a partir de las problemáticas
que el mismo plantea, lo cual significa una prolongación del misterio de
la encarnación.
No es una postura absolutamente novedosa la del Concilio, Lo que
hace es retomar lo que la tradición bíblica ya nos había narrado, mediante un lenguaje icónico.
Los escritos bíblicos, ya desde el Génesis, interpretan desde la fe los
acontecimientos históricos, brindándoles un sentido, que sin querer ser
ciencia histórica, se basan en la historia para comprenderse como Pueblo elegido por Dios. Mira en lo profundo, allí donde el pueblo hebreo
va buscando darle orden a la existencia a través de lo que eligen colectivamente. La hondura de la historia, para los autores bíblicos, está en
el acompañamiento de Dios, que se verifica (se hace verdad) en la experiencia de la liberación y la salvación.
La evangelización de Latinoamérica en su inicio
Este trasfondo teológico, esta apertura que retoma la concepción de
187.
un Dios que acompaña a los azares de la historia, fundamenta lo que
plantean los obispos de Latinoamérica y que retoma, como decía, la defensa que hicieron algunos evangelizadores de los naturales de las Indias, frente, a los que los explotaban y esclavizaban, como también, a
los que postulaban el argumento de las causas justas para sustentar la
guerra contra los indios.
Por tanto, esta doble realidad, de una colonización conducida con una
mentalidad de cruzada, de monjes/ soldados, con una metodología que
unía la cruz y la espada; donde el binomio Estado/Iglesia, armas/evangelio, constituyó unas de las páginas más negras del proyecto universalista
europeo (para nuestro caso España y Portugal); y de una actitud evangelizadora que predicaba lo contrario, dio lugar a interpretaciones muy
diferentes , algunas de ellas muy críticas (por ejemplo dentro del campo
católico de Enrique Dussel, o la de Ana María Bidegain de Urán, o fuera
del ámbito cristiano de la Eduardo Galeano y la indigenista) otras de
claro tinte apologista- católico-hispanista. En cambio, los documentos
del episcopado Latinoamericano, a mi modo de ver, se mueven por los
andariveles novedosos de una interpretación teológico-pastoral.
Tal vez, la síntesis de estas posturas enfrentadas esté reflejada en la
controversia, sobre los problemas antropológicos y teológicos (por tanto
éticos) del siglo XVI, entre fray Bartolomé de Las Casas y Juan Ginés de
Sepúlveda, que se llevó a cabo en la Junta de Valladolid, convocada por
Carlos V y que funcionó en dos etapas, 1550 y 1551. Hoy siguen existiendo
ambas tendencias, herederas de estos proyectos contrapuestos.
Antes de pasar por el umbral de los documentos de las conferencias
episcopales latinoamericanas, puntúo aspectos planteados por Las Casas, que, creo, constituyen la prehistoria, de nuestro pensamiento teológico realizado desde la cruz del sur.
Un aspecto esencial de la interpretación evangélica de Las Casas es
que reflexiona desde y en la realidad, Sus palabras son claras “Durante treinta años… que estuve entre ellos, (los indios) pude observar sus
obras maravillosas en toda clase de artificio” (citado por García, Rubén,
en Varios, Evangelización y Liberación, Ed. Paulinas, Bs As. 1986, pg. 89).
Una de las defensas claves del fraile dominico, ante el argumento de
Sepúlveda sobre la justificación de la guerra a los indios por el hecho de
los sacrificios humanos, es el reconocimiento de la religión indígena y si
bien, concede que, la conversión hacia la fe verdadera es necesaria, expresa que, eso implica un proceso complejo y que no justifica la guerra.
Es más, llega a decir que la intervención de un pueblo desarrollado en
los asuntos de un pueblo subdesarrollado, implica un absoluto respeto
188.
de sus creencias, que sólo, el pueblo, puede cambiarlas pacíficamente
y por propia convicción y nunca por la fuerza o por una ventaja material.
(Cfr. García R., oc. 89 y ss; Gutiérrez, Gustavo, En busca de los pobres de
Jesucristo- el pensamiento de Bartolomé de Las Casas, Ed. Sígueme,
Salamanca, 1993)
Me tomo el atrevimiento de recortar la riqueza de las reflexiones de
Las Casas, a estos dos ejemplos, ya que los argumentos que sustentan
la defensa de los naturales de las indias, son de una cantidad llamativa
y de profunda riqueza teológica-pastoral.
Agrego el tema de los métodos misionales, donde si bien algunos
subrayaron más la adaptación de los indígenas a la civilización hispana,
otros se preocuparon por conocer su cultura, lengua y psicología. Una
suerte de inculturación del evangelio. Un claro ejemplo de ello son las
organizaciones de las misiones jesuíticas.
Valgan estos detalles para dejar en claro que son una especie de preludio de una teología que se elabora desde y en la realidad del pueblo,
fundamentalmente a partir de su dolor, que prologa lo que se desarrollará en Medellín y lo que será el aporte de Puebla con respecto a la
evangelización de la cultura.
Las conferencias generales del episcopado latinoamericano
El proyecto colonial, con todas sus luces y sombras, fue dejando una
organización ciudadana, asumiendo estructuras indígenas o creando
nuevas ciudades, cuyo centro era destinado a la construcción de iglesias.
Fue una manera medieval de erigir ciudades, lo cual fue aprovechado
por la primera evangelización eclesiástica, que agregada a las luchas
de los misioneros, tanto de las órdenes mendicantes, dominicas y franciscanas, como de la congregación de los Padres Jesuitas, abonaron al
reconocimiento de la dignidad de los indígenas.
Mediante el sacramento del Bautismo, se legitimó el absoluto respeto
que se debía tener a los naturales de América. Ahora eran legítimos hijos de Dios. Esto permitió que, en el decurso de la historia latinoamericana, se haya generado un mestizaje racial y cultural, que devino en una
unidad cultural pintada con las notas propias de cada región.
La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, realizada
en Aparecida, en el capítulo 10, dedicado a Nuestros Pueblos y la Cultura
expresa claramente esta conciencia de Patria Grande:: “ La dignidad de
reconocernos como una familia de latinoamericanos y caribeños, implica una experiencia singular de proximidad, fraternidad y solidaridad. No
somos un mero continente, apenas un hecho geográfico con un mosaico
189.
ininteligible de contenidos. Tampoco somos una suma de pueblos y etnias que se yuxtaponen. Una y plural, América Latina es la casa común,
la gran patria de hermanos,” de unos pueblos a quienes la misma geografía, la fe cristiana, la lengua y la cultura han unido definitivamente en
el camino de la historia” (cfr. Juan Pablo II, Discurso inaugural en la IV
Conferencia General en Santo Domingo) Es pues, una unidad que está
muy lejos de reducirse a uniformidad, sino que se enriquece con muchas
diversidades locales, nacionales y culturales ( Aparecida 525)
Si bien ya he datado, desde cuando comienza este devenir uno y plural,
existe otra contribución a esta comprensión con sabor a nombre propio.
La nominación tuvo lugar en el año 1863, cuando se funda el Colegio
Pío Latinoamericano, para la formación del clero Otro paso hacia esta
dimensión continentalista es el realizado por el Papa León XIII (autor
de la encíclica Rerum Novarum) que en el año 1899, reunió en Roma, al
Primer Concilio Plenario Latinoamericano.
La Conferencia de Río de Janeiro (1955)
Siguiendo la ruta del episcopado Latinoamericano, llegamos a la I
Conferencia General de Latinoamérica, asistieron, en aquel entonces,
los Cardenales del Brasil, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, y los Arzobispos y Obispos Delegados de las Provincias Eclesiásticas y territorios de
misión de América Latina. La preocupación mayor de esta reunión fue
la escasez de sacerdotes y junto a la campaña vocacional tuvo lugar un
llamado, no menos fundamental, a la instrucción religiosa.
Sin embargo, los Obispos no se quedan en este exclusivismo religioso sino que, dentro de un tono paternalista y clerical, afirman que el
panorama social que presenta el continente latinoamericano tiene una
marcada desigualdad en el disfrute de los bienes que la Providencia ha
donado a este territorio, donde, explican, muchos viven en una deplorable condición material que afecta el bienestar general de las naciones y
su progreso y, por supuesto, repercute en la vida espiritual de las personas. Abogan entonces por una mayor justicia social y una mayor y activa
presencia de la Iglesia, a fin de influir en el mundo.
Como el lector se dará cuenta, esta manera de entender la Iglesia
es previa a la del Concilio Vaticano II. La Iglesia, se presenta como una
esfera apartada del mundo y su misión es influir en él mediante una
evangelización que se ubica en el púlpito,
La Conferencia de Medellín (1968)
La segunda conferencia general, se realizó en 1968 y tuvo lugar en
190.
Medellín, y la primera post-conciliar. El clima cambia radicalmente, ya
no es la Iglesia, en clave medieval-europea, que piensa, desde afuera la
realidad latinoamericana. El criterio teológico pastoral de “signo de los
tiempos”, tiene una gran cabida teológica y, a su vez, abre la posibilidad
de mirar el rostro de América Latina, desde ella misma.
Por ello Medellín se propuso reflexionar sobre la Iglesia en la actual
transformación de América Latina a la luz el Concilio. El marco doctrinal
está dado por la Constitución Gaudium et Spes, tanto en lo que respecta
a la apertura de la Iglesia al mundo como a la asunción del método inductivo de ver, juzgar y obrar.
Esta concepción de una Iglesia en y para el mundo, con el reconocimiento de la historia del mismo, en su institucionalidad, económica,
social, política y cultural, como el escenario donde se concreta (o no) el
proyecto de salvación de Dios,(aunque no lo agote) indicaba estar atentos a los signos de los tiempos e implicaba una renovación, en la manera
de entenderse como Iglesia pobre, signo e instrumento de salvación.
Cabe mencionar que las consecuencias, de la segunda conferencia,
fueron múltiples.
Medellín está en el medio de una década de agitada y compleja vida
eclesial. Pero la segunda conferencia dio lugar al desarrollo de experiencias novedosas como las comunidades eclesiales de base y la
cristalización de una teología de la liberación, que tomaba al marxismo
como herramienta para el análisis de la realidad social y económica y la
concepción del pobre como lugar teológico.
Otra vertiente, de aquella comprensión revolucionaria de la Iglesia, se
manifiesta en Argentina, donde se retoma el capítulo de Medellín dedicado a la pastoral popular desde la experiencia del peronismo y la lucha de
la resistencia. Años, sin duda, tumultuosos, de una ferviente creatividad,
compromiso, elaboración intelectual, tensiones y conflictos múltiples. .
La convivencia de posiciones enfrentadas dentro de la Iglesia Argentina.
La diversidad y las divergencias pastorales, fueron el motor para que la
Iglesia creara un Plan Nacional de Pastoral , cuyo elaboración y conducción quedaba a cargo de la Comisión Episcopal de Pastoral (COEPAL). Aquí
confluyeron voluntades e intelectuales, que construían y pensaban la realidad argentina en una convergencia en red, cuyos nudos personales, vinculaban a las personas que desarrollaban sus acciones, políticas, pastorales, sociales e intelectuales en diversos ámbitos y disciplinas. Por ejemplo
confluyen quienes contribuían con la JOC o la CGT; el movimiento rural,
los universitarios, también el movimiento de Sacerdotes para el Tercer
Mundo, la pastoral en villas, las Cátedras Nacionales de Sociología, etc.
191.
Un aspecto esencial de esta pastoral de conjunto, y que funcionaba
como articulador de los planes pastorales y eje principal de los mismos
era la noción de Pueblo, sujeto histórico de la existencia y de la fe.
Con el ánimo de continuar con la línea del presente escrito, recorto la
riquísima complejidad de aquellos tiempos, para referirme al aterrizaje
de Medellín realizada en el documento San Miguel de la COEPAL, del
año 1969. Los Obispos giran en torno a la frase del Papa Pablo VI, “Los
Pobres, Sacramento de Cristo”, y la Iglesia al servir a los pobres es la
“Iglesia de los Pobres” . En este contexto, la Declaración de San Miguel,
cristaliza el reencuentro del Episcopado con el pueblo de Argentina.
Como síntesis tomo las palabras del Padre Gerardo Farrel: “En Medellín, los Obispos latinoamericanos urgan en la historia del desarrollo
moderno y desde el intentan comprender la actual transformación de
América Latina…Las categorías adecuadas para definir la realidad continental serán a la vez políticas y religiosas :dominación-liberación…A
partir de los principios teológicos y del análisis social de Medellín, San
Miguel se impregna de elementos típicos de la experiencia histórica del
pueblo argentino. La especial conciencia histórica que el revisionismo ha
dejado en los argentinos y la singular conciencia política que el Yrigoyenismo y el Peronismo originaron en el país, son elementos que están en
el trasfondo, no sólo de la realidad argentina, sino de los argentinos que
la analizan” ( Farrel, Gerardo, Iglesia y Pueblo en Argentina, Ed. Patria
Grande, Bs. As. 1975, pag. 138-141).
Antes de pasar a Puebla me parece que cabe mencionar, aunque sea
en una apretadísima síntesis, la realidad social, política, económica y cultural de América Latina, en las convulsionadas décadas de 1960 y 1970.
La década del 60 se despierta, no sólo con la novedades conciliar y
la apertura de la Iglesia al mundo, sino también con la Revolución Cubana, que trajo tanto miedos como esperanzas. Se abría una vía para el
antiimperialismo, por medio de la implementación del socialismo (notar
aquí la influencia sobre algunas teologías de la liberación), pero por el
otro lado, estaba prologando una de las mayores crisis de la historia
latinoamericana. Tuvo lugar una política represiva con el correlato de
la irrupción cronológica y sistemática, de los golpes de Estado cívicos
– militares, ( sin querer ser exhaustivo, menciono a los golpes de Argentina (1962, 1966; 1976), Bolivia (1971); Chile y Uruguay (1973), etc)
sustentados en los años setenta por la Doctrina de Seguridad Nacional
que junto a la “seducción de una alianza para el progreso”, gobernó el
continente. Años de violencia extremada, dolor, desaparición y muerte.
192.
La Conferencia de Puebla (1979)
Aún en medio de esta realidad, el compromiso con los pobres y con
las víctimas de la violencia, continuó. Menos en las cúspides episcopales,
con honrosas excepciones, más en los laicos, religiosos y sacerdotes dedicados al campo popular. También los teólogos no descansaron. Entre
muchos otros, los trabajos de Lucio Gera, de Rafael Tello, de Juan Carlos
Scannone, en Argentina, como los de Gustavo Gutierrez, Clodovis y Leonardo Boff, etc, en otras regiones de Latinoamérica, fueron dando el marco temático de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.
Si bien, el trasfondo doctrinal sigue siendo el Concilio Vaticano II, la
novedad de la Encíclica Evangelii Nuntiandi, del Papa Pablo VI, sobre la
evangelización de la Cultura, caló fuertemente y tuvo una gran influencia
en Puebla.
El contexto eclesial de la III Conferencia, brindaba una expectativa de
sentimientos encontrados. La muerte del Papa Juan Pablo I, había dejado una estela de conjeturas y el nuevo Papa, surgido de las entrañas de
una Polonia gobernada por el comunismo, llenaba de esperanzas y, a la
vez de incertidumbres, a una eclesialidad que se debatía en, 1) profundizar el modelo, propugnado por algunas teologías de la liberación, afincado en el socialismo, o 2) tomar parte por una postura conservadora, que
conciliaba con los gobiernos de facto, que, inclusive, en sus líneas marginales, defendía ideas preconciliares, donde la gran mayoría abonaba a
formas más abiertas pero con mentalidades doctrinarias muy sesgadas
y, 3) finalmente estaba la teología de la corriente Argentina, que sustanciaba el tema del pueblo, sujeto de cultura, no muy bien entendido por la
corriente socialista de la Teología de la Liberación
La apreciación del padre Gera, uno de los peritos de tercera la conferencia, al hacer un balance de la misma, observa que se dan tres características, la primera es la recuperación de temas que preocupan a los
creyentes , como son los de promoción humana, justicia, liberación de
los pobres, junto a la novedad de la evangelización de la cultura. El segundo aspecto da importancia a temas como la pobreza, lo derechos humanos, la situación política, ( recordar que está en vigencia la Doctrina
de Seguridad Nacional y que Puebla denuncia) y por último, los obispos
resaltan la importancia de los valores evangélicos. (Cfr Varios, Escritos
Teológicos- Pastorales de Lucio Gera, 1. Del Preconcilio a la Conferencia
de Puebla, (1956 – 1981), Agape, Bs As. 2006 ,pag 815 y ss)
No es descabellado pensar que en Puebla se da el reencuentro de los
obispos de Latinoamérica con el pueblo, pobre y creyente, en su raíz más
profunda de los valores culturales. El capítulo que marca la propuesta
193.
pastoral de Puebla, la evangelización de la cultura ( 385-443), no sólo fue
el más votado, sino que según el padre Galli, es la clave de la articulación de Puebla. Es un texto que depende de la pluma de Lucio Gera. (Cfr.
Galli, Carlos, Dios vive en la ciudad, Ed Agape, Bs As 2011, págs83 y ss).
Pensar la cultura, es pensar en el pueblo, sujeto de la cultura. Los
obispos, marcan permanentemente esta relación. No hay cultura sin
pueblo, lo que indica el modo personal de la evangelización de la cultura, porque no se está hablando de una cosa, un objeto llamado cultura,
sino que se piensa en los sujetos, entonces evangelizar la cultura es
evangelizar a los pueblos.
Si a esto lo unimos con los criterios hermenéuticos de la opción preferencial por los pobres y la comunión y participación, tenemos que la
evangelización tiene una sustancial preferencia por el pueblo pobre ( el
corazón del pueblo son los pobres), en la dimensión de una conversión
de las estructuras para posibilitar la comunión y la participación: Cito: “
La transformación evangélica de la cultura, es decir, la penetración por
el Evangelio de los valores y criterios que la inspiran, la conversión de
los hombres que viven según esos valores y el cambio que, para ser más
plenamente humanas, requieren las estructuras en que aquellos viven y
se expresan” ( DP 395,
A mi modo de entender, la teología del pueblo saca carta de ciudadanía, en Puebla, donde incide en el desarrollo de temas como Pueblo
de Dios ( en su relación con el Pueblo civil), liberación, catolicidad, la
religión la ciudad. El aporte de la corriente argentina es también hacia la
revalorización teologal de la Religiosidad Popular.
Una reflexión a partir del recorte realizado en Puebla. La evangelización de los pueblos, conlleva la misión de la Iglesia de salir de los muros
institucionales para encarnarse en el pueblo. Desde allí discierne, alienta, promueve, motoriza, el proyecto histórico, político y cultural. Rescata
la cultura del mestizaje, junto a su religiosidad popular, verdadera expresión de fe católica, revalorizándola frente a la comprensión cultural
del iluminismo y del posmodernismo.
La Conferencia de Santo Domingo (1992)
En la década del 80, se mantienen los temas planteados en las dos
conferencias anteriores, continúan las preocupaciones por la promoción
humana, la opción por los pobres (clave de la promoción humana), liberación, la evangelización, la cultura. Asimismo, el llamado del Papa San
Juan Pablo II a América Latina hacia una nueva evangelización, ubica a
la misma en el centro de la escena.
194.
Los teólogos, en nuestro continente, preparan una visión de conjunto:
la evangelización no puede estar separada de la liberación. Aunque el
Papa, en sus mensajes previos a Santo Domingo, rescata el don de la
fe, a partir de la expansión histórica; la comunidad eclesiástica en Latinoamérica, sin negar esto, afirma, a la vez, que en el acontecimiento
histórico, se reúnen contradictoriamente, el despojo y la degradación del
hombre y el germen que encierra en sí un potencial de plenitud humana.
Esta observación conlleva un posicionamiento desde el territorio propio.
Diría un pensar situado. (Cfr. Gera Lucio, en AAVV, Escritos teológicos
Pastorales de Lucio Gera, 2, De la Conferencia de Puebla a nuestros
días, Ágape, Bs As. 2007, 304 y ss.).
Esta apreciación es retomada en la IV Conferencia en Santo Domingo,
que ubica a Cristo en el centro de la nueva evangelización y une la misma
a la noción de promoción humana e inculturación del Evangelio. Suma la
perspectiva del diálogo con la modernidad y la post-modernidad, caracterizándolas desde el cuestionamiento, pero reconociendo el desafío a la
evangelización de la cultura (SD 24, 298)
Asume un tema nuevo como es el de la urbanización creciente, que
tiene consecuencias en las relaciones sociales, que se vuelven más funcionales que personales tendiendo a una universalización uniforme de
las mismas, donde la trascendencia se olvida y el ser humano se encierra en su propia inmanencia, valorando su libertad, autonomía, y racionalidad científico-tecnológica. Los obispos también expresan la preocupación por la expansión de la pobreza y la miseria en las periferias de las
metrópolis. (cfr. SD 255)
Ante esta realidad los obispos reunidos en Santo Domingo, se comprometen “a trabajar en una evangelización inculturada que penetre los
ambientes de nuestras ciudades, que se encarne en las culturas indígenas y afroamericanas, por medio de una eficaz acción educativa y de una
moderna comunicación” (SD 303) (cfr. Galli, Carlos, o.c., pgs. 103-120)
La Conferencia de Aparecida (2007)
Así como en Medellín aparecía la clave de la promoción humana, en
Puebla era sustancial el concepto de cultura, en Santo Domingo se hablaba de nueva evangelización e inculturación del evangelio, en Aparecida se habla de vida plena.
Aparecida se piensa como un acontecimiento del Espíritu Santo, un
nuevo Pentecostés, que llama a todos los miembros del Pueblo de Dios a
ser discípulos del Cristo resucitado, para que “nuestros pueblos tengan
vida en El” ( A 1).
195.
Los obispos unen esta llamada al discipulado con el hecho de la misión.
Ser discípulos de Cristo es ser misionero y esto implica una parte “esencial de la evangelización, que incluye la opción preferencial por los pobres,
la promoción humana integral, y la auténtica liberación cristiana” ( A146)
En esta continuidad innovadora, la quinta conferencia manifiesta el
estado de misión permanente con el objetivo de dar vida plena. Lo interesante es que plantea una misión continental, de Amèrica Latina y
el Caribe. Si bien todos los documentos de las Conferencias Generales
del Episcopado Latinoamericano ( ahora también del Caribe), tienen esa
presencia continental, Aparecida lo presenta como esencial. No creo
equivocarme si noto en esta tonalidad superadora la influencia de nuevas realidades políticas, suscitadas en el continente.
Otro de los aspectos importantes en Aparecida es el referido a la Pastoral Urbana, El espíritu esperanzador se manifiesta en la afirmación Dios
vive en la ciudad” (A 514). El encuentro con Cristo se produce, de variadas
formas, en la Palabra de Dios, la Liturgia, especialmente en la Eucaristía, en la oración personal y comunitaria y en los “que dan testimonio de
lucha por la justicia ,por la paz, y por el bien común… en todos los acontecimientos de la vida de nuestros pueblos, que nos invitan a buscar un
mundo más justo y más fraterno, en toda realidad humana…” (A 256).
Rescata de una manera especial la piedad popular, así se expresa
“La piedad popular es una manera legítima de vivir la fe, un modo de
sentirse parte de la Iglesia y una forma de ser misioneros, donde se
recogen las m´s hondas vibraciones de la América Profunda. Es parte
de una originalidad histórica cultural de los pobres de este continente y
fruto de una síntesis entre las culturas y la fe cristiana” (A 264)
Aparecida al presentarse con la fuerza del Espíritu Santo, acontecimiento que deviene libro escrito, pero que contiene la experiencia de los
sabores y sinsabores del siglo XX y los albores del XXI, manifiesta claramente, en sus páginas una marcada alegría, como también se evidencia
la influencia del entonces Cardenal Bergoglio.
Conclusiones
Cinco Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y ahora también del Caribe, expresan el camino pastoral y teológico que han
ido haciendo en común las Iglesias de América Latina en la segunda parte del siglo XX y el comienzo de este siglo XXI. Pienso que han contribuido
de manera muy importante a conformar no sólo la identidad pastoral de
nuestras Iglesias, sino también la identidad católica, espiritual y social,
de nuestros pueblos.
196.
Asimismo es un ejemplo para el resto de las conferencias episcopales, ya que constituye un hecho singular en la historia de la Iglesia como
también en la apertura y concreción novedosa del Concilio Vaticano II y
de otros documentos Pontificios.
De un modo muy esquemático, puedo sintetizar en la Evangelización,
el sustrato que recorre y unifica a las cinco Conferencias Generales.
Con el acento específico de cada una de ellas. Por ejemplo, la principal
preocupación de Río fueron los evangelizadores, en Medellín la evangelización en su relación con la promoción de la persona humana y la
sociedad latinoamericana; en Puebla la evangelización de la Iglesia y la
cultura de los pueblos, en Santo Domingo Jesucristo es el centro de la
nueva evangelización, en Aparecida, evangelizar para que los pueblos y
los miembros del mismo tengan vida plena.
Me quedan resonando algunos temas que comparto: La apertura pastoral hacia los excluidos, la comprensión comunitaria de la fe en las comunidades de base, la renovación en los métodos teológicos, que se
expresaron en la teología de la liberación por un lado y en la del pueblo,
por otro, la religiosidad popular, las definiciones sobre el significado de
cultura latinoamericana, el modelo de inculturación para la evangelización, las denuncias sobre la explotación de los pobres o sobre la doctrina
de seguridad nacional.
No temo equivocarme si afirmo que la perspectiva de una geopolítica
continental tiene mucho que abrevar en los documentos de los Obispos
Latinoamericanos. No es descabellado pensar que la lucha por la distribución del poder, en todos sus enclaves, económicos, políticos, culturales,
religiosos, devienen continentales y ya no nacionales. Latinoamérica es
una y plural. El sustento de la cultura una, en clave poliédrica es clave
para una política regional que necesita de la savia de la vida de los pueblos.
Al mismo tiempo la elección de un Papa de las periferias, marca un
antes y un después. Si hablamos de los signos de los tiempos, aquí tenemos a uno. Francisco es producto de una Iglesia que ha tenido un
gran aporte a la teología-pastoral, realizada en el barro del compromiso político por la justicia social, la soberanía política y la independencia económica.. El sinuoso proceso histórico tiene en este momento
una cristalización especial, se diría un kairós, ( tiempo oportuno) con la
elección del Papa Francisco, cuyo significado más profundo habrá que ir
delineando, pero que en principio indica una fuerte valoración de la praxis y el pensamiento eclesial latinoamericano y un horizonte significativo
que plasma una decisión geopolítica sin precedentes.
197.
El Movimiento de los Trabajadores en la Argentina y
en América Latina
Carlos “Pancho” Gaitán222*
Con el surgimiento del Peronismo en la Argentina el movimiento sindical llegó a tener en 1955 seis millones de trabajadores organizados (60
veces más que en 1943), aunque el cambio ocurrido no puede ser medido
sólo por una cuestión cuantitativa, ni siquiera por las mejoras logradas
para los trabajadores a partir de 1943 y mucho más desde 1946, que
fueron cuantiosas y sustanciales, sino por la participación protagónica
de los trabajadores en la acción de gobierno.
Como lo explicó Perón el 24 de febrero de 1949 a los representantes
sindicales, reunidos en la CGT, donde concurría dos o tres veces por
mes: “Dentro de la sociedad argentina, un trabajador tiene una posición distinta a la de antes. Es consciente y es respetado por su patrón
y por sus compatriotas y, en segundo lugar, comparte hasta las tareas
de gobierno, cosa que antes nadie había soñado. De eso nos hemos preocupado especialmente. Hoy mismo está reunida una convención que
va a modificar la Carta Fundamental que tiene el país. Más del 50 por
ciento de quienes la componen son trabajadores. Eso, para la oligarquía
resulta una verdadera afrenta al país, que un hombre “de ésos” –según
ellos- se pueda sentar en la Convención Constituyente.
Lo que más ha mortificado a cierta gente es que hayamos metido allí
a hombres que, según ellos, no son “decentes”. En este país antes, para
ser decente, había que usar cuello duro, bastón, tener cuatro o cinco
apellidos y no haber trabajado nunca”. 223 *
La Constitución Nacional argentina proclamada en 1949, incorporaba
222 Fue miembro del Comité Central Confederal de la CGT, Director del Instituto Andino de Estudios Sociales (INANDES) Secretario General de FLAT y de FLATIC, Vicepresidente de la Federación
Mundial de Trabajadores de la Industria, primer Secretario de Derechos Humanos del PJ y miembro
de APDH.
223 Alocución del Presidente Perón, en la CGT, el 24/02/49 Pavón Pereyra, Obras Completas
198.
a la misma los derechos de los trabajadores, de la familia, de los ancianos y de los niños y junto a ellos, la función social de la propiedad;
el capital al servicio del bienestar social; y en la actividad económica,
la propiedad inalienable de la Nación, sobre el suelo y el subsuelo y los
bienes minerales y fuentes de energía.
La búsqueda de la igualdad como producto de la justicia social, en la
que el equilibrio del capital y del trabajo se expresó por tener un 50 por
ciento de la distribución de los ingresos entre patrones y trabajadores,
era consecuencia de la concepción ideológica planteada en la Comunidad Organizada, como fundamento filosófico del peronismo, en la que
el hombre y la mujer eran el eje y sustento de la sociedad organizada
inescindible de la comunidad.
La idea de la justicia social, que era parte de la propuesta de una Patria Justa, Libre y Soberana, era al mismo tiempo consustancial a la idea
de la Patria Grande latinoamericana como única manera de lograr que la
soberanía pudiese materializarse, en el ejercicio del respeto a los intereses de los demás pueblos de la América Latina y de la complementariedad de sus bienes y riquezas, en el marco de una soberanía compartida
trabajando por la unidad e integración de los pueblos.
Por ello, el Movimiento Obrero organizado de la Argentina propuso organizar la ATLAS –Asociación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalizados-, en la que participaron organizaciones de trabajadores de todos los países de la América Latina desde Argentina y Chile hasta México.
La propuesta de unidad de los pueblos de la América Latina realizada por el Presidente Perón, estaba basada en la doctrina de la Tercera
Posición, alejada tanto de la concepción de un capitalismo individualista
como de un colectivismo totalitario. La Tercera Posición se concebía en
el marco de una sociedad en la que la comunidad era el sustento de la
unidad nacional y la paz, donde el capital debía estar al servicio de la
economía y ésta al servicio del hombre. Los países identificados como
del tercer mundo eran el marco socio económico geográfico de acción y
proyección de los pueblos de la América Latina, nuestros hermanos de
la Patria Grande, actores de un mismo origen y similar destino.
La unidad e integración de nuestras naciones –decía Perón- es una
tarea tan importante que no podemos dejársela a los comerciantes sino
que deben abordarla los trabajadores organizados, para garantizar la
participación de los pueblos.
“Debemos ir –dijo Juan Perón el 11/11/73, en la Base Naval de Puerto
Belgrano-, a la integración continental latinoamericana, como ya se ha
realizado en otros continentes, porque esto es lo que permite llegar a in199.
tegraciones mayores. Desde el hombre aislado, hasta el continentalismo
actual, hemos pasado por etapas y todas ellas han tendido siempre hacia
integraciones mayores. Probablemente la próxima sea el universalismo.
Para entonces deberemos estar unidos, organizados y preparados para
defendernos, porque ese universalismo a corto plazo –yo no creo que
pase del año 2000, o sea dentro de 27 años- se hará por los poderosos y
por los grandes”.
Para Perón estuvo en claro desde siempre, la presencia nociva de los
imperialismos. “La historia de los pueblos –decía en 1968-, desde los fenicios hasta nuestros días, ha sido la lucha contra los imperialismos; pero
el destino de esos imperialismos ha sido siempre el mismo: sucumbir.
Hoy, el imperialismo capitalista en perfecto acuerdo con el imperialismo
soviético, lucha por subsistir en un medio que ha comenzado a comprender la verdad y que trata de alinearse en un “Tercer Mundo” decidido a
no entrar en el juego a que quieren llevarlo los actuales imperialismos”.
“La existencia del Tercer Mundo -decía-, enfrentado a los actuales
imperialismos constituye el intento de liberación que gravita hacia una
integración histórica que ha de ser simultánea a la integración geopolítica. Durante los diez años del Gobierno Justicialista (1946 – 1955) la
República Argentina fue libre y soberana. Nadie metió en ella sus narices sin que llevara su merecido. Pero al cabo de diez años, la sinarquía
internacional coaligada con el cipayismo vernáculo al servicio del colonialismo, nos aplastaron. Ello es lo que parece probar que la liberación
no puede ser un hecho insular ni aislado, es preciso pensar entonces
que el proceso de liberación ha de ser precedido por una integración
del Tercer Mundo que, por una acción conjunta, represente una garantía
para la liberación permanente que necesitamos”.
Como podemos ver tantos años después, Juan Perón no se equivocó
un ápice y por ello seguimos en el desafío de encontrar el camino. Esperamos que la UNASUR y la CELAC lo sean y las organizaciones sindicales,
en particular las Centrales Nacionales de trabajadores de Sur América
comprendan y compartan esta necesidad y actúen en consecuencia.
Tampoco había pasado desapercibido para Perón el intento del imperialismo de manipular el Movimiento Sindical Argentino. Decía: “No ha
pasado inadvertida para el imperialismo la existencia en nuestro país de
una organización sindical tan importante por su cohesión y organización,
que ha pasado a ser un “factor de poder” en la comunidad argentina. Por
eso no desean dejar a este sector tan importante sin intentar por lo menos coparlo, como han venido haciendo con todas las demás fuerzas”.
200.
“Los dirigentes sanos, honestos y capaces no pueden caer en semejante trampa. Los venales que obran con “sobreentendimientos” nunca
son peligrosos, si la corrupción no es generalizada”224.
El movimiento sindical está hoy implantado en todo el mundo, aunque
con diversos niveles de desarrollo y diferentes modelos organizacionales.
Su origen en Europa, se remonta hacia las dos terceras partes del siglo
XVIII, cuando después de la revolución industrial, producto del invento de
la máquina a vapor, surgieron los gremios de artesanos, las sociedades
secretas y las hermandades, para empezar a enfrentar situaciones de
híper explotación y lamentables condiciones de vida y de trabajo.
La constitución de la Asociación Internacional del Trabajo -AIT- o ‘Primera Internacional’, el 28 de septiembre de 1864 en Londres, se señala
como el momento en que toma identidad organizativa el sindicalismo,
siendo los anarquistas orientados por Bakunin, los que ganan en influencia para imponer concepciones y métodos de lucha que confrontan
con corrientes marxistas.
La práctica de esas luchas producen, entre otras, las confrontaciones
en Chicago, con la histórica huelga del 1º de Mayo de 1886 por las 8 horas
de trabajo, que es reprimida a sangre y fuego y sus líderes ahorcados.
En Argentina tuvieron su correlato en las luchas de los trabajadores
metalúrgicos de los Talleres de Pedro Vasena, en diciembre de 1918, con
400 muertos y en la semana trágica de la Patagonia en 1921, donde los
trabajadores fueron salvajemente reprimidos por las policías bravas y el
Ejército al servicio de los capitalistas ingleses, debido a la presión llevada a cabo por el gobierno británico sobre el Presidente Hipólito Yrigoyen.
Se contabilizaron entonces más de 1500 muertos.
En varios países hermanos de América Latina -al igual que en Argentina- son fundamentalmente los inmigrantes europeos que vienen en
búsqueda de mejores posibilidades de trabajo y de vida los que, liderados
por militantes que muchas veces venían perseguidos de sus patrias, comienzan el desarrollo del movimiento sindical, organizando mutuales,
cooperativas, sociedades de socorros mutuos o hermandades, para ayudar solidariamente a sus paisanos y sus familias.
Los sindicatos en Argentina a fines del siglo XIX y comienzos del XX
mantienen muchas veces los vínculos del viejo terruño y de oficios específicos. Italianos; españoles; gallegos; alemanes; de trabajadores
gráficos e imprentas; ferroviarios, panaderos, mosaístas y otros, y una
clara identificación ideo-política: anarquistas; socialistas; sindicalistas
224 La Hora de los Pueblos. Ed. Pleamar. 1973
201.
(escindidos del socialismo) y, luego de 1920, comunistas. Organizadores
e ideólogos impactaban a la naciente clase trabajadora en Latinoamérica. El inmigrante italiano Enrico Malatesta; Luis Emilio Recabarren de
Chile, el amauta José Carlos Mariátegui de Perú, Lombardo Toledano de
México entre otros, se destacan por sus aportes.
En Uruguay, en Cuba, en Chile, en Colombia y en Perú, se viven y debaten situaciones similares. Posteriormente, ya en la década de los ’50,
el argentino Emilio Máspero desde Centroamérica y el Caribe, con un
pensamiento humanista y cristiano, impulsa la organización de los trabajadores en una perspectiva latinoamericanista.
Veinte años antes, en 1930, las cuatro centrales sindicales existentes en
Argentina llegan a la conclusión de que la única posibilidad de tener éxito
en sus luchas es poniendo en práctica una de las consignas sustanciales
del movimiento sindical, hasta ese momento nunca lograda: la unidad.
El 27 de septiembre de ese año surge la Confederación General del
Trabajo de la República Argentina.
La crisis internacional de 1929 y el comienzo de la llamada segunda
guerra mundial acelera el proceso de migración interna del campo a la
ciudad y miles de trabajadores, llamados despectivamente por sectores
sociales de la burguesía porteña “cabecitas negras”, se instalan fundamentalmente en el Gran Buenos Aires y se incorporan a la industria de
la carne y de la alimentación que debe proveer de alimentos a Europa y
contribuyen al proceso de industrialización para la sustitución de importaciones que comienza entonces en la Argentina.
La Revolución Militar de 1943 que toma el gobierno para terminar
con el fraude electoral y la entrega de los resortes de la economía al
extranjero, encuentra a los trabajadores divididos en dos centrales: la
CGT Nº 1, dirigida por el socialista anticomunista José Domenech de la
Unión Ferroviaria y la CGT Nº 2, liderada por el fundador del sindicato
de Obreros Municipales, Francisco Pérez Leirós, socialista democrático,
pro PC. En esta última se nuclearon los sindicatos con conducciones de
orientación comunista.
El gobierno militar traía en su seno a un joven coronel que toma la
causa de los trabajadores y desde la recientemente creada Secretaría de
Trabajo y Previsión convoca a los sindicalistas y a los trabajadores pidiéndoles que se organicen, que se unifiquen y luchen por sus derechos. Ese
Coronel, Juan Domingo Perón, promueve una legislación de asociaciones
profesionales que genera un nuevo modelo de organización sindical, que
va a ser la razón del éxito del Movimiento sindical argentino: la organización de los trabajadores por rama de producción o sector de la economía.
202.
El denominado “sindicato industrial”, que nuclea a todos los trabajadores
de cada sector. En la industria metalúrgica -por ejemplo- son todos metalúrgicos, al margen de la tarea, oficio o especialidad de cada trabajador
y se benefician con un convenio colectivo de trabajo de nivel nacional,
pactado por la organización con la Cámara empresarial del sector.
Este modelo recién hoy, más de medio siglo después, está siendo
comprendido y asumido por la central regional Confederación Sindical
de Trabajadores de las Américas -CSA- recientemente creada.
A partir de la finalización de la segunda gran guerra en 1945, existió la decisión, impulsada por los sindicatos de los países aliados en la
contienda, de constituir una central sindical mundial unificada. Pero la
intención duró poco, pues los sindicatos de la Unión Soviética, que respondían a la estrategia comunista, cuestionaron la política impulsada
por los países capitalistas y particularmente los Estados Unidos de Norteamérica, que impusieron el Plan Marshall de reconstrucción de Europa. Esto trajo como consecuencia que la Federación Sindical Mundial se
opusiera al modelo de reconstrucción de Europa y que los sindicatos de
los países capitalistas se fueran de esta central en 1947 y el mundo, con
el comienzo de la guerra fría, quedó dividido en dos esferas de influencia
y también el sindicalismo internacional.
El movimiento sindical quedó –sin contar los chinos y la mayoría de
los países islámicos- expresado en tres grandes tendencias. Los llamados “libres” -CIOSL225- socialistas y social demócratas que respondían
a la influencia de los EE.UU. y los países capitalistas; los orientados por
los comunistas con la influencia de la URSS, con la sigla FSM226; y los
cristianos CISC, posteriormente CMT227 -católicos y protestantes- que
desde 1919 venían cuestionando la influencia marxista en el campo de
los trabajadores.
Estas tres tendencias se expresaron en las Regionales y en particular
en América Latina y el Caribe a partir de los años 50 hasta el año 2008,
cuando se logró la unificación, con el nacimiento de la Confederación
Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas.
Este surgimiento, a partir de la unificación de la ORIT – Organización
Regional Interamericana de Trabajadores-, filial de la CIOSL; con la CLAT
-Central Latinoamericana de Trabajadores-, filial de la CMT, más algunas organizaciones independientes o no afiliadas, fue en el Continente
225 Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres
226 Federación Sindical Mundial
227 Confederación Mundial del Trabajo
203.
Americano, el correlato lógico del proceso de unidad a nivel mundial,
que culminó en Viena el 2 de noviembre de 2006.
Este hecho fue el producto de la finalización de la guerra fría en 1989,
sobre el que trabajaron dirigentes europeos y aunque fue presentado
como el nacimiento de una central unitaria en realidad fue inteligentemente instrumentado por el sindicalismo de los países ricos, comandados por la social democracia europea y usufructuado por sectores
ligados a una estrategia de capitalismo globalizado. Aunque mantiene
banderas de derechos humanos y sociales hoy incorporados a la formalidad discursiva de los países capitalistas y en ámbitos de discusión
internacional tripartita como la OIT; no deja de servir a las contradicciones de los países industrializados hoy viviendo una crisis muy aguda
en Europa y en los propios Estados Unidos de Norte América que, como
siempre, intentan que los costos los paguen los más pobres.
En cada país de la América morena con raíces americanas, ibéricas y
africanas, se dio, de manera simultánea, un proceso de desarrollo inarmónico de organización de los trabajadores con resultados diversos según las posibilidades de organización, como producto del desarrollo industrial de cada país, de la capacidad y de la fortaleza de sus bases y de
sus cuadros dirigenciales ya que –como decía el Presidente Perón – “las
organizaciones valen no sólo por su número, sino por la calidad de sus
cuadros dirigentes”. El factor que influye decisivamente es la orientación
de los gobiernos de los países y sus políticas en lo general y particularmente en sus políticas sociales y laborales.
Los gobiernos reaccionarios, conservadores, pro patronales, son refractarios a medidas que favorezcan a los derechos de los asalariados
y de los trabajadores en general. Antes, más que ahora, la tendencia
general era la de mantener a los trabajadores y a los sectores populares
postergados y sometidos. Por el contrario, los gobiernos más populares,
progresistas o revolucionarios, promueven y aceptan las luchas populares y el logro de sus conquistas sociales, políticas y económicas.
Esto es lo que pasó en la Argentina a partir de la aparición de peronismo. Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión y más aún desde la elección como Presidente de la República de Juan Domingo Perón hubo, en
la historia social y laboral de Argentina, un antes y un después, con la incorporación de la clase trabajadora a la vida y acción política de la Nación.
Las conquistas del pueblo y de la clase trabajadora tomaron como
base la dignidad del trabajo y de los trabajadores y a partir de ahí se promulgó el aguinaldo o 13º sueldo, la contratación colectiva, el respeto a
las leyes laborales y sociales y miles de nuevas conquistas.
204.
La OIT -Organización Internacional del Trabajo-, primera organización tripartita de las Naciones Unidas, ha crecido en importancia y sobre
todo en la universalización del respeto a la legislación laboral y de los
convenios y recomendaciones consensuadas en materia laboral y social,
aunque siguen en muchos países las violaciones, los incumplimientos,
incluso en países ricos como los Estados Unidos, que no han ratificado
algunos Convenios básicos de la OIT, como son los números 87 y 98 que
determinan, respectivamente, el derecho a la libre organización sindical
y el derecho a la contratación colectiva.
No obstante lo avanzado, la situación desigual sigue dándose. La tasa
de afiliación y desorganización de los trabajadores es notable, con países
como Paraguay, por ejemplo, en donde sólo el 2% de los trabajadores
están organizados. O como Chile, donde aún sigue vigente la legislación
pinochetista y se puede hacer un sindicato con 8 personas con el pretexto de la libertad sindical, cuando está claro que una organización con esa
cantidad de trabajadores no tiene fuerza para lograr nada. Así también
otros países como Guatemala o Colombia, donde ser sindicalista es una
de las tareas o trabajos más riesgosos, y la tasa de asesinatos a dirigentes sindicales y sociales estremece al más fogueado.
Con la imposición de la globalización económica finalizó el modelo
‘fordista’ de organización en la producción, que preveía la contraparte
social unificada y se aplicó un nuevo modelo en el marco del ‘justo a
tiempo’. Con la imposición del modelo neoliberal, se establecieron nuevas normas que impactaron en forma negativa en los trabajadores y los
países menos industrializados. Fue un modelo que empezó a imperar,
a partir de los años 80 (en Argentina a partir de 1976) en más de 130
países. Impusieron así el achicamiento del Estado, la privatización de las
empresas, la liberalización del comercio, la tercerización, la flexibilidad
y la desregulación laboral, la deslocalización de las empresas y todas
las medidas que hacen a las leyes de la economía en el modelo neo liberal, siendo su objetivo el de eliminar al sindicato como actor social. Esta
misma tendencia se da en la campaña de desprestigio del sindicalismo
y de los partidos políticos establecida en los centros de poder mundial y
llevada adelante por la mayoría de los medios de comunicación.
Hoy, los trabajadores de la América Latina y el Caribe, organizados
en la CSA; también en la FSM y no afiliados que quedan, luchan por el
derecho de organizarse sindicalmente, de contratar colectivamente y de
ejercer el derecho de huelga. Y junto a ello, por erradicar el trabajo de
niños; el trabajo “en negro”; y por lograr una verdadera equidad para
las mujeres trabajadoras. Ello será parte de avanzar en la lucha para
205.
eliminar la pobreza. Según datos expresados en el documento del próximo Congreso de la CSA, tomados de la CEPAL “en América Latina en
2010 había 180 millones de pobres. En la actualidad el 32,1 % de la población latinoamericana es pobre o indigente” y mientras subsista esta
desigualdad no habrá justicia ni seguridad. Los niños, jóvenes y mujeres
son los más afectados en esta situación. Incluso en los Estados Unidos
de Norteamérica donde, según el Instituto de Censo de ese país, 46,2
millones de personas, en 2010, estaban viviendo bajo la línea de pobreza
y casi 50 millones no tenían una cobertura de salud.
Para el sindicalismo, repensarse como Movimiento de Trabajadores
es clave. Cuando Perón planteó aquello de que en Argentina “debía haber una sola clase de hombres: los que trabajan”, proponía una definición ideológica estratégica de fondo. No era la lucha sólo de la clase
obrera lo que expresaba esta concepción, sino la participación de todos
los trabajadores, cualquiera fuera su especialidad y ubicación, geográfica o sectorial: privados o públicos; urbanos, rurales o campesinos;
obreros o empleados; manuales o intelectuales, de la educación y de
la cultura, de la industria o los servicios, de overol o de cuello blanco.
La concepción de movimiento de los trabajadores, contiene y supera la
concepción marxista de la clase obrera.
Esa nueva clase trabajadora cada vez más impactada por la capacitación y las nuevas tecnologías, será la destinataria del futuro de lo que
todavía hoy se conoce como el Movimiento Obrero y sus organizaciones,
que ya están empezando a vivir un proceso de cambio, de autorreforma
sindical, en la que la mayor participación de las bases trabajadoras, en
su vida social democrática, pueda tener el protagonismo necesario en el
conjunto de la sociedad de la que son parte, para construir junto a las
grandes mayorías su propio destino.
Los nuevos desafíos están ligados a la realidad de una economía cada
vez más concentrada en las empresas transnacionales; al desafío de
contribuir a generar una política medioambiental, donde los problemas
del cambio climático y la contaminación irresponsable del medio ambiente -producto de ambiciones individuales o sectoriales- sean superados solidariamente, una sociedad en donde los derechos humanos y
sociales sean un valor universal para todos. La integración regional en
la UNASUR y en la CELAC en base a lo nacional, popular y social, con
una amplia comprensión de los derechos de todos y cada uno constituye
el prerrequisito, como única manera de poder solucionar los problemas
de fondo. Pero una integración básicamente de los pueblos y no sólo de
los comerciantes. Abordar los problemas de la educación y de la capa206.
citación técnico profesional para todos es también básico, así como la
necesidad de lograr una salud ocupacional, pero no sólo para quedarnos
ahí, sino como un paso para lograr una eficiente salud y previsión social
para el conjunto de la población.
La realidad expresada y las ideas plasmadas como las principales preocupaciones del sindicalismo latinoamericano, son parte de una plataforma política de los trabajadores que consideramos debemos llevar en
la perspectiva de participar con iguales derechos y oportunidades en la
política nacional, junto a todas las expresiones de la sociedad nacional.
Trabajar por la unidad nacional y la ciudadanía latinoamericana para
compartir un proyecto estratégico compartido por amplios sectores, claramente expresado y trabajado sin sectarismo ni dogmatismo, es de vital
importancia para abordar el desafío de la unidad en la Patria Grande.
Pero sin lograr este objetivo superior, donde el equilibrio, la madurez,
desterrando intereses menores y chauvinismos retrógrados, no podremos resolver los problemas estratégicos para un desarrollo autónomo.
Lograr un desarrollo científico y tecnológico que sirva a los pueblos y a las
grandes mayorías latino-americanas solo será posible con el respaldo de
los más de 600 millones de habitantes que tenemos en la región, con la
suma de la energía hidroeléctrica del Guri, con Itaipú y Yaciretá –una de
las mayores instalaciones hidroeléctricas del planeta- y unir la Cuenca
del Orinoco con la Cuenca del Plata por la hidrovía, así como la construcción de un ferrocarril que una a todas las capitales de la América del Sur.
Este Continente, con las mayores riquezas y reservas de bienes y de
agua dulce del planeta, pero también actualmente con las mayores injusticias, sólo podrá resolver sus problemas concretando el sueño de los
Libertadores, para lo que tenemos todas la posibilidades.
“Si algún día integramos el Continente Latinoamericano, la base de
esa integración ha de ser de los Pueblos. No se construyen pirámides
empezando por la cúspide, sino que es menester hacerlo comenzando
por la base, y la base para mí, son las organizaciones Gremiales y las
Organizaciones Sindicales”228.-
228 Presidente Juan Domingo Perón, discurso dado en la CGT, Buenos Aires 2 de noviembre de 1973.
207.
Una introducción al sistema mundo del siglo xxi
Miguel Angel Barrios1*
Perón representa el primer teórico y político de la autonomía periférica o realismo periférico o liberacionista, y es nuestra hipótesis.
Y no podemos soslayar un dato llamativo, el desconocimiento o “ninguneo” que existe a su teoría y praxis del continentalismo en el campo en general de las universidades. También es un llamado de atención, para aquellos muchos seguidores del peronismo que quedaron prisioneros de frases
de Peron, algunos por desconocimiento, otros por omisión deliberada.
Es el momento de unir praxis y teoría, la mundialización nos interpela.
Y es ahora o nunca.
El siglo XXI se inició con novedades geopolíticas de una magnitud de
cambio época. Antes de entrar a analizar el funcionamiento del sistema
mundo, es necesario repasar algunas de estas novedades, aunque sea
de manera esquemática y sucinta:
- El epicentro geoeconómico del sistema mundo será el Océano Pacífico y el Índico, lo que trae aparejado el rol de segundo orden del Océano
Atlántico, eje predominante desde el siglo XV hasta gran parte del siglo XX.
- La agenda climática forma parte del meollo de un modelo de desarrollo sostenible y sustentable de la humanidad que tenga como prioridad la preservación de la tierra, ya que el antroprocentismo moderno, “paradójicamente ha terminado colocando la razón técnica sobre la
realidad”. El Papa plantea en la Encíclica que el cambio climático es un
problema global en que los peores impactos recaerán sobre los países
en desarrollo y hace hincapié en la intima relación “entre los pobres y
la fragilidad del planeta”. Advierte que la escasez de agua provocarà el
aunmento del costo de los alimentos y que los recursos de la tierra son
1 Profesor de Historia, Magister en Sociologia y en Educación, Doctor en Educacion, Doctor en
Ciencia Politica, Diploma en Relaciones Internacionales. Ha escrito más de veinte obras sobre integración Latinoamericana. Dicta cursos y seminarios en Academias Diplomáticas y Militares de
America Latina.
208.
depredadoras por “formas inmediatistas” de la actividad productiva. Critica que en las cumbres mundiales sobre el ambiente no haya habido
acuerdos significativos por falta de decisión política. Y sostiene que los
países industriales, desarrollados a costa de la emisión de gases invernaderos,tienen más responsabilidad en aportar soluciones por el daño
que causaron a la tierra. (Carta Enciclica Laudato Sii. Sobre el cuidado
de la casa común). Los lobbys petroleros norteamericanos reaccionaron
con dureza ante la Enciclica “Alabado seas”
- La emergencia de los Estados continentales industriales como únicos sujetos reguladores del sistema mundo implica el colapso definitivo
del Estado- Nación clásico. Estados Unidos, China, Rusia, India, representan una demostración elocuente de lo dicho. Europa resulta un interrogante, porque debe resolver la identidad de la Unión Europea, de la
Eurozona y de la OTAN. La crisis griega refleja en plenitud esta crisis.
El mundo islámico depende en gran parte de la fortaleza de su mayor
Estado regional, que es Irán. África es un continente de inmensos recursos naturales cuya debilidad son sus divisiones étnicas. América Latina y
Caribeña constituyen una gran posibilidad, en la medida en que América
del Sur logre su integración.
- La relación entre EEUU y China es un elemento esencial del “orden”
internacional, y la perspectiva de paz y orden global bien podría depender de ella. “Ambas son menos Naciones en el sentido europeo que expresiones continentales de una identidad cultural. Tal afirmación es la
máxima forma de realismo”, afirma Henry Kissinger, uno de los estrategas más importantes del siglo xx ( Kissinger, Henry 2010, “Un mundo
complejo y lleno de incertidumbres”, Clarín Bs. As, 4 de diciembre, p. 17)
- La crisis del capitalismo financiero mundial que parte del centro del
poder político global en el fondo refleja la necesidad de reformular un nuevo orden económico mundial ante las dificultades del dólar como moneda
de reserva mundial y el fracaso de la “ autorregulación” de los mercados.
- La fundación del Banco Asiatico de Inversiòn e Infraestructura es
una institución que responde a la nueva lógica geoeconómicoa del escenario geopolítico mundial. Impulsada como un motor de los BRICS , se
presenta como una alternativa ante el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, de ahí la fuerte oposición de los EE.UU. Sin embargo
la nueva correlación de fuerzas geopolíticas se puso en evidencia en este
punto, a tal punto que cuenta con la adhesión de Alemania, Inglaterra,
Francia, Italia y Australia y Japón, representa una incógnita. Este nivel es
clave, para entender el nuevo cauce multipolar.
209.
-Las ONGS son en su mayor parte, organizaciones que buscan sisolver el Estado, en nuestros países. Por supuesto no hay que generalizar.
Pero si, advertir.Su contexto de fundación se da en el marco del articulo
71 de la Carta de las Naciones Unidas en 1945. Muchas veces actúan
aliadas de las empresas transnacionales que buscan controlar sectores
estratégicos: minería, petróleo, banca y agricultura y las ONGS cierran
el circulo con su presencia en salud, educación, cultura, microempresa
y medio ambiente. Su proliferación es notable que en el mundo existen
4 millones y en Rusia solo 220 mil..En Estados Unidos las ONGS deben
presentar cuatro informes anuales y en Israel no pueden recibir donativos superiores a 5 mil dólares al año. Esto no implica desconocer el
dinamismo de la sociedad civil en la vehiculización de las ONGS, pero su
lógica hegemónica es èsta, como nos lo demuestra permanente el gran
latinoamericanista boliviano Andres Soliz Rada.
- El actual funcionamiento del sistema capitalista mundial presenta
cuatro problemáticas simultáneas: la social – mediante la destrucción
de puestos de trabajo-, la alimentaria, la financiera y la energética de los
recursos naturales.
- La explotación de los recursos naturales no convencionales,(petróleo y gas) traen como consecuencia una crisis en el precio del petróleo y
un interrogante central, si en verdad EEUU logró su independencia energética y cuál será la reacción geopolítica de los países productores de
petróleo.
- EEUU ha enfocado su estrategia de seguridad nacional en el área
Asia-Pacífico. El diseño de un nuevo mapa de Oriente Medio, el diálogo
con Irán, el papel de Turquía, la crisis Siria y el rol de Rusia, junto a
las enormes incertidumbres que genera el autodenominado “califato
islámico” con apoyo de sectores de Occidente, aceleran una grave crisis
mundial, que hacen decir al Papa Francisco que se vive una tercera guerra mundial en tramos.
- La aparición de un Papa Jesuita Latinoamericano por primera vez
en la historia, y con la autoridad moral del Papa Francisco generan una
enorme potencialidad a una voz, que se ha transformado en el mayor poder ético del mundo y que denuncia a la globalización de la indiferencia.
Es una enorme novedad estratégica.”Se considera al ser humano en si
mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del descarte , que además se promueve. Ya
no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión,
sino de algo nuevo:con la exclusión queda afectada en su misma raíz la
210.
pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se està en ella
abajo, en la periferia o sin poder,sino que se esta afuera.Los excluidos no
son “explotados” sino desechos ,”sobrantes”. (Evangelli Gaudium).
- La explosión demográfica posee una tendencia histórica creciente:
de mil millones de habitantes en la segunda mitad del siglo XIX dos mil
millones de habitantes en la década de 1930, tres mil millones en 1959,
cuatro mil millones en 1974, cinco mil millones en 1987, seis mil millones en 1998, y siete mil millones de habitantes en 2011. Sus características particulares son, para Europa, el envejecimiento de su población y el
consecuente impacto en los sistemas sociales; mientras en América latina y Asia existen altas dotaciones juveniles. En cuanto a África, su taza
de mortalidad es dramáticamente alta (el drama de los indocumentado
muestra esta cara de la realidad)
- India sobrepasará a China como el país màs poblado del mundo en
el 2022, con 1400 millones de habitantes. Actualmente, 1310 millones de
habitantes viven en India, frente a los 1380 millones que habitan en China, una diferencia que desaparecerá en los próximos siete años.
- En el 2050, India con el 19 por ciento de la población global y China
con el 18 por ciento, representarán mucho màs de la tercera parte de la
población planetaria. Y, considerando las tendencias señaladas por el
Fondo Monetario y el Banco Mundial, a la vuelta del 2020, las dos economías responderán por mas del 30 por ciento del PBI global
- Nigeria será el país cuya población aumentará con más rapidez ,
pasando de los actuales 182 a 262 en el 2030 y a casi 400 millones en el
2050.Sobrepasarà a los EE.UU (322 millones hoy) cuya población seguirá
creciendo, pero mas lentamente y llegara en el 2050 a los 389 millones.
- India, Nigeria, República Democrática del Congo, Etiopía, Indonesia
y Uganda concentraràn la mayoría de la población global.
- Latinoamérica y el Caribe pasaran de los actuales 634 millones de habitantes a 721 millones en el 2030, llegando a los 784 millones en el 2050.
- El hecho demográfico configura en si mismo un referente insoslayable para la proyección geoeconómica de un pais
- Se asiste a la necesidad de democratizar el régimen internacional de
la bipolaridad nacida en 1945.
- Se produce la desoccidentalización de la política mundial ante la
emergencia de los Estados continentales industriales, que busca generar un mecanismo de equilibrios de poderes de variante multipolar.
- El sistema- mundo no puede funcionar sin contenido humano. El
realismo puro de la Realpolitik engendrará una geopolítica del caos. La
211.
asimetría social es un verdadero escándalo mundial. El derecho internacional humanitario corre el riesgo de transformarse en irrisorio ante los
episodios de Libia, entre otros.
- El movimiento de los “indignados” iniciados en Madrid y que ha llegado a Nueva York, como reacción social ante la prepotencia del sistema financiero, expresa una crisis estructural con epicentro en EEUU y
Europa.
- Son internas y externas las causas que han provocado modificaciones geopolíticas en el mundo árabe- África y Medio Oriente-, pero en el
fondo subyace la lógica de la guerra por los recursos.
- Al contrario de lo que se afirma simplificadamente en cuanto a su
irrelevancia estratégica, América del Sur surge como un continente con
potencialidades energéticas, acuíferas, en recursos naturales, alimentarios y en biodiversidad.
• La crisis migratoria genera un dramatismo sin igual, y mientras
Europa se encierra se esconde l naturaleza de fondo de la migración que
consiste en un mundo para pocos .Como ai también fronteras de separación se separan con muros de división como el de Mejico y los Estados
Unidos.Existe una gran polémica sobre como denominar a esa masa
humana que presiona en el paso de Calais, en el norte de Francia , o en
Alemania , desde el sur de España,Italia y Grecia.Para los editores del
britpanico The Independient, al menos, es necesario denominarlos refugiadosy no simplemente inmigrantes.Porque la mayoría huye de guerras
civiles o atrocidades étnicas.Perp otros escapan de situaciones sociales
y económicas que también lo condenan a muerte.
• En la CNN , los pedidos del Alto Comisionado de la ONU , es
para que los Estados Unidos como Mèjico y los países centroamericanos
consideren a los niños que cruzan la frontera sur estadounidense se
los considere como refugiados, a lo que la Casa Blanca se niega. En los
últimos meses un precandidato republicano trepo en las encuestas, avivando el fantasma de los inmigrantes , a los que carga de las peores de
las diatribas y prometiendo construir muros a lo largo de toda la frontera-ahora solo existe solo un tramo de unos 600 km- y prometiendo echar
a todos los ilegales.Donald Trump, que de él se trata, tuvo incidentes
con representantes de la comunidad , y llegó a expulsar a un periodista
hispano de una conferencia de prensa.
• La permanente agresividad y violencia contra los negros en
EE.UU y el contexto de belicosidad ponen en el tapete en la Republica
212.
imperial , la regulación de armas de fuego.La tenaz oposición de la Asociaciòn Nacional del Rifle, fundada en 1871, que con sus casi cinco millones de votantes registrados ejerce lobby sobre los congresistas, que cajonean los proyectos presentados a debate.Pero además interviene una
cuestión filosófica, que desde su fundación en el siglo XVIII, en Estados
Unidos , se asocia el ejercicio personal de la libertad con la portación
de armas.El tema fuè incluido en 1781 como Segunda Enmienda en la
Carta Magna que da el derecho a poseer libremente armas.Cada año hay
30.000 muertes por armas de fuego en los EE.UU.
• La industria armamentística en los EE.UU es un verdadero keynesianismo militar.Es la industria màs rentable.,En 2012, vendió 31 mil
millones de dólares en armas para el mercado interno, según datos del
último informe de la Fundaciòn de Deportes de Tiro. Desde entonces ,
las ventas de Smith&Wesson se dispararon un 44%.
• El papa Francisco en su Exhortacion Apostolica “Evangelii Gaudium” , que constituye el plan programático de su pontificado , nos recuerda el contexto que nos toca vivir y actuar, sin caer en un “exceso de
diagnostico que no esta siempre acompañada de propuestas superadoras y realmente aplicables” y tampoco sirve una mirada excesivamente
sociológica. El Papa nos incita con un NO a los efectos perniciosos de
la globalización
-No a una economía de la exclusión
-No a un dinero que gobierna en lugar de servir
-No a la inequidad que crea violencia .
Con respecto a la situación de América Latina y el Caribe, en los últimos meses se ha acentuado una ofensiva diplomática de los Estados
Unidos, los grandes medios de comunicación que expanden la desinformación y los ejercicios militares organizados por el Comando Sur en Panamá. Todo este movimiento parece responder a la estrategia del General de la CIA Gene Sharp y sus ciento noventa y ocho métodos de acción
violenta con el fin de generar el caos interno.
Pasamos a describir rápidamente lo dicho. Los eslabones donde mas
se ejercen presión son Brasil, la Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela. El dato mas preocupante para Nuestra America y llamado de atención mas peligrosa se ha manifestado con las maniobras conjuntas de
militares del Comando Sur de los Estados Unidos con delegaciones de
diecinueve países realizadas del 24 de Julio al 07 de Agosto último en
la ciudad de Panamà, reactivando la vieja estrategia de control de las
213.
fuerzas armadas. Esto se fortalece con el cordòn de anillos militares en
forma de bases que posee Estados Unidos en la región.
Nos parece muy importante, detectar las nuevas novedades estratégicas del sistema mundial, para encarar un proyecto de trabajo e investigación universitaria sobre estudios del Pacífico, y desde una perspectiva
latinoamericana, obligación central de todo compromiso político con la
Patria Grande
Las nuevas realidades internacionales
Una vez enmarcadas conceptualmente las tendencias del sistema
mundo como proceso histórico, realizaremos una descripción de las
principales dinámicas de la política internacional.
En este devenir destacaremos seis dinámicas básicas para entender
la sociedad mundial, tomándonos del núcleo interpretativo del internacionalista Celestino del Arenal (Del Arenal, Celestino 2001. Soberanía
del Estado y derecho internacional, Sevilla, Universidad de Córdoba-Universidad de Sevilla- Universidad de Málaga).
Mundialización y universalización:
El paso desde un mundo de sociedades internacionales o de islas ecuménicas a una sociedad planetaria universal, a lo largo de un proceso de
cinco siglos, constituye un hecho trascendental en todos los aspectos.
La mundialización hace referencia al proceso de un único mundo a escala planetaria considerado en término geográfico, político y económico.
La universalización alude al proceso mediante el que todas las unidades
políticas del planeta, como actores como con iguales derechos soberanos reconocidos, pasan a conformar una sociedad universal regida por
un derecho internacional universal. La sociedad internacional en suma,
es hoy, planetaria, mundial y universal, pues comprende a todos los Estados y a toda la humanidad.
Interdependencia:
La dinámica clave pasa por comprender la creciente interdependencia
que se ha generado en el campo de las relaciones internacionales, en
todos los niveles y ámbitos, sobre todo a partir de la segunda mitad del
siglo XX con la intensificación d las interacciones económicas, políticas,
informáticas y comunicacionales, científicas, tecnológicas, culturales y
sociales. Sin embargo la interdependencia no anula la simetría de poder
geopolítico de los Estados. Si no hay efectos de costos recíprocos en los
214.
intercambios, es decir una real cooperación internacional, no existirá
interdependencia simétrica. De ahí que somos críticos del paradigma
hegemónico de la interdependencia de las relaciones internacionales. Y
volvemos a puntualizar que los únicos Estados con capacidad de autonomía son los Estados continentales industriales.
Globalización:
Está relacionada en forma directa con la dinámica de la creciente interdependencia y con la mundialización. La globalización se caracteriza
por ser un proceso de unificación digital, y un fenómeno desigual y contestatario. Es parcial porque es inacabado y en evolución y no afecta a
todos por igual. Es desigual porque afecta con intensidad variable.
Heterogeneización:
La heterogeneización ha sido otra de las dinámicas básicas que ha caracterizado a la evolución de la sociedad internacional desde el siglo XV.
En la sociedad internacional coexisten dos dinámicas contradictorias: la
tendencia hacia la integración por la globalización que favorece las predisposiciones integracionistas la tendencia hacia la fragmentación que
esta en la base de heterogeneización y del regionalismo.
Estatalización:
La Estatalización, es decir el proceso de extensión y afirmación del
Estado como forma de organización política, económica y social de base
territorial en todo el ámbito de la sociedad internacional, es otra de las
manifestaciones de la mundialización.
El Estado como organización política, económica y social de base territorial existe desde las ciudades Estados griegas y los imperios agrarios
tradicionales. Sin embargo, el rasgo esencial del Estado moderno en su
versión europea, es decir el Estado- nación, es el paradigma industrial.
Desde la Paz de Westfalia en 1648 un sistema europeo de Estados
acompañará el proceso de expansión de Europa, imponiéndose como
modelo de organización política, más en sus formas que en sus reales
bases. Primero en América, después en Asia y en Äfrica el estado será
referente de la sociedad mundial. La expresión más caracteristica de
esta Estatalización se encuentra en la ONU, integrada por 194 Estados.
No hay que obviar el echo de que el fenómeno de Estatalización posee
como fuerza impulsora en nacionalismo como idea movilizante a partir
de la industrialización, que establece en líneas generales que todo el
215.
pueblo como sujeto cultural tiene derecho a constituirse como Estado,
concepción que da lugar al surgimiento de muchos Estados como consecuencias de conflictos y guerras.
Sin embargo, la Estatalización no siempre ha respondido a la afirmación “un pueblo, un Estado”, sino que en muchas ocasiones primó el criterio de dominio territorial. El resultado ha sido el nacimiento de numerosos Estados plurinacionales ( como la Rusia Zarista y la Unión Soviética) o
la reacción de nacionalismos exclusivamente étnicos como Servia.
Los casos de Asia y África responden a las estrategias de las potencias colonizadoras de crear Estados artificiales en función de sus intereses geopolíticos ( como medio Oriente) al margen absolutamente de sus
realidades culturales.
El concepto de soberanía ligado al poder de un Estado es la atribución
exclusiva del Estado moderno. Este concepto jurídico- político basado en
el equilibrio de la fuerza y el derecho, pasa por el grado de autonomía de
un Estado o sea,la soberania. Y podemos concluir con dos puntualizaciones.
1- Los Estados que se articulan en Estados continentales industriales
serán sujetos protagónicos del sistema mundo del siglo XXI. Desde esta
lógica debemos observar la emergencia de China como Estado continental, industrial, unificado desde una unidad cultural confuciana. Solo
repetimos desde esta perspectiva geopolítica podemos comprender este
fenómeno mundial desde una visión latinoamericana.
2- Los Estados medianos y pequeños que no logran materializar la sumatoria de sus capacidades y concretar un Estado continental serán inviables, debilitarán su centralidad estatal y por ende sus soberanía será
formal. Por eso América Latina más que en sus horas del bicentenario
debe situarse que se halla en la hora de la independencia definitiva, que
pasa por la integración, sino se comprende este horizonte estratégico,
toda política esta condenada al fracaso.
Humanización:
Históricamente las sociedades internacionales se han caracterizado
por su deshumanización, o mejor dicho por la falta de consideración de
los seres humanasen cuanto a actores y sujeto de las mismas. La “razón
de Estado” justificó todo tipo de atropellos a los derechos humanos en
muchos periodos de su historia. Hoy podemos decir que existe una tensión creciente entre la soberanía de los Estados y los derechos humanos.
También existe una tensión gravísima entre la seguridad de un Estado y
216.
el derecho de “intervención humanitaria”. El proceso de humanizar las
relaciones internacionales conlleva a hablar por imperiosa necesidad
como concepto que incluye implícitamente los derechos humanos y una
globalización solidaria.
Como conclusión de esta aproximación del sistema mundo del siglo
XXI podemos decir que existen tres realidades sociales que conforman
la sociedad internacional.
El sistema político- diplomático esta constituido por el conjunto de
actores de esa naturaleza política, comunidades políticas en general,
Estados de organizaciones internacionales de diverso poder. El sistema
político diplomático es el que proporciona los rasgos definitorio de una
sociedad internacional y el único que tiene un relativo grado de institucionalización.
El sistema transnacional esta integrado por las relaciones que tienen
lugar entre actores de diferentes naturaleza: empresas transnacionales,
organizaciones no gubernamentales, movimientos religiosos, cárteles
del narcotráfico, mafia,crimen organizado, ONG al servicio de los imperios,y estos aliados a un sistema financiero de una impunidad brutal,
internet, espionaje es una red informática mundial que llevo a vigilar
a jefes de estado impulsados desde la agencia de seguridad nacional
de los Estados Unidos, cibercriminalidad, guerras cibernéticas -,redes
de espionaje transformado en organizaciones paramilitares, en fin, un
mundo anárquico, pero donde predomina la ley del más fuerte.
El sistema de la sociedad humana está constituido por las relaciones
entre las personas, en cuanto a actores y sujetos de una sociedad.
De todas maneras, volvemos a insistir que el principal actor englobante de las tres realidades sociales, lo constituye el Estado continental
industrial.
La estrategia es una praxis para llegar a un objetivo. Enfocar los estudios Asiáticos desde una visión geopolítica latinoamericana se vuelve
nuclear y de alguna manera comprender estas nuevas realidades desde
los ámbitos universitarios nos exige una visión holística desde la geocultura, es decir desde nuestro ser y estar, al decir de Rodolfo Kusch.
Los Estados Continentales industriales son poderes políticos continentales que suman la dimensión militar, científica-tecnológica, económica, cultural y Geoestratégica .De los 194 Estados existentes, solo poseen el poder de Estado continental industrial, los EE.UU, China, Rusia,
217.
India.La Unión Europea es un signo de interrogantes en la medida que
no resuelvan ellos mismos el alcance de la OTAN, la Eurozona y la Unión
Europea. La historia develará este interrogante. La crisis de Grecia y
de los indocumentados muestran la inercia actual europea, así como
el resurgir xenofobico. El mundo islámico depende en gran parte, de lo
que Irán, como Estado región pueda articular. Africa es un continente de
enormes riquezas , pero con enormes divisiones étnicas. Y América Latina y caribeña a partir de America del Sur constituye una enorme posibilidad , con retomar el proyecto de los Libertadores y la reactualizacion
que realizara el pensador y político mas importante de Nuestra América,
el General Juan Domingo Peron, con el Nuevo ABC y el planteo del continentalismo, entendida como los Estados Unidos del Sur. Perón crea una
doctrina original que se convierte en un fenómeno político cultural, ya no
argentino ni latinoamericano, sino mundial.En un momento de falta de
ausencias de respuestas políticas a la globalización de la indiferencia, y
de agotamientos de los istmos ideológicos, Perón es como una fuente de
fecundidad incesante.
En sus famosas clases en la Escuela Superior de Conduccion Politica
Peronista , decía el Hombre del destino y Conductor: “Un gobierno sin
doctrina es un cuerpo sin alma por eso el peronismo tiene su propia doctrina política, económica, social: el Justicialismo”.(Juan Domingo Perón.
Fundamentos de Doctrina Nacional Justicialista) Y en clave estratégica,
a tal punto , que el 26 de febrero de 1946, a dos dias del triunfo del 24 de
febrero, le envió al caudillo del partido Nacional Blanco Luis Alberto de
Herrera, de la República Oriental del Uruguay un telegrama, donde le comunicaba :”Ha llegado la hora de Bolivar, ha llegado la hora de los Estados Unidos de la América del Sur”.(Juan Domingo Perón. Latinoamerica
ahora o nunca. Colecciòn: Despertar de America Latina.Pròlogo del Mayor
Pablo Vicente. Volumen 4. Editorial Dialogo. Montevideo 1967, página 4).
Una doctrina a diferencia de una ideología que lleva al dogmatismo aislandola de la realidad consiste en un sistema de ideas que busca brindar respuestas a las “tensiones” históricas de las tendencias de las
épocas históricas.Es flexible y dinámica, pero con claves estratégicas
para brindar las soluciones al pueblo.Es liberadora y posee una cosmovisión cultural , por eso el peronismo es profundamente cristiano
y humanista, siendo la comunidad organizada el centro de su concepción politica, de ahí su persistencia y su rebelión en todas las épocas,
que llama la atención a académicos de los centros, a encuestadores de
“moda” y a políticos de mercado.Es que en el fondo es un fenómeno
arraigado en la cultura del pueblo ya la Nacion.Al peronismo se lo siente.
218.
Una doctrina posee en nuestra opinión cuatro elementos esenciales:1)
una concepción histórica, toda politica es continuación de una lucha
lejana, 2)un paradigma o punto de llegada,3)una metodología y 4) una
imagen del adversario.La concepción histórica de Peron es sanmartianiana y bolivariana, su paradigma es el Estado continental para ser
actor en el universalismo como fase histórica, su metodología es un
país socialmente justo, económicamente libre ,donde los únicos privilegiados sean los niños en una comunidad organizada y bajo el cobijo de la grandeza de la Patria.Todo lo opuesto a ello, es la antipatria.
En este mundo de globalización de la indiferencia, que como lo dice el
Papa Francisco en la Exortacion Apostólica Evangelii Gaudium, programa de su pontificado:” El gran riesgo del mundo actual , con su múltiple
y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota
del corazón cómodo y avaro de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada.Cuando la vida interior se clausura
en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás , ya no entran
los pobres , ya no se escucha la voz de Dios , ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien.”pagina 15
Esta profundidad que nos plantea el Papa como encrucijada y riesgo del mundo actual, ante un sistema de orfandad politica ya de supremacía de las finanzas, encuentran en las fuentes del pensamiento
doctrinario de Perón una fecundidad sorprendente y actualidad vital.
Sin embargo, analizarlo y repensarlo al Conductor es una tarea necesaria , no solo para la Argentina sino para América Latina. Y aquí entra
una categorías un poco olvidada, la del político intelectual. Y en esta categoría tan importante para mantener la rebeldía y las ganas de crear
conciencia social y no conciencia individual y aislada.
Abordar a Perón y a su movimiento como un fenómeno cultural no
resulta fácil pero es esencial para la Argentina. El pueblo parece de lo
mas abstracto, y hablar de èl es una cosa muy complicada y bastante
difícil, a pesar de que el pueblo es una realidad muy completa, además
de ser una realidad a la cual quizás, todos apelan de alguna manera. Y
es difícil, a veces hablar de esto, porque al querer abarcar con conceptos
abstractos una realidad, por un lado tan concreta y tan flexible, y a la vez
tan dinámica, es dificultosa.
El método, el único método, diría para conocer al pueblo, sería participar con èl, como protagonista también, o sea protagonizar dentro de
la misma realidad del pueblo. En este sentido es imposible entender al
pueblo, quedándonos en el balcón como mirando una procesión. De ahì
219.
la importancia de unir el ala política con el ala intelectual, que casi nunca comprendió a Peròn. Venimos de una concepción iluminista de la cultura, que tácitamente nos legó la idea de separar el pensamiento de la
vida real. Si uno pretende preservar el estamento intelectual como punto
de partida, debe estar dispuesto a captar esta realidad parcialmente, y
si hay una característica fundamental del pueblo es que es una realidad
totalizante, es una realidad integral.
El único lugar donde hay pueblos es la historia. Solo ahí en la historia,
podemos verificar los elementos que tiene el pueblo para analizarlos.
Por eso, podemos decir, que solo abriendo una reflexión sobre la historia
podemos comprender al pueblo. Es imposible hablar en abstracto del
pueblo.
El concepto de pueblo adquiere y posee diferentes contenidos en los
países y en los distintos periodos de la historia. Porque el pueblo es una
realidad eminentemente dinámica, histórica. Los PUEBLOS SON LOS
SUJETOS ACTIVOS DE LA HISTORIA. EN ESE SENTIDO, LA HISTORIA ES
EL PROCESO DE LUCHA, DE ESFUERZO DE LOS PUEBLOS POR SER
SUJETOS ACTIVOS DE SU PROPIAS HISTORIAS Y COPARTÍCIPES .
La historia universal sería el camino hacia la unidad de todos los pueblos, a donde cada uno quiere llegar con su personalidad cultural para
aportarla en la integración universal.
Y si de alguna manera la historia es una larga lucha de los pueblos,
para lograr estar integrados como tales en el consenso de las naciones
–y esto es uno de los aspectos fundamentales de lo que llamamos la liberación de los pueblos- es porque hay pueblos que intentan incorporar
a otros como objetos, como instrumentos. Los pueblos luchan por ser
sujetos, es decir para ser libres. Este punto nos introduce al problema
de la capacidad de hacer historia.
El pueblo puede no tener ciencia, pero tiene conciencia, que es un
modo fundamental de llevar la historia. Y esta conciencia, esta honda
sabiduría, es básicamente la cultura. El pueblo es un todo nacional. Es
un pueblo de pueblos, dispersos por las geografías, como siempre le
gustara llamar y apelar a ellos, Artigas. Pueblos somos todos. Todos los
que tienen capacidad de trabajar la tierra, de relacionarse y se sentir
que hay que alejar la muerte y la soledad. Es decir, todos aquellos que
se cultivan asociadamente.
Son todos, pero también son pueblos los sectores. Y primordialmente,
los pobres. El pobre por su condición de pobre busca la justicia que es el
fin de la historia, que es donde el pueblo es sujeto. Las elites, los líderes,
220.
los sectores medios y altos, también son pobres pero en la medida, en
que saben ser pobres, es decir recogen el clamor de los pobres para
que la historia siga adelante, en la medida que no se auto excluyan, no
aceptando la solidaridad de los pueblos.
El pobre es el que quiere que la historia siga adelante, a ver si alguna
vez le toca a èl. El rico, en cambio prefiere que la historia se pare, porque
èl esta bien. Pueblo es un concepto gradual, de gran flexibilidad, pero el
grado por el que fundamentalmente se es pueblo es el de pobre.
El pueblo es un todo temporal. No es solo la actual situación, es un
proceso de tiempo que se condensa en el nosotros. No hay pueblo que
logre su auto plenitud si no es en los marcos de la Nación. Y para nosotros la Nación, es latinoamericana, a partir del mestizaje.
El elemento determinante de una nación es la unidad del pueblo, cuyo
factor específico es la cultura. Lo que une al pueblo en el tiempo y en
el espacio, es cultura, que va continuamente elaborando, que es, que
viene de la historia, que se vive y que se sigue transmitiendo a las generaciones futuras. Perón condensa en un periodo de la historia argentina
la cultura del pueblo argentino llevándolo al pueblo y la nación como
sujetos de su movimiento, y por eso es un fenómeno que nos trasciende
y que solo es entendible desde la cultura.
Perón es la confluencia de dos historias. Una historia de principios de
siglo XX que es la del latinoamericanismo de Manuel Ugarte que plantean que el Estado continental es la única posibilidad histórica. Todo lo
contrario, Ugarte denominaba imposibilidades históricas (Miguel Angel
Barrios. “El latinoamericanismo en el pensamiento político de Manuel
Ugarte”. Editorial Biblos, Buenos Aires, 2007).
Esta afirmación de la comunidad nacional iberoamericana simbolizada en la figura de San Martín y Bolívar encontró su via de implementación hacia un proyecto de unidad continental.
“Perón consideró tan importante el rol de San Martín y Bolívar en las
luchas independentistas de América del sur que en sus apuntes de historia militar , los menciona en el capitulo titulado “La conducción” , calificándolos de “grandes capitanes” y de conductores ; y agrega que fueron capaces de dar nuevo brillo a las armas de las nsciones oprimidas.
Expresa:”San Martin cambia totalmente la suerte de las armas americanas en esta parte del continente,la de Bolivar en el norte se produce
en forma similar”. (Manuel Urriza. San Martín y Bolívar vistos por Perón.
Colihue. BsAs. 2.000. p.56).
La formulación de la política exterior del gobierno de Perón con relación a los países de América Latina se caracterizó por combinar una visión
221.
pragmática y realista, que tendió a aprovechar las condiciones particulares que ofrecia el sistema internacional imperante en la posguerra.
Perón llamaba a la bipolaridad un conformismo imperialista. Resulta
muy útil a los fines de este estudio preliminar , realizar un breve repaso
de aspectos peculiares de la política internacional y latinoamericana de
Perón que abonan nuestra hipótesis.
La declaración de guerra al Eje y la adhesión al acta de Chapultepec ,
no alejaba a la Argentina del sistema interamericano.
En la Asamblea General de las Naciones Unidas en setiembre de 1946,
el embajador argentino , el famoso cirujano Josè Arce . planteo la distinción en Nueva York , entre la unidad latinoamericana y la unidad panamericana , y reafirmando la importancia de una cultura latina.(Josè
Arce.Discurso del 4-XI-1946, ver La Naciòn , 5 de noviembre de 1946.
Archivo del Diario La Naciòn.BsAs)
El 25 de Noviembre de ese mismo año , al Peròn a los trabajadores
en el Teatro Colòn afirmó que su movimiento rechazaba tanto el “régimen capitalista” como el “régimen estatal puro”.Tambièn hablò de un
nuevo “sistema que hemos de ir tanteando –afirmò-empiricamente para
entrar en el”(Diario La Naciòn.Argentina.BsAs.pag 5.Archivo del Diario
La Nación)Mientras tanto en Nueva York , el doctor Arce sostenía el principio de
no intervención en la “cuestión española” , a partir de la sesipon del 3 de
diciembre en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
La filosofía de la Tercera Posiciòn , tanteada empíricamente n 1946, iba
a ser formulada rotundamente en el curso de 1947.Peron fue un verdadero precursor del llamado Tercer Mundo , apenas avizorado por esos días.
“Su mèrito consiste –escribe Peter Waldman –en que en una etapa
muy temprana del proceso internacional de descolonización reconoció
y formulo con bastante claridad los problemas màs importantes y los
`principales objetivos de los países menos desarrollados”.(Peter Waldman.El Peronismo 1943-1955-Sudamericana.BsAs,pag 18).Por su parte ,Rodolfo Knoblauch reconoce:”La tercera posición es superadora del
marxismo internacional dogmàtica y del capitalismo neoliberal.Peròn se
consideraba , en parte con razón, como el precursor del movimiento del
tercer mundo”.(Rudolf Knoblauch.Der Peronismus..Verlag Ruegger,Institut Fur Lateinamerika Forschung.1980.Pag 35)
El 6 de julio de 1947 , el presidente argentino dirigió un mensaje a
todos los pueblos del mundo , por medio de màs de mil radioemisoras
(entre ellas la BBC DE Londres , en que planteaba objetivos de cooperación económica y de paz mundial, desechando los extremismos to222.
talitarios y capitalistas , fuesen èstos de deracha o izquierda.”La labor
–senalò- para lograr la paz internacional debe realizarse sobre la base
del abandon de ideologías antagónicas y la creación de una conciencia
mundial de que el hombre està sobre los sistemas , no siendo por ello
aceptable que se destruya la humanidad en holocausto de hegemonías
de derecha o de izquierdas”(Diario La Naciòn.BsAs.7 de julio de 1947.pag
1 -2 .Archivo del Diario La Nacion).
La idea de que el hombre esta sobre los sistemas constituye el nucleo
antropológico y filosófico de la Tercera Posicion, se trata deL hombre
integraL, no dividido en homus económico, naturaL, etc)-.Y se proyecta
de lo interno a lo externo como Tercera Posicion humanista y cristiana).
La política de Peròn tenía como prioridad la integración en búsqueda del Estado continental.Pensaba primordialmente en la necesidad de
unir a la Argentina, Brasil y Chile( el Nuevo ABC).En un articulo de Descartes-seudònimo reconocido del líder argentino- publicò el 20 de diciembre de 1951, se podía leer;”El Signo de la Cruz del Sur puede ser la
insignia de triunfo de la Amèrica Austral,Ni Argentina, ni Brasil, ni Chile
aisladas pueden sonar con la unidad económica indispensable para enfrentar un destino de grandeza,Unidos forman, sin embargo, la màs formidable unidad a caballo sobre los dos oceànos de la civilizacipòn moderna,Asi podrían intentar desde aquí la unidad latinoamericana con una
base operativa de impulso indetenible ,Desde esa base-prosigue- podría
construirse hacia el norte la Confederaciòn Sudamericana , unificando
a todos los pueblos de raíz latina-y añade esto otro-:Unidos seremos incosquistables ;separados, indefendibles.”(Democracia, 20 de diciembre
de 1951.pag 1).
Entre el 20 y el 26 de febrero de 1953 , Perón visitó Chile con el objeto
de echar las bases de un convenio de complementación económica .El
acta quedarà abierto para que otros gobiernos podían adherir a ella.
El Presidente chileno, general Carlos Ibañez del Campo retribuyó la
visita para las Fiestas patrias de Julio. El 8 de julio fue firmado en Bs.
As. un tratado de unión económica en cumplimiento de lo prescrito en el
Acta de Santiago, .Un dia antes en la cena de camarería de las Fuerzas
Armadas Argentinas, Perón había aprovechado la ocasión para hablar
de su tema y culmina con la advertencia: ”Presiento que el año 2000 nos
hallará unidos o dominados”. (La Prensa.8 de julio de 1953.pag 1)
En una disertación fundamental que el presidente Peròn pronunciò
el 11 de noviembre de 1953 en la Escuela Nacional de Guerra se hallan
los pormenores de las gestiones por èl efectuadas en orden al proyec223.
to el Nuevo ABC. El 11 de noviembre de 1953 el general Juan Peròn ,
en ese entonces presidente de la República , pronunció en la Escuela
Nacional de Guerra una conferencia que adoptó un carácter reservado.
La discreción que rodeò dicho discurso estaba justificada por la importancia política y diplomática del mismo. Su texto completo fuè editado
por el Ministerio de Defensa Nacional en un folleto de 17 paginas, en
cuya tapa figura impresa la palabra Reservada.Cada ejemplar editado
fue numerado y regustrado el nombre del destinatario.Un ejemplar del
fascículo, probablemente a merced de los buenos oficios de los servicios
de informaciones de los Estados Unidos , logró ser conocido por algunos
políticos opositores emigrados en Montevideo y difundido en esa capital
por medio de copias mimeograficas , como “prueba” del “imperialismo”
argentino .Pero hasta hoy su texto era desconocido por el gran público salvo en una publicación de escasa circulación aparecida en Buenos
Aires en 1967 (Izquierda Nacional , Numero 3) con la autorización del
General , en esa época exiliado en España”)
Nos permitimos agregar que es el discurso que impactò hondamente
el pensamiento de Alberto Methol Ferré, el máximo teórico de los Estados Continentales e Industriales (Alberto Methol Ferrè.Los Estados Continentales y el Mercosur, BsAs. 2009. Ed.Jauretche. Prólogo Miguel Angel
Barrios). Methol se sorprende de que Jauretche no conocía el discurso
y Ramos tampoco, e intereso a este para lo busque y así se logró , que
lo encuentre y lo publique con la autorización de Peròn. (Alberto Methol
Ferrè. Peròn y la Alianza Argentino-Brasileña.Obra citada.Pag.45-46).
“Las organizaciones humanas, a lo largo de todos los tiempos han ido,
indudablemente, creando sucesivos agrupamientos y reagrupamientos.
Desde la familia trosglovita hasta nuestros tiempos eso ha marcado un sin
numero de agrupaciones a través de las familias, las tribus, las ciudades,
las naciones y los grupos de naciones, y hay quien se aventura ya a decir
que para el año 2000 las agrupaciones menores serán los continentes”…
“En consecuencia, analizando nuestros problemas, pdríamos decir que el
futuro del mundo, el futuro de los pueblos, y el futuro de las naciones estará extraordinariamente infludio por las magnitudes de las resrvas que
posea: resrvas de alienmentos y reservas de materias primas”
“Es indudable que nuestro continente, en especial Sudamerica, es la
zona del mundo donde todavía, en razón de su falta de población y de su
falta de explotación extractiva, esta la mayor reserva de alimentos del
mundo”… “Pienso yo que el año 2000 nos va a sorprender, o unidos o
dominados; pienso también que, es de gente inteligente no esperar que
el año 2000 llegue a nosotros, sino hacer un poquito de esfuerzo para
224.
llegar un poco antes al año 2000…”
“La republica Argentina sola, no tiene unidad económica; Brasil solo,
no tiene unidad económica; Chile solo tampoco tiene unidad económica;
pero estos tres países unidos conforman quizás en el momento actual la
unidad económica más extraordinaria el mundo entero sobre todo para
el futuro, porque toda esa inmensa disponibilidad constituye su reserva.
Estos son países reserva del mundo”
“Esto es lo que ordena, imprescriptiblemente, la necesidad de la unión
de Chile, Brasil y Argentina. Es indudable que, realizada esta unión, caerán a su órbita los demás países sudamericanos que no serán favorecidos ni por la formación de un nuevo agrupamiento y probablemente no lo
podrán realizar en manera alguna, separadas o juntos, sino en pequeñas
comunidades”
“Sin embargo, yo no soy pesimista; yo creo que nuestra orientación,
nuestra perseverancia va todos los días ganando terreno dentro de esta
idea, y estoy casi convencido de que un día lo hemos de realizar todo bien
y acabadamente, y tenemos que trabajar incansablemente por realizarlo” ( Discurso pronunciado por el excelentísimo señor presidente de la
nación General Juan Perón en la Escuela Nacional de Guerra el 11 de
noviembre d 1953. Folleto N° 0390 con carátula de reservada. Biblioteca
privada del presidente Perón en el Congreso argentino. Buenos Aires,
Argentina)
Nada raro , la de acusar a Peròn de “imperialista” , por los servicios de
informaciones como sugiere Ramos. Ahora lo escandoloso que todavía
en esta época, aparece un académico europeo que incluso es recibido en
los grandes universidades y citado como “especialista” del peronismo y
haya escrito un libro denominado “La Internacional Justicialista. Auge y
ocaso de los sueños imperiales de Perón”, nos referimos al profesor de
la Universidad de Bologna Loris Zanatta. Con respeto a la Tercera Posición, el “especialista” Zanatta afirma sin ninguna seriedad científica,
pero si odio, lo siguiente: “Aunque negado públicamente , el indisimulable afán expansionista de Juan Peròn se sustentaba en el mito de la
superioridad argentina y en la certeza de que su mpvimientp modificaría
la relación de fuerza de occidente,En su visión del mundo, la Argentina
era el puente natural entre Latinoamerica y Europa, en particular entre
las naciones catòlicas de los dos continentes y el contrapeso a los Estados Unidos.Con ese plan en mente, expandió su influencia hacia los
países vecinos , que lo tuviron mas como inas amenaza latente que como
aliado.Para exportar su modelo,Peron se valio de trigo , escaso y valioso
225.
en la posguerra.Pero también de todo el aparato estatal :desde espias y
obreros sindicalizados hasta su propia esposa ,Eva Duarte.”
“Aunque sus ambiciones se demostrarían desmedidas y su política
exterior falaz y costosa, Peròn abrió rummbos con su proclamada independencia de las potencias extranjeras , su búsqueda de una alternativa
en el mundo bipolar diseñado por la guerra fría y su constante apelación
a la unidad latinoamericana”_(Loriz Zanatta.La Internacional Justicialista.Auge y ocaso de los sueños imperiales de Peròn.Sudamericana.
BsAs.2013,Pag,113)
Luis Alberto Moniz Bandeira afirma: el presidente Juan Domingo Perón, al inicio de los años 50, prpuso al presidente Getulio Vargas que Argentina, Brasil y Chile, donde el General Carlos Ibañez sería electo presidente de la republica, formasen una unión aduanera, al cual los demás
países de America Latina habrían de adherirse. Sus esfuerzos en este
sentido fracasarían. Durante una conferencia pronunciada en 1953 para
la Escuela Nacional de Guerra, Perón, ya sea por no tener esperanza
de contar con el apoyo de Vargas o tal vez para forzarlo a una definición,
relató todos los acuerdos que con él tuviera para la concertación del
pacto entre Argentina, Brasil y Chile, criticándole su estilo conciliatorio
de conducción política. En esa misma oportunidad, acusó Itamaraty de
actuar como “ Institucion supragubernamental”, de insistir en la “ política imperial de zona de influencia” y de obstaculizar la unidad económica
“.( Luis Alberto Moniz Bandeira. Las relaciones en el Cono Sur: iniciativa
de integración. En Mario rapoport. Amado Luiz Cervo- compiladores- El
Cono sur una historia común. Fondo de Cultura Economica Argentina.
Buenos Aires 2002, pag 303.)
La idea de integración económica y política tomó cuerpo, situando Perón al nuevo ABC como “nucleo básico de integración” para el embrión
del Estado Continental en America del Sur. Antonio Caffiero, analiza didácticamente, la serie de tratados que se firmaron :
-febrero de 1953: Acta de unión con Chile que proponía una unión económica sobre bases bilaterales, considerando las ventajas de coordinar
el desarrollo económico de ambos países.
-Abril de 1953: En la quinta reunión de la CEPAL, la delagacion Argentina presento un proyecto para que se estudiaran las porsibilidades de
integrar gradual y progresivamente a toda America Latina.
-Agosto de 1953: Tratado de Unión Económica con Paraguay.
-Diciembre de 1953. Convenio de complementación económica con
Nicaragua.
-Septiembre de 1954: Convenio de Unión Económica con Bolivia.
226.
- Se realizaron también acciones para concretar acuerdos similares
con Colombia y Brasil y se firmaron convenios sobre intercambio comercial y sistemas de pagos (Antonio Cafiero. La política exterior peronista.
1946-1955. Sobre la falacia del mito aislacionista. Editorial corregidor.
Buenos Aires 1996, pg 55,56.
En el fondo existe una conexión directa entre la justicia social y la integración sudamericana, en verdad la justicia social tendría un techo si
no se amplia a un mercado d escala que implica el Estado Continental.
Esto generó una durísima política de aislamiento de los Estados Unidos a la política justicialista y la preocupación estratégica del geopolítico
mas de la supremacía mundial, de la república imperial, Nicholas John
spykman, quien advertía:” el bajo nivel de industrialización no impide a la
Argentina acariciar ambiciones imperiales… En ciertos círculos argnetinos, se piensa en que toda la cuenca del plata, con sus zonas tributarias
del Uruguay y el Brasil, Paraguay y Bolivia son el territorio donde llama
“ la voz de un claro destino”. Los argentinos están resueltos a que su
Estado sea la más importante unidad política del continente meridional,
cuyo papel se equipare al que los Estados Unidos desempeñan en el
hemisferio occidental” ( Nicholas John Spykman, America´s strategy in
world politicis: the United States and the balance of power. Ed library of
congress, USA. Citado en Andrés Cisneros. Apuntes para una política
exterior pos Kirchneristas.Editorial Planeta, Buenos Aires, 2014, pg 64.
Nos podmos dar cuenta en forma clara, el origen de las difamaciones
interzadas en contra de Perón en relación a sus “ambiciones imperiales”
que luego “científicos sociales consagrados como Loris Zanatta divulgan
como dogmas consagrados e indiscutibles.
A parte de los proyectos de integración hubo diversas manifestaciones
de solidaridad con los movimientosy gobiernos populares latinoamericanos, como la defensa al doctor Pedro Albizu Campos del partido Nacionalista de Puerto Rico y al Presidente Guatemalteco Jacobo Arbenz,
continuador del movimiento de liberación iniciado por Juan José Arevalo
en Nicaragua, a tal punto que la embajada Argentina a conocido y desconocido y entre ellos se contó con un joven médico rosarino refugiado,
Ernesto Guevara.
También Perón impulsó la fundación de ATLAS ( Asociación de Trabajadores Latinoamericanos sindicalistas) que sesionó en Buenos Aires a
principios de Enero de 1953 bajo la Secretaria General de José Espejo y
la Participación de representantes mexicanos, chilenos, costarriqueños,
peruanos, cubanos y portorriqueños.
227.
Antonio Cafiero nos dice en su libro póstumo: “ En el orden internacional, el debate en clave latinoamericana no pasa por la distinción izquierda derechas – a veces tan confusas si se tiene en cuenta el resignado
tránsito de la izquierda hacia el centro- Sino por la elección de alguna de
las siguientes alternativas. La ultima alternativa es de carácter cultural.
Entre el materialismo individualista y tecnocrático que nos viene de los
países centrales, en el que la competencia interpersonal, la desigualdad
y la exclusión racial son componentes esenciales y un humanismo latinoamericana que emana del reconocimiento del otro, fiel a nuestra histórica voluntad telúrica, siempre dispuesto a incluir y no excluir”. Antonio
Cafiero. Militancia sin tiempo. Mi vida en el peronismo. Editorial Planeta,
Buenos Aires, 2011, pg 653. En otra reflexión, Cafiero afirma: Perón representa una política mas allá de los límites de los localismos y nos brinda un pensamiento universalista para poder afrontar este nuevo tiempo
de los Estados- Continentes” ( Proólogo de Antonio Cafiero, En Miguel
Angel Barrios, Perón en el Sistema Mundo, Editorial Biblos, 2008, pg 15.
Entre 1972 y 1974, Perón, mantuvo contactos personales y epistolares
con presidentes y lideres latinoamericanos con quienes compartía una
presencia en el bloque de países no alineados. Entre ellos, el peruano
Juan Velasco Alvarado, el mexicano Luis Echeverría, el panameño Omar
Torrijos y el Primer Ministro Fidel Castro. “ Reiterada su prédica a favor
de la unidad latinoamericana como único camino que podría asegurar
una autentica libertad y volvía una vez más sobre los dos senderos revolucionarios alternativos que se abrían a los pueblos: el tiempo o la
sangre” ( Carlos Fernandez Pardo. Leopodo Frenkel. Perón La unidad
nacional entre el conflicto y la reconstrucción. Ediciones del Copista.
Córdoba, Argentina, 2004, pg 249)
El brasileño Helio Jaguaribe al reflexionar sobre Peròn, dice:”Peròn
era un antineoliberal total , el primer hombre que en Amèrica Latina
sostuvo la idea de una independencia,de orientación autonomizante.Menem es un antiperonista programático.,Si Peròn estuviera ,lo pondría en
la cárcel.Era lo opuesto:bregò por la industrialización,era un desarrollista”:.(Helio Jaguaribe.”Uno de nuestros peligros s la burguesía consular”.Clarin.BsAs.19 de abril de 2003.pag.48).Como vemos,la conclusión
de Jaguaribe, es la línea conductora de este estudio preliminar.
Norberto Galasso, por su parte, cuando estudia el contexto y la época en 1.967 , de la aparición del libro de Peròn, “Latinoamerica:Ahora
o Nunca”, destaca la firmeza del líder, en su concepción de su política
internacional y su política latinoamericana.”Lo interesante de este pro-
228.
ceso esta enfocado desde una òptica tercermundista,es decir no cae_al
referirse a universalización, continentalismo, m+as tarde globalizaciónen la posición imperial que declara concluidas las nacionalidaes y los estados nacionales”.(Norberto Galasso.Peròn.Exilio,Resistencia, Retorno y
Muerte (1.955-1.974).Tomo II.Colihuè.BsAs.2005.pag.1014)
En una entrevista que realizamos a uno de los estudiosos màs importantes de las Relaciones Internacionales en la Argentina y en la región,
Marcelo Gullo , realiza este balance estratégico de la política latinoamericana de Peron.
“De todos las repúblicas, surgidos del proceso de balcanización de la
nación Hispanoamérica, luego de la derrota del proyecto de los libertadores Simón Bolívar y José de San Martín, Argentina, Colombia y Perú,
eran por su superficie y potencialidades las de mayor peso específico y,
por eso las únicas en condiciones objetivas de intentar un proceso de
reconstrucción de la unidad perdida. Fue por ese motivo que la estrategia británica de consolidación de la fragmentación - y esterilización
de cualquier intento o proyecto de reunificación de la nación Hispanoamericana- estuvo basada en la creación de una enemistad permanente
entre las nuevas repúblicas sobre todo entre Chile y Argentina y entre
Chile y el Perú. En los problemas surgidos para establecer los límites
de los nuevos estados, Inglaterra encontró la situación ideal para crear
y fomentar esa enemistad. El dispositivo de la inteligencia británica se
apoyo, entonces, en una alianza informal y secreta con la oligarquía chilena para que Chile intentara extender su territorio hacia el norte hasta
Arica y, hacia el sur hasta la costa atlántica patagónica. En la estrategia
británica esa política de expansión territorial llevaría, al ejército y a la
marina chilena, a la necesidad de mantener una política informal de
alianza estratégica con Gran Bretaña y, al surgimiento de un sentimiento
de antipatía ( si fuese posible de odio) entre Chile y Argentina y entre Chile y el Perú. En Chile delegaría la inteligencia británica la construcción
de una alianza informal con Ecuador para jaquear al Perú por el norte.
Por otra parte la estrategia británica, de dominación de la América del
Sur, se complementaba con la profundización del enfrentamiento entre
Argentina y Brasil. Cabe aclarar que esta estrategia británica de dominación fue exitosa hasta al llegada al poder en Argentina de Juan Domingo Perón porque Perón es el primero en darse cuenta que, para romper
la estrategia de dominación británica - luego heredada por los Estados
Unidos- de la América del Sur era imprescindible lograr la reconciliación entre Argentina y Chile y entre Argentina y Brasil promoviendo
229.
un tratado de integración mutuamente beneficioso para los 3 países.
Es en esa original y genial percepción de Perón que hay que buscar el
origen de su propuesta de integración con el presidente Ibáñez y con el
presidente Vargas. La iniciativa de Perón fracasó pero fue el cimiento
que permitió luego, con el paso del tiempo, al creación del Mercosur y
al Unasur. “(Entrevista al Dr.Marcelo Gullo por parte de Miguel Angel
Barrios el dia 2 de setiembre de 2015 en la Ciudad de BsAs).
La originalidad del análisis de Gullo consiste en percibir a Peròn como
el que sienta las bases de una doctrina y praxis de la integración y buscar
formas de gestionar la praxis de la integración a parir de las políticas
de balcanización de Inglaterra y heredadada por los Estados Unidos de
sembrar diferencias con las tres repùblicas en condiciones de sarrollo
en el siglo XIX :Argentina, Chile y Perú y el rol de Brasil.Peròn fuè el
creador de una política latinoamericana ya que en el siglo XIX. Solo hubo
política hispanoamericana.
En mayo de 1946 , Manuel Ugarte regresa a la Argentina:El 15 de mayo
decía en el Diario Democracia:”Creo que ha empezado para nuestro país
un gran despertar…En el orden exterior se ha levantado al fin la bandera
de la dignidad nacional..No soy màs que un sociólogo y no teng aspiración política.Pero he vuelto al país para participar en la alegría argentina
y para saludar al gran patriota que sabido hacer triunfar al movimiento”.
(Miguel Angel Barrios.El latinoamericanismo en el pensamiento político
de Manuel Ugarte. Obra citada,Pag.183)
Manuel Ugarte representa definitivamente el nexo programático entre
el unionismo hispanoamericano de los Libertadores con el Latinoamericanismo(incluido Brasil) de los movimientos nacionales populares del
siglo XX.
Podriamos señalar que tres orientaciones de su continentalismo sudamericano:
1) el continentalismo de Peròn pase exclusivamente por la alianza argentino-basileña en América del Sur, “como núcleo básico d glutinaciòn
para todo el continente”, teniendo en cuenta que Brasil es la mitad de
America del Sur. Es un continentalismo del subcontinente. No confundir como pretenden interesadamente algunos “analistas“ a asociar este
continentalismo con panamericanismo.
2) Perón era escéptico de las economías mercado internistas, a las
230.
que consideraba “economías incompletas”, este planteo es importante
decirlo lo realiza antes de las afirmaciones de la CEPAL.3) En la “Era de los Pueblos Continente” el imperativo del 2000 “unidos
o dominados” no constituía un simple eslogan, sino la clave única para
que America del Sur cumpla su destino de grandeza histórica.
En el sistema mundo del Siglo XXI son cuatro las anticipaciones estratégicas de Peròn:
a) En primer lugar, el valor de los alimentos y los recursos naturales para el 2000 y las primeras décadas del siglo XXI.b) En segundo lugar, el crecimiento y la necesidad, en términos
practicos y teoricos, de establecer el mundo de la producción con una
perspectiva ecológica.c) En tercer lugar, la idea y la pràctica del perfeccionamiento y la
profundización de la democracia a través de organizaciones libres del
pueblo, que le otorga a la sociedad –y no solo al gobierno, los partidos
políticos y el estado- participación y poder en las decisiones que afectan
a los conjuntos sociales.
d) Y por último, aunque tal vez lo mas importante la idea de que la
historia es una serie sucesiva de integraciones. (Jorge Castro La Tercera
Revoluciòn. Catalogos. Buenos Aires. Pagina 12).Por supuesto que como dijimos Perón, tal como lo define Alberto Methol Ferré, es un político anti statu quo y en esencia un político intelectual, como todo revolucionario. Y entonces nos remitimos a las confesiones intimas del General recogidas a través de sus coloquios con Enrique
Pavon Pereyra.
“El éxito –dijo Napoleón- se construye, el éxito se realiza. El ha afirmado una teoría que para mi, es lo mas valioso que se puede encontrar
en la conducción : una verdadera “trouvaille”, como dicen los franceses.
En la teoría que el “hombre del destino” esbozò en varias oportunidades
dijo: “el destino no depende de la suerte, tampoco de la casualidad y
no es siquiera un designio del destino”. Es decir, obraba persuadido de
que el éxito se concibe, se prepara, se organiza, se realiza y se explota,
porque el éxito de los hombres esta en los hombres mismos, esta en su
propia acción. La mejor definición que se pueda dar de un conductor es
llamarlo “constructor de éxitos”. Es decir que es un hombre que recibe
un elemento –que es una situación- y que se señala un objetivo -que es
lo que èl debe lograr- partiendo de esa situación. Entonces él concibe. El
éxito es alcanzar el objetivo. Lo prepara, lo organiza, lo realiza y cuando
llega le saca provecho. La conducción es, lisa y llanamente, la cons-
231.
trucción de éxitos y el conductor es constructor de ellos. Quiere decir
que el éxito puede construirse. Algunos, en cambio, optan por atribuirlo
a la casualidad, a la suerte, o a la fortuna. Evidentemente, hay algunos
éxitos casuales, pero en un hombre que obtiene ochenta éxitos puede
haber tres éxitos casuales, los setenta y siete restantes los ha construido èl mismo”. (Enrique Pavon Pereyra. Confesiones Intimas del General.
Coloquios con Peron. Editores Internacionales Técnicos Reunidos. S.A.
Madrid 1973, página 164).Nos hemos detenido en esta definición vivencial de conducción, porque
no hay un proyecto nacional sino una conducción, entendiendo a ella como
la orientación estratégica a través de la persuacion y no de la imposición.
También en épocas donde es necesario recuperar el sentido de lucha
y sacrificio, se vuelve importante escuchar a Perón, cuando en una tarde
de 1962 en el exilio le decía a Pavon Pereyra: “considero que los hombres
que no tienen causa no merecerían vivir, como no nace el hombre que
escape a su destino. Hay dos clases de seres en la vida. Algunos grandes
hombres han pasado desapercibidos por el mundo porque no han tenido
una razón de ser, una causa que defender. Muchos pobres hombres han
sido grandes porque se han dedicado a vivir para una causa. Yo pertenezco a los segundos; he vivido para una Causa que la Providencia me ha
permitido defender y esa causa me ha hecho grande y, como decía Bolivar, “no se puede ser grande impunemente”. Yo sé aguantar virilmente
los golpes del destino, precisamente porque soy hombre de una Causa”.
(Coloquios con Peròn. Obra citada página 184).
En la hora histórica, no de nuestros bicentenarios, sino de la independencia definitiva o nada, Peròn es el eterno “ave fénix”, que no solo ha
luchado sino que ha enseñado a su pueblo a luchar.
232.
III LAS PROPUESTAS
Los Canales del Diálogo Latinoamericano
Victorio Taccetti229*
Introducción
Los pilares de nuestro desarrollo sustentable como nación son básicamente dos.
En primer lugar, la integración regional, que nos permitirá lograr, en
lo económico, una base industrial de escala, a partir de un mercado
ampliado y, en el campo político, sentarnos a la mesa de los países que
tienen voz y voto en el concierto mundial (Estados Unidos, Unión Europea, China, India y Mercosur);
En segundo lugar, la profundización de nuestro proceso de industrialización, con incorporación de tecnologías de punta. Esto nos permitirá
aumentar las exportaciones con productos y servicios con alto grado de
competitividad a través de calidad, innovación y precios. Para ello se requiere profundizar la cooperación científica y tecnológica con los países
de la región, para aunar esfuerzos en proyectos cuyo costo excede nuestras posibilidades, y la cooperación científica y tecnológica con los países
más avanzados del mundo, que miran con interés nuestra capacidad y
la formación de nuestros operadores científicos y tecnológicos y pueden
introducirnos a niveles tecnológicos que no podríamos desarrollar solos.
En este trabajo nos concentraremos en el primer punto, la integración. Debemos en tal sentido superar la situación actual, en que la integración es más declamativa que real. Se sugieren aquí algunos caminos
o canales que son condición necesaria -aunque no suficiente- para que
se pueda construir, transitando por los mismos, el complejo edificio de
la integración regional y alcanzar así los objetivos trazados.
El sustento de la integración está indudablemente en el campo eco229 Master en Ciencia Política (Univ. of Houston) y abogado. Ex Vicencaciller de la República Argentina y embajador en México, Italia y Alemania. Autor de El fin del fin de la historia. Neoliberalismo,
demoburocracia y populismo en América Latina.
234.
nómico, mediante la conversión de varios mercados en uno solo, más
amplio y desarrollado. Cuando se dice que la integración no es económica sino política, se está muchas veces ocultando la incapacidad para
avanzar en el camino del mercado común, sobre el cual, por supuesto,
debe construirse una integración política. Pero pretender una integración política sin una integración económica es engañarse con espejitos
de colores. Muchas veces se disfrazan loables mecanismos de diálogo y
concertación políticos como mecanismos de integración cuando en realidad, siendo ambos útiles, son cosas distintas.
Obviamente, el desarrollo de una economía integrada no puede estar
librado a las puras leyes de la oferta y demanda. Al igual que ocurre en
un ámbito nacional, el mercado por sí mismo conduce a la supervivencia
de los más fuertes. La libre competencia absoluta lleva en sus entrañas
un virus que termina por matarla, puesto que los operadores más débiles van siendo desplazados por los más poderosos que, a su vez, se van
eliminando entre sí. El final de la competencia absoluta es, paradójicamente, el monopolio.
Lo mismo ocurre en un mercado integrado supranacional: librado a
su propio dinamismo, el mercado creará áreas privilegiadas y otras que
permanecerán deprimidas, tal como sucede al interior de un solo país.
Esto es, de algún modo, lo que está ocurriendo en estos momentos en
Europa, en la que los países más fuertes aprovechan de su fortaleza en
desmedro de los más débiles.
Para que estos desequilibrios no sucedan o sean reencauzados es necesaria la creación de una red de medidas o caminos, físicos, infraestructurales e institucionales que constituirán la urdimbre, el esqueleto,
sobre el que se constituirá un área económica, política y social integrada.
En este trabajo se abordarán algunos de esos caminos que permiten
el desarrollo de la integración, de ese diálogo latinoamericano que debe
desembocar en la creación de una nueva sociedad con diversidades y
matices particulares, pero totalmente interconectada.
Esos caminos son fundamentalmente de dos tipos: físicos e institucionales y se abordan a continuación.
La red de interconexion fisica
Debe completarse en nuestra región y al interior de nuestros países
una red eficiente de vías de comunicación que facilite al máximo el desplazamiento de personas y productos a lo ancho y lo largo de nuestra
Sudamérica.
Se consideran vías de comunicación prioritarias las siguientes:
235.
A. TRANSPORTE FERROVIARIO DE CARGAS
Eje 1: Bahía Blanca – Zapala –Talcahuano (Trasandino del Sur, ya planificado y con comienzo de ejecución en el primer gobierno peronista,
luego abandonado, a pesar de estar construidos los túneles de baja altura y faltando un tramo de menos de 200 kms.).
Eje 2: Buenos Aires-Rosario-Córdoba-Tucumán (reactivación del Ferrocarril Mitre)
Eje 3: Uruguayana-Paso de los Libres-Buenos Aires-Mendoza-Valparaíso (reactivación de los Ferrocarriles Urquiza, San Martín y Ferrocarriles de Chile, construcción del túnel ferro-vial de baja altura en el cruce
de los Andes, construcción de una planta de bitrochaje o transferencia
de cargas en Uruguayana y Buenos Aires)
Eje 4: Mendoza –Huinca Renancó-Bahía Blanca (reactivación del Ferroexpreso Pampeano).
Eje 5: Santos-Corumbá-Santa Cruz (Bolivia)-Yacuiba-Salta-Socompa-Antofagasta (reactivación del FC Belgrano Cargas, Ferrocarriles brasileños, bolivianos zona Este, Ferrocarril Norte de Chile, Ramal C14).
Eje 6: Santa Cruz (Bolivia)-Yacuiba-Puertos cerealeros de Santa Fe
(reactivación del FC Belgrano cargas).
Eje 7: Construcción de un nuevo eje paralelo a la Cordillera, para el
transporte de minerales, con conexión en Mendoza al Eje 4.
Eje 8: Construcción del nuevo túnel ferrovial de baja altura conectando
Mendoza/Santiago de Chile/Valparaíso
Eje 9: Asunción-Encarnación-Posadas-Buenos Aires (reactivación del
FC López y FC Urquiza)
B. TRANSPORTE FERROVIARIO DE PASAJEROS DE LARGA DISTANCIA
Usar, para el transporte de pasajeros, la infraestructura mencionada
en el punto A.
C. TRANSPORTE MASIVO DE PASAJEROS EN AREAS URBANAS Y SUBURBANAS
Completar el mejoramiento del servicio de pasajeros por riel en el
área metropolitana de Buenos Aires, facilitando la interconexión entre
diferentes medios de transporte (playas de estacionamiento en estaciones suburbanas, fácil trasbordo tren/colectivo/subte.
Prolongación de las líneas electrificadas hasta Escobar y Luján.
Completamiento de la electrificación del FC Roca ramal La Plata
Extender el FC Belgrano Sur desde Estación Buenos Aires hasta
236.
Constitución.
Construcción de un tren ligero en el área de Rosario, usando las vías
inactivas.
Mejoramiento de las líneas suburbanas de Córdoba (Tren de las sierras)
Cooperar con autoridades provinciales o locales en proyectos de mejoramiento del transporte ferroviario masivo. (Santiago del Estero/LaBanda, Neuquén/Cipoletti, etc.).
D. TRANSPORTE FLUVIAL
Mejorar las condiciones de navegabilidad de la hidrovía Paraná-Paraguay, extendiéndola hacia las áreas mineras de El Mutún y Urucum, proveedoras de mineral de hierro para las plantas ubicadas sobre el río Paraná)
Adoptar un reglamento regional Mercosur para asegurar las condiciones de navegabilidad y seguridad de las embarcaciones de diversas
nacionalidades. Debe tomarse en cuenta que empresas argentinas suelen registrar sus embarcaciones en Paraguay para soslayar reglamentaciones diversas.
E. TRANSPORTE CARRETERO
Construir o completar los siguientes ejes:
Eje 1: Autovía Paso de los Libres/Posadas/Encarnación (continuación
Ruta 14)
Eje 2: Autovía Buenos Aires/Bahía Blanca.
Eje 3: Autovía Neuquén/San Antonio.
Eje 4: Autovía Buenos Aires/San Luis (conexión con autopista San Luis/
Mendoza) y construcción del túnel ferrovial mencionado más arriba.
Eje 5: Autovía Rosario/Bahia Blanca (Ruta 33)
Eje 6: Autovía Córdoba-Tucumán-Salta
Eje 7: San Juan/Coquimbo/La Serena
La red de interconexión institucional
La red de interconexión física no sirve de mucho si no se adoptan medidas institucionales, legales y administrativas que faciliten los contactos entre las sociedades de los distintos países de la región. Al día de hoy
el paso por algunos de los puentes internacionales comporta demoras
mayores de las que existían antes de la construcción de esas costosas
obras, debido al recrudecimiento de las trabas burocráticas.
Entre otras medidas institucionales se proponen las siguientes:
CONTROL FRONTERIZO INTEGRADO
237.
Se sugiere la instauración del sistema integrado de control fronterizo,
de modo que los controles migratorios y aduaneros se realicen en una
sola parada, con sistemas integrados de captura de datos, sin que se
dupliquen los registros. Este sistema funciona bastante bien entre Argentina y Uruguay, no tan bien entre Argentina y Chile (sólo en el paso
Cristo Redentor). Los datos deben ser intercambiables entre los países,
lo que requiere una base de datos compartida. Hoy en día las fronteras
son un mentís al concepto de Patria Grande.
B. LIBRE TRÁNSITO DE PERSONAS
En el futuro puede organizarse un sistema de eliminación de las fronteras, pero esto requiere de la adopción de medidas administrativas difíciles de instrumentar en el futuro inmediato. Entre ellas cabe mencionar: emisión de documentos personales y de automotores únicos e
integrados; fronteras externas del espacio común con un control efectivo, incluyendo los aeropuertos que reciben vuelos de extrazona; base de
datos compartida por todas las fuerzas policiales y de seguridad; tratados de extradición abreviada, para que el tránsito de personas buscadas
por la justicia hacia otro país no se convierta en impunidad.
C. COOPERACIÓN JUDICIAL
Establecer procedimientos para que los actos judiciales producidos
en un país puedan tener, con recaudos predeterminados, validez en
otros. Esto es especialmente importante en la justicia penal, donde los
países deben hacer frente a redes de crimen transnacional organizado.
Entre otras medidas de podría autorizar la presencia en actos judiciales
de jueces de otro país, quienes estarían facultados para obtener testimonios de las actuaciones con validez legal en el propio país.
D. ARMONIZACIÓN DE NORMATIVAS
Debería existir un proceso gradual de armonización de las normativas
nacionales en materias tales como sociedades, inversiones, contrato de
trabajo, sistemas impositivos, estándares de protección ambiental, propiedad de automotores y bienes registrables, etc. Véase a este respecto
los efectos nocivos que ha tenido en Europa la divergencia de las legislaciones nacionales en algunas de estas materias.
E. MECANISMOS DE APROBACIÓN ABREVIADA DE NORMAS COMUNITARIAS.
En los últimos tiempos el PARLASUR se ha convertido en un tópico
de moda, pese a que no se han definido sus competencias y funciones.
238.
Hoy, las normas comunitarias son adoptadas en el Mercosur por el
Consejo Mercado Común y, en definitiva, por los presidentes. En caso
que las normas sean de carácter legislativo, deben ser luego aprobadas
por todos los Parlamentos. En la práctica, esto implica que raramente
llegan a aprobarse normas con coercibilidad en los diversos países.
Deberán adoptarse mecanismos más ágiles, como, por ejemplo, la
remisión a los parlamentos nacionales de las decisiones del PARLASUR,
a fin de que sean rechazadas en un plazo predeterminado de tiempo,
pasado el cual, serían aprobadas automáticamente y tendrían vigencia
al interno de los países.
Este u otro procedimiento que se acuerde requerirá, seguramente,
modificaciones constitucionales en algunos de los países integrantes de
la zona común.
F. VALIDEZ DE TITULOS EDUCATIVOS EN LOS OTROS PAISES DE LA
ZONA.
Esto requerirá de algún sistema de evaluación de las entidades emisoras de esos títulos o la adopción de un sistema generalizado – en cada
uno de los países – de exámenes habilitantes para el ejercicio de profesiones reguladas. A efectos de no generar un sistema discriminatorio,
estos exámenes deberían ser exigidos a todos los estudiantes, nacionales o con títulos de otros países de la zona.
Un caso especial es el de las ciudades fronterizas, en las que se debería adoptar con rapidez un sistema de diplomas binacionales, a efectos
de evitar la duplicación de carreras en instituciones universitarias o terciarias a ambos lados de la frontera.
G.MODIFICACION DE LOS CONTENIDOS DE LA ENSEÑANZA DE LA
HISTORIA
Sin alterar los eventos de nuestra historia regional, debería incluirse, sobre todo en el análisis de hechos conflictivos (por ejemplo, guerra
Argentina/Brasil, guerra de la triple alianza, guerra del Pacífico, guerra
Perú/Ecuador, guerra del Chaco, etc.) el punto de vista de la otra parte,
para generar una mayor comprensión de lo acontecido y reducir la conflictividad de los relatos.
H. ADOPCION DE UNA FARMACOPEA COMUN
Es importante adoptar un sistema de aprobación regional de medicamentos, a fin de que se amplíe la autonomía de la fabricación de especialidades, que hoy están mayoritariamente en manos de compañías
monopólicas multinacionales.
239.
Conclusiones
El listado precedente – necesariamente incompleto – puede servir de
base para un programa de integración real y concreta de nuestras sociedades, superando la situación actual en que la integración termina
siendo, lamentablemente, más retórica que real.
La adopción de algunas de estas medidas redundará, a no dudarlo, en
una intercomunicación y un diálogo más profundo entre los ciudadanos
de nuestra Patria Grande.
240.
La convergencia Sur-Sur para la Universidad en América
Latina. Hacia una nueva Reforma Universitaria 230
Norberto Fernández Lamarra231*
Resumen
Este trabajo aborda los principales desafíos para la construcción de
políticas universitarias de Convergencia Sur-Sur y del Espacio Latinoamericano de Educación Superior -que abarquen al conjunto del continente-, ante la situación de de desordenada diversificación y fragmentación que registra actualmente la educación superior latinoamericana.
Se plantean algunos lineamientos para superar una potencial situación
de agudización de la misma frente a políticas supranacionales que la
afecten negativamente, como podría ser el caso de la imposición de políticas y estrategias –de carácter neo colonial- por parte del Espacio
Europeo de Educación Superior (Proceso de Bolonia) y de otros diversos
orígenes.
Se describen tanto la situación de la educación superior en América
Latina como los principales procesos y programas de convergencia y su
contribución al Espacio Latinoamericano, en el marco de los procesos
de integración regional, particularmente el MERCOSUR.
Asimismo, se plantean algunas propuestas para atender al desafío de
crear y consolidar ese Espacio Latinoamericano de Educación Superior
y la puesta en marcha de los necesarios procesos de construcción re230 Trabajo desarrollado a partir del artículo del autor “Desafíos para la construcción del Espacio
Latinoamericano de Educación Superior en el marco de las políticas supranacionales”, publicado en
el Jounal of Supranational Policies of Education, Nº 1, junio de 2013, GIPES, Universidad Autónoma
de Madrid, España. En virtud de la cantidad de citas que necesariamente deben efectuarse para un
correcto desarrollo de la temática analizada, se ha decidido mantener el sistema de citación utilizado por el autor a fin de no dificultar la fluidez de la lectura. (NdelE)
231 Doctor en Educación. Director del Departamento de Posgrados de la Universidad Nacional de
Tres de Febrero. Presidente de la Sociedad Argentina de Estudios Comparados en Educación. Vicepresidente del Consejo Mundial de Sociedades de Educación Comparada (WCCES) Miembro fundador de la Sociedad Iberoamericana de Educación Comparada.
241.
gional colectiva hacia una nueva Reforma Universitaria en ocasión del
Centenario de la histórica Reforma de 1918.
1. Breve caracterización de la educación superior en América Latina.
Los sistemas de educación superior latinoamericanos han registrado,
en las dos últimas décadas, un proceso de fuerte fragmentación y diversificación –tanto en su oferta, su organización como en su calidad- con
la inclusión de modelos universitarios diferentes y contradictorios. Esta
situación es claramente distinta a lo que había ocurrido hasta la década
del 80: hasta ese momento la educación superior había sido predominantemente estatal y con fuerte autonomía institucional y académica de
las universidades. El modelo predominante era el “napoleónico”, en el
que las facultades de carácter profesional se constituían en el centro de
la organización universitaria. En ese modelo, las carreras profesionales
son largas, de tipo túnel, en las que los alumnos obtienen el título luego
de 6 o 7 años de estudios.
Sin embargo, hacia fines de esa década e inicios de la del 90, se introdujeron -en el marco de una acentuación de los procesos de globalización- estrategias de carácter neoliberal que tendieron a reemplazar las
políticas de bienestar impulsadas por el Estado y las históricas políticas
de la Reforma Universitaria de 1918 por otras en que predominaron las
concepciones de mercado y de privatización de los servicios públicos,
entre ellos la educación. Las crisis nacionales en materia económica
llevaron a una fuerte restricción del financiamiento público para los
sectores sociales, en general, y para la educación y la universidad, en
particular. A pesar de esto, se acrecentó la demanda de educación superior por parte de la población, incrementándose fuertemente las tasas
de escolarización y el número de estudiantes.
A fin de atender la demanda creciente y con el predominio de las concepciones de mercado, se fueron creando diversos tipos de instituciones
de educación superior universitaria y no universitaria –en su mayoría de
carácter privado- sin criterios previos en cuanto a niveles de calidad y
de pertinencia institucional, muchas de ellas por parte de instituciones
universitarias extranjeras (educación transnacional). Como se mencionó, esto generó, por un lado, una fuerte fragmentación de la educación
superior –tanto a nivel regional como en cada uno de la mayoría de los
países- con un simultáneo proceso de privatización en materia institucional y con una gran heterogeneidad de los niveles de calidad. Esto se
ha registrado en casi todos los países latinoamericanos con la muy escasas excepciones de Argentina, Uruguay y, desde ya, Cuba. El promedio
242.
en América Latina en su conjunto es de alrededor del 65 % de la matriculación universitaria en instituciones privadas, llegando en Brasil a más
del 80 % y con un alto número de instituciones que no merecen ser denominadas universitarias. En Brasil, incluso, alrededor de dos tercios de
las instituciones universitarias privadas son de sociedades de carácter
comercial cuyas acciones cotizan en la Bolsa y cuyo objetivo principal es
el lucro. En Cuba es del 0 % porque no existen instituciones universitarias privadas, en Uruguay es de alrededor del 15 % y en la Argentina es
de aproximadamente del 20 %.
Una de las consecuencia de estos procesos, ha sido la intensificación
del carácter elitista de la educación superior latinoamericana: el acceso
a las instituciones de educación superior -tanto pública como privadade mejor calidad ha quedado reservado casi exclusivamente a los jóvenes de clase media alta y alta, provenientes de escuelas medias públicas y privadas, también de alta calidad. Los jóvenes provenientes de los
sectores populares –que con gran esfuerzo han concluido la enseñanza
media- no pueden acceder –en general- a las universidades públicas y
deben concurrir a las malas universidades privadas, la mayoría de carácter comercial.
Afortunadamente, las políticas universitarias en la Argentina –en especial en los últimos 10-12 años- han otorgado prioridad a las universidades públicas, con la creación de un importante número de estas universidades en el Gran Buenos Aires y en todo el país y con un significativo
incremento presupuestario para la educación y, en particular, para la
universitaria. El porcentaje del PBI dedicado a la educación se incrementó en este período de menos del 4 % a más del 6 %.
Si bien en la mayoría de los países latinoamericanos, en las últimas
décadas, las políticas educativas han tenido un carácter prioritario, en el
marco de las decisiones, acciones y esfuerzos nacionales que se desarrollan, no se han alcanzado niveles aceptables de democratización. Así
la educación superior en América Latina muestra fuertes desigualdades en diversos órdenes tales como: la atención de los diversos grupos
sociales y étnicos de población; el acceso a la educación superior y su
permanencia, ya que existen altas tasas de deserción. La calidad y pertinencia de la educación que se ofrece; los niveles de formación de sus
docentes; la incorporación de contenidos curriculares que se ofrecen no
responden –en general- a las demandas de la denominada “Sociedad
del Conocimiento”, a la utilización de las imprescindibles nuevas tecnologías de información y comunicación y, en general, a las exigencias
del futuro, tanto en lo nacional como en lo regional y en lo global. Esto
243.
requerirá la inclusión de estrategias políticas, institucionales, académicas, organizativas y pedagógicas de verdadero carácter innovador. La
innovación deberá ser una estrategia permanente y no una excepción
para poder formar universitarios con espíritu y formación de carácter
emprendedor e innovador.
Estas desigualdades que hemos planteado evidencian que en América
Latina reducidos sectores urbanos -pertenecientes a las clases medias
y altas de la sociedad- disponen de una oferta universitaria equivalente,
en gran medida, a la que reciben los estudiantes de los países desarrollados. Mientras tanto a la gran mayoría de la población se le ofrece una
educación de baja calidad, desactualizada en cuanto a conocimientos y
tecnología, con docentes muchas veces con menor formación de la requerida e instituciones con condiciones de infraestructura y de equipamiento muy precarias. Lamentablemente,
América Latina dista de ser una región homogénea en términos de
educación superior y universitaria. Más allá de los puntos de contacto de
la historia, del impacto de las reformas neoliberales de los años 90 y de
la necesidad de enfrentar el desafío de la “economía del conocimiento”,
queda claro que no hay un modelo o sistema similar entre los países que
componen la región. Tanto por el formato de coordinación como por la
forma de gobierno, la educación superior latinoamericana dista de ser
homogénea. (Fernández Lamarra, 2010)
2. La globalización y la educación superior
Para comprender el desarrollo de las políticas universitarias se hace
necesario comprender el fenómeno de la globalización, como un proceso que plantea algunas tensiones, que orientan -y a la vez desafían- a las
políticas de carácter supranacional que muchas veces predominan en
América Latina:
- La globalización como oportunidad - para las transformaciones necesarias a nivel educativo e institucional- y la globalización como amenaza, en tanto plantea la acentuación de políticas neocolonialistas y la
mercantilización de la educación.
- La tendencia a implementar políticas y reformas desde modelos universalistas –estandarizados, con desarrollos históricos muy diferentes
-generalmente provenientes de países industrializados tanto europeos
como de América del Norte altamente desarrollados- contradictorias
con las políticas nacionales y/o locales concretas. Es decir, una fuerte
influencia Norte-Sur.
- La globalización como negación de la historia y la heterogeneidad,
244.
particularidad de los sistemas educativos, y la tendencia a la homogeneidad de las políticas educativas y el desconocimiento de contextos e
historias de configuración de los sistemas. Esto es, la negación de la historia y heterogeneidad –particularidad- de los sistemas educativos, las
culturas académicas nacionales, los significados sociales vinculados al
contexto, las tendencias a la a las fuerzas del contexto y de las políticas
educativas que obran en conjunto sobre ellos. (Green, Wolf y Leney, 2001
y Schriewer, 2011)
- La tendencia hacia una convergencia política escindida de la convergencia cultural y la integración político – económica.
- Las tendencias internacionales sobre las competencias para la formación profesional global y las demandas específicas nacionales, en
función de las distintas formas de la organización y división del trabajo
en cada sociedad- La circulación transcontinental / regional de conocimientos y los
modelos de organización en espacios históricos y regionales y su “apropiación contextualmente específica”. (Schriewer, 2011).
Frente a la globalización, adquiere mayor relevancia la necesidad de
la integración de los países de una misma región para afrontar el fenómeno. Por ello, es necesario considerar estas tensiones en tanto ofrecen oportunidades de aprendizajes e insumos para la construcción de
conocimientos o bien se plantean en términos de obstáculos o en dicotomías sin resolución.
Es de considerar que las tensiones son parte inherente de la realidad,
del devenir social y que, si bien se han expresado en dicotomías, éstas
son insumos para el análisis, discusión y construcción de reflexiones
teóricas y propuestas concretas y prácticas.
3. Las políticas supranacionales
La supranacionalidad como concepto surge como una alternativa de
organización integracional que se caracteriza por:
a) el reconocimiento por parte de distintos Estados que comparten un
conjunto de intereses o valores comunes que le suministren un objetivo
y la fuerza motivacional necesaria para la realización de un proyecto integracionista.
b) la creación de un poder efectivo colocado al servicio de esos intereses o valores. Esto se comprobará en la medida en que las decisiones de
sus órganos comprometan a los Estados miembros a respetar y acatar
tanto las normas como los dictámenes jurisdiccionales, tanto por ellos
245.
mismos como por los individuos que los integran.
c) la autonomía relativa de ese poder, que implica su diferenciación
respecto del poder los Estados participantes, de modo tal que pueda ser
puesto exclusivamente al servicio de la idea directriz que los agrupa.
Parafraseando a Methol Ferre (2006), en este contexto “la voluntad de
muchos países de integrarse en bloques regionales aprovechando objetivos e intereses comunes, responde a una necesidad natural del Estado
que es el bien común y los derechos de los ciudadanos –entre ellos la
educación-“. Lo supranacional, como forma de unificación regional/nacional, parte de un proceso de lento desarrollo a través del tiempo, una
fórmula de integración política, económica, social, cultural; una integración de naciones, integración de hombres e integración de metas conceptos y deberes. Es en este marco que adquieren sentido y “sustancia”
las políticas educativas supranacionales. En materia de política educativa, desde los Organismos Internacionales es posible identificar la generación de estudios comparativos y el
uso de una perspectiva comparada; permitiendo un conocimiento más
profundo sobre los sistemas educativos, los procesos educativos y los
resultados de aprendizaje; posibilitando realizar comparaciones subnacionales, nacionales e internacionales; promoviendo la implementación
de políticas uniformes de reformas educativas internacionales. Esto ha
provocado muchas veces, entre otras consecuencias, una implantación
acrítica y descontextualizada de políticas, prácticas y experiencias.
Un claro ejemplo de políticas educativas supranacionales es la creciente influencia de los informes comparativos internacionales de rendimiento escolar (TIMSS, PISA, PIRLS), promovidos por la OCDE y otros
organismos internacionales o bien el funcionamiento de las agencias de
acreditación supranacional como la International Network for Quality
Assurance Agencies in Higher Education (INQAAHE), que se han establecido en países europeos bajo el marco del Proceso de Bolonia.
En Europa, Schriewer (2011) señala algunos cambios producidos a
partir de la puesta en marcha de políticas supranacionales orientadas a
conformar el Espacio Europeo de Educación Superior:
(…)En lugar de control de procedimientos y de contenidos, se establecieron nuevas formas de control de resultados (por ejemplo, mediante
acuerdos de objetivos y rendimiento, el cumplimiento de los cuales está
supervisado y evaluado); se introdujeron nuevas formas de entrega de
informes y de responsabilidad; los stakeholders (partes, entidades o personas interesadas) externos participan más en las decisiones estratégicas mediante paneles de gobernantes o consejos universitarios; la com246.
petencia se ha intensificado a través de rankings u otras herramientas
como el RAE inglés (un ranking sobre excelencia investigadora) o la iniciativa alemana de la excelencia de las universidades. (Schriewer 201)
Frente a estos cambios y las características señaladas que muchas
veces adquieren las políticas supranacionales, López Segrera (2008) se
pregunta “como las universidades podrán velar por sus valores tradicionales de autonomía, libertad de cátedra, investigación, trabajo de los estudiantes y evaluación”. Este es un desafío que las universidades latinoamericanas deben atender en tanto la experiencia de integración europea
ha generado debates importantes en América Latina sobre estos temas.
Por el mayor peso del sector privado en la educación superior y universitaria latinoamericana en comparación con la europea, la copia del
Proceso de Bolonia no es aplicable ni deseable. Sin embargo, la agenda,
en cuanto a los temas específicos y generales que despierta en la región,
hace que la experiencia de Europa sirva para construir un debate común.
(Brandi, 2012)
Esto lleva a plantear una antigua polémica sobre si es razonable tratar de asumir políticas supranacionales que muchas veces se refieren
a realidades muy distintas las que existen en el país o en la región en
que se intentan aplicar, generalmente acompañadas de importantes recursos financieros, como lo han hecho -y en algunos casos todavía lo
hacen- los proyectos financiados por organismos, bancos y fundaciones
internacionales. Incluso -muchas veces- esta polémica ha intentado invalidar la significación y utilidad de la educación comparada, asignándole –quizás equivocadamente- constituirse en un instrumento de estas
políticas supranacionales. Este equivoco se da porque muchos especialistas en estudios comparados han estado al servicio de estos intereses
internacionales porque reciben altos honorarios o sus centros de estudios tienen importantes financiamientos de estas fuentes. Justamente
en la actualidad en el seno del Consejo Mundial de Sociedades de Educación Comparada (WCCES) –del que el autor de este trabajo es Vicepresidente- se está registrando una polémica político-institucional entre los
sectores de carácter conservador que habitualmente representan estas
postulaciones antinacionales y lo sectores más progresistas que se resisten a las postulaciones supranacionales de imposición Norte-Sur.
Los estudios de carácter supranacional deben tener en cuenta estos
debates para evitar ponerse al servicio de intereses contradictorios con
los nacionales y regionales y propender a políticas y plantear propuestas
que -en algunos casos- podrían ser de carácter neo-colonialista. Esto
247.
podría haber ocurrido –o estar todavía ocurriendo- con algunos de los
proyectos de la Comisión Europea u otros financiados por otras fuentes
nacionales o regionales europeas y de América del Norte. Consideramos
que esta advertencia es importante cuando se asume –como tema- el de
los estudios supranacionales.
4. Hacia la construcción del Espacio Latinoamericano de Educación
Superior y su articulación con el Europeo.
Como ha sido mencionado, existen profundas divergencias en las políticas de educación superior en América Latina, que se explican por la influencia de modelos muy diferentes y heterogéneos y por las diferencias
en cuanto a lo institucional: desde grandes e importantes universidades
–equivalentes a las mejores del mundo- hasta pequeñas instituciones de
muy bajo nivel académico (denominadas universidades “patito” en México y “garage” en Colombia y otros países). Además, hay una marcada heterogeneidad en materia de diseños y organización de carreras de grado;
en los procesos para la acreditación de instituciones, en la organización
de los posgrados, etc. Otros temas son el de la educación a distancia y
virtual y el de la educación transnacional, sin regulaciones ni controles
adecuados. Ésta es una rápida caracterización del escenario latinoamericano de educación superior y de algunas de sus divergencias.
Tiana (2009) –actual Rector de la UNED de España- ve la dificultad que
ofrece la aplicación del Espacio Europeo en la región americana, pero,
sin embargo, entiende que es algo inevitable dentro de un proyecto de
mundialización de la Educación Superior. A su vez Malo (2005) –de México- opina que “la posibilidad de trasladar a nuestro continente lo que en
Europa se hace es aún remota”. En su opinión, es la propia configuración
del sistema educativo, que impide la movilidad entre diferentes facultades; un enfoque excesivamente profesionalizante; un programa de doctorado limitado y falta de mentalidades con visión global que favorezca la
construcción de un sistema más abierto y flexible.
La relación entre el proceso de EEES y su aplicación al continente
sudamericano, se plasma desde distintas ópticas que indican desde la
posible situación neocolonialista hasta una oportunidad para potenciar
el establecimiento de redes universitarias que faciliten la movilidad del
profesorado y estudiantes. Fernández Lamarra (2012)
Al respecto señalamos que el Espacio Europeo de Educación Superior
-y su denominado Proceso de Bolonia- podrá constituirse en un marco
248.
adecuado para estudiar los procesos de convergencia, no para adoptarlos acríticamente. Para ello es necesario:
* aceptar la importancia de los protocolos regionales e intergubernamentales de reconocimiento de títulos y estudios; por ejemplo la experiencia del MERCOSUR, ampliándola ahora con el UNASUR.
* avanzar hacia nuevas y más eficientes modalidades de gestión universitaria.
* contribuir al desarrollo de la movilidad de los estudiantes; por ejemplo, mediante la creación de sistemas regionales de becas.
* evaluar la creación de un sistema de créditos transferibles, por lo
que para ello resulta útil la experiencia europea del Sistema Europeo de
Créditos Transferibles -el ECTS-. Ha habido propuestas concretas en el
marco de proyectos ALFA –como el 6 x 4- y más recientemente –en mayo
de 2012- por parte del proyecto Tuning 3, con la propuesta del Crédito
Latinoamericano de Referencia (CLAR).
* recuperar la discusión sobre el modelo B-M-D de Bolonia en la definición de criterios comunes de estructura académica.
* dar mayor flexibilidad a los diseños curriculares.
* impulsar un intercambio permanente de profesores e investigadores, a través de programas y proyectos regionales y subregionales de
intercambio académico.
* avanzar en proyectos regionales de posgrados, tanto para maestrías
como para doctorados.
* intensificar los procesos de doble titulación entre universidades latinoamericanas.
4.1 La construcción del Espacio Común de Educación Superior.
La construcción del Espacio Común de Educación Superior Latinoamericano tiene su primer antecedente en la Declaración de Guadalajara
(1991) donde se expresa que las aspiraciones de desarrollo económico,
social, tecnológico y cultural necesitan de un gran impulso de la educación. Se habla por primera vez de la necesidad de promover un mercado
común de conocimiento que suponga un espacio para los saberes bajo
una filosofía de intercambio de materiales e innovación.
Desde Europa se ha promovido la construcción de un Espacio Común
de la Educación Superior entre ambas regiones. En la Declaración de
Salamanca de 2005 se avanza hacia la creación de un Espacio Iberoamericano, orientado a las necesidades de cambio en la Educación Superior,
centrándose en la investigación, el desarrollo y la innovación. Todo ello
con un claro fin,según se afirma, de incrementar la productividad eco249.
nómica que lleve a la mejora de la calidad, sobre todo a nivel social y de
desarrollo comunitario.
La Cumbre de Presidentes de la Unión Europea y de América Latina
y el Caribe formalmente ha creado el Espacio Común de Educación Superior ALCUE y ha ido aprobando diversas resoluciones, hasta ahora de
escasa resonancia efectiva en la dinámica universitaria. La Comisión Europea ha destinado -a través de varios de sus programas- un importante
financiamiento para este propósito sin tener en cuenta las condiciones
muy distintas entre los sistemas universitarios en Europa y en América
Latina. En particular, la construcción del EEES -a partir de la base de la
Unión Europea- mientras que en América Latina no se tiene una construcción política equivalente. De hecho, el EEES –Proceso de Boloniafue decidido originalmente por los ministros de 29 países europeos y sus
consejos de rectores y sus universidades lo asumieron prácticamente
sin resistencias formales decisivas. En América Latina –por la vigencia
plena de la autonomía universitaria- una construcción semejante hubiese sido fuertemente resistida por los sistemas universitarios nacionales
y regionales.
Por eso es importante señalar esta importante diferencia –muy relevante- entre la universidad en Europa y en América Latina. El Espacio Europeo se construyó de arriba para abajo, estrategia propicia en el
marco de las características de los sistemas universitarios europeos.
En cambio en América Latina debería construirse con el consenso entre todos los actores institucionales, pero donde el protagonismo fundamental debe provenir de las universidades y de sus principales actores;
es decir de abajo para arriba. Este tema es central ya que la tradicional
autonomía de las universidades en casi todos los países de la región
-característica propia y específica de la educación superior pública en
América Latina a partir de la Reforma Universitaria de 1918- aconseja
que la estrategia para la construcción de la necesaria convergencia parta de las propias instituciones universitarias y de los diversos consejos
y asociaciones de rectores y de universidades, públicos, privados o integrados, según sean los casos.
Por su parte, la Cumbre Iberoamericana de Presidentes y Jefes de
Gobierno ha creado, también, el Espacio Iberoamericano de Educación
Superior, en el que ya se han hecho algunos muy leves avances. La puesta en marcha de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) como
brazo ejecutor de las Cumbres de Presidentes, propende también a la
construcción de ese espacio común de la educación superior entre los
países de ambas regiones. Alemania, España, Francia, Italia, Portugal
250.
y Suecia así como otras naciones europeas, también han propendido a
construir redes y lazos entre los sistemas de educación superior a ambos lados del océano.
Este Espacio Iberoamericano se plantea en coordinación con la Secretaría General Iberoamericana, la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) y el Consejo Universitario Iberoamericano (CUIB). Se comienza, por tanto, a hablar de
un “Espacio Académico Iberoamericano de Cooperación Universitaria”
o “Espacio Iberoamericano de Educación Superior”. Ambos conceptos
políticamente se funden en uno mismo para formar un “Espacio Iberoamericano del Conocimiento”.
A lo largo de estos años, en América Latina se ha ido generando una
cierta concepción latinoamericana para la educación superior y se han
ido produciendo trabajos y acuerdos para ello. El organismo más activo
al respecto ha sido la UNESCO, particularmente a través del actual IESALC (antes CRESALC). Así, se celebró la primera Conferencia Regional
de Educación Superior para América Latina y el Caribe en La Habana,
Cuba, en 1996, donde el tema central ha sido “Las políticas y estrategias
para la transformación de la Educación Superior de América Latina y
el Caribe”. A esta Conferencia han seguido diversos, estudios, trabajos,
reuniones y encuentros internacionales como la siguiente Conferencia
Regional de Educación Superior (CRES), llevada a cabo en Cartagena de
Indias, Colombia, en el año 2008, donde se trató la Educación Superior
relacionada con la ciencia, la tecnología y su aplicación para el desarrollo humano sostenible. Según López Segrera (2008) “el objetivo principal
era la necesidad de generar un amplio movimiento de reflexión, compromiso y acción, dirigido a que las políticas institucionales y públicas en
Educación Superior se beneficien de los avances del siglo XXI”. Para ello,
la Conferencia Regional de Educación Superior (CRES) focaliza sus esfuerzos en generar propuestas hacia el fortalecimiento de los procesos
de integración regional que posibiliten un desarrollo óptimo de la Educación Superior, la Ciencia y la Tecnología en América Latina y el Caribe.
Es de señalar que las Conferencias Regionales latinoamericanas
-años 1996 y 2008- fueron previas a las Conferencias Mundiales de Educación Superior, realizadas en la sede de la UNESCO, en París, en los
años 1998 y 2009. En ambas conferencias mundiales los puntos de vista
de América Latina -expresados en las conclusiones y recomendaciones
de las conferencias regionales- fueron decisivos para las conclusiones
y recomendaciones de las conferencias mundiales, aunque en algunos
casos los países desarrollados (América del Norte y Europa) presenta251.
ron ciertas resistencias, que fue necesario superar.
Los conceptos claves que surgen como orientaciones para las políticas de educación superior para América Latina de las conclusiones y recomendaciones tanto de la CRES-2008 como de la CMES-2009, pueden
sintetizarse a través de los siguientes conceptos de política universitaria:
Bien público- Pertinencia - Relevancia - Responsabilidad Social Equidad - Autonomía - Calidad - Innovación - Ciudadanía democrática
- Participación - Gobernabilidad - Consensos – Educación permanenteConvergencia nacional y regional - Cooperación regional - Internacionalización - Libertad académica - Sociedad del Conocimiento - Utilización
de las TIC - Movilidad académica – Articulación con los otros niveles de
enseñanza - Articulación e innovación con Ciencia y Tecnología – Nuevos
modelos de Educación Superior- Mayores recursos financieros…
En este marco, Días Sobrinho (2008) menciona que en ambas Declaraciones “aparecen conceptos, palabras y ejes de acción de las reformas
en educación superior que se han implementado e implementan en el
mundo y en Latinoamérica: pertinencia, relevancia, calidad, responsabilidad social, equidad, internacionalización, autonomía, libertad académica, evaluación... (Días Sobrinho, 2008)
Estos conceptos podrían orientar el proceso de convergencia de la
educación superior a nivel regional. Como señala Tunnermann (2008)
“las Declaraciones Mundiales son en buena medida una brújula orientadora, la carta de navegación de los procesos de transformación de la
educación superior mundial y de nuestra región en estos últimos diez
años, aun cuando, ciertamente, quedan muchos retos pendientes”. (Tunnerman, 2008)
4.2. Los procesos de convergencia en América Latina
El Espacio Común se construye desde la integración interuniversitaria, la movilidad académica y la formación de dirigentes universitarios.
Por ello, con la construcción de procesos de convergencia en áreas específicas y la posible creación del Espacio Común Latinoamericano, a
partir de la identificación de asimetrías, consensos y estrategias, se podrá alcanzar una auténtica articulación convergente, tendiente a la creación de ese Espacio Común de Educación Superior. Para este proceso
es de mucho interés estudiar los objetivos, los alcances y las estrategias
desarrolladas en el ámbito del EEES. No para copiarlos y aplicarlos rígidamente sino para aprender de una estrategia exitosa de integración
interuniversitaria y de creación de un espacio común.
En los países de América Latina, en las últimas décadas, se ha plan252.
teado la necesidad de atender prioritariamente a la articulación y a la
convergencia de los sistemas y, particularmente, en cuanto al reconocimiento de títulos y estudios, a fin de posibilitar la movilidad de las personas –docentes, estudiantes y directivos- en el marco de la región. Para
ello se han ido desarrollando varios procesos de carácter integrador.
Uno de estos procesos ha sido el de la integración del MERCOSUR con
Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay como fundadores y la posterior
incorporación de Bolivia y Chile como asociados. Recientemente se ha
incorporado como nuevo miembro Venezuela. Otro de los procesos es el
del NAFTA con la integración de México con Estados Unidos y Canadá.
En Centroamérica se han registrado importantes avances en la consolidación de la región. Los países andinos tuvieron dificultades para consolidar el Pacto Andino, que funcionó aceptablemente bien hasta fines de
la década del 70 e inicios de la del 80; en estos países es de destacar la
organización y funcionamiento del Convenio Andrés Bello para atender
a los aspectos de articulación en materia de educación y cultura. También es de destacar el proceso gradual de integración interuniversitaria
llevado a cabo en Centroamérica, particularmente a través de la acción
del organismo que integra a sus universidades públicas, el CSUCA. Los
países del Caribe Anglosajón han integrado el CARICOM, junto a Estados
Unidos. Actualmente se está organizando el UNASUR, como muestra del
espíritu de unidad latinoamericana, con muy buenas intenciones -particularmente desde lo político regional- pero todavía con escasos avances
en lo vinculado a lo universitario.
En materia de convergencia educativa, en cambio hay importantes
avances del MERCOSUR en materia universitaria, en particular el reconocimiento de titulaciones de grado a través, primero, del Mecanismo Experimental MEXA y actualmente mediante ya un mecanismo definitivo, el ARCU-SUR; en Centroamérica mediante la importante labor
del CSUCA, de los programas de evaluación y acreditación regional de
posgrados y -más recientemente- la organización del Consejo Centroamericano de Acreditación; en la Comunidad Andina de Naciones a pesar
de las dificultades, se han organizado algunos programas y proyectos
facilitadores de la integración.
4.3. Programas y proyectos en materia de convergencia
En los últimos años diversos organismos de cooperación internacional, regional o bilateral han iniciado programas y proyectos que han
promovido la convergencia y la articulación entre los sistemas de educación superior. Se pueden mencionar a nivel intergubernamental inter253.
nacional: entre otras, a la UNESCO, al Banco Mundial, a la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y al Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). A nivel intergubernamental- interregional: a la Comisión Europea y a nivel intergubernamental
regional: a la Organización de Estados Americanos (OEA), al IESALC/
UNESCO y al Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Respecto de
agencias gubernamentales bilaterales pueden citarse: a la U.S. Agency for International Development (USA AID), a la Agencia Española de
Cooperación Internacional (AECI), a la Japan International Cooperation
Agency (JICA), a la Canadian International Development Agency (CIDA),
entre varias otras. Y en el nivel interregional pueden mencionarse a la
Organización Universitaria Interamericana (OUI), a la Organización de
Estados Iberoamericanos (OEI) y al Convenio Andrés Bello.
También se organizaron muy diversas redes interuniversitarias o interinstitucionales que han coadyuvado a estos propósitos de convergencia:
el Grupo Montevideo, la UDUAL, el CSUCA; la Red Columbus; la Red
Latinoamericana de Cooperación Universitaria; la Asociación de Universidades de América Latina y el Caribe para la Integración (AUALCPI); la
Asociación ORION; la Red Iberoamericana para la Acreditación de la Calidad de la Educación Superior (RIACES); la Red de Macro Universidades
Públicas de AL y el Caribe; la Asociación de Universidades Amazónicas
(UNAMAZ); el CRISCOS con las universidades de la región centro-oeste
de Sudamérica; la Red de Universidades Regionales (UREL); la de las
Universidades de la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL);
la Red que agrupa a las de carácter tecnológico (AIESTALC); la de las
Universidades Privadas de Centroamérica (AUPRICA); el CINDA; la Red
RICES para la Convergencia de la Educación Superior –que estamos
promoviendo desde la Universidad Nacional de Tres de Febrero- etc.
Estos procesos de integración regional son indicadores muy positivos
hacia una meta deseable y necesaria y que ha sido –desde el inicio de los
procesos de independencia de los países latinoamericanos- un muy loable ideal del Libertador Simón Bolívar: la unidad de América Latina. Casi
dos siglos después, es de esperar que estos procesos de integración
regional coadyuven a estos propósitos, ahora casi imprescindibles frente
a la globalización e internacionalización de los aspectos políticos, sociales, económico-productivos, culturales y educativos a nivel mundial.
Para esa tarea es imprescindible el indispensable protagonismo de las
universidades y de los sistemas universitarios latinoamericanos. Pero,
también, estos evidencian –lamentablemente- la tendencia negativa de
América Latina hacia la fragmentación y a la diversificación. Por ello,
254.
será necesario impulsar estrategias y políticas que tiendan a generar un
proceso articulador en cuanto a esta diversidad de organismos y redes
en materia universitaria. Un avance significativo –aunque todavía muy
embrionario- es la creación por parte del IESALC/UNESCO de ENLACES,
una red de redes, creada a partir de lo establecido en las recomendaciones de la CRES de la UNESCO de Cartagena de Indias, en el año 2008.
5. Posibles lineamientos para la convergencia
Frente a los avances del Espacio Europeo y su posible convergencia
con América Latina, se hace necesario trabajar hacia la convergencia de
la educación superior en América Latina y en la construcción conjunta de
un Espacio Común Latinoamericano, como requisito básico sobre el cual
ir articulando, global y sectorialmente.
Lamentablemente las pocas iniciativas orientadas a la creación de un
Espacio Latinoamericano de la Educación Superior, al producirse con formas aisladas y focalizadas en nichos y campos muy específicos de la educación superior y sin marcos de regulación comunes, tienden a disgregar
y diferenciar aún más los sistemas nacionales de educación superior en
la región y, por ende, dificultar en mayor medida su urgente concresión.
A partir de ya planteado para orientar este deseable proceso de convergencia tendiente a la creación de un Espacio Común Latinoamericano, se deberían encarar -entre otras- las siguientes acciones:
- Desarrollar trabajos y estudios que favorezcan la convergencia de
los sistemas universitarios nacionales, a nivel subregional y del conjunto
de América Latina.
- Promover la convergencia entre distintas asociaciones y redes interuniversitarias ya existentes.
- Estudiar -conjuntamente con organismos y universidades latinoamericanas- políticas, buenas prácticas y experiencias positivas desarrolladas en el marco tanto del EEES (Proceso de Bolonia) como del NAFTA
y de otras regiones del mundo
- Recopilar, analizar y difundir los trabajos y estudios desarrollados
en América Latina, en América del Norte, en Europa y en otras regiones,
que sean contributivos a los procesos de convergencia.
- Integrar y conformar un amplio repertorio documental digital de acceso abierto sobre los sistemas de educación superior vinculado a la
convergencia
Particularmente se podrán promover procesos de convergencia en cada
país, en cada subregión y en el conjunto de América Latina, en cuanto a:
255.
- Organización de la educación superior y sus normativas;
- Políticas de desarrollo de la educación superior y sus metas de equidad;
- Criterios y estándares de calidad, su evaluación y acreditación;
- Estudios de posgrados conjuntos y redes y proyectos de investigación;
- Propuestas regionales en materia de educación a distancia y virtual;
- Desarrollar procesos de internacionalización de la educación superior en el marco de políticas supranacionales que prioricen la cooperación
Sur-Sur.
6. Hacia una nueva Reforma Universitaria
Es importante señalar que ante la cercanía del Centenario de la Reforma Universitaria de 1918, los universitarios de América Latina deberemos trabajar con urgencia para debatir en todos los ámbitos políticos,
sociales, profesionales y universitarios una nueva Reforma Universitaria
que destaque los objetivos todavía incumplidos -pero plenamente vigentes- de la Reforma de 1918 y formule las nuevas bases y contenidos que
orienten a la Universidad en América Latina hacia el futuro con objetivos,
lineamientos y propuestas que se proyecten con similar vigencia a las
que tuvieron –y aún tienen- las que plantearon hace casi un siglo los estudiantes de Córdoba. Lo que destaca muy positivamente la significación
de estas propuestas es que luego de casi cien años la Argentina, América Latina y el mundo son muy diferentes a lo que eran en 1918 pero, sin
embargo, la casi totalidad de las propuestas universitarias, políticas, sociales y pedagógicas que se formularon en el ámbito del Movimiento Reformista están plenamente vigentes y muchas de ellas aún incumplidas.
Ojalá la sociedad como el Gobierno y otros ámbitos públicos de la Argentina y la universidad tanto argentina como latinoamericana puedan
en estos ya pocos años faltantes hasta el Centenario, plantear una nueva
Reforma Universitaria que oriente las políticas educativas y las de educación superior para atender las urgentes e importantes demandas de
democratización y de pertinencia de la Sociedad del Conocimiento y de
la Información. En esto deberemos participar activamente todos a través de procesos de consensos nacionales y regionales, junto con organismos internacionales –especialmente la UNESCO, y la OEI-, consejos
de rectores de cada país, redes universitarias, asociaciones nacionales
y regionales de docentes y de estudiantes, asociaciones de graduados
universitarios, consejos profesionales, etc.
Para ello debemos ya mismo iniciar los debates y estudios necesarios, impulsados desde las universidades y desde los distintos ámbitos
gubernamentales, sociales y políticos y trabajando conjuntamente con
256.
el resto de los países latinoamericano. Quizás esta tarea sea la primera y más urgente para impulsar la creación del Espacio Latinoamericano de Educación Superior. Estos debates y estudios ojalá contribuyan
efectivamente a la creación de este Espacio para que tanto su efectiva y
deseable creación como la nueva Reforma Universitaria a diseñar sean
procesos hermanados de la Convergencia Sur-Sur.
Esperamos con este trabajo poder aportar al debate, a la reflexión y
a la urgente e imprescindible tarea en común con todos los hermanos
latinoamericanos para la creación del Espacio Común de Educación Superior y para la formulación de una nueva Reforma Universitaria, tanto
para América Latina como, también, como contribución para el resto
de las regiones y países del Sur de otros continentes, así como también también para los países y universidades del Norte, tanto de América
como de Europa.
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259.
Ciencia autónoma y tecnología conveniente en América Latina
Javier Flax
1-Breve introducción
En la última década se produjeron importantes convergencias específicas en materia de ciencia, tecnología e innovación entre varios países de América Latina, las cuales resultan promisorias. Asimismo, se
realizaron reuniones regionales y subregionales en organismos como
la CEPAL y el Mercosur para ir armando una agenda común en la materia. Los actuales niveles de inversión en ciencia y tecnología, aunque
aumentaron significativamente en algunos países, están lejos de ser los
adecuados. El promedio de inversión es de apenas el 0,78% del PBI, muy
lejos del 2,5% de los países del norte y del 4% de Corea e Israel. Tal vez
en un futuro próximo, una vez que se supere la “dictadura de la deuda”,
la inversión en CyT pueda incrementarse. Asimismo, resulta difícil que
la investigación se traduzca en innovación tecnológica industrial, entre
otras razones por la baja incidencia de la inversión en I+D en el sector privado, asunto que requiere encontrar alguna solución creativa al
momento de otorgar financiamiento público. Por supuesto, las filiales
locales de las multinacionales adaptan casi sin inconvenientes las tecnologías que generan mediante su investigación y desarrollo (I+D), pero
las PyMEs locales no se hallan en la misma situación. Por el contrario,
frecuentemente no tienen acceso a los nuevos conocimientos, ni -por
consiguiente- a la innovación tecnológica. Si estos productores locales,
en gran medida pequeños y medianos productores, no tienen esas posibilidades, habrá que preguntarse si con las condiciones existentes es
posible alcanzarla. La respuesta es afirmativa, pero ello requiere potencias la interacción incipiente entre los productores y las instituciones
científicas como proponían Amílcar Herrera y Jorge Sábato hace más de
tres décadas, aunque mediante nuevos instrumentos.
Indudablemente, existe una brecha tecnológica con los países del
260.
Norte que se traduce en una nueva división internacional del trabajo en
la cual, claramente, nuestra región depende de los vaivenes de los precios oscilantes de las materias primas, pero se perjudica a la larga en
los términos de intercambio, con consecuencias perjudiciales en materia de generación de empleo, particularmente de empleo de calidad.
Pero la dependencia se evidencia en otros problemas de nuestras poblaciones, por ejemplo en aquellas enfermedades endémicas olvidadas
por no ser suficientemente rentables para los grandes laboratorios, por
lo que se dejó durante años a la gente abandonada a su suerte, hasta
que emergieron iniciativas de gobiernos, de científicos y de profesionales
latinoamericanos para revertir esa situación.
En el presente trabajo presentaremos algunos aspectos emblemáticos de la recuperación de las capacidades científicas y tecnológicas en
Argentina y nos detendremos en algunos casos de cooperación fructífera con otros países de la región que indican la necesidad de profundizar
ese camino de cooperación e integración si se pretende encarar exitosamente diferentes desafíos –algunos sumamente urgentes- para mejorar
el bienestar de nuestras poblaciones. Por supuesto, entendemos que
ese bienestar no debería darse mediante un “estilo de desarrollo consumista” -en los términos en los que Oscar Varsavsky se refería al mismoincompatible con la sustentabilidad ambiental y social. Por el contrario,
deberíamos encaminarnos hacia un “estilo de desarrollo creativo”, perfectamente viable, a la luz de recientes experiencias.
Veremos en qué medida es posible sacar algunas conclusiones de las
cuestiones que expondremos, atendiendo al sostenimiento de una política científica autónoma y a la adopción de tecnologías “convenientes”.
2-El mega anillo de fibra óptica de la UNASUR
Uno de los últimos casos de integración regional se produjo a partir de
la necesidad de lograr una mayor independencia en las telecomunicaciones, a partir de las denuncias del espionaje realizado por la Agencia
Nacional de Seguridad (NSA) a diferentes líderes mundiales. Entre los
espiados estuvo la Presidente de Brasil, Dilma Rousseff, quien tenía
intervenidos sus correos electrónicos. El espionaje en Brasil no fue sólo
político, sino también con respecto a la estrategia empresarial que empezaría a tener Petrobras, a partir de descubrirse la plataforma petrolera marítima frente a sus costas. De este modo, lo que hizo USA fue obtener ventajas competitivas espurias en el comercio a partir de conocer
las cartas de la competencia. En conocimiento de esto, la Presidente de
Brasil suspendió en 2012 el viaje programado a USA para una cumbre
261.
con el presidente Obama y realizó un firme pedido de explicaciones.
Lo que interesa, atendiendo a nuestro hilo conductor, es que la UNASUR decidió construir un mega anillo de fibra óptica en América del Sur
y el Caribe, para terminar con la dependencia de USA en términos de
telecomunicaciones.
En el caso de nuestro país, el Ministerio de Planificación implementó
de manera acelerada la Red Federal de Fibra Óptica, de 30.000 kilómetros, cuya implementación estuvo y continúa en manos de la empresa
estatal Arsat, dando lugar a la convergencia digital, regulada por una
nueva Ley de Telecomunicaciones, la Ley 27.078, Argentina Digital, la
cual cambia la lógica de los servicios de telecomunicaciones. Como veremos a continuación, antes se había logrado otro importante paso junto
con los países del Mercosur y otros países de América Latina en el modo
en que se produjo la incorporación de la norma técnica japonesa para la
digitalización de las frecuencias audiovisuales.
3-Adquisición adecuada de “tecnología conveniente” e integración
en el Mercosur.
El proceso de digitalización de la televisión abierta (TDA) es un ejemplo
de adquisición de tecnología conveniente y muestra un enorme aprendizaje con respecto a lo que ocurrió con la compra de tecnología enlatada
en otros períodos de la historia reciente. Con la iniciativa de Brasil, Argentina y otros países de Suramérica decidieron elegir la norma japonesa para la digitalización del espectro radioeléctrico, en vez de la europea
y la norteamericana. ¿Por qué? La norma japonesa consiste en una tecnología que permite transformar una frecuencia analógica de televisión
en seis frecuencias, mientras las otras sólo permiten sólo cuatro. Esto
ya es una ventaja cuando se pretende multiplicar las voces en el espacio
público. Las otras normas permiten tener sólo 4 canales de más alta
definición, pero la definición de la norma japonesa digital es excelente. Quizás no se trata de la mejor calidad posible, pero se trata de una
“tecnología conveniente” con una extraordinaria calidad. El concepto de
“tecnología conveniente” debería tenerse en cuenta permanentemente,
al momento de adoptar una tecnología, para no ir atrás de novedades
caras o inconvenientes por sus consecuencias.
Lo que resulta interesante es que el acuerdo de nuestros países no
sólo permitió una integración tecnológica, sino que se pudo negociar con
Japón en condiciones óptimas. No se trató de una compra de tecnología
llave en mano, sino que se adquirió el know how y los primeros receptores, decodificadores y antenas, para luego comenzar a producirlos en los
262.
propios países. En 2014 Argentina estaba instalando la televisión digital
en Venezuela.
4- La voluntad política para revertir la decadencia en CyT
¿Quién puede discutir los enormes avances en política científica y tecnológica en los últimos 10 años en nuestro país? Luego de décadas de
decadencia inducida, la investigación científica y tecnológica renacieron
por el empuje de la decisión política de los presidentes Néstor Kirchner
y Cristina Fernández de Kirchner, simbolizada de manera emblemática
por la puesta en órbita del primer satélite argentino de telecomunicaciones, el Arsat-1, primero de una serie de tres que podrán prestar servicios a nuestros países hermanos de América Latina para facilitar la
integración en telecomunicaciones y transmisión de datos.
Cuando Argentina estaba por perder su órbita geoestacionaria, pretendida por Gran Bretaña, el Presidente Kirchner eligió asumir el desafío de máxima de fabricar el satélite en Argentina, aprovechando las
capacidades científicas y tecnológicas propias y para poder realizar los
aprendizajes necesarios para disponer de una tecnología autónoma y
conveniente. Muchas fueron las críticas de los agoreros e impotentes de
siempre. El satélite ARSAT-I fue lanzado el 16 de octubre de 2014 y realizó primera transmisión en la celebración del Día de la Recuperación de
la Democracia y de los Derechos Humanos, cuando se festejaron los 31
años ininterrumpidos de democracia. Cosas de la finitud: quien más merecía ver ese día, Néstor Kirchner, lamentablemente no pudo hacerlo.
Se trata de un ejemplo inspirador que debería erigirse en modelo de
autonomía frente a otros desafíos pendientes en el campo científico, en
el tecnológico y en el de la innovación incorporada a la industria.
Néstor Kirchner y Cristina Fernández tuvieron claridad sobre la importancia de la necesidad de estimular y sostener una investigación
autónoma y relevante si se pretende algo más que un país meramente
agroexportador, superando también la falsa dicotomía entre campo e
industria. Más aún, tal es la dependencia del conocimiento que tiene hoy
la producción agropecuaria, que sin ciencia y tecnología, la Argentina y
los propios productores en poco tiempo podrían verse obligados a dejar
buena parte de la renta obtenida para dejarla transferirla en pagos en
concepto de patentes de invención a quienes patentan los eventos biotecnológicos que permitieron, por ejemplo, los altos ingresos en concepto de exportaciones agropecuarias en los últimos años. Este es un ejemplo de los nuevos desafíos que se deberá enfrentar: ¿podremos volver a
tener nuestras propias semillas, transgénicas o no? ¿Se podrá, a su vez,
263.
incorporar a los OGM en un “estilo de desarrollo creativo”, sustentable
social y ambientalmente?
Nuestro país no sólo recuperó la capacidad para generar ciencia y
tecnología de calidad, sino que previamente contó con el aporte intelectual de científicos y tecnólogos que tuvieron una enorme capacidad para
reflexionar sobre política científica de modo de influir en la política y en
la organización de las instituciones de investigación científica, lo cual no
pudieron ver realizado en vida. Entre ellos podemos mencionar a Oscar
Varsavsky, Rolando García, Jorge Sábato y Amílcar Herrera, entre los
más destacados, cuyas diferencias se minimizan en la actualidad. No
pueden desconocerse sus aportes si se pretende enfrentar exitosamente los futuros desafíos (Al respecto nos referimos en Flax, Javier “La
organización de las instituciones de investigación científica. Entre la eficiencia y la justicia”, Cuadernos Americanos Nº62, UNAM, México, 1997).
Oscar Varsavsky, por ejemplo, tuvo enorme claridad al plantear la importancia de la autonomía científica frente al pseudo dilema en el que
se encontraba empantanado el pensamiento de fines de los ’60 entre
dirigismo o libertad de investigación. Para Varsavsky toda investigación
científica que requiriera financiamiento estaba orientada de uno u otro
modo. El dilema entonces era si esa orientación se dejaba en manos del
mercado o se lograba una investigación autónoma, que pudiera establecer políticamente sus prioridades, atendiendo al interés público. Por ello
planteaba una ciencia que por entonces denominaba “para el cambio social”. Para ello se requería, a su vez, que los científicos no incurrieran en
perspectivas cientificistas, es decir, incapaces de reflexionar sobre las
propias prácticas de investigación e incapaces de hacerse responsables
por las consecuencias perjudiciales previsibles de sus resultados. Por
ellos se requería del trabajo interdisciplinario de los grandes programas
cuando se abordaban problemáticas complejas.
Quien pudo realizar los aportes más claros en esa línea fue Rolando García, quien elaboró una metodología interdisciplinaria orientada
por un marco epistémico valorativo que permitía la articulación entre
las diferentes disciplinas a través de varias fases de diferenciación
del sistema complejo que se estuviera estudiando y la integración de
los aportes de las diferentes disciplinas. Esta metodología la elaboró
convocado por la FAO para revertir o, al menos, detener las consecuencias perjudiciales de la implementación de un paquete tecnológico para la sorgorización de una región de México. Si los estudios de
García en torno al sorgo se hubieran tenido en cuenta en la sojización
transgénica en nuestro continente, muchas consecuencias indesea264.
bles previsibles, tanto sociales como ambientales, se hubieran podido evitar.
Jorge Sábato trabajó sobre la necesidad de generar una sinergia en
términos de ciencia y tecnología para estimular la innovación industrial.
El famoso triángulo de Sábato tenía por vértices al Estado, las Universidades y el sector privado. Hoy continúa siendo el mayor desafío lograr
que el conocimiento se convierta en un insumo que brinde ventajas competitivas a las empresas que no tienen escala para su disponer de su
propia I+D, como ocurre con las grandes transnacionales. De lograrlo
depende obtener un mayor valor agregado a nuestros productos, trabajo
argentino de mayor calidad y que los términos de intercambio internacional no dependan de los vaivenes de los precios de los bienes primarios, materias primas o, genéricamente hablando, de las commodities.
Por su parte, Amílcar Herrera, entre tantas otras cosas, mostró que la
distinción tradicional entre investigación básica, investigación aplicada,
tecnología, industria y sistema de necesidades/mercado, debía relativizarse cuando se trata de biotecnologías o de informática. Asimismo, dejó
en evidencia la tracción que genera el mercado en torno a las diferentes
fases mencionadas.
Cabe preguntar, entonces, si puede dejarse meramente al mercado
la orientación explícita o implícita de la investigación científica y tecnológica, atendiendo a las consecuencias. Lo que muestran algunos de los
casos que vamos a señalar indica que el Estado no debería renunciar a
su papel rector, de modo de profundizar el camino iniciado en los últimos
años, en los que se revirtieron las pérdidas de capacidades científicas y
tecnológicas padecidas en varios períodos de la historia reciente en plena
hegemonía neoliberal con su ideología de los mercados autorregulados.
5-La pérdida planificada de las capacidades científicas y tecnológicas
“Tenemos que mirar la historia, no para hacer de fiscales, sino para
no ser idiotas”. Del discurso de Cristina Fernández de Kirchner en José
C. Paz (9 de septiembre de 2015)
Como es sabido los objetivos implícitos y reales de la dictadura genocida fueron transformar la matriz económica y social en un sentido
regresivo, para lo cual no dudaron en destruir todo aquello y a todos
aquellos que se pudieran oponer a sus planes. En términos de capacidades científicas y tecnológicas, lo único que se mantuvo en pie fue el plan
nuclear. No debemos olvidar que en 1975 una empresa de capital nacional -Fate- producía la primera minicomputadora –una calculadora cien265.
tífica- con tecnología enteramente argentina. Para ello sólo importaba el
20% de los insumos. Fate llegó a ocupar el 50% del mercado compitiendo
con empresas transnacionales. Asimismo, CITEFA estaba desarrollando
investigaciones para la utilización del silicio y la fabricación de circuitos
integrados impresos. Pero la política de apertura de la economía implementada por Martínez de Hoz durante la dictadura condujo a arrasar con
la el desarrollo tecnológico y la industria nacional. Asimismo, empresas
trasnacionales como IBM presionaron a los gobiernos latinoamericanos
para imponer sus productos a través de los buenos oficios de la Cámara
de Comercio Exterior y el Departamento de Estado de USA.
En los ’90 se potenció la idea de volver al modelo agroexportador para
asumir “nuestro lugar” en la redefinición de la división internacional
del trabajo, particularmente a través de la prédica del ex Presidente del
Banco Central durante la dictadura genocida y futuro superministro de
economía, Domingo Cavallo, por entonces miembro de Fundación Mediterránea, quien ya durante el gobierno de Alfonsín proponía “volver al
modelo agroexportador que tuvo la Argentina en el pasado”, lo cual tendría terribles consecuencias en términos de desindustrialización y pérdida de recursos humanos.
Para Domingo Cavallo -quien mandaba a lavar los platos a científicos
mucho más competentes que él- era suficiente comprar la tecnología
que pudiéramos necesitar, evidenciando, en el mejor de los casos, un
enorme desconocimiento. Efectivamente, para comprar tecnología, se
requiere saber qué se compra y sin conocimiento, es probable que se
compren tecnologías obsoletas, incompatibles, etc. como efectivamente
ocurrió. A su vez, la mera compra de tecnologías enlatadas o plantas
llave en mano impide realizar auténticas innovaciones porque se choca
con el desconocimiento de los ciclos y procesos tecnológicos y con falta
de capacitación de quienes tienen que llevarlos a cabo. Esto conduce a
tener que perder luego un tiempo enorme adaptando la tecnología.
No hay más que comparar la compra de tecnología enlatada en el
caso IBM con la adquisición de tecnología con el know how para la televisión digital abierta (TDA) a la que hicimos referencia más arriba. Efectivamente, el caso IBM-Banco Nación resulta un ejemplo claro de lo que
no hay que hacer. Es decir, debemos aprender de los errores. En rigor, la
informatización de la banca pública y de la recaudación de impuestos se
intentó ya durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Para ello se prepararon
licitaciones en las que se exigía que las empresas tuvieran un capital
mayoritario argentino. Eso llevó a que el gobierno de USA –que quería
vender esa tecnología enlatada- le dijera al gobierno de Argentina que
266.
teníamos todo el derecho, pero que ellos tenían todo el derecho a no
seguir comprando granos (Al respecto puede verse Alcira Argumedo, Un
Horizonte sin certezas. América Latina ante la revolución científico-tecnológica, Puntosur, Montevideo-Bs.As, 1987. Asimismo, Azpiazu, D. et
al.: 1988, La revolución tecnológica y las políticas hegemónicas, Bs. As.
Legasa, p.30). Ante semejante encrucijada, el gobierno argentino tuvo de
desistir de seguir adelante por las pérdidas que se generarían al sector
agropecuario y al fisco mismo.
Luego, durante el gobierno de Menem, se firmó un decreto de necesidad y urgencia para comprarle directamente a IBM una tecnología que
no era la más conveniente y dejaba al país en manos de un proveedor
monopólico al que habría que pagarle por cada innovación de soft o de
hardware. Pero, además, El problema era que el desarrollo tecnológico
lo hubiéramos podido realizar con profesionales y técnicos argentinos,
sobre todo atendiendo que se trataba de organizar información estratégica para nuestro Estado (Puede verse el caso de manera más detallada
en FLAX, Javier Ética, política y mercado. En torno a las ficciones neoliberales, Los Polvorines, UNGS, 2013, cap. 4).
En 2001 un juez federal consideró rescindido el contrato y el Estado
Nacional comenzó a ahorrarse 150 millones de dólares anuales. Con
la rescisión del contrato con IBM se dejó de depender de un monopolio
para la organización de la información del Estado (IBM organizaba el
90% de la información pública) y del costo económico y de todo tipo que
implica estar sometidos a un monopolio. Se puede decir que actualmente la AFIP corresponde a un ejemplo de capacidad estatal. El desarrollo
tecnológico de la Agencia Federal de Ingresos Públicos (DGI + Aduana)
se realizó siguiendo una concepción institucional de la innovación tecnológica, en la cual la formación de capacidades es tan importante como el
desarrollo tecnológico mismo, al momento de tener que implementar y
renovar las tecnologías.
Es decir, se comenzó a desarrollar tecnología informática propia contra los condicionamientos de los organismos multilaterales de crédito.
Efectivamente, el Banco Mundial no quería que países como Argentina y
Brasil tuvieran desarrollos propios en el campo de la informática. En un
seminario sobre política científica realizado en la Universidad del Litoral, Enrique Oteiza –entonces a cargo de la Agencia Nacional de Promoción y Científica Tecnológica- y Ronaldo Gimarães –entonces presidente
de la CAPES de Brasil- pusieron de manifiesto los condicionamientos a
los que los pretendían someter los funcionarios del Banco Mundial, los
cuales se pueden sintetizar así: “si quieren el crédito no se ocupen de
267.
informática”. Actualmente, casi todos los desarrollos científicos y tecnológicos requieren de la misma.
A pesar de todo, Argentina se convirtió en un importante productor de
software, que va desde el entretenimiento hasta las telecomunicaciones.
Es evidente el impacto que tuvo el Fondo Fiduciario de Promoción de la
Industria del Software (FONSOFT), creado en 2004, a partir de la sanción
de la Ley de Promoción de la Industria del Software (Ley 25.922). Lo interesante de esta industria es que requiere de inteligencia, pero no de
instalaciones que suponen grandes inversiones. Con lo cual es problema
del pasaje a la producción en escala no es un inconveniente. Fue enorme el impacto en la generación de empleo altamente calificado, estando
cerca de los 100.000 puestos de trabajo. En 2012 pasó a ser el primer
país latinoamericano en términos de exportación y en 2013 cerró el año
con exportaciones por más de U$S 900 millones. Por esas vueltas del
destino el principal destino es USA.
Para finalizar este apartado, debemos recordar que los ’90 se reinició
la emigración o el “drenaje de cerebros” y también se desalentó el estudio universitario de carreras científicas y tecnológicas. En el caso de
las ingenierías se llegó a una situación dramática al tenerse solamente
2,5 ingenieros cada 1000 habitantes, cuando el desarrollo sostenido requiere de al menos 10. A su vez, se cerraron las Escuelas Técnicas en
todo el país menos tres jurisdicciones: Santa Cruz, Río Negro y Ciudad
de Buenos Aires. La falta de profesionales tecnólogos y la dificultad para
generar una “masa crítica” en algunos campos científicos, sin dudas
constituye una seria limitación para el desarrollo. Cuando comenzó la
recuperación industrial hace 10 años, la industria tuvo que recurrir a
estudiantes de ingeniería para reemplazar a los técnicos, demorando o
desalentando su avance en la carrera universitaria. A partir del gobierno
de Kirchner, el Estado tuvo que recurrir a políticas activas para reorientar las vocaciones hacia ese tipo de carreras, con diferentes estímulos,
incluidas las Becas del Bicentenario.
6- La recuperación de la autonomía científica y tecnológica en Argentina
Cada vez más frecuentemente nos encontramos con noticias auspiciosas en torno a diferentes avances logrados en diferentes campos del
conocimiento. No son resultados del azar, sino que se inscriben en políticas de estímulo y financiamiento implementadas en los últimos años. A
fines del año 2007 se creó en Argentina el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación productiva (MINCyT), es decir, se dio rango ministerial
al área y se organizó el sistema de ciencia y tecnología estableciéndose
268.
políticas y prioridades al respecto. A partir del año 2004 se duplicó en
valores reales el presupuesto en ciencia y tecnología a nivel nacional,
superándose el otrora máximo histórico del 0,5% del PBI, pero quedando
muy lejos aún de los porcentajes que disponen los países desarrollados
(2,5% ó más) o el país hermano de Brasil (1,21%). Como en todas las
cosas, algunos verán la mitad de la botella llena y otros, la mitad de la
botella vacía. En términos dinámicos, no cabe duda que es un importante
avance, sobre todo atendiendo a las restricciones financieras del Estado
nacional. Por su parte, las universidades nacionales deben acompañar
este proceso, no sólo con proyectos de investigación relevantes, sino
también en la actualización de las ofertas de formación y actualización
de los planes de estudios. Las universidades recibieron recursos para la
construcción de infraestructura y para el equipamiento de laboratorios y
bibliotecas, así como una mejora de los salarios, que pasaron a ser más
razonables, aunque no se acercan aún a las condiciones de los docentes
e investigadores de las universidades de países latinoamericanos como
Brasil o México.
Actualmente la política de retorno de científicos es una política sistemática que lleva a cabo el Estado nacional a través del programa Raíces,
mediante el cual se pudieron repatriar y generar condiciones en términos de salario, infraestructura y equipamiento para 1175 científicos de
primera línea que estaban en el exterior. Pero también se pudo especial
énfasis en la formación de científicos y tecnólogos mediante el apoyo que
significan las becas para estudiar 150 carreras científicas y tecnológicas
consideradas prioritarias por el sistema científico para posibilitar un desarrollo diversificado y sustentable.
7-Algunos de los avances recientes
-Energía nuclear y energía eólica
Si comparamos con lo que ocurría hasta hace pocos años en Argentina, los avances son significativos. Asimismo, la concepción cooperativa de
ciencia para la paz que hay en nuestro país es destacable. Argentina es signataria del Tratado de No Proliferación (TNP) desde 1995 como un estado
sin armas nucleares. Sin embargo, se maneja todo el ciclo de la energía
nuclear. Hay tres centrales nucleares que proporcionan el 6,2% de la energía del país, cuya demanda va en aumento. Incluso la empresa del estado
rionegrino INVAP (Investigaciones Aplicadas), junto con la CNEA (Comisión
Nacional de Energía Atómica), produjeron reactores multipropósitos, unos
de los cuales se exportó a Australia. Actualmente se están construyendo
otros en el país y se firmó un convenio para construir uno en Brasil.
269.
En el área de energías alternativas, INVAP desarrolla autogeneradores de diferentes capacidades, no sólo para las “granjas eólicas” de la
Patagonia, sino también turbinas más pequeñas para usuarios aislados
de la red eléctrica. Cada vez es más frecuente encontrarse con los molinos gigantes. Debe tenerse en cuenta que la energía eólica está creciendo un 30% por año.
-Tecnología espacial y telecomunicaciones para América Latina
En términos de tecnología espacial, Argentina tiene capacidad para
producir sus propios satélites. Si empezamos por lo más sencillo, desde
Rusia se lanzaron dos nanosatélites de prueba producidos por INVAP y
una empresa privada argentina, financiado en parte por el MINCyT: El
Capitán Beto y Manolito, los cuales fueron construidos en un 80% con
elementos de industria nacional y el resto se puede sustituir en breve.
Son un ejemplo de tecnología conveniente porque se trata de satélites
económicos que cumplen con inteligencia, pero sin sofisticaciones innecesarias, con los objetivos para los que fueron construidos. Para lanzarlos se recurrió a vectores o cohetes contratados a otro país. Pero
en poco tiempo, los satélites pequeños podrán serán lanzados con un
vector propio, el cohete Tronador II.
-Los satélites ARSAT de telecomunicaciones
Argentina disponía ya de satélites de observación. Por ejemplo, la serie SAC –satélites de aplicaciones científicas- el último de los cuales,
SAC-D-Aquarius, es sumamente importantes para obtener información
de nuestro territorio, sobre datos climáticos, atmosféricos, salinidad
de aguas, humedad de tierras, es decir, servicios para la producción
agropecuaria, etc. Ese tipo de satélites es utilizado también por el fisco para detectar construcciones no declaradas, rendimientos agrícolas,
silo-bolsas, etc. es decir, para detectar evasión impositiva en general.
Es de esperar que en un tiempo cercano este tipo de satélite se pongan
al servicio del tránsito y la seguridad vial para evitar, entre otras cosas,
que los transgresores sistemáticos sigan generando incidentes de tránsito y se reduzcan las más de 8.000 muertes anuales en el país.
Como quedó dicho al comenzar este trabajo, a partir de una decisión
presidencial del año 2007, se creó la empresa ARSAT y junto con INVAP
lograron la construcción del primer satélite argentino de telecomunicaciones, el ARSAT-I, primero de una serie que permitirá brindar los
servicios de TDA, telefonía, internet, etc. en todo el territorio argentino,
el cual tenía solamente una cobertura de alrededor de la mitad de su
270.
superficie. Incluso, permitirá proporcionar esas prestaciones a países
limítrofes, atendiendo a que además de USA, Argentina es el único país
en América con esa tecnología y uno de los ocho de todo el planeta. El
ARSAT-I fue lanzado el 16 de octubre de 2014 y realizó primera transmisión en la celebración del Día de la Recuperación de la Democracia y de
los Derechos Humanos, cuando se festejaron los 31 años ininterrumpidos de democracia. El lanzamiento del Arsat-2 está previsto para el 30
de septiembre de 2015. Brindará servicios de televisión directa al hogar,
transporte de señales de video, Internet, datos y telefonía y extenderá la
cobertura a toda América Latina e, incluso, llegará a América del Norte.
-ADN, genoma humano
En lo que respecta a la genética aplicada a la medicina, además de
medicamentos, “en el campo de la cardiología, la mayor parte de los
avances científicos conseguidos en el país se centraron en injertar células madres del propio paciente para reactivar tejidos dañados por infartos, miocardiopatías dilatadas o el mal de Chagas” (Faraj, Santiago et al.
“Reproducción humana: avances científicos-tecnológicos y sociedad” en
Biotecnología en la Argentina, p.182).
En noviembre de 2013 se anunciaba que en Argentina se logró la decodificar la secuencia completa de genomas humanos. Se puede realizar el
mapeo a partir dos plataformas tecnológicas, una bioinformática y otra
genómica, también financiadas por el MINCyT. Las implementaciones
de las técnicas derivadas también conducen a la reflexión y los debates
éticos sobre sus beneficiarios y sus consecuencias.
-Biotecnología
En el campo de la biotecnología, además de la formación de recursos
humanos, se requiere de grandes inversiones en laboratorios. Sin embargo en Argentina ya hay más de ochenta empresas privadas biotecnológicas que “operan en la producción de semillas y micropropagación
vegetal, reproducción animal, vacunas, inoculantes, cultivos, enzimas
y medicamentos. Sólo el 10% de ellas son de capital internacional; las
restantes son firmas pequeñas y medianas.” Lo que resulta bien interesante desde el “triángulo de Sábato” (vinculación virtuosa entre universidades, Estado, sector privado), pero también desde el debate en torno a
la propiedad del conocimiento es que “todas las empresas presentan un
flujo constante con institutos públicos o grupos de investigación.” (Festa,
Sabrina y Sanchez, Mirna “Empresas biotecnológicas. Del desarrollo de
una empresa a una empresa en desarrollo”, en Díaz, Alberto y Maffia,
271.
Pablo (comps.) Biotecnología en la Argentina. Desarrollo y usos sociales, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2011, pp. 52-53)
Sería deseable que se asuma el desafío de invertir suficientemente
como para que podamos tener procesos de fito-mejoramiento que no
nos hagan depender de ninguna trasnacional que recurra a abusos de
posición de dominio en el mercado. Debe tenerse en cuenta que nuestro
país tiene capacidad para producir semillas, comercializarlas y exportarlas con un enorme valor agregado. Una tonelada de semillas de maíz
vale cuarenta veces más que una tonelada de granos (Las empresas de
biotecnología en Argentina, MINCyT, 2014, p.36 y ss). Pero quizás se tenga la suficiente capacidad, imaginación y empuje para salir del actual esquema agropecuario soja-transgénica-dependiente. Asimismo, debería
considerarse que las grandes transformaciones deber ir precedidos de
estudios interdisciplinarios para evaluar posibles consecuencias perjudiciales sociales y ambientales. Atendiendo al modo en que se llevó a
cabo la sojización transgénica en nuestro país se requiere que las instancias de regulación estén abiertas al escrutinio público, atendiendo
a los impactos y eventuales consecuencias dañinas. Se requiere que el
debate ético y político atienda no sólo a la dimensión económica, sino –
como quedó dicho- a las dimensiones social y ambiental (Al respecto nos
referimos en Flax, Javier Política científica, interdisciplina y derechos
humanos, Buenos Aires, Biblos, 2014 y 2015, capìtulo 6 “La necesidad de
una metodología interdisciplinaria. El caso de la sojización”).
-Vacuna contra el cáncer de pulmón
Luego de 18 años de investigaciones, científicos argentinos y cubanos, lograron la primera vacuna terapéutica contra el cáncer de pulmón
avanzado, del que mueren en Argentina nueve mil personas por año. No
se trata de una vacuna preventiva. La prevención pasa fundamentalmente por no fumar activa o pasivamente. Lo que permite esta vacuna es un
tratamiento que ataca las células cancerígenas hasta lograr una remisión del tumor y convertirlo en una enfermedad crónica. Es decir, mejora
enormemente la calidad y cantidad de vida de quienes padecen ese mal
y no tiene los efectos adversos propios de las terapias tradicionales. El
principio sería trasladable a otros tipos de cáncer. Luego de aprobarse
las diferentes fases de experimentación está disponible desde julio de
2014 bajo prescripción médica
-De la salmuera de litio a las baterías
Actualmente y en un futuro próximo las baterías más convenientes
272.
seguirán siendo las de iones de litio. Para notebooks, netbooks, tablets,
teléfonos celulares, molinos eólicos, paneles solares y para los autos
eléctricos que se empezarán a comercializar en pocos años. Sólo para
las netbooks de Conectar Igualdad se requiere 400.000 baterías por año.
Se prevé a su vez que en 2020 el mercado de baterías de litio para autos
será de 75.000 millones de dólares. Esto le abre una gran oportunidad a
Argentina, porque es uno de los países que más litio tienen, aproximadamente el 20% de las reservas mundiales (entre Chile, Bolivia y Argentina
suman el 85%). Para tener una idea de los que significa, la tonelada de
salmuera de litio que se extrae del salar ve puede vender a 300 dólares
la tonelada. Si se hace el proceso de concentrarla y obtener carbonato
de litio, se puede vender a 6000 dólares la tonelada y si se llega a litio
metálico (puro) se puede vender a 6000 dólares el kilogramo. Ahora bien,
de una mera industria extractiva se pasó al aprovechamiento de nuestra
capacidad científica y tecnológica para industrializar el litio en Argentina.
Recordamos que por 2011 el físico teórico Daniel Barranco de la Universidad Nacional de Córdoba, junto con otros investigadores de la CNEA y
la Universidad de la Plata presentó un proyecto para fabricar las baterías en Argentina que cuenta con apoyo del MINCyT. Ese mismo año el
gobernador de Jujuy a través del decreto Nº 7592 declaró de interés las
reservas minerales que contengan litio y puso el acento en la protección
ambiental frente a cualquier proyecto de extracción. Al poco tiempo el
Ministerio de Industria encargó la fabricación de las baterías de Conectar Igualdad a la empresa local que se organizó a partir de la propuesta
de Barranco. Desde el punto de vista de Barranco se cerró el triángulo
de (Jorge) Sábato, en la medida en que se logró la convergencia entre la
investigación, el sector privado y el Estado.
La recientemente creada empresa Y-Tec, integrada en un 51% por
YPF y un 49% por el CONICET, obtuvo del CONICET la cesión de la licencia de un proceso electroquímico patentado por el Dr. Ernesto Calvo y su equipo del Instituto de Química Física de los Materiales, Medio
Ambiente y Energía (Inquimae) de la Facultad de Ciencias Exactas y
Naturales de la UBA para un modo alternativo de extracción y purificación de cloruro de litio que disminuye enormemente el impacto
ambiental al reducir el consumo de agua para el proceso. Se espera
que durante este mismo año 2015 tengamos la primera batería de litio
Y-Tec fabricada completamente en Argentina y se la pueda fabricar a
escala industrial.
Sería deseable que otro tanto pudiera ocurrir en Chile y Bolivia logrando una cooperación que permitiera volar más alto y saltar por enci273.
ma de las actuales diferencias por el razonable reclamo de Bolivia para
lograr su salida al mar.
-Nanociencia y nanotecnología: La ciencia se agiganta
Desde una perspectiva de su factibilidad, la nanotecnología tiene aspectos de la informática y de la biotecnología en cuanto a la combinación
de ser “conocimiento-intensiva”, pero además necesita grandes inversiones en instalaciones, pruebas de largo plazo, etc. Las investigaciones
fueron financiadas por la Fundación Argentina de Nanotecnología (FAN),
entidad sin fines de lucro creada por el Decreto 380/205 del Poder Ejecutivo. En nanociencias se generó una capacidad importante, realimentada por el apoyo del MINCyT que impulsó la creación de dos centros de
investigación con el financiamiento correspondiente. Simultáneamente
existen cuatro redes que reúnen a doscientos científicos formados de
nivel internacional que trabajan con vinculaciones con universidades del
exterior, generalmente europeas. Es interesante cómo se va generando
una sinergia transdisciplinaria entre científicos provenientes de diferentes especialidades –físicos, químicos, bioquímicos, ingenieros, nucleados por diferentes aspectos de la nanociencia. Ahora bien, como expresa Galo Soler Illia en su libro Nanotecnología. El desafío del siglo XXI,
desde la nanociencia a la nanotecnología hay un paso por dar: “aún no
hay un sistema robusto que permita la generación de nanotecnología de
manera rápida. Falta la denominada “masa crítica” de recursos humanos capacitados para la transferencia de conocimientos a la industria.”
(Soler Illia, Galo Nanotecnología. El desafío del siglo XXI, Buenos Aires,
EUDEBA, 2009). Se están realizando aplicaciones industriales nanotecnológicas en nuestro país que el mismo Soller Illia menciona. Pero otra
cosa es su incorporación plena a la industria. En el caso de Brasil, tienen
la ventaja de la inserción en una industria de la dimensión de Petrobrás.
Es de esperar que la recuperación de YPF en Argentina genere las condiciones para tener las inversiones y la envergadura para dar los pasos
necesarios en términos de nanotecnología. Estamos frente a una nueva
revolución industrial en la que el grafeno será una de las estrellas. Ser
protagonistas de esa revolución industrial depende en buena medida de
disponer de la misma voluntad política que permitió que el Arsat-I esté
en nuestra órbita.
7-La ciencia y la tecnología no son emancipadoras por sí mismas
Es promisorio constatar que Galo Soler Illia se encuentra en las antípodas del cientificismo que criticaba Varsavsky. Efectivamente, finali274.
za su libro afirmando que “dominar las nanotecnologías será necesario para lograr una verdadera independencia tecnológica y económica.”
Pero a la vez plantea una serie de interrogantes:
“Más allá de estos avances impresionantes debemos preguntarnos
cuál será el rol de la N&N en nuestra sociedad del siglo XXI. ¿Cuál es el
límite de una serie de tecnologías que se inmiscuirán en todo aspecto
de nuestra sociedad? Si bien los denominados “científicos duros” son
los que parecen tener el monopolio sobre la nanociencia y la nanotecnología, se impone un debate sobre los aspectos éticos y filosóficos de
la nanotecnología: ¿podemos construir una sociedad más justa y con
menor desigualdad, a partir de la enorme riqueza que generará?.” Queda claro que los problemas de la ciencia no se arreglan meramente con
más ciencias, sino que se requiere de la política.
Y culmina su libro preguntando:
“¿Podremos acercar a los países menos desarrollados a las nanotecnologías, para mejorar la salud y combatir no solamente las “enfermedades de los ricos”, sino también el Chagas, el dengue y la leishmaniasis? La nanotecnología ¿generará monopolios de conocimiento
y patentes que será imposible franquear? La posibilidad de responder
estas preguntas dependerá de nuestro grado de compromiso con las
generaciones futuras” (Op. cit.. p.260).
8-Las patentes: un desafío para América Latina y el Caribe y el mundo.
El planteo de Galo Soler Illia da en el blanco: La nanotecnología ¿generará monopolios de conocimiento y patentes que será imposible franquear? Así como nuestros países pueden desarrollarse enormes capacidades en términos de ciencia y tecnología, el marco jurídico internacional
establece reglas de juego en torno a la propiedad intelectual en la forma
de patentes de invención que pueden impedir que los avances se transformen en innovaciones que mejoren efectivamente la calidad de vida
de la población. Por más que la Organización Mundial de la Propiedad
Intelectual (OMPI) considera que las patentes tienen por objeto mejorar el bienestar de la población, lo que se observa es lo contrario. Hoy
por hoy el mundo se rige por leyes de propiedad intelectual que están
meta reguladas por el Acuerdo sobre Aspectos de la Propiedad Intelectual vinculados con el Comercio (ADPIC) de la Organización Mundial de
Comercio. Como expresa el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz,
las patentes, lejos de posibilitar la investigación, constituyen un freno a
la innovación porque erigen monopolios y barreras para el avance del
conocimiento al romper con la cooperación que permite la arquitectura
275.
abierta del conocimiento (Puede verse, Stiglitz, Joseph Cómo hacer que
funcione la globalización, Buenos Aires, Taurus, 2006, capítulo “Patentes, beneficios y personas”. También Flax, Javier Política científica, interdisciplina y derechos humanos, capítulo “Patentes: un conflicto entre
el derecho a la propiedad y el derecho al conocimiento”).
Por supuesto, tal cual están las reglas de juego, se requiere patentar
para proteger a los conocimientos de los abusos de mercado. En eso
hubo un enorme avance tanto en el CONICET como en las universidades. Si no se patenta (incluso para luego liberar) siempre aparecerá el
mercachifle que puede privatizar el conocimiento en beneficio propio,
como ocurriera en el caso de César Milstein con los hibridomas. Tanto
Milstein como la institución en la que se desenvolvía eran partidarios
de la arquitectura abierta y por ello brindaban los avances en las investigaciones con la condición de que no fueran patentados. Sin embargo,
apareció el mercader que lo patentó. Actualmente, los avances logrados
por el equipo del Dr. Gabriel Rabinovich con respecto a la galectina y el
enfoque sobre la inmunoterapia contra el cáncer –ejemplo paradigmático de investigación autónoma- dieron lugar a una serie de patentes del
CONICET o compartidas con alguna institución del exterior. Entendemos
que para protegerlos de la mercantilización y no para erigir barreras a la
investigación ni mucho menos un monopolio.
Los precios abusivos que generan las patentes produjeron un sinnúmero de situaciones indeseables que pueden ejemplificarse con las
patentes sobre alimentos y las patentes sobre medicamentos.
Con respecto a las patentes sobre alimentos se debe mencionar las
resistencias que generó la Resolución 970 del Instituto Colombiano de
Agricultura. En virtud de un Acuerdo de Libre Comercio con USA el ejército colombiano decomisó y destruyó aquellas semillas que no fueran
certificadas. Años después, las semillas certificadas vendidas por las
trasnacionales demostraron ser peores que las que los agricultores mejoraban y guardaban.
No puede omitirse el desastre que generaría en Argentina y otros países de América Latina que las Leyes de Semillas se reformaran a la
medida de los intereses de Monsanto. Esto llevaría a que buena parte de
la renta de la tierra quedara en manos de la trasnacional de semillas.
En esa línea sería deseable que Argentina, en conjunto con otros países
de América Latina, asumiera el desafío de potenciar la investigación en
biotecnologías para disponer nuevamente de un semillero propio, recurriendo a un fito-mejoramiento que de lugar a cultivos compatibles con
el cuidado ambiental. Quizás no se logre la mejor tecnología, pero sí una
276.
tecnología suficiente y conveniente, que además se hiciera responsable
social y ambientalmente. Asumir este desafío sería similar a la puesta
en órbita del Arsat-1.
En pleno Siglo XXI nos encontramos con que durante años faltaron
medicamentos -por no resultar lucrativos para el mercado- para tratar
enfermedades endémicas que padece nuestra población. Incluso la falta
de rentabilidad llevó a que laboratorios trasnacionales dejen de fabricar
y distribuir medicamentos que dejaron a niños librados a su mala suerte
sin que los Estados tuvieran suficientes reflejos para hacerse cargo de la
situación. Un ejemplo paradigmático es el de mal de Chagas, enfermedad endémica de América Latina que –según los datos de la OMS- afecta
a unos 10 millones de personas. Un laboratorio alemán dejó de producir
y distribuir un medicamento (Nifurtimox) alrededor del año 2005, probablemente por no resultarles tan rentable cuando caducó la patente.
Recién a fines del año 2014 por iniciativa de un equipo de investigadores
de la UBA dirigido por el Dr. Pedro Cazes Camarero se logró sintetizar la
droga base, pese a los “confusores” introducidos en los explicativos de
la patente original, ya caduca. Aunque resulte incomprensible, durante
varios años se detectaba la enfermedad en niños y se carecía de medicación para tratarlos. Ahora el equipo está yendo más allá, ensayando
elaborarlo mediante nanopartículas que atraviesen las paredes de las
células para atacar los nidos de parásitos de los enfermos crónicos.
En lo que tiene que ver con medicamentos, baste recordar la crisis
humanitaria que generó la epidemia de sida en nuestros países hace
no tantos años. Frente a esa situación se logró una flexibilización de las
patentes en el cuando Brasil ganó una batalla en el seno de la OMS para
poder disponer de cócteles antisida a precios de costo, más una ganancia razonable. Para ello llegó a amenazar que fabricaría los medicamentos si el laboratorio se negaba. Salvo USA, todos los países apoyaron a
Brasil. Finalmente se llegó a una fórmula de consenso que consistía en
“flexibilizar las patentes” frente a situaciones de emergencia.
Argentina y Brasil plantearon un acuerdo de mínimos sobre los ADPIC
que consisten en distinguir a los países desarrollados de aquellos menos desarrollados de países de renta media. A su juicio, los medicamentos deberían estar a precio de coste para los países en vías de desarrollo.
A nuestro juicio, la distinción debería pasar por la cobertura de necesidades básicas, atendiendo a la extensión de la pobreza en los países desarrollados. Cualquier criterio que se tome, posibilitaría la mejora de la
sanidad y aumentaría la productividad de los propios laboratorios. Esto
es lo que logró Argentina con respecto a la vacuna contra el VPH. Se
277.
ofrecía a un mercado pudiente a U$S 300.- cada una de las tres dosis. El
Estado la adquirió U$S 4,5 cada dosis y la incluyó en el calendario de vacunación, poniéndola al alcance de todas las nenas de 11 años. Diferencia sideral. Luego –como veremos- científicos argentinos desarrollaron
una vacuna propia. Lo que demuestra una vez más que lo que se patenta,
aunque no sea obvio, es accesible para otros científicos o tecnólogos y no
justifica que se genere un monopolio sobre ese saber, el cual ni siquiera
es un bien rival como para establecer “cercados” artificiales, tanto más
cuando se sostiene en investigaciones básicas no patentables, financiadas por los Estados nacionales a nivel mundial. Como con la tierra y
otros bienes, “hay que dejar suficiente para los demás”.
Como expresa el economista liberal Joseph Stiglitz los derechos fundamentales deben ponerse por encima de los intereses empresariales.
Para ello “las discusiones sobre criterios de aplicación de los derechos
de propiedad intelectual no deben tomarse en el seno de la OMC, sino
dentro de una OMPI reformada, esto es, de una Organización Mundial
de la Propiedad Intelectual en la que la ciencia cuente tanto como la voz
de las empresas, la de los consumidores tanto como la de los productores, la de los países en vías de desarrollo tanto como la de las naciones
desarrolladas” (Ibídem, p. 172). También propone un modo de enfrentar
la especulación en torno a las patentes mediante la creación de fondos
públicos que financien la investigación y premien mediante el reconocimiento y pecuniariamente a los investigadores innovadores.
9-Ley de Producción de Medicamentos, Vacunas y Productos Médicos e Iniciativa de Unasur para la provisión de medicamentos esenciales
En esa línea, tenemos que hacer referencia a una iniciativa que podría
significar un vuelco en la política de investigación científica en torno a la
salud en nuestro país, a saber, la sanción de la Ley 26.688 de Producción
de Medicamentos, Vacunas y Productos Médicos, declarada “política de
Estado” por la Presidente de la Nación. Esta ley significa un importante
avance legislativo en términos de orientación de la investigación y la producción de medicamentos en función del interés público y no del interés
meramente mercantil. Como expresaba el ingeniero Enrique Martínez,
entonces titular del INTI: “Ya hay un caso que demuestra el poder que
tiene esta iniciativa: la vacuna para combatir la fiebre hemorrágica argentina, conocida como “mal de los rastrojos”, que es transmitida por
ratones en las zonas maiceras. Mientras que ningún laboratorio privado
quería fabricarla por la escasa incidencia en lo económico, el Instituto Julio Maiztegui de Pergamino (Instituto Nacional de Enfermedades
278.
Virales Humanas) se encargó de la producción de este medicamento.
Esto habilita la posibilidad de no caer en las manos de los laboratorios
privados que no fabrican otros medicamentos claves, como aquellos que
sirven para combatir el Mal de Chagas” (Revista Saber cómo, N°103,
Instituto Nacional de Tecnología Industrial, agosto de 2011). La nueva ley
declara “de interés nacional” la investigación y producción en laboratorios públicos de medicamentos, materias primas para la producción de
medicamentos, vacunas y productos médicos y establece que estos productos son “bienes sociales”. Contempla la participación de las universidades en la investigación de los productos y considera que la producción
pública será de utilidad para la regulación de los precios del mercado de
las vacunas y medicamentos.
Siguiendo con el caso de la vacuna contra el virus del papiloma humano, un grupo de investigadores del CONICET y el Instituto Leloir, financiados por el MINCyT, acaba de desarrollar una tercera vacuna aún más
económica que las desarrolladas por los laboratorios privados, la cual a
julio de 2013 se encontraba en la etapa de evaluación preclínica.
De todos modos, el desafío debe ser producir no solamente los medicamentos ya probados, sino también las drogas base hasta llegar al el
diseño de nuevos productos. Seguramente, de la convicción y el impulso
y de los diferentes actores dependerá el alcance de los logros en términos de revertir las consecuencias indeseables y, a veces, perversas, del
acaparamiento del conocimiento.
La iniciativa de la UNASUR para adquirir conjuntamente medicamentos esenciales es un paso promisorio en la integración en ese sentido.
Por un lado, los Estados deben garantizar los medicamentos esenciales.
Por el otro, muchos de esos medicamentos están aún bajo patente, lo
cual le genera a los Estados una sangría de recursos que se transfieren
de manera desproporcionada a los laboratorios. De una política nacional, se pasa así a una política regional, la cual es de esperar que se
mantenga y llegue a buen puerto.
Ni que decir, que –para ser consistentes- se debería aplicar a rajatabla la Ley de Genéricos –medicamentos cuya patente caducó- dado que
su parece haberse relajado en los últimos años.
10-Algunas conclusiones propositivas
De los asuntos que estuvimos examinando, se deriva que hubo diferentes iniciativas exitosas, así como asociaciones específicas de cooperación e integración entre los países de la Patria Grande. Esto significa
que no se requiere esperar a que den frutos los acuerdos superestruc279.
turales que se alcancen en el seno de instancias como la Conferencia de
Ciencia, Innovación y Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de la CEPAL o la Reunión Especializada en Ciencia y Tecnología del
MERCOSUR (RECyT) o la CELAC.
Mientras tanto se pueden ir articulando diferentes iniciativas específicas para llevar adelante implementaciones como ocurriera con el anillo
de fibra óptica, la digitalización, la elaboración de medicamentos y vacunas para enfermedades endémicas de la región, etc. O más recientemente, con el acuerdo de los países de Unasur para adquirir medicamentos esenciales bajo patente de manera conjunta.
Asimismo, se requiere llevar posiciones conjuntas a los organismos
internacionales como ocurrió con la flexibilización de las patentes en la
OMS. Por supuesto, se requiere fortalecer las instancias de gestión para
la articulación, de modo de conocer qué se hace en cada país y generar
eventuales cooperaciones. Las comunicaciones facilitan actualmente
esas articulaciones.
Si bien las inversiones en de los países de la región y sus sistemas de
CyT son muy heterogéneos, así como son muy diferentes los puntos de
partida para cualquier desarrollo, ello no es óbice para que se produzcan aprendizajes recíprocos y formas solidarias de cooperación como
la formación de científicos y profesionales en universidades públicas e
institutos de investigación, como ya es tradición en muchos países de
América Latina y el Caribe. Ni qué decir de diferentes formas de cooperación como las que se dan a través de la medicina de avanzada de un
pequeño gran país como Cuba. Se podrían dar muchos ejemplos, pero
quizás uno de los más impactantes fue el de la misión médica cubana en
Bolivia, apenas iniciado el primer gobierno del Presidente Evo Morales.
Devolvieron la vista a más de 600.000 bolivianos, incluido aquel sargento
que matara a sangre fría al Che Guevara, de vuelta, ahí, multiplicado en
muchos médicos.
Ahora bien, no sería razonable que todo esto se lleve a cabo siguiendo
el estilo de desarrollo hiperconsumista de otras latitudes, insostenible
social y ambientalmente. Quizás sea el momento de la reflexión sobre el
estilo de desarrollo y el modo de habitar la tierra que queremos, más acá
del respeto a la diversidad cultural. Como se pudo ver en varios de los
casos mencionados, existe suficiente creatividad para lograr una ciencia
y una tecnología al servicio de un estilo de desarrollo respetuoso del
ambiente que facilite la vida y mejore el bienestar de las personas. Ya
son varios los países de América Latina y poblaciones de nuestro país
que eligieron el buen vivir, el cual es compatible con la ciencia y con las
280.
industrias limpias. Recientemente la Iglesia Católica dio a conocer la
Encíclica “Laudato si”. Avanza un consenso superpuesto que de a poco
se transforma en política que crece desde el pie, frente a la ineficacia
de las Cumbres de la Tierra. Hoy por hoy, el desafío de compatibilizar
tecnociencia y buen vivir es lo menos naíf y lo más realista que se puede
emprender, si se pretende que las futuras generaciones tengan un lugar
donde habitar. Contra algunas creencias intencionadamente arraigadas, no es lo mismo el disfrute que la hiperinflación hedonista y puede
haber disfrute y consumo sin necesidad de incurrir en el hiperconsumo
irresponsable. Asimismo, es falso que haya que tolerar el deterioro ambiental para conservar y generar fuentes de trabajo. Más bien el deterioro ambiental debe asociarse con la externalización insensible y desvergonzada de costos en línea con la indeseable acumulación ilimitada.
Desnaturalizar esas creencias es tarea de las ciencias sociales críticas y
de la reflexión filosófica, tan necesarias para avanzar por el buen camino como los avances en CyT que presentamos. Como ocurre con otros
cambios, quizás le toque a nuestra América del Sur constituirse en el actor incondicional que se requiere para protagonizar una transformación
cultural indispensable.
281.
Ha llegado la hora de elaborar una doctrina de la integración
sudamericana
Mario Bertellotti232*
La visita que realizó a la Argentina el ex-presidente de Brasil Luis
Ignacio “Lula” Da Silva para respaldar la candidatura presidencial de
Daniel Scioli, dejó como saldo varias definiciones estratégicas referidas
al proceso que transita la construcción de la integración sudamericana y
latinoamericana y de un mundo multipolar.
Scioli ratificó que su objetivo será mantener el mismo centro de gravedad que ha tenido la política exterior argentina desde el 2003: alianza
estratégica con Brasil, integración sudamericana y latinoamericana y
construcción de un mundo multipolar.
Lula señaló su beneplácito por la continuidad de esa orientación del
Frente para la Victoria, pero advirtió que será necesario avanzar en una
integración más completa y profunda entre Argentina y Brasil porque, a su
entender, esto es condición indispensable para poder sostener en el futuro los respectivos procesos nacionales de desarrollo autónomo que trabajosamente ambos estados están construyendo parcialmente integrados.
En consonancia con esto, la presidenta Cristina Kirchner le pidió a Lula
que gestione la incorporación de Argentina al grupo BRICS, porque para
ella es indispensable que se transforme en BRICSA la alianza de países
emergentes industrializados que Brasil ya integra junto a Rusia, India,
China y Sudáfrica; para que la integración entre Argentina y Brasil en el
ámbito del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), pueda ampliarse y profundizarse realmente como se necesita; y para que desde la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), ambos países puedan actuar cada vez
más articulados para bregar por la construcción de un mundo multipolar.
232 Mario Bertellotti es Periodista, Profesor de Historia de la Construcción del Peronismo y del
Pensamiento Justicialista y de otras asignaturas en el Instituto Gestar del Partido Justicialista.
282.
Haciendo un balance se puede afirmar que desde el 2005, momento
en que se le dijo no al ALCA -el tratado de libre comercio con el cual
Estados Unidos se proponía dominar desde Alaska a Tierra del Fuego- el
proceso de integración geopolítica liberadora de América del Sur pudo
avanzar estratégicamente con la creación alternativa de la UNASUR en
el 2008 y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(CELAC) en el 2011.
Pero hay que reconocer que con lo realizado no alcanza, porque la trama de la dependencia sigue siendo muy fuerte y la estrategia geopolítica
dominadora sobre América del Sur se manifiesta, no ya en la propuesta
de un gran acuerdo de libre comercio que abarque a todas las naciones,
sino en la firma de tratados de libre comercio individuales entre cada
uno de los estados sudamericanos y Washington; y en eso de fracturar
han logrado avanzar bastante, porque ya lo han suscripto Chile, Perú y
Colombia; y a eso mismo son tentados Uruguay y Paraguay, miembros
fundadores pequeños del MERCOSUR, que están disconformes con lo
que les ofrece el mercado común que ha hecho posible la integración
económica parcial e imperfecta que tienen Argentina y Brasil; tratado al
que se han sumado Venezuela y Bolivia, socios nuevos a los que también
habrá que cuidar y conformar.
Es por todo ello que se hace imperativo avanzar en una integración
entre Argentina y Brasil que abarque el campo real de la política, de la
economía, de lo social y de lo cultural, tal como lo reclaman Lula y Cristina, cada uno parado en los intereses de su identidad nacional, que los
impregna inevitablemente y está bien que así sea.
Lula acompañó este deseo de mayor integración con una exhortación
que ya había hecho años atrás, pero que ahora volvió a ratificar aquí.
Para él se hace necesario elaborar las bases de lo que debería ser una
“doctrina de la integración suramericana” que guíe las acciones convergentes de Argentina y Brasil entre sí y con los demás países hermanos
de América del Sur. Pensando en eso, al hablar en el Tercer Congreso
Internacional de Responsabilidad Social realizado en Buenos Aires reflexionó que, “tal vez sea el momento de que los dos países nos sentemos
juntos, tranquilos, sin el ruido de fondo de los empresarios que piden por
esto o lo otro. Que pensemos qué nos falta hacer, qué queremos para los
próximos diez años. Tenemos que dejar las pequeñeces de lado, porque
China no va a seguir creciendo como hasta ahora ni va a continuar comprando soja a este ritmo”; y, con sentido comprensivo del meollo que
traba la integración concluyó: “creo que en Brasil los militares tuvieron
criterio más industrialista; por eso yo comprendía la necesidad argenti283.
na de reindustrializarse y la relación entre Argentina y Brasil nunca fue
tan sólida como cuando estábamos Néstor Kirchner y yo”.
En relación a esta oportuna propuesta de elaborar una doctrina de la
integración que sea justa para con los respectivos intereses industriales
de Argentina y Brasil, pero al mismo tiempo justa con el interés industrial de cada uno de los demás países sudamericanos; el peronismo tiene
contenidos teóricos y experiencia histórica de gestión integradora para
aportar porque, en la década del cincuenta del Siglo XX, el presidente
Juan Domingo Perón colocó a la integración en un solo estado continental
de América del Sur, como el imperativo geopolítico que había que tratar
de lograr a comienzos del Siglo XXI, para que los estados nacionales del
subcontinente pudiéramos tener soberanía y poder en el mundo que él
observaba que vendría para entonces, es decir ahora; sintetizándolo así:
“el año 2000 nos encontrará a los sudamericanos, unidos o dominados”.
Perón actuó en favor de integrar a los estados nacionales de América
del Sur en una organización estatal de dimensión continental que los
contuviera a todos; porque, según su concepción de la historia “la evolución lleva progresivamente al mundo a integraciones cada vez mayores;
a la era de los estados nacionales le seguirá necesariamente la era de
los estados continentales y ésta será solo una transición hacia el universalismo, es decir, la integración total de los habitantes de la Tierra”.
Esta visión de la evolución histórica descripta por Perón ha sido confirmada por los hechos. Son estados de dimensión semicontinental
como EEUU, la Unión Europea, Rusia, China, India, Brasil y Sudáfrica,
los que tienen poder en el mundo cuando transcurre la segunda década
del Siglo XXI; y, porque este es el escenario, América del Sur debería
estar sentada como un solo estado en la mesa continentalista del poder
mundial para que esa única voz defienda el interés de todos los estados
sudamericanos. La UNASUR ha sido pensada para que sea la organización estatal sudamericana que se siente allí con poder; pero esto no
funciona aun así, porque todavía no ha alcanzado la cohesión necesaria
para cumplir ese rol.
La realidad es que Brasil, por su mayor tamaño y mayor industrialización relativa dentro de América del Sur, ha logrado integrarse a los
BRICS que son, dentro de la mesa continentalista del poder mundial, la
pata emergente industrial que puja por avanzar hacia un mundo multipolar; a costa de sustraerle poder a la pata dominante industrial de la
mesa continentalista del poder mundial, que es la alianza entre EEUU y
la UE, que puja por mantener el mundo unipolar que ha organizado y la
284.
beneficia. Pero, como lo anticipó Perón y lo reconoce claramente Lula,
Brasil solo no podrá alcanzar nunca la dimensión geopolítica que puede
proveer América del Sur. Es por ello que, la situación empezaría a mejorar parcialmente si, como propone Cristina, se conformasen los BRICSA
y Argentina pudiese integrarse junto a Brasil a la pata emergente industrial de la mesa continentalista del poder mundial.
Universalización versus globalización
Pero para comprender más integralmente la naturaleza de la batalla
que se da en la actualidad entre los países emergentes industriales continentales que buscan construir un mundo multipolar con el respaldo
de la mayoría de los estados más pequeños; y los países industriales
continentales dominantes que buscan mantener el mundo unipolar; es
necesario analizar la diferencia sustancial que existe entre dos categorías del pensamiento: lo que en el presente se denomina “globalización”;
y lo que para Perón quería decir “universalización”; y, en ese contexto,
analizar cómo se transformó el escenario internacional desde la década
de los setenta al presente.
Cuando Perón se fue de este mundo en 1974, el poder se dirimía entre
tres grandes agrupamientos geopolíticos: el “primer mundo” imperialista, industrial, capitalista, socialmente reformado por el estado de bienestar, liderado por EEUU con el acompañamiento de la Comunidad Económica Europea y Japón; el “segundo mundo” imperialista, industrial,
socialista, encabezado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; y el “tercer mundo”, una heterogeneidad de países dependientes y
subdesarrollados de América Latina, Asia, Medio Oriente y Africa, que
luchaban de diversas maneras por liberarse de la dominación de uno u
otro de los imperialismos, buscando el camino de la industrialización y
de la justicia social bajo diversos rótulos ideológicos.
En ese sentido, en 1972, cuando estaba preparando su regreso a la
Patria después de largos 17 años de exilio, Perón expresó la siguiente
visión sobre la situación internacional, en un fragmento del reportaje
La Revolución Justicialista filmado en España: “El mundo ha entrado en
una etapa de evolución, nueva. Entonces, lógicamente, esa es la etapa
que estamos viviendo. Naturalmente que el capitalismo, con su fuerza
que es el liberalismo está luchando por no ceder, como los señores feudales lucharon con la revolución francesa tampoco para no ceder. Pero
indudablemente los acontecimientos históricos del mundo nos están
llevando a esa evolución, que ya es insoslayable y que las tres cuartas
partes del mundo ya la han aceptado. Restan dos grandes focos de reac285.
ción: uno, el capitalismo de estado del imperialismo soviético; y otro, el
capitalismo individualista del imperialismo yanki”.
Esa nueva etapa de la evolución era para Perón, como ya vimos, el
ingreso al continentalismo; y las tres cuartas partes del mundo que para
él ya estaban en el cambio, eran los países del tercer mundo.
Pero ya regresado a la Patria, el 30 de julio de 1973, hablando ante la
Confederación General del Trabajo, Perón precisó que cuando avanzase
la etapa de integración continentalista, el mundo se enfrentaría a una
disyuntiva de hierro: “lograr la universalización, o marchar hacia la hecatombe”; aclarando que la universalización significaría “una solución
geopolítica, es decir, resolver el problema con una mejor producción,
mejor organizada y mejor distribuida, tareas que deberán ser realizadas por las grandes fuerzas que orientan y manejan la transformación
de la humanidad”; y la hecatombe, por el contrario, sería “la supresión
biológica, es decir, matar gente, de lo cual se encargan las guerras, las
pestes y el hambre, que es la enfermedad que más mata en la Tierra”.
Y ante el Congreso de la Nación el 1° de mayo de 1974 añadió: “se percibe ya con firmeza que la sociedad mundial se orienta hacia un universalismo que, a pocas décadas del presente, nos puede conducir a formas integradas, tanto en el orden económico como en el político. La integración
social del hombre en la tierra será un proceso paralelo, para lo cual es
necesaria una firme y efectiva unión de todos los trabajadores del mundo,
dada por el hecho de serlo y por lo que ellos representan en la vida de los
pueblos. La integración económica podrá realizarse cuando los imperialismos tomen debida conciencia de que han entrado en una nueva etapa
de su accionar histórico y que, servirán mejor al mundo en su conjunto y a
ellos mismos, en la medida en que contribuyan a concebir y accionar a la
sociedad mundial como un sistema, cuyo único objetivo resida en lograr
la realización del hombre en plenitud, dentro de esa sociedad mundial.
La integración política brindará el margen de seguridad necesario para
el cumplimiento de las metas sociales, económicas, científico-tecnológicas y de medio ambiente, al servicio de la sociedad mundial. El itinerario es inexorable y tenemos que prepararnos para recorrerlo. Y aunque
ello parezca contradictorio, tal evento nos exige desarrollar desde ya un
profundo nacionalismo cultural como única manera de fortificar el ser
nacional, para preservarlo con individualidad propia en las etapas que se
avecinan. El mundo en su conjunto no podrá constituir un sistema, sin
que a su vez están integrados los países en procesos paralelos. Mientras
se realice el proceso universalista, existen dos únicas alternativas para
nuestros países: neocolonialismo o liberación. La pertinacia en levantar
286.
fronteras ideológicas no hace sino demorar el proceso y aumentar el costo de construcción de la sociedad mundial”.
Transcurridos más de cuarenta años, podemos comprobar la actualidad de esta visión de Perón sobre la evolución del mundo futuro, que es
el presente en la mitad de la segunda década del Siglo XXI que estamos
transitando; porque lo que parecía utópico entonces, ocurrió finalmente. En 1991 se derrumbó uno de los focos de reacción a la evolución: la
Unión Soviética; y un tiempo después, en el 2008, entró en crisis el otro
foco de resistencia: el capitalismo norteamericano.
Ese cambio es lo que se refleja en el “nuevo escenario mundial” que
describió la presidenta Cristina Kirchner, en la conferencia que dio en
enero del 2009 en la Universidad de La Habana, Cuba, al dejar inaugurada allí la Cátedra Libertador General San Martín.
En esa oportunidad reseñó: “Nunca como antes en la historia se han
dado cambios tan vertiginosos. En 20 años, desde 1989 a la fecha, ha
caído la Unión Soviética; la caída del Muro de Berlín significó la caída del
paradigma que se había levantado en torno a una idea, en ese momento
el socialismo, que había tal vez derivado en algo que poco tenía que ver
con sus ideas originales y, finalmente terminó derrumbándose el Muro.
Algunos creyeron que la historia había terminado; algunos predijeron
entonces que sobrevendría una democracia de carácter universal, que
se prolongaría y que el progreso sería indefinido, pero tampoco nada de
eso ocurrió. Hace muy poco tiempo, todavía ni siquiera sabemos las consecuencias, también se derribó lo que podía ser el proyecto antagónico
a ese Muro de Berlín, que podía ser ubicado tal vez como las Torres de
Wall Street, o el capitalismo de mercado sin control, sin regulaciones,
en donde el mercado todo lo asimilaba y el Estado era absolutamente
ineficiente. Se planteó también entonces una visión de la globalización
en la cual esa globalización era homogénea y hegemónica, donde una
sola potencia dirigiría el destino de la historia y todo sería sine die en el
curso del tiempo. Pero finalmente los pueblos y la realidad demuestran
que la historia jamás se detiene y que en realidad estamos ante un nuevo
escenario mundial que va a exigir de parte de todos nosotros un gran esfuerzo intelectual; y, además, hacerlo desde la perspectiva regional. Yo
me atrevo a decir que, frente a esta globalización que algunos pensaron
homogénea y hegemónica vamos a ver una nueva, tal vez no globalización, sino universalización heterogénea, multipolar y multicultural”.
Analizando lo expuesto por ambos, podemos decir que hay coherencia
total entre la visión histórica de Perón y la descripción que Cristina hace
del presente; porque, al momento de la propuesta ella recupera el con287.
cepto de “universalización” de él, como alternativo al de “globalización”
que nos han impuesto hasta ahora las élites del hemisferio norte que
propician un capitalismo sin regulaciones. A esa universalización visualizada como futuro por Perón, Cristina le agrega calidades presentes:
es “heterogénea, multipolar y multicultural” y contrapuesta a la “homogeneidad y hegemonía” de la globalización, a la que ella, implícitamente, equipara con la “hecatombe”, que describía Perón se podría llegar a
imponer como opción trágica en caso de que no triunfara la universalización. Y precisa también que la construcción de esa universalización
debería hacerse desde la perspectiva “regional”, es decir, desde la perspectiva “continentalista” planteada por Perón.
De esta descripción del nuevo escenario mundial que hace Cristina
apoyándose en la visión histórica de Perón, se puede concluir que surgen
dos concepciones claras y contrapuestas del poder mundial: la globalización unipolar, hegemónica y homogénea, que es sostenida por la pata
dominante industrial de la mesa continentalista del poder mundial encarnada por la alianza entre EEUU y la UE; y la universalización heterogénea, multipolar y multicultural que debe construir como alternativa, la
pata emergente industrial de la mesa continentalista del poder mundial
encarnada por los BRICS; que pronto deberían convertirse en BRICSA
para darle mayor soporte al proceso de integración sudamericana que,
a través del MERCOSUR y la UNASUR, llevan adelante trabajosamente
Argentina y Brasil.
Pero estas no son las únicas calidades que caracterizan a estas concepciones contrapuestas del poder mundial porque, además de los grandes y pequeños estados reconocidos por la Organización de las Naciones
Unidas, participan otras fuerzas materiales y espirituales con diversas
naturalezas en la construcción de la globalización y de la universalización: partidos políticos, empresas, sindicatos, organizaciones sociales,
organizaciones ambientales, religiones organizadas, organizaciones secretas, mafias delictivas, etc.
Tal como ocurre con todos los poderes, tres son los insumos que le
dan estructura y unidad a la globalización y a la universalización: el pensamiento, la ideología, los valores espirituales; el dinero, los recursos
materiales, la infraestructura; y la fuerza, la amenaza, la represalia.
Pero lo que hay que tener en cuenta para comprender en que se diferencia la estructura de poder de la globalización de la estructura de
poder de la universalización, es cuál de los tres componentes del poder
predomina sobre los otros dos, en cada una; pues según sea el que predomine, diferente será la naturaleza del poder que cada una construya.
288.
Globalización de las elites
En la globalización predominan el dinero, los recursos materiales, la
infraestructura; teniendo como soporte complementario a los otros dos
insumos: el pensamiento y la fuerza. Por eso, la naturaleza del poder
que se propone organizar la globalización es la “plutocracia”, el gobierno
mundial del dinero; por lo tanto, el sujeto del poder que pretende construir son las minorías: las elites capaces de apropiarse de la riqueza
económica y concentrarla en sus manos, en todas las naciones, de todos
los continentes, sin tener cargos de conciencia de ninguna clase.
Universalización de los pueblos
En cambio, en la universalización predominan el pensamiento, la
ideología, los valores espirituales; con el soporte complementario de los
otros dos insumos: el dinero y la fuerza. Por eso, la naturaleza del poder
que se propone organizar la universalización es la “democracia”, el gobierno mundial de los pueblos; por lo tanto, el sujeto del poder que pretende construir son las mayorías: el conjunto de las personas capaces
de organizarse en pueblos para construir comunidades solidarias que
hagan posible la realización colectiva e individual, en todas las naciones,
de todos los continentes.
Por ello, parafraseando a Leopoldo Marechal, podríamos decir que
el conflicto que se plantea entre estas dos naturalezas antitéticas del
poder, configura una “batalla terrestre y celeste” por el Destino de la
Humanidad, de dimensión planetaria.
Estrategia de la globalización
A la globalización la concibió y la lidera la alianza anglo norteamericana a partir de la disolución de la URSS. Y como ésta alianza tiene una
larga y exitosa experiencia en el ejercicio del poder mundial utilizando
el dinero, la propaganda, la diplomacia y la guerra para apropiarse y
concentrar la riqueza sin tener cargos de conciencia que le remuerdan;
utiliza a los tres componentes del poder y los despliega para lograr sus
objetivos, poniendo la política al mando.
La economía globalizada que construye la alianza anglo norteamericana se soporta en tres pilares. El primero, es la especulación financiera
global que ha organizado con sus bancos globales, que son los que se
encargan de canalizar hacia los paraísos fiscales una parte sustancial
de las ganancias que las empresas transnacionales y nacionales de producción y de servicios obtienen operando dentro de cada uno de los estados nacionales, empresas que de esta manera logran eludir impuestos
289.
que deberían tributar en cada uno de los estados. El segundo, es mantener bajo control de las empresas transnacionales la investigación científica y la innovación tecnológica aplicada a los procesos industriales y de
servicios, restringiendo al máximo la transferencia de tecnología a los
estados que la demanden. Y el tercero, es asegurarse el acceso seguro,
por la guerra si es necesario, a las materias primas y recursos naturales
que considere estratégicos.
La ideología de sostén que propaga la cultura política anglo norteamericana para lograr sus objetivos, es el individualismo capitalista. El
núcleo de su pensamiento es que la civilización unificada en un solo sistema mundial deberá construirse manteniendo la desigualdad existente.
Por ello propicia que la política gestione los estados para que el capital
predomine sobre el trabajo; y que las pocas naciones industriales actuales -o las que por consideraciones geopolíticas considere conveniente
que accedan a esa calidad eventualmente- sean las que continúen dominando a las muchas naciones proveedores de materias primas.
Esta política de integración mundial que propone mantener el statu
quo de la desigualdad interna dentro de las naciones y externa entre las
naciones, es la que seduce a las elites que detentan el poder de los grupos económicos y mediáticos concentrados, tanto en las naciones industriales como en los países proveedores de materias primas; porque es
una integración desigual que está pensada solo en términos de empresas y de mercados, que se propone mantener las alianzas establecidas
entre los intereses de las respectivas elites, mediante acuerdos de libre
comercio entre el centro industrial y la periferia primaria.
La lucha ideológica y cultural que despliega la cultura política anglo
norteamericana está centrada en construir a través de los medios de
comunicación, internet, las redes sociales y los sistemas educativos que
domina; una cultura política cosmopolita global de las elites y las clases
medias incluidas en el trabajo, el consumo y la educación, de todas las
naciones, de todos los continentes; y que esa cultura política cosmopolita global asuma como un valor central, que la desigualdad es inevitable.
Esto permitiría que todas las minorías felizmente integradas al bienestar se desentiendan políticamente, sin tener cargos de conciencia, de los
conciudadanos que queden desgraciadamente excluidos del trabajo, el
consumo y la educación, en sus respectivas naciones y en todo el mundo.
Para conseguir que los incluidos se desentiendan de los excluidos, sin
culpa, la cultura política anglo norteamericana se dedica a descalificar a
través de la comunicación y la enseñanza, el concepto de justicia social y
la afirmación de que para lograrla, los países exportadores de materias
290.
primas deben necesariamente encarar el esfuerzo de industrializarse,
tengan o no la autorización de Londres, Washington y el FMI para hacerlo.
Es por ello que, cuando alguna nación exportadora de materias primas comienza a transitar el camino de la sustitución de importaciones y
de la distribución de la riqueza, sin que ese esfuerzo cuente con el interés y la autorización de la alianza anglo norteamericana -tal como fue el
caso de la Argentina con Perón en las décadas del cuarenta y cincuenta;
o es a principios del Siglo XXI nuevamente el caso de la Argentina con
Néstor y Cristina Kirchner- ese esfuerzo industrial nacional es descalificado y saboteado de múltiples formas por las elites internacionales y
nacionales que concentran el poder económico y mediático.
Entonces ocurre que desde las universidades del hemisferio norte se
generan contenidos que toman diarios como The Economist de Londres o
Wall Street Journal de Nueva York, que se reproducen primero en La Nación y Clarín y después en las redes audiovisuales y sociales, que descalifican el intento de industrialización nacional afirmando que “la Argentina
está afuera del mundo” y que la “fiesta populista de sustitución de importaciones, de empleo, de consumo popular y de inversión pública” puesta
en marcha, “está necesariamente destinada al fracaso” y que, cuando
eso ocurra, “Argentina volverá al mundo”, como debería ser.
La estrategia geopolítica que lleva adelante la alianza anglo norteamericana es de naturaleza marítima. Es decir, se basa en la ocupación
de los océanos y los mares para proyectarse sobre los continentes, para
fracturarlos y así poder dominarlos, aplicando el viejo principio que enseña: “divide y reinarás”. El objetivo principal es mantener fracturada
desde el punto de vista político, económico y militar, a la masa euroasiática que va desde Europa Occidental a China e India, pasando por Europa
Oriental y Rusia. Como América del Sur es desde la visión geopolítica
marítima, una isla continental que debe contribuir a cercar a la masa
continental euroasiática; para la alianza anglo norteamericana el continente sudamericano debe operar como una retaguardia de apoyo a su
plan principal pero, para ello, debe mantenerla fracturada para poder
dominarla. O sea, como plan complementario de apoyo al principal, debe
impedir a toda costa que se consolide la construcción de la UNASUR. Es
por ello que se dice que para EEUU, América del Sur es su “patio trasero” sobre el cual no puede perder el control. Dentro de esta estrategia,
Inglaterra hace lo suyo manteniendo ocupada Malvinas, con una presencia militar en el Atlántico Sur que se proyecta a la Antártida.
La alianza anglo norteamericana ha venido desplegando una política
291.
de guerra para asegurarse el acceso al petróleo de Medio Oriente y rediseñarlo en función de sus objetivos geopolíticos en Eurasia. Sus operaciones militares contra los terroristas de Al Qaeda que en el 2001 demolieron las Torres Gemelas de Nueva York, culminaron con el ataque
a Afganistán e Irak primero y después a Libia y Siria, con la consecuente
destrucción de la organización política, la economía y el bienestar que
habían alcanzado, a su manera, los pueblos de cada una esas naciones;
generando como resultado la crisis migratoria desesperada hacia la UE
de esas poblaciones arrojadas a la miseria por la guerra. La última creación de esta película de terror anglo norteamericana, que no es ficción
sino realidad, es el Estado Islámico, organizado con cuadros fundamentalistas musulmanes reclutados por sus aparatos de inteligencia en las
prisiones de Irak, dándole como objetivo voltear al gobierno de Siria y
destruirla también. Todo lo cual configura, como advirtió Perón que ocurriría, un panorama de guerra de supresión bilógica que llevará a la humanidad a la hecatombe, si la universalización no logra torcer el rumbo
que impone la globalización.
Estrategia de la universalización
El primer golpe serio a la globalización unipolar, hegemónica y homogénea, que como vimos domina al mundo desde la disolución de la URSS,
tuvo lugar recién en el 2008 cuando, en forma abrupta e inesperada, estalló la Bolsa de Nueva York. Fue a consecuencia de las contradicciones
sistémicas que el propio capitalismo, ahora desregulado, especulativo
y globalizado, había construido en total libertad al encontrarse liberado
de la amenaza comunista; porque hay que tener presente que mientras
ésta existió, para contenerla, el capitalismo estuvo obligado a reformarse socialmente y a construir el estado de bienestar.
Será recién a partir de ese momento que la universalización heterogénea, multipolar y multicultural encontrará el espacio político, que hasta
ese momento no había tenido, para formularse y ofrecerse como alternativa. Esto se materializará cuando los países emergentes industrializados de dimensión semicontinental, como China, Rusia, India y Brasil
tomen ese año la decisión de conformar el bloque BRIC para comenzar
a asociar sus economías, en el marco de una apuesta política que apuntará a construir un mundo multipolar. Y los países de América del Sur
decidan en paralelo, también ese año, constituir la UNASUR, apostando
a una estrategia geopolítica liberadora de integración que les permita
posicionarse, como actores unificados, en la construcción de un mundo
multipolar. En el 2011, con la incorporación de Sudáfrica quedará es292.
tructurada la alianza BRICS tal como se la conoce actualmente, la que,
en un proceso positivo de consolidación acaba de crear su propio banco
de inversión.
Un hecho que preparará la alianza entre los estados industriales
emergentes tuvo lugar en 1996, cuando China y Rusia, ya reconvertidas en economías de mercado industriales en proceso de crecimiento,
tomaron la decisión estratégica de aliarse en el plano geopolítico; para
comenzar a construir la unidad de Eurasia y hacer frente a la iniciativa
geopolítica de la alianza anglo norteamericana, que había logrado mantenerla fracturada sobre la base del enfrentamiento que se había dado
entre China y Rusia, cuando eran comunistas.
El instrumento para la unidad geopolítica será la Organización de
Cooperación de Shanghái (OCS), que integrará a China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán; estos tres últimos, países de población musulmana, ex integrantes de la URSS, volcados a la economía de mercado
también. Como signo de fortalecimiento de esta alianza, en el 2001 se
sumó Uzbequistán.
En ese marco de crecimiento y de consolidación de la OCS, está previsto que en 2016 se incorporen India y Paquistán. Lo que significará un
espaldarazo estratégico a la reintegración geopolítica de Eurasia porque, en la fractura que explotaba en su beneficio la alianza anglo norteamericana, la India operaba como un ariete de la URSS y Paquistán de
China; lo que implicaba un estado de guerra latente entre India y Paquistán, naciones que habían accedido al armamento nuclear con el apoyo
de Rusia y de China, respectivamente.
En forma convergente y como parte de su iniciativa geopolítica de integración de la masa euroasiática, China acaba de lanzar la propuesta de
crear el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII), invitando
a integrarse como socios a todos los estados del mundo que tuvieran interés en hacerlo. El atractivo de esta nueva entidad bancaria está ligada
a una iniciativa que China acordó con Rusia, que es recrear la “ruta de
la seda”, en referencia a la vía de comunicación comercial que durante
miles de años unió a Oriente con Occidente, hasta que entró en decadencia a fines del Siglo XV. La nueva ruta de la seda tendrá dos trazados:
uno terrestre que irá por el centro de la masa euroasiática y otro costero
marítimo que la bordeará, los que de conjunto la articularán con inversiones en infraestructura varias veces mil millonarias. De allí que, ante
tamaña “zanahoria”, se hayan anotado 57 países como miembros fundadores del BAII. Debe destacarse que han decidido unirse, además de los
293.
otros BRICS, Japón, Corea del Sur, Vietnam, Australia, Inglaterra, Suiza,
Alemania, Francia, Italia, Arabia Saudita, Kuwait, Israel, Irán y Turquía,
entre otros significativos.
Cabe señalar que EEUU ha quedado afuera por voluntad propia, lo
que contrasta con la decisión que tomó Inglaterra. Sobre esto se pueden
hacer dos lecturas complementarias. Que la alianza anglo norteamericana cruje frente a la fortaleza de la estrategia geopolítica integradora
euroasiática que tiene a China, Rusia e India como eje; y que, ante esta
realidad, la astucia política inglesa, más flexible que la yanki, aprovecha
la situación para defender sus propios intereses económicos y hacerlos
valer ante el socio mayor, de una alianza estratégica que continúa más
allá de cualquier diferencia táctica.
El segundo gran golpe que recibió la globalización unipolar, hegemónica y homogénea, lo aportó la sorpresiva elección del Papa Francisco
al frente de la Iglesia Católica a comienzos del 2013. Pues él se pronunciará, de inmediato, en contra de la economía especulativa global y de
la exclusión social que ésta genera, condenándola como una “economía
de descarte”. Y también en contra de la política de guerra que la alianza
anglo norteamericana lleva adelante, que calificará como una “tercera
guerra mundial no declarada”, realizando una decisiva intervención diplomática ante el G-20 reunido en Moscú, que impedirá el bombardeo de
Siria por parte de la OTAN.
La presencia de Francisco, un conductor y predicador que ha recreado
un liderazgo popular cristiano perdido, ha sido decisiva para que la política, la negociación y la diplomacia se reinstalen en el mundo. En Medio Oriente, en donde se han abierto negociaciones para tratar de parar
la guerra civil en Siria que tiene al Estado Islámico como protagonista;
para poner bajo normas internacionales pacíficas el programa nuclear
de Irán; y para reimpulsar un acuerdo de paz entre Israel y Palestina
basado en el reconocimiento mutuo de los estados. Y en América, al lograr que EEUU y Cuba reanuden sus relaciones diplomáticas y que comiencen las negociaciones para que Washington levante finalmente el
bloqueo económico a La Habana. Haciendo así un aporte gigantesco a la
construcción de un mundo multipolar.
Lo que Francisco también ha traído a la escena internacional es el
“ecumenismo” religioso, que procura que el cristianismo en todas sus
versiones, el judaísmo y el Islam trabajen juntos por la paz mundial;
neutralizando la política de guerra que ha venido alentando el “fundamentalismo” religioso cristiano, judío y musulmán; inclinando su acción
pastoral en favor de la universalización heterogénea, multipolar y mul294.
ticultural y, en ese contexto, en favor de la integración sudamericana y
latinoamericana, tal como lo predican desde el punto de vista doctrinario
su carta pastoral Evangelii Gaudium y su encíclica Laudato Si.
De esta manera el universalismo heterogéneo, multipolar y multicultural ha incorporado una fuerza espiritual que viene a complementarse con
la fuerza material que los BRICS, la UNASUR y la CELAC están tratando
de hacer valer en las negociaciones económicas y en los diversos foros
internacionales políticos como la ONU, el G-77+China y el G-20, ámbito que Argentina comparte con Brasil, Méjico, Alemania, Canadá, EEUU,
Francia, Italia, Japón, Inglaterra, Rusia, Arabia Saudita, Australia, China,
Corea del Sur, India, Sudáfrica, Turquía, España y la Unión Europea.
Se ha fortalecido así la política universal de los pueblos. A ella suscriben las culturas políticas nacionales y populares o progresistas que
pretenden expresar el deseo de los pueblos, de todas las naciones, de
todos los continentes, a ejercer el derecho político a organizarse, a su
manera, para progresar en paz, con inversión, trabajo, educación, cultura y justicia social.
La universalización heterogénea, multipolar y multicultural necesita
de la paz, porque su objetivo es lograr la felicidad de los pueblos, de
todas las naciones, de todos los continentes. Por ello, su medio es la
política y la diplomacia, porque necesita realizar lo que, como ya vimos
al comienzo, Perón planteó como programa de la universalización: un
acuerdo geopolítico pacífico que permita una mejor producción, mejor
organización y mejor distribución de los medios de subsistencia, tarea
que tendrá que ser realizada por las grandes fuerzas que orientan y manejan la transformación de la humanidad.
La universalización heterogénea, multipolar y multicultural tiene por
delante entonces el desafío de revertir la desigualdad obscena que se verifica en el mundo; tratando de construir una economía social global, de
mercado pero con regulaciones estatales globales, que apunten a equilibrar el poder del capital y el trabajo, a poner el capital especulativo al servicio del capital productivo y a cambiar la relación centro industrial-periferia primaria instalada. En síntesis, organizar una economía social
productiva industrial global armoniosa, que esté al servicio del bienestar
social de los pueblos, de todas las naciones, de todos los continentes.
Y, tal como lo planteó Perón en La Comunidad Organizada -el texto
que presentó ante el Congreso Internacional de Filosofía realizado en
Mendoza en 1949- también tiene por delante un objetivo aún más ambicioso: clausurar una era dominada por materialismo que comenzó con
295.
el capitalismo y la primera revolución industrial; para organizar un renacimiento de la civilización que se exprese como una nueva “edad-suma-de- valores”, donde haya “proporción, equilibrio y armonía” entre las
necesidades materiales y las necesidades espirituales, y los derechos
individuales y los sociales, de todos los pueblos, de todas las naciones,
de todos los continentes.
Pero no hay que ser ingenuos. Es necesario tener claro que la alianza
anglo norteamericana que propicia la globalización unipolar, hegemónica
y homogénea es aún es muy fuerte; y la alternativa de la universalización
es aún muy débil y su construcción dificultosa; porque se trata, precisamente, de coordinar los intereses heterogéneos, multilaterales y multiculturales que encarnan los diversos pueblos, de las diversas naciones,
de los diversos continentes. Y que es, dentro de cada nación, de cada continente, en donde se dirime en el campo político, a través de las tendencias ideológicas internas y de las formas de gobierno que les son propias
a cada una, la opción por la globalización o por la universalización.
Por la globalización están las culturas políticas que en todas las naciones, de todos los continentes, abrevan en el individualismo capitalista
para el cual la exclusión social es natural; y por ello procuran mantener la desigualdad que se expresa en la dominación del capital sobre el
trabajo y en la dominación de las naciones industriales sobre las naciones productoras de materias primas. Y por la universalización están las
culturas políticas que en todas las naciones, de todos los continentes,
abrevan en la justicia social y en la solidaridad; y por ello procuran combatir la desigualdad mediante el equilibrio entre el capital y el trabajo y
mediante el acceso a la calidad de industriales, de todas las naciones, de
todos los continentes.
Algunos ejes temáticos para una doctrina de la integración suramericana
“Los países han de unirse progresivamente sobre la base de la vecindad
geográfica y sin imperialismos locales y pequeños. Esta es la concepción
de la Argentina para Latinoamérica: justa, abierta, generosa, y sobre todas
las cosas, sincera. A niveles nacionales, nadie puede realizarse en un país
que no se realiza. De la misma manera, a nivel continental, ningún país podrá realizarse en un continente que no se realice. Queremos trabajar juntos
para edificar Latinoamérica dentro del concepto de comunidad organizada.
Su triunfo será el nuestro. Hemos de contribuir al proceso con toda la visión,
la perseverancia y el tesón que hagan falta. Sólo queremos caminar al ritmo
del más rápido. Y teniendo en cuenta que no todos han de pensar de la misma manera, respetuosos de sus decisiones, habremos de unirnos resuelta296.
mente con quienes quieran seguir nuestro propio ritmo. Latinoamérica es
de los latinoamericanos. Tenemos una historia tras de nosotros. La historia
del futuro no nos perdonaría el haber dejado de ser fieles a ella”.
Juan Domingo Perón, mensaje al Congreso de la Nación, 1° de mayo
de 1974
Abrevando en las categorías de pensamiento que se han expuesto en
el marco estratégico mundial antes descripto y en esta visión también
estratégica de Perón sobre la integración latinoamericana que citamos
en el párrafo anterior; se proponen algunos ejes temáticos que podrían
servir para elaborar una doctrina de la integración suramericana que
sea coherente con el objetivo más abarcador de construir una universalización heterogénea, multipolar y multicultural.
En ese sentido anotamos:
Es necesario trabajar organizadamente en cada uno de los estados
nacionales de América del Sur en favor de la integración de la UNASUR,
coordinando políticas activas de integración política, económica, social y
cultural en tres andariveles paralelos y complementarios: el de los gobiernos; el de los partidos políticos y organizaciones económicas, sociales y culturales; y el de los pueblos.
La integración entre los pueblos es lo estratégico que deben lograr
los gobiernos, los partidos y las organizaciones económicas, sociales y
culturales de cada uno de los estados nacionales de América del Sur
porque; sin los respectivos pueblos hermanados y organizados en una
causa común suramericana y latinoamericana con la que se sientan
identificados; porque expresa al mismo tiempo sus respectivas identidades ancestrales y actuales, pero también los incorpora al futuro; no
se podrá consolidar y sostener continuadamente en el tiempo la unidad
política, económica, social y cultural cristalizada en la UNASUR.
La crisis de la Unión Europea así lo muestra, una integración organizada desde las élites nacionales de espalda a los pueblos es frágil y, más
tarde o más temprano, termina fracturada por la acción de las políticas
neoliberales.
Establecer la ciudadanía suramericana y la libre circulación de personas está en línea con construir la hermandad social y cultural entre los
pueblos de cada estado nacional suramericano.
También aporta a lo mismo, promover entre los respectivos pueblos
297.
de cada estado nacional, el afecto y el reconocimiento mutuo entre ellos
del valor que tienen cada una de las respectivas identidades nacionales
suramericanas; que a fines del Siglo XIX se organizaron como singularidades que recibieron el aporte de inmigrantes europeos que arribaron
huyendo de la miseria y la explotación; pero que, durante los tres siglos
anteriores estuvieron unidas política, económica, social y culturalmente
en una matriz común que reconoce: el mestizaje de pueblos originarios
con conquistadores españoles y portugueses y africanos esclavizados; y
el sustrato indeleble de una profunda religiosidad popular cristiana mixturada con expresiones originarias y afro.
Tuvo ese sentido de promover el afecto y el reconocimiento mutuo
entre los pueblos de dos estados nacionales sudamericanos, el acto de
reparación histórica que en 1954 protagonizó en Asunción el presidente
Perón, cuando devolvió en nombre de la nación y el pueblo argentino a la
nación y al pueblo paraguayo, los trofeos arrancados en la infame Guerra de la Triple Alianza.
Abonan a la reintegración del pueblo sudamericano las visitas que
Francisco hizo a Brasil, Ecuador, Bolivia y Paraguay y lo harán también
las que hará en el futuro a los demás estados nacionales suramericanos; porque su acción pastoral de honda raigambre popular cristiana,
tiene la virtud de engarzar la ancestralidad con el presente y el futuro;
proyectado éste en la reconstrucción de la integración suramericana y
latinoamericana y como una contribución a la organización de la universalización heterogénea, multipolar y multicultural.
Integración política implica ejercicio real de la democracia en cada
uno de los estados nacionales de América del Sur, porque esto es condición necesaria para que tenga posibilidad de prosperar y consolidarse la
política de integración continental a través de la UNASUR.
Para consolidar la democracia y la UNASUR trabajan los pueblos de
cada uno de los estados nacionales suramericanos; desde sus respectivas culturas políticas liberadoras nacionales y populares o progresistas
consustanciadas con la construcción de la universalización heterogénea,
multipolar y multicultural.
Para degradar a la democracia y a la UNASUR trabajan las elites de
cada una de los estados nacionales suramericanos; desde sus respectivas culturas políticas neoliberales neocoloniales consustanciadas con el
sostenimiento de la globalización unipolar, hegemónica y homogénea. Así
lo hicieron en Paraguay con una parodia de juicio político al presidente;
a través de golpes abiertos como trataron sin éxito en Venezuela, Bolivia
y Ecuador; por medio de procesos destituyentes por acusaciones de co298.
rrupción, como lo motorizan en Brasil; y con intentos de deslegitimar el
sistema electoral, como lo están haciendo en este momento en Argentina.
Integración política implica organizar instituciones de gobierno de la
UNASUR en el plano ejecutivo, legislativo y judicial que no socaven la
soberanía política de los pueblos, sino que se sustenten en ella.
Las estructuras organizadas de la UNASUR que reconocen como autoridad de gobierno a la reunión de los presidentes, a la secretaría general como ejecutora de esa voluntad, y a los consejos sectoriales como
áreas de elaboración de políticas para la gestión pública suramericana,
se sustentan en la soberanía política de los pueblos. Habría que avanzar
en el área legislativa. En ese sentido, el Parlasur constituido en el área
del MERCOSUR podría ser una base para extender a la UNASUR, ya que
está en camino de sustentarse en el voto popular en cada uno de los estados nacionales que lo integran. Habría que avanzar en la construcción
de estructuras arbitrales y judiciales comunes adecuadas al objetivo.
Integración política implica construir políticas gubernamentales de la
UNASUR que presenten a América del Sur, ante el mundo, como un solo
espacio geopolítico suramericano unificado, que ejerce su soberanía política para lograr la independencia económica y sobre esa plataforma
construir la justicia social.
Para que esto pueda ser así, sería necesario que los gobiernos de cada
estado nacional terminen de incorporar como políticas de la UNASUR, a
sus respectivas demandas nacionales; para que las mismas puedan ser
contenidas y expresadas como políticas suramericanas que representen
el interés de todos. Esto quiere decir, por ejemplo: que Malvinas deje de
ser un problema, solo argentino; la Amazonia una preocupación, solo de
Brasil; la proyección a la Antártida, solo una demanda superpuesta argentina y chilena; la recuperación de su salida al mar, solo un problema
boliviano; el derecho a la industrialización y al desarrollo tecnológico autónomo, solo un privilegio brasileño; la lucha por desendeudarse y la preocupación por la industrialización y la justicia social, solo una singularidad
persistente argentina; el uso económico de la vera de los ríos comunes,
solo una disputa ambiental entre uruguayos y argentinos; el ataque del
delito organizado transnacional y nacional a la seguridad ciudadana, solo
un problema irresoluble para todos; etc. Tomando todas las diversas demandas nacionales e integrándolas en una única demanda suramericana
que conforme a todos, se podrían definir, por ejemplo, como políticas unificadas de la UNASUR: reclamar la recuperación por vía diplomática de
la soberanía argentina sobre Malvinas; reclamar una proyección suramericana unificada sobre la Antártida; soberanía, explotación económica y
299.
protección ambiental suramericana sobre la Amazonia y demás recursos
naturales continentales y marítimos suramericanos; derecho suramericano a la soberanía financiera, al desarrollo tecnológico e industrial autónomo con justicia social, a la educación y a la salud pública universal y
gratuita, a la seguridad ciudadana; etc. Cabe señalar que todas las políticas públicas sectoriales que se han venido elaborando en los respectivos
consejos sudamericanos de la UNASUR hasta ahora, están en línea con
ese objetivo; se trata de profundizar en ese sentido.
Integración política implica articular relaciones de integración estables y permanentes entre los partidos políticos nacionales y populares
o progresistas, que en cada uno de estados nacionales de América del
Sur trabajan por la construcción de la UNASUR. Esto debería realizarse
simultáneamente, en el plano de las respectivas conducciones, de los
respectivos institutos de formación política y de las respectivas organizaciones juveniles. En este espacio político debería discutirse toda la
agenda gubernamental, política, económica, social y cultural de la UNASUR y tomarse como una cuestión estratégica elaborar la doctrina de la
integración suramericana; haciéndose cargo de que se articulen relaciones de integración, estables y permanentes entre las organizaciones
económicas, sociales y culturales de cada uno de los estados nacionales. En este campo de acción lo realizado es nada. Mientras esto sea
así, el avance o el retroceso de la integración va depender, como hasta
ahora, de la buena o mala relación entre los gobernantes y de las buenas o malas condiciones que brinden para el acuerdo o la diferencia, las
diversas coyunturas que deben necesariamente resolver cada uno de
los gobiernos de los estados nacionales suramericanos. En este ámbito
político de articulación suramericana, tal como lo reflexionó Lula, habría que pensar estratégicamente los próximos diez años, como mínimo;
porque nuestros enemigos y aliados del resto del mundo así lo hacen y
así les va mejor que a nosotros.
Integración económica implica pensar América del Sur en términos
de independencia económica. La base de la independencia sería la construcción de una soberanía financiera que de soporte a la construcción de
la infraestructura integradora que necesita el desarrollo de una matriz
industrial suramericana diversificada, que tenga como eje la creación
y expansión del mercado interno suramericano y, simultáneamente, la
exportación al mundo.
La construcción de una matriz industrial suramericana diversificada
implica desarrollar una base científica-tecnológica propia suramericana
con los mayores grados posibles de autonomía respecto de las empresas
300.
transnacionales, negociando en forma unificada con ellas la transferencia de tecnologías. También pensar en la máxima preservación relativa de
los recursos naturales no renovables y renovables suramericanos respecto de la degradación ambiental inevitable que produce su explotación
con fines económicos; de tal manera que sea el poder político autónomo
sudamericano el que pueda regular la relación mercado-tecnología-medio ambiente; y que esto no sea impuesto desde afuera, por las élites que
pretenden la globalización unipolar, homogénea y hegemónica.
Integración económica implica pensar que la industria no puede estar
radicada solo en Brasil y, en menor medida, en la Argentina. Porque esto
significa reproducir, a lo interno de la UNASUR, los mecanismos del desarrollo capitalista desigual centro industrial-periferia materias primas
instalado desde el hemisferio norte; lo que abre la posibilidad cierta de
un frustración de la UNASUR porque, en la medida en que los estados
nacionales de menor escala perciban que la integración sudamericana
los ubica en una relación de dependencia centro-periferia con Brasil y
la Argentina, van a preferir una relación de dependencia centro-periferia con estados más poderosos como EEUU, UE y China, por ejemplo,
suscribiendo acuerdos individuales de libre comercio con ellos; y militares con Washington en algunos casos; que es lo que propone la cultura
política neoliberal neocolonial vinculada a la globalización unipolar, hegemónica y homogénea. Por otro lado, es un poco lo que ya pasa parcialmente. Chile y Perú tienen acuerdos de libre comercio con los tres,
Colombia lo tiene con la UE y con EEUU extendido también a lo militar.
La clave para poder construir una matriz industrial diversificada parcialmente suramericana que, en algún momento pueda llegar a ser suramericana en su totalidad, pasa por organizar en el MERCOSUR, un
desarrollo industrial integrado de Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay,
Venezuela y Bolivia que en la actualidad no se da. Este objetivo no se
logrará si esta discusión se deja solo en manos de los gobiernos, como
hasta ahora. Debería instalarse en el ámbito de los partidos nacionales
y populares o progresistas del MERCOSUR que, como vimos, debería
crearse y encargarse de involucrar en el debate a las organizaciones
económicas, sociales y culturales de los respectivos estados nacionales. El paso posterior sería incorporar al debate a los similares partidos
nacionales y populares o progresistas de los estados nacionales que ya
están en el marco del libre comercio.
Pero esta construcción de la matriz industrial integrada suramericana
no será posible, si esta necesidad geopolítica de UNASUR no se lleva
también en forma simultánea, al ámbito de los respectivos partidos po301.
líticos que en este momento gobiernan a los estados semicontinentales
industriales emergentes asiáticos: China, India y Rusia; que son los que
pueden optar por suscribir o no suscribir con los estados nacionales suramericanos y latinoamericanos, acuerdos de libre comercio que reproducen la matriz centro industrial-periferia primaria.
Porque hay saber que, solo en el caso de que los estados semicontinentales industriales euroasiáticos emergentes tomen en forma conjunta la decisión geopolítica de no seguir reproduciendo la matriz centro
industrial-periferia primaria en sus tratados económicos, será posible
reformar la economía mundial que sostiene impertérrita la globalización unipolar, hegemónica y homogénea. Comenzando, con esa decisión
geopolítica estratégica, a construir la economía social global, de mercado con regulaciones estatales globales, destinadas a equilibrar el poder
del capital y el trabajo, a poner el capital especulativo al servicio del capital productivo y a cambiar la relación centro industrial-periferia primaria, como es la propuesta alternativa de la universalización heterogénea,
multipolar y multicultural. Se trataría de una economía productiva industrial global armoniosa al servicio del bienestar social de los pueblos,
de todas las naciones, de todos los continentes. Por ello es importante
que la Argentina pueda incorporarse a los BRICS. Su presencia junto a
Brasil reforzaría la propuesta geopolítica de construir un acuerdo productivo industrial diferente entre el MERCOSUR y los estados semicontinentales euroasiáticos industriales emergentes; que en el futuro podría
extenderse a la UNASUR.
Integración social implica pensar en términos de sustentabilidad social a la industria suramericana radicada en todos los estados nacionales de América del Sur. Esto significa pensar la organización de la producción de bienes y servicios suramericanos en términos de comunidad
organizada: los gobiernos articulan las fuerzas del capital y del trabajo
en función de estimular el desarrollo de la productividad, del empleo registrado y calificado y una reinversión elevada de utilidades, por el lado
del capital; y un compromiso con el desarrollo de la productividad, con la
capacitación permanente y la negociación colectiva en pos de los mejores salarios y condiciones laborales y de desarrollo cultural, por el lado
del trabajo. La fórmula sería productividad + justicia social, en una ecuación que apunte a una distribución dinámica del ingreso mitad-mitad
entre capital y trabajo en el ámbito suramericano.
La articulación entre el capital y el trabajo requiere que se establezcan relaciones de integración estables y permanentes entre los empresarios comprometidos con la construcción de la UNASUR en cada uno
302.
de los estados nacionales porque, sin esta organización política suramericana de las organizaciones económicas será imposible llevar adelante
la independencia económica de América del Sur con todos los corolarios
que hemos analizado.
La articulación entre el capital y el trabajo requiere que se establezcan
relaciones de integración estables y permanentes entre las organizaciones sindicales de los trabajadores comprometidas con la construcción de
la UNASUR en cada uno de los estados nacionales porque, sin esta organización política suramericana de los trabajadores será imposible llevar
adelante la independencia económica con todos sus corolarios y, en especial, la fórmula productividad + justicia social que debería sustentarla.
La integración cultural implica trabajar para reintegrar las identidades culturales actualmente segmentadas y diversas de los respectivos
pueblos de cada uno de los estados nacionales de América del Sur; las
que -como ya vimos al destacar la importancia estratégica que tiene lograr la integración entre los respectivos pueblos- tienen todas sus singularidades soportadas sobre un sustrato fundacional unificado sudamericano y latinoamericano previo. En ese marco, debería procederse a
integrar el sistema educativo de cada uno de esos estados nacionales,
en un sistema educativo suramericano público gratuito que abarque todos los niveles. Un lugar especial debería tener la integración académica
universitaria, ya que es fundamental por el aporte que la educación superior debe hacer a la teoría política, económica, social y cultural de la
integración sudamericana y latinoamericana, en todos los aspectos que
son necesarios para elaborar la doctrina de la integración suramericana.
Y porque, además, debería estar en el centro de generación de la base
científica tecnológica suramericana que se necesita para poder impulsar una industrialización suramericana que tenga, los mayores grados
posibles de autonomía respecto de las empresas transnacionales y una
plataforma de protección ambiental, tal como ya vimos.
Estos son solo algunos ejes para la discusión que no deberían faltar,
cuando se aborde la elaboración de una doctrina de la integración suramericana en los diversos ámbitos institucionales. De ninguna manera
este punteo los agota. Es solo un humilde aporte intelectual destinado a
disparar la discusión geopolítica sobre el tema, nada más.
303.
Ciudadanía y migraciones en la construcción del Estado
suramericano
Humberto Podetti
“..si alguien quisiera domiciliarse en alguna de aquellas ciudades, por alguno de los medios por los que los extranjeros pueden hacerse ciudadanos,
no parece que puedan prohibírselo y por consiguiente puede gozar de los
privilegios de los ciudadanos, como los demás, con tal que también soporte
las cargas como los otros…”
Francisco de Vitoria, Relección Sobre los indios, Salamanca, 1538233
1- La ciudadanía como derecho a pertenecer a una comunidad organizada
Uno de los mayores desafíos de la humanidad en el Siglo XXI es garantizar el ejercicio del derecho de toda persona a pertenecer a una comunidad organizada en el estado en el que ha nacido o en el que ha elegido,
ejerciendo los derechos y asumiendo las obligaciones inherentes.
América Latina y el Caribe, liderada en esta materia por América del
Sur, está construyendo la ciudadanía nacional y continental bajo ese
principio. Continúa así la tradición de su pensamiento político, social y
económico, que desde los orígenes lo ha considerado constitutivo de la
dignidad humana, criticando otras nociones de ciudadanía.
La construcción latinoamericana implica también un cuestionamiento
a la globalización en tanto esfuerzo de homogeneizar la singular riqueza
de la diversidad cultural humana. Su proposición, que reconoce el carácter universal del derecho a pertenecer a una comunidad organizada
antes, después y durante la pertenencia a un estado, implica una concepción poliédrica del mundo, con tantas caras como culturas existen.
La consagración de estos principios en normas jurídicas continentales
233 Vitoria, Francisco de, Sobre el poder civil. Sobre los indios. Sobre el derecho de la guerra, Tecnos, Madrid, 1998, p. 135.
304.
-como el Tratado Constitutivo de UNASUR-, y nacionales, como las de Argentina, Uruguay, Brasil y Bolivia y las de Chile, Ecuador, Paraguay, Perú
y Colombia234-, ocurre en un mundo en el que se ha quebrado el monopolio del estado-nación para legislar y decidir en justicia235, las fronteras
son porosas para la violencia económica236 y la interdependencia de las
naciones en todas las áreas es inmensa. Esas normas significan una objeción histórica, convertida en derecho positivo, a encerrar los derechos y
deberes de las personas en el estrecho marco de la ciudadanía entendida
como membrecía política otorgada o negada por decisión de los estados.
También denuncian que el cierre de las fronteras a las personas que llegan a Estados Unidos y Europa en paz y dispuestas a asumir los derechos
y deberes correspondientes, ha convertido en letra muerta las reiteradas
declaraciones universales de derechos humanos237.
Los muchos millones de migrantes de nuestro tiempo, además del derecho a pertenecer a una comunidad organizada, afirman otro derecho,
substancial para el futuro: conservar su cultura donde vayan y donarla a
la comunidad que los recibe. La multiplicación de la transculturación y el
mestizaje por los pueblos en movimiento forzoso, constituyen uno de los
signos del siglo XXI. Como dijo Carlos Fuentes “El inmigrante -árabe en
Europa, mexicano en Norteamérica- no le quita nada a nadie: da más de
lo que recibe. Da su trabajo. Y da su cultura a la única civilización humana posible: la del mestizaje que creó a la América indo-afro-europea y a
la España celtíbera, fenicia, griega, romana, árabe y judía”238.
2- Ningún ser humano es ilegal
El 1 de mayo de 2006 se movilizaron simultáneamente cinco millones
de personas en las ciudades de EEUU, en el mayor pronunciamiento popular de la historia de ese país y probablemente del mundo. Fue la cul234 Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Colombia lo han hecho mediante la incorporación a sus legislaciones del Acuerdo sobre Residencia para Nacionales de los Estados Partes del MERCOSUR.
235 Galgano, Francisco, La globalización en el espejo del derecho, Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires,
2005, pp. 81/85.
236 Francisco, Evangelii Gaudium, No a una economía de la exclusión [párrafos 53-54] No a la
nueva idolatría del dinero [55-56] No a un dinero que gobierna en lugar de servir [57-58] No a la
inequidad que genera violencia [59-60], www2.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/
documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html#Algunos_desaf%C3%ADos_culturales.
237 Ki-moon, Ban, Secretario General de Naciones Unidas, discurso de apertura del 69° período de
sesiones de la Asamblea General, 25 de septiembre de 2014, http://www.un.org/es/ga/meetings/
238 Fuentes, Carlos, Juan Goytisolo en Oaxaca, El País, 17 de abril de 2004, http://elpais.com/diario/2004/04/17/babelia/1082158759_850215.html
305.
minación de un proceso de protestas de los norteamericanos de origen
latinoamericano, contra la ley HR 4437 de 2005 o ley Sensenbrenner,
que declara delito criminal grave a la inmigración irregular y dispone la
construcción de un muro en la frontera entre México y EEUU, una suerte
de nueva muralla china o de muro de Berlín invertido239. Reclamaron la
aplicación de los derechos de toda persona a establecerse en paz en el
territorio de cualquier nación, obtener la ciudadanía de la nación elegida
y pertenecer a una comunidad organizada, enseñados por Francisco de
Vitoria hace cinco siglos. Hicieron también una admirable síntesis de
esos derechos escribiendo en sus pancartas, en castellano y en inglés,
“Ningún ser humano es ilegal”240.
La invocación del sistema jurídico del fundador del derecho internacional y del derecho indiano y latinoamericano, constituyó simultáneamente una denuncia de ilegitimidad de la ley Sensenbrenner.
Idéntica denuncia de ilegitimidad cabe a la Directiva de Retorno
2008/115/CE de la Unión Europea241 que cierra la frontera de Europa a
las personas que migran huyendo de la extrema pobreza y la exclusión.
Las causas de las migraciones y el derecho internacional contemporáneo constituyen fundamentos adicionales de esa ilegitimidad. En distintos momentos de su historia, Europa forzó la migración de millones
de europeos, por las guerras, el hambre o las persecuciones por razones religiosas, raciales o políticas. Esos migrantes nunca encontraron
fronteras cerradas en las comunidades que eligieron para vivir, cuando
no podían hacerlo en sus comunidades de origen. En esos mismos momentos, Europa conquistó y colonizó mediante la violencia territorios y
pueblos en todos los continentes. El reparto y la depredación de África a
partir de la ominosa Conferencia de Berlín de 1885, es tal vez el ejemplo
239 Podetti, Humberto, Del ‘día sin mexicanos’ al discurso de Julián Castro en la Convención Demócrata: ¿podrán los ‘hispanos’ desarrollar nuevas políticas de los EEUU?, publicado en http://
forosanmartin2012.blogspot.com.ar/2012/09/del-dia-sin-mexicanos-al-discurso-de.html.
240 Lao-Montes, Agustín, “Ningún ser humano es ilegal”. Novísimos movimientos sociales de migrantes en los Estados Unidos, Universitas Humanística, n° 66, julio-diciembre 2008, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia, pp. 273/300.
241 La Directiva de Retorno fue calificada como Directiva de la Vergüenza, en las críticas que le dirigieron Caritas de América Latina y el Caribe, http://www.zenit.org/es/articles/las-caritas-de-america-latina-rechazan-directiva-europea-sobre-retorno, el MERCOSUR, UNASUR y la CELAC. El
Presidente de Bolivia publicó una carta abierta sobre la Directiva a todos los europeos que puede
leerse en la red informática: http://www.lr21.com.uy/contratapa/315745-carta-abierta-de-evo-morales-contra-la-directiva-de-la-vergenza-europea. La VIII Conferencia Suramericana de Migraciones, celebrada en Montevideo, Uruguay, en 2008, condenó la criminalización del migrante irregular
mediante la Directiva de Retorno y exhortó a la Unión Europea a desarrollar políticas migratorias
acordes a los instrumentos internacionales sobre los derechos humanos.
306.
más doloroso242. A la violencia militar siguió luego de la segunda gran
guerra del siglo XX, la violencia económica -a la que se agregaron Estados Unidos y grandes corporaciones globales-, impuesta bajo la invocación de ‘comercio libre’ entre desiguales y cláusulas abusivas en
perjuicio de los estados de la periferia243. Sin embargo, las personas que
ahora no pueden vivir en sus comunidades de origen como consecuencia
de la violencia militar y económica y se ven obligadas a migrar, encuentran las fronteras de Estados Unidos y Europa cerradas y protegidas con
murallas o buques de guerra, como ocurre con la frontera entre América
Latina y Estados Unidos y la Operación Tritón de la Unión Europea en el
Mediterráneo.
El derecho internacional contemporáneo, pese a su tibieza y ambigüedad para consagrar en normas obligatorias la grandilocuencia de sus declaraciones y propósitos respecto de la persona humana, también funda
la ilegitimidad de las leyes europeas y norteamericanas que convierten a
los migrantes irregulares en ‘ilegales’ o ‘criminales’. El art. 6 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de la ONU establece que
“Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de
su personalidad jurídica”, en tanto que el art. 13, inc. 1, agrega que “Toda
persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en
el territorio de un Estado”. Aunque la primera es una norma modesta y
la segunda es ambigua, interpretadas en conjunto con otras numerosas
normas del derecho internacional -vigentes para muchos países- sobre
derechos humanos, régimen de refugiados, régimen de la migración laboral y derecho penal transnacional, autoriza a todo Juez europeo o norteamericano, aun cuando sus estados no hayan suscripto esos tratados,
a garantizar el acceso de todos los migrantes a los derechos y deberes de
las personas que habitan los estados de destino y prohibir su expulsión,
conforme los criterios de la naciente justicia global244.
El derecho a tener derechos como propio de toda persona por el solo
242 Arendt, Hannah, Los orígenes del totalitarismo, Alianza Editorial, Madrid, 2007, pp. 211/229;
Benhabib, Seyla, Los derechos de los otros, Gedisa, Barcelona, 2005, pp. 46/47.
243 Mercado, Tomás de, Suma de tratos y contratos, Sevilla, 1571. http://www.hacer.org/pdf/Tratos.pdf. Discípulo de Vitoria y colega de Bartolomé de las Casas, fue profesor de la Universidad de
México. La teoría económica y la aplicación práctica que hizo Mercado al comercio interno e internacional constituye un sólido fundamento para la organización de un nuevo sistema global justo.
244 Pogge, Thomas, ¿Qué es la justicia global?, Revista Latinoamericana de Filosofía, Buenos Aires, 2007, http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1852-73532007000200002;
Sassen, Saskia, Territorio, autoridad y derechos. De los ensamblajes medievales a los ensamblajes
globales, Katz, Buenos Aires, 2010, p. 354. Kemelmajer de Carlucci, Aída, El poder judicial hacia
el siglo XXI, en Derechos y garantías en el siglo XXI, en Kemelmajer de Carlucci, Aída y Roberto M.
López Cabana Directores, Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 1999, p. 21.
307.
hecho de serlo, constituyó también el fundamento jurídico de las homilías pronunciadas por el Papa Francisco en la Isla de Lampedusa el 8 de
julio de 2013, ante el muro líquido del Mediterráneo, y por el Cardenal
Sean O’Malley al pie del muro Sensenbrenner, con feligreses a ambos
lados del muro y dando la Eucaristía a través de sus barrotes el 1 de abril
de 2014245. Ambos pidieron la eliminación de las barreras para las personas que migran en busca de posibilidades de una vida digna, clamaron
por el fin de las muertes ocasionadas casi cotidianamente por ambas
fronteras y pidieron perdón “por aquellos que con sus decisiones a nivel
mundial han creado situaciones que conducen a estos dramas”246.
Esta última afirmación constituye el substrato de hecho necesario
para extender el concepto de “refugiado”247 a las personas privadas del
ejercicio de los derechos consagrados en los arts. 17 (derecho a la propiedad individual y colectiva), 23 (derecho al trabajo digno), 25 (derecho a
una vida digna y protección especial de la niñez), 26 (derecho a la educación) y 29 (derecho a pertenecer a una comunidad organizada) de la citada Declaración Universal de los Derechos Humanos en los estados en
los que viven y que por ello se ven obligadas a migrar a otros estados. Es
decir, aquellas personas que son excluidas de sus sociedades de origen
por el sistema económico global que Francisco denuncia en Evangelii
Gaudium248. Ello significa que los estados de destino deben respetar la
obligación de no devolución del migrante al país de origen, la protección especial de los niños y la reunión de las familias separadas por los
procesos migratorios. Estas normas también autorizan a los jueces europeos y norteamericanos a dictar sentencias que abran las fronteras a
quienes migran por la exclusión de sus sociedades de origen, la guerra,
la desertificación o la violencia económica de cualquier naturaleza.
245 Metalli, Alver, Migrante entre los migrantes, http://www.tierrasdeamerica.com/2014/04/03/
migrante-entre-los-migrantes-la-homilia-del-cardenal-omalley-en-la-misa-por-los-migrantesque-mueren-en-el-desierto-de-arizona-tratando-de-llegar-los-estados-unidos/.
246 Francisco, Mensaje del 5-8-2013 anunciando la 100ª Jornada Mundial del Inmigrante y el Refugiado, Mensaje a la Jornada el 19-1-2014 y Homilía en Lampedusa 8-7-2013. El gobierno italiano,
conmovido por las palabras de Francisco organizó con su marina la operación Mare Nostrum, que
auxilió a las precarias embarcaciones que usan los migrantes para cruzar cuando estaban en riesgo
de naufragar. Durante un año Italia salvó de la muerte a 155.000 personas y pidió el auxilio de la
Unión Europea para sostener la operación. Al fin, la Unión Europea organizó la operación Tritón de
Frontex, el organismo de fronteras de la UE, con buques de guerra de varios países, destinada a
impedir que las embarcaciones lleguen a las costas, aunque estén en riesgo de naufragio.
247 Gzesh, Susan, Una redefinición de la migración forzosa con base en los derechos humanos,
Revista Migración y Desarrollo, Zacatecas, México, N° 10, enero de 2008, pp. 97/126. Gzesh sostiene
que “El moderno régimen de los derechos humanos se basa en el principio de que los derechos
humanos trascienden la ciudadanía nacional”.
248 Ver nota 3.
308.
Cabe recordar que el derecho internacional reconoce aún otro fundamento que autoriza sentencias justas. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, establecen explícitamente la prohibición de
discriminación fundada en el “origen nacional” respecto del ejercicio de
los derechos y deberes civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de cualquier persona.
3- El universalismo jurídico y político de Vitoria
Sin embargo, aun cuando hubiera jueces humanistas en EEUU y Europa, los derechos de los estados-nación –con la honrosa excepción de
América del Sur que hemos anticipado-, el derecho internacional, la
doctrina jurídica y política y las elaboraciones académicas más avanzadas249, están aún lejos en el Siglo XXI del humanismo del sistema jurídico
de Vitoria en el siglo XVI250.
La característica principal del universalismo político y jurídico de Vitoria es su naturaleza humano-céntrica. El orden jurídico comienza en la
persona humana y ella sigue siendo el sujeto principal en la comunidad
organizada, en la república y en la república de todo el orbe o communitas orbis. Europa rechazó este sistema y construyó como garantía de la
duración de la paz acordada en Westfalia, la organización política estado-nación, a la que subordinó la persona humana, configurando un sistema estado-céntrico, que aún en profunda crisis, continúa en el presente.
Vitoria presentó y defendió su sistema en sus relecciones Sobre el
poder civil, Sobre los indios y Sobre el derecho de la guerra, impartidas sucesivamente ante la comunidad universitaria salmantina en 1528,
1538 y 1539.
El hombre sólo es plenamente hombre en sociedad, porque su naturaleza es esencialmente social o comunitaria. Las sociedades humanas
se han constituido para que unos soporten las cargas de otros y para que
los hombres y mujeres, viviendo en sociedad se presten ayuda mutua.
En consecuencia, la comunidad tiene un conjunto de obligaciones que
son el correlato de los derechos de cada uno de sus miembros y debe
garantizar a todos el acceso a los bienes y a la libertad. Por ello, la jus249 Herrera Carassou, Roberto, La perspectiva teórica en el estudio de las migraciones, Siglo Veintiuno, México, 2006, pp. 185/211; García Vázquez, Cristina B. Los migrantes. Otros entre nosotros.
EDIUNC, Mendoza, 2005, 26 y 29/31.
250 Podetti, Humberto, América en el universalismo político y jurídico de Francisco de Vitoria, http://
bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/ponencias/america-universalismo-politico-juridico.pdf.
309.
ticia no puede realizarse y los derechos ejercerse sino en el seno de una
comunidad organizada251.
La sociedad requiere necesariamente de un gobierno, a quien debe
serle concedida la autoridad por sus miembros, en los que Dios ha delegado el poder. Es el pueblo, entonces, quien otorga la autoridad y la retira cuando no es ejercida rectamente252. Estos principios son universales,
independientemente de la cultura y la religión de cada pueblo. Con estos
argumentos Vitoria sostuvo que los pueblos de América tenían derecho a
gobernarse conforme sus leyes y a exigir el respeto de su soberanía y negó
la autoridad del Papa para otorgar territorios de unos pueblos a otros.
La autoridad política es de derecho humano positivo, y por lo tanto
sujeta en todos sus aspectos a la sociedad, por medio de las leyes que
regulan su ejercicio y establecen los medios para controlarla.
Vitoria fundó el derecho internacional, formado por las normas jurídicas que rigen las relaciones entre estados, y condenó la guerra y la conquista. El derecho internacional como derecho interestatal es el derecho
de la república o comunidad de todo el orbe que hará posible la coexistencia en paz entre las diversas naciones del mundo, por sobre sus diferencias religiosas, políticas, económicas y culturales. Vitoria proyectó
por primera vez una organización jurídica y política global253.
Su cosmovisión al exterior de los estados no concluyó en el derecho
internacional o derecho interestatal y en la comunidad universal. Sostuvo que además del derecho que rige al interior de los estados y del
derecho que regula las relaciones entre los estados, existe otro derecho
que es común a todo el género humano, a todo hombre y a toda mujer,
independientemente de que pertenezcan o no a un estado: el derecho
de gentes. Es el derecho de gentes el que consagra el derecho de toda
persona a pertenecer a una comunidad organizada.
Las consecuencias jurídicas y políticas de este pensamiento son decisivas para el siglo XXI: los derechos de la persona humana son preexistentes e independientes de la pertenencia a una nación y mucho más aún
de su carácter de miembro de un estado. Precisamente por ello uno de
los primeros derechos humanos es el de pertenecer a una comunidad
organizada, tal como fue presentado y sostenido por Vitoria, en el primer
título de la tercera parte de su Relección Sobre los indios, incluyendo,
entre los numerosos argumentos expuestos, dos instituciones del dere251 Vitoria, Francisco de, La Justicia, Estudio preliminar y traducción de Luis Frayle Delgado, Ed. Tecnos, Madrid, 2001, Cuestión 58, Artículo Segundo Si la justicia siempre dice en relación a otro, p. 37.
252 Vitoria, Francisco de, Los derechos humanos, San Esteban, Salamanca, 2003, pp. 91/93 y 111.
253 Ib. pp. 201/211.
310.
cho americano254, la de participación en la propiedad común y la de libre
circulación y establecimiento en el territorio de cualquier pueblo255.
Es que el hombre necesita –como afirma Vitoria- de su entorno inmediato y mediato para su realización. Es en la relación con los otros cuando es plenamente hombre. El derecho a pertenecer a una comunidad
organizada implica el de pertenecer tal como es, con sus diferencias y
semejanzas con los demás miembros. Y ello constituye también una obligación: son sus diferencias de cualquier naturaleza las que más enriquecen a la comunidad y en consecuencia, está obligado moralmente a aportarlas en la interacción social. Por ello el escenario de la realización del
hombre es la comunidad organizada y su participación en ella es mucho
más compleja y decisiva para la plenitud de su vida que su participación
en el Estado como miembro y en el mercado como productor de bienes,
comerciante, trabajador o consumidor. La persona, cada persona, diversa y única, en su cualidad esencial de ser social, sin amputaciones, debe
subordinar todos y cada uno de los elementos de toda forma de Estado.
El sistema de Vitoria establece el derecho de toda persona a elegir el
estado en el que quiere vivir e instalarse con su familia en él y el derecho
a pertenecer a la comunidad que habita ese estado, con iguales derechos y deberes personales, sociales, políticos y económicos que el resto
de los habitantes.
De ese modo, al disociar el derecho a la ciudadanía de la forma de
organización política del estado-nación256 y de la nacionalidad257, sitúa el
debate acerca de la construcción de la ciudadanía, en el ámbito de toda
organización política, sea nacional, regional o mundial, porque en cada
una de ellas se expresan y son imprescindibles los derechos y los deberes de la persona humana. Y por cierto, también califica a esas organizaciones políticas según reconozcan plenamente esos derechos y deberes
y hagan posible su ejercicio por todas las personas o no. El propio Vitoria
se refiere adecuadamente a las naciones que niegan esos derechos, recordando versos de la Eneida:
¿Qué raza de hombres es ésta qué nación tan bárbara es esta que
permite tal trato? Se nos niega hospitalidad en sus costas258
254 Podetti, Humberto, Los caminos del Inca, patrimonio de la humanidad, Cátedra Libre
de Integración Latinoamericana, FCS, UNLZ, www.facebook.com/intelatinoaricanaycaribe/
posts/146382689720266
255 Vitoria, Francisco de, op. cit. Relección Sobre los Indios, argumento undécimo, p. 131 y tercera
proposición, p. 133.
256 Sassen, Saskia, op. cit., pp. 354/369.
257 Benhabib, Seyla, op. cit., pp. 61/64.
258 Vitoria, Francisco de, op. cit., p. 131.
311.
4- Ciudadanía y sociedad en el proyecto político y jurídico del movimiento independentista: el debate entre americanos y europeos en las
Cortes de Cádiz de 1812 y de Lisboa de 1820.
Los discípulos de Vitoria y sus continuadores en las Universidades de
Salamanca y Coimbra, vinieron a América259, donde estudiaron las grandes culturas americanas, alfabetizaron sus lenguas y adoptaron muchos
de sus valores e instituciones. También fundaron numerosas universidades, establecieron la imprenta un siglo antes que en América del Norte,
y enseñaron y escribieron obras sustantivas sobre la historia y la cultura
de América, la persona humana, la ciudadanía, el derecho a tener derechos, la comunidad organizada, la economía, la república y la república
de todo el orbe. De ese modo construyeron un pensamiento mestizo y
original y transformaron el castellano y el portugués, en cuanto a sus
sentidos y significados, en lenguas americanas260.
En ese proceso se desarrolló el derecho indiano, que rigió en América
durante tres siglos, desde la región del Oregón -de Alaska a Californiahasta la región de Tierra del Fuego. El derecho indiano tuvo como una
de sus fuentes el derecho de las civilizaciones americanas. La ley IV, del
Libro II, Título I, de la Recopilación de Leyes de Indias ordenaba “que se
respeten las leyes que los Indios tenían antiguamente para su gobierno
y las nuevas que hicieren”261. Entre esas leyes estaban las que regulaban
los yanacuna y los mitmacuna, originarios de la cultura andina Chavín y
cuya práctica se extendió por toda América del Sur durante el Tawantinsuyu, el estado universal inca. Ambas instituciones consagraban el
derecho al libre asentamiento temporario o permanente de personas y
familias de un pueblo en jurisdicción de otro pueblo262. Como ya hemos
señalado, ellas constituyeron uno de los fundamentos de Francisco de
259 Acerca de la influencia salmantina en América: Rodríguez Cruz, Águeda Ma. Alumnos de la
Universidad de Salamanca en América, en: AAVV, Francisco de Vitoria y la Escuela de Salamanca.
La Ética en la conquista de América, Madrid, Corpus Hispanorum de Pace, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, n. 25, 1984, pp. 499/550; Cerezo, Prometeo, Influencia de la Escuela
de Salamanca en el pensamiento universitario americano, en ob. cit., pp. 551–596; Rizo Patrón,
Francisco, Identidad universitaria en las raíces salmantinas de la universidad de San Marcos, Lima,
Revista Teológica Limense, Vol. XXXV, No. 1, 2001, pp. 21–46.
260 Maturo, Graciela, El lenguaje morada del hombre en Maturo, Graciela, La razón ardiente, Biblos, Buenos Aires, 2004.
261 Recopilación de las Leyes de los Reinos de Indias, Tomo II, Libro II, Título I, Ley IIII, Ivlian de
Paredes, Madrid, 1681, p. 126 vuelta, http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0018801.pdf.
262 Roel Pineda, Virgilio, Cultura peruana e historia de los incas, Fondo de Cultura Económica,
Lima, 2001, pp. 432 y 433; Murra, John V., La organización ecnómica del estado inca, Siglo XXI,
México, 1978,pp. 204, 205 y 215/258.
312.
Vitoria para la formulación del derecho de gentes o derechos de los pueblos, que incluía, precisamente, el derecho de todas las personas a instalarse en paz en el estado que elijan para vivir, con idénticos derechos
a los demás habitantes a condición que asuman también sus deberes.
Las concepciones de persona, sociedad y ciudadanía del derecho
inca, del derecho de gentes y del derecho indiano263, se incorporaron
al pensamiento del movimiento independentista como fundamento y
conciencia simultáneamente de la singularidad de la nación indo-íbero-afro-americana.
Expresando ese pensamiento, Simón Rodríguez afirmó que el modelo
para construir una nueva sociedad en América no era el modelo europeo:
“La América española es original y originales han de ser sus instituciones y su gobierno y originales los medios de fundar uno y otro”264, “porque los pueblos americanos en nada se parecen a los europeos265” y no
se parecen porque están integrados “por todas las personas de la comunidad, por diferentes que sean: criollos, negros, indios, mulatos”…”hay
un pueblo soberano y está constituido por todos sin excepción”266. El concepto salmantino de comunidad organizada como ámbito para el ejercicio de los derechos y los deberes también está recogido en la noción de
ciudadanía: ciudadanos son todos, sin más requisitos que los de ejercer
los derechos y asumir los deberes propios de la comunidad.
El debate entre el proyecto de estado-nación westfaliano, inspirado en
Hobbes, y la concepción americana de persona, comunidad, nación y estado, inspirada en la escuela salmantina y el pensamiento latinoamericano, fue la materia principal del debate entre los diputados americanos
y los diputados españoles en las Cortes de Cádiz de 1812 y la razón de la
agresividad de los diputados portugueses contra los americanos en las
de Lisboa de 1820.
En ambas Cortes, españoles y portugueses impusieron su número a
los americanos, establecido arbitrariamente en las convocatorias, pese
a la mayor población de América. En Cádiz participaron ciento treinta
y un españoles y cincuenta y dos americanos, en tanto que la Comisión redactora estuvo integrada por diez españoles y cinco americanos,
263 Methol Ferré, Alberto y Metalli, Alver, La América Latina del siglo XXI, Edhasa, Buenos Aires,
2006, pp. 144 y 145. Methol cita el diálogo entre el entonces Cardenal Joseph Ratzinger y Jürgen
Habermas sobre los fundamentos del Tratado Constitucional de la Unión Europea, en el que ambos
recordaron el origen de los derechos humanos en la concepción de persona de Francisco de Vitoria.
264 Rodriguez, Simón, Obras completas, Sociedades americanas, Presidencia de la República, Caracas, T.I, pp. 343
265 Op. cit., pp. 274, 275 y 371.
266 Rodríguez, Simón, op. cit., Defensa de Bolívar, T. II, p. 289.
313.
cuatro de los cuales firmaron bajo protesta el texto final267. En Lisboa
participaron 130 portugueses y estaban convocados o fueron electos 70
brasileños. Muchos no concurrieron a Lisboa en protesta por la actitud
de los diputados portugueses, como los representantes de Minas Gerais –donde había tenido lugar el levantamiento de Tiradentes-. Otros
muchos se retiraron, como los diputados de San Pablo, que seguían las
Lembranças e Apontamentos de José Bonifacio, ante los agravios y actitud agresiva de los diputados portugueses268.
En Cádiz, en cambio, hubo un intenso debate y los diputados americanos, con un elevado nivel de formación, inclusive superior al de los diputados españoles269 pudieron exponer sus ideas, aunque fueron rechazadas.
El propósito general del proyecto americano fue la constitución de una
comunidad política transoceánica, integrada por españoles y americanos, bajo el nombre de Confederación Hispanoamericana270, inspirada
en el humanismo del pensamiento mestizo indo-afro-íbero-americano.
Proponía, en consecuencia, una institucionalidad centrada en la persona
humana y no en el estado-nación271.
La primera de las cuestiones debatidas en las sesiones constituyentes
fue la idea de nación. Los diputados españoles concebían a la nación
como un sujeto unitario, ideal, abstracto e indivisible, compuesto por individuos homogéneos.
Los diputados americanos, por el contrario, concebían a la nación,
como una comunidad o Nación de naciones, esencialmente diversa en
su interior. Es decir, “que la nación equivalía a la suma de todos y cada
uno de los individuos y provincias…” presuponiendo “…la existencia de
una soberanía latente, originaria, de cada individuo y territorio o “patria
267 Levaggi, Abelardo, La Constitución española de 1812 e Hispanoamérica. Los diputados americanos que integraron la Comisión Redactora de la Constitución fueron: Joaquín Fernández de
Leiva, diputado por Chile; Andrés de Jáuregui, por Cuba; Mariano Mendiola, por Querétaro (Nueva
España); Vicente Morales Duárez, por el Perú, y Antonio Joaquín Pérez, por Puebla de los Ángeles
(Nueva España). http://p3.usal.edu.ar/index.php/iushistoria/article/view/1433/1836
268 Mauro, Frédéric, La coyuntura de la crisis: Portugal y Brasil en Carrera Damas, Germán (Director) Historia General de América Latina, V, La crisis estructural de las sociedades implantadas,
UNESCO-Trotta, Madrid, 2003, p. 91; Mota, Carlos Guilherme y López Adriana, Historia de Brasil.
Una interpretación, Universidad de Salamanca, Salamanca 2009, pp. 253/260.
269 Berruezo, María Teresa, La participación americana en las Cortes de Cádiz (1810/1814), Centro
de Estudios Constitucionales, Madrid, 1986, p. 303. Berruezo destaca la formación universitaria,
inclusive de postgrado, de los diputados americanos.
270 Navas Sierra, Alberto J., El proyecto de Confederación hispánica de Francisco Antonio Zea,
Encuentro, Madrid, 2000, p. 359.
271 Carriquiry, Guzmán, El bicentenario de la independencia de los países latinoamericanos, Encuentro, Madrid, 2011, p. 32/34.
314.
natural”, que había que respetar y proteger272. La calidad de sujeto de la
Nación, de unidad que autoriza a sus miembros a hablar de nosotros,
no se definía por la homogeneidad sino por lo que se comparte desde
la diferencia o lo nuevo y diferente que nace de la interacción, como el
mestizaje273 o la transculturación274. La geografía, la historia y la lengua
y las culturas, partes diferenciadas de una cultura común nacida de su
interacción, constituyen su proceso formativo. Es el sentido, aquello que
da razón a la existencia personal y social, obrando a lo largo del tiempo
en un espacio o geografía.
Las diferencias en torno a la idea de nación no eran sólo conceptuales
sino también políticas. El proyecto americano era contradictorio con el proyecto español porque la interacción puede producir en lugar de mestizaje o
transculturación, racismo, como ocurrió en Europa, en Estados Unidos o en
la India o Sudáfrica gobernadas por europeos o descendientes de europeos.
En la idea de homogeneidad como ideal o como proyecto del estado-nación,
subyace, en efecto, el desprecio o el temor al que es diferente y termina considerándose enemigo. O, en el mejor de los casos, la idea de tolerancia frente
a aquello que es diferente y no se puede eliminar. Por el contrario, en la idea
de interacción en la diversidad está el fundamento de la alteridad275, característica esencial y colectiva de la identidad de la nación latinoamericana.
272 Porras Ramirez, José María. La federación imposible: el proyecto constitucional americano en
las Cortes de Cádiz. Estudios Constitucionales, Revista Semestral del Centro de Estudios Constitucionales de Chile, p. 25 http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-52002013000100002&script=sci_arttext
273 Ribeiro, Darcy, El pueblo brasileño. La formación y el sentido de Brasil, Fondo de Cultura Económica, México, 1999, p. 393. Dice Ribeiro al concluir su obra “estamos construyéndonos en la lucha
para florecer mañana como una nueva civilización, mestiza y tropical, orgullosa de sí misma…Mejor
porque incorpora en sí más humanidades. Más generosa porque está abierta a la convivencia de
todas las razas y todas las culturas y porque está asentada en la más bella y luminosa provincia de
la tierra”.
274 Ortiz, Fernando, Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, Cátedra, Madrid, 2002, p. 254. Ortiz usa por primera vez el vocablo transculturación para “expresar los variadísimos fenómenos que
se originan en Cuba por las complejísimas transmutaciones de culturas…sin conocer las cuales es
imposible entender la evolución del pueblo cubano…”.
275 Podetti, José Ramiro, Cultura y Alteridad. Acerca del sentido de la experiencia latinoamericana,
(Premio de Ensayo Mariano Picón Salas 2006 de la Fundación Rómulo Gallegos, Venezuela). El análisis que propone Cultura y Alteridad considera al proceso histórico entre el siglo XVI y la actualidad
dentro de una misma lógica, que siguiendo a Karl Jaspers se define como la transición entre las historias locales y la historia universal. Se comparan los períodos 1500-1550 y 1830-1880 como saltos
análogos en ese proceso. Ambos momentos están caracterizados por lo que el autor denomina “explosiones de proximidad”, con su impacto en la experiencia y en la noción de alteridad, considerada
desde el pensamiento etnológico y antropológico. A partir de este encuadre, se analiza al racismo
como una vertiente de tal pensamiento, y se contrasta con cinco autores latinoamericanos (José
E. Rodó, Francisco García Calderón, José Vasconcelos, Fernando Ortiz y Víctor Andrés Belaúnde),
que tienen en común la asunción del mestizaje como hecho irreversible de la constitución social
latinoamericana, y su valoración positiva en contraposición a la herencia intelectual del siglo XIX.
315.
La segunda diferencia substancial, ya anticipada en la concepción de
la Nación como un sujeto colectivo integrado por todas las personas,
reside en las ideas de soberanía y ciudadanía. Los diputados americanos
sostuvieron que la nación estaba integrada por todas las personas que
habitaban el territorio, por el sólo hecho de ser personas. La Constitución de 1812, rechazando esa idea, estableció que “La Nación española
es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios”276. Es decir,
condenó desde la primera norma la posibilidad de establecer una constitución para lo que era de hecho y según el derecho indiano, una comunidad indo-hispano-afro-americana establecida en dos continentes.
Del proyecto americano se seguía que la soberanía era un derecho natural e inherente a cada persona, y que las personas podían delegarla o
quitarla. Es decir que la soberanía era originaria y correspondía al pueblo,
no como noción abstracta sino como colectivo en el participaban cada una
de las personas concretas y reales que en cada momento lo integraban.
El art. 3 de la Constitución sancionada establecía, por el contrario, que “La
soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a
ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales”.
En congruencia con la concepción americana, nuestros diputados
también defendieron una noción de ciudadanía concebida como derecho
de las personas a tener derechos personales, sociales, políticos y económicos y sus consiguientes deberes, negando la distinción entre derechos
civiles y políticos277. Por fin, también defendieron la noción de soberanía
popular y democracia directa. En efecto, si la soberanía reside en las
personas y no en sus representantes y las personas pueden revocar el
mandato si los representantes no cumplen con los mandatos, el principio central del sistema político es que los pueblos deliberan y gobiernan
por los medios que establecen la ley o la constitución. Este pensamiento
era revolucionario para los diputados españoles, aunque llevaba ya cinco
siglos de debate en América278.
La tercera cuestión substancial fue la de la ciudadanía de los afroamericanos y la esclavitud. Los diputados españoles, siguiendo los criterios
de la Constitución de EEUU, que había otorgado rango constitucional a
276 http://www.congreso.es/constitucion/ficheros/historicas/cons_1812.pdf
277 Porras Ramírez, José María, op. cit., p. 30.
278 Veracruz, Alonso de, Sobre el dominio de los infieles y la licitud de la guerra, UNAM, Instituto
de Investigaciones Filológicas, 2000, p. 2 y 3. Se trata de las lecciones que Veracruz impartió en la
Universidad de México en 1553 y 1554, y en las que sostuvo “que el dominio del pueblo reside primaria y principalmente en el mismo pueblo” (Cuestión I, párrafo 4), “que la comunidad por su voluntad
puede transferir el dominio” (párrafo 6) y que si el dominio se ejerciera en perjuicio de la comunidad
puede ser reclamado por el pueblo (párrafo 11).
316.
la esclavitud y de la Revolución Francesa, que había mantenido vigente
el Code Noire, que calificaba a los esclavos como cosas muebles, se
negaron a abolir la esclavitud reclamada por los diputados americanos y
expresada en el proyecto del diputado de Tlaxcala José Miguel Guridi Alcocer279. Coherentemente también negaron a las “clases pardas”, es decir a quienes eran descendientes de afroamericanos en cualquier grado,
el derecho a la ciudadanía. En el Discurso Preliminar a la Constitución,
se justificaba esta medida, alegando la “diferencia de condiciones, civilización y cultura en la que vivían los originarios de África, establecidos en
América”280. Los diputados americanos, por el contrario, propusieron la
abolición de la esclavitud y la ciudadanía de los afroamericanos.
Como ya era tradición en América, aunque la Constitución de Cádiz
de 1812 no fue firmada por la mayoría de los diputados americanos de
la Comisión Redactora al no incorporar las ideas principales del proyecto americano, esas ideas fueron llevadas a la práctica al constituir los
“ayuntamientos” que autorizaba dicha Constitución. Como señala Porras
Ramírez, “entre 1812 y 1814, en la América hispánica, se constituyeron
más de mil ayuntamientos constitucionales y dieciocho diputaciones
provinciales, sentando así el fin de la administración virreinal. De ese
modo, más de un millón de ciudadanos, sin restricciones de educación o
propiedad, circunstancia ésta verdaderamente insólita en la época, participaron en ellas, facilitándose, incluso, a los varones de ascendencia
africana el ejercicio de los derechos al sufragio activo y pasivo, a pesar
de los impedimentos que la Constitución, en este punto, establecía”281.
En las Cortes de Lisboa de 1820, convocadas como consecuencia de la
Revolución de Oporto, no fue posible el debate. Los diputados portugueses querían devolver a Brasil a un estado colonial pleno, por lo que ridiculizaron las presentaciones de los diputados brasileños. Pero sus ideas
quedaron plasmadas en las Lembranças e Apontamentos do governo
provisório de São Paulo a seus Deputados que redactó José Bonifacio282,
designado Presidente de la Junta Provisional de San Pablo. Esas ideas
279 Rieu-Millan, Marie Laure, Los diputados americanos en las Cortes de Cádiz, Consejo Superior
de Investigaciones Científicas, Madrid, 1990, p. 168.
280 Vila Vilar, Enriqueta, La gran omisión en la Constitución de 1812: la esclavitud africana, http://
institucional.us.es/revistas/rasbl/39/art_8.pdf.
281 Porras Ramírez, José María, op. cit., p. 28.
282 José Bonifacio se graduó en la Universidad de Coimbra en Leyes, Matemáticas y Filosofía, dado
que en Brasil no hubo Universidades ni imprenta hasta el traslado de la Corte portuguesa a Río de
Janeiro. Allí estudió con los conimbricenses, seguidores de la escuela de Salamanca. Propiciaba
para Brasil una monarquía constitucional, con elección directa del Parlamento, la abolición de la
esclavitud, la integración social de los indios, la reforma agraria, el mestizaje y la preservación de
la unidad de Brasil.
317.
eran muy semejantes al proyecto político e institucional americano en
las Cortes de Cádiz283.
Regresada a Lisboa la corte portuguesa, Bonifacio alentó a Pedro I a
pronunciar el Grito de Ipiranga y proclamar la independencia de Brasil,
conforme ese proyecto. En 1823 fue electo diputado a la Asamblea General Constituyente, en la que actuó durante un breve periodo, en el que
propuso los proyectos sobre la integración de los indios en la sociedad
brasileña, la reforma agraria, la abolición de la esclavitud y la emancipación gradual de los esclavos284.
5- Migraciones y ciudadanía en el derecho regional y nacional América del Sur
El pensamiento latinoamericano y su tradición filosófica, política y jurídica ha inspirado el derecho suramericano en materia de ciudadanía
y de migraciones. Por cierto que aún falta mucho para que ese derecho
escrito se convierta en ejercicio general en el continente. Pero sin dudas expresa la decisión de participar en la construcción de la ciudadanía
universal como el derecho de toda persona desde su concepción a tener todos los derechos y deberes en el estado de su nacimiento o en el
que elija para establecerse. Y ha otorgado a los jueces las herramientas
necesarias para hacer justicia en esta materia decisiva, como puede advertirse en la sentencia de la Cámara Federal de Apelaciones de Paraná,
Argentina, que declaró que “ningún ser humano es ilegal” al anular una
decisión de la Dirección Nacional de Migraciones que pretendía expulsar a cuatro inmigrantes chinos irregulares. Los jueces sostuvieron que
“este nuevo paradigma se construye a partir de erigir al ‘derecho a migrar’ como derecho humano esencial e inalienable de la persona e impone la consecuente obligación del Estado argentino de garantizarlo sobre
la base de los principios de igualdad y universalidad (art. 4 ley 25.871)”285.
El derecho de UNASUR286 y de varios de sus estados miembros ha alcanzado un desarrollo suficiente como para inspirar el derecho de cual283 Da Mota, Carlos Guilherme José Bonifacio, fundador de Brasil, http://memorial.org.br/revistaNossaAmerica/24/esp/48-jose_bonifacio.htm
284 Devoto, Fernando y Fausto, Boris, Argentina Brasil 1850/2000. Un ensayo de historia comparada, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2004, pp. 28/41 y 46; Rapoport, Mario y Cervo, Luiz
Amado, El Cono Sur. Una historia común, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2001, p. 73.
285 La sentencia puede leerse en: http://www.cij.gov.ar/nota-7044-Fallo-de-C-mara-asegura-que-ning-n-ser-humano-es-ilegal-.html
286 Acuerdo sobre Residencia para Nacionales de los Estados Partes del MERCOSUR, Plan de Acción
para la coformación de un Estatuto de la Ciudadanía del MERCOSUR (MERCOSUR /CMC/ DEC/ 64/ 10).
318.
quier nación del mundo dispuesta a llevar a la práctica la Declaración
Universal de Derechos Humanos de Naciones Unidas. También puede
servir de criterio universal a la naciente justicia global para dictar sentencias declarando la ilegitimidad de las normas de derecho positivo de
cualquier nación que nieguen o cercenen esos derechos.
La Constitución de Brasil en el primer párrafo de su art. 5 establece la
igualdad de todos ante la ley, sin distinción de ninguna naturaleza, y garantiza a los brasileños y a los extranjeros residentes en el país la inviolabilidad del derecho a la vida, a la libertad, a la igualdad, a la seguridad
y a la propiedad. Y en el inc. XV del mismo artículo agrega que es libre
el desplazamiento en el territorio nacional en tiempo de paz, pudiendo
cualquier persona, en los términos de la ley, entrar en él, permanecer o
salir de él con sus bienes. Es decir que la constitución brasileña recoge
explícitamente la norma del derecho de gentes de Francisco de Vitoria
de 1538 cuya cita preside este trabajo.
En la misma dirección, la Constitución de Argentina establece en su
art. 20 que los extranjeros gozan de todos los derechos civiles del ciudadano y no están obligados a admitir la ciudadanía. Y la Ley 25871 de Migraciones, en su art. 4, agrega que el derecho a la migración es esencial
e inalienable de la persona y la República Argentina lo garantiza sobre la
base de los principios de igualdad y universalidad. En el art. 20 asocia el
ejercicio de los derechos con el de los deberes: el Estado asegurará las
condiciones que garanticen una efectiva igualdad de trato a fin de que
los extranjeros puedan gozar de sus derechos y cumplir con sus obligaciones. En otras normas establece que en ningún caso la circunstancia
de tratarse de un inmigrante irregular podrá impedir a una persona el
ejercicio del derecho a la educación, a la salud o a la asistencia social.
La ley argentina también confiere trato diferenciado a los ciudadanos
de los países del MERCOSUR, y a los de Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú, bastando sólo acreditar la nacionalidad de alguno de esos
países para obtener la residencia temporaria.
Finalmente, otro aspecto significativo de la ley es la obligación del Estado argentino de proteger a los migrantes argentinos en el exterior y de
facilitarles su regreso cuando quieran hacerlo.
Uruguay estableció un régimen migratorio en sentido semejante mediante su ley 18.250, en cuyo art. 1 se dispone que El Estado uruguayo
reconoce como derecho inalienable de las personas migrantes y sus familiares sin perjuicio de su situación migratoria, el derecho a la migración, el derecho a la reunificación familiar, al debido proceso y acceso
a la justicia, así como a la igualdad de derechos con los nacionales, sin
319.
distinción alguna por motivos de sexo, raza, color, idioma, religión o convicción, opinión política o de otra índole, origen nacional, étnico o social,
nacionalidad, edad, situación económica, patrimonio, estado civil, nacimiento o cualquier otra condición”. También introduce la asociación de
derechos y deberes: las personas extranjeras tienen garantizado por el
Estado uruguayo el derecho a la igualdad de trato con el nacional en
tanto sujetos de derechos y obligaciones.
La Constitución de Bolivia establece que La población no nacida en
el territorio boliviano pero residente en el país, al gozar de derechos
debe cumplir los deberes establecidos en la presente Constitución y
consagra el Derecho a la libertad de residencia, permanencia y circulación en todo el territorio boliviano, que incluye la salida e ingreso
del país.
Las normas constitucionales y legales citadas significan una consagración explícita del derecho de todas las personas a migrar y establecerse en el país que elijan, eliminando la ambigüedad del art. 13, inc. 1 de
la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas.
La construcción de la ciudadanía suramericana se desarrolla desde el
año 2000 de modo paralelo y simultáneo al proceso de construcción del
estado continental.
Ese año se celebró en Brasilia la 1ª Conferencia de Jefes de Gobierno
y Estado convocada por el Presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardozo, iniciando un proceso que desembocó en 2008 en la Constitución
de la Unión de Naciones de América del Sur, UNASUR, que reúne a todas
las naciones de América del Sur y por lo tanto al MERCOSUR, la CAN y la
Alianza para el Pacífico287.
El mismo año se realizó en Buenos Aires, la I Conferencia Suramericana de Migraciones, CSM, que desembocó en 2010 en la formulación
del Plan Suramericano de Desarrollo Humano de las Migraciones. El
Plan tiene tres ejes principales, que asocian los procesos de construcción del estado suramericano, la ciudadanía regional y los derechos humanos universales (X CSM, Cochabamba, Bolivia, 2010):
a) las migraciones internas de América del Sur son parte del proceso
de integración regional y subregional y, por lo tanto, de la ciudadanía
suramericana;
b) las migraciones en el mundo constituyen una respuesta a la marginalidad, la pobreza y la exclusión provocadas por el sistema global y
287 Carriquiry, Guzmán, Una apuesta por América Latina, Sudamericana, Buenos Aires, 2005, pp.
126/131.
320.
c) el trato dado a los migrantes por cada nación es un indicador clave
del grado de respeto de los derechos humanos en esa nación.
El Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas, firmado en 2008 y vigente desde 2011, consagra en su Preámbulo la decisión de las naciones de América del Sur de construir una ciudadanía suramericana y en su art. 3, inc. i, establece como objetivo la consolidación
de la identidad suramericana a través del reconocimiento progresivo de
derechos a los nacionales de un Estado Miembro residentes en cualquiera de los otros Estados Miembros, con el fin de alcanzar una ciudadanía
suramericana. En el inc. k del mismo artículo dispone la cooperación en
materia de migración, con un enfoque integral, bajo el respeto irrestricto
de los derechos humanos y laborales para la regularización migratoria y
la armonización de políticas.
En 2012 la UNASUR sancionó en Lima la decisión UNASUR/
CJEG/8/2012 por la que dispuso la iniciación del proceso de construcción
de la ciudadanía suramericana, dando prioridad a la dimensión migratoria. De este modo, convirtió en mandato político y jurídico las Declaraciones del CJEG de Cochabamba en 2006, Quito en 2009 y Los Cardales
en 2010, que reconocían a la ciudadanía suramericana como un objetivo
prioritario de la integración, destacando la importancia de las migraciones. Asimismo adoptó los principios del “Acuerdo sobre Residencia para
Nacionales de los Estados Partes del MERCOSUR, Bolivia y Chile”, al que
adhirieron Perú y Ecuador en 2011 y Colombia en 2012.
En consonancia con esa concepción de la ciudadanía, la mayoría de
los estados latinoamericanos han otorgado el derecho a votar a sus ciudadanos residentes en el exterior, con las excepciones de Chile, Cuba,
Guatemala, Paraguay y Uruguay. Colombia y Ecuador además del voto,
han otorgado representación en sus parlamentos a los residentes en el
exterior y Argentina tiene un proyecto en el mismo sentido.
Los pasos dados para el reconocimiento en América del Sur de la ciudadanía concebida como el derecho de todas las personas a pertenecer
a una comunidad organizada, con los consiguientes derechos y deberes,
sea aquella en que han nacido u otra que elijan, son significativos. También se han dado pasos valiosos para la conformación de la ciudadanía
suramericana, como etapa previa a una ciudadanía latinoamericana.
En realidad, sólo faltan decisiones políticas y la sujeción de algunos
intereses económicos a esas decisiones, para afirmar el necesario paso
siguiente, la conformación de una organización política y jurídica supranacional, cuyo sujeto sean las personas que habitan o quieran habitar
nuestro continente. Una decisión de los estados miembros de UNASUR
321.
sería suficiente para tener un único ordenamiento suramericano de derecho público y privado y una justicia continental.
En efecto, el derecho latinoamericano es una comunidad jurídica singular. Como afirma Rabinovich-Berkman, “no existe ningún otro conjunto de estados en el mundo y menos con la extensión de América Latina”
que conformen una unidad jurídica semejante, lo que “es algo único y
extraordinario”288.
Las regulaciones jurídicas de la familia, la actividad económica, el trabajo, la propiedad, la seguridad social, la salud o la educación, son muy
semejantes en todos los estados latinoamericanos. Por ejemplo, no habría dificultades en que todos adoptaran el Código Civil y Comercial de
Brasil o el Código Civil de Perú. Por otra parten están en vigencia numerosos cuerpos normativos regionales en materia de defensa de la competencia, derechos de los consumidores, derecho del trabajo y de la seguridad social o para la acreditación regional de carreras universitarias289.
Estas circunstancias tornan posible la aplicación en común de las normas jurídicas suramericanas en materia de ciudadanía y migraciones
por los jueces de cada una de las naciones. Y también para que cuando
sea necesario o exigible, apliquen las normas jurídicas de cualquier materia de otro estado en aquel en que son jueces.
El paso siguiente deberá ser la constitución del Tribunal Superior
de UNASUR, como instancia supranacional, de acceso para los Estados partes y todos sus habitantes. Para eso cabe considerar los valiosos
antecedentes que constituyen la Corte Centroamericana de Justicia, la
Corte de Justicia del Caribe, el Tribunal de Justicia de la CAN, y aún el
Tribunal Permanente de Revisión del MERCOSUR.
En materia de ciudadanía en el siglo XXI, como en varios otros momentos y cuestiones relativas a la persona humana, la sociedad, la organización política o la actividad económica, América latina está siguiendo
nuevos caminos. Ya lo hizo en el siglo XVI cuando su irrupción universalizó la historia, en el siglo XIX cuando formuló sus proyectos de Consti288 Rabinovich-Berkman, Ricardo D., Principios generales del derecho latinoamericano, ASTREA,
Buenos Aires, 2006, p. 189.
289 Respecto del MERCOSUR, por ejemplo el Acuerdo de Defensa de la Competencia del MERCOSUR (MERCOSUR/CMC/DEC/43/10), Acuerdo del MERCOSUR sobre derecho aplicable en materia
de contratos internacionales de consumo (MERCOSUL/LXXXIX GMC/P. DEC. Nº 15/12), Declaración
Sociolaboral del MERCOSUR (10/12/ 1998), Normas del MERCOSUR relativas a cuestiones laborales
y de la seguridad social (Secretaría del MERCOSUR, enero 2006); Sistema de Acreditación Regional
de Carreras Universitarios de los Estados Parte de MERCOSUR y estados asociados (Agronomía y
veterinaria, Arquitectura, Ingeniería, Medicina, Odontología y Enfermería).
322.
tución en las Cortes de Cádiz de 1812 y en las de Lisboa de 1820, o en el
siglo XX, cuando presentó a los filósofos del mundo su proyecto de comunidad organizada en el Congreso Internacional de Filosofía celebrado
en la Universidad Nacional de Cuyo en Mendoza en 1949.
El camino propuesto implica una nueva sociedad humana y una nueva organización política, que garanticen el acceso de todos a todos los
derechos y deberes, el perfeccionamiento de la democracia para hacer
posible la participación de todos en la toma de las decisiones y una institucionalidad basada en la diversidad cultural y en la singularidad de
cada persona.
323.
¿Insatisfechos o víctimas en América Latina?
Arq. Juan Pablo Scaglia290*
Colaboración: Arq. Verónica C. Gallardo
Y ese suelo así enunciado que no es ni cosa ni se toca, pero que pesa,
es la única respuesta cuando uno se hace la pregunta por la cultura. Él
simboliza el margen de arraigo que toda cultura debe tener. Es por eso que
uno pertenece a una cultura y recurre a ella en los momentos críticos para
arraigarse y sentir que está con una parte de su ser prendido al suelo.
Rodolfo Kusch291
Tendemos a pensar lo Latinoamericano con una dependencia de las
usinas de pensamiento europeas y norteamericanas, poniendo en primer
plano cosmovisiones originarias que no hemos incorporado en nuestra
cuna o ensalzando mestizajes (crisol de razas) que tienen más de falso
genetismo o racismo que de cosa cultural.
Partimos de la idea del Universal Situado, en términos de Roberto Doberti: “Habitamos todos, Habitamos siempre, Habitamos juntos. (…)Habitamos todos, pero no todos habitamos de la misma manera. En el seno de una
misma sociedad sea por decisión o por imposición hay múltiples maneras de
Habitar. La injusticia social se manifiesta de una manera brutal apenas se
comparen las condiciones de Habitar de los privilegiados y los excluidos.”292
Habitamos todos, Latinoamericanos, europeos, asiáticos, humanos en
suma, pero los particulares modos de proyectar, producir y apropiarse
del hábitat y de la lengua, distinguen una cultura de las demás. Modos de
producción Latinoamericanos proyectados hacia ese futuro de felicidad
290 Arquitecto. Profesor de Teoría del Habitar (UBA – UMET) Investigador del Instituto de la Espacialidad Humana y Consejero Directivo de la Facultad de Arquitectura (UBA)Asesor técnico del
Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
291 Kusch, Rodolfo (2007). Obras completas. Editorial Fundación Ross. Tomo III, 110.
292 Doberti, Roberto (2008). Habitar el proyecto, proyectar el hábitat. Conferencia presentada en el
Congreso ALTEHA de Mayo de 2008.
324.
y justicia que deseamos en contraposición de modelos de producción
anclados a un pasado que no nos pertenece. Modos de apropiación Latinoamericanos en tanto formulación de un discurso propio y apropiado
que reconstruya y dé sentido al mundo que nos rodea.
Las historias que a continuación se narran, son nuestro intento de
pensar Latinoamérica desde las víctimas en palabras de Del Percio,
citando a su vez a Scanonne293. Pensarlas inicialmente desde la forma
sensible para luego reformularlas analíticamente.
Ramona, Félix, Elvira, sus familias y la familia Postararo, son nuestras
víctimas. Habían construido una manera particular de habitar Latinoamérica que les fue arrebatada. Importa relativamente poco su riqueza o
su pobreza en términos materiales, su lugar o país de origen, su raza o
su religión. Sus proyectos frustrados los posicionan como víctimas, no
como “insatisfechos”.
293 Del Percio, Enrique (2008). Conferencia Especial pronunciada en el VI Congreso Mundial de
la Complejidad, La Habana, 8 de enero de 2010.“La conciencia de la pasión de las víctimas de la
historia (uso el término historia no sólo para referirme al pasado, sino para señalar que los que
hoy padecen injusticia, no siempre están en ese lugar por su propia voluntad y decisión, sino que
generalmente son víctimas de estructuras que fueron gestándose y consolidándose históricamente)
permite al investigador y al filósofo no solamente tener un panorama completo y no sesgado en función de los intereses e ideologías de los vencedores, sino que genera una suerte de “purificación” de
la propia voluntad de poder, del afán de figuración o de los propios intereses inmediatos.”
325.
Cuatro relatos NBI
Y allí está la Ramona rodeada de las pocas cabras que le quedan,
sentada en esa silla de esterilla, tan vieja como ella, en el medio de ese
campo cordobés que no es ni sierra ni pampa, mas bien yermo monte
santiagueño.
La Ramona nunca supo que es NBI, ni ninguna otra letra impresa, sí
sabe que ella tenía una casa con piso de baldosa y techo de material,
chiquita pero moderna, ahí están los cimientos pelados a su espalda, si
quiere verlos.
Ella mira al frente, al alambrado nuevo de su nuevo vecino, cree que
las desgracias empezaron al mismo tiempo que los alambrados, sus
cabras dejaron donde tener que ir a pastorear y su majada se fue reduciendo, su hijo Orlando tuvo que irse a vivir a Villa María donde consigue
changas con las cosechas.
Un día vino un hombre con papeles, dijo ser Oficial de Justicia, dijo
tener una “Orden de Desalojo”, que ella era una usurpadora que no tenía
escritura (claro, si no fue a la escuela), que los señores de Oncativo que lo
acompañaban tenían un boleto firmado por la segunda mujer de su finado
marido que había nacido y vivido en ese campo sin límites ni dueños.
Miró atrás del oficial, además de los hombres de campera de gamuza
había una de esas máquinas amarillas que nunca están para arreglar los
caminos de tierra y guadal.
326.
Ella no quiso irse, pero igual le voltearon la casa y tiraron los escombros en el pozo del agua en cuyo fondo estaba la bomba, desde entonces
tiene que pedirle prestado al vecino de al lado que le dé algo de agua con
su manguera, claro, cuando no tiene conectado el riego.
Ramona ahora duerme con sus perros en una choza de madera y plástico negro, de vez en cuando vienen los changos del Movimiento Campesino, dicen que ella es el emblema de la lucha campesina y le llevan los
papeles del eterno juicio que se desarrolla en Deán Funes. Ella se alegra
cuando vienen, le hacen compañía, es tan solitaria la vida en el campo
para una mujer de ochenta y cuatro….
Ramona ahora es NBI.
Félix es un excelente oficial albañil, colocador de pisos, nunca le faltó
trabajo ni aún en los peores años, incluso se daba el lujo de cobrar aparte los zócalos por metro lineal, como marca la UOCRA.
Llegó a Retiro desde Bolivia cuando era muchacho y de ahí no se movió, llegó para la construcción de lo que en ese momento empezaba a ser
Catalinas Norte, con el Sheraton y las grandes torres.
Pudo traer a sus hermanos y a su madre, hizo una familia, sus cuatro
hijos varones hoy forman su cuadrilla, con sus sobrinos.
Su precaria casilla en la villa 31 fue creciendo y consolidándose de
material, y luego fue agregando piezas que alquilaba a amigos y familiares que seguían llegando de Bolivia, él decía que como no tenía jubilación, ese alquiler cubriría su vejez. Incluso llegó a comprarse un terrenito en Monte Grande para irse a vivir allí de viejo, con su mujer. Calculaba
que para ese entonces ya habrían llegado la luz, el agua corriente y el
327.
teléfono, al que sus clientes lo llaman.
Una tarde llegó a su casa y unos vagos estaban fajando a su vecino por
no sabe qué problema, dicen que los pibes estaban en la falopa. Agarró
la pala que traía en su desvencijada camioneta Chevrolé 78 y los corrió
a palazos.
Esa noche Félix y su familia la pasaron despiertos panza abajo en el
piso de mosaicos. Su casa fue acribillada ininterrumpidamente hasta el
amanecer.
Cuando salió el sol y reinó el silencio, Félix cargo a su familia y sus
cosas en la chata y se fue a Monte Grande, dispuesto a empezar de nuevo
con 48 años, en un rancho sin luz ni agua y a dos horas de viaje de sus
obras.
Ahora Félix volvió a ser NBI.
Los Postararo vivían en el campo, ni campesinos ni estancieros, chacareros como todos los gringos de la zona de Giles. Tenían un campito
de 72 hectáreas con su casita, herencia de su abuelo y de su padre.
A fines del siglo, no supo entender como el precio del trigo y el maíz
que cultivaba bajaba si estaba en dólares pero la semilla que compraba
a crédito también en dólares subía; la cuestión es que no podía levantar
a hipoteca y decidió vender todo antes que se lo rematen. No pensó que
los bancos fueran a cambiar y perdonarlo y además su familia siempre
fue de honrar sus deudas.
Con lo que rescató se fue a vivir a Luján, puso una rotisería con un
departamentito al fondo. El hijo mayor que siempre soñaron fuera Ingeniero agrónomo marchó a vivir a Buenos Aires, es portero de un edificio
y estudia periodismo deportivo en la escuela de Niembro y Araujo294; la
nena viaja todos los días a la Capital a estudiar danza en la escuela de
Reina Reech.
La rotisería andaba bien, si de algo siempre supieron fue de fiambres y
embutidos, y donde conseguir los mejores productos caseros del campo.
La gente del barrio le compraba por eso, lo mismo los turistas que iban
de picnic al río y con los peregrinos, una vez al año hacía la diferencia.
De a poco fueron llenando el sótano de jamones, aceite de oliva artesanal, un barril de aceitunas, conservas y especias finas (se dieron
cuenta que venía la onda gourmet). Compraron una motito y empezaron
a vender comida para llevar y a soñar con ampliarse a restaurante.
La semana pasada la inundación les tapó el sótano y anegó la casa.
294 Juro que el dato es real y escribí esto antes de cualquier candidatura del periodista
328.
Ahora están esperando que el agua baje en el gimnasio del Club Social,
les da un poco de vergüenza pedirle ayuda al gobierno, los Postararo
nunca fueron NBI…
Elvira vive con su hija y su nieto en el barrio Porst, ahí, al lado de Villa
Inflamable, a espaldas del Polo Petroquímico, como las casa del barrio
son de material, a ellos no les toca la erradicación como a los villeros.
Sin embargo, la señora Mendoza que se hizo famosa con el juicio a la
corte suprema por la cuenca Matanza Riachuelo, era vecina suya.
Su hija es madre soltera y trabaja en casas de familia, como ella hacía
antes de que la osteoporosis le ablandara los huesos a los 40 años. El
nene nació prematuro, Elvira cree que es por eso que no pasa de grado, en la escuela les dijeron que le haga análisis a ver si tiene metales,
plomo, en la sangre.- ¿Qué tiene que ver eso con que no le dé la cabeza? – se pregunta Elvira, además, no puede entender eso de los metales
sólidos entran en la sangre líquida.
Hace poco vió en el canal Encuentro que el famoso Almirante Rojas había
amenazado a Perón con bombardear los tanques de petróleo y gas que ve
desde su ventana. Por eso el General se tuvo que ir y vinieron los milicos.
Ahora, cada vez que en la tele repiten el derrumbe de las torres de
Nueva York, mira a su nieto y un escalofrío recorre su débil espalda.
329.
Cuando vinieron las asistentes sociales a censarlos les dijeron que
como ellas tienen casa de material, dos dormitorios y baño, no son NBI,
Elvira no sabe por qué, pero no se quedó tranquila….
330.
Los cuatro relatos combinan realidad y ficción en cuotas heterogéneas, algunos de los personajes existen y los he conocido personalmente, otros son una combinación de rasgos de distintas personas o familias
y otros puro invento a partir de datos reales.295
Fueron construidos con el preciso objetivo de denunciar la confección,
manejo y gestión del sistema de indicadores demográficos y sociales vigente. Su inutilidad se devela aquí en tono sarcástico pero no constituyen
casos excepcionales, más bien paisaje cotidiano.
El hábitat en riesgo, desafío de las disciplinas del Proyecto
En la búsqueda de la base justificativa de los proyectos, programas y
planes urbanos o territoriales y de ejecución de las políticas públicas se
dan dos debates centrales.
Por un lado, la distinción ciudad/campo, o dicho de otra manera la
separación entre lo urbano y lo rural. Arquitectos, urbanistas y planificadores darían una enorme cantidad de respuestas, contradictorias o
complementarias, cuantitativas y cualitativas, de sesgo social, antropológico, semiótico, técnico u operativo, respuestas teóricas y respuestas
prácticas, avances sutiles o reflexiones profundas.
Seguramente, geógrafos, demógrafos o expertos en estadísticas tendrían una respuesta más homogénea: “X” cantidad de habitantes o “X”
densidad de población nos definen por dónde pasa la línea divisoria ciudad/campo. Los más sutiles agregarían cuestiones relacionadas con la
presencia o no de “x” cantidad de unidades industriales o de servicios.
La otra cuestión clave es la definición de la población vulnerable y de
los sujetos de derechos beneficiarios de las políticas públicas. Cuando
se trata de tomar decisiones políticas, jurídicas y técnicas propias de la
praxis de la gestión pública, el poder político suele tomar sólo en cuenta
como definición universal los indicadores emanados del INDEC.
Estos indicadores también son tomados por urbanistas y planificadores, en la búsqueda de consenso, para la instrumentación de planes y
proyectos decididos por el Estado. Cuestionar la procedencia de la construcción del sistema de indicadores es también preguntarse qué parámetros valida y para quiénes son útiles.
Como resultado, estaremos develando un campo de ignorancia y
tensiones.
295 (Algunos amigos me han objetado un leve tono melodramático, al consultarlos, atribuían el
mismo justamente a los detalles reales, no a lo ficcional, por lo que decidí dejarlos)
331.
Desde un análisis cuantitativo, podríamos agregar que los índices de
pobreza e indigencia, y de desocupación quedan estrictamente relacionados a la realización de censos en los grandes centros urbanos mediante la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) y que la única medición
universal, se realiza cada diez años en ocasión de los censos nacionales.
El Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) tiene que ver
con la estructura y composición de los hogares. Registra el cumplimiento de características o condiciones que tiene que ver con el hacinamiento
crítico, el tipo de vivienda, las condiciones sanitarias, la asistencia escolar y por último, la capacidad de subsistencia.
Entre los años 2003 y 2010 en la Argentina se concretó un crecimiento en pesos constantes del 420% en la asignación de recursos para la
inversión pública. En 2003 se invirtieron $ 2.825 millones y en 2010 $
14.699 millones (montos calculados a base del peso de 1993). En valores
corrientes la Inversión Pública Total llegó a $62.727 en 2010.
Trasladando estos números a porcentajes del PBI se puede verificar
que la inversión pública ha pasado del 1,3% en el año 2003 al 4,35% en
2010, significando un crecimiento mayor al 330%.
Evolución de la inversión pública total en % del PBI
En millones de pesos de 1993 (valores constantes)
Fuente: Informe La Inversión Pública 2003-2010 del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas - Secretaría de Política Económica
En la comparación de los datos de los últimos censos se refleja que
332.
este aumento en la inversión pública Argentina redujo un 36,4% el número de hogares con NBI, pasando de un 14,3% en 2001 a un 9,1% en
2010.
Evolución del porcentaje de hogares con necesidades básicas insatisfechas (NBI), según provincia. Total del país.
Años 1980-2010
Total del país
Porcentaje de hogares con NBI
1980
1991
2001
2010
22,3
16,5
14,3
9,1
Fuente: INDEC
Evolución del porcentaje de hogares y de población con necesidades
básicas insatisfechas (NBI), según provincia. Total del país.
Años 2001 y 2010
Total del país
Porcentaje de hogares
con NBI
2001
2010
14,3
9,1
Porcentaje de población
con NBI
2001
2010
17,7
12,5
Fuente: INDEC
Del desglose de la evolución de los porcentajes de hogares en cada
provincia, también se deduce que las provincias del norte argentino son
las que poseen comparativamente a la media, los índices más elevados.
Evolución de los porcentajes de hogares, por provincias, con NBI
(1980-2010)
333.
Fuente: Censos Nacionales - INDEC
Aunque el descenso en la medición es significativo, esta región agrupa
las únicas siete provincias que tienen un NBI mayor al 15% de sus hogares: Formosa (19,7%), Salta (19,4%), Chaco (18,1%), Santiago del Estero
(17,6%), Misiones (15,6%), Jujuy (15,5%) y Corrientes (15,1%).
Este marcado descenso tiene origen en el dinamismo de las políticas
públicas, llevadas adelante en la última década por los distintos niveles
de gobierno, dinamizados por un gobierno nacional de alto perfil social.
Todos los planes, programas y proyectos que se desarrollaron en este
período evolucionaron en un grado tal que pasaron de ser acciones de
reconstrucción para “salir del infierno” para comenzar una etapa de expansión en clave de “sintonía fina” de la gestión.
Es en esta clave de sintonía fina, de cualificación del enfoque de las
políticas públicas que se orienta el presente trabajo. Cualitativamente,
el NBI es un indicador que evalúa el material del piso de la vivienda, la
presencia o no de letrinas en pleno siglo XXI pero no contempla situaciones generales y de contexto que pondrían un alerta sobre la calidad y
estabilidad del particular modo de construcción y apropiación del habitar
de cada comunidad
A modo de ejemplo, el indicador de NBI no registra el riesgo de expulsión de la tierra en que se habita, sea un minifundio o un lote villero,
no registra el riesgo ambiental de contaminación del aire, del suelo o
del agua, ni la posibilidad del acceso al agua potable. Tampoco evalúa
el riesgo natural de inundaciones, tornados o terremotos. Menos aún,
334.
registra las constantes migraciones en busca de trabajo, de servicios
esenciales como salud o educación, ni la violencia urbana.
Pues, en primer término, el NBI no mide necesidades reales, mide
necesidades medibles. A tal efecto un informe del INDEC hace mención
a este aspecto al decir: “el método se basa en la definición de necesidades
que se incluyen en la medición y el establecimiento de umbrales de satisfacción, o sea niveles mínimos que se consideran apropiados. A partir de
la definición de un conjunto mínimo de satisfactores referidos a educación,
empleo y vivienda se mide el volumen de población que no tiene pleno acceso a ellos” 296.
Por otro lado, el mismo informe del INDEC deja en evidencia otra de
las limitaciones de esta metodología al expresar que: “se trata a la pobreza como un fenómeno único y homogéneo sin diferenciar al interior
de la población pobre ni de aquella que es calificada como no pobre”.
Por ello, podemos decir que se pretende como un indicador “universal”
y como tal, fija normas universales de satisfacción a aplicar a los habitantes del mundo más allá de los particulares modos de habitar de cada
comunidad297.
Vemos entonces que el NBI, como la cabeza de todo un sistema de
indicadores, es un instrumento para elaborar rankings de pobreza entre
países. Es un instrumento para retacear ayudas económicas de los organismos multilaterales y, a veces, actuar como un instrumento de propaganda política (quiero decir con esto, embaldosar una cierta superficie
de viviendas 298puede reducir el índice de población NBI, pero seguramente no la sacará de la marginación ni superará sus frustraciones)
Un indicador que plantea un estándar mínimo, tiene en sí, el supuesto
que el acceso a las condiciones mínimas soluciona las dificultades del
caso diagnosticado, Este indicador mide necesidades, pero no deseos ni
posibilidades. Registra los casos desde una visión individual (o familiar),
296 INDEC- Argentina (2000), p. 4. Las Necesidades Básicas Insatisfechas: sus deficiencias técnicas
y su impacto en la definición de políticas sociales. Taller La medición de la pobreza: métodos y aplicaciones del Programa Para el mejoramiento de las encuestas y la medición de las condiciones de
vida en América Latina y el Caribe.Este informe también expresa: “En el análisis de la metodología
de las NBI, es posible observar que los indicadores seleccionados para la inclusión de un hogar como
pobre, tienen en cuenta características que pueden no presentarse en la totalidad de los mismos. En
relación a este aspecto se recorta como dimensión de análisis la mensurabilidad de las NBI, definida
como la cantidad de indicadores de carencia que es factible medir en los hogares.” p. 5.
297 Ibíd., p. 5El informe también expresa: “Teniendo en cuenta que dos de los indicadores que componen el NBI son universales – susceptibles de ser medidos en todos los hogares-, podría ocurrir
que la incidencia de la pobreza fuera similar en los distintos hogares. En tal caso, la mensurabilidad
sólo impactaría en cuanto a la cantidad de indicadores específicos acumulados.” p. 8.
298 me niego al peyorativo vivienda-rancho
335.
sin tener en cuenta el contexto cultural, ni social, ni el grado de participación en las definiciones sobre su hábitat.
Pero por sobre toda otra consideración, el NBI es un indicador estático, no registra la historia de cada pueblo, familia o individuo ni mucho
menos los riesgos inminentes que en un futuro podrán acecharles.
Estas consideraciones nos llevan a pensar en qué medida podemos
tomar entonces este indicador como parámetro para diagnosticar la situación de nuestro hábitat y en base a ello proyectar políticas públicas.
El rol de los intelectuales latinoamericanos en esta cuestión, como en
tantas otras no es menor ni banal, primero como sujetos dependientes
a sueldo de los organismos internacionales, y luego como operadores
acríticos de este sistema. ¿Desde cuándo aceptamos que la herramienta
es neutra en relación a su producto?; ¿A quién sino a nosotros corresponde el diseño de los instrumentos de observación, gestión y transformación de nuestra realidad?
En el caso del NBI, la culpa es ineludible, fue inventado en la década
del 70 por técnicos de INDEC y propuesto a la CEPAL, quien la universalizó a toda Latinoamérica, es decir, otro invento argentino pero del que
no podemos sentirnos orgullosos.
En particular, nuestro desafío, desde la comunidad de diseñadores y
urbanistas está en reposicionar el concepto de integración social como
valor primordial en el pensamiento proyectual, contribuyendo al compromiso real y concreto de la universidad con el desarrollo social. Desarrollo social profundamente humano, justo, democrático e inclusivo.
Es necesario y urgente proponer entonces la construcción de un nuevo Sistema de Indicadores de Hábitat en Riesgo, de carácter latinoamericano, cuyo debate sea presentado no sólo al interior del campo académico, sino por sobre todo, en el ámbito de la Políticas Públicas, como
disciplina del Proyecto.
Quizá así podamos soñar con un indicador de proyectos cumplidos y
deseos renovados.
336.
Estado, seguridad pública e inteligencia: algunos desafíos para la
Argentina.
Pablo Bulcourf y Nelson Cardozo1*
1. Ideas e historia: la construcción estatal.
Este es un trabajo que surge de la necesidad del diálogo fraterno, expresión poco usual en el campo científico. La idea de fraternidad, pieza
clave en el slogan tan mencionado de la Revolución Francesa ha quedado en el olvido o subsumida en cierta sentimentalidad externa a las
construcciones políticas y por lo tanto colectivas.
Los problemas por los que han atravesado las sociedad humanas han
variado en el tiempo y el espacio; si bien las relaciones de poder son
inherentes a las relaciones sociales estas se han estructurado de manera diferente. Generalmente hemos comprendido lo “universal” como lo
producido y gestado desde la propia civilización occidental en su centralidad. Sin embargo esto no deja de ser un “localismo globalizado” que se
ha ido arraigando e imponiendo como el devenir de una historia con mayúsculas en detrimento de otras realidades bajo contexto y experiencias
diferentes. En el diálogo que pretendemos iniciar en tormo a la propia
política y al Estado es necesario comprender que lo “universal” no puede
construirse sin las propias experiencias periféricas, aquello que es producido en las márgenes y que muchas veces entra en una fuerte tensión
política y cognitiva con las visiones generadas desde los grandes centros
de poder y de construcción del conocimiento. Lo universal es incompleto
sin aquello que es callado y ocultado, también despreciado.
Desde la denominada “conquista de América” que esta región se en1 * Profesor e investigador de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Profesor e investigador de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Universidad
Argentina de la Empresa (UADE); profesor de la Universidad Metropolitana para la Educación y el
Trabajo (UMET).
337.
cuentra en fuerte interacción con Europa ya sea por la extensión de su
dominación política, la expansión de la cultura occidental y la asimilación a la economía-mundo propia del sistema capitalista-industrial. Sin
embargo esta integración se ha caracterizado por la asimetría y la incomprensión de la compleja mixtura de realidades de esta nueva América que no pueden ser comprendida sin ese “choque civilizatorio” que
todavía es parte de la cotidiana realidad de los pueblos de la región.
Las experiencias coloniales dieron lugar a la construcción de los Estado-nación durante gran parte del siglo XIX, con sus particularidades
específicas, sus historias y sus sistemas de dominación y asimilación.
Las fuertes olas migratorias a su vez generaron un nuevo panorama que
ha enriquecido la dinámica de estas sociedades. América también ha
sido fuente de Modernidad, no solo en la expresión de la revolución de
las colonias anglosajonas del norte sino también en el amplio panorama
luso-hispánico. Nadie niega la importancia de la Independencia de los
Estados Unidos, la Declaración de Virginia o la propia Constitución de
la Unión; pero es importante rescatar “otra Modernidad” acallada que
emana de las misiones jesuitas, que se alinea con sus sofisticados sistemas de organización y producción. Debemos leer a Maquiavelo en un
diálogo apasionado con Baltazar Gracian; a Hobbes, Rousseau y Montesquieu junto a Juan de Mariana, Luis de Molina, Francisco de Vitoria y
Francisco Suárez; y ni que hablar del aporte específico de Bartolomé de
las Casas a la cuestión del hombre americano. Nuestra reconstrucción
de la génesis teórico-filosófica del Estado moderno requiere de una revisión crítica de las ideas de poder, pueblo y soberanía.
Las sucesivas luchas del movimiento obrero organizado, bajo diferentes orientaciones ideológicas (anarquistas, social-cristianos, socialistas,
marxistas y laboristas entre otros) darán paso a la llamada “cuestión
social”. En un primer momento la respuesta del estado liberal fue la
represión y el desconocimiento a las asociaciones obreras, pero posteriormente una nueva concepción política y social dará paso a las acciones activas en pos de la “justicia social”, término acuñado primeramente
por el jesuita Luigi Taparelli en 1843. Posteriormente se dará comienzo
al Estado de bienestar, primero en su faceta social bismarckiana en
Alemania junto al llamamiento activo que dará el papa León XIII a los católicos a partir de la publicación en 1891 de la encíclica Rerum Novarum.
Posteriormente la crisis del año 30 dará paso a las políticas anticíclicas
de intervención económica orientadas por el keynesianismo; lo que in338.
crementará el accionar del Estado en la sociedad, llegando a la plena vigencia de esta concepción bajo la necesidad de reconstrucción europea
con posterioridad a la II Guerra Mundial.
La violencia, como última ratio del poder político no es una mera declamación sino que se ha estructurado y ejercido desde la estructura estatal
ya sea en la relación con otros estados o dentro del propio territorio. Esto
ha permitido la creación de cuerpos burocráticos especializados como
las fuerzas armadas, las policías y las agencias de inteligencia. Desde los
comienzos del despliega de la “estatidad” estas funciones encargadas
del ejercicio efectivo de la violencia fueron fundamentales para la dominación política y para garantizar cierto ordenamiento de las relaciones
sociales. El derecho positivo fue dando marco normativo a este ejercicio tanto en su aspecto público como privado garantizando determinados
privilegios, la existencia de la propiedad privada basada en el contrato de
compraventa o determinados universos simbólicos sobre otros.
La racionalización y el predominio de conocimiento científico y experto
ha sido central en este proceso de construcción estatal. La aparición de
la artillería, la imprenta de caracteres móviles y un conjunto de descubrimientos e inventos fueron centrales a la hora de la expansión capitalista y de la propia institucionalidad del Estado-moderno. Las burocracias
fueron generando cuerpos especializado en construir conocimientos expertos y sensibles para la toma de decisiones estatales, más frente a las
rivalidades, enfrentamientos y en casos extremos, la guerra. Es así como
la tecnología fue un elemento central para el logro de los objetivos estatales y para la necesidad de elaborar información de primera necesidad
y en tiempo record. Es así como aparecen por debajo de la propia estructura “visible” ciertos expertos que se especializarán en la creación, almacenamiento y transmisión de estos elementos indispensables. Con el
correr del tiempo, esto dará lugar a agencias de inteligencia específicas
y a sub-unidades vinculadas dentro de las propias fuerzas armadas y las
policías. Esto se llevará a su máxima expresión en el período posterior
a la II Guerra, basadas en el enfrentamiento extremos de sus “modelos”
en un campo internacional bipolar y heterogéneo que hemos denominado comúnmente “Guerra Fría”.
El proceso democratizador, la incorporación de sectores sociales
desfavorecidos a la vida política y social mejorando sus condiciones de
vida; la aceptación paulatina de las diferencias culturales, estéticas y de
339.
género han permitido transformar la concepción punitiva del Estado, la
organización, fundamentación y formación de las fuerzas policiales. La
denominada “cuestión criminal” también ha ido variando sus concepciones y justificaciones. El propio derecho penal y la criminología han
mostrado un abanico muy grande de concepciones creando afinidades
con determinadas formas estatales y sus complejos sistemas de legitimación. Por otra parte la res publica que significa la construcción de un
régimen democrático ha estado siempre en una constante tensión con el
propio concepto de “razón de estado” y de “secreto” que han sido el eje
de existencia de las agencias de inteligencia.
Las políticas de seguridad pública se han ido transformando y mostrando diferentes crisis y aristas a la luz de los cambios mencionados.
Una determinada concepción sobre la seguridad se articula tanto con
las políticas estatales como con los valores cristalizados de terminadas ideologías y concepciones del mundo como hemos señalado. Ya sea
como orden público, seguridad pública o enlazando a esta con la seguridad ciudadana tendremos también determinados modelos de fuerzas
policiales, lo que a su vez demanda una visión sobre el crimen y el delito.
Esta articulación en esferas es necesaria analizar para poder comprender el desarrollo histórico de las políticas de seguridad e inteligencia,
sus justificaciones y el tipo de cuerpos burocráticos específicos, su formación, entrenamiento y reclutamiento.
La Argentina no ha sido ajena a estos problemas, presentando a su vez
su especificidad regional y nacional. Durante el siglo XX una serie de golpes de Estado, generados por “coaliciones” cívico-militares y con fuerte
complicidad de los sectores concentrados de la economía irrumpieron la
estabilidad republicana y su faceta democrático-liberal instaurada a partir
del voto libre y ciudadano en 1912. Desde la discontinuidad generó los conocidos goles de 1930, 1955, 1966 y 1976. Posiblemente la revolución encabezada por los militares en 1943 tuviera un carácter diferente ya que la
propia “Década Infame” se verá agotada y varios de sus integrantes dieran
paso a la necesidad de una democracia popular y ampliada.
A partir de la propia crisis del ´30 y con la posterior aparición del peronismo en la escena política y social se dieron cambios sustantivos en la
relación entre el Estado “y” la sociedad. Esto permitió la ampliación de la
órbita de injerencia estatal con la aparición de los modelos nacional-populares primero y desarrollistas posteriormente que, junto a las irrup340.
ciones mencionadas generaron oscilaciones en una concepción bimodal
de la política entre peronismo vs. antiperonismo. Este ciclo finalizará a
comienzos de la década del ochenta con el paso hacia la democratización dando fin a los golpes militares y permitiendo la consolidación democrática; aunque no las crisis tanto económicas como institucionales.
La problemática específica de la seguridad pública y la inteligencia no
pueden ser analizadas sin este contexto de fuertes cambios (internos e
internacionales). La mercantilización de las relaciones sociales del neoliberalismo conservador que profundizará la distribución desigual de la
renta y la aparición de la exclusión social, junto a la desarticulación de
la Guerra Fría y el pasaje a una conflictualidad internacional más densa
y a veces muy difícil de demarcar para la lógica binómica del período
anterior. La criminalidad compleja transnacionalizada generada por el
narcotráfico, la trata de personas, la venta de armas y también el afianzamiento de sistema financiero sobre el productivo van a constituir las
nuevas coordenadas que servirán de marco estructurante a la centralidad de estos problemas en la agenda política. Primero la “crisis de la
seguridad pública” desde fines de los noventa y más recientemente la
“crisis de las agencias de inteligencia”. Frente esto las políticas adoptadas por la Argentina, tanto a nivel nacional como en las respectivas
provincias, se caracterizó por la “reforma” pero también por una enorme
concepción pendular que varío sus contenidos y finalidad que bien definiera Marcelo Sain con su idea de “péndulo” para analizar las características de estos procesos2.
2. Estado, ciencias sociales y políticas públicas.
La ciencia es una actividad humana principalmente cognitiva, esto
quiere decir que su principal objetivo –y no el único- es la producción
de conocimientos sobre cierta porción de “realidad” que define como
su objeto de estudio. A lo lardo del desarrollo intelectual occidental las
ciencias particulares fueron apareciendo del desprendimiento del tronco
general de la filosofía; primero la astronomía y la física, posteriormente
la química, la geología y la biología y, hacia fines del siglo XIX las ciencias
sociales. Al ser un quehacer humano es histórico y posee su “propia historia”. Al ahondar como práctica “las propias prácticas de las personas”,
2 Ver Sain, Marcelo (2015) El Péndulo. Reforma y contrarreforma en la Policía de la Provincia de
Buenos Aires. Octubre-UMET, Buenos Aires.
341.
las ciencias sociales se entrelaza en una doble hermenéutica en donde
sujeto y objeto de conocimiento no pueden ser tajantemente separados;
situación compartida en parte, con toda reflexión humana.
La actividad científica sistemática producida desde la modernidad se
encuentra anclada dentro de lo que comúnmente denominamos “comunidad científica”, la cual presenta, acorde a cada disciplina y momento
histórico, diferentes grados de heterogeneidad u homogeneidad. La diversidad es un rasgo distintivo de toda actividad científica, mucho más
en el campo de las ciencias sociales. Esto no debe ser visto como un
defecto o retraso en el desenvolvimiento de la actividad cognitiva sino
algo propio del acontecer científico.
Desde el punto de vista de los estudios de las políticas públicas, toda la
biblioteca coincide en situar el nacimiento de esta rama del saber denominado “análisis de políticas públicas”, “ciencias de las políticas” (usando la expresión primigenia de Harold Lasswell), o más genéricamente
“administración pública” -con los recaudos semánticos que la categorización en ciencias sociales implica-; a partir del nacimiento del Estado
de Bienestar, que planteó la necesidad de articular el saber científico
con la acción pública, y por consiguiente generó un campo del conocimiento netamente aplicado que se basaba en supuestos de la planificación racional y la obtención de información dura dentro del paradigma
neopositivista. Bajo esta concepción “el análisis de políticas públicas
(…) se puede comprender como el proceso de producir conocimiento
‘de’ y ‘en’ el proceso de políticas públicas.”3. Excede ampliamente este
apartado plantear la discusión acerca del significado del término de las
políticas públicas, pero a grandes rasgos coincidimos con Roth Deubel
al sostener que las mismas implican “un conjunto conformado por uno
o varios objetivos colectivos considerados necesarios o deseables, y por
medios y acciones, que son tratados, por lo menos parcialmente, por una
institución u organización gubernamental con la finalidad de orientar el
comportamiento de actores individuales o colectivos para modificar una
situación percibida como insatisfactoria o problemática”4. En este sen3 Ver Pérez Sánchez, Margarita (2005) “Origen y desarrollo del análisis de políticas públicas”. En
Pérez Sánchez, Margarita (ed.) Análisis de políticas públicas. Universidad de Granada, Granada.
4 Ver Roth-Deubel, André (2009) Políticas públicas. Formulación, implementación y evaluación. Ediciones Aurora, Bogotá, pagina 24.
342.
tido la categorización de política pública se aparta nocionalmente de la
idea de política estatal, como la acción centralmente realizada por los
gobiernos, e incluiría la intersección y participación de otras instancias
por fuera del Estado, lo cual da cuenta de los cambios en el objeto de
estudio de las ciencias de las políticas que se gestó en los últimos años.
Los autores, entendemos a la política pública como una construcción
teórica y analítica que identifica las acciones u omisiones de actores públicos y privados para la realización de algún tipo de intervención del Estado en aras de resolver una situación que se plantea como no deseable
y es competencia de las autoridades gubernamentales. En este sentido,
las políticas públicas son hipótesis de intervención por parte del Estado
en el tejido social, con la finalidad de mantener o modificar un estado
de cosas en una determinada porción de la realidad que la articulación
público-privado entiende que le incumbe a los gobiernos5.
La evolución de los estudios de las políticas públicas también ha atravesado diferentes momentos, en donde los alcances, enfoques y problemas se han ido modificando en relación a las circunstancias que han tenido que enfrentar y la constitución de una masa críticas de cultures de
la disciplina. En una primer etapa que denominaremos “racionalismo”,
se busca constituir un campo del conocimiento que sea de ayuda para
mejorar las acciones públicas siguiendo una impronta neopositivista, en
donde la acumulación de datos duros, serían el principal insumo para
elaborar políticas que pudieran resolver los problemas públicos. En este
sentido, la noción de planificación era esencial, dentro de un contexto
de Estado centralizado y planificador, donde se creía que la provisión
de bienes y servicios públicos de manera estandarizada para poblaciones homogéneas era el medio para lograr metas de igualdad y equidad
sociedad, necesarias para dotar a los capitalismos centrales de una legitimidad -en concurrencia con los modelos socializantes del Este. El
trabajo fundante de este período será de Lasswell “La orientación hacia
la políticas” de año 1951, que pondrá de relieve que estas ciencias son
una ventana para aumentar la racionalidad de las decisiones, entiendo
la misma como un concepto extensivo, que forma parte del quehacer
del Estado. Bajo esta concepción existía un clima de época optmista con
respecto a la posibilidades del conocimiento científico y la planificación
5 Ver Bulcourf, Pablo y Nelson Cardozo (2012) “Estado y seguridad pública: problemas y desafíos”.
En revista Cuadernos de Seguridad, nro. 15, Buenos Aires.
343.
para alcanzar las metas socialmente deseables y eliminar las circunstancias que atentaban contra el bienestar general. La racionalidad del
Estado era el elemento central para la asignación de valores en la comunidad, lo que implicaba por un lado, que había un interés general que
podía deducirse de los valores meta, único y no contradictorio con otros;
y por otro lado, la noción que se podían sortear los límites al conocimiento para comprender las causas de los males sociales y la toma de la decisión. Así, la hechura de las políticas se concibe como una intelección,
situando el diseño como una labor en aras ciertos objetivos, planificando
el bienestar, con la idea que es posible avanzar en grandes políticas de
cambio sobre los proyectos en función de estas metas. Desde el punto
de vista metodológico, surgió la teoría del “ciclo de las políticas”, o la
denominada “heurística por etapas” que concebía de manera racional el
proceso de surgimiento de un problema, análisis de alternativas, toma
de decisiones, puesta en marcha y retroalimentación de las políticas;
como siguiendo fases ordenadas que era posible desglosar para en análisis investigativo.
Esta visión, fue objeto de grandes cuestionamientos a raíz de la evidencia empírica que se acumuló fuertemente contra esta idea de racionalidad partir de los años 60’s, con los megaprogamas impulsados
por Lyndon Johnson: La Gran Sociedad y la Lucha Contra la Pobreza.
Sin embargo, ya hacia finales de los años 50’s se empiezan a encontrar
trabajos que son críticos de esta idea apriorística de la racionalidad del
Estado, entre los que podemos encontrar los planteos de Simon quien
desarrolla la idea que la misma encuentra limitaciones por tres factores, dado que encontramos fallas en la información disponible, existe
una limitación cognoscitiva de las personas y hay un tiempo escaso para
tomar una decisión6. Por otro lado, la visión incrementalista de Lindblom plantea que en sociedades complejas con multiplicidad de actores
e intereses lo mejor y deseable es avanzar en pequeños cambios graduales, dado que desde un punto de vista de la toma de decisiones es
más factible dar “pequeños pasos” que “grandes saltos al vacío”, por los
posibles opositores a un estado de cosas; como así también resulta una
estrategia subóptima que maximiza los recursos existentes y minimiza
los errores de cálculo reduciendo los costos de las malas decisiones,
6 Ver Simon, Hebert (1959) “Theories of Decision-Making in Economics and Behavioral Science”. En
The American Economic Review, Vol. 49, nro. 3.
344.
permitiendo el aprendizaje y corrección mediante ajuste sucesivos7. Así
mismo, los planteos pluralistas de Dahl de a partir de su teoría empírica
de la democracia, hace énfasis en los diferentes grupos de presión que
influyen en la toma de decisiones, imposibilitando la toma de decisiones
de manera racional exhaustiva que promueve el primer enfoque8. Otra
vertiente que cuestiona la existencia de un actor racional unificado estatal es la planteada por Allison en 1971 a partir de su análisis de la crisis
de los misiles en Cuba, que considera dos modelos alternativos para la
toma de decisiones: el modelo del comportamiento organizacional (que
ve la decisión como una negociación entre las diferentes agencias del
gobierno) y el modelo de la política gubernamental (que plantea el resultado como un tire y afloje entre área de gobierno propio de la política
electoral)9. Finalmente, también vamos encontrar planteos que cuestionan la racionalidad de la burocracia como actor central en el proceso de
las políticas públicas como la teoría de la elección pública y las teorías
de económicas de la democracia.
La crisis del Estado de Bienestar dará lugar a cuestionamientos al
mismo, y hará que se bifurque la producción en el campo de las políticas públicas, ya sea desde un punto de vista del macroanálisis, es decir desde las relaciones entre Estado y sociedad, la forma y naturaleza
de las entidades gubernamentales; desde un punto del mezzoanálisis,
o sea de los procesos de toma decisiones y cambio; como así también
a un nivel micro a partir de revisar las dinámicas, estructuras y formas
de las agencias burocráticas. Sin embargo, una de las notas fundamentales y preguntas de investigación que vamos a encontrar en todos lo
desarrollos de los últimos 30 años es que la pregunta central va a ser
las razones del cambio en las políticas públicas. En ese orden de ideas,
veremos que planteos como los de la teoría de las redes de políticas
públicas o “policy network”, conciben a las acciones gubernamentales
como la confluencia entre actores públicos y privados, tanto en un nivel nacional, subnacional como transnacional10. Estas redes de políticas
7 Ver Lindblom, Charles (1996) “La ciencia de salir del paso”.En Aguilar Villanueva, Luis F. (editor):
La hechura de las políticas. Miguel Angel Porrúa, México
8 Ver Dahl, Robert (2010) ¿Quién gobierna? Democracia y poder en una ciudad estadounidense.
Centro de investigaciones sociológicas, Madrid.
9 Ver Allison, Graham. (1988) La esencia de la decisión: análisis explicativo de la crisis de los misiles
en Cuba. GrupoEditor Latinoamericano S.R.L., Buenos Aires.
10 Ver Rhodes, Rod. (1990) ‘Policy networks: a British perspective’. En Journal of Theoretical Politics, Vol 2, nro. 3.
345.
públicas, cambian a lo largo del tiempo, no son rígidas produciendo el
cambio de las acciones públicas. Por otro lado, encontramos el enfoque
de las coaliciones promotoras (ACF) desarrollado por Jenkins y Sabatier,
que plantea que existen coaliciones que comparten creencias respecto
a lo que denomina el núcleo de las políticas, y en los eventos externos
que explicarían los cambios en las políticas, y que el cambio se explica
por las mudanzas en dicho núcleo de creencia11. La teoría del equilibrio
interrumpido (MEP), afirma que la hechura de las políticas públicas es el
producto de la interacción entre fuerzas que, por un lado, buscan mantener el balance y el equilibrio en el que se vive y, por el otro, intentan
terminar el status quo. Otro enfoque que busca explicar el cambio es la
teoría de las corrientes múltiples (MS) que parte del supuesto o ventanas
de oportunidad basado en la adaptación del modelo garbage can para el
estudio de las organizaciones. Para esta visión el cambio en las políticas
surge por la apertura de las ventanas de oportunidad, que ocurre gracias
al acoplamiento temporal no planificado de las corrientes (streams) que
permite a los actores el uso de las estrategias de manipulación política
para influir en la agenda y en la selección. Finalmente, debemos mencionar las corrientes derivadas del neoinstitucionalismo que plantean en
sus versiones histórica, sociológica y elección racional, que ponen de
relieve el papel de las instituciones, considerando a estas como un determinante esencial del comportamiento de los actores generando sistemas de incentivos para la acción colectiva y condicionando las políticas
públicas; como así también las perspectivas constructivistas e interpretativistas del análisis de políticas públicas las cuales leen las acciones
gubernamentales en el plano discursivo y de lucha por la imposición de
un visión o idea en torno a la política.
A partir del nuevo milenio, y en especial en el espacio latinoamericano se registra una nueva etapa en la relación entre el Estado “y” la
sociedad en donde el primero vuelve a tomar cierto protagonismo. Es en
este marco en donde los estudios sobre seguridad pública y ciudadana
encuentran un nuevo terreno, transformándose también en una necesidad política ya que la emergencia de la problemática hace indispensable
arrojar algún tipo de conocimiento sobre el tema.
11 Ver Sabatier, Paul y Hank Jenkins-Smith (eds.) (1993) Policy change and learning An advocacy
coalition approach. Westview Press, Boulder.
346.
Dentro de ese tipo de estudios se requiere un especial énfasis en los
trabajos sobre criminología empírica que nos permitan un estudio detallado de los tipos, modalidades, mecanismos causales y cambios de los
delitos más importantes (resaltando los homicidios dolosos, las lesiones
gravísimas y la violencia de género entre otros). Otro tema fundamental
es el análisis de los delitos complejos transnacionalizados, para lo que
se requiere un estudio detallado de la economía criminal y de la relación
de ésta con los procesos de globalización.
Por otro lado, estudiar la trama burocrática propia de las agencias
de inteligencia constituye un nuevo desafío para las ciencias sociales
dada la ausencia de trabajos específicos, principalmente en el ámbito
latinoamericano. El propio carácter “secreto” de sus funciones y acciones genera un fuerte impedimento para el abordaje científico. El aspecto
normativo reñido con la propia concepción democrática es un factor decisivo en encarar el trabajo, lo que se hace a su vez más complejo debido
al “autogobierno” y a la autonomía que suelen generar este tipo de agencias. El desafío es doble, tanto político como académico.
Las teorías sobre el Estado y el rol de la seguridad interna
Podemos encontrar diversas concepciones que tratan la cuestión de
la seguridad pública como una temática central, tanto en el análisis de la
construcción estatal, como así también como problema relevante dentro de la agenda pública. El propio proceso de construcción estatal implicó la concentración de la capacidad de imponer un orden al interior
de un territorio previamente delimitado. Siguiendo esta línea de argumentación, Mann plantea desde una combinación entre posiciones estructuralistas (tanto desde la visión hegeliano-marxista que considera
el desarrollo histórico y las relaciones infraestructurales -o desde un
enfoque funcionalista), con posiciones de tipo dirigencial (al mencionar
la importancia de las elites estatales en el Estado moderno) cuáles son
los principales atributos que detenta éste en Europa. Así, podemos encontrar poder despótico de la elite estatal, entendida como las acciones
que la elite posee con facultad de ejercer sin negociación e interacción
con grupos de la sociedad civil; y el poder infraestructural, es decir la
capacidad para penetrar en la sociedad civil, ejecutando decisiones en
todo el país. De esta manera, identifica cuatro funciones de los Estados:
1) Mantenimiento del orden interior, 2) defensa militar, 3) mantenimiento
de las infraestructuras de comunicación, y 4) redistribución económica.
347.
En estas tesis vemos que complejiza los postulados marxistas y weberianos del Estado como aparato represivo o monopolio legítimo de la
violencia. Dentro de este cuarteto de funciones estatales, sostiene que
la seguridad interna tiene como finalidad la subordinación de la ley del
Estado. “Puede proteger a la mayoría de usurpaciones arbitrarias por
parte de grupos social y económicamente poderosos, distintos de los
relacionados con el Estado. Pero probablemente el principal beneficio
es proteger las relaciones de propiedad existentes de la masa de desposeídos. Esta función sirve probablemente mejor a la circunscripción
de la clase económica dominante” (Mann, 2008: 64). Estas funciones estatales, se ejercen de manera institucional, territorial y centralizada,
es como dice Max Weber una dominación de tipo burocrática, a través
del establecimiento de cuerpos de funcionarios públicos encargados de
administrar la violencia.
Entroncándose en lo que podemos denominar, teorías de la coerción,
Oscar Oszlak adhiere desde una postura weberiana para definir sus famosos atributos de la estatidad, pero también resalta los elementos
ideales, es decir la capacidad de producción simbólica. Sin embargo,
rescata la noción en los momentos formativos de la Nación de la importancia del establecimiento de un orden, siendo un elemento básico para
la supervivencia del Estado12.Teniendo en cuenta la seguridad interna,
el establecimiento de policías estatales (que en el acuerdo federal argentino implicó una división del trabajo entre las fuerzas de seguridad
provinciales y la de la federación), tenemos que considerar que las dos
primeras potestades se encuentran englobadas en la seguridad interna.
De esta manera, la capacidad de reducir la conflictividad social mediante
un aparato represivo extendido por todo el territorio fue un asunto de política pública de vital importancia para la constitución del Estado Nación
en América Latina.
Desde el marxismo no ortodoxo, podemos encontrar la visión que
tiene de la seguridad Antonio Gramsci, a diferencia de la división entre
superestructura e infraestructura, la construcción del teórico italiano
descansa en la idea de sociedad civil y sociedad política. Como sostiene
Carnoy, en su estudio sobre este pensador “la clase dominante obtiene
12 Ver Oszlak, Oscar (1994) “Estado y sociedad. Las nuevas fronteras.” En Klilsberg, Bernardo
(comp.): El rediseño del perfil del Estado. Fondo de Cultura Económica, México. Oszlak, Oscar (1985)
La formación del estado argentino. Editorial de Belgrano, Buenos Aires.
348.
el consentimiento a su dominio social por medio de la hegemonía en
la sociedad en conjunto, pero ejerce su dominio por medio del control
de los aparatos coercitivos del Estado” (Carnoy, 1993: 96). Por hegemonía, Gramsci entiende a la conducción ideológica de una fracción de
la sociedad del resto, por medio de la jefatura moral e intelectual. Sin
embargo, la innovación que aporta Gramsci, es que la sociedad política
no es el Estado, como podría rastrearse en las teorizaciones de Marx y
Lenin, sino que acuña su famosa visión de Estado ampliada en donde
éste se encuentra en el plano de la coerción (sociedad política) y la hegemonía (sociedad civil). La dominación, repetimos en términos de este
autor oscila entre combinaciones de diferente intensidad de hegemonía
y coerción: Esto quiere decir, que depende del momento histórico en
donde nos paremos vamos a ver que la clase dominante apela al uso
de conducción ideológica de la sociedad (mediante la legitimidad) o por
el contrario endurecerá la represión mediante el uso de la coerción. Es
en momentos en donde se resquebraja la hegemonía (la legitimación)
cuando la clase dominante se implementa políticas represivas, dado que
se halla incapacitada de hacer que las clases auxiliares y subalternas
se subordinen a los valores de la primera. La principal diferencia que
podemos ver en el mundo noroccidental de posguerra, y América Latina, es que justamente la dominación que implicó el llamado Pacto de
Posguerra redundó en un momento de hegemonía más o menos sólido;
mientras que por el contrario en América Latina se alternaron gobierno civiles con coaliciones cívico-militares (fracciones de la burguesía
con el sector militar) que aplicaron políticas de dominación claramente
coercitivas cuando la hegemonía fallaba. No debemos olvidar en nuestra
región, la polarización política que se dio en los años 60 y 70, producto
de la activación política que propiciaron los gobiernos nacional-distribucionistas, que durante décadas se intentó sofocar mediante la represión
militar. En este proceso aparece claramente la pauta de la unificación
de los aparatos represivos internos con el externo, dado que tanto las
Fuerzas Armadas, como las fuerzas de seguridad interna impusieron el
terrorismo de Estado como práctica política. De esta manera siguiendo
a Gramsci, la crisis de hegemonía de los años 60 y 70, habilitó a los sectores subalternos guiados por una conciencia de las masas a disponerse
a la acción revolucionaria. Este proceder que se extendió en América Latina, produjo una violencia no estatal por parte de las guerrillas armadas
que dependiendo el caso tuvieron más o menos poder real de amenazar
al poder estatal; al mismo tiempo que se engendró la respuesta, que implicó el endurecimiento del terrorismo de Estado por medio del aparato
349.
represivo, y el surgimiento de grupos paraestatales que actuaban en un
zona gris entre el poder coactivo del Estado y la violencia particular.
Con una combinación de elementos weberianos y estructuralistas,
Guillermo O’Donnell plantea que lo político en sentido propio específico,
es una parte analítica del fenómeno general de la dominación: aquella
que está respaldada por la marcada supremacía en el control de los
medios de coerción física en el territorio excluyentemente delimitado.
En esta línea de razonamiento, la importancia que revisten las instituciones estatales está planteada en términos de la coerción física que se
ejercen desde la exterioridad para la garantía coactiva del Estado en la
consecución de la compra- venta de fuerza de trabajo. Así, la venta de
fuerza de trabajo a quién no tiene recurso de coacción entraña el control de éstos por un tercero que, como la mandato ha quedado borrada
de aquella relación, puede entonces aparecer aplicándola neutralmente.
La suma de estos dos movimientos es una resta: la dominación y su
respaldo coactivo tienden a esfumarse tanto de la sociedad como del
Estado”(O´Donnell, 1985: 26)13.
Así, desde este análisis, se puede rastrear la visión de autonomía relativa del aparato de Estado, con respecto a la clase burguesa, pero su gran
coherencia con la reproducción de las relaciones sociales de producción
capitalistas. La visión del orden que trabaja Oscar Oszlak aparece como
aquí como la garantía coactiva (y esto es en términos de los planteos
del marxismo ortodoxo – de Marx y Lenin- el carácter específicamente
político de la dominación burguesa) que asegura la piedra angular del
capitalismo, la existencia de relaciones sociales asimétricas en la base
social (que existan tanto propietarios de los medios de producción que
obtienen plusvalía, como así proletarios que venden libremente su fuerza de trabajo a cambio de un salario). Estas funciones represivas son
reforzadas por los aparatos ideológicos de Estado, que a diferencia de lo
que postula Oszlak, para el estructuralista francés, habría una “materialidad” concreta de estos últimos en virtud que no revisten un carácter
ideal, sino que son condición inherente para la efectividad del aparato
represivo de Estado. Dicho de otra manera, la legitimidad de la coacción
de este último, viene dada por la aceptación que los individuos le con13 Ver O´Donnell, Guillermo (1985) “Apuntes para una teoría del Estado”. En Oszlak, Oscar (comp.)
Teoría de la burocracia estatal. E. Piadós. Buenos Aires.
350.
ceden a esta por medio de los aparatos ideológicos (religiosos, escolar,
familiar, jurídico, político, sindical, de información –que hoy en día podemos incluir a los poderosos monopolios mediáticos-, y finalmente cultural). Por consiguiente, el consentimiento por parte de la ciudadanía de la
coerción física del Estado debe estar fundamentada en algún contenido
ideológico que emane desde otro aparato externo a él, ya que la violencia física estatal se vuelve legítima en tanto y en cuanto los individuos
la consideran tal. Si no fuera de este modo, se viviría en un Estado de
cuestionamiento al orden establecido, al ser percibido por conjuntos de
la población como “injusto” y por ende, habilita la rebelión y el accionar
en contra de esa represión estatal. El énfasis o la fortaleza de estos aparatos ideológicos, se va desplazando de uno a otro: Así en los momentos
previos a la formación del Estado Nación, el religioso y familiar tenía una
centralidad y una fuerza legitimadora importante con respecto al poder
de los feudos y los poderes locales; pero con los procesos de secularización y racionalización, la dominación se asienta en los aparatos jurídicos
y escolares. No es anodino que justamente durante el Estado liberal se
consolide la ficción jurídica de la igualdad ante la ley y se expandan casi
de manera universal los dispositivos escolares modernos que internalizaron las identidades nacionales a los futuros ciudadanos. Con el fortalecimiento de los sindicatos que implicó la constitución de los grandes
movimientos obreros (articulados en partidos políticos y sindicatos) se
va a dar paso a finales del siglo XIX y durante el siglo XX a los aparatos
ideológicos sindicales que van la piedra angular la sociedad neocorporativista de posguerra y el gran articulador de las identidades colectivas
(y según el marxismo del disciplinamiento del movimiento obrero a las
relaciones sociales capitalistas), en virtud de lo cual podemos sostener
que son gran parte del elemento legitimador de este período. Sin embargo, con el surgimiento de las sociedades de masas, va constituyéndose otro actor fundamental de esta fase, que son los medios masivos
de comunicación. En un primer momento la radio, y luego la televisión
va a ser el principal productor cultural. No obstante ello, durante la fase
del Estado de Bienestar, podemos sostener que hubo dos elementos que
impidieron la constitución de los medios masivos de comunicación como
espacio de construcción que disputaba la hegemonía del aparato estatal:
En primer término, la propiedad pública de los mismos los hacía orbitar
en torno a las necesidades de producción simbólica del Estado de Bienestar; mientras que la fuerza de las grandes identidades de la sociedad
estado-céntrica (articulada en torno los grandes movimientos sociales)
impedía la penetración violenta que tuvieron tras la crisis fiscal de los
351.
años 70 y los impactos en la sociedad de posguerra. Con los procesos
de privatización y traspaso de la propiedad de los medios masivos de
comunicación se le va otorgando a los medios masivos de comunicación
una autonomía con la cual no contaban durante la segunda posguerra,
motivo por el cual empiezan a sujetarse a las necesidades del capital,
compitiendo muchas veces con las capacidades de producción simbólica
de los Estados Nación. No es algo casual, que gran parte de la lucha por
transformar las bases del proyecto neoliberal que comenzó a forjarse en
los años 70, se de en el plano de la producción simbólica. Así la agenda
de la seguridad pública de corte “represivo”, endurecimiento de las penas, la criminología mediática irrumpe en escenarios en donde se producen escenarios de construcción de fuerzas favorables a las políticas
redistributivas y de corte progresista.
La aparición de la teoría de la estructuración elaborada por Anthony
Giddens tratará de superar las visiones de corte individualistas y sistémico-estructuralistas que nutrieron en forma polarizada las principales
tradiciones teóricas de las ciencias sociales durante el siglo XX. En el
año 1987 aparece un libro central para el estudio del estado The National-State and Violence; parte de un trabajo más abarcativo sobre el materialismo histórico y su vinculación con el pensamiento social posterior
para comprender la dinámica de la construcción estatal y su vinculación
con el capitalismo que permitirá generalizar esta forma política en todo
el globo. Temas como la modernidad, el industrialismo, la soberanía,
el sistema global y principalmente la vinculación del poder con el sistema administrativo. Giddens plantea la existencia de una serie de pilares constitutivos de la modernidad que acompañan desde sus inicios
la formación del Estado y del propio capitalismo siendo uno de ellos la
vigilancia y concentración de la información al que atribuye un rol central
en la relación que comienza a conformar el Estado moderno y que se
plasma organizacionalmente en la burocracia estatal y la construcción
del aparato administrativo permitiendo el control sobre la temporalidad
y el espacio de las actividades humanas. El segundo de estos pilares, la
concentración del poder militar, el cual se construye en “tensión” con la
visión medieval del poder militar concentrado en los señoríos locales. El
poder militar traerá un vínculo muy fuerte con el propio desarrollo de la
economía capitalista dentro de lo que varios autores han denominado el
“complejo militar-industrial” orientado hacia el análisis del cuarto pilar
institucional que articula la dimensión económica con la industrialización
de la guerra. Como podemos apreciar el enfoque adoptado por Giddens
352.
nos presenta elementos analíticos de importancia para el estudio de los
mecanismos constitutivos de las políticas de seguridad pública y ciudadana bajo una visión dinámica en donde agentes y estructuras permite el
despliegue bis a bis de las relaciones entre el Estado “y” la sociedad.
Por consiguiente, la propuesta de política pública que recae es que
para fomentar la efectividad de la burocracia policial es menester dotarla aún más con mayor autonomía, y llevar a cabo políticas de “mano
dura” de carácter represivo. Así, la inseguridad es en los contextos latinoamericanos una cuestión “políticamente rentable” en parte por la
instalación constante de los medios de comunicación en la agenda pública. De manera cíclica aparece en la agenda estatal, y es tomada por
los gobierno como un problema frente al que “hay que hacer algo”. Por
consiguiente, la seguridad pública se ha emplazado fuertemente como
un problema de la agenda sistémica, ya que forma parte de los asuntos
comúnmente percibidos por los miembros de una comunidad como merecedor de atención pública por parte del gobierno, y cuenta a su vez con
una atención y difusión generalizada; y una preocupación común de que
se trata de una cuestión que compete a una autoridad pública. La respuesta al tema de la seguridad postula un ciclo de política pública (recurriendo a la simplificada de política pública ‘por etapas’) que genera una
secuencia de acciones estatales inconexas e incoherentes, que desde el
punto de vista del policy analysis parece no guardar una relación entre el
planteo del problema, formulación e implementación. Cuestiones como
la reforma del sistema penal, dotar a la policía con mayor autonomía y
menos control, podrían ser la solución a la acuciante cuestión de la inseguridad. En el siguiente esquema, vemos como se plantea “el ciclo de
vida de las políticas de seguridad de la criminología mediática”
Gráfico 1: El ciclo de vida de las políticas de seguridad del Estado
gendarme
353.
Fuente: Elaboración propia14
En el siguiente cuadro, podemos ver que el principal impacto que trae
este tipo de acción es el aumento de la población carcelaria, lo cual no
reviste aparente vínculo con el problema inicialmente planteado como
asunto público, sino que se conjuga una construcción del problema basada en una correlación espúrea entre algunas medidas represivas, que
a priori se juzga que harán descender la tasa del delito, sin ningún asidero empírico.
Por otro lado, podemos afirmar que otra dimensión que aparece en
nuestro análisis en lo que respecta a la seguridad pública, es la percepción de una inefectividad del sistema legal. Guillermo O’Donnell plantea que hay una asimetría en el ejercicio de los derechos por parte de
los ciudadanos, y esto se vincula doblemente con el sistema penal y la
14 Ver Bulcourf, Pablo y Nelson Cardozo (2012) “Estado y seguridad pública: problemas y desafíos”.
En revista Cuadernos de Seguridad, nro. 15, Buenos Aires.
354.
seguridad pública: Por un lado, hay una construcción de una imagen de
“ciudadanía diferenciada” en donde aparece una tipificación del ciudadano medio (que Zaffaroni retrata como la figura de la víctima) que se
plantea como el legítimo depositario de derechos civiles, el cual reúne
determinadas características –de clase media, propietario, trabajador,
etc.-, pero se encuentra limitado en el ejercicio de sus derechos por dos
cuestiones: 1) La acción de delincuentes transgresores que atentan contra la propiedad y la integridad; y 2) la ineficacia del accionar policial y la
inefectividad del sistema judicial que hace que no se apresen a los malhechores y, si los detienen “salgan por la otra puerta”. Para el discurso
mediático, este ciudadano medio, aparece victimizado aparece ante la
prensa como una persona cuyos derechos han sido violados y por lo tanto amerita una reparación por parte del Estado15.
Del otro lado, encontramos a los delincuentes que podrían asociarse a
la figura lockeana del transgresor. De esta manera surge un imaginario
que, así como el ciudadano medio encuentra el ejercicio de sus derechos
vulnerado; los delincuentes poseen un “exceso de garantías” por parte
del sistema judicial que facilita, protege y es cómplice del accionar delictivo. Como corolario del teorema criminológico, aparecería una solución
de recorte de derechos y garantías a este último conjunto de población,
territorialmente localizado y socialmente focalizado, en “zonas calientes” del delito, que usualmente se corresponden a barrios precarios llamados villas de emergencia, chabolas, favelas, barrio, ciudad perdida,
entre otras.
Por otro lado, vemos que en los últimos años se fue modificando las
propias carácterísticas del Estado Nación, tal, que podemos caracterizar como el llamado Estado Globalizado. Este tipo de forma estatal es
la resultante de los procesos de mundialización de la economía y la redefinición de las potestades de los gobiernos a partir de diversos fenómenos. En primer lugar, asistimos a una creciente interdependencia de
los países y una mayor debilidad de los países para poder diagramar las
15 Ver O ¨Donnell, Guillermo (2010) Democracia, agencia y estado. Teoría con intensión comparativa.
Prometeo, Buenos Aires. O´Donnell, Guillermo (1977) “Estado y Alianzas en la Argentina, 19561976”. En Revista Desarrollo Económico. Vol. XVI Nº 64. O´Donnell, Guillermo (1996) El Estado Burocrático Autoritario. Editorial De Belgrano. Buenos Aires. O´Donnell, Guillermo (2007) Disonancias.
Críticas democráticas a la democracia. Prometeo, Buenos Aires.O´Donnell, Guillermo (2008) Catacumbas. Prometeo, Buenos Aires.
355.
políticas públicas por la transnacionalización de la economía y el volumen e importancia de los flujos de capital financiero (que en el último
cuarto del siglo XX se volvió el factor con mayor movilidad). Esto hace
que muchas de las decisiones de los Estados no puedan tomarse de manera efectiva, reduciendo sus facultades para desarrollar intervenciones
efectivas sobre cuestiones criminales. En segundo lugar, asistimos a los
políticas de integración regional (siendo el más avanzado el de la Unión
Europea) en donde ciertas atribuciones que históricamente pertenecían
a los Estados-Nación ahora son facultad de gobiernos supranacionales
(política monetaria, política macroeconómica, política migratoria, política educativa, etc.). En tercer término, y sobre todo los Estados más
débiles, encontramos que ha surgido un actor relevante tanto a nivel
política como económico que es la economía criminal. Ciertas actividades como el narcotráfico, la venta de armas, la trata de personas, entre
otras mueven flujos de capital tan importantes que su retirada de la economía podría provocar una enorme recesión. A su vez, existe una estrecha vinculación entre la nueva cuestión social y el delito. Como dijimos
más arriba, existen zonas de ausencia de penetración estatal en donde
los dominios locales vinculados a la economía criminal tienen un gran
poder paraestatal, muchas veces controlando efectivamente el territorio
y generando un mercado muy importante. Dicho en otros términos, la
actividad económica ilegal genera transacciones económicas, mercado
laboral, y ofrece a los sectores que se encuentran excluidos una manera
de obtención de ingreso no solamente mediante la participación en actividades delictivas, sino también en otras de carácter lícito que son traccionadas por el crecimiento económico local producido por la economía
criminal. Así, podemos señalar que se genera una “zona gris” en donde
hay ciertas actividades que no son necesariamente ilícitas, pero que se
desenvuelven gracias a la presencia y proliferación de otras ilícitas, lo
cual complejiza y hace multidimensional el tratamiento del delito. Esto
es así, ya que muchos sectores que se encuentran al margen del mercado laboral formal por los procesos de exclusión encuentran trabajo en
actividades colaterales legales pero que son de importancia para que la
economía criminal se sostenga.
De esta manera, debido a la complejidad que atañe el fenómeno, y la
articulación que requiere su intervención, no se plantea una solución
en términos racionales, sino que aparecen políticas erráticas, focalizada en acciones represivas contra los delincuentes pero que no contemplan la prevención primaria, sino que se concentran en la prevención
356.
secundaria. Esta intervención en las políticas de seguridad pública, dado
que no abordan las causas del delito, resuelve muy poco el problema,
ya que el problema estructural es la cuestión social (empobrecimiento,
marginalidad, desempleo, situaciones de violencia, etc.). De esta manera, siguiendo a Zaffaroni vemos que las políticas de seguridad pública
dejan de lado la prevención primaria (que han sido objeto histórico de
las políticas sociales muy presentes en el Estado de Bienestar), dando lugar únicamente a las políticas de prevención secundaria que adquieren un carácter represivo. Dicho en términos de las perspectivas
clasistas, podemos ver que a partir de la crisis del Estado de Bienestar aparece un énfasis menor en la legitimación a partir de las políticas
sociales asentadas en los aparatos ideológicos sindicales, y el acento
en el componente represivo del Estado. Como podemos ver, parte de la
instauración y desmantelamiento del Welfare State, en nuestra región se
llevó en contextos represivos no democráticos, y luego se continuó en
momentos democráticos pero que buscaron la legitimidad en los aparatos ideológicos de información. Podemos sostener, siguiendo tanto a
Zaffaroni, como a Althusser que gran parte de la legitimación de las políticas de seguridad de corte represivo en la cuales se asentó el Estado
gendarme que se instaló después de la crisis del Estado de Bienestar se
basó, en gran medida en el consenso que se generó a través de los medios de comunicación16. Es dable decir, volviendo a lo dicho en apartados
anteriores, que contrariamente a lo que ocurría en América Latina con
respecto a finales del siglo XIX, en donde las instituciones educativas
jugaron un rol fundamental en lo que respecta a la función socializadora
en lo que se llamó la “formación de ciudadanos” o la “formación de trabajadores”, volcando sentimientos de pertenencia que mediaban entre
el Estado y la sociedad; en la actualidad esa mediación está por fuera
de la esfera estatal y se corresponde a instancias privadas como ser los
medios masivos de comunicación. A diferencia de la pauta marcada por
el Estado de Bienestar, en donde la experiencia comparada mostraba
una propiedad estatal de los medios, con los procesos de reforma del
Estado y la terceriarización de la economía en donde el sector servicios
se vuelve el más dinámico y rentable, se va a producir la transferencia
de los medios masivos de comunicación a manos privadas. Por consiguiente, la comunicación de masas ve desdibujado su carácter estatal
16 Ver Zaffaroni, E. Raúl (2010) Crímenes de masa. Ediciones Madres de Plaza de Mayo, Buenos
Aires.
357.
y se privatiza dejando un nicho en donde los grupos privados pueden
operar en la construcción simbólica de la realidad, disputando sentido
con el Estado-Nación. Con la crisis de los partidos políticos, los grandes
movimientos sociales, y las grandes identidades colectivas propias de la
segunda posguerra que anclaban en proyectos políticos basados en una
ideología política, advertimos que ese vacío de poder y esa capacidad de
generar demandas queda en manos de los medios masivos de comunicación, centralmente la televisión y en las últimas décadas Internet. Sin
embargo, no podemos pensar a los aparatos ideológicos de la información desde una visión externa al Estado capitalista: si bien se lo deja al
Estado capitalista con menos capacidad de control y regulación de los
medios masivos de comunicación, encontramos que estas empresas se
adecuan a la lógica de la acumulación del capital, en virtud de lo cual no
representan una exterioridad a las relaciones de producción mercantil,
sino que por el contrario generan una producción simbólica capaz de
crear una hegemonía –llegando como decía Gramsci a niveles de penetración tan profundos como el sentido común- de la clase capitalista
transnacionalizada.
Resumiendo, es plausible afirmar que el uso del poder coactivo del
Estado, encarnado en la policía tuvo diferentes fases y se articuló de manera diferenciada con los aparatos ideológicos de Estado. Estos ejes son
fundamentales para entender la manera en la cual se desplegaron las
políticas de seguridad pública, el modelo de policía y el principal objetivo
perseguido por la intervención estatal en esta materia. Conceptualmente podemos distinguir cinco fases del Estado capitalista: Absolutista, liberal, keynesiano de bienestar, globalizado (también llamado por parte
de la literatura neoliberal según el tipo de política económica aplicada),
y una última etapa que incorrectamente denominamos “postneoliberal”.
En el siguiente cuadro se esquematiza como fue evolucionando el tipo de
Estado, la política de seguridad y la legitimidad estatal.
358.
Cuadro II: Evolución del Estado y las políticas públicas
Período
Principal fin
de la violencia
estatal
Principales
áreas de
intervención
social pública
Principal
aparato
ideológico
Absolutista
S. XVIXVII
Centralización
del orden
Política
económica
Religioso
Familiar
Liberal
S. XVII1930
Protección
de derechos
civiles
Infraestructura,
justicia y
educación básica
Jurídico
Escolar
Keynesiano
de Bienestar
19301980
Contener las Política macroexpresiones económica y poanticapitalistas líticas sociales
Sindical
Cultural
Globalizado
19802001
Fase de
Estado
2001Posneoliberal
actualidad
Represión de
los colectivos
excluidos
Seguridad
basada en
los derechos
humanos
Reforma del
Estado y desregulación de la
economía
Políticas sociales y políticas
macroeconómicas anticíclicas
De
información
Fuente: Elaboración propia
El problema de la autonomía y conducción policial
En la actualidad encontramos algunas cuestiones relativas al gobierno de la seguridad pública que ameritan ser abordadas en este artículo.
De esta manera haremos una distinción entre la mirada del análisis de
359.
políticas públicas (esto quiere decir, qué hacen los gobierno, por qué y
cómo lo hacen) y luego se debe enfocar el lente en temas organizacionales relativos a las fuerzas de seguridad como burocracia estatal con
una especificidad propia.
La moderna policía surge en Europa con el proceso de constitución
del Estado Nación, en tanto se arrebata esa facultad a otros poderes
locales y los privados. De esta forma en los países como Francia e Inglaterra, el poder de la policía se encontraba en manos de los señores feudales, pero luego se va constituyendo un cuerpo que se corresponde con
el cuerpo que se encarga por velar por la seguridad pública con funcionarios pagos por el Estado y es concebida como una extensión de la política. En América Latina fue una fuerte fuente de disputa contra los poderes localmente establecidos afianzados en la propiedad latinfundista
de la tierra. Durante las fases de constitución de los incipientes Estados
de emancipación vemos que parte de la inestabilidad política y violencia
que existió en la región tuvo como arista la disputa por la centralización
de poder y el uso de esta potestad por parte de los terratenientes a partir
de sus policías privadas. Será con los nacientes Estado oligárquicos, en
nuestra región que podremos ver que la policía se asienta de manera
regular penetrando todo el territorio, barriendo con los poderes locales e instaurando una burocracia encargada de mantener el orden de
la emergente nación. En las primeras concepciones de seguridad, se
entendía a la policía como la burocracia tendiente a salvaguaradar el
interés general, como así también velar por el cumplimento del corpus
jurídico en el que se asentaba el naciente orden estatal; así mismo las
penas e infracciones de menor gravedad eran la atribución delegada por
parte de la justicia y el poder político a esta burocracia.
Conceptualmente, hemos dicho que la policía es aquel cuerpo burocrático que surge con el Estado Nación moderno encargado de ejercer
el monopolio legítimo de la violencia hacia el interior de un determinado
territorio. El desarrollo histórico ha hecho que nos encontremos frente
a una institución marcada por la desproletarización, la relegación y la
estigmatización. Una férrea disciplina castrense, ausencia de capacitación, bajos salarios, ausencia de control ciudadano y político, falta de
formación en derechos humanos, recurrencia de prácticas ilegales, vinculación con actividades delictivas, altos márgenes de corrupción, son
parte de las características de los cuerpos policiales en nuestro país y
en la región.
360.
A pesar de una visión negativa por parte de la ciudadanía de la institución policial (o las instituciones policiales), no es menos cierto que es
principal agente al cual se le delega la cuestión de la seguridad pública
en el día a día. Paradójicamente, frente a una imagen deteriorada, y una
diagnóstico compartido por la mayor parte de los actores sociales en lo
que respecta a la necesidad de reforma, los intentos de reforma han sido
truncos, erráticos y no han dado frutos significativos en manejo de las
políticas de seguridad pública. Si en efecto hemos visto que continúa con
una gran autonomización con respecto al poder político y elusión a los
controles democráticos, tampoco se la ha intentado limitar presupuestariamente y ha mostrado un sostenido crecimiento en el siglo pasado.
Por ende, encontramos que las fuerzas policiales han experimentado
una evolución en términos de presupuesto, cantidad de agentes, volumen de recursos insumidos, etc., revistiendo por consiguiente un aumento de poder. Las posibles explicaciones a este fenómeno se puede
entender dentro del contexto de engrandecimiento general del aparato
estatal que se vino produciendo desde el siglo XX. Podemos sostener que
no hay una hipótesis clara para afirmar por qué ha crecido el número de
policías por habitante en los últimos años, en virtud que no ha crecido
en todos los países de la misma manera la tasa delictiva. Una de las
posibles explicaciones nos la brindan las teorías del análisis de políticas
públicas que miran “hacia adentro de la caja negra” que empiezan a
generarse como observación al crecimiento de la burocracia con el Estado de Bienestar. Así, podemos rastrear el modelo de desplazamiento
de objetivos, acerca de cómo se comportan las agencias públicas en lo
que respecta a su racionalidad. En primer lugar estos autores, discuten
la idea tradicional de racionalidad asentada en el paradigma weberiano
en donde la racionalidad política es diferente a la racionalidad administrativa. De esta manera, el poder político marca las directrices políticas
(formulación de políticas públicas) y las agencias estatales por medio del
cumplimiento de normas y procedimientos legalmente instituidos llevan
a cabo la ejecución (implementación). Esta concepción dicotómica entre
política y administración, choca muchas veces con dos cuestiones: En
primer lugar, la baja productividad de muchas burocracias, ya que hay
muchas agencias que en principio no se ajustan al cumplimento de metas o producción de bienes y servicios públicos, y sin embargo presentan
una gran capacidad para mantenerse a lo largo del tiempo. En segundo
lugar, muchas veces las políticas públicas son redireccionadas desde las
agencias públicas desvirtuando la voluntad política, y presentando en los
términos de la visión dicotómica una “falta de racionalidad”. Así, estos
361.
autores sostienen que estas aparentes ausencias de racionalidad administrativa pueden explicarse porque opera una racionalidad diferente a
la que el paradigma tradicional postula, sino por lo que estos denominan
“crecimiento del poder burocrático”. En lo que respecta a las fuerzas
de seguridad el poder organizacional es un eje crítico para explicar su
comportamiento. Una de las principales características que revisten las
policías (y sobre todo las internas) es que se encargan de mantener la
estatalidad y asegurar un mínimo de cumplimiento del orden dentro de
un territorio determinado, en virtud de lo cual quitarles recursos ( y por
ende poder) es una maniobra muy peligrosa. A su vez, el medio que emplea también la hace muy sensible a su control, ya que reviste la función
de administrar la violencia dentro de una sociedad, o planteado de otro,
regularla. Así, esta falta de control permite que esta burocracia desarrolle intereses propios gestándose a una racionalidad maximizadora de
recursos, presupuesto y poder. El componente represivo que tienen las
policías es justamente que intentan erradican el empleo de la violencia
por parte los particulares mediante el uso de la fuerza legítima de carácter estatal. De esta manera, recortar poder y capacidades, implicaría
o podría ser argumentado por la institución como una causa de crecimiento del delito. Por otro lado, en el contexto actual la criminalidad y el
delito violento ha cobrado tal visibilidad y relevancia como cuestión socialmente problematizada (por motivos que hemos expuesto más arriba)
que cualquier intento de cercenar el poder burocrático en términos de
control y reducción de recursos es visto como una acción para “fomentar” o “tolerar” el delito. Así es como opera la fuente del poder burocrático de la policía: existe una coalición de intereses entre los medios de
comunicación que le coloca a la seguridad como cuestión urgente, por
un lado, y las agencia de seguridad que reclaman más recursos y menos
control para realizar su accionar, por otro. Este proceso refuerza y acrecienta el poder autónomo de las policías. El desplazamiento “conduce en
efecto, a un replanteamiento radical de la noción misma de instrumento
del Estado, aplicada a la policía. La noción de instrumento es falsamente
clara. Es ella la que está en el origen de la falsa instrumentalidad y la
autonomía. Los términos de ‘misión’ policial, si se hace a un lado sus
connotaciones morales marginales, y de ‘mandato’ no representan desventajas”17 (L’Heuillet, 2010: 45).
17 Ver L’Heuillet, Hélene (2010) Bajo política, alta policía. Prometeo, Buenos Aires.
362.
Existen además problemas importantes para la rendición de cuenta
por parte de las fuerzas policiales, dada la naturaleza de la actividad que
realizan y la relación inversa entre efectividad y publicidad de las acciones policiales. Por ende, el tipo de control se vincula necesariamente
con el diseño institucional de accountability frente a la ciudadanía y el
poder político. Quién debe realizar el control de las fuerzas policiales es
una de las preguntas centrales de este análisis. En lo que respecta al
control externo por parte de una agencia de contralor existen grandes
problemas, siendo el más corriente y tipificado la captura o penetración
burocrática del regulador. Por consiguiente, los modelos de control externo estatal suelen infructuosos, sobre todo en Estado débiles como los
latinoamericanos caracterizados por una ausencia de capacidades regulatorias y de contralor. En los últimos años se suele plantear la cuestión
de control comunitario de la policía, en donde conjuntos de ciudadanos
ejerzan tareas de contralor, participando por medio de consejos de vecinos. Las ventajas que reviste este tipo de modelo es que la problemática
de la seguridad se encuentra ubicada dentro de las principales problemáticas entre nuestros países, lo que genera incentivos positivos para la
participación y el compromiso de la sociedad. No obstante ello, existen
riesgos de participación más intensa en el proceso de actores con capacidad de presión (como grupos políticos, ONG’s, etc.) que en base a una
mayor capacidad organizativa puedan intervenir a su favor en el control
de los cuerpos policiales.
Otro tema central para analizar la relación entre el Estado y el accionar
policial en relación a la autonomía que estos cuerpos han estructurado a
lo largo de las últimas décadas, aun bajo regímenes democráticos, es la
relación entre “política” y “delito” que si bien se fortificó en las dictaduras militares, continuó mientras el Estado se retiraba de aspectos centrales de su intervención en la sociedad marcada por la implementación
de las políticas de corte neoliberal y neoconservador. Por esta razón, la
aparente “ausencia del Estado” puede esconder en el fondo una trama
de vinculación entre la propia política y el delito, el cual genera un sistema de financiación paralelo tanto del Estado como de las propias fuerzas
policiales. Esto a su vez se agrava bajo el desarrollo de los delitos transnacionalizados como el narcotráfico y la trata de personas. Comprender
estas relaciones aparentemente “ocultas” representa todo un desafío
tanto para la investigación científica como para la adopción e implementación efectiva de las políticas de seguridad pública y ciudadana en los
363.
marcos democráticos que hemos señalado oportunamente18.
La crisis de las agencias de inteligencia: un acercamiento al caso
argentino
Después de la II Guerra Mundial las agencias de inteligencia actuaron
como un verdadero ejército informal en medio de la “guerra fría”, violando todos los códigos y la soberanía de los países, cometiendo delitos
aberrantes en nombre de los principios que supuestamente se intentaban defender. El misterio, la incertidumbre y el anonimato escondían la
responsabilidad frente a crímenes, persecuciones políticas y golpes de
Estado. Los procesos de democratización y la globalización resultaron
impermeables frente a estas oscuras estructuras que se fueron volviendo obsoletas en un mundo cambiante y cruzado por una realidad de conflictos más esquivos y complejos.
En la Argentina la vieja Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) no
fue la excepción. Incapaz de dar cuenta de acciones criminales de gran
envergadura como los atentados a la embajada de Israel o la AMIA, involucrada en acciones dudosas como el posible pago de sobornos para la
sanción de leyes en el Senado, se fue volviendo una verdadera caja negra
de ineficacia y luchas internas entre facciones de espías.
En los últimos meses el gobierno argentino ha tomado un conjunto de
decisiones en materia de Inteligencia Nacional que significan una verdadera revolución democrática en la concepción y organización de una
de las estructuras más sensibles y oscuras de la dinámica estatal desde
sus orígenes en los comienzos de la modernidad. Basada en la “razón
de Estado” y estructurada en el concepto de “secreto” las acciones de
inteligencia se han desarrollado en los subterráneos de la política tanto
nacional como internacional. Como si fuera un agujero negro de la vida
política y social la inteligencia actuó de hecho a contramano de los valores democráticos y republicanos, aun en aquellos países que en apa18 En este sentido han sido fundamentales los aportes de Marcelo Sain. Ver al respecto: Saín,
Marcelo (2002) Seguridad, democracia y reforma del sistema policial en la Argentina. Fondo de Cultura
Económica, Buenos Aires.Saín, Marcelo (2004) Política, policía y delito. La red bonaerense. Capital
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riencia enarbolaban las banderas de los derechos humanos y la libertad.
Las repercusiones de la muerte del fiscal Alberto Nisman dieron lugar
a una rápida respuesta del gobierno produciendo una verdadera revolución copernicana en materia de inteligencia que ha pasado casi inadvertida por parte de la clase política, los académicos, y la prensa en general.
Con la creación de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) mediante la
ley 27.126 se profesionaliza, articula y controla el organismo más hermético y sombrío del Estado, una de las materias pendientes en la Argentina desde el comienzo de la democracia a fines de 1983. El pasaje
de la Dirección de Observaciones Judiciales al Ministerio Pública Fiscal
genera un enorme resguardo a los ciudadanos facilitando las tareas de
investigación judicial. La estructura orgánico-funcional de la agencia
junto a la Nueva Doctrina de Inteligencia Nacional reglamentadas con el
decreto 1311/2015.
De esta forma comienza en la Argentina una nueva faceta en la reforma estructural de los cuerpos burocráticos vinculados al ejercicio policial y de inteligencia que abre un nuevo camino lleno de incertidumbre
abriendo diversos interrogantes dada la experiencia “pendular” que ya
hemos mencionado.
Algunas conclusiones y desafíos.
A partir de la concepción de la seguridad pública adoptada nuestra visión de la formulación, adopción e implementación de la política del área
se basa, como hemos sostenido, en una serie de acuerdos políticos que
tienden a ir más allá de las coyunturas cotidianas y pretenden legitimar
el accionar de las decisiones de la cartera. La complejidad de las relaciones sociales en la actualidad hacen que los problemas vinculados con
la seguridad excedan el ámbito propio de lo tradicionalmente vinculado
a la misma y las prácticas policiales, lo que requiere una visión más amplia y “multi-agencial” desde el Estado y las decisiones que éste emana
como foco del poder político.
El Informe sobre seguridad ciudadana y derechos humanos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos establece: “1. el desarrollo
de una institucionalidad ministerial que dé lugar a la efectiva conducción
civil de la seguridad ciudadana, unto con un expreso control de los asuntos internos, carrera y procesos de evaluación y ascenso. 2. un proceso de
desarrollo de políticas confiables en materia de producción y acceso a la
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información en materia criminal. 3. la ampliación de la agende del sector
mediante el cambio paradigmático desde la concepción meramente policial de la seguridad hacia una mirada integradora sobre la multicausalidad de la fenomenología de la violencia y el delito y la multiagencialidad
de las respuestas. 4. un reconocimiento protagónico a la participación
ciudadana. 5. otros puntos que complementan al concepto de diez aspectos allí condensados involucran otras instancias de gobierno tales como
los referidos a las reformas en el ámbito del Ministerio Público Fiscal,
reconocimiento de derechos de víctimas y reformas judiciales”19.
La racionalidad y la eficiencia, muchas veces tienen que ver con ciertas demandas de la ciudadanía y de los medios de comunicación, que no
se basan en un planeamiento estratégico y una administración de recursos que ajuste acciones a resultados. Se puede advertir ello, por ejemplo
en los pedidos de las víctimas de delitos contra la propiedad que a través
de los medios masivos de comunicación solicitan a la conducción policial
“mayor presencia policial” en determinadas zonas que la vivencia cotidiana de los habitantes del vecindario califica como “inseguras” o con
alta tasa de delitos. Por consiguiente, existe una concepción en donde
es menester reforzar la prevención secundaria con una mayor presencia
policial de efectivos patrullando por las calles o parados en la esquina. Desde esta visión la sola presencia de la autoridad policial operaría
como un elemento disuasorio que aumentaría los costos a los eventuales delincuentes de realizar una maniobra delictiva. No obstante ello,
esta fuerte demanda que se encuentra muy anclada en el sentido común
de la ciudadanía no se basa en una evaluación diagnóstica de la situación
realizada con criterios científicos, sino que aparece como acción reactiva
a algún delito que ha ocurrido en un determinado punto de la ciudad y
a partir de ello se instala en la comarca el pedido de mayor patrullaje o
un policía parado en la esquina. Nadie duda que una mayor presencia
policial en las calles es un elemento importante de las políticas preventivas. No obstante ello, debemos asignar recursos (que en políticas públicas son siempre limitados –ya que ningún Estado puede atender todas
las cuestiones y con recursos ilimitados-) en base a criterios racionales
19 Ver Acuerdo para la Seguridad Democrática (2010) “Documento fundacional”. Disponible en
http://www.asd.org.ar/wp-content/uploads/2010/12/acuerdo_para_la_seguridad_democratica.pdf
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (2009): “Informe sobre seguridad ciudadana y
derechos humanos. Disponible en: www.cidh.org/countryrep/seguridad/seguridadindice.sp.htm Ministerio de Seguridad, República Argentina (2012) “El modelo argentino de Seguridad Democrática”.
Disponible en: http://www.minseg.gob.ar/modelo-argentino-de-seguridad-democr%C3%A1tica.
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para que puedan optimizar resultados. Un buen análisis de la situación
debe partir de un estudio de los recursos humanos existentes (su formación, experiencia, calificación, etc.), los recursos de infraestructura
presentes (armamento, móviles, dispositivos de comunicación, sistemas
computarizados, etc.) y el apoyo político de los gobernantes locales para
implementar políticas de seguridad. Así mismo, una correcta política
de seguridad pública debe tener varios niveles de articulación: nacional,
subnacional, distrital y jurisdiccional, como así también una articulación
a nivel internacional, principalmente para atender a la problemáticas de
los delitos complejos transnacionalizados.
En los últimos años se han logrado una serie de acuerdos y coincidencias básicos que permiten señalar un claro horizonte de sentido en
el trazado de las políticas de seguridad pública y ciudadana. En el amplio
espectro político de las fuerzas y partidos considerados “progresistas”
nadie pone en duda una visión integral de la seguridad basada en la plena
vigencia de los derechos humanos como así también en la importancia
de la formación y capacitación policial constantes bajo un accionar estructurado en normas claras y procedimientos standarizados ajustados
a derecho. Por otro lado la importancia de aplicar nuevas tecnologías
constituye una realidad en cualquier campo, sea la enseñanza, la medicina, o cualquier proceder que pretenda cambios en la sociedad; en este
sentido las prácticas policiales forman parte de la dinámica social. Otro
elemento sustantivo es el aspecto ético, que no debe opacarse frente a la
eficacia o al logro de objetivos de cierta materialidad; sin esta dimensión
el accionar público contra las prácticas delictivas carece de sentido.
Partiendo de estos logros y consensos es necesario la articulación de
una política pública entendida como una “política de Estado”, con una
debida planificación estratégica, lo que permita la implementación de un
“Plan de Seguridad Pública y Ciudadana” integral, con sus criterios de
monitoreo, control y evaluación, como así también con los mecanismos
de ajuste que toda política pública necesita para ser más efectiva y lograr
sus objetivos.
La investigación científica, tanto en materia de criminología como de
seguridad pública es fundamental para el proceso de decisión en la materia. No podemos planificar, adoptar ni implementar sin un conocimiento empírico fundado teóricamente. Aquí el trabajo tanto interdisciplinario
como “inter-agencial” es un insumo irrenunciable. Las carteras vincula367.
das a la seguridad, tanto a nivel nacional como provincial deben articular
programas de investigación junto a las universidades nacionales como
con diferentes centros especializados y organizaciones de la sociedad
civil. Debemos superar el efecto de la “criminología mediática” con un
conocimiento fundamentado, el cual no debe sólo quedar en manos de
los expertos y tomadores de decisión sino que debe divulgarse a la propia sociedad; lo que a su vez genera un efecto preventivo importante. El
miedo debe superarse con el saber.
El carácter federal de nuestro país requiere de una fuerte articulación
de las diferentes fuerzas policiales y de seguridad. Tanto la nación como
las provincias deben lograr metas comunes como también basarse en
criterios consensuados orientados por la ya mencionada plena vigencia de los derechos humanos. Los gobiernos provinciales deben también
asumir una clara “conducción política” de la seguridad pública y ciudadana asumiendo su responsabilidad y reduciendo la autonomía policial
a los aspectos operativos y propios de la profesionalidad de los agentes.
Las marchas y contramarchas adoptadas por algunas provincias han
sido un elemento negativo que debe encausarse.
El aparente “hiato” o “ausencia” de la presencia estatal debe preguntarse si ésta es un fenómeno profundo de la falta de “estatidad” o en el
fondo encubre los vínculos entre delito y política que condicionan negativamente toda política efectiva de un control político de las fuerzas
policiales junto a una reforma sostenida en el tiempo orientada por los
principios ya mencionados del “progresismo democrático”.
Los cambios sustantivos iniciados recientemente en materia de inteligencia bajo una nueva concepción tanto doctrinaria como organizacional
plantea un nuevo desafío, tanto político como científico-académico. Es
fundamental tomar esta cuestión también como una política de Estado
que requiere un control constante tanto de los cuerpos políticos como
de la sociedad civil dada las características particulares de las agencias
de inteligencia, su tendencia a la autonomización agudizada por la manipulación del “secreto” como un elemento esencial a su propia función.
Es justo señalar que en la última década se ha avanzado muchísimo en
la construcción del gobierno político de la seguridad pública y ciudadana.
De una autonomía casi total nos encontramos en un proceso de desarrollo con importantes logros. Un elemento fundamental es asumir la
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complejidad del fenómeno, lo que invariablemente nos llevará tanto a un
diagnóstico multicausal como así también al planteo de soluciones diversas y articuladas que irán construyendo sus logros de forma paulatina. Si
bien el horizonte se encuentra trazado es necesario profundizar las reformas policiales, generar nuevos parámetros en materia de inteligencia
criminal, investigación especializada y dar un tratamiento especial a la
criminalidad compleja, principalmente aquella que se encuentra trasnacionalizada. Por estas razones, la necesidad de construir el mencionado
diálogo fraterno no solo es una expresión de deseo sino un requerimiento
esencial para discernir adecuadamente no solo desde el plano cognitivo
sino también desde la propia praxis política teniendo en cuenta la complejidad de los problemas en cuestión y transformándose en uno de los
principales desafíos tanto para la Argentina como para la región.
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DIÁLOGO LATINOAMERICANO
APERTURA ARGENTINA
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