Domingo 7 de febrero, 2016 V domingo del Tiempo

Domingo 7 de febrero, 2016
V domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo C
“Cuando te llamé, me respondiste, y aumentaste mis fuerzas.” Salmo 138
Ven, Espíritu Santo,
para enseñarnos a orar
y saber decir “Jesús”;
proclamar su testimonio
con la palabra y la vida,
y para que grabes en nosotros
la imagen viva de Cristo.
Ven, Espíritu Santo,
Sé nuestro mejor perfume,
nuestra alegría secreta,
nuestra fuente inagotable,
nuestro sol y nuestra hoguera,
nuestro aliento y nuestro viento,
nuestro huésped y consejero.
Ven, Espíritu Santo.
Ven, Espíritu amigo. 1
Lucas 5, 1-11
1
En una ocasión, estando Jesús a orillas del Lago de Genesaret, se sentía apretujado por la multitud que quería oír el
mensaje de Dios. 2Jesús vio dos barcas en la playa. Los pescadores habían bajado de ellas a lavar sus redes. 3Jesús
subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la alejara un poco de la orilla. Luego se sentó en la barca, y
desde allí comenzó a enseñar a la gente. 4Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón:
—Lleva la barca a la parte honda del lago, y echen allí sus redes, para pescar.
5
Simón le contestó:
—Maestro, hemos estado trabajando toda la noche sin pescar nada; pero, ya que tú lo mandas, voy a echar las redes.
6
Cuando lo hicieron, recogieron tanto pescado que las redes se rompían. 7Entonces hicieron señas a sus compañeros
de la otra barca, para que fueran a ayudarlos. Ellos fueron, y llenaron tanto las dos barcas que les faltaba poco para
hundirse. 8Al ver esto, Simón Pedro se puso de rodillas delante de Jesús y le dijo:
—¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!
1
Quedan Muchos Muros – Oraciones Marianistas, pág 156
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9
Es que Simón y todos los demás estaban asustados por aquella gran pesca que habían hecho. 10También lo estaban
Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús le dijo a Simón:
—No tengas miedo; desde ahora vas a pescar hombres.
11
Entonces llevaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y se fueron con Jesús.
P. Daniel Kerber2
Algunas preguntas para una lectura atenta
¿Cómo se llama el lago en donde se encontraba la multitud y Jesús? ¿De quién era la barca en la que Jesús subió? ¿Qué
dijo Jesús a Pedro? ¿Qué dijo Pedro antes de hacer lo que Jesús hizo? ¿Qué hizo Pedro, al ver que las redes se
rompían? Según Jesús ¿Qué pescará ahora Pedro?
Algunas pistas para comprender el texto:
El relato de hoy forma parte de un conjunto de milagros que Jesús realiza entorno al lago de Genesaret.
Podemos distinguir tres partes en el texto. En la primera (vv. 1-3), la gente acude a Jesús para escuchar la Palabra de
Dios y él les predica desde la barca de Simón Pedro. En la segunda (vv. 4-7) se narra la pesca milagrosa y la tercera
(vv. 8-11) muestra la reacción de Simón y los hijos de Zebedeo, y cómo después de esto comienzan a seguir a Jesús.
A pesar de que recién comienza el ministerio de Jesús (ver Lc 4,16-30), la multitud ya lo busca para oír la Palabra de
Dios. Para la gente, Jesús es alguien en quien Dios se hace presente y que habla de parte de Dios, como si Dios mismo
hablara en él (cuando se habla de Dios aquí, tenemos que entender a Dios-Padre, todavía no se está aludiendo a Jesús
como Dios-Hijo). Jesús pide una barca para separarse un poco de la orilla para hacerse oír mejor por la multitud. El que
tiene una buena noticia para dar, busca los mejores medios para hacerlo.
Cuando terminó de hablar, Jesús pide a Simón que lleve la barca hacia lo hondo para pescar. El carpintero le dice al
pescador cómo hacer su tarea. Simón le presenta sus objeciones, pero confía y obedece: “porque tú lo mandas” o “en
tu palabra” voy a echar las redes. Los frutos de la confianza se hacen ver y las redes casi se rompen de peces. Esto
muestra que Jesús no es solo un carpintero, en él se revela Alguien más y por eso Pedro se turba y cae de rodillas ante
Jesús: “¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!” (v. 8).
Simón Pedro ante lo sucedido, reconoce la grandeza de Jesús y experimenta su pequeñez e indignidad ante él. Pero
esta grandeza no es para temer, por eso Jesús lo conforta: “no tengas miedo” (como ya le había dicho el ángel a
Zacarías (1,13) y a María (1,30) o a los pastores cuando el nacimiento de Jesús (2,10) o Jesús al Jefe de la sinagoga
cuando le pide por su hija (8,50), ver también 12,4.7.32). Y luego de confortarlo le indica una misión “desde ahora vas
a pescar hombres” (v.8). El experimentado pescador se va a convertir en “pescador de hombres”, pero en las palabras
de Jesús hay un matiz que es difícil mostrar en la traducción. Cuando habla de “pescadores” (v.2) se refiere a la
profesión de sacar los peces del mar para comerlos o venderlos. Sin embargo cuando Jesús dice que serán
2
Es presbítero de la Arquidiócesis de Montevideo, Uruguay, párroco de la Parroquia San Alejandro y San Pedro Claver. Trabaja también con Sociedades Bíblicas
Unidas como asesor para la traducción de la Biblia en lenguas indígenas. Fue auditor en el Sínodo de los Obispos sobre La Palabra de Dios en la vida y misión de
la Iglesia (2008). Es miembro del equipo de apoyo de la escuela bíblica del CEBITEPAL- CELAM.
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“pescadores de hombres” no utiliza la misma palabra, sino una que significa literalmente “recoger vivos”, es decir, la
misión que Jesús le indica es una misión para la vida.
La reacción de los pescadores es breve y elocuente “lo dejaron todo y se fueron con Jesús”, (v. 11) es decir,
comenzaron a ser discípulos.
Para este domingo, el evangelio nos invita a fundar nuestra misión evangelizadora sobre la palabra el Señor. El Papa
Francisco nos presenta una bella meditación:
“Volvamos a la escena del Evangelio: Pedro, en ese momento crítico, se juega a sí mismo. ¿Qué habría podido hacer?
Podría haber dejado lugar al cansancio y a la desconfianza, pensando que es inútil y que es mejor retirarse e ir a casa.
En cambio, ¿qué hace? Con valor, sale de sí mismo y elige fiarse de Jesús. Dice: «Bah, está bien: Por tu palabra, echaré
las redes». ¡Atención! No dice: con mis fuerzas, con mis cálculos, con mi experiencia de experto pescador, sino «por tu
palabra», por la palabra de Jesús. Y el resultado es una pesca increíble, las redes se llenaron, en tal medida que casi se
rompieron.
Fiarse de Jesús. El Señor está siempre con nosotros. Viene a la orilla del mar de nuestra vida, se hace cercano a
nuestros fracasos, a nuestra fragilidad, a nuestros pecados, para transformarlos. No dejen nunca de volver a ponerse
en juego, como buenos deportistas —algunos de ustedes lo saben bien por experiencia— que saben afrontar el
cansancio del entrenamiento para alcanzar los resultados. Las dificultades no deben asustarles, sino impulsarles a ir
más allá. Sientan dirigidas a ustedes las palabras de Jesús. Sean cada vez más dóciles a la Palabra del Señor: es Él, es su
Palabra, es el seguimiento lo que hace fructuoso su compromiso de testimonio. Cuando los esfuerzos para despertar la
fe entre sus amigos parecen inútiles, como la fatiga nocturna de los pescadores, recuerden que con Jesús todo cambia.
La Palabra del Señor llenó las redes, y la Palabra del Señor hace eficaz el trabajo misionero de los discípulos. Seguir a
Jesús es comprometedor, quiere decir no contentarse con pequeñas metas, con pequeño cabotaje, sino apuntar alto
con valentía.
No es bueno —no es bueno— detenerse en el « hemos estado trabajando toda la noche sin pescar nada », sino ir más
allá, ir a « la parte honda del lago, y echar allí sus redes, para pescar» de nuevo, sin cansarnos. Jesús lo repite a cada
uno de ustedes. Y es Él quien dará la fuerza. Existe la amenaza del lamento, de la resignación. Esto lo dejamos para
aquellos que siguen a la «diosa lamentación». Ustedes, ¿siguen a la «diosa lamentación»? ¿Se lamentan continuamente,
como en una velada fúnebre? No, los jóvenes no pueden hacer eso. La «diosa lamentación» es un engaño: te hace
tomar la senda equivocada. Cuando todo parece paralizado y estancado, cuando los problemas personales nos
inquietan, los malestares sociales no encuentran las debidas respuestas, no es bueno darse por vencido”.3
Sigamos nuestra meditación con estas preguntas:
¿Hago las cosas con mis propias fuerzas? ¿Confío mis cargas, frustraciones o preocupaciones al Señor? ¿Qué sientes
cuando el Señor te dice: Desde ahora vas a pescar hombres? ¿Siento que mis esfuerzos de evangelización no dan
resultado? ¿Creo decididamente que con Jesús, todo es más fácil?
3
Papa Francisco, Visita pastoral a Cagliari – Septiembre 2013
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Ayúdanos Señor
a ser tus discípulos
con alegría y fidelidad.
Abre nuestro corazón
a tu palabra,
abre nuestra mirada
para ver desde Dios la vida,
la historia,
el sufrimiento de tantos,
los compromisos y las opciones
que puedan recrear tu camino
en el aquí y ahora
de nuestros días”. 4
Señor, “Ya que tú lo mandas, voy a echar las redes”
Oraré cada día por mi párroco y por todos los que trabajan apostólicamente en mi parroquia para que el Señor los
mantenga fieles y alegres en su servicio.
“La fe hace posible lo que por razón natural no lo es.”
Santa Teresa de Jesús
4
Tomado de: Ser Discipulo por Marcelo A. Murúa
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