Construyendo el Espacio Público: La Legitimación Social

Construyendo el Espacio Público: La Legitimación Social de los Poderes
Gubernamentales en Cuernavaca
Carla Alexandra Filipe Narciso, [email protected] 1
Resumen
La abstracción conceptual con lo cual la discusión del espacio público ha sido
conducida actualmente, ha generado diversas ambigüedades en la forma de entender
pero también de ocultar lo que el mismo representa a la escala de ciudad. La forma
como este se ha definido y territorializado ha estado determinada y condicionada a
través de objetivos impuestos por los poderes hegemónicos que adoptan su titularidad
a necesidades propias, desplegadas en discursos donde imperan términos como
revitalización, reconversión y rescate, planteados como la posibilidad de “recuperación
del tejido social”. Sin embargo este tipo de intervenciones han generado diversos
conflictos, por los múltiples intereses que en ellas convergen y que plantean nuevas
interrogantes de análisis. Así, el presente trabajo tiene como objetivo analizar cómo se
expresa territorialmente las diferentes estrategias de poder en una política de espacio
público, así como las contradicciones y agentes en la Ciudad de Cuernavaca.
Palabras-clave: espacio público, legitimización social, poder político.
Abstract
The conceptual abstraction, with which the discussion of public space has now been
conducted, has generated a number of ambiguities in the understanding but also to hide
what it represents to the city level. The way this has been defined and regionalized been
determined and shaped by objectives imposed by the hegemonic powers to adopt their
own needs ownership, where prevailing discourse deployed in terms revitalization,
restructuring and rescue, raised the possibility of " recovery of the social fabric. " But
such interventions have generated various conflicts, by the multiple interests converge
on them and posed new questions of analysis. Thus, this paper aims to analyze how the
1
Doctora en Urbanismo, Centro de Investigación en Arquitectura, Urbanismo y Paisaje (CIAUP)- Facultad
de Arquitectura-Universidad Nacional Autónoma de México.
1
different strategies expressed territorially power in a public space policy and the
contradictions and agents in the Cuernavaca city.
Key-words: public space, social legitimization, political power.
1. El espacio público y los otros
Históricamente, el espacio público se ha construido como un elemento de importancia
extrema en la organización formal y funcional de las ciudades, actuando como un
mecanismo que permite identificar y caracterizar el entorno físico y social.
No obstante, pensar el espacio público a la escala de la ciudad nos remite a los
diversos cambios globales que éstas han experimentado y que han generado, desde
diferentes
latitudes
geográficas,
nuevas
actitudes
en
su
comprensión.
La
transformación de su estructura económica y social, su organización espacial y su
configuración formal empiezan a diferenciar y a marcar la producción de nuevas
territorialidades a partir de visiones antagónicas entre los agentes institucionales, los
agentes privados y los ciudadanos.
En este contexto de cambio, el espacio público como componente ideológico primordial
del urbano empieza, especialmente a partir de los años setenta, a ser un elemento de
discusión en los estudios urbanos desde la perspectiva de diversas ciencias sociales
destacando la sociología, la geografía, la antropología y el urbanismo, al ser tomado
como un componente urbano capaz de sostener o desencadenar otros procesos
económicos y culturales (Portas, 2003), al mismo tiempo que un elemento que permite
entender la metrópoli contemporánea (Duhau y Giglia, 2008) a partir del análisis de su
uso, forma y estructura.
A raíz del persistente debate que se ha generado, parece ser que estamos frente a un
espacio público con “nuevos” significados –político, ideológico, social y estructural–,
pensado como un recurso, un producto y como una práctica (cotidiana, política,
simbólica). Sin embargo, el envanecimiento que se ha reproducido de forma persistente
se ha desarrollado al margen de una conceptualización práctica –un abordaje del lugar–
y de las relaciones de poder, asumiéndose como una realidad dada, incuestionable, es
decir, como un espacio absoluto.
2
En este contexto cabe reflexionar que tanto este concepto puede hacer referencia a los
diferentes procesos por los cuales las ciudades en América Latina han sido blanco, y la
intencionalidad con que su conceptualización ha sido trasladada, porque hoy el espacio
público es más que nunca un concepto político y hegemónico.
2. La función subjetiva del espacio público
Los principios generales de construcción del espacio público idealizados por la
modernidad, como su función social y la generación de ciudadanía entre otras, son
elementos que siguen caracterizando y reproduciendo el espacio público en la
actualidad aunque con resultados distintos a los que les dieron origen. Por un lado, el
proceso de higienización de las ciudades fue una constante que las cambió en todo el
mundo, pero se implementó de manera diferencial en escalas y contextos geográficos
específicos, ya que en las grandes ciudades el espacio público se convirtió en el
“resultado” de un urbanismo espectacular, ostentado en obras magnificentes que
procuraron incorporarlas en el mercado global, atraer inversión y obedecer a los
imaginarios idílicos de las clases medias y altas, y en otras “pequeños arreglos
paisajísticos”. Sobre todo en las áreas de ingresos medios/altos que distan mucho de
integrarse dentro de planes de desarrollo urbano coherentes, específicos y con una
visión de ciudad a diferentes escalas.
Por otro lado, otra forma de expresión de este tipo de urbanismo fue la proliferación de
espacios comerciales, tipo malls y grandes plazas, lo cual ha sido motivo de estudio de
diversos académicos, quienes han puesto atención en las consecuencias urbanas y
culturales que éstos han tenido (López Levi, 1997; Cornejo, 2006, 2007; Hiernaux,
2000; Ramírez Kuri, 1993; Caprón, 1997).
¿Pero será realmente que fueran estas nuevas formas urbanas que han llevado a la
desaparición del espacio público y la privatización de la sociabilización que perduraba
en la modernidad?
Tomando como objeto de estudio la Ciudad de Cuernavaca, hablar de espacio público
de la modernidad (a finales del siglo XIX, principios del siglo XX) es hacer referencia a
un espacio que ha sido construido por las clases hegemónicas para su proprio
usufructo, a partir de las tipologías tradicionales como son el jardín, la plaza y el parque.
3
Estos espacios cumplían las funciones de recreo, esparcimiento, ver y ser visto, de
encuentro entre agentes de igual condición o clase social, marcadamente homogéneos
en intereses, gustos, expresiones y tradiciones culturales. En ellos, las clases bajas no
tenían cabida y los espacios destinados a ellas cumplían con funciones diferentes de
los de clase alta, lo que lleva a cuestionar la existencia de un espacio público de
integración social o, incluso, de un espacio público como tal.
Autores como Sennett (1978) ya tejía esta crítica al espacio público de la modernidad
(en sí), cuyas intervenciones denotaban más el proceso de diferenciación social, en lo
cual el autor ya previa la tan aclamada “muerte” del espacio público. Así parece que los
discursos actuales de una “muerte” y/o “crisis” del espacio público (Borja, 2005), deben
ser revisados, ya que los mismos apuntan que esa “muerte” es consecuencia de una
política neoliberal de privatización del espacio, plasmado sobre todo en centros
comerciales y condominios privados que destruyen los lazos de sociabilidad y
ciudadanía. Retomando a Sennett (1978) lo que podemos averiguar es que antes del
neoliberalismo el espacio público ya había “muerto”, porque las mismas características
que lo definían, lo limitaban a ciertos grupos.
Ejemplo de eso, y como ya lo hemos visto, es el caso de Cuernavaca, ya que el espacio
público tradicional de la modernidad era para las clases hegemónicas, las cuales con la
revolución zapatista trasladaron las funciones tradicionales de los espacios públicos al
ámbito privado –como la casa o el club– mucho antes de que surgieran los centros
comerciales. Lo que consideramos pertinente considerar, es que el neoliberalismo
indujo un nuevo análisis al espacio público, ya sea a partir de otros nuevos que surgen;
de la resignificación de los tradicionales, o bien, como un concepto políticamente
estratégico e ideológico.
Y hoy más que una práctica, el espacio público, se ha convertido en una categoría de
moda de los gobiernos locales y estales, sobre todo en América Latina, transfigurado en
sinónimo de inversión y captación de fondos, lo que define Harvey (1989) como
empresarialismo urbano. Sin embargo, los resultados que se tienen de la intervención
estatal en la organización y transformación de los espacios públicos son similares a los
que se tuvieron en la modernidad, ya que ha redundado en un incremento de las
diferencias sociales en las ciudades. Autores como Harvey (1989) y Brenner (2002)
4
critican este nuevo urbanismo como una forma de acumulación de capital, pero que, de
nuevo, no tiene mucho eco, ya que se sigue reproduciendo los mismos ideales de las
propuestas de Haussaman, beneficiando a las clases altas y medias pero no así a los
desposeídos.
En este proceso de reproducción del espacio público, el Estado dispone de los
gobiernos locales como una forma de actuar directa e indirectamente para producir en
la ciudad una diferenciación social y una jerarquización de lugares, “(…) creando
nuevas centralidades y expulsando para la periferia los antiguos habitantes,
estableciendo un espacio de dominación” (Carlos, 2001: 15). En esta tarea donde el
Estado delega a los municipios la transformación y construcción de los espacios
públicos, estos últimos se aprovechan y, conscientes de sus limitantes, empiezan a
mostrar y mezclar intereses públicos y privados –que puede ir desde los del propio
presidente municipal o de cualquier funcionario público responsable, los de agentes
privados, a los de grupos sociales hegemónicos que en ocasiones entran en conflicto
con los del resto de la población.
El conflicto se abre ya que los agentes privados están orientados por sus intereses
particulares, saben bien lo que quieren, el problema está en el sector público que no fija
condiciones mínimas que garanticen resultados favorables al interés colectivo, no
puede mediar entre distintas visiones y establecer compromisos equitativos. La
introducción del pensamiento estratégico y empresarial a la esfera de la administración
urbana, donde consultores “estrategas” difunden la propuesta de utilizar características
del paisaje urbano como uno de los principales triunfos en la competencia por recursos
e inversiones, se vuelve la base de prácticas y discursos donde las condiciones
“desfavorables” del paisaje urbano –como favelas o áreas degradadas– pasan a ser
blanco de propuestas de “revitalización” meramente estéticas o, peor que eso,
aparecen expuestas como puntos de atracción turística (Vainer, 2002). La
administración municipal se relaciona con la ciudad reinventando, estratégicamente,
“productos–paisaje”, promovidos en forma de imágenes porque es ésta la simbiosis de
la imagen y del producto que caracteriza la ciudad–empresa–cultural y está en
vinculación estrecha con los intereses técnicos que las promueven. El sector público
muchas veces se olvida de su función y de beneficio para la población
5
independientemente de la clase social a la cual pertenezca y cede a presiones
económicas y a intereses otros para orientar las acciones de desarrollo urbano.
Estas políticas, intervenciones e imaginarios de la clase política apuestan a la imagen
que pueden crear de la ciudad, lo que representa una negación de los intereses
relativamente a las necesidades de algunos ciudadanos, ya que los espacios creados a
través de las estrategias de renovación urbana se han concebido al margen de los
mismos, haciendo que muchas personas no los usen, ni generen identidad alguna con
ellos. Al mismo tiempo parece reducir los lazos de sociabilidad, de integración social, de
no identificación de los habitantes con su entorno, y pueden generar en ocasiones su
abandono y ausencia de generación de ciudadanía porque al contrario de lo que dice
que generará convivencia y uso del espacio con identidad, las personas se encierran en
el ámbito doméstico, o bien en el de los espacios privados, como centros comerciales.
Pero, ¿hasta qué punto es correcta esta afirmación?, ¿se ha abandonado el Zócalo de
Cuernavaca, o el Jardín San Juan, o el Jardín Juárez? Parece que no e incluso en un
clima de tanta violencia que vive la ciudad de Cuernavaca habría muchas razones para
que se generara este retraimiento de los ciudadanos hacia a los espacios públicos, pero
los espacios siguen vivos, usados, transformados y apropiados por la gente.
Esta realidad se contrasta con lo que define Augé (2005) de los espacios de transito
caracterizados por el autor como no lugares que retoma Carrión (2007) y
considerándolos dentro de las nuevas corrientes de la urbanización en América Latina;
la plaza, se dice, ha perdido funcionalidad y, con ello, estamos viviendo su forzosa
desaparición. De espacio estructurante ha pasado a ser un espacio estructurado,
residual o marginal o, incluso, a desaparecer por la pérdida de sus funciones o por la
sustitución por otros espacios más “funcionales”, en términos de reproducción del
capital, como serian para el urbanismo actual el centro comercial o el club social. El
autor comenta entonces, que cumplen la función de no lugares, pues son sólo lugares
de paso. En este punto la posición de Carrión (2007) resulta cuestionable porque aun
siendo de paso, esos espacios públicos cumplen otras funciones, además de ser
construcciones históricas, de múltiples funciones y agentes cambiantes a través del
tiempo.
6
Pensando en el Zócalo de Cuernavaca: es un espacio para estar, donde se multiplican
las funciones, tales como el descanso, paso, cruce, encuentro, comercio, muestras
culturales (tales como música, teatro, pintura), comer, manifestaciones políticas y
sociales entre otras, y las experiencias entre similares, ya que la mayoría de sus
usuarios son de clase popular. Se unen así los discursos de un ideal abstracto a la
práctica fragmentada, o sea, al tomarse el espacio público como un elemento tan
importante en la reestructuración urbana y social de las ciudades, pero que está en
declino, se validan y legitiman modelos y políticas de intervención, pero que no hacen
otra cosa que dividir aún más las ciudades y aumentar las desigualdades sociales. O
como comenta Smith (2005), estés modelos han aumentado significativamente, a través
de las nuevas formas urbanas que generaran e incrementan las desigualdades y
disparidades entre la sociedad y las bifurcaciones extremas entre la riqueza y la
pobreza. Tenemos así una combinación de intereses estimulada por el concepto de city
marketing o marketing urbano, que surge de un nuevo sistema de políticas públicas que
se adoptó en varias ciudades y que pretende promoverlas a nivel local, regional y
global, acorde con bases estratégicas del planeamiento urbano que tiene a implantarlo
y promoverlo. Hubo un refuerzo de la imagen de vitalidad urbana alcanzado a través de
obras de construcción de nuevas infraestructuras pretenciosas que reconcilian o
intentan reconciliar las debilidades y las fragilidades de las ciudades, dentro de una
lógica que responde a lo que se definió como sociedad del espectáculo (Debord, 1971).
De este modo, hacer ciudad se convirtió en un acto electoral desmedido, sustentado en
políticas de urbanización de índole meramente especulativa, sirviendo a las
necesidades de agentes transnacionales y locales que cumplen el papel de “amantes
pasivos” (Martínez, 2003). Pero esta afirmación de Martínez también se aplica a una
ciudad como Cuernavaca, aun cuando las políticas de urbanización tienen otra escala.
¿Qué hace la diferencia entre las intervenciones realizadas en diferentes ciudades?
Obviamente existen matices diferenciados que dependen de la historia, de las
características de cada ciudad y el entorno en el cual se han desarrollado, pero la ideología
a través de la cual se transforman es muy similar. Dentro de esos matices cabe señalar los
usos del espacio, que cambian consonante la tipología. Aun cuando hablamos de contextos
y escalas tan diferentes, existen cosas que unen los espacios y las políticas de intervención:
7
idealización de lo bello, la tendencia a sacar a los feos y sucios de los espacios centrales o
principales de la ciudad, vislumbrar los imaginarios de las clases media y alta y que
cualquier ciudad en el marco de la competitividad global debe tener una marca global, más
que desarrollar una identidad propia a través de la creatividad o de los artistas que trabajan
localmente.
Algunos autores tejen fuertes críticas a estas intervenciones de los espacios públicos de las
ciudades como es el caso de Harvey (1989), Smith (2005), Davis (1992), De Mattos (2007),
Duhau y Giglia (2008) entre otros, ya que argumentan que la ciudad se vuelve una
mercancía para el consumo de pocos al mismo tiempo que excluye a los más
desfavorecidos. Por otro lado, algunos autores argumentan que con estas intervenciones la
ciudad pierde su significado historicista, los lugares ganan nuevas identidades, incluyendo el
propio concepto de lugar, que pasa a tener alguna resistencia frente a su identidad, pues,
como refiere Castells (1996), surge una nueva espacialidad donde los espacios de flujos
predominan sobre los espacios de lugares, alterando su forma, función y significado.
Aunque puede ser cuestionable la visión de Castells, porque no creemos que haya una
predominancia de los espacios de flujos, lo que si es cierto es que los lugares se
resignifican, se refuncionalizan, pero no pierden su característica de espacios de lugares.
Esa refuncionalización y resignificado es consecuencia de procesos dinámicos y
dialécticos que se dan al interior de las ciudades, considerados como construcciones
efímeras que se disuelven con la acción del mercado y que se van materializando en
las ciudades. Los dispositivos de control son cada vez más sutiles y menos evidentes,
activan este conjunto de principios que permean por todos los espacios, desfiguran lo
“nuevo” e influencian las estructuras sociales. Nos preguntamos, ¿Cómo se ha
plasmado territorialmente en la Ciudad de Cuernavaca estos discursos y cuales las
consecuencias socio-urbanas de los mismos?
3. La ideología del “todo” y la práctica de “algunos en Cuernavaca
La forma en cómo se espacializó este nuevo orden económico tuvo diferentes
expresiones, pero en el caso que nos ocupa nos centraremos en el ejemplo concreto
del “programa de embellecimiento del paisaje urbano” que se llevó a cabo en la Ciudad
de Cuernavaca. El ayuntamiento encabezado por el entonces alcalde del PRI Manuel
8
Martínez Garrigós, generador del proyecto, contrajo un préstamo bancario de 600
millones de pesos con el objetivo de impulsar la ciudad a la “modernidad y desarrollo”.
De acuerdo a las palabras del alcalde: “esta política pública dirigida a embellecer la
imagen urbana no sólo ha permitido mejorar el entorno, sino que además se ha sumado
a la generación de empleos, la atracción del turismo y el desarrollo económico del
municipio”2. El mismo, reforzó la idea en la inauguración de otra obra, que las más de
30 obras realizadas en el programa de embellecimiento de la ciudad tienen beneficios
integrales tales como brindar a la población espacios dignos para la convivencia social,
evitar el ocio y conductas antisociales, pero, además, atraer al turismo y generar el
desarrollo de la economía local”3.
Sin embargo, las obras llevadas a cabo en su mayoría, fueran establecidas en las
principales calles de la ciudad y en las zonas de ingresos medios/altos, como en el caso
de Paloma de la Paz, Avenida Domingo Diez, Teopanzolco, Díaz Ordaz, Poder
Legislativo y Avenida Reforma4.
Fig. 1. Parque Lineal Reforma
Fig. 2. Paloma de la Paz
Fuente: Autora
Fuente: Autora
2
“Avanza Cuernavaca hacia la modernidad y el desarrollo: MMG” Posteado Jun 18, 2011. La Unión de
Morelos.
3
http://morelosdiario.com/index.php/destacamos/298–cuernavaca–tiene–imagen–digna–gracias–al–
gobierno–municipal–.html
4
La construcción del mapa todavía no está completa ya que no existen valores de ingreso per cápita y
los índices agregados de marginalidad no dicen mucho en relación a las diferentes zonas. Se tendrá que
desagregar los datos para poder construir, con las variables, conjuntos con parámetros similares para
poder determinar las diferencias socioeconómicas.
9
Se identificaran también proyectos como la pavimentación de Avenida Morelos y el
distribuidor vial Emiliano Zapata. Curiosamente, un elemento que es importante
destacar es que se intentó reproducir la misma imagen en algunas zonas populares
(una escala micro) como Lomas de Ahuatlán y Ocotepec, pues de alguna forma hay un
interés en controlar socialmente a los habitantes de estas áreas que, al creer que
participan de los mismos beneficios, le dan el apoyo político al alcalde que en ese
momento buscaba la gobernatura del Estado y los “tenía de su lado”. Como podemos
observar, una característica de este tipo de “programa” es la homogeneización del
espacio, a través de una reproducción de la misma imagen en los diferentes espacios
que fueran objeto de intervención, es decir, también se intentó reproducir en zonas
como Ocotepec y Amatitlan, no como una forma de cohesión, sino que contrariamente
fomentara las diferencias sociales en un marco ideológico de participación igualitaria.
Esta ocurrencia nos remite al trabajo de Pradilla (1995) que explica cómo el proceso de
homogenización es el “momento perfecto” de la acumulación capitalista. Harvey (1992)
a su vez afirma que la “necesidad de un nuevo modelo de gestión del territorio que
fuera eficiente (en los moldes de la acumulación del capital) en propiciar el bien–estar
social y este, a su vez, dentro de los principios de la igualdad, encontró en la
homogeneización del espacio el único medio de ejercer sobre él, el control, y luego de
alcanzar tales objetivos”. Lo que estas intervenciones hicieron fue acentuar las
desigualdades y disparidades entre la sociedad y las bifurcaciones extremas entre la
riqueza y la pobreza (Harvey y Smith, 2005).
Sin embargo, en las zonas populares existe la intención de que los mismos agentes
crean que participan en el mismo proceso de integración social, que no es cierto.
Estamos hablando de escalas distintas y, por otro lado, es solamente una forma de
controlar la gente, a la cual se suma las fiestas de inauguración de estos espacios
donde se les ofrece comida y música. A este fenómeno podemos agregar lo que
Delgado (2011) define de aceleración-intensificación (concentración), que pasa por el
reconocimiento de las relaciones cotidianas entre personas socialmente homogéneas
para llevarlas a hacer lo mismo, en un mismo momento y lugar, en función de unos
mismos objetivos compartidos – en eso consiste básicamente toda movilización – es la
10
consecuencia directa de un hecho físico simple, pero estratégico, de copresencia y la
existencia de un nicho de interacción permanentemente activo o activable.
Fig. 3. Inauguración de la glorieta en
Lomas de Ahuatlán
Fig. 4. Inauguración del distribuidor
vial Emiliano Zapata
Fuente:
http://launion.com.mx/index.php?option=com_k2
&view=item&id=21398:tiene–cuernavaca–
imagen–digna–gracias–al–trabajo–del–gobierno–
municipal–ciudadanos&Itemid=8
Fuente:
http://launion.com.mx/index.php?option=com_
k2&view=item&id=21398:tiene–cuernavaca–
imagen–digna–gracias–al–trabajo–del–
gobierno–municipal–ciudadanos&Itemid=8
Parece ser que el espacio público se ha convertido en un contenedor político, una
forma de control social, un producto social de un modo especifico de producción de
agentes políticos, marcado por la estructuración económica que es característica del
capitalismo neoliberal, particularmente condicionado por un régimen de acumulación de
capital más flexible que le es subsidiario.
Pero este modelo de crecimiento apoyado en las intervenciones en el espacio público
(ya sea en sus diferentes matices) tuvo un principio fundamental establecido sobre todo
en una construcción de la forma sobre la función en estrecha conexión con discursos
ideológicos.
Es correcto cuando Brenner et al. (2009) refiere que las ciudades se
convirtieron en los blancos de las políticas neoliberales también a partir del marketing
territorial, del surgimiento de zonas empresariales, con la reducción de los impuestos
locales (el caso del impuesto predial en Cuernavaca), con las corporaciones público–
privadas y las nuevas formas de promoción local. De esta última, el programa de
embellecimiento parece ser un ejemplo claro, sobre todo con una de las últimas
intervenciones la “Fuente de la eterna primavera y sus cinco musas” de Ponzanelli en la
11
Avenida Teopanzolco. El día de la inauguración, el discurso del nuevo alcalde Sánchez
Gatica hacía referencia al hecho de que la fuente “será un símbolo que ha de fungir no
solamente como referencia, sino como un ícono más que distinguirá a nuestra tibia y
bella Cuernavaca, para deleite y admiración de nuestros habitantes y visitantes, que en
conjunto con la riqueza de este municipio continuará situando a la ciudad de la eterna
primavera como un símbolo emblemático a nivel mundial"5.Según el diseñador y
arquitecto de la obra Carlos Benítez Fuentes, "Cuernavaca no es la excepción en
cuanto a la necesidad de contar con espacios dignos de convivencia social. El
programa de mejora de la imagen urbana de Cuernavaca, ha logrado este objetivo y si
hoy involucramos a las bellas artes como elemento significativo, definiéndolas como un
fenómeno social, un medio de comunicación, una necesidad del ser humano de
expresarse y comunicarse mediante formas, colores, sonidos y movimientos, logramos
una simbiosis de estas bellas artes, la arquitectura y la escultura", señaló.6
Los discursos ensamblan una priorización del agente, alegando siempre la idea de una
integración social y de que lo que se hace es pensado en la “ciudadanía” y en la
mejoría de las condiciones de vida de la misma. Pero no deja de ser curiosa la forma en
que los discursos se antagonizan entre forma, función, estructura e ideología política.
En este sentido no podemos dejar de mencionar Smith (2005): estas intervenciones
neoliberales en la ciudad son definidas como la nueva concatenación de funciones y
actividades urbanas que no tienen sólo como objetivo cambiar el maquillaje de la
ciudad, sino su propia definición de qué constituye, literalmente la dimensión urbana y
el espacio público.
4. El espacio público a reflexión
El espacio público de Cuernavaca se ha convertido en un contenedor político y un
mecanismo de control social, marcado por un régimen de acumulación de capital más
flexible característico del capitalismo neoliberal. La administración municipal se ha
relacionado con la ciudad reinventando, estratégicamente, “productos-paisaje”,
5
http://www.stereomundo.com.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=20869:inauguran–la–
fuente–de–la–eterna–primavera–y–sus–cinco–musas–en–la–avenida–teopanzolco–
&catid=81:cuernavaca&Itemid=458
6
Ídem.
12
promovidos a partir de imágenes y símbolos como un producto que caracteriza la
ciudad-empresa-cultura en que el poder político, los agentes privados y los técnicos
trabajan de común acuerdo para beneficio propio. El “tratamiento” que se le ha dado, ha
estado enmarcado en modelos importados (“globales”) de intervención localizados e
instrumentalizados en “grandes iniciativas de reconversión urbana, como una forma de
hacerlas apetecibles para la especulación, el turismo y las demandas institucionales en
materia de legitimidad” (Delgado, 2011:9). Aun cuando hablamos de contextos y escalas
tan diferentes, existen cosas que unen los espacios y las políticas de intervención:
idealización de lo bello, sacar a los feos y sucios de los espacios centrales o principales de
la ciudad, vislumbrar los imaginarios de las clases media y alta y que cualquier ciudad en el
marco de la competitividad global debe tener una marca global, ella sea un Botero o un
Ponzanelli. Estos modelos de intervención han aumentado, a través de las nuevas formas
urbanas que generó, las desigualdades y disparidades entre la sociedad y las
bifurcaciones extremas entre la riqueza y la pobreza (Smith, 2005). De este modo,
hacer ciudad se convirtió en un acto electoral desmedido, sustentado en políticas de
urbanización de índole meramente especulativa, sirviendo a las necesidades de
agentes transnacionales y locales que cumplen el papel de “amantes pasivos”
(Martínez, 2003). Estas intervenciones basadas en lo imaginarios de las clases
políticas, representa una alienación de los mismos relativamente a las necesidades de
los ciudadanos, ya que los espacios creados a través de las estrategias de renovación
urbana, se han concebido al margen de los mismos, haciendo que muchas personas no
los usen, hasta porque en muchos caso la tipología no lo permite o las barreras sociales
a ellos asociadas. Se reconoce así un ideal de espacio público reapropiado a partir de
discursos ideológicos, como potenciador de derechos igualitarios, haciendo creer que
en él se funden las desigualdades y asimetrías sociales, donde todos participan por
igual, cuando en realidad lo que presenciamos es el proceso inverso.
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