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Año XVI – N° 03 – 13 de Diciembre del 2015
EL
DOMINGO
día del Señor
III Domingo
de Adviento
Ciclo “C”
«Jesús, quien no vino como un general del ejército o un gobernante potente, sino
“como un brote”, un vástago humilde y manso que “ha venido para los humildes,
para los mansos, a traer la salvación a los enfermos, a los pobres, a los oprimidos”».
(Papa Francisco, Santa Marta, 02.12.14)
EL ANUNCIO DEL EVANGELIO ES SIEMPRE
FUENTE DE ALEGRÍA
Estar alegres porque el Señor está cerca es un
mensaje presente en la liturgia de la Palabra del
día de hoy. La cercanía del Señor es motivo de
alegría pues la presencia del Señor es salvación.
El cristiano que ha entendido la condición que
le ha sido dada en el bautismo y, ayudado por la
gracia divina, intenta vivir coherentemente, no
se asusta en absoluto ante la
llegada del Señor como Juez,
pues quien llega es el Salvador que trae recompensa para
quienes son fieles. Por eso surge la alegría. La verdadera alegría cristiana no es evasión de
responsabilidades ni se condice con una actitud de inmadurez. Lleva, más bien, a ser
profundamente responsable;
en tal sentido el cristiano que
busca la alegría debe hacerse una pregunta importante,
la misma que hacían a Juan el
Bautista luego de oír su invitación a la conversión: «¿Entonces, qué hacemos?».
Es la pregunta que cada uno de nosotros podríamos plantearle al Señor. Y la respuesta que
llegará a nuestra conciencia, que es la voz de
Dios, seguramente no diferirá mucho de lo que
el Bautista respondía. Tres respuestas daba Juan
que podríamos resumirlas en actitudes concretas: compartir con el hermano necesitado, ser
justos, no aprovecharse de los demás abusando
de ellos. Es el amor al prójimo que lleva al respeto y consideración del otro, al compartir con
el necesitado, a aprender la actitud justa, el mejor modo de encontrar la verdadera alegría, que
brota de la experiencia hermosa de ser hijos del Padre y
reconocer a los demás como
hermanos a quienes servir.
El anuncio del Evangelio es
siempre fuente de alegría
pues supone la presencia salvadora de Dios en el hombre
que acoge el anuncio y se
deja transformar por la Palabra salvadora, viviendo en la
real medida de lo humano,
del hombre en Cristo. Es el
esfuerzo que hoy podríamos
proponernos: vivir según la
voluntad del Señor, y para
eso, buscar antes cuál es la
voluntad de Dios para cada uno, qué debemos
hacer. Que hoy la alegría llegue a nosotros porque acogemos la Palabra y nos esforzamos por
practicarla en la vida cotidiana.
Pbro. Pedro Hidalgo Díaz
Momento personal
«La alegría debe dar ánimo
debe ser impulso de acción en el
hombre».
(Beato Oscar Romero)
«La alegría del Evangelio llena el corazón
y la vida entera de los que se encuentran
con Jesús».
(Papa Francisco, Evangelii Gaudium, N°1)
III Domingo de ADVIENTO- Ciclo C - Color: Morado /o Rosado
E
Hermanos y hermanas: Estemos alegres porque el Señor está cerca. La cercanía del Señor es motivo de alegría, pues la presencia del Señor es salvación. El cristiano que ha entendido la condición que le ha sido dada en el bautismo y, ayudado por
la gracia divina intenta vivir coherentemente, no se asusta en absoluto ante la llegada del Señor como Juez, pues quien llega
es el Salvador que trae recompensa para quienes son fieles. Por eso surge la alegría.
Salmo responsorial Is 12,2-3.4bcd.5-6
R. Griten jubilosos: “Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel”.
Antífona de entrada
Flp 4,4.5
–
El
Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no
Estén siempre alegres en el Señor; se los repito, estén
temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
alegres. El Señor está cerca.
él fue mi salvación. Y sacarán aguas con gozo
Acto penitencial
de las fuentes de la salvación. / R.
S. Porque estás cerca de nosotros, y no esperamos – Den gracias al Señor, invoquen su nombre,
tu venida; Señor, ten piedad.
cuenten a los pueblos sus hazañas, proclamen
R. Señor, ten piedad.
que su nombre es excelso. / R.
S. Porque vas de camino con nosotros, y no te – Canten para el Señor, que hizo maravillas,
reconocemos; Cristo, ten piedad.
anúncienlas a toda la tierra; griten jubilosos,
R. Cristo, ten piedad.
habitantes de Sión: “Qué grande es en medio
S. Porque estás en medio de nosotros, y no te de ti el Santo de Israel”. / R.
hemos acogido; Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
I. RITO DE ENTRADA
2a lectura
No se dice Gloria
Oración colecta
Estás viendo, Señor, cómo tu pueblo espera
con fe la fie ta del nacimiento de tu Hijo;
concédenos llegar a la Navidad, fiesta de
gozo y salvación, y poder celebrar con alegría
desbordante. Por nuestro Señor Jesucristo.
II. LITURGIA DE LA PALABRA
1 lectura
a
El profeta Sofonías nos invita a entusiasmarnos con
nuestro Dios que apuesta siempre por el hombre
y que encuentra en cada ser humano motivos de
alegría.
Lectura de la profecía de Sofonías
3, 14-18a
Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha retirado
la sentencia contra ti, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de
ti, y ya no temerás. Aquel día dirán a Jerusalén:
“No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El
Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero
que salva. Él se goza y se complace en ti, te ama
y se alegra con júbilo como en día de fiesta”.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
Pablo nos invita a ser hombres y mujeres que
aportan a este mundo un sentido nuevo y que
descubren, desde la fe, la fuerza para abrir espacios
de alegría.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los
4, 4-7
Filipenses
Hermanos: Estén siempre alegres en
el Señor; se lo repito, estén alegres.
Que todo el mundo los conozca
a ustedes por su bondad. El Señor está cerca. Que nada los preocupe; al contrario, en
toda ocasión presenten sus peticiones a Dios,
orando, suplicando y dando gracias. Entonces
la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, custodiará sus corazones y sus
pensamientos en Cristo Jesús. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Lc 4, 18
Aleluya, aleluya. El Espíritu del Señor está sobre
mí; me ha enviado para anunciar el Evangelio a
los pobres. R. Aleluya.
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Evangelio
El evangelio nos confronta con la realidad humana
que está en constante búsqueda de verdad, de justicia y de valores profundos.
Lectura del santo evangelio según san Lucas
3,10-18
R. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, la gente preguntaba
a Juan: «¿Entonces, qué hacemos?» Él
les contestó: «El que tenga dos túnicas,
dé una al que no tiene; y el que tenga comida
haga lo mismo». Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: «Maestro,
¿qué hacemos nosotros?» Él les respondió: «No
exijan más de lo establecido». A su vez algunos soldados le preguntaron. Y nosotros, «¿qué
debemos hacer?» Juan les respondió: «A nadie
extorsionen ni denuncien falsamente y conténtense con su sueldo». Como el pueblo estaba a
la expectativa, y todos se preguntaban si Juan
no sería el Mesías, él tomó la palabra y dijo a
todos: «Yo los bautizo con agua; pero viene uno
que puede más que yo, y no merezco desatarle
la correa de sus sandalias. Él los bautizará con
Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano la horquilla para separar el trigo de la paja y recoger
el trigo en su granero y quemar la paja en una
hoguera que no se apaga». Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba
el Evangelio. Palabra del Señor. R. Gloria a ti,
Señor Jesús.
Profesión de fe
Plegaria universal
Hermanos y hermanas: San Agustín nos dice
que “para el cristiano la alegría es un deber”.
Elevemos nuestras oraciones al Padre de nuestro
Señor Jesucristo para que nos prepare a vivir el
gozo que nos traerá la Navidad. Unámonos en
la oración, diciendo:
R. Padre, fuente de la alegría, escúchanos.
- Por la Iglesia y sus pastores; para que el
alegre mensaje del Señor que ellos anuncian
sea acogido, con gozo y esperanza, por todos
aquellos que lo reciben. Roguemos al Señor./R.
-Por los gobernantes de las naciones y los de
nuestro país; para que procuren sin descanso la
justicia y la paz. Roguemos al Señor/. R
- Por quienes sufren y viven en la tristeza; para
que la “cercanía de Dios”, que da el verdadero
sentido a cada cosa, les ayude a superar las
dificultades y los momentos tristes que la vida
les brinda. Roguemos al Señor./R.
- Por nosotros, aquí reunidos; para que llevemos
a todos la alegría y la esperanza, compartiendo
nuestra vida y nuestros bienes con los demás.
Roguemos al Señor. /R.
(Pueden añadirse peticiones particulares)
S. Padre, tú siempre escuchas las oraciones de
tus hijos. Ayúdanos a vencer nuestras inquietudes, para que sepamos vivir en la alegría de tu
amor. Por Jesucristo nuestro Señor.
III. LITURGIA DE LA EUCARISTÍA
Oración sobre las ofrendas
Haz, Señor, que te ofrezcamos siempre este
sacrificio como expresión de nuestra propia
entrega, para que así cumplamos el sacramento que tú nos diste y se lleve a cabo en
nosotros la obra de tu salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.
Antífona de comunión
Cf. Is 35,4
Digan a los cobardes de corazón: Sean fuertes, no teman.
Miren a nuestro Dios que viene y nos salvará.
Oración después de la comunión
Imploramos, Señor, tu misericordia, para que
esta comunión que hemos recibido nos prepare
a las fiestas que se acercan, purificándonos de
todo pecado. Por Jesucristo nuestro Señor.
Bendición Solemne
S. El Dios todopoderoso y rico en misericordia,
por su Hijo Jesucristo, cuya venida en carne
creen y cuyo retorno glorioso esperan, en la
celebración de los misterios del Adviento, los
ilumine y los llene de sus bendiciones. R. Amén.
S. Dios los mantenga durante esta vida firmes
en la fe, alegres por la esperanza y diligentes
en el amor. R. Amén.
S. Y así, los que ahora se alegran por el próximo
nacimiento de nuestro Redentor, cuando venga
de nuevo en la majestad de su gloria reciban el
premio de la vida eterna. R. Amén.
S. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre,
Hijo a y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. Amén.
LA PALABRA en la semana
Semana III del Tiempo de Adviento - 3° del salterio
14 L San Juan de la Cruz (MO) - Num 24,2-7.15-17a;
Sal (24), 4-9; Mt 21, 23-27
15 M Feria - So 3, 1-2. 9-1); Sal (33), 2-3.6-7. 17-19.23;
Mt 21, 28-32
16 M Feria - Is 45, 6-25; Sal (84),9 -14; Lc 7, 19-23
17 J Feria Privilegiada - Gn 49, 1-2. 8-10; Sal (71),
1-4.7-8.17; Mt 1, 1-7
18 V Feria Privilegiada - Jr 23, 5-8 ; Sal (71),2.12-13.18-19;
Mt 1, 18-24
19 S Feria Privilegiada - Jc 13, 2-7.24-25; Sal(70), 3-6.1617; Lc 1, 5-25
TIEMPO DE
ADVIENTO,
RENOVANDO
LA
“
ESPERANZA
(Segunda parte)
Los fieles que viven con la Liturgia el
espíritu del Adviento, al considerar el
inefable amor con que la Virgen Madre
esperó al Hijo, se sentirán animados a
tomarla como modelo y a prepararse,
“vigilantes en la oración y jubilosos en
la alabanza”, para salir al encuentro del
Salvador que viene.
- (Beato Pablo VI)
”
EL ADVIENTO, CON LA ESPERANZA
DE MARÍA
Durante el tiempo de Adviento y el de Navidad la presencia de María toma mayor relevancia. Se nos invita
a contemplar en ella al pueblo fiel que espera a su
Señor, a la Iglesia misma que aguarda la llegada de
Cristo. Ya el 8 de diciembre la solemnidad de la Inmaculada Concepción ha dado un anticipo y al llegar la
Navidad celebramos con ella el gran acontecimiento.
Finalmente, la octava de Navidad, que concluimos el
1ro. de enero, la celebramos como Madre de Dios.
Cabe resaltar que en este mismo tiempo hay distintas
celebraciones marianas como nuestra Señora de Loreto (10 de diciembre), nuestra Señora de Guadalupe
(12 de diciembre) y Nuestra Señora de la O (en la
novena navideña). Aquí proponemos tres acciones de
María, las que brotaron de su esperanza:
Ella escuchó las palabras del Ángel, supo estar atenta
a lo que Dios le pedía en ese momento; meditaba en
silencio y guardaba en el corazón aquellas palabras.
Hoy ella nos enseña a escuchar al otro, a abrir el corazón, ponernos a disposición del que nos necesita.
Ella alabó la grandeza del Señor, fue a llevar su alegría a Isabel y juntas, exaltaron la acción del Señor en
favor de los pobres y de los olvidados, de los pequeños y alejados. Su espera no fue estática, supo ponerse en camino, ser buena esposa y mostrar a su Hijo
a los pastores y a los Magos, representantes de los
olvidados y de la humanidad entera.
Escuchar, aceptar y alabar como María, animados por
la esperanza de la llegada del Mesías. Pidamos su intercesión para que estas actitudes acompañen nuestro
adviento.
“El modelo de esta actitud espiritual, de este modo de
ser y de caminar en la vida, es la Virgen María. ¡Una
sencilla muchacha de pueblo, que lleva en su corazón
toda la esperanza de Dios! En su seno, la esperanza
de Dios ha tomado carne, se ha hecho hombre, se ha
hecho historia: Jesucristo. Su Magníficat es el cántico del Pueblo de Dios en camino, y de todos los hombres y las mujeres que esperan en Dios, en el poder de
(Papa Francisco).
su misericordia” Una oración a María de la Esperanza
Madre nuestra, en estos días de gozo,
te acompañamos en la dulce espera,
aguardamos junto a ti la venida del Príncipe de la paz
y contemplamos cómo el Padre Dios está cumpliendo
su promesa.
Gracias por tu sí generoso,
gracias por enseñarnos
que todo lo podemos en Dios que nos fortalece,
que la fe implica riesgos,
pero que vale la pena ser fiel,
vale la pena darlo todo.
Unidos a tu corazón,
alabamos con el cántico de nuestras vidas
las grandezas de Dios,
él hace proezas, él es nuestro Dios. Amén.
Colaboración: José Miguel Villaverde., ssp
Ella aceptó la voluntad del Señor para su vida, asumió el riesgo de creer. La grandeza de ser madre la
supo conllevar con las dificultades antes, durante y
después del parto. Desde la Navidad hasta el momento de la cruz, desde la sepultura de su Hijo hasta su
feliz resurrección, ella se tornó Madre de la fe, la primera creyente, discípula y apóstol.
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el DOMINGO - Director: P. Luis Neira R. ssp. Coordinación: Milagro Bronttis de Quispe.
Con licencia eclesiástica / Marc. reg. Resol. Indecopi N° 006852-1999, Certif. N° 0055702
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Redacción: Pbro. Antonio Díaz M., igs.; Pbro. Pedro Hidalgo Díaz; Diagramación: Bruno Cárdenas Salazar; Josue Muñoz Huarniz
Imprime: Editorial Roel S.A.C. / Para envíos y suscripciones: [email protected] / Telfax: (01) 446 0017
• Los textos litúrgicos corresponden a los aprobados por la Conferencia Episcopal Peruana. / Este subsidio no sustituye el uso de los Libros Litúrgicos.
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