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Capítulo IV
La Guerra Civil y el
Partido Comunista en Cantabria
Organizó el Partido Comunista
las huestes del Regimiento Lenin
para acabar la guerra imperialista
y al cruel fascismo ponerle fin.
Ante el brutal y trágico dilema
de soportar la odiosa reacción
ganar la guerra será nuestro lema,
¡antes la muerte que la opresión!
¡Al frente! ¡Al frente! ¡Al frente!
Proletariado, a luchar con fe,
por no vivir de rodillas
es preferible morir en pie.
Por la unidad obrera y campesina,
por defender el Frente Popular,
con entusiasmo y férrea disciplina
los comunistas van a luchar.
Son la vanguardia del proletariado
en la conquista de la libertad,
a por un nuevo mundo encaminado
por el trabajo y por la paz.
¡Al frente! ¡Al frente! …
(“Himno del Regimiento Lenin”,
del Cancionero Revolucionario.
Letra y música del poeta Apolo Barrio Gancedo)
El Guardián de la Revolución. Historia del Partido Comunista en Cantabria (1921-1937)
IN duda alguna el inicio de la Guerra Civil marcó el comienzo de una nueva etapa en las relaciones políticas, sociales y económicas en la zona que se
mantuvo leal al Gobierno republicano, tanto a nivel nacional como en el marco
de lo que entonces era la provincia de Santander. En Cantabria, “la sublevación
frustrada” perfectamente descrita por el historiador Miguel Ángel Solla Gutiérrez, que pretendía dar comienzo a una contrarrevolución liderada por una parte del Ejército, abrió las puertas a un proceso revolucionario que quedó finalmente inconcluso por la necesidad prioritaria de ganar la guerra, según la óptica socialista y más concretamente comunista, frente al revolucionarismo anarquista. Esta situación no es muy distinta a la que a nivel nacional afrontan el conjunto de las fuerzas obreras y republicanas, aunque en cada región el diferente
equilibrio entre los factores puestos en puja, termine precipitando los hechos de
formas diferentes.
El Partido Comunista en Cantabria consiguió, en los trece meses que duró la
Guerra Civil en nuestra región, ir paulatinamente ganando terreno e influencia
en el ámbito político y social, no sin sufrir momentos de incertidumbre e intenso debate interno ante una realidad que no siempre evolucionaba positivamente.
La llegada de nuevos militantes, la participación en los nuevos órganos de poder,
los problemas derivados de las nuevas estructuras económicas y políticas que habían surgido después del estallido del conflicto civil en el ámbito sindical y del
campesinado, las relaciones entre los partidos que sustentaban el régimen republicano, y el esfuerzo de guerra. Fueron todos ellos factores que marcaron un período corto pero extraordinariamente fecundo dentro de la historia del PC en
Cantabria, sin duda un momento de esplendor fugaz que implicó una enorme
dosis de ilusión en el porvenir, en el triunfo definitivo de la causa obrera tal como la interpretaba el comunismo internacional, pero que terminará finalmente
con una derrota de las armas republicanas, antesala de lo que será la derrota definitiva en el ámbito general español. Estos temas son los que intento tratar y explicar en el presente capítulo del libro.
S
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El fracaso de la rebelión en Cantabria.
Comienza la Guerra Civil
Las noticias sobre la rebelión militar iniciada en el Protectorado español de
Marruecos llegaron a Santander en la noche del 17 de julio de 1936 a través del
periodista Julio Valín, quien avisó al líder socialista Juan Ruiz Olazarán. Al día siguiente dio inicio una tensa jornada en la cual las diferentes organizaciones obreras comenzaron la movilización antifascista. El recuerdo de Eulalio Ferrer nos ayuda en el relato:
“La sublevación militar fue noticia desde el 18 de julio (…) Cada grupo
político de Santander se concentró en sus locales dispuestos a un enfrentamiento mortal. El Frente Popular, del que formaba parte mi padre, se instaló en el
Ayuntamiento y yo dormí, ese 19 de julio, en el suelo del salón de actos. Al día
siguiente, con Ángel Cardín, recorrimos las calles de la ciudad, en un camión
abierto, con altavoces de mano llamando a la movilización antifascista128”.
El líder socialista Ruiz Olazarán, decidió convocar a todas las formaciones políticas y sindicales que componían el Frente Popular con el fin de aunar fuerzas
en defensa de la legalidad republicana, lo cual se verificó a través de una reunión,
celebrada la misma noche del 17 de julio, en la sede del FP de Santander, en la
que se decidió constituir un cinturón defensivo en torno al cuartel de Infantería
y al mismo tiempo enviar comunicaciones al resto de la provincia advirtiendo de
la situación creada129.
Durante los primeros momentos de la sublevación, los comunistas santanderinos tuvieron una actuación secundaria y subordinada a las decisiones de los auténticos líderes de la situación, que fueron los socialistas y especialmente su figura más destacada, Ruiz Olazarán. Aún así hay que destacar el concurso de las Juventudes Socialistas, que en esos días celebraban su Congreso de Unificación, en
el objetivo de bloquear el acceso al cuartel del Alta y organizar las primeras actuaciones con el fin de sofocar la intentona golpista. Para ello se reunieron en las
128
Eulalio Ferrer, Entre alambradas, Editorial Grijalbo, Barcelona, 1988, págs. 91-92.
129
A esta reunión acudió la directiva socialista encabezada por Ruiz Olazarán, Antonio Ramos, González Malo y Ramón Solar; además de algún representante de los partidos republicanos, el comunista Mariano Juez y algún anarquista; según testimonio de Luis Palazuelos reproducido por Miguel Ángel Solla Gutiérrez en La Guerra Civil en Cantabria (julio 1936-agosto 1937). Política y administración. Tesis doctoral, Universidad de Cantabria, Departamento de Historia Moderna y Contemporánea-Facultad de Filosofía y Letras, Santander, 2006, pág. 39, nota 27.
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oficinas de la calle Rubio, según el testimonio de Eulalio Ferrer, “los miembros de
los comités locales, encabezados por Antonio
Ruiz Hidalgo, Pedro Aldama, Emilio Rodríguez y Manuel Benavides”.
En Torrelavega, algunos jóvenes comunistas y miembros de las JSU colaboraron en el control de la situación y luego marcharon a Santander para ayudar en
la desarticulación de la sublevación en la
capital. Según el relato de Felipe Matarranz, la misma noche del 17 de julio
ocuparon el Ayuntamiento un grupo de
miembros de las Juventudes Unificadas,
entre los que se encontraban él mismo,
Domingo Gutiérrez “Trabancas” y Sinesio Velarde “Siuco”. Al día siguiente estos
jóvenes se organizaron para defender la
ciudad de un posible ataque de los sublevados, para cuya tarea sustrajeron una buena cantidad de dinamita de las cercanas
minas de Reocín. La mayoría de estos hombres se enroló seguidamente en las distintas columnas milicianas que se formaron durante los primeros días de la guerra con el fin de cubrir los diferentes frentes de batalla que se estaban configurando, marchando principalmente hacia Los Tornos, El Escudo y Reinosa130.
En los días siguientes se intervino la prensa de derechas, la radio y las comunicaciones telefónicas, con la idea de mantener aislados a los militares involucrados en el golpe. Paralelamente, Olazarán se convirtió en el líder antisublevación,
al ocupar de facto el puesto vacante de gobernador civil como consecuencia de
la defección de Enrique Balmaseda Vélez, aceptando esta situación las demás fuerzas políticas y sindicales de la izquierda montañesa.
130
Relato de lo sucedido en Por el monte y el llano, manuscrito inédito de José Antonio Navarro y ¡Camaradas,Viva la
República!, de Felipe Matarranz. En Torrelavega se vivieron momentos de gran tensión porque la Guardia Civil había
concentrado un número inusual de efectivos y se temía su complicidad con los sublevados. Finalmente las autoridades republicanas consiguieron tranquilizar los ánimos y disuadir a los guardias de ejecutar sus propósitos, lo que evitó un baño de sangre. Por lo que respecta a los protagonistas de estos hechos, Felipe Matarranz González “Lobo” nació en La Franca (Ribadedeva, Asturias) en 1915 pero se crió en Torrelavega, ciudad en la que se acercó a la Juventud Comunista y al Socorro Rojo a través de su militancia en el grupo de Pioneros Rojos. Después de la guerra fue
condenado a muerte, pena conmutada por la de 30 años de prisión, saliendo finalmente en libertad en 1942 a través
de un indulto para ser nuevamente detenido en 1946 cuando desarrollaba su actividad guerrillera. Se hizo célebre
como luchador antifascista y activista político contra el régimen franquista. Falleció en Colombres el 23 de mayo de
2015. Para Sinesio Velarde “Siuco” y Domingo Gutiérrez “Trabancas” puede el lector consultar el anexo de víctimas.
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En esta imagen podemos identificar de izquierda a derecha y sentados a: Bernardino Cordero
Arronte, médico; Walter Lettau, ciudadano alemán que huyó de los nazis; Apolo Barrio
Gancedo, poeta y miembro de la UEAR; Ricardo Guerra Albandoz, empleado judicial; y al
boxeador cubano residente en Santander durante los años treinta, Pastor Milanés. De pie está
Luis Escobio Andraca, militante comunista y hermano del secretario general del PCE en
Cantabria (foto cortesía de los hijos de Apolo Barrio).
Cuando se supo del fracaso definitivo de la rebelión en Santander, el Partido
Comunista por medio de su Comité Provincial, convocó una asamblea que se celebró el día 29 de julio de 1936 en la que se trató sobre la situación política creada
por la intentona golpista, así como la postura a seguir por el partido frente al “movimiento reaccionario” que había triunfado en buena parte de España. En los días
previos, se publicó en la prensa regional una carta abierta a todos los trabajadores
dispuestos a luchar en la defensa del Régimen legalmente constituido, en la que por
una parte se llamaba a la lucha encarnizada y decidida en todos los frentes abiertos,
y por otra se ofrecía una posición decidida, y a la vez moderada, en defensa de la legalidad republicana y sus instrumentos políticos, fundamentalmente los frentes populares, baluartes frente a la amenaza contrarrevolucionaria. Se hacía también un
llamamiento a la serenidad, a no cometer desmanes ni actos vandálicos:
“Trabajadores, milicianos: la lucha no ha terminado. Todavía los efectivos
fascistas conservan algunos reductos, que serán rápidamente sofocados, pero es
preciso que ningún camarada, guiado de su espíritu impulsivo, rebase los lí-
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mites de la prudencia. Serenidad, camaradas; estad atentos a las orientaciones
de vuestros respectivos comités de guerra. El triunfo es seguro. No derramemos
sangre estérilmente. No cometed ningún desmán ni hechos vandálicos, que vendrían a echar un borrón negro en nuestra diáfana conducta.Y si alguien intentase cometerlos, camaradas, impedirlo, aunque para ello fuese preciso emplear
la violencia. Que no se pueda decir que sois cómplices de ciertos elementos que,
sin moral ni conciencia de clase, pretenden aprovecharse de estas circunstancias
para su provecho personal”131.
Lucha por la independencia nacional
junto al Gobierno republicano
Para el Partido Comunista de España la Guerra Civil era un enfrentamiento
a muerte contra los intereses oligárquicos, los militares golpistas y la derecha política reaccionaria, quienes contaban con el apoyo de las potencias fascistas europeas, lo que convertía la lucha en un conflicto armado contra el fascismo internacional que requería para obtener la victoria, la máxima unidad entre las fuerzas
republicanas clásicas y los partidos obreros. El combate se convertía de esa manera en una guerra por la independencia nacional, en la que los comunistas no luchaban por la realización inmediata de sus ideales, sino por la consecución de la
victoria sobre los invasores nazis y fascistas del suelo patrio.
Ya habría tiempo de discutir sobre la forma de Gobierno cuando las fuerzas
de la reacción hubiesen sido derrotadas definitivamente, entonces el pueblo podría decidir libremente el tipo de régimen que deseaba para construir el futuro.
El líder campurriano Antonio Lebiere lo expresó perfectamente durante su discurso ante el Pleno del Comarcal de Reinosa:
“La invasión de nuestro suelo por el fascismo internacional ha cambiado el
carácter de nuestra lucha. Ahora luchamos por la Independencia de España (…)
Triunfando el fascismo Italia y Alemania nos convertirían en una colonia, ya que
la deuda contraída por el fascismo nacional nos llevaría a ver el reparto de España. Y contra esto luchamos, luchamos por la Independencia de España y por
esta Independencia todos hemos de empuñar las armas o servir para la guerra.
No nos batimos por el comunismo, no sostenemos esta lucha por el Sindicalismo (…).
131
Comunicado del Comité Provincial del Partido Comunista publicado en “La Voz de Cantabria”, 29/7/1936.
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Seguidamente a estas proclamas, los comunistas exponían el sistema político
y social por el cual abogaban para después del triunfo republicano. En palabras del
secretario general Ángel Escobio, “luchamos en la actualidad por la instauración de una
República democrática parlamentaria de nuevo tipo132”.Y nuevamente el dirigente reinosano Lebiere describía a la perfección las pretensiones comunistas:
“Pero muchos se preguntarán a dónde vamos los comunistas y qué queremos los comunistas. Los comunistas queremos una República Democrática de
nuevo tipo, de nuevo contenido social. Una República democrática que no podrá
igualarse a ninguna otra República democrática extranjera; no podemos tampoco compararla con la URSS. Queremos una República democrática de la que
hayan desaparecido todos los privilegiados, una República nueva, que abra a las
clases populares nuevos horizontes, y que no haya vallas que se opongan al progreso. No puede ser una República comunista, por la clase heterogénea del antifascismo español que hoy está luchando. Por eso ha de ser una República parlamentaria, donde las clases populares puedan dirigirla por los caminos de la paz
y de la justicia. Esta es nuestra lucha del momento133”.
Para la conquista del triunfo se preconizaba el “Mando Único”, formado
por un Estado Mayor de militares y civiles al servicio del Ejército Popular, compuesto ya no por “milicianos de tal o cual partido, de tal o cual sindicato (…) sino por
unidades del Ejército Popular de la República democrática parlamentaria española134”.
Y la obediencia militar iba unida a la aceptación sin fisuras de la política preconizada por las fuerzas conjuntas del Frente Popular en su forma de Gobierno central republicano legalmente constituido, y comités locales y provinciales
a través de sus nuevos organismos administrativos, con el objetivo último “de
defender la República democrática que todos conocemos y que precisamente es el estandarte de la actual guerra civil135”.
Estos planteamientos centralizadores y moderados buscaban tranquilizar a los
sectores sociales antifascistas de la pequeña burguesía, pero no impedían que los
comunistas españoles en general, y los cántabros en particular, atacasen duramente a quienes consideraban sus rivales, muy especialmente a los grupos que se mo132
Discurso pronunciado por Escobio Andraca en el Pleno provincial del Partido Comunista celebrado en el Salón
Victoria de Santander los días 11 y 12 de abril de 1937; “La Voz de Cantabria”, 13/04/1937.
133
CDMH, PS Gijón, serie K, caja 24, expte. 2, folio 4, “Sesión del Pleno Comarcal de Reinosa celebrado por el Partido Comunista el día 23 de mayo de 1937 en el salón Madrid”.
134
Según intervención de Ángel Escobio en el Comité Provincial del Partido Comunista de Santander, “El Proletario”, 14/04/19367.
135
“La Región”, 13/09/1936, “Centralización”, artículo de Ángel Escobio.
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El Guardián de la Revolución. Historia del Partido Comunista en Cantabria (1921-1937)
vían en su mismo espectro ideológico. Esto
fue lo que ocurrió de manera creciente con
el trotskismo, a cuyos líderes se consideraba
sumamente peligrosos, ya que aparentaban
ser ultraizquierdistas con el uso de un lenguaje revolucionario, cuando su único objetivo era llevar la discordia a la clase trabajadora intentando romper el Frente Popular.
Se les debía plantar cara y “arrancar de raíz todos aquellos brotes de trotskistas allí donde aparezcan por considerarles tan nocivos como el propio fascismo136”.
El ataque al anarquismo y al trotskismo
como elementos desestabilizadores, cooperantes con el fascismo internacional en el
boicot a la lucha obrera por la independencia de la España republicana, se reforzó aún
más después de los luctuosos sucesos ocurridos en Cataluña en mayo de 1937, cuando Lucha a muerte contra el enemigo fascista
el enfrentamiento entre los representantes (“Nueva Ruta”, número extraordinario de
del poder central y el PSUC –apéndice del febrero de 1937).
PC en Cataluña– por un lado, y el POUM
y la CNT-FAI por el otro, arrojaron un saldo de varias decenas de muertos y dejaron una herida de imposible curación en
el movimiento obrero español y catalán. Las expresiones de los dirigentes del comunismo montañés no dejan lugar a dudas y una vez más se estigmatiza al trotskismo como agente internacional del fascismo, elemento infiltrado en connivencia con las potencias extranjeras:
“(…) Está plenamente demostrado por los dolorosos sucesos que han tenido lugar últimamente en Cataluña, donde bajo la falsa consigna de “todo el
poder para la clase trabajadora”, se arrastra a amplias masas de trabajadores
a la huelga general y se trata de imponer a otros sectores por la fuerza, prevaliéndose de que lo más honrado y más combativo, lo más consciente del pueblo antifascista se halla combatiendo y muchas de las organizaciones se hallan
bajo la dirección nefasta de trotskistas, incontrolables y agentes del fascismo in136
CDMH, PS Santander, serie L, caja 46, expte. 22, folio 15, “Resoluciones del Comité Comarcal de Reinosa del 7
de febrero de 1937”.
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ternacional (…) suponen el rompimiento del Frente Popular y es una lucha
dirigida con la intención de provocar la desarticulación de la retaguardia, de
aislar al Gobierno Central de la colaboración de Cataluña, que supone el enfrentamiento con el mismo poder central, a la vez que facilita armas ideológicas al fascismo mundial137”.
Participación institucional del comunismo
cántabro durante la Guerra Civil
Los comunistas cántabros apenas tuvieron intervención decisiva en el fracaso
de la sublevación militar en la entonces provincia de Santander, en consonancia
con el escaso peso y arraigo que aún tenía el partido en julio de 1936. De esta
forma, los nuevos poderes populares, surgidos del fracaso del golpe de estado, quedaron fundamentalmente en manos de aquellos grupos y sindicatos que intervinieron de manera más activa en el desarrollo de los acontecimientos, principalmente el Partido Socialista y la Unión General de Trabajadores, orientados por su
líder Juan Ruiz Olazarán. En cualquier caso, no era ésta una situación novedosa,
sino más bien la plasmación de un poder –el socialista– que venía en aumento
desde el triunfo de las candidaturas del Frente Popular en febrero de 1936, cuando los representantes de la FSM, y en menor medida los republicanos de izquierda, iniciaron la consolidación y expansión de su poder en la provincia. Diversas
comisiones gestoras se hicieron cargo escalonadamente, primero de la Diputación
Provincial, con Ruiz Olazarán como presidente, y más tarde de diversos Ayuntamientos en toda la provincia, al frente de los cuales se pusieron miembros del
triunfante Frente Popular.
Durante los días posteriores al inicio del conflicto civil, los órganos que surgieron en el entramado político administrativo de la región, apenas sí tuvieron a
su frente algún militante comunista; tal fue el caso del Comité Local del Frente
Popular de Alfoz de Lloredo, encabezado por Pío Villegas, o el Frente Popular de
Las Rozas, dirigido por Ángel Delgado, aunque en esta ocasión lo hizo como representante local de la FOM y no como comunista.Y otro tanto ocurrió en los
ámbitos judicial, militar o policial.
Pero veamos a continuación cómo se fueron conformando las nuevas instituciones en las semanas siguientes al 18 de julio y cuál fue el papel jugado por los
137
CDMH, PS Gijón, serie K, caja 24, expte. 2, folio 7, carta enviada por Ángel Delgado, secretario político del Radio de Las Rozas al “Pleno Comarcal celebrado por el Partido Comunista de Reinosa el día 23 de mayo de 1937 en
el salón Madrid”.
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El Guardián de la Revolución. Historia del Partido Comunista en Cantabria (1921-1937)
comunistas en los nuevos centros
de poder provincial. El proceso de
normalización político administrativa fue dirigido fundamentalmente por el socialismo montañés y secundado tanto por los partidos republicanos como por el propio
Partido Comunista. Fueron surgiendo nuevos órganos de Gobierno y control político que centralizaron las diversas necesidades militares, económicas y sociales que
alumbró la guerra.
Un hecho relevante tuvo lugar
en los primeros momentos de la
rebelión militar en Cantabria. Fue
la renuncia de facto del gobernador civil, Enrique Balmaseda Vélez,
y su sustitución por un triunvirato
formado por Juan Ruiz Olazarán,
Bruno Alonso y Ramón Ruiz Rebollo, que se convirtió en lo que el
historiador Miguel Ángel Solla deCartel de propaganda durante la Guerra Civil (CDMH).
nomina un “Estado Mayor antirrebelión”. Para sofocar el “alzamiento”, los representantes populares se
apoyaron en los distintos partidos y sindicatos que formaban el Frente Popular
Provincial, que se transformó rápidamente, pasando de ser un órgano de relación
entre partidos para una contienda electoral al catalizador de las medidas contra el
golpe militar. El 18 de julio de 1936 por la noche se constituyó el Comité Ejecutivo del Frente Popular, un órgano de enlace entre los distintos comités que
fueron apareciendo por toda la provincia, fundamentalmente en el nivel local, y
al frente del cual fue elegido el socialista Francisco Noreña González y que estuvo compuesto por diez miembros, entre ellos dos representantes comunistas: Mariano Juez y Ángel Escobio138.
138
Un detalle del nuevo organigrama lo puede encontrar el lector en el libro ya citado de Miguel Ángel Solla: La
República sitiada, págs. 164-166.
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Grupo de combatientes republicanos fotografiados en algún lugar indeterminado del Frente
Norte. Archivo personal de Pedro A. Ferrero.
El 27 de julio de 1936 surgió, como parte integrante del Frente Popular Provincial, el llamado Comité de Guerra. Este órgano fue impulsado fundamentalmente por las dos grandes centrales sindicales, la FOM socialista y la Federación
Local de Sindicatos (CNT). En su composición aparecen militares fieles a la República y representantes de los sindicatos obreros, principalmente de la central socialista. El Comité de Guerra quedó constituido por cuatro militares: el comandante García Vayas, el comandante José Motta, el capitán César Puig García y el
teniente Domingo Rodríguez Somoza; y cinco sindicalistas: Jesús González Malo, Cipriano González López, Feliciano Leiza Pedraja y Mariano Juez Sánchez,
todos ellos representantes de la FOM, más el cenetista Jenaro de la Colina. En esta ocasión no encontramos representación del Partido Comunista, al menos no
como tal, aunque sí fue elegido un militante del partido en la figura de Mariano
Juez, pero lo fue como representante de la Federación Obrera Montañesa en su
calidad de secretario general del sindicato la Naval.
Tampoco hubo representación comunista en los nuevos órganos de justicia.
El 29 de julio de 1936 se estableció el Comité Ejecutivo Jurídico del Frente Popular o Comisión de Justicia, más tarde sustituido por el Tribunal Popular de
Santander. Estos organismos estuvieron bajo la dirección de personajes destacados del socialismo santanderino, como Roberto Álvarez Eguren, uno de los fun-
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El Guardián de la Revolución. Historia del Partido Comunista en Cantabria (1921-1937)
Credencial expedida el 14 de septiembre de 1936 a favor de Roberto Álvarez Eguren,
presidente del Tribunal Popular de Santander. Archivo José Antonio Torcida.
dadores del comunismo español que hacía varios años había regresado al seno
del PSOE.
Otro elemento a tener en cuenta fue la reactivación de los Comités Locales del Frente Popular, órganos que habían visto reducida su actividad después
de las elecciones del mes de febrero de 1936, pero a los cuales la nueva situación recuperó como instrumentos de defensa frente a la “agresión fascista”. Los
comunistas cántabros siempre se habían mostrado favorables a su funcionamiento
como órganos de poder obrero y centros de coordinación entre las fuerzas antifascistas:
“Los republicanos deberán reforzar los Frentes Populares, deben apoyar con
ellos una lucha implacable contra el caciquismo, depurando de sus filas a los filofascistas que se han colado de matute; desarrollar los Frente Populares en los
pueblos donde no existan, forzar al Gobierno en la seguridad de que los más
decididos, heroicos y abnegados defensores de la República son los obreros y campesinos organizados en los partidos de clase, sindicatos, Comités de Campesinos
y Casas Campesinas.
Los partidos de clase deben, basándose en la experiencia de octubre, reforzar las tareas primordiales que han de sostener a los Frentes Populares, orga-
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nizando los Comités en los lugares de trabajo, las Alianzas Obreras y Campesinas en general en las fábricas, empresas, campos y tierras, granjas, etc. Organizando las milicias obreras y campesinas, reforzando las fuerzas antifascistas gubernamentales139.
En algunos sitios donde no
existían fueron constituidos gracias a la intervención directa de
la militancia comunista, tal fue el
caso de Cieza, donde “nada más
llegar a nuestro conocimiento este levantamiento criminal, nos pusimos en
contacto con las demás organizaciones de izquierda allí existentes y procedimos a la constitución inmediata
del Frente Popular140”.
En el nivel nacional, el 4 de
septiembre de 1936 llegó a la
presidencia del Consejo de MiCartel de propaganda (“El Impulsor”, 14/11/1936).
nistros el líder sindical Francisco
Largo Caballero, en sustitución
del Gobierno de José Giral, compuesto hasta entonces exclusivamente por republicanos. Este nombramiento suponía el inicio de un proceso de “normalización” con la incorporación definitiva
de las fuerzas políticas y sindicales del movimiento obrero en la dirección política
de la zona republicana, lo que debía suponer un cambio estratégico en la manera
de afrontar el esfuerzo bélico, además de un profundo proceso de centralización
administrativa que permitiese aunar los esfuerzos necesarios para ganar una guerra
que ya se intuía como larga. En esta línea, a mediados de septiembre de 1936 se
constituyó en Santander la Junta de Defensa provincial, presidida por Ruiz Olazarán y compuesta por trece direcciones generales a modo de pequeños ministerios,
siendo la mayoría ocupadas por militantes socialistas y republicanos, quedando un
puesto para la CNT-FAI, el Partido Federal y el Partido Comunista141.
Con este nuevo organismo se pretendía, en la línea de lo dicho anteriormente, cerrar la experiencia gubernamental de los comités locales, abriendo paso a un
139
Carta abierta del Partido Comunista de Santander publicada en “La Región”, 19/7/1936.
140
CDMH, PS Santander, serie L, caja 438, expte. 11, “Informe del Radio Comunista de Cieza”.
141
La primera reunión se celebró en la noche del 14 al 15 de septiembre de 1936. Más información, en el libro de
Miguel Ángel Solla Gutiérrez, La República sitiada, págs. 198-199.
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proceso de centralización de todos los aspectos de la vida provincial, para lo cual
Olazarán, que había sido nombrado recientemente gobernador civil, contó con
la entusiasta colaboración de los líderes comunistas montañeses. En el caso que
nos ocupa, la Dirección General de Marina fue la cartera escogida para ser asignada a un comunista, cuya elección recayó en la persona de Mariano Juez. Se trataba de una cartera de escasa importancia y mínima relevancia política; sin embargo, el PCE, atendiendo a su todavía limitada influencia, aceptó de buen grado
la propuesta. Las competencias eran la consignación y administración de los barcos requisados y todo lo relacionado con la actividad pesquera.
Durante el tiempo que funcionó este organismo de ámbito provincial, los comunistas cántabros hicieron causa común con socialistas y republicanos buscando
oponerse a los proyectos revolucionarios de la CNT, así como a sus deseos de aumentar la representación sindical dentro de la institución para convertirla en un
“gabinete sindical”, fundamentalmente a costa de los grupos políticos socialista y
comunista, una disputa que se mantendría en los meses siguientes.
El Gobierno de Largo Caballero aprobó dos decretos que buscaban reformar la
administración local en el nivel de los ayuntamientos y las provincias con el objetivo de conseguir un mayor control gubernativo sobre ambas esferas de poder. Se trata de los decretos del 23 de diciembre de 1936 y el 4 de enero de 1937; el primero de ellos creaba los llamados Consejos Provinciales, a los que se concedía cierto
grado de autonomía en su ámbito territorial: en la entonces provincia de Santander se constituyó el denominado Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y
Burgos, que en la práctica sólo actuó sobre la provincia de Santander y algunos municipios norteños de las dos provincias castellanas que no habían sido ocupados por
los sublevados. El nuevo organismo estuvo compuesto por catorce consejeros bajo
una presidencia que se reservó para el gobernador civil Ruiz Olazarán, cuyo cargo
desde mediados de noviembre de 1936 se había transformado en gobernador civil
de las provincias de Santander, Palencia y Burgos, siendo en enero de 1937 convertido en delegado del Gobierno en Santander, Palencia y Burgos142.
La formación de este nuevo órgano administrativo chocó con serias dificultades para su constitución, porque tanto comunistas como anarquistas entendieron que había llegado la hora de solicitar un mayor número de representantes
acorde con el crecimiento orgánico y del número de afiliados que experimentaban ambas formaciones con el transcurso de la contienda143. Las negociaciones se
abrieron el día 27 de diciembre y continuaron hasta que se alcanzó un principio
142
Según Boletín Oficial de la Provincia de Santander, 18/11/1936; Hoja Oficial del Lunes, 18/01/1937.
143
También existieron diferencias en cuanto a la idea que los diferentes grupos políticos tenían de lo que debía ser el
nuevo Consejo Interprovincial. Para los anarquistas por ejemplo, el nuevo ejecutivo debía tener una base sindical,
mientras para el resto de agrupaciones frentepopulistas el nuevo organismo era de base política.
167
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de acuerdo a comienzos del mes de febrero de 1937, siendo constituido definitivamente el Consejo Interprovincial en reunión solemne celebrada en el salón de
sesiones de la Delegación General del Gobierno, a las seis de la tarde del 8 de febrero de 1937. La composición de las diferentes carteras quedó distribuida de manera que a la FSM y a la FOM le correspondieron dos representantes a cada una;
a Izquierda Republicana otras dos; a Unión Republicana y al Partido Republicano Federal, una; a los anarquistas le fueron adjudicados tres puestos, dos para la
CNT y otro para la FAI144; mientras a los comunistas le correspondieron dos carteras que fueron ocupadas por Ángel Escobio y
Mariano Juez; y a las Juventudes Socialistas Unificadas se le adjudicó una cartera que ocupó en un
primer momento Julio Sollet, para ser sustituido el
día 18 por Luis Doalto145.
Escobio se hizo cargo de la cartera de Agricultura, que tenía atribuidas algunas de las competencias que más podían interesar al comunismo cántabro en un terreno siempre abonado a la propaganda comunista: concursos y exposiciones para fomentar la riqueza agrícola; establecimiento de Escuelas de Agricultura, Granjas y Campos de Experimentación; y en general todas aquellas actividades que significaran fomento y mejora de los intereses agrícolas. Paralelamente, Mariano Juez tomó
posesión de la cartera de Ganadería, quedando encargado del desarrollo y mejora de la ganadería y
sus industrias derivadas, de la riqueza forestal, desarrollo de la avicultura, sericultura, apicultura y piscicultura146. El líder de las JSU, Julio Sollet, tomó posesión de
la Consejería encargada de la secretaría del Consejo Interprovincial, destinada a
la elaboración y control de todo tipo de documentos y trámites administrativos,
acuerdos y asuntos que fueran fruto de la actividad del nuevo organismo.
144
Los anarquistas se retiraron del Consejo Interprovincial apenas tres días después de su constitución, para reintegrarse un mes más tarde, el 11 de marzo de 1937.
145
Según nos transmite en sus investigaciones el historiador Miguel Ángel Solla, el motivo de esta sustitución tan
temprana habría estado en la pertenencia de Sollet al Partido Comunista, mientras Doalto era una figura más neutral, menos abiertamente procomunista en los siempre difíciles equilibrios dentro de las Juventudes Unificadas; La
República sitiada, pág. 218, nota 118. Efectivamente, durante los plenos celebrados en enero y febrero de 1937, hubo
una auténtica lucha de poder en el Comité Provincial de las JSU. En un primer momento fue escogido para el cargo Sollet pero durante el pleno extraordinario del 14 de febrero esta elección fue revocada y el cargo recayó finalmente en Luis Doalto. El tema lo trato con mayor detalle en el capítulo referente a la formación de las Juventudes
Socialistas Unificadas.
146
Miguel Ángel Solla Gutiérrez, La República Sitiada, pág. 225.
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El Guardián de la Revolución. Historia del Partido Comunista en Cantabria (1921-1937)
Paralelamente a este proceso unificador del ámbito provincial y regional, con
fecha 4 de enero de 1937 apareció en “La Gaceta de la República” el decreto del
ministerio de Gobernación por el que se disolvían los Ayuntamientos y Comisiones Gestoras existentes hasta ese momento y se ordenaba su sustitución por
Consejos Municipales que debían asumir las funciones y competencias de los anteriores. Durante los primeros meses de 1937 se fueron conformando a nivel local estos nuevos órganos del Gobierno municipal, ahora bien, su formación no
fue uniforme en el tiempo y no es fácil conocer la composición de cada uno de
ellos. Existe un documento conservado en el Archivo de Salamanca donde aparecen los Ayuntamientos de Santander, Palencia y Burgos en los que se constituyó el Consejo Municipal, pero sabemos que posteriormente a su elaboración, durante los meses de junio y julio de 1937, se siguieron formando nuevos consejos
que no aparecen reflejados en este listado. De esta forma, me he visto obligado a
recurrir a otras fuentes para detallar de la mejor manera posible la intervención
comunista en los Consejos Municipales, y que aproximadamente debió ser la que
a continuación se describe:
Ayuntamientos de Cantabria donde el PCE y las JSU
tuvieron representantes en los Consejos Municipales
durante la Guerra Civil
(Fuentes: CDMH, PS Santander, serie D, caja 18, expte. 12, “Relación
de los Ayuntamientos de las provincias de Santander, Palencia y Burgos
en los que se ha constituido el Consejo Municipal” y diversa documentación
facilitada por Miguel Ángel Solla Gutiérrez)
Alfoz de Lloredo:
-Francisco García Ruiz, consejero (Partido Comunista147).
-José Cabezas Pérez, consejero (Partido Comunista).
-Román Marotías Noriega, consejero (Partido Comunista).
Arenas de Iguña:
-Jesús Jiménez Vélez, consejero (Partido Comunista148).
Bareyo:
-Miguel Cagigas Cagigas, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
147
Fue sustituido por el también comunista Pío Villegas Pérez.
148
Fue nombrado el 17 de julio de 1937.
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José Manuel Puente Fernández
Cabezón de la Sal:
-Fernando Díaz Revuelta, consejero, delegado de Abastos (Partido Comunista149).
Cabezón de Liébana:
Se constituyó el Consejo Municipal el 29 de abril de 1937 con la participación
de dos representantes del Partido Comunista, no he podido averiguar quiénes
eran pero seguramente fueron miembros militantes del importante Radio Comunista de Frama.
Camaleño:
Se constituyó la nueva Gestora el 10 de febrero de 1937 con 5 representantes del PSOE y 4 de UGT. Ante las protestas de la CNT y el PC, el 25 de mayo
se acordó un nuevo reparto donde el Partido Comunista obtuvo un consejero
municipal.
Campoo de Suso:
El Consejo Municipal tuvo representación comunista pero desconocemos en qué
número y quiénes fueron los elegidos.
Cartes:
-Pedro Burgués Cabrero, 1º teniente de alcalde (Partido Comunista).
-Cipriano Larrauri Herrera, consejero (Partido Comunista).
Castañeda:
-Eladio Bustillo, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
-Luis Torrontegui, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
Cillorigo:
-Julián de Miguel Fernández, alcalde presidente (Partido Comunista).
-Teodoro Compadre Cuesta, regidor síndico (Partido Comunista).
-Domingo González, consejero (Partido Comunista).
Colindres:
-Felipe Torre Torre, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
-Marcelino Solana Díez, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
Comillas:
-Cecilia Peña, consejera (Partido Comunista).
-Amelia Sánchez, consejera (Partido Comunista).
Corvera de Toranzo:
-Julio Gutiérrez Abascal, consejero (Partido Comunista).
Entrambasaguas:
-Miguel Roiz González, consejero (Partido Comunista).
-Ángel del Alamo Muñoz, consejero (Partido Comunista).
149
La corporación municipal en bloque dimitió en agosto de 1936 siendo sustituida por una nueva gestora en la que
se incorporó Fernando Díaz, quien más tarde también formó parte del Consejo Municipal.
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El Guardián de la Revolución. Historia del Partido Comunista en Cantabria (1921-1937)
Guriezo:
-Segundo García Hervás, 2º teniente de alcalde (Partido Comunista).
-Bienvenido Rodríguez, consejero (Partido Comunista).
Laredo:
-Felipe Sotomayor Marsella, consejero (Partido Comunista).
-Mario Sobrado Funcueva, consejero (Partido Comunista).
Las Rozas de Valdearroyo:
-Ángel Delgado Gutiérrez, alcalde presidente (UGT150).
-Basilio Calderón Abad, consejero (Partido Comunista).
-Emilio Ruiz Rodríguez, consejero (Partido Comunista).
-Emiliano Santiago Rodríguez, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
Luena:
-Antonio Martínez González, consejero (Partido Comunista).
-José Fernández González, consejero (Partido Comunista).
Mazcuerras:
-Antonio García Mantilla, delegado de abastos (Partido Comunista).
Medio Cudeyo:
-Antonio (o Antonino) Castellanos Fernández, consejero (Partido Comunista).
Miengo:
-Gabriel Viteri Mijares, consejero (Partido Comunista).
Miera:
-Orestes Gutiérrez Gómez, consejero (Partido Comunista).
Molledo:
-Guillermo Balsa, consejero (Partido Comunista).
-José Madrazo Bustamante, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
Penagos:
-Maximiano Martín Alonso, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
-Feliciano Llorente Fernández, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
Pesaguero:
-José Cicero Cagigal, regidor síndico (Partido Comunista).
Piélagos:
-Juan García Valbuena, regidor síndico (Partido Comunista).
-Alberto Edesa Prado, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
-Víctor Revuelta Jara, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
150
Fue elegido alcalde como representante de la UGT, organización a la que pertenecía como militante que era del
Sindicato Metalúrgico Montañés, sin embargo era también un destacado líder del Partido Comunista en la comarca
campurriana.
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José Manuel Puente Fernández
Polaciones:
-Marcos Fernández Alonso, consejero (Partido Comunista).
Polanco:
-Juan Santibáñez Gutiérrez, consejero (Partido Comunista).
Potes:
El nuevo Consejo Municipal se formó el 25 de mayo de 1937 con la participación de un representante del Partido Comunista y otro de las JSU.
Puente Viesgo:
-José Gutiérrez López, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
Ramales de la Victoria:
-Quintín Viloria Pérez, consejero (Partido Comunista).
-Cecilio Marquijano, consejero (Partido Comunista).
Rasines:
-Ángel Pérez González, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
-Constantino Pico Gil, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
-Carlos Lombera Ortiz, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
-Fernando Fuentecilla Ruiz, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
Reinosa:
-Ovidio García Sodupe, consejero de la UGT (fue elegido consejero por la UGT
aunque militaba en el PCE desde el año 1931).
Reocín:
-Federico Fernández Rodríguez, consejero (Partido Comunista).
-Juan González Sánchez, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
San Felices de Buelna:
-Hilario Arribas San Pedro, consejero (Partido Comunista).
-Marcelino Lanza Landeras, consejero (Juventudes Socialistas).
San Roque de Riomiera:
3 gestores comunistas habrían entrado a formar parte del Ayuntamiento el 28
de enero de 1937. Carecemos de más datos.
Santa María de Cayón:
-Joaquín Fernández Gómez, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
Santander:
-Ángel Pérez San Juan, 3º teniente de alcalde (Partido Comunista).
-Fermín Alonso Villar, consejero (Partido Comunista).
-Antonio Ruiz Hidalgo, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
Santillana del Mar:
-Juan Rodríguez Cuevas, consejero (Partido Comunista151).
151
Fue secretario político del Radio Comunista de Santillana del Mar.
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El Guardián de la Revolución. Historia del Partido Comunista en Cantabria (1921-1937)
San Vicente de la Barquera:
-Alberto Sánchez González, consejero (PCE).
Selaya:
-Gumersindo García González, regidor síndico (Partido Comunista).
-José Sainz Mazorra, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
Soba:
-Guillermo Gómez Pérez, consejero (Partido Comunista152).
Torrelavega:
-Joaquín Sánchez Villandiego, 1º teniente de alcalde (Partido Comunista).
-Agustín Pérez Aguado, consejero (Partido Comunista).
-Agustín Torre Somonte, consejero (Partido Comunista).
-Miguel Castañeda Ruiz, consejero (Partido Comunista).
-César Peláez Rivero, 4º teniente de alcalde (Juventudes Socialistas Unificadas153).
Valdeolea:
-Benito Hoyos Ruiz, consejero (Partido Comunista).
-Modesto Llamas Vela, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
-Capitulina Báscones Seco, consejera (Juventudes Socialistas Unificadas).
Vega de Liébana:
-Antonio Alonso, consejero (Partido Comunista).
-José Pérez Cuesta, consejero (Partido Comunista).
Villacarriedo:
-Ricardo Sañudo Palazuelos, consejero (Partido Comunista).
-José González Sainz, consejero (Partido Comunista).
Villaescusa:
-Antimio Marcos González, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
-Milagros Varillas Agüero, consejero (Juventudes Socialistas Unificadas).
Los comunistas tuvieron representación en al menos 38 de los 102 municipios de la región, mientras las JSU entraban en 18 consistorios. Sabemos los nombres de los militantes comunistas que actuaron como gestores o consejeros en la
mayoría de los casos, exceptuando Camaleño, Cabezón de Liébana, San Roque
de Riomiera y Campoo de Suso. Para este último Ayuntamiento tampoco sabe152
No pudo tomar posesión de su cargo por encontrarse movilizado en el frente, representándole Tomás Canales
Zorrilla, un vecino de 33 años del pequeño pueblo sobano de Villaverde y socio de la Casa del Pueblo Campesina de Soba.
153
Luego sustituido por Jacinto Alcalde Cruz. César Peláez Rivero estaba afiliado al Partido Comunista y fue comisario político del Bón. 120 durante la Guerra Civil; PS Santander, serie C, caja 59, expte. 12, “Fichas de afiliados al
Partido Comunista de España”.
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José Manuel Puente Fernández
mos cuál fue la distribución de representantes municipales en la
nueva corporación. Por otra parte,
hay al menos dos Ayuntamientos,
Reinosa y Las Rozas, en los cuales
la representación comunista no era
tal, ya que sus afiliados ocupaban
sus cargos por ser militantes de
otras organizaciones obreras, concretamente la UGT154.
También hay que señalar que
los representantes comunistas sólo
consiguieron hacerse con la presidencia de los pequeños Ayuntamientos de Cillorigo de Liébana,
donde fue elegido alcalde Julián de
Miguel Fernández y Las Rozas de
Valdearroyo, en la figura de Ángel
Delgado Gutiérrez, un viejo militante del PCE que actuó como alcalde presidente, aunque lo hizo en
calidad de representante del sindicato UGT, formación a la que
también pertenecía. Igualmente, los comunistas ocuparon la vicepresidencia del
Consejo Municipal de Cartes, para la que fue designado el militante comunista
Pedro Burgués Cabrero; en Guriezo fue elegido segundo teniente de alcalde Segundo García Hervás; mientras en Torrelavega y Santander fueron elegidos militantes comunistas para los puestos de primer y tercer teniente de alcalde, respectivamente. Antonio García Mantilla, comunista de Mazcuerras, era designado delegado de abastos del Consejo Municipal. El resto de representantes comunistas
actuaron como simples gestores.
De todo lo expuesto podemos concluir que el poder institucional comunista
en Cantabria durante la Guerra Civil fue marginal al prinicipio y muy limitado
a medida que se desarrollaba el nuevo entramado administrativo, todo ello a pesar del esfuerzo de la organización por hacerse un lugar en el nuevo panorama
154
Para completar estos datos podríamos acudir a los porcentajes aportados por Miguel Ángel Solla Gutiérrez en su
libro La República sitiada (pág. 250), donde, en base a la relación antes referenciada, afirma que la proporción de consejeros municipales obtenidos por el PCE apenas superó el 10 por ciento sobre un total de 402 gestores, muy por debajo del 34,1 de la FOM (UGT) o el 26,4 de la FSM (PSOE).
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