Castilla - La Mancha - Pioz

COMUNIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA
PROVINCIA DE GUADALAJARA
La villa de Pioz y el castillo de los Mendoza
Por desgracia suele ser más frecuente de lo que pensamos el hecho de buscar,
en puntos más o menos alejados de nuestra habitual residencia, lugares o
monumentos que por diferentes causas, generalmente relacionados con el
hecho de haber sido publicitados en los medios de comunicación masiva, llaman
nuestra atención, y sin embargo suele ocurrir que a corta distancia, casi
podríamos decir que “al lado de casa” existen otros de gran valor histórico o
artístico casi desconocidos para el común de la gente, como sucede con
nuestro actual destino, la villa alcarreña de Pioz y su castillo, que iniciado por
don Pedro González de Mendoza, el poderoso Cardenal Mendoza, fue concluido
por don Alvar Gómez de Ciudad Real, el Viejo.
Sencilla cruz de piedra granítica que se alza en el lugar en que se levantaba una
antigua ermita tras la que se divisa la gran mole pétrea del Castillo de Pioz, cuya
construcción fue iniciada en el siglo XV d.C. por don Pedro González de Mendoza,
el Cardenal Mendoza.
Al estar la villa de Pioz situada en el límite entre la Comunidad de Madrid y la
provincia de Guadalajara perteneciente a la Comunidad de Castilla-La Mancha,
vamos a tomar las localidades de Madrid y Guadalajara como puntos de
partida de nuestro recorrido.
Situación del término
PIOZ
municipal de Pioz en la
provincia de Guadalajara.
Desde Madrid-capital la ruta más habitual para llegar a esta localidad es a
partir de la autovía A-2 / Madrid - Barcelona, los más pudientes puede optar
por circular los primeros kilómetros, hasta enlazar con la anterior, por la
carretera radial de peaje R-2 / Madrid – Guadalajara, no obstante y en
cualquiera de las opciones, se deberá abandonar la citada autovía A-2, en la
desviación situada en el punto kilométrico 38 para continuar por la carretera
provincial M-226 en dirección a la localidad de Los Santos de la Humosa y
tras cruzar su casco urbano, seguir nuestro recorrido por la carretera
provincial M-235 en dirección a la población de El Pozo de Guadalajara, lugar
en el que tomaremos la carretera autonómica CM-2004 que nos conducirá sin
pérdida hasta nuestro destino, Pioz.
Si nuestro origen es la ciudad de Guadalajara la ruta más indicada es circular
por la autovía A-2 en sentido Madrid hasta, como en el caso anterior, la
desviación situada en el punto kilométrico 38 y seguir la ruta ya descrita que
discurre por Los Santos de la Humosa, El Pozo de Guadalajara y Pioz.
No obstante, y partiendo de Madrid, existe una segunda alternativa que sería
circular por la citada autovía A-2 y desviarnos en el punto kilométrico 22,
situado antes de llegar a la población de Alcalá de Henares, para tomar la
carretera provincial M-300 en dirección a las localidades de Anchuelo y
Santorcaz, para ascender el llamado Alto del Gurugú y, tras atravesar el
casco urbano de esta última, continuar por la carretera provincial M-227 en
dirección a El Pozo de Guadalajara, lugar en el que, como en los casos
anteriores, tomaremos la carretera autonómica CM-2004 hasta Pioz.
El castillo de Pioz sigue dominando los accesos a la villa, en este caso se yergue
junto a uno de los márgenes de la carretera autonómica CM-2004.
Los escasos 20 kilómetros cuadrados del término municipal de la señorial villa
de Pioz, limita con los pertenecientes a los municipios de El Pozo de
Guadalajara y Loranca de Tajuña de la provincia de Guadalajara y Corpa,
Pezuela de las Torres y Santorcaz de la Comunidad de Madrid.
Su población, fuertemente incrementada en los últimos años, se distribuye
entre la capital, Pioz, y modernas urbanizaciones como Trascastillo, Los
Molinos, El Bosque del Henares, Valcastillo, Las Matillas, Las Suertes,
Montealto, La Arboleda o Los Charquillos.
DERECHA : Escudo oficial de la Villa de
Pioz (Guadalajara).
ABAJO : Casa Consistorial del
Ayuntamiento de Pioz, ubicada en la
localidad del mismo nombre.
HISTORIA :
Como sucede con otras muchas localidades que en su día formaron parte del
territorio de Taifa de Toledo su origen se encuentra envuelto en las brumas
de la historia.
No obstante, en el llamado “Índice de Guadalajara”, relación publicada en el
año 1750 d.C., la conquista de Guadalajara y sus territorios anejos se
atribuye a un capitán de las mesnadas castellanas del rey Alfonso VI, don
Alvar (Añez) Fáñez Minaya según se desprende del texto siguiente :
“.. el dho. Alvar Añez siendo capitan del Rey Dn. Fernando el primero de
este nombre que por sobre nombre se llamo el Grande, crio aquel
Caballero Alvar Añez, y á su tio el Cid Ruy Diaz, y en el año 1.057, ganó a
Guadalajara, y la saco del poder de los moros, siendo Sumo Pontifice en
Roma Stephano nono de este nombre ..”
La organización administrativa de los territorios conquistados se realizó a
partir de la creación de los denominados Comunes o Comunidades de Villa y
Tierra, quedando la villa de Pioz englobada en la Comunidad de Villa y Tierra
de Guadalajara, entidad que llegó a contar con cerca de 50 núcleos de
población divididos en dos sexmos, el “de el Campo” y el “de la Alcarria”
separados por el cauce del río Henares, ambos bajo el dominio directo de la
Corona al serles concedido, alrededor del año 1140 d.C., el llamado “Fuero
Viejo de Castilla” por el monarca Alfonso VII de Castilla.
Alfonso VII, rey de León y de Castilla, según
una miniatura del Tumbo A de la Catedral de
Santiago de Compostela
Fue bajo el reinado de Fernando III de Castilla, apodado el Santo, cuando le
es otorgado el conocido como "Fuero de Guadalajara”, texto que fue dado en
Toledo el 26 de mayo de 1219 d.C., de contenido más extenso que el anterior
pero con menores privilegios fiscales.
ARRIBA : Fernando III,
rey de León y de
Castilla, según una
miniatura del Tumbo A
de la Catedral de
Santiago de
Compostela.
DERECHA :
Distribución de las
Comunidades de Villa
y Tierra de la antigua
Guadalajara en el
siglo XII d.C.
La benéfica influencia del amparo regio provoca que la Comunidad, a principios
del siglo XIV d.C., alcance su máximo esplendor al englobar sesenta y una
aldeas que se distribuían en seis sexmos cuyas “cabezas” eran Bujés y Málaga
del Fresno en el antiguo “de el Campo”, situados en la orilla derecha del rio
Henares y Albolleque, Lupiana, Renera y Valdeavellano en el “de la Alcarria”,
en la orilla izquierda.
Esta privilegiada dependencia se ve bruscamente interrumpida en noviembre
del año en 1420 d.C. cuando el rey Juan II de Castilla desgaja de la
Comunidad esta villa al incluirla entre las habían de formar parte de la dote
que entrega a su hermana la Infanta Catalina de Castilla por su matrimonio
con el Infante Enrique de Trastamara, tercer hijo de Fernando I de
Antequera, rey de Aragón.
Sello en plomo del
rey Juan II de
Castilla.
No obstante lo anterior existe una segunda versión que señala que la entrega
de la villa no tuvo lugar en esa fecha sino posteriormente, en torno al mes de
marzo del año 1428 d.C., cuando el Infante de Aragón, Enrique de
Trastamara en virtud de la herencia que le correspondía por parte de su
padre el rey Enrique III de Castilla a su esposa la Infanta Catalina, reclama
y recibe las villas de Trujillo, Alcaraz y Andújar y las aldeas de Aranzueque,
Armuña de Tajuña, Fuentelviejo, Retuerta, Pioz, El Pozo de Guadalajara,
Yélamos de Arriba, Yélamos de Abajo, Balconete, Yunquera, Serracines y
Daganzo, del Común de Guadalajara.
En cualquiera de los anteriores supuestos, más probable el segundo, el
Infante Enrique de Trastamara, en esas fechas, duque de Alburquerque,
duque de Villena, señor de Ledesma y gran maestre de la Orden de Santiago,
alcanza un poder territorial en Castilla que le permite iniciar, junto a diversos
nobles, una nueva revuelta contra el rey Juan II.
Portada de una edición
sevillana de la Crónica del
rey Juan II de Castilla
compilada a mediados del
siglo XV d.C. por el judío
converso Álvar García de
Santa María.
La muerte del Infante Enrique en mayo de 1445 d.C. a consecuencia de las
heridas sufridas en una de sus manos durante la batalla de Olmedo pone fin a
este periodo de luchas nobiliarias, momento que el rey Juan II aprovecha
para repartir entre los nobles que se habían mantenido fieles a su persona,
como premio por su apoyo y fidelidad, las posesiones confiscadas a la
levantisca nobleza derrotada, correspondiendo el lote formado por los lugares
de Armuña, Pioz, Meco, Retuerta, Yélamos de Suso, Yélamos de Ayuso,
Miralcampo, Aranzueque, El Pozo, Yunquera y Balconete, a don Íñigo López de
Mendoza, nombrado el 2 de agosto de 1445 d.C., marqués de Santillana,
título utilizado por vez primera en el reino de Castilla, a pesar de haber sido
uno de los más importantes aliados del Infante Enrique tanto en el llamado
Golpe de Tordesillas en julio de 1420 d.C., como en el cerco del castillo de la
Puebla de Montalbán, en diciembre de ese mismo año.
Retrato de don Íñigo López de
Mendoza, Marqués de Santillana,
según una obra de Jorge Ingles,
fechada en el siglo XV d.C.
Tras la muerte en el año 1455 d.C. de su esposa Catalina Suárez de
Figueroa, tal vez hastiado de las luchas nobiliarias que sacuden el Reino de
Castilla y tras una poco brillante campaña contra el Reino Nazarí de Granada,
se recluye en su palacio de Guadalajara dictando testamento el día 8 de mayo
de 1455 d.C. por el cual instituye como heredero de los lugares de Pioz y el
Pozo de Guadalajara a su hijo don Pedro González de Mendoza, en aquellas
fechas Obispo de Sigüenza, quien llegaría a ser posteriormente Arzobispo de
Toledo y Cardenal de Santa María in Dominica, título cardenalicio que trocó
por el de Santa Cruz de Toledo, y que pasaría a la posteridad con el
sobrenombre del Cardenal Mendoza, cuyo poder e influencia en la Corte
alcanzó tal magnitud que fue denominado por el Papa Sixto IV en tiempos de
los Reyes Católicos como el "tercer rey".
Y fue este interesante personaje fundamental en el devenir de los
acontecimientos del siglo XV d.C. castellano a quien debe la pequeña localidad
de Pioz su más importante “tesoro”, el castillo de Pioz, cuya construcción fue
encargada a finales de la década de los años cincuenta del citado siglo al
arquitecto Lorenzo Vázquez, persona al servicio de la poderosa Casa de
Mendoza para quienes había dirigido anteriormente otros encargos.
Retrato de don Pedro González de
Mendoza, el Cardenal Mendoza,
rodeado de obispos, según una
obra de Juan Rodríguez de
Segovia, conocido como el
Maestro de los Luna, fechada en
el año 1484 d.C.
El proyecto, que trataba de aunar en un mismo edificio un recinto defensivo,
seguro en caso de ataque, y una residencia palaciega, digna de su promotor,
refleja una fuerte influencia de las corrientes artísticas predominantes en ese
periodo en la península itálica, en este caso evidentes al ser su traza muy
semejante al del Castello de la Rocca Pía de Tivoli, localidad situada en el
Lacio, que fue encargado a los arquitectos Nicolás y Varrón por el Sumo
Pontífice Pio II, Francesco Todeschini Piccolomini, en el año 1461 d.C.
Iniciada su construcción alrededor del año 1460 d.C., los vaivenes políticos
del reinado de Enrique IV de Castilla a consecuencia de la llamada “cuestión
sucesoria” provocaron que su promotor, en el mismo año, 1469 d.C., en que
era nombrado Arzobispo de Sevilla, considerara la necesidad de incrementar
su poder en sus dominios toledanos proponiendo al noble castellano Alvar
Gómez de Ciudad Real, llamado el Viejo, secretario del rey Enrique IV, un
trato consistente en el intercambio de la villa de Pioz, con el ya iniciado
castillo, junto a los lugares de El Pozo de Guadalajara, Yélamos de Arriba,
Yélamos de Abajo y otros enclaves de la Alcarria, por la fortaleza y villa
amurallada de Maqueda, necesaria para consolidar su poder en tierras
toledanas donde ya contaba con otros importantes enclaves.
Grabado antiguo del Castillo de Pioz.
El Castello de la Rocca Pía en Tivoli, considerado modelo utilizado por el
arquitecto Lorenzo Vázquez para la traza del castillo de Pioz.
Imagen actual del Castillo de Pioz.
Aceptado el intercambio, sus nuevos propietarios continuaron la construcción
del proyectado castillo estableciéndose el término de las obras en los años
finales del siglo XV d.C., pudiéndose decir que a partir de esa fecha la
sehistoria de ambos, villa y castillo, van unidas.
El primer poseedor del Señorío de Pioz, como ya hemos señalado, fue don
Alvar Gómez de Ciudad Real, secretario de los monarcas de Castilla, Juan II
y Enrique IV, personaje no muy apreciado en su tiempo si hacemos caso de lo
anotado por el historiador Alfonso de Palencia:
“Cierto Álvar García de Villarreal, hombre ignorante, necio, de oscuro origen
y bajas inclinaciones, y a quien por esto mismo nombró su secretario apenas
subió al trono, cual si el cargo y su ejercicio correspondieran de derecho a
persona imperita, oscura y de costumbres relajadas”.
No obstante logró del monarca castellano la autorización necesaria para
fundar en el año 1475 d.C. un mayorazgo a favor de su hijo primogénito,
Pedro Gómez, quien a su muerte lo transfiere al suyo, Álvar Gómez de Ciudad
Real, el Joven, destacado poeta latino.
Excelente escritor cuyas obras se incluyen dentro del género denominado de
la épica religiosa y que hicieron que el propio Antonio de Nebrija le apodara el
Virgilio cristiano, se le considera, no obstante, un pésimo administrador hasta
el punto de haber quedado reducido el Mayorazgo únicamente a las villas de
Pioz y Atanzón.
Portada de una edición de “El
vellocino dorado”, obra original en
verso de Alvar Gómez, Señor de Pioz
como aparece citado en su exordio,
impresa en el año 1546 d.C.
Este Mayorazgo se mantienen ininterrumpidamente en manos de miembros de
la familia tal y como se recoge en el capítulo dedicado a esta villa en las
“Relaciones” compiladas en el reinado de Felipe II, cuyo preámbulo señala :
En la Villa de Pioz a onze dias del mes de Mayo de mil e quinientos setenta y
nuebe años se hizo ayuntamiento por la Justicia, y Regimiento, y Diputados dél
en las casas de su Ayuntamiento á campana tañida, …………
Expresión, a campaña tañida, que nos recuerda que ese era el sistema
tradicional de convocatoria vecinal y que explica el motivo por el cual, aún hoy
en día, las Casas Consistoriales mantienen una campana en el edificio, y en
cuyo punto octavo se señalaba que :
Al octavo Capitulo dixeron que esta Villa de presente es de un Jusepe Gomez de
Mendoza que la obo y la eredó de Don Pedro Gomez de Mendoza, su padre, por su
persona y muerte, vezino que fue de la dicha ciudad de Guadalaxara, y que saben
que a los susos dichos les heresdio don Pedro Gomez y Alvar Gomez abuelo y
bisaguelo del dicho Don Jusepe Gomez de Mendoza, y lo demás que no lo saven.
Estatua en bronce de Felipe II obra de
los Leoni.
Bajo su reinado se elaboraron las
llamadas “Relaciones Topográficas de
los pueblos de España, hechas de orden
de Felipe II“, obra inconclusa en la que a
base de un cuestionario de 24 preguntas
o capítulos se intentaba, como señala su
preámbulo,
“El Rey, Por haber entendido que hasta
ahora no se ha hecho ni hay descripción
particular de los pueblos de estos
reinos, cual conviene a la autoridad y
grandeza de ellos, habemos acordado
que se haga la dicha descripción y una
historia de las particularidades y cosas
notables de los dichos pueblos”.
Retrato de Ambrosio de Morales.
Humanista, historiador y arqueólogo al
servicio del monarca Felipe II, uno de
los encargados de elaborar las
“Relaciones Topográficas de los
pueblos de España”.
La muerte sin descendencia directa del citado Jusepe Gómez de Ciudad Real y
Mendoza en el año 1614 d.C., provoca el inicio de una serie de pleitos por su
propiedad, los cuales concluyen en el año 1619 d.C. cuando se dicta sentencia
entregando el Señorío de Pioz, junto a su villa y castillo como Séptimo Señor
de Pioz, a Don Antonio de la Cerda Zárate, descendiente directo de doña
Inés Gómez, hija primogénita de Don Alvar Gómez, Primer Señor de Pioz.
La familia de la Cerda continuó en su posesión durante largos años como se
deduce de lo recogido en la llamada “Relación” datada en el año 1759 d.C. en
cuyos primeros puntos se señala que :
1.ª y 2.ª Dijeron llamarse esta población la villa de Pioz, y es de la provincia de la
ciudad de Guadalajara; que es de señorío y pertenece á D. José de la Cerda,
residente en la ciudad de Calatayud y los derechos que percibe son: Martiniega,
portazgo y dos regalos al año que por razón de reconocimiento de vasayaje le
hacen de tiempo inmemorial …………..
El fallecimiento en el año 1840 d.C. de doña Vicenta de la Cerda y Oña,
última descendiente directa de los iniciales dueños, junto a la supresión de los
señoríos durante el llamado Trienio Liberal por Real Decreto de 11 de
septiembre de 1820 d.C., hecho que supuso la desaparición de la servidumbre
de la localidad, unido a la extinción de los mayorazgos, disposición que entró
en vigor el 26 de agosto de 1837 d.C. durante la Regencia de María Cristina
de Borbón, propició la venta del castillo.
Es a partir de ese hecho, la venta, pues a pesar de no residir en él sus
propietarios habían mantenido un alcaide o encargado de su conservación y
custodia, cuando sufrirá el mayor deterioro al cegarse el foso del puente
levadizo y convertirse parte de sus torres en palomares, al tiempo que
comienzan a desaparecer merlones y elementos pétreos de sus muros.
El deterioro se incrementa en el pasado siglo al ser prácticamente eliminados
todos sus elementos interiores quedando convertido en una ruina próxima a
desaparecer, situación que sufre una importante mutación en esta última
década cuando se desarrollan en su término municipal diversas urbanizaciones
residenciales, cuyos ingresos junto a las aportaciones vecinales han
posibilitado la compra del castillo y su recuperación para el patrimonio
municipal, acometiéndose diversas actuaciones tendentes tanto a su
rehabilitación como, fundamentalmente, a la estabilización de los muros.
Esperemos que a pesar de la delicada situación económica en que se encuentra
el Ayuntamiento de Pioz, el castillo no vuelva a ser abandonado a su suerte.
VISITA AL CASTILLO DE PIOZ :
Algo alejado del casco urbano de la villa, la fortaleza se levanta sobre un
pequeño y pelado otero en el que destaca la gran torre del homenaje.
Como muestra de su carácter militar, un grueso muro exterior construido
mediante el sistema de levantar dos paredes de piedra separadas una cierta
distancia, escuadrada y en escarpa poco pronunciada la exterior, vertical y
más tosca la interior, cuyo hueco se rellenaba de piedras, arena y argamasa,
sobre el cual se trazaba el camino de ronda originalmente rematado por un
conjunto de merlones y saeteras que formaban un resguardado adarve,
conjunto que estaba rodeado por un foso, que el tiempo ha ido colmatando,
destinado a proteger el recinto interior, el auténtico castillo.
El anterior sistema defensivo, que podríamos considerar primera línea de
resistencia aun cuando los estudiosos no descartan la existencia de un muro
de tapial protegiendo el borde exterior del foso, se completaba con una serie
de torreones esquineros que protegían sus ángulos, siendo el situado al pie de
la gran Torre del Homenaje de mayores dimensiones, así otros de flanqueo en
sus puntos medios salvo en el correspondiente al lienzo meridional donde se
abre el gran portón de acceso al recinto.
Torreón esquinero del ángulo suroccidental del castillo de Pioz.
Muro de la primera línea de
defensa del castillo de Pioz
en el que se observa la
escarpa exterior.
Restos del muro exterior del
castillo de Pioz en el que,
gracias a una labor de
rapiña de siglos, se aprecia
el sistema constructivo
utilizado.
Torre esquinera del muro
exterior del castillo de Pioz
situado al pie de la Torre del
Homenaje.
En sus tiempos gloriosos para acceder al recinto interior de la fortaleza, la
liza, que no al propio castillo, era preciso salvar el foso, hoy cegado,
mediante un puente levadizo que se abatía sobre una plataforma o pontón
levantada con la misma técnica que el muro exterior, que hoy queda
prácticamente oculta y de la que únicamente se intuye la parte superior del
arco, defendido por dos fuertes machones semicilíndricos, cuya altura en
origen debía ser mucho más elevada, que soportan un gran arco en medio
punto que conserva en algunos lugares, como en uno de los huecos destinados
a encajar una de las hojas de la puerta, restos de la característica
decoración de bolas de ese periodo, y sobre el que originalmente se debía
situar una segunda estructura en la que además de figurar el pertinente
escudo con las armas de su propietario, se levantaría el habitual matacán de
protección de la puerta de entrada.
Este elemento avanzado suele recibir el nombre de barbacana y la progresiva
introducción de la artillería en los asedios hizo que fuera perdiendo su
importancia, aun cuando siguieron construyéndose, más a efectos de prestigio
que de defensa, hasta bien entrado el siglo XVI d.C.
Dibujo de una barbacana de acceso a un castillo medieval cuya entrada pudiera
ser muy semejante a la que en su día presentaba la del castillo de Pioz.
Barbacana de acceso al castillo de Pioz.
Pontón de acceso sobre el foso, hoy día prácticamente cegado (arriba) y camino
que ocupa el lugar del antiguo puente levadizo (abajo) del castillo de Pioz.
Parte interna del arco de
entrada al castillo de Pioz en
el que se conservan restos de
decoración de bolas en la
piedra soporte de una de las
hojas del desaparecido
portón de entrada.
Ante la imposibilidad de acceder al interior del recinto por este punto, una
reja de hierro asegurada con candados nos impide el paso, no obstante, y
según nos comentan, simplemente hay que ponerse en comunicación con el
Ayuntamiento para que te faciliten la entrada a su interior, iniciamos un
recorrido bordeando su perímetro exterior en sentido contrario a las agujas
del reloj en busca de un acceso alternativo.
Este paseo por el exterior de la fortificación nos permite comprobar que en
su construcción se utilizaron las técnicas de ingeniería militar más avanzadas
de la época que se ejemplariza en el hecho de que tanto las torres esquineras
como las de flanqueo sean de reducida altura con extensas plataformas
dotadas de matacanes, que podían ser ampliadas en caso necesario tal y como
parece indicar la existencia de múltiples canes que sobresalen del borde de
sus muros, preparadas para ubicar ellas piezas de artillería del tipo
bombardas trabuqueras, culebrinas o falconetes, al tiempo que grandes
saeteras del tipo orbe con cruz se abren bajo este nivel las cuales por sus
dimensiones, eran adecuadas para la utilización de arcabuces y ballestas.
Nuestro recorrido se interrumpe en el muro opuesto al que se encontraba la
entrada principal donde localizamos una pequeña poterna abierta en el muro.
Torre esquinera del ángulo
sureste del muro exterior del
castillo de Pioz.
Torre de flanqueo situada en
el punto medio del muro
exterior del castillo de Pioz
en el que se observan los
canes que sobresalen en su
parte superior destinados en
su día a soportar posibles
matacanes.
ARRIBA : Saetera del tipo
orbe con cruz de una de las
torres del recinto exterior del
castillo de Pioz.
DERECHA : Torre del recinto
interior situada en el ángulo
noreste del castillo de Pioz,
en la que parece conservarse
el arranque de su primitivo
coronamiento.
Muro septentrional del
castillo de Pioz en el que se
abre el portillo de acceso.
Pequeño portillo abierto en
el muro septentrional del
castillo de Pioz.
Situada al pie del foso, se trata de una estrecha abertura en arco de medio
punto cuyo intradós se levantó con ladrillo cocido mientras que interior y
exteriormente se utilizaron escuadradas piedras, que da acceso a una
empinada escalera en ángulo por la que se accede a su interior a la altura del
camino que separa el muro exterior de las paredes de la fortaleza interior, la
liza, que recorreremos en su totalidad para comprobar que siguiendo las
normas más elementales de defensa, la puerta de acceso al interior del núcleo
central no se localiza frente a esta entrada ni, como ya pudimos comprobar,
la principal, sino en el lateral más próximo a la Torre del Homenaje.
Protegida por esta última, poco queda de ella salvo el hueco en el que se
abría y un par de piedras del dintel superior cuya forma nos permite suponer
que se trataba de una puerta en arco de medio punto levantado a base de
grandes dovelas de piedra protegido por gruesas puertas de madera tras cuyo
umbral nos encontramos con un gran espacio de planta rectangular, vacío, en
el que únicamente se mantienen en pie los muros exteriores y los torreones
que ocupan sus ángulos, brotando por doquier restos de muros derruidos de lo
que en su día, y si consideramos que su diseño seguía la traza del ya citado
Castello de Rocca Pía, debían formar parte de un gran patio.
Escalera que comunica el
portillo del muro
septentrional con el recinto
interior del castillo de Pioz.
Vista desde el recinto
interior del portillo abierto
del muro septentrional del
castillo de Pioz.
Puerta de acceso al recinto
interior del castillo de Pioz.
Los torreones situados en las esquinas sureste, noreste y noroeste presentan
parecida traza, planta circular, estando originalmente sus accesos, unas
estrechas aberturas, situados al nivel del patio, pero que hoy quedan a una
cierta altura al desaparecer el suelo original del que solo se conservan los
huecos abiertos en los muros en los que encajaban los extremos de la vigas de
madera que lo soportaban.
Por las marcas conservadas en sus muros podemos deducir que las torres
tenían al menos dos plantas, abriéndose a diferentes alturas huecos que en la
mayoría de los casos no parecen corresponderse con las originales sino con los
abiertos durante su utilización como palomares.
Respecto a la dominante Torre del Homenaje es de destacar su planta,
circular en sus caras exteriores y recta en las interiores, en una de las
cuales se localiza su puerta de acceso que, situada a una cierta altura sobre
el nivel del patio, se encontraba protegida por un pequeño puente levadizo de
los denominados de contrapeso, con brazo y eje central, que abierto
descansaba sobre un resalte del muro que se conserva en parte, disposición
que permitía que en caso de perder el control del muro exterior y del propio
patio, se pudiera convertir esta Torre en el último reducto, casi inexpugnable,
de la defensa.
Desolado interior de la fortaleza del castillo de Pioz.
Puerta de acceso desde el
recinto interior a la escalera
de caracol del torreón
situado en el ángulo suroeste
del recinto interior del
castillo de Pioz.
La Torre del Homenaje de
planta exterior circular e
interior cuadrada ocupa el
ángulo noroeste de la
fortaleza del castillo de Pioz.
Vista del acceso al interior de
la Torre del Homenaje de la
fortaleza del castillo de Pioz
en el que se aprecia el resalte
del muro en que descansaba
el puente levadizo y el
arranque de la escalera de
caracol de subida a las
plantas superiores.
Poco más podemos comentar de este bastión, cuyo interior, tal y como hemos
señalado, debía contar con un hermoso patio, quien sabe si con galerías
cubiertas, dado que en el año 1840 d.C., a consecuencia de la desaparición
de los señoríos y mayorazgos, junto al fallecimiento de su última propietaria,
doña Vicenta de la Cerda y Oña, sus herederos proceden a la venta del
castillo que es adquirido por un particular que ordena demoler el interior de
las torres para destinarlas a palomares.
Cruzamos nuevamente la puerta de acceso a este recinto interior, que en
tiempos debió ser un espléndido ejemplo de fortaleza militar, aun cuando
nunca se puso a prueba pues en ningún momento de su historia fue sitiado ni
asaltado, para regresar a la liza y encaminarnos hacia los baluartes del muro
exterior, cuyo interior, que se cubre con una bóveda semiesférica, estaba
dividido en dos niveles; uno superior en el que se abren saeteras del tipo orbe
y cruz donde situar arcabuceros o mosqueteros y, otro inferior probablemente
destinado al almacenaje de los bastimentos, pólvora y proyectiles, lugar en el
que en algunos casos también se abren estrechas aspilleras que parecen más
destinadas a la vigilancia que a ser utilizadas para ubicar armas.
Vista del derruido interior de
la Torre del Homenaje del
castillo de Pioz, que fue
convertida en el siglo XIX d.C.
en un enorme palomar.
Vista de la puerta de acceso
al recinto interior del castillo
de Pioz en cuya parte
superior se conservan los
restos de los huecos en que
se encajaba la puerta.
Vista del interior de una de
las torres esquineras del
castillo de Pioz en la que se
observan la saetera del tipo
orbe con cruz y los huecos del
nivel inferior.
Vista del interior de una de
las torres de flanqueo cuya
estructura es idéntica al de
las torres esquineras.
Vista de una de las saeteras
del tipo orbe y cruz del
interior de una de las torres
de flanqueo del castillo de
Pioz.
Interior vaciado de una de
las torres esquineras del
castillo de Pioz cuya saetera
ha sido cegada.
Nuestro recorrido por el interior del castillo nos conduce hasta la puerta de
entrada, aquella por la que no pudimos acceder, y que, tras cruzar el portón
dejaba al visitante ante la elevada cortina del recinto interior, prácticamente
sin casi espacio para desplazarse, hecho que obligaba al intruso no deseado a
tener que recorrer la liza sin posible protección y sometido al castigo tanto
de los defensores emplazados en el adarve como los situados en las torres y
cortinas del recinto central de la fortaleza.
Inmenso muro de piedra al
que los asaltantes debían
enfrentarse una vez hubieran
accedido al recinto interior
del castillo de Pioz.
Todo el conjunto de torres que refuerzan el perímetro exterior, esquineras y
de flanqueo, están comunicadas por un estrecho camino de ronda que en su
día estuvo protegido por un adarve, hoy prácticamente desaparecido, cuyo
parapeto exterior estaría formado por elevados merlones que protegieran a
los defensores y al que se accedía mediante escaleras dobles cuyo estado de
conservación no invita a ascender al mismo, aun cuando las vistas desde ese
lugar han de ser francamente interesantes.
Nuestro paseo concluye en el mismo punto en el que lo iniciamos, la portilla
posterior, tras comprobar que la boca de un antiguo aljibe ha sido cegada,
posiblemente por motivos de seguridad.
Restos de una de las escaleras dobles de acceso al adarve (arriba), y de la
cegada boca del antiguo aljibe (abajo) del castillo de Pioz.
Nuevamente en el exterior ha llegado el momento de dejar atrás esta
fortaleza levantada en los turbulentos tiempos de los últimos monarcas de la
Casa de Trastamara, que fue mudo testigo de las incesantes luchas nobiliarias
que asolaron el Reino de Castilla bajo los reyes Juan II, Enrique IV y, a
pesar de algunos hagiógrafos, Isabel I, cuyos recios muros en lugar de
escuchar disparos de arcos, ballestas, bombardas o culebrinas oyeron los
versos latinos de don Alvar Gómez, el Joven, afamado poeta de la Corte de
Carlos I de Habsburgo, y pésimo administrador de su patrimonio.
La poderosa silueta de la Torre del Homenaje del castillo de Pioz, nos despide en
nuestro regreso a la villa que le da nombre.
Un corto paseo, el acceso a la fortaleza puede realizarse bien en nuestro
automóvil, se puede estacionar en la gran explanada que circunda el castillo, o
bien caminando el corto trecho que separa este lugar de la Plaza Mayor de la
Villa, lugar en el que también se puede aparcar y en el que, como es habitual,
se dan la mano el poder civil, representado por la Casa Consistorial, y el
poder eclesiástico, pues en ese lugar se alza la iglesia parroquial dedicada a
San Sebastián, un interesante ejemplo de la riqueza que en otros tiempos
gozaban estas pequeñas localidades
Plaza Mayor de la Villa de Pioz, al fondo, casi tapada por la arboleda, la iglesia
parroquial de San Sebastián.
LA IGLESIA DE SAN SEBASTIAN :
Se trata de un interesante edificio cuya fábrica muestra las sucesivas
ampliaciones y modificaciones sufridas por el mismo a lo largo de los siglos y
cuyos elementos más característicos son su ábside semicircular y la achatada
y recia torre.
Las primeras referencias históricas del templo las encontramos en las ya
citadas “Relaciones”, una suerte de encuesta mandada realizar por el monarca
Felipe II en cuyo capítulo 38 se señala que :
A los treinta y ocho Capitulos dixeron que en esta Villa no hay Yglesia Catedral
mas de una Parroquia, que se dize San Sebastian, por ser su bocazión, y lo
demás que no las hay en esta Villa.
Perteneciente al Arzobispado de Toledo cuyos señores Arzobispo y Canónigos
percibían los diezmos, al igual que el Arcediano de Guadalajara de quien
dependía canónicamente.
Iglesia parroquial de San Sebastián en la villa de Pioz.
Construida en piedra de sillarejo y ladrillo cocido, presenta una única nave de
planta rectangular con la torre situada a sus pies y crucero cuadrado sobre
elevado que se cierra en un ábside semicircular, habiéndose adosado a ambos
lados diversas capillas y dependencias, sacristía, baptisterio así como un atrio
cubierto, que han alterado su traza original.
A destacar el ábside, posiblemente el elemento más antiguo del edificio,
levantado con piedra de sillarejo alternado con filas simples de ladrillo cocido,
técnica propia de alarifes mudéjares y que proporciona una mayor solidez al
conjunto al actuar estos últimos como “junta de dilatación”.
El coronamiento está realizado igualmente en ladrillo cocido formando una
cenefa en dientes de sierra, mientras que en su parte central se sitúa una
pequeña ventana abocinada hoy cegada, habiéndose abierto otra sin ningún
interés artístico en uno de sus laterales.
A la derecha del ábside, sobre una de las capillas adosadas a la nave del
templo, destaca una linterna, posiblemente levantada en el año 1906 d.C. con
la llegada a la localidad de la imagen de San Donato, patrón de la villa.
Cabecera de la Iglesia
parroquial de San Sebastián
en la villa de Pioz.
Ábside de la Iglesia
parroquial de San Sebastián
en la villa de Pioz.
ARRIBA : Detalle del sistema
constructivo del ábside de la
iglesia parroquial de San
Sebastián.
DERECHA : Linterna situada
en una de las capillas de la
Iglesia parroquial de San
Sebastián en la villa de Pioz.
Respecto a la torre campanario, de un solo cuerpo y planta cuadrada,
presenta en la parte superior de cada una de sus caras una abertura en arco
de medio punto que cobijaban las campanas, de las que únicamente se
conserva una, eso sí, de gran tamaño.
Para concluir señalar que las ya tan citadas “Relaciones” del rey Felipe II en
otro de sus capítulos, el número 40 del cuestionario, nos descubre que en
aquellos tiempos la villa poseía dos ermitas :
A los quarenta Capitulos dixeron que en esta Villa y su jurisdizion hay dos
Hermitas; la una que se dize nuestra Señora de la Mata, y la otra se dize San
Roque, que son debotas y acuden á ellas ciertos pueblos comarcanos en tiempo
de necesidad con sus prozesiones.
De las citadas ermitas no se conservan restos visibles ni siquiera memoria
exacta del lugar donde se levantaban, o de cuándo o como desaparecieron, no
obstante en uno de los márgenes de la carretera autonómica CM-2004 se alza
sobre un podio bastante deteriorado, una sencilla cruz de piedra, posible
resto de un calvario, que en opinión de algunos vecinos recuerda el
emplazamiento de una de ellas, posiblemente la dedicada a San Roque.
DERECHA : Torre de la Iglesia
parroquial de San Sebastián
en la villa de Pioz.
IZQUIERDA : Vista posterior
de la torre de la Iglesia
parroquial de San Sebastián
en la villa de Pioz.
ABAJO : Sencilla cruz de
piedra, posible resto de un
Calvario, que se alza sobre el
supuesto lugar en que se
levantaba la ermita de san
Roque.
Y en este punto damos por concluida nuestra visita a esta localidad alcarreña
en la que, para información de aquellas personas interesadas en visitarla,
existe una muy variada y amplia oferta gastronómica.
El castillo de Pioz y Chico III, el vehículo que ha sido un buen compañero en los
recorridos por los “pueblitos” de España y otros países limítrofes.
2ª versión : Colonia Lindavista – Ciudad de México, a
17 de abril de 2015, festividad de san Panatágato
de Vienne, obispo.
1ª versión : Coca, a 10 de febrero de 2012, festividad de Santa
Escolastica de Nursia, abadesa.
José María Duchel de Mumbert.