Las variaciones

Las variaciones
Sebald
Donde arte y
literatura
se encuentran
Exposición en el CCCB
del 11 de marzo al
26 de julio del 2015
CCCB, Montalegre, 5
08001 Barcelona
www.cccb.org
«Las variaciones Sebald» convierte al escritor alemán
W. G. Sebald, autor de algunos de los libros
fundamentales del cambio de siglo como Los anillos
de Saturno o Austerlitz, en hilo conductor de una
interrogación sobre la historia del siglo xx y sus
proyecciones en nuestro presente. La obra de Sebald,
híbrida de imagen y texto, de literatura de viaje,
novela y ensayo, autobiográfica pero interesada en
la historia colectiva, profundamente poética y a veces
provocativamente nostálgica, explora la mayor parte
de los grandes temas del siglo xx : las migraciones, la
memoria individual, los discursos históricos, la violencia
política, el trauma, la figura del autor, el viaje, el turismo,
la intertextualidad, lo documental, y el arte y la literatura
como instrumentos éticos de restitución.
La propuesta es a la vez un ensayo visual y textual,
que recoge la voz del escritor y de otros creadores
en diferentes ámbitos, y examina la manera en que
diversas estrategias conceptuales de Sebald –el uso
de imagen con texto, su particular reflexión histórica,
la yuxtaposición inesperada de escenas y citas, el
caminar como arqueología– han influido en las artes
visuales y la literatura después de su muerte, acaecida
hace poco más de diez años.
Variaciones
Caminar
Historia
02
«Las variaciones Sebald»
es una producción del Centre
de Cultura Contemporània de Barcelona,
donde se presenta entre el 10 de marzo
y el 26 de julio de 2015.
Coordinación
Anna Escoda
Organización y producción CCCB
Servicio de exposiciones
Unidad de producción y montajes
Departamento de audiovisuales
Diseño gráfico de la exposición
y la comunicación
Avanti Avanti Studio. Design for All
Diseño de espacio
Anna Alcubierre / Espai_e
Comisariado
Jorge Carrión
Actividades
CCCBLab
Centro de documentación y debate
Departamento de actividades culturales
del CCCB
Conceptualización
Jorge Carrión
Pablo Helguera
Blog
Jorge Carrión
Mario Hinojos
Dirección del proyecto
Rosa Ferré
01
Alguien me contó que en el despacho de Sebald de la
Universidad de East Anglia había cuatro fotos de escritores:
Benjamin, Walser, Wittgenstein y Bernhard. Sus miradas
me sugieren este pasaje de Del natural: «El cerebro
trabaja de continuo / con algunas huellas, por débiles /
que sean, de autoorganización, / y a veces de ello surge/
un orden.» Imagino un orden en esos cuatro maestros
susurrándole consejos mientras escribía: cita para construir
pensamiento; camina como quien con los pies escribe
prosa; desconfía del lenguaje; cuestiona siempre tu pútrida
patria. El problema es que esos versos de su primer libro
prosiguen así: «un orden, en algunos aspectos hermoso /
y tranquilizador, pero más cruel también / que el anterior
estado de ignorancia.»
La forma que articula la obra sebaldiana es la red. Los
caminos cruzados: un sistema multiplicador de pisadas
y citas. Unidades mínimas de significado: las pisadas
del escritor viajero y de los emigrados con que se
encuentra; las citas que va tejiendo en sus libros de los
pasajes. «Flaubert veía el Sáhara entero», leemos en
Los anillos de Saturno –su libro más influyente en el arte
contemporáneo–, «en un grano de arena oculto en el
dobladillo de un vestido de invierno de Emma Bovary, y
según él cada átomo pesaba tanto como la cordillera del
Atlas». De lo micro a lo macro en la misma oración: ese
movimiento es profundamente sebaldiano. Del cuerpo del
hombre que camina a la ruta de pasos vistos desde el aire;
al punto en el mapa. La literatura es miniatura, pero aspira
a representar lo complejo, lo enorme, un universo que se
expanda como una membrana cuántica en tu mente, lector.
Mapa
Mirada
Frontera
Espacio
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04
Si todos los escritores son tejedores, ordenan huellas
de otros que los precedieron, W. G. Sebald es el maestro
tejedor por excelencia. Él lo llamó en alguna ocasión
bricolaje. Gutenberg no inventó ningún componente de
la imprenta: existían las planchas para prensar el vino, los
tipos móviles, el papel y la tinta; el suyo fue un ejercicio
de combinatoria. Del mismo modo, Benjamin o Breton
incluyeron fotografías en sus obras; Chatwin o Magris
entrelazaron la literatura de viaje con el ensayo cultural
y la novela; Kafka o Handke inyectaron a la escritura y
al caminar extrañamiento: junto a tantos otros, Sebald
combinó como nadie antes a esos escritores previos. Y el
resultado sintonizó con todos los temas que preocupaban
a la literatura, la filosofía y el arte del cambio de siglo:
la memoria, lo documental, el archivo, lo texto-visual,
los viejos y nuevos medios, el género, el fake, el viaje, la
emigración, la deriva, el testimonio, el trauma. Fue leído
por escritores, profesores, pensadores y artistas. Algunos
de ellos asumieron el pase del testigo, caminantes.
Sus relatos comienzan a menudo en un hospital, tras
una enfermedad o una crisis nerviosa, tras una
convalecencia. Son, por tanto, postraumáticos: como
nuestro extraño siglo xxi. Su literatura se mueve entre
el hotel y el hospital, entre el albergue del viajero y el
sanatorio de emigrados y poetas. Los une el camino.
Los une Walser, que Sebald vinculaba íntimamente con
su propio abuelo: «los dos murieron el mismo año, 1956»,
escribe en El paseante solitario: «Por eso quizá, cuando
pienso en su muerte, por mí nunca superada, veo a mi
abuelo siempre tendido en el trineo de varas curvadas
en el que llevaron de vuelta al establecimiento el cadáver
de Walser, después de haberlo encontrado en la nieve
y de fotografiarlo.» Para Sebald siempre hay una relación
personal con la tradición propia. Los maestros son amigos,
cómplices, parientes. En ese ensayo se reproducen varios
retratos de Walser, pero ninguna de las fotografías que hizo
la policía de su cadáver: hay que respetar a los maestros,
no solo tratar de entenderlos.
05
En los libros sebaldianos se suceden las imágenes de
caminos, de edificios, de objetos y espacios casi siempre
marginales, nunca obvios. También aparecen, insistentes,
los Alpes nevados y el desierto, entre otras orografías a
menudo despobladas, a lo sumo atravesadas por una
caravana nómada. Las fotografías de Sebald –tanto si son
propias como si son apropiadas– se pueden entender
como imágenes pensativas, en el sentido de Jacques
Rancière, fotografías cuyo sentido se ha divorciado
radicalmente de la intención de quien las tomó. «Susan
Sontag ha calificado la fotografía de equivalente
moderno de las ruinas artísticas», escribe en uno de los
ensayos de Pútrida patria. «Resulta llamativo el silencio
que reina sobre las ruinas», añade en Sobre la historia
natural de la destrucción, «La falta de acontecimientos
engaña, porque en los sótanos hay todavía incendios vivos
que se mueven bajo tierra». Todo es combustión, nos dice
en otros momentos, hasta las propias fotografías se van
consumiendo lenta, imparablemente. Las páginas son
ceniza en potencia.
La historia se vuelve espacio. Se camina, se recorre.
A medida que avanzas en la lectura del tejido o de la
red percibes que ese mundo, centrado en la topografía
demolida por la Segunda Guerra Mundial, siempre se
está oscureciendo: como si se consumiera ante tus ojos.
La Europa del siglo xx es convertida en una trama de
caminos y de vías ferroviarias en perpetuo crepúsculo.
Y es embalsamada por esa prosa en un alemán ajeno a la
caída del muro, anacrónico, porque Sebald escribía en el
idioma que aprendió en su infancia, lengua de posguerra.
En cierta etapa de su vida, su personaje Austerlitz dudó
profunda, terriblemente de las palabras: «Toda la estructura
del idioma, el orden sintáctico de las distintas partes, la
puntuación, las conjunciones y, en definitiva, hasta los
nombres de las cosas corrientes, todo estaba envuelto
en una niebla impenetrable.» Después de Hofmannsthal
y de Wittgenstein ya no se puede confiar en el lenguaje.
Después de Warburg y de Wittgenstein tampoco se puede
confiar ya en la imagen. Pero solo tenemos palabras
e imágenes para dar cuenta –después de Auschwitz–
de la Europa del siglo xx, para acometer un intento de
reconstrucción y de restitución.
Legado
Red
Exterminio
Fotografía
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07
En Sin contar, las miniaturas poéticas de Sebald
acompañan los dibujos hiperrealistas de Jan Peter Tripp,
el único artista con quien el escritor mantuvo una relación
prolongada de amistad y colaboración. Se trata de treinta
y tres grabados de pares de ojos. En el libro no están los
de Benjamin, Walser, Wittgenstein ni Bernhard. Ocupan su
lugar los de Beckett, Borges, Hamburger y Proust. Imagino
que esos cuatro maestros podrían susurrarle, imperativos:
haz de la lengua un problema; abarca la cultura entera;
emigra para cambiar de idioma y de patria; recuerda como
si la memoria fuera un largo fraseo de otra época. El libro
también podría incluir las miradas de Browne, Rousseau,
Nabokov o Conrad. Y de tantos otros escritores que son
nodos de ese tejido, de esa red que llamamos Sebald.
Las variaciones son variantes: son variables: son infinitas.
Mientras sean posibles y deseables, una obra seguirá
rabiosamente viva.
08
España llegó tarde a la política pública de la memoria
histórica y llega tarde a su crítica: en Sobre la historia
natural de la destrucción, de 1999, ya leemos lo siguiente:
«Uno de los problemas centrales de los llamados “relatos
vividos” es su insuficiencia intrínseca, su notoria falta de
fiabilidad y su curiosa vacuidad, su tendencia a lo tópico,
a repetir siempre lo mismo.» Los libros de Sebald son
una alternativa a la voz única del testimonio (a partir de
la membrana cuántica de voces y de testigos). Lector de
Améry y Bernhard, fue desde el principio un crítico valiente
de los podridos sótanos de la historia germánica; pero al
contrario de los maestros, apoyó sus afilados e incómodos
argumentos en la fuerza de los datos, de los hechos, del
archivo académico. Bucea en las ciénagas de los testigos
hasta encontrar, en la periferia de sus discursos, el material
con que generar verdad.
Escritor pirómano, artista del bricolaje, el autor de
Los emigrados construye a Austerlitz a partir de las
sombras de Wittgenstein y las de Paul Celan. En las
cubiertas de Paul Celan: Poet, Survivor, Jew, de John
Felstiner, Sebald escribió la cronología de la vida de
su personaje de ficción: aquella lectura inspiró tan
directamente la figura del protagonista que este se
plantea suicidarse cuando vive en el mismo número 6 de
la avenida Émile Zola donde vivió el poeta suicida. Como
en cada poema de Celan, en cada página de Sebald
late el exterminio de los judíos europeos. «Nosotros los
supervivientes lo vemos todo desde arriba, vemos todo
al mismo tiempo y, sin embargo, no sabemos cómo fue»,
leemos en Los anillos de Saturno, «¿Nos encontramos
sobre una montaña de muertos? ¿Acaso nuestro
observatorio, en definitiva, no es más que eso?» La
arqueología es necesaria, aunque parcial. Bajo los campos
y las ciudades europeos reposan los cementerios romanos,
los huesos de las guerras religiosas, civiles y mundiales, las
fosas de nuestro mercado común. También bajo todas las
páginas de Sebald: el mismo polvo de los mismos huesos.
10
Ese pasaje de Los anillos de Saturno no está completo
sin una cita cercana: «El arte de la representación de la
historia se basa en una falsificación de la perspectiva.»
A sus estudiantes les aconsejaba, irónico: «Debéis
tener una libreta de notas con citas, pero no anotéis
las atribuciones, al cabo de un par de años podréis
volver sobre el cuaderno y emplear el material sin
sentimiento de culpa como si fuera propio.» Collages
complejos, los libros de Sebald son a un mismo tiempo
profundamente documentales y profundamente
ficcionales. Entre el documento y la ficción, los testimonios
y la historia, los textos y las fotografías, movedizo, el texto
de arena o ceniza se nos escurre entre las manos. No
se deja fijar. La inestabilidad atañe a todos los niveles
de la obra sebaldiana: al narrador, a los personajes, a los
espacios arquitectónicos –que a menudo se mueven como
si fueran barcos–, a los paisajes que perpetuamente se
oscurecen. Sebald, a través de esos libros que todavía no
hemos aprendido del todo a leer, nos sigue interrogando
desde el más allá.
«Las variaciones Sebald» (2014), Jorge Carrión
2. Jorge Carrión
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10. Carlos Amorales
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18. Simon Faithfull
Teatro Sebald
Esta exposición, producida por el
CCCB, se presenta en el marco
del Festival Kosmopolis 2015 con
materiales originales de W. G. Sebald
y la participación de los artistas:
Carlos Amorales
Mariana Castillo Deball
Simon Faithfull
Andrea Geyer
Núria Güell
Pablo Helguera
Susan Hiller
Josiah McElheny
Trevor Paglen
Fernando Sánchez Castillo
Taryn Simon
Jan Peter Tripp
Guido van der Werve
Jeremy Wood
y de los escritores:
Piedad Bonnett
Jorge Carrión
Julià de Jòdar
Reinaldo Laddaga
Valeria Luiselli
Organiza:
El CCCB es un consorcio de:
Medios colaboradores:
Con la colaboración de: