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El marxismo ortodoxo de Lukács
Por Carlos Lincopi, militante de la Juventud Guevarista de Chile
“…No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser
creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio
lenguaje, al socialismo indoamericano”.
José Carlos Mariátegui
Apuntes preliminares
Se señalaba -¡con bombos y platillos!–, a partir de los años 90’ y con la caída de
los llamados “socialismos reales” (¡!), que el marxismo –como teoría revolucionaria–
había caducado. Hoy, felizmente, la lucha de los pueblos trabajadores en todo el
mundo, demuestra objetivamente, que dicha afirmación, no era sino una pueril e
inerme suposición de intelectuales al servicio de la dominación y la explotación.
La reapropiación del marxismo, eso sí, no está exenta de dificultades. Existe
una historia y una serie de documentos teóricos que son reapropiados, pero sin una
perspectiva crítica e histórica (sin método). En la práctica, esto se traduce en asumir
como verdades eternas e inmutables la “totalidad” de afirmaciones de Marx, Engels,
Lenin, Trotsky, Mao Tse Tung, etc.1
La apropiación dogmática del pensamiento de Marx, tiene su origen en
discusiones teóricas del movimiento comunista internacional a principios del siglo XX
y su consolidación en el periodo inmediatamente posterior a la muerte de Lenin, con
la constitución, a partir del V congreso de la Internacional Comunista, de categorías
cerradas como “marxismo-leninismo” o “bolchevización” (que dicho sea de paso,
suponían que no existían diferencias entre Marx, Engels y Lenin, luego Stalin), a partir
de esto, se construyen una serie de manuales, verdaderos ladrillos de bazofia
intelectual que contribuyeron a ensuciar la conciencia del movimiento comunista,
envilecerlo y depurarlo de su carácter revolucionario.
Lamentablemente, la tendencia que se ha expandido con mayor rapidez, hoy, es
la concepción dogmática (ideológica), la cual, se traduce en una interpretación
metafísica –que construye verdades inmutables de una vez y para siempre– de la
realidad. Es en este contexto, que la discusión planteada por Lukács en el primer
1
La dispersión en el método, en términos prácticos, se traduce en la existencia de “múltiples” tendencias
comunistas: maoístas, trotskistas, reformistas, etc. La existencia de un lente común, no dogmático, debiese
conducir a la unidad del movimiento comunista. Ahora bien, no está de más decirlo, hacer chocar escritos de
Trotsky o Mao Tse Tung, al margen de la realidad histórica concreta en que se encuentra la praxis actual de
los revolucionarios, es una estupidez de proporciones universales.
artículo de Historia y Conciencia de Clase cobra una vigencia notable, nos referimos a
“¿Qué es el marxismo ortodoxo?”.
Sobre el autor y ¿Qué es el marxismo ortodoxo?
Lukács es un revolucionario marxista muy poco estudiado. En parte, censurado
por el estalinismo, obligado a realizar “auto-críticas” sobre sus escritos, relegado
políticamente de las decisiones principales del movimiento comunista, desafiliado del
Partido Comunista de su país natal, sometido a constantes interrogatorios por parte
de la policía política de la burocracia, crítico de la “democracia” soviética, partidario de
la construcción de un hombre nuevo y autor de una de las obras más fascinantes de la
historia del pensamiento revolucionario, nos referimos a “Historia y Conciencia de
Clase”.
En Historia y Conciencia de Clase, que reúne artículos de su autoría que van
desde 1919 a 1922, Lukács llega a las mismas conclusiones de Marx en los Manuscritos
de París, pero con la virtud de hacerlo 10 años antes de la publicación de tales textos,
pues los Manuscritos de Marx son publicados, íntegramente, recién en 1932.
En el presente ensayo, abordaremos el primer artículo de Historia y Conciencia
de Clase titulado ¿Qué es el marxismo ortodoxo?, aquí Lukács trata, fundamentalmente,
la cuestión de la dialéctica revolucionaria como método de análisis y transformación
de la realidad.
Durante el año 1929, Lukács, a sabiendas de que Béla Kun 2 preparaba su
expulsión, decide publicar una “auto-crítica” en la cual señala su arrepentimiento
respecto a las tesis que había desarrollado al interior del movimiento comunista
durante los años 20’, incluidas por supuesto, las tesis de Historia y Conciencia de Clase,
mas como señala el propio Lukács: “La verdad es que seguía completamente convencido
del acierto de mi punto de vista”. 3 Por tanto, la “famosa” autocrítica de 1929, no era
sincera y había sido realizada por presiones políticas.4
Ahora bien, lo cierto es que Lukács ya en 1969 no estaba del todo conforme con
los resultados de Historia y Conciencia de Clase, llegando a plantear que parte de sus
afirmaciones en el libro son “objetivamente falsas”, sin embargo, previene que no
“todas las ideas expresadas en este libro sean sin excepción falsas”, para terminar
afirmando que los resultados del primer artículo de “Historia y Conciencia de Clase”
son “según mis presentes convicciones, no sólo es objetivamente verdadera, sino que
también hoy, en la víspera de un renacimiento del marxismo, podría tener una
importancia considerable”. 5 Es lo que afirmamos y por eso estudiaremos tal artículo,
2
Fundador del Partido Comunista de Hungría
Lukács, Georg. “Historia y conciencia de clase: estudios de dialéctica marxista”, Razón y Revolución, Buenos
Aires, 2013, p.64
4
Probablemente si Lukács no hubiese realizado tal “auto-crítica” habría tenido que exiliarse en algún país
capitalista.
5
Ibíd., p.69
3
la lectura de Lukács hoy juega un rol fundamental en la revitalización del marxismo.
Lo explicaremos en las siguientes líneas.
Método y lucha de clases
La polémica afirmación sobre la cual se construye y desarrolla ¿Qué es el marxismo
ortodoxo? es la siguiente: “Pues suponiendo –aunque no admitiendo– que la investigación
reciente hubiera probado indiscutiblemente toda la falsedad material de todas las
proposiciones sueltas de Marx, todo marxista “ortodoxo” serio podría reconocer sin
reservas todos estos nuevos resultados y rechazar sin excepciones todas las tesis sueltas de
Marx sin tener en cambio que abandonar ni por un minuto su ortodoxia marxista. Así pues,
marxismo ortodoxo no significa reconocimiento acrítico de los resultados de la
investigación marxiana, ni “fe” en tal o cual tesis, ni interpretación de una escritura
sagrada. En cuestiones del marxismo la ortodoxia se refiere exclusivamente al método.” 6
Ese método, explica enseguida, es la dialéctica revolucionaria.
Es decir, no se trata de aplicar de forma mecánica los resultados de Marx, sino
de verificar la vigencia y la caducidad de las afirmaciones teóricas del pensamiento
marxista, y del mismo modo, desarrollar el pensamiento marxista, de forma creativa,
sobre la base del método dialéctico.
Con mucha profundidad, Lukács detecta un enfrentamiento epistemológico en
la lucha de clases y evidentemente, logra comprender que la elección del método
sobre el cual se construye el conocimiento, en modo alguno, es neutral.
Entonces, Lukács se pregunta: ¿cómo se obtiene y desarrolla el conocimiento?
He aquí una de las primeras diferencias. Para el pensamiento burgués el conocimiento
se desarrolla fundamentalmente, a través de la observación-contemplación y
verificación de hechos (experiencia), además se establecen ciertos presupuestos como
el aislamiento del hecho/fenómeno para obtener su “pureza” y determinar – en base a
la repetición y constancia – la legalidad del fenómeno (ejemplo, en economía, “ley de
la oferta y la demanda) en cambio, para el marxismo, lo central para el desarrollo del
conocimiento, al menos en el ámbito humano-social se encuentra ubicado en la esfera
de la transformación de la realidad por medio de la práctica revolucionaria, esto
significa, que la ciencia y la filosofía, sólo pueden desarrollarse en la medida en que la
realidad es revolucionada por la práctica del hombre.
Lukács, admite que en el terreno de las ciencias naturales, la física, la química,
etc., el método científico tradicional (centrado en la observación, contemplación y en
la “experiencia científica”) puede constituir efectivamente un conocimiento real. Lo
que es inadmisible, es que ese método, útil y efectivo en el terreno de las ciencias
naturales, sea trasladado a la esfera del conocimiento histórico-social.
6
Ibíd., p.89
En la medida en que se buscan leyes “naturales” de la historia, en que se aíslan
los hechos históricos unos de otros, la realidad se vuelve ilegible y adquiere un
carácter fetichizado, esto quiere decir, que no comprende, que precisamente el actor
fundamental de esa historia es el sujeto (que realiza su subjetividad por medio de la
práctica o acción).
Lamentable, tales presupuestos metodológicos del pensamiento burgués
permearon de forma negativa al pensamiento comunista, dando paso a corrientes
economicistas (revolución como consecuencia de una crisis económica) y gradualistas
(negación de la posibilidad de hacer la revolución sin una serie de “niveles” y “etapas”
que no tienen ningún correlato con el movimiento real).
En efecto, tanto el pensamiento burgués (positivismo) como el materialismo
vulgar (cuyas expresiones más comunes son el economicismo y el gradualismo), en la
medida que eliminan la conciencia revolucionaria, la subjetividad y la práctica
revolucionaria, se convierten en concepciones de mundo de carácter contemplativo
(no transforman la realidad sino que se adaptan a ella).
Esta crítica certera de Lukács al pensamiento burgués y al materialismo vulgar
(pseudo-marxismo) ya había sido planteada por Karl Marx en sus célebres Tesis sobre
Feuerbach, en las cuales plantea: 1) “El defecto fundamental de todo el materialismo
anterior -incluido el de Feuerbach- es que sólo concibe las cosas, la realidad, la
sensoriedad, bajo la forma de objeto o de contemplación, pero no como actividad
sensorial humana, no como práctica, no de un modo subjetivo”; 2) “La teoría
materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y
de que por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de
una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que
cambien las circunstancias”; 3) “A lo que más llega el materialismo contemplativo, es
decir, el materialismo que no concibe la sensoriedad como actividad práctica, es a
contemplar a los distintos individuos dentro de la “sociedad civil””.; 3) “Los filósofos no
han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de
transformarlo”.7 Difícilmente podría Marx ser más claro, el marxismo es una teoría
revolucionaria orientada hacia la transformación de las relaciones sociales (y del
hombre que configura tales relaciones) y no otra cosa.
Algunos problemas del conocimiento
Hasta aquí, hemos dicho que la orientación del conocimiento marxista se dirige
hacia la transformación de la realidad y surge de esa misma transformación, no
obstante aún no hemos dicho nada, sobre qué entiende Lukács y la filosofía de la praxis
sobre la realidad.
El primer problema que resuelve el marxismo, dice relación con la relación
unitaria de sujeto y objeto, esto quiere decir que la objetividad histórica constituye
7
Marx, Karl. “Tesis sobre Feuerbach”
formas de conciencia, al mismo tiempo, que la conciencia puede proyectar nuevas
formas de objetividad. La subjetividad, la conciencia, se realiza objetivamente por
medio de la actividad o práctica. La realidad, en efecto, no es sino el resultado la
actividad práctica del hombre histórico, mientras que la actividad práctica es la
expresión de la unidad entre ser y conciencia (sujeto y objeto). La realidad concrece
por medio de la praxis.
La existencia de la unidad entre el ser y su conciencia, es lo que posibilita la
unidad entre teoría y práctica. La dialéctica, en efecto, en la medida en que comprende
que la realidad concrece por medio de la praxis y que tal realidad se encuentra en
movimiento, comprende precisamente la posibilidad de modificar la realidad. La
dialéctica es el método que justifica teóricamente la posibilidad de realizar una
revolución socialista.
Por otra parte, en la medida en que hablamos de movimiento, decimos que el
conocimiento tiene un carácter histórico8, esto quiere decir, que no existe de una vez y
para siempre, sino que se desarrolla, modifica y transforma. La verdad no puede ser
sino histórica. El positivo burgués descuida precisamente ese carácter, por esta razón,
predican sobre la perennidad de la sociedad de clases, como una determinación
natural de la vida social, y por tanto, no modificable.
La realidad, como relación dialéctico-dinámica de fenómenos históricos (que
admite un pasado, un presente y un devenir) sólo puede comprenderse a partir de la
categoría de totalidad.
La categoría de la realidad es la totalidad, esto significa que la realidad en sí
misma es unitaria (orgánica), procesual y relacionada por múltiples determinaciones
y momentos. Marx, señalaba, por ejemplo “que lo concreto es concreto, porque es la
concentración de muchas determinaciones, o sea, unidad de lo múltiple…” 9, y que “la
grosería y la incomprensión consisten precisamente, en no relacionar sino fortuitamente
fenómenos que constituyen un todo orgánico.” 10
En la medida en que la categoría totalidad es desechada del pensamiento,
asimilamos la realidad desde una óptica petrificada, esto es, a partir de la singularidad
y su desconexión del todo. Este pequeño ejercicio epistemológico, elimina la posibilidad
de la revolución, pues comprende lo singular como lo real, y lo real en ese sentido es la
asimilación y la aceptación de lo singular tal y como se nos presenta a primera vista
(por ejemplo, siempre existirá el trabajo asalariado, el dinero, la explotación, la
miseria, etc.).
8
Ibíd., p.96
Ibíd., p.99
10
Ibíd., p.99-100
9
La posición epistemológica de singularidad construye, precisamente, una suma
de representaciones petrificadas (o cosificadas) en la conciencia del sujeto, que lo
inhiben del accionar revolucionario, pues en la medida en que tales representaciones
se refieren a un singular determinante que no tiene movimiento, construyen una
apariencia de eternidad, es evidente, que tal posición epistemológica sólo conviene a
las clases dominantes. Sin embargo, Marx deshace todas estas apariencias
fetichizadas, con razón histórica, con conocimiento dialéctico y comprendiendo el
carácter momentáneo de tales singularidades, señalando que: “Un negro es un negro.
Sólo en determinadas circunstancias se convierte en un esclavo. Una máquina de hilar
algodón es una máquina para hilar algodón. Sólo en determinadas circunstancias se
convierte en capital. Arrancada de esas circunstancias es tan escasamente capital como
el oro por sí mismo dinero…”.11
La singularidad, en efecto, sólo es legible de forma real a través del lente de la
totalidad, que le brinda, precisamente, el movimiento real y posibilidades de
desarrollo (una de ellas es la modificación radical de las relaciones sociales, la
revolución), permite comprender tal singularidad, sólo como un momento en relación
al todo.
¿Y, a esta altura, que permitirá la relación de los diferentes momentos?
Precisamente, el carácter histórico y social de la práctica humana. Es la práctica
humana, lo que permite el desarrollo concreto de la realidad y es su carácter social lo
que permita su articulación con el todo. La conciencia respecto a este todo, nos
permite, precisamente orientar nuestra práctica, visualizar los diferentes momentos
del desarrollo social e intervenir de manera tal, que tal actividad se oriente hacia el
desarrollo de la revolución.
Palabras finales
En primer término, nos gustaría señalar que el nuevo flujo de recepción teórica
del marxismo, debe desarrollarse sobre la base del método dialéctico, como
pensamiento y teoría crítica, esto es, analizando la realidad concreta y eliminando el
dogmatismo y la ideología que impera en la conciencia de las masas y las
organizaciones políticas de la izquierda. Luchar contra todo tipo de petrificación es
una de las tareas centrales del pensamiento y la acción revolucionaria.
En segundo lugar y para finalizar, esperamos haber cumplido con la tarea de
introducir a la lectura de Lukács y, en parte, al método dialéctico. Pero sobretodo,
esperamos que cada día mayores contingentes del pueblo trabajador se sumen a la
11
Ibíd., p.105
formación y estudio teórico de la filosofía de la praxis, el objetivo de todos esos
esfuerzos es uno sólo: transformar la realidad, hacer la revolución.