PIERDE SU ALLURE A CAMBIO DE SU PUEBLO

RANIA
PIERDE SU ALLURE A
CAMBIO DE SU PUEBLO
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REALEZA
Rania de Jordania ya no viste de Dior. Es uno de los titulares que últimamente acapara
la soberana consorte. También su cara reivindicativa gusta más. Es un hecho. La
posiblemente reina más glamurosa del siglo XXI ha cambiado. Tenía que hacerlo. Su
pueblo se lo reclamaba. La estrategia ha funcionado. ¿Pero, qué ha perdido a cambio? ¿Y
es sincera en sus intenciones? Vanidades analiza su viraje.
Por Mariola Montosa
Rania en una protesta
masiva por la muerte de
Muaz Kasasbeh.
fotos: getty images
E
sta periodista todavía se acuerda cuando escribió una crónica sobre Rania de Jordania
contando su paso por Barcelona en 2009: su asistencia al
concierto del grupo U2, un paseo en yate junto al líder de la banda – Bono –
y su esposa, su alojamiento en el lujoso Hotel
Arts, compras en la exclusiva tienda Jofré y las
palabras con las que la esposa de Abdalá II resumió su visita en Twitter: “Buena música, empapada de arte, con comida para satisfacer a un
sibarita y cultura a la vuelta de cada esquina”.
También nos acordamos de la vez que voló
con sus hijos en jet privado para ser testigos directos de un partido del Barça. O todas las veces
que la hemos visto en las listas de las reinas mejor vestidas, más guapas, más imitadas…
Seis años después, sin embargo, Rania ya
no aparece tanto en las revistas del corazón; y
cuando lo hace es por causas muy diferentes. Su
imagen ahora es tildada de discreta y hasta aburrida. Dos ejemplos: la soberana protagonizó en
2008 la portada del primer número de la edición
española de la revista Vanity Fair. Para ello posó como una modelo delante de Mario Testino
con un vestido de Yves Saint Laurent. El pasado febrero, en cambio, encabezó la protesta por
el cruento asesinato de un piloto jordano a manos del Estado Islámico (IS en sus siglas en inglés). Vestía una chaqueta negra encima de un
jersey de cuello alto y se había echado un pañuelo palestino sobre los hombros que desviaba toda
la atención de su sencillo maquillaje y peinado.
¿Qué ha ocurrido de una imagen a otra? Una
sacudida literal en su tierra. Hija de palestinos
nacida en el exilio de Kuwait, pero con un título de Dirección y Administración de Empresas
en la elitista Universidad Americana de El
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ACTUALIDAD
JULIANA
AWADA
Primera Dama de Argentina
Una ‘hechicera’
en la Casa Rosada
Su marido, el Presidente Mauricio Macri, cuando se casaron
en 2010 le dijo: “Gracias por haberme elegido, negrita
mágica, única y hechicera”. Desde entonces esta diseñadora
guapa y elegante cambió al político y se posicionó como una
mujer que también acumula seguidores.
Por Soledad Miranda
H
ace prácticamente 12 años que Argentina no tenía
una Primera Dama. En 2003 asumió Néstor Kirchner que era casado, pero su mujer, Cristina
Fernández, era senadora en esa época y siguió
siendo parlamentaria, por lo que tenía un perfil más
de política cien por ciento que de Primera Dama
tradicional. Luego, desde 2011 a este 2015, Cristina fue la Presidenta.
De esta forma, Juliana Awada tiene un territorio casi intocado para
darle a su rol de Primera Dama el perfil que más le guste.
Como mujer de Mauricio Macri, el recién asumido Presidente de
Argentina, Juliana “hechizó al electorado”, como dijo una política del
PRO, el partido del Mandatario. Lo de hechizar, fue una palabra que usó
el propio Macri cuando se casó con Juliana el 16 de noviembre de 2010.
“Gracias por haberme elegido, negrita mágica, única y hechicera”, le
dijo el enamorado Mauricio a su novia 15 años menor, guapa y elegante.
De hecho, Juliana -que tiene actualmente 41 años- es una profesional del ámbito de la moda y no de la política. Es hija de una pareja de
empresarios textiles y comenzó a trabajar en Awada, la marca familiar
de vestuario femenino, cuando terminó su primer matrimonio, con
Gustavo Capello. Es la menor de cinco hermanos y desde su adolescencia viajaba con su mamá, Elsa Baker, a desfiles de moda en Nueva
York, Londres y París donde fue adquiriendo su estilo bastante clásico
y formal, muy alejado del prototipo ‘rubia de stilettos y gran escote’,
típico de las argentinas que más figuran en los medios. “Personalmente,
cuanto más simple mejor”, declaró al diario La Nación en 2012. “No
me gusta la ropa apretujada, que te marca todo mucho. Priorizo siempre estar cómoda. Por supuesto que me gusta la ropa que tiene buena
calidad, o buena caída o buenos géneros”.
Y agregó: “Además, prefiero pecar de estar más abajo que más
arriba. Me ha pasado de ir a lugares donde estaban todos muy vestidos.
Hace poco tuvimos un cumpleaños. Era una fiesta y yo había llegado
con jeans y una camisa. Me equivoqué, pero no me importa. Prefiero
estar de menos que de más”.
Juliana es alta, mide 1,73 mt. y es naturalmente delgada, aunque en
las muchas entrevistas de prensa que ha dado confiesa que no se priva de
nada y le encantan los chocolates y el asado. “Soy flaca por naturaleza.
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imagenes getty images (2).
Macri y Juliana el día del
cambio de mando.
Tengo una rutina de ejercicios a la mañana, porque me hace bien física y psíquicamente y me
deja el día libre para ocuparme de mis hijas”,
explicó hace un tiempo. “Me cuido del sol y me
alimento sano, pero los fines de semana como
asado, pan... Si tengo antojo de un panqueque
con dulce de leche, no me freno. La gente que
me ve comer no lo puede creer. Me gusta nadar,
me hace bien para los problemas cervicales y
me calma los dolores de cabeza. A veces juego
al tenis con amigas. O ando a caballo. Aprendí
a jugar al golf por mi papá, de chica. Me gustan
todos los deportes; de hecho, era capitana de
atletismo de mi colegio. No soy buena en nada,
pero hago de todo”.
En cuanto a accesorios, ama las carteras
Birkin de Hermès, los relojes Rolex y desde
hace años es adicta a un solo perfume: Un
jardin sur le Nil, también de Hermès. En su
vestuario mezcla sus propios diseños Awada
con vestidos hippie chic y, generalmente, prendas minimalistas monocromáticas. Para ella,
menos es más, y hasta hora no ha necesitado
asesoras de imagen porque su gusto lo formó
desde que era una niña.
Hija regalona
Por su historia personal y sus gustos podría
decirse que Juliana es la antítesis de Cristina
Fernández; pero también podría serlo de otras
políticas que militan en el sector de su marido. Aunque recuerda su infancia como un
verdadero paraíso, estudiando en uno de los
mejores colegios de Buenos Aires, viviendo
en un barrio de clase media alta y estudiando
inglés en Gran Bretaña después de egresar de
la secundaria, lo cierto es que sus padres habían
trabajado con mucho esfuerzo antes de lograr
ese nivel para su hija menor.
Ibrahim Awada era un inmigrante libanés
y se casó con Elsa Baker, hija de inmigrantes
sirios. Juntos comenzaron una empresa que
actualmente factura 2,5 millones de euros al
año según el diario Clarín y tiene 13 tiendas
en el país. Esto hizo que algunos medios internacionales presentaran a Juliana Aawada como
dueña de esa marca y otras dos: Cheeky, de
niños, y Como quieres que te quiera. Ella destaca que desde la muerte de su padre, en 2012,
Awada es propiedad de su madre y Cheeky de
su hermano mayor, Daniel.
Su madre, conocida como madame Awada
en el ámbito de la moda bonaerense, es la persona más cercana a Juliana, exceptuando a su
marido. Dice que adoraba a su padre, pero el
vínculo con su mamá es mucho más intenso.
Madame Awada quería que su hija estudiara
diseño, ojalá en Londres o Nueva York, pero
Juliana era extremadamente regalona y no se
animó a irse a vivir sola tan lejos. Por eso toda
El estilo y buen
gusto de Juliana
la caracterizan
y llama la
atención.
su carrera de diseñadora la hizo en la empresa
familiar y haciendo cambios como ampliarse
al público juvenil -hoy el target de compradoras es de 20 a 65 años- y hacer campañas de
publicidad, catálogos y desfiles. “Todo se fue
dando en forma natural. Tuve la suerte de que
mi mamá me dejara hacer los cambios que yo
creía necesarios”, contó a la revista Para Ti en
2009, cuando recién se rumoreaba su naciente
romance con Macri. En esa ocasión también
se mostró como una empresaria consciente de
las complejidades del mercado. “Hay que ser
sinceros. La ropa no es una necesidad básica,
como la comida o el colegio de los chicos. Es
un lujo que uno se da. Por eso, nuestra lucha
es tratar de seguir llegando a nuestros clientes
manteniendo buenos precios”.
Una persona ubicada
Hasta la campaña que llevó a Macri a la
Presidencia, Juliana era directora de marcas de
Awada. En una entrevista declaró que nunca ha
ganado un sueldo, porque sus padres siempre
la han apoyado y que tiene su propio patrimonio. “No tengo que pedir. Gracias a Dios, no
soy de depender de los hombres. Mauricio
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BIOGRAFIA
V
ladimir Nabokov nació el 22 de abril de
1899, en San Petersburgo, Rusia, en el
seno de una familia rica y aristocrática.
Su abuelo paterno Dmitri Nabokov había
sido ministro de Justicia de Rusia del zar
Alejandro II y de Alejandro III desde
1878 hasta 1885, y se había opuesto exitosamente a las represivas medidas antijudías del gobierno. Su abuela paterna
María von Korff era una baronesa en Curlandia. Su padre era el apuesto
abogado y periodista liberal Vladimir Dmitrievich Nabokov, quien
había nacido en Tsárskoye Selo, en la casa de campo del zar.
Por parte de su madre, su abuelo era el dueño de una millonaria mina
de oro en la provincia de Perm. Su madre, la bella heredera Elena Ivánovna Rukavíshnikova (nombre de soltera), había recibido como regalo
de bodas la suntuosa mansión de granito rosado de varios pisos en la que
vivían los Nabokov, en San Petersburgo.
La pareja se había conocido en Rozhdestveno, la hermosa mansión
de madera, de finales de siglo XVIII, propiedad de Vasiliy Ivanovich
Rukavishniko, hermano de Elena, que estaba cerca de la finca Batovo,
que pertenecía a la abuela paterna de Nabokov.
Allí, en el campo, Vladimir Dmitrievich le propuso matrimonio a la
joven durante un paseo en bicicleta.
—No dudé en decirle que sí —contó Elena—, porque lo amaba
desde que lo conocí.
La pareja se casó en 1897 y llegó a tener cinco hijos. Vladimir Nabokov fue el mayor y el favorito de su padre, y lo llamaron cariñosamente “Volodya”. Le siguieron sus hermanos Sergey, quien nació 11 meses
después que él, el 12 de marzo de 1900, y Olga, en 1903, quien en su
niñez fue amiga de la novelista Ayn Rand, según cuenta Anne C. Heller
en su libro Ayn Rand y el mundo que ella hizo. Elena y Kiril nacieron,
respectivamente, en 1906 y 1912.
Vladimir Dmitrievich sentía fascinación por la ópera y la literatura,
y no solo poseía una magnífica y vasta biblioteca privada en casa, sino
que empleaba a un experto para mantenerla al día. Sentía pasión por el
lujo y fascinación por las mariposas, las cuales estudiaba y coleccionaba.
Nabokov vivió su infancia y su juventud en San Petersburgo, aunque
regularmente la familia pasaba los veranos en Biarritz, Francia, en la
Riviera francesa y en Rozhdestveno.
En el segundo piso de Rozhdestveno había un salón-colegio con
estanterías repletas de libros sobre entomología (parte de la zoología que
trata sobre los insectos), y también cuentos, novelas y libros de aventuras
de grandes autores.
Su padre les leía en voz alta a sus hijos, ya fueran novelas o relatos
cortos de Charles Dickens, uno de sus escritores preferidos.
—Pero el más preciado recuerdo de mi niñez eran las historias que
mi madre leía en inglés en el salón de pintar —dijo Nabokov.
En particular recordaba el cuento de un niño que salía de su cama,
entraba en un cuadro montado en su caballo de batalla e iba por un camino pintado en un bosque encantado. Luego se imaginaba que hacía lo
mismo. Fue una fantasía que perduró en su mente infantil largo tiempo.
También fue su madre quien fomentó su sensibilidad visual cuando
lo dejaba jugar con sus brillantes joyas en la noche, y le permitía pintar
para que pudiera combinar los colores.
—Realmente nací siendo un pintor de paisajes y mariposas, no un
desposeído escritor sin tierras, como algunos piensan —comentó Nabokov un día.
Su madre era una mujer bastante frágil y nerviosa. No iba mucho a
la iglesia y sentía inclinación hacia los signos y presagios. Su sistema
de creencias estaba lleno de apariciones e influyó en lo que sería, más
tarde, el estilo literario de su hijo.
En su autobiografía Habla, memoria, Nabokov relató dos incidentes
de su niñez, en los que su madre intervino, que lo marcaron.
La que fuera niñera y luego ama de casa de Elena, cuando tenía
Vladimir Nabokov
este escritor ruso fue muy conocido por su
polemica novela Lolita, que cuando fue publicada
en Paris, en 1955, provoco un escandalo a nivel
mundial. Esta obra, junto con palido fuego y
ada o el ardor, lo colocaron entre los grandes
novelistas del siglo XX.
Por eunice castro orchilleS
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Vladimir de niño, en San
Petersburgo, Rusia.
getty images (3).
A los 76 años de edad, en
Suiza, Vladimir con uno de
sus pasatiempos favoritos:
cazar mariposas.
Con su esposa Vera Slonim, su
compañera y colaboradora de toda la
vida, en los jardines del Hotel Palace
de Montreux, en Suiza, en 1967.
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