Viviendo en su libertad - Ministerios Ebenezer Guatemala

Viviendo en su libertad
Anciano Raymundo Rodríguez
Guatemala, 13 de marzo del Año de la Misericordia
Como cristianos, debemos saber cómo vivir en la libertad que Dios nos da, por ello queremos ilustrar la
diferencia que hay entre ser liberado y ser libertado, por ejemplo, una persona privada de su libertad,
puede estar en una cárcel, pero también estar con grilletes, sin embargo, se le brinda un espacio para
poder ejercitarse, esto significa que aunque no esté libre tiene cierta libertad de locomoción. De igual
manera nosotros necesitamos entender que aunque estamos viviendo en la libertad que Cristo nos
ofrece, aún necesitamos ser libertados y salir de las carceles en las cuales puede estar cautiva nuestra
alma.
Gálatas 5:1 RV 1960 Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y
no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
La libertad que tenemos no la ganamos por nuestros propios méritos, tampoco la mercíamos, porque ni
siquiera estábamos buscando a Dios cuando Él nos encontró. Debemos apreciar esta libertad y entender
que depende de nosotros quedarnos en ella. Las leyes terrenales impiden que una persona que está en
la cárcel pueda tener propiedades, además lo limitan en su libertad de locomoción, en su libertad de
comunicación. Puede suceder que en el ámbito espiritual también estemos privados de libertad,
podemos estar limitados en cosas que pensamos que para nosotros no son limitaciones, por ejemplo,
que nos cueste orar, que nos cueste dejar de mentir. Si estamos constantemente haciendo algo que no
es agradable a Dios, eso socaba nuestra vida espiritual, por ello, debemos decidir mantenernos en la
libertad que Dios nos ha dado, limpiándonos y santificandonos constantemente. La libertad que Dios nos
da es preciosa, pero la forma en que el enemigo quiere quitarnosla es tan sutil, que de a poco va
ganando terreno en nuestra vida, y nos impulsa para que pequemos. Nuestro trabajo es esforzarnos por
quedarnos en la libertad que nos dio nuestro Dios cuando lo aceptamos como salvador.
1 Corintios 8:9 LBLA Mas tened cuidado, no sea que esta vuestra libertad de alguna
manera se convierta en piedra de tropiezo para el débil.
A veces decimos que por ser maduros podemos hacer ciertas cosas, por ejemplo, en el comer y el beber,
sin embargo hemos visto que en un grupo de personas que promueven la libertad, pueden resultar
poniendo reglas para limitar, y quienes se mueven dentro de esos límites son libres dentro de ellos, pero
llega el momento en que estos límites se ensanchan, llegando a convertirse en libertinaje.
2 Pedro 2:19 LBLA Les prometen libertad, mientras que ellos mismos son esclavos de la
corrupción, pues uno es esclavo de aquello que le ha vencido.
Podemos preguntarnos entonces ¿qué cosas nos han vencido a nosotros? La frustación en cualquier
ámbito de la vida, puede llegar a vencernos y entonces decidimos ya no seguir adelante con lo que
emprendimos. Puede vencernos también el cansancio, la apatía, la indiferencia o las pasiones. Todo lo
que nos vence nos detiene en una cárcel y la cárcel nos limita, y si estamos limitados no podemos
avanzar, y si no avanzamos, retrocedemos. Desde el punto de vista positivo, puede ser que el amor de
Cristo nos venza y entonces nos convirtamos en “doulos” de Él.
Las cárceles son conocidas por llegar a ser escuelas de maldad, pues una persona al convivir con otros
encarcelados, puede pasar por el proceso que mencionamos y llegar a retroceder. De allí la importancia
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Este estudio puede imprimirse y reproducirse por cualquier medio siempre y cuando se cite la fuente de donde se obtuvo.
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Viviendo en su libertad
Anciano Raymundo Rodríguez
Guatemala, 13 de marzo del Año de la Misericordia
de valorar esta libertad tan hermosa de la que disfrutamos al estar en Cristo, pues podemos hacer casi
cualquier cosas que queramos. Dentro de esta libertad gozamos al tener abundancia del pan espiritual de
la palabra, pero si no valoramos esta libertad, podemos desperdiciar este pan que nos va libertando poco
a poco.
1 Juan 5:18 SRV Sabemos que cualquiera que es nacido de Dios, no peca; mas el que es
engendrado de Dios, se guarda á sí mismo, y el maligno no le toca.
El que es libre, tiene la responsiblidad de no regresar a la cárcel. Debemos guardarnos a nosotros
mismos para que el maligno no nos toque. Todos los que hemos credo tenemos la responsabilidad de
guardarnos del pecado para estar firmes en la libertad que Dios nos ha dado. No hay nada que nos
pueda justificar delante del Señor por nuestro pecado, solo la sangre de Jesucristo, ningún pensamiento
o palabra puede santificarnos, pues ningún humano conoce lo que hay en la mente de otro, el único que
conoce el corazón del hombre es Dios y solo Él puede cambiar lo que somos y darnos libertad.
Para muchos vivir en esclavitud es algo normal, eso le sucedió al pueblo de Israel, pues para ellos ser
esclavos ya era una costumbre, por eso al llegar a Canaán, no podían dar el último paso para ser libres.
Este paso que debemos dar es creer, lo cual significa que nuestra tarea es esforzarnos para alcanzar la
medida de fe que necesitamos para creerle a Dios y a Sus promesas; al dar ese paso podemos alcanzar
la vida en abundancia.
El Señor vino a liberarnos y a libertarnos, es decir, que nos vino a rescatar de la muerte. La palabra
rescatar según el Diccionario RAE, viene del latin recaptáre, es decir, recoger. Significa también recobrar
por precio o por fuerza lo que el enemigo ha tomado, y por extensión, cualquier cosa que pasó a mano
ajena. También significa cambiar o trocar oro u otros objetos preciosos por mercancías ordinarias. El
Señor Jesucristo vino a esta tierra a cumplir esto y hoy nos dice: “mi vida por la tuya”; porque el vino a
hacer un intercambio, Él morir en nuestro lugar para que nosotros no murieramos.
Salmos 31:2 LBLA Inclina a mí tu oído, rescátame pronto; sé para mí roca fuerte,
fortaleza para salvarme.
NeSiendo nosotros ordinarios, llegamos a ser botín del diablo, nos hizo creer que el pecado era lo bueno
y por eso perseguiamos el pecado; pero el Señor nos rescató y dio Su vida por la nuestra. No debemos
limitarnos nosostros mismos, sino que debemos dar los primeros pasos para poder salir de la cárcel.
Acudir a Cristo es el paso de fe que debemos dar para salir de la cárcel, pues estar en ella tiene como
final una sentecia de muerte, no es necesario que pasemos por eso porque El Señor ya dio su vida para
rescatarnos, para hacernos libres.
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