O.iJí\ilVERSfti - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

O.iJí\ilVERSfti
vmi no
PRECIO PE LA STSCRICION.—Madrid: por niimcros
MUM. 2 o . sueltos ¡ti rs.; tros meses i-i rs.; seis m o f s i í rs.; un
año SU rs.
MADRID 11 DE JULIO DE 1869.
PROVINCIAS.—Tros meses 28 rs.; seis meses 50 rs.,
un niio í'rt rs.—CIBA , 1'IF.RTO llico v EXTRANJERO,
un año 7 pesos—ASIERICA Y ASIA, 10 á lo pesos.
^,-,
AlSU
estrecha unión de los tripulantes de la nave. Inanse,
Del otro lado del canal, la política se baila en calma,
pues, si unirse pueden , y á quien Dios se la dé San y generalmente sucede lo propio en las" demás nacioPedro se la bendiga.
nes. Los ingleses tienen ahora con qué entretenerse,
Los primeros pasos de la nueva Asamblea francesa, obsequiando al vi-rey de Egiplo, que parece monarca
relalivos á verificación de actas, descontentan á los del universo, según le bailan el agua delante prínciimpacientes y golosos de grandes impresiones parla- pes, monarcas y emperadores de la Europa civilizada.
REVISTA DE LA SEMANA.
mentarias , que quisieran ver ya convertido en un El tiempo que no emplean en convidar á la magestad
campo de Agramante el lemplo de la representación de la tierra de los cocodrilos, lo gaslan en sesiones
nacional. Para satisfacer esta ansiedad ha propuesto un académicas y en arreglo de asuntos económicos de la
diputado adoptar la costumbre inglesa de proceder, sin importancia del llamado Trades' Unions, cuyas leyes,
pérdida de tiempo, al despacho de los negocios más excepcionales tratan de abolir por el parlamento, ert
urgentes é importantes, uno de los cuales es nada me- vista de los resultados de la famosa comisión examiesde hace algunos (lias nos que hacer efecliva la participación del pueblo en nadora creada hace tres años para estudiar la organiaparecen (recuentos nu- la gobernación del Estado, acabando con la dirección zación de estos gremios, y las ventajas é inconvenienblados en el horizonte personalísíma del emperador y estableciendo ministros tes que ofrecen en las relaciones mutuas del capital y
de los empresarios y de los obreros. Nati;*
hasta ahora sereno de verdaderamente responsables. Muchos son los firman- del trabajo,
oportuno y justo que esta medida , reclamada por
nuestra política. Mientras tes de esta proposición, especie de caballo que , como mas
adelanto de la civilización y los principios mas g e las discusiones sobre de- el de Troya , encierra en su vientre temerosos enemi- el
nerales do jurisprudencia.
nielIO constituyente ocu- gos, y con la cual basta y sobra para remover hasta los
paban las sesiones de la cimientos el orden político de la Francia. Por fuerte
En Italia se han repetido algunos ligeros motines,
Cámara y la atención ge— que sea el fundamento sobre que el régimen bonapar- pero el orden reina en Milán actualmente. La naturalej
l pueblo; mientras raanlenia el interés la so- tisla descansa, no hay duda de que el nuevo Congreso, za, como si quisiera seguir en sus manifestaciones al
ucion inmediata de la organización, siquiera sea in- animado de diverso espíritu que los anteriores, va á orden político, ha tenido también su desahogo en Bowina del nuevo gobierno, ni las .sublevaciones loca- introducir notables cambios en el modo de ser del ve- lonia con un ligero movimiento insurreccional que si
bien no causó desgracias hizo parar los relojes y sonar
?')") los planes de los carlistas, ni los trabajos de los cino imperio.
"'""sinos, ni el celo de los montpensieristas, ni las diMientras esto preocupa el espíritu de los políticos todas las campanas. En medio de esto hay noticias
-'dencias de los jefes de partido eran bastantes para de Europa, el orbe religioso francés se ha escandali- más favorables acerca del estado de la duquesa do
par por más de un día al pueblo entusiasta é im- zado grandemente al oír el elogio que el padre Jacinto Aosla, á quien las últimas noticias representaban enpciente . Después que, á gusto de unos, y á rechina hizo en la sesión de la Liga de la l'az-, de la religión ferma de peligro.
le
El laberinto político-económico llamado la cuestión
j "tes de otros, se decidió sobre la grave cuestión de proteslante y de su inllujo en la familia y el pueblo inglés
e?Ia-,'. i P o r v ¡ a (1° composición se dio algún viso de, á quien hace poco visiló el predicador ilustre. La Úa- franco-belga, encontró por tin el hilo conductor, y
,'ta|Nlidad á las altas regiones del poder con el nom- ¡ zcltc de.Frunce, legitimista y católica, pone el grilo ya, Dios mediante, no volveremos áoir más hablar do.
los -nt0 t l e l l n r °S e n l c > falt(l l a antigua comidilla á en el cielo, y el ultramontano Univers no perdona idas y venidas de amigables componedores. El gobiercambió el temperamento de las sesiones, este lapsus linr/ua: en el hasta ahora brillante ídolo de no belga se somete á las decisiones equitativas que el
v.Políticos,
francés tenga á bien proponerle, puesta la mano sobre
• )ajandoso el espíritu de la contemplación de las co- la sociedad católica parisiense.
e
su conciencia, y la verdad es, que para tal viaje no han
la
brillante
esfera
de
los
principios,
á
la
contemEn
cambio
el
ídolo
del
pueblo,
Enrique
de
Itoclic,ci°n de las personas en la nebulosa atmósfera de fort, lia recibido amonestación del ilustrado gobierno bía menester tantas alforjas.
^Pasiones
y de los intereses , lié aquí que los más belga para que achique la luz de su Linterna, y no > Las noticias de Méjico son tan varias como siempre
zan /a n ' es e.n u n porvenir pacífico y glorioso comicn- deje resbalar su pluma tan á menudo. ¿Qué hará este en detalles y tan unas en su fondo como do costumbre.
ina¡. 'nquielarse con la aparición do nubéculas boy, picante escritor obligado á alumbrar á media vela! Por una parte insurrecciones contra las autoridades
SdS anj* 'leas>vienlos
huracanados, ;i<]uí de exhalaciones Desde luego puede decirse que se hundió el negocio constituidas como en Querétaro y Zacatecas; por otra
eslíe C .n e n:l| "' s( ' e u u 'rí° s fatuos , preludios lodos de (lela Linterna, económicamente hablando, porque pronunciamientos y movimientos de generales; aquí
visirn U(!
' '' .° y convulsiones. Tal es el aspecto no- aquí cuadra aquel refrán de
ataques en despoblado, allá cercos de poblaciones, y
Cüral .llreCC" u o s l r á siluacion presenta, para afrontar la
do quiera agitación, apresamientos, persecuciones y
P á(P
no baber otro remedio en concepto de los
lucha entre desconfeulos, impacientes y ambiciosos.
Poco aprovecha
neos en esta clase do mareas y rumbos, sino la
¿Cuándo llegará el dia en que el correo ñus traiga la.
candil sin media.
S
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EL MUSEO UNIVERSAL.
frase tan manoseada en el viejo inundo de m/¡fl ía
tranquilidad más completa?
Por el mismo estilo son las que tenemos de Cuba
tlosilc setiembre del pasado año, no obstante que más
i!e una vez ha corrido el rumor de que todo había conc.luiilo. Lo peor es que á la situación que la preciosa
Anlilla atraviesa, se agreda el no ser muy satisfactorio
i'l estado de la salud pública, pues en la Habana había
casos de fiebre amarilla y el cólera hacia sus estrados
-n Nuevitas. El comercio se hallaba también muy paralizado de resullas de esla situación anómala, cosa que
:ÍO podia menos de suceder, necesitando los comerciantes para sus especulaciones la estabilidad del orden
polilico como base de sus cálculos y combinaciones.
Entre nosotros con la entrada de los calores fuertes,
sft va también paralizando la poca actividad que en t o das las esferas se nota de algún tiempo á esta parte,
exceptuando la política.
NICOLÁS DÍAZ BENJLMEA.
CARTA DEL DOCTOR THEBUSSEM
1 L SEÑOR DON AURELIANO FERNANDEZ GUERRA Y ORBE.
(CONCUSIÓN.)
Dorotea sacó de su almohada una mantellina de vistosa tela verde, y se adornó de manera que una rica y
gran señora parecía.
Cuando el cura y el barbero visitaron á Don Quijote,
Jo hallaron sentado en la cama y vestida una almilla
de bayeta verde.
Las hermosísimas doncellas que danzaron en las
ludas de Camacho, iban vestidas todas de palmilla
verde: de cáñamo teñido de dicho color, y de hiedra,
.»e cubrían los salvajes que t¡ratonil del Castillo Unen
Hecato, y la palmilla verde de Cuenca con que debió
vestirse Quiteria fue terciopelo de treinta pelos. (Parece que en opinión de Panza, la palmilla verde de
Cuenca era la de mas mérito: el Diccionario de la
Lengua Castellana asegura que la mejor era la azul).
Sancho juró que la novia resultaba ser una chapada
¡noza y que podia pasar por los bancos de Flandes.
Montesinos ceñía sus hombros y pecho con una beca
de colegial, de raso verde.
Maese Pedro el titerero traía cubierto el ojo izquierdo
y casi medio carrillo con un parche de tafetán verde.
Sobre una liacanea blanquísima adornada de guarniciones verdes, se presentó la duquesa asimismo
vestida de verde, tan bizarra y ricamente, que la misma bizarría venia transformada en ella.
En el palacio de los duques púsose don Quijote una
montera de raso verde, que las doncellas le dieron.
El vestido de monte para Sancho era verde de finísimo paño. Ahí te envió,—le decia á su mujer Teresa
en carta de 20 de julio de 1014,—un vestido i^crde de
cazador, que me dio mí señora la duquesa; acomódale
de modo que sirva de saya y cuerpos á nuestra hija.
Al hallarse Sancho enganchado en la encina, g r i •aiulo y pidiendo socorro, repite Cervantes que el verde
.••ayo se le rasgaba.
Cuando se le soltaron á Don Quijote las dos docenas
ile puntos de una media, afligióse en extremo, y diera
él una .onza de plata por tener allí un adarme de seda
••arde; digo seda verde, porque las medias eran verdes.
(Tres veces en dos renglones se escribe el adjetivo del
color, y entiendo que con uno bastaba).
Aquella moza de diez y seis años que halló Sancho
ruando rondaba la Ínsula, y que pareció bien á todos,
llevaba recogidos los cabellos con una redecilla de oro
y seda verde, y vestía pregúeseos y ropilla también
verdes de tela de oro.
Claudia Gerónima, la que admiró á Hoque Guinarf
;¡or la gallardía, bizarría y buen talle, traía toda su
¡•opa de damasco verde con pasamanos de oro.
Otra prueba de la marcada predilección de nuestro
escritor al abundoso color de las yerbas, es la s i guiente. He considerado siempre que la íigura mas
hidalga, mas noble y mas digna del Quijote, es la de!
galán de rostro aguileno y vista entre alegre y grave;
la de aquel caballero que en el trage y apostura daba á
entender ser hombre de buenas prendas. Don Diego
de Miranda, amigo mió, y su familia, fueron las únicas
personas de la novela que desinteresadamente atendieron, obsequiaron y regalaron al caballero de los
Leones; ni á don Diego ni á los de su casa les ocurrió
siquiera como á Vivaldo, á los duques ó á don Antonio
Moreno, holgarse y divertirse (ni aun á lo honesto y
afable) sacando á plaza las locuras de un mísero d e mente. Hasta los que una sola vez han leído la célebre
novela, saben que el de Miranda venía caballero sobre
una muy hermosa yegua tordilla, vestido un gabán de
paño lino verde, girouado de terciopelo leonado, con
una montera del mismo terciopelo; el aderezo de la
vegua era de campo y de la giiiela, asimismo de leonado y verde; traia un alfanje morisco, pendiente de
ni ancho tahalí de verde y oro, y los borceguíes eran
<le la labor del lahalí; las espuelas no eran doradas,
MIIO dailas con un barniz verde tan tersas y bruñidas,
que, por hacer labor con lodo el vestido, parecían me•|or que si fuesen de oro puro. ¿Será necedad presumir
que Cervantes empalió en el color de toda su alicion
Anterior
á la persona mas distinguida de su gran libro? ¿Será
debilidad de juicio deducir del barniz de las espuelas
que, en ciertas ocasiones, el—«soldado de Lepanto»—
colocaba el oro por debajo del expléndido color de los
árboles y de las yerbas?—Hasla el nombre de—Caballero del Verde daban—dado al discreto manchego,
forma, en mi entender, la síntesis de cuanto llevo
apunlado en la presente carta. Y aun cuando ella sea
formada con puros disparates la paciencia de usled no
se agolará porque yo prosiga en mi sendero. Paciencia y leer.
Dirá usted (y dirá muy bien) que nada hay de e x traño , ni de raro, ni de nuevo, en llamar verdes á los
árboles y prados, y que si muchos personajes del Quijote aparecen vestidos de verde, otros se hallan con ropas azules, negras, purpúreas ó leonadas. Es verdad;
pero también tengo por cierto que en mil ocasiones en
que ni era preciso ni se hubiera reparado siquiera la
falla de designación de la tintura, Cervantes aplica la
verde: cuando se ve obligado á señalar varios matices,
comienza su relación por el de la cruz de Alcántara;
parece que en su memoria y en su pluma, iba siempre
el sinople á la vanguardia.
/De qué color eran las cintas que sujetaban con ñ u dos la celada del Hidalgo Manchego , y que en ninguna manera quiso él consentir que se cortaran? Verdes.
¿De qué color era la seda con que los hidalgos escuderiles tomaban los puntos de sus medias negras? Verdes.
La gran cantidad de plumas que volaban sobre la
celada del Caballero de los Espejos, eran verdes, amarillas y blancas.
¿De qué lienzo era el portamanteo de Corcbuelo? De
bocaci verde.
¿Cuántos y de qué color serían los perros que había
de parir la perrilla de falda de aquella dama que consultó al señor judieiario? Tres; el uno verde, el otro
encarnado y el otro de mezcla.
Hallóse Don Quijote enredado entre unas redes de
hilo verde
Pues si como son hechas de hilo verde
fueran de durísimos diamantes... (Este segundo verde
bien se pudiera excusar.)
Aunque tonto eres verídico, dijo Don Quijote. No
soy verde, sino moreno, replicó Sancho.
¿Cuáles fueron los colores con que Sandio pintó á
las siete cabrillas? Dos verdes, dos encarnadas, dos
azules y una de mezcla.
¿De dónde pendía aquel pergamino liso y blanco,
escrito con grandes letras de oro que apareció después
de la aventura de Clavileño? De dos cordones de seda
verde, etc., etc.
IIYo no conozco ni á fondo ni á superficie la literatura
¡ española. Ignoro por consiguiente si los escritores con! temporáneos de Cervantes verdeaban sus obras del
! modo que lo hacia el autor del Quijote. Los libros que
' de épocas anteriores ó posteriores lie tenido á la mano
han sido el Gil'Blas de Sanfillana, que como usted
sabe, apenas se fi|a en los colores de las vestimentas.
El vanidoso Dan Diego Duque de Estrada, á pesar de
I su prolijidad en la descripción de trages y de su elegan' eia en el vestir, nunca, si no me equivoco, se cubrió de
verde. Ni en el llarranta, ni en las Urinas Católicas.
encuentro libros ó ropillas de color de esmeralda. La
• crónica de Miguel Lucas de Jranso, dice sólo (en m e dio de tanta reseña de lujosos arreos) que cierta e s cuadra de máscaras vestía de paño fino MUY MUCHO MEMOS QUE VKRDK. Parece que apunta con miedo el color,
i á semejanza de aquel gallego que creyendo pagar m e j nos portazgo, contestó cuando le preguntaron su nombre, que apenas se Humaba l'eilru. En los libros que
señalo y en algunos oíros he visto muchas ropillas, j u bones, pregúeseos, mantos calzas y tabardos, blancos,
amarillos, noguerados, purpúreos, carmesíes, azules,
negros , etc. El verde siempre en carencia absoluta, ó
en notable, minoría.
A la vista tengo las carias de dote (Medina Sidonia
1 ."«7.1-1 <i00) de las hidalgas y ricas damas doña Catalina de la Serna y doña María Arroyo Sidon, en las cuales consta que entre las preseas que llevaron á sus matrimonios se contaban sayas, corpinos jubones y almohadas de raso y de terciopelo verde. ¿Seria el color de
moda en los tiempos de Cervantes?
Caso afirmativo sospecho que tal tintura no pasó á
los vestidos del sexo ma-ciiüno. Por eso es de notar que
el Quijote nos pinte mujeres equipadas de verde con
ropas propias de hombre, como habrá usted reparado
en los disfraces de las hijas de Simón Korle y de Pedro Pérez Mazorca.
Sea de eslo lo que quiera, tengo por casi seguro que
á pesar de ser el verde color propio de gente culla y
civilizada (pues el rojo y el amarillo son los que más
cautivan á los salvajes y al vulgo) su uso se halla en
minoría relativa comparado con cada uno de los r e s tantes que produce el espectro solar.
En las armerías es raro el campo verde; apenas se
hallará en el blasón de alguna casa reinante de Europa.
Los mismos vegetales se representan comunmente en
metales y no en sinople. Cardos de oro en pules, ó
laureles de piala en sable , son signos liarlo comunes
1
en heráldica.
'
El verde aplicado á las persianas, celosías, cortinas,
Inicio
vidrios de espejuelos, paños de billar, tapetes de ¡n
go, ele., se, funda únicamente en una razón d e ó p w
en el fin de hacer inofensiva la intensidad de ia ¿"
Aplicado á las condecoraciones, garnachas, banderv
faros, billetes de banco, láminas de deudas, sellos7
correo y cosas análogas, sirve sólo, por su contras^
con los demás colores, para apreciar al primer golpe!)
vista la categoría, nacionalidad, seüa, valor, etc. del'
persona ú objeto.
' '
Creo que el color que en España usaba la Inquisícin
era el verde y en tono de burla le llamaban ustedes]"
Señora de la vela verde.
'
Oficialmente tienen los ingleses el Green-W'ax cm(
nombre (por el color del sello) dan á las sentencias re.!
muidas por el Excbequer á los Sheriffs, y Green-Cloif
(por ser verde el tapete de la mesa) nombran al tribu
nal que, según creo, corresponde al llamado «Bureo[
en España.
La Iglesia católica ha sido poco partidaria del ferdesólo tres ó cuatro veces al año puede vestir de dicbó
color. Los tratados de química aplicada á las arles v¡,
tuperan los dulces, los sobres de cartas y aun la apis
cacion á la boca de los objetos teñidos con verde.
III.
Existe, pues, una especie de repulsión al color qn(
nos ocupa, y á pesar de eso Cervantes lo prefería ¿
otros colores.
¿En qué se fundaba este amor? Si el cautivo de Argel hubiese picado de linajudo ó cíe aristócrata, pudiera quizá decirse que asi como estos dan á sus coches,
libreas y reposteros el color de su escudo, Cervantes
daba á sus preseas literarias el sinople de su propio
blasón (1).
Los cabellos de casi todas las mujeres que, describe
nuestro manco eran de aquellos que pudieran los id
sol tenerles envidia. ¿Por qué le agradaban las rubias!
Creo que no hay mas respuesta sino decir que le gntaban porque
le gustaban. ¿Por qué le agradaba
el color verde.
Le agradaba porque... le agradaba.
Me dirá usted que esta es una respuesta, pero qw
no es una razón. Muy cierto, señor don Aureliano;;
allá va una, aunque usted la califique de las llamadascn
España de pie de banco.
Cervantes, ha diciio usted, (datos nuevos para ilustrar el Quijote), «se inspiraba en el sublime espectácu»lo de la naturaleza... dibujaba como Rafael y pintaba
«como Velazquez
» ¿Podría agregarse que gustaba
mas del campo que del palacio'! ¿Será absurdo estampar que su pluma corría mas gustosa, y que su imaginación le llevaba, sin él sentirlo quizá, á describir coi
fruición valles, montes, prados y campiñas de esmeralda, mas bien que alcázares revestidos con púrpura
y con oro? ¿Es dislate suponer que el padre de Don
Quijote colocó en más ocasiones las escenas y aventuras descritas en sus libros, debajo de la bóveda formada por Dios que debajo del lecho construido por los
alhamíes?
Si el cautivo de Argel es'udíaba un día y otro día,
una vez y olra vez la olira del Creador, ¿qué tiene de
raro que llegase á adorar y á empaparse en el dulce,
armónico y variadísimo coior con que la Horra se cubre y se engalana?
lié leído, uo se dónde ni cuándo, que un célebre
pintor contemporáneo, creo que francés, decia el) tono
de amarga queja :
¡Dios mió! ¿Por qué has puesto lanío verde en tu
obra?
Figuróme que Cervantes exclamaría muchas veces
en lono de elogio:
,
¡Dios mío! ¡Cuan bello y cuan hermoso es el ver(te
con que has vestido á tu obra!!
IV.
.Ni en la «Gilanilla,» ni en el «Licenciado Vidriera,"
ni en el «Coloquio de los Perros,» ni en la «Fuerza iw
la Sangre» ni en otras obras de Cervantes se, mienta
verde. (Las comedias no las be leido jamás.)
En las bellas églogas de Garci Las'so, se prodiga» j
con justicia, el dicho color.
¿Deduciremos de aquí (por ejemplo) que estas P
sías sox y aquellas novelas yo SON bijas del l'1"-'"^-.^!
los Ingenios? Nada menos que eso: no estoy tandq
de la mano de Dios.
Creo sí que laobservacioncilla que indico en ' a "
senté carta puede ser (y lo pregunto á usted pal"8 '
berlo) un dalo, un indicio una luz triste y .rnlse)Bjrf
que aplicar á aquellas obras descarriadas
sin no
de su dueño: cuando ustedes los peritos las i u Z °/ e c ¡(.
califiquen poniéndoles con justicia el Cervantes/
dejen ustedes q u e pobres peleles como yo, c
'n¡co
los ojos con espejuelos verdes, bagamos un nieC'•_
e x a m e n , v. ^ r . , sobre la «Carta á don Diego (le ' V ^
dillo, dando (Míenla de la liesla de San Juan l l e
radie.»
^¿0
Díeeso ,illi que los barcos iban adornados con t
ramos de juncia.
(11 Anuas de los Cenanles: ilux rimas (Ir oro en caWP" s
N a v a r r e l e ; Villa ile C e r v a n t e s , ]I;II;. .:>(¡l>.
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EL MUSEO UNIVERSAL.
219
sobre esto asunto, manifestando los graves inconve- logo entre Caronte y el alma de Pedro Luis Farnesio,
*núi>eran verdes los mirabeles.
elas hojas de caña y do hiedra estaban tan cerdas, nientes quo so ofrecían, entre ellos el deshonor para su donde pinta admirablemente el suceso.
corona y una ca sa do continua alteración para la paz
Dividíanse las ciudades en toda Italia; ya atendía á fu
•ir'ecia no haberse quitado do su tronco.
de, Italia. Encubrió su nombre; pero mal oculta el cris- guarnición do Liona, cuya lealtad iba haciéndose sos1* "¡ a (.¡mcioií al Invierno so apunta que esto
tal la luz. No hay persona quo al leer aquellos escritos pechosa, ya á la fortaleza de Poinhlin y do la isla <¡o
\ los arboles o'rdes del verano,
que, el autor quiso dejar en soledad sin su nombre, no Elba, ya prevenía á los líenosos que entregasen las arCornil cruel tirano,
lo conozca al punto. (Hiedo herida de muerte con la mas, ya los obligaba á enviar una embajada al emperapluma la pretensión de Paulo III, y apartada del inten- dor para que dispusiese la construcción de una cindaTic escarcha viste y los desnuda de hojas.
dela, en tanto que otros de la ciudad, ofendidos de M:
Poco más adelante hallamos aquellos dos caballeros to la voluntad de Carlos V.
Este, más y más empeñado en la reducción do los gobierno, iban á avistarse con Carlos V para solicitar
lias renlr-\ calzas rentes, coladas rerdess vis^ j penachos de rerde albahaca c<tu su correspou- hereges de Alemania por medio de los decretos de un lo contrario.
concilio general, procuraba por todas las vías posibles
Llegó á tal punió el odio de los de Siena contra e¡
•jjjntí letra quo decia:
que cuanto anles se juntase: nombró en 1S de octubre gobierno de Hurlado do Mendoza . que recorriendo
Uanias vestidas de verde
de I;ii2 por sus embajadores al gran canciller Granve- éslo una larde la ciudad embozado, le disparó una
Por mostrar nuestra esperanza;
la, á su hijo el obispo Ai' Arras y á don Diego Hurlado pistola, tiro que felizmente no dio en la persona, sinr
(Juo quien no espera, no alcanza.
de. Mendoza.
on su caballo que murió instantáneamente.
Este, más tardo, obtuvo al propio tiempo la embajada
En ausencia de don Diego se sublevó contra los esY para completar la descripción, y para que so viese
1
leen el talento do Corvantes no cabía aquello de quo en Roma. Para ella sólo llevó dos libros: el Ainadís de pañoles la ciudad quo odiaba nuestra dominación . as .
Ü-ipasion quila conocimiento"—quiso nuestro escri- Gaula y la Celestina, libro aquel de caballería muy es- por la inconstancia de sus ciudadanos, como por ol <•* •
íñ'si"n¡licar, con lauto chiste como talento, esa parto timado de los antiguos, porque á la verdad, y salva la escosivo rigor conque (Tan gobernados
El Marqués de Marignano, después de un sitio q v
ridicula que Sl' atribuyo al matiz quo nos ocupa. Por opinión do Cervantes, oran de gran utilidad para ol si—
duró quince meses, sometió á Siena.
«sotal vez, y por requerirlo la Índole de l;t epístola, gút en que fueron escritos.
El feudalismo imperaba por do quiera y con ol feudaEl gobierno de esta ciudad fue confiado al cardenal
añadía:
lismo la exaltación del orgullo del poderoso, la opresión don Francisco Mendoza, pariente de don Diego. Este
Sobrart'.l rerde en t\ vestido ,
<lel débil, el atropello do las virtudes.
so hallaba en liorna continuando en los asuntos rolePorqw jamás lo ruinemos;
En esos libros caballerescos se enseñaba el respeto rentos al concilio, cuando sucedió que el alguacil ma(\\\p para dar le traemos.
á la debilidad, el socorro al oprimido, la humillación yor do los esbirros faltó al respeto que al emperador se
del soberbia prepotente, ultrajador impune t\e la ino- debía en acto tan público. Don Diego, en vez de pedir
Agradézcanme, señores,
cencia. Mostraban lo que era obligación del caballero, justicia, la tomó por sí, de lo cual sumamente ofenF,l cuidado que ke tenido,
y á más, acostumbraban á las personas á la cultura y dido el papa .lidio III, reclamó del emperador contri-,
Pues verde les lif traillo.
cortesía del lenguaje.
aquel agravio.
Guardar la palabra, sor leal, sor generoso . ser comCarlos V ya on lool , había variado mucho de conlie la comida lie ahorrado
pasivo, l¡é aquí la enseñanza de los libros de caballe- dición. Ya empezaba á temor el viento de la muer!'1
El rerde que hay lie sacado.
rías, no «listante lo extravagante do sus fábulas tan quo hahia comenzado á mover algunas de las joyas de!
exageradas como muchas de las novelas de hoy día. El laurel que lo coronaba. Comprendió quo aquella polí.
. No me aprovecharon,
mismo Cervantes, quo tanto se burló de los libros ca- tica enérgica, que lo hizo retener en prisiones á CleMadre, las yerbas,
ballerescos, á los libros caballerescos debió la gala de mente Mil, al elector de Sajorna, y á otros príncipes
Pues saliendo de verde,
su decir, la lozanía de su lenguaje.
del imperio que había humillado, tenia que ceder ante
No engordé en <>llas.
Mostró Mendoza en el concilio la entereza de su con- las iras del siglo. La energía de don Diego Hurtado de
dición, exigiendo á nombre del César que se procedie- Mendoza, quo lanto en su tiempo le había placido. \¡:
Veinte y un años después de muerto Cervantes pu- se en todo con forme á lo que exigía la gravedad del la tenia por contraria á sus deseos, por peligrosa á sii<
blicaba un folleto de treinta y cinco hojas en ¥_" el asunto y la turbación del siglo. Su casa era el lugar de intereses. Esto no os ostraño. Ya el sayal buscaba :i la
apilan Manuel Fernandez de Villarcal, dirigid* «á la lasjunta-s de los prelados españoles: él hizo llevar sus púrpura de Carlos Y, como en otras ocasiones buscó al
divina Celia,» c intitulado COLOR VERNE (Madrid, por libros,'donde se contaban las obras de todos los santos cayado el cetro.
la viuda de Alonso Martin, alio de 1037): era respuesta padres, -y aun de heresiarcas, cuyas doctrinas ora pre- . Don Diego Hurtado de Mendoza se hallaba levantaníotro discurso del Color Azul, que acababa de •escri- ciso temer presentes para su condenación.
do tropas en la Romanía para defender las costas conbir el doctor Fernando Alvaro/. lirandon, letrada laCuando el papa determinó trasladar el concilio á Bo- tra el turco y para enviar á nuestras posesiones on
lonia par .causa de, la guerra do Carlos V con los ale- África, cuando recibió la nueva de estar nombrada
moso y agudo ingenio lusitano.
Manuel de Faria y Souza,-el insigne comentador de manes y con el protesto de peste, don Diego no sólo embajador en Roma don Juan Manrique do Lara. hijo
llamóens, que fue aprobante ule la obrila del capitán, protestó en Trento, sino que pasó á Roma y on pú- de los duques do Nájera.
v había ya discurrido en site Comentarios solire la blica auiire-ncia ante el Sacro Colegio y embajadores de
Hasta entonces habia pensado don Diego que el brasignificación de los colores (Lusiada, canto lili, estro- otras naciones, hincado de rodillas levó una enérgica mido del mar de la calumnia y el odio era si muy fuerfa 23, columna 273), dice «ser propio de la gente m i - protesta contra aquella determinación, protesta que te, pero ninguna la fuerza de sus olas. Aparentó recilitar el vestirse de colores varios; y no servir en los fue interrumpida varias voces por l\iulo 111 y no con- bir con desden y aun sonrisa la nueva. Sin duda imasoldados y amantes solamente de galas; mas también testada sino liasla otro día en que se le dijo que ora pre- ginó hacer gran injuria á la virtud, quien sobre I:;K
de imágenes ite pensamientos amorosos , ó militares ó ciso consultar la opinión de los padres quo estaban puertas de, su casa pono por escudo la tristeza.
«levotos. Muchos do los antiguos , cuando salian •en congregados en Bolonia.
Dirigióse al lugar donde residía en aquella sazón
campaña militarmente, se vesliacada uno del colorde
Grandes íiiieron las cuestiones que sustentó en ol Carlos V. No era de parecer don Diego, que si la opiOTuetdios á que era mas aficionado; y en lo modernoconcilio y Roma sobro ol lugar que como á embajador nión permite manchas, ninguno es su crédito, y que
* color de los hábitos de una" y otras Ordenes, t»e do tan gran personaje le correspondía.
nadie se vio ofendido que no se hallase agraviado do sí
Rieron por sus significados. Iluy casi todos, galanes
En 1;¡ÍS, <»1 día de Navidad asistió á la capilla del propio. No quiso tampoco tener el silencio por único
y soldados hacen es(a devoción y estas aplicaciones á PontHice, y viendo que había dos sillas de preferencia, refugio en la ingratitud que acababa de, esporímentar.
• ílatnas, vistiéndose do los coluros que, ollas más y comprendiendo estar destinadas para el duque lio—
Solicitó hablar con ol emperador, pero el emperafstisian, ó que más pueden significar sus intentos. El racci, nieto de Paulo III, y olro personaje, so sentó en dor temió la entrevista. El carácter enérgico de su
la
primera
,
llamando
para
quo
junto
á
sí
so
sentase
Manso significa pureza, fe y triunfo; el rijo, ira y
embajador habia adquirido gran renombre: estaba agracrueldad y venganza; el VERDE:, festejo, alearía y es- igualmente al embajador de Francia, lin maestro de viado; por olra parte el César no quería dar espiracioceremonias
lo
advirtió
que
aquel
no
era
su
puesto;
pero
nes .'i un subdito ofendido, ni so atrevía á dar queja-:
a.
por los servicios importantes que, habia prestado.
He aquí, pues, cómo no se ha de creer indiferente él insistió en permanecer allí.
Otra vez Ijahlando con Paulo III, éste le advirtió
'.S« continuará.)
"Color verde para Cervantes, para el escritor aleare,
que recordase quo oslaba on palacio y que se escedia
ADOLFO DE CASTUO.
("ra
el
regocijo
de
las
Musas;
que
luvu
Ja
esperanza
se
en sus palabras. Don Diego respondió que él era caba§ura
de
que
á
su
mérito
haría
justicia
¡a
posteridad,
llero como su padre, y que tenia obligación de decir
!aque no sus contemporáneos.
Basta de carta, que ha salido larga como una cua- lo que su soberano le mandaba, siempre guardando el
UN DEBUT LITERARIO.
ima.
Dentro de poco tiempo marcharé á Wurzthourg, respeto debido al vicario do Cristo; poro que como mis
del emperador, su casa era todo aquello en que
P°*
lí
libertad <jue hay en su tierra de, usted eslá tan níslro
él
ponía
los
pies.
le
LEDIA,
NOVELA POR IA CONDESA Dt***.
y... que para ¡ni paladar amarga. Celebraré que
El origen de muchas de estas competencias que en
*™«n»
pronto,
como
yo
deseo,
y
mientras
tanto
pide
I.
a l()
." s que conserve la vida iht usted por dilatados la corte de Roma tuvo don Diego, estaba en la malLas clases altas de la sociedad, la vida del gran
querencia que profesaba á Pedro Luis de Farnesio.
•jBS.M.
Era Pedro Luis de Farnesio hijo bastardo del papa mundo, las exigencias de buen tono que, como reinas
DR. THEBUSSEM.
Paulo III antes de ser cardenal. Mandaba como sobe- despóticas , dominan en los salones aristocráticos,
Medina SidiMiia, '¿2 <!<• manto rio I8lü).
rano ducal en Parma y Plasencia. Perlas de su diade- todo ese conjunto que llena en los periódicos ingleses
ma eran las lágrimas de sus subditos: siempre en sus la sección titulada: The high Ufe (la alta vida) casi
estados estaba desnuda la espada sobre los cuellos, é nunca ha sido dsserito con exactitud por nuestros
poetas dramáticos, ni por nuestros novelistas conteminfatigable el verdugo.
Pero enmodio do su tiranía, la venganza velaba. poráneos. Y como atinadamente ha observado un proBIOGRAFÍA.
De la vida de Pedro Luis Farnesio, sólo el puñal que loguista délas novelas de Fernán Caballero, no puede
lo amenazaba tenia cuidado. Las nobles conspiraban explicarse esle hecho por la condición á que han percontra su persona. Aguzábanse sus aceros, no en pe- tenecido y pertenecen nuestros autores de amena liteDON DIEGO HURTADO DE MENDOZA.
dernales, sino en piedras preciosas para que fueran ratura. Antes, por el contrario, vemos que el duque <¡e
Rivas, grande de España do primera clase, se limita en
mas penetrantes las heridas.
(CONTINCACION.)
Una tarde entraron los conjurados en su palacio, y su comedia Tanto vales cuanto tienes, á trazar un
cuadro de costumbres de la clase medía; y que un oü—
f ^peñado
Carlos
V en sustentar tantas guerras en le dieron muerto. Necesitó quo le pasase el corazón el cial de artillería de la Guardia Real durante el régimen
Pa
(
(>1 CÍISO <le
hierro
para
quo
entendiese
el
peligro.
din ' ;" 'H°
encontrarse con escasez de
y después ministro do la Corona en nuestra
El pueblo, sabedor do su muerte, apeló á las armas absoluto
nif ° P ira proseguir vigorosamente aquellos desigrevolución liberal, don Patricio de la Escosura, en su*
proclamando
al
emperador.
La
muerte
de
Pedro
Luis
^ .ní u e no en balde habíanse enseñoreado de sus pennovelas El patriarca del Valle, Dos desenlaces de un
Farnesio hizo despertar la espada que en manos de la drama,
. '«ntos
al pasar por el camino de su alma.
Cuando el rio suena... y El canto del cisne,
s
J * erfortalezas de Florencia y de Liorna acababan de infeliz dormía.
más so ocupa do la vida política j de los sentimientos
Kl papa Paulo III atribuyó la trama del suceso al apasionados del corazón humano, que de la descripción
Pr™ al gran duque de Toscana. Kl papa Paulo III
gran canciller Gramola y á don Diego Hurtado, y la de los hábitos sociales de las clases á que pertenecen
i¡; ""raba comprarle para su nielo el célebre Octavio
n<!s
s t!slU( 0S m
HÍirl í '" '"
'
' Milán y Siena. Don Diego orden superior do lodo á Carlos V.
sus persona|os novelescos.
Don Diego escribió un opúsculo con ol título de Diá™lo di; Mendoza escribió dos memoriales al César
OTM1V1S
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EL MUSEO UN1VEHSAL.
220
Aun más. El Hombre de mundo, debido á la pluma , ritu de nuestras costumbres patrias, desde lineo m u de un autor muy acostumbrado á respirar la atmósfera clio tiempo los amantes del principio nobiliario pueden
de aristocráticos salones, en medio de sus excelencias, dejar escapar de sus labios la triste exclamación de
<|ue le colocan en puesto preeminente entre las obras j aquel personaje de zarzuelas: ¡Ya no hay clases!
dramáticas del siglo XIX; El Hombre de mundo tiene
Xo poco ha contribuido á este resultado el influjo
un cierto olorcillo cursi que casi inclina el ánimo á ; del catolicismo, que podrá sostenerse por los neo-caeambíarle ol titulo llamándole, según el argot hoy do trílleos que os contrario á las ¡deas liberales, pero 0,110.
moda, A"' Hombre de dem'-monde.
Hasta la escritora nadie podrá negar cjiio es eminentemente democrátique se. nombra con el pseudónimo de Fernán Caballe- co, como puede verse continuado por las acres censur o , y aquí nos apartamos de la opinión
del prologuista antes aludido, que se£un es ya publico
~~
se llalla enlazado
por relaciones de
parenlosvo é intima
amistad con gran
=z,
parte de la aristocracia sevillana, os
mucho más feliz en
la pintura délos t i pos populares do
Andalucía, que
~
c u a n d o , pretendiendo trazar los r e tratos de títulos de
Castilla y caballeros
lnjosdalgos, resultan personajes muy
poéticos , pero de
cada uno de los cuales se puede decir,
repitiendo un verso
de la señora Gómez
de Avellaneda:
termina como rey absoluto la forma y clase _„
que han de cubrir los humanos cuerpos de ia«
cuartas partes dolos civilizados europeos y de "
americanos. Tiranía de la moda, que esiá di
desaparecer cuando los hombres, en un eslncL „yor cultura intelectual, no renuncien el impresVtinm"
derecho que cada uno tiene do revestirse según te !
por conveniente; y eligiendo trago cada persona s e ?
sus gustos, quién optará por la clámide roranavm •"
del siglo
abrigarse
en tus
invierno!
adoptara con fe
ras variantes elfi,
ge de• Moteznm,
para refrescarse ea
los veranos, los ai
vos usarán ,la ^Inarán la ^Inca a lo Luis XIV
para encubrir S;i
carencia de pe|0
no digo falta por r o n e s qU0 nog0]1
de
'"'esto lufíar; IJS
teas podran envolverse en los mantos ele la época de
Felipe IV, y si ticnon breve el pie
moñuda la manov
torneado el talle,
quizá harán con!
quistas que resistirán al descubrimiento de su rostro; en fin, el mundo se convertirá en
un baile de trages
p e r m a n e n t e , en
donde la fantasía
individual podrá
manifestarse con
entera libertad, y
entonces cada cual
podrá vestirse según reglas de arte
y no veremos á diminutísimas damas arrastrando celas de incomensurable longitud, y i
gigantescos galanes
terminados en microscópicos sombreros , que cont r a s t a n h irriblemente con las proporcionales dimensiones de su fisonomía y de su cuerpo-
. . . . >M paroriitii
sólo le falta á ¡;in feliz
(retrato.
Si no es la posición social de los
novelistas y dramáticos contemporáneos, ¿cuál es la
causa del hecho literario que ahora
nosocupa?En nuestro sentir la contestación á esta p r e gunta es muy fácil.
La vida social de las
clases elevadas no
ha sido descrita en
nuestros dramas y
comedias , porque
en España no ha
habido jamás verdaderas distinciones sociales ; porque España es la
nación más demo11.
crática de Europa;
Basta
ya de diporque aqui el puegresiones acerca
blo y la nobleza han
delbello arte de vesvivido confundidos
tir, y anudémosla
durante siete siglos
rota hebra, nosiempor las necesidades
pre lia de ser hilo,
de la guerra de la
ele nuestro interreconquista , d e s rumpido discurso.
pués por la preponSi como ya hemos
derancia de los r e dicho, en las cosyes absolutos han
tumbres de Espa«
vivido humillados
no ha existido nunbajo el mismo yugo;
ca la aristocracia
y , por último , ios
como clase cerra*
vicios de la nobleza,
y distinta del res
aquellos vicios que
de la nación, enld
inspiraron la satíriactualidad por "n
ca musa de Jovellaconjunto de cirnos, hicieron que el
cunstancias, o'»'
grande de España y
ñas de estudiarse,
el título de Castidespués del adveCASA LLAMADA DEL PESCADOR EN EL RESERVADO DEL I l t T I l i O .
lla sólo encontraban
nimiento de •'
grato solaz en la
nuevas ideas HDL
compañía de las ya
• •
• r¡1les, base f o r m ^
históricas manólas
y los aun no históricos toreros y gente del bronce. ras que las distinciones han merecido de todos sus un círculo social, que pretende se:' el lazode u
Un poeta amigo nuestro, Fernando de Gabriel , n a - doctores de los cinco primeros siglos de la Iglesia y de entre IJ.S mejores, que no otra cjsa entraña en ^
da afecto en verdad á las ideas democráticas, conde- sus modernos apologistas, ISalmes inclusive. Se com- idea aristocrática, y asi leemos frecuentemente en ^
prende bien que en la nación española hayan domina- periódicos, cuando describen la soirce ele la duq
nando las predicaciones demagógicas, h:i escrito:
í
do por completo las ideas de igualdad social; y que por de X.. ó el banquete del opulento señor de -v%f
¿En qué atmósfera de odio
la altivez propia del carácter nacional esta igualdad se allí so hallaban representadas las tres aristocracia
sumir á España se quiere?
pa • )a
haya entendido subiendo todos y no descendiendo nin- la sangre, del talento y del dinero. Y nóteser ede
ce s
¿Qué bárbaro antagonismo
guno. Oigamos al menestral, que dice al entrar en la que, de la aristocracia ele la virtud, que p» n.. n r
aquí crear se pretende?
taberna, saludando á sus compañeros de clase: «Sa- única que eternamente debe conservarse,'°! e''|aZ¡ir
¡Aquí do nunca existiera
lud, caballeros.» Asi afirmaba Larra que en España dio se ocupa, y no hay ni aun la costumbre de ^ a
entre clases diferentes
todos se creen caballeros, siquiera sean hijos de algún en una misma frase, la palabra virtud con l¡> I ' '
y el camino á los honores
sastre, que según parece para el gran crítico el corlar aristocracia.
. , tnrfranco estuvo á todos siempre!
levitas y pantalones era oficio humilde y no arte bello,
- ^
Existe, pues, boy una á modo de clase socu»>•
social, t°r
Y verdad es que en España nunca ha h:ibido anta- que la moda sublima hasla las supinas alturas donde inaila como ciertas cipas g •ológieas, por m a t elar i ^q« e
len:ia, que es
gonismo entre las clases sociales, porque dado el espi- coloca su trono el Inilletir parisiense y desde allí d e - diversa y aun contraria proceden
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223
EL MUSEO UNIVERSAL.
EL MUSEO UNIVERSAL.
Ili1 na con las noticias de sus casamientos, bautizos y pensábamos formular nuestro juicio sobre la novela de nes; goza los dulces placeres dol amor,
defunciones las gacetillas de los diarios políticos y la condesa de ***, parecíanos que ninguna calificación virtud triunfante, según las promesas infalibles"
los sueltos do La Correspondencia, que es la que en española podía hallarse en tan exacta relación con ve lo hondo desde la altura sublime, verás el<"
invierno luce sus trenes en los paseos de la Fuenle nuestro pensamiento como la palabra consagrada hoy Xair-Hazan.
Castellana y sus personas en los palcos y butacas del por el uso del gran mundo para indicar el estreno de
CECILIO NAVARRO.
que hasta linee poco se llamaba Teatro Iíeal, y en una artista, que sólo debe tener cronistas cuando el
verano cura sus nuiles, ó gasla sus bienes, en li'iar— debut es un triunfo, como en el caso presente, lia suceritz ó en Vieliy, en Spa ó en Unden-liaden; clase ó dido, y que. por galantería debiera condenarse al silenagrupación social que realmente tiene ya una fisono- cio si olro hubiese sido el resollado obtenido por la EL MAL QUE SE HA DICHO DE LAS MUJElfe
mía propia, lielmonle rolralada en las revistas de Ma- nueva novelista.
drid que hace años publicaba en lus columnas de La
(CONTINUACIÓN.)
L l l S VlDART.
(Sf ftniítuirii.)
Época el célebre Pedro Ecrnandcz, cuya tarea conti|
XVIIF.
núan hoy en el mismo periódico lus elegantes eronislas Acteou y Asinodeo. Ahora bien . los personajes de
En cuanto á los yambografos, ó poetas que ,u
nuestra literatura contemporánea dramática y noveCASA DEL PESCADOR.
composiciones en versos yámbicos, no citaremos
lesca, ninguno pertenece á esle circulo social; y por
que uno por abreviar.
mas que algunos sean duques ó marqueses, condes ó
El grabado que acompaña représenla el caprichoso
No citaremos á Arquiloco, el inventor de ese
barones, sin duda alguna que al salir al teatro ó al sitio de descanso en los jardines del Retiro ó parque de terrible, á Arquiloco, cuya virulencia causaba kun"
entraren el libro novelesco olvidan sus habituales for- Madrid, antes reservados, que llaman la casa del Pes- te do aquel que mordía: no nos quedan de este poet
mas y hablan y obran como pudieran hacerlo los mas cador. Esta parle de los jardines, abierta al público mas que algunos fragmentos de sus iracundos yántmodestos individuos de la modestísima clase, media. desde que se efectuó nuestra revol: cion, puede decir- eos, que no son suficientes para decidir si Lyéambeñ
lié aquí por qué al leer, y ya es tiempo de que ven- se que dala desde el año lNlo , en cuya época se co- da ó no buenas razones para ahorcarse.
*
damos al asunto que ahora pone la pluma en nuestra menzaron las mejoras y el cuidado de este sitio anteEl que vamos á citar es Sinionydes de. Amor»»
mano; lié aquí por qué al leer la novela de la con- riormente muy abandonado. El vecindario de Madrid, abuelo do Sinionydes de Ceos, el lírico. De este noV
desa "** que lleva el título de Lcdia, recientemente que en determinadas épocas del año lo escoge para pa- queda mas que un fragmento sobre las mujeres que
publicada en la Revista de España y en el folletín de seo, lia comenzado á frecuentarle más con motivo de por sí solo puede ser todo lo que llevamos dicho El
un diario político, exclamamos como el sabio griego: las reuniones filarmónicas que de noche se celebran análisis do oso fragmento, da cierto colorido á lodashs
¡Eureka! ya hemos encontrado una marquesa y una en el palacio ó casa de San Juan.
citas do los autores griegos:
vi/condesa; un duque y un conde y hasta un poeta
«En un principio, formó Dios diversamente los cade buen tono; ya hemos encontrado personajes noveradores de las mujeres; una tiene de la marrana sus
lescos, que en los detalles, y nótese Men esta caliíiásperas cerdas, y esparce los malos olores en la casa
cion, hablan y obran como acostumbran á hacerlo los
LIBRO DE BEN-OR-VAN-AR.
porque vive en el fango; viviendo en el estercolero enseres reales á quienes representan. Vamos, pues, á ;
gorda .»
ocuparnos de Lcdia, novela, y comenzaremos por su
EL SÁI;CE DE t > ' ShTUI.CRO.
La otra,'—por abreviar,—tiene la astucia de la zorra.
Irage literario, su estilo, que es asunto de primera .imLa otra, de la porra, os curiosa y haragana. Su maridó
portancia tratándose de una señora que lleva el título
¿Quién es el hombre que acabó aquí su jornada y no puede sacar partido ni con razones ni amenazas, j
ile marquesa de Molina.
descansa tranquilo de los pasos de la gran jornada, sin oso si él no salo el escamado. La dulzura no puede nada
La condesa de " * no escribe ese castellano de los cuidado de levantarse al canto de saludar al sol tem- con ella.
neo-cultos que, desenterrando palabras olvidadas, for- prano las aves madrugadoras, como hombre dormido
La cuarta parece de barro. Es un pesado fardo para
man párrafos de todo punto ininteligibles para los lec- liasta el último Juicio?
su marido. No conoce el bien ni el nial, no entiende
tores y de muy difícil inteligencia para su mismo autor;
¿Quién duerme el sueño de siempre en este blanco mas que una cosa, comer. Es indolente, hasta el extrela condesa de *** escribo el lenguaje que se -habla en sepulcro, blanco y triste, á la sombra del sauce, fiel mo, que en el invierno, transida de frío, tiene el valor
la sociedad escogida (Vélite) de la capital de España. amigo, árbol que llora la buena memoria de los de quemar su propia silla para calentarse.
Dentro de la unidad de lodo idioma nacional existe muertos?
La otra parece de agua: hoy rio, mañana llora.Enuna gran variedad en la forma de espresarlo. Uno es
¿Quién, quién es el muerto de esle sepulcro solita- canta al que la ve pasajeramente. Pero véasela todos
el lenguaje que se oye en los salones aristocráticos y rio y trisle, vaso de buen olor, olor de sabiduría y los dias, su cólera como la de la furiosa perra que deotro muy ^distinto el que se usa en aquellos estable- virtud, preciosas llores del alma que huelen bien hasta fiende á sus cachorrillos, no conoce amigos ni, enemicimientts'de bebidas, de quien decia un poeta an- en el mal olor del seculcro?
gos. Como la ir.ar, tan pronto osla tranquila y encaldaluz.
.
'
¡Oh sauce! fiel amigo, árbol de la soledad, soledad ma, como agitada y embravecida.
;
de la pena, pena de lo que fue y no será jamás, sino
Otra parece un borrico de arriero, no obedjecemil
Si es ó no invención moderna,
\ en la memoria del alma, ¡oh sauce! árbol que lloras, que á fuerza de amenazas ó de golpes, y en descuidánvive Dios que no lo s é ,
¿por quién lloras?
dose se une al primer recien venido.
pero delicada fue
Por Mohemol-Alini-al-Malidi-Ben-Anzur-Ren-ThaOtra so semeja á una vélela. Naturaleza pobre y
la invención de la taberna.
' rik-Ben-Zaer-al-Manzor, que murió, ¡(¡ualá murió! mezquina, no hay para olla belleza ni atractivos; no
De un modo hablan los puristas que pretenden petri- Lloro por Mehemet, el justo, el sabio, el fuerte. Y llo- entiendo nada do las dulzuras do Venus y lo mismo se
ficar el lenguaje, y de otro los novadores, que con mas raré mi sombra sobre el sepulcro del bueno hasta que entrega á su marido que á su mas encarnizado enemió menos acierto tratan de que la palabra siga el movi- se sequen mis hojas y mis ramas y mi tronco y mi raiz. go. Es viólenla, y su carador insultante lo ocasiona
miento y continua transformación que es ley constante
¡Oh Mehemet! líazan-xair se acuerda de. tu vida y mil cuestiones. Según su opinión, se debo comerla
ile todo lo humano. No puede, por lo lanío, hacerse viene al buen olor de lu sepulcro á cantar á la sombra carne de las víctimas rocíen inmoladas (I).
un cargo á la autora de Lcdia de que al pintar las cos- de lu sauce su dolorosa muerte. Cantar dolor, es
Otra tiene la flotante cabellera semejante á las crines
tumbres sociales del mundo de los salones, lo baga en llorar.
de un caballo. Tiene aversión á loda clase de trabajos
el lenguaje que en los salones se usa. Por el contrario,
¡Oh gentes! honráis la memoria deMehemel. Bueno domésticos. Es lasciva y coquola. Se lava todos los dias
esta circunstancia da sabor local á las descripciones de fue: el diezmo de sus bienes para males nuestros. dos y tres voces, se perfuma, peina sus abundantes
la novela que nos ocupa, y contribuye poderosamente Sabio fue como luz en alio: lodas las aloyas del Koran cabeilos y los cubre do lloros. Una mujer semejante es
á la exactitud de los detalles que há poco indicamos.
en la punía de su lengua y todas las estrellas á la vista agradable espectáculo para todo el mundo y un gran
/liaremos una acusación á la condesa de *** porque de sus ojos y lodas las yerbas de curar en su mano mal para ol que la posee, á menos que no sea un désconvierte el antiguo gabinete de confianza en boudoir, derecha. Fuerte fue: su alfanje rayo vengador en la pota, un tirano ó un rey que vivo sólo y exclusivamenel escudero de los liempos caballerescos en el inglesado gazna.
te de la coquetería do sus odaliscas.
¡/room y los pctrhnclrcs de principios de este siglo ó
Si amáis ¡oh gentes! la sabiduría y la bondad y la
Olra parece una mona. Fea, llena de defectos, esB
los elegantes de época posterior en los novísimos lions justicia, honrareis la memoria del sabio y bueno y risa de todos, y se pone furiosa por ser objeto de burá la moda? \ o , en verdad, cuando la posada toma el justo, que murió reclinado en su almohada. Almohada la; astula y maldiciente, no se ocupa más que en hace'
nombre de fonda y la fonda luego se convierte en hotel, de Mehemel el Libro celeste: después los otros.
daño.
este cambio de nombres indica también un cambio en
(¡rito de dolor salió del pueblo, y fue de pueblo en
En fin, la décima especie, parece la abeja,-—dicho*1
el modo de ser de las cosas nombradas. Hoy sería r i - pueblo en alas del aire que gime. ¡Ai/, murió! Y el el que encuentra una mujer semejante,—será el abridículo llamar dueña á la señora de compañía encargada grito respondía al grito: ¡Ai/, murió! Todos lo cono- go de la miseria y la prosperidad de su casa. Anuí»
del cuidado de una joven huérfana de madre; y si á un cían; y conocerlo sin amarlo, nadie.
por su esposo, al que ella amará con predilección
dependiente de comercio nos empeñásemos en darle el
Muchos vinieron de lejos á llorar sobre el sepulcro. dará hijos hermosos y honrados. Será respetada por
clásico nombre de hortera, quizá lo consideraría como Y decían llorando mucho: santificaremos la mano d e - dos, y una gracia divina lo favorecerá. No atenderá a
un agravio que sólo podía dignamente repararse sobre recha tocando al sepulcro del justo. Y tocaban el se- galanterías extrañas. Este es el mejor galardón q»
,
el campo del honor. No hay que decir que si llamáse- pulcro con la mano derecha y con los labios como r e - puede otorgar Júpiter.»
mos calonge al penitenciario de una Santa Iglesia cate- j liquia santa de virtudes.
¡De ese modo, una sola, graciosa, exquisita, P er! ~¡
dral ó físico á un doctor homeópata, es posible que ni ¡ La lluvia mansa del cíelo llenó de agua limpia y dul- ta, do entro nueve tipos, mas que satíricos! V c ? m °
uno ni otro nos entendieran , por mas que calonge y ce el hoyo de su piedra; y el ave del cielo baja á la al poeta le pesara todavía el conceder esa pequeña es
físico hayan sido antiguos nombres con que se han hora de la siesta a beber el agua santa que jamás se copcion, y creyendo que con ella iba á causar una 1»^
designado á canónigos y médicos.
presión demasiado favorable, se apresura acerrar ^
agota en el hoyo de su piedra de sepulcro.
Desengáñense los puristas, las lenguas se cambian I El hombre acabó sus días contados en el Libro de la cuadro con una conclusión á la manera de HesiodO
||a
y se transforman por una ley ineludible de todo lo que cuenta ; pero la muerle no acabó la buena memoria del Eurípides.
es humano. Los que hoy son considerados como mo- hombre, que vive y vivirá en los dias sin contar de la
«La mujer es ol más grande de los malos. Con
delos de pureza clásica , por ejemplo , Cervantes en buena fama.
no hay felicidad. El que confía el gobierno de su c u
prosa y Herrera en poesía, cuando escribían eran no- j ¡Oh, Mehemel! ¡Mehemet! Libro de sabiduría, ejem- á la mujer, llama al hombre. Ve la mujer á su B>&
vadores que plagaban sus obras de neologismos. No j pío de santidad, lámpara de devoción, columna del alegre, ella le irrita y le hace furioso. Donde I18",1'^
e!>
está el mal en que las lenguas se transformen, adop- Islam, perla del Serir, amparo de los pobres, seno de mujer no se recibo do buen corazón á ningun liu. r v
niar
que
se
presente.
La
más
tonta
engaña
á
su
'*
tando palabras y giros de los idiomas estranjeros, siem- la amistad, gloria de los hijos, honores délos padres.
I ¿¿
lodos los hombros conocen las fallas do las m"J ^
pre que, las palabras sean necesarias ó convenientes, ¡Oh, Mehemel!
r
"• ^
al menos para la expresión de la idea y los giros sean
Si oyes desde el cielo del deleite y de la luz, las menos de la suya: todos corremos oí mismo polig
en
elegantes, si de amena lileralura se trata, ó precisos y palabras de lo hondo, oirás á Xa ir-I laza u, que vino mujer os ol mas grande do los niales con qu
. n( j e
exactos si en la ciencia lian de usarse. Cuando decae al buen olor de lu sepulcro á canlar á la sombra de podido casligar Júpiler.»
una nacionalidad, decae necesariamente su idioma, lu sauce lu dolorosa muerle. Ilazan-Xair cania; pero
«Vodlo, continúa Sinionydes, en el poema of u ^,
lomamos eslos fragmentos, vodlo, cómo el iníicrn
puesto que el lenguaje solo es la forma de. espresion canlar dolor, es llorar: lo dije.
del espíritu por medio de la palabra.
(!o/.a, ¡oh liel, oh sabio, oh juslo! goza en el seno de
meta Ptff
a S i i n ónvde s im |>0
(1) Irn í,*;is en ('líenla IIIKA la cabeza de esle artículo hemos escrilo Un debut las celesles huríes, blancas, rosadas, amarillas, verdes
1' 1:1 a l u s ion ni ¡lo lonua á I O S s:il l ' l ' i l i c i o s N S l K l l l ' S l'lllivl
literario, ¿por qué? Porque dada la forma en que Anterior
, (á tu gusto), bellas todas y amanles y siempre vírgetSoIu ilii Inidvctor.
• )
seno á tantos infelices que se pierden por ¡ En los paises civilizados y poblados desaparece, esta
tibe"1. 9
'' raza para dar lugar á la supremacía del raposo ó dol
'0inu.ler;, | ; i ¡ruprra de Troya y á Elena, á quien el , zorro, tipo de la degeneración do un hombro relinado.
>
ilusión;
ilnsion. • ^ q a e el b v i e n l r i a i n o
—ímbico,
menos iiiiliilfjeiilo
indulge!
y sido causad
? ji «ero no ppuedo p
perdonar q
que baya
combates y<<
de tantas muertes,
íSngrientoscon;
íioin de
déosla
»".., .uiuin
osla sátira contra las mujeres, parece
ALBUM POÉTICO.
.p
•
•
- . tradicio- . . .
1O.L ' intención
de ridiculizar
la
galantería
teni¡ popular enlre los griegos, que cada cual tomaba
ril» según su fanlasía, como las fábulas de la
A ITiAY LUIS 1>E LEÓN,
a'ilia. Siinónydos escogió eso tema, y lo versificó
0¡ poetas que escriben sus composiciones con
CON MOTIVO DEL M 0 M M L V 1 0 CONSAGRADO Á SU MEMORIA
sobre una blanca pared.
KN LA C.I1DA1) Di: SALAMANCA.
loaue dii 'í o s l a conjetura alguna apariencia t\e vory es que otro poeta, al que ya hemos nombrado,
Asi como en la noche tempestuosa
Slides, dice algo parecido, ¡í más bien lo indica
acaso brilla fulgurante estrella
augurio siendo do la dulce calma
^Uraza de las mujeres, dice, osla formada de cuaque al furor sigue do hórrida lorinont;1.
lroelemenlos: una tiene algo do la perra, otra de la
hpia otra do la inmunda marrana, y olra de la yegua
Asi también cuando el hispano pueblo
fLpesas crines. Esta es fecunda, viva, ágil, y la más
dormitaba aherrojado enlre cadenas,
liaá los ojos. La que tiene lo de la inmunda marraun momento no mas brilló en su fronte
na noes ni buena ni mala. La que so p-.irece á la perra
do lauro v mirto la corona oscolsa.
«liara"ana y salvaje. La que imita á la abeja es buena
Tlaboriosa; os la única que conviene lomar por esEntonces Alarcon y Tirso y Hojas
Morolo, Calderón, Lope de Vega...
Se ve qu(> Tocílides no admite la comparación
En la región del arlo, siempre libro
í la zorra, ni al mar, ni á la lierra, ni á la velóla.
el sol mostraron de elernal belleza.
li al mono.
,
Dfeenes, encontrando a una mujer colgando de un
Y el épico cantor, el gran Cervantes
AW^xclamó:—«Pluguiera á los dioses que todos los
viendo del mundo la cordura incierta,
írteles produjeran tales frutos.»
en las locuras del famoso hidalgo
Asi, pues, con sólo dos excepciones, Hornero y S o los desvarios do su edad condena.
[M|es'la Grecia, lo mismo que el Oriente, tuvo sólo para las mujeres amargas palabras é insultantes burlas.
Y entonces en los místicos acentos
¡Se continuará.)
de San Juan do la Cruz y de Teresa,
SALVADOR MARÍA DE F.VBREGIES.
y do Malón de Chaide y do (¡ranada,
presentida verdad la fe contempla.
LA. JURA DE LA CONSTITUCIÓN
POR EL PRESIDENTE
l'EL
PODER
EJECUTIVO.
Nuestro grabado principal représenla el solemne aclodejurar'la nueva Constitución el excelentísimo s e ior general Serrano , siendo presidente del poder eje«tivo, ceremonia que tuvo lugar ol 6 do junio en el
jfcio de las Cortes. En dicho dia, después de babor
fíalo los señores diputados, en corporación, al pórliwdel Congreso, precedidos de los maceres, tomado
asiento según sus categorías , y promulgado ol código
político, volvieron al salón de'sesiones los señores d i putados y los individuos del gobierno y el señor Hivcro
«unció que se iba á proceder á la fórmula dol juramenMelpoder ejecutivo. Bajaron, pues , de sus asientos
Aseñores ministros, y puestos de pie diputados y cirMDstantes, so acercó el general Serrano á la mesa
(residencial, y doblando lá rodilla, hizo el señor setretario hi sig'iiienle demanda: ¿Juráis baberos bien y
*enleon'el encargo que la nación os ha encomen** mirando en lodo por el bien de la misma nación?
""demandado, respondió: Si juro.—Si asi lo hiciéj^iañadió el presidente de, las Corles, Dios y la Cáeoslo premien; y si no, os lo demanden.
"'fue la ceremonia que conmemora nuestro gra-
Y fray Luis de León, ¡genio su
En intuitiva, divinal creencia,
todo es uno y distinto, alio proclama,
esencial unidad, lo vario encierra.
¡Genio sublime! sí; tú adivinaste ,
desde ol retiro de apartada celda,
que sobro la moral do la familia
la humana sociedad firme se asienla.
Y poeta también fueron tus cantos
los tristes ecos de armonía eterna,
que oscura es la morada en que nacimos
si se compara al bien q.ue el alma sueña.
Con el título de El Correo Militar, se ha empezado
á publicar en Madrid un periódico dedicado á defender
los intereses del ejército,' y tanto por sus ideas liberales como por la ilustración con que está escrito, merece, llamar la atención del público.
Se ha publicado el libro (>." de la propaganda popular católica. Es un trabajo notable que constará de dos
cuadernos, y se titula Las iglesias protestantes. Entro
las publicaciones que han obtenido mayor éxito, debemos mencionar la que lleva por título El Espiritismo.
hábil y concienzuda refutación de la doctrina espiritista. Las obrilas de la propaganda llevan ol sello de la
aprobación diocosona.
La academia de San Fernando ha nombrado al arquitecto señor Cubas, para que represento á la misma
en una comisión que por orden del señor ministro de la
Gobernación ha de reconocer ol célebre monumento
llamado Torre-Nueva, en Zaragoza, ó informar acerca
de su estado.
En el departamento de la Dogne , Francia, se han
descubierto esquelelos humanos, coetáneos del período
cuaternario, los cuales presentan rasgos tan extraordinarios , que el gobierno francés ha enviado al distinguido paleontologista Mr. Larlel para que los examino
y escriba sobre ellos una memoria. Los esqueletos bailados son cinco, y pertenecen á alguna raza gigantea,
cuyos miembros, asi en tamaño como en forma, deben
haber tenido gran semejanza con los dol gorilla. Los
cráneos so hallan en poder do una comisión de sabios
que se ocupan eii escribir un trabajo craneológico,
con toda la extensión que tan importante asunto r e quiero.
La comisión directiva del museo do Tapices del Escorial la componen: don Adolardo López de Ayala,
presidente; don Emilio Castelar, don José Moreno Nieto, don Cipriano Montesinos, don Gabriel Rodrguez,
don Juan Eugenio Hartzenbucb, don Manuel Orliz de
Pinedo, y secretario don Gregorio Cruzada Yillamil.
DON PANTALEON.
HlSTOItlA
INCREÍBLE.
(COMTINI'ACIOM.)
¡Agustino inmortal! si es ley de historia
que el martirio corone la inocencia,
presto en insano calabozo horrible
alio premio alcanzó lu gloria cierla.
En esta primera época de la vida , ol amor no es un
fuego, os un presentimiento y un instinto: el hombro
lo siento casi con la misma pureza que la mujer, pero
con menos constancia; y lié aquí do donde proviene la
Siempre el dolor del juslo santifica
volubilidad dolos corazones adolescentes, y esta es la
de ideal superiorla vida nueva,
causa do que la primera pasión, no sea en general la
y Sócrales bebiendo la cicuta,
más verdadera.
y en el (lólgota, Cristo, bien lo muestran.
Pero suponed el amor posesionado do un alma madura, que ha pasado ya de la edad de las ilusiones ; y
¡Místico pensador! ¡gran moralista!
entonces lodo varía, si no en la esencia, en las formas,
de la idea!
en el principio, en los deseos y en la duración. La pa¡¡Poeta tierno! ¡Mártir
¡
H España
Eñ
ó
sión entonces es positiva y carnal: echa hondas raices
Hoy
en marmóreo
monumento
en el corazón y contrariada le devora en un fuego inde justicia no mas le rinde ofrenda.
LOS LOBOS.
estinguible : se encarna 011 él con la costumbre y se
Y bien haces ¡oh patria! memorando
diferencia dol amor joven como la realidad de la iluEl lobo es páralos naturalistas un mamífero, para
los
de tus pasados tiempos las grandezas,
sión, como las necesidades de la vida do los vuelos del
labradores un animal dañino, para los cazadores
ya que olvidas que turbios los présenlos
pensamiento. Euerlo como las fibras que hiero, dura
¡légalo, y socialmenle considerado el tipo del banserán oprobio de la edad moderna (I).
mucho ó siempre y en vano ol alma que le concibe
«ocuya cabeza se pregona. Todos le desean la miiorte
tratará de rebelarse contra su yugo, no podrá dese> y sin embargo este animal tiene una gran misión
LlMS V l D A R T .
charlo', ni aun después do satisfecho ol deseo que r e •¡"Mica lia faltado á su cumplimiento. Su misión os la
Madrid ">1 di' julio do lxt¡x.
nace incesantemenle.
'Porgar la tierra do los restos animales que la putre«Ampodia convertir en continuos gérmenes de epiHay algunos sores predestinados á sufrir que reúnen
*»ias. Por eso está dotado por la naturaleza do un
estos'dos'distintos amores en un sólo sentimiento; á
'""otan sutil que. percibo las mas ligeras emanaciopertenecen los verdaderos poetas, los únicos que
El viaje aerostático del Polo Norte, en donde iban el — r - ^ Ú A A A c o n s u n o m ¿ r ( ! ! o s s ó l o s q u e han
fs í distancia de dosó tres kilómetros, y de una
I
astrónomo
Mr.
Tourcl
y
el
celebrado
profesor
"tjisica
, a s , n i i s ,, e ,,., s o b r i i s del pensamiento, con
prO(luc¡do
*mbretan continua, que pocas voces se ve satisfecha.
e
Jardien,
terminó
felizmente,
con
muestras
de
ser
muy
* J hambre
v
ol
olfato
uno
la
prudencia
mas
consureferencia
á
las tiernas aspiraciones del corazón.
l
y
ol
olfato
uno
la
pru
,
m Jre
un la
memoria de los
?*, prudencia que el vulgo equivoca por cobardía, beneficioso para las ciencias, según
a mem
íscenso
so
veri* animal pasa el dia reposando y disponiéndose á viajeros presentada á la Academia. El descen
PARTE SEGUNDA.
?,,n°ctur
campaña que
que el estómago le obliga á ein- ficó á pedir de boca, gracias a las nuevas máquinas
mi campana
--...u
inventadas
para ell caso, y aunque
algún daño en
i t d
unque causó
causo alg
pder, y de l a necesidad suprema que, esto órgano varios
I.
sembrados de trigo, los dueños quederon tan
"«Pone, y do los peligros do muerto que siempre le gozosos al ver un magnífico globo en sus cercanías,
Habían transcurrido quince meses desde el dia en
Joazan, se origina la esquisto prudencia que lo dis- que lejos do enlabiar demandas do indemnización, diol0i8Ue- Con lodo', cuando el ayuno ha sido largo, el ron un voto de gracias á los directores del movimien- que don Panlaleon so enamoró do la primera bailarina
dJfmpe, como diría un escritor moderno, por t o - to, por haber honrado sus campos , eligiéndolos como del teatro del Circo de Madrid.
,p
La escena siguiente te'nia lugar on Vonecia, en un
i.r.'as conveniencias y arrostra todos los peligros,
de las nubes. Esta devoción hacia
puerto ppara arribar
pequeño palacio, conlíguo al Mu-Ale de los Esclavones.
Riendo sin masticar'cuanto se le pono por delante p
honra
grandemente
á
los
labradores,
y
p
,
,
l ciencias,
ii
h
tj, lstade lo incierto de su porvenir, y do la distan- las
ii
i
' "TT-'.V;Y,-"i"'i-i rivilivnrion norciué. En ol piso bajo do esto edificio, en una de esas salas
JJlle suele babor enlre sus banquetes.
a
y
n istoríosas, pintadas al fresco y enlosadas
¡C lobezno os susceptible do educación por algún prueba lo mucho que discip nu . c m ' ™ n , j w r « j « o
, ', A' Ar rt tr ri iáát t¡¡
ejemplos
so
han
visto
en
o
í
s
uempo.,,
di
r
t
u
b
.
r
,
1
^
^
,
,
„
¿et7°; Y se. ha visto muchas voces que parecen lia—
| . r m n s 0 (1¡il ,,„ , o s últiy a tiros a los aeronautas.
^ ]lMmi>a]
(|(1(.|j|l;u. ||(, u n
H*desterrado sus instintos carnívoros tras algunos palos
(II Cimillo si- escribían ("-los \crsos dominaban en las esferamos do octubre, dos personas e distinto sexo y de
t(ConS d c v i l l i l «loméstica ; pero tarde ó temprano so «ubeniamcnlalcs de Ks|.aíia las absurdas ¡.Iras de una reacción I
y Vfi )ilr:l
'ela
I
'" ( I" (Í l m ' 1:ici(ll) > Y despidiéndose r.ráüra 0,11c prelendu cubrirse con el sacratísimo maulo1 «le la verdad aspecto muy diferente.
Una mujer joven, bellísima, de cabellos castaños, de
^ /^Ciudad, se lanza al bosque á su vida del mero- católica, v eslo esiilira la dura frase en i|ue se terminan.
ojos azules y ospresivos, de tez mas blanca que el mar—
(Snln del autor.)
Inicio
Siguiente
ídela
sorpresa.
EL MUSr.O UNIVERSAL
LOS LOBOS.
móroo pavimento do aquella habitación, oslaba enloraiiK'nlo reclinada sobro un diván di' r;iso, color de
granate, apenas clorado del suplo; y a|ioyada su linda
cabo/.a i'ii la palmado la mano, en una acudid que
realzaba su maravillosa hermosura. Su trago ora rico
y elegante, y por osle y por una capola \ unos tíñanles
arrojados sobro el d¡\aii . parecía que acalialia (!c
Hogar.
Un joven moreno, de ojos y cabellos mas negros que
la mura, ensortijados con elegancia, con el roslro algo
curtido, lleno do hermosura varonil, poro con una
ospresion de cinismo y de bajeza, estaba sentado junto
al diván, en el suelo, soliro un tapiz do Aidiusson,
mizadas las piernas a! estilo oriental, y tan próximo ¡í
aquella mujer, que los iodosos bucles do osla, casi
rozaban la fronte del gallardo mancebo , al cual por
su trago misto, hubiera podido tomársele por un pescador napolitano ó por un gondolero de Yenocia.
— ¡ P e r Ilacro'. Carmina—esclmó éste dando un estrepitoso beso en la mejilla de su linda compañera.-—
¡Yaya un encuentro afortunado! Va babia perdido la
esperanza de volver á verte, y cuando después de tantos años, el otro dia te hallé en el canal en una góndola soberbia, tan bien vestida y tan hermosa, apenas
pude reconocer en tí la traviesa mtichaehuola que en
otros tiempos me ayudaba á secar mis redes en la playa de la Margelina.
•—¿De veras, lieppo?—preguntó la joven jugando
con los negros cabellos del mancebo.—¿No me conociste? ¿lanío be variado desde entonces?
_—Mucho, muchísimo; cuando nos conocimos en
Ñapólos, oras delgaducha, morena, casi fea; solo conservas aquella espresion burlona y graciosa, que era
lo que mas me agradaba en tí. ¿(>ué diablos lias h e cho para ponerle tan blanca, tan redonda y sobre lodo
tan linda?
—Nada, mi querido l'oppino; dejar correr los años
y darme la mejor vida posible.
—Ya...—repuso lieppo; mas luego se interrumpió,
y echando en derredor una mirada recelosa.-—Ante
todo—dijo-—¿estamos seguros? ¿no hay algún marido,
amanle ó cosa por el estilo que nos pueda oir? El olro
dia ibas con un caballero que te colmaba ile atenciones
y hasta ahora no liemos tenido ocusion de hablar despacio ; ignoro pues,..
Anterior
—Tranquilízale rari.isimo—interrumpió
Carmina.—
Hay oso que tú dices, iras por hoy oslamos seguros.
.\!i buen español lia ido esfa larde á comer con i:n
compatriota suyo, que vivo mas allá <\o liiallo y quedó
cu verme en el teatro: además mi doncella eslá en
¡cocho.
— Pues bien, ¿me esplicarás esta Irasforniacion. oslo
lujo y osla ausencia de tantos años?
•—Con mucho gusto, querido. Son todas cosas que
nada valen y están dichas en cuatro palabras.
—Sopamos, pues.
—Ya sabes qu¿ un dia festivo, uno de los empresarios del teatro de f-'an Carlos de Ñapólos , me vio
bailaren el Yiimero, y me propuso ajusfarme de figuranla. Sabes también que acoplé, pues que me has
visto salir á la escena, antes de tu fuga á Calabria,
motivada por yo no so qué asunto—v la joven sonrio
con malicia.
•—Adelanto.
• —Pues bien—repuso Carmina—desde entonces co' meneé á lincer rápidos progresos en el baile que admiraron á mis maestros: subí como la espuma, y de
simple, liguranta, en ocho años solamente, he ascendido á primera bailarina.
;
—¿Tú, primera bailarina?—osclamó el joven asombrado.
! —Yo, si no lo lomas á mal — repuso Carmina sonriendo-—be bailado como tal en Ñapóles, «n París, en
San Petersburgo, en Madrid y ahora, amado lieppo, lo
liaré dentro de pocos dias en Yonocia.
—¡Per Gctú! que nunca lo hubiera sospechado.
—¿Y" por qué? Cuando nos conocimos, ¿por ventura
no era yo la mas diestra muchacha de cuantas en los
dias de fiesta bailábamos en Cbiaaja, luciendo nuestros
zapatos bordados de lentejuelas?
•—Va, pero...
—Y además—prosiguió la joven con maliciosa coquetería'—¿no lias mirado bien, lieppo? Prescindiendo do
mi habilidad pedeslre, ¿no conoces que tengo un poderoso talismán para volver loco al público y á los eniprej sarins?
I Y Carmina erguía su encantadora Cabeza, bañada por
la libia luz de la lardo, que peñol raba por una vonlana
I entreabierta.
lieppo iba á contestar, iras luego, mirando á una
Inicio
puerta oculta bajo una gran cortina, de damasco qi'f
oslaba en el fondo de la sala:
—/Qué es eso?—dijo inquielo, señalando culi lanano.—¿no has oido algo en esa puerta? juraría...
—Jurarías mal: repito que no hay cuidado. Senil-*mi porrila microscópica que se entretendrá rompí*1'
las guarniciones i\e mis almohadas . porque aüí tei;p>*
el dormitorio.
—Sin embargo, esa cortina se ha movido.
—No os eslraño, hay brisa y la ventanaostáabierta-pero noto, querido, que lo has vuelto demasiado.prudenle.
—; Diavolol— esclamó el mancebo haciendounaniwca, — mis oscursiones por la Calabria me han abiei ->'
los ojos: no quisiera esponerme, á un mal lance, pu--"
aunque hasta ahora no me has dicho casi nada, n o ^
tan torpe que no comprenda ciertas cosas. Ese es|i
ñol parece un caballero, y yo no soy mas que un ca»'
lia que siempre llevaría la peor parle.
pc|>
•—Tienes razón , Hoppino , seria un mal lance. ^
sorce
hombre eslá muy enamorado de mí, para no
- fIli j
mas no me creas tan descuidada: todavía me conv
fingir algún tiempo, después será otra cosa.
•—¿Ci'mo, carísima, dices?...
, w¡f
—Digo que pronto le mandaré á paseo, no obs '
su amor y sus •pclucotta.i de las que ya he d i n e "
mayor parto.
—Esplícalo.
e s |¡—Ese hombre es una especie do oso que he "¡J^
rac
C
cado. Se enamoró de mí en Madrid, y ..V ¿,c(rV
amor con el mismo respeto que hubiera podido
tratándose do una duquesa.
— ¡Ali!
le
él f»
—Al principio, no pudo monos de burlarme u ^Jf
sus narices, porque no puedes imaginarle l a c \ ^
al
ridicula; mas luego me, informé, supe, que^L¡
adoít'
buen patrimonio y admití sus obsequios con, el
e'_rP'f]J|(.
fin de civi-ii/nrlc: lo eiuil he coiiso^uido trabajo
l i l i '
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I I I I U I I I "
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(Se continuará.)
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E . MOKENO G0D1N0.
AliKI.AlUK) DE CAULOS,
A f ) J 1 | M S ' I i: A C I Ó N .
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