¿Qué nos ocurre exactamente cuando tenemos un orgasmo? - Blogs

¿Qué nos ocurre exactamente cuando
tenemos un orgasmo?
El placer puede ser algo subjetivo. A lo largo de la historia, las mujeres han
descrito lo que experimentaban de modos muy diferentes
Rita Abundancia | 19 de febrero de 2014
Si hay algo difícil de encontrar, tanto en la literatura como en el cine, es una buena
descripción de lo que los franceses calificaron tan elegantemente como la petite mort.
No me refiero a las trasformaciones fisiológicas que ocurren en nuestros genitales y en
el cuerpo en general –esas han sido intensamente estudiadas desde Masters y Johnson
hasta nuestros día–-, sino a las sensaciones, a nivel anímico, que experimentamos
cuando alcanzamos la más intensa y placentera experiencia. Los que han estado al borde
de la muerte –no de la petite, sino de la grand– relatan sus vivencias como una gran paz,
una luz al final del túnel y una película detallada de toda la existencia, que se visualiza
en cuestión de segundos –rezo para que la mía cuente con una mejor dirección y
realización que las de Facebook–, pero no dan más detalles. Los orgasmos se describen
también de forma imprecisa y esotérica. Un enorme placer, una relajación total, un
abandono, pero ¿se ven elefantes rosas?, ¿nos entra la risa?, ¿queremos empezar a
bailar, correr o gritar?, ¿van acompañados de banda sonora?
Como cuenta el libro La ciencia del Orgasmo, de Barry R. Komisaruk, Beverly
Whippe, Sara Nasserzadeh y Carlos Beyer-Flores (Paidós, 2011), en 1976 los
investigadores Vance y Wagner se preguntaron si la mayor parte de las personas y los
dos sexos experimentaban las mismas cosas cuando llegaban al clímax. Para buscar una
respuesta llevaron a cabo el siguiente experimento: “propusieron a un grupo de
estudiantes universitarios que describieran por escrito sus orgasmos, de manera que
un jurado pudiera adivinar cuáles de las descripciones estaban escritas por hombres y
cuáles por mujeres. En el jurado había ginecólogos, obstetras, psicólogos y estudiantes
de medicina de ambos sexos. Antes de entregar las descripciones al jurado, los
investigadores sustituyeron los términos específicos de cada sexo por otros neutros
(como por ejemplo genitales, en lugar de pene o vagina) para esconder,
intencionadamente, al autor de la descripción. Los jueces llegaron a la conclusión de
que eran incapaces de distinguir el sexo de una persona a partir de la descripción
escrita de su orgasmo”.
Masters y Johnson sostenían que la respuesta del cuerpo femenino al clímax es
básicamente la misma: contracciones simultáneas y rítmicas del útero, la cavidad
vaginal y el esfínter anal pero, como Sylvia de Béjar escribe en Tu sexo es tuyo (Planeta,
2006), “la rigidez de esta descripción está siendo cuestionada por numerosos terapeutas
que llevan años escuchando las explicaciones de miles de mujeres acerca de cómo son y
dónde sienten sus clímax (…) Hay mujeres que apenas tienen o carecen totalmente de
contracciones, las hay que localizan sus orgasmos en la zona vulvar, otras dicen que se
concentran en la vagina o hablan de un intenso calor uterino, otras se refieren a una
oleada de placer que se expande por todo su cuerpo, incluso hay quien describe un
calambre lumbar, una explosión cerebral o un cosquilleo ardiente en el pecho y las
orejas”. “En definitiva”, continúa Sylvia más adelante, “el placer es algo subjetivo”. Y
lo es “hasta tal punto que los terapeutas sexuales se refieren a la huella digital orgásmica
de cada mujer, tan única como su huella digital”.
Como ven, la cosa se complica y si ya es imposible establecer puntos en común en
cuanto a las sensaciones subjetivas, parece que ni siquiera esta tarea es factible a la hora
de describir los cambios físicos. No todas nos ajustamos a los pasos que determinaron
los protagonistas de la serie Masters of Sex. Tal vez por eso muchas mujeres
argumentan no saber si han tenido orgasmos o no. Algo que puede resultar
inverosímil, pero que resulta bastante habitual. Según Francisca Molero, ginecóloga,
sexóloga y directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona “normalmente cuando
una paciente te dice eso se entiende que no ha llegado nunca al clímax, pero no siempre
es así. A veces el problema reside en que la mujer no sabe identificar lo que está
sintiendo como un orgasmo, no lo reconoce. Esto puede ser fruto de las falsas
expectativas que el cine, Internet o la sociedad nos ha creado. En estos casos el
vibrador es siempre la prueba del algodón, aprender a reconocer un orgasmo con
estimulación del clítoris es el primer ejercicio que deben hacer”.
Excitación y placer son conceptos distintos y mientras el primero pertenece a la
dimensión fisiológica y forma parte de los reflejos, las sensaciones y las habilidades
corporales; el segundo tiene más que ver con la psique, la capacidad de percibir cosas y
las connotaciones que se les atribuyen –positivas o negativas–, la imaginación erótica e
incluso los sentimientos. Lo que supone que estar excitada y sentir placer no siempre
son actos consecuentes.
En sexología se ideó el término orgasto para diferenciarlo de orgasmo. El primero
designa la respuesta fisiológica del clímax, que todos conocemos; mientras que el
segundo sería la experiencia cerebral de lo anterior. Para llegar al éxtasis es necesario
que esa información física llegue al cerebro y que éste le de paso, la deje entrar, por lo
tanto hay siempre algo de 'autorización' a la hora de experimentar un orgasmo. La
mayoría de los casos de anorgasmia primarios –en los que nunca se ha tenido esta
sensación- se deben, según Francisca Molero, “a una falta de adiestramiento personal
y a causas psicológicas más que físicas: una mala programación en la visión o idea que
nos inculcaron del sexo, falta de aceptación, tensión emocional o incapacidad para
dejarse llevar, propia de mentes excesivamente racionales”. Para tener un orgasmo
hay que tener previamente un orgasto, pero este no nos garantiza, necesariamente,
tocar el cielo.
Mientras muchas mujeres luchan por conseguir, mejorar o facilitar sus orgasmos, otras
se encuentran en el polo opuesto, debido a que sufren lo que se conoce como el
síndrome de excitación sexual persistente. Las mujeres con esta patología sienten a
menudo excitación pero esta se encuentra lejos de ser placentera, la describen más bien
como una enorme y dolorosa presión o pulsación en los genitales que pide a gritos
su liberación por medio del orgasmo. Este síndrome no tiene nada que ver con la
ninfomanía y supone un verdadero tormento para las que lo sufren, como refleja el
documental 100 orgasmos al día.
En la cinta, Rachel, una ama de casa y madre de tres hijos estadounidense, relata sus
intentos de no sucumbir a la seducción de su lavadora ––todo lo que produce una
vibración puede agravar este trastorno–. La excitación aparece sin previo aviso y sin que
la mujer la pretenda. Puede ser cuando hace la compra en un supermercado, en medo de
la clase de pilates o cuando se está en el banco, tramitando las condiciones de un
préstamo. El título del documental responde a la realidad, ya que algunas mujeres
confiesan que, si no se controlaran, podrían tener hasta 100 orgasmos diarios.
Heather, en Carolina del Sur, es otro de los personajes con este síndrome que desfilan
por el vídeo. Ex novia de Marilyn Manson, la comunidad religiosa local achacó su
enfermedad a un castigo divino, por haber sido novia del satánico cantante. Otra de las
protagonistas, Jeannie, relata como acudió a un ginecólogo en busca de ayuda y este le
contestó: “lo que usted tiene es el sueño de cualquier hombre”. Según Francisca Molero,
“no hay todavía un tratamiento para este trastorno, que no es sino una
desconexión entre el cerebro y la parte genital. Lo que mejor resultado está dando es
la terapia cognitivo conductual”.
A principios de año, Liz, una mujer de Seattle, experimentó un orgasmo de tres horas
que la llevó a urgencias. Tras mantener relaciones con su pareja, como relata el
periódico inglés Daily Mail, observó que el clímax no disminuía ni cesaba. Trató de
hacer cosas para suprimirlo como saltar o beber vino, hasta que decidió ir al hospital.
Allí, una hora después, consiguieron que Liz volviera a su estado normal. Los médicos
no encontraron una explicación válida al asunto.
Como imagino que el caso de la chica de Seattle o el de las mujeres del documental no
son los que más abundan, sino todo lo contrario, acabo con una cita del libro de Valérie
Tasso Antimanual de Sexo (Temas de Hoy, 2008): “El orgasmo no es una casualidad
que se presenta, es una decisión que se toma. Una determinación a la que se llega,
después de haber realizado una valoración, durante la interacción sexual, de esas
circunstancias concretas que nos proponen la posibilidad del orgasmo. (…) Un orgasmo
no se tiene, se aprende a tenerlo. O mejor dicho, se aprende a “permitirse” obtenerlo.
Hay que instruirse no solo en un conocimiento de la propia reacción sexual frente a
determinados estímulos anatómicos (saber cómo es nuestro cuerpo y qué y de qué forma
nos procura placer), sino, sobre todo, hay que formarse en el difícil arte de dejarse
llevar, de dejar que la decisión quede en manos de nuestra respuesta sexual y no de
nuestras “razones”. Cuando la razón aparece, el orgasmo huye como los corderos del
lobo. Cuando la razón toma la decisión, el orgasmo ya ha tomado la decisión antes (…).
La anorgasmia es la imposibilidad de alcanzar el orgasmo, no la imposibilidad de
alcanzar un orgasmo”.
PAREJAS
PAREJAS / DÍA INTERNACIONAL DEL ORGASMO FEMENINO
Todo lo que «oculta» el orgasmo femenino
ABC FAMILIA / MADRID
Día 08/08/2014 - 12.19h
Las hormonas liberadas durante el clímax aportan placer, pero también otros muchos
beneficios
FOTOLIA
No todo el mundo es consciente de los beneficios que tiene para su salud la práctica de sexo. Según
varios estudios conocidos, es sabido que tener una vida sexual activa ayuda a prevenir enfermedades y
además favorece la quema de calorías -ya que es considerado un ejercicio aeróbico-, reduce el estrés y
favorece la salud emocional.
Pero además de las relaciones sexuales en sí, hay que destacar los beneficios del climax en el cuerpo de la
mujer. Hoy 8 de agosto se celebra el Día Internacional del Orgasmo Femenino, que está siendo,
últimamente, objeto de estudio y mención de diversas publicaciones que afirman que, durante la exaltación,
se liberan diversas hormonas como la adrenalina, las endorfinas o la oxitocina. Estas actúan en el
cuerpo de la mujer como vasodilatadoras permitiendo una mejor circulación de la sangre y evitando
de esta forma la posible formación de coágulos. «La mejora de la circulación junto a la sensación de
felicidad provocada por la secreción de estas hormonas ayuda a mantener una mejor salud cardiovascular»,
apunta el Dr. Fernández-Lozano vicesecretario de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y
miembro de la FEC.
A esto hay que añadir además que tener una vida sexual activa ayuda a prevenir enfermedades ya que,
durante las relaciones sexuales, se elevan los niveles de inmunoglobina que ayuda a proteger de
infecciones al cuerpo y favorece una mayor resistencia de enfermedades.
Por el contrario, la falta de orgasmos puede ser causa de un mayor riesgo cardiovascular. Esto ha
quedado demostrado después de la presentación de un estudio inglés que estudió a 100 mujeres infartadas
y descubrió que el 65% de ellas era incapaz de sentir placer en comparación con el 25% de las que tenían
esta condición que no tenía problemas cardiovasculares.
Sexo y salud carviovascular
Por su parte, la Fundación Española del Corazón (FEC), ha recordado además, que el sexo ayuda a
prevenir infartos y enfermedades cardiovasculares. «Además de todos estos beneficios para la salud en
general, también se ha comprobado que la práctica sexual de forma periódica ayuda a reducir las
probabilidades de padecer un infarto», explica el Dr. Ignacio Fernández-Lozano.
Así, lo demostró un estudio publicado en The American Journal of Cardiology y en el que se
comprobó que los hombres que mantenían relaciones dos veces por semana tenían hasta un 50%
menos de probabilidades de sufrir un infarto frente a aquellos que lo hacían una vez al mes.
«Para aquellas personas que hayan tenido algún episodio cardiovascular es importante recordar que
pueden mantener una vida sexual normal siempre que su médico no les haya recomendado lo contrario»,
recomienda el doctor. «Además, es esencial que todos aquellos pacientes que tengan dudas sobre la
actividad sexual que deben mantener, hablen con sus cardiólogos».
Estas enfermedades cardiovasculares puede prevenirse -además de manteniendo una vida sexual
satisfactoria- siguiendo una dieta equilibrada, evitando el consumo excesivo de alcohol, apartando el tabaco
y realizando actividad física de forma regular.
El orgasmo vaginal no existe
CIENCIA
JOSÉ MANUEL NIEVES / MADRID
7/10/2014
Expertos estadounidenses dicen que términos tan extendidos como «punto G» u orgasmo
vaginal o de clítoris, son del todo incorrectos y no hacen más que sembrar la confusión
Los investigadores dicen que la mayor parte de las mujeres del mundo no llega al orgasmo durante el
coito
Lo dice un grupo de expertos en un artículo recién publicado en Clinical Anatomy Review, dedicado
íntegramente a revisar la terminología más utilizada por los sexólogos pare referirse a la sexualidad
femenina.
Para los investigadores, términos tan extendidos como "punto G" u orgasmo vaginal o de clítoris, son
del todo incorrectos y no hacen más que sembrar la confusión, tanto entre hombres como entre mujeres.
Según el artículo científico, el término correcto sería, sencillamente, "orgasmo femenino", de la misma
forma en que para los varones se utiliza "orgasmo masculino".
Vincenzo y Giulia Puppo, del Departamento de Biología de la Universidad italiana de Florencia, destacan el
hecho que la mayor parte de las mujeres del mundo no llegan al orgasmo durante el coito. De
hecho, las supuestas disfunciones sexuales femeninas se han popularizado en todo el mundo precisamente
porque se basan en algo que no existe, como por ejemplo el orgasmo vaginal.
"Los expertos en medicina sexual y los sexólogos -reza el artículo de Clinical Anatomy Review- deben
difundir certezas entre todas las mujeres, basadas en las bases biológicas del orgasmo femenino, y no
hipótesis u opiniones personales".
"Por consiguiente - prosigue el texto- todos ellos deben usar la terminología anatómica científica. La
anatomía del clítoris y el orgasmo femenino están descritos en los libros, pero algunos investigadores han
propuesto una nueva terminología anatómica para referirse a la respuesta sexual de las mujeres".
No hay clítoris «interno»
Giulia y Vincenzo Puppo ofrecen numerosos ejemplos de terminología incorrecta: "El clítoris interno
-afirman- no existe; todo el clítoris es un órgano externo. El clítoris no está formado por dos arcos, sino por
glande, cuerpo y raíces. Los `bulbos del clítoris`es un término incorrecto tanto desde el punto de vista
embriológico como anatómico: el término correcto es `bulbos vestibulares`".
Para los investigadores, términos como "orgasmo de clítoris, vaginal o del punto G" son absolutamente
incorrectos y contribuyen a aumentar la confusión, igual que el supuesto "complejo clítoris-uretro-vaginal,
que no se sostiene ni desde el punto de vista embriológico, ni anatómico, ni fisiológico: la vagina no tiene
relación anatómica alguna con el clítoris, que es un órgano perineal, mientras que el supuesto
`punto G` está en la uretra".
Tampoco el supuesto "orgasmo vaginal" al que se refieren algunas mujeres existe en realidad. De hecho, el
orgasmo "siempre está causado por los órganos eréctiles que rodean la vagina, que son los que
efectivamente desencadenan el orgasmo femenino. El pene masculino, además, no puede entrar en
contacto con el clítoris durante un coito vaginal. Y tampoco términos como "eyaculación femenina",
"eyaculación prematura", "desorden de excitación genital persistente" o "amplificación del punto G" tienen
base científica alguna.
La clave para el orgasmo de las mujeres, afirman los investigadores, está en el "pene femenino" (el
clítoris), los labios menores y el cuerpo esponjoso de la uretra. "En todas las mujeres, el orgasmo
es siempre posible si los órganos eréctiles femeninos son debidamente estimulados durante la
masturbación, el cunnilingus, la masturbación por parte de la pareja o durante los coitos vaginal o anal, si el
clítoris es estimulado al mismo tiempo con un simple dedo".
"La eyaculación masculina -concluye Vincenzo Puppo- no significa automáticamente el final del sexo para
las mujeres. Los tocamientos y los besos pueden continuar por tiempo indefinido, y los actos sexuales no
coitales tras la eyaculación masculina pueden ser usados para producir el orgasmo en la mujer".
11 dudas razonables sobre cómo los orgasmos afectan a la salud
¿Qué huella deja el clímax sexual sobre cuerpo y mente? Desgranamos sus presuntos poderes curativos
EVA CARNERO / ANA G. MORENO
Archivado en:
17 OCT 2014
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Imagine que desde hace unos días le duele la
cabeza y decide ir al médico. Ahora, suponga que
el facultativo que le recibe, en lugar de
recomendarle un analgésico convencional, le
aconseja que tenga un par de orgasmos a la
semana. Atónito, atiende sin pestañear a la
explicación que le da el doctor, quien le asegura
que la liberación de endorfinas que tiene lugar
cuando experimentamos un orgasmo facilita (y
mucho) la eliminación de los dolores de cabeza
gracias a la capacidad de esta hormona para ello.
Si fuera real, nunca una prescripción médica
resultó tan placentera.
El poder calmante del orgasmo, su relación con la
fertilidad femenina o la posible influencia que tiene
sobre nuestra salud cardiovascular, son algunas
de las supuestas propiedades atribuidas a lo que los franceses llaman la petite mort (pequeña muerte). Veamos qué hay
detrás de estas y otras cuestiones acerca del orgasmo (descarga repentina de la tensión sexual) y sus efectos sobre la
salud física y mental.
1. ¿Fortalece la salud cardiovascular? Según la Sociedad Española de Cardiología (SEC),
cuando se experimenta un orgasmo, la tensión arterial baja y el cuerpo libera diversas
hormonas: adrenalina, endorfinas y oxitocina en el caso de las mujeres. “Estas sustancias
actúan en nuestro organismo como vasodilatadores permitiendo una mejor circulación de la
sangre y evitando así los coágulos. La mejora de la circulación ayuda a mantener una mejor
salud cardiovascular”, explica el doctor Ignacio Fernández-Lozano, vicesecretario de la SEC y
miembro de la Fundación Española del Corazón (FEC).
2. ¿Reduce la posibilidad de sufrir un infarto? Hilemos más fino que en el punto anterior. El
prestigioso The American Journal of Cardiology revelaba que los hombres que mantienen
relaciones sexuales dos veces por semana tienen hasta un 50 % menos de probabilidades de
sufrir un infarto, frente a aquellos que lo hacen solo una vez al mes.
3. ¿Actúa como analgésico? “Hoy no, cariño, me duele la cabeza”. Sin duda, esta es una de
las frases más utilizadas, a modo de eufemismo, para esquivar un encuentro sexual no
deseado. Pues bien, un estudio realizado por la Universidad de Rutgers en Newark (Jersey,
Estados Unidos) quiebra la excusa, ya que, según afirma, el dolor y el placer guardan una
estrecha relación que sugiere la posibilidad de que existan efectos analgésicos dentro de la
actividad orgásmica. Además, el psicólogo Barry Komisaruk, miembro del departamento de
Psicología en dicha Universidad y autor, entre otras obras, de La Ciencia del Orgasmo (Paidós
ibérica), asegura: “El orgasmo reduce el dolor menstrual inmediatamente y alivia el de espalda
a corto plazo.”
4. ¿Aleja el cáncer de próstata? Actualmente, existen estudios que corroboran esta idea,
como el realizado por el Cancer Epidemiology Centre de Melbourne (Australia) entre hombres,
con edades comprendidas entre 20 y 50 años, que se masturbaban una media de cinco veces
por semana, y que concluye que podrían tener menos riesgo de padecer tumores prostáticos.
Pero también hay investigaciones que refutan esta teoría. “Hoy por hoy, no se puede
establecer una relación causa-efecto entre el número de eyaculaciones y el riesgo de padecer
cáncer de próstata”, zanja la doctora Carmen Yélamos, psicooncóloga y directora de la
Fundación Grupo IMO.
5. ¿Disminuye el estrés? Sería, sin duda, una convincente razón para tener orgasmos más a
menudo, junto con la reducción de la ansiedad y el aumento de la sensación de bienestar. Lo
corrobora la psicóloga y experta en sexología Carme Sánchez: “La sensación de placer que
produce el orgasmo activa por completo todo el organismo, cerebro incluido”. Asimismo, la
Sociedad Española de Cardiología apoya esta tesis, afirmando que la práctica de sexo reduce
el estrés y favorece la salud emocional. “El organismo femenino produce oxitocina durante la
etapa de excitación y el clímax, una hormona que genera una intensa sensación de felicidad”,
añade Alicia Gallotti, sexóloga y escritora.
6. ¿Favorece la quema de calorías? Marcos Flórez, entrenador personal y fundador y
director de estarenforma.com, ya nos advirtió de que el gasto calórico durante el acto sexual
siempre es muy bajo, sea cual sea la postura elegida. "Y no es comparable a ninguna actividad
física", añade. Según los datos que aporta Flórez, un hombre de 75 kilogramos quemaría entre
75 y 115 calorías durante una hora de sexo. Conclusión: diez minutos corriendo adelgazan más
que una hora de sexo intenso (haya o no orgasmos mediante).
7. ¿Mejora el aspecto de la piel y el cabello? Tras su prolijo estudio del orgasmo femenino,
la sexóloga Alicia Gallotti asegura: “Durante las fases de excitación que culminan en orgasmo
se generan mayores niveles de estrógenos, lo que contribuye al mantenimiento de un cabello
brillante y una piel más suave”. En concreto, un estudio elaborado por científicos de la
Universidad de Queens (Belfast, Reino Unido) especifica que durante el clímax aumentan los
niveles de las hormonas estradiol y dehidroepiandrosterona. "Su consecuencia es una piel más
tersa y un cabello más sano", esclarece el doctor Urbà González, de la Unidad Dermatológica
de la Clínica GO&FER.
8. ¿Facilita el sueño? Javier Puertas, jefe del servicio de Neurofisiología y Unidad del Sueño
en el Hospital Universitario de La Ribera, anuncia que no hay estudios concluyentes al
respecto, y los que hay no han encontrado una gran influencia de la oxitocina (hormona que se
segrega durante el coito) en la capacidad de conciliar el sueño. "Sin embargo", apostilla,
"influye mucho que los estudios se hayan realizado en laboratorios del sueño y no en un
entorno más íntimo, donde los resultados podrían ser diferentes". Otras investigaciones en ese
sentido, según nos cuenta el especialista, han concluido que, dependiendo de factores
emocionales, algunas mujeres dormían mejor después del orgasmo y otras, en cambio, se
desvelaban con más facilidad.
9. ¿Aumenta la fertilidad de la mujer? El doctor Alfredo Guillén, ginecólogo y especialista en
reproducción, desmonta la teoría de que el orgasmo aumenta la posibilidad de embarazo: “Una
revisión sistemática de la literatura científica concluye que no hay evidencia alguna sobre la
posibilidad de que exista ningún tipo de relación entre el orgasmo y la fertilidad”.
10. ¿Perjudica el estado del feto? Carme Sánchez, psicóloga clínica y codirectora del Institut
de Sexologia de Barcelona, subraya que las mujeres gestantes pueden tener orgasmos con
total libertad: “A lo largo de un embarazo que suceda con normalidad, no existe ningún motivo
para que la fémina deje de tener relaciones sexuales o de experimentar orgasmos”.
11. ¿Puede producir pérdida de conciencia? Carlos Tejero, vocal de la Sociedad Española
de Neurología (SEN), detalla que, durante el orgasmo, aumenta la presión dentro del cráneo.
Esto no debería suponer ningún problema. "Pero en muy raras ocasiones, estos esfuerzos,
similares a los de arrastrar un armario, han conducido al aneurisma en personas sanas. En ese
caso, aquel que tiene el orgasmo sufre una gran cefalea y una posterior pérdida conciencia.
Cuando esto ocurre, hay que acudir rápidamente al hospital", asevera el doctor. No se trata,
sin embargo, de un romántico estado de éxtasis y placer, sino de un accidente cerebral
conocido como "hemorragia subaracnoidea". Ojo: cualquier dolor de cabeza durante el coito no
debe asociarse a este riesgo, ya que existe, como relata el doctor Tejero, la "cefalea coital",
cuyas causas no están muy estudiadas pero que son totalmente tratables por los médicos si
están condicionando negativamente su vida sexual.
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